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CRITICÓN, 58,1993, pp. 135-154. Tópicos y recurrencias en los resortes del didactismo: confluencia de diferentes géneros por Asunción RALLO GRUSS (Universidad de Málaga) Comúnmente aceptado está denominar a la prosa no novelesca de los siglos XVI y XVII prosa didáctica. Término, además de arbitrario, bastante confuso tanto por su extensión como por su indeterminación. En una primera instancia prosa didáctica implica la aceptación de la inexistencia del ensayo moderno antes del siglo XVin. Pero además, y sin querer plantear temas de carácter teórico, resulta que, de acuerdo con la común consideración del hacer literario de los escritores renacentistas y barrocos como delectare et prodesse, toda obra ya sea comedia, oda, o novela tiene un matiz, fundamental o colateral, didáctico. Se plantea, pues, una primera cuestión: qué entenderemos por didáctico en la prosa del siglo XVI. El problema es sumamente complejo ya que, por otro lado, se encuentra enredado con otros aspectos, como por ejemplo, y especialmente, el de la moralidad, con la importantísima derivación del significado de texto ejemplar (problema planteado y discutido con especial incidencia en torno a la novela). También se complica por los enfrentados modos de entender la función del escritor, tan contrapuestos como el del erasmista al autor de libros de caballerías, que dio lugar a la conocida polémica sobre lecturas vanas y lecturas recomendables. Considerando en principio que prosa didáctica es en última instancia intercambiable con prosa ensayística 1 , y partiendo de una definición que ofrezco como hipótesis de trabajo, ciño el objetivo 1 Asumiendo la pertinente advertencia de Ph. Lejeune de que "La définition générique semble poser une sorte de problème insoluble, de cercle vicieux: impossible d'étudier l'objet avant de l'avoir délimité, impossible de le délimiter avant de l'avoir étudié" (en "Le pacte autobiographique (bis)" de L'autobiographie en Espagne, Université de Provence 1982, p. 9), considero coincidentes los términos prosa didáctica y prosa ensayística para los siglos XVI y XVII, estableciendo así, al menos, un corpus más concreto. Reivindico también que el ensayismo es forma propia del humanismo y que autores como Antonio de Guevara y Pedro Mexía son sus introductores en España. "La mayoría de los historiadores de la literatura que se han ocupado del ensayo concuerdan en atribuir a Antonio de Guevara un rango especial, el de iniciador colombino del género en España y hasta toda Europa occidental. Singularmente Américo Castro en su estudio "Un hombre y un estilo del siglo XVI" (1945) ha señalado que Guevara fue el antecedente literario de Feijoo, de Larra y en general de los ensayistas contemporáneos de lengua

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CRITICÓN, 58,1993, pp. 135-154.

Tópicos y recurrencias en los resortes del didactismo:confluencia de diferentes géneros

por Asunción RALLO GRUSS(Universidad de Málaga)

Comúnmente aceptado está denominar a la prosa no novelesca de los siglos XVI y XVII prosadidáctica. Término, además de arbitrario, bastante confuso tanto por su extensión como por suindeterminación. En una primera instancia prosa didáctica implica la aceptación de la inexistenciadel ensayo moderno antes del siglo XVin.

Pero además, y sin querer plantear temas de carácter teórico, resulta que, de acuerdo con lacomún consideración del hacer literario de los escritores renacentistas y barrocos como delectare etprodesse, toda obra ya sea comedia, oda, o novela tiene un matiz, fundamental o colateral,didáctico. Se plantea, pues, una primera cuestión: qué entenderemos por didáctico en la prosa delsiglo XVI.

El problema es sumamente complejo ya que, por otro lado, se encuentra enredado con otrosaspectos, como por ejemplo, y especialmente, el de la moralidad, con la importantísima derivacióndel significado de texto ejemplar (problema planteado y discutido con especial incidencia en torno ala novela). También se complica por los enfrentados modos de entender la función del escritor, tancontrapuestos como el del erasmista al autor de libros de caballerías, que dio lugar a la conocidapolémica sobre lecturas vanas y lecturas recomendables.

Considerando en principio que prosa didáctica es en última instancia intercambiable con prosaensayística1, y partiendo de una definición que ofrezco como hipótesis de trabajo, ciño el objetivo

1 Asumiendo la pertinente advertencia de Ph. Lejeune de que "La définition générique semble poser unesorte de problème insoluble, de cercle vicieux: impossible d'étudier l'objet avant de l'avoir délimité,impossible de le délimiter avant de l'avoir étudié" (en "Le pacte autobiographique (bis)" deL'autobiographie en Espagne, Université de Provence 1982, p. 9), considero coincidentes los términosprosa didáctica y prosa ensayística para los siglos XVI y XVII, estableciendo así, al menos, un corpusmás concreto. Reivindico también que el ensayismo es forma propia del humanismo y que autores comoAntonio de Guevara y Pedro Mexía son sus introductores en España. "La mayoría de los historiadores dela literatura que se han ocupado del ensayo concuerdan en atribuir a Antonio de Guevara un rangoespecial, el de iniciador colombino del género en España y hasta toda Europa occidental. SingularmenteAmérico Castro en su estudio "Un hombre y un estilo del siglo XVI" (1945) ha señalado que Guevara fueel antecedente literario de Feijoo, de Larra y en general de los ensayistas contemporáneos de lengua

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de esta aproximación a la prosa divulgativa, pensada y escrita para un público determinado que seconoce, y para el cual se adecúa el discurso, cuya finalidad principal es la mostración de temas deinterés contemporáneo así como los consejos de comportamiento.

Creo esencial, para la comprensión del significado didáctico de la prosa del XVI, el análisis deresortes que den cuenta tanto del modo de enfocar el tema, como de las nuevas relaciones entreautor y lector, derivadas de la imprenta. Ambos están más interrelacionados de lo que podría parecera primera vista. Estudiando las Epístolas familiares de Antonio de Guevara y la Silva de varialección de Pedro Mexía, publicadas casi al mismo tiempo (1539 y 1540 respectivamente), quieroplantear estas cuestiones que, al menos, darán luz sobre la función demostrativa de los textos,acercándonos a nuestro concepto de didáctica, excluyendo cualquier matiz pedagógico en sentidoestricto, pero en confluencia con intereses morales, ejemplares y literarios.

He elegido dos obras coetáneas que representen los mismos intereses y respondan al mismocontexto, pero genéricamente diversas para, en su confrontación, llegar a lo más esencial (porcomún) de esa interrelación emisor-receptor-texto como proceso didáctico. Una de ellas se ofrececomo género conformado de acuerdo con una retórica: es la epístola, cuyos elementos yposibilidades estaban bastante determinados desde la práctica humanística, desde los epistolarios dePetrarca configurados sobre su devoción a Cicerón y Séneca, hasta la derivación renacentista de laars dictaminis de la Edad Media2. Pero que también manifiestan abiertamente el procesocomunicativo:

Digo que carta es una mensajera fiel de nuestras intenciones e intérprete de los pensamientos delánimo, por la cual hacemos ciertos a los ausentes de aquellas cosas que conviene que nosotros lasescribamos, y que ellos entiendan y sepan, como si estando presentes se las dijésemos por palabras,

define Antonio de Torquemada3.La carta reproduce, pues, el acto de la comunicación, presentado como efectivo, en el que

emisor y receptor son personas reales que hacen de la escritura sustituta de la conversación. Por esoAntonio de Guevara, siguiendo una costumbre que es casi regla del género, afirma publicar unepistolario real, recogiendo lo que verdaderamente han sido misivas:

Reconosciendo, pues, mis memoriales y buscando mis borradores, hallé estas pocas epístolas queaquí van, muchas de las quales van impresas como a la letra fueron escripias, y otras délias tambiénfueron castigadas y polidas, porque muchas cosas se suelen escribir a los amigos que no se han depublicar a todos.4

La otra obra corresponde a lo que hoy conocemos como miscelánea. Con antecedentes en laliteratura clásica, que en parte sirvieron más de refrendo que de modelo (como las Noches Áticas olas Saturnales), se ofrece en el Renacimiento como surgida para llenar un hueco, una necesidad del

castellana", afirma J. Marichal en "Sobre la originalidad renacentista en el estilo de Guevara" de Teoría ehistoria del ensayismo hispánico (Madrid 1984), p. 37. Cfr. también P. Salinas "Defensa de la cartamisiva y de correspondencia epistolar" en El Defensor, Madrid 1967, p. 97.2 Cfr. "La epístola, género renacentista", en mi libro Antonio de Guevara en su contexto renacentista,Madrid 1979, pp. 247-257.3 A. de Torquemada, Manual de escribientes, ed. J. C. de Zamora y A. Zamora Vicente, Madrid 1970,p . 173.4 Epístolas familiares, ed. J. M. de Cossío, Madrid 1950, tomo I, p. 4. Todas las citas se hacen por estaedición indicando tomo, número de carta y página.

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lector: la de conocer los más variados temas, desde eruditos a curiosidades históricas o naturales,cuyo alcance había estado entonces restringido a los hombres de letras:

Habiendo gastado mucha parte de mi vida en leer y pasar muchos libros, y así en varios estudios,parescióme que si desto yo había alcanzado alguna erudición o noticia de cosas (que, cierto, es todomuy poco), tenía obligación a lo comunicar y hacer participantes dello a mis naturales y vecinos,escribiendo yo alguna cosa que fuese común y pública a todos.5

Entre ambas obras hay unas básicas coincidencias que permiten su aproximación: son textoscuya primera función es comunicar, "hacer participante" a un lector de un ámbito literariosimultáneamente erudito y vivencial. Ambos aunan el acarreo libresco con las experiencias, porqueambos se dirigen a un público coetáneo y determinado. Es decir, como premisa, estamos ante dosobras que adaptan el discurso a un receptor específico y determinado. Lo cual permite estudiar,analizando los recursos persuasivos y los resortes que soportan y potencian la comunicación, lavertiente didáctica, ya derivada de los intereses del autor, ya adscrita a los deseos del receptor. Siaceptamos la afirmación de R. D. Whately de que "en esta materia sólo existe una regla: laadaptación del discurso al auditorio, cualquiera que sea, pues el fondo y la forma de ciertosargumentos, que son apropiados para ciertas circunstancias, pueden parecer ridículos en otras"6,podremos descubrir en esa maleabilidad y cambios de tono la recurrencia de argumentos y larepetición de resortes apelativos como elementos fundamentales de la comunicación didáctica.

