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    Una mirada compartida

    Con Caritas Gasteiz

    2015-III-5

    Creo que, lo primero, que me brota, situndome ante personas que

    trabajis en Caritas, es mostraros un gran agradecimiento porque, en

    general, sois el rostro misericordioso ms concreto de la Iglesia; esa parte

    institucional que hace ms amable la Iglesia, cara al exterior, junto la

    institucin de Manos Unidas-Misiones (aadiendo, pero en otro

    compartimento, aunque est en la misma barca, todos las religiosas y

    religiosos trabajando en tantos mbitos y, muy especialmente,

    comprometidos con los que ms carencias tienen). Y animaros a que cada

    vez lo hagis mejor, que seis ms rostro misericordioso de la Iglesia como

    reflejo de la misericordia y el amor de Dios. Adems de mi cario, por lo

    que Caritas has supuesto en mi vida.

    Dicho esto, y situndome ms en el motivo de mi presencia en este

    rato entre vosotros, deciros que lo que me ha brotado compartir no es

    nada que no me obligue a m misma a reflexionar, a pasar por mi

    corazn, por mi vida, a orarlo, teniendo en cuenta que, en esto de Dios,

    2 + 2 no siempre son 4. Muestra de ello, ah est la multiplicacin de los

    panes y los peces, mirando a lo material; y, mirando ms al estilo de Dios,

    vemos que la entrega de Jess no slo no es reconocida sino que incluso

    resulta rechazada al extremo mximo, incluso llegando a la muerte de

    quien se desvivi por sembrar Vida. Mayor paradoja! Y en esas nos

    situamos, y desde ah partimos. Vamos intuyendo, queremos afinar la

    mirada, queremos ser y hacerlo ms al estilo de Jess para seguir siendo

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    los brazos de Dios que van construyendo su Reino de Justicia No es

    fcil. Pero, bueno, aun sabiendo que no es fcil, con toda sencillez,

    humildad, dificultad, comparto lo que me ha ido brotando despus de

    darle muchas vueltas al asunto, orarlo, pensarlo y hacerlo mo.

    Y, por otra parte, sito esta reflexin en plena cuaresma, ese tiempo

    que nos pone como objetivo no perder de vista, que la vida est cada vez

    ms impregnada de la Pascua, hacia esa Pascua plena y definitiva a la que

    cada ser humano y toda la creacin est llamada, est convocada, est

    creada, desde esa referencia de la Pascua de Cristo. Por eso, la cuaresma,

    precisamente, es una invitacin a fijarnos ms en la trayectoria de Jess,

    el Cristo, y adentrarnos ms en lo que movi a Jess hacia esa trayectoria

    concreta que realiz. De ah, la importancia de la escucha, de la acogida,

    de la reflexin de la Palabra, en actitud orante; de alguna manera, de

    escuchar ms el corazn que motiva nuestra misin, nuestro ser.

    Retomar ms adelante este aspecto reflexivo.

    Por otra parte, deciros que el mundo/realidad de Caritas no me es

    ajena, en su organizacin, ni en su estructura. Hace 30 aos que me

    adentr, en mi Dicesis, en esta parte del conglomerado eclesial, y trabaj

    5 aos en Caritas Diocesana (como administrativa, secretara, atencin al

    pblico, cuentas), que coincidi, adems, con la consolidacin de

    distintos proyectos y mbitos de actuacin (mujeres, gitanos, talleres,

    tercera edad, paro), puesta en marcha de nuevos mbitos (comedor

    social, Proyecto Hombre, impulso de puesta en marcha de pequeos

    negocios), y cuando sal comenzaba una gran expansin Adems,

    precisamente, mi trabajo en Caritas Diocesana fue, ha sido determinante

    en mi vocacin, opcin de vida posterior, la actual. Por una parte, y la

    subrayo como la ms importante en mi camino de fe, el trabajo en un

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    estamento diocesano me llev a despertar, a conocer, a amar con

