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Un canto a Bolívar

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Antología poética. Fundación Editorial el perro y la rana

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Un canto a Bolívar(Antología poética)

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Un canto a Bolívar(Antología poética)

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© Fundación Editorial El perro y la rana, 2012

Centro Simón BolívarTorre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela, 1010.Teléfonos: (0212) 7688300 / 7688399

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Diseño y diagramación: Carina Falcone

Edición: Coral PérezCorrección: Yessica La Cruz y Gema Medina

Hecho el Depósito de LeyDepósito legal lfi402201670029ISBN 978-980-14-3321-7

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Nota explicativa

Dentro del marco de voces latinoamericanas que han dedicado su poesía a Bolívar, la presente antología incorpora autores funda-mentales que sumaron las suyas ante la trascendencia de la obra y pensamiento del Libertador. Como parte de este aporte, se contó con las selecciones hechas por los escritores Gustavo Pereira, Luis Alberto Crespo e Iván Villamizar; con el fin, también, de sentar un punto de partida hacia la realización de futuras compilacio-nes de esta naturaleza, quedando abierta la invitación para que se agrupen, en sus expresiones, experiencias y visiones, escritores y poetas de las generaciones actuales.

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La visión continental de Bolívar

J. A. Calzadilla Arreaza

La formidable acción libertadora de Bolívar como líder militar, iniciada en 1813 en Venezuela y culminada en 1824 con la prodi-giosa campaña que abatió al último gran ejército colonial español en el Perú, no puede entenderse como un mero acto voluntarioso, muestra de un propósito y carácter inquebrantables, que sin duda fueron necesarios en la empresa de liquidar el dominio imperial desde el Orinoco hasta el Potosí.

Una visión de grandes miras inspiraba cada acto y decisión en el accionar bélico. Bolívar no peleaba una escaramuza o una batalla sin la conciencia persistente de un destino continental. Cada acción era un eslabón en una gesta grandiosa que veía nacer, por las armas y el coraje de los pueblos, un continente libre, de hombres y mujeres viviendo en libertad, justicia e igualdad.

En la arenga a las tropas que vencieron al poderoso ejército español en la batalla de Junín, preámbulo de la victoria final en Ayacucho, Bolívar tiene presente y comparte esta conciencia: “Sol-dados, vais a contemplar la obra más grande que el cielo ha podido encargar a los hombres: la de salvar un mundo entero de la escla-vitud”.

Ese mundo al que se refiere el Libertador es la América antes española o el Nuevo Mundo, pero también señala la emergencia de un continente unido en el mundo y ante el mundo.

“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su riqueza y extensión que

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por su libertad y gloria”, escribía Bolívar en su exilio de Jamaica en 1815.

El Libertador no está animado por el propósito político de independizar una provincia o un virreinato, de forjar simplemente una nación. La conciencia continentalista y geopolítica de aquel hombre tenía como aspiración estratégica la construcción de una nación de naciones, una América hecha bloque cultural y potencia militar, con peso propio y necesario en la configuración del mundo. Un polo geopolítico con fuerza y presencia que hiciera peso en la balanza de la política mundial, contribuyendo a eso que llamó en otra parte “el equilibrio del universo”.

“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación en un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, una costumbre y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados”, llega a decir el Libertador en la misma Carta de Jamaica.

En su lucidez, Bolívar no desapercibe las inmensas dificul-tades: “mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen la América”. No obstante, horizonte utópico o tarea de muchas generaciones, no deja de expresar que: “Esta especie de corpora-ción podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regene-ración”.

La filosofía bolivariana de la unificación política consiste en la integración de las fuerzas dispersas para consolidar un bloque de fuerzas mayor que incremente su potencia interna y externamente. “Liberar un mundo entero de la esclavitud”, consolidando una

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potencia continental con carácter, riqueza y pueblos viviendo en libertad, justicia e igualdad, para contribuir así con mérito y fuerza propios a la política mundial o “equilibrio del universo”.

“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración”, escribe Bolívar al caballero de Kingston, concluyendo: “Yo diré a usted lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esa unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos”.

Esta visión de universalidad continental no fue sólo obra cimentada por la vida y pensamiento de Bolívar, sino que también encarnó en legado espiritual amerindiano, en espíritu unitario plu-rinacional, nuestramericano. La sola alusión al Bolívar histórico abre como un espectro del alma continental el abanico de la unidad de pueblos plurales que se identifican en su singular imagen.

El nombre de Bolívar se inscribe por sí solo en la pura vena de la creación histórica, de la generación y génesis de mundos. José Martí lo plasma en su prosa siempre poética: “Libertó a Venezuela. Libertó a la Nueva Granada. Libertó al Ecuador. Libertó al Perú. Fundó una nación nueva, la nación de Bolivia. Ganó batallas subli-mes con soldados descalzos y semidesnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó mejor en el mundo por la libertad”.

Bolívar mismo, en su momento de vértigo ante el umbral de los abismos, sobre el cristal gélido del Chimborazo, tiene su visión poética de esa obra histórica: “Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte ha recorrido en mis manos sobre

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regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad”.

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Textos sobreSimón Bolívar

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A Simón Bolívar, Libertador de Colombia y del Perú y creador de Bolivia

Sueño infantil, en cuna infamatoria hecha de oro que su seno cría, perezosa la América dormía, mísera esclava, sin blasón ni historia.

Diole Colón en su inmortal victoria, su nueva luz, odiosa tiranía, estrago y luto: con victoria pía, el gran Bolívar libertad y gloria.

Así, los pueblos que fundó su espada, sacra aureola de perpetua lumbre a la conspicua frente le ciñeron.

Y al ver la antigua afrenta ya vengada, de los soberbios Andes en la cumbre las sombras de los incas sonrieron.

Rafael María Baralt

(Maracaibo, Venezuela, 1810-Madrid, España, 1860)

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A Bolívar

¡Padre y creador de vírgenes naciones,astro de libertad, genio de gloria,árbitro del destino y la victoria,terror de España y sus rugientes Leones!

Desciende a contemplar tus creaciones,acatada y triunfante tu memoria,tus grandes hechos que la absorta historia, acaso un día llamará ficciones.

Pueblos son tus pirámides triunfales.Un bello mundo de tu genio el fruto,tu herencia gloria, libertad, anales;

Y la gloria es tu féretro: de luto mi patria ante las pompas funerales duelo inmenso te rinde por tributo.

Juan Vicente González

(Caracas, Venezuela, 1811-1866)

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Bolívar

Aquí reposa el ínclito guerreroBolivia triste y huérfana en el mundo, llora a su padre con dolor profundo, Libertador de un hemisferio entero.

Al resplandor de su invencible acero, cayó el león de Iberia moribundo; nació la libertad, árbol fecundo, al eco de su voz temible y fiero.

De los soberbios Andes el coloso yace en la tumba, mas su ilustre nombre, grande cual ellos, inmortal, glorioso.

Honra a la historia y enaltece al hombre ¡Bolívar! Genio de eternal memoria, nombre que dice: ¡Libertad y gloria!

María Josefa Mujia

(Bolivia, 1812-1888)

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Ante el sepulcro de Bolívar

De América el gigante veis dormido.Dios y la Libertad guardan su lecho.De Iberia vencedor, venció al olvido dejando el solio de la gloria estrecho.Mientras quede en la tierra algún latido o haya una fibra en el humano pecho,se han de inclinar los hombres ante el Hombre que diome vida y me legó su nombre.

Ricardo José Bustamante

(La Paz, Bolivia, 1821-Arequipa, Perú, 1884)

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Bolívar en el retrato del señor Urdaneta

Es de mediana estatura,el cuerpo enjuto de carnes,los ojos negros y hundidos,la mirada centellante.Alta la frente y surcada por hondas arrugas grandes; los pómulos levantados,la cutis morena y suave.No usa barba; –los cabellossobre las sienes se abaten; eran negros y rizados,hoy son escasos y caen. Arqueadas y espesas cejasvelan la luz penetranteque despiden sus pupilasy que fascina y atrae.La boca grande –imperfecta;de voz desigual –ya grave, ya aguda– instrumento débil, a sus tumultuosas frases. Cruzados los brazos tienecon ademán arrogante;hundido el pecho; las manosy los pies esculturales.Usa sencillo uniforme,

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sin bordados ni alamares;y sólo el busto de Washingtonal cuello pendiente trae.Charreteras españolasdesde los hombros le caen;y lleva ceñido al cinto,no una espada, sino un sable.Altas botas casi ocultansus rojos calzones de ante;y finas espuelas de orode los tacones le salen.Así has pintado a aquel hombre,de nuestra raza el más grande:y tu nombre haces eternounido a su excelsa imagen.

Teodoro Valenzuela

(Colombia, 1828-1898)

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A la estatua del Libertador en la Plaza Mayor de Bogotá(Fragmento)

¡Bolívar! no fascina a tu escultor la Musa que te adoraSobre el collado que a Junín dominadonde estragos fulmina tu diestra, de los incas vengadora.

No le turba la fama,alada pregonera, que tu gloria del mundo por los ámbitos derrama,y doquier te proclamagenio de la venganza y la victoria.

Él no supo el caminopor do el carro lanzaste de la guerra,que del Orinoco al Potosí argentino impetuoso vinotemblar haciendo en derredor la tierra.Ni sordos tambores oyó, ni en las abiertas capitales entrar vio tus banderas tricolores bajo lluvia de floresy al estruendo de músicas marciales.

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Ni a sus ojos te ofrecescuando nuevo Reinaldo, a ti te olvidas,y el hechizante filtro hasta las heces bebiendo te adormecesdel Rímac en las márgenes floridas.

Miguel Antonio Caro

(Bogotá, 1843-1909)

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Bolívar

En Roma, en el Capitolio,alza Bolívar la frente,y dice: “América, jurotu libertad o la muerte”.

Y vence mares y tierrasy destroza densas huestes,y la América redimede españoles y de reyes.

Manuel González Prada

(Perú, 1844-1918)

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Gran héroe

Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, pues todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él, porque la América fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso y al último soldado, que es un héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria.

Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía ser honrado, ni pensar ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa o no se atreve a decir lo que piensa no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació, los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. El niño, desde que puede pensar, debe pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir en honra-dez, debe trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser un hombre honrado. El niño que no piensa en lo que sucede a su alrededor y se contenta con vivir, sin saber si vive hon-radamente, es como un hombre que vive del trabajo de un bribón y está en camino de ser bribón. Hay hombres que son peores que

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las bestias, porque las bestias necesitan ser libres para vivir dicho-sas; el elefante no quiere tener hijos cuando vive preso, la llama del Perú se echa en la tierra y se muere, cuando el indio le habla con rudeza o le pone más carga de la que puede soportar. El hombre debe ser, por lo menos, tan decoroso como la llama y el elefante. En América se vivía antes de la libertad como la llama que tiene mucha carga encima. Era necesario quitarse la carga, o morir.

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, así como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la digni-dad humana. Esos hombres son sagrados. Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México. Se les deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.

Bolívar era pequeño de cuerpo. Los ojos le relampagueaban y las palabras se le salían de los labios. Parecía como si estuviera esperando siempre la hora de montar a caballo. Era su país, su país oprimido que le pesaba en el corazón y no le dejaba vivir en paz. La América entera estaba como despertando. Un hombre solo no

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vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres y no pueden consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que Venezuela se cansaba. Lo habían derrotado los españoles, lo habían echado del país. Él se fue a una isla, a ver su tierra de cerca, a pensar en su tierra.

Un negro generoso lo ayudó cuando ya no lo quería ayudar nadie. Volvió un día a pelear con trescientos héroes, con los tres-cientos libertadores. Libertó a Venezuela. Libertó a la Nueva Granada. Libertó al Ecuador. Libertó al Perú. Fundó una nación nueva, la nación de Bolivia. Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrena-tural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres de gobernarse por sí mismos, como el derecho de América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos. Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español, en Santa Marta. Murió pobre, y dejó una familia de pueblos.

José Martí

(La Habana, Cuba, 1853-1895)

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Bolívar

Cuentan que tuvo en su faz lo que salva y lo que aterra:rayo de muerte en la guerra y arcoíris en la paz.Cuando creyeron quizás que se cansaba su brazo hizo en la América un trazo,y volando, casi loco, con aguas del Orinoco fue a regar el Chimborazo.

Y si prueban su pujanza los infortunios mayores,Páez le presta los fulgores de su poderosa lanza.Todo se enciende y avanza al conjuro de su acento; estremece el pavimento con su bridón el Mellao, y aquel sol de Niquitao no cabe en el firmamento.

José Ignacio Potentini

(Venezuela, 1859-1906)

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Bolívar

Sol que desciende fúlgido al ocaso y entre nubes de fuego se despeña,el gran Bolívar con la gloria sueña de pie, sobre la sien del Chimborazo.

