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02 2009 ] turismo litoral revista iberoamericana de urbanismo ri urb Tradición y modernidad en la concepción del territorio turístico en el litoral bonaerense, Argentina 1920-1950 / pag.4 Perla Bruno La Balearización. Mallorca, el laboratorio de experimentación del turismo y su manifestación en el litoral / pag.17 Biel Horrach Estarellas Bases para el subconciente territorial. El proyecto de Lanzarote / pag. 34 Antonio Zamora Cabrera Nuevas oportunidades para antiguos paisajes. Algunos conceptos acerca de las costas mediterráneas / pag.51 María Goula

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022009 ]turismo

litoral

revista iberoamericana de urbanismoriurb

Tradición y modernidad en la concepción del territorio turístico en el litoral bonaerense, Argentina 1920-1950 / pag.4Perla Bruno

La Balearización. Mallorca, el laboratorio de experimentación del turismoy su manifestación en el litoral / pag.17Biel Horrach Estarellas

Bases para el subconciente territorial. El proyecto de Lanzarote / pag. 34Antonio Zamora Cabrera

Nuevas oportunidades para antiguos paisajes. Algunos conceptos acerca de las costas mediterráneas / pag.51María Goula

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riurbCalabria 234 1º 3º 08029 Barcelona tel 0034 Teléfono: +93 539 33 55E-mail: [email protected]

Autoríariurb no se responsabiliza de los contenidos de los textos firmados por sus autores.Apoyamos explícitamente la cultura del copyleft; los textos firmados por riurb y sus editores pueden ser reproducidos libremente, citando el origen.Dejamos en manos de cada autor la decisión última respecto a la cesión de sus derechos respectivos.Por las mismas razones permitimos que se nos hagan links, agradeciéndolo de antemano, en pro de la libre circulación de ideas

Staff

Editores:Román Caracciolo VeraPablo ElinbaumBiel Horrach Estarellas

Equipo editorialMariana DebatNicolás tugasChristine Van Sluys

ColaboradoresLuz DuqueMaira PurmanGustavo Pires de Andrade Neto

ColaboracionesEstamos abiertos a cualquier tipo de colaboración o sugerencia, reservándonos la decisión última sobre su inclusión en cualquiera de los diversos temas a tratar.Para recibir las indicaciones sobre las formalidades de presentación de los artículos, la dirección de envío o de consulta es [email protected]

Todos los artículos de esta edición han sido revisados por un comité científico conformado por doctores e investigadores de diversas universidades

ISSN: 2013-6242

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Desde los años 50 el turismo ha sido una de las actividades económicas más dinámicas en Iberoamérica. Actualmente representa más del 10% de las exportaciones de bienes y servicios, con más de 128 millones de visitantes extranjeros.

Después de más de 100 años de tradición turística, las etapas de crisis económica han jugado un factor clave en la redefinición tanto del espacio como de la motivación vacacional. En este sentido, la situación actual debe ser entendida como un momento de oportunidad para revisar y reconducir el espacio turístico después de un periodo en el que se ha puesto en crisis la identidad de muchos territorios.

La relevancia de la actividad turística no ha sido correspondida en el campo de la investigación del urbanismo y la ordenación del territorio. Es por esto que en el número 2 de la revista iberoamericana de urbanismo, se presentan algunas reflexiones al respecto. Se tratan diferentes ámbitos geográficos del panorama iberoamericano con distintos procesos de maduración del espacio turístico. De esta manera se pretende afrontar el reto de establecer futuras sinergias entre turismo y paisaje, entendiendo que el turismo ha sido una de las actividades económicas que más paisajes ha transformado en los últimos años.

En cada uno de los artículos se definen preguntas abiertas sobre la necesidad de revisar los espacios vacacionales vinculados exclusivamente al turismo de sol y playa. Cabe destacar que a pesar de presentar contextos tan diferentes, se repiten algunas pautas comunes tanto de transformación territorial como de intervención.

Los artículos se han agrupado en diversas partes. En la primera se expone uno de los primeros acontecimientos de desarrollos turísticos del ámbito Iberoamericano, el territorio costero de la provincia de Buenos Aires. Mientras que el siguiente artículo nos introduce una visión contrastada, a partir del caso de Mallorca, haciendo referencia a una de las primeras destinaciones de turismo de masas se hace una reconocimiento de las heterogéneas transformaciones del litoral a partir de la evolución de las dinámicas socioeconómicas. En la tercera parte se estudian propuestas paradigmáticas planteadas en el Lanzarote de los años setenta, basadas especialmente en el re-equipamiento y la puesta en valor del paisaje. Finalmente se tratan algunas líneas de intervención del espacio turístico en las que se establecen algunas pautas para la reconversión de territorios vinculados a esta actividad.

A pesar de las diferencias entre los distintos casos de estudio, cada uno de ellos plantea implícitamente la cuestión de si el turismo será capaz de poner en valor el paisaje, reflexión que consideramos prioritaria con la propuesta del presente ejemplar.

BHE

EDITORIALTurismo litoral

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA CONCEPCIÓN DEL TERRITORIO TURÍSTICO EN EL LITORAL BONAERENSE, ARGENTINA 1920-1950

El propósito del trabajo es aportar a la comprensión de la transformación del territorio costero de la provincia de Buenos Aires –Argentina– a partir de la inclusión progresiva de prácticas turísticas entre las décadas del 20 y del 50 del siglo XX. Entendiendo el territorio como espacio de relaciones entre los grupos humanos y el medio físico natural, resultado de procesos históricos que le otorgan distintas formas y significados, se focaliza el análisis en la trabazón o articulación de dos procesos. Por un lado, se indagan los conceptos y significados que condujeron la institucionalización del turismo. Por el otro, el campo de ideas –culturales y urbanísticas– que guiaron las distintas propuestas de creación de balnearios marítimos como escenarios del ocio moderno. Presumiblemente, mientras los hábitos turísticos y las actividades lúdicas y recreativas se modifican en busca de modernidad acorde al nuevo tiempo, generando espacios y lugares capaces de satisfacer la nueva demanda –balnearios, park ways, campos de deporte, etc.– el discurso político sobre el turismo parece haber quedado atrapado en la exaltación de las tradiciones nacionales. Por último, su observación permite no sólo aportar a la comprensión de la configuración territorial, sino caracterizar a grandes rasgos el accionar estatal y privado en materia turística. Consiguientemente, en qué marco de ideas se desarrollaron y qué ideales los orientaron, cómo y por qué variaron, y cómo los representaron, son algunas de las preguntas que orientan el trabajo.

Resumen

Perla BrunoUniversidad Nacional de Mar del Plata

La ampliación y generalización de prácticas turísticas en la Argentina se inicia con la democratización –en sentido amplio y no restringido a la vida política– inaugurada junto con los gobiernos radicales1. En los años 1920, e inmerso en un proceso de modernización y urbanización general, comienza el proceso de conocimiento y transformación del litoral Atlántico bonaerense con fines lúdicos, iniciando un ciclo de fundaciones costeras, que variarán de acuerdo al ritmo de las transformaciones culturales. Junto a las primeras trazas camineras, los parques y balnearios, estos emprendimientos cimentaron la conversión del territorio posibilitando la inclusión de actividades de ocio, recreación y turismo en la pampa bonaerense. Paralelamente, y en los distintos ámbitos vinculados al turismo, desde las asociaciones, los legisladores de distritos turísticos, hasta arquitectos y urbanistas, reclamaban una organización integral de la actividad en el país, tarea que sin embargo demandó muchos años.El análisis se centra en la trabazón o articulación de dos procesos. Por un lado, se indagan los conceptos y significados, contenidos fundamentalmente en discursos y medios de difusión, que condujeron la institucionalización del turismo. Por el otro, el campo de ideas –culturales y urbanísticas– que guiaron las distintas propuestas de creación de balnearios marítimos como escenarios del ocio moderno.

Ambos procesos aportaron a la conversión del territorio costero provincial con fines turísticos en un período de intensos y variados cambios en el inicio de la Argentina contemporánea. Pero presumiblemente, mientras los hábitos turísticos y las actividades lúdicas y de ocio cambiaban en busca de la modernidad del nuevo tiempo, generando espacios y lugares capaces de satisfacer la nueva demanda –balnearios, park ways, campos de deporte, etc– el discurso político sobre el turismo parece haber quedado atrapado en la exaltación de las tradiciones. Por último, su

Introducción

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Perla Bruno • Tradición y modernidad en la concepción del territorio turístico en el litoral bonaerense, Argentina 1920-1950

observación permite no sólo aportar a la comprensión de la configuración territorial, sino caracterizar a grandes rasgos el accionar estatal y privado en materia turística. Consiguientemente, en qué marco de ideas se desarrollaron y qué ideales los orientaron, cómo y por qué variaron, cómo los representaron, son algunas de las preguntas que orientan el trabajo.

Desde otras perspectivas, estudios históricos recientes establecen vinculación entre territorio-nación (SCARZANELLA, 2003) a través de la revisión de los parques nacionales. O la vinculación entre turismo y territorio a través del análisis en que las actividades turísticas fueron pensadas y organizadas por actores públicos y privados (OSPITAL, 2005). Turismo y desarrollo caminero es un binomio que merece asimismo especial atención, y que también ha tenido avances –enfocando sobre distintos aspectos– en varios trabajos (GARCIA HERAS, 1985; BRUNO 2005 y 2006. BALLENT, 2005). Podemos incluir por último aquellos que estudian turismo y desarrollo social (TORRE y PASTORIZA, 2002). Registrando estos antecedentes –sólo hemos mencionado algunos de los más significativos– indagaremos en torno a las ideas que dominaron las iniciativas turísticas tanto en discursos como en la reglamentación que conduce a su institucionalización a nivel nacional en general, y a nivel provincial en particular. Por otro lado, una serie de proyectos urbanísticos serán la fuente sobre la que basaremos el examen del accionar privado, un conjunto de propuestas balnearias aún poco exploradas en los estudios de este tipo.

Un lugar destacado en el fomento, difusión y organización del turismo en el país le cupo a las instituciones de turismo2. De las muchas actividades realizadas por el Automóvil Club Argentino (ACA) desde su creación en 1904, podemos mencionar la organización de las primeras excursiones en automóvil, y la disposición de oficinas de turismo y lugares para camping en las cercanías de la Capital Federal primero, y en la costa Atlántica después. Luego se incorporan tareas de relevamiento caminero y confección de planos, y posteriormente edición de guías de turismo. Complementariamente, desde 1928 impulsa las Conferencias Nacionales de Turismo; repararemos brevemente en las iniciales.

La primera se realizó en Alta Gracia, Córdoba, junto con la Semana del Turismo, con la finalidad de reunir representantes oficiales, particulares y comerciantes para reafirmar la necesidad de prestar mayor atención al problema vial del país y fomentar el turismo. Un primer diagnóstico del Presidente del ACA plantea tres cuestiones básicas del primer turismo nacional: los problemas de comunicación, estrechamente ligado al desarrollo vial, los sitios o lugares de alojamiento, y la práctica aún poco difundida que se vincula con la publicidad3. Las palabras del Ministro de Obras Públicas de Córdoba hablan del significado del turismo para los intereses nacionales, dependiendo de su realización consciente la solución de más de un problema económico –“cada zona de turismo es una tierra que se abre a una nueva vía de riqueza y civilización”– y espiritual de la Nación colaborando en la “homogenización” del país:

... “este viajero desinteresado es un agente poderoso de civilización. A su paso va impregnando su espíritu con las costumbres regionales de los pueblos que visita, y a la vez, dando el suyo a las gentes con quienes se comunica. Y con este cambio de almas entre el viajero y el paisaje, el paisaje y el viajero, este hombre se vincula a todos los hombres y a todo el territorio de la República, y de esta vinculación, tal vez más que de ninguna otra, surgirá con una unidad espiritual de nuestro pueblo, esa civilización homogénea que tanto anhelamos...”.

Entre las conclusiones del encuentro se declaraba indispensable la creación de una Oficina Nacional, que asegurara la cooperación entre el Estado y las instituciones privadas, a partir de la presentación del ACA que expresaba la necesidad de que fuera este quien ejerciera la acción tutelar y estimuladora del turismo nacional. Al igual que en el terreno vial, la base era el modelo estadounidense, abogando por instalar

Viajar por placer y el desembarco del urbanismo

jardín como impulso modernizador

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entre nosotros un “turismo democrático”, que como en Estados Unidos, para recorrer el país desde las ciudades hasta los grandes parques, bastara “un automóvil modesto, una carpa y muy pocos dólares.” Claro que el modelo requería también de una red de carreteras, la otra gran deuda del Estado Nacional.

La II Conferencia de Turismo tuvo lugar en Mendoza en marzo de 1930. Muchos de los trabajos presentados retomaban las temáticas del anterior encuentro, fundamentalmente en lo referido a la organización nacional del turismo, la creación de la Dirección General, y la vinculación entre carreteras y turismo moderno. Como temas nuevos aparecían los vinculados a sitios históricos o de tradición nacional como nuevos factores de turismo, así como propender al nacionalismo fomentando dicha actividad. Se recomendaba en consecuencia la realización de un censo de lugares históricos de la República.

¿Por qué se viajaba en los años 30? Por anular el hastío de la vida cotidiana, por obligaciones o necesidades, pero los viajes de turismo buscaban satisfacer necesidades de un orden superior: “emotivo o sentimental, curioso o investigador. Es decir, se viaja por experimentar las sanas impresiones de contemplar las bellezas del suelo patrio o de rendir culto de gratitud al pasado heroico, descubriéndonos ante los lugares o recuerdos de la gesta nacional, o se viaja por instruirse, por apreciar la riqueza del país, en lo que la pródiga naturaleza nos ha legado o aquella que el trabajo acumuló por la industria de los habitantes”4.

En 1931 la revista El Hogar5 dedica un número exclusivamente al turismo, que constituye un documento elocuente de los destinos turísticos de esos viajes, así como testimonio de vinculaciones que otorgan la significación que tenía el incipiente turismo, tales como la relación entre turismo y sentimiento patriótico: “gracias al despertar del turismo el pueblo argentino se encuentra en camino de descubrir el país argentino”. La vinculación entre turismo y extensión de la red caminera: “el turismo necesita caminos, él los construirá”, siendo a la vez musa inspiradora de la iniciativa privada y pública en la materia, y contribuyendo además a crear los recursos necesarios para la ejecución de las obras. Como apuntábamos más arriba, el turismo como revalorizador de los restos coloniales, los precolombinos y nuestros últimos “indios”, tal como se los denomina en la publicación. Haciendo referencia al ejemplo estadounidense, ese pasado debía utilizarse y explotarse como recurso turístico.

Los destinos nacionales, o las grandes regiones nacionales de turismo eran: Mar del Plata –el primer balneario– junto con Necochea y Miramar; las sierras de Córdoba –Alta Gracia, La Cumbre, Capilla del Monte y La Falda–; Nahuel Huapí y los lagos; Jujuy y el norte; las Cataratas del Iguazú; Salta; Tucumán y el Puente del Inca en los Andes Mendocinos. Los tres balnearios mencionados se fundaron en las últimas décadas del siglo XIX6. En las primeras décadas del siglo XX, y ahora ocupando la costa hacia el norte, aproximadamente a 300 kilómetros de Buenos Aires, la habilitación de una estación del Ferrocarril del Sur dentro del campo de José Guerrero, en el partido de General Madariaga, alentó dos emprendimientos turísticos: Ostende a partir de 1909 y Balneario Montecarlo en 1912 que no tuvo prácticamente desarrollo futuro.

Figura_1. Plano de la Provincia de Buenos Aires, donde se indican las fundaciones decimonónicas. Planos de Mar del Plata, Miramar y Necochea. (Archivo Histórico de Geodesia, La Plata)Figura_2. Plano de subdivisión del balneario Claromecó del Ing. Bergallo, 1920

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Perla Bruno • Tradición y modernidad en la concepción del territorio turístico en el litoral bonaerense, Argentina 1920-1950

En la década del 20 unas pocas experiencias7, generalmente producto de sociedades de negocios organizadas por los propietarios de campos, todavía ligadas a la fuerte tradición del damero, producen una serie de loteos regulares sin mayores aspiraciones compositivas. Sobre el final de la década, y en un momento de cierta prosperidad económica como resultado de las exportaciones de carne y trigo –previa a la crisis del 29– dos nuevas propuestas –que no se materializaron– introducen un cambio de modelo urbanístico en los balnearios de la costa Atlántica. Ambas experiencias tenían como objetivo impulsar la modernización para lo cual introdujeron el urbanismo jardín. Así en 1928 los hermanos Bellocq contratan al arquitecto Jorge Bunge8 para la realización de un plan de trabajos sobre la base de un nuevo trazado, que debía albergar la estación de ferrocarril, remate del ramal que uniría el balneario con Tres Arroyos proyectado por el Ferrocarril del Sur, previendo asimismo la formación de una sociedad anónima con esta empresa para explotar el balneario. Las negociaciones con los representantes de la empresa ferroviaria se frustraron, el tren nunca llegó y Claromecó siguió siendo un caserío sobre el vacío arenoso, huellas, alambrados y torres de molinos.

El esquema de Bunge conserva poco o nada de las típicas fundaciones pampeanas, pero conjuga las preexistencias en una propuesta distinta, a través de un despliegue de medios técnicos, tanto para las circulaciones como para el armado de las distintas “partes” urbanas en torno a recursos clásicos como las plazas de formas diversas, o los tridentes. El proyecto deja entrever los principios de urbanismo de su formación alemana, conjugados con las tendencias estéticas románticas y paisajísticas que reflejan las teorías de garden city y la garden suburb en Alemania. Encontró en Claromecó una primera oportunidad de volcar parte de esa experiencia, fundamentalmente la idea de plan –construíble, económicamente factible, previsor– y no mero trazado. Además de las características urbanísticas, interesa destacar la incorporación de arquitectos a los proyectos, y la organización de sociedades anónimas para las empresas (BRUNO, 2006).

Figura_3. Proyecto de Jorge Bunge para el Balneario de Claromecó, 1928 (En NIETO, Isidro Alonso. Así nació Claromecó, La Plata, Almafuerte, 1958)Figura_4. Atlantic City, proyecto de barrio jardín en el hemiciclo del Balneario Ostende, de las arquitectos Sauce y Huguier, 1928 (Folletería de propaganda obrante en el Archivo Histórico de Geodesia, La Plata)

Contemporáneamente los arquitectos Eduardo Sauze8 y el francés Augusto Huguier proponen realizar el Nuevo Balneario “Atlantic City”, en el hemiciclo del balneario Ostende, pero esta vez con la creación de un Club. Contaría además del club, con una multiplicación de actividades balnearias en sus parques y jardines: grandes hoteles, Casino--Parque ocupando el lugar central sobre la costa. Piscinas de natación, Stands de Sports y de Distracciones, muelle de pesca, fondadero de Yates, Regatas, Tennis, Polo, Golf, Cinematógrafo y conciertos, todo lo cual lo llevaría a ser en poco tiempo el “Balneario Ultra Moderno”. Una única restricción obligaba a dejar 5 metros de retiro en los frentes de los lotes, justificado por la condición de “barrio jardín”.

Terminaba la década del 20 con una práctica turística en el litoral bonaerense poco conocida y menos aún ejercitada. Fueron actores privados, reunidos en asociaciones quienes procuraron su difusión, a partir fundamentalmente de la introducción del automóvil individual. Iniciativas particulares fueron también las que introdujeron

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emprendimientos alternativos a los balnearios decimonónicos en los bordes de sus campos sobre el mar. Prueba de ese lento empuje turístico, se hace necesario introducir cambios modernizadores con las primeras propuestas de urbanismo jardín más atrayentes, cómodas y accesibles.

En 1930 coinciden en el país las crisis económicas, tanto interna como externa, y la crisis política10. Comenzaba una época de escasez –que podía inclusive llegar al hambre y la muerte– visible tanto en las ciudades como en el campo. Pero la crisis fue también desencadenante de intensos y variados cambios, como el que se produjo con la masificación de las ciudades a partir de las migraciones (ROMERO, 1976). Una vinculación pertinente a este trabajo es la que establece el autor entre explosión urbana en las grandes ciudades y el turismo, en tanto la vocación turística es eminentemente urbana, buscando restablecer los lazos –con la naturaleza y el pasado– que la vida urbana tiende a disolver.

Las condiciones económicas hicieron que no se presentaran prácticamente nuevos proyectos de fundaciones balnearias sino hasta finales de la década. Sin embargo, el nuevo urbanismo incorpora como problemática moderna la búsqueda de espacios adecuados para el ocio y la recreación para grupos crecientes de población, difundiendo sus ideas tanto en revistas especializadas como en periódicos nacionales, conferencias y exposiciones. Así, por ejemplo, para el arquitecto Vautier el ocio restablece en los tiempos modernos la categoría de función social y necesidad fisiológica; recuperación de las fuerzas físicas y de la agilidad y equilibrios mentales que constituyen sus distintas formas: la cura, el reposo, el deporte, el turismo y la vida al aire libre. Pero la especulación –la parcelación microscópica, la destrucción del paisaje y la congestión de casas y personas– y la imprevisión atentaban con estas definiciones. Se suma entonces a los reclamos de la organización de una política que observara el problema del empleo inteligente del ocio, tomando medidas de protección y resoluciones activas para determinar la adaptación funcional y composición armónica sensible que exige “la formación del cuadro espacial dentro el cual el ocio ha de desenvolverse con eficacia.” (VAUTIER, 1936).

Fue a partir del análisis crítico de las condiciones urbanas de la ciudad de Mar del Plata, considerado el primer balneario argentino, de donde surgen las alternativas divergentes, pero que sin embargo acuerdan en la estimación negativa de la cuadrícula para las fundaciones balnearias, en tanto produce monotonía, no se adapta a los desniveles del terreno –que a partir del suelo medanoso presenta ondulaciones en la mayor parte de la costa bonaerense–. A esto se agrega la vinculación al legado colonial.