    profundidad e intensidad mi Iglesia Local (algo que no lo voy a agradecer

    lo suficiente nunca); y, por otra parte, despert, relanz en mi ese deseo

    de Dios, de un ms de Dios, de esa plenitud que iba intuyendo la ofrece

    y la regala slo Dios, para m y para los dems. Precisamente, el contacto

    con el pobre, con el mundo ms frgil de mi entorno (sin salir de mi

    entorno ms cercano), es la que me lanz a la opcin de la vida

    contemplativa. Paradojas de Dios!, una vez ms. Por lo tanto, voy

    percibiendo que, de una u otra manera, el mundo, la realidad, el ser de la

    fragilidad tiene un lugar, una cabida muy muy especial en mi vida, en mi

    entrega y en mi oracin; y, que, de todo ello queda tocada mi oracin,

    mi reflexin, mi mirada... De ah que, como cristiana, y, adems, con este

    estilo de vida tan concreto de subrayar las entraas de vida, sienta y

    viva cada vez ms que la construccin del Reino est totalmente unida con

    la profundidad del corazn, con lo escondido del corazn, con una

    estrecha relacin con Dios, con la oracin, con la mirada contemplativa,

    con la centralidad en mi vida del Dios de Jess que es el que me empuja

    hacia el exterior

    Llevo ya 24 aos en Aretxabaleta, un pueblo de unos 6000

    habitantes, y durante este tiempo he seguido y sigo muy de cerca la

    marcha de mi Iglesia Local, de mi comunidad cristiana parroquial e

    intentando colaborar, como comunidad, con la caritas parroquial y lo que

    se nos solicita, con nimo de responder a las realidades que nos van

    surgiendo He de decir que eso no entraba en mis planes, pero mi vida ha

    ido discurriendo as, y se me est dando que discurra as. Y lo acojo con

    apertura a Dios, aunque me descoloca mucho y muchas veces; por lo

    menos, quisiera que fuera as. S que la realidad diocesana es diferente, la

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    configuracin geogrfica de vuestra y mi dicesis son diferentes, pero

    salvando esas diferencias-distancias, creo que s puede haber nexos

    comunes de fondo para reflexionar.

    Teniendo en cuenta esto, tengo que decir que la evolucin durante

    estos aos es ms que evidente, tambin en nuestra Caritas Diocesana

    Y, hay dos cosas que, desde que estoy viviendo en un pueblo, adems en

    la otra punta de Gipuzkoa, por lo tanto, sintiendo una lejana de los

    estamentos diocesanos, y un pueblo situado en una zona, hasta ahora,

    econmicamente uno de los ms potentes del Pas Vasco, me ha hecho

    reflexionar ms, y ms de una vez lo he compartido, he intentado que se

    reflexionara en mi dicesis pero no ha podido ser (seguiremos en ello)

    nada concreto; y, algo de ello, muy relacionado con Caritas. Y es lo

    siguiente:

    1. Percibir el gran salto que existe entre la realidad de todo el

    entramado de Caritas Diocesana, y la realidad de nuestras Caritas

    Parroquiales; y, cuanto ms alejados del centro neurlgico

    institucional mayor diferencia. En el centro neurlgico no hay

    problema (ms o menos) para dar cabida a proyectos, con bastante

    (gran nmero) de personal, pero nuestras Caritas parroquiales,

    zonales? Y, quizs, es cuando ms te cuestionas realmente la

    funcin de raz de Caritas, en lo sencillo, en lo pequeo, en lo que

    no se ve tanto Esa gran diferencia entre la profesionalizacin del

    centro (cabeza) y cuanto ms profesional mejor, pero-, y la

    entrega de buena voluntad, sobre todo, y con cierta precariedad en

    nuestras comunidades (cuerpo) Cmo trabajar para que la

    cabeza y el cuerpo sean ms proporcionados, cada uno est ms al

    servicio del otro? Cmo trabajar para que, realmente, nuestras

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    Caritas parroquiales, zonales, se sientan parte de la Caritas

