Upload
others
View
15
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
Universidad de La Salle Universidad de La Salle
Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle
Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades
1-1-2004
Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de
Bogotá Bogotá
Wilmer Genaro Rozo Valencia Universidad de La Salle, Bogotá
Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras
Citación recomendada Citación recomendada Rozo Valencia, W. G. (2004). Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Bogotá. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/464
This Trabajo de grado - Pregrado is brought to you for free and open access by the Facultad de Filosofía y Humanidades at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Filosofía y Letras by an authorized administrator of Ciencia Unisalle. For more information, please contact [email protected].
TIPOLOGÍAS DEL MIEDO
ESTUDIO SOBRE EL MIEDO EN LAS CÁRCELES DE BOGOTÁ
WILMER GENARO ROZO VALENCIA
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
BOGOTÁ
2004
TIPOLOGÍAS DEL MIEDO
ESTUDIO SOBRE EL MIEDO EN LAS CÁRCELES COLOMBIANAS
WILMER GENARO ROZO VALENCIA
ASESOR DE INVESTIGACIÓN: DR. LUIS ERNESTO VÁSQUEZ
Trabajo monográfico de grado, presentado como requisito parcial para optar
al título de Licenciado en Filosofía y Letras
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
BOGOTÁ
2004
DIRECTIVAS DE LA INSTITUCIÓN
HNO. FABIO GALLEGO ARIAS
RECTOR
HNO. HENRY ALBERTO RAMIREZ
VICERRECTOR ACADÉMICO
DOCTOR MAURICIO FERNANDEZ
VICERRECTOR ADMINISTRATIVO
HNO. EDGAR FIGUEROA
VICERRECTOR DE PROMOCIÓN
DOCTOR CÉSAR BARATTO
LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Y LETRAS
DIRECTOR
DOCTOR CARLOS MARIN
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
DECANO
NOTA DE ACEPTACIÓN
CALIFICACIÓN
PRESIDENTE
JURADOS
CIUDAD Y FECHA
AGRADECIMIENTOS
El presente trabajo nunca se hubiera podido llevar a cabo sin la colaboración
desinteresada de los internos y funcionarios administrativos de las cárceles
Modelo, Reclusión de mujeres el Buen Pastor y Penitenciaría Nacional La
Picota quienes, con sus historias y sus cuidados en cuanto a mi integridad
personal me permitieron llegar hasta las más intimas fibras de su pasado.
Al Dr., Luís Ernesto Vásquez, que dijo lo que tenia decir cuando tenia que
decirlo.
Por sus grandes y profesionales concejos conceptuales que me permitieron
develar una realidad en muchas ocasiones imposible.
Al Dr., Wilson López, quien en una charla informal en algún patio de la
cárcel, me sugirió este tema como producto de sus propios miedos.
A todos los internos e internas de Colombia; en especial a Álvaro, Ricardo,
Orlando†, Luciano, Javier, Fabián, Don Germán, Juancho y todos los demás
amigos que desde los muros me enseñaron el verdadero sentido de la
esperanza desde la dramática condición humana que encierra el ser pero
guarda un rincón silencioso para la libertad anhelada.
DEDICATORIA
- A Olga Lucía y Laura Sofía, las mujeres que hoy en día colman mis sueños
de ilusiones y son el antídoto ineludible contra mis propios miedos.
A ellas y solo a ellas todo mi amor.
- A Antonio y a Lida, quienes siempre han estado en todos los momentos
importantes y definitivos en el camino inexorable de la vida.
- A Johanna, Ricardo y César por compartir conmigo tantos días de alegría y
secretos inconfesos.
- Al Honorable Magistrado Germán Bustillo, quién con sus profundos análisis
y su ineludible pregunta constante por el ser humano y sus intrincados
acontecimientos, dio en el blanco cuando me mostró el camino pertinente
para entender la responsabilidad de la filosofía con el diario vivir. A él, y las
invaluables conversaciones de cafetería que solo son trascendentes en la
complicidad de la amistad intelectual, espacio donde no prima la respuesta
sino el itinerario elaborado del juego conceptual.
CONTENIDO
Pág
INTRODUCCIÓN 1
CAPÍTULO PRIMERO 4
1. HORIZONTE DE SENTIDO 4
CAPÍTULO SEGUNDO
2. LA PRIMERA MIRADA. UN ACONTECIMIENTO PERSONAL 15
2.1 LA PUERTA 15
2.2 LA INVITACIÓN 20
2.3 REALIDAD PARALELA 21
2.4 LA MIRADA DE ELLOS; MI PROPIA MIRADA 22
2.5 MIS MIEDOS 24
CAPÍTULO TERCERO
3. LOS MIEDOS MARGINALES 30
3.1 DE AFUERA HACIA ADENTRO. TESTIMONIOS
DESDE LA CÁRCEL 30
3.1.1 El miedo que precede 32
3.1.2 La Mirada. Intrusos en la intimidad 37
3.1.3 El Miedo al Deseo 43
3.1.4 Miedo al vacío 49
3.1.5 Cruzando el umbral 51
3.1.6 Soledad y oscuridad 54
3.2 LOS MIEDOS INSTITUCIONALES 57
3.2.1 La amenaza, el secuestro y la extorsión.
Las trampas que me dan miedo 63
3.2.2 La oscuridad de la noche no me aguarda 66
CAPÍTULO CUARTO
4. HISTORIAS DE AYER Y DE HOY 73
CAPÍTULO QUINTO
5. LOS ESPACIOS DEL MIEDO, UNA VISITA GUIADA 104
CONCLUSIONES 109
BIBLIOGRAFÍA 113
ANEXOS 115
INTRODUCCIÓN
La intención inicial de elaborar un trabajo sobre el miedo en los centros
Carcelarios de Bogotá, fue la de identificar los lugares generadores de miedo
con la intención de establecer desde un parámetro “no oficial” un nivel de
comprensión más cercano a la realidad alrededor de la complejidad de la
vida cotidiana dentro de los centros penitenciarios.
Para esto, y con la experiencia de trabajo en la Cárcel Nacional Modelo, La
Penitenciaría de la Picota y la Reclusión de Mujeres, comenzamos el trabajo
de investigación en enero de 2002, haciendo un sondeo a manera de
descripción etnográfica de los espacios en que los internos, funcionarios y
guardia penitenciaria reconocían como lugares generadores de miedo.
Posteriormente, y relacionando impresiones personales con las narraciones
de los diversos entrevistados, pudimos observar el gran interés que causó en
ellos el hecho de narrar a manera de construcción histórica, el primer día de
llegada a la cárcel y de ciertos acontecimientos importantes y definitivos
dentro de su diario vivir en los centros de reclusión. Esto, nos condujo a
identificar los espacios, no como el principal generador de miedo sino como
uno de tantos otros que decidimos estudiar un poco más a fondo.
2
2
Como referente teórico, algunas ideas propuestas por el filósofo francés
Michel Foucault nos sirvieron para comprender la importancia que el autor en
mención depositaba en los archivos, registros y palabras de “aquellos que
normalmente no hablan con voz propia” cuando están enmarcados dentro de
una oficialidad como la prisión.
Las entrevistas entendidas como registros no oficiales nos permitieron
desgranar un elemento fundamental y definitivo del universo carcelario como
terma de estudio. Describir y dar respuesta a la pregunta ¿Cómo el miedo,
entendido como producto de entramados imaginarios, regula los discursos
que fuera de la oficialidad, establecen y determinan todas las relaciones
dentro de la cárcel?, constituyó el problema de investigación.
Para lo cual, decidimos presentar una descripción de las tipologías del miedo
organizadas de la siguiente forma: 1. Un horizonte de sentido; que nos pro
pone un acercamiento teórico de comprensión desde la visión Foulcaultniana
del encierro en relación con el miedo y el problema de la vigilancia como
estrategia del poder. 2. La mirada. Un acontecimiento personal; que describe
las impresiones y miedos particulares propios de mi primer día de llegada a
la cárcel en relación con los miedos y los espacios en que se desenvuelven.
3. Los miedos marginales; que narran las tipologías de los miedos carcelarios
y sus diferentes signos manifestados en boca de sus protagonistas en
3
3
tiempos y lugares diversos. 4. Historias de ayer y de hoy; que nos ubican en
el universo del acontecimiento como parte de la cotidianidad carcelaria. 5.
Los espacios del miedo; que, desde una descripción guiada hecha por un
interno de la cárcel Modelo nos invita a hacer un recorrido por los lugares
generadores de miedo para la población carcelaria, directamente
relacionados con el castigo no oficial que allí se vivencia. 6. La conclusión
final, como resultado de un proceso.
4
4
CAPÍTULO PRIMERO
1. HORIZONTE DE SENTIDO
“Queremos creer que en el fondo de cada sociedad existe un vacío y a eso lo
encerramos, la idea no es llenarlo de interpretaciones sino de darlas a
conocer, el vacío que compone el alma de los ocultos, es el vacío que
queremos ocultar, no está muerto en la sombra, en el silencio; esta vivo y
soportando en sus espaldas la carga de la anormalidad”.
Michel Foucault,
El pensamiento del afuera
El miedo es la cárcel y la cárcel el miedo, acaricia con placer sus muros,
incita a tejer historias que se desenvuelven en el ambiente indeterminado de
los comentarios y a su vez, constituye el espacio donde dormitan las
entrañas misteriosas de los hombres que urdidas de semblanzas, relatos y
narraciones se han hecho imágenes, se han construido realidades que se
alcanzan a oler y escuchar.
Cuando se piensa en la cárcel se concibe como un recuerdo sin haberla
conocido. La prisión hace parte de la esfera oscura, de ese texto que todos
5
5
escriben con voz baja, con letra suave y sin mayúsculas, se evoca cuando se
recuerdan ideas vagas de lo subterráneo, cuando se mira el Hades con ojos
cristianos y se busca la casa de los más grandes apostatas, en fin, del miedo
en su máxima expresión.
Aun así, el miedo es sin duda aquello de lo cual uno hace parte, pero que
nunca se asume; sin embargo, los que si se atreven hacer lo que nadie cree
que está “bien” son los que en verdad se adjudican ese signo, algunos con
mayor propiedad que otros, pero que de todas maneras se convierten en la
materialización del miedo y en algunos casos, en la materialización del terror
o del horror. Son ellos, los presos, los que hacen lo que nadie hace y por ello
se convierten en una amenaza, y luego nosotros mismos, en cuanto se
genera una respuesta de igual o mayor fuerza para “conjurarlos”.
De ahí que de esta relación se reproduzcan, de manera imaginaria, lo que
aquellos piensan, hacen y sienten, se cuentan sus historias sin conocerlas,
se acomoda su pasado alrededor de su castigo y se perfila al hombre, su
familia sus amigos desde su crimen.
El imaginario social que se erige alrededor del encierro penitenciario, del
encerrado y de los encerradores, no son otra cosa que la respuesta
6
6
estructural a un temor fundado y lapidariamente inscrito en la eterna y
constante necesidad de los hombres por buscar su seguridad como reflejo
inmediato de vida en contraposición a la inseguridad como respuesta
conceptual y estratégica del miedo.
Es vital para la propia naturaleza humana contar con variadas posibilidades
de asegurar lo que le produce temor, inestabilidad y sospecha puesto que “el
ser humano no se desarrolla en la incertidumbre”1, universo propio del temor,
sino por el contrario, en la solidez intrínseca de sus verdades que, en el caso
particular de los miedos, incitan a consolidar barreras, muros o rejas que los
aguarden y no los dejen salir.
El miedo ha permitido una construcción oral de las sociedades alrededor de
lo oscuro y oculto, que constantemente crea comentarios diversos e
informales en los espacios cotidianos,2 consideraciones y comentarios que
responden y tipifican, a manera de indicio, el terror mítico de los individuos y
de las comunidades por todo lo que no está iluminado por la claridad de los
1 Delumeau Jean, “Seguridad”: Historia de una palabra y de un concepto. Conferencia. En “El Miedo, Reflexiones Sobre Su Dimensión Social Y Cultural” Pág.77. Corporación Región, Medellín 2002. 2 Soledad Niño Murcia, Ecos del Miedo En Santafé de Bogotá. Conferencia. En “El Miedo, Reflexiones Sobre Su Dimensión Social Y Cultural” Pág. 191. Corporación Región, Medellín 2002.
7
7
discursos, de las cosas, de los espacios y personajes que los tranquilizan; en
otras palabras, el miedo es el imaginario social que ha reproducido las
elucidaciones y ha extendido en todas las manifestaciones políticas,
económicas y artísticas sus temores, institucionalizando su condición
miedosa con una máscara que “ha albergado detrás de esa cara segunda su
éxtasis y sus vértigos, y sobre todo, el rasgo que tiene en común con todo lo
que vive y quiere vivir, el miedo, siendo la máscara al mismo tiempo
traducción del miedo, defensa contra el miedo y medio de difundir el miedo”3.
Las sociedades y su organización estatal moderna, son reflejo inequívoco de
esa máscara que esconde un rostro asustado. El discurso de la seguridad
como paradigma del Estado Nación, desarrolla estrategias que incrementan
el temor del “trasgresor” con mecanismos de vigilancia y control, y a su vez,
calman el del “hombre de bien” que encuentra respaldo en las instituciones
que lo representan y lo custodian. De ahí que los imaginaros de justicia y ley
se encuentren, en la práctica, alejados del ejercicio cotidiano de los mismos
por efectos de la enorme diferencia entre éste y la realidad.
3 Delumeau Jean, Miedo en Occidente siglos XIV – XVIII. TAUROS, Madrid 1989 Pág., 25
8
8
Estamos entonces frente a dos dimensiones sociales: la que procura cierta
estabilidad, cierto equilibrio en cuanto a orden y distribución institucionalizada
del antimiedo que es la misma que sustenta e incrementa las estrategias
recíprocas de resguardo. La misma que sugiere confianza, normalidad como
equivalencia de obediencia a lo instituido. Por otra parte, la que asienta
inestabilidad, desequilibrio, la que no obedece los lineamientos del sistema y
que formalmente produce el miedo. Delincuentes, prostitutas, indigentes y
locos. Ambas dimensiones, en un juego de entrecruzamientos continuos se
colocan a veces en el lugar de la otra, los promotores del equilibrio abusan
de los mecanismos estratégicos de seguridad, por miedo a perder su estatus
quo en el universo social, por miedo a perder las garantías distintivas de los
ordenamientos. Los otros, los productores del miedo dentro de la dinámica
normalizada confían en la solidez de la superestructura cuando se trata de
exigir limpieza en la justicia que debe contener cualquier procedimiento
jurídico que los juzga, condena, aprisiona y administra.
Esta relación dialéctica que hace que una encuentre su razón de ser en la
otra, tiene su fundamento en el vacío como puede ser la instauración de lo
legal como base de lo “socialmente aceptado” y esto es ciertamente una
9
9
arbitrariedad, mediada por diferentes factores coyunturales y que se pasan
como legítimos dentro de un discurso oficial.
El vacío es una grieta que sugiere diferenciación entre las dos, sobre todo
cuando es explicada desde la unilateralidad del “normal” porque son muchas
las aclaraciones que desde su visión pretenden auscultar lo oscuro del vacío
dejando sentado como precedente de sus interpretaciones la diferencia que
subyace entre cada una de ellas y, peor aun, cuando “va mirando” desde su
perspectiva, a ese otro, el “anormal”, como objeto de estudio que genera su
propia inestabilidad, lo cual indica la miopía a la que puede llegar un sistema
en su afán de mostrar un “mundo feliz”.
Pero entonces, ¿en qué puede consistir el discurso de ese otro, del que esta
allá al “otro lado de la ciudad”, al otro lado del paradigma, al otro lado de la
reja?
Ya Foucault, nos sugería, la necesidad fundamental de poner a “ese otro,” a
hablar por sí mismo, sin intermediarios; el profesor que habla en nombre de
los niños, el psiquiatra en nombre de los “locos”, el abogado en nombre de
los detenidos o el administrador penitenciario que en reemplazo de los
presos sugiere, construye, delimita y explica el cosmos único y particular de
10
10
la experiencia que duplica el escenario de estar privado de la libertad y a su
vez, el ser marcado por la condición de “delincuente y anormal”; juicio que no
solamente vale para los internos carcelarios si no para todos los anteriores.
En efecto, cada uno de esos discursos incrementa la diferenciación y
obstaculiza la emergencia de la palabra viva que se hila en el interior del
silencio íntimo de los individuos que sumergidos en la indiferencia y la
marginalidad, nacen y mueren sin dejar rastro. “He querido que estos
personajes sean oscuros; que nada los haya predispuesto para algún brillo;
que no estén dotados de ninguna de esas grandezas que se establecen y se
reconocen: Las del nacimiento, de la fortuna, de la santidad, del heroísmo o
del genio; que pertenezcan a esos miles de existencias que están destinadas
a pasar sin dejar huella; que haya en sus desgracias, en sus pasiones, en
sus amores, y en sus odios algo de gris y de ordinario para la mirada de lo
que se estima digno de ser contado.”4
¿Pero cómo escuchar a “ese otro” que dentro de las dimensiones sociales
representa la “diferencia” y a su vez, reproducen el miedo que circunda los
diferentes escenarios sociales? La respuesta es sencilla: será escuchado
11
11
siempre y cuando lo haga desde la frontera, desde la estructura que ha sido
diseñada para él; entonces los estudiantes deberán asociarse en concejos
estudiantiles, los trabajadores en sindicatos, los presos en las mesas de
trabajo; estructuras que permitirán la formalización de las palabras, de los
deseos, de los requerimientos. ¿Pero son esas palabras las que realmente
manifiestan la interioridad de los hechos y de los acontecimientos de las
personas que desde el límite procuran ser oídas? ¿Qué voces se escapan,
que eventos no alcanzan la certificación y el derecho de ser contados, cuáles
acontecimientos no hacen parte de ese theatrum institucionalizante que
determina el derecho a hablar y ser oído? Son las acciones que se
desenvuelven en el propio silencio, los que no tienen el afán de
protagonismo, los que cotidianamente se van haciendo por debajo de la
historia oficial, los que configuran el miedo por su carencia de materialidad,
por su falta de espacio y por el peligro que puedan conjurar si se hace
pública la voz sospechosa que puede desequilibrar el poder que sujeta los
procedimientos.
