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Materia: Historia Moderna Cátedra: Campagne Clase: 10. Fecha: 12 de septiembre de 2013. Tema: La crisis del siglo XVII: El debate historiográfico. Dictado por María de la Soledad Justo Corregido por María de la Soledad Justo Mi nombre es Soledad Justo, soy una de los jefes de trabajos prácticos de la cátedra Historia Moderna y este año acompaño a Campagne en el dictado de teóricos. En la clase de hoy vamos a ver la crisis del siglo XVII, los debates historiográficos en torno a esta categoría. Esta crisis la vamos a ver desde dos aspectos, hoy vamos a tratarla desde una la perspectiva historiográfica, vamos a deslindar cómo se construyó esta categoría y a recorrer cuál es la historia de esta categoría y los debates en torno de ella. Y mañana vamos a trabajarla desde una mirada más descriptiva, leyendo fuentes contemporáneas que tratan del tema, tratando de rastrear cómo los contemporáneos vivieron esta crisis o por lo menos algunas de sus manifestaciones más clásicas de las crisis del sistema Antiguo Regimental como las pestes, la guerra, el hambre. Bueno, la crisis del siglo XVII no es una categoría que tenga tanta profundidad histórica, como por ejemplo la categoría “Renacimiento” aplicada al siglo XVI o como para el XVIII la categoría “Ilustración”, por otra parte Renacimiento 1

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Materia: Historia Moderna

Cátedra: Campagne

Clase: 10.

Fecha: 12 de septiembre de 2013.

Tema: La crisis del siglo XVII: El debate historiográfico.

Dictado por María de la Soledad Justo

Corregido por María de la Soledad Justo

Mi nombre es Soledad Justo, soy una de los jefes de trabajos prácticos de la cátedra Historia Moderna y este año acompaño a Campagne en el dictado de teóricos. En la clase de hoy vamos a ver la crisis del siglo XVII, los debates historiográficos en torno a esta categoría. Esta crisis la vamos a ver desde dos aspectos, hoy vamos a tratarla desde una la perspectiva historiográfica, vamos a deslindar cómo se construyó esta categoría y a recorrer cuál es la historia de esta categoría y los debates en torno de ella. Y mañana vamos a trabajarla desde una mirada más descriptiva, leyendo fuentes contemporáneas que tratan del tema, tratando de rastrear cómo los contemporáneos vivieron esta crisis o por lo menos algunas de sus manifestaciones más clásicas de las crisis del sistema Antiguo Regimental como las pestes, la guerra, el hambre.

Bueno, la crisis del siglo XVII no es una categoría que tenga tanta profundidad histórica, como por ejemplo la categoría “Renacimiento” aplicada al siglo XVI o como para el XVIII la categoría “Ilustración”, por otra parte Renacimiento e Ilustración son ambos términos de época que además fueron tomadas la historiografía del siglo XIX para describir y para titular el XVI Y XVIII. Por lo que para la historiografía del siglo XX, el siglo XVI era el siglo del Renacimiento el XVIII de la Ilustración y el siglo XVII quedaba en el medio sin una identificación clara, en el medio de dos siglos bien caracterizados. Tengan en cuenta que tanto la categoría Renacimiento e Ilustración nos remiten a una definición cultural del periodo y ambas tienen una clara filiación con la modernidad. En ambas categorías resuena el antecedente cultural del mundo contemporáneo, entonces para el siglo XVII, el movimiento cultural Barroco (que definiría la cultura del siglo XVII) no encajaría en esta genealogía de modernidad, por lo que el siglo XVII hasta mediados del siglo XX no gozaba de un encabezado de tanta

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contundencia como el siglo XVI y XVIII. Se debe esperar hasta mediados del siglo XX para que el siglo XVII también ingresara en el relato de la Modernidad, no por supuesto como el Barroco sino como el siglo de la crisis: esta crisis no va a ser una de las tantas crisis económicas y sociales sino va a tener la peculiaridad de ser la crisis final del feudalismo tardío, la crisis que posibilitó la transición definitiva del sistema feudal al capitalismo industrial.

Entonces dijimos que este rótulo de la crisis del siglo XVII nace a mediados del siglo XX, nace a partir de un artículo que escribe Hobsbawm que se llama “La crisis general del siglo XVII” publicado en Past & Present, en 1954 que en esta facultad se veía en las materias introductorias como Sistemas económicos, Historia social, (no sé si hoy se sigue leyendo). Este artículo generó una serie de debates que entrelazó debates anteriores con discuciones posteriores. Sin embargo, esta categoría “crisis del siglo XVII” esta caracterización del siglo XVII c nace conjuntamente del otro lado del Canal, un historiador francés, Mousnier, también define al siglo XVII como un siglo de crisis. En una historia general: Historia General de las Civilizaciones dirigida por Maurice Crouzet, una de esos emprendimientos editoriales amplios. Mousnier fue el responsable del tomo V y para definir el siglo XVII lo define como un siglo de crisis. Para Mousnier el siglo XVII, fue un siglo de crisis principalmente social, sobre todo a partir de la revolución de 1648, conocida como la Fronda, que fue una rebelión general que sufrió Francia y que involucró a sectores muy diversos sociales. Mousnier dedicó gran parte de su vida a investigar los alcances de la Fronda, definir sus características, para este autor la Francia del siglo XVII fue crítica porque estuvo signada por revueltas, locales y generales, las cuales fueron un fenómeno endémico. Entonces, dos autores desde ópticas muy distintas rotulan al siglo como crítico y a partir de ahí involucran muchos aspectos. Por un lado, Hobsbawm la crisis tiene que ver con la transición, del sistema feudal al capitalista, esta interpretación se entrelaza entonces con el debate Dobb-Sweezy.

ESTUDIANTE: ¿De qué año es el texto de Mousnier?

PROFESORA: También de 1954. El mismo año aparecen estos dos textos. Pareciera que la categoría surgió junta. Lo que pasa es que en realidad los autores están tratando temas muy distintos porque para Hobsbawm la categoría ingresa en el debate intra maxsita sobre la transición y para Mousnier la crisis que sufrió Europa fue general y más particularmente de Francia y se debe al conflicto que produce la formación de los estados modernos.

