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Tereera parte Lo que deber(a ser nuestro servicio forestal Orografía de nuestro territorio. Las ventajas que ha reportado el pequeño desenvolvi- miento que ha tenido el servicio forestal, alientan á darle ma- yores proporciones; pero para formar concepto de cuáles de- ban éstas ser, es preciso tener en cuenta varias circunstancias, entre las cuales sobresalen las condiciones especiales de nues- tro territorio, de las que, por lo tanto, vamos á ocuparnos en primer térmíno, porque ponen de manifiesto de un modo elo- cuente la necesidad de acometer seriamente el problema de la repoblación forestal y encierran la explicación de que una grandísima parte de nuestro territorio esté hoy poco menos que absolutamente improductiva. Punto capital de este estudio es el de la orografía de nues- tro territorio, pues sabido es que cuanto más quebrado es un suelo, menos se presta á los primores de la Agricultura, y por él, por io tanto, convendrá empezar. Después de las grandes altitudes de los Alpes, nin^una alcanza en Europa la de nuestro Pico Mulhacén (3.481 m.), del sistema penibético, ni la del Pico de Aneto (3.404 m.), en la divisoria de Francia y España, del sistema de los Pirineos,

Tereera parte - mapa.gob.es · Orografía de nuestro territorio. Las ventajas que ha reportado el pequeño desenvolvi-miento que ha tenido el servicio forestal, alientan á darle

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Tereera parte

Lo que deber(a ser nuestro servicio forestal

Orografía de nuestro territorio.

Las ventajas que ha reportado el pequeño desenvolvi-

miento que ha tenido el servicio forestal, alientan á darle ma-

yores proporciones; pero para formar concepto de cuáles de-

ban éstas ser, es preciso tener en cuenta varias circunstancias,

entre las cuales sobresalen las condiciones especiales de nues-

tro territorio, de las que, por lo tanto, vamos á ocuparnos en

primer térmíno, porque ponen de manifiesto de un modo elo-

cuente la necesidad de acometer seriamente el problema de la

repoblación forestal y encierran la explicación de que una

grandísima parte de nuestro territorio esté hoy poco menos

que absolutamente improductiva.

Punto capital de este estudio es el de la orografía de nues-

tro territorio, pues sabido es que cuanto más quebrado es un

suelo, menos se presta á los primores de la Agricultura, y por

él, por io tanto, convendrá empezar.

Después de las grandes altitudes de los Alpes, nin^unaalcanza en Europa la de nuestro Pico Mulhacén (3.481 m.),del sistema penibético, ni la del Pico de Aneto (3.404 m.), enla divisoria de Francia y España, del sistema de los Pirineos,

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cuya prolongación por el Noroeste y dentro ya del territorioexclrisivamente español, tiene altitudes tan elevadas como lasde Peña de Cerrado (2.G78 m.), de las montañas vasco-cantá-bricas, y del Pico Espiguete (2.453 m.), de las galaicó-astú-ricas.

Refiriéndonos á la Península Ibérica, porque, en realidad,

no es posible separar en este estudio á España de Portugal,

hay que decir, ante todo, que, además del Etna, sólo los Cár-

patos, los Balkanes y los Apeninos superan en altitud á nues-

tra Plaza del Moro Alrnanzor (2.G50 m.), del sistema central,

y Moncayo (2.315 m.), del sistema ibérico.

Nuestras altitudes, ya muy inferiores á aquéllas, meseta^

de Gorocho de Rocigalgo (1.448 m.), del sistema los de mon-

tes de Toledo, y Estrella, (1.299 m.), del sistema bético, son

comparables á la mayor de la Selva Negra de A[emanía

(1.494 m.) y á la mayor del país de Gales (1.088 m.) y á la

mayor de Irlanda (1.04G m.) y muy superíores á la mayor de

Finlandia (715 m.) y á la mayor de Polonia (G0^ m.).

Sí ahora se tiene en cuenta que Ios Alpes no son una cor-

dillera de una nación determinada, sino la de las naciones de

la Europa Cc:ntral, entre las cuales reparten su escabrosidad

á cambio de constituir el gran depósito de sus aguas y el ori-

gen de sus caudalosos ríos, y que el Etna, los Cárpatos, los

Balkanes y los Apeninos no están próximos, sino, por el con-

trario, muy separados, seguramente que estos datos inclina-

rán á creer que nuestro territorio es muy quebrado; pero no

bastan para formar concepto de nuestra escabrosidad.

EI dato de la mayor altitud, que es á veces muy expresi-

vo, otras poco ó nada significa. Si se dice, por ejemplo, que

la mayor altitud de Holanda es de 210 rnetros y la mayor de

Dir7amarca de 180, seguramente que estos datos bastarán

para convenir en que ni una ni otra nación pueden tener un

territorto escabroso; pero si se recuerda que la mayor altitud

-3$3-

del Ural dei Centro es de 1.G53 metros y la mayor del Ural

del Sur de 1.353, nada se dice que dé idea del relieve del te-

rritorio ruso.

Algo más elocuente que este dato es el de 1a altitud media

de una nación; es decir, la que tendría si todos sus puntos

estuviesen al mismo nivel, en cuya estadística España figura

en segundo lugar entre las naciones de Europa, inmediata-

mente después de Suiza; pero tampoco basta, porque puede

una nación tener un nivel medio elevado, y sin embargo, por

estar todos sus puntos próximos á él, no presentar laderas

escarpadas y pendientes abruptas, faltas síempre de la nece-

sar•ia tierra vegetal, compañeras en gran parte de su extensión

de la roca viva, y enemigas, por tanto, del cultivo agrario.

Para formar exacto concepto de nuestra escabrosidad hay

que fijarse, no sólo en los datos apuntados, sino también en

gran nrímero de cordilleras que tenemos, con relación á nues-

tra superficie. Rusia, por ejernplo, que mide una extensión

superficial más de cien veces superior á la nuestra, tiene cor-

dilleras que ni por su número ni por su elevación pueden com-

pararse á las nuestras; y Francia, que por las vertientes de

los Alpes puEde considerarse más escabrosa que nuestro

territorio y por la áe los Pirineos tan escabrosa como él, no

tiene después de ellas rnás que un sistema orográfico, el de

Jura, Vosgos y Cevennes, con altitudes que no llegan á 1.900

metros.

Nosotros tenemos seis sistemas orográficos, y los seis de

importancia, dc tal modo, que no queda en realidad sitio en

nuestro territorio para los valles extensos; porque rnuy cerca

de a11í donde t^rmina la v<:rtient^ meridionai de una montaña,

ha de cmpezar la septentrional de la siguiente, y por tal causa,

puntos que están muy próxirnos sobre la carta geográfica, han

de presentar diferencias grandísirnas de nivel, originando aque-

Ilas laderas escarpadas y pendientes abruptas quc se han cali-

- 384 -

ficado de enemigas del cultivo agrario. Por esto nuestro Pico

de Mulhacén está tan inmediato á la costa mediterránea, que

en los mapas en relieve de la Península Ibérica, el sistema

penibético parece una inmensa muralla levantada en el Medio-

día de España, que hunde sus cimientos en el mar y corona sus

cumbres con las nieves perpetuas; por esto los Picos de Euro-

pa están muy cerca de la costa cantábrica; por esto en la sierra

de Gredos se originan frecuentes desprendimientos de tierras

y de rocas, que durante las tempestades esparcen el terror

por aquellas aldeas, y en la cuenca del 'I'iétar, de reducida

extensión, se encuentra la zona climatológica ártica y la cáli-

da templada, el liquen de los neveros y la morera del gusano

de seda; por esto el valle de las Satuecas es tan estrecho y

tan profundo, que apenas recibe en el rigor del invierno las

caricias del sol, y es fama que durante la invasión francesa

pasó inadvertido al enemigo, ihasta tal punto está oculto entre

próximas y elevadas montañas!; por esto, sin salir de las calles

de Madrid, encontramos diferencias de nivel de 144 metros,

á pesar de que estamos sobre la meseta central, que es otra

causa de la pobreza de nuestro suelo, porque levanta una parte

considerable del territorio, apartándola del ambiente tranquilo

y productor de nivel del mar, para rodearla de las inclemencias

y rudezas de las alturas de la atmósfera; y por esto, en fin,

puede decirse que nuestra orograffa basta por sí sola, bien

estudiada, para convencer al más iluso de que esta tierra no

es, no puede ser, como algunos creen, el soñado jardín de las

Hespérides.

Constitución de nuestro suelo.

Pasemos del estudio de la configuración de nuestro sueloal de sus condiciones de fertilidad por los elementos que loconstituyen.

A fin de reducir todo lo posible esta parte de la Memoria,

-- 385 -

se citarán sólo dos afirmaciones de un competente geálogo

español, que por deberes de profesión y por sus propias incli-

naciones consagróse á estudiar las condiciones de fertilidad

de nuestro suelo.

Dice así, antes del estudio de las rocas:

«En grandes extensiones del territorio, la constitución

geológica es contraria á la producción...^

Después del estudio de las rocas, dice:«En resumen, el gran adelanto hecho recientemente en el

conocimiento geológico de España, nos suministra datos su-

ficientes para sospechar que la composición petrológica acusa

una gran parte del territorio estéril ó poco productiva. ^

A estas afirmaciones cabe aún añadir una consideraciór,,

y es la de recordar la extensión de nuestras estepas, esas

porciones del territorio patrio que, allí donde no pueden re-

cibir el benefício del ríego, rechazan en absoluto el cultivo

agrario, no adrnitiendo más que el de pastos, ó á lo más, el

del Pinus halepensis. Nuestras estepas miden 3.500.000 hec-

táreas, y si se hace constar que, según opinidn de la ,Junta

Consultiva Agronómica, las condiciones especiales de nuestro

territorio sólo permiten que dediquemos al regadío 2.500.OOf^

hectáreas, y según las de los más optimistas, no hemos de

llegar á dedicar á él ni siquiera 4.000.000, y si se tiene en

cuenta que las estepas ocupan terreno llano ó entrellano, habrá

que deducir que una parte iirrportante del territorio, que, por

su orograffa podría dedicarse al cultivo agrario, no puede con-

sagrarse á él, y si se recuerda, por último, que en Europa,

además de España, sólo tienen estepas Hungrfa y Rusia,

habrá que convenir en que desde el punto de vista de este

estudio. estatnos también en condiciones de inferioridad con

relación á las naciones de Europa en general.

25

Características de nuestro clima.

Nuestro suelo, por consiguiente, ni por su configuración,

ni por su naturaleza, puede calificarse de rico. zEstará acaso

nuestra riqueza en el ambiente? Es decir, ^tendrerr,os tan

perfectamente equilibrados en nuestra atmósfera el calor y la

humedad, y dispandremos del beneficio de una lluvia tan suave

y regular, que podamos considerarnos gozando de un clima

t^rivilegiado?

Es preciso advertir, ant^ todo, que para que fuese cierta

;^uestra imaginada riqueza, tendría que apoyarse en los dos

grandes factores de la producción, que son el suelo y el clima,

y que basta, en realidad, haber probado la pobreza del pri-

mero para que quede deshecha la leyenda, acaso tan hermosa

y tan poética, por lo mismo que está tan apartada de la pro-

saica realidad. Pero es que tampoco fijándonos en el clima,

tampoco dejando la tierra para mirar al cielo encorrtramos

por parte alguna el soñado privilegio de nuestra riqueza.

Desde luego se comprende que siendo el calor función de

la altitud y siendo tan quebrado nuestro suelo, ha de presen-

tar el territorio nacional climas muy diversos, así como que

las corrientes de aire que de un sitio á otro se establezcan,

han de originar cambios bruscos de temperatura. Los datos

que más interesan para este estudio son las isóteras é isoqui-

menas, ó sea de las temperaturas rnedias en verano y en in-

vierno, y los que hoy se tienen acusan, en la rnayor parte del

territorio, diferencias grandísimas de temperatura, diferencias

que son enemigas del agricultor, porque las temperaturas muy

bajas excluyen el cultivo de las plantas más preciadas, y las

muy altas son también contrarias á la vegetación, porque la

agostan prematuramente. He ahí algunos datos, en confirma-

ción de este aserto, relativos á un año determinado.

- 387 -

No se refieren estos datos á las temperaturas máximas y

minimas registradas en cada observatorio, sino á la media

mensual de las máximas y de las mínimas, con lo que se

acorta ^la distancia entre aquellos puntos extremos, y no se

han tomado tampoco las temperaturas mínimas por irradia-

ción, sino las temperaturas medias del aire, que acortan tam-

bién aquella distancia. A pesar de esto, véanse algunos datos:

LOCALIDAI)

Medi^ n^^ensual^Mectia mensual^de las ^ de las Diferencie.

máximas. mínimas.- ^ _ -

Grados. , Gra^los. ^ Gr^dos.

- --- - -_ _ - I - - --- ^ ----- ---

Teruel . . . . . . . . .

Huesca . . . . . . . . . . . . . . . .

5oria .......................

Valladolid .. . . . . . . . . . . . . . . .

Bur^os ............... ......

I

44,7 ^ -11

49 ^ - 7

5( - 7

53,3 j - G,i

53 I -10

55,7

5ti

:>^

59,4

63

I.a misma desigualdad que se advierte en la distribución

del calor se observa en la de la humedad sobre nuestro terri-

torio. La meseta central es uno de los países más secos del

Globo, después de los desiertos de Asia y África, y en cam-

bio, en Santiago de Galicia y sus alrededores, la humedad at-

mosférica es extraordinaria, para no citar más que puntos ex-

tremos de esta desigualdad.