Esa oscuridad que evidencian, es el mismo abismo que diariamente se va
perpetrando. Es el vacío que se alimenta de los intrincados e infinitos
4 Tijoux, María Emila. Cárceles para la tolerancia cero: clausura de pobres y seguridad de
12
12
comentarios, aclaraciones, explicaciones, historias que se hacen alrededor
de los miedos que deben ser encerrados, y en su defecto proporcionan la
seguridad necesaria para no estar del otro lado, es decir del lado del
“anormal” cuyo único destino será el de ser arrojado a la regla docilizadora y
ajustadora de los cánones normativos.
Es aquí donde se invierten los discursos y se está en frente a la encarnación
misma de los miedos de la sociedad, que crecen día a día por esos diálogos
que constantemente se hacen en la privacidad de la vida cotidiana de los
hombres que representados en la figura del encerrado y de todo lo que
concierne a él han hecho un mito que produce miedo.
La prisión lo simboliza como espacio construido únicamente para él. La
cárcel, es la casa del temor, es el hábitat por antonomasia de las gentes “que
me dan miedo” y son las personas dueñas de la inseguridad y de la noche
que les sirve como el espacio ideal para el acecho. Los de afuera son, para
los de adentro, los que encarnan el miedo porque los juzgan por estar en la
casa del terror, sin ni siquiera conocer las condiciones que allí se imponen,
ciudadanos, Universidad Bolivariana; Santiago de Chile, Chile, 2001. Pág. 15. Traducción libre de textos alrededor del tema concedidos por Foucault a la reseñista.
13
13
pero a su vez son los dadores de esperanza, son la viva imagen del sueño
perdido y que se desea con ansia.
Las Tipologías del miedo es un trabajo encaminado a dilucidar varios
vínculos cercanos de los miedos particulares (la comunidad carcelaria) con
los que la mayoría padecen (sociedad en general), pues sus imaginarios los
aproximan, aunque las condiciones los hacen parecer distintos.
Es así como se puede advertir una serie de dudas con claridad, ¿en qué
puede consistir el temor de esos pocos que los generan? ¿Qué sucede
cuando los marginados y señalados “delincuentes” o trasgresores como
sinónimo de agentes del temor, se enfrentan al peso definitivo de ese “gran
miedo”5 (el Estado) que promueve la seguridad? ¿Qué pasa cuando una
persona se enfrenta al incidente de la captura y luego a la noticia de que
debe ir a prisión?, ¿Cuándo sabe que todos los comentarios, ideas vagas y
creencias respecto a la comunidad carcelaria ya no son tan lejanas e
imposibles sino reales, inevitables y apremiantes?
5 Hobbes Thomas, Leviatán.
14
14
Este trabajo pretende dar algunos elementos para abordar esta problemática
a partir de vivencias cercanas de un grupo de personas que tuvieron que
pasar por este trance, otros que dependen del sistema carcelario para
justificar su integración social y de otros más que consideran la cárcel como
el único lugar donde, si bien se pierden ciertos “privilegios” que brinda la
“libertad”, adquieren otros que son los que tipifican los discursos marginales
que señala Foucault como forma para legitimar otro tipo de conciencia donde
el evento se convierte en un acontecer cotidiano.
15
15
CAPÍTULO SEGUNDO
“El miedo y yo somos hermanos”
Thomas Hobbes
2. La primera mirada. Un acontecimiento personal
2.1. La puerta
La puerta está cerrada y nada se mira hacia adentro. Un niño llora y su
madre le pega en la cabeza. Conmigo hacen fila unas veinte personas más.
Unos traen paquetes grandes de comida, bolsas con ropa y colchones, otros
maletines y papeles. Hay mucho ruido, huele a cañería y en la calle hay
charcos de agua por el aguacero de la madrugada. La puerta es metálica,
engañosamente blanca y estrecha, El piso es de cemento, sin baldosín y
hace mucho calor, la gente se queja en voz alta por tanta espera. Hay
mujeres con niños de brazos sentadas en el piso y varios vendedores
ambulantes, son las diez menos cuarto de la mañana, la gente sigue
llegando. Ancianas, jóvenes, niños, hombres y mujeres de traje y con
corbata.
16
16
Estoy por primera vez frente a la entrada de la cárcel Nacional Modelo de
Bogotá y tengo miedo. Muchas ideas se cruzan en la cabeza, imágenes
revueltas de noticieros, de periódicos de revistas, historias de la cárcel, fotos
de muertos en los pasillos, gente apiñada en celdas pequeñas que más
parecen letrinas humanas.
Es la primera vez que entro a una prisión, ni siquiera había pasado frente a
una. Estoy sudando y trato de disimular mi incertidumbre miedosa haciendo
el ademán de leer un libro. ¿qué leo? Solo deslizo mis ojos sobre las líneas
negras que trae un montón de hojas con una carátula, me doy cuenta de mi
impostura y lo cierro. Guardo mis gafas y me cruzo de brazos. Todo
alrededor se torna más claro pero por eso no mas cómodo, el ambiente es
verdaderamente pesado y tedioso no encuentro ningún sentido.
Contiguo a la puerta, a la izquierda, hay otra seis veces más grande y
pesada, no se abre y se cierra manualmente como la primera, pero si por el
mismo guardián que debe controlar el trancito. Si una está abierta la otra
debe estar cerrada, eso dijo en algún momento. A mano derecha de la
primera puerta hay una ventana enrejada de vidrios polarizados y de un
metro cuadrado aproximadamente con una cavidad pequeña hecha para
17
17
introducir la mano y depositar la cédula que me identifica como apto para
entrar. El guardián me mira por la ventana pero yo no lo miro a él.
Luego de dos horas de espera, me llama por mis apellidos, entro y me
entrega la cédula, luego me pide que me dé la espalda para un requisa
general, paso a hacer otra fila para entregarle de nuevo mi cédula llenando
una ficha de entrada en la que queda inscrita mi huella digital y es
comparada con la del documento. De nuevo me la entregan y en mi brazo
izquierdo me colocan un sello que solo se ve con luz ultravioleta. Me
entregan a demás una ficha y me piden otro documento que se queda ahí.
Luego de algunos pasos, me encuentro frente al pasillo central que divide
toda la cárcel. Es hondo, las paredes blancas como las de un hospital, huele
a comida y a almizcle, el inconfundible olor del gamín seca sus ropas con el
sol del medio día, el piso está manchado y empiezo a sentir un leve dolor de
cabeza y el ruido que es mucho más fuerte comienza a aturdirme como si los
ecos sonaran todos a la vez. La ropa me pica la piel y me siento como
ahogado. Al costado izquierdo en unas ventanas ubicadas como a dos
metros de altura, veo las cabezas y las manos de varias personas que
difícilmente se esfuerzan por que las vean, cómicamente hablan con la gente
18
18
que está conmigo y les piden una moneda. Sus caras son agresivas y sus
ademanes fuertes y grotescos. Siento más temor que al principio. Sé que
están encerrados, pero sus comentarios, que en voz alta se dirigen a los
visitantes, no.
En la entrada del pasillo central, otra puerta, arriba una cámara de vigilancia.
La puerta en realidad es una reja que se abre, es el primer comando de
guardia. De nuevo muestro mi cédula de identificación, llenan otra ficha de
reseña con mi nombre completo, huella digital, de nuevo doy la espalda para
otra requisa más exhaustiva y mi cédula se queda definitivamente mientras la
visita termine. El sello, de diferentes características es ahora en el brazo
derecho.
El pasillo central esta frente a mí, como todos los demás camino hacia
delante, y en medio de la gente que indistintamente se mueve y corre
alrededor distingo al final, como a ochenta metros, una tercera puerta. La
custodia otro guardia, él está sentado, con otra máquina de luz azul mira mis
sellos pasados y me marca otro en el brazo izquierdo. El me dice a que Ala
de la cárcel debo dirigirme.
- ¡Ala sur, a la izquierda; Ala norte, a la derecha!
19
19
Las dos puertas son iguales, entro por la del costado izquierdo, es parecida
a la primera puerta por donde entré. Es blindada, gruesa, y con ciertas
cicatrices muy similares a las dejadas por las balas. El ruido es
verdaderamente ensordecedor, sé que varias personas me hablan, algo me
dicen pero yo no entiendo, no los miro a los ojos me dan miedo. La puerta,
con una pequeña ventanilla que permite al guardián ver hacia los patios
antes de abrirla se abre, y el estrepitoso ruido que se mueve va acompañado
de un impropio olor que se confunde en muchas miradas fijas de todos los
habitantes pero a que su vez se alejan en distintas direcciones.
-¿Cómo encuentro a quien busco?, me pregunto. Ninguna mirada me
corresponde. No lo veo a lo lejos. No conozco los patios. No entiendo los
procedimientos.
Tengo mucho más calor que antes y me siento extraño, asediado sin ninguna
razón de estar ahí. La sensación de inseguridad y de desconocimiento es
profunda, la incertidumbre de las cosas que pasan a mi alrededor son tan
intensas como las mías propias.
En medio de la multitud con las manos en los bolsillos y recostado contra la
pared una persona distinta a las demás; está parado y quieto, observándolo
20
20
todo, quien entra quien sale, parece interno, pero es diferente, habla
diferente, se para con orgullo y mira con poder, su ropa es deportiva y nueva,
sonríe, tiene corte militar y joyas de oro, tiene un arma que disimula, y
ostenta un signo distintivo en su brazo derecho que incrementa su imagen de
autoridad; yo me acerco y antes de preguntarle, él muy amablemente me
pregunta a mí a quien busco y me indica el camino; le ordena a otro interno
con voz de mando que me acompañe hasta donde está la persona que vine
a visitar. El techo amarillento aplasta mi existencia y todas las puertas a tras
quedaron totalmente cerradas, pero el miedo sigue caminando conmigo
hasta hoy.
2.2. La Invitación
Eso fue hace ya más de cuatro años. Por el mes de marzo de 1999.
Por esa época, hacia parte de un equipo de trabajo que desarrollaba algunos
programas educativos que alcanzaron difusión en la población recluida de la
cárcel Modelo, luego de aceptar una invitación de la Mesa Local de Trabajo,
organismo que representa a los internos de la cárcel ante el Ministerio de
Justicia, comenzamos el primer seminario en abril del mismo año con un
grupo de setenta y cinco internos. Las perspectivas iniciales indicaban un
21
21
extraordinario resultado, con el INPEC de nuestro lado y convencidos de un
pleno desarrollo de progreso en medio de la miseria y el desamparo
carcelario iniciamos con ánimo el plan de trabajo. El objetivo consistía en la
constitución de microempresas de diverso perfil productivo que generaría
empleo a la población reclusa.
2.3. Realidad paralela
Nunca contemple las variables del proceso. Había tenido alguna experiencia
con poblaciones vulnerables hace algunos años y no pensé que pudiera ser
diferente. Pero el miedo del primer día continuo silencioso, ahora más
racional porque conocía un poco mejor el universo carcelario.
El orden de un programa que cotidianamente se desarrollaba fue adquiriendo
categoría de acontecimiento permanente. Cada día era diferente, los
problemas de orden interno afectaban el desarrollo del plan inicial de
capacitación que pasaba a un segundo plano de interés. Muchas veces
llegamos hasta la puerta de entrada y teníamos que devolvernos por
“asuntos de orden”. La gente moría asesinada, los conflictos de los grupos
armados y de las bandas organizadas a dentro del establecimiento se
22
22
incrementaban, los niveles de desconfianza y de inconsistencia
procedimental nos obligaron muchas veces a salir de la cárcel. Disparos,
gritos, alarmas colectivas, personas encapuchadas y con armas de corto y
largo alcance que en medio de las conferencias se acercaban y
sigilosamente nos alertaban de algún enfrentamiento inminente, nos pedían
el favor de salir lo antes posible de los patios y del penal.
Empezaba poco a poco a entender los intrincados y complejos ambientes
que no podrían reducirse a meras historias y relatos penitenciarios porque,
en verdad no son solo simples acontecimientos de una realidad particular,
son algo más que eso. Son el rostro, la prueba de carne que nos conduce a
un encuentro permanente con el miedo.
2.4. La Mirada de ellos; mi propia Mirada
A lo largo de cuatro años de trabajo social en las tres cárceles de Bogotá y
como funcionario administrativo del INPEC, el miedo siempre estuvo
presente. Como todo miedo, no era evidente, estaba ahí, pero no era
racionalizado. Largas conversación sostenidas con los internos de diferentes
vertientes ideológicas, políticas y económicas y sobre la experiencia vivida
23
23
como testigo atento de acontecimientos cotidianos específicos, me
permitieron poco a poco develar y responder ciertas respuestas a preguntas
que no me había planteado pero que estaban ahí, latentes como todo lo que
nos produce intriga. Esto me permitió a demás de evidenciar claramente la
mirada de una comunidad entera, sentir su ontogénesis que pareciera
traslucirse con más pureza, pero a su vez, resguardarse con recelo,
esconderse y silenciarse como medida estratégica.
Mis miedos se reconocieron en esa comunidad, mirarme en cada uno de sus
integrantes, develar y develarme como perteneciente a su mismo espíritu;
encontrar y encontrarme con los miedos de ellos que son los míos propios
fue un descubrimiento que me permitió percibir desde otro ángulo las
actividades propias de mi trabajo. Los miedos de afuera se manifestaron
como los mismos de adentro.
La Cárcel como productora de temores diferenciados y difícilmente
delimitables por su misma naturaleza anónima, fue el núcleo que determino
desde un principio mi experiencia; presente siempre el miedo, fue aclarando
el conjunto de prácticas, procedimientos, actitudes, posturas, sensaciones,
24
24
sentimientos y miradas de toda una colectividad de la que yo hacia parte y
me había incluido hacia tiempo.
2.5. Mis Miedos
Mucha gente pasa todos los días por el pasillo central. Siempre para mí fue
sólo un lugar de trancito de ida y regreso, hasta cuando supe que durante
toda la historia de la Modelo habían asesinado ahí a más de ciento veinte
personas, tal vez por eso el inconfundible olor a almizcle, que no era más
que el sudor mezclado con la sangre de los caídos.
Desde esa vez, no pude pasar de nuevo sin acordarme de esa conversación
que sostuve alguna vez con Antonio, el más antiguo de todos y condenado a
veinticinco años. “El pasillo central se presta para todo, es un lugar
estratégico porque si quieren hacerle alguna vuelta a alguien pueden hacerlo
ahí, todos pasamos o entramos por el pasillo, cuando nos traen, nos llevan a
remisiones a los juzgados o por alguna entrevista con el abogado”.
Siempre debo entrar por el pasillo central, es ineludible pasar por ahí, si algo
está pasando a dentro uno sabe desde el pasillo porque la gente se mueve
25
25
diferente y los que normalmente están, como José Raúl vendiendo el tinto o
Ayala gritando el nombre del abogado, anunciándole que ya llegó el interno
que buscaba, no se ven por ningún lado. Es un indicio que nunca falla.
En el pasillo uno por lo menos tiene opciones de salir corriendo si algo súbito
se presenta, pero más adentro, en los patios las cosas son diferentes,
sobretodo porque a veces corren ciertos rumores que uno no alcanza a
percibir. Mi trabajo era realizado en las dos Alas del penal, cada Ala estaba
controlada por un grupo armado en particular y muchas veces como, yo lo
veía, habían internos castigados porque no daban razones suficientes de
“por qué iban al otro lado”. Eso me producía temor, a pesar de que todos
saben quien es funcionario y quien no, me daba miedo pensar que me
pararan en el camino y me preguntaran porque estaba al otro lado y
haciendo qué, sobretodo cuando no traía el carnet y venía vestido con ropa
deportiva. Podían confundirme con un interno y de aquí a que aclare que no
lo soy, pueden pasar muchas horas. A veces, los compañeros
administrativos no saben que uno está adentro; cuando uno es funcionario no
queda ningún registro en la entrada, la guardia permite el paso sin problema
cuando uno muestra su carnet y si no lo trae, entra sin embargo porque los
guardias ya lo conocen a uno.
26
26
Los grupos armados establecen vigilancia a todas horas. En los patios,
pasillos, corredores, talleres, en la cocina y en los comedores. Uno aprende
a conocerlos y a saber cuales son sus turnos.
Una vez, preciso fue un día que no traía carnet de identificación y venía de
Jean y tenis, entraba al patio tres, el más oneroso de todos por lo que tenían
que pagar las personas que estaba ahí y por supuesto, la vigilancia de la
guardia interna era más cautelosa y mejor armada. Yo entré como siempre,
saludando a la persona de la puerta cuando de repente siento una mano
fuerte en mi hombro que me jala por la espalda y veo a otro interno que me
coloca la mano en el pecho y me saca del patio a la fuerza. En realidad el
susto fue horrible, me torcieron el brazo y alcancé a poner una rodilla en el
piso cuando de pronto un comandante que me conocía pega un grito desde
adentro y dice “suéltenlo que el man es funcionario”.
No sé en realidad que hubiera pasado si no es por él. Los guardias internos
habían llegado hasta hace dos días al penal y no conocían aun a la gente.
Me pidieron disculpas, pero yo desde ahí siempre pregunto si puedo o no
puedo entrar a cualquier patio.