Yo voy a ordenar mi exposición historiográfica a partir de una última publicación que sale sobre el problema de la crisis que es una publicación del 2008 de una revista American History Review “Forum: The General Crisis of Senetennth Century Revisited” (AHR. 113: 4 -2008), en esta publicación se edita un foro en donde reúnen especialistas para reconsiderar el problema de la crisis en el siglo XVII. Un autor que ustedes ya conocen, Jonathan Dewald, (es el trabajo, el estudio de caso de Pont St. Pierre recuerdan que Campagne lo trabajó), participa en el Foro haciendo un estado de la cuestión. Hay un trabajo al que me voy a referir al final de la clase que es de Geoffrey Parker, que tiene una visión muy

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iconoclasta sobre la crisis, desde todo punto de vista, el tipo de fuentes que utiliza, los límites geográficos. Y, finalmente, el trabajo de J. B. Shank, “Crisis: A Useful Category of Post- Social Scientific Historical Analysis (AHR-113: 4 -2008: pp 1090-1099). Shark (su disciplina de formación es la filosofía) plantea que los historiadores han discutido por años el tema de la crisis y han escritos muchos estados de la cuestión, sin embargo, nunca se cuestionaron que significaba el término crisis y la usaron de manera muy distinta. Shank: independientemente que los autores hayan debatido sobre la crisis en estados de la cuestión, en trabajos de reflexión internalista de nuestra disciplina, estudiaron los contextos políticos, académicos, modas historiográficas. Pero no se preguntaron o se detuvieron a reflexionar sobre la categoría de crisis.

Shank afirma que esta categoría nace en Grecia, específicamente en las ciencias medica, la palabra es kpisis, la crisis es un estado en el cual se llega un punto la enfermedad en el que se bifurcan los caminos o el paciente se cura o se muere. El estado crítico se refiere entonces a un estado que lleva a una transformación de una situación dada. “El punto en el progreso de una enfermedad cuando un importante desarrollo el cambio se lleva a cabo, que es determinante de la recuperación o la muerte, el punto de inflexión de un enfermedad para bien o para mal. Cualquier variación marcada o súbita que ocurre en la progreso de una enfermedad. Esta interpretación la utiliza Tucidides y la lleva al campo de la Historia, a través de la historiografía humanista llega hasta el presente

Este es el concepto de crisis que entiende Hobabawm, que comprende la historiografía marxista, porque vincula la crisis del siglo XVII, como punto crítico de no retorno en el cual muere una formación social y nace una nueva configuración económico social, porque vinculan la crisis con el debate sobre la transición. Shank considera que los historiadores en sus debates se han movido con cierta inocencia y no han reflexionado que hay autores que trabajan en trabajan en esa dirección, como Hobsbawm que entienden la crisis en este sentido de punto de no retorno y otros que no lo consideran en absoluto.

Dewald “Crisis, Chronology, and the Shape of European Social History” (AHR-113: 4 -2008) hace un recorrido sumamente interesante planteando que el concepto de crisis es un concepto que ya no es útil para comprender el período, en realidad es la misma crítica punzante que plantea la posmodernidad. La cual platea que estas categorías globales como Renacimiento, Ilustración o Crisis del siglo XVII son grandes rótulos, sostenidos por dicotomías binarias como: moderno- feudal, burguesía- nobleza, feudalismo -capitalismo. Entonces, estas grandes dicotomías que organizan el relato han sido duramente atacadas desde la posmodernidad. Tiene que ver con la idea que explica la modernización que Occidente lleva adelante como un inexorable camino hacia la globalización, que tiene como modelo una sociedad secularizada, un relato que explica que hay clases emergentes, en este caso la burguesía y que el sistema político tiende a progresar hacia Republicas. Este relato heroico, ateniense, (en el sentido que es lineal, finalista) busca antecedentes, genealogías, explicaciones de los inicios del proceso de secularización, de transición hacia al capitalismo, del triunfo del

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modelo burgués y del modelo político legal–racional. La crítica de la posmodernidad es que se construye el relato desde el presente, de modo que ocluyen especificidades históricas. Bueno, estos cuestionamientos tan destructivos son los que Dewald y lo aplica para deconstruir la categoría de “crisis del siglo XV” que solamente se puede comprender desde el presente. Desde el supuesto que existe algo llamado es la transición del feudalismo al capitalismo, el cual en realidad es solo un “relato” que implica una serie de dicotomías (moderno-tradicional) y que supone un proceso de modernización que se comprende partir del resultado final, por lo que se definiría como un relato de tipo finalista. Por supuesto, esta “crisis del siglo XVII”, así también como los grandes rótulos como Ilustración, Revolución Científica, Renacimiento, Transición la posmodernidad las viene deconstruyendo e incluso anunciando su muerte desde hace veinte años, sin embargo, estos rótulos siguen vivos y todos seguimos planteando los debates sobre la transición y usando los rótulos de Renacimiento, Ilustración, entonces aunque agónicas estas categorías siguen siendo títulos de libros, de programas de historia moderna y las seguimos discutiendo.

Bueno, después de este largo excursos sobre la mirada de la postmodernidad sobre ciertas afirmaciones que manejamos los historiadores volvemos entonces a centrarnos en cuándo se inicia el rótulo: crisis del siglo XVII. El artículo de Hobsbawm, es un artículo fundante, es bastante largo, sale publicado en Past and Present en 1954, plantea que Europa en el siglo XVII sufre una crisis de tipo general, terminal en la cual el feudalismo en algunas regiones vence los obstáculos y permite la transición final hacia el modo de producción capitalista. Hobsbawm nos remite al debate Dobb-Sweezy, debate intramarxista en el que Hobsbawm está dentro de la línea de investigación de Dobb. Maurice Dobb nunca consideró al siglo XVII como un siglo crítico. El gran estímulo que tiene el autor para escribir este artículo es perplejidad que siente por la falta de explicación del por qué con el largo siglo XVI no se llegó a romper estos obstáculos que permitieran la instalación definitiva el modo de producción capitalista. Por eso, para Hobsbawm la crisis del siglo XVII fue producto de las contradicciones internas del sistema socioeconómico que aunque conoció una notable expansión seguía siendo eminentemente feudal.

Hobsbawm organiza el artículo planteando que por un lado existen evidencias empíricas de las crisis, también considera la existencia de obstáculos que impidieron el despliegue del modo de producción capitalista se desarrollara y finalmente considera las consecuencias de la crisis. Por un lado, crisis aparece como sinónimo de recesión que se verifica en la ralentización de la economía europea después de esta etapa de recalentamiento que es el siglo XVI. Evidencias de la crisis se puede comprobar en la: Población, Recesión de la producción agraria, del comercio y de la expansión europea. También, se evidencia por las múltiples revueltas sociales sólo, el estado absolutista escapa al esquema. La crisis comienza en el 20 se agudiza en el 40 se estabiliza en el 70.

