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MAESTRIA EN DOCENCIA PARA LA EDUCACION SUPERIOR MODULO 1: ROLES Y ACTITUDES Docente: Daniel Dreyfus TRABAJO FINAL Patricia Rozas Schmitt 2011

trabajo final

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trabajo final módulo 1

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MAESTRIA EN DOCENCIA PARA LA EDUCACION SUPERIOR

MODULO 1: ROLES Y ACTITUDES

Docente: Daniel Dreyfus

TRABAJO FINAL

Patricia Rozas Schmitt

2011

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No hagas lo que no quieres que te hagan

Por Patricia Rozas Schmitt

Voy a hacer mención a una anécdota negativa y otra constructiva, ambas transcurrieron durante mi

vida escolar cuando estaba en quinto de primaria, menciono la primera por ser un suceso que marcó mi

infancia y que me costó olvidar y superar en una etapa de crecimiento personal y la segunda por ser

relevante la comparación, pues siempre sigo el ejemplo que me dejó huella ahora en mi vida docente.

Cuando estaba en el colegio había algo que me molestaba y no me dejaba estar tranquila….

Estaba en el quinto grado de primaria en el Colegio Belén y los días transcurrían como siempre iba a

clases, era una alumna promedio que estudiaba y tenía algunas responsabilidades propias de mi edad.

También hacía lo que más me gustaba dibujar y pintar pues el tiempo era lo que más tenía, aquellas

épocas, eso me ayudó a destacar y definir una autoestima que estaba recién forjándose.

Tenía diversos cursos pero el de historia me lo enseñaba una profesora que se llamaba Mirtha Pecho,

me tenía siempre tensa pues había que leer, estudiar e intervenir en casi todas las clases. Es importante

recalcar que ella era motivo de burla de varias estudiantes por el apellido y su contextura, así que

siempre llegaba tensa a clases.

Un día al inicio de una clases, el grupo estaba poco motivado, nadie quería intervenir, entonces nos

llamó por lista, nadie había leído, así que no se le ocurrió la mejor idea de llamarme así: “haber , la otra

mellicita, que intervenga .”,

“Haber, que nos puede aportar”

Si pues, esa clase era difícil y tensa, y me la hacía más difícil pues tenía que mejorar una respuesta que

mi hermana gemela ya había dado .Mis intervenciones eras escuetas y precisas, eran a mi manera.

Ese día me di cuenta que la profesora me hacía competir más aún, con mi propia hermana, no entendía

si me estaba retando o lo que quería era desviar la atención del grupo.

Ella despertaba en mí un espíritu competitivo que ya me incomodaba en casa, una eterna comparación

de crecimiento, desarrollo y conocimiento, era algo que me incomodaba pero yo no sabía que también

me inhibía.

En la actualidad este espíritu competitivo todavía existe con mi hermana pues estudiamos la misma

carrera, pero a pesar de los algunos inconvenientes que se me presentaron por lo mismo, empleo este

espíritu competitivo de una manera creativa y enriquecedora.

“Como alumna viví la experiencia de ser agredida, de no ser ni respetada ni entendida, ni

escuchada en mi originalidad. Experimenté también el ser violentada por mandatos emitidos por

maestras que asimilaban el ser “buena alumna” con ser sumisa, obediente, prolija y estudiosa de

las lecciones.” 1

1 .La agresividad y el aprendizaje, Alice Miller

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Si analizo el comportamiento de la profesora, su vínculo con nosotras las alumnas no se daba de

manera fluida a pesar de tener claro que el docente:

Es una autoridad reconocida y tiene valores ético- morales.

El rol del profesor no es represivo y se debe de adaptar a los cambios generacionales.

Hacía falta un ambiente motivador y no represivo y agresivo.

¿Donde estaban la creatividad y autonomía en el aula?

La profesora tenía sentimientos de desconcierto e insatisfacción ante la realidad de alumnas

desmotivadas en aula.

Si me pongo a analizar ¿porqué estábamos desmotivadas? ¿Qué era lo no ayudaba a que se estableciera

un vínculo con la profesora?

