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1 Título del trabajo: FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE VIVIR Y LA SALUD ÉTICA Nombre: Ana María restrepo H. Universidad Pontificia Javeriana Facultad: Filosofía Maestría: Filosofía Bogotá, 2014.

Título del trabajo: FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE

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Título del trabajo:

FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE VIVIR Y LA SALUD

ÉTICA

Nombre: Ana María restrepo H.

Universidad Pontificia Javeriana

Facultad: Filosofía

Maestría: Filosofía

Bogotá, 2014.

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Título:

Filosofía terapéutica: el arte de vivir y la salud ética.

Autora: Ana María Restrepo H.

Trabajo de grado para optar al título de Magistra en Filosofía

Director: Dr. Diego Antonio Pineda

Universidad Pontificia Javeriana

Maestría en Filosofía

Bogotá, 2014.

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 4

Capítulo I. ............................................................................................................................. 11

La filosofía como práctica terapéutica.................................................................................. 11

1. La analogía entre filosofía y medicina .......................................................................... 12

2. Argumentos terapéuticos .............................................................................................. 16

3. La práctica de una filosofía ordenada a preservar la salud del alma ............................ 20

4. La apelación a la “naturaleza” como criterio de discernimiento filosófico ............... 33

Capítulo II. ............................................................................................................................ 39

Las emociones y la salud ética ............................................................................................. 39

1. Objeciones y respuestas en torno a la naturaleza de las emociones .......................... 42

2. La perspectiva aristotélica sobre las emociones ........................................................ 49

3. Las emociones y su relación con las creencias ............................................................. 52

4. Salud ética, eudaimonía y ataraxia ............................................................................... 57

5. La solución estoica al problema de la salud ética ......................................................... 63

Capítulo III. .......................................................................................................................... 71

El modo de vida epicureista.................................................................................................. 71

1. Epicuro y su escuela filosófica ..................................................................................... 72

2. Carácter “dogmático” de la enseñanza filosófica ......................................................... 74

3. Presupuestos teóricos del modo de vida epicureista ..................................................... 80

4. Los argumentos éticos epicureistas ............................................................................... 86

5. La terapia filosófica epicureista .................................................................................... 89

CONCLUSIONES .............................................................................................................. 104

Bibliografía utilizada .......................................................................................................... 112

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Título del trabajo de grado:

Filosofía terapéutica: El arte de vivir y la salud ética.

INTRODUCCIÓN

El propósito de este trabajo es realizar un acercamiento crítico a la concepción de

Martha Nussbaum acerca de la filosofía como una“terapia del deseo”, según ella lo presenta

especialmente en su libro de 1994 La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética

helenística1. Para ello es preciso, sin embargo, remitirse a la defensa del carácter racional

de las emociones que, desde una perspectiva aristotélica, hace la autora en este y otros

trabajos (como Justicia poética y Paisajes del pensamiento), en donde –sobre todo a partir

de la lectura de diversos autores literarios (Charles Dickens, Walt Whitman, etc.)- pretende

dar cuenta de la importancia que las emociones tienen tanto para la conquista de la felicidad

humana como para la construcción de una filosofía que sea a la vez compasiva y solidaria.

1 Aunque el origen de este texto son las Martin ClassicalLectures, pronunciadas por la autora en

1986, el libro como tal fue publicado solamente hasta 1994, como TheTherapy of Desire. Theory

and Practice in Hellenistic Ethics, por Princeton University Press (Princeton, New Jersey,

E.E.U.U.). La traducción al español, de Miguel Candel, fue publicada en 2003 en Barcelona, por

Ediciones Paidós. En el presente trabajo, las referencias se hacen a la versión en español. La versión

en inglés sólo se ha consultado ocasionalmente para resolver dudas de traducción que pudiesen

presentarse.

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Si bien, en su libro, Nussbaum se ocupa de tres escuelas helenísticas (la estoica, la

escéptica y la epicúrea), en el presente trabajo de investigación me limitaréal epicureísmo,

por razones que explicaré más adelante. Aunque los escépticos, y otros autores de esta

época, son ilustrativos de la tendencia general de aquellos tiempos,no voy a detenerme en

ellos, pues mi interés es centrarme exclusivamente en la idea de la filosofía como un modo

de vida ordenado a buscar la salud del alma, asunto que se convierte de suma importancia

en la filosofía de Epicuro.

He elegido este tema porque me interesa particularmente el aspecto médico

(curativo) y terapéutico de la filosofía. Desde esta perspectiva, el diálogo que promueve

Nussbaum entre la filosofía moral de la antigüedad (particularmente la de Aristóteles y los

filósofos helenísticos) y la práctica de la medicina me parece relevante, no sólo como

sustrato de una nueva reflexión bioética, sino como una primera aproximación vital a lo que

sería una nueva filosofía de la cultura política acorde con los tiempos en que vivimos. Se

trata, entonces, de ver la filosofía también como una práctica de sanación: como cura, como

desintoxicación, como terapia, como método para alcanzar el florecimiento humano o

“eudaimonía”, para utilizar el término aristotélico. La práctica del ejercicio filosófico de

carácter terapéutico, tal como nos lo describe Nussbaum en su estudio de las escuelas

filosóficas helenísticas, posibilita el mejoramiento de las condiciones de existencia y

permite a los discípulos comprender, concientizarse de, y criticar, la realidad que les ocupa,

así como implementar herramientas de argumentación racional y lógica por medio de las

cuales “curar” erroresy enfermedades, así como afianzar estilos de vida más sabios, plenos,

saludables y felices.

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Desde el punto de vista de su relevancia social, la “terapia del deseo” que propone

Nussbaum permite ejercer el oficio de la filosofía desde una perspectiva altruista y

humanitaria, de servicio concreto hacia el prójimo y hacia la sociedad. El objetivo de la

filosofía como terapia es aliviar el dolor y sufrimiento humanos, así como propiciar el goce

y los comportamientos “buenos”, “saludables” e “higiénicos”; y la práctica de la filosofía

implica un espíritu de cooperación, solidaridad y servicio. Con las técnicas de la “terapia

del deseo” se busca propiciar en la práctica el bienestar y el desarrollo humano sostenible

tanto a nivel personal como colectivo (comunitario) (Cfr. Nussbaum, 2003, pp. 21-22).

Creo, por otra parte, que los aportes que Nussbaum hace con su llamado a construir

una filosofía a la vez compasiva y solidaria son de especial importancia para la bioética y

biopolítica contemporáneas y, en general, para establecer las condiciones y características

de lo que podría ser una filosofía de la cultura política contemporáneacentrada en la

búsqueda de la felicidad, la paz, el desarrollo y de la calidad de vida para todos los

ciudadanos. En este sentido, me resulta muy pertinente investigar sobre el paralelo que

establece la autora entre la época helenística2 y la época contemporánea: ¿qué nos aporta el

estudio de los clásicos?, ¿qué problemáticas siguen siendo pertinentes para la filosofía

moral moderna, así como para camposcomo la bioética y de la biopolítica

contemporáneas?, ¿qué horizontes y posibilidades se abren para la filosofía a partir de la

analogía con la medicina que recoge Nussbaum de los filósofos de la antigüedad? No podré

por ello desligar mi estudio de la filosofía clásica de la mano de Nussbaum de algunas

2 Al hablar de “paralelo” no pretendo desconocer las inmensas diferencias que existen entre una

época y otra, ni desconocer las inmensas dificultades de trabajar con una época que recorre tantos

siglos y culturas tan diversas como la griega y la romana. La propia Nussbaum da cuenta de estas

dificultades en Nussbaum, 2003, pp. 24-28, e incluso reconoce no haber encontrado una solución

clara y fácil para los diversos problemas que plantea la fijación del ámbito cronológico y cultural

dentro del cual realiza su investigación.

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preocupaciones contemporáneas que surgen del diálogo de ésta con la teoría antropológica

kantiana, la acción comunicativa de Habermas, el liberalismo político de Rawls o la

biopolítica de Foucault, entre otras. En tal sentido, a lo largo de toda la reflexión me dejaré

guiar por preguntas como las siguientes: ¿cuál es la pertinencia del estudio crítico de la

“terapia filosófica” helenística para los desarrollos contemporáneos del conocimiento en los

campos de la ética, la medicina, la psicología, y la cultura política?,¿cómo puede contribuir

ésta a mejorar la metodología pedagógica y terapéutica en filosofía?

Para abordar la problemática planteada, seguiré un plan temático que he dividido en

tres capítulos, cada cual con sus planteamientos específicos y ordenados.

En el primer capítulo me ocuparé de la filosofía como práctica terapéutica,

ahondando especialmente en la analogía, tan común en la antigüedad, entre las prácticas

filosóficas y las médicas, el tipo de argumentos a que dan lugar dichas prácticas y, en

general, el tipo de indagación y de práctica terapéutica a que da lugar una filosofía que

tiene como su finalidad fundamental la preservación de la salud del alma.

En el segundo capítulo conectaré esta visión general sobre la salud del alma como

finalidad de la filosofía con las emociones como formas de conciencia intencional; para

ello, retomaré algunos discusiones de Nussbaum sobre el carácter racional de las emociones

y las relacionaré con su perspectiva aristotélica sobre las emociones como formas de

creencia y juicio, en orden a encontrar la relación que existe entre la visión aristotélica de la

eudaimonía y la búsqueda de la ataraxia tal como se practicaba entre los

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estoicos3.Terminaréeste capítulo con una breve reflexión en torno a la pregunta: ¿en qué

consiste la “salud del alma”?

El tercer capítulo estará dedicado por entero a examinar el modo de vida epicúrea,

según se desprende tanto de la visión que de ella nos ofrece Nussbaum como de la lectura

de algunos textos del propio Epicuro, particularmente la Carta a Meneceo y sus Máximas

capitales.Revisaré las principales características del modo de vida prescrito por la

pedagogía del maestro griego, así como su amor por la naturaleza, los amigos y la infancia;

y el modo como su valoración del camino virtuoso también convive con la sombra de la

muerte en el devenir cotidiano.

La parte conclusiva hará una recapitulación general de los aspectos más importantes

aquí tratados, así como de sus implicaciones, alcances y perspectivas en el mundo actual,

concreto y real. Dejaremos planteadas nuevas preguntas que proyecten nuestra temática

hacia futuras investigaciones factibles.

El objetivo general de este trabajo de grado es el de generar pautas teórico-prácticas,

así como metodológicas, que ayuden en la formulación de un diseño de terapia filosófica

que no sólo dé cuenta de los usos antiguos, sino que también sirva de patrón de innovación

para las indagaciones y quehaceres del mundo contemporáneo en las cuestiones que aquí

nos incumben.Gracias a la labor paciente y erudita de Nussbaum podemos acceder a las

maravillas de la filosofía antigua. Su interés por los clásicos y la sencillez de su escritura

son “gotas de rocío” regeneradoras para vivir mejor en esta época abrumadora y asfixiante.

3Eudaimonía y ataraxia son nociones claves del pensamiento helenístico griego, y por ello será

necesario irlas dilucidando a lo largo del presente trabajo. El camino terapéutico en filosofía

promueve la superación ética y médica del discípulo, así como su conciencia y su dominio

anatómico, emotivo y psicoafectivo.

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Trazar los lineamientos básicos y estructurales de una filosofía ética-médica que sea

capaz de asumir y resolver problemas cotidianos, que promueva la solidaridad, la

compasión y el servicio altruista, también es uno de nuestros objetivos centrales en esta

ocasión. La razón práctica es un legado griego de hace veinticuatro siglos, el cual nos

interesa conservar y potencializar para los usos y necesidades de nuestro quehacer

filosófico moderno.

Esperamos con este trabajo poder contribuir con nuestro “granito de arena” al

universo transformador y creativo del gran edificio del conocimiento humano. El

pensamiento que aquí reconstruimos ofrece horizontes normativos, valorativos,

pedagógicos y terapéuticos que abren nuestra mente y nos empoderan como ciudadanos

globales, como miembros dignos, respetables y útiles de la gran familia de la naturaleza

humana. Nuestra capacidad de servicio está a la disposición de quienes sufren y de quienes

nos necesitan. La función primordial de la filosofía es mejorar la vida de las personas, curar

sus almas y cuerpos de los quebrantos éticos y de salud, ayudando a nuestros clientes y

discípulos a ser más sanos y felices. El aprendizaje del bagaje de herramientas que brinda la

técnica helenística enriquece nuestra labor filosófica, invitándonos a descubrir por nuestra

propia cuenta el camino de la virtud y de la buena vida.

La metodología terapéutica empieza con el trabajo interior y personalizado con el

discípulo-paciente, para proceder a sanarlo y empoderarlo como “médico de sí mismo”.

Cuando logra estar curada, la persona puede entonces devolver los favores recibidos y

convertirse en una persona útil, al servicio de su comunidad y de la gente que requiere de su

ayuda.La filosofía compasiva y solidaria presente en La terapia del deseo es un aporte de

gran valía para los desarrollos contemporáneos en cultura política.

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Quiero agradecer a mis maestros de Filosofía Dra. Ligia Galvis, Dr. Guillermo

Hoyos (Q.E.P.D) y Dr. Diego A. Pineda por su amable y valiosa colaboración. Su docta

guía me ayudó a crecer como persona y como profesional, y sus sabios consejos me

enseñaron a querer y respetar el arte filosófico, conservando siempre una actitud crítica,

rigurosa y reflexiva. También quiero extender mis agradecimientos a mis amados padres,

quienes me han apoyado también con su afecto y sabiduría a lo largo del proceso

académico que concluye con el presente trabajo de grado; por mediodel cual pretendo optar

por el título de Magister en Filosofía.

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Capítulo I.

La filosofía como práctica terapéutica

Hay, te lo aseguro, un arte médico para el alma.

Es la filosofía, cuyo auxilio no hace falta buscar,

como en las enfermedades corporales, fuera de

nosotros mismos. Hemos de empeñarnos con

todos nuestros recursos y toda nuestra energía

en llegar a ser capaces de hacer de médicos de

nosotros mismos.

Cicerón

Martha Nussbaum, filósofa norteamericana contemporánea, se remonta a la

antigüedad clásica para estudiar tres escuelas helenísticas de pensamiento (la epicúrea, la

escéptica y la estoica) cuyo legado teórico y práctico sirve como “cuerpo” argumentativo

para sustentar las ideas contemporáneas en filosofía ética que la autora pretende defender;

la autora complementa su análisis con el estudio de algunos aspectos de Aristóteles

concernientes al tema en cuestión. A nivel práctico, las tres escuelas helenísticas, tanto en

Grecia como en Roma, coinciden en aplicar como propósito de su quehacer filosófico la

analogía médica. La clave de esta metodología teórico-práctica es el uso aplicado a casos

concretos de la argumentación racional, y por lo tanto, científica.

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1. La analogía entre filosofía y medicina

La analogía entre las dos disciplinas arriba mencionadas estuvo en boga durante el

periodo clásico helenístico, y casi todos los filósofos griegos la adoptaron como principio

guía de su quehacer al servicio de la comunidad. Sócrates, Platón, Aristóteles, los

epicúreos, los escépticos y los estoicos hicieron de ella un punto de referencia de su

racionalidad práctica. La filosofía debía ser para ellos curativa y terapéutica, pues debía ser

capaz de resolver problemas reales en casos concretos.

De dicha práctica “existencial” surge el célebre proverbio: “mente sana en cuerpo

sano”. La armonización entre una y otro busca potencializar la calidad de vida de los seres

humanos, empoderarlos en el juego de la cultura política y acercarlos a la experiencia del

“florecimiento humano” o “eudaimonía”. La armonización entre cuerpo y alma implica

conceptos como sintonía, comunicación, equivalencia, equilibrio, justo medio,

compatibilidad, adecuación, entre otros.

Así, por ejemplo, el “Conócete a ti mismo” socrático dio paso al desarrollo de

terapias diversas y complementarias, las cuales coincidieron en un objetivo común: la

búsqueda de la salud, de la bondad, de la verdad, de la felicidad del alma. También los

escépticos se presentaron como “sanadores del alma”, pues eligen para cada discípulo los

argumentos más adecuados y eficaces para curar su enfermedad. Igualmente los estoicos

hacen vigorosamente suya la concepción escéptica, desarrollando la analogía entre filosofía

y medicina hasta el último detalle.La filosofía es el arte de vivir, propio del alma. Cada

cual, tanto discípulo como maestro, ha de encontrar su propio camino, su propio código

ético. Lo importante es que los diferentes discursos razonables que componen la diversidad

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humana estén conformes con normas generales válidas para todos, o al menos para una

mayoría social.

El principal supuesto de la “terapia del deseo” es, entonces, la analogía médica.

Dicha analogía, aunque sea válida en algunos aspectos, no lo es en otros, pues no todos los

procedimientos o metodologías médicas son aplicables en filosofía. Nussbaum hace un

recuento de las herramientas médicas adoptadas por la terapia del deseo durante el periodo

clásico griego en provecho de una filosofía ética-médica que logró altos niveles de

sofisticación y eficacia curativa. Las verdades científicas universales son curativas en gran

número de casos, y logran eliminar dolencias, enfermedades, errores y males de la vida de

los pacientes. La metodología de la “terapia del deseo”, legado de los pensadores clásicos

griegos,es la expresión de una filosofía eficaz, eficiente, realista, y por lo mismo, muy

apreciada en su época.

La tendencia helenística valora tanto la teoría como la práctica. Es más, le gusta

enfatizar en la preeminencia de la última. Esta concepción terapéutica de la tarea filosófica

es común a las tres grandes escuelas helenísticas; y también este “état d´esprit” es

compartido por Aristóteles. Las tres aceptan como adecuada la analogía entre filosofía y

medicina, aunque haya algunos puntos en que éstas disciplinas divergen.

La investigación, así como la innovación y la creatividad en nuestra disciplina,

están, en la época helenística, condicionadas por un objetivo general común: curar la

enfermedad del alma del discípulo, eliminando los errores presentes en el discurso del

mismo. Con frecuencia estos errores provienen de creencias falsas de la sociedad, las cuales

se infiltran en el status quo, generando malestar y corrupción. El objetivo de la terapia

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filosófica es deshacer trabas y aliviar trabas y dolores: la salud ética y psicomédica se

alcanza con esfuerzo, disciplina y paciencia.

La filosofía entendida con criterios médicos se ocupa tanto de creencias como de

emociones o pasiones. Una de las razones por las que los pensadores helenísticos creen que

la filosofía es el arte mejor equipado para tratar con las enfermedades humanas es que creen

que la filosofía- el razonamiento y la argumentación- es lo que se necesita para diagnosticar

y modificar las pasiones. La terapia del deseo es también, en este sentido, una terapia de la

emoción. “Así, la filosofía médica –dice Nussbaum-, aunque comprometida con el

razonamiento lógico y con rasgos propios del buen razonar tales como la claridad, la

coherencia, el rigor y la generalidad, necesitará a menudo buscar técnicas más complicadas

e indirectas, psicológicamente más estimulantes que las propias del argumento deductivo o

dialéctico convencional”(Nussbaum, 2003, p. 59).

Tanto Aristóteles como las escuelas helenísticas sostienen que muchas, si no todas,

las pasiones se basan en creencias que no surgen de manera natural, sino que las conforma

la sociedad. Son, en efecto, parte integrante del tejido de las convenciones sociales, pues,

como bien dice Nussbaum,“las pasiones están hechas de creencias y responden a

argumentos. La argumentación, de hecho, es precisamente la manera justa de abordarlas”

(Nussbaum, 2003, p. 64). No hay ningún elemento del yo que sea refractario al discurso

racional. Las tres escuelas helenísticas tienen como objetivo la mejora de la vida humana

por medio de la erradicación de los vicios y errores que permean la sociedad; y desarrollan

procedimientos y estrategias que buscan la eficacia individual así como la creación de una

comunidad terapéutica.

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También Aristóteles acepta y desarrolla ampliamente la idea de que la filosofía ética

debe asemejarse a la medicina en su dedicación al fin práctico de mejorar las vidas

humanas.“Aristóteles y los filósofos helenísticos –dice Nussbaum- participaban de una

cultura común que […] entendía la indagación ética de una determinada manera, como una

búsqueda de la eudaimonía”(Nussbaum, 2003, p. 67, n. 35).Aristóteles, al igual que las

escuelas helenísticas, también acude a la analogía médica, argumentando que, en ciertos

casos, es útil para fines éticos y curativos, pero en otros puede inducir a error.

La analogía médica sirve en filosofía ética para tratar las “enfermedades” del

pensamiento, del juicio y del deseo. Por “enfermos” se entienden los juicios catalogados

como corruptos, decadentes, malos, injustos, erráticos. El criterio de ordenamiento de los

juicios entre “buenos” y “malos” es el sentido común, la capacidad de razonar compartida

por todos, el “logos” que rige la conciencia de un pueblo o de una comunidad dadas. Ese

logos, para ser legítimo y tener validez, tanto en los casos generales como en los

particulares, debe corresponder con los principios rectores de la razón a priori y, a su vez,

debe también ser avalado por la mayoría de las personas pertenecientes a la comunidad en

cuestión.

Para que sea curativo, un determinado logos o discurso debe ser políticamente

correcto y, al mismo tiempo, debe ser aceptado sinceramente por el criterio personal del

discípulo o paciente. La verdad es terapéutica; la mentira o falsedad enferman, corrompen

el alma humana. Mientras más coincidan la convicción colectiva y la certeza individual

sobre la validez lógica y real de un determinado discurso argumentativo, más saludable,

poderoso y legítimo es dicho discurso o logoi. El logos es lenguaje compartido. Para que

sea curativo, un determinado logos o discurso debe ser terapéutico, acorde a la recta razón,

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a la compasión y a la solidaridad. También ha de ser aceptado dicho logoi o remedio por el

criterio, así como por la convicción personal e interna del discípulo, quien debe aceptar

aplicarlo con honor y convicción, con el fin de modificar su vida para curarla y mejorarla.

La analogía entre el logos (lenguaje racional y/o razonable) y el tratamiento médico

es antiquísima y está muy arraigada en el discurso griego sobre la personalidad y sus

problemas. “Desde Homero en adelante -dice Nussbaum- encontramos, a menudo y de

manera destacada, la idea de que el logos es a las dolencias del alma lo que el tratamiento

médico es a las dolencias del cuerpo” (Nussbaum, 2003, p. 76). Las enfermedades del alma

se curan por medio de la palabra sanadora, la cual los pensadores helenísticos llamaban

logos o logoi.

2. Argumentos terapéuticos

Los logoio argumentos4son la principal medicina con la que cuenta la filosofía para

curar los males que aquejan al paciente;y las palabras sabias tienen el poder de curar la

psyché, el alma, y generar en el paciente una más amplia conciencia de su propio yo. En tal

sentido, es posible hablar de argumentos que sean terapéuticos, tanto por su intención

curativa como por ciertas características de su formulación. Pero, ¿cómo son dichos

argumentos? Nussbaum nos ofrece al menos las siguientes características de estos

argumentos terapéuticos (Cfr. Nussbaum, 2003, pp. 72-73):

4 El término griego logos, que se suele traducir como “razón”, “lenguaje” (y que puede significar

también “discurso”, “palabra”, “relato”, etc.) se puede traducir, en ciertos contextos, como

“argumento”.

