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I- FRANCISCANOS SEGLARES EN LA PARROQUIA Emanuela De Nuncio, OFS El pontificio Consejo para los laicos ha dedicado a la renovación de la parroquia su última Asamblea Plenaria, llevada a cabo durante los días 20 al 23 de septiembre, 2006. Los trabajos de la Asamblea fueron inspirado también en la exhortación del Santo Padre Benedicto XVI a “…dar a la parroquia una patria interior para las personas –una gran familia en la cual experimentemos al mismo tiempo a la familia aún mas grande de la Iglesia universal, aprendiendo mediante la liturgia, la catequesis y todas las manifestaciones de la vida parroquial, un caminar juntos a través de la vía de la verdadera vida”. (Homilía durante las Vísperas, Mónaco 10 Sep 2006). Estos conceptos resumen aquellas expresiones del No. 26 de la Exhortación apostólica Christifideles Laici, donde se afirma que en la parroquia esté presente y operante el misterio mismo de la Iglesia: “La parroquia no es principalmente una estructura, un territorio, un edificio; es mas que todo ‘la familia de Dios, como una fraternidad animada del Espíritu de unidad’, es una ‘casa de familia, fraterna y acogedora’, es la ‘comunidad de fieles’. En definitiva, la parroquia está fundada sobre una realidad teológica, porque es una comunidad eucarística” De lo relacionado por los expertos, de la mesa redonda y de las intervenciones en el aula han surgido, análisis, prospectos y puntos de reflexión de mucho interés para vivir, con renovada conciencia y con un estilo que responde a los “signos de los tiempos”, la comunidad eclesial. Cualquiera de estos aspectos se dirigen directamente a los franciscanos seglares y requieren de nuestra reflexión, personal y comunitaria. Todos los participantes han manifestado, que para repensar la parroquia y buscar la vía para renovarla, no basta hoy un maquillaje superficial o un ajuste estructural e institucional. Se necesita retornar a la verdad originaria. Se necesita compartir identidad cristiana. El cristiano es

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I- FRANCISCANOS SEGLARES EN LA PARROQUIAEmanuela De Nuncio, OFS

El pontificio Consejo para los laicos ha dedicado a la renovación de la parroquia su última Asamblea Plenaria, llevada a cabo durante los días 20 al 23 de septiembre, 2006. Los trabajos de la Asamblea fueron inspirado también en la exhortación del Santo Padre Benedicto XVI a “…dar a la parroquia una patria interior para las personas –una gran familia en la cual experimentemos al mismo tiempo a la familia aún mas grande de la Iglesia universal, aprendiendo mediante la liturgia, la catequesis y todas las manifestaciones de la vida parroquial, un caminar juntos a través de la vía de la verdadera vida”. (Homilía durante las Vísperas, Mónaco 10 Sep 2006). Estos conceptos resumen aquellas expresiones del No. 26 de la Exhortación apostólica Christifideles Laici, donde se afirma que en la parroquia esté presente y operante el misterio mismo de la Iglesia: “La parroquia no es principalmente una estructura, un territorio, un edificio; es mas que todo ‘la familia de Dios, como una fraternidad animada del Espíritu de unidad’, es una ‘casa de familia, fraterna y acogedora’, es la ‘comunidad de fieles’. En definitiva, la parroquia está fundada sobre una realidad teológica, porque es una comunidad eucarística”

De lo relacionado por los expertos, de la mesa redonda y de las intervenciones en el aula han surgido, análisis, prospectos y puntos de reflexión de mucho interés para vivir, con renovada conciencia y con un estilo que responde a los “signos de los tiempos”, la comunidad eclesial. Cualquiera de estos aspectos se dirigen directamente a los franciscanos seglares y requieren de nuestra reflexión, personal y comunitaria.

Todos los participantes han manifestado, que para repensar la parroquia y buscar la vía para renovarla, no basta hoy un maquillaje superficial o un ajuste estructural e institucional. Se necesita retornar a la verdad originaria. Se necesita compartir identidad cristiana. El cristiano es aquel que es incorporado a Cristo en el Bautismo: de aquí nace la nueva criatura, de esto parte hoy nuestro derecho y deber. En consecuencia del Bautismo, cada laico tiene el deber (y también el derecho) de trabajar –tanto individualmente como en forma asociada- para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y recibido por todos los seres humanos, en todo el mundo. Este deber debe estar aún mas presente en aquellas situaciones en las cuales solo a través de la mediación del laico los hombres pueden escuchar el Evangelio y conocer a Jesucristo.

Situaciones de este género se multiplican exageradamente, incluso en sociedades de antigua tradición cristiana: En un pasado, no tan lejano, la tradicional pertenencia a la Iglesia fluía casi naturalmente de una generación a la otra con el apoyo de instituciones, que parecían sólidas y duraderas: la familia, la escuela, las costumbres sociales, los ritos de la piedad popular. En pocos decenios todo esto se ha reducido a cero y cada vez son mas las personas que no tienen manera de encontrar la verdad fundamental de la fe. ¿Cuantos son los niños que no son bautizados porque los padres piensan que se trata de una escogencia que deben hacer autónomamente cuando sean adultos? ¿Cuántos son los niños que después de su Primera Comunión, ni siquiera se acercan más a la Eucaristía, porque sus padres no lo hacen y ninguno les ha mostrado la alegría y la fuerza de la unión íntima con Jesús? ¿Cuántos son los adultos contaminados en la cultura dominante, perneada de secularismo,

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relativismo y consumismo? Para todos estas categorías de personas, de distintas edades, el encuentro con la verdad de la fe puede venir solo en los ambientes de la vida cuotidiana: en el vecindario y con los amigos, en el trabajo y en las relaciones sociales, en los deportes y en las diversiones, en los compromisos solidarios y comunitarios. Es precisamente en estos ambientes que se destaca el papel insustituible del laico cristiano que ha escuchado el grito del Apóstol: “¡Que será de mi si no evangelizo!, buscando darle gloria a Dios, día a día, con el testimonio de la propia fe. Cfr. Reg. OFS, no.6)

El anuncio no es mas que un primer paso, porque debemos siempre considerarnos solo instrumentos de la Iglesia y a ella debemos devolver todo lo que nos ha enseñado para nuestro testimonio. Devolver a la Iglesia, significa, devolverle a la parroquia su sitial, como célula vital y lugar natural de la participación de los fieles a la Iglesia universal. Y aquí surge otro reto del laico cristiano: colaborar para que la parroquia no sea solo “estación de servicio” para la administración de los sacramentos ni tampoco “agencia” para la erogación de los servicios sociales. Transformar en todas partes a la parroquia en lugares de escucha religiosa, de acogida, de anuncio de la palabra de Dios y de encuentro con la Persona de Cristo, que sea una comunidad viva y viable, capaz de obtener mediante la catequesis a todos sus miembros, que es un derecho/deber ineludible para cada laico comprometido, incluso mas aún para las asociaciones, los movimientos y los grupos que operan en la parroquia.

A la forma de participación de los laicos a la vida parroquial se le ha dedicado mucho espacio en las relaciones y en las discusiones de la Asamblea. Pero también sobre este aspecto los problemas no faltan y han sido señalados con mucha franqueza. Primero, que todo: la resistencia de muchos párrocos a reconocer y valorizar el papel de los laicos, al cual le son requeridos varios servicios sin renunciar a pasar de la colaboración a la cooperación. Se trata de dos términos que no son sinónimos pero tiene cada uno valencia específica y propia: la colaboración expresa una responsabilidad compartida y orgánica entre el clero y los laicos, como consecuencia de la pari dignitá. Así también, admitiendo que la suplencia puede que algunas veces se vuelva necesaria, las intervenciones han manifestado con mucha fuerza la preocupación por una tendencia a la clericalización de los laicos, mientras han insistido con también la misma fuerza sobre la exigencia de la cooperación, en la cual los respectivos papeles permanezcan definidos y distintos.

Otro problema: la colocación de las asociaciones y de los movimientos en la parroquia. En el pasado se escogía, de la parte de la jerarquía, con cierta deferencia y preocupación la presencia y la actividad en las varias formas asociativas en la parroquia. Ahora este clima de incomprensión y casi de tensión ha sido superado, puesto que la parroquia se presenta más bien como “comunidad de la comunidad”. Se parte así del concepto que la parroquia no es una entidad constituida de individuos solos y solitarios, sino mas bien de la suma y del encuentro de otra micro-entidad, a partir de la familia. La parroquia, así debe dar espacio a todos los dones del Espíritu y apreciar las riquezas ofrecidas de la entidad acumulada presente, colocándolos no como meros “contenedores” sino como “signos e instrumentos de comunión”. Naturalmente, es fundamental que a través de los varios grupos sea efectiva la comunión y no la competencia, o peor incluso, ¡la rivalidad!

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Antes de concluir, me parece oportuno llamar la atención a las normas contenidas, sobre esta misma temática, en nuestras Constituciones General. Encontramos una invitación explicita a la colaboración de las Fraternidades como tales, no solo de los franciscanos seglares individualmente, en la animación de la comunidad parroquial, en la liturgia y en las relaciones fraternas (art. 102.1), considerando además la cooperación con los otros grupos eclesiales también en el campo operativo (art. 103.1). Esta disposición me parece particularmente significativa y actual, tomando en cuenta que los franciscanos seglares siempre han tenido la tendencia a ser activos en la parroquia sobre todo en forma individualista, con prejuicio por el sentido de pertenencia a la propia Fraternidad y, al mismo tiempo, con un empobrecimiento de la contribución que la OFS puede ofrecer a la misma parroquia.

Me parece que, como la introducción, así también la conclusión de este artículo debe ser derivada de la palabra del Santo Padre. En la audiencia concedida a los participantes de la Asamblea el Santo Padre ha dicho: “Inspirándose en el modelo apostólico, así como aparece en los Hechos de los Apóstoles, la parroquia se reencuentra a si misma en el encuentro con Cristo, especialmente en la Eucaristía. Nutrida del pan eucarístico, ella crece en la comunión católica, camina en plena fidelidad al Magisterio y está siempre atenta a acoger y discernir sobre los diversos carismas que el Señor suscita en el Pueblo de Dios”.

II- EL FRANCISCANO SEGLAR DEBE SER PROFETAEste es un punto clave de la intervención de P. José Carballo durante la Visita Pastoral a la Presidencia del CIOFS.

La formación es el pilar de nuestra refundación. Podemos decir que la refundación nos debe llevar a fomentar el descubrimiento de nuestras raíces, los elementos carismáticos esenciales. Así que lo que cuenta es la cualidad de vida. Somos franciscanos en la medida que vivamos nuestro proyecto de vida. Si no lo vivimos, no hacemos nada.

Cuales son las consecuencias si vivimos esta refundación.

• Asumir nuestra condición de minoridad. Somos los que somos. No podemos competir con otros. Debemos estar contentos con lo que somos. Somos todos llamados a ser “menores” en nuestra sociedad.• Potenciar la cualidad de vida sobre la cantidad. • Privilegiar el aspecto simbólico sobre la eficacia. Es una tentación poner la eficacia por encima de la fraternidad. Es una tentación que tenemos de anteponer la renovación de la orden, a la sobre vivencia. La Iglesia no tiene necesidad de sobrevivientes, sino de personas vivas.

¿Quien puede entrar en este camino? ¡EL PROFETA! que tiene 5 características:

• Una gran memoria. Un pueblo sin historia, no tiene ni presente ni futuro. Una familia nuestra OFS no tendrá ni presente ni futuro. Debemos purificar nuestra historia, viviendo de elementos que quizá tengamos que tener el coraje de decir “esta es nuestra historia”.

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• Es un hombre de escucha, de la realidad. Con un oído pendiente del Señor, y otro oyendo a la gente. Debemos tener siempre en la mano, la Biblia y el periódico para estar siempre pendiente de Dios, y atento a la realidad. El papa en la Encíclica “Nuevo Milenio Adveniente” nos invita a la memoria y a la profecía para “anticipar el futuro”. También nosotros debemos anticipar el futuro como Francisco, que iba siempre adelante. Mucha escucha nos dará la posibilidad de tener una visión de futuro.• Un gran amor por la gente que nos llevará a vivir el presente con pasión. “Recuerda el pasado con gratitud, y vive el presente con pasión” (Juan Pablo II) Lo que debe tener un franciscano es la pasión de Francisco, que como Clara eran personas enamoradas con pasión de Jesucristo, por lo que decía “el amor no es amado”. La Escritura es muy fuerte contra los tibios.• La fe y el coraje. Mucha fe porque sabemos que no estamos solos. Debemos recuperar la fe en el espíritu. S. Francisco. es el primer carismático. Era el hombre de la “moción del Espíritu”. Debemos recuperar la fe en el Señor de la Historia. La crisis de hoy es crisis de FE. La fe da un gran coraje para afrontar cualquier cosa. Los profetas tienen coraje. Ama a la Iglesia profundamente y es crítico al mismo tiempo. Si no tenemos coraje debemos preguntarnos sobre nuestra fe.• Tiene mucha paciencia. Esta dispuesto a ser rechazado. Parte del conocimiento que no es fácil, pero va adelante. No es que debemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, pero tener en cuenta que ningún profeta se murió en su cama. El rechazo forma parte de su vocación profética. Cuando se acepta ser profeta, se tiene que aceptar el rechazo. Como Cristo aceptó la muerte.

Ahora debemos profundizar en el sentido de nuestro centenario y también en el centenario de Sta. Isabel. No podemos dejar pasar este momento de gracia, porque no basta que nos limitemos a hacer un bello congreso, o una bella publicación. Debemos remover el agua. Hay mucho letargo en nuestra familia. Somos un ejército. Somos la familia mas numerosa de la tierra. Pero ¿que hacemos?.

III- COMPROMISO Y RESPONSABILIDADDi Emanuela De Nunzio

El compromiso y la responsabilidad del laicado católico en sus diversas expresiones debe tender, hoy mas que nunca, a estar presente principalmente, en las dimensiones concretas de la vida cuotidiana (familia, afectos, trabajo y tiempo libre) el rostro de una Iglesia amiga y misionera, que se vuelva tangible de cualquier manera del amor de Dios por los hombres y le ayuda a tener esperanza y fe en la vida. Se trata, en otros términos, de convertirse mas profundamente en participantes de la vida y de la misión de la Iglesia y por esta razón, capaces de amar y orientar en sentido cristiano el tejido social al cual pertenecemos.

Creo que para nosotros franciscanos seglares este camino está trazado en la Regla No.6 de nuestra Regla, donde dice “Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo, que les hace miembros vivos de la Iglesia, y a ella mas estrechamente vinculados por la Profesión, háganse testigos e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra.”

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De este precepto de la Regla se derivan tres compromisos, con la responsabilidad que nos es propia: la contemplación, el testimonio y la misión.

¿No es de hecho, contemplación ver la vida con los ojos de Cristo, transformando la persona, las cosas, los hechos de cada día en relación crucial con un excitante “camino de santidad”?

¿No es acaso testimonio la contribución en la construcción de un “mundo mas justo y fraterno” con el amor contagioso de la palabra de Cristo, comunicadas a los hombres a través de la paciencia, del diálogo, de la escucha y de la comprensión?

Y ¿no es acaso misión el hacerse en lo cotidiano operadores de Cristo para llevar el “fermento evangélico” en el inmenso patio de la historia?

Primer compromiso: incesante dialogo con Dios.

“Como Jesucristo fue el verdadero adorador del Padre, del mismo modo los franciscanos seglares hagan de la oración y de la contemplación el alma del propio ser y del propio obrar”. Este artículo de la Regla (No.8, primer párrafo), es el punto de partida para cada reflexión sobre nuestra identidad.

Es el punto de partida porque, si no existe una oración animada, la Fraternidad OFS no tiene razón de existir: podría ser más bien cualquier grupo de socialización entre personas que tienen intereses comunes, o un grupo filantrópico que intenta dedicarse a trabajos de solidaridad en cualquier categoría de necesitados.

Es la oración que nos permite advertir la riqueza de Su presencia. En un diálogo incesante con Dios le llevamos en nuestra historia, en nuestra realidad, en el sufrimiento, en la alegría, en la esperanza del mundo. Esta es nuestra característica: sentirse inmersos en este incesante diálogo, que se reinserta en Dios, que nos mantiene ligados constantemente a El. Pero no por gusto de manera egoísta, porque estamos seguros que nosotros seremos recompensados por El, sino porque cuando el Señor se nos dona, lo compartimos, lo manifestamos, lo llevamos a los otros.

De la oración al testimonio de la caridad

De la oración adorante profesada a Dios, florece la exigencia de la caridad fraterna, que nos urge a abrirnos a los otros y a encontrar todos los instrumentos y los modos adecuados para hacerles bien. Admitidos, a través de la oración, en la contemplación del rostro de Dios, no podemos dejar de sentir la necesidad y la urgencia de descubrir su rostro en los rostros sufrientes y arruinados y desfigurados de tantos hermanos nuestros. Y así el gesto del servicio, del amor, de la caridad, del compartir, del hacerse cargo, de la transformación, según la palabra evangélica, en buen samaritano de tantos hermanos que están postrados al margen de nuestras calles, al margen de nuestra historia, porque no hay ninguno que le dé a ellos el derecho de ciudadanía que, como hijos de Dios, les corresponde también a ellos.

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Leemos el Evangelio (Jn 6, 9-18) que Jesús no solo se ha preocupado del hambre de los hombres pero también ha pedido la colaboración de un muchacho con cinco panes y dos peces. Y en esta colaboración es que se manifiesta el compromiso cristiano en la construcción concreta del Reino de Dios, que no es solo en el más allá. Vale aún mas, si es posible, para los franciscanos seglares, llamados a “reducir las exigencias personales para poder compartir mejor los bienes espirituales y materiales con los hermanos, particularmente con los últimos” (CCGG 15, 3).

Anunciar la gracia de Dios

Luego de la oración que contempla, que adora, que agradece, que invoca, que intercede; después la caridad que se transforma en servicio, en atención, en compromiso atento a apoyar a quien está lejos, quien está solo, quien está apartado; la tercera línea de compromiso del franciscano seglar es la misión: ir a llevar la gloria del Señor resucitado y la riqueza de la palabra que El le entrega a la Iglesia.

Muchos de nosotros recordamos el famoso discurso que el apóstol Pablo hace en el areópago de Atenas. Pablo, que es un enamorado de Cristo, debe llevar a Cristo a todas partes y ahora va a la cueva del lobo. Escoge propiamente el areópago de Atenas, el lugar donde los filósofos debaten los grandes temas de la existencia, y los reta en su terreno. Inicia su discurso recurriendo a la cita de un filósofo griego de nombre Creante: “En Dios nos movemos, actuamos y somos” y prosigue: “A mi me reveló Dios, este Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús que ha resucitado; nosotros resucitaremos”. Al oír esto, al escuchar hablar de resurrección de los muertos, los filósofos, que inicialmente se habían dejado cautivar del discurso de Pablo, le tiraron la puerta en la cara: “Te escucharemos en otra oportunidad”.

Nosotros también tenemos que tener el coraje de arriesgarnos. Como Pablo podremos ser escuchados o refutados, pero sabemos que esta es la posición de los discípulos de Cristo. No podemos ya permanecer solo entre nosotros, no podemos garantizarnos una experiencia que pueda dar alegría espiritual a nuestra vida, si no hacemos posible la transmisión de la gracia y de la riqueza que, en el diálogo con Dios, nos es comunicada. Aquello que hemos recibido no es solo para nosotros, es para donarlo también a los otros y para transmitirlo de una generación a la otra.

A estos tres puntos debo solo agregar una breve reflexión sobre responsabilidad. Nosotros los laicos, llamados a vivir el cristianismo en este mundo, somos invitados a intensificar nuestro compromiso de construir comunión, de separarse de quienes proponen un cristianismo individualista e incluso también con celebraciones hechas a la medida, en lugar de promover la participación activa en un espíritu de compartir y de ministerio, aprendiendo a abrirse a los otros en un intercambio de recíproca fe. Solo esta actitud consentirá el encuentro con los hombres, sobre todo con los “diferentes”, lejos por razones de cultura, de fe religiosa, de experiencia de vida. En el No. 93 de la Gaudium et spes, se lee “Los cristianos… tienen un deber inmenso de llevar a cabo en esta tierra: de eso deberán rendir cuenta a El quien a todos juzgará en el último día” También para nosotros

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franciscanos seglares, el gran deber confrontados en el mundo es aquél de servirlo con un ministerio humilde y leal a pesar de nuestros límites, fruto de la vocación recibida, de la cual no podemos alejarnos sin perder nuestra identidad.

IV- OFS: QUE PODEMOS HACER POR NUESTRA VOCACIÓN FRANCISCANA.Por Fred Schaeffer, OFS

Las vocaciones a la vida sacerdotal y a la religiosa han estado menguando en los últimos treinta años. Varias crisis, afuera y dentro de nuestra Iglesia ayudaron a erosionar las vocaciones. El gran problema en la sociedad con el gradual desmembramiento de la unidad familiar también ha sido un factor para la disminución de las vocaciones. Recuerdo a los fines de los 50 hasta alrededor de 1970, las vocaciones eran abundantes. Yo estuve algunos años con los Capuchinos entre 1958-1960, y recuerdo una gigante clase de novicios. Me retiré por razones de enfermedad en la familia pero probablemente también porque yo estaba, en ese momento, demasiado joven y con poca experiencia. Pero en general, ¿qué ha pasado? ¿Por qué las vocaciones son hoy tan escasas?

Vivo en un país donde particularmente entre la gente joven, muchos hay que nunca han escuchado hablar de la Iglesia Católica. En mi experiencia como ministro visitando a los encarcelados, me he encontrado con personas que nunca han tenido ningún contacto con la Iglesia como institución. Y en la sociedad, tantos dicen que creen en Dios, pero realmente no conocen que es lo que Dios hace por ellos. El interés en Dios disminuye y así la vocación simplemente no existe.

De acuerdo a estadísticas de la Diócesis de Fénix, Arizona, la población católica de los EEUU en 2004 era 67.259.768 –un aumento de algo como 850.000 sobre la cantidad de 66.407.407 reportada en 2003. Los católicos continúan estando en el 23% del total de la población de EEUU. Incluyendo en esta figura nacional datos de Puerto Rico, un protectorado de EEUU así como también territorios como las Islas Vírgenes, Samoa y Guam. El número de sacerdotes decayó de 44.487 el año pasado a 44.212 este año. De estos, 14.729 eran miembros de ordenes religiosas y 29.483 eran diocesanos. Diáconos permanentes han aumentado de 14.106 el año pasado a 14.693 este año. El número de hermanos religiosos era 5.504, 64 o sea, 64 menos que el año pasado. Las hermanas religiosas son en número de 71.468, decayendo 3.212 desde el año pasado. Estas son estadísticas alarmantes, y las de 2003 muestran también un descenso de las religiosas.

Parte de la razón de este descenso, creo yo, es envejecimiento. Los sacerdotes/religiosos de los años 1950 y 1960 están ahora envejecidos y cercanos a la jubilación, si es que esto llega a ser una opción para ellos. Menos y menos vocaciones desde los años 70 dejan esta población que envejece sin ningún reemplazo.

La Orden Franciscana no es una excepción cuando se habla de disminución de las vocaciones. Como orden religiosa, ellos han experimentado disminuciones similares en las vocaciones como la Iglesia en general, a través del mismo período de tiempo. Ya uno no escucha mas clases de candidatos de 10-15, sino de uno o dos.

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La Orden Franciscana Seglar es un grupo, que muestra una interesante unidad de propósitos, alrededor del mundo, y en Julio de 1996, la OFS tenía alrededor de 435.000 miembros profesos. Al final del año 2002, habían 400.000 miembros profesos. Así que también nosotros hemos visto una disminución. Sin embargo, si como grupo de penitentes orantes, comenzamos a trabajar para aumentar las vocaciones para la OFS y para el resto de la familia franciscana, en nombre de Jesús y con la asistencia de Nuestra Señora, Reina de la Orden Franciscana, y con la ayuda de nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís, nadie se imagina lo que podremos lograr!

Hay en mi opinión, solamente una forma de aumentar vocaciones, y es a través de la oración. ¡Constante y amorosa oración! Cuando yo estuve en una experiencia en la OFM desde 1996 a 1998, nos dieron una lista de oraciones que podía ser agregada a las Intercesiones de la Liturgia de las Horas. Estas las encontrarán como parte de este Boletín.

Si todos los franciscanos seglares agregaran estas peticiones a sus oraciones diarias, o las hacen parte de sus intenciones en el Rosario, para obtener vocaciones a la familia franciscana, entonces podremos ver nuevas vocaciones. Vamos a encender la llama, traer el Espíritu Santo dentro de tu vida, y orar por la familia, por nuestra familia franciscana.

Vamos a animar a los franciscanos seglares u otros miembros del laicado, quienes muestran interés a la vida religiosa. Hagamos un proyecto de oración. Mantengamos un contacto cercano con ellos. No nos preocupemos por los seglares franciscanos que desearan ser miembros cualesquiera de las Órdenes de la Primera Orden Franciscana. Ellos seguirán siendo miembros de nuestra familia franciscana. Ellos son un regalo de Dios!

1. La identidad franciscana y secular de la OFSLa identidad franciscana de nuestra Orden, halla su punto de fuerza en la “novitas” franciscana. ¿Qué novedad aportó San Francisco a su tiempo y que novedad puede aportar la OFS y toda la Familia Franciscana al mundo de hoy? La vuelta al Evangelio y a una vida en plena conformidad con él; la fraternidad con todos los hombres y con todas las criaturas; el servicio en el amor.

La identidad secular de la OFS es un punto fundamental de nuestra vocación y se reconoce en la misión y el testimonio de cada uno de sus miembros y de cada una de sus fraternidades. Estamos llamados a construir un mundo nuevo, justo y fraterno, contribuyendo a la edificación del Reino de Dios (Cost OFS 3,2); con iniciativas y acciones valerosas, en las situaciones concretas en las que vivimos. No olvidando, jamás, la importancia de una oración confiada y perseverante.

2. La pertenencia a la Orden y la corresponsabilidad en su situación económica.Todos tenemos la obligación de cumplir con cuanto nos pide nuestra Regla y ser signo luminoso para la Iglesia y la sociedad del siglo veintiuno. Nuestro sentido de pertenencia a la Orden no se puede limitar a una vaga sensación, sino que debe concretarse visiblemente, de modo tangible y eficaz.

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Un signo de la consciente participación de los bienes y en las obligaciones de las Fraternidades, tiene que ser una creciente y responsable sensibilidad por la situación económica de nuestra familia de la OFS. La actual crisis económica de la Fraternidad internacional debe ser sentida y debe ser objeto de atención en cada Fraternidad nacional, regional y local.

3. La corresponsabilidad y coparticipación de la Juventud Franciscana, en la misión común de la OFS.La JUFRA, es corresponsable y coparticipe de la misión común de la OFS. Estos jóvenes hermanos y hermanas franciscanos, representan un gran don de Dios para nuestra Orden y para la Familia Franciscana. Ellos viven su llamada con un modo propio y nosotros estamos emplazados a acogerles con generosidad y apertura de mente y de corazón, así como a acompañarles y ayudarles con nuestro testimonio de amor recíproco y de coherencia de vida franciscana.

El sentido de identidad de la OFS, de pertenencia a la OFS y de corresponsabilidad en la OFS crece si es sostenido por una atenta y coherente formación inicial y permanente y se desarrolla en el ambiente privilegiado de las Fraternidad locales.

Si nos comprometemos a vivir cada día con un espíritu de auténtica fraternidad, ofreceremos un testimonio de vida acorde con el Evangelio. Solo así, podremos contribuir a renovar nuestra sociedad y la Iglesia de nuestro tiempo, como hicieron San Francisco y Santa Clara en el suyo.

Queridísimos hermanos y hermanas: ¡Vayamos adelante con audacia y fidelidad para reconstruir nuestra Orden, la Iglesia, el mundo!

En nombre de todos los hermanos y hermanas capitulares,

Encarnación del PozoMinistra General

V- LA EUCARISTÍA EN LA VIDA Y EN LA MISIÓN DE LOS FRANCISCANOS SEGLARES

Fr. Michael J. Higgins, TOR

PARTE IIntroducciónComo respuesta a la llamada del Papa Juan Pablo II a dedicar un año de reflexión a la Eucaristía, la Conferencia de los Asistentes generales decidió dedicar todos los números de Koinonia del año 2005 a este importante tema. Para este fin hemos considerado las cuatro partes principales de la Carta Apostólica del Santo Padre Mane nobiscum Domine como marco referencial de nuestras reflexiones [1].

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Fr. Ivan Matić, OFM, ha concentrado su atención en la primera parte de la Carta, “En la línea del Concilio y del Jubileo”, y ha destacado cómo la vida de la Fraternidad franciscana tiene su origen en la Eucaristía. En consecuencia, la Fraternidad franciscana está íntimamente unida a la Iglesia que se alimenta – y encuentra su identidad y su razón de ser – en la Eucaristía. Fr. Ivan afirma que,

En este Año de la Eucaristía estamos llamados a hacer de cada uno de nuestros encuentros, de cada una de nuestras actividades y de todo lo que somos y hacemos, un himno de agradecimiento a Dios Padre; a vivir cada momento de nuestra vida como momento privilegiado donde se manifiesta la presencia de Aquel que está en medio de nosotros. Estamos llamados a crear en nuestras Fraternidades ambientes en los que se pueda experimentar la misericordia y el amor de Dios [2].Fr. Ivan indica, además, que “en el proyecto de vida personal y de vida fraterna la Eucaristía debe ser la mesa que está en el centro, porque ella es la fuente y el culmen de nuestra comunión y de nuestra unidad, y de ella brota después toda nuestra acción y toda nuestra misión.” [3].

Después de haber reflexionado sobre la transición del papado de Juan Pablo II a Benedicto XVI, Fr. Martín Bitzer, OFMConv, ofrecía a continuación algunas reflexiones sobre la segunda parte de Mane nobiscum Domine: “La Eucaristía, Misterio de luz”. Observa que

“La Eucaristía es luz, ante todo, porque en cada Misa la liturgia de la Palabra de Dios precede a la liturgia eucarística, en la unidad de las dos «mesas», la de la Palabra y la del Pan.” [4].Además, indica, que la triple realidad de la Eucaristía, banquete, sacrificio e impulso escatológico hacia el futuro desafía a todos nosotros a que seamos portadores de luz – en la práctica a ser portadores de la luz de Cristo al mundo.

En su aporte, Fr. Irudaya Samy, OFMCap, ha examinado algunas de las consecuencias que implica la comprensión de lo que es la “Eucaristía: Fuente y Epifanía de comunión”, la tercera parte de la Carta Apostólica. Indica justamente que,

S. Pablo nos recuerda que en virtud de la Eucaristía, el cristiano entra en comunión directa con Cristo (1Cor 10,17). La “fracción del pan” pone de relieve la naturaleza social y comunitaria de la Eucaristía. La comunión de los discípulos con Cristo se convierte en comunión recíproca entre ellos. Por esta unión con Cristo, la Eucaristía es el sacramento perfecto. Se sigue que la Iglesia y toda auténtica comunidad cristiana viven de la Eucaristía, la cual es al mismo tiempo sacrificio-sacramento, sacramento-comunión y sacramento-presencia. El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, está constituido por la participación en su Cuerpo Eucarístico y animado por la vida del Espíritu [5].Termina observando que “la fraternidad y la unidad tienen su fuente en la Eucaristía, es decir, participan del don total de Cristo” [6].

Quisiera concluir nuestra reflexión sobre la Mane nobiscum Domine dirigiendo una mirada franciscana a algunos puntos principales que Juan Pablo II subraya en la cuarta y última parte de la Carta Apostólica – “La Eucaristía, principio y proyecto de ‘misión’ ”. El Santo

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Padre divide sus observaciones sobre la Eucaristía y sobre la misión en esta cuarta parte de la Carta Apostólica en cuatro secciones (1) “Partieron sin demora”, (2) Acción de gracias, (3) El camino de la solidaridad, y (4) Al servicio de los últimos.

“Partieron sin demora” (Cf. Lc 24,33)Juan Pablo II se sirve de la respuesta de los dos discípulos a Cristo Resucitado en camino hacia Emaús como paradigma para la misión cristiana. Indica que, cuando finalmente reconocen al Señor en la fracción del pan los discípulos “partieron sin demora” (Lc 24,33) hacia Jerusalén para poder compartir su alegría con los otros. El Santo Padre invita a todos nosotros a que tengamos una reacción similar a la de los discípulos hacia la presencia de Cristo en nuestra vida. Afirma que,

“Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio” [7].El Papa indica claramente que la llamada a testimoniar la realidad de Cristo es un aspecto esencial de nuestra identidad cristiana. Afirma que “la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura” [8]. Además, cada cristiano “asimile, en la meditación personal y comunitaria, los valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira, los propósitos de vida que suscita” [9]. Cuando la asimilación del verdadero significado de la profundidad y de la realidad de la presencia del Señor se convierten en una realidad en la vida del cristiano, la respuesta natural es el deseo de compartir este tesoro con los otros.

Mucho de cuanto dice Juan Pablo II en referencia a la acción de los discípulos a lo largo del camino hacia Emaús puede ser fácilmente aplicado a la experiencia que Francisco tuvo a lo largo de su experiencia de conversión. Así como los discípulos se deprimieron y se entristecieron después de la muerte del Señor, así también Francisco pasó por un período de depresión y de confusión en su vida. Es más, le llevó a implorar a Dios que le “iluminara las tinieblas” de su corazón mientras abría su alma ante el Crucifijo de San Damián. Como sucedió a los discípulos, que “partieron sin demora” después de haber encontrado al Señor Resucitado, cuando Francisco sintió la mano de Cristo sobre él, transcurrió el resto de su vida al servicio del Señor. En los veinte años posteriores el Santo de Asís se dedicó enteramente a la reconstrucción de la casa de Dios, a través de una vida de penitencia, de predicación itinerante, de fraternidad, y tendiendo la mano con amor hacia los pobres y los necesitados. En todo esto mostró ser un hombre eucarístico en el verdadero sentido de la palabra.

Tanto el ejemplo de San Francisco como las palabras del Santo Padre nos animan a tener una relación personal con Cristo crucificado y resucitado. Por la fuerza de esta vinculación – y alimentados por el cuerpo y la sangre del Señor en la Eucaristía – también nosotros nos sentimos interpelados a dedicarnos a la difusión del Evangelio. Como leemos en la Regla de la Orden Franciscana Seglar, el mandato franciscano es aquel de ir “del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio” [10]. Se trata de un camino bastante exigente y difícil para seguir al Señor. Requiere una “verdadera asimilación de lo que la Eucaristía expresa” como

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dice la Carta Apostólica del Santo Padre. Solamente cuando recibimos esta fuerza, podemos donarnos en la misión.

El punto esencial es éste: la eficacia de la vida y de la misión de los Franciscanos seglares (de todo franciscano/a) depende de la cualidad de su relación personal con Cristo Resucitado – y de su disponibilidad a dejarse conducir por el Señor dando testimonio del Evangelio.

Siguiendo los ejemplos de los discípulos de Emaús y de San Francisco, reconozcamos y celebremos la presencia del Señor en nuestras vidas y dediquémonos con amor a reconstruir Su casa, Su presencia en el mundo. La Eucaristía es fuente y alimento para nuestra vida y misión.

1 Juan Pablo II (2004) Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine (MND) para el Año de la Eucaristía, Octubre de 2005, a disposición en la página web del Vaticano: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_20041008_mane-nobiscum-domine_sp.html

2 Matić, Ivan (2005). “La Fraternità attinge la sua vita dall’ Eucaristia.”Koinonia. 12(45), p. 4.

3 Ibid., p. 2.

4 Bitzer, Martín (2005). “La Eucaristía, fuente de la Luz que ofrecemos al mundo.” Koinonia. 12(46), p. 6.

5 Samy, Irudaya (2005). “Eucaristía, fuente y manifestación de la Unidad Fraterna.” Koinonia. 12 (47), p. 4.

6 Ibid., p. 4.

7 MND, 24.

8 Ibid., 25.

9 Ibid., 25.

10 Regola OFS, 4.

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PARTE II

Acción de graciasEl Papa Juan Pablo II afirma que Eucaristía significa literalmente “acción de gracias”. El Catecismo de la Iglesia Católica extiende esta noción cuando afirma que el sacramento del cuerpo y sangre del Señor es llamado Eucaristía “porque es acción de gracias a Dios. Las palabras "eucharistein" (Lc 22,19;1 Co 11,24) y "eulogein" (Mt 26,26; Mc 14,22) recuerdan las bendiciones judías que proclaman - sobre todo durante la comida - las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación” [1]. Estas tres acciones divinas, atribuidas a menudo a la identidad Trinitaria de Dios son enriquecidas y se concretan en el “sí” incondicional de Jesús a la voluntad del Padre en su donación en la Cruz y en la Eucaristía. La única respuesta humana adecuada a este tremendo don de amor es la alabanza y el agradecimiento. Como indica el Santo Padre,

La Iglesia está llamada a recordar a los hombres esta gran verdad. Es urgente hacerlo sobre todo en nuestra cultura secularizada, que respira el olvido de Dios y cultiva la vana autosuficiencia del hombre. Encarnar el ‘proyecto’ eucarístico en la vida cotidiana, donde se trabaja y se vive — en la familia, la escuela, la fábrica y en las diversas condiciones de vida —, significa, además, testimoniar que la realidad humana no se justifica sin referirla al Creador [2].La Eucaristía invita a los fieles a ser testigos de la realidad de la presencia de Dios en nuestro mundo. Como afirma el Santo Padre: “No tengamos miedo de hablar de Dios ni de mostrar los signos de la fe con la frente muy alta” [3]. He aquí una expresión estupenda del profundo agradecimiento por lo que Dios ha hecho y continúa haciendo por la humanidad que él ha creado, redimido y santificado.

Con esto en la mente, la misión cristiana – la misión franciscana – pueden ser interpretadas como un fluir natural de agradecimiento y de alabanza por la presencia de Dios en todo campo de nuestra vida: “en la familia, en la escuela, en la fábrica, en las condiciones de vida más diversas”.

En el tercer capítulo de Amós, el profeta ofrece una intuición estupenda del por qué es profeta. Escribe: “Ruge el león, ¿quién no temerá? Habla el Señor Yahveh, ¿quién no profetizará?” (Am 3,8). Dicho con otras palabras, para responder verdaderamente a la experiencia de la presencia infinita de Dios en su vida, Amós no podía hacer otra cosa que ser profeta. Su profecía era una respuesta natural a las palabras divinas que había recibido del Señor Dios. La misma dinámica actúa en la vida y en la misión de San Francisco. Su experiencia personal del Señor empuja a Francisco a imitar el ejemplo de obediencia y misión de Jesús.

Bajo esta luz, los Franciscanos pueden comprender mejor la misión como expresión natural de gratitud que como una obligación requerida por la Regla o por las Constituciones Generales.

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El Camino de la solidaridadEstá claro que Juan Pablo II era un hombre sensible a los signos de los tiempos e instancable en la promoción de la justicia y la paz. Anima a cada uno de los seguidores de Cristo a hacer lo mismo. Afirma que la imagen lacerante de nuestro mundo, que ha comenzado el nuevo Milenio con el espectro del terrorismo y la tragedia de la guerra, interpela más que nunca a los cristianos a vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión [4].Un aspecto importante de la misión y de la vida franciscana es aquel de la conversión y de la formación permanente. El Santo Padre afirma que la Eucaristía puede desempeñar un rol importante al respecto. Es, como él mismo indica “una gran escuela de paz” que nos ayuda a ser “promotores de diálogo y de comunión”.

San Francisco era conocido como hombre de paz. Él anima a sus seguidores a saludarse con palabras de paz y a vivir en paz con toda la creación. No es difícil imaginar que Francisco considerara que esto era importante a causa del ejemplo de Cristo, Príncipe de la Paz. Para responder verdaderamente a su llamada, los Franciscanos deben ser portadores de paz en sus familias y fraternidades y en todo campo de su vida. Como afirma el Santo Padre, la Eucaristía es una escuela donde es posible experimentar y aprender esto.

Al servicio de los últimosJuan Pablo II concluye sus reflexiones sobre la Eucaristía evidenciando el hecho de que el sacramento ofrece un impulso “para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna” [5]. Él hace un llamado a todas las comunidades diocesanas y parroquiales a responder concretamente con compasión fraterna a algunas formas de pobreza, indicando que la pobreza asume diversas expresiones en el mundo y que no hay sociedad que sea inmune a sus efectos. El Papa escribe,

“Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados, el trasiego de los emigrantes. Se trata de males que, si bien en diversa medida, afectan también a las regiones más opulentas” [6].El Santo Padre concluye la parte final de la Carta Apostólica indicando que los verdaderos seguidores de Cristo son reconocidos por su amor y por su celo en favor de los necesitados. Afirma que, “En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas” [7]. En otras palabras, la Eucaristía no es algo que celebramos en torno a un altar y que luego dejamos atrás cuando salimos de la Iglesia. Debería – y debe – tener un efecto en nuestra vida. Nos hace sensibles a las necesidades de los demás, y nos anima a tenderles la mano con amor, misericordia y compasión.

Estoy convencido que Francisco diría:“¡Amén! ¡Vamos a trabajar!

1 Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda Parte Sección 2, Capítulo 1, Artículo 3:II.2 MND, 26.

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3 MND, 26.

4 MND, 27.

5 MND, 28.

6 MND, 28.

7 MND, 28.

VI-LA “NOVITAS FRANCISCANA”En el 40 aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II y en el 800 aniversario de la revelación del Crucifijo de San Damián a San Francisco, sobre la misión a cumplir, el Capítulo ha reflexionado sobre la gran novedad que S. Francisco introdujo en la eclesiología y en la vida religiosa de la Iglesia de su tiempo (Novitas Franciscana). Tal reflexión es esencial para comprender mejor los fundamentos de nuestro origen: quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos y cuál es nuestra genuina misión.

El Crucifijo de San Damián invistió a Francisco de una misión: “Francisco, ve y repara mi casa que, como ves, está en ruinas”. Y para que él pudiese cumplir la misión que le confiaba, Cristo realizó en él “una obra maravillosa”; y para proseguirla en el tiempo le inspiró dar vida a una triple milicia.

Las tres Órdenes de la Familia Franciscana, generadas por Francisco, son herederas del carisma y de la misión, para cumplirla. La razón de ser de Francisco y de su Familia espiritual está en esta misión.

Los Franciscanos seglares, aun no siendo “religiosos” en el sentido exacto de la palabra, se comprometen mediante una auténtica Profesión a testimoniar la novedad salvadora del Evangelio, junto a los frailes de la Primera Orden y de las religiosas Clarisas.

Los Franciscanos seglares, son “Christifideles laici” evangélicamente comprometidos, en las condiciones de su vida, para ofrecer una respuesta plena a la llamada de seguir a Cristo, humilde, pobre y crucificado, exactamente como los hermanos de la Primera Orden y las hermanas de la Segunda Orden, cada uno en su propio estado de vida.

En un último análisis, S. Francisco ha dado a sus tres Órdenes solo una Regla: una observancia más perfecta del Evangelio, de acuerdo a sus propias condiciones de vida.

El Capítulo general ha reflexionado sobre todo esto, para volver a las puras fuentes de Francisco y de su carisma; carisma que se alimenta del Evangelio, entendido y vivido como hizo Francisco, “sine glossa” (a la letra), y que los Franciscanos seculares deben revivir y reinterpretar con autenticidad para hacerlo presente en el mundo de hoy. Esta es nuestra misión.

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Desde esta reflexión, el Capítulo ha encontrado ocasión para verificar y renovar las motivaciones profundas de nuestro ser franciscanos y reforzar el impulso y la determinación para cumplir la misión y responder con generosidad a las esperanzas de Dios y de la Iglesia respecto a la Orden Franciscana Seglar.

El Capítulo, al reflexionar sobre estos temas afirma que:

La identidad del Franciscano seglar está ligada a su secularidad. Esta identidad, que nos caracteriza dentro de la Familia franciscana, es indispensable para la plenitud del carisma y de la misión. Es necesario insistir en la necesidad de una formación permanente de calidad, que potencie, entre otras cosas, la identidad, la conciencia de ser miembros de la Familia franciscana, los contenidos de nuestra misión, con un particular compromiso en el campo de la vida pública, la justicia y la paz, la salvaguarda de la Creación. Providencialmente, la Orden Franciscana Seglar, actúa ya como aglutinante y catalizador de comunión en la Familia franciscana. Este esfuerzo debe continuar, sin cansancio y con generosidad, en todas las partes del mundo. Se ha constatado que las relaciones en la Familia franciscana y la calidad de percepción de la vocación, misión y carisma comunes, son buenas en los niveles altos (Fraternidad internacional, nacionales y regionales). Frecuentemente, la calidad desciende, significativamente, en el nivel local. Por ello, se deberá hacer cuanto sea posible para que estas diferencias sean superadas, mediante un gran esfuerzo formativo y el compromiso generoso de laicos y religiosos. Se confirma la importancia fundamental de poner en el centro de nuestra actuación y atención a la Fraternidad local. Porque es en ella donde viven los hermanos y hermanas; y es desde la Fraternidad local desde donde nuestra Orden podrá y deberá renacer a una vida de mayor conciencia y empeño apostólico y de perfección. Solo en la Fraternidad local se podrá hallar el apoyo necesario para vivir la visión que debe animar la vida y la acción de los franciscanos seculares de todo el mundo. La cualidad fundamental y el corazón de cada responsable dentro de la Familia Franciscana, está en su capacidad y su disponibilidad al servicio y en su arraigamiento en el amor. El servicio de cada responsable se tiene que expresar en su capacidad de ayudar a los hermanos y hermanas a construir un mundo más fraterno y evangélico y en el mantener viva la visión franciscana de la vida. Los Franciscanos seglares, deben recoger los desafíos de su tiempo y ser capaces de actuar con generosidad y creatividad evangélica en los diversos contextos culturales, como hizo S. Francisco, particularmente en los países no cristianos, en los cuales está progresando la “implantatio Ordinis” (la implantación de la Orden).

VIVIR LA MISIÓN Y OFRECER UN TESTIMONIO PROPIO EN EL MUNDOLos Franciscanos seglares, en muchas partes del mundo, están empeñados en proyectos que defienden la dignidad del hombre y de la Creación. El Capítulo ha recogido espléndidos testimonios, especialmente durante la Mesa redonda. Estimulados por estos ejemplos de los hermanos/as, se recomienda:

Valorar, adecuadamente, el patrimonio de riqueza en la diversidad, hallado tanto en la OFS como en la JUFRA, para comprometernos en acciones concretas en las propias realidades

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individuales o comunitarias. Este es el mejor testimonio que los Franciscanos seglares podemos ofrecer al mundo. Hacer un esfuerzo para reconocer y poner en marcha los grandes recursos y energías de los que pueden ser capaces nuestras Fraternidades. La posibilidad de colaboración de diversas Fraternidades de un mismo país entre sí, o con otros movimientos y asociaciones que luchan por la dignidad del hombre y en defensa de la Creación, puede dar frutos y resultados de una riqueza impensable. Es necesario darse cuenta de que insignificantes y humildes proyectos a favor de la familia y de situaciones concretas de trabajo, en las comunidades locales en las que vivimos, pueden alcanzar, en muchas ocasiones, mayor relevancia que otros propósitos más ambiciosos. Lo verdaderamente importante es saber comprometerse con amor y una perseverancia fiel. Ahora, más que nunca, la información se ha convertido en un elemento vital y clave para cualquier actividad. Las experiencias vividas por los franciscanos seglares en las diversas partes del mundo, deben ser conocidas y compartidas, no solo con la Presidencia, también con cada Fraternidad nacional, especialmente con aquellas más afines por razón de lengua y cultura. Conocer cuanto se realiza podrá ser un estímulo para que otras Fraternidad asuman parecidas iniciativas que sean un testimonio eficaz para el mundo.

VII- INTERPRETACIÓN PRÁCTICA DEL ARTÍCULO 53.5 DE LAS CONSTITUCIONES GENERALESEl Capítulo, a norma del artículo 5.2 de las Constituciones generales, ha interpretado prácticamente el artículo 53.5 de las CC.GG., que trata de la “adhesión” “para quienes, sin pertenecer a la OFS, desean compartir su vida y actividades”, con la finalidad de clarificar el significado y sentido de esta adhesión y su aplicación. La interpretación será promulgada por la Ministra general para su entrada en vigor.

SITUACIÓN ECONÓMICAEl Capítulo ha tenido conocimiento de la grave situación en la que se encuentra la Presidencia, a causa de inadecuados criterios de contribución, así como por la falta de aportaciones de muchas Fraternidades nacionales. Se ha constatado que todavía se debe hacer mucho para alcanzar un auténtico sentido de pertenencia que sepa concretarse en auténtica y compartida solidaridad y no sea, solamente, un vago sentimiento genérico que exige todo y, sin embargo, está poco dispuesto a dar.

Para salir de esta situación, el Capítulo, mediante una votación específica, ha tomado las siguientes medidas:

Cuando las Fraternidades lo requieran, se podrán unir las Visitas Fraterna y Pastoral al Capítulo electivo, con la condición de que se prevea un número suficiente de días para celebrar dignamente y completamente ambos eventos. Cuando las Fraternidades nacionales pidan Capítulo y Visitas separadamente, el Ministro general procurará delegar a Consejeros internacionales de Fraternidades vecinas para presidir los Capítulos electivos. Aun siendo un instrumento válido de información y de comunión, el Boletín Informativo, impreso, no podrá seguir publicándose a causa de los costes de gestión, que las

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suscripciones no alcanzan a cubrir. La publicación del Boletín impreso será interrumpida y se continuará con ella por medio de la página Web del CIOFS. Los países que no tienen acceso a Internet recibirán una copia impresa de lo publicado en la citada página Web, por correo normal. La Página Web del CIOFS, deberá ser potenciada. El Capítulo ha reconocido que el sito Web es un instrumento indispensable de comunicación para la Orden Franciscana Seglar y que se deben encontrar los medios apropiados para sostener y reforzar su gestión.

El Capítulo general delega a la Presidencia para establecer nuevos criterios y métodos para definir las aportaciones de las Fraternidades nacionales, teniendo en cuenta las situaciones concretas de las mismas. La Presidencia se valdrá de la colaboración de la Comisión económica, constituida en el Capítulo, para el estudio y desarrollo de los citados criterios y modos. La Presidencia someterá estos criterios y métodos a la atención de todos los Consejeros Internacionales, quienes deberán responder en el tiempo máximo de dos meses. Hasta que no sean definidos los nuevos criterios y métodos, el Capítulo reconoce la necesidad de que las fraternidades de los países económicamente más fuertes, hagan un esfuerzo para contribuir en manera más consistente y por tanto decide que las Fraternidades de estos países contribuyan a razón de un euro al año por cada profeso. Son las siguientes: Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Corea, Dinamarca, España, Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Hong-Kong, Irlanda, Italia, Japón, Malta, Oceanía, Portugal Suecia, Taiwán. A estos países, se ha unido de forma espontánea la Fraternidad nacional de Filipinas, como un signo de solidaridad y responsabilidad. Las demás Fraternidades nacionales, constituidas y emergentes, determinarán la propia fase para su aportación económica en diálogo con la Presidencia. Estas fases estarán en vigor hasta que sean aprobados los nuevos criterios y métodos de aportación económica.

VIII- LA JUVENTUD FRANCISCANA: RESPONSABILIDAD Y PARTICIPACIÓN EN LA MISIÓN DE LA OFS

El Capítulo ha reafirmado fuertemente el deseo de la Fraternidad internacional “ de compartir su experiencia de vida evangélica con los jóvenes que se sienten atraídos por San Francisco de Asís, y a buscar los medios para presentársela adecuadamente” (CC.GG. 96.1). Se ha podido constatar que todavía no se hace lo suficiente y que los Franciscanos seglares deben empeñarse con más convicción y constancia a:Sostener a la JUFRA como elemento importante para la vida de la Familia franciscana. Desarrollar nuevas y vitales experiencias a compartir con la JUFRA. Cuidar más el propio compromiso por la familia y en la familia. Colaborar en la formación de los jóvenes que desean conocer mejor a San Francisco. Colaborar con la JUFRA para su formación, desarrollando, también, materiales formativos adecuados para ayudar a los jufristas en su recorrido de la JUFRA a la OFS. Asegurar una mayor presencia recíproca, asidua y cualificada, en los respectivos Consejos de la OFS y de la JUFRA de cada nivel, para realizar una forma de vida más compartida y consciente de las mutuas necesidades. Asís, 11 de noviembre de 2005

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Francesco y Anna Maria CrescentiSecretarios generales OFS Encarnación del PozoMinistra general OFS

IX- PROMULGACIÓN DE LA INTERPRETACIÓN PRÁCTICA DEL ARTÍCULO 53.5 DE LAS CONSTITUCIONES GENERALES DE LA OFS

APLICACIÓN PARA LA ADHESIÓN A UNA FRATERNIDADRoma, 1 de enero de 2006Festividad de María Madre de Dios yJornada mundial de la Paz

A los Consejos nacionales OFSA los Consejeros internacionales OFS

Carísimos:

Como bien sabéis, la aprobación final de las Constituciones generales, fue concedida con Decreto de la CIVCSVA, el 8 de diciembre de 2000, solemnidad de la Inmaculada Concepción.

Con el transcurrir del tiempo, se ha evidenciado que algún artículo y concretamente el 53.5, requería una interpretación práctica por parte del Capítulo general (Cf. art. 5.2 de las CC.GG.), con la finalidad de evitar arbitrariedades y armonizar y clarificar su aplicación en las diversas áreas y en los diversos niveles de la Orden.

Con este objetivo, la Comisión jurídica ha estudiado y preparado un texto interpretativo respecto al citado artículo 53.5 de las Constituciones, sometiéndolo a la Presidencia CIOFS que, a su vez y tras la necesaria deliberación, lo ha presentado al Capítulo general de Asís (5-12 de noviembre de 2005), que lo ha aprobado, conforme al texto anexo.

Con el presente escrito se procede a su promulgación, en la jornada que la Iglesia celebra la fiesta de Maria, Madre de Dios y la Jornada mundial de la Paz y se fija para su entrada en vigor el día 19 de marzo de 2006, festividad de San José esposo de María y patrono de la Iglesia y de la familia.

Antes de terminar, una indicación de carácter práctico para su aplicación:

Quien tenga el Estatuto nacional en fase de revisión y vivan en su País la experiencia de personas que desean adherirse a la Fraternidad, deben incluir el criterio dictado por el Capítulo y desarrollar en el Estatuto el modo de proceder, como está previsto en el documento interpretativo. Quienes ya tengan su Estatuto aprobado, adoptará una deliberación del Capítulo nacional, con el fin de establecer el modo de adherirse a la Fraternidad local, como previsto en la citada interpretación. Con esta oportunidad, os invito, una vez más, a seguir estudiando las Conclusiones del Capítulo y a vivir “La Novitas Franciscana”, sobre la que hemos reflexionado en el mismo,

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animándoos a cumplir el mandato del Señor a Francisco: “Ve y repara mi casa, que como ves, amenaza ruina.”

Vuestra hermana y ministra,

Encarnación del Pozo, OFS

INTERPRETACIÓN PRÁCTICA DEL ART. 53.5 DE LAS CONSTITUCIONES GENERALES APLICACIÓN PARA LA ADHESIÓN A UNA FRATERNIDAD

“Los Estatutos nacionales pueden prever formas particulares de adhesión a la Fraternidad para quienes, sin pertenecer a la OFS, deseen compartir su vida y actividades.” (CCGG, art. 53.5)

IntroducciónLa Orden Franciscana SeglarExiste en la Iglesia una pluralidad de familias espirituales, con diversidad de carismas. Entre estos se encuentra la Familia Franciscana, que en sus diversas componentes, reconoce como padre, inspirador y modelo a San Francisco de Asís (R.2). En la Familia franciscana, desde su inicio, la Orden Franciscana Secular, conocida también como “Fraternidad Franciscana Secular” o “Tercera Orden Franciscana”, tiene una colocación específica. La Orden Franciscana Secular (OFS) es una asociación pública en la Iglesia. Se articula en Fraternidades a varios niveles: local, regional, nacional e internacional. Cada una, individualmente, tiene personalidad jurídica en la Iglesia. (CCGG, art. 1.5). Por tanto, siendo la Fraternidad local, primera célula de toda la Orden (R.22), una asociación, sus miembros (los hermanos y hermanas Profesos perpetuos), son sus asociados. Consecuentemente, no tiene sentido, de hecho y de derecho, recibir hermanos y hermanas no pertenecientes a la OFS, con la denominación de “asociados”. DeliberaciónComo continuación a lo expuesto, a propuesta de la Presidencia del Consejo Internacional de la OFS, en conformidad con el artículo 5.2 de las Constituciones generales, el Capítulo General:

Confirmada la necesidad de aclarar y uniformar la aplicación del art. 53.5 de las Constituciones generales y trazar directrices para los Estatutos nacionales; Confirmada la necesidad de acoger “a todos los hombres con ánimo humilde y cortés, como don del Señor e imagen de Cristo” (R.13); Considerando que los Franciscanos seculares deben indagar “los caminos de la unidad y de la inteligencia fraterna mediante el diálogo” (R.19), acogiendo “de buena gana a los que, sin pertenecer a la OFS, quieran compartir experiencias y actividades”( CC.GG. 103.1). DISPONE:Que aquellos que, sin pertenecer a la OFS, muestren el deseo de participar en su vida y en sus actividades según los principios y las enseñanzas franciscanas, sean acogidos en la Fraternidad local, de manera que pueda hacer viva y operante su comunión.

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El Estatuto de la Fraternidad nacional, debe establecer el porcentaje de adhesiones en cada Fraternidad local, con el fin de evitar que sea desnaturalizada la identidad de la Fraternidad. La adhesión se efectuará después de que el interesado lo haya solicitado al Consejo de la Fraternidad local. Estos hermanos y hermanas, no tendrán ningún vínculo jurídico con la Orden Franciscana Seglar y, por tanto, son personas acogidas para amar y ser amadas “como don del Señor e imagen de Cristo” (R.13). Podrán participar en las experiencias y actividades de la Fraternidad, sin derecho de voto. Corresponderá al Consejo, según las condiciones propias de cada Fraternidad local, la organización de los medios necesarios para la inserción y la formación de estos hermanos y hermanas. En esta responsabilidad son involucrados todos los miembros de la Fraternidad local, que, como corresponsables de la formación, procurarán ayudarles con la acogida, la oración y el ejemplo, en el camino para seguir los valores evangélicos y franciscanos. Asís, 11 de noviembre de 2005

Francesco y Anna Maria CrescentiSecretarios Generales OFS Encarnación del PozoMinistra General OFS Francesco y Anna Maria CrescentiSecretarios Generales OFS Encarnación del PozoMinistra General OFS

X- LA PLENA CONCIENCIA DE LA PERTENENCIA A LA OFSMaría Aparecida Crepaldi

Consejera Internacional de la OFS de BrasilPRIMERA PARTE

El tema que nos interpela se refiere al conocimiento, la atención, el sentido de responsabilidad y el cuidado con el cual vivimos nuestra vocación franciscana secular de cara a nosotros mismos, a Dios, a la Fraternidad, a la Iglesia y al mundo entero, por el solo hecho de ser miembros profesos de la Orden Franciscana Secular. Reconociéndonos como tales, vamos a ver a continuación en qué consiste:

El Conocimiento – ¿De quien? ¿De qué cosa?de nosotros mismos; de Nuestro Señor Jesucristo; de nuestros hermanos y hermanas de la Fraternidad, de los documentos que regulan la OFS, la JUFRA y la Familia Franciscana: sus prioridades nacionales y regionales, las Fuentes Franciscanas y Clarianas y la literatura relacionada con el carisma franciscano, según nuestras posibilidades; de la Doctrina de la Iglesia Católica y de nuestra misión en esta; del mundo en el que vivimos, con su belleza, sus conflictos, su actualidad...La Atención – ¿Hacia quién? ¿Hacia qué cosa? Hacia nuestra vida interior y exterior, es decir, el equilibrio;

Demostrando a Nuestro Señor todo nuestro amor, “ainda que tão falho”, y buscándolo intensamente en la Eucaristía, en la adoración del Santísimo Sacramento y en una vida de oración y contemplación;

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Atendiendo a las necesidades espirituales y temporales de nuestros hermanos y hermanas de la Fraternidad y de todo el mundo, según la medida de nuestras posibilidades y preparándonos constantemente para ello: siendo “creíbles”, es decir, llevando un comportamiento tal que las personas que se acercan a nosotros puedan confiarnos todo lo que sienten en sus corazones; demostrando a nosotros mismos y a los que están a nuestro lado que realmente amamos a los pobres, como San Francisco; siendo pacíficos y alegres en cualquier circunstancia, abandonándonos con fe en las manos del Señor, con un esfuerzo continuo para estar siempre unidos a El; deseando crecer en la práctica de las virtudes, siendo conscientes de la gracia que el Señor nos concede gratuitamente en el caminar cotidiano; procurando escuchar con atención lo que nos dicen para que cuando se alejen de nosotros, se sientan contentos de la conversación que han tenido con nosotros; Yendo a visitar a los enfermos y a los inválidos, así como a los que viven en soledad, interesándonos de sus vidas; asegurándonos de qué es lo que realmente los hermanos y hermanas necesitan desde el punto de vista material y cuidar, preferiblemente junto con los otros miembros de la fraternidad, de sus primeras necesidades para que se sientan verdaderamente confortados; reconociéndonos imperfectos, dispuestos a pedir perdón con humildad y, por otro lado, sabiendo también perdonar con generosidad. El sentido de responsabilidad – ¿Cómo? ¿Cuándo?Después de haber profesado en la OFS, somos cristianos dispuestos a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco de Asís.

Conscientes de esto, somos mensajeros de la Paz y del Bien en cualquier circunstancia de nuestra vida.

Como consecuencia del identificarnos como franciscanos seculares debemos:

Vivir con fidelidad la Regla de la OFS en nuestra familia, en el trabajo, en la Fraternidad, en la Iglesia y en la sociedad en general; dar prioridad a la participación en la reuniones y actividades de la Fraternidad, manteniendo un frecuente contacto con los hermanos y hermanas; ser personas que testimonian una fe viva, es decir, coherente con la propia vida; intentar mostrarnos a los familiares y a las otras personas que no conocen la Fraternidad como personas que vivimos con serenidad y equilibrio, mansedumbre y humildad, sencillez y sabiduría espiritual, para que se interesen en conocer lo que significa ser un franciscano secular; demostrar un gran respeto hacia todos los hermanos y hermanas de la Fraternidad, de la familia y de todos los ambientes, incluso los más difíciles, hacia los jóvenes más rebeldes, los inválidos más restíos, intentando de esa manera, ejercitar la caridad y la paciencia, recordando siempre lo grande que es la que Nuestro Señor tiene para con cada uno de nosotros; convertirnos continuamente a Cristo, viviendo en “penitencia”, que en sentido evangélico significa cambiar la ruta y escuchar a Dios; evangelizar con la misma presencia, la Palabra de Dios experimentada en nuestra vida, testimoniando como personas que viven en el mundo pero que abandonan sus vanidades y sus vicios para dedicarse a las cosas de Dios; mostrar, sobre todo a los más jóvenes, la inmensa gracia que recibimos cuando decimos “SI” a la vocación a la cual el Señor nos llamó, para crecer en el conocimiento, en el amor y al servicio de Dios y de los hermanos y hermanas; vivir con alegría y gratitud esta pertenencia, valorizándose a uno mismo, a la Fraternidad y a toda la

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OFS y a la Iglesia, glorificando así a Nuestro Señor Jesucristo; hacerlo todo con mucho amor, celo y dedicación, para glorificar a Dios con nuestra vida; testimoniar con apertura de corazón y de mente la “verdadera libertad de los hijos de Dios”; poner la caridad hacia todos como meta principal de cada jornada.

SEGUNDA PARTEPara los miembros de los Consejos Regional y Local ¿qué podríamos añadir en relación a esta “conciencia de la pertenencia a la OFS”?

Podemos decir que los miembros que componen los Consejos son puntos de referencia especiales para todos los miembros de la Fraternidad y de todas las personas que los conocen como tales:

En ellos se refleja todo lo que uno se espera de un franciscano secular auténtico: se ve en ellos la integridad como persona humana, la dedicación al servicio, la disponibilidad, la prontitud, la práctica de la justicia y de la caridad, la vida de penitencia, el ardor misionero y sobre todo el amor que difunden con su presencia; De ellos se espera con mayor insistencia que sean buenos ciudadanos: su conciencia moral, política y social en el ambiente en el que viven, el conocimiento de los documentos de la OFS y de la Familia Franciscana, el cultivo de las virtudes, etc...; los miembros del Consejo no pueden olvidarse de que, en cualquier lugar estén presentes como tales, éstos representan a la OFS en su integridad y no sólo a la Fraternidad local o regional a la cual pertenecen. Por eso, la testimonianza de vida habla con voz más alta en los miembros de los Consejos. Alguien podría pensar que si las cosas son así, me siento aún más incapaz de actuar en el Consejo de la Fraternidad a cualquier nivel sea. Vemos aquí una reflexión sobre nuestra condición de criaturas, todas imperfectas, pero todas maravillosas, que ponen generosamente sus propios dones(es decir la gracia recibida) a disposición de los hermanos y hermanas ya que declaramos ser secuaces de Nuestro Señor Jesucristo según la manera de Francisco de Asís.

No tenemos que tener miedo de nada ya que el Señor nos concede la “gracia de estado” cuando estamos dispuestos a servirle. Si pedimos la ayuda del Espíritu Santo, El nos corresponde generosamente, basta que vivamos en comunión con la Santísima Trinidad. Es a través de Dios por dónde nos viene la fuerza y la gracia para cualquier apostolado.

Vivir la Regla de la OFS es ser apóstol de Cristo, cumpliendo con lo que mejor hay en nosotros “el sagrado mandato” que recibimos.

En nuestras vidas todo es efímero; una sola cosa tenemos que sostener con profundo convencimiento y con “obstinación”: nuestra fe. Sí, porque es la fe la que nos empuja, nos hace ir hacia adelante, luchar, volver a comenzar cada día, confiar en la presencia y misericordia del Padre, esperar más allá de la esperanza en las adversidades, llevar la cruz sonriendo, tener fuerzas cuando nos sentimos débiles, ya que a través de la presencia de Cristo en nosotros recibimos el apoyo para continuar fieles en la vocación.

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A través de las oportunidades que la vida nos ofrece, y de las cuales aprovechamos para que crezca nuestra fe, podemos “construirnos” espiritualmente, día a día, cuidando de nuestro ser interior para poder dar algo a quien tenga necesidad y también para poder devolver al Padre con acciones de gracias, todo el bien que El nos dio y nos permite realizar.

Como animadores y guías de nuestras Fraternidades, tenemos que “ponernos el hábito” de la OFS, mostrando a todos que nuestra fragilidad y nuestros errores dan a entender precisamente que todo el bien que hacemos es gracias a Dios. Por eso tenemos siempre la oportunidad de comenzar cada día, procurando mejorar todo lo que no proyectamos bien, de perfeccionar nuestra relación con los que comparten con nosotros la responsabilidad de llevar adelante la Fraternidad, no olvidando que la manera de conducirla tiene que ser una invitación para todos los que quieran unirse a nosotros.

La OFS es para nosotros el lugar de la santificación, del amor fraternal, del encuentro con Dios, con San Francisco, Santa Clara, Santa Isabel de Hungría y con todos nuestros hermanos y hermanas que junto con nosotros se esfuerzan para vivir la perfección de la caridad en el estado seglar. Por lo tanto, tenemos que servir a la OFS con mucha alegría y vigor. Estos momentos de vida fraternal tienen que vivirse de parte nuestra con interés, porque constituyen lo mejor que podemos recibir en nuestra dignidad de hijos de Dios: es nuestra vocación.

De ahí resulta que tenemos que volver felices a nuestra casa cuando volvemos de nuestros encuentros con la Fraternidad. Puede ser que alguna vez alguien haya sido ingrato o nos haya hecho sufrir, pero tenemos que continuar prodigándonos por nuestros hermanos y hermanas y por la Fraternidad misma, evitando comentarios negativos que puedan poner en duda la validez y la calidad de la vida espiritual que buscamos incesantemente.

Es de importancia vital que la formación inicial esté muy bien acompañada para evitar que lleguen a la Profesión personas que no estén preparadas o que aún no comprendan bien la identidad de la vocación que se proponen abrazar. Vivir según la Regla de la OFS quiere decir “encarnarla” en todos los momentos de nuestra vida, de manera que nos llene y nos transforme en cristianos franciscanos seglares vigorosos y alegres en la fatiga, en la lucha, verdaderos adoradores del Padre en espíritu y verdad, en cualquier circunstancia. Si conseguimos ser testimonios de todo esto con nuestra conducta, cada uno de nosotros será la demostración viva de que vale la pena vivir esta vocación franciscana secular en el siglo XXI.

Concluyendo, este convencimiento de pertenencia a la OFS es de fundamental importancia para todos los miembros profesos y también para los que están en el periodo de formación, para que podamos reflexionar bien sobre el perfil de hombres y mujeres que deciden renovarse en la fuerza del Evangelio, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís.

Con todos los recursos de los que disponemos hoy para trabajar en la animación vocacional, sin lugar a dudas lo que hablará con más fuerza es y será siempre la

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testimonianza de vida, porque quien vive con coherencia el Evangelio es naturalmente un misionero del Reino de Dios.

Para reflexionar en grupo:¿ Qué podemos hacer para que crezca el sentido de pertenencia a la Orden en los miembros de nuestra Fraternidad? ¿Qué es lo que ha cambiado en nuestra vida personal como consecuencia de la plena consciencia de la pertenencia a la OFS?

XI- LA ASISTENCIA ESPIRITUAL, SERVICIO A UNA VOCACIÓN ESPECÍFICAFr. Samy Irudaya, OFMCap

PARTE I

IntroducciónEl vínculo que une a los Franciscanos seglares con las hermanas y hermanos de las dos Primeras Ordenes es tan fuerte que no podemos tocar uno sin herir a los otros: “Podemos pensar que la Orden misma perdería su inspiración y tal vez dejaría de existir si se negara a extenderse a estas ramas, clérigos o laicos, el alimento de su savia vital, la coparticipación de sus tesoros, las exigencias santificantes de su espíritu”. [1]

Francisco y sus hermanos se sintieron guiados por el Espíritu a servir a los penitentes, los cuales han esperado siempre de los frailes recibir guía y animación.

“Mucha gente del pueblo, nobles y plebeyos, clérigos y legos, tocados de divina inspiración, se llegaron a San Francisco, deseosos de militar siempre bajo su dirección y magisterio. Cual río caudaloso de gracia celestial, empapaba el santo de Dios a todos ellos con el agua de sus carismas y adornaba con flores de virtudes el jardín de sus corazones. ¡Magnífico operario aquél! Con sólo que se proclame su forma de vida, su regla y doctrina, contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los fieles de uno y otro sexo y triunfe la triple milicia de los que se han de salvar. A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno”. [2]

La carta a los fieles es un espléndido testimonio de su enseñanza y de la dirección espiritual a los laicos. Kajetan Esser escribe: “Sin pretender hacer de esta carta una especie de Regla primitiva de la Tercera Orden, encontramos en ella las ideas que Francisco predicaba a los cristianos que vivían en el mundo y que estaban personalmente asociados a él”. [3]

La evidencia del Celano, del Anónimo de Perusa, de San Buenaventura, la de los Tres compañeros, del Papa Gregorio IX y de otros, confirma que ya desde el inicio “los laicos deseaban asociarse al movimiento franciscano, compartir el carisma del Pobrecillo y llevar al mismo tiempo una vida secular en el mundo”. [4] Inspirado por el Espíritu Santo, Francisco respondió a la llamada del Crucifijo de San Damián, dando a luz un estilo de vida evangélica que, vivido por sus frailes, por sus hermanas y por los laicos “reconstruyó” la Iglesia y ha de llevar adelante todavía su restauración.

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La Regla de la OFS habla de “recíproca comunión vital” que debe existir entre los seglares y todas las ramas de la Familia franciscana para hacer presente, de distintas maneras, el carisma de su común seráfico Padre en la vida y en la misión de la Iglesia. [5]

En virtud de esta “comunión” según la tradición de largo tiempo, es competencia de los Superiores mayores de la Primera Orden y de la TOR asegurar la asistencia por medio de religiosos idóneos y bien preparados como así también la visita pastoral a las Fraternidades de la OFS. [6]

Las Ordenes Franciscanas religiosas, porque a ellas les incumbe el “altius moderamen”, no solamente han asumido como principio propio “la recíproca comunión vital” y lo han hecho evidente en su legislación, sino que también los Ministros generales y provinciales, en las cartas y en varias ocasiones, exhortan continuamente a los frailes a conocer cada vez mejor y más a la OFS, y requieren que sea dada una adecuada preparación a los Asistentes espirituales.

Las actuales directivas tienden a ser un aporte común a todas las Ordenes, y posiblemente se agregarán a los “Programas de Formación”, de modo que la OFS pueda ser conocida en el ámbito de la Familia franciscana, en su misión en la Iglesia y en el mundo, y para la preparación de aquellos que son llamados a desempeñar el servicio de Asistente espiritual.

La responsabilidad de los Superiores Mayoresa. El Ministro generalEl artículo 85 de las Constituciones afirma claramente que “Como parte integrante de la Familia franciscana y llamada a vivir el carisma de Francisco en su dimensión seglar, la OFS tiene particulares y estrechas relaciones con la Primera Orden y con la TOR. El cuidado espiritual y pastoral de la OFS, confiado por la Iglesia a la Primera Orden Franciscana y a la TOR, es deber sobre todo de sus Ministros generales y provinciales”. [7]

La finalidad de esta asistencia es garantizar la fidelidad da la OFS al carisma franciscano, en unidad con la Iglesia y con toda la Familia franciscana. Hay valores comunes que deben ser defendidos en nuestra Familia franciscana.

Hay un intercambio tal en nuestras relaciones que hace que éste sea más un servicio de amor que un deber impuesto.

Los Ministros generales y provinciales de la Primera Orden y de la TOR desempeñan su ministerio a la OFS mediante:

A) La creación de fraternidades;

B) La visita pastoral de fraternidades a distintos niveles;

C) La asistencia espiritual a las fraternidades a distintos niveles (desarrollan este ministerio personalmente o a través de un delegado).

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Este ministerio a la OFS es verdaderamente una “asistencia”, no un control de la OFS. Esta responsabilidad, que claramente podemos encontrar en el nuevo Estatuto para la asistencia espiritual y pastoral a la OFS y a la que ya se refirió anteriormente el Papa Benedicto XII. En su Bula “Paternae sedis Apostolicae” él recuerda al Ministro general que “en su calidad de sucesor de San Francisco tiene el deber de dar asistencia espiritual a la Tercera Orden”. [8]

b. El Ministro provincialEl Estatuto para la Asistencia enumera los deberes del Ministro provincial:

10, 1. Los Ministros provinciales y los otros Superiores mayores ejercen sus competencias respecto a la OFS en el territorio de su jurisdicción.

2. Cuando varios Superiores mayores tienen jurisdicción en un mismo territorio, acuerdan el modo más conveniente de ejercer colegialmente su oficio a las Fraternidades regionales y nacionales de la OFS.

3. Además, deben establecer colegialmente los modos del nombramiento de los Asistentes nacionales y regionales, así como a qué Superiores deben dirigirse los Consejos nacionales y regionales de la OFS para pedir el Asistente.

11, 1. Los Ministros provinciales y los otros Superiores mayores aseguran la asistencia espiritual a las Fraternidades locales confiadas a su jurisdicción.

Muchas Provincias ya han comenzado programas prometedores como, por ejemplo, celebraciones y encuentros fraternos de los diversos grupos de la Familia franciscana, el diálogo a nivel de administración provincial con los responsables en la OFS. Muchos Capítulos provinciales han tenido resultados positivos a partir de la escucha de sus hermanos de la OFS. No es posible destinar tantos religiosos a este ministerio, aún así el Provincial debe ocuparse de la formación de los frailes y de alimentar su interés con respecto a la OFS y debería ofrecer una formación especial a los Asistentes de manera que sean idóneos y estén bien preparados.

Para ofrecer un buen servicio a la Fraternidad seglar es absolutamente necesario lograr que los religiosos tomen conciencia de la dimensión laical del carisma franciscano. Estos objetivos podrán ser coordinados e integrados eficazmente en la vida y en la actividad de cada Provincia.

De esta manera, el Ministro provincial, teniendo también tantas otras responsabilidades, no deberá olvidar jamás el cuidado pastoral hacia la OFS. Los Centros franciscanos, que han sido creados para ser lugares de oración, de encuentro y de formación deberán serán utilizados a beneficio de toda la Familia franciscana y para su unidad.

1 Manual para la asistencia espiritual a la Orden Franciscana Seglar. Conferencia de los Asistentes espirituales nacionales de la Tercera Orden Franciscana Seglar USA, 1996, p. 87.

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2 1 Cel 37.

3 K. ESSER, La lettera di San Francesco ai Fedeli, Collectanea Franciscana 43, 1973, p. 66.

4 O. SCHMUCKI, Il Terzo Ordine Francescano nelle agiografie di San Francesco. Collectanea Franciscana 43, 1973, 139; K. ESSER, Un documento dell’inizio del Duecento sui Penitenti in Frati penitenti di San Francesco nella Società del Due e del Trecento, Roma, 1977, p. 95.

5 Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, I, 1.

6 Cfr. Regla de la OFS, III, 26.

7 Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 85.

8 Manual para la asistencia espiritual, p. 92.

PARTE IILa responsabilidad de los Superiores Mayoresc. El Superior local y la comunidad localEl Superior local debería promover una verdadera y vital reciprocidad entre su Comunidad y la Fraternidad local o regional de la OFS, de manera que el espíritu evangélico sea vivido e irradiado cada día. Además, debería dar tiempo y medios al Asistente espiritual para que pueda desempeñar bien su trabajo.

El Asistente local es elegido por la Comunidad religiosa, teniendo en cuenta los puntos de vista del Consejo de la Fraternidad de la OFS. Esto significa que el Asistente no debe olvidar que está desempeñando un servicio que es expresión del afecto y del interés de todos los religiosos hacia la OFS.

La cosa más importante es crear un clima de fraternidad y de servicio recíproco entre los laicos y los religiosos. Y, éste es nuestro objetivo, y no sermones elocuentes.

d. El Asistente espiritualDel Estatuto para la asistencia sabemos claramente cuál es el rol de los Asistentes espirituales:

13, 1. El cometido principal del Asistente es favorecer la profundización de la espiritualidad franciscana y cooperar en la formación inicial y permanente de los franciscanos seglares.

2. En el Consejo de Fraternidad, en los Capítulos electivos u ordinarios, actúa respetando las responsabilidades y el papel de los seglares, dándoles la prioridad en lo que respecta a la guía, la coordinación y la animación de la Fraternidad.

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3. Participa activamente y vota en las deliberaciones y en las decisiones tomadas en el Consejo o en el Capítulo. En particular, es responsable de la animación de las celebraciones litúrgicas y de las reflexiones espirituales durante las reuniones del Consejo o del Capítulo.

El Asistente espiritual debería tener la capacidad de desarrollar en la OFS el verdadero espíritu franciscano, de manera que todos los hermanos y hermanas de la OFS puedan difundir este espíritu en el mundo. De aquí la necesidad de ayudar a los laicos a crecer en el diálogo con el mundo, de ofrecer a los Franciscanos seglares los instrumentos para mirar el mundo de una manera diversa, de inculturar la fe de un modo verdaderamente franciscano.

El Asistente tiene un rol de gran importancia en el cuidado pastoral que la Iglesia le ha confiado en relación a la OFS. Es su especial vocación.

El rol fraterno de la asistencia espiritual implica la responsabilidad de expresar y promover el vínculo común de unidad en la Familia franciscana.

La entera Familia franciscana es una en sus orígenes, en el carisma y en los elementos fundamentales de la espiritualidad, del estilo de vida y del ministerio; cada entidad en la familia completa a las otras entidades en el vivir nuestra vida evangélica franciscana y, por lo tanto, es necesaria para la plenitud de la vocación franciscana para “hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia”. [1]

El Asistente espiritual es un símbolo de la unidad y de la colaboración de la Familia franciscana porque con su presencia entre los Franciscanos seglares expresa el hecho de que somos uno y nos complementamos recíprocamente, que juntos tendemos hacia los mismos objetivos y venimos de la misma raíz y estamos motivados por el mismo carisma, plasmados por la misma herencia y tradición.

Todos aquellos que están dispuestos a asumir este servicio de asistencia espiritual, descubrirán una ocasión única para vivir y proclamar el Evangelio, dar testimonio en favor de nuestra vida de frailes y de menores, promover las vocaciones hacia el estilo de vida franciscana. Recordamos el ejemplo de San Francisco y de sus hermanos, cómo supieron vivir la esencia del Evangelio, superando los problemas de cada día. Nuestra misión consiste, entonces, en dar vida hoy a los hechos y al espíritu de Francisco para aquellos que, hermanos y hermanas laicos, nos miran a lo largo del camino de seguimiento de Cristo.

El Asistente espiritual es pastor, guía y maestro. Debe conocer a los miembros de la Fraternidad, uno por uno, y debe formarles armonizando la formación y la capacidad de cada uno de manera que ninguno quede aislado o en la periferia. A menudo el Asistente debe lograr que las personas se sientan miembros de una Fraternidad, que tengan el sentido de pertenencia y, sobre todo, debe dejar completa libertad a la expresión de sus talentos. Muchos de nuestros hermanos y hermanas tienen cualidades y talentos que no ven y de los que no se dan cuenta; a veces basta con animarlos un poco y darles la posibilidad de ponerlos al servicio de los otros.

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Sobre el rol del Asistente como educador tenemos dos autorizadas reflexiones del Papa Juan Pablo II: “Para aquello que tienen responsabilidades específicas en la Orden Franciscana Seglar: yo espero que logren la unidad de los objetivos y una identidad en la determinación, de modo que sean animadores iluminados y guías, que orientan el camino de los hermanos y de las hermanas hacia el amor al Evangelio y la fidelidad a la Iglesia”. [2]

“La misión del Asistente eclesiástico está dirigida a la educación en la fe y a la promoción del crecimiento en la vida interior... de manera tal que los laicos respondan con alegría y generosidad a la vocación a la santidad y a su específica misión según el Evangelio... Entonces la misión del Asistente cumple su finalidad en la promoción de los miembros de la Fraternidad en su particular vocación como laicos con todas sus consecuencias y respetando su específica naturaleza... Vuestra acción, vuestro específico apostolado, vuestra misión como padres espirituales y educadores en la fe de cada persona son elementos fundamentales para la formación de todos los miembros, incluso los líderes y los animadores”. [3]

Acerca del Equipo de FormaciónLa tarea del Asistente consiste en dar testimonio de la autenticidad del carisma y ser un guía seguro e iluminado. Por lo tanto, no manda, ni dirige, ni administra, ni organiza. Sino que más bien da testimonio de la Palabra de Dios de la que es representante.

El Asistente tiene el deber principal de:

... Consejero: entra en diálogo personal si se le pide, en el diálogo sacramental con el aspirante. Ayuda a los aspirantes a esclarecer su propia vocación, purificándola para alcanzar una mayor claridad. Ofrece a los aspirantes su servicio sacerdotal, de guía espiritual, en la oración y en el camino de conversión. Acompaña a los aspirantes a lo largo del camino de vida evangélica.

... Guía: junto al Consejo colaborará en la organización del curso de formación que junto al Formador desarrollará posteriormente de manera que todos puedan ser fieles al carisma franciscano.

Naturalmente, entrará en diálogo con los aspirantes para introducirlos poco a poco y metódicamente en la profundización de las verdades de la fe y en el conocimiento de la espiritualidad franciscana.

Los Asistentes espirituales ayudarán a los Seglares a mantener una sana idea de la Iglesia, del Evangelio, del rol de la teología, de la integración entre Evangelio y vida, y desafían hacia un nuevo crecimiento. Es más importante reflexionar sobre los ideales y los valores evangélicos que buscar “los errores”. Un Asistente espiritual que lucha con los Seglares no será una bendición para la Familia franciscana. No hay necesidad de dominar y de convertirse en dictadores al servicio de la Familia franciscana. La autoridad de un Asistente

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espiritual es una autoridad de servicio. Jesús lo expresó con claridad cuando lavó los pies a los discípulos en la Última Cena (Jn 13,12-17).

Los Franciscanos son personas llamadas a iluminar, comprometidas con los problemas de vital importancia. Los Asistentes espirituales y los Consejos deberán desarrollar la fraternidad con una visión positiva. Gastar energías en actitudes negativas no hace más que disminuir la energía positiva. Los Asistentes espirituales no son policías que infunden temor en la Fraternidad, sino más bien personas amigables, constructores de un clima fraterno y positivo.

ConclusiónLa Fraternidad franciscana es una. Nuestro servicio pastoral no debe ser un obstáculo a la unidad. Debería sostener y desarrollar esta unidad. La diversidad de Obediencias debería ser una fuente de riqueza y no un obstáculo en nuestro cuidado pastoral de las Fraternidades seglares. Los Asistentes espirituales deben ayudar a conocer cada vez mejor a la Fraternidad seglar, con serenidad y confianza. El signo positivo más evidente es la perenne vitalidad del mensaje de San Francisco de Asís. Ha sido San Francisco quien ha dado vida a muchas Fraternidades seglares en las que se vive intensamente la vida franciscana. Quisiera repetir una vez más que nuestra interacción dinámica y nuestra reciprocidad vital con los seglares es una de las prioridades de este tiempo.

Fr. John Vaughn, OFM, dice: “De esto estoy más convencido que nunca, porque la OFS está unida a la Primera Orden en virtud del origen común y del carisma y ha sido confiado por la Santa Sede a nuestro cuidado y debe ser considerada necesaria para la plenitud del Carisma franciscano porque tiene su propia misión en la Iglesia y en el mundo, nosotros Frailes menores no podemos sobrevivir en modo auténtico y efectivo sin relacionarnos con entusiasmo y sinceridad con los Franciscanos seglares, quienes siendo portadores del mismo carisma son constructores de la Iglesia y coevangelizadores del Reino”. [4]

La asistencia espiritual es una vocación particular y el Asistente espiritual es un signo del carisma vivido en la Primera Orden y en la TOR, que nos ha sido dado para estimular a los laicos de la OFS. Además, suplico a los Ministros provinciales que animen a sus religiosos “a especializarse en Franciscanismo” y facilitar el envío de Asistentes locales para que realicen cursos con una especialización franciscana. Sobre todo en nuestros seminarios teológicos debe haber un curso bien programado, histórico, formativo sobre la Orden Franciscana Seglar.

Es tiempo como para un nuevo impulso, uniendo la fuerza de la Primera Orden y de la TOR a las oraciones de las hermanas Clarisas y ayudar a la OFS para rever y restablecer nuestro apostolado franciscano

Es este el servicio especial a la OFS y la vocación especial de los Asistentes espirituales. El grado de vitalidad de las Fraternidades seglares será un reflejo de nuestra vitalidad. Sigamos adelante y crezcamos JUNTOS.

1 Regla de la OFS, I,1.

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2 Discurso del 27 de septiembre 1982 al CIOFS, miembros del Congreso Internacional y peregrinos de la OFS.

3 Discurso del 23 de junio dirigido a la Acción Católica Italiana.

4 Manual para la asistencia espiritual, p. 143.

XII- LA RECÍPROCA COMUNIÓN VITAL CON TODOS LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA FRANCISCANA

Fra Irudaya Samy - OFM Cap

IntroducciónEntre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, la familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís.

En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia [1] .

En el seno de dicha familia, tiene un puesto peculiar la Orden Franciscana Seglar, la cual se configura como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas, esparcidas por el mundo entero y abiertas a todo grupo de fieles, en las cuales los hermanos y las hermanas, impulsados por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco con la ayuda de la presente Regla confirmada por la Iglesia [2].

El primer artículo de la Regla de la OFS establece inmediatamente la relación entre los Franciscanos Seglares y toda la Familia Franciscana. Esto es de fundamental importancia para una verdadera existencia franciscana de los Franciscanos Seglares como componente vital de la Familia Franciscana. Los Seglares Franciscanos no son miembros aislados, son miembros auténticos y de pleno derecho de la Familia Franciscana. Son suscitados por el Espíritu Santo en la Iglesia junto a los otros miembros de nuestra Familia Franciscana.

Los Franciscanos Seglares son llamados al seguimiento de Cristo a ejemplo de San Francisco como seglares, presentes en el mundo, en unión vital con los otros miembros de nuestra Familia. Éstos, como los demás miembros consagrados de la Familia, hacen presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia.

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La unión vital en las Constituciones Franciscanas1. Todos los fieles están llamados a la santidad y tienen derecho a seguir, en comunión con la Iglesia, un camino espiritual propio [3] .

2. En la Iglesia existen muchas familias espirituales, con diversidad de carismas. Entre éstas se encuentra la Familia Franciscana que, en sus diversas ramas, reconoce como padre, inspirador y modelo a San Francisco de Asís.

3. Dentro de la Familia Franciscana, desde sus inicios, ocupa un lugar peculiar la Orden Franciscana Seglar [4] . Esta está integrada por la unión orgánica de todas las Fraternidades católicas, cuyos miembros, movidos por el Espíritu Santo, se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco, en su estado seglar, observando la Regla aprobada por la Iglesia [5] .

4. En virtud de la pertenencia a la misma familia espiritual, la Santa Sede ha confiado el cuidado pastoral y la asistencia espiritual de la OFS a la Primera Orden Franciscana y a la Tercera Orden Regular (TOR). Estos son los «Institutos» a los que corresponde el "altius moderamen" del que trata el canon 303 del CDC [6] .En el Reino de Dios, la relación es un ingrediente importante. El diccionario define la relación como una "unión" con otro. En las Constituciones generales de la OFS, estos primeros artículos definen la relación de la OFS con la Iglesia y con el resto de la Orden Franciscana. Comienzan subrayando el hecho de que estamos unidos a todas las personas que son llamadas a la santidad. Jesús ha llamado a todos a ser pueblo evangélico y espera que respondan a su llamada, aunque no todos lo hacen. Quienes responden a su llamada tienen el deber de seguir la senda que les pone en camino hacia la plenitud, es decir, hacia la santidad, donde sabemos que existen muchos modos de respuesta a la llamada del Evangelio.