¿Hacia qué rumbo no orientó su paso? ¿Sobre qué cumbre no flameó su enseña? ¿Qué sed estéril o ambición pequeña brindarle pudo su fulgor escaso?

Es el genio... medita en la futura edad, clavando la pupila obscura de América en las hondas soledades.

Y mientras vuela audaz su pensamiento,y se escucha un monólogo en el viento, doma –nuevo Moisés– las tempestades.

Leopoldo Díaz

(Argentina, 1862-1947)

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Himno al Libertador Simón Bolívar

¡Gloria al Genio! A la faz de la tierrade su idea corramos en pos,que en su brazo hay ardores de guerray en su frente vislumbres de Dios.

¡Epopeya! No pinta la estrofadel gran héroe la espléndida talla,que en su airoso corcel de batallaes su escudo, firmeza y verdad.

Y subiendo la cima del Ande,asomado al fulgor infinito,coronado de luz, lanzó un gritoque resuena doquier: ¡Libertad!

Rubén Darío

(Metapa1, Matagalpa, Nicaragua, 1867-1916)

1 Hoy Ciudad Darío.

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Oda al Libertador Bolívar

Vibre el plectro sonoroQue haga temblar la cítara en la mano,Y en armonioso coro,Un himno soberano.

Resuene en la extensión del mundo indiano.Del libre el pecho ardiente,un grito exhala de entusiasmo y gloria;que ahora surge esplendente,a la faz de la Historia,Bolívar, ¡el titán de la victoria!

¡Salve al cóndor andinoque al Chimborazo arrebató su llama!¡Salve al genio divinoque calmó el torbellinoen medio del hervor del Tequendama!

De luz la sien ceñida,por el sol de la gloria abrillantada,atravesó la vida:¡gigante que anonadacon el rayo potente de su espada!

La enhiesta cordillera,con sus grandes peñones de granito

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fue para su banderapedestal, ¡y su gritode libertad, resuena en lo infinito!

Para héroe tan gigante,no puede resonar cítara algunaque ensalce lo bastantesu valor y fortuna:pequeñas son la estatua y la columna.

Las naciones lo han visto:sol fecundo en la paz, rayo en las lides;redentor como Cristo,fue de raza de Cidesy en su alma inmensa revivió Arístides.

Transfigurado pasallevando su estandarte que flamea;en ardores se abrasa,y pueblos libres creavolando en su caballo de pelea.

Ofrecedle coronasde mirto y de laurel, que ya ha venido:que ruede el Amazonas,y al compás de su ruidocantad al vencedor que ha redimido.

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Brilla lejos en el norte,el genio audaz de Bunker Hill tremendo;mas, moderno Mavorte,de Junín al estruendo.

Bolívar a la altura va ascendiendocomo se hincha la nubey se enciende, tal brota el entusiasmoal ver a aquel que sube,siendo el asombro y pasmodel pueblo que sacude su marasmo.

Él, águila altanera,se remonta y al sol ve cara a cara;él domina la esfera:su alma, de luz avara,al infinito va y allí se para.

Libertad es aurora:él hace que el sol brille refulgente,y el cielo se colora,y aparece esplendentecon un fulgor de Dios sobre su frente.

Hiere la roca duray brota el manantial; ser en el caos;corre la linfa pura:

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¡sedientos, levantaosy corred a la fuente: id y saciaos!

Pasa el soldado fuertecomo anuncio de fe, sobre la tierra,y paz y dicha vierte,y la sombra destierradesde el carro de llamas de la guerra.

¡Bolívar! Alto nombreque de justo entusiasmo el pecho inflama:fue semidiós, no hombre:ante el tiempo lo aclamala sonora trompeta de la Fama.

La América garridahoy levanta un clamor que se dilatade la vega floridadel Orinoco, al Plataque turbulento su raudal desata.

Y ese clamor ya suenadel Nuevo Mundo en el jardín hermoso;lo lanza el Magdalena,y hoy se eleva gloriosoen la margen del Lempa caudaloso.

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El pueblo heroico y grandeque se levanta altivo y soberanoa la vista del Ande;el que a un rudo tiranosupo vencer en Coatepeque, ufano;el pueblo que encendidael alma lleva siempre, y agitarlacon fuego de vida;por quien, nunca empañada,Morazán levantó su limpia espada;el pueblo que pregonaderecho y libertad, independiente,y que su sien coronacon luz viva y fulgentecomo las chispas de su Izalco ardiente;la patria de Delgado,de Angulo y otros cien bravos campeones;el suelo que, agitado,sus internas regionesmantiene en gigantescas convulsiones;la nación cariñosay hospitalaria, El Salvador, se llenade galas, presurosa,y une su voz serenaal concierto sublime que resuena.

De América al hosannaresponde ahora el pueblo cuscatleco

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con altivez ufana,como responde, seco,el trueno al rayo, y al retumbo el eco.

Une su voz al coroque las Naciones forman, al profundovibrar de arpas de oro,con que al genio fecundocelebra con ardor el Nuevo Mundo.

Bien haya el bendecidopueblo, que sigue de la luz la senda;y en anhelo cumplido,a la paz da su ofrendaolvidando el fragor de la contienda.

Y hoy alza su himno al cieloen donde luce el genio poderoso,y al remontar el vueloa admirar al coloso,saluda al porvenir esplendoroso.Muéstrase soberano,y yergue ahora la cabeza altiva;y conduce en la manoantorcha de luz viva.llevando de la paz la verde oliva.

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Tiene por fuerte arrimola industria que es la vida de la tierra:grano recoge opimosin oír el que aterra,rudo clamor de confusión de guerra.

¡Honor al Jefe proboque hoy hace tributar digno homenajeal que allá, en Carabobocon sublime corajeel yugo quebrantó del coloniaje.

Ya se exalta el deseoal oír el sonar de épica trompacon vivo clamoreo,sin que nada interpongagrito, entusiasmo, festival y pompa.

Bolívar se levantacon la aureola inmortal que orna su frente,y coloca su plantasobre el Ande; y ardientesonríe con amor al Continente.

Levanta el brazo fuerteque venció en Boyacá; lanza un acentoque en ardor se convierte;

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y es su mirar violentorelámpago que surca el firmamento.

Baja desde la alturacomo fulgor la bendición sagradaque Dios da con ternura;y se mira adornadaa América como una desposada.

(...)

Al infinito avanzacon severo ademán y paso quieto;empuña fuerte lanza,y al tirano dan retosu escudo brillador y su áureo peto.

¡Loor al héroe invenciblede la espada de fuego! ¡Al gran guerreroprepotente y terrible,que se admira el primero,al brillo inextinguible de su acero!

¡Gloria al que sus legionesconduce victorioso en la batalla,llevando sus pendones,y al contrario avasalla

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al tremendo rugir de la metralla!¡Gloria al que ofrece vida,a la codicia y al temor ajeno;gloria eterna y crecidaal paladín serenoque se anunció con el clarín del trueno!

¡Aún se escucha su gritoque del tirano el pedestal derrumba;aún vese al héroe invito;aún la metralla zumba;aún el estruendo de Junín retumba!Ese nombre que brilla,es el tirano valladar y coto,como del mar la orillaal tremendo alborotode la onda hinchada que revuelve el noto.

¡Ay!, que por suerte aciaga,hay también en los pueblos y nacionesagitación que amaga,crudas revoluciones,vértigo, tempestades y aquilones.

Pero ¡maldito seaquien, al pueblo mostrando falsa égida,lo empuja a la pelea

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y le arranca la vidaen medio de la lucha fratricida!Sí: ¡mil veces malditoquien, turbando la paz de un pueblo honrado,lanza de guerra el gritoy le quita el aradopara darle un puñal ensangrentado!

Pues las grandes nacionesque llevan de la luz el derrotero,llenas de aspiraciones,y que un brazo certerolas sabe conducir por buen sendero,al progreso caminansin fijarse en mentidos oropeles;se agrandan e iluminany en expansiones fielesal genio dan aplausos y laureles.

Ayer, aquí sagradoa Morazán alzose un monumento;hoy, torneo elevadodel arte y del talento,de Bolívar ofrécese al portento.

¡Bolívar! Las edadesescriben ese nombre, alto y bendito;

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llevan las tempestadesese poema escrito,

¡y se escucha un rumor en lo infinito!

Rubén Darío

(Metapa, Matagalpa, Nicaragua, 1867-1916)

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Al soñador de la Gran Colombia

Los tres más grandes majaderos hemos sido Jesucristo, don Quijote... y yo.Bolívar

Fuiste como el Quijote: un visionario.En tu corcel y de tu espada al bote, quisiste con arrojo temerario agravios desfacer, como el Quijote.

Fuiste como Jesús: con libertario verbo humillaste a escriba y sacerdote; y el mercader que profanó el santuario sintió en su espalda tu agresivo azote.

¿Triunfaste? Fue ilusión. Duro destino tu acero quebrantó contra un molino; puso en tu faz el beso de Iscariote.

Y a la vez redentor que visionario, moriste cual Jesús, en el Calvario, con la amarga tristeza del Quijote.

Udón Pérez

(Maracaibo, Venezuela, 1871-1926)

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Bolívar (Fragmento)

Grande en el pensamiento, grande en la acción, grande en la gloria, grande en el infortunio; grande para magnificar la parte impura que cabe en el alma de los grandes, y grande para sobre-llevar, en el abandono y en la muerte, la trágica expiación de la grandeza. Muchas vidas humanas hay que componen más perfecta armonía, orden moral o estético más puro; pocas ofrecen tan cons-tante carácter de grandeza y de fuerza; pocas subyugan con tan violento imperio las simpatías de la imaginación heroica.

(…)

Nada que revele de él cosas no sabidas ni que depure o inter-prete de nuevo las que se saben. Él es ya del bronce frío y perenne, que ni crece, ni mengua, ni se muda. Falta sólo que se realce el pedestal. Falta que subamos nosotros, y que con nuestros hombros encumbrados a la altura condigna, para pedestal de estatua seme-jante, hagamos que sobre nuestros hombros descuelle junto a aquellas figuras universales y primeras, que parecen más altas sólo porque están más altos que los nuestros los hombros de los pueblos que las levantan al espacio abierto y luminoso. Pero la plenitud de nuestros destinos se acerca, y con ella, la hora en que toda la verdad de Bolívar rebose sobre el mundo.

Cuando diez siglos hayan pasado; cuando la pátina de una legendaria antigüedad se extienda desde el Anáhuac hasta el Plata,

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allí donde hoy campea la naturaleza o cría sus raíces la civiliza-ción; cuando cien generaciones humanas hayan mezclado, en la masa de la tierra, el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques mil veces deshojados y de las ciudades veinte veces reconstruidas, y hagan reverberar en la memoria de hombres que nos espantarían por extraños, si los alcanzáramos a prefigurar, miríadas de nombres gloriosos en virtud de empresas, hazañas y victorias de que no podemos formar imagen: todavía entonces, si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar.

José Enrique Rodó

(Montevideo, Uruguay, 1871-Palermo, Italia, 1917)

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Voz de los pueblos libres de América

Bolívar: aquí estamos. Somos los pueblos libresde América, Bolívar. Apreciamos tu nombrey te pedimos llenos de altruismo y ardentía,que por tiempos y tiempos, en tus doctrinas, vibrespara que entre nosotros, los derechos del hombreespiguen en los predios que abrió su autonomía.

Bolívar: aquí estamos alzando tus banderas,somos nietos de aquellos que se fueron contigo,con el sol de los libres por tórrido testigosobre las pampas y las cordilleras.

Bolívar: aquí estamos, donde la democraciadefiende tus doctrinas y a Cristo alza los ojosy así, no está soñando con sangrientos despojosNi en levantar sus glorias sobre ajena desgracia.

Juan de Jesús Reyes

(República Dominicana, 1872-1962)

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Canto a Bolívar

Unido por los mismos ideales de gloria que refleja en sus cristales más nítidos, la diosa libertad! Confederado para la defensa en una sola patria, patria inmensa, y así, también, de inmensa potestad!

Por trillas de zigzag y por rodeos, a un palmo de vertientes y de abismo, irán otros bizarros prometeos con la fe de su causa y de sí mismos, turbarán sus continuos fantaseoslos más anonadantes visualismos.Tal vez no cristalicen sus deseos de triunfos y de locos heroísmos!Tal vez poniendo la mirada en alto,verán gigantes moles de basaltoamenazar sus cráneos de valientes! Tal vez, tras la pisada no medida,habrán de ir los héroes con su vidaal abismo en que mujen los torrentes! Tal vez con hambre, los desfiladerossus fauces abrirán desmesuradaspor devorar los bravos caballerosdel porvenir, que ceñirán espadaspara que tengan libertad y fueros

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de naciones, las tierras postergadasque no miran radiante de luceros la esfera de sus noches enlutadas! Tal vez pesados bloques de pedruscos las mandarán fieros picachos bruscos y pedazos de selva atronadores! Tal vez los volarán los huracanes! Tal vez lluvia de lava, los volcanes darán para los bravos redentores! Mas, no! lejos fantasmas! duros ceños del hado, suspended tanta fiereza! Serán los paladines muy pequeños ante la colosal naturaleza!...Mas, por el alma en floración de sueños, es mayor que los Andes su grandeza! No esgrimirán sus armas poderosas las viejas cordilleras portentosas sobre aquellos indómitos varones! Ellas están los héroes aguardando! Ellas, a voces, los están llamando! Ellas, del triunfo, les darán lecciones!