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1. Tienen una finalidad práctica, pues buscan hacer mejor al discípulo y pueden

valorarse en función de su contribución a tal fin.

2. Son argumentos relativos a valores, pues en algún nivel responden a profundos

deseos o necesidades del paciente y, a su vez, deben valorarse en función de su

éxito al respecto.

3. Responden a cada caso particular: el buen argumento médico responde a la

situación y a las necesidades concretas del discípulo.

4. Tienen por objeto la salud del individuo como tal, más que de la comunidad o del

individuo como miembro de la comunidad.

5. En el argumento médico, el uso de la razón práctica es instrumental.

6. Tienen las virtudes típicas de todo buen argumento: coherencia, claridad de las

definiciones, ausencia de ambigüedad.

7. En la construcción del argumento se da una asimetría de funciones entre médico y

paciente, entre autoridad experta y sujeto obediente de la autoridad.

8. El maestro no favorece el examen dialéctico abierto a concepciones alternativas. Su

diagnóstico y su tratamiento son aceptados como verdad científica: esa es la

condición de su poder curativo5.

9. El discurso médico suele ser “autoencomiástico”, pues le recuerda al paciente el

bien que le está haciendo y fomenta el optimismo sobre la eficacia de la cura.

También aquí la actitud crítica es sana y necesaria.

5 Esta característica propia de los argumentos médicos, y necesaria para lograr eficacia, tiene el

peligro de caer en el dogma o la arbitrariedad. Es importante tener en cuenta la actividad autocrítica

y autorreflexiva, así como la retroalimentación activa con la comunidad de expertos, y con la

experiencia de los pacientes que practican el tratamiento en cuestión.

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10. Tienen como objetivo general la búsqueda de una buena vida y de la liberación del

sufrimiento.

Los argumentos terapéuticos de las escuelas helenísticas estudiadas por Nussbaum

constituyen una metodología sofisticada, de corte pragmático, realista y utilitarista, que

sustenta la eficacia de la terapia del deseo. La valoración de cada argumento concreto debe

atender no sólo a la forma lógica y a la verdad de las premisas, sino también, y

principalmente, a su capacidad para curar las dolencias específicas del paciente en

tratamiento. La veridicción (validación de su “verdad” y de su funcionalidad) de una

premisa terapéutica se realiza a cabalidad en la aplicación práctica. De su idoneidad y

eficacia para curar dependen su verdad científica y su pertinencia teórica. Un argumento

filosófico eficaz ha de arrastrar a su audiencia a la práctica; además de ser preciso y

lógicamente riguroso, debe adecuarse a las necesidades de quienes lo escuchan, resalta

Nussbaum. A su vez, la perspectiva pedagógica y la terapéutica se fusionan en un solo

objetivo común: la curación del individuo por medio de la disciplina filosófica.

El remedio logoi cura de la siguiente manera: debe ser aceptado sinceramente por el

criterio personal del discípulo o paciente. Éste se deja auscultar por el médico, le cuenta sus

cuitas, escucha lo que el médico-maestro le diagnostica y formula, y luego sigue al pie de la

letra la fórmula médico-filosófica que le ha sido recetada para curar su enfermedad. Por

ello, tanto “la confesión” del paciente como la honestidad profesional del maestro-terapista

son piezas de trascendencia para el funcionamiento científico y objetivo del proceso

terapéutico. Mientras más personas estén a favor de un logoi más legítimo y,por lo mismo,

eficaz será éste.

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El logos terapéutico es presentado por los filósofos griegos como un poderoso

remedio para las dolencias del alma. Las enfermedades en cuestión son con frecuencia

enfermedades consistentes en emociones inadecuadas o debidas a mala información. El

logos (lenguaje racional o de carácter filosófico) desempeña un papel curativo real y sana

gracias a su compleja relación con el intelecto y las emociones.

El discurso de carácter filosófico comprende argumentos específicos de lógica

rigurosa, razonamiento secuencial, clara definición de los términos. La filosofía guía al

discípulo acerca de la “técnica de la vida”. El logos filosófico se opone a la superstición y a

la religión popular; su discurso es de índole científica. Aunque, para la “terapia del deseo”,

las especificidades del caso particular priman en la manera en que se aplican e interpretan

las reglas generales que constituyen a la ética y a la medicina; filosóficamente hablando, la

verdad universal prima en la medida en que fortalece y potencializa la actividad científica.

Lo común y compartido entre todos los casos individuales es lo que dinamiza el poder

curativo “real” de la filosofía ética médica.

El arte crítico del discurso racional es el arte de la filosofía. El arte de argumentar y

el discurso crítico acerca de la calidad de los argumentos hacen de la filosofía la madre de

todas las ciencias y le otorgan un poder curativo y transformador. Ella permite a las

personas que la practican tener mayor control sobre sus vidas. Así,“los logoi, como los

medicamentos-como dice Gorgias en su Elogio de Helena-, tienen el poder de „poner fin al

miedo y eliminar la congoja, engendrar alegría y aumentar los sentimientos de

camaradería‟” (Citado según Nussbaum, 2003, p. 78). A los logoi se les exige eficacia tanto

teórica (racional) como práctica (instrumental). Gracias a los logoi, el alma del paciente se

empodera y logra domesticar las pasiones y dolencias de su cuerpo. “Los logoi éticos –dice

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Nussbaum- se diferencian del tratamiento médico en que entrañan un discurso recíproco en

el que el discípulo no recibe órdenes de una autoridad ni es manipulado mediante tácticas

coercitivas, sino que es intelectualmente activo por sí mismo” (Nussbaum, 2003, p. 101). El

alma inteligente cura, moldea y dirige su propio cuerpo. La lógica ética fomenta la

autonomía y las libertades de la persona, así como su sentido de la responsabilidad y del

deber. Cada individuo debe encontrar su propio camino ético, su lógica personal del “buen

vivir” y del “buen actuar”, realizando un balance entre los diversos factores que determinan

su vida individual.

Los argumentos terapéuticos son las herramientas más eficaces, junto con el arte de

la “práctica”, para lograr sanar nuestras heridas, enmendando errores lógicos y

conceptuales. La filosofía tiene la función de comprender y transformar la realidad, para

mejorarla. El uso adecuado de nuestra facultad de razonar, en armonía con otras facultades

que nos son dadas como la inteligencia cognitiva, la emocional y la imaginación, nos

permiten potencializar nuestra “performancia” como animales políticos, y como miembros

dignos de la gran familia que constituye la naturaleza humana. La filosofía ética helenística,

que rescata Nussbaum de las fauces de la historia, nos remonta a un pasado idílico de

sabiduría, democracia y calidad de vida.

3. La práctica de una filosofía ordenada a preservar la salud del alma

Sugiere Epicuro, siguiendo la analogía médica, que la utilidad de la filosofía

consiste en erradicar el sufrimiento del alma y en curar su enfermedad. Para ello hay que

empezar haciendo de médicos de nosotros mismos; es decir, es preciso ser capaces de

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21

realizar un auto-diagnóstico para ubicar nuestras fortalezas y debilidades, de identificar

nuestras fallas,así como lo que nos perturba o es nocivo para nuestra salud, y sobre todo de

determinarlo que queremos cambiar en nosotros. Con la disección de los males que afectan

tanto a nuestra cotidianidad como a nuestro comportamiento podemos tomar conciencia del

camino a seguir para curarnos.

Por otra parte, es importante que el discípulo o paciente vaya adoptando una

autonomía terapéutica, cognitiva e intelectual con relación al proceso filosófico y a su

metodología. Así, puede ejercer la crítica con relación a la labor profesional efectuada por

el médico-maestro, y este feedback potencializa las posibilidades de éxito del tratamiento.

El paciente, para curarse, debe tener la voluntad de lograrlo, controlando y monitoreando,

gracias al adecuado uso de la razón, las etapas, metodologías y discursos argumentativos

que constituyen el programa terapéutico y/o pedagógico diseñado por el líder para su caso

específico. Para curarse, el paciente debe fortalecer su deseo, su voluntad, así como la

conciencia racional de su propio yo, la cual se va perfeccionando el desarrollo del proceso y

colabora para que éste sea exitoso.

El psiquismo humano, gracias a la terapia filosófica en cuestión, despierta de su

letargo, se vuelve autoconsciente, crítico de sí mismo y de los demás. Su poder de decisión

y de acción mejora tras el proceso terapéutico: el sujeto aprende a controlar, conocer y

manejar sus emociones, según sus propios intereses y, también, teniendo en cuenta los

intereses del grupo al cual pertenece. El resultado, tras asumir un proceso terapéutico de

esta envergadura, ha de ser una voluntad depurada y clarificada con respecto a lo que

siente, así como una capacidad de pensamiento racional y práctico.

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22

En la Grecia clásica, la filosofía medicinal se ejercía en las aulas, pero también

podría practicarse fuera de ellas. Sin embargo, su énfasis académico es fundamental para

poder comprender su capacidad curativa. La enseñanza filosófica transmite una tekhné cuyo

dominio es inseparable de la posibilidad de curación definitiva. El filósofo médico ha de ser

muy diestro en su propia autocuración, antes de empezar a curar a sus pacientes. El maestro

o docente en filosofía puede asumir también, si recibe la preparación adecuada, la función

de terapista y de doctor del “alma”.

La filosofía helenística aplica la metodología de los “argumentos terapéuticos”,

buscando como finalidad última ser ética y útil a nivel pragmático.Su pregunta fundamental

es la siguiente: ¿cómo pensar correctamente para lograr un comportamiento ético que nos

brinde salud y felicidad?En esta época existe la creencia común de que la filosofía es una

actividad que asegura una vida floreciente (eudaimon) por medio de argumentos y

razonamientos, o como dice Nussbaum, “un amplio y profundo acuerdo en que la

motivación fundamental para filosofar es la perentoriedad de aliviar el sufrimiento humano

y que el objeto de la filosofía es el florecimiento humano, o “eudaimonía” (Cfr. Nussbaum,

2003, p. 35)6.

Ahora bien, ¿cómo ayudarnos a nosotros mismos a encontrar la eudaimonía, para

luego ser capaces de ayudar también a los demás en su conquista de la felicidad? ¿Cómo

lograr dicho propósito por medio de la filosofía? Lo primero es el diseño conceptual y

metodológico de proyectos concretos de “salud humana”. Estos pueden desarrollarse dentro

del marco de la academia, del consultorio clínico, del mercado, de las políticas públicas,

6“Eudaimonía” es una palabra griega que se suele traducir como “felicidad”. También significa:

florecimiento humano, realización y plenitud del ser. La eudaimonía es considerada como fin

último de la vida humana y de las acciones éticas.

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23

entre otros posibles escenarios de intervención propios de la filosofía médica. La

interacción dinámica entre teoría y práctica potencializa la eficacia y el sentido de la

“terapia del deseo”.

Las dinámicas terapéuticas pueden ser motivadas tanto por el lucro como por la

compasión; lo importante es que respondan a determinados parámetros éticos y normativos

que aseguren su buen funcionamiento. “La filosofía –indica Nussbaum- cura enfermedades

humanas, enfermedades producidas por creencias falsas. Sus argumentos son para el alma

como los remedios del médico para el cuerpo. Pueden curar y se han de valorar en función

de su capacidad de hacerlo” (Nussbaum, 2003, p. 34).Las principales herramientas con las

que cuenta el arte de la filosofía para lograr su propósito terapéutico son cuatro: (1) los

argumentos; (2) el razonamiento preciso; (3) el rigor lógico; y (4) la precisión de las

definiciones.El procedimiento científico de la filosofía helenística responde a un paradigma

que defiende la salud sobre la enfermedad, el bien sobre el mal, el florecimiento humano

sobre la decadencia o la corrupción.

El proceso curativo es periódico y sostenible, y es deseable que no termine sino con

la muerte. Ahora bien, existen diferentes niveles de aprendizaje de la disciplina filosófica; y

el discípulo va ganando maestría, destreza, y por lo mismo, autonomía, en la medida en que

avanza en su investigación y en su proceso curativo. La capacidad autocurativa y crítica es

indispensable para el éxito del tratamiento. El maestro es un facilitador, un tipo de

“chamán”; el paciente es responsable y vigía de su propia curación, así como del

restablecimiento y manutención de su salud ética.

Los problemas que trata la terapia del deseo se manifiestan y resuelven en la

dimensión de lo cotidiano, y se van manifestando según una continuidad histórica. El

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24

trabajo con la biografía y con el reloj biológico del paciente son herramientas valiosas, así

como ejercicios relacionados con la memoria, la fantasía, la imaginación y la vida

emocional. El análisis y valoración de los discursos manejados por los pacientes se efectúa

desde parámetros de racionalidad y razonabilidad válidos y sustentables para la filosofía de

aquella época.

La autonomía, la independencia, la libertad, la responsabilidad, son todas estas

virtudes que favorecen un mejor dominio de la salud y de la calidad de vida. Un sabio

empieza conociéndose a sí mismo, para poder lograr un pensamiento objetivo-científico,

sin perder de vista su propia perspectiva. La ética helenística utiliza tres ideas principales y

recíprocas entre ellas en el proceso de investigación terapéutica, las cuales permiten

analizar la información brindada por el discípulo. Estas son (Cfr. Nussbaum, 2003, p. 52):

1. Un diagnóstico provisional de la enfermedad, de los factores, de las creencias

socialmente inducidas que más contribuyen a impedir la buena vida de la gente.

2. Una norma provisional de salud: una concepción general y abierta de lo que es una

vida humana floreciente y completa.

3. Una concepción del método y los procedimientos filosóficos adecuados.

Las visiones filosóficas helenísticas articulan concepciones integrales mediante la

combinación de estos tres elementos.

Las enfermedades que esta filosofía saca a la luz son, ante todo, enfermedades de la

creencia y del juicio. Identificar estas enfermedades y “sacarlas a la luz” es dar ya un gran

paso hacia su eliminación. El reconocimiento del error está íntimamente ligado a la

aprehensión de la verdad. Teoría y práctica van de la mano y se determinan mutuamente en

el quehacer filosófico. “[…] la concepción de la tarea del filósofo –agrega Nussbaum-

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como actividad médica hace de la compasión y el amor a la humanidad rasgos

fundamentales de aquella […]. El único sentido de la investigación médica es la cura. Así

también, el único sentido de la filosofía es el florecimiento humano”(Nussbaum, 2003, p.

58).

La terapia del deseo debe encontrar maneras de profundizar en el mundo interior del

discípulo, utilizando ejemplos llamativos, técnicas narrativas, estímulos para la memoria y

la imaginación, entre otros mecanismos terapéuticos. La metodología helenística fomenta

los recursos de la narración, la memoria y la conversación amigable para llegar a una visión

más compleja del bien. La filosofía reflexiona sobre el mundo. Hace teoría crítica. Los

pensadores helenísticos detectan defectos en la sociedad como la intolerancia, la falta de

reflexión y el exceso de afán competitivo, y tratan de corregirlos en la formación que le

imparten a sus discípulos. La filosofía entendida con criterios médicos y psicológicos, en el

caso de las escuelas helenísticas, se ocupa principalmente de creencias, de emociones o

pasiones, de razonamientos y argumentos terapéuticos.

Una de las razones por la que estos filósofos aseguran que la filosofía es el arte

mejor equipado para tratar con las enfermedades humanas es que ellos creen (y están

convencidos de que esto es así) que la filosofía- el razonamiento y la argumentación- es lo

que se necesita para diagnosticar y modificar las pasiones. El uso de la recta razón, acorde

con la personalidad de cada cual, tiene el poder terapéutico de curar los males ético-

médicos tanto del cuerpo como del alma. El análisis y el control racional de las emociones

es de gran ayuda para lograr una terapia filosófica exitosa. El agente puede ser tanto un

terapista-maestro calificado, como la persona misma, siempre y cuando también esté

debidamente preparada en la metodología de “la terapia del deseo”, y tenga entonces la

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26

idoneidad suficiente para hacer de médico de sí mismo. La autonomía crítica en estas

cuestiones es de vital importancia.

Otro aspecto a fortalecer con la terapia del deseo es la capacidad de argumentar y de

razonar en provecho propio, así como en provecho de la colectividad de la cual nos

sentimos parte, y a la cual en realidad pertenecemos. La filosofía de la cultura política

necesita de la terapia filosófica para funcionar adecuadamente. Relaciones humanas

terapéuticas, higiénicas y sanitarias son más “felices” y “performáticas” a nivel político y a

nivel ético. No hay ningún elemento del “yo” que sea refractario al discurso racional. Al

contrario, éste se empodera y configura gracias al trabajo cotidiano del arte de razonar.

Lo que hemos dicho en este primer capítulo, y hasta aquí, nos sirve para recapitular

las principales ideas filosóficas que los pensadores helenísticos nos dejaron como legado

sobre la salud del alma. Ordenar dichas ideas es el primer paso.

a) Un buen filósofo necesita una escuela donde ejercer su oficio y enseñar a sus

discípulos.

b) Para que haya terapia en una sesión de filosofía se debe respetar metodológicamente

la pedagogía de la analogía médica.

c) Los discípulos deberán seguir con atención las enseñanzas de sus maestros,

memorizarla y ser capaces de ejercer juicios críticos y argumentativos de carácter

razonable sobre dichas enseñanzas filosóficas.

d) El terapista-maestro será el encargado de liderar un proceso pedagógico y

terapéutico con sus alumnos, de duración pactada entre ambas partes, con objetivos

terapéuticos y educativos claros y distintos.

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e) |El discípulo emprenderá durante el proceso un viaje a su propia interioridad

0sicológica, durante el cual aprenderá a conocer y controlar tanto su vida emotiva

como su cuerpo y su pensamiento.

f) El discípulo es co-artífice de su propia curación, en la medida en que logra

desarrollar las competencias requeridas para poder hacer de médico de sí mismo.

g) Los logoi, también conocidos como argumentos terapéuticos, son los remedios que

utiliza la filosofía para curar el alma de las personas.

Aplicar todas las ideas anteriores en nuestra filosofía de vida, y tenerlas en cuenta

para su uso en nuestra experiencia cotidiana, nos ayuda a curar nuestras heridas, males y

enfermedades, y a obtener la salud ética, así como la salud del alma. La práctica de una

filosofía y de un estilo de vida ordenados es fundamental para lograr tener éxito en nuestros

propósitos terapéuticos.

4. La indagación ética como práctica terapéutica

La ética y la medicina son ambas disciplinas profundamente conectadas con la

subjetividad de la condición existencial propia del paciente o cliente; en ellas, cada caso

particular es único. Allí también se procede primero con el análisis empírico del caso

concreto, para luego relacionarlo con otros casos parecidos; y, finalmente, se buscan

normas y reglas generales, relativas y pertinentes al estudio de caso que ocupa al

investigador-docente-terapista. Además, la pretensión misma del arte médica, la de curar,

no puede ser desvinculada de la búsqueda de un sentido de lo que es mejor o peor para una

cierta vida humana, pues la salud no es tampoco algo ajeno a la búsqueda de una vida

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28

buena7. Como bien dice Nussbaum, “la medicina parece ser, por su propia naturaleza, un

arte comprometida, inmersa en la realidad, un arte que actúa en pragmática colaboración

con aquellos a los que trata. Se toma muy en serio sus sufrimientos y placeres, su propio

sentido de dónde radican la salud y el florecimiento. Su aspiración es curar; esa aspiración

no puede separarse nunca completamente del sentido de lo mejor y lo peor que tienen sus

pacientes” (Nussbaum, 2003, p. 41).

El conocimiento científico tiene como reto sustentar criterios objetivos de verdad,

de rigor, de coherencia y de claridad, los cuales le permiten construir una racionalidad

legítima para su campo de acción, y ser eficaz y eficiente. La razón propia del discurso

científico, una razón validada gracias a la reflexión histórica, la lógica y el consenso,

permite distinguir la diferencia entre bien y mal, salud y enfermedad, acierto o error, cura o

corrupción. Sin criterios objetivos y racionales de veridicción lógica y pragmática no hay

ciencia seria. La hermenéutica (razón discursiva, histórica y psicológica) generada por la

narrativa propia del sujeto-paciente (discípulo o cliente), quien describe su caso y señala

sus males y dolencias, actúa en consonancia con la lógica de la metodología disciplinar que

aporta el agente o terapista. La conciencia emocional, la reflexiva y la crítica son

importantes para el éxito del tratamiento, y cada cual aporta su parte respectiva. La

curación, por su parte, es un criterio “negociable”entre ambas partes. Dicho proceso es una

relación comunicativa, transaccional, psicoafectiva, pedagógica, terapéutica, y, en términos

generales, filosófica.

7 Dice al respecto Nussbaum: “La salud no es algo que exista allá en el cielo, completamente aparte

de la gente y de sus vidas. No es un puro ser aparte del devenir del paciente. Es una parte

constitutiva de la forma de vida de una especie viviente; y es, por tanto, la forma de vida de la

especie, así como las experiencias asociadas a ella, lo que el médico debe tener en cuenta al

elaborar una norma” (Nussbaum, 2003, p. 41).

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29

Además de lo subjetivo y de lo cognitivo, influyen en la objetividad científica

racional factores antropológicos, sociales y culturales; aspectos que Nussbaum llama de

“carácter valorativo”. Por ello, la filosofía contemporánea, teniendo en cuenta el carácter

perspectivístico de la verdad denunciado por Nietzsche, prefiere usar el término “racional”

para los discursos abstractos y generales de la razón pura y el término “razonable” para los

discursos hermenéuticos más aplicados y concretos.

En la cultura occidental, la buena salud implica altos y sostenibles niveles de

calidad de vida, bienestar, placer, higiene, realización personal, prosperidad económica,

entre otros factores. La “eudaimonía”o “florecimiento humano” tiene, desde la antigüedad

helenística, una importancia capital en la conceptualización de lo que se considera como

“vida buena” y “buena salud”. El desafío de la medicina es siempre el de conectar con los

deseos y necesidades más profundos de la gente y con su sentido de lo que es importante.

Por ello, debe respetar profundamente la palabra o voluntad auténtica del paciente, sin por

ello dejar de brindarle las herramientas y tratamientos que la ciencia pone a su alcance para

curar lo que es considerado objetivamente y por consenso como “enfermedad”. La misión

tanto de la ética como de la medicina consiste en curar la enfermedad y el mal, los cuales

son considerados como “fenómenos erráticos”, alejados de la recta razón. Ambas

disciplinas, desde los griegos, comparten también un objetivo sustancial común: la vida

buena. El amor propio, la autoestima, la autoconfianza, son emociones claves, las cuales,

bien conducidas por medio de una correcta racionalización, ayudan a encontrar el camino

eudaimónico y virtuoso.

La ética y la medicina comparten el requerimiento epistemológico de encontrar

objetividad y construir ciencia, a partir del tratamiento de casos concretos y particulares.

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Ambas son ciencias aplicadas que se desarrollan en el campo de la experiencia cotidiana y

real. La subjetividad, por su parte, es un terreno de estudio rico en información, propio del

campo de la terapia cognitiva y psicológica que aquí nos proponemos estudiar, legado de

los griegos de la época helenística.

