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Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y
Humanidades
ISSN: 0188-9834
Instituto de Ciencias Sociales y Administración
México
Álvarez de la Torre, Guillermo Benjamín
El tiempo y la estructura urbana de las ciudades medias en México: una propuesta metodológica
Nóesis. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 16, núm. 31, enero-junio, 2007, pp. 178-
204
Instituto de Ciencias Sociales y Administración
Ciudad Juárez, México
Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=85903107
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Network of Scientific Journals from Latin America, the Caribbean, Spain and Portugal
Non-profit academic project, developed under the open access initiative
El estudio sobre el funcionamiento y estructura de nuestras ciudades se maneja en diferentes vertientes según las disciplinas que la abordan: modelos espaciales económicos, estructuras ecológicas, patrones de usos de suelo, etcétera. Este trabajo pretende investigar y definir modelos espaciales de ciudades medias mexicanas a partir del análisis espacial sobre el gradiente de densidad, estructura de edad de la población y tenencia de la vivienda en 8 ciudades medias mexicanas, 4 de ellas fronterizas. En la mayoría de los modelos cuantitativos de estructura urbana toman como referencia la distancia al centro de negocios de la ciudad como un elemento determinante en el comportamiento de ciertos fenómenos. Sin embargo, en nuestro caso vemos cómo el factor del periodo histórico al que pertenece el espacio urbano nos permite encontrar patrones espaciales más claros y consistentes en la estructura de las ciudades medias mexicanas.
Cities internal structure studies have been view through different disciplines: economic spatial models, ecological structures, land use, etcetera. This paper pretends to studie and define urban structure models for mid since Mexican cities through spatial analysis on population density, population age structure and housing tenure in 8 Mexican cities, 4 of them border cities. The majority of internal urban quantitative models uses distance to the central business district as a basic determinant aspect in spatial organization. Nonetheless, we consider that we can obtain better results in defining urban structure model using age existence of urban space.
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El tiempo y la estructura urbana de las ciudades medias en México: una propuesta metodológica
1 Profesor de la Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Sociales. Correl: [email protected]
Secciónvaria
Guillermo Benjamín Álvarez de la Torre1
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Introducción
El espacio intraurbano está en constante evolución, se conforma y modifica a partir de diferentes factores que se presentan dentro
de la ciudad (endógenos) como fuera de la misma (exógenos), dado que las ciudades que crecen y evolucionan tienen una fuerte interre-lación con el exterior, ya sea regional, nacional o internacional. Esta dinámica de cambio en las ciudades se puede abordar desde diferentes disciplinas y enfoques, como podría ser desde la demografía, la socio-logía, la historia, la medicina, la economía, la arquitectura, la ingenie-ría, etcétera. El objetivo del presente ensayo es realizar un acercamien-to metodológico inicial hacia la comprensión de la estructura espacial de ocho ciudades mexicanas con el apoyo de referentes teóricos de la geografía urbana.
como objetivos particulares se plantean los siguientes: primero, analizar si la estructura urbana de ocho ciudades mexicanas es mo-nocéntrica, tomando como referencia tres planteamientos teóricos: el modelo de densidad de población de colin clark, el modelo concén-trico de E. W. Burguess y el modelo neoclásico de usos de suelo de W. Alonso. Para ello se analiza el comportamiento espacial de tres indi-cadores en ocho ciudades mexicanas; éstos, a nivel de áreas geoesta-dísticas básicas (AGEB)2 son los siguientes: la densidad de población (número de habitantes por hectárea), la proporción de la población menor de 12 años, y la proporción de viviendas en renta. El segundo objetivo consiste en plantear un esquema metodológico alternativo de análisis de la estructura urbana de las ciudades mexicanas consideran-do el tiempo que tienen diferentes zonas de la ciudad.
Este análisis se realiza en ocho ciudades mexicanas, cuatro fronte-rizas y cuatro no fronterizas. las primeras: ciudad Juárez, Mexicali, nuevo laredo y Tijuana; y las últimas: Aguascalientes, Mérida, Pa-chuca y Villahermosa. Esto nos va permitir observar si las ciudades
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2 El AGEB es la unidad geográfica en que el INEGI divide las zonas urbanas para administrar y controlar el levantamiento de información censal; estas AGEB abarcan entre 20 a 50 manzanas.