Casi siempre que se habla de este particular, se cita, en

general, como único dato, la altura de la capa anual de agua

caída, para deducir que en la mayor parte del territorio es in-

suficiente para una buena producción. Importante es este

dato, pero no basta para formar concepto de la especialidad

de nuestro clima, porque no está el mal precisamente en la

mayor ó menor cantidad de agua que recibimos, sino en la

- 38t3 --

desigualdad con que la recibimos y respecto á este punto no

hay necesidad de invocar cifras, como no se necesjta acudir

al termómetro para probar la baja temperatura de las cumbres

coronadas de nieve, ni al higrómetro para demostrar la hume-

dad del ambiente en los días de niebla, en que se toca y se

ve; no hay necesidad de invocar cifras, porque bien sabido

es que casi todos los años padecemos prolongadas sequías, y

sufrimos en muchos sitios, después de ellas, Iluvias torrencia-

les é inundaciones que nos ofrecen el agua deseadísima, no

ya prodigando beneficios por el campo, sino esparciendo á

su paso la destrucción y la muerte.

Creciente valor de los productos forestales.

EI calor constante y el grado conueniente de humedad,

constante también, que son las características de los climas

más fértiles, están, pues, negadas al nuestro, y es lo cierto

que ni en él, ni en nuestro suelo, encontramos por parte algu-

na la justificación de la hermosa leyenda de nuestra riqueza

natural, si bien hay que abrir el pecho á la esperanza en vista

del aumento constante de demanda de los productos foresta-

les y de ias nuevas aplicaciones que de día en día van tenien-

do. Hace unos cuarenta años, por ejemplo, en las dehesas

aicornocafes de Andalucía, no se vendía el corcho, que se con-

sideraba como un producto que no merecía ser valorado y

nada, por lo tanto, producía. En estas mismas dehesas se ven-

dieron, hace veinticinco años, unos 100.000 quintales métri-

cos de corcho á un precio medio de 4 pesetas, y hace cinco

años, se vendieron 200.000 quintales métricos á un precio de

17 pesetas; es decir, que un producto que hace cuarenta años

nada valía, hace veinticinco se vendió por 400.000 pesetas y

hace unos cinco años, por 3.400.000. Análogo desarrollo y

acaso en proporción todavfa mayor y desde lue^o en un espa-

- 389 -

cio de tiempo mucho más reducido, ha alcanzado el aprove-

chamíento de productos resinosos, ayer pobre y obscuro y hoy

poderoso y brillante, que cuenta ya por millones los árboles

que explota y que produce colofonias y aguarrás, que compí-

ten con ventaja con los productos similares de Francia y Amé-

rica y que se venden no sólo en toda Europa, sino también en

la América central y meridional, y en parte de Africa y Aus-

tralia. Y los frutos, las cortezas, las hojas, las plantas aromáti-

cas, todos los productos forestales, en fin, parecen llamados

tener de día en día más valor y más aplicaciones.

Hay, pues, que tener confianza en que esta extensísima

zona de nuestro territorio que es impropia del cultivo agrario

permanente, encierra una riqueza muchp más grande de lo

á que á primera vista pudiera suponerse.

Variiedad de nuestro territorio.

Lo expuesto explica que la nota característica de nues-

tro territorio sea la variedad, y si es verdad que cuenta con

reducidas porciones del fondo de sus valles, que gozan de

notoria fecundidad, no lo es menos que la mayor parte de su

extensión es pobre; no lo es menos que si este pueblo ha

de ser agricultor, también ha de ser el pueblo de los montes

y de los prados, si no quiere serlo de los eriales y de los

yermos.

Fácil es comprobar que la nota característica del territorio

español es y será siempre la variedad, y por esto, por ejem-

plo, sin salir de la provincia de Madrid, mientras muchos años

nieva durante el mes de Mayo en la sierra de Lozoya, de

paupérrima agricultura, sofoca el calor á los que trabajan en

la fertilísirna vega de Aranjuez. Por doquier la variedad mués-

trase en España enseñoreada del patrio su^lo: junto a1 valle

templado, la montaña, cuya cima aparece coronada de nieve;

- 390 -

cerca del llano fecundo, la vertiente que presenta al descu-

bierto la roca; salpicadas entre feraces tierras, las ocho gran-

des estepas que describió Villkomm, y eontrastando con las

hermosas huertas de Murcia y Valencia, las ^ú^ncas en que

se forman las inundaciones que las sumen en la miseria.

Tales son las condiciones especialísimas de nuestro terri-

torio, y por virtud dc ellas y de la destrucción de nuestros

rnontes, tiene lógica explicación el estado actual del cultivo y

producción de nuestro suelo, sobre el cual convendrá hacer

ligeras consideraciones.

De los cincuenta millones de hectáreas que, en números

redondos, constituyen el patrimonio nacional, sólo tenemos

dedicados al cultivo agrario, según los cálculos más favora-

bles, veintiún millones y m^dio, es decir, que sólo un 43 por

100 de nuestro territorio está destinado á la explotación inten-

siva, á la explotación agraria, que, á despecho de todos los

peligros que la cercan, es la más remuneradora, la que nece-

sita mayor número de brazos, y da, por tanto, mayor número

de jornales, y la que llena de caseríos el campo, esparciendo

por él la vida y la riqueza, arrancadas á costa de un frabajo

activo al seno de la tierra.

He ahí algunos datos de otras naciones de Europa sobre

el particular, para que puedan establecerse comparaciones:

Dinamarca tiene al 67,5 por 100 de su territorio labrado.

Italia, el G2,7 por 100 ídem íd.

Bélgica, el 53,5 por 100 ídern id.

Francia, el 53,3 por l00 ídem íd.

Acaso alguien piense que es culpa nuestra tener tan corta

extensión de terreno cultivado y que llevando el arado desde

el fondo de los valles hasta las cumbres de los más altos pica-

chos, conatituiríamos una nación próspera y brillante. Por

desgracia, no es así, pues el cultivo agrario tiene su zona pro-

pia bien determinada, porque encuentra una barrera infran-

- 391 --

queable en la roca viva, en los terrenos cubiertos de una dei-

gadísima capa de tierra vegetal, en los situados en las abrup-

tas vertientes y dispuestos, por tanto, á los corrimientos y á

los arrastres, y en los que escalan las más elevadas alturas,

en las que las nieves pe.rpetuas señalan límites naturales á la

vegetación.

Se^,3uramente no podremos pasar, por mucho que en este

punto progresemos y por grandes que sean los aciertos del

cultivo agrario, de tener labrada más de la mitad del territorio;

quedando, por lo tanto, 25 millones de hectáreas que no admi-

ten otro cultivo que el forestal.

Teniendo en cuenta que una gran parte, acaso una mitad,

de la extensián de nuestros montes públicos está rasa, y la

extensión de los montes particulares, sobre la que no hay da-

tos concretos, si bien los que tenemos son suficientes para

hacer un cálculo aproximado, puede afirmarse que la exten-

sión total del territorio español bíen póblada de monte, es de

unos 5 millones de hectáreas.

Deduciendo pues, de los 50 millones de hectáreas; 30 mi-

llones, ó sea 25 como susceptibles del cultivo agrario, y 5 que

se considera que están hoy bien pobladas de monte, quedan

20 millones, de los cuales, por mucho que se descuente para

cascos de poblaciones, ríos, vías públicas, etc., siempre resul-

tará que quedan unos 15 ó 1G millones del territorio nacional,

es decir, más de la cuarta parte de ^1, que hoy es improducti-

va ó sólo sustenta misérrimos pastizales, y que no puede ad-

mitir otro cultivo que el de montes.

Es preciso convencerse de que la prosperidad de los pue-

blos no consiste en soñar con grandezas imposibles, sino en

estudiar atentamente las condiciones especiales del territorio,

para procurar obtener de ellas el mayor aprovechamiento, y

hay que reconocer que en países tan quebrados como el nues-

tro es absolutamente indispensable, desde el punto de vista

-- 3^J2 -

económico y social, dedicar una gran parte del territorio al

cultivo de los montes.

, La comparación con otras naciones de Europa confirma

también esta apreciación. Desde el punto de vista de nuestra

escabrosidad, España no admite comparación más que con

tres naciones de Europa, es á saber: Suiza, Suecia y Norue-

ga; la primera, más escabrosa que nuestro territorio, y las

otras dos, menos quebradas que él, pero en cambio perjudica-

das por su posición extremadamente septentrional, y sabido

es que ninguna de ella ha fiado exclusivamente á la Agricul-

tura su riqueza. La peninsula escandinava ha inundado de

maderas el mercado de Europa, y Suiza, como Dinamarca y

como Nolanda, ha Ilevado los productos derivados de sus

aprovechamientos de pastos á todos los almacenes de víveres

del viejo continente, ha esparcido por él, después de í^acerlo

famoso en el mundo entero, su valiosísimo ganado vacuno; y

no contenta con la riqueza que esta exportación supone, ha

sabido también sacar partido de su escabrosidad, atrayendo al

viajero con los hermosos paisajes de sus montañas, ricamen-

te vestidas de prados y de montes.

Necesidad de aumentar el presupuesto forestat.

Es, pues, preciso acometer seríamente en España el pro-

blema de la repoblación farestal, convenciéndonos de que este

pueblo ha de ser agricultor, pero tacnbién ha de ser e( pueblo

de los montes y de los prados, si no quiere serlo de los eriales

y de (os yermos. Para realízar este problema, ser preguntará

acaso cuáles son las ideas nuevas que hay que introducir en

nuestra legislación y las reformas transcendenta(es que hay

que Ilevar á ella, y respecto á este punto, salvo las modifica-

ciones complementarias que la experiencia va aconsejando en

toda legislación, por bien cimentada que esté, puede afirmar-

-393-

se que nada hay que hacer, pues se ha llegado ya en legisla-

ción forestal adonde cabe llegar, y el mal no estríba en la falta

de disposiciones ó en su desacierto, sino en la enorme de^-

proporción que media entre lo legislado y los medios de que

se dispone para cumplirlo; siendo, por lotanto, indispensabie

para acometer seriamente el problema forestal, decidirse á

aumentar su presupuesto.

De dos modos conviene estudiarlo para probar esta afir-

mación: comparándolo con el de las naciones que atienden

bien sus montes, y estimándolo en relación con el de los de-

más servicios del Estado español.

Prusia no gasta tanto por hectárea en sus montes como

Sajonia y Baviera, pero sí más, bastante más, que Austria,

Francia y los demás países; de modo que parece buen térmi-

no de comparación. Allí los bosques son sagrados, en virtud

de tradiciones religiosas; el área de sus montes públicós pasa

poco de la mitad de los nuestros, y en ellos hay mucho que con-

servar y poco que repoblar, ó sea todo lo contrario de lo que

ocurre en España. Estaría justificado, con tales antecedentes,

que nuestro presupuesto forestal fuera mucho más crecido

que el suyo, y, sin embargo, el que actualmente ríge en Es-

paña no Ilega á 5 millones de pesetas, y el que está en vigor

en aquel Reino pasa de 8G millones y medio. Esta es la expli-

cación de que Prusia tenga bosques que parecen jardines,

cruzados de buen número de caminos, poblados de casas fo-

restales y cuyo rendimiento supera con creces lo que en ellos

se gasta. Es el dinero un elemento indispensable en esta cla-

se de empresas, y si fuera torpe temeridad confiar en que el

talento y el ingenio de un arquitecto, por grandes que fuesen,

consiguieran construir suntuosos palacios con mezquinos re-

cursos, también lo sería pensar que un Cuerpo facultativo pue-

da con un presupuesto rnínimo cubrir de bosques millones y

míllones de hectáreas.

- 394 -

Ya que establecemos esta comparación, no podemos me-

nos de decir que las estadístieas acusan que, cuanto más se

^asta en este servicio, mayores rendimientos se obtienen,

como es lógico tratándose de cantidades empleadas en avivar

los naturales elementos de riqueza. A este propósito vamos á

reproducir un cuadro que se formó el año 1^4, en que se de-

fendía ya la necesidad de aumentar el presupuesto, para pro-

bar con la elocuencia dé los números, que el gasto de este ser-

vicio guarda una proporcionada relación con la producción

de los terrenos en que se desenvuelve.

Estado comparativo entre 1a producción forestaly los gastos de jornal y material.

GASTOS POR HECTÁREA

NACIONES Personal. Material.

ĴajOn1a .. ............ ..

BaViera ........... .. ......

Prusia ... ... .... .... .. .

Austria ...... ..............

Francia ............... .....

España ..... ....... .......

Pe.setas.

l^6,56

5,80

5

2,05

0,32

PeseJas.

17,88

12,50

10,80

G,25

2,12

0, 28

Prodnccicinpor

hectárea.

PeseJas.

64,^^

48,75

30

26,25

10

2

Pasemos á la comparación, dentro de nuestro propio pre-

supuesto. Los créditos de1 servicio de Montes y Pesca han

aumentado en los últimos años, porque la verdad, aunque con

dificultad, va abriéndose paso; pero aun así, no llega á la oc-

tava parte de lo consignado exclusivamente para e! servicio

de Carreteras, estableciéndose la comparación con una parti-

da que no tiene nada de exc^siva para las atenciones que ha

- 395 -

de satisfacer, y si no se hace con cr^ditos parciales, sino con

el presupuesto total de los servicios de alguna importancia, se

ve que el de montes está en condiciones de injustificada in-

ferioridad, si se tiene en cuenta la alta misión que debería

cumplir .