El discípulo-paciente es libre y responsable tanto en su proceso formativo como en

su terapia. El maestro-terapista actúa como un facilitador y como un transmisor de

conocimiento y de metodología práctica. La indagación ética “experiencial” se efectúa de

ambos lados del “tablero de estudios” y del “diván” psicomédico. Dicha indagación se

institucionaliza entre los antiguos helenísticos como una práctica terapéutica propia de la

“terapia del deseo”. La salud ética tanto de médico como de paciente es producto de dicha

indagación.

Para Aristóteles y los estoicos, la indagación ética es dialéctica y democrática. Para

Epicuro, en cambio, es naturalista, hedonista e individualista. Pero todos están

comprometidos con el encuentro fructífero y filosófico entre ética y medicina. Hace dos mil

cuatrocientos años, los griegos sorprendieron al mundo civilizado con sus proezas

intelectuales y humanas, en pro del bienestar humano, de su dignidad y de su calidad de

vida. “La terapia del deseo” es un aporte valioso, arcaico y pionero en la consolidación de

los derechos humanos de nuestra especie. Su perspectiva terapéutica y pedagógica es uno

de los primeros y más antiguos legados del pensamiento humano a la filosofía de la mente,

de la medicina, de la ética, y en general, a la teoría del conocimiento.

La indagación ética es una práctica terapéutica bastante difundida entre las escuelas

de pensamiento helenísticas de la antigua Grecia. Su legado nos es muy útil en la

actualidad, sobre todo en nuestra realidad colombiana, herida y maltrecha por tantos años

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de violencia ininterrumpida. “La terapia del deseo” es una herramienta de la filosofía

práctica que ayuda a las personas a curar sus males, a encontrar el camino virtuoso en sus

vidas, a ser mejores personas, eudaimónicas y ataráxicas. Sólo se les pide interés y

compromiso con la disciplina, así como con la gestión de sus propias vidas. La terapia

filosófica es una metodología que aporta calidad de vida, salud, bienestar y competitividad

a las personas que la practican con rigurosidad y compromiso crítico.

Aristóteles, en el libro II de su Etica nicomaquea, insiste en el carácter pragmático y

realista de la investigación ética. La compara con la medicina y el pilotaje, en donde priman

“la oportunidad del momento” así como los casos particulares sobre los hipotéticos. Al

filósofo no le interesa definir la virtud sino realizarla, ponerla en práctica. Aunque el primer

paso es necesario para lograr lo segundo. Si no entiendo el concepto no soy capaz de

llevarlo a cabo con idoneidad. La adecuación entre teoría y práctica es un requisito

indispensable de la actividad científica. La terapia filosófica de nuestros maestros

helenísticos, en especial la de Epicuro, genera una conciencia hedonista, naturalista,

afianzada en la subjetividad del sentido común. El arte de curar, así como el arte del

pilotaje implican el desarrollo de un instinto agudo e inteligente, así como un compromiso

de cuerpo y alma con la acción presente. El animal humano ha de ser hedonista, prudente,

autosuficiente y razonable para alcanzar la felicidad del sabio.

El Estagirita también se refiere a la búsqueda del justo medio y de la moderación

como criterios filosóficos adecuadosen el ejercicio de los placeres y de las virtudes. El

humanismo utilitarista de Nussbaum y de los antiguos pensadores helenísticos defiende una

ética individualista, naturalista, pragmática, y razonable; profundamente aterrizada en la

realidad material y concreta de la experiencia presente, que fluye con la

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32

parsimoniosacotidianeidad de los días. Sólo desde esta perspectiva la ciencia en cuestión

tiene el poder de “curar”, así como de ejercer su eficacia y su eficiencia en relación con las

necesidades y padecimientos de la gente de carne y hueso, de todos los días.Podemos decir

que se trata de una método científico de corte empirista. Los criterios de utilidad y placer

natural guían el camino “correcto” del comportamiento ético y científico, en la corriente

filosófica que estamos estudiando. Como la salud humana no depende sólo de la higiene o

del buen funcionamiento del cuerpo físico, sino también de la liberación y “ataraxia”

(ausencia de perturbación y de dolor) del alma; los helenísticos se preocuparon de la ética y

de la psicología como caminos científicos de conocimiento útiles para el logro de la

felicidad humana, fin último de la filosofía. La ética individualista y hedonista fue trabajada

en especial por Epicuro, quien creía firmemente en la dimensión terapéutica y utilitarista de

su disciplina. La importancia cognitiva del presente empírico y material, así como la

eficacia pragmática, son dos de las principales características del pensamiento enseñado en

su escuela. La filosofía práctica en cuestión nos enseña a valorar el presente en su “verdad

fáctica” o fenomenológica, así como las destrezas del jugador, quien se concentra en

“jugar” y en “ganar”, de acuerdo a la virtud y a la recta razón, más que en entender

teóricamente el juego. La “doxa” es un saber que “deviene”, y que se “deriva” de la

realidad dada o que acontece. Esta puede ser interpretada de diferentes formas, la

interpretación más razonable es la más científica, la más filosófica. La lógica de este tipo de

ciencia es “hermenéutica”, subjetiva y empírica.La adecuación de los argumentos

terapéuticos con el concepto de “Naturaleza” es un criterio de razón y de certeza

primordial. La recta razón debe estar en armonía conceptual con la ley que impregna todos

los elementos que forman parte del reino Natural. Sólo así es capaz de curar el organismo

humano, entendido como “la fusión” entre cuerpo y alma (psiqué en griego). Nuestra

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especie es hija privilegiada de Madre Natura y de su generosa sabiduría dependen nuestra

salud, así como nuestra felicidad. La enfermedad es entendida como error y puede curarse

gracias a la metodología filosófica que aquí mencionamos, amparada por el instinto

adecuado y por el correcto uso de la “recta razón”.

La medicina es una ciencia aplicada, y por ello debe aspirar a una percepción

completa y exacta de los casos particulares de los que se ocupa. Tanto la ética como la

medicina trabajan con una razón práctica, pública e instrumental, acorde con los casos

concretos que investigan. Se ocupan de racionalizar (teoría) y solucionar (práctica) los

problemas que se manifiestan en la experiencia fenoménica y cotidiana; y su misión es

realista y eficaz. El sentido altruista y la vocación de servicio al prójimo, así como las

emociones de solidaridad y de compasión, son comunes entre dichos profesionales. La

responsabilidad social compartida tanto por el médico como por el filósofo ético, vierte

directamente sobre la solución “real” y efectiva de los problemas que los ocupan. Ayudarse

a sí mismo, y a la vez, ayudar al prójimo, son mandamientos guía de la salud ética.

4. La apelación a la “naturaleza” como criterio de discernimiento filosófico

Es muy común que en las argumentaciones éticas y, en general, en todas las

discusiones que tienen que ver con valores se apele a la naturaleza como criterio último,

diciendo, por ejemplo, que tal comportamiento o norma es mejor que otro porque es “más

natural”; o que una cierta cosa es incorrecta porque va “contra la naturaleza”. Este modo de

argumentar es permanente y ya se encontraba entre los filósofos de la antigüedad. Para

cerrar este primer capítulo del presente trabajo, voy a efectuar un breve examen del modo

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34

como era comprendido y usado este concepto de “naturaleza” por las escuelas helenísticas

griegas.

La integralidad orgánica y Sagrada, así como la armonía de sus partes y su ley

racional implícita, hacen de la Madre Naturaleza una entidad arquetípica y mística que

ordena los valores, las normas y el estilo de vida de nuestros ancestros griegos. La

naturaleza es entendida como una entidad autónoma, primigenia y primordial, dotada de

inteligencia por la Divinidad,como el “receptáculo sagrado” de la razón pura de Dios.Fue

tal vez Platón uno de los primeros filósofos en describir la naturaleza como depositaria de

valores trascendentes, extrahistóricos e inmutables.También los pensadores helenísticos

conceptualizaron el término de “naturaleza” o “lo natural”, y lo convirtieron en criterio

radical de veridiccióncientífica y filosófica8.

“La naturaleza” es venerada como fuente de razón y verdad. Por ello, para la

indagación científica, la naturaleza es fuente de leyes generales. En la tradición griega se le

considera con profundo respeto como un espejo fidedigno de la voluntad y de la ley de

Dios. Su materialidad es cuantificable y medible por las ciencias naturales, por la física y la

biología, principalmente. Su observación científica por parte de los sabios genera tratados,

paradigmas, axiomas de conocimiento y leyes generales. El estudio minucioso de los casos

particulares, sin embargo, es un mandamiento metodológico, pues el uso de la razón debe

ser instrumental y práctico.

8 En la época contemporánea, filósofos como Michel Foucault, Jürgen Habermas, Peter Singer y la

propia Nussbaum han reelaborado el concepto de naturaleza en pro de un naturalismo científico

acorde con las necesidades y aconteceres de nuestro tiempo.

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La integralidad y la armonía son nociones claves de la metodología helenística. Otro

par de conceptos importantes para la norma médica de salud que proponen es el de

“naturaleza” y de lo “natural”. La naturaleza es entendida como vida salvaje, primigenia,

naïf, como mundo “virgen”, anterior a la intervención o manipulación humanas. La salud

humana se asocia con la carencia de enfermedad, con el bienestar general, con la armonía

entre mente, cuerpo y alma, con la calidad de vida, y con la eudaimonía, entre otros

conceptos que le son propios. Lo “natural”, lo “ecológico”, lo “biológico” y lo “orgánico”

son factores que inciden en la protección de la salud y de la higiene, tanto fisiológica como

medioambiental. La filosofía ética de las escuelas helenísticas se concentra en sanar los

males que aquejan al alma y al psiquismo humanos. Por ello, la construcción de una

racionalidad terapéutica es un requisito lógico de la filosofía ética-médica.

Lo que nos diferencia principalmente de las otras especies biológicas que habitan

nuestro planeta y nos hace mejores, es nuestra mayor capacidad cerebral, así como la

sofisticación de las funciones de nuestro entendimiento. La reflexión y el juicio racionales

son de vital importancia para controlar y encaminar las pulsiones instintivas y biológicas.

Así logramos que éstas jueguen a nuestro favor y no en contra. “No deberíamos suponer –

señala Nussbaum- que es mejor para una persona vivir a impulso de unos instintos

biológicos incontrolados, cuando los seres humanos son criaturas éticas deliberantes

capaces de controlar sus instintos” (Nussbaum, 2003, p. 53).

Las concepciones antiguas de la “naturaleza”, en especial de la “naturaleza

humana”, son concepciones con carga valorativa, es decir, sesgadas desde determinadas

subjetividades éticas. Dichos conceptos son además de valorativos, normativos. Los griegos

desarrollaron una sofisticada filosofía en la cual, como dice Nussbaum, “la naturaleza se

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concibe de manera normativa como el florecimiento de una especie; la intervención

médica, por tanto, acercaría a esa persona a la naturaleza en lugar de alejarla.” (Nussbaum,

2003, p. 54).Como naturales y propios de nuestra especie se entienden valores como la

salud, el bien, la felicidad, el placer, el goce, la búsqueda del bienestar, de la prosperidad y

de la calidad de vida.

La naturaleza es valorada desde una perspectiva positivista, racional y científica. La

naturaleza, sin embargo, se opone a la cultura cuando ésta impide el florecimiento

humano.El comportamiento de los niños y de los animales sirve como indicio para los

filósofos helenísticos de cómo son las cosas antes de la intervención perniciosa de la

cultura. Los vicios y la corrupción son fuente de mal, de enfermedad, de dolor. La

naturaleza en su sentido racional y primigenio ofrece una normatividad implícita de

florecimiento humano completo9.

La finalidad de las apelaciones helenísticas a la naturaleza del niño y del animal es

construir una norma radical de verdadero florecimiento humano. Dicha norma tiene carga

valorativa y normativa en el mundo griego helénico; y corresponde con los atributos que la

filosofía le otorga a la Divinidad, a saber: la belleza, la bondad y la verdad. Los filósofos

helenísticos creen que hay una estructura ética normativa que penetra el universo en su

conjunto. La clave para develar y comprender dicha estructura se encuentra en la naturaleza

propia del entendimiento humano.

9 Tanto Walt Whitman (en sus versos acerca del reino animal en su poema “Canto a mí mismo”)

como Bertrand Russell (en su libro La conquista de la felicidad) coinciden con las apelaciones

helenísticas a la naturaleza en tanto canon normativo de florecimiento humano.

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Como naturales y provechosos para nuestra especie son los beneficios de la

medicina, de la ética, y en general, del conocimiento racional. La naturaleza es valorada

desde una perspectiva racional, pero también es venerada desde una actitud mística y

entregada. Para volver a sus cauces, la terapia ofrece tácticas y procedimientos que nos

vuelven a conectar con nuestra memoria infantil, ancestral y fisiológica. Las emociones

naturales son emociones sanas y benéficas. La naturaleza en su sentido racional y universal

ofrece una legalidad implícita de florecimiento humano integral.

La sociedad individualista y consumista contemporánea genera una variedad de

emociones y comportamientos corruptos y enfermizos que ponen en peligro la salud y la

eudaimonía de la naturaleza humana.Con la analogía médica, la filosofía logra curar el

alma de los pacientes y conducirlos por el camino de la eudaimonía, de la salud y de la

calidad de vida. Disciplinas recientes como la biopolítica y la bioética encuentran en la

filosofía eudaimonista de los griegos clásicos una fuente inagotable de inspiración para su

práctica contemporánea.

La Naturaleza es espejo de la Divinidad: contiene revelaciones y secretos. Los

filósofos helenísticos creían en una estructura ética, legal y dinámica que penetra el

universo en su conjunto. La clave para develar y comprender dicha estructura se encuentra

en la naturaleza propia del entendimiento humano; es decir, en el caso que nos ocupa, en su

razón práctica e instrumental. Para la filosofía ética médica el compromiso con la práctica y

con la acción es intrínseco y necesario.

Después de haber realizado un primer repaso de la teoría predominante en las

escuelas helenísticas, así como de sus alcances éticos y terapéuticos; vamos a pasar al

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segundo capítulo donde investigaremos la implicación de las emociones en la salud ética de

las personas.

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Capítulo II.

Las emociones y la salud ética

Airarse es cosa fácil y al alcance de todos, lo

mismo que el dar dinero y el gastarlo; pero

con respecto a quién y cuánto y cuándo y por

qué y cómo, ya no es cosa de todos ni nada

fácil. Y, así, el bien es raro, loable y bello.

Aristóteles: Ética nicomaquea

[…] parece que las afecciones del alma se

dan con el cuerpo: valor, dulzura, miedo,

compasión, osadía, así como la alegría, el

amor y el odio. El cuerpo, desde luego,

resulta afectado conjuntamente en todos estos

casos.

Aristóteles: Acerca del alma

Nussbaum se centra en su análisis en el aspecto ético y médico de las doctrinas

filosóficas helenísticas. Sin embargo, también le interesa la concepción que éstas tenían de

las emociones. Los filósofos helenísticos, según la filósofa norteamericana, analizan las

emociones e instan, en más de una ocasión, a extirparlas de la vida humana; y pintan la

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eudaimonía como un estado de libertad frente a la turbación y la agitación proveniente de

las pasiones humanas, sobre todo reduciendo los compromisos del agente con los objetos

inestables del mundo10

.

Por otra parte, algunos pensadores helenísticos insisten en que las emociones no son

ni universales ni “naturales” (es decir, innatas), sino socialmente construidas y enseñadas.

Y por lo mismo, pueden ser transformables y modificables por la persona que las padece, si

éstas no se adecúan a su manera de comprender la eudaimonía. Otros, por el contrario,

prefieren entender las emociones más “naturalísticamente” y, más bien, ofrecen la opciónal

discípulo de protegerse de los vicios sociales, practicando una vida sencilla de renuncia a

los deseos vanos y malsanos que puedan corromper su camino virtuoso.Las emociones son

consideradas por la filosofía helenística como factores claves de nuestra relación con el

mundo; es importante, entonces, aprender a conocerlas y saber manejarlas con sabiduría y

en nuestro provecho.

Aristóteles, por su parte, no ataca las emociones ni los apegos o debilidades

mundanas. Su filosofía no defendió como norma el alejamiento de los bienes perecederos

de este mundo; por el contrario, se afinca en la experiencia sensible y en el pragmatismo

que busca resolver problemas cotidianos y reales de la gente de carne y hueso. El estagirita,

10 Yo no estoy de acuerdo con extirparlas. Me parece excesivo, ya que son un valioso testimonio de

nuestra relación directa y sensible con la experiencia y con el mundo que nos rodea. Lo importante

es modelarlas por medio de la razón, para que no nos hagan sufrir, sino, por el contrario, nos lleven

por el camino de la salud y de la eudaimonía. La salud, el control y el equilibrio emocional se

logran gracias al buen uso de las herramientas racionales que posee nuestro entendimiento, las

cuales se fortalecen y potencializan por medio de la educación y de la práctica cotidiana.

La sociedad individualista y consumista contemporánea genera una variedad de pasiones que

esclavizan la voluntad de las personas, sometiéndolos a modas fatuas o a valores y costumbres

perniciosas para su salud y para su dignidad. Por ello es tan importante desarrollar en el discípulo el

sentido crítico de su propia existencia, de sus deseos y decisiones vitales a través del ejercicio

propio de la “terapia del deseo”.

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señala Nussbaum, considera que la vida humana óptima es una vida rica en apegos a

personas y cosas externas al yo: amistades, amor familiar, vínculos políticos, vínculos con

ciertos tipos de posesiones y propiedades. La cultura política aristotélica busca mejorar la

calidad de vida de la gente, que ésta sea capaz de alcanzar la eudaimonía. Aristóteles acepta

y desarrolla ampliamente la idea de que la filosofía ética debe asemejarse a la medicina en

su dedicación al fin práctico de mejorar las vidas humanas.

La terapia del deseo es una metodología propia de la filosofía ética-médica que

Nussbaum reconstruye, a su manera, a partir del legado que nos dejaron con su actividad

práctica y teórica las escuelas helenísticas de pensamiento, incluido Aristóteles. Dicha

terapia sirve para “extirpar” o “domesticar” las falsas emociones, provenientes de falsas

creencias, que actúan como enfermedades corruptoras de nuestro organismo psíquico, y por

ende, del físico. Lo terapéutico de este procedimiento filosófico radica en su voluntad

curativa. Los logoi, argumentos lógicos y racionales, propios del lenguaje filosófico, actúan

como “medicamentos del alma”, y buscan sanar, por medio de la recta razón, los dolores

provenientes del error de juicio.

La realidad de la experiencia se nos aparece, en un primer momento, desde el

campo de la percepción emotiva. La sensibilidad psicológica está compuesta de diversos

tipos de emociones. Muchas veces somos inconscientes de ellas, las “padecemos” pero no

logramos distanciarnos para realizar un análisis crítico y racional de éstas. Nussbaum nos

propone este tipo de ejercicio del entendimiento como práctica saludable para mejorar el

control de nuestras vidas. En la medida en que logramos hacer más razonables nuestras

emociones y tomar distancia de ellas, logramos una mente más lúcida y un conocimiento

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más completo sobre nuestra existencia, así como sobre las preguntas o problemáticas que

nos ocupan.

En muchas ocasiones, las emociones pueden ser elementos esenciales en una buena

decisión. La sabiduría emocional permite “mediatizar” y poner en entredicho los juicios

racionales, abstractos o intelectivos, los cuales pueden caer en arbitrariedades dogmáticas o

en argumentaciones falsas o viciadas, producto de la descomposición social. Así, si la

filosofía había renunciado al análisis de las emociones, es urgente que retome el camino

perdido, para no olvidar su carácter tanto terapéutico como científico.

Antes de entrar en el examen de la naturaleza de las emociones que, desde una

perspectiva aristotélica y en diálogo con las diversas escuelas helenísticas, hace Nussbaum

en La terapia del deseo, es preciso, sin embargo, examinar con mayor cuidado por qué

razones las emociones dejaron de ser un objeto de análisis filosófico en el mundo moderno

y contemporáneo. Para ello me voy a remitir a continuación a cuatro objeciones que se

hacen a las emociones, con sus respectivas respuestas por parte de Nussbaum, tal como esta

autora las desarrolla en su libro Justicia poética.

1. Objeciones y respuestas en torno a la naturaleza de las emociones

Martha Nussbaum presenta, en su libro Justicia poética, una serie de objeciones en

contra de aquellos que atacan la utilidad de las emociones para la filosofía.Para responder a

la acusación de que las emociones son irracionales en un sentido normativo, y en

consecuencia inadecuadas como guías en la deliberación pública, Nussbaum emprende en

su librito una defensa de la racionalidad específica de las mismas.

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Algunos consideran a las emociones como fuerzas ciegas que no tienen nada o no

mucho que ver con el razonamiento. Dicen de éstas que no encarnan meditación ni juicio,

ni responden a los argumentos de la razón (esta imagen de las emociones se expresa a veces

describiéndolas como “animales”, como elementos no humanos de nuestra naturaleza),

puesson fuerzas o impulsos ciegos instintivos y aislados, que no contienen una percepción

racional de su objeto ni descansan sobre creencias. Muchos filósofos creen, en

consecuencia, que las emociones son amenazas para el buen juicio, y las acusan de ser

engañosas, confusas y poco serias o importantes; consideran, pues,que son totalmente

irreflexivas y, por lo tanto, no dignas de tenerse en cuenta por su campo de investigación.

Nussbaum refuta esta objeción diciendo que dicho punto de vista no es sostenible, y

que se encuentra en la actualidad, como en los tiempos clásicos de la Grecia helenística,

ampliamente desacreditado. También sostiene que las emociones están íntimamente

relacionadas con ciertas creencias acerca de su objeto. Ante el debate sobre si la relación

entre emoción y creencia es suficiente o necesaria, o si se trata de una relación de identidad,

nuestra autora propone evaluar las emociones, inspeccionando las creencias o juicios

relevantes que les son conexos. Estos pueden ser verdaderos o falsos, apropiados o

inapropiados para su objeto, y pueden ser racionales o irracionales. Afirma Nussbaum que

las emociones no tienen por qué ser necesariamente irracionales, en el sentido de estar

totalmente divorciadas de la cognición y el juicio. Y, puesto que no son fuerzas ciegas, sino

elementos propios del carácter de una persona, tampoco hay que considerarlas

inmodificables.“Se entiende –agrega Nussbaum- que la gente es responsable de modificar

sus emociones para integrarlas al carácter de una persona razonable.” (Nussbaum, 1997, p.

97). Ni las emociones ni las creencias son inadecuadas para la deliberación per se. La

función de la filosofía como teoría crítica es ubicar los errores y enmendarlos, siguiendo los

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dictámenes de la recta razón y de la salud ética. Las emociones participan legítimamente en

la construcción de juicios, de argumentos, así como en la deliberación pública de la

democracia. En la medida en que son razonables contribuyen a la salud del alma.

La segunda objeción es más problemática. Esta afirma que las emociones son

manifestaciones de las limitaciones y vulnerabilidad de la persona. Para los filósofos

antiemotivos, la virtud y el pensamiento son las únicas cosas valiosas. Acusan a las

emociones de volver a las personas veleidosas como el mundo, cambiantes, inestables.