La democratización de las costumbres alcanza también a la idea de turismo. Un nuevo ideal de descanso, para un público cada vez más amplio, abandona el paseo por ramblas y jardines y la vida social de gran hotel. En cambio se extiende la vida al aire libre, el contacto con la naturaleza, los viajes cortos o de week end. Los baños de sol mar, las prácticas deportivas. Más que viajar por los caminos parques se propone simplemente vagar...

Con espíritu casi idéntico a los primeros encuentros de turismo, el Senador Atilio Roncoroni11, presenta un proyecto de “Creación del Consejo Provincial de Turismo” que se aprueba en 1938. El texto tiende a oficializar esta importante rama de la actividad humana en la provincia, a través de la creación de un Consejo de turismo12 –bajo la dependencia del Ministerio de Obras Públicas– integrado por representantes del gobierno, de las municipalidades, empresas de transportes, empresarios de hoteles y de balnearios y de entidades particulares interesadas en difundir los viajes. El objeto del Consejo sería: fomentar el conocimiento de las bellezas naturales, ciudades, pueblos, playas de mar o de río, bosques, sierras, ríos o lagunas, parques,

La difusión del turismo como práctica moderna

Turismo y estado: el camino hacia su

institucionalización y el proyecto de

territorio turístico

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estancias, viveros, establecimientos industriales, monumentos, edificios, museos, escuelas agrícolas y en general de los lugares propicios a la excursión, recreo o descanso, ubicados dentro del territorio de la provincia de Buenos Aires, que “sean dignos de ser visitados.”

Para el Senador fomentar el turismo era una necesidad económica, al constituir una fuente de riqueza; necesidad espiritual, en tanto el conocimiento de las bellezas naturales educa, instruye y eleva el espíritu; y una necesidad sanitaria porque el aire de las playas o las sierras vivifica los pulmones, y el sol es una fuente inagotable de vida.

Sobre el final de la década, entonces, en los diferentes niveles del Estado se legisla en favor de la organización y fomento del turismo: a nivel nacional mediante la creación de la Dirección Nacional de Turismo en 1938 y también la comuna de Mar del Plata aprueba en 1937 la creación de la Dirección Municipal de Turismo, reglamentada al año siguiente13. Paralelamente, en 1938 se crea la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares históricos, oficializando entonces la labor de resguardar los bienes culturales del pasado.

En la Provincia de Buenos Aires –fundamentalmente a partir de la administración de Manuel Fresco (1936-1940)– se actuó activamente en la disposición de su territorio para el turismo, intensificando la obra pública realizada en los distintos municipios, en balnearios y viveros. También en la definición de la red carretera provincial, a partir del acogimiento a la Ley Nacional de Vialidad de 1932. Finalmente, algunos de estos objetivos se encuentran también en la creación de la Comisión Central Honoraria de Parques Provinciales y de Protección a la Fauna y Flora Aborigen de la provincia (decreto 480/1939)13, a partir del ejemplo de la creación de la Dirección de Parques Nacionales de 1934. Sintéticamente pude decirse que estaban definidos una serie de puntos de interés turístico –cultural y natural– sobre el territorio provincial: establecimientos ganaderos y ranchos pampeanos reproducidos en los museos gauchescos, la piedra movediza en las sierras de Tandil, el abra del sistema serrano de Ventania, la costa rioplatense y poco más de una docena de balnearios marítimos fundados por empresarios y dueños de los campos, todo enlazado por una precaria red de caminos pavimentados, mejorados o en construcción.

Figura_5. “Las playas atlánticas tienen fácil acceso” (Revista Automovilismo, ACA, enero de 1939 n. 229)

En 1941 el Poder Ejecutivo de la Nación crea la Comisión Nacional de Turismo14, con carácter honorario y en dependencia directa del Ministerio de Agricultura de la Nación, siendo el ministro el que ejercería la presidencia. Constituye asimismo un Comité Consultivo Honorario integrado por representantes de entidades públicas y privadas vinculadas a la actividad en el país, la que también integró el entonces presidente del ACA Carlos Anesi. Sus funciones eran promover, orientar, controlar y coordinar el turismo dentro de la República, adoptando las medidas necesarias para estimularlo; organizar y realizar la propaganda adecuada dentro y fuera del país, así como preparar un proyecto de ley nacional de turismo.

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El turismo sigue siendo por entonces un importante factor económico, y cumpliendo influencias educativas, así como representando un medio seguro de comprensión y acercamiento entre los pueblos: “Es ello una verdad singularmente actual en esta hora decisiva del mundo, cuando se impone, con la fuerza de un imperativo categórico, el deber de estrechar los vínculos que nos unen a los demás países de América y de lograr mediante una cooperación cada día más íntima, una solidaridad moral y material absoluta, reafirmando así nuestra fe en su unidad espiritual y en su común destino”15.

En 1948 se crea la Dirección de Turismo y Parques del Provincia de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Hacienda, Economía y Previsión, la que tendría a su cargo todo lo referido al desenvolvimiento del turismo16. Sus fines principales eran la conservación de las zonas de turismo, así como proteger las bellezas naturales, las fuentes de salud o termas, la flora, la fauna y todo lo que constituyera fuente de atractivo turístico. Crear y habilitar lugares de sosiego; impulsar el turismo social para facilitar el descanso a un mayor número de personas, organizando campamentos económicos y colectivos. De sus funciones se destaca la organización y el fomento de actividades sociales, culturales, deportivas, artísticas, evocativas, certámenes, exposiciones o muestras, a fin de conocer las riquezas y características de la provincia, su producción e industria.

El Ejecutivo provincial bajo la gobernación de Domingo Mercante (1946-1952) sintetizaba sus principios en materia turística en un triple planteo que incluía el Turismo Social, el Turismo Cultural, y la Industria Turística. Urgido por actuar en la materia, decretó las zonas de turismo dentro del territorio provincial: Mar y Sierra, Cruz del Sur, Zona de las Lagunas y Norte y Delta. En 1949 otro decreto reglamentó el régimen de tarifas y normas para el funcionamiento de hoteles y hosterías, impulsando asimismo el Registro de Hosterías y Afines. El proyecto de construcción de hoteles de turismo llenó otro vacío del estado provincial en materia turística, dado que, salvo el Hotel Provincial de Mar del Plata proyectado durante la gobernación de Fresco en el marco de las obras de urbanización de Playa Bristol –terminado por esos años– el resto de los hoteles del territorio provincial eran hoteles particulares y sindicales.

El lento proceso que conduce a la institucionalización del turismo en el país no presenta voces discordantes ni aparentes cambios de rumbo. El mismo espíritu nacionalista de los inicios, aunque sin duda con matices, inspira las políticas públicas concernientes al turismo social. Signan la configuración del territorio del turismo en los años peronistas la convivencia de las respuestas espaciales a esa nueva demanda turística para grandes números, que se tradujo en obras públicas. Y una gran transformación costera dominada por un proceso de urbanización especulativo por parte de particulares –que el gobierno no pudo controlar– destinado a una clase con capacidad de ahorro como para adquirir una segunda vivienda de veraneo junto al mar.

Mientras el estado se orientaba a la construcción de infraestructura y equipamiento que hiciera posible explotar con fines turísticos el territorio provincial, buscando incorporar a los sectores de menores recursos, actores particulares se centraron en la consecución de loteos y subdivisiones de tierras en el litoral. Este nuevo ciclo de fundaciones balnearias en las décadas del 40 y primeros años 50 constituyó tanto un ámbito de experimentación urbanística de propuestas renovadoras así como un campo de especulación. Los ejemplos son muchos y variados, lo que hace la descripción de cada uno de ellos tanto imposible como tediosa, pero pueden resumirse algunas de las características generales.

Villas balnearios, planes urbanísticos, countries ...

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Las iniciativas particulares, organizadas generalmente en sociedades anónimas18, debían asimismo proveer de usinas eléctricas y agua potable. Otro aspecto importante era la forestación, en tanto la costa medanosa demandó métodos adecuados de fijación de dunas. Los lotes se ofrecían a la venta en remates públicos, anunciados en la prensa nacional. Generalmente no se fijaban plazos para construir ni tampoco se condicionaban los proyectos arquitectónicamente: tipos, materiales, alturas, colores, quedaban librados a propietarios y constructores. De esta forma se ocupan con loteos de amanzamientos regulares sin más intenciones que la especulación, salpicados en distintos puntos del litoral bonaerense en una extensión de bastante más de 200 kilómetros.

Sin embargo, interesa aquí destacar aquellas propuestas urbanísticas, realizadas por arquitectos y planificadores, ya sea en forma privada o desde una repartición estatal, con búsquedas capaces de satisfacer los ideales del nuevo descanso y la protección del paisaje. Muy sintéticamente se consideran tres casos –Pinamar, Highland Park Chapadmalal y el Plan Urbanístico para la Villa Residencial turística en Necochea–, que de distintas maneras retoman o continúan la concepción del nuevo balneario gestado desde finales de los 20 y más ampliamente generalizado en los 30, asociado decididamente a un rechazo por la cuadrícula unido a un ambiente pintoresco en comunión con la naturaleza.

El balneario de Pinamar es originado por un grupo de accionistas en 1943. El arquitecto Jorge Bunge, autor del proyecto19 lo definía así: “Se trata del trazado de una ciudad jardín, hecho en forma irregular siguiendo los desniveles del terreno. Estos según podrá apreciarse en el plano parcial de nivelación, son considerables, pues se trata de médanos generalmente abruptos”.

Como particularidad urbanística debe destacarse la adaptabilidad al lugar mediante cierta organicidad que la distancia de los meros trazados curvos. Otro aspecto fundamental fue contar inicialmente con un plan de urbanización progresivo, partiendo de la diferenciación en tres zonas con características bien determinadas: la zona balnearia, paralela a la costa es la destinada a población veraniega, dejando reservas para iglesia, galería comercial, hoteles y diversiones. La zona intermedia, corresponde al centro cívico y edificios públicos. Y en la Zona industrial y obrera ubica hospital, escuela, plaza de deportes y parque público. Completan el plan, la venta de terrenos de amplias dimensiones sujeta a restricciones20; los lotes no podían fraccionarse (frentes mínimos de 25 metros); se definen también los cercos divisorios, bajos y de follaje, se prohíben las paredes medianeras y se limitan las alturas máximas y los materiales, en busca de un conjunto armónico en unión con la naturaleza.

Figura_6. Primera subdivisión para el balneario de Pinamar, 1943 (Archivo Histórico de Geodesia, La Plata)Figura_7. Subdivisiones sucesivas en el balneario de Pinamar, aprobadas entre 1944 y 1956 (Planes Reguladores Urbanos, Ordenanza Municipal 96/61, Madariaga: Municipalidad de General Juan Madariaga1962)

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“Highland Park Chapadmalal” ocupa 100 hectáreas ubicadas a 30 km. de Mar del Plata, y su plan urbanístico fue presentado para su aprobación en 1951 por la institución inmobiliaria y financiera homónima. Un tercio de las tierras contienen le Country Club, y el resto corresponde a un barrio parque residencial y un pequeño centro urbano capaz de albergar una comunidad estable, las que componen tres unidades vecinales, con características diferenciadas y densidades de población diferentes. La idea rectora del plan de urbanización fue “sustituir el trazado en cuadrícula por otro conforme a las ideas contemporáneas en materia urbanística, y atendiendo a la topografía.” El urbanista –el arquitecto José María Pastor21– también contempló las normas para los proyectos de obras de urbanización y paisajísticas así como normas urbanísticas que garantizaran la calidad arquitectónico-urbanística del lugar. Como se expresa en la memoria técnica descriptiva: “Lo que se proponía en resumen, era introducir un elemento de coordinación social y urbanística dentro de un loteo hasta ahora indiscriminado y puramente especulativo”. La crítica sin duda hace referencia al parcelamiento indiscriminado que afectó la costa provincial. Como tantos otros emprendimientos, el cambio de condiciones económicas a partir de 1952, paralizó su construcción, la que se limitó a unas pocas viviendas. El trazado es difícilmente reconocible, pero el ambiente arbolado y la calidad paisajística se perciben hasta hoy.

Figura_8. Plano de mensura y subdivisión, Highland Park Chapadmalal. (Archivo Histórico de Geodesia, La Plata)

Villa Residencial Turística en Necochea. Los considerandos del decreto de aprobación del plan de desarrollo urbanístico22 resaltaban que tal aprobación implicaba sancionar un nuevo concepto del parcelamiento y el uso de la tierra, desprovisto del mezquino afán especulativo, y concebido por el contrario, desde un punto de vista funcional acorde al mérito potencial de la fracción a urbanizarse, y a la conveniencia del pueblo que ha de usufructuarla. Las tierras eran propiedad del Instituto Inversor, creado en 1948 como entidad autárquica de la provincia para fomentar la transformación del territorio en una relación entre “desarrollo” y “urbanización”.

El “nuevo concepto” se vincula con las denominadas unidades vecinales utilizadas en la planificación británica de post-guerra y cuyo origen se remonta a Estados Unidos a finales de los años 20 (para su aplicación en Argentina puede verse, Mazza, 2003). La idea que rige la urbanización es la de abolir la tradicional subdivisión en manzanas y calles, y en cambio reemplazarlos por sistemas de lotes agrupados en torno a calles estrechas en las que el vehículo sólo accede para llegar a las viviendas, y el resto del terreno se destina a parques públicos. Basada en la clasificación vehicular, que va desde las vías rápidas o de acceso, que en este caso son las dos paralelas a la costa, la mediterránea y la del borde del mar; las calles de unión de los distintos sistemas que delimitan las unidades de vivienda y las callecitas internas en cul-de-sac . Componen las tres unidades vecinales viviendas unifamiliares, admitiéndose usos especiales para hoteles y usos complementarios para negocios de abastecimiento diario. El conjunto se completa con un centro comercial vecinal y con el centro cívico turístico de hoteles, en cuya etapa inicial debía construirse el Hotel casino, cuya masa edilicia dominaría el grupo de edificios. Luego se completaría con museo oceanográfico, auditórium salas de conciertos, cine, edificio de deportes, salones de exposiciones y oficinas.

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Se definen también las normas urbanísticas y edilicias, todo lo cual debía tender a la idea rectora de viviendas dispersas en el verde23. Finalmente, con respecto a las edificaciones determinaba que su apariencia externa sería el resultado del uso armónicamente proporcionado de estructuras, materiales, coloraciones y demás recursos arquitectónicos, primando tanto un criterio estético como de economía y utilidad. Surgiría así espontáneamente un “estilo”, una expresión CONTEMPORANEA y ARGENTINA24 de la Arquitectura, que contribuiría a crear el estilo propio del lugar y de la época. Los cambios económicos y políticos que siguieron al golpe del ´55 hicieron que estos proyectos quedaran truncos, confinando estas experiencias al desconocimiento, olvidando con ellas una parte significativa de la experiencia del urbanismo en la Argentina.

La idea de turismo que se gesta desde los años 20 parece seguir un proceso bastante lineal hasta los años 50. Incorpora y refleja los cambios, pero mantiene su curso. El turismo, el viajar por placer, esa práctica de unos pocos pasa a ser practicado, o al menos se trabaja en esa orientación, por la masa popular, pero con la definición e intenciones que le otorgaron las clases dominantes en sus inicios. El turismo era fuente de riqueza, colaboraría en la homogenización de la nación; agente civilizador, motor de conocimiento, en principio de las bellezas naturales, pero ya desde los 30 de la producción humana. Generaba y alentaba el sentimiento patriótico, la unión nacional, primero, latinoamericana e internacional después. Desde finales de los 30 los diferentes niveles del estado lograron instituir su organización, definir objetivos y medios de acción. También una serie de obras públicas se diseminaron por el territorio: parques y museos como atractivos donde exaltar la tradición. Hoteles y hosterías, colonias de vacaciones, paseos, casinos, balnearios. Este despertar turístico interesó a arquitectos y urbanistas, quienes incorporaron entonces los problemas espaciales que el ocio genera para grupos crecientes de población.

Al igual que la idea de turismo, la imagen del balneario que se genera en los 20 perdura aún hasta el final del período estudiado, trasvasando la representación del balneario generada por particulares a las iniciativas estatales. Las primeras propuestas con fines modernizadores para el litoral bonaerense de los arquitectos Bunge y Huguier constituyeron otra vía de penetración del urbanismo jardín –creación particular de la evolución del ambiente industrial europeo– en la Argentina. En Pinamar cambiaron algunos recursos formales, se perfeccionó la zonificación y la estrategia económica, valiéndose de la normativa para evitar la especulación. De la ciudad jardín ha quedado poco más que el nombre. El arribo al litoral le ha otorgado un nuevo significado: es fundamentalmente el ambiente del nuevo descanso, bosques de pinos cubriendo las dunas, un nuevo paisaje.

“Highland Park Chapadmalal” es también organizada por un grupo de particulares que en procura de un ambiente propicio para actividades deportivas y de descanso al aire libre, e integrada en el verde, basaron la urbanización, al igual que en la villa del mar en Necochea, en la utilización de unidades vecinales y la clasificación vehicular. La introducción de este último ejemplo desarrollado por el Instituto

Figura_9. Plano de mensura y subdivisión, Villa Residencial turística en Necochea. (Archivo Histórico de Geodesia, La Plata)

Notas de cierre

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Inversor, que articulaba el accionar estatal con la iniciativa privada, permitió advertir y completar las ideas del gobierno de Mercante en torno a la organización del territorio provincial –promover el bien común, frenar la especulación inmobiliaria, fomentar emprendimientos colectivos– resultando las propuestas del planeamiento regional de descentralización y de organización en torno a unidades vecinales, funcionales a los ideales del gobierno.

Tradición y modernidad sintetizan, entonces, las concepciones que guiaron la configuración del territorio del turismo estudiado en la provincia de Buenos Aires. Los espacios donde exaltar la tradición nacional, los parques gauchescos y los museos históricos, conviven con la búsqueda de modernidad en balnearios capaces de satisfacer las necesidades del nuevo tiempo, para lo cual se introdujeron los conceptos vigentes en el ámbito internacional: ciudad jardín primero, unidades vecinales después. El recorrido realizado permite saldar la oposición o contradicción aparente justificando su complementariedad.

1_Ana Virginia Persello (2000) Considera que septiembre de 1930 cierra un ciclo de la historia argentina, constituyendo la primera quiebra de la regla de sucesión del poder establecida en la Constitución de 1853. Abortaba de este modo la intención de articular la experiencia liberal afianzada por los hombres del 80, caracterizada por la inserción de la Argentina en el mercado mundial como país agroexportador, la unificación del mercado interno, la nacionalización del Estado y la extensión de los derechos civiles a la democratización de la vida política. El período de los gobiernos radicales –entre 1916 y 1922 Hipólito Yrigoyen y Pelagio Luna, Marcelo Torcuato de Alvear entre 1922 y 1928 e Yrigoyen y J.E Martínez entre 1928 y 1930– en tanto se trata de una coyuntura de cambio, estuvo atravesado por un debate –en el que participaron publicistas, intelectuales, prensa y agrupaciones políticas– sobre el sentido de las transformaciones que operaban en la vida política.

2_Pueden destacarse de las actividades realizadas por el Automóvil Club Argentino, las exposiciones anuales de automóviles, en cooperación con la Asociación Importadora de automóviles. Concerniente a la vialidad, el señalamiento y mejoramiento caminero, así como bregar por la ley nacional de Vialidad. Una importante función de publicidad a través de la publicación de “Automovilismo”l; la organización de concursos fotográficos y de películas documentales sobre el turismo nacional a partir de 1938. La labor deportiva se afianza con la instauración de carreras con carácter definitivo, sólo por mencionar alguna de las tareas destacadas.En 1907 se funda el Touring Club Argentino, con el modelo de similares instituciones de Francia, Italia, Suiza, Bélgica, etc., y cuya bandera fue el mejoramiento de la vialidad por medio del turismo. Entre sus primeras iniciativas se encuentran la construcción del camino Mar del Plata a Necochea y la institucionalización de una carrera de automóviles anual entre ambos balnearios. El estudio del gran camino del sur, de unión de la Capital Federal con Bahía Blanca. En otro orden de cosas, la organización de exposiciones nacionales e internacionales de vialidad y la creación de la Federación Sudamericana de Turismo, entre otras actividades de las que no puede dejar de mencionarse la organización de los Congresos Nacionales de Vialidad y el bregar por la ley nacional de caminos y por una ley de fomento del turismo.

3_Por falta de medios de comunicación adecuados, de confort en el alojamiento y de práctica en nuestras costumbres, el turismo no está aún convertido en modalidad corriente.... Discurso de apertura de la Primera conferencia Nacional de Turismo a cargo del presidente del ACA, señor Agustín Motto, íbidem.

4_VIDI. Contribución al turismo inteligente. Revista Automovilismo. ACA. A. XII, n. 154, 1932.

5_El Hogar es fundada en 1904 por Alberto M. Haynes, inaugurando una nueva modalidad periodística, con una revista que reconoce a la familia como unidad social (la editorial Haynes sería más tarde editora de Mundo Argentino , Selecta y del diario El Mundo ). Inicialmente el nombre era El Consejero del Hogar, “revista quincenal literaria, recreativa, de moda y humorística”, pero sin mayor eco, hasta que inició una evolución que apuntaba al gusto femenino de la clase media y halagaba la vanidad de la clase alta, dedicando numerosas páginas a reflejar fiestas, casamientos, viajes, ropas y lugares de veraneo de las familias tradicionales. El éxito fue significativo y lo acompañó con adelantos técnicos: simplificó el nombre, adoptó características de semanario ilustrado y por primera vez utilizó tapas en tricomía. A partir de esta transformación, le permitió identificarse con vastos sectores de la vida argentina y alcanzó consagración nacional. Era el espejo de los principales acontecimientos sociales y políticos, interesaba al lector femenino, al lector joven, al lector sentimental, al lector de las ciudades de provincias. Intentaba perpetuar sucesos, establecer modas y costumbres y consagrar escritores. Conceptos tomados de MENDELEVICH, P. Las revistas argentinas. Contratiempo, El pensamiento en la Argentina. A II, n. 5, 2002.

