Tres conjuntos monetales de época moderna … · Tomás Hurtado Mullor; Isabel Moraño Poblador; José Mª García Fuertes; José F. Albelda García Fig. 1. Vista general del cementerio

XIV Congreso Nacional de Numismática, Madrid 2011, pp. 949-970

Tres conjuntos monetales de época modernadocumentados en la necrópolis cristiana

de Xilxes (Castelló)Tomás Hurtado Mullor(*); Isabel Moraño Poblador(**);José Mª García Fuertes(**); José F. Albelda García(**)

RESUMEN

Se presenta parte del material numismático hallado en la excavación arqueológica realizada con motivode la remodelación de la calle Juan Carlos I en el municipio de Xilxes (Castelló). Dicha excavación hapermitido constatar una necrópolis cristiana cuya cronología se extiende de forma continuada, grossomodo, desde el s. XIII hasta finales del s. XVIII. De la colección seleccionamos, para esta comunicación,tres conjuntos monetales, recuperados en sendas inhumaciones, pertenecientes a las últimas fases de ocupa-ción de la necrópolis, dada su singularidad como ritual de enterramiento y por su valor como muestra dela circulación monetaria de época moderna.

ABSTRACT

We analyze part of the numismatic material found in the archaeological excavation carried out duringimprovement works on the street, Calle Juan Carlos I (Xilxes, Castelló). The dig revealed a Christian necro-polis whose chronology spreads uninterruptedly from approximately the thirteenth to the late-eighteenthcenturies. From the collection, we have selected three groups of coins, recovered in as many inhumations,belonging to the final stages of the necropolis’ occupation. The reasons for this choice are their singularityas part of the burial ritual and their value as samples of the monetary spread of the modern period.

* * *

INTRODUCCIÓN

Esta comunicación pretende dar a conocer el hallazgo de tres conjuntos monetarios recupe-rados durante una intervención arqueológica realizada en la calle Juan Carlos I de Xilxes conmotivo de un proyecto de remodelación urbana promovida por el Ayuntamiento de la localidad.La excavación permitió constatar parte de una necrópolis cristiana en la zona posterior de la actual

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(*) [email protected].(**) [email protected].

Iglesia Parroquial, con una cronología que puede abarcar desde el siglo XIII hasta finales del sigloXVIII, momento en el que este cementerio se trasladó a las afueras, junto al antiguo Calvario.

Sobre el desarrollo de dicha necrópolis, de forma preliminar, podemos señalar que la poblaciónde Xilxes se funda a partir de la donación, por parte de Jaime I en 1239, del lugar de Cilx a JaimePérez de Daroca. Donación en la que también se incluían las alquerías musulmanas de Moznuda,Alagema, Rahal y Alcudia.

De las primeras fases de ocupación se conservan in situ seis estelas discoidales pertenecientesa inhumaciones individuales y enterramientos colectivos, a modo de “panteones”. La orientacióndocumentada en dichos enterramientos es SW-NE. El difunto, envuelto en un simple sudario pren-dido con diversas agujas, es enterrado en posición decúbito supino con los brazos cruzados sobreel pecho o el abdomen, sin que se haya encontrado ningún tipo de ajuar o de indumentaria, a excep-ción de algún pendiente o resto de collar (láms. 1-2).

A finales de época medieval, en un momento indeterminado, tal vez entre el siglo XV y prin-cipios del XVI, se produce una importante transformación del camposanto, probablemente ligadaa la construcción o remodelación de la Iglesia Parroquial, como queda registrado en las fuentesescritas. Durante esta fase, el ya antiguo cementerio medieval se colmata con un nivel de tierrasnecesario para crear un nuevo suelo de ocupación sobre el que se dispondrán las nuevas tumbas.

950 –– XIV Congreso Nacional de Numismática, Madrid 2011, pp. 949-970

Tomás Hurtado Mullor; Isabel Moraño Poblador; José Mª García Fuertes; José F. Albelda García

Fig. 1. Vista general del cementerio con las estelas in situ

Durante esta segunda fase de ocupación, inicialmente y como si de un periodo transicional setratara, se observa un cambio en la orientación y disposición de las sepulturas, detectado espe-cialmente en la parte septentrional del camposanto, donde ahora quedan dispuestas en sentido N-S.Pese a que se sigue en líneas generales con el mismo ritual de enterramiento, se aprecian, noobstante, pequeñas variaciones en la colocación de las extremidades superiores y en la desapari-ción de las sepulturas múltiples.