27
27
Otra vez, conversando con dos internos en la rotonda, lugar central de donde
se desprenden pasillos que se subdividen en celdas, conversaba con dos
internos, cuando de repente a mis espaldas siento que una persona se
recuesta, yo volteo y un interno caía a tras de mí. Acababa de ser
apuñaleado. Yo me inclino hacia a tras y el agresor me mira a los ojos y me
dice “que pena doc no sabía que era usted” y sale corriendo asustado. A
pesar de que podía denunciar al agresor, tampoco sabía donde encontrarlo y
nadie de seguro me diría donde estaba. Tampoco era conveniente
denunciarlo, así como el apuñaleado yo podía ser el próximo, igual nadie
sabría quien había sido. No supe que pasó con el herido. Esa vez fue
suficiente para no hablar nunca con nadie en lugares de trancito y en medio
de multitudes dentro de la cárcel. Ahora cuando tengo que hacerlo busco una
pared donde recostarme y poder miran al frente y a los lados.
Mis miedos en la Cárcel están relacionados directamente con los espacios.
Muchas veces al día tengo que cruzar, a demás del pasillo central por las
puertas blindadas que dan entrada a cada Ala. Esos espacios también son
estratégicos para cualquier agresión, estar en medio de alguna me da
pánico. Es tierra de nadie.
28
28
Al fondo del Ala sur, después de cruzar la blindada, uno recorre todo el
pasillo central que divide los patios tres, cuatro, cinco y seis para llegar a los
comedores y pasar a los talleres. En la noche es dormitorio todo ese
recorrido para la gran mayoría de los internos del Ala sur, pero muchos de
ellos por miedo a ser sorprendidos dormidos no lo hacen pero si lo hacen de
día. Uno tiene que pasar a veces por encima de ellos, varios consumen
marihuana o bazuco. El sitio donde más se concentran es el conocido como
el cartucho, luego de recorrer la cancha de microfútbol del patio cuarto.
Siempre hay mucha gente, a demás de ser muy estrecho se concentran
cantidad de personas indigentes, muchas veces ví enfrentamientos aislados
por roces entre un y otro al pasar. Huele mal y las sensaciones de
vulnerabilidad se incrementan cuando uno pasa por ahí cuando no es la hora
del almuerzo, porque la fila de los internos para pasar al comedor empieza
desde ahí, y solo a esas horas los guardianes del grupo armado vigilan para
que no se presenten altercados. Cuando ellos están, uno se siente más
seguro, más protegido. Aunque uno no deja de pensar la manera tan
particular de ejercer “el orden y la justicia” que por accidente presencie varias
veces. Las “terapias”, como le decían a las jornadas de escarmiento y
aleccionamiento, eran absolutamente salvajes, en particular con la
delincuencia común, y aun así uno se siente protegido porque no son
29
29
autónomos en sus acciones porque tienen que consultar cualquier
movimiento con sus comandantes. Por el contrario, cualquier interno de ese
espacio y a lo mejor con consumo de droga, puede desbordar sus acciones
sin medir consecuencias.
30
30
CAPÍTULO TERCERO
“Toda palabra es una palabra de más”...
Ciorán
3. Los miedos marginales
3.1 De afuera hacia dentro. Testimonios desde La Cárcel
El miedo a la cárcel y todo lo que representa es el resultado de una
construcción social y producto de un entramado de imaginarios alimentados
día a día por los medios de comunicación, el cine, la televisión, la radio, los
periódicos; por relatos de amigos y conocidos, familiares y vecinos que
edifican desde la perspectiva de memoria colectiva, incluso de tradición oral,
una imagen traducida en necesidad natural de seguridad que ha sido
elaborada históricamente en las sociedades.
El presente capítulo, describe un universo de imaginarios y el miedo como
epicentro de sus interrelaciones que adquiere signos reales manifestados en
el cuerpo de sus narradores; la incertidumbre, el sentimiento de soledad, el
deseo del otro, la oscuridad, el vacío, la “mirada que asedia” y el poder,
constituyen las tipologías de los temores dentro de la cárcel que, a su vez, se
31
31
dividen en otras subtipologías que aparentemente no son consecuentes con
el miedo general, pero que el origen de las mismas responden al título del
miedo en donde se agrupan.
En boca de sus protagonistas internos, funcionarios administrativos y
guardias penitenciarios, cada uno de ellos describe sus miedos desde la
reconstrucción histórica del primer día de llegada y desde la cotidianidad de
su trabajo en el caso de los guardianes. He delimitado la mayoría de
entrevistas a ese primer día, porque es ahí en donde se vivencia con más
transparencia la descripción de los miedos y sus manifestaciones corporales
que seguirán presentes a lo largo del camino como prueba fundamental del
miedo como un hacerse constante y permanente.
Los miedos, descritos en relatos se entrecruzan unos con otros, a veces
coincidiendo en tiempo y lugar, destacando el imaginario como construcción
social alrededor de la cárcel antes de entrar por esa “primera puerta que nos
trae de la calle” como representación material y símbolo del encierro o de
libertad.
32
32
Expresiones como: “Eso es lo que dicen”, “a mi me habían metido muchas
cosas feas de este lugar”, “a mi me habían dibujado”, “Yo tenía ideas muy
vagas de cómo era la cárcel, sólo comentarios que escuchaba de mis
compañeras”, se reconocen a lo largo de las entrevistas como indicios claros
de la construcción social que la cárcel representa sin distingos de posición
social, ideológica o económica.
He querido dentro en este capítulo, dejar hablar sin intervención a los
entrevistados escogidos a lo largo de los últimos dos años con el pleno
convencimiento de que muchas veces los hechos narrados y sus
revelaciones corporales hablan por si solos, haciendo referencia a Foucault,
la riqueza de la narración propia nos induce a comprender ese escondite del
yo, como único testigo de las cosa que pasan. “Lo que me interesa es lo que
tiene algo de documento directo, de confesión personal: las
correspondencias, los diarios íntimos, las memorias... Allí donde el autor
habla de sí mismo, porque sobre uno mismo es sobre lo único que se puede
hablar. El yo es el único tema del escritor, sus propios problemas.”6
6 Prólogo a "Locura y Sinrazón. Historia de la Locura en la época clásica". Ed. Plon. 1961. Michel Foucault. (En Dits et Écrits 4; 159. Éditions Gallimard). Traducción: Amparo Rovira. Enero 2001.
33
33
Por último, cabe resaltar que el criterio de selección de los testimonios se
basan en dos elementos fundamentales, el primero, en la espontaneidad y la
veracidad con la que expresan sus experiencias en los sitios de reclusión; el
segundo, es el que atañe a la confianza que depositaron en mi,
particularmente los reclusos y demás estamentos de los centros
penitenciarios, pues, dadas las circunstancias, dichas narraciones no son
comentadas salvo uno se “gane” el respeto de ellos y por ende su entera
confidencia. Es lógico entender que los nombres que se citan no son más
que meros referentes, pero que en ningún caso corresponden a sus nombres
reales.
3.1.1 El miedo que precede
A mí me habían contado…
Oscar García fue llevado a la estación de policía de los Mártires, el nueve de
febrero de 1999 a la Cárcel Nacional Modelo de Bogotá.
“Yo estuve en la estación de policía veintidós días. Bueno, halla la vaina es
otro cuento. Hay manes que duran ahí mucho tiempo. Las estaciones son
una porquería. La primera vez que estuve, cuando tenía como quince, me
34
34
cagué del susto porque, usted sabe viejo, uno es a no dejarse coger, pero
cuando a uno lo agarran con las manos en la masa, pues cagada ¿si o no?
Bueno, el cuento es que eran como las cinco de la mañana y nos pararon a
todos y nos dijeron que nos iban a echar a una cárcel, ha... y ahí si fue, me
dio un corrientazo el hijueputa por que yo ya antes había estado en la
Distrital7 pero los tombos decían que, de aquí lo llevaban pa’ La Modelo y...
pues usted sabe… aquí la maricada es diferente. La cuestión fue que nos
dividieron, habíamos en la celda como unos cincuenta y bueno... uno se hace
amigos ¿si o qué?, y entonces cuando lo van a uno a sacar se hace uno con
su combo para que lo lleven a uno con sus parceros8.
Ese día nos echaron a un camión como a díez, uy... hermano nos hicieron
aguantar hambre como un berraco porque nos dieron comida como hasta las
seis; pero bueno, la vaina fue que nos metieron a un camión, esposados y
todo, y los tombos van y nos dicen que unos van pa’ La Modelo y otros pa’ la
Distri, yo le pregunte al man quiénes eran los que iban para la cárcel Distrital
y el loco me respondió que no podía decirme.
7 La cárcel Distrital de Bogotá, es una prisión administrada por el distrito Capital que no hace parte de la administración del Instituto Nacional Penitenciario Y Carcelario “INPEC”. La cárcel Distrital esta destinada para personas con condenas no mayores a tres años o delitos estimados como contravenciones.
35
35
Bueno, cuando el camión empezó a andar ahí si me entro el susto, sobre
todo porque yo una vez le hice un vuelto9 a un man que estaba aquí, en la
Modelo, y me daba culillo encontrármelo. Y bueno, también porque a mí me
había contado un primo que estuvo aquí que la vaina era pesada, que lo
robaban en la entrada, que violaban, que si uno le caía mal a un duro lo
quebraban, bueno... un poco de huevonadas ásperas. ¡Haaa!, además, que
todo valía plata y pues la verdad, no tenía ni un marico peso llave,
entonces… usted entiende ¿si o no?
En el camión venía un loco que sabíamos que tenía como plata, además el
man era como sólo y uno podía caerle y nadie reviraba por él, pero bueno la
cuestión fue que el camión empezó a andar y tenía unas ventanas pequeñas
donde uno podía ver la calle, yo me acuerdo que pensaba en mi mamá y en
mi novia, ¿si o qué?, pero... no, miraba la calle y sí hermano estaba
aculillado10 por lo que le dije.
Yo no sabía dónde quedaba La Modelo. Bajamos por toda la trece hasta
Puente Aranda y volteamos a la derecha, nos metimos por la zona industrial
a donde una vez hicimos unas vueltas con unos manes; cuando miré por el
8 Amigos o compañeros, en otros casos cómplices. 9Daño o agresión.
36
36
hueco y vi la puta... cárcel llave... ¡¡¡Casi me meo del susto mano!!!... porque
pues yo no sabía si me quedaba o no, sí o qué. Bueno, y le cuento, el camión
paro y todos nos mirábamos, antes de subirnos en la estación yo ví que un
man le dijo algo al policía, yo creo que era para que lo dejaran en La Distrital,
pero bueno, la cuestión fue que llega el tombo y nos dice a todos que nos
bajemos... todos estábamos esposados en fila india con los brazos cruzados,
y bueno nos soltaron. Casi me cago cuando nos dijeron que todos veníamos
para acá y que aquí nos quedábamos. Un man que estaba al lado se puso a
llorar. No... yo no chille, pero si sentía un frío ni el tenaz, además, es muy feo
que lo miren a uno. A mí no me gusta que me miren, no sé, me siento como
asediado, yo no sé, es todo raro, y ese día un poco de gente no le quitaba a
uno los ojos de encima, esa vaina es fea, como si uno fuera una vicha rara.
Yo lo que más recuerdo de esa vez, claro, fue hace tres años... son hartas
cosas... por ejemplo cuando la puerta por donde entró el camión se cerró yo
sentí un escalofrío y me dieron ganas de ir al baño. También cuando el
camión se fue, todos nos quedamos mirándolo desde la plazoleta a donde
uno lo dejan.
10 Sentía miedo.
37
37
Áspero también cuando nos llevaron a la jaula. Ahí es donde lo meten a uno
antes de llevarlo a los patios. La jaula, ahora le dicen bunker, es... como le
digo, es parecido a la estación a donde estuve y lo meten a uno con un poco
de gente hasta la tarde cuando las doctoras y los doctores llegan con un man
de la guardia y le hacen como un examen, también van unos manes de
adentro presos como uno, haber si hay algún amigo de los duros para
decirles que todo bien que allá los esperan, que ya le tienen su celda,
cómoda, chévere...”
Pocos espacios se comparaban hasta hace un año en La Cárcel Modelo de
Bogotá con la “jaula”. La miseria adquiría palco de honor, ubicada en los
albores de la entrada al penal era espectáculo obligado de cualquiera que
entraba. Ropa colgada de forma indiscriminada a ojos de extraños, sujeta al
orden normal de las necesidades de luz. Para unos, era el paraíso porque
vivían más cerca de la puerta de salida, además, posibilitaba la vida de los
mismos, porque habitaban ese espacio como producto de desplazamientos
forzosos de los patios en donde no los admitían los demás internos, so pena
de amenazas o intentos fallidos de asesinato, extorsión o deudas adquiridas
que los habitantes de la jaula no podían pagar.
38
38
Para otros, representaba el símbolo del infierno porque era ahí donde
esperaban a muchos “para hacerles la vuelta que pagaban muy bien los
enemigos de los nuevos”, o extorsionarlos ofreciéndoles descuento o rebaja
de penas, además de robarles sus pocas cosas, les pedían dinero para
negociar la entrada a los patios, talleres, pasillos o celdas11.
3.1.2 La mirada. Intrusos en la intimidad
Las Miradas me interrogan, me Asedian, me dan miedo
Johanna Ortiz llega a la Reclusión de Mujeres De Bogotá el 16 de Abril de
2002. Fue interna del patio número dos y sale en libertad el mes de Junio de
2003. En la calle le pregunto si desea concederme una entrevista más con el
ánimo de registrar otras impresiones, ella se niega rotundamente y me dice
“no quiere saber ni en recuerdos sobre la puta cárcel profe”.
“Ya era hora de que me dieran patio; me bajaron, me requisaron y me
hicieron bajar a un sótano que es el dichoso patio de mujeres de la Sijín, le
11 Los arriados, internos a los que me refiero, son internos con problemas de seguridad adentro del penal, muchos de los cuales convencían a los funcionarios de esas situaciones que en muchos casos no eran ciertas, con el objetivo de hacer negocio con los nuevos internos. Los grupos armados recluidos en la Modelo, contaban con su respectivo informante, esto para evitar futuros infiltrados en las zonas de la cárcel que estaban bajo su
39
39
cuento que el pavor que sentí fue tenaz, empezando que como era un sótano
el olor que salía hacia arriba es horrible, y como ya era de madrugada
algunas estaban levantadas a la espera de quien nuevo llegaba, me miraban
de arriba a bajo, unas se reían a otras les daba lo mismo. Yo me sentía como
cuando uno tiene una pesadilla, no se sabe nada de nada. Bueno ya baje,
me senté en las escaleras y a llorar se dijo, lloré sin parar no se cuanto
tiempo, la sensación de inseguridad no pasaba y cada minuto que transcurría
era peor. Ya empezaron a levantarsen todas y hacer preguntas, “que ¿por
qué viene?”, “¿qué como pasó?”, “¿si tiene o no tiene que ver?”, “¿por qué le
pasó?”, en fin, hacen las veces de periodistas pero nadie me preguntaba
como me siento, o un ¿quiere dormir? o si ¿tiene en qué?, lo único fue que
una de las niñas me dijo “sino tiene en que dormir le toco en el piso” y así me
toco dos noches en el piso, mientras me llegaba en qué dormir.
En fin, el caso es que había llegado a donde jamás imagine llegar, a una
cárcel. Allá (en la estación de la Sijín) duré treinta y nueve días bien
contados, hasta dejé en la pared las líneas marcadas con una rajita por día,
fueron treinta y nueve días de lo peor de mi vida, en todos esos días nunca
mire ni un rayito de sol, pues era un sótano, húmedo, maloliente pues cuando
llovía seguido el agua se filtraba por el piso, las colchonetas se mojaban
influencia. De la misma manera cumplían labores de recepción para los nuevos internos de su misma organización o simpatía.
40
40
olían horrible. A nosotros nos turnaban para el aseo y a la que el tocaba el
turno era todo el día sacando agua la que se recogía del piso, y como ahí no
había baño, tocaba arriba al lado del patio de los hombres.
En fin, dormíamos todas en el piso, habían cinco salones, pero sólo servían
tres por la filtradera de agua, en el más grande habíamos a veces hasta
veinte internas, imagínese como es eso. Yo personalmente me sentía como
marranito de engorde, llega una allá, queda encerrada, come duerme, y
duerme y come, bueno claro que hablar de comer es mucho decir, pues el
tan famoso Wimpy12 de las estaciones es la peor porquería que puedan dar
como comida. Yo prefería aguantar, pues como dejaban entrar comida
cuando venían a visitarnos tres veces por semana, comía la que me traían de
la calle y los demás días aguantaba. La mayoría se enfermaban, eso era un
caos total, fuera de la mala comida, peleas, robos, golpeadas, en fin de todo
un poco, y todos los días el susto de los traslados, pues la referencia que yo
tenia del buen pastor, no era la mejor.
Pero bueno, llegó el día para mí. El fantasma había llegado o mejor había
aparecido. La lista eran cuatro, pero en esa lista no estaba yo, pero a una de
ellas no la recibieron aquí en la reclusión, entonces la devolvieron y en
12 El Wimpy, restaurante o sitio abastecedor de comida. Se denomina así también en las cárceles Bogotanas Colombianas.
41
41
reemplazo caí yo. El pavor se apoderó de mí. Lloraba como una magdalena,
miraba y gritaba de un lado a otro, no podía creer que yo fuera para el Buen
Pastor.
Bueno, había llegado la hora. Me alisté, subí mis cosas al camión y me
colocaron esposas. Esta era la primera vez que me las colocaban desde el
día que me detuvieron, me sentí tan pequeñita, el escalofrío me cubrió todo
el cuerpo, temblaba como una gelatina.
