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75 Studia Bobolanum 29 nr 4 (2018): 75-99 DOI: 10.30439/SB.2018.4.4 Teología de la liberación y doctrina de la providencia divina: una propuesta de relación en clave de kénosis trinitaria Nancy Raquel Fretes Martínez ODN Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción Paraguay ORCID: 0000-0002-0268-1589 1. Introducción El sufrimiento inocente de una gran mayoría despierta el inevitable cuestionamiento por la presencia providente de Dios en la historia. La pre- gunta nos reta a penetrar la realidad con la mirada limpia e inquieta. A ir más allá de lo aparente y escrutar en los hechos sus dinamismos, rastrear las consecuencias y descifrar sus posibles causas. Porque en las entrañas de la indigencia, con gemidos insistentes surge la pregunta: ¿dónde está Dios? 1 El contraste entre el anuncio de la Buena nueva del Reino y la situación de injusticia desafía tanto a la vivencia cristiana como a la reflexión teológi- ca. Ya no es posible creer en Dios al margen del sufrimiento de los pobres. Ante esta antítesis los teólogos de la liberación se interrogan: “¿cómo de- cirle al pobre, a quien se le imponen condiciones de vida que expresan una negación del amor, que Dios los ama?” 2 La pregunta por la acción salvífica de Dios en la historia, desde el sufrimiento inocente remite a la fe en la providencia divina. Si bien, este 1 Cfr. José de Jesús Sedano González, “Salvación y liberación en la teología latinoamericana”, w: Teología y liberación. Perspectivas y desafíos, En torno a la obra de Gustavo Gutiérrez, I (Lima: Instituto Bartolomé de las Casas 1989), 195. 2 Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, wyd. 18 (Sala- manca: Sígueme 2009), 39.

Teología de la liberación y doctrina de la providencia divina: una …bobolanum.pl/.../2018/04/StBob_2018_4_Martinez.pdf · 2019-02-26 · Teologa de la liberación y doctrina de

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Studia Bobolanum 29 nr 4 (2018): 75-99

DOI: 10.30439/SB.2018.4.4

Teología de la liberación y doctrina de la providencia divina: una propuesta

de relación en clave de kénosis trinitaria

Nancy Raquel Fretes Martínez ODNUniversidad Católica Nuestra Señora de la Asunción

Paraguay ORCID: 0000-0002-0268-1589

1. Introducción

El sufrimiento inocente de una gran mayoría despierta el inevitable cuestionamiento por la presencia providente de Dios en la historia. La pre-gunta nos reta a penetrar la realidad con la mirada limpia e inquieta. A ir más allá de lo aparente y escrutar en los hechos sus dinamismos, rastrear las consecuencias y descifrar sus posibles causas. Porque en las entrañas de la indigencia, con gemidos insistentes surge la pregunta: ¿dónde está Dios?1

El contraste entre el anuncio de la Buena nueva del Reino y la situación de injusticia desafía tanto a la vivencia cristiana como a la reflexión teológi-ca. Ya no es posible creer en Dios al margen del sufrimiento de los pobres. Ante esta antítesis los teólogos de la liberación se interrogan: “¿cómo de-cirle al pobre, a quien se le imponen condiciones de vida que expresan una negación del amor, que Dios los ama?”2

La pregunta por la acción salvífica de Dios en la historia, desde el sufrimiento inocente remite a la fe en la providencia divina. Si bien, este

1 Cfr. José de Jesús Sedano González, “Salvación y liberación en la teología latinoamericana”, w: Teología y liberación. Perspectivas y desafíos, En torno a la obra de Gustavo Gutiérrez, I (Lima: Instituto Bartolomé de las Casas 1989), 195.

2 Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, wyd. 18 (Sala-manca: Sígueme 2009), 39.

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término no aparece entre los conceptos fundamentales de la teología de la liberación, vivencialmente está presente en la confianza contra toda espe-ranza de los pobres. Del mismo modo, la doctrina de la providencia no trata el tema de la injusticia, pero afirma la certeza de la solicitud constante de Dios por todas sus criaturas.

¿Cómo relacionar una teología contextual y una doctrina clásica? De hecho son dos discursos muy diversos, con epistemologías distintas. In-tuimos la posibilidad de confluir ambos a partir de la clave trinitaria, en concreto la perspectiva kenótica, aquella que pone al centro el Misterio Pascual. En un contexto afectado por el drama de la miseria y la muerte pre-matura “el Crucificado, víctima inocente por excelencia, constituye el único acceso al conocimiento de Dios trino”3.

El artículo trata el tema desarrollado en la tesis doctoral cuyo títu-lo reza: ¿Cómo decir a los pobres que Dios los ama? Confluencia entre la teología de la liberación y la doctrina de la providencia divina. Indicios de una respuesta en clave de kénosis trinitaria. En éste interesa sencilla-mente destacar algunos apartados fundamentales que manifiesten la re-lación entre ambos discursos y las consecuencias que se desprenden dela misma.

2. La perspectiva de los pobres en la reflexión teológica

La teología latinoamericana surge en el preciso momento de un cam-bio de época, no solo a nivel económico, sino y sobre todo, en un nuevo tiempo eclesial. El contexto socio-cultural en el cual se gesta marca deci-didamente sus contornos, determina sus prioridades temáticas y define su método reflexivo.

Por la realidad del continente, los teólogos se esforzaron en mantener el desafío de no cerrar la reflexión desde una sola perspectiva. Desde el inicio, tuvieron sumo cuidado en: “mantener al mismo tiempo la univer-salidad del amor de Dios y su predilección por los últimos de la historia. Escoger exclusivamente uno de estos extremos es mutilar el mensaje cris-tiano”4.

3 Jurgen Moltmann, Trinidad y reino de Dios. La doctrina sobre Dios (Salamanca: Sígueme, 1983), 55. Léase incluso, Hans Urs von Balthasar, Teodramática, IV, La acción (Madrid: Encuentro, 1995), 295; Ladaria Luis Francisco Ferrer; El Dios vivo y verdadero: el misterio de la Trinidad, wyd. 5 (Salamanca: Secretariado Trinitario, 2015), 111; Piero Coda, Desde la Trinidad. El advenimiento de Dios entre historia y profecía (Salamanca: Secretariado Trinitario, 2014), 305-306.

4 Gutiérrez, Teología de la liberación, 28.

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2.1. El pobre: el “otro” vulnerableLa situación de pobreza en el continente no solo no disminuyó, al con-

trario, aumentó considerablemente. Desde Medellín5 se la denuncia como un mal real. Los teólogos afirman que es una condición6, no surge simple-mente del infortunio, el destino o la fatalidad7. Tampoco se la puede con-siderar como una consecuencia de la realidad finita8. Tiene causas reales, objetivas y estructurales que no se pueden eludir.

La emergencia de los pobres constituye el hecho mayor en la teología de la liberación9. Porque en su indigencia claman y cuestionan la profesión de fe en la solicitud providente de Dios. La disyuntiva entre la promesa de la liberación y la realidad de opresión era, y continua siendo, muy grave. En medio de su indigencia, ellos esperan confiantes en la acción salvífica de Dios.

