5
Qué Los cultivos transgénicos están muy concentrados en apenas 6 países, en unos pocos cultivos y en unas pocas características. Aunque hay muchas plantas transgénicas, sólo unas pocas se cultivan. La so- ja transgénica, con 41,4 millones de hectáreas en 2003, representó el 61% del área transgénica mun- dial; el maíz, con 15,5 millones de hectáreas, el 23%. El resto corres- ponde al algodón, con 7,2 millo- nes de hectáreas y el 11% del total mundial, y a la colza, con 3,6 mi- llones de hectáreas y el 5% del to- tal mundial. En el año 2003 el 55% de los 76 millones de hectáreas de soja cultivadas en el mundo correspon- dió a la soja transgénica, el 21% de los 34 millones de hectáreas culti- vadas de algodón, el 16% de la col- za de los 22 millones de hectáreas cultivadas en el mundo, y el 11% de los 140 millones de hectáreas de maíz cultivadas en el mundo correspondió al maíz transgénico. Si se suman los cuatro cultivos ci- tados, el 25% de los 272 millones de hectáreas correspondió a los cultivos transgénicos. Quién Monsanto tiene el 80% del merca- do de las plantas transgénicas, se- guida por Aventis (perteneciente a Bayer) con el 7%, Syngenta (antes Novartis) con el 5%, Dow el 3% y DuPont (Pioneer Hi-Bred). Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales. Las em- presas multinacionales tratan de controlar la alimentación mundial, creando un gran oligopolio mun- dial, obteniendo grandes benefi- cios a costa de los agricultores, consumidores y pequeños comer- ciantes. Cómo La práctica totalidad de los culti- vos transgénicos han sido manipu- lados para producir la toxina Baci- llus thuringiensis (Bt) y aumentar la resistencia a dos herbicidas (gli- fosato o glufosinato), fabricados también por las mismas empresas que venden las semillas. La mayo- ría de las plantas transgénicas in- corporan un gen de resistencia a los antibióticos (gen marcador). Cerca del 18 de los cultivos trans- génicos mundiales son variedades Bt (Bacillus thuringiensis), sobre todo de maíz (9,1 millones de hectáreas, 13% del total mundial en 2003), manipuladas para pro- ducir una toxina contra los insec- tos (12,2 millones de hectáreas en total), y el 73% son cultivos trans- génicos de soja (41,4 millones de hectáreas, 61%), maíz, colza y al- godón diseñados para resistir a herbicidas como el glifosato o el glufosinato. El resto llevan ambas características, Bt y resistencia al glifosato. Dónde Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%), Brasil (4%) y Suráfrica (1%) repre- sentan el 99% de la superficie plan- tada con transgénicos en 2003, aunque en el resto del mundo, afortunadamente, no pasan de ocupar un lugar marginal. No obs- tante, ha aumentado el número de países con cultivos transgénicos, 6 en 1996, 9 en 1998, 13 en 2001, y 18 en 2003. Los transgénicos se cultivan en 7 países industrializa- dos (Estados Unidos, Canadá, Australia, España, Alemania, Ru- mania y Bulgaria) y en 11 países en desarrollo (Argentina, China, Suráfrica, México, Indonesia, Bra- sil, India, Uruguay, Colombia, Honduras y Filipinas). 24 WORLD•WATCH 2004 Los transgénicos en el mundo El qué, quién, cuánto, cuándo, dónde y por qué de los transgénicos José Santamarta

Transgénicos en El Mundo

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Como han evolucionado los transgénicos en el mundo

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  • FQu

    Los cultivos transgnicos estnmuy concentrados en apenas 6pases, en unos pocos cultivos y enunas pocas caractersticas. Aunquehay muchas plantas transgnicas,slo unas pocas se cultivan. La so-ja transgnica, con 41,4 millonesde hectreas en 2003, representel 61% del rea transgnica mun-dial; el maz, con 15,5 millones dehectreas, el 23%. El resto corres-ponde al algodn, con 7,2 millo-nes de hectreas y el 11% del totalmundial, y a la colza, con 3,6 mi-llones de hectreas y el 5% del to-tal mundial.

