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A LA ESPERA DE SOFÍA Ricardo Tobar ---------«»--------- ... soy un modesto, modestísimo obrero del pensamiento, que acopio y ordeno materiales para que otros que vengan detrás de mí sepan aprovecharlos. La obra humana es colectiva; nada que no sea colectivo es ni sólido ni durable... Niebla, de Miguel de Unamuno (1864-1936) ___________________________________ Revisión: Sep. 2012, empachumu enjoy it !!! ;o) ___________________________________

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A LA ESPERA DE SOFÍA Ricardo Tobar ---------«»--------- ... soy un modesto, modestísimo obrero del pensamiento, que acopio y ordeno materiales para que otros que vengan detrás de mí sepan aprovecharlos. La obra humana es colectiva; nada que no sea colectivo es ni sólido ni durable... Niebla, de Miguel de Unamuno (1864-1936) ___________________________________ Revisión: Sep. 2012, empachumu enjoy it !!! ;o) ___________________________________

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keywords= historias, cuentos, leyendas, mitos, relatos, antologia, cultura, literatura, narrativa, cuento, prosa, ficcion, terror, suspenso, argentina, latinoamericana, hispanoamericana <!--- Start of Note and / or Warning --->

Todo empezó cuando al empezar a leer el contenido del sitio web, estaba interesado en terminarlo, pero debía continuar con mis deberes temporalmente suspendidos. Me tome varios minutos más en "bajar" cada una de las páginas web a mi equipo para leerlas después, en mi tiempo libre. Mi mejor amiga y compañera, o sea "mi chica", me dio la idea de ordenarlos en un sólo archivo de texto, y de esta manera leerlo de "corrido". Una vez terminada la lectura, en mi equipo portátil HPC720, le mencione lo grato que había sido. Me solicitó le "pasará" el archivo creado. Al finalizar su lectura, y preguntarle: ¿que tal había estado? me respondió algo similar a lo que primeramente le había mencionado. Y con la finalidad de compartir el gusto de la lectura del archivo indicado con los demás integrantes de la comunidad, he "subido" este documento; en un principio como TXT, pero para mejorar la calidad de vista del mismo, lo he convertido como PDF. En este texto digital se ha puesto el mejor empeño en ofrecer al lector una información completa y precisa... Por tal motivo se ha respetado, en lo mejor posible, el sentido y el estilo ortográfico utilizado por el autor, respetando la grafí­-a de los textos obtenidos de Internet ---de sitios públicos y/o traducciones propias de fans--- incluidos los "posibles" errores ortográficos... Solo para uso personal, con fines didácticos, educativos y/o similares. Sin ánimo de lucro. Cualquier otra utilización de este texto digital para otros fines que no sean los expuestos anteriormente es de entera responsabilidad de la persona que los realiza. Por tal motivo, NO se asume ninguna responsabilidad derivada de su mala utilización, ni tampoco de cualquier

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violación de patentes ni otros derechos de terceras partes que pudiera ocurrir. Prohibida su venta y / o comercialización. Copyright © 2012. All rights reserved. Todos los derechos reservados a su(s) respectivo(s) ---Autor(es) y / o Editor(es)--- Titular(es) del Copyright.

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A LA ESPERA DE SOFÍA Ricardo Tobar [«o»] Se ha puesto el mejor empeño en ofrecer al lector una información completa y precisa sin fines de lucro... Sin embargo no se asume ninguna responsabilidad derivada de su utilización, ni tampoco de cualquier violación de patentes ni otros derechos de terceras partes que pudiera ocurrir. Solo para uso personal y privado. Prohibida su venta y / o comercialización.

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La imagen de la portada, la cual puede tener copyright, ha sido bajada de internet y su funcion es únicamente para fines ilustrativos. Copyright ©. All rights reserved. Todos los derechos reservados a su(s) respectivo(s) Autor(es) y / o Editor(es). Web: www.yoescribo.com ---------«»--------- A LA ESPERA DE SOFÍA Ricardo Tobar

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A Melissa, porque así es el amor. Contrátame una gira por el sol págame en estrellas, por favor. Los Tres, BOLSA DE MAREO ---------«»--------- UNO Sofía tiene los senos pequeños, como de niña. Las blusas del colegio son tan anchas que casi no se les notan. Las blusas las usamos por igual los chicos y las chicas. Sofía tiene 16 años y las blusas las venden en proveeduría, igual las medias y el calentador porque son parte de nuestro uniforme. El uniforme es espantoso pero

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Sofía es muy bonita y le queda bien todo lo que se pone. La parada cuesta lo mismo que diez hamburguesas con papas fritas. Sofía odia las papas y el melloco, y hubo una época que le dio por hablar con acento colombiano. Lo que le gusta es su calentador porque tiene el logo de Nike y los zapatos Fila de color blanco que dice que el papá le compró en los Estados Unidos. Por supuesto, nadie le cree. A nadie le gusta la clase de educación física. Nadie soporta el sol. Sofía vivió un tiempo en Medellín, un día se aburrió y regresó para acá. Mi modo de hablar puede resultar un poco extraño, sin embargo, uno termina acostumbrándose a todo, incluso a vestir un barril con dos tirantes como uniforme diario. Una vez fui en bus a Quito. El viaje tardó ocho horas. Me quedé una semana. Fue extraño, pero me pareció que el tiempo dentro del colectivo fue mayor que el de las vacaciones. La clase de educación física dura 45 minutos. Cuando corres bajo el sol, el tiempo se detiene y sientes que eres un huevo arrastrándote sobre un sartén ardiendo. Sofía discutía con la maestra. Se rebeló. No quería trotar un paso y menos bajo el sol. Tenía los brazos en jarras, como si ella recibiera las disculpas de la instructora. No tenía las manos en la cintura, sino en los glúteos. Debía estar a unos cien metros de distancia, pero la distinguíamos con claridad. Las mujeres en las películas porno tienen la misma pose, la única diferencia es que están desnudas y gimen cuando alguien les toca el codo. Sofía estaba doblemente vestida porque encima de la blusa usaba un suéter. Una vez vi una película porno y la chica que aparecía era idéntica a Sofía, se reía igual, tenía los mismos ojos. Parecía que sí, pero no. Las nalgas de Sofía son grandes y paraditas. Vistiendo el calentador Nike me acordaba de las chicas de las películas porno cuando estan vestidas. En Marathon los hay verdes y blancos. Con cien dólares puedes llevarte uno de cualquier color. Vásquez dice que puede correr una hora sin cansarse a la vez que resuelve mentalmente el quinto caso de factorización del álgebra. Silva, que vivió un tiempo en los Estados Unidos, dice que allá un calentador Nike puede costar el doble que aquí. Hidrovo dice que Sofía está bastante rica y que sí le metería la mano. Érika dice que siempre hablo yéndome por las ramas. Sofía me dijo, "espérame a las cuatro donde ya sabes". Y aquí estoy, aunque creo que todos mienten. Los lunes nos formamos en filas. Una columna de chicos y otra de chicas. Los pequeños adelante y los grandes atrás. Así cantamos el himno nacional. Si tienes dos tapillas de Coca Cola puedes canjearlas por una tarjeta para teléfono celular de cinco mensajes escritos en cualquier tienda. Según los profesores, el himno nacional de éste país es el más hermoso del mundo. Sin embargo, ninguno de ellos lo canta, mas bien se concentran en sus celulares. La fotografía de Simón Bolívar está en el rectorado. También en el registro civil y en los ministerios. Cuando Reik llegó a ésta ciudad nadie acudió a clases. Los profesores debieron tomar lista en el coliseo donde se presentaron. Simón Bolívar

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arribó hace casi doscientos años, se orinó en el himno nacional y se cagó en la bandera. Hoy en día todos lo quieren y nadie lo cuestiona. Para mí él no es más importante que su caballo. El pobre animalito tuvo que ir y volver de un lado al otro de América con el lomo partido de tanto cargarlo. Los Reik viajan en jet y sólo tienen una canción que me gusta. A Sofía le regalé mi CD y le presté un libro de historia que tiene la biografía de Simón Bolívar. Ella me devolvió el CD porque no le gusta Reik y se quedó con el libro porque lo necesita. Cecilia tiene un pony bordado en la mochila. En sus cuadernos también hay ponys y debajo de la blusa del colegio dicen que carga otra con la imagen estampada de un pony. Los caballos me caen bien. Nunca he detestado a un caballo, no así las personas. Hasta ahora nunca he visto un Simón Bolívar bordado en ningún lado. En el programa cómico "Solteros Sin Compromiso" tienen preferencia por el Chapulín Colorado. Es muy poco probable que aparezcan Reik o Simón Bolívar en alguno de sus episodios. Mauricio es nuestro profesor de matemáticas. A veces nos habla de historia. Un viernes entró al curso empujando una mesita. Traía una tele Panasonic de 34 pulgadas y un DVD. Hace un tiempo, en época de navidad, trabajé en el comisariato. Lo que más se vendía eran nueces y pasas. En el supermercado conocí a Sofía, compró tres kilos de pasas y dos fundas de nueces. Sofía tiene en su cuarto un Panasonic de 21 pulgadas. Ayer, mientras le hablaba por teléfono, ella miraba la telenovela "Se Busca Príncipe Azul". Cuando le decía que le bajaría los suspensores me interrumpe, me dice, "espérame a las cuatro donde ya sabes". Las nueces tienes que saberlas pelar. Primero las partes con algo. Un martillo. Lo que sea. Luego le quitas esa membrana con mucho cuidado. Es como practicar para ser cirujano cerebral. Un médico puede estudiar quince años seguidos antes de obtener un título. Los profesores se capacitan menos y tal vez por eso parecen vivir más que los doctores. Mauricio nos puso un documental sobre Hittler y cuando se terminó hizo preguntas. Son tantas cosas que de golpe aprendí que temo olvidar la mitad de mi infancia. Hittler estaba loco. Aparte de eso se drogaba y era marica. Era de lo peor. Una bala perdida. Si te le cargas a un gay puede que te parta el hocico de un puñetazo. Ellos son bastante hombres cuando se lo proponen. Hittler no aguantó la derrota y se partió el cráneo de un balazo. Eso es como abrir una nuez con un tanque nazi. Una vez invité a Sofía un helado de nueces y pasas. Me dijo que prefería uno de chocolate con almendras. Yo pedí otro idéntico. Antes de despedirnos le entregué una carta. De eso ya son varios meses. Creo que le gusto. Si no fuera así, no querría verme. Mejor dicho, no sé.

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Antes de conocer a Sofía me gustaban los helados y las películas porno. Después, también, sólo que ya no pensaba tanto en eso. Sólo pensaba en Sofía. No había modo de quitármela de la cabeza porque las canciones y los autos y las casas y todo lo que miraba, simplemente, me recordaban a ella. En Pakistán un hombre puede matar a su esposa y la policía se queda muerta de la risa. En una aldea africana las mujeres tienen el derecho de pegar a sus esposos al menos una vez al mes, durante un acto público. En éste país el cónyuge puede matar a su pareja sólo si la encuentra en la cama con su amante. Si la pareja y el amante se van y el cónyuge los mata por separado, irá a prisión por 24 años. El asesinato deberá ser en el momento del fatal encuentro para que el agresor pueda alegar locura transitoria. De éste modo quedará libre. Eso dice Mauricio que dice código penal. No hay modo de saber cuándo miente o dice la verdad. Lo mejor es no hacerle caso. A veces quisiera nunca haber conocido a Sofía. No puedo decir si ahora soy más feliz que antes. La tarde, cuando la encontré en el comisariato, me habría gustado estar en mi casa viendo "Solteros Sin Compromiso" o el programa de Marián o lo que sea con tal de haber dejado que ella pasara como una bala perdida, yendo a toda velocidad por los corredores y a través de los carritos de compras. Me habría encantado que se estrellase contra otra persona preguntando a cuánto es el kilo de nueces. Habría sido algo inútil, de todos modos, hubiéramos terminado siendo amigos en el colegio. Entre los 18 y 28 años las mujeres se cambian de peinado unas cuarentaiocho veces. Entre los 45 y 70, solamente cinco. En el patio de mi casa hay un cactus y nunca le echan agua, Vásquez dice que los cactus funcionan a diesel. En el caso de los hombres no se han realizado estudios, ni mediciones, ni nada para medir sus peinados. Las mujeres, muy al contrario de lo que se cree, no son de Venus y menos son los hombres de Marte. Lo que somos es terrícolas que cometen tonterías cuando se enamoran. Está demostrado que tanto a los hombres como a las mujeres, no les gusta que les regalen cactus para sus cumpleaños. Vásquez, el mes pasado, le estaba escribiendo una carta a su enamorada. Durante cinco días le hizo arreglos, corregía la letra y nos preguntaba cómo podía hacer para que dijera lo que quería decir. Entre todos tratamos de mejorarla, pero en realidad la echamos a perder. Finalmente, terminó hecha pedazos en el tacho de la basura. A la chica le desagradó leer lo tanto que la queríamos. Hidrovo estaba muerto de la risa y Vásquez lo calló de un puñetazo. Puedes volverte loco de tanto escribir y jamás lograrás poner tus sentimientos en palabras. Porque una carta está hecha, precisamente, de palabras y éstas pueden interpretarse de cualquier modo. Esto no sucede con los objetos. Si quieres decirle a

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alguien que le interesas tienes que enviarle alguna cosa para que capte el mensaje. Lo que sea. Asaltar un banco o desfalcar al estado. Le das el dinero y entonces tendrá claro lo que quieres decirle. Todo, menos mandarle un cactus porque a nadie les gusta, a excepción de Sofía que le agrada mucho. Ella es así de rara y nunca se puede adivinar qué es lo que pasará después porque ella me dijo, "te espero donde ya sabes a las cuatro", y aún no llega. Afuera del colegio, del otro lado del parqueadero. Antes de llegar al puente donde los borrachos y los policías hacen sus gracias, venden empanadas chilenas. No son nada chilenas, la verdad es que las traen del comisariato. Quienes las venden dicen que son chilenas para justificar el precio. Si quieres comprar una o diez, tienes que vértelas con la gente que está más hambrienta que tú. Te metes en la multitud y apartas para acá diez brazos y para allá tres piernas y por ahí cuatro pies y gritas y gritas para que te den las empanadas. Cuando te la entregan tienes que defenderla con tu alma, sino te la quitan. Los policías no pasan por esas penurias. Son autoridad. Los vemos a diario porque el cuartel está del otro lado del puente. Se abren paso entre la gente a culatazos de rifle. En ocasiones llevan los tanques antidisturbios. De todos modos, nadie pasa hambre, ni siquiera los mendigos, ni los borrachos, porque se las roban a los estudiantes. Hidrovo, una vez, se comió diez empanadas rancias. Lo llevamos al hospital en el auto de Mauricio para que le hagan un lavado estomacal. Es que Mauricio es aniñado y es el único profesor que tiene carro. Si tú eres profesor y quieres tener un carro, lo primero de debes hacer es meterte en un negocio torcido o salir por la tele. Al fin las dos cosas vendrían a ser la misma. Mauricio hace todo eso y vive arrancado. Mauricio estuvo jode y jode para llevarnos a una fiesta. Cuando salíamos del colegio nos dice, "muchachos, ayúdenme para la gasolina". Volteamos nuestros bolsillos. Juntamos entre tuercas y tornillos, un dólar con cincuenta centavos. El que despachaba la gasolina se quejó, "oigan, ¿tan poquito le van a poner?". Mauricio, que cuando quiere se pasa de sabido. Le responde, "sí, es que nomás es para llegar hasta la otra gasolinera". Al rectorado te mandan cuando cometes una falta grave. Por ejemplo, si escupes en la iglesia del colegio o si tus padres no han pagado la pensión. Yo estaba en el rectorado. No voy a decir por qué. Sólo voy a decir que estaba en el rectorado y ya. Punto. Allí también estaba colgado el cuadro de Simón Bolívar y debajo la bandera de éste país. Había más cosas en el sitio, pero sólo me acuerdo esas dos. Tampoco me acuerdo del nombre de la hermana de Sofía y creo que eso está bien.

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El mejor lugar para lucir un arma puede ser el rectorado del colegio. Si están presentes los inspectores y el profesorado, mejor. Jaime Bayly no es mi amigo. Yo ya quisiera. A veces es medio bestia y hay que perdonarlo. No estoy muy seguro. Si no me equivoco una de sus frases célebres dice, "quien pone un pie en el pasado y otro en el futuro, se orina en el presente". Si no es él quien lo dijo, entonces habrá sido Ghandi o Bush. No importa. Lo que pude escuchar en el rectorado, por boca de los profesores, fue que el papá de Sofía entró armado y amenazó con asesinar al rector. Estaban analizando la posibilidad de enjuiciarlo. Todo fue por unos rumores que empezaron a rodar y que concernían a Sofía. El señor vino a defender con una pistola la honra de su hija. Estaba dispuesto a vaciarle las balas en la cabeza para conseguir una pronta solución al mal entendido. Cuando las cosas quedaron claras, el señor se regresó por donde vino. Los martes tenemos misa evangélica. Entramos a la iglesia del colegio. Nos quedamos una hora y veinte minutos. Salimos muertos. Silva, Hidrovo y Vásquez, para no aburrirse, hacen bromas. Yo me quedo quieto porque en ocasiones el diablo puede aparecerse en la misma casa de Dios. Lo digo porque me consta. Una vez descubrieron a los tres haciendo una gracia. La inspectora Lilian Mora, no es mecha, así es el apellido, Mora. La inspectora los sacó de las orejas y los llevó al frente. Parecía que como sanción por reírse en la intervención del pastor les bajarían los pantalones, pero sólo les dieron un sermón y los llevaron al rectorado. Sheryl Crow se hizo famosa con la canción del boulevard. El video es bastante entretenido. Está la muchacha tocando la guitarra de lo más tranquila cuando unos señores muy gordos, de pura nota, empiezan a flotar. Cuando pasan cerca de Sheryl se ponen contentos y le lanzan unos cuarters. Las monedas caen dentro del estuche de la guitarra que ella ha puesto en la acera. Los hombres se van flotando felices de la vida. Alegre por los cuarters ganados, Sheryl canta más bonito. Nadie se pone triste. Si te pones contento y sacas tu guitarra al boulevard de ésta ciudad para pedir cuarters, lo mas seguro es que te cargue el payaso. Los payasos pueden ser peores que los policías. Es mejor no averiguarlo. Hidrovo, Silva y Vásquez entraron al curso con las caras largas y unas circulares en la mano. Las circulares son notas que se despachan en secretaría. Les habían mandado a traer al representante. Los representantes son los padres. Eso significa una buena puteada cuando se enteren. Se dice que la natación es un ejercicio efectivo para conservar una buena figura. Si fuera cierto, entonces, las ballenas no serían gordas. Hay cosas que no tienen sentido aunque se juzguen muy lógicas.

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La cosa más tonta en el mundo son los gorros de navidad, luego están los palos y, después, todo lo demás. Conforme vives encuentras cosas tontas. También hay algunas que valen la pena como los billetes tirados en la calle. Siempre llamo a Sofía. Ella a mi casi nunca. La otra vez fue bastante buena. Yo la llamé. Era la media noche. Estaba solo en casa y me dio no sé qué. Pónganle, ganas de molestar a alguien. No sabía qué me daba más miedo, que el papá contestara y me puteara o que ella contestara. Por suerte ella descolgó el teléfono. Tiene una extensión en su cuarto por lo que al primer timbrazo levantó el auricular. Hablamos de muchas cosas, casi hasta el amanecer. Hubo un momento tonto en que le dije, "me estas hablando como si estuvieras vistiendo un short cortito y una blusa celeste y nada más". Ella me dijo que acerté a medias y me desafió, "si eres tan adivino, entonces dime, ¿qué hay debajo de mi short?". Algo me decía que si le atinaba me llevaría un premio. Me sentí como en un programa de concursos. Traté de usar mi ingenio. Le dije, "mejor dime tú si debajo tienes boxers o pantys". Ella me dijo, "ninguno de los dos, uso suspensores". No entendí, pero igual me reí. Ayer volví a llamarla y me dijo, "te espero a las cuatro donde ya sabes". Y estoy esperándola desde hace un buen rato. Las grosellas chinas son buenas con sal. A todas las cosas raras les dicen que son chinas. Yo creo que es así porque los chinos son raros. En las películas de Bruce Lee los chinos vuelan y quienes quieren matarlos deben bajarlos a escobazos de los techos. Los chinos buenos vuelan como avionetas. Los malos también, sólo que con menos arte. A mí me caen chancho las películas de chinos peleones. En cambio, a Sofía, le gustan las grosellas chinas. Luego se queja porque se le destemplan los dientes. Yo le digo que ya no coma tantas. Ella es necia. Últimamente Sofía andaba con antojos raros y yo le decía, "ya pareces china". Lo bueno es que se curó. Lo malo es que quedó más enferma que antes. Si tienes 26 años y aparentas 16, la gente se te va a cargar y te van a reclamar que qué haces a estas horas en la calle cuando debes estar en el colegio. En el cine es lo mismo. Aunque vayas con alguien mayor, te negarán el boleto si la película es para mayores de 18. Los chinos comen arroz, jamás se encontrará a un chino comiendo grosellas chinas porque sólo se dan acá. Un chino puede vivir entre uno y cien años. La gente de aquí también. La única diferencia es que a los chinos les arreglan los matrimonios desde que son chiquitos, en cambio acá se casan por amor. Aunque parezca extraño, los matrimonios pactados tienden a ser más duraderos que los otros. Yo le cuento esto a Sofía y ella me dice que estoy mintiéndole. Le digo que sólo repito lo que está en los libros. Si habría que reclamarle algo a alguien sería a quien escribe los libros. Además, que una cosa esté escrita en un libro no significa que sea cierta.

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Cuando conocí a Sofía, en el comisariato, vestía un mameluco azul, una camiseta blanca y unos zapatos para correr. Tenía el pelo cogido en cola de caballo y una amplia sonrisa invulnerable. Tiene un montón de pecas en las mejillas, casi no se le notan porque es morena. Si digo que es morena no digo que sea chola. Es morena porque no es blanca y ya. Hay que mirarla de cerca para advertir sus pecas. En cambio, sus ojos son grandes y amarillos. Digo que la parte blanca de sus ojos son de color amarillo porque ha vivido toda la vida con una hepatitis mal curada. Aún así es casi tan bonita como una reina. Creo que es por eso que pasaba las tardes dándose besos frente a un espejo. Eso me contaban quienes estaban en su curso. La verdad es que me olvidé de ella en cuanto se perdió por el pasillo de las legumbres. No sabía que después de un año la encontraría de nuevo en el colegio. A clases ha faltado seguido, por suerte siempre me la encuentro a la salida. La hallo cuando pienso que no volveré a verla. La primera vez que fuimos a la heladería le dije, "la última vez que te vi fue en el comisariato, vestías un mameluco como si fueras una mecánica". Ella no me entendió y me miró raro. Se le dibujó un signo de interrogación sobre la cabeza como si fuera un dibujo animado. Ahora soy yo el que no entiende por qué tarda tanto. Isaac iba a matar a su hijo por orden de Dios. Cuando lo tenía amarrado, con el fuego lamiéndole los pies y el cuchillo de sacrificios a una pulgada de su cuello. El cielo se abrió. Era Dios. Le dijo que ya está bueno, que lo que quería comprobar ya lo había comprobado. Isaac podía quedarse con su hijo. Ya era mucha diversión para un día. Luego vería a quién molestaba. Dios debe de tener un sentido del humor bastante perverso. Lo peor de todo es que no hay nadie que pueda ponerlo en vereda. En la iglesia del colegio aprendes muchas cosas y olvidas otras tantas. Todo depende de la atención que pongas. Dios también hace cosas buenas como ayudar a los judíos a escapar de los egipcios. Y cuentan las malas lenguas que fue él quien le dijo a Narcisa de Jesús que debía azotarse si quería que el Papa la santificara. En realidad, aún no se decide si hacerse bueno o malo. En ocasiones Dios tiene que competir con la Virgen María, pero es esta última quien registra la mayor cantidad de apariciones. La Virgen es menos cruel que Dios, pero no más optimista. Cuando está de humor les muestra a los niños cómo se acabará el mundo. Obviamente los niños quedan traumatizados. Es imposible saber qué es lo que pasa por la mente de Dios. Quien debe saberlo, supongo, ha de ser el Papa. Creo que por eso es que guarda silencio, porque si dijera todo lo que piensa no habría lugar dónde encerrar a tantos locos.

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Poco antes de las siete de la noche tocan el timbre de la salida. Afuera, en el parqueadero, hay todo tipo de carretas de comida. El sitio que permanece lleno es el de las empanadas. Venden las de carne a 50, las de pollo a 60 y las de queso a 40 centavos. No importa cual pidas, todas saben a lo mismo. Lo bueno es que puedes echarle todos los sabores de mayonesa que se ha inventado y nadie te dice nada. En la otra esquina existe una heladería, a lado venden hamburguesas y a lado tacos. Hay mesas en la acera y banquetas empotradas al embaldosado. La mayor tarea de los empleados de estos sitios es espantar a los estudiantes que se sientan sin comprar. "Las mesas son sólo para los clientes", te dicen mientras te echan agua hirviendo. Una noche que nos quedamos hasta tarde, vimos cómo de un Daewoo Cielo rojo de placas GTY-562 pasaron disparando a las mesas y a las bancas y a la acera de la heladería. Se fueron riendo y despidiéndose con la mano. Muy hijos de puta los muchachos, pero eso sí, bastante educados. Silva dice que era un Chevrolet Evolution 1.8 verde de placas GRE-898, pero no está seguro. Yo tampoco. Confundir lo uno con lo otro es como tomar un reactor nuclear por una curita. En realidad nadie sabe si eso lo vivimos o lo soñamos. El auto de Mauricio es un Skoda Felicia de ocho cilindros y cuando sale del parqueadero del colegio conduciendo con una mano y con la otra sosteniendo una empanada, saca la cabeza por la ventanilla y se cree King Kong encaramado en el Empire State. Hay gente que es narcisista, otras se creen Dios y otras se marean a una altura de treinta centímetros del asfalto. Hay una profesora tan jodida que entra caminando por el techo al curso. Éste año se ha desatado y no hay nadie quien la aguante. Si te ve con un celular o una hoja escribiendo un mensaje para pasárselo a alguien, se te acerca en silencio y te caga encima. Si no tienes cuidado y te levantas en la madrugada para ir al baño y no enciendes la luz y todo esta endiabladamente oscuro y le das a la pata de la silla con los dedos del pié, verás cómo todo se llena de estrellas. Algunos traen el cerebro en las patas, como Maldonado, por ejemplo. Cada vez que patea la pelota tiene un trauma craneo-encefálico. Caerse de una hamaca también es horrible. A veces caminas por la calle y sin darte cuenta tropiezas contra el borde de alguna cosa y te caes. Cuando era chico me pasaba a cada rato. Ahora, de grande, menos. Lo que más duele de una caída no es el viaje presuroso al piso, sino, darle al pavimento con el hocico. La sangre viene por añadidura.

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Las clases con ésta profesora son tan horribles como sacarse todos los dientes con un madrazo contra el suelo. Luego, automáticamente, suena el timbre del cambio de hora. Te levantas y te vas y sigues con tu vida como si nada. Como si nunca te hubieras partido los dientes en la clase de química. Algunos son masoquistas de solemnidad y corren tras la profesora para seguirle haciendo preguntas sobre su clase. Vuelan dientes por todos lados. Cecilia es una de esas. En cuanto yo salgo del curso, se me olvida todo lo que aprendí. En cambio, Sofía, es buena estudiante. Si algún día llego a ser profesor de colegio creo que desquitaría con mis alumnos todo lo que ellos me hicieron. Talvez a eso se dedican todos los profesores del mundo, a pasarle sus traumas a otra gente. Cuando te partes los dientes y encuentras a alguien que esta en las mismas circunstancias que tú, te duelen menos. Hasta comprendido te sientes. Dices, "esta mierda sí que duele, pero al menos no estoy solo en el mundo. Hay alguien que siente lo mismo que yo". Por éste momento estoy solo. Ojala, Sofía, aparezca pronto. En el colegio conoces a una cantidad impresionante de cerdos despreciables. Maldonado es un cerdo y es despreciable. Es peor que una patada de payaso en los huevos. Cold Play le copió una canción a una chica. La canción trouble es el descaro del plagio. El tipo calcó el estribillo de piano triste del inicio de la canción original y le cambió la letra. La chica, cuyo nombre desconozco, canta en una parte de la película Star Ship Trooppers que se estrenó a finales de 1996. Canta el mismo estribillo cinco años antes que salga la canción que le dio fama y dónde caerse muerto a Cold Play. Es una canción muy triste que te lleva al borde del suicidio y si no saltas es porque la misma canción te invita a quedarte de pié un poco más, hasta el final. La canción de la chica te envenena y te salva. No entiendo una palabra del inglés, pero lo que decía la chica parecía bastante melancólico y descuadraba mucho con las balas y la explosión de tripas de las arañas mutantes. A Cold Play le dieron un premio y media humanidad se le bajó los pantalones. Mientras que a la chica, seguramente, por colaborar en la película le dieron una palmadita en la espalda, un par de dólares y un pan tieso. Imagino que le habrán dicho, "toma, ahistá, qué más quieres". Yo no sé por qué Maldonado no anda en cuatro patas si a todo el que se le acerca lo saluda con las pezuñas por delante. López Triana es un pedazo de mierda. Si lo pisas te das cuenta que está allí porque la pestilencia te persigue a todos lados. Lo sacas de la suela del zapato con un palo, pero te lo quitas de encima con el paso de los días. Cuando de tanto apestar tú lo has olvidado. Es de los que caen desmayados en la iglesia dando tumbos como

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gallina muerta por obra y gracia del Espíritu Santo, pero en el menor descuido es capaz de bajarle la falda a la Virgen María. Arcos es otro animal y mejor ni me acuerdo para no amargarme. Como si fuera poco debo chantármelo muerto de la risa porque resulta que es el mejor amigo de Sofía. Una tarde, hace tiempo, Vásquez estaba en el curso. Hidrovo está en los umbrales de la bestialidad, pero no tiene el valor de cruzarlo. Maldonado le arranchó el reloj a Vásquez. Empezaron a corretear. No había ningún profesor. Cuando se cansó de tontear a Vázquez, agarró el reloj y lo reventó contra el piso. Antes que los pedacitos rebotaran con saltos de pulga, Vásquez lo cerró a golpes. Allí mismo. Voltearon las bancas. Salieron volando unas plumas de gallina. Cuando llegó la inspectora general, Lilian Mora, encontró a Vásquez con un ojo más grande que el otro y con dos dientes menos. Maldonado apenas se había despeinado. Maldonado mide como dos metros, debe pesar lo mismo que un buque, tiene la contextura de un burro de pelea y en lugar de pelo carga un animal muerto sobre la cabeza. Vásquez debe pesar igual que un cuarto de pollo mal despachado en el Pollos Gus. A los dos los llevaron a inspección general y vieron el retrato de Simón Bolívar en el despacho del rector. En la iglesia evangélica no hay vírgenes marías de ninguna marca de ninguna parte. Aún así, Arcos, es capaz de correrse la paja en la bandeja donde recoge las ofrendas y tirarse en las bancas, frente al altar, a su novia María Eugenia y después decirle al oído con cachita, "Mari-Huana". Si tienes 26 y aparentas 16 vas a tener a una manada de viejas sapas asomadas afuera de tu casa viendo lo que haces y lo que no haces y a qué hora vas al baño. Érika no hace nada cuando está en la casa. Sólo duerme y duerme y duerme. Jamás ronca. No come. Vive del aire. Trabaja de lunes a sábado todas las horas del día. Por eso, cuando llega el domingo, no se levanta de la cama ni para ir al baño. Cuando se despierta lo hace por veinte minutos y se la pasa gritando y quiere que todo le sirvan en bandeja de plata. Es mejor que se la pase durmiendo. De ella sólo sé que tiene la voz de Bellota, el personaje de las chicas Superpoderosas. Y que de casualidad es mi hermana mayor. Lo peor es que las viejas sapas te pregunten, "¿por qué tu hermana no va al colegio?". Les contesto, "porque está vieja, tiene 26 y ya terminó la universidad". Entonces, las vecinas sapas dicen sorprendidas y abriendo grande la boca, "AAAAH". Como diciendo, "OOOOH, QUÉ MARAVILLA, Y YO PENSABA QUE ERA MEDIO

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RETARDADITA". Y te quedas callado para no decir otra babosada. No lo soporto. Eso es una cosa de locos, como para ponerse a tirar piedras. Tommy Lee Jones encarna al gruñón agente K en la película "Hombres de Negro". Su compañero es Will Smith. Will tiene una personalidad contraria a la de su amigo, es despreocupado y atolondrado. A su modo ambos se llevan bien. K ha sabido ganarse el respeto de todos en la agencia peleando a puño limpio contra los extraterrestres. Will no tiene historia porque es novato. Sin embargo, tiene mucha habilidad con el uso de armas y es medio chistosito. La parte que más me gusta es una en la que no disparan una bala. Cuando Will encuentra a K desprevenido, suspirando frente a la fotografía de una señora. Entonces, piensa que ha descubierto el motivo por el cual su amigo es tan amargado. Le dice en son de broma, "mas vale haber amado y perdido que nunca haber amado". K, aludido por el comentario, se le acerca con mucho aplomo, le hace un gesto para que escuche con mucha atención y le dice, "sólo inténtalo". A Sofía le gustan los perros y los niños. Si ve a un perro callejero o a un niño junto a su madre, se acercará y dirá, "qué bonito". Tiene un modo de decir, "qué bonito", que sin importar cuan horripilante sea el perro o el niño recién nacido. Basta con que pronuncie esas palabras para que se vuelva la cosa más sublime del planeta. Talvez sea magia o simplemente se trate que ahora le gusta los niños más que antes. A los perros sólo los aguanto por cinco minutos, pero a los niños ni eso. Sofía puede sostener a un niño de veras feo. A un niño al que no se puede diferenciar la cara del culo y ella le dice, "qué bonito". Con los perros ariscos ocurre lo mismo. Entonces debo andar atrás de ella para que no la muerdan los niños o le pasen la sarna los perros o viceversa. También me gusta andar atrás de ella porque Sofía es bastante nalgona. Hay mucho que ver y, si se puede, morder. Por supuesto, no se lo digo. Pero lo pienso. Eso es lo importante. A veces pienso que ella más quiere a los perros de la calle y a los hijos de los vecinos que a mí. En especial cuando me dice, "te espero a las cuatro de la tarde donde ya sabes", y no viene. Hace muchos años tuve un perro. Le puse Chesco porque tenía cara de llamarse así. Era de esos que encuentras en la calle y al cabo de cinco minutos te das cuenta que no tiene dueño porque te mira con tanta hambre como si fueras una salchicha. El fútbol me cae chancho. Sólo lo miro una vez cada cuatro años y papá también. Las películas de chinos peleones no las aguanto. No entiendo cómo el periódico le dedica un suplemento completo al fútbol si sólo es interesante una vez cada cuatro años. Lo único que tenía a mano era una funda panes. Eso me recuerda, ¿qué tienes en la mano?, un gusanito, ¿con qué lo alimentamos?, con pan y quesito, ¿qué tal si lo matamos?, no, pobrecito. Le di el pedacito y casi me come la mano.

