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Trabajo familiar y producción de textiles en las tierras altas de la provincia de Jujuy. Mediados del siglo XIX* Ana A. Teruel y Raquel Gil Montero l. Introducción "La fuerza de trabajo en la industria doméstica ha ocupado siempre lugares margi- nales en el debate histórico"' comenta Maxime Berg. Ello se debe a que esta fuerza de trabajo es fundamentalmente femenina e infantil y como tal no se la ha considerado un factor económico a tener en cuenta, especialmente porque se trata de trabajo no asalariado. Sin embargo, en el siglo pasado -y aún en el presente- en el ámbito rural, ese tipo de producción tiene importancia fundamental en la vida y economía de los pobladores de vastas regiones 2 * 2 Una primera versión de este a11ículo fue presentada en las XIV Jornadas de Historia Económica, en Córdoba, Mayo de 1994. Agradecemos los comentarios que hiciera al trabajo el Dr. Enrique Tandeter en oportunidad de un seminario de PROHAL. Berg, Maxime: La era de la manufactura. 1700-1820. Una nueva historia de la Revolución Industrial británica. Editorial Crítica. Barcelona, 1989, p. 145. En un artículo reciente, Donna Guy aborda el estudio del empleo de trabajo familiar en la producción de algodón y tejidos en el norte argentino en el siglo pasado. La autora señala la escasez de estudios relativos al tema y rescata la importancia de la producción de textiles de algodón y lana en esas economías domésticas. Cfr. Guy Donna: "Oro blanco: algodón, tecnología y mano de obra familiar en la Argentina del siglo XIX" En: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 7. 3' Serie. Buenos Aires, 1993, pp. 93-113 . 1, julio 1996 197

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Trabajo familiar y producción de textiles en las tierras altas de

la provincia de Jujuy. Mediados del siglo XIX*

Ana A. Teruel y Raquel Gil Montero

l. Introducción

"La fuerza de trabajo en la industria doméstica ha ocupado siempre lugares margi­nales en el debate histórico" ' comenta Maxime Berg. Ello se debe a que esta fuerza de trabajo es fundamentalmente femenina e infantil y como tal no se la ha considerado un factor económico a tener en cuenta, especialmente porque se trata de trabajo no asalariado. Sin embargo, en el siglo pasado -y aún en el presente- en el ámbito rural, ese tipo de producción tiene importancia fundamental en la vida y economía de los pobladores de vastas regiones2•

*

2

Una primera versión de este a11ículo fue presentada en las XIV Jornadas de Historia Económica, en Córdoba, Mayo de 1994. Agradecemos los comentarios que hiciera al trabajo el Dr. Enrique Tandeter en oportunidad de un seminario de PROHAL. Berg, Maxime: La era de la manufactura. 1700-1820. Una nueva historia de la Revolución Industrial británica. Editorial Crítica. Barcelona, 1989, p. 145. En un artículo reciente, Donna Guy aborda el estudio del empleo de trabajo familiar en la producción de algodón y tejidos en el norte argentino en el siglo pasado. La autora señala la escasez de estudios relativos al tema y rescata la importancia de la producción de textiles de algodón y lana en esas economías domésticas. Cfr. Guy Donna: "Oro blanco: algodón, tecnología y mano de obra familiar en la Argentina del siglo XIX" En: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani N° 7. 3' Serie. Buenos Aires, 1993, pp. 93-113 .

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Artículos, Notas y Documentos-----------------------

Tal es el caso que nos ocupa, el del trabajo doméstico para la producción de textiles en el seno de grupos campesinos del Noroeste argentino. Se eligió para el estudio dos zonas de la provincia de Jujuy bastante dispares entre sí desde el punto vista ecológ ico, pero en las que hemos detectado que se comparte como característica común un gran peso de la producción de textiles en la economía de sus habitantes. Estas son la Puna -que comprendía a mediados del siglo pasado los Departamentos de Yavi , Cochinoca, Rinconada y Santa Catalina- y el Departamento de Valle Grande (mapa Nº I) .

La primera de esas regiones es una altiplanicie cuya altura oscila entre los 3.300 y 4.000 m.s.n.m. Es de clima frío y seco, con una gran variación de la temperatura entre el día y la noche. En el mapa Nº 1, los sectores sombreados no pertenec ían por entonces a la provincia'.

La población era fundamentalmente indígena de origen andino y aunque los censos de siglo XIX no hacen referencia a la filiación étnica, sabemos que en las últimas décadas del siglo XVIII, más del 80% de los habitantes de la Puna eran indígenas4 . Numerosos testimonios nos permiten suponer que esta preponderancia se mantenía en la época estudi ada, aunque en los pueblos cabezas de departamentos se hubiesen asentado criollos y mesti zos .

La historia de la Puna jujeña, al menos la de la porción Noreste, está vincul ada a la del Marquesado de Tojo en la colonia. La hacienda de Ya vi, era junto con la de La Angostura en Tarija, un importante dominio del Marqués orientado al abastecimiento del mercado minero altoperuano (especialmente Lípez). Las comunidades de Casabindo y Cochinoca también estaban vinculadas a este dominio, pues sus habitantes habían sido encomendados a Don Pablo Bernardez de Ovando a mediados del siglo XVII . La ruptura de los víncul os políticos con España y el cambio jurídico en la condición de los indígenas no implicó para esta región el fin del dominio de los Ovando. Sus descendientes, los Campero convirtieron a los indios de encomienda en arrendatarios y mantuvieron el control sobre la zona has ta las rebeliones indígenas de la década de 1870.

3 En el año 1943 se modifica el mapa de la provincia de Jujuy al agregarse el Departamento de Susques y al ampliarse los límites del de Rinconada y Santa Catalina, con parte del ex Territorio de los Andes y una porción territorial del sur de Bolivia.

4 Los porcentajes de la población por etnia varían fundamentalmente por la calidad de los datos censales. Larrouy señala que en Cochi noca y Y avi prácticamente la totalidad de la población era indígena, mientras que en Rinconada lo era un 76% y en Santa Catalina lo era un 89% (Referencia de Larrouy, 1776, citada por Palomeque, Si lvia: Intercambios mercantiles y parricipación indígena en la Puna a fin es del período colonial. Comunicación presentada en el Simposio Internac ional "Procesos regionales, etnicidad y estructura de poder en los Andes. Fin de la Colonia y siglos XIX y XX." Salta, agosto de 1993, Anexo 11. Ponencia publicada en Andes, No 6. CEPIHA, UNSa, Salta, 1994, pp 13-48). En cambio los porcentajes son di ferentes en el análisis que hace Beatri z Rasin i del Censo de 1778/9 de Jujuy, ordenado por Carlos !II. Si se toma únicamente la población con etni a especificada, Yavi tenía un 87% de poblac ión indígena, Rinconada un 95 ,8%, Cochinoca un 99,5% y Santa Catalina un 89,7% (Cfr . Rasini , Beatriz: "Estructura demográfica de Jujuy. Siglo XVIII". En: Anuario del lnsrituto de lnvesrigaciones históricas. No. 8. Rosario, 1965 , p. 139). Las mayores diferencias están en las poblac iones de Yavi y Rinconada. Este último departamento tiene un 24.5 % de habitantes cuya etnia no se especifica ,lo cual puede contribuir a la di ferencia. De todos modos lo que nos .interesa señalar es que una gran parte de la poblac ión de la Puna era indígena hac ia fi nes del siglo XVIII.

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Terue/-Gi/: Trabajo familiar y producción de textiles

Mapa Nº 1 Ubicación de la zona de estudio.

Los sectores sombreados no pertenecían en el siglo XIX a la provincia de Jujuy

BOLIVIA

Salta

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Artículos, Notas y Documentos-----------------------

A mediados del siglo XIX, si bien hubo menos control del Marquesado en Rinconada y Santa Catalina5, la situación de sus pobladores no difería demasiado de la de los depar­tamentos vecinos ya que la gran mayoría de sus habitantes era arrendataria de unos pocos propietarios6.

La otra región a estudiar es el Departamento de Valle Grande, área de Yungas o selva húmeda en la ladera de las montañas, que desciende desde los 3.000 a los 400 m.s.n.m. Zona de transición entre la Quebrada de Humahuaca y los cálidos Valles Subtropicales del Oriente lindantes con el Chaco. El Departamento se crea a mediados de siglo XIX, pues con ante­rioridad había formado parte del de Tumbaya, del de Humahuaca y del de Río Negro (Valles Subtropicales de Oriente). Las características étnicas y culturales de su población están asociadas a las de los indígenas andinos de Quebrada, aunque económicamente se vinculó cada vez más con la región de haciendas azucareras lindantes con el Chaco. No contamos con información sobre la propiedad de la tierra en esa zona antes de 1872, pero para esa época hay once propietarios registrados, entre los que se destacan la familia Valle, Alvarez Prado y Portal7. Todo hace suponer que estamos ante una mayoría de población de campesinos arrendatarios.

