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Bella Clara Transparencias Itoparra Ante el expolio de la eyaculación de mi espíritu por aquellos ojos sentí rubor, aún así me mostré desnudo. No soy virgen en el prostíbulo de la palabra amancillada. Feroces, las fauces del papiro devoran prosa cruda, no sacia su voracidad el brotar constante de yacimientos, ni el discurrir de sus brazales adyacentes a una misma ría. El derramar de sesos que salpican el blanco, puro en su origen y que a todos impregna, no lo limpia el tiempo. Hoy soy yo el que vierte el contenido de ese cáliz de recuerdos y la mancha sobre mancha no deprecia el interminable lienzo. Sé que estas ahí, al amparo de lo anónimo, para los que es el interior de los hogares, y no habrás de confesar pecado acusando al pecador que tu has violado. Otros acuden a tu reclamo y hacéis legión y juzgáis sin ser juzgados y lloráis desdichas y aplaudís milagros y pasáis la página del libro eterno. Más muchas dudas quedarán suspendidas en tu mente: ¿Qué sentencia terminará de un ¡zass!, el sentimiento? ó, ¿seré yo el último que contra ti abra las manos, que moje pan en tu grata sazón? Miles son los frentes, como gotas diluviando, en los que iguales atan sus memorias a troncos fértiles. No hay final, ni más allá, ni muerte; para tanto decir y escuchar de tanta gente. MALTRATO Recojo las piezas de mi puzle, borro los despojos de lo vivido, y vuelvo a comenzar el camino. Dejo atrás besos y ternuras, transformados en golpes de tu ira, golpes que una y otra vez me lastiman, haciéndome a mi culpable de tu rabia y cobardía, perdiendo así el valor de la existencia. Dejando al olvido miedos y vergüenzas, siento que otra oportunidad la vida a mi me brinda, y aunque ahora la soledad me cobija, es soledad sin golpes, disfrazados en caricias. Ahora se que existe otra vida. lidia prado PESADILLAS Vida, quiero dormirte hasta el cansancio. Regar de sueños tus delirios. Saltar al vacío y vestir mis pesadillas de caminos reales. Anhelo acercar el rojo del pinta labios a tus orillas. Dejarles un beso bien sonoro, dibujado con mi carnosa boca que se sabe habladora de otros destinos. Descorro el ojo al nuevo día. Disfrazada de payasa para gozarme cada estrenada carcajada con eco de abismos en ese yo, anfitrión de debilidades humanas y huésped de la alquimia. Sol en mis pupilas. BRILLOS No dejaré que nada ni nadie dañen mi alma, permitiré que la luz llegue a su fuente mientras en caminos hallo sombras. Piso fuerte para sacarle brillo a la tierra, sol al cielo, rayos al agua y al fuego el amor por mi semejante. PREGONAR Pregoné quién soy antes de entender que sólo soy en la medida que me doy. DUELO A MUERTE La tristeza cita a duelo a la dicha. Esgrime su lucha con lamentos, gemidos, llanto y desengaños. La alegría revira con sonrisas, recuerdos y ganas de vivir. Vence la lágrima de la risa. foto A.T.T.

TRANSPARENCIAS NUM. 46

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Revista de literatura, Agosto del 2009

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Bella

Cla

ra

Transparencias

Itoparra

Ante el expolio de la eyaculaciónde mi espíritu por aquellos ojossentí rubor, aún así me mostrédesnudo. No soy virgen en el

prostíbulo de la palabra amancillada.

Feroces, las fauces del papirodevoran prosa cruda, no sacia suvoracidad el brotar constante de

yacimientos, ni el discurrir desus brazales adyacentes a una

misma ría.

El derramar de sesos que salpican el blanco, puro en su

origen y que a todos impregna,no lo limpia el tiempo.

Hoy soy yo el que vierte el contenido de ese cáliz de

recuerdos y la mancha sobremancha no deprecia el

interminable lienzo.

Sé que estas ahí, al amparo de loanónimo, para los que es el

interior de los hogares, y no habrás de confesar pecado

acusando al pecador que tu hasviolado.

Otros acuden a tu reclamo y hacéis legión y juzgáis sin serjuzgados y lloráis desdichas yaplaudís milagros y pasáis la

página del libro eterno.

Más muchas dudas quedaránsuspendidas en tu mente: ¿Qué

sentencia terminará de un¡zass!, el sentimiento? ó, ¿seréyo el último que contra ti abralas manos, que moje pan en tu

grata sazón?

Miles son los frentes, comogotas diluviando, en los queiguales atan sus memorias a

troncos fértiles. No hay final, nimás allá, ni muerte; para tantodecir y escuchar de tanta gente.

MALTRATO

Recojo las piezas de mi puzle,borro los despojos de lo vivido,y vuelvo a comenzar el camino.

Dejo atrás besos y ternuras,transformados en golpes de tu ira,golpes que una y otra vez me lastiman,haciéndome a mi culpablede tu rabia y cobardía, perdiendo así el valor de la existencia.

Dejando al olvido miedos y vergüenzas, siento que otra oportunidad la vida a mi me brinda,y aunque ahora la soledad me cobija,es soledad sin golpes, disfrazados en caricias.

Ahora se que existe otra vida.

lidia prado

PESADILLASVida, quiero dormirtehasta el cansancio.

Regar de sueños tus delirios. Saltar al vacío

y vestir mis pesadillas de caminos reales.Anhelo acercar el rojo del pinta labios

a tus orillas.Dejarles un beso bien sonoro,dibujado con mi carnosa boca

que se sabe habladora de otros destinos.Descorro el ojoal nuevo día.

Disfrazada de payasa para gozarmecada estrenada carcajada

con eco de abismos

en ese yo, anfitrión de debilidades humanas

y huésped de la alquimia. Sol en mis pupilas.

BRILLOSNo dejaré que nada ni nadie

dañen mi alma,permitiré que la luz llegue a su fuente mientras en caminos hallo sombras.

Piso fuerte para sacarle brillo a la tierra,sol al cielo,

rayos al aguay

al fuego el amor por mi semejante.

PREGONARPregoné quién soyantes de entender

que sólo soyen la medida que

me doy.

DUELO A MUERTELa tristeza cita a duelo

a la dicha.Esgrime su lucha

con lamentos, gemidos, llanto y desengaños.La alegría revira

con sonrisas, recuerdos y ganas de vivir.Vence la lágrima de la risa.

foto A.T.T.

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INDICE DE AUTORESINDICE DE AUTORES

Edita: A.T.T.

Idea, Diseño y DirecciónAntonio Torres Tripiana

Redacción Montserrat Torres Martínez

Guillermo de Jorge Antonio García Vargas

Servicios Técnicos Jesús Criado Fernández Fran-

cisco Junquero Ufarte

Recepción de Originales Tlf.: 617-42-11-17

D.L.:AL-285 / 2004

ISSN:1699-3322

ISSN:(Internet)1699-3772

número 46ransparenciasT

email:[email protected]@juntadeandalucia.esWEB:www.almeriavoz.comBLOG:www.almeriavoz/wp

LIDIA PRADO 1ITOPARRA 1BELLA CLARA 1-14GUILLERMO DE JORGE 2ROSA LÓPEZ RAMÓN 3F.M.V.L 3-12MAYTE RUÍZ CEBOLLOS 3MARIO CAPASSO 4-5JOSÉ LUÍS GIMÉNEZ 6JAVIER DE LA VEGA MOLINA 7IVÁN RUÍZ EXPÓSITO 8EVA MARÍA 9

DARIO VILAS 10-11EDUARDO GARCIA 11ANNE KAMPSCHULTE 12MARÍA ROSAL 12ANTONIO J. QUESADA 15MARÍA EUGENIA CASEIRO 16TERESA PALAZZO CONTI 17JUANA CASTILLO ESCOBAR 17MANUEL SALVADOR LEYVA 17BELLA AVENTURA 17LUÍS ALBERTO AMBROGGIO 17PURA LÓPEZ CORTÉS 18

Revista de Literatura y + Dirección: Antonio Torres Tripiana

El editor/director, deesta publicación, selimita a recoger laopinión y contenidosde los Autores, porlo que no se haceresponsable de losmismos.

Estos son mis dominiosI

me atormentaba la idea de salir de casa.

el cuerpo era el único refugio donde poder descansar.

temor,

temor era el verbo que deambulaba en la memoria; temor, como un terrible puñal clavado en el pecho.

estremecía el sólo pensar en ello; a cualquier hora, en cualquier momento... en cualquier lugar.

la sien, a veces, parecía que iba a estallar;

bomba de relojería agitada dentro de este maldito metal, que supura dolor, dolor y más dolor entre los huesos. -un esfuerzo... que podía suponer, en tan sólo unos segundos, la destrucción de la conciencia; la destrucción de este mundo que giraba sobre mis ojos -.

vivía en un pequeño apartamento, de apenas unos treinta metros cuadrados, en una pequeña ciudad a lasafueras.

la vía férrea rajaba en dos partes la ciudad, y los domingos por la mañana me trituraba el celebro, sin más.como un pulmón de acero excretando esquirlas, las vías de tren servían para comunicarme que otro día másseguía allí, con el corazón palpitándome entre la garganta y buscando no sé que cosa llamado norte.

a veces, empeoraba de salud; causa que facilitaba ingerir una o dos aspirinas a la vez, sin pausa: concerrar de mesilla de noche, manta ocultando todos los territorios de mi cuerpo, persianas bajadas del dormitorio y un minuto de silencio, por favor. - no aguanto más este ruido que me secciona la sien -.

- acordaos de mi; el próximo fin de semana, botellón; vomitaré mi cuerpo en cualquier plaza de estadesierta ciudad, y alzaré mi puño derecho proclamando libertad; libertad para poder terminarme de beberesta botella, y poder excretar mi ira en cualquier portal. Os lo aviso; así marcaré mi territorio y mis ansias dedominio, esta es mi ultima voluntad: Madrid, 7.00 a.m; cualquier lugar donde morir.