San Francisco de Asís es el modelo sobre el que nosotros construimos nuestro estilo de vida. Él es nuestro padre, nuestro inspirador y modelo. Como padre nos ofrece la vida. Unido a la potencia del Espíritu Santo, Francisco nos transmite la vida. Aquella vida que es su atracción y su compromiso con el Evangelio. Es su confianza en Jesús. Es su apertura a la Palabra de Dios. Cuando observamos la alegría que Francisco tenía, aun en medio de sus sufrimientos, hallamos inspiración. Nuestro corazón se siente capaz de afrontar las luces y las sombras que son parte de la vida. Francisco nos ofrece un camino y nos da la esperanza de que la alegría es posible aun cuando los sufrimientos acechan nuestras vidas.

Francisco de Asís se convierte en el modelo de la actitud que se ha de tener ante Dios y el Evangelio; ante Jesús y el Evangelio; ante la vida y el Evangelio: nos ofrece un ejemplo de vida. Francisco nos ayuda a descubrir nuestro papel en el Pueblo de Dios y en el Cuerpo de Cristo.

¿Qué relaciones suponen un modelo semejante de vida? La relación con el resto de la Familia Franciscana es lo primero. No pertenecemos a Órdenes diversas con diversos carismas. Somos una única Orden con un único carisma. Estamos unidos los unos a los

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otros por el hecho fundamental de nuestra llamada al estilo de vida franciscana. Estamos unidos a los miembros Franciscanos Seglares esparcidos por todo el mundo.Las Constituciones de la OFS dicen: La unidad viene del Espíritu Santo que nos llama con una única llamada. No importa cuál sea el lenguaje que hable, Francisco es nuestro padre, inspirador y modelo. Todos nosotros seguimos una Regla de vida común aprobada por la Iglesia. Estamos unidos los unos a los otros por la vocación común franciscana.

Con mucha naturalidad caminamos junto a los Franciscanos que se denominan "Primera Orden", "Segunda Orden" (las Clarisas) y "Tercera Orden Regular". Estos hombres y mujeres viven en comunidad. Están unidos en la vida franciscana por los votos que han emitido. Son nuestros hermanos y hermanas en la Familia Franciscana. Nos ayudamos mutuamente en el seguimiento del Evangelio.

Las Constituciones de la OFS nos dicen que el cuidado pastoral y la asistencia espiritual de la OFS está confiado a estos miembros de la Familia. Existe una reciprocidad en las relaciones, más que un papel de poder. Como enseña Jesús: "Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros" (Jn 13,14). La relación es de servicio, no de dominio. Nosotros compartimos con la OFS y la OFS comparte con nosotros los mismos sueños y la misma sabiduría. Dios obra instruyendo y soportando a cada uno de nosotros con la ayuda del otro, como bien se dice en la Carta a los Hebreos: "considerémonos unos a otros para acicate del amor mutuo y del bien obrar" (Heb 10,24). Quisiera a este propósito traer a colación algunos pasos de las Constituciones franciscanas en los que se ilustran estos conceptos:

* La OFS es "parte integrante de la Familia Franciscana" [7] .* La OFS "ostenta en el mundo de los seglares el espíritu de San Francisco y participa de la vida, del testimonio y de la misión del carisma franciscano, a cuya plenitud la OFS contribuye con su propia aportación, necesaria y complementaria" [8] * "Dentro del ámbito de la Familia franciscana ocupa también un puesto especial la Fraternidad u Orden Franciscana Seglar, que comparte y promueve su genuino espíritu y que debe considerarse necesaria para la plenitud del carisma franciscano" [9] .* "La Orden Franciscana Seglar está unida a nuestra Orden" [10] * "A la primera Orden le ha sido confiado el cuidado de la Orden Franciscana Seglar" [11] .* La base real para la asistencia espiritual es el estrecho vínculo que une a los seglares y a los religiosos franciscanos. "La Orden Franciscana Seglar está unida a nuestra Orden por el origen, la historia y la comunión de vida..." [12] .* "Asimismo, promuévanse y ayúdense espiritualmente todas las asociaciones, en especial de jóvenes, que cultivan el espíritu de san Francisco. Conviértanse nuestras casas en centro de encuentro y de animación fraternos para cuantos, clérigos y seglares, quieren seguir las huellas de Cristo guiados por san Francisco" [13] .* "En virtud de la reciprocidad vital entre los religiosos y los seglares de la Familia Franciscana y de las responsabilidades de los Superiores mayores, debe garantizarse a todas las Fraternidades de la OFS en todos sus niveles la asistencia espiritual como un elemento fundamental de comunión" [14] .

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Crecemos hasta el punto de que nuestra percepción de la vida fluye de las posibilidades que hallamos en el Evangelio. Nuestras relaciones con las personas, el modo de confrontarnos con la realidad cotidiana están en armonía con el Evangelio. Nuestro compromiso de vida franciscana lo exige. La Fraternidad es un ingrediente esencial de nuestra vida. Tenemos necesidad del otro para responder a la invitación de seguir el Evangelio en cada situación.

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Regla OFS, 1. Regla OFS, 2. Cfr. cc. 210; 214; Lumen Gentium, 40. Denominada también "Fraternidad Franciscana Seglar" o "Tercera Orden Franciscana" (TOF). Cfr. Regla, 2, nota 5. El canon 303 del CIC define a las Terceras Ordenes: "Se llaman órdenes terceras o con otro nombre parecido, aquellas asociaciones cuyos miembros, viviendo en el mundo y participandodel espíritu de un instituto religioso, se dedican al apostolado y buscan la perfección cristiana bajo la alta direcciónde ese instituto". Después de las Reglas aprobadas por el Papa Nicolás IV, en el año 1289, y por León Xlll, en el 1883, la Regla actual ha sido aprobada por Pablo VI el 24 de junio de 1978. Cfr. CC.GG. OFS, 85,2. CC.GG. OFS, 85.1. CC.GG. OFM, 60.1. CC.GG. OFMCap, 95.1. CC.GG. OFMCap, 95.3. CC.GG. OFM, 60.1. CC.GG. OFMCap, 95.3. CC.GG. OFMCap, 95.9. CC.GG. OFS, 89,1.

PARTE II

El carisma de San Francisco. Unificación de todos los franciscanosCarisma es una palabra que ha sido usada por la Iglesia en muchísimas ocasiones en los últimos años. Es muy importante entender lo que significa realmente esta palabra. Carisma es un término general que indica un don particular del Espíritu Santo utilizado para el bien de la Iglesia. Cuando el Santo Padre lo aprueba, se dice que el carisma se hace partícipe de la misión oficial de la Iglesia para hacer presente a Cristo en el mundo. San Francisco, en cuanto le fue posible, buscó la aprobación de su carisma.

La primera reacción de la Santa Sede fue de gran agitación. El Papa y los Cardenales pensaban que buscase hacer demasiado. Lo que deseaba, sin embrago, era vivir el Evangelio de Jesucristo. Todos finalmente reconocieron que si hubiesen rechazado la petición, significaba que la verdadera vida de Cristo, tal como la presenta el Evangelio, es imposible imitar.

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También ahora todos los carismas auténticos encuentran, de una manera o de otra, el mismo tipo de oposición. El Espíritu Santo da un carisma a una persona de fe cuando ésta se abre a la gracia.

Un carisma es dado para que se pueda realizar un gran trabajo para el bien de toda la Iglesia. Es opinión común que esta oportunidad se da a través de una conversión radical y un cambio doloroso en la vida. Todos los Santos han pasado por este cambio. El Espíritu normalmente coloca a cada fundador ante la difícil prueba del anticonformismo y la mayoría de ellos han aparecido ante sus contemporáneos como extraños y anormales.

Contemporáneamente hay una profunda y evangélica experiencia llena de luz y confianza, y la llamada a dejar todo para colocar la propia vida en la iluminación recibida. El carisma impulsa al elegido a llevar a los otros los beneficios de su descubrimiento. Percibe una necesidad vital de comunicar el don que ha recibido gratuitamente (cfr. 1Cor 9.16). El tipo de vida comenzada por el convertido, su ejemplo y su acción y, sobre todo, la inspiración que vibra en sus palabras son, para los hombres y las mujeres de corazón puro, una especie de nuevo anuncio del Evangelio, una nueva visión del Evangelio y, quizás, un aspecto particularmente necesario para el momento histórico en que acontece.

El modo particular cómo la persona responde a la llamada del Señor define su "Carisma". Es una cualidad que inspira fidelidad y devoción. Gente, personalidad o visiones que se adaptan a sus personas atraen al pueblo. Educadores de profesión pueden haber sido inspirados por el carisma intelectual de Santo Tomás de Aquino y por la búsqueda de la verdad. Los que buscan la estabilidad y la oración litúrgica son atraídos por el carisma de la vida monástica de San Benito. Quienes buscan el servicio a los pobres siguen el carisma de San Vicente de Paul. Una Madre Teresa puede atraer a quienes buscan servir a los enfermos y abandonados. Cada uno de estos fundadores ha seguido el Evangelio en profundidad. Cada uno de ellos ha manifestado el propio compromiso de manera diversa y singular. Este fuego individual es lo que llamamos Carisma. Cuanto más claramente el pueblo identifica este Carisma, más precisa será su identidad en el seguimiento del Evangelio. En síntesis, la multiplicidad de carismas refleja la universalidad del Evangelio. Cada carisma propone una porción de dones del Reino a la humanidad. El Cuerpo de Cristo halla su expresión en la multiplicidad de grupos. Juntos constituyen el Reino y hacen presente en el mundo el Cuerpo de Cristo.

Los franciscanos contribuyen con su carisma particular al Cuerpo de Cristo. Es una gran responsabilidad la que tenemos para hacer visible nuestro carisma. Deberíamos determinar qué es lo que llevamos al Reino de Dios. Nadie puede decirnos qué es si no lo descubrimos por nosotros mismos. San Francisco de Asís nos lo indicó cuando dijo: "La regla y la vida de los Hermanos Menores es ésta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo" [1] . La Orden Franciscana Seglar sigue la misma exhortación, pues su Regla dice: "La Regla y la vida de los Franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís" [2] .

San Francisco estuvo atento a mantener intacto su carisma. El carisma de San Francisco era simplemente vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Todos los llamados por la

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gracia a obrar así y son admitidos por la autoridad competente en una de las tres Órdenes de San Francisco, pertenecen a nuestra Familia Franciscana.

La Familia de FranciscoLos Franciscanos Seglares son llamados por la gracia a abrazar el carisma de San Francisco. Son admitidos y emiten la profesión según la Regla de San Francisco, aprobada por el Papa. De este modo, los Franciscanos Seglares comparten plenamente la vida de la Familia Franciscana.

San Francisco ciertamente se interesaba de todas las personas y de todas las criaturas. Su deseo era llevar el Espíritu de Cristo al mundo seglar. Cuando la gente fue atraída por esta vida, le pedían entrar en su Orden y entre los pasos que dio para realizar esta solicitud fue el de fundar su Tercera Orden, la Orden Franciscana Seglar. Sabía que hombres y mujeres que mejoran el mundo y continúan el trabajo de la creación santificarían el universo como parte de su servicio al Señor. Deseaba que los que viven en el mundo fuesen fuertes en la fe, en la esperanza y en el amor, de manera que fuesen instrumentos eficaces de Cristo y su obra.

Los Franciscanos Seglares comprenden este carisma y participan plenamente en la Familia Franciscana. Muchos lo han vivido plenamente y la Iglesia los reconoce como Santos y Beatos. Éstos provienen de todas las clases sociales: ricos y pobres, nobles y plebeyos, mártires y penitentes, abogados y hombres negocios, ancianos y jóvenes, médicos y artesanos. Han rozado la vida de muchos y han dejado una señal. Muchos fundadores y fundadoras de otras Órdenes comenzaron como Franciscanos y, luego, enriquecieron la Iglesia con sus grandes ideales.

Por lo tanto, además de ser partícipes del carisma de San Francisco, los Franciscanos Seglares son partícipes del espíritu de la Familia Franciscana. Esto comprende su espiritualidad, comunidad, ministerio apostólico y sencillez de vida. Aunque no sean religiosos, comparten la vida franciscana como seglares, viviendo en el mundo, aunque no son del mundo. Completan el carisma franciscano. Por lo tanto, son miembros auténticos de la Familia Franciscana.

Los Franciscanos de las tres Órdenes de San Francisco están comprometidos a promover la vida de familia entre los miembros de las diversas Órdenes. Esto se realiza, sobre todo, comprendiendo claramente que somos miembros de la única Familia Franciscana.

Con la aceptación de nuestra llamada a la vida franciscana, nuestro entusiasmo crece y nos acercamos al otro en mutua caridad, comprensión y servicio paciente. A veces, se ora y se celebra juntos, otras se comparte la mesa o el recreo. Crece la participación en iniciativas apostólicas comunes. Hoy hay ministerios que se desarrollan juntos, como por ejemplo: la colaboración entre la Primera Orden y los seglares voluntarios de la Tercera Orden, tanto en iniciativas locales que internacionales, para el Pueblo de Dios.

Por lo tanto, el primer artículo de la Regla es certero cuando afirma: "Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, la familia Franciscana comprende

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a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís" [3] .

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Regla bulada, 1,1. Regla OFS, 4. Regla OFS, 1.

PARTE III

La OFS: una componente esencial de la Familia FranciscanaLa comunión de la Orden Franciscana es ilustrada por la estrecha relación entre la OFS, la Primera Orden y la TOR. Toda la Familia Franciscana está llamada a vivir el carisma de San Francisco. Somos hermanos y hermanas dentro de la gran Familia Franciscana.

Es importante que la OFS no sea presentada como un substituto pobre para quienes quieren ser realmente "verdaderos franciscanos" y, que por una u otra razón, no han podido entrar en una de las Órdenes Franciscanas de religiosos o religiosas.

Mariano Bigi, que ha sido Presidente nacional de la OFS en Italia, en una ponencia que tuvo en una reunión de la Tercera Orden Regular, celebrada en Asís en 1979 para discutir el papel de la formación en la Orden, aparentemente, pero sólo aparentemente, aclaró que la calidad de la secularidad de la OFS ha agrandado la diferencia entre la Primera y la Tercera Orden Regular. Según mi parecer, lo que sigue son dos puntos fundamentales:

primero: al inicio había una sola vocación al carisma franciscano;

segundo: la corresponsabilidad ante la Iglesia y el mundo para este carisma es una y única para todos sus componentes. Las diferencias, aunque legítimas y necesarias, llegaron en un segundo tiempo y de ninguna manera impiden las relaciones entre una y otra. Referente a lo dicho más arriba, el carisma franciscano es uno y se complementa, y puede y debe ser vivido y actualizado tanto por los religiosos como por los sacerdotes y los seglares. Lo que era válido en aquellos tiempos lo es también hoy.

Hay una sola Familia Franciscana compuesta por todos aquellos que tienen la misma y común misión de perpetuar, en la Iglesia y en el mundo, el carisma de San Francisco. Estos momentos nos ayudan a clarificar algunos aspectos importantes de la formación de nuestros hermanos para trabajar con la OFS:

La preocupación genuina de un franciscano es la de ser un franciscano, no por el modo de vestir sino por nuestro modo de vivir que debe ser reconocible y reconocido como tal. Esto vale para los religiosos, hombres y mujeres, como para los seglares.

Los oficios que tenemos: parroquias, hospitales, escuelas y misiones no nos califican como franciscanos, más bien, es nuestro ser franciscanos lo que debería calificar nuestros ser

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pastores, capellanes, educadores, misioneros, y guiarnos en el modo que abrazamos y llevamos a cabo tales servicios. La preocupación mayor debería ser la de presentarnos como pastores, educadores, capellanes y misioneros FRANCISCANOS.

La Iglesia confía la cura espiritual y pastoral de la OFS a los franciscanos de la primera Orden y de la TOR. La responsabilidad del servicio a la OFS es de los Ministros generales y provinciales de la Primera Orden y de la TOR. La finalidad de esta asistencia es la de garantizar la fidelidad de la OFS al carisma franciscano, permaneciendo unidos en la Iglesia y unidos con toda la Familia Franciscana. Se da una reciprocidad en nuestras relaciones que hacen que este servicio sea un servicio caritativo más que un deber impuesto.

La imagen de la formación en la formación de los frailesLa vida franciscana no cuida sólo la información, sino que cuida, más bien, el hacerse cada vez más semejantes a Cristo y siempre más coherentes con lo que Dios quiere de nosotros. En este sentido, por tanto, la formación debería ofrecer oportunidades y animar a los religiosos a crecer en su semejanza con Cristo. Estamos convencidos, naturalmente, que esto se logra cuando los miembros abrazan la Regla, las Constituciones y los Estatutos de sus respectivas Órdenes, y las viven en fraternidad. Por lo tanto, creemos que cuando una persona abraza plenamente el carisma franciscano y su estilo de vida, entra en un camino de vida que lleva a la plenitud y a la felicidad. Crecer en nuestra identidad franciscana significa para nosotros llegar a ser cada vez más lo que Dios espera de nosotros, es decir, crecer en la imagen y semejanza de Cristo. Ésta fue la experiencia más grande y profunda que tuvo Francisco de Asís.

La costumbre de estar con los seglares e invitarles a vivir de lleno su vocación debe formar parte de los programas de formación de los frailes. Los Asistentes, en todos los niveles, deben promover el interés de los religiosos por la OFS. En sus relaciones con sus Ministros, deben subrayar que la atención a la OFS es signo de comunión que determina nuestras vidas; es un deber y no sólo una actividad opcional; y que no reconocer esta unión vital con los Franciscanos seglares significa arriesgar perder nuestra misma identidad, no sólo la identidad de la OFS, sino también la de la Primera Orden.

La OFS debe ser vista como un deber, no sólo del Asistente sino de toda la Familia, de todos los religiosos. Es cuestión de revisar las motivaciones, de recuperar nuestra identidad fundamental. Los Ministros generales, los Provinciales y la Comisión de Formación de la Primera Orden y de la TOR insistan para que se haga espacio a la OFS en la formación de los frailes, tanto en la formación inicial como en la permanente. Una vez que esta actitud integre el programa de formación, la pregunta básica cambiará. Se orientará sobre la identidad y la relación. Las preguntas más importantes en la formación son: ¿queréis conocer a Francisco, su don, su carisma? ¿Estáis decididos a abrazar una vida fundada en el Evangelio, nutrida por la fraternidad, dedicada a la misión de la Iglesia y animada por una conversión constante? Nuestros jóvenes estudiantes han de aprender a conocer y vivir esta dimensión particular como su primer compromiso y no como algo añadido, secundario o accidental. La formación, después de todo, trata sobre la naturaleza esencial de la identidad, de la autocomprensión y de la expresión. De hecho, es la senda que uno emprende: humana, cristiana, franciscana, santa, plena.

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El Asistente, durante sus visitas, ha de llamar la atención de los Ministros generales, provinciales, de sus religiosos hacia la OFS, para hacer que la visita se convierta, para la Orden religiosa en un momento de estrecho contacto con los seglares.

Una carta de los Ministros generales no es suficiente. Las actitudes que aparecen en los documentos han de informar todos los aspectos de la vida de la Orden. Deberíamos subrayar que ningún aspecto de nuestra vida escape a esta comunión recíproca. No es cuestión de hablar de la OFS, sino de hablar con la OFS para hacer así que la OFS hable a los frailes y con los frailes. Los Asistentes tienen el deber de hacer que esta comunión vital pase de las palabras a los hechos.

El campo preferente para la asistencia en este momento histórico particular es el de la Primera Orden y de la TOR. Los Asistentes deberían invertir sus energías para hacer que los frailes se interesen y tengan una visión madura del puesto que la OFS tiene en el ámbito de la Familia Franciscana. Los Asistentes de las diversas Órdenes, juntos, no por separado y cada uno a su Orden, sino juntos, colegialmente, deberían animar a sus frailes, de manera que las experiencias específicas lleven frutos a otros.

ConclusiónEl Capítulo general electivo de 2002, celebrado en Roma, ha recogido las recomendaciones de la Mesa Redonda que ha afrontado este tema y ha manifestado su profunda conciencia y convicción del hecho que nosotros, franciscanos, religiosos y seglares, "somos miembros de un mismo cuerpo". Por lo tanto, todos somos parte integrante de un único proyecto, en el que cada franciscano, en maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, comparte la misma misión de llevar el carisma del Seráfico Padre San Francisco en la vida y en la misión de la Iglesia [1] . Es necesario trabajar intensamente para que este mutuo conocimiento crezca y se viva en plenitud. El Capítulo general ha sugerido las siguientes iniciativas:

1.Promover un diálogo intenso y permanente entre los diversos componentes de la Familia Franciscana, en todos los niveles.2.Promover y llevar a cabo iniciativas y programas de formación comunes dentro de la Familia Franciscana.3.Promover una verdadera y substancial igualdad entre todos los diversos componentes de la Familia Franciscana, subrayando la misión común en sus diversas formas y expresiones.

El Capítulo ha reflexionado sobre el tema: La recíproca comunión vital en la Familia Franciscana. Con ocasión de las Bodas de Plata de la promulgación de la Regla Paulina, la Presidencia recomienda que todos los Franciscanos y todas las Fraternidades del mundo, en todos los niveles, celebren este jubileo de nuestro carisma. De junio de 2003 a junio de 2004, todos los franciscanos seglares están invitados a tomar iniciativas y hallar los modos más favorables para celebrar y vivir más intensamente la recíproca comunión vital en la Familia Franciscana.

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Concluyo este artículo subrayando lo que el padre Pascual RYWALSKI, Ministro general OFMCap, 1976-1988, escribió en una carta-circular enviada a los Capuchinos:

"Una revitalización de las Fraternidades seglares camina de acuerdo con nuestro progreso. Quisiera añadir que la calidad y la vitalidad de las Fraternidades seglares es el reflejo de la vitalidad de vuestras Provincias, porque nosotros progresamos y crecemos juntos".

El Señor nos ha elegido para ser franciscanos a través de la potencia del Espíritu Santo y nos ha dado un don particular en beneficio de su Pueblo, la Iglesia. Nuestro estilo de vida franciscana es un don precioso que implica una misión. Por lo tanto, busquemos siempre la colaboración vital y la unidad con toda la Familia Franciscana. Comprometiéndonos en el estilo de vida evangélica, nos hacemos sacrificio viviente de alabanza y de acción de gracias, y testimonio elocuente de la Buena Noticia para que todos vean y oigan.

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Cfr. Regla OFS, 1.

Conclusiones del Tercer Congreso de JUFRA EuropaLos participantes, organizados en grupos de trabajos, discutieron varios tópicos relacionados con las características de la Juventud Franciscana, su relación con la OFS y los aspectos característicos de la espiritualidad común Franciscana Seglar, así como también las líneas mas relevantes para afianzar su cohesión interna y la presencia en la Iglesia y en la sociedad.

Por razones de espacio no podemos incluir por completo el texto de las conclusiones, pero queremos al menos, señalar en síntesis, aquellos relacionados con los aspectos de la Regla de la OFS en los cuales los participantes creyeron eran mas significativos para la Juventud Franciscana y su actividad misionera.

Ideas principales de la Regla de la OFS para la JUFRA de hoy--Tener el Evangelio como la base de la vida, expresado en la alegría de ser persona, ser cristiano y ser franciscano.

--Vivir la Regla como un estilo de vida, manteniendo vínculos muy cercanos con la Fraternidad (si nos quedamos solos no podemos ser ni fraternidad ni comunidad).

--Ser simple y alegre en su testimonio de vida en la Iglesia y en la vida seglar, nunca dejando de soñar y de trabajar por un futuro mejor.

--Sobreponerse a los obstáculos y a las dificultades, contemplando a Cristo pobre y crucificado.

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Actividad Misionera.--Visitar y ayudar a los ancianos, especialmente a aquellos que no tienen el cuidado de su familia; visitar orfelinatos y hospitales psiquiátricos; animar a los prisioneros en sus cárceles; vivir momentos de oración con todas estas personas.

--Organizar actividades con "Caritas"; recoger alimentos y ayudar en su distribución en los conventos franciscanos.

--Practicar la misión a nivel nacional: actividades con los centros misioneros, compromiso con los países pobres donde exista la OFS y también en el ámbito de la JUFRA, ayudar en ocasiones de catástrofes naturales. También a nivel local: ayuda humanitaria, visitas a los hospitales, trabajo con los pobres, recolección de juguetes para los niños, proclamación del Evangelio con canciones apropiadas a los distintos tipos de encuentros.

--Compromiso con los temas económicos: no consumir productos de las multinacionales, (pero de aquellos de países pobres) en la medida de lo posible.

XIII- LA REGLA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR DOCUMENTO DE INSPIRACIÓN PARA LA JUFRA

Fr. Valentín Redondo - OFMConv

IntroducciónEl Concilio Vaticano II ha hecho famosa la frase: “los jóvenes son la esperanza de la Iglesia” [1]. Al mismo tiempo, reconoce esta esperanza puesta en los jóvenes y recomienda muy encarecidamente a la Jerarquía la educación de los mismos y su preparación cristiana a través de la catequesis [2]. Por otra parte, subraya el “papel de extraordinaria importancia” que los jóvenes juegan en la sociedad actual, lo que “exige de ellos una análoga actividad apostólica, a la que dispone su misma índole natural”, siendo ellos mismos “los primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes, ejerciendo el apostolado entre sus compañeros, de acuerdo con el medio social en que viven” [3]. En esta tarea es importante el diálogo de los adultos con los jóvenes, como el mismo Decreto conciliar pide [4].

La juventud es una etapa de transición en la vida, que inicia con la adolescencia y llega hasta alcanzar la madurez personal. Es una etapa rica, caracterizada por una gran vitalidad y una fuerte manifestación de la individualidad. Es un período muy positivo, con mucha capacidad de acción, aunque, al mismo tiempo, por motivo de su vitalidad, su energía desbordante, su deseo de búsqueda, de éxito, de consideración, de crecimiento, con el pie siempre sobre el acelerador, hace que sea un período de mucha tensión, a veces, de inestabilidad, de compromisos demasiado temporales y fugaces, aunque cargados de sensibilidad altruista.

La juventud franciscanaLas características descritas sobre la juventud en general son las que enmarcan a la Juventud Franciscana (JUFRA). La JUFRA encierra algunas peculiaridades que especifican y enriquecen a sus miembros: es un camino vocacional, en el que se intenta desarrollar y cultivar la semilla de la llamada inicial; es una experiencia de fraternidad que se vive en el

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seno de la comunidad eclesial; es seguimiento de Jesús de Nazaret a la luz de la vida y del mensaje de Francisco de Asís; tiene una relación existencial con la OFS, impregnada de un espíritu de comunión vital recíproca; forma parte de la Familia Franciscana como parte integrante de la Orden Franciscana Seglar y considera la Regla de la OFS como su documento de inspiración. A este proyecto de vida es al que la JUFRA “ofrece la aportación entusiasta de su juventud, sostenida por el arrojo de sus ideales” [5].

La Regla documento de inspiración para la JUFRALa elaboración de la Regla de la OFS ha sido un volver a las fuentes franciscanas, a sus orígenes. Lo atestigua el prólogo que, aunque no forma parte de la Regla, es el texto de la primera redacción de la carta que Francisco escribe a todos los fieles. En realidad es, como la titula Kajetan Esser, la Exhortación de San Francisco a los hermanos y hermanas de la Penitencia. En ella traza los dos caminos, tan común en la tradición de la Iglesia: el camino del bien y el camino del mal (la Didaché), el camino de los que hacen penitencia y el camino de los que no hacen penitencia.

Propuesta vocacionalLa Regla aparece en primer lugar como una propuesta vocacional, en la que Cristo es el centro del proyecto de vida: “La Regla y la vida de los Franciscanos Seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís” [6]. Y las Constituciones Generales explicitan: “La espiritualidad del franciscano seglar es un proyecto de vida centrado en la persona de Cristo y en su seguimiento” [7]. La vocación es seguimiento, es un camino por andar. Al joven que le pregunta a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le responde: “Vete a vender lo que tienes, dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza; luego, ven y sígueme” (Mc. 10, 17.21). Santa Clara lo propone muy bien en su testamento: “El Hijo de Dios se ha hecho por nosotros camino, y ese camino nos lo ha mostrado y enseñado, con la palabra y el ejemplo, nuestro padre San Francisco, verdadero amante e imitador suyo” [8].

Este proyecto de vida es el que la OFS “debe estar dispuesta a compartir... con los jóvenes que se sienten atraídos por Francisco de Asís” [9]. Juan Pablo II decía a la JUFRA de Italia que esta propuesta vocacional es “el itinerario ascético y apostólico que os caracteriza como jóvenes franciscanos; éste os ayuda a llegar a ser adultos en la fe, a ser apóstoles en la Comunidad eclesial y a comportaros en la sociedad como personas responsables, capaces de asumir con valentía el papel al que la providencia os llama” [10].

En este camino vocacional, que contiene, como dice Pablo, escribiendo a la Iglesia de Éfeso, una elección y una bendición del Padre a nuestro favor en su Hijo Jesús (cfr. Ef. 1,3-4), la JUFRA considera “a la Regla de la OFS como documento de inspiración para el crecimiento de su vocación cristiana y franciscana”. Y los Jóvenes Franciscanos confirman esta llamada y bendición “con un compromiso personal ante Dios y en presencia de los hermanos” [11]. Desde esta opción se inicia un proceso de formación y de crecimiento de los miembros de la JUFRA con “métodos de formación y una pedagogía adaptada a las necesidades del mundo juvenil” [12].

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Con una forma de vidaLa Regla ofrece no una simple devoción a Francisco de Asís desde las múltiples vertientes que existen, sino un verdadero programa de vida evangélica, que compromete la credibilidad del testigo, porque exige fidelidad a la Palabra que da capacidad de ser hijos de Dios (cfr. Jn. 1,12), “pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio” [13]. La forma de vida es una llamada a la santidad, en la que el jufrista se encuentra profundamente implicado, en palabras de Francisco de Asís: “Somos sus madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo mediante el amor divino y una conciencia pura y sincera; y le damos a luz mediante las acciones santas, que deben resplandecer para ejemplo de los demás” [14].

La JUFRA es una forma de vida encaminada a la santidad, como los miembros de la OFS, ya que no se puede concebir una JUFRA separada de la OFS. En este sentido, Pío XII definió a la Orden Franciscana Seglar como “escuela de perfección, de genuino espíritu franciscano y de acción decidida y generosa”, subrayando que “la Tercera Orden quiere almas que en su estado aspiren a la perfección” [15]. Con alegría y con gozo se ha de tender a la santidad, pues, como dice el Concilio Vaticano II: “Es completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” [16]. Juan Pablo II subraya esta afirmación conciliar en la Christifideles Laici: “Es urgente, hoy más que nunca, que todos los cristianos vuelvan a comprender el camino de la renovación evangélica, acogiendo generosamente la invitación del Apóstol a ser “santos en toda la conducta”... Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por tanto, comparten la común vocación a la santidad” [17].

La Regla de la OFS ofrece a la JUFRA un camino de perfección que Santa Catalina de Génova, una franciscana seglar, lo tenía muy claro, cuando, respondiendo a un religioso que le sugería que él se hallaba en mejores condiciones para vivir la caridad perfecta, le dice: “Si yo creyese que ese vuestro hábito encendería en mi corazón una chispa más de amor, os lo arrancaría si no podía obtenerlo de otro modo. En cuanto a que vos tengáis más mérito que yo por las renuncias que habéis hecho por Dios..., es vuestro camino; pero que yo no pueda amar a Dios tanto como vos, esto no me lo haréis creer jamás” [18].

Para vivir en fraternidadEl Papa, en la audiencia concedida a la JUFRA de Italia con motivo de los 50 años de su nacimiento, mayo de 1998, insiste: “la Juventud Franciscana es constitutivamente una vocación para crecer en fraternidad” [19]. Es cierto, la forma de vida ofrecida por la Regla de la OFS es una invitación a vivir el Evangelio al estilo de Francisco, es decir, en fraternidad. La vida en fraternidad es una nota común a toda la Familia Franciscana. La Fraternidad es “el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros” [20]. Las Constituciones Generales definen la vocación de la OFS y de la JUFRA como “llamada a vivir el Evangelio en comunión fraterna” [21]. Esto explica que no existan franciscanos seglares aislados voluntariamente. Los miembros de la OFS y de la JUFRA están llamadas a vivir en fraternidad. El carisma franciscano no se puede vivir aisladamente. Como bien puntualiza el Papa en el discurso de la citada audiencia, la Fraternidad es “comunidad de

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amor y ambiente privilegiado en el que se desarrolla el sentido eclesial y la vocación cristiana y franciscana” [22].

La gran novedad de Francisco no es el haber inventado algo, sino el haber dado al Evangelio una adecuada lectura y actualización. La fraternidad nace de las entrañas mismas del Verbo que pone su tienda junto a la nuestra y nos hace hermanos del mismo Padre (cfr. Jn. 1,14). La JUFRA de Italia subraya este aspecto fundante de la vocación franciscana en su Estatuto “Il Nostro Volto”: “Los jóvenes franciscanos viven la Fraternidad como signo visible de la Iglesia... y como lugar donde naturalmente es animada la vida apostólica de sus miembros” [23].

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1 Gravissimum Educationis (= GE), 2.

2 Cfr. Christus Dominus, 14. 30; Presbyterorum Ordinis, 6; GE 2.

3 Apostolicam Actuositatem (= AA), 12.

4 Cfr. AA. 12.

5 JUAN PABLO II, La gioventù Franciscana un luminoso ideale di vita, en L’Osservatore Romano, 10 de mayo de 1998, p. 5.

6 Regla OFS, 4.

7 Constituciones Generales (= CC.GG), 9.1.

8 Testamento de Santa Clara, 5.

9 CC.GG. 96.1.

10 JUAN PABLO II, o.c., p. 5.

11 CC.GG. 96.3.

12 CC.GG. 96.5.

13 Regla OFS, 4.

14 1CtaF. I, 8-10.

15 PÍO XII, a los Terciarios de Italia reunidos en la Basílica Vaticana, en “L’Osservatore Romano, 2-3 de julio de 1956.

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16 Lumen Gentium, 40.

17 Christifideles Laici (= CL), 16.

18 Vita di Santa Catalina da Genova compilata per cura del suo confessore, Genova 1887, Tip. Arcivescovile, pp. 60-61.

19 JUAN PABLO II, o.c., p. 5; cfr. CC.GG. 96.2.

20 Regla OFS, 22.

21 CC.GG. 3.3.

22 JUAN PABLO II, o.c., p. 5.

23 Il Nostro Volto, 7 a.

PARTE II

La Regla documento de creatividadLa Regla es documento de inspiración para vivir el Evangelio al estilo de Francisco, sin olvidar, como recuerda el Papa que “cada uno es llamado por su nombre, en la unicidad e irrepetibilidad de su historia personal, a aportar su propia contribución al advenimiento del Reino de Dios. Ningún talento, ni siquiera el más pequeño, puede ser escondido o quedar inutilizado” [1].

Presentación de un abanico de opcionesNo se puede concebir una JUFRA separada de la OFS, como es difícil pensar en una OFS insensible a la JUFRA. Todas las Fraternidades de la OFS deben sentir la necesidad de compartir su experiencia de vida evangélica con los jóvenes que “constituyen una fuerza excepcional y son un gran desafío para el futuro de la Iglesia” [2] y de la OFS, en cuanto la JUFRA es fruto de su propia pastoral juvenil y promoción vocacional. El futuro de la Iglesia, su frescura y creatividad, como el de la OFS, se refleja en el lecho del río de su vida, si se ajusta al terreno actual de la juventud, inestable, pero moldeable, para convertirse en el cauce maduro de la vida de mañana. Hay que mantener viva la esperanza y la confianza en los jóvenes como el anciano Juan: “Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno... Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno” (1Jn. 2,13-14).

La OFS ha de presentar a los jóvenes la propuesta franciscana, ayudándoles en la madurez de su vocación y en el proyecto de vida fraterna, con la alegría que Jesús miró al joven del Evangelio (cfr. Mc. 10,21), procurando ayudarles a descubrir nuevos horizontes y a crecer “en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc. 2,52). Las Fraternidades de la OFS consideren a los miembros de la JUFRA no como sujetos pasivos

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en la vocación, sino activos, creando espacios de acogida en la propia fraternidad y otorgándoles protagonismo en las reuniones y en las actividades de la Fraternidad.

La OFS sea generosa en la oferta de opciones que hace a la JUFRA. No olvide que, al fin y al cabo, quien llama es el Señor. La JUFRA no es el vivero de la OFS, del que hará los oportunos trasplantes a la propia Fraternidad. Esto es tacañería. Por el contrario, la OFS considere a la JUFRA tierra cultivable en la que con confianza se siembra la semilla de los múltiples estados de vida cristiana: vida de familia, vida consagrada, vida sacerdotal, OFS, Institutos seculares, los múltiples modos y formas en que la Familia Franciscana expresa el mismo carisma del común Seráfico Padre...

Las opciones que se presenten a los Jóvenes Franciscanos, cuanto más amplias y ricas sean, mejor, ya que les permitirá contemplar, reflexionar y decidir con capacidad para convertirse en protagonistas de la evangelización y misión de la Iglesia y de servicio disponible, sencillo y entregado a los pobres. Importante es pasar de la teoría a la entrega de espacios efectivos, y proporcionar a la JUFRA ocasiones para su crecimiento humano, cristiano y franciscano. Confiados, como dice la Novo Millennio Ineunte, que “si a los jóvenes se les presenta Cristo con su verdadero rostro, ellos lo experimentan como una respuesta convincente y son capaces de acoger el mensaje, incluso si es exigente y marcado por la Cruz” [3].

Presencia y misiónEl Papa, en su discurso a la JUFRA de Italia, hace hincapié en que “el elemento central de vuestra identidad franciscana es la presencia del hermano que se ha de acoger, escuchar, perdonar y amar” [4]. Desde la identidad de la OFS, su Regla ofrece a la JUFRA un amplio campo de presencia y misión: la construcción de un mundo más fraterno y evangélico (art. 14), la promoción de la dignidad del hombre (art. 14), la promoción de la justicia, con opciones concretas y coherentes con la fe (art. 15), el trabajo como prolongación de la mano creadora de Dios (art.16), el desafío por los valores de la familia (art. 17), la fraternidad universal y el respeto por los bienes de la creación (art. 18), la construcción de la paz en el diálogo, el amor y el perdón (art. 19).

Los espacios señalados contienen implícitamente otros: el mundo de la política, de la realidad social, de la economía, de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la investigación, de la comunicación social..., del sufrimiento. Todo esto indica la urgente necesidad de nuevas luces y energías en el Joven Franciscano para realizar la misión, “sin perder ni sacrificar nada de su coeficiente humano, sino manifestando una dimensión trascendente a menudo desconocida” [5]. Los Ministros generales de la Primera Orden y de la TOR confían, dicen en su carta Vocación y misión de los fieles laicos franciscanos en la Iglesia y en el mundo (1989), en que la OFS y la JUFRA sean capaces de utilizar, para un servicio más creativo y fecundo, el patrimonio espiritual y cultural que tienen, echando mano, al mismo tiempo, de los recursos que ofrece la Escuela Franciscana.

FormaciónLos Jóvenes Franciscanos, para llevar a cabo la misión creativa y comprometida que les presenta la Regla de la OFS, necesitan mucha formación. Una formación integral sólida:

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humana, cristiana y franciscana. La formación es una de las prioridades de la OFS y de la JUFRA. En una entrevista a la ex Ministra general, Emanuela De Nunzio, le preguntaron cuál era la prioridad de la OFS. Su respuesta fue la formación. El periodista le preguntó por la segunda prioridad. Y su respuesta fue, otra vez, la formación. Y preguntando por la tercera prioridad, la respuesta de Emanuela fue, de nuevo, la formación. Y es que sin formación, la vocación, la oración y la misión de la OFS y de la JUFRA son mediocres. Sin embargo, si la formación llega a la base de las Fraternidades de la JUFRA, se vivirá una primavera vocacional y se dará una auténtica ósmosis entre los espacios vitales de la vocación franciscana seglar, formándose Jóvenes Franciscanos con capacidad de entrega, de decisión y de testimonio cristiano y franciscano. Aquí tienen un relevante papel el Consejo de JUFRA, el “animador fraterno” y el Asistente espiritual [6].

Me parece muy interesante transcribir la exhortación que hace la Christifideles Laici sobre la formación, que se ajusta estupendamente a los intereses de la JUFRA: “La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” [7].

PARTE III

La Regla documento de corresponsabilidadA través de las pinceladas que la Regla de la OFS ofrece, nos adentramos en la vida de fraternidad de la JUFRA: su organización, su animación y guía, la comunión entre sus miembros...

Salir al encuentro de la juventudEs tarea urgente, no precipitada, sí reflexionada y compartida de cada Fraternidad de la OFS, mirarse en el espejo de la Iglesia que “en los jóvenes percibe su caminar hacia el futuro que le espera y encuentra la imagen y la llamada de aquella alegre juventud, con la que el Espíritu de Cristo incesantemente la enriquece” [1]. Esa misma sensibilidad ha de manifestar la OFS. Es el momento oportuno para salir al encuentro del joven y mantener un diálogo abierto que favorezca el encuentro y el intercambio entre generaciones, de manera tal que la riqueza de ambas beneficie, regenere y robustezca ambas corrientes: OFS y JUFRA.

La Familia Franciscana en general, pero la OFS en concreto, tiene toda una gama de posibilidades para conectar con la juventud de hoy. Se la brinda, en primer lugar, la misma figura de Francisco de Asís: su vida y su espiritualidad; en segundo lugar, el corazón de la Regla de la OFS late al unísono con el corazón del joven, buscador de fraternidad, justicia, armonía con la creación, paz, ecología..., siempre profundizando en la persona viviente y operante de Cristo, en la aspiración de ser sus testigos con la vida y con la palabra [2]; en tercer lugar, la juventud franciscana espera que la OFS cuide “la vitalidad y la expansión de las Fraternidades de la JUFRA” [3].

Esto requiere de las Fraternidades de la OFS un esfuerzo que las Constituciones Generales lo describen como acompañamiento “a los jóvenes en su camino de crecimiento humano y

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espiritual con propuestas de actividad y contenidos temáticos” [4]. El acompañamiento conlleva el completar la promoción vocacional y cuidar de la vida que está naciendo, sin menoscabo de la propia personalidad del joven. En el acompañamiento se debe cuidar la sensibilidad del acompañado y la escucha del mismo. Se ha de saber cuidar la semilla, sea en el riego como en el calor, que la demasiada agua no la ahogue, ni el demasiado sol la sofoque.

El acompañante, que frecuentemente es también el “animador fraterno” [5], ha de hacerse compañero. Mientras acompaña al joven franciscano, el acompañante va creciendo también, se identifica con él, sin mezclar ni disolver los roles de cada uno, que son diversos. Tanto la Fraternidad como el “animador fraterno” han de confrontarse frecuentemente no sólo con la JUFRA, sino entre ellos mismos para evaluar el camino que están haciendo.

El “animador fraterno” ha de crear un espacio de estrecha comunión entre la OFS y la JUFRA. La formación es la tarea principal del “animador”, junto con el Consejo de JUFRA y el Asistente espiritual, para que los Jóvenes Franciscanos crezcan como cristianos y franciscanos, convencidos de su identidad y pertenencia.

La asistencia espiritual a la JUFRAEl Asistente espiritual de la JUFRA normalmente es el Asistente de la OFS. Su labor es la asistencia espiritual. Procure trabajar en estrecha colaboración con el “animador fraterno” y el Consejo de la JUFRA.

Los objetivos específicos del Asistente espiritual son: testimoniar la espiritualidad franciscana, el amor fraterno a la JUFRA y la comunión entre los religiosos franciscanos y los Jufristas. Esto no significa sólo dar, sino ser capaz de recibir, dejarse envolver por la reciprocidad de comunión y amor fraternos por parte de la JUFRA. La asistencia le hace, al mismo tiempo, ser puente de comunicación y de trasiego de bienes entre dos fraternidades: la de los religiosos y la de JUFRA.

La asistencia espiritual a la JUFRA exige del Asistente ser miembro activo en el proceso de formación de los Jóvenes Franciscanos. Su tarea es la de colaborar en el proceso formativo y de discernimiento con el animador fraterno. El Asistente no ha de olvidar que lo suyo es una colaboración, dejando espacio a los Franciscanos Seglares.

El Asistente espiritual ha de saber escuchar, esperar, tener paciencia y ser fiel. La fidelidad, sobre todo, en los momentos difíciles, de desaliento y desánimo. Ha de vivir con la JUFRA, compartiendo y ofreciendo contenido, teniendo presente que el punto de partida y la meta es la misma para todos los Jufristas, pero teniendo en cuenta que el recorrido del camino no todos los hacen al mismo ritmo, por lo tanto con un ojo puesto en quienes más lo necesitan.

La responsabilidad de la JUFRALa responsabilidad de la JUFRA en este acompañamiento, por el hecho de tener el Asistente espiritual y el “animador fraterno”, no disminuye nada. Las dos figuras

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mencionadas complementan, pero no substituyen, la tarea de la JUFRA como Consejo , como Fraternidad y como personas.

La JUFRA, sirviéndose de esquemas propios del mundo juvenil y su pedagogía [6], presenta a sus miembros la vida fraterna, con el fin de desarrollar en ellos el sentido eclesial y la vocación cristiana y franciscana; la inserción en la vida de la Iglesia local; el servicio como misión en la Iglesia y en la sociedad; la integración de la oración, la contemplación y los sacramentos en el camino espiritual; el diálogo y la colaboración con las Fraternidades franciscanas y otros grupos eclesiales; la formación adecuada a la etapa juvenil de sus miembros; la celebración del momento recreativo, haciendo “que ellos mismos sean capaces de manifestar una mentalidad cristiana en todos los ámbitos de la existencia, incluidos el del ocio y la diversión” [7].

Por otra parte, la JUFRA tiene una corresponsabilidad también en el Consejo de la Fraternidad de la OFS del nivel correspondiente [8]. Ambas Fraternidades, OFS y JUFRA, se pueden considerar como vasos comunicantes, haciéndose partícipes la una de la otra de los propios valores, también en las responsabilidades que cada una de ellas tiene.

ConclusiónLas Fraternidades JUFRA comprometen muy seriamente a la OFS y a la Asistencia espiritual de la Primera Orden y de la TOR. A la Orden Franciscana Seglar porque los Jóvenes Franciscanos quieren hacerse partícipes del carisma franciscano y seglar. Son talentos que no pueden, ni deben guardarse en el bolsillo, hay que jugarlos. La OFS, al haber recibido este talento, se compromete al riesgo, y en el riesgo va la vida, y la vida, evangélicamente, solo se gana entregándola. La JUFRA es fruto de la entrega y del regalo de los Franciscanos Seglares, si asumen a la JUFRA como parte de su pastoral juvenil y promoción vocacional.

A la Primera Orden y a la TOR, porque han comprometido su palabra de “asistencia espiritual” ante la Iglesia. Pero no sólo por esto, sino porque como miembros de la Familia Franciscana, han de conocer y amar a la JUFRA y su “camino vocacional”, en el que de forma y modo diverso a los religiosos, ésta exprime el carisma del común Seráfico Padre.

Termino invitando a las Fraternidades de JUFRA a enraizarse profundamente en las Fraternidades de la OFS, a sentir el calor humano y espiritual del Asistente, pero sintiéndose injertadas en las Fraternidades de la OFS, “particularmente responsables” de la Juventud Franciscana [9].

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1 CL. 46.

2 Cfr. Regla OFS, 6.

3 CC.GG. 97.1.

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4 CC.GG. 97.1.

5 CC.GG. 97.2.

6 Cfr. CC.GG. 96.5.

7 Ecclesia in Europa, 62.

8 Cfr. CC.GG. 97.4.

9 CC.GG. 96.2.

XIV- FRANCISCANOS SEGLARES AISLADOS DE SUS FRATERNIDADES LOCALES

Roma, 21 de octubre de 2003

Circ. 11/02-08

A los Consejos nacionales y los Consejeros internacionales OFS

Queridos hermanos: a todos vosotros nuestro más sincero saludo de paz y bien.

Las conclusiones del Capítulo General, referentes a la Formación, dicen:

La Presidencia deberá pedir a las Fraternidades nacionales, dando las oportunas indicaciones, cuando sea pertinente, que los franciscanos seglares que se encuentran, por graves y justificados motivos, aislados de sus fraternidades locales, sean ayudados con medios adecuados, según las circunstancias.

El tema de los hermanos y hermanas que se encuentran aislados de las Fraternidades locales es importante, especialmente, porque uno de los valores fundamentales del ser cristianos-franciscanos es el vivir en fraternidad.

Este valor, aun siendo un valor eminentemente evangélico (y, por lo tanto, esencial para todos los discípulos de Cristo), para nosotros franciscanos es un imperativo categórico que nos debe caracterizar. Muy bien lo expuso el Card. Etchegaray con ocasión del Jubileo Franciscano y de cuyo discurso recojo algunas frases particularmente significativas:

“Esta tarde, no aplazo el daros mi opinión sobre vuestra familia, pues el signo que me parece, mejor os define y mejor logra el esfuerzo jubilar de la Iglesia, es la fraternidad. ... En la fraternidad, San Francisco introduce el sentido de responsabilidad para la exigencia de lo que llama una “reciprocidad de servicio” y también una “mútua obediencia” hasta en el seno de una comunidad religiosa...

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La fraternidad franciscana aparece como la imagen profética de una humanidad en la que todos se reconocen plenamente hermanos. ... Jamás la verdadera fraternidad ha sido al mismo tiempo tan deseada y tan poco vivida. ...

... Se eligen los amigos pero no los hermanos y las hermanas, es esto lo que hace a la fraternidad, por su carácter indeleble, tan onerosa”.

Está claro, pues, que cuando, por los motivos más variados, el vivir en fraternidad es imposible en el sentido pleno y tradicional, es necesario recurrir a la creatividad que sólo nace de un maduro e intenso amor fraterno hacia los hermanos.

El Capítulo general ha comprobado que muchos hermanos y hermanas, por los motivos más diversos, viven prácticamente aislados de las propias Fraternidades.

Lejos de resignarnos a un tal estado de cosas, los hermanos, y sobre todo aquellos que tienen puestos de responsabilidad, deben proveer a mantener intacto el lazo que une a los unos con los otros y facilitar su crecimiento y su realización espiritual. A éstos, pues incumbe la responsabilidad respecto a los hermanos y a la Fraternidad, para que cada uno se realice en su vocación... (CC.GG. 31.2).

Este deber de caridad es requerido, en primer lugar, en el Ministro y en el Consejo de la Fraternidad local de los hermanos interesados. Donde no suceda así, es deber de la Fraternidad de nivel superior intervenir, en el espíritu del principio de subsidiariedad (cfr. CC.GG. 33).

Lo primero que se ha de hacer, obviamente, es analizar, caso por caso, el motivo del aislamiento.

enfermedad trabajo familiares grandes distancias encierro situaciones ambientales otros Cada una de estas causas constituye un caso en sí mismo y requiere una reflexión específica y profunda. Mejor que se haga por parte de quien ya vive una relación local de Fraternidad, que tiene relaciones personales con los sujetos, que comparte esquemas culturales, lengua y, obviamente, todo cuanto se refiere a la vocación y a los ideales franciscanos.

Los remedios standard, por decir, se hallan al alcance intelectual y práctico de cada uno. Los indicamos para completar, convencidos de no decir nada de particularmente original.

Procurar visitar la persona aislada con una periodicidad regular en caso de que ésta no pueda moverse (pensamos en los enfermos crónicos, ancianos solos o que viven en residencias), procurándoles aquellas ayudas (espirituales y materiales) de las que tienen

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necesidad los hermanos, subjetivamente y objetivamente. Pensemos, hermanos, que en nuestras Constituciones de 1688 (Inocencianas), entre los oficios de la Orden estaban los de Enfermero Mayor y Enfermeros Menores. Muchos hermanos y hermanas cuidan a los propios hermanos enfermos y ancianos. Sin embargo, también se dan, muy (demasiado) frecuentemente, casos de hermanos y hermanas prácticamente abandonados. San Francisco exhorta a sus hermanos a amarse más de lo que una madre ama a sus hijos. Organizar acontecimientos, una o dos veces al año, que integren a los hermanos aislados, si es posible en los lugares donde viven. Estar en contacto telefónico con ellos. Mantener correspondencia electrónica o postal con regularidad. Enviarles con puntualidad, donde es posible, el periódico o boletín de información sobre la vida de la Fraternidad a la que pertenecen, revistas, películas, libros, textos o lo que se suele hacer por parte de los hermanos, y que constituye la base de un compartir espiritual y fraternalmente, aunque sea a distancia.Está claro, pues, que el problema de los hermanos aislados existe y debe ser afrontado seriamente por las Fraternidades nacionales, que tienen el deber de sensibilizar a las Fraternidades de nivel inferior; la fraternidad es un valor fundamental para el cristiano y particularmente característico del franciscano. La fraternidad es comprendida, vivida, construida concretamente, día a día, con los hermanos que Dios nos da, y es defendida y restaurada cuando no funciona debidamente; se debe comprender la responsabilidad que nos incumbe a cada uno de nosotros, y sobre todo a los Ministros y Consejos de las Fraternidades locales y de nivel superior de cada una de las naciones, para la realización humana y espiritual de los hermanos. No olvidemos nunca las palabras con las que hemos profesado: ... la comunión fraterna me asista siempre para conseguir la perfección de la caridad cristiana (fórmula de la Profesión, Ritual n. 31); no se debe dejar de intentar nada para socorrer las necesidades de los hermanos aislados, con toda la creatividad individual que se manifiesta en el auténtico amor fraterno.Solicitamos que las Fraternidades nacionales efectúen una encuesta diligente para conocer en las propias naciones: cuántos hermanos/hermanas viven, de hecho, en un estado de aislamiento; cuáles son las razones de tal aislamiento; si se existen actividades encaminadas a ayudar a estos hermanos/hermanas y cuáles son estas actividades; donde no existen, presentar propuestas que puedan llevarse a la práctica para ir al encuentro de estos hermanos. El resultado de esta encuesta, así como las razones y soluciones prácticas adoptadas se enviarán cuanto antes al Secretariado, a la atención de la Comisión de Formación de la Presidencia, la cual, después de haberlas examinado, las enviará a todas las Fraternidades nacionales para ofrecer importantes principios, ejemplos y modelos que, eventualmente, pueden ser aceptados en los respectivos países.

Esperando sentiros cuanto antes, os envío, en mi nombre y en el de los miembros de la Comisión, un afectuoso abrazo con el deseo de paz y bien.

Benedetto LinoCoordinador de la Comisión de Formación.

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XV- LA FAMILIA FRANCISCANAComunión en la Familia Franciscana

Fr. Agostino Gardin, OFM/Conv.

Una de las prioridades del Capitulo General para el sexenio 2002/08 es la “Comunión en la Familia Franciscana”. Decidimos publicar en este Boletín, en su totalidad o en parte, las charlas tan importantes presentadas acerca de este tema por los participantes en la mesa-redonda llevada a cabo durante el Capítulo. Así como la de la Hna. Antonella Perugini, OSC (ver en el número 3/2003) y la de Fr. Agostino Gardin, OFMConv, que estamos publicando aquí en parte.

Fr. Agostino introduce el tópico enlazándolo con el Concilio Vaticano Segundo, el cual, entre otras cosas, nos dio una visión de la Iglesia.

De esta nueva eclesiología -- dice el ponente -- recordamos dos de sus elementos característicos:

-- Comunión: siendo el objetivo mas importante de la Iglesia, ya que ella es llamada a ser reproducción (siempre limitada y marcada por el pecado) de la Santísima Trinidad, la cual es comunión perfecta en la diversidad.

-- La llamada universal a la santidad, basada en el bautismo. Aquello que en la Iglesia es diferencia (carismas, ministerios, espiritualidad), es mucho menos importante que aquello que la une, tal como una vocación común o la consagración bautismal. Esto ha producido (y continua produciendo, ya que no es simplemente un cambio de mentalidad instantáneo), una manera distinta de relacionarse, particularmente, religiosos con laicos, religiosos y religiosas [...].

La Familia FranciscanaDesearía ahora expresar como encuentro y siento el significado de esa comunión. Comienzo con dos factores importantes e incontrovertibles:

1. Todos nosotros, miembros de la Familia Franciscana, encontramos en la experiencia de Francisco y Clara un carisma, una inspiración, un camino espiritual que puede aportar o contribuir con una manera determinada, con una forma específica a nuestro ser cristiano, a nuestra respuesta a nuestra vocación bautismal común.

2. De allí que todos nosotros sentimos el llamado y nos comprometemos a transmitirlo, tanto como sea posible, en nuestra vida; aquél “espíritu franciscano” que nos ayuda a ser discípulos de Jesús, mientras intentamos vivir el evangelio radicalmente.

Cuando digo, todos nosotros, quiero decir hombres y mujeres franciscanos, religiosos y laicos. Y esto lo coloco dentro de la gran comprensión de la Iglesia, madurada en el Concilio que considera a todos nosotros fundamentalmente en la misma forma, religiosos y laicos.

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La mentalidad, en verdad, no se cambia fácilmente. A mi me gustaría considerar ahora los varios componentes de la familia franciscana a la luz de sus similitudes.

a. La Primera Orden y la TOREstoy convencido que muchos de los hermanos de la Primera Orden y la TOR se consideran a si mismos -- sin declararlo, o afirmarlo con arrogancia -- “un poco más franciscanos”, por ejemplo, que los franciscanos seglares. De hecho, la tendencia es transferir elementos jurídicos o institucionales, o incluso históricos, a nivel de nuestra vida en relación con Dios, o en la práctica del Evangelio. Yo creo que nosotros podemos decir definitivamente que uno puede insinuar una clase de tentación farisaica: uno cree que usando el hábito, haciendo los tres votos, viviendo permanentemente en comunidad, teniendo a su disposición una regla escrita específicamente para nosotros, supone automáticamente que somos mas franciscanos en nuestros corazones y en nuestras vidas.

En realidad, no siempre detrás o entre las formas, se puede encontrar la sustancia, ni tampoco que un profundo conocimiento de valores refleje que la propia vida se rige por esos valores. Incluso, algunas veces, debemos recordar esas palabras del mismo Jesús en relación a los fariseos: “así que hagan todo y observen cada cosa que ellos te digan, pero no sigan su ejemplo” (Mat. 23:3)

No deseo desacreditar a los hermanos: entre ellos hay muchos que son realmente franciscanos. Pero a menudo, yo he percibido que los franciscanos seglares viven su forma de entrega personal, en caridad, sin lo cual nada cuenta, o en la “verdadera y perfecta alegría” en tribulaciones, en una manera mas intensa y radical que yo mismo [...].

b. Hermanas ClarisasTodos tenemos una sincera admiración por las Hermanas Clarisas. Su coraje al escoger esa vida, nos impresiona (y muchas veces nos encontramos destacando que nosotros no podríamos hacer lo mismo). No tenemos dudas que la Segunda Orden Franciscana en general, ora y contempla mucho mas que los otros franciscanos. Y todos los franciscanos se encuentran a sí mismos, confortados y estimulados por su muy visible y firme afirmación de la primacía de Dios. Pero esto no quiere decir necesariamente que las Hermanas Clarisas viven de hecho el Evangelio con todas sus exigencias, mucho mas que otros, ni que ellas viven necesariamente la espiritualidad franciscana en todas sus facetas. A veces -- esto es solo un ejemplo -- la dedicación a una intensa vida contemplativa no trae automáticamente una vida fraterna verdaderamente evangélica.

La elección de las Hermanas Clarisas, que siempre responde a una llamada a vivir “en la presencia de Dios” y, particularmente a concentrarse en El, nos habla con una gran eficacia. Sin embargo, no es realmente el hecho de vivir detrás de una pared, o detrás de una reja, ni el hecho de dedicar más horas a la oración que nos garantiza necesariamente el “vivir el Evangelio”, la elección de Francisco y Clara. Porque la vida pública de Jesús no fue enclaustrada sino itinerante, y a pesar que El estuvo muchas horas en oración, El también anunció el Reino, curando al enfermo y comiendo con publicanos y pecadores. También debemos recordar que, incluso si Clara, hubiera deseado una vida similar, en alguna

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manera, a aquella de los hermanos, o si Francisco hubiera querido proponérsela a ella, esto no hubiera sido posible: la única forma de vida religiosa aceptada para las mujeres de aquel tiempo era la monástica-enclaustrada (reforzada por el principio para las mujeres aut murus aut maritus). También debemos recordar, porque es emblemático, que tres siglos después St. Angela Merici trató de establecer, con su Compañía de Santa Ursula, un instituto religioso femenino con la intención final de hacer apostolado, compuesto de mujeres que vivirían en el mundo, sin votos y sin hábito, pero ella fue forzada a aceptar primero el hábito, luego la vida de comunidad, finalmente el claustro.

Cuando pienso en las Clarisas quienes son un componente esencial de la Familia Franciscana, me pregunto a mi mismo si los otros componentes no deberían ayudarlas a mostrar la frescura del estilo franciscano dentro de un tipo de vida religiosa, el monástico, el cual en Occidente, tiene una matriz Benedictina por encima de todas. Yo no creo que esto sea tan fácil.

c. Hermanas Religiosas FranciscanasYo pudiera hacer un discurso análogo para las Hermanas Religiosas Franciscanas quienes están inspiradas por la Regla de la Tercera Orden Franciscana, con toda la variedad de propósitos específicos que han creado sus respectivos institutos. Mi presente designación como Asistente del Movimiento Franciscano de Religiosas en Italia, me permite decir que en varios institutos hay una notable atención al contenido franciscano de su carisma, que a veces excede al de los hermanos de la Primera Orden. Mas aún, ellas saben como poner en acción considerable dedicación a la oración, fraternidad, misión y caridad; pero no siempre son exitosas haciendo, como uno dice, una síntesis feliz e integral del franciscanismo.

d. Los Franciscanos Seglares.Los Franciscanos Seglares casi siempre saben como llevar adelante la propia vida de los llamados laicos u seglares -- significando “en el mundo”, pero es una palabra llena de ambigüedades -- estilos, actitudes, escogencias, menos institucionalizados, marcados o visibles, pero no por esto, menos evangélicos que ellos de la Primera y la Segunda Orden, y también de los institutos religiosos, que traen inspiración de la Orden Tercera. Así que, su evangelismo es muchas veces más humilde y auténtico, más atento a las situaciones humanas (por ejemplo en la familia) lo cual es realmente difícil. Sin embargo, incluso una inserción asidua en el exigente tejido de la historia, de la familia, del trabajo, etc. no es suficiente para garantizar una actualización auténtica y seria del Evangelio y del estilo franciscano. Uno puede, de hecho, estar en la difícil vida del “mundo”, pero con insuficientes referencias al Evangelio, con una escucha superficial y apresurada de la Palabra, con un tiempo de oración tan empobrecida que no puede iluminar situaciones y opciones.

ConclusionesAquí están ahora las conclusiones: ninguno vive en una manera completa, o debemos decir, en un nivel superior a otros, el Santo Evangelio, es el estilo evangélico propuesto por Francisco y Clara. Podemos decir: en relación al Evangelio, estamos en el mismo nivel. Lo nuestro es una comunión entre iguales.

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Pero este descubrimiento nos lleva a hacer una segunda conclusión: nos necesitamos los unos a los otros. [...]

Y por esto la comunión dentro de la Familia Franciscana es vital, esto es necesario, indispensable, como el aire y el alimento. Es también “recíproca”: la experiencia, conocimiento, riqueza de uno es necesario para el otro. Sin esta comunión vital y recíproca, vamos hacia la muerte del franciscanismo mientras vivamos una falsa realidad.

XVI- LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR EN LA FAMILIA FRANCISCANAFr. Valentín Redondo - OFMConv

PARTE I

Este año, la Orden Franciscana Seglar está celebrando las Bodas de Plata de la aprobación de la Regla por Pablo VI, 24 de junio de 1978. Uno de los puntos sobresalientes e interesantes que destaca la Regla de la OFS es el de la Familia Franciscana que “comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís” [1], al que le complementa el de la “recíproca comunión vital” [2]. Dos aspectos fundamentales que ayudan a reflexionar sobre el puesto que la Orden Franciscana Seglar tiene en la Familia Franciscana.

La Familia FranciscanaEl carisma que anima a la Familia Franciscana es el mismo de Francisco de Asís. La Regla de la Orden Franciscana Seglar define muy bien el carisma de cuantos componen la Familia Franciscana: “Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, la Familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís. En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia” [3].

La Familia Franciscana es suscitada en la Iglesia por el Espíritu Santo [4]. Es don del Padre [5]. Es el Padre de las luces, el Padre de las misericordias el que suscita a sus miembros.

En línea con la eclesiología del Vaticano II, la Familia Franciscana la forman todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, llamados a seguir a Cristo al estilo de Francisco de Asís: laicos, religiosos/as y sacerdotes. Todos los franciscanos, como miembros del Pueblo de Dios, están llamados a alcanzar la perfección de la caridad, cada uno en su estado, viviendo el Evangelio que han profesado. Por lo tanto, en la Familia Franciscana, los religiosos y las religiosas, los miembros de la Jerarquía (sacerdotes y obispos), y los seglares, son invitados por el Espíritu Santo a vivir el Evangelio según el carisma del Poverello.

Dos aspectos fundamentales nos unen: el seguimiento de Cristo y la vida en fraternidad. El seguimiento de Cristo es el punto focal del vivir cristiano [6]. El punto central del

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seguimiento no es una doctrina, sino una persona concreta, Jesús de Nazaret, que ha nacido de una mujer y ha puesto su tienda en medio de nosotros. Lo importante y significativo del seguimiento no es una ideología o doctrina, sino una persona histórica, nacida en el tiempo [7].

En segundo lugar, nos une fundamentalmente la fraternidad [8] [, no la pobreza, ni la humildad, ni ninguna de las virtudes, sino el vivir como “hermanos”. Todo está o debe estar al servicio de la fraternidad. En las Constituciones de toda la Familia Franciscana se subraya el aspecto de la fraternidad [9].

En cuanto a la OFS, leemos en su Regla: “La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional. Cada una de estas Fraternidades tiene su propia personalidad moral en la Iglesia. Las Fraternidades se coordinan y unen entre sí, de acuerdo con lo que se establece en esta Regla y en las Constituciones” [10].

La relación con los otros miembros de la Familia FranciscanaLa Familia Franciscana la componen, y esto es importante subrayarlo, los hermanos de la Primera Orden, en sus diversas ramas, las Hermanas Clarisas, también en sus diversas ramas, la Orden Tercera Regular (femenina y masculina) y la Orden Franciscana Seglar. La Familia Franciscana no es la Primera Orden, ni la Primera Orden es la única heredera y depositaria del carisma de Francisco, de los valores evangélicos vividos por el Poverello y transmitidos a sus hijos.

Como bien señala la Regla de la OFS: “La Familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís” [11]. Y las Constituciones Generales de la OFS concretan más y mejor la vivencia de esta vida en Familia: “Los franciscanos seglares traten de vivir en “recíproca comunión vital” con todos los miembros de la Familia Franciscana. Estén siempre dispuestos a promover y a participar en iniciativas comunes con los religiosos y las religiosas de la Primera, Segunda y Tercera Orden, con los Institutos seculares y con otros grupos eclesiales laicos que reconocen a San Francisco como modelo e inspirador, para colaborar en la difusión del Evangelio, eliminar las causas de la marginación y servir la causa de la paz” [12]. Y añaden: “Deben cultivar un particular afecto, que se traduzca en iniciativas concretas de comunión fraterna, hacia las hermanas de vida contemplativa” [13].

Un espíritu semejante se nota en las Constituciones de la Primera Orden y de la TOR: “Cultívense relaciones de fraternidad y cooperación con los hermanos de las demás familias de nuestro Seráfico Padre Francisco: por ello, promuevan nuestros hermanos oportunas iniciativas y colaboren en las de las demás familias, para la consolidación de vida y del apostolado de la religión católica” [14].

Y las mismas Constituciones, en otro punto, subrayan la búsqueda de la unidad de espíritu para manifestar claramente el carisma seráfico: “Promuévase, además, la unidad del

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espíritu franciscano en la Primera y Segunda Orden, en los institutos franciscanos y en la Orden Franciscana Seglar, a fin de que se manifieste plenamente el carisma seráfico” [15].

1 Regla OFS 1.

2 Ibidem, 1.

3 Regla OFS, 1.

4 Ofrece “a sus miembros el apoyo de una mayor estabilidad en la manera de vivir, de una doctrina experimentada para conseguir la perfección, de una comunión fraterna en el servicio de Cristo, de una libertad fortalecida por la obediencia”. Y continúa: “Dios llama a algunos cristianos de ambos estados --clero y laicos- a gozar de un don particular en la vida de la Iglesia y a contribuir, cada uno a su manera, a la misión salvadora de ésta”. Lumen Gentium (= LG), 43.

5 Cfr. T. 14.

6 “Guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres” (Regla OFS, 4). Y la Regla de los Hermanos Menores escribe: “Seguir el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2R. 1). “La forma de vida de los hermanos y de las hermanas de la Tercera Orden de San Francisco es ésta: observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo (Regla TOR, 1,1). “La forma de vida de la Orden de las Hermanas Pobres, instituida por el bienaventurado Francisco, es ésta: observar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (Regla de Santa Clara, 1,1-2).

7 Cfr. Gal. 4,4.

8 Cfr. T. 14.

9 “La Orden de los Hermanos Menores Conventuales es la religión fundada por San Francisco de Asís con el nombre de Hermanos Menores... Los miembros de la Orden se llaman Hermanos Menores Conventuales... Constituyendo como hermanos una familia... Se constituyen en fraternidad conventual propiamente dicha, con el fin de fomentar mejor la devoción, la vida ordenada, el oficio divino solemne, la formación de los candidatos...” (Constituciones OFMConv., 1,1-2.4). “La Orden de Frailes Menores, fundada por S. Francisco de Asís, es una fraternidad... Los hermanos, seguidores de S. Francisco, están obligados a llevar una vida radicalmente evangélica... en comunión fraterna”. (Constituciones OFM, 1,1-2). “San Francisco, fundador de nuestra Fraternidad..., después de escuchar el pasaje evangélico de la misión de los discípulos, inició la Fraternidad de la Orden de los Menores... Como Hermanos Menores Capuchinos es necesario que conozcamos el carácter y los fines de nuestra Fraternidad...”. (Constituciones OFMCap., 1,3; 3,1; 4,1). “La Tercera Orden Regular de San Francisco es una fraternidad evangélica... En el espíritu de San Francisco, los hermanos se obligan libremente a vivir en fraternidad”

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(Constituciones TOR., tit. 1,1.2). La Orden de Santa Clara es también una fraternidad: “La forma de vida de la Orden de las Hermanas Pobres...” (Regla de Santa Clara, 1,1).

10 Regla OFS, 20.

11 Regla OFS, 1.

12 CC.GG. 98.1.

13 CC.GG. 98.2.

14 Constituciones OFMConv., 114.1. “Los hermanos recuerden con agrado que el carisma, dado por Dios a San Francisco, suscita y manifiesta sus múltiples frutos tanto con los Frailes Menores como con los otros miembros de la Familia Franciscana” (Constituciones OFM, 55.1). “La variedad de los institutos religiosos que, por designio divino, ha ido creciendo para el bien de la Iglesia, florece también en la misma y única espiritual Familia Franciscana, de tal manera que el carisma del Fundador se difunde y ejerce su eficacia por medio de muchos hermanos y hermanas, también de la Orden Seglar” (Constituciones OFMCap., 94.1). “Como hijos de un mismo padre, debemos sentirnos unidos por vínculos especiales con los miembros de la entera Familia Franciscana y en particular con los Institutos regulares que profesan la misma regla, además de con la Orden Franciscana Seglar” (Constituciones TOR, título I, 5). Las Constituciones de una de las ramas de Clarisas dicen: “Debemos mantener mutuas y fraternas relaciones con la Orden Franciscana Seglar” (art. 122).

15 Constituciones OFMConv., 114.2. ”Los Hermanos Menores estimen a la Orden Franciscana Seglar, la ayuden con cuidado especial y favorezcan la vida recíproca y la mutua asistencia, para que se empape más del genuino espíritu franciscano y se promueva en el mundo, principalmente entre los jóvenes” (Constituciones OFM., 60.2). “Vivan, pues, en la fraterna comunión del mismo espíritu y promuevan de buena gana en colaboración recíproca los estudios y las iniciativas comunes de vida y de actividad franciscana” (Constituciones OFMCap., 94.2). “Nuestros religiosos tengan en gran estima a la OFS, sea porque compartimos con ella un mismo carisma penitencial franciscano, sea porque, en unión con los hermanos y las hermanas seglares, manifestamos más plenamente este carisma” (Constituciones TOR, 157).

PARTE II

Maneras y formas diversasLa grandeza del Espíritu que reside en nosotros [1] está en la capacidad de crear maneras y formas diversas para el bien común [2]. Dentro de la diversidad de formas y maneras de manifestar el carisma de Francisco, muy bien se puede traer a colación el ejemplo de cuerpo que describe Pablo en la primera Carta a los Corintios, en el que se manifiesta la función diversa de cada uno de sus miembros [3], como en la Familia Franciscana se manifiestan las diversas expresiones del vivir el carisma de Francisco.

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El Espíritu es el que llama, y la respuesta a la llamada se personaliza y concreta en la vida, mediante la gracia y el don del mismo Espíritu, en opciones determinadas y compromisos concretos en la vida consagrada [4] o en la vida secular [5]. Se vive el carisma en maneras y formas diversas, pero con un objetivo común: alcanzar la santidad, la caridad perfecta. Las Constituciones de la OFS lo expresa así: “Los franciscanos seglares se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio según la espiritualidad franciscana, en su condición seglar” [6]. Las otras Ordenes especifican su forma de vivir en fraternidad como hermanos [7], aunque se les haya incluido en el Derecho Canónico entre los institutos clericales [8].

El objetivo, pues, es el mismo: vivir el Santo Evangelio. Tomás de Celano lo expresa sencilla y brevemente: “a todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno” [9]. Y Francisco, en la Carta a todos los fieles, indica el propósito que le ha hecho escribir la carta y enviarla a través de mensajeros: “Me he propuesto comunicaros... las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del Espíritu Santo, que son espíritu y vida” [10]. Ambos textos se hallan en total armonía con el pensamiento del Vaticano II cuando dice: “Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor. Esta santidad favorece, también en la sociedad terrena, un estilo de vida más humano” [11].Si con insistencia se ha señalado que la vida religiosa es camino de perfección, la misma solicitud señala Pío XII a los franciscanos seglares, en su estado secular, cuando dice: “La Tercera Orden quiere almas que en su estado aspiren a la perfección” [12]. Que la meta del camino de perfección en la vida franciscana consagrada es la misma que la del seglar franciscano lo expresa muy bien Santa Catalina de Génova, una terciaria de altas cumbres místicas, que vivió su vida evangélica en familia y casada, dirigiéndose a los frailes: “Si yo creyese que ese vuestro hábito encendería en mi corazón una chispa más de amor, os lo arrancaría si no podría obtenerlo de otro modo. En cuanto a que vosotros tengáis más mérito que yo por la renuncia que habéis hecho a Dios..., es vuestro camino; pero que yo no pueda amar a Dios tanto como vosotros, esto no me lo haréis creer jamás” [13].

La OFS es una vocación específicaLa vocación del franciscano seglar es una llamada a vivir el Evangelio al estilo de Francisco de Asís en su condición secular. La OFS no es una devoción, sino que es un estilo de vida evangélico. Frecuentemente la confusión creada entre devoción y vocación franciscana, especialmente en su estado secular, ha hecho que el sentido de pertenencia y la especificidad de su vocación se especifiquen mucho más en las últimas Constituciones: “La vocación a la OFS es una vocación específica, que informa la vida y la acción apostólica de sus miembros. Por consiguiente, no pueden formar parte de la OFS quienes ya están vincu-lados, mediante compromiso perpetuo, a otra familia religiosa Instituto de vida consagrada” [14]. La OFS llena toda la vida del vocacionado en su estado secular. No tiene necesidad de ir buscando donde completar y llenar su vacío. Si así fuere, es señal de que el hermano profeso no ha comprendido el sentido pleno de su pertenencia a la Orden Franciscana Seglar, o no es un profeso maduro, lo que hace que vuele de flor en flor buscando posibles néctares nuevos y más agradables.

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La eclesiología del laicado del Concilio Vaticano II reafirma que “los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios. Viven en el mundo, en todas y cada una de las profesiones y actividades del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social... Es ahí donde Dios les llama a realizar su función propia, dejándose guiar por el Evangelio para que, desde dentro, como el fermento, contribuyan a la santificación del mundo, y... sobre todo con el testimonio de su vida, muestren a Cristo a los demás” [15].

Los franciscanos seglares, asumiendo la secularidad como carácter propio y peculiar, “por vocación, deben vivir como una realidad indivisible su pertenencia a la Iglesia y a la sociedad” [16]. Y las Constituciones Generales complementan esta invitación y afirmación, subrayando la importancia del deber en el propio trabajo y el espíritu de servicio en sus responsabilidades sociales y civiles: “Como primera y fundamental contribución para la edificación de un mundo más justo y fraterno, comprométanse en el cumplimiento de los deberes propios de su trabajo y en una adecuada preparación profesional. Con el mismo espíritu de servicio asuman sus responsabilidades sociales y civiles” [17].

El seglar franciscano, convencido de su vocación, debe informar del carisma franciscano las realidades terrenas y sociales en que vive, inspirado “en la persona y en el mensaje de San Francisco de Asís, en vistas a establecer una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas...; creen en todas partes una atmósfera de hermandad...; comprométanse a “crear condiciones dignas de vida” para todos y a trabajar por la libertad de todos los pueblos” [18].

¡Ojalá! que esta vocación específica y peculiar de la OFS no sea ofuscada con una misión pastoralista, sustitutiva de la acción de los clérigos y religiosos ante la carencia y reducción numérica de los mismos. Colaboren, por el contrario, en aquellos ambientes y áreas en los que como dice Vita Consecrata, se da una “continuidad con las experiencias históricas de las diversas Órdnes seculares o terceras Órdenes, ya que se ha comenzado un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado” [19].

1 Cfr. Rm. 8,11.

2 Cfr. 1Cr. 12,4-7.

3 Cfr. 1Cr. 12,13-26.

4 Cfr. Constituciones OFMConv., 2,1; OFM., 4,1; OFMCap., 4,4-5; TOR., título I, 2.

5 Cfr. CC.GG. 17.1-2.

6 CC.GG. 8.1.

7 Cfr. Constituciones OFMConv., 1, 1-4; OFM., 1, 1-2; 3,1; OFMCap., 1,3; TOR, título I, 1.

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8 Cfr. Constiuciones OFMConv, 1,2; OFM., 3,2; TOR, título I, 1.

9 1C. 37.

10 2CtaF. 3.

11 LG. 40.

12 L’Osservatore Romano, 2 julio 1956; AAS, 48 (1956), p. 573.

13 Vita di S. Catalina da Genova compilata per cura del suo confessore, Genova 1887, tip. Arcivescovile, pp. 60-61.

14 CC.GG. 2,1.

15 LG. 31. “Cristo, el gran Profeta... realiza su función profética... no sólo a través de la Jerarquía..., sino también por medio de los laicos. Él los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra para que la fuerza del Evangelio brille en la vida ordinaria, familiar y social”. LG. 35.

16 CC.GG. 20,1.

17 CC.GG. 20,2. En esta misma línea se halla el pensamiento de Juan Pablo II, manifestado especialmente en la Christifideles Laici, 34, y en la Novo Millennio Ineunte, 46.

18 CC.GG. 18.

19 Vita Consecrata, 54.

PARTE III

Recíproca comunión vitalLa Familia Franciscana es una, pero su modo de expresar, de exteriorizar el carisma es diverso: “En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia” [1]. La riqueza de esta diversidad es la que ha hecho a la Familia Franciscana tan fecunda a los largo de su historia. Una riqueza carismática que ha sabido discernir los signos de los tiempos y salir al encuentro de los problemas y diversas situaciones de la Iglesia y de la sociedad. Sin olvidar que en dichas circunstancias se manifestó el carisma franciscano también a través de los franciscanos seglares y así es reconocido por las Constituciones actuales de los Capuchinos: “El carisma del Fundador se difunde y ejerce su fascinación por medio de tantos hermanos y hermanas, también de la Orden Seglar” [2]. Es decir, con la Orden Franciscana Seglar, y no sin ella, el carisma franciscano se complementa: “En el ámbito de la Familia Franciscana, un puesto particular ocupa la

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Fraternidad u Orden Franciscana Seglar, que comparte y promueve el genuino espíritu y que debe considerarse necesaria para la plenitud del carisma franciscano” [3].

El sentido pleno de Familia debe reconocer también la autonomía de la OFS. Familia significa comunión y por eso se habla de comunión vital, pero que no impide la autonomía de cada una de las Órdenes que integran dicha Familia Franciscana. Autonomía es reconocimiento de que el carisma franciscano es uno, pero que tiene manifestaciones y expresiones diversas. Autonomía significa reconocimiento, sobre todo por parte de la Primera Orden y de la TOR, de la madurez del laicado franciscano, de los franciscanos seglares, como los documentos de la Iglesia subrayan suficientemente la madurez del laicado eclesial, comenzando por el Concilio Vaticano II: “Todo lo que se ha dicho sobre el Pueblo de Dios se refiere sin distinción a los laicos, religiosos y clérigos. Ciertas particularidades, sin embargo, pertenecen especialmente a los laicos, hombres y mujeres, en razón de su condición y misión” [4]. Y pide a los Pastores que al mismo tiempo que pastorean a sus fieles, reconozcan “sus servicios y carismas, colaboren unánimemente en la tarea común” [5].

Autonomía es reconocer la madurez de la Orden Franciscana Seglar, así como reconocer y aceptar su Regla, aprobada por Pablo VI (1978), sus Constituciones Generales renovadas, aprobadas el 8 de diciembre de 2000, la estructura de sus Consejos en los diversos niveles de fraternidad, su apostolado y su presencia en la Iglesia y en la sociedad.

El reconocimiento de la autonomía se sella, por parte de la Primera Orden y de la TOR, con la asistencia espiritual, en la que las fraternidades de la OFS tienen el deber y el derecho de pedir el asistente, mientras que la Primera Orden y la TOR tienen el deber de dar dicho asistente. Aún el mismo “altius moderamen” no es ningún poder de supervisión, de dominio de las Órdenes Primera y TOR sobre la OFS, al contrario, es un servicio de asistencia y animación para garantizar la comunión con la Iglesia, con la Familia Franciscana y la fidelidad a un mismo carisma: “Como signo concreto de comunión y de corresponsabilidad, los Consejos de los diferentes niveles pedirán religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los Superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas” [6].

La asistencia es signo de reciprocidad vital, quiero decir, es camino de ida y vuelta, comunicación y recepción. Tanto los franciscanos seglares como los religiosos franciscanos de la Primera Orden y de la TOR han de mantener el oído abierto los unos hacia los otros, la capacidad de escucha y de complementariedad para vivir en plenitud el carisma.

La familiaridad y la autonomía conducen a la comunión, en la que no se da un papel subalterno entre sus miembros, sino que se crea la complementariedad, que nace de la misma reciprocidad vital. La comunión cree en la fuerza regeneradora de la Familia y en los modos distintos de vivir, expresar y comunicar el mismo carisma.

Ha llegado el momento, opino, en razón de la reciprocidad vital, de que muchas tareas apostólicas, de que muchas misiones sean compartidas como hermanos. Es necesaria una formación del seglar, sabiendo que recorre el camino desde la fraternidad a la misión, como

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enviado y en nombre de su fraternidad; pero sin olvidar que los religiosos franciscanos necesitan la formación para acoger lo complementario del carisma que el franciscano seglar tiene en la misma misión.

A modo de conclusiónSe han dado y se están dando pasos muy importantes en la comunión vital recíproca entre la OFS y la Primera Orden y la TOR, y demás Congregaciones franciscanas. Señalo dos aspectos estructurales a nivel internacional: la Conferencia de la Familia Franciscana y la colaboración en “Franciscans International”.

Con todo, quiero señalar dos aspectos en los que los religiosos deben entrar con sencillez y con entusiasmo: en el conocimiento de la Orden Franciscana Seglar: su vida, su espiritualidad, su apostolado [7], y en la actualización del propio lenguaje y del propio vocabulario de acuerdo con el lenguaje y el vocabulario que han introducido los documentos actuales de la OFS: Regla, Constituciones Generales, Ritual...

El mutuo conocimiento -siempre es formación- es puente que mejora mucho las relaciones fraternas entre la Primera Orden-TOR y la OFS, y abre caminos nuevos para manifestar el carisma que nos ha engendrado y nos mantiene unidos fraternalmente.

En la relación de la CAS (Conferencia Asistentes Espirituales) al Capítulo general de la OFS se dice: “Nos parece importante subrayar de nuevo la necesidad de la formación e información sobre la OFS, tanto en los centros de formación inicial de la Primera Orden y de la TOR, como en la formación permanente: para conocer la vertiente laical del carisma franciscano que enriquece y completa la vertiente religiosa. Porque sólo conociendo a la OFS se la amará, amándola se la buscará y buscándola se la asistirá y se la acompañará con afecto, y se hará lo posible para trabajar juntos en la misión de la Iglesia y de la sociedad” [8].

1 Regla OFS, 1.

2 Constituciones OFMCap., 94,1; cfr. OFMConv., 114,2; OFM., 60,2; TOR., 157. En los Estatutos generales de la TOR se lee: “Cada fraternidad nuestra debe sentirse incompleta sin la presencia de la Orden Franciscana Seglar, que participa de nuestro carisma de conversión” (art. 114). Y en los Estatutos de la OFMConv: “La Orden Franciscana Seglar, tiene el mismo origen y el mismo carisma que la Orden Primera” (art. 72).

3 Constituciones OFMCap., 95,1.

4 LG. 30.

5 LG. 30.

6 Regla OFS, 26.

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7 Los franciscanos seglares deben mejorar su formación, también en cuanto a su conocimiento de la Primera Orden y de la TOR. Así como los religiosos de la Primera Orden y de la TOR deben crecer en el conocimiento e integración de la Orden Franciscana Seglar, de las Clarisas y demás religiosos y religiosas franciscanos de la Regla de la TOR. Todavía queda mucho por hacer para el crecimiento de la Familia Franciscana.

8 Relación de la CAS al Capítulo general de la OFS, Roma, 2002, conclusión, p. 10.

La minoridad como inspiración para un nuevo modelo de sociedadLuis Carlos Susin, o.f.m.cap.

1. Un mundo distinto es posible“Un mundo distinto es posible”, se ha convertido en el gran lema del Forum Social Mundial, un acontecimiento que ha comenzado en el 2001, en Puerto Alegre [...] Después de las tres primeras ediciones en Porto Alegre, en enero de este año se ha desarrollado en Mumbai (ex Bombay) en la India. Actualmente se llama “Movimiento de movimientos” ya que está reuniendo un número cada vez mayor de organizaciones no gubernamentales, entidades y movimientos de lucha por la dignidad y los derechos humanos y ecológicos, por relaciones internacionales más justas, por el mejoramiento de la existencia humana sobre la tierra, etc. El Forum Social Mundial ha nacido como confrontación y alternativa al Forum Económico Mundial, que se celebra cada año en enero, comenzando a partir de los años 70 en Davos, Suiza. Se quisiera afirmar una globalización que considere en primer lugar las sociedades y no las economías, y estas en función de aquellas y no al contrario. Mientras tanto, su crecimiento sorprendente que se tiene cada año, como también la metodología y su extensión, han superado ya las intenciones iniciales. Además del Forum Mundial, se celebran forum regionales y continentales como preparación, emergencias de base y difusión. Además los forum de ideas en la red, se han convertido en una gran ventana, una visibilización de iniciativas, de organizaciones, de creatividad, de movimientos nacidos en los últimos decenios y que habían permanecido relativamente aislados e invisibles, mientras triunfaba con gran clamor el neoliberalismo y el “pensamiento único”. Desafiando este pensamiento unidimensional y antropológicamente tan perverso como otras ideologías del reciente pasado, el Forum Social Mundial se presenta como un horizonte utópico: la posibilidad de un mundo diferente. [...]

La reflexión que sigue ahora mira a la eficacia de la minoridad, teniendo como horizonte los miles de entidades y de personas que forman el Forum Social Mundial y sus propios horizontes sociales y utópicos. Quizás sea bueno reafirmar con claridad algo que es anterior a toda eficacia: la minoridad, en su esencia, en su secreto o más profundo misterio, se mueve en el ámbito de la gratuidad, de la gracia o don sin medida ni cálculos. También en este sentido son impresionantes la densidad de generosidad y la gratuidad humana que mueven millares de entidades que se unen en el Forum Social Mundial. ¿No podremos reconocer en ello la acción del Espíritu? [...]

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2. Minoridad: una identidad en la relaciónCuando Tomás de Celano refiere que Francisco indica el nombre de su grupo quizás debamos pensar en la Biblia: “Quiero que esta fraternidad se llame Orden de Hermanos Menores” (1 Cel 38). [...] El nombre es, bíblicamente, una vocación, una llamada para convertirse en una identidad. Mientras tanto, por causa de la “minoridad”, esta identidad es paradójica, contiene algo de contradictorio, es una identidad “al revés”, incluso escandalosa. Sin un choque y un aturdimiento que interrumpan el camino de la identidad y lo pongan del revés no se comienza la aventura de ser hermano menor. [...]