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fronterizas presentan alguna particularidad en su estructura urbana que las distinga del resto de las ciudades mexicanas.
nuestra fuente de información estadística es el XII Censo General de Población y Vivienda (inEGi, 2002), a nivel de AGEB, así como la car-tografía sobre el crecimiento histórico de las ciudades en cuestión que se tomó de los discos compactos de Ciudades Capitales (inEGi, 2003).
La estructura urbana en esquemas
los estudiosos del funcionamiento y conformación del espacio urbano han creado diferentes modelos sobre la complejidad de la ciudad, enfati-zando los elementos que se consideran más importantes para explicarla, ya sea como un todo o en partes (al interior de la ciudad, lo intraurba-no). Dichos modelos nos dan la posibilidad de tener una lectura rápida, esquematizada y sencilla sobre los elementos que conforman la ciudad, su ubicación, sus funciones e interrelaciones. son los primeros acerca-mientos para entender las estructura urbana de la ciudad, para saber cómo son, cuáles son las partes que las conforman, dónde están ubicadas dichas partes y cuáles son sus relaciones.
Para abordar el complejo tema de la estructura urbana se recurre a corrientes teóricas que nos hablan de las ciudades norteamericanas, inglesas, australianas o francesas. sin embargo, es claro que el contexto político, económico, social y cultural es distinto al de las mexicanas, por lo cual es importante plantear lo siguiente: a partir de los modelos de países desarrollados ¿qué tanto nos pueden explicar sobre la estruc-tura urbana de las ciudades mexicanas?
no existe un modelo que explique todo lo que sucede en una ciu-dad, pero sí existen modelos temáticos que abarcan, de manera indivi-dual, aspectos importantes de ella. Por ejemplo, un modelo del precio del suelo nos dice dónde están los terrenos más caros y por qué. Por otro lado, podemos tener un modelo sobre el uso del suelo, que nos dice dónde están los comercios, las industrias y la vivienda y por qué su ubicación. Ambos pueden estar construidos bajo premisas diferentes (económicas, sociales o políticas), pero combinados, nos dan una idea más completa sobre los principios organizacionales del suelo.
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Por lo general, las ciudades crecían y se organizaban alrededor de un solo centro (monocéntricas) hasta principios del siglo XX, en que empezaron a surgir otros ejes periféricos y suburbanos importantes que modificaron significativamente el funcionamiento de las ciudades. Actualmente existen algunos estudios donde planean la hipótesis de que la estructura de algunas ciudades mexicanas pasaron de ser mono-céntricas a policéntricas (varios centros). sin embargo, aún no existen los estudios suficientes para conformar una teoría robusta sobre la es-tructura urbana de nuestras ciudades, sean estas monocéntricas o no monocéntricas.
Distribución espacial de la población en la ciudad
según el modelo planteado por colin clark en 1959, la distribución de la población en las ciudades norteamericanas se presenta como una relación negativa entre la densidad de población (número de habi-tantes por kilómetro cuadrado) con la distancia al centro tradicional y comercial de la ciudad (Hartshorn, 1980: 216); es decir, las colonias y fraccionamientos más poblados y densos son los que están ubicados cerca del centro y conforme nos retiramos la densidad va disminuyen-do. Esta premisa parte de que la población desea vivir cerca del centro dada la existencia de comercios, servicios, trabajo, etcétera, y conforme se aleja del centro, el distanciamiento hace disminuir la demanda de suelo y por consiguiente la densidad disminuye también. Puede pare-cer lógico, sin embargo, nuestras ciudades no se comportan tal cual.
Para determinar la relación que existe entre los cambios de una variable con respecto a su distancia al centro, se recurrió al cálculo es-tadístico de regresiones lineales simples.3 con dicho cálculo se mide la relación entre el cambio de la distancia al centro (llamada variable in-dependiente) con respecto a otra variable (llamada dependiente). los
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3 El método estadístico de regresión lineal simple permite medir el grado de asociación entre dos variables, de investigar la naturaleza de la relación y construir modelos que describan, con el propósito de predecir el comportamiento de una de ellas a partir de valores de las otras.