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Luego le di otro y después otro. El perro se comió cien metros del camino de migas de pan. Parecía el cuento de Hansel y Grettel. El perro seguía tan flaco como niño de Somalia cuando llegó a mi casa. En el último partido, en el estadio de Emelec, se metieron un montón de ladrones y los policías debieron sacarlos a balazos. No pudieron evitar que cargaran con todo. Hubo no sé cuántos heridos. El partido fue pospuesto y contra los cronistas deportivos corrieron amenazas de muerte. Érika se puso como si jamás en la vida hubiera visto un perro. Por esa época ella estaba en el colegio, vestía el uniforme y parecía niña de escuela primaria. El que estaba en la escuela era yo. Las vecinas sapas piensan que soy mayor que ella. No saben que me lleva casi diez años de ventaja. Lo primero que compramos fue un jabón y lo bañamos el fin de semana. Al principio el perro cabía dentro de una lavacara, después no había dónde ponerlo para que no estorbara dentro de la casa. Lo peor era cuando se revolcaba con otros perros y ni Érika ni yo queríamos bañarlo. Con el tiempo se acostumbró a dormir afuera y aprendió a morder a los vecinos y a moverle la cola a los ladrones. Los ladrones andan tatuados, se ponen perros o gatos o un zoológico entero en todas partes del cuerpo. Les gusta llamar la atención luciendo niños divinos. Si les agrada el Emelec es seguro que tengan un tatuaje con el escudo del equipo. Si les gusta el Barcelona también, esos son mayoría. Vásquez juega como delantero. Hidrovo va a la portería y allí se queda. Maldonado es un animal de carrera y no se le ven las patas cuando anda embalado. Sánchez y Aguirre son lanzas y se supone que deberían meter gol, pero nunca han logrado otra cosa que tropezarse con los pasadores sueltos de sus zapatos. Una semana al año, todos en el colegio, se creen Ronaldiño y hasta Mauricio da clases de matemáticas vistiendo el uniforme de la selección de Brasil. Son los torneos internos de fútbol. Cada curso cuenta con un equipo que lo representa. Yo una vez jugué y me aburrí. Bueno, no me aburrí, sino que me estrellaron un balonazo en los huevos y desde entonces se me quitaron las ganas de jugar. El primer disco que sacaron los Collective Soul fue Hints Allegations and Things Left Unsaid en 1993. El vocalista es Edward Roland y en ese tiempo tenía el pelo negro y largo y la voz de un tipo gordo. De esos que cantan vestidos como para casarse. Los cantantes de ópera, digo. Los operarios. Alcanzaron el primer puesto del top 20 de MTV anglo durante tres meses consecutivos con la canción Shine. Luego, ninguna otra les dio tanta fama y no resistieron en el primer puesto más de dos semanas. Sin embargo, a mi me gusta por igual esa y las canciones que vinieron después. Fue Shine que me sacudió el cerebro y le puse atención a todo lo que sacaron.

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En el 95 apareció el disco amarillo. Yo le digo así aunque en realidad el disco no tiene nombre y si lo tuviera sería el mismo del grupo, Collective Soul. Los temas que más sonaron fueron, December, que se quedó un mes en el primer puesto del top 20. Luego, The World I Know, que aguantó dos semanas. Gel, resistió dos meses en el tercero. Nunca pudo llegar al primero. Smashing Young Man, llegó una vez al primero y a la semana siguiente desapareció para siempre. El vocalista tenía el pelo un poquito más corto que en el primer disco e igual se le veía bien. Se cortó el pelo para que luego no digan que no se baña. Nunca lo dijo, pero la intensión es obvia. Al año siguiente, Gel, fue banda sonora de una película boba que se llamó Jerkins Boys y Edward lucía el mismo look que Jesucristo. No importa de cual película, Jesucristo siempre se parece a todos sus personajes con el pelo negro hasta los hombros y la barba desordenada de hippie, nomás le faltaba poner los dedos en V y pregonar amor y paz. A lo mejor lo intentó, pero nadie le puso mucha atención. Tenía mala leche. El álbum Disciplined Break Down salió en 1997, de esas recuerdo Precious Declaration y Listen. MTV les hizo algunos especiales llamados Rockumental. Jamás llegaron a grabar un Umplugged. Hay que ser Kurt Cobain para aventarse uno de esos. Por cierto, el de Nirvana es el único que ha valido la pena. No hay que perder las esperanzas. En el Librero del centro comercial San Marino venden la biografía de Kurt, es tan caro que cuesta un huevo de plata. En 1999 cerraron el siglo con Dosage. Nadie les paró bola y en un intento desesperado por lograr notoriedad, el vocalista, se cortó el pelo. Sin embargo, a mí me gusta muchísimo ese disco. Después, en el 2000, los llamaron para hacer la banda sonora de la película de Dawson's Creek, usaron la canción oculta del disco Dosage que resultó llamarse She Said. Blender pone a prueba a los fanáticos más enfermos. Edward Roland dice, "o le caigo bien a la gente para estar en boca de todo el mundo o se me van todos a la verga". No son sus palabras literales, pero su determinación sonó como si lo hubiera dicho con una mano puesta sobre una Biblia. El señor se cortó el pelo bien cortito. Y, palabra, nunca antes he visto a un hombre que con el pelo corto pareciera tan gay. Sus amigos de la banda siguieron el ejemplo y en el transcurso de los discos dejaron de ser pelucones. Parece que para ser miembro de ese grupo el primer requisito es ser formidablemente guapo. En el conjunto participa el hermano del vocalista, Sean Roland, que hace hablar a la guitarra como a un ser humano dotado de razón y sentimientos. Esto lo voy a decir con respeto y admiración, creo que él es el hombre más hermoso que jamás he visto. No es de esos mierditas afeminados del tipo Brad Pitt. No. El hombre es un guapo de peso y lo peor de todo es que él ni se da por enterado. En percusión y bajo está Will Turpin que también tiene lo suyo. Ross Childress es un esperpento junto a los otros, pero está en la guitarra líder y lo hace bien. Y finalmente, Shane Evans, con el perfil bajo, en los tambores. En los tambores

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va siempre el gordito que no cabe en ningún sitio. Todas las bandas buenas tienen uno. Lo único que lograron con el cambio de imagen fue que los productores de la película de terror Scream 2 les pidieran incluir en el repertorio de las bandas sonoras a la canción más representativa de Blender, Why Part 2. Del video hablaré más adelante. Si me queda tiempo. Puede que en cualquier momento aparezca Sofía. Ella no entiende estas cosas. No digo que sea una tonta. Es peor, no quiere entender. En el camino para alcanzar la fama te das de hocico contra un montón de puertas cerradas. Puedes terminar demente o gay. Da lo mismo. Para que te guste un hombre debes estar loco o borracho o con un kilo de coca en los pulmones. El caso es distinto si tú eres una mujer. Pero si cantas como Dios, tienes el derecho de hacer con tu culo un circo y nadie puede decirte nada. Una sola cosa hay en la vida que no se compra con dinero, ni con fama. El respeto. No importa cuán marica pueda ser Edward Roland. Yo me le quito el sombrero. Él sí es un macho. Hasta para aceptar que te gustan los hombres hay que ser bien hombre. La pelea empezó en el arco. Maldonado disparó con ambas patas y le dio en la cara a Vásquez. Luego se le anduvo cargando en la hora de clases y después, cuando no había ningún profesor, se fueron de puñetes. Lilian Mora los separó. Lo que nadie sabe de Simón Bolívar es que era un tremendo hijo de puta. La noche en que el ejército español lo buscaba para reventarlo a palos, estaba en la casa de Manuela Sáenz. Los soldados armados con bayonetas bloquearon el portón principal y las salidas de acceso. Volaron las ventanas con bombas de fósforo. En el patio exterior se formó toda la caballería del ejército colonial. Impacientes esperaban la orden de pasar por cuchillo a los civiles dentro de la casa. Manuela tenía una casa enorme porque era aniñada. Ser aniñado es muy bueno, no importa en qué época vivas. La pareja se levantó conmocionada por el estruendo. Simón Bolívar caminó hacia la ventana. Vio que la planta baja hervía de españoles y se mojó los pantalones. Manuela estaba en la cama. No sé si habrá estado desnuda o vestida con un disfraz de salchicha. Eso solamente podría decirlo ella. Lo que sí ocurrió es que Manuela, desesperada por lo que le ocurriría al amor de su vida, le puso uno de sus vestidos, lo descolgó con mucho cuidado por la ventana y, por medio de señas, le dijo que vaya y se mezcle con las empleadas del servicio para que no lo reconozcan los soldados. Ya está visto que las mujeres siempre se enamoran del hombre equivocado. A los hombres nos ocurre algo similar pero a la inversa. Así cada quien tiene lo que le corresponde y todo el mundo es feliz haciendo tonterías. Sabrá Dios o el Diablo o la Virgen María o las arañas cómo hizo Manuela Sáenz para con una mano ocultar su desnudez y con la otra sacar a cachetadas a los españoles. Se habían metido a su cuarto saltando la ventana, tumbando la puerta y demoliendo una de las paredes con una explosión tremenda que hasta los ilustres

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patriotas que esa noche dormían escondidos en la azotea se atragantaron con el corazón en la garganta. Una mujer sola contra un ejército es menos que una nuez contra un tanque nazi. Ella hizo acrobacias y no se contrasueleó. Se dice que cuando los circos llegan a los pueblos, sus hablitantes, les venden los gatos. No son para alimentar a los leones, sino para que los acróbatas no se rompan los huesos. Si dices que amas a alguien y la dejas sola con un montón de animales para que la maten y la violen. En ese orden. Tú no amas a nadie más que a ti mismo. Porque si dejas que a la persona que dices que amas, la destruyan. Lo que estas cometiendo es un suicidio. Diógenes nació en la antigua Grecia y toda su vida fue un cínico. Si tú le dices a alguien en su cara, "eres un cínico de mierda". Lo que le estás dando a entender es que es un filósofo fantástico. Diógenes era miembro de la escuela cínica fundada, inicialmente, por Antístenes unos cuatrocientos años antes que naciera Jesucristo. El cinismo se basa en el pensamiento de que la felicidad consiste en librarte de todos tus deseos y reducir al mínimo tus necesidades. Por eso él vestía una túnica piojosa, andaba con las patas al suelo, tomaba agua directamente del escusado, dormía donde le cogiera el sueño y, para no aburrirse, sonaba una matraca de penitente, de esas que los franciscanos pusieron de moda en el tiempo de los españoles. Su estilo de vida infundía la burla y, al mismo tiempo, el respeto de los ciudadanos griegos. Cada vez que podía decía unas cosas bastante profundas. Un día, Alejandro Magno, admirado por el modo simple de vivir del sabio le preguntó, "buen hombre, ¿hay algo que pueda concederte?". Diógenes que descansaba al pié de su barril en una hermosa tarde soleada, le responde, "sí, apártate porque me haces sombra". Profesaba un profundo desprecio hacia la raza humana. Una vez se le vio con una lámpara. Era la media tarde y el sol pegaba desde lo alto. Andaba sigilosamente, como si tuviera miedo de golpearse los pies en la oscuridad. Cuando le preguntaron qué es lo que se proponía. Él respondió, "estoy buscando a un hombre". Silva es otro cínico que se come a todo el mundo, en especial a Hidrovo. Nadie le puede ganar. Una vez fuimos a su casa, allí encontramos una fotografía que le sacaron en los Estados Unidos, dentro de un MacDonal's. Salía acompañado por el payaso. Silva tenía cara de asustado. Su parecido era idéntico al de la niña que se viste de abeja en el video No Rain de Blind Melon. Nomás le faltaba el escenario y ponerse a bailar. Hidrovo se le cargaba porque el payaso estaba detrás y lo tenía aprisionado con ambas manos por los hombros. Él decía que el payaso lo estaba punteando y que seguramente sus padres lo llevaron seguido al restaurante porque quedó traumado.

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Silva le responde más o menos así, "no hay que hacerle caso a los mormones, porque son unos ignorantes que no conocen a Dios". Sin embargo, el mismo Silva, no sabía qué decir cuando López Triana, Arcos y Maldonado produjeron el tiroteo en la iglesia del colegio. Si la gente de la televisión y los diarios no hubiesen intervenido, nadie habría vivido para contarla. Los policías tardaron como diez días en llegar y eso que el cuartel queda del otro lado de la calle. Imagino que habrán estado en las empanadas. Los policías son peores que Diógenes. Luego del comisariato volví a encontrar a Sofía en la iglesia del colegio. En realidad no quería mirarla. La vista se me iba solita. Como si una mano me cogiera de la cara y me obligara a mirar y la veía contenta y alegre y todo eso. Había algo que me decía, "yo ya la conozco", pero no sabía dónde. Una noche soñé con una chica que nunca conocí. Me decía, "siempre sueño contigo, pero tú nunca me recuerdas. Me olvidas en cuanto despiertas". Yo le preguntaba en el sueño que si ella se acordaba de mi cuando estaba despierta, y ella me decía que durante el día se dedicaba a buscarme. Yo le preguntaba el nombre y ella me decía, tanto. Sin embargo, ahora no lo recuerdo. En realidad, no sé si eso es un sueño o un cuento que leí en algún lado o algo que me lo estoy inventando. No podría decirlo. En los pasillos nos cruzábamos Sofía y yo, pero nunca tenía el valor de mirarla. Cuando estaba a dos palmos de distancia, yo bajaba la cabeza y veía las baldosas parejas y sentía su perfume en el aire. Caminaba sin mirar atrás y en mi cabeza sonaba, estúpido, estúpido, estúpido. Llegaba al curso y me preguntaba por qué estoy solo. Afuera del laboratorio de computación, yo pensaba, "no le voy hablar, no le voy hablar, no le voy hablar". En eso la puerta se abre. Era ella. Sofía. Yo que hacía un minuto estaba en la clase de química, me le acerco muerto de miedo y de ansiedad y de terror y las arañas. Violetta siempre dice, "y las arañas", y a mi se me pegó. De Violetta hablaré después. Cuando la tenía enfrente estaba tan nervioso que creo que le dije, "hola, soy hidróxido de magnesio sulfuroso". Ella se ríe. Era una carcajada tímida y alegre. Yo pensé, "qué bonita es". Ella se me acerca para darme un beso en la mejilla. Me lo dio. Me entraron más nervios. Luego dice, "mi nombre es Sofía". Lo bueno es que todo salió bien y nos hicimos amigos. Después de la pelea con Maldonado, Vásquez, no volvió a jugar pelota por el resto de la semana. Sólo hay una persona que es peor que yo jugando pelota. Silva. Ninguno de los dos quería suplir a Vásquez. En el curso éramos tan pocos que bastaba con mirarnos las caras para saber quién faltaba. Por falta de candidatos, Mauricio, se ofreció como delantero. Metió goles y ganamos el campeonato.

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En el curso también está Aguirre, pero él no sabe nada de fútbol, ni le interesa. Lo único que se le antoja es hacer figuritas raras en la pantalla de su calculadora. Aguirre es un diablo para las matemáticas, pero un ignorante para el deporte. Silva y yo somos más malos que comer tierra revuelta con vidrios para la pelota y no nos hemos muerto por eso. Mauricio debe tener el doble de nuestra edad, unos treinta y pico. Ya es viejo y se comporta peor que los peladitos de primaria. Se pone el uniforme de fútbol y se cree el hijo de Maradona. Corre, marca, se barre y mete goles. Tan simple como si la cosa fuera de decirla y no de hacerla. Los demás profesores le tienen rabia. Sin embargo, todos sus estudiantes lo consideramos. Ni siquiera el mismo Maldonado, que es un animal de carga, se atreve a reventarle un balonazo en la cara, ni López Triana se arriesga a robarle la billetera. Una vez le escuché a un cura que decía que es malo ser queso de toda mesa porque es pecado. Mauricio es queso, mantequilla, pan y el letrerito que invita para la cena. Casi a todo el mundo le cae bien e imagino que a su modo debe tener ganado el infierno. El rector lo aprecia más que a su propio hijo al cual, por cierto, lo carga a patadas y puteadas porque también es profesor. Antes que se proponga algo, se asegura de tenerlo solucionado con anticipación. Con sólo verle su bonita cara le dieron el crédito para sacarse el carro. El único esfuerzo que hace es asomarse por un canal de televisión y al día siguiente aparece en su propio programa. Todas las chicas lo miran como si fuera una Barbie gigante. Al comisariato llegaba en la mañana y a los quince minutos ya quería irme. Tenía que permanecer allí hasta las nueve de la noche. A esa hora terminaba mi turno. Nunca tuve amigos. Más bien debía cuidarme de que ningún lagarto me comiera. Si descuidabas algo o te olvidabas. Lo que sea. Venía alguien, se lo comía y de agradecimiento iba cagándose en el plato. Una vez una gringa me dio una propinaza por llevarle una funda de papel higiénico y ponérselo en la maletera de su auto. Cuando me entregó el billete pensé que me estaba comprando a mí también. No sé qué cara de hambre atrasada me habrá visto la gringa porque me dio un billete de diez dólares. Yo me dije, "tanta plata". Y lo primero que hice fue quemármelos. Lo mas horrible era quedarme haciendo limpieza. Mi grupo estaba en el nivel mas bajo de la escala de empleados. Por debajo de las cucarachas y las ratas. El gerente nos insultaba, los empleados de la panadería también, las cajeras no se quedaban atrás. Todos. Hasta la gente que caminaba afuera, en la calle, nos gritaba.

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Una vez me pidieron ordenar unas cajas y encontré un montón de revistas. Para navidad los clientes nos regalaban galletas como si fuéramos cotorras. Pero a mi no me gustan ni las cajas, ni las revistas, ni las galletas. Prefiero no acordarme del comisariato. Violetta, de pequeña, fue una tramposa. Al crecer se hizo puta. Cuando era chiquita, una tarde, junto a un vecinito hacían aros de fuego con gasolina y fósforos. El uno se paraba en la hierba y el otro le hacía alrededor un círculo con el combustible. Violetta era la de los fósforos. De pronto, zas, se pregunta, "¿cómo se verá éste pinche escuincle con la patita en llamas?". Ni ella, ni el niño, se dieron cuenta de cuándo atacó el Violettazo. A ella le daba entre risa y lástima ver al niño gritando de dolor. Cuenta que lloró y se arrepintió de verdad cuando vio al papá con la correa en la mano. Al final todo salió bien, el niño se curó y no volvió a jugar con ella. Una persona puede ser una puta y una buena persona a la vez. Violetta es fantástica, pero no por lo que hizo con el niño, sino por lo que hizo después. Edward Roland, en el video why part 2, está en una fiestita con el elenco de la película Scream 2. Todos bailan y se ríen y beben y a ninguno se le pasa por la cabeza que morirá asesinado. El resto de la banda toca la guitarra y el tambor como pensando, "qué mierda, se me hace tarde para ir a la iglesia". Ninguno se divierte como Edward. El muy amorfo, con el pelo cortito, se tira con las chicas a la piscina. Salen y vuelven a meterse de cabeza. Los chicos se mantienen al margen mirando muertos de envidia. El asesino no aparece por ninguna parte, menos el cuchillo y peor el traje negro y la máscara blanca. Después, todos se ponen a jugar con una pelota de playa mientras Edward mueve los brazos con mucho arte y canta, "just tell me why, i don't fell the same, ya you leave, you gone, you let me here with the blame". El tipo dice un montón de cosas trágicas y se ríe y les coge la nalga a las chicas. Eso tiene que ser la muerte de divertido aunque alguien, la persona que dices que amas, minutos antes te haya arrancado el corazón y en su lugar te haya puesto un, no sé, ponte, una tapilla de cola. Cuando estás mal por alguien sientes atravesado en el corazón una tapilla de cola o una espina de pescado. Los primeros en llegar a la iglesia fueron los del periódico, luego los de la tele, luego los de la radio, luego la policía y por último, todo el mundo. El patio se llenó de gente extraña que nos miraba como si nosotros fuéramos los asesinos. En ese momento me habría gustado a mí también armar una balacera para que lo piensen con razón, pero los policías ya habían incautado las escopetas y sacaban a palazos a López Triana, Arcos y Maldonado. A Sofía la encontré llorando. Eso fue muy raro. Si la conoces verás que siempre anda risueña y haciendo bromas como los demás muchachos. Ahora soy yo el que espera que ella me encuentre. Ya se le ha hecho tarde.

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Érika dormía en su cuarto, mi papá en el suyo, yo en el mío y Chesco afuera, en el cerramiento, para que cuide la casa aunque sea moviéndole la cola a los ladrones. Me desperté asustado con los ladridos del perro. Miré por la ventana. Papá estaba enredado con la puerta. Cargaba en brazos a Érika. La llevaba desmayada al hospital y el hueco de la puerta abierta de par en par no era lo suficientemente grande para salir. Eso no es nada normal. Él estaba tan asustado como si sostuviera en brazos a su hija de 16 años muerta. En el hospital le mandaron hacer exámenes, le sacaron sangre y la metieron en no sé donde. La internaron. Nos permitieron verla una semana después y en ese tiempo lo único que hacíamos era verles la cara a los médicos que no nos decían nada. Podíamos verla, pero no ella a nosotros. Estaba dormida. Cuando llegamos al hospital le preguntaron a mi papá si la niña ya tenía todas las vacunas, que si tomaba medicamentos, que si es alérgica a la penicilina, que si antes la han hospitalizado y un montón de cosas mientras la examinaban como si fuera un automóvil. Le iban a hacer una bajadita de motor y a medir el aceite. Le habían puesto un sedante para calmarle el dolor y despertó una semana después y a la otra ya estaba en la casa y a la otra nos dijeron que podía vivir entre diez y doscientos ochenta y tres años más. En la ciudad de México viven doce millones de personas. Ese es también el número de todos los habitantes que tiene éste país. Si cada mexicano me diera un dólar yo no estaría aquí sentado esperando a que llegue Sofía. Estaría quemándomelos. A uno de los integrantes del grupo musical Tranzas, el más gordo, feo y narizón, le preguntaron cómo se hace para ser un cantante tan famoso. Él contestó, "sólo es de coger la guitarra y darle a lo bruto". Después de decirlo se fue a México y allá se quedó. Otra cantante se fue a México y no se sabe cuándo regresará. Irse a México está bien. Cualquier ciudad del mundo, sin importar cuán horrible sea, inclusive donde vivo, se vuelve un infierno si no tienes plata. Yo me iría por lo mismo que se fueron Tranzas y Pamela Cortés. Sí, ya me acordé, Pamela Cortés se llama la cantante. Para quedarme con ese dólar que esos doce millones de personas que viven en la ciudad de México podrían darme. A los mexicanos no les atrae mucho la idea de venir para acá, porque la ciudad más habitada de éste país es también la misma en la que yo vivo. Sólo tiene tres millones de habitantes. En días de fiesta y Semana Santa aumenta un millón más. Una

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miseria si se la compara con la densidad poblacional de México. Como si fuera poco, ni bien reúnes diez dólares te cae encima un ladrón o un asaltabancos o un paquetero o un paquetero ladrón que asaltabancos. Es un mal negocio arriesgar tanto por tan poco. Los mexicanos se van a los Estados Unidos porque allá hay más gente que en su país y, sobre todo, más plata. De nada te sirve un país muy habitado si su gente no tiene plata. Acá se gana en dólares, pero lo malo es que no hay suficiente para todos. El papá de Sofía se fue a los Estados Unidos hace muchos años, cuando era chiquita. No regresó con plata, pero aprendió con los marines cómo matar a mucha gente. Manuela Sáenz se enteró, luego de un mes, que Simón Bolívar falleció en el último viaje de retorno a Venezuela. Con la esperanza de verle aunque fuera el esqueleto se trepó en su caballo y partió de Quito a Caracas en un viaje sin pausas de más de cuatro mil kilómetros. Reventó cuatro caballos en el camino. De nada le sirvió el esfuerzo. Llegó cuando lo habían sepultado. Regresó a su país y pasó de largo. Arribó al Perú. Se encerró en un pueblo limítrofe y dentro de una cabaña, la amante demolida, se dedicó a morirse cada día hasta su vejez. Dicen que Ludovico Uriosto escribió la música que luego se popularizaría como la marcha que se ejecuta en las bodas. Irónicamente nunca se casó. Además de músico fue poeta. Amó a la mujer de un colega suyo. En secreto le escribió 264 sonetos. Constituye una de las más nutridas producciones poéticas contemporáneas. Sin embargo, ella no pudo corresponderlo. Cuando la mujer murió, la frustración, lo llevó a crearse la imagen de genio intratable y artista solitario. Nomás le faltó ponerse verde y vivir junto a un pantano. Poco a poco, la contundencia de los años, fue aplastándolo. Mucho después, alertados por la pestilencia que manaba del hogar del anciano soltero, sus discípulos lo encontraron muerto. Pablo I, rey de Portugal, se casó por fuerza, según lo disponía las normas de aquel tiempo, con una mujer que conoció el día de su boda. Mucho antes de contraer nupcias se enamoró de una de sus cortesanas. Una chica a la que creyó la única del mundo. Debía ser muy bonita. Le habría gustado casarse con ella, pero los hechos y las ordenanzas se lo impedían. Años después su esposa legítima murió. El rey Pedro I cambió las leyes a su favor. Aunque era el rey y se hacía todo lo que ordenaba, nunca se consumó el matrimonio. De todos modos él siguió amándola durante toda la vida y toda la muerte. El padre del rey, contrariado por la desición de su hijo, se enfureció. La pretendiente fue asesinada. En un arrebato de locura, Pedro, mató a su padre, capturó a los homicidas, ordenó desollarlos vivos y mandó a desenterrar el cuerpo de la novia asesinada. La sentó en el trono real. Fue ley que todos los vasallos besasen la mano del cadáver de la reina de Portugal. Una vez al mes, mi papá, se sienta bajo una sombrilla de playa en el patio. Sin música, ni escándalo. Completamente solo, como si fuera una ardua tarea, se baja

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cuatro botellas de Jonny Walker. Entrada la noche se mete a su cuarto y duerme un día completo. Al igual que Érika nunca ronca. Cuando Mauricio entró al curso pensamos que venía a pedir plata. Estaba vestido como para vender carbón en una carreta. Entró acompañado por el rector. El rector es un anciano que se viste como papagayo, como los mafiosos de las películas. Le faltaba el yate y las dos rubias. En ese momento teníamos inglés y el rector interrumpió a la profesora. Dio el anuncio, "muchachos, éste es su nuevo profesor de matemáticas". No pude escuchar lo que Mauricio murmuró cuando se presentó porque Maldonado que estaba en la banca de atrás junto a Hidrovo y Silva, dijo, "ahí nos traen a otra putita". Se rieron tan fuerte que el rector los escuchó. La risa de Silva es como la de Papá Noel, parece que fuera a partirse en dos. Los mandó a su despacho por indisciplinados. Meses después Hidrovo volvería al rectorado porque le partiría el hocico a Maldonado. Había tanta sangre en las baldosas del piso que más parecía que hubiesen atropellado a un frasco familiar de salsa de tomate. Un automóvil fantasma que se metió al aula, a tres pisos de altura, y le reventó la sangre del cuerpo a Maldonado. Nadie pudo explicarse cómo, con la gravedad del accidente, el uno salió caminando por su propia cuenta en dirección de la enfermería y el otro al rectorado. Un silletazo bien dado puede reventarte el hocico y dejar el piso cubierto de sangre, mas no matarte. Luego que Mauricio metiera goles e hiciera ganar a nuestro curso, salió corriendo y regresó en un Skoda de paquete. Al poco rato apareció en la tele y después las chicas de otros cursos iban a interrumpir las clases para entregarle cartas. Silva me dice que esa es la suerte de los que no se bañan. Conocimos nuestra casa un sábado en la mañana. Érika, mi papá y yo compramos unos tarros de pintura. Fue mi papá quien los pagó, pero nosotros elegimos los colores. En todo caso, ni Érika ni yo compramos nada, porque no teníamos dinero. Podríamos decir que pedimos un adelanto de nuestra herencia. Cada uno se hizo con el color que más le gustaba. Mi papá el azul porque dice que ese es el color de los aniñados y de la gente que nunca pasa necesidades, Érika el rosado porque es una pendeja y a todas las mujeres les gusta ese color, y yo el verde porque me nace. Cada uno pintó su cuarto como pudo y con lo que nos quedó le dimos color a las paredes de la sala. La una de color verde, la otra azul y el techo rosado. No quedó nada mal. Papá decía que así debía ser la casa de Andy Warrol. No sé quién mierda será ese tipo, pero él lo dijo. La cocina y los baños los dejamos con sus colores naturales porque ya nos aburrimos de pintar. El primer sábado trajimos las cosas y nos demoramos una semana en desempacar todo. Cuando dejamos de dormir en el suelo y todas las cosas quedaron

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dentro de sus cajones, se metieron los ladrones. Rompieron los fierros de la ventana. Se llevaron la tele, la refri y todo lo que pudiera salir por el boquete. Regresamos del chifa y encontramos los fierros de la ventana torcidos para afuera. Entramos y comprobamos lo que ya nos imaginábamos. Ninguna vecina sapa vio nada. Nadie escuchó nada. Nadie pudo darnos razón de nada. Daba la impresión de que nosotros mentíamos. Desde esa noche, las vecinas sapas, se asoman por la ventana y nos preguntan si todo está bien y si acaso la niña Érika ya terminó el colegio. La primera vez que llamé a Sofía se puso muy contenta. La segunda vez estaba llorando. En ese tiempo era la enamorada de un chico llamado Pedro. Que Pedro no la quería, que Pedro le había sacado la vuelta con otra chica, que Pedro esto, que Pedro este otro, que por Pedro se había cambiado de colegio. Pedro es un hijo de la gran puta más horrible que bañarse en la calle. Por eso digo que debes de estar loco y drogado y ser un extraterrestre para que te guste otro hombre. Ella no lo entendía, le lloraba como si fuera un príncipe. Me enteré por el periódico que un chico murió cuando iba junto a unos amigos caminando por el malecón. Todo sucedió cuando llegaron a un sitio donde el mar se hacía grande y el agua tranquila. Un amigo desafía al muerto. En ese momento no estaba muerto. Moriría después. Los muertos no caminan. A veces sí, pero no. Bueno. Ya. Suficiente. Le dice, "a ver, si eres tan hombre lánzate y cruza a la otra orilla nadando". El chico, como si toda la vida hubiera esperado que le hicieran esa bravata, se lanzó al agua con zapatos y cuadernos y todo. Eran las diez de la noche. Tenía 22 años. Estudiaba en el cuarto año de filosofía y letras en la universidad estatal. Y no debía ser el más listo de su clase. La policía de homicidios lo ayudó a cruzar al otro lado en un bote. Murió ahogado. Sofía no sabe nadar. Yo sé hundirme como piedra en el agua. Aún así creo que no somos tan tontos como para morirnos de una manera tan estúpida. Si todo sale bien, Sofía y yo, moriremos asesinados como toda la gente que aparece en los diarios víctimas de un asalto. Acá la gente se muere más por los ladrones que por las enfermedades. A un chico, en el otro lado de la ciudad, le dijeron, "vé, estaciona mi auto y regresa. No te demores.". Estaban en un quinto piso de un edificio de estacionamientos. El chico le da retro al automóvil. Presionó a fondo el acelerador y se fue de largo. Se llevó las rampas de seguridad, las barreras de acero de la baranda y parte de la pared frontal de aluminio bordado de la fachada del edificio. El auto cayó aparatosamente y quedó estacionado de cabeza sobre la avenida Olmedo. El airbag nunca se activó y el chico murió al instante.

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Tú no sabes cuándo alguien viene con un arma y te clava un balazo en la cara o cuándo te vas a morir de un modo muy tonto. La vida no está comprada y nadie puede decir, "ah, como que tengo ganas de morirme hoy", porque ni los suicidas tienen planificado cuándo morir. La muerte puede sorprenderte a la mitad de un ejercicio de natación o en la caída de un parqueadero. Tú decides. Una vez me senté junto a Sofía en la iglesia del colegio y oramos el Padre Nuestro. Sofía estaba muerta de miedo y no quería decirme por qué, por eso se me ocurrió que podía sentirse mejor invocando a Dios. Según el reglamento del colegio, rezar ese tipo de oraciones amerita un llamado de atención en el rectorado porque no es posible conjurar una oración de otra religión en un culto evangélico. Dios puede mirar con malos ojos, y quien sabe, puede que yo esté pagando mi culpa porque Sofía me dijo unos días después, "te espero a las cuatro donde ya sabes", y de ella no veo ni la cruz, ni la estampa, ni nada. Hacerse amigo de Sofía es lo más fácil, pero yo no quería ser amiguito, ni Winny Pooh, ni ninguna de esas mierdas. Yo quería ser su enamorado. Tú puedes imaginarte un motón de cosas y matarte a pajazos pensando en la chica que te gusta, pero cuando la tienes en frente e imaginas que pude leerte la mente. Los pelos se te ponen de punta. Lo peor es hacerle creer a alguien que es tu amigo cuando tú tienes intenciones de otra cosa. Si le dices, "hola, quiero ser tu amigo". Te jodiste. En todo caso es mejor no hablar de las cosas que sientes, porque si tú sientes algo no puedes saber a ciencia cierta qué es. De las cosas que sabes estás seguro e incluso puedes rendir un examen para medir por medio de un puntaje cuánto dominas un tema específico. Con los sentimientos es distinto. Hay cosas que de verdad son confusas y otras son simples. A Sofía le gustan las rosas amarillas y a mi me caen chancho las películas de chinos peleones. Sé que he sido su amigo por dos años, pero no podría decir si he sido su enamorado. A veces creo que apenas llego al plano de conocido. Yo empecé a llamarla casi todos los días y casi siempre hablábamos de lo mismo. Nunca me aburría. Que a la amiga le derramaron no sé qué cosa encima, que al papá lo cambiaron de destacamento, que los peluches no le gustan. Siempre se reía y hacía bromas y esas cosas. Un día me animé y le cogí la mano. Por poco me desmayo. Me puse de todos los colores y tuve que soltarla. Después caminábamos por el mall. Ella se detuvo intempestivamente frente a una vitrina. Yo no me di cuenta y seguí caminando. Fue un accidente tremendo y silencioso. Sin querer le agarré la nalga. A ella no le importó. Estaba ensimismada con la ropa que se exhibía. Yo me quedé quieto como si me hubiese partido un rayo.