Indicando que el camino de la identidad de la Orden sería el estado de los menores, toma para sí y para nosotros una palabra esencialmente relacional de una posición en modo alguno confortable. Se sabe lo que significaba, en la sociedad de Francisco, pertenecer a la clase de los “menores” por eso ahora no hay que insistir en ello. Quisiera, sin embargo, subrayar una cosa que es obvia: que la palabra “menor” indica una relación antes que una identidad. La identidad se define a partir de una relación fundamental. Y aún más es una relación comparativa: presupone que alguno es “mayor”. [...]

3. Minoridad: una relación que se impone a partir de los demásEs muy útil recorrer la memoria que hace francisco al comienzo del Testamento: “El Señor me concedió a mí, hermano Francisco, que así empezase a hacer penitencia; porque, como yo estaba en pecados, me parecía muy amargo ver los leprosos; y el mismo Señor me condujo entre ellos, y practiqué la misericordia con ellos” (Test 1).

[...] Esta experiencia básica tiene en primer lugar un impacto desestructurante, demoledor, capaz de provocar un vacío incontrolable, una verdadera kénosis. [...] La kénosis de la experiencia básica de Francisco no es puramente mística. Ella proviene de la revelación del otro “leproso”, en su humanidad. Esta asociación de lo que es informe, bruto, doloroso, obsceno por su repugnancia, que es vivido inicialmente como amenaza de la que instintivamente uno se aleja, con lo que hay de humanidad que resiste en su fragilidad y pureza, es el lugar donde el Señor cambia a Francisco en un “menor” entre los menores. [...]

Por lo que ser “menor” no es un acto voluntarista, una decisión hecha bajo el control de la razón y del cálculo, un proyecto madurado con claridad de conciencia. Nadie se hace menor o se despoja y sirve a los demás sin el choque y el escándalo capaz de transformar lo amargo en dulce y viceversa. Esta transformación no está en nuestro poder y no comienza en nosotros. La minoridad inicia en una relación que se impone a partir de otros menores, como gracia que por encima de nuestra naturaleza, algo realmente “sobrenatural” en donde Creador y criatura vienen amorosamente asociados. [...]

La minoridad, entonces, es un don que recibimos de Dios a través de la presencia y la meditación de otros, de los menores de este mundo. Sin esta experiencia fundamental, todo lo demás es pura retórica. Partiendo de esta experiencia básica podemos tener esperanza de contribuir de manera adecuada, como menores, en un mundo evangelizado con las buenas noticias de justicia y de paz. [...]

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4. La inevitable experiencia de cercanía del otro “menor”Francisco después de su experiencia fundamental, mística y ética al mismo tiempo, como el propio Jesús en su bautismo trinitario entre los humildes, encontrándose con los menores y con Dios en el mismo lugar y en el mismo cuerpo, se entusiasma y va en medio al mundo pidiendo alguna limosna, pero siempre da y persevera en el despojarse de sí mismo, en la pobreza. [...] La itinerancia y la pobreza derivan de la minoridad, que, por su parte, es una relación de perseverancia en la cercanía, en el encuentro y en el servicio a los menores que vagan por cualquier parte porque no tienen un puesto garantizado. Es para estar con los menores para condividir la condición de minoridad, para servir con lo que se tiene y con lo que se puede, para inventar y organizar en medio al caos, hasta el martirio, que se recibe la vocación de la minoridad y de la itinerancia -- una itinerancia para servir y un servir itinerante. Sin servicio, sin misión en la minoridad, o sea sin que la misión signifique lavar los pies, ungir las llagas, movidos por la misericordia, la itinerancia se convierte en ejercicio de poder sobre los demás. [...]

Finalmente, la identidad de “menor” puede definirse: como una perseverancia en el camino peligroso de la cercanía, en la apertura de la sensibilidad llena de compasión y del humanismo cuyo único tesoro, significado y fundamento, deriva de los otros menores, del mundo de los menores, de los pequeños y de los pobres, de los caídos a lo largo del camino. [...]

La experiencia básica de la minoridad es un “no lugar”, está más allá de lo cotidiano. No se puede estar en la orilla, fuera, en el caos y en la desestructuración completa todos los días. La experiencia fundamental puede ser sólo un acontecimiento extraordinario, en el que se tira el fundamento al caos, que se convierte en el secreto profundo que alimenta la cotidianidad. Su veracidad y su fuerza, entonces, pueden y deben dar significado y creatividad a la cotidianidad. En la cotidianidad estamos de frente no sólo a uno que ha caído delante de nosotros sino a muchos, ante la multitud de la calle, de la ciudad. En la dura realidad cotidiana se multiplican los rostros, los gritos, las necesidades, las diversidades, la urgencia de las opciones. Y así volvemos al sistema, a los recursos de la economía, de la política, de los trabajos, de los proyectos, de las palabras y de las ideas. La cercanía y la misericordia, la gracia recibida y concedida entre los menores y Dios, cuya gloria mayor es ser humilde, exige ahora transformarse en estas realidades de la cotidianidad social. [...]

Pero la minoridad, con el tiempo de la cotidianidad, se carga de complejidad y hasta de sofisticación, abandonando aparentemente la sencillez de los momentos básicos. Y, a pesar de la nostalgia, asume las mediaciones necesarias para poder perseverar en un servicio eficaz. Y eficacia significa racionalidad, proyecto, recursos, dinero, comunicación, tecnología, asociación de personas de niveles diferentes, ejercicio de políticas, empresariado, inversiones, viajes y, finalmente, todo lo que puede reforzar la solidaridad en cadena partiendo de algunas opciones fundamentales. [...]

De todos modos, en la abundancia y en la necesidad, por mantenerse en la reserva y en la resistencia a identificar el servicio como un éxito, existe una nueva ayuda para nuestros

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días. En términos eclesiales, la intercongregacionalidad, la colaboración con organizaciones cuyas iniciativas son de otros o también la colaboración con entidades y redes que no tienen una marca registrada católica, que pueden ser ecuménicas, en las que hay miembros de diferentes religiones o sencillamente con iniciativas y entidades de la sociedad civil, todo esto ayuda a colocarnos en nuestra condición de hermanos menores de todos, asociados a un servicio de muchos por un mundo de todos o por un mundo posiblemente diferente.

XVII- SAN FRANCISCO Y LA JUVENTUDFr. Ivan Matic, OFM

San Francisco comenzó su camino de fe en su juventud. Siempre estaba buscando algo más grande. Tenía muchos planes y proyectos para su vida, era un joven de grandes deseos, buscaba respuestas a sus interrogantes sobre el sentido de la vida. Creciendo, Francisco intuyó que le faltaba algo, sobre todo después de la experiencia de la guerra y de una gran enfermedad que le sobrevino. Entonces, Francisco se puso a la escucha, buscando una respuesta que fuese capaz de apagar el fuego de su corazón.

Podemos decir que era un joven como todos los otros jóvenes, como los que en nuestros días buscan respuestas a las muchas preguntas que llevan en sus corazones. En el campo de la pastoral juvenil encontramos muchos jóvenes que son atraídos por San Francisco y quieren profundizar su fe, siguiendo su ejemplo.

¿Señor, qué quieres que haga?En los comienzos de su conversión, después de un sueño misterioso en Espoleto, el Señor le pide que vuelva a Asís, y él, esperando interiormente, se repetía a menudo con insistencia la pregunta: ¿Señor, qué quieres que haga? Esta pregunta es también la pregunta de muchos jóvenes de hoy.

Con este interrogante en el corazón, Francisco se puso a la escucha profunda, intentando percibir lo que el Señor quería de él. Para todos nosotros éste puede ser el punto de partida. ¿Señor, qué quieres que haga? ¿Qué quieres de mí? Son las preguntas que muchos jóvenes se hacen ante el Señor, buscando su voluntad. Buscar la voluntad de Dios, como en la experiencia de Francisco, significa ponerse a la escucha. Escuchar y esperar que el Señor hable.

Un día, en la iglesita de San Damián, delante de un Crucifijo, Francisco oyó que el Señor le decía: “Francisco, va y repara mi casa que, como ves, está en ruinas” [1]. Esto fue para Francisco un verdadero encuentro con Jesucristo, vivo y resucitado. Un encuentro que dio a su vida una nueva orientación. No comprendiendo inmediatamente el significado del mandato, Francisco se convirtió en restaurador de iglesias, intentando responder al deseo del Señor.

Este segundo momento fuerte en la experiencia de San Francisco, nos puede ayudar a entender que un camino profundo de fe no se logra sin un verdadero encuentro con Jesucristo. Para los jóvenes la pregunta fundamental es ésta: ¿es posible encontrarse hoy con Jesucristo? ¿Dónde se le puede encontrar? ¿Cómo y en qué modo?

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La respuesta a semejantes preguntas puede conducir a un verdadero camino de fe. Para los jóvenes, tener una verdadera experiencia de encuentro con el Señor, significa, a menudo, estar en una escucha mucho más profunda de la Palabra de Dios.

Otro momento de la experiencia de Francisco, que nos puede ayudar a entender el segundo paso en el servicio a los jóvenes, es su encuentro con la Palabra de Dios. Para Francisco tiene una importancia decisiva la escucha de la Palabra de Dios. Desconociendo el segundo paso a dar, en la pequeña iglesia de Santa María de los Ángeles, llamada Porciúncula, Francisco escuchó el texto del Evangelio de Mateo, donde el Señor indica a los Apóstoles cómo deben ir por el mundo a predicar el Evangelio. Entonces comprendió plenamente su vocación: ir por el mundo a anunciar la buena noticia a todos. Después que el sacerdote le explicó el significado de aquellas palabras, Francisco, con gran alegría, exclamó: “Esto quiero, esto pido, esto deseo hacer en el íntimo de mi corazón” [2].

La comprensión de la propia vocación, para muchos jóvenes de hoy, representa una gran dificultad. Sin embargo, muchos de ellos han encontrado y encuentran, en la experiencia de Francisco, una posibilidad y una vía para entender cómo se puede también hoy, escuchando la Palabra de Dios, descubrir la propia vocación.

Otras veces, particularmente al inicio, será necesario salir al encuentro de los jóvenes, estar allí donde se hallan los jóvenes, y no esperar a que los jóvenes vengan a nosotros. Esto significa salir de nuestro ambiente e ir entre ellos, compartiendo su vida. Luego, serán ellos, una vez que se han convencido de la belleza de estar juntos, quienes lleven a los amigos a compartir la misma experiencia. Ayudarles a descubrir que para cada uno de nosotros Dios tiene un proyecto de vida. Descubrir tal proyecto significa entrar en comunión con Dios. Y esto significa entrar y vivir en la verdadera alegría y en el amor.

Muchos ven todo esto en Francisco: una persona llena de alegría, de amor y de paz. Pero Francisco ha encontrado aquella paz interior, que buscaba con todo el corazón, sólo acogiendo el proyecto de Dios. Por este motivo, su vida se ha convertido en un canto al Dios Altísimo y una acción de gracias continua al Señor.

Vivir el EvangelioDesde el momento que experimentó toda la dulzura y la fuerza de la Palabra de Dios, el Evangelio para Francisco se convirtió en la regla de su vida. En el Evangelio escuchaba a su Señor que le hablaba. Qué interesante es hacer la experiencia de la amistad con la Palabra de Dios, siguiendo el ejemplo de San Francisco. Cuántos jóvenes tienen necesidad de esta experiencia. Qué bello es escuchar a un joven que, después de un encuentro auténtico con la Palabra de Dios, confiesa: Dios me ha hablado también a mí; el Señor me ama, me ha perdonado.

Hacer del Evangelio la norma de vida es la tarea primaria para todos los cristianos. Los jóvenes, de manera particular aquellos que se sienten atraídos por San Francisco, por su modo de vivir y expresar la fe en Jesucristo, pueden ser un verdadero signo de vida para el mundo de hoy.

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A estos jóvenes que se sienten llamados por el Espíritu Santo para vivir esta experiencia juntos, en fraternidad, se les puede proponer la forma de vida en el movimiento de la Juventud Franciscana o en la Orden Franciscana Seglar.

XVIII-LA JUVENTUD FRANCISCANA EN LA PERSPECTIVA DE LA PASTORAL QUE ES VOCACIONAL

Fr. Massimo Fusarelli, OFM

La Juventud Franciscana ha descubierto en estos últimos decenios su fisonomía más propia, acogiéndola como un verdadero don del Espíritu. Ésta no es una asociación ni un movimiento, sino una Fraternidad, compuesta por jóvenes que han escuchado una llamada a vivir el Evangelio en las condiciones ordinarias de la vida de todos los jóvenes, según el espíritu de San Francisco.

Esta afirmación es el punto central de la identidad misma de la JUFRA y pide una atención renovada siempre. ¿De qué premisas nace este rostro de los jóvenes franciscanos? Sin duda, del hecho de que la dimensión vocacional es una clave de lectura de la existencia misma del hombre. La persona es, de hecho, un ser dialógico: está constituida por la relación de un movimiento de llamada y de una respuesta que acompaña el desarrollo humano en todos sus niveles.

Dentro de su realidad humana, reconocida como don, la persona puede reconocer y acoger la llamada a la fe que le es dirigida a través del anuncio de la Palabra de Dios, que culmina en la Buena Noticia de Jesucristo. Él es el llamado y aquel que llama incesantemente. En la potencia del Espíritu, cada hombre puede escuchar su voz, sobre todo en el íntimo del santuario de la conciencia, por lo tanto, en la historia, en los otros, hasta el anuncio explícito de la fe. La dimensión vocacional realmente forma parte constitutiva de la persona y de la experiencia de fe.

En este contexto comprendemos que la JUFRA, en cuanto Fraternidad que dirige al joven una propuesta integral de vida, es vocacional por naturaleza. De hecho, acompaña al joven al encuentro consigo mismo, con el mundo, con la naturaleza, con los otros y con el Dios de Jesucristo. Un encuentro que espera una respuesta en términos de donación de sí y de la propia vida. No es ciertamente una experiencia de tipo intimista que busque sólo el bienestar de la persona, sino, más bien, un encuentro que florece plenamente en la donación creativa de sí mismo.

La JUFRA puede ser un auténtico lugar de crecimiento y de gradual maduración de los jóvenes si se les acompaña en este camino. Esto exige la elaboración de itinerarios educativos que cuenten con esta dimensión humana y dialógica de la madurez personal, en la perspectiva de la fraternidad: el joven es capaz de crecer e integrar sus grandes energías con el fin de llegar a ser una persona fraterna y solidaria. En un tiempo en el que se asiste al crecimiento de una mentalidad de violencia y de guerra que machaca al otro y a los pueblos con la presunción de salvarlos, es mucho más urgente que la vocación integral del creyente descubra en su mismo corazón la dimensión de la justicia, de la paz, de la reconciliación,

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del cuidado por toda la creación. ¡Un deber urgente y entusiasmante para los jóvenes franciscanos! He aquí, pues, el punto de partida de un camino en la JUFRA naturalmente vocacional.

El joven que crece en esta dimensión humana se abre al anuncio de la fe y lo profundiza. La JUFRA responde a su vocación y misión en la Iglesia y en nuestra Familia si acompaña este crecimiento explícito en la fe sin reticencias y sin ceder a la fragmentación de experiencias particulares que no componen un itinerario unitario e integrado de fe.

Esta atención se traduce en la elaboración de itinerarios de un crecimiento progresivo y armónico en la asimilación de la vida de fe y del conocimiento de la fe. La fe es como el corazón de una vida que reconoce en Jesucristo la esperanza que da luz y color a la existencia, el corazón mismo del mundo, la gloria que ilumina la fatigosa peregrinación del hombre.

La fe, como don que espera una respuesta, es original porque ha estrechado lazos de contacto con la realidad del mundo y de la historia en la que el joven vive. Cultivar la dimensión vocacional de la fe en la JUFRA se traducirá entonces en una atención específica a la dimensión laical y secular de la vocación humana y cristiana de los jóvenes franciscanos. Hoy, éste cuidado es muy urgente ante el riesgo de quedar en los márgenes de la vida y de los cambios de la historia y de las culturas.

La JUFRA será lugar auténticamente vocacional si se convierte en ámbito de acogida recíproca, de compartir los dones, de servicio en una caridad entregada y audaz. No es, pues, una Fraternidad replegada sobre sí misma, sino capaz de abrirse, cada vez más, a lo diverso de sí, comenzando por la interioridad de uno mismo. Una Fraternidad si sirve, se cuida de ella. ¿Educar hoy a los jóvenes en esta dimensión no es una auténtica escuela vocacional?

La preocupación no debe ser nunca que la JUFRA sea “vivero vocacional”. Es mucho más: es lugar vocacional porque en ella el joven puede madurar integramente como persona, como cristiano y como franciscano.

La JUFRA se convierte así en lugar permanente de profundización vocacional, también para los Asistentes, particularmente si éstos son religiosos. De hecho, es con los jóvenes con quienes nosotros podemos descubrir y vivir hoy, originalmente, nuestra única vocación y misión.

XIX- JESUCRISTO, MODELO DE MINORIDAD PARA FRANCISCOPara Francisco de Asís, Jesucristo es el modelo de la minoridad. Él se despojó de sí mismo, asumiendo la condición de siervo haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (Fil 2, 7-8; Test 19). Francisco y Clara de Asís personifican la minoridad para nuestro mundo contemporáneo, multicultural y multiétnico.

"Vosotros me llamáis Maestro y Señor y decís bien, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.

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Os he dado ejemplo, para que como yo he hecho, lo hagáis también vosotros. En verdad, en verdad os digo: un siervo no es más grande que su señor, ni el enviado más que el que lo envía. Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si las ponéis en práctica" (Jn 13, 13-17).

De los muchos hechos que revelan las características de la vida y de la personalidad de Francisco, podemos conocer como él desarrolló gradualmente la pasión por vivir como Jesús. En los primeros tiempos de su conversión encontró a un leproso, hacia el que sentía una gran repugnancia. Francisco ciertamente había vivido una vida de lujo más que de minoridad antes de su conversión. Sin embargo cuando tomó conciencia de que alejándose del leproso ello significaba alejarse de Dios, corrió velozmente hacia atrás y lo abrazó besándolo. Esta imagen de Francisco y del leproso personifica la minoridad en su vida como Jesús que lava los pies a los discípulos subraya la minoridad en la vida del Señor. Para Cristo y para Francisco la humildad es el elemento integrador de la minoridad. No es una humildad que causa desazón en los demás, sino una humildad que nace de la compasión hacia los demás.

XX- TRATAMIENTO DE LOS MIEMBROS NO ACTIVOS

Carta Circular n. 18 - 2002-2008: Asís, 4 de octubre de 2004Fiesta de San Francisco de Asís

A los Consejos nacionales OFSA los Consejeros Internacionales OFS

Circ.18/02-08

Carísimos:

¡El Señor os dé paz!

Cuando todos estamos celebrando la fiesta de San Francisco, con alegría y un empeño renovado de seriedad en nuestro compromiso de vida evangélica, desde Asís, donde me encuentro con la Conferencia de la Familia Franciscana, para atender asuntos importantes para nuestra Familia y sobre todo para venerar y honrar a nuestro Seráfico Padre, os llevo a todos en mi corazón y presento ante su tumba los anhelos y esperanzas de nuestra Orden y de cada uno de sus miembros.

Continuando con nuestras comunicaciones, os informo que la Presidencia del CIOFS, ha preparado y aprobado, en el mes de abril del presente año, un documento para ofrecer a todos los Consejos nacionales titulado: “Tratamiento de los miembros no activos”. La dificultad que conlleva la traducción de los documentos, a las cuatro lenguas oficiales, ha demorado un poco su divulgación, lo que hago con gusto en este momento.

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Es un documento importante, que viene a complementar el enviado anteriormente sobre la pastoral para los hermanos que no pueden, aunque lo deseen, participar en la vida de la Fraternidad.

Desde la aprobación de nuestra Regla y de las Constituciones generales, no pueden existir hermanos “aislados”. Todos nos integramos en una fraternidad, siendo la participación en la vida de la misma una de las exigencias de nuestra vocación y un elemento indispensable para nuestra pertenencia a la Orden. Por ello, hemos considerado oportuno iluminar a todos los niveles de la Orden y especialmente a los Consejos nacionales que tienen la misión de guiar e iluminar la vida y actuación de las fraternidades de su Fraternidad nacional, sobre un problema que aqueja a un gran número de Fraternidades: La ausencia de nuestros hermanos/as.

Os lo encomiendo fuertemente, esperando os sea de utilidad, os saludo con fraterno afecto,

Encarnación del PozoMinistra General

TRATAMIENTO DE LOS MIEMBROS NO ACTIVOSPARTE ILos términos de la cuestiónCon la Regla renovada de Pablo VI y las Constituciones generales, no existen franciscanos seglares “aislados”: todos pertenecen a una Fraternidad local o personal y son admitidos por su Consejo. Además, la participación en la vida de la Fraternidad se corresponde con la Forma de Vida profesada.

Antes del Concilio se daba la exigencia de la participación en la “reunión mensual”, con un cierto rigor legalista. En el ponderado “Manuale Storico-Giuridico-Pratico del TOF” del P. Antonio de Sant’Elia (de 1947) se lee: “El terciario que se descuida en la frecuencia de la reunión mensual sea avisado, castigado con alguna saludable penitencia y, si continúa en la negligencia, puede ser borrado del registro de la hermandad”. El artículo 153 de las Constituciones de 1957 prescribe: “Los Terciarios que, amonestados tres veces, hayan rehusado observar por un trienio las obligaciones propias de la Tercera Orden, teniendo presentes las circunstancias de lugares y tiempos, sean destituidos de la Orden por el Comisario Provincial”.

Con la crisis de identidad que afectó a algunas Fraternidades después del Concilio, se dio una cierta tolerancia respecto al absentismo y a la falta de participación en la vida fraterna. Un buen número de hermanos y hermanas se alejaron, sin que su comportamiento fuese formalizado de alguna manera, ni por parte de los mismos interesados, ni por parte del Consejo. Esta situación fue tolerada durante años, y aun continúa siéndolo, debido a la falta de una de orientación clara al respecto.

La instauración de un sistema de aportación económica de acuerdo con el número de miembros de cada Fraternidad ha puesto al descubierto el problema de los miembros ausentes que, no obstante, son contados en las estadísticas. Algunas Fraternidades

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introdujeron la distinción entre “miembros activos” y “miembros no activos”; otras se adelantaron hasta “eliminar” indiscriminadamente a los miembros que no se presentaban desde hacía tiempo.

Las Constituciones Generales de 2000 han aportado claridad sobre el modo de proceder en los casos de hermanos y hermanas ausentes. Esta forma de proceder es el objeto del presente documento.

DistincionesLos Consejos locales no pueden tratar a todos los hermanos y hermanas ausentes con los mismos criterios, porque se dan diversos tipos de impedimentos:

Los ancianos y los enfermos. Éstos deben ser objeto de un tratamiento especial y de un servicio particular por parte de la Fraternidad. Los ancianos han hecho un largo camino. Si no pueden venir a la Fraternidad, son los miembros activos quienes deben ir a ellos y sostenerles con todos los medios posibles, sean espirituales o materiales. En cuanto a la aportación económica, éstos continuarán dándola, si pueden, con la máxima comprensión y tolerancia por parte del Consejo de la Fraternidad. Los miembros ocasionalmente impedidos. Son aquellos que, por cualquier motivo, están impedidos legítimamente a participar en los encuentros, pero no de modo permanente. Éstos deben justificar su ausencia, en lo posible, comunicándolo previamente. Los miembros impedidos de modo permanente. Puede haber hermanos y hermanas que no pueden frecuentar la Fraternidad durante un tiempo indeterminado, por motivos de trabajo o de estudio, por compromisos familiares, por traslado de domicilio a una ciudad donde no existe una Fraternidad de la OFS. Por esto no dejan de ser franciscanos seglares. Éstos deben estudiar su situación con el Consejo y pedir la exención de la participación a las reuniones. Procurarán estar al corriente de la vida de la Fraternidad, también con su aportación económica, que es un modo de demostrar interés y comunión con la Fraternidad. Ésta, a su vez, buscará los medios y los modos para mantenerse en comunicación con ellos. Los ausentes injustificados. Este caso entra en “las repetidas y prolongadas inobservancias de las obligaciones derivadas de la vida de Fraternidad”, contempladas en el artículo 56.2 de las Constituciones Generales. Los motivos pueden ser los más variados. No nos corresponde a nosotros juzgar ni condenar a estos hermanos, pero tampoco podemos ignorar su “incumplimiento”. Las tres primeras hipótesis de ausencia, que hemos indicado anteriormente, han sido objeto de estudio en la circular n. 11/02-08, difundida por la Comisión de Formación, que ha preparado también una encuesta para conocer las dimensiones del fenómeno y recoger indicaciones acerca de las iniciativas y trámites que se han de adoptar en estos casos.

La cuarta hipótesis, la de los ausentes injustificados, que las Constituciones Generales definen como “miembros en dificultad”, requiere un tratamiento no solo pastoral sino también jurídico, para la eventual adopción de las medidas previstas en las mismas Constituciones.

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XXI- LA FORMACIÓN DE UNA NUEVA FRATERNIDAD DE LA O.F.S.Fundamentos para una Fraternidad nueva

El nacimiento de una Fraternidad de la OFS puede surgir de los seglares, de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR, de los religiosos o religiosas franciscanos. Quien toma la iniciativa debe informar y ponerse en comunicación con el Consejo de nivel superior; examinada y aprobada la petición por parte del Consejo de nivel superior, las personas interesadas y disponibles reciben la condición de "grupo en formación"; si existe cerca una Fraternidad local capaz de seguir al nuevo grupo, el Consejo de nivel superior le confía la misión de "fraternidad garante". En caso contrario, el Consejo de nivel superior sigue directamente al nuevo grupo; si entre los miembros del grupo hay franciscanos seglares profesos de otras fraternidades, el Ministro de la Fraternidad garante se pone en contacto con estas Fraternidades (CC.GG. 55); algunos miembros del mismo grupo son elegidos responsables o consejo provisional; la asistencia espiritual debe asegurarla el Superior mayor competente; la Fraternidad garante debe encargarse de la preparación y motivación del ambiente y dar orientaciones prácticas y jurídicas.

Personas interesadas y disponiblesA los candidatos que quieren formar una Fraternidad nueva de la OFS se les pide: tener las condiciones requeridas: "Profesar la fe católica, vivir en comunión con la Iglesia, tener una buena conducta moral, mostrar signos claros de vocación" (CC.GG. 39.2); interés por conocer a San Francisco de Asís y su espiritualidad; disponibilidad para entrar en un proceso de discernimiento sobre la vocación a la Orden Franciscana Seglar (CC.GG. 38.1); conocer y aceptar las etapas de formación (CC.GG. 38-44); espíritu de conversión (CC.GG. 13.1); vida de fraternidad (CC.GG. 53.3); disponibilidad para servir a la OFS (CC.GG. 32.2).

Preparación del grupoUna vez aprobado el grupo en formación, como signo de corresponsabilidad, la Fraternidad local garante o el Consejo de nivel superior:designa un miembro de la Fraternidad local garante o del Consejo de nivel superior, como animador fraterno con el cometido de colaborar activamente orientando al grupo a reunirse para constituir la nueva Fraternidad; la responsabilidad de esta persona de enlace es para invitar a las reuniones de fraternidad, a la oración, a la colaboración activa, a la animación de la nueva Fraternidad y a la financiación de las actividades y las obras de ésta (CC.GG. 32.2-3); nombra una persona competente para la formación, aunque la formación en el grupo, en todo caso, esté garantizada por el Consejo de la Fraternidad local garante o por el Consejo de nivel superior (CC.GG. 46.2; 50.1).

La asistencia espiritualComo signo de comunión y de corresponsabilidad (Regla OFS, 26), el Consejo de nivel superior pide un Asistente espiritual al Superior mayor competente para que acompañe al grupo (CC.GG. 88.1).

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Guía del grupoDespués de los primeros encuentros, las personas que quieren formar la Fraternidad con la ayuda del animador fraterno preparan un programa y un calendario de próximas reuniones para: promover el conocimiento, el interés y la vida fraterna de la OFS (CC.GG. 31.4; 40.3; 53.3); conocer a San Francisco y la Orden Franciscana Seglar (CC.GG. 40,1-2); orar juntos (CC.GG. 40.3); estudiar y reflexionar sobre los temas de formación humana, cristiana y franciscana (CC.GG. 40.3); proponer una fecha de comienzo del tiempo de iniciación para los miembros del grupo que lo pidan (CC.GG. 39.1 y 3); el tiempo de iniciación se termina con el rito de la admisión para los candidatos que el Consejo de la Fraternidad garante o el del nivel superior consideren idóneos (Ritual de la OFS, parte I).

ProfesiónAl finalizar el tiempo de formación, los candidatos se preparan para la Profesión temporal y/o definitiva. Los candidatos piden emitir la Profesión al Ministro de la Fraternidad garante o al Ministro del Consejo de nivel superior (CC.GG. 41.1); la preparación inmediata a la Profesión puede hacerse con un retiro y una reflexión sobre el rito de la profesión; la Profesión de los nuevos hermanos la recibirá el Consejo de la Fraternidad garante o el Consejo de nivel superior (CC.GG. 46.2); las actas de admisión y profesión se conservan en el archivo de la nueva Fraternidad; se envía una copia al Consejo de nivel superior (CC.GG. 46.2).

Erección canónicaLa erección canónica de una Fraternidad local presupone un mínimo de cinco miembros profesos perpetuos (CC.GG. 46.2); estos hermanos piden al Consejo de nivel superior iniciar el proceso de erección canónica de la nueva Fraternidad; el Consejo de nivel superior se dirige a un Superior mayor de la Primera Orden o de la TOR con jurisdicción en el territorio, y que acepta la responsabilidad de garantizar la asistencia espiritual y el cuidado pastoral a la nueva Fraternidad. A este Superior mayor corresponde emitir el decreto de erección canónica (CC.GG. 46.1); si la erección es fuera del convento o de una iglesia de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR es necesario el consentimiento escrito del Ordinario del lugar, a petición del Superior mayor competente junto con el Ministro del Consejo de nivel superior (CC.GG. 46.1); cuando la erección es hecha por un Delegado del Superior mayor, junto con el Decreto de erección canónica realizada por el Delegado, se tenga también el documento de la Delegación otorgada por el Superior mayor (CC.GG. 86.1); el Decreto es entregado y firmado por dos testigos durante el rito de la erección canónica (Ritual de la OFS, III), se envía copia del Decreto de erección al Consejo de nivel superior (CC.GG. 46.2); en el libro de Crónicas de la nueva Fraternidad se transcribe el acontecimiento para la historia de la Fraternidad y se envía copia al Consejo de nivel superior.

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Primer CapítuloHecha la erección, la nueva Fraternidad celebrará su Capítulo electivo de acuerdo con la Regla, las Constituciones de la OFS y los Estatutos nacionales.

Nacimiento de la OFS en una nación"Si en una nación todavía no existen Fraternidades de la OFS, corresponde a la Presidencia del CIOFS proveer al respecto" (CC.GG. 46.3); la persona que toma la iniciativa de constituir una Fraternidad se pone en contacto con la Presidencia del CIOFS, la intervención de la Presidencia del CIOFS debe solicitarse para la admisión y la profesión de los candidatos y para la erección canónica de la Fraternidad. Roma, 14 de junio de 2002

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(Anexo 1)

MODELO DE PETICIÓN POR PARTE DEL CONSEJO REGIONAL AL SUPERIOR MAYOR COMPETENTEEl Consejo (regional o nacional) de _________, a petición de los hermanos de la Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar, en formación, que se reúne en _________, en la ciudad de________, solicita al Ministro Provincial de_______ (o Superior mayor competente), de la Primera Orden ________, o de la T.O.R. erija canónicamente esta Fraternidad, por sí o por medio de un delegado, a norma de las nuestras Constituciones Generales, art. 46 y 47, y el Ritual de la O.F.S., garantizándole la debida asistencia espiritual y su cuidado pastoral.

La citada Fraternidad se integrará en la Fraternidad (regional o nacional) de________.

Fecha y firma del Ministro regional

Nota: Este documento se conservará en los archivos de la Fraternidad local y de la Fraternidad regional.

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(Anexo 2)

MODELO DE PETICIÓN AL ORDINARIO DEL LUGAR DE PARTE DEL CONSEJO Y DEL SUPERIOR MAYOR COMPETENTEYo, ___________________, Ministro provincial (o Superior mayor) de la Provincia de la Primera Orden de________ o de la TOR, a tenor de las Constituciones Generales de mi Orden, art._______, y de las Constituciones de la Orden Franciscana Seglar, arts._______, acepto la responsabilidad canónica de erección de la nueva Fraternidad de___________, según las normas del canon 303 del Código de Derecho Canónico.

Con mi provincia (jurisdicción), me comprometo a asegurar la Asistencia espiritual y el cuidado pastoral a la nueva Fraternidad y a compartir con ella, fraternamente, el esfuerzo para transformar el mundo con el espíritu del Evangelio al estilo de San Francisco de Asís.

y yo,___________, Ministro (regional o nacional de________) de la Orden Franciscana Seglar, con el Consejo Regional y la Fraternidad local de __________, hemos velado para que a los hermanos de la nueva Fraternidad de _________, se les haya ofrecido de manera adecuada la formación necesaria para emitir la Profesión de la Regla, o Compromiso de vida evangélica, a tenor de lo dispuesto en nuestras Constituciones Generales, arts. 37-42.

Dado que la citada Fraternidad tendrá su sede fuera de una casa franciscana, para que estas disposiciones puedan ser aplicadas, solicitamos de V. E., el consentimiento para que pueda ser erigida canónicamente esta nueva Fraternidad, que se integrará en la Fraternidad (regional o nacional) de _________.

Fecha y firma del Ministro Provincial -- Fecha y firma del Ministro regional

(Anexo 3)

MODELO DE AUTORIZACIÓN DEL ORDINARIO DEL LUGARA solicitud de: ____________________ y de____________________________

Con el presente documento, doy mi consentimiento, a norma del canon 312 del Código de Derecho Canónico, para que sea erigida en mi Diócesis de __________________, la Fraternidad de la Orden Franciscana Seglar, denominada ________________________, con sede en ___________________.

Fecha y firma del Ordinario del lugar

Canciller

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(Anexo 4)

MODELO DE DECRETO DE ERECCIÓN CANÓNICA Yo, ______________________, Ministro Provincial (o Superior Mayor, o delegado) de la Provincia de _________________, el día _______________, a norma de cuanto está previsto en nuestras Constituciones Generales, las Constituciones y el Ritual de la O.F.S. y en el Código de Derecho Canónico, erijo canónicamente la Fraternidad de ______________, de la Orden Franciscana Seglar, que tendrá su sede en ________________, la cual se integra en la Fraternidad (regional o nacional) de ___________.

Nuestra Provincia, se compromete a asegurar la Asistencia espiritual y el cuidado pastoral a la nueva Fraternidad, y el nombramiento de un Asistente espiritual, idóneo y preparado, como elemento fundamental de comunión.

Y para que conste a los efectos de ERECCIÓN CANÓNICA, firmo y sello el presente documento en ____________, a ______ de ______de 20__.

Nombre y firma del Ministro Provincial

Secretario provincial

Entregado a la Fraternidad en ______________ día ____________ de _____ de 20__

Nombre y firma del Ministro regional OFS

Testigos:

Nombre y firma: -- Nombre y firma:

Nota: Los documentos originales deben conservarse en el archivo de la Fraternidad local; copia de los mismos, debe ser conservada en el archivo de la Provincia religiosa y del Consejo regional

XXII- GUIA DE LA FRATERNIDAD PARA UN MEJOR ACOMPAÑAMIENTO AL HERMANO OFS DE LA TERCERA EDAD

Alicia Gallardo

INDICEI-PresentaciónII-FundamentaciónIII-Valores de la ancianidad según Juan Pablo IIIV-Decálogo del respeto, la comprensión y el cariño al ancianoV-ObjetivosVI-Diagnóstico

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VII-ContenidosVIII-Actividades

BIBILIOGRAFIARegla OFSCC.GG. OFSBiblia Antiguo Testamento (Eclesiástico)Libro: "La ancianidad"Autor: Ciriaco Izquierdo

PRESENTACIÓNHace mucho que noto que el tiempo pasa muy rápido y que varios Hermanos(as) han cambiado, están viudos, otros enfermos y solos . . . me detengo y descubro que ya no rinden lo mismo, caminan lento, se les olvidan las cosas, pelean por insignificancias, hablan de nietos, sobrinos y enfermedades, muchas veces hablan de lo mismo y lo repiten más de una vez.Sin embargo, ellos nos han precedido en la organización de la sociedad y en la edificación del presente, su sabiduría, experiencia, testimonio y virtudes que podemos descubrir bajo sus canas, nos enseñarán a valorar la vejez, por eso este trabajo solo pretende ser una guía y dar gracias a tantos Hermanos(as) que han mantenido la vida de las Fraternidades cuando no existía lo que hoy tenemos . . . Gracias a nuestros padres donde quiera que estén.

FUNDAMENTACIONLa Regla en el artículo 19 y las Constituciones Generales en el artículo 27 nos invitan a realizar un camino espiritual de desapego a lo material para prepararnos al encuentro al que nos conducirá el paso de los años . . . "La ancianidad". Los Hermanos(as) que se encuentran o están viviendo la etapa de la ancianidad, en su mayoría, son seres muy solos, privados económicamente y enfermos, esto en muchas ocasiones limita la vida de la Fraternidad pues no se pueden realizar todas las actividades que se proyectan ya que el número de Hermanos(as) envejecidos es superior a los de vida activa o sea aquellos que trabajan o estudian. Es importante señalar que la dinámica varía en cada país, pero sin duda para la mujer que siempre fue dueña de casa su paso a la tercera edad es más fácil, aunque la partida de los hijos le sea dolorosa, en cambio para el hombre que siempre proveyó al hogar y una parte importante del tiempo estuvo fuera de casa trabajando le será difícil adaptarse a no hacer nada. Aprender a envejecer será la clave en el proceso de buscar un sentido a esta nueva etapa, en definitiva, valorar la experiencia que han adquirido. Para los que acompañemos a estos Hermanos significará aprender de su serenidad, sabiduría, para entregarles generosamente amor.

VALORES DE LA ANCIANIDAD SEGÚN JUAN PABLO II1-Paz y sabiduría remansadas. Los ancianos, en efecto, nos hacen participes de su honda paz contagiante y de una acumulada sabiduría que nos ayuda a encauzar mejor nuestra andadura humana.

2-Historia protagonizada por el amor de Dios. La vida de cada anciano está tejida por continuas intervenciones divinas que se han prodigado en etapas sucesivas. Si toda la vida

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es don del amor del Padre, más lo es quien ha visto fluir sobre sí la abundancia de muchos años cumplidos.

3-La experiencia de la vejez, capítulo difícil del arte de vivir a la espera del Señor que viene, el anciano se prepara y forja para el encuentro definitivo. Pero en el tiempo intermedio que recorta inexorablemente los plazos se nos muestra la preciosa experiencia y la sabiduría de la vida, el modo de ver las cosas y las energías espirituales de que son capaces nuestros mayores.

4-Espiritualidad de los ancianos. Presenta sus propios desafíos y sus especiales invitaciones. Si por un lado desfilan los sufrimientos pasados, los fracasos personales, como un triste cortejo de recuerdos aflictivos, por otra parte se descubren asimismo felices acontecimientos que no fueron otra cosa sino bendiciones divinas. El anciano ha de esforzarse para ofrecer sus recuerdos al Señor porque "pensar en el pasado no modificará la realidad de los sufrimientos padecidos, pero puede cambiar el modo de valorarlos, y cuando todo ello se realiza dentro de la oración, resulta una fuente reparadora".

Aparecen así, a grandes rasgos, los valores espirituales y religiosos de la Tercera Edad desde una óptica cristiana que el Papa Wojtyla resumió así: "La experiencia de la ancianidad comporta una nueva actitud frente al tiempo. Vosotros tenéis ahora la oportunidad de apreciar cada momento de la vida. Se hace posible para vosotros deteneros, y admirar y estar agradecidos por las cosas ordinarias de la vida, cosas que quizá pasaban antes desapercibidas: pequeños detalles como la amistad y la solidaridad y la belleza del Creador. Todo esto ofrece nuevas posibilidades para la oración contemplativa, una oración hecha no solo de palabra sino sobre todo de abandono confiado en las manos de Dios". (Molina Prieto, A., 1990).

PARTE II

IV. DECÁLOGO DEL RESPETO, LA COMPRENSIÓN Y EL CARIÑO AL ANCIANO¡Que cosa tan hermosa es un anciano que sabe aconsejar,un anciano que sabe juzgar!¡Que hermosa es la sabiduría de los ancianos,y en los grandes del mundo los pensamientos ponderados!La corona de los ancianos es una rica experiencia,su orgullo es el temor del Señor.

Eclesiásticos 25, 4-6

1-Mirarás al anciano como una bendición de Dios.

2-Oirás al anciano dos veces lo mismo, con la misma atención.

3-Hablarás al anciano, despacio, claro y al oído, si éste está ya un poco sordo.

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4-Desviarás la mirada cuando la mano temblorosa del anciano derrama la taza de café.

5-Con gusto escucharás cuando el anciano saca el tema de sus tiempos pasados.

6-Harás ver al anciano que su ejemplo y consejo es el mayor beneficio para la familia.

7-La oración continua del anciano es su desahogo, su mejor oficio y el mayor beneficio para la familia.

8-La alegría y el cariño familiar es para el anciano la mejor calefacción en invierno y el mejor refresco en verano.

9-Tus preguntas y visitas a los ancianos valen más que los regalos y limosnas.

10-Llamar al sacerdote cuando el anciano necesita ánimo, salud y gracia es un mandato del Señor. Se merecen todo, quienes todo lo dieron por nosotros.

V. CONTENIDOS1-El envejecimiento:-aspectos sicológicos-aspectos biológicos-aspectos espirituales

2-Salud física -- espiritual-prevención de enfermedades-actividad física-ejercicios-alimentación adecuada-sacramentos, vida de oración

3-Situación económica-asesoría jurídica (viudez, incapacidad, jubilación, etc.)

4-Tiempo libre-como ocuparlo-proyecto de vida

5-Familia -- Fraternidad -- Sociedad-relaciones familiares-relaciones con los Hermanos(as) de la Fraternidad-actividades sociales-talleres

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VI. ORGANIZACIÓNObjetivo generalAcompañar a los Hermanos(as) ancianos de la Fraternidad para su mejor integración y para hacerles descubrir que la ancianidad es la etapa cumbre de la vida, rica en experiencias y contenidos.

Objetivos específicos1-Promover acciones que nos lleven a preparar Hermanos(as) y a la Fraternidad para atender en forma preferencial a los Hermanos(as) ancianos.2-Preparar temarios con metodologías adecuadas que respondan a la necesidad de los ancianos.3-Favorecer la interacción de todos los Hermanos(as) de la Fraternidad especialmente con los más jóvenes.

Metodología1-La Fraternidad se organizará para realizar encuentros formativos una vez al mes que respondan a las necesidades del Hermano(a) anciano.2-Además preparará Hermanos(as) que dediquen su apostolado a los más enfermos, ancianos que ya no pueden asistir a la Fraternidad.3-Buscará especialistas que colaboren en el adiestramiento de servidores de los Hermanos(as) de la tercera edad.4-Tomará iniciativas para celebrar encuentros especiales con los ancianos.

OrganizaciónLa Fraternidad se preparará para acompañar adecuadamente a los Hermanos(as) de la Tercera Edad para hacerles sentir que son un tesoro invaluable, demostrándoles respeto y amor constante tanto a los que participan de la vida fraterna como a aquellos que se ven imposibilitados de asistir por su condición física.

VII. ACTIVIDADESExcursiones a parques, reservas forestales, etc.Paseos cortos por los alrededores de su casa.Visita al Santísimo Sacramento.Visitas a museos, santuarios, etc.Talleres de manualidades, literarios.Rezo del Santo Rosario.Cursos o charlas de interés social, cultural o político.AlfabetizaciónCelebración de Festividades.Participación en la eucaristía.Solicitar la unción de los enfermos

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VIII. DIAGNOSTICOEste se aplicará a los Hermanos(as) de la Tercera Edad para iniciar un servicio eficaz que responda a las necesidades de los Hermanos(as) que vamos atender.Ficha personal:Nombre Fecha de nacimientoEstado civilEstudiosProfesiónIngreso aproximadoPersonas con las que viveProblemas de salud

Cuestionario

1-¿Qué hace en su tiempo libre?2-¿Cuáles son sus aficiones?3-¿Cómo es su relación con la familia?4-¿Cuál es su mayor dificultad?5-¿Le gustaría participar de charlas, paseos u otros con los otros Hermanos(as)?

Observaciones: __________________________________________________________________

XXIII-LA FORMACIÓN Y LA ORDEN FRANCISCANA SEGLARMichael J. Higgins, TOR

Los hermanos son responsables de su formación para acrecentar cada vez más la vocación recibida del Señor. La Fraternidad está llamada a ayudar a los hermanos en este camino con la acogida, la oración y el ejemplo [1] .

En todos los encuentros franciscanos, tanto cuando se trata de una reunión informal de los hermanos, como de una reunión mensual de una Fraternidad local o de un Capítulo, aparece inevitablemente el tema de la formación. La atención dada a este aspecto de la vida franciscana demuestra el importante papel que la formación tiene en todos los niveles de la vida de los hermanos, y en la vida de la fraternidad de la Orden.

Es oportuno, por lo tanto, discutir el tema de la formación en este número de Koinonia... Con esta reflexión, los Asistentes espirituales generales desean urgir a todas las Fraternidades locales a que dediquen a la formación permanente al menos uno o dos encuentros para revisar y discutir el papel que la formación tiene en la vida de la Fraternidad.

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Formación e informaciónAntes de detenernos en la formación, tal como aparece en las Constituciones de la Orden Franciscana Seglar, es importante distinguir entre "formación" e "información".

La mayor parte de los programas de formación se centran sobre todo en la información, como desarrollo intelectual de los miembros de la Fraternidad. Se presta mucha atención a la enseñanza de los miembros sobre San Francisco a través del estudio de sus escritos, de la documentación y literatura sobre él, de la historia de la Orden, de su estructura en los diversos niveles y de otros temas que se refieren a la vida y a la espiritualidad franciscana. Todo esto es bueno y oportuno y debería promoverse en todos los niveles de la Orden.

Pero la formación no se limita al conocimiento intelectual. Supone mucho más. La formación es fundamental en la vida de los hermanos y es más importante que el conocimiento que se puede tener sobre Francisco y su Orden. La formación suponeel desarrollo humano y espiritual en todos los niveles y dimensiones de la vida. Es un proceso de desarrollo gradual de la identidad de una persona, hijo de Dios, hecho a imagen y semejanza de Cristo y revestido de la fuerza del Espíritu Santo.

Una lectura superficial de las Fuentes Franciscanas nos señalan que es esto lo que dio fuerza a Francisco en su proceso de Conversión. Al comienzo de su movimiento consciente hacia Dios, su corazón se encontraba en las tinieblas y rogó a Dios que le iluminase para encontrar la fe, la esperanza y la caridad, virtudes que estaban ausentes en su vida, en aquel momento.

¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. (OrSD)

Hacia el final de su vida, después de pasar a través de las dificultades de la fraternidad, del desarrollo de la Regla, y de muchos desafíos físicos, incluidas las llagas, encontró finalmente la paz, cuando se dirigió a Dios y gritó en sus Alabanzas al Dios Altísimo:

Tú eres nuestra esperanza, Tú eres nuestra fe, Tú eres nuestra caridad (AlD).

Aquello por lo que Francisco había orado, arrodillado ante el Crucifijo de San Damián, lo halló en Dios. Realmente se puede decir que Francisco se encontró a sí mismo cuando se perdió en una íntima relación con Dios.

El desafío de la formación en la Orden Franciscana Seglar es el de animar a los hermanos a entrar en este largo camino, es decir, encarnar el carisma y encontrar su vida y su significado en su relación con Dios. Pero, en la Orden, no es éste el único punto focal en la fase inicial de la formación. El camino comienza durante el período de discernimiento y continúa a lo largo de este proceso. Los hermanos son alimentados, continuamente, en la vida cotidiana de la Fraternidad y en su relación con los otros Franciscanos. No es exagerado afirmar que la formación constituye una parte fundamental del camino del Franciscano Seglar que dura toda la vida.

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Puntos claves del carisma franciscano El prólogo de la Regla de la Orden Franciscana Seglar es la Primera Exhortación a los Hermanos y Hermanas de la Penitencia. Aporta elementos estupendos, que ayuda a leer y apreciar la Regla. Basada en este texto, la formación puede ser considerada como un proceso a través del cual los hermanos pueden llegar a ser personas que aman a Dios y al prójimo, son conscientes de su naturaleza de pecado y se esfuerzan por superarla, valoran los sacramentos y anhelan recibirlos, y son personas que producen "frutos dignos de penitencia"... En una palabra, la formación les pide que sean "personas de misericordia" y que se impliquen activa y conscientemente en la santidad en todos los niveles de su vida, es decir, que acepten como propia una dirección y una visión espiritual típicamente franciscana.

Los Franciscanos Seglares participan de los carismas fundamentales de la Familia Franciscana, según el ejemplo de vida santa e íntegra dada por San Francisco y Santa Clara y según la identidad espiritual articulada en la Regla. Son animados a ser personas de pobreza, minoridad, contemplación y conversión continua, y a encontrar el modo de vivir estos carismas de manera vital y real en su estado secular.

PARTE II

Puntos claves del carisma franciscano PobrezaSan Francisco entendió que todo proviene de Dios y la fuerza motriz de su vida fue el estar en relación con Dios. Cuando se es pobre, la única riqueza es el Señor. Y entonces toda la creación y todo bien son vistos y apreciados en su justo medio ante el Señor.

Para los Franciscanos Seglares, la pobreza franciscana no es la misma que para las otras ramas de la Orden. Más que la "altísima pobreza" abrazada por la Primera y Segunda Orden, o la pobreza religiosa abrazada por la Tercera Orden Regular, en la que todo se comparte en el servicio a la misión, los Franciscanos Seglares son invitados a colocar sus prioridades en su justa perspectiva.

"Cristo, confiado en el Padre, aún apreciando atenta y amorosamente las realidades creadas, eligió para Sí y para su Madre una vida pobre y humilde; del mismo modo, los Franciscanos Seglares han de buscar en el desapego y en el uso, una justa relación con los bienes terrenos, simplificando las propias exigencias materiales; sean conscientes, en conformidad con el Evangelio, de ser administradores de los bienes recibidos, en favor de los hijos de Dios. Así, en el espíritu de las «Bienaventuranzas», esfuércense en purificar el corazón de toda tendencia y deseo de posesión y de dominio, como «peregrinos y forasteros» en el camino hacia la casa del Padre" (Regla OFS 11).

El artículo 18 de la Regla da un paso más y afirma que "procuren con ahínco superar la tentación de la explotación con el concepto franciscano de la fraternidad universal". La pobreza en este sentido permite a toda la creación estar en justo equilibrio ante el Señor.

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MinoridadLa minoridad o humildad enseña a los hermanos a aceptar cualquier aspecto de la vida y les anima a crecer en el conocimiento de sí. Esto requiere disponibilidad para afrontar la realidad del pecado y de la debilidad en modo positivo. Dispuesto a aceptar y desarrollar los dones y los talentos personales. En realidad, la humildad es una invitación a aceptarnos tal como somos ante Dios.

Demasiado a menudo, la humildad es presentada como el reconocimiento de las propias culpas y como un medio para dirigirse a Dios y recibir su misericordia y su perdón. En realidad, la humildad es una invitación a aceptarnos tal como somos ante Dios. Esto requiere de los hermanos reconocer y aceptar los aspectos de la vida dominados por el pecado, rotos o deformados, y pedir a Dios la ayuda para sanarlos. La humildad significa también que aceptamos y afirmamos los aspectos buenos y dichosos de la vida. Nuestra fe nos enseña que las personas son hechas a imagen y semejanza de Dios, que Jesús murió para darnos la vida eterna y que el Espíritu Santo ha sido enviado para darnos vida en abundancia.

Cuando las personas incluyen estas verdades sobre la identidad humana, pueden considerarse humildes ante el Señor y los demás. Esto les lleva a ver la imagen divina en todo aquello con lo que entran en contacto, como bien dice la Regla de la OFS:

Como "el Padre ve en cada uno de los hombres los rasgos de su Hijo, Primogénito de muchos hermanos, los Franciscanos Seglares acojan a todos los hombres con ánimo humilde y cortés, como don del Señor e imagen de Cristo" (Regla OFS 13).

ContemplaciónCon la contemplación, los hermanos crecen en el aprecio y en el amor a todos a través de la oración en su dimensión personal, fraterna y eclesial. Estas dimensiones incluyen, además, la meditación, la contemplación, la soledad o jornadas de retiro, la Liturgia de las Horas, la Eucaristía, el Sacramento de la Reconciliación, y las devociones cristianas y franciscanas como el Rosario, la Corona Franciscana, el Vía Crucis, la adoración eucarística y la bendición, las letanías y otras devociones y oraciones.

"Como Jesucristo fue el verdadero adorador del Padre, del mismo modo los Franciscanos Seglares hagan de la oración y de la contemplación el alma del propio ser y del propio obrar. Participen de la vida sacramental de la Iglesia, especialmente de la Eucaristía, y asóciense a la oración litúrgica en alguna de las formas propuestas por la misma Iglesia, reviviendo así los misterios de la vida de Cristo (Regla OFS 8).

Cuando los seglares crecen en la contemplación, comienzan a ver las cosas de modo diverso. Toda la creación vive en la presencia de Dios.

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Conversión continúaLa conversión continua alienta a los hermanos a reconocer que la vida cristiana y franciscana es un continuo camino de fe. Un requisito necesario de este camino es tener un espíritu abierto y dócil. El Franciscano Seglar debe estar dispuesto a no tener todas las respuestas a la mano, a cambiar y a crecer.

"Como «hermanos y hermanas de penitencia», en fuerza de su vocación, impulsados por la dinámica del Evangelio, conformen su modo de pensar y de obrar al de Cristo, mediante un radical cambio interior, que el mismo Evangelio denomina con el nombre de «conversión»; la cual, debido a la fragilidad humana, debe actualizarse cada día. En este camino de renovación, el Sacramento de la Reconciliación es signo privilegiado de la misericordia del Padre, y fuente de gracia" (Regla OFS 7).

El carisma franciscano de pobreza, minoridad, contemplación y conversión continua espolean a los Franciscanos Seglares a formarse para ser misericordiosos. Es decir, se forman en la dócil aceptación de la importancia del crecimiento personal, basado en la disponibilidad y la capacidad de cambio.

Creciendo en la vida espiritual, son invitados a ser cada vez más sensibles hacia los otros, especialmente con los necesitados, los pobres y los marginados, y a estar dispuestos a afrontar las laceraciones de la cultura y de la sociedad. Una auténtica formación espiritual ayuda a los hermanos a superar las propias preocupaciones de realización personal y a ser sensibles a lo que les rodea en la sociedad y en el mundo.

PARTE III

La Formación en las ConstitucionesLas Constituciones afirman que "el tiempo de la formación inicial tiene una duración de un año al menos" (art. 40.1), cuya finalidad es la de dar al candidato tiempo para que madure y adquiera "la experiencia de vida evangélica en Fraternidad, y un mejor conocimiento de la Orden" (art. 40,1). Este proceso se desarrolla a lo largo de un período de tiempo, que no debe limitarse necesariamente a un año. Se pueden modificar los Estatutos regionales y nacionales, permitiendo períodos más largos de formación inicial.

Es importante que la formación se viva "frecuentando reuniones de estudio y de oración y con experiencias concretas de servicio y de apostolado" (art 40,1). La formación debe programarse y hacerse bien, y tener todo el apoyo de la Fraternidad... Durante este período,

"se orientará a los candidatos hacia la lectura y la meditación de la Sagrada Escritura, al conocimiento de la persona y escritos de Francisco y de la espiritualidad franciscana, y al estudio de la Regla y de las Constituciones. Se les enseñará a amar a la Iglesia y a acoger su magisterio. Los laicos ejercítense en vivir con estilo evangélico el compromiso temporal en el mundo" (Constituciones Generales,40,2).

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Durante la formación, los candidatos son puestos al corriente de los documentos claves de la vida franciscana: Sagrada Escritura, Escritos de San Francisco, Regla y Constituciones de la Orden, Estatutos regionales y nacionales aprobados en los diversos países.

La última línea del art. 40.2 es particularmente importante. Los miembros de la Orden Franciscana Seglar están invitados a considerar el mundo y su puesto en el mundo desde la óptica del Evangelio, mientras pasan del "Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" como aconseja la Regla. En este sentido, "evangélico" significa un estilo de vida impregnado y guiado por el Evangelio y por el ejemplo personal de Jesús.

La conversión continua en la vida franciscana se halla reforzada en el art. 44 de las Constituciones. La formación no es una fase de preparación después de la cual el Franciscano Seglar recibe un diploma. Se le propone vivir un estilo de vida en el que se camina hacia el crecimiento y la madurez espirituales.

"Iniciada en las etapas precedentes, la formación de los hermanos se realiza de modo permanente y continuo. Es una ayuda para la conversión de todos y cada uno y para el cumplimiento de la propia misión en la Iglesia y en la sociedad." (art. 44,1)

Este tema continúa y se consolida en el art. 44.3 de las Constituciones, que ofrece a los Franciscanos Seglares una orientación segura, invitándoles a permanecer inmersos en el proceso de formación.

De hecho, el artículo afirma que "la formación permanente, mediante cursos, encuentros, intercambio de experiencias, tiene como finalidad ayudar a todos los hermanos:-- a escuchar y meditar la Palabra de Dios, "pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" (Regla 4);-- a reflexionar, iluminados por la fe y ayudados por los documentos del magisterio, sobre los acontecimientos de la Iglesia y de la sociedad, tomando consiguientemente posiciones coherentes;-- a actualizar y profundizar la vocación franciscana estudiando los escritos de San Francisco, Santa Clara y otros autores franciscanos".

Según estos textos, la formación permanente se realiza "mediante cursos, encuentros, intercambio de experiencias" (44,3), ayudando a los hermanos a escuchar la Palabra de Dios, a reflexionar sobre la vida de la Iglesia y de la sociedad a la luz de la fe y de las enseñanzas de la Iglesia, y "a actualizar y profundizar la vocación franciscana estudiando los escritos de San Francisco, Santa Clara y otros autores franciscanos" (art. 44,3).

Por desgracia, muchos Franciscanos Seglares no son conscientes plenamente de lo que este artículo de las Constituciones les pide que sean y realicen. Los Franciscanos Seglares son invitados a escuchar, meditar, reflexionar y profundizar constantemente sobre su vocación. Es decir, que se comprometan activa y conscientemente en la formación, para llegar a ser verdaderos hijos de Dios. Por lo tanto, estén dispuestos a cambiar, para hacer que su presencia en el mundo sea animada por el Evangelio.

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El Artículo 37, que se ha citado al inicio de esta reflexión, afirma que "los hermanos son responsables de su formación". Es decir, son los primeros trabajadores de su formación, pero la Fraternidad debe ayudarles. "La Fraternidad está llamada a ayudar a los hermanos en este camino con la acogida, la oración y el ejemplo".

La vida franciscana no es una invitación para realizar un proyecto personal de crecimiento espiritual, sino, más bien, es una invitación a realizarse e implicarse activamente en la vida de cada uno.

Observaciones finalesHoy nos encontramos en una posición privilegiada respecto a los Escritos de San Francisco y su persona, como también respecto a la historia y a la espiritualidad de la Orden Franciscana Seglar, especialmente en su relación con la antigua tradición penitencial y secular. Ahora, por lo tanto, la Orden puede ofrecer una sólida formación franciscana a mujeres y a hombres que son atraídos por ella.

En las fases iniciales de la formación, es importante invitar a los candidatos a que asuman un proceso de auténtico discernimiento. Los Franciscanos Seglares deben estar animados a examinar de cerca su vida en el contexto de las muchas dimensiones de la Orden. Si los candidatos muestran disponibilidad y capacidad para abrazar este estilo de vida, pueden ser guiados hacia la profesión. De lo contrario, deberían considerar la posibilidad de dejar la Fraternidad para hallar otro modo diverso de servir al Señor. En todo este proceso es esencial el papel del Responsable de la Formación, que debe desarrollarlo en continua comunicación con el Ministro y el Consejo de la Fraternidad local.

Además, es importante que las Fraternidades identifiquen a los hermanos que tienen actitud, personalidad, dedicación al trabajo para ser formadores y, por lo tanto, formarles adecuadamente. Es importante igualmente confirmar a aquellos que actualmente llevan a cabo esta tarea y ayudarles. Los "buenos franciscanos" no son necesariamente buenos formadores, aunque en la vida religiosa se ha hecho mucho daño por frailes bien intencionados que no fueron buenos formadores.

Además, es importante que los hermanos que trabajan en la formación sean psicológica- mente sanos, formados en el franciscanismo, y conocedores de las dinámicas del crecimiento humano y de la formación espiritual. Todo esto es absolutamente necesario para programas de buena formación, porque, en resumidas cuentas, se trata de la linfa vital de la Fraternidad y merece mucha atención.

Otro peligro es que en algunos países los niveles de formación son considerados etapas separadas, dándose poca colaboración entre los Responsables de la etapa inicial y la permanente. Puesto que la colaboración asegura la continuidad regular del programa, se recomienda que el equipo de formación trabaje en estrecha colaboración, tenga una constante comunicación entre sus miembros y se desarrolle un programa bien pensado, que responda a las expectativas de los Franciscanos Seglares en formación. Esto requiere que se intervenga en la elección de los hermanos que trabajan en la formación, teniendo presente

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que tengan cualidades necesarias para trabajar bien con otros, y gocen de la colaboración de los Responsables de las diversas etapas de la formación.

En fin, los Responsables de la formación deben ser conscientes de los valores culturales que influyen en los hombres y mujeres que vienen a la Fraternidad. Por ejemplo, yo soy americano, he sido formado por la cultura norteamericana y debo afrontar la tendencia, muy patente, hacia la autonomía y la autodirección. El resultado es que en mi país, algunos aspirantes a la Orden no están dispuestos o no son capaces de participar plenamente en el proceso de formación, carecen del espíritu de apertura y docilidad que se pide a personas que emprenden un nuevo camino. Si creen que ya tienen las respuestas, difícilmente estarán abiertos a la guía y al desafío lanzado por los Responsables. Esto debe afrontarse de manera directa en los Estados Unidos.

Es importante también que todos aquellos que se hallan implicados en la formación en sus Fraternidades, individualicen y afronten los aspectos de la propia sociedad y estén dispuestos a criticarlos de manera constructiva a la luz de los valores evangélicos y franciscanos. La finalidad del proceso de formación es el de ayudar a las personas a ver y juzgar el mundo como Jesús nos enseña y como la Iglesia nos aconseja.

Las personas que vienen a nosotros no merecen menos y la Orden no puede dejar de hacerlo.

Como portadores de paz y conscientes de que la paz ha de construirse incesantemente, indaguen los caminos de la unidad y de la inteligencia fraterna mediante el diálogo, confiando en la presencia del germen divino, que hay en el hombre y en la fuerza transformadora del amor y del perdón. Mensajeros de la perfecta alegría, esfuércense permanentemente en llevar a los demás el gozo y la esperanza. Insertos en la resurrección de Jesucristo, que da su verdadero sentido a la Hermana Muerte, tiendan con serenidad al encuentro definitivo con el Padre (Regla OFS 19).

XXIV-SUBSIDIO PARA LA FORMACIÓN DE LA O.F.S.ROMA, 2001

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AbreviaturasDocumentos de la OFSReg. Regla de la Orden Franciscana Seglar, Roma 1978. Const. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, Roma 2001. Rit.OFS Ritual de la Orden Franciscana Seglar, Consejo nacional OFS, Madrid, 1986. Magisterio de la IglesiaDocumentos del Concilio Vaticano II

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AA Apostolicam Actuositatem. GS Gaudium et Spes. LG Lumen Gentium. PO Presbyterorum Ordinis.

Otros Documentos

CJC Código de Derecho Canónico, Roma 1983. ChL Christifideles laici. CD Christus Dominus FC Familiaris consortio PDV Pastores dabo vobis. Documentos franciscanosFF Fuentes Franciscanas oSan Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos. BAC, Madrid 1985

San Francisco de Asís, Escritos

Adm Admoniciones 1CtaF Carta a todos los fieles, primera redacción 2CtaF Carta a todos los fieles, segunda redacción CtaO Carta a toda la Orden 2R Regla bulada Test Testamento

Leyendas o Biografías

1C Vida Primera, Tomás de Celano 2C

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Vida Segunda, Tomás de Celano LM Leyenda Mayor, San Buenaventura SC Sacrum Commercium EP Espejo de Perfección

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PremisaEl presente subsidio quiere ofrecer a los Consejos nacionales, de manera muy sintética, las indicaciones necesarias para la "Formación", tanto a nivel de "Formación Inicial" como de "Formación Permanente", en la triple dimensión humana, cristiana y franciscana.

La finalidad del subsidio de formación no es repetir cuanto se halla contenido en la Regla y las Constituciones, sino ser un instrumento de trabajo que acompañe a la fraternidad de todos los niveles: local, regional, nacional e internacional, en su compromiso de desarrollo y crecimiento de la llamada recibida del Padre para vivir el Evangelio al estilo de Francisco de Asís.

El subsidio es sólo una ayuda que el Consejo de la Fraternidad nacional con su Ministro y su Formador deben definir, según las exigencias de personas y ambientes, el espacio de tiempo y metodología que se dediquen a cada una de las dimensiones: humana, cristiana y franciscana, para colaborar en el crecimiento y madurez de los hermanos, también mediante el diálogo y la confrontación entre formadores y formandos con la finalidad de alcanzar una presencia significativa en la Iglesia y en el mundo.

La Fraternidad local y la formación permanente, dentro de las cuales se coloca de manera adecuada la formación inicial, son el lugar y el espacio generativo y formativo de cada vocación. Cada franciscano seglar, para ser testigo creíble del Evangelio, debe cultivar también la formación específica de su profesión.

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Capítulo PrimeroNOCIONES PRELIMINARESLa Fraternidad es "el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros" [1] .

En este contexto, la formación es una ayuda a los hermanos para descubrir la novedad y la vitalidad en la propia llamada como don del Espíritu en el seguimiento de Jesús al estilo de Francisco de Asís.

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La vida del franciscano seglar es considerada un camino de crecimiento global de la persona humana y cristiana en la escucha de la llamada de Dios y en la conversión constante a su proyecto, "pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" [2] .

La formación es, por lo tanto, un medio que facilita la profundización de nuestra respuesta en el vivir cotidiano, y que se concreta en las dimensiones del:

Discernimiento vocacional: el proceso para llegar a una decisión clara, consciente y definitiva acerca de la llamada del Señor;

Asimilación del carisma: como camino formativo que comienza con la formación inicial, en la que los valores del carisma franciscano seglar son asumidos y profundizados tanto a nivel personal como fraterno;

Formación permanente: como medio útil para perfeccionar la identidad propia y la fidelidad al compromiso de vida. Todos reconocemos hoy esta fase como necesitada de una atención particular;

Formación de los formadores y de los responsables: es uno de los grandes problemas, porque en ellos la formación debería ser visible para ser transmitida a los otros hermanos y, en particular, a los nuevos miembros de la Fraternidad.

Francisco fue un hombre en formación permanente: "Comencemos, hermanos, a servir al Señor nuestro Dios..." [3] ; y fue maestro de vida evangélica; mediante su ejemplo, su regla y su enseñanza: "A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno" [4] .

Formar, en su acepción etimológica, significa dar forma, plasmar según un modelo determinado, usando los medios necesarios e idóneos para alcanzar el fin.

En nuestro caso, el formar mira al hombre como ser perfectible hasta el final de la vida, mediante la educación, la enseñanza y el ejemplo.

Consideramos la formación en general y la formación específica franciscana.

I. Los Tiempos de FormaciónLa formación del franciscano seglar, según las indicaciones de la Regla [5] y de las Constituciones [6] , se articula en tres etapas: Iniciación, Admisión a la Orden, Profesión de la Regla. Tiempos que constituyen y caracterizan la formación inicial y la formación permanente.

"Corresponde a los Consejos nacionales y regionales, de común acuerdo, la elaboración y adopción de medios de formación adecuados a las situaciones locales, como ayuda a los responsables de la formación de cada Fraternidad" [7].

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Formación inicialAbarca el Tiempo de Iniciación y el Tiempo de Formación inicial y sirve para indagar la autenticidad y la solidez de la vocación del candidato y, en caso positivo, para ayudarlo a madurar su opción de vida, que ratificará con la Profesión.

Después de la Profesión se aconseja un período de Formación para los neoprofesos (especialmente para aquellos que han emitido la Profesión Temporal), que sirve para desarrollar y profundizar los contenidos de la formación inicial.

Formación permanenteDura todo el arco de la vida, con el fin de ofrecer a los franciscanos seglares una vida espiritual siempre más rica e intensa y acompañarles en el camino de la fe, para consolidarles en su discipulado franciscano, actualizarles continuamente en las enseñanzas de la Iglesia y confrontarles con la sociedad en continua evolución.

II. Formación en GeneralEl hombre -- cuerpo, psique y alma -- es el sujeto de esta formación, que tiende a una formación integral con el uso de los medios adecuados, para vivir como miembro de la sociedad, de la Iglesia y de la Orden Franciscana Seglar.

Consiste en un "proceso" que como realidad dinámica se traduce en:

Un crecimiento progresivo e inteligente, capaz de escoger los medios para que el individuo realice los ritmos personales de su madurez con las fuerzas de la naturaleza y de la gracia;

Una adhesión armoniosa e iluminadora, que implique todas las facultades del interesado y le ponga en situación de relacionarse con las realidades en las que vive y trabaja;

Una certeza sistemática e integradora, que excluya la improvisación y la fragmentariedad;

Un crecimiento constante, con capacidad de discernimiento y apertura a la renovación para, de la mejor manera, alcanzar el objetivo.

ComportaLa transmisión de principios doctrinales necesarios para lograr la meta;

La implicación de los formandos, con atención particular a su personalidad y a su historia precedente;

La continúa confrontación de lo enseñado con las situaciones vividas cotidianamente, para ayudar al candidato a recorrer un camino real y personal.

Exige en el formador1) desde el punto de vista psicológico:Madurez, equilibrio, dominio de sí;

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Apertura al diálogo;

Capacidad de utilizar lo aprendido y de transmitirlo.

2) Desde el punto de vista cultural:Conocimiento de la doctrina que se ha de enseñar y de la pedagogía de la renovación;

Nociones de metodología: situación concreta y canales adecuados de comunicación;

Interés de actualización y capacidad de revisión entre la realidad y el objetivo a alcanzar.

3) Desde el punto de vista espiritualDiscernimiento

Rectitud

Fidelidad al carisma

Testimonio de vida.

III. Formación Específica FranciscanaLa formación específica aplica los mismos criterios que la formación en general, pero dando una respuesta significativa, según el carisma de Francisco de Asís, a los signos de los tiempos, al discernimiento personal y fraterno y a la formación en cuanto tal.

El sujeto es el fiel que, impulsado por el Espíritu Santo, pide ser admitido a la OFS para vivir el Evangelio a la manera de San Francisco y alcanzar la perfección de la caridad en el estado seglar [8] .

Esta formación intenta ayudar al franciscano seglar a descubrir la vocación recibida y a responder con generosidad como miembro de la Iglesia y como ciudadano, según el espíritu y el estilo de vida de San Francisco, en fraternidad.

Comprende1) el conocimiento:de las nociones básicas referentes al hombre, sus derechos y deberes en cuanto "hombre" y en cuanto ciudadano de un determinado país; de los principios fundamentales de la fe católica, con referencia particular a la cristología, la eclesiología, la doctrina social de la Iglesia, para una efectiva y cualificada presencia en la comunidad eclesial y civil [9] ; de San Francisco, de Santa Clara y de las otras grandes personalidades franciscanas, para "caracterizar" tal presencia en el contexto de la Familia Franciscana; de la historia de la OFS, de su Regla, Constituciones y Estatutos, para desarrollar el sentido de "pertenencia" a la Orden seglar.

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2) La implicación:Del formando, suscitando su interés personal para no reducir la transmisión de las nociones a un puro y simple adoctrinamiento y para desarrollar en él la responsabilidad de su propia formación [10] .

3) La experiencia de vida:Para constatar las resonancias de lo aprendido en su vida cotidiana tanto en lo personal como en sus relaciones [11] .

Exige1) Atención vigilante:Secundando la acción del Espíritu Santo en el formando, que es un llamado;

2) Formadores capaces:Testigos y modelos de vida, preparados e idóneos [12] ;

3) Fidelidad:A la Regla, a las Constituciones, a las directrices de los organismos superiores de la Orden y de la Iglesia.

IV. MetodologíaLa metodología comprende:1) Acoger al formandoCon sus experiencias de vida: aspiraciones, intereses, perspectivas y horizontes;

Con sus problemas reales, sus capacidades y actitudes.

2) ContarCon cuanto de bien hay en cada uno;

Con las posibilidades reales de crecimiento;

Con el uso sabio del tiempo libre.

3) PromoverLa implicación de los formandos.

4) TransmitirConceptos, informaciones, conocimientos sobre argumentos concretos, buscando amalgamar las disparidades cognoscitivas de los formandos.

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V. Revisión de la FormaciónLa revisiónSirve para evaluar el resultado de la acción formativa:

1) ExaminandoLa situación inicial del formando y los resultados obtenidos respecto a los objetivos.

2) RectificandoSi es oportuno, el "tiro" de actitudes, métodos, ambientes, en relación a las necesidades y a las dificultades aparecidas.

3) EstimulandoUna auto-evaluación del formando en relación con los objetivos y los problemas de su vida.

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Reg. 22. Reg. 4. LM. 14,1. 1C. 37. Cfr. Reg. 23. Cfr. Const. 37-44. Const. 37.4. Cfr. Reg. 2; Const. 3. Cfr. GS. 62. Cfr. ChL. 63. Cfr. GS. 43; ChL. 59. Cfr. ChL. 63.

XXV-ASISTENCIA COLEGIAL A LA O.F.S.Fray Ivan Matic', ofm

PARTE I

Con esta breve relación queremos reflexionar juntos sobre la importancia y la responsabilidad de nuestro deber en lo tocante a la asistencia espiritual y pastoral a la Orden Franciscana Seglar, misión confiada a nosotros franciscanos de la Primera Orden y de la TOR [1 por la Iglesia.

La asistencia a la OFS se realiza en diversos niveles. Cuando una Fraternidad de nivel superior a local (regional, nacional o internacional) es asistida espiritualmente por más de una Familia religiosa franciscana, entonces se debe hablar de asistencia colegial y no de asistencia interobediencial.

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Pienso que debemos ser muy precisos y claros también en el lenguaje, porque se trata de cosas nuevas que se refieren a las estructuras propias de la OFS, reconocidas por la Iglesia con la aprobación de las Constituciones generales de la OFS.

Como franciscanos de la Primera Orden y de la TOR estamos llamados a profundizar cada vez más nuestro conocimiento referente a lo nuevo, a su crecimiento y a su desarrollo de la OFS, estudiando con amor fraterno sus documentos que son verdaderamente un tesoro precioso. ¿Por qué es importante todo esto?

La Orden Franciscana Seglar, en la gran Familia Franciscana, tiene un puesto muy particular, ya que sus miembros viven en la Iglesia y en el mundo el carisma común franciscano, que nos ha dejado en heredad San Francisco, como "seglares".

Los Franciscanos Seglares viven su peculiar carisma en unión orgánica con todas las Fraternidades católicas dispersas en el mundo y abiertas a todos los fieles, en las que los hermanos y las hermanas son movidos por el Espíritu para alcanzar la perfección de la caridad en el estado secular [2 .

Como tal, la OFS es asistida espiritualmente y pastoralmente por las cuatro Familias religiosas franciscanas (Primera Orden Franciscana y TOR). "Como signo concreto de comunión y de corresponsabilidad, los Consejos de los diferentes niveles pedirán religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los Superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas, a las cuales, desde siglos, está unida la Fraternidad Seglar" [3 .

Conociendo las estructuras propias de la OFS, la asistencia puede ser desarrollada de una manera mucho mejor organizada. ¿Cuáles son estas estructuras? He aquí lo que dice la Regla: "La Orden Franciscana Seglar se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional. Cada una de estas Fraternidades tiene su propia personalidad moral en la Iglesia [4 . Las Fraternidades se coordinan y unen entre sí, de acuerdo con lo que se establece en esta Regla y en las Constituciones" [5 .

Asistencia colegial en la Regla de la OFSVeamos ahora la asistencia a la OFS, confiada a los Franciscanos de la Primera Orden y de la TOR, así como lo entiende la Iglesia. En este momento no es posible presentar todos los documentos de la rica historia de la OFS, en los que, entre otras cosas, se nota un desarrollo en lo que se refiere a la asistencia, sino que nos detenemos en las novedades introducidas por la nueva Regla de la OFS de Pablo VI, aprobada el 24 de junio de 1978.

Una novedad importante de esta nueva Regla se halla, sin duda, en el paso de la dependencia de la OFS a la Primera Orden y a la TOR a la comunión vital recíproca: "En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia" [6 . Después de haber subrayado la "una unión orgánica de todas las fraternidades católicas" [7 , las características particulares de la vida seglar y su autonomía, recuerda una vez más la comunión y la corresponsabilidad "en el carisma del común Seráfico Padre", pidiendo

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"religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los Superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas" [8 .

La asistencia espiritual pedida a los "Superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas, a las cuales, desde siglos, está unida la Fraternidad Seglar" [9 , es un servicio. Por lo tanto, no puede ejercerse un predominio en ninguno de los espacios en los que el Asistente colabora, impidiendo así que la asistencia espiritual transforme la relación de colaboración en dependencia.

La Regla de la OFS comienza su redacción recordando que los franciscanos seglares no son un apéndice, sino una realidad integradora de la Familia Franciscana [10 , y termina con la petición a los Superiores de la Primera Orden y de la TOR de religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual [11 , como algo que proviene de un mismo carisma.

Los Ministros y los Custodios, en calidad de Superiores Mayores, son invitados a mantener un diálogo, un intercambio de pareceres con los respectivos Consejos y Ministros de la OFS, en señal de comunión y de corresponsabilidad, cuando se les pide, y ellos les ofrecen, los candidatos para la asistencia. Este intercambio de pareceres será un signo de que se ha entendido la naturaleza y la misión de la OFS, mientras se consolidan los fundamentos de la colegialidad en todos los niveles.

Asistencia colegial en las Constituciones generales de la OFSLas Constituciones Generales de la OFS manifiestan esta acción colegial de manera aún más clara y evidente: "Para todo lo que respecta al conjunto de la OFS, el "altius moderamen" debe ser ejercido por los Ministros generales colegialmente" [12 .

Si los Ministros generales desarrollan su servicio colegialmente, sus Delegados inmediatos, los Asistentes espirituales generales (y lo mismo se puede y debe decir de los Asistentes nacionales y regionales en su relación con los Ministros provinciales o Custodios), al prestar la asistencia colegial a la Orden Franciscana Seglar deben hallarse en consonancia con el espíritu de la Conferencia de los Ministros generales de la Primera Orden y de la TOR.

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Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 2. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26. Can. 116. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 20. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 1. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 2. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 1. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26.

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Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 87.1.

PARTE II

Asistencia colegial a las Fraternidades en los diversos nivelesA nivel internacional: "Los Asistentes generales prestan su servicio a la Presidencia del CIOFS, forman una Conferencia y cuidan colegialmente la asistencia espiritual de la OFS en su conjunto" [1 . El paso de Comisarios generales a Asistentes generales ha producido la asistencia colegial (CAS: Conferencia de Asistentes Espirituales) al Consejo Internacional y a la Presidencia de la OFS. Ésta ha sido y es un camino andado con decisión y en buena armonía, en el que se trabaja y se profundiza colegialmente de acuerdo con las Constituciones de la OFS. La asistencia, en cuanto expresa comunión y corresponsabilidad, no es un tema terminado ni cerrado, sino, por el contrario, abierto y capaz de crecimiento y creatividad entre los componentes de la Familia Franciscana.

Si a nivel general la asistencia colegial goza de una óptima estabilidad y organización, es necesario esforzarse para asegurar que lo mismo ocurra en los niveles nacionales y regionales.

A nivel nacional: "los Asistentes nacionales prestan su servicio al Consejo nacional y cuidan la asistencia espiritual de la OFS en todo el territorio de la Fraternidad nacional y la coordinación a nivel nacional de los Asistentes regionales. Si son más de uno, forman una Conferencia y ofrecen el servicio colegialmente" [2 .

A nivel regional: "los Asistentes regionales prestan su servicio al Consejo regional y cuidan la asistencia espiritual a la Fraternidad regional. Si son más de uno, forman una Conferencia y ofrecen el servicio colegialmente" [3 .

A nivel local: "los Asistentes locales prestan su servicio a la Fraternidad local y a su Consejo" [4 . Como se ve, en este caso no se habla de asistencia colegial porque normalmente una Fraternidad local es asistida por una Familia franciscana.

Asistencia colegial en el Estatuto para los Asistentes de la OFSAunque si con motivo de la aprobación de las nuevas Constituciones Generales de la OFS muchas cosas deben ser retocadas en lo referente a la asistencia espiritual, en el Estatuto para los asistentes de la OFS leemos:

"El cuidado pastoral y espiritual de la OFS ha sido confiado por la Iglesia a la Primera Orden y a la TOR de acuerdo con una larga tradición. Se trata de un doble servicio:a) el servicio del altius moderamen de parte de los Superiores Mayores [5 ;b) el servicio fraterno de animación espiritual y pastoral de las Fraternidades y de sus Consejos" [6 .

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La asistencia se ejerce según el Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral a la OFS común a las cuatro Órdenes franciscanas (OFM, OFMConv, OFMCap, TOR).

Este servicio se desarrolla colegialmente en todos los niveles, desde los niveles superiores a los locales. Este servicio debe realizarse con responsabilidad por parte de los Superiores mayores, con el fin de garantizar que la OFS sea fiel al carisma franciscano, viva en comunión con la Iglesia y en unión con la Familia Franciscana [7

Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 90.1 a. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 90.3 b. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 90.3 c. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 90.3 d. Cfr. c. 303. Cfr. Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral a la OFS, Título I. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 85.2.

XXVI-EXPERIENCIAS Y DIFICULTADES EN LA ASISTENCIA COLEGIAL A LA O.F.S.

fr. Valentín Redondo, OFMConv

PARTE I

Después del nuevo lenguaje que usan la Regla y las Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, que ya ha expuesto Ivan, entre otros conceptos el de colegialidad, me parece interesante comenzar hablando en positivo, para pasar luego a las dificultades con las que nos encontramos o simplemente nos planteamos en los encuentros mantenidos con los hermanos de la OFS y la asistencia que reciben.

EXPERIENCIAS (I)La CAS y su relación con la presidencia del CIOFSLa Conferencia de asistentes generales (CAS = Conferencia Asistentes espirituales) tiene un papel significativo en el Consejo Internacional y en la Presidencia del CIOFS [1 , del que son miembros [2 . Dividiría nuestra presencia en dos niveles: carismático y de colaboración. A nivel carismático es importante el reconocer en la Orden Franciscana Seglar una vida carismática que nace en Francisco de Asís, como sucede con la vida de los religiosos y de las religiosas -- Primera y Segunda Orden --, sólo que tiene una expresión secular, es signo de la riqueza expresiva del don del Espíritu a través del hombre Francisco y de la rica complementariedad que nace dentro de la Familia Franciscana al vivir codo a codo la expresión religiosa y la expresión secular, lo que subraya la reciprocidad vital que se da entre las diversas Órdenes dentro de la misma Familia Franciscana [3 . A esto se añade el cuidado espiritual y pastoral de la OFS que la Santa Sede ha confiado a la Primera Orden y a la TOR. La asistencia espiritual y pastoral es como el servicio del Buen Pastor (cfr. Jn. 10,1-21), lo que hace que la asistencia sea "elemento fundamental de comunión" [4

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. Al vivir un mismo carisma, el franciscano, los Asistentes son "testigos de la espiritualidad franciscana" [5 , y como miembros de una misma Familia, testigos del "afecto fraterno" de los franciscanos religiosos para con los franciscanos seglares y vínculo de comunión entre las Órdenes [6 .

A nivel de colaboración [7 , el Asistente colabora en todas las actividades del Consejo. Lo ejerce con el CIOFS tanto en los capítulos ordinarios como en los extraordinarios, como el celebrado en Madrid en octubre de 1999, en el que se revisaron las Constituciones Generales. Con la Presidencia del CIOFS presta su asistencia en cuatro momentos particularmente: en los encuentros ordinarios y extraordinarios de la Presidencia, en la realización de los programas de actividades: cursillos o seminarios de formación, en las Visitas pastorales y en las presencias en los Capítulos nacionales.

CAS y su relación con la Conferencia de los Ministros generalesLos dos aspectos propios del asistente: la asistencia y la animación, se realizan en un interesante espíritu de colaboración dentro de la Conferencia de los Asistentes generales, y de ésta con el Consejo del CIOFS y con la Conferencia de Ministros generales de la Primera Orden y la TOR.

Como expresión de la colegialidad para la asistencia a la OFS, son los dos encuentros que la Conferencia de Asistentes generales para la OFS, ha mantenido, en la persona de su Presidente, con la Conferencia de los Ministros generales de la Primera Orden y de la TOR, el 27 de diciembre de 1996 y el 10 de abril del 2000. Además, la Conferencia de Asistentes espirituales debe dar cuenta de su obrar a la Conferencia de Ministros generales de la Primera Orden y de la TOR mediante una breve relación anual.

CAS y su relación con los Asistentes nacionalesLa asistencia a la OFS, cuya finalidad y objetivo es el de favorecer la comunión en la Iglesia, testimoniar el afecto fraterno y el vínculo de comunión entre todos los que desean vivir el carisma de Francisco, así como la cooperación en la formación, se realiza colegialmente. En el ámbito de la Conferencia de los Asistentes generales se ha llevado a cabo los Seminarios para los Asistentes de Europa del Este (Frascati 1998), África (Frascati 1998), Italia (Asís 1999) Centroamérica (Diriamba-Nicaraua 1999), Cuba (2000). La animación a los hermanos para el conocimiento y la asistencia a la OFS es deber y tarea de cada Asistente en el ámbito de su Orden, pero aun aquí se está trabajando en colaboración, con el fin de subrayar dos aspectos: la colegialidad, estructura que siempre se debe respaldar, fuera de la fraternidad local, y la unidad y autonomía de la OFS.

Expresión de la colegialidad que anima a los cuatro Asistentes generales de la OFS son las reuniones mensuales, los tiempos fuertes, los encuentros mensuales de oración, los seminarios de formación para los Asistentes, las presencias en los Capítulos nacionales, las Visitas pastorales y la elaboración y publicación de Koinonía, un pequeño periódico trimestral que ayuda a mantener la comunicación y la formación de los Asistentes, a veces usado también por las mismas fraternidades de la OFS, y la Carta de Roma.

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Visitas pastorales y Capítulos nacionalesImportante en la colaboración con los franciscanos seglares son las Visitas pastorales y las presencias en los Capítulos nacionales. La finalidad de la Visita, también las realizadas por causas urgentes y graves [8 , es la de reavivar el espíritu evangélico franciscano, ayudar y animar en la andadura de la Fraternidad, consolidar la unidad de la Orden, así como su autonomía, en la colaboración y corresponsabilidad entre Asistentes y franciscanos seglares [9 , así como promover su más eficaz inserción en la Familia Franciscana y en la vida de la Iglesia [10 .

El Capítulo nacional es un momento vital para la revisión, las decisiones y opciones, como para las programaciones de la Fraternidad nacional. La presencia del Asistente es testimonio de comunión de la OFS con la Primera Orden y con la TOR [11 .

Tanto las visitas como los capítulos, si están bien organizados, son un tiempo precioso de formación permanente [12 .

La formación de los religiososUn punto que quisiera subrayar es la necesidad de formación e información sobre la OFS, tanto en los Centros de nuestra formación inicial como en la formación permanente. Se necesita conocer su historia, su espiritualidad y su apostolado. Tienen el mismo carisma que nosotros religiosos, pero lo manifiestan en otra vertiente, la secular, y si no es así, algo va mal. De ahí que se necesite entrar en la vida y en la intrahistoria de la Orden Franciscana Seglar. Coloco dos motivos que nos exigen esta formación: primero conocer esta parte del carisma de Francisco que nos complementa, desde su vertiente laical y, en segundo lugar, porque sólo conociendo la OFS se la amará, amándola se la querrá y queriéndola se la asistirá y acompañará con cariño.

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Consejo Internacional de la Orden franciscana Seglar. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.4. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 26; cfr. Constituciones Generales de la O.F.S., 89.1. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.1. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.4. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.3. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.4. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 94.4. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 95.2. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 92.1. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 76.2. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.4.

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PARTE II

EXPERIENCIAS (II)Colaboración en la misiónLa exhortación postconciliar Vita Consecrata invita a una relectura dela relación entre religiosos y seglares a la luz de la eclesiología de comunión: "Uno de los frutos de la doctrina de la Iglesia como comunión en estos últimos años ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden y deben aunar esfuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en la misión eclesial. De este modo se contribuye a presentar una imagen más articulada y completa de la Iglesia, a la vez que resulta más fácil dar respuestas a los grandes retos de nuestro tiempo con la aportación coral de los diferentes dones" [1 . Esta relación entre la OFS y la Primera Orden y la TOR nace o debería nacer, no tanto de la necesidad de personal, que en parte a acelerado y provocado la colaboración entre religiosos y laicos, sino del vivir un mismo carisma en vertiente secular o vertiente religiosa en favor de la Iglesia, como bien señala el autor de la Leyenda de los Tres Compañeros: "De esta manera, por medio del bienaventurado Francisco... se renueva la Iglesia de Dios, a través de tres Órdenes" [2 .

