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Tres libros de poesía para remover las piedras del olvido Aleyda Quevedo Rojas La poeta, periodista y gestora cultural Aleyda Quevedo Rojas nos reseña los recientemente publicados: Memoria de aprendiz de la colombiana Yirama Castaño, De cara al fuego de la ecuatoriana Siomara España y Cambios de nombre de la cubana radicada en Quito, Liyanis González.

Tres Poemarios

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Aleyda Quevedo y sus lecturas.

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Tres libros de poesía para remover las piedras del olvido

Aleyda Quevedo Rojas

La poeta, periodista y gestora cultural Aleyda Quevedo Rojas nos reseña los recientemente publicados: Memoria de aprendiz de la colombiana Yirama

Castaño, De cara al fuego de la ecuatoriana Siomara España y Cambios de nombre de la cubana radicada en Quito, Liyanis González.

Memoria de aprendiz, en 34 poemas impecables está el misterio

Si algo que no dije

te persigue.

Entonces,

Todo tendrá sentido.

Ese tono divino y raro que la poesía alcanza, cuando se trabaja a la luz del silencio, el rigor de la palabra y el fuego del dolor, es lo que guarda para los lectores el más reciente poemario de la colombiana Yirama Castaña Güiza. En Memoria de aprendiz, bellamente editado por el prestigioso sello bogotano Los Conjurados, el encuentro entre oficio, soledad y exactitud se dan la mano para regalar a los lectores de poesía un esmerado libro que suscita reflexión y emoción al mismo tiempo. Los hilos de la amistad, que teje la poesía, me permitieron descubrir a Yirama Castaño, allá por 1996, cuando fui por primera vez invitada al Festival Internacional de Poesía de Bogotá, fundado por el poeta Rafael del Castillo. Luego, Yirama y yo coincidimos en recitales de poesía y tardes espléndidas de poetas en la tierra del gran Raúl Gómez Jattin, por un par de ediciones más que bastaron, para consolidar una amistad que ha durado muchos años... Fue en Cereté, Montería donde comencé a encantarme con su trabajo poético de fina filigrana. Desde Naufragio de luna hasta Memoria de aprendiz, mucho oficio, rigor en el lenguaje y aciertos estéticos le han tocado a la poesía de Yirama. La poeta propone leer los trabajos de la memoria desde el perfume del silencio y el oleaje del viento, el jardín de sombras, los viajes y la noche larga. Cada sombra busca un destino en los versos de esta poeta y el insomnio contribuye a levantar una arquitectura del poema como catedral del olvido que no es la pérdida de la memoria, tampoco renunciar al milagro de vivir, es retomar el aliento de la transitoriedad y la permanencia. 34 poemas que deben leerse como una lección de vuelo, como el misterio de lo que se ha dicho y suena a como si se dijera por primera vez. Así de divino y raro es este libro que obliga a Yirama Castaño a seguir escribiendo más para el goce de los lectores de poesía.

POESÍA

Nada me ha extrañado más

Que esa mueca

Asomándose en su cara,

Cuando la gente da la espalda.

Esa manera de quedarse,

Mientras los otros siguen de largo.

Nada me ha conmovido más

que ese helado gesto,

a punto del silencio.

Un dibujo apenas esbozado

en el contorno de sus labios.

Nada me ha sorprendido más

que la niebla despejándose.

Un quizá en el desierto de la prisa.

Una vez, tan sólo una vez.

Y es la vida.

Yirama Castaño Güiza, (Socorro, Santander, Colombia, 1964). Periodista y editora. Ha publicado los libros de poemas: Naufragio de luna (1990), Jardín de sombras (1994), El sueño de la otra (1997) y Memoria de aprendiz (2011).

