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MAROF, Tristán. Carta aberta ao proletariado da Bolívia (1934)
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"CARTA ABIERTA DE TRISTAN MAROF AL PROLETARIADO DE BOLIVIA
Queridos camaradas:
El gobierno del doctor Salamanca, representante genuino de todos los ricos, de los
explotadores nacionales desvergonzados, como Patino, Aramayo y compañía. El
gobierno boliviano, sometido incondícionalmente al imperialismo yanqui, manejado por
la Standard Oil, la cual posee cuatro millones de hectáreas de territorio nacional; el
gobierno que fusila indios y obreros, que encarcela estudiantes y los persigue
sañudamente; pretende en el instante actual, llevaros a una guerra contra el Paraguay —
cuyo gobierno igualmente esclavo que el nuestro, igualmente cínico y felón— engaña
de la misma manera al proletariado paraguayo, haciéndole concebir que se trata de un
asunto de "dignidad nacional".
Esta comedia grotesca, interminable y ridicula de guerra permanente, —con ataques
sorpresivos a los fortines, preparativos bélicos y asesinatos— es ya vieja, y la ejecutaron
con singular éxito, gobernantes inmorales como Guggiarí y Siles, Hoy día, la vuelven a
representar Guggíari y Salamanca, abusando del retardo en que viven las masas
trabajadoras de los dos países. Siles fue derrocado por la indignación popular. Guggiari
no. Siles, hizo de la cuestión del Chaco, un expediente, para sostenerse en el poder y
realizar una fortuna personal con las continuas movilizaciones de tropas. Hay muchos
militares de alta graduación que deben rendir cuentas. Guggiari, el presidente del
Paraguay y algunos de su séquito, han resuelto sostenerse en el poder y mantener su
influencia política, ordenando periódicamente ataques militares a los fortines del Chaco.
Eusebio Ayala es el continuador de Guggiari en el poder. Para consolidar su posición y
tener el apoyo de los caudillos militares, necesita agitar la cuestión patriotera una vez
más, en tanto que el proletariado paraguayo oprimido y humillado, soporta las más
duras condiciones de vida; en tanto que se dictan las leyes más severas, draconianas e
inquisitoriales para reprimir a los elementos avanzados y pacifistas.
El presidente Salamanca, ya lo sabéis, ha procedido en la misma o peor forma.
Tambaleante su prestigio, huérfano de opinión su gobierno, en completa bancarrota
económica el país, suprimidas todas las libertades, perseguidos y martirizados los
proletarios y sus líderes; para continuar su política de tristísima depredación, no le ha
quedado otro camino que imitar a Siles y agitar alrededor de él la bandera del
patrioterismo, desde luego, subordinándose a las compañías extranjeras que explotan
Bolivia como una hacienda.
¿Qué defenderán los proletarios bolivianos, si van a la guerra criminal? ¿Por qué patria,
harán el sacrificio de sus vidas? Actualmente, Bolivia, pertenece a una docena de
privilegiados y compañías extranjeras, cuvos directorios se encuentran en Nueva York,
París, Ginebra y Londres. Los dividendos de sus minas se reparten en el extranjero.
Patino, Aramayo y otros millonarios, son tan "excelentes bolivianos" y aman
extraordinariamente su país, que tienen toda su enorme fortuna en el extranjero. ¡El
magnate Patino, debe al Estado biliviano 48 millones de pesos, pero como el Estado no
puede cobrárselos, porque no tiene poder ni fuerza, de vez en cuando ,el magnate
obsequia unos cuantos aeroplanos y la prensa oficial le reconoce su filantropía! Todos
los prpsidentes, inclusive Salamanca, se han prosternado de rodillas ante este singular
hombre, que dispone de una renta superior a la del propio Estado. Aramayo en su sector,
tiene tanta influencia como Patino. Sus minas están cubicadas en siete millones de libras
esterlinas. Sus dividendos traspasan la cifra de 350 mil libras esterlinas anuales. Igual
cosa sucede con las compañías extranjeras que han amasado enormes fortunas en
Bolivia y, que jamás, contribuyeron en un ápice a su salud y progreso. ¡Para europeos y
yanquis, nuestro pa.ís, es simplemente una tierra de explotación y de esclavos!
¿Qué defenderán los proletarios paraguayos? Actualmente viven explotados, miserables,
sumidos en la opresión de los yerbales, bajo el látigo de sus mismos compatriotas, los
cuales rinden cuentas a capitalistas argentinos y británicos. Su situación dolorosa no ha
variado
de aquella terrible época que nos describe Barret en sus libros. Lógicamente se
encuentran en las mismas y tristes condiciones que los bolivianos.