    En el ao 2003 el 55% de los76 millones de hectreas de sojacultivadas en el mundo correspon-di a la soja transgnica, el 21% delos 34 millones de hectreas culti-vadas de algodn, el 16% de la col-za de los 22 millones de hectreascultivadas en el mundo, y el 11%de los 140 millones de hectreasde maz cultivadas en el mundocorrespondi al maz transgnico.Si se suman los cuatro cultivos ci-tados, el 25% de los 272 millonesde hectreas correspondi a loscultivos transgnicos.

    Quin

    Monsanto tiene el 80% del merca-do de las plantas transgnicas, se-guida por Aventis (perteneciente aBayer) con el 7%, Syngenta (antesNovartis) con el 5%, Dow el 3% yDuPont (Pioneer Hi-Bred). Estasempresas tambin producen el60% de los plaguicidas y el 23% delas semillas comerciales. Las em-presas multinacionales tratan decontrolar la alimentacin mundial,creando un gran oligopolio mun-dial, obteniendo grandes benefi-

    cios a costa de los agricultores,consumidores y pequeos comer-ciantes.

    Cmo

    La prctica totalidad de los culti-vos transgnicos han sido manipu-lados para producir la toxina Baci-llus thuringiensis (Bt) y aumentarla resistencia a dos herbicidas (gli-fosato o glufosinato), fabricadostambin por las mismas empresasque venden las semillas. La mayo-ra de las plantas transgnicas in-corporan un gen de resistencia alos antibiticos (gen marcador).Cerca del 18 de los cultivos trans-gnicos mundiales son variedadesBt (Bacillus thuringiensis), sobretodo de maz (9,1 millones dehectreas, 13% del total mundialen 2003), manipuladas para pro-ducir una toxina contra los insec-tos (12,2 millones de hectreas entotal), y el 73% son cultivos trans-gnicos de soja (41,4 millones dehectreas, 61%), maz, colza y al-

    godn diseados para resistir aherbicidas como el glifosato o elglufosinato. El resto llevan ambascaractersticas, Bt y resistencia alglifosato.

    Dnde

    Estados Unidos (63%), Argentina(21%), Canad (6%), China (4%),Brasil (4%) y Surfrica (1%) repre-sentan el 99% de la superficie plan-tada con transgnicos en 2003,aunque en el resto del mundo,afortunadamente, no pasan deocupar un lugar marginal. No obs-tante, ha aumentado el nmero depases con cultivos transgnicos, 6en 1996, 9 en 1998, 13 en 2001,y 18 en 2003. Los transgnicos secultivan en 7 pases industrializa-dos (Estados Unidos, Canad,Australia, Espaa, Alemania, Ru-mania y Bulgaria) y en 11 pasesen desarrollo (Argentina, China,Surfrica, Mxico, Indonesia, Bra-sil, India, Uruguay, Colombia,Honduras y Filipinas).

    24 WORLDWATCH 2004

    Los transgnicos en el mundo

    El qu, quin, cunto, cundo, dnde y por qu de los transgnicos

    J o s S a n t a m a r t a

  • El ISAAA prev que en los pr-ximos cinco aos 10 millones deagricultores de 25 pases sembra-rn 100 millones de hectreas decultivos transgnicos, y el valor delmercado mundial de transgnicospasar de los actuales 4.500 millo-nes de dlares de este ao a 5.000millones en el ao 2005.

    Estados Unidos sembr 42,8millones de hectreas con cultivostransgnicos, un 10% ms que en2002, representando el 63% deltotal mundial (bsicamente mazBt y soja tolerante a herbicidas).Argentina plant 13,9 millones dehectreas, un 3% ms que en 2002y un 21% del total mundial (mazBt, y casi el 100% de la superficiede soja). Canad cultiv 4,4 millo-nes de hectreas, el 6% del totalmundial y un 26% ms que en2002 (colza, maz Bt y soja tole-rante a herbicidas).

    Brasil, que en 2003 sembr so-ja transgnica legalmente por pri-mera vez (ya se importaban semi-llas de soja transgnica de contra-bando, procedentes de Argenti-na), a pesar de las promesas electo-rales del presidente Lula y de laoposicin de buena parte del PT,plant 3 millones de hectreas, un4% del total mundial (en su totali-dad soja resistente al herbicida gli-fosato, que vende Monsanto, aligual que las semillas transgni-cas).