6_En 1874 surge como proyecto productivo Mar del Plata, pero en pocos años, y a partir de la llegada del ferrocarril, se convirtió en balneario marítimo de la sociedad porteña. En 1881 y aproximadamente a 4 kilómetros de la costa se establece Necochea, comenzando a finales del siglo la venta de lotes sobre la costa del mar, aprobándose en 1902 el primer loteo de la Villa Díaz Vélez. Pocos kilómetros al sur de Mar del Plata se funda en 1888 Miramar

7_En la década del 20 se suceden algunas otras solicitudes de fundaciones siempre como iniciativas particulares, limitándose la intervención estatal a la aprobación o rechazo del proyecto, de acuerdo a la aplicación de la legislación vigente. Tal es el caso de los hermanos Bellocq, quienes se presentan ante las autoridades del Ministerio de Obras Públicas provincial con la intención de subdividir parte de su campo –a estancia San Francisco– para formar el pueblo balneario de Claromecó, tramitación que culmina en 1920. Estas experiencias, generalmente producto de sociedades de negocios organizadas por los propietarios de campos, todavía ligadas a la fuerte tradición del damero, producen una serie de loteos regulares sin mayores aspiraciones compositivas.

8_Bunge, Jorge. Arquitecto, industrial. Nació en San Isidro, Prov. de Buenos Aires (5-3-1893). Hijo de Octavio Bunge y María Luisa de Arteaga. Fue profesor de historia del Arte en la Academia Nacional de Bellas Artes. Presidente del Directorio de Pinamar S.A, y miembros de los directorios de Cristalerías Rigolleau S.A.; Iguazú S.A.; Aconcagua S. A. y de la Sociedad Comercial de Lanas. Ha ejecutado los edificios del Banco Francés del Río de La Plata, Manufactura Algodonera Argentina, Automóvil Club Argentino (en colaboración). Datos extraídos de Quién es Quién en la Argentina, Biografías Contemporáneas. Buenos Aires: Kraft, 1958-1959.Finalmente a partir de la obra de JAIME, J. C. (2003). Pinamar. Sueño de Jorge Bunge. Buenos Aires: Pinamar S.A, puede completarse su biografía con los siguientes datos. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el colegio Lacordaire, egresando en 1908. Luego de estudiar dos años en la escuela de Arquitectura continúa sus estudios en el Real Politécnico de Munich, donde fue discípulo de Theodor Fischer. Murió en Buenos Aires el 13 de octubre de 1961.

9_Sauze, Eduardo. S/d. Arquitecto, desarrolla una amplia obra en Buenos Aires, muchas de ellas en colaboración con el arquitecto Hugier, con el que realizan el Pabellón Argentino de la Exposición de San Francisco de 1915 y el Edificio Estrugamou en Esmeralda 1319. Extraído de LIERNUR, F y ALIATA, F. Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Buenos Aires: Clarín Arquitectura, 2004.

Notas

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Perla Bruno • Tradición y modernidad en la concepción del territorio turístico en el litoral bonaerense, Argentina 1920-1950

Podemos asimismo agregar la siguiente nómina de edificios –realizados en el país y el extranjero por valor de más de treinta y cinco millones de pesos m/n–, que los autores hacen constar como “garantía de las grandiosas obras que realizarían en el Balneario marítimo Atlantic City”, en la folletería correspondiente. En Buenos Aires: Edificio del Jockey Club, calle Florida 559. Edificio de la Liga Argentina de Damas en Montevideo 850. Además de numerosas Casas de Rentas y Hoteles Particulares. La casa de campo de Conrado Molina en Nahuel Huapi (Arq. Sauze) y el Garage Retiro en la Avenida Alem (Arq. Huguier), propiedad de Nicolás Mihanovich, son sólo algunos de los más de treinta edificios mencionados.

10_El golpe del 6 de septiembre de 1930 “desnuda la crisis de dirección, (...) y potencia soluciones dictatoriales –gobierno del general José Félix Uriburu (1930-1932) o híbridas bajo la forma de una “democracia” fraudulenta– como en la presidencia del general Agustín P. Justo (1932-1938) y de los abogados Roberto Ortíz (1938-1942) y Ramón Castillo (1942-1943), situación que concluye con otro golpe militar, el del 4 de julio de 1943, que desencadena una serie de hechos y fuerzas que culminan produciendo, como hecho no previsto y no querido, el peronismo (1946-1955)...”. (ANSALDI, 1995: 66).

11_Roncoroni, Atilio. Abogado. Profesor de Enseñanza Secundaria, Periodista. Nació en Maipú (Provincia de Buenos Aires) el 14 de enero de 1897. Fue Concejal Municipal e Intendente de la ciudad de Dolores (1928-1930), ingresando luego al Senado de la Provincia. Datos extraídos de Quién es Quién en la Argentina, Biografías Contemporáneas. Buenos Aires: Kraft, 1958-1959. Representó al conservadurismo de la 5º sección electoral.

12_Para alcanzar los objetivos, el Consejo podría realizar intensa propaganda mediante el establecimiento de oficinas de información, editar guías turísticas, filmar y exhibir películas gratuitas sobre las bellezas naturales de las provincia. En otro orden de cosas, habilitar lugares para camping, propiciar excursiones colectivas en grandes núcleos para determinados gremios; y propender o fomentar actividades sociales, culturales o artísticas como atracción en determinados lugares de la provincia.

13_En su artículo 3º establece que a través de esta Dirección, la Municipalidad entra a ejercer una facultad indelegable, ligada al mejor desarrollo de su principal industria. Su fin primordial era el fomento del turismo a Mar del Plata. En Digesto Municipal de Mar del Plata. Partido de General Pueyrredón. Mar del Plata: Publicación oficial, 1940.

14_Se trabajó activamente en la formación de bosques artificiales, el impulso a la forestación, y a los viveros dunícolas con la plantación de especies adecuadas para la fijación de dunas en el litoral bonaerense, y la creación de parques provinciales, que pasaron a depender de la citada comisión, entre los que cabe mencionar el “Ricardo Güiraldes”, originado en 1937 con el propósito de fomentar y estimular la educación popular, la afición al turismo, el amor a las bellezas naturales, y los actos recordatorios que rememoran el glorioso pasado de nuestra evolución social.

15_Decreto del 22 de febrero de 1941. Esta comisión es anexada en 1943 a la Dirección de Parques Nacionales, y pasará en 1945 a ser la Administración General de Parques Nacionales y Turismo.

16_Revista Automovilismo. A. XXII, n. 259, 1941

17_El artículo 4 º norma la obtención de recursos de la Dirección. En el marco del trabajo, interesa destacar el inciso h) el producido del derecho de aprobación y visado de planos y proyectos de subdivisión de tierras a subastar y situadas en zonas de turismo no ejidales.

18_Según un análisis realizado por María Isabel Fernández (2004), si bien estos emprendimientos requerían de fuertes inversiones de capital para poder concretarse (infraestructura vial y de servicios, forestación etc.) la rentabilidad (verificada a través de la comparación de datos referidos a valores de compra de las fracciones, y aquellos que surgen de promediar los valores pagados por los lotes en los remates) es tan alta que constituyen un atractivo para inversionistas. Los inversores que contribuían con estos emprendimientos podían no tener mayor relación con el negocio inmobiliario y colocaban aquí su dinero porque confiaban en la rentabilidad de los mismos, la que era mucho mayor que la que podía lograrse en otras inversiones financieras. A principios de los años 50 distintos factores afectan fuertemente a este negocio y en algunos casos la venta de lotes se paraliza casi completamente, haciendo muy difícil el sostenimiento económico del mantenimiento de estos fraccionamientos aún no consolidados y que seguían requiriendo inversiones.

19_El trazado se compone de formas irregulares y calles curvas. El esquema inicial de la primera subdivisión, emplazado sobre el ángulo formado por la intersección de la avenida costanera y la calle de acceso, es una espiral originada a partir de una calle en cul-de-sac. Le sucederán en 1946, otras cuatro subdivisiones enfrentadas a la primera, que componen lo que podríamos definir como una serie de abanicos engarzados. Si bien utiliza el abanico como recurso formal, es más difícil encontrar una ley del trazado. Mediante subdivisiones sucesivas se habilitan entre 1944 y 1956, un total de 3124 parcelas, afectando una superficie de 408 hectáreas.

20_Pinamar S.A. imponía al comprador condiciones de venta, tales como: servidumbres reales y continuas, prohibiendo la subdivisión del lote adquirido, dejando libre de edificación el 75 % del mismo. Obligación de retirar las edificaciones del fondo del frente y de medianeras; límite de altura de la construcción de no más de dos pisos. Restricciones con respecto a los materiales, obligándose también el comprador a someter los planos de edificios a construir a la aprobación de Pinamar S.A, y a edificar en un plazo no mayor a cinco años.

21_El arquitecto Pastor difunde y preconiza el planeamiento anglosajón en Argentina, concluyendo con una noción que conjuga las vertientes británica y nortemericana (Mazza, 2004).

22_Componen el equipo técnico que desarrolla el plan los arquitectos Alberto Cuenca, Jorge Lima, Luis Rebora, Alfredo Etcherverry, Alejo Martínez (h), Carlos Lange y José M.F Pastor; el ingeniero José Bonilla y el Sr. Antonio Bonet.

23_La altura máxima de edificación no podía superar los 8 metros, no podían materializarse las medianeras, y la masa edificada debía dejar un borde libre de 2 metros en todo el perímetro hasta los límites del terreno, sólo por mencionar las más significativas.

24_En mayúsculas en el original, Instituto Inversor de la Provincia de Buenos Aires. Villa Residencial-turística en Necochea. Primera Etapa a Desarrollarse en el Lote Mar 4. Normas para el Desarrollo futuro. Anexas al plano de desarrollo urbanístico aprobado por Decreto 6135 del 7 de abril de 1951.

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Referencias Bibliográficas

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LA BALEARIZACIÓN. MALLORCA, EL LABORATORIO DE EXPERIMENTACIÓN DEL TURISMO Y SU MANIFESTACIÓN EN EL LITORAL

En los últimos 50 años el litoral de Mallorca ha experimentado una importante transformación a raíz de la actividad turística, generándose un complejo sistema de asentamientos. Actualmente, frente a los continuos cambios de motivación del visitante, se está planteando qué hacer con las estructuras obsoletas y cómo deben ser los nuevos espacios turísticos.La investigación expone una metodología de decodificación transescalar de cómo se ha construido el territorio turístico de la isla, explicado desde los procesos y dinámicas generadas. La lectura comprensiva de cómo se ha manifestado territorialmente se plantea desde el reconocimiento morfológico de los tejidos turísticos y su interacción con el paisaje.

Palabras clave: turismo, paisaje, morfología de tejidos, Mallorca.

Resumen

arq. Biel Horrach EstarellasPrograma doctorado Departamento de

Urbanismo y Ordenación del Territorio Universidad Politécnica de Cataluña

Director tesis: Joaquin Sabaté

A finales de los años 50 en un artículo del semanario Paris Match se alertaba sobre la importante transformación que estaba experimentando el litoral de Mallorca a raíz del turismo, denominando a este proceso como “balearización”. La mayor de las “Illes Balears”, era ya entonces uno de los principales destinos de sol y playa europeo1 y se estaba convirtiendo en uno de los bancos de pruebas del turismo litoral2.En los últimos años se ha generado la necesidad de dar una respuesta a las nuevas motivaciones de viaje más cualitativas de la demanda turística planteándose dos cuestiones: ¿Cómo se deben desarrollar los nuevos productos turísticos adaptados a los nuevos patrones? y ¿qué modelo aplicar a los espacios turísticos asociados a la masividad y estandarización existentes?

Para dar una primera respuesta a estas problemáticas se ha propuesto decodificar los procesos de transformación que ha generado la actividad turística en el litoral de Mallorca, así como reconocer aquellos patrones que nos permitan poner en valor los tejidos turísticos. Es por esto que se somete a examen la siguiente hipótesis:La transformación del litoral turístico de la isla se ha producido principalmente a partir de tres factores:

_Las dinámicas socioeconómicas asociadas a la construcción del imaginario colectivo que condicionan cómo tiene que ser el espacio donde disfrutar del ocio y el tiempo libre.

_La reinvención de la forma urbana en un tejido que responda a las necesidades del turismo.

_La regulación de la forma del espacio turístico del litoral mediante los instrumentos de ordenación.

1. INTRODUCCIÓN

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Para explicar estos factores la investigación presenta tres entradas metodológicas enlazadas mediante una lectura transversal del espacio turístico. En una primera parte, mediante una investigación bibliográfica, se hace una aproximación tanto al estado de la cuestión como a la evolución histórica del turismo desde las diferentes disciplinas que han estudiado las dinámicas socioeconómicas generadas por la actividad turística. Posteriormente se hace un reconocimiento de la forma del litoral turístico partiendo de la definición y la categorización de las unidades de tejidos específicamente turísticos, en donde el paisaje y los recursos turísticos complementarios son los factores que los cualifican. Finalmente, desde la escala territorial, se expone la manera en que se relacionan dichas unidades mediante pautas de agregación propias conformando los sistemas turístico-territoriales. En cada una de las partes se hace paralelamente una valoración de los instrumentos de ordenación en función del tipo de regulación del tejido turístico, así como la relación de éste respecto al territorio.

A diferencia del Sur de Francia, en donde los macroproyectos turísticos se ejecutaban mediante una total planificación del espacio vacacional, el éxito del despliegue del turismo de masas en Mallorca se basaba en otros principios:

El papel del tour operator y la implantación del modelo hotelero mallorquínA mediados de los años cincuenta la aparición del tour operador supuso un factor clave en la reactivación del mercado Europeo. Este actor constituía una fuerza capaz de canalizar la demanda extranjera y ubicarla en los hoteles con los que mantenía algún tipo de vínculo. La isla se había convertido en uno de sus destinos preferidos3 debido, entre otras cosas, a la iniciativa emprendedora del hotelero local.

La tradición turística de la islaEl hecho de que ya existiera una cierta tradición de veraneo y un determinado nivel de infraestructura vacacional del periodo de entre guerras, supuso que Mallorca se convirtiera en uno de los primeros destinos desde los inicios del turismo fondista4. La estructura turística que se había generado hasta los años treinta se caracterizaba por un sistema puntual de pequeños asentamientos en el litoral de la isla. Estos consistían en núcleos de pescadores, colonias agrícolas y de veraneo y hasta 25 proyectos de ciudades jardín. Se había desarrollado también un conjunto de instalaciones hoteleras que se situaban tanto en estos tejidos como en parajes aislados, como el Hotel Formentor, construido con el objetivo de atraer a intelectuales de todo el mundo. Por otro lado durante este primer periodo se fue alimentando el imaginario colectivo de cómo pasar el tiempo de vacaciones, de manera que cuando el turismo se democratiza el primer incentivo de las masas será el de disfrutar del espacio de ocio del turismo elitista de principios de siglo.

El despliegue del transporte de masasDespués de la Segunda Guerra Mundial, a partir de las mejoras sociolaborales de los países industrializados se había producido una gran demanda vacacional por parte de las clases trabajadoras. No obstante, en Mallorca, el turismo internacional no se convirtió en turismo de masas hasta que se produjo el abaratamiento y mejoras de los tiempos de viaje. La revolución del transporte vino marcada con la aparición del “jet”, el avión a reacción5. Las nuevas compañías charter ofrecían paquetes turísticos muy económicos, y para asegurarse el alojamiento de sus clientes fueron financiando la construcción de las nuevas instalaciones turísticas.

La apertura internacional a raíz del turismoTodo el proceso de internacionalización turística se produjo a partir de una serie de reformas políticas del estado franquista, que veía en esta economía la única salida a la situación de pobreza de la posguerra. El propio Fraga6 reconocía que “el turismo fue nuestro Plan Marshall (...) el gran respaldo que la economía española recibió de

2. LA CONSTRUCCIÓN DEL LITORAL TURÍSTICO DE

MALLORCA2.1. El nacimiento del

turismo de masas

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Biel Horrach Estarellas • La Balearización. Mallorca, el laboratorio de experimentación del turismo y su manifestación en el Litoral

los países desarrollados (...) el más claro superfactor de desarrollo de la economía española”7. Al principio, el régimen veía que a pesar del increíble despliegue de la actividad turística había algunos factores que bloqueaban una expansión más efectiva. Fue entonces cuando lanzó un paquete de medidas liberalizadoras con el objetivo de favorecer a las empresas extranjeras negocios inmobiliarios, como el Plan de Estabilización Económica de 1958 abolía los requisitos de autorización previa para la adquisición de terrenos por parte de los extranjeros.

Estas 4 dinámicas fueron determinantes para la concepción del producto y la oferta turística inicial. Durante esta etapa el tipo de alojamiento predominante fue el hotel. Entre los años cincuenta y mediados sesenta se produjo una insuficiente inversión por parte de la administración, en el desarrollo de nuevas infraestructuras y servicios. Fue así como los hoteles tendieron a ubicarse dentro de los tejidos existentes. El resultado fue la densificación de los núcleos tradicionales y de algunas ciudades jardín existentes, así como implantaciones turísticas situadas sobre las carreteras de la playa.

A partir de 1967 se consolidó la fórmula de máxima optimización del producto turístico con la total implantación del vuelo charter. Esta consistía en poner en relación la capacidad de alojamiento con el modo de transporte de manera que cada dos vuelos charter se llenaba un hotel. Esto supuso una cierta homogeneización de la tipología hotelera. La forma de organización del consumo de masas acabó teniendo una manifestación en el territorio muy característica. La forma de alojamiento se producía predominantemente mediante el hotel en altura que se concentraba en el frente de su principal recurso, la playa. La ordenación edificatoria respondía al deseo de que todas las plazas de alojamiento tuvieran vistas al mar, por lo tanto se desarrolló un sistema de asentamientos lineales en altura en los frentes costeros de la isla.

A diferencia del Levante español o la Costa Brava, a las que se podía acceder por carretera, el despliegue de la segunda residencia en Mallorca estaba condicionado por el factor insular y la irregularidad de llegadas de los vuelos charter.

Al final de la etapa fordista se llevó a cabo una importante ampliación de la oferta de carreteras y autopistas, además de grandes extensiones de parcelaciones y urbanizaciones. A pesar de que la mayoría de ellas no llegaran a consolidarse, constituirían las bases que impulsarían el desarrollo de un nuevo paradigma del comportamiento del visitante: el turismo residencial.

A mediados de los años 70’ el turismo de sol y playa ya se había convertido en un hábito accesible a la mayoría de ciudadanos. Fue entonces cuando el turista empezó a tener nuevas motivaciones para el viaje, para diferenciarse de las masas y encontrar espacios turísticos más cualificados.

Una nueva movilidadCon la implantación del coche de alquiler se produjo un cambio sustancial al ofrecer una mayor flexibilidad en la movilidad turística. Hasta entonces las excursiones por la isla se llevaban a cabo mediante unos recorridos muy definidos en autocar. Como reacción al fenómeno de masas, el coche de alquiler permitía un tipo de rutas que posibilitaban descubrir nuevos paisajes, respecto a los impuestos por los tour operators. El visitante empezó así a conocer todo un territorio susceptible de convertirse en espacio turístico. La fuerte expansión económica que se produjo a partir de mediados de los ochenta más que financiar la dotación de equipamientos y reconversión de infraestructuras obsoletas, tuvo como principal inversión las mejoras de comunicaciones viarias. A partir de la década de los noventa se empezó a construir una red de carreteras y autopistas que ha hecho accesible casi toda la isla en unos tiempos que apenas superan los 30-45 minutos desde el aeropuerto.

2.2. La dispersión turística-residencial

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Consecuentemente, en los últimos años se ha producido un importante crecimiento del parque automovilístico, de forma que el número de coches por habitante es el doble de la media del estado español y uno de los primeros del mundo.

La redefinición del alojamiento turísticoTras la llegada de la crisis económica de 1973 y 1979 y con la creciente competencia de otros destinos turísticos, existía una conciencia de que las Illes Balears perdían progresivamente atractivo en los mercados internacionales. Buena parte de esto era debido a los problemas relacionados con las infraestructuras, servicios y el medioambiente. Fue entonces oportuno emprender nuevas iniciativas. Entre las medidas se destaca la reducción de costes en la instalación turística. Hasta 1981 hubo un reajuste y estancamiento de la instalación hotelera, de manera que se decidió reducir su oferta, cerrando los hoteles más pequeños e interrumpiéndose los que estaban en construcción. A partir de entonces el incremento de la oferta turística se produjo fundamentalmente a través del apartamento, ya fuera de obra nueva o incluso a través de la reconversión de muchos hoteles. Los apartamentos permitían reducir la mano de obra mientras se seguía fomentando la economía de la construcción y además se adaptaban mejor a las nuevas motivaciones del turista, al suponer una mayor flexibilidad en el modo de alojamiento. Los hoteles de nueva generación que se construyeron desde entonces presentaban un tamaño de parcela muy superior, incorporando nuevos servicios para el turista, tales como productos ligados al balneario o un amplio programa de actividades deportivas.

