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Universidad de La Salle Universidad de La Salle Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades 1-1-2004 Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Bogotá Bogotá Wilmer Genaro Rozo Valencia Universidad de La Salle, Bogotá Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras Citación recomendada Citación recomendada Rozo Valencia, W. G. (2004). Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Bogotá. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/464 This Trabajo de grado - Pregrado is brought to you for free and open access by the Facultad de Filosofía y Humanidades at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Filosofía y Letras by an authorized administrator of Ciencia Unisalle. For more information, please contact [email protected].

Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

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Page 1: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

Universidad de La Salle Universidad de La Salle

Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle

Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades

1-1-2004

Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de

Bogotá Bogotá

Wilmer Genaro Rozo Valencia Universidad de La Salle, Bogotá

Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras

Citación recomendada Citación recomendada Rozo Valencia, W. G. (2004). Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las cárceles de Bogotá. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/464

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Page 2: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

TIPOLOGÍAS DEL MIEDO

ESTUDIO SOBRE EL MIEDO EN LAS CÁRCELES DE BOGOTÁ

WILMER GENARO ROZO VALENCIA

UNIVERSIDAD DE LA SALLE

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

BOGOTÁ

2004

Page 3: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

TIPOLOGÍAS DEL MIEDO

ESTUDIO SOBRE EL MIEDO EN LAS CÁRCELES COLOMBIANAS

WILMER GENARO ROZO VALENCIA

ASESOR DE INVESTIGACIÓN: DR. LUIS ERNESTO VÁSQUEZ

Trabajo monográfico de grado, presentado como requisito parcial para optar

al título de Licenciado en Filosofía y Letras

UNIVERSIDAD DE LA SALLE

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

BOGOTÁ

2004

Page 4: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

DIRECTIVAS DE LA INSTITUCIÓN

HNO. FABIO GALLEGO ARIAS

RECTOR

HNO. HENRY ALBERTO RAMIREZ

VICERRECTOR ACADÉMICO

DOCTOR MAURICIO FERNANDEZ

VICERRECTOR ADMINISTRATIVO

HNO. EDGAR FIGUEROA

VICERRECTOR DE PROMOCIÓN

DOCTOR CÉSAR BARATTO

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Y LETRAS

DIRECTOR

DOCTOR CARLOS MARIN

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

DECANO

Page 5: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

NOTA DE ACEPTACIÓN

CALIFICACIÓN

PRESIDENTE

JURADOS

CIUDAD Y FECHA

Page 6: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo nunca se hubiera podido llevar a cabo sin la colaboración

desinteresada de los internos y funcionarios administrativos de las cárceles

Modelo, Reclusión de mujeres el Buen Pastor y Penitenciaría Nacional La

Picota quienes, con sus historias y sus cuidados en cuanto a mi integridad

personal me permitieron llegar hasta las más intimas fibras de su pasado.

Al Dr., Luís Ernesto Vásquez, que dijo lo que tenia decir cuando tenia que

decirlo.

Por sus grandes y profesionales concejos conceptuales que me permitieron

develar una realidad en muchas ocasiones imposible.

Al Dr., Wilson López, quien en una charla informal en algún patio de la

cárcel, me sugirió este tema como producto de sus propios miedos.

A todos los internos e internas de Colombia; en especial a Álvaro, Ricardo,

Orlando†, Luciano, Javier, Fabián, Don Germán, Juancho y todos los demás

amigos que desde los muros me enseñaron el verdadero sentido de la

esperanza desde la dramática condición humana que encierra el ser pero

guarda un rincón silencioso para la libertad anhelada.

Page 7: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

DEDICATORIA

- A Olga Lucía y Laura Sofía, las mujeres que hoy en día colman mis sueños

de ilusiones y son el antídoto ineludible contra mis propios miedos.

A ellas y solo a ellas todo mi amor.

- A Antonio y a Lida, quienes siempre han estado en todos los momentos

importantes y definitivos en el camino inexorable de la vida.

- A Johanna, Ricardo y César por compartir conmigo tantos días de alegría y

secretos inconfesos.

- Al Honorable Magistrado Germán Bustillo, quién con sus profundos análisis

y su ineludible pregunta constante por el ser humano y sus intrincados

acontecimientos, dio en el blanco cuando me mostró el camino pertinente

para entender la responsabilidad de la filosofía con el diario vivir. A él, y las

invaluables conversaciones de cafetería que solo son trascendentes en la

complicidad de la amistad intelectual, espacio donde no prima la respuesta

sino el itinerario elaborado del juego conceptual.

Page 8: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

CONTENIDO

Pág

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO PRIMERO 4

1. HORIZONTE DE SENTIDO 4

CAPÍTULO SEGUNDO

2. LA PRIMERA MIRADA. UN ACONTECIMIENTO PERSONAL 15

2.1 LA PUERTA 15

2.2 LA INVITACIÓN 20

2.3 REALIDAD PARALELA 21

2.4 LA MIRADA DE ELLOS; MI PROPIA MIRADA 22

2.5 MIS MIEDOS 24

CAPÍTULO TERCERO

3. LOS MIEDOS MARGINALES 30

3.1 DE AFUERA HACIA ADENTRO. TESTIMONIOS

DESDE LA CÁRCEL 30

3.1.1 El miedo que precede 32

3.1.2 La Mirada. Intrusos en la intimidad 37

3.1.3 El Miedo al Deseo 43

3.1.4 Miedo al vacío 49

3.1.5 Cruzando el umbral 51

3.1.6 Soledad y oscuridad 54

Page 9: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

3.2 LOS MIEDOS INSTITUCIONALES 57

3.2.1 La amenaza, el secuestro y la extorsión.

Las trampas que me dan miedo 63

3.2.2 La oscuridad de la noche no me aguarda 66

CAPÍTULO CUARTO

4. HISTORIAS DE AYER Y DE HOY 73

CAPÍTULO QUINTO

5. LOS ESPACIOS DEL MIEDO, UNA VISITA GUIADA 104

CONCLUSIONES 109

BIBLIOGRAFÍA 113

ANEXOS 115

Page 10: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

INTRODUCCIÓN

La intención inicial de elaborar un trabajo sobre el miedo en los centros

Carcelarios de Bogotá, fue la de identificar los lugares generadores de miedo

con la intención de establecer desde un parámetro “no oficial” un nivel de

comprensión más cercano a la realidad alrededor de la complejidad de la

vida cotidiana dentro de los centros penitenciarios.

Para esto, y con la experiencia de trabajo en la Cárcel Nacional Modelo, La

Penitenciaría de la Picota y la Reclusión de Mujeres, comenzamos el trabajo

de investigación en enero de 2002, haciendo un sondeo a manera de

descripción etnográfica de los espacios en que los internos, funcionarios y

guardia penitenciaria reconocían como lugares generadores de miedo.

Posteriormente, y relacionando impresiones personales con las narraciones

de los diversos entrevistados, pudimos observar el gran interés que causó en

ellos el hecho de narrar a manera de construcción histórica, el primer día de

llegada a la cárcel y de ciertos acontecimientos importantes y definitivos

dentro de su diario vivir en los centros de reclusión. Esto, nos condujo a

identificar los espacios, no como el principal generador de miedo sino como

uno de tantos otros que decidimos estudiar un poco más a fondo.

Page 11: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

2

2

Como referente teórico, algunas ideas propuestas por el filósofo francés

Michel Foucault nos sirvieron para comprender la importancia que el autor en

mención depositaba en los archivos, registros y palabras de “aquellos que

normalmente no hablan con voz propia” cuando están enmarcados dentro de

una oficialidad como la prisión.

Las entrevistas entendidas como registros no oficiales nos permitieron

desgranar un elemento fundamental y definitivo del universo carcelario como

terma de estudio. Describir y dar respuesta a la pregunta ¿Cómo el miedo,

entendido como producto de entramados imaginarios, regula los discursos

que fuera de la oficialidad, establecen y determinan todas las relaciones

dentro de la cárcel?, constituyó el problema de investigación.

Para lo cual, decidimos presentar una descripción de las tipologías del miedo

organizadas de la siguiente forma: 1. Un horizonte de sentido; que nos pro

pone un acercamiento teórico de comprensión desde la visión Foulcaultniana

del encierro en relación con el miedo y el problema de la vigilancia como

estrategia del poder. 2. La mirada. Un acontecimiento personal; que describe

las impresiones y miedos particulares propios de mi primer día de llegada a

la cárcel en relación con los miedos y los espacios en que se desenvuelven.

3. Los miedos marginales; que narran las tipologías de los miedos carcelarios

y sus diferentes signos manifestados en boca de sus protagonistas en

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3

3

tiempos y lugares diversos. 4. Historias de ayer y de hoy; que nos ubican en

el universo del acontecimiento como parte de la cotidianidad carcelaria. 5.

Los espacios del miedo; que, desde una descripción guiada hecha por un

interno de la cárcel Modelo nos invita a hacer un recorrido por los lugares

generadores de miedo para la población carcelaria, directamente

relacionados con el castigo no oficial que allí se vivencia. 6. La conclusión

final, como resultado de un proceso.

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4

CAPÍTULO PRIMERO

1. HORIZONTE DE SENTIDO

“Queremos creer que en el fondo de cada sociedad existe un vacío y a eso lo

encerramos, la idea no es llenarlo de interpretaciones sino de darlas a

conocer, el vacío que compone el alma de los ocultos, es el vacío que

queremos ocultar, no está muerto en la sombra, en el silencio; esta vivo y

soportando en sus espaldas la carga de la anormalidad”.

Michel Foucault,

El pensamiento del afuera

El miedo es la cárcel y la cárcel el miedo, acaricia con placer sus muros,

incita a tejer historias que se desenvuelven en el ambiente indeterminado de

los comentarios y a su vez, constituye el espacio donde dormitan las

entrañas misteriosas de los hombres que urdidas de semblanzas, relatos y

narraciones se han hecho imágenes, se han construido realidades que se

alcanzan a oler y escuchar.

Cuando se piensa en la cárcel se concibe como un recuerdo sin haberla

conocido. La prisión hace parte de la esfera oscura, de ese texto que todos

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escriben con voz baja, con letra suave y sin mayúsculas, se evoca cuando se

recuerdan ideas vagas de lo subterráneo, cuando se mira el Hades con ojos

cristianos y se busca la casa de los más grandes apostatas, en fin, del miedo

en su máxima expresión.

Aun así, el miedo es sin duda aquello de lo cual uno hace parte, pero que

nunca se asume; sin embargo, los que si se atreven hacer lo que nadie cree

que está “bien” son los que en verdad se adjudican ese signo, algunos con

mayor propiedad que otros, pero que de todas maneras se convierten en la

materialización del miedo y en algunos casos, en la materialización del terror

o del horror. Son ellos, los presos, los que hacen lo que nadie hace y por ello

se convierten en una amenaza, y luego nosotros mismos, en cuanto se

genera una respuesta de igual o mayor fuerza para “conjurarlos”.

De ahí que de esta relación se reproduzcan, de manera imaginaria, lo que

aquellos piensan, hacen y sienten, se cuentan sus historias sin conocerlas,

se acomoda su pasado alrededor de su castigo y se perfila al hombre, su

familia sus amigos desde su crimen.

El imaginario social que se erige alrededor del encierro penitenciario, del

encerrado y de los encerradores, no son otra cosa que la respuesta

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estructural a un temor fundado y lapidariamente inscrito en la eterna y

constante necesidad de los hombres por buscar su seguridad como reflejo

inmediato de vida en contraposición a la inseguridad como respuesta

conceptual y estratégica del miedo.

Es vital para la propia naturaleza humana contar con variadas posibilidades

de asegurar lo que le produce temor, inestabilidad y sospecha puesto que “el

ser humano no se desarrolla en la incertidumbre”1, universo propio del temor,

sino por el contrario, en la solidez intrínseca de sus verdades que, en el caso

particular de los miedos, incitan a consolidar barreras, muros o rejas que los

aguarden y no los dejen salir.

El miedo ha permitido una construcción oral de las sociedades alrededor de

lo oscuro y oculto, que constantemente crea comentarios diversos e

informales en los espacios cotidianos,2 consideraciones y comentarios que

responden y tipifican, a manera de indicio, el terror mítico de los individuos y

de las comunidades por todo lo que no está iluminado por la claridad de los

1 Delumeau Jean, “Seguridad”: Historia de una palabra y de un concepto. Conferencia. En “El Miedo, Reflexiones Sobre Su Dimensión Social Y Cultural” Pág.77. Corporación Región, Medellín 2002. 2 Soledad Niño Murcia, Ecos del Miedo En Santafé de Bogotá. Conferencia. En “El Miedo, Reflexiones Sobre Su Dimensión Social Y Cultural” Pág. 191. Corporación Región, Medellín 2002.

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discursos, de las cosas, de los espacios y personajes que los tranquilizan; en

otras palabras, el miedo es el imaginario social que ha reproducido las

elucidaciones y ha extendido en todas las manifestaciones políticas,

económicas y artísticas sus temores, institucionalizando su condición

miedosa con una máscara que “ha albergado detrás de esa cara segunda su

éxtasis y sus vértigos, y sobre todo, el rasgo que tiene en común con todo lo

que vive y quiere vivir, el miedo, siendo la máscara al mismo tiempo

traducción del miedo, defensa contra el miedo y medio de difundir el miedo”3.

Las sociedades y su organización estatal moderna, son reflejo inequívoco de

esa máscara que esconde un rostro asustado. El discurso de la seguridad

como paradigma del Estado Nación, desarrolla estrategias que incrementan

el temor del “trasgresor” con mecanismos de vigilancia y control, y a su vez,

calman el del “hombre de bien” que encuentra respaldo en las instituciones

que lo representan y lo custodian. De ahí que los imaginaros de justicia y ley

se encuentren, en la práctica, alejados del ejercicio cotidiano de los mismos

por efectos de la enorme diferencia entre éste y la realidad.

3 Delumeau Jean, Miedo en Occidente siglos XIV – XVIII. TAUROS, Madrid 1989 Pág., 25

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Estamos entonces frente a dos dimensiones sociales: la que procura cierta

estabilidad, cierto equilibrio en cuanto a orden y distribución institucionalizada

del antimiedo que es la misma que sustenta e incrementa las estrategias

recíprocas de resguardo. La misma que sugiere confianza, normalidad como

equivalencia de obediencia a lo instituido. Por otra parte, la que asienta

inestabilidad, desequilibrio, la que no obedece los lineamientos del sistema y

que formalmente produce el miedo. Delincuentes, prostitutas, indigentes y

locos. Ambas dimensiones, en un juego de entrecruzamientos continuos se

colocan a veces en el lugar de la otra, los promotores del equilibrio abusan

de los mecanismos estratégicos de seguridad, por miedo a perder su estatus

quo en el universo social, por miedo a perder las garantías distintivas de los

ordenamientos. Los otros, los productores del miedo dentro de la dinámica

normalizada confían en la solidez de la superestructura cuando se trata de

exigir limpieza en la justicia que debe contener cualquier procedimiento

jurídico que los juzga, condena, aprisiona y administra.

Esta relación dialéctica que hace que una encuentre su razón de ser en la

otra, tiene su fundamento en el vacío como puede ser la instauración de lo

legal como base de lo “socialmente aceptado” y esto es ciertamente una

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arbitrariedad, mediada por diferentes factores coyunturales y que se pasan

como legítimos dentro de un discurso oficial.

El vacío es una grieta que sugiere diferenciación entre las dos, sobre todo

cuando es explicada desde la unilateralidad del “normal” porque son muchas

las aclaraciones que desde su visión pretenden auscultar lo oscuro del vacío

dejando sentado como precedente de sus interpretaciones la diferencia que

subyace entre cada una de ellas y, peor aun, cuando “va mirando” desde su

perspectiva, a ese otro, el “anormal”, como objeto de estudio que genera su

propia inestabilidad, lo cual indica la miopía a la que puede llegar un sistema

en su afán de mostrar un “mundo feliz”.

Pero entonces, ¿en qué puede consistir el discurso de ese otro, del que esta

allá al “otro lado de la ciudad”, al otro lado del paradigma, al otro lado de la

reja?

Ya Foucault, nos sugería, la necesidad fundamental de poner a “ese otro,” a

hablar por sí mismo, sin intermediarios; el profesor que habla en nombre de

los niños, el psiquiatra en nombre de los “locos”, el abogado en nombre de

los detenidos o el administrador penitenciario que en reemplazo de los

presos sugiere, construye, delimita y explica el cosmos único y particular de

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la experiencia que duplica el escenario de estar privado de la libertad y a su

vez, el ser marcado por la condición de “delincuente y anormal”; juicio que no

solamente vale para los internos carcelarios si no para todos los anteriores.