Yo tenía ideas muy vagas de cómo era la cárcel, solo comentarios que
escuchaba de mis compañeras, incluso tuve un percance con una de ellas y
la amenaza era que esperara que llegáramos al buen pastor y me ajustaban
cuentas. Supuestamente me Iban golpear, que me iban a obligar a estar con
una lesbiana, o como decían ellas, me iban a “arepiar”13 a las malas,
imagínese el pavor con el que yo iba para el buen Pastor.
Bueno, al llegar el primer impacto, la puerta grande que se abre, entra el
camión en el que veníamos. Entramos, se sierra la puerta detrás de nosotras
y el temor, ese escalofrió que le recorre todo el cuerpo. Atrás queda la
libertad y adelante no se sabe que va a pasar.
13 Arepiar, Sinónimo de violación entre mujeres.
42
42
Me reseñaron, la foto las huellas, la junta de patios, que es donde las
personas que están ahí deciden para que patio van. Si viene bien trajeada
oliendo rico y bien hablada, para el patio quinto o el cuarto. Si no viene bien
vestida y no se expresa muy bien, para el dos. A pesar que yo venía más o
menos vestida, hable bien y con mucha decencia, nada que ver, me
mandaron para el patio dos.
Bueno, al entrar al patio todas me miraban, risas, burlas, uno que otro chiste
pesado pero nada tan escalofriante como ver ese patio, tan grande, con tanta
gente y desconocida. Uno siente como si el mundo se volcara contra uno, y
la sensación de sentirse pequeñito, sin poder hacer nada; acá estaba, con
todo el temor del mundo entrando a una celda tan pequeña y fría como el
mismo temor que me acompañaba, frió y tenebroso”.
43
43
3.1.3 El miedo al deseo
La sexualidad que se atreve
Lucia Perdomo, interna de la Reclusión de Mujeres de Bogotá actualmente
se encuentra condenada a siete años de prisión en la patio dos del penal.
“El día diecinueve de diciembre me trasladaron a la cárcel del Buen Pastor.
Me trasladaron en una camioneta y en el mismo momento que me subieron
me sentí muy mal porque olía mucho a gasolina y ese olor me produce
vómito y más aparte tenía mucho miedo de llegar a este lugar porque me
habían metido muchas cosas feas en la cabeza sobre este lugar. El trayecto
de la estación acá se me hizo demasiado corto, pues sabía que iba a ser la
última vez que iba a ver la calle en mucho tiempo.
Cuando entramos miré hacia atrás y sentí que se habría el mundo en cuatro
pedazos y en el mismo momento quería que así como se había abierto
también me tragara porque era el principio de una historia la cual no sabía
cuando iba a terminar.
Ya después de que me bajaron y me entraron a la jaula me encontré con
caras que nunca había visto. Sentí miedo, mucho miedo y no me atrevía ni
siquiera a hablar con ellas por temor a que me hicieran algo, o me robaran.
44
44
También tenía rabia porque no tenía plata ni para comprarme un pirobo
cigarrillo. Ellas estaban fumando, pero no les pedía por miedo.
Las hembras se dieron cuenta de que quería fumar y me brindaron cigarrillo
ahí se me quitó un poquito el miedo y empecé a conversar con ellas, les
pregunté cómo eran las vueltas14 adentro y me dijeron que no tenía que
llegar muy salsa pero que tampoco me dejara de nadie. Al buen rato me
llamaron para la reseña, ahí volví a sentir miedo y sentí el espacio muy
pequeño y me sentí, me acuerdo, casi sin aire.
Al momento cuando me pasaron una especie de tabla con un número para
las fotos, me sentí como la peor de las delincuentes. Pues era algo que solo
había visto en películas. En ese momento pasaban muchas ideas por mi
cabeza imaginaba que aquí era la misma terapia que ocurre en la Modelo,
pues allá el que llega con plata duerme bien pero el que llega frito le figura
dormir en el piso, bueno, eso es lo que dicen. Miraba todo y a todos pues era
la primera vez que estaba en una situación de estas y mi única pregunta era
¿Cuándo voy a salir de este roto?
14 Las cosas de la cotidianidad.
45
45
En el momento que me llevaron a sanidad, sentí temor porque todas me
miraban y murmuraban entre ellas, también tenía miedo porque las
muchachas que estaban en la jaula conmigo, me dijeron que había muchas
lesbianas y que si uno le llegaba a gustar a alguna no lo dejaban a una
quieta hasta que no consiguieran algo con uno.
Eso es algo que en ese momento me producía mucho asco puesto que en la
calle no se ven cosas tan descaradas como acá. Para esa época yo estaba
embarazada y tenía nervios porque me habían dicho que aquí le provocaban
a uno que perdiera su bebé. No me dejé aplicar nada ni tome nada de droga.
Mi ansiedad más grande en ese momento era que mis hijos estuvieran bien
junto con el bebé que yo estaba esperando. Ese día no pude comunicarme
con mi familia porque no me dejaron, acá en este encierro desde el día en
que uno llega es una terapia para todo hasta para uno llamar por teléfono.
Pero bueno, lo único que le queda a uno en esos momentos es tener fe,
resignación y paciencia para seguir en esta vida y para soportar la causa15
que tenemos encima. En fin, todo esto es algo que solo las que estamos aquí
15 Causa o castigo, la razón judicial del encarcelamiento.
46
46
podemos dar fe. A mí, el simple hecho de estar acá, de haber pasado este
hueco ya me daño mi futuro, como persona, como mujer y como madre.
Pero bueno, sigamos. Ya después de salir de sanidad pasamos donde la
psicóloga, la cual es una persona muy ignorante de la vida porque si ella en
verdad supiera como es que son las vueltas acá adentro..., Nos preguntaba
cosas que para mí no tenían sentido, y si así lo tuvieran, acá nadie les presta
atención porque si así fuera no habría tanta gente pagando lo que no han
hecho.
Ya después de la sesión con la psicóloga, pasamos al comando donde
vuelven y le hacen preguntas a uno para que uno vuelva y repita lo mismo,
como si fuera muy bonito estar recordando las cosas que pasaron, y decirlas
a toda hora como si fuera un bello recuerdo del cual nos gusta estar
hablando como cualquier otro suceso en la vida. Pero bueno, vuelvo y digo
que acá desde que uno llega todo es una terapia.
La preguntadera, la guardia, la gente, los pitos, las habladurías. Lo único que
para mí fue diferente el día que llegue acá, fue la comida pues llevaba ya un
mes y medio que casi no comía, pues ese tal Wimpy es lo peor que pudieron
haberse inventado, pues el sabor es muy feo y el olor mucho peor, porque
47
47
dicen que le echan dizque alcanfor para que no le den ganas a uno; pero esa
es una gran mentira porque lo que hace es provocar más ansiedades e
hincharle más a uno el cuerpo, eso fue lo único que ese día me gustó.
.
Ya a eso de las seis y treinta de la tarde nos llevaron a junta de patios16 para
asignarnos patio y celda; cuando empezamos a ingresar al pasillo volví a
sentir miedo, porque si en la jaula había visto caras nuevas, en los patios
eran muchas más las que veía.
Gritaban, miraban se reían. Me acuerdo que decían, ¡Llegaron las altas!17 Y
yo ni siquiera sabía de que hablaban. Volvía a recordar lo que me habían
dicho en la jaula sobre las lesbianas y sentía mucho, muchísimo miedo. Pero,
también pensaba en que hay que salir adelante y enfrentar lo que viniera.
También me decía, ¡Lo que sea, pues no me voy a dejar de nadie!...
Después, cuando me dijeron que me tocaba el patio dos, el temor y los
nervios se apoderaron de mí, pues desde la estación, había oído que era el
peor patio, y lo peor era que en ese patio estaba mi liebre,18 la fulana con la
16 La Junta de Patios, tiene por objeto la clasificación de perfiles para la asignación de patios. 17 Las Altas o nuevas internas. 18 La liebre o enemiga, también hace referencia a una deuda.
48
48
que había tenido una pelea en la estación y era la primera que estaba allí
esperándome.
Pero cual sería mi sorpresa. Esa misma Hembra fue la que me recibió y me
prestó cobija y pulmón19, porque yo había llegado sin nada, eso para mí era
algo bueno pues era alguien que yo ya conocía así fuera por medio de
problemas. Pero así, como dicen, los peores enemigos pueden ser tus
mejores amigos. Lo que no me gustó fue mi compañera de celda pues ella
fumaba bazuco, y ese olor era muy feo y también me hacia daño por el
embarazo.
El espacio de la celda era muy pequeño y por lo mismo olía tan feo. Lo que si
me gustaba era el olor a marihuana, pues también antes del embarazo la
consumía y me traía buenos recuerdos y recordaba mis parches20 en mi
cuadra fumando y yo vendiéndola.”
19 Pulmón o colchón, cama. 20 Parche, grupo de amigos o vecinos cercanos.
49
49
3.1.4 Miedo al vacío
El Vacío de lo Vulnerable
Paola Beltrán, interna del patio No. 1 de la Reclusión de Mujeres de Bogotá.
“Tengo el recuerdo como si hubiera sido ayer, veintitrés de Mayo de 2003.
Después de veinte días detenida en la estación de Chapinero. Estábamos
todavía durmiendo, cuando llegó un man de contravenciones; nos llamó y
nos dio la noticia. “Traslado para El Buen Pastor”. Mi compañera y yo
quedamos sentadas del susto. Teníamos que levantarnos para arreglarnos y
las piernas no me respondían, me temblaban, pero al fin me pude levantar y
sin decir absolutamente nada; pero con el corazón a mil, me arreglé, aliste
las cosas y me despedí.
Salimos del calabozo hacia la patrulla, sentí un vacío horrible en el
estómago pero tenía la esperanza de que pasara algo como... no sé, que
llegara la boleta de libertad o algo así. Pero no, nos subieron a la patrulla,
solo veníamos mi compañera de causa y yo, y dos tombos escoltándonos en
un trayecto de más o menos quince minutos hasta llegar acá, habíamos
comido muy poco, nos fumamos unos ocho cigarrillos tratando de dejar atrás
el pánico pero no podíamos, claro que ninguna de las dos dijo nada.
50
50
Llegamos a nuestro destino, nos bajaron de la patrulla y abrieron la puerta de
la cárcel, sentí que mi vida se había acabado, mis esperanzas de libertad
quedaron detrás de esa puerta cuando se cerró.
El desespero me invadió. Se me llorociaron los ojos, me estaban quitando mi
libertad, la oportunidad de estar con mi hijo y aunque ya llevábamos veinte
días detenidas, sentíamos mas el encierro con solo diez segundos que
llevábamos aquí.
Nos reseñaron, nos tomaron fotos estilo Estados Unidos como si fuéramos
quien sabe que clase de delincuentes. Nos metieron a la jaula, mientras
reseñaban a las demás niñas que estaban allí. Después nos llevaron al
comando para darnos el T.D.21 y llamaban una por una a un salón como con
cinco o seis guardianes haciendo preguntas y mirándolo a uno como un
bicho raro.
Y así, de ahí en adelante todas las miradas caían sobre nosotras, guardianas
y retenidas, se detenían a mirarnos como esperando a que les mostráramos
el punto débil, o sea, el miedo que cada una sentía.
21 T.D. Tarjeta Decadactilar, Es la cedula de identificación de cada persona privada de la libertad en las cárceles Colombianas.
51
51
Fue una sensación tenaz, no solo por el miedo de llegar al patio, o por lo que
pudiera pasar en esta porquería de roto, sino por lo que iba a ser de mí vida
de ahora en adelante y quien sabe por cuanto tiempo, sin saber que iba a
pasar con mi hijo, mi familia mi casa y demás cosas y personas que me
interesan y necesitan de mí en la calle”.
3.1.5 Cruzando el umbral
El Silencio de la Puerta Grande
Luisa Osorio, interna del Patio 2 de la Reclusión de Mujeres de Bogotá.
“El miedo que sentí el ocho de octubre, momento de mi captura fue horrible.
Se me durmieron mis piernas, me dieron ganas de cagar, el corazón me
palpitaba muy rápido, sentía que se me iba a salir.
Me dio mucho miedo cuando supe que venía para el Buen Pastor. Pues en la
estación tenía la esperanza de salir para mi casa, pero grande fue mi
sorpresa cuando este chiquitín hijueputa, el policía de la estación, me dijo un
domingo después de la visita, “que alistara las cosas que me iba de traslado”.
Fue tanto mi desespero que le rogaba para que me dejara llamar por teléfono
a mi familia. Le tuve que dar cinco mil pesos, y él solamente se burlaba
52
52
cuando yo me despedía de mis hijas por teléfono, con voz burlona me decía
que me iba por la puerta grande. Pues así era.
Nunca me imagine estar en esta situación no sé cómo describir, no sé cómo
describir este miedo. Apenas venía en el platón de la camioneta con otra
compañera y no hacíamos sino llorar.
En el momento en que abrieron esa puerta sentí como cuando entramos al
cementerio, un silencio tenaz. Luego nos hacen bajar y nos meten a la jaula.
El silencio cambió al ruido de las oficinas, veía muchas mujeres algunas con
uniformes blancos otras muy bien vestidas y... ese olor... como a... comida.
Tenía tanto miedo que me dio diarrea y para completar me llegó el período.
Mucho más miedo cuando una guardiana me llamó para un cuarto para
requisarme y me decía que hiciera tres cuclillas... Luego me pasan para
reseña y me empiezan a preguntar muchas cosas, sentí muchas ganas de ir
al baño, cuando luego me pasaron a la junta de patios y me empiezan a
53
53
preguntar que con quien se habían quedado mis hijos, que si estaban solos
me los recogían para una institución.22
Yo no sabía qué decir, a penas tartamudeaba, pues una compañera en la
estación de policía, me decía que para que no se la montaran a uno no tenía
que decir que era la primera vez, pues a mi me había preguntado la
trabajadora social, y yo entonces dije que era la segunda vez; pues qué
hijueputa regaño el que me dio, y dijo “mándela para el dos” que ésta ya
conoce; y pues grande fue mi impresión cuando entre a ese patio, cuando
me gritaban que ¡llegó carne fresca!, otras, que compraban el maletín, pues
como dice el dicho “el que no quiere sopa se le dan dos tazas”, pues me dan
como compañera a una lesbiana. Yo no quería entrar, hasta que no sé cómo
ví a una amiga y fui y la saludé. Ella después me lleva a su celda y me
enseñó como eran las cosas por estos lados.
Me empezó a dar un dolor de cabeza el hijueputa que casi no lo calmo.
El primer día de visita que comenzaron con ese pito se me despertó más el
miedo cuando ya estaba acoplándome. Luego a los pocos días comienzan
los traslados y ahí si fue...”
22 La institución a la que hace referencia la entrevistada es el Bienestar Familiar que se encarga de la manutención de los hijos de las internas que no cuentan con familiares
54
54
3.1.6 Soledad y oscuridad
La Soledad oscura me da Miedo
Carolina Estrada, interna del patio cuarto de la Reclusión de mujeres de
Bogotá.
“Yo siento miedo en la noche; a un traslado sobretodo porque no me quiero
sentir alejada de mi familia que es lo único que tengo en estos momentos,
me siento tan sola, tengo miedo de que se me meta un mal pensamiento en
mi mente, querer quitarme la vida, lo digo porque hay momentos en que los
problemas me agobian, me siento que prácticamente aquí en este centro de
reclusión no valgo nada, siento que todo el mundo lo juzga a uno mal, lo
menosprecian a uno. Hay momentos en que he llegado a odiar a mi
compañera Adriana con la que caí en este lugar y saber que por culpa de ella
estoy pagando algo que yo no he hecho; tengo miedo que me condenen en
este lugar por largos años, tengo miedo, tengo miedo de llegar a sentir que
mi familia me ha olvidado; he sentido miedo al acostarme en la noche llegar a
saber que algunos de las muchachas que conviven conmigo en el patio, en
cualquier momento me lleguen a hacer cualquier daño, como por ejemplo,
que me chucen, que tal vez yo le guste a alguna lesbiana y me coja a la
cercanos.
55
55
fuerza y me diga que quiere tener algo conmigo; tengo miedo en la noche al
acostarme y saber que cierro los ojos y no me vuelvo a despertar, siento
miedo en la noche al imaginarme el tiempo que me falta por estar en este
lugar; siento miedo en la noche de saber que tal vez Dios no me perdone los
pecados que yo he cometido pero... el miedo más grande que yo he sentido
en la noche, es el llegar a quitarme la vida. Porque... no resisto este encierro,
saber que hasta ahora estoy empezando a pagar mis errores lo cual esto me
vive atormentando demasiado, porque estoy pagando algo que he hecho yo;
siento miedo al saber que cada vez me estoy alejando más de lo que amo,
mis padres y mis hermanos.
Me da miedo saber que en este lugar estoy tan rodeada de muchas personas
pero me siento tan sola, sola, demasiado sola, le siento un miedo muy
grande a la soledad, siento miedo de saber que no puedo asimilar este
encierro, siento miedo de saber que mi hermana de quince años está sola y
debido a que se pueda sentir así llegue a cometer un error, que se
embarace, o que se vaya a bailar y cualquier man depravado me le haga
algo, me la viole o me la mate.
56
56
Siento miedo al saber que en cualquier momento me llamen y me digan
cualquiera de estas malas noticias. Siento miedo en la noche al pensar que
mi mamá que está embarazada y este embarazo es de alto riesgo; siento
miedo al saber que pueda llegar a perder el bebé y no quiero volver a sentir
ese miedo que sentí una vez al perder a mi hermano... me lo mataron sin
motivo alguno.
