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1 ¿TRASFORMACIÓN O METANOIA? La razón de la experiencia vital es la realización de la conciencia. Con esta finalidad opera la Ley de la Evolución, según la cual todo lo que se manifiesta está sujeto al cambio. El cambio es el mecanismo que posibilita la evolución del ser, y viene dado por ritmos de orden superior, operando a dos niveles. 1. Inconsciente. En un umbral de conciencia no auto reconocible, actúa de manera mecánica. Tiene carácter de trans-formación (a través de la forma). 2. Consciente. En los seres humanos, dotados de autoconsciencia, esta característica nos implica activamente, de tal forma que nuestra disposición para canalizar esta demanda nos permita fluir en armonía con el devenir natural, mientras que resistirse crea una fricción que se traduce en sufrimiento. Los grandes avatares traen a la materia la luz de los planos superiores.Tradicionalmente son testigos únicos del Ser Divino a titulo individual, es decir referenciado a un ser. Jesucristo representa el último eslabón de una carismática dinastía de dioses solares, que cíclicamente se van sucediendo con el advenimiento de una nueva era astrológica. Su llegada define un cambio de paradigma en la conciencia. Lo que rompe el patrón de la tradición se halla condensado en lo que él llamaría teshuvá y emuná. Su paso por la tierra plantea una nueva forma de vivir desde la asunción de que lo Inmanente, el poder supremo, está en uno mismo; transfiriendo así el testigo a toda la Humanidad. Ahora el avatar es todo el pueblo. La semilla fue sembrada hace 2000 años bajo el símbolo de los peces, con el advenimiento de la Era de Piscis; tras “la muerte del cordero”, al término de la Era de Aries. Los tiempos que corren reclaman su fruto, pues “el tiempo está cumplido” y una nueva etapa se abre en la historia del alma, en plena transición entre el declinar de la Era de Piscis y el emerger de la Era de Acuario, en espera de la respuesta de una nueva humanidad convocada a manifestar su esencia primordial que, sin renunciar a la diversidad de la forma, integre cual si de un solo ente se tratara la aspiración más pura del ser, el reconocimiento de su genuina identidad, con sus consecuencias a nivel cósmico. El ser humano desde su nivel de conciencia, y sometido a una pluralidad de influencias condicionantes, dibuja un mapa interpretativo multiforme a partir

¿TRANSFORMACIÓN O METANOIA?

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XIV Encuentro de la Red Ibérica de Luz en Toledo 2011

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¿TRASFORMACIÓN O METANOIA?

La razón de la experiencia vital es la realización de la conciencia. Con esta

finalidad opera la Ley de la Evolución, según la cual todo lo que se manifiesta

está sujeto al cambio. El cambio es el mecanismo que posibilita la evolución del

ser, y viene dado por ritmos de orden superior, operando a dos niveles.

1. Inconsciente.

En un umbral de conciencia no auto reconocible, actúa de manera

mecánica. Tiene carácter de trans-formación (a través de la forma).

2. Consciente.

En los seres humanos, dotados de autoconsciencia, esta característica

nos implica activamente, de tal forma que nuestra disposición para canalizar

esta demanda nos permita fluir en armonía con el devenir natural, mientras que

resistirse crea una fricción que se traduce en sufrimiento.

Los grandes avatares traen a la materia la luz de los planos

superiores.Tradicionalmente son testigos únicos del Ser Divino a titulo

individual, es decir referenciado a un ser.

Jesucristo representa el último eslabón de una carismática dinastía de

dioses solares, que cíclicamente se van sucediendo con el advenimiento de

una nueva era astrológica. Su llegada define un cambio de paradigma en la

conciencia. Lo que rompe el patrón de la tradición se halla condensado en lo

que él llamaría teshuvá y emuná. Su paso por la tierra plantea una nueva forma

de vivir desde la asunción de que lo Inmanente, el poder supremo, está en uno

mismo; transfiriendo así el testigo a toda la Humanidad. Ahora el avatar es todo

el pueblo.