La implantación de la segunda residencia de masasEl boom de la segunda residencia de masas tomó fuerza a partir del tratado de Maastricht de 1992, cuando se consagra la Mallorca europea (Rullan, 2002). Las nuevas estrategias del calendario laboral de los países emisores de turistas, ligadas a la flexibilización laboral, tuvieron sin duda importantes consecuencias en el mercado turístico. La frecuentación turística se vio afectada por la redistribución del tiempo de vacaciones a lo largo del año y por las nuevas pautas de comportamiento vacacional de los europeos. El visitante ya no se conformaba con la estancia en el hotel o apartamento, sino que adquiriría una propiedad en la isla. El aumento de las rentas permitía optar por nuevas tipologías en forma de segundas residencias, en áreas de menor densidad con la recuperación del siempre soñado jardín privado. El chalet y el adosado fueron las soluciones predominantes.

Este modelo fue favorecido por la puesta en crisis del modelo urbanístico de edificios en altura desarrollado durante el régimen. La cultura urbanística de los años 80 tendió a planes anti-intensivos (Terán, 2003). Si la legislación y el planeamiento territorial de los últimos quince años habían supuesto el final definitivo de los productos típicos del fordismo e inicios del postfordismo (los decretos 9/1998 y 8/1998 de moratoria turística y viviendas vacacionales), a partir de este momento empezaron a surgir nuevos productos. Con las Directrices de Ordenación Territorial (DOT) se había dejado abierta la puerta al desarrollo en suelo rústico y a la consolidación de las urbanizaciones existentes con vivienda unifamiliar (Rullan, 2002). Por otro lado, durante la redacción del Plan Territorial Insular de Mallorca se declaró otra moratoria urbanística que afectaba especialmente las edificaciones plurifamiliares. Durante este periodo la economía que giraba en torno al negocio inmobiliario se concentró en la residencia unifamiliar.

Como consecuencia del control litoral establecido se tendió hacia un nuevo espacio deseable: el campo. La flexibilidad en la regulación de buena parte del suelo rústico del interior junto con la nueva demanda de la segunda residencia generó la tendencia de ocupación del medio rural.

El fenómeno de la segunda residencia llegó a tener tal relevancia que a finales del siglo XX, el 50% del suelo ya pertenecía a propietarios no locales. La dispersión de residencias por todo el suelo rústico no es más que una extensión urbana más allá

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de los límites formales. Si en los años 70’ el geógrafo Quintana afirmaba que toda Mallorca era urbana, ahora podemos afirmar que todo el territorio es turístico (Rullan, 2002).

No obstante el boom de las segundas residencias no se hubiera producido sino fuera por las mejoras de accesibilidad que se dieron a partir de los años noventa. Estas consistieron en un transporte aéreo regular con buena frecuencia durante todo el año además de una red de vías rápidas. Con la liberalización de los espacios aéreos en los años noventa muchas de las compañías charter se transformaron en regulares y aparecieron las compañías de bajo coste. Además la compañía Air Berlín creó el “hub” aéreo en el aeropuerto de Son Sant Joan con vuelos diarios al centro de Europa y a la Península Ibérica. A partir de este momento los efectos de la insularidad comenzaron a reducirse. Mallorca se abría más que nunca a Europa y las frecuencias de vuelos con Alemania ya eran superiores a cualquier otro destino de España.

Frente a todos los cambios territoriales que ha supuesto el despliegue del turismo en el litoral de la isla se ha ido conformando un complejo sistema de asentamientos. Con el objetivo de decodificar la transformación del litoral turístico de Mallorca, se propone descomponer este sistema en las unidades de tejidos que lo conforman para posteriormente ver como se relacionan entre si generando los sistemas turístico-territoriales.

Durante la década de los 90 se llevaron a cabo varios trabajos en los que se planteaba la necesidad de comprender el espacio turístico desde los elementos que lo conforman. Diferentes entradas han servido de antecedentes para la presente reinterpretación del espacio turístico: el estudio de las “Piezas mínimas del turismo” (Barba, 1992), el Plan Territorial de Tenerife (Sabaté, 1992), así como “Les formes urbanes del litoral català” (Busquets, 2003).

El origen de las unidades de los tejidos turísticos está en la reinvención de las formas de crecimiento urbano (Solà Morales, 1993). Estos tejidos propios de la ciudad convencional han transformado sus características en función de su adaptabilidad a los recursos turísticos que han motivado su desarrollo, ya sean los ligados a las actividades vinculadas al ocio como a las características paisajísticas del lugar. Por lo tanto, se pretende demostrar cómo los tejidos turísticos presentan unas especificidades propias respecto a los que configuran la ciudad. El paisaje y los recursos turísticos complementarios son los factores de reinvención de las formas de crecimiento urbano.

El complejo sistema de asentamientos turísticos del litoral de Mallorca se descompone en cuatro categorías de tejidos: los asentamientos suburbanos vacacionales, las extensiones en malla, las ciudades jardín turísticas y los centros autónomos. Cada uno de ellos presenta otras subcategorías producto de su evolución histórica en función de las necesidades turísticas de cada etapa.

Inicialmente las hileras suburbanas conformaban la estructura de los pueblos del interior de la isla. Estos tendían a minimizar el coste de la infraestructura aprovechando las vías y caminos existentes, presentando el criterio de acceso directo como sistema de parcelación.

A partir del siglo XIX se constituyeron los primeros núcleos vacacionales costeros con esta lógica de asentamiento. Unos se originaron como asentamientos ex-novo, como la Colonia de Sant Jordi o de Sant Pere, y otros se fueron desarrollando a partir de los núcleos de pescadores, como el Puerto de Pollença o el de Alcudia. En ambos casos se ubicaban de forma puntual en el litoral de la isla. Su localización territorial dependía de la posición del núcleo del interior. Unido mediante un camino en el punto del litoral más cercano que permitiera un embarcadero.

3. LAS UNIDADES DE TEJIDOS TURÍSTICOS

3.1 Los asentamientos suburbanos vacacionales

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Entre las diferentes especificidades de estos tejidos cabe destacar la evolución de la unidad de alojamiento. Inicialmente la vivienda unifamiliar entre medianeras seguía los mismos patrones que la vivienda tradicional de los pueblos del interior. No obstante, con el tiempo, la casa vacacional fue adquiriendo un nuevo espacio para el disfrute del tiempo libre: el porche situado en la parte delantera de la vivienda en relación al frente litoral. Este espacio libre semi-privado conformaba un mirador al mar y con el tiempo se convirtió en un espacio de relación entre los veraneantes. Las casas que no daban directamente al mar también fueron incorporando el porche aprovechando los nuevos valores de relación que aportaba. Fue así como las calles adquirieron un cambio de sección, dotándose de una nueva fisonomía que los distinguía de los núcleos tradicionales del interior.

Desde el espacio libre público también se producían algunas aportaciones. Tal y como expone Alain Corbain en su obra sobre el acercamiento progresivo hacia la playa. Ésta empieza a ser utilizada como lugar de paseo, hasta que con el tiempo se convierte en un espacio de baños y en el recurso más preciado del turismo del litoral. Por otro lado, algunos puertos y espacios auxiliares también fueron reinventados como espacio para el disfrute del ocio. La aproximación del veraneante a estos espacios también se tradujo en la disposición de los tejidos que lo conformaban.Con la llegada del turismo de masas, los asentamientos suburbanos vacacionales de nueva creación evolucionaron. La unidad de alojamiento pasa de la casa unifamiliar entre medianeras a la edificación aislada, en muchos casos en altura. El espacio libre privado aumentó progresivamente en función de la nueva instalación turística (el hotel, el apartamento o el chalet), de la posición territorial y el tipo de demanda de cada momento. Las lógicas de ubicación de estos tejidos tendían a configurar asentamientos en serie dispuestos a lo largo de las carreteras de las playas, aprovechando los caminos existentes.

Posteriormente, con la llegada del periodo democrático, cuando ya casi no existía la posibilidad de colonizar el frente mar, se desarrollaron mediante tejidos dispersos. Se asentaron a lo largo de los caminos del entorno rural cercanos al litoral o en posiciones que, por la pendiente del territorio, les permitiera tener vistas hacia el mar. Aprovechaban la retícula del parcelario rural preexistente como estructura y, en muchas ocasiones, se densificaba mediante la subdivisión de parcelaria. La forma resultante dio lugar a edificaciones unifamiliares aisladas con un espacio libre privado propio del entorno rural mallorquín. Este es el momento en que el paisaje rural empieza a actuar como recurso directo de la unidad de alojamiento.

Cuando a finales del siglo XIX aparecieron nuevas dinámicas productivas en el litoral de la isla, se empezaron a desarrollar varios proyectos que combinaban el uso vacacional con el de otras actividades económicas. Su localización territorial venía dada por la preexistencia, en muchos casos, de un embarcadero o un pequeño núcleo de pescadores. Estos asentamientos se desarrollaban mediante extensiones en malla que tomaban como referencia las operaciones de ensanche usadas como forma de crecimiento de la ciudad moderna.

Inicialmente la casa unifamiliar entre medianeras fue su principal unidad de alojamiento tomando así la tipología ensayada en los núcleos suburbanos vacacionales. La agregación del jardín posterior de las viviendas conformó el patio interior de manzana, que mediante andronas permitía que fluyera el espacio hacia la calle. Pero de nuevo fue la incorporación del porche delantero lo que diferenció a estos tejidos de las características espaciales del ensanche tradicional que se desarrollaba en las poblaciones tradicionales del interior de la isla y en Palma.Una de las principales aportaciones de este tejido turístico, al igual que muchos núcleos tradicionales, fue el de conformar la primera estructura de soporte de las instalaciones del turismo de masas. A modo de banco de pruebas, se experimentó un proceso de aprendizaje sobre cuales iban a ser las nuevas necesidades espaciales

3.2. Extensiones en malla turísticas

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para configurar los nuevos tejidos turísticos. La inserción de edificaciones en altura fue sustituyendo progresivamente los valores espaciales de la unidad y la forma de agregación antes descritos. De manera que estos tejidos se adaptaron a la nueva demanda del turismo de sol y playa, aportando alojamientos de alta capacidad y multiplicando hasta por diez plantas la posibilidad de ofrecer desde las habitaciones vistas al mar. No obstante este mecanismo no siempre conseguía buenos resultados ni para la instalación turística ni para el conjunto. Fue así como se empezó a producir una evolución de las extensiones en malla. Los asentamientos desarrollados a partir de los años sesenta presentaban una función básicamente turística. Las primeras extensiones en malla del periodo fordista solían ubicarse en relación a la playa y a la vía que las conectaba con los núcleos vacacionales pre-existentes. A partir de mediados de los sesenta, tras la aprobación de la Ley de Zonas y Centros de Interés Turístico Nacional, se produjo un cambio de escala en las intervenciones turísticas. Frente a la concienciación de que la primera línea de playa no era ilimitada, se empezaron a hacer operaciones que tendían a situarse entre el frente marítimo y las vías territoriales, ocupando entre uno y dos kilómetros hacia el interior. De esta forma, además de disfrutar de los recursos costeros, tenían una conexión directa más rápida con el aeropuerto. Las nuevas grandes mallas no necesitaban la conexión con los núcleos turísticos tradicionales ya que generaban sus propios servicios. Este factor evidencia la falta de necesidad del tejido turístico de generar un sistema urbano con los asentamientos existentes de su entorno. Sólo los primeros tejidos fordistas, por una cuestión de economía de medios aprovechaban los servicios y el acceso que les proporcionaban los tejidos existentes. Estas grandes actuaciones presentaban una planificación unitaria en las que el desarrollo de las operaciones correspondientes a las grandes manzanas las llevaban a cabo, generalmente, operadores distintos. Se produjo así una evolución del tamaño de manzana debido especialmente a la evolución tipológica del alojamiento turístico. Se pasó de la edificación entre medianeras a la aislada debido a la necesidad de incluir un espacio libre privado de mayores dimensiones. Se llegaron a configurar grandes mallas de geometría diversa con manzanas de hasta 300 y 500m de anchura.

A principios del siglo XX se produjo un proceso de conformación de la ciudad jardín turística-mediterránea, a partir de las teorías desarrolladas por R. Unwin. La evolución de la morfología original empezó a producirse en la Côte d’Azur, con el desarrollo de las nuevas áreas residenciales turísticas. Posteriormente en s’Agaró, la Costa Brava, se desarrolló la primera ciudad jardín del Estado ligada a la actividad turística. Durante estos primeros ensayos se experimentó una transformación del modelo original debido a la necesidad de convertirse en el soporte de la actividad turística y de adaptarse a un nuevo contexto, el Mediterráneo. Fue así como aparecieron en Mallorca hasta 25 proyectos de ciudad jardín turística durante la primera mitad de los años 30. Buena parte de estos proyectos seguían unas pautas de ubicación y ordenación comunes.

El proyecto de estas operaciones comenzaba con la elección del emplazamiento. Generalmente se conformaban núcleos de nueva creación aislados, respecto a los asentamientos vacacionales existentes. Se ubicaban en las áreas del litoral que presentaban una mejor orientación, normalmente Sur-Sureste. Solían asentarse sobre un litoral rocoso, cercano a alguna cala o playa, usualmente con formas recortadas sobre una topografía que presentaba cierta pendiente, posibilitando que casi todas las parcelas tuvieran una relación directa o indirecta con el mar. Su ordenación solía mantenerse tangente a la hidrografía. Buena parte de estas lógicas de localización fueron tomadas de los asentamientos tradicionales costeros.

3.3. La ciudad jardín turística

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El sistema de espacios públicos partía de la dualidad de dos tipos de espacios: uno más urbano frente a otro más relacionado con el mar. Normalmente se producía la importación de un espacio urbano, en forma de eje cívico o plaza tradicional, transformado para albergar actividades ligadas al ocio y al tiempo libre. Es el caso, por ejemplo, del proyecto de Aucanada (Nicolau Rubió i Tudurí, 1933). En el caso de Ses Marines de Cala d’Or (Felipe Bellini, 1932) se incluían una serie de parques urbanos que permitían equilibrar la calificación que aportaban los espacios libres públicos. La relación con el mar se producía normalmente a través del litoral rocoso mediante diferentes mecanismos para ponerlo en valor. Uno de ellos era el camino de ronda, que ofrecía un tipo de relación lineal con el mar a través del recorrido a lo largo de la costa rocosa, descubriendo una nueva forma de contemplación, como el del proyecto de Canyamel (Heinz Moritz, 1933 – Gabriel Alomar, 1959). Otro consistía en un mirador que se relacionaba de forma puntual con el litoral generando el efecto sorpresa, como el conjunto de miradores del proyecto de Ses Marines.

A partir de los años cincuenta, con el desarrollo de ciudades jardín de mayor tamaño, la estructura de espacio libres públicos se configuraba principalmente por corredores que transcurrían perpendiculares a la costa rocosa. En algunos casos seguían las líneas de escorrentía y en otros sencillamente daban acceso a diferentes puntos del litoral. Es probable que fueran los primeros tejidos turísticos que integraron el sistema hidrográfico dentro de su ordenación, como en el caso de la Costa dels Pins (Miguel Fisac, 1957). A pesar de tener la playa contigua a la ciudad jardín no solían presentar ningún acceso directo intencionado. Es así como en la ciudad jardín pesó más la valoración del paisaje rocoso frente al sol y playa.

Ha habido por tanto la voluntad de que los tejidos turísticos presenten unas características espaciales atractivas, ya sea poniendo en valor el paisaje preexistente como con la creación de nuevos. Es así como desde el espacio público se han generado una gran diversidad de situaciones que indirectamente han cualificado el espacio privado.

En cuanto al espacio privado la ciudad jardín turística mediterránea ha presentado generalmente unas parcelas de un tamaño mayor que las de la ciudad jardín original, con una superficie media que oscilaba entre 1.700 y 900 m2 en los tejidos turísticos más modestos. Además el índice de ocupación edificatoria ha tendido a ser bastante más bajo, en torno al 20%. Este hecho ha permitido que por agregación del espacio libre privado se hayan podido generar arbolados y ajardinamientos continuos de cierta dimensión. Este sería un ejemplo de cómo también desde el espacio privado existe la voluntad de aportar unos valores paisajísticos al conjunto.

La densidad ha sido otro factor diferenciador respecto a las ciudades jardín de carácter urbano. La Costa dels Pins, por ejemplo, presenta solamente unas cinco viviendas por hectárea que son compensadas por la centralidad de una pieza hotelera que concentra 206 habitaciones y una serie de servicios complementarios. No obstante se está muy lejos de las 25 Viv/Ha que solían presentar las ciudades jardín anglosajonas8 y muchas de las ciudades jardín urbanas desarrolladas en Mallorca desde los años cincuenta.

Los equipamientos deportivos no suelen presentar la voluntad de conformar una cierta integración con el tejido, sino más bien buscan una cierta exclusividad. Así, por ejemplo el puerto deportivo de la Costa dels Pins aparece con un acceso casi restringido, dirigido a los turistas alojados en la unidad. Al igual que el golf, que se presenta como una pieza de 40 Ha casi externa adosada en el espacio de transición con el Torrent de Son Jordi.

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Esta unidad de tejido turístico conforma una pieza autónoma de una cierta dimensión con funciones claramente turísticas. Tanto el proyecto como la gestión son de carácter unitario. La ordenación edificatoria está normalmente predefinida de acuerdo con el conjunto.

A partir de la década de los años 60 tuvieron un importante desarrollo, como alternativa al hotel fordista de sol y playa. En aquel entonces, estos tejidos fueron llamados ciudades de vacaciones. Estas operaciones tomaban prestados muchos de los mecanismos de actuación que eran aplicados en las políticas de vivienda de las ciudades o territorios industriales. No obstante, en la isla ya se encontraban algunos antecedentes turísticos que seguían algunas de las pautas características de este tipo de actuación. El primer caso sería el Hotel Formentor que nació como pieza autónoma en la década de los años 20’. O el Club Mediterranée francés cuyo modelo fue evolucionando a partir de su primera “ciudad de vacaciones” construida en Alcudia (Mallorca) en 1951.

Los centros autónomos tendían a ubicarse de forma aislada dentro de un paisaje de alto valor ambiental. Siempre que fuera posible en primera línea de mar, como el Club Pollentia en s’Albufereta.

Los espacios abiertos podían llegar a representar hasta el 80% de la parcela y la mayor parte de ellos solían ser mancomunados integrando programas de actividades deportivas, inicialmente de tamaño medio. A pesar de presentar una superficie de ocupación edificatoria baja, podían llegar a tener una capacidad de alojamiento bastante elevada seguramente debido al bajo porcentaje dedicado a viario. Las áreas de equipamientos además de aportar la oferta complementaria, como parte del producto diferenciado que ofrecían, fueron incorporando también todos los servicios que pudiera necesitar el turista.

Con el tiempo quedaron pocos emplazamientos de alta calidad paisajística y de relación directa con el mar. Entonces empezaron a ubicarse en relación a los tejidos existentes. Fue así como los centros autónomos de última generación empezaron a integrar en su ordenación diferentes actividades deportivas que presentaban unos paisajes singulares, para compensar las características del entorno. Entre los más destacados encontramos el puerto deportivo y el golf. El puerto deportivo puede presentarse en forma de estructura portuaria exterior, como el caso de Port Adriano en Calvià, o mediante una marina interior como la propuesta en Magaluf por Rosa Barba y Ricard Pie a principios de los años noventa. El golf normalmente conforma una pieza de una cierta dimensión. Se da mucha importancia a la dimensión que toman los espacios abiertos privados así como al valor de agregación con el verde generado por el golf. Las ordenaciones edificatorias suelen estar conformadas por la segunda residencia y alguna pieza hotelera. Presentan unos índices de ocupación bastante bajos con unas parcelas de una cierta dimensión. Tanto los equipamientos como el hotel suelen tomar una posición central respecto al conjunto que da acceso al golf

A diferencia de estos tejidos, los puertos deportivos suelen presentar un papel activo respecto a los tejidos del entorno, como elementos de centralidad del sistema turístico-territorial.

3.4. Centros autónomos

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Cuadro comparativo de los tejidos turísticos.FUENTE: Autor

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Las lógicas de ubicación así como las de ordenación han venido definidas por el máximo aprovechamiento de los recursos turísticos. Inicialmente, cuando hay mayor disponibilidad de emplazamientos las características paisajísticas del entorno son el principal factor. Cuando desaparece la posibilidad de localizarse en parajes “atractivos” incorporan, nuevas lógicas, tal y como se expone en los siguientes puntos.

La topografía como recurso turísticoHistóricamente las tipologías de baja densidad, como las ciudades jardín o algunos centros autónomos, han tendido a situarse en áreas donde la topografía genera una cierta pendiente, ya que:

_Presentan un grano de mayor adaptabilidad en topografías de cierta pendiente.

_Todas las edificaciones disfrutan de vistas al mar por su posición escalonada.

_La ubicación de las edificaciones en las áreas con pendiente, permite liberar las áreas más planas para incorporar otros programas de oferta complementaria: espacios libres públicos o comunitarios, equipamientos deportivos, etc.

_La ocupación edificatoria puntual permite que las líneas de escorrentía puedan discurrir entre ellas.

Las ordenaciones mediante grandes parcelas, suelen presentar unidades de alojamiento más complejas y por lo tanto se sitúan en los emplazamientos más planos. Estas instalaciones, para compensar la falta de relieve, han tendido a aplicar nuevos mecanismos como la reinvención de la topografía y del paisaje. La reinvención de la topografía se produce cuando los hoteles fordistas necesitaron compensar la falta de relieve de las playas mediante la edificación en altura, respondiendo así a las necesidades de alojamiento masivo y a la generación de una nueva topografía artificial que garantizaba las vistas al mar a todos los turistas. Más tarde la reinvención e importación del paisaje se origina a raíz de la regulación y reducción de la altura máxima en las zonas turísticas. Por tanto, es así como, en función de las condiciones topográficas podemos definir qué tipologías de tejidos y unidades de alojamiento turístico son más óptimas para su ordenación. Evitando lo que, en muchos casos, ha supuesto un abuso de las condiciones del recurso como es:

_La ocupación de áreas que presentaban riesgos ambientales o geológicos: como zonas de mucha pendiente o espacios de escorrentía.