Cuando considera el tema de las evidencias de la crisis, el artículos presenta pocos datos empíricos, se debe considerar que 1954 todavía las investigaciones

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no aportaban demasiados datos sobre producción, ni la población. Hobsbawm muy abiertamente dice que la producción se estancó, que la población decreció pero en realidad no hay datos disponibles para contar cuánto, cómo y de qué manera. Es increíble el éxito que tuvo el artículo a pesar de que el autor confiesa sus límites concretos a la hora de presentar la evidencia empírica. Hobsbawm avanza mejor cuando considera el problema del comercio, acá sí da un dato bastante preciso que es la crisis del comercio del Báltico, uno de los motores fundamentales del siglo XVI, este entró en una crisis agónica en 1618. Vamos a recordar de qué se trata el comercio Báltico, es el que surge desde mediados del siglo XVI que articula el puerto polaco del Danzig, con el puertos del Atlántico norte: primero el de Amberes y después Ámsterdam. Este eje Ámsterdam-Danzig manejaba grandes volúmenes de producto, y recibía de Europa Oriental productos primarios como grano, ganado pero también es muy importante el comercio de arenque y el de maderas, es un comercio de productos pesados, barcos con cargas sumamente densas. Polonia recibe y distribuye básicamente productos manufacturados producidos en los centros manufactureros europeos y los productos coloniales. Las manufacturas se producen en Países Bajos pero los otros centros manufactureros son las ciudades del Mediterráneo del norte de Italia. Entonces este importante comercio entra en colapso en la década del 20 del XVII.

Hay otra evidencia de la crisis que Hobsbawm considera que es incuestionable, que ya la estuvo mencionando Mousnier en ese mismo período que el XVII es un siglo de mayor conflictividad social que el siglo XVI. Es el siglo de las revueltas o de las revoluciones, depende de la interpretación. Por supuesto para Hobsbawm la más importante es la inglesa, la guerra civil inglesa o la revolución inglesa, depende de quien la investigue. Pero él afirma que Inglaterra no es un caso aislado, Francia está cruzada por revueltas y revoluciones durante el siglo XVI y España sufre también un importante cimbronazo que son las revueltas de Cataluña, de Portugal, y de Nápoles y Sicilia. Además del conflicto que es la guerra de los Treinta Años, ésta involucra a los principados alemanes, es una guerra entre príncipes luteranos y príncipes católicos de Alemania, pero también a las potencias Bálticas, sobre todo surge como una gran poder militar el reino de Suecia. Y Suecia invade Polonia y en este período el principado polaco se disuelve. Toda esta conflictividad estaría marcando para Hobsbawm una evidencia de la crisis. En realidad –dice el autor- hay que entender esta crisis no como una crisis, es una crisis que afecta a todos pero, sin embargo, termina ocasionando una reorientación geográfica de Europa. Es una crisis que va a agotar al Mediterráneo y va a posibilitar el desarrollo y fortalecimiento Europa del Norte y está pensando en Holanda e Inglaterra. Evidentemente Inglaterra y Provincias Unidas van a poder superar los obstáculos de la crisis, la conflictividad social, porque aun cuando ambas sufren conflictos muy importantes sus estados salen verdaderamente fortalecidos.

Entonces, para tratar de comprender cómo se da esta reorientación, qué es lo que sucede con este cambio de eje del Mediterráneo al Atlántico del norte. Hobsbawm plantea unos obstáculos de crecimiento que tuvo el largo siglo (1470-1620) y que se debió en gran parte al desarrollo del mercado, el despliegue comercial inédito,

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la expansión al Atlántico, la ruta del Índico, los estímulos que esta expansión ofrecen a las manufacturas europeas. ¿Cuáles fueron los obstáculos para que este crecimiento no se haya convertido en desarrollo? entonces Hobsbawm plantea dos ideas bastante atrevidas y novedosas. Por un lado, estos obstáculos no tuvieron que ver con las limitaciones técnicas, o sea, no hubo una falta de desarrollo de las fuerzas productivas. Europa en el XVI hubiese podido dar el despegue a pesar de la no existencia de máquinas. Tampoco considera que el problema se haya debido a la falta de capitales, Europa, siguiendo las argumentaciones de Hobsbawm, tenía acumulación suficiente durante el XVI para llevar adelante el salto cualitativo. Entonces, lo que considera es que si bien los capitales estaban disponibles el problema fue la dirección de esta inversión, porque el capital que nació del comercio y de la manufactura no retornó a la inversión productiva sino que en realidad en el XVII van a refeudalizar el espacio europeo. Esta categoría de “refeudalización” va a tener un gran éxito, va a ser recuperada por muchos autores. Entonces, Hobsbawm presenta un caso testigo para explicar cómo las contradicciones del sistema jugaron para ponerle límites a este crecimiento: el caso de la manufactura textil de Italia del norte. La expansión del siglo XVI fue magnífica en todos los índices; capital, en números, en mercados, pero, sin embargo, estos manufactureros no tuvieron la oportunidad de reinvertir en sus propios emprendimientos porque tuvieron dos limitaciones tremendas. Por un lado, la más importante fue la estructura de gremios medievales y por el otro, que sus productos eran artículos de lujo, lo que significaba un mercado demasiado acotado. La industria manufacturera de la seda, del brocato, de telas pesadas y trabajadas a veces con hilos de oro, en realidad, no podía expandir la oferta porque su mercado era muy acotado. Pero hubiera podido atender a otra demanda, pero el sistema de gremios no lo permitía. Entonces, esta estructura evidentemente feudal evita las posibilidades de desarrollo, por lo cual, Italia a partir de la década de 1620 empieza a estancarse y después comienza una crisis muy importante.

El caso de la refeudalización lo analiza en Europa Oriental. La producción de Europa Oriental crece al estímulo de las demandas de Occidente, pero esta demanda termina produciendo un proceso de ruralización, de fijación a los campesinos a la tierra que no permite que los campesinos puedan ser consumidores. Lo mismo pasa con las ciudades, la zona de Polonia, en la llanura ucraniana las ciudades había empezado a desarrollarse en la Baja Edad Media, a partir del siglo XVI asisten a un proceso de desurbanización, entonces, la burguesía de estas regiones va desapareciendo. Inclusive los magnates se van concentrando, entonces el mercado de Europa Oriental se achica cada vez más.