Fin

Guillermo de Jorge(Guillermo George Hernández)

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AGOSTO/2009

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SOMBRA DEL VIENTO

Bajo la sombra de tu mirada,veo las estrellas y la Luna claratus labio rojos tu dulce alientotu piel morena y todo tu cuerpome dan la fuerza de seguir viviendoen noches oscurassiempre serás la puerta que abremi corazóndel más puro recuerdoque me quedó como el universo quisiera seguirseguir viviendoeres la luz que me iluminaeres el broche de mi pasióneres el fuego que me abrasasi no te veoestoy descalzaeres la estrella que no se alcanzaesperando destellosy la esperanzaeres la luz divinade mi esperanza

eres como una flor con tu dulzuraque pones la mano y todo locuraen la brisa de la nochemás oscura bajo el palio de la noche,de un abrazode amor y dulzurasi no escuchas ruido ni lamentoverás brillartodo el cuerpocomo paloma que lleva el vientoy cuando parade sudar su cuerpoestoy soñandoestoy despierta que hermosa palomaque suda su cuerpoesperando el abrigode tanto deseoentre las sombrassombras del vientosueño que nos cobijacomo un recuerdobajo la sombrade tus miradassiento tu cuerpotus labios rojostu dulce alientotu piel morenasuda mi cuerpo.

JUREMOS AMOR ETERNO

Bajo la luz de la Luna,juremos amor eterno,pero todo perdone,no sigo el ejemplo tuyo,ni a un que muriendo esté,yo tengo gala y orgullo,para volverte a querer,me acuerdo en silencio,que dijiste un día,que el mundo está lleno de finos metales,que tu buscarías,para arroparme,de noche y día,orgullosa me puse,de tu fantasía,y ahora veo en verdad,que tu me querías,dando tu amor y tu fantasía no se vende por dinero,nuestro amor yo lo juré,que de niña te quería,como tanto lo soñé,olvidemos el pasado,y empezar otra vez,bajo la luz de la Luna,nos volvamos a querer.

Rosa López Ramón

LAS CUATRO HERMANAS

Entrando por los balcones, saliendo por las ventanas,recorriendo los rincones, acariciándonos la cara.Abrid vuestros corazones que ya llega,dejemos que entre la primavera.Los pájaros ya están trinando y las flores con su color ya se están engalanando. Y todos los seres de buen corazón, también se están enamorando.En el ambiente se percibe, esas caras de alegría,queriendo apartar a un lado la maldad y la hipocresía.¿Por que sólo en primavera?.....Habiendo cuatro estaciones para poder disfrutar de todas ellas.El otoño no es tan triste, ni el invierno tan oscuro.Sólo tenemos que aceptar lo que nos depare su futuro.La caída de las hojas, tiene también su gran encanto,y la nieve con su blancura aunque fría,es muy hermosa por su manto.El verano es chirriante y caluroso a la vez,y es además un gran feriante el cual nos da mucho placer.Ese mar tan transparente,es el puro reflejo del cielo,donde disfruta la gente disfrutando con sus juegos.Son cuatro estaciones hermanas,y las cuatro se llevan bien.Son cuatro estaciones hermanas a las cuales hay que entender.Entre ellas nunca discuten, siempre sonrientes y desenfadadas.Pues son ellas cuatro estaciones, que se llevan como hermanas.No sabemos cual es la pequeña,ni tan poco la mediana,sólo son cuatro estaciones, que se quieren y se abrazan.Ninguna puede pasar sin la otra,siempre unidas y enlazadas.Así deberíamos de ser las personas,y llevarnos como hermanas.

F.M.V.L

Mayte Ruíz Ceballos

SOMBRA

Sombra que atraviesa mi vidasombra que alcanzar quiero y no puedosombra que iniciaste tu vuelosombra que me recorres y me anidas.

Sombra que me impide verque se esfuma y se alejaque me acaricia y me tocasombra en mi atardecer.

Sombra, tú sola en mi oscuridadme consuelas, y me confortasamiga en mi noche cortasombra que llenas mi soledad.

Sombra que comenzar quiero,sombra, ven conmigo, sé que puedosombra levanta mi vuelosombra, llévame a lo lejos del sendero.

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mario capasso

Casi al final de esa tarde de verano, un rato después que el dolor de cin-tura se acentuara, el viejo puteó por lo bajo y echó una mirada a lasnubes que, recortadas contra el horizonte, ni amenazaban ni dejabande amenazar. Luego, mientras parecía buscar alguna referencia acercadel lugar en que se encontraba, se pasó un pañuelo por la frente, se le-vantó de la silla, juntó sus cosas de matear y entró en la casa. Caminócon el cuerpo inclinado hacia adelante, alguna dificultad en la respira-ción y un cansancio que se le antojaba definitivo. Arrastraba la silla demimbre con una mano, mientras la otra apretaba el termo y el matecontra el pecho. El pasillo se le antojó largo, ya sin gritos ni corridas niladridos, pensó medio a los tumbos mientras lo transitaba. Apenas siquedaban las paredes y sus telarañas, un par de macetas con algo detierra y una canilla ahí en el medio.

Tal vez vaya a llover nomás, se dijo al cerrar la puerta. Ya estaba adentro. El viejo había soportado con tranquilidad las miradas de

los vecinos ocultos tras las ventanas, como siempre, obser-vándolo. Un rato antes, mientras mateaba en la vereda, re-cordó la época en que la situación comenzó a complicarsey cómo, a pesar de todo, decidió seguir adelante con sucostumbre. Tiempo después se enteró, porque alguien seanimó a contarle, que en el barrio corrían rumores sobresu proceder. El sonreía por dentro y continuaba la rutina depasar sus tardecitas en la vereda, con medio cigarrillo alfinal, aunque tosiera y sintiera a los pulmones salírseles,qué carajo me importa, rezongaba cuando podía dejar detoser. Trataba, eso sí, mientras los minutos y las horastranscurrían ahí afuera, de no tener muy a la vista la radioen la que, si bien con interferencias e intervalos de silencio,aún lograba escuchar a veces unos buenos tangos.

Esa tarde, ya dentro de la casa, se acordó de cuando, to-davía pibe, los padres lo llevaron a vivir allí, en ese barrioque el se empecinaba en seguir llamando “Villa Martelli”.Un barrio que, a pesar de los sucesos acaecidos en el paísy en el mundo, parecía conservar cierto aire de otros tiem-pos, aunque cada vez se parecía más y más a los otros.

De pronto una imagen se le cruzó y le trajo a la memoriaun cumpleaños, no estaba muy seguro, el de los docequizá. Sí, los doce. Podía ser. Esa vez los padres, despuésde ahorrar peso tras peso, habían logrado comprarle la bi-cicleta. No era nueva como él deseaba, pero sí realmentemuy azul, el azul de sus sueños de entonces. Los chicos deahora no tienen tanta suerte, las calles de hoy deben extra-ñar las bicicletas y los saltos y las risas y tantas otras cosas,pensó mientras se servía un poco de agua fresca, porsuerte le quedaba un poco y decidió terminarla. Luego, alapoyar el vaso en la mesada, observó el polvo acumuladosobre el televisor, pero no lo prendió en esa ocasión tam-poco, total, se dijo, sólo transmiten los mensajes que ellosquieren, siempre los mismos, una y otra vez, como si hicie-ran falta para seguir ocultando lo que pasa. Encima no so-portaba esa música que transmitían cuando las palabrascesaban. Además, quizá después de todo el aparato ya nifuncionara.

Más o menos durante el horario fijado, cenó lo que le co-rrespondía por ser sábado y luego, en el baño, orinó conalgún dolor, se arregló un poco la ropa y el pelo y se dispusopara salir.

Unas cinco cuadras lo separaban del lugar en el que cum-plía funciones de sereno o algo así. Esa noche había salidoalgo más temprano y, al cruzar como siempre la plaza, de-cidió sentarse un rato. Eligió uno de los pocos bancos encondiciones y contempló, a través de las sombras, los yu-yales que habían ido ocupando el lugar. El sitio de los jue-gos para los chicos convertido, en qué, en qué se ha convertido estelugar, se preguntó el viejo a lo mejor con cierta nostalgia. Intentó des-pués imaginar un día de sol y gente paseando por allí. Lo consiguió conesfuerzo, pero bien pronto la imagen desapareció de su mente. Algodisgustado con él mismo, con su ya pobre cabeza que no iba ni paraatrás ni para adelante, como solía decir de tanto en tanto, retomó sucamino. Llegó sin novedad y así se lo hizo saber al que lo esperaba,otro viejo como él, al que debía reemplazar y que nunca le había caídodel todo bien.

Cuando lo llevaron por primera vez a aquel sitio, recordó, ellos le di-

jeron que se trataba de un depósito muy importante y que debía cui-darlo. El no preguntó nada, para qué, sabía que no le contestarían o, alo sumo, le hubieran mentido.

Sus noches empezaron a transcurrir en un cuarto pequeño y gris, sinventanas, con unas fotos en las paredes que evitaba mirar. Tambiénhabía allí adentro un olor al que nunca logró acostumbrarse. El mobi-liario consistía en una silla no muy deteriorada y en el suelo un teléfonoque sonaba muy de vez en cuando, aunque al atender nadie respondía.

Nunca dormía mucho, pero esa noche no durmió nada. Lo reemplazaron a la hora correspondiente. Volvía a su casa, ya de madrugada, y ya casi llegaba cuando de

pronto se cruzó con un tipo y en la esquina siguiente tuvo un presen-

timiento y luego, al percibir desde el pasillo el olor, el presentimiento seconvirtió en certeza y, vinieron, pensó con fatiga, vinieron al fin, yosabía o al menos me lo imaginaba, murmuró. Y al entrar en la cocinahubo mucho más que el olor. Una taza sucia volcada sobre la mesa, elpeine junto a la taza, los frascos abiertos de unas pastillas que el to-maba, las pastillas por todos lados, el televisor encendido, la radio enun rincón alejado, las pilas a un costado. Y en el piso, en medio de uncharco de agua, vio la yerba derramada.

Todavía molesto por esos mensajes que le habían dejado, tanto que

EnlaVereda

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(pasa página 5)

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mario capasso

no había podido dejar de insultarlos aunque la respiración se le compli-caba, lo sobresaltó el sonido del teléfono y dudó en atender, hacíamucho que no sonaba, ni siquiera creía que funcionara, pero cuando alfin atendió se tranquilizó enseguida, al reconocer la voz de su granamigo de toda la vida, devenido en cura, que le dijo que tratara de en-tender, que no podía seguir haciendo esas locuras, escúchame, ya nosois aquel joven de antes. Agregó que habían ido a la parroquia y quecomo quien no quiere la cosa le habían preguntado por él, que ya debíacallar, no puedo seguir hablando, pero vos hacerme caso y déjate dehacer macanas, dijo, y cortó.

