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SÁBADO, 24 JULIO 2010 LA CONTRA D ónde estaba usted el 25 de julio de 1938? Cruzando el río Ebro en una barca, entre Mequi- nenza y Fayón, pasada la medianoche... Comenzaba la batalla del Ebro: mañana hace 72 años... ¿Con quién iba en esa barca? Éramos unos 25 soldados del 905 batallón, 227 brigada, 4.ª compañía. En la barca de delante, a un chico le estalló su granada... Se fueron todos a pique. ¿Qué edad tenía usted? Yo era un estudiante de música de 17 años. ¿Y qué hacía un chaval en la guerra? Las guerras sirven para que los que mandan envíen a otros a morir. Los políticos de la Generalitat nos enviaron como carne de ca- ñón a los de mi quinta, la quinta del biberón. ¿Cuándo le llamaron a filas? En abril de 1938, con un millar de chicos de mi provincia, Tarragona. Nos concentraron cerca de casa: la primera noche me escapé... ¿Por qué? ¡Nos pusieron a dormir en el suelo! Añoré mi cama, a mi madre, mis hermanos... Que estarían muy preocupados... Unos meses antes, una bomba de la aviación franquista nos había hundido la casa. Mi padre murió sepultado... Mi madre y yo, que tenía 16 años, nos pusimos a trabajar... Volvió al cuartel, supongo… Sí: me dijeron que si volvía a escaparme, ¡pe- na de muerte! Nos llevaron cerca del Ebro, de instrucción, a pegar un par de tiros. ¿Qué armamento llevaba usted? Sólo un fusil y algunas balas. ¿Qué hicieron tras cruzar el río? Avanzar. De noche. No vimos a nadie. Así que, al siguiente día, mi comandante me en- tregó un papel con un parte, encomendán- dome enlazar con algún otro batallón... ¿Se fue usted solo a campo través? Por aquellos montes, subiendo y bajando, de noche... Al final vi una luz: me acerqué... y oí que hablaban castellano. ¡Los naciona- les! Oculté el parte en mi calcetín, por si me prendían, y retrocedí en silencio... Qué susto... Después topé con un batallón de los nues- tros, cerca. Avisé de la proximidad de nacio- nales. Alboreó. Y entonces sí me asusté... ¿Qué pasó? Vi que estábamos en una vaguada... ¡y en los cerros, rodeándonos desde lo alto, el enemi- go! Con la luz del día empezaron a disparar- nos. Fue una matanza. Éramos un millar... ¡y sólo 200 sobrevivimos! ¿Qué recuerdo le ha quedado? Que nos mataban como a conejos. Corría- mos laderas arriba, buscando salidas. Los aviones soltando bombas... Yo corría e iba viendo a compañeros caer alrededor... ¿Le hirieron? No: quizá la bomba de mi casa había cubier- to mi cupo... Los meses de guerra que siguie- ron fueron igual: ver morir a compañeros. ¿Protagonizó alguna acción heroica? Valiente no soy. Buscaba salvarme. Sobrevi- ví a piojos, sarna, suciedad, muertos, pánico en la noche haciendo guardia, hambre, co- mer gato, pasar calor, ¡sed...! He bebido mis meados. Un amigo tenía tanta sed que al aga- charse a beber en una charca, se ahogó. ¿Dónde fue aquella primera masacre? Cerca del río, en los Auts. Cuando los super- vivientes contactamos con mi batallón, mi comandante me espetó: “¿Dónde está el par- te que te di? ¡Que te pego cuatro tiros!”. ¿Por qué? ¡Por si yo había filtrado el parte al enemigo, ayudando en la matanza! Me lo saqué del calcetín, se lo di. “¡Acabas de salvar tu vi- da!”, dijo. Suerte que no perdí aquel papel... ¿Hubo traiciones, fugas...? Conocí a dos que se automutilaron, dispa- rándose en una pierna, para ser evacuados. La pólvora en la pierna los delató... El co- mandante me puso en el pelotón para fusi- larlos. Le rogué ser relevado y me apartó. ¿Mató a alguien? Disparé mucho: ¿acerté? No sé. Desde nues- tras cotas matábamos a muchos, seguro... ¿Qué siguió a aquella primera batalla? Vuelta a la ofensiva... y vuelta a huir, hacia el río: vi una pasarela, corrí... y el último tra- mo estaba roto y había ahí un herido en una camilla... Sin saber nadar, salté al agua, gané la orilla... y entonces un proyectil hundió la pasarela y se llevó al pobre herido al río... ¿Acabó para usted la batalla del Ebro? ¡No! Volví a cruzar por Flix, y a finales de agosto estaba frente a La Fatarella, escon- diendo la cabeza en una trinchera de cuatro piedras: cada día éramos ametrallados sin cuartel por tierra y desde el aire... Me parece un milagro que esté vivo... Lo que vi es que a los que se deprimían y decían “Ay, que me matarán, me matarán, no volveré a ver a mi madre”... ¡siempre los mataban! Yo procuré tener la cabeza ocupa- da: ya que sabía tocar el piano, ¡lo tocaba! ¿Un piano bajo las bombas? Tumbado boca abajo en la trinchera, yo re- piqueteaba los dedos contra el suelo, como si aquel trozo de tierra fuese mi teclado... ¿Y qué tocaba? Brasil, Bésame mucho, Acércate más... Can- ciones que, acabada la guerra, toqué con mi orquesta. Tocando mi piano imaginario pu- de evitar suicidarme, como sí hacían otros... ¿Presenció suicidios? Cuando nos retirábamos, atravesando el río por Ascó, vi a un oficial meterse en el agua hasta el pecho, pistola en alto... y entonces pegarse un tiro en la sien. Tantos muertos he visto... Quiero presentar mis respetos a todos, de un bando y del otro. VÍCTOR-M. AMELA VICENÇ LLURBA “Tendido en la trinchera, toqué mi piano imaginario” VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET Cumplo 90 años en diciembre. Nací y vivo en Tarragona. He sido pianista, director de orques- ta y ejecutivo de banca. Estoy casado y tengo dos hijos, cinco nietos y cuatro bisnietos (de en- tre 1 y 11 años). Soy progresista. Soy católico. Todo en la guerra es miseria: ¡nunca más! Cada aniversario del co- mienzo de la batalla del Ebro, la más sangrienta de la historia de España (100.000 muertos en la Terra Alta), hablo en esta página con un super- viviente de la quinta del biberón –miles de chicos de la zona republicana de 17 y 18 años enviados al matadero en 1938–, lo que haré mientras haya página y quede uno vivo, en memoria de los que perdieron o arruinaron su vida por el desatino de sus mayores. Pere Godall fue uno de esos chicos, y hoy preside la Agrupació de Supervi- vents Lleva del Biberó ([email protected]), que mañana reúne a su- pervivientes (dice Go- dall que apenas restan unos 500 que se valgan por sí mismos) en la co- ta 705 de la sierra de Pàndols (Pinell de Brai). 10,90POR SÓLO libro + DVD Hace 72 años... Pere Godall, que con 17 años luchó en la batalla del Ebro 46259