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resultados estadísticos que nos interesa observar principalmente, por el momento, son el signo del coeficiente de correlación r, el valor del coeficiente de determinación r². El signo del coeficiente de correla-ción r nos determina si la relación entre la variable dependiente con la independiente es directamente o inversamente proporcional. Es decir, cuando el signo es positivo significa que a valores altos en una variable corresponden valores altos en la otra variable. Y la relación con signo negativo significa que las variables están relacionadas de manera inver-sa, de modo que, cuando el valor aumenta en una, disminuye en la otra. Por otro lado, el valor del coeficiente de determinación r² (también llamado medida de confiabilidad del modelo) nos estima qué tanto porcentaje del comportamiento de la variable dependiente está siendo explicada por la independiente, que en nuestro caso es la distancia al centro de la ciudad.
Una vez realizados los cálculos de regresión tenemos, en el cuadro 1, los valores de los coeficientes para cada ciudad. se observa que los valores de ambos coeficientes son muy bajos. Primero, el signo del coeficiente de correlación r, es distinto entre las ocho ciudades; segun-do, el valor de dicho coeficiente en todos los casos no pasa de 0.36, lo cual nos indica una ligera o insignificante relación entre densidad de población por AGEB y la distancia al centro; tercero, el valor del coeficiente de determinación nos dice que la variabilidad explicada no pasa del 13% (caso de Mérida), lo cual es muy bajo. Esto significa que en las ocho ciudades, los cambios en la densidad de población no están determinados por los cambios con su distancia al centro.
A partir de estos resultados podemos decir que el patrón espacial de densidad de la población corresponde a otras lógicas, es decir, en las ciudades estudiadas la población no establece su lugar de residencia tomando en cuenta si se encuentra lejos o cerca del centro. Esto nos permite establecer las siguientes preguntas: ¿existe otro patrón espacial de densidad de población en nuestras ciudades estudiadas?, y en caso afirmativo, ¿bajo qué principios se da esta distribución? Es probable que los factores que influyen en la densidad de población estén más relacionados con las características de la zona inmediata al lugar de residencia, como el tipo de vivienda (si es unifamiliar o multifamiliar),
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el valor del suelo, la especulación del suelo, la antigüedad de la zona, la calidad de los servicios de infraestructura, la accesibilidad a vialidades principales, etcétera.
Edad de la población y distancia al centro
Veamos ahora el siguiente indicador: la edad de las personas. nuestro cuestionamiento inicial es: ¿dónde reside la población joven y dónde la población vieja?, o más bien, ¿la ubicación de residencia de la po-blación joven o vieja tendrá que ver con su distancia al centro? En una estructura urbana de tipo concéntrica las zonas más cercanas al centro son las más antiguas y las periféricas son las más jóvenes. los nuevos fraccionamientos y colonias que se fundan en la periferia son ocupa-dos generalmente por familias jóvenes, con pocos hijos y de edad muy pequeña; por otro lado, en las zonas habitacionales con mayor tiempo y más cercanas al centro, residen familias adultas cuyos hijos ya han abandonado el hogar para establecerse en otra parte de la ciudad, tal como se plantea en el esquema concéntrico de Burguess (1925) para la ciudad de chicago. Es por ello que esperamos encontrar en una estructura urbana monocéntrica, un rejuvenecimiento en la estructura de edad de la población del centro de la ciudad hacia la periferia: a mayor distancia del centro población más joven.
Para ello se realizó el cálculo estadístico de dos regresiones lineales considerando primero el porcentaje de población menor de 12 años con respecto a la distancia al centro, y segundo, el porcentaje de pobla-ción mayor de 64 años. En ambas regresiones el resultado fue distinto a la variable de densidad de población.
En los resultados de las regresiones de ambas variables de edad, de las ocho ciudades solamente en Aguascalientes y Mérida la relación de cam-bio entre ambas variables (distancia y porcentaje de la población menor de 12 años) es relativamente acentuada, ya que el coeficiente de correlación para ambas ciudades en ambas variables es superior a 0.70. Por otro lado, sólo en estas dos ciudades el coeficiente de determinación en ambas regre-siones es igual o superior a 0.50 (Véase cuadro 2 y 3, anexos).