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Vincent Van Gogh nació en 1853 en Holanda. Fue un pintor que en toda su vida sólo vendió unos cuantos retratos. No tenía un duro, vivía de la caridad de sus amigos. Víctima de contradicciones mentales que lo llevaron a la locura se cercenó una oreja. Sumido en la pobreza y creyéndose un fracasado, se suicida en 1890. Sin embargo, la historia lo reconoce como uno de los maestros más influyentes de la pintura moderna. Su exaltado sentido del color lo convierten en uno de los pintores de culto más codiciados del mundo. Cien años después de su muerte contaría con algo que a él mismo le parecería una locura, un museo dedicado a honrar su memoria. Un grupo musical llevaría su nombre, "La Oreja de Van Gogh". El valor histórico, artístico y monetario de su obra es incalculable. Sus cuadros son parte del tesoro nacional de Holanda. Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Sus conocidos lo catalogaban como el inútil de la familia. Hasta 1957 no lo quería ni el papá, ni la mamá, ni el perro. Un año después gana el premio Leopoldo Alas con el relato corto, Los Jefes. Allí se esboza parte de su novela cumbre e ícono vanguardista de la literatura latinoamericana, La Ciudad y Los Perros. Alcanza fama mundial en 1962 y gana el premio Biblioteca Breve. Junto a Cortázar y García Márquez encabezó en los setentas el grupo del famoso "Boom Latinoamericano". Desde entonces, cada vez que hablaba en los cócteles diplomáticos, todo el mundo se callaba. En 1988 dirige la coalición política de derecha llamada Perú Posible que lo proclama como candidato presidencial. Su contrincante en la segunda vuelta electoral es Alberto Fujimori que se refiere a él como "un escritor de pitucos que desconoce la realidad del país y que sólo vive en los cafés de París". Se denomina pitucos en el Perú a las personas de clase alta. Acá les decimos aniñados. El escritor, derrotado, renuncia a la política y en 1993 adopta la nacionalidad española. En 1994 obtiene el Cervantes, el mayor reconocimiento de las artes en español. En 1996 ingresa a la Real Academia de la Lengua. Finalmente, tres de sus obras literarias han sido llevadas al cine. Érika me dice, "tráete de la tienda, pan, azúcar, leche, café, mantequilla y el vuelto completo". Existen momentos en los que tu hermana mayor se cree tu dueña y de nada te sirve irte a los golpes porque descubres que ella es más fuerte que tú. Las listas se me olvidan en menos de un minuto. No logro memorizar cinco cosas seguidas, se me caen en el camino. Hay cosas importantes que no puedo recordar y otras, en cambio, se me vuelven pensamientos fijos. La memoria está mal hecha. El nombre verdadero de Violetta es Rosalba Rosas Valdivia. Cuando era chiquita la mamá la llevaba al parque y la sentaba en la resbaladera. A la niña le daba vértigo y no se movía. La mamá le animaba diciendo, "salta, Rosita, salta". Ella se quedaba clavada contra la lata de la rampa. No había cosa material en el mundo que la sobornara para arrojarse. Pero cuando la mamá se le acercaba y le decía despacito al oído, "salta, Violetta". Entonces se decía, "pos órale". Y era Violetta quien saltaba, mas Rosalba Rosas Valdivia se quedaba inmovilizada. Desde esa época, cada vez que ella

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tenía que saltar, aunque supiera que el Diablo se lo fuera a cargar todo, se decía a sí misma, "salta, Violetta, salta". Jaime Bayly pagó por adelantado la renta de su apartamento en un lujoso hotel en la zona exclusiva de Lima. Subió a su cuarto. Cerró la puerta. En la cama desfloró todas las pastillas para dormir que un amigo suyo le consiguió por contrabando. Eran cien. Se las empujó todas con una botella de tequila y no se murió. Durmió, eso sí, una semana y despertó con unas tremendas ganas de orinar y una sed tan intensa que catalogaría como "nazi". Años después, en una entrevista, dijo, "yo siempre pensé que moriría joven". Mauricio estaba escribiendo unos ejercicios de matemáticas en la pizarra. Yo ya he dicho que Mauricio es nuestro profesor de matemáticas. No hace falta repetirlo. La idea de los ejercicios es que él los plantea y nosotros los resolvemos. Silva, Vásquez e Hidrovo tenían una pereza del tamaño del miedo. Silva dice que en ocasiones muy especiales los huevos pueden pesar como el plomo. Yo, la verdad, es que no tenía ganas de contestar si era de día o de noche y menos resolver algún caso del álgebra. Maldonado es un animal y apenas puede expresarse en idioma cristiano. Sin embargo, se aguanta la caña cuando Mauricio le dice que haga algo. Andrea es chévere, pero ese día no estaba. Y Aguirre ya estaba levantado con muchas ganas de resolver los ejercicios de matemáticas. Lo estaba desde antes de entrar, una hora atrás, cuando Mauricio estacionaba su Skoda en el espacio reservado para el rector. Mauricio, en la pizarra, con el marcador en la mano, de pronto, como si fuera a desmayarse o a morir fulminado, se puso pálido. Se volteó a mirarnos y nosotros pensamos, "le hizo daño la comida". Abre la boca y nos pregunta, "¿saben por qué se suicidó el libro de matemáticas?". Todos creímos que se trataba del desvarío característico de la muerte. Ya lo vimos antes. Las personas que van a morir se ponen verdes. Al ver que nadie decía nada, él mismo se responde, "porque tenía muchos problemas". Se le pasó la lividez y siguió escribiendo y nadie le hizo la caridad de reventarle un silletazo en la cabeza. La hermana de Sofía tiene cara de puta. Si Sofía se entera de ésto es capaz de partirme la cara a cachetadas, pero eso no hará que las cosas sean de otro modo, que su hermana tiene cara de puta. Sofía se parece mucho a su hermana, incluso en la voz. De hecho, cuando Sofía tenga su edad, 22, es muy probable que le guarde cierta similitud, mas no creo que vaya a tener la misma cara de puta. No es que la hermana de Sofía se vista de manera indecente o que hable como cholita ordinariaza o que se pare en las esquinas o que se maquille como para visitar un motel. No. No es nada de lo pueda hacer o ponerse. Es una cosa que trae desde el nacimiento, su cara. Talvez sea el rasgo cruel de sus ojos, el modo indecente de sonreír, los labios carnosos, los cabellos pecaminosos y la mirada descarada que le

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dan esa apariencia. Que tú, para llamarla, sólo tengas que sacar y agitar en el aire un billete de diez dólares. Cuando llamo a Sofía y me contesta la hermana yo confundo las voces y digo, "hola Sofía". Ella me dice, "no soy Sofía", y antes que pueda pedirle que me la ponga, continúa, "espérate, déjame ver si está". Se escuchan unos pasos alejándose y yo juraría que anda sin ropa. Imagino que carga tatuado un pez en la nalga. Un pez enorme. La hermana también es bastante nalgona y más tetoncita. Violetta es lo contrario, es más tetoncita y menos nalgona. Violetta trabajaba para la Tía Montse en un burdel de lujo. Cuando la madrona hablaba por teléfono con algún cliente, decía, "ya verá licenciado, qué chicas tan simpáticas y educadas le voy a enviar". Violetta le contaba a su amigo Pig que la Tía Montse se refería con "simpáticas" y "educadas" a que las chicas eran nalgonas y tetonas. A Violetta le decía que era "simpaticona", pero lo compensaba siendo "educadísima". En cambio, la hermana de Sofía, es más bien simpatiquísima y educadona. En realidad la hermana de Sofía tiene unos pésimos modales. Cuando ella volvía al teléfono me preguntaba de mala gana, "¿de parte de quién?". Yo me resistía a darle mi nombre. No sé por qué hacía eso. Creo que me caía mal. Le decía, "de parte de un amigo del colegio, ella sabe quién". Entonces se ponía a gritar como si estuviera hablándole a Violetta en el prostíbulo, "oye, Sofi, te llama el sin nombre". Siempre me llamó de ese modo, el sin nombre. Ahora que lo pienso es un nombre bastante original, como para ponerle a una canción. Y Sofía bajaba y hablábamos. Si habría que catalogar físicamente a Sofía, yo creo que quedaría únicamente en "simpatiquísima". Aunque en el fondo es una buena persona, un ángel. Chesco nos pasó las pulgas. Chesco era el perro. Digo, era, porque ya se murió. Lo mataron, mejor dicho. Para matar los bichos, papá y Érika, se bañaron en gasolina y luego andaban cuidándose de no pasar cerca de un fósforo. Yo traté con detergente y cloro. Tardamos un mes en curarnos y a los tres días descubrimos que la fuente de las pulgas no era nada el perro, sino un cepillo que Érika le había prestado a una amiga en el colegio. Érika estaba en el sexto curso de la secundaria y parecía escapada del kinder. Érika dejó de envejecer desde que la hospitalizaron. Mi papá leyó en un relato que una chica con el mismo problema de Érika se enredó con unas sábanas en el patio de su casa y desapareció en los aires. Se supone que mientras trataba de soltarse de las telas sopló un viento repentino y la muchacha se elevó como una pluma. Jamás nadie volvió a saber de ella. Por eso él se fija que ella regrese de la tienda, la llamaba cuando salía de la universidad y la acompaña cuando tiende la ropa en los cordeles. Desde que ella casi se muere, mi papá se ha encargado de achicarla. Creo que es por eso que no crece. Los libros no son mejores que las películas o las canciones. Nada de eso. Los libros son distintos. Tú no puedes decir, "sí, Lithium de Nirvana es mejor que la Matrix". Si te gusta la Matrix y te gusta Lithium y te encanta resolver problemas de

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matemáticas y encerrarte con tus libros de física cuántica, eres es un nerd o un perro o las dos cosas. No importa. No hay que hacerse bolas por tonterías. A mí me gustan algunos libros. No todos. La mayoría son la muerte de aburridos. Pero hay unos que pasan y me gustan. Lo malo es que no puedo comentarlo con nadie, porque nadie lee nada. Prefiero hablar de las películas y las canciones que sí son conocidas. Nunca falta en el curso un mierda que se las sabe todas, que conoce todo y que le falta la boca para corregir al profesor. En eso te pones a pensar, "¿alguien se dará cuenta si le parto el hocico de un silletazo?". Los meses están llenos de días. Si te urge que algo suceda YA, ya verás cómo el tiempo se encarga de darte largas. Pasan los días y los meses y los años y sigues esperando en la banqueta que suceda lo que tanto anhelas. La espera implica impaciencia. Pero algo te dice que no te duermas, carajo, en cualquier momento saltará el mono y allí es cuando debes de atacar. Los conejos brincan donde menos lo piensas y debes tener el garrote listo. Violetta decía que Nefastófeles tenía paciencia de escusado. Decía que pasaba el día con la boca abierta, sabía que tarde o temprano le caería su mierda. Esa Violetta es el deshueve. En los días de fiesta todo el mundo anda en la calle alegre como si le regalasen plata. En la navidad todos tienen un gorro rojo y hasta los ladrones te dicen feliz navidad antes de atragantarte de un balazo. Los meses pueden estar llenos de días nublados o pueden estar llenos de navidad. Depende del calendario. Cecilia reza en la iglesia y cuando tiene tiempo se va al Teleshop y pide que le impriman en las blusas y en las faldas del uniforme un montón de ponys que luego luce en clases. Hidrovo decía que su pasatiempo favorito en navidad era ver películas pornográficas, que sólo era pecado si las veías en Semana Santa. Yo creo que algo así debe ser cierto aunque no esté escrito en los libros. No entiendo cuán grande puede ser el silencio. En la mitad de la noche, mirando a travez de la oscuridad, viendo cómo las figuritas de patos y conejos de las cortinas se transforman en monstruitos, te das cuenta que el silencio puede ser enorme. Otras veces, cuando te quedas en la sala de espera de un hospital y no hay nadie cerca, tienes la impresión que el silencio es tremendo y te aplasta. Es tan grande que no cabe dentro de todos los hospitales del mundo y te dan ganas de reírte aunque el motivo por el que estés esperando sea trágico. Es bastante extraño, pero cuando estás en el despacho de la sicóloga del colegio y ella te mira de medio lado como tratando de sacarle una radiografía a tu alma. Tú no sabes qué decir y ella tampoco sabe qué decir. El silencio que se produce puede ser tan intenso que crees haberte quedado sordo. Me ocurre que cuando quiero decir algo, las palabras no me salen y me quedo callado y me invade un silencio muy antiguo. Mis oídos zumban y

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pienso que estoy volviéndome loco. Las cosas que veo las capto como si fueran transmitidas por una televisión, como si en realidad yo estuviera en otro planeta. Eso me ocurría cuando Sofía no quería hablarme y yo la tenía enfrente. No creo que eso sea malo. Cuando no tengo un deber prefiero no entrar a clases. Lo único que puedes hacer con las cosas inevitables es retrazarlas. Los exámenes son otro motivo de silencio enorme. Puedes escuchar cómo los lápices garabatean las hojas. Ésto debió ocurrirle a Eminem que hizo una canción con el sonido de un lápiz rasgando la hoja de una carta. Le escribía a un fanático que no pudo leerla. "Your dawn", dice Eminem en la parte final de la canción, mirando sorprendido la tele, viendo cómo sacan del fondo del lago el automóvil en que se mató Stan, su mayor fanático en la vida. Se lanzó al agua luego de haber metido a su esposa viva y embarazada en la maletera. Si un día escribes una carta, asegúrate que ésta llegue. Yo odio las cartas y las contadas que he recibido de Sofía he tenido la impresión de que no son de alegría, sino de despedida. Las cartas muy raras veces traen cosas buenas. En la edad media, era una costumbre generalizada asesinar al mensajero que le traía al rey alguna información que lo disgustaba. A los chinos les encantan los dibujos animados. Cuando pueden se dibujan unos tremendos ojos que parecen dos huevos fritos. Yo creo que debe ser el complejo por tenerlos tan planos como granos de arroz. También se pintan rubios, fuertes, musculosos y malotes. Ese debe ser el complejo por ser patuchos y amarillos. Algunos chinos son un pan de Dios y les encanta comer arroz y fabricar televisores plasma. Hay otros que están medio locos, venden en la Internet gatos-bonsay y cuando los descubren dicen que no, que sólo era un chiste, que nunca les harían daño. Una amiga me dice que una cosa son los chinos y otra los japoneses y otra raza los coreanos y los malasios y los filipinos y las arañas. Les enfurece que los confundan de nacionalidad. Yo creo que un chino es chino sin importar su país de origen. Alberto Fujimori fue el presidente del Perú y le gustaba que en la calle lo saludaran, "qué fue, chino, ¿todo bien en el palacio?". El muy mierda respondía en japonés, español, chino y, por último, en quechua. Nadie en su país se quedaba sin entenderle. Fujimori es japonés pero si alguien le decía "chino" se quedaba muerto de la risa. A él mismo se le ocurrió el slogan de campaña, "vota por el chino Fujimori". Triunfó sobre el escritor Vargas Llosa con la oferta de matar a Jaime Bayly. Según él, por marica. Por suerte nunca lo cumplió y Bayly pudo irse a España para escribir el borrador de "No se lo digas a nadie". Años después se hicieron amigos. En una entrevista Fujimori le pidió, "pregúnteme lo que sea, Jaimito, menos sobre mi mujer". Ahora, una vez que derrocaron Fujimori, un candidato presidencial peruano propuso fusilar a Jaime Bayly. Los políticos prometen y nunca cumplen.

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Pasó una semana antes de volver acercármele a Sofía. Siempre nos cruzábamos en los corredores en los cambios de hora. Yo la saludaba y no sabía qué cara poner. Con cara de no te vayas, quédate, le decía, "hola, Sofi". Ella me respondía, "hola". Me daba el beso en la mejilla y se iba. Lo bueno es que no importaba cuántas veces al día me la encontrara. Si eran cien veces que nos cruzábamos en las escaleras o el patio o la iglesia o los baños, cien veces nos decíamos hola y nos dábamos un beso en la mejilla. Así es como ella saluda a todo el mundo, con un beso. Con el beso yo trataba de decirle lo que no podía con las palabras, pero ella no lo entendía y se iba dejándome atrás. En horas de clases le escribía cartas y se las daba cuando nos topábamos. Lo malo de las cartas es que son un modo que tienes de hablar sin que te interrumpan y yo necesitaba que, precisamente, ella me interrumpiera. Cuando hablas por carta te pierdes un montón de cosas, no puedes mirarle los ojos, ni la forma en cómo se le dilatan las pupilas, ni cómo pone las manos, si está aburrida, si está desnuda, si a lado tiene un perro o un gato. Fue a la salida de los baños que tuve el valor de, nuevamente, acercármele. Sólo nos dijimos hola y para retenerla le hablé de las cosas más tontas del mundo. No me acuerdo. Pónganse, de grapas y gorros de navidad. Nos volvimos a dar un beso en la mejilla y ella se fue porque se le hacía tarde para entrar a la clase de química. Me quedé mirándola cómo se iba y cuando ya no pude verla, salí corriendo tras ella. Como en una película de chinos peleones, justo en el momento que ella entraba al curso, la alcancé. Ella se sorprendió y vi una estrellita en sus ojos. Le pregunto como si le estuviera pidiendo comida, "¿puedes darme tu número?". Ella me lo dio. Su número. No otra cosa. Cuidado. Luego le pregunté con cara de perro hambriento con una salchicha delante, "¿cuál es tu otro nombre?". Sofía dice, "Nathaly". No sé qué cara de mendigo agradecido habré puesto porque ella me dio otro beso en la mejilla. Entró al curso. Me quedé afuera unos trescientos años tratando de entender lo que sucedió, y todavía estoy esperándola y no entiendo por qué tarda tanto. El perro comía un kilo de Purina y cagaba un metro. Buscaba las partes estratégicas, como si estuviera conciente del mal que hacía. Se desquitaba en los zapatos de papá, la ropa sucia de Érika y debajo de mi cama. El perro se creía sacerdote y pensaba que así nos bautizaba. Cuando era cachorro nos tragábamos las iras. No nos tragábamos otra cosa. No piensen tonteras. Allí sólo había que agarrar un periódico y era Érika quien recogía la porquería. Al crecer me tocó acopiar sus gracias con una pala y resultaba tanto desperdicio que bien se podría abonar un campo de fútbol. Hubo un dictador venezolano que a principios del siglo pasado se asomaba por los campos de cultivos de sus ciudadanos. Se metía a los huertos y con aires de gran catador de tomates, mordía los más rojos. Los masticaba haciendo un borboriteo como de pantano. El jugo

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se le chorreaba por el hocico y le ensuciaba la camisa. Se quedaba pensando un minuto y ordenaba, "a ésta tierra le falta más cagazón de burro macho, que se lo echen por cuenta del gobierno". Mi papá intentó cambiándole de comida para que no ensucie tanto. No resultó. Él decía, "éste perro es tonto del culo". Lo correteó por la casa y lo hizo dormir afuera. Las primeras noches gemía y rasqueteaba la puerta. Érika se levantaba y lo hacía entrar en silencio. La casa amanecía cagadita, pero el perro afuera. Érika decía que a lo mejor el perro cagaba por osmosis. Nadie se explicó cómo hacía el perro para abrir la puerta y echarle llave. El milagro se acabó cuando papá le amenazó con hacerla dormir afuera y al perro en su cama. En realidad mi papá nunca le ha levantado la mano. A veces le ha gritado. Ha estado a punto de darle un buen sopapo, pero es incapaz de hacerlo porque dice que ella le recuerda demasiado a mamá a su edad. La cosa empezó a disminuir cuando papá arrojó cal en las esquinas de los cuartos. La comida para perros que sobraba le dio la idea para armar un negocio casero. Se puso a distribuir por las casas del barrio Purina. A eso se dedicó, inclusive, cuando mataron a Chesco. Ya nunca hubo mierda dentro de la casa ni a ningún otro animal se le volvió a poner un nombre. Si era perro le decíamos perro y si era gato le decíamos gato. Las personas les ponen nombres a las cosas para apropiarse de ellas. Lo mismo ocurre con los novios que se llaman entre sí Winny Pooh, saben que nadie les llamará de ese modo. Sólo se entienden entre ellos porque son sus mutuos dueños. Todos odiábamos a Maldonado, queríamos sacarle la entrechucha. El mierda era de lo peor. Si alguien hubiese venido para clavarle cuatro tiros, le habríamos aplaudido. Nadie le podía reventar el hocico porque él lo hacía primero. El día que Hidrovo le partió una silla metálica en esa geta de buey que tiene, lo suspendieron una semana, lo mandaron a la casa donde el papá lo subió a patadas a un camión distribuidor de leche. Fue su castigo repartir leche y queso en todas las tiendas del sur de la ciudad a las cinco de la madrugada. Silva se le cargaba y le preguntaba, "¿ya te sacaron la leche hoy?". Hidrovo le respondía, "sí, nomás faltas tú. Abre la boca que ahorita me corro la paja". Silva decía que Maldonado no tenía padres porque era de esa especie de animales que se reproducen por sí solos. Si a una estrella de mar le cortas una pata, verás cómo se regenera y a partir de la pata amputada nace otra estrella. Parece sacado de una película de terror. A ese proceso se le llama, reproducción por simple división, y está presente en la variedad de animales que se estancaron en el proceso evolutivo. Diógenes nos hizo aprender ese concepto como si se tratara del Padre Nuestro y a la hora del examen de biología tomaba otra cosa. Arcos se acostaba, a la hora del recreo, en las piernas de Sofía. Cuando había encuentros de fútbol y a todos nos sacaban de clases para sentarnos bajo el sol a ver

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cómo un montón de peladitos pendejos corren tras una pelota y cómo el profesor de matemáticas se las luces de Ronaldiño. Vi a Sofía sentada sobre el recalentado pavimento del patio. Estaba arrimada contra la pared. La espalda recta como mecanógrafa profesional, la falta recogida, las piernas cruzadas como si estuviera en la playa. Y, encima, la cabeza y las babas de Arcos. El cerdo despreciable se moría de ganas por ponerle las pezuñas encima. Sofía no quería darse cuenta y todas las patanadas que el puerco le decía, las tomaba como un gesto de abnegada amistad. Después que Mauricio metió goles y antes de irse corriendo a comprarse un Skoda, Sofía se perdió. El partido había terminado y yo me levanté de mi sitio. Ella estaba del otro lado del patio. Arcos hacía payasadas porque no quería levantarse. Luego, entre la confusión de la gente que iba para volver y la demora para atravesar el patio, desapareció. Al día siguiente la encontré junto a Mauricio, le ayudaba a estacionar el auto. López Triana es otro animal invertebrado. No sé qué par de puercos se habrán juntado una noche y se dijeron, "puta madre, hagamos alguna tontera". Tuvieron sexo y nació, nueve meses después, un alien. Sus cumpleaños los celebra una semana entera, yo creo que es así porque lo parieron por partes en siete días. No hay otra explicación. La primera vez que vi a la hermana de Sofía fue en el colegio. En la tarde. Era la semana cultural y a Sofía la habían escogido como princesita del colegio. Fueron orgullosos a verla, la mamá, el papá y la hermana. Estaba más bonita que nunca. La habían maquillado, peinado y vestido con un traje de volandas azules. Parecía una princesa de un cuento. El primero en ver a la hermana de Sofía fue Hidrovo. El mierda estaba sentado en el baño. Yo no sé. Se le escuchaba como si gritara por papel higiénico en el retrete. De ningún sitio apareció corriendo. En las gradas se puso a gritar, "han soltado a las putas, han soltado a las putas". El público se quedó callado por unos segundos. Después hubo un sonido raro, como si hubiese un apagón. Todos miraban al mismo sitio con tanta intensidad que parecía que iban a quedarse ciegos. La vi y comprendí. Entonces yo fui el último en saber lo que todo el mundo sabía, que la hermana de Sofía tiene cara de puta. López Triana se disfrazaba de diablo y hacía teatro. Se le daba la actuación al muy hijo de mala madre. Sobre el escenario se observaba a un niño que aparentemente regresaba del colegio. Ya era de noche, había una nube de celofán en el techo, una estrella de papel crepé a un costado y una luna de aluminio suspendida de un hilo de plata. En una esquina brinca hacia el tablado, con cachos, rabo de flecha, barba de chivo y traje rojo, el diablo. Bastante jovial le dice al niño, "hola

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Jorge". Le extiende los dos puños cerrados y continúa, "¿somos o no somos amigos?". El niño lo mira temeroso. El diablo mueve levemente ambos brazos, como diciéndole que debe elegir a uno de los dos. El niño toca tímidamente el puño derecho. Abre la mano. Había un tabaco de marihuana. El diablo le dice, "estás de suerte, loco". El niño se asusta tanto como si sus padres lo hubiesen sorprendido viendo una porno. Se niega a cogerlo, pero el diablo insiste. El niño termina aceptando. Entonces aparece una niña disfrazada de ángel, le agarra la mano al niño, lo lleva hacia el otro lado de la tarima, le quita el tabaco y lo aconseja, "no hay que consumir drogas". Esto enfurece al diablo que saca a patadas a la niña disfrazada de ángel. Le da al niño el tabaco que de todos modos tenía en la otra mano. Cuando éste se lo lleva a la boca, el diablo se pone a celebrar. Mueve la cola y el trinche. La alegría le dura poco porque la niña regresa acompañada por otro ángel que más parecía King Kong en tamaño retornable. Le sacaron la entreputa a López Triana. Lo botaron del escenario y advirtieron al público de lo peligrosas que son las drogas y que sólo los mierdas las consumen. A Érika le encontraron piedras en la vesícula. La madrugada en que mi papá la sacó de la casa había despertado llorando, verde del dolor. En el hospital gastó hasta el dinero que no tenía y no consiguió que le dijesen su estado. Los médicos sólo decían, "está dormida o está estable". Una persona sólo puede estar estable para morir, porque si estas en tus cinco sentidos, nunca eres como hace dos minutos, porque hace dos minutos sentías otra cosa que ahora ya no. Al mes se recuperó de la operación, pero los médicos le habían encontrado un montón de enfermedades. Piedras en los riñones, en los pulmones y en la sangre. Costó lo mismo que un Skoda quitarle del cuerpo todo lo que le sobraba. Nos hicieron comprar tantas medicinas que más parecían fundas de caramelos y cuando los médicos se cansaron de verla dormir, decidieron mandarla a la casa. A la semana siguiente mataron al perro y Érika lloró lo que no habíamos podido cuando ni siquiera sabíamos si iba a seguir durmiendo. El papá de Sofía debe amar a su hija. Yo la quiero muchísimo y, al igual que él, quisiera un arma. Me pondría loco de contento si pudiera llevarla al colegio. Nunca le pregunté nada a Sofía sobre el incidente del revólver en la cara del rector. Fui paciente, esperaba que lo dijera. No mencionó una palabra al respecto. En realidad, por esos días, casi no la veía porque ella faltaba mucho a clases. Alburquerque, la profesora que nos cagaba y jodía, se pasaba las tardes tomándonos lecciones de química y diciéndonos, "pobrecita la Sofi, a su edad y en tremendo problemón que se ha metido". La vieja hija de la gradísima lo decía regocijándose, como si su mayor deseo fuera que encontrasen a Sofía muerta en un prostíbulo de cincuenta centavos.

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Sofía tampoco le contestaba el teléfono a nadie. Sólo lo hacía la hermana, gritaba por toda la casa, "Sofi, te llama el sin nombre". Ella no se levantaba. Me quedaba en la línea hasta que me aburría y colgaba. Tampoco respondía los mensajes escritos al celular. Pienso que para arreglar esa situación conmigo y las cosas que hablaban de ella los profesores, el papá de Sofía fue y discutió con el rector del colegio. Le preguntó con los huevos de plomo bien puestos, "¿qué mismo es lo que le pasa en éste burdel de cholos que andan diciendo que mi hija es puta?". Sofía me contaba, meses atrás, que su papá era un militar de alto rango en las Fuerzas Armadas. Los ladrones los habían jodido más que a nosotros. Harto que le roben tantas veces se había acostumbrado a dormir con un arma de dotación bajo la almohada. A los quince días de guardarla con anhelo, pudo estrenarla. La mamá de Sofía, una señora muy buena gente y que para nada tiene cara de puta, se despertó con los ruidos que provenían de la planta baja. Se sentó en la cama y con los rulos en la cabeza y anudándose la bata de dormir, despertó a su esposo. El señor escuchó los ruidos y le ayudó a anudarse la bata a su esposa, porque no vaya a ser que se meta un ladrón al cuarto y descubra a la señora medio desnuda y era Hidrovo que decía, "la mamá de Sofía todavía está respondona", porque ella y su hermana heredaron de la mamá su simpatía, mas no la educación de la que hablaba Violetta. El señor bajó las escaleras sigiloso. Rastrilló el arma como le habían enseñado hacerlo los marines en el entrenamiento especial en los Estados Unidos. Caminó hacia la cocina porque de allí venía un resplandor que bailaba. La linterna temblaba en la mano del ladrón como si fuera un epiléptico. Lo encontró de espaldas. Con la mejor voz para regir los asaltos del Escuadrón de la Muerte del ejército nacional dijo, "alto ahí, so ladrón". El tipo que apenas era un adolescente se volteó lentamente y vio el arma. Se asustó más de lo que estaba. Pegó un brinco al techo. Otro brinco al mesón de la cocina. Cayeron las ollas y algunos platos. Escapó por la ventana impulsado por un salto suicida. El tipo se perdió corriendo por la oscuridad de la calle sumida en la madrugada. Cuando el papá y la mamá y Sofía y la hermana y las arañas estuvieron parados en la puerta de la casa. El señor hizo dos disparos al aire. Quería terminar de espantar al ladrón. Las detonaciones retumbaron en los oídos de los vecinos. Al papá le habría gustado ponerle a su hija Rosa y a la mamá, Violetta. Para que ninguno se quedara sin cagar al otro decidieron llamarla Rosalba, pero la mamá siguió llamándola a escondidas, Violetta. Cuando era chiquita escuchaba a sus tíos que se referían a las putas como "las tramposas". Por eso, al hacer trampas en los juegos, se decía, "qué puta soy". Sheryl Crow debía de inventarse canciones para sacarle cuarters a la gente. En cambio, las simples lágrimas de Violetta, les sacaban dinero. Llegó a sentarse en una de las aceras de Nueva York. Estuvo chilla que chilla. De verdad estaba triste porque no sabía adónde ir. Enseguida rodaron monedas a sus pies. Aunque traía muchas ganas desde la casa, fue en Nueva York que emputeció. Cada lágrima te cobraba

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veinticinco centavos, los insultos cincuenta dólares, las cachetadas trescientos y por pasar la noche quinientos. Yo estaría dispuesto a pagarle un millón de dólares para que pase la noche conmigo. Si le dabas cois podías negociar descuentos especiales. La cois era la coca que se metía generosamente por la nariz. Si quieres llegarle a sus sentimientos tienes que hacer trampas. Dejar que te compre es mucho más fácil, sólo debes tener bastante dinero. Con las mujeres nunca se sabe, cuando dicen que no es que quieren decir SÍ y cuando dicen que sí es YA. Si Sofía me escucha hablar así, me rompe el hocico de una cachetada. No importa que oficialmente no sea su novio. La cachetada me la da por irrespetarla. Eso no se lo perdona ni a su propio padre. Jaime Bayly nunca conoció a Violetta. Vivieron de formas similares, frecuentaros idénticos puticlubs, se metieron la cois que mató al mismo senador, pero nunca se toparon en las calles. A los quince años, Bayly, se metió en el diario peruano La Prensa, hizo sus pasantías y emputeció. Descubrió que le gustaba escribir. Le habría gustado ser jugador de fútbol o presidente de la república como le había prometido a su mamá, pero fue marica desde chiquito. Diez años después se dijo, "me voy a hacer escritor", y salió corriendo a meterse cois por la nariz. Así empieza la mayoría de artistas. Al igual que Violetta, cada vez que se metía la caspa de Atahualpa, se le cambiaba el panorama. Sus ojos parpadeaban como semáforos en la madrugada, hacía muecas, ensayaba los discursos de posesión de la presidencia, se ponía a pelear solito contra los españoles y veía con pelos y señas las extensiones reales del Tahuantinsuyo. Finalmente, donde antes veía unos cholitos horrendos y unas cholitas ordinariazas, encontraba puros tipazos y mamacitas. Por eso digo, para que te gusten los hombres debes de estar loco o borracho o drogado o tonto del culo y la nariz. Los Collective Soul empezaron como todo el mundo, jodidos y en la iglesia. Al principio sólo eran Edward y su hermano menor Sean. Contaban que de chicos no fueron ni buenos, ni malos estudiantes, pero eso sí, jamás arrastraron un año. Si el papá se enteraba que tenían malas calificaciones, les cerraba el culo a patadas. Para la navidad, cuando entraban en la adolescencia, el papá les regaló lo que tanto jodieron que les regalen durante todo el año, un par de guitarras eléctricas. Desde chiquitos les gustaron las guitarras. Crecieron con los videos de Jimmy Hendrix y en tiempos de carestía entrenaron sus acordes con las escobas. El primer impedimento para ser artistas fue la mamá. Los correteaba y los sacaba de la casa porque no aguantaba la bulla. En el colegio, al igual que todo el mundo, conocieron a un montón de cerdos despreciables. Pero tenían un amigo en común. Un chico que valía la pena. Era Shane Evans y sabía tocar los tambores. No lo hacía nada mal. En la iglesia evangélica de Atlanta, a la que asistía a diario, podían tocar sin que nadie les molestara. Empezaron los tres solitos a cantarle a Dios, después, cuando pasaron los años, lo hicieron para ellos mismos. Obtuvieron algún dinero para la cois y se olvidaron de Dios. Cuando menos lo pensaron ya tenían otros dos amigos que fueron recogiendo por el camino.

