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TIGRES EN EL BARRO Las memorias del comandante de carros alemán OTTO CARIUS EDICIONES PLATEA 

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  • TIGRES EN EL BARRO

    Las memorias del comandante de carros alemn

    OTTO CARIUS

    EDICIONES PLATEA

  • Ttulo original: Tiger im schlamm Copyright Otto Carius Traduccin: Fernando Vela/ Fernado Molin/ Javier Romero Agradecimientos de esta edicin: Hugo lvaro Caete Carrasco (Grupo de Estudios de Historia Militar) Javier Veramendi B (Grupo de Estudios de Historia Militar) www.GEHM.es Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos. Derechos exclusivos de edicin en espaol reservados para todo el mundo. 2012: Ediciones Platea S.C.P. Francesc Ferrer i Guardia n 25, 5-2. Mollet del Valls. 08100. Barcelona. www.edicionesplatea.com 1 Edicin Julio 2012 ISBN:978-84-938863-2-5 Depsito Legal: B-18269-2012 Diseo de portada Martn Garcs Fotos de portada y contraportada de la coleccin privada de Otto Carius Todas las fotos usadas en esta edicin pertenecen a la coleccin privada de Otto Carius

  • La llamada de la madre patria A m tambin me gustara saber qu pretenden hacer con ese enano dijo uno de los que estaban jugando a las cartas. Mataban el tiempo jugando a las cartas, encorvados y con maletas sobre las rodillas, en un intento de hacer la marcha un poco ms llevadera.

    Con ese enano se referan a m. Me encontraba junto a la ventana del compartimento con la mirada fija en las montaas Haardt mientras el tren recorra con su traqueteo las tierras bajas del Rin en direccin al este. Pareca como un barco que abandonaba la seguridad del puerto para navegar hacia lo desconocido. De vez en cuando tena que asegurarme de que mi notificacin de destino se encontraba realmente en mi bolsillo. En ella constaba lo siguiente: Posen1, 104 Batalln de Reemplazo de Infantera. Infantera la reina de la batalla!

    Yo era el bicho raro del grupo y, en realidad, no tena motivos para culpar a los dems por no tomarme en serio. Sin duda alguna, no lo haban dicho en serio y, de hecho, era algo comprensible, pues me haban rechazado dos veces tras presentarme voluntario: No apto para el servicio por peso insuficiente. Dos veces tuve que tragar saliva y secarme furtivamente las lgrimas. Por Dios Santo, a nadie le preguntan cunto pesa all, en el frente!

    Nuestros ejrcitos se haban internado en Polonia en una marcha sin precedentes hacia la victoria. Solo unos das antes Francia haba encajado los primeros y abrumadores mazazos de nuestras armas. Mi padre estaba en ese frente, pues haba vuelto a tomar las armas al principio de estallar la guerra, lo que significaba que mi madre no tendra muchas preocupaciones domsticas cuando se le permitiera volver a nuestra casa, que se hallaba en la frontera. Yo tuve que pasar mi decimoctavo cumpleaos en Posen, sin mi familia por vez primera; solo entonces fui consciente de lo que les deba a mis padres por haber hecho de m un joven feliz. Comenc a preguntarme cundo y cmo podra volver a casa para sentarme al piano, tocar el chelo o el violn. Meses atrs quera dedicarme por entero a estudiar msica, pero cambi de idea y empec a encapricharme por la ingeniera mecnica. Fue por ello tambin que me present voluntario para la rama de anticarros, pero en la primavera de 1940 no necesitaban voluntarios. Se supona que iba a convertirme en un soldado de infantera, eso tampoco estaba mal, pues lo importante era que ya estaba dentro.

    Al cabo de un rato nuestro compartimento qued en silencio. No me caba duda de que todos tenan mucho en que pensar y durante nuestro interminable viaje tuvimos tiempo de sobra para ese cometido. Cuando llegamos a Posen, con las piernas entumecidas y las espaldas doloridas, nos alegramos de que las horas de introspeccin hubieran llegado a su fin.

