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TÉRMINOS, CONCEPTOS Y REFLEXIONES PARA UNA COMPRENSIÓN SEXOLÓGICA DE LA TRANSEXUALIDAD 1 . José Ramón Landaarroitajauregui 2 * Este trabajo tiene tres partes. La primera es una introducción en la que el autor justifica la pertinencia de la creación de nuevos términos. En la segunda el autor presenta dos concep- tos centrales en Sexología Sustantiva. Éstos son: sexación y sexuación. La sexuación se refiere al proceso de diferenciación sexual y la sexación se refiere al etiquetaje sexual. Se exponen sus características, constituyentes y principios. Finalmente, en la tercera parte se abordan algunas cuestiones teóricas y clínicas sobre transexuales. Subyace un intento de poner orden a materiales científicos sobre la condición sexual (ser hombre, ser mujer) que están dispersos, para lo cual se articula un universo semántico cohe- rente y consistente constituido por términos específicos que sirven para hacer comprensiva y comprensible la transexualidad y el sexo cerebral. Al final se ha incluido un glosario de nuevos términos. Palabras Clave: Teoría sexológica, Transexualidad, Sexología Sustantiva, Diferenciación sexual cerebral, Sexuación, Sexación, Aspectos clínicos, Nuevos términos. TERMS AN THINKING FOR A SEXOLOGICAL COMPREHENSION ON TRANSSEXUALITY The following works consists of three parts. Firstly, in the introduction the author justifies the need to create new words for a comprehensive material on transsexualism. Secondly, the author presents and describes the characteristics, constituents and principles of two essential concepts in Substantive Sexology: sexation, referred to sexual differentation pro- cess; and sexuation, related to sexual labelling. Thirdly, the autor approaches to some of the theoretical and clinical issues on transsexuals. Underneath of this work lays the attempt of the author to draw up the rather scattred scien- tific material on sexuality related to the sexual condition (being a man and being a woman). In order to do so the author articulates a coherent and consistent semantic universe compo- sed of specific terms which pave the way for transsexuality and cerebral sex to be compre- hensive and comprehensible. Finally, a new terms glossary has been incorporated. Keywords: Sexological Theory, Transsexuality, Substantive Sexology, Brain sexual diffe- rentiation, Sexuation, Sexation, Clinical issues, New terms. * Centro de Atención a la pareja “Biko Arloak”, Erdikoetxo 1-C, entreplanta, 48014 Bilbao. E-mail: [email protected] Anuario de Sexología 2000 Nº 6, 79-126 © Anuario de Sexología A.E.P.S. ISSN:1137-0963 “La transexualidad es similar y está relacionada con las condiciones intersexuadas en que la apariencia de los genitales no es congruente con el sexo cromosómico de la persona. Como es obvio que se ha cometido un error identificando el sexo del niño al nacimiento, la tarea de la medicina es rectificar esta situación como se rectifican otras discapacidades congénitas”. (Russell W Reid) 3

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TÉRMINOS, CONCEPTOS Y REFLEXIONES PARA UNACOMPRENSIÓN SEXOLÓGICA DE LA TRANSEXUALIDAD1.

José Ramón Landaarroitajauregui2 *

Este trabajo tiene tres partes. La primera es una introducción en la que el autor justifica lapertinencia de la creación de nuevos términos. En la segunda el autor presenta dos concep-tos centrales en Sexología Sustantiva. Éstos son: sexación y sexuación. La sexuación serefiere al proceso de diferenciación sexual y la sexación se refiere al etiquetaje sexual. Seexponen sus características, constituyentes y principios. Finalmente, en la tercera parte seabordan algunas cuestiones teóricas y clínicas sobre transexuales. Subyace un intento de poner orden a materiales científicos sobre la condición sexual (serhombre, ser mujer) que están dispersos, para lo cual se articula un universo semántico cohe-rente y consistente constituido por términos específicos que sirven para hacer comprensivay comprensible la transexualidad y el sexo cerebral. Al final se ha incluido un glosario denuevos términos.

Palabras Clave: Teoría sexológica, Transexualidad, Sexología Sustantiva, Diferenciaciónsexual cerebral, Sexuación, Sexación, Aspectos clínicos, Nuevos términos.

TERMS AN THINKING FOR A SEXOLOGICAL COMPREHENSION ON TRANSSEXUALITYThe following works consists of three parts. Firstly, in the introduction the author justifiesthe need to create new words for a comprehensive material on transsexualism. Secondly,the author presents and describes the characteristics, constituents and principles of twoessential concepts in Substantive Sexology: sexation, referred to sexual differentation pro-cess; and sexuation, related to sexual labelling. Thirdly, the autor approaches to some ofthe theoretical and clinical issues on transsexuals.Underneath of this work lays the attempt of the author to draw up the rather scattred scien-tific material on sexuality related to the sexual condition (being a man and being a woman).In order to do so the author articulates a coherent and consistent semantic universe compo-sed of specific terms which pave the way for transsexuality and cerebral sex to be compre-hensive and comprehensible. Finally, a new terms glossary has been incorporated.

Keywords: Sexological Theory, Transsexuality, Substantive Sexology, Brain sexual diffe-rentiation, Sexuation, Sexation, Clinical issues, New terms.

* Centro de Atención a la pareja “Biko Arloak”, Erdikoetxo 1-C, entreplanta, 48014 Bilbao.E-mail: [email protected]

Anuario de Sexología2000 Nº 6, 79-126

© Anuario de Sexología A.E.P.S.ISSN:1137-0963

“La transexualidad es similar y está relacionada con las condiciones intersexuadas en quela apariencia de los genitales no es congruente con el sexo cromosómico de la persona.Como es obvio que se ha cometido un error identificando el sexo del niño al nacimiento, latarea de la medicina es rectificar esta situación como se rectifican otras discapacidadescongénitas”.

(Russell W Reid)3

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PARTE PRIMERA

Introducción

Por qué tanto neologismoAunque se me acuse de “nominalista”

–que es etiqueta que con mis publicacionesvoy ganándome–, en este trabajo voy a ope-rar fundamentalmente con las palabras. Yesto no sólo porque el asunto me pareceimportante (las palabras son más que pala-bras), sino porque los términos concretosque tenemos y usamos en este área no nossirven para entendernos. Los ejemplos deesto que digo son incontables, pero sólo pre-sentaré algunos. Por ejemplo, cuando deci-mos transexual femenino , qué estamosdiciendo y qué estamos queriendo decir. Eladjetivo femenino define ¿los genitales o laidentidad sexual?; si se refiere a los genita-les, ¿cuáles: los originales o los quirúrgicos?Cuando decimos transgenérico4, qué esta-mos diciendo y qué estamos queriendodecir, ¿que los genitales son sexo y que lootro –lo que sí se cambia: los caracteressexuales secundarios– son género? Y cuan-do decimos que los transexuales cambian degénero, ¿qué estamos diciendo y qué esta-mos queriendo decir? O cuando decimos quese identifican con el sexo contrario, ¿contra-rio a cuál? Parece que nos entendemos, perohay en todo esto muy poco rigor.

Usaremos aquí palabras que nos sirvanno sólo para hablar de transexuales sinotambién de no-transexuales. Pues es sin-tomático que no tengamos siquiera un nom-bre para designar a quienes no son transe-xuales. Si se reflexiona un poco sobre ello,resulta increíble que los sexólogos no tenga-mos un nombre científico medianamenteriguroso para expresar que alguien se siente–se considera, se identifica– como hombre ocomo mujer, cuando absolutamente todos ytodas nos sentimos hombres o mujeres.

Durante mucho tiempo nos ha parecidoque las propias etiquetas hombre y/o mujer,eran útiles para describir tanto lo que se es,

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como lo que se siente, como lo que pareceser. Las hemos tomado por categorías cientí-ficas, pero no lo son. Pues tenemos ya cono-cimiento científico suficiente para afirmarque nos sentimos hombres o mujeres conbastante independencia de cuáles sean losgenitales que escondamos bajo nuestra ropainterior. Así que nos hacen falta palabraspara nombrar hechos que están ahí y que yaconocemos. Este artículo se preocupa espe-cialmente de estos términos que nos faltan; ysobre todo, de las relaciones semánticas ylógicas entre ellos.

La necesidad de un vocabulariosexológico coherente y consistenteA lo largo de todo este siglo, ha sido

monumental el incremento de las evidenciascientíficas en materia sexual. En la actuali-dad, el volumen de información científicasobre sexo, aunque disgregado y desarticula-do, es enorme. Por ello, a mi juicio, laSexología del siglo XXI tiene como uno desus mayores retos el de articular teoríascoherentes, unificadas y holísticas que dencoherencia terminológica y conceptual atodo este ingente material. La consecuciónde este logro nos obliga a una revisión gene-ral del vocabulario y de los conceptos quevenimos manejando en unas y otras áreassexológicas.

Esto nos plantea tres retos. Por un lado,un trabajo de captura: hemos de recopilar ycompendiar comprensivamente toda estaproducción, y para ello hemos de conocer enprofundidad el campo sexológico tanto lon-gitudinalmente, a lo largo de toda su histo-ria, como transversalmente, a lo largo detodas las disciplinas que han abordado losexual. Y en este propósito es importanterecuperar términos absurdamente abandona-dos por razones casi siempre espurias. Porotro lado, un trabajo de deconstrucción yreconstrucción terminológica: lo cual supo-ne desde un reordenamiento de las relacio-nes entre los conceptos, hasta una recupera-ción y reciclaje de términos mal usados,

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connotados y/o tergiversados. Y, finalmente,por otro lado, un trabajo de producción crea-tiva de nuevos términos, que debe ser reali-zado sólo en tanto sea necesario.

Este aspecto productivo de creación denuevos términos me importa especialmente.Porque me parece que la tentación de crear–incluso gratuitamente– nuevos términos es,con frecuencia, abusiva en el dominio cientí-fico. Al punto que lo que denomino snobis-mo científico es uno de los impedimentosque más obstaculizan el acceso al conoci-miento. En la ciencia actual en general –y enla ciencia sexológica en concreto– la derivahacia lo novedoso supone casi siempre máscostos que beneficios. Y la presunción deque “lo anterior”, “lo histórico”, “lo clási-co”, “lo antiguo” son desechables, de pocointerés o están desfasados es no sólo abierta-mente acientífica, sino sencillamente sober-bia.

Sin embargo, y pese a lo dicho, creo queen Sexología es necesaria la creación de tér-minos nuevos con los cuales construir unaterminología específica y genuinamentesexológica.

Para la construcción de este vocabulariosexológico ha de darse con términos quecumplan las siguientes cuatro condiciones.Han de ser: precisos, comprensivos, cohe-rentes externamente y consistentes interna-mente. Cuando digo precisos, quiero decirque han de decir lo que quieren decir y nootra cosa, por lo tanto en lo posible habránde estar etimológicamente bien construidosde modo que cualquier buen conocedor delos recursos del idioma pueda suponerloscon su sola mención. Cuando digo compren-sivos, quiero decir que han de comprender ydescribir con evidencia científica la natura-leza de lo que expresan sin transformarlocon ningún propósito (por bueno que seaéste). Cuando digo coherentes externamentequiero decir que han de ser lógicos con eluniverso semántico y conceptual del resto delos términos de las diferentes disciplinas alque hacen referencia, pero especialmente

coherentes con los términos sexológicosanteriores. Y finalmente cuando digo consis-tentes internamente, quiero decir que seancongruentes semántica y lógicamente, luegoque no produzcan contradicciones semánti-cas, ni saltos de orden lógico consigo mis-mos o con el universo conceptual al quehacen referencia.

Desgraciadamente en Sexología sobrevi-ven muchos términos ambiguos y/o impreci-sos, tautologías, construcciones moralmenteconnotadas, neologismos estériles, etc. Lasrazones de todo esto son múltiples: bien porsimplificaciones, reducciones o metonimias(por ejemplo la sustitución de genital porsexual); bien porque en el discurrir del tiem-po se han ido corrompiendo por efecto, entreotras, de la “vulgarización científica” (porejemplo la sustitución del adjetivo eróticopor el adjetivo sexual); bien porque connota-ciones ajenas a la ciencia, casi siempre polí-ticas o morales, han producido sesgos (porejemplo la sustitución del género por el sexo;la desaparición del adjetivo venéreo –queparece pathos y no amoroso–, etc.); bienporque desde su propio inicio se construye-ron mal (por ejemplo respuesta sexualhumana para describir fisiología orgásmi-ca); bien porque nuevos conocimientos hanobligado a readecuar los significados y usosde términos inicialmente adecuados (porejemplo andrógenos para describir exclusi-vamente las hormonas masculinizantes);bien por simple abandono, a menudo igno-rante, pero también militante (por ejemploabandono del concepto intersexualidad opeor aún, mal uso en contexto exclusivo demalformación y patología, etc., etc.).

El asunto ha ido adquiriendo dimensio-nes tan notables que con frecuencia enSexología Sustantiva han de gastarseenergías y tiempos extraordinarios –inclusointelectualmente vejatorios– para explicar lonotorio, lo evidente o lo obvio. Por ejemplo,expresiones como educación afectivo-sexualpara subrayar que se van a contemplar losafectos (puesto que opera la presunción

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estúpida de que lo sexual excluye toda refe-rencia afectiva); reiteraciones como educa-ción sexual: o sea, de los sexos para incidir–incluso obsesivamente– sobre el significa-do del adjetivo sexual, que obviamente serefiere a sexo (o sea, al asunto de que haymachos y hay hembras y que difieren preci-samente por razón de sexo); o la expresiónsexología científica para remarcar –de nuevoreiterativamente– que la sexología es cientí-fica (pues al parecer opera la presunción deque pudiera haber una logía no científica); yasí un largo etcétera con el que no quieroaburrir.

PARTE SEGUNDA

Dos conceptos centrales:Sexación y sexuación

Sexación: presentación primeraAunque la expresión SEXACIÓN 5(1) es un

neologismo mío, hay usos lingüísticos ante-riores de los cuales este término procede. Enconcreto existe la profesión de “sexador depollos”. Por coherencia semántica sexadores quien sexa. El quehacer de este profesio-nal es clasificar a estas crías según su sexo,luego parece sensato que SEXAR (2) signifi-que clasificar por sexo. El resultado eviden-te de esta acción es que en virtud de ellaqueda determinada la vida, y la muerte deestas aves.

El término sexismo parece hacer referen-cia a los efectos nocivos de esta clasifica-ción sexual cuando ésta se produce enhumanos. Siendo que en esta especie lasexación también determina sus vidas (sussueldos, sus obligaciones, etc.) tanto más,cuanto más sexista sea la cultura en la queesto ocurra. Así pues los usos estaban, luegoel neologismo más que invento es captura.En cualquier caso con este término de sexa-ción me refiero a los hechos de clasifica-ción, de categorización y/o de etiquetaciónsexual. A propósito de ello uso conceptoscomo etiqueta sexual, categoría sexual o

clasificación sexual siempre para referirme ala que podríamos considerar la sentenciasexual, el veredicto sexual o el nombramien-to sexual. Insisto: eres (en realidad, te soy:digo que eres, te reconozco como) macho ohembra; y soy (en realidad, me soy: digoque soy, me reconozco como) macho o hem-bra. Estamos hablando de hechos de recono-cimiento sexual.

Aunque –a falta de otros mejores– use-mos términos como categoría, etiqueta oclasificación no debe entenderse la sexacióncomo un hecho cognitivo. Mejor aún, debede entenderse en primer término comohecho no-cognitivo. Si se prefiere, precogni-tivo o subcognitivo.

Así que resulta importante subrayar quela sexación no requiere cerebro corticaliza-do, ni reflexividad, ni cultura. Es cierto queestas propiedades humanas juegan, o puedejugar, algún papel sexante. Incluso, antise-xante. Pero la sexación es un hecho naturaly evolutivamente antiguo. Hasta el puntoque se expresa en muchos insectos, peces yanfibios, en los reptiles, en las aves y,desde luego, en todos los mamíferos: desdela más humilde rata hasta el más insignehumano.

A modo de primera presentación mencio-naré tres anécdotas curiosas sobre sexacio-nes no humanas.

Mosquitas “embarazadas”Bastantes de los recursos insecticidas

actualmente disponibles recurren a una“habilidad” que algunos insectos tienen: lade discernir –discriminar– el sexo de lossujetos de su propia especie mediante elreconocimiento de determinados estímuloscon significado sexual.

Así que en verano, sobre la cabecera demi cama, un emisor de ultrasonidos hacecreer a las mosquitas embarazadas –que sonlas más temibles– que hay un macho mos-quito en la habitación. Este ultrasonido lasdisuade de entrar, ahorrándome molestaspicaduras.

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El mecanismo opera sobre una evidenciaconstatada: los mosquitos se reconocensexualmente. Muchos insectos –son tantos,que no me atrevo a afirmar si todos, lamayoría o una buena porción de ellos– tie-nen mecanismos emisores que propician queel otro, un otro de su misma especie, lesreconozca sexualmente como macho insectoo como hembra insecto. Es precisamente aestos estímulos que propician la clasifica-ción sexual a los que he llamado INDICADO-RES ALOSEXANTES (40).

Los insectos parecen tener mecanismosreceptores y decodificadores que les sirvenpara reconocer sexualmente a ese otro emi-sor de señales. Precisamente a este hecho decaptación e “interpretación” de determina-dos estímulos con significado sexual para, apartir de ellos, construir una etiqueta sexual,es a lo que he llamado ALOSEXACIÓN (8). Unavez sexualmente clasificado se interactúacon este sujeto alosexado de un modo u otroen razón, precisamente, de esta etiquetasexual. En este caso la mosquita se va de lahabitación –o no entra en ella– porque ese essu modo concreto de interactuar con elsupuesto macho que “supone” a resultas delzumbido.

Ranas “pigmalión”Esta segunda anécdota nos lleva al mundo

anfibio. Sabemos que las ranas tienen meca-nismos de reconocimiento sexual relacionadoscon la forma y el color. Así que una piedra, ocualquier otro material con una forma y colorbien determinados, se convierte para una ranamacho en un objeto deseable –desde luegocopulable, a tenor de su conducta.

Ahora bien, a principios de este año unanoticia curiosa saltó a los teletipos: un fenó-meno extraño parecía ocurrir en bastantesestanques de Inglaterra fruto de lo cual ranasmacho, cual Pigmalión, se “enamoraban” delas estatuillas decorativas que rodean estosestanques. Por cierto estas estatuillas no tie-nen ni esa forma, ni ese color con significa-ción sexual.

La noticia que pretendía ser simpática,no me lo resultó en absoluto pues me hizopensar que quizás algo había modificado losMECANISMOS ALOSEXANTES (4) de estas ranas.Peor aún, ese “algo” podía tener alguna rela-ción con los vertidos químicos que con fre-cuencia denuncian los grupos ecologistas yque efectivamente están modificando espu-riamente los procesos de sexuación de anfi-bios, peces y aves. Así que la noticia másque simpática, me pareció amenazante.

Es posible –yo lo creo– que la sexacióntambién sea químicamente modificablecomo de hecho lo es –esto ya lo sabemoscon certeza– la sexuación. Y es incluso pro-bable que las sustancias químicas que pro-duzcan estas alteraciones sean también hor-monas sexuales o afines químicos.

La rata “gay no transexuada”Esta tercera anécdota nos lleva a los

laboratorios experimentales de investigaciónbásica. Realizada en el laboratorio una inter-vención endocrina demasculinizante y femi-nizante a una rata macho en la primerasemana postnatal se feminizarán todas lasestructuras que en ese tiempo concreto seestén sexuando.

