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1 Universidad Nacional Autónoma de México U.N.A.M Facultad de Filosofía y Letras F.F. y L. III Congreso Internacional de Estudios Clásicos en México Ponencia: “Tertuliano: Del  A p o lo geti c um y las incongruencias jurídicas del imperio romano frente al cristianismo católico” Por Maestro Carlos Alberto Juárez Rosas Ciudad de México, 31 de agosto del 2011.

Tertuliano y las incongruencias jurídicas del imperio romano

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    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    U.N.A.M

    Facultad de Filosofa y Letras

    F.F. y L.

    III Congreso Internacional de Estudios Clsicos en Mxico

    Ponencia:

    Tertuliano: Del Apologeticum y las incongruencias jurdicas del

    imperio romano frente al cristianismo catlico

    Por

    Maestro Carlos Alberto Jurez Rosas

    Ciudad de Mxico, 31 de agosto del 2011.

  • 2

    Hay una nueva raza de hombres nacidos ayer,

    sin patria ni tradiciones, asociados entre s

    contra todas las instituciones religiosas y civiles,

    perseguidos por la justicia, universalmente

    cubiertos de infamia, pero autoglorificndose con

    la comn execracin: son los cristianos.

    Celso, Discurso de la Verdad1

    I. La percepcin gentil de los cristianos hasta el s. II.

    As se refera el filsofo Celso a los cristianos en su implacable escrito,

    )Alhqh/j lo/goj (Discurso de la Verdad); en el texto se concentran algunas

    de las ideas ms comunes de los intelectuales gentiles del siglo II acerca del

    cristianismo catlico: misantropa, infanticidio, incestos, sacrilegio, atesmo,

    malos ciudadanos; hombres sin pasado ni tradiciones, ms tarde se sumaron

    a la lista sugerentes imgenes de banquetes orgisticos, excesos sexuales, ritos

    de iniciacin nefandos, etc.2

    La idea que los gentiles como Celso, Apuleyo y ms tarde Porfirio, se

    haban construido acerca de los cristianos hacia la segunda y tercera centuria

    de nuestra era le deba mucho a los historiadores de los albores del siglo II,

    1 Celso, El discurso verdadero contra los cristianos, trad. Intr., y notas por Serafn Bodeln, Madrid, Alianza

    Editorial, 1988 (Coleccin Clsicos) p. 19. Estoy utilizando esta versin sintetizada, sin embargo, no hay que perder de vista que el Discurso de la Verdad nos lleg a travs de la crtica textual o indirecta, especficamente por la refutacin del exegeta del siglo III, Orgenes, en su Contra Celso. Toda la informacin

    o cita del filsofo Celso proviene del texto de Orgenes. Para ms informacin ver Orgenes, Contra Celso,

    trad., intr. y notas por Daniel Ruiz Bueno, Madrid, Editorial Catlica S. A., 1952 (Coleccin Biblioteca de Autores Cristianos). 2 Roberto Heredia Correa, El Apologtico de Tertuliano, Mxico, UNAM, 2005 (Coleccin de Bolsillo

    #25). p. 25. Los ejemplos de las acusaciones se encuentran en el texto de Celso citado con anterioridad y Apuleyo (Met., IX, 14), que resalen an al siglo II; Porfirio escribi su texto en el s. III, posterior a los

    apologistas que trataremos.

  • 3

    Tcito, Suetonio y, en alguna medida, a Plinio el Joven, quienes atestaron no

    slo la percepcin de los intelectuales gentiles, sino tambin la del pueblo

    comn y corriente.

    El cristianismo de orientacin catlica, que es al que me refiero en esta

    ponencia, no fue documentado por los escritores gentiles, o al menos no

    sobrevivieron las fuentes, sino hasta el imperio de Trajano (98 117); lo ms

    probable es que los romanos, hacia el s. I, no fueran capaces de distinguir

    plenamente a los cristianos de los judos, o al catolicismo de otras vertientes

    como el gnosticismo cristiano.3

    La informacin que puede obtenerse de los historiadores es muy modesta,

    sin embargo, vale la pena adentrarnos en las noticias que nos legaron, a fin de

    comprender por qu los escritores cristianos, denominados apologistas,

    escribieron sus obras y qu ideas defendieron. Las primeras referencias,

    repito, se encuentran en Tcito y Suetonio, as como en Plinio el Joven.

