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ANÁLISIS DE ARGUMENTOS FILOSÓFICOS 1 Tomás de Aquino, Summa Theologica (1266-72) Traducción encontrada en http://hjg.com.ar/sumat/ 1. TEXTO Artículo 1. Dios, ¿es o no evidente por sí mismo? Objeciones por las que parece que Dios es evidente por sí mismo: 1. Se dice que son evidentes por sí mismas aquellas cosas cuyo conocimiento nos es connatural, por ejemplo, los primeros principios. Pues bien, como dice el Damasceno al inicio de su libro, el conocimiento de que Dios existe está impreso en todos por naturaleza. Por lo tanto, Dios es evidente por sí mismo. 2. Se dice que son evidentes por sí mismas aquellas cosas que, al decir su nombre, inmediatamente son identificadas. Esto, el Filósofo en I Poster. lo atribuye a los primeros principios de demostración. Por ejemplo, una vez sabido lo que es todo y lo que es parte, inmediatamente se sabe que el todo es mayor que su parte. Por eso, una vez comprendido lo que significa este nombre, Dios, inmediatamente se concluye que Dios existe. Si con este nombre se da a entender lo más inmenso que se puede comprender, más inmenso es lo que se da en la realidad y en el entendimiento que lo que se da sólo en el entendimiento. Como quiera que comprendido lo que significa este nombre, Dios, inmediatamente está en el entendimiento, habrá que concluir que también está en la realidad. Por lo tanto, Dios es evidente por sí mismo. 3. Es evidente que existe la verdad, porque quien niegue su existencia concede que existe, ya que, si la verdad no existiese, sería verdad que la verdad no existe, y claro está que, si algo es verdadero, es preciso que exista la verdad. Dios es la misma verdad. Jn 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Por lo tanto, que Dios existe es evidente por sí mismo. Contra esto: nadie puede concebir lo opuesto a lo que es verdad evidente, como enseña el filósofo al tratar de los primeros principios de la demostración, IV Metaphys. y Poster. Pero lo contrario de la existencia de Dios se puede pensar, como leemos en el Salmista: “Dijo el necio en su corazón: no hay Dios” (52,1). Luego la existencia de Dios no es verdad evidente. Respondo: La evidencia de algo puede ser de dos modos. Uno, en sí misma y no para nosotros; otro, en sí misma y para nosotros. Así, una proposición es evidente por sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto del sujeto, como el hombre es animal, ya que el predicado animal está incluido en el concepto de hombre. De este modo, si todos conocieran en qué consiste el predicado y en qué el sujeto, la proposición sería evidente para todos. Esto es lo que sucede con los primeros principios de la demostración, pues sus términos como ser-no ser, todo-parte y otros parecidos, son tan comunes que nadie los ignora.

Tomás de Aquino la existencia de Dios es evidente por sí misma

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Análisis de la Summa Theologica, artículo 1. Dios, ¿es o no evidente por sí mismo?, con las técnicas del Methodus Argumentandi

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ANÁLISIS DE ARGUMENTOS FILOSÓFICOS

1

Tomás de Aquino, Summa Theologica (1266-72) Traducción encontrada en http://hjg.com.ar/sumat/

1. TEXTO

Artículo 1. Dios, ¿es o no evidente por sí mismo? Objeciones por las que parece que Dios es evidente por sí mismo: 1. Se dice que son evidentes por sí mismas aquellas cosas cuyo conocimiento nos es connatural, por ejemplo, los primeros principios. Pues bien, como dice el Damasceno al inicio de su libro, el conocimiento de que Dios existe está impreso en todos por naturaleza. Por lo tanto, Dios es evidente por sí mismo. 2. Se dice que son evidentes por sí mismas aquellas cosas que, al decir su nombre, inmediatamente son identificadas. Esto, el Filósofo en I Poster. lo atribuye a los primeros principios de demostración. Por ejemplo, una vez sabido lo que es todo y lo que es parte, inmediatamente se sabe que el todo es mayor que su parte. Por eso, una vez comprendido lo que significa este nombre, Dios, inmediatamente se concluye que Dios existe. Si con este nombre se da a entender lo más inmenso que se puede comprender, más inmenso es lo que se da en la realidad y en el entendimiento que lo que se da sólo en el entendimiento. Como quiera que comprendido lo que significa este nombre, Dios, inmediatamente está en el entendimiento, habrá que concluir que también está en la realidad. Por lo tanto, Dios es evidente por sí mismo. 3. Es evidente que existe la verdad, porque quien niegue su existencia concede que existe, ya que, si la verdad no existiese, sería verdad que la verdad no existe, y claro está que, si algo es verdadero, es preciso que exista la verdad. Dios es la misma verdad. Jn 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Por lo tanto, que Dios existe es evidente por sí mismo. Contra esto: nadie puede concebir lo opuesto a lo que es verdad evidente, como enseña el filósofo al tratar de los primeros principios de la demostración, IV Metaphys. y Poster. Pero lo contrario de la existencia de Dios se puede pensar, como leemos en el Salmista: “Dijo el necio en su corazón: no hay Dios” (52,1). Luego la existencia de Dios no es verdad evidente. Respondo: La evidencia de algo puede ser de dos modos. Uno, en sí misma y no para nosotros; otro, en sí misma y para nosotros. Así, una proposición es evidente por sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto del sujeto, como el hombre es animal, ya que el predicado animal está incluido en el concepto de hombre. De este modo, si todos conocieran en qué consiste el predicado y en qué el sujeto, la proposición sería evidente para todos. Esto es lo que sucede con los primeros principios de la demostración, pues sus términos como ser-no ser, todo-parte y otros parecidos, son tan comunes que nadie los ignora.

