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CENTRO DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE SEVILLA. ASIGNATURA: EL HOMBRE ACTUAL EN SU CONTEXTO. EL PLAN PASTORAL DIOCESANO CON RESPECTO A UNA PASTORAL CONCRETA PROFESOR: JESÚS DUQUE FERNÁNDEZ. ALUMNO: FRANCISCO GARCÍA GAVIRA.

Trabajo El Hombre Actual en Su Contexto

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teologia pura y dura

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CENTRO DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE SEVILLA.ASIGNATURA: EL HOMBRE ACTUAL EN SU CONTEXTO.

EL PLAN PASTORAL DIOCESANO CON RESPECTO A UNA PASTORAL CONCRETA

PROFESOR: JESÚS DUQUE FERNÁNDEZ.ALUMNO: FRANCISCO GARCÍA GAVIRA.

CURSO ACADÉMICO 2009-2010.

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INTRODUCCIÓN:

¿Qué se pretende con el siguiente trabajo? Y ¿Cuál ha sido mi metodología?La pretensión básicamente es la de hacer un análisis exhaustivo del Plan Pastoral Dioce-sano 2009-2013, pero contrastándolo en una realidad pastoral concreta, como es mi pas-toral actual: la Parroquia de Santa María de la Mesa de Utrera.

La metodología va a ser la siguiente: después de la lectura del plan pastoral iré desta -cando positiva y negativamente todos aquellos aspectos de la misma que sean realiza-bles y en la medida en la que son factibles, o por el contrario si son objetivos totalmente fuera de las posibilidades reales, bien sea por parte de la parroquia, infraestructura o por la propia feligresía. Haciendo al final una valoración global general de todas las conclu-siones parciales que haya ido exponiendo.

Intentaré ser aséptico en mis conclusiones. Aunque también debo advertir que mi cono-cimiento de la realidad pastoral de la Parroquia de Santa María de la Mesa no es un co-nocimiento total, ya que mi destino allí se limita a los fines de semana, desconociendo por tanto, el resto del transcurso de los días a lo largo de la semana. No obstante siendo así, ya llevando unos meses en dicha parroquia creo que voy teniendo criterios propios sobre su funcionamiento, es decir en las cosas en las que funciona y en las cosas en “las que no da ni una”.

En esta introducción también es necesario que se haga un esquema sucinto del Plan Pas-toral Diocesano:

“La parroquia, casa de la familia cristiana”:

- Presentación.

- Introducción.

- Primera Parte: Situar el Plan Pastoral Diocesano. 1. Participar de la comunidad eclesial. 2. Continuar el camino emprendido. 3. Situados en el momento presente.

- Segunda Parte: Claves para orientar la revitalización de nuestras comunidades parro-quiales. 1. Casa de la experiencia cristiana. 2. Casa de comunión. 3. Casa de la vida sacramental. 4. Casa de la caridad y misión. 5. Casa para escuchar la Palabra de Dios. 6. Casa de espiritualidad.

- Tercera Parte: El objetivo del plan y las tareas: 1. Seguir cultivando la experiencia cristiana –personal y comunitaria- especialmente en la celebración de la Eucaristía, el sacramento de la reconciliación y la escucha oran-te de la Palabra. 2. Potenciar y cuidar las Cáritas parroquiales y sus respuestas socio-caritativas.

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3. Poner en marcha nuevas iniciativas de evangelización o potenciar las ya existentes en nuestras parroquias. 4. Abrir procesos de formación del laicado para ser testigos de Jesucristo en los dife-rentes ámbitos y sectores.

- Tareas: a. Orientaciones. b. Actitudes a potenciar. c. Actuaciones posibles. d. Recursos disponibles.

- Cuarta Parte: Elaboración del Plan Pastoral Parroquial. 1. Algunas indicaciones previas. 2. Plantilla para elaborar el Plan Pastoral Parroquial. 3. Revisión y seguimiento.

ASPECTOS VIABLES Y NO VIABLES DEL PLAN PASTORAL DIOCESANO CON RESPECTO A UNA PASTOTAL CONCRETA.

PARTO DE MI REALIDAD:

Nos dice el Plan Pastoral Diocesano en la presentación, que es necesario trabajar aspec-tos del anterior plan: la comunión para la misión, la formación del laicado y de agentes pastorales y la evangelización.