Tendido en la trinchera toqué mi piano imaginario

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Page 1: Tendido en la trinchera toqué mi piano imaginario

SÁBADO, 24 JULIO 2010

LA CONTRA

D ónde estaba usted el 25de julio de 1938?Cruzando el río Ebro enuna barca, entre Mequi-nenza y Fayón, pasada lamedianoche... Comenzaba

la batalla del Ebro: mañana hace 72 años...¿Con quién iba en esa barca?

Éramos unos 25 soldados del 905 batallón,227 brigada, 4.ª compañía. En la barca dedelante, a un chico le estalló su granada... Sefueron todos a pique.

¿Qué edad tenía usted?Yo era un estudiante de música de 17 años.

¿Y qué hacía un chaval en la guerra?Las guerras sirven para que los quemandanenvíen a otros a morir. Los políticos de laGeneralitat nos enviaron como carne de ca-ñón a los de mi quinta, la quinta del biberón.

¿Cuándo le llamaron a filas?En abril de 1938, con un millar de chicos demi provincia, Tarragona. Nos concentraroncerca de casa: la primera nocheme escapé...

¿Por qué?¡Nos pusieron a dormir en el suelo! Añorémi cama, a mi madre, mis hermanos...

Que estarían muy preocupados...Unosmeses antes, una bomba de la aviaciónfranquista nos había hundido la casa. Mipadremurió sepultado...Mimadre y yo, que

tenía 16 años, nos pusimos a trabajar...Volvió al cuartel, supongo…

Sí:medijeron que si volvía a escaparme, ¡pe-na de muerte! Nos llevaron cerca del Ebro,de instrucción, a pegar un par de tiros.

¿Qué armamento llevaba usted?Sólo un fusil y algunas balas.

¿Qué hicieron tras cruzar el río?Avanzar. De noche. No vimos a nadie. Asíque, al siguiente día, mi comandante me en-tregó un papel con un parte, encomendán-dome enlazar con algún otro batallón...

¿Se fue usted solo a campo través?Por aquellos montes, subiendo y bajando,de noche... Al final vi una luz: me acerqué...y oí que hablaban castellano. ¡Los naciona-les! Oculté el parte en mi calcetín, por si meprendían, y retrocedí en silencio...

Qué susto...Después topé con un batallón de los nues-tros, cerca. Avisé de la proximidad de nacio-nales. Alboreó. Y entonces sí me asusté...