En cuanto a la importancia cuantitativa desde el punto de vista demográfico del sector bajo análisis, la Puna concentraba en el año del Primer Censo Nacional el 30,3% de la pobla­ción de la provincia. Es difícil dar porcentajes con certeza para años anteriores, pues los pa­drones de población no se encuentran completos para toda la provincia. En su defecto, algunas estimaciones pueden darnos una idea aproximada sobre la representatividad del grupo estudiado: en 1851 la Puna agrupaba una cifra que oscilaba según los diversos cálculos entre el }4,4% al 37,3% de los habitantes de la provincia8. En cambio la población de Valle Grande era peque­ña ya que representaba en 1869 el 3,5% sobre el total de la provincia.

5 Cfr. Palomeque, Silvia, op. cit. 6 Cfr. Paz, Gustavo: "Resistencia y rebelión campesina en la Puna de Jujuy. 1850-1875". Documento

CEDES, 22. Buenos Aires, 1989, pp. 5, 6. Ver también Cuadro 1, p. 32. La "Estadística de las propiedades urbanas y rurales y enfitéuticas registradas por la Comisión Reguladora", año 1855, citada por el autor, registra en total trece propietarios para toda la Puna. Se trata de grandes haciendas cuyo sentido económico para esta época es la percepción de rentas en forma de metálico, bienes y servicios que en calidad de arriendo pagan sus ocupantes. La producción historiográfica se ha ocu­pado fundamentalmente del estudio de la porción de la puna vinculada al marquesado de Tojo y de las sublevaciones campesinas ocurridas en la década de 1870. La lectura de la bibliografía existente deja la impresión de que hay al menos dos lagunas en el conocimiento de esta región. Una de ellas está relacionada con un ámbito geográfico que es la porción Noroeste (la que no pertenece al marquesado) y la otra está referida a un período, la primera mitad del siglo XIX. A lo largo de nuestro trabajo hemos citado a los autores que han trabajado sobre la puna ya que su consulta resulta indispensable. Es nuestra intención aportar al conocimiento de la zona y del período en base al abordaje de fuentes demográficas.

7 Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy (en adelante AHJ). Catastro de las propiedades urbanas y rurales de la provincia. Levantado por ley del 22 de marzo de 1872.

8 El primer cálculo lo proporciona Carrillo, Joaquín: "Brevísima descripción de la Provincia de Jujuy" ( 1888). Jujuy, reedición UN Ju. 1988. (p. 186) y aclara que se basa en estimaciones hechas por Teodoro Sánchez de Bustamante y Zegada. La segunda cifra fue tomada de Maeder, Ernesto J.: Evolución demográfica argentina de /8/0 a /869. EUDEBA. Buenos Aires, 1969, p. 57 .

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Terue/-Gi/: Trabajo familiar y producción de textiles

Cuadro Nº 1

Población rural y residente en pueblos, Puna y Valle Grande 1869

Departamento Población % Población % Total . rural pueblos

Valle Grande 1220 87 183 13 1403 Cochi noca 3737 97 108 3 3845 Rinconada 2110 88 285 12 2395 Santa Catalina 2412 91 228 9 2640 Yavi 3168 92 287 8 3455

Fuente: Primer Censo de la República Argentina. Año 1869. Buenos Aires, Imprenta del Porvenir, 1872.

Una característica importante a tener en cuenta es que se trata en todos los casos, primordialmente de población rural , según puede verse en el cuadro 1.

En relación a las fuentes y metodología empleadas, se trabajó con los padrones de población originales e inéditos levantados en la provincia en 1839, 1843, 1851, 1855 y 18599

. De ellos se seleccionó para confeccionar la base de datos el del año 1859, pues representa una serie de ventajas sobre los anteriores ya que se halla completo para los cinco departamentos que nos interesan, la delimitación de hogares es muy clara, prácticamente no hay omisiones en los datos de sexo, edad, estado civil y origen y, lo más importante, es que hay homogeneidad en cuanto al dato de ocupación en todos los departamentos lo que nos permite la comparación. Este censo tiene registradas las ocupaciones de casi todos los miembros del hogar, ya sean niños, mujeres o varones. Esto implica una superioridad en cuanto a la calidad del material con respecto a los censos anteriores, pues es frecuente encontrar profesión sólo para la cabeza del hogar, o sólo registros incompletos.

A pesar de las bondades observadas en el censo de 1859 hay una serie de recaudos a tomar. En primer lugar se nota un subregistro de población, que no es exclusivo sólo de ese censo, sino que se repite también en los anteriores ya que los guarismos para cada departamento son siempre menores a las estimaciones de la población que encontramos en otras fuentes. Pensamos que hay subregistro más que un cálculo abultado de quienes estiman las cifras por el aumento que se observa en el volumen total de la población de la Puna entre 1859 y el Primer Censo Nacional. En cifras absolutas la población crece de 8.617 habitantes

9 En oportunidad de una investigación anterior. con el fin de determinar la estructura ocupacional de la provincia de Jujuy en el siglo XIX, se trabajó con los padrones de población nombrados pero no se informatizaron los datos. De todas maneras esos registros trabajados en forma manual se tuvieron en cuenta al momento de seleccionar los padrones con los que confeccionamos la base de datos y como marco de referencia al momento de interpretar los resultados obtenidos del procesamiento de la información de manera de asegurarnos que lo que observamos no era fruto de la arbitrariedad de criterios de los empadronadores.

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Artículos, Notas y Documentos-----------------------

en 1859 a 12.335 en 1869. Tal incremento en diez años contradice totalmente lo que cono­cemos sobre la evolución de la población de la región , cuya tendencia general fue decre­ciente a comienzos de siglo, seguida de un pequeño aumento hasta alcanzar nuevamente los guarismos de 1779 en la segunda década el siglo XIX, y de allí hay un ascenso no demasiado pronunciado que tiende al estancamiento hacia finales de siglo. Dado que el subregistro es parejo en todos los departamentos y advertidas de su existencia, consideramos que no es motivo para inhibir el trabajo sobre ese censo.

El manuscrito sobre el que se trabajó está escrito en hojas tipo fo1mulario impresas. En los cuatro departamentos de la Puna la caligrafía es la misma y están firmados por Juan S. de Bustamante, quien figura en el censo de Yavi como empleado público. Es evidente que esta persona pasó en limpio los borradores originales lo que en cierta medida podría afectar la calidad de los padrones por los errores que pudiera haber cometido al copiar. En el padrón de Valle Grande figura la firma de Juan A. Prado, quien data la finalización del registro en Candelaria el 6 de noviembre de 1859. En ese caso sabemos que se trata de uno de los mayores propietarios de la zona, precisamente de la viceparroquia de la Candelaria1º.

En cuanto a los lineamientos básicos para la confección de la base de datos, se trabajó con 10.374 registros (el total de los Departamentos de Puna más Valle Grande). Cada registro contiene, en forma de código numérico, el dato de sexo, edad, estado civil, ocupación y origen. Se registraron cincuenta y cinco ocupaciones diferentes, respetando las denominaciones dadas por el censista. Además de ingresar los datos por individuo, se mantuvo la agrupación de la población por hogar respetando la delimitación hecha por el censista claramente diferenciados en el padrón con indicaciones sobre el tipo de vivienda y se los clasificó por las ocupaciones de sus integrantes. En algunos casos la clasificación fue sencilla por la homogeneidad de las tareas realizadas por sus integrantes; en otros fue más compleja ya que aparentemente estos hogares no constituían unidades de producción sino que nucleaban a personas dedicadas a la más disímiles ocupaciones. Estos últimos se encontraron en general en los pueblos más grandes 11 • De la combinatora de profesiones individuales en el seno de un mismo hogar surgieron dieciséis ocupaciones de unidades domésticas, de las que se analizaron en profundidad seis por ser las mayoritarias. De esta manera pudimos cotejar la estructura ocupacional y la

10 La información sobre las propiedades de la familia Alvarez Prado fue extraída de Madrazo, Guillermo: "Cambio y permanencia en el Noroeste argentino. El caso de Jujuy a mediados del siglo XIX". En: Andes No.4. Salta, 1991, p. 111.

11 Para clasificar los hogares según las profesiones se tuvo como criterio la ocupación de la cabeza del hogar y las que surgen luego como complementarias. Por ejemplo, si la cabeza de familia es un hombre de profesión tejedor y su mujer hilandera al igual que alguno de los niños que lleven ese apellido, se conceptúa a ese hogar como de ocupación en tareas textiles, aunque algún otro miembro declare otra actividad, como jornalero, artesano, etc. En general estos últimos suelen ser personas con otros apellidos y/o agregados cuya relación de parentesco con el jefe de familia no hemos podido establecer. En los casos en que el cabeza de familia era una viuda o mujer soltera. surge generalmente como complementario el trabajo de un hijo varón soltero o de su hijo/a casado/a. Si bien las posibles combinaciones son muy numerosas, no dejan prácticamente lugar a duda en el momento de clasificar a los hogares registrados en el censo, pues de la observación del conjunto de cada unidad doméstica surge claramente la especialización. Los únicos hogares que presentan problemas son aquellos que nuclean una gran cantidad de ocupaciones sin una aparente complementariedad entre sí, que ya mencionáramos como localizados en los pueblos.

