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Contenido

IntroducciónElige la vida................................................ 9

1. La decisión en el evangelio de Lucas .... 15

2. El ser humano es decisión ..................... 37

3. Impedimentos para tomar decisiones .... 49

4. Ayudas para tomar decisiones................ 69Actitudes mentales .......................... 72Decisión y oración .......................... 79Vías concretas para la práctica............. 91

5. Decisión y responsabilidad .................... 103

6. Decisión y ritual..................................... 113

7. Los diferentes tipos de decisiones.......... 123Decisiones de vida........................... 125Decisiones en la pareja...................... 133Decisiones en el trabajo..................... 139Decisiones en la vida cotidiana............. 146Decisión por la vida ......................... 153Decisiones en común........................ 165Decisión de conciencia ...................... 172

Reflexiones finalesDía a día tenemos que decidirnos.............. 181

OracionesOraciones para pedir decisiones, oraciones para tomar decisiones ................ 187

Bibliografía................................................. 229

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IntroducciónElige la vida

En los seminarios que dicto para ejecutivos,los participantes suelen preguntarme en las

conversaciones comunes cómo pueden apren-der a tomar buenas decisiones. Muchos de ellostienen la sensación de estar constantementebajo la presión de tener que decidir algunacosa. Esta presión les sobreexige y les demandaenergía.

Otras personas tienen dificultades paratomar decisiones en general. Necesitan tiempopara poder tomar una decisión. Quisieran tomaren cualquier caso la decisión acertada y, por esemotivo, dudan y se preguntan una y otra vezcuál podría ser la decisión acertada. Así, pues,buscan caminos concretos para vivir con másalegría la toma de decisiones y poder tomardecisiones acertadas, buenas decisiones. Sobretodas las cosas se preguntan cómo pueden reco-nocer cuál es la decisión acertada y qué prácti-cas habría para decidirse por una determinadalínea de acción cuando existen argumentos deigual peso para líneas diferentes.

Sin embargo, el tema de las decisiones engeneral no tiene que ver solamente con los pla-

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nes concretos que tenemos que hacer en nuestraprofesión o en el camino de nuestra vida. A cadamomento de nuestro día a día hemos de decidir-nos en la alternativa de ser víctima o de plasmarnosotros mismos nuestra vida. Podemos deci-dirnos por lamentarnos o introducir cambios,por el enfado o por la serenidad interior, por ladesdicha o por la felicidad.

Muchos libros que aparecen actualmenteen el mercado dan la impresión de que pudié-semos tenerlo todo en nuestras propias manos,de que pudiésemos como crearnos a nosotrosmismos por el solo hecho de tomar decisionespor pensamientos y sentimientos buenos. Setrata de una concepción exagerada. Pero, apesar de ello, se esconde en ella un átomo deverdad: somos responsables de los pensamien-tos o sentimientos con los que reaccionamosante lo que nos sucede.

En nuestras manos está decidirnos a favoro en contra de la vida. Por eso, Dios colocó yaa los israelitas ante la decisión entre la vida y lamuerte: «Te he dado a elegir entre la vida yla muerte, entre la bendición y la maldición.Elige la vida y viviréis tú y tu descendencia»(Deuteronomio 30,19).

Elegir la vida no es solamente una decisiónfundamental que tenemos que tomar una únicavez. Constantemente nos vemos desafiados a

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Introducción

decidirnos ahora, en este preciso momento, porla vida. Dicho en clave religiosa, esto significatambién decidirse a cada instante por Dios, deci-dirse por una vida que corresponda a la volun-tad de Dios.

Están las grandes decisiones de la vida. Enellas se trata de casarse o no casarse, de abrazaresta o aquella vocación, de cambiar de trabajoo de domicilio, de permanecer en el matrimo-nio o divorciarse. Y están las decisiones coti-dianas: comprar ahora esto o aquello, viajaraquí o allá, coger primeramente esto o aquello,cómo reaccionar a las peticiones de los niños,decir sí o decir no. Constantemente nos vemoscolocados frente a decisiones. A menudo lastomamos sin reflexionar demasiado previamen-te. Pero también es una ayuda reflexionar sobrelas propias decisiones y buscar caminos parapoder tomar tanto las pequeñas como tambiénlas grandes decisiones en consonancia con unomismo.

En este libro quisiera exponer algunos pen-samientos sobre el tema de la decisión y de losprocesos de decisión. Como siempre, pregunta-ré primeramente a la Biblia qué respuestas nosda, para ofrecer después algunas sugerenciasdesde la perspectiva espiritual y psicológica.Escribo este libro para las personas que me hancontado acerca de sus dificultades para tomar

decisiones. Tengo presentes sus reflexiones ypreguntas al escribir estas páginas.