Este dolor es tan grande que prácticamente uno no lo puede describir a
pesar que uno sabe que esa persona se va y no vuelve, uno jamás se
resigna a aceptar que no volverá, uno piensa y siente que ellos vuelven
cualquier día, pero más duro es saber que tal vez uno no pueda llegar a
compartir grandes cosas con esos seres queridos; me duele saber que estoy
presa en esta cárcel del Buen Pastor. Estar preso, es sentirse uno muerto en
vida, se siente una soledad tremenda, siente uno un dolor en el alma al saber
que los fiscales y jueces lo juzgan a uno a su manera y muchas veces lo
juzgan a uno sin saber en realidad porqué muchos de los que estamos
presos hacemos las cosas, lo juzgan a uno como si ellos hubiesen estado
con uno en el momento de los hechos, y... lo más terrible es que les creen
más a los policías y a sus informes que si ellos quieren inventar cosas se las
inventan y... pues se las creen. Ellos lo ultrajan a uno como si uno fuera un
57
57
muñeco de trapo. Lo único es tener paciencia para superar esto y tratar de
salir adelante.
3.2 Los miedos Institucionales
Funcionarios y Cuerpos de Custodia Y Vigilancia
Olga Mantilla, funcionaria de la sección de talleres Administradora de
Empresas. Fue trasladada de las oficinas administrativas del INPEC a la
Cárcel Modelo de Bogotá en el año 2000 contra su voluntad. Ella describe
este hecho como producto de un altercado con un superior.
Para los funcionarios de la institución central que desempeñan cargos de
oficina, es considerado castigo, ser enviados a trabajar en una cárcel con la
población interna.
“A mí me habían dibujado la cárcel Nacional Modelo como lo peor, mal
oliente, fea, horrible, nauseabunda... construcciones horribles, la cantidad de
gente, que lo podían a uno chuzar, que lo podía a uno violar, que lo podían a
uno matar pasando por los pasillos por los patios por todo lado. Eso me
decían los compañeros allá en el INPEC; que le tocaba a uno andar con
cuidado porque de pronto se armaba allá adentro un tiroteo y le tocaba a uno
58
58
esconderse y... de pronto lo mataban pero... cuando yo llegue la impresión
fue otra, pues si... no son las mejores condiciones ni lo que se espera del
habitad de un ser humano pero de todas maneras no es tan feo como me lo
habían dibujado, no es tan peligroso.
Cuando yo entro por primera vez por el pasillo central, sí me impresioné un
poco. Siempre se siente un poquito de temor porque se sabe cuales son las
personas que están adentro a sí sean buenas o malas.
La sensación cuando entro es de un frío intenso en todo el cuerpo y en los
huesos por eso siempre desde esa vez trato de entrar abrigada, pero por
más abrigada que esté, el frió es concentrado que sólo me pasa cuando
salgo, es decir, siempre cuando entro la sensación es de frío.
Entrando, uno siente temor de que alguien me valla... de pronto a parar, y a
obligarme o... insinuarme de pronto el cumplimiento de algo, sobre todo del
personal de internos hacia la parte administrativa y sabiendo de pronto que
soy tan allegada a las dos cabezas directivas por la actividad laboral que
desarrollo, entonces ese es el temor que siento de que alguien llegue a
pararme para decirme “necesito que haga esto y tiene que hacerlo” y me
59
59
amenace contra mi vida y la de mí familia, entonces yo pienso es en no dar
oportunidad y siempre ir acompañada porque soy mujer y tengo en cuenta de
que son hombres los que están internos acá en estos momentos, entonces
siempre voy acompañada sea con una persona administrativa o con una
persona de la guardia nunca voy sola para no dar oportunidad y... voy
enfocada siempre por las tareas que voy a desarrollar o porque me toca ir a
supervisar alguna actividad, o porque voy a acompañar algún personal
externo mostrándole los talleres, o algunas actividades, mirando con ellos el
sistema productivo ya en cumplimiento de las tareas que nos tocan, pero...
se encuentra un potencial inimaginable dentro del penal.
Susana Pardo, Trabajadora social con amplia experiencia en trabajo de
campo.
“Yo estuve trabajando siete años seguidos aquí en la Modelo, luego me
trasladaron a otra cárcel, en donde duré dos años y posteriormente regresé
aquí.
Cuando yo regreso, me encuentro con una situación mucho más compleja.
Primero que todo me impacto las tales puertas blindadas23 porque... en mi
época nunca se manejo esa situación, simplemente la gente podía pasarse
60
60
por toda la cárcel sin ningún problema, entonces para mí cada vez que yo
pasaba y cerraban esa puerta era un impacto terrible. ¿Qué más le
comento?... la situación de las armas. No era tanto que yo las viera si no que
yo cuando llego no sabia que había armas acá, pues que las portaran los
presos mejor dicho, y... lo tenaz era que cada rato llegaban los internos a mi
oficina de la parte interna y lo sacaran porque había algún problema; eso por
ejemplo no se veía en mi época, en mi época por ejemplo si habían muertos,
lógico, pero era con cuchillos era con arma blanca. Bueno y me toco las dos
épocas en cuanto al mando a la autoridad de la cárcel porque a mí me toco
cuando la guardia tenia la autoridad y... en esta época me encuentro con que
dizque los internos son los que mandan en la cárcel. Eso lo sabe todo el
mundo. Claro que la cosa a cambiado en el último año y medio pero... si falta
mucho, no. Las armas ya... han sacado muchísimas, la autoridad ha vuelto
de nuevo... en fin si se están viendo los cambios.
A mí me da mucho pesar la gente nueva que llega, pues como primera
medida... cuando llega se encuentra con la situación de que su celda no se la
van a dar porque no hay espacio, hay hacinamiento entonces... uno de
antemano sabe que a esas personas les toca pagar si, entonces me parece
23 Las Puertas blindadas. También llamadas Puertas De Seguridad que están ubicadas en la entrada de cada ala de la cárcel. Las puertas fueron instaladas para evitar en alguna proporción los permanentes
61
61
muy triste que fuera de que tienen que venir a pagar una pena le toque venir
a pagar también plata; fuera de que lo obligan a llegar a este sitio también
tenga que pagar me parece tenaz si; me parece también tenaz... la
separación entre Guerrilleros y Paramilitares eso... trae muchísimos
problemas. La división política, yo soy de las que pensaba incluso alguna vez
le sugería a... algún directivo que... dejaran o a Paras, o Guerrilleros para
evitar esos enfrentamientos.
Los presos sociales24 también me dan pesar, me preocupan mucho, ellos
tienen que irse cuando llegan al lado a donde los reciban, entonces tienen
que identificarse con la Guerrilla o tienen que identificarse con los
Paramilitares.
Mire, yo le temo a la gente, a los chismes. Aquí los chismes le acaban la
imagen a un funcionario y no pasa nada. Lo que pasa es que la historia de la
persona por cualquier chisme la dañan, y... no se dan cuenta, no tienen en
cuenta la historia del trabajo. De un momento cambian porque otra persona
llegó y dijo un chisme pero nunca le aclaran, nunca... mejor dicho la última en
enfrentamientos entre internos del Ala Norte y Sur de la cárcel Modelo. 24 presos sociales o delincuentes comunes, son aquellos que no hacen parte orgánica de algún grupo armado.
62
62
enterarse es la persona y pienso que eso es gravísimo dentro de un medio
de estos. En casi veinte años que llevo trabajando toda la vida lo e visto.
Hay muchos cambios desde la creación del INPEC25, ha mejorado sí pero...
en cuanto al nivel de comunicación, en cuanto... hablemos de chismes, esa
parte si... noto que sigue igual porque es que yo pienso que la obligación de
un director es, cuando llegan con chismes de alguien, ¡llámela!, para que
pueda defenderse, ¡defiéndase mijo o que le sostengan lo que dicen de usted
en su cara!”
25 INPEC. Instituto Nacional Penitenciario Y Carcelario, creado en el gobierno del presidente César Gaviria Trujillo como fusión de La dirección Nacional De Prisiones, el Fondo Rotatorio y La Imprenta Nacional consagrado en el decreto 2160 de 1992. Posteriormente y con el ánimo de modernizar “la justicia y actualizar las normas penitenciarias fue sancionada la Ley 65 del 19 de Agosto de 1993 poniéndose en marcha el Nuevo Código Penitenciario Y Carcelario” De Colombia.
63
63
3.2.1 La amenaza, el secuestro y la extorsión. Las trampas que me dan
miedo.
El Sargento Castro es Comando de guardia, con quince años de
experiencia en la institución. Como jefe general de la guardia, representa el
poder institucional generador formal del monopolio de la fuerza en cada
rincón del penal.
“Yo le temo a caer dentro de las trampas que se manejan internamente
dentro de algún establecimiento carcelario que van desde un secuestro hasta
una extorsión, una amenaza contra uno o su propia familia cada cosa de
ellas genera un miedo diferente y contra cada cosa de esas uno reacciona de
manera diferente. Si a mí me van a secuestrar entonces lo que yo hago es
que estoy alerta... y trato de que no suceda, igual a uno le da como el
desespero, dependiendo de si la situación está en calma o tensa, entonces
uno comienza a caminar más rápido, uno como que voltea a mirar más hacia
los lados, uno como que se da cuenta mas de la actitud de los internos pero
igual uno va teniendo como sensaciones de vacío porque a medida de que
se va entrando (al penal) uno sabe que se está más indefenso”.
64
64
Uno vive aquí miedos inclusive, dependiendo de la hora es un miedo
diferente. Entonces uno vive miedos en la mañana, uno vive miedos en la
tarde, en la noche. En la primera parte de la noche, y en la segunda parte de
la noche, o sea en la madrugada. Pero igual, ese miedo es diferente cuando
es lunes o martes o miércoles, dependiendo el día, el miedo más grande lo
puede sentir uno los primeros días de la semana, porque son días como de
recesión interna y que si la situación está tensa los internos saben que tienen
como dos o tres días para poder volver a la calma... y uno siente más miedo
esos días. Entonces uno dice ese día “yo entro o no entro si la cosa está en
calma sí, si la cosa está tensa uno a veces sencillamente toma la
determinación y no entra, o a veces uno dice si voy a entrar a ver que, qué es
lo que va a pasar. Eso es lo que pasa.
Cuando yo llegue aquí en el dos mil, los compañeros le decían a uno, “si a mi
me secuestran, yo prefiero estar secuestrado en el sur que en el norte”,
porque los paramilitares lo trataban a uno mejor que la guerrilla. Resulta que
uno no puede, creo yo, no puede decir eso. Secuestro es secuestro así se lo
haga el hermano. Y se siente miedo ante el secuestro porque usted en ese
momento puede perder algo. Puede perder su vida, puede perder su familia,
puede perder su trabajo.
65
65
El miedo que uno maneja aquí es constante, lo que pasa es que como que
uno aprende a vivir con él, entonces uno entra y uno empieza a sentir
presión, uno empieza a sentir que, como que el estómago se le revuelve pero
hay momentos en que se siente más, cuando la situación esta mas... tensa,
entonces lo que yo ya le decía, se mira más, sé... se arriesga más, se
estresa más, inclusive aquí hemos tenido casos en que a nosotros nos ha
tocado incapacitar a la gente o darle permiso a la gente (a otros guardianes),
porque no pueden resistir la presión.
Cuando la situación está tensa la gente pide por ejemplo mucho permiso.
Eso es una manera de demostrar el miedo, entonces yo pido permiso por
una hora, por dos horas porque siempre de pronto tengo la idea de que en
esa hora o dos horas yo me puedo salvar de algo. En cambio, cuando la
situación está en calma, por lo general los permisos son como normales, son
como más ciertos, entonces si yo tengo que salir a hacer una diligencia es
porque de verdad la tengo que hacer cuando funciona diferente cuando esta
tensa, el asunto es otro, porque en esa hora o dos horas yo cambio de
ambiente, me desestrezo por decir algo, en otro ambiente y luego regreso.
66
66
Yo me siento más seguro aquí a fuera, en la parte administrativa, que en la
parte interna, claro que dependiendo si usted no se mete en problemas
adentro. Por ejemplo, si yo me comprometo con un interno de ingresarle
equis o ye elemento y no lo ingreso, yo puedo sentir mas miedo afuera que
adentro, y entonces afuera es donde yo voy a estar pendiente, voy a estar
mirando, voy a estar cambiando de rutas, aunque normalmente uno no lo
hace pero ahí ya, en un caso específico lo haría con mas frecuencia y
andaría con mas prevención. Uno no lo hace, pero uno no anda con la
presión de que es que de pronto me va a llegar el otro y me va matar. !No¡ lo
hace como por... ya el estilo de vida que maneja uno, debe entender que eso
lo tiene que hacer”.
3.2.2 La oscuridad de la noche no me aguarda
El Dragoneante Esquibel, funcionario del cuerpo de custodia y vigilancia,
trabaja con el INPEC hace seis años.
“En la noche uno pasa revista. En el año dos mil, uno se metía a talleres y no
sabia lo que podía pasar. Pasaban cosas desde que... lo asustaban a uno
solamente un simple susto cosas de que le cerraban a usted la reja (se
67
67
refiere a los internos) y lo dejaban parado ahí media hora y usted no sabia...
hasta que... usted por último le preguntaba a los internos ¿estoy secuestrado
o... puedo salir?; O que si comenzaba un desorden en la parte de adentro y
usted a dentro en plena noche y... usted no veía nada, y usted veía que todo
el mundo corría, pues... usted ante eso siente miedo, ¿cuál es pues la
reacción que puede tener ante ese miedo?. Uno... ya lo aprende a manejar,
entonces uno trata de controlarse. El miedo lo siente, pero se controla.
Cuando usted lo siente por primera vez puede llegar a hacer cosas ilógicas,
entonces usted de pronto sale a correr, de pronto se arriesga mas de lo que
debe arriesgarse, por el miedo por la sensación por el desespero. Es capaz
hasta de enfrentarse a la gente, porque esa es la manera de usted enfrentar
su miedo. Ya cuando uno tiene un poquito de experiencia, ya como que uno
lo maneja mas entonces uno como que es mas calmado, analiza mas la
situación, yo puedo estar mas asustado pero igual, uno... piensa mas y sobre
esa base toma uno una decisión si... se puede, porque esa es la otra si se
puede porque si uno esta secuestrado, los que toman la decisión son otros”.
Un asalto a la Intimidad. Mis secretos al desnudo
Otro de los miedos categoriales que la población reclusa en su totalidad
reconoce como “lo peor”, es el procedimiento de requisa general o parcial
68
68
que los cuerpos de seguridad del INPEC ejecutan con el objetivo de incautar
desde armas de todas las clases, drogas alucinógenas u otros artículos no
autorizados por la dirección del establecimiento y para efectuar traslados
individuales o masivos a otras cárceles del país. Para hacer el allanamiento
sin ningún problema, los cuerpos de seguridad deben desalojar a toda la
población, ubicándolos en lugares abiertos y despojándolos de casi toda la
ropa para evitar que ellos puedan llevar algo consigo.
La requisa es sorpresiva y la mayoría de veces se hace en las horas de la
madrugada con el fin de no permitir que se escondan los internos o sean
encubiertos y encaletados los elementos prohibidos.
Oswaldo Neira, comandante de un grupo armado al interior del penal, nos
relata en que consiste desde su propia mirada, la del poder no formal, como
generador de miedo, el procedimiento de la “rascada”.
Mas adelante, nos cuenta lo que se ha llamado “el miedo a la libertad”.
Tipología extraña dentro del universo de los miedos en las cárceles ya que
es precisamente la libertad la que se configura como el objetivo final del
recorrido en el caso de los internos.
69
69
“El miedo a la Libertad” es característico de personas que han establecido un
nivel de adaptabilidad y de institucionalización absoluta con la prisión y se
presenta con internos que cumplieron o están a punto de cumplir condenas
bastante altas y no encuentran ya sentido a sus vidas fuera de la cárcel y de
sus ambientes.
Oswaldo nos cuenta.
“El llamado operativo, rascada o el allanamiento que hacen en la cárcel,
para efectuar registros y traslados; donde se mezcla la totalidad de internos
de los diferentes patios, desde los mas económicamente solventes hasta los
más humildes, halla se mezcla el ladrón con el gamín, con el potentado, con
la persona que esta por un delito social con aquella que esta por un delito
político. En la Rascada no hay distingo de clase todos forman parte del
montón y cualquiera de ellos en la rascada, puede sufrir las consecuencias
de este operativo, si es con el objetivo de trasladar a alguno. Dado que ahí
se clasifica a los internos, se les vuelve a identificar y aquellos que por
conveniencia o por normativa del INPEC o por normativa de juzgado o
fiscalía, son trasladados. Allí, cualquier persona que sustenta algún mando o
privilegio, allá... sienten el temor mas grande porque se ven desprotegidos y
a merced de las personas que ellos en algún momento han podido reprimir.
70
70
De manera que ellos se asustan, hacen un conglomerado a parte o bregan a
salir de últimos para que las circunstancias no los desfavorezcan. Todo esto,
motivado primero por el temor que les infunde la cantidad y el volumen de
internos a los cuales ellos mismos han reprimido en algún momento, de los
que temen retaliaciones o venganzas, o de que simplemente... por gusto
muchos de los que están ahí, los golpeen, los apedreen o en determinado
momento, si la guardia no a hecho bien su requisa, se les halla filtrado
algún... elemento... corto punzante, lo que llaman aquí un cambrión y...
puedan causarles heridas que... lógicamente puedan causarles la muerte a la
persona o personas que... se vean en una refriega de este tipo.
