190

traficantes de sueñosª edición: 1000 ejemplares. Septiembre de 2017 Título: Diccionario de las periferias Autoras: Carabancheleando Maquetación y diseño de cubierta: Traficantes

  • Upload
    leminh

  • View
    219

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • Puedes hacer una donacin(si ests fuera de Espaa a travs de PayPal ),

    suscribirte a la editorial

    o escribirnos un mail

    Colabora con la

    cultura libre

    Desde sus inicios Traficantes de Sueos ha apostado por licencias de publicacin que permiten compartir, como las Creative Commons, por eso sus libros se pueden copiar, distribuir, comunicar pblicamente y descargar desde su web. Entendemos que el conocimiento y las expresiones artsticas se producen a partir de elementos previos y contemporneos, gracias a las redes difusas en las que participamos. Estn hechas de retazos, de mezclas, de experiencias colectivas; cada persona las recompone de una forma original, pero no se puede atribuir su propiedad total y excluir a otros de su uso o replicacin.

    Sin embargo, cultura libre no es sinnimo de cultu-ra gratis. Producir un libro conlleva costes de derechos de autor, traduccin, edicin, correccin, maquetacin, diseo e impresin. T puedes colaborar haciendo una donacin al proyecto editorial; con ello estars contribuyendo a la liberacin de contenidos.

    http://traficantes.net/donatehttps://www.paypal.com/cgi-bin/webscr?cmd=_donations&business=JAG38M7RQET5N&lc=ES&item_name=Proyecto%20editorial&currency_code=EUR&bn=PP%2dDonationsBF%3abtn_donateCC_LG%2egif%3aNonHostedhttp://traficantes.net/hazte-socix-de-la-editorial[mailto:[email protected]]
  • Traficantes de Sueos no es una casa editorial, ni siquie-ra una editorial independiente que contempla la publi-cacin de una coleccin variable de textos crticos. Es, por el contrario, un proyecto, en el sentido estricto de apuesta, que se dirige a cartografiar las lneas consti-tuyentes de otras formas de vida. La construccin te-rica y prctica de la caja de herramientas que, con pala-bras propias, puede componer el ciclo de luchas de las prximas dcadas.

    Sin complacencias con la arcaica sacralidad del libro, sin concesiones con el narcisismo literario, sin lealtad algu-na a los usurpadores del saber, TdS adopta sin ambages la libertad de acceso al conocimiento. Queda, por tanto, permitida y abierta la reproduccin total o parcial de los textos publicados, en cualquier formato imaginable, sal-vo por explcita voluntad del autor o de la autora y slo en el caso de las ediciones con nimo de lucro.

    Omnia sunt communia!

    traficantes de sueos

  • DISTRITO DE CARABANCHEL

    MUNICIPIO DE MADRID

    CARABANCHEL Y SU ENTORNO

    PAU de Carabanchel

    Carabanchel Alto

    Pan Bendito

    OportoVista Alegre

    Carabanchel

    Eugenia de Montijo

    Opael

    Parque Cerro Almodvar

    Parque de laCua Verde de Latina

    Plaza Elptica

    Abrantes

    Avda. de los Poblados

    Gener

    al Rica

    rdos

    Aerdromo Cuatro Vientos

    Marqus de Vadillo

    Urgel

    San Francisco

    La Peseta

    Cementerio de Carabanchel

    BUENAVISTA

    ABRANTESDISTRITO DE USERA

    DISTRITO DE LATINA

    PUERTA BONITAVISTA ALEGRE

    SAN ISIDROAntiguo Poblado

    Dirigido Cao Roto

    Antiguo Poblado Dirigido Pan Bendito

    Plaza Antiguo Ayto. de Carabanchel

    OPAEL

    COMILLAS

    Parque del Sur

    Finca Vistalegre

    Parque San Isidro

    Parque de las Cruces

    Cementerio San Isidro

    Estadio Vicente Caldern

    Palacio Vistalegre

    Hospital Central Defensa Gmez Ulla

    CIE

    Avda. de los Poblados

    e.s.l.a EKO

    vaciador34

    Alto de San Isidro

    el solar de Matilde

    AAVV La Fraternidad de

    Los Crmenes

    ZULO studio

    BAR Rio

    H

    Antigua Crcel de Carabanchel

  • DISTRITO DE CARABANCHEL

    MUNICIPIO DE MADRID

    CARABANCHEL Y SU ENTORNO

    PAU de Carabanchel

    Carabanchel Alto

    Pan Bendito

    OportoVista Alegre

    Carabanchel

    Eugenia de Montijo

    Opael

    Parque Cerro Almodvar

    Parque de laCua Verde de Latina

    Plaza Elptica

    Abrantes

    Avda. de los Poblados

    Gener

    al Rica

    rdos

    Aerdromo Cuatro Vientos

    Marqus de Vadillo

    Urgel

    San Francisco

    La Peseta

    Cementerio de Carabanchel

    BUENAVISTA

    ABRANTESDISTRITO DE USERA

    DISTRITO DE LATINA

    PUERTA BONITAVISTA ALEGRE

    SAN ISIDROAntiguo Poblado

    Dirigido Cao Roto

    Antiguo Poblado Dirigido Pan Bendito

    Plaza Antiguo Ayto. de Carabanchel

    OPAEL

    COMILLAS

    Parque del Sur

    Finca Vistalegre

    Parque San Isidro

    Parque de las Cruces

    Cementerio San Isidro

    Estadio Vicente Caldern

    Palacio Vistalegre

    Hospital Central Defensa Gmez Ulla

    CIE

    Avda. de los Poblados

    e.s.l.a EKO

    vaciador34

    Alto de San Isidro

    el solar de Matilde

    AAVV La Fraternidad de

    Los Crmenes

    ZULO studio

    BAR Rio

    H

    Antigua Crcel de Carabanchel

  • tiles es un tren en marcha que anima la discusin en el seno de los movimientos sociales. Alienta la creacin de nuevos terrenos de conflicto en el trabajo precario y en el trabajo de los migrantes, estimula la autorreflexin de los grupos feministas, de las asociaciones locales y de los proyectos de comunicacin social, incita a la apertu-ra de nuevos campos de batalla en una frontera digital todava abierta.

    tiles recoge materiales de encuesta y de investigacin. Se propone como un proyecto editorial autoproducido por los movimientos sociales. Trata de poner a disposicin del co-mn saberes y conocimientos generados en el centro de las dinmicas de explotacin y dominio y desde las prcticas de autoorganizacin. Conocimientos que quieren ser las he-rramientas de futuras prcticas de libertad.

    tiles 19

  • 1 edicin: 1000 ejemplares.Septiembre de 2017Ttulo:Diccionario de las periferiasAutoras:CarabancheleandoMaquetacin y diseo de cubierta: Traficantes de [email protected]:Traficantes de SueosC/ Duque de Alba 13, 28012 Madrid. Tlf: 915320928e-mail:[email protected]:Cofs artes grficas

    ISBN: 978-84-947196-5-3Depsito legal: M-26071-2017

    Usted es libre de:

    *Compartir copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato *Adaptar remezclar, transformar y crear a partir del material El licenciador no puede revocar estas libertades mientras cumpla con los trminos de la licencia.

    Bajo las condiciones siguientes:

    *Reconocimiento Debe reconocer adecuadamente la autora, proporcionar un enlace a la li-cencia e indicar si se han realizado cambios

  • Diccionario de las periferiasMtodos y saberes autnomos desde los barrios

    Carabancheleando

    traficantes de sueos

    tiles

  • ndiceIntroduccin 15

    De arrabales, poblados y barrios: una historia situada de la periferia madrilea 15

    De las distancias que caben dentro de una periferia: qu hace de un espacio una periferia? 21

    Una hiptesis: las 3 (+1) periferias de Madrid 25De Carabanchel al proceso carabancheleando 28Unos apuntes sobre metodologa 33El lenguaje y los saberes perifricos 37Cmo leer este diccionario 40Coda 41Participantes 42

    Diccionario de las periferias 4525 minutos 45Antonio 46Apoyo mutuo 47Arte en la calle 48Asamblea popular 49Ascensor 51Asociaciones de vecinos 52Autogestin 53Banco (Vida de los bancos, vida de banco) 54Bares 55Barriobajero o barrio bajo 57Barrionalismo 58Basura 59Buscarse la vida 60Calle (Kdekalle) 62Carabanchelear 65Carabancheles 65Crcel 66Casa dispersa 68Casa tapiada 69Centrificacin 71Centro de salud 71Chndal 73CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) 76Cines 78Comunes 78Comunidad 82Crisis 82Curro 83Dependencias 84Desahucio 85Descampados 86Economato 87Economa informal 88Economa 92Economa de las afueras, los mrgenes y las periferias 93EKO 94

  • El Guille 97El aas 98Envejecimiento 99Estigma 100Fermn 101Finca de Vista Alegre 101Fondo Buitre 102Ftbol 103Gentrificacin 104Gitanos 106Huerto urbano 107Insectos de barrio 108Institucin 109Labanda 111La Mina (polideportivo) 112Lnea Gris 113Litrona 113Mala Fama 114Medios de comunicacin 115Memoria histrica 117Mercadillo 119Mestizo 121Miedo 122Movilidad social / salir de la periferia 123Necesidad 128Neoliberalismo 128Ocupaciones (Historia de las) 131Okupaciones 133Paro 134Parque de las cruces 135PAU 136Piscina 136Poblados 139Polica 141Pueblo 142Racismo 143Reciclaje 146Redadas racistas 148Redes 148Remodelacin y rehabilitacin 151Rosendo 152Ruderal 153San Isidro 155Satnico y de Carabanchel 156Segregacin escolar 158Selva del duro 159Sin papeles 161Sociedad participativa 162Solar 164Sonido Cao Roto 166Telefonillo 167Trabajo social e intervencin social 168Tragicomedia 172Tranva 173Trapicheo 175Universidad Popular de Carabanchel (UPCA) 176Vacaciones 179Vivienda colectiva 180VPO 182ZuloStudios 182

  • En memoria de nuestras vecinas Carmen Gonzlez, Fernando Momprad y Felisa La Segoviana

  • Querida lectora, estimado lector:

    Antes de nada, incluso antes de ojear y adentrarte en el texto que tienes entre manos, queremos hacer unas bre-ves aclaraciones a modo de presentacin. En realidad, esto no es un diccionario. Al menos no lo es en el sentido que se le da comnmente y, por tanto, aqu no vas a encontrar ni una completa coleccin de lxico, ni una relacin de co-rrecciones, ni tampoco un listado consensuado de la len-gua. Ni siquiera estamos seguros de haber saturado el len-guaje de las periferias, esos territorios en los que vivimos, deambulamos y llevamos ya unos pocos aos pensando conjuntamente.

    Lo cierto es que nada ms iniciar este proyecto, las pa-labras y sus significados nos desbordaron por todos los lados, excediendo cualquier intento de fijacin, de lograr un pleno consenso. Lejos de constituirse en un obstculo, siempre entendimos que ese es el lenguaje de la vida co-mn y corriente, siempre en movimiento, dando lugar a cientos de variaciones, polisemias y condensacin de signi-ficados en una palabra. Un lenguaje de vidas sociales y pe-rifricas que, de antemano, nos invitan a renunciar a toda forma de sujecin.