Mediante esta manipulación experimen-tal se producirán pues TRANSEXUACIONES (5)fácilmente observables que afectan a losniveles genital, gonadal y somático; perofundamentalmente se feminizarán todos lossubniveles de la sexuación cerebral. Algunasde estas sexuaciones que afectan al cerebroson objetivables en las propias estructurascerebrales (tamaño del Núcleo Sexo-Dimórfico y retroalimentación gonadotrópi-ca), mientras que otras se deducen de laobservación de la conducta adulta de la rata.

Decimos que el comportamiento sexual yerótico de la rata es heterotípico (esto es, notípico de su sexo) porque pese a ser geno yfenotípicamente macho se comporta global-mente como rata hembra. Tiene un patrónsexual de conducta GÍNICO (38) porquemuestra conducta maternal, acción de bajo

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consumo energético, etc. Y tiene un patrónde conducta erótica también gínico porquemuestra receptividad, lordosis y aceptaciónde monta. Muchos experimentadores, muytorpemente, han etiquetado a estas ratasexperimentalmente transexuadas como“ratas homosexuales” tomando como evi-dencia de esta categoría su conducta obser-vable de aceptación de la cópula.

Sin embargo, y esto es muy curioso, noha recibido el mismo etiquetado la ratamacho control –la no intervenida– que es, dehecho, un macho geno y fenotipo que estámontando, penetrando y eyaculando en elano de otro macho. A tenor de su comporta-miento, una vez usado el mismo criterio eti-quetador, esta rata macho merecería cuantomenos la etiqueta de “rata sodomita activa”.

Es evidente que la conducta de la “ratasodomita pasiva” –la víctima del experi-mento– es uno más de los resultantes de laintervención experimental transexuadora.Pero, ¿por qué se conduce de este modo laotra si no ha recibido intervención ninguna yes –supuestamente– macho heterosexual?.

Hasta aquí el dilema. La solución, ahoraque he dado con ella, me parece sencilla. Larata no intervenida –la sodomita activa, laque monta– es una rata macho heterosexualcon un patrón sexual de conducta y unpatrón de conducta erótica homotípicos.Esto es, típicos de su sexo. Sólo le ocurreuna cosa anómala producida precisamentepor el experimento: clasifica a la otra comohembra y lo hace así porque la rata interve-nida se comporta como hembra, huele comohembra (esto no está suficientemente verifi-cado, pero aseguro que emite feromonasfemeninas) y porque sus caracteres sexualessecundarios están feminizados (su estructuramusculo-esquelética es menor, la distanciaano-genital también, etc.). O sea, porque susindicadores alosexantes son gínicos. Así quela alosexa como hembra y se comporta conella como si lo fuese.

Pero lo que el investigador parece ver esotra cosa: él ve una rata con cromosomas,

gónadas y genitales macho dejándose pene-trar. Para el investigador la rata penetrada essin duda un macho. Y la convicción deobservar a un macho dejándose penetraranalmente le lleva a la conclusión precipita-da de que es una rata gay.

El OBJETO ALOSEXADO (6) –la rata en cues-tión– es el mismo para ambos SUJETOS ALO-SEXADORES (7) –la rata penetradora y el expe-rimentador – pero el resultante de la ALOSE-XACIÓN (8) difiere y se contradice. Y difiereporque los INDICADORES ALOSEXANTES (40)que uno y otro seleccionan no son los mis-mos. Porque los CRITERIOS ALOSEXANTES (9)tampoco son los mismos. Fruto de lo cuallos INDUCTORES DE ALOSEXACION (11) tampo-co lo son. Al fin y al cabo aunque los dosson machos (el uno rata y el otro experimen-tador) cada cual actúa como lo que es y estáa lo suyo.

Faltaría preguntarse qué categoría sexualse da a sí misma la rata experimental, luegocuál es su AUTOSEXACIÓN (10) y a quién delos dos le da la razón. No es posible com-probarlo, pero –permítaseme el animismo–creo que si la rata pudiera definirse a símisma se tendría por hembra y no pormacho. A lo sumo se autoetiquetaría comorata transexual, pero en ningún caso comorata gay. Y deduzco esto, no tanto por sucomportamiento, o sus confesiones, sino porel conocimiento de los modos de operaciónde la sexuación mamífera. Lo común a lastres anécdotas es que hay unos sujetos dediferentes especies –mosquita, rana, rata yhumano– que alosexan. Todos ellos tienencapacidad de reconocer, de discriminar, elsexo de los objetos alosexados, asignandouna etiqueta sexual. Luego en esta acciónsexante, uno es el sujeto sexante (el sexador)y el otro el objeto sexado.

En todos los ejemplos que he presentadolos sujetos alosexadores cometen errores, por-que en todos estos casos hay alguna interfe-rencia en el normal proceso de sexación.

La mosquita yerra porque hemos imitadoun inductor de alosexación mosquito (zum-

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bido macho) y cae en la trampa. La ranayerra porque, probablemente, se ha produci-do alguna alteración química que ha modifi-cado los receptores y/o decodificadores queusa para la alosexación. No está del todoclaro en el caso de la rata y el experimenta-dor quién es el que yerra. Depende de lo cri-terios que tomemos como válidos para estasexación. Supuesto que sea la rata la equivo-cada, yerra porque los inductores de alose-xación han sido alterados a resultas de latransexuación experimental realizada. Sifuese el experimentador el equivocado, yerraporque no reconoce los inductores de alose-xación específicos de especie y se obstina enalosexar a la rata transexuada en razón de unCRITERIO DE ALOSEXACIÓN (9) exclusivamen-te genital. Quizás porque es el criterio quese usa en su especie.

En cualquier caso todo sujeto alosexador–sea mosquita, rana, rata o experimentador–selecciona, de entre todos los estímulos queel otro emite, aquellos que sirven para dictarla sentencia sexual (es macho, es hembra);esto es, los que tienen un significado sexual.Luego hay unos estímulos, precisamente losque he llamado INDICADORES ALOSEXANTES

(40) que son susceptibles de ser captadosmediante mecanismos alosexantes que hande incluir receptores, decodificadores y PRE-ESQUEMA DE SEXACIÓN (12).

De cualquier modo, y espero con losejemplos haberlo aclarado suficientemente,en todos estos casos se ha producido un actode sexación. Y este acto no ha requeridocomo condición indispensable cerebro corti-calizado, ni cultura.

Generología y sexaciónAunque la Generología6 empezó siendo

un potente movimiento surgido en el senodel feminismo de los USA a propósito deestudios sobre mujer, es ya la disciplinacientífica con reconocimiento universitariocuyo objeto epistémico es el género.Honestamente la considero una corrienteapóstata de la Sexología que expresa y mili-

tantemente renuncia a ser sexológica. Ymenciono la apostasía porque han renuncia-do tanto al sexo como a la logía. Al sexonegando su existencia misma o constriñén-dolo a su mínima expresión. A la logía por-que la apuesta no es comprender las cuestio-nes sexuales, sino transformarlas. En cual-quier caso ahí está produciendo, por cierto,enorme cantidad de material.

La traigo a colación aquí porque el cons-tructo sexación tiene cierta correspondenciacon dos expresiones frecuentemente usadaspor algunos autores/as generológicos. Merefiero a: dimorfismo sexual aparente y asexo como variable estímulo.

Con respecto al primer término –que esmás expresión que busca la corrección polí-tica que el rigor científico– afirmo que todasexación es necesariamente una dimorfiza-ción sexual de las apariencias. Y subrayo losdos términos de la expresión que acabo deusar.

Es dimorfización sexual porque se modi-fica –se reconstruye– una variable sexual decontinuo (polar) en una variable sexualdicotómica, la sexuación (los múltipleshechos de sexuación), en una etiqueta desexación. Y es aparente, porque opera sobreindicios de los cuales se deducen –o se indu-cen– las tales etiquetas.

Más tarde explicaré que esta dicotomiza-ción se realiza a través de reiteradas metoni-mias reductoras que sirven precisamente alpropósito de consecución de una etiquetadefinitiva y definidora.

El constructo sexo como variable estímu-lo no es una expresión políticamente correc-ta sino un término de uso científico. EnEspaña ha sido Juan Fernández7 siguiendo lasenda de la prestigiada generóloga R.K.Unger, quien ha sugerido la distinción entretres sexos: el sexo como variable estímulo,el sexo como sexualidad y el sexo comovariable sujeto. Estos dos últimos “sexos”(sic) se corresponderían con lo que enSexología Sustantiva llamamos clásicamenteerótica y sexuación. Y en cualquier caso el

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primero de estos sexos (el sexo como varia-ble estímulo) se correspondería, creo quebastante bien, con esto que estoy llamandosexación.

Respecto al sexo como variable estímulo,viene a constatar Fernández que existe unaingente producción científica que gira entorno a los cómos, los qués y los paraquésde la interacción humana cuando ésta está dealgún modo mediada por cómo se clasificasexualmente a ese otro con el cual se inte-ractúa. Son pues, fundamentalmente, estu-dios que analizan las conductas –las ideacio-nes, las interpretaciones, las interacciones,etc.– que están mediadas por la etiquetasexual que se asigna al otro/a. Cuestionesdel tipo: yo me conduzco o interactúo conesta persona así –y no de otro modo– entanto que, previamente, la he clasificado conuna etiqueta sexual: la de mujer o la de hom-bre (incluso la de ambiguo) y no con otra, oninguna.

De todas estas investigaciones generoló-gicas se concluye algo que podríamos tomarya como evidente e indiscutible: que estaclasificación sexual de ese otro con el queinteractúo condiciona –más aún, determina–mi modo de interactuar con él. Por lo tanto,mi modo de conducirme, de expresarme, deidear, de interpretarle, etc.

Ahora bien, aunque subrayo esta relaciónentre términos que me parece cierta, desdeun principio quiero marcar dos diferencias–tres con la mencionada ocurrencia interes-pecies– entre este término sexológico desexación y aquel generológico de sexo comovariable estímulo.

En primer lugar, un distanciamiento polí-tico. Pues por cuestiones, sobre todo, de ads-cripción política –esto es, de actitud comba-tiva y vocación abolicionista–, desde lagenerología no se ha pretendido la compren-sión científica de la etiquetación sexual,sino, antes al contrario, su exterminio cultu-ral y político. Así que prácticamente toda lainvestigación sobre el denominado sexocomo variable estímulo está contaminada de

esta vocación abolicionista. No es compren-siva, sino combativa. Se me acusará deexceso en esta crítica pero el antisexismo es,explícitamente, etiqueta identitaria que engenerología se usa sin reparo. Y ese anti noes apuesta científica, sino política; queademás no es la mía.8

Y en segundo lugar, un distanciamientoteórico. La diferenciación generológica entresexo como variable sujeto y sexo comovariable estímulo, luego la elección de lostérminos sujeto y estímulo (sin entrar ya enel mal usado y maltrecho sexo), sugiere algoque expresamente quiero evitar: la impre-sión de que la etiqueta de sexación no esconstitutiva del sujeto; o, alternativamente,que los hechos de sexuación no son fuentesestimulares.

Sin embargo, como demostraremos másabajo, ningún hecho sexual más potente esti-mulador que los hechos de sexuación yningún hecho más constitutivo de la condi-ción de sujeto que la propia autocategoriza-ción sexual. Pues los hechos de sexuación–todos y cada uno de ellos– no sólo son ele-mentos constitucionales que construyen alsujeto; sino que son, a su vez, los estímulosde más fuerte significado sexual que sirvenprecisamente para la etiquetación sexual. Ypor otro lado, las etiquetas sexuales no sóloson estímulos de interacción, sino que sonelementos constitucionales sin los cuales elsujeto no puede construirse. Así que meparece que hay mucho estímulo en el sexocomo variable sujeto y mucho sujeto en elsexo como variable estímulo. Suficientecomo para desechar esa terminología.

Sexología Sustantiva, sexo y sexación.La Sexología Sustantiva es una corriente

sexológica nacida en España y creada en elcontexto de la sexología europea del “sexo-que-se-es”. Esta corriente –de la que mesiento orgulloso promotor y representante–expresamente acoge el paradigma modernode los sexos distanciándose, por inservible,del paradigma premoderno del locus genita-

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lis. Así pues la noción de sexo –insisto, sexoen tanto que condición de diferencia; luegono sexo en tanto que acción placentera– esfundamental. Esta corriente es, antes quetodo y fundamentalmente, una logía delsexo: luego un discurso fuerte, teórico, com-prensivo, coherente y articulado sobre elsexo. Dicho muy claro, para la SexologíaSustantiva sexo no es una “four lettersword”9, sino un macroconcepto nuclear yconstituyente: el objeto epistémico que dasentido a la propia disciplina.

Tradicionalmente, en Sexología Sustan-tiva se ha manejado como esquema ordena-dor el conocido como Triple Registro delHecho Sexual Humano cuyo original fuepresentado por Amezúa en conferencia leídaen 1979 en Vitoria-Gasteiz bajo el título “Lasexología como ciencia: esbozo de un enfo-que coherente del hecho sexual humano”10.Fue precisamente en aquella célebre ponen-cia donde se levantaron los cimientos de loque luego será bautizado como SexologíaSustantiva.

Estos fundamentos fueron, y son, básica-mente:

- Que la sexología es la ciencia del hechosexual. Literalmente allí se dijo: “la sexo-logía es la ciencia que busca, investiga ydesentraña, de una forma específica y conmétodos propios, el sentido del hechosexual, es decir, del hecho ineludible de quesomos sexuados, nos vivimos como sexua-dos y nos expresamos como sexuados”.

- Que este hecho sexual se articula através de tres registros que son: el sexo (elmodo de hacerse y ser sexuado), la sexuali-dad (el modo de vivirse como sexuado) y laerótica (la expresión del ser sexuado ysexual).

- Que son tres las funciones práxicas dela sexología: la investigativa, la educativa yla asistencial.

- Que la sexología, o es científica, o noes nada.

Veintiún años después, Amezúa ha publi-cado una reformulación y puesta al día de

aquella conferencia constituyente11. En estetrabajo ha propuesto el Mapa del HechoSexual Humano en el cual ha expuesto cua-tro –y no tres– registros del hecho sexual. Asaber: sexuación, sexualidad, erótica y ama-toria. Luego sus novedades terminológicas yconceptuales son dos: por un lado, la modi-ficación de sexo por sexuación; y por otrolado, la ampliación (en realidad bipartición)de la antigua erótica, en las nuevas erótica yamatoria.

Me interesa aquí la modificación deaquel sexo original que era el primer registrodel esbozo del 79, por la sexuación que esahora el primer registro de la teoría refor-mulada del 2000. Siendo, lo cual no es asun-to baladí, que es su propio creador quien loha modificado. Y todo esto porque conside-ro esta sustitución de sexuación por sexo –ylo afirmo sin ambages– como un error termi-nológico y conceptual de Amezúa.

Pues como ya he afirmado públicamente“sexo y sexuación son términos, ambosnecesarios, pero ambos diferentes puesdenominan hechos distintos. A mi juicio, eltérmino sexo hace referencia a la condiciónde la diferencia; mientras que el términosexuación hace referencia al proceso de ladiferenciación. Es evidente que la diferenciase hace a través de la diferenciación y que ladiferenciación construye la diferencia; pero,aunque ambos hechos se hagan mutua refe-rencia, no deben confundirse”12. Luego noson sinónimos, ni mucho menos son inter-cambiables.

A mi juicio el sexo (la diferencia) se cons-truye no sólo de sexuación (diferenciación),sino también de sexación (discriminación). Sé–o creo saber– que Amezúa considera losconstituyentes de lo que yo llamo sexacióncomo hechos que perfectamente se integranen el concepto de sexuación. De lo cual estadistinción mía no le parece cuestión funda-mental. Sin embargo, a mi juicio esta diferen-ciación conceptual y terminológica es no sólonecesaria sino asunto central. Pues, aunque esevidente que la sexación es una sinécdoque de

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la sexuación, sin embargo como ha quedadoclaro con los ejemplos animales que más arri-ba he presentado, resulta también evidenteque esta sinécdoque es una realidad de primerorden. Luego no es una construcción culturalhumana. Ni mucho menos un capricho inte-lectual mío.

Así pues la sexación es, primero que todo,esta sinécdoque de la sexuación. Es, pues,categoría reducida y reductora que se expresacomo una etiqueta sexual que es definitoria,definitiva, finalística, binomial y disyuntiva.

Es definitoria porque define (en realidad,construye) el sexo del sujeto sexado. Esdefinitiva porque permanece en el tiempoproduciendo una inercia y una resistencia alcambio de magnitud muy considerable. Esfinalística porque persigue un fin: filtrar lasinteracciones con los otros. Es binomial por-que se expresa con dos –y sólo dos– posiblesresultantes. Y es disyuntiva porque la asig-nación de una categoría presume la imposi-bilidad de la otra; resultando que: si A, no-B; y si B, no-A.

En ningún caso puede operarse sin eti-queta sexual, aunque pueda –y suela– decir-se que sería deseable, necesario o promovi-ble no etiquetar sexualmente. Excep-cionalmente sí pueden aparecer dificultadesde etiquetación que en cualquier caso seresolverán a través de la reiteración de lasinécdoque.

Es cierto que la sexación, como luego severá, es uno más de los resultantes de lasexuación. Y cierto también que no haysexación sin sexuación. Pero así mismo nohay sexo sin sexación. O dicho de otromodo, no hay sexo con sólo sexuación.

Los resultantes de la sexuación son dife-rencia y diversidad, mientras que los de lasexación son discriminación y dicotomiza-ción. En tanto que valores son más bonitoslos primeros que los segundos, pero nohablamos de valores sino de hechos: hechossexuales. Y ambos –sexuación y sexación–son hechos sexuales evidentes y ciertos.Luego ambos sexo.

Acabo de afirmar que la sexuación esuna de las dos categorías del primer regis-tro del hecho sexual: el sexo. La otra seríala sexación. Luego que en ningún caso lasexuación es, ella sola, el primer registrodel Hecho Sexual. Afirmo que una y otra–sexuación y sexación, diferencia y discri-minación, diversidad y dicotomización–son igualmente, una y otra, sexo. Luegoafirmo que es un error sustituir sexo porsexuación.

Ahora bien, afirmar la importancia delconcepto sexación en la construcción delsexo, no significa reducir la importanciacapital del concepto sexuación. Y estas afir-maciones me obligan a presentar siquieramínimamente qué es la sexuación enSexología Sustantiva.

Un concepto capital enSexología Sustantiva: sexuaciónEn la literatura norteamericana suele

denominarse proceso de diferenciaciónsexual. De hecho sexuación y diferenciaciónsexual son sinónimos. La sexuación se refierea la acción –siempre diferenciadora y creado-ra de diversidad– de hacerse en unas u otrasdirecciones, por unos u otros caminos:machos y/o hembras. O mejor aún, la acciónde masculinizarse y de feminizarse, siendoque los sujetos pertenecientes a especiessexuadas, los sujetos sexuados, se sexúan enla una y en la otra (insisto en las dos) direc-ciones, adquiriendo características del unoy/o del otro sexo (caracteres sexuales).Algunas de estas características de sexua-ción son específicas para cada especie yotras muchas son comunes a todas ellas, o amuchas de ellas.

Lo más característico de la sexuación esque es un proceso que recorre todo el cursovital: desde la concepción hasta la muerte.Este proceso se articula a través de hechos

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Luego: Sexuación ≠≠ sexo; ySexo == sexuación ++ sexación

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–acciones– que expresamos y ordenamospor medio de niveles que se describen mejorcon el recurso a un verbo. De ahí el uso delverbo sexuar (de su reflexivo: sexuarse; y deotras formas verbales: sexuado, sexuante,sexuable).