    Algunos soldados del 104 Batalln de Reemplazo de Infantera nos recibieron, nos dijeron que los siguiramos y nos llevaron a nuestros puestos. Los barracones de la tropa no eran precisamente bonitos: haba poco espacio y tena que compartir una habitacin comn con otros 40 hombres. No nos quedaba mucho tiempo libre para considerar los elevados deberes de un defensor de la patria, pues se haba iniciado una batalla por la supervivencia con los veteranos, que nos consideraban extranjeros fastidiosos. Mi situacin era prcticamente desesperada: solamente una barba espesa era signo de verdadera hombra y, por aquel entonces, yo slo tena un poco de pelusa en la cara, de ah que estuviera a la defensiva desde el principio. La envidia de los dems al ver que slo tena que afeitarme una vez por semana slo empeor las cosas.

    1 Nombre alemn de la ciudad polaca de Pozna (n. del e.).

  • Nuestra instruccin me sacaba de quicio. Sola pensar en mi instituto, el Maximilianeum, siempre que participbamos en ejercicios de instruccin o ceremonias hasta la extenuacin, o cuando nos arrastrbamos por el barro en la zona de entrenamiento durante ciertos ejercicios. No aprend el valor de aquella instruccin bsica hasta ms tarde, cuando pude utilizar los conocimientos adquiridos en Posen para salir de situaciones peligrosas. Unas horas ms tarde olvidbamos el sufrimiento padecido y pronto se desvaneca la clera que sentamos por el servicio, nuestros superiores y las estupideces que nosotros mismos habamos cometido durante el entrenamiento. Bsicamente, todos estbamos convencidos de que aquello que hacamos tena un propsito.

    Toda nacin puede considerarse afortunada de contar con una joven generacin que lo entrega todo por su pas y que lucha tan desinteresadamente como hicieron los alemanes en las dos guerras mundiales. Nadie tiene el derecho de reprochrnoslo, como se hizo tras el fin de la guerra, incluso si se abus de los ideales que nos inspiraron. Esperemos que se le ahorre a la generacin actual la misma decepcin a la que tuvimos que enfrentarnos nosotros, si bien lo mejor sera que llegara una poca en la que un pas no necesitara soldados al disfrutar de una paz permanente.

    Mi sueo en Posen consista en completar mi curso bsico de infantera oliendo a rosas, aunque no tard en desengaarme debido, principalmente, a las marchas a pie: comenzbamos marchando quince kilmetros, pero la distancia aumentaba cinco kilmetros cada semana, hasta llegar a los cincuenta. Adems, exista una regla no escrita por la que los estudiantes de bachillerato tenan que llevar la ametralladora durante las marchas. Por lo visto, mis compaeros queran comprobar hasta dnde poda llegar mi obstinacin, el ms bajo del grupo. No resulta sorprendente que un da regresara al cuartel con tendinitis y una ampolla supurante del tamao de un huevo pequeo. As terminaron las demostraciones de mi capacidad como infante durante mi estancia en Posen. Ms tarde, nos trasladaron a Darmstadt y, de repente, la cercana de mi casa paterna hizo la estancia en los barracones ms llevadera. Adems, la perspectiva de que me fuera concedido un permiso de fin de semana era un incentivo adicional.

    Supongo que la soberbia se apoder de m el da en que el comandante de la compaa buscaba doce voluntarios para el cuerpo Panzer. Se supona que slo los mecnicos podan presentarse pero el comandante, mostrndome una sonrisa comprensiva que, probablemente, indicaba lo mucho que se alegraba de librarse de m, me permiti unirme a la fila de los doce voluntarios. No obstante, tras tomar aquella decisin, mi conciencia no estaba tan tranquila como debiera ya que mi padre me haba dado permiso para alistarme en cualquier rama del ejrcito, incluyendo la aviacin, pero me haba prohibido categricamente el cuerpo Panzer. Tengo para m que mi padre me imaginaba dentro de un tanque, quemndome vivo entre atroces dolores. A pesar de la prohibicin de mi padre, me encontr vistiendo el uniforme negro de las tropas blindadas. Debo decir que nunca me arrepent de mi decisin y si tuviera que tomar las armas de nuevo ni siquiera me lo planteara: el cuerpo Panzer sera mi nica opcin.