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Iban caminando por la calle Shane, Edward y Sean sin hacerle mala sangre a nadie. Se dirigían a la iglesia pensando que no son un grupo, sino un trío. En eso se tropezaron con una piedra, cayeron y por poco se rompen el hocico. Cuando se levantaron vieron que no era nada una piedra, sino una persona. Se trataba de un muchacho. Estaba tirado en la calle, parecía que lo habían dejado olvidado. Lo recogieron, le sacudieron el polvo y le preguntaron el nombre. Will Turpin dijo, "me llamo Will Turpin". Luego descubrieron que sabía tocar el bajo y se hicieron amigos. Más adelante, en otra esquina, sin nada mejor que hacer que pelearse con los perros, encontraron a Ross Childress. Le preguntaron, "oye chico, ¿quieres ser artista?, en la iglesia te vamos a dar de comer". El muchacho dijo, "ya, pues. Está bien". Llegaron al culto evangélico de las nueve de la mañana. Cantaron sin que nadie los correteara y no se hicieron curas, ni pastores, ni hermanitos, ni le dijeron a nadie que el diablo se lo iba a cargar. Se hicieron cantantes y eso está muy bien. En la iglesia del colegio se colgaron de las vigas, como murciélagos, los fotógrafos y reventaron como luciérnagas deformes los flashes. Salió en la tele, en los periódicos y lo dijeron en la radio. Todo el país se enteró. Luego trascendió al mundo entero que en la iglesia del colegio se armó una balacera y que tres chicos fueron detenidos. Pero no me desconcierta eso, ni haber encontrado ese mismo rato a Sofía llorando en un rincón, sino que aún no llega. No puedo creer que me haya dicho sin escucharle en la voz un asomo de mentira, "te espero a las cuatro donde ya sabes". No aparece. La luz puede viajar trescientos millones de kilómetros en un segundo. Eso significa que en un parpadeo puede darle ocho vueltas al planeta. Si pudieras moverte a la velocidad de la luz verías cómo todas las cosas se quedan estáticas. Habrías detenido el avance del tiempo. Serías la primera persona en la historia que hubiese inventado la cosa más parecida a la máquina del tiempo. La luz, el tiempo y el espacio están ligados por aquello que Einstein llamaría la relatividad. Sin embargo, si pudieras moverte a la velocidad de la luz, no lo sabrías porque tu cuerpo no resistiría. Te desintegrarías por efecto de la fricción contra el aire. Hay cosas que nunca podrás y si las puedes, te mueres. Einstein quería demostrar por qué pasa el tiempo tan rápido cuando nos divertimos y por qué tan lento cuando sufrimos. Luego de una ardua investigación llegó al mismo punto del que partió. Dio una enorme vuelta a un círculo de cien años. Había descubierto la relatividad. Saber tantas cosas sobre asuntos científicos no sirvió para nada, pues la mujer que amaba lo dejó por otro hombre. Según ella, por uno más inteligente. Una noche estás acostado en la cama. No puedes ver más allá de tus narices porque está oscuro. Es difícil pensar que unas horas antes había sol y te quejabas, "qué calor de mierda". Achinabas los ojos para que el resplandor no te lastimase. En

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cambio, en la oscuridad, te preguntas, "¿dónde está toda esa luz que antes me estorbaba para pensar?". Mauricio llegó con una Coca Cola pequeña y unos dientes que según él, le había comprado a un odontólogo amigo suyo. Ahora trataba de usurpar el puesto de Diógenes. Creo que a Diógenes no le hubiese importado. No le importaba nada, ni siquiera sus clases de biología. Volteó el contenido de la botella en un vaso de vidrio. Dejó caer, ceremonioso, dos, tres, cuatro dientes. La cola burbujeaba como si le hubieran echado sal. Hidrovo dijo, "putamadre, ahora se cree Harry Potter". Encima del vaso puso un platillo. Como si hubiera entrenado desde su casa para éste momento nos dice, "en seis días los dientes se habrán pulverizado. Lo hago para que vean lo que les pasa a sus intestinos por tomar tanta cola en el recreo". Han pasado cuatro semanas. Durante ese tiempo se armó una balacera en la iglesia del colegio, los rumores sobre Sofía se han extendido, ha faltado a clases y rindió los exámenes aunque el rector se lo prohibió. Mauricio se olvidó para siempre del vaso de cola con los dientes sobre el marco de la pizarra. Silva decía que Maldonado se bebió el experimento, sufrió una mutación y por eso agarró a plomazos a la gente. Nadie está seguro de nada porque el vaso desapareció la primera noche que Mauricio lo preparó. Creo que fue el portero haciendo la limpieza que echó al caño el contenido del vaso pensando que era alguna broma de un estudiante. Los porteros son buena gente pero no saben nada de experimentos científicos. Nosotros tampoco. En el tiempo de Einstein aún no habían inventado la Coca Cola o a lo mejor sí, y nunca la bebió. No lo sé, no me interesa. Me revienta que Érika duerma tanto. Los domingos se encierra en su cuarto, le echa llave, se la traga y duerme mil años en un solo día. Desde que se enfermó mi papá le prepara comida especial. En ocasiones a mí me tocaba compartir la comida de Chesco, pero desde que se murió paso hambre. Él le prepara pollo a la plancha, brócoli hervido por tres minutos y cuarentaisiente segundos y un vaso de jugo de naranja sin azúcar. Es parte del menú que el médico le mandó a comer y eso ha comido en todos estos años. Sale a trabajar a las ocho de la mañana y regresa a las nueve de la noche. Cuando entra no saluda a nadie. Busca la merienda, se baña, se pone el pijama y se acuesta a dormir. La miro en la cama y me parece una extraña que sólo llega a la casa de visita. Cuando éramos chicos la cosa no era así. Mi papá nos llevaba al cine casi todas las noches, hacíamos bromas y nos contábamos historias, íbamos a las hamburguesas y todo eso que se supone hace la gente antes de ponerse a disparar dentro de una iglesia. Con el paso de los años fue volviéndose extraña y ya no habla. Sólo pide y hay que cumplirle. La última vez que demostró sentimientos fue cuando el perro se murió

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y fue como si hubieran cerrado la última puerta de lo que fuimos. Mi papá la cargó porque no podía levantarse sola. Allí se dio cuenta que ya no tenía en brazos a su hija quinceañera que llevó al hospital años atrás, sino a una mujer extraña de veintiséis años y el único vínculo que le unía era el tremendo parecido que tiene con mamá. Para el feriado de Semana Santa, papá, compró carne, salchichas, pollo y una funda de carbones. Luego se enteró por mi abuela que la religión católica prohíbe comer carne en Semana Santa. Arrepentido quiso llevarnos a la iglesia porque inconcientemente habíamos pecado. No a la evangélica, sino a la católica. Él es hincha de San Gorgorito. Se suponía que Érika pasaría la semana en la casa porque nadie trabajaba, el gobierno había decretado feriado nacional, pero ella, en el único momento de lucidez que le vimos estaba armando maletas porque se iba a la playa con los amigos. Resulta que tenía enamorado y amigos, y nosotros ni sabíamos. Mi papá nunca nos ha permitido dormir fuera de casa y menos iba a consentirle un viaje a la playa por una semana. Le dijo, "de la casa no sales sino vestida de novia para casarte". Discutieron. Ella se quejó, dijo que ya no es una niña, que se iría uno de estos días. Él estaba harto. Le dijo, "ándate, pues". Bastante obediente fue al cuarto y comenzó a sacar sus cosas. Él fue tras ella y la detuvo. Le dijo, "quédate, hijita". Se quedó y ni ella ni papá comieron nada de lo preparado. Al día siguiente fue a tocarle la puerta del cuarto, abrió despacio, la encontró dormida. Prefirió dejarla así. La cerró lentamente. Regresamos de la iglesia. Seguía durmiendo. En toda la semana sólo despertó para ir al baño. Vásquez dice que al terminar el colegio va a estudiar ingeniería en los Estados Unidos. Tiene planificado presentarle al alcalde el proyecto de elevar los edificios sobre plataformas como si se tratara de la ciudad de los Supersónicos. Ha comenzado el trámite de la beca porque es el único del curso, a excepción de Aguirre, que es un fenómeno, porque tiene buenas calificaciones. Hidrovo se burla y le dice, "perro" o "perruño" o "guau guau". Le tiene envidia. Hidrovo no irá más lejos de lo que le permita el camión de la leche. El chiste es que parece que Vásquez es el único de nosotros a quien el futuro no se le ha vuelto tan pequeño. Silva dice que se va a hacer guerrillero, piensa quebrarse algunos colombianos en la frontera. Dice que si algo sale mal se mete de sicario, que ya tiene en el cuarto de su casa, frente a la estampa de la Virgen María y debajo del Niño Bendito, los saquillos donde pondrá el dinero. Hidrovo dice que al terminar el colegio va a escribir, producir y dirigir películas pornográficas. Para las películas pornos no hay que pensar en nada, más bien hay que tener mucha imaginación. Esto último es la cosa más jodida del mundo. Vásquez no quería presentarnos a su enamorada. Hablaba de ella pero nunca la veíamos, por poco pensamos que era una mentira suya. Luego de describirla tanto nos convencimos de que sí existía. Por lo que le escuchábamos se trataba de una chica

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muy bonita, educadísima y simpatiquísima, blanquita y las arañas. En el colegio son contadas las chicas bonitas y ninguna cabía en sus descripciones. Finalmente, una tarde, en las empanadas, lo vimos acaramelado con una chica de quinto año de químico biológicas. Era fea de campeonato. No sé cómo describirla detalladamente, era como ver el negativo de una fotografía. Hidrovo es un animal, pero nadie le gana en poner apodos. Él decía que la novia de Vásquez era tan fea que se parecía a los tipos que reparten gas en triciclos. Silva decía que se parecía al jugador de la selección de fútbol, el Diablito Lara, pero con falda. Para unificar los apodos decidimos llamarla, "ese man". Vásquez nos agarró desprevenidos en media maroma, quiso sacarnos la entreputa. Estábamos diciendo que su novia tenía más barba que Fidel Castro. Vásquez lo reventó a Hidrovo y al día siguiente andábamos como si nada. Es común romperse el hocico entre amigos y luego hacer como si nada hubiese pasado. Valerie Fairis y Jonathan Davis hicieron el video otherside de los Red Hot Chilli Peppers. Años atrás concibieron to nigth, to nigth y 1979 de los Smashing Pumpkins, y les fue bien en los premios MTV. Habrá sido por eso que se aventuraron con los Red Hot Chilli Peppers, no lo sé. Valerie y Jonhatan son tan idénticos que parecen hermanos. Tienen la misma mente retorcida y llena de pensamientos raros. En to nigth, to nigth, embuten a Billy Corgain, vocalista de los Smashing Pumpkins, en un traje de cirquero de los años treinta. Le raparon incluso los pelos de la nariz de toda la cabezota blanca que tiene, parecía una bola de boliche. Le apuntaron con una escopeta y le ordenaron, "a ver mamita, canta". Billy cantó y con la ayuda de la gente de producción obtuvieron un video extraño y hermoso. En otherside, hicieron algo similar. Es un video culturoso, raro y bonito. Combinan elementos del cubismo primitivo, expresiones oníricas y algún trazo de dadaísmo. Estas corrientes artísticas tuvieron su mayor auge en los años treinta y fueron decayendo lentamente hasta finamente hundirse en la decadencia del movimiento hippie en los años setenta. Da la impresión que para el rodaje del video descongelaron a Dalí y Picasso. Aún goteando y muertos de frío, bastante pachecos, les dijeron, "miren, no me van hacer esas mierditas que estuvieron acostumbrados, quiero que me hagan esto, esto y esto, que el trabajo final contenga elementos del arte clásico de los años treinta pero con el empuje del vanguardismo contemporáneo". El video es increíble y fusionan sin que se agredan los tres estilos opuestos. Dalí retrataba imágenes de ensueño con una exactitud fotográfica. Una vez le preguntaron, "oiga señor Dalí, ¿qué es el surrealismo?". Él respondió sin asombro, "el surrealismo soy yo". Violetta diría, "éste cuate estaba pacheco".

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El dadaísmo vino con el cuchillo de Hoch. Utiliza la técnica del fotomontaje que consiste en recortar imágenes y pegarlas de tal modo que te producen una impresión extraña. El objeto de la obra es abiertamente político. La parte del video en la que Flea le da a unos engranes como si fueran tambores lo dicen todo. El cubismo, el elemento dominante en el video, trata de expresar la realidad desde su estructura mental, sin pasar por el tratamiento de la lógica. La ambulancia que transporta al chico del video es un rectángulo al que se le ven simultáneamente todos los lados. Es como si a un niño le hubiesen pedido la elaboración de las maquetas. Se trata precisamente de eso, eliminar completamente los conceptos lógicos de la perspectiva y el espacio tridimensional para ponerlos sobre una superficie plana. García Márquez es un maestro y, al igual que los grandes artistas, escribía pacheco. O sea, con el piloto automático conectado y el letrerito pegado en el vidrio, smoking area. En el programa cómico, "Solteros sin compromiso", los protagonistas pachecos ven al Chapulín Colorado y lo persiguen con el chipote chillón. Érika se levanta y todavía dormida se sienta a ver el programa. Creo que en eso es lo único que coincidimos. También odia las películas de chinos peleones, pero no se pierde el programa cómico. Una noche, afuera de la farmacia Victoria, en un puesto de discos piratas, compramos la película Resident Evil y la pasamos bien. Por ese tiempo hablábamos seguido, ahora casi ni la veo. Creo que también anda pacheca, a lo mejor es artista y no lo sabía. Le gustaba los Red Hot Chilli Peppers, pero no el video otherside. Decía que era muy gay. Sofía me dijo por teléfono que llegaba a las cuatro, pero faltan diez para las cinco y no aparece. Érika empezó a gritar, era domingo, pero gritaba como cualquier día que estuviera muy asustada. Subimos las escaleras y la vimos frente al closet, nos dijo pálida que había encontrado una araña entre la ropa y Alburquerque decía, "pobre Sofi, en tremendo problemón que se ha metido", lo decía como si en realidad tratara de decir, "pobre Sofi, tan chiquita y tan puta". Papá le preguntó, "¿adónde se metió, adónde?". Érika dijo que no sabía porque la araña le brincó encima y cerró los ojos y gritó. Chesco ladraba en dirección donde guardaba los zapatos y los rumores acerca de Sofía crecían cada día, se volvió imposible ocultarlo y pedía ciruelas, luego se le antojaba gelatina, después atún y yo le decía, "ya pareces china comiendo al mismo tiempo tantas cosas raras. Una china bonita porque, en realidad, las chinas no son muy bonitas". Papá cogió la escoba que estaba en el otro cuarto y agarró a palazos los zapatos de Érika y vimos algo que salió corriendo sobre ocho patas y se metió debajo de la cama. Chesco lo siguió. Yo moví la cama. Ella empezó a gritar porque la reconoció, le agarró el brazo a mi papá y en medio de la clase de biología nos llamaron a la iglesia del colegio, nos dijeron que había una sesión improvisada de culto. Cuando llegamos vimos que todos los cursos del colegio estaban dentro y yo me arrepentí de haber jalado la cama de Érika. Entramos apretujados entre las bancas de madera, hacía mucho calor. Hidrovo que decía, "estos conchesumadre nos van a

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bautizar", y Silva le dijo, "cállate mormón ignorante". En verdad era una araña tremenda, más parecía un alien que otra cosa, Chesco no paraba de ladrarle, agarré la escoba y la reventé contra la pared. Al frente estaban el pastor, el rector y la inspectora general. Los parlantes colgados en los rincones de la iglesia produjeron ese sonido agudo que revienta los tímpanos. Nos confirmaron con trescientos decibelios de sonido que los rumores que todos conocíamos eran ciertos. Érika usó mis zapatos rellenos de algodón por unos días hasta que papá le compró otros nuevos porque se le quedó el trauma de que dentro de los suyos había más arañas y Sofía salió y lloró y buscando la salida empujaba a toda la gente que la miraba como diciendo lo mismo que Alburquerque, "pobre Sofi, tan chiquita y tan puta". No pude moverme, ni ir tras ella, porque había muchísima gente y todo el mundo se quedó mareado porque sonaba a todo volumen una alabanza y luego comenzaron los insultos y después los gritos y al final las balas y entre papá y yo cambiamos de cuarto su closet porque se le había ocurrido que el suyo estaba atestado de arañas. En medio de la confusión pude encontrar a Sofía llorando, no por la balacera, de eso se enteró después, sino por lo que a ella misma le había ocurrido. DOS Para cocinar lo primero que necesitas es una cocina y comida cruda. En la cocina hay una cocina, mejor dicho, una estufa. Papá la compró hace muchos años y se conserva como si la hubiesen traído ésta mañana. Mi papá es bastante cuidadoso, conociéndolo cómo es, capaz voy al cuarto de la empleada que utilizamos como bodega y probablemente encuentre doblado y guardado el cartón en que vino la cocina. El comisariato está repleto de comida, pero sus propietarios son unos cerdos despreciables y preferiría echarle salsa de tomate al cartón de la cocina y comérmelo antes que comprarles algo y enriquecerlos más. Yo creo que es por eso que los palestinos les tienen tanta tirria a los israelitas, por tacaños. En las noticias aparencen los bombazos con que se los quiebran. Los israelíes son los propietarios del comisariato y de medio país.

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La carne se corta en rodajas y en el sentido de las fibras. Papá dice que así se encoje menos cuando se la cocina. Érika no cocina nada, sólo duerme y se cree en la obligación de ser servida. Las sartenes han de estar limpias y calientes. Cuando el aceite hace burbujas le tiras la carne y te haces para atrás para que no te salpique y te trasjoda la cara y los brazos. Las vecinas sapas tienen marido y alrededor de doscientos y trescientos hijos. Todo depende de la camada. Son como las ratas pero andan en dos patas y se esconden detrás de las puertas y te preguntan si acaso tu hermanita menor es medio retardada porque no va al colegio. Y yo le digo, "no señora, ¿cómo cree?". Me molesta que alguien hable mal de Érika. Que yo hable mal de ella está bien porque soy su hermano, estoy en todo mi derecho y muy en el fondo creo que la quiero porque es la única persona en el planeta que más se parece a mí. Si tienes algún problema con ella o alguna cosa pendiente, me avisas, para partirte el hocico. Ni cuando era niño me gustaban los niños. Yo siempre los veía a la hora del recreo y me daba la impresión de gorilitas. Como que estaba metido en la versión real del Planeta de los Simios. Una vez vi a un niño cómo le torcía la pata a un gatito recién nacido. El animalito aún no abría los ojos, se arrastraba de panza y ya tenía un cerdo despreciable que le sacaba la entreputa madre gatuna. El gatito maullaba y maullaba pidiendo auxilio y el pequeño cerdo lo interpretaba como si le suplicara, "tuérceme la pata, porfa". Me entró desesperación y agarré una piedra y le reventé el hocico. Junto con la sangre soltó al gato. A mí me expulsaron de la escuela y a papá los padres del gorilita casi lo meten preso, por suerte la cosa no pasó a mayores. A Érika le gusta que la carne esté bien asada. A mi me gusta que esté un poco sanguinosa. El arroz lo pones en la arrocera, le echas agua, aceite, sal y lo dejas allí, la máquina sabe lo que debe hacer después. Las máquinas no piensan, sólo hacen. Las cebollas van en rodajas, luego las curtes, les echas sal, limón y aceite. Yo prefiero la Coca Cola que el jugo de naranja. Si Érika quiere jugo, tiene que levantarse a preparárselo por sí sola. En el comisariato me pedían que limpiara los carritos de compras, trapeara los pisos y ordenara los cartones en la bodega. Y hacía muchas otras cosas más. El horario de trabajo era de nueve de la mañana a nueve de la noche. En doce horas no parabas de escuchar las puteadas de los gerentes y de los señores del pan y cómo a veces se puteaban entre ellos. El horario era así porque las ratas se levantaban a las nueve de la noche y dormían a las nueve de la mañana. En el comisariato hasta las ratas eran explotadas y las que lograban andar en dos patas eran ascendidas a gerentes.

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Un día me cansé de ser rata diurna y renuncié. Le dije al gerente, "ya me voy". Él respondió, "está bien, regrese mañana a las nueve". Y nunca volví. Luego me enteré por el periódico que el sitio fue asaltado. Los ladrones se metieron como si fueran clientes a la hora más inocente de la tarde. A las tres, hasta los ladrones toman su siesta. Armaron una balacera que despedazó las cajas registradoras, las fluorescentes, las perchas y a la gente que se les atravesó en el camino de las balas. Sacaron entre los escombros los billetes y se llevaron una cantidad tan grande de dinero que jamás podré reunir en una vida sin gastarme un centavo. Yo me dije, "de la que me salvé". No sabía que las balas me perseguirían. El coronel Aureliano Buendía debía tener ocho años cuando José Arcadio Buendía, su padre, lo llevó al circo. Dentro de una carpa encontraron a dos gitanos que custodiaban un baúl de madera. José Arcadio pagó cinco pesos a cada uno para que les permitieran mirar lo que había dentro. Con un golpe seco abrieron la tapa y el pequeño Aureliano Buendía vio un enorme cristal que exhalaba vapor. Por cinco pesos más les permitieron tocarlo. Cuando el niño posó su mano sobre el bloque lo retiró inmediatamente. Sintiendo un extraño escalofrío que le recorría del brazo a la espalda, exclamó, "está hirviendo". Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, recordaría aquella remota tarde en Macondo cuando su padre lo llevó a conocer el hielo. Hay fragmentos de Cien Años de Soledad que los sé de memoria. El coronel Aureliano Buendía no muere frente al pelotón de fusilamiento, sino años después, mientras orinaba bajo un almendro, escuchando la música del circo que llegaba al pueblo. Los miércoles tenemos clases de educación física. A la primera hora, luego de cantar el himno nacional, en el instante que el sol comienza a caer a plomo sobre nuestras cabezas, nos hacen correr y hacer ejercicios tontos. El resplandor es tan intenso que los escasos árboles sembrados en las aceras parecen buscar la sombra. Por otro lado, sólo puede ser cosa de mi imaginación. Las plantas sienten cosas, pero no pueden expresarlas. "Solteros Sin Compromiso" dan los lunes a las diez de la noche. El televisor que tenemos es grande y viejo, pero funciona bien. Durante los comerciales llegó Érika, fue directo a la cocina. Cinco minutos después salió de la casa y pasó la noche afuera. Papá no se enteró. López Triana, Maldonado y Arcos se metían a los baños en la hora del recreo y salían con los bolsillos llenos de dinero. A los peladitos del primer año del ciclo básico los sorprendían con los pantalones abajo. El uno le hacía una llave de lucha libre

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sujetándole los brazos y el otro lo cogía de ambas patas. Digo, patas, porque el niño gritaba y se agitaba como un becerro. Entre los dos le quitaban el dinero y, para divertirse, le abrían de piernas y simulaban el acto sexual. Se turnaban. Primero el uno y después el otro. Todos en los baños se morían de la risa, es que el espectáculo de verdad era cómico. Silva decía que con una cámara podíamos hacernos millonarios. Si te quedas y eres tranquilo, no faltará un cerdo despreciable que te cague el día y te joda la plata. Lo raro será que es muy divertido para todo el mundo y sólo tú pensarás distinto. Por lo menos una vez al año deberás sacarle la entrechucha a alguien para que todos te respeten. Hace algún tiempo, en la formación, mientras cantábamos el himno nacional me le acerco a Arcos y le digo al oído, "cuando esté hablándole a tu novio, te callas". Sofía estaba a unos diez metros, pero logró escucharme. Arcos levanta el brazo para romperme el hocico y Sofía lo agarra y me mira muy disgustada, con mucho resentimiento, como si tratara de decirme, "qué tonto y qué malo eres". Se lo llevó y me quedé como si el mierda fuese yo. Violetta decía que Rosalba era nombre de jodida, como llamarse Guadalupe. También decía que Violetta es el único nombre que trae incorporado su propio crucifijo. Sacaba en cuenta que la otra "t" en su nombre, era una cruz. Lo malo es que ella es mala, pero en el fondo es buena y lo más malo de todas las cosas malas es que para encontrar su lado bueno hay que sumergirse en un montón de pelucas, balas, clavos e historias de narcos y cois. Al principio resulta un poco desagradable, luego te gusta, te ríes y ya no puedes vivir sin ella. Jaime Bayly es mas malo que decirle, "ya ves, te lo dije", a un ciego que además es sordo. Es más malo que robarle la alcancía a un mendigo. Es más malo que dispararle un tranquilizante a un paralítico. Y como si fuera poco, es gay. En su lugar yo correría a pegarme un tiro. Pero el mierda escribe maldito, mejor que Dios, y entonces digo, "caracho, cuánta cois y cuántos hombres habrá que tirarse para escribir así". Claro, lo digo en sentido figurado, porque Jaime Bayly me parece fantástico. A Sofía nunca le cuento esas cosas porque no quiero asustarla. Violetta decía que hay cerdos que serían incapaces de hacer una cochinada frente al espejo, pero se mueren de ganas por hacerlas frente a una mujer. A veces le digo a Sofía, "aún no me conoces". Ella me responde, "es cierto, no te conozco y menos conoces tú de mí". Recuerdo como si hubiesen pasado cuarenta años de cuando nos veíamos seguido. Las últimas semanas Sofía ha faltado al colegio, la llamaba y su hermana me la negaba. La buscaba en la casa cuidándome que el papá no me viera y no estaba. No la he visto desde que rendimos el examen de química. Al fin ayer pude hablarle por teléfono y ella me dijo, "te espero a las cuatro donde ya sabes", y me vuelvo loco y no se asoma.

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Para mentirle a alguien no hay que mirarlo a los ojos y menos besarlo. Eso decía Violetta en su manual, cómo ser una putilla de mala entraña en cinco sencillos pasos. Te daba consejos, por ejemplo, ella iba y se reía cuando le contaban chistes tontos. Lo que le causaba gracia no era el chiste, sino lo que pensaba por dentro, "síguele pinche coatlicue igualado, síguele y mira cómo me río de ti". Cuando entraba a una oficina importante caminaba agigantada, como si afuera del edificio hubiese estacionado su nave espacial. Miraba buscándole las plumas a la secretaria y pedía, "con el licenciado cacagrande". Así, sin saludo ni nada. Tímidamente le preguntaban, "¿de parte de quién?". Y sólo como hablan las personas que se hacen conocer por sus obras y no por su apariencia, decía, "de parte de la doctora Violetta R. Smicht". En ocasiones, contaba, la recibían secretarias del tipo orangutanes brincando con pelos y barba. La miraban entrar y encendían la alarma, bip bip, ALERTA ALERTA, bip bip, PUTITA ARRIBISTA PUTITA ARRIBISTA, bip bip. Para bajarle los humos, Violetta preguntaba, "oiga, a usted no la vi el otro día volando con los de la tribu de mazatlán". Bueno, en realidad no le decía eso, no era tan grosera, sino, como si fuera la reina de la tribu, bastante severa y autoritaria, preguntaba, "¿acaso NO está el licenciado?". La secretaria dócil le respondía, "pase, pase". El tipo estaba en su despacho y se ponía contento, Violetta entraba con la educación por delante y la simpatía por detrás. Sonreía para sí misma, disminuyendo al tipo en su imaginación. Pensaba, "¿cómo de ridículo se verá este pinche naco con sus pezuñas sobre el volante de mi Corvette amarillo?". Quiero más a Sofía que a nadie en el mundo. Pero si tuviera que elegir entre la una y la otra, me quedaría con Violetta. En sus periodos de crisis nerviosas, Vincent Van Gogh, rociaba su cama con alcanfor. Cuando empeoraba comía pedazos de la pintura de las puertas y al delirar repetía en voz alta varios pasajes de la Biblia. Salvador Dalí se interesó, particularmente, por las condiciones mentales anormales. Las ilusiones asociadas a la paranoia quedaron plasmadas en "La persistencia de la memoria". La pintura muestra un desierto sembrado por relojes deformes, representan la esterilidad de la vida y lo inútil del tiempo. Dalí se hizo millonario e incursionó en el medio cinematográfico, mientras que Van Gogh apenas logró vender con mucho esfuerzo uno de sus 17 000 cuadros, en 83 dólares. En cierta entrevista le preguntaron a Jaime Bayly, "¿el escritor nace o se hace?". Él respondió, "para escribir debes tener el don, pero también necesitas prepararte". Creo que tiene razón, aunque por las cosas que él dice no pondría las manos en el fuego. A lo mejor me equivoco y ni siquiera dijo eso. Érika recuerda con claridad cuándo murió mamá. Ella debía tener unos trece años, yo casi no me acuerdo. Vivíamos en otra casa, en un barrio al sur de la ciudad. Ese día mi mamá pasó con un dolor de estómago al que no le puso mucha atención. En la autopsia realizada al día siguiente, los médicos encontraron la vesícula

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destrozada y unas piedras dispersas en los intestinos. Papá llegó en la noche. Mamá le dijo que sentía un dolorcito en el estómago. Él ignoró el problema y le dijo, "espérate mujer, mejor mañana te llevo donde el médico". Solamente nos lo ha contado dos veces, ebrio, pero parece sobrio. Es muy inteligente hasta para emborracharse. Las dos veces que nos lo contó, dijo que quiere morirse. Érika y yo evitamos tocarle el tema. En la madrugada, cuenta Érika, papá la despertó con sus gritos de desesperación. Bajó las escaleras. Él trataba de despertar a mamá dándole cachetadas, pero ella tenía los ojos muy abiertos. Érika la miró y supo que no volvería a verla. Se puso a llorar. Murió antes que papá pudiera sacarla de la cama. Desde allí, él tiene la costumbre de emborracharse una vez al mes en el patio de la casa. Cuando ha quebrado cuatro botellas de licor, sube las escaleras dando tumbos, se encierra en el cuarto y al igual que Érika corre los cerrojos, los pestillos y las aldabas y escuchamos caer pesadamente su cuerpo sobre la cama pelada y se queda dormido llorando. Uno nunca sabe qué ocurrirá después. Te acuestas a dormir una noche con la idea de que al levantarte en la mañana harás un montón de cosas y puedes morirte en el camino. A veces pienso que si mamá no hubiese muerto, Érika no dormiría tanto. No me nace contar chistes, tengo la gracia y la simpatía de una comadreja. No es por nada, simplemente, no tengo talento. Cuento algo graciosísimo y nadie se ríe. Al instante siento que he dicho algo tonto. Hay otros que son comiquísimos y ellos tienen el problema contrario, nadie los toma en serio. Ambas cosas deben ser parte de la misma maldición. Tampoco me da cantar. Érika tampoco canta nada. Mi papá, menos. En la casa hay un equipo de música y está cogiendo polvo bajo las escaleras. La cocina y la refri están impecables porque los usamos a diario. Los vidrios de las ventanas se empañan siempre por la cantidad de vecinas sapas que los abren con confianza, con los dedos puercos, y nos preguntan si acaso tenemos arroz o azúcar o por qué la niña no está en el colegio si está en toda la edad escolar. Alburquerque llega y el salón se llena de bichos. Tenemos que quitárnoslos los unos a los otros. Creo que si un grillo brinca sobre Maldonado, se lo come. Ninguno se le acerca, se han vuelto inteligentes de tanto morir. Alburquerque decía que los grillos se multiplican por el invierno, yo pienso que ella los cosecha y los trae de su casa. Las mochilas son azules por obligación del reglamento, traes una verde o negra y te mandan al rectorado. Maldonado, ese día, tenía una escopeta de repetición dentro de su mochila azul y mientras comía grillos nadie se imaginaba que iba armar una balacera. Ni siquiera la misma Alburquerque que es una bruja y adivina tus intenciones con sólo verte la parte negra de los ojos. Desde que se compró el carro y se viste como gente decente, todo el mundo lo quiere. La primera vez que se presentó al curso, en lugar de zapatos, tenía las patas

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envueltas en trapos. Se decía que Mauricio es tan buen profesor que entiende el idioma de algunos peces. A las estudiantes de informática, de pura nota, para pasarse de sabido, les envía cartas en el idioma HTML de las computadoras y conoce 367 formas de ponerse un condón. En Perú les dicen a los condones, jebes. La primera vez que Jaime Bayly se acostó con una prostituta contrajo una infección genital. Cuando su papá se enteró, le recomendó, "ay, Jaimito, no olvides ponerte el jebe. Acuérdate que a la guerra sólo se va con el casco puesto". Después, Bayly, fue a la farmacia del Chino, no del "Chino" Fujimori, sino donde un chino propietario de una farmacia. Le puso una inyección y quedó como nuevo. Hidrovo decía que Mauricio es muy exigente y sólo se acuesta con chicas de familia. Silva le preguntó, "¿acaso ya te acostaste con él para que lo sepas?". La fotografía de Mauricio salió a todo color en una página central, a dos caras, en la sección principal de El Universo. Aparecía sonriendo junto al logo del canal de televisión para el que labora y el horario en que se lo podía ver. Dirige un noticiero político que le hacía competencia por el raiting a la telenovela "Carita de Ángel" que transmitían por el canal ocho, y los programas cómicos "Solteros Sin Compromiso" por el diez y "La Combi" en el cinco. Cecilia, la chica de los ponys, recortó la fotografía de Mauricio y la pegó sobre la pasta dura de su cuaderno de borrador. Finalmente, lo forró con un plástico transparente. Nadie en el mundo estaba más orgulloso que ella con su cuaderno, incluso lo llevaba al baño. Una tarde Ana, una compañera, le preguntó a Mauricio, "¿de casualidad, profesor, no conoce dónde venden el cuaderno que tiene Cecilia?". Mauricio sin entender el objeto de la pregunta, comentó, "pues en los bazares, ¿dónde más van a vender cuadernos?". Ana le quita de un tirón el cuaderno a Cecilia y se lo muestra a Mauricio y a todo el mundo. Le pregunta, "¿seguro que ÉSTE cuaderno lo venden en todos los bazares?". Mauricio se reconoció en la fotografía el traje a rayas y su ego se disparó tan alto que para verlo debíamos mirar hacia el techo. Todos se rieron, mientras que Cecilia se hacía chiquita como si hubiese pisado un hongo de Mario Bross. El colegio y la iglesia, se identifican del resto, por poseer el mismo logo. El reglamento indica que todos los estudiantes debemos traerlo bordado en la camisa, en el sitio del corazón. Harry Potter y los demás estudiantes de Griffindore traen calados en sus suéteres un león que los diferencia de los estudiantes de Slithering que tienen una serpiente, los otros usan una marmota y un halcón. Así todos en Howarts están tranquilos y a ninguno se le ocurre matar al otro en la iglesia. Creo que ni siquiera tienen una iglesia en Howarts. En el logo del colegio aparecen las siluetas de cuatro niños agarrados de la mano y en la parte de abajo dice, "Iglesia de la Amistad". El primero tiene un poncho y representa a los niños serranos. El otro es negro, o sea, personifica a los negros. El siguiente es un niño oscuro y usa sombrero, alude a los niños cholos y el último es