Así que ambos –acción y proceso– seanconceptos-clave necesarios para describir ycomprender la sexuación. Pues es necesarioun verbo para describir la acción y un camposemántico –el evolutivo; sea filo u onto–para su comprensión.

Para expresar la dirección sexual concre-ta de cada una de las acciones de esta dife-renciación, he propuesto los verbos ANDRI-ZAR(SE) (13) y GINIZAR(SE)(14); luego todassus formas: gínico, ginizante, ginizable,ÁNDRICO (39), andrizante, andrizable, etc.Más las que lógicamente se derivan de éstas:ANDRÓGENO (15), GINÓGENO (16), ginización,andrización, GINANDRIA (17), EGOGINIA (18),EGOANDRIA (19), GINERASTIA (20), ANDRERAS-TIA (21), etc.

Pese a que lo parezca no hay dos modos(dimorfia) –el ándrico y el gínico– de lasexuación, sino un proceso que a través demúltiples acciones se hace en cada individuoen la una y en la otra dirección, y en ambasal mismo tiempo, aunque con diferentesintensidades y en distintos niveles. Así que,la sexuación es intersexual (ginándrica).

Este antiguo concepto –intersexualidad–es central en Sexología Sustantiva y dacuenta de que todos y todas, cada quien a sumodo, somos necesariamente un resultadoginándrico. Siendo que esta ginandria no esun derecho, ni un valor, sino simplementeun hecho. Luego, esto me parece importantesubrayarlo, no somos ginándricos porquedeberíamos de ser o porque resulte deseableserlo; sino simple y llanamente porque sali-mos así. Sin más.

La sexuación es un proceso constituidopor infinidad de hechos (los hechos desexuación) sincrónicamente concatenados ydiacrónicamente interactuantes. Cada hechode sexuación se expresa a través de dos

modos de acción: organización y activación.La ORGANIZACIÓN (22) opera con momentoscríticos que son específicos para cada hechode sexuación, y transforma definitivamentela estructura asexuada y sexuable; mientrasque la ACTIVACIÓN (23) tiene una acciónmutable puesto que es deudora de la presen-cia del AGENTE SEXUANTE (24); y no está aso-ciada a momento crítico alguno, permane-ciendo en el tiempo.

Cuando digo organización y activación,no me refiero sólo a organizaciones u activa-ciones hormonales (si bien ambos han sidooriginalmente términos de uso endocrinoló-gico exclusivo), sino también a organizacio-nes y activaciones genéticas. Y deduzco,aunque lo desconozcamos aún, a accionesorganizadoras y activadoras del resto de losagentes sexuantes.

Cada hecho de sexuación es siempreuna acción transformadora (diferenciadora)de un agente sexuante sobre una estructurasexuable. Esta estructura sexuable puede, ono, estar previamente sexuada. Esta acciónsexualmente transformadora puede serdefinitiva (organizadora) o mutable (acti-vable).

Las sexuaciones por organización sontransformaciones cualitativas de un materialde origen que es asexuado y que es sexuablepara pasar a ser un material de destino quees sexuado. Suele denominarse a este mate-rial de origen como precursor indiferencia-do; y es por cierto éste, término muy atinadoque cumple todas y cada una de las cuatrocondiciones terminológicas mencionadas alprincipio.

Las sexuaciones por activación sontransformaciones cuantitativas (de incre-mento o decremento) de un material de ori-gen que es sexuado y sexuable a otro mate-rial de destino que es también sexuado ysexuable (en términos de más o de menosrespecto al primero).

Conocemos mucho más de las sexuacio-nes por organización que de las sexuacionespor activación; luego conocemos más y

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mejor la sexuación prenatal que la sexuaciónpostnatal.

Los agentes sexuantes –andrógenos yginógenos– pueden ser de varios tipos: gené-ticos, hormonales, neuronales y eidéticos.Denomino andrógeno a cualquier agentesexuante con acción andrizante y denominoginógenos a cualquier agente sexuante conacción ginizante.

A propósito de esto conviene aclarar quelas sustancias químicas –hormonas– queconocemos como andrógenos, si bien sí son–en su sentido etimológico– una forma deandrógenos, no son los únicos. Luego losandrógenos no son LOS andrógenos, sinoUNOS andrógenos. Así que consideré quedeberían ser rebautizados (en realidad, ape-llidados) como ANDRÓGENOS HORMONALES

(25) o andrógenos endocrinos, que son eti-quetas que propongo.

En la actualidad conocemos otros andró-genos que por no ser hormonales no sonreconocidos como tales, pese a su evidenteacción androgénica. Por ejemplo el gen Sryes un andrógeno genético con una acciónandrogénica evidente: propicia la creacióndel testículo fetal. Esta sustitución termi-nológica resultará más necesaria cuando, enel tiempo, vayamos conociendo más andró-genos no-hormonales.

Las estructuras de origen asexuadas ysexuables conocidas (los precursores indife-renciados) son de dos tipos: intersexuales odimórficos.

El PRECURSOR DIMÓRFICO (26) está consti-tuido por subestructuras diferentes, peroindiferenciadas: la protogínica y la protán-drica; mientras que el PRECURSOR INTERSE-XUAL (27) está constituido por una estructuraúnica e indiferenciada –que es protogínica–susceptible de más o menos andrización.

El proceso de sexuación parece operarcon una máxima: de ningún modo algo quesea sexuable puede no sexuarse. El cumpli-miento de esta máxima requiere de unaSEXUACIÓN POR OMISIÓN (28) que, hasta dondesabemos, es siempre gínica.

Sexuaciones cerebralesEn esta última década ha eclosionado la

investigación sobre el sexo en el cerebro. Nohemos hecho más que empezar y sin embar-go cada vez que navego en Internet me topocon información nueva. Muchas investiga-ciones son redundantes y abundan en líneasya abiertas, pero otras abren universoscientíficos nuevos cual caja de Pandoraescupiendo vientos cuyos destinos descono-cemos del todo.

Reordenar y organizar coherentementetodo este material resulta tarea complicadano sólo por el volumen y la dispersión de losdatos, sino porque trabajamos con materialmuy “recién horneado” que procede funda-mentalmente de dos grupos de diferenciassexuales en el cerebro que son de naturale-zas muy distintas: por un lado, las investiga-ciones sobre diferencias sexuales funciona-les; y por otro, las investigaciones sobrediferencias sexuales estructurales.

Como nuestro conocimiento del cerebroes aún muy inconcluso, ni siquiera conoce-mos algunas correspondencias básicas entreunas y otras. Y es posible que cosas quetomamos ahora por diferentes sean en reali-dad la misma vista desde diferentes planos.

En estos momentos tenemos certeza fun-dada de, al menos, las siguientes diferenciassexuales que operan en el cerebro:

- Diferencias estructurales: hipotalá-micas13 –NSD14, INAH15–, corticales16

–comisura anterior17, hipocampo y neocor-tex18–, conectividad interhemisférica – cuer-po calloso19–, límbicas20– estría terminalis21,amígdala22– sistema nervioso23 y órganovomeronasal24.

- Diferencias funcionales: de funciona-miento neuroendocrino25 –eje H-H-G26–,perceptuales27 –visuales, olfativas, visuales,táctiles–, comunicativas –diferencias sexua-les en la emisión de signos verbales, en laasignación de significados, etc. –gestuales yconductuales28, emocionales29, intelectua-

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les30 –estilos cognitivos31, mnémicas32,lingüísticas, matemáticas, espaciales33–,motóricas –psicomotricidad gruesa y fina,coordinación visomotora–, relacionadas conla lateralización cerebral –diferente manejode funciones lateralizadas, intuición, domi-nancia hemisférica34–, etc.

Con el propósito de ordenar todo estematerial integrándolo en una teoría coheren-te de la Sexuación cerebral, en “Homos yheteros” diferencié seis subniveles de sexua-ción cerebral . A saber: Egosexuación,Sexuación Objetal del Deseo Erótico(SODE), Sexuación del patrón de conducta(SPC), Sexuación Subjetual del DeseoErótico (SSDE), Sexuación del Eje H-H-G(SEHHG) y Sexuación de las habilidadescognitivas y motóricas (SHCM).

De todas ellas, en aquel trabajo me inte-resó especialmente la Sexuación del Objetodel Deseo Erótico (SODE), que es neologis-mo que propuse para explicar el sustrato desexuación prenatal que está por debajo delhecho de que sentimos deseo, atracción ynos enamoremos de gentes a las que previa-mente hemos alosexado con una u otra eti-queta sexual.

Ya entonces no quise usar los términosque otros autores habían usado para estomismo35, entre otras múltiples razones por-que entiendo que no puede establecerse unarelación causal, lineal y directa, entre estasexuación y la orientación sexual adulta.Que es lectura en exceso simple que se hahecho de estos trabajos.

En cualquier caso, supuse entonces, ymantengo ahora, que este hecho de sexuacióncerebral sería una sexuación organizadoraprenatal llevada a cabo por esteroides quediferencia sexualmente al objeto del deseodiscriminando entre sujetos ANDRERASTAS (21)y sujetos GINERASTAS (20). Con posterioridad,estos neologismos me abrieron nuevas posibi-lidades semánticas (ginerastizarse, andrerasti-zarse, sexuación erástica, etc.)

Afirmé además en aquel trabajo que, pordebajo de lo que se ha conocido como orien-

tación sexual, subyacen cuanto menos treshechos sexuales: una sexuación prenatalorganizadora (que sería precisamente estaSODE); una sexuación puberal activadora,cuya dinámica y fundamentos aún descono-cemos; y una alosexación en el tiempo realdel deseo.

Según esto, si me siento atraído, deseo yme enamoro de una mujer concreta, estoocurre porque en primer lugar me sexué–prenatalmente– como ginerasta, porque ensegundo lugar se me activaron –puberalmen-te– los mecanismos del deseo y en tercerlugar porque –en tiempo real del deseo– alo-sexo a esa mujer como hembra (lo sea o no;se diga a sí misma que lo es, o no).

Ahora bien estas tres condiciones noexplican definitivamente por qué siento loque siento ahora y por esta mujer concreta.Es evidente que esta explicación, sin abando-nar el terreno de lo material, requiere quesean mencionadas las feromonas, la fenileti-lamina (PEA) o el incremento hormonal deandrógenos: especialmente de dehidroepian-drosterona (DHEA). Y, ya en el terreno de lofuncional, requiere desde luego la menciónde otros muchos sucesos históricos –biográ-ficos– que han ido marcándome como indivi-duo (aprendizaje, socialización sexual –cáno-nes de belleza, expectativas sexuales, reglassexuales, etc.–, posibilidades eróticas, refuer-zos, etc., etc.) y por supuesto los hechos deinteracción con esta persona concreta que seresuelven “en gerundio”.

Algo parecido a lo que acabo de explicarentre orientación sexual y SODE ocurre conel neologismo EGOSEXUACIÓN (28) y la iden-tidad sexual. Aunque más abajo explicaréesto con mayor detenimiento, me interesadestacar que la egosexuación es el primerhecho –el primero no es el único– que irádeterminando biográficamente la identidadsexual definitiva. Puesto que este hecho pri-mero es indudablemente un hecho de sexua-ción, lo bauticé con esta etiqueta y el recur-so al manido ego. Me parece que este térmi-no es del todo provisional, puesto que los

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resultantes de la investigación futura propi-ciarán términos mucho más adecuados y cer-teros. Por ejemplo, si en el tiempo se confir-masen la relación entre los descubrimientosholandeses del grupo de Gooren respecto ala estría terminalis y este hecho de sexua-ción al que estamos haciendo referenciacomenzaríamos a hablar, ya con propiedad,de sexuación de la estría terminalis en rela-ción a la identidad sexual. Como, así mismo,probablemente acabemos hablando desexuación de los núcleos intersticiales delhipotálamo anterior en relación a la orienta-ción sexual.

En cualquier caso, y vuelvo a los nive-les de sexuación cerebral, el esfuerzo deordenación que allí mostré sigue inconclu-so. Ha pasado aún poco tiempo y aunquesigo manejando básicamente los mismosseis subniveles que allí expliqué, ya he rea-lizado algunas modificaciones. De suerteque el esquema que ahora manejo es elsiguiente:

• Sexuación erástica (o erastizaciónsexual) => Sustituye a lo que allí denominéSexuación Objetual del Deseo Erótico(SODE) y sigue referiéndose a lo que sueleconocerse como sexuación de la orientaciónsexual. Ahora bien, en tanto que consideroque el deseo erótico incluye también laatracción y el enamoramiento, entiendo quela sexuación erástica no sólo incluye laSODE, sino también la sexuación del órganovomeronasal (en tanto que decodificadorferomonal), la sexuación de los mecanismosde producción y regulación de DHEA (entanto que materia prima de la producciónferomonal y en tanto que inductora deldeseo) y los mecanismos de producción dePEA.

• Sexuación identitaria (o egosexua-ción) => Se refiere a lo que suele conocersecomo sexuación de la identidad sexual, peroque a estas alturas sabemos que es la sexua-ción inductora de autosexación. Como másabajo volveré a ello, me ahorro las explica-ciones.

• Sexuación del patrón sexual de con-ducta => No hay ninguna modificación yhace referencia a aspectos tales como expresi-vidad corporal, juego infantil, preferencia deactividad (percepción y manejo del riesgo,consumo energético, competitividad, agresivi-dad, etc.), patrones gestuales y posturales, etc.

• Sexuación erótica => Es una reformula-ción de lo que entonces llamé SexuaciónSubjetual del Deseo Erótico (SSDE) y en cual-quier caso sigue refiririéndose a la sexuacióndel patrón erótico. Incluyo ahora no sólo eldeseo, sino también la excitación y el orgas-mo, que entonces no consideré.

• Sexuación del patrón endocrino (osexuación del eje H-H-G) => No hay modifi-cación ninguna y se corresponde con laSexuación del eje Hipotalamo-Hipofiso-Gonadal y sus mecanismos de feedback.

• Sexuación de habilidades cognitivas ymotóricas => que tampoco sufre variaciónninguna y que sigue refiriéndose a las dife-rencias sexuales cognitivas y motóricas encreciente descubrimiento.

En cualquier caso, estoy seguro de quetampoco esta nueva propuesta de esquemateórico de la sexuación cerebral que ahoratraslado será la definitiva. De momento essólo la mejor que se me ocurre para ordenar loque vamos sabiendo. Pero tendrá que ser ulte-riormente modificada incluyéndose tanto reor-denaciones como, seguramente, incorporacio-nes de materiales ahora desconocidos.

Qué significan las diferenciassexuales en el cerebroConviene aclarar qué significado debe-

mos darle al creciente descubrimiento dediferencias sexuales en el cerebro. Es ciertoque cada una de estas diferencias se expresamediante formas ándricas o gínicas. Enrigor, más o menos ándricas y/o más omenos gínicas. Pero también es cierto queninguna sola de estas diferencias sexualesdescubiertas discriminan, ni mucho menos,entre dos poblaciones sexuales: por un lado

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los hombres y por otro las mujeres. Lossolapamientos son múltiples.

Estos solapamientos se explican perfec-tamente por la no correspondencia entre doshechos sexuales que son diferentes: lasexuación y la sexación; y por la contradic-ción que luego explicaremos de los princi-pios que guían cada uno de estos hechossexuales.

Por ejemplo, las diferencias en el tercernúcleo intersticial del hipotálamo anterior(INAH3) parecen diferenciar entre dos gru-pos: andrerastas y ginerastas. Sean unos uotros, hombres o mujeres. Es cierto que lamayor parte de las andrerastas son mujeres.Y cierto también que la mayor parte de losginerastas son hombres. Pero es cierto tam-bién que hay hombres andrerastas (entre un5-15% de ellos lo son) y mujeres ginerastas(entre un 2-4%).

Las diferencias en un núcleo límbicoconocido como zona central del núcleobasal de la estría terminalis (su acrónimo eninglés: BSTc) parecen diferenciar entreautosexación masculina y autosexaciónfemenina, al margen de cuáles sean los geni-tales de quienes así se sexan. Es cierto que ala mayor parte de quienes tienen el doble deneuronas en BSTc les tenemos por hombres(alosexación) y se tienen por hombres (auto-sexación); y a quienes tienen la mitad deneuronas, las tenemos y se tienen por muje-res. Pero hay unos mínimos porcentajes deerror (desde luego menos de un 1%) que secorresponden precisamente con los que lla-mamos transexuales. Éstos parecen tener elrango de neuronas que corresponde con suautosexación, aunque no corresponda concómo les etiquetamos sexualmente.

Con respecto a la conectividad interhe-misférica, es cierto que quienes tienen uncerebro más lateralizado son hombres yquienes tienen un cerebro menos lateraliza-do son mujeres. Pero existen importantesporcentajes de hombres con cerebros menoslateralizados y de mujeres con cerebros máslateralizados.

Es cierto que la mayor parte de quienestienen una regulación hormonal cíclica lle-vada a cabo mediante un mecanismo defeedback positivo son mujeres y quienes tie-nen una regulación hormonal tónica (en rea-lidad pulsátil) llevada a cabo mediante unmecanismo de feedback negativo son hom-bres. Pero, aunque no sabemos aún cuántos,también es cierto que hay hombres que res-ponden positivamente al incremento deestrógenos y mujeres que responden negati-vamente al incremento de andrógenos.

Finalmente, con el sexo en el cerebropasa exactamente lo mismo que con el restode los niveles del proceso de sexuación. Quees cierto que la mayor parte de los hombrestienen cromosomas XY, pene, testículos,mayor pilosidad corporal y timbre de vozmás grave; pero también hay mujeres contodos o con algunos de estos caracteressexuales. Así mismo es cierto que la mayorparte de las mujeres tienen cromosomas XX,vulva, ovarios, menor pilosidad corporal36 ytimbre de voz más agudo; pero también hayhombres con todos o con algunos de estosatributos sexuales.

Son dos –y no tres–las sexaciones posiblesEn “Homos y heteros” afirmaba errónea-

mente que existen tres sexaciones: autosexa-ción, alosexación e INDUCCIÓN ALOSEXANTE

(3). Lo cierto es que aquello que allí afirmées erróneo, pues bien pensado sólo son doslos actos de sexación: la autosexación y laalosexación.

La allí considerada tercera sexación37 noes un hecho de sexación, sino un propiciadorde uno de estos hechos de sexación: la alo-sexación. Así que, aunque sea necesariosubrayar la importancia –especialmente enhumanos– de que el sujeto alosexado no essólo un objeto pasivo de la acción sexantesino un sujeto activo de la misma, lo ciertoes que la inducción alosexante no es una ter-cera forma de sexación. En cualquier caso, yya que la he mencionado, con esta expresión

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Por explicarlo con simplicidad: ante lapregunta ¿por qué eres hombre?. La respues-ta “porque tengo pene” hace referencia a laalosexación que el sujeto está haciendo de símismo. La respuesta “por que me siento –ome sé– hombre” hace referencia a su autose-xación.

Los criterios de sexación son diferentesen la alosexación y en la autosexación. En laalosexación los estímulos proceden de afue-ra, aunque ese afuera sea uno mismo. En laautosexación proceden de adentro. La dife-rencia entre alosexación y autosexación noreside tanto en los objetos sexados (los otroso uno mismo); sino, sobre todo, en las diná-micas de sexación y en los criterios sexan-tes.

Nos autosexamos por dentro, y no porfuera. Puede servir como metáfora de esto laautoaudición. Nos oímos –a nosotros mis-mos– por dentro, y no por fuera. Así quecuando nos escuchamos por fuera, por ejem-plo en una cinta magnetofónica, nos resulte-mos tan extraños.