Los pobres no son únicamente los destinatarios de la teología, sino su punto de partida fundamental10. Partir desde abajo, desde las periferias

5 Cfr. Medellín, “Pobreza de la Iglesia”, 14, 4. Puebla, 29 lo define “como el más devastador y humillante flagelo”.

6 Cfr. “La geografía del hambre en el mundo”, dostęp 28 czerweca, 2016, www.ccoo-servicios.info/noticias/pdf/15136.pdf , 1-2.

7 Cfr. Ignacio Ellacuría, Conversión de la Iglesia al Reino de Dios. Para anun-ciarlo y realizarlo en la historia (Santander: Sal Terrae, 1984), 107; Gustavo Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres. Selección de trabajos, wyd. 2 (Lima: Centro de estudios y publicaciones 1979-1980), 96-97; id, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión sobre el libro de Job, wyd. 6 (Salamanca: Sígueme, 2006), 93; id, “La teología latinoamericana y caribeña. Trayectoria y perspectivas”, SelTeol. nr 53 (2014): 209; Juan Bautista Libânio, Teologia de la liberación. Guía didáctica para su estudio (Santander: Sal Terrae, 1989), 110; Jung Mo Sung, “El pobre después de la teología de la liberación”, SelTeol. nr 55 (2016): 34.

8 Cfr. José Ignacio González Faus, «Pecado», w: Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, MyLib, II, red. Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino (Madrid: Trota, 1990), 93.

9 Cfr. Gutiérrez, Teología de la liberación, 21; id “Pobres y opción funda-mental”, w: Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, MyLib, I, red. Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, 303; Jon Sobrino, El principio misericordia. Bajar de la cruz a los pueblos crucificados (Santander: Sal Terrae, 1992), 49; Alfonso Ibáñez, “Gustavo Gutiérrez: el Dios de la vida y la liberación humana”, Teoría y Debate [On-line edition] nr 9 (2003):12.

10 Cfr. Antonio González, Trinidad y liberación. La teología trinitaria considerada desde la perspectiva de la teología de la liberación (San Salvador: UCA, 1994), 75; Juan José Tamayo, “Cambio de paradigma teológico en América La-tina”, w: Panorama de la teología latinoamericana, red. Juan José Tamayo, J. Bosch (Estella: Verbo Divino, 2001), 18; Leonardo Boff, “La originalidad de

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humanas, concretamente desde el lugar del pobre, el no-persona11, implica necesariamente una inversión en la reflexión teológica.

Con la opción por la perspectiva de los pobres se produce un despla-zamiento en la articulación del discurso sobre Dios y su designio salvífico. Este enfoque sienta sus bases en un presupuesto filosófico cuya preferencia apunta al primado de la “espacialidad (proximidad-lejanía, centro o perife-ria) (…) a la posición sujeto-sujeto, persona-persona más que la ontológica, en la cual se prioriza la relación sujeto-objeto”12.

El pobre constituye el otro, vulnerable y frágil, “en una sociedad cada vez más satisfecha de sí misma”13. Sus rostros “interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas”14. El documento de Aparecida le da el sentido cristológico a esta demanda: “los cristianos estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos”15.

En esta óptica la teología se encuentra con un doble reto: acoger la pregunta desde la situación del pobre y procurar articular el discurso sobre Dios en un lenguaje accesible. El otro, el ausente, el no-persona y su estado de opresión configura su reflexión y delinea sus prioridades.

El deseo de fidelidad a Dios fue y continúa siendo la razón primordial de la opción por los pobres16. Este hecho radical va más allá de una cuestión meramente ético-sociológica, menos aún de un gesto de pura compasión o misericordia humana. Como bien lo expresa el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez: “es una opción teocéntrica y profética que hunde sus raíces en la gratuidad del amor de Dios y, a su vez, es exigida por ella”17.

la teología de la liberación”,w: Teología y liberación. Perspectivas y desafíos. En torno a la obra de Gustavo Gutiérrez, I,134-135; Gerardo de Mori, ”Une théologie à l´école des pauvres. Les nouvelles »frontières« de la théologie de la libération” , RTL, nr 46 (2015) : 371.

11 Cfr. Gutiérrez, La fuerza histórica de los pobres, 353; id., Teología de la liberación, 31.

12 Enrique Dussel, Filosofía de la liberación , wyd. 6 (México: Fondo de cultura económica, 2011), 44.

13 Gutiérrez, “Dove dormiranno i poveri?”, w: Gustavo Gutiérrez, Gerhard Ludwig Muller, Dalla parte dei poveri. Teologia della liberazione, teologia della Chiesa (Padova: EMP, 2013), 159.

14 Aparecida, 393.15 Ibídem; Consultar además: Puebla, 31-39; Santo Domingo, “Conclusiones”,178.16 Gutiérrez, Teología de la liberación, 29-30.17 Ibídem, 30; id., Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, 14-15.

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2.2. La razón bíblica de la opción por los pobresLa opción por los pobres posee un hondo arraigo bíblico. El cuidado

y la solicitud paternal de Dios por el huérfano, el pobre, la viuda, el extran-jero y el enfermo es una constante en la historia de Israel18. Dios se mani-fiesta como Aquel que oye el clamor de sus hijos y baja a liberarlos19. En su libre decisión y por amor, quiso darse a conocer en medio de los pobres y oprimidos20.

En continuidad con la fe veterotestamentaria, el Nuevo Testamento nos revela el rostro compasivo y misericordioso de Dios Padre en la acción salvadora de Jesús21. Esta predilección por los pobres y oprimidos “nace de la fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano. La preferencia, sin embargo, no es exclusiva ni excluyente”22.

Los pobres son los preferidos, no por mejores, ni mucho menos, “sino porque Dios es aquel para quien los últimos son los primeros”23. En última instancia, implica “una opción por el Dios del reino que anuncia Jesús”24. Son el nuevo locus theologicus, “en cuanto constituyen la máxima y escan-dalosa presencia profética y apocalíptica del Dios cristiano y, por consi-guiente, el lugar privilegiado de la praxis y reflexión cristiana”25.

La perspectiva escogida por la teología latinoamericana se fundamen-ta en el dinamismo de la revelación de Dios trino. Ya que la manifestación

18 Gustavo Gutiérrez, El Dios de la vida, wyd. 3 (Lima: Instituto Bartolomé de las Casas, 2015), 64-72; María Clara Lucchetti Bingemer, “Teología de la liberación: ¿Una opción por los pobres? RLAT [On-line edition] (1992): 191.

19 Cfr. Roberto Oliveros, “Historia de la Teología de la liberación”, w: Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación, MyLib, I, red. Ignacio Ella-curía, Jon Sobrino,18.

20 Cfr. Gutiérrez, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, 14-15.21 Cfr. González, Trinidad y liberación, 57.22 Aparecida, 392-394; El fundamento cristológico de la opción por los pobres es una

constante en los otros documentos del CELAM. Medellín, “Pobreza de la Iglesia”, 4; 7; Puebla, 1145; 1147; Santo Domingo, 178; 181. Es interesante al respecto el comentario de Gerhard Ludwig Muller, Povera per i poveri. La missione della Chiesa (Città del Vaticano: Editrice Vaticana, 2014), 205-206.