Verdes gramíneas de la pampa, un día seréis un rojo mar de llamaradas! Recios picachos, brava serranía, soberbios Andes, sentiréis pisadas de titánidas, todos energía! A Bolívar veréis con sus brigadas!

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Brazos de mar en donde el cielo fía el rastro de sus luces bienamadas, veréis aquel arranque soberano del pelotón que nada, la una mano por remo bajo el agua bullidora, y, por el aire, la potente diestra, y en ella dando irradiación siniestra, el arma liberal y vengadora!...Ah, los ríos! Amenos, cristalinos, brillan, rumoran, siguen sus caminos. No se cansan los viejos peregrinos de escuchar a los pájaros cantores, de robar a las albas sus colores, ni de robar los rojos vespertinos! Ah, los ríos agrandan su volumen, salen de madre, inundan en resumendejan todo el trayecto destrozado! Pero dan limo, dan fecundo lodo para otra siembra! Asimismo es todo pueblo que un ideal ha desbordado! Oh, valles! Oh, montañas! Aguardad arrojos de Bolívar batallones de la tierra de heráldicos leones,¡siempre alerta! ¡Las armas preparad! No confiéis en los días de tempestad, de lluvias y de negros nubarrones!

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Desconfiad de los sórdidos crespones de la noche, ¡la negra majestad!Desconfiad de la valla de los ríos!Bolívar, siempre llevará sus bríos y su espada maestra siempre en alto! Irá Bolívar bajo la tormenta, o esbozado en la noche soñolienta,a sembrar los terrones del asalto!

Desarraigando montes y heredades darán los terremotos su fragor! Infundirán lecciones de pavor monumentos que alzaron las edades azotando con palma de crueldades a los humildes hijos del dolor. Rugirán las andinas tempestades con prepotente impulso destructor! Rodarán los enormes ventisqueros de la cumbre que besan los luceros con persistente y muda claridad! Derramarán su copa los volcanes, y avanzarán así, los Capitanes en nombre de la magna libertad. A veces la vetusta Cordillera con sus lamentos roncos y profundoshará temblar la diamantina esfera donde gravitan luminosos mundos.

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Será que el Héroe contará segundos largos cual siglos de dolientes espera!O sentirá deseos sitibundos de ver con él la humanidad entera! Será que herido por dragones rojos, el genio irá por selvas y matojos refugiando su vida y sus pendones!mas, volverá la frente en su trayecto,y mostrará un magnífico proyecto: el de crear y refundir naciones!Estremeceos, enérgicos centauros, del recio Páez bizarros compañeros!soñad con dianas épicas y lauros y banderas, indómitos llaneros! Soñad con los ataques, oh lanceros, para rendir a duros Minotauros! Soñad en vuestras manos los aceros por titanes blandidos, no por lauros! Soñad, soñad vuestra jornada homérica suelo fecundo y pródigo de América, dale tus primaveras milagrosasal genio de Bolívar! Claro cielo, para Bolívar, pon sobre tu velo Azul, tus alboradas, como rosas!

Volad, volad con alegría suprema! id, águilas y cóndores, al cielo lleno de azul, en majestuoso vuelo,

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y seréis las estrofas de un poema para Bolívar! A la vista gema del sol, interrogad con noble anhelo para que rasgue el misterioso veloencubridor de la futura yema! Más allá de las nubes de alabastro, id, águilas y cóndores al astro, al sol, interrogadle: qué varones, por sus grandes proezas y su fama, remontarán al núcleo de tu llama, como Bolívar, Padre de Naciones? Sacudid vuestras orinas galopando, ¡oh, potros de las pampas! Regios Andes,¡estremeceos! os vendrá escalando el más sublime de los genios grandes!Oh, Chimborazo, que la vista expandes paisajes y horizontes contemplando! Mientras que gozos de lo azul demandes, sigue a tu genio tutelar llamando! Campos de Carabobo y de Junín, soñad, soñad con dianas de clarín al loco frenesí de la victoria; Oh, Nuevo Mundo, guarda bendiciones y el saludo filial de tus pendonespara el más alto genio de tu gloria!

Oh, Magdalena, que de asombro pasmas cuando se mira en ti la Primavera,

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cuando palmas, y bosques, y pradera, y luz del sol, y azul de cielo plasmas! Cómo rumora, cómo te entusiasmas cuando copias la flor de una bandera!La misma que la grande Cordillera viera erguida por brazos de fantasmas!Sí, de fantasmas! de varones de esos que llevan lava entre los duros huesos y el radio inextinguible del afán! De los que voz de “Excelsior” en las bocas, ya fundan rayos, a sus pies, las rocas, ya desgaje la selva el huracán!...Veréis, oh, regias cumbres, oh castillo, oh, selva, oh, mar, oh, verdecido alcor, en los dos contendientes gran valor, y, en sus grandes poemas, grande brillo! En un momento asaz conmovedor, en noble acto por demás sencillo, se abrazarán Bolívar y Morillo.Oh, abrazo de la Gloria y del Honor! sentirán cerca, en ti, sus corazones Bolívar y Morillo! Cada entraña, al tiempo y al espacio indefinidos, hablará con proféticos latidos de un abrazo de América y de España!...

Bolívar, soñador! Oh, visionario! oh, gran Libertador y liberal!

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Sobre la comba azul de tu sagrario,tu genio es una aurora tropical! Y atalaya, glorioso, el escenario de toda una extensión continental! Y en un interrogante cuestionario dialoga con el sol del ideal! Surge tu genio, y callan los asombroscreyendo ver que cuelga de tus hombros un iris sus diamantes, bajo el sol. O se imaginan la más alta cumbre que levanta la andina reciedumbre bajo el manto real de un arrebol…Con un arrebatado paroxismo, atronador, y regio al Tequendama arrójase, magnífico, al abismo y en diamantinas curvas se derrama.Entre la orilla y el abismo, es fama que alza un peñón informe su mutismo, esa mole parece que te llama por sentir, otra vez, tu dinamismo. Desde ella el abismo contemplaste, y, mirando el abismo, no temblaste y no tuviste un vértigo fatal!

Saltando así el abismo de la muerte, el nombre tuyo, cada vez más fuerte, huella moles de gloria perennal! Rige, Bolívar, rige los destinos

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y el alma rige de los continentes! ¡Oye! Te nombran siempre los torrentes y te nombran los cóndores andinos! Te dan los puros cielos diamantinos del Nuevo Mundo, auroras sorprendentes, y arrebatados, ciegos y trementes, los aludes te dan sus torbellinos horrísonos. ¡Bolívar! Los aludes fueron sólo mutismos y quietudes, y un sueño de tremenda potestad fueron los moles de sus nieves puras! Tú, como ellos, bajaste desde alturasdonde sueña su bien la humanidad!

Dilo con tus clamores, Océano! tú lo dirás, andino vendaval! “Benefactor, Bolívar soberano, Alma de luz de bendición astral! Ni caraqueño, ni venezolano, ni de un continente: ¡Eres mundial Revelación del ideal humano! ¡Estás en la conciencia universal! Y dilo tú, Bolívar, “¡Pueblos míos,solidaridad, unión y bríos son el tesoro de los pueblos grandes!”

¡Mirad! desde sus moles de granito, las águilas volando al infinito,

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parecen las ideas de los Andes! Torrentes, cataratas, ventisqueros, truenos profundos, recios vendavales! Habláis de libertades y de fueros con persistentes voces eternales! Habláis de recios bloques altaneros suspensos, en las cumbres, días enteros y noches de negruras abismales, como las armas de la democracia sobre la frente de la plutocracia! Armas que atisban en constante espera! aludes, cataratas, rayos, vientos! Sois los Pegasos de los pensamientos, Sois las palabras de la Cordillera! Libertador, varón iluminado! El Ande tiene un punto culminante, deslumbrador, y tú lo más remontado. El horizonte, allí, siempre es radiante, y el panorama está magnificado por todo el gran conjunto circundante donde la Providencia ha derramado lo más bello, sublime y arrogante. Y hay en la historia una serena cumbreque el sol de la verdad llena de lumbre,adonde sólo alcanza tu renombre.¡Libertador, vidente sin segundo:

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tal vez un día se pregunte el mundosi fuiste un semidiós, o fuiste un hombre!

Juan de Jesús Reyes

(República Dominicana, 1872-1962)

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Juramento de Bolívar en el Monte Sacro (1805)

A M. S. de Schryver, autor de una “Vie de Bolívar”

..Siguieron luego los dos viajeros a pie, haciendo cortasjornadas, por consejo de Rodríguez, y como único

medio –decía él– de que su discípulo recobrara la salud perdida......En el Monte Sacro los sufrimientos de la Patria

se agolparon a su mente, y sintiéndolos en todaintensidad, cayó de rodillas e hizo aquel voto de cuyocumplimiento es glorioso testimonio la emancipación

de la América del Sur.

Memorias del general O’Leary.

¡Oh, la estación florida! Ya la tierra de Europa, empapada de sangre y de recuerdos, copa de lágrimas, esponja de amargura, sonríe.La primavera triunfa. La campaña se engríe. Suceden el aroma y el canto a los dolores: por donde quiera pájaros, por donde quiera flores.

IIDos peregrinos cruzan los desiertos caminos:¿a dónde se endereza el par de peregrinos?Atrás quedó la Francia, resonante de gloria,que a triunfo por jornada, de victoria en victoria

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recorrió el Continente: París tierra encantada,patria de la hermosura, ciudad de cuentos de hada.Dijon, la pintoresca, de campos labrantíos;como fluvial paréntesis, Lyon, entre dos ríos; y Chambéry la blanca, por el amor famosa.Atrás quedan la Suiza y sus lagos de rosa y de azur, sus montañas y florida leyenda, donde vibra en los aires una flecha tremenda.

IIILos viajadores cruzan los alpestres senderos, a pie, bordón en mano. ¿Quiénes son los remeros? Un anciano y un joven: águila y aguilucho: el viejo mucho sabe; el joven sueña mucho.Y al transitar senderos de tortuoso meandro, aquel nuevo Aristóteles y el futuro Alejandro, la brisa de los Alpes, con gracia femenina, mezcla cabellos blancos con cabellos de endrina.

IVRecorren Brescia, Crémona, Milán, Padua, Verona, la lírica Venecia y la adriática Ancona, y la ciudad de fuerza y hermosura triunfante cuyo nombre es más bello que un terceto del Dante.Caminan y caminan. Una mañana adusta,de neblina, llegaron a una ciudad vetusta, de elefanciacos muros, y vigas con carcoma.La ciudad de paredes leprosas era Roma.

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VLa villa dormitaba, perezosa, en sus ruinas, al histórico amparo de sus Siete Colinas.De entre las piedras grises brotaba esplendorosa la belleza de mármol de alguna blanca diosa, de una Efigie cristiana, de un Efebo gentil, centenario, y más fresco que una rosa de abril.En la mitad de Roma, gloriosamente feo, alzaba su esqueleto de piedra el Coliseo;y la niebla, trocada por Febo en chal de oro, caía con la gracia de un manto sobre el Foro.

VILos viajantes corrieron hacia el Monte Sagrado, donde vengara Icilius al pueblo despojado; y el héroe adolescente, sobre la Sacra loma, por los recuerdos clásicos, a la vista de Roma, juró al viejo filósofo cortar la garra ibérica, y conquistar un día la libertad de América.

Rufino Blanco Fombona

(Caracas, 1874-Buenos Aires, 1944)

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Bolívar

Político, militar, héroe, soldado y poeta,¡Y en todo grande! Como las tierras liberadas por él. Por él, que no nació hijo de patria alguna,sino que muchas patrias nacieron hijas dél.

Tenía la valentía del que lleva una espada;tenía la cortesía del que lleva una flor;y entrando a los salones arrojaba la espada,y entrando a los combates arrojaba la flor.

Los picos de los Andes no eran más a sus ojos que admirativos signos de sus nobles arrojos.fue un soldado poeta. Un poeta soldado.

Y cada pueblo libertadoEra una hazaña del poeta y era un poema del soldado. ...¡Y fue crucificado!

Luis Llorens Torres

(Puerto Rico, 1876-1944)

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Simón Bolívar

Alta flor de heroísmo, su tizona se forjó sobre el yunque toledano; fue lengua de prodigios en su mano y de su vida la mejor corona.

La patricia altivez de su persona por mancillarla el odio pugnó en vano; que jamás cupo en pecho castellano con holgura mayor alma infanzona.