Sea cual sea el soporte material de estaetiqueta, que es desde luego un hecho desexuación, la autosexación humana es unhecho que está cognitivamente mediado.Luego la corteza cerebral y –en los huma-nos, el aprendizaje y la cultura– juega unpapel nada despreciable en todo ello.

La autosexación se hace manifiesta através de un acto de conciencia: descubroque soy mujer, descubro que soy hombre.Esto es, tomo conciencia –antes o después–de ello. Tomar conciencia y/o descubrir sonverbos que expresamente usamos y que dancuenta de que uno toma contacto cognitivocon un hecho que es anterior y preexistentea la propia cognición. Así pues, respecto dela autosexación quizás deba de evitarse eluso de verbos como aprender, enseñar, cons-truir, etc. Sobre todo porque todo pareceindicar que el aprendizaje es respecto a estaautosexación, mucho más que la causa, unpotente amplificador. Pero también unpotente obstaculizador.

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me refiero a los procesos de manipulaciónque consciente o inconscientemente el obje-to alosexado articula para que los otros lesexen con una categoría sexual concreta quese corresponde, en principio, con su autose-xación.

He dicho al principio de este trabajo quela sexación no es un hecho cognitivo, que norequiere reflexividad, ni conciencia, ni cul-tura, ni corticalización. Esto sirve paraexplicar que la sexación es evolutivamenteantigua o para presentar la sexación de losmosquitos, de las ranas o de las ratas. Perolos humanos podemos “reflexivizar”, “con-cientizar”, “culturalizar” y “corticalizar”(sic) nuestras sexaciones. Todas ellas, peroespecialmente las alosexaciones y más aúnlas formales que son, finalmente, actossolemnes de cultura que sirven al ordena-miento sexual de las sociedades.

Al margen de que compartamos o noalgunas particularidades con otras especies,a partir de ahora nos centraremos en eldominio humano. Así que presentaremosbrevemente cada una de estas sexaciones enhumanos.

Autosexación humanaCon el término autosexación me refiero

al acto de categorización sexual de unomismo, cuyo resultante –al menos en huma-nos– es la convicción de que uno es hombreo es mujer. Sobre esta convicción se iráconstruyendo evolutivamente la que deno-minamos identidad sexual; y sobre ésta,biográficamente, la sexualidad de este sersexuado: su modo personal e intransferiblede ser el hombre o la mujer que de hecho es.

Aunque la autosexación se refiera a lacategoría sexual que alguien se da a símismo no debe de ser confundida con la alo-sexación que alguien hace de sí mismo. Enambos casos el sujeto se sexa a sí mismo,pero en un caso el inductor de la sexación esla sexuación cerebral, mientras que en elotro son otras sexuaciones no cerebrales.Fundamentalmente la genital.

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Alosexación humanaLa alosexación es actividad interactiva

que requiere en principio de un otro-distin-to-de-mí que actúe como objeto sexable.Luego en todo acto de alosexación hay dosACTORES (29): el sujeto alosexador y el obje-to alosexado.

Ahora bien, aunque normalmente el suje-to alosexador y el objeto sexado son diferen-tes, también puede ser el mismo. Pues comoya he dicho más arriba, yo puedo alosexar-me a mí mismo. Por otra parte, como ya seha dicho, el objeto alosexado no es un objetopasivo del acto de la alosexación, sino unsujeto activo que emite –omite, subraya,etc.– determinados estímulos propios consignificación sexual.

El sujeto alosexador asigna la etiquetasexual fundamentalmente en razón dehechos de sexuación previos al acto de sexa-ción que han ocurrido en el objeto alosexa-do. Pues el objeto alosexado es antes quetodo, un ser sexuado. Así que, como expli-caré cuando enuncie sus principios, la sexa-ción requiere de previa sexuación.

Pero ¿cuáles hechos de sexuación son losque determinan esta alosexación?. La res-puesta a esta cuestión no es sencilla. En eldilema de la rata gay no transexuada quepresentamos más arriba, la rata control alo-sexa en razón de unos, y no otros, hechos desexuación. Parece elegir sobre todo el olorferomonal y el patrón de conducta, siendoque ambos son resultantes del proceso desexuación de la rata alosexada. Sin embargo,exactamente al mismo tiempo, el experimen-tador también alosexa a esa misma rata, peroen razón de otros estímulos que son tambiénresultantes de su proceso de sexuación. Elexperimentador parece seleccionar el patróncromosómico (que él sí conoce) y la presen-cia gonadal y genital.

Ahora bien, los hechos de sexuación noson los únicos indicadores de sexación yaque existen otros signos con significadosexual, que no siendo hechos de sexuación,sí operan como indicadores alosexantes. La

significación sexual de estos signos es arbi-traria y está histórica y culturalmente media-da. Desde el primer tercio de siglo conoce-mos estos signos no sexuales que sí tienenun significado sexual con el término decaracteres sexuales terciarios. Los caracte-res sexuales terciarios son construccionesculturales y su significación sexual es arbi-traria, aunque consensuada en una mismacultura y tiempo. Por ejemplo: corte de pelo,accesorios, funciones, actividades laborales,etc..

El sujeto alosexador realiza tres accio-nes: por un lado selecciona metonímicamen-te unos estímulos con significado sexual (aesto le llamo sinécdoque sexual: al desgaja-miento de partes sexuales que significan eltodo sexual); por otro lado, decodifica estainformación mediante el filtro de un sistemade categorías sexuales (que hemos llamadopre-esquema sexual) dotándolas de un signi-ficado sexual coherente; finalmente constru-ye una etiqueta sexual –una sentenciasexual– que, como ya hemos dicho, es defi-nitoria, definitiva, binomial y disyuntiva.Esta etiqueta sexual es el resultante final dela alosexación y determinará las interaccio-nes con el objeto alosexado.

En ocasiones se presentan dificultades,sobre todo con la binomización o la disyun-tividad de la etiqueta. En este caso opera unmecanismo de jerarquización de los estímu-los sexantes de suerte que se activa unasinécdoque en bucle: se desgajan y reselec-cionan los estímulos más pertinentes y sedesechan los más impertinentes. Y esto rei-terativamente, hasta dar finalmente con laetiqueta disyuntiva que cumpla la condiciónde afirmar lo uno y de negar lo otro. Pues elresultante de la alosexación, la asignación deuna etiqueta sexual, no sólo debe afirmarque ese otro es de un sexo, sino que debenegar que pueda ser del otro.

Conviene incidir en los aspectos de inte-racción pues la aloclasificación nos es abso-lutamente necesaria para contextualizartanto los mensajes que de los demás recibi-

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mos, como para en virtud de ella producirunos u otros comportamientos de comunica-ción e interacción con esos otros que previa-mente hemos clasificado. Incluso para prede-cir cómo esos otros –una vez clasificados–pueden interpretar nuestros propios mensajes.Y esto porque esta alosexación condicionalos modos y maneras en que interactuamoscon esos otros, y los modos y maneras conque interpretamos a esos otros y los modos ymaneras con los que nos comunicamos conesos otros.

Y es que toda interacción entre sujetossexuados es una interacción sexual. Sea –ono– una interacción erótica, sea entre seresdel mismo –o diferente– sexo, y sea entresujetos de una, u otra, especie38.

Tipos de alosexaciones en humanosDiferencio entre ALOSEXACIONES INFORMA-

LES (30) y ALOSEXACIONES FORMALES (31). Lasprimeras se realizan permanentemente, encada instante de interacción con los demás.Las segundas son actos solemnes en los cua-les se realiza una etiquetación sexual que sepretende especialmente más definitiva y másdefinitoria.

Las primeras son una acto personal quesirve a las necesidades del individuo y pue-den tomar como indicadores alosexantesestímulos que no son hechos de sexuación,aunque hayan adquirido por unas u otrasrazones un significado sexual en cualquiercaso arbitrario. Las segundas son actos cul-turales reglados que actúan como mecanis-mos garantistas y que sirven a las necesida-des de regulación sexual de las sociedades.Se llevan a cabo por profesionales habilita-dos y usan como indicadores de alosexación,hechos de sexuación.

Alosexaciones formalesEn nuestra cultura son fundamentalmente

cuatro las alosexaciones formales: la ALOSE-XACIÓN NEONATAL (32) que es conocida comosexo de asignación, y cuya consecuenciamás notoria es el sexo legal; la realosexa-

ción perinatal, que aquí llamaremos TRANSE-XACIÓN PERINATAL (33) y que es conocida enla literatura científica como sexo de reasig-nación;, la ALOSEXACIÓN OLÍMPICA (34) y larealosexación judicial que aquí llamaremosTRANSEXACIÓN LEGAL (35).

Como puede apreciarse, se trata de dosalosexaciones y dos realosexaciones. Lasrealosexaciones son en realidad TRANSEXA-CIONES (36), pues se realizan a un ser sexua-do que ha sido ya previamente sexado. Ysirven en principio para la modificación deesta etiqueta sexual previa. En ellas uno ovarios alosexadores autorizados resuelvenque hubo error de sexación y que procede latransexación formal.

Cada una de estas alosexaciones tiene sudinámica propia: sus propios criterios sexan-tes, sus propios momentos de sexación y suspropios agentes alosexantes (todos ellos alo-sexadores profesionales).

La neonatal es una alosexación formaluniversal. Como es público y notorio, su cri-terio alosexante es el genital que se expresamediante la observación macroscópica de laforma de los genitales externos. Y esto por-que el inductor de alosexación (el indicadoralosexante de máxima jerarquía) es el geni-tal externo. Como es lógico, los genitalestienen una especial importancia en unmundo en el cual el paradigma premodernodel locus genitalis sigue vigente. Sin embar-go no se usa este mismo criterio para el restode las alosexaciones formales.

Por ejemplo, el inductor de alosexaciónen la transexación perinatal no es único,sino múltiple. Quizás por esto sea ésta laúnica alosexación formal que es necesaria-mente colegiada e interdisciplinar. Ademásde los genitales –que, por definición, sonpoco definidores por difíciles de alosexar39–,se estiman los siguientes indicadores de alo-sexación: patrón cromatínico, presencia yactividad gonadal y sesgo gínico40. El crite-rio de alosexación es –debería de ser– elajuste con la identidad sexual futura; porello se pretende, a la luz de los indicadores,

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pronosticar cual será la identidad sexualfutura del alosexado. Hasta no hace muchoel criterio era exactamente su complementa-rio. Esto es: construir la identidad sexualfutura en coherencia con la etiqueta sexualprevia. Este cambio verbal –construir pordescubrir– es paradigmático tanto para laciencia como, sobre todo, para los transe-xuales.

En cambio, el inductor de alosexación enla aloclasificación olímpica no sólo no esgenital, sino que expresamente renuncia a laconsideración de este hecho de sexuaciónpara tomar exclusivamente el patrón cro-matínico. De suerte que la presencia del cro-mosoma Y produce la etiqueta olímpica de“no-mujer”, que supone exclusión de partici-pación en categorías femeninas o descalifi-cación de resultados. El criterio es genético,porque se estima que la dotación genéticaándrica resulta una especie de “dopping”.

Finalmente, el inductor de alosexaciónde la transexación legal vuelve a ser denuevo el genital (quirúrgicamente interveni-do o puberalmente “aparecido”). Aunquetambién en esta transexación se considerenlos caracteres sexuales secundarios (normal-mente también modificados mediante terapiahormonal), la confirmación autorizada de lafirmeza de la identidad sexual (medianteinformes periciales de expertos) y la solici-tud formal y firme de este anhelo. Todo elloporque los criterios alosexantes son dos: porun lado, la garantía sexual (esto es la veraci-dad legal de que, efectivamente, alguien esde ese –luego no es del otro– sexo) y, porotro, el ajuste sexual legal (esto es la ade-cuación del sexo legal al sexo anatómico).

De estas cuatro alosexaciones formales,sólo una –la primera– es universal. Las otrastres son realizadas sobre colectivos minori-tarios.

En cualquier caso, todas las alosexacio-nes formales son siempre mecanismos cultu-rales garantistas que operan contra la pre-sunción de fraude sexual. Ahora bien, ¿quées el fraude sexual?. Más aún, ¿cómo se

garantiza la garantía sexual? y ¿cómo seevita el fraude de la prevención del fraudesexual? La respuesta a estas cuestiones escrecientemente amenazante. Pues los erro-res, aún siendo cuantitativamente pequeños,son sumamente dolorosos en intensidad yextensión para quienes los padecen.

Una madre descalificada por no sermujer, un “huevodoce” no reconocido en elnacimiento, un infante mal reasignado (elgemelo judío de Money) o un transexualquirúrgicamente no intervenido al que sedeniega la modificación legal de sexo sonerrores de alosexación y producen sufri-miento añadido.

Y puestos a hablar de errores, transexua-lidad y alosexación neonatal, conviene con-fesar que con los transexuales los científicoscometemos dos errores tradicionalmenteconsiderados como inaceptables en ciencia:por un lado una tasa de éxito cero; y porotro, la conjunción simultánea y sumativa delos errores tipo alfa y tipo beta. Pues hasta elmomento ni uno sólo de los transexuales hasido detectado en la alosexación neonatalformal. Y con ellos se comete al tiempotanto el error alfa como el error beta. Estoes: el error de negar lo cierto y el error deafirmar lo incierto.

Es cierto que aún no tenemos ciencia sufi-ciente para resolver estos errores, pero sítenemos conocimiento suficiente para aceptarque así están las cosas. No es mucho, pero eslo suficiente para tener el firme propósito demejorar los mecanismos alosexantes forma-les. Todos ellos, pero en especial el único quees universal y afecta a toda la población sinexcepción: la alosexación neonatal. Pues siésta tuviese una tasa de error cero, que esobjetibo deseable y quizás no demasiado leja-no, quizás los otros resultarían del todo inne-cesarios. Y en tanto no sea posible: flexibili-zar la cuarta alosexación formal.

Alosexaciones informalesLas alosexaciones informales también

operan con indicadores alosexantes, muchos

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de los cuales corresponden a hechos desexuación. Sin embargo, operan fundamen-talmente con indicios que hacen relación a laapariencia del proceso de sexuación en elobjeto alosexado. Son indicios o suposicio-nes sobre la naturaleza de caracteres sexua-les primarios y secundarios. Ahora bien, laalosexación informal opera, sobre todo,mediante los caracteres sexuales terciarios.

Como es notorio, en nuestra cultura nin-guno solo de los caracteres sexuales prima-rios es visible. Las razones de esta invisibili-dad difieren: bien por su naturaleza, bien porsu ubicación, bien porque no se presentan alespacio público (se ocultan).

El patrón cromosómico puede –y suele–ser desconocido incluso por el propio sujetoposeedor de tal carácter sexual. Los genita-les tanto masculinos como femeninos y lasgónadas masculinas suelen permanecer habi-tualmente ocultos a la mirada del otro. Lasgónadas femeninas no son accesibles por supropia ubicación. Finalmente la egosexua-ción (que a mi juicio es el más primario delos caracteres sexuales primarios) es taninaccesible que aún no es siquiera científica-mente conocida. Luego respecto a todos

ellos operan sobre todo presunciones y apa-riencias.

Los caracteres sexuales secundarios (tim-bre de voz, pilosidad epidérmica, distribu-ción de grasas, estructura musculo-esqueléti-ca, patrón de conducta, etc.) si bien tienenbastante más notoriedad pública a la miradaajena, en la actualidad pueden modificarse,omitirse o subrayarse con bastante facilidadmediante infinidad de procedimientos técni-cos y argucias estéticas, etc. Luego, depen-den más del manejo de la inducción alose-xante que haga el objeto alosexado que delas selecciones estimulares del sujeto alose-xador.

Finalmente los caracteres sexuales tercia-rios son en nuestra cultura crecientementeambiguos o unisex (ropa, corte de pelo,accesorios, etc.). Con esto ocurre un fenó-meno curioso: al dificultarse el proceso dealosexación gracias a la conjunción de loanteriormente descrito, se incrementa: porun lado, el fenómeno de la presunción; y,por otro, la importancia de los pre-esquemassexuales. O sea, paradójicamente, evitandotópicos sexuales se incrementan los tópicossexuales.

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ALOSEXACIONES HUMANAS FORMALES

Tipos

Alosexaciónneonatal

Transexaciónperinatal

Alosexaciónolímpica

Transexaciónlegal

Otrasdenominaciones

Sexo de asignacióno sexo legal

Reasignaciónsexual

Verificacióncromosómica

o test del patróncromatínico

Modificación legalde sexo

Momentode la alosexación

Día delalumbramiento

Primeros meses devida (por accidentes

o dificultades deprimera alosexación)

Participación en altacompetición (modali-

dad femenina)

Intervención judiciala propuesta de

interesado

Sujetoalosexador

Médico habilitado(obstetra)

Equipo especialista(pediatra/endocrino/sexólogo/neurólogo/psiquiatra/psicólogo)

Médico habilitado(genetista)

Juez ordinario

Presencia genital

Presencia genital ygonadal, pruebas

endocrinas y patróncromosómico.

Tendencia gínica

Presencia de patróncromosómico XX

en el par 23

Intervenciónquirúrgica de

modificación genitalrealizada

Criteriosde alosexación

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En estos momentos resulta más definido-ra y definitiva la presentación sexual que elpropio objeto alosexado hace a través delmanejo de los indicadores alosexantes decualquier otro estímulo con significaciónsexual. Esto es, cada vez más, la etiqueta dealosexación de este sujeto en concreto coin-cide más con la inducción alosexante que élhace. Como ya he dicho, esta inducción alo-sexante se realiza fundamentalmentemediante la presentación activa o pasiva deindicadores alosexantes y mediante el mane-jo de aquellos signos que tengan mayor sig-nificación sexual en su cultura. Este fenóme-no es importante porque, aunque no seamosdemasiado conscientes de ello, cada vez másalosexamos como los sujetos alosexablesquieren ser alosexados. Esto es, en razón deinducciones alosexantes más que en razónde criterios alosexantes. Y en ello hay uncambio de paradigma cultural sexante deprimera magnitud imperceptible pero perti-naz.

Alosexaciones prenatales mixtasEl desarrollo técnico-médico ha traído

consigo, al menos en lo que llamamos pri-mer mundo, un tipo de alosexaciones mixtasque, sin ser del todo formales, no son desdeluego informales: están a medio caminoentre ambas. Me refiero a las alosexacionesprenatales; fundamentalmente: ecografíaprenatal y amniocentesis41. Estas alosexacio-nes prenatales aunque no son un acto solem-ne con transcendencia formal, sí compartencon las alosexaciones formales que el alose-xador es un profesional especialista habilita-do.

Las dos técnicas t ienen, –o puedentener–, un propósito alosexador explícito oimplícito. Comparten entre sí algunas carac-terísticas de alosexación, aunque difieren enotras. En la amniocentesis el criterio de alo-sexación es el vigesimotercer par cromosó-mico mientras que en la ecografía monitori-zada el criterio alosexante es la presenciamacroscópica de los genitales. Curiosamente

la una usa el criterio alosexador olímpico yla otra el criterio alosexador neonatal uni-versal. Y en cualquier caso, la una usa elmismo criterio que después se usará cuandose produzca la alosexación formal neonatal,mientras que la otra usa uno diferente.

Esto plantea una cuestión interesante:¿qué ocurre en los casos –no demasiados,pero crecientes– en los cuales habiéndoserealizado ambas pruebas neonatales las alo-sexaciones difieren? La respuesta es que, enprincipio, prevalece el criterio genital. Peroesta respuesta podría ser contradicha si serealizase transexación perinatal formal.

Hipertrofia de sexo legalAunque nuestras interacciones ordinarias

estén filtradas en razón de nuestras alosexa-ciones informales, lo cierto es que las alose-xaciones formales tienen importancia capitalen nuestro estar en el mundo. Resultandoque estas últimas determinan definitivamen-te nuestro lugar en la sociedad.