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Terue/-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

organización del trabajo por sexo y edad con datos tabulados por individuo y con los mismos datos tabulados por unidad doméstica, con lo que adquieren otro significado.

2. La economía de la región

No es nuestra intención profundizar en el análisis de las vinculaciones del Noroeste con lo que Mitre ha llamado el "espacio económico andino" 12 , sólo recordar que tras un debilita­miento en las primeras décadas del XIX, a mediados de siglo los intercambios entre las pro­vincias del norte argentino y Bolivia se reactivaron y Jujuy participaba activamente en ellos 13•

La historiografía regional ha puesto énfasis en el estudio de los circuitos comerciales, en la problemática de la vinculación de Jujuy con el Alto Perú y su posterior y paulatina desvinculación e inserción en el mercado nacional a través de la producción azucarera. Lo que aún no sabemos bien es cómo funciona la economía en el interior de esa predominante sociedad campesina-indígena de la provincia, y cómo se articula ésta con esos cambios en la economía provincial que ya conocemos mejor.

En términos generales, se trata de una economía de subsistencia, basada funda­mentalmente en el pastoreo, en algunos lugares complementada con agricultura, con la extracción de sal, la explotación minera y, en todos los casos, con la fabricación de tejidos y artesanías. Algunos de estos productos son utilizados como medios de cambio para abastecerse de aquello que la región no produce por medio del trueque o de la participación en los circuitos mercantiles regionales. Así por ejemplo las

" ... tropas de burros cargadas con la sal se alejan en todas direcciones, siendo sus dueños los mismos Collas de la puna, que por medio de esta industria ganan su vida, llevando ellos mismos, naturalmente a pie, sus tropas, a veces por cuestas terribles, a los bajos; y después de vender su carga vuelven a sus hogares con los animales cargados de maíz para hacer su chicha" 14•

Nos interesa destacar aquí el papel que juega la fabricación de textiles en esta economía, pues sostenemos que tienen una importancia mayor que la que hasta el momento se les atribuyó. Del procesamiento de los datos del censo de 1859 surge la siguiente imagen: en dos departamentos, Santa Catalina y Rinconada, hay un claro predominio de los hogares que se dedican a la actividad textil, es decir, de aquellos cuyos miembros declaran al censista trabajar como hilanderos, tejedores y teleros. En el caso de Santa Catalina esos hogares representan un 79% sobre el total y en Rinconada un 44%, tal como se puede observar en los gráficos J y 21s.

12 Mitre. Antonio: El monedero de los Andes. Región económica y moneda boliviana en el siglo XIX. HISBOL. La Paz. 1986.

13 Conli , Viviana: "Articulación económica en los Andes Centromeridionales (siglo XIX)". En: Anuario de estudios Americanos. T. XLVI. Sevilla, 1989.

14 Brackebusch, Luis: Por los caminos del Norte UNJu. Jujuy, 1990, p. 57. 15 Las fuentes de los gráficos I a 6 son los respectivos padrones de población de 1859 del AHJ, citados.

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Artículos, Notas y Documentos-----------------------

9%

Gráfico Nº 1 Santa Catalina

otros 12%

79%

gan-text 8%

otros

Gráfico Nº 2 Rinconada

textiles

44%

min-tex

Es de notar en ambos casos que la actividad textil resulta complementaria en gran parte de los otros hogares, donde la cabeza de la unidad doméstica se dedica a la crianza de ganado o a la minería (hogares ganadero-textil y minero-textil) 16•

Los Departamentos de Cochinoca y Yavi tienen en cambio una preponderancia de hogares cuya actividad principal es la ganadería, complementada con las actividades textiles . Estos hogares representan un 71 % en Cochinoca y un 56% en Ya vi. En este último Depar­tamento es donde mayor diversidad ocupacional se observa, y es el único de Puna donde hay registrados hogares labradores. Es de notar en los gráficos correspondientes, que los textiles son actividad complementaria en casi todos los hogares.

Esta diferencia que se evidencia en las subregiones dentro de la Puna en el censo de 1859 tiene razones ecológicas e históricas, y se halla confirmada por otras fuentes. Yavi es desde la colonia la zona que más se autoabastece de recursos y con una gran vinculación con Cochinoca, pues ambas formaban parte del Marquesado de Tojo17• Ambas constituyen la región puneña más rica en ganadería lanar. En cambio, como dice José Bárcena, Santa Catalina y Rinconada son departamentos

16 Hacia mediados de siglo XIX la explotación minera está a cargo de los indígenas, quienes por cuenta propia extraen y lavan oro de yacimientos existentes en Rinconada y Santa Catalina. El viajero Luis Brackebusch los describe viviendo solos, sin mujeres, niños ni ganado, en " ... Un montón de piedras crudas colocadas en forma de anillo (la llamada pirca), sin techo, forma su hogar y dormitorio, montu­ras y un par de mantas viejas o harapos forman su lecho ... ". Brackebusch, Luis: Por Los caminos del norte UNJu. Jujuy, 1990, p. 101 . Las concesiones mineras de explotación "racional" son posteriores. Por lo tanto, cuando hacemos referencia a "mineros", no debe entenderse por tales a obreros asalariados, sino a cuentapropistas. Cabe st:ñalar que el oro fue uno de los principales productos de exportación de la provincia a los puertos del Pacífico según lo indicado en el Primer Censo Nacional , Imprenta El Porvenir. Buenos Aires, 1872. p. 569.

17 Cfr. Palomeque, Silvia; op. cit., p. 26

204 Revista Andina, Año 14

Gráfico Nº 3 Cochi noca

Otros 8%

Terue/-Gi/: Trabajo familiar y producción de textiles

textiles 3% gan-text

56%

Gráfico Nº 4 Yavi

" ... menos estensos, de campos más altos, más fríos y menos pastosos que los ante­riores, es mas reducida la cría de ovejas; pequeñísimos sembradíos de cebada en determinados lugares es la única producción agrícola que allí se encuentra. Las ocupaciones principales de que viven sus habitantes son los tegidos de lana y la recolección de oro"18•

Sin embargo notamos que según los padrones anteriores, de 1839 en adelante, tanto en Santa Catalina como en Rinconada hay una disminución del número de hogares con actividad ganadera en favor de aquéllos con actividad textil. Por el momento no podemos atribuir dicho fenómeno a un verdadero cambio en la economía de esos hogares, o a la forma en que el empadronador registraba las ocupaciones, dado que la diferencia de criterio al respecto entre uno y otro censo hace difícil y a veces hasta imposible la comparación. De todos modos creemos que ambas razones deben ser tenidas en cuenta en la explicación de estas diferencias.

Cabe señalar además que en este trabajo nos hemos detenido fundamentalmente en los textiles sin discriminar el tipo de lana (llama u oveja) ya que las fuentes no lo permiten. Nos falta sin embargo incluir a uno de los productos de exportación relevantes al menos desde fines del siglo XVIII, que es la lana de vicuña cuyo valor es superior a la de llama y oveja y que merece quizás una atención particular que escapa de los objetivos que nos planteamos en este artículo.

18 Bárcena, José B.: "Industria lanar en Jujuy". En : Boletín Oficial de la Exposición Nacional de Cór­doba en 1871 . V. 7 No. 12. Buenos Aires. 1873, p. 248.

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3. Las regiones según su actividad

3.1 El predominio de los textiles: Santa Catalina y Rinconada

Si damos crédito a las cifras que nos proporciona el padrón de 1859, el 86,3% de las personas que declaran ocupación en Santa Catalina desempeñan actividades textiles, con una clara preponderancia de hilanderos, según se observa en el cuadro 2.

Cuadro Nº 2

Ocupaciones por individuo. Santa Catalina 1859

Hilan Tejen Otras Total Actividades C/Ocupac.

MUJERES 564 6 53 623 % 90,5 % 1% 8,5 % 100%

VARONES 247 165 103 515 % 48 % 32 % 20 % 100%

TOTAL 811 171 156 1138

% 71,3 % 15,2 % 13,5 % 100 %

Fuente: AHJ. Padrón de población del Departamento de Santa Catalina.

En primer lugar, llama la atención la cantidad de hombres hilanderos, ocupación que generalmente se atribuye a las mujeres. Además son muchas más las personas que hilan (de ambos sexos) que las que tejen ya que hay 4,7 hilanderos por tejedor. Teniendo en cuenta los procedimientos rudimentarios que se empleaban en ambas operaciones, torno de hilar movido a pie o bien huso en la cintura y telares manuales, podemos considerar que de 5 hilanderos, l es tejedor, la proporción necesaria de trabajadores para que funcionen armo­niosamente ambas operaciones 19• Por otra parte esa proporción se mantiene al estudiar la división del trabajo dentro de las unidades domésticas dedicadas exclusivamente a los textiles en el mismo departamento.

