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Tres caídas o cómo cambié la teleserie familiar hispana por la lucha libre mexicana Por Nacho Cabana Martes 26 de Abril del 2005. Reclusorio Varonil Oriente de la Ciudad de México. Día de visita para familiares de internos. La empresa de lucha libre Triple A ofrece su espectáculo. En el cartel, entre otros, Polvo de estrellas, luchador cuarentón y gay, popular por besar en la boca a sus rivales. Un español a pie de ring (yo) armado con su cámara de alta definición graba el evento mientras intenta no morir aplastado por ninguna de las moles humanas que se avientan fuera del cuadrilátero. En un momento dado, Polvo de estrellas cae cerca de mí. Le hago un primer plano. Los homicidas convictos y sus mamás que asisten como público gritan “¡Beso, beso!”. Polvo de estrellas comienza a perseguirme. Corro como alma que lleva el diablo. De repente otro luchador me agarra por los hombros. Polvo de estrellas se acerca y me planta un sonoro beso. La multitud estalla en un “¡Le gustó, le gustó!”. Congelemos el plano. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Madrid, año y medio antes. Tras haber sido guionista del largometraje No debes estar aquí (Jacobo Rispa, 2002) y una de las mentes creativas detrás de series televisivas como Compañeros y Policías necesitaba cambiar de aires. Un amigo de la Facultad residente en México desde hace una década me reitera su invitación a pasar allí unos meses. Dejé mi apartamento, metí todos mis muebles, mis libros, mis DVD en un almacén, me compré una cámara y me planté en Ciudad de México con la intención de materializar algo que había escuchado decir a Coppola en una entrevista anterior a la era digital: “Llegará un día en que una niña de Iowa hará ella sola una película maravillosa con una pequeña cámara de video”. No sé si Tres caídas será maravillosa o no. Pero cuando aterricé en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez yo me sentía esa niña. No fue nada difícil lograr la colaboración de las dos principales empresas de lucha libre mexicana. Tanto el Consejo Mundial de Lucha Libre (propietaria de la gigantesca Arena México en el DF con capacidad para 17.500 personas) como la citada Triple A me abrieron las puertas de un mundo en el que los superhéroes son reales. No todos los luchadores ocultan su rostro bajo una máscara. Muchos la han perdido en una apuesta y otros jamás la han llevado. Pero los que han forjado un personaje debajo de una máscara y la conservan no dejan que nadie conozca quienes son realmente. Ni siquiera sus vecinos. Y muchos menos un gachupín grabando un documental.

Tres Caidas

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Serie documental de Nacho Cabana, sobre la lucha libre mexicana, una de las mas completas y espectaculares actividades del mundo. La lucha libre mexicana, ha sido un misterio que bajo la lente del cineasta Nacho Cabana adquiere otra direccion y vision sobre este deporte enmascarado, con hombres y mujeres que se deshacen unos a otros sobre una superficie encordada.

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Tres caídas

o cómo cambié la teleserie familiar hispana

por la lucha libre mexicana Por Nacho Cabana Martes 26 de Abril del 2005. Reclusorio Varonil Oriente de la Ciudad de México. Día de visita para familiares de internos. La empresa de lucha libre Triple A ofrece su espectáculo. En el cartel, entre otros, Polvo de estrellas, luchador cuarentón y gay, popular por besar en la boca a sus rivales. Un español a pie de ring (yo) armado con su cámara de alta definición graba el evento mientras intenta no morir aplastado por ninguna de las moles humanas que se avientan fuera del cuadrilátero. En un momento dado, Polvo de estrellas cae cerca de mí. Le hago un primer plano. Los homicidas convictos y sus mamás que asisten como público gritan “¡Beso, beso!”. Polvo de estrellas comienza a perseguirme. Corro como alma que lleva el diablo. De repente otro luchador me agarra por los hombros. Polvo de estrellas se acerca y me planta un sonoro beso. La multitud estalla en un “¡Le gustó, le gustó!”. Congelemos el plano. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Madrid, año y medio antes. Tras haber sido guionista del largometraje No debes estar aquí (Jacobo Rispa, 2002) y una de las mentes creativas detrás de series televisivas como Compañeros y Policías necesitaba cambiar de aires. Un amigo de la Facultad residente en México desde hace una década me reitera su invitación a pasar allí unos meses. Dejé mi apartamento, metí todos mis muebles, mis libros, mis DVD en un almacén, me compré una cámara y me planté en Ciudad de México con la intención de materializar algo que había escuchado decir a Coppola en una entrevista anterior a la era digital: “Llegará un día en que una niña de Iowa hará ella sola una película maravillosa con una pequeña cámara de video”. No sé si Tres caídas será maravillosa o no. Pero cuando aterricé en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez yo me sentía esa niña. No fue nada difícil lograr la colaboración de las dos principales empresas de lucha libre mexicana. Tanto el Consejo Mundial de Lucha Libre (propietaria de la gigantesca Arena México en el DF con capacidad para 17.500 personas) como la citada Triple A me abrieron las puertas de un mundo en el que los superhéroes son reales. No todos los luchadores ocultan su rostro bajo una máscara. Muchos la han perdido en una apuesta y otros jamás la han llevado. Pero los que han forjado un personaje debajo de una máscara y la conservan no dejan que nadie conozca quienes son realmente. Ni siquiera sus vecinos. Y muchos menos un gachupín grabando un documental.