    China plant 2,8 millones dehectreas de algodn transgnico(58% del cultivo nacional de algo-dn), con un aumento del 33%respecto a 2002 y el 4% del totalmundial. Surfrica sembr400.000 hectreas, un 33% msque en 2002 y un 1% del totalmundial (maz Bt, algodn y soja).En Australia disminuy la superfi-cie cultivada, que fue de slo100.000 hectreas de algodntransgnico. India plant algodnBt por segundo ao, llegando a100.000 hectreas en 2003. Uru-guay plant 60.000 hectreas desoja y maz Bt, y Rumania sembr70.000 hectreas de soja transg-nica.

    La aprobacin de la ComisinEuropea en mayo de 2004 de lacomercializacin en la UE del

    maz Bt11, no ha supuesto el finde la moratoria europea a los ali-mentos transgnicos. La presinde EE UU y las multinacionalesdel sector en enorme, a pesar de laoposicin de los consumidores eu-ropeos. El nuevo maz se ha auto-rizado sin conseguir siquiera elrespaldo suficiente en el Consejode ministros de Agricultura de laUE. Francia, Dinamarca, Austria,Grecia, Portugal y Luxemburgovotaron el 26 de abril en contra dela autorizacin, mientras que Es-paa y Alemania se abstuvieron.La divisin en el Consejo impiditomar decisin alguna, ni a favorni en contra del maz transgnico.La situacin amenaza con repetir-se con el maz NK603 de Monsan-to, pero la presencia de 10 nuevospases de Europa Central y del Es-te, entre los que las reticencias alos transgnicos parecen muchomenores, puede cambiar las deci-siones de la UE.

    Si este Comit se pronuncia afavor, la Comisin autoriza el pro-ducto. Si no, el expediente se tras-lada al Consejo de Ministros de laUE, que debe aprobar o denegarla autorizacin por mayora cuali-ficada. Si el Consejo no se pro-nuncia en un plazo de tres meses(como ocurri en el caso delBt11), la Comisin puede adoptaruna decisin favorable o contraria.Las autorizaciones se conceden

    por un plazo de 10 aos. Con locual, la ltima palabra en la UE so-bre transgnicos la tiene la Comi-sin. El mismo da en que se apro-b la variedad del maz de Syngen-ta, EE UU mostr su intencin demantener la denuncia presentadaante la Organizacin Mundial delComercio contra la negativa euro-pea de permitir la importacin deproductos transgnicos.

    Las variedades de maz modifi-cado genticamente cuyo cultivoest permitido en Espaa suman16 y son comercializadas por Syn-genta, Pioneer, Monsanto, Lima-grain, Nickerson Sur, Advanta, Ar-lesa, Koipe, Semillas Fito y Proca-se. La variedad que ocupa la ma-yora de la superficie es el mazBt176, un tipo que la ComisinEuropea recomienda no cultivarya que podra ocasionar resistenciaa antibiticos. A partir de 2005 se-r retirada del mercado, y reem-plazada por el Bt11. De los cercade 30 variedades transgnicas queaguardan a ser aprobadas o recha-zadas por la Comisin Europea,10 han sido propuestas desde Es-paa, en los dos ltimos aos. Sonsemillas que comercializan multi-nacionales como Monsanto, Bayero Pioneer. Las dos primeras varie-dades aprobadas en Espaa fueronel Bt176, en 1998. En febrero de2003 se aprobaron otras cinco va-riedades y en febrero de 2004 se

    F

    WORLDWATCH 2004 25

  • Fhan permitido elcultivo de otros 9tipos de maz mo-dificado gentica-mente.

    El Gobiernodel PP mantuvouna beligerante ac-titud a favor de lostransgnicos, peroel nuevo Ejecutivodel PSOE parecems reticente. El26 de abril de2004, en lugar devotar a favor comotena previsto elanterior Gobiernodel PP, Espaa se abstuvo en elconsejo de Ministros de Agricul-tura de la UE en la votacin sobreel permiso de comercializacinpresentado por la multinacionalsuiza Syngenta para el llamadomaz Bt11.

    Espaa sigui siendo el nicopas de la Unin Europea que sem-br una superficie importante concultivos transgnicos, 32.000 hec-treas de maz Bt, con un aumentodel 33% respecto a 2002. En el res-to de Europa, Alemania sembruna pequea superficie con mazBt, y Bulgaria sigui cultivandounos pocos miles de hectreas demaz tolerante a herbicidas.