De Cara al Fuego, o el desenfado de la voz y el verso

Me gustan las mujeres enjundiosas

las terribles, catastróficas

la que me enseñó el amor

en la cama de su histeria

y me enseñó a amar el amor de indecisiones

En este libro hay carne y sangre, hay fuerza telúrica y discursos desenfadados y autocríticos, y todo va fluyendo hacia un poemario potente en el que la actitud de la poeta frente a la condición femenina, el amor y la sexualidad, adquieren una luz diferente, directa, sin pelos en la lengua y varios versos luminosos. Podría pensarse por un momento, que lo directo se aleja de la poesía, o que el discurso que la poeta plantea, podría llegar a ser demasiado militante, pero no, nada de eso. España alcanza un ritmo inesperado en la mitad del libro y sale bien librada de todos los posibles peligros de la poesía: lugares comunes, facilismo, melodrama, hermetismo…De Cara al Fuego, editado en septiembre del 2011 por el sello quiteño El Ángel Editor en su colección: Flor de Ángel, también navega entre el mar harto picado de la locura, y el cielo complejo de la muerte. Amor, locura y muerte, quizá a lo Horacio Quiroga y sus obsesiones y fantasmas, también están recorriendo los versos de Siomara España que apegada a formas clásicas del poema y cultora de las décimas y los sonetos, nos pone frente a una mujer que son todas las mujeres, esas que se enamoran cada día y se parten el alma y la cabeza, por atrapar el fuego eterno, por atesorar el único fuego por el que vale la pena todo: amar y ser amada.

No hay refugios que acojan ya mis pasos

aunque voy ligera de equipaje

porque el peso se quedó en la cólera del tiempo

porque todo lo dejé,

y hoy soy todo lo que ves…

esta cubierta demencial de circunstancias.

Siomara España, (Manabí, Ecuador, 1976). Catedrática de Literatura, crítica y promotora cultural. Ha publicado los poemarios: Alivio Demente (2008), Concupiscencia (2007), De cara al fuego (2011) y Construcción de los sombreros encarnados (2012).

Cambios de nombre, un ejercicio de evocación y memoria

Cuando dicen tu nombre

el aire queda boca abajo

No hay voz grave

Ni caliza entre los dientes

Dibujado tu rostro en los retazos

en los vinagres negros

Curtida la alabanza

en las arterias del guerrero

Vetusta heredad

Tal y como si se trata de un ejercicio dialéctico, la poeta recorre el espiral que evoca su nombre, los nombres de otros, el nombre de las cosas, y el nombrar las aguas de su país. Precisamente en el poema titulado “Dialécticas”, la poeta revela: envenenarme/ ser amargo fruto de las fiebres/ masticar mi nombre en su resina. Y en otro texto escribe: ser cubano es llevar a cuestas una isla / más allá de los despojos/ puñados de piedra/ calor/ hambre/ locura/ llevamos la noche en estos huesos. Hay sed de nombrar y una conjunción de imágenes que llevan lo escrito en la memoria de la voz poética: la isla, el aire, el sueño, el olvido. La memoria de las inundaciones, la otra que se desdobla en la misma pero con otro nombre, las palabras que se atesoran desde la infancia. Al nombre habitado me someto, afirma la poeta, y las zonas de su universo nos llevan por poemas que se resuelven con cierta dificultad y también por otros textos que parecieran haber sido fraguados desde el asombro, así como cuando se nombra el nombre de quien se extraña.

Liyanis González Padrón, (Pinar del Río, Cuba, 1971) vive y trabaja desde hace varios años en Quito, Ecuador. Entre sus publicaciones se encuentran los poemarios: Estaciones de sombra (2005), y Cofre de Alquimias (2008).

Línea del sueño

Voy desprevenida hacia la luz

sin inventarme

Llevo prisa

tiemblo

Fantasmas coloridos

en el pasado lamoso de los trenes

despiden mi mirada de musgo

Cúmulo de estaciones

alborean un canto lunar

Centellea la noche

su abanico de humo

Separa el rumbo

un rostro aciago tras la niebla

Quejidos de silbato

La muralla rasga el sueño

en su fino precipicio

Fin transfigurado

en la quietud de los puentes

Aparezco corpórea

suspendida en el origen

en la mujer dormida

Al nombre habitado

me someto.