23 Gutiérrez, Teología de la liberación, 30.24 Ibídem, 30; id, “Pobres y opción fundamental”, 309.25 Ignacio Ellacuría, “Los pobres lugar teológico en América Latina”, dostęp 11

czerwca, 2013, www.archivochile.com/Mov_sociales/.../MSiglepopu0017.pdf, 6. Conferir incluso, Jorge Costadoat, “La hermenéutica en las teologías contextuales de la liberación”, Teología y Vida [On-line edition] nr 46 (2005): 57; Karl Lehmann, “Problemas metodológicos y hermenéuticos de la »teología de la liberación«”, 1 w: Teología de la Liberación. Comisión teológica Inter-nacional (Madrid: BAC, 1978), 7-18.

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de Dios en su Hijo, mediante el Espíritu: «tiene una estructura estricta-mente kenótica»26. En efecto, el vaciamiento del Hijo es concreto y radical (cfr. Flp 2, 6-11). Jesús, por amor, se hace pequeño, pobre, convive con los pobres y desde esa realidad anuncia a todos la Buena noticia del Reino27.

En el himno cristológico de Filipenses descubrimos cómo toda la vida de Jesús fue una continua kénosis, “el cual siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo (…). Se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”, (Flp 2, 6-8). De este modo en la pobreza y el vaciamiento de Jesús se revela el lugar y la manera de experimentar la continua y constante presencia sal-vadora de Dios Padre, en medio de su pueblo28.

Con el ánimo de ahondar en esta intuición teológica y aportar ele-mentos para responder al cuestionamiento de fondo la confrontamos con la profesión de fe en la solicitud providente de Dios. Nos preguntamos: ¿en qué forma la doctrina de la providencia divina puede iluminar esta reflexión y orientar sus respuestas?

3. La confianza en la solicitud providente de Dios

Con el ánimo de procurar justificar a Dios ante las víctimas de la his-toria recurrimos a la Escritura, la Tradición y la teología. No obstante el origen extra-bíblico del término providencia, es, sin duda, una experiencia fundamentalmente bíblica29.

3.1. La fe bíblica en la providencia divina

3.1.1. La providencia como misericordiaDesde los eventos del Éxodo, punto de partida de la identidad de pue-

blo de la pertenencia exclusiva de Dios, Israel comprende su historia como historia de la salvación. Por esta razón en el A. T es frecuente describirlo como el Santo de Israel, el providente con entrañas de misericordia. Un Dios que se conmueve hasta las entrañas ante el padecimiento de sus cria-turas y no las abandona jamás.

Entrañas de misericordia es una expresión muy apreciada por la lite-ratura bíblica. La intensidad de este sentimiento define al sujeto que lo ex-

26 Ellacuría, “Los pobres lugar teológico”, 6.27 Libânio, Teología de la liberación, 114; Ellacuría, “Los pobres lugar teológico en

América Latina”, 6.28 Cfr. ibídem, 114.29 Cfr. José Tolentino Mendonça, “La Providencia como ternura de Dios: la fe

bíblica y la herencia clásica”, Communio, nr 24 (2002): 355.

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perimenta y expresa el grado de implicación con el hecho al que se refiere30. En efecto, sitúa la relación al mismo nivel de intimidad del de una madre con el hijo que lleva en su seno. Ya que ambos están unidos por lazos de sangre y un profundo afecto del corazón.

El término entrañas proviene del hebreo rhm31, significa seno materno, la parte más íntima del ser32. Para la cultura semita los sentimientos hon-dos tienen su asiento en el seno materno rehem, en las entrañas rehamîn33. Por eso, en la Escritura, el tener misericordia está estrechamente relaciona-do con la compasión.

El sentido bíblico de providencia divina se sitúa en la riqueza de este campo semántico. Rehamîn define la sede de la providencia divina, en cuan-to expresión honda del amor que ama sin más, gratuitamente y para siem-pre. Es la ternura compasiva que nace desde dentro y se compromete con el más frágil y pequeño34.

La experiencia de un Dios amoroso, fiel a sus promesas, con entrañas de misericordia, recorre toda la Escritura. En cada etapa de la historia de Israel la misericordia asume una especificidad propia. En el tiempo del Éxo-do la misericordia divina expresa la compasión de Dios por los oprimidos al ver la situación de esclavitud y oír el clamor de sus hijos (cfr. Ex 3,7).

El sufrimiento de sus criaturas le afecta intensamente y no per-manece inmune ni ajeno, se compromete y baja a liberarlos. Es un Dios profundamente implicado en la historia de sus criaturas y rico en miseri-cordia (cfr. Ex 34, 6; Dt 5, 9-10). Nada está fuera de su amor providente (cfr. Sl 33, 5), cuida a Israel como «a la niña de sus ojos» (Dt 32, 10) y su fidelidad se mantiene de generación en generación (cfr. Sl 10, 5; 106, 1; 107, 1; 118, 1.4.29).

La solicitud providente de Dios en el Exilio se refleja en la compasión, el consuelo y la promesa de un nuevo éxodo y una nueva alianza con Israel (cfr. Is 45, 11-19.22-25; Os 2, 16-25). El amor misericordioso de Dios se ma-

30 Cfr. Hans Joachin Stoebe, “rehamin”, w: Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento, red. Jenni Ernst, Claus Westermann (Madrid: Ediciones cristiandad, 1978), 959.

31 Significa seno materno, entrañas. Ésta palabra y sus derivadas designan el tener misericordia y está localizado en esta parte del cuerpo. Cfr. Stoebe, “rehamin”, 957-966.

32 Cfr. Adalberto Sisti, “Misericordia”, w: Nuovo dizionario di teologia biblica (Torino: Edizioni Paoline, 1989), 978.

33 Cfr. Jean Cantinat, Xavier León-Dufour, “Misericordia”, w: Vocabulario de Teología Bíblica (Barcelona: Herder, 196), 475-476.

34 Cfr. Mendonça, “La providencia como ternura”, 357.

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nifiesta en términos de reconciliación y perdón35, “¿Cómo voy a entregarte Efraín, cómo voy a soltarte, Israel? (…) Mi corazón se convulsiona dentro de mí y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas” (Os 11, 8-9).

Corrige con firmeza y ternura como un Padre a su hijo (cfr. Os 6, 1-2; Sl 103, 13). Y al mismo tiempo, con corazón maternal, consuela y está siempre dispuesto a perdonar (cfr. Is 40, 1-11; 41, 8-16; 43, 1-7; 49, 8-13; 54, 5-7; Os 11, 1-4). Transforma los desiertos en un gran vergel para que su pueblo conozca quien es su Dios, (cfr. Is 41, 13–20). Renueva su promesa a los pobres y desvalidos: “los humildes se alegrarán con Yahvé y los más pobres quedarán felices con el Santo de Israel, pues ya no habrá más opre-sor” (Is 29, 19-20).

Sólo el amor tierno y compasivo puede devolver la vida y la esperanza cuando ya todo parece perdido: “Les dirás: Así dice el Señor »Voy a abrir vuestras tumbas, pueblo mío y os llevaré de nuevo al suelo de Israel«” (Ez 37, 12-14). La constante misericordia y solicitud paternal son la razón y el fundamento de la esperanza de Israel (cfr. Sl 104). En este sentido la misericordia expresa la densidad de la providencia de Dios con su pueblo, en última instancia, porque él “No puede olvidar al hijo de sus entrañas” (Is 49, 15-16).

