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León Trotsky Historia De La Revolucion Rus Historia De La Revolucion Rus Tomo II Indice 1. Las "jornadas de julio". Preparación y comienzo 2. Las "jornadas de julio". El momento culminante y la derrota 3. ¿Podían los bolcheviques tomar el poder en julio? 4. El mes de la gran calumnia 5. La contrarrevolución levanta la cabeza 6. Kerenski y Kornilov (Elementos de bonapartismo en la revolución rusa) 7. La Conferencia nacional de Moscú 8. El complot de Kerenski 9. La sublevación de Kornilov 10.La burguesía mide sus fuerzas con la democracia 11. El ataque contra las masas 12. La resaca 13. Los bolcheviques y los soviets 14. La última coalición 15. El campesinado ante Octubre 16. La cuestión nacional 17.La salida del Preparlamento y la lucha por el Congreso de los soviets 18. El Comité militar revolucionario 19. Lenin llama a la insurrección 20. El arte de la insurrección 21. La toma de la capital 22. La toma del Palacio de Invierno 23. La insurrección de Octubre 24. El Congreso de la dictadura soviética 25. Conclusión

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    HistoriaDeLaRevolucionRusHistoriaDeLaRevolucionRusTomo II

    Indice

    1. Las "jornadas de julio". Preparacin y comienzo 2. Las "jornadas de julio". El momento culminante y la derrota 3. Podan los bolcheviques tomar el poder en julio? 4. El mes de la gran calumnia 5. La contrarrevolucin levanta la cabeza 6. Kerenski y Kornilov (Elementos de bonapartismo en la revolucin rusa) 7. La Conferencia nacional de Mosc 8. El complot de Kerenski 9. La sublevacin de Kornilov 10.La burguesa mide sus fuerzas con la democracia 11. El ataque contra las masas 12.La resaca 13.Los bolcheviques y los soviets 14.La ltima coalicin 15.El campesinado ante Octubre 16.La cuestin nacional 17.La salida del Preparlamento y la lucha por el Congreso de los soviets 18.El Comit militar revolucionario 19.Lenin llama a la insurreccin 20.El arte de la insurreccin 21.La toma de la capital 22.La toma del Palacio de Invierno 23.La insurreccin de Octubre 24.El Congreso de la dictadura sovitica 25.Conclusin

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    Capitulo 1

    Las "jornadas de julio". Preparacin y comienzo

    En 1915 la guerra le cost a Rusia diez mil millones de rublos; de 1916 a 1919 milmillones; en la primera mitad de 1917, diez mil quinientos millones. A principios de1918, la Deuda pblica haba de ascender a sesenta mil millones, representandocasi tanto, por consiguiente, como toda la riqueza nacional, que se calculaba enunos setenta mil millones. El Comit ejecutivo central redact un proyecto deproclama abogando por un emprstito de guerra con el pomposo nombre de"Emprstito de la Libertad"; el gobierno, por su parte, llegaba a la fcil conclusinde que sin un nuevo y grandioso emprstito exterior, no slo no Podra pagar lospedidos hechos al extranjero, sino que no podra siquiera cumplir las obligacionesinteriores. El pasivo de la balanza comercial creca constantemente. Era evidenteque los aliados se disponan abandonar el rublo a su propia suerte. El mismo daen que la proclama sobre el "Emprstito de la Libertad" llenaba la primera pginade las Izvestia de los Soviets, el Mensajero del Gobierno dio cuenta de lacatastrfica baja del rublo. La prensa de estampar billetes no daba ya abasto a lainflacin. Estaban a punto de abandonarse los antiguos y slidos signosmonetarios, que an guardaban el resplandor de su poder adquisitivo anterior,para poner en circulacin aquellas descoloridas etiquetas de botellas a que elpueblo dio en seguida el nombre de "kerenskis". El burgus como el obrero dabana esta palabra, al pronunciarla, cada cual a su modo, una inflexin demenosprecio.

    Verbalmente, el gobierno abrazaba un programa de reglamentacin de laeconoma, y hasta lleg a crear con este objeto, a fines de junio, una complicadaorganizacin. Pero en el rgimen de febrero, a las palabras y los hechos lespasaba algo as como al espritu y a la carne del cristiano devoto: que noacababan de armonizarse. Los rganos reguladores de la economa,debidamente seleccionados, se preocupaban ms de preservar a los patronos delos caprichos de un poder central inconsistente y vacilante que de poner coto a losintereses privados. El personal administrativo y tcnico de la industria estabadividido: los sectores ms altos, asustados por las tendencias niveladoras de losobreros, se ponan decididamente al lado de los patronos. Los obreros sentanrepugnancia por los pedidos de guerra, encargados a las fbricas con un ao, odos, de anticipacin. Pero tambin los patronos iban perdiendo el cario por laproduccin, que les vala ms inquietudes que beneficios. El cierre deliberado delas fbricas por los patronos tomaba caracteres sistemticos. La industriametalrgica redujo su produccin en un 40, la textil en un 20 por 100. Escaseabantodos los artculos necesarios para la vida. Los precios suban al unsono con lainflacin y la crisis de la economa. Los obreros sentan un vivo deseo de podercontrolar el mecanismo administrativo-comercial oculto a sus ojos y del quedependa su suerte. Skobelev, ministro de Trabajo, trataba de persuadir a losobreros, en manifiestos difusos, de la imposibilidad de su intervencin en ladireccin de las industrias. El 24 de junio, las Izvestia daban la noticia de que

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    exista el propsito de cerrar toda otra serie de fbricas. De provincias, llegabaninformes anlogos. La situacin de los transportes ferroviarios era an ms graveque la de la industria. La mitad de las locomotoras necesitaban una reparacinradical; una gran parte del material mvil estaba en el frente y se notaba la faltade combustible. El Ministerio de Vas y Comunicaciones se hallaba empeado enuna pugna constante con los obreros y empleados ferroviarios. El abastecimientode la poblacin empeoraba de da en da. En Petrogrado, slo haba reservas deharina para diez o quince das: en los dems centros, la situacin no era muchomejor. La semiparalizacin del material mvil y la amenaza de huelga ferroviariaconstituan un peligro constante de hambre. No se atalayaba ninguna salida. No;no era esto, ni mucho menos, lo que los obreros haban esperado de larevolucin.

    Pero la situacin era an peor, si caba, en el terreno poltico. La indecisin es laactitud ms grave que pueden adoptar tanto los gobiernos, las naciones y lasclases como los individuos. La revolucin es un modo implacable de resolver losproblemas histricos. La poltica ms funesta que puede seguir una revolucin esla de las medias tintas: esa poltica guiada slo por el afn de evitar losproblemas. El revolucionario es como el cirujano que clava el bistur en el cuerpodel enfermo; no puede vacilar. Pues bien, el rgimen dualista, nacido de larevolucin de Febrero, era la indecisin organizada. Todo se volva contra elgobierno. Los amigos condicionales se convertan en adversarios, los adversariostibios en enemigos encarnizados, y los que eran enemigos inermes, se armaban.La contrarrevolucin estaba movilizando de un modo completamente descarado,a la luz del da, inspirada por el Comit central del partido kadete, centro polticode todos los que tenan algo que perder. El Comit de la Asociacin de oficialesdestacado en el cuartel general de Mohilev, que representaba a cerca de cien miljefes y oficiales descontentos, y el Consejo de la Asociacin de soldados cosacos,de Petrogrado, eran las dos palancas militares de la contrarrevolucin. La Duma,a pesar de la resolucin votada en junio por el Congreso de los soviets, decidicontinuar sus "sesiones privadas". Su Comit provisional serva de tapadera legala la labor contrarrevolucionaria, generosamente alimentada con recursosfinancieros por los Bancos y las embajadas de la Entente. Los conciliadores sevean amenazados por la derecha y por la izquierda. El gobierno, inquietoacordaba confidencialmente consignar un crdito para la organizacin de unapolica poltica secreta.

    Coincidiendo con todo esto, a mediados de junio, el gobierno seal la fecha del17 de septiembre para las elecciones a la Asamblea constituyente. La prensaliberal, a pesar de estar representados los kadetes en el Ministerio, sostena unacampaa tenaz contra la fecha sealada oficialmente, en la que, por lo dems,nadie crea y que nadie defenda seriamente. La imagen de la Asambleaconstituyente, tan ntida en los primeros das de marzo, se enturbiaba y se ibadesvaneciendo. Todo se volva contra el gobierno, hasta sus pobres buenasintenciones. Hasta el 30 junio no se decidi a abolir la tutela que seguaejerciendo la nobleza sobre las aldeas, por medio de los "jefes rurales", cuyo slonombre era execrado por el pas desde que Alejandro III los creara. Pero, hastaesta reforma parcial, tarda y obligada, tena el sello de una denigrante cobarda.Entre tanto, la nobleza se iba reponiendo de su pnico, los terratenientes seorganizaban y apretaban sus filas. El Comit provisional de la Duma dirigise a

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    fines de junio al gobierno, exigiendo la adopcin de medidas eficaces y resueltaspara proteger a los propietarios contra los campesinos, soliviantados por"elementos criminales".

    El 1 de julio se abrieron en Mosc las sesiones del Congreso de los propietariosde tierras; la aplastante mayora de los congresistas eran elementos de lanobleza. El gobierno haca los ms variados equilibrios, intentando entretenerengaitar con palabras tan pronto a los campesinos como a los terratenientes.

    Pero donde las cosas estaban peor era en el frente. La ofensiva, que era ya laltima carta de Kerenski hasta para afrontar los problemas interiores, se agitabaen las ltimas convulsiones. El soldado no quera seguir guerreando. Losdiplomticos del prncipe Lvov no se atrevan a mirar a la cara a los de la Entente.El emprstito era de una absoluta necesidad. Para dar sensacin de una firmezaque no tena, el gobierno emprendi el ataque contra Finlandia, que, como todoslos asuntos sucios, llev a cabo por mediacin de los socialistas. Al mismotiempo, se agravaba el conflicto con Ucrania, en el que la ruptura declarada ibahacindose cada vez ms patente.

    Al no encontrar salida, la energa de las masas se dispersaba en actos aislados ysecundarios. Los obreros, soldados y campesinos intentaban solucionar porpartes lo que el poder creado por ellos se negaba a resolver en conjunto. No haynada que tanto fatigue a las masas como la indecisin de los directores. Laespera infructuosa las incita a golpear con una fuerza creciente en la puerta queno se les quiere abrir, o provoca explosiones tumultuosas de indignacin. Ya porlos das del Congreso de los soviets, cuando los delegados de provinciaspudieron a duras penas contener la mano de sus jefes levantada sobrePetrogrado, los obreros y soldados pudieron convencerse de cules eran lossentimientos y los propsitos que abrigaban los dirigentes soviticos respecto aellos. Para la mayora de los obreros y soldados de la capital, Tsereteli se habaconvertido, como Kerenski, en una figura execrable, con la cual no se sentanligados por nada comn.