Rasgos constituyentes externos son: en primer lugar el carácter de discurso fragmentario, yacomo epístolas con autonomía propia pero vertebración general, ya como capítulos inter-dependientes. Ello les confiere similitud al ensayo, como discursos no totalizables o, como decíaMontaigne, "peintures fantasques, n'ayant grâce qu'en la variété et estrangeté"7. En segundo lugar lamanifestación, más o menos efectiva, de escribir como hecho sustitutorio de hablar, con lo que nosólo se da mayor importancia a la acción comunicativa en sí que a lo comunicado, sino que ellector se perfila como oyente; es decir se establece una cercanía personal entre emisor y receptor.Para Guevara escribir cartas supone, a veces, dar por escrito una predicación previa:

He aquí, señor, lo que prediqué a César el día de la conversión de Sant Pablo, en Sant Cerne, dePamplona, y si a vuestra merced le paresciere que le paresció mejor cuando lo oyó allí, que no cuandolo leyere aquí, eche la culpa a mi pluma, pues no tiene tanta gracia como mi lengua.8

Ambas acciones se confunden: potenciando la dirección predicativa de la carta, bajo el tópico dela mayor eficacia de la lengua sobre la pluma, va a participar ésta de sus artificios, al menos en eldiscurso del obispo cortesano que es Guevara. En la Silva de varia lección, el discurso escritointenta sustituir al proceso oral propio del coloquio, dibujando una convivencia de autor y lectores

5 Silva de varia lección, ed. J. García Soriano, Madrid 1933. Prohemio, p. 4. Todas las citas se hacen poresta edición indicando tomo y página.6 Eléments of Rhetork, parte m , cap. I, 2 (Oxford 1828), p. 174.7 Cita tomada de F. Rigolot, Le texte de la Renaissance. Des rhétoriqueurs a Montaigne (Ginebra 1982),quien explica: 1' "ordre", la "suite" et la "proportion" redeviennent ce qu'ils n'auraient jamais dû cesserd'être: "fortuits" (p. 230).8 Ed. cit., tomo I, carta 59, p. 406. Cfr. también I, 2, p. 11; I, 4 p. 28; I, 8, p. 59.

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muy semejante a la de los Diálogos del propio Mexía9. Así cierra un capítulo apuntando: "Estosson los casos, agora los lectores platiquen sobrello"10.

Parece, pues, que el tipo de lector surgido de la imprenta necesita aún de una escritura cercana ala comunicación oral, y que el autor confía más en la capacidad persuasiva del habla que de laescritura, quizá por el contacto directo. Esto hace que se refuercen, y hagan patentes, los rasgoscomunes de autor y lector, se estrechen sus vínculos, para que la letra sea efectiva y eficaz; lo cualexplicaría, en parte, esa apariencia didáctica de toda esta literatura.

En tercer lugar estamos ante un público específico, determinado pero no especializado. Aunqueen ambos casos se pretenda no solo informar sino formar al lector, en el sentido humanista, lamateria discursiva no presupone una iniciación, y el autor adopta un papel más similar al delorador que no al del maestro:

Para entrar en un grupo especializado es necesaria una iniciación. Mientras que el orador debe,normalmente, adaptarse al auditorio, no sucede lo mismo con el maestro encargado de enseñar a susalumnos lo que está permitido en el grupo concreto al que desean agregarse [...]. La iniciación a unadisciplina determinada consiste en dar a conocer las reglas y las técnicas [...]. Por estasparticularidades, la iniciación se distingue de la vulgarización que se dirige al público en general paramostrarle ciertos resultados interesantes, en un lenguaje no técnico.11

Tanto las Epístolas Familiares como la Silva de varia lección dan a conocer ciertos temas curiososextraídos por el autor del ámbito vedado por el latín, y pretenden persuadir para mostrar un modo deconducirse en un mundo que ellos viven como moderno, nuevo. De ahí que su papel asuma el deconsejero y aun el de moralista, y no el de maestro. Asi el lector funciona simultáneamente comoúnico al estar personalizado, y como general y universal al recibir noticias e informaciones válidaspara cualquiera que tenga curiosidad de saber. Estos conocimientos han sido tamizados y vertidos,(es decir, vulgarizados), por un autor que escribe para divulgar12. Creo que ambas funciones depersonalización y generalización se implican, y no son desde luego excluyentes entre sí. Alcontrario, del juego en su uso y de la ambivalencia se deriva en gran parte el valor didáctico deltexto13.

En cuarto lugar, existe una continua tarea de información en cuanto a formación. Estadivulgación, que conlleva un público general y determinado, no se basa en una simplecomunicación de unos materiales de acarreo erudito, más o menos personalizados, sino que seofrecen en cuanto elementos que pueden cambiar a la persona: tanto su comportamiento, y en estesentido derivan hacia la forma del consejo, como su modo de entender el mundo, y en este sentido

9 Cfr. mi artículo "La confluencia de los géneros: reflexiones sobre la autonomía del diálogorenacentista", en ínsula, na 542, febrero 1992, pp. 14-15.10 Silva de varia lección, éd. cit.. Capítulo XVIII de la Parte Primera, p. 117.11 Ch. Perelman y L. Olbrechts-Tyteca, Tratado de la argumentación, Madrid 1989, pp. 169-170.12 "Costes emphasizes Guevara's role as a popularizer [...], and he did in the most pleasant form ofanecdotes [...]. Only the metyculous humanists were able to read the original texts. The masses werequite satisñed with the medieval reworking of the stories of Antiquity, since this material was, to a largeextent, new to them", afirma E. Grey en Antonio de Guevara, a forgotten renaissance autor. La Haya1973, pp. 96-97.13 Por ello no creo pertinente en este caso apelar a la dificultad que supone distinguir los dos tipos deauditorio planteada por Perelman-Olbrechts: "A la cuestión de saber si una argumentación se emplea paraun auditorio vinculado por acuerdos particulares, o para un auditorio especializado, no siempre resultafácil de responder" {op. cit., p. 170). Quizá el problema se derive, como él mismo apunta, de que eldiscurso se sitúa al mismo tiempo en diversos planos: histórico, moral, anecdótico, ...

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funcionan como reveladoras de realidades mal conocidas, curiosas e incluso extraordinarias. Lainformación es así explicación, y el valor didáctico puede confundirse con el moral. De ahí ladificultad de reconocer como auténticos moralistas a ambos autores: ni Antonio de Guevara niPedro Mexía lo son, aunque de sus textos se puedan derivar consecuencias morales. No debeconfundirse la finalidad persuasiva de la predicación o la demostrativa de la divulgación con elmoralismo14. "No fue, pues, Guevara un declamador frivolo, un comediante de la cultura,interesado en divertir con sus piruetas morales a la corte de Carlos V", señalaba A. Castro15, niMexía un aburrido mezclador de asuntos como en "olla podrida"16, porque, si no hubiera otrasrazones, la del éxito de sus obras sería suficiente para demostrar su acierto. Si el público lee conavidez las Epístolas familiares y la Silva de varia lección es porque ambas cumplen perfectamenteel proceso comunicativo: las razones que alejan a Guevara y a Mexía de ser autores frivolos yaprovechados, son precisamente las que sustentan la conexión del autor y el lector, en definitiva loque entendemos por vínculos didácticos para la prosa ensayística del siglo XVI; y queprobablemente ellos supieron descubrir y utilizar en este tipo de obras nuevas del Renacimientoantes que otros.

Mi análisis se dedica a intentar dilucidar estos vínculos que abrieron las nuevas perspectivaspara la prosa, y que en principio parecen coincidir con funciones didácticas.

Marco contextual de la comunicación didácticaSi el factor más manifiesto en las Epístolas Familiares, y consecuentemente con el género, es

el de dar consejos, y la intención de Mexía es, como expresa en prólogo de su Silva, hacer útilessus vigilias y desvelos ofreciéndoselos a un lector, a semejanza también de algunos epistolariosclásicos17, resulta que el primer elemento, primero en orden quizá no en importancia, de lacomunicación didáctica es la creación de un ámbito o contexto de aproximación del emisor y delreceptor.