    3 El tema del Gnosticismo cristiano es sumamente amplio, para los fines de este trabajo dir slo que por

    Gnosticismo debemos entender a los movimientos cristianos que surgieron en el s. I, pero que florecieron en

    los siglos I y II. El Gnosticismo cristiano parte de la idea que ellos poseen la gnosis, es decir, el conocimiento

    de la verdad, y a partir de ella obtienen la salvacin. Algunos apologistas como Tertuliano e Ireneo, por

    mencionar algunos, refutaron las doctrinas de los gnsticos, que se constituan como una vertiente que

    amenazaba a la iglesia catlica, sobre todo en la cuestin institucional, pues algunos grupos, con una

    orientacin ms mstica, planteaban que no era necesaria la iglesia para la salvacin. La bibliografa es harto

    amplia, sin embargo, pienso que el texto del francs De Faye, sigue siendo, a pesar de los aos, una autoridad

    en el tema. Eugene de Faye, Gnostiques et gnosticisme, 2e dition augmente, Paris, Librairie Orientaliste

    Paul Geuthner, 1925; en espaol puede consultarse el fantstico libro de Roberto Snchez Valencia, De la

    heterodoxia a la ortodoxia. Hacia una historia hermenutica de los dogmas nicenos, Mxico, Universidad

    Iberoamericana, 2007 (Coleccin El Mundo sobre papel).

  • 4

    Tcito mencion a los cristianos catlicos en sus Anales, quiz compuestos

    hacia el ocaso del imperio de Trajano (114 117).4 La descripcin teatral del

    incendio de Roma del ao 64 se la debemos al historiador romano; ah se

    habla de los cristianos, acusados por el emperador Nern por causar el

    desastre que acab con buena parte de la ciudad. Tcito se refiere a ellos como

    unos hombres aborrecidos por el vulgo por sus excesos, llamados

    comnmente cristianos.5

    Ms adelante, en el mismo pasaje, Tcito hizo una nueva referencia, dijo

    que los cristianos no eran castigados tanto por el delito del incendio, sino por

    haberles convencido (a las multitudes) del general aborrecimiento a la

    humana generacin. La expresin latina que usa Tcito es odio humanis

    generis.6

    Plinio el Joven, el retrico, famoso por su epistolario, tambin habl de los

    cristianos. En la carta XCVII dirigida a Trajano, y fechada probablemente

    hacia el ao 111,7 Plinio pregunt al emperador cul deba ser el

    procedimiento contra los cristianos, pues por ms inverosmil que pareciera, a 4 Para los detalles de la vida y obra de Tcito recomiendo el estudio introductorio de Jos Tapia Ziga a la

    obra de Tacito. Vase, Tcito, Anales. I III, intr., trad., y notas por Jos Tapia Ziga, Mxico, UNAM, 2002 (Coleccin Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), T. I. pp. XI XIV. 5 Tcito, Los Anales, prl. Gonzalo Hernndez de Alba, trad. Carlos Coloma, Mxico, UNAM, 1975

    (Coleccin Nuestros Clsicos #44). P. 198. (Ann. XV, 44, 2 3). 6 Tcito, op. cit., p. 198. Vase adems Cornelii Taciti, op. cit., p. 301 (An, 15, 44, 4) Deinde indicio eorum

    multitudo ingens haud proinde in crimine incendii quam odio humani generis convicti sunt. 7 Sobre el estado de la cuestin referente a la carta recomiendo la siguiente lectura: Lettre sur les Chrtiens,

    en Ladislav Vidman, Etude sur la correspondance de Pline le Jeune avec Trajan, Roma, LErma di

    Bretschneider, 1972 (Colection Studia Historica 109), pp. 87 106

  • 5

    pesar de su cursus honorum,8 desconoca el procedimiento!

    Independientemente de la discusin sobre si haba una legislacin previa que

    prohiba el cristianismo, llaman la atencin los trminos con los que se refiere

    a ellos: solamente he encontrado una deplorable supersticin llevada hasta el

    exceso (Nihil aliud inveni quam superstitionem pravam, immodicam).9

    Por ltimo, Suetonio, escritor de De vita Cesarum, nos leg informacin

    valiosa sobre la perspectiva de los cristianos. El horizonte temporal de su obra

    son los aos 119 121, bajo el gobierno de Adriano (117 131).10

    En la Vida de Claudio Suetonio se refiere a la poltica de ste as: Expuls

    de Roma a los judos, que, a excitacin de un tal Cresto, provocaban

    turbulencia.11

    Llama la atencin que se hable de turbulencias.12

    En la Vida de Nern, en el mismo pasaje del incendio de Roma, escribi lo

    siguiente: Los cristianos, clase de hombres llenos de supersticiones nuevas y

    8 La carrera poltica de Plinio fue muy prolfica; form parte durante muchos aos del cuerpo poltico y

    administrativo de Roma; prueba de ello es su brillante carrera poltica y cursus honorum: tribuno militar en la

    Legio III Gallica; Pretor (93); Cnsul (100) prefecto del erario militar; augur (103); gobernador de Bitinia

    (Legatus Augusti consulari potestate) hasta el 113, ao en que se termina la comunicacin con el emperador.

