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Trabajo de investigación: “Todos locos, seguro, pero más o menos, sin embargo” i : Primeras aproximaciones acerca del diagnóstico de la psicosis ordinaria Alumno: Diego Pérez Cátedra: Psicoterapia I Turno: Mañana Año: 2010 Introducción “(…) como es el caso de la psicosis ordinaria, puede avanzar en la medida de que el psicoanálisis avanza, o sea, en la medida que cada uno de sus practicantes logra transmitir el punto de lo real que le deparó su experiencia clínica.” Hablar de psicosis ordinaria me ha llevado a una pregunta clave que la licenciada Gloria Maron 1 supo mencionar: “¿La psicosis ordinaria es una categoría clínica o es un concepto? ¿cuál es su definición?” 2 ¿Dificultad para leer el sufrimiento actual, apresuramiento diagnóstico, acaso una manera de nombrar la experiencia misma, la incomodidad de lo real? ¿A qué alude la denominación de una psicosis como “ordinaria” en lo diferencial con una “extraordinaria”? ¿Por qué su lectura surge ahora? Lacan mencionaba: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”. Si se trata, en todo caso, de un intento de atrapar la subjetividad de la época a través de los artilugios de la palabra no podríamos (no podemos) dejar de lado el punto en el que incidimos como interventores por medio del diagnóstico clínico. Avalados por un saber insuficiente, a veces supuesto y semblanteado. Muchas otras formando parte de una causa singular que no puede, sin embargo, en varias ocasiones guardar la distancia (como si esta pudiera ser guardada) con la demanda de Otro. La necesidad de 1 Participante de las V Jornadas Anuales de la EOL 2 “La psicosis ordinaria como diagnostico psicoanalítico” de Gloria Maron. Disponible en http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp? variedades/maron.html

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Trabajo de investigación:

“Todos locos, seguro, pero más o menos, sin embargo” i:

Primeras aproximaciones acerca del diagnóstico de la psicosis ordinaria

Alumno: Diego PérezCátedra: Psicoterapia ITurno: MañanaAño: 2010

Introducción

“(…) como es el caso de la psicosis ordinaria, puede avanzar en la medida de que el psicoanálisis avanza, o sea, en la medida que cada uno de sus practicantes logra transmitir el punto de lo real que le deparó su experiencia clínica.”

Hablar de psicosis ordinaria me ha llevado a una pregunta clave que la licenciada Gloria Maron1 supo mencionar: “¿La psicosis ordinaria es una categoría clínica o es un concepto? ¿cuál es su definición?”2 ¿Dificultad para leer el sufrimiento actual, apresuramiento diagnóstico, acaso una manera de nombrar la experiencia misma, la incomodidad de lo real? ¿A qué alude la denominación de una psicosis como “ordinaria” en lo diferencial con una “extraordinaria”? ¿Por qué su lectura surge ahora? Lacan mencionaba: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”. Si se trata, en todo caso, de un intento de atrapar la subjetividad de la época a través de los artilugios de la palabra no podríamos (no podemos) dejar de lado el punto en el que incidimos como interventores por medio del diagnóstico clínico. Avalados por un saber insuficiente, a veces supuesto y semblanteado. Muchas otras formando parte de una causa singular que no puede, sin embargo, en varias ocasiones guardar la distancia (como si esta pudiera ser guardada) con la demanda de Otro. La necesidad de una categoría, de pensar lo actual, el énfasis en abordar, en leer, en escuchar, dicen de objetos de la pulsión; donde hay pulsión, estuvo y está el lenguaje intermediando. Allí es donde caemos, sosteniendo el malentendido de una práctica cuyo sentido no se haya más al alcance que en la experiencia misma. Un hacer, algo, allí en donde no hay. Hipotetizando una conclusión por demás apresurada, afirmo que, al menos, algo de lo real de la propia experiencia analítica se está movilizando actualmente en psicoanálisis. O por lo menos algo nos da la pauta de esto. Algo supone que el surgimiento de la categoría de “psicosis ordinaria” nos confronta con la insuficiencia de nuestras lecturas, esperemos no de nuestra escucha. “Los perros, de cierto, ladran a quien no conocen." (Heráclito). Los seres humanos, al parecer, igualmente ladramos (balbuceamos) a lo que no conocemos.