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Blue Demon Jr (hijo del mítico rival del no menos mítico Santo, el enmascarado de plata) me pide que grabe su entrevista con todas las persianas del despacho bajadas porque sus vecinos no saben quién es. Tinieblas me invita a café en su casa y aparece vestido con un traje de lycra que le cubre de arriba abajo, unas botas hasta la rodilla, una máscara negra y una enorme capa. El luchador mexicano que más difícil ha tenido mantener su identidad en secreto es, sin duda, Fray Tormenta: sacerdote y estrella de la lucha libre al mismo tiempo. Este hombre quería montar un orfanato en Veracruz y pensó que una buena forma de obtener fondos era convirtiéndose en luchador. Los domingos se levantaba, se iba a pelear en una matinal, luego volvía corriendo a decir misa, comía algo y se iba otra vez a una arena a seguir consiguiendo fondos. En ocasiones no le daba tiempo a cambiarse y tenía que decir la misa con la casulla cubriendo su disfraz purpurina de rayos rojos. El mundo de la lucha libre no sabía que era sacerdote y la Iglesia desconocía sus actividades luchísticas. Nunca perdió su máscara pero tuvo que revelar su identidad cuando un suplantador comenzó a utilizar su personaje. Y ese fue el detonante de su fama. Llegó a luchar en Japón y hasta el mismísimo Juan Pablo II bendijo sus actividades. Ha casado a varios luchadores en un ring y además, canta en un grupo de salsa. La película Supernacho (Nacho Libre, Jared Hess, 2006) se basa libremente en esta historia real. Durante los cuatro meses que duró la grabación en México de Tres Caídas entrevisté a muchos personajes bigger than life como La Parkita, luchador mini disfrazado de muerte que además participa en espectáculos de enanos toreros, ha sido stripper ocasional y es líder del grupo musical La Parkita y sus huesitos. O Plata, retirado voluntariamente de los cuadriláteros al morir su hermano en la Arena Coliseo. O el Ángel Tapatío, mariachi de la Plaza Garibaldi que busca su lugar en las arenas chicas. O Eduardo Bonada, octogenario barcelonés que recuerda cuando la lucha libre era un deporte popular en España. O Damián 666 y Halloween los primeros que me hablaron de lucha extrema. Cuanto más te acercas a la frontera de EE.UU más popular es la lucha extrema. Funciona básicamente igual que la lucha libre (el primero que consiga poner los hombros de su rival tres veces contra la lona gana) pero está permitido golpearse con sillas, mesas, escaleras y tubos fluorescentes. Las cuerdas están rodeadas por alambre de púas, la música Death Metal acompaña –a veces en directo– a los eventos, y algunos luchadores aparecen acompañados por porno-stars. Los combates se celebran en un gimnasio aunque a veces la pelea termina en mitad de la calle. El número de aficionados (entre los que, como en todos los espectáculos de lucha, se encuentran gran cantidad de niños) excede ampliamente la capacidad del local y enseguida te ves arrastrado por una masa de gente que intenta esquivar los cristales que saltan desde el ring. NGX, la principal empresa que organiza lucha extrema en Monterrey, está integrada son un grupo de estudiantes universitarios (de CC. de la

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Comunicación la mayoría de ellos) de clase media-alta que comenzaron a entrenarse y a organizar este tipo de eventos para divertirse. El éxito superó todas sus previsiones y cada mes han de mudarse a un local más grande. No hay médico en sus espectáculos y cuando acaban de destrozarse unos a otros se curan ellos mismos las heridas. Luego se van a casa del que ese fin de semana esté sin padres para ver el video del evento y comentar los mejores golpes mientras se comen una hamburguesa. En Monterrey también se encuentra la Arena femenil LLF, un parking que se convierte cada viernes en el único lugar de México dedicado exclusivamente a la lucha entre mujeres, tan rudas y extremas como los hombres si no más. Allí conocí a Ariel, una chica de 19 años y origen portugués que cuando no está de gira luchando trabaja en un Mc Donalds en su Boston natal. Y luego cámara en mano a Puebla. Y a Texcoco. Y a Puebla. Y a Coacalco. Y a Orizaba, Veracruz. Y a Tokio. Los luchadores mexicanos van a menudo de gira al país nipón y muchos luchadores japoneses trabajan habitualmente en México. Así que en julio del 2005 cambié los tacos por el sushi. En Japón la lucha es más técnica y menos espectacular que la mexicana. Hay menos vuelos y más llaveo a ras de lona. Entrevisté a Tiger Mask continuador de la mayor leyenda luchística nipona que ha conocido México y grabé en el mítico “Korakuen hall”. Tras cuatro meses de edición logré reducir las 76 horas de material que había a grabado a poco más de hora y media. Entonces recibí la llamada de un promotor mexicano afincado en Barcelona que me invitaba a un combate de lucha libre que se iba a celebrar en la Ciudad Condal. El único deporte que me ha interesado en mi vida, volvía a España. Y, más de un año después del inicio del rodaje, allí estaba yo para grabarlo. Cuatro horas más para editar. Al ver la película acabada, me emociona escuchar los testimonios de personas que aman el deporte de la lucha libre por encima del escaso beneficio económico que les reporta o del miedo a no bajar vivos del ring. Porque TRES CAÍDAS es ante todo una película sobre la pasión. Tres Caídas se estrenará en el Festival Internacional de cine Sitges el 7 de Octubre del 2006, precedida de un combate en vivo de lucha libre mexicana.

www.nachocabana.com [email protected]