En efecto, cada uno de esos discursos incrementa la diferenciación y

obstaculiza la emergencia de la palabra viva que se hila en el interior del

silencio íntimo de los individuos que sumergidos en la indiferencia y la

marginalidad, nacen y mueren sin dejar rastro. “He querido que estos

personajes sean oscuros; que nada los haya predispuesto para algún brillo;

que no estén dotados de ninguna de esas grandezas que se establecen y se

reconocen: Las del nacimiento, de la fortuna, de la santidad, del heroísmo o

del genio; que pertenezcan a esos miles de existencias que están destinadas

a pasar sin dejar huella; que haya en sus desgracias, en sus pasiones, en

sus amores, y en sus odios algo de gris y de ordinario para la mirada de lo

que se estima digno de ser contado.”4

¿Pero cómo escuchar a “ese otro” que dentro de las dimensiones sociales

representa la “diferencia” y a su vez, reproducen el miedo que circunda los

diferentes escenarios sociales? La respuesta es sencilla: será escuchado

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siempre y cuando lo haga desde la frontera, desde la estructura que ha sido

diseñada para él; entonces los estudiantes deberán asociarse en concejos

estudiantiles, los trabajadores en sindicatos, los presos en las mesas de

trabajo; estructuras que permitirán la formalización de las palabras, de los

deseos, de los requerimientos. ¿Pero son esas palabras las que realmente

manifiestan la interioridad de los hechos y de los acontecimientos de las

personas que desde el límite procuran ser oídas? ¿Qué voces se escapan,

que eventos no alcanzan la certificación y el derecho de ser contados, cuáles

acontecimientos no hacen parte de ese theatrum institucionalizante que

determina el derecho a hablar y ser oído? Son las acciones que se

desenvuelven en el propio silencio, los que no tienen el afán de

protagonismo, los que cotidianamente se van haciendo por debajo de la

historia oficial, los que configuran el miedo por su carencia de materialidad,

por su falta de espacio y por el peligro que puedan conjurar si se hace

pública la voz sospechosa que puede desequilibrar el poder que sujeta los

procedimientos.

Esa oscuridad que evidencian, es el mismo abismo que diariamente se va

perpetrando. Es el vacío que se alimenta de los intrincados e infinitos

4 Tijoux, María Emila. Cárceles para la tolerancia cero: clausura de pobres y seguridad de

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comentarios, aclaraciones, explicaciones, historias que se hacen alrededor

de los miedos que deben ser encerrados, y en su defecto proporcionan la

seguridad necesaria para no estar del otro lado, es decir del lado del

“anormal” cuyo único destino será el de ser arrojado a la regla docilizadora y

ajustadora de los cánones normativos.

Es aquí donde se invierten los discursos y se está en frente a la encarnación

misma de los miedos de la sociedad, que crecen día a día por esos diálogos

que constantemente se hacen en la privacidad de la vida cotidiana de los

hombres que representados en la figura del encerrado y de todo lo que

concierne a él han hecho un mito que produce miedo.

La prisión lo simboliza como espacio construido únicamente para él. La

cárcel, es la casa del temor, es el hábitat por antonomasia de las gentes “que

me dan miedo” y son las personas dueñas de la inseguridad y de la noche

que les sirve como el espacio ideal para el acecho. Los de afuera son, para

los de adentro, los que encarnan el miedo porque los juzgan por estar en la

casa del terror, sin ni siquiera conocer las condiciones que allí se imponen,

ciudadanos, Universidad Bolivariana; Santiago de Chile, Chile, 2001. Pág. 15. Traducción libre de textos alrededor del tema concedidos por Foucault a la reseñista.

Page 22: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

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13

pero a su vez son los dadores de esperanza, son la viva imagen del sueño

perdido y que se desea con ansia.

Las Tipologías del miedo es un trabajo encaminado a dilucidar varios

vínculos cercanos de los miedos particulares (la comunidad carcelaria) con

los que la mayoría padecen (sociedad en general), pues sus imaginarios los

aproximan, aunque las condiciones los hacen parecer distintos.

Es así como se puede advertir una serie de dudas con claridad, ¿en qué

puede consistir el temor de esos pocos que los generan? ¿Qué sucede

cuando los marginados y señalados “delincuentes” o trasgresores como

sinónimo de agentes del temor, se enfrentan al peso definitivo de ese “gran

miedo”5 (el Estado) que promueve la seguridad? ¿Qué pasa cuando una

persona se enfrenta al incidente de la captura y luego a la noticia de que

debe ir a prisión?, ¿Cuándo sabe que todos los comentarios, ideas vagas y

creencias respecto a la comunidad carcelaria ya no son tan lejanas e

imposibles sino reales, inevitables y apremiantes?

5 Hobbes Thomas, Leviatán.

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14

Este trabajo pretende dar algunos elementos para abordar esta problemática

a partir de vivencias cercanas de un grupo de personas que tuvieron que

pasar por este trance, otros que dependen del sistema carcelario para

justificar su integración social y de otros más que consideran la cárcel como

el único lugar donde, si bien se pierden ciertos “privilegios” que brinda la

“libertad”, adquieren otros que son los que tipifican los discursos marginales

que señala Foucault como forma para legitimar otro tipo de conciencia donde

el evento se convierte en un acontecer cotidiano.

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15

CAPÍTULO SEGUNDO

“El miedo y yo somos hermanos”

Thomas Hobbes

2. La primera mirada. Un acontecimiento personal

2.1. La puerta

La puerta está cerrada y nada se mira hacia adentro. Un niño llora y su

madre le pega en la cabeza. Conmigo hacen fila unas veinte personas más.

Unos traen paquetes grandes de comida, bolsas con ropa y colchones, otros

maletines y papeles. Hay mucho ruido, huele a cañería y en la calle hay

charcos de agua por el aguacero de la madrugada. La puerta es metálica,

engañosamente blanca y estrecha, El piso es de cemento, sin baldosín y

hace mucho calor, la gente se queja en voz alta por tanta espera. Hay

mujeres con niños de brazos sentadas en el piso y varios vendedores

ambulantes, son las diez menos cuarto de la mañana, la gente sigue

llegando. Ancianas, jóvenes, niños, hombres y mujeres de traje y con

corbata.

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16

Estoy por primera vez frente a la entrada de la cárcel Nacional Modelo de

Bogotá y tengo miedo. Muchas ideas se cruzan en la cabeza, imágenes

revueltas de noticieros, de periódicos de revistas, historias de la cárcel, fotos

de muertos en los pasillos, gente apiñada en celdas pequeñas que más

parecen letrinas humanas.

Es la primera vez que entro a una prisión, ni siquiera había pasado frente a

una. Estoy sudando y trato de disimular mi incertidumbre miedosa haciendo

el ademán de leer un libro. ¿qué leo? Solo deslizo mis ojos sobre las líneas

negras que trae un montón de hojas con una carátula, me doy cuenta de mi

impostura y lo cierro. Guardo mis gafas y me cruzo de brazos. Todo

alrededor se torna más claro pero por eso no mas cómodo, el ambiente es

verdaderamente pesado y tedioso no encuentro ningún sentido.

Contiguo a la puerta, a la izquierda, hay otra seis veces más grande y

pesada, no se abre y se cierra manualmente como la primera, pero si por el

mismo guardián que debe controlar el trancito. Si una está abierta la otra

debe estar cerrada, eso dijo en algún momento. A mano derecha de la

primera puerta hay una ventana enrejada de vidrios polarizados y de un

metro cuadrado aproximadamente con una cavidad pequeña hecha para

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introducir la mano y depositar la cédula que me identifica como apto para

entrar. El guardián me mira por la ventana pero yo no lo miro a él.

Luego de dos horas de espera, me llama por mis apellidos, entro y me

entrega la cédula, luego me pide que me dé la espalda para un requisa

general, paso a hacer otra fila para entregarle de nuevo mi cédula llenando

una ficha de entrada en la que queda inscrita mi huella digital y es

comparada con la del documento. De nuevo me la entregan y en mi brazo

izquierdo me colocan un sello que solo se ve con luz ultravioleta. Me

entregan a demás una ficha y me piden otro documento que se queda ahí.

Luego de algunos pasos, me encuentro frente al pasillo central que divide

toda la cárcel. Es hondo, las paredes blancas como las de un hospital, huele

a comida y a almizcle, el inconfundible olor del gamín seca sus ropas con el

sol del medio día, el piso está manchado y empiezo a sentir un leve dolor de

cabeza y el ruido que es mucho más fuerte comienza a aturdirme como si los

ecos sonaran todos a la vez. La ropa me pica la piel y me siento como

ahogado. Al costado izquierdo en unas ventanas ubicadas como a dos

metros de altura, veo las cabezas y las manos de varias personas que

difícilmente se esfuerzan por que las vean, cómicamente hablan con la gente

Page 27: Tipologías del miedo. Estudio sobre el miedo en las

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que está conmigo y les piden una moneda. Sus caras son agresivas y sus

ademanes fuertes y grotescos. Siento más temor que al principio. Sé que

están encerrados, pero sus comentarios, que en voz alta se dirigen a los

visitantes, no.

En la entrada del pasillo central, otra puerta, arriba una cámara de vigilancia.

La puerta en realidad es una reja que se abre, es el primer comando de

guardia. De nuevo muestro mi cédula de identificación, llenan otra ficha de

reseña con mi nombre completo, huella digital, de nuevo doy la espalda para

otra requisa más exhaustiva y mi cédula se queda definitivamente mientras la

visita termine. El sello, de diferentes características es ahora en el brazo

derecho.

El pasillo central esta frente a mí, como todos los demás camino hacia

delante, y en medio de la gente que indistintamente se mueve y corre

alrededor distingo al final, como a ochenta metros, una tercera puerta. La

custodia otro guardia, él está sentado, con otra máquina de luz azul mira mis

sellos pasados y me marca otro en el brazo izquierdo. El me dice a que Ala

de la cárcel debo dirigirme.

- ¡Ala sur, a la izquierda; Ala norte, a la derecha!

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Las dos puertas son iguales, entro por la del costado izquierdo, es parecida

a la primera puerta por donde entré. Es blindada, gruesa, y con ciertas

cicatrices muy similares a las dejadas por las balas. El ruido es

verdaderamente ensordecedor, sé que varias personas me hablan, algo me

dicen pero yo no entiendo, no los miro a los ojos me dan miedo. La puerta,

con una pequeña ventanilla que permite al guardián ver hacia los patios

antes de abrirla se abre, y el estrepitoso ruido que se mueve va acompañado

de un impropio olor que se confunde en muchas miradas fijas de todos los

habitantes pero a que su vez se alejan en distintas direcciones.

-¿Cómo encuentro a quien busco?, me pregunto. Ninguna mirada me

corresponde. No lo veo a lo lejos. No conozco los patios. No entiendo los

procedimientos.

Tengo mucho más calor que antes y me siento extraño, asediado sin ninguna

razón de estar ahí. La sensación de inseguridad y de desconocimiento es

profunda, la incertidumbre de las cosas que pasan a mi alrededor son tan

intensas como las mías propias.

En medio de la multitud con las manos en los bolsillos y recostado contra la

pared una persona distinta a las demás; está parado y quieto, observándolo

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20

todo, quien entra quien sale, parece interno, pero es diferente, habla

diferente, se para con orgullo y mira con poder, su ropa es deportiva y nueva,

sonríe, tiene corte militar y joyas de oro, tiene un arma que disimula, y

ostenta un signo distintivo en su brazo derecho que incrementa su imagen de

autoridad; yo me acerco y antes de preguntarle, él muy amablemente me

pregunta a mí a quien busco y me indica el camino; le ordena a otro interno

con voz de mando que me acompañe hasta donde está la persona que vine

a visitar. El techo amarillento aplasta mi existencia y todas las puertas a tras

quedaron totalmente cerradas, pero el miedo sigue caminando conmigo

hasta hoy.

2.2. La Invitación

Eso fue hace ya más de cuatro años. Por el mes de marzo de 1999.

Por esa época, hacia parte de un equipo de trabajo que desarrollaba algunos

programas educativos que alcanzaron difusión en la población recluida de la

cárcel Modelo, luego de aceptar una invitación de la Mesa Local de Trabajo,

organismo que representa a los internos de la cárcel ante el Ministerio de

Justicia, comenzamos el primer seminario en abril del mismo año con un

grupo de setenta y cinco internos. Las perspectivas iniciales indicaban un

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extraordinario resultado, con el INPEC de nuestro lado y convencidos de un

pleno desarrollo de progreso en medio de la miseria y el desamparo

carcelario iniciamos con ánimo el plan de trabajo. El objetivo consistía en la

constitución de microempresas de diverso perfil productivo que generaría

empleo a la población reclusa.

2.3. Realidad paralela

Nunca contemple las variables del proceso. Había tenido alguna experiencia

con poblaciones vulnerables hace algunos años y no pensé que pudiera ser

diferente. Pero el miedo del primer día continuo silencioso, ahora más

racional porque conocía un poco mejor el universo carcelario.

El orden de un programa que cotidianamente se desarrollaba fue adquiriendo

categoría de acontecimiento permanente. Cada día era diferente, los

problemas de orden interno afectaban el desarrollo del plan inicial de

capacitación que pasaba a un segundo plano de interés. Muchas veces

llegamos hasta la puerta de entrada y teníamos que devolvernos por

“asuntos de orden”. La gente moría asesinada, los conflictos de los grupos

armados y de las bandas organizadas a dentro del establecimiento se

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incrementaban, los niveles de desconfianza y de inconsistencia

procedimental nos obligaron muchas veces a salir de la cárcel. Disparos,

gritos, alarmas colectivas, personas encapuchadas y con armas de corto y

largo alcance que en medio de las conferencias se acercaban y

sigilosamente nos alertaban de algún enfrentamiento inminente, nos pedían

el favor de salir lo antes posible de los patios y del penal.

Empezaba poco a poco a entender los intrincados y complejos ambientes

que no podrían reducirse a meras historias y relatos penitenciarios porque,

en verdad no son solo simples acontecimientos de una realidad particular,

son algo más que eso. Son el rostro, la prueba de carne que nos conduce a

un encuentro permanente con el miedo.

2.4. La Mirada de ellos; mi propia Mirada

A lo largo de cuatro años de trabajo social en las tres cárceles de Bogotá y

como funcionario administrativo del INPEC, el miedo siempre estuvo

presente. Como todo miedo, no era evidente, estaba ahí, pero no era

racionalizado. Largas conversación sostenidas con los internos de diferentes

vertientes ideológicas, políticas y económicas y sobre la experiencia vivida

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como testigo atento de acontecimientos cotidianos específicos, me

permitieron poco a poco develar y responder ciertas respuestas a preguntas

que no me había planteado pero que estaban ahí, latentes como todo lo que

nos produce intriga. Esto me permitió a demás de evidenciar claramente la

mirada de una comunidad entera, sentir su ontogénesis que pareciera

traslucirse con más pureza, pero a su vez, resguardarse con recelo,

esconderse y silenciarse como medida estratégica.

Mis miedos se reconocieron en esa comunidad, mirarme en cada uno de sus

integrantes, develar y develarme como perteneciente a su mismo espíritu;

encontrar y encontrarme con los miedos de ellos que son los míos propios

fue un descubrimiento que me permitió percibir desde otro ángulo las

actividades propias de mi trabajo. Los miedos de afuera se manifestaron

como los mismos de adentro.

La Cárcel como productora de temores diferenciados y difícilmente

delimitables por su misma naturaleza anónima, fue el núcleo que determino

desde un principio mi experiencia; presente siempre el miedo, fue aclarando

el conjunto de prácticas, procedimientos, actitudes, posturas, sensaciones,

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sentimientos y miradas de toda una colectividad de la que yo hacia parte y

me había incluido hacia tiempo.

2.5. Mis Miedos

Mucha gente pasa todos los días por el pasillo central. Siempre para mí fue

sólo un lugar de trancito de ida y regreso, hasta cuando supe que durante

toda la historia de la Modelo habían asesinado ahí a más de ciento veinte

personas, tal vez por eso el inconfundible olor a almizcle, que no era más

que el sudor mezclado con la sangre de los caídos.

Desde esa vez, no pude pasar de nuevo sin acordarme de esa conversación

que sostuve alguna vez con Antonio, el más antiguo de todos y condenado a

veinticinco años. “El pasillo central se presta para todo, es un lugar

estratégico porque si quieren hacerle alguna vuelta a alguien pueden hacerlo

ahí, todos pasamos o entramos por el pasillo, cuando nos traen, nos llevan a

remisiones a los juzgados o por alguna entrevista con el abogado”.

Siempre debo entrar por el pasillo central, es ineludible pasar por ahí, si algo

está pasando a dentro uno sabe desde el pasillo porque la gente se mueve

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diferente y los que normalmente están, como José Raúl vendiendo el tinto o

Ayala gritando el nombre del abogado, anunciándole que ya llegó el interno

que buscaba, no se ven por ningún lado. Es un indicio que nunca falla.

En el pasillo uno por lo menos tiene opciones de salir corriendo si algo súbito

se presenta, pero más adentro, en los patios las cosas son diferentes,

sobretodo porque a veces corren ciertos rumores que uno no alcanza a

percibir. Mi trabajo era realizado en las dos Alas del penal, cada Ala estaba

controlada por un grupo armado en particular y muchas veces como, yo lo

veía, habían internos castigados porque no daban razones suficientes de

“por qué iban al otro lado”. Eso me producía temor, a pesar de que todos

saben quien es funcionario y quien no, me daba miedo pensar que me

pararan en el camino y me preguntaran porque estaba al otro lado y

haciendo qué, sobretodo cuando no traía el carnet y venía vestido con ropa

deportiva. Podían confundirme con un interno y de aquí a que aclare que no

lo soy, pueden pasar muchas horas. A veces, los compañeros

administrativos no saben que uno está adentro; cuando uno es funcionario no

queda ningún registro en la entrada, la guardia permite el paso sin problema

cuando uno muestra su carnet y si no lo trae, entra sin embargo porque los

guardias ya lo conocen a uno.

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Los grupos armados establecen vigilancia a todas horas. En los patios,

pasillos, corredores, talleres, en la cocina y en los comedores. Uno aprende

a conocerlos y a saber cuales son sus turnos.

Una vez, preciso fue un día que no traía carnet de identificación y venía de

Jean y tenis, entraba al patio tres, el más oneroso de todos por lo que tenían

que pagar las personas que estaba ahí y por supuesto, la vigilancia de la

guardia interna era más cautelosa y mejor armada. Yo entré como siempre,

saludando a la persona de la puerta cuando de repente siento una mano

fuerte en mi hombro que me jala por la espalda y veo a otro interno que me

coloca la mano en el pecho y me saca del patio a la fuerza. En realidad el

susto fue horrible, me torcieron el brazo y alcancé a poner una rodilla en el

piso cuando de pronto un comandante que me conocía pega un grito desde

adentro y dice “suéltenlo que el man es funcionario”.