    Probablemente muri durante esta misin a los 51 52 aos. Agustn Millares Carlo, Historia de la literatura

    Latina, 3 edicin, Mxico, F.C.E., 1971 (Coleccin Breviarios 33) p.138 139. 9 Plinio Cecilio Secondo, op. cit., p. 1096.

    10 A diferencia de Plinio el Joven Suetonio no tuvo un cursus honorum notable; fue bibliotecario, primer

    secretario de la cancillera imperial, puesto del que fue expulsado por intrigas palaciegas. Despus se dedic a

    su vida literaria (122 aproximadamente). Para ms informacin sobre su vida ver Suetonio, Los doce csares,

    intr. Jos Tapia Ziga, Mxico, S.E.P., 1985 (Coleccin Cien del Mundo) p. 10. 11

    Vida de Tiberio Claudio Druso en Suetonio, Los doce csares, intr. Jos Tapia Ziga, Mxico, S.E.P., 1985 (Coleccin Cien del Mundo) p. 207 (Claud., XXV, 4). 12

    El pasaje es oscuro, ya que no es claro si expuls a los cristianos o a los judos; o bien, a los dos. Queda

    patente que, de cualquier forma, los disturbios seran la razn.

  • 6

    peligrosas fueron entregados al suplicio.13

    El texto de Suetonio fue ms lejos

    que Tcito y Plinio el Joven, peligrosos?

    Las vertientes de la apologtica cristiana en el s. II

    Ante las acusaciones de los intelectuales gentiles y las creencias populares,

    el cristianismo catlico dedic sus esfuerzos a refutar las ideas que se haban

    generado a lo largo del s. II; asimismo, realizaron esfuerzos para presentar a la

    religin cristiana como un culto orgnico, lgico, organizado y comprensible

    para el pensamiento grecorromano. A los escritores que realizaron esta labor,

    griegos y latinos, les llamamos apologistas, pues escribieron apologas del

    cristianismo; al gnero literario que crearon dichos autores en los siglos II, III

    e, incluso, IV, le llamamos apologtica.14

    La apologtica estaba destinada, en la mayora de los casos, a los

    emperadores, al senado o a los magistrados locales, que eran los que podan

    actuar jurdica y judicialmente a favor del cristianismo, contra las acusaciones

    o persecuciones.15

    13

    Vida de Nern Claudio en Suetonio, op. cit., pp. 226 227 (Ner., XVI, 2). Literalmente en el texto latino dice lo siguiente: afflicti suppliciis Christiani, genus hominum superstitionis novae et maleficae. Para el texto

    latino ver Suetonius, Nero, text with introduction and notes by B.H. Warmington, Bristol, Bristol Classical

    Press, 1977, p. 25 (16, 2). 14

    Manlio Simonetti e Emanuela Prinzivalli, Letteratura cristiana antica. Antologia di testi I,dalle orogini al

    terzo secolo, Forl, Edizioni Piemme, 1996. p. 30. 15

    Claudio Moreschini y Enrico Norelli, Patrologa. Manual de la literatura cristiana antigua griega y latina,

    trad. Jos Mara Hernndez Blanco , Salamanca, Ediciones Sgueme, 2009 (Coleccin Lux Mundi #90) p. 179.

  • 7

    Los apologistas cristianos escribieron en griego y posteriormente en latn;

    esto diferenci tambin sus temas, su lectura de la problemtica. Los

    escritores griegos, entre los cuales estn Arstides, Justino, Taciano,

    Atengoras y Tefilo de Antioqua mostraron mayor inters por las diatribas

    culturales, filosficas; los apologistas latinos, Tetuliano, Minucio Flix,

    Cipriano y Lactancio se concentraron ms en aspectos legales, en las

    incertidumbres e incongruencias de la poltica imperial.16

    Ahora comentar algunas directrices de Tertuliano en especfico a partir de

    su texto Apologeticum.