En aquellas ocupaciones que en el cuadro 2 agrupamos bajo el rubro "otras activi­dades", tenemos, entre las más significativas, un 4% de individuos dedicados a la ganadería

19 Manuel Miño Grijalva calcula que eran necesarios en los obrajes textiles de algodón novohispanos, seis trabajadores en la preparación del algodón, cada un tejedor. Cfr. Miño Grijalva, Manuel: "Capital comercial y trabajo textil: tendencias generales de la protoindustria colonial latinoamericana". En: Hisla. Nº. 9. Lima. 1987, p. 71.

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Terue/-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

y un 1,6% al comercio, ambas con predominio masculino. En cambio hay un 2,4% de mujeres dedicadas a la costura.

En realidad, dado que este tipo de producción es artesanal con empleo de mano de obra familiar, el análisis de la organización del trabajo es mucho más claro si tomamos como unidad de producción a los hogares. Recordemos que en Santa Catalina hay 263 hogares -sobre un total de 333- en los que las tareas textiles son ocupación predominante. En estos hogares textiles, la división del trabajo por sexo y edad es bastante clara: el tejido es tarea de los varones adultos, mientras que del hilado se ocupan varones, mujeres y niños. Sobre esto volveremos más adelante, por ahora sólo vamos a aclarar que entre los indígenas andinos el tejido es una ocupación que desarrollan tanto los hombres como las mujeres. Quizás es más difícil explicar la amplia participación masculina en la tarea del hilado (en Santa Catalina se ocupan de ello el 55,4% de los varones adultos que trabajan en los hogares textiles), sobre todo porque conservamos la imagen de la mujer puneña con el huso de hilar en torno a su cintura. Una referencia de Bárcena viene en nuestra ayuda: el autor diferencia la técnica del hilado en Santa Catalina y Rinconada en relación a los otros dos departamentos de Puna, y dice que en los primeros

" ... se nota alguna mejora en los medios de hilar, encontrándose tornos movidos por agua o por un hombre en que hilan seis u ocho personas a la vez ... "20

y además que muchos hilan y tejen por un salario. A ello agreguemos una evidente especialización en la producción de textiles en el departamento y la explicación de la par­ticipación masculina en el hilado se desprende sola. En la Puna, el hilado es tarea de mujeres y niños cuando estamos ante la presencia de hogares en los que los textiles son comple­mentarios de otra actividad desarrollada por el hombre en la economía doméstica, por ejemplo la ganadería, la minería o la agricultura. Cuando la economía de las unidades domésticas depende fundamentalmente de la producción de textiles, el hombre participa activamente en la tarea del hilado y preparación de las lanas.

Nos queda como interrogante la afirmación de Bárcena con respecto a la existencia de tejedores e hilanderos "asalariados". No volvimos a encontrar tal afirmación en ningún otro testimonio, pues no existen obrajes u otro tipo de industria textil en Puna que no sea la doméstica artesanal. Por lo tanto nos inclinamos a creer que los pulperos y comerciantes asentados en las cabeceras de los distritos compraban tejidos a los indígenas, al igual que hacían con el oro que éstos extraían, para luego revenderlos. Otra posibilidad, que no excluye la anterior, es que los comerciantes encargaran también a los tejedores alguna piezas. Esta función del capital comercial en la protoindustria textil latinoamericana es resaltada por Miño Grijalva para el período colonial. En nuestro caso no encontramos más evidencias de la participación del capital comercial que la mencionada.

En Rinconada, los hogares que basan su economía principalmente en los textiles son menos que en Santa Catalina: 165 hogares sobre un total de 370 (el 44,6% ). Sin embargo es muy alto el porcentaje de hilanderos (57,5%) -tomando las datos por individuo sobre pobla-

20 Bárcena, José B. , op. cit. , p. 241.

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ción que declara profesión- y es bastante bajo el de tejedores (7,7%). De esto resulta una rela­ción de 7, 1 hilanderos por tejedor. La razón de esta proporc ión tan alta es que hay un 22,7% de hogares conceptualizados como de actividad minero-textil , en los que la cabeza de la unidad doméstica está dedicada a la minería y el resto de los integrantes en general, al hilado. En cambio si tomamos sólo a los hogares textiles, la relación hilandero-tejedor baja a 5,4.

Las tres cuartas partes de las mujeres que trabajan en Rinconada lo hacen como hilanderas, mientras que entre los hombres se encuentra mayor variedad en las ocupaciones: el 33,5% hila, el 27,6% es minero, el 13,5% teje y un 7,6% se dedica a la ganadería, entre las cifras más representativas.

En síntesis, las características de estos dos departamentos son las siguientes: menos población que la otra subregión de Puna, menor cantidad de ganado que en Ya vi y Cochinoca21,

actividad agrícola casi inexistente y una clara especialización en textiles y minería. Surge ine­vitablemente la pregunta sobre el destino de estos textiles. Si tantas unidades domésticas viven exclusivamente de los tejidos es porque el destino de éstos supera el autoconsumo. Una esta­dística doce años posterior al censo trabajado señala que el 83% de los tejidos producidos en Yavi y Cochinoca se vendían a Bolivia, ésta no da cifras desagregadas entre lo producido y lo vendido en el caso de Rinconada y Santa Catalina, pero indica que es proporcionalmente ma­yor la cantidad de textiles que se exportan al país vecino desde estos departamentos 22 .

Sin embargo parece que pocos de estos textiles pasaban por los canales legales de comercialización y que su destino era el intercambio en otras regiones , por productos ne­cesarios para la subsistencia del grupo doméstico. Lípez, Talina y Tarija en Bolivia, los valles de Salta y Jujuy y el Chaco eran probablemente las regiones receptoras de estos tejidos23 . Al respecto es ilustrativo un documento que transcribe Paz en el que los indígenas habitantes de la hacienda de Yoscaba se quejan por el aumento en el monto de los arriendos y describen sus escasos recursos económicos:

21 Según un censo de ovejas practicado en el año 1857 (Cfr. Bárcena, José B., op. cit., p. 250). Rinconada y Santa Catalina tienen la mitad de ovejas que Cochinoca y Yavi, aunque con respecto a la cantidad de llamas no se encuentra una diferencia tan notoria. El censo de ganado de 1857 nos brinda las siguientes cifras:

22 lbíd.

Yavi Cochi noca Rinconada Santa Catalina

ovejas 144.738 140.290 68.318 67.198

llamas 6.456

10.934 3.881

11.716

23 No encontramos referencias en cuanto a registros de salida de textiles locales en aduanas del Jujuy ni de entradas en Bolivia en la bibliografía especializada en la cuestión. Cfr. Conti, op. cit. (1989), Langer, Erick: "Espacios coloniales y economías nacionales: Bolivia y el Norte Argentino (1810-1930)". En: Siglo XIX. Año 11. N°. 4. Julio-Diciembre de 1987. México, 1987 y Conti , V. y Langer, E.: "Circuitos comerciales tradicionales y cambio económico en los Andes Centromeridionales ( 1830-1930)" . En: Desarrollo Económico Vol. 31. Nº. 121. Buenos Aires, 1991.Cfr. Madraza, Guillermo. Op. cit. (1991). En comunicación personal , Viviana Conti señala que la región noroeste de la puna está muy vinculada a Lípez (productora de plata) por circuitos eminentemente indígenas al igual que lo está Cochinoca con Valle Grande, lugar este último donde se llevan a invernar mayoritariamente los ganados. A su vez Langer E. nos indicó a la región de Tarija y al Chaco como centros consu­midores de productos textiles (comunicación personal).

208 Revista Andina, Año 14

Terue/-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

" .. .la lana que trasquilamos y tejidos que se fabrican es para llevarlos a Tarija a darlos a cambio de mais para la manutención de nuestra familia'' 24 .

Además de cubrir las necesidades de vestido y las alimenticias a través del intercam­bio con otras zonas ecológicas, seguramente los textiles colocados en las ferias regionales fueran un recurso para obtener metálico. Hay evidencias de que se empleaban como com­ponente de los pagos de los derechos de pastaje y arriendo de las tierras ocupadas por estos productores. Como caso concreto tenemos nuevamente el de la hacienda Yoscaba, de pro­piedad de la familia Campero en Santa Catalina, y el de la hacienda Puna, en Rinconada. Un estudio sobre la composición de los pagos del arriendo entre 1813 y 1819 en dichas haciendas revela que si bien predominaba la plata piña y la moneda, los textiles ocupaban el Jugar más importante entre los bienes entregados para completar las sumas requeridas25 .