    Diocesana? Cmo acercar el centro a la periferia y que la periferia

    tenga ms cabida en el centro? Y, es que, retomando esa idea, ese

    mensaje del Papa actual, creo que habra que reflexionar ms

    hondamente, ms seriamente, ms detenidamente, cada uno desde

    su mbito, qu es eso de salir, ir a las periferias No puede ser

    tambin una invitacin, una llamada a las instituciones centrales

    eclesiales respecto a sus mbitos o localizaciones de periferia

    existentes?

    2. He comentado que la zona en la que vivo, hasta ahora, por lo

    menos, ha sido una zona econmicamente muy potente, en la que

    la atencin de Caritas estaba dirigida, sobre todo, a gente emigrante

    (no muy excesiva) y a personas del lugar pero con carencias ms all

    que las econmicas. Que, si bien podan tener un reflejo en la

    economa, era ms consecuencia de una desestructura personal,

    vital, que a falta de posibilidades de buscar cauces laborales y

    recursos de vida. Y, ante esta realidad, siempre siempre siempre me

    he preguntado y he cuestionado ms de una vez: Cul es la misin

    de Caritas en mi parroquia, en mi comunidad cristiana, en mi

    arciprestazgo, zona? Tengo que decir que desconozco bastante el

    despliegue de Caritas en nuestra zona o arciprestazgo (comprende

    Bergara, Mondragn, Oate, Aretxabaleta, Eskoriatza, Gatzaga-

    Salinas), porque no hay fluir de comunicacin; pero no porque no se

    quiera o se evite, sino porque, precisamente, desde la sencillez de

    las parroquias se intenta dar respuestas concretas e inmediatas, a

    travs de agentes o personas de parroquia que estn implicados en

    mil asuntos y no llegan a ms, porque, adems, hay que conciliarlo

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    con muchas otras cosas: familia, trabajo, otras implicaciones, la vida

    misma Adems, esas personas cada vez tienen ms edad y no hay

    relevos Este es otro tema, pero lo que s me cuestiona, a nivel

    general, es la esencia de Caritas: Cul es la misin de Caritas, hoy y

    aqu, en sus distintas ubicaciones? Y, es que estoy teniendo la

    impresin, tambin, (aunque confieso que esto est muy muy

    relacionado con el tipo de Pastor existente en cada dicesis; y cada

    vez lo veo ms claro) de que la voz de Caritas, como institucin

    eclesial, en estos momentos tan duros, tan precarios, est siendo

    muy dbil, apenas se escucha Salvamos, s, los pronunciamientos

    concretos y contundentes de Caritas Espaola, y est muy bien y

    todo ser poco, pero es aquella, la que parte de la calle

    Embajadores, de Madrid, (en mis tiempos, en la calle San Bernardo);

    pero echo en falta esa voz de Caritas cercana a mi realidad, que me

    cuestiona, cuestiona a la Iglesia Local, que cuestiona a la sociedad

    de aqu, a las instituciones de aqu, que, siguiendo la estela del ser y

    la misin de la Iglesia, cuyo ley es el mandato del amor como Cristo

    y tiene como fin el dilatar ms y ms el reino de Dios, grita que la

    condicin de este pueblo (y del pueblo de la Humanidad, que es

    Pueblo de Dios) es la dignidad y la libertad de los hijos/as de Dios,

    en cuyos corazones habita el Espritu (Cf. LG 9). Echo en falta esa

    voz expresada Cierto que ah estn las acciones, pero, es que,

    muchas veces incluso las desconocemos los mismos miembros de la

    Iglesia. Y, es que, me parece importante la llamada al compromiso

    por la justicia desde las mismas entraas de la pobreza, hacindose

    voz de los de sin voz. Y, por desgracia, tengo que decir que, en estos

    momentos, en mi Iglesia Diocesana, Local, por lo menos, esa voz

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    que cuestiona, que clama, que llama, como Iglesia, a la construccin