    II. Tertuliano y las incongruencias polticas del imperio romano.

    Los datos precisos de la vida de Tertuliano nos son casi desconocidos, sin

    embargo, los especialistas suelen situar la vida de Tertuliano entre los aos

    160 240 aproximadamente; las referencias ms tiles son Eusebio de

    Cesrea y unas breves lneas de San Jernimo en su De viris Illustribus,

    especficamente en el captulo 53.17

    Eusebio de Cesrea se refiere al africano as: Tertuliano, varn muy versado

    en las leyes de los romanos y celebrrimo entre los escritores latinos, refiere 16

    Giorgio Jossa, Il cristianesimo antico. Dalle origini al concilio di Nicea, Urbino, Carocci editore, 2002

    (Colezione Universit. Studi Religiosi #266). p. 91. 17

    Aunque no hay que perder de vista que San Jernimo escribi en el siglo V y que su obra, De viris

    Illustribus, a pesar de ser una coleccin de biografas de personas cristianos, tena precedentes en la

    historiografa, tales como las biografas de Suetonio, La vida de los Doce Csares; los detalles de las

    biografas narrados por Jernimo deben ser tratados con cuidado, al igual que con Suetonio, adems hay que

    considerar la enorme distancia temporal con Tertuliano.

  • 8

    esas cosas con las siguientes palabras en su Apologa, que l escribi

    primeramente en latn y despus fue traducida al griego.18

    Jernimo, por su parte, escribi que Tertuliano naci en Cartago y fue hijo

    de un centurin proconsular; vivi bajo el imperio de Severo y Antonino

    Caracalla; escribi muchas obras y fue presbtero en la iglesia de Cartago;

    luego se separ de la iglesia y cay en la hereja montanista.

    Tertuliano fue el primer gran apologista cristiano que escribi en lengua

    latina y del que poseemos mltiples textos;19

    ahora bien, el escribir en lengua

    latina definitivamente dimension la apologtica hacia otras vertientes

    distintas a la de los escritores griegos; de entre las mltiples regiones de

    Occidente fue en frica donde el cristianismo se difundi con mucha

    velocidad; ah se adopt el latn como lengua oficial y se insert con gran

    impacto en la sociedad, prueba de ello son los escritores Minucio Flix y San

    Cipriano.20

    18

    Eusebio de Cesrea, op. cit., p. 56 (Libro II, 2). 19

    Tiene razn San Jernimo al afirmar que fue un escritor prolfico, pues hoy da podemos rastrear mltiples

    obras del africano: De idolotria (197 211); Apologeticum (197); Adversus Nationes (197); De Praescriptione haereticum (albores del siglo III, no ay certeza en la fecha); Adversus Marcionem (207);

    Adversus Hermogenem (202 203) Adversus Valentinianos (206 207); Scorpiace (213); De carne Christi (210); De carnis Resurrectiones (210 211); Ad scapulam (212); De anima (210 213), por citar algunos ejemplos. Para ms informacin ver Tertulliano, Apologa del cristianesimo e la Carne di Cristo, intr. Claudio

    Moreschini, trad. Luigi Rusca, Milano, 1977 (Colezione I Classici dello spirito) p. 67 68.

    20 Manlio Simonetti ed Emanuela Prinzivalli, op. cit., p. 48.

  • 9

    El uso del latn influy en la direccin de la apologtica, pues incluy

    conceptos y una visin en definitiva, ms jurdica y prctica que filosfica, a

    diferencia de sus predecesores, los apologistas que escribieron en griego.

    De las mltiples obras que escribi el cartagins nos sirve especialmente el

    Apologetucum, fechado hacia el ao 197, ya que este texto representa una

    primera tentativa de crtica directa al imperio y a la incongruencia de sus

    leyes, especialmente sobre el proceder de los gobernadores de la provincias

    romanas; un primer dilogo jurdico con Roma, si se me permite la

    expresin.

    Pasemos ahora a revisar algunas de las ideas de Tertuliano en su

    Apologeticum.

    No es lcito juzgar sin indagar

    La primera crtica que llama la atencin en el Apologeticum versa sobre la

    ignorancia; las acusaciones hacia los cristianos por su nombre parten de una

    base errnea segn Tertuliano, pues cmo condenar a los cristianos por su

    nombre si no son escuchados, si no pueden defenderse?

    Magistrados del Imperio Romano, que presids los tribunales de la

    administracin de justicia en lugar bien visible y elevado, casi en la

    misma cumbre de la ciudad: si no podis vosotros investigar

    abiertamente y examinar en pblico qu hay de cierto en la causa

    contra los cristianos; si tan slo en este caso particular vuestra

    autoridad se avergenza o teme indagar pblicamente con la

    diligencia propia de la justicia; si finalmente, como acaeci hace

    bien poco, demasiados ocupados en juicios domsticos, permits

    que la inquina contra nuestro grupo de seguidores de Cristo cierre la

  • 10

    boca a la defensa de nuestra causa: dejad al menos, que la verdad

    llegue a vuestros odos, aunque slo sea por el camino oculto de

    este silencio escrito.21

    El argumento llama la atencin por lo concreto: no se puede juzgar a nadie

    sino pblicamente. La autoridad de los magistrados de Cartago no puede ser

    dbil, no puede cerrar los odos a la defensa en pblico.