Venció en rudas batallas a porfía.El amor en la paz del gineceo rosas al lauro de su frente unía.

Y al desceñir el victorioso arreo, alcanzó en la ansiedad de su agonía la ingratitud por único trofeo.

Eduardo Carreño

(Venezuela, 1880-1954)

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Bolívar

¡Clarines, resonad! El hondo aliento de la raza estremece vuestras bocas...Pregona el Ande, el épico portento.¡Pregonad también, cántabras rocas!

¡Libertador! Las épocas evocas, y resurrectas cruzan a tu acento, ebrias de sol y de futuro locas, por el americano firmamento!

¡Locas de estar preñadas de futuro!...Dios me traduce el gran rumor oscuro que la solemne gestación revela!

Férrea unida del nuevo mundo hispano que el sacro gonfalón pone en tu mano,¡Oh, mi Patria! ¡Oh, mi madre! ¡Oh, Venezuela!

José Tadeo Arreaza Calatrava

(Anzoátegui, 1882-1970)

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Himno a Bolívar

A Bolívar entonen un himnolas naciones américo-hispanas,y su nombre proclamen ufanascomo símbolo santo de Unión;

Y siguiendo su noble consejo,extinguida del odio la tea,de Equidad y Justicia la idealas alumbre cual mágico sol.

Fue Bolívar heroico guerrero,un apóstol, también, inspirado,cuya sabia doctrina ha logradoigualar de su espada la acción;

Y por eso los pueblos que debena Bolívar la vida y la gloria,hoy bendicen su excelsa memoriay modulan un canto en su honor.

Juan Aizpuru Aizpuru

(Panamá, 1882-1953)

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Canto a Bolívar

¡Bolívar!, yo no canto tus grandezas ni encierro mis estrofas tu memoria;de pie, sobre el altar de tus proezas, tú fuiste admiración del universo, y el infinito espacio de mi verso¡es muy pequeño para tanta gloria!

Yo no tengo en las cuerdas de mi lirala vibración sonora del torrenteque se despeña en impetuoso abismopara contar al hombre provenienteque arrodilló a sus pies el despotismo¡y fue la redención de un continente!

Tu nombre vive en el azul espaciopregonando tu nombre y tus hazañas;y envuelve entre fulgores de topaciobrilla en las cumbres de mis patrios suelos,como brilla la nieve en las montañasy como brilla el sol sobre los cielos.

¡Bolívar! Yo no canto tus grandezasni encierro mis estrofas tu memoria;de pie, sobre el altar de tus proezas,tú fuiste admiración del universo,

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y el infinito espacio de mi verso¡es muy pequeño para tanta gloria!

Antonio Lucena

(Barquisimeto, 1884-Caracas, 1943)

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Bolívar, toma mi canto

Mi canto no se alza hoy a tu frente,ni a tu brazo.Anhela probar el gusto de tu corazón.Busca tu pecho, lo hiende, lo penetra,porque quiere gustar el sabor bullentede esa eterna sangre.Unta sol en mi voz, sol de tu corazón;unta luna de tu corazón en mi voz.Pon en mi canto el gusto que saboreasteen el intento y en la victoria y la derrota.Aparta tu mágico pensary dame tu vibración íntima, humana…Dame lo que sentiste en el éxito,lo que palpitaste en los cabales desengaños,lo que sufriste sin decirlo,las lágrimas que enterraste vivas…Y andaré por las cálidas costas,y escalaré los montes esbeltosy atravesaré las anchas aguasy mi voz irá grávida de tu vida.Podré entonces decir a los hombres:os amo en patria, tomadme,bebed mi sangre y gozad mi sacrificio.Y podré perdonar a los que enredan tus caminos,

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a los que no te buscan espontáneos,a los que se conforman con tu bronce…

Enriqueta Arvelo Larriva

(Barinitas, 1886-Caracas, 1962)

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Bolívar cuarentañero 2

Hagámosle criatura cotidiana mejor que nombre de aniversario;vivámosle en la permanenciay no sólo en las lentas puntadas de los centenarios.

Vivámosle en la continuidad como vive una ley; pongámonosa tenerlo por paisajes nuestro hasta que nos corra por la sangre,hecho la masa de nuestra sangre.

Gabriela Mistral

(Vicuña, Chile, 1889-Nueva York, 1957)

2 El texto es el final de un discurso de la autora titulado “Bolívar cuarentañero”, y recogido, como poema, por Ciro Nava en el artículo “Los cantores de Simón Bolívar”, publicado en la Revista de la Sociedad Bolivariana, Año 27, vol. XXV, N. 36 Caracas, 19 de abril de 1966. Tomado del libro Bolívar en la poesía hispanoamericana. Antología. Universidad Simón Bolívar. Instituto de Altos Estudios de América Latina. Caracas, Venezuela, 1985.

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Los tres majaderos

Habló Jesús: —Mis pláticas divinas las dije en el Sermón de la Montaña: y el pueblo de Judá, con torpe saña, me alzó en la cruz, me coronó de espinas.

Y el Quijote: —Por llanos y colinas, espejo y flor de la galante hazaña, iba exaltando la virtud de España: y fui blanco de burlas peregrinas...

“—Grandeza y redención, con firme brazo, (dijo el creador de nuestros patrios fueros) llevé del Orinoco al Chimborazo:

Y me armó la traición golpes arteros”...¡Y confundidos en estrecho abrazo rompieron a llorar los Majaderos!

Jorge Schmidke

(Maracaibo, 1890-Caracas, 1985)

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Después de Carabobo

Carabobo hoy decimos... y el alma se confunde entre sueños de gloria y de melancolía.

Porque el Héroees también mortalen su grandeza,y el dolor,que de él nace,lo ata a la tierra:semilla oscura que alimentasu más fúlgida espiga de futuro.

IITal vez por ello surgeBolívarsobre el monte–cumbre espiritual–,que domina su existencia,y entre hombres,que con él triunfaron,o a su lado cayeron,

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más solo que nunca,y como hundida la miradaque supo ver la vida rumorosay la hora taciturnaen el hondo infinito de sí mismo.

IIIHay alegría,noble alegría de vencer la muerte, junto a él.Pero en su rostro hay también tristeza.¿Angustia acaso de comenzar a serdistinto a los otros?,en un presente prolongado,sin ayer ni futuro,porque ya todo es uno;Verdad imperecederaque ha de crecer con su verboy con su anhelo,claro camino de los otros hombres.

IVY lo que amócon pasión de sí mismo, y su existencia comienza a ser distante

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y todo le pertenece y nada tiene,puesto que no es de su mente,–como antaño–, el triunfo, divino secreto generoso.

VPero en esa hora de silencio,serena imagen de su eternidad,está naciendo su mayor grandezay su mayor melancolía,que iniciarán palabras suyas,confidenciales yacon la muerte y con la gloriay con lo que no puede ser perecedero:La Historia “no dirá nadatan grande –confía Bolívar a Gual, después de Carabobo–,como mi desprendimiento del mandoy mi consagración absolutaa las armaspara salvar al gobierno y a la Patria”.Tal era su deseo pero no su destino...Mas, con sus palabras dolorosas

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y orgullosasha comenzado a recorrer nuevos espacios, alma adentro,atando y desatando propios sueños.

VIDe aquí hacia la cumbreserena de la muerte,todo ha de ser renuncias, confiadas,de cuanto esy calle o hablefrente a Dios;la única verdad fuera del hombre; y su conciencia,la única verdad dentro del hombre.Y así llega a lo sublime, distante ya de unos y de otros, pero no de sí mismoni de su íntimo afán de eternidad.Y aquellas palabras de renuncia, a raíz del triunfo pronunciadas, se hacen más profundas,Y todo le pertenece y ahora tienen rumor de profecíasentre esperanzas y oracionesy cuando todo el infinito cabeen la propia agonía

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VIIY entonces ¿encuentre acasolo que ha perseguido tenazmente?cuando dice:“Si mi muerte contribuye...”Es un final y un comienzo,porque ya su muerte, no es muertesino firme sendero,entre dos márgenes dilatados:lo que no fuey lo que podrá ser clarodel tiempo, en su infinita oscuridad.

VIIIPor eso estas palabras han servido en horas de triunfo o de pesar para unir muchas conciencias, reanimar signos profundos, y desandar caminos ofuscados en un constante regresar del tiempo.De un tiempo brevepero que ha quedado, para siempre,unido a su último deseo,a su última esperanza,a su última prueba de amorhacia los hombres...

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Y a la orilla de un mundo que había hecho con su vida y que no podía perecer junto a su sombra porque ya era su sombra eternidad.

Fernando Paz Castillo

(Caracas, 1893-1981)

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Alegoría de Bolívar

IMuchacho, ¡cómo te latía el corazón! Sentado bajo un árbol

venezolano en la noche contemplabas las estrellas que significaban algo y sentías el llamado de tu tierra natal.

Y sentías el rumor de los llanos más allá de tu jardín y el ruido de las grandes montañas como un resplandor y el ruido lejano de las selvas que conjuran la noche y el rumor de los ríos que parecen llevar un tambor ronco al fondo de sus aguas.

¿Por qué latía tanto tu corazón?

El soñador tenía un árbol para hacer techo a sus sueños, y para murmurar la misma frase de tierra, las mismas palabras o tal vez peticiones de suelo nativo que quiere romper cadenas y saludar al sol.

¡Oh tristeza de las hojas al nivel del cielo! ¡Oh esperanza de las raíces en su larga noche!

Era esbelto como la palabra Héroe y tenía ojos de relámpago libertador. Se llamaba Simón.

La cabeza erguida parecía estar contando planetas. En la gar-ganta sentía el gusto amargo de la tempestad que se avecina.

El ensueño entornaba los párpados y alguna repentina imagen violenta volvía a levantarlos y dilataba las pupilas.

Aspiraba la noche en voluptuosos tragos de oscuridad bri-llante.

Su tierra se extendía como dos alas a derecha e izquierda de su corazón. Y más allá de su tierra las otras tierras hermanas. Y

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todas le llamaban por su nombre en las noches tan lentas. Y todas le hablaban en las sombras.

Su corazón se dilataba. Sus ojos adquirían un fulgor tremendo.Su corazón se dilataba de un modo pavoroso. Su corazón

tomaba la forma de un continente.

IISimón Bolívar. Tu nombre ha atravesado toda América en un

áspero galope.Los tejados de mil pueblos ven pasar tu caballo como una

noche por la noche. Y ven allá lejos tu mano descorrer el alba.Aliento de millones de gargantas de grandes pueblos apreta-

dos como racimos cósmicos que te saludan y te aplauden.¡Oh, alegría de libertar del Libertador!Alegría de crear del creador.Alegría de soñar del soñador.Era preciso que el esclavo levantara la frente.Y contemplara el mundo como un enfermo que sale a la orilla

del mar.

IIIAmérica dormida, envuelta en olas que hacen crujir sus huesos

y silban en enormes remolinos.América levanta la cabeza. La bella nadadora entre dos

océanos suntuosos.Levanta la cabeza.Un huracán vertiginoso sacude sus espaldas tan adornadas

como el cielo.

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América resuena de marchas militares y de cantos fúnebres.Los ríos son arterias de sangre valerosa y pulsos de agonía. Los

árboles son llamas de entusiasmo.Se cruzan los ejércitos atentos a la noche y entregados al día.Polvareda de marchas y contramarchas. Orgías de la muerte y

delirio de victorias.Bolívar a caballo saludado por dos mil volcanes. Bolívar a caballo en la aurora que asoma en todas las montañas.Orgullo de las selvas cantando un himno más grande que el sol

en su trozo de cielo.Resplandor de las hogueras velando en los desfiladeros y en los

llanos impacientes de momentos de gloria.Al anuncio del Centauro se preparan las flores. Al paso del

jinete infatigable nacen rosas y campanadas.El huracán Bolívar no reposa. Vencido o vencedor no se fatiga

ni conoce el desaliento.Banderas visionarias tremolan sobre la audacia electrizada de

los vientos.El huracán exclama: “Si la naturaleza se opone, lucharemos

contra ella y haremos que obedezca”.Con tan mínimos recursos este jinete en su caballo audaz

realiza empresa tan enorme.América romperá sus primeras cadenas y quedará aguardando

otro Centauro para romperlas todas.¡Oh glorioso! Pero he aquí tu gran gloria.Por primera vez en todo el continente, antes que el arcoíris se

levante con sus ropas de lujo, declararás la Abolición de la Esclavitud.

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Y la tierra fue azul y se encendieron lámparas como flores en los ojos.

¡Oh, admirado, he aquí otra admiración: Tu frente de mármol en medio del infortunio!

Y tu tenacidad, tu tenacidad inalterable.Tu tenacidad inagotable.Tu tenacidad de océano llamando al infinito.Es en el desastre en donde siento el incendio de tus venas.Y el vagido anunciador de la borrasca. La nueva racha, la

próxima siembra del pavor en praderas de triunfo resonante de alaridos y cascos de potros desbocados.

