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Leopold von Ranke (1795-1886): profesor en la Universidad de Berlín (1824) Experto en Filología clásica, su obra se centra en Historia política y diplomática, con énfasis y primacía de la política exterior y estudios sobre la Edad Moderna. Su idea es que los Estados y sus gobernantes son los agentes principales del devenir histórico y sus relaciones, conflictos y negociaciones son materia esencial de la investigación histórica Historia de los pueblos latinos y germánicos de 1494 a 1535 (1824), Historia de los Papas (1834), Historia de Alemania en la época de la Reforma (1839-1843)

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• Leopold von Ranke (1795-1886): profesor en la Universidad de Berlín (1824) Experto en Filología clásica, su obra se centra en Historia política y diplomática, con énfasis y primacía de la política exterior y estudios sobre la Edad Moderna. Su idea es que los Estados y sus gobernantes son los agentes principales del devenir histórico y sus relaciones, conflictos y negociaciones son materia esencial de la investigación histórica Historia de los pueblos latinos y germánicos de 1494 a 1535 (1824), Historia de los Papas (1834), Historia de Alemania en la época de la Reforma (1839-1843)

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Según recoge Bourne, Ranke presenta una serie de características en su despliegue como historiador:

- Vocación relativamente tardía por la Historia, pero tuvo un precoz contacto con ella a través de la literatura, de Homero a Schiller.

- Todavía a los 18 años no tenía una concepción clara de la Historia. No le gustaban esas “masas de indigestos hechos” que entonces componían muchos trabajos de Historia. El primer libro de la materia que le fascinó fue la Historia de Roma de Niebuhr. También la influyó la obra dirigida a la nación alemana de Fichte, todo ello antes de 1818, cuando le dieron un puesto de profesor de lenguas clásicas en Francfort del Oder.

- Fuentes: ya en Francfort preparaba sus clases (lectures) a partir de fuentes originales, de su propia visión de textos clásicos. Desde entonces insistió en la importancia de rastrear las fuentes originales y no quedarse en las secundarias.

- Literatura: en el período de 6 años que estuvo en Francfort, esencial para su vida y vocación, desarrolló su entusiasmo por la historia y a ello contribuyeron las novelas de Walter Scott.

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Introducción a la

HISTORIA DE LOS PUEBLOS

LATINO Y GERMÁNICO (1824)

de Leopold von Ranke

Fuente: traducción inglesa, en la obra Leopold von Ranke, The secret of

World History: Selected Writings on the Art and Science of History, editado

y traducido por Roger Wines. New York, Fordham Universtiy Press, 1981,

pp. 56-59. Traducción al castellano de José Manuel Ventura Rojas.

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EL PRESENTE LIBRO, he de confesar, me parecía más perfecto antes que después de su impresión. A pesar de todo, cuento con los amables lectores que prestarán menos atención a sus deficiencias que a sus posibles valores. Por lo que, para no confiar solamente en su poder [de este trabajo] por sí mismo, permítaseme comenzar con una corta explicación sobre su propósito, materiales y forma.

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El propósito de un historiador depende de su punto de vista. Sobre mi punto de vista en este volumen, dos cosas he de decir. Primero, considero los pueblos Latino y Germánico como una unidad. Esta noción difiere de tres conceptos análogos: el concepto de Cristiandad universal (que puede englobar incluso a los armenios); el concepto de Europa (en lo referente a los turcos son asiáticos, y el imperio ruso abarca todo el norte de Asia y no puede entenderse sin investigar y penetrar una completa gama de asuntos asiáticos); y el más análogo concepto, el de Cristiandad Latina (para las razas [races] eslava, lituana y magiar pertenecientes a esta última tiene su naturaleza especial y peculiar que no incluiré aquí).

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Al tocar el tema de lo que es extraño a esta

unidad sólo cuando es necesario y sólo como

un aspecto pasajero y subordinado, el autor se

mantendrá cercano a las naciones racialmente

[racially] similares de, o bien un origen

puramente germánico, o latino-germánico,

cuya historia forma el corazón de toda historia

moderna.

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En la siguiente introducción intentaré explicar ―rastreando los hilos de los asuntos internacionales― cómo estos pueblos han desarrollado al unísono y de forma análoga líneas similares. Este es un aspecto del presente libro. El otro se manifiesta de los contenidos: lo cual incluye solamente una pequeña porción de la historia de esas mismas naciones, que podemos llamar el principio de la edad moderna. Contiene solamente historias, no Historia. Comprende, por una parte, la fundación de la monarquía hispánica y el colapso de la libertad italiana; y, por otra, la formación de una doble oposición; política por Francia y religiosa por la Reforma ―brevemente, esa división de nuestras naciones en campos hostiles sobre los que toda la historia moderna está basada. Comienza en el momento en que Italia todavía disfrutaba al menos de una libertad externa y, si la posición del papado se toma en consideración, quizás incluso con un [cierto] predomimio. La narración describe entonces la división de Italia, la invasión de los franceses y españoles, la destrucción de la libertad en algunos estados y de la autodeterminación de otros y, finalmente, la victoria de los españoles y el comienzo de su dominación.