    En este libro, por tanto, no hay aspiracin de norma ni correccin, tampoco pretendemos adoptar ninguna estu-diada distancia respecto a las gentes. No queremos situar-nos en un permanente atraso respecto al uso cotidiano de la lengua, que es el de la vida social en ebullicin, que se despliega en mltiples direcciones y por medio de todas las voces. As pues, nosotras no hemos encontrado algo pare-cido a la pobreza lingstica, que nos parece ms bien otro invento de correctores y vigilantes del lenguaje.

    Por otra parte, hemos renunciado a elaborar algo pare-cido a un diccionario de uso, toda vez que comprobamos que para dar sentido a esa aspiracin la lengua que se usa debera estar producindose y reelaborndose per-manentemente. Lo que vas a encontrar aqu es un pequeo texto para pensar las periferias y el lenguaje de las periferias

    13

  • Diccionario de las periferias14

    urbanas. Es un texto parcial, necesaria y pretendidamente incompleto, heterogneo y hasta dubitativo y equivocado. No nos parecen rasgos de los que avergonzarnos, ni de los que escondernos tras parapetos acadmicos. Todo lo contra-rio. Es una invitacin, s, a leer, pensar y combatir nunca podramos renunciar a ello, una invitacin a la que, desde este instante, quedas convocado para ampliar los significa-dos, convocado a modificar, matizar y llevar hasta tu propia vida distintas acepciones. Comprobars que faltan muchas. Constatars que invitan a miles de matices. Nos alegramos por ello.

    Para empezar, nos ha parecido importante incluir una se-rie de textos introductorios que pretenden situarte en nuestro proceso de trabajo, en las claves bsicas con las que hemos confeccionado este diccionario. En la primera parte te pre-sentamos un recorrido histrico de las periferias de Madrid. All incluimos una propuesta de definicin y de tipologas de periferias. Ms adelante explicitamos nuestro sistema de trabajo, as como la eleccin de Carabanchel como punto de referencia. Ests en la antesala de la lectura del diccionario. A partir de ah nos sumergimos en la eleccin y elaboracin co-lectiva de las entradas, para las que te proponemos distintas formas de lectura. Lo que surja a partir de entonces es cosa tuya. Quedas invitada a discutir, recordar tu barrio o aadir tonos y versiones; queda mucho por hablar, por ah andan polisemias inesperadas, vivas, en bocas de las gentes.

    Adelante, vamos a ello, con la confianza de que, al menos, lo pases bien.

  • De arrabales, poblados y barrios: una historia situada de la periferia madrilea

    Para comprender el contexto urbano perifrico actual resul-ta imprescindible analizar las continuidades y las rupturas que presenta el nuevo paisaje social y urbano en relacin con su pasado. En las siguientes pginas trazamos un re-corrido histrico de la periferia madrilea. La periferia ha supuesto siempre una solucin, y al mismo tiempo un problema: un modo de contener las externalidades de la desigualdad social que a su vez tiende a desbordarse conti-nuamente, a generar nuevas emergencias urbanas.

    Desde el siglo XVIII, los gobiernos y planificadores de las ciudades europeas pretendieron generar modelos de ciu-dad ordenadas, entendiendo por orden el asentamiento de funciones y poblaciones de acuerdo con las necesidades eco-nmicas y poltico-policiales de la oligarqua urbana. Insta-laciones industriales y de transporte, as como trabajadores e inmigrantes, deban ocupar las zonas alejadas del centro urbano, de las instituciones del poder y de las viviendas de las clases altas; los pobres y los habitantes de infraviviendas del casco histrico deban ser expulsados a las afueras. Ya en el Anteproyecto de Castro (1860) se propone una divisin de la ciudad por usos (viviendas residenciales, industriales, militares y obreras) y el desarrollo de barrios obreros (en la forma de casas de corredor) en la Tercera Zona del Ensanche, en las intermediaciones de Chamber y en el sur obrero de la ciudad. Tambin en el Proyecto de Plan Comarcal de 1924 se apuesta por una zonificacin similar.

    15

    Introduccin

  • Diccionario de las periferias16

    No obstante, la construccin de viviendas para los emigran-tes y trabajadores que llegaban a la ciudad, o para alojar a los que malvivan en las infraviviendas del centro, fue del todo insuficiente. Enfrentados a la escasez de alojamientos, estos se dirigieron a las hacinadas casas de corredor, a cuevas y edi-ficios vacos, o levantaron sus chabolas en zonas alejadas de la ciudad y tambin en zonas prximas al Ensanche y al ro. Un estudio de 1910 sealaba que unas 60.000 personas vivan en las corralas del centro, al tiempo que existan ms de 2.000 chabolas en el norte de la ciudad. Para mediados de los aos veinte, se calculaba que en la zona suburbana vivan ms de 77.000 habitantes, mientras que los problemas de vivienda afectaban a cerca de 270.000 personas.

    Por aquellos aos, se desarroll el debate sobre reforma so-cial, vivienda y clases peligrosas. Se discuta sobre la necesidad de racionalizar los suburbios, con proyectos de ciudad-jardn, suburbio-jardn, parque urbanizado y colonias de casas bara-tas. Frente a los sindicatos (y a ciertas constructoras cristianas) que exigan realojar a los trabajadores en el centro, el IRS (Ins-tituto de Reformas Sociales) defenda localizar en un entorno prximo suelo econmico donde construir casas higinicas y amplias. As, en el Plan de ciudades de Bidagor (1941) se pre-vea un compacto ncleo central confinado por el Manzanares y otros arroyos, un sistema de anillos verdes aprovechando la topografa, y ms all del primer anillo, una gran va de circun-valacin en torno a la cual se levantaran los distintos pobla-dos de Bigador. Este plan ignoraba, sin embargo, que muchos de los espacios previstos en el diseo ya estaban en realidad ocupados por chabolas. Tal y como alertaba el poco sospecho-so peridico Arriba el 9 de enero de 1945: 400.000 personas viven en Madrid en estado de miseria. Su extensin supera a la parte urbanizada. La alternativa fueron los ncleos satlites, ms fciles de levantar debido a los menores costes y a que situaban a la industria y a la poblacin obrera lejos del cen-tro. Algunos se construyeron desde cero, como Villaverde, San Blas o los Poblados A y B en Carabanchel.

    El franquismo llevara al paroxismo esta divisin urbano-social con viviendas para funcionarios, militares, suburbios exclusivos y viviendas para emigrantes y chabolistas en una serie de poblados de absorcin o dirigidos (alejados del n-cleo urbano, faltos de servicios y de materiales de calidad). Estas viviendas constituiran, junto con las viviendas auto-construidas por los miles de emigrantes que llegaban a la

  • 17Introduccin

    ciudad, la primera periferia madrilea. Y es que, en las pri-meras dcadas de la dictadura, Madrid duplic su poblacin. En 1952 el dficit de viviendas se cifraba en 700.000 y la po-blacin en chabolas e infraviviendas en 300.000.

    La primera gran operacin contra el chabolismo empez con los Decretos-ley de 1954 y el I Plan Nacional de Vivienda de 1955. El nuevo planeamiento promovi la construccin de un conjunto de poblados en los alrededores de la ciudad con el objetivo de eliminar el chabolismo, alojar a los emigrantes y facilitar la expansin de la ciudad: se pretenda terminar los accesos a la capital y la construccin de vas de circunva-lacin. En 1955 se construyeron cinco mil viviendas distribui-das en ocho poblados de absorcin (de poblacin chabolista) y en 1956 se dio comienzo a un segundo programa. A partir de 1956 se encarg construir los poblados dirigidos, en los que las familias aportaban trabajo en la construccin con apoyo de un gabinete tcnico (las domingueras).

    En 1957, el gobierno dio un nuevo giro con la creacin del Ministerio de la Vivienda. A su cargo se nombr a Jos Luis Arrese, partidario de cambiar la poltica de vivienda en rgimen de alquiler por la propiedad (su lema era un pas de propietarios, no de proletarios). Para ello se instaur un nuevo modelo de vivienda subvencionada, animada por el Plan de Urgencia Social: se pretenda construir 60.000 vivien-das en dos aos. El plan subvencionaba la construccin de vi-viendas por entidades privadas y pblicas. Bajo su mandato se levantaron 84.000 viviendas, 20.000 ms que las esperadas. Tambin en ese momento se pas de levantar edificios de dos o tres plantas a construir torres altas, con el objeto de maxi-mizar los beneficios.

    Ante la llegada masiva de poblacin, tambin en 1957 se emiti un decreto que prohiba entrar a Madrid a aquellas fa-milias sin alojamiento reconocido y otro decreto que dictaba normas para impedir la formacin de asentamientos clandes-tinos, derribar chabolas y devolver a sus habitantes a su lugar de origen. En 1961, se public otro nuevo Plan de Absorcin de chabolas, por el que se construyeron seis unidades vecina-les de absorcin pensadas como vivienda temporal. A pesar de que no contaban siquiera con bao (excepto Hortaleza), las UVAs se convirtieron pronto en viviendas definitivas.

    Tanto las UVAs como otras promociones de vivienda so-cial se construyeron casi siempre en los mismos barrios. Los

  • Diccionario de las periferias18

    chabolistas fueron as trasladados a los distritos de renta baja y de alta precariedad vital. La velocidad y los materiales empleados en estas promociones pblicas, lo que pronto se conoci como chabolismo oficial, produjeron un rpido en-vejecimiento y deterioro de este entorno construido. A finales de los aos setenta, muchos de estos edificios se encontraban en estado semirruinoso. Por si esto fuera poco, tanto la po-blacin realojada en estos bloques, como la alojada en casas de autoconstruccin, viva en barrios que carecan de todos los servicios pblicos, a veces incluso de infraestructuras tan elementales como el asfaltado. Enfrentados a esta situacin, muchos empezaron a organizarse, primero en las asociacio-nes de padres de familia, y luego en las llamadas asociaciones de vecinos, casi siempre usando los locales de la iglesia.

    Sin duda, los vecinos y vecinas de estos barrios compar-tan orgenes y trayectoria comn: del campo haban llegado a la ciudad para trabajar en la construccin o como obreros en las fbricas que se haban multiplicado por todo el pas. En las fbricas, algunos compartan las luchas del momento, y aquellos que se desplazaban cotidianamente (casi siempre sin medios de transporte regulares) al centro de la ciudad, podan ver la diferencia de recursos y servicios. A pesar de la fuerte represin impuesta por la dictadura, las relaciones en esos poblados y barrios eran muchas veces de solidaridad y apoyo mutuo, y el control efectivo de los comportamientos se produca en un ambiente familiar o comunitario. Se puede hablar, por eso, de cierta autonoma, casi obligada por el ais-lamiento, pero sobre todo de relaciones de cooperacin, que muchas veces venan sostenidas por las luchas compartidas en el mundo laboral. Aquellos espacios eran barrios con cier-ta homogeneidad. Las diferencias internas, en relacin con el tipo de empleo (ms estable o ms precario) o el tipo de vivienda (poblados dirigidos frente a absorcin, por ejem-plo), quedaban as diluidas en el contexto franquista fordista: un grupo social marginado de los beneficios del boom de los sesenta y marginado de la ciudad, que muchas veces estos mismos trabajadores haban construido.