    Volv a convertirme en un recluta cuando me un al 7 Batalln de Reemplazo Panzer en Vaihingen. El comandante de mi carro era el Unteroffizier August Dehler, una persona extraordinaria y un buen soldado. Yo era el cargador y toda la tripulacin no caba en s de orgullo cuando nos entregaron nuestros Panzer 38(t) checoslovacos2. Nos

    2 Carro ligero, de 9,4 toneladas, diseado en Checoslovaquia poco antes de la ocupacin y anexin de Chequia por el III Reich, en marzo de 1939. Su denominacin checa original era LT Vz 38 y, aunque no haba comenzado su produccin cuando llegaron los alemanes, sta estaba lista para ser iniciada. Estos lo consideraron un carro aceptablemente bueno y barato y decidieron producirlo en las fbricas checas, cosa

  • sentamos prcticamente invencibles con nuestro can de 3,7 cm y las dos ametralladoras checas. Nos entusiasmaba pensar que contbamos con blindaje pero ms tarde nos daramos cuenta de que este serva slo como proteccin moral pues slo poda protegernos del fuego procedente de armas ligeras.

    Aprendimos los fundamentos de la guerra blindada en Putlos, Holstein, donde vimos por primera vez fuego real en el campo de entrenamiento. En octubre de 1940 se cre el 21 Regimiento Panzer en Vaihingen. Poco antes de que la invasin de Rusia comenzara el regimiento se integr en la 20. Panzer-Division mientras reciba instruccin en Ohrdruf. Nuestro entrenamiento avanzado consista en ejercicios conjuntos con unidades de infantera.

    Cuando en junio de 1941 nos repartieron nuestras raciones bsicas de emergencia supimos que algo estaba a punto de ocurrir, aunque nadie supo a dnde iban a destinarnos hasta que estuvimos en ruta hacia Prusia Oriental. A pesar de que los granjeros locales nos susurraban esto o aquello, nosotros estbamos convencidos de que bamos a la frontera por motivos de seguridad. Esta conviccin no era ms que una ilusin cuyo origen se remontaba a nuestros das de instruccin en Putlos: all usamos carros sumergibles que podan recorrer un trecho bajo el agua para emerger en la orilla. Por eso pensbamos que los ingleses seran nuestro oponente. Ahora estbamos en Prusia Oriental pero nuestras incertidumbres no nos torturaran mucho tiempo ms.

    Nos desplazamos a la frontera el 21 de junio. Tras recibir un informe de situacin, finalmente nos enteramos de nuestro prximo papel en los acontecimientos que estaban a punto de producirse. Una glida calma se instal entre los miembros de la divisin a pesar de que, en el fondo, todos estbamos muy excitados. La tensin se volvi casi insoportable durante la noche. Prcticamente se nos sali el corazn del pecho cuando escuchamos los escuadrones de bombarderos y Stukas3 bramar sobre la divisin en direccin al este. Nos situamos en el linde de un bosque al sur de Kalwarya. Nuestro comandante haba instalado una radio civil en su carro, que proclam el inicio de la Campaa de Rusia cinco minutos antes de la Hora X. El nico fuego real que habamos odo haba sido en los campos de tiro. Tenamos confianza en las manos veteranas, que ya se haban ganado sus Cruces de Hierro y sus Insignias de Asalto y ofrecan una impresin de imperturbable calma. Todos los dems tenamos el estmago y la vejiga agitados, pues creamos que los rusos abriran fuego en cualquier momento. No obstante, todo estaba muy tranquilo en el lado ruso y, para alivio de todos, recibimos la orden de atacar.

    que hicieron hasta junio de 1942. De su casco se derivaran diversos modelos de blindados diferentes del carro de combate original como el excelente cazacarros Hetzer, producido hasta el final de la guerra (n. del e.). 3 Contraccin de Sturzkampfflugzeug, bombardero en picado. Era el nombre con el que se conoca al Junkers 87, clebre bombardero monomotor, capaz de efectuar bombardeos en picado de extremada precisin (n. del e.).

  • Tras la estela de Napolen La ruptura a travs de las posiciones fronterizas se produjo al suroreste de Kalwarya. Cuando por la tarde llegamos a Olita, tras una marcha por carretera de 120 kilmetros, nos sentamos como experimentados veteranos. Aun as, todos nos alegramos cuando finalmente paramos pues nuestros sentidos haban estado sometidos a mucha tensin durante la marcha de aquel da. Todos habamos ocupado nuestros puestos con las armas en ristre.