No sé en realidad que hubiera pasado si no es por él. Los guardias internos

habían llegado hasta hace dos días al penal y no conocían aun a la gente.

Me pidieron disculpas, pero yo desde ahí siempre pregunto si puedo o no

puedo entrar a cualquier patio.

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Otra vez, conversando con dos internos en la rotonda, lugar central de donde

se desprenden pasillos que se subdividen en celdas, conversaba con dos

internos, cuando de repente a mis espaldas siento que una persona se

recuesta, yo volteo y un interno caía a tras de mí. Acababa de ser

apuñaleado. Yo me inclino hacia a tras y el agresor me mira a los ojos y me

dice “que pena doc no sabía que era usted” y sale corriendo asustado. A

pesar de que podía denunciar al agresor, tampoco sabía donde encontrarlo y

nadie de seguro me diría donde estaba. Tampoco era conveniente

denunciarlo, así como el apuñaleado yo podía ser el próximo, igual nadie

sabría quien había sido. No supe que pasó con el herido. Esa vez fue

suficiente para no hablar nunca con nadie en lugares de trancito y en medio

de multitudes dentro de la cárcel. Ahora cuando tengo que hacerlo busco una

pared donde recostarme y poder miran al frente y a los lados.

Mis miedos en la Cárcel están relacionados directamente con los espacios.

Muchas veces al día tengo que cruzar, a demás del pasillo central por las

puertas blindadas que dan entrada a cada Ala. Esos espacios también son

estratégicos para cualquier agresión, estar en medio de alguna me da

pánico. Es tierra de nadie.

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Al fondo del Ala sur, después de cruzar la blindada, uno recorre todo el

pasillo central que divide los patios tres, cuatro, cinco y seis para llegar a los

comedores y pasar a los talleres. En la noche es dormitorio todo ese

recorrido para la gran mayoría de los internos del Ala sur, pero muchos de

ellos por miedo a ser sorprendidos dormidos no lo hacen pero si lo hacen de

día. Uno tiene que pasar a veces por encima de ellos, varios consumen

marihuana o bazuco. El sitio donde más se concentran es el conocido como

el cartucho, luego de recorrer la cancha de microfútbol del patio cuarto.

Siempre hay mucha gente, a demás de ser muy estrecho se concentran

cantidad de personas indigentes, muchas veces ví enfrentamientos aislados

por roces entre un y otro al pasar. Huele mal y las sensaciones de

vulnerabilidad se incrementan cuando uno pasa por ahí cuando no es la hora

del almuerzo, porque la fila de los internos para pasar al comedor empieza

desde ahí, y solo a esas horas los guardianes del grupo armado vigilan para

que no se presenten altercados. Cuando ellos están, uno se siente más

seguro, más protegido. Aunque uno no deja de pensar la manera tan

particular de ejercer “el orden y la justicia” que por accidente presencie varias

veces. Las “terapias”, como le decían a las jornadas de escarmiento y

aleccionamiento, eran absolutamente salvajes, en particular con la

delincuencia común, y aun así uno se siente protegido porque no son

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autónomos en sus acciones porque tienen que consultar cualquier

movimiento con sus comandantes. Por el contrario, cualquier interno de ese

espacio y a lo mejor con consumo de droga, puede desbordar sus acciones

sin medir consecuencias.

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CAPÍTULO TERCERO

“Toda palabra es una palabra de más”...

Ciorán

3. Los miedos marginales

3.1 De afuera hacia dentro. Testimonios desde La Cárcel

El miedo a la cárcel y todo lo que representa es el resultado de una

construcción social y producto de un entramado de imaginarios alimentados

día a día por los medios de comunicación, el cine, la televisión, la radio, los

periódicos; por relatos de amigos y conocidos, familiares y vecinos que

edifican desde la perspectiva de memoria colectiva, incluso de tradición oral,

una imagen traducida en necesidad natural de seguridad que ha sido

elaborada históricamente en las sociedades.

El presente capítulo, describe un universo de imaginarios y el miedo como

epicentro de sus interrelaciones que adquiere signos reales manifestados en

el cuerpo de sus narradores; la incertidumbre, el sentimiento de soledad, el

deseo del otro, la oscuridad, el vacío, la “mirada que asedia” y el poder,

constituyen las tipologías de los temores dentro de la cárcel que, a su vez, se

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dividen en otras subtipologías que aparentemente no son consecuentes con

el miedo general, pero que el origen de las mismas responden al título del

miedo en donde se agrupan.

En boca de sus protagonistas internos, funcionarios administrativos y

guardias penitenciarios, cada uno de ellos describe sus miedos desde la

reconstrucción histórica del primer día de llegada y desde la cotidianidad de

su trabajo en el caso de los guardianes. He delimitado la mayoría de

entrevistas a ese primer día, porque es ahí en donde se vivencia con más

transparencia la descripción de los miedos y sus manifestaciones corporales

que seguirán presentes a lo largo del camino como prueba fundamental del

miedo como un hacerse constante y permanente.

Los miedos, descritos en relatos se entrecruzan unos con otros, a veces

coincidiendo en tiempo y lugar, destacando el imaginario como construcción

social alrededor de la cárcel antes de entrar por esa “primera puerta que nos

trae de la calle” como representación material y símbolo del encierro o de

libertad.

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Expresiones como: “Eso es lo que dicen”, “a mi me habían metido muchas

cosas feas de este lugar”, “a mi me habían dibujado”, “Yo tenía ideas muy

vagas de cómo era la cárcel, sólo comentarios que escuchaba de mis

compañeras”, se reconocen a lo largo de las entrevistas como indicios claros

de la construcción social que la cárcel representa sin distingos de posición

social, ideológica o económica.

He querido dentro en este capítulo, dejar hablar sin intervención a los

entrevistados escogidos a lo largo de los últimos dos años con el pleno

convencimiento de que muchas veces los hechos narrados y sus

revelaciones corporales hablan por si solos, haciendo referencia a Foucault,

la riqueza de la narración propia nos induce a comprender ese escondite del

yo, como único testigo de las cosa que pasan. “Lo que me interesa es lo que

tiene algo de documento directo, de confesión personal: las

correspondencias, los diarios íntimos, las memorias... Allí donde el autor

habla de sí mismo, porque sobre uno mismo es sobre lo único que se puede

hablar. El yo es el único tema del escritor, sus propios problemas.”6

6 Prólogo a "Locura y Sinrazón. Historia de la Locura en la época clásica". Ed. Plon. 1961. Michel Foucault. (En Dits et Écrits 4; 159. Éditions Gallimard). Traducción: Amparo Rovira. Enero 2001.

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Por último, cabe resaltar que el criterio de selección de los testimonios se

basan en dos elementos fundamentales, el primero, en la espontaneidad y la

veracidad con la que expresan sus experiencias en los sitios de reclusión; el

segundo, es el que atañe a la confianza que depositaron en mi,

particularmente los reclusos y demás estamentos de los centros

penitenciarios, pues, dadas las circunstancias, dichas narraciones no son

comentadas salvo uno se “gane” el respeto de ellos y por ende su entera

confidencia. Es lógico entender que los nombres que se citan no son más

que meros referentes, pero que en ningún caso corresponden a sus nombres

reales.

3.1.1 El miedo que precede

A mí me habían contado…

Oscar García fue llevado a la estación de policía de los Mártires, el nueve de

febrero de 1999 a la Cárcel Nacional Modelo de Bogotá.

“Yo estuve en la estación de policía veintidós días. Bueno, halla la vaina es

otro cuento. Hay manes que duran ahí mucho tiempo. Las estaciones son

una porquería. La primera vez que estuve, cuando tenía como quince, me

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cagué del susto porque, usted sabe viejo, uno es a no dejarse coger, pero

cuando a uno lo agarran con las manos en la masa, pues cagada ¿si o no?

Bueno, el cuento es que eran como las cinco de la mañana y nos pararon a

todos y nos dijeron que nos iban a echar a una cárcel, ha... y ahí si fue, me

dio un corrientazo el hijueputa por que yo ya antes había estado en la

Distrital7 pero los tombos decían que, de aquí lo llevaban pa’ La Modelo y...

pues usted sabe… aquí la maricada es diferente. La cuestión fue que nos

dividieron, habíamos en la celda como unos cincuenta y bueno... uno se hace

amigos ¿si o qué?, y entonces cuando lo van a uno a sacar se hace uno con

su combo para que lo lleven a uno con sus parceros8.

Ese día nos echaron a un camión como a díez, uy... hermano nos hicieron

aguantar hambre como un berraco porque nos dieron comida como hasta las

seis; pero bueno, la vaina fue que nos metieron a un camión, esposados y

todo, y los tombos van y nos dicen que unos van pa’ La Modelo y otros pa’ la

Distri, yo le pregunte al man quiénes eran los que iban para la cárcel Distrital

y el loco me respondió que no podía decirme.

7 La cárcel Distrital de Bogotá, es una prisión administrada por el distrito Capital que no hace parte de la administración del Instituto Nacional Penitenciario Y Carcelario “INPEC”. La cárcel Distrital esta destinada para personas con condenas no mayores a tres años o delitos estimados como contravenciones.

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Bueno, cuando el camión empezó a andar ahí si me entro el susto, sobre

todo porque yo una vez le hice un vuelto9 a un man que estaba aquí, en la

Modelo, y me daba culillo encontrármelo. Y bueno, también porque a mí me

había contado un primo que estuvo aquí que la vaina era pesada, que lo

robaban en la entrada, que violaban, que si uno le caía mal a un duro lo

quebraban, bueno... un poco de huevonadas ásperas. ¡Haaa!, además, que

todo valía plata y pues la verdad, no tenía ni un marico peso llave,

entonces… usted entiende ¿si o no?

En el camión venía un loco que sabíamos que tenía como plata, además el

man era como sólo y uno podía caerle y nadie reviraba por él, pero bueno la

cuestión fue que el camión empezó a andar y tenía unas ventanas pequeñas

donde uno podía ver la calle, yo me acuerdo que pensaba en mi mamá y en

mi novia, ¿si o qué?, pero... no, miraba la calle y sí hermano estaba

aculillado10 por lo que le dije.

Yo no sabía dónde quedaba La Modelo. Bajamos por toda la trece hasta

Puente Aranda y volteamos a la derecha, nos metimos por la zona industrial

a donde una vez hicimos unas vueltas con unos manes; cuando miré por el

8 Amigos o compañeros, en otros casos cómplices. 9Daño o agresión.

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hueco y vi la puta... cárcel llave... ¡¡¡Casi me meo del susto mano!!!... porque

pues yo no sabía si me quedaba o no, sí o qué. Bueno, y le cuento, el camión

paro y todos nos mirábamos, antes de subirnos en la estación yo ví que un

man le dijo algo al policía, yo creo que era para que lo dejaran en La Distrital,

pero bueno, la cuestión fue que llega el tombo y nos dice a todos que nos

bajemos... todos estábamos esposados en fila india con los brazos cruzados,

y bueno nos soltaron. Casi me cago cuando nos dijeron que todos veníamos

para acá y que aquí nos quedábamos. Un man que estaba al lado se puso a

llorar. No... yo no chille, pero si sentía un frío ni el tenaz, además, es muy feo

que lo miren a uno. A mí no me gusta que me miren, no sé, me siento como

asediado, yo no sé, es todo raro, y ese día un poco de gente no le quitaba a

uno los ojos de encima, esa vaina es fea, como si uno fuera una vicha rara.

Yo lo que más recuerdo de esa vez, claro, fue hace tres años... son hartas

cosas... por ejemplo cuando la puerta por donde entró el camión se cerró yo

sentí un escalofrío y me dieron ganas de ir al baño. También cuando el

camión se fue, todos nos quedamos mirándolo desde la plazoleta a donde

uno lo dejan.

10 Sentía miedo.

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Áspero también cuando nos llevaron a la jaula. Ahí es donde lo meten a uno

antes de llevarlo a los patios. La jaula, ahora le dicen bunker, es... como le

digo, es parecido a la estación a donde estuve y lo meten a uno con un poco

de gente hasta la tarde cuando las doctoras y los doctores llegan con un man

de la guardia y le hacen como un examen, también van unos manes de

adentro presos como uno, haber si hay algún amigo de los duros para

decirles que todo bien que allá los esperan, que ya le tienen su celda,

cómoda, chévere...”

Pocos espacios se comparaban hasta hace un año en La Cárcel Modelo de

Bogotá con la “jaula”. La miseria adquiría palco de honor, ubicada en los

albores de la entrada al penal era espectáculo obligado de cualquiera que

entraba. Ropa colgada de forma indiscriminada a ojos de extraños, sujeta al

orden normal de las necesidades de luz. Para unos, era el paraíso porque

vivían más cerca de la puerta de salida, además, posibilitaba la vida de los

mismos, porque habitaban ese espacio como producto de desplazamientos

forzosos de los patios en donde no los admitían los demás internos, so pena

de amenazas o intentos fallidos de asesinato, extorsión o deudas adquiridas

que los habitantes de la jaula no podían pagar.

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Para otros, representaba el símbolo del infierno porque era ahí donde

esperaban a muchos “para hacerles la vuelta que pagaban muy bien los

enemigos de los nuevos”, o extorsionarlos ofreciéndoles descuento o rebaja

de penas, además de robarles sus pocas cosas, les pedían dinero para

negociar la entrada a los patios, talleres, pasillos o celdas11.

3.1.2 La mirada. Intrusos en la intimidad

Las Miradas me interrogan, me Asedian, me dan miedo

Johanna Ortiz llega a la Reclusión de Mujeres De Bogotá el 16 de Abril de

2002. Fue interna del patio número dos y sale en libertad el mes de Junio de

2003. En la calle le pregunto si desea concederme una entrevista más con el

ánimo de registrar otras impresiones, ella se niega rotundamente y me dice

“no quiere saber ni en recuerdos sobre la puta cárcel profe”.

“Ya era hora de que me dieran patio; me bajaron, me requisaron y me

hicieron bajar a un sótano que es el dichoso patio de mujeres de la Sijín, le

11 Los arriados, internos a los que me refiero, son internos con problemas de seguridad adentro del penal, muchos de los cuales convencían a los funcionarios de esas situaciones que en muchos casos no eran ciertas, con el objetivo de hacer negocio con los nuevos internos. Los grupos armados recluidos en la Modelo, contaban con su respectivo informante, esto para evitar futuros infiltrados en las zonas de la cárcel que estaban bajo su

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cuento que el pavor que sentí fue tenaz, empezando que como era un sótano

el olor que salía hacia arriba es horrible, y como ya era de madrugada

algunas estaban levantadas a la espera de quien nuevo llegaba, me miraban

de arriba a bajo, unas se reían a otras les daba lo mismo. Yo me sentía como

cuando uno tiene una pesadilla, no se sabe nada de nada. Bueno ya baje,

me senté en las escaleras y a llorar se dijo, lloré sin parar no se cuanto

tiempo, la sensación de inseguridad no pasaba y cada minuto que transcurría

era peor. Ya empezaron a levantarsen todas y hacer preguntas, “que ¿por

qué viene?”, “¿qué como pasó?”, “¿si tiene o no tiene que ver?”, “¿por qué le

pasó?”, en fin, hacen las veces de periodistas pero nadie me preguntaba

como me siento, o un ¿quiere dormir? o si ¿tiene en qué?, lo único fue que

una de las niñas me dijo “sino tiene en que dormir le toco en el piso” y así me

toco dos noches en el piso, mientras me llegaba en qué dormir.

En fin, el caso es que había llegado a donde jamás imagine llegar, a una

cárcel. Allá (en la estación de la Sijín) duré treinta y nueve días bien

contados, hasta dejé en la pared las líneas marcadas con una rajita por día,

fueron treinta y nueve días de lo peor de mi vida, en todos esos días nunca

mire ni un rayito de sol, pues era un sótano, húmedo, maloliente pues cuando

llovía seguido el agua se filtraba por el piso, las colchonetas se mojaban

influencia. De la misma manera cumplían labores de recepción para los nuevos internos de su misma organización o simpatía.

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olían horrible. A nosotros nos turnaban para el aseo y a la que el tocaba el

turno era todo el día sacando agua la que se recogía del piso, y como ahí no

había baño, tocaba arriba al lado del patio de los hombres.

En fin, dormíamos todas en el piso, habían cinco salones, pero sólo servían

tres por la filtradera de agua, en el más grande habíamos a veces hasta

veinte internas, imagínese como es eso. Yo personalmente me sentía como

marranito de engorde, llega una allá, queda encerrada, come duerme, y

duerme y come, bueno claro que hablar de comer es mucho decir, pues el

tan famoso Wimpy12 de las estaciones es la peor porquería que puedan dar

como comida. Yo prefería aguantar, pues como dejaban entrar comida

cuando venían a visitarnos tres veces por semana, comía la que me traían de

la calle y los demás días aguantaba. La mayoría se enfermaban, eso era un

caos total, fuera de la mala comida, peleas, robos, golpeadas, en fin de todo

un poco, y todos los días el susto de los traslados, pues la referencia que yo

tenia del buen pastor, no era la mejor.