Ante esta objeción de los racionalistas e idealistas, las refutaciones en defensa de las

emociones encuentran su eco no sólo en la obra de Nussbaum, sino también en las escuelas

helenísticas de corte “naturalista” y terapéutico. El objetivo de Nussbaum es defender el

papel de las emociones para nuestra cognición, así como para nuestra configuración

conceptual del mundo que nos incumbe.En esta segunda objeción se ataca no sólo a la

naturaleza irreflexiva e innata de las emociones, sino también a la literatura, la cual se

caracteriza por ser una narrativa inmersa en el flujo emotivo. Platón, Epicuro, los estoicos

griegos y romanos, y Spinoza, desarrollaron argumentos críticos de la veracidad de las

emociones. Dicen que éstas son falsas y perniciosas cuando provienen de creencias falsas,

aprendidas socialmente por lo general. Los estoicos invitan a la “extirpación” de las

emociones usando adecuadamente las herramientas que nos proporciona la razón.

Nussbaum y Aristóteles son más prudentes, y las defienden como elementos valiosos para

el buen juicio y para la salud ética, siempre y cuando sean supervisadas por la recta razón.

Nuestra autora objeta la conclusión del análisis estoico de las emociones que las

considera como irracionales y dictamina que deben evitarse del todo cuando procuramos

deliberar racionalmente. La autora controvierte dicha conclusión, según la cual los lazos

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con nuestros seres queridos, nuestro país y otros elementos inconstantes y externos al yo

carecen de valía. “Quizá desearíamos retener los juicios de valor contenidos en emociones

que hemos juzgado ciertas, y aprovechar esos juicios en el razonamiento práctico.” , dice

Nussbaum en un aparte de su “Justicia poética”.

La segunda objeción que abordamos aquí considera las emociones estrechamente

ligadas a juicios acerca de la valía de los objetos externos e inestables. Se trata de la

objeción de los antiguos estoicos. Según ellos, la dimensión cognitiva de las emociones

consiste en capacitar al agente para percibir cierta clase de valor, a saber, la relación del yo

con la otredad, con las cosas, personas, sucesos, experiencias y acciones que hacen parte

del mundo exterior. El yo que siente, percibe y razona habita en la interioridad de cada

cual. Cuando el yo pierde el control ante cosas y personas externas a él está actuando

irracionalmente. Las emociones desbocadas tienden a hacernos perder ese autocontrol; el

uso de la recta razón ayuda a recuperarlo y fortalecerlo. La práctica de la filosofía tiende a

robustecer nuestra autoestima y nuestra “voluntad de poder”. Despreciar o anular la vida

emocional genera ceguera, ignorancia y malestar. La sabiduría emocional fortalece y

mejora nuestros lazos tanto con nuestra propia interioridad como con el mundo exterior.

La objeción de los estoicos afirma que la creencia de que la gente siente profunda

necesidad del mundo es siempre falsa y que los únicos recursos que realmente necesitamos

vienen de nuestro interior y de nuestras virtudes.Critican, entonces, la narrativa falsa, pues

entorpece la búsqueda de la verdad; y, por tanto, desprecian la literatura. La conclusión

antiemotiva radical se basa en afirmaciones normativas sobre la libertad y el

distanciamiento que son sumamente controvertidas por Nussbaum. Para ella, las emociones

nos conectan con nuestra vulnerabilidad, con nuestra existencia presente, particular y

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concreta. También Rousseau defiende en su obra11

la sabiduría innata del buen salvaje, el

cual defiende su naturalidad instintiva y emotiva, así como la sensatez de su sentido común,

sin por ello faltar al cabal cumplimiento de su contrato social.Dice Nussbaum a este

respecto que los jueces o jurados que se niegan a sí mismos la influencia de la emoción se

niegan maneras de ver el mundo que parecen esenciales para aprehenderlo en plenitud. La

literatura es un lenguaje que libera la sensibilidad del lector. La filosofía, por su parte,

libera el juicio racional (o razonable), deliberativo y público.

Una tercera objeción respeta las emociones en la vida privada mientras que ataca su

función en la deliberación pública. Las emociones, señala esta objeción, se concentran en

los lazos o apegos reales de una persona, sobre todo hacia objetos concretos o personas

cercanas al yo. No consideran el objeto en abstracto, sino como especial, y, al menos en

parte, es especial a causa de su relevancia en la vida del agente. Las emociones siempre

permanecen cerca del hogar y contienen, dice Nussbaum, una referencia de primera

persona. Las emociones están íntimamente conectadas con la vida privada del agente. Por

este motivo, la tercera objeción pretende eliminarlas de una norma pública de racionalidad,

aunque podrían tener cierto valor en el hogar.

Nussbaum no está de acuerdo con eliminarlas de la razón pública. Propone, en

cambio, examinarlas según la recta razón para que sean provechosas en vez de perniciosas.

Muchos de quienes sostienen este punto de vista consideran que la filosofía se ocupa de

leyes generales, universales y racionales (o razonables) y practica la imparcialidad del

intelecto calculador, ante el cual cada persona vale igual y ninguna más que otra; para ellos,

11 Particularmente cuando dice en el Libro IV del Emilio que “todo apego es señal de insuficiencia

[…] y así, de nuestra debilidad misma, nace nuestra frágil felicidad” (citado en Nussbaum 1997, p.

100).

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la filosofía es una disciplina científica y objetiva, mientras que la literatura, por su parte,

alienta y fortalece las emociones, estimula una forma egoísta y parcial de atención a los

sufrimientos de otros seres humanos.

Nussbaum responde enfáticamente a esta tercera objeción, consistente en que las

emociones son irracionales e inadecuadas como guías en la deliberación comunitaria. La

medicina ha demostrado a través de sus investigaciones que es saludable para el ser

humano racionalizar y “domesticar” sus emociones. En casi todas las culturas la gente lo

hace, y quienes se encargan de guiar la vida emotiva a buen término son los chamanes y

psicólogos.La conciencia emotiva despeja, aclara y ayuda a resolver la “teatralidad”

cotidiana de la persona. Las emociones marcan el presente concreto y sucesivo de la

experiencia sensible;así como la dimensión corporal, sensible y psicoafectiva de las

personas. Las emociones son fuente de gran sabiduría, lucidez y objetividad conceptual.

Toda teoría o especulación intelectual que no tenga en cuenta la actividad emocional de los

sujetos es errática y perniciosa para el sano desarrollo del conocimiento. La razón

emocional es necesaria si queremos producir buena y sabia filosofía crítica. Además, se

trata de un estilo de pensamiento más saludable, lúdico y placentero. La razón emocional de

los antiguos griegos está enraizada en el concepto normativo y valorativo de Naturaleza.

Es natural, por tanto, sentir emociones, aprehenderlas,conocerlas, dominarlas y

domesticarlas a nuestro provecho. También éstas requieren, para ser intelectivas,

comprensión, análisis, racionalización, conceptualización y crítica12

.

12 Al observar con espíritu científico la funcionalidad de las otras especies biológicas, en especial en

el caso de los mamíferos, podemos concluir que la inteligencia emocional es preponderante. La

propuesta filosófica de la corriente histórica del “naturalismo científico”, la cual empieza con la

tradición de los griegos presocráticos, y luego continúa en las escuelas helenísticas, resurge en los

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La cuarta objeción alude a que las emociones se interesan demasiado en los

particulares y demasiado poco en las unidades sociales más grandes, como las clases.Para

responder a esta objeción, Nussbaum toma como referencia la novela realista del siglo XIX,

escrita por Charles Dickens,Tiempos difíciles. Esta ejemplifica en lenguaje literario

depurado, el cual logra “subjetivizar” la realidad presentando sus diferentes perspectivas en

boca de personajes “encarnados” de variada índole. Esta es una novela psicológica que

describe la visión de una calidad de vida individual, compatible con críticas institucionales

y políticas serias, incluso se podría decir que las motiva.

Nussbaum defiende el género de la novela pues ésta nos permite visualizar a los

personajes en su interdependencia mutua, e insiste a su vez en separar la individualidad de

cada persona y en ver a cada una como un centro separado de experiencia. Ante esta última

objeción, nuestra autora alega que no es casual que los movimientos de masas fracasen en

la novela, pues pasan por alto la individualidad de sus integrantes, su intimidad y sus

diferencias cualitativas. Nussbaum nos señala que Adam Smith, en muchos sentidos el

fundador de la economía moderna, no creía que la racionalidad ideal estuviera desprovista

de emoción. Por el contrario, consagró gran parte de su carrera a desarrollar una teoría de la

racionalidad emocional, pues creía que el papel rector de ciertas emociones constituía un

ingrediente esencial de la racionalidad pública. “Smith, seguidor de los antiguos griegos –

agrega Nussbaum- en el aspecto cognoscitivo de la emoción, sostiene que las emociones

como la piedad, el miedo, la cólera y la alegría se basan en la creencia y el razonamiento”

(Nussbaum, 1997, p. 109).

tiempos modernos, primero con los empiristas ingleses (Hume, Locke, Berkeley), y luego con las

teorías darwinistas y marxistas del siglo XIX. En la época contemporánea, autores como Russell,

Freud, Einstein, Foucault (con su biopolítica), Habermas, Peter Singer y la misma Nussbaum han

continuado por la línea conceptual normativa naturalista inaugurada por los antiguos griegos.

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Emoción, creencia y razonamiento práctico forman un trío interactivo estelar.

Después de revisar el bosquejo de Nussbaum sobre las respuestas viables en defensa de las

emociones a estas cuatro objeciones en contra de su importancia, nuestra autora se plantea

las siguientes preguntas: ¿Cuál sería el mejor modo de podar o purificar las emociones

públicas para asegurarnos de que nos valemos únicamente de las que merecen nuestra

confianza? ¿Cómo distinguir las emociones adecuadas de aquellas que no lo son? Antes de

abordar este problema, es preciso que, de la mano de Nussbaum, realicemos un

acercamiento a la concepción aristotélica de las emociones y la salud ética, tema central del

capítulo 3 de La terapia del deseo.

2. La perspectiva aristotélica sobre las emociones

Aristóteles considera a las emociones naturales y necesarias, en la medida en que

éstas sean controladas y reguladas según la recta razón. La salud ética, por su parte, es un

axioma filosófico, es decir, una función necesaria de sus operaciones disciplinares, según

los griegos clásicos helenísticos. Esta implica dos conceptos fundamentales que aparecen a

lo largo del presente trabajo: eudaimonía (florecimiento humano)y ataraxia(ausencia de

dolor y de turbación). Ambos son objetivos generales y específicos de la terapia filosófica.

Para construir su teoría crítica en ética y medicina, Nussbaum se respalda en la

concepción aristotélica de las emociones, la cual desarrolla el Estagirita en su Retórica, en

De Anima y otros escritos. Su pensamiento acude a la analogía entre medicina y filosofía en

sus puntos pertinentes, rescatando las herramientas metodológicas, pedagógicas y curativas

que las ciencias de la salud y de la ética le aportan a nuestro campo de conocimiento. Le

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interesa encontrar los puentes entre la salud del alma, la salud del cuerpo y el

comportamiento “bueno”.Una inteligencia emocional razonable, rigurosa, exacta y

científica tiene mucho que aportarle a la factura del entendimiento intelectivo. Las

dimensiones cognitivas del ser humano, ancladas en la sensibilidad de su cuerpo y de su

alma, contienen la llave tanto de la salud como de la eudaimonía y la ataraxia.La

naturaleza es también, para Aristóteles, un concepto normativo y valorativo que se encarga

de regular la razonabilidad y la legitimidad del quehacer científico. Para Nussbaum, la

salud ética implica una filosofía terapéutica, solidaria y compasiva. La salud ética era una

prioridad para las escuelas helenísticas, y también para Aristóteles, quien desarrolló, a lo

largo de su obra, un concepto interdisciplinar y lógico al respecto.

Aristóteles invita al cultivo de muchas emociones(cólera, miedo, pesar, compasión,

gratitud, amor, amistad, odio, alegría, melancolía, deseo, placer, dolor, malestar, bienestar,

y sus múltiples afines y derivados) que, bien llevadas, entran a formar parte valiosa y

necesaria de la acción virtuosa. Todas ellas son reacciones corporales y psicológicas

dotadas de una intencionalidad básica, mientras que el razonamiento entraña una compleja

intencionalidad.

En el nivel más alto del entendimiento, en el cerebro racional donde reside la razón

pura con sus conceptos a priori, funciona un tipo de pensamiento lógico, discursivo y

crítico, de cuyo uso lingüístico y operativo se ocupa la filosofía. Pero, para que éste

funcione adecuadamente, hay que poder filtrar y controlar la información que nos aporta

sobre nuestra percepción inmediata del mundo la vida emotiva. Su conceptualización y

análisis, según los parámetros contenidos en la “terapia del deseo”, es una ayuda invaluable

al perfeccionamiento de la filosofía ética-médica contemporánea.

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Según la autora, las emociones para Aristóteles (Cfr. Nussbaum, 2003, pp. 113-

114):

1. Son formas de conciencia intencional, es decir, formas de conciencia dirigidas a,

o acerca de, un objeto, en que el objeto figura tal como se ve desde el punto de

vista de la criatura.

2. Guardan muy íntima relación con las creencias y pueden modificarse mediante

una modificación de creencia13

.Todas las emociones son en alguna medida

cognoscitivas y basadas en creencias.

3. Pueden calificarse de racionales o irracionales, como verdaderas o falsas, según

el carácter de las creencias que constituyen su base o fundamento.

Las emociones son espontáneas e innatas, mientras que las creencias se aprenden en

sociedad. Sin embargo, las emociones no son refractarias a la enseñanza y a la

argumentación, pues, al estar ligadas a creencias, pueden modificarse mediante la

enseñanza. El objetivo general de la “salud ética”, según el Estagirita, es pasar de creencias

falsas a creencias verdaderas para curar así males, errores y enfermedades del paciente o

discípulo. Esto se lograpor medio de un discurso terapéutico y filosófico, construido a partir

de argumentos racionales y razonables, pertinentes en la teoría y eficaces en la práctica.

La metodología argumentativa propuesta por “la terapia del deseo” es dialéctica, es

decir, tiene en cuenta tanto el punto de vista del agente como el del paciente. La teoría

crítica relativa a la terapia filosófica se genera en el campo de la “acción comunicativa”

entre terapista y paciente, como diría Habermas. La sabiduría práctica operativa de esta

13 Los estoicos, a diferencia de Aristóteles, afirman que la relación entre emoción y creencia es de

identidad: la emoción no es sino un cierto tipo de creencia o juicio.

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metodología terapéutica tiene como fin solucionar y “curar” casos concretos de la

experiencia cotidiana. De su funcionalidad aplicativa depende el éxito de dicho modo de

pensar, de dicha terapia médica-ética.El discurso filosófico que maneja es racional (en

relación a casos generales) y razonable (en relación a casos concretos). Su enfoque es

utilitarista; a la vez que dialógico o dialéctico, como hemos dicho, dejando intervenir una

pluralidad de discursos idóneos en su debate crítico. También es profundamente realista y

pragmático. El constructivismo kantiano tiene en común con la lógica aristotélica la solidez

teorética y analítica en sus argumentos. Este modo de pensar racionalista y lógico, el cual

“formaliza” conceptualmente la realidad;permite consolidar conocimiento general y

verdadero gracias a la instrumentalización de las facultades operativas de la razón práctica.

Dicha instrumentalidad está enfocada en nuestro caso de estudio en la razón ética-médica

de la filosofía. La conciencia emocional “razonable” juega un papel fundamental en la

metodología y puesta en práctica de la “terapia del deseo”.

3. Las emociones y su relación con las creencias

Hemos visto que las emociones, tal como las comprende Aristóteles, poseen un

sentido intencional, volitivo e informativo valioso para la construcción de una vida ética y

saludable. Podría sugerirse incluso que la conciencia emotiva es una forma de inteligencia

pre-racional necesaria para el funcionamiento adecuado y realista del entendimiento

humano. Este nivel de conciencia opera en los niveles básicos de la sensibilidad y de la

imaginación, dónde pueden efectuarse cambios y transformaciones del comportamiento

psíquico, con fines terapéuticos y sanadores. Esta conciencia de las emociones debe, sin

embargo, ser monitoreada y dirigida por lo que Aristóteles llama la “recta razón”, una razón

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a la vez crítica y práctica del individuo que conoce y actúa. Esta es una de las funciones

propias de toda auténtica “terapia del deseo”.

Desde una perspectiva como la aristotélica, la intencionalidad de las emociones se

ve determinada por las creencias que las originan. Estas creencias pueden ser transformadas

o modificadas para curar heridas o males que aquejan al alma. Ciertas creencias falsas o

erráticas tienden a enfermarnos, porque nos obligan inconscientemente a sentir emociones

que nos perjudican o nos hacen daño. Estas emociones han de ser entonces replanteadas

según un diagnóstico con criterios ético-médicos válidos para el sujeto que experimenta el

proceso curativo. La intencionalidad emocional repercute directamente en el estado

anímico y en el concepto que la persona tiene sobre sí misma y sobre su vida. Si dicha

intención se encuentra viciada, hay que encontrar un remedio lógico y argumentativo para

modificarla y encausarla por el buen camino.

Este vínculo indisoluble entre emociones y creencias, subrayado una y otra vez por

Aristóteles, estuvo también, según Nussbaum, presente en los filósofos de la época

helenística. Dice al respecto nuestra autora: “La filosofía moral de inspiración médica, […],

se ocupa de personas cuyo problema reside en sus creencias, deseos y preferencias mismos.

Porque, según los filósofos helenísticos, la sociedad no está bien ordenada tal como está; y

como fuente que es de la mayoría de las creencias de sus discípulos, incluso del repertorio

emocional de éstos, los tiene infectados con su enfermedad. La formación de los jóvenes se

considera deformada de diversas maneras por falsas opiniones sobre qué es lo que importa:

por darle excesiva importancia, por ejemplo, al dinero, a la competencia y a la posición

social.” (Nussbaum, 2003, pp. 48-49).

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La terapia filosófica helenística les ofrece a sus discípulos una especie de “cura de

desintoxicación y reposo”, para que puedan depurar su anatomía de las toxinas e

infecciones que contraen en la vida social y cultural, común y corriente. El trabajo

quirúrgico y depurativo se efectúa a nivel de las creencias nocivas, erráticas y perjudiciales

para la salud ética de la persona en tratamiento. La creencia directrizcomún a las escuelas

helenísticas consiste en la apelación a la naturaleza del niño y del animal con la finalidad de

construir una norma radical de verdadero florecimiento humano. Todas aquellas creencias

sociales e individuales que se opongan a esta creencia legítima, axioma de conocimiento

adoptado por los pedagogos y terapistas, han de ser combatidas y falseadas en la medida en

que engañan al paciente y perturban su salud.

La relación causa-efecto entre emoción y creencia puede ser entendida en una

dirección y en la otra; así, por ejemplo, los estoicos plantearon una relación de identidad y

adecuación entre emoción y creencia, mientras que Aristóteles, sin llegar a afirmar tal

identidad, entiende que a la base de toda emoción hay algún tipo de creencia, aunque la

emoción misma no tenga el carácter de una creencia o, menos aún, de un juicio. De todas

formas, para las diversas escuelas helenísticas, el trabajo sobre las creencias aprendidas era

fundamental para lograr modificar las emociones perjudiciales, y cultivar las sanas y

buenas. Esto, desde luego, plantea un problema fundamental: el de cómo distinguir entre las

emociones que resultan adecuadas y aquellas que no lo son. Ya había señalado Nussbaum,

inspirada en Aristóteles, que “las emociones pueden calificarse adecuadamente de

racionales o irracionales, y también (con independencia de eso) como verdaderas o falsas,

según el carácter de las creencias que constituyen su base o fundamento” (Nussbaum, 2003,

p. 114).

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Aquí, y sin entrar en el debate que pueda suscitar el uso de estos términos,

hablaremos simplemente de emociones “verdaderas” o “falsas” atendiendo al tipo de

creencias que les sirven de fundamento. Las emociones cotidianaspueden, entonces, ser

verdaderas o falsas según las creencias en que se basan. Así, por ejemplo, será falso el

miedo que inspira la presencia de seres terroríficos, pero inexistentes, mientras que será

verdadera la ira que suscita un acto de injusticia que afecta de un modo directo a un ser que,

además de vulnerable, nos resulta muy cercano.

Las emociones falsas tienen su origen en creencias erróneas transmitidas por la

sociedad a la cual pertenecemos o provenientes del propio yo.Ellas nos generan malestar,

dolor y sufrimiento, y nos conducen a juicios erráticos sobre la realidad. Por ello, el

objetivo central de la “terapia del deseo” es ubicar y deconstruir dichas emociones falsas

para curar el corazón humano y despejar el camino hacia la salud y la verdad.Modificando

las falsas creencias y remplazándolas por verdaderas y confiables, el discípulo logra, con la

ayuda del terapista, reestablecer su salud ética y médica, así como recuperar el adecuado

funcionamiento de su recta razón deliberativa y pública.

Las emociones verdaderas, por el contrario, corresponden a creencias sustentadas en

juicios éticos y científicos verídicos, comprobables, legítimos y, por lo mismo, saludables.

Tales emociones promueven la vida buena, la calidad de vida, la realización “naturalista”

del ser humano. Las emociones verdaderas son racionales o razonables, se reafirman a ellas

mismas en el sentido común; y, por ello mismo, son saludables y benéficas.

Las emociones, en opinión de Aristóteles y de los demás pensadores helenísticos,no

son siempre correctas, de la misma manera que tampoco lo son siempre las creencias o las

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acciones. Han de ser educadas y armonizadas según la guía del maestro-terapeuta y de la

recta razón; ésta última regalo de los dioses para que nos comportemos a su imagen y

semejanza. Las emociones, una vez educadas y controladas por el entendimiento, son

ejercicios necesarios de reconocimiento subjetivo y psicológico de la verdad y el valor de

los argumentos discursivos que utilizamos para resolver los problemas que nos aquejan en

la vida cotidiana. La vida emotiva inteligente y saludable es parte constitutiva de la

actuación virtuosa: la virtud, como Aristóteles afirma, es una “disposición media”

(disposición a llevar a cabo lo que corresponde). El Maestro, en su Etica nicomaquéa,

prefiere no definir el concepto sino buscar metodologías prácticas y realistas para que el

discípulo logre “ser virtuoso”. La mejor definición de “la virtud” es su realización práctica

y concreta, tanto a nivel general como particular. Sólo a través de dicha “actualización

fenomenológica” se puede vislumbrar su auténtica y verdadera dimensión, su existencia

“real”. La virtud se reconoce por medio del “placer natural” que experimenta un ser

humano ante una acción buena o virtuosa. Dicha acción genera “eudaimonía” y “ataraxis”

en quien la efectúa, así como en los beneficiarios de ésta. La acción virtuosa es condición

de la “salud del alma” porque su efecto es curativo, en la medida en que adecúa nuestro

comportamiento con la recta razón, fuente de placer natural y de poder divino. El sentido

común del sabio, conceptualmente prudente y riguroso, le permite encontrar el camino de la

ausencia de dolor y turbación, de la serenidad del alma y de la felicidad terrenal. La salud

integral es un requisito necesario de la felicidad y de la realización humanas.

La terapia filosófica ofrece metodologías operativas y funcionales para eliminar el

error cognitivo de la persona, y ayudarle a encontrar la verdad de su alma desde el contacto

directo con su subjetividad interior. La búsqueda del placer “natural” y moderado, así como

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la supresión de vicios y excesos son herramientas básicas para la defensa efectiva de una

buena salud. La práctica de las virtudes es una disciplina cotidiana, sostenible y placentera.