¿Qué pasa con el comercio del Atlántico? que es otro de los estímulos del largo siglo XVI. Hobsbawm nos dice que el mercado del Atlántico para las potencias europeas durante el siglo XVI y buena parte del XVII es un mercado que se pensó para extraer materia prima, pero nunca se pensó como un mercado para ubicar productos producidos en Europa, recién desde mediados del siglo XVII cuando aparece la economía de plantación el mercado colonial va a insertarse de otra manera en el mercado Atlántico.

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¿Qué pasa con el mercado interno europeo, crece? Hobsbawm dice que faltan estudios sobre cómo se dio el proceso de cercamientos, cómo se dio la revolución agraria pero él puede afirmar que el crecimiento que se dio en Europa en el siglo XVI y en el siglo XVII no fue acompañado por un proceso de cambio de relaciones de producción en la Europa rural por lo cual estos campesinos no se convirtieron en futuros consumidores. Entonces, Hobsbawm dice este crecimiento, en realidad, fue un espejismo encapsulado dentro de una estructura feudal que encuentra sus límites en la década de 1629 y que inició un ciclo de estancamiento y después de retracción. De todas formas, estos obstáculos fueron superados por dos regiones: Inglaterra y Holanda. Hobsbawm explica que Holanda va a apostar a la circulación y no a la producción manufacturera, por lo cual, Inglaterra finalmente liderará el proceso.

Inglaterra es el modelo en el que se dan todos los cambios necesarios para la transición: en la producción agraria, Hobsbawm asegura que Inglaterra a diferencia de Holanda apuesta sobre todo al desarrollo manufacturero sobre el comercial y lleva adelante durante el siglo XVII una revolución social liderada por la burguesía. Verdaderamente la salida de la crisis cambia la situación de Inglaterra. Si en el siglo XVI tenía un lugar marginal en el concierto de las potencias europeas, sin embargo al final del XVII Inglaterra surge como la líder en las nuevas direcciones de tipo económico y social que va permitirle en el siglo XVIII posicionarse como una potencia emergente.

Hobsbawm también plantea que los resultados de que la crisis del siglo XVII es que produjo un proceso de concentración, en varios niveles: prueba que la sociedad feudal había sido minada. Concentración de la propiedad, de la riqueza, de las ciudades versus el campo, se sustituyó la industria rural no dependiente por los oficios ciudadanos, la concentración favoreció la industria rural frente a la artesanal y permitió la acumulación la industria de mediano tamaño que se reagrupó en las Industria rural para el mercado nacional e internacional. En Europa central y oriental la tierra enservilizada al no expandirse entró en crisis de productividad y debilitó aún más al campesinado y la clase propietaria presionó aún más. El comercio marítimo se reagrupó en los estados marítimos, y dentro de ellos algunas ciudades se beneficiaron aún más como Ámsterdam y Londres.

Entonces las áreas donde se desarrolla la industria domiciliaria, caso de Inglaterra, caso alemán al norte del norte y Países Bajos, van a poder utilizar estrategias mejores para afrontar la crisis que los que apuestan por las industrias que está reglado por sistemas feudales como los gremios. Entonces la industria rural vence a la industria centralizada. Los estados que se habían dado procesos de centralización fueron que mejor superaron las crisis sociales del siglo XVII. Por ejemplo, el caso de Francia que a pesar de que durante el siglo XVII soporta guerras exteriores y rebeliones internas de manera casi endémicas logra superar sus contradicciones sociales y termina el siglo fortalecida, a diferencia de Polonia que termina disgregada.

Entonces esta crisis en realidad reestructura y reordena el espacio europeo, Inglaterra es la que más exitosamente supera todas las contradicciones y aporta

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las transformaciones con un conflicto revolucionario que permite la emergencia de una nueva clase social.

Vamos a seguir historiando este debate. En este debate Hobsbawm publica este artículo y Past and Present permite publicar una réplica al historiador inglés Trevor Roper: “La crisis del siglo XVII”, quien retoma la categoría y es absolutamente crítico al modelo de Hobsbawm. Trevor Roper también es inglés, es un autor liberal, profesor de Oxford, pero publica en esta revista –Pasado y Presente- que es una revista marxista. Acá empieza a suceder un debate que va a tener consecuencias de tipo políticas, académicas y también editoriales. Porque la lógica va a ser, publicar papers, en el que se discute el problema de la crisis. En 1960 se hace un simposio que reúne especialistas para discutir aspectos de la crisis del siglo XVII, desde lo económico, lo político, social, y van a adherir o no adherir a la caracterización del siglo XVII como crítico, discuten historiadores no solo marxistas sino también liberales, de la academia inglesa pero también la francesa. Y esto va a producir una publicación en 1968, (en castellano aparece en 1983) Crisis en Europa, Trevor Ashton es el compilador. Entonces, este libro inaugura un modelo que sigue vigente, un modelo que se inicia con debates en revistas científicas, luego la participación en simposios, jornadas y que después termina en un libro compilado el que aparecen publicadas todas estas participaciones. Inclusive, a veces, con un trabajo introductorio historiográfico y, una sección en la cual aparecen mesas redondas con preguntas y respuestas de los participantes. Este modelo cambia bastante el mercado editorial que, además, al traducirse en todos los idiomas instala fuertemente el tema de la crisis en todo el mundo. Ahora bien, este modelo además de publicaciones produjo una serie de debates que están entrelazados. Uno de los más característicos es el de las Revueltas y Revoluciones en la Europa Moderna que fue título de gran cantidad de compilaciones. En todos estos años (1960-1980) además se escriben artículos de corte historiográficos que tienen como centro la cuestión de la crisis. Este debate interesa mucho no solo porque las discusiones están entrelazadas sino que hay un tema político por la Guerra Fría, hay acusaciones entre historiadores liberales e historiadores marxistas. El caso de más emblemático fue el de George Rudé, historiador británico especializado en los conflictos sociales europeos de la modernidad, que tuvo que dejar Inglaterra en esta época acusado de ser espía soviético. Dentro de la historiografía marxista también hubo un intenso debate interno, que no solamente tuvo que ver con temas específicamente académicos sino también con cuál fue el impacto que tuvo la invasión de Hungría y la primavera de Praga, estos autores que militaban en el partido comunista británico y francés, las invasiones soviéticas produjeron deserciones en masa. El caso de Christopher Hill, de Thompson. En general todos van separándose excepto Hobsbawm que se quedó hasta el 89. El caso francés es muy interesante porque el PC francés cooptó la cátedra de Historia Moderna, Soboul y Lefebvre, y el grupo liberal se refugió en la Escuela de Altos Estudios, sobre todo con la figura de Francois Furet, el debate político tuvo un correlato académico, y de espacios institucionales que no fue nada menor.

