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Editorial Radio Progreso ERIC-SJ
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Tiempo de compromiso, lucha y búsqueda
¿Sabía usted que Honduras es unos de países con mayor desigualdad en
Centroamérica y América Latina? Lamentamos informarle que sí, somos un país de
los más desiguales. La concentración de la riqueza es tan alta que permite contrastes
como que un grupito de familias vivan como cualquier millonario de un país
desarrollado, pero en un país al bordo del colapso.
Pero ¿Qué es lo que sustenta esa desigualdad? Lo sustenta el modelo de desarrollo
implantado en las últimas décadas, cimentado principalmente en la industria de la
maquila, en la industria del turismo y en las remesas, sostenido desde los gobiernos
entrelazados con la gran empresa nacional y capitales transnacionales. Al sustentar
el modelo en estos pilares hace que la inmensa mayoría de pueblo hondureño quede
fuera de los beneficios de esos rubros, y al mismo tiempo, profundice los niveles de
inequidad y de pobreza.
Este modelo Neoliberal como le llaman, ya ha demostrado que no tiene capacidad
para absorber la cantidad de población que cada año se incorpora al mercado
laboral, condenándolos a aceptar los pírricos salarios que ofrecen los empresarios,
peor aún, a que la población se gane la vida a través de la empleos informales o
empleos a medio tiempo sin derecho laboral alguno.
Sin lugar a dudas, una de las grandes tareas está en buscar un modelo de desarrollo
alternativo que tenga como centro la gente y sus recursos, un modelo que supere esa
idea de que “el que tiene más galillo traga más pinol”, buscar entonces, un modelo
inclusivo que dé oportunidades a todos y a todas por igual.
En la búsqueda de ese modelo es que debemos ver la necesidad de una Asamblea
Nacional Constituyente no como fin en sí, sino un medio para ir creando ese modelo.
Ya que plantearse un nuevo modelo implica plantearse un conjunto de políticas
públicas, leyes e instituciones que promuevan esas nuevas oportunidades para que
se reduzca al mínimo esos niveles de inequidad que el actual modelo ha
profundizado.
A la par de ese camino de lucha por un nuevo modelo de desarrollo tenemos que
buscar iniciativas económicas, creativas desde nuestras familias y comunidades;
debemos esforzarnos por apropiarnos y hacer buen uso de nuestros ríos, cerros y
montañas; tenemos que dejar vivir exclusivamente de las remesas que nos mandan
los familiares de los Estados Unidos; dejar de creer y de esperar que los problemas
me los van resolver los políticos.
Debemos aprender a confiar en nosotras mismas y romper con la lógica del
individualismo de nuestras comunidades. Luchemos por un nuevo modelo de
desarrollo, no sólo desde las demandas nacionales, sino también desde nuevas
actitudes frente a la vida.
Nuestra Palabra | 03 febrero 2011