1 Participante de las V Jornadas Anuales de la EOL2 “La psicosis ordinaria como diagnostico psicoanalítico” de Gloria Maron. Disponible en http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp?variedades/maron.html

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DesarrolloParticulares formas de decir psicosis

Dos formas en Lacan. Dos tiempos que se atraviesan mutuamente, uno comienza a tener mayor relevancia por estar previo al otro. Son dos formas por las que se dice un avance en psicoanálisis. Lacan nunca quiso decir progreso, prefería decir avance; puedo suponer porque el progreso precisa de una mejora, en algún sentido dicha palabra fue usada para referirse a la trascendencia a un estado con mayor cercanía a un ideal. Sin embargo del avance qué podemos decir más que significa un movimiento hacia adelante, es movimiento, garantía de que las cosas no son tan rígidas. Estas dos formas de las que hablo son las que, sirviéndome de Silvia Tendlarz, definiré como dos tiempos que se pueden distinguir de las definiciones que Lacan hace de las psicosis.

El primer momento, en donde dentro de la clínica con una primacía en la lectura estructuralista, donde la distinción entre neurosis y psicosis está dad por la efectividad o no del Nombre-del-padre. Por un lado, en la neurosis el NP es reprimido, admitido en el aparato psíquico con las consecuentes formaciones del inconsciente, en donde existe un sentido oculto a descifrar. El NP como el que engancha el significante con el significado. Por el otro, en la psicosis el significante queda forcluido, “no hay significación fálica, no hay deseo, no hay fantasía, no hay implicación subjetiva, no hay dialéctica”3. El psicótico se halla dentro del lenguaje, porque es atravesado por él, pero fuera del discurso ya que no hay la caída del objeto en el lazo al Otro.

“Estas preguntas, sumamente interesantes, parten de lo siguiente, bastante infantil a fin de cuentas: nos impresiona mucho que un sujeto oiga cosas que nosotros no oímos. Como si nosotros no tuviéramos visiones a cada rato, como si no nos entraran en la cabeza fórmulas que tienen para nosotros un valor llamativo, orientador, incluso a

veces fulgurante, iluminante. Por supuesto, no les damos el mismo uso que el psicótico.”4

En un segundo momento, la última formalización que hace Lacan de la psicosis, comunica que puede haber otras cosas que actúen como abrochamiento, hay algo que puede suplirlo. Es lo que le permite al sujeto hacer lazo social. “(…) si estamos en el terreno de las suplencias sin función paterna, donde hubo algo distinto del padre real que pudo hacer suplencia pero que no permitió la inscripción del NP. En esta última posibilidad estamos en el terreno de los inclasificables o de las psicosis ordinarias.”5Ya no hay Otro de la garantía. Esto significa que hay una falta estructural, no existe la última palabra; el surgimiento de lo que Eric Laurent llamará “psicosis en la época de la democracia”. Caída de las identificaciones, resultados que pueden anticiparse transestructuralmente con el deseo fuera de la escena, sin poner límite al goce, lo Real del cuerpo. Si el capitalismo no precisa un límite como aquel planteado por el deseo; señala y culpabiliza al hablante-ser desde el imperativo superyoico “tú puedes” (tú puedes ir más allá/ tú puedes ir más allá del principio del placer) erigiendo, aunque bajo sospechas a des-sospechar, un nuevo amo. Amo al cual no le importan sus esclavos. Si acaso durante la época feudal los esclavos servían como valor utilitario, ahora ni siquiera: se trata, así lo pienso, de un lugar donde el cuerpo Real aparece para ser mutilado y experimentado. Donde lo real está puesto en juego a partir del acto, de la re-acción, es decir, desde algo que va más allá de lo que se actúa sino que va más allá porque no precisa de Otro. Eso sí, guardando la debida distancia con el cuerpo del espejo, que aparece y desaparece en la conexión a internet, con la cámara web o con otros artefactos virtuales. Sin garantías del Otro, porque no existe, sólo tenemos falla y error. Un Amo que todas las mañanas nos recuerda qué nos falta (qué necesitamos) para que él lo pueda suministrar sin revelarse como castrado, ni aún

3 “La psicosis, lo clásico y lo nuevo” de Silvia Elena Tendlarz, Editorial Grama Año 20094 “Seminario III: Las psicosis” Lacan, edit. Paidos 1955-19565 “La psicosis, lo clásico y lo nuevo” de Silvia Elena Tendlarz, Editorial Grama Año 2009