    Qu pueden perder, pues las leyes soberanas de Roma, con escuchar la

    verdad de los cristianos? Se pregunta Tertuliano; el africano arguye que la

    potestad de las leyes no se engrandecer por condenar la verdad sin prestarle

    atencin, al contrario, la Ley puede perder su potestad y volverse injusta.22

    La ley no cay del cielo

    Tertuliano tambin hace nfasis en la cuestin del nomen ipsum, es decir, la

    culpabilidad de los cristianos slo por su nombre; de ah parte para hacer

    una fuerte crtica a las leyes de Roma. A continuacin presento el texto del

    africano, complejo en su construccin intelectual:

    Y si no queris que una cosa sea lcita porque no debe serlo, sin

    duda no debe ser lcito aquello que se hace mal; en consecuencia,

    debe ser lcito aquello que se hace bien. Si demuestro que es bueno

    lo que la ley prohibi, hemos de concluir que no me pueden

    prohibir lo que, si fuera malo, con derecho prohibira. Considero, en

    fin, que si vuestra ley fue un error, ciertamente fue concebida por el

    hombre; y, desde luego, no ha cado del cielo.23

    21

    Tertuliano, El apologtico, intr., trad., y notas de Julio Andin Marn, Madrid, Editorial Ciudad Nueva,

    1997 (Coleccin Biblioteca de Patrstica #38) p. 71 (Apol., I, 1). 22

    Tertuliano, op. cit., p. 20 (Apol. I, 3). 23

    Ibdem, p. 35 (Apol. IV, 5).

  • 11

    El razonamiento de Tertuliano es de verdad complejo y radical, pues

    representa un fuerte crtica al sistema jurdico romano por qu no prohibir lo

    que es legal pero que es malo? Las lneas finales son contundentes, hay que

    revisar la ley, pues fue hecha por los hombres, no cay del cielo.

    Malos gobernantes, malas leyes

    Tertuliano relaciona estrechamente las malas leyes, las incongruentes, con

    malos gobernantes; para el africano, Nern y Domiciano fueron dos

    gobernantes negativos para Roma y, en consecuencia, sus leyes tambin.

    Los perseguidores de los cristianos catlicos han sido crueles, injustos,

    y malvados, mientras que los emperadores que saban de las cosas

    divinas y humanas no realizaron ninguna accin perjudicial contra los

    cristianos. Tertuliano seala a los buenos emperadores: Vespasiano, Adriano,

    Antonino Pio, Lucio Vero e, incluso, Trajano: Decidme pues: qu clase de

    leyes son sas que contra nosotros ejecutan slo los impos, los injustos, los

    torpes, los crueles, los vanos, los dementes? Trajano las eludi en parte,

    vetando que los cristianos fueran investigados; Vespasiano no las aplic

    (aunque era perseguidor de los judos); Adriano no las imprimi (aunque era

    explorador de todas las curiosidades); ni tampoco Po, ni Vero.24

    24

    Ibdem, p. 40 (Apol. V, 7).

  • 12

    Para desacreditar an ms los juicios sobre los cristianos, con base en leyes

    errneas, Tertuliano recuerda antiguas costumbres y las compara con la

    corrupcin que priva en su presente:

    Y ahora, quisiera que los escrupulossimos protectores y valedores

    de las leyes y de las instituciones patrias me respondieran sobre su

    fidelidad, su respeto y su aceptacin de los decretos de sus

    antepasados: no incumplieron ninguno de ellos? no se desviaron

    en nada? no olvidaron los necesarios y los aptos para mantener la

    disciplina? Dnde fueron a parar aquellas leyes que repriman la

    suntuosidad y la ambicin, que mandaban no derrochar en una

    cena25

    ms de cien ases, ni llevar ms de una gallina y sta no

    cebada? Qu fueron de las leyes que apartaban del senado a un

    patricio que tena diez libras de plata, por considerarlo un gran

    signo de ambicin?26

    Qu se ha hecho con las leyes que destruan

    de inmediato los teatros que surgan para corromper las

    costumbres? Qu ha pasado con las leyes que no permitan usurpar

    temeraria ni impunemente los emblemas de las dignidades y nobles

    nacimientos?27

    Llama mucho la atencin que la mayor parte de las leyes mencionadas por

    Tertuliano procedan de la era republicana.