La escritura ha de reproducir por diferentes modos y variados resortes la cercanía, e inclusocompromiso, que la conversación oral contiene, si quiere que la palabra no pierda parte de sueficacia: ha de inventar un contexto, levantarlo y hacerlo presente. La carta sustituye unaconversación entre ausentes, o la continúa, o la repite:

Tantos y tan buenos consejos, tantos y tan provechosos avisos, tantas y tan persuasivas palabras,tantos y tan importantes ruegos, tantas y tan grandes promesas, tantas y tan grandes seguridadescomo yo os di, prometí, juré, rogué, importuné y aseguré, no era de amigo sospechoso ni de hombredoblado, sino como de padre a hijo, de hermano a hermano, de amigo a amigo. (Epístolas I, 48,p. 307)

14 Cfr. las cuestiones en que ha derivado la consideración de A. de Guevara como moralista en F. MárquezVillanueva, Espiritualidad y literatura en el siglo XVI, Madrid 1968, en especial pp. 19 y ss.15 A. Castro, "Antonio de Guevara, un hombre y un estilo del siglo XVI", en Hacia Cervantes, Madrid1967, p. 93.16 Así considera la Silva de varia lección M. Bataillon en Erasmo y España (México 1966), exponiendoque "el lector, como el autor, nada en el océano de una curiosidad sin preferencias, sin ideas, asiéndosesucesivamente a los despojos más heterogéneos" (pp. 637 y 638).17 M. Montaigne castigaba a Cicerón en uno de sus ensayos (Libro I, XL) "por una vanidad tan impropiade personas de su rango, que algunas veces, cuando ya se le había pasado el tiempo a una carta paramandarla a su destinatario, la daban a la publicidad con "la digna excusa" -dice Montaigne- "de que noquerían dar por perdidos sus trabajos y vigilias", apunta P. Salinas en loe. cit., p. 41.

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En cada género prosístico este contexto se inventa de diferente forma: en el diálogo, acción ycomunicación infieri, el ámbito por un lado se confunde con el espacio dramático (como en elteatro), por otro se refiere a los previos lazos que interrelacionan a los personajes (amistad,familiaridad o magisterio, como en la carta)18; en la epístola como conversación entre ausentes seteje tanto haciendo efectiva la relación del emisor y el receptor, con la presencia del que trae y llevalas cartas, manifestando el acto de recepción y lectura de la misiva, como potenciando los citadosvínculos de amistad y familiaridad de los corresponsales con el autor. En cambio, en la miscelánea,el ámbito deriva de la propia organización de los textos. El ámbito no es sino el modo de irincorporando al lector a los conocimientos variados y curiosos: el ámbito es, en la propuesta deMexía, la forma de selva:

Hame parescido escrebir este libro, así por dicursos y capítulos de diversos propósitos, sinperseverar ni guardar orden en ellos, y por esto le puse por nombre Silva, porque en las selvas ybosques están las plantas y árboles sin orden ni regla. (Ed. cit., pp. 9-10)

La organización selvática funciona como marco con dos finalidades: por un lado, el autor sereserva la libertad, incluso el capricho, de discurrir libremente; por otro, y por ello mismo, ellector depende de él, convertido en guía en el bosque19. El lector incapaz de reconstruir la totalidadtextual debe andar solo los caminos que el autor le va trazando, tejiendo así una malla cuyosparámetros de verosimilitud y erudición debe recordar una y otra vez el autor para que el lectorcontinúe siguiéndole:

Y porque en esta infinidad y multitud, algunas cosas hay más de notar, y más apartadas que otras de lascomunes, porque esta nuestra Silva tuviese algo deste propósito, quise escrebir aquí algunas délias delas que yo he leído, y me parescieron más extrañas y singulares; y no contaré fábulas ni mentiras,sino lo que en autores aprobados he leído. (Ed. cit., p. 172)

El marco de la miscelánea se traza, pues, de acuerdo a los principios de variedad, curiosidad,notoriedad, vertebrados siempre en el juego de la erudición personalizada por el autor. Aunque estapersonalización sea distinta de la que aparece en la carta, en ambos discursos los efectos didácticosse aproximan. Los resortes pueden resultar diversos pero la finalidad es la misma: atrapar al lectoren el texto, hacerle participante. Se pueden distinguir, sin embargo, resortes comunes, otrosalternativos, y otros propios de cada forma prosística.

1. Resortes comunes. Existe un resorte de justificación del texto que funciona de idénticamanera en ambas obras. La materia a veces extraña, a veces incluso incómoda, se valida por ser eldeseo del lector que sea tratada o explicada. Es decir la escritura de ciertos temas se presenta comorequerida por el receptor. Correspondería retóricamente a lo que Perelman-Olbrechts denominanacuerdos, que pueden ser tácitos o expresos, generales o particulares a cada discurso, o para cadaauditorio específico20.

En la epístola se justifica no solo que se traten ciertos asuntos impropios de la condiciónreligiosa del autor (como el de las cortesanas, por ejemplo), porque el corresponsal ha dado ocasióna esa carta; y se explica incluso la osadía de dirigirse a personajes tan altos como el propio

18 Sobre la relación interna de la epístola y el diálogo, y en general para las cuestiones pertinentes deeste último, remito a A. Prieto, La prosa española del siglo XVI Madrid 1986, pp. 99-114.19 Cfr. mi artículo "Las misceláneas: conformación y desarrollo de un género renacentista", en Edad deOro El (1984), pp. 170 y ss.2 0 Cfr. op. cit. pp. 168 y ss. .

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Emperador o Germana de Foix, porque son ellos los que han solicitado la correspondencia deGuevara.

Y por obligarme más a su servicio, mandó aquel día que comiese a su mesa y diome un rico relox conque estudiase. Para tan poca cosa como es la que Vuestra Alteza me manda no había necesidad de meconvidar, ni tantas mercedes me hacer: porque más merced rescibo yo en mandármelo que VuestraAlteza servicio en yo hacerlo. (Epístola I, 4, p. 28)

Guevara entra así en los más variados temas porque le hacen juez del pleito sobre lalocalización de Numancia (I, 5), o porque le envían una extraña pintura de un hombre y un león (I,28), o porque le consultan quiénes eran en la antigüedad ladrones (1,56), o cómo debe comportarseel viejo enamorado (I, 60). "Mandáisme, señor, que os escriba...", o "Escribísme, señor, que osescriba" se convierte en fórmula casi retórica de la epístola familiar guevariana, proyectando unasposibilidades narrativas que sabrá desarrollar el autor de El Lazarillo de Tormes21.

La carta se erige, en ese sentido, en respuesta a la curiosidad indirectamente manifestada por elreceptor, que desea saber noticias, casos, salir de dudas o ser aconsejado ante una situación concretade su propia vida:

Viniendo, pues, al propósito de lo que decís, y respondiendo a lo que queréis, digo que si a todas laspreguntas de vuestra carta no respondiere con buena elocuencia y gracia, echad la culpa a estar yodesgraciado, y aun desganado. Y la causa de mi desgracia no se sufre escrebirla en papel y tinta;abasta estar hombre en la corte, a do hay pocas cosas de que el hombre se precie y muchas de que sequexe. (Epístola I, 60, p. 407)

La ocasión expresa del discurso, dispuesta como su origen, punto de arranque, pero tambiénjustificación y núcleo cohesivo del texto, es sin duda elemento ensayístico, pues además implicatanto el talante del emisor ante la materia, como el modo de abordarla y desarrollarla22. Se parte asíde un caso concreto para, analizando un comportamiento, ofrecer ciertas pautas éticas de significadouniversal. Por ejemplo, al requerimiento de noticias sobre una mujer se sigue un discurso sobre laconducta que debe observarse con las casadas que tienen el marido ausente:

Escrebísme, señor, también que os escriba qué tal está la muger de micer Angelo, y si hemos sabidode su marido, después que pasó en Italia, pues es vuestra tía y en Valencia fue mi vecina. Yo, señor, osconfieso que ni la he visto, ni aún la entiendo de ir a ver, si ella no me envía a llamar, porque a lasmugeres que tienen sus maridos absentes, aunque tengamos obligación de servirlas, no tenemoslicencia de visitarlas. (Epístola I, 58, p. 399)

O el caso del matrimonio de dos jóvenes conocidos del autor da lugar a una extensísima cartasobre cómo debe ser el matrimonio, y los deberes de los casados:

¡Casarse Mosén Puche con doña Marina Gralla, y doña Marina Gralla casarse con Mosén Puche!Desde acá les doy el parabién del casamiento y desde acá ruego a Dios se goze el uno del otro portiempo muy largo. Casarse Mosén Puche con muger de quince años, y casarse doña Marina con

21 Cfr. C. Guillen, "La disposición temporal de El Lazarillo de Tormes", en El primer Siglo de Oro.Estudios sobre géneros y modelos, Barcelona 1988, pp. 54-58.2 2 "El ensayista habla sobre una imagen, cuadro o libro, pero lo abandona en seguida. ¿Por qué? Creo queporque la idea de esa imagen y de ese libro se hace superpotente, porque por ella se olvida completamentetodo lo concreto secundario y lo utiliza solo como comienzo, como trampolín", señala G. Lukacs en"Sobre la esencia y forma del ensayo" en El alma y las formas, Barcelona 1975, p. 35.

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marido de diez y siete, si no me engaño, assaz tiempo les queda para gozar del matrimonio, y aun parallorar el casamiento. (Epístola I, 55, p. 363)

Mucho menos personalizada, y sin esa ocasión puntual propiciada por la correspondenciaepistolar, también en la miscelánea el texto se justifica como requerido por un lector, másabstracto y general:

Algunas cosas escribo en esta mi Silva que yo no las escogí ni las pensaba poner en ella, sino queacaso por algunas personas curiosas y amigas de saber las cosas antiguas, he seído preguntado deellas, pareciéndoles que por ser hombre dado a leer o las podría saber más presto, preguntándolas amis libros. (Ed. cit., tomo I, p. 289)

Hasta que los días pasados, un varón de muchas letras y de grande rectitud y bondad, me envió a pedircon instancia que le escribiese lo que yo sabía, o había leído del origen y causa de la Era del César[...]. Por lo cual yo, necesitado y obligado a hacer lo que me pedía, trabajé y busqué lo que agora aquíquiero escribir. (Ed. cit., tomo II, pp. 211-12)

También Mexía parte de la experiencia de situaciones coetáneas para demostrar la importanciadel tema: "Comúnmente veo condenar y reprehender a las viudas que se tornan a casar segunda ytercera vez...", lo que se lleva a contar las historias curiosas "De una mujer que casó muchas veces;y de otro hombre de la misma manera, que casó con ella al cabo, y en qué pararon" (CapítuloXXXVII de la Primera Parte).

