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LA SEDUCCIÓN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO DAVID ALMAZÁN TOMÁS* Resumen El intercambio cultural entre Extremo Oriente y Occidente es uno de los acontecimientos artísticos más importantes de nuestra historia. La llegada a Europa de piezas de arte y manu- facturas chinas no supuso una transformación del arte occidental, pero sí una importante ten- dencia en los lenguajes ornamentales (Chinoiserie) que floreció desde el siglo XVII. En el siglo XIX, la influencia de Japón sobre el arte occidental fue mucho más decisiva. Este impacto del arte japonés se denominó como el fenómeno del Japonismo. The interaction between the cultures of Asia and the West is one of the most significant events in world history. The arrivals of Chinese arts and crafts in the seventeenth century wor- ked no transformation in European art; rather, the imports were themselves transformed beyond recognition into a part of a language of exotic ornament (Chinoiserie). In the nineteenth cen- tury Japanese influence was decisive. Japan’s impact on Western artistic creativity redounded in the so-called phenomenon of Japonisme. * * * * * El rapto de Europa Oriente versus Occidente es una dialéctica creada por la cultura euro- pea. Edward Said, en su influyente libro Orientalismo, ha definido la per- cepción de Oriente desde nuestra cultura contemporánea como la nece- sidad de definir al otro en el marco de una política de imperialismo colonial 1 . Con gran lucidez, el filósofo Luis Díez del Corral 2 , discípulo de Ortega Gasset, planteó esta cuestión en un célebre ensayo sobre la hege- monía occidental en la historia —supremacía definida por una superio- ridad técnica, según criterios hegelianos—, atendiendo con especial inte- rés el tema de la modernización japonesa 3 , planteada poéticamente como el rapto de Europa 4 . Artigrama, núm. 18, 2003, 83-106 — I.S.S.N.: 0213-1498 * Profesor Ayudante Doctor de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. Investiga sobre el Japonismo y las relaciones culturales entre Asia y España. 1 Edward SAID, Orientalismo. Madrid: Libertarias, 1990. Del autor véase también Cultura e impe- rialismo. Barcelona: Anagrama, 1996. 2 Para una semblanza y un análisis su pensamiento sobre Japón véase José María LASSALLE RUIZ, «Luis Díez del Corral y el Japón: ¿El rapto o la seducción de Europa?, Japón, un enfoque comparativo. Madrid: Asociación de Estudios Japoneses en España, 1999, pp. 45-58. 3 A diferencia de otras artes ajenas a la tradición europea, a las que todavía denominamos en

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  • LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO

    DAVID ALMAZN TOMS*

    Resumen

    El intercambio cultural entre Extremo Oriente y Occidente es uno de los acontecimientosartsticos ms importantes de nuestra historia. La llegada a Europa de piezas de arte y manu-facturas chinas no supuso una transformacin del arte occidental, pero s una importante ten-dencia en los lenguajes ornamentales (Chinoiserie) que floreci desde el siglo XVII. En el sigloXIX, la influencia de Japn sobre el arte occidental fue mucho ms decisiva. Este impacto delarte japons se denomin como el fenmeno del Japonismo.

    The interaction between the cultures of Asia and the West is one of the most significantevents in world history. The arrivals of Chinese arts and crafts in the seventeenth century wor-ked no transformation in European art; rather, the imports were themselves transformed beyondrecognition into a part of a language of exotic ornament (Chinoiserie). In the nineteenth cen-tury Japanese influence was decisive. Japans impact on Western artistic creativity redoundedin the so-called phenomenon of Japonisme.

    * * * * *

    El rapto de Europa

    Oriente versus Occidente es una dialctica creada por la cultura euro-pea. Edward Said, en su influyente libro Orientalismo, ha definido la per-cepcin de Oriente desde nuestra cultura contempornea como la nece-sidad de definir al otro en el marco de una poltica de imperialismocolonial1. Con gran lucidez, el filsofo Luis Dez del Corral2, discpulo deOrtega Gasset, plante esta cuestin en un clebre ensayo sobre la hege-mona occidental en la historia supremaca definida por una superio-ridad tcnica, segn criterios hegelianos, atendiendo con especial inte-rs el tema de la modernizacin japonesa3, planteada poticamente comoel rapto de Europa4.

    Artigrama, nm. 18, 2003, 83-106 I.S.S.N.: 0213-1498

    * Profesor Ayudante Doctor de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. Investigasobre el Japonismo y las relaciones culturales entre Asia y Espaa.

    1 Edward SAID, Orientalismo. Madrid: Libertarias, 1990. Del autor vase tambin Cultura e impe-rialismo. Barcelona: Anagrama, 1996.

    2 Para una semblanza y un anlisis su pensamiento sobre Japn vase Jos Mara LASSALLE RUIZ,Luis Dez del Corral y el Japn: El rapto o la seduccin de Europa?, Japn, un enfoque comparativo.Madrid: Asociacin de Estudios Japoneses en Espaa, 1999, pp. 45-58.

    3 A diferencia de otras artes ajenas a la tradicin europea, a las que todava denominamos en

  • La occidentalizacin del Japn desde la segunda mitad del siglo XIXcoincidi en Occidente con el fenmeno del Japonismo, que en voces entu-siastas de la poca se equiparaba a la influencia de griegos y romanos enel Renacimiento. Sin embargo, no fue sta la primera vez que Orientesedujo a Europa. Desde la Antigedad, la seda y la porcelana fueron lujo-sas mercancas secretos industriales, diramos hoy que sirvieron pararecrear una imagen de China construida desde la imaginacin y la fan-tasa5.

    De lo legendario avanzamos hacia un conocimiento y reconocimientode las culturas ajenas a la nuestra6. En este contexto, cobra un inters jus-tificado el estudio de las relaciones histricas y culturales internaciona-les. Afortunadamente, en las ltimas dcadas se est produciendo en nues-tro pas un aumento cualitativo y cuantitativo de estudios7 y exposiciones8

    sobre el Extremo Oriente. La apertura de mercados y relaciones comer-ciales con esta regin del planeta ha servido de impulso para algunasimportantes iniciativas oficiales9. Asimismo, y en relacin con lo anterior,

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    ocasiones artes primitivas, las grandes civilizaciones del Extremo Oriente difcilmente pueden con-siderarse primitivas, por su historia, esplendor y prestigio de sus manufacturas desde tiempos deRoma y la Ruta de la Seda. Las reflexiones de Daz del corral se contextualizan con el despegue deJapn como potencia, proceso iniciado tras la Guerra Ruso-japonesa (1904-05), que supuso la supe-rioridad blica de una nacin no blanca a una potencia europea.

    4 Luis DEZ DEL CORRAL, El Rapto de Europa. Una interpretacin histrica de nuestro tiempo. Madrid:Revista de Occidente, 1962, segunda edicin.

    5 La presencia de comerciantes romanos en China se documenta en el ao 166 d.C., si bienlo contactos directos de Roma y China se caracterizan por la intermediacin de distintos reinos a lolargo de la Ruta de la Seda. Para una exhaustiva sntesis y una amplia seleccin bibliogrfica vaseJean-Nel ROBERT, De Roma a China: Por la ruta de la seda en tiempos de la Roma antigua. Barcelona:Editorial Herder, 1996.

    6 La actualidad de este enunciado se refleja este ao en nuestro pas en la celebracin delForum Barcelona 2004.

    7 Todo esto ha motivado, desde los aos 90, un autntico boom de libros dedicados al ExtremoOriente en espaol, especialmente China y Japn. Sobre el tema especfico de la percepcin y laidentidad cultural, en los ltimos aos se han publicado algunos trabajos sobre la imagen del otro.En este sentido, encontramos una interesante aportacin al tema en el nmero monogrfico de laRevista Espaola del Pacfico dedicado a Pacfico-Europa: visiones mutuas, n. 8, ao VIII, Madrid,1998. Tambin desde la Asociacin de Estudios Japoneses en Espaa se han publicado las actas desus congresos III y IV bajo el ttulo Japn, un enfoque comparativo (Madrid, 1999).

    8 No comentaremos aqu exposiciones relacionadas con colecciones espaolas de arte orien-tal, fenmeno al que se dedica la parte monogrfica de este nmero de Artigrama, sino nicamenteexposiciones de grandes colecciones de fuera de Espaa que han servido para poder presenciar lostesoros del arte de Extremo Oriente. En nuestra opinin las exposiciones ms importantes sobrearte extremo oriental, por la calidad de las obras expuestas y por su repercusin, han sido, para elcaso chino: China: 5000 aos, exposicin con la que se inaugur el Museo Guggenheim de Bilbao,Bilbao: Museo Guggenheim, 1998; y para el caso nipn: Momoyama. La Edad de Oro del Arte Japons(1573-1615), celebrada en el Palacio de Velzquez de Madrid, Madrid: Ministerio de Cultura, 1994y Tesoros del arte japons: Perodo Edo (1615-1868), Coleccin del Museo Fuji, exposicin celebrada enla Fundacin Juan March, Madrid: Fundacin Juan March, 1994.

    9 Es el caso de la apertura de Casa Asia en Barcelona y varias iniciativas en el mbito univer-sitario.

  • la nueva concepcin cultural derivada de la globalizacin nos conduce aun modelo en el que el eurocentrismo pierde vigencia.

