Teoría de la Cultura F¡sica. Los cuerpos y su ubicación social. 2009

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    Teora de la Cultura Fsica II Ficha de ctedra.

    Autor: Lic. Jorge Gmez.

    Los cuerpos y su ubicacin social

    INTRODUCCION

    En este mdulo, nuestro trabajo estar orientado por varios temas que se encuentranencadenados y que son propios de todo orden social en cualquier tiempo histrico. Temascomo el poder y las relaciones de poder, los imaginarios sociales y sus posibilidades deefectos de verdad, la accin social y las relaciones sociales enmarcadas en determinadosmbitos, los que configuran y re-determinan constantemente campos estructurados deposiciones en donde los diversos habitus que se ponen en juego configuraninherentemente y de forma inacabada el lugar social del cuerpo.

    Es de esta manera, como nos aproximaremos a diferentes nociones tericas que nospermitan poder desarrollar un anlisis interpretativo de los aspectos ms salientes que seesconden detrs de la educacin fsica, el deporte, la gimnasia y que la histrica miradapoco crtica o poco atenta de los involucrados ha jugado al distrado durante dcadas,provocando consecuencias no esperadas, no sabidas y hasta no queridas sobreaquellos que estn expuestos constantemente.

    Ser por lo tanto el objetivo primordial de este mdulo el de animarnos a romper conlas barreras tradicionales del no cuestionamiento a lo pre-establecido, a lo dado, paraaventurarnos a conocer y a conocernos a partir de incorporar infinitas posibilidades de

    abordajes que les son propias a la educacin fsica, el deporte, la gimnasia y queseguramente nos fueron vedadas por diferentes motivos que trataremos de dilucidar. Paratal fin se har necesario el estar dispuesto a incorporar nuevas categoras de anlisis queamplen nuestros horizontes perceptivos y cognitivos desde un juego constante deautocrtica entre nuestra realidad cotidiana histricamente dada y el verdadero efecto derealidad que se esconde silencioso detrs de nuestro accionar.

    1. La ubicacin sociocultural de los cuerpos

    1.1 Los campos y sus propiedades

    En palabras de Pierre Bourdieu1 Los campos se presentan para la aprehensinsincrnica como espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedadesdependen de su posicin en dichos espacios y pueden analizarse en forma independientede las caractersticas de sus ocupantes (en parte determinados por ellas).

    En todas las sociedades, cualquiera sea el grado de desarrollo de las mismas,existen y se configuran constantemente diferentes tipos de campos que se relacionan y seoponen mutuamente, donde cada uno posee leyes constitutivas de desenvolvimiento que locaracterizan, donde la esencia de su pauta se hace invariante a travs del tiempo para deesta manera poder mantener su identidad y redefinirla frente a los dems campos.

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    Es de esta manera como existen diferentes campos como el de la poltica, el de lareligin, el de la educacin, el del deporte, etctera, en donde es posible determinar susleyes de funcionamiento internas, no slo para poder analizarlos en particular, sino que apartir de esta posibilidad se pueden definir por oposicin otros campos posibles que sepresentan para ser interrogados e interpretados.

    Bourdieu va a decir que en cualquier campo encontraremos una lucha, cuyasformas especficas habr que buscar cada vez, entre el recin llegado que trata de romperlos cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y deexcluir la competencia.

    Un campo [...] se define, entre otras formas, definiendo aquello que est enjuego y los intereses especficos, que son irreductibles a lo que se encuentra enjuego en otros campos o sus intereses propios (no ser posible atraer a un filsofocon lo que es motivo de disputa entre gegrafos) y que no percibir alguien que nohaya sido construido para entrar en ese campo.

    Bourdieu, va a seguir ampliando las caractersticas que determinan un campo,afirmando que para que funcione un campo, es necesario que haya algo en juego y gentedispuesta a jugar, que est dotada de los habitus que implican el conocimiento yreconocimiento de las leyes inmanentes al juego, de lo que est en juego, etctera.

    Un habitus [...] es a la vez un oficio, un cmulo de tcnicas, de referencias,un conjunto de creencias.

    Es decir, que para que cada uno de nosotros podamos desenvolvernoscompetentemente en los diversos campos en el que nos movemos diariamente, esnecesario que poseamos o que seamos portadores de los habitusadecuados para no serrechazados o sentirnos extraos dentro de cada campo particular.