XIV Congreso Nacional de Numismática, Madrid 2011, pp. 949-970 –– 951

Tres conjuntos monetales de época moderna documentados en la necrópolis cristiana de Xilxes …

Fig. 2. Enterramiento múltiple señalizado con estela

Dicha orientación N-S se mantiene en épocas posteriores, siglos XVII-XVIII, aunque se hanpodido documentar algunas tumbas, intercaladas entre las anteriores, en sentido E-W, rompiéndoseasí la aparente organización espacial de la fase inicial y pasando a un camposanto ciertamente“caótico”. Durante esta fase todas las sepulturas quedan conformadas por inhumaciones indivi-duales, en posición decúbito supino, con las manos entrelazadas sobre el pecho o la pelvis, y conun alto porcentaje portando un rosario entrelazado en sus manos.

A medida que nos adentramos en los últimos momentos de ocupación del cementerio, sigloXVIII, es habitual el hallazgo de elementos de indumentaria entre los restos (hebillas de cinturóny calzado, botones, collares, pendientes, anillos, monedas…) y se percibe que el uso de ataúdes segeneraliza, rasgos indicativos de un nuevo ritual funerario.

LOS DEPÓSITOS MONETARIOS

El primero de los conjuntos monetarios está constituido por siete monedas de plata, todas conel mismo nominal, dihuités o reales valencianos de los cuales dos piezas fueron acuñadas conFelipe III y cinco con Felipe IV, siendo la más moderna de fecha de 1642 (fig. 3).

La tumba a la que aparece asociado corresponde a un enterramiento individual hallado en posi-ción primaria, en decúbito supino, de cuyo individuo no se han hallado la cabeza, la extremidadsuperior derecha y la mayor parte de las tibias, peronés y pies. Las extremidades superiores seencuentran flexionadas cruzándose a la altura del abdomen, pudiendo apreciarse la postura a pesar



Fig. 3. Depósito monetario 1

de la falta de una, y las inferiores extendidas a lo largo del cuerpo. El esqueleto está articulado ycon una orientación de cabeza a pies de 155º SE (fig. 4).

El depósito apareció a la altura de la cadera, apoyado sobre el sacro, aunque posiblemente loca-lizado, en el momento del enterramiento, sobre el abdomen, evidenciándose al tiempo un tubillometálico en el esternón y algunos alfileres también próximos a la cadera que podrían estar indi-cando la existencia de algún tipo de receptáculo funerario o sudario. La persona enterrada podría



Fig. 4. Inhumación donde apareció el depósito monetario 1

ser un individuo adulto −por el tamaño total del esqueleto conservado, la soldadura de las partesdel hueso y el moderado grado de desarrollo de los osteófitos en las vértebras−, y de presumiblesexo femenino ya que la escotadura ciática posee un ángulo abierto.

El segundo de los depósitos lo forman once monedas, diez diners valencianos entre los que seencuentran siete piezas acuñadas en tiempos de Felipe III, Felipe IV y Carlos II y tres en los queno hemos identificado al monarca, cerrando el conjunto una moneda de dos maravedís de CarlosIII acuñada en Segovia en 1776 (fig. 5).

Apareció sobre la zona lumbar del finado, a unos 2-3 cm por encima de las vértebras; posible-mente, en el momento del entierro, se situó en la parte media del abdomen, documentándose a lavez parte de un rosario y huesos ya que estaba afectado por una fosa de inhumación posterior. Suposición era decúbito supino y del mismo sólo se ha conservado el cráneo, que mira ligeramentea la derecha, las extremidades superiores, de las cuales la derecha se encuentra flexionada con lamano alrededor del cuello y la izquierda flexionada con la mano en el pecho, y parte del tronco.Tanto la cadera como las extremidades inferiores no han sido excavadas al quedar por debajo deuna zanja de gas. El esqueleto estaba dispuesto en una orientación de cabeza a pies de 250º SW ysu estado de conservación es muy malo, encontrándose muy deteriorado y fragmentado, posible-mente debido a la avanzada edad del inhumado, sin poderse determinar su género (fig. 6).

El último de los conjuntos es el más heterogéneo y numeroso. Se trata de treinta piezas de lasque veinticuatro son dineros de vellón-cobre, tanto valencianos, en número de nueve, como docearagoneses, habiendo tres sin identificar, abarcando un espectro cronológico que comprende desdeFelipe III a Felipe V. Entre ellas se han podido catalogar: dos monedas castellanas reselladas en




tiempo de Felipe IV, dos reales de a dos batidos en Segovia, uno de Felipe V (1724) y otro deCarlos III (1776), la pieza más moderna, a la vez que dos medios escudos de Fernando VI acuñadosen Madrid (1757) (fig. 7).