    Oriente desde Poniente: coleccionismo e influencia artstica

    Ciertamente, la delimitacin del concepto Oriente y, por lo tantodel Orientalismo, es cultural y polticamente difusa. Desde el punto de vistaacadmico, un orientalista puede dedicarse a una geografa que com-prende desde Marruecos al Japn. En la Historia del Arte, con el trminoOrientalismo hacemos referencia a la utilizacin de recursos, motivos ytemas procedentes del Oriente islmico en los siglos XVIII, XIX e inclusoel XX10. Desde cierto punto de vista, Espaa fue, a la vez, Oriente y Occi-dente, ya que la inspiracin del arte islmico11, se manifiesta en infinitudde obras.

    Este Oriente, cercano en nuestra propia identidad e historia, escapaal objetivo en este texto, dirigido al Extremo Oriente, trmino con el quese agrupa a China, Japn y Corea12. No obstante es necesaria una obser-vacin bsica: esta gran regin del planeta no fue en la Edad Modernaun Oriente lejano para el imperio espaol. Histricamente, desde el sigloXVI, la presencia ibrica en Filipinas, China y Japn elev a espaoles yportugueses13 a una posicin excepcional en las relaciones entre Europay Asia. La necesidad de recuperar esta memoria histrica en pro de desa-rrollar los estudios histricos y volver a impulsar las relaciones entre nues-tro pas y esta regin asitica motiv una destacada reunin cientfica, en1989, sobre el Extremo Oriente Ibrico14 con la colaboracin del Con-sejo Superior de Investigaciones Cientficas y la Agencia Espaola de Coo-peracin Internacional. Para el caso de Japn, el libro de Antonio Cabe-

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    10 En Espaa esta corriente fue seguida por un gran nmero pintores, encabezados por marianoFortn, vase Pintura orientalista espaola, 1830-1930. Madrid: Banco Exterior de Crdito, 1988. lti-mamente varias exposiciones han destacado la importancia en este gnero de Antonio MuozDegrain, vase el catlogo El orientalismo en la pintura de Antonio Muoz Degrain. Valencia: Generali-tat Valenciana, 1996. Vase tambin Juan Ramos SNCHEZ DEL PERAL Y LPEZ, Oriente como inspi-racin de la pintura en las colecciones reales espaolas, Oriente en Palacio. Tesoros artsticos en las colec-ciones Reales espaolas. Madrid: Patrimonio Nacional, 2003, pp. 348-353.

    11 Queda fuera del alcance de este estudio un tema de extraordinario inters como es la recep-cin a Al- Andalus de arte extremo oriental, ya que hasta la poca de los descubrimientos el Islamfue el puente y filtro de las relaciones entre Europa y China.

    12 Las relaciones culturales hispano-coreanas ha sido muy escasas y con poca repercusin. Enlas ltimas dcadas, no obstante, esta situacin est cambiando de tendencia. Nuestro estudio va acentrarse en China y Japn.

    13 Desde 1580 ambas naciones fueron reinadas por Felipe II. La independencia de Portugalse produce en 1640.

    14 El Extremo Oriente Ibrico: Investigaciones Histricas, Metodologa y Estado de la Cuestin. Madrid:Agencia Espaola de Cooperacin Internacional, CSIC, 1989.

  • zas El Siglo Ibrico de Japn ha supuesto un extraordinario esfuerzo porrecuperar una etapa fundamental de la historia de las relaciones entreEspaa y Japn desde mediados del siglo XVI a mediados del XVII15.Empero, lamentablemente, la influencia histrica de Espaa en Asia nose corresponde en absoluto con el pobre papel desarrollado posterior-mente en la Edad Contempornea ni con la escasa tradicin de unaescuela extremo-orientalista espaola. En este sentido, ayer16 y hoy17 somosdeudores de la ingente labor desarrollada por diversas rdenes religiosascon misiones en el Extremo Oriente: dominicos, agustinos, agustinos reco-letos, franciscanos y, especialmente, jesuitas.

    La seduccin que el Extremo Oriente ha ejercido en Espaa puederastrearse sin interrupcin desde el siglo XVI hasta nuestros das. A gran-des rasgos podemos sealar que la mirada espaola hacia China y Japnno difiere mucho de lo que podemos denominar la mirada occidental yque la influencia cultural de China y Japn muchas veces mezclada sinprecisin fue muy similar en toda Europa. Los elementos diferencia-dores fueron: lo temprano en establecer relaciones comerciales media-dos del XVI en el aislado Japn, la escasa habilidad de la poltica exte-rior espaola en la zona18 y la vocacin evangelizadora, todava presenteen el siglo XX.

    Las relaciones internacionales histricas han condicionado el fen-meno del comercio19 y el coleccionismo20. En este sentido, el coleccio-nismo religioso21, el de la Corona22 y, en menor medida, el militar23, han

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    15 Antonio CABEZAS, El Siglo Ibrico de Japn: La presencia Hispano-Portuguesa en Japn (1543-1643).Valladolid: Universidad de Valladolid, 1995.

    16 Recordemos, por ejemplo, que la primera traduccin de un libro chino Beng Sim Po Camo Espejo rico del claro corazn a una lengua europea fue realizada por fray Juan Cobo en torno a1592, haciendo de este modo accesibles a Occidente algunos elementos del Budismo, Taosmo yConfucianismo. Vase Idoia ARBILLAGA, La literatura china traducida en Espaa. Alicante: Universidadde Alicante, 2003, pp 13.

    17 Sobre este tema, vase en el artculo de Elena BARLS, Luces y sombras en la historiogra-fa del Arte japons en Espaa: hacia la superacin del exotismo, en este mismo nmero de Arti-grama, el reconocimiento a una extraordinaria generacin de orientalistas que florece en la segundamitad del siglo XX cuyos orgenes estn en estas rdenes.

    18 TOGORES SNCHEZ, Luis. Extremo Oriente en la poltica exterior de Espaa (1830-1885). Madrid:Prensa y Ediciones Iberoamericanas, 1997.

    19 Espaa y Portugal en las rutas de la seda: diez siglos de produccin y comercio entre oriente y occidente.Barcelona: Comisin Espaola de la Ruta de la Seda Barcelona, Universitat de Barcelona, 1996.

    20 Es necesario indicar la falta de estudios generales sobre el coleccionismo de arte extremooriental en nuestro pas. Para el tema del grabado ukiyoe, vase la tesis de Sergio NAVARRO POLO, Obragrfica japonesa de los periodos Edo y Meiji en los museos y colecciones pblicas de Barcelona. Zaragoza: Uni-versidad de Zaragoza, 1987. Para el tema del marfil, disponemos de la tesis doctoral del Pilar CABA-AS, Marfiles japoneses en las colecciones espaolas. Madrid: Editorial de la Universidad Complutense,1993. Para el tema de las armas, Luis CAEIRO IZQUIERDO, La cultura samurai: armas japonesas en lascolecciones espaolas. Madrid: Editorial de la Universidad Complutense, 1992.

    21 En este sentido, es obligado destacar el Museo Oriental de Valladolid, del Real Colegio delos Padres Agustinos, dirigido por Blas Sierra de la Calle, dedicado al arte chino y filipino. Otro caso

  • sido los ejes fundamentales de las colecciones espaolas. Este hecho secorresponde con la gran actividad misionera desde Espaa con la figurade San Francisco Javier a la cabeza y con la extensin de los territoriosde la Corona espaola, hasta la independencia de Filipinas en 1898.Lamentablemente, los siglos XIX y XX, que coinciden con la formacinde colecciones y museos, se corresponden en nuestro pas con un periodode prdida de protagonismo internacional, que se prolonga hasta la tran-sicin democrtica y el ingreso de Espaa en la Comunidad Europea. Noobstante, desde finales del XIX, con la moda japonista, la burguesa ini-ciar tambin un coleccionismo artstico, si bien muy alejado en pro-porciones al coleccionismo europeo o norteamericano. En Barcelona, laExposicin Universal de 1888 supuso un contacto directo con objetosartsticos japoneses24, pero fuera de Catalua tambin se desarroll elcoleccionismo extremo oriental. El Museo Nacional de Artes Decorati-vas25 y la Biblioteca Nacional26 han exhibido sus fondos de grabado japo-ns recientemente. En la primera mitad del XX se form la coleccinasitica de Santos Munsuri27, legada al Museo Etnolgico. Ya en la segundamitad del XX destacamos la coleccin de Don Jos Palacio28 en Bilbao o

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    destacable es el de la coleccin de arte oriental del Museo de la Academia de Bellas Artes de SantaIsabel de Sevilla, que procede de la labor de la Misin de los Jesuitas y en concreto de los esfuerzosdel gran especialista en arte japons Fernando GARCA GUTIRREZ, La Coleccin de Arte Oriental China-Japn. Sevilla: Real Academia de Artes de Santa Isabel de Hungra, 2002. Finalmente, aunque conuna coleccin que no es comparable en cantidad y calidad a las citadas, tambin aparece en la car-tografa de los museos orientales espaoles el Museo de Santo Toms en vila.

    22 Dos importantes exposiciones han exhibido recientemente las obras de arte extremo orien-tal ligadas al coleccionismo real. Los catlogos de dichas exposiciones han reunido estudios espe-cializados que constituyen una referencia bibliogrfica actualizada imprescindible. La mayor de estasexposiciones es Oriente en Palacio: Tesoros asiticos en las colecciones reales espaolas, marzo-mayo 2003,Palacio Real de Madrid. Madrid: Patrimonio Nacional, 2003. Para una valoracin de dicha exposi-cin vase Isabel CERVERA, El gusto real por lo extico, Blanco y Negro Cultural, 22 de marzo de2003, Madrid, pp. 29. Por otra parte, previamente bajo el patrocinio de la Fundacin Santillana, enjunio de 2000 se present en Santillana del Mar (Cantabria) la exposicin Asia en las colecciones rea-les del Museo Nacional de Artes Decorativas. Madrid: Fundacin Santillana, 2000.

