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XIV Encuentro de la Red Ibérica de Luz en Toledo 2011
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¿TRASFORMACIÓN O METANOIA?
La razón de la experiencia vital es la realización de la conciencia. Con esta
finalidad opera la Ley de la Evolución, según la cual todo lo que se manifiesta
está sujeto al cambio. El cambio es el mecanismo que posibilita la evolución del
ser, y viene dado por ritmos de orden superior, operando a dos niveles.
1. Inconsciente.
En un umbral de conciencia no auto reconocible, actúa de manera
mecánica. Tiene carácter de trans-formación (a través de la forma).
2. Consciente.
En los seres humanos, dotados de autoconsciencia, esta característica
nos implica activamente, de tal forma que nuestra disposición para canalizar
esta demanda nos permita fluir en armonía con el devenir natural, mientras que
resistirse crea una fricción que se traduce en sufrimiento.
Los grandes avatares traen a la materia la luz de los planos
superiores.Tradicionalmente son testigos únicos del Ser Divino a titulo
individual, es decir referenciado a un ser.
Jesucristo representa el último eslabón de una carismática dinastía de
dioses solares, que cíclicamente se van sucediendo con el advenimiento de
una nueva era astrológica. Su llegada define un cambio de paradigma en la
conciencia. Lo que rompe el patrón de la tradición se halla condensado en lo
que él llamaría teshuvá y emuná. Su paso por la tierra plantea una nueva forma
de vivir desde la asunción de que lo Inmanente, el poder supremo, está en uno
mismo; transfiriendo así el testigo a toda la Humanidad. Ahora el avatar es todo
el pueblo.
La semilla fue sembrada hace 2000 años bajo el símbolo de los peces, con
el advenimiento de la Era de Piscis; tras “la muerte del cordero”, al término de
la Era de Aries. Los tiempos que corren reclaman su fruto, pues “el tiempo está
cumplido” y una nueva etapa se abre en la historia del alma, en plena transición
entre el declinar de la Era de Piscis y el emerger de la Era de Acuario, en
espera de la respuesta de una nueva humanidad convocada a manifestar su
esencia primordial que, sin renunciar a la diversidad de la forma, integre cual si
de un solo ente se tratara la aspiración más pura del ser, el reconocimiento de
su genuina identidad, con sus consecuencias a nivel cósmico.
El ser humano desde su nivel de conciencia, y sometido a una pluralidad
de influencias condicionantes, dibuja un mapa interpretativo multiforme a partir
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de la huella dejada en él por el Creador, haciéndose eco así de la multiforme
expresión en que se despliega su obra.
Todo, por consiguiente, es manifestación del Absoluto y está contenido
dentro de él. Así pues, rechazar algo como ajeno, al igual que considerarlo
único y exclusivo, es tanto como negar su esencia.
Conciliar esta perspectiva, desde una relativización de las creencias, con el
respeto al espacio del otro, se hace premisa necesaria, frente a las
concepciones absolutistas que dividen, al excluir todo aquello no perteneciente
a la misma consideración.
El cambio propuesto como agente evolutivo, Jesús lo plantea a partir de
una REVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA, transmitido a través de la teshuvá;
término hebreo cuya traducción al griego, como metanoia, aporta un matiz
enriquecedor, respetando su original significado.
La palabra teshuvá encierra una idea de cambio; significa conversión en el
sentido de retorno al estado de nuestra prístina naturaleza, en el que se
renueva el vínculo con nuestra fuente original.
Metanoia apunta al mecanismo mediante el cual se lleva a cabo el
proceso. Consta de dos conceptos, meta y nous. El prefijo meta trasciende el
significado del término al que acompaña trasladándole más allá de su valor
común. Nous literalmente significa “mente”. Así, nos enfrentamos ante una
profunda transformación interior que supera el mero nivel intelectual, con
consecuencias radicales en la configuración de la realidad del ser humano.
El cumplimiento de esta obra, sellada con una de las últimas frases del
maestro en sus últimos momentos (todo está cumplido), desemboca en la
figura a la que Él se refería cuando hablaba del Hombre Nuevo, el nacido del
Espíritu.
La teshuvá o metanoia está íntimamente relacionada con otro concepto
manejado puntualmente en su enseñanza, la emuná.
Emuná es la fuerza espiritual que posibilita realizar este proceso. Nace del
deseo original del alma que le otorga el convencimiento íntimo y la confianza
plena en sus potencialidades de realización. La oración y la meditación, como
elementos de conexión con el Ser Supremo, juegan un papel decisivo en su
activación. Por eso cuentan de Jesús que frecuentemente se retiraba a orar.
La realidad se genera en base a las vivencias experimentadas
El cambio representa un reto a lo desconocido. Unas veces la voluntad de
decisión queda inhibida a causa del temor que suscita lo no conocido y por
tanto no controlable. Y otras aparece la dificultad, hasta la imposibilidad, debido
a la ignorancia en cómo proceder.
La labor llevada a cabo por Jesús al encarnar el Cristo, no queda limitada a
la enunciación teórica de una noticia, sino que consuma su realización,
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abriendo así una ruta para todos los que vengan detrás. La experiencia de un
individuo es experiencia humana y por tanto patrimonio de todo el colectivo. Si
un igual es capaz de llevar a cabo obra tan magna, no hay razón para que
ninguno de nosotros no podamos hacerlo, máxime conociendo ahora el trazado
del camino hecho por él.
Javier Cristóbal
Junio, 2011