3.1.2. Las parábolas narran la solicitud paternal de DiosEn el N.T, a su vez, la misericordia y compasión del Padre se reveló

de modo irreversible en la vida, misión y destino del Hijo amado: “porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).

Su íntima relación con el Padre le permite proclamar la certeza del cuidado tierno de Dios por todas sus criaturas, sin distinción, pues “hace salir el sol sobre buenos y malos” (Mt 5, 45). Dios es Padre y ve en lo secreto el corazón de sus hijos y conoce sus necesidades, aun antes de ellos darse cuenta (cfr. Mt 6, 8). En modo alguno significa el ejercicio de un control frío o superficial36. Es expresión de su solicitud paternal.

En sus gestos y palabras Jesús invita a la confianza amorosa en la protección constante del Padre. Quién con sumo cuidado se preocupa por la subsistencia de sus hijos37. Insiste clamando «por eso os digo: no andéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo, pen-

35 Cfr. Claus Westermann, Dios en el Antiguo Testamento. Esbozo de una teología bíblica (Bilbao: Ediciones EGA, 1993), 73-74.

36 Cfr. Wolfgang Trilling, El evangelio según San Mateo, I (Barcelona: Herder, 1980), 147.

37 Cfr. Karl Heinrich Rengstorf, Il Vangelo secondo Luca, III (Berlin-Hamburg: Lutherisches Verlagshaus, 1963), 274.

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sando con qué os vais a vestir, porque la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido», (Lc 12, 22-23; cfr. Mt 6, 25).

Dios provee continuamente de todo lo necesario para mantener la creación y sus criaturas. Cuida de todas sus criaturas y nadie está fuera de su amor providencial, ni los más “insignificantes”, “considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan, que no tienen despensa ni granero, y Dios los sustenta, ¡cuánto más valéis vosotros que las aves” (Lc 12, 24).

Ante la tendencia a asegurar el presente y el futuro, Jesús recuerda que Dios es Padre38. Por esto, esperar y confiar en la providencia supone un abandono radical en la fe, “buscad primero el reino de Dios y su justicia y esas cosas todas se os darán por añadidura” (Mt 6, 33). La primacía es el trabajo por el reino de Dios y su justicia. No se desprecia ni el trabajo ni el esfuerzo, no se trata de una vida ociosa ni de defender una actitud pasiva de parte del hombre. Al contrario, se refiere a una “disposición interna de filial confianza en Dios Padre”39.

La parábola del buen pastor explicita con hondura la ternura del cui-dado providencial de Dios, en Jesús, por todos sus hijos. El buen pastor apacienta y alimenta a su rebaño. Se preocupa por todas y cada una de sus ovejas, especialmente por las frágiles y enfermas. No admite perder a nin-guna y es capaz de arriesgar su vida por rescatar a una sola (cfr. Lc 15, 1-3). El verdadero pastor da su vida por sus ovejas (cfr. Jn 10, 11). Conoce a cada una por su nombre (cfr. Jn 10, 14).

Jesús habla de un Padre compasivo y misericordioso que viene siempre al encuentro de sus hijos y goza con el retorno de los alejados, (cfr. Lc, 11-32). No se complace en la muerte del pecador, sino en su conver-sión para que viva40. Su cuidado providente no conoce límites. Se desvive a fin de no perder a ningún hijo. Ama y sostiene a todas sus criaturas.

Como podremos notar el punto de partida de la fe bíblica, en la pro-videncia divina, es el encuentro vivencial con un Dios personal, que actúa en la historia. Un Dios cuyo rostro paternal se reveló de modo irreversible en su Hijo amado.

La tradición eclesial ha custodiado con sumo cuidado esta certeza de fe y la ha defendido en medio de duras controversias. Los Padres supieron dar razón de la solicitud providente de Dios en la historia y de su hondo respeto por la libertad humana.

38 Cfr. Josef Schmid, L’evangelo secondo Matteo, I, wyd. 3 (Brescia: Morcel-liana,19653), 186.

39 Ibídem, 195, [trad. prop.].40 Cfr. id, L’Evangelo secondo Luca, III, wyd. 3 (Brescia: Morcelliana, 1965),

321.

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3.2. La providencia del Padre sostiene la creación enteraUna constante en los escritos patrísticos es la certeza de que Dios nun-

ca abandonó su creación. Está presente y actuante en la historia de diversas formas. Todo lo creó por amor y con amor por medio de sus “dos manos”41: el Hijo y el Espíritu. En consecuencia, lo creado y las criaturas permanecen bajo la contínua solicitud de Dios y “todas las cosas reciben de él su exis-tencia y tienen en él su consistencia”42 lo afirma s. Ireneo.

En el Logos, el Hijo amado del Padre se manifestó la misericordia y compasión de Dios, añade Clemente de Alejandría. El ser humano, en el Logos, posee el amor de Dios y participa de su gracia. Nada ni nadie podrá apartarlo de su misericordia. Por Cristo y en Cristo fueron creadas todas las cosas, y solo en él los conserva.

Aun después de la caída, el Padre nos recupera en su Hijo amado43. En este sentido, la mediación de Jesucristo en la realización del designio salvífico es una prueba y confirmación de la providencia divina. Mediante el Verbo hecho carne, desde el Padre se vierte sobre toda la creación y la humanidad la unción providencial de Dios44. De ahí que la creación entera se desarrolla en el seno del Espíritu y por él en la Trinidad.

El Verbo del Padre, presente desde el inicio junto al Padre en la obra creadora, es el mismo que, encarnándose, la redime y en la pasión la res-taura para siempre45, nos dirá Atanasio. El universo entero está regido por la providencia divina, nada escapa a su acción, es la certeza de Agustín. Repetirá una y otra vez que nada sucede por acaso, pues Dios conduce el desarrollo de la historia según su designio.

El mal es solo responsabilidad de la libertad humana. Si bien Dios lo supo de antemano, no lo impidió, por el sumo respeto a la decisión libre del ser humano. Con todo no abandona su creación, pese a la rebeldía del ser humano, su amor perdura por siempre.

La certeza de que nada nos puede separar del amor providente de Dios es una constante en la reflexión teológica del medioevo. Tanto Buenaven-tura como Tomás de Aquino, con énfasis diferentes, lo desarrollan según

41 Ireneo de Lyon, Contra los herejes: exposición y refutación de la falsa gnosis (México: Conferencia del Episcopado Mexicano, 2000), IV, 20,21.

42 Ibídem, II, 1,1.43 Clemente de Alejandría, El Protréptico (Madrid: Ciudad Nueva, 2008),

VIII, 80,3.44 Cfr. Luis Francisco Ferrer Ladaria, El Espíritu en Clemente. El Espíritu en

Clemente. Estudio teológico-antropológico (Madrid: Universidad Pontificia Comillas de Madrid, 1980), 73-74.