El día pasó lento, pesado no solamente por el calor y la humedad. Lainquietud persistía más allá del clima. Tal vez por ser domingo, ya porla tarde se le ocurrió buscar el banderín de su querido club de toda lavida. Le costó encontrarlo, tanto tiempo hacía que lo había escondidoen el galponcito del fondo. Pero al fin lo ubicó entre unos libros, y mien-tras lo agitaba dulcemente de sus labios salió como una plegaria algunode los cantos que la hinchada solía repetir desde la tribuna, mientrassaltaba, la hinchada saltaba y gritaba y cantaba, ahora parecía mentiratanta pasión en aquella época. Luego, ocultó el banderín entre susropas y se estuvo un rato largo sin hacer nada, ahí parado, con caloren el cuerpo también.

Al caer la tarde, salió a la vereda y se acomodó nomás en la silla.

Miró alrededor. Cuan-do se sirvió el pri-mer mate lo alzó y,haciéndolo más visi-ble para los vecinos,brindó con una son-risa, mientras en laradio, la clandesti-na los compases de“La última”. “Ya nopuedo equivocarme,sois la última mo-neda que me quedapor jugar, …”Quétangazo, murmuró el viejo.

Ellos no tardaron mucho. Los oyó entre el silencio de las calles va-cías. Después, pero no mucho después, los vio aparecer al doblar la es-quina. El siguió sentado y los miró acercarse. Detrás de los quecaminaban avanzaba el vehículo. Al viejo le pareció que una niebla en-volvía la escena, pero debo ser yo que ya confundo todo, no hay casocon esta pobre cabeza mía que ya no funciona, se dijo. Entonces sus-piró, entornó los ojos. Ya sin tiempo para el medio cigarrillo, su bocase aferró a la bombilla y con un placer infinito, escuchó ese ruidito tanfamiliar, el de la última chupada, ese que avisa que llegó el final.

La Danza de la Vida

Desde un costado del camino,

mientras miro las nubes permanecer y cambiar,

la siento, lejanamente reconocible, pasar a mi lado,

rozándome apenas con nuevo fervor las viejas quemaduras.

Y si distraigo un instante el mirar de lo eterno,

y abstraigo la mirada en lo concreto de lo efímero,

la veo.

La veo volar por avenidas anchas de urgencias vanas.

Despegar en airosos aeropuertos, buscando lejos lo que está cerca.

La veo tropezar hablando con celulares muertos de silencio.

Fumar en bares clandestinos, mientras el semen germina

para toser su rutina de irremediables hoteles.

La veo subir en el ascensor malhumorado de los lunes,

bajar corriendo las escaleras de los viernes,

saltando peldaños de brisa fresca.

La siento languidecer en escritorios de piedra,

cerrarse en tornos enmudecidos por el aceite oxidado,

prosperar en largas mesas de marfil y esbeltas siluetas.

La veo buscando la salvación eterna en remotos casinos,

o en pozos profundos y generosos de ilusiones cansadas.

La veo arrodillarse en iglesias que no se humillan,

palidecer y temblar, desobedecer en los inevitables hospitales blancos.

La veo, en fin,

esperar la noche para bailar en los cementerios innombrables

La Vida me Mata

Para Martín. Todo. Siempre.

Por el destino prefijado hace siglos,

o por el azar del amor encontrado unas horas atrás,

o por la fértil inocencia de la mujer desconocida,

por suerte para mí,

la vida me mata cada noche, puntualmente.

Me tira un cable chiquitito. El Chavo es una excusa.

El entra a la habitación y es una locomotora,

me pone de espaldas y ya sabe contar.

Se ensaña conmigo, me aplasta y me golpea,

me hace cosquillas y se atiene a las consecuencias,

me amenaza con su arma de dos dedos,

certera en su agitado temblor de principiante.

Y yo me entrego alzando rendidas las manos.

Y él dispara el monótono estampido de juguete.

Y me asesina sin piedad, compasivamente.

Porque mientras él me siga matando

seguiré viviendo, amarrado a la cama, cada noche.

El Chavo, allá lejos, es una excusa.

Y en el día tan cercano del último disparo,

me despediré de la vida de dientes flojos,

de la sonrisa morena que moja mis labios.

Y seguiré a la distancia sus pasos,

que se alejarán buscando caderas que se rindan

a sus manos amenazantes de amor.

Ya no estará más encima de mí.

Yo estaré, quizá, detrás, sangrando los viejos balazos.

TRANSPARENCIAS-5

(viene página 4)

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A finales del siglo XIX (entre el1882-1883), en el sur de Es-paña -Andalucía- se dio a cono-cer una organización de ideo-logía anarquista, secreta y vio-lenta, a la que el gobierno deturno, liderado por Sagasta, leatribuyó algunos desmanes yasesinatos, por lo que fueronapresados varios campesinosacusados de pertenecer a dichaorganización, de los que quincede ellos fueron condenados amorir, a pesar de no existirprueba de que fueran cupables.

La verdad fue muy distinta.La realidad es que se trataba deuna estratagema llevada a cabo

por el gobierno de Sagasta para evitar el levantamiento de losobreros andaluces, tal como ya había ocurrido en otros lugaresde España (Catalunya, Asturias, etc.).

Así, el gobierno de turno, se encargó de fabricar y encontrarlas pruebas necesarias para poder imputar los asesinatos, in-cendios de cosechas y edificios, a los "cabeza de turco" que nofueron otros, más que los indefensos campesinos y trabajado-res, cuyo único delito era reclamar una jornada laboral de 9horas al día (ya que trabajaban de sol a sol) y un salario digno.

Como sabemos, y después de innumerables muertes de tra-bajadores en reclamación de unos derechos básicos y un tra-bajo digno, al cabo de más de un siglo, seguimos casi igual…

Para el capital, la culpa de casi todo la tiene el trabajador,que pretende trabajar lo mínimamente necesario y no ser ex-plotado, amén de percibir un salario digno por su trabajo.

Los gobiernos no son más que marionetas en la cuerda, con-trolados por ese mismo capital que los pone o los deponesegún actúen de acuerdo a los intereses del capital.

El capital se basa en el consumo continuo, cada vezmayor, puesto que ahí radica el obtener cada vez mayoresbeneficios. De ahí los continuos mensajes en los mediospara que el ciudadano consuma todo lo que se le ofrezca,aún cuando no le sea necesario.

¿Y quién es el capital…? Se preguntarán ustedes: labanca, las grandes compañías internacionales; como laspetroleras, las compañías de electricidad, agua, gas, loslaboratorios farmacéuticos o las compañías de seguros, ypor último, los terratenientes y capitalistas que han sabidoobtener sus grandes riquezas con el esfuerzo y la sangrede otros, ya que nadie se hace rico únicamente trabajando(salvando unas pocas excepciones).

Como es lógico adivinar, a ninguna de estas figuras lesinteresa que cambie el sistema actual, puesto que ellos seencuentran en la cima de la pirámide.

Por eso, cuando las cosas van mal dadas y la gente em-pieza a cansarse de tanta injusticia, de tanta crueldad, deguerras provocadas únicamente como motivo de obtenciónde beneficios, o de enfermedades artificiales que única-mente van a beneficiar a los grandes laboratorios; se in-ventan de nuevo el tema de "la mano negra"; la manonegra del siglo XXI: la crisis.

La crisis, esa palabra tan en boga y que todo lo justifica,es la panacea del capital y de sus marionetas: los gobier-nos, para responder a las necesidades planteadas por laciudadanía.

¿Acaso alguien duda de que en este planeta llamadoTierra no existen recursos suficientes como para que todoser viviente pueda tener una vida digna?

Aunque se llame Tierra, en realidad es el planeta delagua. Nunca acabaríamos con todo el agua del planeta,como tampoco con los diferentes recursos naturales quetenemos actualmente a nuestro alcance para obtenerenergía a precios irrisorios, sino gratis. Tenemos suficiente

espacio y tierras para sembrar alimentos, para que ningún serhumano tenga que pasar hambre. Tenemos la suficiente tecno-logía como para que en ningún lugar del planeta haya escasezde nada. La ciencia y la medicina actual, pueden solventar opaliar la mayoría de los problemas o enfermedades existentesen todo el planeta. Entonces… ¿por qué estamos en crisis?¡Ah...! se me olvidaba: la crisis es la mano negra del siglo XXI.

La política tiene gran parte de culpa. En primer lugar por de-jarse manipular por el capital y dar tantos ejemplos de corrup-ción (cada día tenemos conocimiento a través de los medios,de más y más políticos corruptos). Y en segundo lugar, por nocumplir con su deber de procurar el bienestar general y la im-plantación de la justicia. El político está para servir al pueblo,no para servirse del pueblo. Esto parece que no lo acaban deentender los políticos.

Y llegados a este punto y para no extenderme demasiado,sólo me queda por decir que la "crisis" actual no es más queuna maniobra más, una realidad ficticia, creada precisamentepor el capital y no por el trabajador o el ciudadano común.

Los gobiernos se llenan la boca de bonitas palabras y hastase aprueban en las Cortes las respectivas Cartas Magnas,donde se garantiza el derecho a tener una vivienda digna, untrabajo digno, educación gratuita, atención médica, etc.. Perola realidad es que solamente se preocupan de ser ellos los úni-cos que pueden acceder a todo lo anteriormente mencionado,ya que vemos como los jóvenes (o cualquiera que lo necesite)no pueden acceder a las viviendas prometidas, o al trabajo. Yante tales hechos, sólo me queda realizar la siguiente refle-xión: ¿para qué necesitamos a los políticos?

Quizás haya llegado el momento de hacer limpieza y tirar ala basura todo aquello que no nos sirve y únicamente nos estáocupando espacio y acumulando porquería.