    Los habitus son adquiridos por los diversos participantes a travs de unproceso de socializacin que se da dentro de cada campo particular.

    El habitus se constituye y es necesario para ser parte de; aquel que maneje msconvenientemente los habitus tendr una posicin ms conveniente dentro de cada campo,los habitus se ponen en juego da a da, constantemente; poseer los habitus adecuados essaber cmo vestirse, cmo hablar y cundo, qu postura corporal y qu gestos sonpertinentes en cada ocasin, etctera.

    De alguna manera, toda persona que no maneja los habitus pertinentes para uncampo particular ser considerado o visto por los dems como un desviado, como alguien

    raro que no rene las condiciones necesarias para ser tratado de igual a igual, es alguienque se encuentra en falta o carece de ciertas cualidades. Alguien que no manejara loshabitus adecuado sera, por ejemplo, una persona no acostumbrada al ambiente del ftbolque se ubique en la tribuna popular de la hinchada de Boca con una remera de River. Otroejemplo, no tan extremo, puede ser el caso de alguien que llegue tarde a una funcin deteatro o al cine y entre gritando o hablando en voz alta, obteniendo inmediatamente lareprobacin del resto de la sala, ya sea verbalmente o con la mirada.

    Para Bourdieu2

    la estructura del campo es un estado de relacin de fuerzas entre los agentes o lasinstituciones que intervienen en la lucha o, si ustedes prefieren, de la distribucin del capitalespecfico que ha sido acumulado durante luchas anteriores y que orienta las estrategiasulteriores. Esta misma estructura, que se encuentra en la base de las estrategias dirigidas atransformarla, siempre est en juego: las luchas que ocurren en el campo ponen en accin

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    al monopolio de la violencia legtima (autoridad especfica) que es caracterstico del campoconsiderado, esto es, en definitiva, la conservacin o subversin de la estructura de ladistribucin del capital especfico. (Hablar de capital especfico significa que el capital valeen relacin con un campo determinado, es decir, dentro de los lmites de este campo, y queslo se puede convertir en otra especie de capital dentro de ciertas condiciones.

    [...] Aquellos que, dentro de un estado determinado de la relacin de fuerzas,monopolizan (de manera ms o menos completa) el capital especfico, que es el fundamentodel poder o de la autoridad especfica caractersticas de un campo, se inclinan haciaestrategias de conservacin las que, dentro de los campos de produccin de bienesculturales, tienden a defender la ortodoxia-, mientras que los que disponen de menos capital(que suelen ser tambin los recin llegados, es decir, por lo general, los ms jvenes) seinclinan a utilizar estrategias de subversin; las de la hereja.

    Estos dos prrafos nos dan pie para introducirnos en uno de los ejes modulares deesta unidad, y que, para un anlisis ms pormenorizado, lo dividiremos en dos niveles: Porun lado, una especie de macronivel en donde ubicaremos a la educacin fsica como

    ciencia y, por otra parte un micronivel en donde analizaremos a la educacin fsica en surealidad concreta de accin cotidiana. Es oportuno aclarar que esta diferenciacin es a losfines meramente analticos, ya que ambos niveles conforman una dada inseparable quedebido a su propia dialctica definen y redefinen cotidianamente a la educacin fsica y suesencia.

    Inmersos en el anlisis del macronivel, se puede afirmar que la lucha que se dadentro del campo de la educacin fsica es el resultado de los diferentes intereses que seponen en juego tanto por parte de los participantes (Docentes, inspectores, dirigentesgremiales, ministros, personal no docente, etc.) como de diversas instituciones (pblicas,privadas, ministerios nacionales, provinciales, municipales) que pujan por ejercer elmonopolio de la direccin y de la orientacin de la educacin fsica.

    Esta situacin se ve reflejada en las disputas ideolgicas por el contenido de losprogramas curriculares, por la redefinicin del papel de la educacin fsica en la sociedadmoderna (el paradigma biologicista frente al socio-cultural, por ejemplo), como tambin enlas polticas presupuestarias y de privilegios entre las instituciones pblicas y las privadas.Cmo se resuelvan estos u otros aspectos, ser determinado de alguna manera por elcapital especfico que los diferentes integrantes de las disputas mantengan en cadamomento dado.

