Than Atopia

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  • 7/24/2019 Than Atopia

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    Rubn Daro

    Thanatopia

    Mi padre fue el clebre doctor John Leen, miembro de la Real Sociedad deInvestigaciones Psquicas, de Londres, y muy conocido en el mundo cientfico por susestudios sobre el hipnotismo y su clebreMemoria sobre el Old. Ha muerto no hace muchotiempo. Dios lo tenga en gloria.

    (James Leen vaci en su estmago gran parte de su cerveza y continu):

    Os habis redo de m y de lo que llamis mis preocupaciones y ridiculeces. Os perdonoporque, francamente, no sospechis ninguna de las cosas que no comprende nuestra

    n el cielo y en la tierra, como dice nuestro maravilloso William.

    No sabis que he sufrido mucho, que sufro mucho, aun las ms amargas torturas, a causa devuestras risas... S, os repito: no puedo dormir sin luz, no puedo soportar la soledad de unacasa abandonada; tiemblo al ruido misterioso que en horas crepusculares brota de losboscajes en un camino; no me agrada ver revolar un mochuelo o un murcilago; no visito,en ninguna ciudad adonde llego, los cementerios; me martirizan las conversaciones sobreasuntos macabros, y cuando las tengo, mis ojos aguardan para cerrarse, al amor del sueo,que la luz aparezca.

    Tengo el horror de la que oh Dios! tendr que nombrar: de la muerte. Jams me haranpermanecer en una casa donde hubiese un cadver, as fuese eMirad: esa palabra es la ms fatdica de las que existen en cualquier idioma: Oshabis redo, os res de m: sea. Pero permitidme que os diga la verdad de mi secreto. Yo hellegado a la Repblica Argentina, pus de haber estado cinco aos preso,secuestrado miserablemente por el doctor Leen, mi padre, el cual, si era un gran sabio,sospecho que era un gran bandido. Por orden suya fui llevado a la casa de salud; por ordensuya, pues, tema quizs que algn da me revelase lo que l pretenda tener oculto... Lo quevais a saber, porque ya me es imposible resistir el silencio por ms tiempo.

    Os advierto que no estoy borracho. No he sido loco. l orden mi secuestro, porque...

    (Delgado, rubio, nervioso, agitado por un frecuente estremecimiento, levantaba su busto

    James Leen, en la mesa de la cervecera en que, rodeado de amigos, nos deca esosconceptos. Quin no le conoce en Buenos Aires? No es un excntrico en su vida cotidiana.De cuando en cuando suele tener esos raros arranques. Como profesor, es uno de los msestimables en uno de nuestros principales colegios, y, como hombre de mundo, aunque untanto silencioso, es uno de los mejores elementos jvenes de los famosos cinderellas dance.As prosigui esa noche su extraa narracin, que no nos atrevimos a calificar defumisterie, dado el carcter de nuestro amigo. Dejamos al lector la apreciacin de loshechos.)

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    Desde muy joven perd a mi madre, y fui enviado por orden paternal a un colegio deOxford. Mi padre, que nunca se manifest carioso para conmigo, me iba a visitar deLondres una vez al ao al establecimiento de educacin en donde yo creca, solitario en miespritu, sin afectos, sin halagos.

    All aprend a ser triste. Fsicamente era el retrato de mi madre, segn me han dicho, ysupongo que por esto el doctor procuraba mirarme lo menos que poda.sobre esto. Son ideas que me vienen. Excusad la manera de mi narracin.

    Cuando he tocado ese tpico me he sentido conmovido por una reconocida fuerza.Procurad comprenderme. Digo, pues, que viva yo solitario en mi espritu, aprendiendotristeza en aquel colegio de muros negros, que veo an en mi imaginacin en noches deluna... Oh cmo aprend entonces a ser triste! Veo an, por una ventana de mi cuarto,baados de una plida y maleficiosa luz lunar, los lamos, los cipreses... por qu habacipreses en el colegio?.... y a lo largo del parque, viejos Trminos carcomidos, leprosos detiempo, en donde solan posar las lechuzas que criaba el abominable septuagenario yencorvado rector... para qu criaba lechuzas el rector ?... Y oigo, en lo ms silencioso de

    la noche, el vuelo de los animales nocturnos y los crujidos de las mesas y una media noche,os lo juro, una voz: James. Oh voz!

    Al cumplir los veinte aos se me anunci un da la visita de mi padre.que instintivamente senta repulsin por l: alegrme, porque necesitaba en aquellosmomentos desahogarme con alguien, aunque fuese con l.

    Lleg ms amable que otras veces, y aunque no me miraba frente a frente, su voz sonabagrave, con cierta amabilidad para conmigo. Yo le manifest que deseaba, por fin, volver aLondres, que haba concluido mis estudios; que si permaneca ms tiempo en aquella casa,

    de tristeza... Su voz reson grave, con cierta amabilidad para conmigo:

    He pensado, cabalmente, James, llevarte hoy mismo. El rector me ha comunicado que noests bien de salud, que padeces de insomnios, que comes poco. El exceso de estudios esmalo, como todos los excesos. Adems quera decirte, tengo otro motivo para llevartea Londres. Mi edad necesitaba un apoyo y lo he buscado. Tienes una madrastra, a quien hede presentarte y que desea ardientemente conocerte. Hoy mismo vendrs, pues, conmigo.