Hay que dar respuestas a los desafíos que la Iglesia se encuentra hoy: “laicismo, secula-rismo, descenso de la práctica religiosa, crisis matrimonial, abandono de los jóvenes…

Efectivamente podemos partir de la constatación de que todo esto que acabamos de decir es una realidad palpable en nuestras parroquias y un fenómeno más o menos gene-ralizado en la sociedad. Presento como ejemplo de todo esto el pueblo en el que me en-cuentro destinado como diácono este año:

- Partimos de la herencia de un párroco que permaneció durante 40 años hasta su falleci-miento con 90, al frente de la parroquia con el consiguiente daño que evidentemente no hace falta especificar. - El descenso de las prácticas religiosas entre los jóvenes y personas de edad madura es más que preocupante, escandalosamente alarmante.- La media de edad de los fieles que asisten con regularidad a la celebración de la Euca-ristía es algo elevada por no decir que nuestra feligresía está realmente envejecida. - El nivel de secularización en el pueblo en general es fuertísimo (impregna todos los estratos sociales), sin hablar de algo mucho mas grave como es el altísimo porcentaje de INDIFERENTES RELIGIOSOS, es decir de aquellos a los que el tema de la Iglesia y de Dios ni siquiera les preocupa, simplemente ni les interesa. En cierta ocasión un mu-chacho me comentaba: “a mi ese tema de los curas me resbala”.- el sacramento del matrimonio tal y como puedo constatar por mi cortísima experien-cia, necesita ciertamente un fuerte replanteamiento. Tengo una especie de intuición-cer-

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teza de que un porcentaje altísimo de los matrimonios a los que he asistido y asisto co-mo diácono son simplemente NULOS.- En fin, el panorama a nivel pastoral en la Parroquia de Santa María de la Mesa de Utrera es realmente -aunque parezca un pajarraco de malos augurios- desolador.

Pero no especifiquemos más, lo iremos desarrollando poco a poco, a lo largo de todo el trabajo.

ANALISIS DEL PLAN PASTORAL DIOCESANO CONTRASTÁNDOLO CON LA REALIDAD DE UNA PASTORAL CONCRETA:

El objetivo central del Plan es LA PARROQUIA, concretamente “LA PARROQUIA, CASA DE LA FAMILIA CRISTIANA”. Dice el Plan Pastoral que la parroquia debe ser escuela de la Palabra y por tanto escuela de fe, debe ser lugar de encuentro y de cele-bración de los sacramentos, lugar de caridad, de conversión, de testimonio y de misión.

Bueno, en principio este objetivo central que nos propone el Plan Pastoral Diocesano es una verdadera revolución positiva del concepto de parroquia. Ciertamente la pa-rroquia debe ser escuela de la Palabra, de la caridad, de la formación, de la oración, del encuentro, de la conversión, lugar de celebración y de encuentro con Dios y con el pró-jimo.

Pero después de decir lo ideal, pongamos los pies sobre la tierra y aterrizo en mi parro-quia; sólo algunos datos:- El templo tiene unas deficiencias estructurales alarmantes, hace casi cien años que no se hacen reformas importantes.- No existen salones parroquiales, sólo una habitación anexa a la sacristía y que sirve de despacho-salón parroquial-sala de reuniones-archivo y despacho de cáritas.- La media de edad de la feligresía es alta, con lo cual, el nivel de participación en los asuntos de la parroquia es muy bajo.

Desde este panorama sucinto de la realidad debemos partir hacia los objetivos que nos propone el Plan Pastoral Diocesano. Son siglos de INERCIA, siglos de una pastoral de cristiandad generalizada y por tanto siglos de unas praxis muy concretas que no se paran así como así.

Por todo lo que acabo de decir, valoro MUY POSITIVAMENTE ESTE REVOLUCIO-NARIO CAMBIO EN EL CONCEPTO DE PARROQUIA, pero me parece una ridicu-lez o quizá una ingenuidad el pensar que esto se puede conseguir con un plan que dura cuatro años (2009-2013). Creo que podríamos darnos por satisfechos solamente con que empezáramos a frenar la inercia de la maquinaria de los siglos.

LA PARROQUIA, CASA DE LA FAMILIA CRISTIANA.