45 Cfr. Atanasio, La encarnación del Verbo (Madrid: Ciudad Nueva, 1989), V, 20.

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el método teológico correspondiente. En el Verbo eterno y unigénito del Padre se expresó y creó todo cuanto existe46.

Todas las cosas fueron creadas por él y en él las restaura. Buenaventu-ra describe la trayectoria completa de Jesucristo desde la encarnación hasta el regreso al Padre una vez resucitado. Este movimiento de exitus y reditus delinea el ámbito de la providencia en la cual están envueltas la creación y las criaturas.

Según Tomás de Aquino, la providencia forma parte de los atributos del Dios uno en esencia. Dios es en sí mismo providente. Todo cuanto existe recibe de él su ser y su existencia, del mismo modo, la bondad y per-fección47. Por ser fruto de su bondad y querer se hace cargo de lo creado, ninguna situación queda fuera de su cuidado providente. Con suma sabi-duría gobierna lo creado y cuenta con la libertad finita para llevar adelante su plan.

En el breve recorrido hecho percibimos un desarrollo de la profesión de fe bíblica en la providencia. Aunque no toca directamente la situación de pobreza e injusticia, aporta un marco general dentro del cual intuir las posibles respuestas a la pregunta formulada. Toca interrogar a algunos teó-logos que se dispusieron a repensar la fe en la providencia en el ámbito de la secularización.

3.3. La providencia divina en la reflexión teológica

3.3.1. La fe en la providencia entraña una responsabilidadRomano Guardini ha sido uno de los teólogos que supo dialogar con el

hombre moderno. Asume sus preguntas existenciales y procura reflexionar-las a la luz de la revelación en Cristo. No elabora una doctrina de la provi-dencia, pero nos da unas claves importantes para comprender el dinamismo que entraña esta fe.

Retoma las grandes cuestiones relacionadas con el destino, hechos y casualidades para iluminarlas a la luz de la experiencia de Jesús. Des-de un abordaje fenomenológico desmonta las interpretaciones erróneas que brotan de la sospecha de que Dios, una vez finalizada su obra creadora se recluyó en su cielo y dejó solos a los seres humanos.

La experiencia de la salvación en Cristo nos impide desconfiar de la providencia divina. Porque ha sido enviado por el Padre, ha vivido por noso-tros y está presente en nuestra historia: “estar redimido significa entrar en él

46 Cfr. Buenaventura, La Sapienza cristiana. Collationes in Hexaemeron (Milano: Jaca Book, 1985), I, 16.

47 Tomás de Aquino, Summa Theologica, I. De Dios Uno (q. 1-26), (Madrid: BAC, 1947), I, q. 22, a. 1, co.

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y vivir de él”48. Jesús inaugura un tiempo nuevo. En él desaparece el temor a lo incierto. No estamos solos. A pesar de la caída y la rebeldía humana, Dios Padre nunca abandonó su creación, al contrario se comprometió con ella enviando a su Hijo amado a este mundo.

Este autor nos ofrece una nueva perspectiva para tratar el tema de la providencia: la relación filial en Cristo. En lugar del temor a lo incierto y desconocido aparece el rostro paternal de Dios. Afirmar esto no supone una imposición. Dios en su libertad es capaz de auto-limitarse para no inva-dir la libertad finita. Se retrae, se despoja de sí para dejar espacio a la libre decisión humana49. Él no es una amenaza a la realización humana.

Dios abre un espacio en al ámbito de su infinito amor. Atrae con su-premo cuidado a su criatura, en Cristo, para relacionarse con él de persona a persona. De esta relación filial brota el amor en respuesta al amor provi-dente del Padre. Permanecer en la providencia implica, además de sentirse protegido, una responsabilidad ante el mundo y la historia. El hombre es un ser histórico, presente en el mundo, lo cual implica, “tener un inconfun-dible destino, es decir, una responsabilidad a realizar”50.

3.3.2. La perspectiva kenótica de la providencia divinaEl teólogo ortodoxo ruso, Sergej Bulgàkov, desde una óptica particu-

lar, nos presenta un nuevo marco teórico para comprender la providencia divina. La doctrina de la Sofiología51 es clave en su teología, en ella trata la relación: Dios-mundo y Dios-hombre.

Bulgàkov intenta superar la aporía suscitada por el determinismo cau-sal, en lo referente a la relación providencia-libertad52. Propone trasponer el tema y repensarlo en un plano diverso a los anteriores. Según él, la al-ternativa es desarrollar dicha relación en la perspectiva de la doctrina de la Sofiología53, la cual cuenta con sus propias categorías.

La Sofía divina es el fundamento de la existencia de las criaturas y del mundo, pues “Dios ha creado el mundo por su Verbo y por el Espíritu Santo,

48 Romano Guardini, Libertà, grazia, destino, 263-264, [trad. prop.]. Véase también, id, Antropologia cristiana, 77.

49 Cfr. ibídem, 280.50 Antonio Tognolo, “Persona e destino”, Studia Patavina, nr 3 (1962): 512

[trad. prop.].51 Cfr. Sergej Bulgàkov, La Sagesse de Dieu. Résumé de sophiologie (Lausanne:

L’Âge d’Homme, 1983), 23-25.52 Cfr. id, La Sposa dell’Agnello: La creazione, l’uomo, la Chiesa e la storia

(Bologna: Edizioni Dehoniane, 1991), 313-319.53 Cfr. ibídem, 323.

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manifestados en su sabiduría y según la imagen de su sabiduría”54. Vale de-cir que les ha constituido como tal en su sofía criatural. Por tanto, Dios, más que causa primera, “es el Creador y Providente del mundo y las criaturas”55.

A pesar de la diferencia de Dios entre el mundo y el ser humano, éstos no pueden separarse de él. Tienen su principio en Dios mismo, pero man-tienen su autonomía propia. En este sentido, “la providencia de Dios sobre el mundo es su sofianidad en acto, la sofianización que se está cumplien-do”56. Del mismo modo que la creación es obra de Dios en su sabiduría, por tanto, de la Trinidad como tal, así también la providencia.

La acción de la providencia sofiánica de Dios sobre el mundo y por las criaturas es siempre Trinitaria57, y no de una sola “persona”. Pues “la na-turaleza de Dios es única e inseparable de las Tres »personas« divinas”58. Cada una participa de acuerdo a su carácter propio, “la acción hipostática del Padre, cual »Pantocrátor« o providente, y la participación principalmen-te sofiánica de las otras Hipóstasis: en este aspecto entre la creación del mundo y la providencia existe una correspondencia plena”59.

La divinización de la criatura es obra de la providencia. En virtud de su imagen y semejanza de la Imagen permanece en una correlación perso-nal con Dios. Es particularmente agraciado en una interacción sinérgica con él, “aquí la libertad criatural, aunque relativa, no menos auténtica debido a su carácter limitado, se encuentra con la inspiración divina, que la im-pregna »graciosamente« y se vincula a ella »sinérgicamente«”60.

La gracia que impregna a la criatura no implica una imposición o una violencia a la libertad humana. Es el Hálito de vida61 que Dios ha infundido en el hombre desde el acto creador, constituyéndolo sujeto. Entonces, el ser humano en su condición de sujeto libre permanece activo y operante en la acogida de la gracia.