    En la periferia de la revolucin creca la influencia de los anarquistas, los cualestenan gran predicamento en el Comit revolucionario que se haba constituido enla casa de campo de Durnovo. Hasta los sectores obreros ms disciplinados y lamasa del partido empezaban a perder la paciencia o a prestar odos a los que yala haban perdido. La manifestacin del 18 de junio patentiz a los ojos de todo elmundo que aquel gobierno no contaba con base alguna. "En qu piensan los dearriba?", se preguntaban los soldados y los obreros, refirindose no slo a losjefes conciliadores, sino tambin a los organismos directivos de los bolcheviques.

    En las condiciones creadas por los precios de inflacin, la lucha por los salariosenervaba y agotaba a los obreros. En el transcurso del mes de junio esta cuestinse plante de un modo especialmente agudo en la fbrica de Putilov en la quetrabajaban 36.000 hombres. El 21 estall la huelga en algunos talleres de estafbrica. El partido vea claramente la esterilidad de estas explosionesespordicas. Al da siguiente, una asamblea de delegados de las organizacionesobreras ms importantes y de 70 fbricas, dirigida por los bolcheviques, declarabaque "la causa de los obreros de Putilov es la causa de todo el proletariado de la

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    ciudad", y exhortaba a los obreros de la fbrica de Putilov a "contener su legtimodescontento". La huelga fue aplazada. Pero en los doce das siguientes nosobrevino cambio alguno. La masa obrera de las fbricas se agitaba, buscandouna salida. Cada fbrica tena planteado su conflicto, y todos estos conflictosjuntos llegaban a las alturas, al gobierno. El sindicato de brigadas de locomotorasdeca en una nota enviada al ministro de Vas y Comunicaciones: "Lo os porltima vez: la paciencia tiene sus lmites. No nos sentimos con fuerzas para seguirviviendo en esta situacin..." Era una queja que naca no slo de la necesidad y elhambre, sino tambin de la duplicidad, la indecisin, la falsedad del gobierno. Lanota protestaba con especial acritud contra "los llamamientos constantes que senos dirigen, apelando al deber cvico y a la abstinencia".

    En marzo, el Comit ejecutivo haba traspasado los poderes al gobiernoprovisional, a condicin de que no se sacaran de Petrogrado las tropasrevolucionarias. Pero ya nadie se acordaba de eso. La guarnicin habaevolucionado hacia la izquierda, los dirigentes de los soviets, hacia la derecha. Lapugna contra la guarnicin estaba constantemente a la orden del da. Y si elgobierno no se atreva a sacar todos los regimientos de la capital, so pretexto denecesidades estratgicas, los ms revolucionarios veanse sistemticamentediezmados por la sangra de las compaas enviadas de maniobras.Constantemente estaban llegando a la capital noticias relativas a la disolucin enel frente de regimientos insubordinados y a la negativa a cumplir las rdenes deataque que se les daban. Dos divisiones siberianas -no haca mucho, los tiradoressiberianos eran considerados como los mejores elementos- haban sido disueltaspor la fuerza. Ante la negativa a cumplir las rdenes que se les haban dado,fueron encausados solamente en el 5. Ejrcito, situado cerca de la capital, 87oficiales y 12.725 soldados. La guarnicin de Petrogrado, en la cual se acumulabael descontento del frente, de la aldea, de los barrios obreros y de los cuarteles, sehallaba en un estado de permanente agitacin. Los soldados barbudos decuarenta aos exigan con histrica insistencia que se les licenciara, que se lesmandara a casa para atender a los trabajos del campo. Los regimientos situadosen el barrio de Viborg -el 1. de Ametralladoras, el l. de Granaderos, el de Mosc,el 180. de Infantera y otros- estaban constantemente bajo la ardiente influenciade los suburbios proletarios. Millares de obreros desfilaban diariamente pordelante de los cuarteles; entre ellos, haba no pocos incansables agitadoresbolcheviques. Pajo aquellos sucios muros se celebraban mtines y ms mtines,casi sin interrupcin. El 22 de junio, cuando todava no se haba extinguido el ecode las manifestaciones patriticas provocadas por la ofensiva, se atrevi aaventurarse en la perspectiva Sampsonievskaya, imprudentemente, un automvilde Comit ejecutivo con unos cartelones que decan: "Adelante por Kerenski!" Elregimiento de Mosc detuvo a los agitadores, rompi los carteles y mand elautomvil patritico al regimiento de ametralladoras.

    En general, los soldados eran ms impacientes que los obreros, porque vivandirectamente bajo la amenaza de ser enviados al frente y porque les costabamucho ms trabajo asimilarse las razones de estrategia poltica. Adems, tenanun fusil en la mano, y desde febrero, el soldado propenda a exagerar su fuerza.Lihdin, un viejo obrero bolchevique, contaba ms tarde que los soldados de 180.Regimiento te decan: "Qu los hacen los nuestros en el palacio de laKchesinskaya: estn durmiendo? Por qu no echamos nosotros mismos a

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    Kerenski?" En las asambleas de los regimientos se votaban resoluciones sobre lanecesidad de decidirse, por fin, a emprender el ataque contra el gobierno. En losregimientos, se presentaban constantemente delegados de las fbricas ypreguntaban si los soldados se echaban a la calle. Los soldados del regimiento deametralladoras envan a los cuarteles delegados incitando a los soldados alevantarse en armas contra la continuacin de la guerra. Los delegados msimpacientes aaden: "Los regimientos de Pavl y de Mosc y 40.000 obreros dePutilov se lanzarn maana a la calle." Las exhortaciones oficiales del Comitejecutivo no surten ningn efecto. Cada vez se hace ms agudo el peligro de quePetrogrado, no apoyado por el frente y la provincia, sea vencido. El 21 de junio,Lenin, desde la Pravda, exhorta a los obreros y soldados de Petrogrado a esperarhasta que los acontecimientos impulsen a las reservas pesadas a ponerse al ladode la capital. "Nos hacemos cargo de la amargura, de la excitacin de los obrerosde Petrogrado. Pero les decimos: compaeros, en estos momentos la accinsera nociva." Al da siguiente, una reunin privada de directivos bolcheviques,que, al parecer eran ms "izquierdistas" que Lenin, llegaba a la conclusin deque, a pesar del estado de espritu de los soldados y de las masas obreras, noeran an posible aceptar la batalla: "Es mejor esperar a que, con la ofensivainiciada, los partidos dirigentes se cubran definitivamente de oprobio. Entonces,tendremos la partida ganada."

    As lo cuenta Latsis. organizador de barriada y uno de los elementos msimportantes por aquellos das. El Comit se ve obligado, cada vez con msFrecuencia, a enviar a los regimientos y a las fbricas agitadores con el fin deevitar que se lancen a una accin prematura. Los bolcheviques Viborg, meneandola cabeza, se lamentan entre s: "Tenemos que hacer de manguera para apagar elfuego."

    Sin embargo, las incitaciones a lanzarse a la calle no cesaban. Entre ellas, habano pocas que tenan un carcter evidente de provocacin. La Organizacin militarde los bolcheviques se vio obligada a dirigirse a los soldados y a los obreros conun manifiesto en el que se deca: "No deis crdito a ningn llamamiento que se oshaga en nombre de la Organizacin militar para que os echis a la calle. LaOrganizacin militar no ha hecho ningn llamamiento en este sentido." Y msadelante, todava con mayor insistencia: "Exigid de todo orador que os incite a laaccin en nombre de la Organizacin militar que os presente la credencial con lafirma del presidente y del secretario."

    En la famosa plaza del Ancora, de Cronstadt, donde los anarquistas levantan lavoz cada da con ms firmeza, se prepara un ultimtum tras otro. El 23 de junio,los delegados de la citada plaza, prescindiendo del Soviet de Cronstadt, exigendel Ministerio de Justicia que ponga en libertad al grupo de anarquistas dePetrogrado, amenazando, en caso contrario, con el asalto de la crcel por losmarinos. Al da siguiente, los representantes de Orienbaum declaran al ministrode Justicia que su guarnicin est tan agitada como la de Cronstadt con motivo delas detenciones efectuadas en la casa de campo de Durnovo, y que "se estnlimpiando ya las ametralladoras". La prensa burguesa coga al vuelo estasamenazas y se las meta por las narices a sus aliados conciliadores. El 26 dejunio llegaban del frente a su batalln de reserva los delegados del regimiento deGranaderos de la guardia y declaraban: el regimiento est contra el gobierno

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    provisional y exige que todo el poder pase a los soviets, se niega a tomar parte enla ofensiva ordenada por Kerenski expresa el temor de que el Comit ejecutivo sehaya pasado a los burgueses con los ministros socialistas. El rgano del Comitejecutivo dio cuenta de esta visita en un tono de reproche.

    Herva como una caldera no slo Cronstadt, sino toda la escuadra del Bltico, quetena su base principal en Helsingfors. En mejor elemento con que contaban losbolcheviques en la escuadra era indiscutiblemente Antnov-Ovseenko, que habaparticipado ya, siendo un oficial joven, en la sublevacin de Sebastopol de 1905.Menchevique durante los aos de la reaccin, emigrante internacionalista durantela guerra, colaboradora de Trotsky en Pars, en el diario Nasche Slovo (NuestraPalabra), bolchevique a su regreso de la emigracin, hombre polticamentevacilante, pero dotado de valor personal, y, aunque impulsivo y desordenado,capaz de iniciativa e improvisacin, Antnov-Ovseenko, poco conocido todava enaquellos aos, ocup en los acontecimientos ulteriores de la revolucin un puestobastante considerable. "En el Comit del partido de Helsingfors -cuenta en susMemorias- comprendamos la necesidad de esperar y de organizar unapreparacin seria. Tenamos, adems, indicaciones del C. C. en este sentido.Pero nos dbamos cuenta de que el estallido era inevitable y volvamos inquietosla mirada a Petrogrado." Los elementos explosivos se iban acumulando asimismoaqu de da en da. El segundo regimiento de ametralladoras, ms rezagado queel primero, adopt una resolucin en favor de la transmisin del poder a lossoviets. El tercer regimiento de Infantera se neg a dejar salir a 14 compaaspara las maniobras. Las asambleas de los cuarteles tomaban un carcter cadavez ms turbulento. En el mitin celebrado el 1 de julio por el regimiento deGranaderos, fue detenido el presidente del Comit y se impidi hablar a losoradores mencheviques. Abajo la ofensiva! Abajo Kerenski! El punto central dela guarnicin eran los soldados del regimiento de ametralladoras, que fueron losque abrieron los diques a la avalancha de julio.