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Esta expresión de la parroquia como casa de la familia cristiana que usa el Plan Pastoral Diocesano es tomada del Evangelio Hch 2,42, del Concilio Vaticano II (LG.6) y es también una expresión de Su Santidad el Papa Benedicto XVI en su discurso a la LIV Asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana en 2005. Como digo esta expre-sión por tanto ha sido tomada por los diseñadores de este plan como la base y la es-tructura del mismo.

Cada comunidad parroquial, por tanto, debe convertirse en lugar de encuentro de la fa-milia cristiana con el párroco a la cabeza. Deben convertirse en “casas con calor y cam-po abierto para la evangelización”.

En cierta forma este Plan Pastoral pretende recuperar el carácter misionero y evange-lizador que nunca debieron perder nuestras comunidades parroquiales.

Aterrizo de nuevo en mi pastoral concreta: siglos de una pastoral “ad intra” hacia dentro, donde la misión “ad extra” era identificada al cien por cien con las misiones ex-tranjeras, en continentes como África o Asia. En cierta forma hoy sigue existiendo en nuestros pueblos esa mentalidad o estructura pastoral de cristiandad (ad intra) donde “no existen los alejados”, sólo hay que tocar la campana y aquí viene todo el pueblo.Pues nada más lejos de la realidad o al menos eso es lo que yo mismo estoy constatando en mi pastoral de este año. No obstante es cierto que no nos faltan párrocos, aún, que creen que desde el despacho se solucionan todas las cuestiones (que bonito es vivir en el magnífico mundo de Yupi).

Por tanto la propuesta que el Plan Pastoral hace a las parroquias para HACER MISIÓN “AD EXTRA” me parece no sólo acertada, sino ABSOLUTAMENTE NECESARIA. El número de alejados, increyentes, “desairados eclesiales” o indife-rentes es enorme. No podemos seguir tocando la campana y esperando en la sacris-tía a que nos llegue un grupito para escuchar la misa.

REVITALIZAR LA PARROQUIA, CASA DE LA FAMILIA CRISTIANA.

Nos dice el Plan Pastoral que para conseguir que la parroquia sea el lugar desde el que la misión se lleve a cabo, es necesario una RENOVACIÓN O REVITALIZACIÓN de nuestras parroquias. También nos dice: “esta revitalización no será posible si los sacerdotes no viven en plenitud y fidelidad el sacerdocio”. Sobre este punto y ha-ciendo una tímida y “cariñosa alusión” a mi pastoral concreta de este año baste es-te pequeño ejemplo: en la puerta del templo hay un cartel que pone: “ANUNCIO: CONFESIONES Y OTRAS CONSULTAS SÓLO Y EXCLUSIVAMENTE DIEZ MINUTOS ANTES DE LA MISA, GRACIAS” (Sin comentarios, el cartelito habla por si solo, no hace falta glosarlo jaja).

Como resumen de esta parte decir que el OBJETIVO MÁS CLARO ES REVITALI-ZAR LA PARROQUIA, darles vida, que sean verdaderos hogares en el sentido pleno de la palabra. Para que crezcan en fe y para que se conviertan en comunidades evan-gelizadas y evangelizadoras. Este es el camino a seguir.

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¿COMO LO HAREMOS?

El Plan Pastoral será el “instrumento”, aunque sin perder de vista que el verdadero artí-fice de esta renovación debe ser el Espíritu Santo. Que nuestras parroquias se regeneren lleva consigo que crezcan en fidelidad al Evangelio, a Cristo, a la Eucaristía vivida fuer-temente y a la oración profunda y sincera.

¡A mi todo esto me parece muy bien!, pero yo llegué en Octubre de 2009 a mi parroquia (en la cual sólo estoy los fines de semana) y el llamado “instrumento para la revitaliza-ción de la parroquia” aun no había llegado. Vamos, en una palabra, que ni siquiera han llegado los libritos donde se nos habla del Plan Pastoral. Y es que la anhelada revitaliza-ción de la parroquia, será muy deseada y querida por todos -yo eso no lo dudo-, pero al menos en mi parroquia, nadie se ha leído el citado Plan Pastoral. Y es que es cierto ese dicho que circula por ahí que dice que “el papel se lo traga todo”, lo interesante es que no se quede sólo en el papel, sino que se aplique de verdad.