    Estas comunidades, formadas en las luchas obreras y mo-vilizadas en el tardofranquismo por la caresta de la vida, se vieron de nuevo amenazadas cuando la ciudad creci y el es-pacio que ocupaban y que ellas mismas haban creado se volvi rentable para los grandes propietarios y las inmobi-liarias. Fue entonces, cuando poblados tan emblemticos

  • 19Introduccin

    como Orcasitas o el Pozo del To Raimundo se levantaron en protesta, cortando calles, organizando encierros en des-pachos oficiales e incluso huelgas de barrio. En los tiempos movedizos de la Transicin, su persistencia logr arrancar a la administracin el Plan de remodelacin de barrios (1979-1989). De acuerdo con este programa, se construyeron ms de 38.000 viviendas pblicas para sustituir las casas de au-toconstruccin, las viviendas de los poblados dirigidos y el llamado chabolismo oficial (poblados mnimos, de absor-cin, UVAs).

    La victoria de los barrios obreros, despus de veinte aos de condiciones de prctica exclusin, entreg a las periferias unas viviendas dignas, levantadas con buenos materiales y en muchos casos discutidas con arquitectos y tcnicos por medio de las asociaciones de vecinos y otras formas de participacin. La construccin de estos bloques coincidi, sin embargo, con la extensin de la crisis econmica que vena desarrollndose desde mediados de los aos setenta: el cierre masivo de fbri-cas y talleres en los que buena parte de esta poblacin trabaja-ba. La crisis cre un nuevo escenario, altamente fragmentado. Atac uno de los pilares de la vieja fuerza del movimiento ve-cinal la relativa homogeneidad de su composicin social. Increment la distancia entre los que perdieron y los que con-servaron el empleo, entre los prejubilados en buenas condicio-nes y los trabajadores de aquellos sectores menos protegidos, ms ligados al empleo informal. Sobre todo, acrecent la dis-tancia entre la generacin emigrante que haba trabajado duro en el tajo y en el barrio y la nueva generacin joven, que ya no estaba aislada de la misma forma del resto de la ciudad y que se vio abocada a una autntica crisis de sentido vital; el desen-canto con la Transicin poltica y la ausencia de expectativas laborales se anudaron en estos barrios con la llegada de una droga que prometa olvidar todo, la herona, y que, como una epidemia, se apoder de sus jvenes.

    Sin querer minusvalorar la enorme importancia del Plan de remodelacin, en tanto va de acceso a una vivienda de calidad, lo cierto es que en muchos casos transform el cha-bolismo horizontal en una forma de chabolismo vertical. Si estos barrios, tanto de autoconstruccin como de promocin social franquista, ya estaban bajo el estigma vinculado a la informalidad y al miedo a las clases peligrosas, la crisis, con el aumento de la pobreza y, sobre todo, con la violencia generada por la herona, profundiz su estigmatizacin como

  • Diccionario de las periferias20

    barrios indeseables y peligrosos. Justo cuando la periferia obrera se incorporaba estructuralmente a la ciudad en lo que se refiere a transportes, servicios y calidad de las vivien-das, cuando su condicin perifrica pareca poder ser supe-rada, la marca de la droga y la delincuencia volvi a alejar a estos barrios de la ciudad formal. Sin duda, la vivienda es un elemento central en la salida de la exclusin y la pobreza, pero no es suficiente por s misma.

    Los primeros aos ochenta fueron duros. La salida de la crisis se produjo lentamente, con el primer crecimiento de base financiera e inmobiliaria a partir de 1986 ao de incor-poracin a la Comunidad Econmica Europea, pero sobre todo con el largo ciclo de crecimiento econmico que se inici hacia mediados de la dcada de 1990 y que lleg hasta 2008. En esas dcadas, los barrios obreros dejaron de ser mayorita-riamente obreros. La desindustrializacin de las dcadas de 1980 y 1990 y la entrada en la Unin Europea transformaron completamente la fisonoma social de las periferias. Los jve-nes se incorporaron a un sector servicios cada vez ms des-regulado. Muchos de los antiguos vecinos de estos barrios, al menos los que pudieron, vendieron sus casas y se trasladaron a otros barrios de reciente creacin. Otros muchos, en cam-bio, aquellos con menos recursos, no pudieron vender siquie-ra en el nuevo contexto expansivo.

    Al mismo tiempo, surgieron como setas bloques nuevos en el lugar de las antiguas casas bajas, o de los viejos blo-ques muchas veces ruinosos. Nueva poblacin autctona a la bsqueda de ascenso social de los municipios cercanos a Madrid-capital, por ejemplo y muchos de los cientos de mi-les de migrantes que aterrizaban en Madrid para levantar con sus manos el nuevo milagro espaol, se alojaron en estos barrios (alquilados o hipotecados con costes astronmicos). De formas diversas, muchos de estos barrios pasaron a ser zonas mestizas, perdiendo su homogeneidad. Ms all de los antiguos barrios obreros y en muchos municipios de la co-rona metropolitana, el mega-crecimiento urbano tom forma de Ensanche o Programa de Actuacin Urbanstica (PAU). En pocos aos, se levantaron barrios enteros en lo que eran los nuevos bordes de la ciudad y en los que se alojaron (y fue-ron alojados) tambin distintos grupos sociales. Procesos de crecimiento urbano y fragmentacin social que no afectaron por igual a todo el territorio metropolitano y que conviene entender en detalle.

  • 21Introduccin

    De las distancias que caben dentro de una periferia: qu hace de un espacio una periferia?

    Aunque las periferias tienden a estar en el extremo de las ciudades, la distancia que marca la separacin respecto al centro no siempre es geogrfica; del mismo modo que no todos los barrios alejados lo son en el mismo sentido. Pese a compartir un carcter popular y altos bloques de ladrillo, cualquier habitante de Madrid sabe que no es lo mismo vivir en la chunga Villaverde que en el tranquilo barrio del Pilar, aun cuando sus vecinos se asomen a la ventana desde bloques de aspecto parecido y les esperen, en ambos casos, largas lneas de metro para llegar al centro. Como no es igual la vida en el nuevo Ensanche de Vallecas plagado de solares vacos, promociones de proteccin oficial abandonadas a su suerte y avenidas muertas que en el lujoso PAU de Las Tablas. Y es que, si asumimos la periferia como aquel espacio excluido de los beneficios sociales, tanto materiales como simblicos, normalmente asociados a los espacios centrales, resulta com-plicado constatar su traduccin geogrfica (centro-afuera): hay periferias en el centro de las ciudades, periferias dentro de zonas privilegiadas y periferias dentro de las periferias. As pues, no es forzosamente el espacio geogrfico, a pesar de su importancia (en cuanto al transporte, por ejemplo), lo que define a una periferia.

    Las seales de relegacin se superponen de forma comple-ja: realojos de poblacin empobrecida que se concentran en viejos barrios, ya muy degradados; recursos estigmatizados centros para personas sin hogar o basureros, por ejemplo que se asientan siempre en las mismas zonas contra la volun-tad de sus vecinos; representacioneas mediticas del tipo del programa Callejeros, que reactualizan la devaluacin simblica que acompaa a la material: imgenes que refieren determi-nados barrios desde la ptica de la escasez, la inferioridad, el estigma y la culpa. Estas son las periferias en las que buena parte de sus habitantes no elige vivir, sino en las que les toca vivir. Las transformaciones del ciclo socioeconmico reperiferi-zan si se admite el neologismo estos espacios, en paralelo al aumento de las tasas de paro y los desahucios, y periferizan otras zonas como esos nuevos desarrollos urbansticos que, producto de la burbuja, no nacieron como mrgenes y ahora se encuentran atrapados en ellos. Qu factores tienen en comn unos y otros? Qu hace de un barrio una periferia?

  • Diccionario de las periferias22

    En primer lugar, aquello que ha conformado histricamente la periferia en Madrid remite, como hemos visto, a las polticas de vivienda social. Un primer factor que convierte a algunos barrios en periferias apunta precisamente a la concentracin de realojos de poblacin excluida en determinadas zonas, siem-pre las mismas. Sea en forma de colonia o barrio completo, como en las dcadas de 1980 y 1990, o en edificios o manza-nas como en las polticas de dispersin que las siguieron, en la prctica han sido siempre unos cuantos barrios los que han se-guido acogiendo dichos realojos, casi siempre sin las medidas sociales adecuadas para amortiguar los problemas. Sin nimo alguno de culpabilizar a la poblacin objeto de los mismos, que se vio arrancada de sus poblados para verse encerrada en pisos nuevos, lo cierto es que las duras condiciones de vida que se concentran en determinados barrios paro, precariedad, tra-bajo informal, alegal o ilegal acaban por imprimir cierto sen-timiento de asfixia hacia dentro y mala fama hacia afuera.

    Desviar la mirada hacia los nuevos desarrollos urbansti-cos, lejos de modificar el panorama, permite observar cmo se replican los efectos de guetizacin: vivienda de proteccin oficial y realojos acaban concentrados en su mayora en los barrios colindantes a las periferias tradicionales. Las polti-cas pblicas de vivienda no solo deciden dnde habr o no periferia, sino tambin su composicin interior: una creciente estratificacin en las categoras de vivienda de proteccin ofi-cial ampli en pocos aos de dos familias jvenes y especial necesidad a siete el gradiente de acceso (determinado en todos los casos por el nivel de renta). El resultado fue que la poblacin de mayor renta pudo acceder a viviendas en propiedad en mejores ubicaciones, mientras que la de menor renta qued relegada a viviendas en alquiler y situadas gene-ralmente en las peores zonas de los nuevos desarrollos.

    En segundo lugar, la presencia o ausencia de recursos comerciales y sociales (educativos, sanitarios, transportes, limpieza) marca tambin el surgimiento de una periferia. Los movimientos vecinales conocen bien las desigualdades hist-ricas en esta materia: lograr la equiparacin en infraestructu-ras y recursos (asociados a derechos sociales) entre el centro y la periferia obrera fue uno de los principales ejes de su lucha. Hoy en da, la ley establece los porcentajes destinados a zo-nas comerciales, zonas comunes, dotaciones y equipamien-tos, pero la composicin final de los mismos tiene muy poco que ver con la igualdad y demasiado con el mercado.

  • 23Introduccin

    Se limpian antes las zonas de inters turstico, cultural y co-mercial que los barrios perifricos o se conecta por metro antes a los centros comerciales que a los barrios residencia-les alejados. Sigue habiendo una enorme diferencia de ratios en colegios pblicos, centros de salud y servicios sociales de unos barrios a otros. Las administraciones pblicas se desen-tienden del cuidado de los edificios de proteccin oficial de ciertos barrios, dejndolo en manos de comunidades de ve-cinos pobres, a veces en conflicto; asientan en ciertas zonas recursos, asociaciones, figuras especializadas y programas especficos para colectivos definidos socialmente como pro-blemticos (drogodependientes, indigentes, inmigrantes, etc.); e incluso se plantean abiertamente distintas interven-ciones desde Servicios Sociales.