_La inserción de tipologías de alojamiento no adecuadas a las condiciones topográficas ni al tejido, como en las ordenaciones de edificios en altura en áreas de mucha pendiente.

_La repetición de la edificación en altura en el frente de mar, produciendo un apantallamiento, privatizando vistas y accesos.

La reinvención de los recursos paisajísticos existentesEstos mecanismos casi siempre se han basado en la introducción de nuevos usos, que suelen conformar la oferta complementaria. Mediante la adaptación o reinvención de los paisajes existentes, para poder optimizar el disfrute del turista, tal y como podemos ver en las siguientes ejemplos de evoluciones del espacio:

_El mar y tres de sus formas de disfrute: el baño, las vistas y el paseo._La transformación del sistema dunar al binomio playa-paseo marítimo._De la riera como embarcadero natural al puerto deportivo._De la albufera a las marinas._Del acantilado al “camino de ronda” y al mirador._De la torrentera al corredor ambiental.

3.5 Conclusiones sobre las unidades de tejidos

turísticos.

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No obstante este proceso de mutación ha sido siempre un punto conflictivo en el momento de valorar el impacto que haya supuesto la actividad turística para el paisaje existente.

Los paisajes importadosEn cada una de las etapas del turismo se han dado diferentes aportaciones de paisajes importados. En los primeros años de desarrollo turístico, en la etapa de turismo de élite y fordista, se tendió a importar espacios que habían sido experimentados en la ciudad. Ya en la etapa postfordista frente a la continua transformación a la que había estado sujeto el paisaje litoral se tienden a desarrollar espacios ligados a una actividad muy concreta, como por ejemplo los diferentes espacios deportivos.

La creciente tendencia a la internalización del paisaje en la parcela privadaInicialmente, mientras existía la disponibilidad de suelo vacante en la primera línea de mar, los tejidos turísticos tendían a tener un espacio libre privado de dimensiones reducidas, ya que el entorno solía presentar una calidad ambiental y paisajística muy buena. El principal espacio libre que se desarrollaba en esta franja era el paseo marítimo o el paseo de ronda. Cuando la primera línea de mar deja de ser ocupable, tanto por su protección como por la poca disponibilidad de suelo libre estos tejidos se ven incapaces de generar un nuevo espacio público de suficiente entidad. Es por esto que la iniciativa privada pierde la confianza en los espacios libres públicos y empieza a internalizar nuevos paisajes dentro de la parcela cada vez más grande. Por lo tanto, los tejidos turísticos han tendido a cambiar las lógicas de ordenación de los espacios libres respecto a los desarrollados en los tejidos de la ciudad convencional, que han tendido a incrementar el porcentaje de espacios libres públicos. No obstante, una de las aportaciones más interesantes del espacio libre privado han sido las diferentes formas de agregación por vecindad de unas parcelas con otras mediante:

_Los nuevos espacios de relación entre exterior e interior adoptados en la arquitectura vacacional, como el caso del porche delantero en los tejidos suburbanos.

_La apertura de las manzanas, de las extensiones en malla, hacia el mar.

_La continuidad del espacio libre privado mediante masas arbóreas y una ocupación edificatoria baja.

Por extensión al fenómeno, los tejidos turísticos presentan unas pautas de agregación propias que conforman un sistema de asentamientos específico que vamos a denominar sistemas turístico-territoriales. Las tipologías vacacionales presentan unos mecanismos de ubicación más motivados por los recursos turísticos, que por la relación con los tejidos existentes para conformar una estructura urbana. Por tanto es importante reconocer las lógicas de localización, específicas de estos sistemas, desde una escala territorial, para valorar su disposición en relación a sus recursos y a los modos de accesibilidad.

A partir de este caso de estudio tan representativo se reconocen las pautas de construcción de buena parte del litoral de Mallorca. Este ámbito se encuentra en la conurbación de Palma, junto al aeropuerto, la puerta de entrada de la isla, por lo que genera unas altas dinámicas territoriales. El ámbito consta de trece kilómetros de litoral de los cuales seis son de playa. Presenta unas instalaciones turísticas que albergan más de 40.000 plazas y una población residente de unos 20.000 habitantes. Con el objetivo de poder leer de forma intencionada este sistema turístico se presentan dos aproximaciones: desde su origen y desde una lectura del comportamiento del conjunto.

4. LOS SISTEMAS DE ASENTAMIENTOS TURÍSTICO-

TERRITORIALES

4.1. Introducción al espacio turístico: la Playa de Palma

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El nacimiento del turismo, la etapa del turismo de élite (hasta comienzos de la Guerra Civil en 1936). Durante el siglo XIX se crearon pequeños núcleos con origen en las diferentes actividades productivas desarrolladas en este territorio. Entre ellos, en la Playa de Palma aparecieron dos asentamientos: Can Pastilla y s’Arenal. La ordenación más característica fue la de s’Arenal asentada entre dos torrenteras, el frente de mar y la línea del ferrocarril de Palma a Santanyí. Su lógica de ordenación venía dada por la estructura de caminos existentes a lo largo de los cuales se fueron produciendo los primeros asentamientos suburbanos. (((GRAFICO 1))))

Desarrollos producidos a principios del s. XX.Fuente: elaboración propia

Hacia los años veinte se desarrolló una extensión en malla como continuación del principal núcleo de la Playa de Palma, s’Arenal de Llucmajor, aprovechando la accesibilidad del ferrocarril y el desarrollo de un puerto de mayor entidad.

El boom del turismo de masas, la etapa fordista (1950-1973). A principios de los años cincuenta se desarrollaron algunas ciudades jardín turísticas. En casos determinados la ciudad jardín turística fue utilizada como modelo de crecimiento de los núcleos tradicionales existentes, como el caso de “San Antonio de la Playa” en Can Pastilla. En otros se ubicaba de forma aislada ocupando el sistema dunar de la playa. Se colocaban estratégicamente en relación a los caminos que comunicaban con el ferrocarril y los núcleos agrícolas del interior, como Sometimes y Ca n’Alegria, o siguiendo la carretera del frente litoral, como los tejidos que aparecieron entre Ses Fontanelles y Can Pastilla.

4.2. La evolución histórica

Desarrollos producidos hasta principios del s. XX.Fuente: elaboración propia

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Con la inauguración del aeropuerto de Son Sant Joan en 1959 se implantó el turismo de masas. La cercanía a la puerta de entrada a la isla hizo que este espacio experimentara un desarrollo especial. El nuevo turismo requería unas nuevas necesidades espaciales y una forma de consumir el paisaje más intensa. Con la falta de aportación de nuevas infraestructuras urbanas las instalaciones hoteleras se desarrollaron en la primera línea de mar, generando un frente continuo, que aprovechaba al máximo su principal recurso paisajístico, la playa, y la única vía de accesibilidad existente que acompañaba el frente de mar. Pero ya desde los inicios del turismo de masas, los hoteles fueron atraídos por los tejidos pre-existentes, ya fuera por su morfología como por los servicios que pudieran ofrecer. Al introducir las nuevas tipologías de alojamiento en altura, el núcleo suburbano vacacional sufrió una transformación considerable.

Desarrollos producidos entre años 30-50.Fuente: elaboración propia

Desarrollos producidos entre años 60-70.Fuente: elaboración propia

La dispersión turística-residencial, la etapa de las nuevas motivaciones del viaje (1974-2008). El principal símbolo del turismo postfordista fue la construcción de la autopista. Esta no solo permitía acercar este espacio turístico a la ciudad de Palma sino que también al resto de la isla. Si hasta ahora el principal motivo del viaje era disfrutar de los servicios que ofrecían la playa y su contexto, a partir de este momento todo el territorio se convierte en producto turístico. No es extraño pues que los nuevos desarrollos turísticos se ubicaran en las nuevas puertas de la Playa de Palma, las vías de acceso a la autopista. Aparecieron dos nuevos tipos de tejidos. Las extensiones en malla postfordistas se usaron como mecanismo para coser los espacios que había entre los asentamientos existentes, mientras que otras mallas de naturaleza más informal se ubicaron entre los tejidos existentes y la autopista, aprovechando los servicios de uno y la accesibilidad de la nueva vía

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Otros tejidos, como las ciudades jardín de Son Verí Nou y Es Carnatge, se ubicaron en el último ámbito de suelo urbanizable en primera línea de la Bahía de Palma. Frente al mono-producto turístico de sol y playa, aparecieron nuevos recursos con el objetivo de diversificar la oferta. Fue así como se implantaron grandes equipamientos turísticos ligados a las nuevas vías, como un centro de espectáculos (Es Fogueró), un parque acuático (Aquacity) o un acuario ligado a lo que tenía que ser el proyecto de un gran centro comercial y de ocio (Aqua Magica). En el frente litoral también se introdujeron nuevos paisajes, mediante la transformación de los antiguos puertos pesqueros en grandes clubes náuticos.

Desarrollos producidos en los últimos 15 años.Fuente: elaboración propia

4.3. Conclusiones sobre los sistemas turísticos-

territoriales

Desarrollos producidos entre años 80-90.Fuente: elaboración propia

La evolución del tamaño de la parcela, en relación a la pérdida de calidad paisajística de su entorno. En los primeros años del turismo de masas, a pesar de que se produce una densificación de los tejidos tradicionales, contaban con un entorno natural que compensaba el tamaño reducido del verde privado. Más tarde, los tejidos que se asientan sobre el sistema dunar de la playa, como las extensiones en malla, han tendido a ofrecer un tamaño de manzana cada vez más grande para que la instalación turística pueda internalizar nuevos paisajes en el espacio privado y así suplir el distanciamiento de la primera línea de mar.

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La falta de estructuración espacial entre tejidos, debida a las lógicas propias de los asentamientos turísticos. Este es el resultado de unos espacios libres concebidos de forma autónoma para cada tejido, de manera que actualmente el único elemento que los pone en relación es el paseo marítimo. El sistema turístico territorial se ha construido como una suma de tejidos que se han puesto en relación con los recursos que los motivaron, pero sin la voluntad de generar una estructura urbana.

Las nuevas lógicas de ubicación de los tejidos turísticos, basadas en la relación con los recursos paisajísticos que son más valorados en cada etapa. Sin embargo, no siempre a su favor, ya que se han dado muchas situaciones en las que ha ido en detrimento de las características paisajísticas del lugar. Hasta los años cincuenta los tejidos turísticos solían mantener una ubicación respetuosa con los elementos que estructuran el territorio. Posteriormente, con la llegada del turismo de masas, los establecimientos turísticos buscan una relación directa con la playa, desarrollando edificaciones en altura como mecanismo para ofrecer las vistas al mar al máximo de habitaciones. Progresivamente los nuevos asentamientos irán desdibujando el sistema hidrográfico y ocupando el sistema dunar y de marismas que acompañaban la playa, empezando por la primera línea de mar.

Las carencias en la gestión del paisaje. El principal elemento paisajístico que se ha transformado, con la intención de ponerlo en valor como recurso turístico, ha sido el paseo marítimo. Este factor ha ido en detrimento del traspaís, es decir, el territorio interior del litoral. Frente al cambio de motivaciones turísticas, el visitante busca una mayor oferta de productos para el ocio y el tiempo libre (Vera, 1997), tiende a buscar nuevos recursos en territorios todavía no explotados, ayudados por la alta accesibilidad. Es así como el resto de la isla se ha visto expuesta al fenómeno del turismo en lugar de ponerse en valor los otros recursos que tiene implícitos el litoral por su naturaleza e historia. Consecuentemente el entorno rural de las zonas turísticas ha tendido a degradarse y a ser colonizado por diversos usos periurbanos. Las antiguas canteras se han convertido en almacenes para la construcción, graveras o vertederos. Las zonas húmedas y rieras han tendido a ser canalizadas u ocupadas por las nuevas instalaciones turísticas o infraestructuras. Y el paisaje agrario se ha visto salpicado por varios usos conflictivos que lo han ido colonizando. En definitiva, este territorio después de explotar los recursos del turismo de sol y playa no ha sido capaz de reinventar su producto generando deseconomías de urbanización (Cals, 1993) en su relación con los valores naturales o culturales del paisaje.

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Biel Horrach Estarellas • La Balearización. Mallorca, el laboratorio de experimentación del turismo y su manifestación en el Litoral

Notas 1_Hoy en día lo sigue siendo ya que si España actualmente es el primer destino mundial en turismo de sol y playa, las Illes Balears son la primera comunidad autónoma del estado en este tipo de turismo con más de 50 millones de pernoctaciones en 2007 (INE, 2007).

2_El turismo del litoral podemos entenderlo como aquel que agrupa las diferentes motivaciones de viaje ligadas a las características de este espacio geográfico.

3_En un estudio sociológico que llevó a cabo el equipo de Mario Gaviria en los años 70 se presentaban los requisitos para un Centro Turístico según los tour operators y los turistas (Gaviria, 1974). Según los resultados de la encuesta que realizó la revista Which (Consumer’s Asociation) en 1972, Mallorca contaba con 10 de los 30 primeros centros turísticos preferidos de España, y las Illes Balears con la mitad.

4_La etapa del turismo de masas que va de los años 50 a los 70 es llamada también etapa fordista, ya que suponía un desarrollo económico y social similar al del fenómeno de este tipo de industrialización.

5_Si antes un vuelo de Palma-Londres llevaba 40 pasajeros y tardaba siete horas, con escala en Lión para repostar, con el reactor se transportaban 100 pasajeros con tres idas y vueltas al día (Gaviria, 1974).

6_Manuel Fraga Iribarne fue Ministro de Información y Turismo entre1962 –1969.

7_En SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Esther M (2004). Turismo, desarrollo e integración internacional de la España franquista. EBHA Annual Conference. Barcelona, 16-18 Septiembre 2004.

8_Si tomamos las ordenaciones de R. Unwin y B. Parker, vemos que en Letchworth (1904-1920) la densidad es de 25 viv/Ha y en Hampsted (1906) de casi 20viv/Ha.

9_Los polígonos urbanos de vivienda, también se situaban en relación a sus recursos o aislados. Cuando en la ciudad de Palma se construyen los polígonos de vivienda de s’Indioteria o de Son Cladera, se ubican junto al polígono industrial de Son Castelló que en este caso era la principal fuente de empleo. No obstante cuando toman una posición periférica que es en la mayoría de casos, no lo hacen para desvincularse del área urbana sino más bien para obtener el suelo a urbanizar a un menor coste.

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Referencias

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BASES PARA EL SUBCONCIENTE TERRITORIAL.EL PROYECTO DE LANZAROTE

En la década de los 60, Lanzarote sentaría las bases del modelo turístico-territorial que liberaría a la isla de su atraso “estructural” y que, consecuentemente, acabaría modificando sustancialmente su entorno, la economía y la identidad de sus habitantes. La tesis de este trabajo vendría a sustentar la idea de cómo, a pesar de no hallarse un plan en sentido estricto, en el imaginario de sus artífices existía una concepción territorial de la isla palpable a través tanto de decisiones explícitas como de otros mecanismos subyacentes. La metodología seguida presenta el contenido de este trabajo en tres estadios donde se exponen las líneas maestras del “proyecto”, se abordan las circunstancias que permiten refrendar la tesis inicial y, finalmente, se concluye con algunas cuestiones de carácter implícito que, formando parte del proyecto, serían el germen de futuras investigaciones.

Palabras clave: paisaje, imagen, turismo, Lanzarote

Resumen

Antonio Zamora CabreraMaster Oficial de Urbanismo. DUOT

Universidad Politécnica de CatalunyaDirector: Joaquím Sabaté

El contexto lanzaroteño anterior a la llegada del turismo era desolador. Su sustento económico, calificado como de subsistencia, se basaba en la pesca y la agricultura. La isla adolecía de una escasez de recursos notoria, entre ellos la falta de agua. Esta precaria economía, unida a la falta de recursos como el agua, hacía de la isla un lugar donde la vida transcurría de forma muy penosa1.

En Lanzarote, la actividad turística se puede considerar iniciada en la segunda mitad de los Sesenta, mientras en las islas mayores, Gran Canaria y Tenerife, su andadura turística se había iniciado ya previamente. En la isla, el turismo se percibió como ese motor que podía liberar a la isla de su pobreza.

Distintos autores coinciden en señalar 1970, fecha en que el aeropuerto se abre a los vuelos charter internacionales, como el año en el que ya se puede afirmar que la ínsula contaba con todas las condiciones requeridas para la correcta implantación de la industria turística. Con anterioridad a esta situación ya se habían sentado las bases del posterior desarrollo turístico gracias a la acción conjunta llevada a cabo por el Cabildo y César Manrique.

El modelo que se estableció pretendía, en primer lugar, que en la isla no sucediera lo mismo que había pasado en otros destinos turísticos, como Gran Canaria, donde la acción urbanística había maltratado el territorio borrando sus señas de identidad. Este hecho tenía aún más relevancia si atendemos a la extremada fragilidad así como sus particularidades paisajísticas con las que la isla cuenta.

Las iniciativas emprendidas fueron destinadas, en primer lugar, a estructurar y poner en uso el paisaje de la isla mediante la creación de un itinerario simbólico dispuesto en su geografía a partir de una serie de centros turísticos que se implantaron en él a modo de ‘mojones’. Estas arquitecturas se caracterizan por mostrar un respeto por el medio en el que se encuentran y por su carácter didáctico, al hacer ver sus estructuras naturales al gran público. La preocupación del Manrique por proteger el

1. INTRODUCCIÓN1.1. Breve presentación del

contexto previo existente a la llegada del turismo

1.2. Descripción de los principales ejes de la propuesta territorial

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patrimonio cultural y natural que la isla poseía ante la llegada del turismo le llevó a establecer el otro gran eje de acción de su propuesta. Este se propuso preservar la arquitectura vernácula, entendiéndola como modelo para las futuras construcciones que en la isla se llevaran a término.

El proyecto planteado se dirigió a crear una imagen turística diferenciada, basada en sus paisajes y su cultura, que fuera competitiva en el mercado turístico. Asimismo, la relación que presentan los distintos centros turísticos con respecto al medio donde se ubica ha servido y sirve como modelo de comportamiento del hombre frente al medio. El éxito de la propuesta se refleja en sus propios habitantes, donde muchos de los contenidos que se han tratado, como su concienciación medioambiental, han calado en la sociedad.

Por último, este trabajo se complementó con una serie de iniciativas como la limitación de las alturas, la composición de las fachadas, la eliminación de las vallas publicitarias, etc. Todo ello con la voluntad de proteger y salvaguardar la imagen de la isla.

A pesar de la actual coyuntura existente en Lanzarote en lo que se refiere al turismo, a día de hoy se puede aseverar que la isla cuenta con una buena imagen turística basada, fundamentalmente, en su original modelo de implantación y desarrollo, y esto es gracias, principalmente, a la labor de César Manrique, José Ramírez –Presidente del Cabildo- y una serie de colaboradores con los que se rodearon.

En Lanzarote no existió un plan, en el sentido estricto de la palabra, que estructurara la posterior llegada del turismo. Lo que si había era una concepción integral de la isla que tenía en cuenta sus recursos así como la imagen que pretendía proyectar. Este desarrollo no hubiera sido tal sin el apoyo del Cabildo, el auténtico gobierno insular en este período, el cual procuraba, mediante este proyecto territorial, crear las condiciones adecuadas para hacer emerger la isla de la pobreza y el aislamiento en el que vivían. La posterior elaboración del PIOT del �3 no hizo más que reafirmar esta idea de Lanzarote como territorio íntegro de proyecto.

Si en las Islas Canarias el paisaje y el clima han servido como tradicional reclamo para la industria turística, en Lanzarote esta circunstancia se evidencia aún más, si cabe. El hecho de contar con unos paisajes muy singulares dentro del contexto canario así como la particular forma en que estos se han vendido ha generado un desarrollo turístico diferenciado del resto del archipiélago. De este modo, abordar, aunque sea de una forma somera, la configuración paisajística isleña resulta clave para comprender que el proyecto turístico que se emprendió no respondía a una realidad fragmentada sino al concepto de isla como territorio íntegro de proyecto.Este análisis señalará ya ciertos ámbitos y puntos de interés que formaran parte del proyecto turístico que posteriormente se implantó. También la lectura de los distintos medios escritos insulares surgidos en pos de la actividad turística demostrará como estas áreas formaban ya parte del imaginario colectivo insular antes, incluso, de que dicha empresa se instaurase.

Lanzarote, ubicada en el extremo oriental del Archipiélago Canario, debe su peculiar fisonomía a los distintos fenómenos telúricos a los que se ha visto sometida. Los más antiguos destacan sobre el relieve poco pronunciado de la isla, ubicándose estos macizos montañosos en los extremos de la misma, Famara, al norte, y al sur, Los Ajaches. Desde lo alto del primero, no pasaría desapercibida para los lugareños una de las visuales más impactantes de la isla, la que se tiene desde sus riscos del archipiélago Chinijo y el “río”2.

2. VERIFICACIÓN DEL PROYECTO TERRITORIAL

2.1. Base paisajística existente

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Los episodios volcánicos más recientes corresponderían a las erupciones del volcán de La Corona hace más de 15000 años, y donde se encuentran hitos paisajísticos como la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua, y, entre 1730-1736, el campo de lavas de Timanfaya, un ecosistema de gran relevancia donde se implantaría el Restaurante el Diablo así como una serie de circuitos en sus alrededores.El área central de la isla, denominada como El Jable, es otro entorno de cierta singularidad al estar conformado por una especie de corredor de arenas organógenas, que han sido depositadas allí por el viento.