Pero bueno, llegó el día para mí. El fantasma había llegado o mejor había

aparecido. La lista eran cuatro, pero en esa lista no estaba yo, pero a una de

ellas no la recibieron aquí en la reclusión, entonces la devolvieron y en

12 El Wimpy, restaurante o sitio abastecedor de comida. Se denomina así también en las cárceles Bogotanas Colombianas.

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reemplazo caí yo. El pavor se apoderó de mí. Lloraba como una magdalena,

miraba y gritaba de un lado a otro, no podía creer que yo fuera para el Buen

Pastor.

Bueno, había llegado la hora. Me alisté, subí mis cosas al camión y me

colocaron esposas. Esta era la primera vez que me las colocaban desde el

día que me detuvieron, me sentí tan pequeñita, el escalofrío me cubrió todo

el cuerpo, temblaba como una gelatina.

Yo tenía ideas muy vagas de cómo era la cárcel, solo comentarios que

escuchaba de mis compañeras, incluso tuve un percance con una de ellas y

la amenaza era que esperara que llegáramos al buen pastor y me ajustaban

cuentas. Supuestamente me Iban golpear, que me iban a obligar a estar con

una lesbiana, o como decían ellas, me iban a “arepiar”13 a las malas,

imagínese el pavor con el que yo iba para el buen Pastor.

Bueno, al llegar el primer impacto, la puerta grande que se abre, entra el

camión en el que veníamos. Entramos, se sierra la puerta detrás de nosotras

y el temor, ese escalofrió que le recorre todo el cuerpo. Atrás queda la

libertad y adelante no se sabe que va a pasar.

13 Arepiar, Sinónimo de violación entre mujeres.

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Me reseñaron, la foto las huellas, la junta de patios, que es donde las

personas que están ahí deciden para que patio van. Si viene bien trajeada

oliendo rico y bien hablada, para el patio quinto o el cuarto. Si no viene bien

vestida y no se expresa muy bien, para el dos. A pesar que yo venía más o

menos vestida, hable bien y con mucha decencia, nada que ver, me

mandaron para el patio dos.

Bueno, al entrar al patio todas me miraban, risas, burlas, uno que otro chiste

pesado pero nada tan escalofriante como ver ese patio, tan grande, con tanta

gente y desconocida. Uno siente como si el mundo se volcara contra uno, y

la sensación de sentirse pequeñito, sin poder hacer nada; acá estaba, con

todo el temor del mundo entrando a una celda tan pequeña y fría como el

mismo temor que me acompañaba, frió y tenebroso”.

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3.1.3 El miedo al deseo

La sexualidad que se atreve

Lucia Perdomo, interna de la Reclusión de Mujeres de Bogotá actualmente

se encuentra condenada a siete años de prisión en la patio dos del penal.

“El día diecinueve de diciembre me trasladaron a la cárcel del Buen Pastor.

Me trasladaron en una camioneta y en el mismo momento que me subieron

me sentí muy mal porque olía mucho a gasolina y ese olor me produce

vómito y más aparte tenía mucho miedo de llegar a este lugar porque me

habían metido muchas cosas feas en la cabeza sobre este lugar. El trayecto

de la estación acá se me hizo demasiado corto, pues sabía que iba a ser la

última vez que iba a ver la calle en mucho tiempo.

Cuando entramos miré hacia atrás y sentí que se habría el mundo en cuatro

pedazos y en el mismo momento quería que así como se había abierto

también me tragara porque era el principio de una historia la cual no sabía

cuando iba a terminar.

Ya después de que me bajaron y me entraron a la jaula me encontré con

caras que nunca había visto. Sentí miedo, mucho miedo y no me atrevía ni

siquiera a hablar con ellas por temor a que me hicieran algo, o me robaran.

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También tenía rabia porque no tenía plata ni para comprarme un pirobo

cigarrillo. Ellas estaban fumando, pero no les pedía por miedo.

Las hembras se dieron cuenta de que quería fumar y me brindaron cigarrillo

ahí se me quitó un poquito el miedo y empecé a conversar con ellas, les

pregunté cómo eran las vueltas14 adentro y me dijeron que no tenía que

llegar muy salsa pero que tampoco me dejara de nadie. Al buen rato me

llamaron para la reseña, ahí volví a sentir miedo y sentí el espacio muy

pequeño y me sentí, me acuerdo, casi sin aire.

Al momento cuando me pasaron una especie de tabla con un número para

las fotos, me sentí como la peor de las delincuentes. Pues era algo que solo

había visto en películas. En ese momento pasaban muchas ideas por mi

cabeza imaginaba que aquí era la misma terapia que ocurre en la Modelo,

pues allá el que llega con plata duerme bien pero el que llega frito le figura

dormir en el piso, bueno, eso es lo que dicen. Miraba todo y a todos pues era

la primera vez que estaba en una situación de estas y mi única pregunta era

¿Cuándo voy a salir de este roto?

14 Las cosas de la cotidianidad.

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En el momento que me llevaron a sanidad, sentí temor porque todas me

miraban y murmuraban entre ellas, también tenía miedo porque las

muchachas que estaban en la jaula conmigo, me dijeron que había muchas

lesbianas y que si uno le llegaba a gustar a alguna no lo dejaban a una

quieta hasta que no consiguieran algo con uno.

Eso es algo que en ese momento me producía mucho asco puesto que en la

calle no se ven cosas tan descaradas como acá. Para esa época yo estaba

embarazada y tenía nervios porque me habían dicho que aquí le provocaban

a uno que perdiera su bebé. No me dejé aplicar nada ni tome nada de droga.

Mi ansiedad más grande en ese momento era que mis hijos estuvieran bien

junto con el bebé que yo estaba esperando. Ese día no pude comunicarme

con mi familia porque no me dejaron, acá en este encierro desde el día en

que uno llega es una terapia para todo hasta para uno llamar por teléfono.

Pero bueno, lo único que le queda a uno en esos momentos es tener fe,

resignación y paciencia para seguir en esta vida y para soportar la causa15

que tenemos encima. En fin, todo esto es algo que solo las que estamos aquí

15 Causa o castigo, la razón judicial del encarcelamiento.

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podemos dar fe. A mí, el simple hecho de estar acá, de haber pasado este

hueco ya me daño mi futuro, como persona, como mujer y como madre.

Pero bueno, sigamos. Ya después de salir de sanidad pasamos donde la

psicóloga, la cual es una persona muy ignorante de la vida porque si ella en

verdad supiera como es que son las vueltas acá adentro..., Nos preguntaba

cosas que para mí no tenían sentido, y si así lo tuvieran, acá nadie les presta

atención porque si así fuera no habría tanta gente pagando lo que no han

hecho.

Ya después de la sesión con la psicóloga, pasamos al comando donde

vuelven y le hacen preguntas a uno para que uno vuelva y repita lo mismo,

como si fuera muy bonito estar recordando las cosas que pasaron, y decirlas

a toda hora como si fuera un bello recuerdo del cual nos gusta estar

hablando como cualquier otro suceso en la vida. Pero bueno, vuelvo y digo

que acá desde que uno llega todo es una terapia.

La preguntadera, la guardia, la gente, los pitos, las habladurías. Lo único que

para mí fue diferente el día que llegue acá, fue la comida pues llevaba ya un

mes y medio que casi no comía, pues ese tal Wimpy es lo peor que pudieron

haberse inventado, pues el sabor es muy feo y el olor mucho peor, porque

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dicen que le echan dizque alcanfor para que no le den ganas a uno; pero esa

es una gran mentira porque lo que hace es provocar más ansiedades e

hincharle más a uno el cuerpo, eso fue lo único que ese día me gustó.

.

Ya a eso de las seis y treinta de la tarde nos llevaron a junta de patios16 para

asignarnos patio y celda; cuando empezamos a ingresar al pasillo volví a

sentir miedo, porque si en la jaula había visto caras nuevas, en los patios

eran muchas más las que veía.

Gritaban, miraban se reían. Me acuerdo que decían, ¡Llegaron las altas!17 Y

yo ni siquiera sabía de que hablaban. Volvía a recordar lo que me habían

dicho en la jaula sobre las lesbianas y sentía mucho, muchísimo miedo. Pero,

también pensaba en que hay que salir adelante y enfrentar lo que viniera.

También me decía, ¡Lo que sea, pues no me voy a dejar de nadie!...

Después, cuando me dijeron que me tocaba el patio dos, el temor y los

nervios se apoderaron de mí, pues desde la estación, había oído que era el

peor patio, y lo peor era que en ese patio estaba mi liebre,18 la fulana con la

16 La Junta de Patios, tiene por objeto la clasificación de perfiles para la asignación de patios. 17 Las Altas o nuevas internas. 18 La liebre o enemiga, también hace referencia a una deuda.

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que había tenido una pelea en la estación y era la primera que estaba allí

esperándome.

Pero cual sería mi sorpresa. Esa misma Hembra fue la que me recibió y me

prestó cobija y pulmón19, porque yo había llegado sin nada, eso para mí era

algo bueno pues era alguien que yo ya conocía así fuera por medio de

problemas. Pero así, como dicen, los peores enemigos pueden ser tus

mejores amigos. Lo que no me gustó fue mi compañera de celda pues ella

fumaba bazuco, y ese olor era muy feo y también me hacia daño por el

embarazo.

El espacio de la celda era muy pequeño y por lo mismo olía tan feo. Lo que si

me gustaba era el olor a marihuana, pues también antes del embarazo la

consumía y me traía buenos recuerdos y recordaba mis parches20 en mi

cuadra fumando y yo vendiéndola.”

19 Pulmón o colchón, cama. 20 Parche, grupo de amigos o vecinos cercanos.

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3.1.4 Miedo al vacío

El Vacío de lo Vulnerable

Paola Beltrán, interna del patio No. 1 de la Reclusión de Mujeres de Bogotá.

“Tengo el recuerdo como si hubiera sido ayer, veintitrés de Mayo de 2003.

Después de veinte días detenida en la estación de Chapinero. Estábamos

todavía durmiendo, cuando llegó un man de contravenciones; nos llamó y

nos dio la noticia. “Traslado para El Buen Pastor”. Mi compañera y yo

quedamos sentadas del susto. Teníamos que levantarnos para arreglarnos y

las piernas no me respondían, me temblaban, pero al fin me pude levantar y

sin decir absolutamente nada; pero con el corazón a mil, me arreglé, aliste

las cosas y me despedí.

Salimos del calabozo hacia la patrulla, sentí un vacío horrible en el

estómago pero tenía la esperanza de que pasara algo como... no sé, que

llegara la boleta de libertad o algo así. Pero no, nos subieron a la patrulla,

solo veníamos mi compañera de causa y yo, y dos tombos escoltándonos en

un trayecto de más o menos quince minutos hasta llegar acá, habíamos

comido muy poco, nos fumamos unos ocho cigarrillos tratando de dejar atrás

el pánico pero no podíamos, claro que ninguna de las dos dijo nada.

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Llegamos a nuestro destino, nos bajaron de la patrulla y abrieron la puerta de

la cárcel, sentí que mi vida se había acabado, mis esperanzas de libertad

quedaron detrás de esa puerta cuando se cerró.

El desespero me invadió. Se me llorociaron los ojos, me estaban quitando mi

libertad, la oportunidad de estar con mi hijo y aunque ya llevábamos veinte

días detenidas, sentíamos mas el encierro con solo diez segundos que

llevábamos aquí.

Nos reseñaron, nos tomaron fotos estilo Estados Unidos como si fuéramos

quien sabe que clase de delincuentes. Nos metieron a la jaula, mientras

reseñaban a las demás niñas que estaban allí. Después nos llevaron al

comando para darnos el T.D.21 y llamaban una por una a un salón como con

cinco o seis guardianes haciendo preguntas y mirándolo a uno como un

bicho raro.

Y así, de ahí en adelante todas las miradas caían sobre nosotras, guardianas

y retenidas, se detenían a mirarnos como esperando a que les mostráramos

el punto débil, o sea, el miedo que cada una sentía.

21 T.D. Tarjeta Decadactilar, Es la cedula de identificación de cada persona privada de la libertad en las cárceles Colombianas.

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Fue una sensación tenaz, no solo por el miedo de llegar al patio, o por lo que

pudiera pasar en esta porquería de roto, sino por lo que iba a ser de mí vida

de ahora en adelante y quien sabe por cuanto tiempo, sin saber que iba a

pasar con mi hijo, mi familia mi casa y demás cosas y personas que me

interesan y necesitan de mí en la calle”.

3.1.5 Cruzando el umbral

El Silencio de la Puerta Grande

Luisa Osorio, interna del Patio 2 de la Reclusión de Mujeres de Bogotá.

“El miedo que sentí el ocho de octubre, momento de mi captura fue horrible.

Se me durmieron mis piernas, me dieron ganas de cagar, el corazón me

palpitaba muy rápido, sentía que se me iba a salir.

Me dio mucho miedo cuando supe que venía para el Buen Pastor. Pues en la

estación tenía la esperanza de salir para mi casa, pero grande fue mi

sorpresa cuando este chiquitín hijueputa, el policía de la estación, me dijo un

domingo después de la visita, “que alistara las cosas que me iba de traslado”.

Fue tanto mi desespero que le rogaba para que me dejara llamar por teléfono

a mi familia. Le tuve que dar cinco mil pesos, y él solamente se burlaba

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cuando yo me despedía de mis hijas por teléfono, con voz burlona me decía

que me iba por la puerta grande. Pues así era.

Nunca me imagine estar en esta situación no sé cómo describir, no sé cómo

describir este miedo. Apenas venía en el platón de la camioneta con otra

compañera y no hacíamos sino llorar.

En el momento en que abrieron esa puerta sentí como cuando entramos al

cementerio, un silencio tenaz. Luego nos hacen bajar y nos meten a la jaula.

El silencio cambió al ruido de las oficinas, veía muchas mujeres algunas con

uniformes blancos otras muy bien vestidas y... ese olor... como a... comida.

Tenía tanto miedo que me dio diarrea y para completar me llegó el período.

Mucho más miedo cuando una guardiana me llamó para un cuarto para

requisarme y me decía que hiciera tres cuclillas... Luego me pasan para

reseña y me empiezan a preguntar muchas cosas, sentí muchas ganas de ir

al baño, cuando luego me pasaron a la junta de patios y me empiezan a

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preguntar que con quien se habían quedado mis hijos, que si estaban solos

me los recogían para una institución.22

Yo no sabía qué decir, a penas tartamudeaba, pues una compañera en la

estación de policía, me decía que para que no se la montaran a uno no tenía

que decir que era la primera vez, pues a mi me había preguntado la

trabajadora social, y yo entonces dije que era la segunda vez; pues qué

hijueputa regaño el que me dio, y dijo “mándela para el dos” que ésta ya

conoce; y pues grande fue mi impresión cuando entre a ese patio, cuando

me gritaban que ¡llegó carne fresca!, otras, que compraban el maletín, pues

como dice el dicho “el que no quiere sopa se le dan dos tazas”, pues me dan

como compañera a una lesbiana. Yo no quería entrar, hasta que no sé cómo

ví a una amiga y fui y la saludé. Ella después me lleva a su celda y me

enseñó como eran las cosas por estos lados.

Me empezó a dar un dolor de cabeza el hijueputa que casi no lo calmo.

El primer día de visita que comenzaron con ese pito se me despertó más el

miedo cuando ya estaba acoplándome. Luego a los pocos días comienzan

los traslados y ahí si fue...”

22 La institución a la que hace referencia la entrevistada es el Bienestar Familiar que se encarga de la manutención de los hijos de las internas que no cuentan con familiares

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3.1.6 Soledad y oscuridad

La Soledad oscura me da Miedo

Carolina Estrada, interna del patio cuarto de la Reclusión de mujeres de

Bogotá.

“Yo siento miedo en la noche; a un traslado sobretodo porque no me quiero

sentir alejada de mi familia que es lo único que tengo en estos momentos,

me siento tan sola, tengo miedo de que se me meta un mal pensamiento en

mi mente, querer quitarme la vida, lo digo porque hay momentos en que los

problemas me agobian, me siento que prácticamente aquí en este centro de

reclusión no valgo nada, siento que todo el mundo lo juzga a uno mal, lo

menosprecian a uno. Hay momentos en que he llegado a odiar a mi

compañera Adriana con la que caí en este lugar y saber que por culpa de ella

estoy pagando algo que yo no he hecho; tengo miedo que me condenen en

este lugar por largos años, tengo miedo, tengo miedo de llegar a sentir que

mi familia me ha olvidado; he sentido miedo al acostarme en la noche llegar a

saber que algunos de las muchachas que conviven conmigo en el patio, en

cualquier momento me lleguen a hacer cualquier daño, como por ejemplo,

que me chucen, que tal vez yo le guste a alguna lesbiana y me coja a la

cercanos.

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fuerza y me diga que quiere tener algo conmigo; tengo miedo en la noche al

acostarme y saber que cierro los ojos y no me vuelvo a despertar, siento

miedo en la noche al imaginarme el tiempo que me falta por estar en este

lugar; siento miedo en la noche de saber que tal vez Dios no me perdone los

pecados que yo he cometido pero... el miedo más grande que yo he sentido

en la noche, es el llegar a quitarme la vida. Porque... no resisto este encierro,

saber que hasta ahora estoy empezando a pagar mis errores lo cual esto me

vive atormentando demasiado, porque estoy pagando algo que he hecho yo;

siento miedo al saber que cada vez me estoy alejando más de lo que amo,

mis padres y mis hermanos.

Me da miedo saber que en este lugar estoy tan rodeada de muchas personas

pero me siento tan sola, sola, demasiado sola, le siento un miedo muy

grande a la soledad, siento miedo de saber que no puedo asimilar este

encierro, siento miedo de saber que mi hermana de quince años está sola y

debido a que se pueda sentir así llegue a cometer un error, que se

embarace, o que se vaya a bailar y cualquier man depravado me le haga

algo, me la viole o me la mate.