    25

    Para lo relacionado a las leyes que regulaban los alimentos en los banquetes es importante recordar la Lex

    Fannia, de la cual no tengo la certeza de la datacin, el autor que estoy siguiendo la fecha en el 181 a. C.,

    pero en otras fuentes aparece en el 161 a.C. Para estos datos estoy siguiendo la edicin crtica italiana de

    Claudio Morechini, Tertulliano, op. cit., 86. A este conjunto de leyes se les llama leges sumptuariae, y parece

    que sus primeros antecedentes se encuentran desde las XII Tablas; al parecer, el tema del control de los lujos

    es algo tema recurrente dentro de la legislacin romana. Berger, Adolf, Encyclopedic Dictionary of Roman

    Law, Philadelfia, The American Philosofical Society, 1991. p. 724; por otra parte la Lex Aemilia, que data del

    115 aproximadamente, sta es un de las leyes ms drsticas en contra del lujo y el dispendio en las comidas

    (genus et modus ciborum). Berger, Adolf, Ibdem, p. 547. La prohibicin de comer ciertas aves es un

    resquicio republicano a todas luces, toda que las aves estn identificadas con la mntica, o sencillamente

    porque poseen habilidades valiosas (los gallos, por ejemplo, podan presagiar terremotos o calamidades

    naturales) o se identificaban valores en ellas (las palomas, con la fidelidad en pareja; las cigeas, con la

    Pietas para los padres). A finales de la repblica el miedo o respeto por el consumo de las aves comenz a

    decaer, tanto que, hacia el s. II de nuestra era las leyes que sancionaban su consumo ya eran vistas como

    ejemplos de modestia. Para ms informacin respecto del consumo de las aves ver Santiago Montero Herrero

    El consumo de las aves en la Roma de Augusto: luxus y nefas, Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones Anejos, XII (2004), p. 47 60. 26

    En realidad aqu no se hace referencia a una ley en especfico, sino a un decreto de un censor, Fabricio

    Luscino, en el ao 215 a. C., quien expuls del senado a Cornelio Rufino, que haba sido dos veces cnsul y

    dictador, a razn fue porque posea vasos de plata. El episodio fue atestado por Valerio Mximo, II, 9, 4. 27

    Ibdem, p. 42 (Apol. VI, 1-2).

  • 13

    Despus de ensalzar la era republicana, el apologista africano hbilmente

    empieza a minar a la sociedad romana de su tiempo:

    Pues yo veo cenas centenarias, que as se les debe llamar por las

    centenas de sextercios; y veo la plata producida en la mina

    convertida en platos (no slo los senadores sino tambin de libertos

    e incluso de los que todava son esclavos [] De igual modo, veo que ya no hay ninguna diferencia de vestimenta entre las matronas y

    las prostitutas [] se vinieron abajo aquellas instituciones de los antepasados que tutelaban la modestia y la sobriedad de las mujeres,

    por las que ninguna conoca el oro, a no ser el anillo nupcial que el

    esposo les pona en un solo dedo a modo de prenda.28

    La crtica a la sociedad contempornea del apologista africano cuestiona la

    autoridad de cualquier cosa que dimana de ella misma, ejemplo, las leyes,

    cmo creer en las normas s de una sociedad corrompida? cmo creer en la

    justicia que se practica en una sociedad que ha perdido sus valores esenciales?

    Los romanos no fueron grandes por su religin

    Una de las grandes acusaciones contra los cristianos fue la de lesa religio, es

    decir, negarse a formar parte de la religin y los cultos romanos, lo cual

    violentaba la pax dei, al menos en el discurso oficial. Para defenderse de esta

    acusacin Tertuliano critic la idea de que el imperio romano lleg a ser el

    poder ms grande del mundo conocido debido a su religin: Dnde est

    vuestra religin? Dnde la veneracin que debis a vuestros mayores?

    Habis renunciado a los abuelos en el vestido, en el sustento, en la enseanza,

    28

    Tertuliano, op. cit., p. 43 (Apol. VI, 3).

  • 14

    en el sentido e incluso en la misma palabra; Alabis siempre la antigedad y

    cada da vivs de la novedad.29

    Por otra parte, el apologista africano seal que los romanos no eran un

    pueblo religioso, y su grandeza, en definitiva, no poda ser relacionada con

    desarrollo de sus prcticas religiosas: no quiero omitir el debate que provoca

    aquella presuncin de los que dicen, que los romanos, por mrito de su

    diligentsima religin, han sido ensalzados a la cumbre e impuestos de tal

    manera que ocuparon el orbe.30

    Segn Tertuliano, los cultos romanos habran

    crecido slo bajo el auspicio del imperio, y que antes habran sido muy

    pobres. Para el africano, de forma audaz, aunque poco objetiva, la religin de

    Roma creci precisamente cuando se volvi un pueblo conquistador, un

    pueblo imperial.31

    Los romanos no fueron antes religiosos que grandes y, por la

    misma razn, no fueron grandes porque fueran religiosos: cul es la esencia

    de los imperios? Se pregunta el africano, Si no me equivoco, todo reino o

    29

    Ibdem, p. 44 45 (Apol. VI, 9). 30

    Ibdem, p. 117 (Apol. XXV, 2). 31

    El tema de la religiosidad de los romanos es muy amplio, sin embargo, me gustara plantear aqu algunas