En cuanto a su estructura agraria, se ha de ensalzar la acción del hombre frente a las rigurosas condiciones con las que se enfrentó produciendo entornos igualmente excepcionales. La Geria, el más reconocido de los paisajes agrícolas insulares, fue creado en las inmediaciones de Timanfaya y su origen se remonta a las últimas emanaciones lávicas sucedidas en la isla, donde el terreno fértil fue cubierto por lapilli o picón. Con posterioridad al desastre sucedido este observó como transcurrido el tiempo surgía nuevamente la vegetación. Por ello optó por reemprender su labor agrícola en estas tierras siguiendo un método por el cual se excavaba hasta alcanzar el sustrato vegetal, se plantaba en su interior higueras o viñas fundamentalmente para acabar, posteriormente, siendo cubierto con picón. Para finalizar, se protegía el conjunto del viento mediante un murete semicircular de piedra seca situado en su perímetro. Al comprobar las numerosas ventajas que aportaba este sistema3, el campesino decidió extrapolar esta experiencia a otros emplazamientos carentes de picón, produciendo los conocidos enarenados. En el ya mencionado Jable, el campesino reutilizaría la misma técnica reemplazando el picón por la arena. En la confluencia de estas zonas de marcado carácter agrícola es donde, ulteriormente, otro de los dispositivos paisajísticos se dispondría. Se ubicaría así, en el centro geográfico de la isla y entre las zonas agrarias más relevantes, La Geria y El Jable, la Casa-Museo El Campesino la cual haría homenaje a la labor realizada en el campo por los agricultores.

Una de las etapas de mayor esplendor económico en la isla fue la que se vivió el siglo anterior a través de la Cochinilla. Este parásito situado en las tuneras, y del cual se extraían tintes para la ropa, produjo grandes superficies destinadas a su cultivo de las cuales aún se conservan áreas como Guatiza, donde se establecería el Jardín de Cactus. Por último, otros fragmentos de interés agrícola son las distintas zonas abancaladas ubicadas tanto al norte como al sur de la isla.

En cuanto al legado cultural, destaca en la isla su arquitectura vernácula. A pesar de ser difícilmente catalogable, su capacidad de relacionarse íntimamente con el lugar queda patente en su conformación. La intensa labor llevada a cabo en sus campos, uno de los motores económicos de la isla, llevaba al hombre a crear una arquitectura enormemente vinculada al mismo la cual, dado su atractivo y la enorme sabiduría que esta acumulaba, fue la que posteriormente se pretendió que sirviese de referente para las futuras construcciones de la isla.

La industria pesquera también generó gran actividad a su alrededor llegando a ser, en un momento determinado de la historia de la isla, su principal economía. No es extraño, por tanto, encontrarnos a lo largo de su costa con numerosas construcciones que nos relacionen con esta actividad como, por ejemplo, las salinas. Surgidas de la necesidad de mantener el pescado fresco antes de que existieran los congeladores, actualmente muchas de ellas se encuentran en estado ruinoso a pesar de su extraordinario valor cultural.

De su patrimonio militar, cabría destacar las distintas fortificaciones que se encuentran dispersas en la isla. Con el objetivo de proteger el legado cultural de la isla, una de estas fortificaciones, el Castillo de San José, también sería reconvertido e incluido como nuevo dispositivo dentro de la malla territorial.

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En Lanzarote, la suma de los distintos estratos que se conjugan en su territorio produjo entornos paisajísticos fuera de los cánones tradicionales, destacando por su aspecto, su plasticidad, sus texturas, etc. Asimismo, no se puede olvidar la acción en su voluntad por subsistir en parajes tan extremos. Su patrimonio arquitectónico, fruto de la necesidad y de la pobreza, también generó unas arquitecturas insulares tan características como bellas. Según Javier Maderuelo, la fuerza estética adquirida por la isla a partir de los fenómenos telúricos y de la mano del hombre, llevarían a calificar ciertos entornos isleños fuera de la habitual noción de la belleza. Así, el poder y la intensidad de la naturaleza, sus dimensiones, etc. Generan paisajes estremecedores propios de otras categorías como “Lo sublime”. Otra circunstancia los hace también que algunos de estos puedan englobarse dentro de “Lo pintoresco” al observar la gran cantidad de texturas en sus campos de lava, el contrastado cromatismo de sus suelos o el blanco de sus edificaciones4.

Síntesis paisajística de la islaFuente: Elaboración propia a partir de los datos del Cabildo de Lanzarote

A nivel histórico y aunque el turismo se “regulariza” en Lanzarote a partir de 1970, es a finales del siglo anterior, cuando Canarias, considerada una colonia comercial británica, comienza a ver la llegada de los primeros visitantes a la isla. El turismo que llegaba al archipiélago venía atraído con tres fines, el comercial, el investigativo y el curativo o de salud5. Ya por estas fechas, alguno de estos visitantes comienzan a dar parte de lugares como el Malpaís de La Corona, las Montañas del Fuego, La Cueva de los Verdes o las vistas de la Graciosa.

Un ejemplo de cómo sus paisajes no pasaban desapercibidos lo encontramos en la guía que realizó de Canarias Olivia Stone, la cual afirmaba que el paisaje lanzaroteño era “novedoso y totalmente diferente al resto de las islas canarias” al mismo tiempo que también suscribió de Yaiza y de su entorno volcánico que era “tremendo, infernal y sugerente”6.

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Ante la falta de propaganda turística editada en Canarias y, si bien tendría una corta vida, surgió en 1910 el semanario Canarias Turista fundado en las Palmas de Gran Canaria. Aunque Lanzarote ocupaba un papel secundario frente a las islas capitales, ello no impidió que en esta se hicieran alusiones a alguno de sus más bellos parajes como las Montañas del Fuego, El Golfo, la Batería del Río o alguno de sus pueblos del interior.

Superada la Guerra Civil y tras la etapa turística anterior, nacería en 1945 la revista Isla, la cual sería publicada por el Sindicato de Iniciativas y Turismo. Dos años más tarde, en el ’47, se haría por primera vez referencia a sus peculiares paisajes aunque sería a partir de 1962 cuando los artículos referidos a Lanzarote comienzarían a ser casi permanentes. En 1952, el Nacional Geographic Magazine también destinaría uno de sus números a destacar sus paisajes insulares y los de otras islas como Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

Un año después, comenzaría a ser publicada la revista Antena, cuyo director, Guillermo Topham, realizó una labor encomiable en torno a la “exaltación geográfica” y la “reclamación de infraestructuras y equipamientos básicos que facilitasen la implantación de una incipiente actividad turística”7.

Como última nota, en 1959 Gordon-Brown publica una guía de Madeira y Canarias en la cual dedica un espacio de unas siete hojas y en las que ya se recomienda la posibilidad de recorrer la isla mediante dos rutas, la norte y la sur, haciendo especial insistencia en los espacios ya citados y otros nuevos como el palmeral de Haría.

Así, este breve recorrido permite afirmar que la isla contaba con un potencial paisajístico importante, base para el posterior desarrollo turístico, y cuyos principales emplazamientos ya se encontraban marcados dentro del imaginario colectivo bien por su “tradición local, como centros de interés, o debido a su belleza y singularidad” .

“Para ello, el primer eslogan que pusimos en marcha fue: “no tenemos que copiar a nadie”; “tenemos que sacar a relucir la personalidad intrínseca de la Isla para que nos vengan a copiar a nosotros”. Ese fue nuestro principal cometido y, una vez realizado el tiempo nos ha dado la razón.” 9

Desde un punto de vista mercantilista, una característica singular del turismo es la inmovilidad del objeto a consumir, es decir, mientras la mayoría de los productos suelen ser “transportados” al interesado, en el caso de la actividad turística, el consumidor es el que tiene que ser trasladado a la mercancía. Y es, en el valor de esta última, donde reside el éxito de esta actividad, en su capacidad de elaborar un producto específico y genuino que se distinga del común.

Lanzarote, al igual que los demás destinos turísticos, elabora y vende su imagen para que pueda ser observada como objeto de deseo de los futuros “clientes”. Es en esta primera fase de preparación donde prestaremos más atención por considerar que en ella se sientan las bases que nos permitirán entender la propuesta turística realizada en Lanzarote como un hecho territorial.

Esta voluntad de generar una imagen única y diferenciada frente al común denominador turístico de la época se fundamentaba en los distintos ejes proposititos que a continuación se expondrán y a su posterior desarrollo. De la misma manera que se ha de tener en cuenta que en la elaboración final de esta imagen emitida intervendrán otros agentes encargados de comercializar la misma, el estudio de la imagen percibida también formaría parte de la creación de este “marco” turístico, si bien en este punto no será tratado.

2.2. La imagen de Lanzarote

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El análisis histórico de la imagen turística de Canarias nos ha permitido desglosar tres distintos períodos10, comprendiendo el primero hasta el S.XV, un segundo que va desde el S.XV al S. XIX, y una última etapa que llega desde esa fecha hasta la actualidad.

Hasta el S.XV, la imagen que de Canarias se tenía iba asociada a una concepción mitológica de las islas. No en vano, se solía identificar al Archipiélago con mitos como el Paraíso, el Jardín de las Hespérides o las Islas Afortunadas, algo que hoy en día nos sigue siendo recurrente. El clima, tan bondadoso en esas latitudes, es otro de los “mitos” que siempre permanecerán presentes en las distintas configuraciones de la imagen canaria.

Tras la incorporación de Canarias a la Corona del Castilla, la segunda etapa se caracteriza por el reforzamiento de los vínculos con Europa. Su estratégica posición geográfica, puente entre África y América, hace que las islas se conviertan en escala obligada para los barcos. La imagen de esta fase no resultaría nítida al estar sujeta a los distintos vaivenes que en la economía agraria se sucedería.

A finales del S.XIX las islas eran una colonia comercial británica, es en este período y gracias a la llegada de los mismos, cuando comienza a darse una cierta actividad turística. Era un turismo de salud, que venía atraído por una propaganda que ensalzaba principalmente el clima y su virginal naturaleza. Las primeras décadas del S.XX también se caracterizó por un dominio de la promoción turística por parte de los extranjeros, a pesar de algunos intentos como el semanario Canarias Turista surgido en 1910. La I Guerra Mundial terminó con el desarrollo inglés en las islas, de igual modo y tras el combate, se inició en Canarias un intenso debate arquitectónico en torno al lenguaje que se debería adoptar y en el que acabarían triunfando las tesis tipistas que reivindicaban la “canariedad” frente a las ideas vanguardistas defendidas por E.Westerdahl.

Sin embargo, no es hasta mediados de los Cincuenta cuando el turismo resurge de forma definitiva y estimulado por diversos factores como la conquista del tiempo del ocio para toda la sociedad y no sólo las clases pudientes. De esta forma aparece el turismo de masas, así como una “nueva imagen de Canarias como destino turístico de sol y playa”11.

Aunque ya a partir de este decenio se comienza a manifestar en Lanzarote un creciente interés por la implantación de la industria turística, sus escasos recursos tanto naturales como económicos así como el déficit de infraestructura existente retrasaron la incorporación del turismo en la isla, algo que ya se estaba produciendo en Gran Canaria y Tenerife, capitales del Archipiélago. Esta condición, a priori negativa, también permitió observar como, en estas últimas, a causa del auge del turismo, el litoral estaba siendo borrado por los distintos procesos de urbanización y construcción.

En Lanzarote, siendo conscientes de la riqueza que el turismo podía aportar a una isla pobre como la que se trataba, el equipo liderado por César Manrique, artista local de proyección internacional, y José Ramírez, presidente del Cabildo, sentaron las bases de esta actividad siendo conocedores de los peligros medioambientales y culturales que esta industria conllevaba así como ofertando una nueva imagen a partir de su naturaleza diferenciada.

Esta estrategia de marca se desarrollaba a partir de una serie de pautas. La primera implicaba una consideración integral de la isla donde la aprehensión del territorio y sus potencialidades a nivel insular se hacía capital. No en vano César Manrique señala

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“La visión total de la isla como panorámica general responde a un nuevo concepto…La misión que tenía que cumplir para un mayor conocimiento de la arquitectura, y de lo que verdaderamente significaba su extraordinario paisaje, era ponerlo en evidencia a través de varios procedimientos…” 13

Una vez evidenciadas las grandes posibilidades paisajísticas de la isla, la segunda acción iba dirigida a realizar una serie de intervenciones en el territorio con el objetivo de estructurar, poner en valor y proteger el legado cultural y paisajístico insular, adecuando aquellos espacios naturales que por si mismos ofrecieran un atractivo singular y construyendo en aquellos otros lugares emblemáticos de la isla una serie de dispositivos que permitieran el ocio y el disfrute del visitante. La disposición de estos hitos dispersos en el territorio y diseñados como unidades de gestión paisajística dio lugar a la creación de una red insular que permite, también a día de hoy, obtener una visión integral del territorio y de sus gentes.

Otro objetivo de la propuesta turística era evitar la estandarización y homogeneización que dicha actividad estaba provocando en otros destinos turísticos. Así, en plena etapa fordista caracterizada por la producción en serie y el consumo indiscriminado del territorio, en Lanzarote se deciden a promocionar y preservar la arquitectura vernácula isleña, ofreciéndola como ejemplo de intervención antrópica en el territorio y que, a su vez, podía servir como referente para las futuras construcciones. La formalización de las nuevas arquitecturas a partir de la vivienda tradicional es así otro de los aspectos que más ha influido en la imagen que se tiene de Lanzarote, si bien en muchos casos esta defensa del patrimonio se ha dejado caer en la nostalgia y en la representación.

Junto a estos ejes proyectuales, la otra intención que se perseguía era la de instaurar un turismo de calidad. Con este objetivo se pretendía tanto escapar de la especulación reinante como de crear unas infraestructuras turísticas pensadas para un tipo de visitantes más selecto y acorde con la escala insular, al contrario que otros planteamientos que favorecían la afluencia masiva del turismo.

La nueva formulación turística diseñada en Lanzarote volvía a reivindicar la naturaleza como componente principal, salvo que, a diferencia del resto de las islas, esta no sería vista simplemente como síntesis de sol y playa sino que dicha oferta sería complementada con la inclusión de los singulares paisajes de la isla.

De esta forma, Manrique ya había afirmado: “Si a nuestras bellezas naturales supiésemos buscarles el complemento de otras facetas nuevas y originales, Lanzarote ganaría muchos enteros en la cotización turística” 14.

Ese complemento que se buscaba, se tradujo en el “valor creativo añadido al paisaje natural”15 . O dicho de otro modo, la imagen marca que la ínsula promocionaría, estaría basada en una nueva relación entre el hombre y el entorno a través del arte. Al mismo tiempo, este proceso daría lugar a un desarrollo donde, al menos inicialmente, el desarrollo turístico se compaginaba con la preservación del territorio. En la intervención, dando a conocer su patrimonio, natural y cultural, lograba por una parte tanto preservarlo y como, por otra, obtener un beneficio social y turístico para la comunidad.

Una de las consecuencias de la nueva imagen lanzaroteña de este período tiene que ver con la identidad, ya que mediante las iniciativas llevadas a cabo reforzaría este concepto al mismo tiempo que evitaría la modificación de su genética paisajística.

Gracias, también, a la labor didáctica emprendida, la población se fue impregnando de esta cultura. A medida que transcurre el tiempo, esta conciencia estética y medioambiental va calando en la sociedad, teniendo como último reconocimiento la declaración de la UNESCO como Reserva de la Biosfera en 1993, galardón concedido

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por haberse sabido conservar al margen del deterioro que el turismo masivo comporta demostrando, a su vez, una gran capacidad inventiva para abordar la naturaleza en perfecta armonía con el hombre.

La “marca Lanzarote”16 , tal y como la define M. A. Perdomo, o la imagen que desde Lanzarote se construyó viene a ser, desde una concepción necesariamente integral, la síntesis de un turismo basado en las buenas condiciones climáticas de la isla – turismo de sol y playa – en combinación con el cuidado estético y con unos paisajes de gran atractivo. La prueba de que esta cuenta con una sólida base se hace más palpable al compararla con la de las islas capitales, las cuales a lo largo del tiempo han ido variando sus contenidos desde el mito paradisíaco del sol y la playa, pasando por un período donde aumentaba el contenido erótico con la mujer como principal reclamo de una postal donde los paisajes quedaban en segundo plano o el estadio actual de reivindicación naturalista. Todo ello frente a una imagen como la lanzaroteña, a escala insular y que se mantiene entroncada a la genética de sus paisajes.

Si en los anteriores apartados se realza la importancia de la base paisajística, formada por sus singulares atractivos naturales, y la imagen que se quería desarrollar a través del proyecto turístico como hechos que suscriben la idea de un proyecto turístico insular, en este tercer apartado se presta atención al trabajo realizado por el Cabildo insular como nuevo indicador que refuerza esta tesis de implantación turística.

Ante una economía precaria como la que existía en Lanzarote y viendo el desarrollo económico que en las islas mayores estaba produciendo, las autoridades locales vieron en el turismo la fórmula que permitiría vivir a sus habitantes de forma digna. De este modo, y antes de la irrupción definitiva del turismo en 1970, el papel que asumiría el Cabildo sería fundamental para la creación de la infraestructura turística. Así, la fundación de una empresa constructora que se encargara del viario, del aeropuerto, de la adecuación de los espacios turísticos, etc. Da la magnitud de cómo el Cabildo ejerció en este período de gobierno a escala insular que trataba de sentar las bases para el futuro desarrollo, en el más amplio de los sentidos, de la isla.

Si en la práctica y tal y como se ha comentado, el organismo público se hizo cargo de las obras más relevantes de cara a la expansión turística, también a nivel legislativo trataría de consolidar su proyecto turístico. Así, antes del PIOT de 1973, la institución desarrollaría unas normas subsidiarias de planeamiento (1970) con vigor en todo el ámbito de Lanzarote en el que ya se establecerían ciertos condicionantes estéticos así como otras áreas de protección y urbanización.

Por último, mientras en la actualidad es frecuente observar en Lanzarote como algunos ayuntamientos se enfrentan al Cabildo en lo referente a las concesiones de licencias de obra (La moratoria), en la etapa que nos ocupamos las administraciones locales tienen un escaso poder, ejerciendo, efectivamente, el Cabildo de auténtico gobierno insular a todos los niveles, circunstancia que subraya la concepción del territorio insular como un “ecosistema unitario” donde todos su ámbitos se relacionarían de una forma equilibrada.

Antes de la etapa turística donde el turismo se consolida con la apertura del aeropuerto a los vuelos internacionales, se había sucedido una primera fase donde se produjo la construcción de las infraestructuras básicas de cara al desarrollo turístico. En Lanzarote, ya desde la década de los Cincuenta, se comienza a manifestar el interés de la isla por la actividad turística17. La isla contaba con las condiciones idóneas para que esta actividad se implantara y desarrollara. Por una parte, su gran atractivo natural y, por la otra, contaba con otras variables, como “el bajo precio del suelo, el minifundismo o el escaso valor agrícola”18 , que hacían de la isla un objeto apetecible de cara a la industria turística. Sin embargo esto no fue suficiente para

2.3. El “gobierno” insular

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que se introdujera el turismo. La ausencia de recursos como el agua y el déficit de infraestructuras relacionadas al transporte retrasaron la implantación turística.

Con la llegada a la presidencia del Cabildo de José Ramírez Cerdá en 1960, el nuevo presidente se propuso llevar a cabo todas aquellas iniciativas necesarias que favorecieran la implantación turística. Ramírez, íntimo amigo desde la infancia de César Manrique y con el que ya había trabajado durante su etapa de alcalde del ayuntamiento de Arrecife, “era conocedor de la isla soñada por Manrique y de cada una de sus propuestas de intervención” . Convencido por las posibilidades que el turismo ofrecía y ante la falta de iniciativa privada, es en ese mismo año, 1960, cuando la corporación insular creó una empresa constructora encargada de realizar todas aquellas obras que permitieran el establecimiento de dicha actividad.

De esta forma, el gobierno de la isla se hacía cargo de las obras de acondicionamiento y mejora de la red de caminos, los cuales posteriormente servirían de acceso a los centros turísticos. Las instituciones locales, movidas sin ánimo de lucro, reinvertían el dinero sobrante de las infraestructuras en los propios centros turísticos, todo ello con el objetivo de crear las condiciones adecuadas para hacer prosperar a la isla.

Durante este período inicial, a finales de 1962, el Cabildo llegaría a un acuerdo con el ayuntamiento de Haría por el cual se ocuparían 250 Ha correspondientes al Malpaís de La Corona donde se ubicaban la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua, constituyéndose así el primer Parque Insular de Turismo. Tras el éxito alcanzado, esta operación se volvería a repetir en el entorno del actual parque nacional de Timanfaya.En 1963, la administración insular iniciaría su acción en sus dos grandes ejes: comunicaciones y acondicionamiento de los centros turísticos. A su vez, también realizaría una intensa labor de publicaciones con el objetivo tanto de declarar zonas de interés turístico las Montañas del Fuego, el Golfo y la Batería del Río como de dar a conocer las pautas seguidas para el cuidado medioambiental.

En los años venideros se sucedieron otra serie de factores clave para la implantación turística. Así, en 1964, al Cabildo se le adjudicó la pista del aeropuerto, se puso en funcionamiento la primera potabilizadora de la isla en el ’65 a la que sucederían otras tres en el período que va desde esta fecha hasta 1970 y, también en ese mismo año, se procedería a la apertura del Hotel Los Faraones en Puerto del Carmen, momento a partir del cual se considera iniciada la actividad turística.

