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Diez reglas de oro para educar la voluntad Daniel Inenarity Es difícil, tras estudiar el tema de la voluntad desde perspectivas tan diversas, intentar concretar para ofrecer unas pautas específicas que no sean simples recetas de cocina,  pues al atravesar la frontera entre la teoría y la prácti ca, entre las ideas y su aplic ación, hay un trecho difícil de salvar . No obstante, voy a tr atar de esquemat iza rl as. 1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual, que se consigue con la repetición de actos en donde uno se vence, lucha y cae, y vuelve a empezar A esto se llama en psicología hábito. Dicho en otros términos: hay que adquirir hábitos  positivos mediante la repetición de conductas, de forma deportiva y alegre, que van inclinando la balanza hacia comportamientos mejores, más maduros y que, a la larga, se agradecerán, pero que, en las primeras etapas, cuestan mucho trabajo, puesto que la voluntad está aún en estado primario, sin dominar. 2. Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los gustos, los estímulos y las inclinaciones inmediatas. Esto es lo realmente difícil. Es más fácil explicar los mecanismos por donde hay que dirigir la voluntad, que ponerse uno a funcionar, aplicando las teorías y los argumentos. Esto es: toda educación de la voluntad tiene un trasfondo ascético, sobre todo cuando se empieza. La labor de los padres en esta tarea es decisiva: deben —con mucha sabiduría  — hacer atractiva la responsabilidad, el deber y las exigencias concretas. De otra parte, están los educadores: deben guiar al alumno hacia la verdad y la libertad, ligadas estrechamente. Hay un puente que va de la primera a la segunda. La voluntad es liberadora. ¿En qué consiste ser libre? ¿Qué es liberarse? Significa poder moverse sin coacciones, haciendo lo que uno quiere, eximiéndose de obstáculos y dependencias que distraigan del mejor trayecto perso nal. La volu ntad libera e inicia el vuelo hacia la realizac ión del proye cto  personal y de la felicidad. Ahora bien, hay que hacer la siguiente pregunta: ¿Cuál es el nivel del proyecto y a qué cosas nos referimos cuando hablamos de felicidad? La respuesta no es otra que indagar en los argumentos de nuestra existencia, ya que éstos constituyen el alma de nuestra vida como anticipación y programa de la misma. La vida humana es una tarea que se mueve entre dos polos: adecuar los deseos a la realidad. Por eso la felicidad no consiste en vivir bien y tener un excelente nivel de vida, sino en saber vivir. Es frecuente captar esto cuando la vida se acaba. Es una lástima darse cuenta de ello cuando se está a punto de amarrar la propia barca en la otra ribera. Liberación no es hacer lo que uno quiere o seguir los dictados inmediatos de lo que deseamos, sino vencerse en pequeñas luchas titánicas para alcanzar las mejores cimas del propio desarrollo. La supresión de obligaciones y de constricciones exteriores, el

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Diez reglas de oro para educar la voluntad

Daniel Inenarity

Es difícil, tras estudiar el tema de la voluntad desde perspectivas tan diversas, intentar concretar para ofrecer unas pautas específicas que no sean simples recetas de cocina,

 pues al atravesar la frontera entre la teoría y la práctica, entre las ideas y su aplicación,

hay un trecho difícil de salvar. No obstante, voy a tratar de esquematizarlas.

1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual, que se consigue con la repetición de

actos en donde uno se vence, lucha y cae, y vuelve a empezar 

A esto se llama en psicología hábito. Dicho en otros términos: hay que adquirir hábitos

 positivos mediante la repetición de conductas, de forma deportiva y alegre, que van

inclinando la balanza hacia comportamientos mejores, más maduros y que, a la larga, se

agradecerán, pero que, en las primeras etapas, cuestan mucho trabajo, puesto que la

voluntad está aún en estado primario, sin dominar.

2. Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los gustos, losestímulos y las inclinaciones inmediatas. 

Esto es lo realmente difícil. Es más fácil explicar los mecanismos por donde hay que

dirigir la voluntad, que ponerse uno a funcionar, aplicando las teorías y los argumentos.

Esto es: toda educación de la voluntad tiene un trasfondo ascético, sobre todo cuando se

empieza. La labor de los padres en esta tarea es decisiva: deben —con mucha sabiduría

 — hacer atractiva la responsabilidad, el deber y las exigencias concretas. De otra parte,

están los educadores: deben guiar al alumno hacia la verdad y la libertad, ligadas

estrechamente.