Resorte común, de mucha menor importancia, pero colaborador en la construcción del marcocontextual, es también la referencia nominal a personas y sucesos que comparten el autor y ellector. De ese modo se remite a vínculos extratextuales que construyen una relación comunicativa.En las Epístolas, estas referencias aparecen bajo la forma de noticias y personajes coetáneos.

A lo que decís, señor, de Francisco de Mercado, no os sé más decir sino que el perdió su persona, ycasa, y hacienda... (I, 57, p. 397)

Desta corte no sé qué le escriba, sino que es llegado agora aquí el marqués de Pescara, que viene deItalia. (1,43, p. 271)

En la miscelánea, paralelamente, aparecen bajo la configuración de presupuestos tácitos, lasalusiones a hechos y personajes supuestamente conocidos por el lector: Hernando Colón (éd. cit.,tomo II, pp. 17-18); "De Francisco Bárbaro, varón muy docto de nuestros tiempos y de GeorgioTrapisuncio, doctísimo varón en tiempos de nuestros padres..." (éd. cit., tomo II, p. 42).

Esta necesaria interrelación entre emisor y receptor puntual, remitiendo a una contemporaneidadcomún, tiene distinto grado en uno y otro género, pues alcanza máxima importancia en la carta,dando lugar a otros resortes ausentes en la miscelánea. Queda, pues, resumida la coincidencia a unavaga referencia extratextual, que es similar a la evocación de una comunidad entorno a losdialogantes en los Coloquios, y que desde luego Mexía emplea en los suyos.

2. Resortes alternativos. Si el origen justificado de ambos textos es el requerimiento del lector,el propósito que da sentido a la prédica se manifiesta como ayuda a ese lector bajo la forma deconsejo, noticia o adoctrinamiento. En las Epístolas Familiares, la vocación predicativa del autorresalta una y otra vez: "Hoy, día de reyes, y en casa de reyes, y en presencia de reyes, justa cosa esque hablemos de reyes, aunque los príncipes más quieren ser obedescidos que no aconsejados" (1,2,p. 11). Como señaló J. Marichal, Guevara enseñaba con sus epístolas retórica social: "Los lectores

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de Guevara no solamente incorporaban a su lenguaje oral muchos rasgos de su prosa, comoindicaba Amado Alonso, sino que aprendían a tener más polideza en sus costumbres"23. AsumeGuevara su papel de consejero ("las reglas y consejos que quiero dar aquí a los que se han decasar..." I, 55, p. 367), y duda retóricamente de su pluma, porque reconoce esta intención comofundamental:

No sé si mi juicio tendrá tan delicada vena, y mi pluma tan buena gracia en el aconsejar como en elreprehender, porque hay muchos que en el dar consejos son muy fríos, y en decir malicias son muysabiosos. (I, 35, p. 225)

Enseñar, aconsejando o reprehendiendo, según sea la ocasión que brindan el corresponsal y elcaso, muestra ser uno de los propósitos de Guevara "porque el oficio de que yo me prescio esencaminar a los hombres que sean nobles y virtuosos" (1,41, p. 246). Ello implica no sólo que demanera particular confíe en el efecto provechoso de su caita24, sino que crea en la transformacióndel hombre por efecto de la educación, como se demuestra en la anécdota de los perrillos relatada enla carta 1,4, y en la que asumiendo unas supuestas palabras de Ligurgio (sic) concluye:

No dubdéis que para ser vosotros buenos y virtuosos hace mucho al caso ser desde niños bien criados,porque el hombre mucho más se apega de las costumbres con las que se cría, que no de lasinclinaciones con que nace. (Ed. cit. p. 30)

Parte, pues, de la idea renacentista de la maleabilidad del hombre, no por el castigo sino por elconsejo y la imitación, cuyas propuestas se derivan del conocimiento de temas, casos y ejemplos;por eso conjuntamente informa, como medio para formar (o transformar) a la persona.

De manera alternativa Mexía manifiesta también este propósito didáctico, aunque su base seamás la informativa y el consejo deba deducirlo el propio lector. Ofrece los casos y enjuicia lostemas, pero no da consejos directos y concretos: "Esto decía este filósofo; a mi cierto, parescesabio y cuerdo consejo y que todos lo deben seguir y no querer saber las cosas por venir..." (ed.cit., tomo II, p. 332). El autor se limita a dar su parecer, su opinión, proponer una opción y entodo caso a remitir al valor ético de la anécdota puntualizando su significado:

Pero como quiera que haya sido, me paresce que puede ser ejemplo y aviso para los privados yfavorecidos, pues se ha entendido lo que comúnmente suele acompañar el favor, y la poca firmeza quehay en él. (Ed. cit., tomo II, p. 295)

En la Silva, el propósito de aconsejar se encuentra ahogado por el de informar, que se consideraprimario. No es simplemente que el mecanismo acentúe una función sobre otra, ya que laintención última es la misma (proporcionar al lector un provecho y en consecuencia un cambiofructoso), sino que los resortes de enjuiciamiento o justificación, es decir los del apoyo del autor,pueden estar más encaminados a conseguir la adhesión del auditorio que a su enseñanza. El modoen que el autor se inclina por ciertas opiniones, o brinda al lector una opción entre varias

2 3 Enseñar para mantener un orden, "la polideza se transforma así en fuerza sustentadora del ordenaristocrático" (J. Manchal, op. cit., pp. 49-50).2* "Yo me había alargado en mi letra mucho más allá de lo que había prometido, y aun en mi presupues-to;mas todo lo doy por bien empleado, pues soy cierto que si yo quedo cansado de la escrebir, VuestraSeñoría no tomará fastidio en la leer, porque van en ella tantas y tan buenas cosas que para caballerosviejos son dignas de saber y para caballeros mozos necesarias de imitar" (éd. cit., I, 40, p. 263).

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expuestas, concuerda con "ese aparato del que se rodea la promulgación de ciertos textos" aludidopor Perelman-Olbrechts, cuya finalidad es "hacer más difícil su repudio y aumentar la confianzasocial"25.

3. Resortes propios o particulares. Un elemento exclusivo de la carta lo constituyen losresortes que dan cuenta del proceso de la correspondencia. Estos resortes hacen creíble unaexistencia real de las personas que encarnan las funciones de emisor y receptor, ya que manifiestanla realidad física de la carta, su envío y recepción. Dibujan, pues, la materialidad de lacomunicación potenciando la caracterización de los corresponsales, y permitiendo el juego temporal(un proceso) inexistente en las misceláneas. En las Epístolas Familiares, aparecen estos resortesvalidando el significado de su "familiaridad", y por tanto colocando en un especial lugar al lector,que así se distancia del corresponsal como el autor, pasando a ser testigo de un "debate" que sefinge como privado para funcionar como público. Juego que ya se anticipa en el propio texto:

Don Diego de Mendoza me dio una carta de Vuestra Señoría, escrita de vuestra mano, y sellada convuestro sello, y oxalá se pusiesen a tan buen recaudo las que yo respondo, como acá se ponen las queél me escribe, que no sé si es en vuestra dicha, o en mi desdicha, que apenas escribo allá letra que nolo sepan todos en vuestra casa. Cuanto me place que sepan todos ser yo vuestro amigo, tanto me pesacuanto descubrís de mí algún secreto, mayormente en negocio grave y gravísimo, porque venido aoídos de vuestra muger y hijos que comunicáis conmigo vuestros delicados negocios, ternán muygran quexa de mí, si en provecho de su hacienda yo no encamino a vuestra consciencia. (Epístola I,41, pp. 263-64)

Estos resortes que dan cuenta de la materialidad del intercambio podrían sintetizarse en:presencia de un tercer personaje que trae y lleva las cartas, amigo o criado, o que como transmisorde noticias las motiva: "Ayer, día de Sancta Lucía me dio el señor Lope Osorio una carta deVuestra Señoría, hecha en el cerco que tenéis sobre Toledo,..." (I, 7, p. 53); "Rodrigo de Bivero,me dixo que estaba vuestra Señoría con mucha pena de ver que se dilataba vuestra partida..." (1,13,p. 96); "En lo demás que vuestra paternidad me escribió y encomendó, Fray Benito, su subdito ymi amigo, le dirá cómo hablé en ello a su Magestad..." (I, 38, p. 246). Este tercero puede hacerque la carta llegue pronto (que "aunque fuera trucha llegara acá fresca", p. 72), o tarde (que si fuera"cecina ella hubiera tenido tiempo para venir bien sazonada, porque ya hubiera tomado la sal y aundescolgádose el humo", p. 66), e incluso que la relación entre los corresponsales se enfríe o quealguno se enoje porque:

No sé si estos vuestros criados han sido correos, o vienen de vos amenazados, o quedan alláenamorados, porque vienen cada vez más apriesa, y danme tanta importunidad por la respuesta, que nome dan lugar a buscar lo que me pedís, ni aun responder a lo que me escribís. Es el donaire que paradarles luego la respuesta me dan vuestra carta mojada, rota y borrada, de manera que para haberla deentender la hube primero de construir. (Epístola I, 69, p. 480)

Otras veces las pierden, u olvidan ir a buscar la respuesta:

La poridad que en esto pasa es que como a Mansilla, vuestro criado, le hurtaron el caballo, y jugó todala moneda que traía para el camino, por buscar algún empréstito para pagar la posada, a él se le olvidóde recaudar de mí la respuesta. Pues yo leo de muy buena voluntad sus cartas y luego a la hora mepongo a estudiar sus dudas, no es justo que impute a mí la culpa, si vuestros criados olvidan la carta.(Epístola I, 31, p. 204)

25 Op. cit., p. 177.

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La referencia a noticias personales, encomiendas, negocios, generalmente con nombre propio, ya las que se alude, parecen huellas de un auténtica carta (y probablemente por eso se mantienen), ysustentan el juego del aparente origen privado de la escritura, luego, por arte de la imprenta,transformada en pública. Mantienen, y justifican, la relación familiar y coloquial entre autor ycorresponsal, haciendo que el lector participe de ella, se introduzca en un círculo cálido, en el que lacomunicación es más directa y personal. Se consigue mayor eficacia persuasiva.