    Ya en los acontecimientos de los primeros meses de la revolucin nosencontramos con el nombre del primer regimiento de ametralladoras. Esteregimiento, que se hallaba de guarnicin en Orienbaum y se haba trasladado poriniciativa propia a Petrogrado despus de la cada del rgimen zarista "para ladefensa de la revolucin", tropez inmediatamente con la resistencia del Comitejecutivo, quien acord expresar su gratitud al regimiento y reintegrarle aOrienbaum. Los soldados se negaron rotundamente a abandonar la capital: "Loscontrarrevolucionarios pueden atacar al Soviet y restaurar el antiguo rgimen." ElComit ejecutivo cedi, y unos cuantos miles de soldados se quedaron enPetrogrado con sus ametralladoras. Instalados en la Casa del Pueblo, no sabanlo que sera de ellos en lo sucesivo. En el regimiento haba no pocos obrerospetrogradeses, y por esto no es casual que fuera el Comit de los bolcheviques elque se preocupara de los soldados de la seccin de ametralladoras. Gracias a suintervencin, -stos eran pertrechados regularmente con vveres por la fortalezade Pedro y Pablo. As quedaba sellada una amistad que no tard en convertirseen indestructible. El 21 de julio, el regimiento, reunido en asamblea general,adopt la resolucin siguiente: "En lo sucesivo no se mandarn fuerzas al frentems que en el caso de que la guerra tome un carcter revolucionario." El 2 dejulio, el regimiento organiz en la Casa del Pueblo un mitin de despedida de los"ltimos" soldados que salan para el frente. Hicieron uso de la palabra

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    Lunacharski y Trotsky, posteriormente, los gobernantes intentaron dar a estehecho accidental una importancia extraordinaria. En nombre del regimientohablaron el soldado Gilin y el suboficial Laschevich, que era un viejo bolchevique.Los nimos estaban muy excitados. Se anatematiz a Kerenski, se jur fidelidad ala revolucin, pero nadie hizo proposiciones concretas para el prximo futuro. Sinembargo, durante aquellos das se haban esperado acontecimientos en laciudad. Las "jornadas de julio" proyectaban ya su sombra. "Por todas partes, entodos los rincones -recuerda Sujnov-, en el Soviet, en el palacio Marinski, en lascasas particulares, en las plazas y en los bulevares, en los cuarteles y en lasfbricas, se hablaba insistentemente de acciones que tendran lugar de unmomento a otro... Nadie saba concretamente quin se echara a la calle, ni cmoni cundo. Pero la ciudad tena la sensacin de hallarse en vsperas de unaexplosin." Y la accin, en efecto, se desencaden, impulsada desde arriba,desde las esferas dirigentes.

    El mismo da en que Trotsky y Lunacharski hablaban a los soldados delregimiento de ametralladoras de la inconsistencia de la coalicin, los cuatroministros kadetes salan del gobierno. A modo de razn, sealaron el compromiso,inaceptable para sus pretensiones unitaristas, a que haban llegado sus colegasconciliadores con Ucrania. La causa real de aquella ruptura demostrativa consistaen que los conciliadores no procedan con la rapidez suficiente para frenar a lasmasas.

    La eleccin del momento la indic el fracaso de la ofensiva, no reconocido anoficialmente, pero que no ofreca la menor duda para los enterados. Los liberalesconsideraron que haba llegado el momento oportuno de dejar a sus aliados deizquierda enfrentarse con la derrota y con los bolcheviques.

    El rumor de la dimisin de los ministros kadetes se propag rpidamente por lacapital y redujo polticamente todos los conflictos polticos a una sola consigna, o,ms propiamente, a un alarido: "Hay que acabar con el tira y afloja de lacoalicin!" Los obreros y los soldados entendan que los problemas de salarios,del precio del pan, de si haba que morir en el frente sin saber, por qu, estabansubordinados al problema de saber quin dirigira el pas en lo sucesivo: si laburguesa o los soviets. En esta actitud de espera haba una parte de ilusin, yaque las masas confiaban en obtener, con el cambio de gobierno, la solucininmediata de los problemas ms agudos. Pero, en fin de cuentas, tenan razn: lacuestin del poder decida todo el giro de la revolucin y, por tanto, trazaba eldestino de todos los problemas concretos. Suponer que los kadetes podan noprever las consecuencias que tendra el acto de sabotaje que realizaban contralos Soviets, significara no apreciar en su justo valor a Miliukov. El jefe delliberalismo aspiraba evidentemente a empujar a los conciliadores a una situacindifcil, de la cual nicamente se podra salir con ayuda de las bayonetas: poraquellos das, estaba firmemente convencido de que era posible salvar lasituacin mediante un golpe audaz de fuerza.

    El 3 de julio por la maana, unos cuantos millares de ametralladoras irrumpieronen la reunin de los Comits de compaa y de regimiento, eligieron a unpresidente propio y exigieron que se discutiera inmediatamente la cuestin dellevantamiento armado. El mitin tom un carcter turbulento. La cuestin del frente

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    se confundi con la del poder. El bolchevique Golovin, que presida, intentcontener a la gente proponiendo entrevistarse antes de nada con los demsregimientos y con la Organizacin militar. Pero toda alusin a un aplazamientoexasperaba a los soldados. Apareci en la asamblea el anarquista Bleichman,figura no de gran magnitud, pero bastante pintoresca del escenario de 1917.Bleichman, que dispona de un bagaje ideolgico muy modesto, pero que tenacierta sensibilidad para pulsar el estado de nimo de las masas y era hombresincero dentro de su inflamada limitacin, hallaba en los mtines, en los que sepresentaba con la camisa desabrochada y el pelo alborotado, no pocas simpatassemiirnicas. Los obreros, es verdad, le acogan con reserva, con un poco deimpaciencia, sobre todo, los metalrgicos. Pero sus discursos provocaban unaalegre sonrisa en los soldados, los cuales se codeaban y se sentan atrados porel aspecto excntrico del orador, su decisin irrazonable y su acento judo-americano, castico, como el vinagre. A fines de junio, Bleichman se hallaba comoel pez en el agua en todos los mtines improvisados. Siempre tena a mano lasolucin: hay que echarse a la calle con las armas en la mano. Organizacin? Lacalle nos organizar. Objetivos? "Derribar al gobierno provisional como se hahecho con el zar, aunque ningn partido incitara a hacerlo." En aquellosmomentos, discursos de ese tono armonizaban magnficamente con el estado deespritu de los ametralladores, y no slo con el de ellos. Haba no pocosbolcheviques que no ocultaban su satisfaccin cuando las masas saltaban porencima de sus exhortaciones oficiales. Los obreros avanzados se acordaban deque en febrero los dirigentes se disponan a batirse en retirada precisamente envsperas de la victoria; de que en marzo, la jornada de ocho horas haba sidoconquistada por la iniciativa de los de abajo; de que en abril, Miliukov haba sidoarrojado del gobierno por los regimientos que salieron espontneamente a lacalle. El recuerdo de estos hechos estimulaba la tensin de espritu y laimpaciencia de las masas.

    La Organizacin militar de los bolcheviques, a la cual se dio cuentainmediatamente de que en el mitin de los ametralladores reinaba una temperaturade ebullicin, fue mandando all uno tras otro, a sus agitadores. Presto sepresent el propio Nevski, director de la Organizacin militar, por el cual sentanlos soldados un cierto respeto. Al parecer, se le prest alguna atencin. Pero elestado de espritu de aquel mitin interminable variaba constantemente, lo mismoque su estructura. "Fue para nosotros una sorpresa extraordinaria -cuentaPodvoiski, otro de los dirigentes de la Organizacin militar- cuando a las siete dela tarde, se present un mensajero enviado para informarnos de que... losametralladores haban tomado nuevamente la decisin de echarse a la calle." Envez del antiguo Comit de regimiento, eligieron a un Comit provisionalrevolucionario, compuesto de dos representantes por compaa y presidido por elteniente Semaschko.

    Delegados elegidos especialmente recorran ya fbricas y cuarteles en demandade apoyo. Naturalmente, los ametralladores no se olvidaron de mandar delegadosa Cronstadt. As, por debajo de las organizaciones oficiales, se iba extendiendotemporalmente una nueva red de relaciones entre los regimientos y las fbricasms excitadas. Las masas no se proponan romper con el Soviet; al contrarioqueran que ste tomase el poder. Y mucho menos se proponan romper con el

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    partido bolchevique. Pero les pareca que pecaba de indeciso. Queran ejercersobre l presin, amenazar al Comit ejecutivo, empujar a los bolcheviques.

    Se crean representaciones improvisadas, nuevas formas de enlace y nuevoscentros de accin, no permanentes, sino para las circunstancias del momento.Las variaciones de la situacin y del estado de espritu de las masas se efectande un modo tan rpido y pronunciado, que an una organizacin tan gil como elSoviet se retrasa inevitablemente y las masas se ven obligadas cada vez ms acrear rganos auxiliares para las necesidades del instante. Merced a estasimprovisaciones, se filtran no pocas veces elementos accidentales y no siempredignos de confianza. Los que echan lea al fuego son los anarquistas, peroasimismo algunos de los bolcheviques jvenes e impacientes. Indudablemente,filtranse tambin provocadores, posiblemente agentes alemanes, pero msprobablemente que nada, agentes de la polica rusa. Cmo deshacer en hilosseparados el complejo tejido de los movimientos de masa? Sin embargo, elcarcter general de los acontecimientos aparece dibujado con una claridadcompleta. Petrogrado tena la sensacin de su fuerza, se senta impulsado haciadelante, sin fijarse en la provincia ni en el frente, y ni el partido bolchevique eracapaz de contenerle. Slo la experiencia poda poner a esto un remedio.

    Los delegados de los ametralladores, al incitar a los regimientos ya a las fbricasa lanzarse a la calle, no se olvidaban de aadir que la accin haba de serarmada. Acaso poda ser de otro modo? Acaso haban de exponerse lasmasas desarmadas a los golpes de enemigo? Adems, y esto es quiz lo msimportante, haba que demostrar la propia fuerza, pues un soldado sin fusil no esnada. Sobre este particular, la opinin de los regimientos y de las fbricas eraunnime: si haba que echarse a la calle, haba de ser contando con una reservade plomo. Los ametralladores no perdan el tiempo: la suerte estaba echada yhaba que ganar la partida con la mayor rapidez posible.