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blanco, simboliza a los aniñados. En el colegio todos se creen aniñados aunque no tengan un hueco dónde caerse muertos. No importa en qué colegio o escuela o universidad o burdel de cholos estudies, siempre existe alguien que se cree más que los demás pagando la misma pensión que tú. Si de verdad fueran tan aniñados como dicen, estudiarían en Nueva York y si fueran tan pobres como aparentan, terminarían estudiando la manera de cómo hacer piruetas en los semáforos a cambio de unos cuarters. Lo cierto es que en el colegio hay niños que son tan ricos que cagan plata y tan pobres como una rata. Todo es cosa de tener sentido común y de lo que quieres aparentar. Violetta decía que ni en Nueva York se le quitaba lo indita. Sin importarle que viviera en el primer mundo, a veces, salía a la calle vistiendo el traje de plumas, se armaba con arco y flecha, y gritaba, "JERÓNIMO", desde un árbol a cualquier tlahuica que encontrase. El specto patronus es muy complicado de hacer, pero es la única arma efectiva para ahuyentar a un boggart. El boggart se alimenta de la alegría. A sus víctimas les absorbe la felicidad del cuerpo hasta dejarlos en el puro cascarón. Ese es su objetivo. Por eso son criaturas oscuras. El specto patronus debe ser efectuado con un recuerdo poderosamente feliz. Si tienes a un boggart enfrente y te pones contento, te trasjodes. Pero si con toda la fe de tu alma y convencido de que todo saldrá bien, apuntas tu varita mágica y gritas, "SPECTO PATRONUS". Te salvarás. Hay que practicar mucho, ni a Harry Potter le salió en el primer intento. Se metieron los hijos de las vecinas sapas y los saqué a palos. Érika dormía en la hamaca. Era domingo y no lo sabía, dormía desde el viernes en la noche. Mi papá la cargó del cuarto y la acostó en la hamaca del jardín para que cogiera sol. Fue entonces, en un descuido de la puerta abierta, que se metieron los hijos de las vecinas sapas. Se escondieron dentro del horno, detrás de las cortinas y en la taza del baño. Érika despertó cuando entró gimiendo, detrás de los hijos de las vecinas sapas, y Chesco se tiró en el piso botando espuma por el hocico. Lo habían envenenado. El perro era tan grande que ella sola no podía cargarlo. Me llamó y le dije, "espérate, ya voy". Corrí al último hijo de la vecina que se había metido en la alacena. Entre los dos agarramos al perro, lo pusimos en el patio. Supimos que estaba muerto porque, de pronto, cuando pasábamos por la cocina, pesó menos. Con la plata para el almuerzo fuimos donde el veterinario y nos dijo que lo habían envenenado. Nos dijo así, "su perro ha sido envenenado". Érika se puso a llorar como niña atropellada. Tuve que arrastrarlos hasta la casa. Cuando se calmó lo primero que hizo fue lo que hacía siempre, ordenarme. Me dijo, "haz un hueco en el patio para enterrar al perro". Y mientras abría la tierra con una pala, llegó con unas flores que arrancó del jardín de las vecinas sapas. Mientras cogía las menos arrugadas le gritaron, "ya le voy a decir a tu papá que me dañaste las plantas para que te de unos buenos cuerazos, mocosa abusiva". Érika armó una cruz con los palos de las escobas que rompí sobre el lomo de uno de los hijos de las vecinas sapas. Cuando el perro quedó oculto por un montículo

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de tierra y la cruz en la parte más alta, ella se echó encima como queriendo revivirlo con sus lágrimas. Pasaron horas inútiles hasta que llegó papá. La recogió del piso como sólo puede recoger un padre a su hija. Para acostarla en su cama apartamos las cajas de maquillaje, las pulseras, los pantalones bordados y todas aquellas cosas que usan las mujeres. De pronto, su aspecto ya no era el de una adolescente de dieciséis años. Nos pareció mucho más joven, como una niña que se pinta y se viste para parecer de quince cuando en realidad tiene doce. Sofía estaba junto a Arcos y López Triana en el portón de la salida. El timbre de la última hora de clases sonaba a las seis y cuarentaicinco. Cinco minutos antes ya teníamos guardadas las cosas en las mochilas, sólo había que salir entre el desorden del patio hacia el portón de la salida para encontrar el sitio donde siempre ella esperaba a Pedro. Al pasar los minutos quedaban las aceras despejadas y se acentuaba la noche. Sofía, Arcos y López Triana jugaban muertos de la risa. A ella siempre la vi alegre, fue después que sólo andaba triste. Arcos cogía un tanque de basura y lo volteaba encima de López Triana. El tacho quedaba de cabeza y el cerdo dentro, chillando entre la basura. El otro cerdo se trepaba encima y lo golpeaba con un palo. Se reían hasta que llegaba Pedro, entonces se les iba la alegría. Sofía era la única que se ponía contenta y él la acompañaba a la casa. Pedro tiene el rostro estúpido, sus ojos son alucinados, como el de los sordos que miran con una expresión que no corresponde a la circunstancia y su jeta le cuelga hasta el suelo. De verdad digo que es feo, no exagero. Mauricio es un príncipe a su lado. Está mal que lo diga, porque Mauricio puede enterarse de ésto algún día y creérselo, pero en verdad es bastante guapo, sino, las chicas del colegio no anduvieran tras él. Aunque Sofía era la novia de Pedro hablábamos por teléfono seguido, sólo éramos amigos y creo que ahora, un año después, esperándola, muerto de cansancio, creo que no soy más amigo de ella desde esas ocasiones en que me contaba dónde conoció a Pedro y yo nunca le ponía atención. No podría decir a ciencia cierta cuándo, ni dónde, ni por qué, conoció a Pedro. Tampoco me interesaba. La que me interesaba era ella y él me importa tanto como un gorro de navidad o una grapa usada o una pata de araña. Debes ser muy listo para coger una escoba mientras está volando. Lo más importante es saber atraerla desde lejos. Ponte, si estás frente a un boggart que te va a sacar la puta y no tienes el valor para hacer un specto patronus. Lo más fácil es que digas con fuerza, "actio escoba". No importa en qué ropero o chanchera hayas ocultado la escoba, ésta volará a rescatarte. Cuando Pedro terminó con Sofía, acompañaba a otra chica a su casa, una tan horrible que más parecía su hermana que su novia. Sofía se quedaba triste y ni siquiera le alegraba que Arcos y López Triana se revolcasen en la basura. Allí fue más fácil acercármele. A la hora del recreo se nos hizo costumbre tomar juntos una leche chocolatada o algo así. Sofía siempre estaba a dieta y comía poco porque sin comer

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nada era medio gordita. A la hora de la salida íbamos a la heladería de enfrente y, sentados en una mesa donde persistían los huecos de unas balas, ella me hablaba muchas cosas sobre Pedro. La verdad es que me aburría y yo prefería concentrarme en su rostro, sus manos y su voz. Se dice que cuando te enamoras, le cuentas a la gente todos los atributos que tiene esa persona que dices que amas. El propósito es que los demás entiendan, casi tanto como tú, por qué la amas. La verdad es que cuando ella hablaba de Pedro yo me desconectaba de la realidad, pero luego de algunos minutos se abría otro tema de conversación y allí sí era chévere. Le contaba cosas, los apodos de los profesores, cómo hacemos para copiar en los exámenes y Sofía se reía. Disimuladamente le cogía la mano y me ponía de todos los colores. Ella me decía, "mejor no, puede que llegue Pedro y la cagada". La soltaba. Era como jugar Play Station y cada vez que la hacía reír me sentía como si recolectara monedas de oro en Naugthy Dog. Me decía, "otro punto a mi favor". Sus carcajadas eran vidas extra y yo me sentía poderoso. Los nervios, el miedo y las arañas se me iban. Era como si pudiera hacer un specto patronus sin varita y sin magia, sólo mirándola. Hace tiempos estaba viendo el partido de, no me acuerdo. Por decir algo, el partido entre Barcelona y Emelec. En eso llega mi papá y me queda viendo. Luego mira la televisión y después a mí. Yo lo miro y él pone cara de no saber a quién creerle, si a la televisión o a mi. Cargaba unas podadoras, fue a ponerlas en la cocina y regresó a la sala. Me dice, "ah, muchacho, el fútbol es un deporte para negros". También me dijo que si tanto quería practicar algún deporte, pues mañana me llevaría a un sitio exclusivo para que tenga algo que hacer en las vacaciones y no me la pase viendo televisión. A papá le encanta el fútbol, pero sólo una vez cada cuatro años. No se pierde ningún encuentro del mundial y hay que pelearle la televisión. Los partidos locales le gustan menos que el show de Bugs Bunny. Al día siguiente, a las siete de la mañana, papá cargó aún dormida a Érika y la metió en el carro. Fuimos los tres al parque Kennedy con la idea de jugar baseball. Pero ese era un deporte para aniñados y el dinero que llevó no le alcanzaba ni para comprar una pelota de trapo. Eso lo supimos después de tres horas de empezar el trámite. Volvimos al estacionamiento donde dejamos el carro y Érika había despertado. Había conducido de regreso a casa, cambiado de ropa y regresado, y nosotros ni nos enteramos. Fuimos donde las hamburguesas, el dinero rendía para los tres y quedaba vuelto. En ese tiempo yo tenía unos ocho años y Érika debía estar en los dieciocho. Si pides una hamburguesa de pollo con lechuga, tomate, cebolla, pepinillos y todo lo que quieras echarle, te cuesta lo mismo que si pidieras una sin pollo, ni lechuga, ni tomate, ni cebolla, ni pepinillos, ni nada. Érika andaba estrenando dieta y sólo pidió los panes vacíos y le cobraron como si hubiese comido una hamburguesa doble. Con la cuenta en la mano y bastante enfadado mi papá fue a reclamarle a los dependientes. Se armó

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el alboroto. Mi papá decía, "si me van a cobrar por una hamburguesa que no tiene nada, voy a la Defensoría del Pueblo a ponerles una denuncia". Érika decía jalándolo del brazo, "ya papi, déjalos, nomás estas haciendo una escena. Qué vergüenza". Pero él se puso necio. Siguió y siguió. No le bastó reclamarle al gerente, sino al director de zona. Cuando por fin le dieron una para que nos vayásemos, nuevamente reclamó, "ésta mierda no se parece en nada a las de la foto". Hubo otro griterío y la gente de las hamburguesas y los clientes amenazaron con llamar a la policía. No hizo falta porque los guardias, uno de cada lado, lo echaron. Érika y yo lo seguimos afuera. Le dijimos que ya está bueno, que se deje de tonteras. Él no nos escuchó, se paró y entró. Embistió las puertas como si fuera un toro y pidió en voz tan alta que hasta afuera le escuchamos, "OIGA, VÉNDAME OTRA HAMBURGUESA". Los guardias ya se habían levantado, pero cuando él les dijo, "ya llamé a la televisión para que se transmita en el noticiero de la tarde cómo sacan a un cliente de éste lugar", se quedaron quietos donde estaban. El jefe regional lo atendió, esta vez, con amabilidad. Papá le dijo, "ahora quiero que usted mismo me prepare la hamburguesa, igualita a la de la foto". Al señor no le quedó otra que prepararle una hamburguesa de pollo con lechuga, tomate, cebolla, pepinillos y un papel manteca doblado en forma de cisne. Cuando se la sirvieron dijo, "ahora quiero que me acompañe a comerla". Ambos se sentaron en una mesa que daba a la ventana, partió con las manos la hamburguesa. Le dio la mitad al jefe de área. Le dijo, "buen provecho". Ambos la comieron mirándose con rabia. Lo veíamos desde la calle, a través de los ventanales de vidrio. Cuando mi papá salió, estaba tan contento como si acabara de sacarse la lotería. No sé, pero se me hizo que tenía mucho parecido con Mario Bross. Nos dijo, "qué hacen aquí parados como pollos bajo la lluvia, suban al carro que se nos hace tarde para ir al cine". Hubo un tiempo que Violetta no tenía carro y debía transportarse en el metro. Como iba de pié y apretujada por los pasajeros, varios hombres se le acercaban e iban manoseándola. Violetta decía que a veces le gustaba y a veces no. En los peores momentos pensaba en su Corvette amarillo. Se consolaba diciéndose que su coche debe tardar tanto en encontrarla porque deben estar armándolo justo a su medida, con bazucas en cada lado, alas, lanzallamas y a prueba de balas. Como siempre tuvo que hacer trampas para obtenerlo, por eso necesitaba de la ayuda de un cómplice y éste le llegó solito. Al final todo salió bien y Violetta consiguió su Corvette amarillo en el que sólo entraban ella y un acompañante. El peor defecto que tiene Violetta es el de no existir. Lo bueno es que puedo tenerla conmigo y puedo hacerla vivir cada vez que la necesite. Sólo necesito abrir cualquier página de las 587 que tiene su libro. Allí va a estar tratando de chantajearme, mostrándome su escote y diciéndome que arranque la pasta del libro y que en la primera página escriba, "Advertencia. Putita nefasta. No acercarse".

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Si escribes muchas mentiras y haces creer por lo menos a una persona que son ciertas, entonces eres un buen escritor. Si las mismas mentiras engañan a todos quienes las leen, entonces te ganas un premio. Pero si escribes algo que le cambia el sentido de la vida a por lo menos una persona, entonces eres Dios porque has creado a un ser que tiene personalidad, que vive, se mueve, te habla, la extrañas y trata de chantajearte. Xavier Velasco terminó de parir a Violetta en Tetelpan, San Ángel, en diciembre de 2002. El libro Diablo Guardián narra las peripecias, la velocidad y la gracia de una mujer extraordinaria que sobrevive sin escrúpulos, que tiene dentro un motor y quiere usarlo para estrellarse contra una pared. Santiago Roncagliolo quiso matarse cuando su novia lo dejó. Pero, en lugar de eso, se ganó 175 000 euros. Estaba acostado en la cama de un hotel y a sus pies, el televisor encendido. Él no le ponía atención porque su energía era tragada por el tremendo dolor de los vidrios rotos, los clavos torcidos y las espinas de pescado que estaban en el lugar donde debería ir el alma. Entonces, viendo la ventana abierta él pensó, "y si salto y lo mando todo a la mierda". Cuando se levantaba para arrojarse por la ventana, pasó la vista por el televisor y vio, en el presente, su futuro inmediato. Un hombre cayendo desnudo desde la ventana de un edificio. Era Charly García. Por supuesto, no se mató. Cayó en una piscina donde, lastimosamente, en lugar de leña había agua. Uno no se muere cuando quiere, sino cuando debe, sin importar si eres o no un cerdo despreciable como Charly García que no tiene una puta canción buena partida a la mitad. Hay cosas que se te ocurren y viene alguien y te copia las ideas sin siquiera darte tiempo para ponerlas en práctica. Matarse no es bueno, ni malo, sino, todo lo contrario. Si vas y te matas, nunca más en la vida podrás saber qué había en la otra esquina. Podría ser una bala perdida, 175 000 euros, Violetta desnuda en su Corvette amarillo, todo al mismo tiempo o nada. A Violetta le gustaba jugar al cinito. No es que yo esté enamorado de Violetta y que por eso hablo tanto de ella, sólo es que me gusta hablar de ella y digo que le gustaba jugar al cine. Para amar a una persona, primero, debes admirarla. Sin embargo, puedes admirar a muchas personas, pero sólo amar a una o, en el peor de los casos, a dos. Es más fácil perdonar a una persona que se mata que a una que mata a los demás. Le dije a Hidrovo, "ayer boté a la basura un montón de películas porno". No valían la pena. Eran de esas ochenteras, planas y mal hechas. Pero Hidrovo empezó a pegarme con el cuaderno en la cabeza. Le reclamé, "¿qué chucha te pasa?". Él me dice, "chucha, no digas, chucha". Le respondo, "¿y qué quieres que diga?, qué verga". Él me dice, "botar a la basura películas porno es tan malo como dejar la llave del grifo abierta, se desperdicia".

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Nefastófeles agarraba a cachetadas a Violetta y le decía, "putita patiabierta". Esas cosas son mejores no decirlas, porque luego tendría problemas con los derechos del autor. Tampoco tendría que decir que Violetta decía, "las películas porno no te muestran tus límites, sino tus alcances". O sea, si tú ves una porno y te gusta lo que ves, es muy fácil que luego quieras intentarlo por tu cuenta. Pero es que Sofía tiene unos senos muy chiquitos y yo no sé si después vayan a crecerles. Una vez a la semana proyectan una película en la iglesia del colegio. Es religiosa y nadie le pone atención, los estudiantes hacen otras cosas, menos mirarla. Todo lo contrario ocurriría si mostraran una porno, aunque sea ochentera. Un asesino puede ser espontáneo o puede haber estado con muchas ganas de matar a alguien durante toda su loca vida. Los más peligrosos son los locos-psicópatas-asesinos, te ven mal parqueado y zuas, que te pica el pavo. Había un comentarista deportivo que ya murió que decía, "zuas, que te pica el pavo", cuando quería decir que algo te llega de golpe e inesperadamente. Los locos-sicópatas-asesinos los hay de dos tipos, los de motosierra y de los que saben de arte, literatura y esas cosas culturosas. Los más peligrosos son estos últimos porque son muy inteligentes, pero si tienes tres locos-sicópatas-asesinos de motosierra armados con escopetas en la iglesia de tu colegio, ya verás el alcance que llegan a tener en los medios de comunicación. Tres locos-sicópatas-asesinos de motosierra que arman una balacera son peores que un loco-sicópata-asesino culturoso. Sólo es cuestión de números. No es necesario ser muy inteligente para causar una enorme destrucción. El Maestro García Márquez escribió su primer cuento, "La tercera resignación", y lo mandó al director del diario El Espectador. Pasaron quince días y el cuento apareció publicado en la sección cultural. Era 1947, el Maestro García Márquez no tenía un duro ni para comprarse el periódico y leer su propio cuento que tanto gustó a sus amigos. Luego la gente dice que la vida de antes era más fácil. En la calle hay que andar con cuidado. Antes de cruzarla debes mirar para un lado y para el otro. No importa si la vía es unidireccional. Nunca faltará un mierda al que eso le importe menos que una grapa y te eche el carro encima o te pise las patas con las ruedas de la bicicleta o te camine por encima con su burro y carreta. No hay derecho para los transeúntes. A los perros les va peor. Hace muchos años, cuando Érika tenía unos trece años y yo apenas comprendía que el mundo iba más allá de las cuatro paredes de la casa, veíamos los Picapiedras en el canal cuatro a las seis de la tarde. Érika ni se cambiaba el uniforme, así con la falda blanca y los polines de la niña del cuadro de oro se sentaba frente a la tele junto a mí y comíamos mangos con sal mientras que Dino le brincaba encima a Pedro Picapiedra. En los comerciales Érika me

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decía, "anda, tráeme un chocokake". Desde antes que naciera pedía cosas y cree que llegué al mundo para complacerla. Le hacía caso porque aún no comprendía que así trataban los patrones a sus criados. Cuando crecí y podía andar en la calle, Érika me mandaba a comprar y yo le hacía caso porque papá me decía, "es bueno ser obediente". Desde entonces aprendí que hay que mirar de un lado a otro de la calle si no quieres que un perro o camión te saque la entrechucha. Después que le rompí el hocico al niño en la escuela, mi papá me agarró de los hombros, me sacudió y me felicitó. Me dijo, "eso es muchacho, así se hace, no te dejes de nadie". Creo que sólo hay un hombre en el mundo al que amo, ese es papá. Las botellas con las piedras que les sacaron de la vesícula a Érika y a mamá están guardadas en el cuarto de la empleada. La cruz y el montículo donde está enterrado el perro casi han desaparecido. Nunca hubo una empleada. Tampoco la necesitábamos. Aquí no se ensucia mucho porque no hay mucha gente. La ropa la lava cada uno los domingos en la tarde y la colgamos en los cordeles del patio. Allí, junto a la lavadora, están la puerta clausurada del cuarto de la empleada y enfrente la tumba del perro. Las cosas que pertenecieron a mamá están guardadas en el cuarto de la empleada. Lo que más hay es ropa. Mi papá la conserva entre bolitas de naftalina para que no se la coman las polillas y cada cierto tiempo la lava, la pone a secar, la plancha y la guarda como esperando que llegue a usarlas. Érika no se acuerda que tiene una madre muerta y duerme como cualquier huérfana los domingos hasta tarde. De lunes a viernes y en ocasiones los sábados se despierta temprano, plancha su uniforme y se va a trabajar. Llega en la noche y arrastra la cartera como si fuera una maleta de viaje. Cuando se topa camino a casa con alguna vecina, le preguntan, "oiga, niña, ¿por qué viene tan tarde del colegio?". Les responde, "eso no le importa, vieja sapa". No le gusta que le digan que parece de dieciséis años, pero si le dices que parece de treinta, te parte el hocico. No le contenta nada. Es medio bruta la pobre. Yo no sé cómo papá la aguanta. Yo hace tiempos la hubiera chispeado a la calle. Lo malo es que sería muy difícil volver a encontrarla. Es muy chiquita. Se pierde en un pasillo. A la cama se sube con escalera. Y para abrir la puerta necesita ayuda. Hay que aventarla para arriba para que alcance la manija. Bueno, puede ser que esté exagerando, pero digo la verdad. A veces las cosas no son lo que parecen, sino lo que decimos o lo que recordamos. Somos memoria en acción. Sofía debe tener la misma estatura que Érika, pero no me parece tan pequeña. No es por nada, pero cada vez que entra con el uniforme del trabajo tengo la impresión de que es el traje que usan las muchachas en el sexto curso del colegio. Lo que la diferencia del resto es una bufanda morada que usa alrededor del cuello y el logo de la empresa para la que trabaja, un mundo en miniatura con unas alas a los

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lados. No creo que mamá regrese nunca porque está muerta, pero papá está convencido de lo contrario. Algunos años atrás, metidos en la misma cama, Érika y yo escuchábamos los pasos de un muerto. Habíamos ido a visitar a la abuela. La casa en que vive es enorme, fría y oscura, como para hacer una película de locos-sicópatas-asesinos. Cuando la abuela era más joven corría a correazos a mis tíos si llegaban borrachos, ahora que esta vieja sólo les grita desde la cama y se vuelve a dormir. Babea, ronca y es tan gorda que parece que se va a caer de ambos lados de la cama. Opino que Érika y yo éramos tan chicos que esa vez que fuimos a dormir a la casa de la abuela, debíamos tener más o menos la misma edad. En el cuarto había una ventana chiquita y debajo estaba la cama de Érika, la mía estaba arrimada contra la pared del corredor. Nos separaban unos dos metros de distancia. Debía ser la media noche, pero parecía la media tarde. La luna se metía a gritos por el pequeño boquete y lo iluminaba todo. Cuando empezaba a dormir escuché un ruido que provenía de la planta baja, eran como los pasos de un señor muy gordo que se había amarrado a las botas unos cascabeles. Al subir el tercer escalón pensé, "es un fantasma y se va a meter al cuarto atravesando la pared". Le dije a Érika, "oye, ¿estás dormida?". Ella no me respondió. Estaba muerta de miedo. Cuando los pasos se detuvieron frente a la puerta del cuarto, me dijo, "vente a mi cama". Entré a su cama. Sus pies estaban helados. Era inexplicable, no había modo de entrar a la casa sin que nadie desde el interior lo permitiera. Había varias puertas que se aseguraban con doble candado. Para subir las escaleras había que abrir dos puertas. Para pararse frente a la puerta de nuestro cuarto había que tocar previamente una campanilla, pero sea quien sea lo que estaba afuera no había tenido otra necesidad que la de atravesar las paredes. Érika y yo sabemos que en esa casa ha muerto una cantidad impresionante de gente, ya sea a balazos o por muerte natural. Temblando en la cama le digo a Érika que una vez vi en internet la fotografía de un fantasma. Era una niña que estaba frente al escaparate de una librería, arrodillada en el aire, flotando, como si hubiese saltado, recogido las piernas y se hubiera quedado levitando. Tenía el pelo suelto y unos horribles ojos blancos de pesadilla. Para ir al baño fuimos los dos, agarrados de la mano. Entró ella primero y desde adentro me preguntaba asustada, "¿estás allí?", yo le decía que sí. Luego fui y lo mismo. Le preguntaba, "oye, ¿estás allí?". Antes de salir le repetí tres veces la pregunta y no me contestó. Al abrir la puerta casi me muero. Me pareció verla como a la niña fantasma de la fotografía, sólo que con los dos pies en el suelo. A veces conoces a alguien toda la vida, pero a las tres de la madrugada, a media luz, te parece una extraña. Cuando estuve seguro que era mi hermana, me tranquilicé.

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Sofía siempre dice una cosa y termina haciendo lo contrario. Una noche cualquiera la llamé. Sin la esperanza que conteste, contestó. Y tras permanecer desaparecida algunas semanas me dice, "te espero a las cuatro donde ya sabes". Teniéndo en cuenta todo, posiblemente termine llegando a las cinco y no a las cuatro. Con los días nos hicimos amigos y la acompañaba a la casa. Caminábamos juntos y yo le cargaba la mochila. Era negra de una sola tira que se cruza sobre el pecho. Yo la llevaba a la espalda. A veces nos quedábamos sin hablar y yo le miraba el rostro de perfil. Ella miraba hacia el frente. Tenía los ojos más hermosos del mundo y no me los daba, miraba hacia adelante y sonreía para adentro. No sé cómo alguien puede sonreír para adentro, pero Sofía lo conseguía. Hay que verla para creerlo. Luego yo bajaba la mirada y ella me miraba. A veces le contaba cuál era el apodo que le ponían a Mauricio y ella se reía y me miraba y yo no podía mirarla sino cuando dirigía la mirada para el frente. Era una situación un poco tonta, pero me habría gustado que durase por horas y no minutos. Para atrasar la llegada yo daba pasos cortos y terminábamos frente a la casa, era grande, de dos pisos, con cerramiento blanco y el perro amarrado siempre ladrando. Entonces tocaba el timbre y la hermana abría la puerta sin asomarse. Me despedía con un beso en la mejilla. Puede ser que las cosas no ocurrieran del modo en que las cuento. Estoy seguro que si Sofía estuviera aquí, me corregiría y lo contaría de forma distinta. García Márquez dice, "la vida no es lo que vives, sino lo que recuerdas". El profesor de educación física fue un boxeador cuando joven. Le gustaba jugar pelota y tenía la cara trajinada por todos los golpes que recibió durante los torneos de pelea. Los lunes y los jueves teníamos educación física a la primera y segunda hora, respectivamente. El profesor le había dicho a Arcos que es una falta muy grave agarrar a patadas las canillas de los jugadores durante un partido de fútbol. Arcos lo empujó y le dijo, "cállate, conchetumadre". El profesor levantó el puño y le partió el hocico. Se decía que Arcos ya lo tenía colmando. Todas las clases se le empalaba y le reclamaba y lo mandaba a la mierda. Pero, particularmente, ese jueves a las dos de la tarde y treinta seis minutos el profesor que toda su vida fue buena gente se calentó y le partió el hocico para sacarse un poco del estrés acumulado. Hay quienes se pasan la vida rajándole la cara a un montón de hijos del vecino en los torneos de pelea, y muy pocas veces tienen la oportunidad de hacerlo con quien de veras se lo merece. Al profesor lo sancionaron, pero no lo despidieron. En los seis años que llevo en el colegio nunca supe su nombre y si lo escuché, lo olvidé. A Alburquerque siempre la tengo presente porque la puteamos todo el tiempo. La puteamos entre nosotros,

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porque si nos escucha, capaz, nos tira un rayo. Mauricio, la verdad, es el mejor profesor que hemos tenido, pero no lo soporto. Todo el mundo cuenta que cuando Maldonado le disparó en el rostro al profesor de educación física, éste, un poco confundido, sonrió. Luego la cara se le desdibujó y quedaron salpicaduras de sangre sobre las bancas de la salida lateral de la iglesia. Esas fotos aparecieron en los diarios. Uno sensacionalista lo tituló, "Boxeador vs. Escopeta, gana la escopeta". Jaime Bayly cuenta en "No se lo digas a nadie", que la noche que escapó de la casa de sus padres, durmió en un parque. Arrullado por los chillidos de las ratas pudo conciliar el sueño y en la madrugada lo despertó un policía. El oficial le pregunta que si trae identificación y él le dice que no. Le pregunta un montón de cosas y él a todas responde que no. Finalmente, el policía, le dice que es muy peligroso dormir en el parque, "ésto está lleno de muchos mañosos, óigame jovencito, si lo encuentran dormido bocabajo, le rompen el culo". A lo largo de la historia nunca responde las preguntas más importantes, quién fue la primera persona que le ofreció drogas y si le guarda rencor. A Maradona le hicieron las mismas preguntas y para responderlas pidió quince mil dólares. Meterte drogas por la nariz es la muerte de divertido, pero no es nada divertido dejarlas. Violetta lo sabe a conciencia. A Maradona lo metían a patadas en las casas de rehabilitación y cuando se curaba, lo primero que hacía, era buscar el motivo por el cual ingresó. Eso sí es la mata de la mañosería. Mi abuela, cuando quería decir, "el colmo". Decía, "la mata". Yo pienso que Érika anda medio pacheca, pero creo que su personalidad es así. La otra vez estaba viendo un especial en la televisión. Revelaban que lo que mata a los drogadictos no es la droga, sino las cochinadas que le echan para fabricarla. Contaba el reportaje que a las hojas de coca las mezclan con gasolina, luego con goma de calzado, diluyente, metano, plomo, veneno para ratas y al final le cantaban al preparado un villancico navideño. La parte del villancico no la creo, pero debe ser cierta. Tenemos una vecina que desde octubre empieza a escuchar villancicos navideños a todo volumen. Una vez papá fue a reclamarle, "oiga, señora, bájele el volumen por favor, no ve que queremos dormir". La vieja con cara de perro bulldog y con gorro navideño en la cabeza y con el pesebre del Niño Divino de fondo, le dice, "ésta es mi casa y yo escucho lo que chucha quiero". Al día siguiente amaneció pintada una leyenda en el cerramiento de la casa de la vieja cara de bulldog. En aerógrafo de color negro y letra cursiva se leía, "QUE VIVAN LAS VIEJAS PUTAS, PERO LEJOS DE LA FLORESTA". Todo ha dejado de entusiasmarme desde que me enteré de lo que me enteré. Antes, unos días atrás, reventaba la grabadora con la única canción de Reik que me

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gustaba. Érika, desde el otro cuarto, golpeaba el muro y me reclamaba, "ya, pues hasta cuándo con la misma mierda". Ahora, la canción de Reik se me quedó en eso, en mierda. Mauricio anda con cara de panteón. Cecilia le pregunta, "¿qué le ocurre profesor?". Él la mira como preguntándose, "¿qué te importa?, mocosa de mierda", y no dice nada. Cuando Mauricio se compró el Skoda y anunciaron por la televisión su nuevo programa de entrevistas y se vestía como propietario de un burdel de lujo, andaba contento como cotorra mojada, aunque en realidad estuviera más arrancado que alcancía de mendigo. El diablo no se viste de rojo, ni anda con cachos, ni con rabo, ni con trinche, ni usa barba. El diablo es tan hábil que para convencerte adopta la forma de un carro o de una escopeta y te dice suavecito al oído, "no te hagas el rogado que sé bien que me quieres". Te engaña y cuando piensas que tienes el control, te las cobra todas con intereses y gastos de gestión. De repente, te das cuenta que andas en la calle en calzoncillos, sonando una matraca de penitente y diciéndole a todo el mundo que el mundo se acabará mañana porque a ti ya te tocó un anticipo. Mauricio se quemó tanto que con sólo verlo, salimos chamuscados. Se dice que el peor día es el lunes, pero eso es mentira, el peor es el domingo, porque precisamente el domingo tiene la culpa de que el lunes exista. La primera perjudicada fue Sofía y después Mauricio. Les siguieron López Triana, Maldonado y Arcos. Y al final, todo el mundo se jodió, inclusive yo, y algunos otros que ni siquiera son del colegio y probablemente nunca llegue a conocerlos. Enamorarse es como ser un adicto a la cois. La cois, al igual que el alcohol, produce resaca. Las ansiolíticas te calman, pero no vale la pena porque en seguida te estorban para pensar. La cois es el amor sin el amor. Para sentirte bien debes estar armado, para pasar la noche necesitas alrededor de media libra de coca. En el Perú le dicen, falso, falsísimo, blancanieves, caspa de Atahualpa. El nombre más usado es chamo y cuando una persona se ha dado un jalón o un tiro o una raya. Le dicen, "estás armadazo". Si te falta lo que amas, te mueres. Puedes sufrir horrores por la caricia que nunca llegó o por la raya que no pudiste meterte, así que te tomas una pastilla somnífera y pospones el sufrimiento hasta el momento que puedas soportarlo. Es mi opinión, pero es mejor meterte un par de pepas para dormir que un ansiolítico para seguir viviendo. A veces es mejor dormir que vivir. Las pastillas para

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dormir no dejan resaca. Las ansiolíticas te dejan la cabeza como tambor de africano y no comprendes la diferencia entre almorzar y salir desnudo a la calle. Las antidepresivas debes tomártelas durante cuarentaicinco días para sentir ganas de seguir viviendo. No es aconsejable consumirlas seguido, no porque se te vuelva una adicción, sino porque puede ser que te hayas pegado un tiro de pistola en la cabeza en esos cuarentaicinco días de espera. Esas cosas las aprendí durante una exposición sobre los efectos de las drogas lícitas e ilícitas que organizó Mauricio en el salón de actos. Si vas donde un psicólogo y le dices que ya llevas tiempo tomando tranquilizantes, pastillas para dormir o ansiolíticas. Va a correrte del consultorio a cuerazos. Ese tipo de cosas sólo las debe recetar un médico autorizado y no tomarlas porque se te antoje o porque a tu juicio necesitas meterte un par de pepas para soportar mejor el peso de la realidad. Un médico siquiatra puede ayudarte si tu problema es el de meterte cois por la nariz. Si traes muchas ganas de meterte un tiro en la cabeza también puede auxiliarte, pero no soporta la idea que uses sus pastillas para matarte en lugar de curarte. Pasar toda la noche con tiros de cois hace que la nariz se te hinche y luego te la andas sonando como si anduvieras resfriado. Eres la persona más feliz del mundo cuando te los estás metiendo, el problema ocurre cuando te falta, entonces los síntomas son idénticos a cuando se va el amor. Sientes ansiedad, luego viene la etapa de abstinencia y necesitas de aquello porque de pronto la vida se te vuelve insufrible. En ese momento la felicidad se te va a la mierda y tu mundo quimérico se vuelve un infierno y sales a buscar nuevamente tu amor y puede ser que te mueras o mates a alguien en el camino. La etapa de abstinencia es nefasta y luego dicen que el amor es lindo. En la iglesia del colegio persiste el olor a pólvora de la balacera. Unos señores con mochilas de astronauta atomizaron cantidades industriales de Glade. Son imposibles los intentos para disimular el olor, se lo percibe desde la calle, el hedor se acentúa en los cursos y en la iglesia debes usar máscara antigas. Nadie sabe si Arcos, López Triana y Maldonado estaban en la etapa de abstinencia o previamente se habían metido unos tiros de cois. Se dice que les metieron a los demás los tiros de bala que ellos querían pegárselos. En los periódicos perdura la noticia y la cuentan una y mil veces más, pero ninguno dice por qué ocurrió. A lo mejor ese día les faltó su ración de cois o simplemente pasaban por un mal de amores. Nadie lo sabe. Cada vez que pienso en Mauricio y en Pedro y en Arcos y en todos los perros y los gatos y las arañas que se tiraron a Sofía me dan muchas ganas de matarlos a todos. Sofía estaba embarazada. Digo, estaba, porque abortó.