El Papa afirma que este compartir es en beneficio tanto de los seglares, que "serán introducidos en la experiencia directa del espíritu de los consejos evangélicos y animados a vivir y testimoniar el espíritu de las Bienaventuranzas para transformar el mundo según el corazón de Dios" [3 , como de los religiosos que verían una irradiación de la riqueza del carisma más allá de las fronteras de la propia Orden, siendo animados, por la participación de los seglares, a profundizar "algunos aspectos del carisma, suscitando a encontrar válidas indicaciones para nuevos dinamismos apostólicos" [4 . ¿Qué no podemos decir del compartir, de la colaboración e intercambio entre los franciscanos seglares y los religiosos franciscanos, anclados y animados como estamos por un mismo carisma?

La colaboración y el intercambio en la misión de la Iglesia ya se da donde hay una fraternidad franciscana seglar o un hermano franciscano seglar. Profundizando estos aspectos de la Exhortación Vita Consecrata, se incrementaría, y serviría de estímulo a unos y a otros para estudiar y analizar la propia vocación en el seguimiento de Cristo al estilo de Francisco de Asís, apostando los religiosos franciscanos, por medio de los Asistentes, por "ser ante todo guías expertas de vida espiritual, y cultivarán en esta perspectiva 'el talento más precioso: el espíritu’. A su vez, los laicos ofrecerán a las familias religiosas la rica aportación de su secularidad y de su servicio específico" [5 .

En esta colaboración e intercambio se crecerá y se creará un ambiente espiritual en beneficio de ambas partes, religiosos y seglares, que ayudará en el discernimiento de la propia identidad y en la colaboración de la misión o actividades apostólicas que completarán la propia fisonomía.

Misión en comuniónEs oportuno recordar que es la comunión la que nos conduce a la unidad de las diversas vocaciones existentes en el carisma franciscano. Unidad y comunión se fundamentan en la común pertenencia a Cristo, en la única llamada a su seguimiento [6 , y la participación en

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el mismo Espíritu donado. El primado del carisma en toda la Familia Franciscana está el seguimiento, la elección y la libre decisión de compartir la vida de Jesús de Nazaret.

Urs von Balthasar actualiza la originalidad de Francisco al otorgar a los seglares un proyecto de vida para su estado, semejante al que da a los hermanos para su estado religioso, cuando afirma que los discípulos son llamados por Jesús para continuar su misión como itinerantes, mientras que la multitud de oyentes, enfermos que se agolpan en torno a Jesús, son transformados en hombres nuevos, pero les deja en sus ambientes como fermento de su transformación [7 .

La Orden Franciscana sólo actualizará y renovará el carisma de Francisco, viviéndolo como Familia, juntos, en la vida y en la misión de la Iglesia. Desde este punto de vista, la asistencia espiritual, en cuanto animación, abarca la vida de misión, de presencia, y de apertura de caminos nuevos de colaboración, signo de comunión. También en este aspecto, la colaboración entre religiosos y seglares mejorará en la Familia con una formación mejor de todos: seglares y religiosos.

Al mismo tiempo, la vida de comunión que nace del carisma y de la teología de comunión en la Iglesia, nos ayuda a superar la "uniformidad", en la que a menudo cae la vida eclesial: laical y religiosa. La misma comunión dentro de la Familia Franciscana nos indica la riqueza del carisma en la diversidad de expresiones en que se manifiesta y que nace de la fuerza creadora del Espíritu que ha encontrado en Francisco tan buena morada. Tomás de Celano dice de él: "¡Magnífico operario aquél! Con sólo que se proclame su forma de vida, su regla y doctrina, contribuye a que la Iglesia de Cristo se renueve en los fieles de uno y otro sexo y triunfe la triple milicia de los que se han de salvar" [8 .

Reciprocidad vital en la misiónLa asistencia está ordenada también a la reciprocidad, que no excluye las diferencias, sino que, más bien, las exige. La reciprocidad entre la Primera Orden y la TOR y la Orden Franciscana Seglar, entre religiosos y seglares franciscanos, es carismática, intentando superar las fracturas existentes o las desigualdades de niveles, subrayando la forma específica de vivir el carisma. La Christifideles laici recuerda, usando palabras de Pablo VI, que "la Iglesia tiene una auténtica dimensión secular, inherente a su íntima naturaleza y a su misión, que hunde su raíz en el misterio del Verbo encarnado, y se realiza de formas diversas en todos sus miembros" [9 . Y el derecho canónica ratifica: "Por su regeneración en Cristo, se da entre todos los fieles una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción, en virtud de la cual todos, según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo" [10 .. Esta reciprocidad entre los franciscanos llega a un mismo proyecto de vida, vivido en su específica forma de religioso o seglar.

La reciprocidad indica un reconocimiento recíproco, que se obtiene gracias a las relaciones sinceras. La reciprocidad sugiere el reconocimiento de los senderos de un compartir reflexivo, meditado y activo en la misión, que busca la autenticidad de la reciprocidad sin olvidar las diferencias, que en sí son preciosas, porque constituyen a la vez el límite y la condición de posibilidades.

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Vita Consacrata, n. 54. TC. 60. Vita Consacrata, n. 55; cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 11. Vita Consacrata, n. 55. Vita Consacrata, n. 55. “La regla y vida de los hermanos menores es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro señor Jesucristo”. 1R. 1,1. “La Regla y vida de los franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís”. Regla Orden Franciscana Seglar, 4. H.U.Von Balthasar, Los estados de vida, pp. 233 y 286. 1C.. 37. Christifideles Laici, n. 15. c. 208.

PARTE III

DIFICULTADESA los aspectos positivos de la experiencia se contraponen las dificultades que nacen de la misma vida de la asistencia a la Orden Franciscana Seglar. Las dificultades no son obstáculos insuperables, sino camino que se está andando juntos y motivos de reflexión que ayudan a una mejor asistencia a la OFS y un mejor conocimiento de una Orden franciscana que como la Primera Orden y la TOR expresa el mismo carisma de Francisco, sólo que en estilo secular.

Odres nuevos para vino nuevoEs siempre difícil el paso de una forma de acompañamiento a los franciscanos seglares, la del "Director" a la del "Asistente" [1 –asistencia espiritual, la guía del Buen Pastor no dirección-, la de "mandar" a la de "servir", la de la última palabra la tiene el "padre" –aunque sólo hay un Padre y está en los cielos-, al de ser un miembro que colabora con el Consejo y su Ministro y no sustituye [2 .

A esto se añade la demasiada permanencia de algunos religiosos en la asistencia a la OFS, sobre todo en los niveles locales y regionales. Se da la consecuencia de que, usando los nuevos términos, estos Asistentes procuran llevar todavía la asistencia como dirección. Esto impide que los hermanos franciscanos seglares dejen de ser un grupo devocional, o de colaboración del asistente o del párroco no llega, para vivir su "forma de vida evangélica" [3 , con todos sus compromisos de misión [4 .

El demasiado tiempo en el oficio de Asistente lleva consigo una carga negativa de cansancio, repetitividad y carencia de creatividad, entre otras, que frecuentemente dañan gravemente a la vida de la Fraternidad OFS.

A veces, sucede esto mismo en la "colegialidad", cuando por una razón o por otra no se da la rotación establecida y no se trabaja en equipo.

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Dos cosas muy importantes dentro de la asistencia: ésta es un servicio, y a nivel regional, nacional e internacional es un servicio colegial.

Formación e idoneidadLo más importante en el Asistente es la idoneidad. Idóneo es el que es capaz y abierto: capacidad de colaboración y apertura al Espíritu, la vuelta a las fuentes del carisma. La asistencia es también un apostolado. La asistencia será idónea si el Asistente está abierto a la formación: conocer la OFS y colaborar con ella.

El último responsable de la asistencia ha sido y continúan siendo los Superiores Mayores –Ministros y Custodios-, lo que significa también lo mucho que los hermanos Ministros deben estar disponibles para un diálogo con el Consejo y el Ministro de la OFS, para el nombramiento de los asistentes y para conocer la andadura de la asistencia en las Fraternidades de la Orden Franciscana Seglar en cualquiera de los niveles que le atañen como Superior Mayor [5 .

Las Constituciones aprobadas han introducido algunas notas interesantes en lo referente a la asistencia y, en concreto, ofrecen un abanico amplio de posibles candidatos para la asistencia, contando siempre que esta largueza de miras no debe ser nunca en detrimento de la idoneidad y buena formación del Asistente en cualquier nivel [6 .

Los nuevos movimientos en la IglesiaUna palabra dentro de las dificultades que se hallan en la asistencia a la OFS está motivado por la poca disponibilidad de los religiosos. Por lo general nuestros hermanos religiosos están más disponibles para asistir a los movimientos eclesiales actuales. Se cuenta que tienen más creatividad, están mejor formados, integrados por gente más joven, y, también, me parece, el sacerdote, generalmente en estos grupos eclesiales el asistente es un religioso sacerdote, tiene más protagonismo. Acaso aquí permanezca algo de la antigua dirección a los Terciarios.

La OFS es un movimiento seglar como los actuales. No ha sido menos creativo que los movimientos modernos, algunos de los cuales sus raíces se entroncan en la Orden Franciscana Seglar –Acción Católica, Focolarini...-, aunque pensándolo bien, diría que ha sido más creativa la OFS. Sólo hay que conocer su historia, también la actual, larga historia, y su acción social y eclesial, que a veces quedan asociadas a nuestros conventos, quedando eclipsada la vida de la Orden Franciscana Seglar.

La OFS es un movimiento penitencial como cualquiera de los movimientos actuales y con un fin muy específico: vivir el Evangelio en su ambiente: familia, trabajo, sociedad, política, Iglesia..., según el ideal de Francisco y sus compañeros. Con un valor jurídico muy importante, confirmado repetidas veces en el transcurso de los siglos, también en nuestros días con la aprobación de la Regla y de las Constituciones Generales, como es el ser una Orden. Una Orden seglar, lo que no la margina, ya que como todos los Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, su vida es competencia de la Congregación para los religiosos, y en cuanto seglar tiene que ver con el Consejo Pontificio de Laicos.

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Es una Orden franciscana, con el mismo carisma que nosotros, sólo que expresado en su vertiente secular, lo que ratifica la gran riqueza del carisma que el Espíritu otorgó a Francisco de Asís. Las fronteras de la misión franciscana, en un buen engranaje de comprensión y colaboración –corresponsabilidad y comunión- podrían ser mucho más amplias y dilatadas, porque donde no llega el hermano religioso –sacerdote o no sacerdote- y a muchos espacios difícilmente llegará: la familia, la política, los medios de comunicación –los llamados nuevos areópagos-, llega el hermano franciscano seglar. La colaboración podría ser interesante hasta en la misma promoción vocacional, en la que el carisma franciscano tiene tantas formas de vivirla, como seglar o como religioso.

CONCLUSIÓNLlamados por la Iglesia a la asistencia a los Franciscanos seglares, seremos capaces de ofrecer una asistencia idónea y capaz, siempre que en nosotros abramos caminos de formación para conocer a la OFS, conocerla para quererla, quererla para servirla, y así nacerá mucha más comunión, como lo recuerdan las Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar: "Para ser testimonio de la espiritualidad y del afecto fraterno de los religiosos hacia los franciscanos seglares y vínculo de comunión entre su Orden y la OFS, el Asistente espiritual sea un religioso franciscano, perteneciente a la Primera Orden o a la TOR" [7 .

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Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 85.2. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 86.2. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 4; Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 1.3. Cfr. Regla de la Orden Franciscana Seglar, 14-19. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.1-2. Cfr. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.4. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar, 89.3.

XXVII-LA ASISTENCIA ESPIRITUAL A LA O.F.S.Fr. Ben Brevoort OFMCap

PARTE I

1. IntroducciónLa Regla de la O.F.S. dice: "Como signo concreto de comunión y de corresponsabilidad, los Consejos de los diferentes niveles pedirán religiosos idóneos y preparados para la asistencia espiritual, a los Superiores de las cuatro Familias religiosas franciscanas, a las cuales, desde siglos, está unida la Fraternidad Seglar" [1 .

Basándose en la Regla, las Constituciones generales de la O.F.S. establecen: "En virtud de la reciprocidad vital entre los religiosos y los seglares de la Familia Franciscana y de las responsabilidades de los Superiores mayores, debe garantizarse a todas las Fraternidades de

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la O.F.S. en todos sus niveles la asistencia espiritual como un elemento fundamental de comunión" [2 .

2. Caminar juntos por los caminos del SeñorEn la carta de entrega de la Regla aprobada por Pablo VI, los Ministros generales de la Primera Orden y de la T.O.R. dicen: "Nosotros, Ministros Franciscanos, con todos nuestros hermanos, quedamos con el ánimo abierto y dispuesto a prestaros la asistencia necesaria para caminar juntos por los caminos del Señor" [3 . Lo dicho expresa muy bien cómo "el servicio pedido a los Ministros religiosos y debido por éstos, integra pero no sustituye al de los Consejos y al de los Ministros seglares a los que corresponde la guía, la coordinación y la animación de las Fraternidades en sus diversos niveles" [4 . Es un compromiso para caminar juntos por los caminos del Señor para "hacer presente, en maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia" [5 .

La raíz de esta reciproca comunión vital es nuestra vocación franciscana, común a todos los seguidores de Francisco, sin distinción de lengua, de cultura, de estudios o de estado en la Iglesia. San Francisco solía decir que el Espíritu Santo desciende sobre el novicio de un día que sobre un hermano ya anciano en la Orden. La cura pastoral y la asistencia espiritual a la O.F.S. radican en el carisma franciscano, brotan de la común vocación franciscana, vivida en maneras y formas diversas, pero de igual dignidad y valor.

La consecuencia inmediata de esta visión es que "el Asistente espiritual es la persona designada por el Superior mayor competente para prestar este servicio a una Fraternidad concreta de la O.F.S." [6 . Para realizar el servicio de asistente no se hace ninguna distinción basada en el estado eclesiástico (clérigo o laico, religioso o seglar). Es necesario que el asistente sea "idóneo y preparado" y tenga la capacidad de "comunicar la espiritualidad franciscana y cooperar en la formación inicial y permanente de los hermanos" [7 . Es cometido del Superior mayor evaluar la idoneidad y la preparación de cada uno de los asistentes que nombra y velar por "la calidad del servicio pastoral y de la asistencia espiritual" [8 .

Las Constituciones generales de la O.F.S. indican algunas preferencias en función de la reciproca comunión vital entre la O.F.S. y la Primera Orden y la T.O.R. El asistente preferido es "un religioso franciscano, perteneciente a la Primera Orden o a la T.O.R." [9 , porque sólo un tal asistente puede integralmente "ser testimonio de la espiritualidad y del afecto fraterno de los religiosos hacia los franciscanos seglares y vínculo de comunión entre su Orden y la O.F.S." [10 . En el caso de que esto no sea posible, se prefiere un religioso u una religiosa perteneciente a otro Instituto franciscano [11 . La razón es que la forma religiosa de vivir el carisma franciscano integra mejor la forma seglar de "vivir el Evangelio a la manera de San Francisco" [12 . Siguen los miembros de la OFS que pueden ser "clérigos diocesanos o franciscanos seglares, específicamente preparados para este servicio" [13 . En ultimo lugar vienen "otros clérigos diocesanos, o religiosos no franciscanos" [14 .

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Regla O.F.S. 26 Const. 89,1 Carta de los Ministros generales, Roma, 4 de octubre de 1978 Const 86,2 Regla 1 Const 89,2 Const 90,1 Const 88,1 Const 90,4 Const 89,3 Const 89,4a Regla 2 Const 89,4b Const 89,4c

PARTE II

3. El Asistente espiritualEl campo especifico del asistente es el espiritual: favorecer la comunión con la Iglesia, testimoniar la espiritualidad franciscana, cooperar a la formación de los hermanos y alimentar la vida cristiana de la Fraternidad [1 .

a. Elemento fundamental de comuniónEl asistente espiritual debe considerar la asistencia espiritual un "elemento fundamental de comunión" [2 . "El Asistente local promueve la comunión dentro de la Fraternidad seglar y entre ésta y la primera Orden o la T.O.R. ... [y la presencia activa y la comunión sincera de la Fraternidad seglar con la Iglesia particular" [3 . En los otros niveles, los asistentes, "si son más de uno, forman una Conferencia y ofrecen el servicio colegialmente" [4 . En los capítulos electivos, el asistente del nivel superior está presente "como testigo de la comunión con la Primera Orden y la T.O.R." [5 . En las visitas pastorales, el asistente visitador "se reunirá con los pastores (Obispo, Párroco), cuando sea oportuno, para favorecer la comunión y el servicio para la edificación de la Iglesia" [6 . Promoverá tambien "la colaboración y el sentido de corresponsabilidad entre los responsables seglares y los Asistentes espirituales" [7 .

En otras palabras, el Asistente debe ser una persona de diálogo, de escucha, dispuesto a ceder el paso a los Responsables seglares en la coordinación y la animación de la Fraternidad. Su cometido es crear y promover comunión, ser punto de encuentro para quien quiere vivir el Evangelio a la manera de San Francisco junto con los hermanos.

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b. Comunicar la espiritualidad franciscana"El servicio principal del Asistente es el de comunicar la espiritualidad franciscana" con el testimonio de su vida y, si Dios lo quiere así, también con la palabra [8 . Emanuela De Nunzio, en el saludo al Capítulo General de los Hermanos Menores Conventuales de 1995 decía: "Es oportuna una relación espiritual mucho más profunda con vosotros, hermanos de la Primera Orden, porque sois vosotros quienes tenéis la responsabilidad de nuestro camino de fe. Entonces es necesario que seáis para nosotros « Maestros y guías iluminados », iluminados por la Palabra de Dios y por el ejemplo de Francisco. Sois vosotros los que tenéis el deber de conducirnos por el camino hacia la santidad, enseñándonos a leer « los signos de los tiempos » y dándonos la necesaria « carga espiritual » con la mejora y actualidad de la cultura franciscana y con indicaciones concretas de nuestro itinerario de formación, en la relación con los demás componentes de la Familia Franciscana, en la orientación de nuestra manera de obrar para la construcción de un mundo « más fraterno y evangélico » [9 . Enseñándonos a ser portadores auténticos y creíbles del mensaje de Francisco para poder dar testimonio, en las condiciones ordinarias de nuestra vida de laicos:-- la pobreza del viaje-- el amor a la cruz-- los desafíos del amor-- el riesgo de la esperanza-- la dimensión contemplativa de la vida" [10 .

La misma convicción expresaba otra franciscana seglar, Argia Passoni: "El Asistente debe animar a la O.F.S. a vivir su propia vida, ayudarla a desarrollarse plenamente, dándole para ello un alimento sólido. (...) El Asistente debe estar realmente convencido de su deber de conducir a la O.F.S. a su vocación franciscana y seglar, a la radicalidad evangélica franciscana, para cultivarla en estrecha relación con los responsables seglares. Esta actitud salvaguarda la animación de la O.F.S. del puro pragmatismo y sostiene al Consejo en su papel de guiar a la Fraternidad evangélicamente. En las Constituciones Generales de la O.F.S. se habla siempre de la asistencia en términos de cooperación, de colaboración, de estar junto al laico en su carácter específico, en una interacción atenta y respetuosa, que hace crecer a los dos, O.F.S. y asistencia" [11 .

PARTE III

3. El Asistente espiritualc. Cooperar en la formación inicial y permanenteEl Asistente espiritual coopera de modo especial en la formación inicial y permanente de los hermanos [1 . Un Asistente general, Antonio Morichetti T.O.R. escribe: El Asistente "debe colaborar en la formación de todos, especialmente en la formación inicial y permanente. Encontrará el modo de ejercer su papel de formador en las reuniones del Consejo, en las reuniones de la Fraternidad, en la dirección espiritual, en las celebraciones y en la oración (...) [para ayudar a los nuevos miembros a prepararse al compromiso definitivo; [y para acompañar a los profesos a perseverar y profundizar su profesión".

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Hará esto "con el ejemplo y el testimonio de una vida franciscana; colaborando como miembro del grupo de formación, sin imponer sus propias ideas; en primer lugar, formando al grupo mismo ayudándolo especialmente al tratar disciplinas no tan familiares a los seglares; evaluando juntos el camino hecho y el que está por hacer; ofreciendo el apoyo de su palabra y de su preparación" [2 .

En la formación inicial, el Asistente tiene sobre todo la tarea de entrar en diálogo personal con los candidatos, Ayudándoles a clarificar su propia vocación, a purificarla y precisarla. Acompaña a los candidatos en su camino de vivir según el Evangelio, para introducirlos progresivamente y metódicamente a profundizar las verdades de la fe y en su conocimiento de la espiritualidad franciscana.

El Asistente colabora con el Consejo en la formación permanente de los hermanos. Ofrece su aportación de cultura y experiencia, ayudando y acompañándolos a la conversión continua exigida por el Evangelio. Coopera para formar a todos en la realización de su propia misión en la Iglesia y en la sociedad mediante su testimonio de vida y de actividad evangélica, educando a la fraternidad a distinguir los signos de los tiempos.

d. Miembro del Consejo de la Fraternidad"El Asistente espiritual es miembro de derecho, con voto, del Consejo de la Fraternidad a la que presta su asistencia y colabora con él en todas sus actividades. No ejerce el derecho de voto en las cuestiones económicas" [3 .

La participación del Asistente en las reuniones y en las actividades del Consejo se articula de modo diverso según las exigencias y las situaciones concretas de la Fraternidad. Su papel en las reuniones del Consejo será más articulado en una Fraternidad que se está constituyendo o restaurando, que en una Fraternidad ya formada y activa. Pero, en todo caso, el Asistente debe "actuar respetando las responsabilidades y el papel de los seglares, dándoles la prioridad en la guía, coordinación y animación de la Fraternidad" [4 . Su papel principal queda siempre en el campo espiritual, para alimentar la vida cristiana y franciscana de la Fraternidad [5 y ayudar al Consejo a discernir qué dice el Espíritu Santo a la Fraternidad.

Las reuniones del Consejo se centrarán en los diversos elementos de la vida de la Fraternidad: la vida franciscana y cristiana; las actividades apostólicas y caritativas; la formación inicial y permanente; la vida fraterna y las relaciones entre los miembros. Los argumentos a tratar serán varios: preparación de las reuniones de la Fraternidad; programación y evaluación de las actividades de la Fraternidad; evaluación de los candidatos en vista a su admisión a la Orden o a la profesión; preparación del Capítulo o de las reuniones especiales de la Fraternidad; sesiones de formación para los responsables, presentes y futuros, y para los miembros de la Fraternidad. El papel del asistente espiritual en las reuniones del Consejo se limitará normalmente a una participación activa en el debate, proponiendo sugerencias originadas de su sensibilidad franciscana y religiosa.

Es importante preparar las reuniones del Consejo y tener un orden del día claro. También el Asistente deberá prepararse para ayudar a los consejeros seglares con su visión espiritual

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sobre los argumentos a tratar. Un contacto previo entre el Ministro de la Fraternidad y el asistente servirá para ponerle al corriente y ayudarle a desarrollar mejor su papel durante las reuniones del Consejo.

e. Discernimiento del camino espiritualEn todas sus actividades el Asistente espiritual debe desarrollar en sí y en la Fraternidad la capacidad de escucha, de atención a los signos de los tiempos, de discernimiento de lo que el Espíritu dice a cada uno de los hermanos y a la Fraternidad.

El Consejo nacional de la OFS de Francia formula así el papel del Asistente, del acompañante, del hermano que "camina junto en los caminos del Señor" [6 : "esté sobre todo y ante todo al servicio del crecimiento espiritual del grupo, atento al discernimiento de su camino espiritual. Con su escucha y relectura de lo vivido, el acompañante permite al grupo recibir mejor, en su propio seno, la presencia de Dios y las llamadas del Espíritu.

Está ahí para favorecer la interiorización, para ayudar a cada uno a entrar en relación más profunda con Dios. Debe llevar en sí la solicitud por el desarrollo espiritual de cada miembro.

Es testigo de la misericordia de Dios y puede ayudar al grupo y a las personas a curar sus heridas."

Por eso el Asistente, junto con el Ministro, tiene un papel importante, no únicamente en la formación, sino también en el acompañamiento del hermano que se encuentra en dificultad [7 . Ayudará al hermano a discernir su camino espiritual y en el difícil proceso de curación de sus heridas espirituales y psicológicas.

4. ConclusionesEn conclusión, he aquí las cualidades requeridas al Asistente ideal, formuladas por el Consejo nacional de Francia [8 :

El Asistente ideal debe:-- "tener una gran calidad de vida espiritual, una fuerte vida interior animada por una oración regular;-- tener el sentido del misterio, saber reconocer que todo viene de Dios;-- tener una cierta coherencia interior (claridad consigo mismo);-- tener humildad, sentido de servicio;-- saber reconocer sus propios limites y aceptarlos;-- tener una visión positiva sobre las personas y un profundo respeto por las experiencias de los otros;-- saber escuchar y saber esperar;-- tener una buena dosis de sentido común;-- estar comprometido en la vida;-- aceptar dejarse formar por la Fraternidad;-- conocer bien a de San Francisco."

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XXVIII-¿QUÉ OFS PARA EL TERCER MILENIO?Fr. Ben Brevoort OFMCap

PARTE I

1. IntroducciónEl Papa, en la Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, manifiesta la necesidad de reflexionar acerca de los frutos del Gran Jubileo. Invita a la Iglesia a remar mar adentro [1 , respondiendo así a los grandes desafíos de nuestro tiempo: "de testimoniar con mayor fuerza, a menudo en condiciones de soledad y dificultad, los aspectos específicos de su propia identidad" [2 y "hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión" [3 . No podemos quedar al margen ante los retos actuales: el "desequilibrio ecológico", "los problemas de la paz" y "el vilipendio de los derechos humanos fundamentales". Cada uno de nosotros está llamado a "comprometerse en la defensa del respeto a la vida de cada ser humano desde la concepción hasta su ocaso natural" y a proclamar "que cuantos se valen de las nuevas potencialidades de la ciencia, especialmente en el terreno de las biotecnologías, nunca han de ignorar las exigencias fundamentales de la ética". "Deben ser sobre todo los laicos, en virtud de su propia vocación, quienes se hagan presentes en estas tareas" [4 .

La Orden Franciscana Seglar ha sentido también la necesidad de reflexionar sobre la propia identidad y vocación, proyectándose hacia el futuro. El tema "¿qué OFS para el tercer milenio? Ha sido presentado en los cuatro últimos Capítulos generales de la OFS. El sexto Capítulo general (Fátima, 1990) "ha desarrollado una amplia y profunda reflexión sobre el tema Los franciscanos seglares en el mundo de hoy" [5 . La relación principal en el VII Capítulo (México, 1993) se titulaba "El franciscano y el mundo: la secularidad como un elemento característico de la identidad del seglar franciscano" [6 . "El Capítulo general, reunido en Roma, del 7 al 14 de julio de 1996, discutió el tema: ¿Qué tipo de OFS para los años 2000?" [7 . Últimamente, en el IX Capítulo general (Madrid, 1999) reflexionó sobre "La OFS ante los desafios del 2000" [8.

Es posible, pues, señalar algunas constantes y determinar cómo la OFS responde a la invitación del Papa de "remar mar adentro", "aprovechar el tesoro de gracia recibida, traduciéndola en fervientes propósitos y en líneas de acción concretas" [9 . Para esto será útil presentar el análisis de la situación actual de la OFS, acompañada de una reflexión sobre su llamada específica en la Iglesia y en la sociedad.

2. La situación actual de la OFSa. La solidez numéricaEn la relación al Capítulo general celebrado en Roma (1996), la Ministra general indicaba que "ciertamente ha aumentado el número de países en los que la OFS está presente, por lo menos en el sentido de una presencia oficial, organizada y conectada con la Fraternidad Internacional". "El número total de miembros de la OFS ha disminuido mucho. ¿Cuánto? Es difícil decirlo. En el pasado se hablaba solo de 'grandes números’, no comprobados y probablemente exagerados. Hace cincuenta años se decía que los 'terciarios franciscanos’ eran tres millones; 1.200.000 en el momento de aprobarse la Regla Paulina; ahora 'nos hemos contado’: somos algo más de 431.000" [10 . Tres años después, en Madrid (1999), la

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Ministra general declaró: "Si hoy quisiéramos aportar cifras actualizadas en base a los recientes datos de los Consejos Nacionales, deberíamos decir que ha disminuido sensiblemente el número, pero ciertamente no es así" [11 . Lo que sucede es que los Consejos nacionales cuentan sólo los miembros activos, sin incluir los miembros que, por diversas razones, no participan en la vida de la Fraternidad. Un primer examen de los datos estadísticos preparados para el próximo Capítulo general electivo muestran que el número de franciscanos seglares profesos ha disminuido algo, llegando a se unos 400.000 los miembros profesos.

b. Interpretación de los datosEs necesario interpretar los números, "porque son un síntoma revelador de fenómenos mucho más profundos y complejos" [12 . La disminución numérica es debida a factores externos e internos a la OFS. Entre las causas externas se señalan "la persistente difusión del indiferentismo religioso y del ateísmo en sus más diversas formas, en particular en la forma, hoy quizás más difundida, del secularismo" [13 . Otro factor parece ser el desarrollo de "nuevas formas agregativas -- asociaciones, grupos, comunidades, movimientos -- [que ejercen a menudo mayor atractivo que la OFS sobre los laicos deseosos de participar responsablemente en la misión de la Iglesia" [14 . Las causas internas de la disminución numérica de sus miembros se hallan relacionadas con los cambios profundos que ha sufrido la OFS en estos últimos tiempos. Han desaparecido las grandes "Fraternidades de la TOF" del pasado, que contaban con centenares y, a veces, hasta con millares de miembros. Lo mismo se diga acerca de los "terciarios aislados" que gozaban de todos los privilegios y derechos de los demás terciarios. La Regla aprobada por Pablo VI ha renovado y transformado profundamente la OFS, en el mismo momento en que los religiosos franciscanos y los mismos Asistentes espirituales atravesaban su crisis de identidad. Por consiguiente, muchos hermanos y hermanas no lograban sentirse miembros vivos de Fraternidades inseguras y desorientadas; muchas Fraternidades han envejecido por falta de vocaciones; muchas Fraternidades han perdido su vitalidad y han sido cerradas, a menudo junto con el convento franciscano en el que tenían la sede.

Todo esto ha sucedido porque "la OFS es parte viva de la Iglesia y de la sociedad: absorbe aspectos positivos y negativos, los filtra a través del tejido franciscano y secular, los refleja a través del dinamismo de las Fraternidades en todos los niveles" [15 . El Capítulo general de Fátima (1990) constataba: "en la gama tan diversificada de situaciones concretas, de la confrontación ha surgido la confirmación de una continuidad de la tradición franciscana y de nuestra vocación en sus aspectos típicos y esenciales: el primado de la vida espiritual, el espíritu de paz y de reconciliación, la centralidad de la persona humana, la opción por los pobres y el respeto a la naturaleza. (...) Es necesario desarrollar en los franciscanos seglares el sentido de su pertenencia a la Orden y la conciencia de que su presencia en la Iglesia y en la sociedad será profética e incisiva en la medida en que, bajo el dinamismo del Espíritu, actúen en unidad de proyectos, de programas de orientación, de líneas de acción" [16 .

El Capítulo general de México (1993) ha resumido la situación actual de la OFS de la siguiente manera: "Durante mucho tiempo la OFS se ha presentado como una asociación piadosa de devotos de San Francisco, en conformidad con la opinión generalizada de que la vida espiritual era algo distinta y separada de las exigencias y experiencias de la vida

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cotidiana. Hoy, después del Concilio Vaticano II y con el impulso de la nueva Regla, que ha devuelto a la Orden su autonomía, su unidad e identidad secular, la OFS va cambiando su orientación pasada y se hace más consciente de su dimensión secular" [17 . De hecho, "para valorar la situación de la Orden a nivel mundial, importa mucho más la calidad que la cantidad. La Regla, las Constituciones Generales, y todo el proceso de renovación de la OFS, apuntan a la calidad: calidad de formación, de vida fraterna, de eclesialidad, de impulso misionero ..." [18 .

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Novo Millennio Ineunte, 1. Novo Millennio Ineunte, 36. Novo Millennio Ineunte, 43. Novo Millennio Ineunte, 51. Atti, Roma, 1996, p. 113; Atti, Roma, 1994, pp. 99-110. Atti, Roma, 1997, p. 192. CIOFS-L, 2000, nn. 30-33.42-45. Novo Millennio Ineunte, 3. Atti, Roma, 1997, p. 96. Atti, Roma, 2000, p. 83. Atti, Roma, 1997, p. 98. Christifideles Laici, 4. Atti, Roma, 1997, p. 96. Atti, Roma, 2000, p. 82. Atti, Roma, 1996, p. 113. Atti, Roma, 1994, p. 190. Atti, Roma, 1997, p. 98.

PARTE II

2. La situación actual de la OFSc. Evaluación y perspectivaEn su relación al Capítulo general de Madrid (1999), Emanuela De Nunzio evalúa la situación de la OFS con estas palabras:

"El secularismo, imperante en tantas partes del mundo industrializado, no permite una expansión de la OFS. La consistencia numérica de las Fraternidades permanece en estas áreas, substancialmente invariable, pero en compensación se puede decir que crece la 'calidad’ de las vocaciones y que el sentido de pertenencia se manifiesta con mayor fuerza y con un compromiso más vivo, tanto en la vida de fraternidad que en la actividad apostólica particular o de grupo;

"la recuperada libertad de expresión (aunque todavía condicionada por múltiples factores) representa el terreno en el que nacen o renacen las Fraternidades de los Países en otro

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tiempo sujetos a la opresión de regímenes totalitarios ateos. Aunque no se puede hablar ciertamente de una 'explosión’ numérica: son más bien pequeños núcleos de personas que buscan, a través de la espiritualidad franciscana, respuesta a las exigencias y motivaciones más profundas del alma, para reconstruir las razones de la esperanza, tanto individual como colectiva;

"las condiciones de subdesarrollo, que se dan en vastas áreas del mundo, representan a menudo un obstáculo para el normal funcionamiento de las Fraternidades Nacionales en los Países interesados. Escasez de recursos económicos, de medios de transporte, de medios de comunicación: son todas limitaciones difíciles para un esquema de organización y para una acción formativa, que penetre con profundidad y contribuya al desarrollo, aún humano, de poblaciones que sólo en su fe, humilde y profunda, encuentran sostén y ánimo al estado de abandono y de precariedad en que se encuentran. Visitando estos países, uno se da cuenta de lo inadecuado que es un modelo que se apoya sobre un tipo de estructura y de 'inculturación’ de marca genuinamente occidental. ¿Qué proponer como alternativa? No queda sino dejar a cada Fraternidad Nacional la tarea de adaptar a su realidad un marco, que sea definido en sus líneas generales y esenciales, pero permaneciendo flexible con el fin de ser comprensible y concretamente realizable por todos" [1 .

Éste ha sido uno de los fines principales de la revisión de las Constituciones Generales, es decir, incrementar la flexibilidad organizativa, y la adaptabilidad cultural y lingüística. Se "ha considerado que la flexibilidad es un requisito fundamental de la diversidad de vida de la Orden, esparcida en el mundo, y de su evolución en el tiempo. Ésta flexibilidad sea salvaguardada y, en cuanto posible, ampliada" [2 .

"Las Constituciones han sido estudiadas y puestas en práctica por las Fraternidades de la OFS en todos los niveles y, poco a poco, nos han transmitido las características de la secularidad, unidad y autonomía de nuestra Orden. No todo ha sido fácil, y algunos aspectos todavía deben ser plenamente asimilados a fin de que, en la aurora del Tercer Milenio, la OFS llegue a ser realmente 'una milicia que pueda estar en vanguardia en la Iglesia y en el mundo para la construcción de una sociedad más humana y más cristiana [3 ".

Señalando las perspectivas de futuro, Emanuela De Nunzio, en la promulgación de las Constituciones Generales, invita a todos los franciscanos seglares a "hacer que sean 'espíritu y vida’, instrumento de consolidación y de crecimiento de nuestra Orden para que remando mar adentro (Duc in altum), caminemos con esperanza, según la exhortación dirigida por el Santo Padre a todos los cristianos con la Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte ... Nosotros, los franciscanos seglares, estamos llamados a ser testigos, es decir, mártires de Cristo, en el sentido original de la palabra, en el nuevo Milenio, ... a partir de una vocación específica y de una identidad precisa" [4 .

El testimonio dado por la Orden Franciscana Seglar sería "enormemente deficiente si nosotros no fuésemos los primeros contemplativos del rostro de Cristo" [5 . Herman Schalück OFM, en su comunicación al Capítulo general celebrado en Madrid (1999), insiste en que "todos los cristianos están llamados a la contemplación y deben vivir en

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unión permanente con el Señor, y deben buscarlo en todas las cosas y en todos los hombres, si quieren realizar su misión. ... La dimensión contemplativa no se manifiesta solamente en la oración y en la liturgia: abraza y modela toda la vida y la historia personal; como verdadero fruto del Espíritu en nosotros, es apertura a la presencia y a la comunicación de Dios en Jesucristo, en el proceso de la historia como encarnación permanente y ámbito en donde el Espíritu Santo realiza todavía su obra creadora. La contemplación cristiana abre todos los sentidos a las bellezas de la creación y también a sus profundas contradicciones: a la alegría en Dios y a los sufrimientos de los hombres y de la creación. En una palabra, la auténtica contemplación cristiana es oración, lectura de la Escritura y profunda comprensión de la historia, sensibilidad para captar los múltiples signos de la presencia de Dios, revisión constante del camino de nuestra vida y de nuestra fe. Nos capacita para tener una visión 'global’ (creación, redención, glorificación) y nos alienta siempre a obras y servicios que se consideran como colaboración al plan salvífico de Dios" [6 .

La contemplación del rostro de Cristo "abrirá nuestros ojos a una nueva visión, a nuevos valores, a nuevas prioridades, a nuevos criterios. Nuestras obras están lejos de agotar toda la grandeza y la potencialidad del Reino de Dios, por lo que siempre hay espacio para la creatividad: una creatividad que nos vea colaboradores, no concurrentes o rivales" [7 .

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Atti, Roma, 2000, pp. 82-83. Atti, Roma, 2000, p. 51. Regla, Constituciones Generales, Ritual de la OFS, Madrid 2001, p. 48. Regla, Constituciones Generales, Ritual de la OFS, Madrid 2001, p. 51. Novo Millennio Ineunte, 16. Atti, Roma, 2000, p. 143;. Atti, Roma, 2000, pp. 149-150;.

PARTE III

3. La llamada específica de la OFS en la Iglesia y en la sociedada. En la Familia FranciscanaLa llamada específica de la OFS se sitúa en el ámbito de la Familia Franciscana, que "comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, seglares, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís. En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia" [1 . Dentro del ámbito de esta vocación común franciscana, la OFS está llamada a realizarlo "en su estado seglar" [2 , "a construir un mundo más fraterno y evangélico para edificar el Reino de Dios" [3 . Los franciscanos seglares, "en fuerza de su vocación, impulsados por la dinámica del Evangelio, conformen su modo de pensar y de obrar al de Cristo" [4 . Pero esta vocación se desarrolla no aisladamente, sino en fraternidad, "el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación franciscana" [5 .

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Es cada vez mayor en la OFS la conciencia de estar fundados profundamente en la tradición franciscana, de formar parte de la Familia Franciscana y de ser "agente de comunión en la Familia franciscana" [6 . Tal pertenencia a la Familia Franciscana se manifiesta también en la participación activa de la OFS en la Conferencia de la Familia Franciscana y en Franciscans International, es decir, la presencia franciscana en las Naciones Unidas. Es significativo también que en el próximo Capítulo general de la OFS (noviembre 2002), desea profundizar el tema de la Familia Franciscana [7 .

b. Reflexión sobre la propia llamadaLa reflexión sobre la propia llamada, desarrollada en los últimos Capítulos generales, ha colaborado a tener una más clara conciencia de la llamada específica de la OFS.

Ha crecido el sentido de unidad de la Orden, "jamás puesta en discusión en el plano teórico. En el plano práctico y organizativo, al contrario, la evolución histórica sucesiva había conducido a distinguir entre las diversas ramas que encabezan las respectivas Familias de religiosos franciscanos" [8 . En el Capítulo general de Fátima se decía todavía que "respetando la configuración en Obediencias de las cuatro Ordenes religiosas que se hacen cargo de la asistencia pastoral y espiritual de la OFS, la Presidencia animará y promoverá la superación de las correspondientes divisiones que en el pasado habían caracterizado a la Orden Seglar". Se sentía la necesidad de animar a "las Fraternidades nacionales a realizar la unidad delineada por la Regla y por las Constituciones Generales" [9 . En Roma, en 1996, se encargó a la Presidencia del CIOFS a "mantener la unidad de la Orden como una constante de su obrar con respecto a las normas, las estructuras, las líneas de formación y de acción" [10 . En la misma línea, el 27 de julio de 1998, la CIVCSVA (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica) determina que "la unificación de la OFS no es opcional, sino una obligación impuesta por la Regla y por las Constituciones" [11 .

La unidad de la OFS es necesaria "en el empeño común por transmitir el carisma y el mensaje de Francisco de Asís, como un contenido valioso a proponer a los hombres y a las mujeres de hoy. Común es el empeño, comunitaria debe ser su realización: una sociedad articulada y compleja, en continua evolución, exige, de hecho, entre otras cosas, el insustituible testimonio personal, la aportación organizada de la Fraternidad Franciscana Seglar en todos los niveles. En esta mención, es necesario desarrollar en los franciscanos seglares el sentido de su pertenencia a la Orden y la conciencia de que su presencia en la Iglesia y en la sociedad será profética e incisiva en la medida en que, bajo el dinamismo del Espíritu, actúen en unidad de proyectos, de programas de orientación, de líneas de acción" [12 .

De igual manera se ha vivido la autonomía de la OFS, una de las líneas fundamentales de las Constituciones Generales [13 . Autonomía que al interno de la OFS requiere "responsables seglares capaces de asumir plenamente las funciones de 'animación y guía’ de las Fraternidades, con todo el trabajo, estudio, responsabilidad, disponibilidad que ello comporta" [14 . Las dolorosas vicisitudes vividas durante estos tres últimos años en el caminar hacia la unificación de la OFS en Italia han ayudado mucho al logro pleno de esta

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autonomía interna [15 . Todavía se ha de alcanzar la plena autonomía externa, que "exige estructuras independientes, con sede propia y autofinanciación, es decir, la posibilidad de poner en acción programas propios sin tener que recurrir a la ayuda de otros, se trate de organizaciones o de personas privadas, religiosas o seculares" [16 . Pero, también aquí se han dado pasos importantes como indican los Seminarios de Formación organizados por la Presidencia del CIOFS en varios países [17 , los documentos y los subsidios de formación preparados por la misma Presidencia y por los Consejos nacionales de muchos países.

El mayor desarrollo se ha llevado a cabo en el campo de la secularidad. En el Capítulo general de Fátima (1990), se habló de la misión de la OFS como: "anunciar a Cristo, en la condición seglar, con la vida y con la palabra (Reg. OFS 6); vivir nuestro compromiso en la Iglesia y con la Iglesia; profundizar y precisar la tarea del laico franciscano; hacer visible, como individuos y como Fraternidad, una presencia de Iglesia" [18 . En el Capítulo general de México (1993), se habló en términos muy precisos y profundos: "como franciscanos seglares estamos llamados a testimoniar que lo sagrado está fuertemente presente en el mundo; a vivir una vida que exprese el cántico de San Francisco; a hacer presente el Evangelio de Cristo en todos los aspectos de la vida moderna" [19 . En Roma (1996) se afirma que: "la Presidencia y los Consejos nacionales deben apoyar esfuerzos continuos para aumentar la conciencia cívica de los franciscanos seglares en los campos de la justicia, de la paz y de la defensa de la creación. Deben también promover una conciencia de la globalidad, por ejemplo, apoyando "Franciscans International" en su esfuerzo por hacer presentes los valores franciscanos en la Organización de las Naciones Unidas. Los Consejos nacionales deben estimular el diálogo ecuménico e interreligioso, por medio de una especial atención a los programas de formación permanente. También deben promover la participación de los franciscanos seglares en el área socio-política, cooperando con las organizaciones, gubernativas o no, que defiendan el valor de la familia y el respeto a la vida, desde su concepción hasta la muerte, promueven el desarrollo humano o tratan de combatir las injusticias sociales" [20 .

4. Conclusión"¿Qué OFS para los años 2000?" era el tema del Capítulo general de Roma (1996). Mimi Def, resume las respuestas de las Fraternidades nacionales: "Ha sido la fuerza de la Fraternidad organizada lo que ha permitido a la OFS mantenerse durante ocho siglos. Queremos una Fraternidad franciscana con una identidad clara, que ayude a los terciarios a unir Fe y Vida. Deseamos una Fraternidad más dinámica, que tenga en cuenta los problemas de cada uno. Queremos una Fraternidad inspirada en el Concilio Vaticano II, sin divergencias entre espiritualidad y vida cotidiana. La Fraternidad es el lugar privilegiado donde el franciscano desarrolla su sentido eclesial y su vocación franciscana a través de una auténtica experiencia de Iglesia. Queremos una OFS insertada en la Familia Franciscana y cuya misión de secularidad sea levadura y luz en el mundo. Una OFS que vive la comunión vital recíproca sin perder su autonomía. Una OFS que, además de ser escuela de perfección cristiana, sea también escuela de ciudadanía. Una OFS que ofrece espacios generadores de paz, de justicia, de amor y de alegría en medio de los miedos, las amenazas, las injusticias del mundo de hoy, sedimento de autenticidad y en busca de sentido. Es a través de nuestra vida que otros pueden leer el Evangelio" [21 .

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Así, al comienzo del nuevo milenio encontramos una OFS plenamente afianzada en la Familia Franciscana, capaz de tomar y mantener su propio lugar en la "trilogía franciscana" [22 . Encontramos una OFS consciente de su propia identidad, que ha asimilado su renovada forma de vida, capaz de dar "el testimonio de coherencia y firmeza en el cumplimiento de las promesas bautismales, renovadas y reafirmadas con la Profesión en la OFS" [23 . Encontramos una OFS "impulsada por el Espíritu, a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar" [24 , a "hallar un proyecto de vida (la radicalidad evangélica franciscana) y un lugar de comunión eclesial (la Fraternidad)" [25 , a remar mar adentro, poniéndose en el camino de la santidad [26 , una santidad profundamente franciscana y decididamente seglar.

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Regla OFS, 1. Regla OFS, 2. Regla OFS, 14. Regla OFS, 7. Regla OFS, 22. Atti, Roma, 1996, p. 116. Koinonia 2001, n. 4. Regla y Constituciones generales de la OFS, Madrid, 1991, p. 49. Atti, Roma, 1996, p. 116. Atti, Roma, 1997, p. 193. http://www.ciofs.org/doc/fia0itc1.htm#2 Atti, Roma, 1996, p. 113. Regla y Constituciones generales de la OFS, Madrid, 1991, p. 48. Atti, Roma, 1997, p. 100. cfr. Decreto CIVCSA, 29 noviembre 2000. Atti, Roma, 1997, p. 82. Polonia, 1993 y 1994; Ucrania, 1998; Lituania, 2000; Rumanía, 2001. Atti, Roma, 1996, p. 114. Atti, Roma, 1994, p. 190. Atti, Roma, 1997, p. 194. Atti, Roma, 1997, p. 164. Andrea Boni, Tres Ordines hic ordinat, Edizioni Portiuncula 1999, pp. 23-40. Regla, Constituciones Generales, Ritual de la OFS, Madrid 2001, p. 51. Regla OFS, 2. Regla, Constituciones Generales, Ritual de la OFS, Madrid 2001, p. 51. Novo Millennio Ineunte, 1 y 30.

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XXIX- LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR : CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN

fr. Valentín Redondo

PARTE I

IntroducciónTrasladando a la OFS las siguientes palabras de la carta apostólica Novo Millennio Ineunte: "hacer de la OFS la casa y la escuela de la comunión", permanecen preñadas de energía y son "el gran desafío que tenemos ante nosotros -hermanos de la Penitencia y Asistentes- en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo" [1 .

La razón del por qué la OFS es casa y escuela de comunión y en la que la Primera Orden y la TOR se ven implicadas, lo deducimos de la misma Regla paulina: "en maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia" [2 . Una forma concreta de comunión es la asistencia espiritual, signo, a su vez, de corresponsabilidad [3 .

La casa y escuela de la comunión se construye sobre la roca de la espiritualidad de la comunión, es decir: con la "mirada del corazón (dirigida) hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado; capacidad de sentir al hermano de fe, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad; capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios; saber «dar espacio» al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias" [4 .

La Trinidad fuente de comuniónNos podemos preguntar: ¿qué significa comunión? La comunión expresa la unión íntima de los hombres entre sí y del hombre con Dios. La comunión es la quintaesencia de la solidaridad. La comunión cristiana se centra en una relación de intimidad con Dios, realizada en Jesucristo por el don del Espíritu. La comunión, pues, nos remite al misterio trinitario, en el que la Trinidad -comunión y comunidad consumada- es principio y último objetivo de la misma Fraternidad de la OFS en sus diversos niveles.

Como la Iglesia es lugar del encuentro de la historia trinitaria de Dios con la historia humana, en la que Dios-Trinidad reúne a su Pueblo [5 y es "comunidad de fe, de esperanza y de caridad" [6 , la fraternidad de la OFS, verdadera comunidad eclesial [7 , está llamada a ser signo, instrumento y transparencia de la íntima unión con Dios y de la unidad de los hermanos.

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Desde el momento que la comunión es gracia, es don del Padre que hace posible y hasta real la comunión con Él por el Hijo en su común Espíritu, hace posible y no menos real la comunión de los hermanos entre sí, teniendo en cuenta que la "vocación a la OFS es una llamada a vivir el Evangelio en comunión fraterna" [8 .

La invitación a vivir la comunión con, por y en la Trinidad, revela al mismo tiempo las hondas dimensiones del nuevo modelo de comunión entre los franciscanos seglares y la Familia Franciscana, llamados a ser signo de "unidad completa en Cristo" y a "constituir un solo cuerpo en Él" [9 .

La comunión, tanto en su dinamismo vertical: descendente, en cuanto proviene de Dios, y ascendente, en cuanto a Él se dirige y en Él culmina, como en su dinamismo horizontal, expresa "la esencia evangélica de la vida en comunión fraterna" [10 .

La comunión fraterna es gracia. Las estructuras: consejos, ministros, asistencia..., no constituyen la comunión, pero sí que deben ser pedagogos de comunión: orientar, animar, formar y guiar hacia la comunión fraterna, forma concreta del amor a Dios y a los hermanos. "La comunión es don de Dios, que lo ha puesto en nuestras manos como semilla de sembradura". En esta semilla se ha de poner toda la ilusión, elevando el corazón hacia el Dios Trinidad, pero mirando también a los hermanos y compartiendo con ellos el principio de comunitariedad: la prioridad de lo fraterno y de la fraternidad; el principio de la pluriformidad en la unidad: sin dejar de ser diferentes los hermanos entre sí, ni están aislados ni trabajan aisladamente, y los propios carismas se viven no en el ámbito de lo privado, sino poniéndolos al servicio de la fraternidad; el principio de la reciprocidad y los de la participación y de la corresponsabilidad exigen "la presencia personal, el testimonio, la oración, la colaboración activa, según las posibilidades de cada uno y los eventuales compromisos para la animación de la Fraternidad" [11 .

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Novo Millennio Inuente (= NMI), 43. Regla OFS, 1. Cfr. Regla OFS, 26. NMI. 43. Lumen Gentium (= LG), 4. LG. 8. Cfr. Constituciones Generales de la OFS (= CC.GG.), 31.2; cfr. 3.3. CC.GG. 3.3. LG. 1 y 3. CC.GG. 28.1. CC.GG. 30.2.

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PARTE II

Capacidad de cercaníaHacer de la OFS la casa y la escuela de la comunión significa sentir cercano al hermano desde diferentes ángulos: la caridad, la solidaridad, el diálogo, la misericordia...

Perfil de la caridadTertuliano decía en su tiempo que de lo único que podían ser acusados los cristianos era de vivir en fraternidad y en caridad. En la OFS, que es comunidad de amor [1 , el perfil de la caridad se subraya a nivel personal, en la disponibilidad para aceptar los servicios –es lavar los pies a los hermanos- y para dejar los cargos [2 ; y a nivel comunitario, en considerar la fraternidad como espacio concreto en el que se comparten los momentos alegres de los hermanos y se afrontan con coraje y amor las situaciones y condiciones difíciles de los mismos.

En la fraternidad, la acogida y el compromiso fraterno se harán inteligibles sólo a través de una caridad realista y concreta realizada con sencillez y cercanía [3 .

La Fraternidad de la OFS, a cualquier nivel, será signo e instrumento de comunión si es abierta al medio en el que vive y a las personas que la rodean.

Perfil de la solidaridadLa exigencia de compartir los bienes es señal de auténtica fraternidad y casa de comunión que ahonda sus raíces en la tradición de la Iglesia (cfr. Hch. 4,32). Esta exigencia se transparenta en la solidaridad con el pobre, en quien Cristo cuestiona e interpela con mayor fuerza nuestra solidaridad con Él (cfr. Lc. 19,8-9), como también en el modo realista de afrontar las necesidades de la propia fraternidad. Un gesto de solidaridad es el compartir los propios bienes para "sufragar los gastos necesarios de la vida de la fraternidad" [4 . La comunicación de bienes es un detalle de la pobreza evangélica, virtud activa, por la que uno se hace pobre para hacer rico al hermano (cfr. 2Cor. 8,9). No se trata de ser pobres o fraternidades pobres, sino de que no los haya. Al mismo tiempo, la comunicación de bienes es signo de la calidad de la vocación y de la pertenencia a la Orden y fruto de una renovación espiritual e intelectual que la permitan ser significativa.

Perfil del diálogoUna de las características de la fraternidad franciscana es la solicitud por el hermano, manifestada en una relación familiar y en una comunicación confiada (cfr. 2R. 6,7-8). Como hermanos, el diálogo es camino de encuentro y de comunicación de la espiritualidad familiar y de planteamientos de los problemas familiares, sociales y eclesiales, y creador de condiciones para la comprensión y el diálogo intergeneracional [5 . En el diálogo, mantenido y sostenido en la vida de fraternidad, es donde los hermanos pueden cimentar su vida de familia, de trabajo, de actividad social en el espíritu de las Bienaventuranzas [6 .

Perfil de la misericordiaFrancisco habla ampliamente en su carta a un Ministro sobre el valor de la misericordia, afirmando que es signo de amor y de acogida hasta para el hermano que no busca

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misericordia: "Y, si no busca misericordia, pregúntale tú si la quiere. Y, si mil veces volviere a pecar ante tus propios ojos, ámale más que a mí, para atraerlo al Señor; y compadécete siempre de los tales" [7 .

Hay momentos muy delicados en la vida de los hermanos y de las fraternidades, en los que el diálogo, la comunicación, la oración y la misericordia -expresión suprema del amor: Dios nos amó primero, siendo nosotros pecadores (cfr. 1Jn. 4,19)- intentan robustecer y serenar los ánimos, particularmente en circunstancias en las que el hermano se halla en crisis o toma decisiones no coherentes con su forma de vida evangélica [8 .

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Cfr. CC.GG. 16.2. CC.GG. 32.2. Cfr. CC.GG. 24.2. Regla OFS, 25; cfr. CC.GG. 30.3. Cfr. CC.GG. 24.2. Cfr. Regla OFS, 11. CtaM. 10-11. Cfr. CC.GG. 58.1-3.

PARTE III

Capacidad de iluminaciónLa carta apostólica Novo Millennio Ineunte manifiesta que "los espacios de comunión han de ser multiplicados y ampliados día a día, a todos los niveles, en el entramado de la vida" [1 :

En la vida cristianaLa espiritualidad de la OFS es la espiritualidad franciscana en su vertiente laical, con ciertas características que la diferencian de la misma espiritualidad vivida en el estado religioso de la Primera, la Segunda y la Tercera Orden Regular. El franciscano seglar está llamado a encarnar su vida cristiana en la existencia cotidiana, que lo coloca en el centro de las esperanzas y de las tensiones de la vida y de las estructuras de la sociedad. Su vocación franciscana es seguir a Cristo viviendo la realidad diaria del hombre, del trabajo, del compromiso de transformación y de mejora de la condición de vida, que implica la situación social, cultural, política... Está llamado a vivir los valores y los dinamismos de la humanidad a la luz de la fe y de la comunión eclesial. El compromiso del franciscano seglar está en su capacidad de integrar los valores humanos y los aspectos de las exigencias terrenas con el seguimiento de Jesús.

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En la sociedadLa secularidad es la peculiaridad de la OFS, por lo que su vocación es ser cristianos franciscanos responsables e insertos en la vida y en la trama del mundo. El franciscano seglar debe tener conciencia de que el lugar donde debe vivir su vocación franciscana es en el mundo, asumiendo las responsabilidades de la vida de los hombres de este nuestro tiempo y de las estructuras de la sociedad, de sus esperanzas y de sus angustias, de su progreso y de su desequilibrio [2 , y de la repercusión que todo esto tiene en la vida de fe y en la vida eclesial.

La fe del franciscano seglar, comprometido con el proceso evolutivo de la sociedad, debe ser patente en el diálogo y en la contribución, junto con todos los hombres de buena voluntad, por "establecer una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas" [3 . Se debe poner mucho énfasis para comprenderlo y comprometerse a nivel personal y de fraternidad, con prolongados momentos de escucha de la Palabra: oración, silencio, diálogo, revisión de vida fraterna, y de escucha de la palabra de la Iglesia y de las interpelaciones de la sociedad [4 .

En la IglesiaEl franciscano seglar es parte activa y determinante de la Iglesia, para ser mediación del Evangelio en un mundo que se construye siempre de formas siempre nuevas. En este mundo, y desde su testimonio de fe, el franciscano seglar asume los valores de la autenticidad, de la fraternidad, de la solidaridad humana, de la justicia, del amor, de la comunión, de la paz, como "administradores de los bienes recibidos, a favor de los hijos de Dios" [5 .

Viviendo en "plena comunión con la Iglesia, en abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica" [6 , los franciscanos seglares contribuyen en la misión de evangelización y de animación de todas las realidades temporales, viviendo su fe en medio de los desafíos y las esperanzas del mundo moderno.

Con la familia franciscanaComo miembro de la Familia Franciscana, el franciscano seglar se siente cercano a los demás franciscanos, religiosos y religiosas, a vivir la comunión y a continuar su misión eclesial y social con los otros componentes de la Familia Franciscana [7 .

En este sentido, los consejos y los ministros, son invitados a vivir y promover el espíritu y la comunión con la Familia Franciscana [8 . La comunión con la Iglesia y la unión con la Familia Franciscana, reflejo de la fidelidad de la OFS al carisma franciscano [9 , descansa y se robustece en y con el interés que surge de la misma asistencia espiritual. Es más, ésta, como signo de comunión y corresponsabilidad, se concreta en la visita pastoral a las Fraternidades [10 .

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NMI. 45.

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Cfr. Gaudium et Spes, 4. CC.GG. 18.1; cfr. 22.1 y 2; 15.3. Cfr. CC.GG. 15.2. Regla OFS, 11. Regla OFS, 6. Cfr. CC.GG. 3.2. Cfr. CC.GG. 32.1. Cfr. CC.GG. 85.2. CC.GG. 89.1 y 92.1; 94.2.

PARTE IV

Capacidad de corresponsabilidad"La teología y la espiritualidad de la comunión aconsejan una escucha recíproca y eficaz entre pastores y fieles, manteniéndolos por un lado unidos a priori en todo lo que es esencial y, por otro, impulsándolos a confluir normalmente incluso en lo opinable hacia opciones ponderadas y compartidas" [1 .

En este apartado subrayo cuatro aspectos fundamentales en que la "comunión vital recíproca" ha de ser trabajada con energía e convicción: la formación, la evangelización, las realidades terrenas y la promoción humana.

La formaciónLa formación del seglar franciscano dentro de su carisma, como forma específica de vivir la fe cristiana, es requisito indispensable para otorgar calidad a los miembros de la OFS, y que, junto a los signos de identidad y de pertenencia, y la conciencia diferenciada, puede contribuir a una mejor adecuación de la Orden Franciscana Seglar en la vida de la sociedad y en la misión de la Iglesia.

Sólo una adecuada formación, en la que se incluya junto a los aspectos teóricos la experiencia de vida y programas de acción concreta a favor de los pobres y de los marginados, hará realidad en la OFS que "el mensaje cristiano, no aparta a los hombres de la tarea de la construcción del mundo, ni les impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes, sino que les obliga más a llevar a cabo esto como un deber" [2 . Siendo conscientes de que "quien sigue a Cristo, hombre perfecto, se hace a sí mismo más hombre", les impulsará en sus ambientes a crear condiciones de vida más dignas para sus semejantes.

La evangelizaciónEl apostolado no nace de una iniciativa personal sino que se recibe de la Iglesia y "es -subraya Pablo VI- la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda" [3 . El franciscano seglar debe sentir la misión como fruto maduro de una vida de fraternidad. Vivir su eclesialidad y su ciudadanía animado por el carisma franciscano, "pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" [4 , teniendo muy en cuenta que la Iglesia y el mundo no están el uno al lado del otro, ni el uno contra el otro, sino que se compenetran mutuamente, por lo que el testimonio de vida y "las obligaciones propias de

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cada uno" no son dos tareas separadas, sino que se integran en el compromiso concreto del hombre. Y viviendo como viven en medio del mundo, "tienen que ejercitar por eso mismo una forma singular de evangelización" [5 , esto es, llevando la fuerza renovadora del Espíritu al corazón de los acontecimientos y de todas las realidades terrenas.

Las realidades terrenasComo el laico en la Iglesia, el franciscano seglar está llamado a santificar los aspectos seculares de la vida. Al franciscano seglar, dentro de la Familia Franciscana, le caracteriza su peculiar modo de relación con el mundo y en medio del mundo, esto es, su secularidad. Por lo tanto, cuanto la Lumen Gentium afirma del laico vale para el franciscano seglar; "lo propio y peculiar del franciscano seglar es su carácter secular" [6 , participando responsablemente "en la misma misión salvífica de la Iglesia" [7 . Por lo tanto, su tarea primaria e inmediata es "la actuación de todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero ya presentes y operantes en las realidades del mundo" [8 , a saber: en la política, en la vida social y económica, en la cultura, en los medios de comunicación social, en el trabajo, en la familia, en el amor, en la estética...

La promoción humanaUn aspecto fundamental de la misión del franciscano seglar es la promoción humana. Promover al hombre y sus valores significa liberarlo de toda forma de esclavitud y de todo condicionamiento psicológico, económico y cultural. El esfuerzo con los hombres de buena voluntad, por construir una sociedad más justa, más humana, más atenta a devolver a los pobres y a los marginados el lugar y la dignidad que les corresponde, es una misión evangélica. Dice la Novo Millennio Ineunte: "Si hemos partido de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que Él mismo ha querido identificarse... No debe olvidarse, ciertamente, que nadie puede ser excluido de nuestro amor" [9 . Y esta actitud no debe manifestarse sólo con gestos devotos y religiosos, sino también, y particularmente -porque la verdadera oración lleva a ello-, inmersos en las estructuras de la sociedad con estilo franciscano: en la cultura, en la política, en la economía, en la familia, en el trabajo por la justicia, en el respeto a la vida de cada ser humano, en la esperanza de la civilización del amor. Esto han de realizarlo, dice Juan Pablo II, "sobre todo los laicos, en virtud de su propia vocación, quienes se hagan presentes en estas tareas, sin ceder nunca a la tentación de reducir las comunidades cristianas a agencias sociales" [10 .

ConclusiónQuiero acabar el tema de la Orden Franciscana Seglar como casa y escuela de comunión, asumiendo la gran importancia que tiene este espacio en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia. La espiritualidad de la comunión es como el alma de la nueva humanidad. Es el mapa en el que los caminos de encuentro, comprensión y colaboración del hombre de hoy están pasando por una deliberada aunque laboriosa creación de espacios y vínculos comunitarios, donde las personas pueden reconocerse y comunicarse como tales. En este aspecto el sentido fraterno de la OFS puede ayudar y potenciar esos puntos de encuentro, como "llamada a la confianza y apertura que responde plenamente a la dignidad y responsabilidad de cada miembro" de la OFS.

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Para que la OFS llegue a ser casa y escuela de comunión, se le exige, como fraternidad, en sus diversos niveles, y como franciscano seglar, a nivel personal:-- ser instrumento de unidad, de paz y de fraternidad en un mundo dividido, violento, frío, indiferente y egoísta, en el que la "civilización del amor" sigue siendo el gran sueño;-- vivir la amistad y la caridad entre los miembros de las propias fraternidades, con los hombres de buena voluntad, acercándolas también a las fronteras de los marginados y de los pobres;-- compartir las esperanzas y los gozos, las tristezas y las angustias de nuestra sociedad, de los hombres de hoy, pero sobre todo de los más desfavorecidos, manteniendo encendida la lámpara de la esperanza;-- brindar una estrecha colaboración a todos cuantos buscan la transformación del mundo según el designio de Dios;-- comprometerse con "iniciativas valientes", en sintonía con la vocación franciscana y las directrices de la Iglesia, en el campo de la promoción humana y de la justicia [11 ;-- señalar el espíritu de solidaridad, de amistad y de acogida que debe animar toda relación social que viven los hermanos en el mundo y con el mundo;-- encarnar la "sociedad trinitaria", como substrato de la fe en el Dios Trino, en la que muchos "yos" y "tús" se buscan y se encuentran en la síntesis del "nos-otros" o "nos-uno" comunional;-- ser "comunión" encarnada, para significarla y hacerla realidad en la fraternidad y, desde aquí, en la Iglesia y en la sociedad.

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NMI. 45. NMI. 52. Evangelii Nuntiandi (= EN), 14. Regla OFS, 4. EN. 70. LG. 31. LG. 33. EN. 70. NMI. 49. NMI. 52. CC.GG. 22.2.

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XXX- LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR: UNA VOCACIÓN TIPICAMENTE LAICAL

(Identidad y afiliación)fr. Michael Higgins, TOR

PARTE I

IntroducciónLa Iglesia ofrece un medio para participar de manera decisiva y palpable en la misión de Cristo, invita a cada persona, hombres y mujeres, a una profunda y personal relación con Dios. La Iglesia es levadura de fe para el pueblo, sal de la tierra, luz y alma del mundo. Estar en el mundo y, al mismo tiempo, ser para el mundo. La Iglesia, pues, se implica activamente en la transformación del mundo y del orden mundial, y es, al mismo tiempo, lugar de salvación. Para alcanzar este objetivo usa todos los medios a su disposición, para continuar en el mundo la misión del Salvador.

El punto de partida para llegar a ser colaboradores de Cristo y de la Iglesia es el sacramento del bautismo [1 . Este sacramento infunde en cada cristiano el desafío a vivir y testimoniar con amor, energía y convicción, la presencia salvífica de Cristo. Está claro que las mujeres y los hombres llenos del fuego del amor de Dios son los instrumentos más eficaces para realizar el misterio de transformación confiado a la Iglesia. La paradoja se halla en el hecho de que aquel o aquella que se entrega a Dios, participando activamente en la misión de la Iglesia, es decir, en la expansión del Reino de Dios, descubre el significado de su vida y la encuentra.

Algunos viven esta llamada bautismal dedicándose a Dios en la vida religiosa, profesando los votos, y abrazando una vida orientada por la oración y las obras de misericordia. La vida consagrada es una separación del orden secular que permite al religioso engastarse más profundamente en el tejido de la vida humana y dedicarse al misterio de la fe. La vocación religiosa permite al religioso ser un representante público de la Iglesia, al testimoniar la potencia salvífica de Cristo mediante los votos. También los religiosos dedicados completamente a la vida retirada del claustro y a la contemplación se hallan implicados en las corrientes del mundo de manera profunda y tangible, por medio de su vida y su oración.

Por otra parte, el seglar, casado o célibe, no sólo está en el mundo y es para el mundo, sino que es también del mundo. Es decir, se encuentra inserto en el tejido mismo de la existencia humana y de la sociedad, en todos sus niveles. En cierto sentido, se puede decir que ésta es la dimensión "secular" del estado laical. El papel y el desafío del seglar consiste en vivir plenamente esto en esta situación. Así lo describe el Catecismo de la Iglesia Católica, citando el n. 31 de la Constitución Dogmática de la Iglesia (Lumen Gentium):"Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios... A ellos de manera especial les corresponde iluminar y ordenar todas las realidades temporales, a las que están

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estrechamente unidos, de tal manera que éstas lleguen a ser según Cristo, se desarrollen y sean para alabanza del Creador y Redentor" [2 .

Recientemente, el Papa Juan Pablo II ha vuelto a ratificar esta enseñanza al dirigirse a los Obispos de las Antillas al finalizar su Visita "ad limina" a la Santa Sede. En dicha ocasión, el Papa afirmó que los seglares tienen un papel importante que desempeñar en la Iglesia, diciendo: "el primer lugar del ejercicio de la vocación laical es el mundo de las realidades económicas, sociales, políticas y culturales. Y es en este mundo en el que los seglares son llamados a vivir su vocación bautismal..." [3 .

En esto consiste, pues, la vocación laical: es un modo de responder al desafío del bautismo, al desafío de vivir y de difundir el Evangelio en medio del mundo. El Catecismo va más allá de esta afirmación e indica que "la iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia" [4 .

Vocación laical: Sacerdote, Profeta y ReyLa acción importante y transformadora del bautismo introduce a cuantos reciben el sacramento en la triple función de unción sacerdotal, profética y real. La Iglesia es muy clara al afirmar que en la medida en que los seglares viven su identidad bautismal participan de estas importantes actividades cristológicas de Jesús. Cada una de estas funciones de la unción resalta la naturaleza mesiánica de Cristo que es compartida con los bautizados, para informar e incrementar en ellos lo explícito del ministerio. San Francisco profundiza este aspecto en la reflexión contenida en la Admonición quinta, cuando afirma que los hombres y las mujeres son creados no sólo a imagen de la divinidad, sino más específicamente a imagen de Cristo "según el cuerpo y a semejanza suya según el espíritu" [5 . Como Cristo fue y es sacerdote, profeta y rey, así lo son también aquellos que son creados a su imagen y semejanza. El sacramento del bautismo vivifica y potencia esta imagen y anima a quienes lo reciben a vivir según este derecho recibido en el nacimiento. Mucho más se puede decir acerca de estas tres dimensiones, pero sobre todo es importante entender cómo son vividas y asumidas por los hombres y mujeres en su vida de cada día.

La figura del sacerdote evoca imágenes de sacrificio y de mediación. El sacerdote es aquel que ofrece el sacrificio para rendir culto a Dios y darle gracias por su presencia divina en el mundo. El sacerdote es también un mediador, aquel que está ante Dios e intercede por el pueblo. Esto quiere decir que el sacerdote está ante Dios para pedir perdón, para implorar la paz y la gracia. Y es ésta la verdadera y propia función del seglar que participa en el misterio de la salvación de Cristo. Por medio de las actividades laicales de su vida cristiana, los seglares alaban a Dios y ruegan a Dios que esté siempre presente en el mundo. "Los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios" [6 . El seglar intercede por el mundo y, al mismo tiempo, reconoce su participación en la respuesta de Dios a la intercesión. En todas partes, ante los problemas del mundo, los hombres se preguntan dónde está Dios. Al cooperar con la voluntad divina, los seglares constituyen, en parte, un aspecto de esta respuesta. Dios está en los seglares y obra por medio de ellos.

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La función de la mediación sacerdotal se refleja en la comprensión de la función del profeta que es llamado a pronunciar con claridad y con firmeza la palabra del Señor, aún cuando no conviene y cuando es difícil. El profeta es aquel que vive dos realidades al mismo tiempo. De una parte, profundamente inmerso en la voluntad de Dios y la conoce desde dentro. Y sólo entonces el profeta es un instrumento que transmite la voluntad divina a los otros, de manera que se entienda y se siga. De otra parte, un profeta está también profundamente inmerso en las corrientes de la sociedad actual, para conocer y entender las luchas y los trabajos del pueblo, en medio del cual es llamado a servir. El profeta asume, pues, el desafío de vivir de manera enérgica esta doble realidad, para participar así en la acción evangelizadora de la Iglesia. Para los seglares, "esta evangelización adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo" [7 .

La identificación del seglar "rey" indica también el deseo de parte de Dios de compartir la esencia de la naturaleza divina con los hombres, creados a su imagen y semejanza. Aunque si la realeza de Jesús no es demasiado evidente en el Nuevo Testamento [8 , una de las imágenes más significativas de Cristo en la devoción cristiana es su representación como Rey: Rey del cielo y de la tierra, Rey de la creación y Rey de la historia. En parte, este título real pone de relieve la autoridad divina otorgada a Cristo, la misma autoridad que Él transmite a sus seguidores para hacerles capaces de testificar su servicio en el mundo. Una vez más, los seglares son animados a ejercer esta autoridad en la esfera secular para transformar el mundo a través de su testimonio. Como indica el Catecismo: "Los laicos, además, juntando también sus fuerzas, han de sanear las estructuras y las condiciones del mundo, de tal forma que, si algunas de sus formas incitan al pecado, todas ellas sean conformes con las normas de la justicia y favorezcan, en vez de impedir, la práctica de las virtudes. Obrando así, impregnarán de valores morales toda la cultura y las realizaciones humanas" [9 .

¡Qué grandes desafíos, en particular en el mundo del siglo XXI, con su potencial increible..., y un sinnúmero de problemas!

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Catecismo de la Iglesia Católica, art. 1213. Ibid., art. 898. “Ni los seglares deben ser clericalizados, ni el clero debe ser secularizado”, Zenit.org, 10 de mayo de 2002. Catecismo,art. 899. Adm. 5,1. Catecismo, art. 901. Ibid., art. 905. Cfr. La palabra “rey” en el Diccionario de la Biblia de John L. Mckenzie (Nueva York: MacMilan Publishing Co., 1965). McKenzie indica que una de las razones es que Jesús ha cambiado la idea popular sobre lo que es un rey y un reino en relación a su carácter mesiánico y a su misión. Catecismo, art. 909.

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PARTE II

Vocación laical: la misión específica es la consagración de la Orden SeglarCuando Francisco comenzó a predicar la penitencia, después de haber recibido el permiso para hacerlo del papa Inocencio III, en 1209 ó 1210, su mensaje penetró en el corazón de muchas personas que anhelaban encontrar el modo de manifestar formalmente su espiritualidad. Fue así como se inauguró el "Movimiento Franciscano". Y en el arco de un breve período se formaron tres grupos. Dos se convirtieron en comunidades religiosas "regulares", animadas por una Regla aprobada, por la profesión de los votos y por una vida estructurada en comunidad. Y así nacieron la "Primera" Orden para hombres y la "Segunda" Orden para mujeres, llamados a abrazar un estilo de vida religiosa verdaderamente franciscano. Los cristianos que quisieron seguir un estilo de vida franciscano "en sus casas" se reunieron y constituyeron el grupo de penitentes seglares que se convirtió en la "Tercera Orden" de San Francisco. Esta Orden, que desde sus inicios ha tenido su carisma propio, halla su identidad, precisamente, en su naturaleza secular o laical.

Es interesante subrayar que en los primeros documentos, la repetición de la frase "en sus propias casas", definía a la Tercera Orden o la Orden Franciscana Seglar. El término determina una realidad esencial de la Orden Franciscana Seglar, define su esfera de actividad y señala su puesto en el mundo y en la Iglesia. Y es en el ámbito del orden secular en el que los miembros de la Orden viven de lleno la expresión de su bautismo.

Aun siendo numerosas las actividades en las que los franciscanos estaban implicados en los primeros años, y no siendo éstas claramente definidas, es posible citar un caso que ayuda a identificar en los miembros de la Primera Orden a predicadores itinerantes y evangelizadores, e identificar en los miembros de la Segunda Orden a contemplativas, y en los miembros de la Tercera Orden a ministros de obras de misericordia. El campo de su actividad era la casa y la sociedad. Su estado seglar era el vehículo y el instrumento por medio del cual contribuían a la edificación del Reino.

En un tiempo en el que muchos hombres y mujeres renunciaron a sus familias, a sus casas, a sus carreras, a sus estamentos sociales, otros descubrieron que eran llamados a implicarse en estos campos. Más que abandonar su casa, su familia, su carrera y su estamento social, se insertan en ellos más a fondo, con amor evangélico y dando testimonio, para transformar la sociedad. Esta "transformación del orden secular" identifica la misión específica a la que son llamados los miembros de la Orden Franciscana Seglar. Al hacerlo, los miembros de la Orden se asocian, conscientemente o no, al mismo modo de obrar en el mundo que Dios ha usado a través de los siglos para entrar en la vida del pueblo. En fin, una lectura superficial de la Sagrada Escritura pone de relieve el hecho de que Dios ha querido entrar en el tejido de la existencia humana, en sus luchas cotidianas, a través de la vida y del amor. En su vda, en su muerte y en su resurrección, Jesús es la mejor expresión de este impulso divino que obra a favor de los hombres. Y es aquí, en medio de la condición humana, donde se realiza en plenitud el don y se recibe la invitación.

En la Primera Exhortación a los Hermanos y Hermanas de la Penitencia (o primera Carta a Todos los Fieles), un documento que tanto la Orden Franciscana Seglar como la Tercera

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Orden Regular han adoptado como introducción a sus respectivas Reglas, San Francisco propone a sus seguidores una relación íntima, estrecha, con Dios. Después de haber subrayado los cinco elementos de una vida penitencial: amor a Dios, amor al prójimo, odio al pecado, participación en la Eucaristía y una vida que produzca frutos dignos de penitencia, San Francisco afirma:

"¡Oh, cuán dichosos y benditos son aquellos y aquellas que hacen estas cosas y en ellas perseveran! Porque sobre ellos descansará el Espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada; y son hijos del Padre celestial, cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo. Somos sus esposos cuando el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo por el Espíritu Santo. Somos sus hermanos cuando cumplimos la voluntad del Padre, que está en los cielos. Somos sus madres, cuando lo llevamos en el corazón y en nuestro cuerpo por el amor divino y por una conciencia pura y sincera, y lo damos a luz por las obras santas, que deben ser luz para los demás por el ejemplo" [1 .

El resultado de una íntima unión con Dios es que el penitente es capaz de "dar vida a" Cristo, estar lleno de la Palabra de Dios y dispuesto a compartirla con los demás. ¡Qué estupenda descripción de la acción transformadora!

Quisiera casi negar totalmente la condición del mundo, pensar que todo marcha bien y según el deseo que Dios ha manifestado de dar vida a todos, y vida abundante. Los últimos cien años han sido los más brutales e inhumanos en la historia del mundo. Términos como "limpieza étnica", aborto a requerimiento de cada cual, eutanasia, clonación humana y pedofilia se han convertido en lugares comunes en nuestro lenguaje y en nuestra realidad cotidiana. Todos los países sobre la faz de la tierra viven el espectro del terrorismo, del prejuicio, del racismo, de la corrupción, del robo, y de una serie de condiciones que amenazan con arrancar a la humanidad su dignidad divina. Ante estos problemas, que a veces parecen insuperables, el cristiano se siente cuestionado a llevar la Palabra viva de Dios, con palabras y acciones, a los lugares en los que falta la presencia transformadora de Dios. Para usar una frase franciscana: el franciscano debe "engendrar a Cristo". Es decir, cada franciscano debe llevar a Cristo a todas las realidades y a todas las encrucijadas de la vida. Los religiosos lo hacen en sus ministerios y por medio de sí mismos, tanto individual como comunitariamente. Los franciscanos seglares recogen el más arduo desafío: engendrar a Cristo en sus familias, en sus relaciones con los demás y en sus Fraternidades, en los diversos niveles. Deben también llevar a Cristo a los mercados, a las escuelas, a las fábricas, a las industrias, al campo de la política y de lo militar, a los campos de fútbol, a los teatros y a los museos, a cualquier parte donde los hombres y las mujeres tienen necesidad de la presencia de Dios.

Decir que el lugar propio del franciscano seglar es la esfera secular, ofrece un contexto y un desafío fortísimo a quienes han abrazado esta vocación. Los seglares viven y trabajan en el ambiente secular, es decir, en medio de los acontecimientos normales y corrientes de la vida de cada día. La respuesta a una vocación a la Orden Franciscana Seglar es una declaración, tanto privada como pública, hecha por una persona que sabe que asume la expresión más profunda del compromiso bautismal en medio de la sociedad.

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El artículo cuarto de la Regla de la Orden Seglar de San Francisco dice: "La Regla y la vida de los Franciscanos seglares es ésta: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís... Los Franciscanos seglares dedíquense asiduamente a la lectura del Evangelio, pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio".

Este artículo de la Regla resume todo el texto del documento, y podría ser el único, siendo la expresión más clara de lo que es la vida del franciscano seglar. Los verbos usados en estas dos breves frases así lo manifiestan.

A los miembros de esta Orden se les pide observar el Evangelio, seguir el ejemplo de San Francisco, dedicarse a una lectura atenta del Evangelio, ir del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio. "Observar el Evangelio" es el desafío lanzado a cada bautizado, porque con el bautismo todo cristiano es incorporado a la vida, muerte y resurrección de Cristo, y se le pide que participe en su misión salvadora en comunión con la Iglesia. Ahora bien, como bien indica la expresión del "seguimiento", lo deben hacer según el ejemplo de San Francisco, que dedicó toda su vida y todas sus energías a la búsqueda de la voluntad de Dios y a seguirla. Esto otorga una luz típicamente "franciscana" a la vivencia de la propia identidad bautismal. Al franciscano seglar no se le pide llegar a ser otro Francisco, sino entregarse a Cristo de la misma manera que lo hizo el Poverello de Asís, con el mismo amor y la misma entereza. El único modo de hacerlo es que el seglar conozca a fondo la Regla esencial de la vida de todos los franciscanos, el Evangelio de Cristo. Y así, dedicándose a una atenta lectura del Evangelio, cultive otro modo de "observar" el Evangelio. Es decir, estúdielo con cuidado y devoción, de manera que llegue a formar parte integrante de la propia identidad personal y le ayude a plasmar la propia vida y cómo se relaciona con el mundo. Para el franciscano, el Evangelio es la lente a través de la cual vive y valora la propia vida. Y así, el último desafío de la Regla brota de manera natural. El franciscano entra en relación con cada uno de los campos de la realidad y hace de tal manera que el Evangelio sea el horizonte en el que todo en la vida halla su significado último. El concepto de "ir del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" no ha de ser considerado como un eslogan interesante, sino como razón imperativa en la vida de la Orden Franciscana Seglar.

Afirmando que la vida es el punto focal del diálogo con el Evangelio, la Regla ratifica la insistencia de la Iglesia según la cual, el campo de la presencia evangélica de los seglares es precisamente la vida misma. Y es claro que esto supone que el orden secular es el campo en el que el seglar franciscano se halla implicado atenta y activamente. Teniendo esto presente, es justo afirmar que la Orden Franciscana Seglar es una verdadera y propia vocación laical. La vocación, vivida a fondo, ahonda sus raíces en la realidad del tejido de la propia vida laical, en el amor a Dios, el servicio a la Iglesia y la participación en la Familia Franciscana, en donde la persona crece en santidad y transforma el mundo.

A los seglares les toca asumir la instauración del orden temporal como deber propio, guiados por la luz del Evangelio y el pensamiento de la Iglesia, y movidos por la caridad cristiana, obrar directamente y de manera concreta. Como ciudadanos cooperen con sus conciudadanos según su competencia y la propia responsabilidad. Busquen siempre y en

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todo la justicia del Reino de Dios. El orden temporal se instaure, respetando íntegramente sus propias leyes, de acuerdo con los principios de la vida cristiana, adaptándolos a las variadas condiciones de lugar, tiempo y pueblos. Entre las obras de un apostolado semejante, emerge la acción social de los cristianos, que el Concilio desea que hoy se extienda a todo el ámbito del orden temporal, también al de la cultura [2 .

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1CtaF. 1,5-10. Cfr. Decreto sobre el Apostolado de los laicos, 7.

XXXI-CÓMO PRESENTAR LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR A LA PRIMERA ORDEN Y A LA TOR EN SUS PROGRAMAS DE FORMACIÓN

Fr. Valentín Redondo

PARTE I

IntroducciónEl tema de la presentación de la Orden Franciscana Seglar en los programas de formación y estudios de la Primera Orden y de la TOR, para el conocimiento, profundización, comprensión y aprecio de la OFS por parte de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR, es un tema muy oportuno, importante y necesario. Daría dos razones, además de subrayar que sólo conociendo a la OFS, se la amará, y amándola, se la asistirá con cariño fraterno. La primera razón es la acogida que se debe dar a la OFS en los planes de estudio de los religiosos franciscanos, sería como otorgarle el carnet de identidad dentro de la Familia Franciscana. Pasaríamos de los breves resúmenes del noviciado, considerándola como un simple apéndice de la historia de la Primera Orden y de la TOR, a otorgarle su puesto en la Familia Franciscana y en la Iglesia. La segunda razón nace del sentido de complementariedad en un mismo carisma, el de Francisco de Asís; o como se expresa la Regla de la OFS: la "recíproca comunión vital en las maneras y formas diversas de hacer presente el carisma del común Seráfico Padre" [1 . Un carisma que, incluyendo a las religiosas, se manifiesta como un mosaico, mucho más rico, colorido y complementario que en el color monocromo de los frailes.

La inclusión de la OFS en los programas de formación de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR aportaría una mejor comprensión de nuestra identidad en la Familia Franciscana, y nos otorgaría la ocasión de comprender la fuerza generadora del Espíritu, cuando uno, como Francisco, se deja invadir por Él. ¿Qué no haría el vendaval de comunión y corresponsabilidad en una Familia como la Franciscana?

La inclusión de la OFS en los programas de formación de la Primera Orden y de la TOR podría servir de sacudida a una formación demasiado genérica y difuminada, que parece funcionalista-pastoral, para vigorizarla y enriquecerla con la savia del carisma franciscano en todos sus matices.

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Algunos de los aspectos que servirían de cimentación para la formación inicial y la permanente, los incluiría en los siguientes espacios: eclesiología del laicado -el franciscano seglar es un laico en la Iglesia-, su misión en la Iglesia y en el mundo, la historia y la espiritualidad de la OFS

Eclesiología del laicadoMe parece oportuno subrayar el aspecto eclesiológico del laicado porque la Orden Franciscana Seglar es una Orden Franciscana, como nosotros, pero con su peculiaridad laical. Porque los laicos, y por lo tanto también los seglares franciscanos, han recibido "el llamamiento del Señor Jesús: Id también vosotros a mi viña... La llamada no se dirige sólo a los pastores, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos: también los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión a favor de la Iglesia y del mundo" [2 .

También porque la eclesiología del laicado guarda en sí un "riquísimo patrimonio doctrinal, espiritual y pastoral sobre la naturaleza, dignidad, espiritualidad, misión y responsabilidad de los fieles laicos" [3 .

La eclesiología postconciliarEn la eclesiología postconciliar se habla de profundas transformaciones en la eclesiología del Vaticano II y de una nueva imagen trazada por el Concilio, donde el laicado -sirve también para el franciscano seglar- crece en su toma de conciencia del don y de la corresponsabilidad en la comunión y en la misión de la Iglesia. Entre los puntos sobresalientes están:-- la doctrina de la Iglesia como comunión y pueblo de Dios jerárquicamente estructurada;-- la igualdad fundamental de todos sus miembros;-- la corresponsabilidad de éstos en la misión de la Iglesia;-- el sacerdocio universal de los fieles y la participación de todos los bautizados en el sacerdocio de cristo y en su triple función profética, sacerdotal y regia (cfr. 2Pe 2,9; Ap. 1,6);-- la realidad de los carismas que el Espíritu distribuye a todos los miembros de la comunidad eclesial;-- la responsabilidad de la Iglesia y del cristiano frente a los problemas actuales de la humanidad a nivel local y mundial.

Particularizando, es oportuno que nosotros, frailes de la Primera Orden y de la TOR, sepamos que la Iglesia son también los franciscanos seglares, y abandonemos ciertas actitudes más o menos de casta y de paternalismo. Hay que tratar de realizar, a semejanza del binomio: sacerdote–laico en la Iglesia, el trinomio: frailes–monjas–seglares franciscanos en la Familia Franciscana.

Si los religiosos franciscanos realizamos una verdadera asociación en la búsqueda de la fe y en la misión con los franciscanos seglares, reconoceremos muy bien que por su mismo sacerdocio nace la alegría misteriosa de una plenitud que dilata el corazón. Es la experiencia vivida de San Juan Crisóstomo y condensada en estas palabras: los seglares son "el pléroma sacerdotal del obispo" [4 .

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Regla de la OFS, 1. Christifideles laici, 1. Christifideles laici, 1. PG. 62, col. 204.

PARTE II

Hacia una mayor conciencia eclesialLos franciscanos seglares, como el laicado en general, ha desarrollado en la Iglesia y en la Familia Franciscana un papel puramente pasivo: eran la grey que apacentar, instruir y santificar.

La contraposición entre frailes y seglares franciscanos llegó a ser semejante a la que se daba entre jerarquía y laicado, de tal manera que hablar de Iglesia era hablar del clero, identificándola con éste; la vida de la OFS se identificaba con la "palabra del Padre Director". La asistencia que piden hoy la Regla y las Constituciones de la OFS debe colaborar, parafraseando a Pío XII, a la construcción, en los franciscanos seglares "de una conciencia cada vez más precisa, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser Iglesia" [1 , es decir, no sólo de pertenecer a la Orden Franciscana Seglar, sino de ser Orden Franciscana Seglar.

El Vaticano II ha intentado enderezar las ideas de la eclesiología del laicado, que ha de ser plataforma para robustecer el laicado franciscano. Éste, como el laicado en general, forma parte del pueblo de Dios y ejerce también una función sacerdotal: "Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, hizo del nuevo pueblo, un reino de sacerdotes para Dios, su Padre" [2 . Ya no pertenecen al mundo, no son profanos, sino consagrados y partícipes de la muerte y resurrección de Jesús.