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Por el contrario, si algunos no conocen en qué consiste el predicado y en qué el sujeto, la proposición será evidente en sí misma, pero no lo será para los que desconocen en qué consiste el predicado y en qué el sujeto de la proposición. Así ocurre, como dice Boecio, que hay conceptos del espíritu comunes para todos y evidentes por sí mismos que sólo comprenden los sabios, por ejemplo, lo incorpóreo no ocupa lugar. Por consiguiente, digo: La proposición Dios existe, considerada en sí misma, es evidente por sí misma, ya que en ella sujeto y predicado son lo mismo, pues Dios es su mismo ser, como veremos (q.3 a.4). Pero, puesto que no sabemos en qué consiste Dios, para nosotros no es evidente, sino que necesitamos demostrarlo a través de aquello que es más evidente para nosotros y menos por su naturaleza, esto es, por los efectos. A las objeciones: 1. Conocer de un modo general y no sin confusión que Dios existe, está impreso en nuestra naturaleza en el sentido de que Dios es la felicidad del hombre; puesto que el hombre por naturaleza quiere ser feliz, por naturaleza conoce lo que por naturaleza desea. Pero a esto no se le puede llamar exactamente saber que Dios existe; como, por ejemplo, saber que alguien viene no es saber que Pedro viene aunque sea Pedro el que viene. De hecho, muchos piensan que el bien perfecto del hombre, que es la bienaventuranza, consiste en la riqueza; otros, lo colocan en el placer; otros, en cualquier otra cosa. 2. Es probable que quien oiga la palabra Dios no entienda que con ella se expresa lo más inmenso que se pueda pensar, pues de hecho algunos creyeron que Dios era cuerpo. No obstante, aun suponiendo que alguien entienda el significado de lo que con la palabra Dios se dice, sin embargo no se sigue que entienda que lo que significa este nombre se dé en la realidad, sino tan sólo en la comprensión del entendimiento. Tampoco se puede deducir que exista en la realidad, a no ser que se presuponga que en la realidad hay algo tal que no puede pensarse algo mayor que ello. Y esto no es aceptado por los que sostienen que Dios no existe. 3. Que la verdad en general existe es evidente por sí mismo; pero que exista la verdad absoluta no es evidente para nosotros.

2. ANÁLISIS El tema que se va a debatir se enuncia en el nombre del artículo como una pregunta. Tomás de Aquino comienza por exponer los argumentos a favor de la tesis de que la existencia de Dios es evidente por sí misma. Parece tratarse de una argumentación múltiple integrada por tres argumentos mutuamente independientes y numerados correlativamente. El primero combina un argumento de autoridad con una afirmación acerca de lo evidente.

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Damasceno dice que el conocimiento de la existencia de Dios nos es connatural

El conocimiento de la existencia de Dios nos es connatural Algo es evidente si su conocimiento nos es connatural

Por tanto, el conocimiento de la existencia de Dios es evidente El status de la caracterización de la evidencia que figura en este argumento admite distintas interpretaciones. Podría tratarse de una definición de “evidente por sí mismo”, aunque “se dice” podría indicar que se trata de un enunciado comúnmente admitido. Una tercera interpretación incidiría en la apostilla “por ejemplo, los primeros principios” para identificar un argumento implícito que sustentaría esa premisa. Dando por comúnmente aceptado que el conocimiento de los primeros principios es evidente por sí mismo, el argumento discurriría como sigue: El conocimiento de que Dios existe nos es connatural, El conocimiento de los primeros principios nos es connatural

El conocimiento de que Dios existe se asemeja al conocimiento que tenemos de los primeros principios

El conocimiento de los primeros principios es evidente por sí mismo

El conocimiento de que Dios existe es evidente por sí mismo Ver esta argumentación como una argumentación por semejanza altera, como veremos enseguida, la interpretación inicial de las objeciones, puesto que de ser así al menos los dos primeros argumentos no serían plenamente indepedientes entre sí. El segundo argumento incluye una variante del argumento ontológico. En un primer análisis somero, podría asignársele la siguiente estructura: “Dios” significa lo más grande que se puede concebir,

Algo que existe en el entendimiento y en la realidad es mayor que algo que solo existe en el entendimiento.

“Dios” significa (entre otras cosas) algo que existe (en la realidad)

Quien conce el significado de “Dios” sabe que “Dios existe” es verdadero”

Algo es evidente si se comprende con solo conocer el significado de sus términos

El conocimiento de la existencia de Dios es evidente

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Por otra parte, presenta las mismas dificultades de interpretación que el argumento precedente. La premisa de la derecha podría ser una definición, una opinión comúnmente compartida o apoyarse en una argumentación a partir de nuestro conocimiento de los primeros principios. En el último caso, usando anacrónicamente el concepto de analiticidad, el argumento sería el siguiente: Aristóteles dice que los primeros principios se comprenden con solo conocer el significado de sus términos

Argumento ontológico

Los primeros principios se comprenden con solo conocer el significado de sus términos

“Dios existe” se comprende con solo conocer el significado

de “Dios”

El conocimiento de que Dios existe se asemeja al conocimiento que tenemos de los primeros principios

El conocimiento de los primeros principios es evidente por sí mismo

El conocimiento de que Dios existe es evidente por sí mismo

Que el conocimiento de la existencia de Dios sea connatural y analítico es una razón más fuerte, dadas las asunciones previas, para concluir que se asemeja al conocimiento de los primeros principios que cada una de esas características por separado. Por consiguiente, interpretar los dos primeros argumentos como argumentaciones basadas en la semejanza llevaría a subsumirlos en una argumentación coordinada antes que en una argumentación múltiple. El tercero de los argumentos a favor de la tesis de que la existencia de Dios es evidente se basa en la identificación de Dios con la verdad, y su estructura parece diferir apreciablemente de la de los dos primeros. En un análisis superficial tiene el aspecto:

Supongamos que no existe ninguna verdad

Entonces es verdad que no existe ninguna verdad

Luego, existe una verdad

Existe y no existe alguna verdad San Juan dice que Dios es la verdad

Así pues, existe la verdad Dios es la verdad

Por tanto, Dios existe

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Esta reconstrucción no es adecuada porque lo convierte en irrelevante para la cuestión tratada, que no es la existencia de Dios sino si ésta es evidente por sí misma. El papel que desempeña la reductio ad absurdum que lleva a concluir que existe la verdad es completamente diferente. Lo que se aduce es que la existencia de esa demostración, y no la propia demostración, permite concluir que negar la existencia de la verdad lleva a una contradicción. Podríamos decir que es un argumento por ostensión. A partir de ahí, y dado que algo es evidente si al negarlo se incurre en una contradicción, se sigue que la existencia de la verdad es evidente. Finalmente, y apoyándose en la autoridad de San Juan, se afirma que Dios es la verdad, desembocándo entonces en la conclusión principal: la existencia de Dios es evidente por sí misma. Al presentar el argumento basado en la identificación de Dios con la verdad no se mencionan, a diferencia de lo que sucede en los dos anteriores, los primeros principios de la demostración. Eso hace pensar que, sea cuál sea la relación entre aquellos, forman con éste una argumentación múltiple. Sí se mencionan los primeros principios, por el contrario, cuando se responde a las objeciones. Aristóteles enseña que nadie puede concebir lo opuesto a una verdad evidente El salmista dice que el necio puede concebir que no hay Dios

Nadie puede concebir lo opuesto a una verdad evidente El necio puede concebir que no hay Dios

Luego la existencia de Dios no es una verdad evidente

Aparentemente la réplica se dirige únicamente a la tercera objeción. Sin embargo, la mención de los primeros principios permite una interpretación del contra-argumento distinta y más en consonancia con la estructuración del texto. El subargumento de la izquierda discurriría ahora así: Aristóteles dice que nadie puede concebir lo opuesto de los primeros principios; por tanto nadie puede concebir su negación. Esa conclusión junto con la conclusión del subargumento de la derecha lleva a pensar que el conocimiento de los primeros principios y el conocimiento de la existencia de Dios difieren en un aspecto importante; algo que constituye una razón para creer que, si el conocimiento de aquellos es evidente por sí mismo, el de la existencia de Dios no lo es. Interpretado así, el contra-argumento se dirige, no solo contra el último de los argumentos a favor de la tesis de que la existencia de Dios es evidente, sino contra el conjunto de la argumentación que la sustenta. El Aquinate pasa entonces a dar sus propias razones para negar que la existencia de Dios sea evidente. Cada uno de los argumentos expuestos usa una definición distinta de “evidente”. ¿Se trata de definiciones alternativas o complementarias de un mismo concepto o de definiciones de distintos conceptos? Tomás de Aquino distingue la evidencia en sí misma y la evidencia para nosotros. Dicho de otro modo, distingue entre proposiciones evidentes y conocimiento evidente de proposiciones.

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- Una proposición es evidente por sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto del sujeto. - Una proposición es evidente para alguien si sabe que su predicado está incluido en el concepto del sujeto.

Los primeros principios de la demostración son evidentes en ambos sentidos: “Esto es lo que sucede con los primeros principios de la demostración, pues sus términos como ser-no ser, todo-parte, y otros parecidos, son tan comunes que nadie los ignora”. Sin embargo hay otros “conceptos del espíritu comunes” que son evidentes por sí mismos pero no para todos. Tomás argumenta a partir de aquí que la existencia de Dios es evidente por sí misma pero no para todos. En parte lo que hace es retomar su contra-argumento anterior y reformularlo en consonancia con la distinción de dos clases de evidencia. El predicado de P está incluido en el sujeto de P Todos saben en qué consisten el sujeto y el predicado de P

Todos saben que el predicado de P está incluido en el sujeto de P

Por tanto, todos saben que P es evidente por sí misma

El último paso se justifica apelando a una definición: una proposición es evidente por sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto del sujeto. Así, parece que una proposición es evidente para todos si todos saben que es evidente por sí misma. Tomás parece ir más lejos afirmando que el conocimiento universal del sujeto y del predicado es también una condición necesaria para que una proposición evidente por sí misma sea evidente para todos: si alguien ignora en qué consisten el sujeto y el predicado de una proposición evidente por sí misma, ignora que esa proposición es evidente por sí misma. En realidad para su propósito basta con una tesis más débil: alguien que ignora en qué consisten el sujeto y el predicado de una proposición evidente por sí misma puede ignorar que es evidente por sí misma. Aplicadas al caso de “Dios”, estas aclaraciones permiten concluir que la proposición “Dios existe” es evidente por sí misma:

Dios es su mismo ser

El predicado de “Dios existe” está incluido en su sujeto

“Dios existe” es evidente por sí misma

pero no es evidente para todos:

“Dios existe” es evidente por sí misma; no sabemos en qué consiste Dios

Podemos ignorar que “Dios existe” es evidente por sí misma

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Por tanto, necesitamos demostrar que “Dios existe” es evidente por sí misma