    Por capital debe entenderse aquel cmulo de cualidades que permiteposicionarse de tal o cul manera frente a los dems en un momento determinado.

    El capital puede ser bien, una situacin econmica determinada (que puede serdeterminante por ejemplo cuando se discuten aspectos econmicos o de presupuesto), unatrayectoria (por ejemplo, cuando se discuten los contenidos curriculares), la experiencia (porejemplo cuando se necesitan efectuar cambios imprevistos o situaciones complejas), unaposicin o identidad poltica (cuando se necesita conseguir algn beneficio a nivel de losdiversos gobiernos), etctera. Es decir, que el capital se pone en juego constantemente y,segn la problemtica del caso, cada participante (o instituciones) podr sacar ms o menosprovecho en relacin al peso que tenga el o los capitales especficos que posean frente a losde los dems.

    Es importante tener en cuenta que el capital especfico tiene o toma ms fuerza enrelacin a cmo es considerado por los dems participantes y a la habilidad del propietariode realizar las estrategias conveniente para posicionarse de forma privilegiada en cadasituacin particular. Es decir, que dentro de cada campo se produce una lucha incesante

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    por la distribucin y preponderancia de los diferentes capitales especficos que quieren serhegemnicos (prevalecer sobre los dems pero sin quitarles espacio o lugar delucha); es as como aquellos que manejan el monopolio de la violencia legtima (autoridadespecfica) intentarn neutralizar cualquier intento de cambio que modifique o puedamodificar los lugares de poder y decisin que determinan las caractersticas del campodado.

    Dentro del micronivel, vamos a referirnos a las situaciones concretas de accin de laeducacin fsica y el deporte, en donde los capitales especficos se ponen en juego dentrode una institucin dada (la escuela, el club, el gimnasio) en un mbito especfico (el patio, lacancha, la pista, etc.).

    En una primera aproximacin se nos hace imprescindible afirmar que el campo de laeducacin fsica encuentra dentro de la institucin dada (la escuela) un mbito de luchaincesante con otros campos (Msica, matemtica, idiomas, plstica, etc.) por aduearse demayores beneficios para su desarrollo y desenvolvimiento. Sin lugar a dudas, los lmites delos alcances de esta lucha, muchas veces estn definidos de antemano por la poltica

    institucional de cada escuela en donde la orientacin pedaggica hacia una rama especficavolcar la balanza a favor de un campo sobre otro. Y, una vez ms, ser el caudal de capitalespecfico -y sus estrategias- que cada campo (sus participantes) pueda poner en juego elque determine las posibilidades de accin en cada momento y que irn definiendo suscaractersticas particulares.

    Es as, como en una institucin en donde las actividades deportivas de competenciatienen una gran importancia para los directivos (por los motivos que fueran), stos lebrindarn mayor apoyo en infraestructura, en materiales, en docentes de gran preparacin,en horas extracurriculares de clases, etctera, frente, por ejemplo, a las actividadesplsticas o de otra ndole.

    Es posible, entonces, que se articulen estrategias tanto por parte de los profesorescomo de los alumnos tendientes a reforzar y conservar ese lugar ganado dentro de lainstitucin. Y, en las prcticas concretas de accin dentro de las clases de educacin fsicastas tendrn, seguramente, una orientacin ms competitiva que participativa. Locompetitivo, al tener una posicin preponderante posicionar en una mejor ubicacin tantode privilegio, de estatus, como de beneficios, a aquellos profesores que tengan estaorientacin frente a los que se ubiquen en otro enfoque pedaggico.

    Sin lugar a dudas, al interior mismo de la clase, entre los alumnos se produce unatensin constante entre los que juegan bien y aquellos que no renen las habilidadesadecuadas para desenvolverse competentemente dentro del deporte en cuestin. Qupasara si alguno de stos ltimos plantea la posibilidad de realizar clases ms participativas

    en donde todos reciban la misma atencin pedaggica?. O, por el contrario. Qu sucederasi al sentirse marginados, los que no juegan bien se niegan a participar activamente de laclase y se quedan parados cruzados de bazos impidiendo el normal desarrollo de lamisma?.