    Como cargador del carro, mi posicin era la peor. No slo era incapaz de ver nada, sino que tampoco poda respirar aire fresco. Adems, el calor que haca dentro de nuestro cacharro era abrasador. Cada vez que nos aproximbamos a un granero cunda cierta excitacin, pero ninguno estaba ocupado. Con mucha curiosidad, esperaba las descripciones que me haca el comandante de mi carro y me result tremendamente emocionante la noticia sobre el avistamiento del primer ruso muerto. Estuvimos esperando con notoria ansiedad y expectacin nuestro primer contacto con los rusos pero nada sucedi. Como no estbamos en el batalln de vanguardia, slo podamos esperar este contacto si el avance se detena.

    Y as, sin incidentes dignos de mencin, llegamos al primer objetivo del da: el aerdromo de Olita. All nos deshicimos de nuestros polvorientos uniformes ya que, por fin, dispusimos de agua para llevar a cabo un lavado adecuado.

    Nunca imagin que la guerra se ajustase al programa de entrenamiento coment nuestro artillero, que se desviva por lavar su uniforme.

    Una guerra bastante agradable, la nuestra dijo sonriente el comandante del carro, el Unteroffizier Dehler, tras sacar su cabeza de un balde de lavado, en lo que pareca un procedimiento interminable. Haba estado en Francia el ao anterior, lo que reforz mi confianza en l cuando entr en combate por primera vez, emocionado pero, de algn modo, temeroso.

    Literalmente tuvimos que sacar la mugre de nuestras armas, pues en caso de fuego real, ninguna habra funcionado. Tras las labores de limpieza todo qued impoluto y comenzamos a esperar con impaciencia la cena.

    Parece que los chicos del aerdromo se fueron al pueblo coment nuestro operador de radio mientras limpiaba sus armas. Miraba hacia el linde del bosque donde los aparatos rusos haban sido pillados en tierra durante los primeros ataques de la Luftwaffe.

    Nos habamos quitado los uniformes y estbamos en la gloria. De forma involuntaria me vinieron a la mente las imgenes de las fotografas que venan con las cajetillas de cigarrillos y que todos habamos coleccionado con pasin aos atrs: Campamento militar en territorio enemigo.

    De repente, las balas comenzaron a silbar alrededor de nuestras cabezas. Maldita sea!, blasfem nuestro comandante, que estaba tumbado junto a m en medio del polvo y la suciedad. No obstante, no maldeca contra el fuego enemigo sino contra mi torpeza, pues me haba tumbado sobre su racin de pan del ejrcito. Era un bautismo de fuego bastante carente de romanticismo.

    Los rusos an estaban en los bosques que rodeaban el aerdromo. Se haban reagrupado tras la conmocin sufrida aquel da y comenzaron a dispararnos. Antes de que supiramos realmente qu estaba ocurriendo, habamos regresado a nuestros carros para dirigirnos hacia nuestro primer combate nocturno como si no hubiramos hecho otra cosa durante aos. Me sorprendi el silencio que todos adoptamos cuando nos dimos cuenta de los que estbamos haciendo iba muy en serio.

  • Casi nos sentimos como veteranos cuando al da siguiente prestamos nuestro apoyo en la batalla de carros de Olita forzando el cruce del Niemen. De alguna manera nos sorprendi saber que nuestros carros eran iguales que los rusos pese a algunas prdidas por fuego amigo.

    Nuestro avance continu sin contratiempos y, tras la captura del rea de Pilsudski, continu hacia Vilna. Tras la cada de esta ciudad, el 24 de junio, nos sentamos orgullosos y quiz un poco prepotentes. Creamos que realmente habamos formado parte de algo. Apenas notamos cun exhaustos nos haban dejado los esfuerzos de la marcha. Slo cuando nos detuvimos, camos fulminados y dormimos como troncos.