Era necesario entonces, buscar nuevas estrategias de enseñanza, necesitábamos una estrategia para

involucrarnos en los temas no solo porque éramos un grupo difícil, sino porque la profesora se sentía

acosada por las burlas del grupo.

No teníamos problemas de aprendizaje, tan solo éramos un grupo de adolescentes que estábamos en

crecimiento, en plena formación de nuestra identidad y confrontación generacional.

¿Sería el momento para ser creativo y realizar algún trabajo motivador que llame la atención a las

alumnas y los haga participar?

¿Porque hacerme participar de esa manera, sin tomar en cuenta que estaba llamando la atención de

todo el salón, y que me sentía comparada y observada?

La profesora era consciente de que estaba tomándome como punto o centro de atención, en un

momento de improvisación, sabiendo que esta intervención desviaría la atención en mí, en mi

respuesta, y en la comparación de que era producto a diario.

“Hoy somos adultos, pero fuimos niños y ese niño permanece en nuestro interior con muchas

situaciones que precisa elaborar, analizar, redescubrir.

¿Quién de nosotros no fue agredido cuando era niño? Y actualmente como profesores, somos

también víctimas de las desmentidas y de múltiples calificaciones descalificatorias; de allí la

tendencia a identificarse con el agredido, y atacar al agresor.”

Como mujer, si reflexionamos sobre la agresividad y el aprendizaje, al pertenecer al género

femenino, se atraviesa por determinantes culturales que imponen un modelo de femineidad,

donde la mujer, si quiere ser femenina debe der sumisa, obediente, decir siempre que sí, sonreír,

callar y ni siquiera preguntar.” 2

2. La agresividad y el aprendizaje, Alice Miller

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Dentro de este marco de la anécdota, ¿qué pasaría si se invirtiera el caso y sea uno de nuestros

alumnos el que nos agrede? ¿Cómo reaccionar adecuadamente? ¿Es la indiferencia una herramienta

adecuada?

Puede ser que en algún momento inconscientemente haya recurrido a la evasión, a la indiferencia, pero

cómo enfrentarnos a alumnos que nos pueden retar de una u otra manera y llevarnos o quitarnos del

rumbo al que queríamos llevar una determinada sesión.

***

Quisiera concluir diciendo que en cuanto a la actitud de la profesora el actuar sin seguridad en aula no

ayudaba para nada en aumentar el interés del grupo de alumnas. Estaba inmersa en una actitud inhibida

que no la ayuda a involucrarse con nosotras. Había un malestar por el trabajo rutinario sin

actualizaciones, sin renovación.

Posiblemente estaba pasando por un estrés y dentro de sus expresiones la falta de tolerancia , el

cansancio físico, la ansiedad, la auto culpabilizarían ante la incapacidad de mejorar su propia enseñanza

no ayudaban a que se desarrollara una empatía con el grupo de adolescentes al que impartía clases y

todo ello la hacía actuar de esta manera.

Ahora nosotros ¿cómo construimos empatía con nuestros alumnos? En mi cátedra personal me parece

importante mantener al grupo atento con variantes en la cátedra, con temas motivadores o sesiones

que se salen del contexto normal, con una comunicación constante entre ellos y yo ,y sobre todo,

aprendiendo a escucharlos, entenderlos, manejar rangos de flexibilidad, evidenciar errores para llevarlos

hasta burlarnos todos de errores tontos que yo misma cometo. Con ello obtengo horizontalidad en el

trato. Hay que saber llevarlos intentando ganar el respeto de la mayoría, finalmente para ganarnos

palmo a palmo y uno por uno a los alumnos más difíciles, que por alguna razón se muestran distantes,

sin interés, apáticos o sin ganas de integrarse al grupo , en este maravilloso mundo que puede ser el

entregarse al aprendizaje.

En cuanto a psicopatologías propias de la profesora, puede ser que estuviera pasando por algún

momento de neurosis o depresión, sin tomar en cuenta otros factores que podrían ser parte de su

conflicto interno: los factores genéticos, su historia y los factores desencadenantes, propios de todo ser

humano.