    Es de claro evidente que la complejidad de las relaciones al interior de una escuela yde una clase de educacin fsica superan ampliamente el ejemplo anteriormentemencionado, pero es de una importancia singular tener en cuenta que las posibilidadesde accin de los participantes no se acota en lo que supuestamente debe ser, sinoque constantemente este debe ser se ve jaqueado por todos aquellos participantesque tienen un lugar menos favorecido dentro del campo.

    Frente a esta realidad compleja de relaciones sociales, es importante no perder devista que para poder efectuar un anlisis interpretativo adecuado, con su consecuente

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    accin prctica concreta en la clase, los profesores deben intentar tener una mirada msamplia y ms crtica de todos los componentes (instituciones, participantes, reglas, etc) quedominan la escena para, de esta manera, poder resolver el entramado de tensionesconstante que le es inherente a toda prctica en donde participan seres humanos. Es decir,el profesor debe aventurarse a cuestionar lo dado, lo que est bien, en el sentido de queno todo es armonioso y de que todos, por el hecho de estar ah, estn de acuerdo ycomparten el sentido de lo vivido.

    Hay que disponerse a usar nuevos anteojos que nos permitan ver cosas que antesno veamos o no queramos ver por la comodidad de lo eternamente dado, de lo quesiempre fue as.

    Debe asumirse que el entramado de relaciones que tejen los alumnos y losprofesores en cada nueva clase, o los jugadores de un equipo competitivo con suentrenador, es siempre una nueva posibilidad de relacionarse, en donde lo dado est siendocuestionado silenciosamente aunque no nos demos cuenta, quizs para potenciarlo, quizspara intentar cambiarlo.

    Para ir cerrando est temtica, Bourdieu3 destaca otra propiedad ya menos visiblede un campo: toda gente comprometida con un campo tiene una cantidad de interesesfundamentales comunes, es decir, todo aquello que est vinculado con la existencia mismadel campo; de all que surja una complicidad objetiva que subyace en todos losantagonismos. Se olvida que la lucha presupone un acuerdo entre los antagonistas sobreaquello por lo cual merece la pena luchar y que queda reprimido en lo ordinario, en unestado de doxa, es decir, todo lo que forma el campo mismo, el juego, las apuestas, todoslos presupuestos que se aceptan tcitamente, an sin saberlo, por el mero hecho de jugar,de entrar en el juego. Los que participan en la lucha contribuyen a reproducir el juego, alcontribuir, de manera ms o menos completa segn los campos, a producir la creencia en elvalor de lo que est en juego. Los recin llegados tienen que pagar un derecho de admisin

    que consiste en reconocer el valor del juego [...] y en conocer (prcticamente) ciertosprincipios de funcionamiento del juego. Ellos estn condenados a utilizar estrategias desubversin, pero stas deben permanecer dentro de ciertos lmites, so pena de exclusin.En realidad, las revoluciones parciales que se efectan continuamente dentro de los camposno ponen en tela de juicio los fundamentos mismos del juego, su axiomtica fundamental, elzcalo de creencias ltimas sobre las cuales reposa todo el juego. [...] Uno de los factoresque protege los diversos juegos de las revoluciones totales, capaces de destruir no slo alos dominantes y a la dominacin, sino al juego mismo, es precisamente la magnitud mismade la inversin, tanto en tiempo como en esfuerzo, que supone entrar en el juego y que, aligual que las pruebas de los ritos de iniciacin, contribuye a que resulte inconcebibleprcticamente la destruccin simple y sencilla del juego.

    A travs del conocimiento prctico que se exige tcitamente a los recin llegados,

    estn presentes en cada acto del juego toda su historia y todo su pasado.

    En forma de sntesis, Bourdieu4 nos va a decir que las estrategias de cadaparticipante, no es el clculo cnico, la bsqueda consciente de la maximizacin de laganancia especfica, sino una relacin inconsciente entre un habitus y un campo. Lasestrategias de las cuales hablo son acciones que estn objetivamente orientadas hacia finesque pueden no ser los que se persiguen subjetivamente. La teora del habitus est dirigida afundamentar la posibilidad de una ciencia de las prcticas que escape a la alternativa delfinalismo o el mecanicismo. [...]. El habitus, como sistema de disposiciones adquiridas pormedio del aprendizaje implcito o explcito que funciona como un sistema de esquemasgeneradores, genera estrategias que pueden estar objetivamente conformes con los

    intereses objetivos de sus autores sin haber sido concebidas expresamente con este fin. [...]

