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Todas las actividades del hombre como
la naturaleza misma,están conformadas por leyes para que su vida
sea plena, justa y ordenada.
Pero de todas las leyes la más importante es la
ley de Dios porque
santifica al hombre y lo destina a la gloriosa morada
de los bienaventurados (Mateo 19,17).
Y para facilitarnos su cumplimiento, la
Iglesia nos ofrece lo que
llamamos “Mandamientos de la Iglesia”
ya que ella está respaldada
por Cristo que le dio poder
y autoridad para guiar a su pueblo. (Lc 10,16; Jn
20,21)
Estos poderes son:
-Enseñar la doctrina de Jesús. -Santificar con los sacramentos -Gobernar mediante leyes que formen la conciencia cristiana.
1- El primero, oír Misa entera todos los domingos y fiestas de precepto.2- El segundo, confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte y si se ha de comulgar.3- El tercero, comulgar al menos por Pascua de Resurrección.4- El cuarto, ayunar y no comer carne cuando lo mande la Santa Madre Iglesia.5- El quinto, ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
Los Mandamientos de la Iglesia son 5
1º Oír Misa entera los domingos y fiesta de guardar.
Este mandamiento obliga -bajo pecado mortal- a los fieles que tienen uso de razón y han
cumplido siete años porque es importante darle a Dios el lugar que se
merece: “el primero”
ya que nada ni nadie, es más importante que él.
1 de Enero, Corpus Christi, Pascua de Resurrección
Ascensión del Señor, 15 de agosto: Asunción de la Virgen
1 de Noviembre: Todos los Santos8 de Diciembre: Inmaculada Concepción25 de Diciembre: Nacimiento de Ntro. Sr.
Jesucristo.
Principales fiestas litúrgicas que conmemoran los misterios del Señor, la Virgen María y los santos:
2º Confesar los pecados mortales, al menos una vez al año,
si se ha de comulgar y en peligro de muerte.
Para que un pecado sea mortal, debe cumplir 3 condiciones:
1- Que sea grave 2- Que la persona sepa que ¨eso¨ que va a hacer ¨es pecado¨ 3- Que, a pesar de esto, decida hacerlo
Los pecados mortales solo se perdonan con la confesión,
sacramento donde Dios nos espera como al hijo pródigo
a través del sacerdote es el administrador de su misericordia infinita. (Mt 18,18; Lc 15,20)
- Un Pecado venial es una falta leve contra los mandamientos de Dios. En este caso cada persona solita puede pedir perdón a Dios. Lo importante es estar arrepentido y tener el propósito de enmendarse (no volver a hacerlo).
3º Comulgar por Pascua de Resurrección.
La Eucaristía es un misterio de fe y de amor que alimenta nuestra alma y la santifica.
Cristo mismo dijo: ¨El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré el
último día¨. Jn 6,54
- Imagínate, ¡comulgar es recibir en tu alma al mismo Cristo! Si en verdad nos diéramos cuenta
de este Misterio de amor tan grande, no dejaríamos un solo día sin comulgar.
-¿ Cuáles son las condiciones para poder
comulgar ?
El que tiene algún pecado venial, puede pedir
sincero perdón a Dios y comulgar
sin necesidad de confesarse.
La Iglesia recomienda recibir
la comunión cada vezque vamos a la misa y
por lo menos una vez al año después del Domingo
de resurrección.
4º Ayunar y abstenerse de carne cuando lo manda la Iglesia.
Cristo ayunó 40 días para enseñarnos que es bueno
que el hombre domine su cuerpo y fortalezca su espíritu.
Cada uno puede hacer sacrificios cuantas veces quiera,
sin embargo, la Iglesia establece: Ayunar, (una sola comida fuerte al día) 2 días al año: el
miércoles de ceniza y el viernes santo. El ayuno obliga desde los 18 hasta los 59 años.
Abstinencia es no comer carne los viernes de cuaresma.
La abstinencia obliga desde los 14 años y dura toda la vida.
El viernes fue escogido para la penitencia porque en viernes murió Jesús.
La abstinencia de carne puede sustituirse por otro sacrificio que nos ejercite espiritualmente para ser
mejores cristianos.
5º Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
La Iglesia se preocupa de las necesidades espirituales
y materiales de sus hijos; por eso debemos colaborar
con oraciones, sacrificios y limosnas ya que somos simples administradores de los bienes y carismas
que Dios nos otorgóy El ama a quien da con alegría (2 Co 9,7; 1 P
4,10).
Nuestra amada Iglesia es como una madre abnegada
que quiere lo mejor para sus hijos por eso nos guía hacia la gloria eterna por caminos sacramentales,
de oración y buenas obras.
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