    No pensbamos mucho en lo que estaba sucediendo. Quin poda detener un avance como este? Quiz unos pocos consideraran el hecho de que estbamos siguiendo el mismo camino que haba tomado el gran Emperador francs Napolen. Aquel mismo da, a la misma hora, pero 129 aos atrs, dio la misma orden de ataque a otro grupo de soldados acostumbrados a la victoria. Era aquella extraa coincidencia slo una casualidad? O quiz Hitler quera demostrar que no iba a cometer los mismos errores que el Gran Corso? En cualquier caso, nosotros, los soldados, creamos en nuestras habilidades y en nuestra fortuna. Y fue bueno que no pudisemos ver el futuro. En lugar de eso, slo albergbamos la voluntad de proseguir nuestro avance y de poner fin a la guerra tan pronto como fuera posible.

    La poblacin lituana nos saludaba con entusiasmo en todas partes. Nos vean como liberadores. Quedamos bastante conmocionados al ver que los negocios judos haban sido saqueados y destruidos por doquier justo antes de nuestra llegada, pues pensbamos que cosas as slo eran posibles durante una Kristallnacht4 en Alemania. Nos irrit bastante y slo pudimos condenar la ira de la muchedumbre, pero no tuvimos mucho tiempo para pensar en ello pues nuestro avance continu sin descanso.

    Hasta finales de julio participamos en el avance hacia el ro Dna5. Nuestras rdenes eran avanzar, avanzar y avanzar da y noche, durante las 24 horas del da. Se les peda lo imposible a los conductores y pronto tuve que sentarme en el puesto del nuestro para relevar durante algunas horas a nuestro exhausto camarada. Si al menos aquel insoportable polvo no estuviera por todas partes! Nos cubramos la boca y la nariz con trapos para poder respirar entre las nubes de polvo que se levantaban en los caminos. Haca tiempo que habamos retirado las protecciones de los visores para, al menos, ver algo. Un polvo fino como la harina entraba en todas partes. Nuestra ropa, empapada de sudor, se nos pegaba al cuerpo y una gruesa capa de polvo nos cubra de pies a cabeza.

    Con reservas suficientes de agua potable todo habra sido ms llevadero, pero no era el caso, pues las rdenes prohiban beber el agua de la zona, ya que los pozos podan estar envenenados. En cuanto nos detenamos, saltbamos de nuestros armatostes buscando charcos. Apartbamos la capa verde de la superficie y nos humedecamos los labios, algo que nos permita continuar un poco ms.

    Nuestro avance apunt hacia Minsk. Entramos en combate al norte de la ciudad. Los rusos fueron cercados por primera vez, se cruz el ro Berezin y el avance continu hacia Vtebsk. El ritmo de la marcha no se relajaba. Hasta los suministros tenan ahora problemas para seguirnos. Desde luego, las tropas de a pie no podan seguirnos por

    4 La Kristallnacht o Noche de los cristales rotos consisti en una serie de ataques, orquestados por el NSDAP, contra los judos y sus propiedades que tuvieron lugar en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 (n. del e.). 5 Nombre alemn del ro Daugava.

  • mucho que avanzaran a marchas forzadas. Nadie se preocupaba por las zonas que se extendan a ambos lados de la Rollbahn6.

    Los partisanos, a quienes conoceramos ms tarde, se ocultaban all. Nuestras panaderas de campaa se encontraban en la retaguardia y el pan del ejrcito se convirti pronto en un escaso manjar. Aunque las aves de corral nos proporcionaban mucha carne, un men tan montono no tard en aburrirnos. Se nos haca la boca agua pensando en pan y patatas. No obstante, los soldados que avanzan mientras escuchan en la radio las trompetas y fanfarrias de los anuncios sobre una victoria especial, no se toman nada muy en serio.