Pero, ¿por qué en esas dos ciudades y no en las otras?. Esto se po-
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dría explicar por la forma distinta de crecimiento de las ciudades. las ciudades de Aguascalientes y Mérida son de la época de la colonia (fundadas en 1575 y 1543 respectivamente; ciudades capitales, inE-Gi) y poseen un centro tradicional (plaza de armas, catedral, palacio de gobierno, etcétera) de donde partió la trama reticular. con el paso del tiempo la ciudad fue creciendo alrededor de dicha trama, de manera compacta, en forma de anillos concéntricos. la morfología de ambas ciudades y el cálculo de las regresiones nos dice que en las zonas más viejas existen los porcentajes más altos de población vieja y, viceversa; en las zonas más recientes de la ciudad, existen los porcentajes más altos de población joven en la ciudad. Entonces, ¿qué sucede en las otras seis ciudades? Bueno, las condiciones y antecedentes de estas ciudades son distintas a las dos primeras. Primero, en dichas seis ciudades la forma de crecimiento no fue, en todo momento, de manera radial; segundo, los orígenes de las ciudades son distintos (por ejemplo, Pachuca nació gracias a la minería y en una topografía muy accidentada); y tercero, la diferencia en antigüedad y ubicación geográfica de las ciudades (las ciudades de frontera del norte de México se caracterizan por su creci-miento dinámico, desordenado y pegado a la frontera; el crecimiento de Villahermosa ha estado influenciado por la presencia de cuerpos de agua) condicionan a las ciudades a otras formas de crecimiento.
Patrón espacial de la vivienda rentada
Pasemos ahora a la tenencia de la vivienda, en particular las viviendas rentadas. Tomando como referencia el modelo neoclásico de uso de suelo de W. Alonso (1964), nos dice que en las ciudades donde existe un solo centro, el precio del suelo es inversamente proporcional a la distancia al centro; en otras palabras, el precio del suelo en el centro de la ciudad es el más alto y conforme nos retiramos del mismo los valores empiezan a disminuir. Este planteamiento parte de la premisa de que todos quieren estar en el centro: los comerciantes, los indus-triales, las empresas, las viviendas, etcétera, debido a que es el lugar de mayor accesibilidad, donde se pueden llevar a cabo la mayor cantidad de transacciones de todo tipo (monetaria, comercial, laboral, etcétera)
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a un menor costo. Pero como el suelo es limitado, éste se vuelve más caro conforme se aumenta la demanda. Por consecuencia, sólo las ac-tividades más rentables y con mayor capacidad económica tienen la posibilidad de pagar los altos costos del suelo del centro. Es por ello que el uso predominante que encontramos en los centros son oficinas, comercios y servicios; al incrementar la distancia del centro el valor del suelo disminuye y la demanda de suelo pasa a ser principalmente para el uso de tipo habitacional.
En este modelo teórico podemos ubicar las viviendas rentadas. como producto de consumo, podemos decir que una vivienda rentada debe poseer varias cualidades para que sea atractiva para las familias: tamaño, calidad en la construcción, suficiente espacio exterior y su ubi-cación en la ciudad. las viviendas rentadas cercanas al centro nos dan accesibilidad al transporte público, al comercio, a los servicios educa-tivos, áreas verdes, restaurantes, actividades recreativas, etcétera, por lo tanto, se espera que las zonas cercanas al centro tengan una proporción más alta de vivienda rentada que en las zonas más alejadas.
Ahora bien, a partir del estudio estadístico de regresión lineal se observa en el cuadro 4 que solamente Aguascalientes presenta un va-lor del coeficiente de correlación r significativo (0.739), lo que muestra una relación significativa entre la proporción de viviendas rentadas y su distancia del centro. como se podrá observar solamente en Aguas-calientes se da el modelo concéntrico antes planteado, y no en el resto de las siete ciudades. ¿Esto qué puede significar? Podemos deducir dos cosas: primero, en Aguascalientes, como se había mencionado an-teriormente, su crecimiento urbano ha sido primordialmente de tipo concéntrico y en las zonas más antiguas se ha dado un flujo de movili-dad de residentes propietarios hacia otras partes de la ciudad quedan-do las antiguas viviendas en renta.
segundo, para el caso de las siete ciudades restantes, la ubicación de la vivienda en renta responde a otros criterios de localización que no están relacionados, necesariamente, con su distancia al centro, como podría ser: el acceso a vialidades principales, cercanía a otros subcen-tros comerciales y de servicios, seguridad de la zona, nivel de urbani-zación (pavimentación, agua y drenaje), características particulares de
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la colonia o fraccionamiento, etcétera. Es por ello que en estas siete ciudades, además del centro se presentan otras zonas de la ciudad con altos porcentajes de vivienda rentada.