El seglar franciscano no sólo participa del profetismo, sacerdocio y realiza de Cristo como cualquier bautizado [3 , sino que vive en realidad con una gracia especial de inserción en el mundo, que le otorga una "función específica y absolutamente necesaria en la misión de la Iglesia" [4 . Los laicos, los laicos franciscanos, "guiados por el espíritu evangélico, contribuyen a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento" [5 .

Desde esta perspectiva de la Iglesia comunión, noción eclesiológica fundamental del Vaticano II y de los Sínodos extraordinarios de 1969 y 1985, debe estimularnos a vivir mucho más intensamente los elementos comunes de la Familia Franciscana: llamada, seguimiento, misión, reciprocidad vital, corresponsabilidad...

Misión de la O.F.S.Hasta hace poco, el seglar franciscano, como el laico en la Iglesia, era considerado un sujeto pasivo. Hoy, en la mayoría de los casos, es un sujeto activo y responsable. Es un

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cristiano que inicia su vida con el misterio del Verbo encarnado, el cual convoca y otorga la misma misión a todo el Pueblo de Dios con la triple función profética, litúrgica y real [6 .

El seglar franciscano es el miembro de la Orden Franciscana Seglar que es convocado e "impulsado por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se compromete con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco", haciéndolo presente "en la vida y en la misión de la Iglesia" [7 . Los franciscanos seglares, aunque distintos a las religiosas y a los religiosos franciscanos, son expresión, en formas y maneras diversas, del mismo y único carisma franciscano, del que nace una misma dignidad, una misma vocación y una misma misión. "En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia" [8 .

Todos misionerosLa misión de los seglares franciscanos, es un deber y un derecho en el que se sienten implicados como todos los cristianos [9 : "Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres" [10 .

Todos, por el bautismo, estamos llamados a ser misioneros, también los seglares. Dice Juan Pablo II: "Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo" [11 . La Regla de la OFS anima a los franciscanos seglares a ser "testigos e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra" [12 . El Vaticano II indica que todos los laicos están llamados al apostolado, particularmente donde la Iglesia sólo a través de ellos "puede llegar a ser sal de la tierra" [13 . Y la Evangelii nuntiandi subraya que su vocación específica la han de ejercer en medio del mundo y en las más diversas tareas temporales, y con su forma singular de evangelización [14 .

La misión nace de la forma de vidaLa profesión, el proyecto de vida evangélica y franciscana, significa tomar en serio el bautismo y el Evangelio como código de vida. El ser franciscano seglar debe ser motivo de alegría y de júbilo, porque a través del testimonio de vida, uno es misionero. "Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres..., los franciscanos seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado preferente es el testimonio personal en el ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas" [15 . Pablo VI afirma que el "testimonio es ya proclamación silenciosa, pero muy fuerte y eficaz de la buena noticia" [16 . El testimonio de vida de los franciscanos seglares "es la primera e insustituible forma de misión" [17 , ya que viviendo la propia espiritualidad, se lleva, con la ética de las Bienaventuranzas, el sentido de Dios a una sociedad asentada en el indiferentismo religioso; el espíritu de pobreza a una cultura consumista y edonista; el ejercicio de la caridad y de la paz a una sociedad violenta [18 .

Siendo la fraternidad la característica de la Orden Franciscana Seglar, la dimensión fraterna debe ser el alma de la misión de los franciscanos seglares. La vida fraterna actuará "como

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levadura en el ambiente en el que viven" [19 , y la misión será "dilatación de la fraternidad". La fraternidad, por lo tanto, debe acompañar a sus miembros en las nuevas exigencias de la Iglesia y de la sociedad, y debe sentirse "comprometida en el apostolado de cada uno de sus miembros, estar al corriente y colaborar al menos con la oración, el consejo y el afecto fraterno" [20 .

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Pío XII, AAS. 38 (1946), p. 149. Lumen gentium, 10. Cfr. Lumen gentium, 31. Apostolicam Actuositatem, 1. Lumen gentium, 31; cfr. Regla de la OFS, 14. Cfr. Lumen gentium, 31. Regla OFS, 2 y 1. Regla OFS, 1. Las agregaciones laicales en la Iglesia, 32. Constituciones Generales de la OFS (= CC.GG.), 17.1. Christifideles Laici, 33. Regla de la OFS, 6. Lumen gentium, 33. Evangelii nuntiandi, 70. CC.GG., 17.1. Evangelii nuntiandi, 21. Redemptoris missino, 42. Cfr. Regla de la OFS, 14-19. CC.GG., 19.1. Carta de los Ministros generales: Vocación y misión de los seglares franciscanos, 3, c.

PARTE III

Nuevos campos de misiónEl campo de misión de los franciscanos seglares es tan amplio como el que corresponde a los laicos en la Iglesia. La Regla de la OFS habla de manera genérica, pero al mismo tiempo concreto, de la construcción de un mundo más fraterno, de la promoción de la justicia, de la colaboración en la paz, del desarrollo de los valores de la familia, del trabajo, de la salvaguarda de la creación [1 . Se pide al franciscano seglar ser testigo en la vida social: la cultura, la economía, la política, la paz, la salud; en las nuevas áreas culturales o areópagos modernos, en el mundo de las comunicaciones; en el desarrollo y liberación de los pueblos, en la defensa de los derechos de las minorías, en la promoción de la mujer y del niño... Se les pide que asuman su capacidad específica para renovar el orden temporal, y que no se sientan cristianos resignados, sino ciudadanos activos, invitados a superar y construir una ciudad imperfecta por una menos imperfecta. Colaboren, pues, por "una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas" [2 .

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Una misión integralLa eclesiología de los laicos promueve la convergencia de las competencias de sacerdotes, religiosos y laicos en un único proyecto de misión. Se llama "misión integral", y va más allá de la predicación y los sacramentos. Abraza las culturas, las instituciones, las estructuras socio-políticas y económicas, es decir, el mundo perteneciente a los seglares. Todo esto requiere reconocimiento (formación) y conversión por nuestra parte, ya que a ellos "corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales, de tal modo que sin cesar se realicen y progresen conforme a Cristo" [3 . La colaboración con los seglares en la misión debe superar en nosotros algunas estructuras, el reconocimiento de la madurez de los seglares y la necesidad de una buena formación en nosotros y en ellos para realizar una sincera y fructífera colaboración.

Sólo una buena formación y conocimiento de la OFS por nuestra parte, colaborará a que crezca en nosotros la confianza en los franciscanos seglares. Podemos hacer nuestras las palabras de la Lumen gentium que pide a los obispos que confíen en los seglares: "reconozcan y promuevan la dignidad y responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo, encomiéndenles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad y oportunidad de actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia iniciativa" [4 . La reciprocidad vital que anima a los miembros de la OFS y a los de la Primera Orden y de la TOR, hace de la "misión integral" un signo de comunión y colaboración que se pide alargar desde la misión en la Iglesia local a la misión "ad gentes". Para la Familia Franciscana no sería más que prolongar la experiencia histórica de nuestra vida, "comenzando un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre los religiosos de la primera Orden y de la TOR y los franciscanos seglares" [5 .

La historia de los franciscanos seglaresEl incluir la historia de la OFS en nuestros programas nos invita a bucear un poco en la historia del laicado en la Iglesia, del que la OFS forma parte. Sólo por el número de los que forman el laicado en la Iglesia y por el número de los franciscanos seglares que integran la Familia Franciscana, el dar espacio a su historia en los programas de nuestra formación sería recuperar espacios inmensos y, muchas veces, olvidados de una vida de la que formamos parte. La historia de la OFS también nos otorga la oportunidad de reconocer la importancia otorgada por Francisco y su Orden de los Hermanos Menores a los franciscanos seglares, "penitentes" o "Tercera Orden".

Francisco de Asís que fue un penitente, no un monje, ni sacerdote, fue capaz de crear todo un movimiento, una "Fraternidad" que alarga a los seglares. Todos los miembros del movimiento: frailes, monjas y seglares tienen en común un mismo carisma, aunque el modo de vivirlo y de testimoniarlo sea diverso. Tienen en común el Evangelio como forma de vida, el anuncio del Evangelio por medio del testimonio de la vida (la misión), la vida en fraternidad, el trabajo manual, la oración, la comunión con la Iglesia...

La confianza de Francisco en el laicado de su tiempo se manifiesta, de manera especial, en la oferta que les hace del Evangelio como forma de vida, remarcando así que éste no es

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exclusivo de monjes, religiosos o sacerdotes. Los seglares no deben dejar ni la familia ni el mundo. Es aquí donde deben vivir el Evangelio. "Todos los del pueblo, hombres y mujeres, querían irse tras él movidos de devoción, abandonando el pueblo. Pero San Francisco no se lo consintió, sino que les dijo: "No tengáis prisa, no os vayáis de aquí; ya os indicaré lo que debéis hacer para la salvación de vuestras almas. Entonces le vino la idea de fundar la Orden Tercera para la salvación universal de todos" [6 . Todo esto concuerda con cuanto nos ha transmitido Tomás de Celano: "A todos daba una norma de vida y señalaba con acierto el camino de salvación según el estado de cada uno" [7 . En el proyecto de vida que les dio ya en la primera redacción de la Carta a todos los fieles, aparecen claros los valores que deben vivir: el Evangelio y el testimonio de vida en su estado laical.

La acción de Francisco y de los franciscanos desarrolló de tal manera la presencia seglar responsable en la Iglesia y en la sociedad de los primeros años del siglo XIII, que el IV Concilio de Letrán (1215) será testigo de esta revolución evangélica que se llevaba adelante.

La historia de la OFS nos permite contemplar momentos de gran renovación social y eclesial, mientras que otros, incluso aumentado el número de sus miembros, quedan reducidos al aparato formal y la devoción.

Actualmente nos encontramos en una coyuntura excepcional de la vida de la OFS, impulsada por la nueva Regla (1978) y las nuevas Constituciones Generales (2000), para que el seglar franciscano, tomando las palabras que H.J. Schultz usa para definir el apostolado de los seglares, haga "presente la Iglesia en el mundo y el mundo en la Iglesia" [8 . Una ocasión propicia para poner nuestra confianza en la madurez de los franciscanos seglares, en su misión de impregnar de "espíritu evangélico" las realidades humanas [9 , como la tenía León XIII, cuando les dice lleno de esperanza: "es necesario que los terciarios sin tardanza se dediquen a obras de resurrección social y produzcan en la institución franciscana los frutos maravillosos que ésta encierra en su esencia y que la han hecho tan importante en la historia" [10 .

La historia de la Orden Franciscana Seglar tiene una vida de ocho siglos que no puede estudiarse, ni entenderse, ni comprenderse sin su conexión vital con la de los frailes; y la de éstos, tampoco es posible comprenderla plenamente, si no es haciendo camino con la de los franciscanos seglares. De ahí el vacío que hay en el estudio de diversas parcelas del franciscanismo, y que urge sean integradas por todos los componentes del movimiento carismático de Francisco de Asís, también por la OFS.

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Cfr. Regla de la OFS, 14-19. CC.GG. 18.1. Lumen gentium, 31. Lumen gentium, 37. Cfr. Vita consecrata, 54. Florecillas de San Francisco, 16 (FF. 1846).

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1Celano, 37. AA.VV., Laico, en Dizionario del pensiero protestante, Brescia 1970, p. 295. Cfr. Redemptoris missino, 72; Evangelii nuntiandi, 70. Cfr. Dizionario francescano, col. 1301.

PARTE IV

Espiritualidad de la O.F.S.La espiritualidad de los franciscanos seglares, es otro espacio que debe tener cabida en los planes de formación y estudio de la Primera Orden y de la TOR. Su carisma y misión se viven dentro de las categorías propias de la "espiritualidad de la OFS". Aunque la santidad es idéntica en su esencia, no lo es en cuanto a la intensidad y la forma. Francisco de Asís lo reconoce al presentar el gran abanico de posibilidades: vida consagrada, vida familiar, vida social..., creyendo verdaderamente en la santificación en el propio estado y a través del propio estado, que ratifica, siglos después, el Concilio Vaticano II [1 .

El espacio del laicado franciscano no es la sacristía, ni el eremitorio, ni la iglesia-templo... -lo que no se excluyente-, sino el mundo. Aquí es donde ellos, ejerciendo los deberes cotidianos: familia, trabajo, sociedad, política, economía..., se compenetran más y más con Cristo. Por lo tanto, no sólo los breves tiempos de oración, sino todas las actividades seculares se convierten para los seglares en un medio de santificación personal y de consagración de las cosas. De tal manera que todas las actividades y ocupaciones, hasta las más profanas y terrestres, pueden convertirse en espacio de misión y de servicio de la caridad.

La secularidadLa secularidad es índole propia y peculiar del seglar franciscano. Las Constituciones generales de la OFS dicen que sus miembros "se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco, en su estado seglar" [2 . Y continúan: "La índole secular caracteriza la espiritualidad y la vida apostólica de quienes pertenecen a la OFS" [3 .

El Concilio Vaticano II ha creído en el Espíritu y ha declarado el valor de la secularidad: "Viven en el siglo, es decir, en todos y en cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con la que su existencia está como entretejida" [4 . Esta espiritualidad secular que complementa el carisma de Francisco manifestado en los religiosos y religiosas, debe ser asumida por los propios seglares y comprendida y respetada por los demás miembros de la Familia Franciscana, en especial por los Asistentes espirituales, porque sólo así, como seglares, se empeñan "en la construcción del Reino de Dios dentro de las realidades y actividades temporales", viviendo "como una realidad indivisible su pertenencia a la Iglesia y a la sociedad" [5 .

Las características de esta espiritualidad de la OFS las podemos sintetizar en-- la secularidad: inserción plena "en el corazón del mundo";-- ser fermento evangélico con el espíritu de las Bienaventuranzas;

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-- asumir la responsabilidad específica que se deriva de la peculiar participación en el profetismo, sacerdocio y realeza de Cristo;-- vivir y obrar en comunión eclesial, como miembros peculiares del Pueblo de Dios y partícipes "en la misión de la Iglesia".

El respeto y el aprecio por la espiritualidad seglar y franciscana de la OFS, así como su misión en las "comunes condiciones del siglo", les ayudará a ellos a crecer en su identidad de franciscanos seglares, y a los demás miembros de la familia Franciscana en su propia identidad y en la conciencia de vivir un carisma compartido y complementario.

ConclusiónMe parece importante subrayar de nuevo la necesidad de formación e información sobre la OFS, tanto en los Centros de formación inicial de la Primera Orden y de la TOR como en la formación permanente. Reitero los dos motivos que he expuesto precedentemente y que nos exigen esta formación: primero, para conocer esta parte del carisma de Francisco que lo complementa, y, en cierto sentido, nos complementa desde su vertiente laical; y, en segundo lugar, porque sólo conociendo la OFS se la amará, amándola se la querrá y queriéndola se la asistirá y acompañará con cariño. Sólo lo podremos hacer, valorando muy mucho la eclesiología del laicado en la Iglesia, de la que forma parte la OFS; respetando y corresponsabilizándonos de la misión de los franciscanos seglares en la Iglesia y en la sociedad; y profundizando y estimando la espiritualidad seglar franciscana y su vida e historia, a través de sus ocho siglos de existencia.

De la diversidad de dones en la IglesiaSanta Catalina de Siena

Nunca se cansa el alma enamorada de mi verdad de ser útil a todo el mundo en general y en particular, en lo poco y en lo mucho según la disposición del que recibe y del ardiente deseo del que da. Pues éste ha hecho el bien a los demás por el amor unitivo que me tiene a mí y por ello ama a los demás, extendiendo su afecto a la salvación de todo el mundo, socorriendo su necesidad. Se las ingenia, pues se ha hecho bien a si mismo en engendrar la virtud en él, de donde ha conseguido la vida de la gracia, para fijar sus ojos en las necesidades del prójimo en particular. Del mismo modo que, como se dijo, en general se ama a toda criatura racional con el afecto de caridad, así se socorre también en particular a quienes se hallan más cercanos de acuerdo con las diversas gracias que yo le he concedido administrar; (1 Co 12, 4-6) unos, en la enseñanza con la palabra, aconsejando con franqueza y sin respeto alguno; otros con el ejemplo de vida, y esto es lo que todos deben hacer: edificar al prójimo con buena, santa y honesta vida.

Estas y otras muchas otras virtudes que no podrías enumerar son las que se engendran en el amor al prójimo. ¿Y por qué yo las he distribuido tan diversamente que no las he dado todas a uno solo, sino que a uno le doy una y a otro otra diversa? Aun suponiendo que nadie puede tener una sola sin tenerlas todas, puesto que todas están unidas entre sí, no obstante, muchas veces doy una virtud como principio de todas las demás.

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Y así a uno le daré principalmente la caridad; a otro la justicia; a quién la humildad; a quién la fe viva; a otros la prudencia, la templanza, la paciencia, o a otros la fortaleza. Y así, muchos dones y gracias tanto de virtud como de otras cosas espirituales y corporales, y digo corporales refiriéndome a las cosas necesarias a la vida del hombre, todas las he dado con tanta diferencia y no las he puesto todas en uno, para que así estéis por fuerza obligados a ejercer la caridad unos para otros, aunque bien habría podido proveer a los hombres de todo lo que necesitaban tanto en el alma cuanto en el cuerpo; pero quise que uno tuviera ne-cesidad del otro y así fuesen administradores míos en administrar las gracias y dones que han recibido de mí. Así que, quiera o no el hombre, no puede menos de ejercer forzosamente el acto de la caridad. Es cierto, empero, que si no la ejerce y no la da por amor de mí, ese acto de caridad no tiene valor en cuanto a gracia.

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Cfr. Lumen gentium, 41-42. CC.GG., 1.3. CC.GG. 3.1. Lumen gentium, 31; cfr. Apostolicam actuositatem, 1, 2. CC.GG. 20.1.

XXXII-LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR Y LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES EN LA FORMACIÓN DE LOS FRANCISCANOS DE LA PRIMERA

ORDEN Y DE LA TORfr. Ivan Matic', ofm

PARTE I

IntroducciónLa formación franciscana se fundamenta en el encuentro personal con el Señor, inicia con la llamada de Dios y la decisión de cada uno de seguir con Francisco las huellas de Jesucristo pobre y crucificado, como su discípulo, bajo la acción del Espíritu Santo. La formación es un proceso continuo de crecimiento y de conversión que implica toda la vida de la persona, llamada a desarrollar la propia dimensión humana, cristiana y franciscana, viviendo radicalmente el santo Evangelio [1 .

En la formación franciscana, tanto permanente como inicial, todos los franciscanos son llamados a seguir el ejemplo de San Francisco de Asís especialmente en esto: entrar en una relación personal más profunda y más íntima con la persona de Jesucristo; como miembros de su Iglesia, con el propio servicio y con amor, participar en la misión de la Iglesia de Dios, anunciando el Reino de Dios con y en la fuerza del Espíritu Santo a todos los hombres.

De hecho, el papel y el deber principal del carisma franciscano vivido y testimoniado, tanto por los religiosos como por los franciscanos seglares, consisten en vivir el Evangelio y en ir por todo el mundo anunciando el Evangelio a toda criatura [2 .

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El movimiento franciscano desde sus inicios ha asumido la Palabra de Dios, vivida en fraternidad, como su programa de vida y, así, a través de una vida evangélica ha penetrado en la renovación de la Iglesia y cooperado en su misión en el mundo. Pero el Espíritu Santo ha continuado y continúa enriqueciendo a su Iglesia con nuevos Movimientos. De hecho, desde hace algunos decenios, están presentes en la Iglesia nuevos carismas y nuevos Movimientos que son los dones recientes del Espíritu Santo a nuestro tiempo. Nos lo recuerda el Papa Juan Pablo II, diciendo: "Uno de los dones del Espíritu en nuestro tiempo es ciertamente el florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi pontificado señalo como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres" [3 .

Como todos los dones del Espíritu en la historia de la humanidad, son signos de una gran esperanza para la Iglesia, así también los dones actuales, con el nacimiento de los nuevos Movimientos en la Iglesia, ayudan a muchas personas a descubrir la belleza del Evangelio y de la presencia viva de Dios en la Iglesia y en el mundo.

En cada época, pues, el Espíritu Santo enriquece a la Iglesia con sus dones y sus frutos, como subraya la Constitución dogmática Lumen gentium cuando afirma que el Espíritu Santo "guía la Iglesia a toda la verdad (cfr. Jn 16,13), la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos" [4 .

La OFS en la familia franciscana"Entre las familias espirituales, suscitadas por el Espíritu Santo en la Iglesia, la Familia Franciscana comprende a todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, laicos, religiosos y sacerdotes, que se sienten llamados al seguimiento de Cristo, tras las huellas de San Francisco de Asís. En maneras y formas diversas, pero en recíproca comunión vital, todos ellos se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia. En el seno de dicha Familia, tiene un puesto peculiar la Orden Franciscana Seglar" [5 .

En la Regla de la OFS se nos dice, pues, qué es la Familia Franciscana y cuál es el papel de los franciscanos seglares dentro de esta Familia. La OFS se configura, continúa la Regla, "como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas, esparcidas por el mundo entero y abiertas a todo grupo de fieles, en las cuales los hermanos y las hermanas, impulsados por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de Francisco con la ayuda de la presente Regla confirmada por la Iglesia" [6 .Cfr. Ratio formationis franciscanae, OFM, Roma 1992, 1.2. Cfr. Lc 16,15 Homilía de la Vigilia de Pentecostés, Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XIX, 1 (1996), p. 1373. Lumen gentium, n. 4. Regla de la OFS, art. 1-2. Regla de la OFS, art. 2.

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PARTE II

La OFS y la Primera Orden y la TOREn la Familia Franciscana se da entre la Orden Franciscana Seglar y la Primera Orden y la TOR una doble relación substancial:

1. Compartir el carisma común.La Regla de la OFS habla de la "recíproca comunión vital" que debe existir entre los seglares y todas las ramas de la Familia Franciscana, para hacer presente, en modos y formas diversas, el carisma del común Seráfico Padre en la vida y en la misión de la Iglesia [1 .

2. Asistencia espiritual y pastoral.En razón de esta "comunión", según una tradición secular, a los Superiores de la Primera Orden y de la TOR, corresponde asegurar la asistencia espiritual a través de "religiosos idóneos y preparados", y la visita pastoral a la fraternidades de la OFS [2 .

Las Constituciones de la OFS, en diversas ocasiones, afirman la pertenencia a la misma familia espiritual, a la comunión vital y recíproca y al deber del cuidado pastoral y de la asistencia espiritual de parte de la Primera Orden y de la TOR [3 .

La Orden Franciscana Seglar, comprometida en "renovar la propia vida, la propia formación, la organización de las fraternidades", debe contar con una asistencia espiritual actualizada y dinámicamente coordinada con los otros componentes de la Familia Franciscana.

El Capítulo general de Fátima (1990) se expresa así: "Por lo que respecta al papel propio de la animación de los asistentes espirituales es necesaria una formación, es decir, una preparación particular de los religiosos referente a la OFS. Esta preparación debe ser consciente e incorporada en el programa de la formación inicial y permanente de todos los religiosos. Aunque no todos son o serán Asistentes espirituales, es necesario ciertamente que todos conozcan, entiendan y aseguren el papel verdaderamente esencial de la OFS para la realización de su misma vocación personal" [4 .

Los religiosos franciscanos de la Primera Orden y de la TOR, a los que compete el "Altius moderamen", no sólo han recibido y asumido el principio de la "comunión vital y recíproca" en su legislación, sino que continuamente, a través de Cartas e intervenciones diversas, los Ministros generales y provinciales, exhortan continuamente a todos los religiosos a que conozcan cada vez más y mejor la OFS y exijan una adecuada preparación para los asistentes espirituales.

Se pretende, de hecho, dar un nuevo impulso a todos los responsables de la formación de los religiosos de la Primera Orden y de la TOR, incluyendo en los "Planes de formación" un conocimiento más profundo de la OFS, el estudio de sus documentos para realizar un

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camino común de la Familia Franciscana en la misión de la Iglesia y su compromiso en el mundo. Ésta sería la finalidad de la preparación y de la formación franciscana, no sólo de aquellos que son llamados al servicio de la asistencia espiritual a la OFS, sino también de todos los religiosos franciscanos.

El servicio de la asistencia espiritual y pastoral a la OFS ha sido confiado por la Iglesia a nosotros, franciscanos de la Primera Orden y de la TOR. Y, en este sentido, las Constituciones Generales de la OFS son claras al manifestar el deber que tenemos hacia los franciscanos seglares: "El cuidado espiritual y pastoral de la OFS, confiado por la Iglesia a la Primera Orden Franciscana y a la TOR... tiene como finalidad el garantizar la fidelidad de la OFS al carisma franciscano, la comunión con la Iglesia y la unión con la Familia Franciscana, valores que representan para los franciscanos un compromiso de vida" [5 .

En razón de esta gran responsabilidad que tenemos hacia los franciscanos seglares en virtud de la "reciprocidad vital", "a todas las Fraternidades de la OFS debe garantizarse la asistencia espiritual como elemento fundamental de comunión" [6 .

Por esto quedamos sorprendidos cada vez que encontramos comportamientos superficiales en relación con la OFS por parte de los religiosos franciscanos, que todavía no han comprendido la riqueza del carisma franciscano seglar y su papel importantísimo en la misión de la Iglesia y del mundo.Testigos convencidos son los muchos Santos y Mártires franciscanos seglares, los diversos Fundadores de Institutos religiosos y de Movimientos eclesiales que ahondan sus raíces espirituales en la OFS.

Los franciscanos seglares son llamados a testimoniar con la propia vida y con la vida fraterna el Evangelio, y esto de diversos modos. Son piedras vivas que edifican la Iglesia y quieren edificarla también hoy, en nuestro tiempo, pero esperan ayuda y acompañamiento de los religiosos franciscanos para testimoniar juntos el carisma común franciscano en el mundo y esto según el propio estado de vida.

De esto nos habla Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Christifideles laici: "En la Iglesia-comunión los estados de vida están de tal modo relacionados entre sí que están ordenados el uno al otro. Ciertamente es común -mejor dicho único- su profundo significado: el de ser modalidad según la cual se vive la igual dignidad cristiana y la universal vocación a la santidad en la perfección del amor. Son modalidades a la vez diversas y complementarias, de modo que cada una de ellas tiene su original e inconfundible fisionomía, y al mismo tiempo cada una de ellas está en relación con las otras y a su servicio" [7 .Cfr. Regla de la OFS, art. 1. Cfr. Regla de la OFS, art. 26. Cfr. CC.GG., 1,4; 85-91; 92, 94, 95. Conclusiones del Capítulo general OFS, Fátima 1990, en el Boletín CIOFS, XII, 2, p. 6. CC.GG., 85,2. Cfr. CC.GG., 89,1. Christifideles laici, 55.

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PARTE III

Los Movimientos en la IglesiaLos Movimientos eclesiales constituyen una componente muy importante de la vida de la Iglesia; de hecho, han existido desde siempre y han hecho sentir su presencia en la Iglesia. Éstos estaban inspirados por un gran deseo de vivir más intensamente el Evangelio de Jesucristo y de anunciarlo a todos los hombres. Algunos de éstos estaban unidos muy estrechamente a Fundadores religiosos o a diversos Institutos religiosos, con los cuales compartían su espiritualidad específica.

En nuestros días, y especialmente en los últimos decenios, en la Iglesia han aparecido muchos Movimientos nuevos, más independientes de las estructuras y del estilo de la vida religiosa, y cuya influencia benéfica ha sido recordada a manudo por los pastores de la Iglesia. Estos Movimientos son un testimonio vivo de un tipo nuevo de participación en la vida de la Iglesia de los fieles seglares, los cuales quieren conocer y vivir más profundamente su Bautismo en la comunión y en la misión de la Iglesia.

Y en esta perspectiva de la comunión y misión de la Iglesia, y no en contraste con la libertad de asociación, se comprende una cierta necesidad de criterios claros y precisos de discernimiento de las agregaciones laicales, llamados también "criterios de eclesialidad".

Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Christifideles laici, sobre la vocación y misión de los seglares en la Iglesia y en el mundo, se lee. "Como criterios fundamentales para el discernimiento de cada una de las agregaciones de fieles laicos en la Iglesia se consideran, en modo unitario, los siguientes:

El primado dado a la vocación de cada cristiano a la santidad, manifestado "en los frutos de gracia que el Espíritu produce en los fieles" [1 como crecimiento hacia "la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" [2 . La responsabilidad de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre en obediencia al Magisterio de la Iglesia, que lo interpreta auténticamente. El testimonio de una comunión sólida y convencida, en relación filial con el Papa, centro perpetuo y visible de la unidad de la Iglesia universal [3 , y con el Obispo "principio y fundamento visible de la unidad" de la Iglesia particular [4 , y en "el mutuo aprecio de todas las formas de apostolado en la Iglesia" [5 . La conformidad y la participación al fin apostólico de la Iglesia, o sea, "el evangelizar y santificar a los hombres y formar cristianamente su conciencia, de suerte que puedan imbuir de espíritu evangélico las diversas comunidades y los diversos ambientes" [6 . El compromiso de una presencia en la sociedad humana que, a la luz de la doctrina social de la Iglesia, se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre.Lumen gentium, 39. Cfr. Lumen gentium, 40. Cfr. Lumen gentium, 23.

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Lumen gentium, 23. Apostolicam actuositatem, 23. Apostolicam actuositatem, 20. Cfr. Christifideles laici, 30.

PARTE IV

La naturaleza de los movimientosCon motivo de su novedad y de la multiplicidad de las formas que les caracterizan es difícil dar una definición según categorías bien precisas. Por otra parte, están los Movimientos, en los cuales el conocimiento de la propia identidad es todavía bastante fragmentaria. Mirando, sin embargo, un poco en general, se puede rellenar una ficha de los elementos constitutivos de estas nuevas realidades eclesiales.

La fuerza espiritual y la fuente de cada Movimiento están constituidas por el carisma, como una nueva expresión del seguimiento de Jesucristo y de la participación en la misión de la Iglesia. "En estos últimos años -nos dice el papa- el fenómeno asociativo laical se ha caracterizado por una particular variedad y vivacidad. La asociación de los fieles siempre ha representado una línea en cierto modo constante en la historia de la Iglesia, como lo testifican, hasta nuestros días, las variadas confraternidades, las terceras órdenes y los diversos sodalicios. Sin embargo, en los tiempos modernos este fenómeno ha experimentado un singular impulso, y se han visto nacer y difundirse múltiples formas agregativas: asociaciones, grupos, comunidades, movimientos. Podemos hablar de una nueva época asociativa de los fieles laicos" [1 . Y continúa el Papa: "Incluso en nuestros días no falta el florecimiento de diversos carismas entre los fieles laicos, hombres y mujeres. Los carismas se conceden a la persona concreta; pero pueden ser participados también por otros y, de este modo, se continúan en el tiempo como viva y preciosa herencia, que genera una particular afinidad espiritual entre las personas" [2 .

Dentro de los movimientos, la experiencia de la vida comunitaria es muy profunda. La comunidad se presenta como lugar del encuentro con Cristo y con su Iglesia, lugar en el que se vive de un modo más lleno la vocación cristiana, que brota del propio Bautismo e implica en la misión de la Iglesia. Los movimientos eclesiales tienen una propuesta que abraza todas las dimensiones del cristiano.

No es una casualidad que toda la enseñanza de Juan Pablo II sobre los movimientos se sitúe principalmente en el contexto de la eclesiología del Concilio Vaticano II: el florecimiento de los Movimientos eclesiales está estrechamente unida al acontecimiento conciliar. Sin embargo, también antes del concilio Vaticano II existían Movimientos, como brotes de la nueva primavera de los diversos Movimientos de los que habla el Papa. "En los Movimientos y en las nuevas comunidades habéis comprendido que la fe no es discurso abstracto, ni sentimiento religioso, sino vida nueva en Cristo suscitada por el Espíritu Santo" [3 .

Dada la importancia, pues, de los Movimientos en la Iglesia, nuestra formación franciscana, antes de nada, debe responder a dos preguntas. La primera es: ¿qué significado tiene para

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nosotros y para nuestra vida franciscana la presencia y el testimonio de los diversos Movimientos eclesiales en nuestras parroquias y en nuestros conventos? Y la segunda: ¿qué formación y qué ayuda ofrecemos a los religiosos franciscanos en su formación en lo que se refiere a nuestro servicio y a nuestro acompañamiento espiritual a las personas que forman parte de estos Movimientos? No se debe dejar, de hecho, el acompañamiento espiritual sólo a aquellos religiosos franciscanos que forman parte de los diversos Movimientos, sino hacer que todos los religiosos franciscanos tengan una preparación adecuada para el servicio pastoral en los Movimientos.

Los religiosos franciscanos, especialmente aquellos que se preparan para un servicio pastoral, deben estar convencidos de que la presencia de los Movimientos nos ayudan en el anuncio del Evangelio, en cuanto ofrecemos un testimonio en el que la diversidad de los dones y de los carismas se convierte en único anuncio de la gran riqueza que el Espíritu Santo da a la Iglesia y a toda la humanidad.

El Santo Padre nos invita: "Abríos con docilidad a los dones del Espíritu. Acoged con gratitud y obediencia los carismas que el Espíritu no cesa de derramar. No olvidéis que cada carisma es dado para el bien común, es decir, para beneficio de toda la Iglesia" [4 .

ConclusiónObservando la belleza y la diversidad de los carismas que suscita el Espíritu del Señor en su Iglesia, sentimos la necesidad de realizar una mayor comunión entre los diversos carismas. Nuestras diversidades son, al mismo tiempo, nuestra riqueza, ya que nos permiten testimoniar juntos al mundo que somos un único Pueblo de Dios. Por esto es importantísimo conocernos y amarnos, conocer otras experiencias, y, sobre todo en nuestra formación específica franciscana, otorgar siempre más espacio al Espíritu Santo, que nos ayuda a entender y a acoger sus dones y sus proyectos.Christifideles laici, 29. Christifideles laici, 24. Discurso en el encuentro con los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades, “L’Osservatore Romano”, 1-2 giugno 1998, pags. 6-7. IBIDEM.

XXXIII-LA VOCACIÓN FRANCISCANA SEGLARCarisma, Misión, ProfecíaNils Thompson, O.F.M.

PARTE I

1. La vocación de los franciscanos seglaresNuestro deber de Asistentes generales es el de animar (alentar, ayudar) a los Asistentes Espirituales para que, a su vez, animen a los franciscanos seglares. Es esencial, por lo tanto, por nuestra parte, comprender con claridad el carisma, la misión y el papel profético de la OFS en la Iglesia y en la sociedad de hoy. La finalidad de este artículo es simplemente repetir cuanto ya sabemos acerca de la OFS, con la esperanza de que la repetición ayude a los Asistentes y a los franciscanos seglares a comprender aún mejor la vocación franciscana

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seglar. Espero que esto conduzca a un mayor respeto hacia esta expresión, propia de la Orden Franciscana Seglar, del carisma, de la misión y del papel profético franciscanos, compartido por todos los componentes de la Familia Franciscana. Espero de todo corazón que esto haga crecer la comunión vital recíproca entre seglares y religiosos de las diversas Órdenes Franciscanas.

a. Carisma franciscano común: Francisco de AsísSan Francisco de Asís es el carisma y don de Dios a la Iglesia, a las mujeres y hombres franciscanos de todas las Órdenes (religiosos y seglares), y al mundo. La Regla Franciscana Seglar, con gran sencillez, dice que los componentes de la Familia Franciscana “... se proponen hacer presente el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia” [1 . El carisma de San Francisco es la fuerza motriz de la vida de los franciscanos seglares. Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica: “En la comunión de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la historia de la Iglesia. El carisma personal de un testigo del amor de Dios hacia los hombres puede transmitirse a fin de que sus discípulos participen de ese espíritu, como aconteció con el espíritu de Elías a Eliseo y a Juan Bautista” [2. Ben Brevoort, OFMCap., en su excelente artículo “Nuestro común Seráfico Padre” que se halla en el último número de KOINONIA, encuadra este tema, haciendo referencia, entre otras cosas, a abundantes pasos del nuevo texto del P. Andrea Boni, OFM, Tres Ordines Hic Ordinat (Ed. Porziuncola, 1999).

b. Ningún franciscano puede “llegar a ser” San FranciscoNosotros seguimos su mismo camino en el seguimiento de Jesús, que consiste en el sintonizar todo nuestro ser con el Señor, verdadero Dios y verdadero Hombre, que vive en medio de nosotros. Debemos ser sólo nosotros mismos, “Santo yo” y no San Francisco. La imitación no lleva consigo el duplicado o la coronación. San Francisco fue el “Espejo de Cristo” y nosotros también debemos reflejar al Señor Jesús en nuestras vidas.

2. Los franciscanos seglares no siguen el carisma de los religiosos o de las religiosasLa Orden Franciscana Seglar y las diversas Órdenes religiosas siguen el primitivo carisma de Francisco y su vocación: “Vete y repara mi casa”. Cada grupo lo expresa de manera diversa. Las religiosas y los religiosos franciscanos forman con la Orden Franciscana Seglar y la Juventud Franciscana una única Familia Franciscana en el mundo.

a. El ambiente seglar y lo que caracteriza a la secularidadLos Franciscanos Seglares viven la vida ordinaria de los cristianos seglares. Los obispos, sacerdotes o diáconos franciscanos seglares viven la vida ordinaria del clero diocesano.

El clero diocesano y el laicado no son miembros de una “Orden Religiosa” que profesa los Votos de la “Vida Religiosa”. Sin embargo, todos intentan manifestar, allí donde se hallan, el don de sí mismos al mundo, como seguidores de Francisco y de su estilo en el seguimiento de Jesús, exactamente como son, sin exigencias, con la esperanza y la alegría que caracterizan a los seguidores del Señor Jesús. Esta “secularidad”, como aspecto esencial de la vida de la OFS, debe ser interpretada por los seglares de manera reconciliable en el ámbito de su sociedad y cultura específicas. Hace algunos años, un Asistente espiritual me dijo, después de una conferencia en la que hablé sobre la “secularidad”, que

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no había plasmado convenientemente el concepto. Le recordé que, desde el momento que no vivía donde él vivía, no podía ser más específico. Ésta es la tarea del Asistente local: comprender cómo viven los franciscanos seglares, reconociendo sus necesidades, temores y esperanzas.

b. Todos los franciscanos están llamados a ser penitentesPenitentes son aquellos que quieren abrir su corazón a Dios viviendo en medio de la gente que, a menudo, sin advertir la exigencia de una conversión del corazón anhela la felicidad. Todas las mujeres y hombres franciscanos, tanto de las Órdenes Religiosas como de la Orden Seglar, tienen la responsabilidad de enseñar a través de la palabra y del ejemplo que la “penitencia” (metanoia) es un acto positivo de autorrealización: el cambio del corazón que se abre a la acción de Dios en nosotros, en unión con Jesús, mediante la potencia del Espíritu. Por desgracia, tendemos a confundir “penitencia” con “hacer penitencia”. Las dos cosas no coinciden.

Las obras tradicionales de penitencia a las que estamos llamados, vg.: el ayuno, la limosna, son consecuencia de nuestra decisión de abrir nuestro corazón a Dios. Éstas, por sí solas, no nos conducen a Dios o a la conversión, aunque nos ayuda en nuestra conversión. Por ejemplo, si el ayuno no se hace con la intención de abrirnos más a la acción de Dios, ¿para qué sirve? Se trata sólo de una dieta enmascarada por un noble motivo. Si damos limosna, o ayudamos a los pobres, como el Señor nos exhorta, ¿lo hacemos selectivamente, damos sólo a quienes determinamos que lo merecen? ¿Cómo puede esto abrir nuestros corazones a la confianza en la potencia de Dios?

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PARTE II

3. La vocación universal a la santidada. La conversión se halla en relación con la santidadTodos estamos llamados a la santidad. Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los laicos participan en el sacerdocio de Cristo: cada vez más unidos a Él, despliegan la gracia del Bautismo y la de la Confirmación a través de todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial y realizan así el llamamiento a la santidad dirigido a todos los bautizados” [1 .

Los verdaderos penitentes aspiran a la conversión del corazón, sabiendo que, de este modo, Dios le llenará de Sí mismo (ésta es la santidad: unión con Dios). San Francisco en su “Carta a todos los fieles” o “Exhortación a los hermanos y hermanas de la Penitencia” define el “hacer penitencia” y el “no hacer penitencia” de manera muy clara, cuyo texto se halla como prólogo a la Regla de los franciscanos seglares. San Francisco en su Testamento describe claramente un proceso de conversión bien definido: “El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo” [2. Este proceso de

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conversión, que se ha de realizar día tras día, es esencial, me parece, para una vida de Penitencia:-- Dios inicia el proceso: “El Señor me dio... el comenzar a hacer penitencia...”. Ésta es la llamda, la “vocación” del penitente.-- Dios conduce al penitente a lugares donde no quisiera ir, sin embargo, estos tiempos y lugares nos permiten acrecentar nuestra confianza en Dios.-- El penitente responde aceptando y poniéndose al servicio de los otros y, en último análisis, aceptándose a sí mismo (“...y practiqué con ellos la misericordia”).-- El resultado es el logro de la felicidad (“...aquello que me parecía amrgo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo”).

b. Los franciscanos seglares siguen a JesúsLos franciscanos seglares siguen a Jesús, que fue el centro de la vida de Francisco. En la medida en que sepamos compartir el primitivo carisma “sanfranciscano”, podremos ponernos en el mundo entero como ejemplos de verdadera alegría. Todos los cristianos están llamados a ser testigos. No considero que un Franciscano Seglar deba ser muy distinto de los demás bautizados. Creo que, de hecho, deben dar ejemplo de una vida cristiana vivida con sencillez en el seno de la Iglesia, siguiendo el ejemplo del Jesús de los Evangelios. Sus valores de-- obediencia al Espíritu Santo,-- confianza orante en la divina Providencia,-- uso agradecido y sencillo de los dones del universo,-- gozo de las obras de Dios que nos rodean,-- alegría de ser cristianos en la Iglesia,-- gratitud por el trabajo, entendido como don,-- solicitud por ayudar a otros,... son los modos para describir cómo los seguidores de Jesús deben promover el Reino de Dios e influir en la sociedad secular para que crezca en la bondad y en el respeto por todos. Desde el momento en que Jesús se encuentra con nosotros, no veo qué es lo que nos puede perjudicar: “¿Quién podrá privarnos de ese amor de Cristo? ¿Dificultades, angustias, persecuciones, hambre, desnudez, peligros, espada?” (Rm. 8,35). ¿Cuántas de nuestras actitudes defensivas no nacen de nuestro temor a que nos hagan mal o seamos superados o seamos menos que los otros? San Francisco escribe en la admonición 27: “Donde hay caridad y sabiduría, no hay temor ni ignorancia. Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni desasosiego. Donde hay pobreza con alegría, no hay codicia ni avaricia. Donde hay quietud y meditación, no hay preocupación ni disipación. Donde hay temor de Dios que guarda la entrada, no hay enemigo que tenga modo de entrar en la casa. Donde hay misericordia y discreción, no hay superficialidad ni endurecimiento”.

4. La vocación misionera de los franciscanos seglaresa. “Misión” quiere decir enviarLos franciscanos seglares, como todos los bautizados, son enviados (misioneros) al mundo entero para transmitir los valores que distinguen a los seguidores de Jesús. El primer valor es el reconocer la llamada de Aquel que sólo Él es Santo. El hecho de que el Padre nos haya creado teniendo a Cristo como modelo y primogénito de todo lo creado, indica que toda la creación es buena, incluidos nosotros mismos. El hecho de que muchos no estén

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convencidos de esto, es una triste verdad, y el desprecio de sí mismos parece ser la causa principal de la desdicha personal y colectiva. Aquellos que se entregan a la violencia, la avidez, la ambición, el orgullo, la ira, la envidia, que se dejan dominar por la lujuria, la gula o la pereza, se comportan así porque carecen de esperanza. Y piensan que la felicidad se puede alcanzar en este mundo. El punto crucial es la fe (tener confianza en la fidelidad de Dios para con nosotros).

La desviación, eregida en sistema, de cuanto puede realizar el hombre, que llamamos disfunción, es la gran enfermedad de las sociedades opulentas de hoy y se manifiesta en los penosos tentativos que hacemos por alcanzar la felicidad a través del dominio de las cosas. En las sociedades más pobres, esta disfunción contagia a las personas (y no sólo a sus jefes), empujándolas a desear la posesión de las cosas más que al logro de la paz. En todo el mundo existe hoy mucha hambre espiritual de valores, de reconocimiento del bien precioso que tiene cada ser humano. De la manera que llamemos a esta enfermedad, sabemos que sólo existe una cura: ofrecernos a Dios, que sólo Él puede restituirnos nuestra integridad. Somos misioneros cuando mostramos al mundo que permitimos que Dios nos libre de la locura de llenar el vacio de nuestras vidas por medio del poder, del prestigio, de la posesión. La única verdadera historia victoriosa que el mundo ha oído, habla de un Pesebre, de una pesada Cruz y de una Tumba vacía. ¿Cómo pueden los demás escuchar esta historia si alguien no se la cuenta? “Pero ¿cómo van a invocarlo sin creer en él?, y ¿cómo van a creer sin oir hablar de él?, y ¿cómo van a oír sin uno que lo anuncie?, y ¿cómo lo van a anunciar sin ser enviados? (Rm. 10,1415). Los misioneros no son sólo sacerdotes, religiosos y religiosas que abandonan su casa y su familia para ir por el mundo a servir a los otros. Esto lo hacen también los seglares.

b. La misión es también de los seglaresEl Papa Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi dice: “Los laicos, cuya vocación específica les pone en medio del mundo y a la guía de las más diversas tareas temporales, deben ejercer con esto mismo una forma singular de evangelización. Su deber primario e inmediato ... es realizar todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero ya presentes y operantes en las realidades del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora es el vasto y complicado mundo de la política, de las realidades sociales, de la economía; como también el de la cultura, las ciencias y las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación social; y también las otras realidades particularmente abiertas a la evangelización, como el amor humano, la familia, la educación de los niños y de los adolescentes, el trabajo profesional, el sufrimiento” [3.

c. Misioneros franciscanos seglares-- Vivir el Evangelio: “Sepultados con Cristo en el Bautismo, que los hace miembros vivos de la Iglesia, y a ella más estrechamente vinculados por la Profesión, háganse testigos e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra” [4.-- Cambiar la sociedad, comenzando por uno mismo. Esto se lleva a cabo en las familias cuando las parejas viven el amor conyugal recíproco; educando a los hijos en el amor y no en el temor; enseñando el respeto a los ancianos, demostrándoselo personalmente; atendiendo a los pobres y esforzándose auténticamente por cambiar las situaciones de

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pobreza; practicando la honestidad y pagando a los demás lo que es debido. El Cardenal Martini, de Milán, el primero de enero de 1999, en respuesta a las preguntas de los periodistas acerca de cómo se podría hacer este mundo más agradable a todos, dijo: “Pagad el billete del autobús”. Un camino sencillo hecho con honestidad y justicia, uno de los muchos descuidos a causa de nuestro deseo de cumplir obras extraordinarias para Dios y para el prójimo. En el mundo de hoy nadie puede pretender tener un mundo mejor sin un compromiso genuino y sin un precio que pagar.-- Trabajar en la parroquia. Lentos para criticar a los sacerdotes de la parroquia y decididos para ofrecer la propia colaboración, mostrando a los demás que no se va a la Iglesia por puro formulismo, sino con convencimiento de formar parte de de una comunidad de creyentes.-- ¿De qué tiene necesidad vuestra diócesis? En la diócesis de Roma va a Misa entre el 4 y el 8% de la población. El pasado año el Papa Juan Pablo II inició una Misión Ciudadana para toda la Diócesis de Roma. Muchos franciscanos seglares han estado en primera línea entre los parroquianos que han llevado el propio testimonio a cada casa en el territorio de su parroquia. El tema de la misión era invitar a la gente a “abrir las puertas a Cristo”. La misión continúa y los franciscanos seglares están siempre comprometidos en primera línea. También otras diócesis en el mundo han emprendido misiones semejantes.-- Asistir a los religiosos franciscanos en sus esfuerzos misioneros y promover una conciencia misionera en las propias fraternidades. Un excelente programa es el “Curso Básico sobre el Carisma Misionero Franciscano”. Para información sobre este curso, conectar con fr. Andreas Mueller, OFM, Missionzentrale, AlbertusMagnus Strasse 39, 53177 Bonn, Germania; E-mail: [email protected] Ofrecer los propios servicios como misionero OFS. Existen en el mundo grupos como “Franciscan Partners”, “Franciscan Volunteers” y muchos otros. En Italia existe un Centro Misionero Franciscano Seglar comprometido en desarrollar la conciencia misionera de la OFS e instruye y envía misioneros seglares allí donde hay necesidad, codo a codo con los religiosos y las religiosas. Os invito a leer un artículo publicado en Carta a los Asistentes que acompaña este número de Koinonia. Su título es: “La OFS y la Misión ad gentes” de Umberto y Salvatrice Virgadaula. Para información, escribir al Centro Missionario OFS – via Scarperia 61 – 50038 Scarperia FI, Italia. Email: [email protected]

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PARTE III

5. La vocación profética de los franciscanos seglaresProfecía no es “predecir el futuro”, sino mostrar el designio de Dios al hombre viviendo los valores de Jesús. Este designio se halla trazado en dos mandamientos del Señor Jesús: “El primero es: Escucha, Israel, el Señor nuestro es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Mc. 12,2931). No es fácil solidarizarse, pero si nosotros no lo hacemos, ¿cómo pueden los hombres de hoy crecer en la esperanza sin profetas que la testimonien? El Catecismo de la Iglesia Católica dice, citando la Lumen Gentium, 12: “El pueblo santo de Dios participa

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también del carácter profético de Cristo. Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando 'se adhiere indefectiblemente a la transmitida a los santos de una vez para siempre’ y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo” [1.

Sólo es posible cambiar la sociedad y la Iglesia viviendo los verdaderos valores. De este modo, los franciscanos seglares contribuyeron a desmoronar el sistema feudal de la Edad Media -- rechazando el llevar armas: no es posible hacer una guerra si los soldados no combaten. Este ejemplo de conversión deja asombrada, por así decirlo, a la sociedad y a la Iglesia. San Francisco no predicó siempre con la palabra, e inicialmente sus “ideas radicales” incomodaban a los jefes religiosos -- pero el Evangelio de Jesús no se puede disimular. Los franciscanos seglares, liberados del temor de lo que puedan pensar sus vecinos y amigos, cambiarán la sociedad viviendo abiertamente los valores cristianos. Sin forzar a los otros a aceptar nuestro modo de ser y de obrar, sino únicamente viviendo personalmente los valores y, por lo mismo, invitando a los demás a hacer lo mismo. Todos son libres de elegir. No se puede forzar al amor.

Actualmente hay una gran necesidad de afirmar los valores en todas las partes, incluida la Iglesia. El egoísmo y el egocentrismo, la obstinada insistencia en hacer las cosas sólo y siempre como decimos nosotros, el mal uso del poder y del tener, la sed de prestigio -- todos estos síntomas de enfermedad espiritual no son prerrogativa de la sola sociedad secular de hoy, sea cual sea la cultura. Somos simplemente seres humanos, y somos la Iglesia, y por esto la Iglesia tiene necesidad de reformarse. Comenzar por sí misma, para luego trabajar en los otros, cuando se está seguro de haber hecho suficiente progreso.

La Iglesia llama a los franciscanos seglares a realizar todo esto.Los franciscanos seglares se hallan más implicados en la sociedad en la que viven de lo que puedan estarlo los religiosos.

En la Iglesia, los franciscanos seglares pueden: animar a los religiosos y religiosas compartiendo la misma vida (la comunión vital recíproca funciona en los dos sentidos); respaldar a los párrocos desalentados por medio de su lealtad (no ofrecida acríticamente, sino sintiéndose una sola Iglesia). A veces, olvidamos que los sacerdotes son parte de la Iglesia y que necesitan sentirse amados. Frecuentemente nos centramos en nuestros problemas y sufrimientos, olvidándonos a menudo de que nuestros sacerdotes tienen sus problemas y sus sufrimientos.

Es en las parroquias en las que se desarrolla el principal trabajo de la OFS. Una fraternidad franciscana seglar es una comunidad cristiana de base, aprobada por la Iglesia, “...donde los fieles puedan comunicarse mutuamente la Palabra de Dios y manifestarse en el recíproco servicio y en el amor...” [2. Los Franciscanos Seglares que viven auténticamente el Evangelio que han profesado pueden comunicar nueva vida a sus parroquias. La “disfunción” puede superarse antes que destruya a los miembros y a las sociedades (las parroquias) si no se afronta oportunamente. Las sociedades, incluida la Iglesia, tienen necesidad de cura.

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6. El futuro es luminosoEs luminoso porque Jesús, Luz del mundo, lo ilumina. Jesús es la respuesta. ¿Hemos entendido bien lo que se nos pide? ¿Hemos comprendido bien la invitación: “Vete y repara mi casa”? Sólo Dios puede hacernos santos. Nuestro deber es el de vivir lo que Dios nos pone delante e invitar a otros a hacer lo mismo. Éste es el mejor modo de promover las vocaciones franciscanas sea para las Órdenes Religiosas como para la Orden Seglar.

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XXXIV-CHRISTIFIDELES LAICI Y POTESTAS REGIMINISFr. Felice Cangellosi OFMCap

El reconocimiento de la dignidad de los christifideles laici no puede ser objeto de solemnes proclamaciones, teóricamente aceptadas pero puntualmente desatendidas en la práctica. Es urgente comprender como, para los christifideles laici francescani, la real participación al munus sacerdotal, profético y real de Cristo es profundizado y capacitado por la específica Profesión de vida evangélica en la OFS, hasta el punto de caracterizar intrínsecamente su ser y todos los oficios y competencias ejercidas por éstos dentro de la Fraternidad de la OFS. En fuerza de su jus nativum de raíz sacramentaria (Bautismo--Confirmación) y sacramental (Profesión), ejercen un verdadero ministerio fraterno en nombre de la Iglesia y de la Fraternidad. Particularmente iluminadora resulta, en este contexto, una página de fr. Umberto Betti, OFM:

«La raíz de la posibilidad de la participación de los laicos en el ejercicio de la potestad de jurisdicción se deberá buscar en el Bautismo, y en la consiguiente ubicación activa en la Iglesia, que halla comprobación, con apropiada densidad teológica, en el can. 204 §1 del nuevo Código.

Un criterio autorizado para llevar adelante el discurso en esta dirección nos lo ofrece la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a la pregunta hecha por la Comisión para la revisión del Código, el 12 de marzo de 1976, especialmente en vista de convalidar la fórmula del actual can. 129. “Dogmáticamente -- responde la Congregación a la pregunta -- los laicos son excluidos sólo de los oficios intrínsecamente jerárquicos, cuya capacidad está unida a la recepción del Sacramento del Orden”.

El elemento de mayor mordiente es la calificación de “oficios intrínsecamente jerárquicos”, con la relativa explicación, llamándose así porque para conseguirlos es necesaria la recepción del Sacramento del Orden. Esto significa que existen también oficios que sólo “extrínsecamente” son jerárquicos; en el sentido de que para ejercerlos necesitan la habilitación de la jerarquía, pero no tienen como causa productiva ni el Sacramento del Orden ni quien ha recibido este Sacramento.

Se trata exactamente de oficios a los que pueden acceder los laicos en razón del bautismo y, juntamente, en dependencia de la jerarquía. Una vez, pues, que ha intervenido la

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habilitación jerárquica, los oficios a los que los laicos están llamados no son ya jerárquicos ni siquiera extrínsecamente, sino que son simplemente laicales.

Por consiguiente: al asumir, por parte de los ministros ordenados, laicos para el ejercicio de tales oficios no produce la capacidad ontológica de las conexiones de poderes, que, por el contrario, tiene su origen sacramental en el Bautismo; sino que sólo legitima el ordenado ejercicio en el organismo eclesial. Con otras palabras: los laicos no obtienen la capacidad para dichos oficios porque son llamados a ejercerlos por la jerarquía, sino que son llamados por la jerarquía porque sacramentalmente son capaces en cuanto laicos» [3 .

Es necesario, pues, sacar las consecuencias lógicas de estos presupuestos teológicos. Éstos iluminan y fundamentan también la legislación de la Regla y de las Constituciones, con la amplia normativa sobre las competencias de los ministros y de los consejos OFS en los varios niveles, por lo que el papel jurisdiccional de los mismos ministros y consejos es también expresión y ejercicio de una potestas regiminis o de una potestas sacra [4 fundada en el Bautismo--Confirmación y capacitada por la Profesión. Se sigue que los ministros de las Fraternidades OFS, de nivel superior al local, gobiernan ad instar ordinariorum, con la potestad que les concede el derecho común y particular y con las competencias específicas que les son atribuidas. Esto ocurre en plena conformidad con lo indicado por el CIC, según el cual «en el ejercicio de dicha potestad (de gobierno), los fieles laicos pueden cooperar (con los clérigos) a tenor del derecho» [5 . Este principio jurídico, con su fundamento teológico recordado arriba, se realiza puntualmente en la OFS, en cuyo vértice se halla el Papa, «del que ha obtenido la aprobación de la Regla y la confirmación de su misión en la Iglesia y en el mundo» [6 . Consiguientemente, el ministerium fratrum, ejercido por los fieles laicos franciscanos según la Regla y las Constituciones, se pone como explicación de su munus sacerdotale, propheticum et regale, y se realiza en colaboración con el Papa, y en razón de su específico y especial mandato contenido tanto en la Regla como en las Constituciones, igualmente aprobadas por la Santa Sede.

XXXV-AUTORIDAD Y ORDEN FRANCISCANA SEGLARAlgunas consideraciones canónicas por Aidan McGrath, OFM, J.C.D.

Este artículo ha surgido de una conversación entre Nils Thompson, OFM, Asistente General de la OFS y Aidan McGrath, de la Provincia Irlandesa, canonista y Asistente Nacional de la Federación de las Clarisas de Irlanda. Esperamos que sea de alguna utilidad.

Hoy está en curso en la Iglesia una investigación para comprender mejor el significado correcto de la naturaleza y del papel de la autoridad y del liderazgo. Esta investigación se está llevando también a cabo en el ámbito de la OFS.

De cuando en cuando e plantean preguntas acerca de la autoridad de los Asistentes Espirituales de la OFS o sobre la medida en que los Ministros de la OFS pueden y deben ejercer una verdadera autoridad en el seno de sus propias Fraternidades. Si por una parte la investigación de una correcta comprensión de cualquier institución puede ser efectivamente

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considerada como un signo de vitalidad, por otra la naturaleza de algunas cuestiones nos puede dejar desconcertados.

Un examen de la Regla y de las Constituciones de la OFS nos suministra claros elementos acerca de la "autoridad", o liderazgo, ejercida por los Asistentes Espirituales y por los Ministros de los diversos niveles.

Los Asistentes Espirituales

Según la Regla (n. 26) el papel correcto del Asistente Espiritual es el de prestar "asistencia espiritual. Es nombrado por una de las Familias Franciscanas como signo de comunión y de corresponsabilidad. Los Arts, 85-91 de las Constituciones caracterizan ulteriormente este papel. Él contiene dos elementos principales: a) un testimonio de la espiritualidad franciscana y del afecto fraterno (89, '3); y b) una colaboración en la formación inicial y permanente de los hermanos y hermanas de la OFS (89, '4).

En ningún lugar se hace alusión ni hay ninguna indicación de que el Asistente Espiritual sea en modo alguno el "Superior" de la OFS. De hecho, se afirma expresamente que, aun siendo miembro de derecho del Consejo (89, '4), él no ejerce el derecho de voto en las cuestiones económicas (89, '5).

Ni siquiera el Ministro General de los Frailes, ni el Ministro Provincial, tienen una atribución de autoridad directa en el ámbito de las estructuras de la OFS. El altius moderamen sobre la OFS, que les está encomendado, no lleva consigo poder y control pero sí, por el contrario, la garantía de la fidelidad de la OFS al carisma franciscano, a la comunión con la Iglesia y a la unión de la Familia Franciscana (85, '2).

Se puede concluir, por tanto, que los Asistentes Espirituales no tienen ninguna "autoridad" entendida en el sentido de dirigir a los miembros de la OFS. Por el contrario, ellos asisten a los Franciscanos Seglares, compartiendo con los mismos la propia vida franciscana, no tanto predicándoles con la palabra sino más bien con el ejemplo de sus vidas. Los Asistentes Espirituales, a la luz de la Regla y de las Constituciones Generales, no son los llamados a tener que decirles a los Franciscanos Seglares cómo deben vivir, a menos que ellos no vivan ni enseñen, de hecho, de modo claramente contrario a la enseñanza de la Iglesia (y no contra las opiniones teológicas personales de los propios Asistentes o a sus preferencias litúrgicas) o en modos no conformes con las directrices dadas por la OFS por medio de la Regla , de las Constituciones o del Ritual.

Franciscanos Seglares: El Liderazgo de la Fraternidad

Según la norma de la Regla (n. 21), cada Fraternidad, en los distintos niveles, es animada y guiada por un Consejo y por el propio Ministro. El papel de aquellos que han sido elegidos como guías de la OFS a todos los niveles es, pues, de animación y guía, y no de gobierno o jurisdicción. Esto está subrayado en la misma parte de la Regla donde se hace referencia al oficio expresamente como "servicio". El mismo e idéntico lenguaje se emplea cuando el papel de guía se explicita con mayor profundidad en las Constituciones en su Art. 31. En él

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se describe el servicio de guía como "un empeño por sentirse disponible y responsable con respecto a cualquier hermano y hermana y a la Fraternidad, a fin de que cada uno se realice en la propia vocación y cada Fraternidad sea una verdadera comunidad eclesial, franciscana, activamente presente en la Iglesia y en la Sociedad" (31, '2).

Más específicamente, (31, '4), "los responsables cuiden la preparación, la animación espiritual y técnica de las reuniones tanto de las Fraternidades como de los Consejos. Traten de infundir ánimo y vida a la Fraternidad con su propio testimonio, sugiriendo los medios idóneos para el desarrollo de la vida de Fraternidad y de las actividades apostólicas a la luz de las opciones fundamentales franciscanos. Traten de que se cumplan las decisiones tomadas y promuevan la colaboración de los hermanos y hermanas".

El papel del Ministro y del Consejo, según las Constituciones, es, por tanto, el de alentar, inspirar, sugerir y colaborar. No hay en ningún sitio ninguna indicación de que los responsables de a OFS estén dotados de cualquier autoridad de mando o de emanar edictos a los cuales se deba obediencia.

En efecto, el artículo sobre el papel de guía sigue a un artículo más fundamental y deberá leerse siempre a la luz del principio enunciado en el mismo: "Los hermanos y hermanas son corresponsales de la vida de la Fraternidad a la que pertenecen y de la OFS como unión orgánica de todas las Fraternidades diseminadas por el mundo" (30, '1). Cualquier intento por parte de los responsables elegidos de la OFS de ejercitar algo semejante a una jurisdicción sobre los miembros de la OFS iría contra este principio fundamental de corresponsabilidad y, a su vez, constituiría un fallo manifiesto, por parte de los responsables, de su obligación de ser responsables respecto a cada uno de los hermanos y hermanas.

Se puede concluir, por tanto, que aquellos que son elegidos como guías de la OFS no tienen ninguna "autoridad" entendida como derecho a dirigir las vidas de las personas. Son elegidos para servir, y gobiernan o dirigen a la Fraternidad sólo por medio del consenso. Por ello, ningún ministro local, regional, nacional o general tiene "autoridad" para dirigir la vida de ningún Franciscano Seglar.

Los Franciscanos Seglares no hacen voto de obediencia a ningún tipo de Superior. Su obediencia dice, más bien, relación a Dios, y es vivida en la Iglesia y en la propia Fraternidad.

Sugerencias prácticas

Desde el momento que resulta claro por la legislación de la OFS que la guía de las Fraternidades a cualquier nivel se funda en la inspiración, el ejemplo y en la animación, sería útil que los hermanos y hermanas de la OFS (y, de hecho, toda la Familia Franciscana) se aprovechasen de lo que las ciencias del comportamiento han descubierto acerca de la naturaleza humana y aprendiesen a obrar según un modelo de liderazgo que brote de un genuino consenso. De esta manera estarían mejor equipados para asumir los propios

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cometidos fundamentales de ayudar a cada hermano y hermana a realizar la propia vocación en el ámbito de la Fraternidad y de la Iglesia.

XXXVI- RESPUESTA A LAS PREGUNTAS DE LOS PROVINCIALESNils Thompson, OFM, Asistente Espiritual General

"Pastoral" y "Pastoral"

Con el fin de comprender mejor el altius moderamen , o el ministerio pastoral en relación con la Orden Franciscana Seglar es necesario comprender qué es un "pastor". En la Iglesia Católica por Pastor se entiende comúnmente una persona "que tiene la responsabilidad de todo lo que se hace en una parroquia". Naturalmente en la ley de la Iglesia se encuentran distinciones más precisas sobre el papel de un pastor. Sin embargo para los Asistentes Espirituales de los Franciscanos Seglares el papel de pastor lo especifica mejor el título de "Asistente Espiritual". Nosotros nos limitamos a asistir a los Franciscanos Seglares. Nosotros no tenemos la "responsabilidad" de su gestión. De hecho, nosotros no somos ni siquiera los únicos expertos espirituales, ya que es toda la fraternidad la que tiene la responsabilidad de la vida espiritual de cada miembro de la Fraternidad (Const. Gen. OFS 37, '2-3). Creo que es esencial este modo de entender y este estilo de ser pastores y de comportarnos en consecuencia.

Lo que sigue ha surgido de una conversación con un Ministro Provincial que me ha planteado algunas preguntas importantes sobre nuestro ministerio a favor de la OFS. Una de estas preguntas, por ejemplo, era: "Ahora que se ha llevado a cabo la regionalización, ¿es cierto que ya no existen los Asistentes Espirituales Provinciales?" Y sigue con la afirmación "nadie parece saber bastante, en estos tiempos, sobre esa materia, a causa de los cambios en curso". Quedé impresionado por su deseo de conocer cómo podría servir mejor a los Franciscanos Seglares. Siguen, a continuación, algunas de las respuestas que le di.

El ministerio de los Frailes a la OFS

A los Frailes Menores les fue encomendado el cuidado pastoral de la OFS por la Santa Sede en 1451. Mucho más tarde este cuidado fue extendido también a los Frailes de la TOR. Este ministerio forma parte integrante de nuestra común Vocación Franciscana que compartimos con la OFS. Un punto muy importante es que nosotros no "trabajamos para" la OFS. Nosotros, los Asistentes, trabajamos para los Frailes. ¡Cumplimos con una tarea que nos compete como Frailes! No debemos esperar una remuneración por parte de la OFS, porque, en efecto, no hacemos más que cumplir con el cometido que nos ha sido encomendado por la Santa Sede. Si ellos, los Franciscanos Seglares, quieren ayudarnos, le damos gracias a Dios por ello. Si, en efecto, el Asistente hiciese algo que le ha pedido la OFS, entonces la OFS debería recompensárselo. Si, por el contrario, el Asistente hiciera algo que los propios Frailes le piden que haga, entonces son los Frailes los que deben hacerse cargo de ello.

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El Asistente Provincial de la OFS: ministerio a favor de los Frailes.

A cada Provincia se le pide que nombre a un fraile como delegado del Ministro Provincial para que ejerza el "altius moderamen " o el cuidado pastoral de los Franciscanos Seglares de aquellas Fraternidades que han sido erigidas por esa Provincia. El Asistente Espiritual, por norma erige nuevas Fraternidades por cuenta y en nombre de la Provincia (con el permiso de los respectivos Provinciales, previa comunicación al Ordinario de la Diócesis local), asigna o recomienda al Provincial la asignación de Asistentes Espirituales locales o regionales, debe preocuparse de que las Fraternidades locales reciban la Visita Pastoral. Esto puede hacerse mediante el Asistente Regional, pero los Frailes de la Provincia son los responsables de que esto se cumpla, debe asegurarse de que a los frailes, que se encuentran en período de formación inicial, les sea presentada la OFS como parte integrante de la Familia Franciscana, debe animar a los frailes en formación a que sepan compartir en los modos más idóneos y concretos nuestra común vocación con la OFS.

Los Asistentes Regionales de la OFS: servicio a los Franciscanos Seglares.

Deben ser nombrados por el Ministro Provincial de los frailes y por el Definitorio para cada Región de la OFS en la que la respectiva Provincia tenga la responsabilidad del " altius moderamen". En la práctica esto comporta que: donde una Provincia haya erigido canónicamente una Fraternidad de la OFS, es ella la que debe proporcionarle un Asistente Regional, en las regiones de la OFS donde haya más de una Provincia de Frailes de la misma Obediencia deben decidir cuál debe ser el fraile que asuma este cargo para esa Obediencia, esto no quiere decir que deba haber en ella un solo Asistente Regional para todas las Obediencias, a menos que los correspondientes Estatutos Nacionales no dispongan nada a este respecto. Así, por ejemplo, si en una Región de la OFS hay 50 Fraternidades bajo el cuidado de tres Provincias de la OFM, 12 de una Provincia de los Conventuales, 1 de una Provincia de la TOR y 30 bajo el cuidado de los Capuchinos, la Conferencia Regional tendrá 4 Asistentes Regionales, uno por cada Obediencia y no uno por cada una de las Provincias.

Cada Región tiene una Conferencia de Asistentes Espirituales Regionales, compuesta de un solo exponente por cada Obediencia al cual le es confiado el "altius moderamen" en la Región. La Conferencia podrá añadir otros miembros si lo desea y ésta funcionará colegialmente. La Conferencia de los Asistentes Regionales deberá establecer cuál de entre sus miembros deberá asumir la Presidencia de la Conferencia, la duración del mandato, etc. Sin embargo, todos los demás deberán asumir un papel activo en el ejercicio del cuidado pastoral de toda la Región. Todo esto por motivos de practicidad y eficiencia, y para conseguir que todas las Obediencias participen, prescindiendo del número de Fraternidades que estén bajo su cuidado pastoral.

Asistentes Espirituales y animadores:

Esta distinción ha causado innumerables problemas y herido muchas sensibilidades ya que las actuales Constituciones Generales de la OFS insisten en el hecho de que el Asistente Espiritual debe ser un fraile sacerdote. Todo esto, en mi opinión, se ha producido a causa de

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una comprensión restrictiva del papel "pastoral". Esperemos que esto se corrija en octubre de 1999 mediante una modificación de las Constituciones, propuesta al Capítulo General de Madrid.

En la práctica:(a) "la animación" debería ser considerada como un cometido de toda la Fraternidad, con el fin de ayudarse mutuamente. Naturalmente también los Asistentes Espirituales deberán empeñarse en "animar" las Fraternidades.(b) Los Asistentes Espirituales Locales deberán ser nombrados con este criterio: deberá darse la preferencia en la Orden a un Fraile, ordenado o no, o a una Hermana Franciscana, o a un sacerdote secular, o a un Diácono que sean Franciscanos seglares. En caso de necesidad, incluso un sacerdote secular, que no sea Franciscano Seglar, podrá ser Asistente a condición de que tenga un conocimiento preciso de cuál es su función. Donde no sean posibles ningunas de las hipótesis que acabamos de describir se deberá acudir a los Asistentes Nacionales para una solución adecuada.(c) La Fraternidad solicita un Asistente, y con frecuencia pide a una persona determinada. Sin embargo, sólo el Asistente Provincial puede nombrar al Asistente o recomedarlo/la al Provincial.(d) De momento, creo que es mejor, cuando sea posible, tener como Asistente Regional a un Fraile, sacerdote o laico. Cuando tengamos una idea más clara del papel del Asistente Espiritual, como también de las responsabilidades de las distintas Obediencias, se podrá revisar el oficio del Asistente Espiritual Regional.

XXXVII -INDICACIONES SOBRE LA FORMACIÓN DE LOS RELIGIOSO EN EL CONOCIMIENTO Y ASISTENCIA A LA OFS

Conferencia de Asistentes generales de la Orden Franciscana Seglar

Premisa Estas " Indicaciones sobre la formación de los Frailes en el conocimiento y asistencia a la OFS" han sido elaboradas por la Conferencia de los Asistentes generales de la Orden Franciscana Seglar (OFS). Quieren responder a una verdadera necesidad de los Franciscanos, religiosos y seglares, de prepararse mejor a "caminar juntos por los caminos del Señor". 1

Entre todos los franciscanos existe, y debe desarrollarse cada vez más, un conocimiento recíproco y comunión vital requerida por la pertenencia a la misma familia espiritual.2 Los diversos miembros que la componen "pueden y deben aunar esfuerzos en actitud de colaboración y de intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en la misión eclesial" ( Vita Consecrata, 54). Este intercambio de dones "no raramente comporta fecundas e inesperadas implicaciones de algunos aspectos del carisma, abriéndose a una interpretación más espiritual e impulsando a encontrar válidas indicaciones para nuevos dinamismos apostólicos" ( VC 55).

La Regla y las Constituciones OFS 3, en repetidas ocasiones, acentúan el principio de pertenencia a la misma familia espiritual, a la recíproca comunión vital y al compromiso de

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la atención pastoral y asistencia espiritual de parte de la Primera Orden (OFM., OFM Conv., OFM Cap.) y de la Tercera Orden Regular (TOR). Entre OFS y la Primera Orden y la TOR existe, d e hecho, una doble relación sustancial.

Participación del carisma comúnLa Regla de la OFS habla de la "recíproca comunión vital " que debe existir entre los seglares y todas las ramas de la Familia Franciscana, para hacer presente, en modos y formas diversas, el carisma del común Seráfico Padre, en la vida y en la misión de la Iglesia (cf Reg. OFS 1).

Asistencia espiritual y pastoralA causa de esta "comunión", según una tradición secular, a los superiores de la Primera Orden y de la TOR, corresponde asegurar la asistencia espiritual a través de "religiosos idóneos y preparados", y la visita pastoral a las fraternidades de la OFS (cf Reg. OFS 26). La Orden Franciscana Seglar, en el empeño de "renovar la propia vida, la propia formación y la organización de la fraternidad", debe contar con una Asistencia espiritual actualizada y dinámicamente coordinada con los otros componentes de la Familia Franciscana en su única misión. "Las personas consagradas recordarán por tanto su deber de ser ante todo guías expertas de vida espiritual, y cultivar en esta perspectiva el talento más precioso: el espíritu " ( VC 55).

El Capítulo general OFS de Fátima (1990) así se expresa: "En lo que mira al rol propio de animación de los asistentes espirituales es necesario una formación, o sea, una preparación particular de los Frailes respecto a la OFS. Este preparación debe ser consciente e incorporada en el programa de formación inicial y permanente de todos los frailes. Aunque no todos son, o serán, asistentes espirituales es ciertamente necesario que todos conozcan, entiendan y afirmen el rol verdaderamente esencial de la OFS para la realización de su misma vocación personal". 4

El Capítulo General OFS de Roma (1996) en sus conclusiones dice: "La Presidencia, en colaboración con los Consejos Nacionales, buscará los tiempos y los modos para:... estimular una más profunda formación de todos los Frailes acerca de la OFS, para que puedan ayudar a los hermanos a vivir mejor su forma de vida". 5

Las Órdenes religiosas franciscanas, a quienes compete el " altius moderamen ", no solamente han acogido y subrayado el principio de la "recíproca comunión vital" en su legislación, sino que los Ministros generales y provinciales exhortan continuamente a los frailes a conocer cada vez más y mejor la OFS, exigiendo una adecuada preparación para los Asistentes espirituales.

Las presentes "Indicaciones" se ofrecen a todos los religiosos franciscanos para que sean utilizadas, en la medida de lo posible, en los diversos "Planes de Formación", para el conocimiento de la OFS, dentro de la Familia Franciscana, en la misión en la Iglesia y en el mundo, y para la preparación de aquellos que son llamados al servicio de asistentes o de animadores espirituales.

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I Programas de enseñanza sobre la OFSEn la formación inicial

Postulantado Vida de San Francisco; Francisco " fundador " de las Tres Órdenes; Introducción general sobre la Familia Franciscana: Primera Orden, de los Frailes Menores (OFM, OFMConv, OFM Cap); Segunda Orden, la Orden de Santa Clara; Tercera Orden de los "Hermanos y hermanas de la Penitencia ": Orden Franciscana Seglar, (OFS, Juventud Franciscana-JUFRA, Niñez Franciscana-NIFRA, Miembros Asociados, Amigos de San Francisco) Tercera Orden Regular, masculina y femenina Institutos Seculares; Otros movimientos franciscanos Primeros contactos con una fraternidad OFS y con la JUFRA

Noviciado En el discurso general sobre la llamada universal a la santidad y sobre la vocación religiosa, se ha de hablar también de la vocación seglar franciscana, considerada en la participación del carisma común en recíproca comunión vital y en la misión de la Iglesia: "Ve y repara..."; Al tratar la historia de la Familia franciscana, háblese de los Penitentes y de los orígenes del la Tercera Orden. Lectura de las Reglas de la Primera, Segunda y Tercera Orden ( Regla Bulada, 1223; Regla de Santa Clara, 1253 y Regla de la Orden de Santa Clara, llamada "urbaniana", 1263; la "Seraphicus Patriarcha" de Pablo VI de 1978 para la OFS y la "Franciscanum vitae propositum" de Juan Pablo II, 1982, para la TOR). Participar en algunos momentos de fraternidad, momentos de oración, celebraciones en las diferentes fases de la vida de la fraternidad OFS.

Post-Noviciado Conviene recordar que lo que se propone en este párrafo no se debe entender como una añadidura de otras materias al programa del post-noviciado, sino como aspectos que se deben desarrollar dentro de las materias del "curriculum" vigente, como: historia, espiritualidad, eclesiología, doctrina social, etc. Historia de la familia franciscana, incluyendo la OFS en sus líneas esenciales a través de los siglos; presencia y desarrollo en el propio país; relaciones con la Primera Orden; nacimiento de nuevas Órdenes y Congregaciones surgidas de la OFS. Naturaleza, identidad, estructura y organización de la OFS según la nueva Regla y Constituciones, subrayando su índole seglar y su unidad. Acentuar la visión de la Iglesia como pueblo de Dios y de comunión (LG, GS, documento final del sínodo de 1985).

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Profundizar el papel de los fieles laicos, la corresponsabilidad y colaboración entre clérigos y laicos, religiosos y seglares en la misión de la Iglesia ( Evangelii nuntiandi, Christifideles laici, Carta de los Ministros generales sobre los fieles laicos franciscanos ). En el estudio de la doctrina social de la Iglesia (de la Rerum novarum en adelante) dedicar atención especial a los deberes y a las responsabilidades de los laicos. Profundizar la índole de la asistencia espiritual y pastoral a la OFS, su colegialidad y la identidad del Asistente y del Animador. Lectura: Regla no Bulada (1221), Memoriale propositi (1221), Supra Montem de Nicolás IV (1289) y Misericors Dei Filius de León XIII (1883). Hacer experiencias pastorales de conjunto guiadas por el Asistente espiritual y participar en reuniones de fraternidad, momentos de oración, celebraciones en las diferentes fases de la vida de la fraternidad de la OFS. En la Formación permanenteLlevar a la práctica la comunión recíproca, en fuerza del carisma común y como signo de testimonio en la Iglesia, según las indicaciones de las Constituciones y de los Estatutos OFS - Primera Orden, TOR: Programar y celebrar juntos las principales liturgias, especialmente en las festividades franciscanas, y hacer experiencias comunitarias de oración. Proyectar y realizar juntos actividades pastorales, caritativas y sociales con iniciativas "valientes", según las necesidades de tiempos y lugares. Estudiar juntos, frailes y seglares, los documentos sobre la teología del laicado (cf 3,d). Organizar encuentros comunes, asambleas, capítulos espirituales, ejercicios espirituales. En los encuentros de formación y en la celebración de capítulos, Programar momentos de presencia de los seglares, incluyendo un mensaje o testimonio. ReferenciasCf. Carta de Presentación de los Cuatro Ministros Generales de la Familia Franciscana, en ocasión de la entrega de la regla, 4-10-1978 Cf. Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral a la Orden Franciscana Seglar, Roma 1992, n. 1. Cf. Reg 1; Const 1,4; 85-91; 92. 94. 95. Cf. Conclusiones del Capítulo General, Fátima 1990, en Bollettino CIOFS, XII, n. 2, 1990 p.6. Cf. Koinonia, 1996, n. 4; documento Internet http://www.ofs.it/DOC/KI96LMC2.HTM Cf. Estatuto para la Asistencia, cit., 6,3; 15,22.

PARTE II

II. Formación de los Asistentes espirituales

a. Preparación (Escuela de preparación)

Es necesario que los Asistentes y los animadores espirituales nuevos tengan la posibilidad de prepararse para su tarea específica. No parece superfluo tener una escuela de preparación específica a nivel nacional o supra-nacional. Los argumentos que han de tratarse serán los indicados en la etapa de formación inicial, o bien:

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a. Historia y fuentes de la OFSb. Visión sobre la identidad específica de la OFSc. Eclesiología y OFSd. Espiritualidad franciscana seglare. El Franciscano seglar en la Iglesia y en la sociedadf. Valores franciscanos de la OFSg. Formación de los frailes acerca de la OFSh. Aspectos prácticos de la asistencia a la OFSi. OFS y Juventud Franciscana (JUFRA)j. Niños Franciscanos (NIFRA), Miembros asociados, amigos de San Francisco

b.Actualización de los Asistentes

Para la actualización continua de los Asistentes y Animadores se sugieren:

a. Cursos de actualización trienal, información sobre la asistencia, sobre la problemática, sobre todo aquello que acontece en la OFSb. Lectura de las revistas y órganos de información de las varias Órdenes que se refieren a la OFS y a la asistencia en a nivel nacional e internacional.c. Conocimiento e intercambio de programas y de iniciativas entre Asistentes nacionales, como también entre Asistentes regionales, especialmente donde está constituida la Conferencia de los Asistentes.

III Actuación

a. Responsables o agentes

1. Ministros generales y provinciales

a. Promuevan el interés de los propios frailes en relación con la OFS y la comunión entre los religiosos y los franciscanos seglares;b. Cuiden la formación de los formadores y el interés de todos los religiosos en lo referente a la OFS;c. Velen para que la OFS tenga un lugar en los programas de formación inicial y permanente de los religiosos. 6d. En las visitas a las fraternidades de los frailes, en los capítulos, se informe sobre la OFS y sobre la calidad de la asistencia.

2. Asistentes espirituales provinciales y localesa. Han de ser los primeros en promover, organizar y animar cursos y encuentros formativos, de acuerdo con los superiores mayores y los responsables de la formación;b. Escojan formadores, religiosos y laicos aptos para esta formación particular de los frailes en todos los niveles;c. Procuren momentos de experiencias guiadas, especialmente con los frailes de votos temporales

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d. En las visitas pastorales, traten de tener contactos con las casas de formación de los religiosos y den informaciones sobre la vida y el compromiso de los franciscanos seglares en la Iglesia y en la sociedad.

3. Formadores de los religiosos

a. Los formadores de los religiosos jóvenes "mostrarán la belleza del seguimiento del Señor y el valor del carisma" (VC 66) compartido con la OFS;b. Han de ofrecer la "oportunidad de crecer en la adhesión al carisma y a la misión" de la Familia franciscana (cf. VC 65);c. Deben ser personas "expertas en los caminos que llevan a Dios", emprendidos junto con los Franciscanos seglares, "para poder así ser capaces de acompañar también a otros en este recorrido" (VC 66).

b. Indicaciones metodológicas

1. Método experiencial

Usar, en todo los niveles, una metodología experiencial: integrar los programas formativos con experiencias concretas, seguidas de reflexiones guiadas sobre las experiencias realizadas.

2. Colaboración

a. De parte de los formadores

- El servicio de formación se debe desarrollar en equipo;- Tomen parte formadores y responsables de la OFS y de las otras ramas de la familia franciscana- Favorézcase un intercambio de ideas y material didácticoentre formadores de la misma área lingüística y también con los de otras áreas;

b. De parte de los formandos- momentos comunes, en los diverso niveles, con los formandos de las otras ramas de la familia franciscana.

3. Formación a distancia

- Se usan también los métodos de formación a distancia, mediante cursos por correspondencia o redes de discusión y de profundización hecho en conjunto.- Es necesario aprovechar los modernos medios de comunicación que ofrecen nuevas posibilidades para formarse o colaborar en la formación a través de fax, correo electrónico e Internet.

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4. Material didáctico

Una tarea de los Asistentes espirituales nacionales y/o provinciales es la de recoger o actualizar continuamente el material específico para la formación de los Asistentes y de los Animadores sobre la OFS como: Fuentes, documentos, textos del magisterio, manuales, guías de estudio, síntesis de historia, revistas, publicaciones, posters, folletos, videos, audiocassettes, páginas en Internet, etc.- El material sea puesto a disposición de los educadores y de los frailes.- Prepárense todos los subsidios necesarios, no existentes o difícilmente encontrados.- Haya una fraterna colaboración entre las diferentes áreas lingüísticas y también entre las demás áreas geográficas, especialmente con aquellas que tienen más dificultad de contar con el material y disponer de traducciones.

Referencias

6.Cf. Estatuto para la Asistencia, cit., 6,3; 15,22.

XXXVIII- ECONOMÍA Y FRATERNIDADFr. Ben Brevoort OFMCap

PARTE I

1. Introducción

Parece una contradicción, hablar de economía y fraternidad. Con demasiada frecuencia la economía produce rupturas en la fraternidad, crea problemas, fomenta discordias. Si la fraternidad no dispone de medios económicos suficientes, la vida de la fraternidad languidece y muchas iniciativas mueren sin dar fruto por falta de un soporte económico y financiero. Por otra parte, si la fraternidad dispone de medios económicos abundantes o de un patrimonio substancial, el problema de gestión de los fondos o del patrimonio se sobreponen a la animación y a la guía de la fraternidad. A pesar de esto, la Regla ( Art. 25), determina que todos los hermanos y hermanas ofrezcan una contribución... para los gastos... de la Fraternidad.

Hablando en las visitas sobre la responsabilidad de que las Fraternidades contribuyan a los gastos de los Consejos de nivel superior ( Reg. 25), frecuentemente se responde : Nuestras fraternidades son pobres, a duras penas mantienen la propia vida, no pueden contribuir a los otros Consejos. O también: No hablemos más de dinero, damos un servicio generoso y desinteresado a la fraternidad y esperamos lo mismo de los Consejos de nivel superior. Otras veces dicen: Desde cuando contribuimos a los gastos de los Consejos de nivel superior, recibimos un servicio más calificado y solícito. O también: Desde cuando las fraternidades locales contribuyen a nuestros gastos, se hallan mucho más implicadas en la vida de la Orden a nivel nacional e internacional.

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2. El que paga posee

Cada fraternidad necesita de medios económicos para su vida, para su servicio y para las obras de culto, de apostolado y de caridad ( Reg. 25). También cada Consejo precisa de medios económicos y financieros para desarrollar su servicio y animar y guiar la fraternidad. No existe hoy una fraternidad, en cualquier nivel y en cualquier país, que viva sin que alguno gaste dinero.

Para la vida de la fraternidad es importante saber quién gasta, pero todavía más importante es saber quién paga, es decir, saber quién o de dónde provienen los dineros. Es bueno recordarse de una de las reglas fundamentales de la economía, es decir: el que paga, posee.

Una fraternidad que vive de la contribución proporcionada a las posibilidades de cada uno... de todos los hermanos y hermanas ( Reg. 25), es propiedad de todos los miembros y todos se sienten implicados y responsables. Una fraternidad que cuenta con otras aportaciones, deberá, antes o después, dar cuenta a aquel o a aquellos que la suministran medios económicos para sobrevivir. Los casos son variados y diversísimos, pero siempre es verdad que quien paga, posee.

Hay fraternidades en todos los niveles, donde el Ministro o los miembros del Consejo, se hacen cargo de todos los gastos del Consejo o de la fraternidad. Con frecuencia, son personas muy generosas, que lo hacen con la mejor intención. No quieren saber nada de reembolso de gastos o de saldar el debe o el haber ( Fil. 4,15 ). Trabajan como el apóstol Pablo, de balde, sin aprovecharse del derecho que comporta el servicio ( 1Cor. 9,18 ). La fraternidad, por su parte, manifiesta reiterativamente su alegría por tener un Ministro o miembros del Consejo que obran así.

Otras fraternidades se apoyan en los religiosos que les prestan asistencia espiritual, para que les ayuden en sus gastos. La fraternidad es huésped del convento o de la parroquia, usa la sala para las reuniones, la luz y el agua, se sirve de los medios de comunicación o de transporte de los religiosos, todo sin saldar el debe o el haber. Ambas partes se sienten contentas, los religiosos porque pueden contar con el apoyo de la fraternidad para sus actividades, y la fraternidad porque ha encontrado un lugar seguro y protegido para su vida.

Algunas fraternidades, en fin, cuentan con un patrimonio acumulado en el pasado o con aportaciones económicas extraordinarias, como herencias, legados o donaciones, provenientes de dentro o de fuera de la fraternidad. Se consideran felices de poder proveer a sus necesidades sin que cada uno de los miembros se esfuercen por hacer frente a los gastos necesarios para las obras de la fraternidad.

Continúa siendo válido: quien paga, posee. Será el Ministro o los miembros del Consejo; será el Asistente espiritual o los religiosos; será el gestor o el Consejo de animación el que determine la vida de la fraternidad. Las elecciones y las opciones concretas y valientes, adecuadas a la situación de la Fraternidad ( Const. 50) se llevan a cabo en función de la situación concreta de la fraternidad. Si la vida de la fraternidad depende de la contribución,

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económica o de otra especie, de una sola persona o de un grupo de personas, es imposible el que no se muestre un gran respeto a sus deseos.

Sólo en el caso en que la fraternidad, para su vida, depende de la contribución proporcionada de todos sus miembros, ésta es libre al hacer las propias opciones en función de su propia vida y de las necesidades de todos los miembros. Sólo en este caso todos pagan y, por lo tanto, todos poseen.