Para los internos... la rascada a demás causa el miedo, el temor el pánico no
solamente por el operativo en sí, sino por el temor que tienen, el miedo a
perder sus más personales elementos... fotografías, recuerdos, ropa,
prendas, cosas que le ha costado ingresar al penal26y que son, ya sea o
destruidas por la guardia en... el momento del operativo o... que se
desaparecen cuando finaliza el operativo y paulatinamente comienzan a
ingresar los internos, y esos, los primeros que van ingresando van
saqueando las celdas de los que aun no han entrado. Esta situación se
71
71
presenta casi siempre, por eso todos quieren entrar de primeras para ver,
qué se les perdió, o en manos de quien pudo haberse perdido las cosas
porque, generalmente la guardia como el mismo operativo, es un generador
de pérdidas económicas y morales para la población penitenciaria pero; los
mismos compañeros los mismos internos, muchas veces se encargan de
destruir o de despojar, ya sea por retaliaciones, en venganza o con la
finalidad de sacar algún provecho económico, de apoderarse de lo que no es
propio, y... es así como una celda que no fue tocada por la guardia
inmediatamente llega su ocupante, el interno que... se... puede decir el
propietario, encuentra que le desbarataron las cosas, pero fueron
compañeros con el afán de robarlo o de vengarse por algún motivo, o
simplemente por el afán de dañarle las cosas al vecino”.
El Miedo a la Libertad
“Paradójicamente existe aquí lo que podría llamarse el miedo a la libertad.
Personas que han pagado una condena y han sido olvidados de la sociedad,
de su familia y que se han creado un entorno al interior de la cárcel.
Personas que ya es tanto lo que se han acostumbrado al sistema
penitenciario a vivir al interior de una cárcel, que llega a entregárseles la
26 El uso de electrodomésticos, televisores, equipos de sonido, pequeñas estufas manuales son permitidos bajo cuota mensual de uso. Dinero que se destina al fondo de caja especial
72
72
libertad y ellos se esconden, porque sienten miedo de salir a la calle donde
no saben que es lo que les espera, de pronto son rechazados de la sociedad,
de la familia de los amigos, o no tienen quien les de albergue; o de pronto
tienen miedo de que al salir a la calle halla retaliaciones por su
comportamiento anterior, que deban fugarse, que deban trasladarse y... son
personas que muchas veces vuelven a caer en la delincuencia para ser
capturados y volver a una cárcel que les ofrece mejores condiciones que el
estar en comunidad, que estar en libertad. Eso... es lo que podríamos
catalogar como miedo a la libertad. Además, hay personas a quienes les han
llegado todos los recursos jurídicos para irse y... ellos los demoran, se
esconden, se hacen como quien no es con ellos, o simplemente
determinan... quedarse y... muchas veces es tanto el trabajo que hay a nivel
penitenciario que aquí se busca, que nadie se valla, y muchas veces los que
ya están en libertad, no son obligados a irse por la entidad penitenciaria.
de la cárcel.
73
73
CAPÍTULO CUARTO
4. HISTORIAS DE AYER Y DE HOY
“El Acontecimiento como Cotidianidad”
En este capítulo, los cuatro entrevistados relatarán casos particulares que se
convirtieron en sucesos determinantes para sus vidas. Estas historias se
desenvolvieron en espacios diferentes ubicándonos en un contexto y en un
ambiente de la cotidianidad carcelaria como acontecimiento permanente y
encuentro con el miedo.
Las narraciones nos permiten conocer ciertos acontecimientos particulares
que trasgredieron las cotidianidades; todos enmarcados dentro del miedo
como regulador de las actividades cotidianas de sus protagonistas.
Oswaldo Neira, último entrevistado del capítulo anterior, llego a la cárcel
Modelo el cuatro de enero de 2001. Luego de su captura en una universidad
de Bogotá cuando daba clases de pregrado. Él pertenecía a un grupo
armado. Despues de unos meses fue elegido mediante voto electoral como
presidente de la mesa de trabajo de la cárcel ante la dirección del INPEC.
Oswaldo, con estudios de economía y maestría en investigación social en
Europa, nos narra los primeros días en la cárcel y posterior a ellos.
74
74
“Cuando yo llegue a la cárcel, me encontré con el primer fenómeno que fue
el ser despojado de mis pertenencias. Posteriormente; al ingreso al penal
donde... se suponía que iba a encontrar compañeros de causa, personas a
quienes conocía y las cuales me podían brindar algún tipo de colaboración.
Me encontré con personas detractoras de mi trabajo, sin conocer que era lo
que en verdad estaba pasando y sin conocer a que venia. Fue así, como la
persona que en ese momento tenia el poder Alberto Urrutia alias “cobra”,
decidió, e hizo todo lo posible para despojarme de cualquier prebenda de
cualquier beneficio que me estuvieran entregando, dado que yo venia
respaldado por personas de alta categoría, como son los dos líderes que en
ese momento había en Alta Seguridad27 me dieron una celda buena, en un
buen lugar en uno de los mejores pasillos, me entregaron su confianza para
que desarrollara una labor social y política a nombre de la organización
dominante aquí, al interior del penal. Pero la rivalidad y el miedo de esas
personas a perder su calidad, a peder su estatus hizo que presentaran
rivalidades y muchas veces hasta intentaran... atentar físicamente contra mí,
agredirme, la agresión moral... se ve supeditada a la agresión física cuando
aquí no pueden agredir a una persona porque saben que tiene un respaldo
de superiores, entonces comienzan a presionarla; es lo que aquí llaman el
27 Pabellón de Alta Seguridad De La Cárcel Modelo De Bogotá.
75
75
pedaleo, el palanqueo28 o sea, llevar chismes, causar problemas causar
envidias, desmeritar el trabajo de los demás con la finalidad de mantener ese
estatus, ese puesto que ellos privilegiadamente han conseguido.
Yo estoy aquí, por una causa que no es un delito común se puede decir. Yo
estoy aquí porque se me acusa de conformación de grupos paramilitares,
todo por ir a enseñarle a muchas comunidades, a leer a escribir, a entender
la constitución política, lo cual dio que se me... señalara como un...
conformador de grupos; situación que tengo que desvirtuar ante la justicia y
que no veo justificable.
Volviendo a la cárcel, al interior del penal, esa situación es grave porque se
vive no solamente el miedo a ser ignorado completamente de la misma
comunidad en la que se vive, lo cual significa perder una serie de
condiciones, de beneficios; si no además, uno se ve desmeritado, señalado
de la comunidad y paulatinamente se va... como dicen aquí... se va
“encausando” (pensar en la causas de su estadía en la prisión), o sea
deprimiendo, pensando únicamente en la situación que tiene aquí y que no
puede remediar, lo cual lo lleva a uno a una depresión absoluta y eso...
28 Pedaleo es darle curso a un chisme a una versión a un problema con el ánimo de desprestigiarlo, y tumbarlo” De La misma entrevista.
76
76
puede traer como resultado que uno pierda sus valores, sus ganas de vivir y
muchas veces lo lleve a uno al suicidio o a buscar la muerte mediante...
actitudes violentas como el enfrentamiento. Hay muchos que dicen yo quiero
que me maten... y buscan esa muerte como una forma de liberase de la vida
que están llevando en el penal.”
Alicia Manrique es funcionaria de la institución, con diez y siete años de
experiencia se ha desempeñado como Psicóloga, muchas son las historias
que puede compartirnos pues a trabajado en mas de seis cárceles del país
en diferentes cargos administrativos.
Este relato corresponde al mismo año que entró a laborar por primera vez en
la cárcel Modelo de Bogotá.
“Pues... que yo recuerde, eso hace... bueno, fue como en el noventa Y siete,
fue la vez que venia un muchacho muy simpático, venia corriendo como
desesperado para sanidad, yo pues venia saliendo y me encontré de frente
con él y me empujo muy fuerte no, y yo pues trate... mejor dicho me asusté
muchísimo porque me alcanzó a golpear y... traté como de decirle ¡respete¡ o
alguna cosa le dije, pero cual seria mi sorpresa cuando yo me volteé el señor
77
77
venia era herido, venia con la mano en el pecho y cuando se quito la mano
saltó cantidad de sangre y para mí fue impactante, en ese momento lo
atendieron y como a las dos o tres minutos murió.
Eso me impacto muchísimo porque era un muchacho muy joven, muy
simpático y es muy triste que la vida de uno acabe de esa forma.”
“Otra vez fue como en el dos mil uno, cuando yo me encontraba en mi oficina
sola, allá en la parte interna, con la puerta cerrada y me golpearon y...
sorpresa que yo abro y eran unos encapuchados, y me dijeron “doctora tiene
que irse se sale por favor” entonces yo voltee a mirarlos como siempre si... y
les dije “necesariamente tengo que salirme ” entonces me dijeron “sí, se
sale”. Mientras que yo cerraba la puerta y todo, entonces yo pensaba, esto
será un secuestro, para donde voy, para donde me llevan y todas esas
cosas. Entonces me puse muy nerviosa, y... salgo y me encuentro con toda
la gente encapuchada ahí afuera,29 y armada. Ellos tenían ahí a la guardia
interna amarrados y... yo volteé a mirar y eran muchachos muy jóvenes y
uno de ellos me miraba, como quien dice ¡ayúdeme¡ y yo lo miraba como
quien dice ¡no puedo hacer nada por ustedes¡ sí, entonces uno sale con
29 Pasillo Central Ala Norte, ver foto No. 7
78
78
mucha tristeza de dejar a sus compañeros adentro. Bueno, entonces yo me
pregunto “y... ahora para donde cojo si... y el tipo, pues trataba de
reconocerle la voz pero no, yo decía, ese tipo tiene que ser muy buena
persona conmigo porque se a portado muy bien, y... bueno salgo, y me dice,
“puede salir”; en esos momentos pasaba un carro de esos30 que entraban las
cosas, yo me acuerdo que resulté montada dentro del carro, hasta que yo me
bajé ya afuera y entre a la oficina de Tratamiento Y Desarrollo, con presión
alta hecha una nada por que a mí nunca me había pasado una cosa de
esas. Sentí mucho miedo, mucho temor; me... sentía impotente me daba
mucha ira también porque yo decía, “no es justo que estos manejen las
cosas así. Yo tenia las manos, bueno todo el cuerpo sudoroso, el corazón lo
tenia a mil, a mi me preocupaba mucho que me fuera a dar un derrame o un
infarto porque tengo la presión alta. Yo tenia demasiada ira porque ya... a los
veinte minutos las cosas estaban bien y yo decía no hay derecho que ellos
jueguen con nosotros de esa forma”.
Rosa Mantilla, es psicóloga y funcionaria del INPEC, entró a la institución en
septiembre de 1993.
30 Los carros son utilizados por los internos llamados “carros” para entrar los mercados o enseres de los nuevos, o sacar los elementos personales camas, televisores, ropa etc. De los que se van.
79
79
“Eso fue como en el noventa y cinco. Yo estuve de asistente en una época
del director de la cárcel y... se trabajaba mucho al nivel de comités con los
internos en esta cárcel, en la cárcel Modelo, y el comité de derechos
humanos del patio quinto por un señor que se encontraba en ese patio,
entonces yo una vez subí y le dije al director, ¿hay problemas con ese señor,
porque no lo trasladan?, Porque los internos hablaban que el señor era
homosexual y a ellos le preocupaban sus hijos porque los domingos ellos
venían. Entonces vine, hablé con el Director le conté la situación le traje por
escrito con las firmas de los internos lo que ellos querían todas esas cosas, y
el director accedió y lo cambio y lo mando para el pabellón de sanidad que
en ese tiempo era la sección de Seguridad. Bueno yo me fui, eso fue un
viernes el lunes llegue yo y... sorpresa, el señor me estaba esperando en la
oficina, entonces me dijo, “usted me a trasladado, entonces yo le dije, yo no
tengo el poder para mover la gente acá, eso simplemente se hace por
prevención, y me dijo ¡usted fue¡, y le dije usted porque esta tan seguro, y me
dijo, “porque yo ví la tarjeta y leí lo que usted decía ahí, entonces ya... el
señor comienza a contarme sus antecedentes y me doy cuente que era de
cuidado eso era una parte que yo no conocía cuando se hizo el traslado. Él
era una persona condenada a catorce años que según los internos era el que
vendía la droga dentro de la cárcel si, y el señor pues realmente estaba muy
80
80
ofendido y pues... decía aquí hay algo muy anormal no, entonces yo le dije
mire señor, usted está muy malgeniado yo también estoy malgeniada por la
forma en que usted me hace el reclamo, mejor espere, y dentro de dos horas
nos hablamos.
En esas dos horas, yo fui al comando, pedí la tarjeta del señor y miré que lo
que decía el tipo era cierto y sí, sorpresa de que “por solicitud de la doctora
Rosa Mantilla se tramita el traslado del señor” tal y tal. Entonces yo me sentí
herida de la administración y... fui y hable con el director nuevamente, aquí
había otro asistente que era abogado y sabia muchísimo y le conté lo que
estaba pasado, entonces el me dijo “ojo que ese tipo es de cuidado”, usted
es psicóloga mire a ver como soluciona el problema porque ya no hay nada
mas que hacer, entonces en conclusión me encontré con el señor a las dos
horas, ya no le podía negar nada porque ya las cosas estaban dadas, y
entonces le conté que sí, que eso era cierto que lo que había hecho era por
ayudarlo a él porque era un tipo que estaba condenado a mucho tiempo, que
era bueno que él cambiara, que lo había colocado en un lugar muy bueno,
que aquí Había un médico que estaba detenido, que él iba a estar pendiente
de él, que hacia ejercicio y que a demás ahí había una persona que era muy
espiritual y bueno todas esas cosas. Y pues... me toco cogerlo por ese lado,
81
81
por el lado de la ayuda si, pues el tipo de todas formas se calmó, me dijo “yo
le agradezco de todas formas pero usted me jodió mi negocio”, si, entonces
yo le dije que de todas formas yo estoy hablando con usted y... empecé a
sacarlo todos los días de la sección, porque sabía lo que me esperaba si yo
le corría al señor. La cosa fue que después el señor fue muy querido
conmigo, compartíamos y seguimos trabajando y empecé a enterarme quien
realmente era el señor, y... sí; era cierto el señor manejaba todas esas
ventas de droga en la cárcel.
La cosa es que uno como funcionario puede verse involucrado en algún
asunto que para uno puede ser peligroso sin darse ni la menor cuenta, esto
por una imprudencia de algún compañero. Cosas como estas sinceramente
me producen mas miedo que trabajar en la parte interna porque por lo menos
el interno le pelea a uno cuando está ofendido y si el interno no tiene los
argumentos validos para sustentar la vaina, entonces aceptan las
sugerencias de uno. Cuando saben que la embarro con uno y todas esas
cosas los tipos aceptan, mientras que uno como funcionario no sabe cuando
lo pueden estar vendiendo y no sabe los intereses que tiene la gente si,
entonces eso es muy grave. Triste decirlo pero uno como funcionario del
Estado debe cuidarse en estas condiciones de la misma gente con la que
82
82
uno trabaja. Hay personas con perfiles que... no deben estar en la institución.
Esa, a lo mejor es una de las situaciones de la crisis carcelaria en país, si las
cosas han mejorado pero un tiempo en el que yo puedo dar fe que las cosas
eran muy... muy tenaces y desgraciadamente uno en estas cosas no puede
declarar nada porque uno nunca tiene algo que pueda decir... esta es la
clave, con esto puedo denunciar y el interno siempre es mudo, entonces uno
queda como loco, no es que uno sea alcahueta con ellos porque a mí me da
ira esas cosas, pero sabe como le va en una investigación disciplinaria
porque no sabe como puede demostrar las cosas.”
Luis Felipe Rodríguez fue trasladado de la estación de policía de chapinero,
el 11 de octubre de 2001. no hablo de su caso particular.
“Yo llegue a la cárcel Nacional Modelo el once de octubre del dos mil uno,
pues llegue con una gran incertidumbre en el sentido de que no sabia a que
sector de la cárcel me iba a dirigir.31 Yo tenia amigos en los patios del norte
de la Modelo y... nadie conocido en los patios del Sur; estando aquí en la
Jaula con los compañeros que veníamos de la estación, ellos dijeron que se
iban para el patio cuarto o quinto (ala sur del Penal) y... el otro grupo dijo que
31 La Cárcel Nacional Modelo de Bogotá está dividida en dos sectores o alas, Norte Y Sur.
83
83
se iba a dirigir a los patios del norte (patios uno y dos) y yo allí tenia
conocidos, sin embargo cuando estaba en la jaula destruí todos los papeles
que traía tarjetas, números de teléfonos porque se decía que allí
secuestraban a la gente entonces no quería entrar con ningún papel donde
pudieran llamar a mi familia para extorsionarlos o algo así.
Cuando se llegaron las seis de la tarde fue un grupo grande de doctoras y de
la guardia a comunicarnos que las necesidades que nos pudieran cubrir aquí,
como médicas, de trabajo social y de psicología. Yo sabia que en los patios
del sur se prestaban mejor estos servicios. Luego llegaron unos señores que
dijeron ser de un grupo armado y... nos dijeron que en esos patios no nos
cobraban la entrada, que no nos cobraban nada que... podíamos entrar sin
ningún problema, que desde que no fuéramos guerrilleros o... aliados de las
fuerzas armadas y de la policía no había ningún problema con nosotros,
entonces decidí pedir para el patio cuarto que quedaba en el ala sur.
Llegaron las ocho de la noche, nos sacaron de la jaula, nos requisó la
guardia antes de entrar a los patios y... cuando llegamos haya nos hicieron
formar en el pasillo central los señores de ese grupo armado. Cuando
llegamos haya y pasamos la reja blindada de hay pálante se hicieron cargo
de nosotros los señores del grupo armado. Ya formados, éramos un grupo de
84
84
sesenta personas de diferentes estaciones y... nos hicieron formar en la parte
de atrás del Wimpy, hay tenia miedo de lo que podía suceder porque no
conocía nada de estos patios y... estaba muy oscuro; luego dos señores que
se identificaron como personas de un grupo armado nos dijeron que la
entrada costaba... algún dinero y... los que no pudieran pagar se quedaban a
dormir en el patio yo... pues tenia plata pero decidí no pagar y nos dejaron
durmiendo en el patio. Llevaba ya como quince días durmiendo en el patio
y... un sábado tuve visita de mi hermano y el me colaboraba no, me traía
plata y yo pues hacia llamadas aquí es muy fácil la comunicación telefónica
y... ese día me vi envuelto en un problema sin darme cuenta. Estaba
llamando en un sector que... es un poco aislado pero la cabina telefónica se
hallaba pues desocupada y aproveche e hice varias llamadas desde ahí.