    El tercer elemento que conforma hoy una periferia, y que resulta determinante para los sentimientos de inseguridad y su gestin policial y vecinal, lo constituyen las marcas o estig-mas sociales. En el imaginario madrileo existen zonas que se saben buenos barrios y otras que son definidas como chun-gas. Vivir en una de estas ltimas pesa a modo de estigma en-tre sus habitantes, quienes en otros espacios de mayor capital simblico llegan incluso a evitar adscribirse a su territorio de pertenencia. Algunos vecinos optan tambin por un discurso de distanciamiento y diferenciacin respecto de otros vecinos para salvar su estatus, an a costa de reforzar la devaluacin del barrio ante el resto de la ciudad. En esta percepcin influ-yen, por supuesto, las cosas chungas que pasan en algunos barrios y que tienen que ver con la desigualdad social. Pero no solo. Influye fundamentalmente que los medios de comu-nicacin construyan a travs de relatos estigmatizantes y es-pectacularizantes un retrato de estos barrios como espacios de inmigracin o gitanos, de violencia, drogas, mafias, ban-das y religiones peligrosas. En relacin con estos elementos, se encuentra la presencia policial, no tanto por el nmero de detenciones, cuanto por su presencia en espacios pblicos bajo la forma de controles selectivos, desproporcionada en compa-racin con otros barrios de la capital. La presencia policial no solo perpeta sino que tambin refuerza la estigmatizacin del barrio: Si hay tanta polica, por algo ser.

    A diferencia de los habitantes de las Moralejas de los nuevos desarrollos urbansticos as se autodefinan algu-nos habitantes hipotecados de las promociones privadas en la dcada pasada al verse en sus lustrosos pisos y de los

  • Diccionario de las periferias24

    vecinos autctonos de los viejos barrios obreros, que han ido construyendo con aos de lucha sus orgullosas identidades barriales, quienes actualmente viven en un barrio por sorteo o por necesidad, y no por eleccin, lo tienen complicado a la hora de construir un sentimiento de pertenencia. La casa en la que les ha tocado vivir no es el sueo de aquellos que rozaron el ascenso social por la va de una hipoteca impo-sible: sin piscina ni mirador, con vecinos no deseados y en zonas poco seguras o con mala fama, la ilusin por la huida crece por momentos. Por si fuera poco, la crisis so-cioeconmica que viene a apoyarse sobre la crisis crnica de estos espacios, muestra su cara ms cruda en forma de im-pagos a la comunidad, cortes de luz, agua y gas, desahucios y ocupaciones de viviendas vacas. Los desahucios, aparte de desposeer de vivienda a sus legtimos moradores, rom-pen los procesos de construccin de comunidad. Cualquier ocupacin genera al principio incertidumbre sobre los obje-tivos de los nuevos habitantes; la mayor parte de las veces, si se vence al miedo, se comprueba que solo buscan un lugar para vivir.

    La sedimentacin histrica de la pobreza, el abando-no institucional y el estigma acaban incidiendo en el miedo ambiente de los barrios: los comercios locales no acaban de aflorar o echan el cierre al carecer de demanda suficiente, en los espacios comunes aparecen las territorializaciones y fron-teras tnicas ms duras. El resultado son espacios solitarios, cuando no identitariamente hostiles, que aumentan la sen-sacin de inseguridad entre una parte de sus vecinos y las relaciones verticales entre quienes los dominan y quienes los temen. Esta bomba siempre a punto de estallar, apenas esta-ble en su desequilibrio, hace de estos barrios un objeto de mo-nitoreo constante. Un simple rastreo de datos en Internet nos muestra que la informacin procedente de los barrios vulne-rables es mucho mayor y ms accesible que la de un barrio normal. El monitoreo estadstico continuo, traducido en intervenciones sociales y policiales diferenciales, nos informa de una necesidad de control por parte de la Administracin ante la perspectiva de que las periferias puedan desbordarse en su conflicto interno o puedan buscar soluciones al mismo ms all de sus fronteras.

    En definitiva, los elementos fundamentales en la cons-truccin de una periferia constituyen un complejo puchero que mezcla realojos, distancia respecto al centro, recursos

  • 25Introduccin

    escasos, miedos, abandonos institucionales, sorteos sin de-seo, marcas, famas, recelos y, sobre todo, y en la base de todo, desigualdad, hacia dentro y hacia fuera. Por supuesto no es esto lo nico que crece en estos barrios. Cualquiera que los haya habitado (en toda la extensin de la palabra) sabe de los milagros cotidianos que la pueblan: superhroes de barrio, redes de solidaridad, calle, mucha calle, vida, ingenio, hu-mildad, inteligencia, respeto, arte, comedia ante la tragedia... Cualquiera que piense desde la periferia sabe que donde mu-chos solo ven trapicheo o jaleo lo que hay son estrategias de personas sistemticamente excluidas, desplegando fuerzas y formas alternativas de vivir en sociedad.

    Una hiptesis: las 3 (+1) periferias de Madrid

    Tras este breve recorrido histrico por la periferia madrilea, tras intentar caracterizar lo que hoy hace de un barrio una periferia y, sobre todo, despus de tres aos de investigacin colectiva pateando, mapeando y pensando los barrios de Ma-drid, nos atrevemos a lanzar una hiptesis. En las periferias actuales se mezcla la actualizacin de viejas tendencias ur-banas segregadoras, una historia que acumula desigualdad sobre desigualdad, y, al mismo tiempo, la expresin de una nueva crisis, con sus propias caractersticas en el marco del neoliberalismo actual. El resultado es una cierta heterogenei-dad de la periferia: las 3 (+1) periferias de Madrid, que pasa-mos a describir.

    Periferia obrera

    Surge en los aos cincuenta ante las necesidades de absor-cin y disciplinamiento de la inmigracin rural: el ao clave es 1955 con el Plan Nacional de la Vivienda, que determina la construccin de poblados de absorcin para atajar el proble-ma chabolista de la inmigracin rural. Hoy en da los viejos cascos histricos obreros se han visto transformados por la presencia de nuevos habitantes pobres migrantes con sus nuevas prcticas y sus nuevas subjetividades, pero tambin modificados por cierto dinamismo y movilidad ascendente de su poblacin, durante la etapa de crecimiento de Madrid. Todo ello hace de estos barrios unas periferias muy heterog-neas: algunas, las ms cercanas al centro, se quedaron incluso

  • Diccionario de las periferias26

    a las puertas de experimentar un proceso de gentrificacin. Estas periferias han contenido en los ltimos aos lo que he-mos denominado aduanas, que se aplican solo a una parte de su poblacin: aduanas, sobre todo en el transporte pblico, con los controles de identidad y que hacen que en Oporto o en el centro de Parla, unos viajeros entren en el tranva como ciudadanos y otros puedan acabar en el CIE. Aduanas que funcionan como la puerta de acceso/control a la periferia, que se ubican justo en los nudos de comunicaciones que conec-tan el centro del que se depende econmicamente. Pero tambin existen aduanas en los parques, donde se concentra la poblacin joven. La inclusin diferencial tambin aparece en estos espacios, incluso a una escala mucho menor que en los PAUs: en una misma calle, pared con pared, conviven una antigua casa de los aos sesenta, en estado de gran deterio-ro, con el bloque ultramoderno de tres lofts que se construy hace apenas diez aos en el solar de al lado.

    Periferia guetificada

    Aquella que se traduce en exclusin espacial de sus habitan-tes a travs de una intervencin institucional (vivienda pbli-ca, servicios de limpieza, servicios sociales). Algunas pro-ceden de la poca fordista pero, a diferencia de otros barrios de la misma poca, han seguido siendo ncleos de construc-cin de periferia en los aos ochenta y noventa, al ser desig-nadas como lugares para ubicar nuevos realojos (Villaverde, Cao Roto). Otras se levantaron en la dcada de 1980, al calor de la Operacin de Remodelacin y Realojamiento de Barrios (Pan Bendito, El Pozo), bajo la misma lgica de concentra-cin de la pobreza. Esta produccin continua de periferia en estos barrios podra explicar su situacin actual de gueto, en comparacin con otros barrios del antiguo cinturn rojo que presentan algo ms de dinamismo. Tendramos as una periferia / pobreza circular, donde no impactan tanto los cam-bios socioeconmicos que se producen fuera: una periferia sin esperanza, que habita en la nada como perspectiva y que a su vez es habitada por la violencia que aflora fundamental-mente en momentos de crisis. No obstante, se trata tambin de aquellos espacios urbanos que conservan y recrean rela-ciones comunitarias ms fuertes, si bien muy marcadas por la territorialidad y la identidad (siempre excluyente).

  • 27Introduccin

    Periferia neoliberal

    Aquella que se conforma en enclaves segregados, con sus propias normas y cdigos, ms propia de un periodo neoli-beral en el que el gobierno de la diferencia compuso un mapa ms complejo, marcado por la competencia y la inclusin di-ferencial. Esta composicin de enclaves dificulta la posibili-dad de construir barrio. Es el modelo de los PAUs, marcado por la competencia y tambin producido a travs de distintas polticas institucionales (tambin de vivienda, pero funda-mentalmente de provisin de recursos diferenciales). Resulta interesante, por ejemplo, mapear la inclusin diferencial den-tro de un ensanche: la composicin de las distintas manzanas a travs de la renta, el tipo de vivienda, detectar el tipo de recursos e infraestructuras disponibles, tiendas y comercios, etc. En este sentido, vemos diferencias entre los distintos en-sanches y sus enclaves: no es lo mismo Sanchinarro que Parla Este o el Ensanche de Vallecas. Quien vive en estos ltimos, a pesar de hacerlo en enclaves privilegiados dentro de su con-texto, no presume de barrio, incluso cuando tiene percepcin de ascenso social. De ah la propuesta de que la nocin de enclave deba supeditarse a la de periferia.

    (+1) Periferia marginada

    Se trata de aquella periferia que, heredera de los asentamien-tos chabolistas que rodearon la ciudad durante el franquismo, persiste hoy en los mrgenes de la ciudad. La Caada Real o El Gallinero constituyen dos ejemplos de aquello que la ciudad ha tratado de extirpar siempre de su corazn para llevrselo a una especie de vertedero social invisible no por casualidad junto al principal vertedero de la ciudad. En ese espacio se procesa lo que no sirve, pero ha cumplido algn tipo de funcin. Es tambin en ese lugar donde se permite que exista lo que no se puede tolerar en otras zonas de la ciudad: pobreza extrema, in-salubridad, narcotrfico, violencia, etc. Cada vez ms alejados de la ciudad, los poblados chabolistas son ciudades mviles que se levantan ms all de donde se intentaron destruir, ya sea debido a la construccin de una nueva autopista o de un nuevo desarrollo urbano. Aunque en estos espacios viven de-cenas de miles de personas, no hemos querido dedicarnos a ellos en tanto se encuentran fuera del marco de experiencia de buena parte de los habitantes de la periferia madrilea actual.

  • Diccionario de las periferias28

    No obstante, no queremos dejar de considerarla en esta enu-meracin, y de resaltar su excepcionalidad en la secuencia (+1), precisamente ms como un reclamo de su existencia que como un modo de estigmatizacin.