La etiqueta sexual resultante de la alose-xación neonatal se convierte birlibirloque enlo que conocemos como sexo legal. Estesexo legal determina muy explícitamente sihacemos o no el servicio militar, los servi-cios o vestuarios públicos en los que pode-mos –o no– entrar, o las residencias, cole-gios y/o cárceles en los que nos alojarán, oel nombre de pila –nombre con significaciónsexual– con el cual seremos registrados yque nos identificará por vida, etc, etc.. Ymás implícitamente este sexo legal determi-nará la cuantía de nuestros salarios, nuestrasposibilidades laborales, nuestras obligacio-nes familiares, los modelos de prescripcióncultural en los que proyectarnos, las expec-tativas de guión de vida que se tejerán res-pecto a nosotros, ...

Más aún, este sexo legal nos acompañaráy definirá en cada acto cotidiano de vida.Tenga, o no, este acto un significado sexual.Por ejemplo, el sexo legal queda registradoen el DNI y, a través de este documento, elsexo aparece cada vez que se paga con dine-

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ro de plástico, en cada control de carretera,en cada operación bancaria, en cada firmacontractual. De todo esto saben mucho, des-graciadamente para ellos, los transexuales.

No hay proporcionalidad ninguna entre eltiempo dedicado a la alosexación neonatal(segundos), los criterios técnicos y científicosdesplegados a tal fin (apariencia genital) y laimportancia definitiva y definitoria de aquelacto sobre la vida del objeto alosexado. A estocontribuye sobremanera la rigidez del sexolegal y la psicótica inercia a la posibilidad detransexación legal. Desgraciadamente lostransexuales también saben mucho de esto.

Aún no puede exigírsele a los alosexado-res formales neonatales (médicos) quereduzcan sus iatrogénicas tasas de error,puesto que no tenemos todavía mecanismosde detección con garantías suficientes quenos permitan prever la futura autosexacióntomando como referencia los indicadores desexuación que se expresan neonatalmente.Pero puede –y debe– exigirse a los alosexa-dores formales judiciales (jueces) una urgen-te flexibilización de sus criterios transexan-tes que sean más acordes con el conocimien-to científico y más acordes con el principiomoral mínimo de no causar daño (o noincrementarlo al menos).

Los Principios de la Sexuacióny los Principios de la Sexación.Con todo lo dicho hasta el momento pode-

mos enunciar los tres principios de la Sexuacióny los cinco principios de la Sexación, con suscorrespondientes corolarios.

Los tres Principios de la sexuaciónPrimer principio: inevitabilidad: “Todo

ser sexuable42 se sexúa”.- Primer corolario: los agentes sexuantes

–ginógenos y andrógenos– garantizan lasexuación.

- Segundo corolario: si, por error u omi-sión de los agentes sexuantes, no se produjesesexuación, se activará la sexuación por omi-sión.

- Tercer corolario: la sexuación por omi-sión es siempre gínica.

Segundo principio: ginandria. “Todoresultante del proceso de sexuación es siem-pre ginándrico”.

- Primer corolario: la sexuación es unavariable polar, y cualquier suceso es unpunto de un segmento delimitado por dospolos: el gínico y el ándrico.

- Segundo corolario: se puede ser más omenos ándrico o gínico; incluso se puede ser

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DOS SEXACIONES EN HUMANOS

Autosexación

Alosexación

Definición

Autoetiquetasexual que me doy

a mí mismo.(Soy/me

reconozco como:macho/hembra)

Etiqueta sexualque asigno a cadauno de los otros

con los queinteractúo.

(Te tengo por/tereconozco como:macho/hembra).

Propiciante

Una sexuacióncerebral:

egosexuación.(egogínica oegoándrica)

Apariencia decaracteres sexuales

primarios, secundariosy terciarios

Resultantes

Identidad sexual

Regula interaccionesy dota de un marcode interpretación de

la acción del otro

· Identitaria

· Formales· Informales

Tipos

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mucho de lo uno y muy poco de lo otro;pero no se puede ser todo de lo uno y nadade lo otro.

Tercer principio: proceso. “La sexuaciónes un proceso constituido por múltiplesniveles que son diacrónicamente secuencia-les y sincrónicamente interactivos”.

- Primer corolario: la sexuación siempreestá inconclusa. Sólo un acontecimiento ladetiene: la muerte. Todavía pueden produ-cirse acciones andrizantes y/o ginizantes–fisiológicas, accidentales o incidentales– encualquier momento del ciclo vital.

- Segundo corolario: los sucesos desexuación ocurren en un orden evolutivo quees irreversible.43

- Tercer corolario: cada hecho de sexua-ción determina los siguientes y es determi-nado por los anteriores.

- Cuarto corolario: los resultantes de losdiferentes niveles de la sexuación inte-ractúan entre sí en el sujeto sexuado.

Los cinco Principios de la sexaciónPrimer principio: presexuación. “Toda

sexación requiere de previa sexuación.”- Primer corolario: la sexuación es requi-

sito indispensable de la sexación. - Segundo corolario: la sexación es uno

más de los resultantes de la sexuación.- Tercer corolario: la autosexación

requiere de egosexuación y la alosexaciónrequiere de caracteres sexuales.

- Cuarto corolario: aunque sin sexuación,no hay sexación; sin sexación, no hay sexo.

Segundo principio: universalidad. “Todoser sexuado es sexable y, efectivamente,sexado. Todo ser sexuado es sexante y, efec-tivamente, sexador”.

- Primer corolario: todos somos objetossexados; nadie puede no tener etiquetasexual; luego no se puede no estar sexado(todos estamos autosexados y alosexados).

- Segundo corolario: todos somos sujetossexantes; nadie puede no poner etiquetas

sexuales; luego no se puede no sexar (todosnos autosexamos y alosexamos a otros).

- Tercer corolario: si apareciere dificul-tad de etiquetación se procede al método dereducción (o a la sinécdoque en bucle, quees lo mismo), tantas veces como sea necesa-rio. Así hasta obtenerse la etiqueta sexual.

Tercer principio: finalidad. “La sexaciónse expresa a través de una etiqueta sexualque se pretende definitoria, definitiva yfinalística”.44

- Primer corolario: establecida la etique-ta, el sujeto queda definido por la etiquetaasignada; luego no por sus caracteres sexua-les (o cualquiera de sus hechos de sexua-ción).

- Segundo corolario: por su condición dedefinitiva, la etiqueta es fenomenalmenteinercial, luego presenta enorme resistenciaal cambio.

- Tercer corolario: todas las interaccionesentre sujetos quedan marcadas por esta eti-quetación sexual. Ninguna interacción ocu-rre –ni puede ocurrir– al margen de esta eti-queta sexual.

Cuarto principio: dimorfismo. “La sexa-ción es dimórfica”.

- Primer corolario: las etiquetas sexualesson dos y sólo dos: macho y hembra.

- Segundo corolario: no hay terceras eti-quetas de sexación. Luego las otras etiquetasque suelen usarse –ambiguo, intersexual,andrógino, persona, etc.– no son etiquetassexuales. O bien son etiquetas no-sexuales.Expresan dificultad del acto de la sexación; otambien, negación ideologizada de la misma.

Quinto principio: disyuntividad. “Lasexación es disyuntiva”

- Primer corolario: las etiquetas sexualesson disyuntivas, luego mutuamente exclu-yentes.

- Segundo corolario: los indicadoressexantes pueden operar en negativo o enpositivo. Se sexa también por exclusión.

TÉRMINOS, CONCEPTOS Y REFLEXIONES ... 101

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JOSÉ RAMÓN LANDAARROITAJAUREGUI

· Tercer corolario: la asignación de unaetiqueta sexual, sea cierta o errónea, impo-sibilita (al menos dificulta enormemente)la reasignación de una nueva et iquetasexual.

· Cuarto corolario: la reasignación de unanueva etiqueta sexual (transexación) requie-re más energía para negar la antigua que lanecesaria para afirmar la nueva.

Parecerá contradictorio lo que voy adecir, pues es trabalenguas paradójico, peroes certero: los principios de la sexuación nocontradicen los principios de sexación aunsiendo contradictorios. Pues, aunque todoslos sujetos sexuados sean ginándricos yestén en proceso inacabado, son etiquetadoscon una –y solo una– etiqueta sexual que,como ya se ha dicho, es binomial, definitiva,

102

SEXO

Definición

Otros términos

Acción

Origen y destino

Principiode comprensión

Referente

Tipo de variable

Categorías

Claves

Opera

Modos de acción

Modo por omisión

Verbos

Tipos

Agentes/Indicios

Trans

Sexuación

Diferenciación sexual

Sexo como variable sujeto

Transformación

De material asexuado y sexuablea material sexuado

Intersexualidad

Complejidad.(Territorio de lo sexual)

Diversidad

Polar y conjuntiva

Entre el polo gínico y el polo ándrico:realidades ginándricas (se es ándrico

o gínico en términos de mutuacomparación; y de más o menos)

Acción (sexuar) y evolución(ontogenética y filogenética)

A través de agentes sexuantes

Andrizar(se)Ginizar(se)

Gínico

Sexuar(se)Sexuado, sexuante, sexuable, ...

Cromosómica, gonadal, genital,somática, cerebral, etc.

Agentes sexuantes:Ginógenos y andrógenos.

Pueden ser: genéticos, hormonales,neuronales y me-méticos.

Transexuación

Discriminación sexual

Sexo como variable estímulo

Categorización

De indicios sexuados(indicadores de sexación) a categoría sexual

Dimorfismo

Reducción. Sinécdoque.(Croquis de lo sexual)

Dicotomía

Binomial y disyuntiva

Dos categorías de sexación:Macho/hembra (Hombre/Mujer)

Tercera categoría: Ambiguo (tb andrógino)Ambiguo = no alosexable, difícil de sexar

Interacción con otros (alosexación)e identidad (autosexación)

A través de criterios e indicadores sexantes

Sexar(se) con etiqueta machoSexar(se) con etiqueta hembra

No hay

Sexar(se)Sexado, sexante, sexable, ...

AutosexaciónAlosexación (formales e informales)

Indicios sexantes:Feminizantes y Masculinizantes.

Pueden ser: caracteres sexuales primarios,secundarios y terciarios

Transexación

Sexación

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definitoria, finalística y disyuntiva. Todoello aunque la sexuación de tales sujetos nosea ni binomial (pues es intersexual), nidefinitiva (pues es inacabada), ni definitoria(no define nada, simplemente ocurre), nifinalística (es, como todo resultante evoluti-vo: azaroso y ateleológico), ni disyuntiva(pues es conjuntiva).

Por cierto, esta paradoja es desvelable,pero irresoluble.

Egosexuación, autosexacióne identidad sexualConviene diferenciar los conceptos ego-

sexuación y autosexación, de los cuales yahemos dado cuenta, del concepto identidadsexual. Todos ellos hacen relación al cómocada quien se siente –se dice, se sitúa, ...– entanto que hombre o mujer. Pero son hechosdiferentes, con significación diferente, queocurren en momentos diferentes y quecorresponden a universos teóricos distintos.

Como ya se ha dicho, la egosexuación esel término que uso para denominar un hechode sexuación cerebral en el que operan todasy cada una de las características generales dela sexuación, luego los tres principios de lasexuación y sus corolarios. El término esneologismo mío que se corresponde con loque en la literatura científica se ha llamadodiferenciación sexual del centro de la identi-dad sexual45.

Aunque el conocimiento específico quetenemos sobre este subnivel de la sexuacióncerebral es aún muy preliminar, hay bastan-tes evidencias que permiten afirmar que laidentidad no está determinada por el apren-dizaje y la culturización, sino también por elproceso de diferenciación sexual. Más aún,que la causación biológica es más firme quela cultural.

Ni siquiera sabemos todavía cuál es elmaterial sexuado sobre el que opera estasexuación, aunque hay algunos indicios quepermiten suponer que puede ser algúnnúcleo hipotalámico o un núcleo límbico (laestría terminalis).

Al respecto de esta estría terminalis hayun artículo prometedor que ha aparecidopublicado este mismo año46 y que es obradel que a mi juicio es el más potente equipoinvestigador en este área: el equipo holandésadscrito a la cátedra de Transexualidad deAmsterdam. Por su interés lo comento míni-mamente.

Se contaron las neuronas somatostatíni-cas de la zona central del núcleo basal de laestría terminalis (BSTc). Al parecer loshombres, al margen de cual sea su orienta-ción –esto es, tanto homosexuales, comoheterosexuales–, tienen el doble de estasneuronas que las mujeres (también sea cualsea su orientación). Esto es, existe una dife-rencia sexual respecto al rango neuronal queno se relaciona con la orientación sexual deldeseo. Los resultados de este trabajo indicanque los transexuales de hombre a mujer tie-nen un rango femenino de estas neuronas ycontrariamente los transexuales de mujer ahombre tienen un rango masculino de estasmismas neuronas. El número de estas neuro-nas queda organizado prenatalmente y no semodifica por tratamientos, alteraciones ovariaciones hormonales adultas.

Pudiera ser que la estría terminalis sea laestructura que sexuándose determine median-te mecanismos aún desconocidos la etiquetade autosexación.

La autosexación es el resultante másnotorio de esta sexuación cerebral previa yse expresa mediante la conciencia de unaetiqueta sexual autoidentificatoria. Esta eti-queta cumple las cinco condiciones arribaexpresadas; luego es: definitiva, definitoria,finalística, binomial y disyuntiva.

El concepto identidad sexual es suma-mente complejo y difícil de definir. Desdeluego, demasiado complicado para ser expli-cado en las muy pocas líneas que le vamos adedicar. Pero es evidente que la identidadsexual no es, de sí, un hecho de sexuación.Esto es importante advertirlo, porque tras lacreciente constatación de la relación entrediferenciación sexual cerebral e identidad

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JOSÉ RAMÓN LANDAARROITAJAUREGUI

sexual, cada vez más se ordena la identidadsexual como un hecho más de sexuación. Yno lo es.

En términos teóricos la identidad sexuales sexualidad (luego segundo registro delHecho de los Sexos) y no sexo (primerregistro). Los sexólogos sabemos que laidentidad sexual es la percha de la cual cuel-ga prácticamente toda la sexualidad humana(la feminidad, la masculinidad) o, si se pre-fiere, el cimiento sobre la cual ésta se cons-truye. En tanto que sexualidad es, sobretodo, vivencia; esto es, experiencia subjeti-va, construcción biográfica.

Aunque requiera de previas egosexuacióny autosexación, la identidad sexual sobrepasatanto teórica como vivencialmente aquellascategorías. La identidad sexual es también unresultante biográfico de conciencia –razona-blemente temprano, pues, aunque vicariamen-te, comienza a formarse en el segundo año devida extrauterina. Ahora bien, en este acto deconciencia que se expresa como una convic-ción profunda e inalterable concurren aspec-tos bios, psicos y socios.

Pero el concepto de identidad sexual nosólo dice de la etiqueta sexual y de la con-ciencia de ser hombre o mujer, sino delpeculiar e intransferible modo de ser –desentirse y de vivirse como– el hombre o lamujer concretos que cada quien es.

Luego entonces es bastante probable quela identidad sexual la vayamos construyendobiográficamente en el diálogo entre la ego-sexuación, la autosexación, las alosexacio-nes –formales e informales– que los otroshacen de mí y los propios mecanismosinductores de estas alosexaciones de mí quevamos articulando a lo largo de nuestra tra-

yectoria vital. Pues mi identidad no sólo seconstruye en lo que mis ojos ven, sino encómo me veo a través de los ojos de losdemás. Pero la identidad sexual se construyetambién en el diálogo con las regulacionessociales culturales, con los modelos sexualesculturales, con las expectativas sexuales, conlos usos y costumbres sexuales, con la pro-pia biografía erótica, con el discurso sobreuno mismo, con la conciencia de sí, con lareflexividad, etc.

Quiero subrayar esta idea de diálogoentre sexaciones. En primer lugar, como yahemos dicho, todos los sujetos alosexan ymanejan unos criterios sexantes para talesetiquetaciones sexuales de los otros. Ahorabien, ¿qué pasa cuando los criterios de alo-sexación que uso para los otros no me sirvenpara alosexarme a mí mismo porque con-trarían mi propia autosexación? Más aún,¿qué pasa cuando las etiquetas resultantes delas alosexaciones que los demás hacen demí, coincidiendo todas entre sí, son contra-rias a la que me doy para mí mismo? Todoesto les ocurre a los transexuales. Por eso laconstrucción biográfica de su identidadsexual se ve dificultada, pues no tiene elsoporte cognitivo necesario para lograr estaconvicción profunda e inalterable que les es–como a todos– del todo necesaria.

TransexuacionesHe dejado para el final de esta segunda

parte el concepto TRANSEXUACIÓN (5) que enrigor debería haber sido explicado dentro delapartado dedicado a la sexuación, pues latransexuación no es sino una particularidadposible del proceso de sexuación. De hecho,la transexuación es una forma concreta de

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SEXO SEXUALIDAD

SEXUACIÓN SEXACIÓN

EgosexuaciónDiferenciación sexual cerebral

AutosexaciónAutodiscriminación sexual

Identidad sexualVivencia de mi condición sexual

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cambio de vías. Y el término transexuaciónhace referencia a un viaje que iniciado enuna vía de origen, finaliza en la otra vía dedestino.

Entonces la transexuación ocurre, preci-samente, porque se ha producido un sucesotransexuante. Los sucesos transexuantespueden ser: fisiológicos (p.e.: sexuacionespor omisión), incidentales (p.e.: experimen-tos de laboratorio, resultante de drogas oambientes hostiles, alteraciones ecológicas,etc.) o accidentales (p.e.: sucesos hormona-les patológicos, etc.); y producen translacióndel recorrido sexual típico. Este suceso ocu-rre siempre en un momento concreto y afec-tará a un nivel concreto. A partir de ahípuede, o no, afectar a la totalidad del reco-rrido posterior. Esto depende de la cualidaddeterminante que este nivel de sexuacióntenga en el posterior desarrollo de la sexua-ción. Por ejemplo, en el caso de la rata gay,decíamos que la rata era transexuada. Elexperimento servía precisamente a esepropósito transexuante; la intervenciónendocrina era el suceso transexuante.Ocurría en un tiempo concreto: la primerasemana postnatal. Y afectaba sólo a losniveles de sexuación posteriores a este tiem-po; luego a la sexuación somática y a lasexuación cerebral.

Por tanto, con el término transexuaciónhacemos referencia a una forma especial desexuación cuya peculiaridad es la siguiente:la sexuación es típica (discurre por la víaesperada) desde su inicio hasta el sucesotransexuante, y también es típica desde elsuceso transexuante hasta el final del proce-so de sexuación; pero estos dos tramos desexuación no coinciden entre sí: son sexual-mente discordantes. En todas las formas deintersexualidad habituales –ginandrias– nohay modificación de la vía esperada, pero síhay o puede haber –cambio de agujas provi-sional . En este caso no hay dos tramossexuales divergentes, sino un hecho sexual–o varios– que son sexualmente divergentescon el recorrido sexual típico.

intersexualidad que se expresa con formasginándricas secuenciadas en un mismo sujeto.

Nada hay de extraño o de inhabitual enestas condiciones de intersexualidad yginandria de los transexuales puesto queéstas son características universales del pro-ceso de sexuación. Lo inhabitual de la tran-sexuación es que se trata de un resultante desexuación que, comenzando en el primerpaso de sexuación en su forma gínica, acabaen su último paso en su forma ándrica; oviceversa. Siendo que considero primer pasoa la fusión gamética y al establecimiento delpatrón cromosómico (XX o XY) y llamoúltimo paso –aunque, de hecho, no lo sea– ala sexuación cerebral en general y a la ego-sexuación en concreto. Luego que, en elsujeto transexuado hay discordancia sexualentre dos tramos sexuales perfectamenteidentificables.