LA

MANO

NEGRA

JOSÉ LUIS

GIMÉNEZ

6-TRANSPARENCIAS

Nació en Barcelona, un 24 de septiembre, díade la patrona de la ciudad"Nuestra Señora de laMerced", aunque le regis-traron el 3 de octubre. Deacuerdo a esta fecha ofi-cial de nacimiento, su ho-róscopo se corresponderíacon el signo de Libra, perosegún quienes le conocenmejor, dicen que tienemás características afinesal signo de Virgo (su-pongo que en referencia asu ascendente y a la cercanía de dicho signo, así como a la me-ticulosidad que siempre le ha caracterizado).La curiosidad, es también otra característica que le ha acompa-ñado desde siempre, quizá por ello, los enigmas históricos, for-man parte de su pasión por la Historia ignorada.Debido a ello, aprovecha cada oportunidad que las circunstanciasle ofrecen para asomarme a la vida, contemplándola desde suventana, donde intenta observar los hechos desde una perspec-tiva imparcial.Después de un fantástico viaje por Egipto en 1993, su conceptode la vida dio un giro de 180º. El despertar de la Consciencia y lamanifiesta sensibilidad que experimentó, le llevaría a interesarsepor la Historia ignorada, investigando aquellos hechos descono-cidos que la Historia oficial no suele "recordar", y cuyo resultadoquedaría plasmado en sus tres primeros libros publicados.Desde entonces, se siente comprometido con el mundo y la so-ciedad, aportando su granito de arena con lo mejor que sabehacer: investigar y escribir. Pero su interés por la escritura no seiba a limitar a los libros de investigación o ensayo. También leapasiona la novela y... ¡cómo no! la poesía forma parte de su ser.

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Javier de la Vega MolinaCREPÚSCULO DEL POETA

Ya las poesíasde mi cuerpo decrepitose quedan en blanco.Ya se ha secado la plumasin la savia del amor.Arrastro la carcasa de un alma secaprofiriendo nada más que horribles palabras.El alejamiento de tu vozseco las cuerdas vocales del poeta.Flores que silenciosas se han marchitadoen la podredumbre de la tierra mojadaera el rayo el sol el truenocercano el poeta se escuchabaahora soga de muerte es mi gargantapálido espejo del ayerpájaro mustio enjauladosi volvieras nacería la poesía el poetaque ahora es una tumbafrío y desprendido mármol del volátil amorte compadecerás de mi, te acercaras una tarde negra sombra del cementerioa leer mis acabados versoscomo un pájaro que vuela enamorado.

FANTASMAGORIA

Era un fantasma ante ti.Aparecía y desaparecía mientras el amor hierveuna gota que colmaba el vasouna sombra que se iba marchitando incomunicada.El cuerpo de un deseo en el espejo oscuroperdona si te hice sufrir.En tu mente había una puerta de una casa cerraday en tu corazón un nido de triste esperanza yatus palabras de fuego quedaron mansas en el aguatriste historia de olvido y desamparo.Perdona si te hice sufrirpor curar mis llagas con mis historiaspor vivir en el espejo de la ignoranciapor vivir un soplo de amor del encuentro vivido.En el cerebro cuelan luces fantasmalesque alumbran un candil de sufrimientosuna hoguera avivada por nuestros encuentroscarne apasionada que se aleja y se extinguelas veleidades de un corazón que incitacada vez menos al tormentocuando la llama de mi corazón grita a Diossi ya hasta me esquivas con tu mirada.

IMAGEN LEJANA

De tu magnifica presenciarealza tu mirada.Candil de mi menteel sol calido de tus palabras amor de boca cerradalejano estás, quien pudiera escuchar,aunque fueran sombras apenadas,por nuestra lejanía tus palabrasdel milagro de mi oreja hasta tu bocahay un mar de pájaros incomunicadosaunque detrás de las aparienciassiempre se espera un milagro.Hilo de voz, verde esperanzaaunque verde esta mi alma.Si algún día acojo tu amor, madurará,coronará los días de mi vidaaunque tu alma este lejos de la mía.Sombras maltrechas del amorde un amor encendido que aguardatu eres la luz del mañanael faro del futuro que guía mis pasosel faro desterrado de algún acantiladoel que ilumina mi cerebro anonadado

tras el telón de las tentaciones seré tuyo,frío ante primaveras derramadas,a mis pies, y tu imagen lejana.

LA INCOGNITA

Al abrir la bocaun flechazo me mandó Cupidoluego silencioel alma quebradael corazón rotoun amor silenciado por las circunstancias.El velo del olvidoel telón del tiemporestos de un naufragio en la mente.No se ni tu nombreaparecías a impulsoscomo un juguete de manivelaen un oscuro cerebrocomo una pila eléctricame producías insomnio.Ya estás lejos de mi por finincógnita y pálida muertede la distancia y el tiempomi amor no quiere revivirpor eso no te mando nada.Perturbado por tu presenciatal vez hincara la rodillatu ya lejano como un semidiós atontadoyo guardando el tesoro de un besodesparramado por tu rostro.Guardo este amor enterradoen confines de eterno paraísopor si algún día aparecierasa salvo de este infiernodonde las puertas dividencomo si fueran de hielo.

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iván ruíz expósito

¡QUÉ BELLO EL HORIZONTE¡ VIEJO Y JOVEN EN LA MISMA LARGA PLAYA

“VIEJO, gaviotas, viejas barcas; escollera, horizonte, cielo losa azul…

El viejo camina dentro del agua… Con el agua a la altura… De las rodillas, salpicado de gaviotas, rodilla con rodilla Lidia con tres veces el peso del aire, como su cuerpo también siente

Qué bello aquí yo, yo enarbolado en la proa¡

Qué triste el horizonte!

Qué triste yo aquí, aquí clavado a la sombra de este mástil triste de pinar , Triste de estar, de estar siempre en este acantilado alzado Qué infinito aquí el horizonte¡

Qué infinita su caricia!¡

[contra el horizonte¡

tres veces el peso del tiempo.

Ojo y ojo y ojo perdidos… Anclados en el fondo… Donde el ahogo de la arena al nivel del cuello el horizonte y encima, a plomo, la luz

de los estertores de la tarde…

plomiza

Sólo el barco lo infinita... El barco a su paso... de hoja-ala lavada por el mar. Ojalá esta mi cáscara de nuez, este mi corazón de isla nativa, atraviese la tempestad desta espera. Ojalá la hora del adiós h al dios implacable] o [del horizonte…

r Yo pasaba por la escena corriendo, ejerciendo mi juventud fresca de energía, involuntariamente ostentosa a los ojos de otra edad más ajada…

Supe meridianamente que algún día también tendría yo el horizonte del agua, …el mar paciente, al nivel del cuello y he escrito esta mera descripción, este sucedáneo de poema, para atrapar la metáfora y su implícito lema moral.

Además, y éste es el motivo verdadero …faltaba la cámara fotográfica”

a d e

Ojalá sólo otros horizontes rediman este bello y triste. Ojalá el viento de mi aliento se escape de su templo -su larga dulce cárcel de oro- y que me cabalgue hasta continentales tesoros de incertidumbre. Ojalá que se encarne este OJALÁ … pues alma le sobra. Quiero sentir una vez más lo que Ulises… El indescriptible placer de volver”.

El ávido ombligo del regreso”.

La insondable mirada del habitante del más allá”.

“ME DOI DE TORTAS CON EL SILENCIO”

Para hurtarle con descaro algunas palabras buenas (para mí... para eso del alma… para la simple cuestarriba épica de seguir y seguir y seguir).

Se que otros se pelean con las palabras. Y otros por sus <<dramatiquísimos>>

[asuntos triviales. Y algunos, diría que no muchos, por esas cosas que valen la pena, la dulce pena intensa de lo que vale la pena.

Yo me doy de tortas con el silencio o con el uno mismo simple, que humilde y simplemente no tiene nada que aportar... que decir.

Argucias aladas de soledad a veces incluso dan con la matriz del canto o con el rosario bastardo de palabras descarnadas que digan

lo que no estaba dispuesto a admitir. Y al final descubro la maravilla del siempre previsible hecho poético, y su verdad de verdad aunque acotada, el manojito de palabras precisas el milagro casi siempre surgente de lo que no pretendía ser preciso, matemático, cerebral. Por eso en este mi oficio de vivir de loco no peligroso (por desconocido) nado despreocupado en la alta mar de sentirme

un científico loco. En este mi oficio de vivir grito, canto, susurro, rezo o blasfemo para que el silencio deje de callarse y responda con claridad a mi turbio llamado… entonces, sólo soy su copista avergonzado, con la vergüenza y la envidia de un chico de clase media baja que pudo haber sido mecánico y en cambio eligió el laico sacerdocio de la palabra”.

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Eva María

DÉCIMO DE 0 A 10 AÑOS

Ese día el sol alumbraba como de costumbre, pero a mí me parecía que lo hacía conuna intensidad desconocida, deslumbrante, quizás fuese la consecuencia de unanoche en vela decidiendo el rumbo de mi vida.

Sí, me sentía feliz, libre, ligero... aunque todo por lo que había luchado iba a quedarse allí, en esa habitación que me acogió durante diez años,que fue testigo de mis pocas alegrías y mis muchas tristezas, de esas noches de desesperación que me empujaban al borde de la locura... esascuatro paredes que me habían visto llorar amargamente y conocían el dolor de mi alma y mi angustia...

Diez años, ya... diez... diez... ese número había sido una constante en mi vida desde mi nacimiento. Tenía nueve hermanos y yo ocupabael décimo lugar.

Mis padres, dotados de poca imaginación, decidieron que mi nombre sería Décimo, "para qué pensar otro, murmuró padre, este chico hanacido marcado con su nombre". ¡Qué se le iba a pedir a un rudo hombre de campo que apenas sabía leer...!

Cuando cumplí diez meses de edad, decidieron bajarme de una silla de madera donde me pasaba horas y horas sentado, sujeto con unascuerdas para que no me resbalase, en completa soledad, por que todos en casa tenían faena que hacer y no podían perder el tiempo conmigo,ni siquiera madre, que sólo se acercaba a la silla para desatarme y darme de mamar, ¡qué dulce sensación sentirme entre su pecho, caliente,y ese aroma tan dulce que desprendía su piel...!, cuando no tenía mucha prisa y padre no la llamaba a gritos, a veces, hasta me cantaba devez en cuando una cancioncilla y cuando empezaron a salirme los dientes, me dejaba trozos de pan de hogaza que ella misma cocía en el hornode casa, nunca he vuelto a probar un pan tan rico en toda mi vida... Ella cogía un pañuelo y lo llenaba de azúcar, atándolo con una cuerda paraque lo chupase y no molestase con mis lloros. No, no lloraba nunca, después de dos intentos fallidos por conseguir que alguien viniese a milado, decidí que llorar no era efectivo, no conseguía nada con ello, y mientras tuviese azúcar para chupar... Los que nunca me fallaban eranCarmelo, el gato, y Lucas, el perro, con los que compartía dulces lametones al pañuelo...