Hay un puente que va de la primera a la segunda. La voluntad es liberadora. ¿En qué

consiste ser libre? ¿Qué es liberarse? Significa poder moverse sin coacciones, haciendo

lo que uno quiere, eximiéndose de obstáculos y dependencias que distraigan del mejor trayecto personal. La voluntad libera e inicia el vuelo hacia la realización del proyecto

 personal y de la felicidad. Ahora bien, hay que hacer la siguiente pregunta: ¿Cuál es el

nivel del proyecto y a qué cosas nos referimos cuando hablamos de felicidad? La

respuesta no es otra que indagar en los argumentos de nuestra existencia, ya que éstos

constituyen el alma de nuestra vida como anticipación y programa de la misma. La vida

humana es una tarea que se mueve entre dos polos: adecuar los deseos a la realidad. Por 

eso la felicidad no consiste en vivir bien y tener un excelente nivel de vida, sino en

saber vivir. Es frecuente captar esto cuando la vida se acaba. Es una lástima darse

cuenta de ello cuando se está a punto de amarrar la propia barca en la otra ribera.

Liberación no es hacer lo que uno quiere o seguir los dictados inmediatos de lo que

deseamos, sino vencerse en pequeñas luchas titánicas para alcanzar las mejores cimasdel propio desarrollo. La supresión de obligaciones y de constricciones exteriores, el

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abandono de los grandes ideales y retos, dejarse llevar por los estímulos del momento...

 puede proporcionar cierta tranquilidad en un corto plazo, sobre la marcha, pero muy

  pronto deja al descubierto las carencias de esa personalidad.

Pensemos en la liberación sexual, que ha pretendido borrar todas las inhibiciones,

situando al hombre rumbo a la utopía de los paraísos perdidos y los sueños

roussonianos. Se anunciaba así un mundo futuro abierto, liberal, pluralista, de más ricoshorizontes. Pero los resultados que tenemos a la vista son unos modelos de

comportamiento aberrantes en los que la sexualidad, degradada, se ha convertido en

 bien de consumo, instrumentalizando al otro en el sexo. La liberación que trae la

voluntad consiste en apartar obstáculos, allanar el camino para hacer lo que se había

 programado, ir consiguiendo que los sueños se hagan realidad poco a poco. Es evidente

que todo depende del fin, del punto de mira, de aquello hacia lo que apuntemos. Esto se

resume en la célebre frase de Nietzsche: «No te pregunto de qué eres libre, te pregunto

 para qué eres libre. » O como consta en aquel libro de Bernanos: La libertad: ¿para

hacer qué?

3. Cualquier aprendizaje se adquiere con más facilidad a medida que la motivación es

mayor. Estar motivado implica estar preparado para apuntar hacia el mejor blanco. Elejercicio de luchar por nuestros objetivos se estira más gracias a la fuerza de los

contenidos que los mueven. Lo expresaré de otra forma: el que no sabe lo que quiere, el

que no tiene la ilusión de alcanzar algo, difícilmente tendrá la voluntad preparada para

la lucha. Esta regla sugiere muchas cosas a la vez. Por una parte, el viejo tema del

modelo de identidad, esa lección abierta que otro nos da y nos invita a imitarlo. Tenerlo

 presente es empezar a andar de forma correcta y correr tras la verdadera libertad. Como

dice Daniel Inenarity: «Libertad como pasión significa superar el reduccionismo de una

libertad sólo centrada en aspectos formales, comprada al precio de una perpetua

indecisión [... ] Una libertad profunda es aquella que se realiza, se hace vida, decide y

compromete [... ] conservando la propia superioridad moral. » Es decir, que todo

 progreso humano que se hace de espaldas a unas normas morales acaba mal. El hombre

superior es el hombre espiritual que ve a los demás como personas, no como peldaños.

Por otra parte, hay que saber descubrir lo que yo llamaría en la actualidad valores de

recambio, que de algún modo se circunscriben alrededor de los grandes motivos del

hombre. Son nuevos motores que iluminan con su fuerza el proyecto personal: la

democracia, los valores de la Ilustración, el pluralismo bien entendido, la solidaridad,

así como una visión supranacional de los problemas actuales.

4. Tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables. 

Cuando esto es así y se ponen todas las fuerzas en ir hacia delante, los resultados

 positivos están a la vuelta de la esquina, y no tiene cabida la dispersión de objetivos, ni

tampoco querer abarcar más de lo que uno puede. Por eso produce mucha paz aplicarseen esos propósitos, siendo capaz de apartar todo lo que pueda distraernos o alejarnos de

las metas. Querer es pretender algo concreto y renunciar a todo lo que distraiga y desvíe

de los objetivos trazados.

5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo ascético, especialmente en sus

comienzos. 

Hay que saber conducir las ansias juveniles hacia una meta que merezca realmente la

 pena. Ahí es donde resulta decisiva la tarea del educador por un lado, y la de los padres,

 por otro. Hay una observación complementaria que quiero hacer, una vez llegados a este

 punto: las grandes ambiciones, las mejores aventuras, brotan de algo pequeño, que crece

y se hace caudaloso a medida que la lucha personal no cede, no baja la guardia,

insistiendo una y otra vez.En el alpinismo, por ejemplo —tarea que se parece mucho al fortalecimiento de la

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voluntad—, lo importante es dar pequeños pasos hacia arriba, ir ascendiendo en la

montaña no gracias a las grandes escaladas, sino merced a pequeños avances, al

 principio costosos y, después, ya más fáciles, una vez que se vislumbra el paisaje desde

la cima.

6. A medida que se tiene más voluntad, uno se gobierna mejor a sí mismo, no dejándose

llevar por el estímulo inmediato. El dominio personal es uno de los más extraordinariosretos, que nos elevan por encima de las circunstancias. Se consigue así una segunda

naturaleza. Uno no hace lo que le apetece, ni escoge lo más fácil y llevadero, sino que se

dirige hacia lo que es mejor. Cuando la voluntad es más sólida, esa persona ya ni se

 plantea el cansancio que ha supuesto o sus apetencias, sino lo que sabe que será más

  positivo para ella de cara a los objetivos diseñados.

7. Una persona con voluntad alcanza las metas que se había propuesto con constancia. 

He comentado en las páginas que preceden lo importante que es tener presentes las

  piezas instrumentales de la voluntad: el orden, la tenacidad, la disciplina, la alegría

constante y la mirada puesta en el futuro, en la meta. Existe hoy la tendencia a la

exaltación del modelo del ganador, que deja en la estacada, groggy, a muchos

 perdedores en el ring social. Por eso, compararse con otros, fijarnos demasiado en lasvidas ajenas, puede ofrecer una cara negativa, suficiente como para no disfrutar con lo

que se tiene y desear lo que no poseemos.

8. Es importante llegar a una buena proporción entre los objetivos y los instrumentos

que utilicemos para obtenerlos; es decir, buscar la armonía entre fines y medios. Hay

que intentar una ecuación adecuada entre aptitudes y limitaciones, pretender sacar lo

mejor que hay en uno mismo, poniendo en marcha la motivación, configurada gracias a

las ilusiones, así como el orden, la constancia, la alegría y la autoridad sobre nosotros

mismos, para no ceder ni un ápice en lo propuesto.

9. Una buena y suficiente educación de la voluntad es un indicador de madurez de la

 personalidad. 

 No hay que olvidar que cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se

hace más eficaz a medida que se incorpora con firmeza en el patrimonio psicológico de

cada uno de nosotros. Una persona madura y con equilibrio psicológico ofrece un

mosaico de elementos armónicamente integrados, en donde la voluntad brilla con luz

 propia.

10. La educación de la voluntad no tiene fin. 

Esto significa que el hombre es una sinfonía siempre incompleta, y que, haber 

alcanzado un buen nivel no quiere decir que se esté siempre abonado al mismo, ya que

las circunstancias de la vida pueden conducir a posiciones insólitas, inesperadas,

difíciles o que obligan a reorganizar parte de la estructura del proyecto personal.

También hay que citar la falta de orientación de la sociedad actual, tan permisiva y contan pocos valores de referencia, que impide ver ejemplos positivos que sirvan como

modelos de identidad. La sociedad, tal y como está ahora, no favorece en casi nada la

 potenciación de la voluntad. Y mucho más difícil resulta esta potenciación con la

influencia de la televisión, frente a la cual no cabe tener más que un moderado

 pesimismo.

Es un poco largo, pero vale la pena.