Estos dos argumentos no están realmente antiorientados (sus conclusiones no son contrarias o contradictorias entre sí). El uso del conector “pero” se explica porque quien conozca el primer argumento (por ejemplo quien lea la Summa), sabe que la proposición “Dios existe” es evidente por sí misma, y eso puede hacerle pensar que también es evidente para los demás. La distinción de dos tipos de evidencia permite precisar el tema del debate: se trata de determinar si la existencia de Dios es evidente para nosotros, no si es evidente por sí misma. Los tres primeros argumentos serían irrelevantes para la cuestión tratada si únicamente permitieran concluir que la proposición “Dios existe” es evidente por sí misma. Ahora bien, si los argumentos presentados establecen que el conocimiento de Dios es evidente porque se asemeja al de los primeros principios, y éstos son evidentes en los dos sentidos, puede presumirse, mientras no se demuestre lo contrario, que lo mismo vale para el conocimiento de la existencia de Dios. Estas consideraciones refuerzan la interpretación de las objeciones como argumentos basados en la semejanza con los primeros principios de la demostración. En el epígrafe “A las objeciones” Tomás trata de establecer que de esos argumentos no se sigue que la proposición “Dios existe” sea evidente para cualquiera. El primer argumento se basa en que el conocimiento de la existencia de Dios nos es connatural, y por ello a primera vista resulta más pertinente que los otros dos cuando lo que se está discutiendo es el conocimiento que tenemos o podemos tener de la proposición “Dios existe”. Tomás de Aquino se enfrenta a este argumento distinguiendo dos formas de conocimiento: el conocimiento en general y el conocimiento en sentido propio. Alega entonces que el argumento muestra que tenemos conocimiento de la existencia de Dios en general, no en sentido propio, que es el que sería pertinente para la cuestión tratada. Para mostrarlo reformula el argumento atacado como sigue:

El hombre por su propia naturaleza desea la felicidad, Dios es la felicidad del hombre

El hombre por su propia naturaleza desea a Dios

El hombre por su propia naturaleza conoce a Dios

La garantía invocada para legitimar la última inferencia es si x desea y, entonces x conoce y. Obsérvese que las premisas de este razonamiento sustituyen a la autoridad del Damasceno como fundamento del enunciado “el conocimiento de Dios nos es

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connatural”. Este argumento es comparado con otro, para mostrar que de su conclusión no equivale a “El hombre por su propia naturaleza sabe que Dios existe” ni ésta se sigue de aquélla.

Sé que ese hombre acaba de llegar; ese hombre es Pedro

Por tanto, sé que Pedro acaba de llegar Lo que se pretende es que si el primer argumento fuera suficiente para establecer su conclusión, también lo sería el segundo; pero puesto que éste, como es sabido, no lo es, aquél tampoco. Nos hallaríamos, en definitiva, ante una contra-analogía. El segundo argumento parte de la definición de lo evidente como aquello que se comprende con sólo conocer sus términos. Las razones invocadas para desestimar el argumento son tres:

- Alguien puede oír (comprender) la palabra “Dios” sin saber que designa lo más grande que se puede pensar; - Alguien puede saber que “Dios” designa lo más grande que se puede pensar sin saber que eso existe realmente; - Del hecho de que “Dios” designa lo más grande que se puede pensar no puede inferirse que exista realmente.

La primera de las razones es una constatación empírica:

Algunos han pensado que Dios era corpóreo

Por tanto puede usarse la palabra “Dios” sin saber que designa lo más grande que se puede pensar Adviértase que la conclusión de este argumento va precedida en el texto por el cualificador “es probable que”. La mención de la corporeidad en la premisa remite a la referencia a Boecio en la respuesta a las objeciones: “ocurre, como dice Boecio, que hay conceptos del espíritu comunes para todos y evidentes por sí mismos que sólo comprenden los sabios, por ejemplo, lo incorpóreo no ocupa lugar”.

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El paso a la segunda razón se marca con un “no obstante, aún suponiendo” concesivo; esto es, se concede lo que se acababa de rebatir y se afirma al mismo tiempo que ni siquiera con esa concesión puede justificarse la conclusión del oponente, sino tan solo una conclusión más débil.

no

Quien oye la palabra Dios sabe que designa lo más grande que se puede pensar

sino solo

Quien oye la palabra Dios sabe que designa lo más grande que se puede pensar

… …

Quien oye la palabra Dios sabe que su referente existe en la realidad

Quien oye la palabra Dios sabe que su referente existe en el entendimiento

Por una parte, esta estructura lleva a pensar que los tres argumentos de la respuesta a la objeción segunda forman una argumentación múltiple; por otra, lleva a buscar un garante que legitime la inferencia de la derecha, pero no la de la izquierda. Un candidato plausible es el principio Si alguien conocer el significado de “t”, entonces sabe que t existe. Si es así, lo que estaría en cuestión en este momento argumentativo no es la peculiar naturaleza de Dios, sino la del conocimiento del significado. La transición al tercer argumento viene marcada por “tampoco se puede deducir”, fórmula apropiada para una recusación. Así, la primera frase de este pasaje introduce la estructura argumentativa:

no

Por tanto Dios existe en realidad

¿Cuáles son las premisas de este argumento defectuoso? El conector “tampoco” sugiere que la nueva conclusión se seguiría supuestamente de las premisas del argumento inmediatamente precedente. Eso nos lleva a:

no “Dios” designa lo más grande que se puede pensar

Por tanto Dios existe en realidad

El argumento ontológico conecta esa premisa con la conclusión, y por tanto se está negando que ese argumento sea concluyente. Para concluir que Dios existe en la realidad hay que presuponer además que en la realidad hay algo tal que no puede pensarse algo

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mayor que ello, pero la adición de ese supuesto llevaría a incurrir en una petitio principii si lo que se trata es de demostrar la existencia de Dios. El segundo contraargumento considera ilegítimo el paso del significado a la existencia; pues bien, ahora parece decirse que el único modo de conectar la conclusión del argumento ontológico con la existencia real de Dios sería éste:

“Dios” significa lo más grande que se puede pensar; algo que existe en la realidad y en el entendimiento es más grande que algo que solo existe en el entendimiento

En la realidad hay algo tal que no puede pensarse algo mayor que ello

Por tanto “Dios” significa algo que existe en la realidad

Por tanto, Dios existe en la realidad

En todo caso, esta recusación del argumento ontológico ocupa un lugar secundario en la réplica del Aquinate, puesto que éste no trata directamente del conocimiento que podamos tener de la existencia de Dios, sino de la posibilidad de demostrar su existencia. El tercero de los argumentos para demostrar que la existencia de Dios es evidente se basaba en la identificación de Dios y la verdad. Tomás de Aquino señala que lo que es evidente (y evidente para nosotros) es que existe alguna verdad, mientras que lo que se necesita para concluir que la existencia de Dios es evidente para nosotros es que es evidente, en el sentido indicado, que existe la verdad absoluta. Esto es, cuando el argumento se formular cuidadosamente, resulta ser una falacia de equivocidad.

Reductio ad absurdum

Negar la existencia de alguna verdad es incurrir en una contradicción

Algo es evidente si al negarlo incurrimos en contradicción

San Juan dice que Dios es la verdad absoluta

Por tanto, la existencia de alguna verdad es evidente Luego Dios es la verdad absoluta

?

3. DIAGRAMA Pueden distinguirse tres fases, explícitamente marcadas en el texto, en la argumentación de la Summa.

Objeciones: en la que se presentan los argumentos a favor de la evidencia de Dios.

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Respuesta: en la que Tomás expone las razones por las que la existencia de Dios no es evidente para nosotros. Respuesta a las objeciones: en la que se rebaten esos argumentos.

OBJECIONES. Representamos primero la argumentación destinada a establecer que la existencia de Dios es evidente por sí misma.

El Damasceno dice que conocimiento de que Dios existe es connatural

Los primeros principios son evidentes por sí mismo

Y

Dios” significa lo más grande que se puede pensar; Algo que existe en la realidad y en el entendimiento es más grande que algo que sólo existe en el entendimiento

Los primeros principios son evidentes por sí mismo

O

No hay ninguna verdad

Algo es evidente si su negación es contradictoria

San Juan dice que Dios es la verdad

↓ si p, es verdad que p

Es verdad que no hay ninguna verdad

↓ deducción ↓ adjunción

Aristóteles dice que quien conoce el significado de sus términos sabe que los primeros principios son verdaderos

“Dios” significa algo realmente existente ┴

↓ autoridad ↓ autoridad ↓ definición ↓ ostensión

El conocimiento de que Dios existe es connatural

El conocimiento de los primeros principios es connatural

Quien conoce el significado de sus términos sabe que los primeros principios son verdaderos

Quien conoce el significado de “Dios” sabe que Dios existe

negar la existencia de la verdad es contradictorio

↓ muestra ↓ muestra ↓ deducción ↓ autoridad

El conocimiento de que Dios existe se asemeja la conocimiento de los primeros principios

El conocimiento de que Dios existe se asemeja la conocimiento de los primeros principios La existencia de la verdad es evidente

Dios es la verdad

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↓ semejanza ↓ semejanza ↓ identidad

Es evidente por sí mismo que Dios existe Es evidente por sí mismo que Dios existe Es evidente por sí mismo que Dios existe

Es evidente por sí mismo que Dios existe

El párrafo siguiente presenta una doble contra-argumentación; por una parte es una refutación del argumento que invoca la autridad de San Juan, y por otra una recusación de la conjunción de los otros dos argumentos. Reductio

<

Aristóteles enseña que nadie puede concebir lo opuesto a una verdad evidente

El salmista dice que el necio puede concebir que no hay Dios

↓ ostensión

Negar la existencia de la verdad es contradictorio

Algo es evidente si su negación es contradictoria

San Juan dice que Dios es la verdad

↓ deducción ↓ autoridad ↓ autoridad ↓ autoridad

La existencia de la verdad es evidente Dios es la verdad

Nadie puede concebir lo opuesto a una verdad evidente

El necio puede concebir que no hay Dios

↓ deducción ↓ deducción

La existencia de Dios es una verdad evidente La existencia de Dios no es una verdad evidente

Damasceno dice que el conocimiento de que Dios existe es connatural,

Y

Aristóteles dice que los primeros principios son analíticos

argumento ontológico

recu

saci

ón

↓ autoridad ↓ autoridad ↓ ostensión

El conocimiento de que Dios existe

El conocimiento de los primeros

Los primeros principios son analíticos

El conocimiento de que Dios existe es

Los primeros principios son

Aristóteles enseña que nadie puede concebir lo

El salmista dice que el necio puede concebir que

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y es connatural

principios es connatural

analítico autoevidentes

opuesto a una verdad evidente

no hay Dios

↓ muestra ↓ muestra ↓ autoridad ↓ autoridad

El conocimiento de que Dios existe se asemeja al conocimiento de los primeros principios

Los primeros principios son autoevidentes

El conocimiento de que Dios existe se asemeja al de los primeros principios

Nadie puede concebir lo opuesto a una verdad evidente

El necio puede concebir que no hay Dios

↓ semejanza ↓ semejanza ↓ muestra

Es evidente por sí mismo que Dios existe Es evidente por sí mismo que Dios existe El conocimiento de los primeros principios y el de la existencia de Dios no son semejantes Por tanto es evidente por sí mismo que Dios existe

? RESPUESTA Tomás empieza su respuesta introduciendo algunas precisiones en la forma de dos argumentos.