3.2. La complementariedad entre zonas y tareas: Cochinoca y Yavi

De la observación de los gráficos 3 y 4 se desprende rápidamente la impresión de estar ante dos departamentos eminentemente ganaderos, ocupación a la que se dedica un 89% de los hogares en Cochinoca y un 62% en Yavi. De ellos combinan la ganadería con tareas textiles un 71 % y 56% respectivamente, mientras que los hogares que trabajan ex­clusivamente en la producción de tejidos son muy pocos. Es decir que estamos ante el caso clásico de complementariedad de la ganadería con los textiles.

Haciendo el análisis por individuo vemos que en Cochinoca es apenas mayor el porcentaje de gente dedicada a las tareas textiles que a la ganadería que asciende a un 47,2% (787 personas) y a un 44, 1 o/o (735 personas) respectivamente. Ello coincide con una división sexual del trabajo muy clara: las mujeres se dedican al hilado de la lana mientras los hombres cuidan del ganado. Los tejedores son poquísimos, para ambos sexos es la cifra más baja en toda la Puna, tanto en números absolutos (72 tejedores) como relativos ya que son el 4,3% de los individuos que declaran profesión. Por lo tanto la relación hilandero-tejedor es también la más alta de Puna: 9,9 personas dedicadas a la preparación de la lana por cada I que teje.

En Yavi encontramos otra realidad. En primer lugar hay un 48,8% de individuos que trabajan en tareas asociadas a los textiles (821 personas), mientras que el 28,7% (483 per­sonas) se dedican a la ganadería y un 4,5% (76 individuos) a la labranza de la tierra, entre otras ocupaciones de menor peso cuantitativo. La cantidad de tejedores -hombres y mujeres­es la mayor de toda la puna ya que asciende a un total de 206 personas. El porcentaje sobre la población que trabaja es de un 12,3%, sólo algo menor al de Santa Catalina. Ello produce el fenómeno inverso al de Cochinoca ya que aquí la relación hilandero-tejedor es notoria­mente baja: tres personas por cada una respectivamente. Esta relación tan baja se mantiene,

24 Paz, Gustavo: Campesinos propietarios en la puna de Jujuy: Yoscaba a fines del siglo XIX. Jujuy, mimeo 1990, p. 2.

25 Conti y Santamaría: "Mecanismos de intercambio en un período de transición: el caso de los arren­datarios de dos estancias de la Puna jujeña (1813-1819)". En: Historia y Cultura, 21-22. Editorial Don Bosco. La Paz. abril-octubre 1992.

Nº 1, julio 1996 209

Artículos, Notas y Documentos-----------------------

y aún se acentúa al hacer el análisis de la división del trabajo en las unidades domésticas dedicadas exclusivamente a los textiles . Ello nos lleva a suponer que además de una complementariedad del trabajo dentro de las unidades domésticas, hay otra entre distintas zonas y es muy probable que en Yavi se tejiera lana hilada en Cochinoca.

Yavi es el departamento de Puna donde se encuentran la mayor variedad de ocupa­ciones. Fuera de las ya nombradas, las que ejercen mayor cantidad de personas son la de sirviente y costurera en las mujeres y la de jornalero, sirviente y comerciante en los varones de acuerdo al censo.

Si bien en la porción Este de la Puna no encontramos gran peso numérico de las unidades domésticas que se dedican exclusivamente a los textiles, tal como ocurre en Santa Catalina, otros factores se conjugan para que la producción de textiles sea allí tan importante como en la subregión Oeste. Estos son fundamentalmente que hay una población mucho mayor y el doble de ganado ovino en Yavi y Cochinoca que en Santa Catalina y Rinconada26

.

La disponibilidad de materia prima en abundancia y de mano de obra femenina e infantil explican que ambas zonas de Puna, Este y Oeste, produzcan cantidades similares de tejidos, pues aunque proporcionalmente en Yavi y Cochinoca es menor la cantidad de personas dedicadas a los textiles, en números absolutos son casi tantos como en Santa Catalina y Rinconada27 • Ello se percibe con claridad en el cuadro 3.

Cuadro Nº 3

Personas ocupadas en actividades textiles en Puna. 1859

Departamento Tejen Hilan Total Textiles Total V m V m % Trabajan

Santa Catalina 165 6 247 564 982 86,3% 1138 Rinconada 71 22 176 486 755 65,6% 1152 Cochi noca 65 7 50 665 787 47,2% 1668 Yavi 94 112 65 549 820 48,8% 1681

Fuente: AHJ. Padrones de población de los Departamentos de Puna. Año 1859.

26 Cfr. Bárcena, op. cit., p. 250. 27 No disponemos de cifras relativas a la cantidad de tejidos producidos para la misma época del censo.

Para el año 1871, Bárcena brinda las siguientes (Cfr. Bárcena A, José B., op. cit., cuadro 2): Y avi 40.000 varas Cochinoca 80.000 varas Santa Catalina 78.000 varas Rinconada 40.000 varas

Más de diez años de diferencia debilitan cualquier comparación que quiera hacerse entre población dedicada a los textiles y producción. Aquí sólo proporcionamos estos datos como indicativos, a falta de otros más pertinentes.

210 Revista Andina, Año 14

Terue/-Gi/: Trabajo familiar y producción de textiles

Estos datos por individuo evidencian la diferente participación masculina en trabajos textiles: 14,6% en Cochinoca, 19,4% en Yavi, 32,7% en Rinconada y 41 ,9% en Santa Catalina. Ello confirma lo que habíamos adelantado más arriba: en los departamentos donde predominan las unidades domésticas que se ocupan exclusivamente de los textiles la parti­cipación de los varones en este tipo de producción es muy grande. En cambio, en aquéllos donde predominan las unidades domésticas mixtas, con combinación de ganadería y textiles, los trabajos asociados al hilado quedan fundamentalmente en manos femeninas. En lo re­lativo al tejido se presentan dos situaciones diferentes: en Cochinoca, en Santa Catalina y Rinconada predominan los hombres y en Yavi hay más tejedoras mujeres que varones.

3.3. Valle Grande: textiles y labranza

Si bien en general en toda la provincia de Jujuy la producción de textiles fue impor­tante en el siglo pasado, hubo regiones donde ésta tuvo más peso. Además de los departamentos de la Puna, es en Valle Grande donde se detectó la mayor importancia de los textiles a través de los censos. Creemos que la inclusión del caso enriquece el análisis al poder establecer similitudes y diferencias.

En Valle Grande hay un sustrato similar al de Puna pues es una sociedad campesina predominantemente rural , donde la propiedad de la tierra es patrimonio de unos pocos y su población es mayoritariamente indígena, originaria o emparentada muy probablemente con la de la Quebrada de Humahuaca2R. Entre esas similitudes contamos la existencia de la producción de textiles como actividad fundamentalmente femenina y complementaria de otra en la unidad doméstica. En este sentido el caso se acerca al de Yavi y Cochinoca.

La diferencia fundamental es de orden ecológico. Se trata de una zona muy fértil con un gran desarrollo de la agricultura, principal labor de la que se ocupan los habitantes del departamento. Pero además la población es estructuralmente distinta ya que hay un predominio de hombres que no existe en Puna llegando a ser 108 varones cada 100 mujeres. Además hay proporcionalmente más población "urbana" que en Puna según el censo de 1869 (ver cuadro I ). Otra característica es que se trata de un departamento de difícil acceso y que se mantiene bastante aislado, lo que se manifiesta en un predominio casi absoluto de población nativa que asciende al 99,2% en 185929 .

28 En el año 1839 el padrón de la Viceparroquia de la Candelaria (distrito que administrativamente osciló entre Valle Grande y otros departamentos), registraba 343 habitantes , de ellos 326 figuraban como " indios" y 91 de ellos provenían de la Quebrada de Humahuaca. AHJ . Padrón de población de la hacienda de Ledesma, Viceparroquia de la Candelaria, Hacienda de San Lorenzo y de la Reducción al Lavayén. Año 1839.

29 El padrón de 1859 registra el origen de los habitantes por país o provincia y no distingue regiones dentro de ellas. Así se consignan 1.726 personas nacidas en Jujuy, sobre un total de 1.740. Sin embargo no sabemos si esos individuos habían nacido en Valle Grande, o eran foráneos aunque nativos de la provincia. Recurrimos al padrón de 1855 pues en él se registraron regiones y pueblos de origen, así vemos que de 1.481 habitantes (incluidos los de la Candelaria que en ese año se agrupó en el Departamento de Río Negro), 1.418 eran originarios del lugar (el 95.7%) y 40 provenían de la Quebrada de Humahuaca (2.7%), 11 de Bolivia y el resto de otros lugares. Ello nos confirma la impresión de estar ante una población prácticamente cenada.