Para mejor explicar la transexuaciónusaré una metáfora ferroviaria donde: el pro-ceso de sexuación es el viaje; el sujeto es elpropio tren; la vía del tren está constituídapor dos carriles sexuales (el gínico y elándrico); hay doble vía (la vía ándrica y lavía gínica); y se producen –o pueden produ-cirse– cambios de aguja (sucesos transe-xuantes); en un sistema de ferrocarriles en elcual se produce una condición de seguridadvial ineludible: en ningún caso el tren desca-rrila o no circula.

Todo viaje en tren es un viaje ginándricoporque el tren circula siempre sobre una víasexual formada por dos carriles que sonsexuales. El tren puede circular tanto en unacomo en la otra vía sexual. Normalmentecircula en una o en la otra dependiendo decual haya sido la vía en la que se puso enmarcha en la estación de origen. Como cir-cula por ella, suele llegar a su estación dedestino en esa misma vía.

En la mayor parte de los viajes el tren hacirculado todo el recorrido de sexuación poruna misma vía sexual (la gínica o la ándri-ca). Lo que llamo un SUCESO TRANSEXUANTE

(37) es un cambio de agujas que produce

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Probablemente se entiende todo estomejor –y sin recurso a metáforas siemprediscutibles– con algunos ejemplos de sexua-ción concretos en los cuales ocurre un suce-so transexuante.

En todos estos ejemplos supondremos unespermatozoide Y que entrega su cargagenética a un óvulo –siempre X– comenzan-do las sucesivas divisiones celulares.Presumiblemente esta célula primera (todosfuimos algún día un ser unicelular) tiene unpotencial ándrico y bastantes probabilidadesde producir un niño. Luego el recorridoesperado supone que si la estación de origen–la célula primigenia– es ándrica, en la esta-ción de destino el recién llegado será alose-xable como varón. Varón –con sus particula-res ginandrias–, pero varón al fin y al cabo.

Primer ejemplo: la campeonade esquí descalificadaAhora bien, puede que este cromosoma

Y no contuviese el gen Sry, o si lo tuvieseque no se activara. Así que en el tercer mesfetal no se produjesen testículos, sino ova-rios (por omisión). A partir de este momentoel resto del proceso discurrió, con todo supotencial ginándrico, por la vía gínica típica.El resultante al día del nacimiento fue unaniña perfectamente típica (salvo en su patróncromosómico del que nadie tuvo cuenta).Esta particularidad sólo le dificultó el emba-razo. Sin embargo, aunque requirió de asis-tencia médica, fue madre fértil.

¿Qué le ocurrió? Que un suceso transe-xuante –la ausencia o inactividad del genSry– modificó el proceso de sexuación en unmomento crítico concreto –en este caso,transexuación gonadal–; y a partir de esesuceso, la sexuación ocurrió sin particulari-dades mencionables en la dirección gínica.

Recién nacida la alosexaron formalmentecomo niña, le asignaron nombre de niña yfue educada como tal, pues sus genitalesperfectamente formados (vulva y clítoris) lofacilitaron. Se autosexó como hembra y seidentificó siempre como mujer. Nunca des-

cubrió nada patológico ni extraño en su con-dición femenina. Pasado el tiempo sólo unacuriosidad: era una chica con un par cro-mosómico vigesimotercero XY.

Ahora bien, resultó ser una fenomenalesquiadora y su patrón genético fue detecta-do en los test olímpicos de cromatina. Hoysus medallas, sus registros y sus méritosdeportivos constan en la historiografía delfraude deportivo; incluso su honorabilidadquedó en entredicho para muchos cronistasdeportivos.

Segundo ejemplo: la gimnastaque quiso ser olímpicaCon este mismo supuesto de entrada

(fusión entre espermatozoide Y y óvulo X),pero a resultas de otro suceso transexuanteocurrido en un momento ulterior, resultó quela niña no sólo tiene un patrón cromosómicoXY, sino también testículos disfuncionalescon ubicación intraperitoneal. Tras su naci-miento y en razón de sus genitales perfecta-mente ginizados también la alosexaron for-malmente como hembra.

Si entramos en su relato de vida, descu-briríamos que su autosexación fue gínicaidentificándose como mujer. En este caso fueuna niña normal que en el discurrir de la vidase sintió menos normal puesto que no sólo nopudo competir en las olimpiadas –cosa queestuvo a su alcance porque su pubertad tardíale favorecía en su carrera como gimnasta–,sino que prepuberalmente fue intervenidaquirúrgicamente para extirparle aquellostestículos disfuncionales e intraperitonealesque amenazaban malignización.

Aunque a partir de la pubertad recibióestrógeno externo que ya nunca abando-naría, no pudo ser madre, que fue anhelo quesiempre tuvo. Es probable que sus cuadrosdepresivos actuales usen de esta idea obsesi-va –“no he podido ser madre”– para atrapar-la en la nostalgia y la tristeza. Pasado eltiempo volvió al quirófano para ponerseunas prótesis mamarias de silicona que,dice, le sirvieron “para quitarse el complejo,

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gustarse más a sí misma y mejorar su auto-estima”. Aunque un sólido discurso feminis-ta la ha ayudado a separar los conceptos defeminidad, maternidad y corporeidad, amenudo se duele de su suerte. Se trata deuna transexuación genital interna. El sucesotransexuante ocurrió en la formación deestos genitales internos.

En estos dos ejemplos no hubo error nin-guno en la alosexación formal neonatal.Ambas fueron sexadas como niñas, educadascomo tales y así se sintieron siempre. Peroen los dos ejemplos siguientes sí se producetal fatal e indeseable error.

Tercer ejemplo: el “huevodoce”Si otro suceso transexuante ocurriese con

el mismo supuesto de origen aún más tarde,tendríamos también otra niña XY, con testí-culos sin descender, próstata y vesículasseminales, con una cierta hipertrofia clitóri-ca pero con vulva perfectamente femenina.

Recién nacida también se la alosexócomo hembra, aunque nació con testículosfuncionales no descendidos que nadiedetectó. Conociendo su relato de vida descu-briríamos que después de una infancia demarimacho, a partir de la pubertad se mani-festaron en sentido ándrico los caracteressexuales secundarios y se reafirmó en sucondición masculina, en sus comportamien-tos ándricos y en su deseo ginerasta.

En este caso, sí se cometió un error fatalen la alosexación neonatal. No era niña: eraniño. Y, por cierto le hubiese ido mejor, sinel lastre de este error.

Se trata, en este caso, de una afeccióngenética que impide la fabricación de dehi-drotestosterona (DHT) que es el andrógenohormonal de acción fuerte encargado deandrizar los genitales externos. En rigor, eneste caso no se trata de una transexuación(no hay cambio de agujas definitivo), puestodo el recorrido –salvo la estación genitalexterna– se ha realizado típicamente por lavía ándrica . En Centroamérica, que esdonde más se han dado estos casos, el len-

guaje popular les ha bautizado con el gráficotérmino “huevodoce”, que hace referencia aque son chicos que empezaron a serlo tras supubertad, después de una docena de años deestar en el mundo como chicas.

En la actualidad toda la comunidadcientífica acuerda que hay que hacer unesfuerzo científico –hoy es posible pues supatrón genético es ándrico y siendo la afec-ción genética se encuentran antecedentesfamiliares– para mejorar los sistemas dedetección de esta peculiaridad. Esto es,corregir los mecanismos de alosexación neo-natal, para alosexarlos como chicos desde elprincipio. Y para que reciban, si procede,tratamiento hormonal, quirúrgico y sexoló-gico temprano. Pero, sobre todo, para quetoda la carga cultural alosexante no actúelesivamente dificultando la construcción desu identidad sexual.

Cuarto ejemplo: transexual femeninoUn último ejemplo con los mismos ele-

mentos de partida, pero con una transexua-ción prenatal aún más tardía. Se trata de unaniña 46 XY con testículos perfectamentefuncionales y en la ubicación correcta y congenitales (tanto internos como externos) per-fectamente ándricos. Lógicamente con estoscaracteres sexuales se le alosexó neonatal-mente como niño. Quiero detenerme unpoco en su historia.

Ya en los primeros años de su vida dionotorias muestras de juego infantil femeni-no. Sus padres, preocupados, lo llevaron alpsicólogo y al pediatra. Uno y otro, trasrecordarles el sufrimiento que la crueldaddel resto de los niños iba a reportarle, sugi-rieron que fuesen firmes en la sanción detanta feminidad y en la promoción de habili-dades más varoniles. El padre hizo duranteaños una cuestión de honor de este consejo.Hasta que abatido, culpabilizado e iracundoabdicó (de ésta y del resto de sus responsa-bilidades parentales).

El día de su comunión –su madre lorecuerda aún horrorizada– consiguió que su

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mejor amiga le prestase aquel vestido blancoy que lo fotografiase vestido de esa guisa consu cámara recién estrenada. Fueron sorpren-didos los dos in fraganti (la una semidesnuday el otro con el vestido de comunión de chicapuesto). El suceso corrió de boca en boca portodo el pueblo con toda suerte de interpreta-ciones. Gracias a la intercesión del cura-párroco entró en el seminario en régimen deinternado rodeado de chicos. La experiencia–cuenta ella ahora– en aquel santo y lúgubrelugar “fue horrible, incluidos los abusos”.Aunque, paradojas de la vida, fue tambiénallí donde conoció por vez primera el amor ydonde recibió sus primeras “caricias con ter-nura”. Resumen de su vida académica: “lasnotas, un desastre”, “de castigo en castigohasta la expulsión definitiva”. Abandonadoslos estudios durante mucho tiempo aborreciólos libros.

A los 16 años empezó a drogarse. A los19 años se escapó de casa después de una“fenomenal bronca con el viejo” y empezó aprostituirse; al principio “de vez en cuando”,y luego “con dedicación exclusiva”. Nuncapermitió que nadie, “por mucho que mepagase o por mucho que dijese quererme”, lerozase siquiera el pene. Con el tiempoaprendió incluso a que algunos clientes de“los que muy machos” siquiera lo supieran.“Siempre supe que era chica. Aprendí a nopoder decirlo, pero lo sentía”. A los 22empezó con androcur y neoginona, primeropor su cuenta; aunque después de algunosaños sin control, acabó visitando al endocri-no. “No sé quien estaba más cortado si él oyo, el caso es que nos entendimos”. “Paraentonces ya tenía suficiente dinero y me fuia Madrid a hacerme las tetas. Después vino“lo de abajo” (sic) y ahora estoy con unabogado para cambiarme el nombre y queme quiten la V del carné”. “Tiene graciaque me va a resultar más difícil cambiarunas letras en unos papeles que cambiarmeel cuerpo entero”.

En realidad al igual que las otras tres, esuna historia en la que ocurre un suceso tran-

sexuante. Como la inmediatamente anterior,es una historia de alguien mal alosexado.Salvo que en aquel caso hay acuerdo cientí-fico sobre el error en la alosexación. Y eneste caso, el del transexual, ningún acuerdo.Pues la comunidad científica mayoritaria-mente no reconoce, en los casos de transe-xualidad, el error fatal de alosexación neo-natal47. Y este asunto, el reconocimiento delerror, es relevante tanto desde el punto devista teórico como profesional y de investi-gación, como también desde la perspectivapolítica y social. Y, por supuesto, desde laperspectiva biográfica de cada una de estaspersonas mal alosexadas.

Si logramos reducir esta tasa de fracasosalosexantes las historias –sus historias–serán otras. Desde luego mejores.

PARTE TERCERA

Transexuales

PresentaciónCon todo lo dicho hasta ahora, podemos

afirmar que los transexuales son uno más delos múltiples hechos de diversidad sexual;que son una más de las múltiples formas dela ginandria humana; y que son además suje-tos que sufren por la severa e inquebrantabletensión entre sus mecanismos autosexantes ylos mecanismos alosexantes del resto delmundo (incluidos los suyos propios)

En otro orden de cosas, son un fenome-nal contra-ejemplo del dimorfismo sexual yde nuestro rígido sistema de diferenciaciónentre hombres y mujeres.

Los problemas con ellos relacionados–tanto sus problemas con el mundo, comolos problemas del mundo con ellos– no deri-van de lo primero –la diversidad, la ginan-dria o su identidad–, sino de lo segundo: ladificultad de integrarlos en un mundo dedos –y sólo dos– sexos. Su misma existen-cia es una fenomenal cuña que se introduceen esta herida sangrante (herida científica,

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social y también política) que es la redefini-ción y delimitación de las fronteras entre lossexos.

Con motivo de esta tensión entre su exis-tencia y el “orden sexual” a menudo noshemos dejado tentar por dos negacionesposibles: bien negarles a ellos (en virtud dela evidencia de dos –y sólo dos– sexos);bien negar los dos –y sólo dos– sexos (envirtud de su evidente existencia). No sé cuálde las dos negaciones es más grave y cuálinsulta más la inteligencia.

Una última cosa: aunque a menudo se leshaga abanderados de tales o cuales libera-ciones sexuales, los transexuales no preten-den subvertir el orden sexual, sino contraria-mente ansían tener un sitio en él.

Algunos datos sobre transexualidad

DefinicionesCIE-10: “Deseo de vivir y ser aceptado

como miembro del sexo opuesto, usualmen-te acompañado por un sentido de incomodi-dad con, o inadecuación de, el propio sexoanatómico, y un deseo de recibir cirugía ytratamiento hormonal para hacer el propiocuerpo tan congruente como sea posible conel sexo preferido.”

DSM-IV: “Disforia de género severa quecursa con un deseo persistente por las carac-terísticas físicas y los roles sociales quecorresponden al sexo biológico opuesto.”

Diccionario médico de bolsillo Dorland:“Trastorno de la identidad de género, en elque la persona afectada tiene un deseoinvencible de cambiar su sexo anatómico, yque se origina en la convicción fija de que esmiembro del sexo opuesto; estas personassolicitan a menudo tratamiento hormonal yquirúrgico para cambiar su anatomía segúnsus deseos.”

Real Academia Española de la Lengua:“Dícese de la persona que mediante trata-miento hormonal e intervención quirúrgicaadquiere los caracteres sexuales del sexoopuesto.”

Comentarios a las definicionesTanto las definiciones como las fuentes

que acabo de presentar son diferentes, perotodas recurren al “sexo opuesto” y todasomiten la “identidad sexual”. Y ademástodas hacen prevalecer la alosexación deldefinidor sobre la autosexación del defini-do.

Aunque todas me parecen un despropósi-to por desafortunadas, desatinadas o inclusofrívolas merecen comentarios diferentes.

La del CIE-10 define el SíndromeTransexual como un deseo. Desde luego quesí existe un deseo (un anhelo, un propósito),pero no se trata de un deseo.

De las cuatro, tres mencionan la cirugía yel tratamiento hormonal. Esto, primero, noes siempre cierto. Y segundo, cuando sí loes, el acierto es circunstancial y medicocén-trico. Pues la cirugía y la hormonoterapiason exclusivamente las técnicas médicasconcretas de que disponemos en este tiempoconcreto y en esta parte del mundo. Pero latransexualidad es un hecho universal. Lostransexuales han existido en otros tiempos yexisten en otros lugares sin conocer siquierala existencia de esas técnicas. Con unos uotros recursos a su alcance (éstos u otros) locomún, longitudinal y transversalmente, atodos ellos es su insistencia en sentirse y serreconocidos con la etiqueta sexual con lacual se identifican. Y ya centrándonos sóloen los transexuales occidentales actuales, sudeseo de cambio de nombre o de cambio desexo legal es tanto o más central, notorio yreiterativo que la hormonoterapia y lacirugía.

La definición de la RAEL sólo consideratransexuales a los que ya han modificado suscaracteres sexuales. Luego de algún modo, alos que han dejado de serlo, para ser simple-mente hombres o mujeres. Tras el tratamien-to, el transexual se convierte para los demássencillamante en el hombre o en la mujerque siempre se han sentido para sí mismo. Yes precisamente con ese –y no con otro– finque se realiza la intervención.

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Ahora bien, el propio término que usa-mos para definirles y las peculiaridades desu construcción (sobre todo el recurso a lapartícula trans) refuerza este significado queda la RAEL. Además, el prejuicio garantista(luego la advertencia de que han cambiadosu naturaleza sexual) lo refuerza.

La mención al sexo preferido de la defi-nición del CIE-10 es sencillamente frívola.Ni en los transexuales, ni en nadie el sexo seprefiere (ni se elige), pues el sexo es unavariable natural e impuesta. Además notendría el menor sentido todo lo que estamosdiciendo y haciendo, si su fin fuese darcurso a una preferencia. O sea: cumplir uncapricho.

Resulta curioso que todas las definicio-nes omiten cualquier referencia a la identi-dad sexual. Que todas omiten cualquier refe-rencia a que se les ha asignado un sexo queno coincide con el que ellos se autoasignan.Quizás porque los propios definidores, coin-cidiendo también en esta asignación sexualconsensuada, concluyen que ni siquiera esuna asignación.

Términos asociados48

El actual término transexual fue creado aprincipios de los sesenta –su obra “Thetranssexual phenomenom” se publicó en el66– por el endocrinólogo norteamericanoHarry Benjamin, pero el esfuerzo de buscartérminos para definir y comprender la tran-sexualidad es viejo.

Ya Rohleder en 1901 acuñó el términoautomonosexualismo. Lo sexólogos de prin-cipios de siglo –entre ellos, Marañón– semanejaron con el término intersexualidad oestado intersexual y Hirschfeld en su obra“Die transvestiten”, de 1912, acuñó el térmi-no travestido que entonces hacía tambiénreferencia a los hoy transexuales (pues entiempos de Hirschfeld ninguno deseaba hor-monoterapia, ni cirugía de reasignacióngenital), aunque luego este término haadquirido otros significados y ha quedadorelegado a otras minorías eróticas.

A partir del éxito del término de Benjamin,se han establecido categorías o tipos dentro delos transexuales. Así, por ejemplo, en lo pri-meros setenta Money y Gaskin, retomandotérminos de Hirschfeld diferenciaron entretravestismo homosexual y travestismo nohomosexual. Posteriormente, era 1974, Persony Ovesey diferenciaron entre transexualesprimarios y transexuales secundarios .Curiosamente definieron al transexaul pri-mario como alguien que es funcionalmenteasexual y que progresa con resolución haciacirugía sin desviaciones significativas haciala homosexualidad ni la heterosexualidad ysin afeminamiento infantil. Y definieron altransexual secundario como alguien homo-sexual y afeminado desde la infancia.Además entre los transexaules secundariosdistinguieron entre: transexual homosexualy transexual travestista. Posteriormentetanto Stoller por un lado, como Levine yLothstein, por otro, retomaron esta diferen-ciación entre transexuales primarios y tran-sexuales secundarios, pero –lógicamente yen coherencia con los usos habituales detales adjetivos– dándoles la vuelta. Esto es,considerando primarios a los secundarios dePerson y Ovesey: a los que sí habían mostra-do sus características de identidad en las eta-pas infantil, puberal y adolescente; y consi-derando secundarios a los que no habíanmostrado tales características.

Nótese que en casi todas estas definicio-nes de tipos hay –explícito o implícito– unsesgo sexual: se habla fundamentalmente detransexuales con caracteres sexuales mascu-linos e identidad sexual femenina. Los lla-mados male-to-female transsexual (MtFT).Luego omitiendo a los female-to-male trans-sexuals (FtMT)49.