    Filipinas sembr por primeravez cultivos transgnicos en 2003,unas 20.000 hectreas de maz Bt.En Indonesia los agricultores sem-braron una pequea superficie conalgodn Bt en Sulawesi. Colombiaaument las plantaciones de mazBt hasta unas 5.000 hectreas, yHonduras plant 2.000 hectreasde maz Bt en 2003 (500 hectre-as en 2002). Mxico cultiv25.000 hectreas de maz Bt y10.000 hectreas de soja toleranteal herbicida glifosato.

    Cundo

    La progresin ha sido espectacu-lar, desde el primer cultivo trans-gnico de tabaco en 1992 en Chi-na, y las primeras plantaciones co-merciales en Estados Unidos en1994. En 1995 se cultivaron ape-nas 200.000 hectreas, en 1996 se

    pas a 1,7 millones de hectreas,en 1997 a 11 millones, en 1998 secultivaron 27,8 millones, en 1999se plantaron 39,9 millones, 43 mi-llones en 2000, 52,6 millones en2001, 58,7 millones en 2002 y enel ao 2003 se alcanzaron los 67,7millones de hectreas, con un cre-cimiento mundial del 15% (11% enlos pases industrializados respectoa 2002 y un 28% de aumento enlos pases en desarrollo).

    Cunto

    En 1983 se cre la primera plantatransgnica, y en 20 aos los culti-vos transgnicos, impulsados porunas pocas multinacionales, pasa-ron de la nada a ms de 67,7 mi-llones de hectreas en el ao2003, sin que an se conozcan susconsecuencias sobre la salud y elmedio ambiente, y en contradic-cin con el ms elemental princi-pio de precaucin. Segn el Servi-cio Internacional para la Adquisi-cin de Aplicaciones Agrobiotec-nolgicas (ISAAA), el rea mun-dial de cultivos transgnicos semultiplic por 40 desde 1996.Claro que el ISAAA depende delas multinacionales del sector, y suinformacin siempre es interesaday quizs algo exagerada, pero es lafuente principal de informacin.

    Por qu

    Las plantas transgnicas son ma-yoritariamente resistentes a losherbicidas, y se venden formando

    parte de un pa-quete de tecnolo-ga que incluye lasemilla transgni-ca y el herbicida alque es resistente.Los dos produc-tos principales sonactualmente elRoundup Re-ady de Monsan-to, que tolera suherbicida Roun-dup (glifosato),y el LibertyLink de AgrEvo,que tolera su her-bicida Liberty

    (glufosinato).Puede parecer contradictorio y

    demaggico, pero un objetivo de-clarado de tales plantas transgnicases reducir el uso de herbicidas. Aldisear cultivos tolerantes a nivelesmuy altos de exposicin a un herbi-cida (que es un producto qumicotxico para la mayora de las plan-tas), las empresas ofrecen a los agri-cultores la opcin de usar potentesaplicaciones de herbicidas en la es-tacin de crecimiento, en lugar dela prctica normal que requiere unaserie de aplicaciones de varios com-puestos diferentes. A pesar de loque pregonan las empresas fabri-cantes, en la prctica aumenta lacantidad de herbicidas aplicados, alno afectar a las plantas cultivadas,pero su simplicidad facilita el traba-jo de muchos agricultores.

    Otro beneficio potencial pre-gonado por Monsanto es que pue-den permitir el mnimo laboreo,las tcnicas de cultivo que reducenla necesidad de arar o incluso loeliminan completamente. Una delas razones para arar es eliminar lasmalas hierbas, pero al dejar la tie-rra desnuda, el arado agrava laerosin del suelo frtil.

    Las plantas transgnicas resis-tentes a los herbicidas, al igual quelos cultivos Bt, son una extensindel modelo actual de agriculturaindustrial basado en los plaguici-das. Pueden permitir una redu-ccin del uso de los herbicidas acorto plazo, pero su adopcin ge-neralizada promover la depen-dencia de los herbicidas. En mu-

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  • chas partes del mundo en desarro-llo, donde hoy apenas se usan her-bicidas, el hbito de su uso podraagravar la crisis ambiental: los her-bicidas son txicos para muchosorganismos del suelo, contaminanlas aguas subterrneas y puedentener efectos a largo plazo en laspersonas y en la fauna. Y, por su-puesto, la resistencia aparecer,pues se favorece la dependencia deunos pocos herbicidas de amplioespectro (glifosato y glufosinato),por lo que la resistencia se desa-rrollar ms rpidamente, y la agri-cultura ser ms vulnerable. EnEE UU el uso generalizado deRoundup (glifosato) en la sojaRoundup Ready ha promovido va-rias especies de malas hierbas resis-tentes a ese herbicida.