En resumen, la aplicación de la regresiones utilizando los tres indi-cadores en las ocho ciudades nos dio como resultado que la estructura urbana de dichas ciudades no es significativamente monocéntrica. las ciudades fronterizas en conjunto no mostraron ninguna particulari-dad que las pudiera diferenciar de las otras cuatro ciudades mexicanas analizadas. Es importante mencionar que solamente en los casos de las ciudades de Mérida y Aguascalientes la relación entre los indicadores y la distancia al centro fue significativa, pero esto quizás gracias a que el crecimiento urbano de las ciudades ha sido concéntrico. Estos resul-tados nos motivan a proponer el incorporar en el análisis un elemento importante del espacio urbano que no hemos analizado: el tiempo en el que se desarrolló el espacio urbano.
Espacio urbano y tiempo
Un elemento que nos puede servir para iniciar el estudio de la estruc-tura urbana de nuestras ciudades mexicanas no es necesariamente la distancia al centro (tal como lo marcan los modelos teóricos) sino el tiempo que tiene el lugar. las ciudades mexicanas de tamaño medio (que pueden ser entre 25,000 habitantes y poco más de un millón), conocidas como “ciudades medias”, se han caracterizado por tener las tasas de crecimiento de población más altas con respecto al resto de las ciudades. Este dinamismo poblacional, aunado a otros procesos como el económico y tecnológico, hacen que las ciudades medias cambien de manera muy rápida. si a esto le agregamos la forma no concéntrica de crecimiento de la mancha urbana, podemos esperar, sin temor a equivocarnos, que nuestras ciudades medias ya dejaron de ser mono-céntricas. Entonces si no son monocentricas, ¿cuál será su estructura urbana?, ¿qué elementos del espacio debemos tomar en cuenta? la propuesta de esta investigación es iniciar analizando el tiempo al que corresponde el espacio y no su distancia al centro de la ciudad; estudiar el espacio a partir de su temporalidad.
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Primeramente, vamos a dividir el espacio interno de las ochos ciu-dades por periodos de crecimiento. no fue posible manejar periodos de crecimiento idénticos, sin embargo se trató de que abarcaran los mismos periodos. El procedimiento para calcular los indicadores por periodo de crecimiento de la ciudad fue el siguiente. se agruparon aquellas AGEB cuya superficie quedó completamente incluida dentro de un determinado periodo de crecimiento; para aquellas AGEB que quedaron ubicados en dos (o más) periodos de crecimiento, se calculó la proporción de superficie que le corresponde de dicho AGEB a cada zona de crecimiento, distribuyendo proporcionalmente el valor de las variables del censo. Este simple pero laborioso cálculo nos permite observar si existe una diferencia significativa entre las diversas zonas de crecimiento de las ocho ciudades medias mexicanas en cuestión, utilizando las variables anteriormente analizadas en las regresiones.
Espacio urbano viejo, densidad de población baja
la primera variable que vamos a analizar es la densidad de pobla-ción. En la Gráfica 1 podemos observar los valores de la variable en cada una de las ocho ciudades por periodos de crecimiento. Podemos ver que existe una gran diversidad de densidades (desde 24 hasta 118 habitantes por hectárea) en las zonas de crecimiento que llegan has-ta los años cincuenta, pero en todas las ciudades (menos Pachuca) se observa una tendencia ascendente. A partir de la mancha urbana que representa la década de los cuarenta y cincuenta, la densidad empieza a disminuir en todas las ciudades. Posteriormente, la mancha urbana que se desarrolló entre 1970 y 1990 presenta una densidad mucho más uniforme entre las ciudades , manteniendo la tendencia a disminuir la densidad. En la última zona de crecimiento de estas ciudades, que comprende de 1990 hasta el 2000, las densidades tienden a la baja (salvo Aguascalientes) pero con valores muy distintos entre sí (entre los 50 y 10 habitantes por hectárea). El comportamiento de la variable densidad en estas ocho ciudades la podemos resumir en una curva, en un “modelo” (ver Gráfica 2, anexo). Este modelo se asemeja mucho al modelo del gradiente de densidad planteado por Bruce newling
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en 1969 (Hartshorn, 1980: 216), pero con la diferencia que en vez de considerar la distancia la centro de la ciudad se toma la temporalidad del espacio urbano. Al igual que en el modelo de newling, en nuestro modelo la densidad inicia con densidades bajas en el origen de la ciu-dad y empiezan a incrementar sus valores paulatinamente en los espa-cios más recientes hasta llegar a la zona urbana de los años cincuenta, que es por lo general la zona más densa en la ciudad. Posteriormente la curva muestra una relación negativa con una pendiente más pro-nunciada que la anterior, terminando con marcar los valores más bajos de densidad en la ciudad en la zona que comprende al crecimiento urbano de 1990 al 2000.