La semilla fue sembrada hace 2000 años bajo el símbolo de los peces, con

el advenimiento de la Era de Piscis; tras “la muerte del cordero”, al término de

la Era de Aries. Los tiempos que corren reclaman su fruto, pues “el tiempo está

cumplido” y una nueva etapa se abre en la historia del alma, en plena transición

entre el declinar de la Era de Piscis y el emerger de la Era de Acuario, en

espera de la respuesta de una nueva humanidad convocada a manifestar su

esencia primordial que, sin renunciar a la diversidad de la forma, integre cual si

de un solo ente se tratara la aspiración más pura del ser, el reconocimiento de

su genuina identidad, con sus consecuencias a nivel cósmico.

El ser humano desde su nivel de conciencia, y sometido a una pluralidad

de influencias condicionantes, dibuja un mapa interpretativo multiforme a partir

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de la huella dejada en él por el Creador, haciéndose eco así de la multiforme

expresión en que se despliega su obra.

Todo, por consiguiente, es manifestación del Absoluto y está contenido

dentro de él. Así pues, rechazar algo como ajeno, al igual que considerarlo

único y exclusivo, es tanto como negar su esencia.

Conciliar esta perspectiva, desde una relativización de las creencias, con el

respeto al espacio del otro, se hace premisa necesaria, frente a las

concepciones absolutistas que dividen, al excluir todo aquello no perteneciente

a la misma consideración.

El cambio propuesto como agente evolutivo, Jesús lo plantea a partir de

una REVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA, transmitido a través de la teshuvá;

término hebreo cuya traducción al griego, como metanoia, aporta un matiz

enriquecedor, respetando su original significado.

La palabra teshuvá encierra una idea de cambio; significa conversión en el

sentido de retorno al estado de nuestra prístina naturaleza, en el que se

renueva el vínculo con nuestra fuente original.

Metanoia apunta al mecanismo mediante el cual se lleva a cabo el

proceso. Consta de dos conceptos, meta y nous. El prefijo meta trasciende el

significado del término al que acompaña trasladándole más allá de su valor

común. Nous literalmente significa “mente”. Así, nos enfrentamos ante una

profunda transformación interior que supera el mero nivel intelectual, con

consecuencias radicales en la configuración de la realidad del ser humano.

El cumplimiento de esta obra, sellada con una de las últimas frases del

maestro en sus últimos momentos (todo está cumplido), desemboca en la

figura a la que Él se refería cuando hablaba del Hombre Nuevo, el nacido del

Espíritu.

La teshuvá o metanoia está íntimamente relacionada con otro concepto

manejado puntualmente en su enseñanza, la emuná.

Emuná es la fuerza espiritual que posibilita realizar este proceso. Nace del

deseo original del alma que le otorga el convencimiento íntimo y la confianza

plena en sus potencialidades de realización. La oración y la meditación, como

elementos de conexión con el Ser Supremo, juegan un papel decisivo en su

activación. Por eso cuentan de Jesús que frecuentemente se retiraba a orar.

La realidad se genera en base a las vivencias experimentadas

El cambio representa un reto a lo desconocido. Unas veces la voluntad de

decisión queda inhibida a causa del temor que suscita lo no conocido y por

tanto no controlable. Y otras aparece la dificultad, hasta la imposibilidad, debido

a la ignorancia en cómo proceder.

La labor llevada a cabo por Jesús al encarnar el Cristo, no queda limitada a

la enunciación teórica de una noticia, sino que consuma su realización,

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abriendo así una ruta para todos los que vengan detrás. La experiencia de un

individuo es experiencia humana y por tanto patrimonio de todo el colectivo. Si

un igual es capaz de llevar a cabo obra tan magna, no hay razón para que

ninguno de nosotros no podamos hacerlo, máxime conociendo ahora el trazado

del camino hecho por él.

Javier Cristóbal

Junio, 2011