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El primero que me lo dijo fue Hidrovo. Yo no le creí porque cada vez que abre la boca es para decir una babosada. Hace un tiempo él me dijo, "a la Sofía la han rellenado". Lo dijo esa tarde en que Sofía se negaba hacer los ejercicios que le pedía la maestra de educación física. Para los chicos hay un profesor y para las chicas una profesora. Ambos instructores, en realidad, parecen la misma persona. Pero no. Supuestamente Sofía se negaba porque las mujeres en estado de gestación no pueden hacer esfuerzos estúpidos como correr tras una pelota o bajar y subir las escaleras o estirarse como bisagra en el piso recalentado por el sol de la tarde. Tenía las manos en las nalgas, enfurruñada, y nadie en el mundo podía convencerla de hacer ninguna cosa. Aunque hiciera tremenda luna, a las dos de la tarde, usaba suéter largo. Andaba medio gordita. Siempre con antojos raros. Me la quedaba mirando en la heladería y ella estaba como ausente. Me hablaba sin ponerle atención a lo que decía. Trataba de hacerla reír y se reía por compromiso. Luego miraba sus manos pequeñitas y frágiles, y después sus dientes parejitos, la etiqueta rosada en un costado del suéter, el cierre abierto a la mitad de sus pechos de los cuales no se veían nada, porque son muy chiquitos. Mauricio debe conocer su apariencia y a qué saben. Yo sólo puedo imaginármelos. Por eso es que me dan muchas ganas de quebrármelo de un balazo. Como si fuera poco, a lo mejor, Arcos también se los ha visto y Pedro y los perros y las arañas y King Kong y media humanidad. Todos. Menos yo. Qué injusto. Qué mierda. A veces me dan ganas de coger una motosierra y desgranputar al primero que se me atraviese, pero luego pienso que esto debe enfadar a Sofía y me calmo. Miraba el rostro de Sofía y su mirada se tornaba transparente. Ella, por decir algo, decía alguna cosa. Yo pensaba, "y si cojo y la beso". Pero no me atrevía y rápidamente ella se levantaba. Me decía, "ya es tarde, ¿no?". La acompañaba a su casa y nos despedíamos hasta el otro día. Cuando la encontraba en el recreo, me daban ganas de decirle, "¿sabes las porquerías que Hidrovo cuenta de ti?". Nunca se lo dije y más bien repetíamos las mismas cosas y nos reíamos a la fuerza de los mismos chistes y si cien veces al día nos encontrábamos en los cambios de hora, esas cien veces nos dábamos un beso en la mejilla, porque éramos amigos, sólo amigos y nada más que amigos, de nada servía que yo quisiera ser más que eso, y sin importarle el gigantesco calor de la tarde ella usaba un suéter doble de color distinto cada día y era Hidrovo que contaba que ella lo usaba para disimular la panza y se reían y Silva me decía, "¿qué tal loco?, me cuentan que vas a ser tío". De los perros aprendí que sólo debes comer hasta cuando te sientes satisfecho. Si un gato se aburre de ti, simplemente, alzará el rabo y se largará. Las personas comemos hasta volvernos ballenas de tierra firme y soportamos a los hijos del vecino

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aunque en realidad queramos quitarlos de una patada. En eso los perros y los gatos nos superan. Los perros deben trabajar a sus amos. Les mueven la cola y si dentro de su cabeza perruna piensan, "putamadre, lo que debo hacer por un puerco hueso", talvez te miran con mucha mansedumbre y te echan una lengua babeada hasta el piso para convencerte que son buenos. Los gatos se creen en el derecho de ser servidos, no le rinden cuentas a nadie, si están de buenas son cariñosos y si están de malas te muerden y se van orinando en la ropa. Te exigen comida y obediencia como si tú fueras la mascota. A veces creo que Érika tiene bastante de gato y piensa que yo soy su perro. Ella trae películas, la verdad y aunque me duela reconocerlo, tiene muy buen gusto. Nos encantan las películas de locos-sicópatas-asesinos que matan gente. Pero mucho ojo, no de cualquier loco-psicópata-asesino de motosierra, sino de los locos-sicópatas-asesinos culturosos. De esos que saben de arte, son inteligentes y que tienen una moral bastante torcida y que matan a sus víctimas enseñándoles alguna lección de vida. Las películas de comedia-romántica me caen con una patada de hierro con clavos en la punta en los huevos. A Érika también le caen chancho. No digo que le caen como patada en los huevos porque sería incorrecto. En todo caso, le caerían como una patada en los ovarios. Érika no es un hombre, es una mujer, y creo que la quiero muchísimo porque resulta que es mi hermana, y ya lo dije, y creo que no cabe recordarlo, pero si tienes algún problema con ella, puedes ponerte graciosamente unas zapatillas de baletista e irte de puntitas y en silencio a la mierda. Yo no sé, pero me cae en los huevos que entre las chicas del colegio se escriban, "Gaby y Mafer, amigas X 100pre". Luego, a la vuelta de la esquina, la una cuenta de la otra hasta cuántas toallas sanitarias usa al día. Si tienes una hermana y una mejor amiga y al momento dices que a la persona que más quieres es a tu mejor amiga, entonces, pégate un tiro. Pues tu hermana nunca será tu mejor amiga, porque tu mejor amiga nunca será como tu hermana. A Érika le caen de a huevo las películas de chinos peleones y a mí también. En los Siete Pecados Capitales, Érika se cagaba del miedo. Me pidió que vaya a dormir con ella. Lo que no sabía es que yo cargaba más miedo que ella y apenas podía moverme. En la mañana, papá, nos encontró en la misma cama. Aún dormidos nos abrazó y nos dio un beso. Nos dijo, "qué bueno que se quieran y se cuiden tanto". Cuando papá conoció al enamorado de Érika, lo sacó a patadas de la casa. Ella nos había contado todo sobre él, que era un buen muchacho, que era trabajador, que tenía un carro, que ya es un profesional. Era el tipo perfecto y papá le reventó el culo

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a patadas. Todas las vecinas sapas se asomaron a las ventanas debido el escándalo. Afuera, en la vereda, papá gritó para que todo el mundo lo oyera, "vuelve y te parto el hocico, conchetumadre". Érika se puso chilla y chilla, como si otra vez se hubiera muerto el perro. Mi papá bebió como doce vasos de agua para tranquilizarse. Las pocas veces que se descontrola, tiembla. Él subió al cuarto y se encerró. Ella empezó a armar las maletas. Mientras bajaba las escaleras, arrastrando la maletota, salió papá vestido como para ir a una fiesta. Le quitó la maleta. Le agarró de la mano como a niña malcriada. Salieron juntos dando un portazo y regresaron en veinte minutos. Érika ya no estaba llorando, sino muy enfadada. El tipo que la pretendía, efectivamente, tenía un título profesional, trabajaba para su misma empresa, conocía dos idiomas, tenía la edad de papá y al año ganaba más que él. Y, además, tenía una esposa y una hija que también se llamaba Érika. Papá la llevó a su casa, en el otro barrio, para que conociera a la familia del novio y cobrarle la cuenta de dos meses de atraso de la comida de su perro. Creo que mi vida podría entrar en un libro. En uno pequeño. No alcanzaría para uno de esos grandes y gordos. Mi vida es un libro de bolsillo, no de cartera. El cumpleaños de Sofía es el 10 de enero, pero la última vez que la vi fue el 9. Lo recuerdo bien porque se fue llorando a la mitad de un examen. Todos sospecharon que estaba embarazada cuando comenzó a usar por fuera la blusa del colegio. En el colegio deben haber unas mil almas que se desviven y sufren por lo que le ocurre al prójimo. Si ven a alguien jodido o embarazada, que a la larga viene a ser lo mismo, se la quedan viendo con sus grandes ojos de sapos y se dicen, "pobrecita la Sofi, tan chiquita y tan puta". Cuando Vásquez regrese de Nueva York tendrá que recogernos del piso con una escoba. Silva dice que va a estudiar computación en la Escuela Politécnica. No le creo. Más bien estudiará todos esos dibujos animados chinos que les encantan a los estudiantes de la ESPOL. Vásquez puede correr como un automóvil con la pata hundida al fondo del acelerador. El profesor de educación física le decía que tendría un muy buen futuro si se dedicase al fútbol. Silva decía que le iría mejor si arranchase carteras en el parque Victoria, nadie lo alcanzaría. Cada vez que ha participado en un torneo intercolegial de matemáticas ha ganado. Pienso que le irá muy bien en una universidad estadounidense porque es práctico y la muerte de organizado, parece agenda de gringo. Vásquez no es muy alto, pero a golpes le cerró el culo a Maldonado. Mientras se daban de leñazos Hidrovo lo alentaba, "dale Vásquez, no te dejes, tú tienes más talla".

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Yo no sé qué voy a estudiar al salir del colegio. Talvez debiera hacerme inventor para fabricar la máquina del olvido. Debe haber muchas personas en el mundo que desean olvidar varias cosas. Allí es donde está tirada la plata. Pienso que Sofía la usó primero y ha olvidado que llevo más de una hora esperándola. Una iglesia debe tener muchas puertas para que las personas entren y el doble de candados para impedir que salgan. Es preferible que haya pastores en lugar de curas. Los curas tienen la mala fama de ser pedófilos y los pastores, estafadores. Se le perdona más a una persona que te roba la plata que a quien le roba la inocencia a un niño. A los evangélicos cristianos no les gustan ni los santos, ni las vírgenes, ni las marías. Si vas a la iglesia evangélica cargando un Niño Divino, ni vas a saber cuándo te tumban y te arrancan los huevos haciéndote un exorcismo. Si vas a la iglesia católica cargando una Biblia evangélica, el cura te correrá a patadas porque tienes una Biblia a la que le faltan varios libros. Aunque no parezca, la Biblia evangélica, tiene como cinco menos que la católica. Los pastores se defienden diciendo que estos libros no los inspiró Dios, sino que los escribieron los curas para manipular a la gente. A veces llegaban pastores invitados de otros países y nos contaban muchas historias sobre valores morales perversos, del tipo "Aventuras de Anibal, el caníbal". Como por ejemplo, la del señor que controlaba el acceso de las rieles a un tren. Una tarde, su hijo menor, fue a dejarle el almuerzo. El niño caminaba alegremente y no se percataba que iba en medio de las vías y que el tren se acercaba peligrosamente a sus espaldas. El padre que lo veía todo desde lejos entró en un dilema pavoroso. En sus manos estaba salvar a su hijo o las personas que iban en el tren. Sólo tenía que accionar las palancas que estaban al alcance de sus manos para descarrilar el tren y salvar a su hijo. Debía elegir entre salvar la vida de muchos inocentes sacrificando la vida de su hijo o viceversa. De nada valía que corriera tras el niño para rescatarlo porque no era Spiderman. A demás no era una historia sobre superhéroes, sino de supervíctimas. El señor sólo era un humano que no había ido a la iglesia y que al correr en auxilio de su hijo lo que recogería del piso sólo serían los restos sanguinolentos de su carne. No le quedó otra alternativa que cerrar los ojos, apretar los dientes y dejar que el tren siguiera su curso. El montón de gente que iba a bordo del armatoste de hierro era ajeno al drama que enfrentó el hombre y las tripas y la sangre que quedaron en el camino. La moraleja que explicaba el pastor era que ese fue el castigo que recibió el hombre por no haber ido a la iglesia el domingo anterior al accidente. Un mes después sobrevino la balacera y nadie pudo explicarse por qué ocurrió eso, en ese lugar, si todos los días, inclusive con mayor énfasis los domingos, se hacían cultos evangélicos.

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Come as you are, es una de las canciones que más me gustan de Nirvana. La mejor parte del video es cuando un virus se pega a una célula, la contamina, la satura y termina reventándola con miles de nuevos gérmenes que van en busca de otra célula. Y mientras eso sucede Kurt Cobain dice, "no, i don`t have gun, no, i don`t have gun". Y luego suenan los acordes del bajo y después obtuvo una escopeta y se voló la cabeza. El virus infectó muchas veces la misma célula, inclusive, cuando Kurt Cobain se llenaba de gusanos en la tumba. Sofía estaba rellena, pero no de virus, sino de otra cosa. Al igual que una infección venérea, el embarazo se adquiere por medio del contacto sexual, pero ella no estaba enferma. Sin embargo, se curó cuando abortó. A Sofía le gustaban los perros. A Pedro no le gustaba Sofía y la cambió por otra. A Sofía, aparte de los niños, le gustó Mauricio, pero no le gusto yo. No importa cuánto te guste alguien. Si ese alguien prefiere a otro no queda más remedio que pegarte un tiro como hizo Kurt Cobain aunque no se sabe si aquello lo hizo por amor o por odio. A la larga el amor y el odio son lo mismo, sólo es tiempo lo que separa lo uno de lo otro. Los sicólogos dicen que las adolescentes que abortan una vez, seguirán embarazándose y abortando muchas veces, pero la verdad es no existen estadísticas que sostengas que los sicólogos participan en abortos. A Sofía le gustaba las canciones de Chayanne y también le agradaban las baladas en inglés. Nunca mostró mucho interés por las canciones de Nirvana. Tampoco creo que haya tenido muchas ganas de ser madre, y eso que también le gustaban los niños. Una vez fuimos al cine. Fui muy feliz con ella esperando en la cola para comprar las entradas. Cuando tú estas con la persona correcta puedes estar feliz en cualquier lugar. Pero de nada te sirve tanta felicidad si a esa persona no le gustas. Creo que debí besarla cuando tuve tiempo. Ahora ya es muy tarde. Demasiado. Ya no hace tanto calor. Al sol le han dado cuerda y ahora está virado en el cielo. Odio el sol. Prefiero los días nublados y si llueve, mejor. El tiempo se pasa volando cuando te diviertes. Cuando esperas pasa a plomo. En el cielo hay nubes grises, parece que en la noche habrá cielo nublado. El cielo está mal. Debería ponerse nublado en el día para que el sol no reviente a la tierra, pero hace todo lo contrario. Los alacranes en la selva disfrutan de un fresco día nublado mientras que las gentes sudan como cerdos en la ciudad. A Érika le da lo mismo si está nublado o si hace sol. En este momento ella debe estar en su trabajo. Me imagino que frente a una computadora, en un salón refrigerado. Me pregunto si tendrá tiempo para dormir allí. Yo creo que en su trabajo debe ser igual que en la casa, porque el modo de ser que uno tiene, lo lleva a todos lados. A veces creo que anda medio pacheca, en especial cuando duerme todo el

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domingo. Los siameses también llevan al otro a todos lados, tiene que ser horrible, todo el día deben tener deseos de querer salir corriendo para lados opuestos. Si quieres hartarte de alguien prueba cargándolo todo el día. Llevo más de una hora y media esperando a Sofía y no viene. Ahora pienso que la que estaba pacheca era ella y cuando me contestó el teléfono tenía un troncho en la mano. Violetta se metía cois y creía que iba en un tanque de guerra. Desde dentro accionaba las palanquitas, se estremecía con el avance tortuoso del tanque y todo lo veía a través de un pequeño rectángulo que tenía los contornos negros. No podía mirar para abajo o para los lados, sólo lo que tenía en frente y cuando encontraba un obstáculo, accionaba las palancas, le daba varias vueltas de ruleta a la manivela, cargaba el cilindro de los misiles y antes de disparar, decía, "ya te jodiste, pinche cabrón". El caso de Jaime Bayly es similar. Cuando se metía coca hacía muecas y lo reprendían. El amigo le decía, "el buen coquero no se mete rayas a lo bruto, el buen coquero no habla huevadas ni se pone tieso, el buen coquero conoce sus límites". Jaime Bayly se metió pastillas para dormir con el objeto de matarse. No lo consiguió. El amigo tuvo que llevarlo a un hospital para que lo despertasen. Si quieres matarte con pastillas para dormir, debes tener en cuenta que la dosis letal es superior a las cinco mil unidades. Todas las cajitas de pastillas para dormir traen un recetario que así lo advierten. Cuando era chico quería ser un cantante, como los Nirvana o los Collective Soul. Nunca levanté una guitarra o le di palazos a un tambor. Con el tiempo descubrí que hice bien. A la música la respeto mucho, sólo se la dejo a los maestros. A la cois también. No hay que tenerle miedo a nada, ni siquiera a Dios. El respeto es distinto, tienes que ganártelo. Lilian Mora, la inspectora general, solicitó silencio. Dijo, "chucha, cállense, mocosos de mierda". Estoy seguro que ella pensaba en eso cuando en realidad dijo, "que el estudiante López Triana se acerque un momento, por favor". La plasta de mierda de forma humanoide subió ágilmente a la tarima. Era de madera oscura, tenía bastante de patíbulo y tablado de teatro. Lo presentó a los estudiantes con tanta ceremonia como si se tratara del alcalde. Le pidió, "entrégueme su mochila, jovencito". Se la dio. Ella sacó del interior todo un zoológico de ratones y de accesorios de computadoras que había robado del salón de computación. "Solteros Sin Compromiso" lo repiten los sábados a las diez y media de la noche. "El Chavo del Ocho" lo repiten entre lunes y viernes de dos a seis de la tarde y de siete a diez de la noche. "Doraemon" lo repiten hasta la nausea y yo ya sé lo que van a decir los personajes desde antes que empiecen a hablar. En la tele repiten un montón de cosas y las rellenan de propagandas. Nadie pensaría que cobran un chuchal de plata por unos segundos al aire. Ellos desperdician horas y horas en cosas

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inútiles y nadie sabe qué hacen con tanta plata. Debo reconocer que "Solteros Sin Compromiso" vale la pena ver dos veces. Mauricio decía que un minuto de publicad en un programa de bastante raiting puede llegar a costar mil ochocientos dólares. Esa tarde en que López Triana estaba trepado en el tablado del auditorio, Mauricio, parecía un abogado hablando rígidamente por su celular. Siempre nos repetían que la máxima sanción para quien robara algo sería la expulsión. López Triana no sólo sería expulsado, sino que también llevaría una negación de matrícula para cualquier colegio que quisiera entrar. Puso las cosas sobre el estrado del salón de actos. Lilian Mora habó de moral, religión, ética y filosofía. Le pidió a López Triana que no volviera a pisar jamás el colegio. No dijo nada acerca de la iglesia, sólo habló del colegio. Al día siguiente, temprano, López Triana estaba listo con su rifle de asalto. El mierda esperaba paciente el culto evangélico que, oportunamente, se adelantó para reprender en público y delante de Dios a Sofía por abortista o abortadora o como arañas se diga. Si los policías metieran a la cárcel a todos los ladrones y los pandilleros y los asaltabancos y los asaltacarros, no quedaría nadie en las calles. Ni siquiera yo. A los ladrones y los pandilleros los sacas a un millón de kilómetros. Brillan como camellos en el polo norte. Si ves a un cholo que no tiene camisa, que se está triquiando o fumando un grifo o metiéndose una raya en una esquina y, lo miras, te mete un tiro de bala y luego te roba porque sólo pasabas por allí. A los asaltabancos y asaltacarros no hay modo de reconocerlos. No dan tiempo para verlos. Sabes que son ellos cuando te secuestran y te perforan la cabeza. Lo mejor en esos casos es no hacer nada. Los policías dicen que los ladrones no quieren matar, lo que quieren es robar. Pero esas cosas no les quitan las ganas que traen de meterte bala. Los asaltacarros empiezan igual que las putas y los gerentes de las empresas. Primero hacen algo chiquito y luego van por las cosas grandes. Al principio me imagino que deben sentir pena. A lo mejor piensan, "qué mierda, ya le robé a éste man". Con la práctica van perdiendo la timidez y les da lo mismo robarte el celular o destaparte la cabeza con una escopeta. En las noches hace un frío bien conchesumadre. No importa cuánto calor el sol haya reventado en la tarde. No importa la luz que hayas visto. De eso no quedan rastros a las doce de la noche. Te asomas a la calle y se te congelan las barbas y los mocos. En semejante frío, Érika, estaba jode y jode y quería que le abra la ventana. Mauricio también jodía, pero era para ponerle gasolina al Skoda. Nos llevó a una fiesta. Había ruido. No se veía nada. Sofía también estaba allí y yo casi me vuelvo

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loco de contento. Mauricio es un gallo bello y lo primero que hizo fue caerle a Sofía. Le cayó sin paracaídas y con tanto empuje que los dos terminaron aterrizando en los baños. Cuando todo se terminó, Sofía, estaba llora y llora. Afuera ensordecía la música. Del dolor en el alma, se arrimaba a la pared manchada del baño. La encontré dos horas después, cuando fui de casualidad al baño. Sentada en un retrete, con el maquillaje corrido. Lloraba por ella, por Mauricio y por los hijos que tuvo y que nunca parió. Después que encontró la araña en el guardarropa, encontró otra debajo de las sábanas de su cama. Gritó de rabia y se le ocurrió que en mi cuarto no había arañas. Se aseguraba que ninguna entrara teniendo la ventana abierta. Yo me cagaba de frío. No le importaba. Era más fuerte su miedo por las arañas. Yo creo que Sofía también lloraba por no quererme a mí. No lo sé. Nunca se lo pregunté. No soy sapo. En el carro íbamos en silencio y a ella se le caían las lágrimas. No sé, pero con su saquito negro, su blusa blanca y sus lágrimas grises, me parecía un pingüinito. Esa se podría decir que fue la segunda cita que tuve. Antes la veía seguido en la heladería que estaba frente al colegio, pero era tan breve el tiempo que pasábamos juntos que no contaban como citas, sino como avistamientos. Tan rápido como ver un platillo volador. Esa noche la tuve por casi dos horas. El camino de regreso a casa era largo y yo la acompañaba en silencio. A veces es mejor coincidir en los silencios que en las palabras. En especial con la persona que amas. No sé si amo a Sofía. Pero la quiero muchísimo. Si no fuera así, en lugar de esperarla sentado tanto tiempo, la hubiese mandado a la mierda. No quería dormir en mi cama, tampoco quería dormir conmigo. Lo que se le antojó fue que pasara su cama a mi cuarto. Le cumplí. Le armé la cama. Le puse el colchón. Se levantó. Caminó hacia la ventana. Le dio golpes para que se abriera. Yo le dije, "déjala cerrada". Me dijo, "esto se queda así". Yo le dije, "me cago del frío". Ella me dijo, "te aguantas". Le seguí reclamando. Y ella me mandó a la mierda. Gritamos. Papá intervino. Fui a dormir a su cuarto, con la ventana cerrada y el colchón tirado en el piso. A veces es mejor dormir con una araña que con tu hermana. Cuando cerraba la puerta le dije, "ojalá y se te meta un negro y te ponga juicio". A veces vives algo que sientes muy falso. Hace muchos años, parado afuera de una tienda, en la avenida principal, vi cómo un pequeño camión cargado de gente dio vueltas de campana y aplastó a sus ocupantes. Tenía un Doritos en la mano, respiraba aire, la luz de la tarde traspasaba como vidrios a los edificios. Con mucha claridad vi cómo las personas que iban en el balde de madera cayeron muy lentamente hacia la tierra y con igual lentitud les cayó el coche encima. Todo parecía movido por una angustiosa resignación, como si se le hubiese agotado la cuerda al tiempo. El único ruido que escuché fue el de una tremenda y vibrante lata de galletas cayendo de una alacena muy alta, que hizo el carro cuando apachurró a los pasajeros contra el divisor de tránsito.

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Los ojos de Sofía son grandes y rasgados. Yo le decía china. También son amarillos y sus pupilas se dilatan bastante y se ve un gran círculo negro dentro de otro círculo negro. Los ojos de Sofía son los más preciosos que jamás he visto y todo el tiempo que pasaba junto a ella sentía que vivía algo que no me correspondía. Cada vez que estaba conmigo creía que me la estaba robando y que en cualquier momento vendría alguien a quitármela. Los ojos de Sofía dicen muchas cosas. Dicen cosas contrarias a las que habla. Si se queda callada, no hay modo de saber lo que le ocurre, pero sus ojos nunca terminan de hablar. Inclusive cuando los cierra, porque parece que el dolor le impidiera mirar. Cuando regresábamos en el bus, yo la miraba. No decía nada, sólo le rodaban lágrimas mezcladas con rímel y parecía gritar de desesperación con la mirada, y yo me volvía loco y ella no pronunciaba una sola palabra. Juraría que la parte amarilla de sus ojos estaba verde, aunque podría ser cosa de la iluminación. Siempre que se quedaba callada, yo trataba de interpretar lo que no me decía y tal parece que todo lo entiendo al revés porque mis necesidades por ella no son las mismas que las que tiene hacia mi. Yo la necesito como mi novia, ella me necesita como su amigo y creo que el próximo en armar una balacera seré yo, en el mismo comisariato donde la conocí. Ayer me dijo, "espérame donde ya sabes a las cuatro de la tarde". Pero debí de haber estado allí, en su casa, en lugar de haber estado sin estar por teléfono, pues con sus ojos a lo mejor trataba de decirme otra cosa, aunque debo reconocer que nunca he sido muy bueno para entender nada. Vas en una buseta. Se suben dos ladrones. Si no tienes plata te meten dos balazos. Si sí tienes plata, igual te meten dos balazos. A los ladrones no les interesa el código penal, ni los juicios, ni los veinticinco años de reclusión mayor con que sanciona la ley a un homicida. Lo que quieren son tus cosas y si se lo impides, te trancan dos balazos. Te dejan tieso en medio de un charco de sangre. Al rato vienen los de la Extra y titulan a la noticia, "murió por no dejarse robar el celular". Papá tiene una pistola. De esas de que disparan cuatro tiros de un sólo tirón. La vida es una pistola caliente entre los pantalones. Si te sientes inseguro viviendo en una ciudad donde cada mes existen tantos muertos como si un Jumbo Jet se estrellara contra los edificios, ya verás que con un arma cargada recuperas un poco de confianza. Papá guarda la pistola en un lugar y las balas en otro. Pienso que será con la pistola de papá que armaré una balacera en el comisariato. Algunos ladrones usan gorros de navidad, otros trenzas, otros los escapularios que patrocina el Papa y otros no usan nada. A Sofía le gustaba Bob Marley porque era quien había inventado el reggae. Sofía dice que aunque él usara trenzas y fuera negro,

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no era un ladrón. Fumón sí era, pero jamás le robó un cortaúñas a nadie. Eso es muy bueno. A veces los cantantes son bastante rateros. La mamá de Bob Marley no lo quiso mucho, el padrastro menos. Cada vez que podía, le agarraba a cocotazos, pero Bob Marley no se hizo psicópata, ni ladrón, ni nada. Se hizo cantante y cantaba pacheco y a Sofía le cae muy bien y todo lo que la trae de buenas me conviene. Algunos ladrones son muy religiosos y nunca prescinden de asistir a la procesión del Cristo del Consuelo. Tampoco les falta tatuado en el culo su Niño Divino. Los ladrones no se llevan con los curas, pero se entienden muy bien con Jesucristo. Cuando Jesucristo vino al mundo dijo que venía a salvar a los pecadores, o sea a los ladrones y a quienes la ley los persiguiera. Las prostitutas también entran en ese grupo. Cuando Violetta pasaba cerca de un policía, enseguida bajaba la cabeza como puta mustia. Eso está mal. Si eres Dios, lo menos que puedes hacer es regalar un poco de cielo a quien lo necesita. Jesucristo jamás mencionó nada acerca de salvar a los pachecos o a las putas. Las putas son prostitutas pero en un nivel más profesional. No hay que confundir lo uno con lo otro. No es lo mismo un camello que un convertible. Tampoco es lo mismo, llegar a la meta que te lo metan al llegar. Hay diferencias. A las prostitutas no les gusta lo que hacen y se lo chantan. A las putas les agrada a morir. La constitución defiende tu derecho de hacer con el culo un circo, siempre y cuando esto no perjudique la salud de los demás. La constitución perfecciona los pasajes que a Dios se le olvidaron en la Biblia. Sin embargo, ni un libro ni el otro menciona nada acerca de andar pacheco. La tenencia ilegal de cois implica quince años de cárcel, no importa si cargas un gramo en el bolsillo o cien toneladas en un barco, la condena es la misma. Mauricio entiende bastantes cosas de abogados, siempre se las pregunto para quemar horas de clases. Morir y perder son lo mismo. Extraviar es diferente, tienes la esperanza de recuperarlo. Para la pérdida y la muerte no hay vuelta. Las fundas de Doritos son otra cosa tonta, no hay modo de abrirlas. Agarras la funda, la rasgas y los Doritos caen justamente en un charco de agua puerca. En cada persona que conoces vive una parte de ti. Si les pides a tu mejor amigo y a tu peor enemigo que escriban algo sobre ti, lo harán. Conseguirás dos lecturas distintas y te quedarás con la que más te conviene. Cuando pierdes a alguien muy importante, también pierdes parte ti. Un día vas caminando por la calle y no sabes dónde se te cayó un brazo o una pierna. Te desesperas. Te mueres o te pierdes. No importa, es lo mismo. Así reaccionas cuando algo se te pierde. Las pérdidas te llegan de repente y no hay modo de prevenirlas. Se dice que cuando mueres pierdes 17 gramos. Los espiritistas dicen que es el peso del alma, los médicos dicen que es el peso del último aliento de aire en los pulmones. Las papas también vienen en fundas muy frágiles. Las papas picantes son peores que las naturales. Antes venían con unos sobrecitos de mayonesa y salsa de tomate en el interior. Ahora ya no. Los han perdido.

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Sofía empezó perdiendo a una persona y terminó matando a muchas más. Jamás las recuperó, es imposible. Yo extravié a Sofía. Si hay suerte, llegará en cualquier momento. Sino aparece en unos minutos, entonces, será una pérdida definitiva y tendré que afrontarlo. Para extrañar algo, primero, debes acostumbrarte a tenerlo. Que te falte un brazo es una pérdida muy grande y hay quienes no los tienen desde su nacimiento y no se han muerto. Silva es gordo y no es más alto que yo. Ya le crece la barba y se la rasca como si tuviera pulgas. Tiene caspa hasta en las manos y usa lentes. Si te sientas a su lado, en la hora de clases, no le paras bola a lo que dice el profesor. Te cagas de la risa con las cosas chistosas que se le ocurren. Vásquez es el más flaco de todos. Antes era bajo, pero ahora es más alto que yo. Silva dice que en las vacaciones le dieron de comer NutraPro, el alimento para los perros. Si le pones delante un libro de álgebra o una pelota de fútbol, se los comerá por igual. Hidrovo es un pedazo de bestia. A veces se comporta como un cristiano. Lo que no aguantas es que te mire con superioridad. Como que en su cerebro obtuso logra pensar, "chuta, yo te doy dos vueltas y quedo entero". En lugar de intimidarte, causa lástima. Una cosa hay que reconocerle, es el único capaz de abrirle la cabeza a Maldonado de un silletazo. Aguirre no hace nada. No respira, ni ocupa espacio. En ocasiones se las arregla para no existir. Mauricio se le acerca y le pregunta, "oiga, Aguirre, ¿qué está haciendo?". Él no le responde porque está muy ocupado resolviendo ecuaciones de geometría. Es su consentido. Lo bueno es que no le caga a nadie y no se deja cagar por nadie. Parece esos gatos techeros que siempre andan solos. Andrea es mis respetos. De ella no hablo mucho porque a lo mejor se enfada al descubrir que yo ando diciendo cosas que no son. No hay nada que hacer. Andrea es increíble. Súper. Una vez le brincó encima un grillo y se lo quité. Algunas veces nos llevó en un auto extraordinario que le regalaron para su cumpleaños. Es muy bonita. Simpatiquísima y educadísima. Hay que verla. Me cae como una patada en los huevos que mientras hablo por teléfono, la otra persona, se pone hacer otra cosa. Está bien que cuando hables por teléfono te rasques los huevos o te saques las arañas del ombligo o lo que sea. Pero no aguanto que mientras le esté hablando a alguien, esa persona, se ponga hablar con otra. Creo que me mataría del gusto si en el comisariato me quiebro a un par de personas que tienen esa costumbre.

