Teología de La Liberación

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Es un pequeño ensayo sobre la teología de la liberación y sus incidencias.

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TEOLOGA DE LA LIBERACIN:La teologa de la liberacin de la cual trata este libro es una reflexin que se lleva a cabo dentro de la situacin de la Amrica Latina con el propsito especial de responder a los problemas econmicos y sociales de estos pases. Uno de los mayores distintivos del liberacionismo teolgico es su gran nfasis en el contexto social. Hay otras teologas que enfocan la problemtica social contempornea, pero lo hacen en un ambiente de opulencia econmica, desde donde es muy difcil entender la angustia de los pueblos subdesarrollados.Tal es el caso de la teologa poltica europea, cuyos representantes ms conocidos son el telogo catlico J. B. Metz y el telogo protestante J. Moltmann.En cambio, la teologa de la liberacin tiene como su marco de referencia social la realidad de pobreza en la Amrica Latina. Es ms, los telogos de la liberacin dicen que la reflexin teolgica debe ser producto de la situacin y praxis sociales, en la lucha por liberar a los que se hallan oprimidos bajo estructuras econmicas injustas. Si estos telogos van de la sociedad a la teologa y le dan la preeminencia al contexto social, muy por encima del texto bblico, entonces para entender la teologa de la liberacin es indispensable darle siquiera un vistazo a la realidad social latinoamericana, subrayando la manera en que el liberacionismo teolgico analiza esta realidad.[footnoteRef:2] [2: Nez, Emilio Antonio. Teologa de la Liberacin: Una Perspectiva Evanglica. Editorial Caribe, San Jos Costa Rica: 1986. Pg. 17.]

Historia: Sociolgicamente hablando, la problemtica latinoamericana tiene sus races en los tiempos de la conquista y la colonizacin ibricas; por no hablar de la poca precolombina, cuando tambin hubo violencia, opresin, y aun imperialismo entre los amerindios, como puede verse, por ejemplo, en la historia de los aztecas en Mxico y de los incas en el Per.Pero nos interesa especialmente la situacin social que es fruto de la conquista y la colonizacin europeas, porque en nuestro medio todava prevalece mucho del nuevo orden que los ibricos implantaron, anulando o cuando menos reprimiendo el de los amerindios, quienes se vieron sometidos de una manera u otra a la cultura de sus conquistadores. Hay adems una fusin tnica que contribuye a darle su carcter distintivo a la Amrica Latina. El mestizaje, producto de la unin de lo amerindio con lo ibrico, es uno de los factores antropolgicos y sociolgicos ms importantes en la formacin de nuestra cultura. Enrique Dussel, historiador catlico, afirma que el mestizo es el latinoamericano.Los espaoles tuvieron concubinas entre las amerindias y, por as decirlo, procrearon una nueva raza. Haban venido solos a Amrica, no con sus familias a establecer una colonia europea en los territorios que tuvieran en suerte descubrir, sino a realizar una hazaa comercial, poltica y religiosa. Se esperaba que la expedicin de Cristbal Coln probara la existencia de una ruta ms corta a la India, ampliara el comercio con el Lejano Oriente, aadira territorios al dominio espaol, y extendera el rea de influencia de la cristiandad bajo la bandera papal.[footnoteRef:3] [3: Ibd., Pg. 19.]