Cuando terminó la visita nos contaron y después de la contada32, yo estaba
en la parte posterior del patio y... un señor de esos... del grupo armado me
hizo meter a un alojamiento yo pensé que me iban a molestar por marihuana
yo... estaba vendiendo algunos baloncitos de marihuana y entonces pensé
que era por eso que me habían llamado. Resulta que no era por eso, me
dijeron que yo era de las fuerzas militares, que hacia inteligencia y
contrainteligencia y que ellos ya me estaban haciendo inteligencia a mi,
32 La contada, es un procedimiento diario que la guardia penitenciaria hace de todos los reclusos.
85
85
que... yo ya había estado en una cárcel anteriormente que había salido
rápido; no... se de donde obtuvieron esa información la cuestión era que lo
sabían y dijeron que yo era informante cuando yo ni siquiera he prestado el
servicio militar. Me hicieron muchas preguntas que pues respondía que no a
todo porque yo no sabia absolutamente nada y luego me llevaron al
alojamiento “C” que queda al pie del Wimpy inclusive tenía una entrada
secreta que era una pared a la que le habían abierto un roto grande y me
metieron ahí. Ese sitio es un gran alojamiento como de unos veinte metros
cuadrados mas o menos y... habían muchas colchonetas porque ahí es
donde se guardan las colchonetas donde duermen los del Wimpy, entonces
me hicieron sentar en una de ellas y me hacían preguntas y preguntas y yo
les respondía pues negativamente, que yo no era de ninguna fuerza especial
ni nada de eso y... que yo tenia familia, que yo vivía en un barrio de aquí de
Bogotá, di mi dirección, mi teléfono y quede de traer mi expediente y el
expediente que había tenido la vez anterior cuando estuve en la cárcel. Ellos
me dijeron que no... que de todas maneras me seguirían haciendo
inteligencia y... ya cuando estábamos saliendo, cuando estábamos justo en
la puerta se vinieron otros tipos del mismo grupo y preguntaron que pasaba
conmigo y... el señor este le respondió que yo era de las fuerzas militares y
que estaba haciendo inteligencia, entonces me volvieron a entrar y me
86
86
dijeron “eche para haya hijodeputa que ahora sí con nosotros si va a hablar”,
me hicieron sentar nuevamente y... un tipo grande moreno tenia un tubo
galvanizado como de un metro y... me pego... me pego en dos ocasiones, me
rompió el brazo y... me hicieron meter al tanque.33 Me... dijeron que... me
iban a matar, que trajera mis expedientes, que iban a llamar a mi casa, que...
ya no respondían por mi, que me iban era a matar y... yo pues claro me
asuste, ese mismo día metieron a otras personas al tanque y todos nos
preguntábamos ahí en el tanque, “usted por que está aquí, y usted, y usted
porque lo metieron que hizo, entonces uno “no, por marihuana, otros no
porque me pillaron fumando bazuco” entonces a todos nos castigaban y... yo
cuando dije “no es que a mi me están confundiendo una persona de las
fuerzas militares” entonces ahí ellos mismos me decían “huuuy... este chino
esta embalado, mejor dicho no hablen con él” y a ellos los sacaron como a
los cinco minutos a mi me dejaron otros cinco minutos y vinieron otros manes
de esos, me hicieron salir, me hicieron otra vez nuevas preguntas y... me
dijeron “bueno listo vallase para el patio”. Quede yo con una zozobra
impresionante que no sabia que hacer sentía un vacío ni el berraco. Se
llegaron las horas de la noche y nos fuimos a dormir porque en el Wimpy nos
paraban a nosotros a las tres de la mañana porque la visita comenzaba a
33 el Tanque o lavadero, lugar de castigo se sabe de varios muertos por hipotermia.
87
87
entrar a las seis de la mañana entonces ya todo el mundo tenia que estar
listo y bañado para recibir la visita; yo me estaba vistiendo después del baño,
cuando llegaron tres personas con pasamontañas como a las tres y media de
la mañana y... me hicieron salir, ni siquiera me dejaron vestir bien sino que
me hicieron salir. Ellos tenían las manos dentro de las chaquetas
apuntándome con pistolas y... uno de ellos me agarro por el brazo y me dijo
“se va a morir, camine”. En ese momento no sentí gran susto ni nada, lo
único que hice fue pedirle a mi Dios que me perdonara todos mis pecados,
que cuidara de mis hijas y de mi familia y... seguí al paso con él, cuando
estábamos llegando a la parte mas oscura me dijo... “no, tranquilo chino que
yo no lo voy a matar a mi me falta como un mes para salir y ya no quiero
hacer mas esto aquí lo único que le digo es que mejor se valla, vallase de
aquí, no importa si va a traer sus papeles, sus expedientes lo mejor es que
se valla” yo... le respondí que bueno, que listo pero que sin embargo yo iba a
traer mis papeles para que los vieran, y... cuando di la vuelta para irme,
avancé saliendo del lugar donde estaba, en ese momento si sentí mucho
miedo, sentí que en cualquier momento iba a sonar un disparo, sentí ganas
de correr pero no lo hice. Salí, entonces estaba rogando, mejor dicho a todos
los santos que llegara la visita rápido, porque habiendo visita dentro de los
patios pues no... iban a hacer nada conmigo ya. Me dirigí hacia el pasillo
88
88
central y... se me calmó un poquito el susto cuando vi que entraban las
primeras visitas como a las seis y diez de la mañana. Estaba sangrando
mucho del brazo por el golpe del día anterior entonces me provocaba salir
hacia sanidad pero... me daba susto de que me dieran un balazo saliendo o
de que se preguntaran que iba a hacer yo afuera si... yo iba a sapiar34 a la
gente si iba a comentar lo que me paso, entonces no me atreví, decidí salir
por la puerta posterior, había una puerta35 por la entrada del Wimpy por el
pasillo central y ahí habían unos manes del grupo armado vigilando y... a
ellos les pregunte que si yo podía salir por ahí pero que yo iba a sacar todas
mis cosas que yo no me iba a salir sin nada, y ellos me dijeron que no, que
como se me iva a salir por ese pasillo no ve que por ahí lo roban y aguanta
mucho frió mire a ver si se puede mejor salir para la jaula” “pero yo con quien
hablo”, que yo no sabia nada si yo solo llevaba quince días en la Modelo no
tenia idea de con quien hablar ni nada esto.
Ellos también me decían que dizque yo estuve preguntando por... los
comandantes y por eso era que ellos tenían sospecha sobre mí. Entonces
uno de ellos me dijo que esperara, que en las horas de la tarde me podían
sacar y dirigirme hacia la jaula; entonces me salí y... había una visita de un
34 Soplón, informante. 35 La puerta del destierro. Ver foto No. 5
89
89
amigo y yo le pedí el favor que cuando se fuera a salir en la tarde, podía ir
hasta la jaula para ver si yo estaba ahí y poder comunicarme con mi familia,
el todo era que supiera que yo estaba bien y que ya estaba en la jaula pero
bueno, al final no tuve la necesidad de eso porque estaba tan asustado por
todo lo que me había pasado esa noche y esa madrugada que... quería
hablar con todo el mundo haber quien me podía ayudar cuando sí,
efectivamente me encontré con el que era el comandante del sitio en donde
dormíamos nosotros, en el Wimpy, y le comente a él todo el asunto, que me
habían tratado así, que me habían dicho esto y aquello y el me pregunto
“pero de verdad usted no a prestado el servicio militar” yo le dije no yo no lo
he prestado entonces el dijo “no, tranquilo que yo le colaboro y me pregunto
“quien fue el que le dijo esto” y yo le dije pues “es un comandante que le
dicen Pepe”, y el dice “ya... ya voy a hablar con él haber que fue lo que paso
con usted, me dijo que lo esperara ahí o sea en el Wimpy; como a los quince
minutos llegó con el comandante Pepe; yo... pensé que este señor me iba a
regañar o a vaciar o incluso a pegarme porque yo había dicho lo que me
había sucedido; cuando me dijo “no... a usted quien le ordeno que se saliera
nadie le ha dicho que se salga, sin embargo yo voy a ir a hablar con el
comandante”, entonces el fue a hablar con el comandante y... regresaron
como a los diez minutos y me dijo “quien le dijo a usted que se saliera” y yo
90
90
le dije “pues... unos señores que estaban encapuchados esta mañana”
entonces él dijo “a... los que estaban prestando guardia, me dijo “no... fresco
que eso era que estaban borrachos y lo que querían era jugarle una broma
por lo que había sucedido ayer pero no... tranquilo que el comandante
general le dice que viva aquí que si usted no se mete con nadie, nadie se va
a meter con usted entonces siga viviendo aquí, que tranquilo que no le pasa
nada que no se asuste que el que nada debe nada teme, entonces si usted
se quiere salir eso es problema suyo”, entonces yo le dije que si ellos me
autorizaban vivir aquí yo no tenia ningún problema, al fin y al cabo yo no me
meto con nadie y con nadie tengo ningún problema; entonces me dijeron “si,
siga viviendo”.
91
91
Eso fue pues, lo que me paso una vez aquí en la Modelo”.
Mario castro, es funcionario de la institución hace 23 años, se ha
desempeñado como docente en las cárceles de Bogotá. Su historia
corresponde a la cárcel La Picota.
“Eso fue un martes trece de marzo... el año no lo recuerdo, fue... como en el
ochenta y dos u ochenta y tres.
Estaba en la sección de educativa laborando con unos compañeros, éramos
en total cuatro el resto eran dos guardianes que estaban recibiendo clase y...
habían como unas ocho niñas terapeutas si... de psicología. Mas o menos
como a la una y media de la tarde, aproximadamente, yo... era uno de los
últimos que entraba a la sección de educativa, cuando estaba ingresando no
note nada extraño todo estaba normal, ingrese a la sección y allá había un
compañero que se llamaba José Perdomo mallorquín y... me dijo “ya
tenemos el personal para trabajar vamos a dictar clase”, o sea la rutina
diaria. Listo me fui para clase, yo dictaba matemáticas, álgebra y cálculo.
92
92
Cuando me fui para clase tuve la sorpresa de ver a una persona que tenia un
cuchillo o... un chuzo que llaman, y... entonces yo me regresé para donde el
compañero y... le dije “parece que van a matar a alguien”, porque... en esa
época cuando uno veía que alguien desenfundaba un cuchillo o chuzo, era
porque iban a tomar algún procedimiento... de saldar cuentas ¿si me
entiende... cierto?. Yo... pues no me asuste mucho porque uno ya se
acostumbra a eso sí, al ver como sacan el cuchillo como mas de alguna vez
lo he presenciado que me han matado gente estando yo ahí. Tenia que
echarme contra la pared... pero bueno esa es otra historia.
Entonces llegue a la oficina y mi compañero me dijo “eso es que van a matar
a alguien” y yo le dije sí, eso parece; cuando nos encontramos con la gran
sorpresa de que un interno que lo llamaban el pollo llego y nos hecho el
candado en la puerta principal o sea la de la salida, pues eso allá es un solo
pasillo si, en la Picota y... eso allá tiene una solo salida y una sola entrada
que es la misma. La oficina de nosotros quedaba al fondo, entonces cuando
nos regresábamos nos encontramos con la sorpresa de que un tipo de esos
le había echado candado, el traía un candado y... se lo había metido a la
puerta, cuando el tipo se regreso y nos encontramos yo le dije ¿qué pasa? Y
él me dijo esto es un secuestro, entonces... ahí me entro pánico, me entro
93
93
miedo, sentí... como siente uno... como cuando ve que está cerca de la
muerte que se yo, uno se pone... no sé, no se que sentí en ese momento
pues por el mismo ajetreo. Cuando voltee a mirar para atrás venían otros con
cuchillos, entonces yo me devolví corriendo hacia la oficina y... empecé a
saltar pupitres y... entonces uno de ellos me hizo el viaje36 con un cuchillo yo
alcance a saltar por encima de un pupitre afortunadamente el no me alcanzó
a coger y entonces me fui a la oficina y empecé a golpear y... allá existen una
ventanas que tienen otras ventanitas pequeñitas y empecé a darle pata y
puño y esas ventanitas no se rompían. Había un negrito interno que
trabajaba en la parte de debajo de la cárcel que llaman “La Playa” el
manejaba el almacén, entonces el me vio, a demás el fue el único que me vio
golpeando las ventanas entonces yo le informe ¡nos Secuestraron!... fue lo
único que alcance a decirle, entonces el tipo corrió a informarle a la guardia
sí, entonces en eso se vino, ya habían recogido a casi todos los compañeros
y ... yo era el único que estaba pidiendo auxilio en las ventanas, entonces se
vino contra mí el “Pollo” y me cogió del cuello con fuerza, con violencia y me
dijo “camine hermano que no estamos jugando” y... yo le dije que no me
fuera a matar, que no me fuera a hacer nada que respetara la vida mía, me
36 Me hizo el viaje, me lanzo el cuchillo.
94
94
dijo “tranquilo, tranquilo viejo que esto es un negocio estamos en una vuelta
grande”.
Tengo entendido, que fue el primer secuestro que hubo en las cárceles en
Colombia. Bueno mire, otra vez fue...nos encontrábamos en la parte externa
de la cárcel. Y... empezamos a entrar con una compañera negra que se
llama Gloria, eso fue como en el noventa y nueve en la Cárcel Nacional de
La Picota. Bueno... estábamos entrando y si notamos el ambiente como
solitario. Ahí entrando a la cárcel hay un sitio que llaman la playa que es
donde venden, hay están los “caspetes”37 y venden tinto venden cantidad de
cosas de comer de tomar y... bueno antes de entrar nos tomamos con la
compañera dos tintos y... llego uno de los internos que estaban allí y nos dijo
“¿no van a ingresar?, la compañera de ustedes ya está adentro” y yo le dije
¿dónde está?, entonces me dijo “está en el la oficina” y yo le dije “pues sí...
entremos ya...” cuando llegamos allá había un señor que se llamaba Juan
Carlos del Ministerio de Educación que nos estaba colaborando en la sección
de educativa y... en ese momento me dijo otra compañera que se llama Luz
Miriam que era la encargada de la sección, era la coordinadora, “Alberto valla
y me le abre por favor a Juan Carlos” y claro yo me fui a abrir, cuando yo le
95
95
abro a Juan Carlos el me dice “¿qué paso, porque hay ambulancias?” Yo le
digo “nada, esas son las ambulancias de los Rodríguez Orejuela y de la
gente de Alta Seguridad que siempre están ahí para proceder en caso de
algo”, entonces el me dice “oiga pero si veo el ambiente como pesado” y... no
“esta normal” le respondí. Íbamos caminando y él iba charlando conmigo, el
pasillo es largo y cuando íbamos como en la mitad escuchamos unas
primeras totaceras tan, tan, tan, tan, unos primeros tiros, él nunca había
escuchado eso entonces se asustó muchísimo “huuuy hermano que está
pasando” y yo le dije “no, no tranquilo eso es que están matando a alguien”.
En esa época mataban uno diario, a veces tres hasta cinco diarios mas o
menos, “tranquilo” le dije, “sentémonos aquí” y nos sentamos a donde nos
tapara un muro para evitar una bala perdida. Entonces hubo un receso como
de unos quince segundos y... después volvió otra vez pero mas seguido tan,
tan, tan, tan, tan, tan, tan, y después sonó una granada, cuando sonó la
granada entonces yo si le dije al hombre “esta vaina se puso fea, como que
se prendió”, y me dijo “como así” “si hermano nos toca quedarnos acá” ¡y...
se prende eso, se prendió esa vaina... tan, tan, tan, tan, y dele y dele y...
empezaban a gritar que “!vamos para tal patio, vamos para el séptimo, que
37 Los Caspetes, Hasta Julio de 2002 fueron permitidos por el INPEC los caspetes que eran negocios propios de los internos. Restaurantes, lavanderías, cafeterías, fruterías y
96
96
vamos por “Gorras”, que no se quien y empezaban a nombrar gente y a
darles, a matarlos y entonces yo como pude me fui agachado hasta la oficina
y... ahí encontramos todas las compañeras asustadas, vueltas nada,
azoradas y me dijeron “¿que paso? “esto se prendió”, “¿qué hay que hacer?”
les dije “quedarnos acá”... y nos quedamos ahí. Había un internos que nos
hacia el aseo y se quedó acompañándonos. Estuvimos esperando y
esperando eso siguió y siguió, dele y dele las dos, tres, cuatro, cinco de la
tarde y eso no cesaba. Me asomaba por la ventana y veía si no el reguero de
muertos... sí, y... la gente, unos encapuchados otros sin capuchas y... dando
candela, a lo que se moviera. Entonces dieron las seis, siete y eso prendido;
como mas o menos ocho de la noche hubo un receso, Había un silencio total,
total, total, Todo eso callado, callado, entonces esperamos como media hora
y yo les dije “bueno, procedamos a salir, no hay mas que hacer” entonces
cuando volteamos a mirar, allá en la reja había gente con armamento,
parecían como guerrilleros, entonces yo me fui hacia ellos, ellos desconocían
según ellos que nosotros estábamos ahí, entonces “¿qué cuantas personas
habían?” y yo les dije “habemos tantos, tantas mujeres, tantos hombres y hay
también un interno. Todos somos funcionarios y hay un interno”, entonces
me dijo, “!ábrame la puerta!” y yo le dije “no hermano, espere yo les comento
droguerías.