A los diez meses, padre decidió que ya era adulto, (el que decidía en casa siempre era padre), que debía bajar de la silla y empezar a ayudara madre, y sobre todo sentarme en la mesa y comer como los demás. La jornada comenzaba a las 5 de la mañana, a las 5 y media todos sen-tados en la amplia mesa de madera de la cocina, desayunábamos un huevo frito con un trozo de chorizo de la matanza que guardaban en aceite,y un vaso de malta, eso sí, con el delicioso pan de hogaza que madre había cocido 2 horas antes.

Mi vida transcurrió con normalidad hasta los 10años, bueno con toda la normalidad que se podíapedir en esos tiempos, tenía que andar 20 kilómetrostodos los días para asistir a la escuela del pueblo máscercano, madre me echaba comida en una tarterametálica, y Don Rodrigo, el maestro, me permitíaquedarme a comer en la escuela, por que como eldecía, era buen estudiante, y no me quedaba otroremedio, en casa padre, ya me lo dijo el primer díaque fui a la escuela, "¡Décimo, aprovecha el tiempo,aprende lo necesario para echar las cuentas y escri-bir cuatro letras, vas a ser el primero en la familiaque acuda a la escuela y sobre todo obedece a DonRodrigo, que como me diga algo de ti, te muelo apalos, un hijo mío ha de ser siempre respetuoso yobediente!". Si Don Rodrigo me hubiese mandadofregar el suelo de la clase de rodillas, gustoso lo hu-biese hecho, pero no era tan malo. Cuando acababanlas clases cerraba la puerta con llave, por que se ibaa comer y me decía muy serio, "¡Décimo, come ycalla, y después intenta limpiar lo que manches, yno te muevas de tu sitio!". Sacaba mi tartera metá-lica de la bolsa y los cubiertos que madre me man-

daba envueltos en una servilleta de cuadros verdes, la destapaba y comenzaba a comer, normalmente madre me llenaba la tartera con guisosde legumbres, pues según padre era el mejor alimento que el campo daba. Su aspecto era compacto, llevaban 8 horas en la tartera, estabanfrías y una gruesa capa de grasa lo envolvía todo... pero como padre decía, "¡Décimo, tienes que dar gracias a Dios por que tienes comida, queotros ni aún eso tienen!", y vaya si se las daba, claro que sí. Terminaba de comer las legumbres y sacaba una pieza de fruta que madre meponía como golosina, sin que padre lo supiera, ¡qué buena era madre! Recogía todo y me quedaba en mi sitio sentado, esperando que pasaseel tiempo, y mis compañeros llegasen junto a Don Rodrigo para comenzar las clases de la tarde, álgebra y latín. Tengo que confesar que algunasveces, miraba los cajones de Don Rodrigo, sacaba esos libros tan grandes que tenía con tantas fotos y los miraba una y otra vez, ¡cómo megustaba imaginar que estaba allí! , los cerraba, volvía a mi sitio, y más de una vez me quedé profundamente dormido cazando leones en África,o montando encima de inmensos elefantes de la India......

Cuando contaba 10 años, Don Rodrigo mandó llamar a padre, le comunicó que yo era el mejor alumno de la escuela y merecía una opor-tunidad, estaba dotado para los estudios y era una lástima que me dedicase al campo, como el resto de los chicos. Le costó convencer a padre,que no veía ninguna utilidad en los estudios, si no más bien una gran pérdida de tiempo, ya sabía lo que necesitaba para defenderme en lavida, mucho más que el resto de mis hermanos, decía padre. Don Rodrigo le habló de una beca que podían darme, que no iba a suponerle ningúncoste mi educación y que tal vez dentro de unos años podría volver siendo el maestro, el secretario e incluso el médico del pueblo. Mi padreque idolatraba al médico, imaginándose padre de uno, cambió radicalmente y decidió que sí, que tenía que ir a estudiar, así sacaría a la familiade la miseria.

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dario vilasGuardo el arma en el bolsillo y observo el ca-dáver. Han sido dos impactos certeros, uno deellos abrió el pecho del hombre y el otro dejóal descubierto parte de su cráneo. Creo quemi disparo fue el de la cabeza. Roberto está ami lado, y también observa el cuerpo tendidosobre la carretera. Le miro y sonrío. Tendre-mos que limpiarlo antes de que la policía loencuentre.

Seis horas antes nos encontrábamosen casa de Roberto, celebrando su cumplea-ños. En algún momento de la tarde acorda-mos que sería una buena ocasión para probarel ácido. Un pasito más, en lugar de la rutinade todos los sábados por la noche: salir,beber, fumar algún porro, intentar en vanoque alguna chica nos haga caso y seguir be-biendo hasta que el cuerpo rechaza el alcoholy volvemos a casa ebrios, mareados y frus-trados para con el sexo opuesto. Segura-mente el estar sobrio algún fin de semanaayudaría a que las mujeres no nos rechaza-sen sistemáticamente. Pero ese no era el día,ya lo teníamos muy claro. Un par de cerve-zas, un buen disco de rock de los setenta yunos ácidos. Todo dispuesto para celebrar queel chaval ya podía beber aquí y en los EstadosUnidos; cumplía los veintiún años que yo yahabía dejado atrás un par de meses antes.Este era su día y había sido su petición decumpleaños.

El ácido es traidor, te sube sin que tedes cuenta, poco a poco y sin que notesdemasiados cambios. Esto nos hizo pensarque le habían tomado el pelo y nos habíanmetido un par de cartoncillos con un dibujitoen tinta china. Con esta idea decidimos volvera retomar nuestra costumbre habitual de salira beber. Seguramente el primer error de lanoche, ya que el alcohol potencia el efecto delLSD.

Pasadas las doce llegamos a un localtranquilo. No uno de esos en los que la mú-sica es atronadora y apenas puedes distinguira la gente en movimientos espas-módicos, provocados por luces in-termitentes, que dan a la pista debaile un aire irreal y provoca unasensación artificial de euforia colec-tiva que ninguno de nosotros logra-mos comprender, sal-vo que vayantodos de éxtasis, claro está. Estaera la típica cervecería con músicarock de fondo, un sitio donde sen-tarse a disfrutar de tu bebida y dela conversación. Allí nos encontra-mos con Isa, compañera de clasede Roberto, y un par de amigas quenos invitaron a sentarnos a sumesa. Al fin y al cabo, las cosas po-dían mejorar, aunque en ese mo-mento ya sentía un ambienteenrarecido. No comenté nada conmi amigo porque seguramente mevacilaría diciendo que no aguantabael alcohol. Él llevaba una sonrisa deoreja a oreja que se me antojóharto forzada, pero al pasar por de-lante de la barra comprobé en elespejo que era idéntica a la que yomostraba. No había motivo paratales sonrisas, así que intenté envano adquirir un semblante serio,pero el gesto se negaba a desaparecer, comosi unos dedos invisibles me tiraran de las me-jillas. Incluso empezaba a dolerme la mandí-bula.

- ¿Qué cojones haces, Mario? –dijo Ro-berto agarrándome del brazo-. Hace un ratoque estamos sentados en la mesa viendocomo pones caretos al espejo de la barra. Pa-reces gilipollas, y el camarero se está mos-queando mucho.- ¿Eh? –acerté a decir, con la locuaci-dad que me caracteriza.- Nada, que vengas a la mesa, a ver siesta noche consigo celebrar mi cumpleañosllevándome a Isa a casa.- ¿De qué te ríes? –le pregunté, advir-tiendo que aún mostraba su sonrisa conge-lada de mimo.- ¿Quién coño se está riendo?- Déjalo… ¿dónde nos sentamos? - ¡Pero vamos a ver, payaso! ¡Deja dedar vueltas, que nuestra mesa está delantede tus narices!

Cuando dijo esto fui consciente de que lle-vaba varios segundos girando sobre mi propioeje, sin conseguir ubicar nada dentro dellocal. La cosa estaba empezando a ponerseextraña, pero nuevamente me negué a co-mentarlo. Cogí una silla y me senté junto auna de las amigas de Isa, que me mirabacon expresión burlona.

- ¿Tú que eres?,¿el amigo sub-normal?

–pre-guntó.

- Sí -con-tes- té sin vacilar. Normal-

mente habría hecho ga-la de micapacidad de réplica respondiendo algo

así como: “Claro, y tu la puta que contrata-mos para celebrar su cumpleaños”. Pero estavez no lo consideré oportuno.

Obviaré todo lo que dio de sí nuestra veladaen aquel local, bastará decir que aquellas ar-pías dedicaron todo el tiempo a burlarse de

nosotros, aprovechando que nuestras facul-tades mentales estaban bastante mermadas.Así a todo, fue divertido, pero cualquier cosalo es cuando estás puesto de ácido. Recuerdovagamente escucharlas comentar que tenía-

mos piel de mujer y que estaríamos muy gua-pos maquillados (evidentemente, ambos íba-mos pulcramente afeitados para la ocasión).A partir de ahí tengo ciertas lagunas, hasta elmomento en que Roberto concluyó que debe-ríamos seguir por nuestro lado. Era evidenteque no iba a ser su noche con Isa.

Deambulamos por la zona de copas durantealgo más de diez minutos, aunque me pare-cieron varias horas, y finalmente decidimossalir de allí como alma que lleva el diablo.Puedo asegurar que no es agradable pasearentre multitudes cuando llevas un alucinó-geno encima. Varios minutos más tarde, to-pamos con uno de esos kioscos veinticuatrohoras que suele haber en toda zona de mar-cha que se precie, y entramos a comprarunos cacahuetes. No fue una tarea sencilla,ya que para entonces sentía mi lengua comouna esponja hinchada dentro de la boca. Lomismo parecía suceder-le a Roberto, que,cansado de ver como

analizaba el ros-tro imperturba-ble deldependientecon mi estú-

pida sonrisa,decidió pedir por los

dos:

- Fónganos zooos foooolsas de jafaffff-fueeeetes –solicitó mi colega. A lo incompren-sible de su vocabulario añadamos para laocasión todo un repertorio de gestos forzadosque pretendían emular un semblante serio.

- Aquí tienes –respondió para mi sor-presa el hombre, a la vez que le hacía entregade dos bolsitas de cacahuetes pelados-. Sondos euros con cincuenta.

- ¡¿Zos eudos qué…?! –exclamé escan-dalizado.

- Mira chavalote –se apresuró a expli-car-, son las tres y media de la mañana y yoestoy aquí aguantando a borrachos comovosotros hasta las siete. Dos euros cincuenta,y si no te gusta te buscas otro sitio.

Roberto sacó el dinero y pagó los cacahuetes,añadiendo algo así como:

- Tate quieto tío. Ez mi jumpleños. Yopago.