Cristbal Coln era un hombre religioso que parece haber tomado muy en serio la responsabilidad de cristianizar a las gentes en los territorios por l descubiertos. Pero hace bien Dussel al sealar que lo que se trat de implantar en Amrica era la cristiandad, o sea el sistema cultural, social y poltico europeo, del cual la Iglesia era solo una parte, al servicio de intereses econmicos y polticos, representados en este caso por el rey de Espaa y el Papa. Se produjo de inmediato el fenmeno de la dependencia eclesistica, a la par de la dependencia cultural, econmica y poltica. La Iglesia establecida en Amrica era verdaderamente colonial, gobernada desde el otro lado del Atlntico, para beneficio de la corona espaola y del papado.La clase social dominante en la colonia estaba formada por los peninsulares, es decir los espaoles nacidos en la pennsula ibrica. Los criollos, o sea los espaoles nacidos en Amrica, ocupaban segundo lugar en la escala social. Seguan en orden descendente los mestizos, quienes aun despus de la independencia sufran, en unos pases ms que en otros, una crisis de identidad y se vean marginados del poder pblico en un sistema social dominado por peninsulares y criollos. Los de la raza autctona, los amerindios, ocupaban el estrato ms bajo en la sociedad colonial. Se haba trasladado a Amrica el esquema de la sociedad clasista espaola. De la cristianizacin de Latinoamrica puede decirse que en general hubo una imposicin de la cristiandad medieval, espaola y romana, pero no una evangelizacin que convirtiera a las gentes al cristianismo del Nuevo Testamento. El esfuerzo misionero result ms que todo en lo que ahora conocemos como religiosidad catlica popular, y en un sincretismo de la cristiandad europea con la religin de los pueblos autctonos. Hasta el da De hoy hay quienes adoran a sus antiguos dioses inclinndose ante las imgenes de santos catlicos romanos.Sin embargo, es justo reconocer que el esfuerzo misionero de la Iglesia Catlica Romana en la Amrica Latina tuvo su lado positivo. Hubo misioneros que se dedicaron con gran fervor y espritu de sacrificio a la comunicacin de su mensaje. Vivieron entre las gentes, aprendieron la lengua autctona, y fueron en muchos respectos un ejemplo de la doctrina que predicaban. Algunos de estos misioneros se convirtieron en valientes defensores de los amerindios ante los abusos de los colonizadores. Mencin especial merece fray Bartolom de las Casas, a quien se le conoce en la historia de Amrica como "el protector de los indios". [footnoteRef:4] Es tambin de rigor mencionar que a la empresa misionera catlica romana le debemos que el nombre de Cristo haya sido anunciado en nuestro subcontinente siglos antes del establecimiento de la iglesia evanglica latinoamericana. Que hubo distorsiones del mensaje evanglico en la iglesia de la colonia, nadie puede negarlo; pero tambin es cierto que el cristianismo no era del todo desconocido en Amrica cuando los pioneros evanglicos arribaron a nuestras playas. Muy diferente es el caso de otras- regiones del mundo donde los misioneros protestantes han tenido que desarrollar sus labores en una cultura dominada por religiones que no profesan ser cristianas. [footnoteRef:5] [4: Harring, Herbert. Una Historia de Amrica Latina. Editorial Knopf, Nueva York: 1962. Pg. 174-177.] [5: Op. Cit., Nez. Pg. 19.]