Es, pues, preciso, antes de pasar definitivamente al es-

tudio de lo que debería ser el servicio forestal, sentar la afir-

mación de que con los recursos de que hoy dispone se pue-

den ordenar algunos bosques, corregir algunos torrentes y

repoblar algunos rasos, con el obligado aditamento de ir de-

fendiendo todo lo posible la propiedad pública, construyendo

caminos y casas forestales, poblando de peces nuestras aguas

fluviales y demás trabajos complementarios; pero que es ab-

solutamente imposible llevar á cabo la colonización forestal

de los yermos de España.

Aumentos más necesari'os.

Hechas estas necesarias aclaraciones, pasernos ya á dar

una ligera idea de los aumentos que debería tener el presu-

puesto forestal.

En realidad, el problema exigiría que se procurase la repo-

blación de todos los terrenos yermos que tíene el territorio

español; pero la prudencia aconseja que respecto á los mon-

tes de propiedad particular, se limite por ahora la Administra-

ción á estimular las iniciativas privadas, facilitando plantas

para la repoblación, concediendo prcmios y activando la pro-

pa;anda forestal, reservándose írnicamente la acción directa

sobre los montes públicos, cuya superficie despoblada es su-

ficientemente grande para exigir una intensa lahor.

Limitaremos, pues, la propuesta al servicio oficial de los

montes públícos, puntualizando cifras tanto respecto á la ex-

tensián que hayan de abarcar los trabajos, como á su coste,

- 39G -

para poder deducir luego las ventajas que en el orden econó-

mico reportarfan estas mejoras. Empezaremos por el servicio

de Ordenaciones y el de Repoblaciones, que son los que me-

recen preferencia en la empresa de restauración forestal.

La superficie forestal pública está distribuída del modo si-

guiente:Hectáreas.

Monte alto ................................ 2.059.895

Monte bajo .......... ................ ... 1.379.5.3G

Matorral y pastos ........ ..... .......... 1,590.328

Tor^L ..... ............ 5.029.759

Por desgracia, el estado de nuestros montes públicos no

sólo no permite considerarlos como una masa continua de

monte alto y bajo, sino que, por el contrario, es tal el numero

de claros y calveros que tienen, que sería fundar estos cálcu-

los sobre una base absolutamente falta de realidad, si se

considerase que las dos primeras partidas del estado anterior

no exigen más que trabajos de conservación. Lejos de ser así,

es preciso tener en cuenta que una mitad aproximadamente

debe considerarse como bien poblada, quedando el resto cons-

tituído por claros y calveros. Para los efectos, por lo tanto, de

los trabajos de repoblación y ordenación, es preciso conside-

rar descompuestas las dos primeras partidas,at^teriores del si-

guiente modo:Hectáreas.

Monte alto yue ha de ordenarse........... 1.02J.J47,50

Monte alto yue ha de repoblarse.......... 1.029.947,50

Monte bajo que ha de ordenarse... .. ... .. G89.768

Monte bajo yue ha de repoblarse......... G8J.7G8

ToTaL . . . . . . . . . . .. . . . . . 3.439 4.31

- 397 -

Claro es que tratándose de claros en montes altos, la Na-^

turaleza puede por su propia acción repoblarlos en gran par-

te por diseminación natural, siempre que se ayude su acción

por medio de acotamientos y con una custodia eficaz que ga-

rantice el natural desenvolvimiento de sus elementos de vida.

No puede, pues, considerarse como necesitada de repobla-

ción artificial toda la partida de 1.429.947 hectáreas y media,

sino que hay que considerar lógicamente que una mitad de

ella podrá ser naturalmente repoblada. En cuanto al monte

bajo, podrá, seguramente, en algunos sitios, por medio derozas

2ntre dos tierras, seguidas de rigurosos acotamientos, conse-

guirse la restauración forestal de estos terrenos; pero como

estas porciones serán seguramente limitadas y, además, exi-

gen gastos culturales, la prudencia aconseja no reducir ia

partida señalada anteriormente como de monte bajo que ne-

cesíta trabajos de repoblación. En virtud de lo expuesto,

las partidas anteriores pueden considerarse modificadas del

sistuiente modo, por io que se refiere á los trabajos de repo-

blación:Hect^íreas.

Monte alto yue ha de repoblarse natural- ^

mente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . 5]4.9i3,75

Monte alto c;ue requiere repoblación artifi-

cial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514.9? 3,75

Monte bajo que ha de repoblarse .. .. .... G7J.7G8

Matorrales con pasto cue exis^en repobla-

ción artificial ....... . . ............. 1.5^0.32f3

To^r.aL ............... .. 3.300.(W3,50

de cuya partida sólo hay que repoblar artificialmente, segúnel mismo estado índica, 2.785.4G9,75 hectáreas, y de éstas, en2.G35.OG9,75 la repoblación ha de ser sencillamente forestal, yen las otras 150.000 deberá ir acompañada de los trabajos de

- 398 -

orrección de torrentes, fijación de laderas, etc., pues se cal-

éula que estos trabajos, especialmente denominados hidroló-

gico-forestales, han de comprender una extensión de 300.000

hectáreas, de las que la mitad, aproximadamente, serán te-

rrenos de montes públicos, y la otra mitad habrá que adqui-

rirla de particulares, de modo que tendremos en resumen:

Superficie á repoblar artificialmente, 2.G35.OG9,75 hec-

táreas.

Superficie á repoblar y corregir, 300.000 hectáreas, de

las cuales hay que adquirir 150.000.

Pasando á los montes que han de ordenarse, es preciso

recordar que hay en la actualidad o^denadas 330.000 hectá-

reas y quc se ha concedido autorización para que se ordenen

otras 70.000; es decir, que de la partida de 1.029.947,50, in-

clrrída en el estado anterior como monte alto que ha de orde-

narse, hay que descontar 400.000 hectáreas, y de este modo,

y teniendo en cuenta que hasta al^ora estos trabajos se han

limitado á los montes altos, venimos en conocimiento de que

l^ extensión que debe ser sometida á esta labor forestal es la

siguiente:

Monte alto que ha de ordenarse, G29.947,50 hectáreas.

Monte bajo que ha de ordenarse, G89.7G8 hectáreas.

Es indispensable, por otra parte, símultanear estos traba-

jos con los deslindes y amojonamientos, que ya se ha dicho

anteriormente que son indíspensables para asegurar la propie-

dad pública forestal y librarla de nuevas usurpaciones. El nú-

mero total de hectáreas des(indadas, según se ha hecho cons-

tar en esta Memoria, es de 591.009 y el de las que han sufrido

ya esta operación y cuyos deslindes se encuentran actualmen-

te en tramitación, asciende á 2G1.2G8; es decir, que hay que

considerar que han recibido ya esta mejora, 852.277 hectá-

reas.

Conviene advertir, además, que esta mejora, que es abso-

- 3^ ^

lutamente indispensable en aquellos montes cuyos límites no

están bien determinados, resulta innecesaria donde los ten^an

claramente señalados por la 1\^aturaleza y no sean disputados

por los propietarios colindantes, ni haya peligro de que pue-

dan serlo en lo sucesivo.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, creemos que

el área total de ios montes públicos españoles puede limitar-

se á 3.000.000 de hectáreas, al tratar de decidir las que exigen

ser deslindadas y amojonadas.

Pasemos ya á puntualizar el costc de los trabajos técnicos

de que se acaba de hablar.

Los que hasta ahora se llevan practicados suministran

datos bastantes para poder fijar este coste, y claro es que ha

de ser muy difer^nte, se^ún que se trate de terrenos que han

de repoblarse únicamente ó de aquellos en que haya que

efectuar además la correccicín de torrentes, así carno que los

gastos de la ordenación de monte alto, como operación mucho

más complicada que es, son mucho tnayores que los de monte

bajo. De los antecedentes recagidos acerca del particular y

del estudio que se ha hecho de los promedios obtenidos, re-

sulta que pueden señalarse como términos medios de los gas-

tos de esta clase por hect^jrea, los siguientes:

Yesetas.

Trabajos de repoblacián ... .................. 100

Gastos de adyuisición de terrenos y de repobla-

ción de los mismos y corrección de sus to-

rrentes, teniendo en cuenta que sólo habrá que

adquirir 150.000 hectáreas de las 300.000 que

se presuponen ... ............ .. . ....... 400

Ordenación de monte alto ..................... 10

Idem de monte bajo . ..... ... ... ....... .. 5

Deslinde y amojonamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . t;

To•rAL .................. .. 521

- 400 -

Aplicando ahora estos precios por unidad á la superficie

señalada anteriormente, resulta que los trabajos cuya conve-

niencia se señala en esta Memoria, son los siguientes:

Pesetas.

Repoblación de 2.G35.OGJ,75 hectáreas, á 100

pesetas .... ......................... .. 2G3.506.J75

Adyuisición de terrenos, repoblación y co-

rrección de torrentes en 300.000 hectáreas,

á 400 pesetas ............. ......... .... 120.(b0,000

Ordenación de G2J.947,50 hectáreas de mon-

te,á 10 pesetas ...................... .. 6.29J.475

Idem de fi89.768 hectáreas de monte bajo, á 5

pesetas ....... ......... ......... ..... 3.448.840

Deslinde y amojonamiento de 3.000.000 de

hectáreas,á G pesetas .... .. ...... ... ]8.000.000

To7^L .. ... .... ......... 411.255.2J0

El gasto, pues, según el plan ligeramente bosquejado,

sería de 41.125.529 pesetas anuales durante diez años, gasto

ciertamente de consideración, pero tan altamente reproduc-

tivo, que resultaría en definitiva muy beneficioso á los inte-

reses públicos, según vamos á tratar de poner de manifiesto.

Con él se pondria en plena producción forestal una super-

ficie de 5.179.759 hectáreas, que resultan de sumar á la cabida

actual de nuestros montes públicos las 150.000 que se supo-

ne se adquirirían de particulares, á fin de corregir los torren-

tes, que son la causa principal de la perturbación del régi-

men de nuestros cursos de aguas.

Para puntualizar el beneficio económico que se obtendría

de nuestros montes públicos con las mejoras propuestas, será

preciso calcular el número aproximado de hectáreas que que-

daría cubierto de monte alto y de las que sustentarían mon-

- 401 -

tes bajos. De los datos expue Ĵtos y teniendo en cuenta qu^

ha de tenderse á la creación de monte alto, por ser la ex-

presión del valor máximo forestal, por más qué en algunos

sitios, para satisfacer necesidades locales, sea preciso reser-

var determinadas extensiones para monte bajo, puede calcu-

larse con bastantes probabilidades de acierto, que si el plan

trazado alcanzase cumplida realizacián, se tendrían cubiertas

de monte alto unos 4.000.000 de hectáreas aproximadamente

y que el resto sería de monte bajo.

La producción media puede señalarse en 30 pesetas anua-

les por hectárea para el monte alto y 20 para el bajo, partidas

que no pueden considerarse grandes, si se tiene en cuenta ]os

datos de esta clase asignados anteriormente á otras naciones,

tales como los de G4,8G pesetas pcr hectárea, de Sajonia; 48,75,

de Baviera, y 30, de Prusia; siendo de advertir que las expe-

riencias xilométricas hasta^ahora practicadas, permiten ase-

gurar que los crecimientos de nuestras masas leñosas son

muy superiores á los de los montes del Norte de Europa, y

hay que deducir, por lo tanto, que su producción serfa tam-

bién bastante superior. Pueden, pues, sin recelo alguno de que

se haya incurrido en exageración, ser admitidos los datos de

renta de 30 y 20 pesetas por hectárea. Con arregio á^llos, la

renta anualdenuestros montes públicos, después dehabercon-

seguido su completa restauración, puede fijarse, según cálcu-

los aproximados, en 142.795.200 pesetas, cuya renta anual, ca-

pitalizada al 4 por 100, supone una riqueza de 3.5G9.880.000

pesetas, cuya i.nportancia económica salta á la vista.

Y con ser grande, grandtsimo, el provecho económico que

se obtendría directamente de esta empresa, sería el menor de

]os beneficios que reportara; porque este aumento de riqueza

en la montaña serta aumento de riqueza en el valle, por la

fertilidad que llevarfa á sus campos; aumento de riqueza en

las aguas, porque regularizaría sus cursos, evitando los largos

26

- 402 -

estiajes y las grandes avenidas; aumento de riqueza en los

póblados, porque les libraría del azote de ]as inundaciones;

aumento de ^riqueza en la salud pública, porque sanearía el

ambiente y suavizaría ]os rigores del clima; aumento, en fin,

de riqueza en todos los órdenes de nuestra vida, porque estos

beneficios ]]egarian á todos los ámbitos de la nación.

Por su misma exquisitez y grandiosidad, no se pueden

pesar y medir estos beneficios, y si es verdad que muchas

veces se han calculado los daños materiales causados por de-

terminadas inundaciones, como los de la ocurrida en Valen-

cia en ]f3G4, cuyo importe se fijó en ]7.493.93G pesetas,

^quién es capaz de medir el beneficio que llevaría á nues-

tros campos la regularidad de nuestros cursos de agua y

la suavidad de nuestro perturbado clima? zquien puede calcu-

lar el beneficio de sanear nuestro ambiente, mejorando así

nuestras condiciones de salubridad? zquién es capaz, por ,^l-

timo, de señalar en pesetas ]as ventajas de evitar inundacio-

nes tan desastr^sas como la de Almería y Murcia, de Octu-

bre de 1879, que fué tan terrible que no es posible recordarla

sin hondo sentimiento de pesar?