    El ocho de julio nos dieron. Tuve que retirarme por primera vez. bamos en vanguardia. Fue en Ulla, un pueblo totalmente calcinado. Nuestros ingenieros haban construido un puente de pontones sobre el ro Dna junto al que haban volado los rusos. Por all habamos atravesado las posiciones situadas a lo largo del Dna. Nos dejaron fuera de combate justo al lado de la lnea del bosque, al otro lado del ro. Todo sucedi con la rapidez de un rayo: un impacto contra nuestro carro, un crujido metlico, el grito de un camarada Y eso fue todo! El impacto haba perforado una gran placa de blindaje junto al asiento del operador de radio. Nadie tuvo que decirnos que saliramos del carro. Hasta que me pas la mano por la cara, mientras nos arrastrbamos por la cuneta que haba junto al camino, no me di cuenta de que tambin me haban alcanzado a m. Nuestro operador de radio haba perdido el brazo izquierdo. Maldijimos el quebradizo acero checoslovaco que tan fcil se lo haba puesto al can contracarro ruso de 4,7 cm7. Las piezas de nuestro propio blindaje y los pernos de ensamblaje causaron un dao considerablemente mayor que la propia metralla del proyectil. Mis dientes rotos pronto terminaron en el cubo de basura del puesto de primeros auxilios. La metralla que se me haba incrustado en la cara permaneci en ella hasta que aparecieron las primeras luces del alba, tal y como alguien haba predicho acertadamente.

    Regres al frente haciendo autostop. Las aldeas incendiadas me sealaron el camino hasta que me reun con mi compaa justo antes de Vitebsk. La ciudad en llamas imprima tonos sangrientos en el cielo nocturno. Tras la toma de Vitebsk al da siguiente, comenzamos a darnos cuenta de que la guerra no haba hecho ms que empezar.

    Avanzar, defender, vencer la resistencia, proseguir siempre estbamos alternando estas actividades. Los sucesos acaecidos durante tres semanas slo ocuparon unas pocas lneas en mi diario:

    11/7 al 16/7: Avance va Demidow-Duchowschtschina hacia Jarzevo (carretera principal de Smolensk a Mosc) para rodear a las fuerzas enemigas en la zona de Vitebsk-Smolensk. Lucha por los pasos sobre el Dnieper en Ratschino. 17/7 al 24/7: Combates defensivos por Jarzevo y en el ro Vop. Combates defensivos en la posicin del Vop-Votrja. Combates para destruir las fuerzas atrapadas en el cerco de Smolensk. 25/7 al 26/7: Persecucin a lo largo del alto Dna. 27/7 al 4/8: Batalla defensiva en Jelnja y Smolensk. Combates defensivos en el Vop y frente a Bjeloj.

    6 Las Rollbahnen eran carreteras de mucha importancia estratgica, designadas por la Wehrmacht (como es el caso de esta, la ms importante, que iba de Brest-Litovsk a Mosc pasando por Minsk) (n. del t.). 7 El can contracarro sovitico estndar en esta poca era un 45 mm, pero tambin se us cierto nmero de caones contracarro austriacos Bhler de 47 mm de calibre (n. del e.).

  • Tras esta sobria recapitulacin de los hechos se esconden las penalidades que solo pueden llegar a entender los que all estuvieron. Para aquellos que no estuvieron presentes su descripcin podra resultar exagerada. Se me permitir, pues, omitir comentarios ms grficos debido a que lo presenci todo desde el punto de vista de un cargador. Esta posicin no es la ms apropiada para ofrecer una visin general de las operaciones llevadas a cabo.

    Todos y cada uno de nosotros nos esforzamos y nos tomamos con calma todos los disgustos. Estbamos convencidos de que solo podramos triunfar si cada soldado daba lo mejor de s mismo.

    A pesar de todo, a veces, ciertos individuos que no asuman sus deberes y responsabilidades nos sacaban de nuestras casillas. Tras un caluroso da de lucha durante el que nuestras resecas gargantas haban clamado en vano por un poco de agua, comenzamos a echar pestes cuando nos lleg la noticia de que el comandante del batalln haba ordenado que le prepararan un bao con nuestra agua para el caf. Este increble comportamiento por parte de un superior iba ms all de nuestra comprensin. No obstante, la imagen de nuestro superior tomando un bao nos brind tantas ocasiones de burlarnos con la tpica y tosca sorna de la soldadesca, que ms tarde slo lo tratamos desde el punto de vista humorstico.