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Vamos a centrarnos entonces en el debate académico. El texto de Trevor Roper1

concuerda con Hobsbawm que Europa pasó una crisis de tipo general pero él considera que esta crisis no tienen absolutamente nada que ver con la transición ni con la emergencia de la burguesía como nueva clase social. Esta interpretación sólo se puede sostener a partir de preconceptos, a partir de la postura marxista que busca algo que no puede probar. Considera que las revueltas en el XVII se originan por la formación de un estado que él define como monarquías renacentistas que tienen una lógica parasitara, suntuaria, que asfixia a las formas de representación y de gobierno medieval y que éstas formas medievales, estamos hablando de los Parlamentos, los Estados Generales, las Cortes, en realidad, tensionan frente a estas nuevas formaciones estatales. Pero, en realidad, estas formaciones no representan algo nuevo sino pretenden a reinstaurar modelos medievales. El caso que va a desplegar es el caso inglés, explica la revolución inglesa como el conflicto entre la corte de Jacobo y de Carlos (la define como una corte Renacentista, parasitaria, que no ofrece por los impuestos que pide ninguna contraprestación) y que se enfrenta a un grupo social que él define con una palabra que no aparece en las fuentes: gentry. Esta gentry representaría el country (campo, el conflicto es la corte y el campo. Y el sector puritano de la gentry que hace la revolución inglesa es un sector que él define como de aristocracia menor, son gentleman no nobility, ustedes saben que en Inglaterra todos tributan, no hay clase eximida en Inglaterra- y que se ven compelidos a hacer una revuelta a partir de lo injusto que les resulta que esta monarquía imponga impuestos cuando no les genera ninguna contraprestación. Esa caracterización de la gentry como aristocrática está hoy fuertemente cuestionada. Cuando Trevor Roper dice que este campo reacciona frente a estos estados, entonces la revolución inglesa no tiene nada de burguesa, no se relaciona en absoluto con la transición, se relaciona es con estas nuevas formas estatales que tampoco son modernas. Esta publicación produce una serie de debates importantísimos. Empiezan a aparecer, Christopher Hill, entre otros historiadores, que arremeten fuertemente sobre el caso inglés. El modelo de Trevor Roper es un modelo paneuropeo, entonces aparecen estudios de caso discutiéndole el modelo. John Elliott es un historiador inglés hispanista. Elliott es especialista en la región catalana2. La revolución catalana se da en 1640 en el marco de la Guerra de los Treinta Años en que España y Francia están participando y los catalanes frente a determinadas disposiciones del conde duque de Olivares (el favorito de Felipe IV de España) deciden levantarse. Pero a todo esto, en ese año no solamente se levanta Cataluña pidiendo la independencia, sino que además se levantan Portugal también planteando la independencia. Había sido anexada por Felipe II por el casamiento en 1580, era parte del Imperio Ibérico. Portugal logra independizarse. En el mismo año Sicilia y Nápoles que son parte de la corona de

1 Hugh Trevor Rope. La crisis en el siglo XVII. Religion , Reforma y Cambio Social, Buenos Aires, Katz, 2009 (1967)

2 La bibliografía de Elliot es muy extensa, el debate con Roper se puede consultar en el libro Revueltas y Rebeliones en la Europa Moderna, Madrid, 1984, también en Elliot: “Una sociedad no revolucionaria: castilla en la década de 1640” en 1640 La monarquía hispana en crisis, Barcelona, Critica, 1991, pp 102-122.

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Aragón también realizan un levantamiento, frente a las medidas de Olivares y finalmente el levantamiento de Cataluña como el de Sicilia y Nápoles son sofocados. Lo que está planteando Trevor-Roper es que la rebelión inglesa tiene que ver que los que soportan el estado y le ponen límite, consideran que la corte es parasitaria y por eso reccionan. Sin embargo, justamente al estado español estaba absolutamente financiado por los castellanos ni Nápoles ni Sicilia ni Cataluña ni por Portugal ponían un centavo en el sostenimiento de la corte castellana. La única región que no se había levantado durante el siglo XVII en la península ibérica fue justamente Castilla. Entonces el argumento de Trevor Roper en la Península Ibérica no se sostendría en absoluto. Esto plantea Elliott, y verdaderamente es un argumento sumamente destructivo para el modelo de Roper. ¿Cuál es la interpretación que hace Elliott de la crisis?. Para Elliott la conflictividad social se relaciona con la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Es este conflicto que involucra a los estados nórdicos emergentes, Suecia, con los príncipes alemanes protestantes y católicos. Inicialmente tiene un fuerte contenido religioso, finalmente Francia –que es una potencia católica-va a optar por el lado de los protestantes. Entonces, en la medida que el conflicto se extiende, este modelo que lo explica a partir de la guerra religiosa ya no cuadra. Esta Guerra produce una tremenda destrucción no solamente de vidas sin también desestructura toda la producción de vastas regiones.

