LA TOMA DE VALDIVIA

Nelson Torres Saavedra 03/02/2001

1.- Fuerte del Inglés2.- Fuerte de San Carlos3.- Batería Del Barro4.- Castillo de Amargos5.- Batería de Chorocamayo6.- Castillo de Corral

7.- Castillo de Mancera8.- Batería del Carbonero9.- Batería del Piojo

10.- Castillo de Niebla

Era el día 3 de febrero de 1820. El tiempo mostraba una cara diáfana, al estar

despejado después de una semana de lluvia y había poco viento, pero el mar se

encontraba encabritado. Hacia las tres y media de la tarde la corbeta Moctezuma y el bergantín Intrépido, que se habían separado

de la Fragata O'higgins (ex María Isabel) , llegaron a la aguada del inglés, pequeña caleta abierta al Norte, bordeada de una

playa con poca roca y donde el desembarco, que no estaba previsto en ese lugar, era posible con buen tiempo, como

estaba el día.

En el extremo oriente de la bahía, se encontraba el primero de los fuertes, el más

avanzado hacia el mar de la ribera Sur-Poniente del río, llamado Fuerte del Inglés. La flotilla se acercó al castillo lentamente, con pabellón

español izado y ocultando a la tropa, apretujada en su interior, así como los botes de desembarco, que flotaban a lo largo del flanco opuesto a tierra de las naves. Sólo unos pocos hombres en las cubiertas de las naves con una

actitud de cansados, que correspondía al término de una larga y distanciada travesía

desde la metrópolis (España).

La guarnición del fuerte no se dejó sorprender

precisamente. Ocupó sus posiciones en forma habitual y los pequeños navíos fueron

observados con toda atención a medida que se acercaban. Un vigía en el Moctezuma – un español

que Cochrane había tenido la previsión de buscar y

embarcar en Concepción-, se mantenía en actitud de usar la bocina cuando la distancia lo permitiera.

. Entre tanto Cochrane en persona hacía de consueta, oculto en alguna forma, para dirigir el dialogo de

acuerdo a las circunstancias. La

idea del Almirante era pedir un práctico para desfilar impunemente frente a los fuertes y desembarcar al pie

del fuerte Corral, unos cinco kilómetros

hacia adentro del río, para así iniciar el

ataque.

Esgrimiendo el altavoz, el español embarcado de Concepción protagonizó un dialogo con los

vigías del Fuerte del Inglés , que comenzó con el pedido del práctico para llegar a Valdivia: En vez

de mandar un práctico y aleccionados por las anteriores incursiones de la fragata O’Higgins , pidieron que un bote con tripulación bajara a tierra, dándoseles la disculpa que no existía ninguno, pues habían sido llevados por la

tempestad de la semana anterior. Esta fue una de las últimas frases que intercambio con el oficial a cargo de los vigías, pues en ese mismo momento observaron los del fuerte como sobresalía un bote desprendido del costado del barco y que daba por desmentida toda la información del vigía de

la corbeta Moctezuma.

Inmediatamente se dio la voz de alarma, corrieron los soldados, los cañones fueron apuntados, mientras Cochrane arriba del navío Moctezuma, incitado por Beauchef, daba la orden de desembarco, olvidando el plan que había sido descubierto por los españoles, ahora quedaba el ataque y la suerte de que cayeran los fuertes ante la embestida de las tropas que en bote se dirigían a tierra. Estallaron los cañonazos del fuerte, traspasando uno de los tiros de parte en parte al bergantín Intrépido, dejando siete muertos, mientras del fuerte salían al trote un batallón de hombres para hacer frente a los que iban a desembarcar, parapetados entre las piedras esperaban emboscar mientras aún permanecían los patriotas en el agua.

Los españoles no esperaban que las fuerzas patriotas primeras en desembarcar atacaran a la bayoneta

dirigidas por el Mayor Miller, a quien una bala le había traspasado el morrión. Pronto los godos vieron que no

podían sostenerse, porque los barcos seguían desembarcando soldados. Superados en número , los

españoles se replegaron ordenadamente hacia el fuerte, no logrando ser perseguidos por las tropas

comandadas por Miller y por Beauchef, pues la senda que había que seguir por el bosque era sólo conocida

por ellos; entretanto desembarcaban los últimos pelotones de patriotas. Gracias a la providencia los cañones del fuerte del Inglés no dañaron en forma

seria a los navíos, los cuales dieron un fuerte apoyo a los primeros grupos que tocaron tierra.

Una vez reorganizados las fuerzas patriotas se inició la persecución del enemigo a través de los obstáculos que el bosque desconocido imponía a las fuerzas. El trayecto hacia el fuerte se dilató en el tiempo haciendo que Beauchef encabezará el avance, mientras Miller era transportado en brazos por dos soldados más atrás por hallarse aún inválido y era asesorado por un prisionero del potrillo. Avanzando en el ocaso de un atardecer que transformaba al bosque en un elemento tenebroso un pelotón de patriotas precedía el avance a descubierta, a ciento cincuenta pasos más adelante que el grueso de la tropa. Las huellas que llevaban al fuerte estaban expuestas al fuego del enemigo cobijado en el fuerte que perdía eficacia a medida que se iba oscureciendo.