Fué un grito de dolor, que por lo agudo se dejó oir en toda

Europa y encontró eco en todos los ámbitos del mundo. Cu-

biertos de fango los hermosos campos que eran gala de la

patria española, sobrenadando en cenagosas aguas los gana-

dos que completaban la riqueza del país; contándose por

centenares las víctimas humanas; arrasadas por completo

aldeas enteras, é impresionada la opinión con el relato de

episodios trágicos dignas de la pluma de Shakspeare, pare-

cia que la Providencia se había propuesto borrar aquellos

pueblos de la faz de la tierra.

La apreciación de estos beneficios, en cuya demostración

no entramos para no dar excesívas proporciones á esta Me-

moria, es de las que no pueden ser reducídas á números, ptres

- 403 -

por su sutileza y grandiosidad se resisten á ser sometidas á

las reglas del cálculo; pero por lo mismo que tanta importan-

cia revisten, no podían dejar de señalarse en este escrito.

Aumentos que requiere el servicio piscícola.

Pasemos, por ríltimo, á bosquejar los gastos que ocasio-

naría desenvolver nuestra riqueza piscícola, con arreglo á]os

procedirnientos indicados ya en el curso de esta Memoria,

ó sea, disposiciones legislativas que impidan el aniquilamien-

to de la pesca y repoblaciones piscícolas por medio de gérme-

nes embrionados, adquiridos eri piscifactortas y laboratorios

ictiogénicos, todo ello acompañado de la necesaria vigilancia

de nuestros cursos de aguas para impedir las extralimitacio-

nes de la pesca.

Desde luego puede asegurarse que esta ríqueza es sus-

ceptible en España de un grandísimo desenvolvimiento, pues

ya se han citado hechos que prueban que lo obtuvo anterior-

mente. Convendrá ahora reforzar algo este argumento, puesto

que ha de constituir una firme garantía de que el dínero em-

pleado en esta mejora ha de resultar, en definitiva, prove-

choso.

Yáñez Reguart, en su diccionario de la pesca, refiere que

á principios del siglo arx se cogían en Ribadesella, en menos

de una legua, hasta dos mil salmones en un solo día, y Cha-

vassaigues, notable piscicultor de Clermont-Ferrand, después

de haber visitado nuestras provincias del Norte, decía á un

propagandista de la piscicultura en Asturias en Enero de 18^J0:

^Toda esa región me parece admirablemente dispuesta, con

los numerosos riachuelos que se escapan de las elevadas mon-

tañas y que están en comunicación directa con el mar, para la

creación de un establecimiento de piscicultura. Tendréis la

gtoria, al crearlo, de haber aumentado la riqueza de vuestro

- 404 -

país, facílitando el repobiado de sus corrientes, en las que

pueden vivir y reproducirse las especies más bellas y va-

liosas. yOtro dato, entre los muchos que á este propósito podrían

citarse, es el que justifica 1a importancia que tenía la pesca

del salmón desde Pravia al mar en poco más de 11 kilóme-

tros, pues según consta en el archivo municipal de aquella

villa, el arbitrio correspondiente al Ayuntamiento impertó en

1780, por la pesca del salmón, 104.251 reales, y en 1?90,

283.808 reales, y hay, por último, el dato curiosísimo de que

desde el 8 de Abril al 23 de Junio de 1779, se pescaron en

aquella villa 24.7G9 salmones.'

Si nos fijamos, por otra parte, en el desenvolvimiento que

esta riqueza, después de haber sido también poco menos que

aniquilada, ha adquirido en otros pafses, con las consiguientes

derivaciones industriales á que se ha hecho referencia ante-

riormente, también se adquiere el convencimiento de que es

-de suma conveniencia acometer el problema de la repoblación

de nuestros cursos de agua.

No hay industria en toda la costa del Pacífico, si se excep-

túa la de lo^ nitratos de sosa de Chile, de mayor importancia

que la de la pesca y conserva del salmón, y en la del Noroes- .

te de los Estados Unidos y del Canadá produce la importante

su Ĵna de GO á 90 millones de pesetas anuales. En diez años ha

duplicado ]a industria; en veinte, cuadruplicado; hoy se pre-

paran más de cuatro millones y medio de cajas de latas y se

pretende llegar en veinte años á 8 millones, que al precio de

25 pesetas suponen una partida de 100 millones de pesetas.

Cuando se recuerda, por último, que en 1893, Mr. Smith,Director general de las pesquerras americanas, recordaba áLord C^rey, que lo era de las del Canadá, que veinticinco añosantes era desconocido el salmón que hoy puebla los ríos des-de Méjico hasta Alaska; que cada mil alevines costaban 4 che-

- 405 -

lines y pescados al segundo, tercero y cuarto años, con peso

de 2.000 libras, valian 20 libras esterlinas, produciendo en

tres años los 4 chelines 400, ó sea más del 3.000 por 100 al

año, hay que abrir el pecho á Ia esperanza respecto al gran

desenvolvimiento que en España podría tener esta riqueza.

Otra de las ventajas dei aumento de esta riqueza, sería

despertar entre nosotros el sport de la pesca fluvial en for-

ma completamente distinta á como se practica en España ac-

tualmente.

En las islas Británicas, este sport reviste grandísima im-

portancia, y en ellas, merced á las dísposiciones enérgicas

adoptadas, se ha conservado la pesca; pudiendo, por lo tanto,

continuar sin decaer esa afición. Para dar idea del rigor con

que allí se castigaban estas extralimitaciones y de Ia atención

que merecieron á los Poderes públicos, recordaremos que uno

de los primeros Parlamentos de Jacobo I, en 1424, castigaba

la primera infracción en tiempo de veda con 45 chelines de

multa, y la tercera, con la pena de perder su vida ó comprar-

Za, si bie7 no determina la forma en que debía valorar^e, y que

Roberto Peel decía que no recordaba una sesión del Parla-

mento en que no se presentase una proposición referente á

estas cuestiones.

Estas causas han surtido el provechoso efecto de asegurar

la riqueza piscícola, realzando un sport que es propio allf de

gente acaudalada, y que no resulta exento de peligros, pues

cuando el salmón queda enganchado, se entabla una verda-

dera lucha, en la que no siempre el pescador lleva la mejor

parte.

Para probar la i nportancia qu^ adquiere este sport, y las

ventajas económicas que puede reportar, vamos á citar algu-

nas cifras de arriendo de determinados trozos de río para la

pesca.

Las pesqueras de salmón en Escocia producían hace unos

- 40(i -

treinta años 10 millones de pesetas, 9 las de Irlanda y 3 las

de inglaterra, además de medio millón que importaban las

licencias de pesca, no siendo mucho aventurar que hoy osci-

larán estos ingresos alrededar de 30 millones de pesetas.

^ Páganse extraordinarias sumas por el alquiler de una zona

de estos bulliciosos ríos salmoneros, y para muchos propieta-

rios constituyen la parte más sana y segura de su renta anual

los torbellinos y torrentes que atraviesan sus propiedades y

alquilan durante períodos det^rminados por entero, ó reser-

vándose el derecho de pescar en ciertos días ó cuando les

venga en gana; habiendo en Londres agentes encargados de

la celebración de esta clase de contratos, á los cuales se debe

el conocimiento de su importancia.

EI rfo Dee, que es uno de los mejores para el salmón,

tiene una sección, llamada Glentana, que mide unos seis kiló-

metros de extensión, y por el derecho de pescar en ella du-

rante dos meses se han pagado algunos años 1.100 libras es-

terlinas.En el Tweed, el Makestoun, de tres kilómetros, fué arren-

dado por un mes en 200 libras esterlinas.

Las aguas de Lower Hoods fueron contratadas para la

temporada de otoño en 350 libras, y en New-Castle, una

zona de kilómetro y medio valió durante la misma temporada

1.100 libras esterlinas. Por último, un Sindicato tomó durante

los meses de primavera el río Thurso en 1.200 libras, y el

Stobhall, en el rí o Tay, alcanzó, para una orilla, el precio de

1.400 libras.

Todo ello prueba la conveniencia de preocuparse seria-

mente de la repoblación de nuestros cursos de aguas; para

ello es indispensable acudir á la cría artificial de los peces, y

para conseguirlo en el grado que demandan las necesidades

presentes, es preciso instalar más Piscifactorías con sus co-

rrespodientes laboratorios ictiogénicos.

- 407 -

Si se recuerda lo dicho al tratar det estado actual de estc

servicio en España, se advertirá que toda su mitad meridional

está absolutamente desprovista de elementos de creación de

esta riqueza, pues las actuales Piscifactorias están insialadas:

una en Piedra, otra en Asturias y la otra en las inmediaciones

del Bidasoa. Todo induce á suponer que las aguas de la

parte Norte y Centra de España se han de prestar mal á la

cria artificial de los peces; pero seguramente, si se hiciera

un ligero estudia, ^í este propósita, de nuestro sistema peni-

bético, no dejaría de encontrarse en él un sitio donde poder

instalar en buenas condiciones una Piscifactaría.

En atención á estas consideraciones, creemos que debería

completarse este servicio de modo que hubiese cinco Pisci-

factorías y diez laboratorios ictiogénicos, situando aquélias:

una en la parte Central, otras tres en el lítoral (una al Nor-

ueste, otra al Norte y otra al Este), y, por último, la quinta

en el Mediodia, fijando los laboratorios en sitios que ^uarden

relación con el establecimiento de las Piscifactorías.

Es preciso advertir, además, que la Piscifactorfa de Pie-

dra, que es la principal y la que cuenta al^unos años de exis-

tencia, está instalada en una finca de propiedad particular,

mediante un crecido arriendo y sin la libertad necesaria para

efectuar en ella 1as obras que son indispensables para su buen

funcionamiento; siendo, por lo tanto, conveniente su adquisi-

ción por e] Estado. La de Asturias está aún sin terminar, y la

de Mugaire acaba de adquirirse, pero á plazos, faltando aún

pagar una crecida suma; de modo que hace falta completar

estas dos últimas, adquirir y mejorar la de Piedra y construir

otras dos, completando estos establecimientos con diez labo-

ratorios ictiogénicos.

Es, por otra parte, indispensable la construcción de pasos

y escalas salmoneras en todas aquellas presas que estaban

ya construídas cuando se promulgó la vigente ley de Pesca

- 403 -

fluvial, con arreglo á lo que ésta y su reglamento claramente

determinan, así como ejecutar el apeo y deslinde de las aguas

públicas conforme á lo que las mismas disposiciones pre-

vienen.

^ Hechos los cálculos de todos estos gastos y que no se de-

tallan aqui á fin de evitaren lo posible laaridez de losnúmeros,

se supone fundadamente que con tres millones de pesetas

podrían realizarse todas las mejoras quepara este servicio se

acaban de bosquejar.

Preferencia de estos aumentos de gasto.

Después de señalar los ^astos que para el debido desen-

volvimiento del servicio forestal y pisctcola deberían Ilevarse á

cabo, no es posible olvidar que domina actualmente en Espa-

ña una sana y fundadísima corriente de economías, que no hay

que echar en olvido en trabajos como el que actualmente nos

ocu pa.

Es preciso, sin embargo, tener presente que hay gastos

que, por lo reproductivos que son y los males que evitan, han

de constituir una excepción, dentro del criterio general de re-

cogimiento y ahorro que hemos de imponerno^. Semeja nues-

tra patria, con su gloriosa historia y sus recientes catástrofes,

una de esas linajudas familias que se ven obligadas por el in-

fortunio á recluirse en su palacio solariego, rodeándose de

toda clase de privaciones. AI antiguo fausto han de substituir

una severa economía; pero cometieran gran torpeza si, apa-

reciendo en la techumbre del palacio una hendidnra que ame-

nazase convertirlo en ruinoso, Ileváranse del espíritu de aho-

rro hasta el extremo de no remediar este daño.

Otra consideración aconseja no demorar la realización de

los indicados proyectos.

Una de las desgracias más grandes que ocasiona la des-

- 409 -

nudez de cordilleras tan escabrosas como las nuestras es el

arrastre de la tierra vegetal, porque como no está ciavada

firmemente á la roca por fuerte raigambre, el agua de lluvia

se la lleva fácilmente, y lo que empíeza por ligeras turbias en

las montañas acaba en el llano por formidables avenidas, que

arrancan á girones el suelo de la patria, para hundirlo en el

mar. De este modo, cada aguacero va empobreciendo el terri-

torio, y hay, por desgracia, en distintos sitios de España ote-

ros de los que ]as lluvias se han llevado ya toda la tierra ve-

getal, dejándolos ^ducidos á la aridez de la roca sin vegeta-

ción alguna, con todos los caracteres de la fúnebre silueta de

un trozo del esqueleto nacional.

Asusta pensar que estos trozos, mil veces peores que los

yermos, porque donde no hay tierra, sólo á costa de grandes

gastos prospera la vegetación, puedan ir ensanchándose, y no

es este, por lo tanto, uno de los problemas que cabe demo-

rar, sino, por el contrario, va ya presentando carácter de ur-

gencia.

Creemos, por lo expuesto, que la realización de estos

proyectos no deberfa demorarse; pero como la realidad se

impone, hemos de hacer constar que, por lo menos, es de ab-

soluta necesidad que se apruebé el presupuesto extraordina-

rio que con las mismas tendencias que en esta Memoria se han

defendido, se presentó á de la aprobación de las Cortes,

ascendiendo á un gasto de 27 millones para un plazo máximo

de diez años. .

Aumento de los gastos de conservación.