Con todo, la Iglesia Catlica era parte del proyecto ibrico y respald, directa e indirectamente, al sistema social importado de la Pennsula, un sistema semifeudal en el que los amerindios se vieron desposedos de sus tierras y sometidos por la fuerza al servicio de sus conquistadores. En la prctica, la voz de los misioneros que defendan a los aborgenes era como un clamor en el desierto. Las leyes mismas emitidas por la corte espaola para proteger a los amerindios no se aplicaban como era debido en la colonia. El aborigen, el mestizo, el mulato, y otros marginados sociales, estaban a la base de la pirmide, sosteniendo a sus opresores. Los dignatarios eclesisticos no estaban abajo, sino en la cspide de la pirmide, al lado de los gobernantes civiles y militares. La sociedad colonial se hallaba bien estratificada. La movilidad social se haca muy difcil, y en cierto modo hasta imposible para la gran mayora del pueblo. Los colonizadores tenan el concepto de aristocracia, de oligarqua, de jerarqua civil y eclesistica, no de democracia. La verdad es que no se hablaba de democracia en aquellos das. El pueblo exista para servir los intereses de los grandes terratenientes, de los funcionarios civiles y eclesisticos, de la corona y de la Iglesia. El movimiento de independencia vino especialmente de los criollos.6 Hubo sacerdotes, como Jos Matas Delgado en Centroamrica, Jos Mara Morelos y Miguel Hidalgo y Costilla en Mxico, que se adhirieron a este movimiento, no obstante que el papado lo conden. Es posible que algunos sacerdotes criollos vieran en la independencia una oportunidad para ascender en la jerarqua eclesistica.La influencia de la revolucin francesa y de la independencia norteamericana era evidente en crculos intelectuales de Hispanoamrica. Estas dos gestas de libertad eran en cierto modo un fruto de la Ilustracin, aquella corriente intelectual europea que en los siglos XVII y XVIII le dio paso al racionalismo y al desmo, y en el plano poltico acab por negar el derecho divino de los reyes. En la revolucin francesa (1789-1794) se manifest el espritu de la Ilustracin en el culto a la diosa Razn, en la determinacin de acabar con la aristocracia y el clericalismo, en la importancia que se le dio al nacionalismo y a los derechos del individuo, y en el deseo de fundar un nuevo orden social basado en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. El liberalismo poltico, de notoria influencia en la vida poltica latinoamericana, se nutri en las fuentes de la Ilustracin. La corte espaola no pudo evitar que las ideas liberales llegaran a Amrica y fomentaran el deseo de libertad. Adems, a principios del siglo XIX la situacin poltica lleg a ser propicia en Europa para la independencia de las colonias espaolas en Amrica.Por otra parte, las ideas liberales importadas de Europa no produjeron de este lado del Atlntico una revolucin verdaderamente popular en el siglo XIX. La independencia trajo un cambio de gobernantes, no del sistema econmico y social. Segua imperando el sistema establecido por los colonizadores. Las masas no tuvieron la iniciativa, ni mucho menos la direccin del movimiento emancipador. Tampoco parecen ellas haberse dado cuenta de la posibilidad de un cambio radical en las estructuras sociales. Se resignaron a quedarse en la base de la pirmide, soportando todo el peso de las clases privilegiadas.Aunque la Iglesia perdiera algunos privilegios como resultado de la independencia, mantuvo su hegemona en el plano religioso, y tambin en lo poltico, especialmente cuando las nuevas repblicas eran gobernadas por los archiconservadores. La independencia no trajo cambios que afectaran fundamentalmente la relacin entre la Iglesia y el Estado, o entre la Iglesia y las clases dominantes, o entre la Iglesia y las masas populares. Hablando en trminos generales se puede decir que la independencia se llev a cabo dentro del marco del conservadurismo catlico romano. No se repiti aqu ni en pequea escala la revolucin francesa de 1789.[footnoteRef:6] [6: Op. Cit., Nez. Pg. 21.]

Sin embargo, en algunos pases ms que en otros, la influencia del liberalismo poltico creci en vez de menguar, y propici cambios en la legislacin y en la cultura latinoamericana. Entre otras cosas, los liberales exigan el respeto a los derechos polticos de los ciudadanos, la separacin entre la Iglesia y el Estado, la educacin laica y popular. Por estas ideas, saturadas de un fuerte anticlericalismo, los liberales eran vistos como grandes enemigos de la Iglesia. Esta tuvo que depender ms de la religiosidad popular para mantener su prestigio y su poder poltico. Como ideologa, el liberalismo atrajo especialmente la atencin de los intelectuales, y en nombre de la ciencia le abri camino al positivismo y al pantesmo. De inters especial para nosotros los evanglicos latinoamericanos es el hecho de que los liberales vieron en el protestantismo un arma para socavar el poder clerical. De all que se mostraran favorables a los misioneros evanglicos anglosajones. En Guatemala, por ejemplo, el presidente Justo Rufino Barrios, lder de la revolucin liberal de 1871, invit a misioneros presbiterianos de Norteamrica en 1882 para que establecieran la iglesia evanglica en este pas centroamericano. Pero el general Barrios, como en el caso de muchos otros liberales en la Amrica Latina, no se convirti al protestantismo. Sigui siendo catlico, cuando menos en su vida pblica. Tambin es digno de notarse que no obstante el apoyo liberal el protestantismo latinoamericano sigui siendo una pequea minora, de influencia social muy reducida, a travs de su poca de iniciacin, consolidacin y primera expansin, o sea de mediados del siglo XIX hasta las postrimeras de la segunda guerra mundial. Dictadores que se crean liberales en lo poltico y social, como Jorge Ubico de Guatemala (1931-1944), vean con cierta simpata a los protestantes, quiz porque los consideraban inocuos para el rgimen.En la segunda mitad del siglo XIX, mientras arreciaba la lucha entre liberales y conservadores latinoamericanos, en Europa floreca el positivismo y echaban races el darwinismo y el marxismo. Bajo el pontificado de Po IX (1846-1878), la Iglesia Catlica Romana haca esfuerzos desesperados por mantener su hegemona poltica y religiosa. El Papa conden el liberalismo, que en aquellos tiempos era su enemigo nmero uno, y se declar infalible, lo que no logr impedir la prdida del poder temporal para la silla pontificia.[footnoteRef:7] [7: Op. Cit., Nez. Pg. 22.]