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    Cuando la gente puede limitarse a dejar actuar su habitus para obedecer a lanecesidad inmanente del campo y satisfacer las exigencias inscritas en l (lo cual constituyepara cualquier campo la definicin misma de la excelencia), en ningn momento siente queest cumpliendo con un deber y an menos que busca la maximizacin del provecho(especfico). As, tiene la ganancia suplementaria de verse y ser vista como personaperfectamente desinteresada.

    1.2 Los lugares y los no lugares

    Para la tradicin antropolgica, lugar es un espacio cargado de sentido, seconstituye a partir de ser habitado, vivido, cargado con orientaciones y memorias, conafectos y liturgias: el lugar organiza el espacio, reglamenta las interacciones, evoca lasjerarquas, recuerda a los ausentes. El lugar antropolgico es al mismo tiempo principio desentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa.

    [...] El no lugar, sera un espacio que no puede definirse ni como espacio deidentidad, ni como relacional, ni como histrico. Podemos agregar que los no lugares son

    espacios de los que no emana ningn reflejo de nuestra identidad. Son reacios a lainteraccin humana, no propician la adherencia de humanidad al mundo de las cosas.Supermercados, shoppings, aeropuertos, son espacios donde se reduce a un mnimo laautonoma, la capacidad de influir por parte de los usuarios. Espacios fuertementeorganizados, donde es tal el poder y el orden que slo cabe dejarse llevar, dejarse guiar, sinpretender ni poder influir sobre ellos con ninguna creacin, ni depositar un tomo de lapropia identidad. Sus superficies limpias, brillantes, impermeables e impenetrables,rechazan toda adherencia, toda fijacin de afecto, de memoria, de cualidad humana. Sonespacios para deslizarse por ellos, cumpliendo rpidamente y con eficiencia la funcin parala que fueron diseados.5.

    1. Bourdieu, P. (1984) Sociologa y cultura. Pg. 135. Grijalbo: Mxico.

    2. Ibdem. Pg. 136-1373. Ibdem. Pg. 1384. Ibdem. Pg. 1405. Margulis, Mario. La cultura de la Noche. Pg. 22.

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    2. El imaginario social del cuerpo

    2.1. Smbolos, sentidos, significantes, signos y significados o nuestra posibilidad deser.

    Todo lo que se presenta a nosotros, en el mundo social-histrico, estindisolublemente tejido a lo simblico. No es que se agote en ello. Los actos reales,individuales o colectivos el trabajo, el consumo, la guerra, el amor, el parto-, losinnumerables productos materiales sin los cuales ninguna sociedad podra vivir un instante,no son (ni siempre ni directamente) smbolos. Pero unos y otros son imposibles fuera de unared simblica.

    Nos encontramos primero, est claro, con lo simblico en el lenguaje. Pero loencontramos igualmente, en otro grado y en otra manera, en las instituciones. Lasinstituciones no se reducen a lo simblico, pero no pueden existir ms que en lo simblico,son imposible fuera de lo simblico en segundo grado y constituyen cada una su redsimblica. Una organizacin dada de la economa, un sistema de derecho, un poder

    instituido, una religin, existen socialmente como sistemas simblicos sancionados.Consisten en ligar smbolos (a significantes) unos significados (representaciones, rdenes,conminaciones o incitaciones a hacer o a no hacer, unas consecuencias unassignificaciones, en el sentido lato del trmino) y en hacerlos valer como tales, es decir hacereste vnculo ms o menos forzado para la sociedad o el grupo considerado.1

    Ubicados en esta definicin preliminar, podemos seguir avanzando afirmando que,indudablemente, todos los das en los diferentes mbitos en donde nos movemos ydesarrollamos nos encontramos con infinidad de objetos y de hechos a los cuales leasignamos una clasificacin a travs del sentido que ellos tienen para nosotros. La lecturaque hacemos constantemente del enorme cmulo de signos que invade nuestras vidas estorientada por nuestros valores sociales, culturales, morales, ideolgicos que determinan queellos tengan un determinado grado de significacin y no otro. Y este grado de significacinse nos presenta como compartido con nuestros semejantes debido a nuestra mismahistoria socio-cultural que nos iguala como individuos investidos bajo la misma cosmovisindel mundo (o creemos que compartimos esa visin y actuamos en consecuencia).