El Hálito divino vivificante le concede al hombre la facultad de rea-lizar su identidad primigenia: su ser imagen y semejanza de Dios. Creado en Cristo, mediante la potencia del Espíritu, en libertad, tiene la ocasión de

54 Id, La Sagesse de Dieu. 47 [trad. prop.].55 Id, La Sposa dell’Agnello, 328; La misma idea se encuentra en id, La luce

senza tramonto (Roma: Lipa, 1994), 204-205.56 Ibídem, 330, [trad. prop.].57 Cfr. id, Il Paraclito (Bologna: Edizioni Dehoniane, 1972), 306-307.58 Id, La Sposa dell’Agnello, 331, [trad. prop.]. Véase también, id, La Sagesse

de Dieu, 45-47.59 Ibídem, 332, [trad. prop.].60 Ibídem.61 Cfr. id, Il Paraclito, 311.

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actualizar su ser hijo en el Hijo62. De este modo se lleva a cabo el designio divino presente en Dios desde antes de la creación del mundo.

La acción de Dios sobre la libertad humana se caracteriza por su condes-cendencia kenótica. Este movimiento describe el dinamismo propio del diálo-go que propicia el encuentro de dos libertades. Profundamente respetuoso de la libertad de la persona, Dios se inclina persuasivamente a fin de convencerla. Ante la libertad de su criatura depone su propia omnipotencia. Por amor y en libertad se auto-limita kenóticamente para no someter ni subordinar a la libertad criatural63.

La libertad le ha sido concedida por Dios mismo cual “fuente de auto esencia y de la realidad criatural en su relación con Dios”64. En virtud de tal libertad el ser humano puede llegar a negarse y no permitir tal encuentro con su Creador y providente. Aunque así fuese, nada elimina la correlación existente entre el Creador y su criatura.

Ambos teólogos recuperan los datos de la Tradición y los reinterpre-tan en el nuevo contexto. Se destaca, sobre todo, lo referente a la relación entre la providencia divina y la libertad finita. Resaltan la condescendencia amorosa de Dios y su inclinarse constante sobre las criaturas a fin de ejer-cer su providencia desde abajo. Actúa en la historia con supremo cuidado y respeto por la liberta finita, para no someterla. La perspectiva kenótica de la providencia nos abre posibilidades de relación con la teología de la li-beración.

4. La perspectiva kenótica de la acción salvífica de Dios

La experiencia bíblica de la fe en la providencia divina, y el consi-guiente estudio de los padres y teólogos, nos da la clave para repensar la si-tuación latinoamericana. Escogemos un enfoque diverso. Esto supone un cambio en el método característico de la teología de la liberación. Perspec-tiva sugerida en su momento por el teólogo brasileño Libânio. Él proponía una interpretación de la historia humana, en este caso el sufrimiento ino-cente, desde la acción salvadora de Dios trino y no solo desde la liberación histórica65.

Acogemos la recomendación citada y abrimos un horizonte en la re-flexión latinoamericana para contemplar la historia desde la Víctima ino-cente por excelencia: el Hijo amado del Padre que se anonadó hasta la muer-te en cruz por amor a las criaturas. Por esto escogemos el enfoque trinitario,

62 Cfr. id, La Sposa dell’Agnello, 333-334.63 Cfr. id, La Sagesse de Dieu, 48; id, La luce senza tramonto, 241.64 Id, La Sposa dell’Agnello, 334 [trad. prop.].65 Cfr. Libânio, Teología de la Liberación, 148.

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de modo especial, aquel que privilegia el Misterio pascual, pues solo desde la cruz podemos descubrir el sentido del dolo humano y la razón de la es-peranza.

4.1. La respuesta de la Trinidad a la injusticia y al pecadoContemplar la realidad desde Aquel que traspasaron suscita una pro-

funda reverencia. Nos habla del misterio de un amor mayor que nos sobre-pasa. Como bien lo cita Pablo en la carta a los Romanos, “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Dios no se olvidó de sus criatu-ras y tanto amó a este mundo que nos envió su Hijo amado para que por él tengamos vida y vida en abundancia (cfr. Jn 3, 16; Jn 10, 10)

4.1.1. La kénosis del Hijo revela el amor infinito del PadreLa Trinidad revela su amor en plenitud, en la Hora del Hijo. Se nos

dona tal como es en el momento crucial de la entrega en la cruz. Puede parecer contradictorio. Pero la lógica de Dios es bien distinta a la de este mundo. Desde abajo y desde dentro acompaña la historia y suscita la trans-formación de las estructuras injustas, sin menoscabar la libertad finita.

El Padre, en su Hijo provee para enfrentar la injusticia de este mun-do. Se desvive por liberar a sus criaturas de la opresión que los aplasta. Le afecta el dolor de sus criaturas. Oye su clamor y responde entregándonos al Hijo: “Dios es amor, y no lo es solo »por nosotros«, o porque nos ama, sino que es amor en »sí mismo«. Por ser amor »en sí« puede serlo también »para nosotros«”66.

Al asumir la historia humana el Verbo eterno aceptó compartir nues-tro destino. Da todo de sí, no retiene nada, se despoja hasta el fin por amor. En efecto, “además de llevar el destino mortal de Adán, carga también expre-samente con los pecados del género humano y con la consiguiente »segunda muerte«, la de verse abandonado por Dios, y que en la »condición de siervo« no obedece a un destino (…) sino concreta y personalmente al Padre”67.

El lenguaje sublime de la misericordia de Dios se expresa de modo elocuente en la oblación de Jesús68. Hay preguntas que nos superan y solo se responden desde el amor hasta el extremo, como el del Hijo que da todo de sí. En él, el Padre responde al drama de este mundo.

66 Gisbert Greshake, Il Dio unitrino. Teologia trinitaria (Brescia: Queriniana, 2000), 209 [trad. prop.].

67 Balthasar, “El misterio pascual”, w: MySal, III/2: El acontecimiento Cristo, red. Johannes Feiner, Magnus Lohrer, wyd. 2 (Madrid: Ediciones Cristian-dad, 1980), 707.

68 Cfr. ibídem, 668; Anne-Marie Pelletier, “Meditazioni” Venerdì Santo. Pas-sione del Signore. Via crucis (Roma: Editrice Vaticana, 2017), 43-44.

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Bajo la cruz palpita nuestro mundo con todos sus “dolores, sus de-mandas y sus rebeliones, todo lo que hoy clama a Dios desde las tierras de miseria o de guerra, en las familias desgarradas, en las cárceles, en las embarcaciones sobrecargadas de emigrantes. Tantas lágrimas, tanta miseria en el cáliz que el Hijo bebe por nosotros”69.

Simultánea a la misericordia se revela también la hondura del amor en Dios mismo. El Hijo se entrega por amor, en el Espíritu, al Padre y el Éste, a su vez, acompaña con desmesurado amor la entrega del Hijo. Por eso la cruz es la expresión máxima del amor trinitario. Desde ella se vierte este amor como un caudal que inunda la humanidad y la abraza sin excluir nada ni nadie.