El predicado de P está incluido en el sujeto de P Todos saben en qué consisten el sujeto y el predicado de P

↓ definición

Todos saben que el predicado de P está incluido en el sujeto de P

↓ definición Por tanto, todos saben que P es evidente por sí misma

El predicado de P está incluido en el sujeto de P Algunos ignoran en qué consisten el sujeto y el predicado de P

↓ definición

Algunos pueden ignorar que el predicado de P está incluido en el sujeto de P

↓ definición

Por tanto, algunos pueden ignorar que P es evidente por sí misma

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Un primer razonamiento le lleva a concluir que la existencia de Dios es evidente por sí misma.

El predicado de ” Dios existe realmente” está incluido en su sujeto

↓ definición

“Dios existe realmente” es evidente por sí misma

Como ser evidente por sí misma es una condición necesaria para que una proposición sea evidente para nosotros, la conclusión de este argumento sugiere que podría ser evidente para nosotros, de ahí el “pero” que da paso al siguiente argumento.

El predicado de “Dios existe realmente “ está incluido en su sujeto No sabemos en qué consiste Dios

↓ definición

Algunos pueden ignorar que el predicado de de “Dios existe realmente “ está incluido en su sujeto

↓ definición

Por tanto, algunos pueden ignorar que “Dios existe” es evidente por sí misma

RESPUESTA A LAS OBJECIONES

Crítica del argumento basado en la connaturalidad del conocimiento. Tomás se sirve de una argumentación por analogía para intentar mostrar que la conclusión intermedia “el conocimiento de Dios nos es connatural” no está suficientemente justificada

El hombre por su propia naturaleza desea su felicidad, Dios es la felicidad del hombre

Sé que ese hombre acaba de llegar, ese hombre es Pedro

y

no

Sé que ese hombre acaba de llegar, ese hombre es Pedro

↓ sustitución ↓ sustitución ↓ sustitución

El hombre por su propia naturaleza desea a Dios

Sé que Pedro acaba de llegar Sé que Pedro acaba de llegar

no

El hombre por su propia naturaleza desea su felicidad, Dios es la felicidad del hombre

↓ sustitución

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El hombre por su propia naturaleza desea a Dios

↓ intencionalidad

El hombre por su propia naturaleza conoce a Dios

Crítica del argumento basado en la analiticidad. Tomás ofrece tres contra-argumentos sucesivos. Comienza por una refutación de uno de los subargumentos:

Los primeros principios se comorenden`con solo conocer el significado de us términos

Se comprende que Dios existe con solo conoce el significado de “Dios” <

Alguien puede entender la palabra Dios sin entender que significa lo más grande que se puede pensar

Todos saben en qué consiste el predicado y el sujeto de los primeros principios

↓ muestra ↓diferencia significativa

El conocimiento de que Dios existe se asemeja al de los primeros principios

El conocimiento de que Dios existe no se asemeja al de los primeros principios

Puede parecer que la refutación es deductiva, puesto que si a es P y b no es P, entonces a y b difieren. Sin embargo para que este argumento cumpla su función lo que hay que concluir es que a y b difieren a un respecto significativo, y eso nos lleva más allá de la deducción. Se objeta en segundo lugar que aún si alguien sabe que Dios significa lo más inmenso que se puede pensar, no se sigue que sepa que ese referente se da en la realidad.

no

Quien oye la palabra Dios sabe que designa lo más grande que se puede pensar

sino solo

Quien oye la palabra Dios sabe que designa lo más grande que se puede pensar

↓ si x conoce el significado de “t”, x sabe que t existe ↓ si x conoce el significado de “t”, x sabe que t existe

Quien oye la palabra Dios sabe que su referente existe en la realidad

Quien oye la palabra Dios sabe que su referente existe en el entendimiento

A continuación se pone en cuestión que el argumento ontológico sea concluyente; en concreto, se de “Dios existe en la realidad” no se sigue de “’Dios’ significa algo que existe en la realidad”.

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“Dios” significa lo más grande que se puede concebir, Algo que existe en el entendimiento y en la realidad es mayor que algo que solo existe en el entendimiento.

↓ deducción

“Dios” significa algo que existe en la realidad

↓ intencionalidad Dios existe en la realidad

Empleo aquí “intencionalidad” de un modo poco habitual para referirme al principio puente Si algo solo puede ser pensado como existente, entonces existe. Para llegar a esa conclusión, objeta Tomás, habría que razonar así: “Dios” significa lo más grande que se puede concebir,

Algo que existe en el entendimiento y en la realidad es mayor que algo que solo existe en el entendimiento.

“Dios” significa algo que existe en la realidad En la realidad hay algo tal que no puede pensarse nada mayor

↓ deducción

Dios existe en la realidad

Crítica del argumento basado en la verdad. El cargo es que es equívoco y cuando se precisan sus términos no el último paso es ilegítimo.

Reductio ad absurdum

San Juan dice que Dios es la verdad absoluta

↓ ostensión

Algo es evidente si al negarlo incurrimos en contradicción

Negar la existencia de alguna verdad es incurrir en una contradicción

↓ deducción ↓ autoridad

Por tanto, la existencia de alguna verdad es evidente Luego Dios es la verdad absoluta

?

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4. EVALUACIÓN Análisis contextual.