Esto llevó a Beauchef a elaborar una estratagema que consistía en el silencio absoluto de quienes avanzaban

por delante de la tropa y mucho ruido de voces y disparos, junto con la fanfarria de los músicos de tropa.

Los españoles se engañaron sobre el progreso de la fuerza patriota, disminuyendo las probabilidades de

eficacia en los disparos que los godos hacían.

Entretanto, la vanguardia en silencio llegó hasta los pies del fuerte, sin siquiera ser vista, guareciéndose en la oscuridad bajo las murallas, empalizadas y sombras de los árboles, mientras la guarnición hacia infructuosos disparos hacia donde venía la algarabía patriota. Entonces vino lo que determinaría el final de la batalla y la toma del fuerte, al ocupar una empalizada y troncos de árboles para salvar el foso que distanciaba a la tropa escondida del fuerte, y poder embestir los muros colgándose de cuerdas que transportaban y penetrando en el fuerte cuando los españoles se concentraban en hacer fuego hacia los caminos que mostraban la ruta hacia el fuerte.

. Sorprendidos por el fuego a sus espaldas los españoles se hicieron presa del pánico y

en desordenada fuga se dirigían hacia el Fuerte de San Carlos confundiéndose con los patriotas que los seguían de cerca. No hubo prisioneros, las tropas que tiraban el

fúsil y levantaban los brazos eran despachadas como si aún estuvieran combatiendo, el tiempo apremiaba y

debían tomarse todos los fuertes del sector Sur del estuario. En este loco correr

confundidos, unos presas del pánico y los otros por el deseo de la gloria fueron

cayendo los fuerte Punta Barros, Amargos, Chorocamayo hasta llegar al de Corral.

El pánico en el misterioso mundo de la noche sin luna, generó en los españoles un pavor que los sólo los hacia huir, llegando a cada fuerte diciendo que eran miles los patriotas, en efecto la superioridad de trescientos hombres sobre las guarniciones de cada fuerte era superior, sumado al temor generalizado que se contagia como epidemia entre los hombres ante eventos fortuitos y que no tienen explicación.

En el fuerte Corral, según Miller, los patriotas entraron por unboquerón existente entre sus muros y que aún se aprecia entre los roqueríos que dan al mar , sumado al abrir las puertas del fuerte para recibir a los fugitivos de los demás fuertes, generando una confusión de disparos y combates, que incluso llegaron a balear el bote donde se hallaba el Almirante Cochrane, que observaba desde el río el progreso de sus tropas, mientras algunos españoles que habían alcanzado botes no se detenían a capturarlo, más preocupados de ponerse a resguardo en los fuertes de Mancera Y Niebla, en el lado Norte del Río.

Según los relatos que hace en sus memorias Beauchef ,es

que el combate al interior del fuerte fue más una masacre de los doscientos españoles

que sumados a la de los otros fuertes podían haber hecho

frente a los patriotas en vez de sucumbir por el miedo sólo a

salvar sus vidas. Cien hombres fueron muertos y otros cien

tomados prisioneros incluido el Coronel a cargo de las

guarniciones, Don Fausto del Hoyo y su Estado Mayor.

Los españoles habían sido sorprendidos de la manera más completa y apenas se

habían defendido, aunque si los del fuerte del inglés hubieran puesto más resistencia,

tal vez la historia seria otra, aunque la defensa de toda la cadena de fuertes ante un ataque por tierra ninguna defensa era fácil, salvo si se hubieran unido las tropas

de todos los fuertes en el primero cubriendo todo el perímetro y haciendo fuego con su artillería contra los barcos

patriotas. Con la caída del fuerte de Corral, los patriotas con una pequeña

fuerza de trescientos hombres se hacía de todo el perímetro surponiente de la

fortaleza que protegía Valdivia, además de derrotar a tropas veteranas y muy bien

armadas.

Al conocerse en Valdivia el trágico evento para las fuerzas realistas, se generó el mismo temor sobre la población y su

gobernador, que aislado de todo apoyo español, con tropas bisoñas de la misma ciudad y otros tantos

incomunicados por el río. Mientras tanto Cochrane había dispuesto a doscientos hombres para tomarse los fuertes de

la ribera norte del estuario y a los doscientos hombres de refuerzo que venían de Valdivia al mando del Coronel

Santalla enviado por el Gobernador Montoya para apreciar las verdaderas magnitudes de la situación. El Coronel

Santalla al ver a los restos de la tropa que huían presas del temor y la aparición de los botes, junto a los tres navíos chilenos con la bandera izada, hizo que él informará al

gobernador de la situación y de que procedería a huir con las fuerzas restantes hacia Osorno.

La toma de los fuertes y de Valdivia, tuvo dos clases de

efectos:1.- La incorporación de la ciudad y la región al país

2.- Aceleró el proceso emancipador dentro de

América y aisló al Virreinato del Perú que sólo quedaba

con la isla grande de Chiloé como base para recibir mercancías y tropa de

España.