El efecto que la carta del corresponsal produce sobre el autor no sólo certifica la existencia realde la correspondencia, sino que funciona como resorte de la ocasión de la carta y justificación delcarácter de ésta, que se constituye así en expresión del talante del autor. Éste se alegra con algunascomunicaciones ("Yo holgué con ella mucho y la estimé en mucho, por ser de tal mano escripta",I, 7, p. 53; "A las once calendas de mayo, me dio una carta vuestra vuestro monge Fray Rogerio,la cual yo recesbí con alegría y leí con placer, por ser de vuestra paternidad, y por traerla aquelhonrado padre" I, 32, p. 208); o se enoja con sus impertinencias ("Vuestra carta que más parescíainterrogatorio para tomar testigos que no carta para amigos" I, 14, p. 103), o con la letra y losborrones que trae ("Que aunque no viniera firmada la conosciera en la letra ser de vuestra manoescripta, porque traía pocos renglones y muchos borrones..." 1,6, p. 48).

Muchos de muchas partes me escriben, y a las veces son tales las cartas, que de leerlas me importunoy de responderlas me enojo. Ver una carta mal escripta y peor notada ni se puede sufrir ni dejar demurmurar... (I, 15, p. 104)

Con la carta a menudo llegan regalos, desde una muía a una cecina, o unos libros... O seacompañan de objetos cuya explicación será el motivo de la carta:

Viniendo, pues, al propósito, y contando cómo acontesció el caso, digo que yo, señor, recesbí unaletra vuestra aquí, en Granada, habrá diez y ocho días, y con ella recesbí unas muy ricas tablas, en lascuales estaban unas imágenes, assaz bien pintadas, y no menos bien tratadas. Querríades agora vossaber de mí qué es lo que me paresce la pintura, y qué misterios tiene su historia, jurando y perjurandoque os costaron mucho y las tenéis en mucho. A esto, señor, os respondo y digo que, si vos tenéisaquellas imagines en mucho, yo, señor, las tengo en muy poco, y más y allende desto digo que sicomprastes lo que no sabíades, os acuso por no cuerdo, y si supistes lo que comprastes, os condenopor mundano. (I, 63, p. 436)

El lector imagina así el contexto en el que la carta que lee publicada se ha originado, alcanzandoclaves que en una estricta correspondencia privada no existen. Los resortes de contextualizaciónfuncionan como introducción, como fingimiento de una escritura real (a semejanza de otros resortesdel género diálogo), pero también como soporte absolutamente necesario para la eficaciacomunicativa.

Inexistentes en la miscelánea que tiene que valerse de otros recursos para la adhesión del lector,como el razonamiento, la explicación erudita, o el ejemplo tomado de la experiencia, estoselementos epistolares palian la consustancial abstracción y descarnadura de la carta señalada porP. Salinas:

En el trato epistolar los dos interlocutores están descarnados, por decirlo así, desmaterializados. Suscuerpos distantes no ejercen ninguna de esas variadísimas, delicadísimas acciones que tanto abundanen la presencia, y que rodean al lenguaje de numerosas apoyaturas y complementos expresivos. La

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carta paradójicamente, con ser subjetiva, es una abstracción de la persona, ésta no se vive en lo quees, como ser humano entero, sino en lo que dice.26

Los detalles de la existencia de un tercero que conoce al autor y al corresponsal, la descripción de laescena de recepción, así como el efecto que la carta produce, sustituyen a la acción presencial queambos encarnarían en el diálogo. Por eso en este género dialogal el didactismo es más evidente.

La presencia del autor en el textoLa personalización del texto es elemento de importantes consecuencias didácticas. El autor

aparece tanto en las epístolas como en las misceláneas, aunque de manera distinta. Si en ambos esun simulacro, una prosopopeya de alguien, ese alguien se dibuja físicamente real en la carta,presuponiendo resortes autobiográficos, mientras que en la miscelánea se manifiesta tan sólo unafaceta del autor, su yo-escritor.

Cumpliendo un requisito inherente de la carta que P. Salinas define así:

El papel insigne de la pluma es personalizar la carta, es re-presentar al que la escribe, inventarle algocomo un rostro, en el cual las facciones fisionómicas son transportadas a rasgos caligráficos, ensuma procurar que además de leérsele, de entendérsele, se le vea un poco, y se le vea como es él27,

Guevara se ficcionaliza de acuerdo con una estrategia retórica que "se transforma en instrumento de'organización' personal". La elocuencia pierde así su carácter anónimo y utilitario al convertirlaGuevara en propia sustancia individual: "se inventa a sí mismo al 'derramarse' en forma torrencialpor los cauces retóricos seculares"28.

En la epístola se hace necesaria la presencia de un emisor que responda a la imagen tanto depersona real como de escritor, porque su comunicación se basa en aunar la materia externa(noticiable) con sus sentimientos, y en revalidar sus pensamientos y juicios en la realidad de suexistencia. En este sentido las Epístolas familiares podrían considerarse una forma autobiográfica olindante con la autobiografía29. En cambio, en la Silva de varia lección, el autor, detrás siempre deltexto, no puede autorrepresentarse como referente personal, sino sólo esgrimir su yo actuandocomo escritor en el propio momento de la escritura. En la carta, pues, se dan dos posibilidades delyo, en cuanto personaje que ficcionaliza la comunicación y pretende ser externo al texto, y el yo encuanto escritor infieri del texto. En la miscelánea solo esta última aparece.

Aun siendo a veces difícil deslindar estos aspectos del yo epistolar, puesto que al autor leinteresa identificarlos, y que su escritura sea simultáneamente espejo y soporte de su personalidad,el juego puede analizarse atendiendo a varias manifestaciones del autor en el texto:

1. El autor como personaje de la carta. El emisor epistolar da constancia de su existencia físicade modo constante y variado. Puede, reforzando la existencia real de la correspondencia, aludir a susituación personal cuando recibe la carta del corresponsal o cuando le contesta: estados de ánimo,enfermedades, circunstancias concretas de su profesión, o de sus intereses, son así evidenciadosdibujando una auténtica persona detrás del texto:

2 6 Op. cit., p . 65.2 7 Op. cit., p. 66.2» Op. cit., p. 38.2 9 Me atengo a la propuesta de Ph. Lejeune: "Mais, largo sensu, 'autobiographie' peut désigner aussi touttexte où l'auteur semble exprimer sa vie ou ses sentiments, quelle que soit la forme du texte, quel que soitle contrat proposé par l'auteur" (en ¡oc. cit., p. 11).

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Por esciebiros de otra mano, bien perdonaréis, señor, la mano propia, pues no tengo mano paracomer, cuando más para escrebir, porque la maldita de la gota me tiene enclavado el tobillo izquierdoy muy hinchada la mano derecha. (I, 59, p. 406)

Ha diez, meses que estoy cuaternario, y ando con ella tan desabrido y desganado, que no estoy paramatar moro, ni que moro mate a mí; porque hablando a la verdad, bien le llama ella cuartana, pues atodos los que con ella mora y trata, cuartea. Aunque quiera, no puedo responder a vuestra carta, sinomuy breve y aun brevísimo... (I, 69, p. 480)

Obtenemos, pues, al modo autobiográfico, la imagen del autor gotoso, enfermo, enfadado ocontento, o enredado en situaciones vitales: la guerra de las Comunidades que hacen peligrar lacorrespondencia "porque si topan por allá mis cartas, y parescen por acá las vuestras, ora por no lasentender, ora por mal las interpretar, podría ser que corriese yo peligro, y vos, señor, perdiésedescrédito" (I, 37, p. 241); la conversión de los moriscos de Granada y de Valencia, los muchostrabajos en la corte como predicador o como cronista. Estos aportes autobiográficos funcionan enparte como apologéticos, creadores de una imagen ideal, reflejo mediatizado intencionalmente, y enparte como testimoniales de sí mismo y de una época30. De hecho, en la carta, acompañando anoticias personales, se dibuja el contexto que viene traído de la mano del autor, por él presentado yen definitiva remitente a su personalidad. La comida de la Emperatriz, a la que él asiste, (I, 17,pp. 115-117)31, los juicios en los que intercede, la costumbre de los cortesanos que él presencia,las noticias que llegan de Italia, e incluso el ámbito físico en que (sobre)viven:

A lo que decís, señor, desta villa de Medina que qué me paresce, sé os decir que mi parescer es que nitiene suelo ni cielo, porque el cielo está siempre cubierto de nubes y el suelo lleno de lodos, pormanera que si los vecinos la llaman Medina del Campo, los cortesanos la llamamos Medina del Lodo.Tiene un río que se llama Capardiel, el cual es tan hondo y peligroso que las ánsares hacen pie en él alverano. Como es río estrecho y cenagoso, provéenos de muchas anguilas, y aún encúbrenos conmuchas nieblas. (I, 17, p. 119)

El autorretrato se completa con la referencia a situaciones y experiencias del pasado. Referenciasque podrían considerarse de dos tipos: unas dan cuenla de la relación anterior con el correponsalrecordándole amistad pasada, vivencias comunes,... Su finalidad, además de ser ocasión de la cartaen algunas excepciones, como en la I, 24 en la que el corresponsal le pide explicación sobre unlibro que previamente le había robado, corresponde en general a la retórica de la benevolentiaecaptatio, para colocar al receptor en una situación tal que acepte todo lo que el emisor va arecriminarle o aconsejarle. Otros aparecen como ejemplo; lo que le ocurrió se convierte entestimonio directo sobre el que se apoya el consejo, y la experiencia deviene didáctica.