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Siento miedo al saber que en cualquier momento me llamen y me digan

cualquiera de estas malas noticias. Siento miedo en la noche al pensar que

mi mamá que está embarazada y este embarazo es de alto riesgo; siento

miedo al saber que pueda llegar a perder el bebé y no quiero volver a sentir

ese miedo que sentí una vez al perder a mi hermano... me lo mataron sin

motivo alguno.

Este dolor es tan grande que prácticamente uno no lo puede describir a

pesar que uno sabe que esa persona se va y no vuelve, uno jamás se

resigna a aceptar que no volverá, uno piensa y siente que ellos vuelven

cualquier día, pero más duro es saber que tal vez uno no pueda llegar a

compartir grandes cosas con esos seres queridos; me duele saber que estoy

presa en esta cárcel del Buen Pastor. Estar preso, es sentirse uno muerto en

vida, se siente una soledad tremenda, siente uno un dolor en el alma al saber

que los fiscales y jueces lo juzgan a uno a su manera y muchas veces lo

juzgan a uno sin saber en realidad porqué muchos de los que estamos

presos hacemos las cosas, lo juzgan a uno como si ellos hubiesen estado

con uno en el momento de los hechos, y... lo más terrible es que les creen

más a los policías y a sus informes que si ellos quieren inventar cosas se las

inventan y... pues se las creen. Ellos lo ultrajan a uno como si uno fuera un

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muñeco de trapo. Lo único es tener paciencia para superar esto y tratar de

salir adelante.

3.2 Los miedos Institucionales

Funcionarios y Cuerpos de Custodia Y Vigilancia

Olga Mantilla, funcionaria de la sección de talleres Administradora de

Empresas. Fue trasladada de las oficinas administrativas del INPEC a la

Cárcel Modelo de Bogotá en el año 2000 contra su voluntad. Ella describe

este hecho como producto de un altercado con un superior.

Para los funcionarios de la institución central que desempeñan cargos de

oficina, es considerado castigo, ser enviados a trabajar en una cárcel con la

población interna.

“A mí me habían dibujado la cárcel Nacional Modelo como lo peor, mal

oliente, fea, horrible, nauseabunda... construcciones horribles, la cantidad de

gente, que lo podían a uno chuzar, que lo podía a uno violar, que lo podían a

uno matar pasando por los pasillos por los patios por todo lado. Eso me

decían los compañeros allá en el INPEC; que le tocaba a uno andar con

cuidado porque de pronto se armaba allá adentro un tiroteo y le tocaba a uno

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esconderse y... de pronto lo mataban pero... cuando yo llegue la impresión

fue otra, pues si... no son las mejores condiciones ni lo que se espera del

habitad de un ser humano pero de todas maneras no es tan feo como me lo

habían dibujado, no es tan peligroso.

Cuando yo entro por primera vez por el pasillo central, sí me impresioné un

poco. Siempre se siente un poquito de temor porque se sabe cuales son las

personas que están adentro a sí sean buenas o malas.

La sensación cuando entro es de un frío intenso en todo el cuerpo y en los

huesos por eso siempre desde esa vez trato de entrar abrigada, pero por

más abrigada que esté, el frió es concentrado que sólo me pasa cuando

salgo, es decir, siempre cuando entro la sensación es de frío.

Entrando, uno siente temor de que alguien me valla... de pronto a parar, y a

obligarme o... insinuarme de pronto el cumplimiento de algo, sobre todo del

personal de internos hacia la parte administrativa y sabiendo de pronto que

soy tan allegada a las dos cabezas directivas por la actividad laboral que

desarrollo, entonces ese es el temor que siento de que alguien llegue a

pararme para decirme “necesito que haga esto y tiene que hacerlo” y me

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amenace contra mi vida y la de mí familia, entonces yo pienso es en no dar

oportunidad y siempre ir acompañada porque soy mujer y tengo en cuenta de

que son hombres los que están internos acá en estos momentos, entonces

siempre voy acompañada sea con una persona administrativa o con una

persona de la guardia nunca voy sola para no dar oportunidad y... voy

enfocada siempre por las tareas que voy a desarrollar o porque me toca ir a

supervisar alguna actividad, o porque voy a acompañar algún personal

externo mostrándole los talleres, o algunas actividades, mirando con ellos el

sistema productivo ya en cumplimiento de las tareas que nos tocan, pero...

se encuentra un potencial inimaginable dentro del penal.

Susana Pardo, Trabajadora social con amplia experiencia en trabajo de

campo.

“Yo estuve trabajando siete años seguidos aquí en la Modelo, luego me

trasladaron a otra cárcel, en donde duré dos años y posteriormente regresé

aquí.

Cuando yo regreso, me encuentro con una situación mucho más compleja.

Primero que todo me impacto las tales puertas blindadas23 porque... en mi

época nunca se manejo esa situación, simplemente la gente podía pasarse

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por toda la cárcel sin ningún problema, entonces para mí cada vez que yo

pasaba y cerraban esa puerta era un impacto terrible. ¿Qué más le

comento?... la situación de las armas. No era tanto que yo las viera si no que

yo cuando llego no sabia que había armas acá, pues que las portaran los

presos mejor dicho, y... lo tenaz era que cada rato llegaban los internos a mi

oficina de la parte interna y lo sacaran porque había algún problema; eso por

ejemplo no se veía en mi época, en mi época por ejemplo si habían muertos,

lógico, pero era con cuchillos era con arma blanca. Bueno y me toco las dos

épocas en cuanto al mando a la autoridad de la cárcel porque a mí me toco

cuando la guardia tenia la autoridad y... en esta época me encuentro con que

dizque los internos son los que mandan en la cárcel. Eso lo sabe todo el

mundo. Claro que la cosa a cambiado en el último año y medio pero... si falta

mucho, no. Las armas ya... han sacado muchísimas, la autoridad ha vuelto

de nuevo... en fin si se están viendo los cambios.

A mí me da mucho pesar la gente nueva que llega, pues como primera

medida... cuando llega se encuentra con la situación de que su celda no se la

van a dar porque no hay espacio, hay hacinamiento entonces... uno de

antemano sabe que a esas personas les toca pagar si, entonces me parece

23 Las Puertas blindadas. También llamadas Puertas De Seguridad que están ubicadas en la entrada de cada ala de la cárcel. Las puertas fueron instaladas para evitar en alguna proporción los permanentes

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muy triste que fuera de que tienen que venir a pagar una pena le toque venir

a pagar también plata; fuera de que lo obligan a llegar a este sitio también

tenga que pagar me parece tenaz si; me parece también tenaz... la

separación entre Guerrilleros y Paramilitares eso... trae muchísimos

problemas. La división política, yo soy de las que pensaba incluso alguna vez

le sugería a... algún directivo que... dejaran o a Paras, o Guerrilleros para

evitar esos enfrentamientos.

Los presos sociales24 también me dan pesar, me preocupan mucho, ellos

tienen que irse cuando llegan al lado a donde los reciban, entonces tienen

que identificarse con la Guerrilla o tienen que identificarse con los

Paramilitares.

Mire, yo le temo a la gente, a los chismes. Aquí los chismes le acaban la

imagen a un funcionario y no pasa nada. Lo que pasa es que la historia de la

persona por cualquier chisme la dañan, y... no se dan cuenta, no tienen en

cuenta la historia del trabajo. De un momento cambian porque otra persona

llegó y dijo un chisme pero nunca le aclaran, nunca... mejor dicho la última en

enfrentamientos entre internos del Ala Norte y Sur de la cárcel Modelo. 24 presos sociales o delincuentes comunes, son aquellos que no hacen parte orgánica de algún grupo armado.

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enterarse es la persona y pienso que eso es gravísimo dentro de un medio

de estos. En casi veinte años que llevo trabajando toda la vida lo e visto.

Hay muchos cambios desde la creación del INPEC25, ha mejorado sí pero...

en cuanto al nivel de comunicación, en cuanto... hablemos de chismes, esa

parte si... noto que sigue igual porque es que yo pienso que la obligación de

un director es, cuando llegan con chismes de alguien, ¡llámela!, para que

pueda defenderse, ¡defiéndase mijo o que le sostengan lo que dicen de usted

en su cara!”

25 INPEC. Instituto Nacional Penitenciario Y Carcelario, creado en el gobierno del presidente César Gaviria Trujillo como fusión de La dirección Nacional De Prisiones, el Fondo Rotatorio y La Imprenta Nacional consagrado en el decreto 2160 de 1992. Posteriormente y con el ánimo de modernizar “la justicia y actualizar las normas penitenciarias fue sancionada la Ley 65 del 19 de Agosto de 1993 poniéndose en marcha el Nuevo Código Penitenciario Y Carcelario” De Colombia.

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3.2.1 La amenaza, el secuestro y la extorsión. Las trampas que me dan

miedo.

El Sargento Castro es Comando de guardia, con quince años de

experiencia en la institución. Como jefe general de la guardia, representa el

poder institucional generador formal del monopolio de la fuerza en cada

rincón del penal.

“Yo le temo a caer dentro de las trampas que se manejan internamente

dentro de algún establecimiento carcelario que van desde un secuestro hasta

una extorsión, una amenaza contra uno o su propia familia cada cosa de

ellas genera un miedo diferente y contra cada cosa de esas uno reacciona de

manera diferente. Si a mí me van a secuestrar entonces lo que yo hago es

que estoy alerta... y trato de que no suceda, igual a uno le da como el

desespero, dependiendo de si la situación está en calma o tensa, entonces

uno comienza a caminar más rápido, uno como que voltea a mirar más hacia

los lados, uno como que se da cuenta mas de la actitud de los internos pero

igual uno va teniendo como sensaciones de vacío porque a medida de que

se va entrando (al penal) uno sabe que se está más indefenso”.

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Uno vive aquí miedos inclusive, dependiendo de la hora es un miedo

diferente. Entonces uno vive miedos en la mañana, uno vive miedos en la

tarde, en la noche. En la primera parte de la noche, y en la segunda parte de

la noche, o sea en la madrugada. Pero igual, ese miedo es diferente cuando

es lunes o martes o miércoles, dependiendo el día, el miedo más grande lo

puede sentir uno los primeros días de la semana, porque son días como de

recesión interna y que si la situación está tensa los internos saben que tienen

como dos o tres días para poder volver a la calma... y uno siente más miedo

esos días. Entonces uno dice ese día “yo entro o no entro si la cosa está en

calma sí, si la cosa está tensa uno a veces sencillamente toma la

determinación y no entra, o a veces uno dice si voy a entrar a ver que, qué es

lo que va a pasar. Eso es lo que pasa.

Cuando yo llegue aquí en el dos mil, los compañeros le decían a uno, “si a mi

me secuestran, yo prefiero estar secuestrado en el sur que en el norte”,

porque los paramilitares lo trataban a uno mejor que la guerrilla. Resulta que

uno no puede, creo yo, no puede decir eso. Secuestro es secuestro así se lo

haga el hermano. Y se siente miedo ante el secuestro porque usted en ese

momento puede perder algo. Puede perder su vida, puede perder su familia,

puede perder su trabajo.

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El miedo que uno maneja aquí es constante, lo que pasa es que como que

uno aprende a vivir con él, entonces uno entra y uno empieza a sentir

presión, uno empieza a sentir que, como que el estómago se le revuelve pero

hay momentos en que se siente más, cuando la situación esta mas... tensa,

entonces lo que yo ya le decía, se mira más, sé... se arriesga más, se

estresa más, inclusive aquí hemos tenido casos en que a nosotros nos ha

tocado incapacitar a la gente o darle permiso a la gente (a otros guardianes),

porque no pueden resistir la presión.

Cuando la situación está tensa la gente pide por ejemplo mucho permiso.

Eso es una manera de demostrar el miedo, entonces yo pido permiso por

una hora, por dos horas porque siempre de pronto tengo la idea de que en

esa hora o dos horas yo me puedo salvar de algo. En cambio, cuando la

situación está en calma, por lo general los permisos son como normales, son

como más ciertos, entonces si yo tengo que salir a hacer una diligencia es

porque de verdad la tengo que hacer cuando funciona diferente cuando esta

tensa, el asunto es otro, porque en esa hora o dos horas yo cambio de

ambiente, me desestrezo por decir algo, en otro ambiente y luego regreso.

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Yo me siento más seguro aquí a fuera, en la parte administrativa, que en la

parte interna, claro que dependiendo si usted no se mete en problemas

adentro. Por ejemplo, si yo me comprometo con un interno de ingresarle

equis o ye elemento y no lo ingreso, yo puedo sentir mas miedo afuera que

adentro, y entonces afuera es donde yo voy a estar pendiente, voy a estar

mirando, voy a estar cambiando de rutas, aunque normalmente uno no lo

hace pero ahí ya, en un caso específico lo haría con mas frecuencia y

andaría con mas prevención. Uno no lo hace, pero uno no anda con la

presión de que es que de pronto me va a llegar el otro y me va matar. !No¡ lo

hace como por... ya el estilo de vida que maneja uno, debe entender que eso

lo tiene que hacer”.

3.2.2 La oscuridad de la noche no me aguarda

El Dragoneante Esquibel, funcionario del cuerpo de custodia y vigilancia,

trabaja con el INPEC hace seis años.

“En la noche uno pasa revista. En el año dos mil, uno se metía a talleres y no

sabia lo que podía pasar. Pasaban cosas desde que... lo asustaban a uno

solamente un simple susto cosas de que le cerraban a usted la reja (se

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refiere a los internos) y lo dejaban parado ahí media hora y usted no sabia...

hasta que... usted por último le preguntaba a los internos ¿estoy secuestrado

o... puedo salir?; O que si comenzaba un desorden en la parte de adentro y

usted a dentro en plena noche y... usted no veía nada, y usted veía que todo

el mundo corría, pues... usted ante eso siente miedo, ¿cuál es pues la

reacción que puede tener ante ese miedo?. Uno... ya lo aprende a manejar,

entonces uno trata de controlarse. El miedo lo siente, pero se controla.

Cuando usted lo siente por primera vez puede llegar a hacer cosas ilógicas,

entonces usted de pronto sale a correr, de pronto se arriesga mas de lo que

debe arriesgarse, por el miedo por la sensación por el desespero. Es capaz

hasta de enfrentarse a la gente, porque esa es la manera de usted enfrentar

su miedo. Ya cuando uno tiene un poquito de experiencia, ya como que uno

lo maneja mas entonces uno como que es mas calmado, analiza mas la

situación, yo puedo estar mas asustado pero igual, uno... piensa mas y sobre

esa base toma uno una decisión si... se puede, porque esa es la otra si se

puede porque si uno esta secuestrado, los que toman la decisión son otros”.

Un asalto a la Intimidad. Mis secretos al desnudo

Otro de los miedos categoriales que la población reclusa en su totalidad

reconoce como “lo peor”, es el procedimiento de requisa general o parcial

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que los cuerpos de seguridad del INPEC ejecutan con el objetivo de incautar

desde armas de todas las clases, drogas alucinógenas u otros artículos no

autorizados por la dirección del establecimiento y para efectuar traslados

individuales o masivos a otras cárceles del país. Para hacer el allanamiento

sin ningún problema, los cuerpos de seguridad deben desalojar a toda la

población, ubicándolos en lugares abiertos y despojándolos de casi toda la

ropa para evitar que ellos puedan llevar algo consigo.

La requisa es sorpresiva y la mayoría de veces se hace en las horas de la

madrugada con el fin de no permitir que se escondan los internos o sean

encubiertos y encaletados los elementos prohibidos.

Oswaldo Neira, comandante de un grupo armado al interior del penal, nos

relata en que consiste desde su propia mirada, la del poder no formal, como

generador de miedo, el procedimiento de la “rascada”.

Mas adelante, nos cuenta lo que se ha llamado “el miedo a la libertad”.

Tipología extraña dentro del universo de los miedos en las cárceles ya que

es precisamente la libertad la que se configura como el objetivo final del

recorrido en el caso de los internos.

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“El miedo a la Libertad” es característico de personas que han establecido un

nivel de adaptabilidad y de institucionalización absoluta con la prisión y se

presenta con internos que cumplieron o están a punto de cumplir condenas

bastante altas y no encuentran ya sentido a sus vidas fuera de la cárcel y de

sus ambientes.

Oswaldo nos cuenta.

“El llamado operativo, rascada o el allanamiento que hacen en la cárcel,

para efectuar registros y traslados; donde se mezcla la totalidad de internos

de los diferentes patios, desde los mas económicamente solventes hasta los

más humildes, halla se mezcla el ladrón con el gamín, con el potentado, con

la persona que esta por un delito social con aquella que esta por un delito

político. En la Rascada no hay distingo de clase todos forman parte del

montón y cualquiera de ellos en la rascada, puede sufrir las consecuencias

de este operativo, si es con el objetivo de trasladar a alguno. Dado que ahí

se clasifica a los internos, se les vuelve a identificar y aquellos que por

conveniencia o por normativa del INPEC o por normativa de juzgado o

fiscalía, son trasladados. Allí, cualquier persona que sustenta algún mando o

privilegio, allá... sienten el temor mas grande porque se ven desprotegidos y

a merced de las personas que ellos en algún momento han podido reprimir.

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De manera que ellos se asustan, hacen un conglomerado a parte o bregan a

salir de últimos para que las circunstancias no los desfavorezcan. Todo esto,

motivado primero por el temor que les infunde la cantidad y el volumen de

internos a los cuales ellos mismos han reprimido en algún momento, de los

que temen retaliaciones o venganzas, o de que simplemente... por gusto

muchos de los que están ahí, los golpeen, los apedreen o en determinado

momento, si la guardia no a hecho bien su requisa, se les halla filtrado

algún... elemento... corto punzante, lo que llaman aquí un cambrión y...

puedan causarles heridas que... lógicamente puedan causarles la muerte a la

persona o personas que... se vean en una refriega de este tipo.