Ni un minuto desfalleces. El torrente no está quieto jamás hasta alcanzar su gran designio.

Simón, allí estaba América gimiendo como una enorme flor entre sus mares encadenados.

Y tú te ofreciste a los pueblos como un leño macizo.Ahora te preguntan tus estatuas: ¿Cumpliste con la ley pre-

vista de tu día histórico?Y tú crees que sí. Y tal vez la razón sea contigo.Simón, hay tinieblas sobre el mundo. Aún reina la noche en tus

Américas.Hoy los hombres estamos empeñados en libertar al hombre

de una esclavitud igual, si no mayor a la que tú rompiste. Estamos batallando por una libertad más alta que la tuya.

La libertad total a que aspiramos busca en estas tierras un nuevo y gran Libertador.

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Pronto, Simón, desata tus amarras de las sombras, desenvaina tu espada color lluvia bienhechora y toma tu sitio en nuestras filas.

Ahí está tu caballo de ijares impacientes, vibrando como un gran violín de marsellesas y cantos resucitados. Ahí está esperando tu caballo.

Y detrás millones de jinetes como olas efervescentes.Pronto nuestras montañas saludarán al alba que se acerca con

un rumor de pasos milenarios que vienen desde el fondo de la his-toria en una interminable procesión de esqueletos heroicos.

Vicente Huidobro

(Santiago, Chile, 1893-1948)

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El Cóndor

Frente al soberbio y altoazul de una montañaabrió sus grandes ojosel Cóndor de la Guerra,después batió las alaspor diferentes cielosy combatió mil vecesla racha del destino,la furia de los hombresdel rayo y de los vientos...

Y fue de triunfo en triunfoproyectando su sombrapor la gran cordilleraque a la América enlaza,y con extraño asombrole vieron las llanuras,los montes, las cascadas,alzaron los volcanes a su pasolas palmas de sus llamasy ante la majestad de dos océanosle aclamaron cien pueblos libertados.

Luego, enfermo y heridopor la perfidia humana,lanzó en silencio el vuelo

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a un pródigo solar,y perdonando a todosa voz de unión y patria,en la mitad del díacerró sus grandes ojosfrente al azul del mar.

José Agustín Fernández

(Sucre, Venezuela, 1895-1978)

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Himno a Bolívar

Avergüenza decir: “Voy a hacerle un himno a Bolívar”. ¡Es tan menguada la voz de los hombres para alzarla en el elogio de los héroes!

A Bolívar habría que cantarle con la garganta de los vientos y el pecho del mar.

Y tendría que suplicarle al Pampero: dame tu acento.

Y al Atlántico y al Caribe:Hoy necesito vuestra voz.A Bolívar sólo pudo haberle cantado Darío.¡Un Dios es el que hace las alabanzas de otro Dios!

¿Por qué el chorotega magnífico se fue sin haber dejado para América el himno de su héroe máximo?Hasta a su sombra se lo reclama el alma orgullosa del Continente.¡Oh Darío! Más que a Roosevelt y más que a la raza tú le debías un poema a Bolívar!Desde que él amarró a su destinola gloria y el sacrificio,

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nadie se dio a estudiar el grito onomatopéyicodel Tequendama.

La montaña y el salto estarán desde entonces cantando las alabanzas del General.Lo que no han sabido hacer los hombres lo habrán hecho el agua y el volcán.Y eso basta: ahora, nosotros, aprendamos a escuchar,a escuchar religiosamente,el canto triunfal.

A las voces eternas se uniránlas de mi Río de la Plata y mi Uruguay.Y el himno enorme se integrarácon el ritmo del Amazonas, del Orinoco,del Magdalena, del Paraná.

Venezuela: para hacer la alabanza de tu héroe todos los ríos de América mezclarán su voz, por sobre llanuras y montañas.Así han de cantar a Bolívarel agua y los ecos, la cordillera y el huracán.Todos los hombres de Américaque le deben su libertadcon el corazón exaltado y la cabeza descubiertaescucharán.

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El himno que ninguno de los poetas fue capaz de concebir para tu General.

Juana de Ibarbourou

(Melo, Uruguay, 1895-Montevideo, 1979)

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Reláfica de la negra Hipólita, nodriza de Bolívar ¿Uté ha visto? ¡Le va a pegá!¿Y po qué le va a pegá?¿Po que é su mama ?¿Esa é rasón?Yo también soy su mama;su mama somo la dó.¡No me le pegue al niño,misia Consesión!déjemelo maluco,déjemelo grosero,déjemelo lambío,déjemelo pegón.¿Qué les pega a los blancos?,¿que le pega los negros?,¿qué le pega a tós?¡pues, que les pegue, que les pegue,que les rompa el morro, que les rompa el josico,que tiene razón!Mi niño no é malo,lo que pasa é lo que pasa, misia Cosesión:que defiende a los chiquitos,a los negritos,a los blanquitos,contra e grandulón.Mi niño Simón é malo,

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mi niño Simón pelea,mi niño Simón é el diablo,mi niño Simón é la incorresión de la incorresión…¡Pero é que uté no sabe,é que uté no sabe cómo hay gente mala,mi ama Consesión!Que viene lo blanco malo,que viene lo negro malo,que viene lo grande malo,¡ahí eta él pegao!que le brinca a la bemba, que le brinca al guargüero,que le brinca a la pasa, que le brinca a tó;y tiene justisia pa pone la manoy é la incorresión de la incorresión…¡No me le vaya a pegá!Uté no é más mai que yo.Déjemelo endiablao,deje que pelee mi niño Simón…¡Ese va a sé el Coco! Cuando me mamaba,me dejaba arrugao el pesón!¡Ese se va a poné flacoarriando mandigas con su mandadó!Ese va a sé bueno; ese va sé santo…No le pegue, mi ama, no le pegue!El caporal malo, el dueño ladrón,el mal blanco y el mal negro,esguañangaos en sus manos los vamos a vé a los dó.Mire, mi ama Cosesión :

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el é del blanco y del negro,el é pa to’s en la vida.De noble, de grande, de santo,pa los Palasio, pa los Boliva…pero, mire, misia Cosesión,de pelión y justisiero,pa su mamita lambía.¿Qué uté é su mama?... Sí… la sangre é suya,pero… ¡la leche é mía!

Andrés Eloy Blanco

(Cumaná, Venezuela, 1896-México, D. F. , 1955)

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Danza del fuego

La Batalla:Sobre el puente de Boyacá;de un lado, las casacas azules, los pantalones blancos, el espolín plateado, el correaje en cruz sobre el pecho cristiano del Español de Barreiro.Del otro lado,el sombrero de cogollo,la camisa de mochilay el pantalón arremangadode las panteras de Anzoátegui;danza del equilibrio,con comentarios de sangresobre el puente que es un hiloy borda en rojo la bandera.

Uno cae de espaldas a la quebrada, ya sin compás el corazón en el final de su danza.Pero el Libertador escucha la armonía y en su cerebro danza la danza todavía, aunque sorda de Andes, despierta de fusilería.

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La quebrada apenas se oye pasar, que si se oyera, oyéramos que diría:—Hoy es la danza del fuego sobre el agua porque el lado de Oriente se rompió con el Día...La Batalla:En la sabana de Carabobo: de un lado, Valencey y Barbastro, La Torre y Tomás García; del otro lado, los ingleses de cabeza de sol y los Bravos de Apure, de lanza de sol, y Bolívar: el Sol.Dos jinetes caen: Plaza y Cedeño; otro: Mellao; y otro,Negro Primero-bronce; negro él, negro el potro.La danza de Valenceyes la danza de la Muerte,pero el Gran Armoniosotiene en el oído la Clavey la voz de la Batallale canta a Él su canto de ave.El Libertadorescucha y dirige; el compás dice: ¡Adelante! en la boca del hijo de Albión, hasta que una bala le toca y pierde el compás el corazón...

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La sabana apenas se oye murmurar, que si se oyera, oyéramos que diría:

—Hoy es la danza del fuego sobre la tierra;yerba mejor me crecerá este díapara que pasten los caballos de la Guerra...

La Batalla:Sobre el Volcán de Pichincha.En el brazo del General la Espada del Libertador y en la boca de los fusiles, lava.Abajo, con las manos atadas, la Pompeya de la Colonia.El volcán apenas se oye rugir, que si se oyera, oyéramos que diría:—Hoy es la danza del fuego sobre el fuego porque la espada de Bolívar atizó mis brasas y la llama asaltó la hoja;

El Teniente la alzó sobre la Batalla y quedó solo como el Ángel en la montaña roja...

La Danza: en el gran salónde un palacio de Lima, el Libertador-Presidente

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inicia un paso de pavana.El Sol del Perú y la Cruz de Libertadores: sobre la Cruz, el Sol ilumina catorce años de guerra y, abajo, el corazóndeshilacha veinte años de amores...—¡La Gloriosa estaba allí!Danza La Gloriosa, unas veces es un arbusto y otras, una mariposa...Su corazón, apenas se oye murmurar, que si se oyera, oyéramos que diría:—Hoy es la danza del fuego sobre el Amor, porque entre mis brazos está la luz, porque sobre mi seno ha puesto mi señor en un pecho el Sol y en el otro, la Cruz...

La Muerte.Danza de las olas;en San Pedro de Alejandrino,el Libertador contempla la danza del Mar;instintivamente,el Gran Danzarín lleva con los dedos el compás de las aguas; la mano esquelética, la mano de ceniza se busca una brasa de la vieja hoguera hasta que se cansa de bailar

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y se va enfermando de calma como las tardes en el mar...El mar, apenas se oye respirar, que si se oyera, oyéramos que diría:—Hoy es la Danza del Fuego sobre la Muerte, porque va a caer la centella, porque el Hombre de Fuego se apagará esta noche, pero en las olas me caerá una estrella...

Andrés Eloy Blanco

(Cumaná, Venezuela, 1896-México, D. F. , 1955)

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Allá va Simón Bolívar

Jinete en su potro blanco cruza por la cordillera:lleva un trajín de victorias sangrándole en las espuelas y lleva en el Gorro Frigioun halo con siete estrellas.

¡Allá va Simón Bolívarpor las cumbres de la América!

Lleva un delirio en los labios y en el alma una bandera para clavarla en el pico más altivo de la sierra.

¡Allá va Simón Bolívar por las cumbres de la América!

Jinete en su potro blanco cruza por la cordillera: más fulgente que la espada lleva una pluma en la diestra; el cerebro entre la combaazul le relampaguea, y sus palabras florecen como rosal de centellas.

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El acero milagroso le festona la guerrera y finge una cruz radiante forjada con las miserias de cien pueblos redimidos por su brazo y por su gesta. Un eco de redenciones va quedando como estela cuando su caballo blanco pasa por la Cordillera.

¡Allá va Simón Bolívarpor las cumbres de la América!

El bravo sol de los Incas le borda las charreteras; con las nieves del Sorata el alquicel le blanquea y asume tintes de mármol su figura de Profeta, en tanto que sus pupilas, alumbradas de tragedia, van castigando las almas con miradas nazarenas.

El oro de diez coronas gime bajo su grandeza y los cetros de diez tronos

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no alcanzan a su Epopeya; porque Él va tornando en libres a los parias de la tierra; porque Él va haciendo el milagro, como el Otro de Judea, de aquilatar redenciones con la sangre de sus venas.

Ya regresa del Calvario, ya de la Gloria regresa, ya viene envuelto en la lumbre de las verdades excelsas; y por eso cuando pasa hacia la virtud eterna, se le doblega la Historia y se asusta la Leyenda.

¡Allá va Simón Bolívarpor las cumbres de la América!

Cimera de Gorro Frigio, Gorro Frigio de cimera y doselándole el rostro un halo con siete estrellas; el cuello, níveo en gorjales con linos de Pontevedra; al hombro un sol desgajado en oro de charreteras;

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sobre el pecho, la cruz santa que fue de un rey y una reina; bajo el tahalí ferrado, la espada que centellea y que le festona el paño celeste de la guerrera; en las manos, el bridaje; el pantalón de gris perla, y sobre los calcañares el coturno de la guerra; la sangre de cien victorias sangrándole en las espuelas; el alquicel a la espalda, y debajo de las piernas, hechas para montar siglos, un potro blanco que vuela.

¡Allá va Simón Bolívar por las cumbres de la América!

Rafael Yepes Trujillo

(Maracaibo, 1898-Caracas, 1972)

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Credo

¡Creo en la Libertad, Madre de América,creadora de mares dulces en la tierra,y en Bolívar, su hijo, Señor Nuestro,que nació en Venezuela, padecióbajo el poder español, fue combatido,sintiose muerto sobre el Chimborazo,y con el iris descendió a los infiernosresucitó a la voz de Colombia, tocó al Eterno con sus manosy está parado junto a Dios!¡No nos juzgues, Bolívar, antes del día último,porque creemos en la comunión de los hombresque comulgan con el pueblo, sólo el pueblohace libres a los hombres, proclamamosguerra a muerte y sin perdón a los tiranos,creemos en la resurrección de los héroesy en la vida perdurable de los que como tú,Libertador, ¡no mueren!, ¡cierran los ojos y se quedan velando!