    del Reino, desde la verdad, la libertad y la justicia est muy

    apagada. Muy pocas veces se hace dejar sentir su voz; y, a veces,

    una tiene la impresin de que cuando se escucha son ms en la

    lnea de actos de caridad que de justicia. Y, es que, me parece, que

    la caridad cristiana no es acallar conciencias con gestos puntuales

    sino, en primer lugar, comprometerse con un estilo de vida

    concreto para hacer ms posible un mundo de justicia. Y, aqu, creo,

    es donde coge fuerza el plantearme nuestro estilo de vida: dnde se

    fundamenta, dnde y cmo se alimenta, qu persigue, qu busca

    Y, no es difcil concluir de todo ello, que conlleva preguntarse: Qu

    lugar ocupa y qu cabida tiene en mi vida el Dios de Jess, el estilo

    de Jess?

    Podemos estar haciendo muchas cosas, todas ellas muy buenas y

    muy legtimas, pero qu E(e)spritu nos est llevando a ello? Son

    consecuencia slo de una profesionalizacin del mbito que va captando

    necesidades y dems y la profesionalizacin est muy bien y es muy

    necesaria, pero no slo-, o, son consecuencia de sentirme enviado por la

    comunidad cristiana de mi Iglesia Local, para una misin como una

    vocacin fruto de un Encuentro con Alquien que marca mi fe? Porque, con

    mucha facilidad, en esto de la fe tambin se puede caer en ser

    profesionales de Dios (y lo digo desde mi mismo mbito) y, no tanto, en

    ser experimentados en Dios. Y, sin embargo, cada vez pienso que es ms

    necesario, en este estilo de sociedad que estamos construyendo contar

    con personas de Dios, personas que han palpado, tocado,

    saboreado la Misericordia y el Amor de Dios en primera persona. Ante

    tanta mentira, dobles fondos, medias verdades, acusaciones cruzadas con

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    el nico objetivo de la descalificacin para conseguir poder (y podamos

    seguir la lista), hacen falta personas crebles cercanas, agachadas a la

    humanidad, a la fragilidad, que entienden realmente a los que sufren y no

    que los utilizan con intereses partidistas, que miran, leen, escuchan,

    hablan de otra manera, porque son expresin sencilla, actualizada,

    visible, fresca, natural, cercana del Ser de Dios, que ama a cada persona

    con pasin y con compasin; y, por lo tanto, a cada persona le da su

    condicin sagrada. Y si esto no lo facilitamos, no lo damos, no lo

    entregamos, no lo trabajamos los cristianos, quines lo harn? He ledo

    estos das, entre las diversas cosas que he ojeado para preparar este

    compartir, una frase del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (que

    es vuestra gua la DSI-, como me deca Ramn), que la subrayo para m,

    porque es algo que cada vez me cuestiona ms y siento ms necesidad de

    ella, pero tambin quisiera para vosotros: El amor tiene por delante un

    vasto trabajo al que la Iglesia quiere contribuir tambin con su doctrina

    social que concierne a toda persona y se dirige a todas las personas (CDSI

    5). Un amor que, en nuestro caso, brota de quien es Amor. Y, me

    pregunto: Qu tengo que ver yo con el amor desde el Amor?

    En todo esto, me parece importante, destacar dos de los principios

    generales originarios de la Doctrina Social de la Iglesia:

    1. El principio teolgico (CDSI 20-27), que afirma a Dios como realidad

    primera y suprema. Dios ha creado el universo y la persona

    humana, y l es principio originario con su accin creadora y

    providente. De aqu brota el origen divino de la dimensin social de

    la persona en todas sus manifestaciones correctas. Dios es la causa

    primera, el fundamento ltimo y la finalidad de toda forma social.