Para los internos... la rascada a demás causa el miedo, el temor el pánico no

solamente por el operativo en sí, sino por el temor que tienen, el miedo a

perder sus más personales elementos... fotografías, recuerdos, ropa,

prendas, cosas que le ha costado ingresar al penal26y que son, ya sea o

destruidas por la guardia en... el momento del operativo o... que se

desaparecen cuando finaliza el operativo y paulatinamente comienzan a

ingresar los internos, y esos, los primeros que van ingresando van

saqueando las celdas de los que aun no han entrado. Esta situación se

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presenta casi siempre, por eso todos quieren entrar de primeras para ver,

qué se les perdió, o en manos de quien pudo haberse perdido las cosas

porque, generalmente la guardia como el mismo operativo, es un generador

de pérdidas económicas y morales para la población penitenciaria pero; los

mismos compañeros los mismos internos, muchas veces se encargan de

destruir o de despojar, ya sea por retaliaciones, en venganza o con la

finalidad de sacar algún provecho económico, de apoderarse de lo que no es

propio, y... es así como una celda que no fue tocada por la guardia

inmediatamente llega su ocupante, el interno que... se... puede decir el

propietario, encuentra que le desbarataron las cosas, pero fueron

compañeros con el afán de robarlo o de vengarse por algún motivo, o

simplemente por el afán de dañarle las cosas al vecino”.

El Miedo a la Libertad

“Paradójicamente existe aquí lo que podría llamarse el miedo a la libertad.

Personas que han pagado una condena y han sido olvidados de la sociedad,

de su familia y que se han creado un entorno al interior de la cárcel.

Personas que ya es tanto lo que se han acostumbrado al sistema

penitenciario a vivir al interior de una cárcel, que llega a entregárseles la

26 El uso de electrodomésticos, televisores, equipos de sonido, pequeñas estufas manuales son permitidos bajo cuota mensual de uso. Dinero que se destina al fondo de caja especial

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libertad y ellos se esconden, porque sienten miedo de salir a la calle donde

no saben que es lo que les espera, de pronto son rechazados de la sociedad,

de la familia de los amigos, o no tienen quien les de albergue; o de pronto

tienen miedo de que al salir a la calle halla retaliaciones por su

comportamiento anterior, que deban fugarse, que deban trasladarse y... son

personas que muchas veces vuelven a caer en la delincuencia para ser

capturados y volver a una cárcel que les ofrece mejores condiciones que el

estar en comunidad, que estar en libertad. Eso... es lo que podríamos

catalogar como miedo a la libertad. Además, hay personas a quienes les han

llegado todos los recursos jurídicos para irse y... ellos los demoran, se

esconden, se hacen como quien no es con ellos, o simplemente

determinan... quedarse y... muchas veces es tanto el trabajo que hay a nivel

penitenciario que aquí se busca, que nadie se valla, y muchas veces los que

ya están en libertad, no son obligados a irse por la entidad penitenciaria.

de la cárcel.

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CAPÍTULO CUARTO

4. HISTORIAS DE AYER Y DE HOY

“El Acontecimiento como Cotidianidad”

En este capítulo, los cuatro entrevistados relatarán casos particulares que se

convirtieron en sucesos determinantes para sus vidas. Estas historias se

desenvolvieron en espacios diferentes ubicándonos en un contexto y en un

ambiente de la cotidianidad carcelaria como acontecimiento permanente y

encuentro con el miedo.

Las narraciones nos permiten conocer ciertos acontecimientos particulares

que trasgredieron las cotidianidades; todos enmarcados dentro del miedo

como regulador de las actividades cotidianas de sus protagonistas.

Oswaldo Neira, último entrevistado del capítulo anterior, llego a la cárcel

Modelo el cuatro de enero de 2001. Luego de su captura en una universidad

de Bogotá cuando daba clases de pregrado. Él pertenecía a un grupo

armado. Despues de unos meses fue elegido mediante voto electoral como

presidente de la mesa de trabajo de la cárcel ante la dirección del INPEC.

Oswaldo, con estudios de economía y maestría en investigación social en

Europa, nos narra los primeros días en la cárcel y posterior a ellos.

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“Cuando yo llegue a la cárcel, me encontré con el primer fenómeno que fue

el ser despojado de mis pertenencias. Posteriormente; al ingreso al penal

donde... se suponía que iba a encontrar compañeros de causa, personas a

quienes conocía y las cuales me podían brindar algún tipo de colaboración.

Me encontré con personas detractoras de mi trabajo, sin conocer que era lo

que en verdad estaba pasando y sin conocer a que venia. Fue así, como la

persona que en ese momento tenia el poder Alberto Urrutia alias “cobra”,

decidió, e hizo todo lo posible para despojarme de cualquier prebenda de

cualquier beneficio que me estuvieran entregando, dado que yo venia

respaldado por personas de alta categoría, como son los dos líderes que en

ese momento había en Alta Seguridad27 me dieron una celda buena, en un

buen lugar en uno de los mejores pasillos, me entregaron su confianza para

que desarrollara una labor social y política a nombre de la organización

dominante aquí, al interior del penal. Pero la rivalidad y el miedo de esas

personas a perder su calidad, a peder su estatus hizo que presentaran

rivalidades y muchas veces hasta intentaran... atentar físicamente contra mí,

agredirme, la agresión moral... se ve supeditada a la agresión física cuando

aquí no pueden agredir a una persona porque saben que tiene un respaldo

de superiores, entonces comienzan a presionarla; es lo que aquí llaman el

27 Pabellón de Alta Seguridad De La Cárcel Modelo De Bogotá.

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pedaleo, el palanqueo28 o sea, llevar chismes, causar problemas causar

envidias, desmeritar el trabajo de los demás con la finalidad de mantener ese

estatus, ese puesto que ellos privilegiadamente han conseguido.

Yo estoy aquí, por una causa que no es un delito común se puede decir. Yo

estoy aquí porque se me acusa de conformación de grupos paramilitares,

todo por ir a enseñarle a muchas comunidades, a leer a escribir, a entender

la constitución política, lo cual dio que se me... señalara como un...

conformador de grupos; situación que tengo que desvirtuar ante la justicia y

que no veo justificable.

Volviendo a la cárcel, al interior del penal, esa situación es grave porque se

vive no solamente el miedo a ser ignorado completamente de la misma

comunidad en la que se vive, lo cual significa perder una serie de

condiciones, de beneficios; si no además, uno se ve desmeritado, señalado

de la comunidad y paulatinamente se va... como dicen aquí... se va

“encausando” (pensar en la causas de su estadía en la prisión), o sea

deprimiendo, pensando únicamente en la situación que tiene aquí y que no

puede remediar, lo cual lo lleva a uno a una depresión absoluta y eso...

28 Pedaleo es darle curso a un chisme a una versión a un problema con el ánimo de desprestigiarlo, y tumbarlo” De La misma entrevista.

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puede traer como resultado que uno pierda sus valores, sus ganas de vivir y

muchas veces lo lleve a uno al suicidio o a buscar la muerte mediante...

actitudes violentas como el enfrentamiento. Hay muchos que dicen yo quiero

que me maten... y buscan esa muerte como una forma de liberase de la vida

que están llevando en el penal.”

Alicia Manrique es funcionaria de la institución, con diez y siete años de

experiencia se ha desempeñado como Psicóloga, muchas son las historias

que puede compartirnos pues a trabajado en mas de seis cárceles del país

en diferentes cargos administrativos.

Este relato corresponde al mismo año que entró a laborar por primera vez en

la cárcel Modelo de Bogotá.

“Pues... que yo recuerde, eso hace... bueno, fue como en el noventa Y siete,

fue la vez que venia un muchacho muy simpático, venia corriendo como

desesperado para sanidad, yo pues venia saliendo y me encontré de frente

con él y me empujo muy fuerte no, y yo pues trate... mejor dicho me asusté

muchísimo porque me alcanzó a golpear y... traté como de decirle ¡respete¡ o

alguna cosa le dije, pero cual seria mi sorpresa cuando yo me volteé el señor

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venia era herido, venia con la mano en el pecho y cuando se quito la mano

saltó cantidad de sangre y para mí fue impactante, en ese momento lo

atendieron y como a las dos o tres minutos murió.

Eso me impacto muchísimo porque era un muchacho muy joven, muy

simpático y es muy triste que la vida de uno acabe de esa forma.”

“Otra vez fue como en el dos mil uno, cuando yo me encontraba en mi oficina

sola, allá en la parte interna, con la puerta cerrada y me golpearon y...

sorpresa que yo abro y eran unos encapuchados, y me dijeron “doctora tiene

que irse se sale por favor” entonces yo voltee a mirarlos como siempre si... y

les dije “necesariamente tengo que salirme ” entonces me dijeron “sí, se

sale”. Mientras que yo cerraba la puerta y todo, entonces yo pensaba, esto

será un secuestro, para donde voy, para donde me llevan y todas esas

cosas. Entonces me puse muy nerviosa, y... salgo y me encuentro con toda

la gente encapuchada ahí afuera,29 y armada. Ellos tenían ahí a la guardia

interna amarrados y... yo volteé a mirar y eran muchachos muy jóvenes y

uno de ellos me miraba, como quien dice ¡ayúdeme¡ y yo lo miraba como

quien dice ¡no puedo hacer nada por ustedes¡ sí, entonces uno sale con

29 Pasillo Central Ala Norte, ver foto No. 7

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mucha tristeza de dejar a sus compañeros adentro. Bueno, entonces yo me

pregunto “y... ahora para donde cojo si... y el tipo, pues trataba de

reconocerle la voz pero no, yo decía, ese tipo tiene que ser muy buena

persona conmigo porque se a portado muy bien, y... bueno salgo, y me dice,

“puede salir”; en esos momentos pasaba un carro de esos30 que entraban las

cosas, yo me acuerdo que resulté montada dentro del carro, hasta que yo me

bajé ya afuera y entre a la oficina de Tratamiento Y Desarrollo, con presión

alta hecha una nada por que a mí nunca me había pasado una cosa de

esas. Sentí mucho miedo, mucho temor; me... sentía impotente me daba

mucha ira también porque yo decía, “no es justo que estos manejen las

cosas así. Yo tenia las manos, bueno todo el cuerpo sudoroso, el corazón lo

tenia a mil, a mi me preocupaba mucho que me fuera a dar un derrame o un

infarto porque tengo la presión alta. Yo tenia demasiada ira porque ya... a los

veinte minutos las cosas estaban bien y yo decía no hay derecho que ellos

jueguen con nosotros de esa forma”.

Rosa Mantilla, es psicóloga y funcionaria del INPEC, entró a la institución en

septiembre de 1993.

30 Los carros son utilizados por los internos llamados “carros” para entrar los mercados o enseres de los nuevos, o sacar los elementos personales camas, televisores, ropa etc. De los que se van.

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“Eso fue como en el noventa y cinco. Yo estuve de asistente en una época

del director de la cárcel y... se trabajaba mucho al nivel de comités con los

internos en esta cárcel, en la cárcel Modelo, y el comité de derechos

humanos del patio quinto por un señor que se encontraba en ese patio,

entonces yo una vez subí y le dije al director, ¿hay problemas con ese señor,

porque no lo trasladan?, Porque los internos hablaban que el señor era

homosexual y a ellos le preocupaban sus hijos porque los domingos ellos

venían. Entonces vine, hablé con el Director le conté la situación le traje por

escrito con las firmas de los internos lo que ellos querían todas esas cosas, y

el director accedió y lo cambio y lo mando para el pabellón de sanidad que

en ese tiempo era la sección de Seguridad. Bueno yo me fui, eso fue un

viernes el lunes llegue yo y... sorpresa, el señor me estaba esperando en la

oficina, entonces me dijo, “usted me a trasladado, entonces yo le dije, yo no

tengo el poder para mover la gente acá, eso simplemente se hace por

prevención, y me dijo ¡usted fue¡, y le dije usted porque esta tan seguro, y me

dijo, “porque yo ví la tarjeta y leí lo que usted decía ahí, entonces ya... el

señor comienza a contarme sus antecedentes y me doy cuente que era de

cuidado eso era una parte que yo no conocía cuando se hizo el traslado. Él

era una persona condenada a catorce años que según los internos era el que

vendía la droga dentro de la cárcel si, y el señor pues realmente estaba muy

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ofendido y pues... decía aquí hay algo muy anormal no, entonces yo le dije

mire señor, usted está muy malgeniado yo también estoy malgeniada por la

forma en que usted me hace el reclamo, mejor espere, y dentro de dos horas

nos hablamos.

En esas dos horas, yo fui al comando, pedí la tarjeta del señor y miré que lo

que decía el tipo era cierto y sí, sorpresa de que “por solicitud de la doctora

Rosa Mantilla se tramita el traslado del señor” tal y tal. Entonces yo me sentí

herida de la administración y... fui y hable con el director nuevamente, aquí

había otro asistente que era abogado y sabia muchísimo y le conté lo que

estaba pasado, entonces el me dijo “ojo que ese tipo es de cuidado”, usted

es psicóloga mire a ver como soluciona el problema porque ya no hay nada

mas que hacer, entonces en conclusión me encontré con el señor a las dos

horas, ya no le podía negar nada porque ya las cosas estaban dadas, y

entonces le conté que sí, que eso era cierto que lo que había hecho era por

ayudarlo a él porque era un tipo que estaba condenado a mucho tiempo, que

era bueno que él cambiara, que lo había colocado en un lugar muy bueno,

que aquí Había un médico que estaba detenido, que él iba a estar pendiente

de él, que hacia ejercicio y que a demás ahí había una persona que era muy

espiritual y bueno todas esas cosas. Y pues... me toco cogerlo por ese lado,

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por el lado de la ayuda si, pues el tipo de todas formas se calmó, me dijo “yo

le agradezco de todas formas pero usted me jodió mi negocio”, si, entonces

yo le dije que de todas formas yo estoy hablando con usted y... empecé a

sacarlo todos los días de la sección, porque sabía lo que me esperaba si yo

le corría al señor. La cosa fue que después el señor fue muy querido

conmigo, compartíamos y seguimos trabajando y empecé a enterarme quien

realmente era el señor, y... sí; era cierto el señor manejaba todas esas

ventas de droga en la cárcel.

La cosa es que uno como funcionario puede verse involucrado en algún

asunto que para uno puede ser peligroso sin darse ni la menor cuenta, esto

por una imprudencia de algún compañero. Cosas como estas sinceramente

me producen mas miedo que trabajar en la parte interna porque por lo menos

el interno le pelea a uno cuando está ofendido y si el interno no tiene los

argumentos validos para sustentar la vaina, entonces aceptan las

sugerencias de uno. Cuando saben que la embarro con uno y todas esas

cosas los tipos aceptan, mientras que uno como funcionario no sabe cuando

lo pueden estar vendiendo y no sabe los intereses que tiene la gente si,

entonces eso es muy grave. Triste decirlo pero uno como funcionario del

Estado debe cuidarse en estas condiciones de la misma gente con la que

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uno trabaja. Hay personas con perfiles que... no deben estar en la institución.

Esa, a lo mejor es una de las situaciones de la crisis carcelaria en país, si las

cosas han mejorado pero un tiempo en el que yo puedo dar fe que las cosas

eran muy... muy tenaces y desgraciadamente uno en estas cosas no puede

declarar nada porque uno nunca tiene algo que pueda decir... esta es la

clave, con esto puedo denunciar y el interno siempre es mudo, entonces uno

queda como loco, no es que uno sea alcahueta con ellos porque a mí me da

ira esas cosas, pero sabe como le va en una investigación disciplinaria

porque no sabe como puede demostrar las cosas.”

Luis Felipe Rodríguez fue trasladado de la estación de policía de chapinero,

el 11 de octubre de 2001. no hablo de su caso particular.

“Yo llegue a la cárcel Nacional Modelo el once de octubre del dos mil uno,

pues llegue con una gran incertidumbre en el sentido de que no sabia a que

sector de la cárcel me iba a dirigir.31 Yo tenia amigos en los patios del norte

de la Modelo y... nadie conocido en los patios del Sur; estando aquí en la

Jaula con los compañeros que veníamos de la estación, ellos dijeron que se

iban para el patio cuarto o quinto (ala sur del Penal) y... el otro grupo dijo que

31 La Cárcel Nacional Modelo de Bogotá está dividida en dos sectores o alas, Norte Y Sur.

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se iba a dirigir a los patios del norte (patios uno y dos) y yo allí tenia

conocidos, sin embargo cuando estaba en la jaula destruí todos los papeles

que traía tarjetas, números de teléfonos porque se decía que allí

secuestraban a la gente entonces no quería entrar con ningún papel donde

pudieran llamar a mi familia para extorsionarlos o algo así.

Cuando se llegaron las seis de la tarde fue un grupo grande de doctoras y de

la guardia a comunicarnos que las necesidades que nos pudieran cubrir aquí,

como médicas, de trabajo social y de psicología. Yo sabia que en los patios

del sur se prestaban mejor estos servicios. Luego llegaron unos señores que

dijeron ser de un grupo armado y... nos dijeron que en esos patios no nos

cobraban la entrada, que no nos cobraban nada que... podíamos entrar sin

ningún problema, que desde que no fuéramos guerrilleros o... aliados de las

fuerzas armadas y de la policía no había ningún problema con nosotros,

entonces decidí pedir para el patio cuarto que quedaba en el ala sur.