Miguel Ángel Asturias

(Ciudad de Guatemala, 1899-Madrid, 1974)

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Bolívar (Fragmento)

Las veces que dije que no era la playa de pecho de arena,¡sino su caballo!Las veces que dije que no eran las olas de crines de espuma,¡sino su caballo!Las veces que dije que no era el tasquido del golfo en el freno,¡sino su caballo!

Pescadores de perlas van abriendo las conchas, silenciosos. Es un juego de tristezas salobres y de esclavos.

¡Cuánto nácar difunto! Mas ya llega el que en el pecho trae el arcoíris, los colores del sol y las banderas.

De confín a confín ruedan los ojos y no ve más que el mar que no se acaba.

Aldabea los dedos en su pecho lleno de astronomías populares, y en tono de refrán habla a los hombres que en el agua se casan con las perlas.

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¡El cerebro es la tripa en la cabeza, y hay que hurgarlo para encontrar la idea, esa gota purísima! ¡Pensar es un cuchillo!

Y al quedar en silencio oyen su frente quemada por el hierro. ¿El Chataima?se pregunta la isla,cordelera de secos arreboles.

Y es a todo pavor, cuchillo en mano, que se busca en las conchas colonialesla libertad del hombre, perla rara.

Afuera la camisa para el baile, el pellejo y la vida

Huesos de isla quedaron insepultos...¿Y la perla? Mejor tragarla a solas oleante el pecho. De la perla se habla cuando el yugo comienza a ser cansancio

Y a cuchillo. Otra vez a cuchillo.Bolívar es la lucha que no acaba.Prueba la miel de un trozo de colmena para endulzar su labio y presto escupe.

No hay que probar dulzura que se forjeen cárcel o prisión, sea de cera,

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que harto dura es la cera si con ella la aurora de los libres se detiene.¿Por qué no ve a los astros? La chamarra le sirve de telón, guarda los ojos,tiene miedo a la hormiga y a la harina, si la harina de Dios son las estrellas, y la hormiga no es otra, sino Él…

Alzar la frente, contemplar el cielo y pensar en libertar a tantos mundos, sería uno. La chamarra es honda y el fuego del vivac le basta al hombre.

Suelta la brida en la tiniebla blanca,sentía los ijares del caballocon pulso de amapola en sus tobillos

¿Por qué esa geografía de raíces si en cada río libre van espadas?

Hundir los puños y sacar del agua los aceros de lenguas transparentes en que la sangre suda sus rubíes

Parpadeo de estrellas derretidas.Escucha el resollar de sus soldados.El fluido resoplón de los llaneros, que más parece que en sus lanzas

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llevaran las narices. Los andinos, del aliento mordido entre los dientes.Y en esa muelle cama de resuellos, como en resortes de profundo pueblo, se duerme el Capitán.

Miguel Ángel Asturias

(Ciudad de Guatemala, 1899-Madrid, 1974)

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Bolívar

Era la hora propicia de las renovaciones; las águilas andinas sacudían sus plumajes y por el derrotero de las constelaciones ya Colón regresaba del quimérico viaje.

Se dilató el imperio; los bravos infanzones domaron tempestades, abatieron boscajes...y Cervantes y Cristo sobre nuevas naciones tuvieron reinos propios y vastos homenajes.

Y en el ciclo glorioso que la América traza, completando la tríada que sostiene la raza, se irguió sobre los montes, Dios fuerte y colosal.

Bolívar, y hubo entonces en los cuatro horizontes, lluvia de estrellas, fuegos, bramas del Aqueronte ¡y América encontraba su signo zodiacal!

Carlos Luis Sáenz

(Costa Rica, 1899-1983)

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La epopeya del genio

Venía desde el Ávila. Y al mirarle, jinete en corcel indómito que la leyenda narra, cuadrándose los picos del Ande, y cual si fuesen una legión de cíclopes le presentaron armas.

Flotaba al viento helado, hecha casi jirones, pero marcial, como una bandera al fin, su capa.

Un incendio solar parecía su mirar donde el genio coruscaba.

Huracán se lanzó desde la Silla y barrió hasta las cúspides que a los cielos alcanzan.

Se abatieron, de cuajo, ante sus ímpetus, las enhiestas encinas castellanas e hizo ponerse el sol de Carlos Quinto en los dominios de la tierra indiana.

Mientras se estremecían de asombro los leones de las viejas heráldicas.

Fue el meteoro que en el Monte Sacronació para morir en Santa Marta después de haber iluminado el Mundo con la más inaudita de las llamas.

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Está bajo la tierra, pero a su solo nombre,que es la más resonante clarinada,nos parece mirarle todavía, jinete en el corcel indómito que la leyenda narra, desafiando huracanes, desafiando tormentas de la naturaleza y de las almas.

Como un airón marcial, deshecho pero altivo, vemos flotar al viento del páramo su capa: airón en las conquistas del Derecho y de la Democracia.

La conciencia de América le sigue,La conciencia de América, la de múltiples razas que se han de amalgamar en una sola, en el color y en la esperanza, para darnos el Hombre digno de ayer y de mañana.

El héroe pasa.Va al galope su potro.Arde como un incendio solar su mirada.

Al galope tendido por las tierras de América, cruzando ríos, llanos y montañas, al galope de su potro, el Héroe pasa.

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Y se detiene el corazón del Mundoal oír la inaudita clarinada.

Los volcanes de América, gigantescos cañones, hacen salvas.Los Andes irguen su estatura inmensa, y cual legión titánica que estremeciera un calofrío homérico, en sus picachos le presentan armas.

Antonio Spinetti Dini

(Venezuela, 1900-Italia, 1941)

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El arco

De frente al Condurcunca, la secular campaña.Cuello de cóndor, írguese también el Mariscal.El ala sesga y firme, la enseña de la Hazaña, proyéctase al futuro para el vuelo triunfal.

De frente a Condurcunca y a Laserna de España,con los mismos que vienen de Junín y El Yagual, para el reposo bíblico en lecho de montaña consuma el Dios del Génesis la síntesis total.

Al Émulo depara Bolívar la victoria.Del iris de la Gesta bajo el manto de Gloria, escala el Chimborazo: Tabor y Sinaí.Y es así como el hombre de las Dificultades al hombre de la Guerra coloca en las edades ¡con un pie en el Pichincha y otro en el Potosí!

Jacinto Fombona Pachano

(Caracas, 1901-1951)

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Cuando los veteranos

Cuando los veteranos de horribles costurones escuchaban contar de un Bolívar galante, narrador de epopeyas en corros de mujeres, estallante de guantes, medallas y lentejuelas, echábanse a reír.

Cuando se les hablaba de un ígneo general,sobredorado y raro, como un fetiche caro, vomitando centellas, y triunfos, y batallas, mostraban con sarcasmo sus bocas desdentadas.

Cuando se les preguntaba por el genio radioso con la frente preñada de bruscas predicciones, la voz como ultratumba, los ojos como el sol, movían la cabeza rezongando que no.

Ellos no conocieron más que un muchacho flaco –movía casi a risa–que, hundido en su chamarra,acogotó con ellos los páramos temblantes,y se mezcló en sus vidas, y les pedía sus nombres,y les comía sus ranchos,y así, y todo, los hizo ganar.

Antonio Arráiz

(Barquisimeto, 1903-Westport, E. U. A., 1962)

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Este niño don Simón

El niño Simón Bolívartocaba alegre tamboren un patio de granadosque siempre estaban en flor

Montó después a caballodicen que en potro veloz,por campos de San Mateoera el jinete mayor.

Pero un día se hizo grandeel que fue niño Simón,y a caballo sigue andandosin fatiga el soñador.

De Angostura hasta Boliviafue guerrero y vencedor,por el llano y por la sierracon la lluvia y con el sol.A caballo anda en la historiaeste niño don Simón,como anduvo por Américacuando era El Libertador.

Manuel Felipe Rugeles

(San Cristóbal, Venezuela, 1903-Caracas, 1959)

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En Santa Marta

Venía de batallas. Venía de derrotas.Venía de los Andes a morir frente al mar. Una luz de agonía le quemaba los párpados.¡En la frente ya mustia, qué palidez mortal!

San Pedro Alejandrino, jardín de Santa Marta, entre el mar y la sierra fue su rincón de paz.La sierra con el alto penacho de su nieve, y el mar con su oleaje de azul, de espuma y sal.

Esta vez a Bolívar le acompaña un hidalgo: el español hidalgo que le brindó su hogar.Los que partir le miran se han quedado en silencio.¡Nadie sintió más honda su propia soledad!

A la dama española de quien fuera su huésped le dice adiós y agrega con gallardo ademán:“—Aún me queda aliento para besar sus manos” y una venia subraya la palabra final.

Dorados tamarindos dieron vida a su gloria en víspera del tránsito, ya roto el ideal. Recogieron los árboles el rumor de su acento y lo retuvo el agua del vasto litoral.

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Diciembre 17. San Pedro Alejandrino.El reloj dio la una y paró su tic-tac.Hora final del Héroe, del Soñador de América, del Quijote y el Cristo que amó la libertad.

Su extraña voz profética se escucha todavía, más alta que los Andes, más sonora que el mar. Cada vez que renace la conciencia del mundo, su mensaje recobra fulgor de eternidad.

Manuel Felipe Rugeles

(San Cristóbal, Venezuela, 1903-Caracas, 1959)

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Cuatro estrofas a Bolívar(Fragmento)

La América del Sur tiene forma de hachón: en lo alto la llama de Venezuela brilla.La América del Sur es un gran corazón: su aorta es Bolívar.

Bolívar: para escuchar tu nombrese inventó el silencio en la Tierra.Y el banderín celeste del arcoíris para anunciar al mundo tu Buena Nueva.Bolívar: voz de campana mayoren el amanecer de América.

Jorge Carrera Andrade

(Ecuador, 1903-1978)

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Un canto para Bolívar

Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el airede toda nuestra extensa latitud silenciosa,todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:tu apellido la caña levanta a la dulzura,el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,la patata, el salitre, las sombras especiales,las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,todo lo nuestro viene de tu vida apagada,tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

Tu pequeño cadáver de capitán valienteha extendido en lo inmenso su metálica forma,de pronto salen dedos tuyos entre la nievey el austral pescador saca a la luz de prontotu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.

¿De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?Roja será la rosa que recuerde tu paso.¿Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.¿Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?Es roja la semilla de tu corazón vivo.

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Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.Y otra mano que tú no conociste entoncesviene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,de la cárcel, del aire, de los muertos de Españallega esta mano roja que es hija de la tuya.

Capitán, combatiente, donde una bocagrita libertad, donde un oído escucha,donde un soldado rojo rompe una frente parda,donde un laurel de libres brota, donde una nuevabandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.Los malvados atacan tu semilla de nuevo,clavado en otra cruz está el hijo del hombre.

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,el laurel y la luz de tu ejército rojoa través de la noche de América con tu mirada mira.Tus ojos que vigilan más allá de los mares,más allá de los pueblos oprimidos y heridos,más allá de las negras ciudades incendiadas,tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:tu ejército defiende las banderas sagradas:

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la Libertad sacude las campanas sangrientas,y un sonido terrible de dolores precedela aurora enrojecida por la sangre del hombre.Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,de nuestra joven sangre venida de tu sangresaldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.

Yo conocí a Bolívar una mañana larga,en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,Padre, le dije, ¿eres o no eres o quién eres?Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.

Pablo Neruda

(Chile, 1904-1973)

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Por aquí pasó

Por aquí pasó compadre,hacia aquellos montes lejos. Por aquí vestida de humo la brisa que cruzó ardiendo fue silbo de tierra libre entre su manta y sus sueños.

Mírele el rastro en la paja,míreselo, compañero, como las claras garúasen el terronal reseco, como en las mesas el pozo,como en el caño el lucero,como la garza en el junco,como la tarde en los vuelos,como el verde en el quemado, como en el banco el incendio, como el rejón en la carga, como la garza en el rejo, como el cocuyo en el aire, como la luna en el médano, como el potro en el Escudo y el tricolor en el cielo.

Por aquí pasó, compadre, hacia aquellos montes lejos.

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Aquí va su estampa sola; grave perfil aguileño, arzón de cuero tostado, tordillo de bravo pecho.

De bandera va su capa, su caballo de puntero,baquiano, volando rumbos, artista, labrando pueblos, hombre, retoñando patrias, picando glorias, tropero.