¿Qué pasó?Vi que estábamos en una vaguada... ¡y en loscerros, rodeándonos desde lo alto, el enemi-go! Con la luz del día empezaron a disparar-nos. Fue una matanza. Éramos un millar...¡y sólo 200 sobrevivimos!

¿Qué recuerdo le ha quedado?Que nos mataban como a conejos. Corría-

mos laderas arriba, buscando salidas. Losaviones soltando bombas... Yo corría e ibaviendo a compañeros caer alrededor...

¿Le hirieron?No: quizá la bomba demi casa había cubier-tomi cupo... Losmeses de guerra que siguie-ron fueron igual: ver morir a compañeros.

¿Protagonizó alguna acción heroica?Valiente no soy. Buscaba salvarme. Sobrevi-ví a piojos, sarna, suciedad,muertos, pánicoen la noche haciendo guardia, hambre, co-mer gato, pasar calor, ¡sed...! He bebido mismeados.Un amigo tenía tanta sed que al aga-charse a beber en una charca, se ahogó.

¿Dónde fue aquella primera masacre?Cerca del río, en los Auts. Cuando los super-vivientes contactamos con mi batallón, micomandanteme espetó: “¿Dónde está el par-te que te di? ¡Que te pego cuatro tiros!”.

¿Por qué?¡Por si yo había filtrado el parte al enemigo,ayudando en la matanza! Me lo saqué delcalcetín, se lo di. “¡Acabas de salvar tu vi-da!”, dijo. Suerte que no perdí aquel papel...

¿Hubo traiciones, fugas...?Conocí a dos que se automutilaron, dispa-rándose en una pierna, para ser evacuados.La pólvora en la pierna los delató... El co-mandante me puso en el pelotón para fusi-larlos. Le rogué ser relevado y me apartó.

¿Mató a alguien?Disparémucho: ¿acerté?No sé. Desde nues-tras cotas matábamos a muchos, seguro...

¿Qué siguió a aquella primera batalla?Vuelta a la ofensiva... y vuelta a huir, haciael río: vi una pasarela, corrí... y el último tra-mo estaba roto y había ahí un herido en unacamilla... Sin saber nadar, salté al agua, ganéla orilla... y entonces un proyectil hundió lapasarela y se llevó al pobre herido al río...

¿Acabó para usted la batalla del Ebro?¡No! Volví a cruzar por Flix, y a finales deagosto estaba frente a La Fatarella, escon-diendo la cabeza en una trinchera de cuatropiedras: cada día éramos ametrallados sincuartel por tierra y desde el aire...

Me parece un milagro que esté vivo...Lo que vi es que a los que se deprimían ydecían “Ay, que me matarán, me matarán,no volveré a ver a mi madre”... ¡siempre losmataban! Yo procuré tener la cabeza ocupa-da: ya que sabía tocar el piano, ¡lo tocaba!

¿Un piano bajo las bombas?Tumbado boca abajo en la trinchera, yo re-piqueteaba los dedos contra el suelo, comosi aquel trozo de tierra fuese mi teclado...

¿Y qué tocaba?Brasil, Bésame mucho, Acércate más... Can-ciones que, acabada la guerra, toqué con miorquesta. Tocando mi piano imaginario pu-de evitar suicidarme, como sí hacían otros...

¿Presenció suicidios?Cuando nos retirábamos, atravesando el ríopor Ascó, vi a un oficial meterse en el aguahasta el pecho, pistola en alto... y entoncespegarse un tiro en la sien. Tantos muertoshe visto... Quiero presentar mis respetos atodos, de un bando y del otro.

VÍCTOR-M. AMELA

VICENÇ LLURBA

“Tendidoen la trinchera,toquémipiano imaginario”

VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Cumplo 90 años en diciembre. Nací y vivo en Tarragona. He sido pianista, director de orques-ta y ejecutivo de banca. Estoy casado y tengo dos hijos, cinco nietos y cuatro bisnietos (de en-tre 1 y 11 años). Soy progresista. Soy católico. Todo en la guerra es miseria: ¡nunca más!

Cada aniversario del co-mienzo de la batalla delEbro, la más sangrientade la historia de España(100.000 muertos en laTerra Alta), hablo enesta página con un super-viviente de la quinta delbiberón –miles de chicosde la zona republicanade 17 y 18 años enviadosal matadero en 1938–, loque haré mientras hayapágina y quede uno vivo,en memoria de los queperdieron o arruinaronsu vida por el desatinode sus mayores. PereGodall fue uno de esoschicos, y hoy preside laAgrupació de Supervi-vents Lleva del Biberó([email protected]),que mañana reúne a su-pervivientes (dice Go-dall que apenas restanunos 500 que se valganpor sí mismos) en la co-ta 705 de la sierra dePàndols (Pinell de Brai).

10,90€

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Hace 72 años...

PereGodall,que con 17 años luchó en la batalla del Ebro

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