Las monedas parecían estar contenidas por una especie de saquito de cuero, ubicado entre laspiernas de un posible individuo maduro o senil femenino, a la altura de las rodillas. La inhuma-ción se conservaba en posición de decúbito supino, con la cabeza mirando a la derecha, lasextremidades superiores flexionadas unidas las manos a la altura del pecho, ligeramente ladeadas




a la derecha, y las extremidades inferiores extendidas a lo largo del cuerpo. El esqueleto estaba arti-culado y se ha encontrado prácticamente entero, con una orientación de cabeza a pies de 30º NE(fig. 8).

Se presume la existencia de algún sudario, indicado por el hallado de alfileres y como ajuar cabedestacar la localización de un tubillo de metal, un trenzado, un rosario entrelazado en las manos yrestos de “papel”, además de los numismas.

ANÁLISIS

Nos encontramos ante un hecho poco frecuente como es la existencia de monedas en tumbasde Época Moderna. No es un caso harto extraño pues, como veremos con posterioridad, hay otrosejemplos en España, pero sorprende especialmente que se dé en un número de tres en un mismocementerio y que probablemente diste más de un siglo en su deposición entre uno y los otros dos.Los estudios que se realizan sobre hallazgos numismáticos en contextos funerarios suelen tratarlos períodos de la Antigüedad o Edad Media como, por ejemplo, los que se recogen en las publi-caciones de dos coloquios, en los que no se incluye ninguno que comprenda la Península Ibérica(CANTILENA 1995; DUBUIS et al. 1999).




Si rastreamos los depósitos monetarios conocidos de Época Moderna más cercanos a Xilxesvemos que, respecto del depósito número 1, constituido por dihuités, existen dos tesoros relativa-mente próximos a él formados únicamente por este tipo de moneda, uno aparecido en Quart dePoblet y otro en Jérica, con 170 y 150 piezas respectivamente (MATEU Y LLOPIS 1958, p. 59), esteúltimo con el ejemplar más moderno del año 1642, o sea como el conjunto monetario 1. Se tratade atesoramientos ocultados en viviendas y con un número considerable de monedas y, por tanto,con un fin diferente.




Los paralelos más próximos respecto a la composición del depósito núm. 2, constituido única-mente por moneda de cobre, salvando las distancias cronológicas y su propósito son losatesoramientos de la Guerra de Sucesión, como el de València de la Calle Bolsería con 102monedas valencianas (COLLADO 1997 y TORMO 2005b), el de Ribarroja formado por 3412monedas, la mayoría dinerets valencianos y alguno de Barcelona o Girona (MATEU Y LLOPIS 1975)y el de Burriana que presenta diez dinerets acuñados en València, el cual es el que tiene, por sucomposición, lugar de acuñación y número, más concomitancias con el que analizamos (FALCÓ

1986, pp. 41-63).

El conjunto monetario núm. 3 es el de mayor valor económico con monedas de oro, plata ycobre, composición ésta que no presentan los de acumulación de riqueza que no incluyen monedasde cobre. Un poco más modernos, de inicios del período contemporáneo, son el tesoro de SantJoan de Alicante (OLCINA 1997), vinculado con la represión a los liberales antes de la décadaominosa, de 501 piezas, 15 de oro y el resto de plata, el de Requena en el que las 223 monedas quese conservan son de oro y su no recuperación se relaciona con la inestabilidad de la I GuerraCarlista (MARTÍNEZ y RIPOLLÈS 1996) y el de Castelló de 93 piezas, de las cuales 50 son de oro yel resto de plata y que se ha asociado al final del trienio liberal (DELAPORTE, LÓPEZ BRAVO y OLIVER

FOIX 2008). Otro tesoro mixto es el hallado en la calle Fos de València, muy anterior al conjuntomonetario núm. 3, pues está ligado a la Guerra de Sucesión. Se ocultó debajo de un pavimentodentro de una escudilla de orejetas polilobulada tapada con otra y contenía 69 monedas de plata yuna de oro (BURRIEL 1997 y TORMO 2005a).

Los depósitos monetarios que hemos comparado con los de Xilxes son tesaurizaciones y sólode dos se puede poner en duda su propósito ahorrador, como son el de Burriana o el de la calleBolsería de València.