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Comenzando con la insignificancia política de los reinos hispanos, procedieron a la unificación y a la cruzada de un reino unido contra los infieles y por la renovación interna de la Cristiandad. El libro busca dejar claro cómo esta cruzada condujo al descubrimiento de América y la conquista de sus grandes imperios, y cómo, sobre todo, condujo a la dominación española de Italia, Alemania y Holanda. En tercer lugar, el trabajo avanza desde el momento en que Carlos VIII se puso en marcha como defensor de la Cristiandad contra los turcos, a través de las fortunas e infortunios de Francia, a un tiempo 41 años después cuando Francisco I llamó a esos mismos turcos en ayuda contra el emperador. Finalmente, siguiendo los comienzos de una oposición política en Alemania contra el emperador y la oposición religiosa en Europa contra el Papa, se intenta abrir el camino hacia una visión completa de la historia del gran cisma causado por la Reforma. La primera fase de este cisma por sí mismo será considerada. El libro busca comprender todos estos y otros eventos relacionados en la historia de las naciones latinas y germánicas como una unidad. A la Historia se ha asignado el oficio de juzgar el pasado e instruir al presente para beneficio de las futuras generaciones. A tan altos designios no aspira el presente trabajo: éste busca tan solo enseñar qué ocurrió realmente [wie es eigentlich gewesen]

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¿Pero desde qué fuentes puede hacerse una nueva investigación? La base del presente trabajo, las fuentes de sus materiales, son memorias, diarios, cartas, informes de embajadores y relaciones originales de testigos. Otros escritos son usados solamente si se derivan inmediatamente de forma similar a aquellos, o se muestran como iguales a ellos a la hora de proporcionar alguna información original. Estas fuentes serán anotadas en cada página; el método de investigación y las conclusiones críticas serán presentadas en un segundo volumen, que será publicado simultáneamente.

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Objetivo y sujeto dan forma a un libro. No podemos esperar de los escritos de Historia un mismo desarrollo libre como, al menos en teoría, podría esperarse en trabajos de literatura; no estoy seguro de que sea correcto atribuir esta cualidad a los trabajos de los maestros griegos y romanos. Una penetración estricta en los hechos, contingentes y para nada atractivos a pesar de lo que podrían ser, es la ley suprema. Una segunda, para mí, es el desarrollo de la unidad y el progreso de los eventos. Así pues, en vez de empezar, como podría esperarse, con un recuento general de la situación política en Europa, que podría confundir o distraer nuestra atención, he preferido discutir en detalle cada personaje, cada poder y cada individuo sólo en el momento en que jugó un papel activo importante o como líder. No me he visto perturbado por el hecho de que aquí y allí han tenido que ser mencionados antes cuando su existencia no podría ser ignorada. Pero de ese modo somos más capaces de asir la línea general de su desenvolvimiento, los caminos que siguieron y las ideas por las cuales estuvieron motivados.

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Finalmente, ¿qué se dirá de mi tratamiento de los particulares, la parte esencial de la escritura de la historia? ¿No se verá en ocasiones como algo áspero, desconectado, descolorido y cansino? Existen nobles modelos para este trabajo, antiguos y ―no debemos olvidarlo― modernos también. No he intentado emularlos; el suyo era otro mundo. Hay una exaltada idea hacia la que podemos llegar: el hecho [event] en sí mismo en su inteligibilidad humana, su unidad, su diversidad. Sé cuán lejos del mismo he quedado. Se intenta, se lucha, pero al final no llega a realizarse. ¡En ningún momento se impacienten por eso! Lo importante, como dice Jacobi, es como tratamos con la humanidad tal y como es, explicable o inexplicable; la vida del individuo, de generaciones, de naciones; y, en ocasiones, con la mano de Dios sobre ellos.

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Carta de Ranke al rey Maximiliano II de Baviera fechada en

Berlín a 26 de noviembre de 1859: «Refiriéndome ahora a una pregunta que Vuestra Majestad tuvo a bien

hacerme en Berchtesgaden sobre la objetividad como posible meta del

historiador, he de declarar que, en mi opinión, el historiador debe

trazarse, en efecto, ese objetivo con tanta mayor razón cuanto que su

limitación personal le impide conseguirlo, pues lo subjetivo se impone

por sí mismo, sin necesidad de proponérselo. El ideal de la historiografía

sería que el sujeto pudiera convertirse, simplemente, en órgano del

objeto, o sea de la ciencia misma, sin que las limitaciones naturales o

fortuitas de la existencia humana le impidieran conocer y exponer la

verdad entera. Pero si, como Vuestra Majestad quiere, se ha de opinar

sobre los problemas del presente o del futuro, la subjetividad tendrá que

pasar, necesariamente, a primer plano».

Leopold VON RANKE: Pueblos y estados en la historia moderna, México,

Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 523.