4. Salud ética, eudaimonía y ataraxia

La misión curativa es una creencia aceptada por la sociedad filosófica de la época

helenística. Su creencia en la posibilidad de alcanzar la eudaimonía y la ataraxia llevó a los

filósofos de esta época a sentir amor por su profesión y a tener una cierta vocación de

servicio. El poder personal de aquel individuo que sabe manejar con voluntad y prudencia

sus emociones y sus creencias,logrando el equilibrio saludable así como la adecuación ética

entre ellas, le permite vivir en el paraíso prometido por los maestros de la razón práctica.El

control interior, por parte del sujeto, de su vida emotiva, desde las perspectivas psicológica,

anatómica y racional, le permite mejorar y potencializar su funcionalidad operativa, así

como robustecer su salud, alcanzar el bienestar general y optimizar su calidad de vida. El

problema radica, entonces, en la subjetividad de la creencia, y en la dificultad de establecer

una regla general ética para todos. Sin embargo, los griegos helenísticos son optimistas y

tienen fe en una ley universal que gobierna la razón pública, y por lo tanto, es capaz de

determinar las pautas requeridas por las creencias para ser verdaderas para todos y todas.

La salud ética, según Aristóteles, exige comportamiento virtuoso y equilibrio

psicológico. El objeto del apetito bien formado, dice el Maestro griego, es “lo que está

bien”, lo que nos es saludable y no perjudicial o nocivo.La virtud de la moderación se

ocupa del buen gobiernode los apetitos corporales y psicológicos. Además de la

normatividad cognitiva de los juicios emocionales razonables, bien asentados en el

concepto de “naturaleza”, en especial de “naturaleza humana”, éstos poseen un contenido

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58

valorativo. Esto quiere decir que su significado depende del conjunto de valores que rigen

el comportamiento de un individuo o de un grupo social.

La philia (amistad en griego) es una relación con componentes emotivos, cuyo

cultivo y cosecha goza de un especial valor para las escuelas helenísticas, incluyendo al

estagirita. Un equilibrio recíproco entre amor propio y amor al prójimo es la clave de un

buen vivir y de una excelente salud. La relación emotiva y razonable de la persona con la

naturaleza y con el medioambiente también influye en la tipología de la salud ética. Un

amor basado en una concepción del otro como alguien con quien es agradable estar,

sostiene Aristóteles, se transforma con el tiempo en un amor basado en el aprecio del buen

carácter. El amor erótico es entendido como un caso especial de philía, el cual se

caracteriza por una especial intensidad. La philía exige reciprocidad. Consolidar un amor

propio razonable, crítico y terapéutico es el primer paso de la curación del alma (y del

cuerpo).La “terapia del deseo” promueve las relaciones psicoafectivas sanas y éticas entre

las personas que conviven y se interrelacionan entre ellas.

Los argumentos ético-médicos son inútiles si no logran contribuir con el

mejoramiento de algún aspecto práctico, y en general, de la vida humana. La filosofía

aristotélica se afianza en el reino de este mundo; y su cultura política es solidaria,

compasiva, formal y pragmática. De la pertinencia y asertividad de los argumentos

terapéuticos adoptados por el discípulo, dependen su libertad intelectual y crítica, así como

la obtención de laeudaimonía, de la ataraxia,y de una calidad de vida digna y agradable en

lo cotidiano, porque como dice Aristóteles“no queremos saber lo que es el valor, sino ser

valerosos; ni lo que es la justicia, sino ser justos; de la misma manera que deseamos estar

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sanos más que conocer en qué consiste la salud, y tener una buena constitución física, más

que conocer qué es una buena constitución física”. (Aristóteles, Etica Eudemia).14

Una persona ética y sana, según Aristóteles, es aquella que logra anteponer la

experiencia y la acción práctica a la teoría. Esto no quiere decir que el doxa teorético no sea

necesario, lo que implica es que prima el conocimiento práctico y empírico de los sentidos.

De otra parte, la fuerza de la lógica formal del pensamiento aristotélico se combina con una

agudeza emocional y argumentativa, sin precedentes anteriores, la cual funciona como sello

distintivo con respecto a las tres principales escuelas helenísticas: la estoica, la epicúrea y la

escéptica.

La razón terapéutica aristotélica, según nos cuenta “La terapia del deseo” de

Nussbaum, tiene en cuenta los siguientes aspectos:1. Búsqueda de la adecuación entre

cuerpo físico y cuerpo anímico (llámese psicológico, mental, o emotivo).2. Argumentación

lógica, dialéctica y práctica. 3. Respeto por la subjetividad anímica de la persona. 3.

Metodología analítica con fines pedagógicos y curativos. 4. La función principal de la

filosofía ética-médica es curar las almas (y los cuerpos) de los pacientes enfermos. 5.

Utilización moderada y crítica de la analogía médica. 6. Priorización y flexibilización de la

teoría según las características propias del caso particular. 7. Elaboración científica de

conocimiento llevando los casos particulares a la confrontación con las reglas universales

del entendimiento y de la lógica racional argumentativa (también conocida como razón a

priori). 8. Valoración de lo mundano, de los bienes materiales, sociales y familiares. 9.

Utilización de una razón pública, instrumental e intelectiva (véase académica.) 10.

Finalidad práctica de la filosofía: alcanzar la eudaimonía y la ataraxia.

14Ibid, p. 88.

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Dice Aristóteles sobre el razonamiento ético, con respecto al tema de las emociones:

los principios generales hacen autoridad sólo si son correctos; pero son correctos siempre y

cuando no yerren respecto a los casos particulares. La teoría debe ser tanto flexible como

atenta al cambio, así como a la información que aportan la práctica y los casos concretos. El

filósofo griego afirma que el que delibera rectamente, hablando en sentido absoluto, es

aquel que es capaz de poner la mira razonablemente en lo útil y mejor para el hombre. Este

es el camino prometido: el camino eudaimónico.La sabiduría práctica se ocupa de casos

particulares y no sólo de reglas generales. El uso de las reglas depende del contexto y de las

circunstancias específicasen que los juegos de lenguaje se llevan a cabo. Pero el uso “real”

de las reglas de los diferentes juegos de lenguaje que componen la cultura política, depende

principalmente de la voluntad psicológica, así como de la acción consciente y fáctica de

todos los jugadores que participan en determinado juego. Los factores psicológicos e

históricos son determinantes en la configuración de la racionalidad ética-médica. Dicha

racionalidad determina orgánicamente las reglas de juego, según el caso específico en

estudio y (o) intervención. La finalidadque le es propia a la teoría operativa del juego

lingüístico de la salud ética es, en Aristóteles, la buena práctica. La experiencia emotiva

humana es el origen auténtico y terapéutico del juicio práctico.

Como hemos venido diciendo, el logos ético-médico se ocupa principalmente de

particulares, y sólo la experiencia empírica permite captarles adecuadamente. Por su parte,

la finalidad práctica de la ética aristotélica presenta dos vertientes, a saber: la clarificación

individual y la armonizacióncolectiva. En la metodología terapéutica es importante tener

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en cuenta tanto el caso particular del paciente y su perspectiva personal interna y

psicológica; así como las reglas generales de la razón pública, válidas para todos.

Siguiendo esta metodología filosófica de conocimiento-intervención, de

corteterapéutico y pedagógico, se van determinando adecuadamente las reglas de juego de

la ética médica y de la cultura política. Esto se lleva a cabo siguiendo el paradigma

científico y los criterios normativos y valorativospropios de la recta razón. Ella se ve

determinada consensualmente a través de la dialéctica argumentativa, la cual se produce

entre los miembros de la comunidad especializada. Tanto cuando se trata del interés

particular como del colectivo, es importante obtener una visión clara del “blanco”; esto con

miras a que la realización de los objetivos sea más fácil, más precisa, segura y contundente.

La claridad, así como el rigor conceptual de los argumentos terapéuticos, contribuyen a que

la aplicación práctica de la metodología terapéutica sea exitosa.

La racionalidad adecuada a la sabiduría práctica reconoce la verdad con claridad

mientras cuente con la preciosa ayuda de nuestras emociones. La salud ética solicita el

cultivo de las virtudes emotiva y psicológica, propias del trabajo terapéutico.Al negar el

flujo emocional se oculta una parte importante de la verdad.La experiencia cognitiva

correcta necesita del cultivo virtuoso de la vida emotiva. Esta es un requisito indispensable

para lograr la salud del alma (así como del cuerpo).La argumentación racional filosófica se

complementa con la sabiduría emocional (instintiva e intuitiva) en la metodología propia de

la terapia del deseo helenística. Dice Nussbaum que los estudiantes de Aristóteles no

persiguen simplemente su propia eudaimonía, sino también la de los demás: en efecto,

reflexionan sobre la configuración de las instituciones políticas, partiendo de la idea de que

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el mejor ordenamiento político es aquel “que permita a cualquier ciudadano prosperar más

y llevar una vida feliz.” (La Política de Aristóteles).

“Los individuos que se consagran a ella toman parte en una tarea que es a la vez

radical y de largo alcance: la configuración de una sociedad en la que el dinero no se

valorará como un fin, en la que el honor no se valorará como un fin, en la que el honor no

se valorará como un fin, en la que la guerra y el dominio imperial no se valorarán como

fines: una sociedad, en definitiva, en la que el funcionamiento de los individuos humanos

con arreglo a su libre elección y a la razón práctica será el fin último de las instituciones y

las opciones elegidas.”15

El fin último de la vida humana es la salud ética, la cual, como hemos dicho,

comprende dos sentimientos principales que le son propios: la eudaimonía y la ataraxia. La

filosofía helenística se centra en el alivio del dolorpresente en el paciente concreto.

Nussbaum en su libro “La terapia del deseo” nos presenta a un Aristòteles

helenístico, cosmopolita y profundamente comprometido con la analogía médica, con la

salud ética, así como con la terapia filosófica. Su ética es menos individualista que la de

Epicuro, y tiene más en cuenta los aspectos sociales y políticos. Defiende un hedonismo

moderado regido por una razón científica y pragmática.

15Ibid, p. 136.

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5. La solución estoica al problema de la salud ética

A continuación vamos a exponer los principios terapéuticos y éticos de esta escuela

de pensamiento helenística. Estos se manifiestan en la práctica por medio de técnicas y

estrategias curativas. Los estoicos se caracterizaron por su intento de “extirpar” y

“cauterizar” las emociones nocivas que corrompen el alma. Esta noción analógica justifica

la concepción platónica de la salud como un equilibrio entre distintas partes. El animus

(alma, mente, psyché) ha de ser curada de sus pasiones, emociones y apetitos desbordados,

erráticos o viciosos. Aunque su lógica formal no es tan sofisticada y especializada como la

aristotélica,los estoicos desarrollaron un refinado arsenal de argumentos razonables y

terapéuticos destinados a satisfacer la función médica y curativa de la filosofía que ellos

mismos ejercieron.

Los estoicos acuden a la analogía médica con gran convicción. Consideran que el

arte de la filosofía comparte ciertas características fundamentales y similares a la disciplina

del médico compasivo, quien dedica su vida a atender necesidades humanas

apremiantes.“Y, sin embargo –agrega Nussbaum-, esta compasión se combina con un

respeto fundamental hacia la integridad de la capacidad racional de cada persona. El

paciente no debe limitarse a ser simplemente paciente, dependiente y pasivo; debe

convertirse en su propio médico. La función médica de la filosofía se entiende, ante todo,

como la de tonificar el alma desarrollando sus músculos, ayudándola a usar sus capacidades

más eficazmente (Nussbaum, 2003, p. 397). La compasión y la solidaridad son emociones

claves en la filosofía rescatada por Nussbaum de la época helenística griega.

El autoconocimiento racional es una prioridad de la terapia filosófica estoica, la cual

respeta profundamente la perspectiva personal de cada cual. Los estoicos sienten gran

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respeto por el razonamiento práctico activo de cada persona: le conceden un valor

intrínseco así como instrumental, robustecen la capacidad del paciente y le enseñan a ser

apto para ejercer como médico de sí mismo. La independencia crítica tanto de maestro

como de discípulo es fundamental en la cura terapéutica, así como en el proceso

pedagógico de la filosofía: el discípulo practica activamente la autonomía crítica, así como

el autogobierno racional de su alma, herramientas claves para la sanación. Su relación con

el proceso curativo y de aprendizaje es entonces activa y crítica: la metodología estoica no

le permite caer en una relación de sumisión o ignorancia con respecto al terapista.La mejor

forma de fortalecer las virtudes éticas propias del alma, tanto para hombres como para

mujeres, es mediante el desarrollo filosófico del razonamiento práctico activo, así como de

la autocrítica. Se le pide al paciente una conclusión radical personal sobre su caso. Su

opinión, así como su participación activa, su libertad de elección, su fuerza de voluntad, y

su determinación para curarse son determinantes para que el éxito del proceso llegue a buen

término.

El presupuesto básico que guía toda la terapia estoica es su respeto por la dignidad

de la razón en todos los seres humanos. El entendimiento adulto nos diferencia de los

animales y de los niños por medio de su capacidad racional en pleno desarrollo.La razón,

dicen los estoicos, señala a los humanos como seres incomparablemente superiores, dignos

de un respeto y autorrespeto sin límites. El pensamiento intelectivo humano corresponde a

la más alta cumbre del entendimiento. Sin embargo, la inteligencia cognitiva de las

emociones nos proporciona elementos naturalistas y experienciales de gran importancia

para la veridiccióndel conocimiento científico. Somos animales que sienten y que piensan.

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La estrategia más general de la terapia estoica consiste en que el discípulo ha de ser

vigilante y crítico de la manera como ve el mundo. Dice Nussbaum que la tarea de la

filosofía es provocar un autoexamen a conciencia de la cultura y de las creencias, que

permita a cada aprendiz hacerse cargo de su propio destino, considerando debidamente las

alternativas que se le ofrecen, y escogiendo entre ellas la mejor.“La primera tarea del

maestro de filosofía –señala Nussbaum- será crear un espacio para la argumentación,

pidiéndole a Nikidion[que representa aquí al discípulo] que deje en suspenso sus respuestas

habituales y vuelva su mirada hacia sí misma, haciéndose vigilante y crítica de cada

impresión que se sienta inclinada a aceptar” (Nussbaum, 2003, p. 409).

La terapia estoica incluye prácticas de autoconfrontación y autoexamen16

. El

maestro ha de conducir a sus discípulos a buen término, construyendo en común durante el

periodo de enseñanza una terapia que permita superar malos hábitos y costumbres erráticas,

en pro de una salud ética y psicológica. La poética también fue utilizada por los estoicos

como herramienta terapéutica apta para potencializar el poder personal, la fantasía, y el

autorreconocimiento del discípulo, frente a las vicisitudes e incertidumbres de la vida.

Quienes filosofan trabajan a profundidad sus propias capacidades de elección racional

(razonable) y de acción (ético-terapéutica). El ejercicio a conciencia y constante de los

pasos a seguir para lograr graduarse con laureles de las escuelas que practicaban la “terapia

del deseo”, hacía de los discípulos de aquel entonces personas sanas, virtuosas,

eudaimónicas y ataráxicas.

Los estoicos son optimistas con respecto a la humanidad: tienen la firme creencia de

que los seres humanos son esencialmente razonables; y también de que la razón es justa y

16 Según Michel Foucault, el estoicismo es un conjunto de técnicas para la formación y modelación

del yo. las cuales son pioneras del moderno psicoanálisis.

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buena. El universo, según ellos, está gobernado por un Dios sabio y omnipotente, cuya

autosuficiencia trata de imitar el hombre virtuoso. Sin embargo, lo que hace virtuosa a la

buena acción es su racionalidad práctica humana. La tarea del filósofo consiste en descubrir

una verdad general que se halla situada no sólo dentro de nosotros, sino también en la

naturaleza de las cosas, tanto universales como particulares. “Lo crucial –agrega

Nussbaum- es que la razón confíe en ella misma, se haga cargo de ella misma, examine a

fondo las apariencias turbias o incoherentes con las que una sociedad laxa y corrupta la

condiciona. La vida cotidiana no es tanto mala cuanto floja y perezosa. Obtenemos la

verdad tonificando los músculos de la mente” (Nussbaum, 2003, p. 417).

Los argumentos éticos-médicos han de ser razonables y adaptarse a la realidad y

necesidades propias de cada cual. El lenguaje filosófico, por su parte, ha de elegirse con

cuidado, propiedad, sentido común y agudeza psicológica, anota Nussbaum. El discurso

que se propone curar los espíritus debe penetrar en nuestro interior con la certeza del

convencimiento razonable. Agrega que los filósofos han de “moldear y construir” sus

almas, cultivando la compasión, la percepción aguda e inteligente, así como la habilidad

literaria- y la atención crítica hacia el discípulo concreto.

El principio rector del estoicismo es el respeto por la dignidad humana. La sabiduría

emocional y práctica es la llave de la felicidad.La naturaleza de la terapia estoica consiste

en guiar al discípulo por el camino de la racionalidad interior y personal. Dicho camino

psicológico permite que la asimilación del conocimiento razonable sea terapéutica y

curativa para el paciente. En el ejercicio de cambiar y curar un alma particular, el médico

debe establecer con ella un contacto totalmente personal, vivo y concreto. Ambos, maestro

y discípulo, son responsables del éxito o del fracaso del proceso compartido.El proceso de

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la terapia filosófica estoica exige un compromiso cotidiano y activo, tanto por parte del

agente como del paciente. La terapia estoica es de carácter cognitivo, racional y crítico.

Busca eliminar las dolencias y males del almahumana. Como mente y cuerpo no van por

separado, la salud del uno incide sobre la salud del otro.

Hemos dicho hasta aquí que el maestro, para los estoicos, es un médico que guía,

con mucho respeto, al paciente en una exploración exhaustiva de su propia interioridad. Su

técnica es psicológica, terapéutica y argumentativa. Ha de ejercerse a un nivel lo bastante

profundo como para lograr despertar en el discípulo la curiosidad, razonablemente

conducida, acerca de los fenómenos que acontecen en su vida. El autoconocimiento y la

aceptación pragmática de la verdad personal, así como de los méritos, derechos y deberes

que le corresponden a cada individuo, es el camino adecuado para lograr la conquista de la

salud ética. “En el curso de ese examen interno, el alma no permanece inerte, objeto más

que sujeto. Examinándose a sí misma junto con el doctor, ella también se „configura y

modela‟ a sí misma. (Séneca, Ep., 16,3)” (Nussbaum, 2003, p. 410).

Los estoicos combaten las falsas creencias de la sociedad que enferman a la gente.

Consideran que los seres humanos vienen al mundo con una orientación innata hacia lo que

es realmente bueno y razonable: “los estoicos, como Aristóteles –agrega Nussbaum-,

niegan rotundamente que exista en los seres humanos mal alguno innato u original: cuando

se equivocan, es por culpa de una falsa creencia, y por eso una correcta enseñanza puede

desempeñar un papel ético tan útil” (Nussbaum, 2003, p. 415).

Estos filósofos, al igual que Aristóteles, insisten en la importancia de la naturaleza

social del ser humano. Defienden el valor intrínseco de la razón práctica y promueven una

relación maestro-discípulo más simétrica que autoritaria. Por otra parte, cultivan la

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solidaridad comunitaria. También ratifican la existencia y validez de un derecho legítimo,

común al género humano. Fomentan la amistad o philias: un tipo de comunidad más íntima

que la política, como tipo de socialización más terapéutica. Según los estoicos, hemos de

considerar la comunidad política en la que nos encontramos como algo secundario y en

cierto modo artificial, debiendo nuestra lealtad y afecto primordiales al conjunto de la

especie humana.Según Nussbaum, esta idea estoica del ser humano como “ciudadano del

mundo” se considera como un llamamiento a la abolición de las naciones y al

establecimiento de un Estado mundial. Esta perspectiva de política internacional incide

tanto en la forma como en el contenido de la terapia filosófica ejercida por la escuela

estoica.

Una persona buena y virtuosa es quien asume con autonomía crítica la

responsabilidad de su terapia filosófica; pero es también aquella que logra una

autosuficiencia saludable y armónica conviviendo con sus seres queridos y conciudadanos,

pues somos ciudadanos de una comunidad mundial de seres racionales. La eudaimonía es

definida por los estoicos como algo idéntico a la correcta actividad de la razón. Estos ven la

tarea de enseñar como un despertar el alma, obligándola a hacerse cargo de su propia

actividad. Repudian la sumisión del discípulo y lo guían para que desarrolle sus habilidades

críticas,y para que aprenda a enseñarse a sí mismo.

La filosofía libera la mente. Es el único estudio cuya actividad es en sí misma un

ejercicio de libertad humana. Su arte se ocupa de la virtud, así como de la sabia y buena

elección de los seres humanos que la practican.Los discípulos no sólo se ocupan de la

lectura, la escritura y la conversación. También emplean una parte de cada día en la

meditación reflexiva acerca de la vida humana en general, así como en el análisis crítico de

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lo que acontece en su propia existencia cotidiana. Estas actividades hacen parte de las

prescripciones estoicas para la salud del ser humano.

También el discípulo debe hacerse cargo de sí mismo y adoptar unaforma de vida

acorde con la terapia filosófica. El tratamiento se interesa por la conducta diaria del

paciente, el carácter de sus amistades e incluso el contenido de sus sueños. Los estoicos

creen que, dada la orientación básica del pensamiento humano, la búsqueda sincera de la

coherencia y de la lógica ha de llevar al discípulo a la verdad. La razón práctica, autónoma

e instrumental, es venerada por estos filósofos.“En resumen, la lógica ha de estudiarse y

utilizarse como un elemento del autogobierno de la razón, en relación con las elecciones

prácticas de uno mismo y de los demás” (Nussbaum, 2003, p. 436).La forma de vida que

proponen los estoicos es una vida consagrada a la argumentación. Esta terapia del alma

implica un estilo de vida activo, vigilante, crítico: en otras palabras, comprometido con la

verdad filosófica. El pensamiento estoico desconfía de toda autoridad, respetando

profundamente el razonamiento propio de cada individuo. El estoicismo fomenta, con gran

convicción, el ejercicio activo de la argumentación crítica por parte del mismo discípulo.

Su terapia filosófica, dice Nussbaum, deja una imagen de increíble libertad y ligereza (Cfr.

Nussbaum, 2003, p. 439).

Para finalizar, quiero anotar dos puntos en los que Nussbaum no está de acuerdo con

los estoicos. Primero, en que las cosas externas y mundanas carecen de valor intrínseco.

Segundo, en que es necesario extirpar las pasiones por completo de la vida humana.

Nuestra autora considera que las emociones bien encaminadas gracias al instrumento de la

recta razón, cumplen una función orientadora y cognitiva fundamental. Extirparlas es un

exceso malsano y errático de los estoicos. A pesar de sus defectos, esta teoría es muy

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interesante y valiosa, en la medida en que logra “cauterizar” las infecciones que aquejan al

alma gracias a su fortalecimiento intencional y convencido, de la facultad racional y

práctica. Dicho mecanismo es terapéutico y curativo.

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Capítulo III.

El modo de vida epicureista

Vacío es el argumento de aquel filósofo que

no permite curar ningún sufrimiento humano.