Con esto lo que quiero decir es que a veces el cansancio y la desidia nos pueden (y es completamente comprensible). El caso es que a veces da la impresión de que primero tenemos que restaurarnos y revitalizarnos nosotros y después podremos ilusionarnos con nuevos proyectos e iniciativas. Mientras esto no suceda, este maravilloso Plan Pas-toral habrá quedado muy bonito y muy bien encuadernado pero es papel mojado.

LOS PILARES DE ESTA REVITALIZACIÓN.

Participar de la comunidad eclesial, continuar el camino emprendido en el plan pastoral anterior desde el momento presente.

A la parroquia le corresponde “acoger, vivir y proponer a Jesucristo como Buena Noticia”. Benedicto XVI nos habla de redescubrir la parroquia como casa cristiana poniendo en el centro la EUCARISTÍA. El plan pastoral anterior ya insistía en este asunto: se insistió en que la preparación de la Eucaristía debía ser algo de especial im-portancia para hacerla más participativa, más viva y mas eficaz etc. También se insistía en el anterior plan pastoral en la vivencia en comunidad del resto de los sacramentos.

Me consta que en todo este asunto se ha avanzado bastante en muchísimas parroquias de nuestra Diócesis, es decir los sacramentos son preparados cada vez con más cariño y es-mero, la Eucaristía intenta ser vivida cada vez con más intensidad, con mayor participa-ción. Pero nos queda mucho por hacer todavía.

En mi parroquia no existe coro, la Eucaristía dominical se vive de forma preceptual, las celebraciones son monótonas, aburridas, no llaman al entusiasmo, el lenguaje de las homilías obsoleto y moralino, es habitual el comentario de las feligresas/es de: “vengo a cumplir con la misa”, la media de edad de la feligresía es muy elevada y los pocos jóve-nes que vienen no se acercan a los sacramentos, sino que vienen en su mayoría atraídos

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por las hermandades y cofradías que dicho sea de paso son CINCO y están todas enfren-tadas unas con las otras. ¡Esta es la realidad! Aunque siempre hay alguien que no quiere verlo, pues como dice el Señor: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

La Eucaristía tal y como nos la presenta el Plan Pastoral dista mucho de esta realidad que he descrito, para que de verdad llegue a ser una celebración gozosa de la fe cristia-na.

“La parroquia es la estructura eclesial que entra en contacto con mayor número de per-sonas”, todo el que entre en ellas debería –a mi entender- quedarse prendado del trato recibido, del calor y del amor de la ayuda recibida. Si esto no es así, en algo estamos fa-llando.

CLAVES PARA ORIENTAR LA REVITALIZACIÓN DE LA PARROQUIA.

Es necesaria una revitalización profunda de nuestras parroquias para que sean auténticas comunicadoras del Evangelio de Cristo. La parroquia tiene que llegar a ser:

- Casa de la experiencia cristiana. Esto es cierto: la fe heredada debe ser madurada en la experiencia concreta de unas personas que viven en un tiempo concreto. En nuestras parroquias tiene que darse esa experiencia: enseñar, comunión de corazón y de bienes, unidad en la Eucaristía, en el amor mutuo, en la conversión, en el testimonio de fe…

Perfecto! Muy bien dicho todo!!, pero ahora bajémonos del “paseíto en ala delta”: real-mente todo esto es verdad, es decir debería ser así, pero los pasos que se están dando son lentos. Aunque no todo es negativo, tenemos ocasiones en las que podemos experi-mentar que el corazón de nuestros queridos feligreses mantienen la bondad de aquel que nos creó a su imagen y semejanza. Como ejemplo de esto pondré la maravillosa genero-sidad y rapidez con que nuestros feligreses han acudido ante la terrible catástrofe de HAITÍ. En mi parroquia no se conoce colecta tan generosa desde hace mucho tiempo.

Salvando situaciones puntuales como esta, la teoría dista en gran medida de la realidad.

- Casa de la comunión y misión. Las parroquias no deben seguir siendo masas de fie-les anónimos, esto sólo se consigue si los unos nos interesamos realmente por los otros mediante el encuentro frecuente, en el compartir, en el colaborar y en el sentirse copartí-cipes de una misma misión. Son importantes en este sentido la creación de Consejos Pastorales para afrontar como una verdadera familia los problemas y retos que se den en la parroquia.