Los dos pueblos, debido a su atraso e ignorancia, no sólo en tiempo de paz,
proporcionan carne de sacrificio, sino también en tiempo de guerra, en tanto que los
negociantes realizan grandes beneficios. Es preciso desconfiar.
La tierra del Chaco es la trampa indigna, tendida por los gobernantes de Bolivia y
Paraguay, para llevar a la muerte a dos pueblos valientes, cuya energía y coraje, debían
ser aprovechados para libertarse de toda tutela imperialista. "El honor y la dignidad",
son frases cómplices en la boca de los peores agentes. La guerra, tampoco puede ser,
por territorio. Tierra de sobra, despoblada y sin colonizar, poseen tanto Bolivia como el
Paraguay. Pero el petróleo que hay en el Chaco o lindante con él, se disputan los
yanquis e ingleses, moviendo como títeres a sus gobiernos satélites. La Standard Oil,
tropieza en sus movimientos de expansión con el obstáculo argentino. Al gobierno
argentino le es más fácil servirse del Paraguay, en calidad de vasallo, para detener la
influencia y la preponderancia de la Standard Oil. Sí las armas bolivianas tienen -éxito,
dominarán el río Paraguay, subordinando Asunción y las provincias norteñas argentinas
al poderío de la Standard Oil. Esta compañía a pesar de sus reiteradas negativas, tiene
especial interés en la guerra. Solamente por el río Paraguay, puede exportar "su
petróleo". El oleoducto por Bahía Negra, es su más cara ambición. Bolivia, tendría en
este negocio, apenas el once por ciento problemático.
El gobierno paraguayo, por su parte, se ha insinuado a la misma firma. Su política es
tortuosa y trifacial: con los capitales argentinos, con los petroleros británicos y la misma
Standard Oil. El gobierno del Paraguay se ha empeñado en disputarle su primacía de
lacayo a su adversario del altiplano. Nunca en este último tiempo, se dieron en
Asunción, tantas fiestas y banquetes en homenaje a los yanquis. Pero no solamente la
Standard Oil tiene posesiones en Bolivia; también los Guggenheim son propietarios de
minas; nuestro país es controlado por una Comisión Fiscal Permanente y, su enorme
deuda, lo liga enteramente a Wall Street.
Esta es la situación real de ambos países. Por consiguiente, el proletariado nada puede
ganar, sino perder. Derramará su sangre inútilmente, y el suelo americano se cubrirá de
despojos, de miseria y de lágrimas.
No puede haber la "victoria anunciada" de ninguna de las dos partes. Ni las tropas
bolivianas llegarán al río Paraguay ni las de este país asomarán al altiplano. El único
derrotado será el proletariado, si es que no sabe rebelarse a tiempo, procediendo con
audacia y energía.
Las clases gobernantes de Bolivia y Paraguay —que hoy día lanzan gritos epilépticos de
triunfo y se frotan las manos, pensando en las hazañas de "sus tropas"— recogerán las
migajas y los puntapiés de los imperialistas. Solamente subordinados, pueden existir y
medrar.
A los proletarios de Bolivia y Paraguay se les abre una interrogación con motivo de esta
absurda guerra. Tienen las armas en sus manos y pueden rebelarse. Las bayonetas deben
servir para hundirlas, no en el pecho del hermano explotado, sino en el del explotador.
Bolivianos y paraguayos tienen un destino a cumplir si conocen sus propios intereses.
No hay que vacilar. La guerra por cuenta de los amos imperialistas conduce a la
masacre de los más infelices. Los ricos no pelean. La guerra es un negocio para los
fabricantes de armas y abastecedores de víveres. Con la piel de bolivianos y paraguayos,
los imperialistas se preparan un festín. Guggiari, Ayala y Salamanca, son los
empresarios de la muerte. Para ellos, el valor y el heroísmo de los soldados, se cotiza en
la bolsa.
El proletariado de ambos países, sólo puede derramar su sangre por su libertad e
independencia económica. Su lucha puede tener una finalidad: arrojar a los señores
feudales de sus privilegios y expulsar a las compañías extranjeras de su país.
¡Abajo la guerra criminal! ¡Viva la insurrección y la instauración de consejos y comités
de obreros, estudian-
tes, campesinos y soldados!
(Desde el destierro: Tristán Marof)." [a.a.O., S. 215-219]
Fonte: http://www.payer.de/bolivien2/bolivien0217.htm