Lo expuesto anteriormente se refiere á elementos de crea-

ción, que tienen, por lo tanto, carácter transitorio, pues una

vez conseguído su fin no tienen razón de ser sus partidas en

el presupuesto. Se co Ĵnprende, por lo tanto, que hayan sido

- 410 -

^estudiadas para formar parte de un presupuesto extraordina-

rio; pero na ocurre asi con los gastos llamados de conserva-

ción y que son base ind^spensable de esta riqueza, como se

•ha indicado ya anteriormente. La principal garantía para esta

conservación es una buena vigilancia, y resulta, por tanto,

absolutamente preciso asegurarla, pues no sería lógico acon-

sejar la inversión de importantes gastos y no preocuparse

luego de la conservación de los resultados que con ellos se

hubiesen obtenido.

Hay, pues, que preocuparse seriamerite de la guardería

de nuestros montes públicos y de nuestros cursos de agua

con carácter permanente.

Se admite que un Guarda no puede custodiar en buenas

condiciones más que 500 hectáreas de monte, de modo que

aceptando este dato y habida cuenta de la extensión de nues-

tros montes públicos, necesitariamos, en números redondos,

un Cuerpo compuesto de unos 10.000 Guardas. Esta partida

es de absoluta necesidad para la buena defensa de nuestros

montes públicos, pues si bien es verdad que la escabrosidad

de nuestro territorio facilita la vigilancia, pues proporciona

excelentes puntos de vista, desde los cuales la mirada del

Guarda puede abarcar grandes extensiones, no lo es menos

que se siente la necesidad de que el servicio se haga por pa-

rejas, y no hay que olvidar, por otra parte, que conforme á lo

que antes se ha dicho, un individuo del Cuerpo de Guardería

forestal no es sólo un encargado de la vigilancia, sino que

tiene el carácter de Peón Guarda. EI núrnero de estas plazas

que figura en el presupuesto vigente, según se ha dicho antes,

en las distintas clases de Guardas Mayores, Sobreguardas y

Peones Guardas es de 1.485, con un presupuesto total de

1.4G3.893,75; de rnodo que con arreglo á los datos anteriores,

tendría que ser aproximadamente siete veces mayor, ó sea

de 10.247.25G pesetas.

- 411 -

Se impone aquf la misma consideración que se ha hecho

al hablar del presupuesto extraordinario, y con arreglo á ella

y dejando las cifras anteriores como aspiración de un buen

servicio forestal, diremos que es preciso, por lo menos, que

en el próximo presupuesto ten^a el Cuerpo de Guardería e1

mismo aumento que tuvo este año, ó sea el de 10 Guardas ,

mayores, GO Sobreguardas y 250 Peones ^uardas.

Pero conviene hacer constar que el aumento del Cuér-

po de Guardería no sería por sí solo suficiente para ase-

gurar la buena conservación de los montes públicos, pues la

experiencia viene demostrando la imprescindible necesidad de

reforzar la fuerza moral de los individuos de aquel Cuerpo y

de darles garantias para su defensa personal en la soledad de

los montes.

Prueban esta afirmación, con triste elocuencia, diferentes

casos de Guardas, que han sido vilmente asesinados por los

detentadores de la riqueza forestal pública, pagando así con

su vida, en aras del cumplimiento del deber, la falta de atribu-

ciones para hacer uso de las armas cuando lo exija su legfti-

ma defensa, y para imponer el respeto debido á la ley y á los

que, amparados en una osadía sin límites y dispuestos á que

prevalezcan sus abusos por encima de todo, están dispuestos,

cuando sus amenazas no dan resultado, á acudir á la violen-

cia y, si es preciso, al asesinato.

Se han re^istrado también hechos que prueban que los

que desde antiguo vienen cometiendo abusos en los montes

públicos y han hecho de ellos su manera de vivir, no se resig-

nan á que una buena Guardería restablezca la legalidad, en

bien del común de los vecinos y de los íntereses del Estado,

y para evitarlo, tratan de acudir al soborno, y si éste no da

resultado, á la calumnia contra el Guarda, para hacer caer so-

bre él la acción de la justicia municipal, á fin de envolverlo en

-- 412 -

las redes de un proceso é inutilizarlo de este modo. No siem-

pre los llamados á ejercer autoridad y administrar justicia en

los municipios, son ajenos á los abusos forestales, y como

ádemás de las atribuciones de que están investidos, gozan ge-

neralmente del favor de las influencias políticas locales, su^

.acción es osada y procaz, dificultando grandemente que la Ad-

ministración pública pueda llevar á cabo la obligada defensa

dé los empleados que son víctimas del cumplimiento de su

deber.

Tan tristes hechos exigen que cuanto antes se robustez-

ca la fuerza moral del Guarda de Montes, procurando, sin en-

trar en el fuero de Guerra, asemejarla á la de los individuos del

benemérito [nstituto de la Guardia civil, asi como que el ser-

vicio de vigilancia de los montes públicos se practique por pa-

rejas, por la mayor dificultad que de este modo encontrarían

los usurpadores de tan importante riqueza para cometer sus

atropellos, y la más fácil comprobación de los que llegasen á

realizarse. Para ello, es indispensable reformar el Reglamen-

to para la organización, servicio y disciplina del Cuerpo de

Guardería forestal, aprobado por Real decreto de 15 de Fe-

brero de 19^7, y así se propone hacerlo en breve plazo el Mi-

nisterio de Fomento, á fin de que aquel Cuerpo tenga la or-

ganización y las atribuciones que le son indispensables para

el buen desempeño de su cometido.

En cuanta á los vigilantes de pesca, es un servícío que

está en realidad por crear, y es indudable que conuendrá con-

fiar esta misión al Cuerpo de Guardería forestal, de modo que

no es pertinente bosquejar aquí el plan de creación del nue-

vo Cuerno, (ímítándonos por esta razón á hacer constar que,

por lo menos, en el presupuesto próximo, debería fijarsé una

partida de 25.d00 pesetas para ir echando los cimientos de

este nuevo servicio, con el nombramiento de los primeros vi-

-413-

gilantes que estuvieran seriamente sometidos á un reglamento

que les asignase funciones que garantizaran el fiel cumpli-

miento de su deber.

Tales son las aspiracione Ĵ del servicio forestal y Ias nece-

sidades ineludibles que de momento reclama. Empresa es esta

de grandísima importancia para el porvenir de España, tanto

en el orden social como en el económico y la Dirección ge-

neral de Agricultura, Minas y Montes se daría por muy satis-

feçha si con la publicación de esta Memoria pudiese contri-

buír á la ejecución de tan beneficiosa obra.

Gráf icos y mapas

La expresíón gráfica permite formar concepto en conjun-

to y con gran facilidad del desenvolvimiento de gastos y ser-

vicios, y por este motivo se ha creído que tenía lu^ar adecua-

do en un trabajo de esta clase, en que tan conveniente es

establecer comparaciones, no sólo entre las distintas manifes-

taciones del servicio en el momento presente, sino entre su es-

tado actual y el que lógicamente ha de tener, si se ll,.van á

cabo las mejoras propuestas. Seis son los gráficos que se

acornpañan, y de que se dará ligera idea.

EI prirner gráfico se refiere al número de hectáreas por cla-

ses de servicios, y va de menor á mayor, viniéndose por él en

conocimiento de que la provincia de España de menor cabida

forestal pública (l) es la de (iuipúzcoa, y la de mayor, la de

Léón, comprendiéndose por la simple inspección de este grá-

fico que no guarda ninguna relación la distribución geográfica

de nuestras provincias con la importancia de su superficie fo-

restal pública.

EI segundo gráfico expresa los productos en metálico, en

especie y destruído durante el año forestal de 1909-1910 en

las distintas provincias en que hay montes públicos, y com-

parándolo con el anterior se cornprende fácilmente que no hay

(1) En las provincias de Baleares y CcSrdoba no hay montes catalo-^ados por Fomento.

-41G-

relación entre la producción de los montes 'públicos y la ca-

bida de ellos en las distintas provincias, lo que es una prueba

más del estado anormal en que seencuentran nuestros montes,

pues si todos ellos tuviesen normalizada su vegetación, sus

ingresos quedarían directamente relacionados con la cabida, lo

que, desgraciadamente, no ocurre ahora, á causa de las gran-

des extensiones rasas que cubren nuestra zona forestal y que

demandan con urgencia trabajos de repoblación.

El tercer gráfico representa la renta de los montes públi-

cos desde el año 1900-I^JOI al de 1909-1910, y su simple ins-

pección basta para formar concepto de que los rendimientos

de los montes públicos van, por fortuna, siguiendo unamarcha

ascendente, que todo hace esperar que continuará en el por-

venir, si se sigue atendiendo el servicio como reclaman sus

necesidades.

El cuarto gráfico es expresión de aumento progresivo de

la renta de los montes públicos desde 1900 á 1910; es decir,

que representa Ias diferencias de las rentas de los años 1901-

190^2 á 1909-1910, comparadas con la obtenida en 1900 á

1901. La inspección de este estado deja muy ^rata impresión

en el ánimo, pues por él se comprende con toda claridad que

los aumentos de rentas siguen una marcha progresiva, que en

el último año de los que figuran en el gráfico, viene señalada

por la importante cantidad de 2.350.387,G1 pesetas.

El quinto gráfico representa los árboles cortados fraudu-

lentamente desde el año 190G al I^J10 y, por fortuna, en vzz

de señalar, como los de ingresos, una marcha progresiva,

acusa de año en año un notable descenso; poniendo así de

manifiesto las ventajas y eficacia del aumento de Guarderia.

Yor último, el sexto gráfico es una comparación entre

los ^astos y la renta actual de los montes públicos y los que

les corresponder^an después de realizadas las mejoras pro-

puestas. La inspección de este ^ráfico es sumamente hala-

-417-

gtieña, é induce á llevar á cabo las ideas emitidas y los pla-

nes propuestos en esta Memoria, pues por él se ve que el au-

mento de renta es muy superior al de los gastos que exigi-

rían las reformas, y constituye, por lo tanto, un argumento

más á favor de los fines que esta Memoria persigue.

Por último, figuran al final de esta Memoria seis mapas,en los que gráficamente se indica por medio de círculos laimportancia relativa de los diferentes aprovechamientos fores-tales en las distintas provincias de España.

La simple inspección de estos mapas da á comprenderque el área de los distintos círculos corresponde á la mayor ómenor importancia del aprovechamiento, y respecto de ellossólo hay que observar que en el relativo á la producción deespartos y resinas, los círculos se refieren al aprovecha-miento de esparto, y los cuadrados, al de resinas, guardandotambién relación el área de éstos con la mayor ó menor in-tensidad del ^lisfrute.

27

L[`_ON

orsTRrro

ORDENAC/ONESRCPOBIACIONES

GRAFICO oes. NÚMERO De HECTÁREAS PoR CLASES DE SERViC10

ki^ ^^\\'V'`

II^I ^\lOr^

•^... .- .- - _..C4/wICOA _-..

pviF00

y^LCNt^^

tFpJ^L

'P^p^^^

L

1 ^P

i^^ r'

S^a

V

ĴYb

4y ^+

Gráfico de productos e^l r^^o, en especie y destruído, durante e1 a^o 1909-i 9i 0.

7.118,10.

s 4.221,28.

108.

r^nr 38,674,15.

-- 30.568,50.

- 403,30.

- 383.

^^ 35.839,30.

^ 2.070.

- 197.

r 23.023,36.

- 4.419,29.

151.460,95 pesetas.

12t.69t,03.

130.494,45.

253.315,80.

. ^ ^ - 47. i 50,93.

5.334,93.

CaTiAis. . .. . . . . ^ -i38 ,3

6.476.

^n 32.190,8Ó\

Ct>Mq'hs .. ... . - 14.053,50.

^ - 13.848.

+^r 16.591,20.

^llóa...... -- 25 795,90.

• - 263,50.

: ^^r 44.740.

i^Min^ f^Ml. . . .•^ 29.005.

- 2.14i.

^.....,,.

ni 5.835,50.

^--^-^-

an^^ 77.425,40.

t^rea .. . . . . . . -.-.---- 79.494,30

- 20.OQ3,50.

^r 21.384,46.

-.^ea........ ^... 40.924,74.

- S.

-^^rt ,,4.+Mt),56.

^t. ... - 12 574,80.

1 '3.359.

83.846,64.

78.444,75.

183.211,9t5.

175.180,50.

^ 412.5i6.

t.ngo..........

Madríd. . . . . . . .

Ovtedo . . . . . . . .

Paleacia.. . . . . .

Pontevedra...,

Sala^anca.. . . .

Saatan^er . . . . .

n 2.525,75 pese#a^.

^--- 59.596.^5.

^-- 11.044.

- 1.215.

i^ 26.490,50.

- 6.529,50.

- 30.320,05.

- 23.945,90.

- 767,50.

115.355,46.

r^ 21.118,80.

51.339,ra5.

7.851,90.

- 2.816.

]03 395,60.

30.771,60.

- 1.116,45.

^ 30.186,65.

153.360.

222.221,50.

243.282,8i.

- 711,25.

^ 12.GA0,30.

107.O12,70.

r^r, 38.449,34.

-^- 72.64^#,18.

- 1.077,50

56.477,15.

148.366,66.

1 929,57.

- 1.244.

^ 12.997,70.

Sevitla . . . . . . . . - 1.030.

4

r 117.561,08.

8T.880,61.

96.9^,07.

42.000.

^ 17.310,61.

- 4 54`1,75.

- 13t,20.

Tarrsaom. . . . .

Ternel. . . . . . . .

Toiedo . . . . . . . . 31 813,34.

^ - 5.520,85.