    23 Vase Matilde Rosa ARIAS ESTVEZ, Militares y armaduras japonesas en el Museo del Ejr-cito de Madrid, en David ALMAZN (Coord.), Japn: Arte, cultura y agua. Zaragoza: Prensas Univer-sitarias de Zaragoza, Asociacin de Estudios Japoneses en Espaa, 2004, pp. 89-98 y Matilde RosaARIAS ESTVEZ, Siete samuris en el Museo del Ejrcito de Madrid: seda, hierro y laca, Goya, n. 292,enero-febrero 2003, pp.35-50.

    24 La Biblioteca de Museos de Arte de Catalua adquiri un gran lote de grabados ukiyoe, estu-diados por Sergio NAVARRO POLO, Op. cit.

    25 Hanga: Imgenes del mundo flotante, Catlogo celebrada en el Museo Nacional de Artes Deco-rativas en Madrid, de marzo a mayo de 1999. Madrid: Ministerio de Educacin y Cultura, 1999.

    26 Ukiyo-e. Grabados japoneses de la Biblioteca Nacional, Madrid: Ministerio de Educacin y Cultu-ra, 1993.

    27 P. ROMERO DE TEJADA y F. SANTOS, Culturas de Oriente, donacin Santos Munsuri. Madrid: MuseoNacional de Antropologa, 1990.

    28 Esta pequea coleccin, legada al Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1953 ha sido estu-diada por Don Federico Torralba en 1985 y, posteriormente por Arantxa Pereda. La coleccin fuepresentada en la exposicin La coleccin Palacios. Bilbao: Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1998.

  • la de Don Federico Torralba29 en Zaragoza. En este ltimo caso, a causade la excepcional importancia de este catedrtico de Historia del Arte enel desarrollo del arte de la segunda mitad del siglo XX, es necesario abor-dar un estudio completo sobre la repercusin de esta coleccin en diver-sos artistas30.

    Otro coleccionismo que merece una atencin especial y cuya valo-racin global todava no ha sido establecida, es el de los propios artis-tas31, que van a ser en algunos casos coleccionistas de arte japons, comopodemos constatar en el caso de Mariano Fortuny32 (1838-1874), la fami-lia Masriera33, Jos Mara Rodrguez Acosta34 (1878-1941), Santiago Rusi-ol35, Eduald Serra (1911-2002)36 y Antoni Tpies (1923-), por citar losms importantes. A excepcin del caso de Fortuny, el fenmeno del Japo-nismo se extiende en fechas algo ms tardas que en Pars. Hasta la segundamitad del siglo XX no encontramos artistas espaoles que hayan viajadoal Extremo Oriente y las colecciones, de una entidad pequea, no soncomparables, ni en nmero ni en calidad, a las de los artistas afincadosen Pars. Los artistas espaoles podan tener algunos objetos japonesesaislados, pero no grandes colecciones. No obstante, para el tema de lainfluencia artstica japonesa, tenemos que subrayar el hecho de que la

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    29 Un ejemplo sobresaliente de coleccin burguesa adquirida a partir de anticuarios europeoses la de Don Federico Torralba, desde hace dos aos en el Museo de Zaragoza, cuyas caractersticasgenerales pueden encontrarse en el catlogo Arte Oriental. Coleccin Federico Torralba. Zaragoza: Museode Zaragoza, 2002 y en Elena BARLS, La coleccin Federico Torralba de Arte Oriental en el Museode Zaragoza, en David ALMAZN (Coord.), Japn: Arte, cultura y agua, Zaragoza: Prensas Universita-rias de Zaragoza, Asociacin de Estudios Japoneses en Espaa, 2004, pp. 29-48.

    30 En el caso del malogrado pintor aragons Antonio Fortn Paesa, ligado a esta misma colec-cin, ya hemos tenido ocasin de contrastar algunas etapas de su obra con una influencia Zen. VaseAntonio FORTN, Antonio Fortn: cuadros para una donacin, Palacio de Sstago del 16 enero-14 febrerode 1999. Zaragoza: Diputacin de Zaragoza, 1999.

    31 En el caso de los artistas europeos que encabezan el Japonismo, este tema ha sido abordadoen los estudios generales, cuya bibliografa indicamos en nota ms adelante. Por el contrario, parael caso espaol hace falta todava un anlisis ms completo.

    32 A partir de los objetos que aparecen en su pintura, como en El aficionado a las estampas(1863), cuadro en el que aparece una armadura de samurai regalada al artista por el coleccionistanorteamericano W. H. Steward, un jarrn de porcelana y un abanico japons. En fotografas anti-guas de su estudio vemos que entre los mltiples objetos que exhiba en su estudio de Villa Marti-nori (Roma) se encontraba esta armadura japonesa.

    33 Los Masriera: Josep Masriera (1841-1912), Francesc Masriera (1842-1902), Llus Masriera, 1872-1958). Barcelona: Generalitat de Catalunya, 1996.

    34 Su legado, con varias piezas se conserva en la Fundacin Rodrguez Acosta, en Granada, yha sido estudiada por la profesora Isabel CERVERA (Ed.), Fundacin Rodrguez Acosta. Coleccin de ArteAsitico, Granada: Fundacin Rodrguez Acosta, 2002.

    35 Cristina DE LA CUESTA, Santiago Rusiol y el Arte Japons, en David ALMAZN (Coord.),Japn: Arte, cultura y agua, Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, Asociacin de Estudios Japo-neses en Espaa, 2004, pp. 103-112.

    36 Desde finales de los aos 50 este escultor viaj por Japn recogiendo piezas de arte popu-lar, que hoy conforman la extraordinaria coleccin del Museo Etnolgico de Barcelona, bien estu-diada y presentada en congresos y conferencias por la especialista Muriel Gmez.

  • moda del Japonismo se adopta desde Pars y que ms que el coleccio-nismo autctono es de especial relevancia el conocimiento de artenipn a travs de reproducciones y los viajes de formacin artstica a lacapital francesa. En cierta medida, cuanto ms avanzan los sistemas dereproduccin de imgenes y los transportes, menos decisivo es el papelde las colecciones para el desarrollo de las influencias artsticas y quizms relevancia tienen las bibliotecas de los artistas. En este sentido, elarte ms influyente desde mediados del siglo XX, ligado a la esttica zen,no est ligado a las obras coleccionadas por los occidentales al con-trario que el ukiyoe en el Japonismo, ya que son obras pertenecientes atemplos y protegidas por el gobierno japons. Asimismo, tampoco el artecontemporneo japons forma parte de las preferencias de las coleccio-nes espaolas37.

    El emperador chino, la geisha y el monje zen

    Junto al desarrollo del coleccionismo, las modas culturales son unfenmeno necesario para contextualizar las influencias artsticas. Las gran-des corrientes que sirven de gua a la influencia del extremo oriental enEspaa son las mismas que las que encontramos en el resto de Occidente.Desde nuestro punto de vista, estas tendencias, con unas caractersticasy cronologa propias, podemos estructurarlas en dos grandes etapas. Laprimera de ellas, que designamos como Chinoiserie, florece en Europaentre los siglos XVII y XVIII. La segunda se corresponde al denominadofenmeno del Japonismo, que se extiende por todo Occidente desde media-dos del siglo XIX hasta el periodo de Entreguerras, si bien en algunosaspectos, todava podramos utilizar este trmino en la actualidad paraalgunas manifestaciones artsticas y culturales.

    Ya con cierta perspectiva del desarrollo del arte de la segunda mitaddel siglo XX, podemos indicar otro episodio de las relaciones con Oriente,con la difusin del zen como rasgo diferenciador, caracterizado por unabsqueda ms profunda de valores estticos y espirituales38. Un lujoso

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    37 Sobre esta cuestin y su relacin con los museos de arte contemporneo vase David ALMA-ZN, La occidentalizacin de Oriente (y al revs), en Jess Pedro LORENTE (Dir.) y David ALMAZN(Coord.), Museologa crtica y Arte de hoy. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003, pp. 389-403.

    38 En nuestros das, en la Postmodernidad, podemos observar la convivencia de aspectos de laChinoiserie, el Japonismo y del Zenismo, junto con una nueva visin cosmopolita, tecnolgica y neopopde las grandes y futuristas ciudades del Extremo Oriente primero, fue Japn, Hong Kong y Tai-wan, luego Corea del Sur y, ahora, la China. Esta nueva oleada nos llega a travs del diseo, elmanga, el anime, el cine y el videojuego. En este artculo, destinado a complementar una serie deestudios sobre el coleccionismo de arte extremo oriental en Espaa no tiene sentido abordar este

  • jarrn de porcelana Ming, un colorista grabado ukiyoe y una pinturabudista a la tinta, suibokuga, nos pueden servir como iconos para el colec-cionismo y la recepcin artstica de cada una de estas tres etapas. Por suparte, las figuras arquetpicas del emperador chino, la geisha japonesa yel monje zen, encarnan los protagonistas de la imagen construida de nues-tro idealizado Oriente.