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así en el peor de los casos. Siendo estas las condiciones, con un déficit del súper héroe NP, se buscará o no otras formas de enganche Volviendo sobre el tema a tratar, cabe recordar que en la última enseñanza de Lacan el síntoma es aquello que a los sujetos les permite anudarse, es decir, hacer lazo al Otro. Un enganche. Y teniendo en cuenta la forclusión generalizada en los seres humanos, podemos articular la nominación de psicosis ordinaria como punto de quiebre; encuentro con lo real de la propia experiencia. Analistas y analizantes se malencuentran unos a otros en el timo, en la estafa amorosa que el psicoanálisis propone para prometerse unos a otros un amor real, que no quiere decir “de verdad”, todo lo contrario: es producción sobre la angustia de castración. Que es una verdad que nos sabemos cómo hablarla, por lo tanto lo hacemos a nuestra manera. Pues entonces, en medio de una concepción basada en el anudamiento borromeo de los tres registros a partir de un cuarto cordel que permitiría las veces de suplencia del NP que no hubo: ¿qué puede ocurrir? En las psicosis “atípicas” la posibilidad de que no haya desencadenamiento no lo da sólo una identificación imaginaria, puede darlo también una suplencia. El ser humano como malentendido no puede constituirse más que como una mal-hablado; ya que es él mismo quien se mal-habla. La vertiente del síntoma como descifrable al sentido freudiano es dejada de lado para localizar en la conformación de éste el peso que tiene la sustancia gozante al mejor sentido aristotélico. La neurosis como “la categoría” a partir de la cual se ordenaban las demás estructuras y como la “suerte” de algunos muchos, quedará a un costado. Para Lacan será la psicosis la estructura elemental para la investigación que él desarrollará, desde “De una cuestión preliminar…” hasta su último tiempo el énfasis estará puesto en las formas de anudamiento a las que puede recurrir los psicóticos, apartados desde ya de la significación fálica. ¿Cómo se las arreglarán para aparentar estar metidos dentro de la fantasía comunicativa de nosotros, los neuróticos?

Todos los raros tienen psicosis.

“Psicosis ordinarias no quiere decir que no tienen valor. Es decir que son personas que también viven una vida ordinaria, una vida como muchas otras personas; pero

que no son neurosis”6

Las estructuras en psicoanálisis no pueden, al menos desde la lectura que he podido hacer, compararse con una categorización nosológica. Con esto, para aclarar que en psicoanálisis no se habla de nuevas fenomenologías descriptivas cuyo hallazgo clínico refuerza el crecimiento de manuales estadísticos, por lo menos no en esta área. Al principio de este trabajo mencioné una frase de Lacan respecto a la época. La lectura del caso es, inevitablemente una construcción. Y algo ante lo que no nos detenemos es la observación de lo que actualmente parece exceder la capacidad comprensiva de los discursos con que se manejan los sujetos en cuestión. Sin especificar en el ámbito de la clínica psicoanalítica y refiriéndonos a cambios de la posmodernidad para los cuales surge la conocida frase “no se puede entender”. Bajo este dilema se evalúa constantemente la veracidad de los diagnósticos sobre salud mental y se habla mucho del tema, quizá demasiado. Es por eso que la introducción del concepto de “psicosis ordinarias” en psicoanálisis a traído sus debidas disputas. La psicosis ordinaria “nos puede ayudar a encontrar un acuerdo sobre el uso de las palabras; palabras comunes a una comunidad de clínicos e investigadores que pueden ser utilizadas para permitir que se hable y transmitir lo que ocurrió en la experiencia clínica7”. No hay La clínica, de eso se trata. Me refiero a que no hay como decir lo que ocurre en la clínica (decirlo todo) y considero que dicha dificultad para transmitir puede verificarse en la conceptualización de estas

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7 Laurent, E: Debate en operación lacaniana 51, Eloia: Sao Pablo, abril del 2008i Expresión mencionada por Guy Briole en su conferencia denominada “La psicosis ordinaria es una psicosis” en el marco de las Conferencias impartidas en el Instituto del Campo Freudiano de Granada. 2010

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nuevas psicosis. Hipótesis de esta “primera aproximación hacia el diagnóstico…” es que: el surgimiento de la categoría, concepto, o “puntuación en un programa de investigación ii” de la psicosis ordinaria como síntoma particular de la clínica singular. ¿Qué hizo que esos casos raros fueran diagnosticados como estas nuevas maneras de manifestarse de las psicosis? Las innumerables características sindrómicas mencionadas por el DSM-IV acerca del trastorno límite de personalidad o borderline asustan bajo la égida del discurso científico diciendo “que sí y que no es”. Más que nada porque somos muchos los que intentamos hacernos, por lo menos teóricamente, con las puntualizaciones de una ética dentro de la clínica de salud mental. “En Arcachon, en el año de 1997 se abordaron los casos raros e inclasificables, que resistían a clasificaciones estructurales, a las categorías clínicas ordenadas a partir de la presencia o de la ausencia del significante NP. Casos que aún con ausencia de evidencias de trastornos del lenguaje paradigmáticos de la psicosis, sugerían psicosis, aunque se confundieran en el pasaje de la normalidad8” Por otro lado, Gloria Marón argumenta que no se trata de usar esta “nueva categoría diagnóstica” para ir resolviendo la dificultad clínica del diagnóstico. “No convertirla en equivalente de lo inclasificable de la clínica y menos todavía transformarla en un paraguas para abrigar cualquier formas de excentricidad.9”

Modos en que se presentan las psicosis ordinarias: Fort- (?)