El hecho es que toda la moneda es española y circulante y, por tanto, accesible en el momentodel deceso, no constituyendo monedas guardadas como ahorro. Sólo el depósito núm. 3 presentaporcentaje de moneda considerable acuñada fuera de València y fue moneda común en la población,así como la única pieza no valenciana de los otros dos depósitos numismáticos, dos maravedís deSegovia del conjunto 2. Los tesoros de Castellón, Requena, Alicante o València (calle Fos) vistosanteriormente poseen moneda de ultramar y, en el último, aparecen también monedas de Portugal.

En los casos de Xilxes y por el tiempo de su respectiva deposición, no pensamos que exista unacausa de fuerza mayor a consecuencia de momentos de inestabilidad o penurias, como puedan serenfrentamientos bélicos, revueltas o epidemias que provoque su no recuperación, pérdida mayorde moneda o la necesidad de ocultamiento, cuestión esta última que no es propia del contextofunerario teniendo en cuenta la sociedad española de época moderna, claramente marcada por sureligiosidad y estricto cumplimiento de los preceptos cristianos, resulta poco probable o creíble.Si bien el de Jérica tiene una fecha de cierre en su última moneda igual al depósito núm. 1, enesos momentos en España los conflictos más extendidos eran la revuelta dels Segadors y la guerracon Portugal, que fueron hechos que no afectaron directamente a la Plana Baixa y a nivel local nohay documentación escrita sobre ningún brote epidémico. Tampoco debemos olvidar la proxi-midad cronológica de los conjuntos 2 y 3.



En el registro material sí que se encontraron monedas en enterramientos en los que el individuomurió por una enfermedad contagiosa y fue enterrado rápidamente sin tocarlo. En la ermita de SantaCatalina Tiesas (Navarra) el enterramiento individual IV, de finales del segundo cuarto del sigloXVI, contenía una bolsa de cuero con 22 monedas de vellón, un collar de cuentas de azabache yalgunas cuentas sueltas, estando el cuerpo cubierto de cal (MIÑÓN QUEREJETA y RUIZ RUIZ 2003;RUIZ RUIZ y MARTÍNEZ 2007, p. 247). En Tárrega, en la fosa común 164 de un cementerio judío seencontraron ocho monedas en una bolsa acompañando al muerto o entre las vestiduras de un indi-viduo adulto masculino. Se produjo un enterramiento precipitado para dar sepultura en el pogromde 1384 (CLUA 2009, p. 148). En este volumen se trata el caso del Cementerio de la Merced deJerez de la Frontera, donde en el enterramiento 53, entre las pertenencias del fallecido, había catorcemonedas contenidas en una bolsa o envoltorio de tela, hecho interpretado por los investigadorescomo que permanecieran con el difunto en el sentido de que algún tipo de enfermedad contagiosale mató y disuadió a cualquiera de tocarle (LÓPEZ y RUIZ TINOCO, preactas de este XIV CNN).

En el caso de Xilxes debemos descartar el rechazo a la posesión de las monedas por miedo alcontagio de los individuos femeninos en los depósitos monetarios 1 y 3 porque presentaban vesti-gios de haber sido amortajados y colocadas las monedas cuidadosamente entre las piernas y sobreel abdomen.

Hemos aislado el depósito monetario de Puçol (València) ya que es el más próximo a Xilxes y,sobre todo, porque proviene de un contexto funerario. Durante una intervención arqueológicallevada a cabo entre los años 2000 y 2001 en las calles Sant Joan, esquina calle Obispo Amigó deesa localidad se excavó un osario que se ubicaba detrás de la antigua iglesia, ahora enfrente de lanueva. Era una estructura rectangular con un vaso central de factura mixta, ladrillo y mampos-tería donde entre los esqueletos se encontraron 19 monedas, una de oro y el resto de plata, quellegaron allí en la primera mitad del s. XVII en una posible bolsita(1). Conocemos un caso de unosario con monedas en la necrópolis cristiana de la Plaza Vieja de Tudela (Navarra) donde, en latumba 2 del sector II, aparecieron 124 monedas de varios metales, desde andalusíes hasta un mara-vedí de Felipe V (NAVAS et al. 1995-1996, pp. 96-97; IBÁÑEZ et al. 1998; NAVAS et al. 2000, p. 13).Los arqueólogos interpretan este hallazgo, en su mayoría, como óbolos de Caronte, con un porcen-taje alto de moneda foránea desmonetizada (NAVAS et al. 2000, p. 18) al igual que endescubrimientos de Guipúzcoa y Navarra (IBÁÑEZ 2007, pp. 290-291). Monedas desmonetizadaso de dilatada circulación que fueron colocadas en los difuntos se encontraron en el cementerioadscrito al monasterio de San Esteban (Beriáin, Navarra): dos monedas romanas altoimperiales,nueve andalusíes y abundante moneda medieval cristiana y alguna cerámica romana. Su apariciónjunto a cuentas, medallas y cascabeles de plata y las monedas perforadas “envueltas en tela a modode escapulario” ha llevado a los investigadores a otorgarles una función apotropaica (FARO et al.2007, p. 231).