  • Los primeros T-34 Otro suceso que nos cogi como si nos hubiera cado encima una tonelada de ladrillos fue la aparicin de los primeros carros rusos T-34. Nos sorprendieron completamente, cmo era posible que los de arriba no conocieran la existencia de este carro superior? El T-34, con su excelente blindaje, su configuracin ideal y su esplndido can largo de 7,62 cm sera temido por todos y una amenaza para cualquier blindado alemn hasta el final de la guerra. Qu se supona que debamos hacer contra tales monstruosidades que los rusos arrojaban contra nosotros en enormes cantidades? Con nuestros caones lo nico que podamos hacer era llamar a la puerta; dentro los rusos podan jugar tranquilamente. En aquella poca el 3,7 cm Pak8 era an el arma antiblindaje ms poderosa que tenamos. Con suerte, podamos acertar al T-34 en el anillo de la torre y atascarla; con muchsima ms suerte el carro poda quedar fuera de combate. Ciertamente, nuestra situacin no era muy halagea. Nuestra nica salvacin era el 8,8 cm Flak9. Gracias a estos caones podamos hacer frente incluso a estos nuevos carros rusos. Por esta razn, todos comenzamos a profesar el mayor de los respetos a las tropas de defensa antiarea, un colectivo al que anteriormente habamos dedicado condescendientes sonrisas. Como si Ivn10 percibiera nuestros apuros, comenz a atacar nuestro sector por primera vez con su Urraaaay! Urraaaay!. Al principio cremos que era nuestra infantera la que atacaba con su propio Hurra!. No obstante, pronto supimos que no. Con Mosc casi a nuestro alcance en nuestra opinin comenzamos a darnos cuenta de que ya no era posible contar con un final rpido de la campaa. Tena, pues, sentimientos encontrados cuando recib la orden de trasladarme a Erlangen con el 25 Batalln de Reemplazo Panzer el 4 de agosto de 1941, tres das despus de bordar el cordn de Unteroffizier en los galones de mi uniforme. En Erlangen pudimos sacarnos el permiso de conduccin para camiones y carros. Justo despus, nos trasladamos a Wnsdorf, cerca de Berln, para asistir al curso de candidatos a oficiales nmero ocho. El 2 de febrero de 1942 se me inform de que no haba aprobado el curso. Estaba claro que, al igual que Gert Meyer y Klaus Waldenmeier de nuestro pelotn, no me lo haba tomado con la seriedad requerida. Adems hubo una pregunta que, realmente, no deb haber formulado; pens que tena la ocasin de confiar mis dudas a los instructores, sin embargo, mis superiores no encontraron graciosa en absoluto la pregunta los oficiales de la reserva son tambin humanos?. As pues, continuamos siendo suboficiales y candidatos a oficiales cuando termin el curso, pero no nos desilusionamos por ello. Despus de todo, los tenientes recin salidos de la academia deban prestar servicio en las unidades de reemplazo mientras que a nosotros se nos destinaba de nuevo a nuestro antiguo regimiento. Nos despidieron con palabras de nimo; cuando nos marchbamos nuestro oficial de tcticas, al cual admirbamos por ser todo un personaje y por llevar a cabo sus tareas con verdadera pasin, nos dijo que estaba

    8 Can contracarro alemn estndar al comienzo de la II Guerra Mundial, de 37 mm de calibre (Pak, contraccin de Panzerabwherkanone, o can contra blindados) (n. del e.). 9 Clebre can antiareo alemn, de 88 mm de calibre, a menudo empleado tambin contra objetivos terrestres, especialmente en el papel de contracarro, por su gran poder de penetracin y largo alcance (Flak, contraccin de Flugabwehrkanone o can contra aeronaves) (n. del e.). 10 En la jerga de los soldados alemanes (y de otros pases), mote aplicado al enemigo ruso, en sentido amplio (n. del e.).

  • seguro de que pronto obtendramos nuestro objetivo en el frente. Sera all donde podramos demostrar con ms facilidad nuestra capacitacin para ser oficiales. Queramos probar que estaba en lo cierto. An hoy pienso en l. Felicit para mis adentros a la Bundeswehr por su suerte cuando descubr que el Oberst Phillip era el comandante de entrenamiento en Andernacht11.

    11 La academia de Andernach donde se formaron las primeras unidades de la recin creada Bundeswehr en 1956 y donde Adenauer les pas revista por primera vez el 20 de enero (n. del t.).