Elliott se encamina a definir los estados que se despliegan a partir de una fuerte fiscalidad relacionada a las necesidades militares y navales. La guerra, por eso moderniza y desarrolla estados y estos estados fiscales-militares que estarían naciendo en el siglo XVII son los que provocarían reacciones de las instituciones medievales. Entonces estas revueltas no serían revoluciones modernas, sino lo contrario, se relacionan mucho más con el pasado que con el futuro. Con este modelo la Guerra de los Treinta Años sería un quiebre en el cual el estado potencia su desarrollo militar modernizador3. Los estados nacen del desarrollo de las Fuerzas Armadas. Pero es una línea de investigación muy vigente que nosotros con Fabián no la trabajamos, nunca trabajamos la guerra, la Guerra de los Treinta Años nunca fue parte de nuestro programa. Elliott es uno de los primeros que plantean esta línea de investigación. Este modelo produce una serie de debates, por ejemplo el historiador Rosario Villari, italiano, analiza las revueltas de Nápoles y Sicilia4, ocurridas en 1640. Y considera que esta revolución aunque tenga un lenguaje tradicional esconde un verdadero conflicto entre clases. Considera que Elliott confunde retóricas con realidades económico-sociales. Y que entender el conflicto social a partir de la categoría “clase” es útil porque permite ver realidades que si uno solamente analiza a nivel discursivo, quizás se confunden. En realidad, “el buen rey”, “el buen gobierno” funcionaban más como modelos retóricos disponibles pero enmarcaban realidades sociales distintas. Por

3 En la historiografía actual norteamericana esta relación entre surgimiento del ejército, marina y fortalecimiento de los estados tienen importantes seguidores. Ver: Richard Lachmann. States and Power, Cambridge, Polity Press, 2011 (2010).

4Rosario Villari, “Revoluciones periféricas y el declive de la monarquía hispana” 1640: La monarquía hispánica en crisis, Barcelona, Critica, 1991, pp. 169-182.

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eso, la historia social y la historia de las revoluciones de la modernidad se potencian con todos estos debates, se debate si son revueltas o revoluciones, si tienen o no programas burgueses o medievales, si existe o no conflictos de clases y todos estos debates tienen detrás el paradigma de la transición.

Otra línea de investigación contemporánea a esta es la que discute el problema de la refeudalización. Hobsbawm planteó que el caso italiano a partir del fracaso de la industria del norte de Italia la burguesía en vez de reinvertir atendiendo una demanda diferenciada lo que hace es, con ese capital disponible fue comprar tierras o le prestar dinero al estado. Esta burguesía manufacturera en el siglo XVII termina siendo básicamente una burguesía rentística, viven de la renta de las tierras o de los préstamos. Esta interpretación es recogida por la historiografía italiana, autores como Carlo Cipolla y Rugiero Romano5 empiezan a discutir cómo se da esta refeudalización en la Italia del siglo XVII. Si supone una vuelta al campo, cómo agoniza o cómo se desindustrializan las ciudades y los itinerarios de burgueses que se ennoblecen. Este concepto es muy problemático, sin embargo, también produce muchos textos y genera la clasificación del siglo XVII como el siglo de hierro, el siglo de la refeudalización, no solamente pensando para Europa Oriental sino en Europa mediterránea. Cómo la gran expansión en el siglo XVI , en el siglo XVII, los capitales burgueses que a veces llegaron a tener un capital invertido muy importante, el caso de los Ruíz en la península ibérica y en Amberes el caso de los Fugger, en el siglo XVIII sus descendientes fueron nobles y vivieron de la renta de sus tierra.

Ahora bien, el texto de Hobsbawm también produce un debate muy importante en el interior de la historia económica marxista. Ustedes vieron en prácticos el texto de Wallerstein El Moderno Sistema Mundial de la década de los 80, cómo Wallerstein retoma el debate Dobb-Sweezy, reformula la hipótesis de Sweezy y para Wallerstein el moderno sistema mundial tiene su preludio medieval y después recorre los siglos XVI, XVII y XVIII y los alcances de la economía mundo. Para él hay una crisis en el siglo XVII de tipo general, sería la primera crisis del capitalismo. Otra autora que participa dentro del marxismo que se mete en el debate y que crítica fuertemente el texto de Hobsbawm es Alexandra Lublinskaya, es una autora soviética que publica un libro dedicado al siglo XVII europeo y que es traducido al francés –si hubiera quedado en ruso nunca nos enteraríamos-, después al castellano, al inglés, es una autora muy conocida por los modernistas6. El estudio de caso que trabaja es el caso francés. Critica a Hobsbawm porque considera que él no puede probar la crisis del siglo XVII, Lublinskaya afirma que no hay crisis en el siglo XVII, que las crisis puntuales que son las crisis de carestía son superadas pero no implicaron un cambio importante del sistema y que en realidad cuando Hobsbawm plantea que la crisis produce una concentración no lo prueba, no logra realizar la concatenación entre causas y consecuencias, sino que

5 Rugero Romano Coyunturas opuestas. La crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica, México, FCE, 1993

6 Alexandra Lubliskaya. La crisis del siglo XVII y la sociedad del absolutismo, Barcelona, Crítica, 1979.

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formula un recurso retórico pero no logra argumentar con solidez. Lublinskaya va a plantear una explicación muy distinta de la transición, que escapa por completo del debate Dobb-Sweezy y critica a los historiadores marxistas occidentales por apartarse fuertemente de la interpretación clásica de Marx, debe recuperarse la idea del desarrollo del capitalismo comercial. El capitalismo avanza tan lentamente y logra desplegarse recién a mediados del siglo XVIII porque tiene unos obstáculos, que serían los que planteó Hobsbawm, pero esos obstáculos no son las contradicciones internas del feudalismo sino la falta de despliegue de las fuerzas productivas, esto quiere decir, lo lento que se desarrollan los adelantos técnicos. Para Lublinskaya para comprender cómo avanzó el capitalismo no hay mirar la evolución de la industria domiciliaria, vía de la transición para Dobb y Hobsbawm sino mirar la evolución de las industrias centralizadas. Analiza el caso francés, ella considera que las industrias francesas dedicadas a armamentos, textiles y de extracción de metales, se desarrollaron desde el siglo XVI con una importante inversión de capital fijo y de mano de obra asalariada pero no lograron el despegue necesario por la incapacidad técnico, se necesitaban avances técnicos que aún no estaban disponibles. Había un importante capital invertido pero faltaban las máquinas, lo cual produjo un detenimiento. Lublinskaya encuentra en siglo XVII encuentra una burguesía madura, dedicada a la industria suntuaria y que la crisis fue una parte de la etapa del desarrollo del capitalismo manufacturero que debe desplegar sus fuerzas productivas