    De Carabanchel al proceso carabancheleando

    Ninguna reconstruccin histrica, ninguna hiptesis en torno a las periferias hubiera sido posible sin estar, mirar, andar y preguntar en lugares concretos. Carabancheleando co-mienza en muchos espacios perifricos dispares. En 2012 se inici desde el Observatorio Metropolitano de Madrid una investigacin dedicada a explorar el impacto de la crisis sobre las periferias madrileas. Partiendo de la hiptesis de que lo que estaba aconteciendo no era slo una crisis, sino una ofen-siva neoliberal que estaba construyendo un nuevo modelo social basado en la competencia y la desigualdad, se tra-t de caracterizar los efectos de la cada de las clases medias y el resurgimiento del fantasma de las periferias.

    Con la explosin de las banlieues francesas en 2005 y los riots de Londres en 2011, acontecimientos que constataban la tensin urbana producida por la brecha de desigualdad neoliberal, el Grupo de Periferias del Observatorio Metropo-litano se lanz a navegar por el archipilago de barrios que circundan la metrpoli madrilea. En esas islas, tal y como se vio, se estaba poniendo de manifiesto violencia estructural y desposesin en forma de desahucios, empobrecimiento, de-gradacin de espacios comunes, concentracin de las expre-siones de violencia, xenofobia, etc. Al mismo tiempo, sin em-bargo, estaban surgiendo experiencias formales e informales que permitan contrarrestar la ofensiva neoliberal en forma de redes de apoyo mutuo, asambleas de barrio, grupos anti-desahucios, huertos comunitarios, centros sociales, etc.

    Una serie de paseos por Parla, Villaverde, Torrejn, La Caada, Vallecas, Cao Roto, Carabanchel, etc., acabaron por dibujar nuestra hiptesis de las 3 (+1) periferias. A par-tir de la constatacin de esta heterogeneidad, y con vocacin de producir no solo conocimiento til para los movimientos sociales, sino tambin de contribuir a su impulso desde la inmanencia del propio movimiento, solo faltaba arraigar en un espacio perifrico para continuar explorando con otros a quienes interpelase la interrogacin sobre las periferias.

  • 29Introduccin

    Surge as Carabancheleando, a partir del encuentro, en la pri-mavera de 2013, entre la deriva que haba tomado la investiga-cin del Observatorio Metropolitano y algunos movimientos sociales y vecinales que haban surgido o se haban revitali-zado al calor del 15M en Carabanchel. Dicho distrito, con ms de 250.000 habitantes, es junto a Vallecas el ms representativo de la periferia madrilea, al menos si atendemos al imaginario urbano de la periferia. Testigo de cmo en su suelo se sedi-mentaban las tres capas de periferizacin mencionadas, Cara-banchel se haba convertido en un espacio privilegiado para observar las dinmicas heterogneas que durante la crisis se estaban produciendo en la periferia de Madrid.

    Pero como se ha dicho, no se trataba solo de observar, sino tambin de transformar conociendo y de conocer trans-formando, y Carabanchel, a partir de la explosin del 15M, se haba convertido en un laboratorio de experimentacin social y poltica de una enorme densidad. La Asamblea de Carabanchel, una de las asambleas de barrio ms potentes de las surgidas a partir de la salida de Sol, fue pionera en parar redadas, en okupar un espacio social que diese respuesta a las necesidades de las vecinas y vecinos (el EKO), en asumir como eje fundamental la lucha contra los desahucios y en in-cluir a vecinos y vecinas migrantes en sus luchas. Al mismo tiempo, alrededor del propio EKO se estaba larvando, desde haca aos, un espacio contracultural alrededor de salas de conciertos y de teatro, locales de ensayo, viviendas colectivas, solares dedicados a la agricultura urbana, etc. El imaginativo florecimiento de la autogestin en Carabanchel constitua un marco bien interesante a partir del cual construir una inves-tigacin colectiva sobre el propio contexto social en el que se desarrollaban todas estas iniciativas vecinales. El resultado de este encuentro ha sido una especie de devenir comn a partir de una propuesta externa.

    Lo primero que nos propusimos fue hacer un mapeo del barrio. Invitamos al mismo a miembros de diversos movi-mientos vecinales y sociales del distrito. En dos sesiones conseguimos trazar una representacin grfica subjetiva del territorio que obedeca a nuestros propios intereses: los de las luchas en el barrio, los de quienes viven en el mismo, y por tanto estn altamente implicados en su evolucin, los de quienes buscaban conocer las continuidades y las rupturas, etc. Se identificaron distintos aspectos definitorios del barrio y los localizamos sobre el mapa. Si los mapas no representan

  • Diccionario de las periferias30

    fielmente objetos, sino que dibujan las relaciones entre dichos objetos, este primer taller de mapeo nos descubri los lmites reales del distrito, la concentracin de determinados fenme-nos en algunos espacios, la segregacin interna del propio ba-rrio, etc. Con el fin de continuar la exploracin de esos distin-tos aspectos, se agruparon todos los temas en cuatro grandes categoras: las fronteras (internas y externas, fsicas y simb-licas, raciales y econmicas), los estigmas (espacios y barrios), la crisis (y sus manifestaciones en la vivienda, el comercio, los servicios sociales, etc.) y los movimientos (vecinales, sociales y culturales).

    Estas cuatro categoras fueron objeto de paseos y derivas por el barrio durante los siguientes meses. Los paseos cons-tituyen una forma de investigar esas reas temticas sobre el terreno, andando y conversando al mismo tiempo. Per-miten, como pocas metodologas, practicar la igualdad de inteligencias: el paseo hablado es algo de la gente comn, algo que todas y todos sabemos hacer independientemente de nuestro capital cultural. El formato que elegimos fue el de construir itinerarios con cuatro o cinco paradas, en cada una de las cuales una persona especialmente implicada en el tema y en el lugar nos explicara su visin sobre lo que pas o lo que est pasando all. Se trataba de poner en valor los saberes experienciales por encima de los tericos: se trata-ba de hablar con expertos en su propia experiencia. A partir de la exposicin disparadora, se armaba una conversacin. Mediante esta se iba creando un discurso colectivo a partir de relaciones significativas entre las experiencias previas, los conceptos, los lugares, las personas, los colectivos. Se achi-caba as la distancia entre referente, significante y significa-do: los paseos, y las conversaciones que se daban, permitan poner materia, cuerpo, imgenes, sonidos, olores y texturas a las ideas ms abstractas mediante la constatacin material de las relaciones de poder (muros, descampados, policas). Adems, al realizar la reflexin sobre los espacios vivos, el surgimiento de acontecimientos no planificados enriqueca la experiencia mediante la aparicin de interacciones con gente en el barrio, sucesos inesperados, conflictos. Por ltimo, estos paseos permitan conectar personas diversas en el barrio: a partir de un objetivo comn, se escuchaban sin juzgar relatos y visiones de otros diferentes, que ampliaban el conocimiento sobre el propio medio, produciendo enormes sorpresas entre los presentes al descubrir a su lado miradas y barrios comple-tamente distintos del propio.

  • 31Introduccin

    Las crnicas de nuestros paseos en la web de Carabanche-leando intentan dar cuenta de las lneas principales subra-yadas por los y las paseantes (https://carabancheleando.wordpress.com/category/deriva/). No obstante, el caudal de conocimiento colectivo de estos paseos desborda cualquier intencin de registro, ya fuera por escrito, en audio o en v-deo. En un paseo de cuatro horas en el que participan de-cenas de personas, se genera una densidad de conocimiento intersubjetivo equiparable a una investigacin etnogrfica de varios meses de duracin.

    Conscientes de esa riqueza, y al mismo tiempo de nuestras limitaciones en la medida en que no se trataba de una in-vestigacin profesional y no se contaba, por tanto, con tiempo y medios como para transcribir todo lo que se deca y editar todo lo que se grababa, optamos por una frmula que refle-jase el conocimiento producido en los paseos, pero tambin el surgido de otras reuniones, as como del propio cuerpo social y vecinal, y siempre de una manera sencilla: un diccionario.

    En 2014 lanzamos en la web el Diccionario de las periferias. El objetivo era presentar un pensamiento perifrico en un do-ble sentido, tanto geogrfico como de poder social. Generar un pensamiento propio, capaz de huir de las representacio-nes mediticas y externas, pasaba por elaborar conceptos cla-ve para pensar nuestro entorno perifrico. Para ello, nos pu-simos a clasificar reas temticas y conceptos relevantes que nosotros mismos definiramos, todo ello sin entrar a discutir el sentido de dichas definiciones: si alguien consideraba un concepto de una manera distinta a la definicin realizada, no tena ms que elaborar una nueva acepcin. Adems de este reparto, entre quienes participamos de forma ms estable en Carabancheleando, realizamos encargos concretos a exper-tos en temas, ya fuera por su experiencia vital o por su im-plicacin militante o profesional. Por ltimo, ante la densidad semntica de algunas reas temticas a la hora de explicar la crisis en las periferias, optamos por organizar conversacio-nes colectivas para que de ah salieran los conceptos clave y sus definiciones. Fue el caso de la conversacin con distintos agentes implicados en el tema de la vivienda en Carabanchel, tanto en la lucha contra los desahucios, como en la construc-cin de viviendas y modos de vida alternativos. Tambin la sesin sobre lo comunitario en relacin con la institucin, esta vez con profesionales y militantes diversos del distrito. En el diccionario, tal y como observaris, se hacen definiciones,

    https://carabancheleando.wordpress.com/category/deriva/https://carabancheleando.wordpress.com/category/deriva/
  • Diccionario de las periferias32

    pero tambin indefiniciones: y es que precisamente en dicho diccionario buscamos reflejar la complejidad intersubjetiva de las conversaciones, los mltiples puntos de vista, la am-bivalencia de cualquier fenmeno social. En la sesin de dis-cusin acerca de los servicios pblicos y lo comunitario in-tentamos definir comunidad y el resultado fue una conver-sacin de dos horas y media riqusima en matices y llena de contradicciones: cmo traducir eso en una definicin? Como ya hemos apuntado, ms que cerrar, el diccionario trata de abrir significados y as reflejar la complejidad.

    Otra deriva de Carabancheleando que surgi a partir de un paseo fue el proyecto audiovisual KdeKalle. El encuentro con los chicos de Zulo Studios fue un flechazo. Zulo Studios es un estudio de grabacin gestionado por tres jvenes compositores de hip-hop en los locales de la Asociacin de Vecinos La Fra-ternidad de Cao Roto. A partir de su particular visin de su barrio, un espacio estigmatizado, y de la potencia creativa de sus letras para generar nuevos relatos sobre el entorno, surgi la idea de realizar un vdeo-clip (http://www.kdekalle.com/).

    El colectivo Cine Sin Autor se implic enormemente para realizar dicha pieza durante el verano de 2014, al tiempo que bamos conociendo este pequeo barrio conformado por su-cesivos realojos y buscbamos planos, imgenes, personas y relatos. Adems de producir una pieza audiovisual, la idea era revertir las visiones hegemnicas sobre los barrios chun-gos, generar un proceso colectivo de reflexin que implicase a miembros de las distintas comunidades del barrio. El pro-ceso se vio interrumpido por el final del verano y el encon-tronazo con la realidad de la precariedad, en la que los chicos de Zulo Studios se desenvuelven cotidianamente, y en la que tienen que compaginar, sin apenas recursos, los estudios y el trabajo, los colegas y el amor. No obstante, la experiencia fue muy potente para todo el mundo. Se pudo comprobar el poder de lo audiovisual en tanto modo de representacin e interpelacin entre distintos agentes. Algunos de los resulta-dos visuales del proyecto constan en su propia web.