    Vemos, pues, que la imagen con la que Oriente nos ha seducido alo largo de la historia no ha sido esttica, sino que, por el contrario, haexhibido una apariencia que refleja lo que Occidente ansiaba de una geo-grafa casi mtica, lejana y misteriosa. En el terreno de la influencia arts-tica, hemos de considerar una constante la seduccin de Oriente ydos variables por una parte, nuestro progresivo aumento del conoci-miento del arte y la cultura del Extremo Oriente y, por otra parte, el pro-pio desarrollo de nuestro arte, que ha buscado en Oriente un comple-mento distinto en cada momento.

    Occidente, en un principio, encontr en el Oriente un lejano pro-veedor de objetos de lujo, ricos materiales y virtuosa decoracin. La Chi-noiserie es, en cierta medida, una continuidad en la Edad Moderna de lamtica imagen de China en la Antigedad y la Edad Media. La imagenarquetpica que representa aquello que Occidente buscaba en Orientees, sin duda, la del emperador chino: poderoso, rico, misterioso, sabio.En una poca caracterizada por la expansin europea por el mundo ylas formas de gobierno absolutistas, lo oriental se transform, ms quenunca, en un smbolo de riqueza y poder. En la decoracin de salas pala-ciales, China se reconstruy como una tierra utpica, un paraso biengobernado por el emperador, esto es, se idealiz el imperio chino comoel reflejo oriental del dspota ilustrado europeo. Esta imagen ideal deChina, modelada en porcelana o lacada, comenz a disiparse ante sudeclive militar en la era del colonialismo decimonnico39, momento enel que Japn y el fenmeno del Japonismo se impondrn en un nuevodilogo.

    En esta segunda etapa, ya en el siglo XIX, la valoracin del arteextremo oriental especialmente el influyente arte nipn no radicaen su consideracin de objeto de lujo, sino en sus propiedades estilsti-

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    tema, para el cual, adems, nos falta distancia histrica para hacer una justa valoracin. Dejamospara futuros trabajos el anlisis de la influencia en Espaa de todas estas manifestaciones culturales,las cuales hay que plantearlas desde la perspectiva de los Estudios Visuales. No obstante queremoscompletar esta nota con la cita de un reciente artculo que nos recuerda que Japn nos invadepoco a poco, escrito por Fernando CASTRO FLREZ, Karaoke en el Imperio de los signos, Blancoy Negro Cultural. Madrid: 10 de enero de 2004.

    39 Las guerras del Opio, pero sobre todo la Guerra de los Boxers (1900), nos sirven como refe-rencia para situar un punto de inflexin en la imagen europea de China.

  • cas, utilizadas como referencia frente al arte academicista. El arquetipoindiscutible del Japonismo lo constituye la figura idealizada de la geisha,cuya imagen fue recreada por la literatura de Pierre Loti (1850-1923),como Madame Chrysanthme, y la pera de Giacomo Puccini (1858-1924),como Madama Butterfly. Visualmente, la geisha se corresponde con la pro-tagonista de las apreciadas estampas japonesas ukiyoe, cuyo elegante tra-zado y vistosidad cromtica fueron objeto de admiracin en los crculosartsticos europeos y americanos. Para los artistas, la geisha fue, ademsde la figura portadora del colorista y decorado kimono, un smbolo delencanto del Japn tradicional.

    Sin duda, la geisha sigue siendo hoy una de las imgenes funda-mentales de la visin occidental de Japn. Sin embargo, un mayor cono-cimiento del arte extremo oriental ha fomentado un inters por otrasfacetas del arte japons, quiz menos llamativas, pero ms indicadas paranuevas cuestiones planteadas por nuestros artistas en reaccin a la crisisde valores espirituales40. La pintura a la tinta suibokuga, monocroma, abs-tractamente profunda y elegantemente austera, se convierte as en unparadigma para los expresionistas abstractos e informalistas41. En este sen-tido, Oriente ha pasado de ser el origen de mercancas lujosas para con-vertirse en la reserva espiritual de nuestros das.

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    40 Una interesante aproximacin a esta cuestin puede encontrarse en el ensayo de Luis RACIO-NERO, Oriente y occidente: filosofa oriental y dilemas occidentales. Barcelona: Anagrama, 1996. Un clsicodesde la psicologa es la obra de Ken WILBER, La conciencia sin fronteras: aproximaciones de Oriente yOccidente al crecimiento personal. Barcelona: Kairs, 1985.

    41 Lamentablemente, la extensin y el marco de este artculo no nos permite profundizar deeste interesante tema, que en el plano internacional ha sido bien enfocado en AA.VV., Dialogue inArt. Japan and the West. Nueva York: Kodansha Internacional, 1976. Desde mi punto de vista, hayque relacionar el Zenismo con el inters despertado por las religiones orientales desde finales delXIX. En relacin con el arte de vanguardia, un primer contacto en profundidad se consigue conel Surrealismo, no en aspectos formales sino en el rechazo a la lgica racional y el inters por elazar. Con el Expresionismo Abstracto se llega a un encuentro en el plano terico y tambin en loformal, tanto en tendencias gestualistas (imitando los trazos de la pintura a la tinta), como en lasmatricas (buscando superficies gastadas, austeras, naturales). En el caso espaol, en su faceta deensayistas, Antonio Saura (1930-1998) y Antoni Tpies (1923-) han manifestado su inters por elarte oriental y el zen. En este ltimo caso hay que destacar la gran presencia de objetos japoneseselegidos en su museo imaginario publicado en Antoni TPIES, El Arte y sus lugares. Barcelona: Siruela,1999. En la prctica destacamos tambin algunas obras de Fernando Zbel (1924-1984) y de AntoniClav (1913). Desde el Grupo Asia de la Universidad Complutense con Carmen Garca Ormae-chea, Pilar Cabaas y Eva Fernndez se est desarrollando un interesante proyecto de investi-gacin para analizar la influencia japonesa en el arte actual. Para una introduccin al arte zenremito al lector interesado a Fernando GARCA GUTIRREZ, El Zen y el arte japons. Sevilla Guadal-quivir, 1998.

  • Chinoiserie: Oriente en palacio

    En un primer momento, desde finales del Renacimiento42, el refe-rente para las relaciones comerciales y las influencias artsticas fue laChina43 de la dinasta Ming (1368-1644), seguida en la segunda mitaddel XVII por la dinasta Qing (1644-1911). Durante el Barroco y el Rococuna de las tendencias decorativas europeas ms exticas, valoradas e imi-tadas fue la denominada Chinoiserie44, cuyo origen se encuentra en elcoleccionismo de objetos de lujo chinos (realizados para la exportacin),como la porcelana, los paneles y muebles lacados, los tejidos y los mar-files45.

    Mientras que en Oriente surgieron talleres especializados en la pro-duccin de manufacturas adaptadas al gusto occidental, en las cortes euro-peas como proyeccin de este coleccionismo de prestigio comenza-ron a impulsarse factoras que imitaran estos objetos chinos. El deseadosecreto de la porcelana una pasta blanca, translcida, fina, sonora eimpermeable no lleg a las manufacturas europeas hasta comienzosdel siglo XVIII. En el caso de la porcelana, el prestigio de origen supusola continuidad de la imitacin de las formas chinas. Tanto las piezas chi-nas como las chineras de imitacin fueron utilizadas para la decoracinde interiores palaciales, como un recurso ms para reflejar esplendor ylujo. Los temas que aparecen ligados a la Chinoiserie son vegetales, flora-les, animalsticos, vistas palaciegas chinas y escenas costumbristas degnero. De este modo, en la dinmica clasicismo-barroco46, se amplia elrepertorio ornamental en las artes decorativas hasta el Rococ, siendo ya

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    42 En el mbito del coleccionismo, la llegada de objetos de lugares lejanos y exticos hay quelocalizarla musesticamente en el mbito de los Gabinetes de Curiosidades.

    43 La visin europea de China qued establecida en la influyente obra de Athanasius KIRCHER,China monumentis qua sacris qua profanis, nec non variis naturae et artis soectaculis, aliarumque rerum memo-rabilium argumentis ilustrata. Antwerp: 1667. Paralelamente, en los libros sobre arte comienzan ahacerse referencias a la pintura china, siendo el primer ejemplo el libro de Joaquim VON SANDRAT,Teutsche Academie. Nuremberg: 1675-79.

    44 Para un estudio general de la Chinoiserie vase la siguiente bibliografa seleccionada: DawnJACOBSON, Chinoiserie. Londres: Phaidon Press, 1999; Oliver IMPEY, Chinoiserie, the impact of oriental sty-les on Western art and decoration. Londres: Oxford University Press, 1977; Dominik KELLER (et al.), Chi-noiserie. China als Utopie, Zurich: Conzett und Huber, 1975; Margaret JOURDAIN y R. Soame JENYNS,Chinese export art in the eighteenth century, Londres: 1967. Hugh HONOUR, Chinoiserie: The vision of Cathay.Londres, 1961; J. GURIN, La chinoiserie en Europe au XVIII sicle. Pars: 1911.

    45 El prototipo de coleccionista de la poca lo encontramos en la figura de Augusto II, el Fuerte(1670-1773), Elector de Sajonia y Rey de Polonia, cuyo apasionado ejemplo fue seguido por todaslas cortes.