    El sumario instruido posteriormente caracteriza en los siguientes trminos laactuacin del teniente Semaschko, uno de los principales dirigentes delregimiento: "...Exiga automviles de las fbricas, los armaba con ametralladoras,los mandaba al palacio de Turida y a otros sitios, indicando el trayecto quehaban de seguir; sac personalmente el regimiento ala calle, se fue al batalln dereserva del regimiento de Mosc con el fin de incitarle a secundar la accin, locual consigui; prometi a los soldados del regimiento de ametralladoras el apoyode la Organizacin militar, manteniendo el contacto con esta organizacin,domiciliada en la casa de Kchesinskaya, y con el lder de los bolcheviques, Lenin;envi patrullas para establecer un servicio de vigilancia cerca de la Organizacinmilitar." Si se alude a Lenin, es para completar el cuadro; Lenin, enfermo, sehallaba retirado en una casa de campo de Finlandia desde el 29 de junio, y ni eseda ni los siguientes estuvo en Petrogrado.

    Pero en todo lo restante, el lenguaje conciso del funcionario militar da una ideamuy aproximada de la preparacin febril a que se entregaban los ametralladores.En el patio del cuartel se efectuaba un trabajo no menos ardiente. A los soldadosque no tenan armas se les daba fusiles, y a algunos de ellos, bombas y en cadauno de los camiones trados de las fbricas se instalaban tres ametralladoras. Elregimiento quera echarse a la calle completamente equipado.

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    En las fbricas ocurra poco ms o menos lo mismo: llegaban delegados delregimiento de ametralladoras o de la fbrica cercana e invitaban a los obreros alanzarse a la calle. Dirase que les estaban esperando desde haca muchotiempo: el trabajo se interrumpa inmediatamente. Un obrero de la fbrica Renaultcuenta: "Despus de comer se presentaron unos cuantos soldados del regimientode ametralladoras, pidiendo que les diramos camiones. A pesar de la protesta denuestro grupo bolchevique, no hubo ms remedio que entregar los automviles.Los soldados instalaron inmediatamente en los camiones unas Maxim[ametralladoras] y emprendieron la marcha hacia la Nevski. No fue ya posiblecontener a nuestros obreros... Todos ellos salieron al patio, sin quitarse la ropa detrabajo..."

    Hay que suponer que las protestas de los bolcheviques de las fbricas notendran siempre un carcter insistente. Fue en la fbrica Putilov donde sedesarroll una lucha ms prolongada. Cerca de las dos de la tarde circul por lostalleres el rumor de que haba llegado una delegacin del regimiento deametralladoras y que convocaba a un mitin.

    Diez mil obreros salieron al patio. Los ametralladores decan, entre gritos deaprobacin de los obreros, que haban recibido orden de marchar al frente el 4 dejulio, pero que ellos haban decidido "dirigirse no al frente alemn, contra elproletariado de Alemania, sino contra los ministros capitalistas". Los nimos seexcitaron. " Vamos, vamos!", gritaban los obreros. El secretario del Comit defbrica, un bolchevique, propuso que se consultara previamente al partido.Protesta de todos: " Fuera, fuera! Otra vez queris dar largas al asunto... No sepuede seguir viviendo as..." Hacia las seis, llegaron los representantes delComit ejecutivo, pero stos no consiguieron, ni mucho menos, influenciar a losobreros.

    El mitin, nervioso, tenaz, en que participaba una masa de miles de hombres quebuscaba una salida y no permita se tratara de convencerle de que no la haba,prosegua sin que se le viera el fin. Se propone enviar una delegacin al Comitejecutivo: nuevo aplazamiento. La reunin segua sin disolverse. Entre tanto, llegaun grupo de obreros y soldados con la noticia de que el barrio de Viborg se hapuesto ya en marcha hacia el palacio de Turida. No hay modo ya de contener ala gente. Se resuelve echarse a la calle. Yefinov, un obrero de la fbrica de Putilov,se precipit al Comit de barriada del partido para preguntar: "Qu hemos dehacer?" Le contestaron: "No nos lanzaremos a la calle, pero no podemos dejar alos obreros abandonados a su suerte; no tenemos mas remedio que ir con ellos."En aquel momento, apareci el miembro del Comit de barriada, Chudin, con lanoticia de que en todas las barriadas, los obreros se lanzaban a la calle y de quelos miembros del partido se veran obligados a "mantener el orden". As era comolos bolcheviques se vean arrastrados por el movimiento, buscando unajustificacin de sus actos, que se hallaban en contradiccin manifiesta con lasresoluciones oficiales del Partido.

    A las siete de la tarde se interrumpi completamente la vida industrial de laciudad. En las fbricas se iban organizando y equipando destacamentos de laguardia roja.

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    "Entre la masa de miles de obreros -cuenta Metelev, uno de los trabajadores deViborg- se movan, haciendo resonar los cerrojos de los fusiles, centenares dejvenes de la guardia roja. Unos, colocaban paquetes de cartuchos en lascartucheras; otros, se apretaban los cinturones; otros, se ataban las mochilas a laespalda; otros, calaban la bayoneta, y los obreros que no tenan armas ayudabana los guardias rojos a equiparse..."

    La perspectiva Sampsonievskaya, arteria principal de la barriada de Viborg, estatestada de gente. A derecha e izquierda de dicha va, compactas columnas deobreros. Por el centro avanza el regimiento de ametralladoras, columna vertebralde la manifestacin. Al frente de cada compaa, camiones ametralladoras Maxim.Detrs del regimiento, obreros; en la retaguardia, cubriendo la manifestacin,fuerzas del regimiento de Mosc. Cada destacamento lleva una bandera con ladivisa: "Todo el poder a los soviets!" La procesin luctuosa de marzo o lamanifestacin de Primero de Mayo, estaban, seguramente, ms concurridas. Perola manifestacin de julio era incomparablemente ms decidida, ms amenazadoray ms homognea. "Bajo las banderas rojas slo avanzaban obreros y soldados-escribe uno de los que tomaron parte en ella-. Brillan por su ausencia lasescarapelas de los funcionarios, los botones relucientes de los estudiantes, lossombreros de las "seoras simpatizantes", todo lo que luca en lasmanifestaciones cuatro meses atrs, en febrero. En el movimiento de hoy no haynada de esto; hoy no se lanzan a la calle ms que los esclavos del capital." Comoantes, corran velozmente por las calles, en distintas direcciones, automviles conobreros y soldados armados: delegados, agitadores, exploradores, agentes deenlace, destacamentos para sacar a la calle a los obreros y regimientos, todoscon los fusiles apuntando hacia delante. Los camiones erizados de armasresucitaban el espectculo de las jornadas de Febrero, electrizando a los unos yaterrorizando a los otros. El kadete Nabokov escribe: "Los mismos rostrosinsensatos, adustos, feroces, que todos recordbamos de las jornadas de febrero,es decir, de los das de aquella misma revolucin que los liberales calificaban degloriosa e incruenta." A las nueve, siete regimientos avanzaban ya sobre elpalacio de Turida. Por el camino, unanse a ellos las columnas de obreros de lasfbricas y nuevas unidades de militares. El movimiento del regimiento deametralladoras tuvo una fuerza de contagio inmensa. Inicibanse las "jornadas dejulio".

    Empezaron los mtines en las calles. Resonaron disparos en distintos sitios.Segn relata el obrero Korotkov, "en la perspectiva Liteinaya, fueron sacados deun subterrneo una ametralladora y un oficial, al que se fusil en el acto". Circulantoda clase de rumores, la manifestacin provoca el pnico por todas partes. Lostelfonos de los barrios centrales, sobrecogidos de terror, transmiten las versionesms fantsticas. Decase que cerca de las ocho de la tarde, un automvil blindadose haba dirigido velozmente hacia la estacin de Varsovia en busca de Kerenski,quien precisamente sala ese da para el frente, con el fin de detenerle; pero queel automvil haba llegado a la estacin con retraso, pocos momentos despus dela salida del tren. Posteriormente, haba de sealarse ms de una vez esteepisodio como prueba acreditativo de la existencia de un complot. Nadie pudoprecisar, sin embargo, quin iba en el automvil y quin haba descubierto susmisteriosos propsitos.

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    Aquel atardecer circulaban en todas direcciones automviles con hombresarmados, y probablemente tambin por los alrededores de la estacin deVarsovia. En muchos sitios, se lanzaban palabras fuertes contra Kerenski. Fue loque, por lo visto, sirvi de pretexto al mito; aunque tambin cabe pensar que fueinventado de cabo a rabo

    Las Izvestia trazaban el siguiente esquema de los acontecimientos del 3 de julio:"A las cinco de la tarde salieron armados a la calle el primer regimiento deametralladoras, parte de los regimientos de Mosc, de Granaderos y de Pavl, alos cuales se unieron grupos de obreros... A las ocho, empezaron a afluir delantedel palacio de la Ksechinskaya fuerzas de los regimientos, armados y equipados,con banderas rojas y cartelones en los cuales se peda la entrega del poder a lossoviets. Desde el balcn, se pronunciaron discursos... A las diez y media se dio unmitin en el patio del palacio de Turida... Una parte de los regimientos mandaronuna delegacin al Comit central ejecutivo, al cual formularon las siguientesdemandas: separacin de los diez ministros burgueses; todo el poder al soviet;suspensin de la ofensiva; confiscacin de las imprentas de los peridicosburgueses; nacionalizacin de la tierra; control de la produccin." Dejando a unlado las modificaciones secundarias, tales como: "Una parte de los regimientos",en vez de "los regimientos", "grupos de obreros", en vez de "fbricas enteras", sepuede decir que el rgano de Dan-Tsereteli no deforma, en sus lneas generales,la verdad de lo ocurrido, y que, en particular, seala acertadamente los dos focosde la manifestacin: la villa de la Kchesinskaya y el palacio de Turida. Ideolgicay fsicamente, el movimiento giraba alrededor de estos dos centros antagnicos: ala casa de la Kchesinskaya se acuda en busca de indicaciones de direccin, dediscursos orientadores, al palacio de Turida a formular peticiones e incluso aamenazar con la fuerza de que se dispona.