Tan pronto salimos del kiosco, Ro-berto se guardó los cacahuetes en el bolsilloy no volví a saber de ellos hasta una hora mástarde.

Fue mientras paseábamos por unacarretera de monte, que tampoco sabría pre-cisar ahora mismo dónde estaba o cómo lle-gamos hasta allí, cuando necesitamos echarmano de nuestras bolsitas. Yo caminaba pen-sando en mis cosas cuando de pronto Robertoprofirió un gritito de júbilo; el lado derecho dela carretera estaba adornado por farolas queiluminaban nuestros pasos. Roberto se habíadado cuenta y lo vi allí, delante de una deellas, piedra en mano y con un brillo especialen la mirada. Antes de que yo pudiese replicar algo yahabía arrojado la piedra, que pasó a más demedio metro del cristal que contenía la bom-billa. Comencé a reír de forma exageraday acto se-

(pasa ala página 11)

CACAHUETE

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dario vilas(viene de página 10)

guido me agencié otro canto que tambiénarrojé hacia el foco de luz, fallando de formaaún más contundente, ya que ni tan siquierapasó a menos de dos metros del objetivo. Asíestuvimos varios segundos, hasta que final-mente acerté de pleno con un guijarro de grantamaño, produciéndose un estallido seco quedejó en penumbra unos cuatro metros de ca-rretera. En ese mismo instante escuchamosun grito a nuestras espaldas.

- ¡HIJOS DE PUTA! ¡¿QUÉ COÑO HA-CEIS?! –berreó un hombre que subía por lamisma carretera, a unos diez metros de lazona oscura que yo había creado. No eracapaz de distinguir ningún rasgo en su cara,solamente recuerdo que vestía un abrigo ama-rillo que resaltaba en la noche.

- ¡LO QUE NOS SALE DE LOS COJONES!–respondió Roberto, sacándome de mi estupory haciendo alarde de una vocalización per-fecta, inédita hasta ese momento de la noche.

- ¡¿A QUE VOY AHÍ?!

- ¡PUES VEN, GILIPOLLAS! –le retó miamigo.

- Roberto, ¿y si es muy grande? –pre-gunté asustado.

- Hostia tío, tienes razón. A lo mejornos pega –reflexionó-. ¡Vamos!

Nos volvimos a la vez y comenzamosa subir a paso ligero por la carretera. Ningunode los dos hablaba ni miraba hacia atrás. Notéque un sudor frío comenzaba a inundar mi ros-tro, e incomprensiblemente estaba aterrado.Para demostrarme a mí mismo que no pasabanada me giré, pero el hombre no sólo nos se-guía; había ganado un par de metros y estabahurgando en su abrigo en busca de algo.

- ¡Joder Roberto! ¡Lo tenemos detrás!- ¡¿Qué?! –se volvió para comprobarlo-

- ¡Mierda! ¡¿Qué lleva en la mano?!

Y al girarme de nuevo lo comprobé:una pistola. La más enorme que haya visto enmi vida. De hecho, la única que había visto. Elhombre la empuñaba, parado en medio de lacarretera y apuntándonos. En ese preciso ins-tante dejé de pensar, y la serie de aconteci-mientos que se dieron lugar pasaron por mícomo si fuese espectador en lugar de protago-nista.

Roberto volvió a sonreír, ante lo cualhice lo propio. Ya había adivinado en qué pen-

saba antes incluso de ver cómo sacaba una delas bolsitas de cacahuetes y la abría. Sin mi-rarme, agarró la otra y me la pasó rápida-mente. La abrí con un mordisco rápido y hábilcomo sólo la destreza adquirida durante añosde televisión y sofá puede otorgar. Colocamosnuestra munición entre los dedos gordo e ín-dice y apuntamos a nuestro contrincante. El

estruendo de los dos disparos llenó por com-pleto la noche.

Ya he comentado las consecuenciasde nuestro acto, solamente resta contar un úl-timo detalle crucial.

Tras comprobar que el hombre es-taba muerto, Roberto me dijo que esperaseallí. Apareció a los pocos segundos con dosfregonas y una botella de lejía. Limpiamosconcienzudamente toda la sangre y el cuerpode nuestra víctima. Cualquier precaución espoca en tiempos del CSI. Finalmente cogimos

el cadáver entre ambos y lo arro-jamos entre los matorrales situa-dos a la izquierda del camino.

- Jamás lo encontrarán –sen-tencié.

A la mañana siguiente medesperté totalmente aturdido.Tenía una sensación de embota-miento muy fuerte, como si el ce-rebro fuese mucho más grandeque mi cráneo y pugnase por salir.También me dolía la mandíbula, yal abrir la boca noté un crujido quedelató que me la había desenca-jado.

El teléfono sonó como siuna alarma nuclear anunciase elfin del mundo.

Era Roberto:

- Mario, -dijo en un susurro-¿qué ha pasado?

En ese instante una idea cruzó mimente como un fogonazo revelador. Antes decontestar a mi amigo, me volví hacia el espejodel pasillo para comprobar que mis sospechaseran ciertas:

Estaba maquillado.

foto de EDUARDO GARCÍA

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escultura anne kampschulte

Gordo con cuernos

Pez Bola

A MI MADRE

Cuando Dios creó las flores la primera fuiste tu,por que entre todas resaltabas igual que un rayo de luz.

Eras la más hermosa, la que más perfume desprendías,colores de mariposa, por que eras una rosa entre toda la floristería.

Por la noche te dormías y al alba volvías a despertar,con tu fragancia de rosa volvías a enamorar.

En ningún sitio desentonas, en cualquiera quedas bien.Enriqueces donde te pongan por saberte defender.

Sólo tu con tus espinas,con tu aroma y tu alegría,detectas al que te quiere, sin mostrar mala armonía.

Que detalle en la solapa,que bonita en el jarrón,pero donde siempre estas mas guapa,es donde sólo Dios te creó.

En el campo al aire libre,con el viento y con el sol,siempre serás la más guapa, entre todas la más linda flor.

F.M.V.L

COMO EN TODOS LOS CUENTOS

Era bello y prohibido, lo que hacíaaún más deseable su estatura,el arco de su pecho, su grandeza,su forma de mirar, como una herida.Era altivo, inasible. Nos teníabajo el yugo febril, en la penumbradel amor incumplido largamente.

Sabiéndonos perdidas, decidimosque no importaba el precio: la victoriahabría de ser su piel o nuestra vida.Bajo un cielo de neón de luna muertavelamos nuestras armas. Apostadasen el rincón canalla, en la espesuradel último garito, dispusimosel cerco tras el horno, imaginandoque bien valía el botín tanta batalla.

Era hermosa la noche. Consintieronlos dioses que el combate se inclinaraa mi estrella. Cuerpo a cuerpo, feroces,desnudos y silentes demoramosla huida. Más cuando despeñamos erguidoslos deseos y coloqué mi besosobre su frente esquiva, como en todoslos cuentos se deshizo el hechizoy mi príncipe-rana se perdió con la noche.

Mar

ia R

osal

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antonio garcía vargas

MI AMIGO LEJANOYa en el barco, de regreso a España, recordé aquella carta que me había entregado un desconocido jovencito, casi un niño, bajando la escalinatade un teatro de Santiago de Chile, donde había expuesto mis teorías sobre «Modelos poéticos de principios de siglo». Corría el mes de juliode 1917.

Saqué el arrugado papel y leí: «Estimado señor. Mi nombre es Neftalí y tengo 13 años. Hace meses, mi padre me regaló un libro de poemasescrito por usted y su lectura cambió totalmente mi vida. Lo he leído mil veces y en cada una de ellas me he sentido en la necesidad de poderescribir algún día tan maravillosamente como lo hace usted. Humildemente le ruego, lea este pequeño artículo que pienso enviar al diario Lamañana, por si tienen a bien publicarlo, siempre y cuando su opinión, que es la que realmente me importa, sea favorable».

La firma decía Neftalí Reyes y acompañaba al escrito una dirección para enviar mi respuesta. El artículo se titulaba «Entusiasmo y perse-verancia». No era muy largo, así que inicié la lectura adentrándome en el sentimiento de aquel niño desconocido que manejaba ya el lenguajecomo sólo saben hacerlo los elegidos. Quedé tan sobrecogido por la lectura, que nada más llegar a España contesté a su escrito animándolea seguir el camino de las letras, en el que le auguraba un espléndido futuro.

Pasó el tiempo y no volví a saber nada más del chico, pero le seguí la pista durante unos meses por los artículos que publicaba bajo el nom-bre de «Cuadernos de Temuco», así que poco a poco fui olvidándolo. Sólo ocasionalmente, me preguntaba qué habría sido de él y si habríaseguido adelante con su pretensión de dedicarse a las letras en serio, además de los artículos que publicaba. Un día de junio de 1924 recibíun sobre, bastante abultado, procedente de Santiago de Chile. El nombre del remitente no me era conocido. Contenía una carta y un pequeñolibro de sencilla encuadernación. Abrí y comencé a leer:

«Mi muy estimado señor. He querido que sea usted el primer amigo en recibir mi primera obra editada. Se trata de un libro doloroso y pas-toril que contiene mis más atormentadas pasiones adolescentes, mezcladas con la naturaleza arrolladora del sur de mi patria. Es un libro queamo porque a pesar de su melancolía está presente en él el goce de la existencia que la lectura de sus poemas, don Antonio, me enseñó aapreciar. Sin su ayuda espiritual y la confianza que usted depositó en mí, esta realización jamás hubiese tenido lugar. Además, me ayudarona escribirlo un río y su desembocadura: el Río Imperial. por lo que forman parte del romance de Santiago, con las calles estudiantiles, la Uni-versidad y el olor a madreselva del amor compartido. Observará usted que he cambiado mi nombre por el de Pablo porque me gusta cómosuena y Neruda en honor del poeta checo Jan Neruda.

Reciba mi más sincero abrazo agradecido. Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto»

Emocionado, tomé de nuevo el pequeño libro. Se titulaba «Veinte poemas de amor y una canción desesperada», de la editorial Nascimento.Su autor, Pablo Neruda.

(del libro "Minificciones" de AGV)

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Bella Clara

SI YO FUERA DIOS

Si lo fuese me preguntaría ¿qué espero del hombre hecho a mi imagen y semejanza?

Ante su respuesta tan caótica como el mundo le sugeriría buscar en su almael diamante en bruto, tesoro de su jardín interior que desconoce a simple vista.