75.833,50.

283.>^0,10.

Yaiencia......

-• 19.276,65.

^^nr 75.564,06.

^ 2.838,60..

- 4.5^,40.

^^

YslladoHd..... - 5.209.

131.477,46.

^ in1n 18,131,52.

--------- fi0.795,92.Zamora........ ^

^.^,`^ - 784,45.

)Zaragoza...... `,

5.6Ĵ3,90.

73.80`?,36. '

( En metático. ^

l• En especie..TOTALES..... t

( Destruído...

I76.939,80.

274.083,30•

i 235.2^,30.

322.316,60.

186.039,20.

3.463.455,91 peseta3.

^ 3.620.419,30.

19

19

- 19

19

19

1905-1906.. ^

1906-1907. i

1907-1908.. i

1908-1909. i

1909-1910.. ^

aaogRenta de los montes públicos desde 1900-1901 á 1909-1910.

forestalea.

00-1901. 6.814.493,24 pesetes.

19020 7 280 3 2 25.1- r . , .. 6

D2 1903 7 84420- .. n^ . . 6,21.

1904 i03 7 610 4 4 74.- ^^ . . , .0

04-1905 i 7 820 439 37. ^^ . .. ,

8.161.534,53.

8.183.357,38.

8.288.8^,07.

8.727.357,96.

9.144.781,05.

Gráfico de la renta progresiva de los montes p^iblicos desde 1900-1901 >ri 1909-1910.

Años

forest4les.

1900-1901. g

1901-1902.. 4(i5.f36^.3,01 pesetas. '

1902-1903.. 62G.452, J7.

1903-1904.. 816.011,50.

1904-1905. 1 •026.045,93.

1905-1906. 1.3(i7.141,09.

1906-i907.. 1.36f3.9G3,f)<l.

1907-1908. . 1.472.275,fi3.

1908-1909.

1909-1910..

1.932.S1E4,52.

2.350.387,G1.

Arboles cortados fraudulentamente desde e1 año 1906.

1986 . . •

^iAi... ...

1iM09. ... . .

;Il^D......

'i'^iátritoe.. . . . . . .

ordetu^ciones....

(tepoblaciones .

44.115

38.173i.^.'^"""^.^

32.349

27 818

25.051

Comparación de los gastos y renta actual de los montes públicos con los que tendrtan en la norntaltdaddespués de repoblados.

dasto actnal . ... ........... 5.474.593,75 pesetas.

Renta actuai .. ............... ^^ 9.t44.781,05.

tiasto en la normalidad con in-terés det capital invertido.. . 5ó,ppp,ppp,

Renta en Ia normatidad.. .... 14^,ppp,ppp,

Montes de utilidad pi^.blica

l9ño forestal de 19Ó9-1910

N^imero de montes y cabida total por provincias.

•lh'iedo

S^lwnanéh

^ ._ ^^^^ag--

y,^•e^•^..

Huelve

Cót•dobe.

.ciudaa-áieal

^ 1/4e Y1.9

TerUdt ti,^, ^ ;

•Cuenc•n .-ti ^^, _,

^r

J•^ yékncia

nlb^aoelo

PROVINCIAS

Albacete ....................Alicante ................ ...Almería....... ..............Avíla..: ... .. ..............Bada}oz.... .................Barcelona.. ......... ......13urgos .....................Cáceres.................. .Cádiz . .....................Canarias ........... .........Castellón de la Plana . . .. . . . .Cíudad Real .... . . . . . . :... . . . .COtUi'ia ........ ............Cuenca. .. .................Gerona ..... ...............Granada . .............. ...Guadalajara . ...............Guip^izcoa..................Huelva .. ...... ....... ....Hueaca.... .................

Jaén..•........'...........León.. ....Lérida .................... ...Lo$roño ....................Lugo. . .. ............Madrid .. ..' .. .. ..... ......Mála$a ......................Murcia ............. ......Navarra..... ................Orense .....................Oviedo ... .................Palencía . ..................Pontevedra ..................Salamanca . . . . . . . . . . . . . . . . . .SantBnder ...................Segovia .....................Sevilla .....................Soria . .....................Tarra gona . . . . . . . . . . . . . .Teruei ................: ....Toledo ....................:IValencia ..................Valladolíd........... ........^Zamora ........ ....... ....Zaragu^a ....................^

Tor^.r.$s.., .. . . . .

NĴmero

de montea.

902T119211191S

543855154603132421856

231i

32382 ^1229l33181461S418Qb0

Sl^79

271

8.474

Cabida.

HQ01álOQ8.

181•8389.915

1/2.^47.A617.804

198-53738.83183.19(194.81823.8^350.74345.4632il.lAO

IÍ4.]8Q118.^4

39.9^8f1229.S19184.2154498.87U231•987'114.OU7^.78848.290^.OA7124.23831.530130.i1AJ

10^6.82187.17572.782212.832l^S.6^29.976

118.172

^ 2óii.19^4.602

281.8á835.8E^

^^81^8

8.Q18.811

^9péndices

Monte^s de utilidad pública,^

i9ño forestal de 1909-1910

Producción de leiias de monte alto.

pl;,^e,•e^.

Huelvx

.ur^ea^,

^Sr^^illx

7'oledy'

c^ót^dobx.

.Ciudsd-Rexl

`.riTHllxttFl

Soriá ®r , ^,

. cucnl•r,

^rel•Uel

Mw^^ix ^

n^^.^x

I.nrT^

LOL GRAM:_q}J^RIA

Monte alto.

PROVINCIAS Hectáreae. Estéreos.

Cuenca ...................... lE].3ó0 7.159Burgos .......... .. ........ 115.670 19.180Jaén 18886 339., ..• :..................Segovia .

.71.]91 11.220

Soria ........................ ^. (i29 5.9'f7Lérida ...................... 80.390 2ó.286Albacete ..................... 86.806 4.216Avila ........................ 48.668 2.015Huelva ................... .. 21.546 2.878Santander.... ...... ........ 15b.351 ^i.010Cáceres ..................... 10.171 12.078Valencia . .................. 68.048 88.396Valladolid.................... 26.843 37.085Madrid ...................... 13.170 5.103•Navarra ... ................. 38.058 26.514

- Huesca ................ ..... 92.919 54.758Teruel ................... ... 151.717 9.^iSevil la.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7.269 1.242Gerona ...................... 8.009 3.988Guipúzcoa................... 413 sLe6n . ..................... 108.492 4.5^Lograiio ..................... 21.403 22.615Guadalajara .................. 64.701 1.392Barcelona .................... 2.252 2.1951ltiurcia .............. ....... 78.305 7.078Palencia ..................... 81.734 23.390Oviedo ....................,. 114.948 le.Castellón ............. .... ,8. 008

^Salamanca ........... ....... 4.808 1.366Granada .............. ...... 18.800 1.825Tarragona . ............... 6.275Ciudad Real ................ .; 5.500 550.l.,aragOZa .................... 128.188 3.800Zamora ..................... 3:í.754 8.87^4Alicante...... .............. 4.545 189Canariaa .................... ^ 66.833 7,831

Montes de utilidad pública^

Año f orestal de 1909-1910

Producción de le^as de moate bajo.

}luqlva

soriá ®

r^f

sulamxm!^k / 1 ? S^Rwly +

^ ^ ^i% ^^ • r''^^Aviln. ^1^ ^ ® ^

^ ^Cuad.lujer^,^- „'^

; ;IIAUNIII^ ^-^ i^ewe}

c^^^d^^a.

^e^'illn

'I'uled^'

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.}nnn^

^GS^annáx •

•Cui^uca

,11)•incelu

^ l^Alme^x

.Hue^nn

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ndelnPlnnu ^_,,^}

..PN ^

Monte baJo.

PROVINCIAS

Pontevedra . . . . . . . . . . . . . . .Zaragoze :. ... . ... .. . . .. . .. .

. ..León . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . .Huesca . ... . . . . . . . . . .. .. . . .. .Coruna .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Lérida . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. .Val en cia . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Teruel .......................Bur$os . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . .Oviedo . . . . . . . ... .. . . . .. . . . . .Valladolid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Lo $rono . . . . . . . . . . . . . . . . .Santander . . . . .. . . . . . . .. . . : . .Pal encia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Orens e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Murcia .... . .. .... .. . ... . . ..Mála^a .. . . . . . . . . .. . . .... . .Navarra . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .IZamora . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .'Cuenca .... . .. ... . .. .. . . .. .. .Madrid . .. . . . . . . . . .. . . . .. . . . .Soria. . . . . . .. . .. . . . . . .. ......Casteilón . .. . . . .. .. . . . .. . . .. .Se$ovia ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Cl^CereB............^.......,Cádiz ........................Almerfa .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Qerona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Tarra$ona . . .. .. . . . . . .. .. .. . .Lugo ....... .................Canarias ... . .. .. .. .. ... . . . . . .C^uadalajera .... .. ............AI bacete . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .Toiedo . .. . . . . . .. . . . . .. . . . . . .Salamanca . . . . . .. . . . . . . . . . . . .Huelva .... . . . . . . . . . . . . . . . . . .Barcelona ..... ...... ........Qranada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Ciudad Real .. ... ........ .. ..Avila . ........... . ........Sevilla .. . .. . . . . ... . .. .. . . . . .Alicante . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .Jaén . ........... .........

CabWa.

Heorereaa.

88.20847.420

140.4653.517

48.4332.828

73^45452,54782.8i0

1418.8BU57.42228.6]2

130.89718.071

1.184

4.&528.514

]0.94144.72b7.084

21,43tZ2.i^r

1U.582U

7^ 3,112

.81112.85441.18840.05048.88881.8911.^

17.77638:7219.188

4022.87T

31.089

Utbrea.

500.910224.030183.982>ig.214

122.07^92.1653o.soa67.17038.50322.210

11^890

9.41^031.11222.2502.200

18y23012.88214.64U11.68917.1005.534Ĵ

4.80011.3875.B569.2658.á66

5.71^02.5005.1582.5311.Q77

1,41á2.000

>760

1.568^

Mante^ d^ utilidra Ĵd pública

^9ño f oregtai de 1909-1910

Producción de esparto y resinas.

^parto.

•Oviedo

•Lu^o ^--.- ^_Z s ---^--

"• ^VelladoNd J' Soti• ^^ Zer^oz>^,.^^ • ^ • ^^ ^ ^" ^^ ^ ^ ^ -- ^ `^ 1d F,^,s

'^y I

n ^^^1•^..

Huelve

^ ^:^^ ^ ,^:^ ^^ ^^u^ ^^ ^ Pr^ ^,-^^^ ^ -

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^uiib.o s:s• bwpliF

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\ Córdoba, .

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•Lérida^

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f{P^8^9M _.^

I.O[ CRAR LeY^ARq

RVLM7URN

PROVINCIAS Hectdteu.

Albacete...........:........: i.9l0. , 87ti.000

Alicante ..................... 873 ^.^

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Cuenta de un crédito extraordinario

EI naranjo y el olivo

Acción del ácido cianhídrico.

La importancia que para ios agricultores tienen los pro-

cedimientos de extinción de las plagas del campo, y el lle$ar

á nuestras manos antes de terminar este trabajo la Memoria

redactada por el Ingeniero Jefe de la Sección agronómica de

^^Iálaga, D. Leopoldo Salas y Amat, sobre la aplícación del

ácido cianhidrico para combatir el piojo rojo, que ataca á los

naranjos y limoneros en las regiones de Levante, Andalucía

oriental y occidental y Baleares, nos obliga á incluir en este

tomo el Prefacio de la mencionada Memoria, que considera-

mos de gran utilidad para conocimiento del país agricultor.

Pero antes hemos de exponer algunos antecedentes rela-cionados con los trabajos preparatorios hechos por este Mi-nisterio para la petición de un crédito extraordinario de pese-tas 150.000, concedido por ley de 29 de ^ulio de 1910 paradicho objeto y su justificación, que tiéne completo desarrolloen ]a Memoria del Sr. Salas.

Preocupándose este Ministerio de cuanto con las plagas

d^l campo se refíere, y siendo de una importancia capitalísima

para el país salvar la riqueza naranjera de España, que estaba

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seriamente amenazada por la plaga del poll-roig, por Realorden de 14 de Diciembre de 1907, se dispuso la publicaciónde un informe redactado por los Sres. Director de la Granja-Escuela práctica de Agriçultura regional de Levante y los In-genieros Jefes de las Secciones agronómicas de Murcia yMálaga, en el que se contienen las experiencias que realiza-ron y los cuatro grupos de las mismas á seguir, que eran:1.°, la destrucción por medio de parásitos; 2.°, el envenena-miento con gases deletéreos; 3.°, el empleo de líquidos pormedio de pulverizadores; y 4.°, las materias sólidas.

De estos cuatro grupos de tratamientos se han empleado

los treĴ últimos, puesto que, en cuanto al primero, que sería

el ideal, es muy difícil la propagación de los parásitos, y hasta

la fecha no se consiguió un resultado completamente satís-

factorio en ningún país de los que se ocupan de este asunto;

pero debiendo advertír que en el nuestro se siguen estos en-

sayos por el Profesor de Patologia vegetal de la Escuela es-

pecial de [ngeníeros Agrónomos.