Algunos de ellos quisieran incluir, tal vez, aDios y a su Espíritu Santo en sus decisiones,pero les faltan las palabras adecuadas para hacer-lo. Para ello he formulado al final del libro algu-nas oraciones relacionadas con las diferentesfacetas del tema. Estas oraciones pueden servir-les de impulso y de ayuda.

Deseo y espero que también ustedes, queri-dos lectores y lectoras, encuentren en este librosugerencias que puedan resultarles de ayuda enla toma de sus propias decisiones.

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1. Decisión en el evangelio de Lucas

El evangelista san Lucas escribe su evangeliosobre el trasfondo de la filosofía y mitología

griegas. Para los griegos, el de la decisión era untema central. Por ejemplo, la saga griega deHeracles o Hércules contiene la fábula «Heraclesen la encrucijada». En ese relato, Heracles tieneque decidirse entre la sensualidad y la diversiónpor un lado, y la virtud (areté) por el otro.

Los griegos expresan con esta saga que cadauno de nosotros está puesto ante la decisiónde optar por el camino fácil y por el difícil, porel camino de la diversión superficial o por elde la virtud, el camino de la vida lograda. Ennuestras manos está que la vida resulte plena yfeliz. Pero tenemos que elegir entre el caminoque conduce al abismo y el camino que prome-te vida verdadera.

Para los griegos, el buen camino es el de lavirtud, el camino que corresponde a la volun-tad de los dioses. La mujer que encarna la vir-tud no promete a Heracles una vida fácil: «Note voy a engañar con preludios de placer, sinoque te explicaré cómo son las cosas en realidad,tal como los dioses las establecieron. Porque de

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cuantas cosas buenas y nobles existen, los dio-ses no conceden nada a los hombres sin esfuer-zo ni solicitud» (Jenofonte, Recuerdos de Sócra-tes, II, I, 27).

Lucas toma la idea de decisión y del elegirde los griegos y la tematiza en muchos pasajes desu evangelio. También los otros evangelistas nosnarran que Jesús colocaba a las personas ante ladecisión entre la vida y la muerte, entre la fe yla incredulidad. Pero, en el evangelio de Lucas,el tema de la decisión pasa a tener una posicióncentral. Así pues, en la obtención de respuestaspor parte de la Biblia a la pregunta por la tomade decisiones logradas quisiera restringirmeaquí al evangelio de Lucas.

Lucas nos muestra ya al comienzo de suevangelio los dos modos en que podemos reac-cionar ante el mensaje del ángel: podemosdudar, como Zacarías, o confiar, como María.Podemos rehuir la decisión con argumentosracionales, como Zacarías, o aventurarnos a se -guir los impulsos interiores que nos da el ángel,como María.

Si, como María, nos decidimos a aventurar-nos con tales impulsos, con el mensaje de Dios,entonces Dios nacerá también en nosotros yentraremos en contacto con nuestra imagenoriginaria y no adulterada, con la imagen queDios se ha hecho de nosotros.

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El anciano Simeón anuncia al niño Jesúsque se tornará en un signo que obligará a loshombres a decidirse: «Este niño va a ser causaen Israel de que muchos caigan y otros muchosse levanten. Será también signo de contradic-ción» (Lucas 2,34). Los espíritus se dividenante Jesús. Es imposible encontrarse con Jesússin decidirse. Él exige siempre decisión. No sepuede considerar a Jesús cómodamente desde elsillón y continuar así sin más con la propiavida. Cuando leemos las palabras de Jesús, estasnos desafían a dejar de vegetar, de ir viviendoinconscientemente, nos retan a vivir de formaconsciente y decidida, a decidirnos por la viday por el amor. Aquí, decisión tiene que ver condespertar del sueño en el que nos hemos arru-llado.

El mismo Jesús es colocado en la tentaciónpor parte de Satanás ante la decisión entreelegirse a sí mismo y su propia gloria o, por elcontrario, elegir la voluntad de Dios (cf. Lucas4,1-13). Al igual que Jesús, también nosotrosestamos constantemente tentados de colocar-nos a nosotros mismos en el centro y de apro-vecharlo todo solo para nosotros. En cadamomento es preciso decidirse a servir a Dios, yno al propio ego.