Ha sido finalmente Blanchard quien hadiferenciado entre transexualidad androfílicay transexualidad ginecofílica, usando los quea mí me parecen más afortunados términosde cuantos he mencionado. Pues expresanexplícitamente la condición sexual a travésde las partículas griegas gineco y andro.

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Aunque se le añada la partícula griega filiainsistiendo sobre la idea del deseo sexual50

(querer ser) más que en la identidad sexual(sentirse).

Considero, continuando la propuesta deBlanchard, que los transexuales deben serclasificados en gínicos y ándricos. Ahorabien, yo sugiero las etiquetas EGOGÍNICOS yEGOÁNDRICOS. La razones de este cambioson múltiples: por un lado abandono la recu-rrente –y a mi juicio desacertada– menciónal deseo (filia). Pues la particularidad deestas personas no está en lo que desean ser,sino en lo que sí son. Considero desacertadocualquier término que se centre en las caren-cias –lo que les falta– y no en sus particula-ridades –lo que sí tienen. Además, detrás deeste cambio de terminología subyace unaapuesta teórica radical: la aceptación de laidentidad sexual (y por debajo de ella, laautosexación) como criterio alosexante defi-nitivo: como el inductor alosexante de máxi-ma jerarquía. Y por si fuese poco, porqueconsidero que estas etiquetas resuelven bas-tante bien la búsqueda de términos sexológi-cos específicos que, cumpliendo las cuatrocondiciones terminológicas que expuse alprincipio, sirvan, además, tanto para transe-xuales como para no-transexuales. Tantopara los nómadas como para los sedentariosde la sexación.

Entonces el término egoginia hace refe-rencia a la condición de sentirse en femenino,de sentirse mujer. Y una vez adjetivado,serían personas –hombres o mujeres– egogíni-cas quienes tendrían identidad femenina oautosexación gínica. Tengan unos u otrosgenitales, gónadas o cromosomas y sean –ono– transexuales. Complementariamente, eltérmino egoandria haría referencia a la condi-ción de sentirse en masculino, de sentirsehombre. Luego, una vez adjetivado, seríanpersonas –insisto: hombres o mujeres–egoándricas las que tendrían identidad mas-culina o autosexación ándrica. Tengan unosu otros genitales, gónadas o cromosomas ysean –o no– transexuales.

Así por ejemplo: quien firma este artículoes egoándrico y su madre es egogínica. Eltransexual llamado FtMT también es egoán-drico, tanto como yo. Y la transexual MtFT esegogínica, tanto como mi madre. Finalmente,y de esto estoy completamente seguro, loshechos de sexuación que hacen de unos y delos otros lo que somos (egogínicas o egoándri-cos), son exactamente los mismos. Al margende nuestros genitales, que al respecto de estoaportan bien poco.

PrevalenciaHablamos de un colectivo muy pequeño.

Según el psiquiatra inglés Russell W. Reid, enInglaterra uno de cada 15.000 adultos es tran-sexual (esto significa un 0,0067% de la pobla-ción)51. En Escocia se estima que 8,18 de cada100.000 adultos (0,0082 %), con una ratiocuatro veces superior a favor de los egogíni-cos52. En Alemania entre 2,1-2,4 por 100.000personas adultas alemanas son transexuales(0,0024 %) y la relación es: 2,3:1 a favor delos egogínicos53. En Holanda, uno de cada18.000 varones (0,0055 %) es transexual54 yla ratio es 3:1 a favor, de nuevo, de los egogí-nicos55. Zucker, KJ., Bradley, SJ. y Sanikhani,M. (1997) afirman que la relación sexual es de6,6 a favor de los egogínicos. Con estos datosen España serían un total de entre 1500 y3000 los transexuales. Y un máximo de 200transexuales en el País Vasco.

Lo común a todos estos datos es que hay,significativamente más transexuales egogí-nicos que transexuales egoándricos. Lo cualrefuerza que la sexuación por omisión essiempre gínica.

Se estima que la demanda de cirugía geni-tal es una por cada 1,7 por millón de habitan-tes y año56. Así que si todas las intervencio-nes quirúrgicas fuesen realizadas en la sani-dad pública ésta tendría que asumir unas 22intervenciones de reasignación genital poraño en toda España. La sanidad vasca tendríaque asumir 3 ó 4 al año.

En estos momentos –excepto por elefecto cuello de botella– casi habría más

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cirujanos en la red pública dispuestos a rea-lizar estas intervenciones, que transexualesnecesitándola. Sin embargo la posibilidadde financiación pública de estas interven-ciones sigue produciendo escándalo públi-co, insensibilidad política y resistenciassanitarias.

El Servicio Andaluz de Salud, comocorresponde a una institución sanitariapública, ha asumido y financiado esta res-ponsabilidad que es sanitaria y que es públi-ca. Son los primeros en España en hacerlo,lo cual les honra. Confío en que no sean losúltimos. Y confío además en que Osakidetzaasuma con prontitud esta empresa.

Sobre tratamiento

DiagnósticoInevitablemente la categoría de transe-

xual está, y seguirá estándo, muy medicali-zada. La garantía de esta medicalizaciónreside en que se requieren intervencionesque deben ser llevadas a cabo por especia-listas médicos. De ahí que las categoríasdiagnósticas estén siempre asociadas a latransexualidad.

En la actualidad, se toman fundamental-mente estos dos criterios diagnósticos parala evaluación de la transexualidad: identidadpersistente durante al menos dos años e ine-xistencia de ningún desorden mental (espe-cialmente esquizofrenia).

Además, desde el punto de vista deldiagnóstico diferencial, suelen excluirse dela categoría otras formas de intersexualidady/o anomalías genéticas, así como el traves-tismo (vestir ocasionalmente ropas de mujerpor una razón u otra, pero incluyendo eneste propósito el placer sexual) y la homose-xualidad afeminada.

No termino de entender muy bien ningu-na de las tres; sobre todo porque puedenaparecer, efectivamente, en la historia de untransexual concreto algunos hechos desexuación o hechos eróticos perfectamenteencuadrables en una o varias de estas cate-

gorías diagnósticas diferenciales sin que porello el transexual deje de serlo.

Al margen de estas u otras etiquetasdiagnósticas garantistas relacionadas con laslógicas y necesarias reservas ante intervencio-nes hormonales y quirúrgicas que son agresi-vas, desde la perspectiva del profesional de lasexología las dos claves diagnósticas definiti-vas son: de un lado la fuerte y persistenteidentificación con el sexo opuesto a los carac-teres sexuales (esto es: una identidad sexualfirme y bien construida, pese a los innumera-bles obstáculos biográficos) y la persistentedisconformidad con los indicadores –sobretodo los más notorios– del sexo asignado.

En último término, entiendo que el sexó-logo/a debe de tener la convicción íntima einequívoca de que uno está ante un hombreo una mujer (al margen de cuáles sean susgenitales o su DNI).

Tratamiento completoEl tratamiento completo incluye: a) diagnóstico e informe de descarte de

psicopatologíab) información, preparación y tratamiento

psicosexual previoc) hormonoterapia (modificación del

balance hormonal hombre-mujer)d) uno o dos años de vida satisfactoria

haciendo vida ordinaria en el papel del sexode identidad con seguimiento psicoterápico

e) intervención quirúrgica pectoral(mamoplasia o mastectomia, según casos);extirpación gonadal (de ovarios o de testícu-los, según casos)

f) cirugía genital: extirpación de genita-les internos (prostatotomía o histerectomía,según casos) y cirugía de reasignación degenitales externos

g) otras intervenciones quiroestéticas(tiroides, pómulos, caderas, etc.)

h) psicoterapia de seguimientoi) modificación legal de nombre y sexo No se producen necesariamente todos los

pasos. Es especialmente notoria la ausenciade apoyo profesional psico y sexual tanto

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previo, como de seguimiento. Con suma fre-cuencia también se excluyen las intervencio-nes quiroestéticas.

También frecuentemente el tratamientoendocrino es prescrito para evitar la medica-ción hormonal sin control médico que yaviene ocurriendo con anterioridad.

El orden en el que se ha expuesto es el ordenhabitual, pero no el orden lógico. En concreto,es del todo ilógico, además de lesivo, que laintervención judicial sea la última y la de menortasas de logro con éxito, tanto por intento,como por tiempo, como por unidad monetaria.

Las tasas de éxito con los tratamientos queefectivamente se hacen, en los cuales se con-templa –si no exclusivamente, sí fundamental-mente– la faceta hormonal y quirúrgica, giranen torno al 95 %. El criterio de éxito es que“estén bien adaptados y sean estables”.

Sólo conozco una investigación de segui-miento de fracasos –arrepentimientos– quefue hecha en Suecia57. Los datos que aportanson que un 3,8% de los intervenidos quirúrgi-camente se arrepienten. Y sugieren como fac-tores coadyuvantes de este arrepentimiento elmanejo de la circunstancia por parte del entor-no más inmediato al transexual ( fundamental-mente familia, amigos íntimos y parejas).

En base a estos y otros muchos datos,Cohen-Kettenis y Gooren (1999) afirmanque la SRS (acrónimo en inglés de cirugíade reasignación de sexo) no es la panacea yque es necesaria la psicoterapia.

Momento de inicio del tratamientoHay un cierto acuerdo por parte tanto de

profesionales como de colectivos de transe-xuales para que estas intervenciones (espe-cialmente las endocrinas y quirúrgicas) seanllevadas a efecto con la mayor prontitud,una vez realizado el oportuno y adecuadodiagnóstico. Sin embargo, hay notoriosdesacuerdos cuando esta mayor prontitudrebaja la mayoría de edad.

Por ejemplo, los holandeses del grupo deGooren defienden y llevan a cabo interven-ciones adolescentes en sujetos bien diagnos-

ticados. Sin embargo, Meyenburg (1999)advierte taxativamente que no se debecomenzar la reasignación en ningún casoantes de los 18 años. Por otro lado, Cohen-Kettenis, PT. y van Goozen, SH. (1998)sugieren el retraso puberal para acercar lapubertad a la mayoría de edad.

Yo no tengo la menor duda de que lomás deseable sería detectar a los transexua-les, no ya antes de la mayoría de edad, sinoen la primera infancia, incluso en el primeraño. Y creo que debería de llevarse a cabocon ellos un trabajo a largo plazo, interpro-fesional, coordinado y planificado que inclu-ya absolutamente todos los órdenes de suvida (aspectos educativos, sociales, labora-les, jurídicos, endocrinos, eróticos, quirúrgi-cos, económicos, etc.).

El problema de mi propuesta es que notenemos aún ningún modo de detección tem-prana suficientemente fiable y discrimina-dor. Así que, de momento, la mejor garantíade la buena praxis sigue siendo su libre,firme, decidida e inquebrantable voluntadque –como es obvio– sólo puede ser expre-sada cuando se cumplen las naturales condi-ciones psicocognitivas.

No obstante entiendo que subyacen eneste debate sobre la mayoría de edad, razo-nes que no son ni sexológicas, ni clínicas;sino exclusivamente legales. Incluso razonesde protección profesional y no de servicio yatención a la demanda.

Ahora bien, incluso asumida una pers-pectiva legalista, los propios ordenamientosjurídicos occidentales reconocen derechos yvoluntades sexuales previas a la mayoría deedad –en todo caso pospuberales o adoles-centes– como pueden ser: matrimonio, libreconsentimiento de unión carnal, aceptaciónde p/maternidad, etc. No veo por qué nopuede operar aquí la misma lógica.

Protocolo según Colectivo de Transexualesde Cataluña Pro-derechos (21-6-99)- Periodo de verificación y diagnóstico

(mínimo 3 meses). Se debe proporcionar al

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paciente el Libro Blanco sobre laTransexualidad (LBT) y garantizar que locomprenda. Certificado psicológico de queel candidato comprende el LBT. Informepsiquiátrico que garantice ausencia de psico-patología.

- Requerimientos administrativos. Paramayores de edad: escrito firmado de consen-timiento y declaración jurada de Decisiónlibre y consciente. Para menores de edad:dos informes psiquiátricos acreditados yautorización de tutores. Manifestación expre-sa y escrita de la propia voluntad de acogersea las terapias.

- Preparación psíquica y social58

- Terapia hormonal- Condiciones para la Cirugía de Reasig-

nación Sexual Pectoral: mamoplasias o mas-tectomia. Mayoría de edad. Petición expresaescrita y firmada del demandante. Tresmeses de hormonación mínima. En transe-xuales masculinos (de chica a chico) histe-rectomía y ovariotomía.

- Condiciones para la Cirugía de Reasig-nación Sexual Genital. Mayoría de edad.Mínimo de 9 meses de terapia hormonal.Petición escrita y firmada por el demandante.

Conclusiones

DefiniciónCon todo lo dicho hasta aquí podemos

afirmar que los transexuales son personascuya autosexación no corresponde con sualosexación. Esto ocurre porque, seguramen-te, en su proceso de sexuación se produjo unsuceso transexuante cuando se estabasexuando determinada parte del cerebro.Puede ser que esta parte sea la mencionadaBSTc. En cualquier caso, producto de estesuceso transexuante su cerebro se sexuó demodo divergente al que se sexuaron otrosniveles de sexuación que son precisamentelos que tomamos como criterio para alose-xarlos formal e informalmente.

Pese a todo, estos sujetos con más omenos dificultad (normalmente mucha) van

construyendo como pueden su identidadsexual en coherencia con su egosexuación ysu autosexación. Y en contradicción –y enlucha– con las alosexaciones formales einformales en las que ellos son el objeto alo-sexado.

En ellos más que disarmonías internas(incoherencias de los diferentes niveles desexuación) hay un conflicto que afecta a laconstrucción de su identidad sexual. Esteconflicto se produce fundamentalmenteentre su autosexación y los mecanismos alo-sexantes de los otros (incluso de ellos mis-mos) y frente a las alosexaciones formalesde prescripción cultural. Esta discordanciaocurre justo porque, como ya se ha explica-do, los criterios alosexantes son siemprediferentes que los criterios autosexantes.

En nuestro tiempo y cultura, resolvemoseste conflicto (en teoría, una vez constatadaslas mínimas garantías de la firme adquisi-ción de una identidad consistente) con modi-ficación quirúrgica, endocrina, legal, etc. delos niveles de sexuación que consideramoscomo criterios fundamentales de alosexación(fundamentalmente los genitales, los carac-teres sexuales secundarios y el sexo legal).

Necesidad de reconocimiento socialde la propia identidad sexualMás arriba hemos hablado de inducción

alosexante. Esto es, de los mecanismos queexplícita o implícitamente articulamos paraque los demás nos alosexen de un determi-nado modo. De este modo los objetos alo-sexados influyen en los mecanismos alose-xantes de los sujetos alosexadores. Esteaspecto es central en la transexualidad pordos razones: por un lado el cómo seaalguien sexualmente clasificado determinacómo interactúan con él y su lugar en elmundo; y por otro lado, el cómo los otros–y él mismo– lo clasifiquen sexualmentecondiciona la construcción de su identidadsexual. Pues también se siente hombre omujer a través de cómo los otros lo sientenhombre o mujer.

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Los transexuales resultan obsesivos en suesfuerzo por ser reconocidos en tanto lo queíntimamente se sienten. Cada quien con susfuerzas, sus recursos y posibilidades, luchan(el verbo es muy adecuado) por lograr unaidentidad pública más armoniosa –o menosdisarmónica– con su identidad privada.Cuantos he conocido directa o indirectamen-te, gastan cantidades inmensas de energía,tiempo y dinero en lograr el reconocimientopúblico de su identidad íntima. A vecesdedican tanta energía en esta empresa queclaudican del resto de las facetas de la vida;incluso haciendo de ésta la razón única ydefinitiva de vivir.

Es esta necesidad de reconocimientopúblico de su identidad sexual lo quepuede llevarles a los tribunales para modi-ficar su nombre o su sexo legal, lo queexplica la reiteración obsesiva por serreconocidos en su grupo social y familiarpor un nombre –siempre abiertamentesexuado– con el que ser llamados. Explicasus negativas o resistencias a usar su DNI ensituaciones cotidianas (bancos, seguros, con-tratos laborales, etc.) y la insistencia demuchos de ellos/as por lucir los indicadoresde subrayado sexual más notorios y llamati-vos que estén a su alcance.

Además de esta dimensión que es máspública, podemos encontrar este mismofenómeno de necesidad de reconocimientoen la realización erótica llevada a cabo en lamás absoluta de las intimidades. Allí dondesupuestamente, y una vez cerrada la puerta,no hay más normas que las que allí dentro sedicten. En este terreno erótico también apa-rece de forma apremiante la necesidad deque el otro me clasifique, me reconozca, metrate, me interprete, me acaricie, me sientaetc. como del sexo que me identifico.

Tensión entre sexacionesA lo largo de la biografía vital de los

transexuales suelen producirse importantestensiones entre hechos de sexación que lla-maré “competiciones sexantes”. Están, por

un lado, la competición interna y, por otro,las competiciones externas.

La competición sexante interna se refierea la contradicción que el transexual encuen-tra entre sus modos de alosexar a los demás(incluso el modo de alosexarse a sí mismo) ysu modo de autosexarse. Pues los transexua-les también son sujetos alosexadores y nosólo objetos (mal) alosexados. Luego tam-bién tienen unos criterios de alosexación queoperan sobre indicadores alosexantes y estánsometidos por la fuerza de los inductoresalosexantes. Esto es, juegan con las mismasreglas de sexación que el resto de los huma-nos. No tienen otras distintas para sí.

Entonces los transexuales también usancriterios alosexantes genitales y para ellos tam-bién tener pene/vulva es un inductor alosexa-dor que propicia etiqueta de hombre/mujer.Luego siendo poseedores de tales atributostambién se alosexan a sí mismos con lascategorías de alosexación habituales.Excepto por el fenomenal empuje de su con-vicción interna: la conciencia de su autose-xación. Pero la tensión existe y es vitalmen-te terrorífica.

Por otro lado, están las competicionessexantes externas en las que compiten induc-ciones sexantes contradictorias. Básicamenteestán: por una parte, la inducción sexanteajena (familiar, educativa, cultural, terapéu-tica, etc.) que pretende producir en estossujetos una autosexación coincidente con laalosexación formal; por otra, la inducciónsexante propia (del propio transexual) quepretende producir alosexaciones formales einformales coincidentes con la propia auto-sexación.

Esta competencia con mayor o menorintensidad ocurre a lo largo de todas y cadauna de las etapas de su vida. Ahora bien, endeterminadas etapas de la vida, especialmen-te las primeras, la intensidad e hiperpresen-cia de esta competencia resulta desleal(desde luego especialmente lesiva). Puesesta competencia incrementa la disarmonía(la egodistonía) y dificulta el ajuste sexual

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(la adquisición de una identidad sexualfirme). Conviene no incrementar, sino rela-jar esta tensión.

Sería deseable que recibiesen algunaayuda temprana que les permitiese mejorsalir de estas competiciones sexantes en lascuales suelen salir derrotados.

Qué podemos ofrecer los sexólogosclínicos a los transexualesLos transexuales adultos –en tanto que

tales– no sufren, per se, estado patológiconinguno. Ni mucho menos patología mental(por definición ha de descartarse ésta paraser así etiquetados). Son simple y llanamen-te uno más de las resultantes de la diversi-dad sexual. Y esto no es una afirmaciónpolíticamente correcta, sino resultado deevidencia científica constatada.