La colocación de una moneda o monedas –en muchas ocasiones son más de una, verbigraciala sepultura 29 de la necrópolis de Castiltierra: “junto al brazo izquierdo del esqueleto dos bronces



(1) Agradecemos a los directores de la excavación arqueológica la información del contexto arqueológico dondeapareció.

romanos de baja época” (CAMPS y CAZORLA 1934, p. 96) o alguna del claustro de Santa Maria deLluçà (RIUS 1882, p. 44)– en el cadáver en la Antigüedad para pagar al barquero Caronte (STEVENS

1991; LOMBARDI 1995) continúa en la época medieval y moderna siendo interpretada como unaperduración de esta tradición, pero esto sólo se daría en algunos casos, pues en otros, las circuns-tancias obedecen al rito y a elementos de donación al muerto y a los vivos como son los pagos deresponsos o de partes del ceremonial del entierro.

Por los ejemplos vistos hay que analizar cada caso puntualmente. El porcentaje de hallazgos demonedas en tumbas es bajo pero podrían haberse producido saqueos que alterasen el número, apesar de que, siendo la voluntad del difunto que se enterrara con él parte de sus riquezas, se hayautilizado la religión o la literatura para amedrentar a los posibles expoliadores: “A dying usurerordered his wife and children to divide his money in three parts; one for his wife, one for his chil-dren, and one to be buried with him. Since the money buried was a lot, his children tried to recoverit during the night. When they opened the grave they found devils pouring into dead’s mouth hiscoins turned into burning coals. The children ran away in terror” (CRANE 1890, p. 72, referenciatomada de TRAVAINI 2004, p. 16, n. 96).

Cuando tratamos el mundo de las mentalidades se hace difícil aproximarnos a motivaciones,actuaciones o conductas cuando no imposible afirmar nada taxativamente. Se ha apuntado sobrecómo además de los testamentos y los recibos de limosnas (ZOZAYA y ZOZAYA 1998), los restosarqueológicos o el testar de manera oral permiten explicar que el boato de las pompas fúnebres esuna reafirmación del rito católico (ZOZAYA 2007) y del reconocimiento social y que los albaceasse gastaban más de lo que el difunto había solicitado (ZOZAYA 2007, p. 358(2)). Por otro lado tambiénse han relacionado estos hallazgos con judíos y moriscos (ZOZAYA 2007, p. 364; ZOZAYA 2009, p.166). Las creencias o la memoria deben de estar presentes como justificación de estas deposi-ciones y hay que descartar los descuidos o el desconocimiento pues las monedas se colocaron allípor un motivo concreto. En los casos que nos ocupan también debemos contar con que no hayuna garantía del cumplimiento de la legislación civil o eclesiástica; por ejemplo, el sínodo deOtranto en 1620 ordenó que no se depositaran monedas en las tumbas so pena de excomunión yse ha constatado materialmente que no se cesó esa práctica (ANGELA 1995, p. 87).

Para su justificación desde el plano ideológico-religioso, debemos tener en cuenta la gran estan-darización existente del ritual funerario cristiano, ya desde la Edad Media, y el fervor religioso dela sociedad española de la época, en el que cobra un papel primordial la familia y el entorno inme-diato al difunto, en especial las mujeres a la hora de amortajar al finado y velarlo hasta el momentodel entierro. Tal vez este momento de recogimiento y privacidad familiar, en cierta manera ajenoal poder eclesiástico, es el que propicia que se ejecuten las últimas voluntades del difunto, las desus allegados o, por qué no, los temores de los vivos hacia posibles represalias por parte del difuntodesde el mas allá. En este contexto, no nos resulta extraña la deposición de los depósitos moneta-rios tratados, posibilidad que, en cierta forma, podrían apoyar otros ajuares documentados,conformados en algunos de los casos por collares, pendientes o rosarios que, en su día, pudieron



(2) Agradecemos los comentarios de L. Zozaya durante el Congreso.

haber alcanzado un gran valor material. Es decir, por el momento, sólo desde la perspectiva de las“particulares y privadas” acciones humanas que se derivan de la pérdida de un ser cercano oquerido, condicionadas por la dicotomía entre el mundo de los vivos y el de los muertos y que sereflejaban en multitud de respuestas personales, como puede ser el cariño, el respeto, el odio oposiblemente el temor, entendemos los conjuntos monetales estudiados.