Nº 1, julio 1996 211

Artículos, Notas y Documentos-----------------------

35%

Gráfico Nº 5 Valle Grande

lab-tex-cos 23%

otros

14%

En cuanto a los hogares, la cantidad de personas promedio que los constituyen es de 5,8, y si tomamos la mediana es de 7, ambas cifras más altas que en los departamentos de Puna. Las ocupaciones que predominan en estos hogares son tres , en el siguiente orden: labradores complementados con textiles, labradores con textiles y costura y textiles exclu­sivamente. Los tres tipos representan el 72% de las unidades domésticas .

Se observa en el gráfico que la porción "otros" es bastante amplia. Se trata de hogares que combinan varias ocupaciones, ya sea labradores con jornaleros o artesanos, o jornaleros y artesanos con hilanderas o tejedores, etc. Una característica notoria de este departamento es el alto porcentaje de peones y jornaleros que son el 24,4% de los varones que declaran profesión. El equivalente en términos femeninos es la costura, ocupación a la que se dedica el 30% de las mujeres que trabajan. La importante presencia de jornaleros y costureras esboza un perfil de la zona distinto al de Puna, y si a ello le sumamos un 8, 1 o/o de artesanos entre la población masculina se refuerza la impresión de una sociedad con características campesinas menos nítidas que las del altiplano. Es muy probable que esto tenga relación con la vecindad del Departamento de Río Negro, en esa época dividido en los de Ledesma, San Pedro y luego Santa Bárbara, motor del desarrollo azucarero en la provincia y generador de un mercado de trabajo asalariado30.

Sin embargo la complementariedad de una ocupación agropecuaria y las tareas tex­tiles vuelven a acercarnos a las características que ya analizamos en Puna. En Valle Grande hay 277 personas que se declaran "labradores" y que son fundamentalmente varones (el 52% sobre población masculina con ocupación) y hay 373 personas que viven de las labores textiles, distribuidas de la siguiente forma:

30 Cfr. Lagos, Marcelo A.: "Conformación del mercado laboral en la etapa de despegue de los ingenios azucareros jujeños. 1880- 1920". En: Campi , Daniel (comp.): Estudios sobre la historia de la indus­tria azucarera JI. UNJu-UNT. Tucumán, 1992 y Teruel , Ana A.: "El trabajo rural en una provincia del NOA en la primera centuria del período independiente". En: El Noroeste argentino como regián histórica. Integración y desintegración regional. Nº 3. Sevilla, 1992.

212 Revista Andina, Año 14

Terue/-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

Cuadro Nº 4

Labores textiles en Valle Grande. 1859

Tejen % Hilan % Total % Total textiles trabaja

varones 30 5,7% 5 0,9% 35 6,6% 528 mUJeres 46 8,8% 292 56,5% 338 65,3% 517

Total 76 7,3% 297 28,4% 373 35,7% 1045

Fuente: AHJ. Padrón de población del Departamento de Valle Grande. Año 1859.

El trabajo en textiles en Valle Grande es netamente femenino, los hombres participan muy poco de él y lo hacen en las tareas de tejido. También las mujeres tejen en proporción mayor que los hombres. Las labores textiles son para ellas la principal ocupación.

En términos generales, tanto en cifras absolutas como relativas, la gente que trabaja en textiles es significativamente menor que en Puna (ver cuadro 3). Es también algo baja la pro­porción de hilanderos por tejedor, de 3,9, y en los hogares exclusivamente textiles aún más baja: 2,5. Este fenómeno es simi lar al de Yavi y aquí, seguramente, también se tejiera lana hilada en otra región , quizás de la Quebrada de Humahuaca o de la misma Puna. En realidad , de acuerdo a la complementariedad de tareas entre los distintos tipos de hogares en el departamento (ver infra análisis de hogares labrador-textil), quizás se requería lana en bruto más que lana hilada. Refuerza esta idea el hecho de la pequeña cifra de ganaderos, criadores y pastores que encon­tramos en este departamento que son 26 personas (el 2,5% sobre el total que trabaja), lo que indicaría que la materia prima para los textiles era escasa en la zona.

4. Tipología de los hogares y organización del trabajo

Se trabajó con un total de 2.070 hogares, distribuidos de la siguiente forma: 582 en Cochinoca, 486 en Yavi, 370 en Rinconada, 333 en Santa Catalina y 299 en Valle Grande.

En ellos detectamos que los de mayor peso cuantitativo en los distintos Departamentos eran los siguientes tipos de hogares:

1- Hogares con predominio de trabajo textil 2- Hogares con predominio de tareas asociadas a la ganadería 3- Hogares cuyos miembros desarrollan, según sexo y edad, tareas complementarias

entre sí: 3.1 Ganadería-textiles 3.2 Labranza-textiles 3.3 Minería-textiles

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En realidad si reducimos el significado de tareas complementarias al proceso produc­tivo, en los hogares enumerados en el punto 3 sólo deberíamos conservar a los ganaderos­textiles, pues la cría de ovinos proporciona la materia prima necesaria para los tejidos. De todos modos incluimos a los de labradores y productores de textiles y mineros-textiles pues consideramos que en la economía de los hogares, aunque no en el proceso productivo, son tareas complementarias.

El peso cuantitativo de los cinco tipos de hogares es el siguiente31:

Ganadero Textiles Labradores Ganaderos Mineros Otros TOTAL textil textiles textiles

744 538 135 148 87 418 2.070 36% 26% 7% 7% 4% 20% 100%

Los hogares productores de textiles

Se encuentran en los cinco departamentos analizados, pero predominan en Santa Catalina. El promedio de personas por hogar en este grupo es de 4,9 y en general se trata de hogares con familia nuclear, aunque hay también algunos hogares de familia extendida y múltiple32 •

Hay un claro predominio de mujeres. La relación de masculinidad en estos hogares es de 75,3 varones cada 100 mujeres entre los mayores de 14 años.

Cuadro Nº 5

Composición por sexo y edad de los hogares textiles

Integrantes Hogar Cantidad Porcentaje

0-14 años 1.020 39,8% mujeres de 15+ 879 34,3% varones de 15+ 662 25,9%

Total 2.561 100%

Nota: Están contemplados todos los integrantes de los hogares textiles de Valle Grande, Santa Catalina, Rinconada y Yavi. No se incluyeron 19 hogares de Cochinoca.

31 Fuente: elaboración propia a partir de los padrones respectivos de 1859 del AHJ citados. al igual que los cuadros 5 a 7.

32 La clasificación de los hogares ha sido tomada de Laslett P., Wall, R. (eds.) : Household and Fwnily in Pasr Time. Cambridge, 1972.

214 Revista Andina, Año 14

Teruel-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

La división técnica del trabajo es la siguiente: un 79% hila, un 18% teje y un 3% desempeña otras tareas. La relación hilandero-tejedor es de 4,3.

Con relación a la división del trabajo por sexo y edad, en términos generales encon­tramos que el hilado es esencialmente femenino y el tejido masculino, aunque en ambas operaciones participan los dos sexos. Los menores de 15 años se ocupan fundamentalmente del hilado, pero los más grandes de entre ellos tejen . Esto se ve en detalle en el cuadro 6:

Cuadro Nº 6

División del trabajo por sexo y edad en hogares textiles

Hilan Tejen Total textiles

0-14 años 150 (11,5%) 5 (1,7%) 155 muJeres 15+ 804 (61 ,9%) 35 (11,5%) 839 varones 15+ 347 (26,6%) 264 (86,8%) 611

Total 1.301 (100%) 304 (100%) 1.605

Nota: En el total , las 1.605 personas son las que se ocupan de trabajos textiles en estos hogares, a ello deben sumarse 48 individuos que se desempeñan en otros trabajos y 908 sin profesión (fundamen­talmente niños) . Todo suma 2.561 personas.

Cabe aclarar que entre estos hay hogares sólo de hilanderos y en ellos es común que la cabeza del hogar sea una mujer. También ocurre en los hogares tejedores, pero en menor medida.

Hogares ganadero-textiles:

También están esparcidos en los cinco departamentos analizados, pero se hallan concentrados en Cochi noca y Yavi. El promedio de personas por hogar (5, 1) y la relación de masculinidad para mayores de 14 años (79 varones cada 100 mujeres) son algo más altos que en los anteriores. Los niños no tienen más peso que en los hogares textiles ya que representan un 39,9% de los integrantes.

El gráfico 6 demuestra la organización del trabajo en este tipo de hogares y el cuadro 7 cómo se reparten las tareas por sexo y edad.

En términos generales, más del 80% de las tareas relativas al hilado está a cargo de las mujeres adultas, el pastoreo a cargo de los niños y la ganadería es trabajo de los varones adultos . El tejido es oficio predominantemente masculino, pero con participación de la mujer. Es decir que los hombres cuidan del ganado y tejen, las mujeres hilan, tejen y cuidan del ganado y los niños son pastores y trabajan también en tareas textiles, los más pequeños hilan y los mayores tejen.