Sin embargo, los transexuales sí necesi-tan ayuda de profesionales “psi”, además,claro está, de otras ayudas profesionales(endocrinas, quirúrgicas, sociológicas, jurí-dicas, legislativas, educativas, laborales,etc.). Pero complementaria a todas ellas, lostransexuales necesitan específicamenteayuda sexológica. Y este servicio sexológicohabrá de ser ofrecido, evidentemente, porprofesionales cualificados que ejerzan la clí-nica sexológica.

Ahora bien, si requieren tanta ayuda noes porque, de sí, su condición sea tan carentey necesitada; sino porque construyéndose así mismos en diálogo con un mundo que notiene sitio para ellos, acaban pagando nosólo el peaje de su propias característicassexuales, sino la plusvalía de esta interac-ción con un mundo cuya realidad sexual nolos contempla.

Y en su caso no se trata sólo de un fenó-meno más de marginación social (política,legal, sexual, etc.), sino de una dificultadenorme para ser personas. Sobre todo – puesno puede ser de otro modo–, para ser perso-nas sexuadas, sexuales y eróticas.

Y esta es la razón por la cual los transe-xuales requieren profesionales de la sexo-

logía clínica y la razón por la cual quienestrabajamos en sexología clínica tenemosalgo que ofrecerles. Pues nosotros somosquienes nos dedicamos a estas tres cate-gorías humanas de: sexuados, sexuales yeróticos; en las cuales se producen la mayorparte de sus carencias y dificultades.

Aunque en un trabajo posterior explicaréesto con mayor detalle adelanto cuatro cam-pos de intervención sexológica con transe-xuales:

1. Informativa: que se entiendan a sí mis-mos en tanto que sexuados, sexuales y eróti-cos, y que entiendan las particularidades desu sexuación y de su sexación; que entien-dan los tránsitos del tratamiento: sus ritmos,las posibilidades y los problemas, los recur-sos y las carencias.

2. De apoyo y seguimiento: facilitarleslos tránsitos; prevenirles, entrenarles y apo-yarles frente a las múltiples adversidades;realizar informes y periciales; soporte psico-emocional; seguimiento del proceso, etc.

3. Sexoterápico: que resuelvan en loposible sus carencias sexuales y psíquicaspersonales.

4. De crecimiento erótico: que, entendidae integrada su sexualidad, activen en lo posi-ble su peculiar erótica y que ésta sea fuentede placer y bienestar.

Consejos a padresCon frecuencia el profesional de la sexo-

logía es consultado a propósito de un niño oniña de corta edad (primera y segunda infan-cia) que presenta juego infantil heterotípicoy/o patrones de conducta heterotípicos.Incluso, además de lo anterior, niños o niñascon cierto discurso o conciencia –explícita oimplícita– de su condición sexual contraria-da (nombre modificado, resistencia incondi-cional a determinadas acciones de alta signi-ficación sexual, etc.).

Tanto el juego infantil, como los patro-nes de gestuación y conducta heterotípicosdeben ser tomados como predictores de

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posible transexuación cerebral. Estos predic-tores no son definitivos y definitorios, peroson indicativos. Desde luego, a falta de otrosmás fiables son lo mejor que tenemos.

Esta predicción de transexuación cere-bral no afecta necesariamente a la egosexua-ción, pues puede afectar a todos o a algunode los otros niveles de sexuación cerebralsin incidir necesariamente en éste. La transe-xuación cerebral puede afectar a la sexua-ción erástica, a la sexuación del patrón deconducta, a la sexuación erótica, al patrónendocrino o a la sexuación de las habilida-des cognitivas y motóricas. Pero tambiénpuede afectar a la sexuación identitaria. Atodas juntas o a algunas de ellas por separado.Siendo que no todas las posibilidades combi-natorias pueden darse, pues recuérdese que lasexuación opera con un orden evolutivo. Asíque el suceso transexuante –sea cual sea–habrá ocurrido en un momento determinado ysus efectos no tienen ninguna retroactividad.

Es importante que cuantos interactúancon el pequeño/a sepan con prontitud que,en cualquier caso, su intervención educativacorrectora no va a tener ningún éxito norma-lizador y sí múltiples efectos nocivos e inde-seables, tanto en el menor –en su desarrollocomo persona, en las interacciones con él,etc.– como en las dinámicas que se estable-cen en los sistemas humanos en los queestos niños/as están insertos (familia, clase,grupo, etc).

En este sentido, el valor didáctico de laexperiencia pasada con los zurdos puededarnos muy buenas pistas (y resulta espe-cialmente eficaz para que todo esto seaentendido en medios escolares). El mensajerespecto de esto es bien claro y puede resu-mirse con la siguiente frase: “durante muchotiempo tratamos de corregir a los zurdoshaciéndolos diestros y sólo logramos zurdoscontrariados e infelices; eso sí, escribiendocon la derecha”.

Finalmente, se trata de aceptar lo que hayy de facilitarles el ingreso en un mundo queno está diseñado para ellos. Luego hemos de

usar con ellos los dos principios rectores dela educación especial: normalización e inte-gración. Todo ello se soporta exclusivamen-te sobre un cimiento: la aceptación compren-siva y comprendida del niño o niña concre-tos. Digo comprensiva en cuanto a conteni-dos actitudinales; y digo comprendida encuanto a contenidos cognitivos.

En estos casos el trabajo con los progeni-tores es fundamental. Pues todas las inerciasproducidas por el orden sexual juegan contrala buena praxis parental. Es fundamental queel profesional sea empático con el sufri-miento de los padres, pero que sea honradoy asertivo en la explicitación de lo que estáocurriendo. De lo que se ve y de lo que pasapor debajo de lo que se ve.

A mi juicio, es una mala y dolosa praxisprofesional la que llamo “recetar tranquili-zantes”. Esto es: alimentar una esperanzadesesperanzadora a base de no enfrentarsecon los hechos o de escudarse en creenciasmágicas (como que el tiempo arregla lascosas, que una adecuada reeducación puedeencauzar el asunto, etc.).

Es fundamental el trabajo centrado en ladesculpabilización intrínseca (los padres enmayor o menor medida siempre se sientenculpables) y en la mejora de los mecanismospsíquicos de manejo de la culpabilizaciónexterna (hagan lo que hagan, siempre seránculpados; incluso por el propio transexual).

Es importante que padres y educadorescomprendan las dinámicas de tensión –lasque antes hemos llamado competicionessexantes– entre sexaciones e induccionessexantes (internas y externas). Sobre todopara no hipertrofiarlas con su bienintencio-nada intervención.

Una última idea, si efectivamente sontransexuales (si hubo transexuación prenatalque afectó el nivel de egosexuación), cuandoantes se produzca la TRANSEXACIÓN y lasintervenciones transexuantes de reversión,mejor. Tal y como están las cosas es proba-ble que la primera transexación formal,razonablemente temprana, de entre las posi-

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bles sólo pueda ocurrir en el ámbito estricta-mente familiar. Incluso con cierto secreto; almenos, reserva. Así pues pueden tomarsecomo recursos transexantes promovibles los

siguientes: un nombre –incluso mote– fami-liar, un estilo de ropa, unos determinadosaccesorios; roles y tareas con significaciónsexual en el ámbito familiar, etc., etc., etc.

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Notas al texto1 Advertencia: En algún sentido este artículo es continuación de Homos y heteros. Aportaciones para

una Teoría de la Sexuación cerebral. Si en aquel trabajo me centré en la orientación sexual, mededico ahora a la identidad sexual. En cualquier caso, tanto allí como aquí hablamos de sexuacióncerebral. He hecho un esfuerzo para, por un lado, no resultar repetitivo a quienes hayan leído aque-lla obra; y para, por otro, sí resultar comprensible a quienes no lo hayan hecho. Después de leerlopor vez última y antes de entregarlo, creo que los segundos han quedado mejor parados que los pri-meros. Lo cual lamento. Espero que me perdonen las reiteraciones – necesarias por otro lado- yconfío compensarles con las modificaciones y mejoras.

2 Puede dirigirse correspondencia al autor en las siguientes direcciones: Joserra Landarroitajauregi.Centro de Atención a la Pareja BIKO ARLOAK. C/ Erdikoetxe 1 c, Entrepl. Bilbao 48014. E-mail:[email protected].

3 En BSTc nº 3, año 2000.4 Es etiqueta que se usa para definir al transexual que no desea cirugía de reasignación genital.5 Mis neologismos se muestran, en su primera aparición, en versal y con un número entre paréntesis.

La versal es para indicar que es término que propongo. El número es el localizador en el glosario detérminos que he incluído al final.

6 Yo ya usé, irónicamente, este neologismo en 1994. Puede verse en ¿De la Sexología a laGenerología?. BIS, nº 6.

7 Juan Fernández (1996).8 Quizás convenga aclarar mi posición respecto a esto. Mi compromiso -científico y también político-

es la sexología. Esto es bastante público y notorio: así que soy un sexologista. Y esto en tanto quepromotor activo de una ciencia articulada e institucionalizada del sexo y en tanto que persona curio-sa que pretende conocer con rigor las cuestiones relacionadas con el sexo. En este sentido no sólono comparto ningún afán abolicionista respecto a ninguna materia sexual –ni antisexismo, ni antihe-donismo, ni antipornografía, ni antierotismo, ni antisexualismo, ni antiprostitución, ni anticondón,ni ninguna otra.-, sino que me reconozco abiertamente un anti-abolicionista sexual. O si se prefiere,en relación a este caso concreto, se me puede definir como anti-antisexista. O mejor, aunque estosiempre lleva a equívocos sobre todo si son malintencionados: soy pro-sexista. Desde luego tengoun talante “muy a favor”, una actitud muy fílica y una disposición muy receptiva hacia todo lo rela-cionado con el sexo. Incluso el fenómeno de etiquetaje sexual.

9 Los norteamericanos usan esta perífrasis un tanto cursi -“palabra de cuatro letras”- para decir lo queen castellano llamamos palabrotas.

10 Puede leerse en Revista de Española de Sexología nº 1.11 Amezúa (1999)12 Puede leerse en Reseña de Teoría de los sexos en BIS nº 29. Año 2000.13 Gorski (80), Swaab et al (1984,1985,1988, 1992 y 1995)14 Hofman y Swaab (1989), Zhou et al (1995)15 LeVay (1991)16 Diamond (1989), Breedlove (1994 y 1999), Gorski (1999)17 Allen et al (1989 y 1991)18 MacLusky et al (1987), Maggi (1987)19 DeLacoste-Utamsing y Holloway (1983 y 1986), Fitch et al (1991).20 Madeira et al (1995), Micevych et al (1992).21 Kruijver et al (2000).

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TÉRMINOS, CONCEPTOS Y REFLEXIONES ...

22 Han (1999).23 Mong (1996), McLusky (1981) Shankland (1995).24 McCarthy et al (1997), Meisami et al (1998), Segovia et al (1996).25 Hutchison et al (1997 y 1999), Naftolin (1991, 1994).26 Dörner (1981, 1983 y 1988), Gooren (1986), Rodhe et al (1986), Segarra (1998).27 Green (1978).28 Hutchison (1978).29 Friedman et al (1974), Girdano et al (1995).30 Kimura (1992).31 LaTorre et al (1976).32 Miles et al (1998).33 Cohen-Kettenis y van Goozen (1998), Gouchie y Kimura (1991).34 Holtzen (1994).35 Otros autores han usado otras terminologías: Milton Diamond usó para esto mismo centro de la

elección de objeto sexual y Dörner, centro de la elección de pareja y también centro del aparea-miento.

36 Por cierto, menor pilosidad corporal no quiere decir ninguna. Las pieles depiladas de las mujeresoccidentales actuales no son obra del sexo; sino de cremas, ceras, maquinillas, electrones y otrosadminículos.

37 Por razones inexplicables en aquella obra apareció como inducción autosexante. Es un error queespero corregir en otras ediciones, si las hay.

38 Desde luego si la especie es sexuada, que no todas lo son.39 Lógicamente suelen ser sujetos de transexación perinatal aquellos que no son fácilmente alosexa-

bles mediante el mecanismo universal.40 Se exprese o se omita, la etiqueta gínica es el modo primus inter pares.41 Perforación transabdominal del útero para la obtención de líquido amniótico.42 Llamo ser sexuable a cualquier sujeto perteneciente a una especie sexuada.43 Lo irreversible es el orden, no los sucesos. Por suerte en este caso –y también por desgracia en

otros- podemos –y solemos- revertir sucesos.44 Recuérdese que hemos dicho: definitoria porque establece la frontera sexual entre los colectivos

sexuales y asigna cada elemento a su conjunto sexual; definitiva por que pretende trascenderse a símisma (se presume sin final en el tiempo); y finalística porque sirve siempre a un mismo fin: filtrarcualquier interacción con los otros y con uno mismo.

45 Diamond (1977), Dörner (1998).46 Kruijver, FP., Zhou, JN., Pool, CW., Hofman, MA., Gooren, LJ. y Swaab, DF. (2000): Male-to-

female transsexuals have female neuron numbers in a limbic nucleus. J. Clin. Endocrinol. Metab,85: 2034-41.

47 No siempre. Recuérdese que encabecé este artículo con una cita de Rusell Reid en este sentido dereconocimiento del error de alosexación.

48 La mayor parte de esta información terminológica la tomo de Anne Vitale en TransexualidadPrimaria y Secundaria. Mito y realidad. Puede verse en BSTc nº 3.

49 Esta terminología se usa frecuentemente en investigación para evitar equívocos. El primer términoindicaría el sexo de alosexación formal y el segundo el sexo identitario. Aunque realmente el primeracrónimo indica los caracteres sexuales originales y el segundo los caracteres sexuales de destino.

50 Nótese que he escrito deseo sexual con significado absolutamente diferente del que suele usarse queen realidad es deseo erótico. Deseo sexual dice –es intelectualmente humillante tener que aclarar loque es de perogrullo - del deseo relacionado con el sexo; y sexo dice de la condición diferencial.Así que, lógicamente, deseo sexual se refiere a querer ser de un sexo. Y no a querer hacer un gestoerótico u otro con alguien o solo.

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51 Ver Aspectos médicos del Desorden de la Identidad de Género en BSTc nº 3, 2000.52 Wilson, P., Sharp, C. y Carr, S. (1999).53 Weitze, C. y Osburg, S. (1996).54 Bakker, A., van Kesteren, PJ., Gooren, LJ., Bezemer, PD. (1993).55 van Kesteren, Gooren y Megens (1996).56 Landen, M., Walinder, J., Lundstrom, B. (1996).57 Landen, M., Walinder, J., Hambert, G. y Lundstrom, B. (1998).58 Me resulta sorprendente constatar que los propios colectivos transexuales no incluyan la dimensión

sexual y la erótica como campos de atención prioritarios en los protocolos que proponen.

Glosario de términos1. Sexación: etiquetación sexual.2. Sexar: clasificar según sexo; asignar eti-

queta sexual.3. Inducción alosexante: participación acti-

va del objeto sexado en la alosexaciónque otros hacen de sí. Manejo de los pro-pios indicadores alosexantes.Normalmente: subrayado u ocultación decaracteres sexuales.

4. Mecanismos alosexantes : soportesmateriales de la alosexación. Son tres:receptores, decodificadores y pre-esque-ma sexual.

5. Transexuación: translación de la direc-ción sexual típica producida por unsuceso transexuante. Forma especial dela sexuación en la que pueden diferen-ciarse dos tramos de sexuación típicos,pero sexualmente discordantes.

6. Objeto sexado: quien es sexualmenteetiquetado.

7. Sujeto sexante (o sexador): quien reali-za la etiqueta sexual.

8. Alosexación: etiquetación sexual deotros realizada sobre la base de indica-dores alosexantes y usándose criteriosalosexantes. Reconocimiento sexual.

9. Criterios alosexantes: establecimiento dejerarquías para la resolución de incon-gruencias entre indicadores alosexantes.

10. Autosexación: autoetiquetación sexual.Resultante primero de la egosexuación.

11. Inductor de alosexación: indicador alo-sexante de máxima jerarquía. Esta jerar-quía le es asignada en virtud de los cri-terios de alosexación.

12. Pre-esquemas de sexación: mecanismodecodificador –cognitivo o precogniti-vo- que convierte los estímulos con sig-nificado sexual en una etiqueta sexual.

13. Ginizar:en relación a la sexuación, feminizar.14. Andrizar: en relación a la sexuación,

masculinizar.15. Andrógenos: cualquier agente sexuante

con capacidad de andrizar (sea, o no,hormonal).

16. Ginógenos: agente sexuante con capaci-dad de ginizar.

17. Ginandria: referido a los resultantestanto gínicos como ándricos que el pro-ceso de sexuación produce siempre enun mismo sujeto.

18. Egogínico: que se tiene a sí misma porhembra (en relación a la autosexación).

19. Egoándrico: que se tiene a sí mismo pormacho (en relación a la autosexación).

20. Ginerasta: que siente deseo erótico porhembras.

21. Andrerasta: que siente deseo erótico pormachos.

22. Organización: uno de los dos modos deoperación de la sexuación: transformadefinitivamente una estructura asexuaday sexuable en una estructura sexuada.

23. Activación: el otro de los dos modos deoperación de la sexuación: transformamudablemente una estructura sexuada ysexuable en una estructura sexuada mássexuada. Normalmente usa de un agentesexuante que andriza o del potencial gíni-co por omisión.

24. Agente sexuantes: quienes tienen capa-cidades de producir diferenciación

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sexual. Son de cuatro tipos: genéticos,hormonales, neuronales y meméticos.

25. Andrógenos hormonales: tradicional-mente denominados como andrógenos.Hormonas con acción masculinizante;normalmente esteroides gonadales.

26. Precursor dimórfico: tipo de precursorindiferenciado (pre-estructura asexuada ysexuable) constituido por dos subestructu-ras: la protogínica y la protándrica.

27. Precursor intersexual: tipo de precursorindiferenciado (pre-estructura asexuada ysexuable) constituido por una única estruc-tura protogínica susceptible de andrizarse.

28. Egosexuación: nivel de sexuación cere-bral que determina la autosexación.Parece que la estructua neuronal que sesexua es BSTc.

29. Actores de la alosexación: quienes par-ticipan en el acto alosexante. Son dos:sujeto sexador y objeto sexado. El obje-to sexado no es pasivo, participamediante la inducción alosexante.

30. Alosexación informal: acto cotidianode categorización sexual.

31. Alosexación formal: acto solemne decategorización sexual con transcenden-cia pública y formal.

32. Alosexación neonatal: sexo de asigna-ción. Se corresponde con el sexo legal.

33. Transexación perinatal: o también rea-losexación perinatal. Habitualmentedenominada como sexo de reasignacióno reasignación sexual. Se refiere a lamodificación de la etiqueta sexual pre-viamente asignada.

34. Alosexación olímpica: alosexación for-mal que determina si alguien puede, ono participar en las modalidades depor-tivas femeninas.

35. Transexación legal: o también realosexa-ción judicial. Modificación legal de la etique-ta sexual en acto jurídico (o administrativo).

36. Transexación: modificación de la eti-queta sexual previamente asignada.

37. Suceso transexuante: acción –fisiológi-ca, accidental o incidental– que propicia

una translación de la sexuación típica.Cambio de agujas.

38. Gínico : etiquetado como femenino(relativo a sexuación).

39. Ándrico: etiquetado como masculino(relativo a sexuación).

40. Indicadores alosexantes: estímulos consignificado sexual (normalmente caracte-res sexuales) sobre los cuales opera laalosexación.

41. Protogínico: Material primigenio, aúnno sexuado pero sexuable, que tiene unpotencial sexuante gínico.

42. Protándrico: Material primigenio, aúnno sexuado pero sexuable, que tiene unpotencial sexuante ándrico.

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JOSÉ RAMÓN LANDAARROITAJAUREGUI

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