    A las tres de la tarde se presentaron en la conferencia local de los bolcheviques,reunida aquel da en el palacio de la Kchesinskaya, dos delegados del regimientode ametralladoras para comunicar que este regimiento haba decidido echarse ala calle. Nadie lo esperaba ni lo quera. Tomski declar: "Los regimientos que selanzan a la calle no han obrado como compaeros al no invitar al Comit denuestro partido a examinar previamente la cuestin. El Comit central propone ala conferencia: primero, lanzar un manifiesto con el fin de contener a las masas;segundo, redactar un mensaje al Comit ejecutivo pidiendo que tome el poder ensus manos. En estos momentos, no se puede hablar de accin si no se desea unanueva revolucin." Tomski, viejo obrero bolchevique, que haba sellado sufidelidad al partido con luengos aos de presidio, posteriormente cabeza visible delos sindicatos, se inclinaba ms bien, por su carcter, a contener la accin que aincitar a la misma. Pero en circunstancias tales, no haca ms que desarrollar elpensamiento de Lenin: "En estos momentos no se puede hablar de accin si nose desea una nueva revolucin." No hay que olvidar que los conciliadores habancalificado de complot hasta la tentativa de manifestacin pacfica del 10 de junio.La aplastante mayora de la conferencia se solidariz con Tomski. Era precisoretrasar a toda costa el desenlace. La ofensiva en el frente tena en tensin a todoel pas. Su fracaso estaba descontado, as como el propsito del gobierno dehacer recaer la responsabilidad de la derrota sobre los bolcheviques. Haba quedar tiempo a los conciliadores para que se desacreditaran definitivamente.Volodarski, en nombre de la conferencia, contest a los delegados del regimiento

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    de ametralladoras en el sentido de que ste deba someterse a la decisin delpartido.

    A las cuatro, el Comit central ratifica la resolucin de la conferencia. Losmiembros de la misma recorren los barrios obreros y las fbricas con el fin decontener la accin de las masas. Se enva a la Pravda un manifiesto, inspirado enel mismo espritu, para que aparezca al da siguiente en primera pgina. Se confaa Stalin la misin de poner en conocimiento de la sesin comn de los Comitsejecutivos el acuerdo del partido. Por tanto, los propsitos de los bolcheviques nodejan lugar a duda. El Comit ejecutivo se dirigi a los obreros y soldados con unmanifiesto en el cual se deca: "Gente desconocida... os incita a echaros a la callecon las armas en la mano", afirmando con ello que el llamamiento no haba sidohecho por ninguno de los partidos soviticos. Pero los dos Comits centrales delos partidos y de los soviets proponan, y las masas disponan.

    A las ocho se present ante el palacio de la Kchesinskaya el regimiento deametralladoras, y, tras l, el de Mosc. Nevski, Laschevich, Podvoiski,bolcheviques que gozaban de popularidad, intentaron desde el balcn persuadir alos regimientos de que se reintegraran a sus cuarteles. Desde abajo no se oanms que gritos de: "Fuera!"

    Hasta entonces, desde el balcn de los bolcheviques no se haban odo jamsgritos semejantes de los soldados. Era un sntoma inquietante. Detrs de losregimientos aparecieron los obreros de las fbricas: "Todo el poder a los soviets!""Abajo los diez ministros capitalistas!" Eran las banderas del 18 de junio. Peroahora, rodeadas de bayonetas. La manifestacin se converta en un hecho deenorme importancia. Qu hacer? Era concebible que los bolcheviquespermanecieran al margen? Los miembros del Comit de Petrogrado, con losdelegados a la conferencia y los representantes de los regimientos, toman elacuerdo siguiente: anular las decisiones tomadas, poner trmino a los esfuerzosestriles para contener el movimiento, orientar este ltimo en el sentido de que lacrisis gubernamental se resuelva en beneficio del pueblo; con este fin, incitar a lossoldados y a los obreros a dirigirse pacficamente al palacio de Turida, a elegirdelegados y presentar sus demandas, por mediacin de los mismos, al Comitejecutivo. Los miembros del Comit central que se hallaban presentessancionaron la rectificacin de la tctica acordada.

    La nueva resolucin, proclamada desde el balcn, es acogida con gritos de jbiloy con La Marsellesa. El movimiento ha sido sancionado por el partido: losametralladores pueden respirar tranquilos. Una parte del regimiento se dirigeinmediatamente a la fortaleza de Pedro y Pablo para tratar de ganarse laguarnicin, y, en caso de necesidad, proteger el palacio de la Kchesinskaya,separado de la fortaleza por el angosto canal de Kronverski.

    Los primeros grupos de manifestantes entraron, corno en pas extranjero, en laperspectiva Nevski, arteria de la burguesa, de la burocracia y de la oficialidad.Desde las aceras, las ventanas y los balcones, miles de ojos atisban hostilmentea los manifestantes. A un regimiento sigue una fbrica; a una fbrica, un,regimiento. Van llegando cada vez nuevas masas. Todas las banderas gritan enletras oro sobre fondo rojo lo mismo: " Todo el poder a los soviets!" La

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    manifestacin se apodera de la Nevski y afluye como un ro desbordado hacia elpalacio de Turida. Los carteles con el lema de "Abajo la guerra!", son los queprovocan una hostilidad ms aguda por parte de los oficiales, entre los cuales hayno pocos invlidos. El estudiante, la colegiala, el funcionario intentan hacercomprender a los soldados, con grandes gestos y voz quebrada, que los agentesalemanes que acechan a sus espaldas quieren dejar entrar en Petrogrado a lossoldados de Guillermo para que estrangulen la libertad. A los oradores les pareceirrefutables sus propios argumentos. "Estn engaados por los espas!", dicen losfuncionarios, refirindose a los obreros, que, con gesto sombro, ensean losdientes. " Han sido arrastrados por los fanticos!", contestan los ms indulgentes."Son unos ignorantes!", dicen los unos y los otros. Pero los obreros tienen sucriterio. No fueron precisamente espas alemanes los que les imbuyeron las ideasque hoy les han echado a la calle. Los manifestantes echan a un lado, con malasmaneras, a los mentores impertinentes, y siguen su camino. Esto pone fuera de sa los patriotas de la Nevski.

    Algunos grupos, capitaneados en la mayor parte de los casos por invlidos yCaballeros de la cruz de San Jorge, se lanzan sobre algunos manifestantes eintentan arrebatarles las banderas. Se producen colisiones aqu y all. Suenandisparos sueltos. De dnde parten? De una ventana? Del palacio deAnichkin? El arroyo contesta con una descarga hacia arriba, sin blanco fijo.Durante unos momentos reina en la calle la confusin. "Cerca de medianoche-relata un obrero de la fbrica Vulcn-, cuando pasaba por la Nevski el regimientode Granaderos, cerca de la biblioteca pblica se abri, no se sabe de dnde, elfuego, que dur algunos minutos. Se produjo el pnico. Los obreros sedispersaron por las calles inmediatas. Los soldados se tiraron al suelo; no en vanomuchos de ellos haban pasado por la escuela de la guerra."

    Aquella Nevski de medianoche, con soldados de la guardia y de granaderos,echados en el arroyo, mientras sonaban las descargas, ofreca un espectculofantstico. Ni Puschkin, ni Ggol, cantores de la Nevski, se la representaban as!Sin embargo, el espectculo, fantstico al parecer, era realidad: en el arroyoquedaron varios muertos y heridos.

    En el palacio de Turida haba aquel da una agitacin especial. En vista de ladimisin de los kadetes, ambos Comits ejecutivos, el de los obreros y soldados yel de los campesinos, discutan el informe de Tsereteli sobre la manera de lavar elabrigo de la coalicin sin mojar la lana. Seguramente se habra acabado pordescubrir el secreto de semejante operacin, de no haberlo impedido lossuburbios intranquilos.

    Los avisos telefnicos relativos a la accin preparada por el regimiento deametralladoras provocan muecas de rabia y de pesar en los rostros de los jefes.Es posible que los soldados y los obreros no puedan esperar hasta que losperidicos publiquen la salvadera resolucin? Miradas de reojo de la mayorahacia los bolcheviques. Pero tambin para ellos es, esta vez, la manifestacinalgo inesperado. Kmenev y otros representantes del partido presentes accedenincluso a recorrer las fbricas y los cuarteles, despus de la sesin diurna, conobjeto de contener a las masas. Posteriormente, este gesto habra de serinterpretado por los conciliadores como un ardid de guerra.

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    Los Comits ejecutivos redactaron un manifiesto en el cual, como de costumbre,toda accin era calificada de traicin contra la revolucin. Pero cmo haba deresolverse la crisis del poder? Se encontr una salida: dejar el gabinete tal comohaba quedado despus de la dimisin de los kadetes, aplazando la solucindefinitiva de la cuestin hasta que fueran llamados los miembros provinciales delComit ejecutivo. Aplazar las cosas, ganar tiempo para las propias vacilaciones.Acaso no es sta la ms prudente de todas las polticas?

    Los conciliadores slo consideraban imposible dejar pasar el tiempo cuando setrataba de luchar contra las masas. Se puso inmediatamente en movimiento elaparato oficial para armarse contra la insurreccin, que fue el nombre que se dio ala manifestacin desde el primer momento. Los jefes buscaban por todas partesfuerzas armadas para la defensa del gobierno y del Comit ejecutivo.

    Distintas instituciones militares recibieron rdenes firmadas por Cheidse y otrosmiembros de la mesa pidiendo que se mandaran al palacio de Turidaautomviles blindados, caones de tres pulgadas y proyectiles. Al mismo tiempo,casi todos los regimientos recibieron la orden de mandar destacamentos armadospara la defensa del palacio. Por si esto fuera poco, se telegrafi aquel mismo daal frente, al 5. Ejrcito, que era el que se hallaba ms cerca de la capital,ordenando "el envo a Petrogrado de una divisin de Caballera, de una brigadade Infantera y de automviles blindados".

    El menchevique Voitinski, al cual se haba confiado la misin de proteger alComit ejecutivo, ha dicho, en sus relatos retrospectivos, con toda franqueza, culera en aquellos das la situacin real:

    "El 3 de julio fue consagrado enteramente a la adopcin de medidas paraproteger, aunque no fuera ms que con unas cuantas compaas, el palacio deTurida... Hubo un momento en que no disponamos absolutamente de ningunafuerza. En las puertas del palacio de Turida no haba ms que seis hombres,incapaces de contener a la multitud..."

    Y ms adelante: "El primer da de la manifestacin slo disponamos de 100hombres; no contbamos con nada ms. Mandamos comisarios a todos losregimientos con la peticin de que nos facilitaran soldados para organizar elservicio de centinelas... Pero cada regimiento volva la vista hacia el vecino paraver cmo haba de proceder. Era preciso acabar a toda costa con esteescandaloso estado de cosas, y llamamos tropas del frente." Sera difcil, aunproponindoselo, imaginar una stira ms malvola contra los conciliadores.Centenares de miles de manifestantes exigen la entrega del poder a los soviets.Cheidse, que se halla al frente del sistema sovitico, y que es por ello mismo elcandidato a la presidencia, busca por todas partes fuerzas militares para lanzarlascontra los manifestantes. El grandioso movimiento en favor de la democracia escalificado por los jefes de sta como un ataque de bandas armadas contra lademocracia.