3. Solidaridad

Las Constituciones Generales ( Art. 30,3) dicen, además, que la contribución proporcionada se entrega con espíritu de familia. Son dos términos que se leen en clave de solidaridad. Las aportaciones de los hermanos y de las hermanas no se consideran actos aislados, sino unidos, medidos tanto a las propias posibilidades, como a la situación de la familia, es decir, de la fraternidad con todos sus miembros. La contribución económica es expresión de solidaridad y de fraternidad.

La contribución hecha con espíritu de familia, significa que se da espontáneamente, libre y sin obligación. Significa que es considerado como algo propio, una contribución dada a la propia familia, no como un don entregado o una deuda pagada a extraños. No todos los miembros de la familia tienen las mismas posibilidades: hay quien trabaja, quien estudia, quien está sin trabajo, quien vive con la pensión, etc... Es natural que estas diferencias sean tomadas en consideración, de parte de la fraternidad y de parte de quien da la contribución.

Por una parte, la fraternidad debe comprender a quien tenga posibilidades económicas limitadas y, por lo tanto, no puede contribuir mucho. Se deberá esperar y eventualmente insistir, para que los hermanos y las hermanas más desahogados ofrezcan una aportación de acuerdo con sus posibilidades más amplias.

Por otra parte, todos los hermanos y hermanas deben tener conciencia de que han de entregar una aportación de acuerdo con las propias posibilidades. Los hermanos y hermanas económicamente mejor situados deberían sentirse obligados a ofrecer unas contribuciones más substanciales. Pero también los hermanos y las hermanas económicamente pobres deberían sentirse obligados a contribuir con el propio óbolo. Todas las contribuciones son importantes para la fraternidad, como son importantes todas las contribuciones a la vida de la familia, desde el más pequeño hasta el más anciano. En fraternidad, el óbolo de la viuda es tan importante como el cheque del hermano rico.

La solidaridad comienza en la propia fraternidad, entre los miembros de la fraternidad local, donde todos deben aportar según las propias posibilidades. Se requiere una obra de paciente y constante formación de parte del Consejo para llegar a esta concienciación. No basta con establecer una cuota fija que debe ser entregada cada mes. Una tal contribución está vacía de solidaridad. Una contribución igual en términos contables no es igual en relación a las posibilidades económicas de cada uno de los miembros y es una carga mayor para los miembros más débiles de la fraternidad. Aprender a contribuir con espíritu de

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familia... según las propias posibilidades (Const. 30,3) es aprender a vivir en fraternidad y en solidaridad con todos los hermanos.

Solidaridad significa que cada uno ofrece, con la misma generosidad y con el mismo compromiso, lo que es capaz de ofrecer de acuerdo con las propias posibilidades. Solidaridad significa también que las cuotas se juntan y se usan para las necesidades de la fraternidad, y de todos sus miembros. También sobre las salidas el espíritu de familia es importante. Porque no sólo las cuotas deben medirse de acuerdo a las propias posibilidades. También los gastos deben hacerse en espíritu de familia, donde no todos los miembros tienen las mismas necesidades. Un hermano minusválido tiene distintas necesidades que un hermano que se mueve con facilidad, un hermano médico o notario tiene obligaciones diversas que mantener que un hermano bracero o agricultor. Una fraternidad con unos diez miembros tiene necesidades diversas a la que tiene un centenar; una fraternidad que lleva a cabo grandes obras de caridad tiene necesidades diversas de la que echa una mano a la Caritas diocesana o parroquial.

Cuanto se ha dicho sirve para las fraternidades en todos sus niveles: local, regional, nacional e internacional. Con la única diferencia de que los niveles superiores inviten a las fraternidades ( Reg. 25) a dar su contribución económica para el funcionamiento de las Fraternidades de nivel superior (Const. 30,3). También aquí vale que todas las fraternidades deben contribuir en espíritu de familia, según la medida de sus posibilidades. También aquí la solidaridad significa que todos dan la cuota que pueden dar y reciben el servicio del que tienen necesidad. También aquí se necesita llevar a cabo un trabajo formativo, paciente y constante, para que todas las fraternidades sean conscientes de su deber de contribuir a las necesidades de toda la Orden, en todos los niveles.

PARTE II

4. Transparencia y controles

La solidaridad lleva a la transparencia en la administración financiera de la fraternidad. Porque es entregado en espíritu de familia, con gran confianza, merece recibirse con gratitud, administrarlo con cuidado y gastarlo responsablemente. Los recursos económicos de la fraternidad pertenecen a todos los miembros de la fraternidad, que han confiado al Consejo el compromiso de decidir sobre el destino que se han de dar a los fondos y de dirigir los negocios económicos de la fraternidad (Cfr. Const. 50,e). El Tesorero debe rendir cuenta de su administración a la Asamblea y al Consejo de la Fraternidad ( Const. 52,4,c). La Regla dice (Art. 11) que sean conscientes, en conformidad con el Evangelio, de ser administradores de los bienes recibidos y no propietarios.

La participación de todos los hermanos y hermanas en los negocios económicos de la fraternidad no se limita sólo a dar la cuota. Participan también en la revisión de cuentas y deben sentirse implicados e interesados en los negocios económicos de la fraternidad. Para hacerlo, es necesario que el Consejo deje los libros al Capítulo y a la Asamblea de la fraternidad, consintiendo así a los hermanos que se hagan una idea clara acerca de la

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situación económica y financiera de la fraternidad. La solidaridad no debe limitarse a la sola fase del dar. Se practica también en la fase de administrar y de gastar.

También aquí la solidaridad se practica en primer lugar en el Consejo de la fraternidad. Los miembros del Consejo tienen derecho a saber exactamente la situación económica de la fraternidad, y deben saberlo para poder tomar decisiones adecuadas al respecto. Por lo tanto, es necesario que el tesorero dé cuenta de su administración en el Consejo.

Solidaridad y transparencia no son posibles sin revisiones. Las oportunas revisiones económicas son expresión de solidaridad para ayudar al Tesorero y al Consejo en la gestión económica de la fraternidad. Por esta razón, deben ser regulares y habituales, no sólo esporádicas y arbitrarias. La transparencia económica que se desprende, implica a todos los miembros de la fraternidad en la gestión económica, y les hace más disponibles en la contribución. Las revisiones económicas consienten, además, que la fraternidad absolva al Consejo de sus responsabilidades económicas, finalizado el mandato.

5. Autonomía

En su relación al Capítulo general de 1996, la Ministra general, Emanuela De Nunzio OFS, dice: La autonomía externa exige estructuras independientes, con sede propia y autofinanciación, es decir, la posibilidad de poner en acción programas propios sin tener que recurrir a la ayuda de otros, se trate de organizaciones o de personas privadas, religiosas o seglares ( Atti, Roma 1997, pp. 100-101).

Para todos los niveles sirve el que la fraternidad será autónoma sólo si logra poner en práctica programas propios sin tener que recurrir a la ayuda de otros. Esto sirve también para los recursos humanos y financieros. Una fraternidad local será autónoma y tendrá vida propia si logra hallar entre sus miembros las personas necesarias para guiar y animar la fraternidad y los recursos materiales y económicos de los que tenga necesidad. Para ser autónoma, la fraternidad deberá autofinanciarse, al menos para las actividades normales y cotidianas.

Cualquier autofinanciación requiere un presupuesto donde los gastos no superen las entradas. Una financiación deficitaria, donde los gastos superen las entradas, por definición cuenta con ayudas externas, ya sean entregadas en forma de préstamos, ya sean a fondo perdido. Para autofinanciarse, la fraternidad deberá equilibrar su presupuesto: reducir los gastos, aumentar las entradas o hacer las dos cosas al mismo tiempo. Es un trabajo harto difícil, que presupone una formación paciente y constante, sobre todo donde la fraternidad está habituada a apoyarse en otros para su vida. La autonomía es preciosa y es necesaria para la OFS, porque la autonomía, con la unidad y la secularidad, representa una única realidad. No habrá una OFS totalmente autónoma si no está unida, no habrá una OFS verdaderamente secular, si depende de los religiosos ( id. p. 101).

La autofinanciación no es sólo ni siquiera principalmente una realidad económica y financiera. La autofinanciación se basa en la determinación de la Fraternidad y de sus miembros en querer ser autónomos, libres en la decisión de la propia vida. Una vez

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adquirida esta voluntad, la autofinanciación se revela posible, aun en situaciones económicamente difíciles y pobres. Sin esta forma mentís, sin esta formación hacia la autonomía, la autofinanciación parece muy difícil e imposible. Es una utopía pretender llegar a la autofinanciación y a la autonomía, con medidas exclusiva o principalmente económicas.

La autofinanciación, como la autonomía, se basa en la voluntad de los hermanos y de las hermanas que componen la Fraternidad y no en su situación económica. Una Fraternidad que quiere autofinanciarse debe comenzar con un programa de formación hacia la autonomía, la solidaridad y la transparencia en sus relaciones, no sólo en el campo económico y financiero, sino en la vida de la Fraternidad. Sólo así la Fraternidad llegará a ser ella misma y a vivir plenamente el Evangelio en el propio estado secular.

6. ¿Cómo aumentar las entradas?

Es necesario ser creativos y asegurarse la colaboración de toda la Fraternidad.

Un modo muy usado es el de la cuota libre y secreta, donde cada uno entrega una aportación en la medida de las propias posibilidades. Este método es válido siempre que los miembros conozcan las necesidades de la Fraternidad, compartan sus programas, estén dispuestos a mantener los gastos financieros y tengan confianza en el Consejo y en el Tesorero.

Por falta de presupuestos, muchas Fraternidades establecen unas cuotas fijas que se entregan periódicamente. Una parte de éstas las consideran obligatorias, otras indicativas o mínimamente obligatorias que se incluyen con las cuotas libres. Es el método más usado en todos los niveles superiores: regional, nacional e internacional.

La existencia de este método, sin embargo, indica a menudo la falta del sentido de solidaridad y de corresponsabilidad en la vida de la Fraternidad. Cada vez que un Consejo insiste e impone sanciones, más o menos severas, para obtener un cierto resultado, debe interrogarse sobre el por qué de este fenómeno. La causa principal casi nunca es una pobreza económica o medios financieros insuficientes de los miembros de la Fraternidad. A nivel local, la causa principal ha de buscarse en la falta de transparencia financiera del Consejo o en la falta de confianza de los miembros en la obra financiera de los miembros seglares del Consejo. En los niveles superiores, a menudo se produce por la falta de información y de solicitud de parte del Consejo superior, y una falta de implicación o de responsabilidad de parte de las Fraternidades contribuyentes en el funcionamiento de la Fraternidad de nivel superior. Es también cierto que cualquier Fraternidad que no logra autofinanciarse, tendrá grandísimas dificultades para colaborar en la financiación del nivel inmediatamente superior.

Otras opciones, sobre todo a nivel local, se han de emprender junto con las actividades retributivas. Muchas fraternidades africanas tienen un campo común, que lo trabajan los miembros de la fraternidad, cuyos frutos son destinados a la caja de la Fraternidad. Otras Fraternidades tienen un laboratorio u organizan rastros, o hacen adobes y los venden,

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limpian coches, venden billetes de partidos de fútbol, vigilan los coches aparcados, organizan tómbolas o conciertos de cantos, venden dulces o pasteles a la puerta de las iglesias o preparan platos típicos para llevar a casa, etc...

Es necesario ayudar a cada miembro a concretar su compromiso económico para con la Fraternidad. Hay miembros que destinan un árbol para la OFS, y todos sus frutos son para la OFS. Otros tienen una gallina o una cabra propiedad de la OFS. La cuidan y lo que sacan cada mes se lo entregan a la Fraternidad. Otros miembros, cada vez que preparan la comida, ponen a parte una o dos cucharadas de arroz o de mandioca, y, al final del mes, lo recogido se vende para la OFS. Conozco un médico que destina a la OFS el honorario que recibe del primer cliente que llega el primer lunes de cada mes. Otros han establecido un tanto por mil de su salario para la OFS.

XXXIX-LA JUVENTUD FRANCISCANA DE ITALIA HA CUMPLIDO 50 AÑOSEl año 1998 la Juventud Franciscana ha celebrado el 50º aniversario de su fundación. La celebración ha tenido su momento más significativo y exaltante en la audiencia concedida por el Santo Padre el día 9 de mayo: han participado en ella cerca de 7000 jóvenes, procedentes de todas las regiones de Italia en un atmósfera de incontenible entusiasmo.

El 6 de diciembre de 1998, se clausuró la celebración en una calurosa jornada en Asís, con la participación de la Ministra General de la OFS, Emanuela De Nunzio. La Santa Misa en la Basílica de San Francisco fue presidida por el Ministro General de los Capuchinos, P. John Corriveau.

Transcribimos el texto del mensaje que Emanuela dirigió a los jóvenes:

Amadísimos hermanos y hermanas,

Hoy celebramos la conclusión del 50º aniversario de la fundación de la JUFRA. Soy feliz de festejarla con vosotros y asimismo junto a vosotros en aquel día extraordinario del 9 de mayo en el Aula de Pablo VI. En aquella circunstancia, el Santo Padre subrayó también, la coincidencia con el 20º aniversario de la aprobación de la Regla de la OFS, la cual, con cuya tesis, dijo, es como el documento inspiracional de vuestra vida, tanto personalmente como en fraternidad.

Es ciertamente así, vuestra forma de vida, que trata la Regla de la OFS, cuando el Papa se refería a vuestro exigente itinerario de formación humana y cristiana.

El Papa en su sano juicio y aguda intuición psicológica, sabe bien que los jóvenes tienen hambre de una orientación exigente. No de placeres, no de conformismo, no de banalidades. En la actualidad, todo aquello que les rodea les sugiere cada día y en toda su fuerza, la indiferencia y el consumismo más deprimente y la banalidad más desconcertante.

* ¡Están cansados y desilusionados!

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El Papa sabe que los jóvenes tienen necesidad de esperanza, y que se puede encontrar, pero no, en el conformismo y en la banalidad. Por eso, combina siempre el discurso a los jóvenes con el tema de la esperanza y les repite: En vosotros está la esperanza, porqué vosotros pertenecéis al futuro como el futuro os pertenece a vosotros. I añade: Cuando decimos que vosotros pertenecéis al futuro, pensamos en categoría de provisionalidad humana, la cual es siempre un paso hacia el futuro. Cuando decimos que de vosotros depende el futuro, pensamos en categorías éticas, según la exigencia de la responsabilidad moral que se ordena de atribuir al hombre como persona - y a la comunidad y sociedad, que está compuesta de personas - el valor fundamental de las ideas, de los propósitos, de las iniciativas y de las intenciones humanas (cfr. Carta Apostólica de 1985).

¿ Me permitís que haga una breve reseña de mi experiencia personal ?

Cuando, hace exactamente 50 años, la JUFRA manifestaba sus primeros pasos, yo hacia mi vestición en la OFS. En mi país, no se hablaba todavía de la JUFRA propiamente, pero yo - a los 19 años - sentí la necesidad de descubrir el proyecto de Dios sobre mi, y programé y escogí mi vida, en asumir mi primera decisión autónoma que orientase mi futuro. Me pregunté aquello que seguramente cada uno de vosotros os habéis preguntado: ¿ Qué cosa debo hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido ?

La juventud es una riqueza que se manifiesta propiamente en estos interrogantes. No es que estos interrogantes dejen de hacerse en nuestra vida más adelante, pero en la juventud se impone de modo particularmente intenso, para estimular la dinámica del desarrollo de su personalidad humana.

La respuesta yo la he encontrado en la OFS. Vosotros la habéis encontrado en la JUFRA, y sois más afortunados que en mi generación, ya que la respuesta no puede encontrarse en la superficialidad. La JUFRA es por definición un camino de descubrimiento vocacional, es el lugar que os ayuda en la propuesta franciscana en la dimensión fraterna a construir un orden de valores de los cuales surgirá el ideal de realización. En este proceso, como dice el Santo Padre,

* La vocación se vuelve in proyecto

* El proyecto empieza a ser vocación.

¿Cual vocación? ¿Cual proyecto? Puede ser tal vez el sacerdocio o la vida religiosa; pero será en la mayoría de los casos una vida familiar, profesional y social, en la cual deberéis dar vuestros frutos como cristianos comprometidos de acuerdo con toda vuestra capacidad. Espero y ruego que muchos entre vosotros seáis llamados a una vida de consagración especial y respondáis con generosidad y con fidelidad. Pero - como seglares y por eso mismo debéis ser conscientes en primera persona, de la responsabilidad que nos incumbe a los fieles cristianos laicos - espero y ruego que todos sepáis:

* llegar a ser adultos en la fe

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* Que seáis apóstoles en la Comunidad eclesial

* Que os comportéis en la sociedad como personas responsables, capaces de asumir con coraje la misión a la cual os llama la Providencia.

Sería demasiado fácil pedir todo esto a vuestra sola responsabilidad y elección. Como Ministra General de la OFS, debo hacerme cargo también de la responsabilidad de los franciscanos seglares adultos y daros cuenta de nuestra elección. Bajo este aspecto, puedo aseguraos que la óptica de la OFS hacia la JUFRA está experimentando una transformación radical. En el pasado eran dos posturas contrastadas que dominaban el campo:

* la separación: (pero ¿que pretenden estos jóvenes? Si no sienten la vocación a la OFS, que hagan aquello que les parezca, sin crearles problemas ni meterlos en dificultades; o bien,

* el acaparamiento: (si aman a San Francisco deben estar con nosotros y seguir nuestro programas, nuestros esquemas, nuestros recorridos).

Hoy no es así. En la orientación de la Presidencia CIOFS se tiene conciencia, respeto y una indiscutible voluntad de favorecer a la JUFRA, en su autonomía y en su camino, permaneciendo a su lado como parte integrante de la realidad franciscana seglar. Puedo aseguraros igualmente que en los encuentros y en las visitas que realizo en los varios Países, me doy cuento, que este comportamiento es una realidad vivida en las Fraternidades nacionales de la OFS. Y donde no es así todavía, la Presidencia CIOFS, intenta corregir la visión distorsionada.

Mi conclusión no puede se más que una recomendación y un augurio. ¡ No tengáis miedo ! No tengáis miedo de ser anticonformistas, no tengáis nunca miedo a la verdad. La verdad propuesta en la caridad, tiene de sí, una fuerza irresistible. La verdad es el valor más alto, porqué sin la verdad la paz seria solo una ilusión, ya que no puede resistir a una fuerza en contraposición.

XL-LA IDENTIDAD DE LOS FIELES LAICOSlectura de la Christifideles laici

por Zvonimir Brusac, TOR

1. Introducción

En este trabajo quisiera recoger los elementos de identidad de los fieles laicos que nos ofrece el texto de la exhortación Christifideles laici (1988). Uno de los objetivos del Sínodo y de la Exhortación era precisamente éste: individuar y proponer una descripción positiva de la vocación y la misión de los fieles laicos" (9), una "más decisiva toma de conciencia del don y de la responsabilidad de los laicos en la Iglesia comunión y misión (2). El propio título anuncia este propósito. El subtítulo, sin embargo, no usa el término "identidad" sino

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que habla de la " vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo" y nos da elementos clave para describir la identidad (vocación, misión, Iglesia, mundo).

2. La estructura de la Exhortación

La Exhortación tiene un claro carácter `misionero'. En efecto, la Iglesia en nuestros tiempos "ha madurado un más vivo conocimiento de su naturaleza misionera" (2). Lo anuncia ya la introducción en la que se describen "las urgencias actuales del mundo". Existen, en efecto, muchas referencias a la Gaudium et Spes y a la Apostolicam actuositatem ; la introducción profundiza el análisis de la situación de nuestro tiempo que se hizo para el Sínodo extraordinario con motivo del XX Aniversario del Concilio Vaticano II (1985).

El 1er capítulo ("Yo soy la vida, vosotros los sarmientos") se dedica precisamente a diseñar la identidad de los laicos. El 2º capítulo ("Todos sarmientos de la única vid") explica el concepto base para la identidad de los fieles laicos, es decir la visión de la Iglesia como comunión. Esto representa una buena introducción para tratar después la variedad de vocaciones, carismas, condiciones de vida, ministerios y funciones. El 3er capítulo ("Os he destinado para que vayáis y deis fruto ") describe las numerosas realidades temporales para las cuales se requiere la presencia apostólica y transformadora de los cristianos laicos. Una novedad del 4º capítulo es la visión según la cual la Iglesia tiene necesidad de todos para llevar a cabo su misión evangelizadora en el mundo: de los jóvenes, y también de los niños y ancianos, de modo particular de las mujeres y de los hombres, pero también incluso de los "enfermos y de los que sufren". Una atención especial se le ha dedicado a la contribución de las mujeres, de los enfermos y los sufrientes. "En el combate entre las fuerzas del bien y del mal venza vuestro sufrimiento en unión con la cruz de Cristo" (54). En el capítulo 5º se insiste sobre la necesidad de la formación "integral y permanente" que nutre y hace crecer la consciencia de la identidad.

3. Algunos textos bíblicos relativos a la identidad de los laicos.

He aquí el texto que sintetiza los dos aspectos de la Iglesia (comunión y misión): "Vosotros sois estirpe elegida, sacerdocio real, nación santa, pueblo que Dios ha adquirido para que proclame las obras maravillosas de aquél que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" (1P 2,9). El texto es interpretado como la base de la participación de los fieles laicos en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo. En el fragmento se encuentran efectivamente los elementos esenciales para diseñar la identidad de los fieles laicos. Además de la participación en los oficios de Cristo, se mencionan la novedad cristiana (de las tinieblas a la luz) y la llamada.

La parábola evangélica sobre la que se basa la Exhortación es la del propietario que salió a contratar trabajadores para su viña (Mt 20,1-2). Se ha afirmado ya que esta parábola pone de relieve la identidad `misionera' de los fieles laicos. El texto complementario es aquel en que se afirma que los cristianos son "sal de la tierra" y "luz del mundo" (Mt 5,13-14).

Los tres textos más significativos sobre los que se basa el discurso sobre la identidad `doctrinal' del cristiano son: Gal 4,6 (Hijos en el Hijo: "La prueba de que sois hijos es que

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Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo"), Rm 12,5 (Un solo cuerpo en Cristo: "así también nosotros, siendo muchos no formamos más que un solo cuerpo en Cristo") y finalmente 1P 2,5 (Templos vivos y santos del Espíritu: "... también vosotros cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual"). Esta elección de los textos pone el acento sobre la dignidad (hijos de Dios), sobre la comunión (un solo cuerpo) y sobre la misión (piedras vivas) y anuncia la estructura de la Exhortación.

4. "La dignidad de los fieles laicos en la iglesia-misterio" (8-17)

La Exhortación adopta el término "dignidad" para afirmar que se trata de la identidad estimada y respetada por los propios laicos y por los otros. El 1er capítulo nos da en primer lugar los elementos de la identidad comunes a todos los cristianos: 1) el bautismo como fundamento del ser iglesia y de la dignidad igual, 2) la participación en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo y 3) la santidad. Después se expone el elemento propio de los fieles laicos: la índole seglar. "Los fieles laicos tienen un puesto original e insustituible. Por medio de ellos la iglesia de Cristo se hace presente en los más variados sectores del mundo" (7).

Las declaraciones fundamentales sobre la identidad son: 1) "...sólo en lo interior del misterio de la iglesia-comunión se revela la "identidad" de los fieles laicos, su dignidad original" (8) y 2) "-El carácter peculiar de su vocación es "buscar el reino de Dios tratando las cosas temporales y ordenándolas según Dios-"".

La expresión "cosas temporales" no es muy afortunada, porque sugiere la división de la realidad entre las `cosas temporales' y otras (perennes...) y está en contradicción con el propósito de la propia Exhortación de superar "la indebida separación entre la fe y la vida". Un equívoco semejante existe en la expresión tan importante para la identidad de los laicos; es decir en aquello de "sacrifico espiritual" en la que la palabra "espiritual" se refiere efectivamente a la vida concreta del cristiano (con frecuencia marcada por dificultades y sacrificios), que va asociada al sacrificio salvífico de Cristo en fuerza del Espíritu Santo.

"En el mundo y no del mundo". Esta expresión, ya conocida, vale para toda la Iglesia. Todos los miembros de la Iglesia participan de su dimensión secular, pero en formas diversas. El mundo es el ámbito y el medio de la vocación de los laicos. Ellos obran a modo de fermento, de sal y de luz. "... el estar y obrar en el mundo son para ellos una realidad no sólo antropológica y sociológica, sino específicamente teológica (15) y eclesial".

La santidad es vocación de toda la Iglesia. Lo propio de los fieles laicos es "santificarse en el mundo". "Las actividades de la vida cotidiana son ocasión de unión con Dios y del cumplimiento de su voluntad y del servicio a los otros hombres" (18). Se trata de la "vida según el Espíritu cuyo fruto es la santificación" (Rm 6,22; Gal 5,22). En esto consiste sencillamente la santidad cristiana. Encontramos también aquí un retrato de la santidad para nuestro tiempo: acogida de las bienaventuranzas, escucha de la palabra de Dios, participación en la vida litúrgica, oración, hambre de justicia, práctica del mandamiento del amor en todas las circunstancias y en el servicio a los hermanos, especialmente a los pequeños, pobres y sufrientes (Cfr. 16).

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El importante concepto de la participación de los fieles laicos en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo merece un comentario. El concepto ante todo, según mi conocimiento, no forma parte de la consciencia común cristiana. La culpa podría ser del lenguaje bíblico que está lejano de la cultura moderna.

Hay una falta de claridad respecto a la expresión "oficio sacerdotal". En la comprensión común el sacerdocio de Cristo no debe entenderse inmediatamente como "el sacrificio de sí mismo" esto es en el significado verdadero, porque el concepto del sacerdocio transmite de ordinario sólo la imagen de la función cultual (del AT). La Exhortación transmite justamente el respectivo texto de la Lumen Gentium (34) que explica bien el significado verdadero y propio del sacerdocio común de los fieles.

Tampoco la palabra "profeta" corre mejor suerte. El uso actual y cotidiano de esta palabra ha perdido el contenido bíblico del AT. Por eso, la expresión "oficio profético de los fieles laicos" no pone inmediatamente de relieve toda la importancia de tal oficio. Sin embargo, el concepto es más claro que el de sacerdocio. La palabra clave "testimonio" es comprensible para todos. Cristo "habilita y empeña a los fieles laicos a acoger en la fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras no dudando en denunciar valientemente el mal" (14). Este oficio dirigido ad extra no ha sido aún ejercitado por muchos que `llevan el nombre de cristiano'. No es por acaso que la Exhortación mencione algunas veces la tentación de los laicos de legitimar la separación entre fe y vida. Tal fractura se opone al oficio profético.

De todas formas, es necesario esforzarse por presentar mejor la "participación en los oficios de Cristo" que representa el elemento teológico fundamental de la identidad `misionera' de los fieles laicos.

PARTE II

5. La pertenencia a la comunidad eclesial como base de la identidad

Al principio del 2º capítulo (18-31) fue necesario exponer una síntesis de la eclesiología de comunión, promovida por el Concilio Vaticano II y confirmada sólidamente por el Sínodo extraordinario de 1985. Según nuestros conocimientos podemos decir que todavía hoy es necesario "predicar" esta eclesiología y, además, traducirla en la vida. Falta la conciencia de que los cristianos están en la "comunione sanctorum", en la unión con Cristo y con todos los bautizados, miembros de la Iglesia; falta la consciencia de que, de cristianos y miembros de la Iglesia, son llamados a ser los protagonistas en realizar el designio salvífico de Dios.

La Iglesia es una comunión orgánica, es decir análoga a la de un cuerpo vivo y operante. De ahí se derivan dos principios para la vida de la Iglesia y para la identidad de los fieles laicos: diversidad y complementariedad. Estos principios corresponden muy bien a los valores que se aprecian en la sociedad de hoy (pluralismo, colaboración). Ellos nos llevan a

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hablar de los diversos ministerios y carismas, que se convierten en modelos para la identidad de los fieles individuales, dentro de la iglesia particular, de la parroquia o de las diversas agregaciones laicales. El léxico se enriquece al par que se habla de la diversidad de las "vocaciones, condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades" (20). Todo fiel laico puede ofrecer su propia contribución, porque Dios llama a cada uno por su nombre para una misión en la iglesia y en el mundo.

De aquí proviene la importancia de descubrir la propia vocación, de ver también la nueva condición de vida como una nueva llamada en el interior del propio estado de vida ya existente. La Exhortación dedica un número a la metodología de tal proceso (58). A cada uno le es asignado un cometido original insustituible e indelegable (Cfr. 28). "Cada uno viva según la gracia recibida" (Cfr. 1P 4,10).

Se pone de manifiesto el hecho "un poco olvidado" de que es el Espíritu el que instruye y dirige la Iglesia con los diversos dones, jerárquicos y carismáticos. Se olvida también que el servicio de los apóstoles y el servicio de la autoridad son precisamente dones concedidos por el Espíritu, en y para la comunidad eclesial. Parece que se haya olvidado, al menos en ciertos ambientes, que el sacerdocio ministerial es "per excellentiam" el ministerio en la Iglesia, en su comunión y misión. Esto es un ejemplo de que la iglesia y los ministerios en ella deben ser entendidos ante todo como realidades "teológicas" y no (sólo) sociológicas.

Es una importante invitación a los pastores a realizarse todavía en muchas comunidades eclesiales (han pasado ya diez años de la Exhortación): "Los pastores deben reconocer y promover los ministerios, los oficios y las funciones de los fieles laicos que tienen su fundamento sacramental en el bautismo y en la confirmación, como también, para muchos de ellos, en el matrimonio " (23). La referencia al matrimonio representa una cierta novedad para la mayoría de los fieles laicos. Es un reconocimiento de la misión eclesial de la pareja humana, no sólo en el interior de la familia, sino en el conjunto de la misión de la Iglesia.

El Sínodo ha apreciado la "aportación apostólica de los fieles laicos (...) en favor de la evangelización, de la santificación y de la animación cristiana de las realidades temporales como también su disponibilidad a la suplencia (de los ministros ordinarios) en situaciones de emergencia y de necesidades crónicas" (23). Los laicos deben realizar sus cometidos en la asamblea litúrgica, en la transmisión de la fe y en las estructuras pastorales de la iglesia, pero siempre de conformidad con su específica vocación laical (Cfr. 23). Ya al comienzo de la Exhortación encontramos, sin embargo, una amonestación relevante sobre la tentación de los laicos "de atribuirle un interés tan grande al servicio y a los cometidos eclesiales que lleguen a un desempeño práctico de sus responsabilidades específicas en el mundo profesional, social, económico, cultural y político" (2).

6. Una identidad dinámicaEl capítulo 1º en el que han sido expuestas las "urgencias actuales del mundo" encuentra las respuestas en el capítulo 3º sobre la "comunión misional" y sobre la urgencia de "emprender una nueva evangelización". Encontramos aquí una enumeración de las tareas de la evangelización a la cual son llamados a participar los fieles laicos: dignidad de la

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persona, derecho a la vida, libertad religiosa, familia, solidaridad social, política, economía y cultura. Parece que la política y la economía son los campos en los que todavía, en numerosos países (incluso "católicos") falta el testimonio cristiano y en los que no hay muchas experiencias de la presencia activa y transformadora de los fieles laicos. Es un ejemplo y prueba de que la participación en el oficio profético de Cristo no es fácil. En los países ex comunistas en los que durante cincuenta años ha sido imposible la actividad pública de la Iglesia, los fieles laicos están realizando una transición para "salir de las sacristías". El Concilio ya estimulaba "con fuerza (¡) a los laicos a vivir laboriosamente su pertenencia a la iglesia particular" (25). La frase "animación cristiana del orden temporal, que constituye el empeño específico de los fieles laicos" se repite algunas veces en la Exhortación. "Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida" (59). No se trata sólo de la acción ad extra sino también de una verdadera nueva evangelización ad intra, en el interior de la comunidad de los bautizados, en la cual muchos no han sido suficientemente catequizados, ni preparados para insertarse activamente en la misión de la iglesia. Las tareas de la evangelización son innumerables. ¡Cuántas hay sólo en el interior de la familia, que es el "-primer espacio del empeño "social"-" de los laicos! Por eso la identidad de los fieles laicos es una identidad dinámica, en relación y diálogo con las circunstancias del ambiente social y eclesial en que se vive. La Exhortación reconoce que la "necesidad de participación" y el deseo de "ser protagonistas" (mujeres, jóvenes, familia, campos de economía y política) es un verdadero signo de nuestros tiempos.

Esta necesidad de participación debe realizarse también en Iglesia sin ulteriores aplazamientos.

XLI.-LA AUTONOMÍA DE LA OFSpor Zvonimir Brusac', TOR

PARTE I

1. Las indicaciones de la Regla y de las Constituciones

Tratando de poner de relieve las líneas maestras de las nuevas Constituciones de la OFS podemos individuar tres aspectos fundamentales: la secularidad, la unidad de la OFS, su autonomía (1). "En las Constituciones están exactamente delimitadas las funciones de gobierno de las Fraternidades a todos los niveles, reservadas en vía exclusiva a los responsables seglares, y las funciones de asistencia (...) confiadas a los Religiosos de la Primera Orden y de la TOR. En esta distinción queda firme y sólida la pertenencia a la única Familia Franciscana, la `comunión vital recíproca' que expresa la comunidad de bienes, la unidad de objetivos, la ayuda mutua para hacer vivo en nuestros días -en la vida de cada uno y en la misión de la Iglesia- a Francisco y su ideal..." (2).

La Regla de la OFS afirmaba ya que "en los diversos niveles, cada fraternidad es animada y guiada por un Consejo y un Ministro (o Presidente), que son elegidos por los Profesos en base a las Constituciones" (n. 21) (3). La autonomía de la OFS, esto es la "directa responsabilidad de autogestión" (G. Paludet OFM) es indispensable porque el corazón de su espiritualidad es `vivir el evangelio en fraternidad'. (4)

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Las Constituciones, pues, indican que la "OFS es en la Iglesia una asociación pública" (5), que "se articula en fraternidades de varios niveles (local, regional, nacional e internacional"), las cuales "gozan por separado de personalidad jurídica en la Iglesia" (Art. 1,5). Los capítulos de las fraternidades en los diversos niveles tienen la potestad "legislativa, deliberativa y electiva" (Cfr. Arts. 64, 68 y 70,3). La promoción vocacional, a su vez, es la expresión vital de la autonomía: "...es un deber de todos los hermanos y es signo de la vitalidad de las propias fraternidades" (Art. 45).

"Como parte integrante de la Familia Franciscana y llamada a vivir el carisma de Francisco en la dimensión secular, la OFS tiene particulares y estrechas relaciones con la Primera Orden y con la TOR" (Art. 85,1).

Por la historia franciscana y por las Constituciones de estas órdenes, aparece que éstas se reconocen empeñadas, en virtud del común origen y carisma y por voluntad de la iglesia, en la asistencia espiritual y pastoral a la OFS (6). Esta asistencia se ejerce en el respeto de las Constituciones de la OFS y de los Estatutos preparados por las fraternidades de los distintos niveles. (Cfr. Art. 90).

2. La autonomía está ligada con la unidad y la secularidad.

"La autonomía, con la unidad y la secularidad, representan una sola realidad. No habrá una OFS totalmente autónoma si no está unida, no habrá una OFS verdaderamente seglar, si depende de los religiosos y se identifica con los Frailes que le prestan la asistencia espiritual" (7). "La OFS se configura como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas diseminadas por el mundo, coordinadas y conectadas entre sí" (Cfr. Regla de la OFS 2,20). El Consejo y el Ministro de la fraternidad de nivel superior tienen la misión de coadunar y coordinar las fraternidades del nivel inferior. Tal unidad no puede existir sin la autonomía realizada a nivel local. La autonomía y la unidad son las dos caras de una misma medalla. La autonomía exige que la OFS tenga, a todos los niveles, responsables seculares capaces de asumir las funciones de "animación y guía" de las Fraternidades, con toda la carga de fatiga, estudio, responsabilidad y disponibilidad, que esto comporta (...) requiere, pues, estructuras independientes, con sede propia y autofinanciación, es decir la posibilidad de realizar programas propios sin tener que recurrir a la ayuda de otros, ya sea a organizaciones, ya a personas privadas (8). En la preparación de la renovada Regla de la OFS tal autonomía era querida tanto por los franciscanos seglares como por los Ministros generales de la Primera Orden y de la TOR, los cuales estaban convencidos de que la autonomía haría a la OFS más viva dándole mayor espíritu de iniciativa (9). Tal actitud fue retomada en el Estatuto para la asistencia espiritual y pastoral a la Orden Franciscana Seglar, aprobado por los Ministros generales en 1992.

3. La autonomía en la comunión

Es significativo que la Regla no comience con la definición de la OFS sino con la presentación de la Familia Franciscana. La OFS realiza su autonomía en relaciones de "comunión vital recíproca" con los otros componentes de la Familia. Esto está en

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concordancia con la visión de la Iglesia como comunión-misión y con la eclesiología del intercambio de dones. La comunión eclesial no permite a las comunidades encerrarse en la propia espiritualidad, estructuras y actividades, como ha sido indicado en el reciente "Congreso mundial de los Movimientos Eclesiales" (Roma, 27-29 de mayo). La reciprocidad supone el respeto a la especificidad, la colaboración supone la autonomía de los colaboradores. Es evidente que, para realizar el intercambio, deben existir diversos dones, recibidos y custodiados, y que la identidad carismática debe ser clara. "Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo que, directa o indirectamente, tienen una utilidad eclesial, ordenados como están a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo" (10). La OFS debe tomar conciencia de su propia naturaleza, de su propio papel y de las propias responsabilidades en la misión de la Familia Franciscana (11).

Notas:

(1) Cfr. Emanuela de Nunzio, Presentazione delle Constituzioni e loro entrata in vigore, in Regola e Constituzioni Generali dell' OFS, Presidencia del CIOFS, Roma 1991, p. 49.

(2) Ibid., pp. 49-50.

(3) Cfr. Can. 309.

(4) Cfr. Can. 215: "Los fieles tienen derecho a fundar y dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad o para fomentar la vocación cristiana en el mundo".

(5) Cfr. Can. 116 õ1.

(6) Cfr. nota al Art. 85 de las Constituciones

(7) Relación de la Presidencia del CIOFS al capítulo general electivo, en Orden Franciscana Seglar, VIII Capítulo General, Roma, 7-14 de julio de 1966. Actas, Roma 1997, p. 65.

(8) Ibid., pp. 64-65.

(9) Conferencia Visión de la OFS (autonomía, unidad, secularidad ) de Emanuela De Nunzio a los seminarios para los asistentes nacionales celebrados en Frascati (para los países eslavos, 27 de febrero y para los países africanos, 26 de junio). Estoy usando las notas tomadas durante esas conferencias.

(10) Catecismo de la Iglesia Católica , 799.

(11) Cfr. Las terceras órdenes seglares hoy, a cargo de los Asistentes Generales de las Terceras Órdenes (Roma 1978), en La voce del Padre, febrero 1979.

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PARTE II

4. La autonomía en los primeros siglos de la "Tercera Orden Franciscana". (12)

La autonomía actual de la OFS es la vuelta a los orígenes (13). La figura de Francisco, la vida y predicación de sus frailes, la forma de vida dada a los penitentes traerá como consecuencia que muchos entren en la Orden de la penitencia asistida por los "Frailes Menores" (14). El Memoriale propositi (1221) ayudará a vivir la vida evangélica en fraternidad, un punto fundamental en la vida de estos penitentes. Cada una de las fraternidades tiene su propio gobierno, formado por los hermanos y hermanas elegidos por la fraternidad. El "Consejo" tiene facultad para adaptar los artículos del Memoriale, previo aviso a la fraternidad. "Transcurrido un año, los ministros con el consejo de los hermanos elijan otros dos ministros y un ecónomo de confianza que provea a las necesidades de los hermanos y hermanas /y de los otros pobres/, y (elijan) los portavoces que refieran por su mandato (= de los ministros) lo que se dice y se hace en la fraternidad" ( Memoriale propositi, 38). Entre el Memoriale y la Regla (1289 ) de Nicolás IV existieron momentos de relación muy estrecha entre los frailes menores y la Orden de la Penitencia, como por ejemplo durante el generalato de Giovanni Parenti (1227-1232), pero parece que fray Elías (1232-1239) fue opuesto a esta responsabilidad. Durante el generalato de Juan de Parma (1247-1257), Inocencio IV recomendó en 1247 a los ministros provinciales de Italia y de Sicilia la visita a los hermanos de la Penitencia, aunque un año después, puso bajo la jurisdicción de los obispos a los penitentes de Lombardía, y en 1251 a los de Florencia. San Buenaventura (1257-1274) fue contrario a un compromiso con la Tercera Orden (15). En 1284 se volvió a las buenas relaciones entre los frailes menores y la Orden de la Penitencia. En este año encontramos como "Visitador apostólico" de los hermanos y hermanas de la Penitencia a fray Caro de Florencia que les dio una nueva Regla. Nicolás IV con la bula Supra montem (1289) aprobó la Regla, compuesta por fray Caro, mantuvo todos los aspectos del Memoriale, pero introdujo las figuras del visitador y del instructor. Pidió que todos los visitadores e instructores de los penitentes fueran frailes menores: "Pero dado que la presente forma de vida fue instituida por el elogiable beato Francisco disponemos que los visitadores e instructores sean elegidos de la Orden de los frailes menores, aquellos que los custodios o los guardianes de la propia Orden crean que deben serles asignados cuando sean requeridos para ello. Sin embargo, no queremos que esta congregación sea visitada por un laico" (Regla de Nicolás IV). El cometido prioritario de visitador era el de vigilar la ortodoxia y la observancia de la Regla. Esta Regla estuvo en vigor hasta la de León XIII (1883).

Continúa la autonomía en la fraternidad de los laicos como nos lo demuestra el capítulo de toda Italia, celebrado en Bolonia en 1289 y varios capítulos regionales, en Marsciano, en Bolonia y en Umbria. (16) Durante la Peste Negra disminuye el número Penitentes, pero en 1385, existían 235 fraternidades asistidas por los frailes menores 141 en Italia y Oriente, 23 en España, 26 en Francia, 37 en los países germánicos y 8 en las islas británicas. (17) En 1400 los grandes predicadores franciscanos contribuyeron al incremento del número de terciarios. Con la separación entre Conventuales y Observantes, ratificada por León X (1513-1521) y la sucesiva separación de los Capuchinos en 1525, la Tercera Orden Secular,

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aun continuando "una y única", comenzó la distinción de las fraternidades según la obediencia religiosa de la cual recibía la asistencia espiritual. Se creaba así una división artificiosa según las cuatro familias de los religiosos Franciscanos: Frailes Menores (de la Observancia), Frailes Menores Conventuales, Frailes Menores Capuchinos y Terciarios Regulares (TOR).

5. La Regla de León XIII (1883) y las Constituciones de 1957

En la Regla de León XIII se dice: "Los diversos oficios se confieren en las asambleas de los cofrades. Los oficios durarán tres años. Ninguno sin justa causa renuncie o desempeñe con negligencia el oficio que se le ha conferido" (Capítulo III,1). El "visitador indague diligentemente si se observa la Regla. Con este fin una vez al año o con más frecuencia, si fuera necesario, visite de oficio a los sodalicios, convoque en asamblea general a los Ministros y cofrades (capitulo II,2).

En las Constituciones de 1957 la Tercera Orden no tiene la autonomía, es decir la "directa responsabilidad de la autogestión". En ellas se dice: "El gobierno de la Tercera Orden, según su particular naturaleza, se distingue en gobierno externo , que corresponde a la Iglesia y a las cuatro Familias Franciscanas y en gobierno interno, que, por derecho es confiado a los propios Terciarios" (Art. 94). "Los Superiores de las cuatro Familias Franciscanas gobiernan ordinariamente la Tercera Orden por medio de Comisarios Generales, Nacionales, Provinciales, de Distrito y de los Directores locales" (Art. 105). "El Director o Moderador local (...) debe estar dotado de competencia, celo, piedad, prudencia y dedicación pastoral. A él los Terciarios le deben obediencia y reverencia según el espíritu del seráfico Padre" (Art. 111). "El gobierno interno de la Fraternidad, como persona moral, corresponde en la Tercera Orden al Discretorio, compuesto por el Ministro y los Discretos que en conjunto constituyen el Consejo del Director" (Art. 120). "Al menos una vez al año téngase la reunión del Discretorio, bajo la presidencia del Director" (Art. 130). "Las decisiones tomadas en la reunión, ausente el Director, deben ser sometidas a su aprobación. Pero las elecciones no pueden celebrarse si están ausentes el Director o el Visitador" (Art. 131). Estas citas de las Constituciones nos demuestran lo grande que será el cambio que traerá consigo la renovada Regla y las Constituciones de 1990, según las cuales la Fraternidad es guiada por el Consejo y el Ministro mientras que el Asistente espiritual y pastoral es miembro del Consejo

6. El proceso de la realización de la autonomía. (18)

En la práctica de la autonomía prevista no faltan problemas. Hay fraternidades plenamente conscientes de la propia autonomía. En algunos países la autonomía se ha demostrado incluso en la implantación de la OFS. Pero todavía hay situaciones opuestas en las que existe una cierta dependencia de la fraternidad con respeto a los religiosos o a la asistencia espiritual. Tal dependencia es con frecuencia querida por los propios seglares porque no están preparados para asumir las propias responsabilidades. En estos casos las fraternidades se hacen menos significativas en el ambiente eclesial y social. Causa de tales situaciones, por ejemplo en los países de la Europa oriental, son las condiciones en las que ha vivido la Iglesia hasta ahora. En general hay una notable necesidad de formación para la autonomía.

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Este tema debe implantarse de modo particular en la formación inicial y en los primeros años después de la profesión, pero también a través de los programas de la formación permanente. Con frecuencia para esta formación podrá ser todavía indispensable la ayuda de los Asistentes. En los capítulos electivos se produce a veces una preocupante falta de disponibilidad para asumir responsabilidades en el Consejo de la fraternidad. La Presidencia del CIOFS está preparando un manual para la formación específica de los responsables de la OFS, según la resolución del Capítulo General de 1996.

El segundo problema, quizás el aspecto más delicado en el momento actual de la OFS, es el de la relación entre el autogobierno de la OFS y el papel del Asistente espiritual y pastoral en la Fraternidad y en el Consejo. La espiritualidad de la OFS no es una espiritualidad de reflejo en la cual se imita la espiritualidad de los religiosos. No es posible el intercambio de dones mientras la OFS sea considerada como una ayuda para la vida y misión de los religiosos, no hay intercambio si los religiosos, al asistir a la OFS, intentan "colonizarla" llevando la propia visión del carisma franciscano y de los valores franciscanos. Es necesario profundizar aún la reflexión teórica y práctica sobre las líneas maestras de la espiritualidad franciscana seglar para nuestros tiempos. Para esta tarea la OFS tiene necesidad también de la ayuda de los Asistentes. El Asistente debe ofrecer su ayuda, muchas veces necesaria, pero debe estar atento y respetar las competencias del Consejo y del Ministro de la fraternidad.

Notas:

(12) El texto, modificado en lo que ha sido necesario, lo he tomado de la conferencia Notas históricas sobre la OFS, pronunciada por Valentín Redondo OFMConv, Asistente General, al Seminario para los Asistentes (Frascati, febrero 1998.

(13) Cfr. Carta de los Cuatro Ministros Generales de la Familia Franciscana (4 octubre 1978), con ocasión de la entrega de la Regla.

(14) Cfr. A. POMPEI, el movimento penitenciale nei secoli XII-XIII, en Atti del Convegno di Studi Francescani, Assisi 1972, pp. 20-21.

(15 Cfr. SAN BUENAVENTURA, Determinationes quaestionum circa Regulam fratrum minorum, p. II, q. 15, en Opera omnia, p. 368 ss.

(16) Cf. G. G. MEERSSEMAN, Dossier del'Ordre de la Pénitence, pp. 160-178.

(17) Cfr. G. GOLUBOVICH, Biblioteca, II, p. 260.

(18) De la Conferencia de Emanuela de Nunzio.

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XLII- LA GUIA Y LA ANIMACIÓN DE LAS FRATERNIDADES DE LA OFSHacia la revisión de las Constituciones Generales

Zvonimir Brusac' TOR

PARTE IIntroducciónEste año tratamos en Koinonia los temas más importantes que sobresalen en el proceso de la revisión de las Constituciones Generales, que termina, como es sabido, con el Capítulo general en Madrid en el mes de octubre.

En el primer número, el P. Nils Thompson presentó las enmiendas referentes a la asistencia espiritual[1; en el segundo, el P. Ben Brevoort explicó los motivos de las enmiendas relativas a las estructuras de la OFS en el nivel internacional.

Queda ahora, antes del Capítulo, presentar el espíritu de las propuestas referentes a la guía y animación de las fraternidades en sus diversos niveles. El P. Ben nos ha introducido ya en el tema tratando las estructuras en el nivel internacional y, de manera particular, comentando la expresión “un consejo y un ministro” (Regla), que ahora es propuesto también para las Constituciones[2. Más adelante traemos a colación un resumen de su comentario[3.

Nuestra presentación se basa en las Enmiendas presentadas a las Constituciones Generales de la OFS que la Presidencia del CIOFS ha enviado a los Consejos nacionales y a los Consejeros Internacionales como material para los trabajos capitulares. Antes, sin embargo, quisiera recordar que la problemática de la guía y de la animación ha sido uno de los temas centrales de la renovación de la OFS. Mencionados algunos valores inspiradores del proceso de revisión, presentamos las enmiendas referentes a la guía y animación en los diversos niveles.

1. La guía y animación - el tema central de la renovaciónPresentar la nueva visión de la guía y animación de las fraternidades de la OFS y ayudar a su puesta en práctica, han sido los objetivos prioritarios de la OFS desde la promulgación de la Regla (1978). El tercer Capítulo general (Roma 1982) fue dedicado a este tema. El discurso principal fue Los responsables franciscanos seglares, animadores y guías de la fraternidad (Tina Garau, Italia), con los subtítulos: ¿Por qué una dirección seglar de la OFS? (Mageret Mertens, Alemania), ¿En qué consiste la dirección de la OFS? (Peter Keogh, Australia)[4. Es muy significativo que ya entonces las primeras determinaciones del Capítulo se referían a “la formación de los responsables”[5.

Entre las conclusiones del Capítulo de 1990, en el que se hizo entrega de las nuevas Constituciones, hay dos características fundamentales del funcionamiento de los consejos: “La Presidencia promoverá el principio y la práctica de la colegialidad y de la corresponsabilidad en el propio funcionamiento y en el de los Consejos de cada nivel...”[6. Tres años después, el Capítulo de México aprobó el texto del Estatuto de la Fraternidad Internacional de la Orden Franciscana Seglar.

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En la carta (mayo 1995) referente al Capítulo General de 1996, la Ministra General anuncia que, además de los deberes electivos, el Capítulo está llamado a tratar el tema de la “Responsabilidad a nivel internacional” (¿Qué tipo de OFS queremos?; ¿Cómo llevar a cabo el “principio de subsidiariedad”?; ¿Qué incidencia debe tener la relación entre los diversos niveles de la Orden?, etc...). Además, continúa, los grupos de estudio tratarán el tema: “¿Qué tipo de Presidencia se requiere para el Consejo internacional?” (¿Cómo debe ejercer el servicio de coordinación, animación y guía? ¿Qué debería hacer y qué no debería hacer?) Las enmiendas, como veremos más adelante, hacen referencia a la mayoría de estas preguntas.

La Comisión para la Formación ha trabajado durante este tiempo sobre el texto: El papel y la formación de los responsables en la fraternidad local[7. El texto ha sido enviado a las fraternidades nacionales como material (todavía no maduro) en vista de la reflexión capitular: “¿Qué OFS se quiere para el 2000?”. Las conclusiones del Capítulo General de 1996 hablan del “papel de los responsables para animar, guiar y coordinar las fraternidades en vista de una presencia más significativa de la OFS al comienzo del tercer milenio”. Consideraban sobre todo las responsabilidades de la Presidencia del CIOFS. En la “línea de acompañamiento, unidad y promoción” se comprometía la Presidencia a “aplicar el principio de subsidiariedad, respetando y promoviendo la vitalidad de los otros consejos, que a su vez se comprometen a llevar a la práctica las indicaciones recibidas (cfr. Const. 33.3” (Conclusiones). Esta tensión dinámica entre el centro y la periferia se halla en la naturaleza de las grandes asociaciones como lo es la OFS. Las enmiendas presentadas de las Constituciones intentan satisfacer ambas necesidades: 1) la promoción de la vida en las fraternidades de los niveles inferiores, según el principio de subsidiaridad y 2) la clara formulación de las competencias de los niveles superiores, según los principios de unidad y de responsabilidad para el “bien común”.

Se ha pedido a la Presidencia que preste una atención especial a las fraternidades nacionales necesitadas de la ayuda del nivel internacional. Las enmiendas presentadas no olvidan esta realidad: actualmente hay unas veinte fraternidades nacionales que están surgiendo.

El Capítulo de 1996 dedicó su atención a las áreas socio-culturales emergentes: “La Presidencia debe estimular la comunicación entre las Fraternidades nacionales que gozan de afinidad de intereses o de identidad de situaciones socio-culturales, en beneficio también de las Fraternidades emergentes” en tales áreas (cfr. Conclusiones). Un ejemplo de tal comunicación es el Congreso Latinoamericano de la OFS. Me parece que este camino hacia una mayor colaboración entre las fraternidades nacionales deba animarse en el próximo período, para una “presencia más significativa” de la OFS en las respectivas áreas y para el bien de toda la fraternidad internacional.

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[1 Cfr. N. Thompson, La naturaleza dinámica de la asistencia espiritual, en Koinonia 6 (1999), 1, pp. 1-5.

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[2 Cfr. B. Brevoort, Hacia la revisión de las Constituciones. Nuevas estructuras de la OFS, en Koinonia 6 (1999), 2, pp. 2-6.

[3 En el próximo número de Koinonia, después del Capítulo, se presentará el texto de las Constituciones aprobado por la asamblea capitular.

[4 Cfr. Ordine Francescano Secolare. III capitolo Generale Internazionale. Congresso Internazionale (Roma 1982). Atti (Stampato a S. Maria degli Angeli - Assisi 1984).

[5 Ibid., p. 178.

[6 Ordine Francescano Secolare. VI Capitolo Generale del Consiglio Internazionale (Fátima 1990). Atti, Roma 1996, p. 98.

[7 El texto ha sido publicado en Carta desde Roma a los Asistentes de la OFS, 30 (1997), 2, 2-7

PARTE II

2. Los valores inspiradores de la revisión de las constitucionesHay algunos valores que son importantes para el futuro de la OFS. Éstos son aceptados por la mayoría y, por lo tanto, han influido también en el proceso de la revisión de las Constituciones. Referente a la guía y animación de las fraternidades estos valores inspiradores son, de manera particular, la autonomía, preparación de ministros y consejeros competentes, colegialidad, subsidiaridad y un fuerte deseo de una “presencia más significativa” de la OFS en la Iglesia y en la sociedad. Además, durante la revisión se han seguido dos criterios fundamentales: la experiencia que se ha tenido con las Constituciones actuales y la flexibilidad organizativa que deje espacio más libre, por la legislación, al nivel internacional en los niveles inferiores.

a) La experiencia con las constituciones de 1990El proceso de la revisión de las Constituciones se ha puesto en marcha con la carta de la Ministra general del 16 de enero de 1995. En ésta se pedía a los consejos nacionales que “formulasen peticiones... basadas preferiblemente sobre las propias experiencias”. La misma Presidencia propone modificaciones, sobre todo, basadas en la propia experiencia de los últimos nueve años. Esta experiencia ha mostrado entre otras cosas, según las Constituciones actuales, que la Presidencia carece de los suficientes medios legislativos para intervenir eficazmente en la vida de las fraternidades nacionales cuando se manifiesta necesario o indispensable. La misma carencia se revela a nivel nacional y regional. Entre los valores inspiradores mencionados en la introducción, la experiencia pide que se amplíen los espacios de la subsidiariedad y de la colegialidad.

b) Subsidiariedad“El principio de la subsidiriedad, madurado por las ciencias humanas y afirmado por la doctrina social de la Iglesia, se halla presente en la legislación de la OFS, que lo codifica en

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el art. 33.3 de las Constituciones: “Los consejos de nivel superior no hagan lo que puede ser desarrollado adecuadamente por las Fraternidades locales, o los Consejos de nivel inferior; respeten y promuevan su vitalidad para que cumplan adecuadamente sus deberes”. Se subraya el uso de la palabra “adecuadamente”, que aparece dos veces. Debe haber alguno, pues, que evalúe si el comportamiento del organismo del nivel inferior es “adecuado” y, dado el caso, pueda intervenir responsablemente.

Por otra parte, la disposición citada acerca de la subsidiariedad no se detiene aquí, sino que continúa: “Las Fraternidades locales y los Consejos interesados, esfuércense en poner en práctica las decisiones del Consejo Internacional y de los otros Consejos de nivel superior y lleven a cabo los programas adaptándolos, según los casos, a la propia realidad”. Esta segunda parte es necesario que tenga presente la primera, si no se quiere que la aplicación indiscriminada e ilimitada del principio de subsidiariedad se traduzca en anarquía, en menoscabo del bien común”[1.

Ahora resulta cada vez más evidente que el deber de los responsables no consiste en imponer algo a los destinatarios de su acción, sino ofrecer sus servicios. Por lo tanto, en la situación actual, la relación entre el vértice y la base no se polariza en torno al binomio “autoridad-libertad”, sino en torno al binomio “función-beneficio”: función (responsabilidad) del vértice y beneficio de la base, de la colectividad[2.

c) Flexibilidad organizativaEntre las propuestas de los Consejos nacionales hay algunas que pretenden “introducir formulaciones más rígidas que las existentes, reduciendo los actuales espacios normativos que ahora remiten a los Estatutos particulares. La Presidencia ha considerado que la flexibilidad es un requisito fundamental de la diversidad de vida de la Orden, esparcida en el mundo, y de su evolución en el tiempo. Esta flexibilidad sea salvaguardada y, en cuanto posible, ampliada”[3.

Creo firmemente que el Capítulo de Madrid confirmará esta línea para estimular el desarrollo y la organización de la OFS de acuerdo con las realidades locales.

d) ColegialidadPor lo que se refiere a la colegialidad, sintetizo el tema del artículo del P. Ben[4.

Las dos expresiones “ministro con el consejo” (Constituciones) y “un consejo y un ministro” (Regla) a primera vista parecen idénticas, pero se refieren a dos visiones diversas del estilo de guía y de animación. La fórmula “ministro con el consejo” pone de relieve el papel del ministro, el “primer responsable” de la fraternidad que es asistido por el consejo. En esta óptica es fácil que se adopte un estilo en el que el ministro obre individualmente y el papel del consejo se convierta en secundario y casi exclusivamente consultivo.

La expresión “un consejo y un ministro” pone de relieve el papel del consejo y el servicio compartido entre diversas personas. La experiencia ha demostrado que la OFS tiene necesidad de este estilo colegial. No es necesario que el ministro en primera persona lleve adelante todas las actividades. Será necesario, sin embargo, que sea una persona que sepa

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dialogar, coordinar y delegar competencias referentes a la autoridad. Todo el consejo debe servir, aunque es verdad que el ministro continúa siendo “el primer responsable”.

e) La responsabilidad de los consejos superioresYa hemos visto que el proceso de la la revisión ya ha confirmado el principio de subsidiariedad. El nivel superior no debe hacer lo que puede ser realizado adecuadamente por el nivel inferior. Si, por el contrario, el nivel inferior no ejerce las propias responsabilidades, ¿cómo debe comportarse el consejo superior? ¿No debe hacer nada porque las tareas no cumplidas no entran dentro de su responsabilidad? Ciertamente que no, porque el consejo superior es responsable de toda la realidad de la OFS en el que ejerce su autoridad. El texto actual de las Constituciones prevee la intervención de los niveles superiores en los casos de graves incumplimientos (cfr. art. 71e, para el nivel internacional; art. 84, para todos los niveles superiores, para una eventual remoción del ministro). Las enmiendas quieren aumentar las competencias de los consejos superiores en diversos casos de incumplimiento de los deberes por parte de los consejos inferiores.

Las enmiendas referentes a la responsabilidad de los consejos superiores no se ocupan sólo de situaciones negativas. Hay otras con las que se pretende dar una mayor importancia a los consejos superiores y definir mejor sus deberes. Una atención especial se presta a los deberes del futuro “Consejo Internacional”.

f) Una “presencia más significativa” de la OFSQuizás las enmiendas más numerosas son las que desean que las fraternidades de la OFS estén más presentes en la vida de la Iglesia y de la sociedad. La OFS se ha dado cuenta claramente que su riqueza espiritual no es suficientemente conocida, ni suficientemente vivida por sus miembros, no obstante que las circunstancias de nuestro tiempo son tierra fecunda para la espiritualidad franciscana seglar.

Las propuestas pretenden, en primer lugar, acentuar la responsabilidad de los consejos superiores para la promoción de la comunión, de la colaboración y de la unidad de la OFS. Otras tienen como finalidad hacer a los consejos de las fraternidades más capaces, ágiles y eficaces.

De la misma inspiración son las propuestas con las cuales se pretende subrayar más la autonomía de la OFS con relación a los religiosos.

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[1 La conferencia Autoridad y servicio de los seglares en la OFS, de Emanuela De Nunzio, Ministra General de la OFS, en el seminario a los Asistentes de Italia (Asís, junio 1999).

[2 Según la Conferencia Autoridad y servicio de los seglares en la OFS, de E. De Nunzio.

[3 Cfr. Introducción general sobre la revisión de las Constituciones, en Propuestas de corrección de las Constituciones Generales de la OFS (material enviado a los Consejos nacionales en octubre de 1998).

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[4 B. Brevoort, o.c., p. 3.

PARTE III

3. Las enmiendas a los diversos niveles[1a) Para todos los nivelesEn lugar del art. 31, en el que se usa la expresión “ministro con el consejo”, la Presidencia e Irlanda proponen el texto: “En los diversos niveles, cada fraternidad es animada y guiada por un Consejo y un Ministro (o Presidente)”. Por consiguiente, en todos los artículos la frase “ministro con el consejo” es sustituida por “consejo con el ministro”. El cambio significa la opción por un estilo colegial de guía.

Mientras que el art. 49.3 habla sólo del aspecto electivo del capítulo, la propuesta de Brasil, de Italia (ex-fraternidad nacional “de obediencia” OFS-OFM) y de la Presidencia proponen que se añada: “La fraternidad, reunida en asamblea o Capítulo, trata los argumentos que interesan a su vida y organización”. Con esta propuesta se pone de relieve la importancia del capítulo para la vida de la fraternidad. Es necesario usar todas las posibilidades que el capítulo otorga para la animación de la fraternidad. Este paso requiere una mejor preparación del capítulo, que no se limite a la preparación de las elecciones.

En el art. 77.1-2, la Conferencia de los Asistentes Generales propone el cambio, por el que los Asistentes espirituales no tengan voz activa en las elecciones. La propuesta aclara que la guía de las fraternidades es responsabilidad de los franciscanos seglares y no de los asistentes. España apoya esta propuesta sólo para el nivel local. La propuesta de la Presidencia y del Brasil es semejante para el art. 90: “El Asistente espiritual es miembro de derecho, con voto consultivo, del consejo de la Fraternidad a la que presta la asistencia...”.

En el art. 79.1, la Presidencia, Italia y España proponen que también el viceministro puede ser elegido por dos trienios consecutivos y que para la tercera y última elección será necesaria la mayoría de 2/3 de los votos de los presentes, que debe obtener en el primer escrutinio. La novedad consiste en que para la tercera elección ya no se habla de circunstancias excepcionales, ni de la necesaria confirmación del Presidente de la Asamblea electiva. La tercera elección aparece aquí como procedimiento ordinario y más democrático.

En el nuevo parágrafo del art. 79, la Presidencia propone que “el Ministro saliente no puede ser elegido Viceministro o Consejero”. Italia (ex fraternidad nacional “de obediencia” OFS-OFMCap) pide lo mismo, pero sólo para el “Ministro no elegido para el tercer trienio”. Las propuestas concuerdan con la experiencia que sugiere se evite un servicio demasiado largo por parte de los mismos responsables y muestra que la presencia del ministro precedente en el nuevo consejo puede ser condicionante.

En el art. 97.1-3, sobre la Juventud Franciscana, se proponen nuevas y enriquecedoras formulaciones preparadas por la Presidencia, por Italia (OFS-OFM), Irlanda, Francia y Dinamarca. Las propuestas reflejan el deseo de la OFS de ayudar de manera más decisiva la

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animación de las fraternidades de JUFRA y de dedicarse activamente a la promoción de la espiritualidad franciscana seglar entre los jóvenes. La novedad propuesta por la Presidencia es ésta: “Las Fraternidades de la OFS se comprometen a dar a las Fraternidades de la JUFRA un animador fraterno, que, junto con el Asistente espiritual y el Consejo de JUFRA asegura la adecuada formación franciscano secular”. La propuesta de Irlanda es más comprometida: “Las fraternidades... procuren nombrar un miembro del respectivo Consejo como responsable para la Juventud Franciscana...”[2.

El compromiso de la OFS tiene como objetivo ayudar en la formación y en el crecimiento a los jóvenes cristianos, pudiendo ser también un modo de atraer nuevos miembros a la OFS.

b) Para los niveles superiores al localEl art. 29, en el que se habla de las fraternidades en los niveles superiores, se completa con el texto propuesto por la Presidencia y Francia que ofrece motivos para la constitución de las fraternidades en los niveles superiores: “Esta es una exigencia de la comunión entre las Fraternidades, de la ordenada colaboración entre ellas y de la unidad de la OFS”. La propuesta deriva de una necesidad vital. De hecho, escasea la “ordenada colaboración” de las fraternidades locales dentro de las regionales y la colaboración de las fraternidades regionales dentro de las nacionales. Faltan iniciativas nacionales y regionales. Es necesario enriquecer los objetivos y desarrollar diversos modos de organizar capítulos y congresos, regionales y nacionales.

La propuesta de Irlanda en el art. 30.3 (aportaciones económicas) a una la necesidad de la “presencia más significativa” en el nivel regional y nacional con las aportaciones económicas.

En el art. 77, la Presidencia propone un nuevo parágrafo sobre el quorum en los capítulos de niveles superiores: “Para proceder válidamente a la celebración del Capítulo electivo, se requiere, al menos, la presencia de más de la mitad de los que tienen derecho al voto. Para el nivel local, los Estatutos nacionales pueden establecer disposiciones diversas”. La Presidencia retiene que para elegir a los responsables destinados a desarrollar servicios importantes y exigentes, es necesario asegurar una adecuada presencia de los votantes.

En el art. 84 (remoción), la Presidencia propone un nuevo parágrafo en esta materia: “Un consejo de nivel superior, en caso de grave incumplimiento o irregularidad de un Ministro o de un Consejo, dispondrá la Visita fraterna al Consejo interesado y, eventualmente, solicitará la Visita pastoral. Valorará con caridad y prudencia la situación comprobada y tomará las medidas más adecuadas al caso, incluida la posible remoción del Consejo o de los responsables interesados”. Según las Constituciones actuales sólo se puede hacer una visita pastoral extraordinaria, “por iniciativa del Superior religioso competente” (art. 94,5). Con las modificaciones propuestas podría hacer lo mismo un consejo de nivel superior. La experiencia ha demostrado que una tal disposición es necesaria. En coherencia con esta propuesta se halla el cambio en el art. 92 (visita fraterna y pastoral) en el que se establece que “por causas urgentes y graves... la visita fraterna y pastoral pueden hacerse por iniciativa del Consejo y de la Conferencia de los Asistentes espirituales competentes”.

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c) La fraternidad internacionalPor lo que se refiere a la Fraternidad Internacional remito al artículo de B. Brevooert, en el que se presenta “la experiencia tenida con la organización actual” y el “contenido” de las nuevas propuestas (de la Presidencia, de la Fraternidad nacional de Brasil y de Italia/OFS-OFM). “Las tres propuestas tienen en común cambiar el papel de la actual Presidencia del CIOFS, de tal manera que se convierta en el Consejo Internacional de la OFS”. Definen la relación entre las disposiciones de las Constituciones y del Estatuto Internacional, y las tareas el “Capítulo General” y del “Consejo Internacional”.

Quisiera llamar la atención aquí acerca de dos propuestas por razón de su importancia respecto a la animación en el nivel internacional.

En el art. 71c, la Presidencia, como tercera responsabilidad del “Consejo Internacional” propone: “robustecer el vínculo de comunión, de colaboración, de participación entre las Fraternidades nacionales; hacer operativa la interdependencia y la reciprocidad de la OFS en los diversos niveles...; incrementar el sentido de unidad de la OFS...”. En esta propuesta veo una respuesta al deseo de las fraternidades nacionales de sentirse parte de una OFS más unida y junta, más presente como organización internacional. El mismo fin tiene la propuesta de la Presidencia en el nuevo parágrafo 3 del art. 75: “El estatuto internacional puede incluirr otras formas de reuniones y de asambleas para promover la vida y el apostolado de la OFS a nivel internacional”.

Al final de las enmiendas se halla, como añadido, el Estatuto de la Fraternidad Internacional de la OFS con las consiguientes enmiendas para las Constituciones y con las enmiendas de la Presidencia.

La Presidencia en el art. 8 (16)d, en que se habla de los “Consejeros internacionales”, propone que entre sus deberes se halla: “animar a las fraternidades nacionales de su ámbito para: estimular la relación con las Iglesias locales y la sociedad; colaborar en el diálogo ecuménico e interreligioso y en el campo de la justicia, paz y salvaguarda de la creación; promover la cultura conforme el espíritu franciscano de fraternidad universal y de alegría”. Mayor responsabilidad, pues, de los Consejeros internacionales y de las fraternidades nacionales para el cuidado de la propia identidad franciscana. La Presidencia es coherente en el promover una “presencia más significativa” de la OFS.

Todavía hay una novedad más. Siempre en línea con una mayor responsabilidad para la animación en el nivel internacional y para el crecimiento de la OFS, la Presidencia propone deberes específicos para los “capitulares que representan a varias Fraternidades nacionales” y para los representantes de la JUFRA (art. 14): contactos con los consejos y hermanos que representan, colaboración con el respectivo “Consejero internacional”, divulgación de las informaciones sobre documentos, proyectos y opciones del Consejo internacional, etc...

d) El nivel nacionalEn el art. 66 (Consejo nacional) la Presidencia propone que se codifique una praxis ya existente: “Dentro del Consejo nacional se puede constituir una Junta ejecutiva, con las competencias conferidas por el Estatuto”. En los países grandes, donde no es fácil reunir el

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Consejo nacional, ésta es una exigencia práctica, si se quiere tener una guía nacional ágil y eficaz.

En el art. 67.2g (Ministro nacional), la Presidencia propone que el ministro pida la visita fraterna y pastoral para la fraternidad al menos una vez “cada seis años”. Las Constituciones actuales piden “al menos una vez en el trienio”. La experiencia ha demostrado que la disposición actual es demasiado exigente para la Presidencia a causa del gran número de fraternidades nacionales. Si el cambio se acepta, el “Consejo internacional” podrá dedicarse más a la coordinación y animación de la fraternidad internacional.En el art. 77 (elecciones), la Presidencia, apoyada por la Fraternidad nacional de España, propone: “Los Estatutos nacionales y el internacional, para sus respectivos ámbitos, pueden establecer requisitos objetivos para poder ser elegidos a los diversos oficios”. También esta propuesta está motivada por el deseo de tener responsables competentes, que verdaderamente puedan guiar y animar las grandes fraternidades que se les ha confiado y promover el renovado rostro de la OFS.

En el art. 96 (JUFRA), hallamos una aplicación del principio de subsidiariedad: “El Estatuto nacional de JUFRA debe ser aprobado por el respectivo Consejo nacional de la OFS o, en su defecto, por el Consejo Internacional”. Según las Constituciones actuales el estatuto “debe ser presentado por el Consejo nacional a la Presidencia del CIOFS para la aprobación”.

e) El nivel regionalHay también mejoras, propuestas por la Presidencia, que se refieren a la fraternidad regional. La primera es que la fraternidad regional no sea reglada sólo por el Estatuto nacional, sino también por el “propio estatuto” (art. 61.3). La segunda prevee, análogamente al nivel nacional, que “dentro del Consejo regional puede constituirse una Junta ejecutiva, con las competencias que le confieran los Estatutos”. Estas mejoras reflejan la necesidad de reforzar la “personalidad” de la fraternidad regional. De hecho, “ideales” e “iniciativas intrépidas” de la OFS renovada, unida y autónoma se realizan de manera más concreta en el nivel regional. La fraternidad regional coincide a veces con la región civil o con la diócesis, y conoce bien situaciones y problemas del propio ambiente.

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[1 El texto de las propuestas es citado y escrito en cursiva.

[2 Para los capítulos (nacional e internacional) Dinamarca propone el intercambio de observadores entre la OFS y la JUFRA; la Presidencia ha elaborado dos propuestas referentes a representantes de la JUFRA al Capítulo General de la OFS y en el “Consejo Internacional.

Dónde se encuentran los Franciscanos seglares, la JUFRA y los Asistentes?

Conferencia pronunciada en Kosljun, Croacia, el 13 de septiembre de 1997, adaptada para la "Carta a los Asistentes"

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Carl Schäfer OFM

Parte - I

Con el año 1997 hemos llegado ya a la segunda fase de la preparación directa e inmediata del Jubileo del Año 2000.

El Papa Juan Pablo II, en su Carta Apostólica Tertio millennio adveniente, como preparación del Jubileo, escribió para ese año: "Todo deberá mirar al objetivo prioritario del Jubileo que es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos. Es necesario suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración cada vez más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente el más necesitado" ( TMA 42).

Quisiera aplicar específicamente a los franciscanos -religiosos y seglares, adultos y jóvenes- el programa trazado por el Papa. Trataré brevemente tres puntos muy importantes en la vida actual de los Franciscanos Seglares, de los miembros de la Juventud Franciscana y de los Asistentes/Animadores: la secularidad, la autonomía y la unidad. Incluiré algunas preguntas sobre cada punto, a las cuales podéis dar las respuestas adecuadas.

Más interesante que mi presentación, creo, serán las discusiones y los trabajos en grupos, y después el diálogo en el plenum.

XLIII-LA JUFRA NO ES LA OFS

Ante todo quisiera indicar algunas diferencias entre la Orden Franciscana Seglar y el movimiento de la Juventud Franciscana. La pertenencia a la Orden Franciscana Seglar es permanente mientras que la pertenencia al movimiento de la Juventud Franciscana es temporal. Desgraciadamente no somos jóvenes toda la vida. Hay una edad máxima para los miembros de la Juventud Franciscana y hay una edad mínima para el Franciscano seglar profeso. Los Estatutos nacionales deben establecer estos límites.

El Franciscano seglar ha hecho una opción vocacional adulta mientras que el miembro de la Juventud Franciscana está aún en camino vocacional. Todavía no ha tomado ninguna decisión vocacional adulta. Por eso, uno con veintiún años puede ser miembro de la Juventud Franciscana y otro de la misma edad puede hacerse Franciscano seglar. El primero no ha tomado todavía ninguna decisión vocacional adulta, el segundo ya la ha hecho.

Un grupo o una Fraternidad de la Juventud Franciscana no es una Fraternidad juvenil de la Orden Franciscana Seglar. Pero se puede formar una Fraternidad local de la OFS compuesta por jóvenes, por ejemplo, en una Universidad. En la misma Universidad se puede formar un grupo de la Juventud Franciscana. Es claro que la formación de miembros de la JUFRA será distinta de la formación de los Franciscanos seglares, según sus diversas necesidades.

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Tratando ahora de la secularidad, la autonomía y la unidad, veremos cómo estos puntos se aplican a los Franciscanos seglares, a la Juventud Franciscana y a sus Asistentes/Animadores.

1. LA SECULARIDAD:

El Santo Padre ha escrito en la Tertio millennio adveniente : "El esfuerzo de actualización sacramental mencionado anteriormente podrá ayudar, a lo largo del año 1997, al descubrimiento del Bautismo como fundamento de la existencia cristiana" ( TMA 41).

Precisamente mediante el Bautismo todos nosotros hemos sido iniciados en la vida cristiana en el mundo. En ese momento Dios nos llamó "al seguimiento de Cristo" (cf. Regla OFS 1) en la condición seglar, en la secularidad.

Algunos de vosotros, todavía jóvenes, se sienten "atraídos por S. Francisco de Asís" ( CG OFS 96.1) y "llamados por el Espíritu Santo a hacer en Fraternidad su experiencia de vida cristiana, a la luz del mensaje de S. Francisco, profundizando la propia vocación en el ámbito de la Orden Franciscana Seglar" ( CG OFS, 96.2). Vuestra vocación, como miembros de la Juventud Franciscana, es la bautismal, es decir cristiana y seglar, con énfasis franciscano.

Otros de entre vosotros ya han hecho una elección adulta vocacional, o seglar o religiosa, "tras las huellas de S. Francisco de Asís" ( Regla OFS, 1). En el bautismo fuisteis "llamados al seguimiento de Cristo", como todos los cristianos pero, impulsados por el Espíritu Santo, añadisteis a la vocación cristiana un énfasis franciscano.

Vosotros que sois seculares, laicos o clérigos, "impulsados por el Espíritu Santo a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar, con la Profesión" os empeñ is "a vivir el Evangelio a la manera de S. Francisco" y mediante la Regla de la OFS (cf. Regla OFS, 2).

Nosotros que somos religiosos franciscanos no somos seglares. Nos comprometemos con la Profesión religiosa a vivir el Evangelio al modo de S. Francisco y mediante la Regla de nuestra Orden religiosa.

Ved cómo son diversas las vocaciones franciscanas. Formamos juntos una enorme Familia Franciscana. Hacemos presente el "carisma del común Seráfico Padre en la vida y en la misión de la Iglesia", pero "en maneras y formas diversas" ( Regla OFS , 1). La vocación secular es diversa de la vocación religiosa. Los Franciscanos seglares y la Juventud Franciscana no deben comportarse como religiosos. Los frailes y las Hermanas Franciscanas no deben comportarse como seglares.

Todas las vocaciones que vienen de Dios son santas y conducen a la santidad. Lo que importa es reconocer la propia vocación y seguirla fielmente. Esta es la razón de ser del movimiento de la Juventud Franciscana: ayudar a los jóvenes a discernir la propia vocación

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y guiarlos a hacer la voluntad de Dios respecto a ellos (cf.La JUFRA: camino de Vocación Franciscana, 14).

Todos somos llamados desde el Bautismo a la santidad en el mundo, en las condiciones seglares, en la secularidad. La llamada a la santidad en la vida religiosa les llega a algunos más tarde.

Detengámonos ahora sobre la secularidad.

La vocación seglar

El Papa Pablo VI desarrolló la teología conciliar de la secularidad en su Exhortación apostólica sobre la Evangelización del Mundo Contemporáneo ( Evangelii nuntiandi ), de 1975.

El Santo Padre escribió: "Los laicos, a los que su vocación específica coloca en medio del mundo y al frente de las más variadas tareas temporales, deben ejercitar con esto mismo una forma singular de evangelización. Su deber primario e inmediato es poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas ocultas, pero ya presentes y operantes en las realidades del mundo. El campo propio de su forma de evangelización es tan ilimitado como el campo de los asuntos humanos y de la vida misma: el vasto y complicado mundo de la política, de la realidad social, de la economía; como también de la cultura, las ciencias y las artes, de la vida internacional, de los instrumentos de comunicación social, y de otras realidades...como el amor, la familia, la educación de los niños y de los adolescentes, el trabajo profesional, el sufrimiento" ( EN 70).

La Regla de la OFS de Pablo VI del año 1978, aunque no se refiera a la Exhortación, la sigue en los arts. 14-18: construir un mundo más fraterno; promover la justicia; valorar el trabajo como un don: vivir el espíritu franciscano en la familia; tener respeto hacia las demás criaturas, llevar la paz, la alegría y la esperanza.

Las Constituciones Generales de la OFS de 1990 subrayan que los Franciscanos seglares deben ser evangelizados antes mediante: el seguimiento de la propia vocación secular, la conversión, las formación inicial y permanente, la asistencia y la animación espiritual. Después, deben evangelizar ellos mismos y los otros en la familia, en el trabajo, en la sociedad secular y en la comunidad eclesial, tanto en la Fraternidad local de la OFS como fuera de la OFS.

Papel del Asistente/Animador

La Regla y las Constituciones Generales de la OFS se basan, naturalmente, en el Código de Derecho Canónico de la Iglesia Romana. Según el derecho canónico vigente, el Asistente espiritual es siempre un sacerdote, preferentemente franciscano. Por el contrario, el Animador/Animadora espiritual es una persona religiosa o seglar, pero no sacerdote.

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El Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral a la Orden Franciscana Seglar, publicado en 1992, resume todo el contenido de la Regla y de las Constituciones Generales en lo que se refiere a los Asistentes y Animadores. Es importante que los Superiores y los Asistentes lo estudien.

A nivel de la Fraternidad local tanto de la OFS como de la JUFRA, el papel del Animador/Animadora espiritual en el camino espiritual de los seglares es el mismo que el del Asistente espiritual, con la excepción de que el sacerdote puede ofrecer, además, un servicio sacramental, por ejemplo el de la Eucaristía y el de la Reconciliación.

Las Constituciones Generales de la OFS dicen: "Es cometido particular del Asistente cooperar en la formación inicial y permanente de los hermanos (seglares)" ( CG OFS 89.4).

En base a la Regla y las Constituciones Generales de la OFS verificad vuestra experiencia:

(a) OFS Grupo 1 : ¿Cuál es la realidad y la imagen de la Orden Franciscana Seglar, que vosotros vivís y demostráis? ¿Sois grupo de espiritualidad privada o grupos de evangelizados y evangelizadores? (sin abandonar la oración, la contemplación, la liturgia).

(b) Asistentes de la OFS Grupo 1 : ¿Qué tipo de formación dais a los Franciscanos Seglares? ¿Una formación solamente devocional para la vida personal y privada o una formación que conduce al compromiso cristiano en la sociedad y en la Iglesia?

(c) JUFRA Grupo 1 : ¿Cuál es la realidad y la imagen de la Juventud Franciscana que vosotros vivís y demostráis? ¿Sois solamente un disco para la diversión o un club deportivo, o sois grupos de evangelizados y evangelizadores? (sin abandonar la diversión y el deporte).

(d) Asistentes/Animadores de la JUFRA Grupo 1 : ¿Qué tipo de formación dais a los jóvenes?: ¿Una formación solamente humana mediante la diversión y el deporte, o una formación que conduce al compromiso cristiano en la sociedad y en la Iglesia?

XLIV-LA UNIDAD DE LA O.F.S.por Fr. Valeentín Redondo, OFMConv.

PARTE-I

PresentaciónLas primeras palabras que me vienen a la mente al presentar el tema: "La unidad de la O.F.S." son las de la Regla, que define la Orden Franciscana Seglar (= OFS) "como una unión orgánica de todas las fraternidades católicas, esparcidas por el mundo entero" (Regla, art. 2.). "La Fraternidad Internacional... se identifica con la totalidad de la OFS" (CC.GG., art. 69,1).

Hablar de la unidad de la OFS es andar el camino, a veces no fácil, que va de la teoría a la praxis. De todas las maneras, la realidad actual de la OFS nos presenta las bases de la

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unidad en estos términos: una Regla "expléndido don" del Espíritu Santo, aprobada y confirmada por el Papa Pablo VI, que "es en vuestras manos un auténtico tesoro, en sintonía con el espíritu del Concilio Vaticano II conforme a cuanto la Iglesia espera hoy de vosotros"(Juan Pablo II, Ai membri del Consiglio Internazionale dell'OFS , en L'Osservatore Romano, 28 de septiembre de 1982.); unas Constituciones que "ratifican, sin derogaciones, la unidad de las ordenanzas, de las estructuras, de las líneas formativas y operativas"(EMANUELA DE NUNZIO, "Presentación de las Constituciones y su entrada en vigor", en "Regla y Constituciones de la Orden Franciscana Seglar", p. 49.); una "Fraternidad Internacional... guiada y animada por el Ministro o Presidente, con el Consejo Internacional (CIOFS), que tiene sede en Roma"(CC.GG., art. 69,2.).

Sin embargo, hemos de renovarnos y convertirnos para completar lo que falta al proyecto de unidad de la Orden Franciscana Seglar, que se manifiesta en la unidad de la OFS y la unión colegiada de los Asistentes espirituales en sus diversos niveles: regionales, nacionales e internacionales.

Además, teniendo presente que es el Espíritu el que nos anima, y que la unidad "se funda en la acción del Espíritu Santo"("Tertio Millennio adveniente" , n. 47.), esta unidad está sostenida por el amor recíproco, profundizada por la formación, garantizada por el ministerio de los hermanos, asistida por los hermanos de la Primera Orden y de la TOR, y una conciencia más madura de las propias responsabilidades".

Haciendo camino

El proyecto del pasado, en que el Papa León XIII exhortaba a los franciscanos seglares (los terciarios de entonces) a unir sus fuerzas, y muchos de éstos sentían la necesidad de buscar una forma orgánica y permanente de coordinar las fraternidades interobedienciales, se hace presente hoy, en "la unidad de la Orden Franciscana Seglar" como "característica presente en el plano práctico y organizativo"(EMANUELA DE NUNZIO, "o.c.", p. 49.). La tarea, en este momento, es la de completar en cada nación y en cada región la unidad de la Orden Franciscana Seglar expresada en los textos legislativos, y afirmada con su personalidad jurídica propia en la Iglesia y en su Consejo Internacional.

La unidad teórica siempre se ha mantenido, a pesar de la división "obediencial" en la fraternidad seglar, según fuese asistida espiritualmente por una u otra familia franciscana -recogidos en "la Primera Orden y la TOR"-. Con todo, el paso a la unidad práctica ha ido madurando y todavía debe alcanzar su plena y total realización.

En este aspecto. se ha hecho un camino de renovación y profundización sobre la naturaleza de la OFS, el redescubrimiento del carisma franciscano, del puesto que ocupa el Evangelio en la vida de la Fraternidad, su secularidad, su autonomía y su autogobierno.

Todas las naciones, excepto Italia, tienen un Consejo Nacional y un Ministro, y la asistencia espiritual colegiada, señal de unidad, aunque faltan retoques que completen la mencionada unidad. De por sí es un fruto maduro, al que todos debemos de contribuir para

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que se haga efectivo. En particular, los franciscanos seglares han de ser capaces de saber pasar con sencillez, pero con audacia, de la norma de una Regla, unas Constituciones, un Ministro/Presidente y Consejo..., a la vida práctica y diaria de sentir y vivir la unidad, y viceversa.

PARTE-II

Promover el carisma de la unidad

El fruto, como digo, está maduro, pero aún queda camino por andar. El Capítulo general de Fátima recomendaba a la Presidencia la necesidad de animar al logro de la unidad: "La presidencia animará y promoverá la superación de las correspondientes divisiones que en el pasado habían caracterizado a la Orden Seglar". Y también: "La Presidencia pondrá gran atención para alcanzar su propia unidad interna, y entre el CIOFS y los niveles nacionales y regionales, estimulando a todas las Fraternidades nacionales a realizar la unidad delineada por la Regla y por las Constituciones Generales".

Esta tarea, este esfuerzo de animación que conduce a una perfecta armonía de vida y de exigencias a que nos apremian la Regla y las Constituciones, todavía debe continuarse, porque, aunque de hecho la unidad existe en los documentos, ésta debe ser asumida por sus miembros como participación activa, lo que requiere una verdadera madurez y formación en este sentido.

Animación desde la asistencia espiritual

Es también tarea de los hermanos de la Primera Orden y de la TOR, en primer lugar, saber aceptar estos cambios estructurales. Se nos pide estar al lado de los laicos, de nuestros franciscanos seglares, que como reconoce el Vaticano II tienen en la Iglesia una madurez y una responsabilidad: "confiando en los laicos, han de encomendarles tareas de servicio de la Iglesia, dejándoles libertad y margen de acción, incluso invitándoles oportunamente a que emprendan actividades también por propia iniciativa"(Decreto"Presbyterorum Ordinis" , 9). Y parafraseando un texto de la "Christi Fideles Laici", ayudar a nuestros hermanos franciscanos seglares a tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a una Orden, la Orden Franciscana Seglar, sino de ser ellos la Orden, en comunión de carisma con los hermanos de la Primera Orden y de la TOR. Ellos son la Orden Franciscana Seglar("Por tanto ellos, ellos especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser Iglesia... Ellos son la Iglesia " (Christi Fideles Laici (=CFL), 9).

Al reconocer la mayoría de edad de los laicos y nuestra responsabilidad de "la alta dirección" y asistencia espiritual, nosotros, los frailes, hemos de saber pasar de la dirección, que aún, a veces, realizamos en Fraternidades de diversos niveles, a lo que es el acompañamiento y asistencia espirituales, siendo, al mismo tiempo, animadores de la unidad, porque, aunque ponderada, no es fácil asumirla. Es un rasgo también de nuestra madurez franciscana y de nuestra minoridad. En este sentido, me parece oportuno transcribir unas líneas de la carta que el Ministro general, fr. Agostino Gardin, OFMConv,

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como Presidente de turno, ha enviado a todos los Ministros provinciales de la Familia Franciscana de la Primera Orden y de la TOR de Italia. Después de invitar a "no dejar irresoluta esta situación, por cuanto sea difícil", ellos que son los Ministros de los Asistentes espirituales y de "la alta dirección" -añade un texto de la Exhortación apostólica Vita Consecrata -: "La Iglesia encomienda a las comunidades de vida consagrada, la particular tarea de fomentar la espiritualidad de la comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de sus confines..." (n. 51, cfr. tambien los nn. 41,45, 46, 47). Como franciscanos estamos llamados a ser "apacibles, pacíficos y mesurados, mansos y humildes" (2R. 3,11), promotores de paz, de reconciliación y armonía en todas las situaciones y circunstancias. ¿No lo deberemos ser quizás, de manera particular, con los hermanos y hermanas seglares que comparten con nosotros el ideal y la espiritualidad franciscanas?".