Quitaría el arma de su mano y le pondría en su lugar una florpara dejar pistolas, revólveres, bombas desarmadas en un sótano olvidado mientras en brazos de asesinos

plantaría ramos de rosas, orquídeas, violetas, flores silvestresy de cuantas hierbas le sirvan a su transformación.

Hechizos de la naturaleza se entregarían a sortilegios.Educación a la convivencia con la altura que se merece

al observar el comportamiento de los universos mineral, vegetal y animal.Buscaría en el cielo el azul violeta una estrella para inducir

un cambio de conciencia al descubrir astros en otros firmamentos.Urdiría de paciencia a cada individuo para implantar tolerancia,

respeto entre mis hijos, vistos bajo igual prisma a pesar de las diferencias.Pintaría en cada hogar una ley,

cuidar a los infantes como pichones preciados antes de echarlos a volar.En el corazón del hombre el amor incondicional inculcaría

como nuevo ingenio para vencer su malestar.Le daría consejos de utilizar las herramientas de los LIBROS SAGRADOS,

códigos que eleven formas de tomar la vida con sapiencia, trabajo y reposo.Le pediría al hombre que cuidara a la mujer como joya bendita.

A la mujer le impartiría el deber de madre, siembra compartida con el padre,capaces de dar a luz existencias donde la criatura amanezca en otro bienestar.

Paraíso terrenal, sombras por enterrar y luces encendidasbajo la certeza de continuar una especie en evolución.

Le recomendaría a la pareja buscar el equilibrio frente al espejo cuando talle su espíritu

al ver los defectos ajenos como propios en el reflejo de su actuación.Y finalmente le dejaría la principal ganancia, el libre albedrío

para constatar si por fin comprende que todo ser en sus manos guardasu perenne despertar en el camino del bien o de la destrucción.

Le añadiría una pizca de entendimiento como mejor recetaal mostrarle que cada quien hace lo suyo

mientras yo con atisbo vigilante contengo pasos en falso.Almas desvalidas en procesos de subidas o caídas

cuando de las bajadas aprende que hay que volver a las cimasaunque cueste sacrificios con raspaduras y heridas

para avizorar mi interés por el ser viviente en su esplendor.Digno hijo de mi creación con las espinas invertidas

desde una imagen y semejanza que clama amor,dueño de la compasión que yo por mis semejantes manifiesto.

¡Gracias a Dios que no soy Dios porque ante tanta rebeldía no sé que haría!

APRENDAMOS

No sé vivir con lo peor de míNi tú tampoco.

Enséñame a vivir con lo mejorDe los dos.

ARMA

Jugando con las palabrascomo se mata con los fusiles

se descubre el orden de una palabraARMA o AMAR.

La mejor Arma: AMAR.Batalla de palabra.

UN NOMBRENací con el nombre

que me fue dado desde el vientreBella Clara Ventura,

Bella por mi abuela materna.Clara por su madre de la lejana Turquía

Y Ventura el apellido de mi padrenacido en Johannesburgo, Africa de mis inquietudes.Bajo corrazas me rebelé.

Demasiado peso sobre mis espaldas.

¡Bella Y Clara!¡Qué más pedían de mí!

Hubiera deseado borrar mi pasadoy tener un nombre más anodino

pero como nada es casualdebí asumir que seríaBella Clara Ventura

hasta la muerte.Aprendí a querer mi nombre

a fuerza de oírlo a diario.Me enamoré de los conceptos bajo esas letras.

Desperté un día viendo mi belleza interior.Irradiaba por los poros.

Había luz.Ya era Clara.

Tuve suerte de percibirlo a pesar de los dolores,

hecho cábalaspara afrontar la existencia

desde la luz.Claridad que me habita

en el camino del crecimiento interiorque de lecciones hace consistente la vida.

Desde entonces soyBella Clara Ventura.

Lo que recibo con amory con más amor

lo doy.

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Antonio J. Quesada

Hubo una época en la que se puso de modafrenar los anhelos más rogelios en Iberoamé-rica mediante jarabe de palo militar, y casicada país tuvo su dictadura militar de dere-chas, con ayuda de la embajada norteameri-cana y la bendición eclesial, con la finalidadde poner orden y que no se descarriaran lasovejas. Como en España en el treinta y seis,en Portugal algo antes y en otros sitios delmundo, pero a la española: el dictador latino-americano típico tenía un perfil muy marcado,de misa diaria, casa de putas y espadón alcinto. En el Cono sur coexistieron dictadurassalvajes en Chile, Argentina, Bolivia o Para-

guay, entre otras, que provocaron que aquellofuese conocido como el “cono de la Bernarda”,pues los militares hacían lo que les salía delas canicas, con la bendición apostólica co-rrespondiente (los capellanes argentinos des-cubrieron que el modo más cristiano de matarera arrojar al mar, drogado y atado, al rojerasde turno; ya dijo un sacerdote, hoy santo ca-tólico, que “aquella sangre era necesaria”).

La literatura ha reflejado este perfil perfec-tamente desde “Tirano Banderas”: recuerden“El señor presidente”, El recurso del método”,“Yo, el Supremo”, “El otoño del patriarca”, “La

fiesta del chivo” y algunas otras cosas deAyala (¡qué coñazo, que me perdone el esta-blishment literario andaluz!), cuentos de Ser-gio Ramírez, relatos de Benedetti, y variascosas más (cito de memoria y velozmente,pues debo mandar la columna y no tengotiempo de mirar chuletas; estoy como Fraga,diciendo las cosas sin condón, y seguro queme dejé alguna referencia atrás, como a Mar-tín Luis Guzmán y a otros).

Con Fidel se inaguró el gran caudillo de iz-quierdas, ya no tan reflejado por la literatura,y que genera mala conciencia (hay que mirartextos, más políticos que literarios, de Rei-naldo Arenas, Jorge Edwards, cosas de He-berto Padilla, etc.). Ahora está de moda ellíder democrático escorado hacia la izquierdapopulista, estilo Chávez, que ha creado es-cuela en otros países hispanos (y es que elcaldo de cultivo es evidente: la gente pasanecesidad y los políticos de toda la vida robany roban y ya no les cabe nada más en los bol-sillos). La gente se cansa.

Todo esto viene a cuento de lo que está su-cediendo en Honduras. Zelaya era un presi-dente más o menos típico, un uomoqualunque que no se metía con la Iglesia nicon los americanos, y todo iba bien para él(ya lo decía Mussolini: para durar en el poderno hay que meterse ni con la Iglesia ni con lamoda de las mujeres; que le pregunten aPerón…). Empezó a querer parecerse a Chá-vez y se le acabó la aventura. Tonterías, lasjustas. Un tal Micheletti es aupado por los mi-litares y las derechas y venga, a salvar a laPatria del comunismo internacional (como siel comunismo internacional estuviera en con-diciones de meterle el dedo en el ojo a al-guien). Los empresarios, encantados, laprensa y radios de derechas dando brillo altema (metiendo la tijera y mintiendo a ratos)y la Iglesia católica bendiciendo al salvador.Todo como Dios manda.

Honduras, desafiando a la geografía, hapasado a recordarnos a aquel viejo “cono dela Bernarda”. A ver en qué queda la cosa.

HONDURAS Y EL

CONO

DE LA BERNARDA

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maria eugenia caseiroTu Lengua

Tu lengua es el país de fuegodonde no hay relojes,donde la palabra dura y difícil,da vueltas y vueltasperegrinando a trancosdonde el salivajomancha los mantelessin cortarle el paso.Cuando un solo de tripas la sorprendeen el deseo de ahorcarseenvuelta en una tira de bacón,queso horadado suizoy un pedazo de pan,tu lengua de azúcarrompe las murallas de la mala palabra,se instala en el cafédespués de la certeza de ser diosprendido al paladarpor las diptongaciones. Tu lengua es un tambor,la gran detonación que estalla en el silencioy no transigeante el dolor de muelaso ante el sueño.Contigo dormirseya no es noble ejercicio de oidoren la vigilia de tu lenguaen la inquietud;es la resignación de oír el epitafioante la muerte.Cuando vengan a buscartecon la lengua desatadaa siete grados en la escala de Ritcher,estaré plantada en la casmodia de negarme,en la feroz rigidez de la sorderapara volver a la serenidad del hambre.

Un Deseo

Un deseo de ríos y palmerasme tiembla entre los dedosenredándoseen la voz del tiempotan cansadoque va nombrando las callesdonde nadie ha pasado llorando desde entoncesy está en juego el recuerdo de la piñafermentándose en las venas,en mis labios que desean el azúcar,o ese tiempo del regresoal amarillo de un girasol despiertocentro de fieltroencrucijando tiempos.

Sin Domingo

Era de granizo el verde derramadojunto a la blancura el pájaro de hielo.El cielo nace al hombre atentoque mueve el pan nerviosamente,lanza migas, borra la preguntay atado a su parque ya es carámbano.Digan lo que digan no te importeel canario comprimido que no muerdeni que crezcan retoños a la ausencia.La bisagra engrasada ya no cantay el sol, que se hizo viejo allá en sus puntasesperando que cayerala palabra en el escaque justo,ahora chorrea otros fractalescon mazmorra en el poniente.Desde ayer media naranja es una flechao puede ser la luna, una mujer la puertaun perro el laberinto en que se pierde un hijoun fulgor la hora en que los hombres muerenmadera de pluma el sacrificio,el ojo una inquietud por donde duele

un fósforo la búsquedaun pez la buena o mala suerte.No hay piedad en el labio que se ofreceni color en el secreto que no nace.Oh! Dios, que nunca se te ocurra celebrarcon los brazos en alto como arqueropesar las espaldas convertidasy allí donde tu fuego esperano encuentre ritmo nuevo.¿Qué hacer con el polvo amontonado?¿días como rayos relucientes?Las flores se chorrean, no hay sonrisaque se anime a salir de entre las hojas.La noche mueve su perfil sobre los mueblesla luna presagia desembarcostu cuerpo sideral respirapor la boca en que el amor se pierde.Váyase usted amargo sol que ya no hay formade rascarnos donde no nos duele.Las vidas que han pasado ya no chocan,¿que labios van a darnos vida y muerte?Los hijos de la sed desesperadosse tragan las cortinas y deshojanalguna margarita sin que nazcanviolines rumiándole al oídoIsla de mis islas solacáliz de arena este domingo.