Pero, ¿para qué nos sirve el dato de la densidad de población? Bue-no, por lo general la densidad de población está relacionada con el nivel de desarrollo, su dinámica de ocupación, sus propiedades de atracción o rechazo. Por ejemplo, es muy conocido que el centro de Mexicali presenta desde hace varios años problemas de degradación; esta dis-minución en su potencial de atracción se aprecia en el valor de la den-sidad de población, la cual fue la más baja entre las ocho ciudades. la zona de crecimiento urbano en cuestión abarca hasta donde llegó la ciudad en 1940. Por otro lado, podemos deducir que en los centros de ciudades como Pachuca, ciudad Juárez o Aguascalientes no tienen problemas de rechazo o expulsión tan graves como Mexicali, debido a que registraron los valores más altos de densidad.
Espacio urbano nuevo, población joven
Pasemos ahora a la variable referente a la población menor de 12 años. Esperaríamos que la variable se comportara de manera positiva: entre más reciente sea la zona de la ciudad, mayor proporción de población menor de 12 años. con los resultados por zona de crecimiento, en la Gráfica 3, se observa dicha pendiente positiva, pero con incrementos muy leves (solamente Mérida presenta una pendiente más marcada). se aprecia que la proporción de dicho grupo de edad no se incremen-ta mucho en las zonas de crecimiento urbano sino a partir de 1980. Esto es, en todas las ciudades, las zonas de crecimiento urbano que
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comprende hasta el año de 1980, las proporciones de población me-nor de 12 años son heterogéneas, las cuales oscilan entre 20% y 30%. solamente en las zonas de crecimiento urbano de la década de los setenta, ochenta y noventa, las proporciones se incrementan significa-tivamente. la relación positiva entre la variable y el tiempo se da en las ocho ciudades y con un cambio de pendiente en la misma zona de crecimiento. Es evidente que con el incremento de 4 hasta 8 puntos porcentuales la zona de crecimiento urbano que comprende de 1980 hasta el 2000 existe una mayor proporción de población infantil. sin embargo, estos cambios porcentuales no se observa en otros periodos, así como la homogeneidad de sus valores (cinco de las ocho ciudades presentan valores entre 35% y 39%). Al construir el modelo de la pen-diente de la variable en cuestión (ver Gráfica 4), las características de ésta nos arroja dos preguntas: primero, ¿por qué la pendiente de la cur-va es tan baja desde el origen de la ciudad hasta 1980?; segundo, ¿por qué a partir de 1980 la pendiente de la línea graficada se incrementa?
Espacio urbano nuevo y movimiento de la población
Por último veamos ahora lo referente a la vivienda rentada. En la Grá-fica 5 aparecen las proporciones de vivienda rentada por zona de cre-cimiento en cada ciudad. En ella se puede visualizar de manera muy clara la pendiente negativa que presentan todas las ciudades. Es decir, mientras más reciente sea una zona de la ciudad, la proporción de vi-viendas rentadas será más baja. la pendiente negativa es distinta entre las ciudades. En el caso de Aguascalientes y Mérida la pendiente es muy leve ya que los valores entre los periodos de crecimiento varían muy poco, mientras que en el resto de las cuatro ciudades las diferen-cias son más marcadas. En general, sin considerar el caso de Mérida, las proporciones de vivienda rentada en las zonas de crecimiento de 1960 al 2000 presentan una misma distancia de diez puntos porcen-tuales entre el valor máximo y mínimo, lo cual marca un patrón de comportamiento de la variable en dos sentidos: primero, los valores de la variable tienden a ser homogéneos; y segundo, los porcentajes de vivienda rentada diminuyen en las zonas más recientes. Por otro lado,
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la última zona de crecimiento registró los valores de vivienda rentada más bajos en todas las ciudades. El comportamiento del indicador se resume en el modelo planteado en la Gráfica 6.