Sólo una respuesta positiva, de animación y de acompañamiento hacia la unidad dirá de nosotros que hemos comprendido que la OFS tiene "el carácter secular... propio y peculiar de los laicos"("Lumen Gentium", 31.). Y, por lo tanto, dentro de la gran Familia Franciscana, "la participación de los fieles laicos tiene una modalidad propia de actuación y de función, que, según el Concilio, es propia y peculiar' de ellos. Tal modalidad se designa con la expresión índole secular'"(CFL. 15.). Y que para los franciscanos seglares se manifiesta en la unidad de todos los miembros de la Orden Franciscana Seglar.

Dejémonos invadir por el Espíritu

Encontrándonos en el segundo año de preparación hacia el Gran Jubileo, y que está dedicado al Espíritu Santo, dejémonos penetrar por El, el Espíritu de la unidad. Cuantas cosas pediremos al Espíritu de Dios para los demás, aun las más serias. Pero, como siempre ocurre, pedimos para los demás. Detengámonos un momento, y dejémonos invadir por este mismo Espíritu, cuyos frutos son "amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí" (Gal. 55,22), fundamento de la unidad del carisma. Puede renovar todo, pero con nosotros, con nuestro sí, que sería como convertirnos, pero no hará nada sin nosotros. Traigo a colación dos textos de la carta de la Conferencia de la Familia Franciscana sobre el tema que tratamos, que no tienen desperdicio. El primero lo saco del título: "nuestro servicio al Espíritu" : "No debemos olvidar que el primer efecto visible de la venida del Espíritu en Pentecostés fue el de reunir en la única fe a pueblos diversos. El es el Espíritu de unidad y está presente en todas las partes en las que se crea o se consolida la unidad..." (n. 9).

Y entre las propuestas, en el "espíritu de unidad", se encuentra la de la unidad en la OFS, "llamados a vivir este espíritu de unidad sobre todo hacia dentro... Queremos insistir, como en la carta pre-jubilar del año pasado, invitándoos a una mayor comunión y colaboración dentro de la gran Familia Franciscana... Dentro de las tres Ordenes franciscanas (...) se favorezcan encuentros, también informales, intercambios, momentos comunes de oración y de reflexión, iniciativas concretas de comunión y de fraternidad" (n. 13).

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Entre las iniciativas concretas de comunión, podemos señalar la "unidad de la Orden Franciscana Seglar" en las naciones donde todavía no se ha alcanzado, o necesita reforzarse con actividades de formación, de oración, de reflexión y encuentros fraternos.

Las "Reglas" signo de la unidad de la OFS

Dirigiendo la vista al camino andado por los Franciscanos Seglares, nos damos cuenta que algunos de los pasos dados son de singular importancia y signo de la presencia del Espíritu.

Quiero recordar la figura y el recuerdo de Francisco de Asís, señal del paso refrescante y alentador del Espíritu en su tiempo. Francisco va a dedicar su vida a la penitencia, va a vivir "en conversión", y, al mismo tiempo, va a entrar en el movimiento penitencial. En segundo lugar, Francisco es fiel al Espíritu del Señor en la Iglesia y desde la Iglesia, en un período de tanta confusión y tantos movimientos que aseguraban ser guiados por ese mismo Espíritu, pero en los que no descansaba la paz, ni la unidad.

A esto hay que añadir el interés que presta Francisco y sus hermanos al movimiento penitencial, con quienes inician la llamada Tercera Orden, hoy Orden Franciscana Seglar: "Hombres casados les decían: tenemos esposas que no nos permiten dejarlas. Enseñadnos, pues, un camino que podamos tomar para llegar a la salvación. Y con ellos los hermanos fundaron una orden que se llama de penitentes"(AP. 41; cfr. 1C. 37; LM. 4,6; TC. 60.).

Recibieron una "norma de vida", que ya se halla delineada en la primera Carta a los Fieles, algo más desarrollada en la segunda redacción de la misma, con estos cinco elementos:-- amor a Dios-- amor al prójimo-- oposición al espíritu de la carne, a las tendencias pecaminosas, del mal-- celebración de los sacramentos, en particular, la confesión y la eucaristía-- obrar en todo conforme a la conversión.

Jurídicamente se halla más detallada esta norma de vida en el "Memoriale propositi" del 1221-1228. El primero es obra de Francisco y el cardenal Hugolino. El del 1228 es dado a los "penitentes" por el mismo Hugolino, ya siendo papa, con el nombre de Gregorio IX. Sus 39 artículos regulan la vida austera, la pobreza en los vestidos, los ayunos, la frecuencia en la recepción de los sacramentos, las obras de misericordia...

El "Memoriale" se actualiza en tres grandes reglas en el transcurso del tiempo. La Regla de Nicolás IV (Fr. Jerónimo Masci de Ascoli Piceno, francisccano), que mejora la regla preparada por Fr. Caro de Arezzo (guardián y Custodio de Florencia). La Regla fue publicada con la bula "Supra Montem" (18.VIII.1289). Estuvo vigente casi durante seiscientos años.

Esta "unidad" de Regla contrasta con las llamadas "obediencias" que se han mantenido hasta hoy, que no son más que un reflejo de la desunión y separación entre Conventuales y Observantes, ratificada por León X en 1517, y la separación posterior de otra reforma, los Capuchinos, en 1525, más la tercera Orden Regular. Nuestras separaciones han repercutido

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en la unidad teórica, pero no real y práctica de la Orden Francisccana Seglar, que hemos de animar para su recuperación. Ellos son "seglares", no frailes; la OFS no se identifica con ninguna de las ramas de la Primera Orden o la TOR, ni con sus estructuras geográficas de presencia.

León XIII publica una nueva Regla con la bula "Misericors Dei Filius" (30.V.1883), conocida como Regla de León XIII . Aunque se mantiene la estructura de "obediencias", en el horizonte comienza a surgir como una nubecilla la idea de la "unidad de la Orden". El propio León XIII considera a la Tercera Orden "única Orden", cuando escribe: "cuando hablo de reforma social, pienso especialmente a la Tercera Orden de San Francisco". Y en otra parte: "La Tercera Orden de San Francisco organizada para la acción social es capaz de dar frutos maravillosos"(AA.VV., Dizionario Francescano, cols. 1299-1300.).

La "interobediencia" que aparece en las Constituciones del 19577, fue el primer paso para lograr la unidad de la OFS, existente desde el principio, pero obscurecida con la división de la Primera Orden en varias Familias.

PARTE-III

La regla de Pablo VI

Tanto el "Memoriale Propositi" como las Reglas de Nicolás IV y León XIII, ganan en jurisdicismo, pero pierden la fuerza de la Palabra y el sentido de la "penitencia" (carisma). Pablo VI, el 24 de junio de 1978, publica la Regla actual con la bula"Seraphicus Patriarcha", que comienza con la Carta a todos los Fieles, en su primera redacción, y recupera el valor y el fundamento de la Palabra: "observar el Evangelio"(Cfr. Regla, art. 4.), buscar la "persona viviente y operante de Cristo"(Cfr. Regla, art. 5.)..., así como el sentido de la "penitencia", de la "conversión"(Cfr. Regla, art. 7.), la justa relación con los bienes terrenos y el testimonio de los bienes futuros(Cfr. Regla, arts. 11-12.)...

Además, si las Reglas de estos largos siete siglos y medio son el principal signo de "unidad" de la OFS, en este momento, la Regla de Pablo VI ha dado el espaldarazo a dicha "unidad", porque se habla de una Regla, unas Constituciones Generales, un Ministro general y un solo Consejo Internacional, una única estructura...

Una estructura que se olvida de las "obediencias", reflejo de la división existente en la Primera Orden. En las Constituciones Generales no se hace mención a la "interobediencia", porque la OFS es una Orden única y unida, que "se rige por el derecho universal de la Iglesia y por el propio: Regla, Constituciones, Ritual y Estatutos particulares"(CC.GG., art. 4,1.).

La Orden Franciscana Seglar tiene personalidad propia: "Se divide en Fraternidades, de diversos niveles o grados: local, regional, nacional e internacional. Cada una de estas Fraternidades tiene su propia personalidad moral en la Iglesia"(Regla, art. 20.). Y las Constituciones Generales repiten: "Cada una (de las fraternidades en sus diversos niveles), individualmente, tiene personalidad jurídica en la Iglesia"(CC.GG. art. 1,5.).

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Con todo, permanece el lazo de afecto, de familia, de agradecimiento, entre las fraternidades de la OFS y las fraternidades de los frailes a través de "la alta dirección" y la asistencia espiritual, tratando "de vivir en "recíproca comunión vital" con todos los miembros de la Familia Franciscana"(CC.GG., art. 98,1.). Pero en nada debe repercutir la estructura geográfica de los frailes con la estructura regional o nacional de la Orden Franciscana Seglar, porque "la Fraternidad regional es la unión orgánica de todas las Fraternidades locales existentes en un territorio o que pueden integrarse en una unidad natural, ya sea por la proximidad geográfica, problemas comunes o realidades pastorales. Asegura la vinculación entre las Fraternidades locales y la nacional, en el respeto por la unidad de la OFS y con la integración colegiada de las diversas Obediencias franciscanas que eventualmente cuidan la asistencia espiritual del área"(CC.GG. art. 61,1.).

Lo que se repite también al hablar de la Fraternidad nacional, que nada tiene que ver con las Provincias de los frailes: "La Fraternidad nacional es la unión orgánica de las Fraternidades existentes en el territorio de un estado o entidad nacional, unidas y coordinadas entre sí a través de las Fraternidades regionales, donde existan"(CC.GG. art. 65,1.).

Mientras que la Fraternidad Internacional "se identifica con la totalidad de la OFS. Tiene personalidad jurídica propia en la Iglesia"(CC.GG. art. 69,1.).

Mirando al futuro

La unión jurídica, de por sí, con su Consejo Internacional y con sus Consejos Nacionales y Regionales, es signo de crecimiento humano, evangélico y franciscano, y de ganancia para todos, seglares y frailes, la sociedad y la Iglesia, porque los hermanos son vasos comunicantes en que se dan y se enriquecen con los dones. El P. Jaime Zudaire lo afirma así: "la expresión comunión (= común unión = unidad) orgánica dice: alma y cuerpo. Alma: el afecto fraterno, el común ideal, la voluntad de servirse y ayudarse recíprocamente y realizar obras comunes para promover el bien. Cuerpo: es la organización, las normas jurídicas que son encarnación, signo e instrumento de la vocación a vivir en fraternidad local y universal"(ZUDAIRE, Jaime, "En seguimiento de Cristo con Francisco de Asís", Consejo Nacional OFS, Madrid 1995, p. 56.).

Me parece oportuno traer a colación las palabras de Francisco que recuerdan la presencia del Espíritu Santo como animador de las fraternidades hacia la unidad: "El Santo tuvo siempre constante deseo... de asegurar entre los hijos el vínculo de la unidad para que los que habían sido atraídos por un mismo Espíritu y engendrados por un mismo Padre se estrechasen en paz en el regazo de una misma madre"(2C., 191.).

La unidad de autogobierno, como la unidad de toda la familia en un mismo carisma son dos expresiones del esfuerzo por mantener el vínculo que nos hermana y alcanzar la compenetración de dos realidades: frailes y seglares franciscanos, animados por un mismo Espíritu: "Entre los religiosos y los seglares existe, de hecho, y debe desarrollarse cada vez más esta recíproca comunión vital, exigida por la pertenencia a la misma familia, aunque en

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formas diversas"("Estatuto para la asistencia espiritual y pastoral de la Orden Franciscana Seglar", art. 1.).

A modo de conclusión

Los franciscanos seglares lograrán la deseada unidad estudiando, amando y viviendo la Regla, como se lo pide Juan Pablo II: "estudiad; amad; vivid la Regla de la Orden Franciscana Seglar, aprobada para vosotros por mi predecesor Pablo VI. Es un auténtico tesoro en vuestras manos, en sintonía con el espíritu del Concilio Vaticano II y que responde a cuanto la Iglesia espera de vosotros... La Iglesia tiene necesidad de vosotros para hacer que el mundo pueda recuperar el primado de los valores espirituales"(Juan Pablo II, Ai membri del Consiglio Internazionale dell'OFS, en L'Osservatore Romano, 28 de septiembre de 1982.).

Esta misma exhortación de Juan Pablo II vale para nosotros, religiosos. Hemos de estudiar la Regla y Constituciones de la OFS y amarlas, para ayudar a los miembros de la Orden Franciscana Seglar a vivirlas. Porque sólo conociéndolas, las amaremos, y amándolas les invitaremos y asistiremos a vivirlas en la unidad y comunión de una Orden que con la Primera, la Segunda y la TOR forman la gran Familia Franciscana.

XLV-ACOMPAÑAR A UNA FRATERNIDAD FRANCISCANA¿Qué quiere decir?

Con este título, la Fraternidad Nacional OFS de Francia ha distribuido un documento que publicamos gustosos, porque representa una vía interesante para acelerar el movimiento de responsabilidad de laicos en el contexto de las Fraternidades seglares.Lo ponemos a tu consideración en vista de la revisión de las Constituciones Generales, donde la figura del *acompañante* (animador espiritual laico) podría encontrar un adecuado respaldo.

Hay que distinguir netamente el papel del acompañante, que se coloca a un nivel espiritual y pastoral, del de responsable de Fraternidad, que nos asegura la coordinación y la animación. Estas dos funciones son diversas pero complementarias, y cada una reclama *talentos* específicos.

Precisemos cual es el papel del acompañante espiritual:

Es sobre todo y ante todo, alguien al servicio del crecimiento espiritual del grupo, atento al discernimiento de su camino espiritual. Con su atención y relectura de lo vivido, el acompañante permite al grupo recibir mejor, en su propio seno, la presencia de Dios y la llamada del Espíritu.

Está ahí para favorecer la interiorización, para ayudar a cada uno a entrar en relación más profunda con Dios. Debe llevar en sí la solicitud por el desarrollo espiritual de cada miembro.

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Es testigo de la misericordia de Dios y puede ayudar al grupo y a las personas individuales a curarse sus heridas.

Nuestras Fraternidades son comunidades eclesiales. El acompañante, por tanto, tiene el trabajo de ayudar al grupo a tomar conciencia de estar en una célula de la Iglesia.

Nuestra Fraternidades son franciscanas. El acompañante es un garante de la espiritualidad franciscana. Permite al grupo progresar en su experiencia espiritual franciscana. Debe tener la responsabilidad de establecer lazos con toda la Familia Franciscana. El acompañante favorece un clima de confianza y de sinceridad, ayudando, en la medida de sus posibilidades, a resolver los conflictos y favorecer las relaciones en el seno del grupo, de acuerdo con el Ministro.

¿Quién Acompaña?

Parece importante que sea alguien que se destaca, en cierta forma, que tiene algún relieve en el grupo. No estaría bien acompañar la propia Fraternidad, en donde se convive y se comparte como todos los miembros. Este servicio debe estar en otro grupo, donde no se está igualmente empeñado.

El acompañante espiritual no puede auto nominarse. Después de una consulta, la Fraternidad - a nivel nacional, regional - propone a la Fraternidad local un acompañante para un tiempo definido. Estaría bien que el acompañante recibiera una *carta de encargo*.

Esta selección no puede hacerse hasta después de un período de discernimiento, durante el cual la misma persona debe ser acompañada. Para evitar los riesgos del *guru* o la toma abusiva de poder, este acompañamiento durará durante el tiempo del encargo. Será efectuado a dos niveles: individual y colectivo (encuentros con otros acompañantes). Esta *supervisión* parece necesaria para ayudar al acompañante a valorar como vive este servicio, evaluar su presencia y su acción, y discernir sus lagunas y necesidades.

Queda una pregunta: ¿dos personas juntas, por ejemplo una pareja, podrían acompañar un grupo?

¿Cuales serían las cualidades del perfecto acompañante?

Tener una gran calidad de vida espiritual, una fuerte vida interior animada por una oración regular; tener el sentido del misterio, saber reconocer que todo viene de Dios; tener una cierta coherencia interior (claridad consigo mismo); tener humildad, sentido de servicio; saber reconocer su propios limites y aceptarlos; tener una visión positiva sobre las personas y un profundo respeto por las experiencia de los otros; saber escuchar y saber esperar; tener una buena dosis de sentido común;

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estar comprometido en la vida; aceptar la formación de la Fraternidad; tener un buen conocimiento de S.Francisco. Formación

Para este servicio, parece indispensable una formación seria. Son necesarios un mínimo de preparación teológica, bíblica y eclesial, un buen conocimiento de la espiritualidad y de los textos franciscanos, así como buenas bases de formación humana (escucha, dialogo, comunicación).

París, marzo de 1997

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XLVI- LA FRATERNIDAD FRANCISCANA EN INTERNETde: Bonne Nouvelle, Revista del Centro OFS de Montreal (Canadá)

¿Siento talvez un lamento? ¿El ordenador y el Internet son muy difíciles para ti? ¿Estás seguro? Conozco franciscanos de 84 años que han empezado a utilizar ordenadores.

Mediante el correo electrónico (E-Mail) se crea verdaderamente una comunidad, una auténtica fraternidad, donde es placentero vivir, intercambiar ideas, discutir proyectos, encontrar soluciones, alentarse recíprocamente. Créeme, o mejor: no me creas a mi, pero experiméntalo tú mismo. Se aprende cómo se logra la formación en otros ángulos del mundo. Se discuten los problemas existentes en otros países que, en el fondo, son tan semejantes a los nuestros. Se reza por las necesidades que otros hermanos o hermanas señalan. Nos planteamos preguntas los unos a los otros y si es posible, nos damos las respuestas. Otros enriquecen la discusión con sus puntos de vista. Se vive en fraternidad de manera tal, entre hermanos y hermanas, que aunque nunca llegamos a vernos, aprendemos a conocernos.

Otra vez más, no me creas a mi. Prueba. Para mayor información, escríbenos:[email protected]@sympatico.ca

XLVII-VIVIR LA POBREZA EN FRATERNIDAD 1. La pobreza evangélica

La pobreza evangélica es una de las principales características de la presencia franciscana en el mundo. Vivir el ideal seráfico de pobreza representa un continuo desafío y una llamada a la reforma en la Orden.

Se trata, por tanto, de profundizar en el tema de la pobreza, no tanto como virtud personal y ascética, sino en su dimensión comunitaria e institucional. No basta vivir como hermanos pobres. Es preciso constituir fraternidades pobres.

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No se trata simplemente de hacer teología de la pobreza, sino de ofrecer estímulos, aplicaciones concretas, nociones técnicas, actualizaciones.

La perspectiva sobre la que debe girar nuestra reflexión sobre la pobreza evangélica es la Fraternidad. La Fraternidad es el espacio teologal y la clave de lectura para discernir el modo concreto de vivir la pobreza evangélica.

Por tanto, la vida fraterna debe ocupar el centro de nuestras reflexiones, porque en la vida fraterna se vive una dependencia recíproca, solidaria, de mutuo servicio. Y, al mismo tiempo, no debemos olvidar que la pobreza y la minoridad siguen un camino paralelo.

2. Situación actual

El así llamado "pensamiento único" levanta hoy una cierta preocupación. Nos encontramos frente a una falta notable de alternativas. El "pensamiento único" se caracteriza por la aceptación del neo-liberalismo como alternativa, que coloca el mercado como base y sustento de la economía, a pesar de las discriminaciones que de él se derivan: más pobreza, más separación entre el mundo de los pobres y el de los ricos y, en este mismo contexto, los que no poseen nada y los que lo tienen todo.

A pesar de eso, encontramos actitudes individuales y movimientos colectivos de lucha en sectores y campos concretos, en busca de valores de un orden nuevo ahora ignorado.

Pensemos, por ejemplo, en el trabajo humanitario que hacen los jóvenes voluntarios de las ONG, dedicados y solidarios en innumerables iniciativas de índole asistencial.

Pero este compromiso tan generoso camina de manera parcial, sin interdependencia mutua. Se trabaja en sectores y campos concretos, sin pensar en la totalidad del problema.

Ante estas observaciones, ciertamente incompletas, son muchos los que creen en la posibilidad de iniciar un camino de esperanza para superar las deficiencias actuales de este orden social y económico.

Este camino debería llevarnos a programar un proyecto alternativo, para que los hombres y mujeres de todo el mundo puedan sentirse plenamente realizados, motivados para seguir adelante, y por tanto libres.

Toca a todos nosotros unificar los esfuerzos para conseguir y consolidar un pensamiento alternativo global.

Tenemos a nuestro favor el don de la universalidad. Este don de la universalidad, que el Espíritu Santo nos da como característica privilegiada de la Orden en el momento presente, nos ofrece la experiencia de una variada gama de desafíos evangélicos. Al mismo tiempo, este don de universalidad encierra una responsabilidad especial en la formulación de respuestas evangélicas, en palabras y en obras, coherentes con nuestro carisma.

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3. Hermanos pobres y menores

Hablando de pobreza, ¿en qué clase social podemos colocarnos? Partiendo de que la pobreza debe ser nuestra característica específica, es muy difícil determinar una categoría que nos identifique claramente con una clase social determinada. El hecho de que nuestra pobreza es una opción, nos diferencia de aquéllos que no han escogido ser pobres, pero se encuentran en esta situación por fatalidad o por destino.

Esta concientización deberá acompañarnos en nuestro esfuerzo de adaptación a las condiciones de vida del pobre. A pesar de la cercanía y similitud, nunca seremos iguales a ellos. Por nuestra parte, contamos con una ventaja de cultura, de lazos de solidaridad y de ayuda mutua dentro de la Orden: por ejemplo, una autoridad central que puede intervenir para una ayuda determinada; la Provincia madre que ayuda económicamente a su Viceprovincia etc.

Algunas experiencias de inserción entre las clases pobres nos ofrecen puntos de reflexión. Algunas iniciativas de inserción fueron impulsadas por un excesivo idealismo sensacionalista.

La finalidad era adoptar modalidades de vida típicas de los pobres y desheredados; recuperar la dimensión genuina y humana de vivir en fraternidad; hacernos pueblo con el pueblo, eliminando algunas distinciones que nos separan de ellos.

Es ésta una finalidad que debemos tener presente, también hoy, y que debemos reavivarla. La carencia de esas experiencias influyó en la fragilidad de la vida fraterna, que debería haber apoyado esa tentativa. Se trataba, las más de las veces, de hermanos aislados que, por cuenta propia, hacían una experiencia. La inserción entre los pobres debería ser expresión de toda la fraternidad.

Las cosas han cambiado mucho; algunas modalidades o situaciones prácticas, por ejemplo las "pequeñas fraternidades", son fruto del tiempo. Las razones que dieron vida a esas pequeñas fraternidades también son válidas ahora. A veces se pretende eliminar este fenómeno, que ha sido positivo en varios aspectos.

También las fraternidades actuales, que viven en conventos grandes, podrían usar algunos locales para atender a las necesidades de los pobres. Tenemos algunos testimonios en este aspecto, sin que sea todavía una característica de toda la Orden.

4. La pluriformidad aplicada a la pobreza

La pluriformidad es un campo minado en el ámbito de la pobreza.

De una parte, es preciso conservar vivo en la Orden un idéntico espíritu de pobreza, una cierta homogeneidad de estilo de vida y de comportamiento, una solidaridad interna entre las diversas circunscripciones de la Orden. El principio "lo mínimo necesario, y no lo

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máximo permitido" debe ser válido para todos. El problema comienza cuando nos damos cuenta de la diferente interpretación de este principio en unas regiones o en otras.

Podemos añadir que la pluriformidad juega un papel importante que determinará el modo de vivir la pobreza en situaciones distintas. No se puede separar la pluriformidad de la fraternidad; deben ir al unísono para evitar caer en el individualismo. Tenemos un lugar privilegiado y propio para discernir el modo de aplicar la pluriformidad en formas concretas: la fraternidad en sus diversos niveles, comenzando por la fraternidad local.

Por otra parte, la pluriformidad asume características particulares según los contextos, según el nivel de vida del pueblo que nos rodea. Aún comparando los beneficios de que disfrutamos con los de aquéllos que nos rodean, o las diferencias entre nosotros y las familias que están cerca de nosotros, no se puede descartar que nosotros necesitamos estructuras propias, cuyo estilo y funcionalidad vayan en concordancia con nuestras necesidades.

En lo que se refiere a los países pobres, no podemos confundir pobreza con miseria; la miseria no es un valor, por lo que debemos combatirla.

Para evaluar nuestra pobreza deberíamos mirarnos a nosotros mismos con los ojos de los demás. Es importante saber si el pueblo nos reconoce como pobres en los diversos lugares y países. Ser pobres no es un asunto privado que debe ser juzgado solamente por nosotros.

El misterio y los problemas de la pobreza franciscana ayer y hoyHno. Thadée Matura OFM

Para aclarar completamente esta cuestión sobre el reto que se nos presenta - ¿cómo vivir la pobreza franciscana hoy? -, es necesario cuestionar el concepto sociológico moderno de la pobreza junto con las perspectivas bíblicas.

Para los sociólogos, la pobreza es la falta del necesario que crea la dependencia y lleva a la exclusión o a la marginación. Es absoluta (miseria) cuando pone en riesgo la vida; es relativa cuando excluye del género de vida que lleva la mayor parte de la sociedad. La pobreza material es también antropológica (analfabetismo, falta de libertad, de salud, de igualdad, soledad, etc.). Se trata siempre de un mal que hay que erradicar.

El esencial de la enseñanza bíblica sobre este asunto se puede resumir en tres puntos:

Los bienes materiales - y todos los demás bienes humanos - son un valor y un don de Dios. Pero hay que compartirlos, porque no puede haber pobre en el pueblo de Dios. Sin embargo, los bienes y las riquezas pueden convertirse en tentación, en esclavitud, en obstáculo a la salvación.

La pobreza es un mal, un sufrimiento y un escándalo que hay que suprimir. Dios tiene que intervenir para acabar con ella y lo hace por Jesucristo el cual anuncia su fin en las bienaventuranzas.

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Existe, todavía, una pobreza radical que afecta todo el ser humano: los límites, el sufrimiento, el mal moral, la muerte. Todo el creyente debe aceptar esta situación y abandonarse con confianza al único Salvador que puede salvarlo.

La pobreza en San Francisco

El proyecto de Francisco expreso en sus Reglas y en los demás escritos, no está centrado en la pobreza. Se trata más bien de un conjunto coherente cuyo centro es la experiencia de Dios Trinidad y el amor de todo el ser humano. La pobreza hace parte de esto pero en su lugar. Para Francisco, la pobreza más profunda, la del ser, se identifica con la humildad y la minoridad. Consiste en el reconocer que todo lo que es bueno en el hombre viene de Dios, pertenece a él y debe ser reconocido en acción de gracias. El hombre "no tiene más que sus vicios y sus pecados", que es la parte sombría y herida de su ser que tiene que aceptar con humildad llevando cada día sus flaquezas y la cruz de Cristo. La pobreza material, rechazo de toda posesión comunitaria del dinero y de los bienes, solo tiene sentido si tiene como base esta pobreza interior. Este tipo de pobreza material, en conexión con las estructuras y las situaciones del siglo XIII, no puede ser deducido directamente del Evangelio.

La pobreza en la vida y en la historia de la Orden

Aunque la vida profunda basada sobre una visión evangélica abierta y total siempre ha estado presente desde la muerte de San Francisco, conoció, sin embargo, una fijación sobre los problemas de la pobreza. De la Regla y del Testamento, solo hemos guardado, casi exclusivamente, los textos que hablan de la pobreza y, las declaraciones papales han dado una interpretación jurídica y moral y han fijado en sentido de su obligación. La "perfección evangélica" se quedó reducida al rechazo del "poseer", lo que no corresponde a la visión evangélica y creó dificultades con la Iglesia. Durante los siglos siguientes, hasta hoy, las prescripciones de la Regla, juntamente con algunos expedientes jurídicos (procuradores, etc.), han sido observadas por todas las reformas, más o menos a la letra y han asegurado, - juntamente con otros valores -, el florecimiento de la Orden.

La situación actual

Desde el siglo pasado, las estructuras modernas de la sociedad y sus evoluciones han hecho imposible la aplicación literal de las prescripciones de la Regla. Los bienes (inmobiliarios y capital) pertenecen a la Orden y los administramos: el dinero se usa normalmente y las demás exigencias no se viven. Sin embargo, estamos convencidos que tenemos que dar testimonio de pobreza. Estamos en un momento crítico, en una encrucijada de caminos, y son muchos los desafíos que se nos presentan:

Volver al centro de nuestro proyecto.

Situar en el los valores verdaderos y permanentes de la pobreza.

Evaluar con la capacidad necesaria nuestra situación presente.

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Reconocer que, sociológicamente, no somos pobres.

Dibujar los caminos del futuro a nivel individual y comunitario.

XLVIII-ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA SEGLARZvonimir Brusac', TOR

Durante los tres primeros años del boletín de Koinonia el tema de la Espiritualidad franciscana seglar ha sido tratado explícitamente sólo en el n. 1/1994, en el que se publicaron las conclusiones del VII Capítulo General celebrado en México sobre el tema: "La secularidad como elemento característico de la identidad del Franciscano Seglar".

Según las Constituciones de la OFS : "es cometido particular del Asistente cooperar en la formación inicial y permanente" de los miembros de la OFS" ( 89,4 ). Esto significa ayudarles para que sean conscientes de su peculiaridad. Esta es la razón por la que los Asistentes deberían conocer las líneas-guías de la eclesiología del Vaticano II y las indicaciones principales del documento Christifideles laici (1988), sobre la vocación y misión de los seglares en la Iglesia y en el mundo. Además es necesario conocer en que modo las líneas-guías de la espiritualidad laical se hallan presentes en la Regla y en las Constituciones de la OFS.

Quisiera ofrecer aquí, sobre todo, una explicación del título. Hablamos de la "espiritualidad". Entre sus múltiples significados, esta palabra se usa para ciertos estilos de vida cristiana que remiten a las condiciones específicas de existencia (espir. laical, sacerdotal, religiosa,...) o a ciertas tradiciones espirituales (espir. benedictina, franciscana,...). Aquí la usamos en este sentido y, por lo tanto, hablamos de la espiritualidad franciscana y seglar.

La Regla de la OFS es un auténtico fruto maduro del Vaticano II y de la reflexión sucesiva, pero al mismo tiempo es también una fiel expresión de la herencia espiritual franciscana.

Recordemos brevemente los puntos más sobresalientes de los documentos conciliares. Los seglares: son por su carácter peculiar y su dignidad miembros del Pueblo de Dios (cfr. LG. IV,30-38 ); universal vocación a la santidad (cfr. LG. V ); íntima unión de la Iglesia con toda la familia humana (cfr. GS. 1 ); la legítima autonomía de las realidades terrenas (cfr. GS. 36 ); la ayuda que la Iglesia desea dar a la actividad humana por medio de los cristianos (cfr. GS. 43 ). El decreto Apostolicam actuositatem habla de la vocación de los seglares al apostolado: fines, campos y modos de apostolado, y de la formación para el apostolado.

La Regla otorga el espíritu y el rostro franciscano a las indicaciones predichas (cfr. Reg. 4-19 ). La síntesis entre espiritualidad franciscana y seglar se concretiza más en las Constituciones (8-16 sobre la forma de vida; y17-24 sobre la presencia activa en la Iglesia y en el mundo). En este contexto es preciso subrayar dos documentos de los Ministros

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generales de la Familia Franciscana: "Octavo centenario del nacimiento de San Francisco - "Yo he cumplido mi tarea..." (1981) y "Vocación y misión de los fieles seglares franciscanos en la Iglesia y en el mundo" (1989), ambos con indicaciones y propuestas prácticas y vitales. En el primer documento, cercano al subtítulo: "curar los males de la humanidad mediante intercepciones concretas", se describe también el papel específico de la OFS (II, 2e).

Los dos aspectos de la espiritualidad (secularidad y franciscanismo) han sido estudiados en casi todos los encuentros internacionales de la OFS: "Sentido de la responsabilidad de la TOF y de los Terciarios en la Iglesia y en el mundo de hoy" y "Formación de los Terciarios ante los problemas actuales para ser fermento del mundo" (cfr. Actas de la Asamblea plenaria del CIOFS de 1979); "Misión del franciscano seglar en la Iglesia y en el mundo de hoy" (cfr. Actas del VI Capítulo General de 1990). El VII Capítulo General de 1993, como hemos dicho, estaba dedicado expresamente al aspecto seglar de la espiritualidad de la OFS.

Finalmente, quisiera indicar dos libros que hacen referencia a nuestro tema: Jaime ZUDAIRE, En seguimiento de Cristo con Francisco de Asís (Madrid 1995) y Giuseppe LAZZARI, Nel mondo con Francesco d'Assisi. Ricerche e riflessioni per una lettura fraterna della Regola dell'OFS (Roma 1988).

XLIX-LOS FRANCISCANOS SEGLARES EN LA MISION DE LA IGLESIACapítulo cuarto del libro: C. DALLARI, I laici francescani. Consacrati a Dio per la vita del mondo. Asís 1994, Ed. Porciúncula, Biblioteca. Testos de formazión de la OFS, pp. 81-93.

C. Dallari, OFM

PARTE 1

Han pasado casi treinta años del Vaticano II, y su "riquísimo patrimonio doctrinal, espiritual y pastoral" continúa alimentando una profunda reflexión sobre la "naturaleza, dignidad, espiritualidad, misión y responsabilidad" de los seglares cristianos en la Iglesia y en el mundo.

Este pensamiento global, verdadera gracia del Espíritu que conduce a la Iglesia de Cristo a través de los caminos de la historia, es repetido por Juan Pablo II y por él mismo propuesto de manera armónica en la exhortación apostólica Christifideles laici (CL.). El objetivo del Papa es el de "suscitar y alimentar una más decidida toma de conciencia del don y de la responsabilidad que todos los fieles laicos -y cada uno de ellos en particular- tienen en la comunión y en la misión de la Iglesia" ( CL. 2 ).

Siguiendo las líneas esenciales de este documento del Magisterio, en el presente capítulo subrayaremos el significado específico del don y de la responsabilidad de los franciscanos seglares en la misión de la Iglesia.

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1. Llamados a seguir a Cristo en la misión de la Iglesia

Los franciscanos seglares viven la propia vocación eclesial "de laicos bautizados". Como todos los laicos cristianos tienen una identidad y dignidad eclesial definida, y participan según su vocación específica a la misión de la Iglesia.

a) La dignidad y la misión eclesial de los laicos cristianos

El tema de la identidad y de la dignidad eclesial de los laicos cristianos es tratado por el Magisterio de la Iglesia de manera particular a partir del Concilio Vaticano II.

Dentro de una renovada "eclesiología de comunión" se ha comenzado a hablar de los laicos no en forma negativa sino positiva, describiendo lo que son para la Iglesia e identificando su puesto dentro de la misma. Este paso adelante ha sido posible al asumir el Concilio algunas opciones eclesiológicas, sobre todo, la de presentar a la Iglesia como Pueblo de Dios, al que se llega por medio de la fe y el bautismo; esta opción ha permitido una interesante recuperación del sacerdocio bautismal, afirmado como "común a todos los bautizados", antes que cualquier otra diferencia debida a los diversos carismas, ministerios, dados o suscitados por el Espíritu.

Otra opción ha conducido al descubrimiento del servicio de toda la Iglesia a favor del mundo; la Iglesia, en cuanto Pueblo de Dios peregrinante en la historia hacia la plenitud de la patria bienaventurada, es esencialmente misionera: debe al mundo el anuncio del Evangelio y la colaboración con todos los hombres de buena voluntad para la realización del Reino de Dios. Por lo tanto, dotada por el Espíritu Santo de oportunos carismas y ministerios, está llamada a no existir para sí misma, sino para Cristo y para el mundo. En la Iglesia todos son responsables de esta misión, según su estado o la condición debida a la particular vocación de cada bautizado; todos pueden lograr aquella santidad, que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia, respondiendo a la propia vocación y comprometiéndose en la misión común.

En este amplio contexto, se resalta la dignidad y el papel eclesial de los laicos cristianos: ya no son considerados cristianos de segunda clase (los que "no son" sacerdotes, los que "no son" religiosos...), sino que poseen la misma dignidad eclesial que los sacerdotes y los religiosos, ya que lo mismo que éstos, por el bautismo, pertenecen con pleno derecho a la Iglesia de Cristo. (...) En definitiva, como se expresa el Concilio, los laicos cristianos son aquellos que "están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Realizan, según su condición, la misión del pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo" ( LG. 31 ).

Este texto contiene una serie de aclaraciones del camino hecho para profundizar en la identidad del laico cristiano:* La primera subraya en el sacramento del bautismo el fundamento del título de dignidad eclesial para todos los fieles, porque "el bautismo nos regenera a la vida de los hijos de Dios; nos une a Jesucristo y a su cuerpo, que es la Iglesia; nos unge en el Espíritu Santo, constituyéndonos en templos espirituales" ( CL. 10; cfr. 11-13 ). La novedad cristiana, de la

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que el bautismo es la expresión primera, consiste en la participación de los creyentes en la vida de Dios, o mejor, en el acontecimiento de Dios "que crea cosas nuevas" en la historia de los hombres. Lo que caracteriza al cristiano en cuanto tal es, pues, la acogida de este Dios en la fe, acontecimiento plenamente manifestado en la celebración sacramental del bautismo.* La segunda aclaración es el redescubrimiento del sacerdocio común : "los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio -sacerdotal, profético y real- de Jesucristo" ( CL. 14 ). Participan:-- en el oficio sacerdotal, porque el bautismo, uniéndoles a Cristo y a la Iglesia, les capacita para ofrecerse ellos mismos y todas sus actividades como sacrificio espiritual agradable a Dios;-- en el oficio profético, porque les capacita para acoger su Palabra, vivirla en sí mismos y testimoniarla en la Iglesia y con la Iglesia en el mundo;-- en el oficio real, porque les hace aptos para el servicio al Reino de Dios y a su misión en la historia: "viven la realeza cristiana, antes que nada, mediante la lucha espiritual para vencer en sí mismos el reino del pecado; y después en la propia entrega para servir, en la justicia y en la caridad, al mismo Jesús presente en todos sus hermanos, especialmente en los más pequeños" ( CL. 14 ). Conformados a Cristo "Señor y Rey del universo", los laicos tienen ante sí, como meta última, ser como su Señor, que ha venido para servir y dar su vida por los hermanos. Este servicio real se extiende a todas las criaturas, en cuanto corresponde a los laicos en particular "dar de nuevo a la entera creación todo su valor originario. Cuando mediante una actividad sostenida por la vida de la gracia ordenan lo creado al verdadero bien del hombre, participan en el ejercicio de aquel poder, con el que Jesucristo resucitado atrae a sí todas las cosas y las somete, junto consigo mismo, al Padre, de manera que Dios sea todo en todos" (CL. 14 ).* La tercera aclaración se halla en el cumplimiento de la misión de todo el pueblo cristiano; en la Iglesia, de la que forman parte mediante el bautismo, se ocupan específicamente de las realidades temporales, del testimonio del Reino de Dios presente en el mundo.

La dignidad de los laicos es ulteriormente exaltada por el hecho de que éstos, en primera persona, tienden al fin último de la misma Iglesia, es decir a la santidad : "La dignidad de los fieles laicos se nos revela en plenitud cuando consideramos esa primera y fundamental vocación, que el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio del Espíritu: la vocación a la santidad, o sea, a la perfección de la caridad" ( CL. 16 ). La Santísima Trinidad hace santo a todo bautizado. También los laicos, en la Iglesia, por el bautismo, pueden llamarse "santos", y por lo tanto aptos y comprometidos para manifestar la santidad del ser mediante la santidad de las obras. Este obrar es expresión de la vida en el Espíritu, mediante la fe, la esperanza y la caridad, y tiene su ámbito específico en la participación en las propias actividades humanas de quien vive en el mundo.

De hecho, los laicos "deben santificarse en la vida profesional y social ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como medio de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles a la comunión con Dios en Cristo" ( CL. 17 ). Así pues, se ha terminado el tiempo de considerar, como única vía para alcanzar la santidad, el "huir del mundo", o entrar en una Orden religiosa. Todo cristiano

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continúe en la situación eclesial en la que es llamado a vivir la propia vocación en cuanto tal, porque sea cual sea su condición, es "sujeto activo" de la misión de la Iglesia y de la vocación a la santidad (cfr. CL. 3 ). Así, "tal vocación, por tanto, constituye una componente esencial e inseparable de la nueva vida bautismal, y, en consecuencia, un elemento constitutivo de su dignidad. Al mismo tiempo, la vocación a la santidad está ligada íntimamente a la misión y a la responsabilidad confiadas a los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo" ( CL. 17 ). Por lo tanto, también los laicos cristianos cumplen con la misión de edificar la Iglesia llevando a la santidad aquella porción de Iglesia que son ellos mismos; y, en esta santidad, la Iglesia encuentra la condición esencial para llevar Cristo al mundo y el mundo a Cristo.

En síntesis, los franciscanos seglares participan de la misión global de todo el Pueblo de Dios, en la característica de la propia condición secular. En cuanto bautizados, desarrollan la misión de ser testigos del señorío de Dios en el mundo, de su iniciativa de la salvación y de la misteriosa realidad de que toda la historia de los hombres está orientada a El. (...) En cuanto llamados a la santidad, los laicos testimonian a los hombres que, a partir de la Encarnación, en el mundo todo es sagrado, excepto el pecado, y que la conversión a Dios puede realizarse plenamente sin "huir" de las actividades seculares.

PARTE - 2

b) Los franciscanos seglares en la misión de la Iglesia

Los franciscanos seglares no son más que laicos bautizados, consagrados al servicio del Evangelio según el carisma y el ejemplo de San Francisco. Más específicamente, dado que la suya no es una vocación genérica, es necesario recordar que, en la variedad de carismas con que el Espíritu Santo ha adornado a la Iglesia en vistas de la misión y santificación, son ellos quienes se consideran llamados a vivir el Evangelio a la manera de Francisco de Asís (cfr. Reg. 2 ), y dotados de la gracia del Espíritu, en medida suficiente, para responder plenamente a la propia vocación. Esta "modalidad" es descrita y codificada en los documentos normativos de la vida franciscana seglar, como la Regla, las Constituciones Generales y el Ritual. Por este motivo, de aquí en adelante, nos guiaremos por las indicaciones contenidas en dichos textos.

La pertenencia y la misión eclesial de los franciscanos seglares son presentados por la Regla en un paso significativo: "Sepultados y resucitados con Cristo en el bautismo, que los hace miembros vivos de la Iglesia, y a ella más estrechamente vinculados por la profesión, háganse testigos e instrumentos de su misión entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra. Inspirados en San Francisco y con él llamados a reconstruir la Iglesia..." ( Reg. 6 ).

Encontramos las mismas observaciones, tanto en las Constituciones Generales : "Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres y constituidos por el bautismo y la profesión en testigos e instrumentos de su misión, los franciscanos seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado

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preferencial es el testimonio personal en el ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas" ( Const.Gen. 17,1 ), como en el Ritual : con la profesión perpetua de la R egla los franciscanos seglares se comprometen a trabajar en favor de la Iglesia y de la humanidad (cfr. Ritual, prol. 1 ); a contribuir para su bien, su perenne renovación y su misión entre los hombres (cfr. Ritual prol. 14f; 29 ).

Los franciscanos seglares son miembros vivos de la Iglesia e instrumentos de su misión, convocados por el Espíritu en una fraternidad para estar al servicio del Reino de Dios en las realidades terrenas, a ejemplo de San Francisco, de quien continúan la obra de la restauración eclesial.

"Miembros vivos", en cuanto los franciscanos seglares se reconocen en aquella comunión de vida divina que es la Iglesia, y, por lo tanto, llamados a vivir en primera persona su misión y a encargarse responsablemente, según modalidades propias:* la primera es identificada con el servicio al Reino mediante la edificación de la Iglesia y la construcción de un mundo más fraterno y evangélico;* la segunda, enunciada implícitamente en la referencia a su inspiración franciscana, es explícita en la fraternidad. Los seglares franciscanos viven la misión de la Iglesia "como hermanos", o "en fraternidad" (...), donde el término "fraternidad" indica la estructura básica de vida franciscana en un determinado lugar, como "célula primera de la Orden y signo visible de la Iglesia, comunidad de amor". Los franciscanos seglares hallan en la fraternidad "el lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros" ( Reg. 22 ). A través de la vida en fraternidad son enviados en la Iglesia y con la Iglesia, junto con todos los hombres de buena voluntad, a la humanidad entera, para "construir un mundo más fraterno" ( Reg. 14 ), y para realizar aquella "fraternidad universal" ( Reg. 18 ) con todas las criaturas, en una actitud de respeto y estima de todas las cosas según el plan de Dios Creador y Señor.

Los franciscanos seglares son, por vocación, creadores de relaciones fraternas entre los hombres, instrumentos dóciles en las manos de Cristo reconciliador y pacificador universal; deben estar atentos a acoger lo que de Cristo se halla presente en cada hombre, y, por lo tanto, a buscar la colaboración de todos los hombres de buena voluntad. (...) También en el Ritual encontramos las mismas expresiones: los seglares franciscanos se consagran al Reino de Dios (cfr.Ritual, prol. 14d ); esto conlleva "vivir en el mundo", con el "propósito de colaborar en la construcción de un mundo más fraterno" (Ritual, anot.prev. 14d ). Son llamados para ser en el mundo "fermento de vida evangélica" ( Ritual 12 ); "para dar testimonio del Reino de Dios y para edificar un mundo más fraterno y evangélico" ( Ritual 29 ); para "buscar la gloria de Dios y cumplir sus designios de amor a los hombres" ( Ritual 12 ).

En definitiva, la misión de los franciscanos seglares consiste, pues, en el compromiso para "restaurar la Iglesia" según la propia condición secular, trabajando en la Iglesia y con la Iglesia por un mundo en el que los hombres puedan vivir como hermanos, reconociéndose todos hijos del mismo Padre celestial y amándose entre sí como Cristo les ha amado. Esta

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misión se realiza mediante el desarrollo de una forma de vida, la fraternidad, que exige, como centro de fuerzas, la comunión en la caridad.

PARTE - 3

2. según la condición secular

Consagrados a Cristo para vivir el Evangelio según el carisma de San Francisco, los seglares franciscanos se reconocen plenamente "laicos cristianos", cuya misión eclesial es la de empapar con el mensaje evangélico todas las realidades "mundanas".

a) Llamados a seguir a Cristo "en el mundo"

"La común dignidad bautismal asume en el fiel laico una modalidad que lo distingue, sin separarlo, del présbitero, del religioso y de la religiosa. El Concilio Vaticano II ha señalado esta modalidad en la índole secular: "el carácter secular es propio y peculiar de los laicos" ( CL. 15 ).

Es necesario, a este respecto, descubrir el alcance teológico de la expresión "índole secular".

Según la Christifideles laici es necesario buscar el sentido "a la luz del designio salvífico de Dios y del misterio de la Iglesia" ( CL. 15 ), es decir al interno de la reflexión de la fe de la Iglesia. Pues, más que cualquier otra disciplina o ciencia humana, debemos interrogar a la doctrina de la fe.

"Secular" deriva de "siglo" (en latín "saeculum" significa siglo, mundo, ámbito de lo humano, lugar en el que se desarrolla la vicisitud histórica del hombre (cfr. GS 2 ); en la tradición doctrinal cristiana se usa con una cierta variedad de significados.

* una primera concepción de "mundo" se presenta fundamentalmente con una luz positiva: con el término "mundo" se indica el cosmos, bueno en sí mismo, porque lo ha creado Dios (cfr. Gn. 1); la creación tiene su dignidad original, que no pierde, ni siquiera con la corrupción que sigue al pecado del hombre; según esta acepción, no se debe huir del "mundo", porque es el lugar donde vive la humanidad y vivirá hasta el fin de los siglos.* Una segunda concepción de "mundo" se presenta con una luz predominantemente negativa: con este término se indica la realidad humana marcada por la ausencia de Dios, de la obediencia que se le debe, y, por lo tanto, contaminada por el mal y por el pecado, patria del hombre perverso; la preponderancia de esta visión del mundo ha animado, a veces, a los cristianos a "huir del mundo" (en toda su realidad mundana o compromiso temporal), considerándolo como obstáculo insuperable en el camino de "vuelta a Dios", y ha impulsado hacia un ascetismo rígido y una vida de austera penitencia y contemplación en los eremitorios, en el desierto, en los monasterios, en los conventos.* En los documentos del Magisterio de la Iglesia se ha abierto camino una tercera concepción: el "mundo" es sencillamente la realidad histórica del hombre, el vasto

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complejo de estructuras, actividades, lugares y situaciones que los hombres se dan históricamente para organizar la propia vida, aun prescindiendo de cualquier visión de fe. La Iglesia vive en este mundo, con estos hombres, y para con ellos tiene una justa responsabilidad, porque ha sido enviada para llevar el alegre anuncio de la salvación en Cristo. Esta no puede existir sin "este" mundo, porque es una parte integrante, pero al mismo tiempo no se identifica con él (cfr. Jn. 17,16); de la misma manera que la levadura (que carece de valor en sí misma), no se identifica con la masa... Toda la realidad humana, en la que y por la que la iglesia debe ser signo de la presencia de Dios e instrumento a su servicio, está marcada por la obra misteriosa de Dios, que quiere llevar al hombre, y con él todo lo creado, a la reconciliación y a la comunión (cfr. GS. 2 ).

Según esta visión, "como decía Pablo VI, la Iglesia tiene una auténtica dimensión secular, inherente a su íntima naturaleza y a su misión, que hunde su raíz en el misterio del Verbo encarnado, y se realiza de formas diversas en todos sus miembros" ( CL. 15 ). Cristo ha asumido nuestra naturaleza y condición humana: nada de lo que es humano le es extraño; nada de lo que es humano es o debe ser extraño a la comunidad de aquellos que le pertenecen, he aquí por qué la secularidad implica a todos los miembros de la Iglesia, sean éstos laicos, clérigos o religiosos, porque ninguno puede prescindir de esta dimensión histórica de la misma Iglesia.

En una distinción introducida por la Christifideles laici encontramos en qué consiste la diferencia específica de los laicos: "Ciertamente, todos los miembros de la Iglesia son partícipes de su dimensión secular; pero lo son de formas diversas. En particular, la participación de los fieles laicos tiene una modalidad propia de actuación y de función, que, según el concilio, es propia y peculiar de ellos. Tal modalidad se designa con la expresión índole secular" ( CL. 15 ).

La distinción es, pues, entre "dimensión secular" (propia a toda la Iglesia, en cuanto designa su condición histórica de pueblo peregrinante en este mundo y enviada a los hombres como sacramento de salvación) e "índole secular" (que indica una característica propia de los fieles laicos, que les distingue, pero no les separa, de los clérigos y de los religiosos). Esta es descrita en la Lumen gentium : "Los laicos tienen como vocación propia el buscar el Reino de Dios, ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según Dios" ( LG. 31 ).

Esta secularidad es asumida por los laicos como ámbito propio, característico de su vocación; el "siglo" es para ellos un "lugar teológico" (cfr. CL. 15 ): en él, y a través de él, los laicos están llamados a contribuir "a la santificación del mundo" (cfr. LG. 31 y CL. 15 ).

No deben, pues, "abandonar el mundo", porque en el mundo son llamados a transformarse cada vez más en colaboradores del Dios creador y redentor de los hombres y de todo lo creado. Por consiguiente, los laicos, a diferencia de los presbíteros y de los religiosos, por vocación eclesial deben vivir la propia existencia cristiana en y a través de todo género de compromisos temporales, en la variedad de condiciones de vida familiar y social. (...)

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En esta visión, la identidad de los laicos en la Iglesia es definida según dos características fundamentales:* su dignidad de miembros vivos de la Iglesia, a la que pertenecen en virtud del bautismo;* la "índole secular", como ámbito en el que desenvolver la propia misión.

PARTE - 4

b) La secularidad franciscana

La vocación y misión de la OFS, a la que hemos mencionado hace poco, tienen un relieve particular por lo específico de esta Orden llamada a vivir el Evangelio en el siglo según el carisma de Francisco de Asís. A diferencia de las Ordenes llamadas "religiosas", la OFS es una Orden secular, a la que la Iglesia reconoce la característica de secularidad.

La connotación secular de la OFS indica, pues, su pertenencia al mundo y su responsabilidad (con y en la Iglesia), hacia el mundo, en el anuncio del Evangelio y en la salvación de todos.

Esta vocación y este compromiso desembocan, en la Regla de la OFS, en algunas líneas programáticas esenciales, inspiradas en la espiritualidad franciscana, que se manifiestan inmediatamente en perfecta sintonía con el compromiso del Concilio, y responden a las expectativas de la Iglesia para la obra de restauración, que fue y continúa siendo la misión originaria de Francisco y de sus seguidores.

La Regla de la OFS se propone, en la línea de la experiencia de Francisco, guiar a los franciscanos seglares a asumir plenamente en sí mismos una relación positiva con Dios, desde la propia situación secular. (...) Viviendo en fidelidad a su estado secular, es como realizan en sí la conversión o vuelta a Dios, es decir, la santidad. Para esta conciencia, la Regla presenta una concepción positiva del mundo, entendido como el conjunto de los hombres, hijos de Dios, que se han de amar, y de las criaturas "que llevan significación de Dios", y como lugar en el que la redención de Cristo está presente y se realiza mediante la obra del Espíritu. De esta manera la Regla se ofrece a los franciscanos seglares como proyecto o itinerario, idóneo para conducirles a vivir la adecuada relación con Dios, con los hombres y con las criaturas.

Mediante el camino de la penitencia evangélica, los franciscanos seglares son guiados para vencer en sí mismos aquel "espíritu de la carne", o "sabiduría de este mundo", que es la expresión negativa del mundo del hombre que se opone a Dios, y a restaurar, en sí y en el mundo en que viven, aquella "nueva creación", que ya está presente desde ahora en el misterio de lo escondido: de hecho, todavía debemos completar en nosotros la salvación que Cristo ha merecido por nosotros. (...)

La Regla no olvida que los hombres, en su constante búsqueda de Dios, son impedidos con dureza por el mal que les asedia y corrompe toda realidad. Pero el mal no es ni podrá ser el "señor" absoluto de este mundo; Cristo lo ha vencido; Cristo, mediante su muerte en cruz, ha reconciliado a los hombres pecadores con Dios, restableciendo la comunión de vida y de

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gracia, y colocando las bases de la reconciliación universal entre los hombres y entre éstos y las criaturas. (...)

Los franciscanos seglares tienen en la Regla el proyecto evangélico y la ayuda necesaria para llegar a ser realmente instrumentos de la reconciliación universal realizada por Cristo. (...) Este proyecto franciscano prevé la colaboración en la acción de Dios desde dentro de las estructuras humanas.

Este término "desde dentro", es muy importante, porque dice que la santidad, la "perfección de la caridad" que los franciscanos seglares están llamados a realizar, no supera su condición humana, tanto individual como social, la santidad no se realiza "no obstante" vivan en familia, trabajen, estudien, luchen por una sociedad más justa, por la justicia, por la paz, etc...; sino -y esta es la gran verdad que San Francisco ha intuido- su santidad se logra mediante su vivir fiel y evangélicamente todas las situaciones de la condición secular.

L-LA FORMACION PERMANENTE DE LOS FRANCISCANOS SEGLARESfr. Benitius Brevoort, OFMCap.

PARTE -I

1. Introducción

La formación permanente es una exigencia de la vida actual con sus múltiples cambios. Además, para los Franciscanos Seglares, es una exigencia que nace de su llamada a la perfección de la caridad.

Las Constituciones Generales de la OFS dicen al respecto: "desde el ingreso en la Fraternidad se inicia el camino de formación, que debe desarrollarse durante toda la vida" ( Const. 37,2).

Consideramos varios aspectos de la formación permanente, y haremos algunas alusiones respecto a los agentes y responsables de la misma.

2. Objetivos

"La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión" ( Chl . 58)

a. Vocación

La formación permanente es ante todo una exigencia de la misma vocación de los Franciscanos Seglares que son "impulsados por el Espíritu a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar" ( Regla 2). Hoy más que nunca, la vocación a la perfección de la caridad necesita de iniciativas para responder a los nuevos desafíos lanzados por la

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sociedad y por la Iglesia. La formación permanente es ante todo una "ayuda a la conversión de todos y cada uno y al cumplimiento de la propia misión en la Iglesia y en la sociedad" (Const. 44,1).

Por lo tanto, la formación permanente parte de la escucha de la Palabra de Dios, "pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" ( Regla 4; Const. 44,2). En la escucha y la meditación de la Palabra de Dios es donde el Espíritu nos enseña todas las cosas (cfr. Jn. 14,26). Aquí brota la fuerza creadora del Espíritu que puede "renovar la faz de la tierra" (Sal. 103,30).

La formación permanente "halla su fundamento y su razón original en el dinamismo del don recibido, la vocación en la que debe caminar de manera conveniente (cfr. Ef. 4,1), para hacerla siempre más segura (cfr. 2Pe. 1,10), bajo la acción del Espíritu Santo que vigoriza el hombre interior haciéndole comprender la grandeza del misterio de Cristo y su amor" (Subsidio 2,3 = Subsidio para la formación, CIOFS, Roma, 1992).

La formación permanente, así entendida, no es más que el desarrollo de la misma vocación de los Franciscanos Seglares, es decir, vivir la perfección de la caridad en el estado seglar. Deben desarrollarse de manera que sean expertos de verdad en el propio campo de trabajo, comprometiéndose "en el cumplimiento de los propios deberes de su trabajo y en una adecuada preparación profesional" ( Const. 20,2). Precisamente, en virtud de la vocación a la perfección de la caridad, los Franciscanos Seglares deben perfeccionar su competencia en el propio campo de trabajo. No debe haber Franciscanos Seglares mediocres en cualquier parte en que se encuentren. Sólo así podrán desarrollar verdaderamente "su apostolado preferencial", es decir, "el testimonio personal en el ambiente en el que viven" ( Const. 17,1).

b. Misión

La misión de los Franciscanos Seglares es la de dar testimonio de Cristo con la vida y con la palabra, en plena comunión con la Iglesia en "un confiado y abierto diálogo de creatividad apostólica" (cfr. Regla 6). Esta misión exige una continua renovación de vida ante la rápida evolución de la sociedad actual. Será imposible dar auténtico y eficaz testimonio o entrar en un diálogo confiado de creatividad apostólica sin una formación continua y permanente.

En virtud de su misión, los Franciscanos Seglares deben tomar posturas coherentes ante los desafíos que nos presentan el desarrollo de las ciencias y de las posibles tecnologías cada vez más amplias en este campo de la vida. Basta pensar en el desarrollo de la ingeniería genética, de la conquista del espacio, de la informática, de la política, de las comunicaciones sociales, del uso de los recursos del planeta, del comercio internacional. En todos estos campos, los Franciscanos Seglares están invitados a tomar una postura coherente con la fe, sólo posible si se fundamenta en una renovación continua de conocimientos, tanto profesional como de fe.

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Llamados a la misión de hacer presente a Cristo en los diversos ambientes de la vida social, los Franciscanos Seglares deben actualizarse sobre los desarrollos de la sociedad de una parte y sobre las enseñanzas de la Iglesia de otra.

Sólo actualizándose sobre los desarrollos de la sociedad podrán hablar con conocimiento de causa y tomar una postura adecuada y razonada sobre los problemas reales de la sociedad. Deberán saber de qué se trata, entender la esencia de la cuestión con todas sus implicaciones y las consecuencias prácticas que conlleva. Sólo así podrán valorar las situaciones a la luz del Evangelio y hacer que resplandezca la luz del Evangelio sobre ellas. Es evidente que nadie individualmente puede ponerse al día sobre todos los cambios o sobre todos los nuevos problemas de la sociedad. Cada uno está llamado a dar testimonio en su trabajo, en su actividad profesional, que tiene necesidad de una actualización continua de competencia. Pero, lo que es imposible para cada uno de los hermanos es posible a la fraternidad entera.

La sola actualización de la competencia profesional no posibilita el adecuado desarrollo de la misión de los Franciscanos Seglares. Para dar testimonio de Cristo en las situaciones concretas de cada día, los Franciscanos Seglares deben vivir la fe y conocerla a fondo. El nuevo desarrollo de las ciencias y de la vida social requieren respuestas nuevas. De aquí la importancia del diálogo confiado y abierto de creatividad apostólica de la que habla la Regla. Es necesario actualizarse sobre la enseñanza de la Iglesia, es necesario entrar en diálogo, abierto y confiado, para buscar adecuadas soluciones a las circunstancias concretas. También aquí la actualización se hace en fraternidad, porque el hermano aislado no podrá jamás asimilar todos los aspectos de la fe de la Iglesia o de la enseñanza del Magisterio.

PARTE -II

2. c. Creatividad apostólica

La formación permanente deberá nutrir la creatividad apostólica, necesaria para vivir el Evangelio en el mundo de hoy. Deberá tomar como base el Evangelio, la Palabra de Dios, que es la misma "ayer, hoy y siempre". Sobre esta base deberá buscar nuevas formas para el anuncio del Evangelio en un mundo en continuo cambio y desarrollo. La formación permanente es necesaria para el impulso de una nueva evangelización, basada en nuevas formas y nuevos métodos de llevar el Evangelio al mundo. Sólo formándose continuamente, los Franciscanos Seglares pueden desarrollar una verdadera creatividad apostólica, la solicitada por la Regla.

Creatividad no es sólo espontaneidad. Creatividad es fruto de reflexión, de profundización y de iluminación. Es necesario "reflexionar, iluminados por la fe y ayudados por los documentos del magisterio, sobre los acontecimientos de la Iglesia y de la sociedad, tomando posturas coherentes" ( Const. 44,2). La creatividad apostólica se desarrolla a través de una formación permanente que compromete activamente a los Franciscanos Seglares. Se necesita ayudar a la reflexión, personal y en fraternidad, sobre los

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acontecimientos de la Iglesia y de la sociedad. La creatividad no se desarrolla en abstracto, sino en concreto, con la ayuda de los documentos del magisterio, en conformidad a una reflexión de fe, para llegar a una toma de postura coherente.

Las situaciones concretas, siempre nuevas y a menudo tan complicadas, requieren soluciones también nuevas y a veces sorprendentes. Las posturas que se han de tomar requieren aquella creatividad que se ha de hallar en las nuevas sendas, en las nuevas posibilidades, en las nuevas soluciones. Pueden ser soluciones sencillas, como la de Francisco cuando mandó cantar el Cántico de las Criaturas delante del Obispo y del Alcalde. Pueden ser soluciones arriesgadas como la de ir al Sultán o enfrentarse con el lobo de Gubbio. Pero siempre se revelan respetuosas para con las personas y sus situaciones y muestran una gran creatividad y capacidad de ir más allá de los límites de una "vida normal".

d. Estímulo en el camino

La formación permanente es "estímulo en el camino de aquella continua conversión que le conduzca a conformar su modo de pensar y de obrar al de Cristo" ( Subsidio 2,3; cfr. Regla 7). Todos tenemos necesidad de nuevos estímulos para continuar el camino de nuestra vida, que tiene necesidad de constancia y perseverancia. Durante el período de la formación inicial los estímulos necesarios para avanzar en el camino nos son dados con regularidad y casi automáticamente. Las etapas que se han de recorrer otorgan los estímulos necesarios para los iniciados, formandos y neo-profesos. Pero después de este período inicial, en ausencia de estímulos provenientes de la formación permanente, se corre el riesgo o de no ser perseverantes o de continuar únicamente a fuerza de inercia.

Los Franciscanos Seglares son llamados a una continua conversión, para conformar su modo de obrar y de pensar con el de Cristo. Es un camino para toda la vida y no basta con comenzarlo. Los estímulos de la formación permanente sirven para mantener el movimiento y la andadura del camino, para poder llegar a la meta, es decir, a "la edad adulta, al desarrollo que corresponde al complemento del Mesías" (Ef. 4,13).

Los estímulos del camino influyen sobre el modo de obrar y de pensar, es decir, sobre todo el hombre. No basta con dar estímulos intelectuales, pensamientos válidos o ideas buenas y bellas. Es necesario comunicar estímulos activos que muevan a todo el hombre a la acción, tomando "posturas claras" e "iniciativas valientes" ( Const. 22,2). Los estímulos de la formación permanente son necesarios en todas las etapas del camino, desde los "niños" para que "adquieran conciencia de ser miembros vivos y activos del Pueblo de Dios" (Const. 25), hasta los ancianos que deben aprender a dar "a su vida un sentido más profundo" (Const. 27,1).

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3. Agentes y responsables

a. El Espíritu Santo

El agente principal de toda la formación, comprendida la permanente, es el Espíritu Santo (cfr. Const. 37,2). Sólo el Espíritu Santo es capaz de alcanzar "desde dentro el corazón de cada hombre gracias a su presencia dinámica" ( Chl. 61). Es El quien distribuye "a cada uno los propios dones como le place, es El quien reparte gracias especiales, con las cuales "hace que estén preparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir más y más la Iglesia" (LG. 12).

El Espíritu Santo "revela y comunica la vocación fundamental, la llamada a la santidad, y se fundamenta y se recurre a su realización conformándose a Cristo, haciéndonos partícipes de su vida filial: caridad con el Padre y con los hermanos". El Espíritu Santo "enseña lo que es necesario para el seguimiento de Cristo, enriquece de dones y gracias particulares que hacen capaces de asumir oficios y servicios para el bien común; da fuerzas para confesar a Cristo, enseña cómo comportarse y lo que se ha de decir en el momento" ( Subsidio, cap. III).

Conviene, pues, estar "siempre atentos a colaborar" con el Espíritu Santo ( Const. 37,2), que llama "a la conversión continua y a servir a los hermanos mediante las obras de misericordia, dando testimonio del Evangelio en el mundo de hoy con todos sus problemas y sus esperanzas" (José Angulo, TOR, Entrega de las Constituciones OFS, Fátima 1990). Es oportuno intentar imitar la fidelidad de Francisco a las inspiraciones del Espíritu Santo y desear sobre todas las cosas "el Espíritu del Señor y su santa operación" ( Const. 11). Debemos estar "atentos a la presencia del Espíritu Santo que vivifica la fe y la caridad del Pueblo de Dios" (Const. 99,1).

.

PARTE -III

3. b. La propia persona

La misma persona es "protagonista y centro, sujeto y objeto de la formación; le atañe directamente, le compromete en primera persona. El resultado de la actividad formativa está unido a su docilidad, a la acción del Espíritu Santo sobre él y a la activa colaboración en la obra... de la Fraternidad a su favor" ( Subsidio, Cap. III).

La persona debe "responsabilizarse en su relación con Dios, consigo misma y con la OFS para analizar... sus capacidades y disposiciones; para valorar las eventuales dificultades subjetivas y objetivas en los compromisos que se derivan de la opción". La misma persona debe "abrirse con plena disponibilidad a la luz del Espíritu" y servirse "del discernimiento evangélico... que permita acoger la llamada de Dios en las diversas circunstancias de la vida" ( Subsidio , Cap. III).

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El compromiso personal permite "cultivar aquellas cualidades humanas necesarias para construir una personalidad equilibrada en camino hacia la madurez humana y cristiana que está marcada por una profunda armonía de la persona, por una rica y consciente posesión de la verdad, de la capacidad de darse, de la plena conciencia de precisas responsabilidades en la comunidad civil y eclesial, del auténtico testimonio de fe en cada momento de la vida: familiar, profesional, social, política.

"Esto les exige apertura al amor de la verdad, a la lealtad, al respeto de los demás, a la fidelidad de la palabra dada, a la coherencia, al equilibrio de juicio y de comportamiento, a la capacidad de relación con los otros" ( Subsidio, Cap. III).

c. La Fraternidad

La Fraternidad, en particular la local "deberá ser lugar privilegiado para desarrollar el sentido eclesial y la vocación franciscana, y, además, para animar la vida apostólica de sus miembros" ( Regla 22). La Fraternidad es el ambiente privilegiado para la formación permanente, porque la vida de los Franciscanos Seglares se vive en fraternidad, junto con los hermanos.

La Fraternidad es agente y responsable de la formación permanente con su misma vida, "intensamente comunitaria, profundamente eclesial, dinámicamente misionera" ( Subsidio, Cap. III). En la Fraternidad promuévase la preparación de los hermanos para la difusión del mensaje evangélico en las condiciones comunes del siglo y para que colaboren en las catequesis de las comunidades eclesiales" ( Const. 17,2). La Fraternidad debe "comprometerse con iniciativas valientes en el campo de la promoción humana y de la justicia (cfr. Const. 22,2). En la Fraternidad "se comparten los momentos importantes de la vida familiar de los hermanos" ( Const. 24,2). En la Fraternidad "los hermanos promuevan el mutuo entendimiento y... se estimulen mutuamente para obrar el bien" ( Const. 26,2). Así la Fraternidad procura la formación permanente de los hermanos con la vida de cada día.

La Fraternidad, además, "tiene el deber de ayudar a sus miembros con programas de formación permanente;... mediante cursos, encuentros y experiencias..." ( Const. 44,2-3). Los programas específicos de formación permanente organizados en Fraternidad son subsidios, ayudas, pero no constituyen la esencia de la formación permanente. La esencia de la formación permanente es la profundización de la "propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión" ( Chl. 58).

PARTE -IV

4. Contenidos

La formación permanente debe ayudar a los hermanos a actualizarse en su vocación franciscana, dando específica importancia a la formación integral de la persona. En la vida de los Franciscanos Seglares no pueden existir dos estilos diversos de vida, la vida espiritual y la vida secular, o sea, de familia, de trabajo, de relaciones sociales, de

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compromiso político y de cultura (cfr. Chl . 59). "Por vocación, deben vivir de modo inseparable su pertenencia a la Iglesia y a la sociedad" ( Const. 20,1). Los contenidos de la formación permanente deben favorecer la síntesis orgánica de la vida, y promover la unidad del ser y del obrar de los Franciscanos Seglares.

a. Formación espiritual"Sin duda, la formación espiritual ha de ocupar un puesto privilegiado en la vida" de los Franciscanos Seglares (cfr. Chl. 60). La formación permanente, por lo tanto, debe ayudar a "escuchar y meditar la Palabra de Dios, pasando del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio" (Const. 44,2). Así crece aquella "íntima unión con Cristo en la Iglesia que se alimenta con los auxilios espirituales que son comunes a todos los fieles, particularmente con la participación activa en la sagrada liturgia" (Vaticano II, AA. 4). Así, "las fraternidades procuren valorar todas las ocasiones de oración, de formación, de colaboración activa con otros grupos eclesiales" ( Const. 103).

b. Formación doctrinal

La formación doctrinal es urgente para que los Franciscanos Seglares puedan "dar razón de la esperanza que hay en ellos, frente al mundo y sus graves y complejos problemas. Se hacen así absolutamente necesarias una sistemática acción de catequesis...y una más decidida promoción cristiana de la cultura" ( Chl. 60). La formación doctrinal sirve "para reflexionar, iluminados por la fe y ayudados por los documentos del magisterio, sobre los acontecimientos de la Iglesia y de la sociedad, tomando posturas coherentes" (Const. 44,2).

La formación doctrinal anima a los Franciscanos Seglares "a una reflexión de fe sobre la Iglesia, y de la parte que toca a los franciscanos seglares en esta misión de la Iglesia en el mundo de hoy, afrontando los desafíos y asumiendo las responsabilidades que esta reflexión les ayudará a descubrir" (Const. 14,1). Los hermanos se deben preparar a "la difusión del mensaje evangélico en las condiciones comunes del siglo y para que colaboren en las catequesis de las comunidades eclesiales" ( Const. 17,2).

c. Doctrina social de la Iglesia

"En concreto, es absolutamente indispensable -sobre todo para los fieles laicos comprometidos de diversos modos en el campo social y político- un conocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia" ( Chl . 60).

"Los Franciscanos Seglares son llamados a ofrecer su propia aportación, inspirada en la persona y en el mensaje de Francisco de Asís, a una civilización en la que la dignidad de la persona humana, la corresponsabilidad y el amor sean realidades vivas" (Const. 18,1). Deberán conocer bien la doctrina social de la Iglesia para poder colaborar, "según sus posibilidades, en la promulgación de leyes y normas justas" ( Const. 22,1). Tienen aún más necesidad de esta formación para comprometerse en iniciativas valientes "en el campo de la promoción humana y de la justicia..., en sintonía con la vocación franciscana y con las directrices de la Iglesia" ( Const. 22,2).

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d. Valores humanos

Los Franciscanos Seglares, "como primera y fundamental contribución en la edificación de un mundo más justo y fraterno, comprométanse en el cumplimiento de los propios deberes de su trabajo y en una adecuada preparación profesional" ( Const. 20,2). "Comprométanse a crear condiciones dignas de vida para todos y trabajar por la libertad de todos los pueblos" ( Const. 18,3). "Colaboren en los esfuerzos para combatir la contaminación y conservar los valores de la naturaleza" ( Const. 18,4). Deben colaborar "a erradicar la marginación y todas aquellas formas de pobreza que son fruto de ineficacia y de injusticia" ( Const. 19,2). "Interésense por la propuesta y la difusión de ideas y actitudes pacíficas;... colaboren con los movimientos y las instituciones que promueven la paz en el respeto de sus auténticos fundamentos" ( Const. 23,1).

La promoción de todos estos valores humanos requiere una gran competencia profesional, un espíritu de justicia, de sinceridad, de cortesía y fortaleza de ánimo (cfr. Chl. 60). No se podrá realizar sin una adecuada formación permanente y continuamente actualizada.

5. Conclusión

La formación permanente de los Franciscanos Seglares se sitúa en el contexto del diálogo entre Dios que llama y la persona llamada en su responsabilidad. No es más que "un continuo proceso personal de maduración en la fe y de configuración con Cristo, según la voluntad del Padre, con la guía del Espíritu Santo" ( Chl. 57). Por esto, la formación permanente se halla entre las prioridades de las Fraternidades en todos los niveles.

"Algunas convicciones se revelan especialmente necesarias y fecundas en la labor formativa. Antes que nada, la convicción de que no se da formación verdadera y eficaz si cada uno no asume y no desarrolla por sí mismo la responsabilidad de la formación,..., la convicción de que cada uno de nosotros es el término y a la vez el principio de la formación. Cuanto más nos formamos, más sentimos la exigencia de proseguir y profundizar tal formación; como también cuanto más somos formados, más nos hacemos capaces de formar a los demás. Es de particular importancia la conciencia de que la labor formativa, al tiempo que recurre inteligentemente a los medios y métodos de las ciencias humanas, es tanto más eficaz cuanto más se deja llevar por la acción de Dios" ( Chl. 63).

(fin)

LI- RAZONES DE LA FORMACIÓN PERMANENTEPARTE -1

Extracto de La Formación permanente en la Orden de Hermanos Menores, 1995, Capítulo II, adaptado a los Franciscanos seglares.

La formación franciscana debe estar atenta al crecimiento humano, cristiano y franciscano de cada hermano. Los diferentes aspectos de este crecimiento se desarrollan unitariamente en la vida práctica, si bien son distintos teóricamente.

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Son muchas las razones que justifican la formación permanente; entre ellas, se destacan algunas siguiendo los tres niveles mencionados y que pueden ser objeto de una profundización ulterior.

1) Razones antropológicas de la formación permanente

La vida humana es un camino hacia la madurez. Ésta se logra a través de un proceso continuo de formación. Nadie puede detenerse en su camino porque la vida empuja desde dentro. Y cada uno tiene potencialidades que necesitan desarrollarse, crecer y madurar de una manera equilibrada y responsable en todos los aspectos de la vida. La formación permanente comienza cuando el hombre adopta una actitud de apertura hacia sí mismo, para comprenderse y aceptarse, de apertura al otro, a la sociedad, al cosmos y a Dios. El desarrollo progresivo de la propia capacidad de apertura constructiva constituye la mejor garantía de una madurez equilibrada.

La historia en la que vive el hombre exige la formación continua a través de una información puntual y de una conciencia crítica. Cada persona vive inmersa en una realidad compleja y cambiante en la que se realiza a través de las relaciones con los demás hombres y con la sociedad. Esta interrelación hace posible y estimula su capacidad de pensar, de conocer la realidad, de imaginar cómo ella podría y debería ser. En relación con la realidad global, es posible al hombre perfeccionar su conciencia crítica para conocer no solamente las apariencias de los fenómenos, sino también sus causas y consecuencias. Todo este proceso de conocimiento y de maduración forma parte de la formación permanente, que se transforma en algo indispensable para caminar junto con la historia.

La justa autonomía y libertad y un buen equilibrio psicológico, sobre cuya base pueda madurar la vida afectiva de cada uno, son el resultado de un constante esfuerzo formativo. Es, por esto, importante que cada hermano pueda acoger la propia existencia y la propia vocación como una realidad verdadera, bella y buena. El camino hacia la madurez humana, premisa de una vida evangélica, es un proceso de continuo enriquecimiento, no sólo en los valores espirituales, sino también en los de orden psicológico, cultural y social.

Las actividades profesionales exigen una continua actualización. En un mundo donde la tecnología avanza a un ritmo cada vez más veloz y las profesiones requieren una mayor especialización, actualizarse y formarse continuamente para los nuevos resultados y las nuevas conquistas forman parte de la condición del hombre de hoy. La formación profesional permite la realización personal y el desarrollo de las propias dotes para ponerlas al servicio de los demás, solidarizarse con los trabajadores compartiendo su vida y responder de manera adecuada y cualificada a las necesidades de la época actual.

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2) Razones teológicas de la formación permanente

"-Crecía en sabiduría, edad y gracia-" ( Lc 2,52).

Jesús de Nazaret llegó a la misión pública a través de una maduración progresiva de la dimensión humana, intelectual y espiritual. La mayor parte de su vida se desarrolló en el silencio y en el escondimiento. En la discreción de la vida cotidiana tuvo lugar su crecimiento integral; en la sencillez, laboriosidad y humildad, y durante el desarrollo de su ministerio siempre fue atento y fiel a la voluntad del Padre que lo conducía al cumplimiento de su misión.

El franciscano seglar tiene necesidad de profundizar e interiorizar su vocación, de hacerla crecer en cada uno de sus aspectos hasta la madurez, de tomar cada vez más conciencia de la misión a la que ha sido llamado. Cada persona tiene necesidad de renovarse y de crecer en la cotidianidad de la vida, en el silencio, en la fidelidad laboriosa y en la escucha de la voz de Dios, para saber lo que Él quiere y querer siempre lo que le agrada.

"-Vuelto hacia el seno del Padre-" ( Jn 1,18).

Jesús estuvo siempre y totalmente "-encaminado-" hacia el Padre. Él es no sólo Palabra cercana y vuelta al Padre, no sólo "-Palabra hecha carne-", y, por consiguiente, no sólo respuesta y participación, no sólo discurso y experiencia, sino particularmente la Palabra encaminada totalmente hacia el seno del Padre. Su vida tuvo una sola dirección y un único interés: estar con el Padre y actuar para el Padre.

El franciscano seglar, amado por Dios, sólo puede tener la misma orientación y el mismo interés. La opción fundamental de su vida es la de "-glorificar el nombre de Dios-" ( Jn 12,27) y su oración: "-Sea glorificado tu Nombre-". Glorificar el Nombre significa dejar traslucir en la propia existencia el rostro de Dios. Esta es la finalidad de la consagración y de una formación que ayuda continuamente al hermano a hacerse don y a ser revelación de Dios a los hombres.

PARTE -2

"-Pasemos a la otra orilla-" ( Mc 4,35).

Luego de haber realizado diversas curaciones y de haber proclamado el Reino de Dios, Jesús deja a la muchedumbre, se retira con sus discípulos, va hacia el lago, donde reposa y confirma la fe de sus amigos, y después pasa a la otra orilla para retomar su ministerio.

La experiencia de Jesús invita al franciscano seglar a dar también él un paso hacia "-otras orillas-". En cada edad de la vida y durante cualquier servicio o ministerio hay "pasos interiores" que hay que realizar. Puede ser el paso del hombre viejo, que está siempre al acecho, al hombre nuevo; el paso del espíritu de una actitud de apatía a la de una búsqueda de autenticidad creativa; o bien el paso de un intimismo individualista a un testimonio

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profético de comunión; el paso de un activismo exagerado a una acción fecunda y plena de espíritu y vida. Cada uno tiene necesidad de pasar a horizontes siempre nuevos y a niveles cada vez más altos o más profundos de vida. Y muchas veces la "-travesía-" implica una purificación, una tempestad (cf. Mc 4,37-39); por eso esto no puede ocurrir sin la compañía y en pos de Jesús, que, por lo demás, sigue invitando a cada uno a pasar a otra orilla.

"-Te seguiré adondequiera que vayas-" ( Mt 8,19).

"-Ven y sígueme-" ( Mt 19,21), dice Jesús a cada uno. La respuesta afirmativa vincula al franciscano seglar de una manera original con la persona y el misterio de Cristo. La vocación propia del franciscano es el seguimiento "-radical-" de Jesucristo pobre y humilde, bajo la acción del Espíritu Santo, hasta la consumación en el misterio pascual.

"-Te seguiré adondequiera que vayas-", repite el franciscano, para imitar y compartir no sólo la vida, no sólo las acciones, sino también el destino histórico de Jesús. La vida franciscana es un camino que hay que recorrer con valentía y generosidad, sin detenerse nunca, en la fidelidad a las continuas llamadas, sin rehusarse a seguir a Jesús incluso cuando se entrevé la cruz. Ejercitándose en la virtud (cf. LM 6,9), el franciscano seglar sigue más de cerca y refleja con mayor claridad el anonadamiento del Salvador. Cada hermano está invitado a "-progresar-" gozosamente en el camino del seguimiento y de la caridad (cf. LG 43a).

"-Te recomiendo que reavives el don de Dios que está en ti-" ( 2Tm 1,6).

La invitación del apóstol Pablo se refiere al "-don-" fundamental del Señor que es la gracia bautismal elevada a vocación particular. Este don debe ser "-reavivado-", o sea, reencendido, para que sea como el fuego que calienta y fortifica. No debe permanecer escondido y estéril, por miedo o pereza, como el talento de la parábola (cf. Mt 25,24-25), sino que debe desarrollarse, crecer y dar fruto abundante. Y, por otra parte, "-es Dios mismo el que reaviva su propio don, más aún, el que libera toda la extraordinaria riqueza de gracia y de responsabilidad que en él se encierran-" ( PDV 70).

La renovación continua del don de Dios en el franciscano seglar es efecto de un dinamismo de gracia intrínseco al don mismo y, al mismo tiempo, es el resultado de la responsabilidad y de la decisión personal de cada uno, bajo la acción del Espíritu del Señor.

3) Razones franciscanas de la formación permanente

"-Deben desear tener el Espíritu del Señor y su santa operación-" ( RB 10,8).

La vida y la formación del franciscano seglar es ante todo una experiencia de fe y de comunión con el Señor. Bajo la acción del Espíritu Santo, el franciscano seglar se dona totalmente a Dios, sigue incesantemente a Cristo y proclama el Evangelio a toda criatura. El franciscano seglar repite cada día con san Francisco: "-Mi Dios y mi todo-" ( Flor 2). Y no solamente trata de no apagar el espíritu de oración y devoción, sino que está siempre

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dispuesto a acoger la inspiración del Señor, en una continua obra de discernimiento para reconocer la acción del Espíritu.

La vida de comunión con el Señor y con el Espíritu requiere ser vivida de una manera personal y "-reanimar la búsqueda continuada de un verdadero encuentro personal con Jesús, de un coloquio confiado con el Padre, de una profunda experiencia del Espíritu-" ( PDV 72).

El franciscano seglar está llamado a identificar cada vez más sus propios sentimientos y actitudes con los de Jesucristo, siguiendo el ejemplo de san Francisco.

"-Yo, hermano Francisco, quiero perseverar hasta el fin-" ( UltVol 1).

El escrito enviado a Clara por Francisco un poco antes de morir es una insistente exhortación a perseverar en "-seguir la vida y la pobreza de nuestro altísimo Señor Jesucristo y de su santísima Madre-" ( loc.cit. ). Francisco sintió, hasta el fin de sus días, la exigencia de permanecer fiel a lo que había emprendido en su forma de vida: el camino evangélico y la altísima pobreza. Y a sus hermanos repite las palabras que escribió en el Testamento: que "-las entendáis sencillamente y sin glosa, y las guardéis hasta el fin-" ((Test 39); y en la Regla no bulada exhorta a "-seguir siempre la voluntad del Señor y agradarle-" ( RnB 22,9).

La perseverancia y la fidelidad a la vocación franciscana requieren un cuidado continuo; por eso el hermano seglar está llamado a animar, nutrir y sostener la fidelidad, tanto de cada uno como de la Fraternidad.

PARTE -3

Extracto de La Formación permanente en la Orden de Hermanos Menores, 1995, Capítulo II, adaptado a los Franciscanos seglares.

3) Razones franciscanas de la formación permanente -(continuación)

"-Se proponía llevar a cabo obras más grandes-" ( 1Cel 103).

Lejos de creer que ya había llegado, Francisco, "-aunque estuviese ya consumado en gracia ante Dios y resplandeciese en santas obras entre los hombres del siglo, sin embargo, estaba siempre pensando en emprender cosas más perfectas-" ( loc.cit. ). El mismo biógrafo observará más tarde que a Francisco, "-aun después de haber acumulado en los tesoros del Señor méritos incontables, se le veía siempre con el mismo ánimo que al principio, cada vez más dispuesto a ejercitarse en las cosas del espíritu. Consideraba ofensa grave no estar haciendo algo bueno; tenía por retroceso no adelantar continuamente-" ( 2Cel 159). "-No pensaba haber llegado aún a la meta-", insiste el biógrafo ( 1Cel 103).

La vida de Francisco fue un camino decidido y expedito hacia la configuración más radical con Cristo y hacia la identificación más total con los pobres.

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También la vida y la formación del franciscano seglar es un camino, un "-itinerario-" de toda la vida, en el descubrimiento de Cristo pobre, humilde y crucificado.

"-Lo que me parecía amargo, se me cambió en dulzura-" ( Test 3).

Para Francisco, la verdadera conversión interior es la que transforma las cosas "-amargas-" para el hombre viejo en "-dulzura del alma y del cuerpo-" para el hombre nuevo. Y la salida "-del siglo-" que le sigue, además de ser un hecho físico y social, es sobre todo un acontecimiento interior.

El encuentro con el leproso fue sólo el inicio, el momento en que Francisco "-comienza-" a hacer penitencia, porque la conversión evangélica es un trabajo exigente que no acaba nunca, y en el que hay que "-perseverar hasta el fin-" ( Test 39).

Cercano al fin, "-clavado ya en cuerpo (por los estigmas) y alma a la cruz juntamente con Cristo (...), decía a sus hermanos: "Comencemos, hermanos a servir al Señor"-" ( LM 14,1).

Así, el franciscano seglar, que, como Francisco, ha recibido la gracia de "-comenzar a hacer penitencia-", recordando las palabras de Jesús: "convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15), renueva incesantemente el espíritu de conversión, se esfuerza en producir frutos dignos de penitencia mediante la continua conversión del corazón y procura servir en penitencia a los más pequeños de entre los hombres.

He aquí el itinerario fundamental de la vida y de la formación de los franciscanos: un continuo proceso de conversión personal.

"-Recuerda tu propósito-" (II Carta a Inés, 11).

A Sta. Inés de Praga, ya encaminada en la vía de la penitencia y llamada a no volver atrás, santa Clara da un punto de referencia esencial de fidelidad: "-recordando tu propósito, y mirando siempre tu punto de partida, conserva lo que tienes; haz lo que haces, y jamás cejes-" ( loc.cit. ).

También Francisco evoca a menudo sus inicios. Escribe san Buenaventura: "-Se abrasaba también en el ardiente deseo de volver a la humildad de los primeros tiempos, para servir, como al principio, a los leprosos y reducir a la antigua servidumbre su cuerpo, desgastado ya por el trabajo y sufrimiento-" ( LM 14,1). Y en el Testamento, aludiendo a su "-salida del siglo-", Francisco vuelve a la "-humildad de los inicios-", cuando se dedicaba a la reparación de las iglesias pobres, donde adoraba al Señor.

La memoria renovada de los orígenes y de las motivaciones de la vocación personal, funda y sostiene el camino de crecimiento y de formación continua en el contexto de la vida cotidiana. Quien está en camino de formación está siempre dispuesto a comenzar a obrar el bien.

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"-El Señor me dio hermanos-" ( Test 14).

La vida fraterna en su origen más profundo, viene de Dios: cada hermano es un don de Dios a la Fraternidad. Ésta constituye una parte del proyecto salvífico del Padre, que pasa a través de cada hermano. La Fraternidad es un don que se acoge cada día de nuevo y con gratitud, y es también el lugar privilegiado del encuentro con Dios y con los hermanos.

Por otra parte, cada hermano está llamado a construir siempre de nuevo la fraternidad en una dinámica de reciprocidad y de corresponsabilidad. Y cada uno debe también crecer al interior de la Fraternidad y junto con los hermanos.

Los hermanos caminan juntos en la vía del seguimiento radical de Cristo; juntos y porque hermanos, van al encuentro de los más pequeños; juntos y porque hermanos, llegan a ser fermento de comunión entre todos los hombres y signo profético de una nueva familia humana. En la Fraternidad es donde cada hermano es evangelizado, y de ella recibe la misión de evangelizar. Ningún hermano vive solo, sino en fraternidad y con una Fraternidad, cuya renovación y crecimiento continuo cada uno debe favorecer. Los hermanos, unidos en verdadera fraternidad, se ayudan a alcanzar la plena madurez humana, cristiana y seglar. Y, por otra parte, la Fraternidad ayuda a cada hermano a buscar los signos de la voluntad del Señor Dios, a vivir las bienaventuranzas de la pobreza y la pureza como dones de Dios.

Renovar continuamente la "-forma de vida-".

"-El mismo Altísimo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio-" ( Test 14). San Buenaventura refiere que Francisco "-escribió con palabras sencillas, para sí y para los suyos, una pequeña forma de vida, en la que puso como fundamento inquebrantable la observancia del santo Evangelio-" ( LM 3,8). Y la Orden Franciscana Seglar reafirma hoy que los hermanos y las hermanas "-se comprometen con la Profesión a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco con la ayuda de la presente Regla confirmada por la Iglesia-" (Art.2).