    Carabancheleando ha ido transformndose. De conce-birse como una investigacin militante con un objetivo claro testear las periferias en crisis con el fin de producir co-nocimiento til sobre el ecosistema para y desde los movi-mientos, se ha convertido en un dispositivo permanente de reflexin sobre el entorno urbano con intencin de vincu-larse con diversos colectivos y pensar con ellos sus acciones.

    http://www.kdekalle.com/
  • 33Introduccin

    Desde la aparicin de Carabancheleando, hemos recibido peticiones para iniciar reflexiones colectivas centradas en espacios concretos, como el taller de mapeo de Majadahon-da (Asamblea 15M) dirigido a pensar la ciudad hecha para la economa, el mapeo de Aluche (la CABA) que trataba de reflexionar sobre el entorno en el cual se pretende incidir polticamente, el paseo y proceso reflexivo abierto poste-riormente junto con Mapeando Carabanchel Alto (promo-vido por mdicas y enfermeras de un centro de salud, la asociacin de vecinos, etc.) a fin de comprender los vncu-los entre servicio pblico y comunidad, el taller para pensar Fuenlabrada desde un dispositivo de atencin social (Centro de Rehabilitacin Psico-Social) dirigido a desbor-dar las limitaciones de la intervencin teraputica cuando est desligada del entorno social. Lo que empez siendo un proyecto se ha convertido en un dispositivo permanente de anlisis de la realidad social que se activa a demanda, segn la deriva que van teniendo los procesos. No se trata tanto de asesorar a, sino de pensar con. Y el descubrimiento ha sido que adems de movimientos sociales, el inters por juntarse a reflexionar sobre el ecosistema procede tambin de profesionales de los mbitos de la salud y de la inter-vencin social. En ambos casos, hemos encontrado personas implicadas en la transformacin de la propia institucin y deseosas de redescubrir el afuera de la misma como res-puesta a los mltiples problemas individualizados que se encuentran en su trabajo.

    Unos apuntes sobre metodologa

    La metodologa que usamos a lo largo de este proyecto se po-dra definir con una serie de adjetivos, a saber, flexible, abier-ta, colectiva, horizontal, militante y no-acadmica.

    Flexible, porque no siempre hubo un plan definido, nos fui-mos adaptando a las circunstancias y el propio modelo fue cam-biando a lo largo del tiempo. En algunos casos utilizamos herra-mientas como los talleres de mapeado, los paseos o derivas; en otras los debates, los termmetros o los sociogramas, siempre dependiendo de las fuerzas disponibles, las intuiciones y los de-seos de las personas que participaban en el proyecto.

    Abierta, porque no siempre hubo un nosotros claramente definido, muchas personas pasaron por Carabancheleando

  • Diccionario de las periferias34

    en sus distintas etapas, algunas siguen aqu, otras ya se han ido y algunas ms estn entrando. Somos un grupo abierto, vido de nuevos miembros porque amamos la rotacin, el re-cambio, el reciclaje.

    Colectiva porque la fuente de todas las definiciones y del proyecto mismo fue una reflexin siempre grupal. En algunos casos la tarea de definir fue solitaria pero en cada definicin hay ecos de los debates, de los paseos, de las dinmicas. Todo forma parte de un flujo de conocimiento que fuimos creando y compartiendo en todo momento todas las personas. Hori-zontal porque las participantes, incluso los ms espordicos o espontneos aportan al mismo nivel sin jerarquas. Y esto produjo un conocimiento enriquecido por la motivacin y la emocin de lo que se aprende.

    Militante, porque esperamos que en el diccionario en-contris ideas, conceptos, un espejo en el que miraros o todo lo contrario. Que sea de utilidad. Ese fue nuestro principal objetivo: aspiramos a que en algn lugar de este diccionario encontris algo de lo que hacer un arma para vuestra lucha sea la que sea.

    Y, la verdad, no hemos seguido una metodologa muy aca-dmica. Creemos que a estas alturas imaginis cmo y por qu: la academia trabaja para s misma, se autorreferencia, es endo-gmica y elitista hasta lmites enfermizos, ms all de excepcio-nes personales, atrapa en sus formas de mirar, de delimitar lo que es relevante y lo que no. Y aqu pretendemos todo lo con-trario: ser exogmicos y promiscuos, mezclarnos, saltarnos los formalismos de la academia y hacer algo tan imperfecto, tan in-formal y tan subjetivo como til. Algo tan vivo, abierto y a la vez sencillo y accesible que de urticarias al tribunal de calificacin.

    Siguiendo estas ideas bsicas usamos algunas herramien-tas que, siendo sinceros, aportaron bastante. Aqu va una des-cripcin no exhaustiva de algunas de las cosas que hicimos y que cualquiera podra hacer para conocer su barrio, su perife-ria, su ciudad, su mundo. Y que sirven para cambiarlos.

    Mapeo colectivo

    Los talleres de mapeo colectivo nos sirven para tratar temas que tienen una dimensin espacial. Para ello necesitamos congregar a un puado de personas relativamente heterog-neas, pero que comparten el inters por el tema que se est

  • 35Introduccin

    analizando. Quienes dinamizan pueden lanzar una pregun-ta abierta, que acte de disparadora de una charla entre los participantes. Por ejemplo, qu claves tendra que conocer alguien que se muda a Carabanchel para enterarse de lo que ocurre en el barrio?, o a qu problemas se enfrentan las ve-cinas? Quienes dinamizan van anotando los temas que van saliendo y despus de un rato de charla se ponen en comn, seleccionando entre todos los cinco o seis asuntos generales ms relevantes. En la segunda parte del taller se trata de lo-calizar en un mapa grande del territorio lugares especficos donde estos asuntos seleccionados se ponen de manifiesto, contando a la vez historias, poniendo en relacin con otros puntos, matizando, etc. Y qu se obtiene del taller? Aparte de poner en comn lo que saben unas y otras personas, se conectan distintos hechos, y lo que nos parece ms impor-tante, se identifican ejes temticos que vertebran la vida en ese territorio. Podra encontrarse, por ejemplo, como en el caso de Carabanchel, la importancia de los estigmas en la identidad del barrio, la existencia de fuertes fronteras f-sicas y simblicas, el dinamismo de los movimientos so-ciales, la vivienda como campo de batalla en el pasado y el presente, etc. Estos ejes son susceptibles de ser tratados luego ms en profundidad con otras herramientas (paseos, debates, barmetros, etc).

    Paseo/deriva

    El paseo acta como un corte transversal del barrio, visitan-do lugares significativos de la temtica que se est tratando, charlando directamente con las personas implicadas en cada asunto y poniendo en comn las experiencias de los partici-pantes en el paseo. Una vez concretado el eje temtico sobre el que versar el paseo, se prepara, identificando las paradas que sera interesante realizar, contactando para cada una de ellas con una persona/grupo de personas que explique lo que ocurre all. La convocatoria del paseo se hace lo ms amplia y abierta posible, para que los asistentes aporten, en cada una de estas paradas, su experiencia, sus dudas, sus preguntas y entre todos se vaya entretejiendo una red, no slo de hechos o conocimientos relacionados, sino, si hay suerte, tambin en-tre las propias personas o colectivos paseantes.

  • Diccionario de las periferias36

    Sociograma

    Plasmamos, en una superficie bidimensional, un eje vertical que representa la capacidad de actuacin, de influencia o el poder y un eje horizontal que representa la afinidad. En esta matriz ubicamos a los colectivos, instituciones o personas que actan sobre un territorio dado, que en nuestro caso ha sido Carabanchel. De esta forma visibilizamos con qu colectivos, instituciones o personas tenemos ms cosas en comn y de qu fuerzas disponemos. Lo que comnmente denominamos las redes. Pero tambin vemos a quien nos enfrentamos, las posibles alianzas y los conflictos. Todo esto con post-it de co-lores y rotuladores, de forma que quede bonito (y con la nada despreciable ventaja de que es barato).

    Barmetro

    Una vez seleccionado un tema recursos, economa, etc. alguien se encarga de hacer unas afirmaciones al respecto, siempre discutibles. Tratamos, para ello, de recuperar las con-tradicciones, las ambivalencias y los distintos derroteros por los que anda la vida social, las vidas en el barrio, los intereses y acciones de sus gentes. Una vez hecha una afirmacin las personas se ponen fsicamente a un lado, si estn de acuerdo, o al otro, si no lo estn. Cada una expresa su punto de vista y las dems se van moviendo de forma que las posiciones o se acercan o se alejan an ms. Es simplemente una forma muy corporal de dinamizar un debate.

    Debate

    Nada nuevo. Se trata de una de las dinmicas de trabajo ms recurrentes y, a la vez, ms necesarias. Slo requiere de ganas de debatir, juntarse, plantear diversos puntos de vista. Una sencilla prctica que consiste en reunirnos con personas con un conocimiento o un inters especial en un tema. Algunas veces incluso llevamos galletas y caf.

    Nuestras sesiones de trabajo sirvieron para acotar entra-das, trminos y expresiones del diccionario, tambin para definirlas. Solo son algunas herramientas entre las muchas posibles que, por s solas, no garantizan ningn resultado pero que estn inscritas en el proceso de trabajo que hemos

  • 37Introduccin

    descrito. Al fin y al cabo, adentrarse en el lenguaje y en los saberes perifricos necesita de una disposicin previa a encontrarlos.

    El lenguaje y los saberes perifricos

    A pesar de su aparente simpleza, el acto cotidiano de nombrar las cosas, la vida, el entorno, es algo de suma importancia. Acciones insertadas imperceptiblemente en nuestras vidas cotidianas: decir, calificar y distinguir las cosas son operacio-nes que a la vez reflejan y configuran la realidad. Cuando hablamos estamos haciendo algo, y las palabras de forma inevitable pero no siempre consciente tambin hacen algo con nosotras.

    Ya lo hemos sealado: con algunas intuiciones y la volun-tad clara de desarrollar una mirada atenta, una disposicin para escuchar y para charlar, hemos podido percibir una densa y rica red de significados perifricos producidos por las gentes: polisemias, versiones y declinaciones que com-ponen un lenguaje complejo que parte de lo cotidiano. As, las entradas que hemos elaborado en este diccionario son de muy distinto tipo: verbos, sustantivos y adjetivos, concep-tos compuestos, expresiones y frases hechas. Y muchas pa-labras nuevas, inventadas y reconstruidas en ese proceso de conversacin.

    Se trata, en todo caso, de un lenguaje perifrico que per-tenece a los saberes alejados de los ncleos de poder y de los conocimientos oficiales. Se trata, pues, de conceptos y expre-siones, pero tambin de tonos y acentos, unas veces relega-dos al olvido, otras muchas presentes en el lenguaje legtimo como ejemplos de vulgaridad, de error y de incultura. Las gramticas y diccionarios oficiales se distancian del glosario perifrico, para calificar sus palabras o despreciarlas unas ve-ces, reutilizarlas otras y, al final, imitarlas o folklorizarlas en el lenguaje meditico. Este glosario perifrico va a ser tam-bin el repositorio de la imagen y el verbo asociado a la vul-garidad desordenada, al peligro, a lo inmoral. Nosotras por el contrario reconocemos esto como diversidad. Si luchamos contra las jerarquas tambin lo hacemos contra la correccin, en tanto reflejo suyo. El lector despistado creer ver en las definiciones de este diccionario innumerables errores lings-ticos, ortogrficos, de estilo o gramaticales, pero en realidad

  • Diccionario de las periferias38

    son diferentes formas de utilizar la lengua, gramticas pro-pias y ortografas libres que se hacen correctas cada una en su contexto.