¿Por qué se da este comportamiento negativo de las viviendas ren-tadas? Bueno, como se mencionó en párrafos anteriores, quizás esto se deba a dos factores: en las zonas más viejas ha transcurrido el tiempo suficiente para que se presentaran los cambios en la tenencia de vi-vienda, debido a la movilidad de residencia de los propietarios origina-les quienes residen en viviendas que les permite mayores satisfacciones (mayor calidad de la vivienda, mejor ubicación, mayor seguridad, et-cétera). Y segundo, las zonas de mayor tiempo tiene una mayor diver-sidad de servicios y comercios establecidos que hace más atractiva la renta de la vivienda. sin embargo es importante seguir estudiando este fenómeno para poder encontrar los motivos por los cuales en algunas ciudades la pendiente es más pronunciada que en otras.
Conclusiones
El análisis estadístico y espacial de los tres indicadores en las ocho ciu-dades mexicanas, nos permite concluir lo siguiente. Primero, las ciuda-des mexicanas no corresponden cabalmente a los modelos teóricos de una estructura urbana de tipo monocéntrica, por lo menos en lo que corresponde a los tres indicadores analizados. las ocho ciudades en cuestión tuvieron un crecimiento concéntrico hasta mediados del siglo XX, periodo en el que se intensifica el uso del automóvil dándole a la población la posibilidad de poder trasladarse a mayores distancias. sal-vo el caso de Aguascalientes y Mérida, las demás ciudades crecieron en diferentes direcciones, de forma radial o lineal, siguiendo las prin-cipales vías de comunicación, como sucedió en el caso de Mexicali y Tijuana. Estos cambios en las formas de crecimiento urbano influyen significativamente en la organización del espacio urbano, modificando el papel primordial que en algún momento tuvo el centro tradicional. Esto se pudo constatar al analizar los tres indicadores. sin embargo, con ello no se puede afirmar que la teoría utilizada está equivocada, sino más bien que éstas no se aplican a la generalidad de las ciudades
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medias mexicanas. Un factor importante por lo cual no se aplican es precisamente por la forma de crecimiento urbano. Es muy probable que la organización espacial de una ciudad mexicana con crecimiento urbano netamente concéntrico tienda a ser monocéntrica.
En el presente trabajo no está contemplado el objetivo de realizar un estudio estadístico exhaustivo sobre las bondades de un modelo de regresión lineal simple que representara mejor la relación de la varia-bles analizadas, sin embargo es importante que se realicen otros análi-sis de regresión donde se considere la posibilidad de otro tipo de líneas curvas que puedan representar la asociación espacial entre el centro de las ciudades y otras variables de la población, de la vivienda o del espacio urbano construido.
segundo, utilizar el factor del tiempo en que se desarrollaron las di-ferentes zonas de las ciudad nos puede dar una lectura más consistente sobre cómo está estructurada internamente la ciudad, ya que en las ocho ciudades analizadas el patrón de las variables es muy similar. si la ciudad tuviera una estructura monocéntrica, el patrón espacial de las variables sería centro-periferia, sin embargo no se dio de esta forma, sino más bien centro-tiempo, cortes espaciales basados en el tiempo de existencia y no su distancia al centro.
Dentro de las características que presentaron los datos por zona de crecimiento se observa que existen algunos espacios donde la pen-diente de la curva de los valores se modifica considerablemente, como se aprecia en el modelo propuesto para el indicador de densidad y proporción de población menor de 12 años (Véase Gráficas 2 y 4, anexos). Estas zonas marcan una especie de parteaguas, donde sus condiciones o características hacen que el indicador cambie de com-portamiento. Esto significa que espacios urbanos desarrollados en un mismo periodo, pero en diferentes ciudades, pueden presentar caracte-rísticas similares. Es importante identificar estas particularidades dado que nos permite encontrar una explicación sobre el comportamiento del modelo de manera más completa y precisa. Para ello se requiere la elaboración de otros estudios urbanos que puedan robustecer los modelos espaciales de organización de nuestras ciudades. A través de la investigación urbana podremos tener una mejor idea sobre el fun-
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cionamiento de nuestras ciudades por medio de la construcción de modelos espaciales que nos permitan realizar las lecturas simplificadas sobre cómo se conformó y está conformado el espacio urbano interno y su futura evolución.
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