En su primera predicación en la sinagogade Nazaret, Jesús coloca a sus oyentes ante la

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decisión de seguir su mensaje o rechazarlo(cf. Lucas 4,16-30). La primera reacción de losoyentes es el entusiasmo. Pero cuando Jesúslos coloca ante la decisión, el entusiasmo seconvierte en rechazo. Conozco esta tentación:quisiera gozar estando a la luz de un hombreimportante y conocido. Pero tan pronto comoeste hombre me coloca ante una decisión, meaparto de él. Jesús me coloca ante tal decisión.No puedo limitarme a meditar piadosamentesobre él. Tengo que decidirme a seguirlo o acontinuar mi propio camino.

El tema de la decisión se manifiesta sobretodo en las bienaventuranzas y lamentaciones(cf. Lucas 6,20-26). Mateo describió las ochobienaventuranzas como un camino de sabidu-ría: Jesús muestra ocho caminos a través de loscuales la vida puede resultar plena.

En Lucas, Jesús no establece una doctrina dela sabiduría, sino que interpela directamente asus oyentes. No dice: «Felices los pobres de espí-ritu», sino: «Felices vosotros, los pobres». Sedirige a los pobres, a los hambrientos, a los quelloran y a los que son excluidos de la comunidad,y les promete salvación. Les dice: tu vida puedecambiar. También para ti es posible la felicidad.Depende de ti, del modo en que enfrentes tupobreza, tu llanto, tu hambre. Jesús da ánimos alos excluidos y les dice que la mirada de Dios

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reposa sobre ellos y que, en la confianza enDios en medio del odio que sufren por parte delos hombres, pueden experimentar felicidad.

Pero las bienaventuranzas de Jesús podríanentenderse también de otra manera. Se podríadecir: Jesús señala a los diferentes grupos deseres humanos que deben decidirse por la vida.Independientemente de la situación en la quese encuentren, pueden decidirse por la biena-venturanza, por la felicidad… o también por ladesdicha, por los ayes y lamentos.

Los pobres no pueden hacer nada en contradel hecho de haber caído en la pobreza. Pero,ante ello, pueden quejarse y lamentarse, o biendecidirse por el reino de Dios. De ese modopueden reaccionar ante la pobreza aceptándolay dejándose remitir por ella hacia Dios. Si Diosreina en ellos, su pobreza exterior se transformaen riqueza interior.

Lamentablemente, en algunos grupos cris-tianos estas palabras de Jesús son utilizadashoy en día de forma diferente. Hay pentecosta-les estadounidenses que hasta acusan a lospobres de dejarse determinar por un demonio dela pobreza. La fe debe expulsar al demonio de lapobreza. Entonces, los pobres se volverán ricosen dinero y bienes. En esta comprensión, la fe esun camino hacia la riqueza exterior. Jesús com-prendió esto de manera diferente. A menudo,

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el que es pobre no puede modificar su pobrezaexterior. Pero, a pesar de ello, puede decidirse abuscar a Dios en su corazón. Dios es el verda-dero tesoro. Si Dios reina en mi interior, tengolo suficiente. Entonces, ya no me resulta tanimportante cuánto dinero tengo.

A los que sufren hambre les dice Jesús:«seréis saciados». No se trata solamente de unapromesa exterior. Jesús invita a los hambrien-tos a buscar a aquel que los sacia realmente.Aun cuando yo sufra hambre en el cuerpo, pue-do experimentar saciedad espiritual. No depen-do solamente de circunstancias externas.Muchos se quedan hoy en día en una actitud deexpectativa: los demás deberían saciarlos. Perolo que otros nos den no podrá llenar nuncanuestro vacío interior.

Necesitamos otro alimento que nos saciede verdad. Jesús habla de la palabra que viene dela boca de Dios y que nos sacia más que el pan.Si dejamos que la palabra de Dios entre ennuestro corazón, nuestra alma quedará saciada.La palabra de Dios tocará nuestro anhelo másprofundo y lo colmará. La verdadera hambre esel hambre de amor y de atención, de acepta-ción y de paz interior. Esta hambre no se saciacon pan, sino con aquella palabra que metransmite la promesa de ser destinatario de unamor incondicional.

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Algo semejante sucede con los que lloran.Cuando Jesús les asegura que reirán, no se tra-ta solamente de una promesa, sino al mismotiempo de una invitación: tú puedes tambiéndecidirte por la risa. Puedes quedarte detenidoen el llanto o intentar ver de otra manera aque-llo que te hace llorar. A veces, el llanto es tam-bién expresión de que no podemos soportar quenuestros deseos no se cumplan. Por eso, Jesúsinvita a los que lloran a reflexionar sobre suscriterios, deseos e ilusiones.