La Calle

La calle es un burdel donde las horastoman cuenta.El vagabundo grisa un paso de anotar la despedidarecupera el mortecinobrillar de las farolas.Se alarga la calle, en su desdén se pierdela visión hasta tocar el fin del mundoa estribor, bordea la primera estrellalas grutas sin salida, el precipicioen que un fantasma envenenadoduele en la mujer que buscaun puente y la razón fracasa.La calle es un dolor, una punzadadonde confluyen las premonicionesun corazón cansado que envejece,su melodía sin vozse lleva las últimas raigambres.Sueña la calle su primer bostezoentre viejas fachadas de edificios.

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LA PROFECÍA (II)

Un grito que rotula el universose impone entre las formas ígneasde las pesadillas;y en los rincones gastados de las súplicas,la mano de la ira nubla el aire de pólvora.

Se abre un libro de abuso en la memoriay volvemos a un tiempoque es antorchaen cárceles de mármol.

Hay denuncias estérilesen carillas añosas;jardines de pájaros desnudos;ocasos que se duermenapretados a un ruegoy ojos que se agotanen espejos inútiles.

Con letras centinelasarmamos las palabras,y enterramos la guerrausurpadora de abrazos.

Algún recuerdo justopinta en el caminouna estela,pero el eco del instante último,cuando todavía alguien nos nombraba entre las cosas vivas,intenta el aprendizajede una profecía que nadie se atreve a asumir.

EL OTRO CRISTO

Como un tren enceguecido,la metralla hace surcos entre el incienso y la afonía de los ruegos.

Nadie les da pan ni explicaciones.

Las ánforas del llantose han secado,y otra luna de vidriorasga el cristalen la busca de ojos y de abrazos.

La calle grita sola,y entre los despojos que muerden,un maniquí de estopa, arrastra todavía una bandera.

Pesa un minuto absorto;y de rodillas,implora por la paz en la mañana.

En un vagón de esquirlas,las piedras del silencio se entrechocan.

Un Cristo ciego ha cruzado sus brazos.

Teresa Palazzo ContiPoema presentado en el

Festival Internacional de la Poesía en París

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¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta bestia inmunda?

¿Hasta cuándo los intransigentes nos harán sentir dolor?

¿Hasta cuándo esos innombrables se arrogarán derechos que en nada se fundan?

¿Hasta cuándo creerán que enarbolan la bandera del honor?

¿Hasta cuándo el pueblo vasco permanecerá callado?

¿Hasta cuándo permitirán que les/nos pisoteen y masacren?

¿Hasta cuándo ese silencio se convertirá en clamor?

¿Hasta cuándo matarán, fundándose en no se sabe qué derechos?

¿Hasta cuándo esperaremos a que comprendan lo execrable de su acción?

¿Hasta cuándo aguardar a que aprendan

que la libertad no se obtiene sino por la fuerza del amor?

Juana Castillo Escobar

EL HOMBRE

El hombre fue creado a imageny semejanza de Dios.-La Biblia.

El hombre es la existencia concebida

que preside del mundo su destinno,

extraordinario Ser, por Don divino

y excelsitud del tiempo y de la vida.

Su condición humana y bendecida

le impone el fiel deber en su camino

de crear un universo diamantino

de plena convivencia florecida.

Que la envidia diabólica no exista,

que haya tranquilidad noble y altruista

y no imperen el crimen ni la guerra.

Sólo así, será el hombre luz y guía

si aspira con feliz sabiduría

ser la imagen de Dios, sobre la tierra.

Manuel Salvador LeyvaMartínez. (México)

LAS FRASES QUE EL PROFETA NO DIJO

Hagan la guerra porque de los violentos es el reino de los cielos.

Opriman para vivir cómodamente en rascacielos de piedra.

Invoquen en vano el nombre de Dios para que bendiga sus espadas.

Promuevan la mentira para mantener que son justos de veras.

Den poca cosa cuanto más posean; créditos sí con hipoteca duplicada.

Roben a los pobres;

es deber sagrado de los más ricos monopolizar la riqueza.

Alimenten la ilusión de un orden nuevo en la miseria inmóvil.

Impongan con himnos y sables la libertad de la impotencia.

Lávense las manos con la frecuencia que requieran los gritos.

Impartan latigazos porque sí y porque son dueños de los látigos.

Enmudezcan a todos, en particular, a los que con justicia se quejan.

Tramen muertes lentas o rápidas según convenga.

Echenle la culpa de sus crímenes públicos

[al inocente o a su ángel de la guardia.

Gocen de las balas propias, y de las bajas ajenas,

[mejor cuanto más numerosas.

La paz es otro nombre de la incesante conquista.

No caigan en la debilidad de perdonar y fomentar olvidos.

Odien a los otros, a los que sueñen lo mismo pero en otra lengua.

De ningún modo se preocupen por el alma, que es otro mito

Y lo que ya nos les quepa en la tiniebla

Háganlo carne del séptimo arte.

LUÍS ALBERTO AMBROGGIO

BELLA VENTURA

Árbol y Tierra

El árbol que me habita

es mi padre,

la tierra, mi madre.

Desde la cuna los mimos del padre

enramaron mi espíritu.

La tierra me cobijó los sueños.

Ambos plantaron en mí

ilusiones de niña grande,

flor de todos los rocíos

bebiendo sus aguas.

Me hicieron fuerte como las raíces.

Al árbol pertenecen.

Y a la tierra mis anhelos

de paz certera entre mis semejantes.

Eché el tronco a la vista,

situado en las alturas

hacia cielos más azules

con soles de mi propiedad.

En la base secreta me dejó.

Florecí.

Me dieron la madurez,

huésped de la savia.

Recuerdo de la hija iluminada

del árbol y de la tierra.

Ambos elementos me siguen,

como se persigue la vida

hasta la lápida.

Sobre la cual brotará una piedra.

Dirá que fui judía

con hojas y frutos

de la Tierra prometida,

que no es otra sino el Planeta,

anfitrión de mis pisadas,

similares a las de mis hermanos de habla diferente

y mirada de abierta redondez

a mis abrazos,

despojados de sangre ajena.

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Pura López CortèsNanas

"Y el niño de la medía luna,¿qué sueños riza?"

(Miguel de Unarnuno)

NANA INANA IA Gregorio Soter

Come, niño, tu manzanay mira la media lunaque viene por la ventanapara mecerte la cuna;y reza tus oracionesy dale un beso a mamá,que viene la media lunapara enseñarte a soñar.

NANA IINANA II

Duerme niño en mis brazos,no tengas miedo;cuando venga la nocheyo te protejo.Alumbraré lo oscurocon mil luceros,traeré la lunay envolveré en luz blanca.niño. tu cuna.

NANANANADEL AMANECERDEL AMANECER

A Quito DomeñeSueña mi niñono sé que cosa,sueña mi niño,se mueve, llora.Por la ventanaentra la luna,asusta al niño,llora en su cuna.Por la ventanavuelve la aurora,el niño ríe,el niño sueñano sé que cosa.

NANA IIINANA III

De noche, bajo un olivo,envuelto en tomillo y jara.embobadito mi niñomira la luna de platav cuando la ve en el río,.a quiere sacar del agua.Se le cierran los ojillos.- A lo lejos croan las ranasy con la pipa en la bocale duerme a la noche clara.

El Mar

"Qué bien navega la barcasi el viento de amor la mece"

(Concha Lagos)

MARINA IMARINA IA Mar NavajasLa playa en primavera:olas azulessobre la arena,olor a brea.La orilla salpicada

de caracolas,conchas de nácar,algas y rocas.Brillan risas saladas,allá a lo lejosniños desnudos- dioses del viento - .Al fondo el horizonte,blancos veleros.Gaviotas altascruzan el cielo.

CHIQUILLOCHIQUILLOA Curro Sáez

Vente conmigo a la playadesnuda tu piel morenay emborráchate de soltendido en la rubia arena.Vente conmigo a la playa,niño de canela y brillo,y con tu risa lunadaembruja a la mar, chiquillo.Vente conmigo a la playa,rey del agua y de las olas,radiante de blanca luzcomo un cuadro de Sorolla.

GRUMETEGRUMETEA Jesús Ogea

Tengo calado en el puertoun barco azul azulete.Niño de risa salina.¿Quieres ser tú mi grumete?.Zarpará de la bahíatodos los atardeceresy adentrándose en la marllenará sus finas redes:de jureles, de caballas,de baquillas. de gambones,de doradas, de besugos,de potas, de boquerones...Y luego, a la amanecida,alegre, por la bocanaentrará a anclarse en el puertocon carga tan codiciada.Anda y vente a mi pesquero,niño de carnes morenas.Sé mi grumete mayor

y pesca la luna llena.

CANCIÓNCANCIÓNA Carmen Fernández

Ay, cuando vaya a la marno sé que traerte amada.No sé si una estrella rojao un trozo de red saladao plumas de las gaviotaso algas verdes o pechinaso el pañuelo de un piratao un erizo sin espinas.Ay, cuando vaya a la mar...

MARINA IIMARINA IIA Marina de Quinta

Vente, niña, al rompeolas,no te dé miedo la mary escucha la caracolacomo te dice un cantar.Deja tus carnes de nardotintarse de sal y yodo,mira, que el sol hecho dardo,niña, se te rinde todo.Que el agua se vuelve miely la luz se hace canelapara ungir tu blanca piel,niña, de gracia morena.

¿NIÑA¿NIÑATÚ HAS VISTO LA MARTÚ HAS VISTO LA MARA Maríay Cariota García Hurtado

triste y gris en el invierno?.La playa, ¡Qué soledad!,tan sólo la habita el viento,ronco de frío y de sal.La barca del pescadorestá varada en la arena,¡Qué ya no puede remar!.Niña. si vieras las olas.blancos volcanes de espuma.montes que vienen y vancon rumor de caracolas.La playa, ¡Qué soledad!.Triste y gris en el invierno,niña, ¿tú has visto la mar?.

MARISCADORAMARISCADORA

La niña mariscadora.que está buscando coquinas,guarda en sus ojos azulestoda la gracia marina.Niña de carne morenacon sonrisa de salina,¡Qué chica ganas tu pansin que nadie te lo impida!.

MARINA IIIMARINA III

Está mi niña en la playaenvuelta en redes de espuma,está mi niña en la playaborracha de luz de luna;y sus ojos deben mary su aliento sabe a sal,que jugando con la espumaestá mi niña en la playaborracha de luz de luna.

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Texto del Libro “EN LA ESQUINA DEL AIRE”