Respecto á.los otros tres tratamientos, se han seguido ha-

ciendo experiencias, y por Real orden de 19 de Julio de 1910,

se abrió un concurso internacional de insecticidas en la pro-

vincia de Valencia, para premiar los mejores de aquéllos me-

diante tres premios de 2.500, 1.500 y 1.000 pesetas para com-

batir el piojo rojo, serpeta, pr.'ojo negro y cotonet. Dicho

concurso terminó el dia 21 de Diciembre último, y el Jurado

declaró desierto el primer premio, concediendo los otros dos,

por no reunir en absoluto ninguno las condiciones exigidas,

detallándose los resultados obtenidos en una luminosa Me-

rnoria que se está publicando en la actualidad por el Consejo

provincial de Fomento de Valencia. ^

E] único que dió un resultado completamente satisfactoriofué el empleo del ácido cianhídrico, análogamente á como seefectúa en el Estado de California bajo la dirección de Mis-

^ ^ _

ter L. O. Howard, ,^efe del servicio entomológico de los Es-tados Unidos, según las observaciones practicadas por Mis-ter Woglum, siguiendo las instrucciones de Mr. Marlatt, yque constan en un folleto traducido por el Excmo. Sr. Condede Montornés, ,Jefe provincial de Fomento de Valencia, basetodo lo expuesto del crédito concedido de 150.000 pesetas.^

Los resultados abtenidos y la aplicación dei crédito cons-

tan en el^prefacio de la Memoria que damos á continuación,sin perjuicio de que dicha Memoria se publique integra á lamayor brevedad.

Pero esta Dirección general, atenta siempre á cuanto

puede tender á combatir las plagas del campo, y dada la im-

portancia que el cultivo del olivo tiene en España, á cuyo ár-

bol atacan un sinnúmero de insectos, creyó podia extenderse

á él la aplicación del ácido cianhídrico, encomendando al Di-

rector de la Estación de Patologfa vegetal del [nstituto agrí-

cola de Alfonso XII, D. Leandro Navarro, las correspondien-

tes experiencias, que se están realizando en la actualidad en

e] término munícipal de Mora, de la provincia de Toledo, con

un gran resultado, según puede comprobarse por la comuni-

cación que dicho funcionario ha dirigido desde dicha ciudad,

y que también transcribimos á continuación del prefacio de

la Memoria del Sr. Salas.

Prefacio de la Memoria del Sr. Salas.

El cultivo del naranjo y limonero en España, cuya impor-

tancia no puede ponerse en duda, ha sido víctima en estos úl-

timos años, de causas perturbadoras de distintos linajes: las

unas, de orden económico, relacionadas con la producción in-

dustrial, m^.ty principalmente de Italia, Florida y California,

cuyo estudio y remedio no tienen cabida en esta Memoria; las

otras, de orden patológico, que disminuyendo la producción

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en cantidad y calidad, cuando no determinaron la muerte del

árbol, hacfan imposible sostener la lucha que aquéllas origi-

náron, y, por consecuencia, se producía crisis tan honda como

grave, en uno de los cultivos que enriquecían comarcas ente-

ras en la mayor parte de las provincias andaluzas y de Levante.

En una Memoria (1) que tuve el honor de escribir en 1J07,en unión de mis dos distinguidos compañeros, D. José MaríaMartí y D. Adolfo Virgili, se detallaban las extensiones culti-vadas en España de naranjos y limoneros; pero aunque la ex-tensión actual sea quizás mayor á virtud de las plantacionesque periódicamente se efectúan, lo que en verdad es trans-cendental y lo que pone de manifiesto hasta dónde eran remu-nerador^s para la Agricultura los cultivos de naranjo y limo-nero, no son de modo principal los ricos vergeles de Valenciay Murcia, establecidos hoy sobre tierras de gran fertilidad,sino aquellos trabajos colosales, cuya huella se marca en lostablares cortados á pico, efectuados en terrenos áridos, degrandes pendientes y á cuyos pies se deslizan las aguas enarroyos durante el estío, aquellos canales para desvíarlas yaprovechando los desniveles en los terrenos, conducirlas á losdepósitos levantados encima de los tablares, y, en suma,aquellos enormes dispendios efectuados, luchando, por decir-lo as^, contra la Naturaleza para establecer verdaderos jardi-nes de limonéros en medio de una sierra abrupta, en ia segu-ridad que tan pesada carga era soportada por el precio medioen venta de 50 y hasta 60 pesetas ei millar de frutos, segúnlo atestiguan con señales indelebies, no sólo las márgenes delrfo Guadalmedína, sino las de Jaboneros, Benamargosa y otrosde la provincia de Málaga.

(1) Memoria acerca de las enfermedad del naranjo y limonero, co-nocida vulgarmente en España con el nombre de «Piojo Rojo», y me-díos de combatírla. Mínisterio de Fomento, 1^J07.

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Las antiguas cartillas evaluatorias, también asignaben á

los naranjos y limoneros supuestos beneficios, que hoy se

consideran, y con razón, como inverosímiles, porque )a con-

dición económica actual impide la colocación de sus produc-

tos á los precios remuneradores de otras vzces, abstracción

hecha de la lucha contra un sinnúmero de plagas que azo-

tan á estos árboles, y la subida en el precio de los jornales,

que de una manera general se ha hecho repercutir, sobre

todo, en las comarcas de cierta ríqueza, tanto agrícola como

industrial, por consecuencia del mayor encarecimiento de la

vida. Indudablemente, estas consideraciones deberán ser teni-

das en cuenta por el Seruicio Agronómico Catastral, no sólo

por medida de justicia, sino de conveniencia, para evitar en

lo porvenir un miedo á la plantación y una excitación á las

ocultaciones, que tan perjudiciales son al Erario público.

No obstante las causas desvirtuantes apuntadas, es indu-dudable que, paralelamente á la producción, también ha au-mentado el consumo mundial de tan preciosos frutos, que sólopueden ser producidos en países que tienen, como España, si-tuaciones privilegiadas de climas que permiten su culti^'o, elcual constituye todavía en las condiciones económicas ac-tuales, una de las bases más serias de riqueza para una re-gión importante de las provincías de Andalucfa y de Levante.

Que el Estado lo ha comprendido así, no cabe ]a menor

duda y prueba plena tiene el país,cuyos clamores siempre fue-

ron escuchados con solícita atención, príncipiando por S. M.

el Rey y continuando por los Ministros de Fomento, Directo-

res generales de Agricultura-sin distinción del colorido polí-

tico-é Ingenieros del Cuerpo nacional agronómico, porque

todos, absolutamente todos, estaban seguros de hacer con

su atención y su estudio una obra naciona(.

Comenzó la acción oficial dictando en 19Q7 una disposí-ción, por virtud de la cual, una Comisián compuesta del en-

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tonces Director de la Escuela práctica de Agricitltura regio-

naI de Valencia, D. José María Martí; del (ngeniero de la Sec-

ción A^ronómica de Murcia, D. Adolfo Virgili, y del autor de

este trabajo, se reuniera, como se reunió en Valencia, para

énsayar algunos tratamientos contra la enfermedad, vulgar•

mente conocida por el ^Poll-roiga del naranjo, que con el ca-

rácter de plaga alarmante se había presentado en toda la zona

naranjera de las provincias andaluzas y de Levante, á fin de

que diera á conocer sus resultados en una Memoria que fué

publicada por Real orden de 14 de Diciembre del mismo ar`^o.

La necesídad de no desatender los servicios que principal-

mente estaban encomendados á los individuos de la citada

Comisión, obligaban á ésta á efectuar su cometido en un

tiempo demasiado corto para que esos ensayos fueran debi-

damente ejecutados y sus con^lusiones tuvieran un carácter

definitivo.

Por tal razón, el efecto de las pulverizaciones ensayadas,

sólo pudo ser apreciado en relación con el estado de gran re-

sistencia de hojas adultas y frutos durante la dulce tempera-

tura del mes de Noviembre, bien diferente en resultados, al

reanudarsé individualmente los ensayos en la primavera y ve-

rano si^,uientes, en los que las hQjas más tiernas y la mayor

temperatura estival pusieron de manifiesto la acción nociva

de la sosa cáustica y de ios aceites pesados en la ve^etación

y fruetificación del naranjo y limonero, la dificultad de herir

con las gotaĴ lfquidas todos los insectos que infestan un ár-

bol, y, por ende, el librarle de la plaga en los tratamientos,

que racionalmente pensando pueden soportarse en forma eco-

nómica.

Por igual razón y en sentido diametralmente opuesto, losensayos de fumigación con el ácido cianhídrico, que no dieronentonces todo el resultado esperado, lo han dado después, demodo tan radical, tan absoluto, que con razón se considera

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hoy como ei método por excelencia para combatir la plaga del

^ Poll-roig» .Tal afirmación no puede hacerse sin las debidas explica-

ciones, puesto que sin ellas podta parecer contradictorio lo

manifestado en 1907, con lo que se asegura ahora, cuando en

el fondo lo uno no desvirtúa lo utro. En efecto: cuando la Co-

misión se reunió en Valencia, convinieron sus individuos en

hacer también algunos ensayos de fumigación que, para tratar

enfermedades similares, los Agrónomos americanos habían

aplicado con tanto éxito; y la primera dificultad que sobrevino

fué la falta de material necesario, y para procurarlo se recu-

rrió á un industrial del ^Crao», con el objeto de que constru-

yera una tienda con la tela que disponia y que se comprome-

tió á impermeabilizar por un procedimienta secreto y que en

ningún caso se alejaría mucho de la verdad el que creyese que

éste se redujo á introducir la tienda en aceite de linaza. La

construcción de la tienda consumió la mayor parte del tiempo

que los individuos de la Comisión estuvieron reunidos, y tres

dias antes que el autor del presente trabajo tuviera que retor-

nar á Málaga, se dispuso el ensayo para el día siguiente, ad-

quiriéndose con tal objeto el cianuro potásico y ácido sulfúri-

co encontrados en el mercado, sin que por falta de tiempo

pudieran ser analizados. Además, las cantidades en peso adop-

tadas para el cianuro potásico y ácido sulfúrico, fueron dedu-

cidas de una tabla empirica, y que por los trabajos de mis-

ter S. R. Woglum, se sabe que con ellas los resultados no

son uniformes ni siempre positivos.

Por las deficiencias observadas entonces no estaba la Co-misión debidamente documentada para formar conclusionesdefinitivas; conviniendo todas en la necesidad de continuar ta-les experiencias; pero el Sr. Martf manifestó haber observa-do larvas vivas después de separarse los individuos de la Co-misión y entendió debzrlo consignar asi, y por esto y porque

- q4g -

la Dirección general de Agricultura la reclamaba con urgencíala citada'Memoria, se añadieron sus observaciones y se envíáá la Superioridad el trabajo de que se trata.

Pero no por ello mi conviccíón había quedado más robus-tecida respecto á la eficacia ó ínefícacia de las fumigaciones,ni en un ápice había variado, acerca de ia necesidad de efec-tuar con la tranquíiídad, oportunidad y medios necesarios iosensayos tan defectuosamente comenzados en Valencia.

Así lo propuse á la Superioridad, la que en un principioestimó que se continuaran en Málaga los ensayos con el in-sectícida Martf y los poiisulfuros, suspendiendo el tratamien-to del ácido cianhídrico (apoyándose en la Memoria referi-da), por considerarlo defectuoso y de eficacia muy discutida.

Posteriormente, y bajo mis reiteradas instancias, se acor-dó (Real orden de 1G de junio de 190J) por el entonces Direc-tor general de Agricultura, D. Mariano Ordóñez, que se hi-cieran unos ensayos en pequeño para concluir, con toda certi-dumbre, acerca de si el ácido cianhtdrico mataba ó no elinsecto que originaba la plaga del naranjo conocida por el«Poll-roig^, y en vista de sus resultados positivos y del im-portante resultado obtenido tambíén con los polisulfuros, sedecidió, por Real orden de 21 de Febrero de 1910, efectuarunos ensayos y otros, con mayor amplitud y en más armoníacon la práctica cultural de estos procedimientos.

El resultado de tales ensayos habfa producido en mí la

convicción de que sólo habfa por el momento dos procedi-

mientos con los cuales pudiese el agricultor defender los na-

ranjos y sus frutos del ^Poil-roig^, sin inconvenientes para la

vegetación; y éstos eran, muy en primer lugar, las fumiga-

ciones con el ácido cianhfdrico, y en segundo lugar, con las

pulverizaciones llamadas integrales de polisulfuros de cal, ob-

tenidos por la ebullición en determinadas vasijas de la cal y el

azufre, aplicados con puluerizadores especiales.

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Estos ensayos transcendieron, sin duda, por la importan-

cia que tenían para la zona naranjera de España, y el prime-

ro que se impres:onó en la divulgación del procedimiento de

las fumigaciones, fué el Excmo. Sr. D. Enrique Trenor, Con-

de Montornés, ilustre valenciano, que á la sazón ocupaba el

cargo de ,Jefe de Fomento en su provincia, y traduciendo, pri-

mero, el interesante fol{eto de Mr. VĴroglum y aprovechando

después la visita á España del sabio entomólogo americano y

Director del departamento de Entomología en el Ministerio

de Agricultura de los Estados Unidos, M. L. O. Howard, tomó

una buena parte, con su celo é iniciativa, en la realización, en

mayor escala de la campaña de fumi$ación de los naranjos,

que en toda la zona naranjera española comenzó á fines de

1910 y principios de 1J11.