Tomás de Aquino no está debatiendo aquí si es posible demostrar la existencia de Dios, sino más bien si es necesario demostrar la existencia de Dios. Eso da a su argumentación una cierta orientación práctica. Por lo demás, preguntarse si es preciso demostrar la existencia de Dios solo tiene sentido desde el presupuesto de que Dios existe. El modo de abordar esta cuestión consiste en preguntarse si nuestro conocimiento de la existencia de Dios es semejante al que tenemos de los primeros principios de la demostración. De los primeros principios de la demostración escribe Aristóteles: “La ciencia apodíctica tiene pues que derivarse de principios primeros, inmediatos, de por sí más conocidos y anteriores, que sirven de base para la deducción” (Anal. Post. A, 2: 71 b 20). Esto es, los primeros principios de la demostración no admiten demostración o no la necesitan por ser obvios o autoevidentes. Por tanto, las únicas demostraciones de la existencia de Dios que pueden considerarse en este contexto serán aquellas, si las hay, que la establezcan de forma obvia o autoevidente. De nuevo, preguntarse si la existencia de Dios precisa de demostración presupone que es susceptible de demostración. Si se acepta que algunos no creen que Dios exista, parece seguirse, desde los presupuestos de Santo Tomás y sin necesidad de mayor razonamiento, que hay que convencerles de que Dios existe. ¿Qué sentido tiene entonces el artículo que estamos analizando? Si la existencia de Dios fuera análoga a los primeros principios de la demostración, lo que procedería, en la situación descrita, es enseñar a quienes no lo creen que Dios existe, puesto que la evidencia de los primeros principios no hace inútil el estudio de la lógica o de la matemática. Pero como no es enteramente análoga, lo que procede es demostrar a los descreídos que Dios existe.

Análisis del contenido. Las premisas asumidas por Tomás en su argumentación pueden dividirse en opiniones autorizadas y hechos de conocimiento común.

Opiniones autorizadas. 1. Damasceno dice que el conocimiento de Dios está impreso en todos por naturaleza.

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2. Aristóteles dice que el conocimiento de los primeros principios es tal que al decir su nombre, inmediatamente son identificados.

3. San Juan dice que Dios es la verdad absoluta. 4. Aristóteles dice que nadie puede concebir lo opuesto a lo que es verdad evidente. 5. El salmista dice que el necio puede concebir que Dios no exista. 6. Boecio dice que hay conceptos del espíritu comunes que solo comprenden los sabios.

Hechos de conocimiento común

7. Una proposición es evidente cuando el predicado está incluido en el concepto de su sujeto. 8. El predicado de “Dios existe” está incluido en su sujeto. 9. No sabemos en qué consiste Dios. 10. Los términos de los primeros principios de la demostración son conocidos por todos. 11. Dios es la felicidad del hombre. 12. El hombre por naturaleza quiere ser feliz. 13. Algunos creyeron que Dios era cuerpo. 14. Algo que existe en la realidad y en el entendimiento es mayor que algo que solo existe en el entendimiento.

Aunque en el curso de la argumentación acepta todos estos enunciados, algunos de ellos figuran en argumentos que rechaza (1, 3, 11, 12 y 14), por lo que pueden considerarse mera concesiones al oponente y la argumentación no depende realmente de ellos. Para el enunciado 8, “El predicado de “Dios existe” está incluido en el concepto de su sujeto”, Tomás remite a otro pasaje de la Summa. El enunciado 9 podría considerarse justificado por 5 y 13. Quedan pues cuatro opiniones autorizadas (2, 4, 5 y 6) tres hechos (7, 10 y 13) de los que depende la solidez de su argumentación. No me detendré en las opiniones autorizadas, de manera que paso a ocuparme del hecho 7. Se trata de una definición filosófica tradicional de la que, por ejemplo, también se sirve Kant cuando trata de los juicios analíticos. Se le critica que es metafórica (y por ello imprecisa) y que presupone que todos los enunciados tienen la forma sujeto predicado (y por ello es incompleta). Esta última crítica es especialmente pertinente aquí porque es muy cuestionable que el enunciado “Dios existe” tenga la forma sujeto-predicado. Algunos filósofos cuestionan incluso que existan enunciados evidentes por sí mismos (cfr. el texto de Quine en este volumen). Naturalmente, quien adopte esta última posición también rechazará 10. Este último hecho es filosóficamente discutible,

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incluso si se restringen los primeros principios a principios puramente formales. Finalmente, la creencia en la existencia de dioses corpóreos parece históricamente acreditada.

Análisis lógico. Respondo. Los dos primeros argumentos pueden verse como intentos de respaldar el garante que se usa después en el último argumento de esta sección para concluir que algunos pueden ignorar que es evidente que Dios existe realmente. Para ello se apoya en de dos definiciones:

- Una proposición es evidente por sí misma si su predicado está incluido en su sujeto; - Una proposición es evidente para alguien si sabe que es evidente por sí misma.

Saber que una proposición es evidente por sí misma es saber que su predicado está incluido en su sujeto. Tomás pretende que si una proposición es evidente por sí misma y se conocen los significados de su sujeto y su predicado, entonces se sabe la relación que hay entre ellos. Esto es, si sé qué significa “Dios” y sé qué significa “existe”, sé que Dios existe. La razón parece ser que cualquier respuesta satisfactoria a la pregunta “¿Qué es Dios?” incluye la proposición “Dios existe”, de modo que Tomás asume que el conocimiento del significado es proposicional; esto es, saber el significado de una palabra es saber que ciertas oraciones que la incluyen son verdaderas. Es cuestionable que el conocimiento del significado de una expresión sea proposicional y vaya ligado al conocimiento de un conjunto de proposiciones. Puede aducirse que conocer el significado de una palabra es saber usarla, saber hacer algo, y saber hacer algo difiere mucho de saber que determinadas proposiciones son verdaderas. Además, es un hecho que distintos hablantes dan respuestas diferentes a una cuestión del tipo “¿Qué es o qué significa S?”. A las objeciones. Crítica del argumento basado en la connaturalidad del conocimiento. En las objeciones se aduce la autoridad de San Juan Damasceno como único sustento de la tesis de que el conocimiento de la existencia de Dios nos es connatural. En su réplica Tomás formula y critica un argumento distinto, basado en la felicidad humana. Este movimiento puede entenderse de varios modos. Puede verse como una explicitación de las razones del Damasceno para defender esa tesis, pero también como un argumento análogo a los usados o utilizables por el Damasceno.