97
97
a mis compañeros, yo no le puedo abrir”, y estaban todos enfierrados y
encapuchados; yo les di la media vuelta, yo les di la espalda, allá ellos y me
devolví asustado lógico pero uno en un momento de esos ya el susto se ha
vuelto como... ya de tanto tiempo de estar escuchando esa... esa totacera y
toda esa vaina, el miedo se vuelva ya... se vuelve uno como duro no sé, ya
va uno para las que sea, ya uno quiere que suceda alguna cosa o salirse o
que pase cualquier cosa desagradable ¡pero que pase eso rápido!; entonces
yo me devolví a donde los compañeros y les comenté, “mire esta pasando
esto y aquello” y me dijeron, entonces una de ellas me dijo “¿están
armados?” y yo le dije “!claro que están armados!” dijo, “mire tenga las llaves,
“valla hay que abrirles porque de todos modos rompen la puerta, es mejor
llevarlos por las buenas”, entonces yo dije “listo”, me devolví y... lo único que
les pedí yo fue que “no me fueran a matar al interno que estaba con nosotros
pues él es un delincuente común, no tiene nada que ver con esas vueltas”
entonces me prometieron eso y yo les abrí la puerta y... pues se nos
entraron. Eran como unos cuatro o cinco internos y yo pues me entre... y
entonces nos dijeron “bueno, vamos para afuera ¿que quieren?, irnos para la
casa les dije, salir, irnos. Bueno, entonces nos dijeron “listo” los vamos a
sacar, entre ellos estaba Carlos, y nos hablo un Guerrillero “miren la verdad
es esto, nosotros vamos es a protegerlos nosotros no los vamos a secuestrar
98
98
los vamos a llevar a un sitio seguro”, entonces nosotros nos pusimos reacios
“pues que nosotros no teníamos porque estar en eso, la guerra no era de
nosotros, no teníamos que ver en nada con eso”, entonces me dijo, “bueno,
entonces que deciden ustedes” “¡pues salir” entonces el tipo me dijo “salen,
pero bajo la responsabilidad de ustedes, nosotros los acompañamos hasta la
guardia interna de ahí pálante hay una cantidad de Paracos38 y les pueden
dar, nosotros lo que queremos es protegerlos porque ellos pueden pensar
que ustedes son guerrilleros o que bueno...”. Ya era de noche, entonces yo
les dije “listo, yo me apunto a esa”; entonces conmigo venían el resto de
personas que estaban a dentro en la sección de Educativa; cuando íbamos
hacia fuera venia un guerrillero con una metra y una careta antigas, y me vio
y me dijo “!usted para donde va profe!”, “pues para fuera hermano” me dijo
“¡no, usted no va pá fuera usted se me devuelve!” y... el tipo saco el arma
pues... al ver una persona armada le toca a uno obedecerle. Me devolví. La
compañera negra estaba supremamente asustada, con un temor salvaje; se
puso a llorar y yo la tranquilicé, y me dijo “pero yo me quiero ir para la calle” y
yo le dije “mire, tenemos que regresar, para la calle no nos podemos ir”
“porqué” “porque no podemos, no podemos... regresémonos”; entonces nos
metieron al patio primero y cuando llegamos nos encontramos los médicos,
38 Paramilitares o miembros de grupos de Autodefensas armadas ilegales.
99
99
las enfermeras, odontólogos y resto de compañeros funcionarios ha... y
comandantes de Guardia, compañeros de la Guardia también. Aviamos unas
treinta personas secuestradas o retenidas como llaman ellos. El caso es que
eso se volvió a prender, nosotros no hacíamos sino tirarnos al piso,
empezaron a quebrar los vidrios con las balas. El miedo de nosotros era que
se entrara una granada por una ventana de esas, nos cayera y explotara,
era lo único que yo les decía a ellos, pero ellos me decían a mí, que me
tranquilizara si.
Tantos años trabajando uno con los internos ellos le cogen a uno un poco de
aprecio, de cariño por la forma en que uno trabaja con ellos sí. Entonces para
que, ellos trataron de tranquilizarme y me dijeron, “venga profe que no se
qué”, yo les dije mire esto no es de nosotros.
La cosa siguió y siguió, como una media hora mas, nosotros tirados en el
piso y todos ellos dando candela y... como a la media hora seso de nuevo.
Entonces hubo un receso... brutal, entonces empezó el noticiero de la noche,
de las nueve y media y nos invitaron a verlo.
100
100
Uno difícilmente piensa es que no va a salir con vida. Y... pues... de ver
tantos muertos, de ver guerrilleros heridos que los médicos los estaban
curando, para eso fue que se los llevaron y a las enfermeras, había uno por
ejemplo que se le voló un dedo de un tiro pero... estaba como muy tranquilo
un... tipo como duro. Uno en ese momento piensa... que se va a morir esa es
la verdad.
Si, yo me acuerdo de los rostros de los compañeros, se les veía el pánico y a
demás uno no puede... como respirar por lo pesado del ambiente, siente
como si uno tuviera un camión encima del pecho, o sea el ritmo de la
respiración es como anormal. Uno no se haya, no se haya en el sitio donde
uno está.
La cuestión fue que al fin paro el asunto. Pidieron Derechos Humanos,
Procuraduría... Defensoría Del pueblo, llegaron todos ellos, según ellos
hicieron un acta, se llegó a un acuerdo que no se cual fue porque ellos lo
hacen es afuera en las oficinas.
Ya... cuando eso pasa pues los representantes van por uno, yo sentí mucha
alegría cuando vi a una de esas personas con el chaleco de la Defensoría
101
101
Del Pueblo y... ese señor era como la tercera vez que estaba en esas
circunstancias y... pues para que, el abrazo de alegría que se da uno con la
persona que viene a rescatarlo a uno eso lo emociona mucho, ¡pero mucho
viejo!, es decir, uno como que vuelve a vivir ya dice uno pues... aquí como
que ya no nos morimos.
Cuando nosotros salimos ya a la calle; pues... Uno en la calle ve... uno dos
muertos, en un accidente que se yo, en algo, cierto pero... aquí es cualquier
cantidad y... muertos de una cosa salvaje, cuando era por ejemplo con
cuchillo eran totalmente despedazados porque... se les pegaban a una
persona varios tipos y todos con cuchillo le daban y le daban... lo acababan.
Cuando es con armamento pues se ven los impactos o por lo menos los
huecos de los impactos en las personas y... empieza uno..., ya saliendo,
como los pasillos son angostos entonces uno hacia sino saltar y saltar
muertos, saltar cadáveres...el olor era... pues... no, huele mal como a sangre,
huele mal muy mal y uno la mira, una es como espesa y oscura otra es como
clarita ¿porque?, Porque nos tocaba saltarla y a veces pisarla también
porque eso era regada en el piso, se ponía uno que ya se caía, se deslizaba
por la sangre. Entonces uno tenía que ir a tientas tocando las paredes para
102
102
no caerse en medio de ellos, encima de un muerto. Entonces uno no hacia
sino saltar, sesos y todo eso que queda de una persona cuando muere de
esa manera.
A mi me dio duro, cuando íbamos saliendo fue que llegaron los del Batallón
de Artillería 39 nos querían coger y llevarnos allá con ellos creyendo que
nosotros nos habíamos prestado para una cosa de esas, menos mal que el
Director se les puso un poco duro y les dijo “¡No!... como se me van a llevar a
mi gente para allá no ve que estos son los que trabajan conmigo”, Entonces
el fue el que evitó eso.”
En el primer secuestro casi todos renunciaron, la verdad es esa, los que
quedamos fuimos como unos tres o cuatro del INPEC que no quisimos
renunciar. De esos, a todos los trasladaron y el único que no se fue de la
cárcel fui yo, bueno eso les gusto. Haya adentro hay gente templada, pero el
INPEC también la tiene. Yo les demostré, pues como muchos compañeros
que las cosas pasan pero bueno, hay que salir adelante, seguir adelante.
Entonces... pues... yo nunca olvidare todo eso que pude ver sobre todo en
ese pasillo, no... eso fue tenaz.
39 El Batallón de Artillería, está ubicado frente al la cárcel La picota de Bogotá
103
103
Mario se pone de pié y se lagrimean sus ojos. Y al final me aclara que esas
cosas no se deberían taparse a la gente. “Esta institución, en esos casos no
conoce las vainas y... la verdad nos tratan como... como cualquier cosa, si
me entiende.”
104
104
CAPÍTULO QUINTO
5. Los Espacios del Miedo. Una Visita Guiada
Cárcel Nacional Modelo De Bogotá D.C. (Ala Sur)
Los espacios del miedo en la cárcel para la población interna están
directamente relacionados con la idea de castigo y tortura.
Los lugares productores de miedo están ubicados en espacios similares al
universo urbano como referente inmediato; alejados del trancito normal,
oscuros, fríos y sucios llenos de humedad y descuidados por la soledad.
Nadie vive ahí, no es un habitad y su razón de ser se materializa bajo
tiempos específicos. No siempre son lugares del miedo solo en las noches
cuando se mezclan con la oscuridad, el silencio y el sueño de la mayoría.
Wilson Arteaga es comandante responsable de un grupo armado
organizado, en compañía de él pude tomar algunas fotos y conocer a fondo
los lugares que dentro de la cárcel producen miedos sobre toda la población
del ala sur y Norte de la cárcel Modelo de Bogotá. Los espacios descritos
105
105
como lugares propios de castigo y tortura son testigos históricos de suplicios
que se han construido con el pasar de los años.
Wilson como jefe y administrador de poder conoce la naturaleza de los
lugares. Él, a ordenado “por el equilibrio interno” varios castigos de internos
“que se portan mal”.
La entrevista fue hecha en su celda y es transcrita a cabalidad y con el orden
descriptivo que él propuso.
El túnel (Foto 1 y 2)
“El túnel. O la cárcel dentro de la cárcel. En este lugar se aloja a las personas
que por algún u otro motivo han transgredido las leyes internas de la cárcel,
personas que han robado que han causado dificultades, que son violentas,
que son inmanejables o personas que no pueden vivir comunitariamente al
interior del penal. Son personas que permanecen allí, las veinticuatro horas
del día y solamente los días festivos sábados y domingos tienen salida de
este recinto. Es un área de dos con veinte de alto por uno cincuenta de
ancho, por treinta y dos de fondo, allí duermen en un promedio sesenta
internos en las condiciones más deplorables pero que ellos mismos se han
106
106
buscado. En cierta forma se ha buscado que los túneles desaparezcan pero
han sido el único medio de controlar... el equilibrio interno, exactamente el
equilibrio que hay dentro de la cárcel, porque son personas inmanejables
prácticamente, antisociales al nivel de la mas baja... del mas bajo nivel de
antisocialidad”.
El Tanque (fot. 3)
“Lo que es durante el día un lavadero, lo que es una alberca donde se utiliza
el agua para las labores del día y para lavar la ropa de los internos, en la
noche es el pavoroso centro de represión donde las personas que
transgreden alguna norma, o que se hacen merecedoras de algún castigo
son ubicadas allá durante un tiempo promedio, con una simple lavada o con
dos o tres horas de permanencia en el agua, con la finalidad según suponen
las personas que coordinan el control, la disciplina al interior del penal que
son los mismos internos; con la finalidad de disuadir o castigar a las
personas que transgreden alguna norma”.
El Fuetero (Fot. 4)
“El fuetero es una esquina donde a las personas que también incumplen con
una norma merecen ser castigadas, son apaleadas o afueteadas sin
107
107
excesiva sevicia lógicamente, sino más como una medida correctiva y... que
durante la noche es un lugar absolutamente deshabitado y que le merece el
mayor de los pavores y de los miedos a los internos dado... su carácter
como lógicamente lo sabemos de ser un lugar donde se reprime, se reprende
a los internos que no cumplen o incumplen determinadas normas de
convivencia”.
La Puerta Del Destierro (Fot. 5)
“A esta puerta se le llama la puerta del destierro. Es la puerta por donde
salen, los días de rascada los internos con destino a diferentes cárceles, a
un destino impredecible, incierto porque el interno es simplemente
manipulado por las autoridades y remitido a una cárcel de la cual ellos no
tienen conocimiento, muchas veces lejos de su familia, de su entorno...
comunitario, de su vida; hay personas que por esa puerta han llegado a la
cárcel y se han ido nuevamente, y de las que nunca se vuelve a saber no
porque mueran, sino que van a parar a penales... absolutamente
imprevisibles; hay personas que tienen raigambre digamos... costeña y son
mandados al Meta,40o... llaneros que son mandados a las cárceles de
Valledupar de Combita en Boyacá, a lugares que creen ellos que son
40 Departamento Del Meta, Capital Villavicencio.
108
108
absolutamente execrables como penales, por la rigurosidad, por la forma en
que han sido... publicitados. Por esa parte, por esa puerta de la que
hablamos, es la puerta por la que muchos salen y nunca volvemos a saber.
La Cárcel De Los Arriados (Fot. 6 y 7)
“Es un lugar... en donde los internos son desechados por su propia
comunidad, el lugar donde llegan los que nadie quiere, a los que nadie, pero
nadie puede soportar, a personas que son, dentro de la misma brutalidad
penitenciaria de la cárcel, son los que no se acomodan a la vida, a ser...
presos y que por su comportamiento, por su violencia por su calidad humana
son absolutamente rechazados por los mismos internos”.
109
109
CONCLUSIONES
Los relatos orales y descripciones de cada uno de los entrevistados revelan
la complejidad de la vida carcelaria. Sus sensaciones, sentimientos, deseos,
odios, resentimientos fundados en ordenes procedimentales; las
incertidumbres respecto al futuro y al pasado, la imposibilidad de movimiento
corporal, los ajustes en el tiempo y en el espacio que traspasan y determinan
las intimidades mas privadas, el encierro y el control de las sensibilidades
mas secretas (el llanto, la fragilidad, la tristeza), sus juegos permanentes con
el nuevo orden; los olores, los ruidos, sus miradas inevitables, las angustias
alimentadas día a día, los sobresaltos que sorprenden hasta el mas atento,
los nuevos sabores que desbordan el gusto y lo reducen a una alimentación
estricta y necesaria, los inéditos ambientes que erosionan las pieles más
fuertes e insensibles, los nuevos lenguajes que articulan las relaciones
ineludibles; las cicatrices que nunca se reducirán al pasado... no son mas
que un signo, son el síntoma amargo de la condición humana que se declara
impotente ante el acontecimiento dramático de un hecho irrevocable, el de
estar privado de la libertad.
110
110
Las puertas, los patios y pasillos, las celdas, terrazas, túneles; las paredes,
las rejas, barrotes, candados y los diversos entrecruzamientos que
establecen sus características, son la respuesta espacial y a la vez propicia
para un diálogo permanente que cada uno de ellos sostuvo y sostiene con el
miedo.
La cárcel guarda el secreto que celosamente esconden las sociedades
modernas como imagen de Estado Nación; en su afán de monopolizar la
fuerza, crea, estructura y administra soterradas estrategias de seguridad
como la cárcel, con el único fin de encerrar su propia condición enferma y
ocultar sus propios miedos.
El miedo como presencia y dentro del trabajo desarrollado, permitió observar
ciertos aspectos difíciles de evidenciar como una característica importante
dentro de la población carcelaria, la conciencia de desunión con el pasado y
una completa certeza del no futuro inmediato. Esta condición hace que ellos
vivan cada instante con una intensidad superlativa, de tal modo que todos
sus sentidos se encuentran al máximo de su capacidad.
111
111
Todas las relaciones interpersonales establecidas entre los internos,
funcionarios y guardia penitenciaria, están basadas en dispositivos que
aumentan o disminuyen el miedo.
El acontecimiento, en términos estrictamente filosóficos, asociado a la
cotidianidad, adquiere características de permanencia y hace que la visión de
la realidad sea otra muy diferente en términos de percepción en condiciones
de normalidad.
Los miedos carcelarios y sus diversas tipologías fueron establecidas desde la
puesta en escena de entrevistas específicas de la población carcelaria y de
una experiencia personal; recurriendo a ellas como evidencia real de cada
miedo que destacan el primer día de llegada a la cárcel como eslabón
definitivo que conecta los miedos fuera de la reclusión, producto de
entramados imaginarios, y los que se desarrollan dentro de la reclusión como
extensión de ellos en espacios diferentes.
Por tanto, podemos concluir que la realidad carcelaria en Bogotá, y sus
diferentes discursos, pueden ser descritos y comprendidos desde la voz de
sus habitantes y de sus experiencias directas, permitiendo una
112
112
categorización de los miedos como resultado de un diálogo permanente con
ellos.
De igual manera, y desde una mirada personal, Pensar la realidad carcelaria
es inevitablemente pensar el miedo; y pensar en los miedos carcelarios es
ineludiblemente pensarnos a nosotros mismos.
113
113
BIBLIOGRAFÍA
DELUMEAU, Jean. El miedo en occidente. Siglos XIV – XVIII. Tauros,
Madrid, 1989.
DELUMEAU, Jean. El miedo, reflexiones sobre su dimensión social y cultural.
Corporación región, Medellín, 2002
ERIBÓN, Didier. Michel Foucault. Anagrama. Barcelona, 1992.
FOUCAULT, Michel. Los Anormales. Fondo de cultura económica, México,
2001.
FOUCAULT, Michel. Vigilar y castigar nacimiento de la prisión. Siglo
veintiuno editores, México, 1992
MOREY, Miguel. El orden de los acontecimientos. Ediciones península,
Barcelona, 1988.
114
114
PRIETO, Felipe. Escritos Filodoxos. Ediciones Ciencia y derecho, Bogotá,
1982.
TIJOUX, Maria Emilia. Cárceles para la tolerancia cero. Universidad
Bolivariana, Santiago de Chile, 2001
VIVIESCAS, Fernando. Colombia el despertar de la modernidad. Foro
Nacional por Colombia, Bogotá, 1991
115
115
ANEXOS