    Entrar en esta dinmica creyente supone introducirse en la

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    experiencia de Dios que acta en la historia. La experiencia religiosa

    de Dios es a la vez una experiencia de salvacin y liberacin. Dios

    dirige soberanamente la historia porque la creacin es obra de sus

    manos, su accin histrica es una accin liberadora que culmina en

    la plena revelacin de Dios como Padre de todos. Esta fe en Dios

    como Padre de todos, desencadena una corriente de fraternidad; de

    ah, que el compromiso por la justicia, la paz, el bien comn no es

    mera sociologa sino expresin concreta de la fe en Dios. Crear un

    mundo de hermanos supone un compromiso serio para el/la

    creyente. Ante esto, puedo preguntarme: Dios es la causa primera,

    el fundamento ltimo y la finalidad de nuestra tarea? Tengo

    experiencia de salvacin y liberacin de Dios en mi historia? Y en la

    de la humanidad?

    2. El principio cristolgico (CDSI 28-33). En el que se nos indica que

    Jesucristo, rostro humano de Dios, al entrar en la historia de la

    humanidad ha redimido definitivamente la persona humana. La fe

    en la primaca de Cristo nos lleva a la conviccin de que todo lo

    comunitario, y toda la historia tiene su fundamento y origen en la

    misin salvfica y liberadora de Jesucristo. l es la revelacin plena

    del Padre, y el Reino la expresin de su voluntad. Jess y Reino son

    puntos obligados de referencia en toda mentalidad que quiera ser

    cristiana y la proclamacin de la Buena Noticia a los pobres; la

    liberacin de los oprimidos es referencia obligada en la tarea

    evangelizadora. Y, ante esto, me podra preguntar: Jess y el Reino

    son para nosotros puntos obligados de referencia? Consideramos

    nuestra tarea como realmente evangelizadora? Configura o va

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    configurando mi fe mi tarea, entrega, servicio, misin en Caritas;

    Caritas configura o va configurando mi fe?

    Y, quizs, es bueno que nos planteemos estas reflexiones ms de

    fondo, en este tiempo de Cuaresma, con esa parte ms teolgica

    vivencialmente o vivencialmente ms teolgica que nos conectan ms con

    la esencia de nuestro ser y actuar, que nos permite ponernos en actitud

    ms contemplativa, ms de corazn, ms de amor, y, tambin, en la lnea

    que el mismo Papa nos seala en mensaje para Cuaresma, que dice: La

    Cuaresma es un tiempo de renovacin para la Iglesia, para las

    comunidades y para cada creyente El Pueblo de Dios, por tanto, tiene

    necesidad de renovacin, para no ser indiferente y para no cerrarse en s

    mismo. Y, propone para cuestionarse tres pasajes:

    1. Si un miembro sufre, todos sufren con l (1Cor 12,26) Quien

    es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en l no se es

    indiferente. Qu experiencia tengo yo de ser de Cristo? Y, de

    pertenecer a un solo cuerpo?

    2. Dnde est tu hermano? (Gn 4,9) Nuestras parroquias,

    nuestras comunidades, tienen que ser islas de misericordia en

    medio del mar de la indiferencia. Qu experiencia tengo yo de la

    misericordia de Dios? Nos parecemos, como entidad, grupo,

    institucin eclesial, a una isla de misericordia en medio del mar de

    la indiferencia?

    3. Fortalecer vuestros corazones (St 5,8) El sufrimiento del otro

    constituye un llamado a la conversin, porque la necesidad del

    hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de

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    Dios y de los hermanos Un camino de formacin del corazn (Cf.

    Deus Caritas est, 31, Benedicto XVI). Un corazn pobre que conoce

    sus propias pobrezas y los hace oracin- y lo da todo por el otro.

    Qu experiencia de fragilidad tengo en mi vida? A qu me lleva?

