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“TERNURA Y FIRMEZA CON LOS HIJOS”
Desde la más tierna infancia hay que aprender a poner límites a los hijos. Cuando la familia no lo logra, es muy probable que tampoco lo corrija la
sociedad.
La ausencia de autoridad paterna convierte al niño en un barco a la deriva, ya que no se
le transmite un modelo a imitar.
Árbol que crece torcido, nunca su tronco endereza.
En todas las personas encontramos la presencia del germen del amor y del
odio; de lo bueno y lo malo.
Si los padres están ausentes en la educación de sus hijos o no saben ejercer este derecho, otros, con doctrinas y valores distintos ocuparán su lugar.
Ante las conductas inapropiadas de los hijos éste es el mensaje que los padres deben transmitir.
TRES CAPACIDADES A DESARROLLAR
Las indicaciones en forma de pregunta, manifiestan falta de
convicción, inseguridad o debilidad.
El ruego al niño, pidiéndole que sea comprensivo y se apiade del adulto, transmite una imagen paterna de fragilidad y debilidad que induce a la
desobediencia.
Ante las amenazas sin contenido, la mayoría de los niños aprenden que no deben tomarlas en serio, ya que son el arma de
los padres débiles, sin recursos y tomados por sorpresa.
Cuanto más le grite a su hijo, más transmitirá su pérdida de control y debilidad, haciendo que su
mensaje carezca de autoridad.
El castigo debe tener un comienzo y un final sin ser excesivo. Es frecuente que los padres den marcha
atrás.
Hablar directa y asertivamente no deja dudas en la mente de sus hijos sobre lo que usted quiere
exactamente que hagan.
Mirar a los niños a los ojos mientras se les habla aumenta la eficacia de cualquier mensaje.
El elogio y el aliento por parte de los padres ocupa un lugar importante para los niños.
Mantener la calma sin perder la compostura ante los caprichos de los hijos multiplica la eficacia de la
educación.
Los niños que utilizan el “a mí que mi importa” lo están manipulando, porque han
percibido que los padres se descontrolan fácilmente.
Ceder ante las presiones, caprichos o mal humores de los hijos es transmitirles el mensaje de que no se puede con ellos, dejándolos
a la deriva de sus impulsos temperamentales.
Hay que aprender a pasar la página y no ser reiterativos. Una vez que su hijo ha cumplido
el castigo, el asunto queda terminado.
Para que los premios sean formativos deben ser elegidos por los padres, reforzando el buen
comportamiento otorgándolos de inmediato.
La niñez bien orientada por los padres es el primer gran paso en la
búsqueda de la felicidad a lo largo de la vida.
Su esfuerzo responsable por educar a sus niños con cariño, constancia y
firmeza día tras día es lo que producirá hijos maduros y los
ayudará a ser felices.