Pues de la misma manera que de nada sirve

un arte médica que no erradique la

enfermedad de los cuerpos, tampoco hay

utilidad ninguna en la filosofía si no erradica

el sufrimiento del alma.

Epicuro

Su filosofía aparece como ingenua y bucólica, nostálgica del pasado y del origen

natural. Pero también es realista, contundente y sabia. El estudio riguroso y crítico de la

naturaleza, así como de “las cosas que tienen más importancia para lograr el sosiego”, nos

acerca a la verdad del alma y de la vida.

Nuestro filósofo privilegia las dimensiones de la sensibilidad y de la imaginación

como campos terapéuticos y sanatorios del alma. La razón aparece en un segundo tiempo,

después de la exploración rigurosa de la dimensión natural, biológica e infantil. A partir de

la experiencia sensible y de la memoria, el individuo conceptualiza su realidad de forma

directa, auténtica, y por lo mismo, veraz. La razón “natural” surge de la experiencia

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inteligente y “cerebral” conectada con los instintos y las pulsiones del cuerpo, con la

emotividad del alma. Esto es lo que podemos llamar filosofía de la mente. Los pensadores

helenísticos fueron los primeros en explorar los laberintos psicológicos de la interioridad

humana. Su respeto por la anatomía y por las ciencias médicas, les permite desarrollar una

terapia ética, destinada a aliviar los males del alma en los discípulos. La razón públicaes el

instrumento divino que poseen tanto hombres como mujeres para comprender la verdad de

la experiencia y construir conocimiento a partir de allí, conectados profundamente con lo

natural y lo sagrado. El entendimiento humano es considerado como un regalo de los

dioses, el cual nos fue otorgado para que logremos emularlos en excelencia, virtud y

eudaimonía. La razón es nuestro más preciado tesoro. Esta para Epicuro es formal, natural,

sensible y emotiva. La ataraxia (ausencia de turbación y dolor) es decir, la curación de la

persona, contribuye con claridad al florecimiento de la misma.

1. Epicuro y su escuela filosófica

Epicuro había nacido en el año 342 a.cy, como ya contamos más arriba, se instala a

las afueras de Atenas donde compra una casa con un pequeño jardín; la cual luego se

convertiría en una escuela de sabiduría abierta a una variedad de oyentes. Su corto reinado

fue posterior al de Aristóteles. Antes de verse censurado; mujeres, esclavos, niños,

ancianos, entre otros, acudían al Jardín a escuchar al maestro y a dialogar con él. Estos

encuentros se orientaban casi exclusivamente a descubrir en qué consistía la felicidad desde

cada perspectiva de vida particular, siguiendo la doxa paradigmática del maestro. La terapia

filosófica se efectuaba sobre casos concretos de discípulos y aprendices.

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Epicuro fundó su propia escuela, la cual funcionaba en el jardín de su casa a las

afueras de Atenas. En ella enseñó a sus alumnos los rudimentos técnicos y metodológicos

necesarios para alcanzar la felicidad, la salud ética y el buen vivir por medio de la

filosofía.Epicuro democratiza al aristocrático arte del filosofar, abre las puertas de su

escuela, conocida como “El Jardín”, a cualquier discípulo que esté dispuesto a seguir sus

enseñanzas. Los requisitos más importantes que se exigen son el respeto de su autoridad

teórica y pedagógica, el desapego de lo mundano, sobretodo de sus aspectos corruptos y

viciosos, la práctica de una vida sencilla, contemplativa, naturalista, y la búsqueda honesta

de la verdad filosófica. Los principales instrumentos de conocimiento son, al igual que para

los estoicos, el cuerpo con sus sentidos y pulsiones, así como el razonamiento práctico. El

objetivo terapéutico de dicha escuela es entonces acabar con la tensión, el dolor y la

turbación que aquejan al alma enferma.Epicuro critica duramente la sociedad de su tiempo.

La considera enferma y corrupta, entre otras razones, por valorar el dinero y el lujo por

encima de la salud del alma. La virtud y el bien han de ser cultivados por sus discípulos, y

han de ser practicados en sus vidas, siguiendo una disciplina filosófica sostenible y

comprometida.

“El Jardín” es una comunidad terapéutica,cerrada, autoritaria, situada a cierta

distancia a las afueras de la ciudad. Las puertas abiertas a todo tipo de gente no le quita su

carácter dogmático, a cuya cabeza preside el intransigente pero benévolo y sabio Epicuro.

Nussbaum lo describe como un mundo plácido, alegre, apolítico: un mundo consagrado a

los valores de la amistad y de la solidaridad. La escuela se ocupa de estructurar y llevar a

cabo periodos de formación por los que pasan juiciosos sus alumnos; así como de guiar

preceptivamente la totalidad de un modo alternativo de vida.

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Aunque los sentimientos de camaradería y amistad son absolutamente básicos para

la comunidadterapéutica, parece casi siempre como si su fin fuera la salud de cada uno

tomado por separado, y la amistad no fuera más que un instrumento. Para Epicuro, la

comunidad política en sentido amplio no forma parte del fin; e incluso se desaconseja el

matrimonio y la creación de vínculos familiares. El filósofo se concentra en el tema de la

naturaleza humana, de su libertad cognitiva y psicológica. El “yo” se empodera a través del

trabajo de la terapia filosófica. Construye, de la mano del maestro, su perspectiva personal,

sensitiva y emotiva de la salud de propia alma. Epicuro hace énfasis los aspectos

antropológicos, psicológicos y biomédicos de la cognición humana. Su preceptiva es

sencilla, naturalista, pero rigurosa y contundente.

2. Carácter “dogmático” de la enseñanza filosófica

En su escuela,recibe discípulos sin discriminación alguna, y los inicia en los

misterios de la filosofía, siguiendo un criterio de equidad.Mujeres, esclavos, niños,

ancianos, hombres, aristócratas: todo alumno que demuestre interés genuino y devoción por

el dogma del maestro es bien recibido. Epicuro insiste en la necesidad para la filosofía de

defender un punto de vista dominante como requisito indispensable para que tanto la

curación terapéutica como la enseñanza sean exitosas. Y ese punto de vista dominante o

dogma, es nada más y nada menos que la perspectiva ofrecida por la racionalidad manejada

por el propio Epicuro. Su filosofía es entonces jerárquica y dogmática: en ello radica,

desafortunadamente, el éxito de su proyecto pedagógico y curativo. Una excesiva

democratización dialéctica puede generar caos, confusión, dice. Según Epicuro, la misión

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75

de los docentes-médicos es ofrecer pautas “verdaderas” e irrefutables que guíen tanto el

pensar filosófico como el comportamiento de sus discípulos.

Este quizá sea un requisito metodológico para asegurar el éxito del proceso

pedagógico, así como la eficacia terapéutica de su enseñanza. “El sabio será dogmático y

no fallará.”, predica el Maestro. La terapia epicúrea se aplica mediante argumentos. Las

enfermedades de la creencia que aquejan al paciente provienen de una doctrina filosófica

errática. La cura que propone Epicuro se fundamenta a partir de su doctrina personal, la

cual fue construyendo a lo largo de su indagación autodidacta y pedagógica. “Curar” es uno

de los objetivos principales del maestro. Su “logos” o “doxa” sirve como medicamento para

las almas de sus discípulos, enfermas por la contaminación social.Su arbitrariedad

preceptiva y su rigor autoritario aseguran una terapia “quirúrgica”.Sin un horizonte

intelectual normativo y valorativo, claro y distinto; es decir escogido por el maestro según

su sabio criterio, no hay posibilidad de cura. Por ello, Epicuro insiste en la autoridad de la

“doxa” enseñada por el maestro. La utilización de la emoción, de la razón y del logos,

según las pautas y cánones dictados por el filósofo, permite a los discípulos curar sus males

y enfermedades, así como llevar una mejor vida.De lo que se trata con la terapia filosófica

epicúrea es de erradicar falsas creencias; para ello son necesarios argumentos que

desacrediten lo falso y develen lo verdadero. La filosofía, en su compromiso práctico, debe

llegar a ser una “purga” y una “medicación” para quien la ejerza o solicite su ayuda. Su

función está dirigida a la comprensión y al mejoramiento de la práctica cotidiana y de la

salud ética, por medio del uso profesional de la razón. Nuestra disciplina es la cuna

metodológica y conceptual del pensamiento humano. Su quehacer se ocupa de resolver

problemas y preguntas con relación a las facultades y funciones del entendimiento, así

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76

como sobre planteamientos conceptuales concretos a cerca de otras disciplinas, o sobre la

realidad escogida como campo de estudio. La adecuación de la argumentación terapéutica

racional con los casos concretos, reales y posibles, hace que ésta sea razonable, válida y útil

tanto para el individuo como para la comunidad.

“Debemos reír a la vez que buscar la verdad, cuidar de nuestro patrimonio y sacar

fruto a las demás propiedades y no cesar bajo ninguna circunstancia de emitir los juicios

dictados por la verdadera filosofía.” Epicuro.

El Maestro fue en vida venerado como un salvador, pero también se vio censurado

por las autoridades y la mayoría de sus libros fueron quemados.

Todas las exposiciones antiguas de Epicuro y el epicureísmo convienen en presentar

un extraordinario grado de devoción y obediencia reverencial hacia el maestro. Los

discípulos lo celebran como el salvador de la humanidad. Se le venera como a un héroe,

incluso como a un dios, nos cuenta Nussbaum. También se le nombra como “ el único guía

recto de palabras y hechos rectos”.

“Pero esto subraya precisamente la asimetría en el toma y daca de la

argumentación : o eres un dios o no lo eres. Si no lo eres, la respuesta que debes dar a

los argumentos de aquel que sí lo es, es la aceptación y la veneración.”17

Epicuro predica el culto a la verdad más sobresaliente y sabia: la del maestro que el

discípulo escoge para que lo guié y le enseñe el camino del conocimiento, así como el de la

iluminación filosófica. Los estoicos, por su parte, rechazaban la concepción epicúrea del

rigor en la autoridad pedagógica: “Nosotros no estamos sometidos a ningún rey. Cada uno

17Ibid, p. 173.

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77

reivindica su propia libertad.” Sobre este punto relativo al dogma y a la autoridad

incontestable del maestro, así como en lo referente al grado depreponderancia que se le

otorga terapéuticamente a la razón en el manejo de las emociones y de la sensibilidad, se

confrontan las dos escuelas. Sin embargo, Nussbaum logra generar una discusión fértil y

fructífera entre estoicos, escépticos, epicúreos y Aristóteles, principalmente. Semejanzas y

diferencias enriquecen la concepción filosófica de la “terapia del deseo” helenística.

A los discípulos se les recuerda constantemente que los argumentos terapéuticos

enseñados por Epicuro son verdaderos, paradigmáticos, así como necesarios y

suficientes;tanto para “salvarlos” de sus demonios, como para ayudarlos a llevar a cabo una

vida buena.Epicuro ejerce una función de “gurú” en su “Jardín”. Para animar a sus oyentes

a perseverar en la filosofía, sus argumentos combinan la exhortación y la autopropaganda

con el razonamiento práctico, sensitivo y “naturalista”. La práctica epicúrea es rigurosa y

exige de sus seguidores, como ya hemos dicho, la renuncia a los placeres “vanos”, así como

el refinamiento y la maestría del buen uso de los placeres naturales y saludables. Aunque su

teoría es interesante y eficaz, Nussbaum critica el excesivo dogmatismo de Epicuro:

“Al discípulo epicúreo no se le anima a que haga objeciones personales al sistema

ni a que argumente dialécticamente; y a medida que se vuelve más dependiente del texto y

las doctrinas del maestro, puede volverse menos apto para razonar por su cuenta.”18

Esta actitud dogmática y narcisista es requisito de enseñanza. El es un autodidacta y

pretende, que a la larga, sus alumnos también lo sean. La autosuficiencia crítica la

18Ibid, p. 179.

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conquistan cuando logran demostrarle al maestro, y sobre todo a sí mismos, que son

capaces de volar con sus propias alas.

“…después de todo, ningún doctor le enseña a uno a tomarse tres medicamentos al

mismo tiempo y ver cuál de ellos funciona: sus efectos respectivos podrían neutralizarse

mutuamente.”19

El filósofo preconiza una filosofía libre de toda paideia, pues le echa la culpa a la

cultura y a la sociedad de corromper nuestras mentes y nuestros actos. Busca con el estilo

de vida que cultiva en él y en sus discípulos un estado “pre-cultural”, más cercano a la

naturaleza, a la animalidad y a la infancia. Promueve el “recogimiento” para desinfectar y

sanar la corrupción social que nos enferma.

Siendo la verdad perspectivística, como anotara Nietzsche en su época de lucidez,

es necesario consolidar un punto de vista axiomático para construir conocimiento sólido y

veraz. De otra forma,el nihilismo y el “todo vale” destruyen la labor científica. Ese fue el

afán de Epicuro, aunque muchos lo tildaran de dogmático e intransigente, su positivismo

argumentativo lo llevó a convertirse en una leyenda. La labor pedagógica, así como la

terapéutica, exigen la consolidación de una figura de autoridad.La experiencia del cuerpo y

de sus sentidos, por otra parte, es un camino de sabiduría. La defensa del placer en Epicuro

es consecuencia de ese revolucionario descubrimiento del cuerpo y de su bien. El cuerpo se

“naturaliza” y se libera de trabas sociales. La terapia sirve para depurar las partes corruptas

que causan putrefacción y dolor en el ser humano. Nussbaum llama “quirúrgico” al

tratamiento epicúreo. Se trata de una cirugía del alma. El instinto animal que en ella reside,

19Ibid, p. 173.

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así como la memoria infantil, guían el proceso de raciocinio y de argumentación práctico-

curativos. Las emociones de placer y dolor, bien encaminadas por el camino natural y

fisiológico, nos avisan continuamente de lo que nos conviene, y de lo que no. Nuestra vida

emotiva psicológicamente adecuada nos ayuda a efectuar “decisiones racionales” correctas.

El instinto y las pulsiones naturales del cuerpo, así como la sabiduría emocional del alma

nos protegen de caer en el vicio corruptor de los deseos vanos.

El maestro nos descubre a los grandes ausentes de la reflexión tradicional sobre la

vida feliz: el cuerpo, “la verdadera vida de los latidos y la carne”, la serenidad yla amistad.

El arte de la vida doméstica y de la administración del hogar, conocida en griego como,

oikonomía, contribuye en gran medida a la ataraxia, a la eudaimonía y al buen vivir;

objetivos principales éstos últimos de la terapia filosófica.El dogma y la autoridad del

maestro, como ya explicamos, pretenden ejercer como principios ordenadores y normativos

que sustenten la verdad, así como la legitimidad de la enseñanza impartida. Sin la

aceptación sumisa de la preceptiva epicúrea, no es posible, según él, vislumbrar la verdad

develada del pensamiento único. Este presenta en el seno de su escuela un aspecto

primitivo, arqueológico, salvaje y místico, al mismo tiempo.Por ello, Epicuro era

equiparado por sus discípulos a un “dios” y a un “salvador”. Su formación fue en su gran

mayoría autodidacta. Sus ideas filosóficas originales eran fruto de su propio pensamiento

creativo. Este mezcló la doxa y la práctica en un estilo de vida paradigmático y

revolucionario. A través del estilo de su prosa se deja entrever un carácter vehemente,

radical, fuerte y austero.

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“Esta alegre moderación del Jardín, un hedonismo que por su

limitaciónresulta casi una ascética, armoniza bien con la antigua máxima apolínea de que

la sabiduría consiste en la moderación y el conocimiento de los límites.”20

La autora critica la pasividad de los discípulos epicúreos, sus hábitos de entrega y

veneración, los cuales presentan el riesgo de convertirse en hábitos normales y peligrosos

para la libertad del pensamiento individual. La tarea crítica activa, insiste, es necesaria para

que se genere buena y recta filosofía. Sin embargo, el Jardín edénico que promete Epicuro,

así como la guía certera y “paternal” que ofrece por el camino eudaimónico y ataráxico del

conocimiento, ejercen un poderoso poder de seducción sobre aquellos que sufren y quieren

aprender a resolver sus problemas según los preceptos del Maestro. Su escuela aporta un

grano de arena en la abigarrada y democrática aventura del conocimiento humano. Aunque

Epicuro y sus discípulos consideran la anterior como la mejor opción de vida posible para

lograr la salud ética, queda claro que no es la única.

3. Presupuestos teóricos del modo de vida epicureista

El ser humano es un animal que habla lenguajes articulados, que siente emociones,

que se comunica con sus semejantes en su convivencia cotidiana en la polis. La

comunicación es un factor clave de convivencia, aprendizaje y curación. El logos, fuente

medicinal y terapéutica, es lenguaje compartido por una determinada comunidad de

lenguaje. El doxa que enseñó Epicuro proviene de su vida como autodidacta y pedagogo.

20Ibid, p. 40.

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Epicuro entiende el concepto de placer, principio motor del comportamiento y de la

acción de los humanos (y de los demás animales), como la ausencia de dolor y de

turbación; pero también, “como la actividad sin trabas de la disposición de acuerdo con su

naturaleza”. Como hemos dicho, la concepción de “lo natural” presente en las escuelas

helenísticas es de carácter normativo y valorativo. Por ello, se constituye como la piedra

angular de los procedimientos de veridicción científica, así como en axioma de

conocimiento y aplicación práctica. El uso filosófico del razonamiento y de la

argumentación procesa, depura y sofistica la verdad que nace en el cuerpo y en su

sensibilidad perceptiva.

Una de las características principales del pensamiento de Epicuro es, como hemos

dicho, su amor por los animales, los niños y los amigos.El fin de las funciones “naturales”

del deseo es el encuentro con la recta razón, la salud sostenible, y el buen vivir. Una terapia

de aprendizaje exitosa ofrece al discípulo el permanente funcionamiento sin trabas del

cuerpo y del alma, así como una calidad de vida digna de dioses. La relación entre deseo

vano y creencia falsa es muy íntima. Por ello, la persona debe permanecer alerta, con su

espíritu crítico ágil y agudo, con el fin de no dejarse engañar por juicios falsos y

malsanos.Epicuro sostiene que la creencia es la base y la condición necesaria del deseo. Por

ello, es tan importante dotarse de criterios de juicio y selección idóneos; con el fin de

reconocer, aplicary conservar las creencias verdaderas. La escuela epicúrea ofrece un

manual de axiomas, valores y procedimientos útiles y realizables, los cuales facilitan llevar

a buen término dicha tarea.

La terapia epicúrea exige a su vez la adopción rigurosa y constante de un

determinado modo de vida, modesto y sosegado. Uno de sus rasgos ordinarios es “la

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oikonomía”, trabajo doméstico o administración del hogar. Para Epicuro, cada rama de la

filosofía ha de valorarse por su contribución efectiva y pertinente en el campo de la

práctica. Si el pensamiento no contribuye en absoluto a transformar y mejorar la vida

cotidiana, es vano e inútil. La ética, según Nussbaum, se convierte en arquitectónica por

encima de todos los usos de la razón. Sus objetivos principales son la eliminación del mal,

del dolor, de la enfermedad, de la corrupción;así como la persecución y el logro sostenible

de la eudaimonía ataráxica. En efecto, su filosofía entraña la supresión completa de la

tyché, concepto traducido del griego como “la vulnerabilidad ante los acontecimientos que

escapan a nuestro control”. La aplicación práctica de la terapia epicúrea tiene como

finalidad resolver problemas concretos; pero también fortalecer la capacidad de prever,

controlar y resolver los obstáculos y penurias que se interponen en nuestro camino.

La salud del alma (y de la mente) está imbricada con la salud del cuerpo. Curar y

superar nuestros males requiere de coraje, tesón y constancia. La filosofía, para lograr

llevar a buen término su objetivo terapéutico, cuenta con el valioso instrumento “vivo” del

logos, es decir, del lenguaje compartido, así como con la ayuda de la razón instrumental,

pública y privada. Esta se robustece con la práctica cotidiana. El logos es considerado por

los griegos como un regalo de los dioses: su razón divina nos permite “florecer” a su

imagen y semejanza.

Epicuro considera a la valoración reflexiva y a los deseos vanos que provienen de la

sociedad como fuente de espejismos, y deposita su confianza en el deseo “natural”, no

orientado por preceptos aprendidos y erráticos sino por el instinto y por la recta razón

humana. La naturaleza, el animal, el niño (o niña), poseen entonces la llave de la sabiduría

con su profunda y auténtica sencillez cognitiva. La sensibilidad espontánea y los reflejos

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corporales configuran la percepción de la realidad, la cual es conceptualizada por el

entendimiento con fines de “comprender” lo que acontece. La sensibilidad emotiva es la

puerta orgánica hacia la verdad psicológica del individuo. Epicuro obvia o desatiende los

procesos complejos del entendimiento, o por lo menos no habla de ellos en los textos que

de él lograron conservarse. La mayoría de su obra fue quemada y censurada por los tiranos

de su época. Su filosofía ofrece una perspectiva cognitiva, naturalista y esencialista a cerca

de la realidad. Busca lo descomplicado, lo simple y auténtico, lo orgánico y primordial. Su

obra hace una oda al origen, a la infancia, a la animalidad humana y racional que

encarnamos, que respiramos y que nos salva. Epicuro ama profundamente la sencillez y

frescura cognitiva de la vida natural e infantil. Enaltece estos universos sensoriales e

imaginarios como su arcadia filosófica, su panacea ética.

Por otro lado, la propiedad médica de ser relativo a valores se manifiesta en el

pensamiento epicúreo en tres aspectos: 1. Su función curativa y terapéutica, 2. Su función

práctica, 3. El carácter dogmático, al nivel del valor y de la norma, de los axiomas lógicos,

argumentativos y de veridicción.

Su planteamiento valorativo tiende a privilegiar la intuición sensible sobre la

conciencia reflexiva, lo que no ocurre con los estoicos, quienes desarrollan una teoría casi

opuesta, pero a su vez, complementaria.Los estoicos prefieren basar su terapia en el

fortalecimiento de la razón y en la disminución de la sensibilidad; los epicúreos, por su

parte, prefieren el camino contrario. Su terapia consiste en promover la relevancia y

sabiduría crítica de la inteligencia sensible y emotiva, asentada en el cuerpo y en el

psiquismo humanos, dejando en un segundo plano de investigación la conciencia reflexiva

o racional. Sin embargo, no por ello abandonan del todo el uso de la recta razón. Por el

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contrario, ésta se “depura” y mejora gracias a los procedimientos de la “cirugía epicúrea”,

como llama Nussbaum a su terapia. Todas las corrientes helenísticas apuntan hacia un

mismo objetivo: la curación del alma y la obtención sostenible de la salud ética. El maestro

Epicuro sostiene por su parte, y con su propio ejemplo, la imagen del sabio, feliz, semejante

a un dios. La figura del “buen salvaje” rousseauniano encuentra sus orígenes en la escuela

epicúrea, donde su boceto goza de un estatus normativo y valorativo. Esta figura “ideal” de

discípulo no corrupto, “virgen”, “natural” y floreciente, también alude a la condición básica

de los animales y de los niños, de la que hemos hablado y la cual trata de emular como

medicamento curativo y regenerador.