    Y, en toda esta lnea, me parece que resulta fundamental

    reflexionar, adentrarse, convencerse, orar, darle tiempo, al captulo V,

    de la Exhortacin Evangelii gaudium: Evangelizadores con espritu;

    porque acenta esa parte contemplativa, teolgica, de corazn Podemos

    ser trabajadores, profesionales con mil tareas, urgencias, exigencias

    Pero entiendo que, al participar de y en una institucin eclesial diocesana,

    cualquiera que sea nuestra tarea, misin, profesionalizacin, por encima

    de todo, debemos sentirnos y sabernos vocacionados a la construccin del

    Reino de Dios, y enviados por la misma Iglesia (Local) a esa misin. Por eso

    me parece importante esta llamada que nos tiene que sonar desde esta

    Exhortacin, especialmente, a cada agente comprometido y trabajando

    en, con, para y desde la Iglesia. He aqu los puntos principales que abarcan

    esa llamada:

    La primera motivacin, es esa experiencia de ser salvados por l que

    nos mueve a amarlo siempre ms (cf. n. 264). Cristo resucitado y

    glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza/alegra (cf. n. 276).

    La necesidad de una experiencia propia, constantemente renovada (cf.

    n. 266).

    Evangelizadores con Espritu quiere decir evangelizadores que se abren

    sin temor a la accin del Espritu Santo (cf. n. 259).

    A veces perdemos el entusiasmo por la misin al olvidar que el

    Evangelio responde a las necesidades ms profundas de las personas

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    (cf. n. 265). Por lo tanto, ese aspecto de humanizacin de nuestro ser,

    como espacio de divinizacin, como templos del Espritu, del Dios Vivo.

    Desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente,

    hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior (cf.

    n. 268), pues Jesucristo nos empuja no a ser prncipes que miran

    despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo, que tienen que

    dar razn de su esperanza y no que sealan y condenan (cf. n. 271). Ser

    de pueblo supone ser cercano, atento, responsables de cuanto sucede

    en mi entorno; es sentirse parte de la vida de mi entorno porque todo

    me afecta al ser parte de ella. La vida en el pueblo es diferente al de la

    ciudad; pues, bien, cuidar esa vida sencilla, cercana, atenta del pueblo.

    Slo puede ser misionero alguien que se siente bien buscando el bien

    de los dems, deseando la felicidad de los otros (cf. n. 272); es decir,

    iluminando, bendiciendo, vivificando, levantando, sanando, liberando

    (cf. n. 273).

    No es lo mismo cuando uno, por cansancio, baja momentneamente los

    brazos que cuando los baja definitivamente dominado por un

    descontento crnico, por una acedia que le seca el alma (cf. n. 277). Por

    lo tanto, ser importante que aprendamos a distinguir para buscar y

    encontrar remedios adecuados.

    Y hay un aspecto que, creo, debemos grabarlo a fuego en nuestras

    entraas, mucho ms en estos momentos que estamos viviendo: Es

    saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor

    seguramente ser fecundo (cf. Jn 15,5). Tal fecundidad es muchas veces

    invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su

    vida dar frutos, pero sin pretender saber cmo, ni dnde, ni cundo.

    Tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos

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    realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones

    sinceras por los dems, no se pierde ningn acto de amor a Dios, no se

    pierde ningn cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa

    paciencia es algo mucho ms profundo, que escapa a toda medida

    nosotros nos entregamos pero sin pretender ver los resultados

    llamativos. Slo sabemos que nuestra entrega es necesaria (n. 279);

    Es verdad que esta confianza en lo invisible puede producirnos cierto

    vrtigo: es como sumergirse en un mar donde no sabemos qu vamos a

    encontrar Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el

    Espritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que l nos

    ilumine, nos gue, nos oriente, nos impulse hacia donde l quiera (n.