    En aquel mismo palacio de Turida se hallaba reunida, despus de unaprolongada pausa, la seccin obrera del Soviet, la cual, en el transcurso de dosmeses, mediante elecciones parciales en las fbricas, se haba renovado hasta tal

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    punto, que el Comit ejecutivo tema, no sin fundamento, que los bolcheviquesdominaran en la misma. La reunin de la seccin, artificialmente aplazada, yconvocada, al fin, por los propios conciliadores unos das antes, coincidicasualmente con la manifestacin armada: los peridicos vean asimismo en estola mano de los bolcheviques. Zinviev desarroll en su discurso, en una formaconvincente, la idea de que los conciliadores, aliados de la burguesa, no queranni saban luchar contra la contrarrevolucin, pues entendan por tal las fechorasaisladas de los "cien negros" y no la cohesin poltica de las clases poseedoras,con el fin de aplastar a los soviets, centros d resistencia de los trabajadores. Eldiscurso dio en el blanco. Los mencheviques, al darse cuenta de que por primeravez se hallaban en minora en los soviets, propusieron no tomar ningn acuerdo yrecorrer los barrios obreros con el fin de mantener el orden. Pero ya era tarde! Lanoticia de que han llegado al palacio de Turida los obreros armados y lossoldados del regimiento de ametralladoras provoca en la sala una extraordinariaexcitacin. Aparece en la tribuna Kmenev. "Nosotros -dice- nos hemos incitado ala accin; pero las masas populares se han lanzado a la calle por propiainiciativa... Y puesto que las masas han salido, nuestro sitio est junto a ellas...Nuestra misin consiste ahora en dar el movimiento un carcter organizado."Kmenev termina su discurso proponiendo que se designe una Comisin de 25miembros encargada de dirigir el movimiento. Trotsky apoya esta peticin.Cheidse teme a la Comisin bolchevique e insiste intilmente para que la cuestinpase la Comit ejecutivo. Los debates toman un carcter tumultuoso.Convencidos definitivamente de que no tienen ms que el tercio de los votos, losmencheviques y los socialrevolucionarios abandonan la sala. Esta tctica seconvierte en la tctica favorita de los demcratas: empiezan a boicotear losSoviets a partir del momento en que pierden la mayora en ellos. La resolucin enque se incita al Comit central ejecutivo a hacerse cargo del poder es aprobadapor 276 votos. No hay oposicin. Se procede inmediatamente a elegir los 15vocales de la Comisin. Se reservan 10 puestos para la minora, puestos quenadie ocupar. El hecho de que saliese elegida una Comisin bolcheviquesignificaba, para amigos y adversarios, que la seccin obrera del Soviet dePetrogrado se converta, a partir de aquel momento, en la base del bolchevismo.Se haba dado un gran paso. En abril, la influencia de los bolcheviques seextenda aproximadamente a la tercera parte de los obreros petersburgueses; poraquellos das representaban en el Soviet un sector insignificante. Ahora, aprincipios de julio, los bolcheviques tienen en la seccin obrera cerca de los dostercios de delegados: esto significaba que su influencia entre las masas habaadquirido un carcter decisivo.

    De las calles adyacentes al palacio de Turida afluyen columnas de obreros,obreras y soldados con banderas, cantos y msica. Aparece la artillera ligera,cuyo jefe provoca el entusiasmo general al declarar que todas las bateras de sudivisin estn con los obreros. La calle en que est emplazado el palacio deTurida y el muelle correspondiente al mismo estn atestados de gente. Todo elmundo quiere acercarse a la tribuna situada en la puerta principal del palacio. Sepresenta a los manifestantes Cheidse, con el aspecto malhumorado del hombre aquien se ha arrancado intilmente a sus ocupaciones. El popular presidente de lossoviets es acogido con un silencio hostil. Con voz cansada y ronca, Cheidse repitelos lugares comunes habituales, que todo el mundo se sabe ya de memoria. Nose dispensa mejor acogida a Voitinski, que ha acudido en su auxilio. "En cambio,

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    Trotsky -segn cuenta Miliukof-, que declar que haba llegado el momento deque el poder pasara a los Soviets, fue acogido con ruidosos aplausos..." Estafrase es falsa a sabiendas. Ningn bolchevique dijo entonces que "haba llegadoel momento". Un cerrajero de la fbrica Dinflou, situada en la barriada dePetrogrado, deca ms tarde, hablando del mitin celebrado bajo los muros delpalacio de Turida: "Me acuerdo del discurso de Trotsky, quien deca que nohaba llegado an el momento de tomar el poder." Este cerrajero reproduce elespritu de mi discurso ms fielmente que el profesor de Historia. Por los oradoresbolchevistas, los manifestantes se enteraron del triunfo que acababa de seralcanzado en la seccin obrera del Soviet, y este hecho les dio una satisfaccincasi tangible, como si hubieran entrado ya en la poca del rgimen sovitico.

    Poco antes de medianoche abrise nuevamente la sesin mixta de los Comitsejecutivos: en aquel momento los granaderos se echaban al suelo en laperspectiva Nevski. A propuesta de Dan, se decidi que slo puedan asistir a lareunin los que se comprometiesen de antemano a defender y poner en prcticalos acuerdos tomados. Esto era algo nuevo! Los mencheviques intentabanconvertir el Soviet, declarado por ellos Parlamento de los obreros y soldados, enrgano administrativo de la mayora conciliadora. Cuando se queden en minora-lo cual ocurrir dentro de dos meses-, los conciliadores defendernapasionadamente la democracia sovitica. Hoy, como en general en todos losmomentos decisivos de la vida social, la democracia queda arrinconada. Algunosmeirayontsi1 abandonaron la reunin protestando; bolcheviques no habaninguno: estaban en el palacio de la Kchesinskaya deliberando sobre la conductaque haba de seguirse al da siguiente. Ms tarde, los meirayontsi y losbolcheviques se presentaron en la sala y declararon que nadie poda despojarlesdel mandato que les haban dado los electores. La mayora se call, y laproposicin de Dan cay insensiblemente en el olvido. La reunin fue larga comouna agona. Los conciliadores intentan persuadirse mutuamente, con voz dbil, dela razn que les asiste. Tsereteli, en calidad de ministro de Correos y Telgrafos,se lamenta de los empleados subalternos: "Hasta este momento no me heenterado de la huelga de Correos y Telgrafos..." Por lo que a las reivindicacionespolticas se refiere, su consigna es tambin la de "Todo el poder a los soviets!".Los delegados de los manifestantes que rodeaban el palacio de Turida exigieronque se les permitiera el acceso a la reunin. Se les dej entrar con inquietud ymalevolencia. Los delegados crean sinceramente que esta vez los conciliadoresno podran dejar de acoger favorablemente sus aspiraciones. Acaso losperidicos menchevistas y socialrevolucionarios de hoy, excitados por la dimisinde los kadetes, no denuncian las intrigas y el sabotaje de sus aliados burgueses?Adems, la seccin obrera se ha pronunciado por la entrega del poder a lossoviets. Qu se espera? Pero los ardientes llamamientos, en los cuales laindignacin respira an esperanza, caen impotentes en la atmsfera estancadadel Parlamento conciliador.

    A los jefes no les preocupa ms que una idea: cmo librarse lo ms rpidamenteposible de aquellos huspedes indeseables. Se les invita a tomar asiento en lagalera: sera demasiado imprudente echarlos a la calle, al lado de losmanifestantes. Desde la galera, los ametralladores escuchan asombrados los

    1 Grupo de socialdemcratas revolucionarios afn a los bolcheviques, que pronto se fusion con el partido. Trotsky formaba parte de este grupo. [NDT.]

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    debates que se estaban desarrollando y que no perseguan ms fin que ganartiempo, a fin de que pudieran llegar los regimientos de confianza. "En las callesest el pueblo revolucionario -dice Dan-, pero este pueblo hace obracontrarrevolucionaria..." Dan se ve apoyado por Abramovich, uno de los lderes dela "Liga" juda, un pedante conservador cuyos instintos se sentan ofendidos por larevolucin. "Estamos en presencia de un complot", afirma, faltando a todaevidencia, y propone a los bolcheviques que declaren abiertamente que la cosa"es obra suya". Tsereteli profundiza el problema: "Salir a la calle con la demandade "Todo el poder a los soviets" significa sostener a estos ltimos. Si los sovietsquisieran, el poder pasara a sus manos. Ningn obstculo se opone a suvoluntad... Manifestaciones como sta hacen el luego no a la revolucin, sino a lacontrarrevolucin. " Los delegados no acababan de comprender esterazonamiento. Les pareca que sus elevados jefes no estaban en su sano juicio.Al final, la asamblea confirm una vez ms, con 11 votos en contra, que lamanifestacin armada era una pualada trapera al ejrcito revolucionario,etctera. La reunin termin a las cinco de la madrugada.

    Poco a poco las masas fueron retirndose a sus barriadas. Durante toda la nocherecorrieron la ciudad automviles armados, estableciendo el contacto entre losregimientos, las fbricas y los centros de barriada.

    Como en Febrero, las masas, por la noche, hacan el balance del da. Pero ahoralo hacan con la participacin de un complejo sistema de organizaciones defbrica, de partido, militares, que estaban reunidos con carcter permanente. Enlas barriadas se opinaba como algo que no admita ya discusin, que elmovimiento no poda detenerse a medio camino. El Comit ejecutivo aplaz laresolucin acerca del traspaso del poder. Las masas interpretaron esto como unavacilacin. La conclusin era clara: haba que apretar ms.

    La reunin nocturna de los bolcheviques y meirayontsi, que tena lugar en elpalacio de Turida a la vez que la de los Comits ejecutivos, sacaba tambin elbalance del da e intentaba anticipar lo que traera consigo el da siguiente. Losinformes de las barriadas atestiguaban que la manifestacin no haba hecho msque poner en movimiento a las masas, planteando ante ellas por primera vez entoda su agudeza el problema del poder. Maana, las fbricas y los regimientosquerrn obtener una contestacin y no habr fuerza humana capaz de retenerlosen los suburbios. No se discuta si deba o no tomarse el poder, como haban deafirmar ms tarde los adversarios, sino si deba hacerse o no una tentativa paraliquidar la manifestacin o ponerse al frente de la misma al da siguiente.