Sea como fuere en las tumbas del cementerio de Xilxes se depositaron tres conjuntos demonedas y, aunque el valor del 1 y del 3 era considerable, como ocurre con el de Puçol, éso noimpidió que algo tan valioso en lo terrenal se lo llevaran a la tumba.

CATÁLOGO

Depósito monetario 1. UE 3218-2

01Dihuité de Felipe III. València. 1610CALICÓ 2008, núm. 511, tipo 154, p. 2762,07 g, 9 h. Doble golpe de cuño

02Dihuité de Felipe III. València. 1618CALICÓ 2008, núm. 513, tipo 154, p. 2761,62 g, 8 h. Doble golpe de cuño

03Dihuité de Felipe IV. València. 1624CALICÓ 2008, núm. 1099, tipo 242, p. 3471,89 g, 4 h








01Diner de Felipe III. València. 1610CALICÓ 2008, núm. 896, tipo 246, p. 2890,80 g, 11 h


03Diner de Felipe III? de València. 1610?0,81 g

04Diner de Felipe IV. València. 1661CALICÓ 2008, núm. 1665, tipo 387, p. 3680,73 g, 11 h



05Diner de Carlos II. València. (1667-1699)

CALICÓ 2008, núm. 943-969, tipo 175, p. 433

1,02 g, 4 h

06

Diner de Carlos II. València. (1673 ó 1683 ó 1693)

CALICÓ 2008, núm. 949 ó 953 ó 963, tipo 175, p. 433

0,69 g, 8 h

07Diner de Carlos II. València. (1667-1699)

CALICÓ 2008, núm. 943-969, tipo 175, p. 433

0,78 g, 5 h

08Diner de València de Época Moderna

1,47 g, 6 h


1,08 g, 11 h


0,59 g, 12 h

112 maravedís de Carlos III. Segovia. 1776

CALICÓ 2008, núm. 1918, tipo 200, p. 611

2,30 g








05Diner de Felipe IV? València. (1657-1665)?CALICÓ 2008, núm. 1657-1669, tipo 387, p. 3680,64 g, 2 h

06Diner de Felipe IV. València. (1660-1665)CALICÓ 2008, núm. 1664-1669, tipo 387, p. 3680,89 g, 6 h

07Dinero de Carlos II. Zaragoza. (1670-1679)CALICÓ 2008, núm. 982-991, tipo 179, p. 4340,51 g, 3 h



08Diner de Carlos II. València. (1667-1699)CALICÓ 2008, núm. 943-969, tipo 175, p. 4330,82 g, 6 h



11Dinero del Archiduque Carlos. Zaragoza. 1707CALICÓ 2008, núm. 58, tipo 17, p. 4390,82 g, 7 h

12Dinero de Felipe V. Zaragoza. (1710-1719)CALICÓ 2008, núm. 2029-2038, tipo 339, p. 5150,60 g, 4 h














220,84 g

23Frustra0,26 g

24Frustra0,77 g

25Moneda resellada con Felipe IVCALICÓ 2008, tipo 399, p. 3702,51 g

26Moneda resellada con Felipe IVCALICÓ 2008, tipo 399, p. 3704,53 g

27Real de a 2 de Felipe V. Segovia. 1724CALICÓ 2008, núm. 1405, p. 496

28Medio Escudo de Fernando VI. Madrid. 1757CALICÓ 2008, núm. 255, p. 540



29Medio Escudo de Fernando VI. Madrid. 1757CALICÓ 2008, núm. 255, p. 540

30Real de a 2 de Carlos III. Segovia. 1776CALICÓ 2008, núm. 1445, p. 600

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Tres conjuntos monetales de época moderna … · Tomás Hurtado Mullor; Isabel Moraño Poblador; José Mª García Fuertes; José F. Albelda García Fig. 1. Vista general del cementerio