Ante el embate de las ideas socialistas, el papa Len XIII escribi en 1891 su famosa encclica Rerum Novarum, que trata de los problemas de la clase trabajadora y es conocida como el primer documento social pontificio en el mundo moderno. Len XIII tambin conden el racionalismo y se esforz por reavivar la filosofa de Toms de Aquino en el ministerio docente de la Iglesia Catlica Romana. Bajo el signo de la Rerum Novarum la Iglesia Catlica procur recuperar el terreno perdido en lo poltico y social bajo los regmenes liberales latinoamericanos. Pensadores catlicos como Jacques Maritain tuvieron en Europa la visin de una "nueva cristiandad". La Accin Catlica y los partidos demcratas cristianos de aquellos tiempos lucharon por llevar a la prctica la enseanza social de la Iglesia Catlica. Pero la cruzada de reconquista no tuvo en la Amrica Latina todo el xito que sus lderes esperaban, no obstante que en el perodo entre las dos guerras la oligarqua liberal iba en decadencia. La "nueva cristiandad" fue incapaz de atraer la atencin de las masas latinoamericanas. No respondi a las nuevas inquietudes de la Amrica Latina por un futuro mejor. El pueblo no quera mirar atrs, sino seguir adelante en la conquista de su libertad. Se haba iniciado ya el despertar de nuestra Amrica hispana a una nueva era de grandes transformaciones sociales.La denuncia internacional contra el fascismo y el nazismo trajo descrdito a los dictadores latinoamericanos. La publicidad sistemtica a favor de la democracia en el mundo occidental hizo mella en muchas conciencias. Durante los ltimos aos de la segunda guerra mundial circulaban extensamente en la Amrica Latina revistas bien ilustradas en las que se deca que los ejrcitos aliados contra el eje Berln-Roma-Tokio luchaban de manera heroica en defensa de la libertad. Leyendo esta literatura era naturalque los latinoamericanos que geman bajo el peso de una dictadura en su propio pas se preguntasen si la democracia no debera existir tambin para ellos. Era irnico que dictadorzuelos latinoamericanos le declarasen la guerra a Hitler y Musolini. La palabra democracia se volvi peligrosa para los opresores del pueblo latinoamericano. Los medios de comunicacin masiva la prensa escrita y hablada, el cine, y luego la televisin dieron tambin a conocer con mayor amplitud, con lujo de detalles, la posibilidad de otra manera de vida, totalmente distinta a la de los pueblos subdesarrollados.El progreso de los medios de transporte, el incremento del turismo y del intercambio comercial, contribuyeron a sealar la enorme diferencia entre las naciones ricas y las pobres. La propaganda marxista, que haba hecho lo posible para sembrar la semilla del descontento social en la Amrica Latina desde el triunfo de la revolucin socialista en Rusia, se intensific despus de la segunda guerra mundial, impulsada por la victoria militar y diplomtica de la Unin Sovitica en aquella gran contienda. Al terminarse la guerra, se oy un gran clamor de libertad por todo el mundo. La estructura colonialista en Asia y frica comenz a resquebrajarse. Surgieron nuevas naciones independientes, libres por fin de las potencias extrajeras que por largo tiempo las haban sojuzgado. Tambin en la Amrica Latina se apoder de la gente un espritu de protesta y un anhelo de cambios sociales. A varios dictadores les lleg su hora final. Haba el propsito de que la democracia por la cual muchas vidas se haban sacrificado en Europa, en frica, y en el Lejano Oriente, se hiciese efectiva en las Amricas.[footnoteRef:8] [8: Op. Cit., Nez. Pg. 23.]