En lo personal, el haber retrocedido en el tiempo para capturar esta anécdota de mi pasado, me hizo

ahondar en lo más profundo de mi historia, en mi calidad de vida, en diversos factores que hacen la

persona que soy y, el adulto con diversos factores genéticos también. Todo ello me hace realizar otro

cuestionamiento sobre mi capacidad de despliegue creativo, sobre mi integración con el pasado.

El valorar todo lo vivido, resulta satisfactorio, sentirme integrada con el medio actual, con mi vida

personal y profesional. Me siento identificada con lo que me ha tocado vivir: Ser esposa, madre y ser

arquitecta profesional y sobre todo docente universitaria.

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En esta labor, del día a día, mi labor de formación del docente universitario, me siento comprometida y

me identifico con un trabajo humano; invoco una relación alumno-docente sensible, humana, donde el

alumno participa, colabora, interviene con el grupo y sobre todo donde es escuchado, mi interés son

ellos y que se den todos los factores adecuados para el aprendizaje. Para ello me valgo de algunas

estrategias pero sobre todo intento emplear mi creatividad para fomentar el reto en ellos, fomentar las

ganas de crecer, de aprender y de ser mejores personas.

En cuanto a mi experimentación con el alumno, dejo que se de este enlace docente-alumno creando

una pequeña guía personal para facilitar mi empatía, que me encantaría compartir:

Ser siempre o en la medida de lo posible muy natural en mi cátedra y evidenciar mi pasión por

la carrera de Arquitectura, lo que nos involucra a todos pues son estudiantes de Arquitectura.

Tomar siempre casos de la vida real y enlazándolo con la sesión conveniente.

Aceptar a cada uno de mis alumnos con sus diferencias de todo tipo e interesarme siempre por

algún problema relevante.

Respetar sus divergencias y aprendiendo de ellos

Motivar su aprendizaje, pero sobre todo aplaudiendo siempre sus avances.

Crear siempre una estrategia nueva, si fuera el caso, para solucionar lo “insolucionable” dentro

del aula y si es necesario fuera de ella.

Así mismo hago mención del Decálogo infalible del libro “El Poder de Educar” de Daniel Dreyfus y

Odette Vélez, muy motivador y apropiado para este análisis, ya que sería enriquecedor que

intercambiemos experiencias entre varios grupos de docentes y formulemos no solo una guía más

extensa de cómo tratar al alumno, sino una guía también de cómo detectar al alumno colaborador e

interesado que nos puede ayudar con el nexo del aula. Debemos saber cómo conectarnos con ellos pues

tendríamos un canal muy real de lo que sucede en el aula y el cual nosotros no podemos percibir.

Entonces, ¿era necesario que mi profesora hiciera esa comparación en clase? ¿Por qué no realizó una

actividad innovadora y motivadora que no reincidiera en una misma tipología de clase?

¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? ¿Hubiera quitado la atención del grupo tomando como punto a

algún alumno?

Creo que al mantener una cátedra diaria tengo me hacer este cuestionamiento. En lo personal no

comparto una cátedra monótona, me gusta variar, innovar y experimentar, no sabría decir si sea

producto de que siempre me pongo en el lugar de los alumnos o sobre todo por mi esencia creativa, ya

que la Arquitectura es una suerte de carrera que ningún día se parece al siguiente. Sería imposible que

yo impartiera siempre la misma charla, el mismo estilo, las mismas diapositivas y sobre todo no podría

ser indiferente a los alumnos como lo era ella.

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Ahora bien, en cuanto a enfrentarse a un grupo de adolescentes o preadolescentes como era el caso de

la profesora en mención, el ser indiferente a un ataque de algún grupo de alumnos o el desviar el tema

puede ser una herramienta poderosa para, hacer algo en paralelo de suma importancia: pensar

mientras se sigue impartiendo la sesión en alguna otra salida que evite este tipo de reacciones en un

grupo con se va a seguir tratando diecisiete semanas consecutivas.

¿Qué estamos haciendo para crecer todos juntos en esta tarea constante de la Docencia universitaria?

¿Cómo hacemos para mejorar lo inmejorable en nosotros y en nuestra cátedra? Debemos de partir de

no hacer lo que no quieres que te hagan.