    Este empeo no es, sin embargo, un ejercicio ldico de rehabilitacin lingstica. Si queremos poner en marcha otros saberes y otras formas de generar conocimiento, hay que ju-gar fuerte en el terreno del lenguaje y en el combate por las palabras y los conceptos. Primero, mostrando la desnudez del lenguaje que se dice legtimo, culto y correcto, que siem-pre necesita un sustrato social donde desplegarse y que las gentes vulgares y corrientes como nosotros usamos, estira-mos, deformamos cotidianamente. Segundo o ms bien a la vez reconociendo y abriendo la enorme y compleja carga de significados de los saberes perifricos, que nunca son la re-ferencia de lo adecuado y difcilmente encontrarn hueco en diccionarios de referencia, ni siquiera los de uso, acuciados como estn por la brevedad, la concisin y lo correcto.

    Recopilar palabras y expresiones es, pues, una pequea parte, un granito de arena, de un proyecto ms amplio: aquel que pretende plantear formas de investigar y conocer comu-nes, generar pensamiento propio que muestre que ya no nos creemos las representaciones mediticas al uso, ni los labe-rintos jurdicos del lenguaje, ni la palabrera de una poltica de oligarquas y lites. Porque hablar y nombrar es impor-tante para reinterpretar la realidad y poder acompaarla de las grandes preguntas: qu pasa?, qu hacer?, qu imaginar?. Definir, pues, lleva implcita la imaginacin de la accin y del futuro.

    Este diccionario tampoco es una coleccin localista y pin-toresca de palabras y conceptos. No queremos alimentar pre-juicios y estereotipos, sino invitar a un trabajo permanente de formular preguntas, entrenar la sensibilidad del odo y el reconocimiento de las vidas comunes. Las palabras y expre-siones aqu recogidas muestran su enorme capacidad y poder para configurar realidades y ser significativas; y eso es algo universal y no exclusivo de este o aquel lugar.

    En el diccionario no vas a encontrar todo el lenguaje de la periferia. Incluso nos atrevemos a afirmar que se trata de un glosario muy limitado de la misma. Esa ausencia de represen-tatividad es cuantitativa, pero tambin cualitativa. Quienes aqu definimos cuestiones perifricas que nos parecen impor-tantes tenemos nuestras propias marcas sociales, sesgos de

  • 39Introduccin

    clase ni los ms pijos ni los ms pobres de nuestros barrios estn aqu, de gnero buena parte de las palabras han sido escritas por hombres o desde una mirada masculina, de identificacin sexual la norma hetero gana por golea-da, de origen las fronteras operan en el cotidiano por ms que busquemos el mestizaje, de etnicidad la mayor parte no estamos etnificados, de racialidad la mayor par-te no estamos racializados, de edad hay un ligero tufillo generacional protagonizado por quienes nacimos entre 1970 y 1990, de actividad laboral la mayor parte llevamos a cabo trabajos no manuales fruto de cierta formacin acad-mica, de ideologa generalmente ateos y cercanos a las ideas libertarias y de implicacin poltica y cultural so-lemos participar en movimientos sociales o en redes comuni-tarias de activismo. An habiendo buscado y escuchado la diversidad, no es fcil implicarla en un proyecto como este: la identificacin con la periferia no es algo que atraviese a todos sus habitantes. No obstante, el valor de este diccionario no estriba en su representatividad, sino en lo que gente situada en un momento histrico concreto reflexiona acerca de un es-pacio generalmente impensado o malpensado.

    El diccionario de las periferias es una parte del esfuerzo por buscar y generar relatos distintos a los hegemnicos y oficiales, incluidos aquellos que se generan desde la academia. Porque, lejos de la inocuidad, pensamos que esos relatos estn constru-yendo la ofensiva neoliberal que nos propone nuevas formas de convivencia y, con ello, la imposibilidad de pensar otras for-mas de ser y estar juntos. Y porque sabemos que en los barrios, en la vida cotidiana, ya se estn produciendo resistencias a esa ofensiva por medio de miles de iniciativas, okupaciones, gru-pos de consumo, redes informales de solidaridad, espacios de arte, deporte, etc. Y porque intuimos que todo esto va ms all de la crisis que parece explicar y justificar todo.

    Al contrario de lo que pretenden los diccionarios de refe-rencia, este no tiene ni principio ni fin. A pesar de sus lmites fsicos, nunca sabremos cundo estar terminado, ni siquiera cuando se inici, porque al fin y al cabo nosotras comenzamos recogiendo palabras que ya estaban en circulacin. Nadie se puede apropiar de ninguna entrada, ni pretendemos que sean las correctas, sujetas como estn a nuevos usos y declinaciones. Cada definicin es una de las posibles, es uno de los trazos de la polisemia social de las palabras, un lenguaje complejo, ambi-valente, de uso multilocal, que cuenta con estrategias propias

  • Diccionario de las periferias40

    de subrayado y etapas de olvido, recuperacin y resignifica-cin. Terminemos ya con unas breves pistas acerca de cmo puedes organizar la lectura de las palabras de la periferia.

    Cmo leer este diccionario

    Las entradas de este diccionario estn ordenadas alfabticamen-te. Y hasta aqu llega nuestra concesin a los rdenes acadmi-cos. Un orden tan slo aparente. Avanzar en la lectura te servir para comprobar que cada palabra, cada expresin es una mera excusa para contar alguna historia, para hablar de otra cosa. Po-dra tener otro ttulo sin demasiado problema, cambiar de posi-cin en la lista y reorganizar todo el texto. Se despliega, pues, un orden aleatorio que est implcito y que se acerca al desorden con el que usamos el lenguaje, lejos de los territorios de anlisis. Por eso mismo se puede leer de atrs hacia adelante o al revs, tal vez por categoras, siguiendo las pistas que ofrece cada pala-bra o de cualquier otra forma que a ti se te ocurra.

    Si en algn momento tu opcin tiene algo que ver con las categoras que apuntamos, a continuacin las enumeramos brevemente comentadas:

    * Espacios: lugares, sitios... all donde ocurren las cosas. Las que nos encontramos. Espacios que conocemos o que nos intrigan, los que nos repugnan y nos gustan. Nuestros espacios, los vuestros y los suyos.

    * Movimientos: la gente que hace cosas en el barrio. Dife-rentes colectivos que se mueven, se movilizan o movilizan a la gente. No cualquiera eso s, encontraris aqu de lo bueno lo mejor.

    * Economa: cmo se busca la vida la gente en las periferias?

    * Vivienda: hasta la vivienda se redefine en el diccionario de las periferias, la casa no ser nunca ms ese espacio aburrido que siempre pensaste, en ella y por ella se luchan las ms bellas batallas y se viven las mejores historias.

    * Memorias: cosas viejas que nos recuerdan otras cosas, historias de la gente. El pasado revisado, las historias que nos definen y las que no.

  • 41Introduccin

    * Estigmas: objetos, personas o lugares que, de una ma-nera bastante superficial, tienden a asociarse con ideas negativas. Aunque estas asociaciones sean ms o menos inconscientes, no dejan de ser meras construcciones socia-les, hechas con mayor o menor intencionalidad.

    * Fronteras: barreras fsicas o simblicas que se oponen a la libre circulacin de las personas o al establecimiento de vnculos entre la gente. Las hay arquitectnicas, econmi-cas, raciales, de gnero, etc.

    * Gente: podra ser todo, pero lo hemos restringido a las interpretaciones que las personas hacemos de lo que ocu-rre a nuestro alrededor, as como a los mecanismos que inventamos (o inventan algunas personas) para interac-tuar con la realidad.

    * Smbolos: aquellos objetos, lugares o personas que nos parecen especialmente representativos o evoca-dores de algn aspecto de la vida, ms all de su mera individualidad.

    * Diversidad: hace referencia a lo que tiene que ver con las distintas culturas o modos de organizar la vida que podemos encontrar en nuestra sociedad, a las caractersti-cas o necesidades especficas que poseen o se atribuyen a determinados grupos / colectivos que la formamos.

    Coda

    Final del recorridotres aos de mapeos, derivasy encuentros junto a otras muchas, en los bordes de la ciudad. Ahora les toca a ustedes.Les proponemos seguir dndole vida a este proyectoInconcluso como las calles, las casas, nuestros barrios Queremos que en mediode las derrotas y las victorias de los arrabaleseste libro se convierta en un artefacto vivo que pasa de mano en mano,boca a boca, con el aireen tu parqueo al cuestionamiento del orden realmente existente tras la ba-rra de algn bar.

  • Diccionario de las periferias42

    Pensamos que esto es un dispositivo, queremos que lo seapara intervenir en nuestras vidasO una mera excusa para incitar nuevas conversaciones.Ecos del asfalto Palabras que puedan detener la razn de los poderososponindolos ahora entre parntesis, desnudando sus miseriasasistiendo, quiz con perplejidad, a nuestras formas de mirar y pensarlo todo Ecos de las periferias, con resonancias en mil sitiosms all de las torres de los sabios, los entendidos, los armadosEscritura similar que anuncia significados diversosgestos, tonos, el volumen con el que hablamosLos discursos con los que nos atrapany atrapamosNosotras mientras tanto, seguiremos en la callejunto a otras, otros ecospreguntandotrazando nuevas lneas por explorarotros caminos por los que dejarnos llevarotros espacios en los que encontrarnosy conversar sobre nuestras ciudadesy sus bordes

    Participantes

    Cuando decimos que este Diccionario de las periferias es un proyecto colectivo, no estamos hablando metafricamente. En este diccionario se pueden encontrar textos y colaboracio-nes de muchas personas y colectivos. Aqu van:

    Pilar Cucaln, Natalia Slepoy, Maxime Diedhiou, Alfonso Andaluz, Jos Mansilla, David Prieto, Ana vila, Yoel L-pez, alguna persona de Can Vies, Marta Malo, Alcira Padn, Eva Garca, Sergio Garca, Dbora vila, Daniel Paraju, Au-relio de Len, Elena Pascual, Anibal Hernndez, Ainchous, Jorge Aranda, Checoslovaquia 34, Gyrgy Bratiev, Comisin de Comunicacin de la Asamblea Popular de Carabanchel, ESLA Eko, Asociacin de Vecinos La Fraternidad de los Crmenes, Emilio Gmez Barroso, Javier Gmez Calzada,

  • 43Introduccin

    ngel Hernansez, Ignacio Miranda, Fernando Momprad, Nodo de Autogestin de Carabanchel, Luisa Simn, Univer-sidad Popular de Carabanchel (in memoriam), Vaciador 34, ZuloStudio (Dani/Qbano, Juan Carlos/Chek, Adrin/Sion), Niki Delgado, Marta Prez, Francisco Gaitn, Javier Gil, Irene Ruano, Nuria Rosado, Jara Cubillo, Rosa Miguel Nieto, Paula Hernndez Garca, Marcelino Garca, Campaa estatal por el cierre de los CIE, Luis, Cuqui, Jugadoras del equipo de ftbol femenino Casco Antiguo de Carabanchel B, Cine Sin Autor, David Arenal, Jorge Sequera, Sara (vecina de Villaverde), Su-gj, Asamblea de PAH Centro, Asamblea de Vivienda - Latina, Gisela Bragado Quero, Ins Gutirrez, Laura Escudero, Virgi-nia Montero y Beatriz Garca.