    El Bacillus thuringiensis (Bt)transgnico reemplaza a un insec-ticida, que antes se rociaba sobrelas plantas, por otro dentro de lamisma planta. La resistencia de lasplagas al Bt podra aparecer en po-cos aos, afectando no slo a loscultivos transgnicos, dado que elBt tambin se usa en los cultivosconvencionales. Los agricultoresvern cmo uno de los plaguicidasms benigno ambientalmente de-jar de ser til. Los cultivos Bt sonun retroceso a los peores das delempleo masivo de plaguicidas qu-micos, cuando se animaba a quelos agricultores rociaran sus cam-pos con plaguicidas cuya toxicidadno tard en aparecer. El Bt estprogramado para atacar a la plagadurante todo el periodo de creci-miento de la planta, aumentandola probabilidad de resistencia, alaumentar al mximo la exposicin.

    En 1997, un ao despus de suprimera plantacin comercial enCanad, un agricultor inform, ylas pruebas de ADN confirmaron,que la colza Roundup Ready sehaba propagado, por poliniza-cin, a una especie silvestre cerca-na, que creca en los mrgenes delsembrado, produciendo una malahierba con resistencia al herbicida.El gen con resistencia al herbicidahaba escapado. Haba apareci-do una grave contaminacin, lagentica, al abrir la caja de Pando-ra transgnica.

    Si un cultivo transgnico es ca-paz de reproducirse sexualmente(y generalmente lo es), la fuga detransgenes es inevitable, lo quepuede tener graves consecuenciasen las zonas de gran diversidadagrcola. El algodn de Monsanto,mezcla de Roundup Ready y Bt,est en el mercado desde hace va-rios aos. En el futuro podra di-fundir una amplia variedad de po-tentes genes en la naturaleza.

    El robo de las semillas

    Todas las semillas transgnicas es-tn patentadas. Hasta ahora losagricultores podan comprar lassemillas, incluso las patentadas, ypodan usarlas posteriormente ensus propios cultivos e incluso cam-biarlas por otras semillas. Pero conlas nuevas leyes de patentes, todasesas actividades son ilegales; elcomprador paga por usar una solavez el germoplasma.

    El derecho a poseer genes es unfenmeno nuevo en la historiamundial y sus efectos en la agricul-tura, y en la vida en general, toda-va es muy incierto. Las multina-cionales argumentan que la propie-dad intelectual es esencial para queprospere su industria. Para otros setrata de un neofeudalismo, queconvierte a los agricultores en losnuevos siervos de las multinaciona-les, que les venden semillas y pla-guicidas y les compran la produ-ccin a muy bajos precios, sin de-jarles ni oficio ni beneficio, con elnico consuelo de la propiedad for-

    mal sobre la tierra que cultivan. Enla prctica, una especie de franqui-cia de Monsanto. Las multina-cionales de las semillas transgnicashan iniciado una nueva era, cuyofin es controlar la industria ms im-portante y bsica (todos comemostodos los das, y la mayora tres ve-ces), una industria que factura msde 2 billones de dlares, la indus-tria alimentaria.

    Las patentes son un ingredien-te importante en la expansin dela industria. Las ventas globales deplantas transgnicas crecieron de75 millones de dlares en 1995 a4.500 millones en 2003. Se esperaque las ventas alcancen los 5.000millones en 2005 y 25.000 millo-nes en el ao 2010.

    Las patentes dan a las multina-cionales un enorme poder sobrelos agricultores. Para defender susderechos sobre las patentes, lascuatro o cinco multinacionales delsector exigen a los agricultoresque firmen contratos de semi-llas, un fenmeno totalmentenuevo en la agricultura. Los con-tratos pueden estipular qu marcade plaguicidas debe usar el agri-cultor, una especie de mercadocautivo para algunos herbicidas enestos paquetes tecnolgicos.