Desempeñaba entonces la cartera de Fomento el Excelen-tísimo Sr. D. Fermín de Calbetón (1), cuya gran cultura esconocida y su laboriosidad en el Ministerio también lo es, ycon un celo nunca bastante ponderado, dedicá su mayor aten-ción al combate de la nueva plaga que azotaba á la Agricultu-ra española, y haciéndome el honor de llamarme para queconcurriendo á la conferencia que proyectaba tener con losSres. Howard y Conde de Montornés, le informarse sobre elresultado de mis ensayos, aproveché esta circunstancia paramostrar tallos y hojas de límoneros tratados en Málaga con elácido cianhídrico y polisulfuros, y ante tal ejemplo, robusteci-do con las afirmaciones de Mr. Howard, apoyada en los méto-

(1) Era á la sazón Director general de Agricultura el actual, Exce-lentísimo Sr. D. Tesifonte Gallego, que comunicándome siempre susentusiasmos, me prestb una ayuda di^na de toda ponderación y reco-cimiento.

Tarnbién es di^nn cíe loa la labar prestada con tal motivo en el Mi-nisterio de Fomento por el dietin^uido y laborioso ln^eniero D. JoséVicente Arche, Jefe ciel Negociado de Enseñanza técnica, Gultivo y Pla-^as clel campo.

2J

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dos usados con éxito y poco á poco perfeccionados en losEstados de Catifornia y Florida, quedó decidida la formaciónde una Comisíón de Ingenieros Agrónomos, que bajo mi di-

recĴ ión habia de divulgar entre los agricultores de ía zona na-ranjera de España el procedimiento para fumigar convenien-temente los árboles en cuesti^n, dedicando al efecto uncrédito dc 15Q.000 pesetas. 111 propio tiempo, Mr. Howard,ofreció recomendar al entomólogo Mr. Wogium, que bajo susórdenes operó en California y había hecho interesarites rr.o-dificaciones sobre los procedimientos conocidos hasta enton-ces para fumigar los naranjos, que á su paso para la India sedetuviera en las provincias de Máiaga y Valencia y confe-renciase con el Conde de Montornés y conmigo.

Otra disposición ministerial nos hizo el honor al Excelen-tísimo Sr. Conde de Montornés y á mi, de nombrarnos en re^presentación dei Ministerio de Fomento, para recibír al en-viado americano, que huésped de ambos, respectivamente,primero en Málaga y después en Valencia, recorrió una por-ción de las zonas naranjeras de ambas provincias, se hicieronen sú presencia ensayos de fumigacíón en la primera de aqué-]las, y mostró su creencia de que con el ácido cianhidrico secombatiria perfectamente la plaga vulgarmente conocida enEspaña por «Poll-roigb ó«Piojo 1Zojo^, como su congénereamericano y aun con más facilidad que 1a misma «serpeta= de

España ó«piojo purpúreo» de California.Por tan afortunadas entrevistas faltaría yo á un deber ele-

mental de gratitud y justicia, si públicamente no consignara lagran ayuda que para mis modestos conocimientos en el asun-to, supuso las relaciones ami^ables entabladas con los seño-res Howard y Woglum, que si como entomólogos son grandes,preclaros y doctos, como personas son de una modestia yafectuosidad que, rayando en el extremo de tan hermososatríbutos, deslizan inconscíentemente su ciencia en provecho

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ajeno, amenizándola con un trato tan sencillo como encan-

tador.Fueron consecuencia de lo expuesto, las Reates órdenes

de 19 y 27 de Septiembre de 1910, dando principio á la cam-paña de fumigación en proporciones más serias, formando laComisión con cuya dírección se me honró y completada pormis tan distinguidos compañeros los inteligentes IngenierosAgrónomos D. Antonio de Quintanilla, D. Jaime Nonell, DonAndrés Buisan y D. Clemente Cerdá, que, reunidos^ primeroen Málaga y practicando separada y respectivamente despuéslas fumigaciones en Murcia, Almería, Córdoba, Sevi(la, Huel-va, Valencia y Castellón, contribuyeron con una laboriosidaddigna de recompensa al éxito de la campaña en dichas provin-cias, aportando algunos de los datos que han de figurar en el

trabajo actual.Los trabajos de fumigación con el ácido cianhidrico efec-

tuados en las provincias citadas, han dado un resultado exce-lente contra la plaga del «Poll-roig», justificándose así los sacri-

ficios que se impuso el Estado, y cuyo empeño no quedó limi-tado al ex Ministro Sr. Calbetón, sino ai actual Ministro deFomento, el Excmo. Sr. D. Rafael Cxasset, que contribuyó ásu vez desde principios de 1911 por cuantos medios tuvo á sualcance á la realización de los trabajos, los cuales tránscen-dieron á las más altas esferas; es decir, á S- M. el Rey.

Enterado, en efecto, S. M. el Rey (Q. D. Ci.) del resultadoobtenido con la aplicación del ácido cianhídrico para combatirla ya citada enfermedad del naranjo, con el entusiasrno portodo lo que significa progreso y con el interés que demuestrapor la riqueza pública de España, me hizo el alto honor designificarme en Sevilla, que le sería grato presenciar los tra-bajos de fumigación que por el Estado á la sazón se efectua-ban en dicha capital; ordenándome al efecto, yue le esperaseen la noche dcl 13 de Marzo de 1911 en e1 campo de opera-

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cianes estabtecido en la huerta del Sr. Camino, y con unapuntualidad exquisita, á las siete y media apareció el jefe delEstado, y de pie durante una hora, al lado de los obreros, es-tuvo presencianda los trabajos, enterándose de sus detalles yofréciendo interesar á todos sus Ministros para que, perdu-rando en el camino emprendido, se efectuaran en la ley dePlagas ]as modificaciones necesarias para que, sin excusa al-guna, las campañas contra las plagas del campo se hicierenmás efectivas, y que los agricultores diligentes no sufrieren

perjuicios por los descuidados.La acción tutelar del Estado ha sido, pues, cumplida como

pocas veces, y así ocho provincias españolas poseen un rna-terial cornpleto de veinticuatro tiendas de 12 metros de anchoy sus accesorios para practicar la fumigación en los árbolesde mediano porte, y cuatro de ellas poseen además un suple-mento de ocho tiendas de 18 de metros de anchura y los pes-cantes anejos para poder aplicar el ácido cianhídrico á los ár-boles de gran altura.

Si, después de ello, los agricultores lo tomaran con la in-

diferencia y pasividad musulmanas que han mostrado en otras

ocasiones, suya será la culpa exclusivamente, y no encontra-

rán razón de queja contra los Gobiernos que supierorr cum-

plir con sus deberes realizando la misión educadora que com-

peté al Estado.

lnversión del crédito.

Para que se conozca por el país la inversión del crédito

de 150.000 pesetas concedido por ley de 2cJ de Jtilio de 1910

para divulgar en la zona naranjera de España el procedimiento

para combatir el «Poll-roig» por medio de las fumi^aciones

del ácida cianhidrico, consignaremos las cifras totales, cuyas

cuentas detalladas han sido ya aprobadas por esta DíreccícSn

general, y que son las siguientes:

- 45^ -

PesetAS.

Gastos en equipos y portes .......... ................ 85.G19,35

fdem en ácido sulfúrico.......... ... ....... ........... 2.203,G0

Idem en cianuro potásico y sódico con el pago de los de-

rechos de aduanas correspondientes .................. 57.620,25

Idem en jornales de fumigacián . . . . . . .. . . . .. .. . .. .. . . 4.55G,S0

Ei^T TOTAL ....... .. . . ... . .. .. .... .... . . 150.000

Como detalle de los equipos constituídos, debe anotarseque de una parte se efectuaron ocho completos de veinticuatratiendas cada uno para fumigar árboles de mediano porte. Es-tas tiend4s son de forma octogonai, de'una tela especial suma-mente tupida, mandada tejer en la «Industria Malagueña», sir-viendo de modelo la muestra enviada de California, que fuéperfectamente imitada. También se hicieron cuatro mediosequipos de ocho tiendas de igual forma y tejido, pero de 18metros de anchura, para fumigar árboles de gran altura, conlas antenas usadas ad hoc.

Los equipos medianas fueron envíados á las siguientes

provincias: Huelva, Sevilla, Córdaba, Almería, Murcia, Va-

lencia y Castellón, quedándose otro para el Servicio Agro-

nómico de Málaga.

Los grandes equipos que no ptrdieron construirse para

todas las provincias cuyos naranjos estaban enfermos del

KPoll-roig» se destinaron solamente para aquellas en las que

son más frecuentes los árboles de alto porte, á saber: Va-

lencia, Córdoba, Sevilla y Málaga.

En todas las provincias mencionadas se hicieron ensayosde fumigación por los individuos de la Comisión en cantidadde unos 12.OOU ^irbales, gastándose de las existencias del Es-tado 4.J80 kilas de cianuro potásico y sódica.

El remanente de cianuro, que es el elemento más caro parala fumigación, se acordó irlo facilitando después á las provi n-

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cías atacadas y que no tuvieran recursos sus Consejos pro-

vinciales de Fomento, en la cantidad de la tercera parte á los

agricultores que quisieran acogerse á los beneficios de la Real

ordeñ de 17 de Junio de 19l 1 y que estuvieran díspuestos á

costear las otras dos terceras partes del cianuro necesario

para fumigar sus árbotes, con e] objeto de hacer durar más

tiempo las existencias de cianuro, aliviar el coste de la ope-

ración á los agricultores, y que los beneficios del Estado re-

sultaran más equitativamente distribufdos que en el caso de

que unos cuantos obtuvieran gratuítamente la curación de sus

árboles, y que otros tuvieran que hacer el gasto de las mate-

rias en su totalidad.

Como anticipo del resultado obfenido contrael «Poíl-roigu,

cuyos detalies han de formar parte de un estudio especial,

debe apuntarse que en un principio se usó la ilamada tabla nú-

mero 1 de Mr. Woglum, que es la usada en California para

combatir la ^serpetaa; pero las observaciones realizadas en

Málaga durante la campaña de verano en 1911, demostraron

que podfa reducirse la dosis en un 25 por 100, consiguiendo un

resultado absolutamente tan perfecto como con la tabla núme-

ro 1, á causa de la mayor sensibilidad para el ácido cianhidri-

co que tiene nuestro «Poll-roig», en cuyo momento se comu-

nicó el caso, por la Direccíón de los trabajos. á los ingenie-

ros de las provincias interesadas, los cuales, corroborando el

resultado, aplicán en la actualidad estas dosis reducidas, que,

con la sustitución del cianuro sódico, de mayor riqueza en ácí-

do cianhídrico que el cianuro potásico, y cuyo precio por uní-

dad es algo más bajo, se puede alcanzar una economía de142

por 100 en el coste de las materias realízado en un principio,

con igual eficacia para combatir el «Poll-roig^.

^«^

^q.^^

(Hay un escudo det Cuerpo de [ngenieros Agrónomos.)=

Estación de Patología vegetal.=llmo. Sr.: Habiendo comen-

zado en Mora de Toledo unas experiencias encaminadas á

la extinción de la ptaga de los olivares producida por el tysa-

náptero Phloeothrips oleae, mediante el empleo del ácido

cianhfdrico, en vista de los felices resultados que se han ob-

tenido, ha creído el Ingeniero que suscribe, conveniente ade-

iantar á V. 1. algunas ideas que, seguramente, acogerá con

interés y benevolencia y sin perjuicio de redactar, en su día,

una Memoria detallada relativa á este interesante seruicio.=

Era preciso, en primer lugar, experimentar la posibilidad de

operar con la luz del dia, en vez de hacerlo en el transcurso de

la noche, según es indispensable en el caso de emplear el gas

cianhidrico para combatir ciertas plagas de los naranjos.=

Las razones de esta variación son tan evidentes, que no ne-

cesitan d^mostración, y tan importante era este extremo de

trabajar de día, que el que suscribe no hubiera nunca reco-

mendado el procedimiento sin cumplir esta condicidn.=

Repetidas experiencias con una tienda teñida con pirolignito

de hierro, hañ demostrado que el trabajo al sol del medio

día se verifica con absoluta normalidad, sin que haya descom-

posición del gas y produciendo éste sus efectos mortíferos

sobre los insectos. Resuelto este punto preliminar, las ex-

periencias se han dirigido á investigar la sensibiiidad que

los insectos de la citada especie tenían á la acción del gas

cianhidrico, y 1os efectos obtenidas son tan importantes como

inesperados y favorables.=Baste indícar que 1as cantidades

de cianuro empleadas por árbol, en las dos últimas experien-

cias realizadas, llega al ' j^ de las usuales para los naranjos,

usando la tabla número 1; lo que quiere decir que, en la prác-

tica, y aun estimando que sólo se acepte e[ '/5, las operacio-

nes tendrán un valor una quinla parte menor, y suponiendo

un costc medio de 1,25 pesetas para el tratamiento de un

- 456 -

naranjo, este valor, para un olivo de análogo porte y cubica-

ción de tienda, sólo alcanzará una cifra de 0,25 pesetas.=

Los insectos de la especie Phloeothrips olcae son tan sen-

sibles á la acción del gas cianhídrico, que difícilmente se en-

contrará otra especie que muera tan pronto.=En resumen:

las conclusiones que, provisionalmente y por ahora, se dedu-

cen de las pequeñas y transcendentales experiencias son:

1.`' Que es posible trabajar de día para la extinción de esta

plaga de los olivos; y 2.^` Que siendo el coste del cianuro

el que más influye en el de la operación total, y reducido

éste á la quinta parte, por lo menos, el aspecto económico del

problema queda resuelto satisfactoriamente.=Lo que tengo

el honor de poner en conocimiento de V. 1. Dios guarde

á V. [. muchos años. Mora de Toledo, 12 de Febrero de

1912. -El Director de la Estación, Leandro Navarro.-

llmo. Sr. Director general de A^gricultura, Minas y Montes.