Llegaron las ocho de la noche, nos sacaron de la jaula, nos requisó la

guardia antes de entrar a los patios y... cuando llegamos haya nos hicieron

formar en el pasillo central los señores de ese grupo armado. Cuando

llegamos haya y pasamos la reja blindada de hay pálante se hicieron cargo

de nosotros los señores del grupo armado. Ya formados, éramos un grupo de

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sesenta personas de diferentes estaciones y... nos hicieron formar en la parte

de atrás del Wimpy, hay tenia miedo de lo que podía suceder porque no

conocía nada de estos patios y... estaba muy oscuro; luego dos señores que

se identificaron como personas de un grupo armado nos dijeron que la

entrada costaba... algún dinero y... los que no pudieran pagar se quedaban a

dormir en el patio yo... pues tenia plata pero decidí no pagar y nos dejaron

durmiendo en el patio. Llevaba ya como quince días durmiendo en el patio

y... un sábado tuve visita de mi hermano y el me colaboraba no, me traía

plata y yo pues hacia llamadas aquí es muy fácil la comunicación telefónica

y... ese día me vi envuelto en un problema sin darme cuenta. Estaba

llamando en un sector que... es un poco aislado pero la cabina telefónica se

hallaba pues desocupada y aproveche e hice varias llamadas desde ahí.

Cuando terminó la visita nos contaron y después de la contada32, yo estaba

en la parte posterior del patio y... un señor de esos... del grupo armado me

hizo meter a un alojamiento yo pensé que me iban a molestar por marihuana

yo... estaba vendiendo algunos baloncitos de marihuana y entonces pensé

que era por eso que me habían llamado. Resulta que no era por eso, me

dijeron que yo era de las fuerzas militares, que hacia inteligencia y

contrainteligencia y que ellos ya me estaban haciendo inteligencia a mi,

32 La contada, es un procedimiento diario que la guardia penitenciaria hace de todos los reclusos.

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que... yo ya había estado en una cárcel anteriormente que había salido

rápido; no... se de donde obtuvieron esa información la cuestión era que lo

sabían y dijeron que yo era informante cuando yo ni siquiera he prestado el

servicio militar. Me hicieron muchas preguntas que pues respondía que no a

todo porque yo no sabia absolutamente nada y luego me llevaron al

alojamiento “C” que queda al pie del Wimpy inclusive tenía una entrada

secreta que era una pared a la que le habían abierto un roto grande y me

metieron ahí. Ese sitio es un gran alojamiento como de unos veinte metros

cuadrados mas o menos y... habían muchas colchonetas porque ahí es

donde se guardan las colchonetas donde duermen los del Wimpy, entonces

me hicieron sentar en una de ellas y me hacían preguntas y preguntas y yo

les respondía pues negativamente, que yo no era de ninguna fuerza especial

ni nada de eso y... que yo tenia familia, que yo vivía en un barrio de aquí de

Bogotá, di mi dirección, mi teléfono y quede de traer mi expediente y el

expediente que había tenido la vez anterior cuando estuve en la cárcel. Ellos

me dijeron que no... que de todas maneras me seguirían haciendo

inteligencia y... ya cuando estábamos saliendo, cuando estábamos justo en

la puerta se vinieron otros tipos del mismo grupo y preguntaron que pasaba

conmigo y... el señor este le respondió que yo era de las fuerzas militares y

que estaba haciendo inteligencia, entonces me volvieron a entrar y me

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dijeron “eche para haya hijodeputa que ahora sí con nosotros si va a hablar”,

me hicieron sentar nuevamente y... un tipo grande moreno tenia un tubo

galvanizado como de un metro y... me pego... me pego en dos ocasiones, me

rompió el brazo y... me hicieron meter al tanque.33 Me... dijeron que... me

iban a matar, que trajera mis expedientes, que iban a llamar a mi casa, que...

ya no respondían por mi, que me iban era a matar y... yo pues claro me

asuste, ese mismo día metieron a otras personas al tanque y todos nos

preguntábamos ahí en el tanque, “usted por que está aquí, y usted, y usted

porque lo metieron que hizo, entonces uno “no, por marihuana, otros no

porque me pillaron fumando bazuco” entonces a todos nos castigaban y... yo

cuando dije “no es que a mi me están confundiendo una persona de las

fuerzas militares” entonces ahí ellos mismos me decían “huuuy... este chino

esta embalado, mejor dicho no hablen con él” y a ellos los sacaron como a

los cinco minutos a mi me dejaron otros cinco minutos y vinieron otros manes

de esos, me hicieron salir, me hicieron otra vez nuevas preguntas y... me

dijeron “bueno listo vallase para el patio”. Quede yo con una zozobra

impresionante que no sabia que hacer sentía un vacío ni el berraco. Se

llegaron las horas de la noche y nos fuimos a dormir porque en el Wimpy nos

paraban a nosotros a las tres de la mañana porque la visita comenzaba a

33 el Tanque o lavadero, lugar de castigo se sabe de varios muertos por hipotermia.

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entrar a las seis de la mañana entonces ya todo el mundo tenia que estar

listo y bañado para recibir la visita; yo me estaba vistiendo después del baño,

cuando llegaron tres personas con pasamontañas como a las tres y media de

la mañana y... me hicieron salir, ni siquiera me dejaron vestir bien sino que

me hicieron salir. Ellos tenían las manos dentro de las chaquetas

apuntándome con pistolas y... uno de ellos me agarro por el brazo y me dijo

“se va a morir, camine”. En ese momento no sentí gran susto ni nada, lo

único que hice fue pedirle a mi Dios que me perdonara todos mis pecados,

que cuidara de mis hijas y de mi familia y... seguí al paso con él, cuando

estábamos llegando a la parte mas oscura me dijo... “no, tranquilo chino que

yo no lo voy a matar a mi me falta como un mes para salir y ya no quiero

hacer mas esto aquí lo único que le digo es que mejor se valla, vallase de

aquí, no importa si va a traer sus papeles, sus expedientes lo mejor es que

se valla” yo... le respondí que bueno, que listo pero que sin embargo yo iba a

traer mis papeles para que los vieran, y... cuando di la vuelta para irme,

avancé saliendo del lugar donde estaba, en ese momento si sentí mucho

miedo, sentí que en cualquier momento iba a sonar un disparo, sentí ganas

de correr pero no lo hice. Salí, entonces estaba rogando, mejor dicho a todos

los santos que llegara la visita rápido, porque habiendo visita dentro de los

patios pues no... iban a hacer nada conmigo ya. Me dirigí hacia el pasillo

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central y... se me calmó un poquito el susto cuando vi que entraban las

primeras visitas como a las seis y diez de la mañana. Estaba sangrando

mucho del brazo por el golpe del día anterior entonces me provocaba salir

hacia sanidad pero... me daba susto de que me dieran un balazo saliendo o

de que se preguntaran que iba a hacer yo afuera si... yo iba a sapiar34 a la

gente si iba a comentar lo que me paso, entonces no me atreví, decidí salir

por la puerta posterior, había una puerta35 por la entrada del Wimpy por el

pasillo central y ahí habían unos manes del grupo armado vigilando y... a

ellos les pregunte que si yo podía salir por ahí pero que yo iba a sacar todas

mis cosas que yo no me iba a salir sin nada, y ellos me dijeron que no, que

como se me iva a salir por ese pasillo no ve que por ahí lo roban y aguanta

mucho frió mire a ver si se puede mejor salir para la jaula” “pero yo con quien

hablo”, que yo no sabia nada si yo solo llevaba quince días en la Modelo no

tenia idea de con quien hablar ni nada esto.

Ellos también me decían que dizque yo estuve preguntando por... los

comandantes y por eso era que ellos tenían sospecha sobre mí. Entonces

uno de ellos me dijo que esperara, que en las horas de la tarde me podían

sacar y dirigirme hacia la jaula; entonces me salí y... había una visita de un

34 Soplón, informante. 35 La puerta del destierro. Ver foto No. 5

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amigo y yo le pedí el favor que cuando se fuera a salir en la tarde, podía ir

hasta la jaula para ver si yo estaba ahí y poder comunicarme con mi familia,

el todo era que supiera que yo estaba bien y que ya estaba en la jaula pero

bueno, al final no tuve la necesidad de eso porque estaba tan asustado por

todo lo que me había pasado esa noche y esa madrugada que... quería

hablar con todo el mundo haber quien me podía ayudar cuando sí,

efectivamente me encontré con el que era el comandante del sitio en donde

dormíamos nosotros, en el Wimpy, y le comente a él todo el asunto, que me

habían tratado así, que me habían dicho esto y aquello y el me pregunto

“pero de verdad usted no a prestado el servicio militar” yo le dije no yo no lo

he prestado entonces el dijo “no, tranquilo que yo le colaboro y me pregunto

“quien fue el que le dijo esto” y yo le dije pues “es un comandante que le

dicen Pepe”, y el dice “ya... ya voy a hablar con él haber que fue lo que paso

con usted, me dijo que lo esperara ahí o sea en el Wimpy; como a los quince

minutos llegó con el comandante Pepe; yo... pensé que este señor me iba a

regañar o a vaciar o incluso a pegarme porque yo había dicho lo que me

había sucedido; cuando me dijo “no... a usted quien le ordeno que se saliera

nadie le ha dicho que se salga, sin embargo yo voy a ir a hablar con el

comandante”, entonces el fue a hablar con el comandante y... regresaron

como a los diez minutos y me dijo “quien le dijo a usted que se saliera” y yo

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le dije “pues... unos señores que estaban encapuchados esta mañana”

entonces él dijo “a... los que estaban prestando guardia, me dijo “no... fresco

que eso era que estaban borrachos y lo que querían era jugarle una broma

por lo que había sucedido ayer pero no... tranquilo que el comandante

general le dice que viva aquí que si usted no se mete con nadie, nadie se va

a meter con usted entonces siga viviendo aquí, que tranquilo que no le pasa

nada que no se asuste que el que nada debe nada teme, entonces si usted

se quiere salir eso es problema suyo”, entonces yo le dije que si ellos me

autorizaban vivir aquí yo no tenia ningún problema, al fin y al cabo yo no me

meto con nadie y con nadie tengo ningún problema; entonces me dijeron “si,

siga viviendo”.

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Eso fue pues, lo que me paso una vez aquí en la Modelo”.

Mario castro, es funcionario de la institución hace 23 años, se ha

desempeñado como docente en las cárceles de Bogotá. Su historia

corresponde a la cárcel La Picota.

“Eso fue un martes trece de marzo... el año no lo recuerdo, fue... como en el

ochenta y dos u ochenta y tres.

Estaba en la sección de educativa laborando con unos compañeros, éramos

en total cuatro el resto eran dos guardianes que estaban recibiendo clase y...

habían como unas ocho niñas terapeutas si... de psicología. Mas o menos

como a la una y media de la tarde, aproximadamente, yo... era uno de los

últimos que entraba a la sección de educativa, cuando estaba ingresando no

note nada extraño todo estaba normal, ingrese a la sección y allá había un

compañero que se llamaba José Perdomo mallorquín y... me dijo “ya

tenemos el personal para trabajar vamos a dictar clase”, o sea la rutina

diaria. Listo me fui para clase, yo dictaba matemáticas, álgebra y cálculo.

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Cuando me fui para clase tuve la sorpresa de ver a una persona que tenia un

cuchillo o... un chuzo que llaman, y... entonces yo me regresé para donde el

compañero y... le dije “parece que van a matar a alguien”, porque... en esa

época cuando uno veía que alguien desenfundaba un cuchillo o chuzo, era

porque iban a tomar algún procedimiento... de saldar cuentas ¿si me

entiende... cierto?. Yo... pues no me asuste mucho porque uno ya se

acostumbra a eso sí, al ver como sacan el cuchillo como mas de alguna vez

lo he presenciado que me han matado gente estando yo ahí. Tenia que

echarme contra la pared... pero bueno esa es otra historia.

Entonces llegue a la oficina y mi compañero me dijo “eso es que van a matar

a alguien” y yo le dije sí, eso parece; cuando nos encontramos con la gran

sorpresa de que un interno que lo llamaban el pollo llego y nos hecho el

candado en la puerta principal o sea la de la salida, pues eso allá es un solo

pasillo si, en la Picota y... eso allá tiene una solo salida y una sola entrada

que es la misma. La oficina de nosotros quedaba al fondo, entonces cuando

nos regresábamos nos encontramos con la sorpresa de que un tipo de esos

le había echado candado, el traía un candado y... se lo había metido a la

puerta, cuando el tipo se regreso y nos encontramos yo le dije ¿qué pasa? Y

él me dijo esto es un secuestro, entonces... ahí me entro pánico, me entro

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miedo, sentí... como siente uno... como cuando ve que está cerca de la

muerte que se yo, uno se pone... no sé, no se que sentí en ese momento

pues por el mismo ajetreo. Cuando voltee a mirar para atrás venían otros con

cuchillos, entonces yo me devolví corriendo hacia la oficina y... empecé a

saltar pupitres y... entonces uno de ellos me hizo el viaje36 con un cuchillo yo

alcance a saltar por encima de un pupitre afortunadamente el no me alcanzó

a coger y entonces me fui a la oficina y empecé a golpear y... allá existen una

ventanas que tienen otras ventanitas pequeñitas y empecé a darle pata y

puño y esas ventanitas no se rompían. Había un negrito interno que

trabajaba en la parte de debajo de la cárcel que llaman “La Playa” el

manejaba el almacén, entonces el me vio, a demás el fue el único que me vio

golpeando las ventanas entonces yo le informe ¡nos Secuestraron!... fue lo

único que alcance a decirle, entonces el tipo corrió a informarle a la guardia

sí, entonces en eso se vino, ya habían recogido a casi todos los compañeros

y ... yo era el único que estaba pidiendo auxilio en las ventanas, entonces se

vino contra mí el “Pollo” y me cogió del cuello con fuerza, con violencia y me

dijo “camine hermano que no estamos jugando” y... yo le dije que no me

fuera a matar, que no me fuera a hacer nada que respetara la vida mía, me

36 Me hizo el viaje, me lanzo el cuchillo.

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dijo “tranquilo, tranquilo viejo que esto es un negocio estamos en una vuelta

grande”.

Tengo entendido, que fue el primer secuestro que hubo en las cárceles en

Colombia. Bueno mire, otra vez fue...nos encontrábamos en la parte externa

de la cárcel. Y... empezamos a entrar con una compañera negra que se

llama Gloria, eso fue como en el noventa y nueve en la Cárcel Nacional de

La Picota. Bueno... estábamos entrando y si notamos el ambiente como

solitario. Ahí entrando a la cárcel hay un sitio que llaman la playa que es

donde venden, hay están los “caspetes”37 y venden tinto venden cantidad de

cosas de comer de tomar y... bueno antes de entrar nos tomamos con la

compañera dos tintos y... llego uno de los internos que estaban allí y nos dijo

“¿no van a ingresar?, la compañera de ustedes ya está adentro” y yo le dije

¿dónde está?, entonces me dijo “está en el la oficina” y yo le dije “pues sí...

entremos ya...” cuando llegamos allá había un señor que se llamaba Juan

Carlos del Ministerio de Educación que nos estaba colaborando en la sección

de educativa y... en ese momento me dijo otra compañera que se llama Luz

Miriam que era la encargada de la sección, era la coordinadora, “Alberto valla

y me le abre por favor a Juan Carlos” y claro yo me fui a abrir, cuando yo le

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abro a Juan Carlos el me dice “¿qué paso, porque hay ambulancias?” Yo le

digo “nada, esas son las ambulancias de los Rodríguez Orejuela y de la

gente de Alta Seguridad que siempre están ahí para proceder en caso de

algo”, entonces el me dice “oiga pero si veo el ambiente como pesado” y... no

“esta normal” le respondí. Íbamos caminando y él iba charlando conmigo, el

pasillo es largo y cuando íbamos como en la mitad escuchamos unas

primeras totaceras tan, tan, tan, tan, unos primeros tiros, él nunca había

escuchado eso entonces se asustó muchísimo “huuuy hermano que está

pasando” y yo le dije “no, no tranquilo eso es que están matando a alguien”.

En esa época mataban uno diario, a veces tres hasta cinco diarios mas o

menos, “tranquilo” le dije, “sentémonos aquí” y nos sentamos a donde nos

tapara un muro para evitar una bala perdida. Entonces hubo un receso como

de unos quince segundos y... después volvió otra vez pero mas seguido tan,

tan, tan, tan, tan, tan, tan, y después sonó una granada, cuando sonó la

granada entonces yo si le dije al hombre “esta vaina se puso fea, como que

se prendió”, y me dijo “como así” “si hermano nos toca quedarnos acá” ¡y...

se prende eso, se prendió esa vaina... tan, tan, tan, tan, y dele y dele y...

empezaban a gritar que “!vamos para tal patio, vamos para el séptimo, que

37 Los Caspetes, Hasta Julio de 2002 fueron permitidos por el INPEC los caspetes que eran negocios propios de los internos. Restaurantes, lavanderías, cafeterías, fruterías y

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vamos por “Gorras”, que no se quien y empezaban a nombrar gente y a

darles, a matarlos y entonces yo como pude me fui agachado hasta la oficina

y... ahí encontramos todas las compañeras asustadas, vueltas nada,

azoradas y me dijeron “¿que paso? “esto se prendió”, “¿qué hay que hacer?”

les dije “quedarnos acá”... y nos quedamos ahí. Había un internos que nos

hacia el aseo y se quedó acompañándonos. Estuvimos esperando y

esperando eso siguió y siguió, dele y dele las dos, tres, cuatro, cinco de la

tarde y eso no cesaba. Me asomaba por la ventana y veía si no el reguero de

muertos... sí, y... la gente, unos encapuchados otros sin capuchas y... dando

candela, a lo que se moviera. Entonces dieron las seis, siete y eso prendido;

como mas o menos ocho de la noche hubo un receso, Había un silencio total,

total, total, Todo eso callado, callado, entonces esperamos como media hora

y yo les dije “bueno, procedamos a salir, no hay mas que hacer” entonces

cuando volteamos a mirar, allá en la reja había gente con armamento,

parecían como guerrilleros, entonces yo me fui hacia ellos, ellos desconocían

según ellos que nosotros estábamos ahí, entonces “¿qué cuantas personas

habían?” y yo les dije “habemos tantos, tantas mujeres, tantos hombres y hay

también un interno. Todos somos funcionarios y hay un interno”, entonces

me dijo, “!ábrame la puerta!” y yo le dije “no hermano, espere yo les comento

droguerías.