Ya en la década del 80 el debate de la crisis se interrelaciona con el debate de la historia agraria, y la crisis de siglo XVII deja su protagonismo único para ser la fase B del ciclo secular de larga duración que se inicia en la Baja Edad Media. Entonces, este modelo de tijeras, siglo XII y XIII de expansión, siglo XIV crisis, siglo XV y XVI expansión, y siglo XVII crisis -que desarrollaron acá con Campagne y en medieval con Astarita- entonces las crisis del siglo XVII aparecen como la fase B de este sistema secular. Las grandes figuras de esta forma de interpretación son Guy Bois que es un medievalista, y para la modernidad un autor que hemos utilizado mucho para nuestros programas, se llama Peter Kriedte. Tanto Kriedte como Guy Bois pueden ser etiquetados como neomalthusianos7, porque focalizan esta relación entre población y producción pero también ambos tienen una importante formación marxista, ambos consideran que en la fase A y la fase B las relaciones de clase y la lucha de clases son centrales de entender cómo se pasó de una fase a otra. Pero, evidentemente, en la década de los 80 se inaugura este modelo explicativo que tiene mucho éxito y que está en la base de manuales y de muchos trabajos de historia económica y agraria. El texto de Kriedte es justamente un clásico, se llama Feudalismo tardío y capital comercial, este es un título casi mágico, explica magníficamente nuestro período económicamente. Señala que los siglo XVI, XVII y XVIII son siglos que los podemos definir por una forma especial de feudalismo, que es el feudalismo tardío, este feudalismo que surge a partir de la crisis del siglo XIV con ciertos correctivos, con el fin de la servidumbre, con la formación de nuevos estados que tienen la renta feudal centralizada y con la separación de la esfera de producción de los señores. Señores que se han convertido en rentistas del suelo, que han 7 Peter Kriedte, Feudalismo tardío. Capital mercantil, Barcelona, Crítica, 1987.

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quedado totalmente separados del proceso productivo del suelo. Por otro lado, la otra parte del título es capital comercial, qué está planteando el autor con este título, está diciendo que para entender o para poder llegar a comprender la totalidad del modelo económico de estos siglos hay que hablar del desarrollo, del crecimiento, de los límites de la naturaleza de este capital comercial. Este modelo es el modelo de las tijeras, que explicó Campagne en clases pasadas, planteando la fase A y que quizás mañana podremos llegar a repasar la fase B. A partir de los 90 la historia económica hace un giro bastante importante y todos estos textos generales que buscan encontrar la lógica general del sistema ceden el paso a los estudios de caso. De los 90 hasta la actualidad la moda historiográfica avanza –sobre todo la historia económica- a partir de estudio de casos puntuales que muchísimas veces no hace ninguna mención a estos modelos generalizadores, a los rótulos de la expansión del siglo XVI y del XVII y al modelo de transición. Estos estudios de caso por ejemplo en la industria rural domiciliaria muestran la enorme diversidad, que en realidad más que concentrarse en el XVIII en áreas de protoindustria muy importantes, en el siglo XVIII se ruralizaron, muestra mucho más diversidad que modelos generalistas. En otros casos, estos estudios de caso, en las introducciones o en el final sí debaten con los modelos generalistas. Si hay una fecha clara es la celebración en 1989, bicentenario de la Revolución Francesa, vuelve el debate de la transición a ser un debate central, no tanto a partir de la crisis de la crisis del siglo XVII sino a partir de entender cómo las revoluciones de la Europa Moderna. Y sobre todo en los 90 y el siglo XXI está centrada a partir de los desafíos del posmodernismo. Francois Furet es el más conocido en esta universidad, a partir de nuevas interpretaciones de la Revolución Francesa pero en el caso inglés hay autores que critican la forma como fue comprendida el proceso revolucionario inglés durante el siglo XX, fíjense que en la cátedra, en los prácticos, van a leer el debate Brenner, van a leer el texto que escribe sobre los mercaderes y un estudio introductorio donde retoma el estudio de la Revolución Inglesa y uno de sus subtítulos es El Desafío del Revisionismo. Brenner tiene que dar cuenta a cuáles son los cuestionamientos que el revisionismo han dado sobre las relaciones entre revolución y transición.

Ahora bien, para terminar este recorrido voy a retomar un texto que mencioné al comienzo de la clase, el texto de Parker. El artículo está escrito en el 2008 en la revista American History Review, y en realidad Parker viene adelantando y publicando desde los 70, no es ninguna novedad lo que plantea. Para Parker la crisis del siglo XVII existe y no es de escala paneuropea sino de escala planetaria. El artículo me resultó absolutamente novedoso, más que novedoso sería iconoclasta porque se atreve a mezclar una serie de fuentes que la historia económica nunca trabaja. La historia económica plantea curvas de precios, curvas de producción, tablas y, por otro lado, la historia cultural trabaja a partir de relatos, interpretaciones culturales, cronistas. Parker en ese mismo artículo hace cuadros, curvas y también cita cronistas y da explicaciones culturales y sobre todo expone explicaciones climatológicas. Para Parker la crisis del siglo XVII tiene que ver con una sinergia entre clima, política y religión. Esta sinergia, dice el autor, ya aparece en l Ensayo de las costumbres de Voltaire. Voltaire caracterizó al siglo XVII como un siglo de carestías, de desastres poblacionales, por lo que interpreta que los