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Cuando papá cocina se arma de libras de hortalizas y camarones y pescado y condimentos y grasas y mandiles y cintillos. Parece Fujimori. Desde temprano, los domingos, está pica y pica, y raya y raya, y chanca y chanca las cebollas. Luego refríe los pimientos. Los camarones van al final y los vierte junto a los calamares. La casa se llena de vapor y Érika duerme como huérfana y la comida se le enfría en la mesa. Creo que hace todo eso para no rememorar a mamá. Ni para recordar su imagen, ni para acordarse de que está en el único portarretratos junto a su cama. Ni para hacer memoria que Érika se parece tanto a ella, aunque en realidad es muy distinta, porque mamá padecía de insomnio. Ni que su ropa está limpia y planchada. Ni que mañana es lunes y que debe volver a trabajar, para obtener dinero, para alimentarnos, para tener fuerzas, para seguir trabajando, para obtener dinero, para alimentarnos, para tener fuerzas, para seguir trabajando, y así. Para siempre. El único que carga tanta angustia como para armar una balacera es mi papá. Estaría en todo su derecho al quebrase a un par de viejos aniñados que estén comprándose sus jamones de la Polinesia afgana en el comisariato. En Sobre Héroes y Tumbas de Ernesto Sabato, una chica, le dice a su amigo, "che pelotudo, ¿vos no creés que esta canción es cojonuda?". A mi me cae como veintitrés mascadas de burro en los huevos el modo de hablar de los argentinos. Pero hay que reconocer una cosa, la niña decía la verdad. Era una canción bastante maldita. Ella había cogido un antiguo fonógrafo, desempolvó un disco y lo puso bajo la aguja. Luego de un sonido crujiente escucharon, "mama take this badge from me, i can't use it anymore, it's getting dark too dark to see. Feels like i'm knocking' on heaven's door, knock-knock-knockin' on heaven's door, knock-knock-knockin' on heaven's door". Sobre Héroes y Tumbas fue publicado en 1961 y la canción de los Guns N'roses ya existía. La única diferencia es que ellos la cantaron de la manera correcta. La chica del libro, después de olvidarse de su amigo y después de escuchar Knocking' on heaven's door interpretada por una orquesta sinfónica y en ritmo de ópera. Agarró a hachazos al papá, quemó la casa y se quedó adentro golpeándose contra las paredes. El libro no cuenta qué ocurrió con el disco. A lo mejor lo encontraron carbonizado los Guns N'roses y arreglaron la canción metiéndole más demonios. De todos modos, no volvió a ocurrir que nadie matara al papá o quemara la casa o se suicidara por esa canción. Apuesto lo que sea a que si la niña hubiese escuchado esa canción en tono rock, habría cogido una motosierra y le hubiera sacado la entrechucha a un par de peatones, pero no. En ese tiempo aún no se inventaba el rock. López Triana y Arcos son otros hijos de puta. Los mierdas tienen vocación artística. Jamás se les escuchó cantar nada, pero les gustaba la música y las serenatas. Les hacían penitencias a los peladitos del primer año que encontraban en los baños. Se trataba del bautizo. Agarraban a uno por el pescuezo, le torcían el brazo

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tras la espalda y decían, "canta, soy un perro a ritmo de salsa". Luego le pedían, "canta, soy una putita a ritmo de reggetón". Hay que ver que a los malditos les encanta el reggetón y la salsa. Y se divertían diciéndoles, "ahora agáchate y has como perro". Luego les pedían que ladren y que bebieran de los urinarios. La verdad es que era para cagarse de la risa. En abril llueve. En agosto no cae una sola gota. No importa si el chubasco es leve, el agua se estanca en las calles y, de una hora para la otra y por efecto del recalentamiento solar, produce enfermedades. Los carros pasan a toda velocidad y la salpican a los transeúntes. Las calles son como el mar. Detesto la playa porque se parece a la ciudad. Huelen igual. Tiene el mismo vapor oloroso a camarones podridos. Mauricio nos contó que iba en su Skoda, con los vidrios subidos al tope. Las calles estaban sumergidas y los buseteros pasaban a toda velocidad. Había cerrado las ventanas para evitar que se metiera el agua revuelta con la basura. Soportaba el calor de la tarde vistiendo su grueso traje europeo de color oscuro y la corbata cerrada alrededor del pescuezo. En un semáforo dos chicos se le pararon adelante. El uno hacía malabares con tres botellas llenas de arena, el otro lo apuntaba con una pistola. Le hizo caso al de la pistola. Se bajó mansamente, pero el de la pistola lo subió a insultos y patadas. Cinco personas que salieron de ninguna parte entraron al carro. Lo tenían en el piso, la cara contra la alfombra. Le apuntaban y lo puteaban y le registraban los bolsillos. Una hora después y luego de haber robado al paso cinco carros más, lo dejaron tirado en una vía perimetral. Los ladrones sueltan en ese sitio a las personas que mataron en el camino. Mauricio tuvo suerte y vivió para contarla. También decía que la felicidad que traía se le borró en el instante que le despojaron del carro. Venía de acostarse con Sofía, pero él no creía que fuera el padre del niño porque nadie queda embarazado en el primer revolcón. Como para asegurarse de que lo que decía era cierto, nos mostró la billetera. Traía preservativos y cinco dólares. Los ladrones no buscaron en el bolsillo derecho de atrás. La mañana del día de la balacera, Maldonado, López Triana y Arcos amanecieron, cada uno, en su sitio de siempre. El uno en una cama, el otro jugando Play Station y el otro en la calle. Cada uno estaba en lo que podría llamarse, su casa. La cosa más normal del mundo, para todo el mundo, es despertar en su casa. Nadie sabe cómo las cosas, a lo largo de las horas, se fueron torciendo y terminaron con tres muertos y cuatro heridos graves y siete leves y dos bancas averiadas y veintitrés baldosas salpicadas de sangre. Se dice que en las peores situaciones es cuando sabes el tipo de persona que tienes enfrente. Si te quedas atrapado en un ascensor, junto a dos extraños, y pasan los minutos, una de ellas se pondrá nerviosa y siempre habrá otra que tenga muchas ganas de tranquilizarla con un tiro. Es cosa de matemáticas y psicología. Todo se soluciona cuando regresa la energía.

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López Triana podía jugar doce horas diarias de Mortal Kombat y los especialistas en balaceras y locos-sicópatas-asesinos de motosierras armados con escopetas, dicen que esto influyó muchísimo en su decisión de rellenar con balas a medio educando. Los maestros se referían a los estudiantes como "educandos". No creo que Maldonado sepa hacer nada. Las armas las carga el diablo y las dispara un tonto. Se le conoce que le gustaba escuchar los discos de Marilyn Manson. En su casa se encontró eso y más. Desde ese día, el congreso nacional, promulgó una ley que impide la venta y distribución de éste material. La pornografía corrió igual suerte. Sin embargo, en su casa, no hallaron una sola revista con la imagen de una mujer. Apuesto que si hubiesen ido a la casa de Hidrovo habrían encontrado todo un estudio de grabación y una colección inédita de películas porno. La verdad es que la pornografía es la mejor cosa que se ha inventado. Mejor que la vida y no se sufre tanto como en el amor. Nunca se le conoció un padre o una madre o un oficio conocido a Arcos. Le echaron la culpa por ser tan bestia a Marilyn Manson, los juegos de Play Station y a las películas porno. Y ninguno de los aludidos estuvo aquí para defenderse. Hubiese sido fantástico verlos en acción. La gente siempre le echa mierda al prójimo, en especial a los que no pueden defenderse. Después hubo debates en la televisión, se habló en los diarios, y se dijeron tantas cosas que ni siquiera nosotros, que lo hemos vivido, sabíamos de qué hablaban. La gente se deprime en Navidad. En año nuevo también. En Semana Santa la cantidad de asesinatos y suicidios se dispara, y a los diputados del congreso nacional no se les ocurre suprimir estas fechas. Los días no comenten faltas, son las personas que se trasjoden. Érika duerme igual si es domingo o si es Navidad. En las fechas festivas le regala cosas a papá. Tanto el día de la madre como el día del padre le obsequia algo que pueda usar a diario, herramientas y corbatas. Yo no le regalo nada porque no trabajo. Al menos con eso me justifico y me creen. Tampoco está permitido orinar en las calles y echarles encima un carro a los peatones, pero las personas se las arreglan para hacerlas. Los perros deben cumplir con todas sus vacunas y han de estar registrados en las oficinas de Saneamiento Público, dice la ley municipal. Quien hace escándalos en la vía pública pasará la noche en la cárcel. Hace diez años el cónyuge podía contrasuelear a su mujer y los policías miraban en grupo, bebiendo Coca Cola y comiendo canguil. Ahora, el que le pega a la mujer, debe pasar una semana en la cárcel e indemnizarla económicamente. Igual ocurre si la esposa es forzada a tener sexo, ella puede alegar violación. Hace diez años el esposo se habría disculpado diciendo que sólo cumplía con sus tareas maritales. Ahora ya no. A veces el mundo cambia y otras veces parece venirse abajo. Depende

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desde qué sitio mires. Las cosas pierden sustancialmente la gracia cuando las ves desde el suelo, en medio de un charco de sangre y con una bala en la pata. Sofía es menor de edad y Mauricio le dobla en años. De comprobarse que se acostaron, él puede afrontar una pena de cinco años en prisión. Sin contar con el escarmiento de la pistola del papá de Sofía en la cara y la vergüenza que se ventilará en los medios de comunicación. Mauricio es un personaje público. Por ahora no se menciona nada sobre los nexos entre él y la niña del colegio de la balacera, pero supongo que aparecerá después. Es imposible ocultar algo de ese tamaño. Cuando su mujer se entere, a lo mejor, le parte el hocico de un sartenazo. Si eso ocurre, él puede interponer una demanda, mandarla presa una semana y pedir una indemnización por maltrato marital. O a lo mejor no y ella tiene preferencia como los peatones a cruzar la calle aunque el semáforo esté en verde para los autos. No soy abogado, ni concejero matrimonial. Pero él se tiene merecido que le partan el hocico por creerse tan guapo. Si matas a una persona, vas a la cárcel y luego al infierno. Literalmente, te carga el payaso. A lo primero puedes escapar. Si tienes cien dólares, se los das al fiscal y él te deja ir aunque hayas asesinado a su propia madre. A lo segundo también hay solución. Puedes hacer trampas. En el momento de perder tus 17 gramos de vida, dices, "de verdad, Dios. Lo siento, no era mi intención quebrarme a tanto pendejo". Y luego te vas derechito al cielo porque, genuinamente, mostraste arrepentimiento. Lo bueno de morirse es conocer si en realidad Dios y el diablo existen. Marilyn Manson, vestido de cura y pateando un altar en un video, se retuerce, grita y dice, "yo no soy esclavo de un Dios que no existe". Cuando la gente escuchó eso, faltaron acantilados para los que querían matarse. Kurt Cobain nunca supo que después de suicidarse hubo cualquier cantidad de adolescentes que siguieron su ejemplo y se destaparon la cabeza metiéndose una escopeta por la boca. A veces un cantante puede tener más credibilidad que el Papa, más influencias que un presidente y mejor ejemplo que un deportista. Será por eso que les echan la culpa de haber mal aconsejado a Maldonado, López Triana y Arcos. Al Che Guevara se le torcieron las cosas cuando puso bombas y las hizo estallar en los mercados para convencer a los sobrevivientes que el comunismo es bueno. Gandhi nunca voló un edificio, ni secuestró a nadie, ni le levantó la mano a su mujer. Logró expulsar a los ingleses de la India predicando la "resistencia pasiva y la desobediencia civil". Obtuvo respeto, pero jamás un carro como el de Mauricio. Cuestionó la ley del talión que impuso Moisés. Dijo, "si nos cogemos ojo por ojo y diente por diente, nos quedaremos ciegos y chimuelos". El que aconsejaba a Moisés era Dios en persona. A Gandhi no se sabe quién lo visitaba. Finalmente, murió asesinado por un fanático hindú. De haber tenido un arma, el asesinado habría sido el asesino. Las cosas deben complicarse para que salgan bien. Se dice que la paz se gana con la guerra.

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Napoleón es otro gran hijo de la gran puta. Si estuviera vivo, apostaría mis huevos a que lo reciben como cantante de rock. Alguna vez dijo algo que vale la pena de ser reproducido, "a veces, para avanzar un paso, es necesario retroceder dos". Érika es medio bruta y nunca ha cogido un libro. No le queda tiempo, todos los domingos duerme como ahogada. Ayer no sé qué le dio y estaba despierta. Terminé de hablar con Sofía a las once y media de la noche. A esa hora mi hermana va por el cuarto o quinto sueño. Estaba desvelada, tenía una película en el reproductor de DVD. Creo que no podía dormir. No lo sé. Pero si Érika está viendo una película, yo también la veo. En eso tenemos los mismos gustos. Hemos visto cualquier cantidad de asesinatos y nunca, ni ella ni yo, hemos matado a nadie, hasta ahora. Marco Vinicio Bedoya, animador del programa de concursos "A todo dar", dejó en su casa a la conocida modelo Carolina Ramos. El hombre tenía varios años en la televisión. Empezó como todo el mundo, jalando cables y recibiendo puteadas. Y terminó como nadie frente al volante de su carro con las luces direccionales parpadeando. Se acostaba con las mujeres que le gustaba y todos sus admiradores lo trataban como si fuera su hijo. Esa era una noche de 1998 y estaba tranquila y fría y estrellada. Encendió el auto y se despidió de la modelo. En vez de irse a su casa, se murió. Troya se le cargaba a Sofía y le decía, "la niña cebolla". Todos los viejos que quieren acostarse con adolescentes terminan haciéndose profesores de economía. El apellido de Sofía es Bedoya, y Troya le buscaba un parentesco con el animador muerto. Le respondía que sólo lo conocía por la televisión y él se quejaba diciendo que si a él lo mataban, nadie daría un duro para mover la investigación. Eso me contaba ella cuando hablábamos unos minutos a la salida del colegio, en la heladería. Sofía cursa el quinto año de Físico Matemático, yo estoy en sexto de la misma especialización. Una sola vez estuvimos en el mismo salón de clases, fue durante un examen de química. Salió a los cinco minutos. Apenas le había puesto el nombre a la hoja. La muerte de Marco Vinicio Bedoya conmocionó a los medios de comunicación y, en el colegio, le dio fama a Sofía. Después ella sola adquirió más fama. Ella decía, "prefiero ser flaca que famosa". Como sea, su nombre completo es Sofía Nathaly Bedoya Ruíz. Nunca lo olvidaré. Seguramente siga recordándolo muchos años después. Incluso cuando Sofía ya no sepa quién soy yo. A los pocos días, la televisión y los diarios, se olvidaron de investigar la muerte de Marco Vinicio. Pusieron toda su fuerza, energía y tiempo en contar un millón y mil veces más lo que sucedió en el colegio. Desde la calle, el colegio, parece una prisión con iglesia. Existen dos entradas, una da al patio principal del colegio, la otra a la iglesia. La del patio es una puerta metálica enorme. Cuando está abierta puede entrar un circo completo. Hay bastante

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espacio en el patio como para estacionar un aeroplano y guardarlo para más tarde dar una vuelta por el vecindario. En lo alto existe una garita y una cámara de vigilancia. Si te robas un carro o te secuestras a un estudiante, recibirás del guardia una advertencia y un balazo. Lo uno inmediatamente después de lo otro. Entrar sin permiso es tan difícil como escapar de una prisión, pero al revés. La otra entrada comunica a la iglesia con la avenida principal. Allí hay un pequeño vitral, y las puertas no son de hierro, son de madera, no tan grandes como para que entre un avión, pero lo suficiente para que pase Dios sin que sus barbas y la batona se le enreden con los bordes de la puerta o el Espíritu Santo volando sin tren de aterrizaje o Jesucristo cargando la cruz o los tres a la vez. Son lo mismo. Trabajan igual. Tienen los mismos intereses. Si le preguntan a Dios, ¿señor Dios, a qué equipo de fútbol le va?, coincidirá con el que haya dicho Jesucristo y el Espíritu Santo. En la esquina, en la mitad del muro de piedra fortificado que aísla el colegio del mundo exterior, hay un pequeño boquete. Ese es el bar. Por dentro es más grande. Por fuera no. Si quieres unos Doritos o una Coca Cola o un Chocokake. Vas, lo compras y te lo comes. Todo bajo la mirada del guardia y la cámara de video. Para saludar o putear al guardia tienes que hacerlo con señas, moviendo los brazos o lanzándole piedras. El hombre está a tal distancia que no puede escucharte, ni siquiera sabemos si es un hombre de verdad o Pinocho. En medio de la avenida principal se levanta un enorme paso a desnivel. Se vuelve a hundir donde empieza el centro comercial. Del otro lado del centro comercial está el destacamento de la policía. Las empanadas están junto a la heladería. La heladería está diagonal a la primera puerta del colegio. La grande. La de hierro. Cuando Sofía me dijo, "te espero a las cuatro donde ya sabes". Se refería aquí mismo, donde estoy sentado. En una mesa de la heladería. En la vida real, los chinos, no vuelan. Tampoco tienen los ojos del tamaño de los huevos fritos. No son tan rápidos como en las películas y creo que algunos ni siquiera saben kun-fú, ni les gusta el chaulafán. Una vez, cada cuatro años, papá mira el fútbol. Lo hace sólo en la época del mundial. Lo bueno de la selección de fútbol de éste país es que ha clasificado a todos los torneos. Lo malo es que nunca ha ganado nada. Papá se sienta frente al televisor por dos meses y se aplana y grita y hace gestos como si estuviera peleando con alguien. Creo que Érika heredó de él esa resistencia para soportar por tanto tiempo la misma cosa. El resto de los años, papá, se desentiende del fútbol. Ni siquiera voltea a mirar los pelotazos que los jugadores callejeros le dan al carro cuando se les cruza en la cancha dibujada con carbón en el asfalto. Una vez le echó el carro encima a un grupo de gente que había cerrado la calle para jugar pelota. Parecía el campeonato de los internos de la penitenciaría. Era un

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mal barrio. Todos mal encarados y con niños divinos tatuados en el culo. No es que se los haya visto. Lo supongo. Apenas tuvieron tiempo para apartarse. El carro se estremecía y no perdía la velocidad al pasar sobre los obstáculos, mochilas y ropa. Los peloteros nos insultaban y golpeaban el capó. Si las cosas se volvían turbias, papá tenía una pistola, por lo tanto, la última palabra. Aunque tenía ganas, no les disparó. Cada vez que la usaba, se aseguraba que el tambor no tuviera balas. El último partido de fútbol que vimos fue ayer, el encuentro entre los chinos y los gringos. En realidad fue el de Japón contra Inglaterra. Ninguno de los japoneses se transformó en súper Sayayín, ninguno se vistió con los trajes de los Caballeros del Zodiaco, ni siquiera filosofaban como en Neón Génesis Evangélion, el árbitro les sacó varias tarjetas amarillas y ninguna fue de las de Yu-Gui-Oh!, y en ningún momento cambiaron al arquero por Richard Tex-Tex. Los chinos jugaron poco y mal. Terminaron perdiendo, cuatro a uno. Los chinos son tramposos, no hay modo de creerle a sus dibujos animados. Papá es fantástico. Conoce muchas cosas, sólo hay que sentarse y escucharlo. Es muy bueno. Si le pides algo, de entrada te dice, "¡NO!". Debe ser alguna especie de reflejo, porque luego, solito, por simple expansión nerviosa, le gana la culpabilidad y termina cumpliéndote. Siempre es así. Jamás volvió a casarse, Érika le espantó todas las enamoradas que tuvo. Ahora está muy viejo como para volver a enamorarse, nos lo ha dicho. La verdad es que yo no me imagino vivir con una madrastra, Érika menos. Antes que nos llamasen a la iglesia y antes que el aire se volviera de pólvora, nos cagábamos de la risa. No me acuerdo quién había traído el último disco de Eminem. Veíamos el cancionero. Aparecía Eminem acostado y desnudo junto a una mujer. Vásquez decía que no distinguía cuál era el hombre y cuál la mujer. Silva dijo, "la mujer es la que tiene las tetas más grandes". Hidrovo, que también estaba allí, dice, "pero el que tiene las tetas más grandes es Eminem". Luego Silva nos dijo no sé qué cosa en la cara. La verdad es que no escuchamos nada porque su mal aliento nos dejó sordos. Hidrovo le dice, "putamadre, cómete un Tip's, loco". El Tip's es un ambiental que lo echas en el tanque del retrete. Después Silva le dijo, "será porque te gusta que me lo recomiendas. Por eso es que cagas azul". Cuando nos dijeron que bajásemos, Hidrovo, se metió el disco en los calzones. Si te descubren con un disco de música que no sea cristiana, te hacen un exorcismo y si te mueres, allí mismo, te entierran sentado. Hidrovo es de los que se guardan la plata y las cosas en los calzones. Recogimos nuestras cosas y las llevamos a la iglesia. Al bajar las escaleras nos matábamos de la risa. El que nos veía pensaría que estábamos pachecos. El único que no reía era Maldonado. O eso fue lo que nos dijimos después, cuando todas las mochilas quedaron requisadas dentro de la iglesia porque formaban parte de la escena del crimen.

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Se supone que Sofía estaba frente a un espejo chiquito, de cartera, cuando la inspectora general, Lilian Mora, la mandó a llamar. Yo no lo creo. Mas bien pienso que Arcos estaba sobre ella. No literalmente. Seguramente le estaba empañando el espejo con su respiración sobre el hombro. Como Arcos es su mejor amigo, Sofía, no se molesta. Pero si hubiera sido yo, hubiera dicho, "hazte para atrás que me arrugas". Sofía se levantó y no volvió a esa aula de clases por el resto de su vida. La vimos todos, al mismo tiempo, en el retablo de la iglesia. Allí, el rector, el pastor y todas las autoridades le citaron un versículo de la Biblia. Le leyeron la parte que Dios opina sobre el aborto. Le enumeraron los reglamentos internos del colegio y le señalaron con el dedo los que había violado. Le hablaron de moral, el buen ejemplo, la dignidad y la justicia y le dijeron que la expulsaban del colegio por puta y abortista. Ella se mantuvo serena. Como que si todo lo que escuchaba se lo mereciera. Cuando terminaron de reprenderla, le pidieron que abandone el sitio. Buscó la salida y empezó a derramar lágrimas. Una vez afuera se puso a llorar a moco tendido. Dio un paso en el suelo seguro del patio y principió la balacera dentro de la iglesia. Justo en el momento que iniciaba el canto de un salmo se armó el despelote. Fue una suerte que ella no estuviera adentro. Hace un rato me pareció ver a Sofía. No era ella. Se bajó una muchacha de un auto verde. Se acercó a la heladería. Le vi nalga y pensé, "Sofía se ha cortado el pelo". Luego miré su rostro, tenía la cara de llamarse Sofía, pero no era ella. Los cabellos de Sofía son finitos y lacios. En el sol se le ven castaños y en la sombra, negros. Si se hace un moño, se le suelta solito porque tiene el pelo rebelde. Le brilla bastante como si fueran hilos metálicos recién pulidos. Las manos de Sofía nunca están manchadas o sucias. Ni debajo de las uñas tiene mugre. Su rostro siempre está limpio y tiene un poquito de color rosa en las mejillas y los labios y los párpados. Y si de pronto, tienes el valor y la abrazas, te mueres de contento. Te quedas con un perfume como a talco. Sofía es inmune al polvo. No se parece en nada a las otras muchachas. Las ordinarias. Esas que sudan más que yo, que tienen las manos torcidas, que cuando hablan debes usar la máscara antigas que el doctor de Michael Jackson le recomendó usar y guardafangos para evitar que te brinquen las babas. De Sofía sólo me llegan ráfagas de perfume. Mas bien yo soy el que carga el trauma de que si me cepillé los dientes o que si me revolqué en el patio a la hora de educación física. Una vez le cogí la mano y se la tuve que dejar. Quise darle un beso y no lo hice. Si ella llega, lo primero que voy hacer, es cogerle la mano y besarla en la boca. Lo malo es que cuando la mire, la cabeza se me va a llenar de cucarachas y voy a pensar que Mauricio o Arcos o Pedro o todos al mismo tiempo, incluso las arañas, se la tiraron. Lo más lejos que he llegado, ha sido cogerle la nalga. Pero es que eso fue un accidente. Y cada vez que lo pienso, tengo que ir al baño a corrérmela.

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Ayer, antes de llamar a Sofía, los ladrones casi se cargan a Érika. Fui a la tienda a comprar no me acuerdo. Las cosas que me ocurren hoy se me olvidan para mañana. Al menos sigo recordando las cosas más importantes. Si los ladrones la alcanzaban, no le asaltaban, se la llevaban en peso. Luego la hubiéramos recogido por partes en toda la ciudad. Existen barrios tan peligrosos en los que los hijos extraviados de los aniñados entran caminando por una calle y terminan colgados en las puertas de las casas, convertidos en salchichas y los venden a veinticinco centavos el cuartillo. Es todo un negocio redondo que beneficia a familias enteras Ella no se había dado cuenta que tres ladrones la seguían. Eran dos ladrones grandes y un ladrón chiquito que caminaba chistoso. A lo mejor eran parientes entre ellos. No lo sé. No soy ladrón para saberlo. El chiste es que Érika sólo se pone contenta cuando habla por teléfono y a mí me carga como si fuera su criado. Ella iba ensimismada con su celular caminando para un lado. Yo caminaba para el contrario, hacia la tienda. Los ladrones la seguían a tres pasos. Se reía sola y ni sabía por cuál lado la iban a contrasuelear. Yo me le acerco. Como soy más alto que ella y parezco mayor, los ladrones debieron pensar, "éste hijuetreinta es el papá y tiene cara que carga una pistola". La verdad es que no tenía ninguna pistola, pero me habría gustado usarla en ese momento. Apenas cargaba un cuarter, o sea, veinticinco centavos. Los miré fijo, como pensando, "putamadre, ya nos jodimos". Los ladrones debieron ver justamente lo contrario de lo que yo pensaba, porque cuando le dije que la seguían, se despidió del teléfono, lo guardó en la cartera, se volteó rápidamente y no vio a nadie. Ya se habían ido. A los ladrones no hay cómo meterlos presos porque son los hijos de las vecinas sapas. En esta ciudad hay millones de viejas sapas. Son mas o menos como las cucarachas. Se dice que por cada cucaracha que ves, hay diez que están escondidas en algún sitio. Si esta cantidad de ladrones fuera recluida, lo más sencillo sería meter a las personas honradas a la cárcel y a los delincuentes soltarlos en las calles. Todo por motivo de espacio. Si la constitución nos permitiera usar armas, sería el desmadre. Jaime Bayly diría, "el deshueve". Correría bala día y noche, y con más ganas en Semana Santa y Navidad. Maldonado presentó todos los deberes, pero no dio lección. Mauricio le dijo, "si sigues así, te quedarás de año". Él no respondió nada. Ya no importaba. Arcos está en el curso de Sofía. No sé qué habrá hecho momentos antes de ponerse a disparar. A lo mejor traía ganas de cogerle la nalga a Sofía. Ese día hicieron el número del baño, pero sin López Triana porque lo habían expulsado del colegio. Él aparecería después. Mientras nos reíamos, ninguno se imaginó que la gracia duraría muy poco.

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A la espera del momento estaba Maldonado en la puerta de la iglesia, la que da a la calle. López Triana entró uniformado como si fuera un estudiante más, nadie se percató. Pienso que se arrodilló frente al altar para pedirle a Dios la iluminación necesaria para hacer lo que iba hacer. Michael Jackson podía secuestrarse a un par de niños y nadie se daba cuenta. La confusión era muy grande. Todos los estudiantes, aproximadamente dos mil quinientas almas, buscaban dónde estar sin aplastarse mutuamente. Arcos es un hijo de puta y no tengo la más mínima idea de dónde se habrá puesto el muy mierda. Ni me importa. Lo que más me frustra es que no lo hayan matado. Nadie iba hacerle nada. Él era el de la tercera escopeta. Talvez aprovechó el rato del desorden para meterle mano a Sofía. Prefiero no pensarlo. Después cerraron las puertas para que nadie más entrara. Les echaron los tres candados y los diez cerrojos y los cincuenta pestillos y las diez mil aldabas. Lo digo porque cuando queríamos abrirlas, las muy putas se corcharon. Y vinieron los bomberos y las terminaron de abrir a hachazos, pero era muy tarde, todos los que debieron salir ya estaban muertos. Sofía se hizo tres veces la prueba del embarazo y todas salieron positivas. Estaba en el baño de su casa y se calló el grito y se aguantó el llanto y las lágrimas que se le salieron seguían siendo espesas y grises. Quiso hablarle a Mauricio. Al primer timbrazo le contestó la grabadora. Tenía el celular apagado. Había quienes decían que en realidad ella quería hablar con Pedro y otros decían que quería hablar con Arcos. No hay modo de saberlo, todos tenían los teléfonos apagados. Cuando quiso decirle que estaba embarazada, Mauricio la largó por quinta ocasión, como en la fiesta donde se encerraron también en un baño. En esa ocasión pensé erróneamente que el que la había encontrado a ella era yo. La verdad es que no fue ni lo uno, ni lo otro, ni lo inverso. Él, en la comodidad del baño de su casa, la largó sin tener siquiera la necesidad de estar. Todos la largaron y nadie tuvo que moverse de sus sitios, ni dejar de hacer lo que estaban haciendo, ni siquiera les hizo falta ordenarle que se vaya a la mierda. Simplemente no quisieron enterarse de nada. Sofía decidió, en ese lugar, entre el sanitario y el lavamanos, que debía abortar. Sino el papá, de todos modos, la hacía abortar. Pero a bala. Supongo que le habrá contado su problema a la hermana, la que tiene cara de puta. Entonces sólo fue cosa de fijar la fecha y afilar los cuchillos y rendir un examen de sangre. De todo eso no estoy seguro de nada. Son sólo especulaciones, pero me parecen bastante consecuentes, pues coinciden con todo lo que sucedió. Sofía no sabía cómo actuar, ni lo que debía hacer o sentir. Era como una nuez tratando de vencer a un tanque nazi. Pienso que así de solo te debes sentir cuando estas en el infierno y ni las pastillas, ni la cois, ni las canciones, ni nada, pueden refrigerar la temperatura de la sartén.

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Le decían a Violetta, "vente para acá, putita". Y ella iba. Una persona puede ser muy inteligente y actuar de un modo bastante tonto. Todo eso lo cuenta en el Diablo Guardián. Han catalogado a esa novela de muchas formas, pero una sola persona acertó con el apelativo correcto. La describieron como una novela punk. No es un libro que compras y lees y te duermes en un rincón cuando te aburres. Es un libro que te grita, te sacude y te compra. A Rosalba Rosas Valdivia le gustaba decir que no hay nada más torcido que un enderezador, porque lo único que busca es torcer las cosas a su medida. También contaba que lo único recto en éste mundo está lleno de mierda. No sé si Andrea se vaya a enfadar por esto. Ojalá que no. No es que yo le tenga miedo. Le tengo respeto. Bueno. Una vez Mauricio escribió en la pizarra, "DECANO­RECTORADO". Andrea me hizo caer en la cuenta de que ambas palabras se referían a una misma parte del cuerpo humano. Era un escrito cifrado. Un mensaje subliminal metido en un aparato oblicuo como el criptex del Código Da Vinci. Mauricio se adentraba en los terrenos de la anatomía pornográfica. Cuando Andrea me lo mostró, literalmente, me cagué de la risa. Detrás de esas dos palabras se puede leer claramente, "ano y recto". Sólo es cosa de fijarse. Escrito en la pizarra es lo más gracioso del mundo. Antes de eso le brincó un grillo y no gritó. Ella no es de las que se asusta con nada, ni de las que se tapan los oídos. Los grillos los hay de dos tallas, grandes y extra grandes. Buscan a las mujeres. Los lugares preferidos son el cabello y la educación. Como Andrea es educadísima, no me atreví a quitárselo. Ganas no me faltaban. Lo habría echo con la boca. Lo malo es que ella, de una cachetada, me la hubiera cambiado de sitio en la cara. No importa. Ya pasó. Un pandillero mató a su propia familia en La Garzota. Si hubiera ocurrido en un barrio marginal, habría sido la cosa más natural del mundo. La Garzota es un barrio de aniñados. De clase media-alta, digo. Después de perforar la espalda de su mamá y luego de volarle la cabeza al papá e inmediatamente meterle dos tiros a la hermana que subió asustada al cuarto de sus padres, se fue muy ancho hacia aeropuerto. Las investigaciones de la policía mostraron que previamente compró un boleto de avión para irse a otra ciudad. Si los ladrones no te matan, lo hacen los pandilleros. A la larga son lo mismo, la edad es lo que cambia. Sin embargo, al pandillero-asesino, se le durmió el diablo. El vuelo se retrazó y la policía recibió una llamada anónima advirtiendo lo sucedido y la ubicación del culpable, en una banca de embarco. Como empujados por la mano de Dios fueron a capturarlo. A veces Dios se porta bien. Otras mal. Esa vez hizo lo correcto. Yo presumo que depende del humor con que se encuentre. La Biblia dice que no hay nada más terrible que la furia de Dios. El odio de Dios. Lo hallaron sentadito, lo cogieron a toletazo limpio y lo treparon al patrullero. No capturaron a Dios. Es imposible atraparlo. Es muy confuso, ¿cómo puede existir algo que no está en ningún sitio?, yo sospecho que Dios hace trampas. Al pandillero-asesino le vieron la edad, tenía 16 años. Lo mandaron al reformatorio.