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Para que su contra-analogía sea efectiva es preciso que los garantes usados en el argumento de la felicidad del hombre y el usado en el argumento relativo a la llegada de Pedro sean de la misma naturaleza. En ambos casos se opera bajo el supuesto de que la sustitución de un término por otro con la misma referencia no altera el valor de verdad del enunciado en el que se practica la sustitución. Tomás alega que eso no sucede cuando la sustitución se efectúa en un enunciado que cae dentro del alcance de una expresión como “Sé que”, y que lo mismo sucede si el enunciado sigue a una expresión como “Desea que”. Lo que tienen en común esas dos expresiones es, en terminología contemporánea, que generan contextos referencialmente opacos en los que esas sustituciones fallan. Por tanto, su recusación del argumento basado en la felicidad humana es efectiva; que lo sea además cuando se invoca la autoridad de San Juan Damasceno depende de las razones que este pudiera aducir y que no se exponen. Crítica del argumento basado en la analiticidad. Primer contra-argumento. Si se aceptan las premisas, la cuestión es si la diferencia hallada entre la existencia de Dios y los primeros principios de la demostración es significativa para la cuestión debatida. Esto es, si el conocimiento evidente que supuestamente tenemos todos de los primeros principios depende del conocimiento universal de sus términos. La objeción del Aquinate puede reforzarse (y de hecho puede que esa sea su intención) con un segundo argumento basado en la semejanza entre el concepto de Dios y los conceptos del espíritu de los que habla Boecio.

Alguien puede entender la palabra Dios sin entender que significa lo más grande que se puede pensar

Alguien puede entender la palabra incorpóreo sin entender qué lo incorporeo no ocupa lugar

Boecio dice que el concepto de incorpóreo no es evidente para todos

↓autoridad

↓muestra El concepto incorpóreo no es evidente para todos El concepto Dios se parece (a este respecto) al concepto incorpóreo

↓ semejanza

El concepto de Dios no es evidente para todos

Que el concepto de Dios difiera en un aspecto significativo de conceptos como ser, todo o parte nos deja, en el contexto presente, sin razón para considerar que la proposición Dios existe es evidente para todos; que se asemeje a ese mismo respecto a conceptos como incorpóreo es, por el contrario, una razón positiva para mantener que esa proposición no es evidente para todos.

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Segundo contra-argumento. En su historia de la filosofía Copleston dice de este argumento: “no es un argumento adecuado, al menos tomado por sí mismo, para rebatir el razonamiento anselmiano, porque ignora el peculiar carácter de Dios, del Ser mayor que el cual nada puede pensarse”. Espero haber mostrado que ni este contra´-argumento ni el que le precede están específicamente dirigidos contra el argumento ontológico, y son, por así decir, más generales. Obsérvese que aún suponiendo que alguien supiera que Dios es lo más grande que se puede pensar y que el argumento ontológico fuera concluyente, no se sigue que esa persona supiera que Dios existe en la realidad, puesto que sería preciso que además entendiera el argumento ontológico. Tercer contra-argumento. Tomás afirma que Dios existe en la realidad no puede deducirse sin presuponer que en la realidad hay algo mayor que lo cual nada puede pensarse. El blanco de esa crítica es el argumento ontológico, que antes hemos representado así:

“Dios” significa lo más grande que se puede concebir, Algo que existe en el entendimiento y en la realidad es mayor que algo que solo existe en el entendimiento.

“Dios” significa algo que existe en la realidad Así visto, hace falta un paso más para concluir Dios existe en la realidad. ¿Cómo podría justificarse ese paso? El segundo contra-argumento se considera ilegítimo el paso del significado a la existencia, es decir, el garante si x significa y entonces y existe en la realidad. Ahora parece estar señalando que el único modo de conectar la conclusión del argumento ontológico con la existencia real de Dios sería:

“Dios” significa lo más grande que se puede concebir En la realidad hay algo tal que no puede pensarse algo mayor que ello

Por tanto, Dios existe en la realidad Emplear este razonamiento frente a alguien que sostenga que Dios no existe sería, indudablemente, cometer una petición de principios.

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Crítica del argumento basado en la analiticidad. Está claro que “verdad” se usa en distintos sentidos a lo largo del argumento. No obstante si se acepta que es evidente para nosotros que existe alguna verdad y que Dios es la verdad absoluta, podría intentar demostrarse que es evidente para nosostros que si existe alguna verdad, existe la verdad absoluta.

Es evidente para nosotros que existe alguna verdad Es evidente para nosostros que si existe alguna verdad,

existe la verdad absoluta

Por tanto, es evidente para nosotros que existe la verdad absoluta Para concluir a partir de aquí que es evidente para nosotros que Dios existe, habría que establecer que es obvio que Dios es la verdad. Pero esa obviedad parece incompatible con el recurso a un argumento de autoridad en cualquiera de sus formas:

- San Juan dice que Dios es la verdad, luego es obvio que Dios es la verdad, - San Juan dice que es obvio que Dios es la verdad, luego es obvio que Dios es la verdad.

Hubert Marraud (U.A.M.) e-mail: [email protected] 18/06/2012