En mi parroquia dicho en castellano meridiano: NO EXISTE CONSEJO PARRO-QUIAL. Bueno mejor dicho, si existe: el párroco.

- Casa de la vida sacramental. “Los sacramentos expresados litúrgicamente son cum-bre donde se llega y fuente de donde mana toda su fuerza” (SC.10). Nuestras parroquias deben fortalecer los sacramentos para que pasen de ser puros ritos a celebraciones vivas y eficaces que sean el fruto del gozo de la experiencia del encuentro con el Señor.

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En mi parroquia llevo hasta el altar para celebrar el matrimonio a personas que no sa-ben como se hace la señal de la cruz, a hombres y mujeres cuya máxima preocupación en el momento de la celebración es que el fotógrafo esté haciendo fotos fantásticas. Lle-vo niños a la pila bautismal cuyos padres no son practicantes (algunos no vienen a la Iglesia desde la primera comunión) o incluso declarados “explícitamente bautizos socia-les”.La celebración de la Eucaristía a veces se vive como un precepto más.

En fin estoy generalizando demasiado, ¡quiero que me entiendas! Pero a veces ten-go la impresión de que ciertamente estamos jugando a un juego macabro e hipócri-ta en el que sólo nos interesan las estadísticas sin importarnos lo más mínimo la co-herencia.

- Casa de la caridad y misión. “Nuestra espiritualidad tiene que apostar decididamente por la caridad y debe comenzar desde la parroquia”. Es cierto que entre la acción de la caridad y la misión evangelizadora hay una relación muy estrecha. Para ilustrar esto nos sirven las palabras del Evangelio: “mirad como se aman, en eso conocerán que sois de los míos”.

No podemos seguir solamente en la dinámica de la cáritas de asistencia, de la entrega de alimentos y de ropa usada. Evidentemente es necesaria este tipo de ayuda que no deja de ser fruto del amor cristiano por los necesitados. No se trata de eliminarla, se trata de me-jorarla, porque la caridad significa amor y el amor no es sólo dar alimentos o ropa, sino acompañar a las personas que están pasando un mal momento en sus vidas, asistir a aquellos que por circunstancias están siendo víctima del paro, de la droga, de la delin-cuencia, de la desesperanza etc.

Es prioritaria la atención personalizada, humanizada, hacer sentirse al “otro” persona y no “mendigo”.

- Casa para escuchar la Palabra. “la exhortación apostólica del Papa tras el Sínodo sobre la Palabra de Dios del 2008 llama a la formación, predicación y lectura orante de la Palabra”.

En resumen que en nuestras parroquias se tiene que leer y meditar la Palabra de Dios. Es necesario tomar conciencia de que tenemos que conocer la Palabra, que nuestros fie-les tienen que conocer por ellos mismos, las palabras del Señor. Los protestantes en este sentido, nos llevan años luz. Sería interesante la formación de grupos de estudio y refle-xión de la Sagrada Escritura. Por supuesto ni que decir tiene, que en mi parroquia no existe ningún grupo de estudio de la palabra. Y lo que es peor ni interés en que exista, al menos a corto o medio plazo.

- Casa de la espiritualidad. “la espiritualidad es la forma concreta de vivir la fe”. Es cierto, nuestra espiritualidad puede tener el “color” que quiera, pero tiene que tener una cosa en común: que esté orientada hacia Cristo y hacia la santidad.

La falta de espiritualidad a la hora de celebrar, es motivo de muchas “deserciones” de nuestros cristianos, que se sienten vacios ante ritos fríos, con poca espiritualidad. No ol-videmos nunca que la religión viene a saciar la parte trascendental del ser humano y eso

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sólo se consigue si se logra “transmitir el gran misterio que es Dios”. El cristiano no quiere escuchar misa, quiere sentir la misa.

Nuestra espiritualidad debe estar llena de:

- confianza en el amor de Dios.- fidelidad a Cristo y a su mensaje.- vivir y testificar el Evangelio (en la vida).- la conversión lenta pero segura.- la conciencia de que Cristo está en medio de nosotros.- la compasión y no la condena del mundo.