La práctica de la filosofía sirve para “asegurarse la salud del alma”. Lo que le

interesa a Epicuro de la enseñanza de la razón, es su eficaz y útil instrumentalidad para

resolver problemas concretos y transformar nuestra perspectiva sobre las cosas y nuestro

estilo de vida. Promete a sus discípulos una vida semejante a la de los dioses como

recompensa por ser buenos estudiantes. El único acceso a las dolencias del alma, y la única

manera de curarla, es por medio del uso de la recta razón, basada ésta en la sensibilidad

“natural”, “animal” e “infantil”. Este enfoque de la razón desde sus fundamentos

primigenios sirve como medicamento terapéutico para trabas y vicios de nuestro ser

íntimo.El raciocinio comprendido desde dicha perspectiva, se convierte en instrumento

invaluable, sencillo, certero y al alcance de todos. Su preceptiva sirve para curar tanto los

males del alma como los del cuerpo. La metodología utilizada insiste en sanar primero al

individuo desde el trabajo con su propia interioridad. El entendimiento es un instrumento de

gran valor que nos otorgaron los dioses. Su aspecto terapéutico reside en la actividad

cognitiva, sensitiva y emotiva de nuestro cuerpo, así como de nuestro psiquismo.

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La filosofía de Epicuro, hasta aquí, se sustenta en el reconocimiento legítimo de la

“sensación emotiva natural y cotidiana” como criterio fundamental de veridicción y

salubridad para el conocimiento que nuestro maestro imparte. Las emociones bien

encaminadas, para Epicuro, son portadoras de salud ética. Su conexión con nuestro ser

auténtico y su adecuación a nuestros objetivos vitales fundamentales es de gran importancia

cognitiva para la escuela epicúrea. “Sentir es creer”, diría el Maestro.La humilde y natural

sabiduría de los sentidos y de la emoción nos protege de los errores y abusos de la

conciencia reflexiva. Esta tiende a anquilosarse y tararse por los malos usos aprendidos y

por los vicios sociales. Epicuro defiende la pureza cognitiva del “buen salvaje”, el cual,

bien encausado por sus enseñanzas, puede alcanzar por medio de la virtud y la práctica

devota, el florecimiento y la ataraxia en esta vida. La razón intelectiva a veces es ciega y

oculta la verdad. Por ello, la tarea de la filosofía es limpiar los errores y males,develando

tanto la verdad auténtica como el camino de la salud del alma. La exploración de nuestra

animalidad humana, así como de nuestra infancia, con fines terapéuticos y

pedagógicos,abre nuestra mente a una dimensión cognocitiva privilegiada y auténtica; la

cual nos conecta con la realidad concreta y fáctica que nos acaece. Epicuro se manifiesta

como un pionero del empirismo y promete, a través de su enseñanza, el encuentro con un

modo novedoso y propio de pensamiento. Su tipo de razonamiento está anclado en el

sentido común, compartido por todos los miembros de la especie humana. Las personas

cuya razón se encuentra viciada o embotada por los estragos del sistema encuentra una

esperanza de curación, siguiendo cabalmente sus enseñanzas.

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“Pero esa vida placentera estaba llena de sensatez e inteligencia y se

enlazaba con la amistad “que sobrevuela el mundo entero convocándonos a todos para

que despertemos en la felicidad.””21

4. Los argumentos éticos epicureistas

El maestro de filosofía, como un buen médico, debe ser agudo en el diagnóstico de

casos particulares, diseñando un tratamiento específico para cada discípulo. El terapeuta

ético y el discípulo enfermo establecen una relación concreta e histórica, concentrándose en

el estudio de caso del paciente, ya que el objetivo de la terapia es curar y resolver

problemas específicos. La vida que recupera la salud emplea formas de razonamiento que

se centran en lo particular. La percepción de los detalles relevantes así como de los

fenómenos reales que hacen parte del diagnóstico, así como la aguda sensibilidad

“naturalista” y “naif”, son aspectos claves de la terapia epicúrea. Su originalidad reside en

su sencillez y en el uso terapéutico de la memoria cognitiva, infantil e instintiva. Sin

embargo, para que funcione este “logoi” como remedio del alma y del cuerpo, debe ir

acompañado de una sólida conciencia psicológica: ¿Quién soy?, ¿Cuál es mi realidad

presente?, ¿Cuál es mi reacción emotiva y cognitiva al respecto de lo fenoménico?

Los argumentos éticos de Epicuro se adecúan a los casos y situaciones particulares.

Priman la experiencia sensible y emotiva, así como la disciplina rigurosa, y la obediencia a

la preceptiva del maestro.La ética de Epicuro es, sin embargo, a pesar de su lucidez y buena

21Ibid, p. 21.

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voluntad, dogmática y propensa a las formulaciones generales de carácter prescriptivo y

obligatorio.

Las virtudes argumentativas son las siguientes: coherencia, validez lógica, claridad

en la definición, rigor analítico y aplicabilidad práctica. Su función terapéutica es

eminentemente instrumental. Las virtudes argumentativas están enfocadas a resolver

problemas concretos y generar soluciones viables, posibles y eficaces. Como escribe

Lucrecio: “La claridad de la argumentación epicúrea es como la luz del sol que dispersa las

sombras oscuras”. La ataraxia (ausencia de turbación) y la eudaimonía (florecimiento

humano) son los objetivos alcanzables gracias al correcto uso de la razón instrumental (y

sensible).

El proceso de argumentación en su conjunto recibe el nombre de diorthosis, que

significa “corrección”. El análisis de los argumentos opuestos a los de Epicuro es

apasionado y parcializado a favor de la propia teoría, la cual es asumida como verdad

absoluta e irrefutable, por el bien de la terapia y de la pedagogía. Su filosofía es “doxa” y

axioma preceptivo.

Aristóteles y Epicuro están de acuerdo en que el arte del filósofo ético, como el del

buen doctor, exige prestar atención a las esperanzas y temores del paciente, así como saber

aprovechar las ocasiones oportunas con flexibilidad y prudencia. El primero difiere del

segundo en su concepción acerca de la naturaleza de la actividad propia de la

argumentación ética. Para Aristóteles ésta última es esencialmente dialéctica y de carácter

recíproco. Su éxito exige una comunidad de personas más o menos iguales, todas ellas

asumiendo el doble papel de médico y paciente. El beneficio práctico del argumento ético,

arguye, es inseparable del escrutinio dialéctico de las posiciones opuestas, de la actividad

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crítica recíproca y de las virtudes filosóficas esenciales de coherencia, claridad y orden

inteligible. Aristóteles es también muy cuidadoso en hacer coincidir física y metafísica en

un equilibrio armónico y racionalmente concebido, que asegure la buena salud, y que logre

adecuar la realidad a la percepción “natural” de nuestros sentidos. Por ello, la “anatomía del

alma” es un tema central en la terapia filosófica de Aristóteles.Esta perspectiva lógica y

científica de la verdad no estápresente en Epicuro.

En efecto, la terapia epicúrea es un tanto menos racional pero un poco más

fisiológica, podríamos decir; aunque ambas tienden a competir por obtener los laureles de

la diosa de la Sabiduría. Su sensibilidad “clínica” pretende subsanar con más ahínco las

necesidades humanas básicas; pero para ello necesita defender un principio de autoridad

pedagógica y médica, así como un doxa claro y distinto: el del Maestro.El sabio griego nos

dejó como legado una filosofía compasiva, incluyente y solidaria, fortalecida por un sólido

sentido de la autoridad del maestro. Su razón discursiva está profundamente afianzada en la

biofísica así como en el estudio del cuerpo humano.

Epicuro, por su parte, considera que la filosofía analítica y dialéctica de Aristóteles

es de corto alcance. Pero el aristotélico insiste, nos cuenta Nussbaum, en que su tipo de

filosofar aporta una forma peculiar de beneficio práctico, gracias a su carácter comprensivo,

riguroso y respetuoso de la claridad, así como de la objetividad científica. El aporte

epicúreo, a su cuenta y haber, versa sobre la exploración razonable de la dimensión de los

sentidos del cuerpo y del alma, la cual nos brinda información valiosa sobre nuestra

relación “real” y no condicionada con el mundo interno, a la vez que con el mundo externo.

Su filosofía esboza una conceptualización fisiológica y directa de las nociones de “origen”,

“vida animal”, “cultura primitiva”, “memoria infantil”, “estilo de vida sencillo” y “trabajo

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interior”. Su aporte marca un camino tanto terapéutico como depurativo para los males del

alma. Para no perdernos en la morfología primitiva que propone como “fantasía” para

depurar la imaginación emotiva y sensible, es importante tener en cuenta los principios

anatómicos y antropológicos que configuran al ser humano. Por otra parte, la conciencia y

responsabilidad psicológicas también son conceptos claves para el éxito tanto de la

curación, como de la enseñanza.

5. La terapia filosófica epicureista

La terapia de Epicuro se caracteriza por defender el cuerpo, su inteligencia y sus

pulsiones. Los seres humanos, comolos demás animales, buscan el placer y evitan el dolor.

Este principio ético y cognitivo guía tanto el comportamiento, como la voluntad, y la

capacidad de elección de las especies biológicas más desarrolladas. Epicuro enseña una

vida sencilla, en armonía con la naturaleza, como camino hacia la eudaimonía

(florecimiento humano en griego) y hacia la curación del alma (Ataraxia, ausencia de

perturbación y dolor). Rechaza los vicios y corrupciones que genera la sociedad.

Las causas de la turbación pueden eliminarse por medio de la terapia, pues estas

causas son generalmente creencias falsas acerca del mundo y del valor de las cosas, junto

con los “vanos” deseos generados por estas falsas creencias. La supresión de la creencia

falsa y su remplazo por una verdadera, acaba con el deseo errático y, por lo tanto, con la

turbación. “ Puesto que la creencia falsa es la raíz de la dolencia, el arte curativo debe ser

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un arte equipado de lo necesario para enfrentarse a la falsa creencia y vencerla. Debe, por

consiguiente, ser un arte del razonamiento.”22

Epicuro clasifica los deseos en dos categorías: los vanos y los naturales. Los

primeros son corruptores y ociosos. Perjudican nuestro sano desarrollo, viciando nuestra

salud y nuestro bienestar. Los segundos son oportunos y necesarios, pues “enfocan” nuestro

comportamiento, y nos ofrecen satisfacción auténtica y durable. ¿Cómo reconocer los unos

de los otros? Este es uno de los principales objetivos de la terapia epicúrea que vamos a

analizar a continuación.

“Esto nos da a entender que los deseos que Epicuro considerará sanos y no

vanos son los que corresponden a nuestra naturaleza; pero la naturaleza se considera

como una noción normativa, no opuesta al artificio, sino a lo hinchado, excesivo, aquello

que podría impedir el sano funcionamiento.”23

Una vida virtuosa, buena, sabia y acorde con la naturaleza tiene como

premio la eudaimonía: es decir como hemos dicho anteriormente, el florecimiento, la

realización integral de la persona. La realización eudaimónica es el fin último de toda vida

humana: tendemos hacia ella así como nuestras acciones también lo hacen. Somos criaturas

“naturales”,poseemos la virtud y la sabiduría dentro de nosotros en estado inconsciente.

Gracias a la enseñanza y a la práctica filosófica podemos cultivar nuestros méritos después

de sanar lo corrupto, lo enfermo. La mayoría de nuestros males provienen de la sociedad o

de la cultura, de sus errores y expectativas infladas. Tanto la autonomía crítica del

22Ibid, p. 153.

23Ibid, p. 143.

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razonamiento práctico como la obediencia a las instrucciones del maestro son herramientas

claves para perseverar y no perderse del camino virtuoso y verdadero.

Ahora bien, para lograr distinguir los sanos deseos hemos de actuar teniendo en

cuenta la sabiduría de los animales y de los niños, es decir, buscando el placer “natural” y

evitando el dolor. Razona Epicuro que si la sociedad no es digna de crédito; el testimonio

fidedigno acerca de los fines legítimos de la vida es el testimonio de los sentidos y de los

sentimientos corporales, en primera instancia, al margen de la enseñanza y de la creencia.

Según el maestro helenístico, los que actúan siguiendo la sabia voz de la naturaleza, logran

el sano juicio, así como una vida sosegada, tranquila, serena y feliz. El pensamiento acorde

con el concepto normativo y valorativo de “naturaleza” coincide con el estado de espíritu y

el tipo de razonamiento práctico que la historia de la filosofía ha entendido bajo el término

de “sentido común”. Este sentido común, compartido por todos los miembros de la especie

humana, es el que nos identifica como animales propiamente humanos. Está fuertemente

anclado tanto en la sensibilidad corporal y anímica como en la experiencia cotidiana y

pragmática.

Por otra parte, Epicuro considera que los sentidos son totalmente dignos de

confianza, y que todo error procede de la creencia infundada y engañosa. Una vez que ha

eliminado el dolor y las diversas trabas que perturban su alma, el ser humano realizado

logra vivir de manera floreciente. La naturaleza del verdadero bien es virtuosa y no

corrupta. Una vida sencilla y natural es una vida sabia. El vicio, así como la enfermedad,

han de ser sanados y superados por el espíritu razonable, por medio de la terapia filosófica

y de la fuerza de voluntad.

Page 92: Título del trabajo: FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE

92

“Si realmente somos capaces de imaginar un ser humano (maduro) de quien

se ha eliminado toda turbación e impedimento- cuyos deseos infantiles son plenamente

satisfechos- veremos, dice Epicuro, que a ese individuo no le falta nada y no tiene

necesidad de aspirar a más.”24

La apelación a las sensibilidades animal e infantil en tanto principio normativo de

veridicción,genera una depuración cognitiva, espiritual e intelectiva en la persona adulta.

Recuperar la memoria, la sencillez y la autenticidad emotiva permiten al paciente sanar las

heridas de su alma. Sin embargo, dicho “logoi” no es más que un medicamento: una

persona sana no puede perder su principio de realidad. Y claro, priman para el psiquismo

saludable la identidad presente así como la voluntad y conciencia encaminadas según la

recta razón.Esta perspectiva epistemológica permite reconocer los deseos “naturales” de los

“vanos”. La razón epicúrea se construye a partir de una sensibilidad naif, pero realista y

“terre à terre”.Esta buscaconectarnos medularmente con nuestra condición más básica, así

como con nuestra naturaleza originaria y con nuestra personalidad auténtica. La ataraxía,

concepto en griego que significa “ausencia de turbación y ansiedad en el alma, y ausencia

de dolor en el cuerpo”, se refiere a los fines que persigue la criatura no corrupta, virtuosa,

buena y eudaimónica. La ataraxia es uno de los objetivos generales de la terapia filosófica.

Ahora bien, la terapia epicúrea, a pesar de su originalidad, también se acoge a los

requisitos propios de los argumentos terapéuticos, compartidos por las otras escuelas

helenísticas. Estos son, desde la óptica epicúrea, los siguientes:

2.1. Finalidad práctica.

24Ibid, p. 146.

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93

La terapia filosófica de Epicuro se basa en la información que aportan los sentidos

del cuerpo y, especialmente, en la inteligencia y sabiduría propias del sentido común. Su

escuela practica la filosofía como “una actividad que garantiza la vida floreciente por

medio de argumentos y razonamientos.” La filosofía es necesaria para alcanzar la buena

vida, dice Epicuro. Esta es posible para todo el mundo, para todo aquel que tenga interés en

vivir bien. Su misión es conducir a los individuos hacia su fin propio. El fin último de la

vida de todas las personas consiste en lograr la eudaimonía y la ataraxia. La terapia

filosófica de Epicuro mejora la calidad de vida de las personas y simplifica la existencia.

También la purifica, la “naturaliza”. Su finalidad práctica se ve reflejada en la adopción,

una vez más, de la analogía médica y todas sus derivantes.

Lo que cuenta como salud en el inicio de la terapia, ha de tener alguna conexión con

las ideas previas de los discípulos acerca de lo que entienden por medicina, así como con

sus prácticas sanitarias a nivel antropológico. Médico y paciente deben estar de acuerdo

tanto en los principios rectores de la terapia, como en los objetivos y procedimientos.La

cura no puede parecerles un estado por el que no vale la pena pasar: al contrario, deben

reconocerla como algo que responde a sus deseos más profundos y fundamentales. La salud

es deseable por encima de la enfermedad. Se trata de un estado natural, normal, agradable,

y relativamente fácil de alcanzar y mantener. Lo importante aquí es seguir la preceptiva con

convicción y responsabilidad en relación a la propia curación. El enfermo debe aceptar que

su patología no es necesaria y que lo hace infeliz, para que, acto seguido, esté dispuesto a

desecharla de su vida.

En muchas ocasiones, los malos hábitos o la fuerza de la costumbre hacen que las

personas sean reacias al cambio positivo, obstaculizando el proceso curativo. Los enfermos

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94

pueden equivocarse yasumir su dolor o malestar como parte intrínseca de sus vidas. Por

cobardía, desidia o ignorancia, se suelen acomodar en sus males y rechazar el esfuerzo

personal que exige la cura. Cambiar de hábitos es para ciertas personas más difícil de lo que

se cree. Por ello, el paciente tiene el deber de hacer de médico de sí mismo; pero sobre

todo, dice Epicuro, su sanación y correcto aprendizaje dependen de la juiciosa obediencia a

los preceptos del maestro. Sin fuerza de voluntad o convicción por parte del paciente acerca

de la posibilidad real y deseable de la cura, el tratamiento no logra tener éxito.

Por otro lado, para un óptimo resultado terapéutico, la necesidad práctica de la

curación domina sobre todas las demás consideraciones acerca de la argumentación

filosófica. La razón de la salud debe primar necesariamente sobre la razón de la

enfermedad. Los argumentos prácticos en sus valores, esperanzas, deseos y objetivos se

comportan de forma flexible, adaptándose a las características propias del caso concreto en

cuestión. Los “logois” varían según las necesidades de cada discípulo. Su eficacia y

credibilidad dependen de la maestría en que los argumentos terapéuticos logran defenderse

y “venderse” a ellos mismos. Su lógica intrínseca y explícita es “autoencomiástica”.Este

último es un concepto acuñado por Nussbaum que se refiere a la capacidad de los “logois”

de sustentarse a sí mismos según una demostración tanto lógica como práctica. De esta

actividad autosustentable depende su veridicción, su aceptabilidad y su eficacia empírica.

III.3. Herramientas metodológicas de la terapia epicúrea

Page 95: Título del trabajo: FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE

95

Habiendo analizado su concepto general, pasemos ahora al examen de sus

principales herramientas metodológicas. La escuela de sabiduría epicúrea se caracteriza por

tres prácticas que no comparte con ninguna otra escuela de la época. Estas son: la

memorización, la confesión y la información.

3.1. La memoria y la repetición.

Epicuro ofrece al menos tres razones por las cuales la memoria y la repetición son

esenciales para su terapia filosófica. a) La primera arguye que la memorización es la

función cognitiva y bio-mecánica que tiene el estudiante de interiorizar la enseñanza, de tal

forma que ésta “se vuelva poderosa”, y pueda ayudarle en la confrontación con el error. Si

el discípulo interioriza la enseñanza, dice,“nunca, ni en vigilia ni en sueños, se sentirá

turbado.” La enseñanza preceptiva funciona como medicamento para el discípulo. b) La

segunda razón que da es que la memorización de un compendio (o lección) brinda una

visión de conjunto sobre la estructura de todo el sistema; de esta forma, el estudiante logra

captar hasta qué punto una estructura de enseñanza es realmente segura y completa, y con

qué limpieza encajan entre sí sus piezas. El camino del aprendizaje hacia la sabiduría

consiste en la memorización, comprensión y aplicación de compendios teórico-prácticos.

Sin memoria no es posible el auténtico aprendizaje. O dicho de otra manera, para

comprender completamente una serie de ideas, hay que guardarlas en la memoria.El

objetivo de la vida, más que ganar a “tout prix” , es alcanzar la iluminación, la ataraxia y la

eudaimonía. La terapia filosófica de Epicuro ofrece fortalecer las competencias propias del

alumno a través de la aprehensióny de la aplicación juiciosa de los preceptos enseñados por

el Maestro. Su pedagogía quiere ser práctica, contundente y realista. También terapéutica,

fomentando la ataraxia y la eudaimonía como estilos de vida deseables naturalmente, y por

Page 96: Título del trabajo: FILOSOFÍA TERAPÉUTICA: EL ARTE DE

96

lo mismo razonables.Si seguimos las enseñanzas del maestro, nos convertiremos en

mejores personas y gozaremos de una vida buena. La memoria es por lo tanto un valioso

método pedagógico y terapéutico.

“Aun en el caso del estudiante perfectamente formado, el elemento crucial en la

clarificación de cada problema particular es la capacidad de evocar rápidamente los

conceptos, y [eso es imposible a menos que] dichos conceptos se hayan reducido a

proposiciones elementales y fórmulas simples.”25

A través del ejercicio de la memoria, así como del uso de la repetición de ideas y

conceptos claves, el alumno se apropia de la enseñanza recibida en profundidad; logra

comprenderla, analizarla, recomponerla, dominarla, y, lo más importante, no olvidarla.

Estas prácticas psicopedagógicas y cognitivas lo ayudan a liberarse de los libros, así como a

ganar autonomía y destreza en la aplicación, en su vida real y cotidiana, de los preceptos y

valores aprendidos. Pensamos mejor, más eficientemente, cuando trabajamos con la ayuda

invaluable de la memoria y de la repetición (minimalista, podríamos añadir). Los “logois”

son como mantras de conocimiento terapéutico. El tiempo que dedicamos a aprenderlos es

formativo, cuando los repetimos oralmente tenemos una experiencia “catártica”. También

la lúdica, nacida en el adulto de la conciencia de su semejanza con el animal y con el niño,

tiene a su vez una función terapéutica. La metodología de Epicuro nos aparece según todas

estas cuestiones con aires marcadamente teatrales. Gracias a su pedagogía lúdica, nuestro

pensamiento se libera, se depura, se simplifica, y se potencializa al mismo tiempo.La

nemotecnia emotiva y preceptiva es selectiva, activa y constante. Esta nos proporciona un

25Ibid, p. 175.

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control más profundo y conciente de la enseñanza recibida, así como una mejor

comprensióninterna, privada y orgánica de la misma. La memoria nos ayuda a apropiarnos

del conocimiento “anatómicamente”. Nuestro cerebro trabaja su facultad psicofísica,

preparándolo así para la “iluminación” filosófica.Gracias a la nemotecnia podemos

conservar lo que hemos aprendido en el disco duro de nuestro cerebro, y consultar dicha

información cada vez que lo necesitemos en nuestra práctica cotidiana.La memoria, por

fin,nos hace más ágiles, más eficientes, más performativos. Nos brinda autoconfianza y

seguridad en lo que hemos sido, somos y seremos. Nuestra inteligencia conciente se

regenera, conserva su juventud y lozanía, funciona con mejorada agudeza, lucidez y

penetración.

c). La tercera razón en defensa de la memoria y de la repetición pone de manifiesto

la dimensión de Epicuro como psicólogo. Este último descubre “el inconsciente”, lugar de

nuestro psiquismo donde penetran los errores y las falsas creencias sin que nos demos

cuenta, enfermándonos y corrompiendo nuestro ser “natural” y “auténtico”.El argumento

terapéutico ha de ser “sincelado” en el alma del discípulo, con el fin de que éste obtenga el

poder necesario para vencer tanto a sus fantasmas internos como a sus contrincantes o

creencias erráticas. Estos últimos son causa directa de sus males y dolencias.La salud ética

empieza por casa: primero nos curamos a nosotros mismos, y luego, buscamos ayudar a los

demás. Por esta razón, el amor propio, la autoconfianza y la autoestima son herramientas

fundamentales para llevar a buen término la terapia filosófica. El concepto de “cuidado de

sí” foucaultiano también aparece en las enseñanzas epicúreas.