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Santiago Roncagliolo tiene 31 años, cuatro libros, un blog, una película y una intención de suicidio. Mucho cuidado. No es lo mismo intención que intento. Roncagliolo cuenta, en uno de ellos, la historia de un amo y su esclavo. El esclavo tiene un sueño y se lo cuenta al amo. Hay que ver que el escritor vive en el Perú y allá los amos les sacan la refleputa a los esclavos. Mejor dicho, les sacaban porque ahora ya no existe la esclavitud. Acá tampoco. Eso dicen. El esclavo le dijo a su amo que siempre tenía un sueño recurrente en el que ambos morían. Al llegar al cielo, Dios ordena que al esclavo lo embarren con mierda y al amo con miel. El amo, al escuchar esto, se caga de la risa y le pide que siga contando. El esclavo continúa. Luego que ambos quedaron completamente cubiertos, Dios ordena, "ahora lámanse mutuamente hasta quedar limpios". Cuando los curas hablan de la justicia divina deben referirse a este tipo de cosas. Lo cierto es que al pandillero-asesino, en la correccional, lo cogen cuatro pandilleros que además de ladrones, eran violadores. Que te ocurra una cosa así debe ser tan malo como tener sida y cáncer al mismo tiempo. Le dijeron, "vente para acá, putita". Le batieron el culo. Le rompieron el chico. Le dieron varenga y gabardina. Las autoridades se dieron cuenta de lo que sucedía en sus propias narices a los cuatro meses. Si ese muchacho no estaba loco, lo más probable es que ahora ya lo esté. Si lo estaba, ahora debe estar completamente cuerdo. A veces el infierno está aquí. Se dice que de éste mundo no te vas sino cuando las has pagado todas. Y si ésta vida no te alcanza, regresas en otra como indigente, o profesor de escuela fiscal, o periodista. A Arcos, López Triana y Maldonado los llevaron a ese correccional, porque son menores de edad y porque es el único centro de reclusión que existe en la ciudad. Ahora que estan prevenidos deben asegurarse de tener todos los orificios de sus cuerpos bien cubiertos. Deben pensarlo dos veces antes de ir al baño, hay partes del cuerpo que estan hechas para salir y no para entrar. Cuando Érika empezó a trabajar, papá iba a dejarla en el carro. El primer día de trabajo, él se puso tan contento como si enviara a su niña al kinder. Hasta le tomó una foto y la mandó a enmarcar. La colocó junto al retrato de mamá en la mesa de noche. La verdad es que son idénticas. Parecen la misma mujer. Ambas tienen la misma sonrisa y la forma de la boca y la mirada resuelta. El cabello lo tienen distinto, el de Érika es castaño y el de mamá negro. El color de los ojos los tienen al revés, los de mamá son cafés y los de Érika negros. En el colegio era peor. Se rasuraba las piernas con afeitadoras gastadas y se subía las medias hasta las rodillas para que no se le notasen los poros irritados. Él la rodeaba con los brazos y todo eso, como si fuera una niña. Decía, "mi hijita ya es toda una mujer, carajo". Luego la abrazaba y la besaba en la cara o en el cabello o donde le cayera. Se enfadaba y aguantaba el chubasco porque no le gustaba hacer pataletas

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en público, además no era una niña, ya estaba en el sexto curso de la secundaria. Un día no aguantó. Se lo dijo, "me haces pasar vergüenza". Entonces no volvió a tocarla. Creo que Érika se arrepiente, pero se siente más aliviada que antes. Una vez quise hablarle sobre Sofía, pero cuando iba por la mitad ya estaba dormida. Primero sonó un balazo y alguien resultó herido, pero nadie se asustó. Luego sonó otro y después otro. Uno muy grande sonó luego. Las vibraciones estremecieron los vitrales de la entrada. Nadie se movió de sus puestos, en parte porque estábamos apelotonados unos contra otros y porque no era nada raro que corriera bala en la calle. Todos pensaban que afuera de la iglesia estaban asaltándole el auto a alguien. Que en ésta ciudad te asalten el auto y te metan dos o tres tiros con una bazuca por reclamarles a los ladrones es la cosa más natural del mundo. Pero fue a la décima descarga que una chica gritó y todos se dieron cuenta que las cosas sucedían adentro y no afuera. Volvió a sonar el disparo y se asustaron más que antes y la iglesia comenzó a hervir. Venía la muerte desde la entrada principal. Era bastante raro, si no hubiese sido aterrador habría sido gracioso. Las personas son como los peces del Discovery, todos nadan en dirección contraria al tiburón. En éste caso todos se empujaron hacia la salida que da al patio. Sonaron nuevos disparos. Esta vez provenían del sitio hacia donde querían huir. Alguien los recibía a bala. Los estudiantes se atropellaron y se aplastaron mutuamente. Los profesores gritaban cosas por los micrófonos y el ruido nos dejaba sordos. Alguien logró abrir una pequeña puerta que estaba semioculta junto al altar. Salieron dándose codazos y empellones. La mayoría de heridos fue por la cantidad de personas que quisieron salir al mismo tiempo a través de una puerta muy estrecha. López Triana y Arcos eran los únicos que no corrían. Se iban quedando solos. Tenían alzadas las armas como hacen los terroristas cuando han volado un edificio con la ayuda de Dios. Vigilaban que nadie saliera por las dos entradas, la de la calle y la del patio, y cuando se cansaban de mirar a la muchedumbre asustada apuntaban y les disparaban. Lo hacían sin tino. Algunos se asustaron tanto que no pudieron caminar, se arrastraron bajo las bancas de la iglesia. Se escondieron diez, pero vivieron ocho. El profesor de educación física murió cuando ya estaba afuera, cuando pensó que había logrado escapar. TRES

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La mamá de Sofía fue al colegio y habló con el rector y le permitieron rendir los exámenes. El trato era que a cambio de hacerle el favor de tomarle los exámenes supletorios debía cambiarla de colegio. Ya no podía seguir allí. Era un mal ejemplo para las demás chicas. Para entrar y salir del colegio, la mamá de Sofía, tuvo que esquivar a la marejada de reporteros que le preguntaban muchas cosas acerca de la balacera, como si ella la hubiera propiciado, a todas respondió, "no sé, no sé". Los periodistas le preguntaban a los que entraban y a los que salían y a los que simplemente pasaban por la calle. Luego de la balacera se suspendieron las clases por una semana. La idea era enfriar las cosas. No resultó. Adelantaron el término del año escolar. Regresamos para rendir los exámenes finales en diciembre, cuando lo usual era en febrero. Los exámenes de Sofía eran para pasar a sexto año, los nuestros eran para graduarnos. Para ahorrar tiempo y espacio, unificaron varios cursos en uno solo. Estudiantes de la misma especialización, pero de diferentes cursos rendían un solo examen. Los chicos de cuarto año encontraban preguntas de sexto y los chicos de sexto, a su vez, debían acordarse de lo que habían visto en cuarto. Los de quinto estaban más perdidos que Papá Noel en Julio. Cuando Sofía llegó al curso estaba muy nerviosa. Los primeros minutos, mientras Alburquerque preparaba la hoja del examen, desconchó la pintura de su banca. No tenía cabeza para nada. Cuando no piensas en nada es que haces muchas cosas. Yo la veía y me parecía que estaba en el otro extremo del planeta. Lo cierto es que ella tenía mucho miedo, tanto como un pollito dentro de una licuadora. Alburquerque nos extendió uno a uno la hoja de la prueba. Sofía leyó las preguntas y regresó a la realidad. Se quejó, no podría rendir el examen. Dijo, "señorita, éste examen de mierda está muy difícil". Alburquerque perdió la escoba y la paciencia. Empezó hablar y le dio a entender que era una vaga. No recuerdo fielmente lo que dijo. Pero Sofía se levantó indignada y se fue sin resolverlo. No lloró en ese momento. Lo hizo después, cuando llegó a su casa, a las seis de la tarde, una hora antes de abortar. Cuando Sofía se marchó enfadada, Alburquerque dijo lo que tantas veces intentó decir y no pudo, "pobre Sofi, tan chiquita y tan puta". Resulta que Sofía estaba embarazada por segunda ocasión. Si Sofía llega lo hará por debajo del paso a desnivel. Ella vive en la Guangala, esa ciudadela está detrás del puente y detrás del centro comercial. No está lejos. Tampoco cerca. Si vas y vienes caminando te demoras unos treinta minutos. Si vas caminando junto a la chica que te gusta, ese tiempo corre a mil y las cuadras

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disminuyen a centímetros. Desde aquí se puede ver parcialmente el colegio. Algunas furgonetas de los canales de televisión taponan la entrada. Quieren preguntar las cosas que les han respondido millones de veces a las personas que entran o salen. Los periodistas te repiten hasta el suicidio la misma pregunta. Esperan que les contestes de la forma que ellos quieren. O peor, quieren que tú les digas las cosas que ellos saben. No están muy seguros de lo que saben, por eso es que preguntan. Los muy bestias desconocen que el pasado es indestructible y mas bien creen que las cosas cambian a cada momento. Las cosas nunca cambian. Se tuercen y quedan a favor o en contra. Las personas tampoco cambian, sólo mejoran o empeoran. Por los altoparlantes instalados dentro del colegio se escuchan cosas, no se distingue qué. La distancia es suficiente para no escuchar nada e imaginar que dicen mucho. Estos últimos días que no he hablado con Sofía me enteré de muchísimas cosas. Los rumores empezaron cuando ella venía a clases y cada semana se ponía más gordita. Cuando la expulsaron, los rumores se convirtieron en secretos. Después de la balacera, los secretos se volvieron reclamos. Los rumores fueron muchos y diversos, sin embargo, todos se vinculaban a lo mismo, que Sofía andaba con Mauricio, que si Sofía está gordita es porque Mauricio la ha rellenado, que Sofía abortó, que Sofía es medio puta, que a Sofía te la tiras en el parque sólo hay que hablarle bonito, que a Sofía sólo tienes que calentarle la oreja para que se afloje. Yo no creo nada de eso. A veces sí lo creo, pero quiero no creer. El papá de Sofía se enteró y vino a desmentirlo todo. Apareció con una pistola, pero nadie se murió porque nunca la disparó. Además, una pistola llama la atención cuando le sigue un muerto. Ayer hablamos por un rato y no le pregunté cosas personales para no incomodarla. De esas cosas es mejor hablar frente a frente. Más bien traté de hacerla reír. Reír es bueno. Las personas que se matan son aquellas que pasaron mucho tiempo sin reírse de nada. Los pachecos andan todo el tiempo, jojojó, jijijí. Nunca se verá en la tele que a un suicida le encontraron un tabaco de marihuana en la mano. Si se mató es precisamente porque le faltaba. A la chica de la heladería le pedí un helado de nueces y pasas. De los helados no sé si te los comes o te los bebes. Yo nunca he escuchado que alguien le pregunte a alguien, "¿quieres beber un helado?" o "¿quieres comer un helado?". Simplemente preguntas, "¿quieres un helado?", y la otra persona siempre responde, "ya, pues". Cuando lo tienes enfrente, te lo acabas y murió el asunto. Yo ya terminé tres y Sofía no viene. Mientras que los estudiantes se torcían las patas y se golpeaban las costillas, en el esfuerzo por salir, los de la televisión querían entrar. Si a un periodista le pones una pistola en la cara, lo más seguro es que te pida un momento y saque su cámara y te tome una foto. No vaya a ser que en el periódico lo despidan por no haberle sacado una foto a su propia muerte. En Venezuela un periodista fue abaleado y antes de morir le sacó una foto a su agresor, pero la policía

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no ha dado con el asesino. Ni con el muerto. Los del periódico encontraron la foto porque les interesa más que el periodista. Si tienes una balacera y quieres hacerte rico, tienes que filmarla. Eso lo saben los de la televisión. Por eso, cuando lograron entrar, los camarógrafos enfocaron con sus cañones ciegos el interior de la iglesia con tanta maña como si fuera un estudio de cine y los del periódico los cegaron con tantas fotos como si fueran futbolistas. Arcos, López Triana y Maldonado supieron que todo había terminado cuando, de pronto, su secreto se volvía de dominio público. Una chica dijo llorando a la televisión que uno de ellos, no identificó cuál, dentro de la iglesia, le preguntó, "¿quieres morir?". Agachada y sin poder hablar por el miedo negó con la cabeza. Luego le preguntó, "¿quieres que lo mate a él?". Se refería a un chico que estaba a un metro de distancia. La muchacha no respondió nada y tampoco podía escuchar nada. Sin embargo, lo recordaba todo. Él disparó. Sin titubear dijo, "lo maté por cholo". La chica dijo delante de las cámaras que pensó que moriría, pero no. Arcos, López Triana y Maldonado caminaban lentamente entre las bancas. Parecían maestros y las escopetas, reglas. Hace muchos años, los maestros, les daban reglazos a los estudiantes. Ahora los estudiantes enloquecen y se corren bala entre ellos. Algunos profesores también enloquecen, pero consiguen otros métodos de matar sin que se note tanto. Los exámenes de química son un buen ejemplo de lo que quiero decir. Luego, uno de ellos se agachó debajo de una banca salpicada de sangre y encontró a un chico de primer año. Era un chico como todos los chicos, sólo que éste era diferente. Iba a morir y lo sabía. Sollozaba. Lo raro es que ni siquiera se asustó. Mas bien dicen los sicólogos que debió experimentar un profundo sentimiento de alivio cuando le pusieron la escopeta en la cara. Recibió el disparo y después el silencio. La chica que lo vio todo y que lo contó a los de la televisión dijo que lo que más dolió fue el silencio. Lo más extraño no fue la sangre derramada, ni los cuerpos tirados, sino la cantidad impresionante de mochilas que quedaron dentro de la iglesia, cerradas y ordenadas como si estuvieran listas para llevarse a la casa. Eran las cosas más insólitas que jamás he visto. Parecían muy ajenas a nosotros, como si fueran de otro mundo. Como si los extraterrestres las hubiesen puesto allí y nosotros no supiéramos para qué sirven. Érika no tiene licencia, pero le gusta conducir. Papá ya está harto de conducir, pero tiene licencia. Los solteros se quejan y dicen que se deprimen porque están solos, mientras que a los casados les desmoraliza la vida conyugal. Nadie está

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contento con lo que tiene. Alguien puede venir y decirte, esto es lo que tienes. Lo aceptas, lo dejas o lo cambias. Ese alguien puede ser Dios o el diablo. Pienso que son lo mismo. Ray Loriga dice en La Pistola de mi Hermano que antes, Dios, era medio bestia. Mataba gente a lo bruto. Había más muertes que en las películas de dibujos animados chinos. Con lo del diluvio y lo de Sodoma y Gomorra y la Torre de Babel y un montón de cosas más, se quebró a media humanidad. Al ver que perdía popularidad fue que decidió cambiar de política y estableció eso de poner la otra mejilla. A Jesucristo le tocó enseñar cómo se hace. Eso lo sabe todo el mundo, pero nadie lo practica. Para no dormirse en el camino a la playa, Érika, bebió siete millones de botellas de V 220. Condujo durante media hora. A Érika le gusta conducir. Lo hace como si fuera una publicidad de automóviles, rápido y fácil. Papá iba junto a ella y trataba de ponerle atención al panorama que se cruzaba, pero no podía. Las cosas pasaban demasiado rápido por los cristales. No había modo de saber lo que eran. Árboles, casas y arroceras parecían lo mismo. Íbamos tan rápido que ninguna de las personas que recogían arroz o arreaban a las vacas, podía darse cuenta que la furgoneta era conducida por una chica que parecía de dieciséis años. Antes de llegar a un pueblo papá le dice que se detenga para cambiar de puesto. Se invirtieron. Él quedó al volante y ella a la ventana. Avanzamos diez metros y nos detuvo un patrullero de la policía. Si un policía te detiene es porque cree que cargas plata. El oficial dijo que vio la gracia y que se lo iba a llevar preso. Le dijo, "usted es un irresponsable, un mal elemento en el carretero, si no le meto bala es porque hay niños presentes". Nos llevaron al destacamento de la policía en el pueblo. El oficial dijo que si no quería pasar la semana en el calabozo debía pagarle cuarenta dólares. Papá dijo que no los tenía, pero que si le daba un minuto iría al cajero automático para sacar el dinero. Nos dejó en prenda. Regresó sesenta segundos después. El policía vio que si tenía cuarenta dólares en un minuto, por retenerlo un día, se haría rico. Se guardó la plata, se acomodó el casco y dijo, "de todas maneras usted queda en calidad de detenido". Papá hizo un escándalo y terminó de gritar cuando estuvo frente a un capitán o general o comandante o coronel. No importa, todos los perros ladran igual y ninguno va al cielo. Denunció al oficial. Le dijo, "éste señor policía es un ladrón". Era como verlo todo por la televisión, parecía el show de Laura. Érika iba a ser la que repartiera cachetadas. El jefe le dijo al policía, "a ver, deje ver lo que trae en los bolsillos". Sacó el dinero. Tenía más de cuarenta dólares. Él dijo que esa plata era parte de su quincena. Papá dijo que no era cierto, que allí están los cuarenta dólares que le dio. El sargento no sabía a quién creerle. Era la palabra del uno contra el otro. Finalmente, papá, le extendió una hoja. Era una fotocopia de los billetes. En lugar de entrar a un cajero automático había ido a un bazar. Luego que el jefe del policía verificara la serie de los billetes fotocopiados con los reales, fue preso. Lo sancionó con un día de arresto disciplinario. Luego nos pidieron disculpas y nos

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dejaron ir. Con los cuarenta dólares que recuperamos nos quemamos por el sol, nos intoxicamos con los camarones en la playa y Érika se compró un sombrero y condujo todo el camino de regreso a casa bebiendo unas doce millones de latas de Red Bull. Primero dijeron que había estallado una bomba en un colegio y todos les echaron la culpa a los hijos del Che Guevara de la Universidad Estatal. Luego dijeron que no, que no era nada una bomba, sino un bombardeo peruano. En seguida dijeron que fueron treinta asaltabancos y que mataron a dos mil estudiantes en un frustrado intento de robo. Lo cierto es que cada noticiero daba la información a su manera y no coincidieron con lo que sucedía, sino al segundo día en que lo sentaron a Hidrovo en el noticiero matutino y lo entrevistaron. En otro canal interrogaron a Silva, pero el que obtuvo más audiencia fue el que salió Mauricio preguntando a Aguirre y en lo único que coincidían todos era en cuán heroico fue cada uno por su lado. Pero el mundo se cayó en pedazos cuando fueron presentados en los medios de comunicación, Maldonado, López Triana y Arcos. Entonces fue el deshueve porque los periódicos los sacaban en primera plana y los de la televisión se metieron a su casa y señalaron con el dedo, "ésta es la cama del asesino", y "éste es el cielo del asesino", y "éste es el patio del asesino". Y le miraban los zapatos y decían que sin duda son los zapatos de un asesino. Los reporteros se preguntaban, "¿cómo es posible que nadie se diera cuenta si es tan obvio?", y luego se respondían solos. Subastaron sus cosas en la Internet y de un día para otro surgieron nuevos millonarios, y a Arcos le apareció un novio que se hizo famoso, y a Maldonado un hermano al que ninguna escuela quiso matricular, y a López Triana un club de admiradores de la Escuela Superior Poletécnica adictos al Pókemon y que se hacían pasar por chinos. Vinieron personas de otros países a comprobar si lo que aquí sucedía era cierto o nos lo habíamos inventado. Vieron que sí era cierto. Se fueron satisfechos y trajeron más gente y más cámaras y el dramatizado se presenta el mes próximo en horario nocturno y nos hicieron un casting para que nos hiciéramos a nosotros mismos, pero nadie sabía cómo hacerse. Después que se fue ya no regresó. Y si lo hizo, yo no estuve. Sofía debe tener frío. Es muy raro que acá haga frío, pero es lo que está haciendo porque el cielo está oscuro. En poco tiempo serán las seis de la tarde, pero parecen las cuatro de la madrugada. Los autos andan con las luces encendidas al máximo como si condujeran sumergidos en el agua y no en la oscuridad. No la he vuelto a ver desde esa tarde que se fue sin resolver el examen. Iba a traerle un regalo, pero todo lo que veía me parecía mal y no le traje nada. Ni siquiera sé lo qué voy a decirle cuando la vea. A lo mejor ella va a tener tantas cosas que decirme que no sabrá por dónde comenzar y al igual que yo, se quedará un momento en silencio. Ayer hablé con Sofía de muchas cosas, pero de nada en realidad. Me dijo que en estas semanas le ha parecido vivir tantas cosas que no entrarían en un siglo. Me dijo que aún le gustan las canciones de Chayanne y volvió hablarme por millonésima

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vez de la computadora infectada de virus del primo de la amiga y luego se rió sola. Y después hablamos de cómo la tocaría si estuviera sin ropa y ella me detuvo cuando yo pensé que estaba avanzando y me dijo lo que ya tantas veces he dicho y no ha cumplido. Al cruzarnos en los corredores del colegio, antes que se juntara con Mauricio y después que cortase con Pedro, me decía, "te espero a las seis donde ya sabes", y estaba esperándome con puntualidad inglesa, desde la seis, aunque las clases se terminaran a las seis y cuarenta. Le dejaban salir temprano porque todos los profesores y la inspectora y el rector la querían. Después ya no. Ni siquiera Mauricio. Papá llegó a la casa y encendió la tele. Aunque no la ve, le gusta escucharla. Lo hace para sentirse acompañado. No le gusta estar solo. Nunca le ha gustado estar solo, pero no puede evitarlo. Siempre está solo. En eso, en medio de un chiste que no fue tan gracioso del Chavo, cortaron la programación y pusieron la musiquita del noticiero, que es la misma desde los tiempos de los romanos en Ben Hur. Y la presentadora anunció que un colegio de ésta localidad sufrió un bombardeo, que corrigió luego por un atentado terrorista, que corrigió luego por un asalto, que corrigió luego por una balacera. No se quedó a escuchar lo primero y menos lo último. Enseguida se dirigió al colegio, fue tanto el apuro que llevaba que se descuidó y dejó la puerta abierta y cuando regresó los hijos de las vecinas sapas se habían llevado la tele y los muebles y todo lo demás. Dios es distinto del Diablo. A veces se parecen, pero tienen diferentes métodos de convencimiento. Dios te obliga, el diablo te seduce. En lo único que coinciden es que ambos son bastante brutos. Ray Loriga decía que en algún lugar debe haber un Dios o un Diablo muy listos que deben estar esperando a que depongan a los actuales. Lo malo es que con el cargo viene la inmortalidad. Y si eres Dios o el diablo o una araña, lo serás para siempre. El escritor compara a Dios con un presidente de un país latinoamericano. Papá estudió en mi colegio. Muchos años atrás, cuando no había aulas, ni patio, ni nada. Sólo había la iglesia y allí daban clases. Con el paso de los años el colegio fue pareciéndose a un colegio. Cuando Érika estuvo en edad escolar, papá la envió a su antiguo colegio sin importarle que con el plan de estudios inculcaran una religión distinta a la suya. Él es católico por herencia, porque la abuela lo es y sus antepasados lo fueron, desde el tiempo en que los españoles trajeron a Dios en un barco. Es una cosa muy compleja de ancestros y costumbres, en los que se incluyen cosas de Atahualpa-Yupanqui y los incas y el Tahuantinsuyo y la pelea de Dios contra el sol. En el colegio nos enseñan sobre Dios, el Tahuantinsuyo y del bromo que está precedido por el yodo, luego el ciano, luego el astato, luego el litio, el berilio, el cobre, el bromo y así. Siempre he pensado que haces una pausa en tu aprendizaje diario para perder el tiempo e ir al colegio.

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Cuando me pusieron en la escuela fue que me eché a perder. Talvez mejoré. Aun no lo sé. A la universidad no sé si vaya a entrar. Espero que no. Ya es bastante el tiempo que he desperdiciado. Si me pongo hacer cuentas, durante unos trece años he sido un estudiante y no me ha servido para nada pues son muy pocas las cosas que sé, entre ellas si Sofía aparecerá. La última vez que vi a Mauricio fue en la portada de la revista Vistazo. Estaba sonriendo. Dentro había varias hojas que hablaban sobre la destacada labor del presentador de noticias que arriesgó su vida por el bienestar de los estudiantes. En todos lados aparecían fotografías en las que posaba heroicamente. Quien lo veía, no creía que alguien estaba embarazada de él. A lo mejor lo imaginaban impotente. A Sofía la encontré en el baño del colegio. Lloraba y no quería decirme nada. Yo tampoco le dije lo que sucedió en la iglesia. Parecía mucho más grave lo que a ella le ocurría. Tenía los ojos muy tristes, como si llevara una procesión por dentro. La acompañé un momento, como si ambos esperásemos que llegara alguien aunque sabíamos bien que nadie llegaría. Sin embargo, alguien llegó. Fueron el papá y la mamá. Tenían la cara pálida y estaban helados a pesar de la tarde calurosa. La abrazaron y se la llevaron. Luego apareció mi papá, pensaba que el que había armado la balacera era yo. Érika, ésta mañana, se levantó a las ocho. Ya era tarde. Debía llegar al trabajo en quince minutos. Pensaba que le daría vuelta atrás al tiempo si se ponía a gritar. Yo la escuchaba desde la cama. Bajaba y subía las escaleras. Buscaba debajo de la cama. Se cepillaba los dientes a la vez que se bañaba. Y gritaba, que el Fome no ha sacado la basura, que el Fome usa mi shampoo, que el Fome no ha lavado los platos, que el Fome se corre la paja y deja salpicado los bordes del sanitario. El Fome soy yo. Y a Érika le encanta cargárseme. Uno de estos días voy a empujarla por las escaleras para que tenga un verdadero motivo para reclamar. A Érika mamá le puso Érika porque le gustó ese nombre desde chiquita. Papá me puso Fome porque toda la vida quiso llamarse así. Una vez, cuando era chico, papá trajo un CD y me dijo, "mira, éste álbum se llama como tú, Fome". Cuando Sofía escuchó mi nombre se sorprendió y me dijo, "qué nombre tan raro, suena como a fenómeno". La verdad es que para mí no es nada raro, lo he escuchado toda la vida. Esta mañana desperté y lo primero que pensé fue en Sofía. Por las noches me duermo pensando en ella. Inclusive, cuando la miro, estoy pensando en ella. Hoy no hice mucho. Ya no tenemos tantas tareas como antes. Lo peor de todo es que en las mañanas dan Doraemon y el show de Bugs Bunny. Los canales de televisión compiten por ver cuál repite más veces el mismo programa. Si yo fuera Willy, el coyote, correría a tiros al correcaminos, para probar si en verdad es más rápido que una bala. En la Matrix, Neo esquivaba las balas. En la telenovela "Mi Gorda Bella", uno de los protagonistas, El Lirio de Plata, también esquiva las balas. Existe un

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video sin gracia en el que un chino volador esquiva las balas de leche que una vaca le dispara con sus ubres. Ese video me cae como tres millones de torcidas de huevos. Todo el día he esperado que llegue éste momento. Sin embargo, no estoy muy seguro si realmente lo deseo. Hay que tener cuidado con las cosas que se desean porque pueden cumplirse. Llegamos de la playa en la noche. Estacionamos el auto en el parqueadero del otro barrio porque no había espacio en el nuestro. En realidad sí había, pero no me gusta dar explicaciones, detesto los detalles. Érika estaba dormida y la despertamos. Caminamos. Caminamos más. Y luego caminamos menos. Nos detuvimos frente a una casa donde un hombre golpeaba las rejas. Era como si quisiera entrar, pero estaba adentro. Gritaba, insultaba y golpeada y en su casa nadie se asomaba, ni en la de los vecinos. Lo vimos un momento. El tipo paró y cuando se percató de nuestra presencia empezó a insultarnos. Estaba muy oscuro. Parecía que era demasiado tarde o demasiado temprano, como si estuviéramos justamente en la hora que no es. Pero el tipo nos veía con toda claridad y no paraba de gritarnos. Logró abrir la puerta y se salió como si fuera un perro suelto. Cayó sobre las cuatro patas y después se enderezó. De cualquier modo nos seguía y vociferaba. Estaba borracho, o drogado, o loco. No hay modo de saberlo. Ya está muerto. Papá iba en medio, nos abrazó, le dimos la espalda al tipo y caminamos lo más rápido que pudimos. Era gordo y viejo. Aunque bien podía ser flaco y joven. No se veía mucho, todo estaba mal iluminado y no nos arriesgábamos a mirar atrás. Los ladrones, cuando no encuentran gente a quien robar, se llevan los cables y los focos de los postes. En eso escuchamos un ruido de vidrios rotos y Érika gimió. Nos dimos cuenta que sangraba. Se oyó otro ruido y nos detuvimos. Nos estaba lanzando piedras y botellas. Nos volteamos y vimos que se acercaba como si fuera un tren. Parecía un perro, pero caminaba como tren y nos insultaba y a mamá y a la abuela y a todos los antepasados incluyendo a Tupac-Yupanqui. Papá sacó la pistola y gritó, "Y SI TE MATO, CONCHETUMADRE". La pistola no tenía balas. Eso fue lo que pensamos o eso fue lo que pensó el tipo porque no se detuvo. Siguió caminando y tirando cosas que encontraba en el suelo. Cuando estuvo cerca vimos que nos apuntaba con un arma. Disparó varias veces, pero no le atinó a nada. Era una pistola muy grande. Parecía una escopeta en miniatura. La pistola y las detonaciones y la sangre de Érika y los gritos del hombre y los vidrios y las piedras y la oscuridad eran muchas cosas al mismo tiempo. Papá es de los que no saben qué hacer cuando ocurren muchas cosas a la vez, pero esa ocasión lo tuvo claro, ni siquiera se puso a temblar, ni le fallaron los dedos. Como si hubiera esperando éste momento desde mucho antes, sacó una bala del bolsillo de la camisa. La puso lentamente en la pistola. Caminó tres pasos hacia el tipo y sonó un disparo. Se escuchó un ruido hueco y absurdo.

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El ruido era tan inofensivo como el que produce un torpedo cuando se celebra el inicio de la Semana Santa. El hombre emitió un ronquido, parecía ahogarse en un lago, pero en realidad estaba tirado de espaldas en el piso polvoriento. Primero empezó a moverse mucho, idéntico a los tocados por el Espíritu Santo o la epilepsia, y luego, ya no se movió nada. Parecía que se hubiera quedado dormido. Nadie se asomó. No había ninguna vieja sapa asomada en las puertas de las casas, ni ladrones en las esquinas, ni pájaros en el cielo, ni arañas. Nada de nada de nada. Realmente era muy tarde y parecía que el mundo se aburrió de esperarnos. A lo mejor ni siquiera Dios se dio cuenta, él debe tener muchos asuntos con eso del universo y los agujeros negros y el efecto doppler. A Érika la llevamos a un policlínico porque el sangrado no le paraba. Tenía un vidrio incrustado en el antebrazo. Le cogieron tres puntos. Papá estuvo todo el tiempo a su lado y la cuidó como si le hubiesen practicado una operación de corazón abierto. Le quedó una cicatriz chiquita. El maestro Yoda, en las primeras películas de las Guerras de las Galaxias, era un muñeco al que le hacían hablar metiéndole la mano por detrás, como a los títeres de calcetín. Si te lo propones, con las cosas que encuentras en el guardarropas, puedes hacerte un maestro Yoda más efectivo. Hay que reconocer que la magia no existe. En la películas el bueno siempre le gana al malo. Y un niño de trece años puede hacer un specto patronus con una varita rota. Si tienes dinero suficiente puedes comprarte un maestro Yoda que ande en escoba y sepa karate. Papá tiene en la casa un montón de libros. Siempre lee, pero muy pocas veces logra acordarse de nada. Eso no le quita el defecto de saber mucho. En las fiestas del mes de julio nos lleva al museo. Es como un gran tiradero de basura. Debes de cuidarte, sino, pisas un charco de desechos tóxicos. Allí no hay nadie, nada puede vivir entre eso. No hay gente. Menos ladrones. Sólo nosotros. Él nos explica y nos dice que el arte clásico, el de Da Vinci y Miguel Ángel y Rafael y Donatello y las Tortugas Ninjas, se preocupaba por representar objetos tomados de la realidad. En cambio, el arte moderno, se encarga de crear nuevos objetos. Es como ser Dios, pero en chiquito y con bajo presupuesto. En la calle venden la lotería y encuentras pegados en los postes hojas fotocopiadas con oportunidades de trabajos millonarios. Si vas caminando por la calle te topas con una ruleta. En un solo día que paseas por el centro de la ciudad tienes varias oportunidades para hacerte rico. Pero nadie cree en eso y los que creen compran justamente el boleto perdedor.

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Me figuro que es tan fácil obtener el éxito que en la esquina puedes comprártelo en cincuenta centavos y esperar a que llegue el domingo cuando aparecen publicados los resultados de la lotería. O puede ser tan difícil que terminas loco y crees que si mandas por correo electrónico la cuenta de tu banco y la contraseña, en algún lugar del África Meridional, habrá un tipo listo para depositarte unos cinco millones de dólares. Una mañana te levantas, te cepillas los dientes, te peinas y te vas a trabajar y no sabes si en la esquina te pisará un carro. Tampoco puedes saber, cuando entras al supermercado, si habrá un loco-sicópata-asesino con una escopeta que se ponga a disparar a la gente en la sección de verduras. Desconozco cómo hará el agua para meterse dentro del coco. Hay muchas cosas que no sabemos y vivimos tranquilos sin preguntárnoslo. No todas las cosas se pueden explicar con filosofía y ciencia. Sofía piensa que en el futuro, cuando termine la universidad, será una odontóloga. Debe ser un trabajo muy complicado tener las manos metidas dentro de la boca de la gente todo el día. Tampoco sé si estaré en su futuro. Ella tiene la voz de un niño que está creciendo. Por teléfono se la escucha distinto. Es una sensación tan inexplicable como cuando escuchas tu propia voz grabada. Siempre preguntas, "¿esa es mi voz?". Ayer estaba alegre, se reía. Igual que antes. No terminaba de decir nada, en seguida lo cortaba con una risa repentina. La risa de un niño. No sé cómo habrá amanecido hoy. Debe tener frío, es innegable. Hace un rato sonó un trueno lejano, luego sonó otro y después otro. Cada uno más cerca del otro. Dios debe estar moviendo unos muebles enormes en el cielo. El viento barre los periódicos y se enredan con las ruedas de los autos. Parece como si fuera haber un temblor y luego un eclipse. Apenas faltan diez minutos para las seis de la tarde, pero la noche se ha cerrado. La chica de la heladería encendió las luces y ahora se ven claramente unos huecos de bala en la mesa. Hay muchas cosas en la mesa y ninguna se puede agarrar con las manos. Por ejemplo, está escrito con punta de cuchillo, Mafer y Gaby amigas X 100pre. También hay otro donde se lee, Quinto Fima, y aparecen los nombres de todos los amigos de Sofía, inclusive el de Arcos, menos el suyo. También hay un corazón que dice, Pedro y Natalia. Natalia es la cholita que anda con Pedro, pero no sé si el Pedro de la mesa es el Pedro de Sofía. Sofía escribía donde podía las letras P y S, la S encima de la P. Lo hacía de un modo tan particular que la parte final de la S era el comienzo de la P. Ambas letras formaban un símbolo especial que todos sabíamos lo que significaba y yo sentía que me moría de la rabia porque no sé por qué ella no me quiere así. Te lo encontrabas en las bancas de la iglesia y en las puertas de los baños. Cada vez que yo hallaba uno, completaba las letras escribiendo, Smashing Pumpkins. Aquello era una venganza en miniatura, un desquite, y por supuesto, ésta es una de las cosas que ella jamás se enteró.

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El viento sopla más fuerte y el aire se vuelve más denso y se ven diseminadas por el piso unas gotas de agua. Es como si alguien tuviera un rociador de jardín bastante potente y cayeran gotas finitas sobre toda la cuadra. Cada vez más numerosas y precisas. Alguien debe estar abriendo la llave con una intensidad metódica. Ahora llueve a cántaros. Puedo apostar mi brazo a que Sofía aparecerá en cualquier momento riendo, bailando y con un paraguas. Traerá el cabello y la ropa y las pecas y la sonrisa, mojadas. Cuando llueve se pone muy contenta y los ojos le brillan, me consta. No puede perdérselo. Lo que más le gusta en el mundo son los aguaceros fuertes. Por el olor de la tierra mojada es capaz de hacer cualquier cosa. Cuando sopla fuerte el viento húmedo, ella respira profundo, hasta los talones. No debe tardar mucho, sólo tengo que esperarla un poco más. Guayaquil, julio de 2006 » F I N « ---------«»--------- v. e. .lit by n_o_b_o_d_y ';o)

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