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desastres climáticos tuvieron un gran protagonismo, si se los combina monarcas que quisieron producir novedades en materia religiosa o política. Primero frente a una historiografía que mayormente que trabaja estudios de caso, Parker no solamente plantea un modelo generalista sino que plantea un trabajo de tipo planetario. Da ejemplos no solamente de Europa sino que toma casos de China, el caso de América, de África, del Imperio Turco, hasta Nueva Zelanda. Trabaja, por ejemplo, la catástrofe que se produjo en China con la caída de la dinastía Ming. De modos, cómo en China en 1620 a 1640 hay una catástrofe demográfica en la que muere la mitad de la población china. También señala lo que significó la debacle del estado polaco en cantidad de muertes y de destrucción material. A continuación pasa a explicar la crisis del Imperio Turco con cambio dinástico y con el número de destrucción de riquezas y de población absolutamente inéditos. Después, empieza a revisar las fuentes literarias, a los cronistas, utiliza una serie de textos él comenta cómo, por ejemplo, los jesuitas que van a la China cuentan la catástrofe demográfica y cuáles son la explicaciones. Y de ahí pasa a las explicaciones en Europa. Entre estas las justificaciones astrológicas, cómo han aparecido cometas, astros que están indicando el fin del mundo. No ofrece ejemplos de cómo algunos contemporáneos consideran que esta crisis que viene tiene dimensiones planetarias. También revisa los argumentos sobre la caza de las brujas, fenómeno contemporáneo a esta crisis. De manera que cita a fuentes que consideran que las catástrofes de la Europa del momento se relacionaban con el complot de brujos y brujas que están destruyendo la sociedad cristiana en su totalidad. A partir de ahí Parker incorpora la información que le da la climatología actual. Hay un grupo de científicos que lleva trabajando hace muchos años que están investigando un fenómeno que es conocido como la pequeña edad de hielo, se da en el siglo XVII, este equipo de investigadores de las ciencias biológicas asegura que Europa sufrió una larga temporada de veranos fríos, donde incluso hay fenómenos de nieve muy importante, e inviernos helados. Este fenómeno de enfriamiento Parker dice que hay que relacionarlo con otros fenómenos climatológicos de América, de China, del Imperio Turco. Implicaría un enfriamiento muy importante de Europa, sobre todo del norte, y por otro lado, una sequía muy importante en Asia, que cambia el régimen de los monzones y produce una terrible sequía que libera el Bósforo de las aguas, lo hace transitables y estas catástrofe climática también habría modificado modifica el curso del Nilo, por otra parte, además de frío extremos en Europa, sequía en Asia y África, América se habría visto afectada por graves inundaciones, registradas en el Caribe. Este fenómeno climático catastróficos que habría afectado al planeta en los primeros decenios del siglo XVII esta siendo investigado por novedosas disciplinas como la glaciología, (estudia la variaciones de los glaciales), palinología (el polen), estudios sobre la corteza de los árboles sea, los que estudian los glaciares y los que estudian el polen y otras técnicas científicas que trabajan con los climatólogos, que si bien estas investigaciones tienen su tiempo, ahora están en condiciones de afirmar que en el siglo XVII se dieron algunos fenómenos climáticos anormales. El estudio sobre las manchas solares estarían demostrando que sol calentó menos, porque las manchas de sol fueron menos visibles y concretamente el sol reflectó menos calor que en los siglos anteriores y posteriores. Hay otros elementos que nuestro autor considera (que son parte de los llamados archivos humanos) que confirmaría

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las tesis de los climatólogos actuales, William Harvey, el reconocido astrónomo del siglo XVII, afirma que sus informantes se quejan que la aurora boreal en el polo norte no ha sido vista por cerca de cincuenta años. Por otra parte, esta investigación estaría probando que el círculo de fuego del Pacífico, en este período fue inusualmente activo. Entonces, la atmósfera estuvo cubierta por partículas densas causadas por de múltiples erupciones volcánicas, que coadyuvaron a dificultar llegada de los rayos del sol. También Parker nos señala otro fenómeno climático catastrófico del período: la corriente del Niño que fue más frecuente, esta corriente, que los climatólogos conocen hace relativamente poco, parecería que en el XVII fue demasiado frecuente, lo cual explicaría las devastadoras inundaciones y sequías de Asia, África y América.

Estos fenómenos que explicarían los archivos científicos estarían en concordancia con lo que dicen los archivos humanos. Ahora bien, la explicación no se queda aquí, como quizás se quedó en las publicaciones anteriores. Para Parker la crisis se multiplica cuando en estos contextos de sequía, pérdidas de cosecha en primavera o verano, los estados o las clases dirigentes quieren llevar adelante novedades. El caso que da es nuevamente la monarquía inglesa, la revolución se inicia, después de un fenómeno climático absolutamente desafortunado. Escocia pierde durante ese período dos cosechas y Carlos I se le ocurre en este momento hacer justamente un cambio religioso cuando moralistas y pastores están planteando que este cambio climático solamente es explicado por la decadencia moral: por la presencia de la sodomía, delito que se le acusaba a Jacobo I. Entonces, frente a estas catástrofes inexplicables, nevaba en primavera, con destrucciones absolutamente de cosechas, fenómenos que no hay memoria de los contemporáneos, que no hay registros, las poblaciones sufren de profundas ansiedades frente a fenómenos inexplicables. Si en este contexto el estado quiere introducir cambios, novedades (como novedades en materia religiosa), evidentemente se conduce más fácilmente al estallido de la conflictividad social, que, por otra parte, profundiza los resultados de la crisis climática. Entonces, Parker plantea que el caso inglés que lo considera equiparable al caso Chino. El ingreso de la dinastía de orientación Manchú dentro de un contexto de sequías terribles en la década del 20 produjo este desastre demográfico de dimensiones catastróficas. Un caso similar es el caso polaco que es la invasión de Gustavo Adolfo dentro de este contexto potenció el desastre climático. Entonces vuelve a reiterar, las historiografías del siglo XX no consideraron los fenómenos climáticos, las explicaciones solamente eran sociales, económicas y políticas. Parker dice que hay que recuperar el fenómeno climático teniendo en cuenta que éste no explica todo. Sien embargo, si se produce una sinergia entre clima, política y religión se puede llegar a comprender con mayor certeza qué pasó en estos años del siglo XVII.

La última reflexión de Parker a mí me resultó muy interesante, él dice este enfoque (el que tienen en cuenta la pequeña edad glacial) tuvo una importante publicación que lideró el historiador francés Le Roy Ladourie. En su último trabajo en un texto con colaboración de climatólogos e historiadores en el cual se desarrolló las implicancias de la pequeña edad de hielo en el XVII, Parker dice que este texto

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pasó desapercibido. Las razones para Parker son un misterio, quizás se atreve a suponer porque fue escrito en francés y la historiografía norteamericana, que en este momento es la líder, la que más mueve el mercado editorial, puede llegar a leer un artículo de treinta páginas pero no llega a leer un libro de cuatrocientas páginas. Parker nos ofrece otra explicación, considera que lo que ha sucedido es que estamos viviendo, como en el siglo XVII, también un desastre climático muy importante. De hecho estas investigaciones sobre la historia del clima que lleva adelante la comunidad científica se relaciona con las preocupaciones actuales. Los climatólogos estudian el siglo XVII para ver las vinculaciones con el calentamiento global actual. Todos estos recursos económicos que financian todas estas investigaciones, que implican insumos costosísimas, para investigar los hielos, los árboles, se dirigen no para reconstruir la historia sino para dar pistas sobre el presente. Parker, considera que la historiografía actual no quiere estudiar la pequeña edad glacial porque no quiere considerar qué es los que está pasando ahora, lo que está operando es una fuerte negación para aceptar que estamos pasando por una situación climática tan catastrófica como la del siglo XVII.

Desgrabado por Miguel Mejía Robledo

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