La obediencia del discípulo a la preceptiva enseñada por el maestro tiene sus pros y

sus contras, como ya anotamos anteriormente. Estoy de acuerdo con Nussbaum en contra

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del dogmatismo y el despotismo, y considero a este respecto que la independencia crítica y

la autosuficiencia del alumno son saludables en los campos disciplinares aquí estudiados.

Un justo medio adecuado es en la filosofía aristotélica, por lo general, la mejor alternativa

para regular la interacción entre conceptos contrarios. En la dinámica de la vida siempre

una parte tiene que ganar. Para nosotros, la democracia en la terapia filosófica es

imprescindible y saludable.El debate entre autoridad, obediencia y libertad queda sobre el

tapete para posteriores desarrollos éticos.

3.2. La confesión.

Otra herramienta de la práctica epicúrea es la “confesión”; la cual consiste en sacar

a la luz los síntomas que presenta el paciente para efectuar sobre ellos un análisis y un

diagnóstico pormenorizados. El diagnóstico sintomatológico se logra a partir de la

confesión del paciente acerca de sus males y dolencias. Esta práctica se ve reflejada en la

metodología del moderno psicoanálisis. Dice Nussbaum que antes de que el terapeuta

pueda formarse una hipótesis acerca del caso que pretende curar, necesita escuchar la

historia clínica y de vida del enfermo, y que ésta sea lo más completa posible. Por ello, la

terapia requiere un tipo de relación entre agente y discípulo que permita la confianza, la

intimidad y la camaradería.Quien se confiesa sobre su caso personal y concreto es el

paciente. A partir de su historia, el médico-maestro “cocina” un arsenal de argumentos

terapéuticos, conocidos como “logois”, cuya misión es curar tanto el cuerpo como el alma

de sus males. Los logois que nos ocupan aquí actúan sobre casos reales y fácticos; cada

detalle específico incide en la comprensión total del problema, así como en su solución

conceptual y argumentativa.La terapia comunicacional, basada en la narración de la

biografía del paciente, le permite al terapeuta inspeccionar la soledad del discípulo, sus

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sueños, sus momentos secretos. En estas prácticas se afianza la psicología pedagógica que

caracteriza su enseñanza.En la medida en que el paciente controla su narrativa personal

“biográfica”, así como las lecciones aprendidas; tiene el poder para tomar decisiones

acertadas, rechazar las falsas creencias y prejuicios, así como asumir las riendas de su

propia cura y de su acción personal.

3.3. La información.

La tercera herramientade su metodología terapéutica es “la información”. El manejo

de ésta requiere una técnica tanto cuantitativa como cualitativa. La información que recibe

el discípulo proviene de diversas fuentes: las más importantes son la preceptiva del maestro

y los dictámenes de su recta razón. Pero también es adecuado procesar conceptualmente, y

con mirada crítica, podríamos añadir, los datos que nos ofrecen nuestra experiencia

cotidiana, nuestra memoria psicoanalítica y bioafectiva, así como la información que nos

transmite la sociedad en que vivimos y la diversidad cultural que nos rodea.

El discípulo, guiado por su maestro-terapeuta, tiene como misión encontrar en su

interior las herramientas y mecanismos filosóficos para aprender a curarse a sí mismo. Pero

primero debe dejarse curar por el experto, y depositar en él su confianza.La enseñanza

aprendida y puesta en práctica fortalece la capacidad intelectiva y racional de nuestro

psiquismo humano.En ello consiste el compromiso asumido por la filosofía epicúrea. Para

él, filosofar se define como la búsqueda de un remedio contra la confusión y el malestar de

la cultura, como diría Freud. Una medicina para el alma preparada con la sabiduría

ancestral del sentido y la memoria. Una mezcla propiciatoria de logois razonables es el

mejor de los remedios, la más efectiva de las medicinas para curar a los discípulos.El

filósofo ejerce sus funciones como terapeuta y psicoanalista de una sociedad perturbada,

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100

cuya enfermedad colectiva debemos evitar a toda costa y ayudar a sanar. No podemos

dejarnos contaminar o matar por dicha peste. El trabajo enfocado en la propia interioridad

nos blinda de los factores externos, y nos ayuda a controlarlos. Nuestra coraza intelectiva

también fortalece y protege las emociones sanas. Así, siguiendo este estilo de vida bucólico

y sosegado, El filósofo busca alcanzar la imperturbabilidad o ataraxia, así como la libertad,

y la capacidad de gobernarse a sí mismo.

“La independencia que la ciudad ha perdido, puede el sabio todavía guardarla

para sí mismo en su retiro y su mente libre. El más grande fruto de la autosuficiencia es la

libertad.”26

*******

Ya para terminar este apartado dedicado a la filosofía del sabio Epicuro, nos

interesa volver a llamar la atención sobre la analogía médica. Los filósofos de aquella

época ejercían como terapistas, y Epicuro no era la excepción. Su arte de curar las almas

era muy apreciado, a pesar de la censura social que recibió el maestro a causa de sus

críticas radicales, así como de su actitud quirúrgica con respecto al “status quo”.Superar el

26Ibid, p. 43.

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dolor, así comoalcanzar la eudaimonía y la ataraxia, son metas posibles y alcanzables

gracias al poder curativo y transformador de los “logois” que conforman la terapia del

deseo. Esta le ofrece a sus clientes la posibilidad de curar su alma y su cuerpo de males y

dolencias varias, ofreciéndole al final del proceso terapéutico la promesa de una vida mejor:

más higiénica, controlada y placentera. El adiestramiento epicúreo es una opción de vida

ataráxica, que libera al paciente de su perturbación y le enseña los secretos más importantes

de la sabiduría humana. Todo esto lo ofrece un hombre que puso su vida al servicio de la

humanidad, un maestro humilde y genial, pero también autoritario y radical.

Epicuro nos dejó una fuerte conciencia de la autoridad “yoíca” como principio

terapéutico, sobre todo en lo que concierne a la palabra del maestro griego. El brinda las

pautas del juego pedagógico y lo dirige desde su escuela de filosofía, a los discípulos que

quieren seguirle. Ejerce como psicólogo del alma de sus alumnos, ayudándoles a crecer y

florecer según la voz de la recta razón. Los males son limpiados, las ventanas se ventilan

hacia el exterior; pero lo más importante es el trabajo versado hacia uno mismo, la

exploración de la propia interioridad. Este proceso lo guía el maestro según su sabiduría

emotiva. Su propuesta es conservadora de lo primitivo y ancestral, pero revolucionaria en la

condición social que le es presente. La critíca porque convive con ella, y debesanar la

enfermedad cultural que corrompe al alma. Así llega al núcleo del asunto: ¿Cómo lograr la

salud ética y psicológica? En resolver este enigma se ocupa el desarrollo de su terapia

filosófica.

La libertad de elección eudaimónica que nos brindan los sentidos naturales, así

como el uso de la razón ataráxica, la cual “sana” tanto el cuerpo como el alma (psiqué); han

de ser potencializados en nuestra práctica cotidiana para lograr una mejor calidad de vida

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así como un buen vivir. Los males que nos aquejan se encuentran en los focos de

corrupción sociales, así como en las patologías culturales, o en los dogmas erráticos

aprendidos.

III.6. Características conclusivas.

Después de haber realizado el anterior análisis crítico a cerca del

pensamiento epicúreo, vamos a concluir este acápite con el recuento de sus características

principales.

1. Epicuro rescata la sabiduría cognitiva de las emociones, partiendo del estudio

mimético de la naturaleza, de los animales y de los niños. 2. Sus principales herramientas

metodológicas de terapia cognitiva son: la memoria, la repetición, la confesión y la

información. 3. Las emociones naturales son saludables y cumplen una función terapéutica,

cuando van acompañadas por el buen juicio de la recta razón, enseñada por el Maestro. 4.

La escuela está abierta a todo público. 5. Carácter dogmático y autoritario de su preceptiva.

5. Se le exige al discípulo la adopción práctica de una vida sencilla, natural y ascética. Esta

funciona según las enseñanzas del Maestro Epicuro.6. El recogimiento de acuerdo a natura

para aprender las lecciones es obligatorio. 7. Crítica por parte del Maestro de los vicios y

corrupciones tanto sociales como culturales. 8. Voluntad terapéutica y sanadora de la

práctica filosófica. Utilización orgánica y arbitraria de la analogía médica.

La filosofía ética-médica, compasiva, solidaria y virtuosa, rescatada por Nussbaum

del pasado remoto de los antiguos griegos helénicos, nos ofrece una alternativa de terapia

de pensamiento, incrustada en el sentido común. Este se ocupa de regular la vida emotiva

según los sabios dictámenes de la recta razón. Su acción disciplinaria se encarga de curar

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los males y enfermedades del alma y del cuerpo del individuo. Lo cual repercute en la salud

social en su conjunto.

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CONCLUSIONES

Hasta aquí hemos analizado el concepto de “salud del alma” desde tres corrientes de

pensamiento: la aristotélica, la estoica y la epicúrea. Las tres nos brindan perspectivas

interesantes y complementarias que abren nuestra mente hacia posibilidades de

conocimiento y de acción más lúdicas y eficaces. Hasta donde nos ha traído nuestra

investigación, ¿qué podemos decir finalmente sobre la salud del alma?

III.7. ¿En qué consiste la salud del alma?

A continuación vamos a enumerar y nombrar brevemente las condiciones que el

discípulo debe cumplir para lograr una salud ética sostenible, así como una vida buena,

gracias a la puesta en práctica de la terapia del deseo helenística.

1. La obtención y sostenibilidad de la salud ética es el objetivo principal de la terapia

filosófica. 2. Los males del paciente son vencidos y extirpados gracias a la sabiduría

emocional vehiculada por los logois terapéuticos. Por medio de la supresión de la

enfermedad se reestablece el equilibrio de la salud. 3. El alma (psiqué) es saludable cuando

siente, piensa y actúa de acuerdo a la voz de su recta razón. 4. La salud del alma requiere un

compromiso psicológico del discípulo con su salud y bienestar internos. El control positivo

de la interacción con los factores medioambientales y sociales externos que nos

corresponden, también es provechoso para nuestra salud integral.5. La teoría debe

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105

adecuarse con la práctica. La razón instrumental inside sobre la realidad para cambiar lo

que es necesario cambiar, y reestablecer así la salud del alma. 6. La salud psicológica

requiere un equilibrio justo y armónico entre las siguientes esferas cognitivas: la íntima o

privada, dominio de lo personal y subjetivo; la esfera cultural, familiar y doméstica; la

social, económica y política; la esfera mística y religiosa. La dimensión artística y creativa

juega un papel lúdico y transversal en la teoría del conocimiento helenística. 7. La salud del

alma es un compromiso de la persona consigo misma, en primera instancia. La capacidad

crítica del discípulo de hacer de médico de sí mismo es fundamental para el éxito de la

terapia. 8. La salud ética es un requisito para lograr la eudaimonía y la ataraxia. 9. Buscar la

salud integral es sabiduría. 10. Los dos principales artífices de la salud ética son: la

sabiduría emocional y el comportamiento de acuerdo a la recta razón enseñada por la

escuela, y asimilada por el discípulo para su propio beneficio.

Ya para terminar, vamos a analizar la insidencia del comportamiento virtuoso y

bueno en la obtención y sostenibilidad de la salud ética.

Desviarse de la virtud, que por definición es algo que cae bajo el control del individuo,

es motivo de censura y reproche, no de compasión. Añade Aristóteles al respecto:

“cuanto más posea la virtud en su integridad y más eudaimón sea [ una persona], tanto

más penosa le será la muerte… pues conscientemente quedará privada de los mayores

bienes, y ésto es doloroso.”27

27Ibid, p. 129.

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Alguien virtuoso es alguien que ha logrado la “iluminación” filosófica, la cual se

manifiesta en los sentimientos extáticos y fisiológicos de eudaimonía y ataraxia. El uso

adecuado y virtuoso de su razón práctica, así como de su sabiduría emocional, lo han

llevado hasta allí.En resumen: hay cosas en el mundo por las que es correcto preocuparse:

los amigos, la familia, la propia vida y la salud, las condiciones materiales de la acción

virtuosa.Esta puede verse obstruída por obstáculos y acontecimientos que escapan a nuestro

control. Por esa razón, dice Nussbaum, es correcto sentir un cierto temor. No por ello, la

persona buena será disuadida de hacer lo que es debido y digno. Los objetos de temor son

objetos apropiados de compasión cuando afectan a otra persona.

Hemos extraído de nuestro anterior análisis crítico diez puntos clave, los cuales

sirven como conclusiones abiertas hacia nuevos y posteriores problemas de investigación

filosófica. Dichos puntos son los que siguen a continuación.

1. La “terapia filosófica”, legado de las escuelas helenísticas y antiguas de sabiduría en

Grecia y Roma, propone un tipo de racionalidad práctica e instrumental, acorde con las

problemáticas actuales que nos aquejan, y efectiva en su manera de resolver casosconcretos

y reales. Dicha terapia pedagógica interviene a profundidad los resquicios corruptos de la

naturaleza humana logrando, gracias al dominio profesional del usufructo de la facultad de

razonar y de sentir, excelentes resultados a mediano y largo plazo. La contundencia y

sostenibilidad de dicha metodología es su fuerte.

2. Los “logois” terapéuticos facilitan la curación de las personas gracias a su eficacia

argumentativa y crítica. Estos son remedios filosóficos; compendios discursivos que

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107

manejan un lenguaje lógico, racional y razonable, subjetivo y objetivo, veraz y consensual,

al mismo tiempo. Su misión es convencer al discípulo de su veracidad y de su poder para

ayudarlo a vencer los males que lo aquejan. El corpus de “logois terapéuticos” que hemos

venido estudiando no sólo es aplicable en el campo del psicoanálisis, de la ética o de la

medicina, sino también puede ser un instrumento valioso y confiable para resolver

problemas de índole humanista en cualquier campo disciplinar, institución jurídica o

persona natural que requiera dicho tipo de conocimiento práctico. Los logois terapéuticos

se aprenden y ejercitan a lo largo de la experiencia cotidiana. De su uso riguroso,

disciplinado y constante depende el éxito en la curación de almas, cuerpos y procesos

conceptuales.

3. La razón instrumental y práctica es una herramienta de gran utilidad, pertinencia y

eficacia en el quehacer científico. Esta fue descubierta por los antiguos griegos y ha

permitido a la humanidad realizar sus sueños y alcanzar sus metas, gracias a las diversas

modulaciones que ha inaugurado y potencializado el quehacer filosófico a lo largo de la

historia. En la actualidad, dicha razón permite adecuar los proyectos teóricos con su

aplicabilidad práctica. Su función es simplificar conceptualmente los procedimientos,

contribuyendo así al desarrollo humano y al mejoramiento de la calidad de vida y del

bienestar integral de las personas.

4. El conocimiento anatómico y médico en general es una herramienta útil y necesaria para

la adecuada y saludable gestión de las viscicitudes propias del espíritu humano. Los juegos

de lenguaje compartidos por logias humanas generan necesidades de índole psicológica y

ética, las cuales la “terapia del deseo” puede entrar a subsanar y mejorar, de manera

oportuna, realista y sostenible. La racionalización científica de las emociones contribuye al

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avance y a la certeza del conocimiento en el campo de la salud ética. La analogía médica

tiene mucho que aportar a los avances intrínsecos de la disciplina filosófica. Nuestro oficio

cumple la función de ser “la madre de todas las ciencias”. Su teoría crítica bien encaminada

según los dictámenes de la recta razón práctica y analítica, es un valioso aporte de alto

impacto al servicio de la vida personal, social y cultural.

5. Los profesionales de la filosofía estamos comprometidos con la difusión pedagógica,

terapéutica y pragmática de nuestra disciplina milenaria de conocimiento. Este compromiso

requiere un trabajo serio, riguroso y de excelente calidad. El poder de la piedra filosofal es

una herencia ancestral de la humanidad, regalo de los dioses, que ha de ser puesto al

servicio de la comunidad y de nosotros mismos. Su usufructo está al alcance de todos. Los

discípulos y maestros son los principales beneficiarios de sus maravillas y poderes. Esta

disciplina es exigente y rigurosa, pero ofrece grandes satisfacciones a quien la respeta y la

practica con dignidad y decoro. La promesa de eudaimonía y ataraxia por parte de las

escuelas helenísticas nos devuelve la esperanza de un mundo mejor, posible y deseable para

todos y todas. Del libre albedrío y de la responsabilidad operativa de cada cual, depende la

bonanza o el infortunio en la cosecha de sus preciados frutos divinos y humanos.

6. La cultura política actual está enferma y necesita hacer un viraje conciente de 180 grados

para poder acceder a los beneficios de la terapia filosófica. En el caso colombiano,

concretamente, la avalancha de violencia, sectarismo e injusticia social, ha de encontrar un

camino de concordia, democracia y respeto por los derechos humanos, que nos permita

salir del atolladero en que nos encontramos, y resolver los problemas humanitarios de

forma radical, contundente y sostenible. La perspectiva psicológica y terapéutica de

empoderamiento personal del individuo es una salida factible y urgente para emprender sin

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demoras la curación del alma de nuestro pueblo y de cada uno de nosotros. La salud ética

ha de ser una prioridad de las políticas públicas, así como de las agendas privadas de las

gentes que desean superar sus problemas y trabas, y atreverse a ser felices. La sociedad

global contemporánea requiere ciudadanos cosmopolitas y bien calificados, que sean

capaces de hacer frente a los retos de la globalización con sabiduría, y sin sacrificar su

calidad de vida o su bienestar general.

7. La arcadia bucólica, infantil y naturalista de los antiguos griegos sorprende por su gran

sabiduría y actualidad. El índice de felicidad humana no depende sólo de la acumulación

material, de la carrera por el dinero o por la fama. La virtud eudaimónica y ataráxica que

cultivaron los maestros helenísticos en su tiempo, libera al espíritu humano de sus cadenas

y errores, ofreciéndole un camino posible de salvación, o por lo menos de salud ética, de

bienestar general y de calidad de vida. La teoría y la práctica están estrechamente

imbricadas en esta metodología antigua de conocimiento. Su fórmula es sencilla, fácil,

profundamente sabia y de gran actualidad. Su instrumentalidad, acorde con la razón

pública, genera enormes posibilidades de acción, de curación y de innovación en el mundo

práctico de todos los días.

8. El amor propio, así como el amor altruista se complementan mutuamente. El trabajo

interior del discípulo sobre sí mismo es el más efectivo para deshacer bloqueos y encontrar

respuestas personales. La guía profesional y comprometida del maestro, así como sus

enseñanzas, afianzadas en su propia experiencia, facilitan el proceso terapéutico y

garantizan su óptima calidad. La autosuficiencia y el esfuerzo crítico del discípulo-paciente

es, sin embargo, pieza fundamental para que el engranaje funcione satisfactoriamente para

ambas partes. Lograr ser médico-maestro de sí mismo con legitimidad y sapiencia es la

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prueba de fuego de la idoneidad del discípulo. Cuando tiene dicho poder puede empezar a

curarse verdaderamente; y entonces ayudar a los demás, transmitiendo el conocimiento

aprendido, para que éstos puedan gozar, algún día, de las mieles y laureles del triunfo sobre

sí mismo y sobre la sociedad corrupta que los condiciona y esclaviza.

9. El naturalismo crítico y científico practicado por los antiguos helénicos tiene en cuenta el

artificio humano como parte integrante y constitutiva de la “producción cíclica natural”. La

naturaleza humana es un campo de investigación inagotable y complejo, el cual, sin

embargo, bebe sediento de las enseñanzas y experiencias del pasado. Preservar la memoria

histórica es clave para que no volvamos a cometer los mismos errores de nuestros

antepasados. También nos sirve para aprender de sus aciertos y hallazgos. La actitud

democrática y dialéctica que en general promueve la terapia del deseo, salvo, y por razones

metodológicas, la escuela epicúrea; enriquece las posibilidades conceptuales y técnicas del

arte de la cultura política. En la salud ética insiden tanto los factores individuales como los

colectivos. La búsqueda de fuentes de deseo “naturales” y saludables, así como la

eliminación de aquellos deseos viciosos, corruptos, engañosos y malsanos; aumenta en la

población que asume el proceso terapéutico, los índices efectivos de salubridad, calidad de

vida, bienestar general, felicidad, desarrolloy libertad.

10. Ya para terminar nuestro análisis crítico de los principales contenidos filosóficos de “La

terapia del deseo”, dejamos una serie de preguntas abiertas para ser trabajadas en

eventuales investigaciones posteriores. ¿Qué entendemos por una cultura política

terapéutica? ¿Es el biopoder un requisito del poder político? ¿En qué consiste la

bioeconomía? ¿Cuáles son sus alcances y perspectivas en los campos de

conocimientopropios del desarrollo humano y de la calidad de vida? ¿En qué consiste la

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salud ética óptima para nuestros tiempos? Dejamos estos interrogantes sobre la mesa, y

quedamos satisfechos con el trabajo hasta aquí realizado, el cual sirve como “abrebocas”

del mundo fructífero y provechoso que ofrece la investigación en terapia filosófica.

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Bibliografía utilizada

1. Obras de Martha Nussbaum

NUSSBAUM, Martha (1978):Aristotle´s De MotuAnimalum, Princeton University Press,

U.S.A.

NUSSBAUM, Martha (1994): The Therapy of Desire. Theory and Practice in Hellenistic

Ethics, Princeton University Press, U.S.A.

NUSSBAUM, Martha (1995):Justiciapoética, Santiago, Editorial Andrés Bello.

NUSSBAUM, Martha andRORTY, Amélie (1999): Essays on Aristotle´s de Anima, Oxford

University Press. U.S.A.

NUSSBAUM, Martha (2003): La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética

helenística. Barcelona, Paidós.

4. Otras obras consultadas

ARISTÓTELES. La política. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá, 1989.

ARISTÓTELES. Etica Nicomaquea. Editorial Bedout. Medellín, 1976.

ARISTÓTELES. De Anima. Editorial Leviatán. Argentina, 1983.

BURKERT, Walter. La creación de lo sagrado. La huella de la biología en las religiones

antiguas. Editorial Acantilado. Barcelona, 2009.

DÜRING, Ingemar. Aristóteles. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de

investigaciones filosóficas. México, 2005.

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EPICURO. Filosofía para la felicidad. Errata naturae editores. Madrid, 2013.

HADOT, Pierre. La filosofía como forma de vida. Ediciones Alpha Decay. Barcelona,

2009.

PETIT, Paul. La civilisation hellénistique. Presses Universitaires de France. Paris, 1968.

VERNANT, Jean-Pierre. Mythe et pensée chez les Grecs. Etudes de psychologie

historique. Editions La Découverte. Paris, 1996.

WALBANK, F.W. El mundo helenístico. Editorial Gredos. Madrid, 2012.