    Es decir, que la gran cantidad de signos que se nos presentan diariamente(autos, msica, rboles, gestos, propagandas, etc.) tienen la apariencia de lo catico,de lo anrquico, y es ah donde la significacin viene a cumplir el papel ordenador.

    Se debe partir de la base de que los objetos no son ingenuos, no son inocentes, sinoque cargan con todo el bagaje de nuestra historia socio-cultural que nos posiciona de

    determinada manera frente a ellos y les asigna cierto lugar y valoracin segn el tiempo y ellugar histrico del que se trate. Los diferentes signos se construyen por las diferenciasque le suministramos a unos frente a los otros.

    Para Castoriadis2,La sociedad constituye su simbolismo pero no en total libertad. El simbolismo se

    agarra de lo natural, y se agarra a lo histrico (a lo que ya estaba ah); participa finalmenteen lo racional. Todo esto hace que emerjan encadenamientos de significantes, unarelaciones entre significantes y significados, unas conexiones y unas consecuencias a lo queno se apuntaba, ni estaban previstos. [...] el simbolismo a la vez determina unos aspectos dela vida y de la sociedad (y no solamente aqullos que se supona que determinaba) y estlleno de intersticios y de grados de libertad.

    [...] En la medida en que se encuentra en la historia una autonomizacin del simbolismo,sta no es un hecho ltimo, y no se explica por s sola. Hay un uso inmediato de lo

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    simblico, en el que el sujeto puede dejarse dominar por ste, pero hay tambin un usolcido o reflexionado de l. Pero, si ste jams puede ser garantizado a priori [...] , serealiza, y muestra as, la va y la posibilidad de otra relacin en la que lo simblico ya noest autonomizado y pueda ser llevado a la adecuacin con el contenido. Una cosa es decirque no se puede elegir un lenguaje en absoluta libertad y que cada lenguaje se desbordasobre lo que hay que decir, y otra muy distinta es creer que se est fatalmente dominadopor el lenguaje y que nunca puede decirse ms de lo que se nos lleva a decir. Jamspodemos salir del lenguaje, pero nuestra movilidad en el lenguaje no tiene lmites y nospermite ponerlo todo en cuestin, incluso el lenguaje y nuestra relacin con l3.

    2.2. Lo simblico y lo imaginario.

    Las determinaciones de lo simblico que acabamos de describir no agotan susustancia. Queda un componente esencial, y, para nuestro propsito, decisivo: es elcomponente imaginario de todo smbolo y de todo simbolismo, a cualquier nivel que sesiten. Recordemos el sentido corriente del trmino imaginario, que por el momento nosbastar: hablamos de imaginario cuando queremos hablar de algo inventado ya se trate

    de un invento absoluto (una historia imaginada de cabo a rabo), o de un deslizamiento,de un desplazamiento de sentido, en el que unos smbolos ya disponibles estn investidoscon otras significaciones que las suyas normales o cannicas.

    [...] Las relaciones profundas y oscuras entre lo simblico y lo imaginario aparecenenseguida si se reflexiona en este hecho: lo imaginario debe utilizar lo simblico, no solopara expresarse, lo cual es evidente, sino para existir, para pasar de lo virtual a cualquierotra cosa ms. El delirio ms elaborado, como el fantasma ms secreto y ms vago, estnhecho de imgenes, pero estas imgenes estn ah como representante de otra cosa,tienen, pues, una funcin simblica. Pero, tambin, inversamente, el simbolismo presuponela capacidad imaginaria, ya que presupone la capacidad de ver en una cosa lo que no es, deverla otra de lo que es. Sin embargo, en la medida en que lo imaginario vuelve finalmente a

    la facultad originaria de plantear o de darse, bajo el modo de la representacin, una cosa yuna relacin que no son (que no estn dadas en la percepcin o que jams lo han sido),hablaremos de un imaginario efectivo en lo simblico. Es finalmente la capacidad elementale irreductible de evocar una imagen.4

    1. Castoriadis, Cornelius. La institucin imaginaria de la sociedad. Pg. 201.Tusquets Editores. Bs. As.19932 Ibdem. Pg. 217-2183 Ibdem, Pg. 216-2174 Ibdem. Pg. 219

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