    46 En trminos globales, y desde cierta perspectiva de la Historia del Arte, las influencias orien-tales podemos asociarlas al exotismo que envuelve al Barroco y al Romanticismo, frente a la imita-cin del arte clsico propia del Renacimiento y Neoclasicismo.

  • la moda chinesca decimonnica como una prolongacin de la pocadorada de la Chinoiserie47.

    Espaa presenta unas interesantes particularidades en relacin conla difusin de la moda por lo oriental. Junto con Portugal, es el primerpas en llegar al Extremo Oriente en la bsqueda de nuevas rutas comer-ciales. Las rutas martimas son decisivas para el estudio de este coleccio-nismo48. En Japn, el contacto con espaoles y portugueses origin eldenominado arte Namban, palabra con la que nos referimos tanto al artejapons realizado con tcnicas y temas occidentales, como tambin al arterealizado para la exportacin a Occidente, fundamentalmente para lacorona o las rdenes religiosas49.

    Catalina de Austria fue una de las figuras impulsoras de este colec-cionismo extremo oriental en los ambientes cortesanos europeos, pro-moviendo modas como el abanico desplegable japons50. El coleccionismode objetos de ultramar alcanz un protagonismo especial con Felipe II,monarca que, adems, recibi a la primera embajada japonesa51 a Europa,promovida por el jesuita Valignano, en el ao 1584. Estos primeros obje-

    LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 93

    47 En el arte actual no obstante todava es necesaria la referencia a la Chinoiserie para contex-tualizar la emergencia de un revival kitsch a travs de bazares chinos, denominados popularmentetodo a cien, en los que encontramos cermicas para el gran pblico con pretenciosas aspiracio-nes al buen gusto palacial.

    48 Para la Pennsula Ibrica debemos atender a la ruta portuguesa y la del Galen de Manila.Una fecha clave para el coleccionismo de arte extremo oriental fue 1571, ao en que comienza lalnea Galen de Manila.Con regularidad hasta 1815, este galen haca la ruta entre Acapulco, en lacosta del Pacfico en Mxico, y la capital filipina. En Mxico las mercancas se transportaban porruta terrestre de Acapulco a Veracruz pasando por la capital. Desde Veracruz a Sevilla. Su actividad,a diferencia de su nombre, no se limitaba exclusivamente a Filipinas, ya que las mercancas trans-portadas se correspondan tambin a China, Japn, Siam, Anam, Indonesia, Malasia, India, Ceylny Persia. Para la influencia y repercusin del Galen de Manila vase SCHURTZ, William Lytle, ElGalen de Manila. Madrid: Ediciones Cultura Hispnica, 1992. ALFONSO MOLA, Marina y MARTNEZSHAW, Carlos, El Galen de Manila y los orgenes de un mesizaje artstico, Oriente en Palacio. Teso-ros artsticos en las colecciones Reales espaolas, Madrid: Patrimonio Nacional, 2003, pp. 88-91 y SIERRADE LA CALLE, Blas, Vientos de Acapulco: relaciones entre Amrica y Oriente. Valladolid: Museo Oriental deValladolid, 1991. Paralelamente funcionaba la ruta portuguesa, muy importante para el caso japo-ns. Esta ruta martima una Lisboa con Macao a travs de Gao, esto es, rodeando frica y cruzandoel ndico. Los portugueses comerciaron con regularidad con el puerto Nagasaki entre 1570 y 1639.

    49 La profesora Yayoi Kawamura, de la Universidad de Oviedo, ha estudiado estas piezas endiversos estudios, a cuyo artculo en este nmero de Artigrama remito. Vase tambin GARCA SANZ,Ana, Relicarios de Oriente, Oriente en Palacio. Tesoros artsticos en las colecciones Reales espaolas. Madrid:Patrimonio Nacional, 2003, pp. 129-134.

    50 JORDN GSCHWEND, Annemarie y PREZ DE TUDELA, Almudena, Extica Habsburgica. La casade Austria y las colecciones exticas en el renacimiento temprano, Oriente en Palacio. Tesoros artsti-cos en las colecciones Reales espaolas. Madrid: Patrimonio Nacional, 2003, pp. 27-38.

    51 Esta embajada supuso la llegada a la corte de algunos objetos artsticos. En el ao 1614 seprodujo otra embajada, que sera la ltima hasta la apertura japonesa de mediados del siglo XIX,ya que coincidi con el inicio del periodo Edo (1615-1868), una etapa de total aislamiento del JapnTokugawa y una ruptura de relaciones con espaoles y portugueses. Vase SOLER DEL CAMPO, lvaro,Embajadas japonesas en la Real Armera, Oriente en Palacio. Tesoros artsticos en las colecciones Realesespaolas. Madrid, Patrimonio Nacional, 2003, pp. 60-64.

  • tos del XVI relacionados con la corona de los Austrias (porcelanas, mobi-liario, lacas, arquetas, armas y abanicos) anticipan la moda europea dela Chinoiserie en los ambientes cortesanos. En el siglo XVIII, con los Bor-bones, desde Felipe V52 e Isabel de Farnesio53, la Chinoiserie aparece comorenovada influencia desde Francia e Italia, fundamentalmente a travs deporcelanas y charoles, esto es, paneles lacados. Uno de los mximos expo-nentes de la Chinoiserie en Espaa es la Chambre du lit diseada por FilippoJuvarra (1678-1736)54 en La Granja de San Ildefonso con lacas chinas depoca Kangxi. Pero, sin duda, edad de oro de la Chinoiserie hispnica seprodujo con Carlos III y la Manufactura del Buen Retiro55, con testimo-nios como el gabinete del Palacio Real56 y el de Aranjuez57.

    Japonismo: Kimonos y abanicos

    En una segunda etapa, iniciada a mediados del XIX, la influenciaartstica del Extremo Oriente deriv hacia el Japonismo, el cual no fue lamera sustitucin del Celeste Imperio por el Imperio del Sol Nacientecomo modelo decorativo58, ni un relevo en la idealizacin del Oriente59.

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    52 Como en tiempos de Felipe II, la porcelana de la Compaa de Indias fue muy estimada ydemandada. Denominamos as a la porcelana de encargo, para la exportacin, producida en Jing-dezhen y decorada con los correspondientes escudos herdicos en Cantn. Un excepcional ejemplolo constituye la vajilla de Felipe V en la lnea de la familia rosa. Vase M. L. SNCHEZ, La vajilla deFelipe V, Oriente en Palacio: Tesoros asiticos en las colecciones reales espaolas, Madrid: Patrimonio Nacio-nal, 2003, pp. 203-206.

    53 Uno de los introductores de la moda de las chineras fue el arquitecto y decorador RenCarlier, diseador de los jardines de La Granja, quien trabaj en el Alczar para Isabel de Farnesio.Para la relacin de la reina con las chineras Vase Teresa LAVALLE COBO, El coleccionismo orien-tal de Isabel de Farnesio en Oriente en Palacio: Tesoros asiticos en las colecciones reales espaolas, Madrid,Patrimonio Nacional, 2003, pp. 221-214. y Carmen GARCA ORMAECHEA, Los tibores de Isabel de Far-nesio, Ibidem, pp. 215-217.

    54 Juvarra trabaja en Espaa en 1735 y trae consigo el gusto por las chineras de la Saboya enel Piamonte, presente en el Palacio Real en Turn y un gran numero de palacios de dicha ciudad.

    55 La porcelana china de Compaa de Indias importada sigui siendo el sinnimo de una vaji-lla elegante y de prestigio, como observamos en la del Conde de Ricla (1720-1780), recientementeadquirida en subasta por el Estado.

    56 Adems de la cermica, en este palacio tambin es importante la decoracin con pinturaschinas para la exportacin, vase Isabel CERVERA, Pinturas chinas, en papel de arroz, del PalacioReal de Aranjuez, Reales Sitios, n. 72, Madrid: 1982, pp. 49-56.

    57 La direccin decorativa de ambas salas palaciales fue realizada por Giuseppe Gricci (1700-1770), quien ya haba trabajado ya para Carlos III en Capodimonte en Npoles. En sus trabajos enEspaa utiliz los galantes diseos chinescos de Antoine Watteau (1684-1721) y Franois Boucher(1703-1770); vase Carmen MAUECO, La presencia de Oriente en la manufactura del Buen RetiroOriente en Palacio. Tesoros artsticos en las colecciones Reales espaolas, Madrid: Patrimonio Nacional, 2003,pp. 60-64.

    58 Es ms, en el Japonismo, por lo general, los occidentales no diferenciaban bien entre lo chinoy lo japons, fusionando ambas culturas indistintamente en un concepto hbrido. No obstante, elimpulso del coleccionismo foment la aparicin de estudios especializados y los inicios de una etapa

  • El Japonismo supuso la influencia del Extremo Oriente ms all de las salaspalaciegas y su difusin al mbito de la cultura burguesa. En este sentido,cualquier rincn de la vida cultural finisecular estuvo marcado por el exo-tismo del Extremo Oriente: el arte, la decoracin, el diseo, la literatura,la moda, los espectculos y la publicidad. En el terreno de las Bellas Artes,apreciamos una doble lectura del fenmeno del Japonismo. Por una parte,atendiendo a su temtica, puede ser entendido como gnero60; por otraparte, sin preocuparnos necesariamente del tema de la obra, puede serconsiderado como una influencia estilstica61 que influy en la renova-cin del arte acadmico occidental y aport elementos de vanguardia.