  • 25 minutos (Fronteras) (Gente)

    Mi barrio no est tan lejos, se tardan solo 25 minutos en llegar al centro, le dice Pedro a una incrdula Luca. Pedro es vecino de Carabanchel Bajo; Luca una amiga mucho ms del centro. Han quedado para tomar unas caas en un bar de Malasaa, relativamente cerca de donde vive Luca. Qu? No me crees? Solo nueve estaciones de metro para llegar desde Oporto a Callao en la lnea 5; a 2 minutos por estacin, eso hacen 18 minutos; ms otro par de ellos para entrar y salir.... Y si no quieres ir a Callao?, le replica Luca. Pues entonces es mejor que cojas la circular, o el 34 o el 35.

    Si no has tenido una conversacin como esta, haciendo estrambticos clculos como los de Pedro, es que proba-blemente no vives en una periferia urbana. Porque uno de los elementos definitorios de las periferias es, sin duda, su distancia al centro. Eso s, en una ciudad grande todo el mundo sabe que, por mucho que se empee la Fsica en lo contrario, las distancias no se miden en kilmetros: las unidades correctas son los minutos o, alternativamente, las paradas de metro. Luca tiende a utilizar ms los minutos y Pedro las paradas, para hablar de distancias. Y esa no es la nica cosa en la que la Fsica se equivoca cuando hablamos de periferias urbanas. A medida que charles con Pedro y Luca, te dars cuenta de que aunque hablen de la misma distancia, esta no mide lo mismo para cada uno de ellos: Carabanchel Bajo est a tiro de piedra del centro para el perifrico Pedro, mientras que se trata de una distancia casi insalvable para la centrada Luca. De hecho, ella nunca ha visitado Carabanchel. No se le ha perdido nada all.

    Ver: Lnea Gris.

    45

    Diccionario de las periferias

  • Antonio 4646

    Antonio (Vivienda) (Gente)

    Antonio es un tipo que se ha credo la historia. Esta es un pro-ducto que se empez a crear durante el franquismo, cuan-do los tipos que nos gobernaban por llamarlos de algn modo decidieron que lo mejor para tenernos controlados era hacernos propietarios. Y nosotros nos metimos en ello de cabeza. Encantados. La propiedad de las cosas sera el reflejo de nuestro progreso. Como cuando Antonio fue capaz de com-prarse el Seiscientos. Despus de dos meses de espera, el da de la entrega lo vio bajar por una rampa, con sus lneas suaves y el color azul celeste. Y se le caan las lgrimas. Era su sueo.

    Antonio se ha tirado toda la vida trabajando y se ha pri-vado de muchas cosas. Eran lujos innecesarios. Finalmente consigui no solo el Seiscientos, sino la casa en la que viva. Es ms, ahorrando poco a poco, como una hormiguita, compr un piso en el portal de al lado. Sera su inversin (el ladrillo nunca baja) y el da de maana se lo dejara a sus hijos, que a diferencia de Marisa y l, han estudiado mal que bien, alguno de ellos yendo incluso a la universidad.

    El piso del portal de al lado se lo alquil a una familia de ecuatorianos. Ha sido una inversin redonda. De hecho, le dieron ganas de meterse en un tercer piso (y una tercera hi-poteca), pero tuvo que dejarlo para ms adelante, porque por aquel entonces tuvo que empezar a ayudar a su hijo mayor, que se qued sin trabajo en un ERE y con su edad es muy difcil que encuentre algo decente. Entre tanto, Antonio ha cambiado de coche varias veces, cada uno un poco ms gran-de que el anterior, y que ahora guarda en un garaje. Ya en su da compr 90 acciones de Telefnica y 25 de Repsol que han ido subiendo desde entonces.

    Una pena que la segunda familia de ecuatorianos a la que alquil el piso se marchara a su pas. Tena la sospecha de que realquilaban dos de las habitaciones, pero mientras pagaran la renta y no dieran demasiados problemas eso a l le daba igual. Ahora el piso est vaco porque es muy difcil alquilar-lo. Eso s, prefiere tenerlo mirando que malvenderlo o meter a cualquiera. A ver si termina esta maldita crisis y todo vuel-ve a ser como antes.

    Antonio mira con abierta hostilidad a la familia (no sabe ni cmo se llaman) que ha ocupado el piso del primero. Parece

  • 47Apoyo mutuo 47

    ser que les haban desahuciado de una casa que no podan pagar. Tambin desconfa enormemente de los vecinos que llevan ya cuatro aos dando la murga en la plaza todos los domingos y que encima terminaron por meterse en el antiguo economato del barrio, donde hacen fiestas y reuniones. Y no le gusta un pelo el huerto que han montado en el solar de la esquina, ni que llenen todo de carteles con convocatorias de manifestaciones. Es una vergenza que se apropien de lo que no es suyo.

    Hace unos das le vino un grupo de okupas a pedirle el piso vaco. Le proponan que se lo dejara y a cambio decan que lo cuidaran y se haran cargo de la comunidad hasta que l lo alquilara o vendiera. No daba crdito; qu se ha credo esta gente? Si quieren algo que trabajen duro como hicieron Marisa y l toda la vida. Slo hay una forma de tener algo en esta vida: trabajar, trabajar y trabajar. Pero le da miedo que se metan mientras est de vacaciones en el pueblo, as que ha encargado poner rejas en las ventanas y un buen cerrojo en la puerta. Lo malo es que desde entonces no puede dormir.

    ***

    Como puedes imaginar, Antonio es tu vecino del tercero, es tu madre, eres t. Antonio somos todas. Y su sentido de la propiedad es el principal impedimento para que salte por los aires todo el tinglado en el que nos han metido. Ver: Casa tapiada, Vivienda colectiva.

    Apoyo mutuo (Economa) (Movimientos)

    En muchas de las iniciativas autogestionadas que existen en Carabanchel, no pasar demasiado tiempo hasta que escuches un par de palabras que van siempre juntas: apoyo mutuo. Y es grande cuando se da entre las personas de cada espacio, pero lo es mucho ms cuando las paredes de esos espacios se diluyen y se da entre colectivos afines carabancheleros. Pero a qu nos referimos cuando hablamos de apoyo mutuo?

    El apoyo mutuo es parte del procomn y del coopera-tivismo. Utilizado para sobrevivir y escapar del sistema capitalista.

  • Arte en la calle 48

    El apoyo mutuo se contrapone al individualismo y a la com-peticin. Es tener fe ciega en que no ests sol*. Son relaciones bidireccionales en las que no hay quien da y quien recibe, son relaciones entre iguales, horizontales, en las que apren-demos, enseamos y colaboramos un*s con otr*s.

    Sobre todo es la ausencia de EGO, la ausencia de la lucha de EGOS. Lo intentamos, aunque no siempre sale; el sistema capitalista ha hecho tan bien su trabajo que los EGOS siguen saliendo, a veces sin que nos demos cuenta. Pero lo intenta-mos, y lo primero es ser consciente de qu es lo que acaba con el apoyo mutuo.

    Y por qu hablamos ahora del apoyo mutuo? Es algo nuevo? Ni mucho menos, es tan viejo como los grupos de personas: el apoyo mutuo es lo que hacemos en nuestras fa-milias y con nuestras amistades ms ntimas: ayudarnos sin esperar que nos devuelvan el favor. Aunque s esperamos una reciprocidad: cuando yo lo necesite, s que ell*s tambin estarn ah para echarme un cable. Lo que queremos ahora es extender este tipo de ayuda y reciprocidad a muchas ms personas y colectivos. Nos llevaremos algn palo que otro, s (quin no se lo lleva de vez en cuando tambin con su familia y amigos, para luego volver poco a poco a recobrar la confian-za), pero queremos que este modelo sea la base para relacio-narnos con otras personas con las que compartimos espacios y proyectos polticos, sociales y econmicos.

    Y si hablamos ahora del apoyo mutuo es porque much*s tenemos la intuicin de que es clave para desembarazarnos de unas entidades centrales que supuestamente deberan redistribuir los recursos y protegernos de los peligros de la vida, pero que en realidad vemos que sirven mayormente para concentrar los recursos y el poder en unas pocas manos, las mismas de siempre.Ver: Autogestin, Redes, Asamblea popular, Casa dispersa, Vivienda colectiva.

    Arte en la calle (Espacios) (Movimientos)

    No nos fijamos pero estn ah. Firmas y marcas de l*s jvenes escritores. Nos dicen que estn presentes, nos hablan desde la

  • 49Asamblea popular

    tinta de las paredes, de las puertas, las papeleras, los buzones, las farolas, las vallas. Manchan la pared? Con el spray, el rotu o el cubo y el rodillo salen en la oscuridad de la noche o cuando todo est desierto para dejar su huella. Vigilan a los otros y respetan sus marcas y se miden con ellos en cantidad, tamao y visibilidad. Througs, piezas, firmas, carteles, pegati-nas y a veces algn mural. Crews de graffiteros que salen a conquistar espacios, que no se ven artistas, que consiguen nue-vos spots sin permisos, ni encargos. Es su rebelda y su destre-za la que queda estampada. No siempre son atractivos pero es que trabajan deprisa, estn proscritos y adems aprenden pintando. No buscan ni ser comprendidos, ni apoyados, slo atrapar un nuevo hueco y llenarlo. Slo poner su marca y desa-rrollar su estilo y reconocerse y valorarse y mejorar. Fluir y vol-ver cuando les blanqueas y hacer foto para coleccionar lugares y conquistas. Si pretendes ponerles precio y encontrarles en museos y galeras es que no te enteras. Los que as funcionan ya no pintan la calle porque sern pisados implacablemente.

    Asamblea popular (Movimientos)

    Reuniones peridicas de vecinos y vecinas de barrios y pue-blos de Madrid nacidas tras el 15M de 2011. Se refiere tanto a las asambleas que se celebran fsicamente en las plazas como, de forma ms amplia, a los espacios polticos asamblearios autnomos generados por estas reuniones peridicas.

    A finales de mayo, en las semanas siguientes a las multitu-dinarias movilizaciones en la Puerta del Sol, que dieron vida al llamado Movimiento 15M, la asamblea permanente de Sol propuso descentralizar el proceso poltico iniciado con la acampada y okupacin permanente del centro de la capital. Bajo el lema Toma las plazas, a modo de big bang, el 15M tom una dimensin metropolitana e incluso estatal. As se convocaron asambleas y encuentros de vecinos y vecinas en las plazas y lugares emblemticos de los barrios y localidades madrileas. Nacieron ms de 120 Asambleas Populares en el conjunto de la Comunidad de Madrid con decenas de miles de participantes. El objetivo de estas asambleas era la crea-cin de un poder popular, una estructura que a travs de una pa