Miento si no rogué a una muger de un juez que hiziese ver el pleito de un amigo mío, la cual merespondió: "¿Rogar o qué? No penséis, señor Guevara, que tiene mi marido muger que le ha de rogar,sino de mandar". Y así fue como lo dixo, que lo que no se pudo alcançar en medio año, despachó ellaen una noche. (I, 39, p. 249)

3 0 Ambas funciones vienen explicadas, como las motivaciones más corrientes de la autobiografía, porG. May, La autobiografía, México 1982, pp. 47-56. Esta actividad de Guevara ha sido interpretada, nocomo recurso propio de la carta, sino como rasgo sicológico por A. Castro y como manifestación de sudeseo de integración social por J. Manchal.31 Como reportaje casi periodístico fue considerado por M. Duviols, en "Un reportage au XVIe siècle. Lacour de Charles Quint vue par Guevara", en Hommage à Ernest Martinenche. Études hispaniques etaméricaines (Paris s.a.), pp. 242-247.

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ASUNCIÓN RALLO GRUSS Criticón, 58, 1993

Hablé también en Alcalá con el doctor Cartagena, y él ordenóme una recepta en que de boñigas debuey, y de freza de ratón, y de harina de avena, y de hojas de hortigas, y de cabezas de rosas, y dealacranes fritos hiciese un emplasto, y le pusiese en el muslo, y el provecho que del saqué fue que nome dexó dormir tres noches, y pagué al boticario que le hizo seis reales. (I, 54, p. 343)

Así, del presupuesto de la forma epistolar descrito por Salinas con estas palabras:

El primer beneficio, la primera claridad de una carta, es para el que la escribe, y él es el primerenterado de lo que quiere decir por ser él el primero a quién se lo dice. Surge de entre los renglones desu propio reflejo, el doble inequívoco de un momento de su vida interior. Todo el que escribe debeverse inclinado -Narciso involuntario- sobre una superficie en la que se ve, antes de otra cosa, a símismo32,

Guevara extrae unas evidentes consecuencias didácticas. "Narciso involuntario", lo que le haacarreado ser mal interpretado por la crítica, que no ha tenido en cuenta la necesidad genérica, brindasu yo, en la máscara de escritor de cartas, para conseguir una relación con el receptor-lector, tanpersonalizada que ambos queden atrapados en su prédica. El autobiografismo innegable de lasEpístolas Familiares respondería, en última instancia, a una forma retórica de la argumentación porla persuasión. Para persuadir, el predicador Guevara se coloca en distintas funciones él mismo pordelante; y se autocrea los papeles de cortesano, cronista, religioso,... según convenga. E inclusoexplota su vínculo con Marco Aurelio como una posibilidad más de ese juego de apariencias queasume como escritor33:

He aquí, pues, señor, en cómo al para bien que me disteis del obispado os respondió el buen MarcoAurelio, de cuyas palabras se puede collegir quánto más seguro camino es a los hombres religiosos yletrados cómo procurarse en estudiar que no darse a gobernar. (I, 53, p. 341)

Se cumple así una etapa del modo autobiográfico, utilizado no como fin en sí mismo, sino comomedio para alcanzar otros objetivos de la escritura34.

2. El autor como escritor. Con este respaldo autobiográfico se obtiene una imagen externa delemisor, pero también otra interna derivada de la autorreflexión que implica la escritura. No sólo "elprimer beneficiado por una carta puede serlo el que la escribe, en cuanto que le asiste en eíconocimiento de sí mismo"35, sino que se responsabiliza de su escritura que viene a ser, como

32 Op. cit., p. 35.3 3 Con la aparición del fenómeno de la imprenta surge una situación no determinada para el autor, unafunción que no había existido antes y que se confunde con otras. La máscara que A. Castro o MárquezVillanueva le atribuyen a Guevara, su intento de exhibirse en la corte como antes lo hacían los juglaresen la plaza pública (Castro, op. cit., p. 96), o su "disfraz arcaizante con que cuidadosamente arropa elsabroso tósigo de su personalidad innovadora" (Márquez Villanueva, op. cit., p. 65), no es ni más nimenos que un fenómeno general detectado por Marshall Me Luhan en personalidades como Erasmo oMoro: "Simplemente en la primera época de la imprenta no hubo ejemplo aportable de autor de hombrede letras, y Aretino, Erasmo y Moro, como Nashe, Shakespeare y Swift más tarde, se vieron inducidos aadoptar, en distinto grado, la única máscara de adivino disponible, la de clown medieval" (en La galaxiaGutenberg, Madrid 1972, p. 195).34 Puede definir, de manera aproximada, esta utilización de los modos autobiográficos en Guevara lo queJ. Molino considera propio de una segunda etapa del autorretrato: "À une deuxième étape apparaît letravestissement [...]. L'artiste se prend comme modèle et se donne un rôle dans son tableau, exactementcomme il utilise d'autres modèles pour incarner ses personnages" (en "Stratégies de l'autobiographie auSiècle d'or", en L'autobiographie dans le monde hispanique. Université de Provence 1980, p. 116).55 Op. cit., p. 47.

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espejo de su talante y de sus capacidades y virtudes, él mismo representado. Por eso se justificaque:

Lo que por estos ilustres varones pasó entonces, pasa cada día por mí; que si yo estoy contento y degana, a borbollones se me ofrece cuanto quiero decir, y si acaso estoy desgraciado, no querría aún lapluma en las manos tomar. Veces hay que tengo el juicio tan acendrado y tan delicado, que a miparescer barrenaría un grano de trigo, y hendería por medio un cabello, y otras veces la tengo tanboto y tan remontado, que ni acierto en la yunque con el martillo, y ni aún sé labrar de mazo yescoplo. (I, 43, p. 271)

Dota a su escritura de las características de su personalidad, intentando acoplar la imagen delescritor y de las personas que deben coincidir en la del autor de la carta:

Escrebísme, señor, que os escriba qué sea la causa porque, siendo yo de linaje tan antiguo, y de cuerpotan alto, y en los mementos de la misa tan prolijo, y en el predicar tan largo, cómo soy en el escribircorto, en especial de la carta última que le envié desde el monasterio de Fres del Val, cuando estabaallí predicando a César, la cual dice que no llevaba más de cuatro razones y ocho renglones. En esto,señor, que aquí me habéis escripto, materia me habéis dado para no responderos corto, y si por casolo hiciere assí, dende aquí digo y protesto que si me arrojare a lo hacer, será más por os complazer queno por yo lo querer. (I, 10, p. 73)

Se muestra consciente de que cada asunto y materia exige una acomodación del escritor, quesiempre ha de tener sus facultades dispuestas a la adaptación, porque escribir no es dar cuenta dealgo sino hacerlo entender, repercutir en el receptor:

Si mi memoria revelase lo que en sí retiene, y mi lengua dixese lo que sabe, y mi pluma osase escribirlo que quiere, soy cierto que los presentes se espantarían y los absentes se escandalizarían, porque yaarde el pavilo sin sebo, y de rondón se va todo a lo hondo. (I, 37, p. 239)

En los modos de asumir esta tarea, que a menudo se transparenta en el texto, coinciden Guevaray Mexía. Ambos desean personalizar la materia transmitida, uno de forma abierta, otro de formaescondida, para dirigir y afectar al lector. El escritor se muestra como consejero, como guía,exponiendo sus criterios, elevando sus recomendaciones, mediante razonamientos, ejemplos eincluso burlas en las Epístolas familiares. O se ofrece como transmisor (descubridor) de temascuriosos y raros. En este papel el escritor resuelve sus libros, repasa sus estudios para ofrecer lomás acertado, pero también lo más desconocido: asume la función de intermediario entre un lectorno especializado y lo inaccesible de la cultura ("Acuerdóme haber leído en las historias..."; "Heandado mendigando y buscando qué escrebir..." Silva II, p. 135 y I, p. 413 respectivamente).

En esta tarea el yo del autor se ofrece (y se manifiesta en el texto) con funciones concretas, queno sólo se encaminan a tejer el discurso sino también a crear la imagen del escritor, responsable ydueño intencional del qué y del cómo se comunica. Se apunta de este modo un retrato tangencialdel autor, seguro de sus conocimientos, capacitado para enjuiciar, elegir o negar detalles y aspectos.El texto no es un discurso frío y objetivo, sino acomodado a la intención del autor de acuerdo consu imagen de lector. El escritor de la Silva de varia lección decide en primer lugar qué es oportunoy qué es provechoso, desea agradar y entretener mientras alecciona ("Pero no quiero obligarme atanto por no ser importuno y largo..."; "Parecióme que no sería diligencia ni trabajo inútil...";"que por ventura no desagrada al lector esta antigüedad", Silva I, p. 483 y 445 y II, p. 172respectivamente). Y buscando resultados efectivos organiza la materia de acuerdo con un orden,unas relaciones cuyos criterios continuamente expresa en el propio texto, aclarando su realización("Lo cual es bien que sepamos"; "de quien voy tratando"; "de lo cual antes de que pase adelante";

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"en la orden de poner una primero que otra también hay diferencias, pero en esto va poco, yoseguiré en esto mi voluntad", Silva II, p. 179). Justifica así sus elecciones y sus decisiones encuanto a lo necesario y lo suficiente ("es cosa digna de saberse"; "que dejo por no alargarme"; "yporque ya concluyamos"; "me pareció hacer aquí memoria particular del como de cosa grande ymaravillosa"; "de lo cual no quise contar más de lo dicho porque me pareció..."; "y después demuchas cosas que pasaron, que no hacen a mi cuento").