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Gráfico Nº 6 Hogares ganadero-textiles de Puna

Cuadro Nº 7

División del trabajo por sexo y edad en hogares ganadero-textiles

Hilan Tejen Pastor. Ganad. Otros Total

0-14 años 137 10 100 6 2 255 % vertical 11,l % 4,9 % 83,4 % 0,8 % 5,7 %

varones 15+ 82 126 13 725 25 971 % vertical 6,6 % 62,4 % 10,8 % 85,4 % 71,4 %

mujeres 15+ 1020 66 7 119 8 1.220 % vertical 82,3 % 32,7 % 5,8 % 14 % 22,9 %

Total 1.239 202 120 850 35 2.446 % vertical 100 % 100 % 100 % 100 % 100 %

Nota: Se sumaron todos los integrantes de los hogares de este tipo, salvo los pertenec ientes a cinco hogares de Valle Grande. En total son 3.766 personas, en el cuadro figuran 2.446 y la diferencia está dada por los que no trabajan o no declaran profesión.

No debemos entender esta división del trabajo como algo rígido ya que habitualmente estas tareas se llevan a cabo en forma simultánea, por ejemplo, el primitivo huso colgado en la cintura permite hilar mientras se pastorea el ganado. Por otra parte, y esto es válido para todos los tipos de hogares que analizamos, los pobladores declaran una ocupación que es la predominante, pero en realidad sus estrategias económicas cubren un espectro mucho más amplio (extracción de sal, arriería, intercambio comercial, etc.)

216 Revista Andina, Año 14

Teruel-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

Hogares minero-textiles:

Solamente se encuentran en Rinconada (84 hogares) y en Santa Catalina (3 hogares). Lo componen , en promedio, 4,5 personas por hogar, y el porcentaje de niños es el más bajo de todos los demás tipos de unidades domésticas llegando a ser el 36,5% del total de los miembros ele dichos hogares. En cambio, la relación de masculinidad entre los mayores de 14 años es la más alta de la Puna ya que hay 102,5 varones cada 100 mujeres.

La división del trabajo aquí es muy sencilla: el 93 ,5% de los varones adultos es minero. el 97,5% de las mujeres adultas son hilanderas y el 83% de los niños que trabajan hilan.

El funcionamiento de estos hogares debe comprenderse en un espacio más amplio que el de la unidad doméstica. En Rinconada hay una evidente complementariedad entre di stintas zonas del mismo departamento que se evidencia en los censos donde aparecen discriminadas las localidades. Incluso se puede observar en el censo de 1859 si suponemos que se copió los padrones originales uno detrás del otro. Hay una relativa concentración de hogares en diferentes partes del padrón cuyos jefes se declaran criadores, en otras sucede lo mismo con los mineros y en otras con los tejedores .

Hogares ganaderos:

Son 148 hogares, dist1ibuidos principalmente en Cochinoca y algunos en Yavi . En estos hogares hay 3,2 personas por hogar en promedio y un bajo porcentaje de niños (el 37, 1%). La relación de masculinidad es de 73 varones por cada 100 mujeres entre las personas mayores de 14 años. Participan en las tareas ganaderas e l 84% de las mujeres, el 9 1 % de los varones y todos los niños que declaran ocupación.

Hogares labrador-textiles:

Estos hogares se encuentran fundamentalmente en Valle Grande y unos pocos en Yavi . Es el tipo de hogar que tiene en promedio mayor cantidad de integrantes, que asciende a 5,5 personas. Luego de los hogares minero-textiles, la relación de masculinidad es de las más altas ya que hay 98 varones por cada 100 mujeres entre las personas mayores de 14 años, y el por­centaje de niños es notoriamente más elevado que en los otros casos ll egando al 47,7%

Tomamos 107 hogares de Valle Grande para anali zar en su seno la división del trabajo.

Las tareas femeninas son e l hilado y el tejido, los hombres cultivan la tierra y varios venden su fuerza de trabajo, pues encontramos peones y jornaleros tanto entre los varones mayores de 14 años como entre los niños (fundamentalmente los mayores en el grupo de edades de 0-14 años), que fueron incluidos en e l rubro "otros" . Entre los niños que declaran ocupación , la mayoría se dedica al hilado y en menor medida a la labranza de la tierra y a trabajar como peones.

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Cuadro Nº 8

División del trabajo por edad y sexo en hogares labrador-textiles

Hilanderos Tejedores Labradores Otros Total

0-14 24 2 10 10 46 % 15,5 % 11,8 % 7,1 % 35,7 %

Varones 15+ 1 2 130 15 148 % 0,6 % 11,8 % 92,9 % 53,6 %

Mujeres 15+ 130 13 o 3 146 % 83,9 % 76,4 % 0% 10,7 %

Total 155 17 140 28 340

Fuente: AHJ. Padrón de población del Departamento de Valle Grande. 1859.

En estos hogares encontramos la tendencia contraria a lo que es general para Valle Grande, ya que la proporción hilandero-tejedor alcanza los 9, 1 mientras que para todo el departamento son 3,9. Es decir que en estos hogares la complementariedad es entre el cultivo de la tierra y el hilado y esas lanas preparadas son tejidas en los hogares que catalogamos como exclusivamente textiles.

Hay además en Valle Grande un importante número de hogares en los que la combina­ción fundamental es de labradores y costureras, con algunas mujeres y niños que hilan y tejen . Se trata de 68 hogares, pero con un promedio de 6,3 personas por hogar y una relación de mas­culinidad de I 33 varones por cada 100 mujeres mayores de 14 años, ambos guarismos bastantes más altos que los que encontramos en los hogares del tipo anterior. Aquí también la proporción de hilanderos por tejedor es baja, pero es muy alto el porcentaje de jornaleros que asciende a 22,3% entre los varones mayores y 20% entre los niños. En estos hogares aparecen asociados una mayor presencia masculina, con un mayor porcentaje de venta de mano de obra y el pre­dominio de costureras entre las mujeres que trabajan. Es este tipo de hogar el que da una ca­racterística distintiva al Departamento de Valle Grande con respecto a Puna.

S. Consideraciones finales en base a algunas evidencias demográficas

En general, lo que se observa sobre la proporción de sexos en el análisis de los hogares es característico de la Puna. En el año 1859, la relación de masculinidad en los cuatro depar­tamentos tomados sobre población total, era la siguiente: en Santa Catalina 89,2 varones por cada 100 mujeres, en Rinconada de 86,6, en Cochinoca de 85,0 y en Yavi de 88,6. Pocos hombres y ausencia de personas, especialmente varones, entre los 15 y los 24 años, son las

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Teruel-Gil: Trabajo familiar y producción de textiles

características fundamentales de los cuatro departamentos del altiplano. La estructura de la población, por edad y sexo queda graficada en las dos pirámides siguientes. La pirámide 1 confeccionada con grupos etáreos quinquenales y la 2 utilizando los mismos datos pero confonnada con grupos de edades con intervalos de diez años. En la pirámide I se percibe con claridad las edades críticas en ausencias, lo que en cierta forma queda oculto en la pirá­mide 2 donde las muescas se suavizan, pues los grupos etáreos 15- 19 y 20-24 quedan unidos, respectivamente, con dos grupos numéricamente mayores, el 10-14 y el 25-30.

V

-1000 -500

Pirámide 1 Puna 1859

M

o 500

8()-84

60-64

4<>-44

20-24

0-4 1000

V

Pirámide 2 Puna 1859

-1500 -1000 -500 o 500 1000

80-89

60-69

40-49

20-29

0-9

1500

El Primer Censo Nacional (1869) fue realizado en sólo tres días y evidencia el haber sido hecho con más recaudos que los anteriores a fin de censar en lo posible a todos los habitantes. Es por ello que nos pareció importante comparar los datos que se obtuvieron en aquél con los nuestros. Los datos del Censo de 1869 se editaron agrupados de diez en diez años a excepción del primer grupo etáreo que corresponde a los que tienen entre O y 10 años, grupos que respetamos para la confección de la pirámide 3. De esta comparación surgen con cierta claridad las ausencias mencionadas33. La relación de masculinidad, si bien presenta algunas variantes, tiene la misma tendencia34 .

Estas pirámides ¿evidencian una realidad o hay un defecto de registros? En relación al censo provincial de 1859 nos consta que hubo un subregistro de población, un poco más acentuado en varones en edad activa, cuya existencia probablemente se quisiera ocultar al empadronador. Podemos creer que tuvieran motivos para hacerlo si tenemos en cuenta que

33 Hay que tener en cuenta que puede haber deficiencias en la declaración de edad (sobre todo en lo que respecta a la preferencia de las edades terminadas en O) con lo que se relativizan los resultados. Sin embargo consideramos que al haber trabajado con edades agrupadas y con numerosas personas. los gráficos pueden ser una aproximación útil.

34 La cantidad de hombres por cada 100 mujeres en el año 1869 (Primer Censo Nacional) es la siguiente: Santa Catalina 83.8, Rinconada 82,9. Cochinoca 84,0 y Yavi 91.5.