Ante esta entrega confiada y obediente del Hijo se revelan las fuerzas de este mundo. Las que oprimen y matan a los inocentes. Al mismo tiempo, anuncia que los pobres no están solos y desamparados. Hay Alguien mayor que la violencia de ese mundo. Un Dios Padre que en su Hijo, mediante el don del Espíritu cuida con solicitud inquebrantable por todos y cada uno de sus hijos. Nada ni nadie los puede arrebatar de sus manos. Como bien nos recuerda s. Ireneo. Dios mantiene y conserva lo creado con sus dos manos: el Hijo y el Espíritu.

Jesús dona libremente su vida, nadie se la quita, lo hace por amor y asume las consecuencias (cfr. Jn 10, 18). Experimenta el drama del aban-dono de su Padre y aun así confía en su amor. Se solidariza hasta el extremo con todos los abandonados y marginados de este mundo. Vive con hondura el sentido del pecado, es más se hace pecado, para vencer la esclavitud, “en la total impotencia de su existencia kenótica, experimenta todo el peso del pecado”70.

Con un fuerte grito entrega el Espíritu y se hunde en el mayor de los silencios. El Hijo desciende a las profundidades de los infiernos. Allí com-parte la suerte de los que se cerraron a la relación con Dios. Enfrenta los poderes del mal que oprimen a las criaturas, a fin de vencerlos desde dentro. Este abajamiento radical del Hijo hasta a las profundidades de los abismos denota la condescendencia divina en favor de los hombres.

Desde los infiernos surgirá victorioso cuando haya vencido al último enemigo: la muerte. Por su fidelidad hasta el fin verá la luz y será colmado, (Is, 53, 11). “Resucitado no muere más y la muerte ya no tiene poder sobre él” (Rm 6, 9). Porque padeció hasta el fin puede consolar a los que sufren y, con la fuerza del Espíritu, gestar la novedad del reino en las entrañas de la injusticia.

69 Ibídem, 6 [trad. prop.].70 Balthasar, Gloria. Una estetica teológica, VII: Nuovo patto, wyd. 3 (Milano:

Jaka Book, 2010), 191.

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4.1.2. El silencio del Espíritu en la Kénosis del HijoEl evento de la cruz es de hecho un suceso propiamente cristológico.

Aunque el Padre y el Espíritu no son protagonistas directos, están presentes y estrechamente vinculados unos con otros. En el espacio de amor-donación en Dios mismo, el Espíritu es el único sin un nombre correlativo71. Este ras-go particular del Pneuma indica su modo de “ser personal”72.

El Espíritu acompaña la donación absoluta del Hijo al Padre73. Como bien se afirma en Hb 9, 14: “movido por el Espíritu eterno, se ofreció a Dios como víctima sin mancha”. A pesar de su carácter oculto, está ahí y se le percibe en la forma en el cual el Hijo se entrega al Padre. Anima y sostiene a Jesús en donación74. Así también es el Espíritu quien fortalece a todos los que luchan contra los poderes de este mundo.

La pasión de Jesús es también la pasión del Espíritu. Pues junto con él, el Espíritu gime ante la fuerza del mal y el sufrimiento que causa la crueldad del pecado75. La agonía es más dura cuando Jesús siente sed. Él, el portador del agua viva (cfr. Jn 4, 10–13) exclama «tengo sed». Cuán duro le resulta no sentir ni siquiera el consuelo del Paráclito.

La dura experiencia del abandono del Padre es la mayor expresión de la kénosis del Espíritu. Pues, cual Vínculo de amor, no puede manifestar con eficacia la alegría del relación estrecha entre el Padre y el Hijo76. Al ex-pirar, Jesús con un gran grito entrega el Espíritu, ya no le queda nada, lo ha entregado todo. Entonces, desde la cruz se vierte el amor providente y abra-za a toda la humanidad. Nada queda fuera de este amor.

La kénosis del Espíritu llega al extremo cuando desciende a los infier-nos con el Hijo. No puede ejercer su fuerza vivificadora. Siendo el Señor

71 Agustín, Obras de San Agustín, V: Tratado de la Santísima Trinidad, wyd. 2 (Madrid: BAC 39, 1956), V, 12, 13. Una afirmación semejante la encon-tramos también en Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, q. 36, a. 1, co; q. 40, a. 4, co.

72 Cfr Balthasar, Teológica, III, El Espíritu de la verdad (Madrid: Encuentro 1998), 112-113.

73 Cfr. Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, 40.74 Cfr. Jurgen Moltmann, Lo Spirito della vita. Per una pneumatologia integrale

(Brescia: Queriniana, 1994), 80.75 Cfr. id, Nella storia del Dio trinitario. Contributi per una teologia trinitaria

(Brescia: Queriniana, 1993), 17; id, Lo Spirito della vita, 79; Coda, Desde la Trinidad, 321; John O’Donnell, Il mistero della Trinità (Roma: Editrice Pontificia Università Gregoriana, 1989), 74.

76 Cfr. Bulgàkov, Il Paraclito, 371-372; id, L’Agnello di Dio: il mistero del Verbo Incarnato (Roma: Città Nuova 1990), 422-423, 440; Pasquale Bua, La kenosi dello Spirito Santo: un percorso nella teologia del Novecento (Roma: Città Nuova, 2015), 118-120; Coda, Desde la Trinidad, 322.

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y dador de vida se encuentra kenóticamente privado de su potencialidad77. Permanece en compañía del Hijo, en silencio reposa sobre él. Desde los abismos resurgirá el amor.

El Padre manifiesta su omnipotencia al resucitar, en la fuerza del Es-píritu, a su Hijo amado (cfr. Hch 3, 13; Rm 6, 4; 8, 11). Pronuncia su palabra categórica contra los poderes de este mundo que mantenían oprimidos a sus criaturas. Esa experiencia es la que mueve a todos los marginados a contem-plar en Jesús crucificado su única esperanza y razón de su lucha cotidiana.

El Espíritu del resucitado acompaña a las criaturas en medio de los dramas de este mundo. Gime y actúa en lo hondo del ser humano. Suscita formas de resistencias ante todo tipo de esclavitud. Jamás se impone, pero nunca descansa. Estimula desde dentro, mueve, agita, anima. Espera la res-puesta humana para llevar adelante el designio salvífico. Donde las criatu-ras sufren amenazas promueve posibilidades.

4.1.3. La compasión del Padre en la pasión del HijoEl misterio pascual es un acontecimiento trinitario porque nos reve-

la de forma definitiva la relación existente en Dios mismo. No obstante el silencio y el abandono que experimenta el Hijo, la comunión permanece inalterable, gracias al vínculo del amor que es el Espíritu. Aunque parezca contradictoria esta afirmación, ya que, en la cruz la divinidad se esconde. El amor que todo lo puede se manifiesta en la radical desnudez y absoluta donación de sí.

Por respeto a sí mismo y a la libertad del Hijo, el Padre no irrumpe con toda su grandeza para acabar con el suplicio de la cruz. Compadece con su Hijo, lo sostiene y acoge silencioso su entrega hasta el extremo. Padece hasta el fondo las consecuencias de la rebeldía humana, pero no desiste de su creación. El mismo provee a tiempo y a destiempo para liberar a las criaturas.