En 1964, con la apertura de un tramo de unos 2 kms de la Cueva de los Verdes, el Cabildo comenzaría el desarrollo de los futuros Centros Turísticos encargados de estructurar y poner en valor el patrimonio insular. Dos años después, en el ‘66, tendría lugar la apertura al público del Jameo Chico en los Jameos del Agua. En ese mismo periodo de efervescencia laboral, Manrique propuso la creación en el ‘68 de una nueva pieza situada en el centro geográfico de Lanzarote en donde, además de esta posición estratégica, concurren varios de los espacios agrícolas más destacados de la isla, La Geria, los enarenados y El Jable. Este lugar se convertiría así en el emplazamiento idóneo para lo que sería la Casa – Museo El Campesino, conjunto remodelado y ampliado a partir de un antiguo caserío que serviría de homenaje al agricultor de la isla.

A partir de los Setenta cuando ya se puede afirmar que en la isla existían las condiciones necesarias para que la industria se pueda desarrollar, es cuando se realizó el restaurante El Diablo ubicado en pleno corazón del futuro parque nacional de Timanfaya. Conjuntamente a esta intervención, la creación de la ruta de los volcanes en el ‘68 permitió consolidar el conjunto a la red turística.La siguiente obra que se incorporaría al entramado territorial fue el Mirador del Río en el año 1973, el cual ocupó un enclave estratégico anteriormente perteneciente al ejército y situado en lo alto del risco de Famara.

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Esquema de intervención territorialFuente: Elaboración propia a partir de los datos de la FCM y el Cabildo de Lanzarote

Otro gran eje del que se encargó la corporación insular a lo largo de este período fue la construcción y adecuación de las redes de carreteras con las que se logró coser todo este territorio. Sin este punto no se podría entender esta operación como un hecho territorial ya que es esta la que pone en relación los distintos espacios que componen la isla a la vez que los diversifica. El esfuerzo realizado en este campo supuso también una disminución en el tiempo invertido por los turistas para realizar las excursiones, circunstancia que, dado el escaso margen temporal con el suelen contar los visitantes, les permitiría adquirir una noción integral de la isla a través del viaje.

A pesar de que se pudiera pensar que el acceso a los distintos hitos dispersos en la isla pudiera implicar la creación de una red viaria de gran capacidad, las autoridades locales optaron por construir carreteras asfaltadas con el ancho mínimo. Los dos ejemplos más claros los encontramos en el acceso a las Cueva de los verdes y los Jameos del Agua, donde se buscaba la holgura justa que permitiese circular a un autobús en un solo sentido, así como ciertas dilataciones que permitiesen solventar el encuentro con otro vehículo de idénticas características. También en el trazado de la ruta de los Volcanes encontramos otro ejemplo de recorrido pensado fundamentalmente para vehículos de gran ocupación.

Esquema de infraestructuras 1969Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Cabildo de Lanzarote y de AA.VV., “El desarrollo del turismo en Lanzarote”, ed. Idea, 2005, Las Palmas de Gran Canaria

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En 1970 y ya en el ámbito legislativo, la institución insular promovería unas normativas subsidiarias para toda la isla surgidas con el fin de controlar la edificación que va “apareciendo” hasta la redacción definitiva del Plan insular de la isla. Estas se dividirían en cuatro grandes grupos, normas de protección, de planeamiento, de urbanización y, por último de edificación. En el primer grupo, se hacía referencia explícita al paisaje, impidiendo, por una parte, construir en aquellas zonas que se estipulaban como de interés paisajístico, natural o cultural, así como también se promovían toda una serie de condiciones para las futuras construcciones, como que estas recojan “el espíritu de la arquitectura autóctona de Lanzarote”, que se emplearan unos determinados tipos de materiales o que su volumetría cumpliera ciertos requisitos como su número de plantas o, como en las cubiertas, que estas fueran planas o, en todo caso, a dos aguas con pendientes inferiores al 12%20.

Es así como mediante la legislación, el Cabildo propició la defensa, anteriormente mencionada, de la arquitectura vernácula insular, evitando de este modo la temida “despersonalización arquitectónica, la estandarización y la homogeneidad constructiva de otros lugares costeros”21.

Otro aspecto interesante dentro de la normativa de protección del paisaje es la referencia que hace en su artículo 9 a la publicidad. Con el objetivo de no perturbar al paisaje y de no convertir el paisaje “en una vulgar revista ilustrada”22, se prohibió todo tipo de anuncios en los bordes de las carreteras de toda la isla.

En cuanto al planeamiento de los asentamientos turísticos, esta normativa fue claramente aperturista, localizando grandes franjas costeras en las que se permitía edificar con fines turísticos y residenciales. Afortunadamente, estas extensiones se fueron limitando o eliminando, como en el caso de Órzola y Famara, donde salvo alguna excepción, han permanecido al margen del crecimiento turístico.

Normas subsidiarias de 1970Fuente: Re-elaboración propia a partir de dichas normativas

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En Septiembre de 1974 concluiría la presidencia de José Ramírez en el Cabildo de Lanzarote. Uno de los últimos hechos más relevantes que tuvieron lugar bajo su mandato fue la consecución, en el ’73, del primer Plan Insular de Ordenación Territorial (PIOT) realizado en Canarias encargado a E. Cáceres. Previamente a la elaboración de este proyecto, Lanzarote ya contaba desde 1970 con unas normas subsidiarias que, si bien sólo trataban de controlar la tendencia turística existente, ya lograban, en cierto modo, controlar la especulación producida a manos de la iniciativa privada. Mientras las anteriores no buscaban un cambio de disposición, el PIOT tenía como fin “forzar” la implantación turística de forma que esta generase determinados procesos sobre el resto del territorio. Así, el turismo fue visto como instigador de situaciones de intercambio que acabarían cohesionando el territorio insular.

La inclusión de este punto se revela como una intuición que no pretende sino verificar las cuestiones anteriormente tratadas a través de este documento, entendiendo que las transformaciones sucedidas en la década de los Sesenta a cargo del equipo formado por César Manrique y José Ramírez son los primero signos de la idea territorial y turística que de la isla tenían.

Dada la brevedad que en este tipo de trabajo se impone, no nos detendremos a explicar de una manera pormenorizada el plan sino, tras exponer una breve idea del mismo, nos detendremos en aquellos puntos que, bien por su claridad o por la ambigüedad que conllevan, más nos pueden aportar al estudio.

Una de las características iniciales del plan era la consecución de un modelo firmemente ligado a la realidad existente, buscando proporcionar una representación global del territorio en base a una estructura urbana interdependiente. Esta lógica que se dio era consecuencia de algunos factores que se estaban produciendo anteriormente en la isla como la concentración de la población y, en consecuencia del empleo, en la capital, la problemática que la aparición del turismo conllevaba, la importancia de la agricultura en la isla, tanto a nivel de abastecimiento como su contribución a impedir la rápida degradación del territorio, o la constatación de que una mejora en las infraestructuras podía romper esta corriente aglutinadora de la capital fueron la base que instigó a los urbanistas a pensar un modelo multifocal frente al centralismo que apuntaba la isla.

De esta forma, las decisiones en el planeamiento se centrarían en torno a la localización de la población, de los equipamientos y de la accesibilidad, sin olvidar la conservación del medio que, si bien era condición sine qua non, no resultaba suficiente para el funcionamiento de la estructura propuesta. Dicha lógica urbana se preveía de la siguiente forma23: 1.- Un sistema extensivo dentro del área agrícola, de forma que la población, asentada de forma dispersa, contribuyera al mantenimiento de la misma, evitando su deterioro y contribuyendo, a su vez, a mantener el carácter tradicional del mismo. 2.- Al anterior se le superpondría un nuevo sistema compuesto por cuatro sectores turísticos -Arrecife, Tinajo, Uga y Haría- que funcionarían en asentamientos turísticos concentrados en la costa apoyados, de igual forma, por un centro administrativo y residencial constituido a partir de los núcleos existentes. Con esta medida se buscaría establecer un modelo multipolar que sirviera para redistribuir de una forma más equitativa la población y los recursos en la isla.

3.- Un último eje estructural basado en la creación de un sistema lineal que uniría los principales núcleos y los centros turísticos, el puerto y el aeropuerto, los centros de producción de agua energía y los hitos de atracción turística, estableciendo así un sistema de comunicaciones básico y jerarquizado que lograría el objetivo de mayor interdependencia insular.

2.4. La experiencia del PIOT

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En lo que al turismo se refería, el plan lo consideraba como uno de los tantos sectores que generaban o generarían riqueza. Adoptarían, por tanto, un modelo donde se combinarían las distintas actividades productivas evitando que la isla se convirtiese en un monocultivo de una determinada actividad. En este punto, se evaluarían las posibilidades reales de actividades como la agricultura o la pesca con el fin de que el turismo no barriese estos sectores. Este hecho clarifica la atención que los urbanistas pusieron en el primer punto de su lógica urbana, mediante la ocupación dispersa del territorio y otras medidas como la creación de nuevas unidades de cultivo en terrenos excesivamente fragmentados, se pretendía el mantenimiento, la conservación y la defensa de las zonas agrícolas.

Asimismo, y volviendo al turismo, los redactores del PIOT no buscaban ampliar la cuota de mercado turístico en el panorama internacional, simplemente buscaban tener aquella participación que, en conjunto con las demás actividades, permitieran a la población insular elevar sus niveles de vida. Bajo esta circunstancia, entendieron que la imagen de Lanzarote, como ya recogían sus “predecesores” Manrique y Ramírez, se debía promocionar a partir de un turismo selecto y “en pleno contacto con la naturaleza” 24. Esto se traduciría en el plan con la creación de 4 sectores turísticos diferenciados a lo largo de su geografía, tres de los cuales serían de “alta calidad” y el restante, con el fin de no especializar la estructura turística, contendría mayores índices de ocupación que los anteriores. Dichas áreas turísticas se extenderían a lo largo de casi toda su costa, abarcando la zona Sur, la practica totalidad de la costa Este, destinada al turismo más “masivo”, el sector occidental cercano al núcleo de Tinajo y, finalmente, el tramo de costa que se extiende desde Arrieta hasta Orzola, en pleno Malpaís de La Corona, donde se edificarían hoteles de super-lujo.

Otras medidas, ya a caballo entre el turismo y el paisaje, que desde el planeamiento se promovieron es el pago de una tasa, por parte de los visitantes que disfrutaran de sus reservas naturales, que compensara el esfuerzo realizado para su preservación, uso y mantenimiento. Del mismo modo y refiriéndose específicamente al Cabildo, reafirmó la línea existente de explotación de los hitos o dispositivos turísticos, al suponer estos, además de sus virtudes “paisajísticas”, una importante inyección de capital con la que sufragar otras necesidades, y le propone continuar con esta acción completando los otros centros en proyecto, el Mirador del Río y El Golfo25.En lo que se refiere a accesibilidad, desde el punto de vista turístico también se le propone a la corporación insular la creación de una Agencia de Transporte en el interior de la isla que retome la experiencia que ya llevaba realizando en el circuito de Timanfaya, facilitando así la percepción íntegra de la isla por parte del turista.

Dentro del planeamiento existe un capítulo dedicado al paisaje que, entre otras cuestiones, centraría su atención en dos aspectos, la transformación y la protección del mismo. Dentro de sus alteraciones, incidía en la edificación como circunstancia inevitable que modificaría el paisaje. Mientras para las zonas turísticas proponía un tipo de arquitectura que se adaptara a la imagen insular sin necesidad de caer en los tópicos vernáculos, para aquellas edificaciones que se ubicaran en entornos agrícolas o en zonas de expansión de los núcleos existentes se pretendía que esta siguiera la “línea arquitectónica”26 insular.

En cuanto a la conservación del paisaje, el planeamiento no proponía una actitud restrictiva en cuanto al acceso al medio natural, más al contrario, defiende “el uso y puesta en práctica del espacio como fundamento del desarrollo material de la colectividad” 27. De esta forma, el paisaje se desglosaba en distintas calificaciones y grados de protección que van desde los más restrictivos, como los paisajes de lava del Timanfaya, hasta los más transformables como los eriales que se ubican en el Jable. Refiriéndonos a áreas concretas de la isla, el planeamiento señalaba distintas zonas a proteger e incluir dentro del proyecto territorial como son Los Valles, La Geria, los parques insulares de Timanfaya y La Corona y la villa de Teguise, antigua capital de

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Lanzarote. Si bien desde el planeamiento no se citaba explícitamente la voluntad de reforzar esta red paisajística insular comenzada en la anterior década, basta observar alguno de sus planos así como la inclusión del “viario paisajístico” para vislumbrar como esta voluntad, inicialmente citada, de crear interrelaciones en el territorio también se reflejaba en lo que se refiere a sus paisajes.

Los tramos de viario paisajístico serían la respuesta que ofreció el plan en lo que se refiere a accesibilidad, contemplándose estos como un trazado especialmente diseñado de cara al disfrute del paisaje por parte del viajero. En definitiva y bajo el punto de vista de los urbanistas, los cambios que el paisaje podía sufrir, si se hacen respetando los principios generales, no modificarían el tratamiento paisajístico que la isla posee.

Boceto conceptual del PIOT de 1973Fuente: E. Cáceres, “Plan, planeamiento, planeamiento en Canarias”, COA Canarias, 1977, Las Palmas

A pesar de la buena voluntad existente en el plan, existieron también algunos elementos que generan dudas. En el ámbito del paisaje, los urbanistas proponían reforestaciones en distintos sectores de la isla con el propósito de modificar el clima y el paisaje, lo cual, más allá de ciertos fines económicos que perseguían, acabaría también restando fuerza a su potente imagen telúrica en el caso de haberse llevado a término. A pesar de proponer un turismo selecto y una determinada previsión de alojamiento turístico, la “desclasificación” de gran parte del suelo costero, unido a una administración local laxa generaron que los procesos especulativos continuaran vigentes. Tampoco parece muy equilibrado, a día de hoy, la construcción de hoteles dentro de ecosistemas tan frágiles como el Malpaís de La Corona, si bien hay que reconocer que en parte esta operación fue la respuesta que desde la isla se ofreció al plan ministerial que pretendía edificar masivamente en La Graciosa.

La forma en la que fue aprobado el plan, acusado por la administración central de coercitivo y pormenorizador, y el hecho de depender del “planeamiento municipal y permitiendo edificar en gran parte de la isla sin otro requisito que un plan parcial”- los cuales a su vez serían llevados a cabo por promotores privados - ocasionaron que este planteamiento, nacido con la misma voluntad territorial y turística que la sucedida en los Sesenta, acabara configurando “las bases del actual caos urbanístico” .

Mientras en el anterior capítulo el estudio de las distintas circunstancias analizadas permite suponer que en la isla, a pesar de no existir ningún texto legal que lo acredite, existía una idea territorial insular, en este nuevo apartado se tratará de señalar, a modo de conclusión, aquellos contenidos que en el proyecto se encontraban latentes y que su puesta en práctica evidenció.

En Lanzarote, este nuevo desarrollo turístico tuvo su base en el paisaje. La visión íntegra de su territorio, reivindicada a través de los dispositivos que a su vez lo protegían, implicaba que cualquier alteración producida en el conjunto alterara las condiciones del resto, esbozándose así la idea global de la isla como ecosistema insular.

3. EL PROYECTO IMPLÍCITO

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La siguiente particularidad que subyace en este modelo tiene que ver con el funcionamiento territorial de Lanzarote. La puesta en práctica de los planteamientos proyectuales, formulados inicialmente por Manrique y Ramírez, y posteriormente corroboradas en el PIOT de 1973, evidencia la búsqueda de la creación de un sistema territorial de interdependencias en el que toda la ínsula funcionaría ‘en red’.

Toda acción proyectual consciente implica una modificación en la genética de su territorio, por tanto, la implantación turística devino también en una modificación de la imagen y la identidad de sus habitantes. Así, tras haber sido vista antes del desarrollo turístico como un lugar desolado, Lanzarote vio como tras dicha operación “reaparecería” en sus habitantes el orgullo de ellos por su isla. De entre las distintas consecuencias, emergería una nueva conciencia ecológica y social que tendería a proteger su territorio frente a los especuladores que han ido apareciendo. Por último destacar que la base ética y social que presidió esta propuesta también acabó viéndose recompensada con el aumento del nivel de vida de sus habitantes, el fin último de la propuesta.

Si el objetivo final de Lanzarote era obtener una imagen turística diferenciada con respecto a otros destinos, se ha de reconocer que estos rasgos tienen su base en la singular naturaleza isleña así como en la acción antrópica que se venía llevando a cabo por el agricultor en sus campos. Dichos atractivos, esparcidos a lo largo y ancho de su geografía, fueron rápidamente apreciados por los autores de cara al proyecto turístico. Esta condición diseminada de los mismos exigía tener una conciencia íntegra del territorio, donde la isla sería concebida como un “ecosistema unitario cuyas partes están íntimamente relacionadas entre sí” 29. Así, dada su condición insular, cualquier alteración que se pudiera producir en el medio acabaría afectando al conjunto. En estas circunstancias, el incipiente fenómeno turístico fue percibido como aquel agente transformador que podría dañar la isla de un modo irreparable y por el cual se establecieron los diversos mecanismos que permitiesen el consumo de sus paisajes sin que por ello resultaran deteriorados.

El turismo se mueve así en esta dicotomía, por una parte requiere espacios naturales “intactos” y por otra, su propia implantación implica un cambio en el territorio. En Lanzarote, este proceso se trató de asociar a la propia naturaleza logrando de este modo que las alteraciones producidas no implicaran una pérdida de valor del espacio natural. El modelo turístico iniciado por C. Manrique y J. Ramírez ya permitía ver, en sus primeros estadios, esta vocación por interrelacionar todo el conjunto insular. Así, en la etapa anterior a la redacción del PIOT de 1973 se observa como los asentamientos turísticos se situaron en sus playas principales – Puerto del Carmen, en este primer momento – mientras, al interior, se va consolidando esta “malla” de centros turísticos en sus principales parajes. Al mismo tiempo que el Cabildo se encargó de construir estos dispositivos, se hizo cargo de sus vías de comunicación, mejorando la accesibilidad y consolidando nuevos recorridos que permitiesen, de manera factible, recorrer e interpretar su territorio. Esta lectura en red que se fomentaba del territorio, se iría consolidando a lo largo del tiempo como muestran los distintos PIOT del ’73 y del ’91. El primer PIOT elevaría esta categoría espacial proporcionándole nuevas características. Tras comprobar como Lanzarote tendía hacia un modelo polarizador por parte de su capital, Arrecife, y con el turismo ya afianzándose desde la apertura del aeropuerto a los vuelos internacionales, se pensó este último como posible generador de una estrategia multifocal, donde a partir del establecimiento turístico en sus diferentes playas se potenciarían los núcleos cercanos en los cuales se aglutinarían los equipamientos. Además, y tal y como recoge el plan, se trataría de que dichos núcleos se especializasen complementariamente con el fin de que generaran una malla de interdependencias insulares. A nivel paisajístico, esta lectura en red también se ve reflejada con inclusión de nuevos dispositivos, el Mirador del Río y el Golfo, así como con la especial atención que se prestó a nuevos puntos como Teguise y Los Valles. Evidentemente, al viario se le prestaría especial atención, jerarquizando nuevas rutas e introduciendo

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el concepto de las “vías paisajísticas” como recorridos especialmente proyectados para el disfrute del paisaje. De esta concepción territorial se extrae como el turismo fue, inicialmente, el objetivo de las autoridades para acabar convirtiéndose en motor de los cambios, aunque siempre desde la premisa de vincular turismo, territorio y las demás fuerzas existentes dentro de un mismo proyecto que las relacionase.

La positiva imagen que hoy se tiene de Lanzarote es consecuencia de uno de los mayores aciertos de la propuesta, vincular la actividad turística con la naturaleza isleña. Los dispositivos turísticos que se implantaron cumplían esa doble función de preservación del territorio e integración de la actividad turística y el paisaje mediante el arte, algo similar a lo que posteriormente teorizaría Pierre Donadieu mediante la “conservación inventiva”30 . De esta forma, la imagen de Lanzarote quedaría inequívocamente ligada a su medio y a los valores integradores con los que había sido proyectada. Cuando, como aquí sucede, debido a su éxito esta imagen se multiplica y se acumula, pasa a ser universal, obteniendo tal arraigo que se instala en el imaginario colectivo y proyectándose así como una nueva identidad del territorio y de sus habitantes. Aunque a simple vista un espectador pueda percibir el paisaje de Lanzarote como algo singular y estático, sus ritmos latentes nos muestran su verdadera dinámica. Por tanto, el concepto de identidad del paisaje no puede entenderse como algo permanente, sino como una noción que se irá modificando y enriqueciendo con el paso del tiempo así, mediante la operación propuesta, Manrique y su equipo reformularon la idea de identidad adaptándola a su territorio.

Haciendo un último breve inciso en cuanto a la imagen, el turismo, como agente encargado de vender una mercancía-lugar, busca en los distintos emplazamientos aquel hecho diferencial que le permita ofrecer un producto que lo distinga de la competencia. No es extraño, por tanto, que Lanzarote se acabara ofertando más allá de su percepción armónica con la naturaleza, como lugar donde se ofrece la experiencia del “comienzo de la vida” a través de sus paisajes, hecho que enlaza mejor con la componente temática que el turismo reclama más que con su propia realidad (identidad).

Convertida la isla en paradigma del buen hacer paisajístico y gracias también a la labor pedagógica llevada a cabo, las intervenciones realizadas fueron el ejemplo con el se fue educando progresivamente a su población. Sensibilizándolos de la belleza de su entorno, el sentimiento de autoestima hacia Lanzarote creció, germinando así en la población una conciencia de protección y cuidado hacia sus paisajes y sus construcciones que hoy en día se mantiene.