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hasta el año 1851 los puneños seguían pagando el tributo indígena bajo el nombre de "contribución indigenal", y que en 1853 éste se restableció, aunque por poco tiempo. Es ya sabido que el censo era la forma de contar tributarios .

V

Pirámide 3 Puna 1859

-1500 -1000 -600 o 500

81-90 61-70 41-50 21-30 0-10

1000 1500 -3000

V

Pirámide 4 Puna 1869

M

-1500 o 1500

81-90 61-70 41-50 21-30 0-10

3000

De todos modos ello no explica en forma suficiente las "entradas" y "salientes" que se ven en la pirámide 1, que también afectan a la población femenina. Descartamos la influencia de la inmigración en estos desequilibrios ; en Puna los forasteros son muy pocos, en su gran mayoría bolivianos, pero los porcentajes de población originaria de la provincia nos hablan de una población casi cen-ada35.

Parece más probable la hipótesis que explica la "muesca" de la pirámide I por la in­fluencia de la emigración. ¿A dónde? Por aquella época, la región de la provincia que operaba como mayor atractivo en los desplazamientos de población eran los Valles Subtropicales de Oriente (Departamentos de San Pedro, Ledesma y luego Santa Bárbara), lugar de asentamiento de haciendas ganaderas y productoras de azúcar que fueron el origen de los posteriores ingenios azucareros. Pero el análisis de los padrones de población de aquella región en esos años revela que son escasísimos los inmigrantes puneños y que el flujo de trabajadores de las tierras "altas' ' a las "bajas" para la cosecha de la caña de azúcar es posterior, propio del siglo XX36

.

35 Los porcentajes de población originaria de Jujuy en 1859 son los siguientes: Santa Catalina 96,5%, Yavi 93,4%, Rinconada 91.2% y Cochinoca 96,9%

36 Cfr. Lagos, M. y Teruel , A.: "Trabajo y demografía. Análisis de la problemática a partir de un caso es­pecífico: la composición laboral de los ingenios de Jujuy. ( 1870-1915)". En: Data Nº 2. La Paz. 1992. La falta de población masculina en Puna, evidenciada a través del Primer Censo Nacional ( 1869). es desta­cada por Rutledge, lan: Cambio agra rio e integración. El desarrollo del capitalismo en Jujuy. J 550-1960. ECIRA-CICSO. Tucumán, 1987 y por Isla. Alejandro (compilador): Sociedad y articulación en las tie­rras altasjujeñas. Crisis terminal de un modelo de desarrollo. ECIRA. Asal. MLAL. Buenos Aires. 1992. Ambos la atribuyen a una incorporación temprana del campesinado al mercado de trabajo. Compartimos con dichos autores la incertidumbre en relación a la actividad productiva y lugar al que se diri gían los puneños. en caso de que la emigración se originara en la necesidad de venta de fuerza de trabajo.

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Terue/-Gi/: Trabajo familiar y producción de textiles

No creemos en la validez de una explicación monocausal, al contrario intentamos de­terminar los múltiples factores que pueden haber contribuido a una estructura de la población como la tratada. Pero en términos generales nos inclinamos a desechar la hipótesis de que la falta de varones adultos nos esté indicando la incorporación de los habitantes de la zona al mercado de trabajo originado en otras regiones. Al contrario, pensamos que la participación de los indígenas en el mercado de bienes y en general en los circuitos mercantiles, y la conserva­ción de sus estrategias económicas tradicionales les posibilitó durante mucho tiempo mante­nerse al margen del mercado de fuerza de trabajo. Por ello adoptamos el término "ausencia" más que emigración. Las razones de estas ausencias pueden ser varias: en primer lugar la acti­vidad pastoril que obligaba a los criadores a conducir sus ganados a lugares de mejores pasturas, donde establecían puestos, o bien, como es en el caso de Yavi, que se llevaba el ganado a los valles de oriente. Esa gran disminución en el número de niños de más de diez años que se ob­serva en todas las pirámides, probablemente esté asociada a tareas de pastoreo en zonas a las que el censista no llegaba37 • Otro motivo que podía provocar ausencias son los viajes de inter­cambio que se organizaban en los meses de sequía a "los valles", en Bolivia, Salta y en la mis­ma provincia de Jujuy. Asociado con ello están las actividades de arriería y fletes en las que participaban activamente los niños. Palomeque cita un documento del año 1791 en el que se mencionan las dificultades de los habitantes de Casabindo encomendados al Marqués, para estar en sus pueblos desde "quosimodo hasta el corpus" (aproximadamente desde abril a octubre) pues en esa época debían viajar "para conducir sus requas de fletes"38 • En el siglo XIX los fletes constituyeron uno de los servicios con que los indígenas arrendatarios de los Campero saldaban sus arriendos, además de que podían hacerlo para obtener metálico39

. Si esto es así, entonces queda también bastante claro el predominio de las actividades textiles en Santa Cata­lina y Rinconada y la poca presencia de "criadores" que encontramos entre las ocupaciones de­claradas en el censo, cuando en realidad, por otros testimonios sabemos del peso de la ganadería en la zona y además que la actividad textil justamente aprovecha la disponibilidad de materia prima. Seguramente entre los ausentes se encuentren varios criadores.

Las características de la extracción de los metales puede ser también una causa de las ausencias debido a que los hombres se ausentaban por largos períodos a lugares donde difícil­mente llegaría un censista.

Las consideraciones anteriores nos llevan a reubicar el papel que jugaban los textiles dentro de la economía de estas unidades domésticas. El hilado y el tejido no son en ningún caso las únicas actividades económicas de los integrantes de un hogar, ni siquiera en los casos que encontramos registrados como tales en el censo. Los textiles juegan un papel similar al de la sal o el oro ya que son bienes producidos o extraídos para el intercambio con otras zonas ecológicas

Y a observamos que los padrones de la misma época para los Departamentos de Valles Centrales y Valles Subtropicales no evidencian ninguna inmigración puneña de importancia.

37 Los censos de 1859 no tienen más que la fecha de finalización a excepción del de Valle Grande que comienza el 25 de octubre de 1859 y termina el 6 de septiembre del mismo año. Suponemos que la tarea de confeccionar los padrones originales demandó más meses en la puna, que coinciden con la época de sequía. Las fechas en las que Juan Sánchez de Bustamante los termina de transcribir son: Ya vi el 17-8-1859, Santa Catalina el 2-9- 1859, Rinconada el 12-9-1859 y Cochinoca el 16-10-1859.

38 Palomeque, Silvia op. cit.. pp. 18-19. 39 Cfr. Conti y Santamaría op. cit.

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de fo1ma de asegurarse el acceso a productos como la harina, el maíz, la coca, el azúcar, etc., o para ser vendidos en el mercado. El mismo destino tienen los excedentes agrícolas o ganade­ros. En algunas regiones donde las características climáticas hacen imposible la agricultura y la existencia de ganado es más escasa, el hilado y el tejido resultan fundamentales para asegurar la existencia y reproducción de la unidad doméstica.

Gráfico Nº 7

varones

mujeres

niños

o 50 100

• otros

O ganad.

cm textiles

Si bien en ningún hogar los texti-les fueron la única actividad económica, en algunos es actividad fundamental y en otros complementaria. Como actividad complementaria es reino de mujeres y niños, como actividad principal involucra también a los varones adultos, tal como puede observarse en el gráfico 7 donde se observa la importancia de la participación femenina en la producción.

Lo que queda claro en este análisis es que los textiles jugaron en la Puna Jujeña un papel mucho más importante que el que tradicionalmente se les atribuyó, y que, además , su producción superaba amplia-mente el autoconsumo, con un claro sentido de bien producido para el intercambio.

Por último otro aspecto interesante que surge aquí es el del funcionamiento de las unidades domésticas. La especialización en distintas tareas, ya sea por hogares o por zonas, implica en la sociedad que estudiamos la complementariedad y el intercambio, lo que hace evidente que el marco explicativo debe superar el límite de los hogares para determinar en qué medida subsisten a mediados del siglo pasado lazos comunales y pautas andinas tradi­cionales como la complementariedad productiva en distintas situaciones ecológicas40

. Este es un tema sobre el cual por el momento no podemos adelantar más y esperamos sea objeto de futuras investigaciones.

Ana A. Teruel CONICET - UNJU

Raquel Gil Montero UNIHR - PROHAL

40 A mediados del siglo XIX ya no existía en Jujuy legalmente ninguna comunidad, ni en la Puna ni en la Quebrada de Humahuaca. Según Madrazo los vínculos comunales para aquella época ya eran muy laxos y la producción familiar había suplantado a la comunal. Cfr. Madrazo, Guillermo: Ha­cienda y encomienda en los Andes. La Puna Argenlina bajo el Marquesado de Tojo. Siglos XVII a XIX. Fondo Editorial. Buenos Aires, 1982.

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