    A hora avanzada de la noche, hacia las tres, llegaban al palacio de Turida losobreros de la fbrica Putilov, una masa de 30.000 hombres, muchos de ellos consus mujeres y nios. La manifestacin se puso en marcha a las once, y por elcamino se unieron a los manifestantes otras fbricas. En el portal de Narva habatanta gente, a pesar de lo avanzado de la hora que se hubiera dicho que labarriada haba quedado completamente vaca. Las mujeres gritaban: "Todo elmundo tiene que ir... Nosotras guardaremos las casas!..." Del campanario deSpasa partieron unos disparos, al parecer de ametralladora. Desde abajo se hizouna descarga contra el campanario. "En Gostini Dvor se lanzaron contra losmanifestantes un grupo de estudiantes y de "junkers", que les arrebataron un

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    carteln. Los obreros ofrecieron resistencia, se produjo un gran tumulto, sonarondisparos, y al autor de estas lneas le rompieron la cabeza y le pisotearon elpecho y los costados." Nos cuenta esto el obrero Yefimov, ya conocido del lector.Atravesando la ciudad, ya silenciosa, los obreros de Putilov llegaron por fin alpalacio de Turida. Gracias a la insistente intervencin de Riazanov, muyntimamente ligado en aquel entonces con los sindicatos, la delegacin de lafbrica fue recibida por el Comit ejecutivo. La masa obrera, hambrienta yterriblemente fatigada, se sent a esperar en la calle y en el jardn, con laesperanza de obtener una contestacin. Estos obreros de la fbrica de Putilov,acampados a las tres de la madrugada en los alrededores del palacio de Turida,en el que los lderes de la democracia esperaban la llegada de tropas del frente,es uno de los espectculos ms conmovedores de la revolucin en el perodoturbulento que va desde Febrero a Octubre. Doce aos antes, no pocos de estosobreros haban tomado parte en la manifestacin de enero ante el palacio deInvierno, con imgenes y estandartes. En aquellos doce aos haban pasadosiglos enteros. En el transcurso de los cuatro meses prximos transcurrieron otroscuantos ms.

    Sobre la reunin de los lderes y organizadores bolcheviques que discuten sobrelo que ha de hacerse al da siguiente flota la sombra grvida de los obreros de lafbrica de Putilov, acampados en plena calle. Maana los obreros de la fbrica dePutilov no irn al trabajo. Cmo van a trabajar despus de una noche pasada envela? Entre tanto, es llamado Zinviev por telfono, Raskolnikov comunica, desdeCronstadt, que maana a primera hora la guarnicin de la fortaleza se dirigir aPetrogrado, y que no hay nada ni nadie capaz de contenerla. Desde el otroextremo del hilo telefnico, el joven oficial pregunta: "Es posible que el Comitcentral le ordene dejar abandonados a los marinos, desacreditndosecompletamente a sus ojos?" A la imagen de los obreros de la fbrica de Putilovacampados delante del palacio de Turida se une a otra, no menosimpresionante: la de los marinos de la isla, que en esta noche de vela se aprestana apoyar a los obreros y soldados de Petrogrado. No, la cosa es demasiado ciara.No se puede seguir vacilando. Trotsky pregunta por ltima vez: "Y si se intentaradar a la manifestacin el carcter de una manifestacin sin armas? No, ni de esose puede ya siquiera hablar. Un pelotn de "junkers" bastara para dispersar,como a un rebao de ovejas, a millares de hombres desarmados. Los soldados yobreros acogeran indignados, considerndola como una encerrona, semejanteproposicin. La contestacin es categrica y convincente. Por unanimidad sedecide incitar maana a las masas, en nombre del partido, a continuar lamanifestacin. Zinviev corre al telfono, donde espera frentico Raskolnikov,para comunicarle la noticia que le permitir respirar con desahogo. Se redactainmediatamente un manifiesto a los obreros y soldados: a la calle! El manifiestodel Comit central, que haba sido escrito durante el da, y en el que se invitaba alas masas a cesar la manifestacin, es sacado de las prensas; pero ya es tardepara reemplazarlo por el nuevo texto. La pgina blanca de la Pravda ser maanaun indicio mortal contra los bolcheviques. Evidentemente, en el ltimo momento,asustados, han retirado el llamamiento a la insurreccin, o, acaso al revs: hanrenunciado a su llamamiento a la manifestacin pacfica para incitar a lainsurreccin. La verdadera resolucin de los bolcheviques apareci en una hojaque invitaba a los obreros y soldados a "expresar su voluntad ante los Comits

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    ejecutivos reunidos, mediante una manifestacin pacfica y organizada". No,aquello no era precisamente un llamamiento a la insurreccin.

    Capitulo 2

    Las "jornadas de julio". El momento culminante y la derrota

    A partir de este momento, la direccin inmediata del movimiento pasa a manosdel Comit del partido de Petrogrado, cuyo principal agitador era Volodarski. Demovilizar a la guarnicin se encarg la Organizacin militar. Ya desde marzo sehallaban al frente de la misma dos viejos bolcheviques, a los cuales debi muchola Organizacin en su ulterior desarrollo, uno de ellos era Podvoiski, figurabrillante y original en las filas del bolchevismo, con los rasgos caractersticos delrevolucionario ruso de viejo estilo. Procedente del seminario, era hombre de granenerga, aunque no disciplinado, con imaginacin creadora, que, justo esreconocerlo, degeneraba fcilmente en fantasa. Ms tarde, cuando Leninpronunciaba la palabra "podvoiskismo", en sus labios haba cierta ironabonachona, no exenta de advertencia. Pero los lados dbiles de esta naturalezaapasionada haban de manifestarse principalmente despus de la toma del poder,cuando la abundancia de posibilidades y recursos daba impulsos excesivos a laenerga dilapidadora de Podvoiski y a su pasin por las empresas decorativas. Enlas circunstancias creadas por la lucha revolucionaria en torno al poder, sudecisin optimista, su abnegacin y su incansable actividad le hacan un directorinsustituible de las masas de soldados en pleno despertar.

    Nevski, ese ex privat docente, ms prosaico que Podvoiski y no menos adicto alpartido que l, no tena nada de espritu organizador, y slo por una desdichadacasualidad lleg a ser, un ao ms tarde, por poco tiempo, ministro sovitico deVas y Comunicaciones. La atraccin que ejerca sobre los soldados era debida asu sencillez, a su carcter comunicativo y a su trato afable.

    Alrededor de estos directores pululaba un grupo de auxiliares directos, formadopor soldados y jvenes oficiales, algunos de los cuales estaban llamados adesempear ms tarde un importante papel. En la noche del 4 de julio, laOrganizacin militar pasa de golpe a ocupar el primer plano. Podvoiski, queasume sin gran trabajo las funciones de mando, improvisa a su lado un EstadoMayor. Se cursan rdenes e instrucciones breves a todas las fuerzas de laguarnicin. Se colocan automviles blindados en los puentes que unen a lossuburbios con el centro y en los puntos estratgicos de las arterias principales, afin de proteger a los manifestantes contra posibles ataques. Por la noche, lossoldados del regimiento de ametralladoras haban apostado ya centinelas propiosen la fortaleza de Pedro y Pablo. Por telfono y emisarios especiales se notifica lamanifestacin del da siguiente a las organizaciones de Orienbaum, Peterhof,Krasni-Selo y otros puntos prximos a la capital. Huelga decir que la direccinpoltica general del movimiento quedaba reservada al Comit central.

    Los ametralladores no regresaron a sus barracones hasta el amanecer, fatigadosy ateridos, a pesar de estar en el mes de julio. La lluvia nocturna haba calado

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    hasta los huesos a los obreros de Putilov. Los manifestantes se renen cerca delas once de la maana. Las fuerzas militares no entran en escena hasta mstarde. Hoy, el 1.er Regimiento de ametralladoras se ha echado tambin a la calleen toda su integridad. Pero ya no desempea el papel de instigador quedesempeara en la vspera. El primer plano lo ocupan hoy los obreros de lasfbricas. Se unen al movimiento los que en el da anterior se haban quedado almargen. All donde los dirigentes titubean o se resisten, la juventud obrera obligaal vocal de turno del comit de fbrica a hacer sonar la sirena para dar la seal deparalizar el trabajo. En la fbrica del Bltico, donde predominaban losmencheviques y socialrevolucionarios, de los cinco mil obreros que trabajan en lamisma secundan el movimiento cerca de cuatro mil. En la fbrica de calzadoSkorojod, que durante mucho tiempo haba sido considerada como el reducto delos socialrevolucionarios, el estado de espritu de los obreros habase cambiadotan rpidamente, que el diputado de la fbrica, un socialrevolucionario, estuvoalgunos das sin poder aparecer por all. Estaban en huelga todas las fbricas; portodas partes se celebraban mtines. Eleganse dirigentes de la manifestacin ydelegados encargados de presentar las reivindicaciones del Comit ejecutivo.Cientos de miles de hombres volvieron a ponerse en marcha hacia el palacio deTurida, y docenas de miles de manifestantes volvieron a encaminarse hacia lavilla de la Kchesinskaya. El movimiento de hoy es ms imponente y est mejororganizado que el de ayer: se ve la mano dirigente del partido. La atmsfera estambin ms candente; los soldados y los obreros quieren provocar el desenlacede la crisis. El gobierno, angustiado, espera. Su impotencia es an ms evidenteque ayer. El Comit ejecutivo espera tropas leales y recibe noticias de todaspartes anunciando que avanzan sobre la capital fuerzas militares hostiles. DeCronstadt, de Novi-Peterhof, de Krasni-Selo, del fuerte de Krasnaya Gorka, detoda la periferia prxima, por mar y por tierra, avanzan marinos y soldados, conbandas de msica, con armas, y, lo que es peor, con cartelones bolcheviques.Algunos regimientos, exactamente lo mismo que en Febrero, traen por delante asus oficiales, como si entraran en accin bajo su mando.

    "An segua reunido el gobierno -relata Miliukov-, cuando se recibi la noticia deque en la Nevski haba tiroteo. Decidieron continuar reunidos en el Estado Mayor.All estaban el prncipe Lvov, Tsereteli, el ministro de Justicia Pereverzev, dosayudantes del ministro de la Guerra. Hubo un momento en que la situacin delgobierno pareca desesperada. Los soldados de los regimientos de Preobrajenski,Semenov e Ismail, que no estaban con los bolcheviques, declararon al gobiernoque se mantendran "neutrales". En la plaza de Palacio, para la defensa delEstado Mayor, no haba ms que invlidos y algunos centenares de cosacos." Elda 4, por la maana, el general Polovtsiev anunciaba que Petrogrado iba aquedar limpio de tropas armadas, y ordenaba severamente a la poblacin quecerrase los portales y no saliera a la calle no siendo en caso de extremanecesidad.