NOS DES-ESPIRITUALIZAMOS CUANDO:

- cuando convertimos la confianza en el amor de Dios en la confianza en los preceptos y en la ley o incluso en el dinero.- cuando sustituimos la fidelidad a Cristo y a su mensaje por la fidelidad radicalizada a la Institución.- cuando convertimos el vivir y testificar el Evangelio en simplemente escucharlo y ol -vidarlo.- cuando sustituimos la conversión lenta por la no conversión.- cuando nuestras palabras son palabras de condena contra el mundo. Cuando las homilías se convierten en mítines políticos o en recordatorios sobre la maldad del corazón del hombre. Cuando nos olvidamos que nuestras palabras deberían ser palabras de liberación y de esperanza como las palabras que nos dejó el Jesús de nuestra fe.

EL OBJETIVO CENTRAL Y LAS TAREAS.

“Para poder evangelizar, la comunidad parroquial necesita estar evangelizándose cons-tantemente a sí misma” para ello son necesarias una serie de tareas o líneas de acción que el Plan Pastoral Diocesano propone:

“1º Cultivar la experiencia cristiana, la escucha de la Palabra de Dios y la celebración sacramental especialmente la Eucaristía y la Reconciliación.2º Cuidar las Cáritas parroquiales.3º Poner en marcha nuevas iniciativas de evangelización o potenciar las ya existentes en las parroquias como tarea de todos.4º Procesos de formación del laicado para que sean verdaderos testigos evangelizadores en la vida cotidiana.”

Bien!!, soy consciente de las graves carencias pastorales en las que se encuentra la parroquia de Santa María de la Mesa de Utrera ya que no se dan ninguna de las lí-neas de acción que se proponen más arriba. No obstante partiendo de la situación real intentaré trazar unas líneas de acción que podrían poner en marcha la maquinaria para la construcción de una verdadera parroquia, casa de la familia cristiana:

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- Para el cultivo de la experiencia cristiana sería interesante la formación de grupos de oración y de meditación de la Palabra. Sería también imprescindible la creación de grupos de formación en la Palabra de Dios (convertirla en objeto de estudio y de me-ditación para que sea el motor de nuestra conversión).Sería necesaria la creación de una pastoral litúrgica a todos los niveles: equipo de animación litúrgica, coro, lectores etc etc.

- En cuanto al segundo de los objetivos, tendría que propiciarse un verdadero revulsivo en el esquema de la Caritas parroquial. No podemos limitarnos a una cáritas con un ho-rario de atención reducidísimo y limitada a la distribución de alimentos de primera ne-cesidad, ropa usada y cheque para canjear. Sería necesario ampliación de horarios, pa-ra llevar una adecuada atención personalizada de las personas que nos llegan.Sería necesario implicar a toda la comunidad parroquial en el quehacer de cáritas co-mo expresión de amor hacia el prójimo propio del cristiano.

- En cuanto al tercer objetivo, la misión “ad intra” ya no nos vale. Durante muchos años funcionó, pero tenemos tiempos nuevos y por tanto nuevos retos: muchos alejados y muchos indiferentes.Son necesarias las actuaciones misionales concretas “hacia fuera”. Es necesaria la concienciación de toda la comunidad de que estamos en estado constante de misión. La religiosidad popular (me estoy refiriendo concretamente a las manifestaciones pú-blicas de las hermandades y cofradías de nuestros pueblos) ha demostrado ser a veces mas que un acicate y una ayuda para la evangelización, motivo de escándalo ante la fal-ta de austeridad en tiempos especialmente difíciles, incluso como los que estamos pa-sando ahora. Por tanto no creo que las procesiones de las hermandades sean la solu-ción para la evangelización de nuestro pueblo.

- En cuanto al cuarto objetivo decir que sería necesario y urgente la creación de equipos de formación de laicos cristianos. Los laicos tienen no sólo necesidad de formación sino derecho a ella. No podemos seguir pastoreando personas con una fe que se quedó en memorizar el Padrenuestro y las respuestas de la misa.Necesitamos laicos comprometidos y fuertemente formados, estos serán luego, gra-cias a esa formación testigos EVANGELIZADORES EN SUS VIDAS COTIDIA-NAS.

En resumen el PLAN PASTORAL DIOCESANO me parece una auténtica MARAVI-LLA, pero no perdamos la oportunidad de ponerlo en práctica por culpa del pecado de la desidia y el desinterés.