Al Padre se le conmueven las entrañas ante el dolor del Hijo. No lo deja solo. El silencio es la forma más elocuente de la pasión del Padre ante tanta injusticia. Su omnipotencia se manifiesta en la más profunda impoten-cia. No puede librar de la cruz al amado de su corazón. Su poder se muestra en el despojo y anonadamiento: “al Dios cristiano se le reconoce desde su movimiento de condescendencia kenótica como expresión mayor de su ser en sí mismo: amor absoluto y sobreabundante”78.

77 Cfr. pbídem, 372; Bua, La kenosi dello Spirito Santo, 120.78 Nancy Raquel Fretes Martínez, “¿Cómo decir a los pobres que Dios los

ama?”. Confluencia entre la teología de la liberación y la doctrina de la providencia divina. Indicios de una respuesta en clave de kénosis trinitaria (Roma: TESI PUG, 2018), 44.

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Dios es inmutable en su amor. No se muda, pese a la rebeldía humana su providencia permanece: “¿Cómo voy a abandonarte Efraín? ¿Cómo no te voy a rescatar Israel?, mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas” (Os 11, 8). Este es nuestro Dios, el Padre que asume el no de la criatura en el sí obediente de Jesús. Donde abundó la injusticia responde con la sobrea-bundancia de su amor providente (cfr. Rm 5, 20).

El pecado humano afecta profundamente el corazón del Padre. Su compasión no tiene límites y lo demuestra al proveer ante la situación de injusticia. Envía a su Hijo amado a este mundo, para que por él tengamos vida (cfr. Jn 3, 17).

Dios trino, desde dentro y desde abajo, manifiesta su profunda soli-daridad con los pobres y últimos de la historia79. Con ternura providencial abraza todas las dimensiones de la vida humana80. La única certeza es que nada ni nadie podrá apartarnos de su amor, «porque seguros estamos de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni cosas presentes ni futu-ras, ni poderíos, ni altura ni profundidad, ni otra criatura alguna será capaz de apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús» (Rm 8, 38-39).

5. Conclusión

La doctrina de la providencia afirma la incuestionable fidelidad de Dios a la obra de sus manos. El Creador y Señor está permanentemente controlando sus murallas como nos asegura el profeta. En la palma de su mano permanecen la creación y las criaturas, (cfr. Is 49, 16). Fuera de su amor nada existe. Entonces, su amor providente es el ámbito para pensar en la realidad de este mundo y considerar sus desafíos.

Al contemplar al Traspasado descubrimos que es Dios mismo quien responde a la urgente situación de este mundo. En su kénosis palpamos el modo único en que la Trinidad se desvive por sus criaturas. Al desdo-blar la contradicción, que pretende negar la solicitud providente de Dios, se desvela la lógica del amor trinitario. Es justo desde el reverso de la historia donde se gestan los signos del reino. Aquí se ilumina la intuición de la teolo-gía latinoamericana. “El exceso de injusticia solo puede contrarrestarse con la desmesura de un amor absoluto e incondicional. Pues al abrazar al Hijo crucificado, el Padre estrecha, en el Espíritu, la realidad humana con todas sus contradicciones. Abajándose hasta los abismos, en Cristo muerto, ven-

79 Cfr. Bulgàkov, L’Agnello di Dio, 382; Benjamín González Buelta, La humil-dad de Dios (Santander: Sal Terrae, 2012), 72.

80 Cfr. Gregorio de Nysse, La création de l’homme (Paris: SC6, 1943), XXII, 204 d.

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ció al pecado y la muerte que mantenía oprimidos a sus criaturas. Con la fuerza de su amor hizo surgir la vida donde parecía solo reinar la muerte”81.

De diversas formas y con énfasis distintos, aparece la afirmación de que Dios nunca abandona su creación y mucho menos las criaturas. Está profundamente implicado con ellas y se desvive por liberarlos de toda escla-vitud, para darles vida en abundancia. Porque todo lo ha creado por amor, en Cristo y por Cristo. Solo en él lo sostiene y conserva. El Hálito de vida concedido a la criatura en el acto creador nunca lo abandona y permanece aún en la más dura rebeldía ante Dios.

Nada está fuera de su amor providente. Incluso el mal permanece en el ámbito de su providencia, no para protegerlo, sino para «ser condenado en la carne del Hijo»82. En este contexto podemos considerar también que la injusticia y miseria de este mundo no lo quiere Dios, pero lo tolera. No se queda tranquilo, él mismo provee para luchar contra todas las fuerzas que amenazan la vida de sus criaturas.

Todo lo creó por amor, en Cristo, y solo por medio de él, con la fuerza del Espíritu, podrá liberar a sus criaturas de toda opresión y esclavitud. El Padre es el primer afectado por el dolor de sus hijos. Y responderá tam-bién a cabalidad para consolarlos.

Desde su cotidiano vivir los pobres intuyen la profundidad de tal mis-terio, por eso al contemplan la cruz con esperanza se sienten consolados. Sin gastar palabras comprenden que Jesús los ama hasta el extremo de pa-decer injustamente. Ellos descubren en la solidaridad divina que el mal de este mundo no tiene la última palabra.

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Teologia wyzwolenia a doktryna o Bożej Opatrzności

St r e S zc zen ie

Strukturalna niesprawiedliwość, która zniewala i zabija biedą większość Amery-ki Łacińskiej, poważnie kwestionuje zaufanie w opatrznościową troskę Boga. Z tego powodu, nadanie sensu wierze i nadziei wymaga stawienia czoła mysterium iniquita-tis. Wyzwanie to podjęła teologia wyzwolenia, usprawiedliwiając Boga wobec ofiar społecznej niesprawiedliwości. Odpowiedź na pytanie, jak mówić biednym o miłości Boga od nich, stanowi jedno z zasadniczych wyzwań dla całej teologii. Pragnąc przy-czynić się do odpowiedzi na to pytanie, artykuł wiąże teologię wyzwolenia z dok-tryną o Bożej Opatrzności. Obrana perspektywa ma charakter trynitarny, stawiając wydarzenie paschalne Syna Bożego w centrum refleksji. Przedłożonym argumentem jest stwierdzenie, że w świetle niewinnej Ofiary par excellence można odkryć jedyny w swoim rodzaju sposób, w jaki Opatrzność Trójjedynego Boga obecna jest w historii ludzi ubogich.

Słowa kluczowe: ubogi, wyzwolenie, Trójca, kenoza, Boża Opatrzność

Teología de la liberación y doctrina de la providencia divina

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The Theology of Liberation and the Doctrine of the Divine Providence

Summ ar y

Structural injustice that subjugates and kills the poor majority in Latin America raises profound questions and challenges the providential care of the triune God. For this reason, to give meaning to faith and hope presumes facing mysterium iniquitatis. The theology of liberation took up the challenge and sought a way to justify God to the victims of social exclusion. The question – how to tell the poor that God loves them? – constitutes one of the greatest challenges for theology. With the aim of contributing elements to this reflection, we connect the theology of liberation with the doctrine of divine providence. We chose the Trinitarian perspective, the one that puts the paschal mystery of the Son at the center. In light of the innocent Victim par excellence we can discover the absolutely unique way in which Trinitarian providence is present in the history of the poor.

Keywords: Poor, Liberation, Trinity, Kenosis, Providence