Cuando alguien nos hiere y ofende nosomos solamente víctimas. También podemosdejar lo que nos hiere del lado del otro. Enton-ces reímos sobre el que nos ofende con pala-bras. No nos reímos de él, pero, con la risa, nosdistanciamos de su acto lesivo.

En cierto modo rige el principio de que, encada situación, podemos decidirnos por la ale-gría. No es preciso que para ello reprimamos lossentimientos negativos. Pero tenemos que rela-tivizarlos.

Ciertas personas se han decidido por loslamentos. En su autocompasión, giran constan-temente alrededor de sí mismas. Y piensan quelos demás tienen la culpa de que les vaya tanmal. Jesús dirige su mirada a estas personas y lasconsidera capaces de decidirse por otro cami-no, por el camino de la alegría. Si me despren-

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do de las palabras ofensivas que me hacen llo-rar y regreso, así, a mi corazón, encontraré allíuna fuente de alegría.

Mi estado de ánimo no depende solamentede otros. Yo mismo soy responsable de los sen-timientos que permito que me determinen. Ytampoco debo colocarme bajo presión y repri-mir los sentimientos negativos, como si tuvieseque estar siempre de buen humor. Pero deboanalizar mi tristeza y mi llanto y preguntarme sisu causa no son, en última instancia, necesida-des o ilusiones infantiles que yo mismo mehago de mi propia vida.

El cuarto grupo al que Jesús se dirige son losodiados e insultados por los hombres, los queson excluidos de la comunidad. Podríamosdecir que son los acosados psicológicamente,los despreciados por los demás. Jesús los invitaa alegrarse.

Esto suena como una sobreexigencia. Pero,si soy despreciado, debería ponerme a mí mis-mo en claro que son los demás los que proyec-tan sobre mí sus problemas. Por un lado, deboliberarme interiormente de sus proyecciones.Por el otro, puedo dejar que su desprecio meremita a Dios. El fundamento sobre el queconstruyo mi vida no es la aprobación de otrosseres humanos, sino, en última instancia, elamor de Dios. Por eso, si reacciono de esta

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manera al desprecio de los demás, ese despreciono tiene poder alguno sobre mí.

Una vez más, lo determinante es mi deci-sión, el modo en que reacciono ante aquelloque me excluye de la comunidad y me persigue.En el acoso psicológico puedo desarmarme enautocompasión o puedo también asumir lasituación como un desafío de crecer interior-mente. Entonces conquisto una posición de fir-meza desde la cual puedo observar lo que losdemás me hacen sin que eso me afecte.

Jesús promete una gran recompensa en elcielo a los que son excluidos de la comunidad.Esto nos suena como un consuelo vano, perosignifica que, cuando somos perseguidos porotras personas, podemos descubrir en nosotrosmismos el ámbito del cielo. La persecución nosobliga a descubrir en nosotros mismos un lugarde refugio en el que experimentamos el cieloen nosotros. Allí nos sentimos libres y amados,porque allí mora Dios.

A los pobres, a los hambrientos, a los quelloran y son objeto de insultos, Jesús les mues-tra vías por las cuales pueden decidirse por labienaventuranza, por la felicidad, por la ale-gría. En las cuatro lamentaciones que siguen alas bienaventuranzas, Jesús se dirige a los ricos,a los saciados, a los que ríen y a los que son ala-bados por los hombres. Se dirige a ellos en se -

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gunda persona y les advierte: tu riqueza puedeser aniquilada, tu risa puede convertirse enllanto, y tu saciedad, en hambre. Procura nosentirte demasiado seguro. Tu vida puedecambiar radicalmente. Nada de lo que ahoratienes es seguro. No puedes ponerte a descan-sar en tu situación actual. Así pues, decídetepor la vida.

A los ricos les dice: si te defines por turiqueza, y no tienes ningún consuelo mejor, pier-des tu apoyo y sustento. No tienes nada sobre loque realmente puedas construir. Por tanto, de -cídete por lo que realmente sostiene tu vida:decídete por la riqueza interior. A los saciadosles dice: si sacias tu hambre interior con comi-da y bebida, tendrás cada vez más hambre inte-rior. Por eso, decídete por aquello que te ali-menta realmente. Y piensa que la saciedad solote produce cansancio y lentitud, y que, en tusaciedad, vives a espaldas de la vida. Decídetepor la vida. De otro modo, serás devorado portu propio vacío interior.

A los que ríen les dice: tened cuidado deque vuestra risa sobre otros no se vuelva contravosotros mismos, de modo que os convirtáis enobjeto de risa. Jesús señala a los hombres lasconsecuencias de sus acciones. No es evidenteque los que ríen puedan reír siempre. Lloraránsi no se deciden por la vida.

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