    La gran influencia del arte japons como inspiracin para el artecontemporneo ha sido ampliamente estudiada62, especialmente en losimpresionistas, post-impresionistas, simbolistas y modernistas. Desde laapertura de los puertos japoneses previa a la restauracin Meiji (1868),los intelectuales y artistas de Pars63 descubrieron en el arte japons unaseductora va para enriquecer la cultura de su tiempo, de modo que enla dcada de los aos 80, ms que una novedad, el Japonismo era ya unacorriente consolidada y difundida a las principales capitales europeas yamericanas. Los protagonistas del Japonismo no conocieron directamenteel Extremo Oriente y su arte, si bien las relaciones comerciales eran ms

    LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 95

    cientfica en el estudio de la cultura de Extremo Oriente. Acadmicamente, el trmino Japoniste fueinstaurado en el Primer Congreso de Orientalistas, celebrado en Pars en 1875.

    59 A lo largo del XIX, por el desarrollo de la carrera colonial de las potencias occidentalesChina se convirti en modelo desprestigiados frente al dinamismo y capacidad de modernizacinmostrada por el Japn de la era Meiji (1868-1912).

    60 El Japonismo, si lo estudiamos como gnero, consiste en la extica utilizacin de objetos ytemas japoneses, especialmente flora (cerezo, lirios y crisantemos) y fauna (aves e insectos); vesti-mentas femeninas (kimonos, abanicos y quitasoles) y decoracin de interiores (biombos y tibores).El arquetipo de la imagen japonista es la figura idealizada de la geisha.

    61 Son caractersticas del Japonismo el predominio del dibujo lineal, utilizacin de colores pla-nos, los formatos alargados tipo kakemono, el encuadre cortado, la diagonal, el silueteado, contornosdefinidos y el gusto por el decorativismo organicista.

    62 Para una seleccin bibliografa bsica sobre el Japonismo remito al lector a las siguientesobras de referencia: AA.VV., Dialogue in Art. Japan and the West. Nueva York, Kodansha Internacional,1976; Klaus BERGER, Japonisme in Western Painting from Whistler to Matisse, Cambridge: Cambridge Uni-versity Press 1993; Colta Feller IVES, The Great Waves: The influence of japonese woodcuts on French Prints.Nueva York: The Metropolitan Museum of Arts, 1974; Charlotte van RAPPARD-BOON, Japonisme, Thefirst years, 1856-76. Amsterdam: Liber Amicorum, Karel G. Boon, 1974; Michel SULLIVAN, The Meetingof Eastern and Western Art. Los ngeles: University of California Press 1989; Siegfried WICHMANN, Japo-nisme: The Japonese influence on Western art since 1859. Londres: Thames and Hudson, 1981; Gabriel P.WEISBERG y M. L. YVONNE, Japonisme, an Annotated Bibliography. New York: 1990. Asimismo son inpres-cindibles los catlogos de las exposiciones: Mutual influences Beetwen Japanese and Western Art. Tokio:National Museum of Modern Art, 1968 y Japonisme, Pars: Galeries Nationales du Gran Palais, 1988.

    63 Los hermanos Edmond y Jules Goncourt (1822-1896 y 1830-1870), Charles Baudelaire (1821-1867), Philippe Burty (1830-1890), Flix Bracquemond (1833-1914) y Abbott McNeill Whistler (1834-1903) Whisther, fueron los primeros en llamar la atencin sobre esta renovadora influencia, quepronto logro la adhesin de Edouard Manet (1832-1883), Edgar Degas (1834-1917), Claude Monet(1840-1926) y Emile Zola (1840-1902).

  • intensas, por lo que en la segunda mitad del siglo XIX se produjo unauge del coleccionismo asitico64. En este contexto, nos parece muy impor-tante la valoracin de dos medios de extraordinaria eficacia para la divul-gacin de la cultura oriental. Por una lado, las publicaciones65 y los mediosde comunicacin, especialmente las revistas ilustradas que acompaabansus textos con grabados y fotografas. Por otro lado, la celebracin deExposiciones Internacionales con participacin japonesa66.

    Gran parte del inters del Japonismo para la Historia del Arte es lainfluencia del arte japons en los grandes maestros de la pinturamoderna. En los artistas a diferencia del argumento de Madama Butterfly- la seduccin del lejano Japn produjo un duradero y fiel maridaje. Elnorteamericano J. A. M. Whistler (1834-1903), tras conocer los grabadosjaponeses en Pars, fue uno de los primeros pintores en representar congran sensibilidad cromtica todo el repertorio temtico del Japonismo apartir de 186467. Paralelamente, con independencia de que en el cuadroaparecieran objetos o decoraciones japonesas, observamos la influenciade los grabados ukiyoe en la forma de componer y aplicar el color, sir-viendo as como punto de referencia contra la pintura acadmica. Deeste modo, Edouard Manet (1832-1883 present en el Saln de Pars de1866 su polmica obra El Pfano, en el que ignora los principios clsicosde la perspectiva y hace flotar a la figura en un fondo neutro, siguiendolo visto en grabados japoneses, los cuales aparecen en varias pinturas delartista68. Entre los Impresionistas destacamos, como se percibi en supoca69, la capacidad de Edgar Degas (1834-1917) para adaptar en esce-nas de la vida cotidiana las composiciones de Hokusai (1760-1849), cuyos

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    64 Descatan las colecciones de Thodore Duret, Enrico Cernuschi, Philippe Burty, Charles Gillot,Tadamasa Hayashi, Henri Verver, Pierre Barboutau, los hermanos Goncourt y Emile Guimet. Esteltimo, en 1889, con la apertura del museo parisino que lleva su nombre, elev el status del artejapons a la categora musestica.Vanse los captulos Critics, connoisseurs and dealers as leadersof taste, 1870-1880 y The great parisian collections, 1878-1905 de Klaus BERGER, Japonisme in Wes-tern painting from Whistler to Matisse. Cambridge: Cambridge University Press, 1992, p. 88-106 y 176-183.

    65 Especial repercusin entre coleccionistas y artistas tuvo la revista Le Japon Artistique, desde1888, dirigida por Samuel Bing, editada en tres idiomas y con la colaboracin de los mximos espe-cialistas europeos.

    66 Las ms destacadas fueron las de Londres en 1851 y 1862, Pars de 1867,1878, 1889 y 1900,Viena de 1873, Philadelphia de 1876, Barcelona de 1888, Chicago en 1893, San Luis de 1904.

    67 Con obras tan conocidas como Caprice in Purple and Gold (1864), Rose and Silver: The princessfrom the Land of Porcelaine (1864), Variations in Flesh Color and Green: The Balcony (1864-70) y Harmonyin Blue and Gold: The Peacock Room (1876-77).

    68 En otro conocido cuadro, el Retrato de Emile Zola, Manet coloc un biombo dorado con unave sobre un cerezo y un grabado de Sharaku (c.1793). Los abanicos, unos de los emblemas del Japo-nismo, aparecen en la litografa La parisina (1874) y en Mujer con abanicos (1873). De factura cali-grfica es Cabeza de cuervo y caracteres japoneses, unos dibujos de Manet en tinta china sobre papel(1875). Tambin pint varios Crisantemos, en formato de abanico (1881).

    69 CABANNE, La mangua de Hokusai, Le Japon Artistique, n. 8. Pars: 1888.

  • libros de dibujos, Manga, tuvieron gran repercusin en el arte occiden-tal. Claude Monet (1840-1926), quien fue un gran coleccionista de gra-bados70, particip animadamente de la moda por lo japons pintando aMadame Monet vestida de japonesa (1876), llegando, incluso, a construirseun jardn de tipo japons en su villa en Giverny-sur-Epte hoy MuseClaude Monet Giverny, cuyo estanque motiv sus famosas Nymphas.Los post-impresionistas siguieron encontrando en el arte nipn nuevoscaminos para su arte. Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901) coleccionobjetos de arte japons y utiliz tinta y pinceles japoneses para anticiparun expresionismo gestual muy influyente en el mundo del cartelismo yel diseo grfico. Vincent Van Gogh (1853-1890), cuya correspondenciadesde Arls es un continuo alegato en pro del arte japons, que tambinfue coleccionista de estampas japonesas71, hizo copias al leo entre 1886y 1888 de algunos ukiyoe de Hiroshige (1797-1858) y Eisen (1790-1848).En ocasiones, como explcito homenaje, colocaba en sus retratos estam-pas japonesas como fondo72. Las inquietudes espirituales orientalistas deVan Gogh se concretaron en su conocido autorretrato como un monjebudista de 1888.

    A finales del siglo XIX, la corriente japonista haba ejercido su influjodurante las anteriores dcadas en los pintores academicistas que refleja-ban la moda burguesa por el exotismo nipn y en los artistas innovado-res del Impresionismo y Post-impresionismo. Lejos de agotarse, el artejapons se mantuvo como referencia actualizada a nuevas tendencias. Lossimbolistas, ms que el universo de lo cotidiano que interes tanto alos impresionistas, buscaron los elementos imaginarios y fantsticos dela cultura japonesa. Asimismo, las inquietudes espirituales implicaron unacercamiento hacia el Budismo, siguiendo de este modo una senda yainiciada, de una manera muy personal, por Van Gogh. En otra esfera,ms formal que espiritual, el Modernismo adopt diversos recursos deco-rativos japoneses en sus elegantes ritmos orgnicos y en gran parte de surepertorio ornamental, como flores, aves, mariposas y liblulas. La fusinde estos elementos japoneses que se manifestaron fundamentalmenteen las artes decorativas y grficas fue tan intensa que a partir de estemovimiento es complicado delimitar una influencia japonesa directa.

    LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 97

    70 Para el estudio de la coleccin de 230 ukiyoe de Monet vase la completa monografa deGenevive AITKEN y Marianne DELAFOND, La Collection destampes japonaises de Claude Monet, La Bi-bliothques des Arst, Pars, 1998.

    71 Para un estudio de su coleccin vase Japanese prints collected by Vincent Van Gogh. Amsterdam:Rijksmuseum Vincent Van Gogh, 1978.

    72 Es el caso de dos de sus cuadros ms clebres: Retrato de Pre Tanguy (1887) y Autorretrato conla oreja cortada (1889).

  • Considerando a Pars el epicentro del arte del fenmeno Japonismoy ante la gran influencia que los artistas arriba citados han ejercido en lahistoria del arte, es necesario precisar que el caso espaol73 ocupa unlugar perifrico, pero sumamente interesante, si bien otras corrientesorientalistas islmicas tuvieron un papel masivo en la geografa del exo-tismo de los pintores nacionales. Sorprende, no obstante, encontrarnosen fechas paralelas a los primeros cuadros japonistas de Whistler algunosejemplos del extraordinario pintor Mariano Fortuny (1838-1874), cuyaproyeccin ciertamente excede el mercado local y hemos de situarlo enprimera lnea de la pintura europea. En la primera de las tres versionesque realiz con el ttulo El Coleccionista de Estampas (1863) apareci unaarmadura japonesa propiedad del artista, un jarrn de porcelana chinay un abanico japons74.

    Desde finales del XIX a principios del XX, hubo en Barcelona ungran desarrollo del Japonismo, a causa de su apertura hacia Europa, sugran industria grfica75, la Exposicin Universal de 1888 y el empuje delModernismo. Entre los nombres ms destacados hemos de citar a la poli-factica familia Masriera, una de las ms influyentes del ambiente cultu-

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    73 La historiografa del Japonismo en Espaa es de breve tradicin. Un primer intento de ofre-cer una visin de conjunto lo encontramos en tesis doctoral de la coreana Sue-Hee KIM LEE, La pre-sencia del Arte de Extremo-Oriente en Espaa a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Madrid: Univer-sidad Complutense de Madrid, 1988. Una exposicin de las principales aportaciones de dicha tesisaparecen en Enrique ARIAS, Orientalismo en el arte espaol del silo XIX, Actas de las conferenciasEncuentro Cultural Espaa-Japn, Tokio: Sociedad Hispnica del Japn, Casa de Espaa, 1996. Por otraparte, un pormenorizado estudio sobre el Japonismo espaol fruto del anlisis de las revistas puedeencontrarse en la tesis doctoral de David ALMAZN, Japn y el Japonismo en las revistas ilustradas espa-olas (1870-1935). Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, edicin en microficha, 2001. Unresumen de la misma puede encontrarse en David ALMAZN, Japn y el Japonismo en las revistas ilus-tradas espaolas (1870-1935). Resumen de Tesis Doctoral, ARTIGRAMA, n. 15, Zaragoza: Depar-tamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2000. Por su parte, la japonesa MinoruSHIRAISHI, est realizando su tesis doctoral en la Facultad de Traduccin de la Universidad Autnomade Barcelona sobre el Japonismo cataln, habiendo presentado en 1996 su trabajo de investigacinEl japonismo en Catalua. La evolucin del japonismo: formas e ideologas, indito. Dentro desu larga y brillante produccin, Fernando GARCA GUTIRREZ ha tratado el tema en varios lugares,especialmente en su libro Japn y Occidente. Influencias recprocas en el Arte. Sevilla: Edicicones Gua-dalquivir, 1990. Por su parte, una exposicin general del Japonismo puede encontrarse en FedericoTORRALBA, Oriente y Occidente en el impresionismo, en AA.VV., Aspectos didcticos de Geografa eHistoria (Arte), n. 8, Zaragoza: Instituto de Ciencias de la Educacin, Universidad de Zaragoza, 1994.

    74 Otro cuadro con marcado influjo japonista fue Nios en un saln japons (1874), en el queretrat en un ambiente oriental, de kimonos y abanicos, a sus hijos Mara Luisa y Mariano. Carac-tersticas semejantes observamos en La Japonesa (1865) y el retrato de Adelaida del Moral (1874). Tam-bin en su obra grfica se puede atestiguar el inters de Fortuny por el arte japons, ya que realizcopias de diseos del Manga de Hokusai, que demuestran un la existencia de una investigacin arts-tica hacia los grabados japoneses. Vase Mariano Fortuny Marsal. Mariano Fortuny Madrazo, BibliotecaNacional-Electa, Madrid, 1994, pp.101.

    75 Eliseo TREN, Las artes grficas en la poca modernista en Barcelona. Barcelona: Gremio de Indus-trias Grficas, 1977.

    76 Jos Masriera y Manovens pronunci un discurso en la Academia de Ciencias Naturales y

  • ral de la poca, que destac en la triple vertiente de coleccionistas, estu-diosos76 y asimiladores del arte japons77. Especialmente atractivo es elcaso de Joan Mir (1893-1983), quien en 1917, en su etapa anterior alSurrealismo78, imit el Japonismo de Van Gogh al retratar a su amigo E.C.Ricart con un grabado japons ukiyoe como fondo, auque en lugar dereproducirlo lo peg directamente. No obstante, fue en el campo de lailustracin donde encontramos una fecunda asimilacin de la influenciajaponesa79, cuyos mximos representantes fueron Apel.les Mestres (1854-1936) y Alexandre de Riquer80 (1856-1920), Ramn Casas (1866-1932) yJos Triad (1870-1929), entre otros.

    A pesar del gran nivel del ncleo cataln, tampoco hemos de olvidarel extraordinario inters de artistas de otras regiones, en los cuales encon-tramos tambin la atraccin de lo japons. As, comprobamos en unareciente exposicin, en la Fundacin Mapfre, la masiva presencia de gra-bados ukiyoe en la pintura del vasco Juan de Echevarra81 (1875-1931), aquien consideramos uno de los autores ms interesantes en la moderni-zacin de la pintura espaola a travs de la asimilacin de las corrienteseuropeas. Sin un inters renovador, en Madrid, el poco conocido pintorde gnero y retratista Pedro Senz y Senz, merece ser destacado comorepresentante del gusto burgus por las japoneras, gracias a sus amablescomposiciones de mujeres ataviadas a la japonesa. Por otra parte, nos llamapoderosamente la atencin la presencia de temas budistas en pintores comoEduardo Chicharro (1873-1943), autor entre otras obras orientalistas delcuadro La Tentacin de Buda, ganador de la Medalla de Oro de la Exposi-

    LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 99

    Artes de Barcelona en 1885, en el que defiende el arte japons y destaca la influencia y el intersque ste ha despertado en Europa.

    77 En el terreno de la produccin artstica destacamos la figura de Luis Masriera y Roses (1872-1958), joyero de gran prestigio, autor teatral y pintor del famoso cuadro La sombrilla japonesa (1920),obra que le sirvi para crear la escenografa de Sotaombrella, por la que gan un Grand Prix en laExposicin de Artes Decorativas de Pars del ao 1925.

    78 La influencia japonesa en el pintor surrealista ha sido estudiada con profundidad en el librode Pilar CABAAS, La fuerza de Oriente en la obra de Joan Mir. Barcelona: Electa, 1999.

    79 El Japonismo modernista cataln presenta dos grandes corrientes claramente diferenciadas.La primera, que denominaremos decorativista, tuvo su mximo representante en Alexandre de Riquer,con el estilo de Mucha, colores suaves, cloisonnisme, contornos marcados, trazos gruesos, exquisitasfiligranas bizantinizantes. Por otra parte, una corriente sinttica estuvo encabezada por Ramn Casasquien recogi estilo caligrfico, lineal y expresivo de Toulouse Lautrec. Una claramente japonistade Ramn Casas fue el cartel anunciador de Ans del Mono.

    80 Para un completo anlisis vase la esplndida monografa de Eliseu TREN, Alexandre de Riquer:Barcelona: Lunwerg, 2000.

    81 Juan de Echeverra. Madrid: Fundacin Cultural Mapfre Vida, 2004.82 Silvio LAGO (Seudnimo de Jos FRANCS). La Exposicin Nacional: La Tentacin de Buda,

    La Esfera, ao IX, n. 437, Madrid, 20 de mayo de 1922.83 Para una aproximacin a la imagen grfica de la mujer moderna vase Javier PREZ ROJAS,

  • cin Nacional de Bellas Artes de 1922, con el cual, en palabras de JosFrancs, nos traa a la catlica Espaa, la belleza mstica del budismo82.

    Tambin, en el campo de la ilustracin la influencia del Japonismofue muy intensa, siendo especialmente enriquecedor el panorama quepresentan los ilustradores grficos de las grandes revistas ilustradas nacio-nales, tales como Blanco y Negro, La Esfera o Nuevo Mundo, en las que encon-tramos que en la imagen de la mujer moderna83. El Extremo Orienteforma parte del elegante cosmopolitismo. Entre los ilustradores que cul-tivaron este Japonismo84 destacaron artistas tan sobresalientes como Joa-qun Xaudar (1871-1930), Roberto Martnez Baldrich (1895-1959),Rafael Penagos (1889-1954), Federico Ribas (1890-1952), Salvador Bar-tolozzi (1882-1950), Francisco Cidn (1871-1930) y una extensa nmina,a los cuales dedicamos las ilustraciones que acompaan nuestro artculo.