Óigale la voz perdida; sobre el resol de los médanos,la voz del grito más hondo óigasela, compañero, como el son de las guaruras cuando pasan los arrieros, como la brisa en la palma, como el águila en el ceibo, como el trueno en las lejuras, como el cuatro en el alero, como el eco en las tonadas, como el compás en el remo, como el tiro en el asalto, como el toro en el rodeo, como el relincho en el alba, como el casco en el estero,

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como la pena en la canta, como el gallo en el silencio, como el grito del Catire en las Queseras del Medio, como la Patria en el Himno, como el clarín en el Viento.

Por aquí pasó, compadre, dolido, gallardo, eternoEl sol de la tarde estira su perfil sobre el desierto.

Alberto Arvelo Torrealba

(Barinas, 1905-Caracas, 1971)

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El Libertador

“He arado en el mar” Bolívar

Solo una sombra escuálidacomo un árbol sin ramas.Solo una frente amplia y unos ojos de abismo.Solo una sombra ágil, nerviosa, diminutaque se tornaba inmensa como todas las sombras.

Era una sombra inmensa y era un pueblo a su espalda.

Un pueblo de pausados campesinos andinos,de llaneros festivos, audaces y valientes,de mulatos cordiales y de negros risueños,de curtidos y ariscos pescadores mestizos,de soldados corianos sufridores y recios:pueblo dicharachero, ingenioso y palúdico.

Era una sombra inmensa y era un pueblo a su espalda.

Hoy la sombra está muerta. De su saviase han nutrido mil bosques de hombres.En su loor clarines tempestuosos,tambores desbocados y pífanos marcialeshan florecido bajo muchos cielos.Bronces y mármoles no han logrado plasmar en su inquietud

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la vital sombra muerta porque la tempestad no puede ser tallada.

Hoy la sombra está muerta, mas su pueblo vivo.Frente a su mismo pueblo, sobre su mismo paisaje,rumiando el mismo pan y la misma amargura.Pueblo que aún persigue por las rutas con sollo que la arrolladora voluntad de la sombra buscaba.

Hoy la sombra está muerta, mas su pueblo está vivo.Pueblo vivo y enmarcado con la mirada fijaen la bandera libre que tremoló la sombra.

¡Arar nunca es en vano, ni en el mar!

Miguel Otero Silva

(Barcelona, Venezuela, 1908-Caracas, 1985)

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Canto a Bolívar

A la memoria respetable del doctor Vicente Lecuna, gran autor bolivariano

Esperaba tener madura la palabrapara darte mi canto, Padre Libertador!

Pero no basta la palabra sola.Hace falta mucha fuerza de espíritu, mucha fe en tu misión de redentor crucificado sobre la misma tierra que todo te lo debe.

Tú eres la América toda: sus ríos, sus montañas, sus nieves, sus ardores.su turbulenta fe nacida del credo de la patria.

Dios arriba. Tú abajo,Creando en lo creado la conciencia de pueblo.

Dios arriba. Tú abajo, completando su obra.

Del Orinoco al Plata, tú eres la luz eterna.Tú, el signo salvador de la raza.

¿Qué fuera de los Andes, qué de los grandes ríos que le sirven de arterias,

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qué de los dos océanos que circundan la América, si tu fuego sagrado no les infunda bríos?

¿Quién que labra su tierra en esta tierra nuestra hollada por el casco de tu corcel de guerra no recoge y bendice el fruto de su vientre?

¿Quién que es poeta y canta, oh, Padre, no te debeel decir sus estrofas limpias de toda mancha?

Tú quemaste en la hoguera de la más brava hazaña todo cuanto quebranta la estructura del alma.

Por ti tiene el idioma sus mejores palabras, las que pueden decirse con la frente muy alta.

Si tú no hubieras sido, no moliera la América su trigo cada aurora con un canto en la boca.

La esperanza del pueblo sería polvo cernido por la malla de acero de la sombra perpetua.

Pero tú, Padre, carne y hueso de Dios,descendiste a la tierra por la escala del sol y la sombra y el frío te hicieron sitio inmenso.

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Tú has desplazado toda la negrura del mundo y algún día en el tiempo todo el bronce de hoy, de mañana y de siempre, será poco para albergar tu figura de Libertador.

Quien no está con tu fe, está de espalda a Dios ¡Padre Simón Bolívar...!

Julio Zerpa

(Venezuela, 1910-1983)

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Rememorando la Batalla de Carabobo

Los campesinos veíamos a Bolívar entre árboles de ornamento puro que brillan en el sudor del trópico,o pasar a caballo bajo arcoíris de los llanos.

Venezuela iba por sus lentos ríos de playas soñolientas de tortugas,asomaba pumas entre grandes hojas de alucinación,levantaba llamaradas de pájaros.Las oscuras lanzas se levantaban frente a colores horizontales del alba.Con brillos de sol sonaron los clarines.Después de un silencio tensocomo el que anuncia cataclismos.Con brillos de sol sonaron los clarinesy sonaron truenos retumbantesy llovió tierra y arena y piedray se levantó el humo de la pólvora y rodaron solas ruedas de carretasy se despedazaron cañones y bajaron los lanceros y las lanzas ensangrentaron la tierra en un vasto ámbito de relinchos de caballos.Tempestad de la pólvora, del grito, del relincho.Tempestad de la vida y de la muerte

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que Bolívar El Libertadorveía desde su caballo blanco en la colina.Y fue entonces cuando en su caballo alazánllegó Negro Primero.

Bolívar vio nuestros sembrados en un deslumbramiento de palmeras.Con él, todos los campesinos comenzamos a ver a Venezuela.Con él vimos la Libertad,con él vimos a nuestra democracia,con él vimos nuestras futuras ciudadesy sus chimeneas a orillas de esos lentos ríos.

Él con nosotros sigue sembrando el campo,va con nuestros hijos a la escuela,reúne a los pescadores y a sus mujeresque tienden redes plateadas de sardinas.Sí, Bolívar era el que llevaba un morral y una carabina al hombro.Sí, Bolívar era el que estaba derrotado bajo un aguacero,cuando canta el paují del copete azul.Sí, Bolívar entraba a una casa campesina.Sí, Bolívar se tomaba un café al amanecer en alguna cocina donde las arañas tejen astros en rincones negros de hollín.Sí, Bolívar llamaba a otros campesinos

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al amanecer.Sí, Bolívar seguía durante el díay durante años por los campos buscando más campesinos.Y Bolívar nos reunió a todos los venezolanos y con él fuimos al combate.Era un amanecer.Se organizaron cuadros de colores para la batallaen una llanura de aurora anaranjada.Con brillos de sol sonaron los clarines.En la madrugada, los gallos habían cantadocon brillos de estrellas,cuando ya Bolívar despertaba a sus soldadosentre retorcidos árboles de merey, en un aire iluminado de banderas.Cuando ya Páez preparaba en la serranía a sus jinetes llaneros.

Ambos, caballo y hombre,como una densa sombra en el humo agrio de la pólvora.Al pie de la Bandera de la Patria, le dijo a Páez “Mi General vengo a decirle adiósporque me estoy muriendo”y el caballo alazánestuvo al lado del Negro Primero muertohasta el final de la batalla.Con brillos de sol volvieron a sonar los clarines.

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Sonaron clarines de sol.Era el Primer Día de Nuestra Libertad.

Vicente Gerbasi

(Carabobo, Venezuela, 1913-Caracas, 1992)

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Bolívar

Entre los agostadoreslos que mantienen abiertos los ojos del cuchillo,entre los crueles, los monstruos del relámpago,entre los animales humanos de la guerra,entre las patas, heridas, llamas, alaridos,brotando de la sangre, despunta al fin Bolívar.

Más joven que su muerte andante y próximatan joven para los años que le esperantan lleno de furor puro, de esperanzas,tocado por el crimen, como todos,ebrio de un fuego por vencer la muertepero también capaz de detenersepara aspirar la flor gratuita, vana,para soñar algún sueño en que se miracon los pies en el lodo, con la frente en la estrella.

Bolívar peleaba por su pan de Independenciacon frenéticas hambres de iluminadocaía al fondo de sus irasensuciaba sus alas juvenilesse arrastraba sobre esponjas de barrolleno de costras, de escamas, de hojarasca,sacaba su garfio, su zarpa, su hocico de hombre de guerratatuado tenía el cuerpo de presidiario de la muerte

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de matador de canarios y españolesde gran sembrador ensangrentado.

Rachas de pánico le cruzaroncuando quiso contener las crecientes, el diluvio,las tribus retemblantes de los hombres caballos...Nadó entre corrientes fragorosasentre torbellinos de rebaños acuáticosalcanzó alguna orilla batida por las olasse derrumbaban las montañas del truenollovía un crepúsculo, un ejército en derrotacaía ceniza funeraria de las fugas, de los éxodos,subía el nivel del agua de la muerte.

Clarea sobre el mundo a pesar de la guerraamanece a pesar de la derrotaun ave con alas de palmera realvuela en la aurora a pesar del exilio.Entonces Bolívar se levantó de su sueñolo despertó, profundamente, a la mañana en cierneslo soñó, por primera vez, lúcido y despiertoatravesó su cristal sin quebrarlofue traspasado por el rayo de imágenes.Visión y visionario fueron un mismo hombrecompartiendo un mismo desayuno frugalen ese primer día insular del destierroen esa jornada de juntar los pasos,

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de pisar firme sin aplastar la nube,de recorrer lo andado hacia el futuro.

Boves en Urica se quebró como una lanza.Bolívar saltará la bocado sus palabras sueltaslas arrojará al voleo sobre las turbas revueltascabalgará los enlutados caballos solaresganará un ejército de vástagos verdes,de raíces viudas, de humus, de libertos en armas.Mudará de piel en el tórrido verano guerrerodejará entre los helechos su casaca mantuanasu capa quebradiza y seca, su uniforme vacíole vestirá una luz matinal de victorias.Bajarán lentamente las aguas tenebrosasaflorarán las cimas lucientes y chorreantescomo lentas tortugas marinas,aún no habrá cruzado la paloma ni crecido el arcoíris.Su voluntad de fundación le irá quemando.Sufrirá por sí mismo y por los otrospor el presente ciego y el porvenir heridopor su visión de paz y su verdad de guerra;llorará alguna vez sobre una piedra,creerá haber arado un mar de lágrimas pétreaspero las fieras regresarán a su guaridase ocultarán en su espesura de libertadorse amansarán un tiempo al influjo de su cantoempezará a verdecer el yermo, a ser de todos la esperanzaresplandecerán los territorios emergidos

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y entre las ramazones de la guerraen la extremidad de sus disparossurgirá un firmamento de yemas delicadas.

¡Bolívar, ay, Bolívar tan mentido!En este tiempo de prisionesde ejércitos voraces salidos de su cauce-revueltos espadones, creciente agostadora-nadie labora tus campos estelaresnadie vela tu insomnio que palpitade viento a viento como una llamaradanadie oye crujir tu impacienciaen las maderas nocturnas, en los bosquesnadie bebe tus palabras sangradasen tu exilio, en tu isla y en tu asfixiacuando pensaste con peso de huerto de agoníade planeta de plomo tenebrosoy hablaste de una imposible mano abiertade un pueblo sonreídode un tiempo de estatua consagradode un ala de laurel constantede un rayo de aire libre.

Acabó tu violencia amando sin remedio.Repartiste entre todos la victoriay un sueño de países tomados de la mano.Quisiste armar la paz con letras, librosquemar la guerra con su propio fuego;

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quisiste hacernos hombres¡no soldados!

¡Bolívar, ay Bolívar! ¿Quién te cumple?¡Cuánta historia rebotando de eco en sombra!¡Cuánto nombre arrojado a los cerdos!¡Cuánto Bolívar invocado en vano!

De la guerra brotará un cielo de verduraque se convertirá en guerrade la que brotará un nuevo cielo verdeque agostará la guerrahasta que reine un día el verde eterno.

Ahondando en la bruma, en el vacío, en el fuegobajaron a la muerte los soturnos caciqueslos conquistadores tiznados por hogueras auríferaslos reyes negros con los ojos en blancoy en su sitio terreno, bajo el sol clamoroso,quedaron los hijos repitiendo sus gestos,los hijos que bajaron también a la muerteahondando en el vacío, los incendios, la nieblay dejando en su sitio terreno, repitiendo sus gestosa los hijos, a sus hijos mortalesque bajaron también a la muerte dejando a sus hijosquienes siguieron cavando las minas de la muerte

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mientras sus hijos cambiaban granos y monedasalzaban torres, hollaban los caminosy bajaban a la muerte dejando a sus hijosbajo el sol clamoroso, repitiendo sus gestos...

Los hijos de todas las razasde todos los metales y materias terrenastejen los hilos de un bordado inacabablede una indetenible danza de cintasensartan un collar de rostros y de calaverasse extienden, de hijo en hijo, los dominios de la muertelas comarcas de grutas, cascadas y estrellas pétreaslas galerías de sales y de fuegos fríosel imperio de los resurgimientos y de las fuentes,hasta el día perfecto de la eternidad.