    objeciones: la religin romana de inicios de la edad republicana es profundamente distinta de la religin de la

    era imperial, pues a partir del s. III a. C., con la expansin de Roma y la derrota definitiva de Cartago, los

    cultos romanos crecieron a partir de la inclusin de mltiples deidades del mundo mediterrneo; este proceso

    llev al menos, en mi perspectiva, unos tres siglos, de manera que la religin de la era imperial no slo

    reconoca muchos cultos extranjeros, sino que la misma religin nacional romana estaba en plena decadencia. La religin romana antigua no conoce las formas de mitologa, y slo se mitologiz, si se me permite la expresin, a partir del contacto con el pensamiento griego; el texto de Apolodoro, la Biblioteca, es

    un buen ejemplo de cmo los crculos intelectuales de Roma en los siglo I y I d. C., conocan a profundidad

    los detalles de la mitologa griega. Para ms informacin relacionada con la dispersin de los cultos

    extranjeros en Roma recomiendo la obra, ya clsica de Franz Cummont, Las religiones orientales y el

    paganismo romano, trad. Jos Carlos Bermej Barrera, Madrid, Ediciones Akal, 1987 (Coleccin Akal Universitaria. Serie Interdisciplinar #105); para el texto de Apolodoro, Biblioteca, trad. Margarita Rodrguez de Seplveda, Madrid, Editorial Gredos, 2001 (Coleccin Biblioteca Clsico Gredos #85).

  • 15

    imperio se conquista con las guerras y se propaga con las victorias. Las

    guerras y las victorias se fundamentan mucho en conquistar y destruir las

    ciudades.32

    As queda rebatida la acusacin de lesa religio segn el texto del

    apologista.

    El destino de Roma es el destino de los cristianos

    Tertuliano, al igual que sus predecesores, defendi la idea de que los

    cristianos eran buenos ciudadanos, que no eran un cuerpo ajeno al imperio,

    que ste formaba parte de su destino, por ello, oraban por el emperador y por

    el gobierno de Roma:

    An tenemos otra razn que nos urge a orar por los emperadores,

    por la conservacin del imperio y por los asuntos romanos: sabemos

    que la mxima catstrofe inminente para todo el orbe y que el

    mismo fin del mundo con la amenaza de horribles calamidades se

    retarda en atencin al romano imperio. As que no lo queremos

    experimentar y, mientras pedimos que se difiera, favorecemos la

    duracin romana.33

    La teologa poltica manifiesta en el fragmento es de llamar la atencin:

    Roma forma parte de la economa divina, y mientras ella est en pi no llegar

    al mundo la decadencia y el fin de los tiempos, por ello, los cristianos no

    pueden ser considerados enemigos pblicos (lesa majestad) porque oran por

    los emperadores, quien el bien comn y, muy importante, no les interesa la

    poltica.

    32

    Tertuliano, op. cit., p. 120 (Apol. XXV, 14). 33

    Ibdem, p. 132 (Apol. XXXII, 1).

  • 16

    La idea proyectada de Tertuliano es clara: no hay necesidad de condenar a los

    cristianos porque no son una secta que atente contra el orden, contra la

    corcitio, como la llama Mommsen, son un cuerpo por la conciencia de la

    religin (Corpus sumus de conscientia religionis);34 tampoco les interesa la

    poltica puesto que ellos reconocen a Roma como el nico poder que gobierna

    el mundo.

    Los cristianos son productivos

    Una de las crticas ms severas al cristianismo catlico fue ser

    improductivos, ya que abonaba en el argumento de que no cumplan con sus

    obligaciones como ciudadanos comunes y, entonces, eran un cuerpo extrao

    dentro del imperio. Al respecto Tertuliano escribi: Todava somos acusados

    por otro captulo de injurias: somos llamados improductivos en los negocios.

    Con qu razn, siendo as que vivimos con vosotros, como vosotros nos

    alimentamos, nos vestimos, nos instruimos, participamos de la misma

    necesidad de vida que nosotros?35

    Ante la acusacin de improductivos (infructuosi negotiis) Tertuliano

    responde con un dejo de burla: Pues no somos brahmanes o gimnosofistas de

    34

    Tertuliano niega ms adelante que los cristianos sean una faccin, por el contrario dice: Somos un cuerpo

    por la conciencia de la religin. Tertuliano, op. cit., p. 148 (Apol. XXIX, 1); Quinti Septimi Florentis, op. cit.,

    p. 150 (Apol. XXIX, 1). 35

    Tertuliano, op. cit., p. 160 (Apol. XLII, 1).