    280). Porque tenemos una confianza ciega que lo que l quiere es

    nuestra Vida; nos produce vrtigo pero no angustia que encorseta y

    constrie. Es esa misma experiencia de Moiss (ahora que estamos en

    cuaresma): su inicio zarza ardiendo pero que no se consume-,

    experiencia honda, personal de Dios que hace nuevas las cosas, que

    recrea; su final: subido al monte Nebo despus de todo el recorrido por

    el desierto y habiendo huido de la esclavitud egipcia, ve toda la tierra de

    Canan, pero no va a entrar en ella, slo se le da ver. La misma

    experiencia de Jess (en esa aportacin especfica de la Pascua): inicio,

    despus de la experiencia del bautismo; final: en la cruz, sin haber

    completado su misin, pero transformado y completado desde la

    Pascua.

    Creer en lo revolucionario de la ternura y el cario. La humildad y la

    ternura no son virtudes de los dbiles sino de los fuertes, que no

    necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Y el primer icono

    de ello es Mara (cf. n. 287). Esa dinmica de justicia y ternura, de

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    contemplar y caminar hacia los dems nos la aporta la primera

    evangelizadora: Mara (cf. n. 288).

    Urgencia de recobrar un espritu contemplativo, que nos permita

    redescubrir cada da que somos depositarios de un bien que humaniza,

    que ayuda a llevar una vida nueva (cf. n. 264).

    Y, para todo esto, para que todo esto se vaya consolidando, calando,

    adquiriendo consistencia: bien apoyados en la oracin, sin la cual toda

    accin corre el riesgo de quedarse vaca y el anuncio finalmente carece

    de alma. Hay que anunciar la Buena Noticia no slo con palabras sino,

    sobre todo, con una vida que se ha transfigurado en la presencia de

    Dios (cf. n. 260), modelado por su Palabra, que ah es donde

    conocemos y vamos descubriendo a Dios, aunque siempre sea de

    espalda, y no como algo definitivo y perpetuo. Una oracin entendida

    y vivida como cuidar una relacin entre Dios y yo, yo y Dios, que

    siempre siempre siempre me ha de empujar hacia los dems, y desde

    los dems a Dios. Por lo tanto, no es una oracin esttica, sino

    dinmica, desde el sosiego que produce estar, ser en la confianza del

    Dios de Jess.

    Por supuesto, que a cada punto cabra su correspondiente pregunta

    para una reflexin personal, grupal y comunitaria, pero ya he ido haciendo

    unas cuantas a lo largo de estas pginas y no quiero dilatar excesivamente

    preguntas. Quizs, s recogerlo todas ellas en dos grandes

    preguntas/temas de reflexin personal y grupal:

    1. Mi relacin con Dios o Dios en m (el Dios de Jess) Qu cabida

    tiene?

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    2. Esa voz proftica, de justicia que debe de brotar como

    miembro/miembros de Caritas... Cmo andamos en esa vertiente?

    Oracin final

    Te necesito, Seor!,

    porque sin Ti mi vida se seca.

    Quiero encontrarte en la oracin,

    en tu presencia inconfundible,

    durante esos momentos en los que el silencio

    se sita de frente a m, ante Ti.

    Quiero buscarte!

    Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que T has creado;

    en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,

    y en la profundidad de un bosque

    que protege con sus hojas los latidos escondidos

    de todos sus inquilinos.

    Necesito sentirte alrededor!

    Quiero encontrarte en tus sacramentos,

    en el reencuentro con tu perdn,

    en la escucha de tu palabra,

    en el misterio de tu cotidiana entrega radical.

    Necesito sentirte dentro!

    Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres,

    en la convivencia con mis hermanos;

    en la necesidad del pobre

    y en el amor de mis amigos;

    en la sonrisa de un nio

    y en el ruido de la muchedumbre.

    Tengo que verte!

    Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,

    en las capacidades que me has dado,

    en los deseos y sentimientos que fluyen en m,

    en mi trabajo y mi descanso

    y, un da, en la debilidad de mi vida,

    cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo.

    Theilhard de Chardin