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luis-urquiza
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Había una vez una joven llamada Santa Rosa de Lima,
en el lugar en el que ella vivía, se encontraba un altar en
donde oraba a Dios.
Dentro de ese lugar habitaban muchos mosquitos. Ambos
conversaron y quedaron en un acuerdo: acordaron que ella no
los molestaría y ellos no harían ruido, ni la picarían.
Todas las mañanas, Santa Rosa, después de hacer sus oraciones, les
decía: ¡MOSQUITOS, id a alabar a Dios! .Y empezaba un concierto
hecho por los mosquitos.
El concierto terminaba cuando la Santa les pedía: ¡Amiguitos,
ahora vayan a buscar sus alimentos!
Y los muy obedientes desaparecían.
Era muy buena la educación que la Santa le dio a los
mosquitos, pero cierto día, tuvieron un mal
comportamiento, uno de ellos picó a la monja Catalina que
llegó de visita.
Ante este suceso Santa Rosa le dijo:
¿Qué haces hermana? Déjalos vivir, no mates a ninguno de estos pobrecitos, te ofrezco
que no volverán a picarte y se comportarán al igual que lo
hacen conmigo.
En otra ocasión la santa tuvo que pedir ayuda a los
mosquitos para castigar a Francisquita Montoya, otra
beata que no quería acercarse a la ermita, por miedo a la picadura de los mosquitos
Santa Rosa dijo a
Francisquita : ¡Tres te han de picarte
ahora, uno en el nombre del padre, otro en el
nombre del hijo y otro en el nombre del espíritu santo!
Y rápidamente sintió la
picadura de los tres
mosquitos en su cara
Santa Rosa tenia dominio sobre los bichos y los animales domésticos. Ella conocía un gallito, que era muy lindo por sus plumas, pero este gallito se
enfermó y la dueña dijo:¡Si no mejora,
habrá que matarlo para
comerlo guisado!.
Entonces Rosa mirando al ave enferma le dijo:
¡Gallito mío, canta de
prisa, pues si no cantas,
te guisa!