Dichas psicosis pueden manifestarse a través de índices discretos y sutiles, como por una extrañeza en relación al cuerpo, un desorden en relación a sus propias ideas y al modo como experimenta su entorno. En el plano social: desconexiones (desenganches) sucesivos al Otro; la imposibilidad de asumir roles sociales o por el contrario una identificación masiva con alguna identidad social. En lo que corresponde al cuerpo, ocurre que en las psicosis, un determinado síntoma corporal cumple la función de nominar al sujeto; particular localización de goce en el cuerpo permite que éste no se pierda en la deriva de un goce sin molde. Las psicosis ordinarias contribuyen a una investigación de las formas que el sujeto inventa para arreglárselas con la enigmática satisfacción libidinosa que le toca el cuerpo, sin el amparo de la significación fálica. Tomaré palabras de Manuel Zlotnik que creo, será de gran utilidad para explicar la presentación de dichos pacientes:

“El inclasificable presenta una sintomatología más discreta, sutil, por épocas imperceptible. Son sujetos que pudieron haber pasado por los acontecimientos más

traumáticos y horrorosos de su vida desplegando poco afecto con relación a los mismos. Estos no son acontecimientos que luego son reprimidos, sino que quedan en

una especie de limbo, indiferentes en la memoria del sujeto, incluso puede hacer referencia a ellos sin conflicto. (…) Por el contrario, también pueden llevar una

vida totalmente chata, gris, sin ningún tipo de accidente y tampoco hacer nada al respecto. No se preguntan, no entran en conflictos morales (…)”

Para gusto de la diversidad, desde el psicoanálisis no ha sido el único espacio por el que se presentó esta nueva modalidad sintomática o sindrómica en la clínica. En psiquiatría, con su reelaboración de categorías, pasando por el borderline hasta el llamado trastorno límite de la personalidad, se han podido observar (y quizá también oír) pacientes que algo saben acerca de un goce que analistas y doctores desconocen. Si son casos que toman la envoltura de una neurosis y que no suelen presentar sintomatología psicótica, ¿no estamos frente a un riesgo amenazante en la clínica? Se trata de pacientes que como las histéricas, se toman de significantes de la época para hacer síntoma pero que no lo hacen a la forma de una neurosis

8 “La psicosis ordinaria como diagnostico psicoanalítico” de Gloria Maron. Disponible en http://virtualia.eol.org.ar/019/template.asp?variedades/maron.html9 Idem.ii “Apuntes para una investigación sobre psicosis ordinaria” de Nora Silvestri, disponible en http://virtualia.eol.org.ar/017/default.asp?miscelaneas/silvestri.html, 2010

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común porque no buscan nada que perdieron. Son psicosis anudadas a su manera, no se inscribió el Nombre del Padre, fueron otros elementos. Habrá que agudizar oídos, abstenerse del recetado mecánico de antipsicóticos y ansiolíticos y esperar, “darle tiempo (cronológico) al tiempo (lógico)”. Es cuestión de seguir trabajando sobre lo que nos inquieta. De secretarios a negociadores.

Citando a Lacan en su Seminario III: “Pues bien, no sólo nos haremos sus secretarios, sino que tomaremos su relato al pie de la letra: precisamente lo que siempre se consideró que debía evitarse.” Pues bien, esa posición de recepción y de auxilio hacia el armado de un delirio debemos cuestionarla. Como sabemos en la psicosis extraordinarias de Freud el delirio es una forma de curación, como si fuera una forma de hacer algo con elementos provistos desde la imagen y representación pero que no refieren en nada a una rectificación subjetiva, imposible en las psicosis. El delirio estabiliza pero corrompe al ser, porque lo petrifica ubicándolo por fuera del lazo al Otro. Sabemos de los usuales desenganches que estas psicosis con su particularidad de ser ordinarias tienen, por lo tanto proponer aquí la curación más allá del delirio es un intento de que el psicótico se dé un nombre. “(…) la orientación de la cura consiste más bien en privilegiar el capitón, la escansión, las rupturas para evitar a un sujeto la construcción de un delirio, para que esto se mantenga al nivel de estos fenómenos que aparecen como pedazos de real, sin que haya necesidad para arrojarles en el discurso general de la lengua común, sin que haya necesidad de construir una enorme construcción delirante que corta al sujeto del discurso común, que sólo le permite recuperar después de un largo recorrido.”10. Sostener un lazo al Otro, y no aislarse para defender la particularidad de su delirio. Fort-Da, un juego nuevo que recree la fantasía del encuentro.

10 “Las psicosis ordinarias” Conferencia de Eric Laurent, Buenos Aires 2006