Tema 5 EL APOSTOLADO DE LOS ENFERMOS La Instruccin sobre
algunas cuestiones acerca de la colaboracin de los fieles laicos en
el sagrado ministerio de los sacerdotes en el Artculo 8 y 9, cuando
habla del ministro extraordinario de la Sagrada Comunin, dice: Los
fieles no ordenados, ya desde hace tiempo, colaboran en diversos
ambientes de la pastoral con los sagrados ministros a fin que el
don inefable de la Eucarista sea siempre ms profundamente conocido
y se participe a su eficacia salvfica con siempre mayor intensidad.
(Art 8)
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Para que el ministro extraordinario, durante la celebracin
eucarstica, pueda distribuir la sagrada Comunin, es necesario o
que:. -sea debidamente instruido sobre la doctrina eucarstica,
-sobre la ndole de su servicio, -sobre las rbricas que se deben
observar para la debida reverencia a tan augusto Sacramento -y
sobre la disciplina acerca de la admisin para la Comunin. Se debe
proveer, entre otras cosas, a que el fiel delegado a tal encargo: 1
-no se encuentren presentes ministros ordinarios -o que, estos,
aunque presentes, se encuentren verdaderamente impedidos 2.
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Para no provocar confusiones han de ser evitadas y suprimidas
algunas prcticas que se han venido creando desde hace algn tiempo
en algunas Iglesias particulares, como por ejemplo: la comunin de
los ministros extraordinarios como si fueran concelebrantes.
asociar, a la renovacin de las promesas de los sacerdotes en la S.
Misa Crismal del Jueves Santo, otras categoras de fieles que
renuevan los votos religiosos o reciben el mandato de ministros
extraordinarios de la Comunin. el uso habitual de los ministros
extraordinarios en las SS. Misas, extendiendo arbitrariamente el
concepto de numerosa participacin.
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1. Sobre el apostolado para los enfermos All donde los fieles
no ordenados acompaan a los enfermos en los momentos ms graves es
para ellos deber principal suscitar el deseo de los Sacramentos de
la Penitencia y de la sagrada Uncin En el hacer uso de los
sacramentales, los fieles no ordenados pondran especial cuidado
para que sus actos no induzcan a percibir en ellos aquellos
sacramentos cuya administracin es propia y exclusiva del Obispo y
del Presbtero. 1. 2. Debe afirmarse que la exclusiva reserva del
ministerio de la Uncin al sacerdote est en relacin de dependencia
con el sacramento del perdn de los pecados y la digna recepcin de
la Eucarista.
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2. Jess y los enfermos Jess. Parece un imn que atrae a cuantos
enfermos encuentra en su paso por la vida. l mismo se dijo Mdico
que vino a sanar a los que estaban enfermos. No puede decir no
cuando clama el dolor. El amor de Jess a los hombres es, en su
ltima esencia, amor a los que sufren, a los oprimidos. El
sufrimiento fsico se da cuando duele el cuerpo, mientras que el
sufrimiento moral es dolor del alma. Para poder vislumbrar un poco
el sentido del dolor tenemos que asomarnos a la Sagrada Escritura
que es un gran libro sobre el sufrimiento. Desde que Cristo asumi
el dolor en todas sus facetas, el sufrimiento tiene valor salvfico
y redentor, si se ofrece con amor.
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1) La enfermedad en tiempos de Jess De todas las enfermedades
la ms frecuente y dramtica era la lepra La enfermedad era un pecado
que tomaba carne. Es decir, pensaban que era consecuencia de algn
pecado cometido contra Dios. El Dios ofendido se vengaba en la
carne del ofensor.
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2) Jess ante el dolor, la enfermedad y el enfermo Y, qu pensaba
Jess de la enfermedad? Jess dice muy poco sobre la enfermedad. La
cura. Tiene compasin de la persona enferma. La curacin del cuerpo
estaba unida a la salvacin del alma. Jess ve el dolor con realismo.