    No toda influencia del Extremo Oriente llega desde la oleada japo-nista europea. Glosando a un poeta de la poca, desde Manila siguen lle-gando los tibores donde pjaros y flores confunden sus colores; lacas,marfiles y perfumes sutiles; y, por supuesto, los mantones de seda fina,que llegan desde la China. En efecto, hemos de considerar que la espe-cial relacin con Manila hizo que en nuestro pas, a diferencia del restode Occidente, se hayan adoptado algunas prendas, como es el caso delos abanicos y los mantones, de tal manera que hoy lo consideramos per-fectamente asimilado, hasta el punto de que el prototipo de tipismo nacio-nal construido en torno a la mujer andaluza sea portador de estos ele-mentos como la quintaesencia espaola. En el caso de los mantones deManila, tejidos bordados con motivos orientales procedentes en su mayo-ra del sur de China, nos encontramos ante uno de los rasgos distintivosde la influencia extremo oriental en Espaa, razn por la cual es perti-

    100 DAVID ALMAZN TOMS

    La Eva Moderna. Ilustracin Grfica Espaola 1914-1935, Catlogo de la exposicin celebrada en Madriddel 8 de julio al 13 de septiembre de 1997. Madrid: Fundacin Cultural Mafre Vida, 1997.

    84 Un libro sobre este tema, parte de mi citada tesis doctoral, est siendo preparado en estosmomentos. En algunos trabajos he tratado algunos aspectos: vase; David ALMAZN, Japonismo e Ilus-tracin Grfica: la influencia japonesa en los ilustradores de la revista Blanco y Negro (1892-1930),ponencia presentada en el VI Congreso de la Asociacin de Estudios Japoneses en Espaa, cele-brado en la Universidad de Santander del 26 al 29 de septiembre de 1997; publicado en Japn: unenfoque comparativo. Actas de la Asociacin de Estudios japoneses en Espaa, Madrid: Asociacin de Estu-dios Japoneses en Espaa, 1999 y David ALMAZN, El Japonismo en la obra grfica del ilustrador Joa-qun Xaudar (1872-1933), comunicacin al XII Congreso del CEHA (Comit Espaol de Historiadel Arte), celebrado del 28 de septiembre al 1 de octubre de 1998, en la Universidad de Oviedo yorganizado por el Departamento de Historia de Arte y Musicologa de la Universidad de Oviedo.Oviedo: Universidad de Oviedo, Vicerrectorado de Extensin Universitaria, 1998. Para la publicidadvase David ALMAZN, La imagen de Japn en la publicidad grfica espaola de finales del sigloXIX y principios del siglo XX, Revista Espaola del Pacfico, n. 10, Madrid: Asociacin Espaola deEstudios del Pacfico, 1998.

    85 Francisco CALVO SERRALLER, Francisco. La perdida de Manila y el triunfo pictrico del man-tn, en El mantn de Manila, catlogo de la exposicin celebrada en Granada en julio de 1998, en

  • nente preguntar a nuestros artistas eso de dnde vas con mantn deManila?. En el catlogo de una exposicin celebrada en Granada sobreel Mantn de Manila, Francisco Calvo Serraller escribi unas reflexiones,que compartimos plenamente, sobre lo que ha llamado La perdida deManila y el triunfo pictrico del mantn85, en las cuales situ este cas-tizo sueo oriental del mantn de Manila como el postrer canto decisne de la chinera y subray su importancia en la emancipacin delo pictrico, la autonoma suprema de la pintura espaola.

    Conclusiones

    La seduccin del Extremo Oriente se ha manifestado en nuestro pasde una manera semejante a la europea, siendo en ocasiones una asimi-lacin indirecta de este influjo. A lo largo de la historia, del siglo XVI alXVIII, los ambientes cortesanos fueron cubiertos por la lujosa decoracinde la Chinoiserie, pero las transformaciones sociales y la apertura de Japnen el siglo XIX produjeron una expansin del Japonismo a la cultura bur-guesa. La asimilacin de estas influencias ha estado limitada por nuestrosconocimientos sobre el arte y la cultura oriental, cada vez mayores, y porel propio devenir de nuestro arte, que en las ltimas dcadas ha sidonotablemente influido por el zen. Actualmente, adems de esta atraccinde su legado cultural, nuestras expectantes miradas se dirigen hoy haciael creciente protagonismo de Extremo Oriente en el cine y otros mediosvisuales.

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    la Sala de Exposiciones La General. Granada: Fundacin Caja de Granada, Fundacin Loewe, Fun-dacin Rodrguez-Acosta y el Festival Internacional de Msica y Danza de Granada, 1998, pp. 13-17.

  • 102 DAVID ALMAZN TOMS

    Fig. 1. El cuadro Crisantemas fue pintadopor el retratista Pedro Senz en Madrid en el ao 1900. La moda por lo japons entre laburguesa de comienzos de siglo tuvo comoconsecuencia la realizacin de este tipo de

    composiciones, en las cuales la modelo apareca como una recreacin de la

    agradable y elegante imagen de la japonesa.Esta obra apareci reproducida en la revista

    Blanco y Negro, ao XI, n. 523, del 11 de mayo de 1901.

    Fig. 2. El ilustrador Joaqun Xaudarestuvo trabajando en Pars, la capital delfenmeno del Japonismo, desde 1907 a

    1918. En Vida parisiense: El desayuno,firmada por Xaudar en Pars en 1912,

    nos presenta a una atractiva joven, vestidacon un florido kimono de mangas anchas,con una taza de t, delante de un biombojapons. Esta ilustracin se public en la

    revista Blanco y Negro, ao XXII, n. 1098, del 26 de mayo de 1912.

  • LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 103

    Fig. 4. El Japonismo aparece con frecuencia en las ilustracin grfica del

    Art Dec. Diego es autor de esta portada, en la cual se representa a una mujer

    japonesa vestida con un kimono geometrizado. Apareci en la revista

    Nuevo Mundo, ao XXVIII, n. 1410, del 21 de enero de 1921.

    Fig. 3. Bajo el ttulo de En el boudoir: La ltima novela, Joaqun Xaudar decora

    la habitacin de esta moderna mujer, queviste kimono, con un biombo con escenas

    japonesas y una pintura colgante kakemono. La ilustracin fue publicada

    en Blanco y Negro, ao XXIII, n. 1180, del 28 de diciembre de 1913.

  • 104 DAVID ALMAZN TOMS

    Fig. 5. Esta magnfica ilustracin deYzquierdo y Durn representa una escenanocturna en la cual aparece una mujer japonesa con un farolillo. A parte del

    kimono y el peinado recogido, el campo delirios nos remite a la influencia de la escuela

    decorativa japonesa Rimpa. Esta fue la portada de la revista Nuevo Mundo,

    ao XXVIII, n. 1433, del 1 de julio de 1921.

    Fig. 6. Uno de los artistas ms influyentesde la ilustracin grfica de los aos 20 y 30

    fue Rafael de Penagos, que difundi elnuevo canon de belleza femenina de la mujermoderna. En algunas ocasiones, como rasgode elegante cosmopolitismo, las mujeres dePenagos se vistieron de japonesas. Este es el caso de Fantasa japonesa: la peceramgica, portada de la prestigiosa revista

    cultural La Esfera, ao IX, n. 442, del 24 de junio de 1922.

  • LA SEDUCCIN DE ORIENTE: DE LA CHINOISERIE AL JAPONISMO 105

    Fig. 8. El pintor Francisco de Cidn, figura clave del arte aragons que mereceraun completo estudio, fue el autor de algunasilustraciones protagonizadas por sensuales

    japonesas. Como fondo a la figura principal,encontramos un tratamiento sinttico de la

    vegetacin que deriva de la escuela paisajstica del ukiyoe. Fue la portada de la revista Blanco y Negro, ao XXXVI,

    n. 1837, del 1 de agosto de 1926.

    Fig. 7. El artista uruguayo Rafael PrezGimnez, conocido como Barradas,

    paralelamente a su faceta vanguardista, realiz algunas ilustraciones posiblementerelacionadas con su inters por el teatroinfantil. En sta, aparece un nio enkimono junto a un gran sol naciente. Fue la portada de la revista Nuevo

    Mundo, ao XXXI, n. 1569, del 15 de febrero de 1924.

  • 106 DAVID ALMAZN TOMS

    Fig. 9. Como en una escena del genero ukiyoe del bijinga, esta ilustracin de

    Escrib representa a una mujer japonesacontemplando el vuelo de una grulla.

    La figura, cuyo rostro se enmarca en latpica sombrilla, viste una fantasiosa

    recreacin de un kimono, que resalta sobreun fondo neutro amarillo. Fue la portada de la revista Nuevo Mundo, ao XXXIV,

    n. 1741, del 3 de junio de 1927.

    Fig. 10. Magnfica portada del ilustradorargentino Aristo Tllez, en la que aparece,

    sobre el fondo del sol naciente japons, una mujer de rasgos occidentales, vestida

    con un simplificado kimono, la cual aparece decorando pictricamente una porcelana. Fue publicada en la revista

    La Esfera, ao XV, n. 776, el 17 de noviembre de 1928.

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