Fase inicial PIOT 197. Proceso de colonización territorial del espacioFuente: Elaboración propia a partir de los datos del PIOT de 1973 y el Cabildo de Lanzarote

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CÁCERES, Eduardo. Plan, planeamiento, planeamiento en Canarias. COA Canarias, 1977, Las Palmas de Gran Canaria.DEMATTEIS, Giuseppe. Progetto implicito.Il contributo della geografia umana alle scienze del territorio. Ed.Tipomonza, 1995, Milano.DE SANTA ANA, Mariano(ed). Paisajes del placer, paisajes de la crisis. Fundación César Manrique, 2004, Teguise.GAVIRIA, Mario. España a go-go. Turismo charter y neocolonialismo del espacio. Ed. Turner, 1974, Madrid.MADERUELO, Javier. Paisaje y arte. Abada, 2007, Madrid.ROGER, Alain. Breve tratado del paisaje. Ed. Biblioteca nueva, 2007, Madrid.

1_Antonio Félix Martín Hormiga, “Lanzarote: antes de César”, Ed. Idea, 1995, Santa Cruz de Tenerife2_El río es como se conoce popularmente a aquella franja costera que separa Lanzarote de la Graciosa3_Este sistema proporciona distintos efectos beneficiosos al cultivo. Así, el lapilli, es capaz de retener la humedad ambiental, actuar como un aislante que resguarda la planta de los cambios de temperatura y proteger el firme de los efectos nocivos de las lluvias torrenciales.4_Javier Maderuelo, “Jameos del Agua”, Fundación César Manrique, 2006, Teguise5_AA.VV, “El desarrollo del turismo en Lanzarote”, vol I, Ed. Idea, 2005, Santa Cruz de Tenerife6_Olivia Stone, “Tenerife and it’s six satellites” 7_Fernando Gómez Aguilera, “César Manrique 1950-1997”, Fundación César Manrique, 2006, Teguise8_Ibíd.9_César Manrique, “Escrito en el fuego”, Edirca, 1991, Las Palmas de Gran Canaria10_Estructura expuesta en la tesis de Guillermo R. Navarro Montesdeoca, “La imagen turística canaria” (inédita), ULPGC, 2006, Las Palmas de Gran Canaria11_Mariano de Santa Ana (ed), “Paisajes del placer, paisajes de la crisis”, Fundación César Manrique, 2004, Teguise12_No en vano César Manrique declara “Siento miedo ante la avalancha turística que se avecina…” en la revista El eco de Canarias. 27 de octubre de 196613_César Manrique, “Lanzarote, arquitecturas inédita”, Cabildo de Lanzarote, 1974, Arrecife14_Guillermo Topham, “Antes de su regreso a Madrid, César Manrique nos habla de Pintura, Arquitectura y Turismo”, Antena, Arrecife, 2 de julio de 195715_Fernando Gómez Aguilera, “César Manrique 1950-1997”, Fundación César Manrique, 2006, Teguise16_Mario Alberto Perdomo, El modelo de desarrollo turístico en la isla de Lanzarote: ¿Hacia una estética del turismo? En “I Jornadas de historia sobre Lanzarote y Fuerteventura”,vol.I, Arrecife17_Es importante señalar la labor del semanario Antena, con Guillermo Topham a la cabeza, en pos de la implantación turística 18_Mario Alberto Perdomo, El modelo de desarrollo turístico en la isla de Lanzarote: ¿Hacia una estética del turismo? En “I Jornadas de historia sobre Lanzarote y Fuerteventura”,vol.I, Arrecife19_AA.VV., “José Ramírez y César Manrique. El Cabildo y Lanzarote: una isla como tema”, Cabildo de Lanzarote, 1995, Arrecife 20_Normas subsidiarias para el planeamiento de Lanzarote, AA.VV., 197021_Violeta izquierdo, César Manrique y la defensa del medio ambiente en AA.VV., “IX Jornadas de estudios sobre Lanzarote y fuerteventura” Vol -2, arrecife21_Manrique, César: Escrito en el Fuego, Las Palmas de Gran Canaria, 1988, p. 115.22_Plan insular de ordenación territorial de Lanzarote (PIOT), AA.VV., 197323_Ibíd.24_Este último nunca se llegaría a construir.25_Plan insular de ordenación territorial de Lanzarote (PIOT), AA.VV., 197326_Ibíd.27_Avance del plan insular de Lanzarote, AUIA, 198728_AA.VV., Reconstruir desde la singularidad de Lanzarote una identidad cultural abierta al mundo, en el ciclo de conferencias “Lanzarote en la biosfera”, 1995, Arrecife29_La conservación inventiva, proceso proyectual que concilia distintos elementos del paisaje con la ideación de formas innovadoras, capaces de responder a nuevos usos y funciones del territorio30_Christophe Girot, Identidad en Daniela Colafrancheschi, “Landscape + 100 palabras para habitarlo”, Gili, 2007, Barcelona

Notas bibliográficas

Referencias

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NUEVAS OPORTUNIDADES PARA ANTIGUOS PAISAJES. ALGUNOS CONCEPTOS ACERCA DE LAS COSTAS MEDITERRÁNEAS

El Mediterráneo es sin duda uno de los primeros destinos turísticos en el mundo, y todavía uno de los más relevantes. Ha sido el contexto geográfico de civilizaciones importantes, a pesar de haber sido un campo hostil de enfermedades y escasez, debido a los peligros del mar y a las malas infraestructuras. En aproximadamente un siglo, esta heterogénea pero compartida realidad se convirtió en un paisaje valorado, discretamente ocupado por resorts turísticos de élite de los años treinta, que en los sesenta evolucionó hacia el conocido modelo de turismo de masas. Finalmente, en los ochenta, los expertos inventaron el eufemismo “destino turístico maduro”, con el fin de definir los productos insostenibles que irremediablemente deterioraban lo que a menudo era su único recurso: el paisaje. La frustración sobre el estereotipo “sol y playa”, –llamado por algunos “sol, playa y sexo”– condujo a una crisis que exigía un cambio de modelo. Se propusieron dos estrategias principales: la primera, el mejoramiento de la oferta existente, y la segunda, la promoción de formas alternativas de turismo, por ejemplo, cultural, rural o relacionado con la naturaleza.

Resumen

María Goula arquitecta y paisajista docente

e investigadora en la Escuela de Arquitectura ETSAB de la Universidad Politécnica de Cataluña de Barcelona

Paisaje Mediterraneo representativoFUENTE: Autor

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No obstante, aunque los expertos habían previsto la muerte del modelo de “sol y playa”, parece que la industria turística todavía depende de él y está continuamente en búsqueda de sitios de calidad en la costa, siendo ésta una de las áreas más solicitadas. Por un lado, han surgido nuevos mercados que sustentan el mismo ambiente deprimente (países del antiguo bloque del este, /“new target groups”/, etc.) Por otra parte, hay una clara oleada de migración hacia el litoral: se dice que sólo en España la población costera crecerá tres veces en los próximos quince años. También las recientes políticas de crédito han facilitado la venta de residencias en la costa con el fin de apoyar el dinamismo económico en España. Así pues, las residencias turísticas se convierten a veces en residencias permanentes, especialmente en áreas cercanas a la infraestructura de transporte y a las grandes ciudades. Aún más, el Mediterráneo se ha convertido definitivamente en “la opción alternativa” para las culturas nórdicas del post-fordismo maduro, las cuales, al final del siglo veinte rehusaron aceptar su residencia de origen y ahora emigran al cálido sur aprovechando las ventajas de los vuelos de bajo coste.

No sólo vivir cerca del mar está considerado como un valor importante, sino que la playa misma se ha convertido en uno de los espacios públicos más apreciados donde emergen nuevos códigos sociales, y diferentes culturas son capaces de disfrutar libremente de este lugar singular. Es pertinente mencionar la proliferación de playas alrededor de los lagos y a lo largo de los ríos como un accesorio urbano, como un tipo de “heterotopía”, para usar el término de Foucault – es decir, una unidad de espacio y tiempo bien definida, la cual se ha convertido hoy en la alternativa de espacio público por excelencia. Sin embargo, no deberíamos olvidar la complejidad política del litoral, ya que algunas costas, sobre todo las de las islas, conforman la entrada sur de la inmigración hacia Europa.

La severa crítica al turismo de masas expresada por intelectuales, desde sus orígenes, está definitivamente causada por la idea de pérdida de identidad del paisaje, debido al hecho de que la gran artificialidad, la mala calidad del diseño y, en definitiva, la insostenibilidad de las áreas de ocio han ocupado brutalmente muchos kilómetros de la costa mediterránea. Pero dicha crítica también se basa en la actitud nostálgica hacia el recuerdo relacionado con la experiencia pre-turística, la cual remite a la vida de pueblo donde los modelos de consumo se asemejan a los del intercambio sin moneda –algo parecido a visitar a los parientes, aunque sin ninguna obligación. Esta posición, sin embargo, esconde una visión elitista que niega al individuo el derecho a la vacación y que persiste en valores que antes del proceso de globalización, en donde llegaron a ser accesibles a la masa de personas de clase media, estaban disponibles únicamente para un pequeño número de consumidores.

Así pues, ¿cómo podemos poner en contexto estas realidades complejas y diversas, que se han convertido en nuestros paisajes de ocio cotidiano, cuando todavía están estructurados desde un punto de vista económico? ¿Cuáles son hoy las oportunidades de planeamiento y diseño en el litoral, después de veinticinco años del comienzo de la crisis del modelo?

Este texto discutirá brevemente tendencias innovadoras en planeamiento y proyecto que impliquen de manera directa criterios de aplicación ambiental y paisajística para las costas de Cataluña desarrolladas turísticamente; tratará las potencialidades y limitaciones en el cambio de modelo de desarrollo turístico, dentro de las perspectivas del cambio climático.

Las políticas de conservación aplicadas a finales de los años setenta, enfocadas únicamente a la protección de áreas naturales, especialmente montañas y humedales, o al establecimiento de leyes que protegen el derecho al acceso a toda la línea costera, fueron las primeras acciones en contra de la degradación por el turismo y se relacionaban con una nueva sensibilidad hacia los territorios. Éstas

SOL Y PLAYA

POLÍTICAS DE CONSERVACIÓN

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fueron seguidas de estrategias concretas para promover el producto turístico y de protocolos relacionados con la sostenibilidad, tales como la Agenda Local 21, desarrollada por municipalidades pioneras (como por ejemplo Calviá, en Mallorca, o los considerados centros de la industria turística en Cataluña, como Lloret de Mar en Girona i Salou en Tarragona, que al mismo tiempo han sido definidos como paisajes altamente deteriorados). Por un lado las políticas y las legislaciones recientes se enfocan a la “congelación ” general de la construcción que, en cierta manera, libera de la presión a áreas no desarrolladas en una franja de aproximadamente 500 m desde el mar. Y, por otra parte, hay ciertas iniciativas públicas para elaborar mapas de paisaje con el fin de registrar fortalezas y debilidades, valores, dinámicas e impactos, una especie de estado de la cuestión sobre las costas en general. La legislación y protocolos de protección –aunque han sido muy necesarios, puesto que son normativos y, a veces, incluso prospectivos– son a pesar de todo insuficientes ante la necesidad de imaginar modelos alternativos de desarrollo del litoral.

Así, ¿qué paisaje pueden ofrecer los arquitectos, especialmente en relación a estos mosaicos más bien fragmentados, en donde no hay valores claros que proteger y los modelos de paisaje resultantes forman una especie de periferia privilegiada, aunque sin estructura, sin diseños turísticos, sin organizadores de vacaciones, sin esos constructores que promueven crecimientos urbanos, y que recientemente han atraído también a inmigrantes? Quizás, un enfoque paisajístico puede ayudar a trasladar protocolos de conservación (que habitualmente operan a un nivel ideológico) hacia criterios de planeamiento y diseño; este proceso debería empezar con una minuciosa evaluación morfológica y ambiental –esto quiere decir, una evaluación variada e integrada de las costas a todas las escalas. Esto último es muy urgente, puesto que arquitectos y arquitectos paisajistas han rechazado estudiar la dimensión física del turismo, y sólo lo han hecho los geógrafos.

La congelación de la construcción libera sistemas naturales. Dunas en el Baix Empordà,Costa Brava.FUENTE: Autor

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Una inspección general de muchas costas desarrolladas turísticamente ofrece más o menos el mismo resultado, es decir, simples modelos repetitivos de ocupación dependientes, en la mayoría de casos, de la menor distancia al agua o de una vista más amplia al mar. La ocupación de la franja llana paralela al mar bloquea con frecuencia los sistemas de drenaje regional, con un gran impacto económico y social después de cada lluvia torrencial. En los núcleos urbanos o a lo largo de su perímetro desigual, los modelos mixtos del espacio rural, ya estén en uso o abandonados, todavía parecen estar esperando la llamada de los promotores. En este caso, junto con la movilidad de las infraestructuras, el desarrollo del imaginario turístico banal o kitch, relacionado con las actividades y el comercio, se añade al mismo modelo dudoso. Sin embargo, la presencia de una variedad de espacios vacíos, llenos de vegetación, proporciona inesperadas calidades de espacios libres; estos potenciales jardins planétaires hacen evidente la necesidad de un sistema de áreas verdes que articularán y promoverán los entornos en cuestión. Estoy utilizando el término sugerido por el paisajista francés Gilles Clément, con el fin de subrayar su aspecto ordinario, pero también su potencial operacional.

En realidad, las nuevas ramblas y plazas que tienen un parecido lejano con las plazas de Barcelona de los ochenta, han sido un gesto insuficiente para la actualización de la vigente oferta de ocio. Toda la estrategia de promoción de centros turísticos ha tenido su impacto sobre el paisaje existente, puesto que los “únicos” nuevos espacios públicos han sido las marinas y los paseos marítimos. De hecho, muy pocas municipalidades se han dado cuenta de la importancia de los recursos naturales tales como bosques, dunas o ríos en la creación de la imagen de su producto. La mayoría de las veces se han centrado en el espacio público a través de referencias urbanas del siglo XIX. Estos espacios verdes y definitivamente no “vacíos”, ya sean espacios residuales que evolucionaron ecológicamente o que fueron creados más tarde, son apropiados para proporcionar entornos más confortables para uso intensivo en verano. En estos espacios, frecuentemente desiertos, la vegetación podría ser, de hecho, el ocupante permanente o el programa, pero sólo si son tenidos en cuenta como modelo valioso y no como una oportunidad para la construcción.

ESPACIOS VACÍOS

Este fragmento de costa de la población de Portbou, notable por ser el lugar donde el filósofo alemán Walter Benjamín se suicidó y donde se sitúa el respectivo monumento creado en su memoria por Dani Karavan, ilustra, de la mejor manera, la evolución de la mayoría de las costas del Mediterráneo: desde un patrón funcional integrado hacia otro relacionado con la especulación y la falta de control.FUENTE: Autor

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La frontera con el mar ha sido una de las primeras respuestas paisajísticas frente a la banalidad de proyectos descontextualizados. La recuperación de ecotonos dinámicos entre el mar y la tierra ha sido el argumento central para muchos proyectos reconocidos en toda Europa. A pesar de sus diferencias, todos se refieren a la necesidad de sanar el litoral y hacer de los sistemas naturales el protagonista, incluyendo con frecuencia la construcción de los elementos de identidad de un lugar, tales como pinedas, bancales y caminos históricos. Experiencias únicas recientes, por ejemplo en el área de Salou, muestran cómo los servicios y programas turísticos que ofrece el turismo duro pueden llegar a ser articulados a través de proyectos paisajísticos, como puede ser un jardín botánico o un “corredor de actividad”. Esto último es un nuevo concepto para un centro de salud al aire libre recomponiendo la narrativa paisajística del lugar con el fin de facilitar actividades al aire libre en un clima cálido.

Sin embargo, hay todavía otra oportunidad para los paisajistas para incidir en la discusión sobre la construcción de mejores espacios turísticos, que deriva en lo que se denomina “segunda línea” de un municipio turístico. Esta área, algo así como el “patio trasero” del desarrollo turístico, es un excelente candidato para la actualización de estos entornos, pues está todavía cerca al mar, al tiempo que está abierta hacia el interior rural. En su diseño, esta actualización definitivamente requiere la recuperación de los sistemas naturales, especialmente los de drenaje.

PROCESOS NATURALES E IMAGINARIOS

Master Plan para un corredor de actividad, Cliente Universal Studios, Salou, Tarragona, Cataluña,AUTOR: Bellmunt i Andreu Arquitectos, Agata Buscemi, arquitecta paisajista.

PAISAJES VARIABLES: MARISMAS

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Por ejemplo, un proyecto en la Costa Brava propone un parque que funciona como un área de marisma variable que absorbe el flujo periódico de torrentes del valle interior, reproduciendo así los potenciales paisajísticos específicos del sitio, mientras que, por otra parte, reevalúa la periferia turística menos atractiva mediante un parque contemporáneo que articula los desarrollos existentes ofreciendo un área recreativa clave. Dentro del modelo turístico existente, la proximidad al agua es un valor clave. Sin embargo, en lugar de buscar soluciones tecnológicas para incrementar el contacto del perímetro del producto con el agua, la segunda línea es una realidad geográfica que requiere mostrarse.

Diseño del producto final del proceso de planificación, desarrollado durante los últimos veinte años, un parque para la “segunda línea” en el municipio de Platja d’Aro, Costa Brava,FUENTE: Rosa Barba, Ricard Pié, Josep Maria Vilanova, arquitectos. Dibujo Juan Pablo Saucedo, arquitecto.

PARQUES NATURALES

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El litoral, en tanto que región geográfica, es diverso o, mas bien, un simple mosaico que debería ser enfocado en relación con los parques naturales, considerados como paisajes valiosos, cuya dinámica introduce complejidad paisajística y mejora ambiental. En otras palabras, lo principal aquí es discutir el rol regional contemporáneo de los parques naturales a lo largo del litoral. ¿Son santuarios o parques temáticos orientados a perfiles turísticos moderados que complementan la oferta de sol y playa?

Después de más de veinte años de políticas de preservación, conocemos las dificultades de gestión de estas áreas. También conocemos las presiones que subyacen por parte de los usuarios y de los desarrollos a lo largo de sus márgenes, pero, sobre todo, somos absolutamente conscientes de que pueden ofrecer oportunidades para escenarios creativos y originales de ocio en términos de uso, narrativas naturales y procesos, a la vez que son bases genuinas para la experimentación científica y la sostenibilidad económica. Recientes experiencias profesionales y académicas insisten en la necesidad de involucrar más activamente a los parques naturales en la promoción de paisajes de ocio no desarrollados, introduciendo protocolos de producción de energía, como actividad económica dentro de los paisajes declarados culturales. Quizás los parques naturales deberían ser entendidos como bases de datos activas o entornos de oportunidad, llegando a ser paisajes experimentales que combinan la ética de nuestro tiempo de una manera manifiestamente educativa. ¿O necesitamos todavía la narrativa de la naturaleza aparentemente intacta?

Dibujo de interpretación de fragmentos del paisaje, relacionado con el agua que configura un paisaje de frontera, entre el plano agrícola y varios parques naturales en el Alt Empordà, Costa Brava. Estos paisajes revelados, valiosos y frágiles a la vez, constituyen la base del master plan para el desarrollo de ocio alternativo en un área, muy cercana al mar, que está en proceso de abandono, poco desarrollada en términos de un programa recreativo.FUENTE: Master de Arquitectura del Paisaje, UPC, España 2007, profesores: M. Goula, P. Pérez, I. Spanou, profesor invitado R. Pié. Estudiantes: S. Imola, O. Keretxeta, G. Gómez, A. Mayoral.

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Ciertamente, hay muchas costas mediterráneas. Los territorios donde el turismo no es la única actividad necesitan una atención especial, particularmente en el diseño de espacios de calidad única exigidos por los consumidores. Quizás la arquitectura del paisaje puede tener un impacto significativo en la creación de estas identidades únicas que se construirán mediante experimentos y protocolos sostenibles con la recuperación de las capas naturales existentes.Las nuevas formulaciones del proyecto paisajístico dentro de entornos turísticos pueden también ser evaluadas en relación al cambio climático. El paradigma ecológico ha influenciado ampliamente a los paisajistas en el diseño de espacios abiertos, sobre todo a gran escala. Sin, en realidad, prestar atención al cambio climático en sí, los diseñadores han tratado de introducir conocimiento ambiental, así como nuevos modelos estéticos relacionados con el proceso en el proyecto. Estos trabajos construidos deberían ser entendidos como tácticas locales con un resultado social positivo, integrando estrategias globales para hacer frente al cambio climático. Por lo tanto, existe la voluntad dentro de la disciplina de mejorar los instrumentos, estrategias y resultados espaciales, y de usar el cambio climático como un objetivo aliado para hacerlo. Los paisajes para el turismo fueron diseñados bajo los principios de la tabula rasa, muy criticados durante la segunda mitad del siglo XX, mientras que las facilidades para el turismo eran abordadas como una especie de (nueva) máquina, la última expresión del (inacabado) proyecto de modernidad. Sin embargo, ¿la ultramoderna expresión de esta moderna máquina no podría producir energía en lugar de sólo consumirla? ¿O mejor aún, no podríamos reaccionar positivamente a los desafíos de hoy? ¿O es que somos una sociedad todavía con necesidad de una amenaza como la del cambio climático, científicamente probado, para evolucionar hacia un humanismo que esté integrado en la naturaleza?

Diseño de un parque eólico en la zona de Albera conocida por su fuerte viento de Tramuntana; la producción de energía en los límites del parque natural se considera una estrategia híbrida, un programa alternativo económicamente sostenible con el fin de rediseñar el mosaico, y mostrar de un modo pedagógico los aportes culturales del lugar.FUENTE: Master de Arquitectura del Paisaje, UPC, España 2007, profesores: D. Moderini, M. Goula, P. Pérez, I. Spanou. Estudiantes: D.Fuentealba, F.Greco, B.Marten