  • 17

    los indios, no habitantes de las selvas, ni trnsfugas de la vida!36

    (Neque enim

    Bracmanae aut Indorum gymnosophistae sumus, siluicolae et exsules vitae).

    El tema de la improductividad lo termin Tertuliano de nueva cuenta

    recalcando la moral y los buenos deberes cvicos de los cristianos catlicos; el

    apologista hbilmente maneja los argumentos de improductividad en su favor:

    Pero tambin los otros impuestos son daados! Bastar que los

    dems impositores reconozcan a los cristianos el mrito de aportar

    fielmente su impuesto, sin defraudar en dao de los otros; que si se

    calculara cunto se detrae al erario pblico con el fraude y la

    mentira de vuestras declaraciones fiscales, se podra fcilmente dar

    razn de que la renta fallida de la que protestis quedara

    compensada por la seguridad de recibir los dems impuestos.37

    As, el problema de la improductividad y cunto afecta sta al erario lo

    convierte Tertuliano de forma muy hbil en un asunto pblico, no privativo de

    los cristianos.

    Por ltimo, el escritor africano moraliza con suma habilidad las crticas de

    improductividad: Confesar abiertamente quienes, si acaso, pueden

    lamentarse verdaderamente de la improductividad de los cristianos: Los

    primeros sern los que regentean prostbulos, los alcahuetes, los que sirven a

    36

    Ibdem, p. 160 (Apol. XLII, 1); Quinti Septimi Florentis, op. cit., p. 157 (Apol. XLII, 1).La costumbres de los hindes llamaban la atencin a los cristianos, sobre todo en relacin a su desapego de las cosas materiales; tambin hay alusin al mismo tema en uno de los Padres Alejandrinos, contemporneo de Tertuliano, ver Clemente Alessandrino, Gli Stromati. Note di vera filosofia, introduzione, traduzione e note di Giovanni Pini, Torino, Edizioni Paoline, 1985 (Colezione Letture cristiane delle origini #20). P. 393 (Strom., III, 7, 3 4). 37

    Tertuliano, op.cit., p. 162 (Apol. XLII, 9).

  • 18

    las prostitutas, despus los asesinos, los vendedores de venenos, los magos;

    del mismo modo que los visionarios, los adivinos, los astrlogos.38

    La carga moralizante de Tertuliano respecto de sus acusadores da cuenta

    de la habilidad del escritor para desviar la atencin de la acusacin, es decir,

    los cristianos, en voz del apologista, no hacen tratos con la gente mala: Es

    muy provechoso el no ser provechoso para todos stos (His infructuosos ese

    magnus est fructus).39

    El tono con el que cierra Tertuliano el Apologeticum concluye toda la idea

    sobre a injusticia de las leyes con que son juzgados y, sobre todo, la injusticia

    de los que juzgan: nimo, buenos gobernantes: seris considerados mucho

    mejores antes el pueblo, si les sacrificis a los cristianos; atormentad,

    torturad, condenad, trituradnos: vuestra iniquidad es prueba de nuestra

    inocencia!40

    38

    Ibdem, p. 163 (Apol. XLIII, 1). 39

    Ibdem, p. 163 (Apol. XLIII; 2); Quinti Septimi Florentis, op. cit., p. 158 (Apol. XLIII, 2). 40

    Ibdem, p. 185 (Apol. L, 12).

  • 19

    Bibliografa

    - Celso, El discurso verdadero contra los cristianos, trad. intr., y notas por Serafn Bodeln, Madrid, Alianza Editorial, 1988 (Coleccin

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    Blanco, Salamanca, Ediciones Sgueme, 2009 (Coleccin Lux Mundi #90).

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    Iberoamericana, 2007 (Coleccin El Mundo sobre papel). - Simonetti, Manlio e Emanuela Prinzivalli, Letteratura cristiana antica.

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    - Tcito, Anales. I III, intr., trad., y notas por Jos Tapia Ziga, Mxico, UNAM, 2002 (Coleccin Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana).

  • 20

    - Tcito, Los Anales, prl. Gonzalo Hernndez de Alba, trad. Carlos Coloma, Mxico, UNAM, 1975 (Coleccin Nuestros Clsicos #44).

    - Tertulliano, El apologtico, intr., trad. y notas de Julio Andin Marn, Madrid, Editorial Ciudad Nueva, 1997 (Coleccin Biblioteca de Patrstica #38).

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