A estas recurrentes justificaciones de su proceder se le suma la inclusión del propio juicio, quedescarta, elige matices, interpreta dando el personal parecer del autor ("Me parece que"; "tambiénjuzgo que"; "en esta confusión y variedad de opiniones yo no sé cual me tuviere por másverdadera").

La St7va ofrece, pues, un ejemplo de escritura infieri, aunque las referencias al propio autor dela obra como persona exenta del texto sean mínimas ("y poniendo ejemplo en Sevilla, do yoescribo esto", I, p. 137; "lo que yo como testigo de vista puedo afirmar por verdad, que conoscí unhombre...", II, p. 82). El emisor se configura como escritor real manifestando de manera continualos resortes de su oficio, en criterios, juicios y justificaciones. Su retrato (comportamiento) comoescritor queda tejido a la par que el texto. De ese modo lo que antes era tema y asuntos de otrospasa a ser suyo: es una vía de personalización que sin duda coincide con resultados didácticos, yaque esa "personalización" redunda en beneficio del receptor. Así le brinda no una obra derecopilación arbitraria, sino una recopilación mediatizada por un escritor que se refleja en el textotrazando sendas para su lectura.

Receptor ideal y lector implicadoElemento básico de la función didáctica es el destinatario de la comunicación. Tanto en las

Epístolas familiares como en la Silva de varia lección juega un papel de primer orden,compaginando resortes que lo erigen ya en receptor ideal, ya en lector implicado.

En primera instancia hay que señalar la doble valencia del receptor, como destinatario particulardel texto y como lector general de la obra. Esta duplicidad aparece manifiesta en la carta, quesiempre tiene un corresponsal concreto (nominal), supuesto personaje real, y un posible lector máso menos amplio, por la propia esencia del género36, y universal en cuanto que se publican. Por locual no es extraño que se encuentren en algunas cartas guevarianas apelativos a un posible receptorsectorial, mostrando que el destinatario es tan sólo pretexto para el planteamiento de un temadirigido a un conjunto general. Dicha disociación, o trastueque manifiesto del doble receptor, revelala intención didáctica del autor: escribe para aleccionamiento de muchos y no para resolución de uncaso privado. La carta 1,55 dirigida a Mosén Puche puede servir de ejemplo, ya que en ella el autorapela a "Créanme en esto las señoras..." o a "¡Oh triste de ti, marido...!" (pp. 390 y 376respectivamente). Esta transformación del destinatario único en auditorio universal37 está de manera

36 Así lo define P. Salinas: "La primera quizá sea la duplicación o multiplicación de la personadestinataria, propiamente dicha, que, como suele suceder, siente el deseo irrefrenable de leérsela a otras[...]. He aquí el primer paso: destinatario intencional único, pero lectores varios, los amigos [...]. Sepasa de lo único, el alma única, a lo unánime" (op. cit., p. 36).37 En el diálogo escrito se produce un juego semejante que Perelman-Olbrechts describe así: "El diálogoescrito supone, más aún que el diálogo oral, que este auditorio único encama al auditorio universal. Y estaconcepción parece justificada, sobre todo cuando se admite [..,] que existen en el hombre principiosinternos apremiantes que lo guían en el desarrollo del pensamiento. La argumentación de dicho diálogosolo tiene significación [filosófica] si pretende ser válida para todos" (op. cit., p. 80).

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TÓPICOS Y RECURRENCIAS EN LOS RESORTES DEL DIDACITSMO 151

constante en el proceso de escritura de las Epístolas, al menos en las publicadas. No es solamenteque el emisor lo manifieste apelando a un receptor general ("Todos los que esto supieren y estacarta leyeren loarán...", I, 58, p. 399) sino que por debajo del texto (y para su conformación) sedibuja, como en las misceláneas, un receptor ideal en coincidencia o contrapunto del corresponsalfáctico para el cual se adecúa el discurso.

El proceso es básicamente similar en la carta y en la miscelánea: el autor imagina un receptoral que cree poder enseñar, aconsejar, informar, y adapta su discurso implicándole, para asegurar laefectividad. De este modo se dibuja en el propio texto también un lector. Ahora bien: este lector esprácticamente abstracto en la miscelánea, mientras que se personaliza en la carta. Ésta cuentaademás con la ventaja de poder personalizarlo dotándole de un nombre, aunque no sea más que unaimagen convencional de referencia o un pretexto de la ocasión de escritura. La eficacia de la carta sebusca, pues, dibujando un receptor real, correspondiente del autor retratado, que personaliza el actocomunicativo y la eficacia de la miscelánea implicando al receptor imaginado en el proceso deescritura; pero en ambas existe un lector ideal sobre el que se proyectan los recursos didácticos.

1. El receptor personalizado. Como contrapunto de la imagen del autor aparece la deldestinatario en la epístola. No tan perfilado y tan subjetivo como el del autor se ofrece su retrato;muchas veces, y debido a la multiplicidad de corresponsales, que no permiten un detenimiento niuna introspección, parece más bien un esbozo. A menudo es simplemente el otro, y viene bajo unnombre que le asigna una personalidad: Mosén Puche, Juan de Padilla, Hernando de Toledo,Fadrique de Portugal, íñigo de Velasco,... a los que además de una existencia real, histórica, se lesdota de entidad: son condestable, regidor, almirante, comendador, doctor, duque u obispo... Dotesque resalta la dedicatoria subrayando aún más la adecuación de la carta a la condición particular:"Muy señor y bullicioso obispo", "Noble capitán y lastimado señor", "Muy ilustre señor y granduque de España", "Muy ilustre archimarino", "Muy reverendo y bendito abad", "Muy noble señory enamorado caballero"... El encabezamiento epistolar se convierte así en el enlace entre esapersona real y la ocasión de la carta, al brindar junto a la condición permanente de la persona(duque, condestable, etc.), la condición puntual ("quejoso", "enamorado", "desacordado", "reciéncasado", "valeroso príncipe"), que sin duda se refiere a la ocasión de la carta, y por tanto, a suadecuación. De un corresponsal puntual se obtiene una situación también concreta pero elevable anúcleo de una doctrina de significación universal. Es un proceso característico del ensayo.

El esbozo de retrato se completa situando a este destinatario en las coordenadas epistolares,como persona real que el autor conoce, y como persona que se refleja en la supuestacorrespondencia. Así se dibuja como avaro o generoso, pulcro o desastrado:

Mirada y remirada vuestra carta, lo que alcancé de ella es que tiene mucha escriptura y viene en papelgrueso escripta, de lo cual se puede muy bien colligir que os sobra el tiempo y os falta el dinero.(Epístola I, 60, p. 406)

El autor que lo conoce por una relación extratextual, lo evoca en su último encuentro, en susrecuerdos pasados:

Ya que llamé y desperté a mi memoria, y leí y releí la carta, caí en la cuenta que era de MosÉN RUBIN,mi vicino: digo MosÉN RUBÍN EL ENAMORADO. Acuerdóme que algunas veces jugábamos al axedrez enmi posada, y sabía yo tan poco, que me dábades la dama, mas no me acuerdo que me dejásedes ver avuestra amiga. Acuerdóme que en la sierra de Espadan, en el recuentro que hubimos con los moros,salí yo herido, y vos descalabrado, y no hallamos çurujano que nos curase ni aun trapo que nos atasen[...]. Acuerdóme que yendo que fuimos a acompañar el rey de Francia a Requena, cuando llegamos aSiete Aguas, yo me quexaba de no hallar qué comer, y vos, señor, de no tener a do posar, y al fin yo

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os acogí en mi posada, y vos salistes a buscar la comida. Acuerdóme que cuando César me envió allamar a Toledo, me distes una carta para el secretario Unías, sobre un vuestro negocio, el cual, nosolo le hablé, más aun os lo despaché. Acuerdóme... (Epístola I, 46, pp. 286-287)

En el caso especial de las cartas dirigidas a los comuneros, a las que podemos considerar ensayohistórico38, el destinatario se retrata incluso por sus deseos, móviles ocultos y frustaciones,dibujándose la personalidad de María de Padilla, Juan de Padilla, el obispo de Zamora, Pedro Girón,en clara parcialidad política. Excepto en estos casos, de intencionalidad histórica, los defectos o loscomportamientos erróneos de los destinatarios sólo aparecen en las cartas de reprehensión, quesignificativamente llevan un destinatario oculto (por ejemplo, la I, 50: "... para un caballero,amigo secreto del auctor, en la cual le avisa y reprehende que no sea avaro y mezquino"). Algunosrasgos de carácter se comunican también al hilo de la justificación de la escritura:

Sería yo de parescer que pues Vuestra Señoría naturalmente es colérico y mal sufrido, que nunca sepusiese a escrebir cuando está turbado, porque muchas veces escriben los hombres con enojo lo quedespués no querrían aun que les pasara por el pensamiento. (Epístola I, 31, p. 205)

Noticias concretas sobre la vida del corresponsal (que se le han apedreado los campos, I, 36,p. 237; o que se ha casado, o que ha enviudado,...) particularizan el texto y dan un significadoactual, más que retratar ni siquiera superficialmente al destinatario. Si estas noticias respecto alautor son importantes en cuanto al modo autobiográfico de la carta, respecto al corresponsal sonmeros detalles, de valor a veces decorativo, otras redundante en cuanto recursos retóricos. Es decirsu valor para la efectividad didáctica es el de un elemento más dentro del conjunto que conforman laocasión y el requerimiento como motivación comunicativa.