El Evangelio es la forma ( formación ) esencial. Esta forma es el espíritu, el vigor, el "-don-" dado interiormente a cada uno, el cual, en la medida en que vive auténticamente, forma y construye a sí mismo.

El franciscano seglar llamado a volver continuamente a este vigor evangélico, a dejarse coger nuevamente por Cristo, a "-enamorarse-" nuevamente de Jesús y de san Francisco, a ser poseído por el Espíritu que actúa en cada uno y lo forma según la forma de vida observada y propuesta por san Francisco.

(Fin)

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LII-LA FORMACIÓN ES PERMANENTEExtracto de Ratio Formationis Franciscanae de la Orden de Hermanos Menores, 1991, n.

57-70, adaptado a los Franciscanos seglares.

Descripción

La formación permanente es un itinerario de toda la vida, tanto personal como comunitario, en el descubrimiento de Cristo pobre, humilde y crucificado, en sí mismos, en los hermanos, en el servicio, en la propia cultura y en toda la realidad contemporánea. Es, por tanto, un proceso de conversión, un crecimiento personal, espiritual, profesional y ministerial, de modo que el hermano seglar está siempre dispuesto a comenzar a obrar el bien, según la exhortación de san Francisco.

La formación permanente se realiza en el contexto de la vida cotidiana del hermano seglar, en la oración y en el trabajo, en sus relaciones tanto internas como externas a la fraternidad, y en la relación con el mundo cultural, social y político en el que se mueve.

Objetivos

El objetivo fundamental de la formación permanente franciscana seglar es el de animar, nutrir y sostener la fidelidad, tanto de cada uno como de la fraternidad, a la propia vocación en todas las dimensiones de la vida humana, cristiana y franciscana, en el espíritu de la Orden y en su misión, para construir el Reino de Dios en tiempos y condiciones en continuo cambio.

La formación habilita al hermano seglar para asumir una actitud contemplativa capaz de escuchar a Dios que pide a cada uno ser evangelizado y evangelizar, y apoyarse en las dificultades, en los desafíos y en los cambios provocados por su contexto vital.

La formación permanente cultiva la capacidad espiritual, doctrinal y profesional, la puesta al día y la maduración del hermano seglar, de modo que pueda desarrollar en forma cada vez más adecuada su servicio a la Orden, a la Iglesia y al mundo. La formación permanente favorece la renovación de cada hermano y de las fraternidades locales y regionales, en la relación con el pueblo de Dios, respetándolo, sirviéndolo y aprendiendo de él.

Medios

Cada hermano es estimulado a asumir la responsabilidad de su propio crecimiento humano, cristiano y franciscano, a través del diálogo con los hermanos, los Ministros y los Consejos de cada nivel.

Los hermanos de cada fraternidad tienen la responsabilidad de crear un ambiente de confianza, en el que todos puedan expresar libremente sus propias necesidades, pensamientos y sentimientos. Es importante para los hermanos promover las capacidades

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de comunicación, de resolución de los conflictos y de construcción de la fraternidad. Si se juzga necesario, se aconseja el recurso a expertos.

Las fraternidades regional y local, sensibles a las necesidades del crecimiento humano y a los respectivos problemas, tienen la responsabilidad de crear y organizar programas específicos de formación para encauzar las necesidades particulares que surgen de las fases naturales de desarrollo o de transición en la vida, como los primeros años de profesión, la crisis de la medianía de edad, ancianidad, enfermedad grave, cambios profesionales, edad de la jubilación, muerte, dependencia del alcohol y las drogas, etc.

La fraternidad pone a disposición los medios necesarios para la formación permanente de los hermanos, tanto desde el punto de vista doctrinal como de la experiencia concreta, a fin de que el Evangelio esté vivo en la realidad concreta de nuestro tiempo. Se sugieren: retiros, dirección espiritual; grupos de oración, grupos de apoyo o terapia; lecturas (periódicos, libros, etc.), actualización de las bibliotecas de las fraternidades; actualización teológica, franciscana y profesional, información sobre los cursos a disposición; peregrinaciones, viajes formativos, etc.

El Ministro local promueve la formación permanente de la fraternidad local y de cada uno de los hermanos mediante la reunión de la Fraternidad, días de retiro, retiros anuales, compartimiento de la Palabra de Dios, revisiones periódicas de vida, recreo común, reuniones fraternas, jornadas de estudio, entrevistas personales con cada hermano, etc.

El Ministro regional y su Consejo procuren que alentar y apoyar a los Ministros locales para promover la formación permanente. Los visitadores pastoral y fraterno favorezcan y faciliten los programas de la formación humana, cristiana y franciscana de cada hermano. A los mismos corresponde el cometido de promover y organizar la formación permanente en la Fraternidad regional por medio de comunicaciones periódicas y visitas personales a las fraternidades, de un programa de formación aprobado, de la formación de los formadores, de un equipo de formación, de un responsable regional para la formación permanente, de una jornada anual de formación permanente.

El responsable regional para la formación permanente tiene la tarea de organizar, coordinar y dar a conocer los programas disponibles en la Fraternidad regional, en la diócesis, en el Estado o país, y de animar a los hermanos a iniciar, organizar y participar en otras actividades para la formación permanente según las necesidades específicas, profesionales y ministeriales.

LIII- UNA APROXIMACIÓN A LA FORMACIÓNTom Purcell

Los tres primeros artículos de la Regla de la OFS diseñan el papel de la formación como una facilitación humana de un proceso emprendido por el Espíritu Santo. El artículo 1 comienza así: "La Familia franciscana, como tantas otras familias espirituales surgidas en la Iglesia por virtud del Espíritu Santo,... une a laicos, religiosos y sacerdotes que reconocen

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haber sido llamados a seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco de Asís". Igualmente el artículo 3 afirma: "La presente Regla... adapta la Orden Franciscana Seglar a las necesidades y expectativas de la Iglesia en las condiciones de unos tiempos cambiantes". En consecuencia, debe decirse que nosotros no metemos a la gente en la Orden Franciscana Seglar. Lo que hacemos sencillamente es facilitarles el conocimiento de su carisma que ha sido plantado en ellos por Dios por medio de Jesús en el Espíritu Santo. Un carisma que sirve a las necesidades de toda la Iglesia y no solamente a la OFS.

A este respecto es importante asegurar que la formación no es una aproximación a un proceso de indoctrinación. La formación aprecia en mucho la experiencia humana del individuo, mientras que la indoctrinación ignora tal experiencia. Para evitar un acercamiento a la indoctrinación, necesitamos trabajar en el marco de un programa de formación religiosa de adultos y no de un aprendizaje pueril. Esta postura es apoyada por las Constituciones Generales de la OFS (art. 40,4) que declara: "-Adóptese una pedagogía de estilo franciscano y que responda a la mentalidad del ambiente, según las sugerencias que formulen los responsables nacionales de la formación-". En la práctica esto significa que los programas de formación deben prepararse de modo que se adapten a las necesidades de los individuos y no que se trate de cambiar a los individuos para que se amolden a los objetivos del programa de la formación. Esto significa que los programas de formación no deben ser esculpidos en piedra.

La formación es un ejercicio común, una responsabilidad que no debe recaer sobre uno solo. En efecto, las Constituciones Generales (art. 37,2) son muy explícitas al identificar a los responsables de la formación:..."los responsables de la formación son: el candidato, toda la Fraternidad, el Ministro con su Consejo, el Maestro de la formación y el Asistente como guía espiritual". Es importante hacer notar que el Asistente es mencionado sólo en el sentido de guía de todos los que han sido mencionados antes.

Metodología

Un método de facilitar la formación en consonancia con todo lo que precede es el método conocido como práctica cristiana compartida y defendida, de Thomas H. Groome (Christian Religious Education, Harper & Row Publishers Inc., New York, 1981). Este método propone cinco estadios en la participación de la historia y visión de una persona:

1. Acción actual.2. Reflexión crítica.3. Diálogo.4. Una historia más amplia5. Una visión más amplia.

Lo que sigue es sólo una somera y breve visión de un proceso mucho más profundo.

1. La aproximación a un problema determinado se hace primero sobre la actitud actual a nivel de individuo. Esto puede realizarse mediante preguntas del tipo "qué". Por ejemplo ¿"qué piensa Vd. de la OFS"? Es un estadio de pregunta y escucha.

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2. Después, o tal vez durante la fase de las preguntas, se puede animar al individuo a que reflexione sobre lo que ha influido en su actitud actual respecto a este tema. Esto lo podemos hacer mediante preguntas del tipo "por qué", por ejemplo: "¿por qué tiene ud. esta visión sobre la OFS?" No se debe tratar de criticar los puntos de vista y las opiniones individuales. Más bien, debería haber un interés genuino sobre por qué la persona es tan inclinada a mantener su actual punto de vista.

3. En este momento, debería ser posible presentar qué programa de formación sería el más adaptado al proceso. Esto puede hacerse de varias maneras: un orador invitado, una pieza de literatura, música, cine, oración, etc. Lo que se pretende es suscitar un diálogo en el individuo. Puede conseguirse mediante una mayor implicación o, lo que es igual, el diálogo puede estar en el interior del corazón y realizarse entre la persona y Dios.

4. Como consecuencia, los que están presentes se sienten animados a ver sus propias experiencias en relación con la experiencia de una comunidad cristiana y franciscana de ámbito mayor. Esto facilitará una aproximación dialogante entre los dedicados al proceso de formación: preguntar, escuchar, comentar, observar, etc.

5. Finalmente, hay una respuesta para todo lo anterior. "Si nuestra peregrinación tiene como misión desarrollar la Visión más bien que repetir el pasado, entonces el presente no puede heredar pasivamente y repetir la Historia. Debemos encajar críticamente la Historia en la experiencia presente, reclamándola, completándola con nuestra palabra, y en ese sentido 'cambiarla'" (Groome, op.cit. p.194). Una tal aproximación ayuda a desarrollar una tradición viva y dinámica que puede poner en relación el problema discutido con nuestras experiencias presentes. Esto es muy diferente de un simple paso a una tradición estática que no hace referencias a las necesidades de la Iglesia moderna.

Tal metodología casa muy bien con otro proceso usado por la Iglesia, concretamente con el Rito de la iniciación cristiana de adultos. Ambos tratan de facilitar un sentido de progreso en la comprensión del individuo y de despertar la llamada iniciada por el Espíritu Santo.

Conclusión

La formación tiene como finalidad crear un sentido de interdependencia y no una dependencia pasiva y pueril. Este comentario no se refiere solamente al candidato sino a todos los comprometidos en el proceso de formación. Una tal concepción pone de relieve la importancia del liderazgo de la formación a todos los niveles de la OFS. Las relaciones de colaboración, como se ha dicho arriba, miran a un refuerzo y no a una esclavitud. Es también importante darse cuenta de que la formación comporta una acción social, además de un desarrollo intelectual. Hay que animar a los individuos a que tomen parte de algún modo en la acción social que, a veces, está referida a un apostolado, si es que aún no están comprometidos en tal acción.

Idealmente, pero no siempre es posible, la formación de los Franciscanos Seglares debe ser emprendida por los propios Franciscanos Seglares en unión con el Asistente en su papel de

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apoyo. Mediante esta aproximación, la OFS llegará a ser una Orden distinta y distintiva dentro de la Familia Franciscana. De esta manera, el carisma del Franciscano Seglar complementará y tomará parte en la construcción de la entera familia de Francisco y Clara y, al hacerlo así, ayudará a preparar el camino para la llegada del Reino de Dios.

LIV- LAS CUALIDADES DEL ANIMADOREmanuela De Nunzio

En el número del Boletín anterior hablábamos de la "creatividad apostólica" como factor indispensable para revitalizar la Fraternidad y rendir un servicio útil a la Iglesia y a la sociedad. Indicábamos como actitudes indispensables a los responsables de la Fraternidad a todos los niveles: la fantasía, la comunicación y el trabajo en grupo.

Reflexionando con más profundidad sobre estas actitudes que deben poseer los responsables para "animar y guiar" la Fraternidad, nos dimos cuenta que es preciso cultivar, asimismo, otras características, especificados por los psicólogos como necesarias para desarrollar el papel de líder en cualquier campo en el que uno se comprometa.

La primera, y tal vez la más importante, es la determinación, la fuerza de ánimo, la firmeza en los proyectos. Nuestros sentimientos son débiles, nuestro humor variable: una mañana nos despertamos alegres, otra inciertos, inestables. Un suceso nos entusiasma, un contratiempo nos deprime. Pero, quien tiene la responsabilidad de guiar a otras personas, debe ser capaz de controlar estas incertidumbres, estas oscilaciones. No debe nunca, absolutamente nunca, dejarse llevar del desánimo. No debe ceder al tedio ni al miedo, debe solo concentrarse sobre el modo de superarlo para ser capaz de ayudar a superarlo a los demás.

Una segunda cualidad indispensable, de la que depende la buena guía de la Fraternidad, es que nunca debe ser un trabajo individual, sino que debe estar caracterizado por la colegialidad. La misma Fraternidad está formada por diversidad de personas que tienen situaciones personales y familiares distintas, y de diverso nivel de convicciones en su compromiso de vida fraterna y apostólica. Las iniciativas deben proponerse de común acuerdo con estos hermanos y hermanas, para que no se incomoden y puedan entorpecer el logro de los proyectos, generando en ellos otras perspectivas y ansiedades. La gente teme tanto la novedad, como lo que ignora.

El animador debe ser capaz también, de resistir la duda y el miedo, tal vez el derrotismo del entorno que le rodea, o del ambiente en que se desenvuelve su ayuda y colaboración. Debe estar preparado para oír que la iniciativa propuesta es imposible, que el camino indicado es impracticable. Se le aconsejará que desista, o al menos que aplace el proyecto. Para ser, en el sentido literal del termino, un "animador", debe demostrar con coraje, que las objeciones son superables. Y después: reflexionar, asesorarse, animarse; aceptar las objeciones con el verdadero convencimiento de que hay que afrontar el riesgo, que para lograr el "tesoro escondido vale la pena vender todos los otros bienes".

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El tercer factor, que parece a primera vista un contrasentido respecto a las dos primeras cualidades, es la ductilidad, la flexibilidad. Lo importante es asegurar el fondo de la finalidad general del proyecto. Pero, en cuanto a los medios a usar y el camino a seguir, debe estar dispuesto a modificarlos si conviniere, después de conocer la realidad concreta.

Si el proyecto revela que es demasiado gravoso, puede reducirse la dimensión del proyecto. Si no es posible llevarlo a cabo solos, debe buscarse ayuda junto a colaboradores externos. Si aún no pueden alcanzarse todos los objetivos, se tratara de conseguirlo en otra oportunidad. Si los costes son demasiado elevados, se procurará otras fuentes de financiamiento.

Es necesario tener flexibilidad también con los colaboradores. No todos aquellos que comienzan deben ser los mismos que terminen. El animador debe estar dispuesto a animarlos y sostenerlos, pero también a substituirlos, si cabe, con nuevas personas descubiertas durante el trayecto.

La cuarta cualidad es la capacidad de comprender a la persona, con sus cualidades y experiencias, pero también teniendo en cuenta sus limitaciones y sus defectos. Estar atentos a reconocer el riesgo de dejarse influenciar por las apariencias: de las bellas palabras, de los fáciles entusiasmos, de las intuiciones brillantes... Ya que a menudo son las personas más silenciosas y más modestas las que ofrecen una disponibilidad constante, un compromiso tenaz y una colaboración convencida.

De todo ello resulta necesario encontrar la persona adecuada para el papel adecuado y para el momento justo. Además, debe ser preguntado cada hermano/hermana, sobre aquello que realmente puede dar y no más, sin que nadie se sienta excluido o marginado.

LV- LA FORMACIÓN FRANCISCANABasado sobre la Ratio Formationis Franciscanae, de la Orden de Hermanos Menores, Roma 1991, adaptada para aplicarse a todos los franciscanos, religiosos y seglares. Mientras los Asistentes locales acompañan a los franciscanos seglares en su formación, ellos se ocupan de la propia formación permanente: es una aplicación práctica de "-recíproca comunión vital-" (Reg. 1).

La formación franciscana tiene su fundamento en el encuentro personal con el Señor y se inicia con la llamada de Dios y la decisión de cada uno de seguir con san Francisco las huellas de Cristo pobre y crucificado, como discípulo suyo, bajo la acción del Espíritu Santo.La formación franciscana es un proceso continuo de crecimiento y de conversión que compromete toda la vida de la persona, llamada a desarrollar la propia dimensiónhumana, cristiana y franciscana, viviendo radicalmente el santo Evangelio, en espíritu de oración y devoción, en fraternidad y minoridad.El seguimiento de Jesucristo, según la forma de san Francisco, lleva al franciscano a comprometerse con la Iglesia y a ponerse al servicio de los hombres de nuestro tiempo, como mensajero de reconciliación y de paz.

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1. A EJEMPLO DE SAN FRANCISCO

El seguimiento de Cristo por san Francisco estuvo marcado por el encuentro con el Crucifijo de S. Damián, con el leproso y por la escucha del Evangelio. Estas experiencias lo hicieron crecer en su amor apasionado a Cristo pobre y crucificado, hasta la plena conformidad con El en el Alverna.La fuerte experiencia de Dios como Padre y sumo Bien caracterizó la vida de san Francisco y lo llevó a una actitud de agradecimiento y alabanza al Creador por sus maravillas y lo hizo hermano de todos los hombres y de todas las criaturas.El don concedido a san Francisco fue el de comenzar a hacer penitencia. Esto trajo consigo un proceso de conversión continua que cambió en dulces las cosas que antes le parecían amargas. San Francisco fue inducido después a abandonar la mentalidad y las actitudes de este mundo, a despojarse de sí y de sus cosas propias para pasar de una vida centrada sobre sí a una gradual conformidad con Cristo (cf. Test 1; 3-4).El itinerario de san Francisco es ejemplar para la vida y la formación de los hermanos de nuestro tiempo, llamados también a recorrer el mismo camino hasta alcanzar la plena estatura de Cristo (cf. Ef 4,13), fieles a la misión de anunciar el Evangelio a todas las gentes (cf. RB 12).

2. PRINCIPIOS DE LA FORMACIÓN FRANCISCANA

(1) Principios generales

El franciscano, bajo la acción del Espíritu Santo, es el protagonista principal de la propia formación, responsable de asumir e interiorizar todos los valores de la vida franciscana, capaz de autonomía e iniciativapersonal.La formación franciscana es un proceso dinámico de crecimiento en el que el hermano abre el propio corazón al Evangelio en la vida diaria, comprometiéndose en la conversión continua para seguir a Jesús cada vez con más fidelidad en el espíritu de san Francisco.El proceso formativo está atento a la unicidad de cada hermano y al misterio inherente a él con sus particulares dones para favorecer su crecimiento mediante el conocimiento de sí y la búsqueda de la voluntad de Dios.La formación franciscana tiene lugar en la Fraternidad y en el mundo real, donde el hermano experimenta el poder de la gracia, es renovado en su mente y en su corazón, y desarrolla su vocación evangelizadora.La formación franciscana está atenta al crecimiento humano, cristiano y franciscano del hermano, a fin de que pueda seguir a Jesús con todo el corazón según la forma de san Francisco.

(2) Principios específicos

La formación franciscana es integral, es decir tiene en cuenta al hombre en su totalidad para que desarrolle de un modo armónico sus dotes físicas, psíquicas, morales e intelectuales, y se inserte activamente en la vida social y comunitaria.

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La formación franciscana es un camino en el que se cultivan los aspectos fundamentales de nuestra vida consagrada, por lo cual toda iniciativa está dirigida al crecimiento en el espíritu de oración y devoción, en la fraternidad, en la minoridad, en el servicio y en la evangelización.La formación franciscana es experiencial, es decir, es atenta a la vida y a las dotes de cada persona, favorece la experiencia concreta del estilo propio y de los valores franciscanos en lo cotidiano tanto de la Fraternidad como de cada uno.La formación franciscana es práctica en cuanto apunta a transformar en obras lo que se aprende (cf. Adm 7), especialmente mediante una constante habituación a la pobreza y al trabajo, basada en el ejemplo de san Francisco (cf. Test 24).La formación franciscana está inculturada en las condiciones de vida del ambiente y del tiempo en que se desarrolla, permaneciendo fiel al Evangelio y a la tradición de la Orden.La formación franciscana está abierta a nuevas formas de vida y de servicio, atenta a las renovadas llamadas del mundo y de la Iglesia.La formación franciscana está organizada en etapas que comprometen a la persona desde el inicio del proceso vocacional y durante toda su vida como franciscano.La formación franciscana es orgánica, gradual y coherente, en sus distintas etapas, en cuanto promueve el desarrollo de la persona de forma armónica y progresiva, en el pleno respeto de cada uno.La formación franciscana dedica un tiempo adecuado al estudio, según los dones particulares de cada uno y sin olvidar que la cultura no se limita a la dimensión intelectual de la persona, para permitir al hermano alcanzar un conocimiento cada vez más pleno de Dios y para un mejor servicio a los hombres.La formación franciscana promueve un auténtico sentido de disciplina dirigida a la honesta autocomprensión, al autocontrol, a la vida fraterna y al servicio.

LA FORMACIÓN FRANCISCANA (3) Aspectos concretos del crecimiento humano, cristiano y franciscano

Los aspectos del crecimiento humano, cristiano y franciscano se desarrollan unitariamente en la vida práctica, si bien son distintos teóricamente.Entre los aspectos del crecimiento humano, cristiano y franciscano, la formación presta atención a:

1. Aspectos del crecimiento humano

(a) Respecto a la persona:- autoconocimiento y autoaceptación;- libertad y responsabilidad;- empeño por crecer física, psicológica, moral, espiritual y socialmente;- equilibrio emocional y afectivo;- desarrollo sexual e integración;- honradez y sinceridad;- gozo y alegría.

(b) Respecto a la comunidad:

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- capacidad de relacionarse bien con los otros;- capacidad de comunicar y enfrentar los conflictos;- espíritu de cooperación;- apertura y flexibilidad.

(c) Respecto al mundo:- capacidad para leer los "-signos de los tiempos-";- solidaridad con los pobres y marginados.

2. Aspectos del crecimiento cristiano

(a) Respecto a Dios:- sentido de gratitud;- conversión continua;- crecimiento en el amor incondicional;- búsqueda de la voluntad de Dios en todas las cosas.

(b) Respecto a la Iglesia-mundo:- sentido de la presencia de Dios en el mundo;- conocimiento de la fe católica;- amor a la Iglesia Católica;- espíritu misionero y ecuménico;- búsqueda de la justicia y de la paz.

3. Aspectos del crecimiento franciscano

(a) Respecto a Dios:- seguimiento de Cristo pobre y humilde;- vida evangélica radical;- vida de penitencia;- espíritu de oración y devoción.

(b) Respecto a la Fraternidad:- amor a la Fraternidad;- amor y comprensión por cada hermano;- servicio fraterno, particularmente a los hermanos ancianos y enfermos;- obediencia caritativa recíproca;- superación del egoísmo, de la propia voluntad y de las fuerzas que obstaculizan la edificación de la Fraternidad;- voluntad de trabajar con las propias manos;- participación en la oración y en la liturgia comunitaria.

(c) Respecto a la Iglesia-mundo:- amor a la Iglesia;- evangelización y misión;- espíritu profético;

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- opción por los pobres;- empeño por la reconciliación y el perdón;- respeto a la naturaleza y al ambiente.

Se añade una lista más detallada de los aspectos del crecimiento humano, cristiano y franciscano. Las referencias extensivas a los documentos-fuentes están en el Apéndice de la Ratio Formationis Franciscanae.

(1) ASPECTOS DEL CRECIMIENTOHUMANO

1. sentido de identidad y aceptación de sí;2. sentido de libertad personal, iniciativa y responsabilidad de la propia vida;3. capacidad de discernir, decidir y tomar un compromiso;4. capacidad de trascender y superar el egocentrismo;5. conciencia y aceptación del don de la propia sexualidad y deseo de vivir y de crecer en la castidad según su propio estado;6. voluntad de desarrollarse a sí mismo física, psicológica, intelectual, moral y espiritualmente;7. disponibilidad para el trabajo manual;8. apertura y receptividad hacia nuevos valores, actitudes, perspectivas y experiencias;9. capacidad de aceptar, vivir, dialogar y trabajar con otros, incluso de diferentes culturas;10. capacidad de desarrollar relaciones interpersonales positivas con hombres y mujeres;11. sentido de justicia y de paz;12. capacidad de ser solidario con los pobres.

(2) ASPECTOS DEL CRECIMIENTOCRISTIANO

1. voluntad de buscar y hacer la voluntad de Dios;2. voluntad de orar y ser una persona centrada en Dios;3. relación personal con Jesucristo, alimentada por la celebración regular de los sacramentos y por la reflexión sobre su Palabra, y serio empeño en seguirlo;4. una fe viva traducida en palabra y acción;5. conocimiento de la fe católica y amor por la Iglesia;6. conciencia de la presencia de Dios y de su acción salvífica en la propia vida, en la Iglesia y en el mundo;7. voluntad de ser evangelizado y de evangelizar;8. espíritu profético, misionero y ecuménico;

(3) ASPECTOS DEL CRECIMIENTOFRANCISCANO

1. vida de penitencia expresada en la continua conversión a Cristo y a la vida evangélica según el espíritu de san Francisco;

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2. vida como hermanos caracterizada por un corazón pacífico y humilde y por un espíritu alegre y cortés;3. vida fraterna expresada en la capacidad de vivir con los otros como hermanos, de abrazar la gran Familia franciscana, y de estar en hermandad con todos los pueblos;4. espíritu de oración y devoción;5. vida de disponibilidad y buena voluntad para el servicio y el trabajo;6. vida de pobreza y sencillez, y voluntad de estar con y por los pobres;7. vida de justicia y de paz;8. amor y respeto reverencial por la creación y el ambiente como reflejo de la presencia de Dios;9. actitud contemplativa en la vida personal, comunitaria y profesional.

LVI- ¿DIRECTOR O ASISTENTE?Carl Schäfer OFM

Me gustaría clarificar algunos puntos que son importantes para una correcta comprensión de la Orden Franciscana Seglar, de modo que los frailes puedan prestar la asistencia espiritual que la nueva Regla de la OFS de 1978 y las Constituciones generales de la OFS de 1991 esperan de ellos. Estos comentarios se basan en mis respuestas a los sacerdotes que han compartido conmigo estos problemas.Los franciscanos seglares han adoptado en todas partes la Regla de 1978. En consecuencia, consideran que forman una Orden Franciscana Seglar única y una Fraternidad nacional única. No aceptan, por tanto, la idea de Ministro nacional "-conventual-" o "-capuchino-", sino que entienden correctamente que ellos han elegido un Ministro nacional único que no debe pertenecer a ninguna jurisdicción de frailes. Los franciscanos seglares no son frailes. No son miembros de nuestras Fraternidades locales o de nuestras Provincias. Son miembros de sus Fraternidades locales, de sus Fraternidades regionales, y de su propia Fraternidad nacional o de la Orden Franciscana Seglar.Cada Fraternidad local debería contar con un sacerdote nombrado como su Asistente espiritual por el Ministro provincial de una de las cuatro ramas de frailes: OFM, Capuchinos, Conventuales o Tercera Orden Regular (cf. Reg. 26). Si el Asistente espiritual no es un sacerdote franciscano, debe ser, sin embargo, un sacerdote, según las Constituciones generales, art. 91. El Asistente espiritual no es el Director de una fraternidad local, ni su Secretario o Tesorero. Es miembro del Consejo de la Fraternidad local, con derecho a voto en todos los asuntos, excepto las decisiones financieras. Su voto cuenta como uno, precisamente como el voto de cada consejero seglar cuenta como uno (cf. Const. 89).Si son éstas las ideas y la práctica de los responsables y miembros de la OFS de su país, están de acuerdo con la Regla y las Constituciones generales de su Orden. Estas ideas no deben ser interpretadas como un rechazo del Asistente espiritual o del Sacerdote. Jurídicamente, ellos están legítimamente constituidos como una Orden seglar reconocida como tal por la Iglesia Católica Romana (cf. Const. 1). Son autónomos, hasta tal punto que son regidos por sus propios Consejos de Fraternidad en los distintos niveles, desde el local hasta el internacional (cf. Const. 31).Si los Ministros provinciales y los Asistentes son ignorados por los franciscanos seglares, no es culpa de la Orden Franciscana Seglar o de la Iglesia que la reconoce como una

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asociación pública, universal e internacional, de laicos. Sería culpa de algunas personas que no son franciscanos seglares ideales, o podría ser también culpa de algunos Ministros provinciales o Asistentes espirituales que no conocen la legislación de la Iglesia respecto a la OFS, o que no la cumplen.Puede suceder que los franciscanos seglares se opongan a un Asistente espiritual, porque éste se comporta como el anterior Director de una Fraternidad de la Orden Tercera, pensando que la Fraternidad local le pertenece a él y a su Orden. El sacerdote será ciertamente rechazado si no comprende la diferencia entre un Director espiritual de la anterior Orden Tercera y un Asistente espiritual de la actual Orden Franciscana Seglar. Pero los franciscanos seglares no tienen derecho a excluirlo de las reuniones del Consejo de Fraternidad. Si tienen problemas con él, lo deben comunicar al Consejo regional de la OFS, si existe, o al Consejo nacional, que estudiará el problema con el Ministro provincial, a través del Asistente provincial o directamente.La mayor parte de los problemas de los Asistentes espirituales nacen de situaciones locales que deben comunicarse al Consejo de la Fraternidad local de la OFS o, si no pueden resolverse a nivel local o regional, al Consejo nacional. El Asistente general sólo se vería envuelto cuando el Consejo nacional no puede resolver un problema serio o cuando tenga que ponerlo en conocimiento de la Presidencia del Consejo internacional.Gracias a Vd. por compartir sus preocupaciones conmigo. Esto me ayuda a comprender las dificultades a las que deben hacer frente los sacerdotes al tener que cambiar su papel de Director espiritual de la Tercera Orden Franciscana Seglar por el de Asistente espiritual.

LVII- AGENTES Y RESPONSABLES DE LA FORMACIÓNCapítulo III del Subsidio para la Formación, publicado para la Presidencia del Consejo Internacional de la OFS, Roma 1992.

"-Los hermanos son responsables de la propia formación para acrecentar la vocación recibida del Señor de manera cada vez más perfecta-" (Const. 37,3)."-Teniendo presente que el Espíritu Santo es el principal agente de formación y atentos siempre a colaborar con El, los responsables de la formación son: el mismo candidato, la Fraternidad entera, el Ministro con el Consejo, el Maestro de Formación y el Asistente, como guía espiritual-" (Const. 37,2).

I. AGENTES

A. El Espíritu Santo

"-Además, el mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los ministerios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de caulquier condición, distribuendo a cada uno según quiere (1Cor 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes, que sean útiles par la renovación y la mayor edificación de la Iglesia según aquellas palabras: "-A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad-" (1Cor 12,7) (LG 12).El Espíritu Santo es la fuente de la vocación, el principal agente de la formación, el alma de la vida fraterna (cf. Const. 11; 37,2).

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El Espíritu Santo es el quien:- hace nacer a la nueva vida que nos hace partícipes de la naturaleza divina y atestigua que somos hijos de Dios (Jn 3,5-8; 2Pt 1,4; Rom 8,14-16);- revela y comunica la vocación fundamental a la santidad (Ef 1,4-5) y se hace principio y alimento de su realización conformándonos con Cristo, haciéndonos partícipes de su vida filial en la caridad hacia el Padre y hacia los hermanos (Gal 4,6; 5,25);- enseña lo que es necesario para seguir a Cristo (Jn 14,26; 16,13-14);- fortalece el hombre interior haciendo comprender la grandeza del misterio de Cristo y de su amor que excede a todo conocimiento (Ef 3,16-19);- reparte dones y gracias particulares que disponen para realizar obras y oficios para común utilidad (1Cor 12,4-11);- da la fuerza para dar testimonio de Cristo, enseña cómo comportarse y qué decir en el momento necesario (He 1,8; 8,14-17; Lc 12,11-12);- consuela, aconseja, asiste, fortalece en las distintas circunstancias de la vida; ayuda nuestra debilidad e intercede por nosotros (Jn 14,16-17; Rom 8,26-27);- asocia a la resurrección de Cristo (Rom 8,11).

San Francisco

San Francisco estuvo siempre lleno del Espíritu Santo, actuaba y hablaba movido por El (2Cel 46,52).

Consideraba que:- sus frailes había nacido, a semejanza de Jesús, de una madre pobre por obra del Espíritu Santo a quien consideraba Ministro general de la Orden (2Cel 193; LM III, 10);- para seguir las huellas de Jesucristo hay que estar interiormente purificados, iluminados y abrasados por el fuego del Espíritu Santo (Carta a la Orden VII);- el hombre nuevo, es decir, el hombre que mira con los ojos de Jesús y actúa evangélicamente, es aquel que tiene el "-Espíritu del Señor y su santa operación-" (Reg. Bulada X);- el Espíritu hace alcanzar el conocimiento de las cosas espirituales aún a falta de instrucción (2Cel 191) y une el alma del fiel a Jesucristo y la convierte en su esposa (cf. Prologo a la Regla).

La Regla

La Regla describe la acción del Espíritu Santo hacia el candidato, como:- preparatoria: le prepara una "-familia que lo acoge-", la Familia franciscana que El ha suscitado en la Iglesia (cf. Reg. 1);- estimulante: lo "-mueve-" a entrar en ella para seguir a Jesucristo al estilo de San Francisco (cf. Reg. 2);- iluminante y fortificante: lo introduce en la verdad, es decir en el ministerio de Cristo, en la Iglesia, en las acciones litúrgicas, especialmente en la Eucaristía (cf. Reg. 4,5) porque como escribe San Francisco: "-Es el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles, el que recibe el santísimo Cuerpo y Sangre del Señor. Todos los otros, que no participan de ese

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mismo Espíritu y presumen recibirlo, se comen y beben su sentencia-" (Aviso espiritual I, 12).

B. El candidato

El candidato es el protagonista, el centro, el sujeto y el objeto de la formación: le pertenece directamente, lo involucra personalmente.El resultado de la acción formadora depende de su docilidad, de la acción del Espíritu Santo sobre él y de la colaboración activa a la obra que los responsables de la Fraternidad realizan en su favor.Después de haber percibido el "-impulso-" del Espíritu Santo que lo invita a alcanzar la perfección de la caridad en su propio estado, viviendo el Evangelio a la manera de San Francisco en la línea trazada por la Regla de la OFS (cf. Reg. 2), él emprende el camino de formación que lo lleva a una iluminación interior y lo prepara para decidir su adhesión a la vocación, ratificada por la promesa de vida evangélica, o profesión, que marca su "-pertenencia-" a la OFS.

Su compromiso del candidato debe tender a:- responsabilizarse hacia Dios, hacia sí mismo y hacia la OFS para analizar con serenidad y seriedad los motivos que lo impulsan a iniciar la experiencia franciscana, a examinar sus propias capacidades y actitudes, a evaluar las eventuales dificultades subjetivas y objetivas en cuanto a los compromisos que derivan de su opción;- abrirse con plena disponibilidad a la luz de Espíritu y a la ayuda de los responsables para captar el valor del "-impulso-" hacia la experiencia franciscana y el sentido que adquiere para él, el criterio para juzgar ese impulso y la responsabilidad de serle dócil;- aprender y recurrir al discernimiento evangélico - que nace en la luz y la fuerza del Evangelio y con el don del Espíritu Santo - como principio cognoscitivo que le permite acoger la llamada de Dios en las distintas circunstancias de la vida, y como criterio para interpretarlas y hacer unas opciones concretas puesto que puede haber ambivalencia en ellas y se pueden entrelazar dificultades y potencialidades, elementos negativos y motivos de esperanza.Esto le ayuda a no considerar los factores positivos aisladamente, como elementos absolutos que puedan contrastar entre sí y oponerse mutuamente; y de descubrir, hasta en los factores negativos, algún valor que espera ser liberado y encauzado en su plena verdad;- cultivar esas cualidades humanas necesarias para edificar una personalidad equilibrada dirigida hacia la madurez humana y cristiana que se caracteriza por una profunda armonía de la persona, por una amplia y conciente posesión de la verdad, por la capacidad de entrega, por la plena conciencia de tener responsabilidades precisas en la comunidad civil y eclesial, por el testimonio de fe auténtico en cada momento de la vida: familiar, profesional, social, político.

Esto requiere del candidato apertura al amor por la verdad, a la lealtad, al respeto por los demás, a la fidelidad a su palabra, a la coherencia, al equilibrio en el juzgar y en su conducta, a la capacidad para relacionarse con los demás: ésta es muy importante, especialmente para los que quieren pertenecer a la Fraternidad franciscana.

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II. RESPONSABLES

Los responsables deben ser personas capaces de:- animar sin dominar;- crear las condiciones para que el llamado encuentre "-su-" forma;- ejercer la doble función de actuar y observar.

A. La Fraternidad

La Fraternidad por su estilo de vida, intensamente comunitaria, profundamente eclesial, dinámicamente misionera, "-está llamada a ayudar a los hermanos en este camino con la acogida, la oración y el ejemplo-" (Const. 37,3).Con esta finalidad debe habilitarse como escuela para poder desarrollar la vocación franciscana y el sentido eclesial y animar la vida apostólica de sus miembros para convertir a los que ha engendrado al franciscanismo en franciscanos seglares auténticos.

Para favorecer este estilo de vida se recomienda también cuidar el ambiente de los locales donde tienen lugar los encuentros.

B. El Ministro con el Consejo

Alma y guía de la Fraternidad es el Consejo del cual el Ministro es el primer responsable (cf. Reg. 21).Corresponde al Consejo (cf. Const. 50,1):- establecer el programa en conformidad con las directrices superiores;- apoyar al Maestro de formación y seguir su trabajo para poder juzgar los resultados y para poder aceptar o no el candidato a la admisión y a la profesión;- programar los encuentros;- procurar la actualización y favorecer el crecimiento de todos los miembros.

C. El Maestro de formación

El Maestro de formación debe ser (cf. Const. 52,3):- preparado y disponible, con capacidad para comunicar y dotado de los conocimientos culturales que está llamado a transmitir;- tener conciencia de su función, tener espíritu de Dios, competencia, entrega personal total, tensión interior;- tener presente el carisma del Fundador y las raíces profundas sobre las cuales está fundado e interpretarlo a la luz de los signos de hoy y de las nuevas exigencias eclesiales y sociales;- sentirse siempre un "-enviado-" de la Fraternidad;- favorecer la inserción llena y gozosa de los candidatos en la Fraternidad;- cuidar las relaciones personales con cada uno;- comprender sus experiencias y motivaciones;- saber escoger las formas y los momentos para la corrección de las conductas equivocadas;- tener relaciones constantes con el Asistente y con los otros responsables.

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Todo esto en una entrega total como respuesta a la confianza recibida y a la fuerte petición de ayuda.

D. El Asistente espiritual

El Asistente espiritual es un signo concreto de comunión y corresponsabilidad de la Primera Orden y de la Tercera Orden Regular hacia la OFS (cf. Reg. 26).Presta su servicio en la Fraternidad como hermano en San Francisco y como maestro y guía "-in persona Christi-" e "-in nomine Ecclesiae-" (en la persona de Cristo y en nombre de la Iglesia, cf. Pdv 20).

(1) Como hermano, comparte el mismo ideal, participa, en forma distinta, del mismo carisma y de la idéntica misión de Francisco.En esta manera vive y facilita la comunión vital y recíproca entre todos los seguidores de San Francisco (cf. Const. 89,3).

(2) Como maestro y guía,revela a Cristo que salva y, a través de su ministerio sacerdotal transmite la gracia de Cristo en los candidatos, para puedan ejercer su sacerdocio común, propio de todos los bautizados (cf. PO 6; Pdv 16,17).De este modo favorece la comunión con la Iglesia garantizando la integridad de la fe y la disciplina eclesiástica (cf. CJC 305; Const. 85,2; Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral de la Orden Franciscana Seglar, Roma 1992).

LVIII -EL PAPEL DEL ASISTENTE Y DEL ANIMADOREn la formación de los responsables seglares y de los miembros de la fraternidad local

Hno. Antonio Morichetti TOR

Introducción

Ya hemos publicado diversas reflexiones sobre algunos aspectos de la asistencia espiritual y sobre el papel de los asistentes. En este número examinaremos la delicada tarea y la responsabilidad del asistente o del animador como formadores de la comunidad local.

Esperamos que nuestra insistencia sobre la formación no conduzca a considerar este concepto como una expresión exagerada, como pasa muchas veces, especialmente en el campo eclesiástico, como tantas otras palabras usadas con demasiado énfasis.

Hablar del asistente espiritual como responsable de la formación no es tan fácil, especialmente si se consideran todas las implicaciones y relaciones a las que está sometido: con el Ministro, con el consejo, con los miembros del equipo de formación y con todos los miembros de la fraternidad.

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El borrador del proyecto de formación sobre el Papel de los responsables de la fraternidad local, que la Presidencia del Consejo Internacional de la OFS está estudiando y que recoge sugerencias de toda la Orden, pone en evidencia, en los varios papeles y aspectos de la vida de la fraternidad, la presencia y la incidencia específica del asistente espiritual como responsable de la formación, respetando plenamente todos los otros papeles.

Debemos reconocer que la Orden Franciscana Seglar, en el pasado, no ha cuidado mucho la formación de los responsables, dejando esta tarea a los asistentes y los expertos ocasionales. Esta situación está cambiando radicalmente. También por exigencia de los nuevos tiempos que encontramos, se impone, en primer lugar, la nueva dimensión de responsabilidad a la cual los fieles laicos son llamados intensamente por la Iglesia y la sociedad.

Este cambio debe realizarse con inteligencia y atención: no hay que creer que todo se solucionará "-sustituyendo-" al fraile por el seglar; será un trabajo paciente y conjunto, donde cada uno aportará lo que le es propio.

La legislación renovada de la Orden Franciscana Seglar pone al asistente espiritual en una nueva luz, muy distinta de los tiempos pasados: lo pone en su verdadera dimensión. El trabajo del asistente resulta menos amplio en el campo de la dirección y la organización, pero sin embargo, se hace más profundo en el acompañamiento espiritual y en la formación de los hermanos y hermanas.

Estos cambios no deben conducir al asistente a asumir una actitud pasiva de "-dejar que hagan-", por el contrario, deben conducirlo a lograr una actitud de mayor responsabilidad y compromiso.

No tratamos aquí de las exigencias necesarias para asumir el papel de formador y tampoco de la preparación necesaria, ésta sería un tema aparte. Nos limitamos a considerar al asistente como un líder encargado de colaborar en el delicado campo de la formación y tratamos, en consecuencia, sus relaciones con los otros responsables. Su papel es más importante hoy cuando están disminuyendo la fuerza de los valores cristianos y aumentando al mismo tiempo la fuerza de otros valores no siempre en sintonía con el seguimiento de Cristo.

Asistente, del verbo latino "-adsistere-", significa estar al lado, estar cerca, estar presente, participar, ayudar con la propia participación activa, proteger, favorecer. El Asistente es el que está llamado, por su competencia, a coayudar al titular o al responsable principal. En el campo eclesiástico indica también al sacerdote encargado de representar la autoridad de la Iglesia en las asociaciones católicas.

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Animador

Las Constituciones preveen también la persona del animador. Animador, de "- animar -", significa infundir vida y ánimo, promover, dar expresión, movimiento, calor, vivificar, transfigurar. El animador es un inspirador, promueve la vida intelectual y guía espiritual de un movimiento.

La reflexión de la figura y el papel del animador o de la animadora tiene su orígenes en el período del estudio de las actuales Constituciones. La discusión específicamente se enfoca sobre el articulo 91,3 de las Constituciones, que tratan del animador en modo limitado y con un papel no bien definido. Se debe profundizar más en lo qué quieren decir las Constituciones con la frase: "- Para promover la vida de las Fraternidades -" ( Const. 91,3).

No entramos aquí en éste problema. Lo que está dicho para el asistente, es valido también para el animador, con excepción de los aspectos propiamente sacerdotales.

Responsables de la formación

Las Constituciones generales dicen:-- "- El Asistente espiritual es miembro del Consejo de la Fraternidad en la que presta la asistencia y colabora con él en todas sus actividades. Es cometido particular del Asistente cooperar en la formación inicial y permanente de los hermanos -" ( Const. 89,4).-- El asistente es responsable de la formación como guía espiritual (vs. Const. 37,2).-- El Consejo antes de admitir a la profesión, debe oír el juicio del responsable de la formación y del asistente (vs. Const. 41).-- En las visitas pastorales, el asistente "- dedicará particular atención a los programas, métodos y experiencias formativas -" ( Const. 95,4).

El subsidio por la formación pone en mayor relieve el aspecto sacerdotal del asistente: "- Como maestro y guía revela a Cristo que salva y, a través de su ministerio sacerdotal transmite la gracia de Cristo a los candidatos, para que puedan ejercer su sacerdocio común propio de todos los bautizados -" (v. Subsidio para la formación CIOFS, Cap III, II,D).

En el mismo documento, el animador se presenta como "-la persona especializada a la cual pueden recurrir los responsables en algunas circunstancias, para hacer más activa la participación de los hermanos en la formación, estimulándolos en su compromiso, creando un clima de diálogo y confianza para hacer los encuentros más eficaces-" ( ib., esq.3).

Sobre el papel del asistente educador, tenemos dos intervenciones importantes del papa Juan Pablo II: "-Por cuanto Ustedes tienen responsabilidades específicas en la Orden Franciscana Seglar, os deseo una unidad de intentos y una voluntad precisa, porque pueden ser animadores y guías iluminados precediendo a los hermanos en el amor al Evangelio y en la fidelidad a la Iglesia... Agradezco a los padres asistentes que son vuestros maestros y guías-" ( Alocución del 27 de septiembre de 1982 al CIOFS, a los miembros del Congreso Internacional y a los peregrinos OFS ).

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"-La misión del asistente eclesiástico es sobre todo sacerdotal y por eso dirigida a educar en la fe y hacer crecer en la vida interior... en la manera en que los laicos responden con alegría y generosidad al llamado hacia la santidad y a su misión específica según el Evangelio... La misión del Asistente tiene como finalidad la promoción de los miembros de la asociación en la vocación laical típica con todas sus implicaciones y en su modo particular... Vuestra acción, vuestro apostolado específico, vuestra misión de padre espiritual y de educadores en la fe para las personas individuales son elementos fundamentales para la formación de los miembros, de los responsables y de los animadores-" ( Alocución del 23 de junio de 1987, passim, dirigido a la Acción Católica italiana).

En la formación de la fraternidad

El asistente, siendo miembro de derecho del Consejo, tiene en toda la fraternidad un papel privilegiado también como educador. Debe ser cabalmente consciente de este hecho para ofrecer una mayor comprensión de las "-cosas franciscanas-", con su presencia y con la competencia que le son pedidas.

Participa, (aunque no necesariamente siempre) de los encuentros de la fraternidad, con una presencia activa, atento a la dinámica del grupo.

Vive, exhibe y facilita la reciprocidad vital de comunión que exige la pertenencia a la misma familia franciscana, aún en formas distintas (v. Estatutos para la asistencia espiritual y pastoral de la Orden Franciscana Seglar, Roma 1992, n. 1).

Respetando el papel de cada uno, se ocupa de la formación pastoral y espiritual, de la vida litúrgica y sacramental de la fraternidad. Es el garante de los contenidos teológicos- bíblicos de la formación; habla de Dios. Es sensible a los aspectos espirituales: oración, escucha de la Palabra, dirección espiritual.

Testigo de la vida fraterna, se hace vínculo de comunión en la misma fraternidad, con la comunidad de los frailes, con las otras comunidades religiosas franciscanas del territorio y con la comunidad eclesiástica. Vigila que la fraternidad no se cierre en sí misma o se transforme en "-grupo parroquial-". Vivifica el interés de la fraternidad por la vida de la Iglesia local, colaborando con las iniciativas diocesanas y parroquiales. Como consejero espiritual y "-profético-" del gobierno de la fraternidad, es su deber el empujar a todos "-hacia la unidad en la caridad-" y el "-sentirse iglesia-".

El asistente no debe ser el "-director-" o el "-factótum-", y tampoco un simple "-capellán-" o "-presbítero-", según la terminología de ciertos grupos eclesiásticos, que limitan su presencia a celebrar la eucaristía y a administrar los sacramentos. Como todos los miembros del Consejo, tiene el deber de "-servir-", según sus mejores capacidades, como pide la Regla.

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Es pastor, guía y maestro. Debe conocer a los hermanos y hermanas, uno a uno, para formarles atendiendo a la cultura y la capacidad de cada uno, de modo que ninguno quede aislado o apartado. Es un trabajo profundo, discreto, silencioso, pero muy eficaz para el crecimiento de la fraternidad en todos sus miembros. Muchas veces el asistente debe favorecer el sentido de la pertenencia a la fraternidad y animar a todos a realizar sus propios talentos. A veces infravaloramos los miembros de la OFS. Nuestros hermanos y hermanas tienen dones y capacidades especiales de los que muchas veces no son conscientes; basta estimularles y darles la oportunidad para que se desarrollen adecuadamente.

En el equipo de formación

Como miembro del equipo de formación, el asistente no es y no debe hacer como si fuera el único responsable; está también el responsable de la formación y, aunque no siempre presente, el ministro y el consejo con sus indicaciones.

Su tarea es testimoniar la autenticidad del carisma y ser guía seguro e iluminado. Por eso no manda, no dirige, tampoco administra u organiza. Al contrario: testimonia, representa e indica la palabra de Dios.

Debe colaborar a la formación de todos, específicamente a la formación inicial y permanente. Encontrará el modo de ejercitar su papel en las reuniones del consejo, en las reuniones de la fraternidad, en la dirección espiritual, en las celebraciones y en la oración, recordando los siguientes puntos:

Objetivos:-- ayudar a los nuevos miembros a prepararse al "-compromiso-" definitivo;-- acompañar a los profesos a perseverar y profundizar su profesión.

Método:-- con el ejemplo y el testimonio de una vida franciscana;-- colaborar como miembro del grupo de formación, sin imponer sus propias ideas;-- en primer lugar, formar al grupo mismo ayudándolo, especialmente cuando se trata de disciplinas no tan familiares para los seglares;-- verificando juntos el camino hecho y por hacer;-- ofreciendo el apoyo de su palabra y de su preparación.

Período de iniciación

El asistente tiene sobre todo la tarea de:-- Aconsejar: entra en diálogo personal, y si se quiere sacramental, con el aspirante. Ayuda al aspirante a clarificar su propia vocación, a purificarla y precisarla. Ofrece su servicio sacerdotal como guía espiritual, en la oración y en el camino de conversión. Lo acompaña en su camino de vivir según el evangelio.

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-- Guíar: en sintonía con el consejo organiza el currículo de la formación que se desea realizar como "-experto-" y "-garantizador-" del magisterio y de la fidelidad al carisma franciscano junto con el responsable de la formación y con el animador, si lo hay. Entra, por supuesto, en diálogo con el aspirante, para introducirlo progresivamente y metódicamente a profundizar las verdades de la fe y su conocimiento de la espiritualidad franciscana.

Período de formación

El asistente tiene un papel particularmente delicado y fundamental:-- por su función ministerial;-- por su discernimiento espiritual;-- como guía en el camino de fe y maduración de sus criterios de vida eclesiástica;-- mediando una espiritualidad franciscana auténtica.

Por su ministerio sacerdotal, puede, en modo privilegiado, iluminar y forjar al candidato, especialmente en la dirección espiritual y la reconciliación sacramental. Así el asistente completa la formación global de los candidatos.

En cada caso las Constituciones piden el parecer del asistente antes de admitir un candidato a la profesión (vs. Const. 41,1).

Formación permanente

El asistente se esforzará en colaborar con el ministro y el consejo, dando su aportacíon de cultura y experiencia, para ofrecer a los hermanos un programa de formación permanente:-- como ayuda y acompañamiento a la conversión contínua exigida por el evangelio;-- para formar a todos en la realización de su propia misión en la Iglesia y en la sociedad mediante su testimonio de vida y de actividad evangélica;-- para educar a la fraternidad a distinguir los signos de los tiempos.

Debe estar presente y dar su aportación en todas las cuestiones sugeridas en las Constituciones (vs. Const. 44) y en todas las iniciativas formativas tomadas por el Consejo.

LIX- LA ASISTENCIA ESPIRITUAL DE LA OFSCon especial atención al papel de los Asistentes generales

Emanuela De Nunzio, Ministra General de la OFS

En un discurso en el Concilium pro Laicis, en 1981, a los asistentes eclesiásticos de las asociaciones laicales, el Papa Juan Pablo II los exhortó a ser:-- artífices de la comunión;-- educadores en la fe;-- testigos del Absoluto de Dios;-- verdaderos apóstoles de Jesucristo;

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-- ministros de la vida sacramental, especialmente de la Eucaristía;-- animadores espirituales.

Del mismo modo, la acción pastoral de los religiosos franciscanos asistentes espirituales de la OFS en todos los niveles, debe caracterizarse como:-- orientación teológica y espiritual;-- testimonio de fidelidad a la vocación franciscana;-- invitación a crear condiciones de paz y de justicia, de verdad y de amor;-- ayudar a leer "-los signos de los tiempos-";-- presentar la dimensión espiritual de las motivaciones y de las finalidades de la OFS.

Sin embargo, los Asistentes espirituales de la OFS no son sólo "-asistentes eclesiásticos-" de cualquier asociación laical. Para los franciscanos seglares, ellos representan algo más : representan una especie de "-cordón umbilical-" que los conecta con la familia franciscana, un canal privilegiado por el cual pasa la savia que debe garantizar la "-comunión vital y recíproca-" del componente seglar con los componentes religiosos de la misma Familia.

Este aspecto hace más rico y al mismo tiempo más complejo el papel de los Asistentes generales que, como delegados de los respectivos Ministros generales, deben también cuidar "-el interés de los religiosos y su preparación para el servicio a la OFS-" (vs. Const. 87,3).

Esta comunión de "-reciprocidad vital-" pide que se superan algunos obstáculos que, en todos los niveles, corresponden a una mentalidad ya pasada, pero con raíces muy hondas:

Obstáculos del lado de los seglares

-- insuficiente consciencia de la dignidad de los laicos en la Iglesia;-- poco conocimiento de la verdadera identidad del franciscano seglar;-- dependencia "-afectiva-" del religioso;-- una "-reverencia-" equivocada hacia los religiosos, inclusive en campos que no tienen nada que ver con su estado y su papel religioso;-- idealización de la figura del religioso y crítica amarga si se encuentran sus límites y debilidades.

Obstáculos del lado de los religiosos

-- el "-espíritu de cuerpo-" hacia su propia Orden, aún cuando existe la convicción de la unidad de la OFS;-- la tendencia a conservar e imponer una idea propia de la OFS, en lugar de la consciencia que la OFS tiene de su propia identidad;-- el miedo de perder su papel y su prestigio si se comparten las responsabilidades con los seglares.

Para un pleno desarrollo del esencial y delicado servicio de los Asistentes generales es recomendable:

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-- una distinción más clara entre la función de miembro de la Conferencia de los Asistentes Generales y la función de miembro de la Presidencia del CIOFS, acentuando el primero más que el segundo;-- una mayor incisividad en las relaciones entre los Asistentes generales y los Asistentes espirituales de los otros niveles. En efecto, parece que los Asistentes generales tienen autoridad sólo en relación con los seglares, y casi ninguna hacia sus hermanos Asistentes nacionales, regionales o locales. También en las visitas pastorales se presta más atención a la aplicación del art. 92 de las Constituciones generales, que del art. 95;-- evaluar la posibilidad de retomar las reuniones nacionales, continentales o subcontinentales de Asistentes, que muchas veces han expresado la necesidad de tener ocasión para los intercambios de experiencias;-- evaluar la posibilidad de organizar cursos de formación y de espiritualidad conjuntos para responsables seglares y religiosos. De hecho, cuando los seglares maduran la consciencia de su papel propio, y el Asistente no hace el mismo proceso, estamos caminando hacia una grande frustración por ambas partes y con graves riesgos de fracturas.

NOS PREGUNTAN1. El formador (o persona responsable de la formación, dirigente de la formación, maestro de formación) ¿es elegido en Capítulo o nombrado por el Consejo de la fraternidad?

Los dirigentes son elegidos y los consultores son nombrados: por eso los dirigentes tienen derecho de voto en el Consejo y los consultores no. La persona responsable de la formación en la fraternidad local es uno de los dirigentes (vs. Const. 49,2) y en consecuencia debe ser elegido.

Así como hay responsables de la formación a nivel nacional y regional, también es necesario que haya un responsable local. Es un cargo tan importante que quien lo recibe debe tener la seguridad y la autoridad que le viene por el hecho de ser elegido. Debe tener igualmente el apoyo pleno del Cosejo e incluso del Asistente espiritual.

El responsable de la formación debería formar un equipo con el asistente y posiblemente con otros, aprobados por el Consejo de la fraternidad, para ayudarlo en la formación inicial, permanente y especializada, tanto de los candidatos como de los profesos y de los animadores. Lo ideal sería que el responsable de la formación no tuviera ningún otro cargo en la fraternidad, para poder concentrarse plenamente en su función. Incluso uno de los consejeros elegidos puede también ser nombrado responsable de la formación, dado que no hay incompatibilidad ninguna entre los dos oficios (vs. Const. 82).

Los responsables de la formación deberían frecuentar cursos a nivel nacional o regional para ponerse al día.

2. ¿De qué material se dispone para la formación de los franciscanos seglares?

Fuentes esenciales para la formación son: la Regla (1978); el Ritual de la OFS (1984); las Constituciones Generales (1991). Comentarios y cursos de formación sobre la Regla están a

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disposición prácticamente en todos los lugares y en varias lenguas, ya sea para la formación inicial o para la permanente.

Se están también preparando comentarios sobre las Constituciones generales, pero, para su publicación, parece mejor esperar al término del período experimental (1999).

Las oficinas internacionales de la OFS (la Secretaría internacional y la Conferencia de los Asistentes Generales) lamentablemente no disponen de textos en las diversas lenguas. Para hallar textos en la lengua deseada, conviene ponerse en contacto con el Consejo nacional de la nación que usa esa lengua. Las direcciones de los varios Centros nacionales están a disposición en la Secretaría del CIOFS, Vía Pomponia Grecina 31, 00145 Roma, tel. (39-6) 512 3964 o INTERNET ([email protected]).

La presidencia del CIOFS publicó en 1992 el subsidio para la formación, que fue enviado a todos los Consejos nacionales. Actualmente se trabaja sobre un documento de formación permanente concerniente a la función de los responsables en las fraternidades locales.

3. ¿Qué significa la frase: "- formación de los formadores de la OFS -"?

Se trata de una clase de formación especializada, muy importante por el hecho de que ninguna persona puede formar a otra persona si él mismo no ha adquirido primeramente una formación sólida. Esto es un deber del asistente espiritual, pero no suyo exclusivamente. Debería formar un equipo con personas aprobadas por el Consejo regional o nacional, con el fin de preparar a los formadores. Especialmente, en este trabajo deberían estar empeñados los responsables de la formación, nacionales y regionales, con sus respectivos asistentes.

La Presidencia del CIOFS está preparando un documento sobre la función y la formación de los responsables de las fraternidades locales.

4. ¿Que pasó con los Asistentes continentales, que no estaban presentes en el último Capítulo?

Con ocasión del Capítulo de Fátima (1990), los sufragios para elegir a los Asistentes continentales fueron anulados por la Unión de Ministros Generales, a petición de la Conferencia de Asistentes Generales. Los motivos fueron que votaron muy pocos asistentes nacionales, por lo que ningún candidato recibió más de tres votos. En la mayor parte de los casos, los asistentes nacionales no son conocidos a nivel continental, por lo que resulta imposible hacer una elección sana. A partir de 1990, no se ha hecho elección de asistentes continentales (para participar en un capítulo, deben ser elegidos): los cuatro Asistentes generales representan a todos los asistentes. Esta opción fue ratificada en los Estatutos de la Fraternidad Internacional de la OFS (FIOFS), aprobados por el Capítulo de la Ciudad de México (1993). Los Estatutos reafirman de este modo la tendencia general de reducir el número de asistentes que votan en los Capítulos de la Orden Franciscana Seglar.

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5. Nuestro Ministro regional insiste en recibir todas las profesiones en la fraternidad. ¿Pertenece a él este derecho?

Sólo el Ministro de una fraternidad local, con la aprobación del Consejo, tiene derecho de admitir a la profesión (vs. Const. 41,1). El Ministro, especialmente si está impedido, puede delegar a otro, preferentemente franciscano seglar profeso, de la misma fraternidad, para recibir la profesión. El Ministro regional no debería permitir la delegación si el Ministro local está presente. Debe insistir que el Ministro local reciba la profesión de los miembros de su propia fraternidad, aunque el Ministro regional esté presente en la ceremonia. Si el Ministro regional se atribuye el derecho del Ministro local sin delegación debida, en caso de controversia, la profesión sería considerada inválida.

LX-PREGUNTAS QUE NOS HACEN¿Porque solo los sacerdotes pueden ser asistentes de la OFS?

La pregunta se refiere básicamente al artículo 7 del Estatuto para la Asistencia espiritual, que dice: "- El Asistente espiritual sea un religioso sacerdote franciscano, perteneciente a la Primera Orden o a la TOR -".

La razón principal de este texto es el Código de Derecho Canónico de la Iglesia (can. 317,1) que supone que el Asistente Eclesiástico de una Asociación pública de católicos laicos sea un sacerdote. Esta suposición se base en la idea de que sólo un sacerdote puede ejercitar el poder de jurisdicción en la Iglesia.

La primera Orden y la TOR no están contentas con esta suposición por su misma situación. Los religiosos franciscanos repetidamente insisten en que San Francisco inició una Orden de hermanos, donde cada hermano puede tomar cualquier posición de autoridad en la Orden. Pero, hasta que no se cambie el Código de Derecho Canónico, cada vez que un hermano laico es elegido o nombrado superior mayor, se debe pedir una dispensa especial de la Santa Sede.

¿Y la OFS? Hemos consultado los archivos. El borrador de las Constituciones de la OFS, preparado en 1985, decía que "- El Asistente espiritual sea un religioso franciscano, perteneciente a la Primera Orden o a la TOR -". Nótese que la única condición mencionada aquí es que debe ser un hermano religioso franciscano de la primera Orden o de la TOR, excluyendo a las hermanas religiosas franciscanas. Ninguna mención a los animadores.

El texto de las Constituciones de la OFS, propuesto al Capítulo general de la OFS en Roma, 1988, dice: "- El Asistente espiritual sea un religioso, a ser posible sacerdote, perteneciente a la Primera Orden o a la TOR -". Aquí también, ninguna mención a los animadores.

El texto final, aprobado por la Santa Sede, dice en art. 91,1: "- El Asistente espiritual sea un religioso sacerdote franciscano, perteneciente a la Primera Orden o a la TOR -". Pero añade en el art. 91,3 la figura de "- animadores y animadoras idóneos y preparados: religiosos o laicos, otorgando la prioridad al testimonio de vida y a la capacidad de comunicar la espiritualidad franciscana-"

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Con la introducción de animadores en la OFS, se mantiene la idea básica de posibilitar a cualquier franciscano la asistencia espiritual a la OFS y de hecho se extiende a todos los Franciscanos, hombres y mujeres, religiosos y laicos. Al mismo tiempo, el texto plenamente respeta lo establecido en el Derecho Canónico, diciendo explícitamente que "- el Superior, o el Asistente provincial, permanece responsable de la asistencia espiritual, así como del servicio pastoral y sacramental de la Fraternidad -".

La misma línea se siguió en la redacción del Estatuto para la Asistencia, que naturalmente no puede estar en contradicción con las Constituciones Generales de la OFS. Nótese que la misma terminología de las Constituciones generales se usa en los art. 7 y 9. Pero leyendo el art. 10 del Estatuto, uno se da cuenta de que el animador y el asistente se consideran iguales en relación a sus funciones y posición en la Fraternidad de la OFS. Un animador es miembro del Consejo de la Fraternidad con voz y voto (a excepción de cuestiones económicas), come lo es el asistente espiritual. No se pone límite al nivel de la Fraternidad de la OFS que puede animar. Algunas Fraternidades regionales son animadas por Religiosas o Religiosos Franciscanos, así como algunas Fraternidades nacionales (emergentes).

En relación a los términos usados (asistente espiritual - animador) se puede observar sus significados etimológicos:- un animador es una persona que da "- ánimo -", "- espíritu y vida -" a la Fraternidad.- un asistente espiritual es una persona que "- espiritualmente está (sistere) al lado (ad) -" de la Fraternidad.

Esperamos que también los Asistentes den espíritu y vida y no se limitan a estar simplemente al lado de la Fraternidad.

Un último comentario: en el nombramiento de asistentes espirituales y animadores de la OFS, el Ministro provincial debe otorgar "- la prioridad al testimonio de vida y a la capacidad de comunicar la espiritualidad franciscana -". Esto es más importante que ser sacerdote o no. Debe también cuidar que los asistentes o animadores sean "- idóneos y preparados -". No sin razón el Estatuto insiste en que "- compete al Ministro provincial... hacer que la OFS sea incluida en los programas de formación inicial y permanente de los religiosos -" (art. 22,3), de todos los religiosos, no solo de los seminaristas o de los sacerdotes.

LXI-EL ASISTENTE Y LAS REUNIONES DE LA FRATERNIDADBen Brevoort OFMCap.

1. Introducción

El papel del Asistente espiritual o del Animador en las reuniones de la Fraternidad o del Consejo de la Fraternidad es importante y delicado. El Estatuto para la Asistencia espiritual y pastoral de la OFS dice: "-La asistencia es una valiosa ayuda, pero no es un substituto de la responsabilidad de los Ministros y de los Consejos seglares en la guía, coordinación y

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animación de las Fraternidades (Cf. Const 86,2)-" (Art. 5). En otras palabras, las reuniones de la Fraternidad o del Consejo serán guiadas por el Ministro y su Consejo seglar, con la ayuda valiosa del Asistente espiritual o del Animador.

El campo específico de la animación del Asistente o del Animador es espiritual: favorecer la comunión con la Iglesia, ser testigo de la espiritualidad franciscana, cooperar en la formación y alimentar la vida cristiana de la Fraternidad (cf. Estatuto 3). Sus intervenciones en las reuniones, tanto de la Fraternidad como del Consejo, deberán referirse principalmente a este campo específico. Esto requiere, naturalmente, una madurez espiritual: saber limitarse y dar paso a los responsables seglares en la coordinación y en la animación de la Fraternidad.

Dos son los extremos que hay que evitar en las reuniones: Por una parte, la tentación de guiar las reuniones en primera persona, especialmente si los responsables seglares se muestran débiles o poco formados. Por otra parte, la tentación de dejar hacer a la Fraternidad y limitar las propias intervenciones únicamente a los deberes de oficio, o peor, de desinteresarse por la propia Fraternidad.

El papel concreto del Asistente espiritual o del Animador será diferente según las diversas modalidades de las reuniones en las cuales toma parte: reuniones de Fraternidad o reuniones de Consejo, reuniones centradas en los aspectos espirituales, formativos, organizativos, recreativos, etc. También es cierto que el papel del Asistente espiritual o del Animador se inserta en el contexto de "-esta recíproca comunión vital, exigida por la pertenencia a la misma familia, aunque en formas diversas-" (Estatuto 1).

2. Reuniones del Consejo

"-Tanto el Asistente espiritual como el Animador o la Animadora ... son miembros del Consejo de la Fraternidad a la cual prestan su servicio, colaborando en la misma en todas las actividades (Cf. Const. 89,4) y participando en sus reuniones y trabajos, según el derecho propio de la OFS; ... deben actuar respetando las responsabilidades y el papel de los seglares, dándoles la prioridad en la guía, coordinación y animación de la Fraternidad (cf. Const. 86,2)-" (Estatuto 10).

La participación del Asistente espiritual o del Animador en las reuniones y en los trabajos del Consejo se articula de modo diverso según las exigencias y las situaciones concretas de la Fraternidad. El papel en las reuniones del Consejo será más articulado en una Fraternidad que se está formando o restaurando, que en una Fraternidad ya formada y activa a pleno ritmo.

También es cierto que en cada caso, el Asistente debe dar a los seglares "-la prioridad en la guía, coordinación y animación de la Fraternidad (Estatuto 10)-". Como papel principal queda siempre el espiritual de alimentar la vida cristiana y franciscana de la Fraternidad (cf. Estatuto 3).

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Las reuniones del Consejo se centrarán en los diversos elementos de la vida de la Fraternidad: la vida franciscana y cristiana; las actividades apostólicas y caritativas; la formación inicial y permanente; la vida fraterna y los contactos entre los miembros. Los argumentos a tratar serán varios: preparación de las reuniones de la Fraternidad; programación y valoración de las actividades de la Fraternidad; valoración de los candidatos en vista a su admisión a la Orden o a la profesión; preparación del capítulo o de las reuniones especiales de la Fraternidad; sesiones de formación para los responsables, presentes y futuros, y para los miembros de la Fraternidad.

El papel del Asistente espiritual y del Animador en las reuniones del Consejo se limitará normalmente a una participación activa en el debate, proponiendo sugerencias originadas de su sensibilidad franciscana y religiosa.

Es importante preparar las reuniones del Consejo y tener un Orden del día claro. También el Asistente y el Animador deberán prepararse para ayudar a los Consejeros seglares con su visión espiritual sobre los argumentos a tratar. Un contacto previo entre el Ministro de la Fraternidad y el Asistente o el Animador servirá para ponerlo al corriente y ayudarlo a desarrollar mejor su papel durante las reuniones del Consejo.

Las reuniones del Consejo pueden estructurarse de forma diversa en función de los argumentos principales a tratar. Pero es importante seguir una estructura de base, admitiendo variaciones particulares. Un ejemplo de estructura puede ser el siguiente:

1. Oración inicial (Asistente)2. Orden del día y modificaciones (Ministro)3. Acta de la última reunión (Secretario)4. Informes varios (Responsables)5. Temas del Orden del día (Todos)6. Reflexión espiritual (Asistente)7. Conclusión (Ministro)

Esta estructura puede variar según las situaciones y los argumentos a tratar. La oración inicial (n. 1) se puede inspirar en la oración indicada en el Ritual para las reuniones de la Fraternidad (Segunda Parte, Cap. I), se puede limitar a una simple oración de apertura o completarse con una parte de la liturgia de las horas.

Los informes varios (n. 4), en una reunión que trata sobre la admisión de los candidatos a la profesión, consistirán en una valoración, por parte del responsable de la formación y del Asistente espiritual, de cada uno de los candidatos, seguida de un debate y una votación secreta (cf. Const 41,1).

En otros casos, los informes varios podrán ser constituidos por el recuento financiero hecho por el tesorero, o por informes sobre las distintas actividades apostólicas o caritativas de la Fraternidad, hechos por el respectivo responsable.

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En una sesión de programación de las varias actividades de la Fraternidad, se podría prescindir de los informes para dar más espacio al trabajo de programación o de planificación de las actividades, previstas en el Orden del día.

La reflexión espiritual (n. 6) puede asumir formas diversas, puede ser muy breve, nada más que un momento de silencio, seguido de una oración final, puede ser más extensa, tomando la forma de una reflexión en profundidad sobre un aspecto de la espiritualidad franciscana o sobre un texto espiritual. La reflexión espiritual puede ser hecha solamente por el Asistente, bajo la forma de una conferencia o de una lectura seguida por una meditación. Puede también tomar la forma de una reflexión en común, según el esquema VVA (Ver, Valorar, Actuar, véase 4), con la aportación activa de todos los presentes.

La conclusión (n. 7) puede ser una simple fórmula pronunciada por el Ministro, o un momento para tomar decisiones, o para hacer la lista de las decisiones tomadas, o para establecer el día y el lugar de la próxima reunión del Consejo. Todo concluye como está previsto en el Ritual (Segunda Parte, Cap. I).

Para el buen funcionamiento de las reuniones del Consejo es necesario tener por una parte un Orden del día para tratar las cosas, y por otra parte una flexibilidad creativa en su aplicación. El Orden del día facilita la regularidad y la seriedad de las reuniones; la flexibilidad creativa en su aplicación da la posibilidad de confrontar los problemas de forma diversa y entrever nuevas soluciones para los mismos problemas.

Según el ejemplo de San Francisco y siguiendo la Regla de la OFS" (CC.GG. art. 42).

De esta profesión parten los compromisos para nosotros y para los demás.

Para nosotros: esta respuesta involucra toda nuestra persona -- alma y cuerpo -- en el ambiente en el que trabajamos, en las situaciones que vivimos, en el estado de vida en el que nos encontramos.

Para los demás: la profesión nos hace nacer en la Fraternidad y brota un vínculo y un compromiso recíproco: Nos inserta en la Familia Franciscana que nos acoge como hijos; se profesa a la Iglesia, que la recibe y se convierte en garante y se establece un vínculo más fuerte con ella.

Si no ha sido bien comprendido su valor en su momento, se aconseja la renovación, para recuperar la validez en una apropiación progresiva y para una nueva actitud de fidelidad.

Se debe repetir también en las dificultades y cuando nos damos cuenta de que se ha debilitado su poder en nosotros a través del pasar del tiempo. Nos será muy útil mirar la fascinación que ejercen las personas fieles: los santos, los testigos, y tantos hermanos nuestros, ejemplos luminosos de fe, de coherencia y de fidelidad al ideal franciscano.

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La mayor parte de los males que afligen a la Iglesia y al mundo entero, y que nos quitan buena parte de nuestras esperanzas humanas, derivan especialmente de las infidelidades de los hombres a los compromisos asumidos.

Algunas reflexiones:- ¿Qué rostro tendría la Iglesia si los bautizados vivieran las promesas del bautismo, los esposos las de su matrimonio, los sacerdotes las promesas de su consagración?- ¿Qué mundo tendríamos si los políticos, los jefes de Estado, los hombres del poder, mantuvieran fe a las promesas hechas?- ¿Qué apariencia tendría la OFS si, fieles a la profesión, viviéramos el Evangelio como lo vivió Francisco?

De cualquier forma, permanece siempre un don que pedir y un compromiso que vivir.EL ASISTENTE Y LAS REUNIONES DE LA FRATERNIDADBen Brevoort OFMCap.

PARTE II

3. Las reuniones de la Fraternidad

a. Contenido

Las reuniones de la Fraternidad son encuentro de familia, de hermanos y hermanas, de fraternidad entre personas que quieren vivir el Evangelio a la manera de San Francisco de Asís. Son constituidas normalmente por cuatro elementos: oración, formación, actividad y fraternidad (Cf. Regla 5, Ritual Segunda Parte, Anotaciones previas n.4).

La oración común reúne a los hermanos y a las hermanas en la alabanza a Dios nuestro Padre que está en el cielo. Puede ser una celebración eucarística con homilía y cantos, o la celebración de la liturgia de las horas u otra forma de oración común.

La formación permite a los hermanos profundizar cada vez más en su espiritualidad, en su vida humana, cristiana, evangélica y franciscana. Puede ser una conferencia del Asistente espiritual, una lectura de un texto formativo o una reflexión común sobre un tema espiritual.

La actividad apostólica y caritativa de los hermanos se pone en común a fin de que sea una actividad de la Fraternidad y no de uno solo. Las reuniones de la Fraternidad nos hacen a todos tomar conciencia de las actividades de los hermanos y de tomar parte activa en las decisiones tomadas por la Fraternidad. Puede ser un reparto del trabajo de cada uno, una programación hecha en común, una valoración del trabajo efectuado, un apoyo a las decisiones tomadas, una propuesta de iniciativas a poner en marcha.

La Fraternidad permite a todos sentirse realmente hermanos y hermanas, vivir aquel sentido de Fraternidad, vivido por San Francisco. Puede ser simplemente un momento de estar juntos, de intercambiar las noticias, de conocerse mejor, de encontrarse. Puede ser un

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refresco, unos dulces con cualquier bebida o una comida donde se ponen en común los alimentos traídos de casa.

Así como las reuniones de la Fraternidad son encuentros entre hermanos y hermanas, cada reunión deberá estar caracterizada por estos cuatro elementos: oración, formación, actividad y fraternidad. Pero no es necesario que cada elemento tenga siempre la misma importancia. En los retiros espirituales el elemento de la oración será el más importante. Por otro lado, en las sesiones formativas el elemento de formación ocupará el primer puesto. Un encuentro de la Fraternidad para valorar el trabajo hecho o para programar la actividad apostólica y caritativa deberá concentrarse en la actividad. Y cuando la Fraternidad hace una excursión, organiza una peregrinación, predominará el elemento recreativo de fraternidad. Pero siempre hay que recordar que los cuatro elementos son importantes para la vida de la Fraternidad y deberán presentarse de una u otra forma en cualquier reunión.

Es importante que los contenidos de cada elemento tengan una continuidad dinámica, perceptible, para los miembros de la Fraternidad. La continuidad mantiene el nexo con el pasado, con los hábitos y la tradición de la Fraternidad. La dinámica tiende hacia el futuro, continúa el "-camino de renovación-" (Regla 7), sostiene el "-abierto y confiado diálogo de creatividad apostólica-" (Regla 6) y ayuda a los hermanos a ser "-testigos de los bienes futuros-" (Regla 12).

La continuidad dinámica de los contenidos significa concretamente que las aportaciones del Asistente o del Animador deben entrelazarse unas con otras, basándose en la conciencia y en las convicciones ya presentes, y abriéndose completamente al impulso del Espíritu santo que empuja a los hermanos "-a alcanzar la perfección de la caridad en su estado seglar-" (Regla 2).

Se necesita aspirar al equilibrio entre tradición e innovación, entre continuidad y creatividad, entre fidelidad y apertura al Espíritu santo. Un Asistente o Animador temeroso de las "-novedades peligrosas-" puede encadenar la Fraternidad al pasado y hacerla incapaz de comprender los signos de los tiempos.

También un Asistente o Animador enamorado de las "-novedades libertadoras-" puede desencadenar una curiosidad desenfrenada en la Fraternidad que impide dar frutos con paciencia y perseverancia.

b. Estructura

Las reuniones de la Fraternidad pueden estructurarse de formas diversas, teniendo en cuenta también aquí la necesidad de una continuidad dinámica. Las reuniones de una misma Fraternidad pueden estructurarse distintamente según los momentos, alternando entre las semanas, p.e. la primera semana con una celebración eucarística, la segunda con una sesión de formación, la tercera con una programación del trabajo, la cuarta con un encuentro espiritual. La Fraternidad puede también constituir, "-bajo la guía del único Consejo, secciones o grupos que reúnan a los miembros unidos por particulares exigencias-" (Const. 34). Las reuniones de los grupos individuales evidentemente podrán

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ser estructuradas diversamente según las distintas necesidades, respetando una estructura determinada para las reuniones de toda la Fraternidad.

Será útil presentar diversos tipos de reuniones de la Fraternidad:

Con celebración eucarística propia:

1. Oración inicial (Ministro)2. Sesión formativa (Asistente)3. Eucaristía (Asistente)4. Valoración y programación de las actividades (Responsables)5. Fraternidad (Todos)

Con celebración eucarística en la parroquia:

1. Oración inicial (Ministro)2. Sesión formativa (Asistente)3. Valoración y programación de las actividades (Responsables)4. Eucaristía en parroquia (Todos)5. Breve fraternidad (Todos)

o:

1. Eucaristía en parroquia (Todos)2. Sesión formativa (Asistente)3. Valoración y programación de las actividades (Responsables)4. Fraternidad (Todos)5. Oración conclusiva (Ministro)

Sin Celebración eucarística:

1. Liturgia de la palabra o de las horas (Asistente o Ministro)2. Sesión formativa (Asistente y Responsable)3. Valoración y programación de las actividades (Responsables)4. Fraternidad (Todos)5. Oración conclusiva (Ministro)

Cada elemento puede variar según las circunstancias. La celebración eucarística puede ser simple, sin cantos, o solemne; con una breve homilía o con un sermón más largo. La sesión formativa puede consistir en una lección o una conferencia hecha por el Asistente, o un intercambio de experiencias vividas entre los miembros, o la profundización en un texto, todos juntos, facilitado por el Asistente o el Animador. La valoración y programación de las actividades puede ser una simple lectura de las actividades comunes, o una valoración común del trabajo hecho en vista de la programación de las actividades a poner en marcha. El crear Fraternidad puede consistir en un breve momento de encuentro para saludarnos o

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una convivencia más larga. La oración conclusiva puede ser una oración espontánea del Ministro, una fórmula preparada o una simple bendición impartida por el Asistente.

LXII-EL ASISTENTE Y LAS REUNIONES DE LA FRATERNIDADBen Brevoort OFMCap.

PARTE III

4. El método "-VJA-"

El método "-VJA-" presenta un esquema simple, flexible, para reuniones de formación o de profundización en un tema común.

El método viene usado en cursos de concientización rural en América Latina, pero también en cursos de adiestramiento de "-managers-" en Europa y en los Estados Unidos y en sesiones de dinámica de grupo. El método da los mejores resultados con grupos pequeños, menos de 15 miembros. Los grupos más grandes evidentemente se pueden dividir en grupos pequeños. Otra posibilidad es delimitar la intervención activa a un cierto número de personas, mientras las otras escuchan, a la manera de un panel. Normalmente no será necesario preparar las preguntas específicas para responder. Se preparan preguntas específicas solamente si se quiere encauzar la discusión hacia una meta determinada.

La sesión se inicia con la lectura de un breve párrafo o con la puesta en común de una experiencia relevante. La lectura o la puesta en común viene seguida de un breve período de silencio para dar a cada uno la posibilidad de una reflexión personal sobre el argumento.

Después de la lectura o de la puesta en común, seguida de un silencio, se procede "-VJA-" en tres pasos: Ver, Juzgar y Actuar.

a. Ver

Se intenta Ver, comprender el contenido del argumento. Cada uno de los participantes intenta explicar aquello que ha entendido de lo que quería explicar el texto o la puesta en común. Es un análisis en común sobre el significado objetivo del texto o de la puesta en común. Se intenta interpretar el argumento del modo más completo posible. En esta fase la aportación de una persona cualificada, o de un experto, puede ayudar a los participantes a comprender mejor el argumento. Normalmente se dará a cada uno de los participantes la posibilidad de explicar aquello que él ha entendido del argumento. El orden de las intervenciones puede ser libre o por turno. Se puede resumir esta fase con la pregunta: ¿Qué os muestra el texto o la puesta en común?

b. Juzgar

Después de profundizar en la comprensión del argumento, se pasa a juzgar, se continúa con la valoración del significado del mismo para la vida de los participantes. Cada uno de los participantes juzga su vida en la luz del argumento, se pregunta cómo se relaciona su vida

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con el argumento, cómo se siente interpelado por el argumento, cual es el impacto del argumento en su vida privada y social. Se juzga el argumento en relación a la vida. Pero se juzga también la vida a la luz del argumento. Es el proceso indicado en la Regla de la OFS: pasar del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio. Se puede resumir esta fase con la pregunta: ¿A qué invita el texto o la puesta en común?

c. Actuar

En la tercera fase se trata de pasar a la práctica, de actuar, de llegar a conclusiones prácticas para la vida de cada uno. Cada uno de los participantes se pregunta qué puede o debe hacer para responder a la invitación del argumento, qué puede cambiar en su vida para seguir la apelación del argumento. Se puede también llegar a conclusiones comunes, tomando las decisiones necesarias para responder a las ideas o propuestas identificadas en la fase precedente. Es el momento de pasar a la acción. Se puede resumir esta fase con la pregunta: ¿Qué se debe hacer para responder al texto o a la puesta en común?

El encuentro termina recordando brevemente el proceso seguido. En pocas palabras se resume el significado del argumento, la invitación que presenta y las acciones a comenzar.

LXIII-¿QUÉ TIPO DE ASISTENCIA QUEREMOS PARA LA OFS?Sumario de una conversación con Argia Passoni, OFS de Italia

Las Constituciones de las Órdenes religiosas

Las expectativas sobre la asistencia espiritual a la OFS están descritas muy bien en las Constituciones de las Órdenes religiosas que prestan este servicio. Estas Constituciones subrayan que la vida religiosa franciscana no es completa sin la OFS, que se trata de un reparto del carisma franciscano, vivido por la OFS en el mundo. Todos los hermanos capuchinos están llamados a sentir y desarrollar este carisma compartido en espíritu de fraternidad, valorizando lo específico del espíritu seglar.

Desde esta óptica, el Asistente es el primer testigo de la atención de los religiosos hacia la OFS. Es precisamente él quien puede sugerir a sus hermanos un nuevo modo de estar con los laicos. El Asistente debe ser capaz de desarrollar en la OFS el verdadero espíritu franciscano, con la meta de que todos los hermanos de la OFS puedan difundir aquel espíritu en el mundo. De aquí la necesidad de ayudar al laico a crecer en su diálogo con el mundo, de ofrecer al franciscano seglar los instrumentos para ver el mundo con una visión diferente, para una verdadera inculturación de la fe en clave franciscana. El Asistente es el punto central del cuidado pastoral de la OFS, dado por la Iglesia a la Primera Orden.

El servicio hacia la OFS

El Asistente deberá tener la capacidad de ver la OFS en todas sus posibilidades, para centrarla en su propia identidad con todas las potencialidades para el hombre de hoy, para vivir el Evangelio de la Fraternidad, de la pobreza y de la penitencia dentro de la propia familia, en el propio trabajo, sin descuidar el bien común, aun cuando a veces la situación

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actual de la OFS no responda completamente a su potencialidad. El Asistente debe guiar a la OFS a vivir su propia vida, ayudarla a desarrollarse plenamente, dándole para ello un alimento sólido. No son correctas ni la posición del Asistente que lo hace todo, ni la de limitarse al aspecto puramente espiritual. El Asistente debe acompañar a la OFS en su camino en medio del mundo, ayudarla a relacionarse con el mundo a la luz del Evangelio, para poder andar evangélicamente contra corriente, consagrando el mundo cada día. Esto requiere una participación continua, sin interrupciones.

El Asistente debe estar fuertemente convencido de su deber de conducir a la OFS a su vocación franciscana y seglar, a la radicalidad evangélica franciscana, para cultivarla en estrecha relación con los responsables seglares. Esta actitud salvaguarda la animación de la OFS del puro pragmatismo y sostiene el Consejo en su papel de guiar a la Fraternidad evangélicamente. En las Constituciones Generales de la OFS se habla siempre de la Asistencia en términos de cooperación, de colaboración, de estar junto al laico, respetando su carácter específico, en una interacción atenta y respetuosa, que hace crecer a los dos, OFS y asistencia. Es importante dar testimonio de una justa relación seglar-religioso en una recíproca interpelación a la propia función particular, en la fidelidad al propio estado de vida.

El servicio hacia la propia Orden

La actitud de estar junto al laico para guiarlo hacia su propia vocación, debe entrar también en los programas formativos de los hermanos de la Primera Orden. El Asistente, en todos los niveles, debe promover el interés de los hermanos hacia la OFS. En las relaciones con los Ministros religiosos debe subrayar que la atención a la OFS es comunión recíproca determinante para la vida, es decir, necesaria, no meramente facultativa. No reconocer esta comunión recíproca significa la pérdida de la identidad, no sólo de la OFS, sino también de la primera Orden.

La OFS no es algo que toca solamente al Asistente; la OFS es un hecho de Familia que envuelve a todos los hermanos. Se trata de dar de nuevo motivaciones, de recuperar nuestra identidad fundamental. Se debe insistir en que haya un espacio, en la formación de los hermanos, relacionado con la OFS, desde la formación inicial hasta la formación permanente. Las Indicaciones para la formación de los hermanos religiosos en el conocimiento y asistencia a la OFS nos dan un punto específico de referencia.

El Asistente debe empeñarse en la atención a la OFS durante las visitas de los Ministros a los religiosos, para asegurar que la visita sea un momento en el cual la Orden religiosa pueda acentuar más el contacto con los seglares. No basta una carta de los Ministros generales sobre la OFS. Es necesario que la actitud expresada en los documentos impregne todo el conjunto de la vida de la Orden. Es necesario poner en evidencia que nadie puede pasar por alto esta reciprocidad.

En relación a la misión de la Orden, especialmente de la nueva evangelización, es necesario cuidar que también los seglares estén presentes; seglares que puedan suscitar, desde su ambiente, interrogantes, pues son ellos quienes están en el mundo y son la vanguardia de la

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Familia franciscana. Los franciscanos seglares pueden ser los portadores de las problemáticas laicales a la vida franciscana. ¿Cómo podremos ponernos realmente de la parte de los pobres sin incluir a los laicos que están dentro de la realidad social? Junto con los seglares podremos desarrollar una verdadera pastoral de la familia, que enseñe a construir una verdadera familia en la cultura de nuestro tiempo. Nuestro carisma franciscano nos da esta posibilidad de una actividad pastoral integral.

No se trata de envolver a la OFS en las actividades pastorales de la Primera Orden, es decir, de hacer asumir a la OFS la misión religiosa de los hermanos. Se trata de poner en marcha una actividad conjunta, realizando juntos la misión común. No se trata sólo de hablar sobre la OFS, sino de hablar con la OFS, de formar un conjunto entre la OFS y los hermanos. Es responsabilidad de los Asistentes hacer pasar la reciprocidad vital del ámbito de las palabras al de la realidad.

Se recomienda encarecidamente la fraternización en todos los niveles, a fin de encontrar modos y pistas para esta evangelización conjunta, laico-religioso, a la cual nos llama el carisma común y en la que está particularmente interesada la Iglesia de nuestro tiempo, para asumir toda la problemática de la vida laical y hacerse cercano a los lejanos.

El ámbito preferencial de atención para la asistencia, quizás en este momento histórica, se centra en la Primera Orden y la TOR. El Asistente debe concentrar sus energías a fin de interesar a los hermanos, para que adquieran una visión madura, informada, sobre el lugar que ocupa la OFS en la Familia franciscana. Se debe desarrollar un estilo de presencia y de animación de las respectivas Ordenes, enriqueciéndose con la colaboración, para que las experiencias particulares den fruto para todos.

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