    Una madrastra! Y de pronto se me vino a la memoria mi dulce y blanca y rubia madrecita,que de nio me am tanto, me mim tanto, abandonada casi por mi padre, que se pasabanoches y das en su horrible laboratorio, mientras aquella pobre y delicada flor seconsuma... Una madrastra! Ira yo, pues, a soportar la tirana de la nueva esposa del doctor

    bluestocking, o una cruel sabihonda, o una bruja... Perdonad las

    palabras. A veces no s ciertamente lo que digo? o quiz lo s demasiado...No contest una sola palabra a mi padre, y, conforme con su disposicin tomamos el trenque nos condujo a nuestra mansin de Londres.

    Desde que llegamos, desde que penetr por la gran puerta antigua, a la que segua unaescalera oscura que daba al piso principal, me sorprend desagradablemente: no haba encasa uno solo de los antiguos sirvientes.

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    Cuatro o cinco viejos enclenques, con grandes libreas flojas y negras, se inclinaban anuestro paso, con genuflexiones tardas, mudos. Penetramos al gran saln. Todo estabacambiado: los muebles de antes estaban substituidos por otros de un gusto seco y fro. Tansolamente quedaba en el fondo del saln un gran retrato de mi madre, obra de DanteGabriel Rossetti, cubierto de un largo velo de crespn.

    Mi padre me condujo a mis habitaciones, que no quedaban lejos de su laboratorio. Me diolas buenas tardes. Por una inexplicable cortesa, preguntle por mi madrastra. Me contestdespaciosamente, recalcando las slabas con una voz entre cariosa y temerosa queentonces yo no comprenda:

    La vers luego... Que la has de ver es seguro... James, mi hijito James, adis. Te digo que

    ngeles del Seor, por qu no me llevasteis con vosotros? Y t, madre, madrecita ma? mysweet Lily, por qu no me llevaste contigo en aquellos instantes? Hubiera preferido sertragado por un abismo o pulverizado por una roca, o reducido a ceniza por la llama de un

    relmpago...Fue esa misma noche, s. Con una extraa fatiga de cuerpo y de espritu, me haba echadoen el lecho, vestido con el mismo traje de viaje. Como en un ensueo, recuerdo haber odoacercarse a mi cuarto a uno de los viejos de la servidumbre, mascullando no s qu palabrasy mirndome vagamente con un par de ojillos estrbicos que me hacan el efecto de un malsueo. Luego vi que prendi un candelabro con tres velas de cera. Cuando despert a eso delas nueve, las velas ardan en la habitacin.

    Lavme. Mudme. Luego sent pasos, apareci mi padre. Por primera vez,vez!, vi sus ojos clavados en los mos. Unos indescriptibles ojos, os lo aseguro; unos ojoscomo no habis visto jams, ni veris jams: unos ojos con una retina casi roja, como ojos

    de conejo; unos ojos que os haran temblar por la manera especial con que miraban.

    Vamos hijo mo, te espera tu madrastra. Est all, en el saln. Vamos.

    All, en un silln de alto respaldo, como una silla de coro, estaba sentada una mujer.

    Ella...

    Y mi padre:

    Acrcate, mi pequeo James, acrcate!

    Me acerqu maquinalmente. La mujer me tenda la mano... O entonces, como si viniese del

    gran retrato, del gran retrato envuelto en crespn, aquella voz del colegio de Oxford, peromuy triste, mucho ms triste: James!

    Tend la mano. El contacto de aquella mano me hel, me horroriz. Sent hielo en mishuesos. Aquella mano rgida, fra, fra... Y la mujer no me miraba. Balbuce un saludo, uncumplimiento.

    Y mi padre:

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    Esposa ma, aqu tienes a tu hijastro, a nuestro muy amado James. Mrale, aqu le tienes;

    Y mi madrastra me mir. Mis mandbulas se afianzaron una contra otra. Me posey elespanto: aquellos ojos no tenan brillo alguno. Una idea comenz, enloquecedora, horrible,horrible, a aparecer clara en mi cerebro. De pronto, un olor, olor... ese olor, madre ma!

    Dios mo! Ese olor... no os lo quiero decir... porque ya lo sabis, y os protesto: lo discuto

    Y luego brot de aquellos labios blancos, de aquella mujer plida, plida, plida, una voz,una vozcomo si saliese de un cntaro gemebundo o de un subterrneo:

    James, nuestro querido James, hijito mo, acrcate; quiero darte un beso en la frente, otrobeso en los ojos, otro beso en la boca...

    No pude ms. Grit:

    Madre, socorro! ngeles de Dios, socorro! Potestades celestes, todas, socorr

    partir de aqu pronto, pronto; que me saquen de aqu!

    O la voz de mi padre:

    Clmate, James! Clmate, hijo mo! Silencio, hijo mo.

    No grit ms alto, ya en lucha con los viejos de la servidumbre . Yo saldr de aqu yue el doctor Leen es un cruel asesino; que su mujer es un vampiro;

    que est casado mi padre con una muerta!

    De Cuentos fantsticos (BA 646)