En cambio resulta bastante funcional la capacidad de aprovechamiento de la relación. Elconocimiento mutuo ("algunos de los que aquí estáis ya conocéis mi condición y aun miconversación", I, p. 324), basado en la amistad o en la familiaridad (1,36), y revalidado y acentuadopor la correspondencia epistolar y el intercambio de regalos, es bien aprovechado por el autor paraque su discurso, argumentado sobre esos supuestos, llegue a las consecuencias previstas.

Si el receptor acepta las premisas aparentemente dirigidas al destinatario ("Entre los verdaderosamigos, ni ha de haber fin en el amor, ni cuenta en el gastar", I, 57, p. 396), y hace suyas lasrelaciones afectivas de la carta, puede sufrir la misma transformación operada en el destinatario. Lasreprehensiones y los consejos serían efectivos porque se habría producido la prevista identificacióndel destinatario fáctico y el lector virtual. El lector, incluido en el proceso didáctico, llega a lamisma meta que el autor proyecta para el supuesto destinatario:

Dexado esto aparte, decísme, señor, que por mi amor perdistes el enojo que teníades de aquelcaballero, lo cual yo tengo en tanta merced y gracia, como si a mí mismo me perdonara la injuria,porque soy tan amigo del que tengo por amigo, que todo lo que veo hacer por su persona, y veomejorar en su casa, lo asiento yo todo en mi cuenta. (Epístola 1,42, p. 267)

En las palabras de vuestra carta conoscí cuan presto llegó a vuestro coracón el tósico de mi letra, yhuelgo mucho de haberos tirado con tan buena yerba que abastó para os derrocar y no para haceroscaer. Aunque en otra letra que os escrebí me arrepentí de llamaros "noble", agora doy por bienempleado el llamaros en ésta "muy noble", porque habéis respondido a vuestra nobleza y habéisenmendado el avieso de vuestra vida. Decís, señor, que las palabras de mi carta os penetraron el

3 8 Cfr. mi artículo "La epístola guevariana, un modelo de ensayo histórico", en Boletín de la BibliotecaMenéndez Pelayo, LXIV (1988), pp. 129-153.

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coracón y os lastimaron hasta lo vivo; para deciros la verdad, he holgado dello mucho, porque yo nolas escrebí para que solamente las leyésedes, sino para que cordialmente las sintiésedes. (Epístola I,35, p. 224)

Se cierra así la comunicación demostrando los efectos didácticos de la doctrina ofrecida en formade carta. Final que también en algunos diálogos queda insinuado o manifiesto con la aceptación delos dialogantes de ser, después del coloquio, hombres nuevos. Aunque en este género correspondeel propio proceso de la conversación con el de la comunicación, en la carta la personalización,mantenida sobre los lazos contextúales que pasan a ser soportes afectivos (recuerdos, dependencias,favores, regalos), actúa para hacer creíble la transformación del corresponsal a la que debe sumarseel lector. Para ello el emisor ha partido de la adecuación del receptor de la materia que va a tratar:hablar del matrimono a un recién casado, de la vejez a un viejo descarriado, de la historia de lamedicina a un doctor, etc.; de este modo el destinatario suple la posible carencia de motivación dellector imaginado. Su motivación y su implicación en el discurso, en definitiva su persuasión,radica en su equiparación e identificación con el supuesto receptor factual. Los resortes que hacen dela carta una comunicación personalizada dan cuenta de la validez persuasiva del discurso y de laintención didáctica del autor.

2. El lector implicado. Como señala J. Marichal, la actitud ensayística conlleva un esfuerzo delautor "por articularse a sí mismo con su mundo histórico coetáneo"; para ello "debe sobre todocontar con su público, con un auditorio potencial inmediato"39. En correspondencia con la imagendel autor como escritor, realizando el discurso, se manifiesta la del lector en cuanto factor decisivopara el modo de desarrollar el tema.

Detrás del texto de la Silva de varia lección se configura el receptor ideal. Comprobando cómose adecúa la materia, y cuáles son los criterios de su conformación, puede pensarse que al componerla obra P. Mexía se dirige a un lector deseoso de saber, movido por la curiosidad entendida comoprimer peldaño de la escala del conocimiento, y al que, por lo tanto, le gusta le ofrezcan cosas pococomunes y en general extraordinarias. En eso coincide con una de las características delcorresponsal de las Epístolas familiares, motivado también por la curiosidad que explica la funcióndel "requerimiento" de la carta, y que obliga al emisor a rebuscar en lo desconocido y extraño:

Otros muchos señores destos reinos, y aun de fuera dellos, me escriben y aun me piden, les declarealgunas dudas y les envíe algunas historias, las cuales dudas y demandas todas son llanas y abonadas,y que a tres vueltas las hallo entre mis escripturas; mas Vuestra Señortía es tan amigo de novedades,que como siempre me pide historias peregrinas, no puede mi juicio andar sino peregrinando.(Epístola I, 30, p. 200)

Esta motivación dota al receptor de una especial capacidad, distinguiéndole al mismo tiempo delconjunto del lectores que sólo buscan entretenimiento y diversión (el de los libros de caballerías,por ejemplo); porque este lector se diseña como ingenioso (se le ofrece "manjar de agudosingenios", Silva I, p. 115), preparado ("no querría escrebir cosas muy comunes, sino que seancuriosas y que no fácilmente se alcanzasen por todos", Silva II, p. 261; o "Aunque bien creo deesto no gustará comúnmente a todos porque se requiere algunos principios de estas artes, como enlo del capítulo pasado", Silva II, p. 107). El lector puede ser cualquiera con interés de saber cosasnuevas, extrañas y poco comunes, pero por ello mismo es lector especial. El autor imagina unlector amplio y no especializado, pues necesita de una materia recortada y de la variedad de la selva:

39 Op. cit., p. 15.

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no requiere excesiva atención ni profundidad. Es, pues, un lector especial pero inexperto al que hayque motivar continuamente y procurar no aburrir, ("Mudar ya el propósito y escrebir en otramateria, que ha ya mucho que hablamos de ésta"; "Bien fue repartirlo en dos capítulos para aliviarla pesadumbre"; "Muchos otros ejemplos podría contar que dejo por no cansar al lector con tantoscuentos de una misma manera", Silva I, p. 358, 362 y 248 respectivamente). En la constantedialéctica de enseñar sin aburrir, el autor acorta o alarga siempre preocupado por el efecto en ellector "Y perdóneme el que le parezca que me he alargado, que alguno podrá pasar por aquí que digaque me quedé corto, porque por ventura, será cudicioso con estas cosas" (Silva II, p. 114).

A diferencia de lo que ocurre en el diálogo o se proyecta en la epístola, el escritor demisceláneas no puede mostrar el efecto de su dicurso, manifestando la transformación del personajereceptor, como culmen del proceso didáctico. Inventa, en cambio, una especial inclusión del lector,de tal modo que los resultados parciales adquieran un reflejo textual, como una conversaciónimaginada en la que ese lector ausente (y abstracto) interviene en la elaboración del discurso. Así enla Silva el autor finge estar viendo al lector ("Paréceme que veo al lector espantado y enojado...", I,p. 197), y oyéndole: el texto recoge entonces sus reacciones, sus posibles dudas y preguntas ("a lacual duda y pregunta, queriendo yo satisfacer...", Silva I, p. 463 y I, p. 435 respectivamente). Seadecúa la exposición a lo que ya sabe y a lo que debe saber ("pero no todos saben que...";"cualquiera que haya leído algo en..."; "casi ninguno hay que no sepa, por haberlo leído o oídoque...", Silva I, p. 133, 15 y 57 respectivamente); a lo que puede agradarle ("juzgué que sería cosaagradable", Silva II, p. 293), evitando lo que pueda disgustarle ("aun es bien que deje yo alguno deellos de escrebir por guardar la común honestidad", Silva I, p. 243).

El proceso comunicativo, basado en la interrelación del emisor y el receptor, existe, pues, porla configuración del autor y del lector en el propio tejido discursivo. Personalizados hasta llegarcasi al retrato, y potenciados en la duplicidad del receptor como destinatario fáctico y lector virtual,aparecen en la epístola como funciones de la intención didáctica. Se complete o no el proceso, ellector puede identificarse con el receptor ideal, imaginado por el autor, implicándose en laargumentación. Si la finalidad objetivada de la miscelánea es mostrar casos y descubrir novedadesque abran nuevos horizontes al hombre renacentista, estos devienen avisos del mundo. El lector delas Epístolas y de la Silva obtendrá junto a normas de conducta y conocimiento de temas nocomunes, una capacitación de juicio y discernimiento que le habrá (trans)formado: "Cada uno le déel crédito y auctoridad que quisiere..."; "Vea pues el lector, oído el caso, cuál le parece más dealabar o de más grado de continencia..."; "Los que lo leyeren digan o adivinen lo que les pareciere";"De estas opiniones tomará cada uno la que quisiere", "De las dichas maneras escojan los lectoresla que más les agradare" (Silva I, p. 260, 434, 226 y 404; II, p. 114, respectivamente).

Puede parecer que la enseñanza queda abierta, pero el lector ha recorrido un camino, llevado de lapersuasión y atraído por la adecuación personal, que ha implicado una dialéctica de trascendenciadidáctica: con los consejos se le ha proporcionado también unos ejemplos de auto-razonamiento yargumentación que podrá usar para nuevos asuntos. Los tres géneros característicos de la prosarenacentista, epístola, diálogo y miscelánea, muestran un valor didáctico no sólo por la doctrinaofrecida para formar a la persona, sino como forma de un proceso (modo) de enseñar.