    La lucha para reforzar las pa-tentes no se detendr con este tipode contratos. La llamada tecnolo-ga de proteccin de los genes,popularmente denominada ter-minator, puede hacer que loscontratos sobre las semillas seanuna realidad biolgica, al igual

    F

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  • Fque los actuales desarrollos tecno-lgicos. La tecnologa terminatoro similares (traitor) impiden quelas semillas recolectadas vuelvan agerminar. La tecnologa termina-tor aumentar la uniformidad delos cultivos al restringir la prcticade guardar y cruzar semillas de unao para otro por los agricultores.

    Y en cuanto al potencial de labiotecnologa para alimentar a lapoblacin mundial, las tendenciasactuales no son muy alentadoras.El problema del hambre, queafecta segn la FAO a 842 millo-nes de personas, es un problemade distribucin y de desigualda-des, y no de falta de alimentos,que sobran. Las plantas transg-nicas estn hechas para dar bene-ficios a las 4 multinacionales quelas fabrican, y no para alimentar alos pobres del mundo. Pretenderadornar con el supuesto altruis-mo de alimentar a los hambrien-tos lo que es una apropiacin yun oligopolio sobre la alimenta-cin, es uno de los mayores escar-nios contemporneos.

    La agricultura ecolgica, conmezcla de cultivos, sin empleo deherbicidas y otros plaguicidas niabonos qumicos, con mezcla deganado y cultivos de leguminosas,permite obtener mejores resulta-dos a largo plazo, y es el nuevo pa-radigma agrcola de la sostenibili-dad, muy diferente al enfoque tec-nocrtico que hoy domina el pen-samiento.

    El rechazo de los consumido-res y de los fabricantes y grandescomercializadores de alimentos enEuropa ha reducido el consumode los alimentos transgnicos. Lasexportaciones estadounidenses desoja y maz a la Unin Europeahan cado estrepitosamente.

    Los consumidores podemos ydebemos rechazar los transgni-cos, por razones de salud (alergias,resistencia a los antibiticos), de lacalidad de los alimentos, de losriesgos ambientales (contamina-cin gentica, prdida de biodi-versidad, resistencias) y de los ries-gos econmicos y polticos que sederivaran de poner nuestra ali-mentacin en manos de cincograndes multinacionales.

    El rpido lanzamiento de loscultivos transgnicos es muy pare-cido al del DDT y a las centralesnucleares, hoy en crisis. La combi-nacin de oposicin pblica y cri-sis financiera forz a la paraliza-cin del desarrollo de estas tecno-logas, despus de que sus efectosen el medio ambiente y en la saludhumana demostraran ser mscomplejos, difusos y duraderosque las promesas que acompaa-ron a su rpida comercializacin.En un esfuerzo para evitar estemismo ciclo con la introduccinde cada nueva tecnologa revolu-cionaria, se ha propuesto la adop-cin del principio de precaucin,al que se oponen las multinaciona-les citadas.

    La transicin a unaagricultura y ganaderaecolgica es una necesi-dad imperiosa, y as em-piezan a entenderlo losconsumidores y los pro-pios agricultores. En2002 la agricultura eco-lgica certificada se ex-tendi por 23 millonesde hectreas, aunque unacantidad muy superiorno etiquetada se cultivsin agroqumicos nitransgnicos.

    Los transgnicos ten-drn consecuencias mu-cho ms graves y prolon-gadas que los plaguicidastxicos, y suponen el l-

    timo eslabn de un modelo insos-tenible, que empobrece a los agri-cultores y perjudica a los consumi-dores, beneficiando slo a unaspocas empresas multinacionales,con un enorme poder de manipu-lacin e influencia sobre algunosgobiernos, como el de EstadosUnidos, que a su vez presionan ala Unin Europea y a otros pasesdonde el rechazo a los transgni-cos es cada vez mayor.

    Referencias

    www.isaaa.orgwww.grain.orgwww.agroecologia.netwww.biodiversidadla.orgwww.etcgroup.orgwww.ecoportal.netwww.greenpeace.org/internatio-nal_en/campaigns/intro?cam-paign_id=3942www.gmwatch.orgwww.tierra.org/transgenicos/transgenicos.htmwww.vidasana.orgwww.raaa.orgTransgnicos. Ingeniera genti-ca, alimentos y nuestro medioambiente. GAIA Proyecto 2050.ISBN: 84-930232-3-X. PVP: 12euros. www.nodo50.org/world-watch

    Jos Santamarta es director deWorld [email protected]. Mvil 650 94 90 21

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