Sabe que no puede acabar con todo el dolor del mundo. l no tiene la
finalidad de suprimirlo de la faz de la tierra. Sabe que es una
herida dolorosa que debe atenderse, desde muchos ngulos:
espiritual, mdico, afectivo, etc.
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3) Y ante el enfermo? Primero: siente compasin (cf. Mt 7, 26).
Jess admite al necesitado. No lo discrimina. Segundo: ve ms hondo.
Tras el dolor ve el pecado, el mal, la ausencia de Dios. La
enfermedad y el dolor son consecuencias del pecado. Por eso, Jess,
al curar a los enfermos, quiere curar sobre todo la herida profunda
del pecado. Tercero: le cura, si esa es la voluntad de su Padre y
si se acerca con humildad y confianza. Y al curarlo, desea el bien
integral, fsico y espiritual (cf. Lc 7, 14). Cuarto: Jess no se
queda al margen del dolor. l tambin quiso tomar sobre s el dolor.
Tom sobre s nuestros dolores. Quinto: con los ancianos tiene
comprensin de sus dificultades, les alaba su sacrificio y su
desprendimiento, su piedad y su amor a Dios, su fe y su esperanza
en el cumplimiento de las promesas divinas (cf. Mc 12, 41-45; Lc 2,
22-38).
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Juan Pablo II en su exhortacin Salvifici doloris del 11 de
febrero de 1984 dice: Cristo venci el dolor y la enfermedad, porque
los uni al amor, al amor que crea el bien, sacndolo incluso del
mal, sacndolo por medio del sufrimiento, as como el bien supremo de
la redencin del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo. La cruz
de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ros de
agua viva. el Papa dice: "Y os pedimos a todos los que sufrs, que
nos ayudis. Precisamente a vosotros, que sois dbiles, pedimos que
seis una fuente de fuerza para la Iglesia y para la humanidad.
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4) Nosotros ante el dolor y la enfermedad, Cul debera ser
nuestra actitud ante el dolor, la enfermedad y ante los enfermos?
Primero, ante el dolor y la enfermedad propios: aceptarlos como
venidos de la mano de Dios que quiere probar nuestra fe, nuestra
capacidad de paciencia y nuestra confianza en l. Y ante el
sufrimiento y el dolor ajenos: acercarnos con respeto y reverencia
ante quien sufre, pues estamos delante de un misterio; tratar de
consolarlo con palabras suaves y tiernas, rezar juntos, pidiendo a
Dios la gracia de la aceptacin amorosa de su santsima voluntad.
Adems de consolar al que sufre, hay que hacer cuanto est en
nuestras manos para aliviarlo y solucionarlo, y as demostrar
nuestra caridad generosa.109 El buen samaritano nos da el ejemplo
prctico: no slo ve la miseria, ni slo siente compasin, sino que se
acerca, se baja de su cabalgadura, saca lo mejor que tiene, lo
cura, lo monta sobre su jumento, lo lleva al mesn, paga por
l.109
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Juan Pablo II en su exhortacin "Salvifici doloris", sobre el
dolor salvfico, dice que el sufrimiento tiene carcter de prueba.
"El sufrimiento debe servir para la conversin, es decir, para la
reconstruccin del bien en el sujeto, que puede reconocer la
misericordia divina en esta llamada a la penitencia. La penitencia
tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas est
latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como
en su relacin con los dems y, sobre todo, con Dios" (nmero
12).
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Conclusin As Jess pasaba por las calles de Palestina curando
hombres, curando almas, sanando enfermedades y predicando al
sanarlas. Algo tiene el sufrimiento de sublime y divino, pues el
mismo Dios pas por el tnel del sufrimiento y del dolor...ni
siquiera Jess priv a Mara del sufrimiento. Contemplemos a Mara y as
penetraremos ms ntimamente en el misterio de Cristo y de su dolor
salvfico.