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a mis compañeros, yo no le puedo abrir”, y estaban todos enfierrados y

encapuchados; yo les di la media vuelta, yo les di la espalda, allá ellos y me

devolví asustado lógico pero uno en un momento de esos ya el susto se ha

vuelto como... ya de tanto tiempo de estar escuchando esa... esa totacera y

toda esa vaina, el miedo se vuelva ya... se vuelve uno como duro no sé, ya

va uno para las que sea, ya uno quiere que suceda alguna cosa o salirse o

que pase cualquier cosa desagradable ¡pero que pase eso rápido!; entonces

yo me devolví a donde los compañeros y les comenté, “mire esta pasando

esto y aquello” y me dijeron, entonces una de ellas me dijo “¿están

armados?” y yo le dije “!claro que están armados!” dijo, “mire tenga las llaves,

“valla hay que abrirles porque de todos modos rompen la puerta, es mejor

llevarlos por las buenas”, entonces yo dije “listo”, me devolví y... lo único que

les pedí yo fue que “no me fueran a matar al interno que estaba con nosotros

pues él es un delincuente común, no tiene nada que ver con esas vueltas”

entonces me prometieron eso y yo les abrí la puerta y... pues se nos

entraron. Eran como unos cuatro o cinco internos y yo pues me entre... y

entonces nos dijeron “bueno, vamos para afuera ¿que quieren?, irnos para la

casa les dije, salir, irnos. Bueno, entonces nos dijeron “listo” los vamos a

sacar, entre ellos estaba Carlos, y nos hablo un Guerrillero “miren la verdad

es esto, nosotros vamos es a protegerlos nosotros no los vamos a secuestrar

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los vamos a llevar a un sitio seguro”, entonces nosotros nos pusimos reacios

“pues que nosotros no teníamos porque estar en eso, la guerra no era de

nosotros, no teníamos que ver en nada con eso”, entonces me dijo, “bueno,

entonces que deciden ustedes” “¡pues salir” entonces el tipo me dijo “salen,

pero bajo la responsabilidad de ustedes, nosotros los acompañamos hasta la

guardia interna de ahí pálante hay una cantidad de Paracos38 y les pueden

dar, nosotros lo que queremos es protegerlos porque ellos pueden pensar

que ustedes son guerrilleros o que bueno...”. Ya era de noche, entonces yo

les dije “listo, yo me apunto a esa”; entonces conmigo venían el resto de

personas que estaban a dentro en la sección de Educativa; cuando íbamos

hacia fuera venia un guerrillero con una metra y una careta antigas, y me vio

y me dijo “!usted para donde va profe!”, “pues para fuera hermano” me dijo

“¡no, usted no va pá fuera usted se me devuelve!” y... el tipo saco el arma

pues... al ver una persona armada le toca a uno obedecerle. Me devolví. La

compañera negra estaba supremamente asustada, con un temor salvaje; se

puso a llorar y yo la tranquilicé, y me dijo “pero yo me quiero ir para la calle” y

yo le dije “mire, tenemos que regresar, para la calle no nos podemos ir”

“porqué” “porque no podemos, no podemos... regresémonos”; entonces nos

metieron al patio primero y cuando llegamos nos encontramos los médicos,

38 Paramilitares o miembros de grupos de Autodefensas armadas ilegales.

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las enfermeras, odontólogos y resto de compañeros funcionarios ha... y

comandantes de Guardia, compañeros de la Guardia también. Aviamos unas

treinta personas secuestradas o retenidas como llaman ellos. El caso es que

eso se volvió a prender, nosotros no hacíamos sino tirarnos al piso,

empezaron a quebrar los vidrios con las balas. El miedo de nosotros era que

se entrara una granada por una ventana de esas, nos cayera y explotara,

era lo único que yo les decía a ellos, pero ellos me decían a mí, que me

tranquilizara si.

Tantos años trabajando uno con los internos ellos le cogen a uno un poco de

aprecio, de cariño por la forma en que uno trabaja con ellos sí. Entonces para

que, ellos trataron de tranquilizarme y me dijeron, “venga profe que no se

qué”, yo les dije mire esto no es de nosotros.

La cosa siguió y siguió, como una media hora mas, nosotros tirados en el

piso y todos ellos dando candela y... como a la media hora seso de nuevo.

Entonces hubo un receso... brutal, entonces empezó el noticiero de la noche,

de las nueve y media y nos invitaron a verlo.

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Uno difícilmente piensa es que no va a salir con vida. Y... pues... de ver

tantos muertos, de ver guerrilleros heridos que los médicos los estaban

curando, para eso fue que se los llevaron y a las enfermeras, había uno por

ejemplo que se le voló un dedo de un tiro pero... estaba como muy tranquilo

un... tipo como duro. Uno en ese momento piensa... que se va a morir esa es

la verdad.

Si, yo me acuerdo de los rostros de los compañeros, se les veía el pánico y a

demás uno no puede... como respirar por lo pesado del ambiente, siente

como si uno tuviera un camión encima del pecho, o sea el ritmo de la

respiración es como anormal. Uno no se haya, no se haya en el sitio donde

uno está.

La cuestión fue que al fin paro el asunto. Pidieron Derechos Humanos,

Procuraduría... Defensoría Del pueblo, llegaron todos ellos, según ellos

hicieron un acta, se llegó a un acuerdo que no se cual fue porque ellos lo

hacen es afuera en las oficinas.

Ya... cuando eso pasa pues los representantes van por uno, yo sentí mucha

alegría cuando vi a una de esas personas con el chaleco de la Defensoría

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Del Pueblo y... ese señor era como la tercera vez que estaba en esas

circunstancias y... pues para que, el abrazo de alegría que se da uno con la

persona que viene a rescatarlo a uno eso lo emociona mucho, ¡pero mucho

viejo!, es decir, uno como que vuelve a vivir ya dice uno pues... aquí como

que ya no nos morimos.

Cuando nosotros salimos ya a la calle; pues... Uno en la calle ve... uno dos

muertos, en un accidente que se yo, en algo, cierto pero... aquí es cualquier

cantidad y... muertos de una cosa salvaje, cuando era por ejemplo con

cuchillo eran totalmente despedazados porque... se les pegaban a una

persona varios tipos y todos con cuchillo le daban y le daban... lo acababan.

Cuando es con armamento pues se ven los impactos o por lo menos los

huecos de los impactos en las personas y... empieza uno..., ya saliendo,

como los pasillos son angostos entonces uno hacia sino saltar y saltar

muertos, saltar cadáveres...el olor era... pues... no, huele mal como a sangre,

huele mal muy mal y uno la mira, una es como espesa y oscura otra es como

clarita ¿porque?, Porque nos tocaba saltarla y a veces pisarla también

porque eso era regada en el piso, se ponía uno que ya se caía, se deslizaba

por la sangre. Entonces uno tenía que ir a tientas tocando las paredes para

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no caerse en medio de ellos, encima de un muerto. Entonces uno no hacia

sino saltar, sesos y todo eso que queda de una persona cuando muere de

esa manera.

A mi me dio duro, cuando íbamos saliendo fue que llegaron los del Batallón

de Artillería 39 nos querían coger y llevarnos allá con ellos creyendo que

nosotros nos habíamos prestado para una cosa de esas, menos mal que el

Director se les puso un poco duro y les dijo “¡No!... como se me van a llevar a

mi gente para allá no ve que estos son los que trabajan conmigo”, Entonces

el fue el que evitó eso.”

En el primer secuestro casi todos renunciaron, la verdad es esa, los que

quedamos fuimos como unos tres o cuatro del INPEC que no quisimos

renunciar. De esos, a todos los trasladaron y el único que no se fue de la

cárcel fui yo, bueno eso les gusto. Haya adentro hay gente templada, pero el

INPEC también la tiene. Yo les demostré, pues como muchos compañeros

que las cosas pasan pero bueno, hay que salir adelante, seguir adelante.

Entonces... pues... yo nunca olvidare todo eso que pude ver sobre todo en

ese pasillo, no... eso fue tenaz.

39 El Batallón de Artillería, está ubicado frente al la cárcel La picota de Bogotá

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Mario se pone de pié y se lagrimean sus ojos. Y al final me aclara que esas

cosas no se deberían taparse a la gente. “Esta institución, en esos casos no

conoce las vainas y... la verdad nos tratan como... como cualquier cosa, si

me entiende.”

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CAPÍTULO QUINTO

5. Los Espacios del Miedo. Una Visita Guiada

Cárcel Nacional Modelo De Bogotá D.C. (Ala Sur)

Los espacios del miedo en la cárcel para la población interna están

directamente relacionados con la idea de castigo y tortura.

Los lugares productores de miedo están ubicados en espacios similares al

universo urbano como referente inmediato; alejados del trancito normal,

oscuros, fríos y sucios llenos de humedad y descuidados por la soledad.

Nadie vive ahí, no es un habitad y su razón de ser se materializa bajo

tiempos específicos. No siempre son lugares del miedo solo en las noches

cuando se mezclan con la oscuridad, el silencio y el sueño de la mayoría.

Wilson Arteaga es comandante responsable de un grupo armado

organizado, en compañía de él pude tomar algunas fotos y conocer a fondo

los lugares que dentro de la cárcel producen miedos sobre toda la población

del ala sur y Norte de la cárcel Modelo de Bogotá. Los espacios descritos

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como lugares propios de castigo y tortura son testigos históricos de suplicios

que se han construido con el pasar de los años.

Wilson como jefe y administrador de poder conoce la naturaleza de los

lugares. Él, a ordenado “por el equilibrio interno” varios castigos de internos

“que se portan mal”.

La entrevista fue hecha en su celda y es transcrita a cabalidad y con el orden

descriptivo que él propuso.

El túnel (Foto 1 y 2)

“El túnel. O la cárcel dentro de la cárcel. En este lugar se aloja a las personas

que por algún u otro motivo han transgredido las leyes internas de la cárcel,

personas que han robado que han causado dificultades, que son violentas,

que son inmanejables o personas que no pueden vivir comunitariamente al

interior del penal. Son personas que permanecen allí, las veinticuatro horas

del día y solamente los días festivos sábados y domingos tienen salida de

este recinto. Es un área de dos con veinte de alto por uno cincuenta de

ancho, por treinta y dos de fondo, allí duermen en un promedio sesenta

internos en las condiciones más deplorables pero que ellos mismos se han

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buscado. En cierta forma se ha buscado que los túneles desaparezcan pero

han sido el único medio de controlar... el equilibrio interno, exactamente el

equilibrio que hay dentro de la cárcel, porque son personas inmanejables

prácticamente, antisociales al nivel de la mas baja... del mas bajo nivel de

antisocialidad”.

El Tanque (fot. 3)

“Lo que es durante el día un lavadero, lo que es una alberca donde se utiliza

el agua para las labores del día y para lavar la ropa de los internos, en la

noche es el pavoroso centro de represión donde las personas que

transgreden alguna norma, o que se hacen merecedoras de algún castigo

son ubicadas allá durante un tiempo promedio, con una simple lavada o con

dos o tres horas de permanencia en el agua, con la finalidad según suponen

las personas que coordinan el control, la disciplina al interior del penal que

son los mismos internos; con la finalidad de disuadir o castigar a las

personas que transgreden alguna norma”.

El Fuetero (Fot. 4)

“El fuetero es una esquina donde a las personas que también incumplen con

una norma merecen ser castigadas, son apaleadas o afueteadas sin

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excesiva sevicia lógicamente, sino más como una medida correctiva y... que

durante la noche es un lugar absolutamente deshabitado y que le merece el

mayor de los pavores y de los miedos a los internos dado... su carácter

como lógicamente lo sabemos de ser un lugar donde se reprime, se reprende

a los internos que no cumplen o incumplen determinadas normas de

convivencia”.

La Puerta Del Destierro (Fot. 5)

“A esta puerta se le llama la puerta del destierro. Es la puerta por donde

salen, los días de rascada los internos con destino a diferentes cárceles, a

un destino impredecible, incierto porque el interno es simplemente

manipulado por las autoridades y remitido a una cárcel de la cual ellos no

tienen conocimiento, muchas veces lejos de su familia, de su entorno...

comunitario, de su vida; hay personas que por esa puerta han llegado a la

cárcel y se han ido nuevamente, y de las que nunca se vuelve a saber no

porque mueran, sino que van a parar a penales... absolutamente

imprevisibles; hay personas que tienen raigambre digamos... costeña y son

mandados al Meta,40o... llaneros que son mandados a las cárceles de

Valledupar de Combita en Boyacá, a lugares que creen ellos que son

40 Departamento Del Meta, Capital Villavicencio.

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absolutamente execrables como penales, por la rigurosidad, por la forma en

que han sido... publicitados. Por esa parte, por esa puerta de la que

hablamos, es la puerta por la que muchos salen y nunca volvemos a saber.

La Cárcel De Los Arriados (Fot. 6 y 7)

“Es un lugar... en donde los internos son desechados por su propia

comunidad, el lugar donde llegan los que nadie quiere, a los que nadie, pero

nadie puede soportar, a personas que son, dentro de la misma brutalidad

penitenciaria de la cárcel, son los que no se acomodan a la vida, a ser...

presos y que por su comportamiento, por su violencia por su calidad humana

son absolutamente rechazados por los mismos internos”.

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CONCLUSIONES

Los relatos orales y descripciones de cada uno de los entrevistados revelan

la complejidad de la vida carcelaria. Sus sensaciones, sentimientos, deseos,

odios, resentimientos fundados en ordenes procedimentales; las

incertidumbres respecto al futuro y al pasado, la imposibilidad de movimiento

corporal, los ajustes en el tiempo y en el espacio que traspasan y determinan

las intimidades mas privadas, el encierro y el control de las sensibilidades

mas secretas (el llanto, la fragilidad, la tristeza), sus juegos permanentes con

el nuevo orden; los olores, los ruidos, sus miradas inevitables, las angustias

alimentadas día a día, los sobresaltos que sorprenden hasta el mas atento,

los nuevos sabores que desbordan el gusto y lo reducen a una alimentación

estricta y necesaria, los inéditos ambientes que erosionan las pieles más

fuertes e insensibles, los nuevos lenguajes que articulan las relaciones

ineludibles; las cicatrices que nunca se reducirán al pasado... no son mas

que un signo, son el síntoma amargo de la condición humana que se declara

impotente ante el acontecimiento dramático de un hecho irrevocable, el de

estar privado de la libertad.

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Las puertas, los patios y pasillos, las celdas, terrazas, túneles; las paredes,

las rejas, barrotes, candados y los diversos entrecruzamientos que

establecen sus características, son la respuesta espacial y a la vez propicia

para un diálogo permanente que cada uno de ellos sostuvo y sostiene con el

miedo.

La cárcel guarda el secreto que celosamente esconden las sociedades

modernas como imagen de Estado Nación; en su afán de monopolizar la

fuerza, crea, estructura y administra soterradas estrategias de seguridad

como la cárcel, con el único fin de encerrar su propia condición enferma y

ocultar sus propios miedos.

El miedo como presencia y dentro del trabajo desarrollado, permitió observar

ciertos aspectos difíciles de evidenciar como una característica importante

dentro de la población carcelaria, la conciencia de desunión con el pasado y

una completa certeza del no futuro inmediato. Esta condición hace que ellos

vivan cada instante con una intensidad superlativa, de tal modo que todos

sus sentidos se encuentran al máximo de su capacidad.

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Todas las relaciones interpersonales establecidas entre los internos,

funcionarios y guardia penitenciaria, están basadas en dispositivos que

aumentan o disminuyen el miedo.

El acontecimiento, en términos estrictamente filosóficos, asociado a la

cotidianidad, adquiere características de permanencia y hace que la visión de

la realidad sea otra muy diferente en términos de percepción en condiciones

de normalidad.

Los miedos carcelarios y sus diversas tipologías fueron establecidas desde la

puesta en escena de entrevistas específicas de la población carcelaria y de

una experiencia personal; recurriendo a ellas como evidencia real de cada

miedo que destacan el primer día de llegada a la cárcel como eslabón

definitivo que conecta los miedos fuera de la reclusión, producto de

entramados imaginarios, y los que se desarrollan dentro de la reclusión como

extensión de ellos en espacios diferentes.

Por tanto, podemos concluir que la realidad carcelaria en Bogotá, y sus

diferentes discursos, pueden ser descritos y comprendidos desde la voz de

sus habitantes y de sus experiencias directas, permitiendo una

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categorización de los miedos como resultado de un diálogo permanente con

ellos.

De igual manera, y desde una mirada personal, Pensar la realidad carcelaria

es inevitablemente pensar el miedo; y pensar en los miedos carcelarios es

ineludiblemente pensarnos a nosotros mismos.

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BIBLIOGRAFÍA

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VIVIESCAS, Fernando. Colombia el despertar de la modernidad. Foro

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ANEXOS