    Aquella terrible orden no pas de ser una vacua amenaza. El jefe de las tropas dela regin slo pudo lanzar contra los manifestantes a pequeos destacamentos dejunkers y de cosacos, que durante todo el da provocaron tiroteos sin ton ni son ysangrientas escaramuzas. El abanderado del 1.er Regimiento del Don, queguardaba el palacio de Invierno, declar lo siguiente ante la Comisininvestigadora: "Se haba dado la orden de desarmar a los pequeos grupos que

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    pasaran por delante, fueran los que fueran los que los compusieran, y asimismo alos automviles armados. Cumpliendo esta orden, de vez en cuando nosformbamos en fila cerca de palacio y procedamos al desarme." El simple relatode este cosaco nos da una idea inequvoca de la correlacin de fuerzas y delcarcter de la lucha. Las tropas "rebeldes" salen de los cuarteles formadas encompaas y regimientos, tomaban posesin de las calles y de las plazas. Lasfuerzas del gobierno operan por medio de emboscadas, ataques por sorpresarealizados por destacamentos poco numerosos, es decir, por los mtodos con quesuelen operar los guerrilleros insurrectos. El cambio de papeles se explica por lacircunstancia de que casi todas las fuerzas armadas del gobierno le son hostiles oen el mejor de los casos, guardan una actitud neutral. El gobierno vive de laconfianza que le otorga el Comit ejecutivo, el cual, por su parte, se apoya en laconfianza que abrigan las masas de que acabarn por variar de criterio y tomar,por fin, el poder.

    Lo que dio mayor impulso a la manifestacin fue el hecho de que aparecieran losmarinos de Cronstadt en la palestra de Petrogrado. El da anterior, los delegadosdel regimiento de ametralladoras haban ya realizado una gran propaganda entrela guarnicin de la fortaleza martima. De un modo inesperado para lasorganizaciones locales, en la plaza del Ancora se celebr un mitin por iniciativa deunos anarquistas llegados de Petrogrado. Los oradores incitaban a acudir enauxilio de la capital. El estudiante de medicina Roschal, uno de los jvenes hroesde Cronstadt y el nio mimado de la plaza del Ancora, intent pronunciar undiscurso moderado. Miles de voces le interrumpieron. Roschal, acostumbrado aque se le acogiera de un modo muy distinto, tuvo que retirarse de la tribuna.Hasta la noche no se supo en Petrogrado que los bolcheviques invitaban a lasmasas a echarse a la calle. Esto resolva la cuestin. Los socialrevolucionarios deizquierda -en Cronstadt no los haba ni poda haber de derecha!- declararon quese proponan tomar parte en la manifestacin. Esta gente formaba parte de unmismo partido con Kerenski, quien, en aquellos mismos momentos, reuna tropasen el frente para aplastar a los manifestantes. El estado de espritu dominante enla Asamblea nocturna de las organizaciones de Cronstadt era tal, que incluso eltmido comisario del gobierno provisional, Parchevski, vot en favor de la marchasobre Petrogrado. Se traz un plan, se movilizaron los medios de transportemartimo, se entregaron 75 puds de municiones. A las doce de la noche, cerca dediez mil marinos, soldados y obreros armados, entraban en la embocadura delNeva, conducidos por remolcadores y vapores de pasajeros. Despus dedesembarcar en ambas orillas del ro, se unen a la manifestacin, fusil al hombroy al son de las orquestas. Detrs, los marinos y soldados, van las columnas deobreros de los barrios de Petrogrado y de la isla de Vasili, entre los cualesavanzan tambin destacamentos de la guardia roja. A los lados, automvilesblindados; flotando por encima de las cabezas, banderas y cartelonesinnumerables.

    El palacio de la Kchesinskaya est a dos pasos. Pequeo, enjuto, negro como lapez, Sverdlov, uno de los principales organizadores del partido, incorporado alComit central en la conferencia de abril, da rdenes desde el balcn con supoderosa voz de bajo: "Hacer avanzar la cabeza de la manifestacin, apretad lasfilas, contened las filas de atrs." Desde el balcn, saluda a los manifestantesLunacharski, siempre dispuesto a contagiarse del estado de espritu de los que le

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    rodean, imponente de aspecto, de voz y de elocuencia declamatoria, no muyseguro, pero frecuentemente insustituible. Desde abajo le aplauden ruidosamente.Pero a quien sobre todo queran or los manifestantes era a Lenin -al cual, dichosea de paso, haban hecho venir por la maana de su refugio de Finlandia- y losmarinos expresaron con tanta insistencia su deseo, que, a pesar de su mal estadode salud, Lenin no pudo negarse a satisfacerlo. Una ola de entusiasmodesbordante acogi la aparicin del jefe en el balcn. Lenin, impaciente yesperando, con cierta confusin, como siempre, que cesaran las aclamaciones,empez a hablar antes de que stas se acallaran. Su discurso, que, durantevarias semanas enteras, la prensa enemiga haba de tergiversar en todos lostonos, estaba hecho de unas cuantas frases simples: saludo a los manifestantes,expresin de la seguridad de que la consigna "todo el poder a los Soviets"acabar por triunfar; llamamiento a la serenidad y a la firmeza. La manifestacinse pone nuevamente en marcha en medio de las aclamaciones y a los acordes delas bandas. Entre esta introduccin jubilosa y la etapa siguiente, en la cual sederram la sangre, se desarrolla un episodio curioso. Los jefes de lossocialrevolucionarios de izquierda de Cronstadt slo al llegar al campo de Martese dieron cuenta del enorme carteln del Comit central de los bolcheviques queiba a la cabeza de la manifestacin y que haba hecho su aparicin despus de lapausa ante el palacio de la Kchesinskaya. Impulsados por sus celos polticos,exigieron que este carteln fuese retirado. Los bolcheviques se negaron a ello.Entonces, los socialrevolucionarios declararon que se retiraban. Pero ninguno delos marinos y soldados sigui a los jefes... Toda la poltica de lossocialrevolucionarios de izquierda estaba hecha de vacilaciones caprichosascomo sta, a veces cmicas, a veces trgicas.

    En la esquina de la Nevski y la Liteinaya, la retaguardia de la manifestacin vioseinesperadamente tiroteada. Resultaron heridas algunas personas. En la esquinade la Liteinaya y de la Panteleimonovskaya, el tiroteo fue ms intenso. El caudillode Cronstadt, Raskolnikov, recuerda la impresin que produjo en losmanifestantes la ignorancia de dnde parta el golpe. "Dnde est el enemigo?Desde dnde dispara?" Los marinos cogieron los fusiles y empez un tiroteodesordenado, en que algunos hombres cayeron muertos o heridos. Slo con grandificultad fue posible restablecer algo parecido al orden. La manifestacin se pusonuevamente en marcha a los acordes de las bandas, pero no quedaba ya ni rastrodel estado de espritu jubiloso del principio. "Por todas partes se crea ver elenemigo oculto. Los fusiles no colgaban ya pacficamente del hombro, sino que sellevaban empuados y a punto de disparar."

    Durante el da hubo no pocos incidentes sangrientos en distintos puntos de laciudad. Una parte de estos sucesos hay que atribuirlos a la confusin, a losequvocos, a los disparos hechos al azar, al pnico. Estas casualidades trgicasconstituyen una especie de gasto extraordinario de la revolucin, que es, a suvez, un gasto extraordinario de la evolucin histrica. Pero es incontestable, comose vio en aquellos das, y se confirm posteriormente, que en los acontecimientosde julio, la provocacin sangrienta desempe su papel... "Cuando los soldadosmanifestantes -cuenta Podvoiski- pasaban por la Nevski y los barrios contiguos,habitados principalmente por la burguesa, empezaron a manifestarse sntomasde mal augurio: disparos extraos, hechos no se saba de dnde ni por quin... Enun principio, la perplejidad se apoder de las columnas; despus, los menos

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    firmes y serenos empezaron a disparar a diestro y siniestro, de un mododesordenado." En las Izvestia, peridico oficial, el menchevique Kantorovichdescriba del siguiente modo el ataque de que haba sido vctima una de lascolumnas obreras: "Avanzaba por la calle Sadovaya una multitud de 60.000obreros de numerosas fbricas. Al pasar por delante de la iglesia, se pusieron arepicar las campanas, y como obedeciendo a una seal, desde los tejados de lascasas inmediatas se abri sobre los manifestantes un fuego de ametralladoras yde fusiles, cuando la muchedumbre corri al otro lado de la calle, partieronasimismo disparos de los tejados y las azoteas." All donde en febrero se habaninstalado los "faraones" de Protopopov, con sus ametralladoras, operaban ahoralos miembros de las organizaciones oficiales, los cuales se proponan, no sinxito, sembrar el pnico y provocar colisiones entre las fuerzas militares medianteel tiroteo de los manifestantes. Al procederse al registro de las casas desde dondese haba disparado, se encontraron ametralladoras y, algunas veces, sesorprendi a los que hacan fuego.

    Sin embargo, la causa principal del derramamiento de sangre fueron losdestacamentos gubernamentales, impotentes para dominar el movimiento, perosuficientes para la provocacin. Cerca de las ocho de la noche, cuando lamanifestacin estaba en su apogeo, dos centurias de cosacos se dirigieron conartillera ligera al palacio de Turida, con el fin de protegerlo. Los cosacos, que, alpasar por las calles, se negaban obstinadamente a entablar conversacin con losmanifestantes, lo cual era ya un mal sntoma, se apoderaron, donde les fueposible, de los automviles blindados y desarmaron a pequeos grupos sueltos.Los caones de los cosacos en las calles, ocupados por los obreros y soldados,fueron considerados como un reto intolerable. Todo haca prever el choque. En elpuente de Liteini, los cosacos se acercaron a las masas compactas del enemigo,el cual haba conseguido levantar aqu, en el camino que conduca al palacio deTurida, algunos obstculos. Un minuto de silencio siniestro, interrumpido por losdisparos que parten de las casas cercanas. "Los cosacos abren un fuegograneado -cuenta el obrero Metelev-, los obreros y soldados, distribuyndose enpelotones o de bruces en las aceras, contestan en la misma forma." El fuego delos soldados obliga a los cosacos a retirarse. Al llegar a la orilla del Neva, uno delos caones hace tres disparos -sealados asimismo por las Izvestia-, pero loscosacos, alcanzados por el fuego de fusilara, se repliegan sobre el palacio deTurida. Ua columna de obreros que les sale al encuentro les asesta un golpedefinitivo. Abandonando caones, caballos y fusiles, los cosacos buscan refug