Muchos latinoamericanos crean con Franklin D. Roosevelt que "la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad econmica e independencia".10 Exigan, por lo tanto, los mismos derechos enunciados por este presidente norteamericano en su mensaje anual al congreso de la nacin en enero de 1944: El derecho a un trabajo til y bien remunerado; el derecho a ganar lo suficiente para el alimento, el vestido, y la recreacin; el derecho de cada agricultor a cultivar la tierra y vender sus productos con una ganancia que le d a l y a su familia una vida decente; el derecho de cada hombre de negocios a comerciar en un ambiente libre de competencia injusta y del dominio de monopolios nacionales e internacionales; el derecho de cada familia a tener una buena vivienda; el derecho a recibir la debida atencin mdica y a disfrutar de buena salud; el derecho a estar protegido contra los temores econmicos relacionados con la enfermedad, los accidentes, el desempleo y la ancianidad; el derecho a obtener una buena educacin. Todo esto, dijo el presidente Roosevelt, significa seguridad.Era natural que los latinoamericanos que tenan conciencia de su problemtica social recibiesen con beneplcito la Declaracin Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, y que al principio mirasen a esta organizacin mundial como una promesa del advenimiento de una era mejor para todos los pueblos del orbe. Desafortunadamente, para las grandes mayoras en la Amrica Latina, como en otras regiones del as llamado Tercer Mundo, hubo mucho de lirismo y muy poco de resultados tangibles en los pronunciamientos sobre derechos humanos.En la dcada de los aos sesenta continu en la Amrica Latina el clamor por un cambio social. De especial inters para el estudio de esta poca es el efecto de la revolucin cubana en la conciencia latinoamericana y en la poltica estadounidense hacia la Amrica Latina. No cabe duda que al principio el triunfo de Fidel Castro despert gran expectacin de libertad en millones de latinoamericanos. Muchos vieron en la gesta revolucionaria contra Batista un modelo y un anticipo de libertad para toda la Amrica Latina. Por su parte, los norteamericanos respondieron al castrismo con la invasin a la Baha de Cochinos y con la Alianza para el Progreso, un ambicioso proyecto de desarrollo econmico y social para los pueblos latinoamericanos. El primero de estos esfuerzos no logr derrocar al rgimen cubano; el segundo tampoco alcanz su objetivo. Mientras tanto, segua en la Amrica Latina la conmocin social.En la esfera religiosa, las enseanzas de Juan XXIII y Pablo VI, y los documentos del Segundo Concilio Vaticano (1962-1965)[footnoteRef:9] alentaron a los catlicos que esperaban una autntica renovacin eclesistica que favoreciera a los pueblos oprimidos. Un nuevo amanecer pareci despuntar para el catolicismo alrededor del mundo. En la Amrica Latina, los obispos reunidos en la conferencia de Medelln, Colombia, en 1968, tuvieron que volver el rostro hacia las masas empobrecidas. Aun entre los protestantes sudamericanos haba surgido ya un movimiento que bajo el nombre de Iglesia y Sociedad en la Amrica Latina (ISAL) estaba llamado a ser un pionero de la teologa de la liberacin. [9: Gutirrez, Gustavo. Teologa de la Liberacin, Perspectivas. Edit. Sgueme, Salamanca 1972. Pg. 30]

A esta teologa se le aade, adems de la filosofa la influencia del pensamiento marxista centrado en la praxis.[footnoteRef:10] [10: Ibd., 31 ]

Subdesarrollo y dependenciaCon base en el anlisis econmico y social se habla de naciones desarrolladas algunas de ellas superdesarrolladas y naciones sub-desarrolladas. La Amrica Latina entra en esta ltima clasificacin, con las debidas excepciones. Algunos pases latinoamericanos han llegado a niveles muy bajos de desarrollo. Las estadsticas son alarmantes, a pesar del esfuerzo que se hace en ciertos sectores para restarles importancia. Que nuestra problemtica social nos llega desde tiempos coloniales no justifica su existencia; como tampoco la justifica el hecho de que hay pobres en los pases desarrollados. En cuanto a esto ltimo no es correcto equiparar, por ejemplo, el cuadro de pobreza en Norteamrica con el de la Amrica Latina. La diferencia es abismal. Decir que el latinoamericano es por naturaleza indolente no pasa de ser una generalizacin. Hay millones de latinoamericanos que trabajan diligentemente de sol a sol y se quedan por toda la vida hundidos en extremada pobreza, porque no reciben el salario justo por sus esfuerzos. Tambin es una generalizacin decir que los trabajadores latinoamericanos no se superan en lo econmico por causa del alcoholismo, o porque no tienen el ideal ni la capacidad de mejorarse a s mismos.[footnoteRef:11] [11: Op. Cit., Nez. Pg. 25]