Juan Liscano

(Caracas, 1914-2001)

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Ibero-América resurge ante Bolívar

¡Alma de Américadetente en Puerto Ricoy recoge su vozora protesta enérgicaora intenso dolor!

Hoyen este siglo que se viste de rojocon el sol de tus patrias redimidas,has caído heridaen medio del Caribeen la isla más bellade tu enorme regazo continental.

Has caído heridacon el puñal del bárbaroimperialismo yanquique te desgaja,para saciar sus ansiasde monstruo pervertidoen la flor entreabiertade tu fresca ingenuidad.

¡Alma de América,detente!tira el manto diplomático

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que cubre tu innata rebeldía;no permitas que te anestesie el invasor malvadoque te hiere a traición;revístete del valor de tu estirpey sufre a sangre fríalos latidos punzantesde tu heridahasta que te estremezcas de dolor;hasta que sientasque el alma de Bolívarse agita en ti!¡que se convierte en parte de ti misma!¡que se funde en la tuya!¡que eres Bolívar!¡Bolívar Inmortal!

¡Bolívar está heridoporque Bolívar esla lucha por la santa libertad!Bolívar está herido,porque Bolívar esel hombreque invocando la luz de los Libertadoresse coloca frente a frente al imperioque esclaviza su patriay vestido de glorialevanta las huestes de la Libertad.El alma de Bolívaren Puerto Rico está.

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Vibra en Albizu Campos, y en los siete patriotasque entre rejas se encuentranpor defender santísimo ideal;y en los hombres altivosy en las dignas mujeresde la patria usurpadaque abnegadas aguardan sacrificio y martiriopor difundir el grito libertarioque es llamada de honor y dignidad.

América EspañolaAmérica de Duartede Sucrey San Martín;América trigueñade Bolívarde Hostosde Maceoy Martí;América cristiana,donde la cruz es símbolodel sacrificio heroicode los hombres que hicieronPatrias libresmovidospor impulsos de Dios;América Latina,¡Rebélatecontra el yanqui invasor!

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Asómatea esta tierra irredentadonde la historia ha impuestouna heroica misión:¡Puerto Rico es la espadaque detendrá el avancedel imperio sajón!Sea su herida la últimaque en tu suelo latinohaga el vil opresor.

“¡Es la Hora de América!”.Empecemosla cruzada de honor,¡Guerra al rubio tirano!¡Guerra al yanqui,al extrañoinvasor de tu sueloque comulga con su historiade heroísmo y valor!Donde sólo se adoracon ferviente delirio,A Bolívary a Dios!

Julia de Burgos

(Carolina, Puerto Rico, 1914-Nueva York, 1953)

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A Simón Bolívar

Cuatro estrellas que se encienden en estrellas libertariasensartadas como perlas milenariasen tu América se ven.Boyacá con Carabobo –Carabobo con Junín–y Junín con Ayacucho –resonancias de tu ser.

Son las cuatro marejadasdonde abrió en rosas de gloria el estruendo de tu espadajunto al gesto de tus bravospaladines del deber.Cada pétalo de rosa dio una patria libertada–sangre joven de la América–fruto ardiente de tu brazo y de tu fe.

¡Vive América, Bolívar!Vive América en el pulso de tu ejército inmortal.El camino señalado por tu espadase enrojece con la sangre de los mártires y héroesque engendraste en las entrañas de los tiempospara izar el pabellón de tu ideal.

Vive América, Bolívar,y también vive tu espada

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mientras haya un solo esclavo que te ultrajeo un tirano que pretenda profanar la libertad.

Julia de Burgos

(Carolina, Puerto Rico, 1914-Nueva York, 1953)

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A Bolívar

No sobre la sustancia de tu historia germinada en arcanos sin segundo no sobre la virtualidad de tus hazañas urgida de realización a las criaturas, me proyectaré en este minuto.

Las australes hegemonías del hombre vivo y padeciente sobre sus inmensidades tácitas con destinos de cofia secreta, tu inconcluso final enraizando más allá del horizonte danme el color que ahora demando desde mí misma hacia mi verbo.

Me proyectaré en este minuto hacia el lugar de tu pecho desde donde tus dueños patriarcales ordenaron los volcanes de tu sangre y los ocultos veneros del sempiterno surtidor de la gloria y los relám-pagos sembradores en la tierra de un nuevo ciclo de esperanzas.

Invoco en este instante el día por ti creado para el sol del indio en libertad el Sol en creciente que deslumbra los meridianos de la América.

Y el hombre esencial, el conductor del fuego, el que el ardor de Pativilca con una palabra por señal batió a la muerte en campo propio hablando en nombre de la vida.

Pálmenes Yarza

(Nirgua, Yaracuy, 1916)

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Bolívar

Raíz de pueblo. Semillaque arborizó libertades.Brazo de izar tempestades.Mente de fúlgida arcilla.El Chimborazo le brillade eternidad en la piel.Llega en heroico tropelal corazón de la historia.No debe nada a la gloria:¡la gloria es hecha por él!

Viril, gallardo, valiente,hijo del sol y del rayo,un relámpago a caballoque va por el continente.Del ventisquero la frenteresuena bajo su planta;el tricolor de la mantasabe de ignotos confines,y en pedestal de clarinesla voz de siglos levanta.

Volcán de nervios. Miradaque pone luz en el viento.Llama de cálido acentodeja en el aire sembrada.

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Vibrante cruza la espadapor llanos y cordilleras;inspira audacias guerrerasa cinco pueblos hermanos,y le florecen las manos¡con un rosal de banderas!

Símbolo fiel, trayectoriade libertad en el hombre,con el fulgor de su nombrerelampaguea la historia.Palpita bajo su gloriade plenitud Venezuela,nos ilumina la esteladel libro que se repasa;vive en la luz de la casay en el amor a la escuela.

Ernesto Luis Rodríguez

(Guárico, Venezuela, 1916-Caracas, 1999)

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Oración a Simón Bolívar en la noche negra de América

Atraviesas la eternidad, con un hueso de caballo, incendiando el abismo, como el abanico de una vieja diosa;corre el tiempo, el agua verde entre tus piernas de coloso,como la flor indígena de la metáfora, como el lienzo manchado sobre la cara de Cristo, seco, como tú, magro, arando en el mar, arando. Capitán, macho de amargura,¿en qué oscura caja reventaron tus sueños, entre el gusano y el oro de la tarde americana?¿Qué pupila enluta tu pabellón furioso?Oh Capitán, como en las lúgubres consejas,como en las leyendas de los reinos perdidos,las grullas entraron en la noche,echaron sus huevos bajo la luz macerada de la luna;rodaron los torreones en los anaranjados potros inmortales, y pequeños dioses, con su plumaje cadavérico, dejaron caer la pierna anciana, la pezuña podrida del asno. Nuestros hijos, con la barriga abierta, con un trapo escarlata, lloran en la espesura.Rameras fúnebres, rodeadas de blancas moscas, mariscales leprosos, verdugos ahorcados, enanos de largas tetas surgieron, como doncellas invernales,y chivos melancólicosascendieron en la hechicería de la noche,destrozaron la guerrera del héroe,

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agitando un cascabel de miseria,un plato de sangre ante los propios ojos.

¡Malditos!¡Malditos desde el fondo de la tierra,desde el fondo del aire,Cabezas Negras, rufianes coronados,sobre nuestras cabalgaduras de pies de seda,sobre el terciopelo que os cubre, como a antiguas queridas, una Sombra, un cráneo terrible,una sombría sombra desolada,vadeando el cielo, el valle negro de los gavilanes,cae sobre vuestras crines; y los gallosrojos de la tempestadencienden la eternidad anunciando su nombre!

¡Eres tú, Capitán! ¡Estás despierto!Avanza sobre el pantano, cual la pantera sobre la estepa amarilla,avanza sobre esta tierra mojada–arcángel de luto de las escrituras– vuelve a andar, cíñete de nuevo la espada, severo, insaciable, como la ceniza del tiempo antepasado.

¡Despierta, Capitán!¡Despierta!América te llora, como una gran viuda apasionada.

Mahfud Massis

(Iquique, Chile, 1916-Caracas, Venezuela, 1990)

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El Libertador

¡Oh! capitán del viento y de la estrellacon las huestes ardidas de volcanes.A su empuje se rinden los titanesy una antorcha se alza en cada huella

Un ciclo de la historia que se sellacon su verbo anudado de huracanes;su mismo afán fatiga los afanesy en su espada se mira la centella.

Nada escapa a su genio pluriforme,en todo excelso, como el mar, enorme,y como el mar ciclópico en su impulso

Griego y latino, y español e indiano,con el sol en la palma de la manoy un enjambre de pueblos en el pulso.

Mario Briceño Perozo

(Trujillo, 1917-Caracas, 1995)

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Bolívar en un libro de lectura

Cuando en su esbelta alfajíasurge la aurora mojadapara tender su miradasobre los campos del día,y en la temprana herreríadespierta el yunque cantor,porque habla en lengua de amory por claro y por fecundo,se llama entonces el mundoBolívar Libertador.

Cuando obediente al anzueloderrama el mar en la orillasobre la arena amarillasus pescaditos de yelo,porque no es otro su anheloque dar de sí lo mejor,un nombre tiene de honory un apellido ese mar:lo llama el aire al pasarBolívar Libertador.

Cuando el rescoldo tranquilode su cesto de costuras,mi madre borda blancurascon sus estambres en vilo,

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y palomillas de hilovuelan a su alrededor,ese universo de amora que entonces pertenece,se llama, pues lo merece,Bolívar Libertador.

Cuando el aguacero fríosus rotas cántaras viertey en toronjiles conviertelas candelas del estío;cuando la tierra es plantíocon altas yerbas de olor,ese tiempo labradorque abril cantando inaugura,se llama por su hermosuraBolívar Libertador.

Mi patria y sus caseríos,sus petróleos torrenciales,sus comarcas vegetalesy su tumulto de ríos,salinas y labrantíos,animales de labor,llanto, júbilo y sudorde esta tierra y de su gente,

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se llaman sencillamenteBolívar Libertador.

Aquiles Nazoa

(Caracas, 1920-1976)

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Elogio del nombre de Simón Bolívar

Tu nombre está en la brisa suspendidocomo un ángel de luz está velandoy en su vigilia eterna descifrandoeste signo del aire y su sonido

En la tierra, el afrecho detenidoy en la savia del árbol, está dandosu sombra que redimo recordandolo que nos diera Padre, lo que has sido

Tu nombre está en el fuego de la roca,y en la clara bandera de la gloriay en la brisa del sueño que la toca.

Tu nombre está en la pluma que yo escribo,en el fondo altanero de la historia,y en el latido de mi fe, cautivo.

IITú vives en la cueva de las fieras,tú estás en el espacio dividido,tú te hallas en el hombre redimidobajo la floración de sus maderas.

Tú estás en la comarca de las peras, tú estás por nuestro tiempo sostenido,

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tú te hallas en el fuego sumergidoque dora el corazón de las canteras.

Tú te hallas en el líquido fluyenteque baña nuestra extensa geografíabajo la fiebre de su amor creciente.

Tú te hallas en la punta del arado,en el cristal de nuestro mediodíay en el hijo más fiel y más amado.

Enrique Castellanos

(Trujillo, Venezuela, 1921)

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Libertador y padre nuestro

Cuando todas las voces sean polvoy todos los silencios sean nada;cuando el tallo verde sea apenasrecuerdo de la espiga y la raíz primeraun desangrarse de agua inédita;cuando las perdidas huellaslloren el polvo de sus pasos;cuando las manos huérfanasdestilen su porción de estrellas, y Dios, sólo Dios quede en la eternidad,estarás tú, Simón de Caracas y de América,temblando en el silencio de la vozpara decir tu palabra.

Lucas Castillo Lara

(Aragua, 1921-Caracas, 2002)

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Bolívar

Simón Bolívar, Padre de mi frente, yo te entrego mi canto en llama pura: canto a la mano fiel de tu escritura: selva y espejo bajo cielo ardiente.

Padre Simón Bolívar inmanente, albar, cinabrio y de unidad futura: tu ciudad y mi verso a tu figura brindan el contenido continente.

Recordarte es hablar de una mirada,medir con una flor la Poesía,saber que el aire verde es todo olor.

Y pensar en el filo de tu espada es como equilibrar la luz del día, porque es la espada del Libertador.

Alarico Gómez

(Monagas, Venezuela, 1922-1955)

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Invocación terrestre a Bolívar

Oh, santo terrestre como los ríos y los peñascos, ángel de piedra y flores vivas, rama del arcoíris, mástil abierto sobre el mar dorado de la noche, aquí llego como las olas cansadas de tocar la muerte en el limo de los náufragos, en la huella de los barcos,y te pido que destierres de mi heredad destruida a estos hongos de sal crecidos sobre la mañana,a estos insectos que pican las hojas de mi sangre, a estos gavilanes detenidos en el alero de mis huesos.

Oh, santo terrestre como los pájaros y la muerte,dueño de los vitrales rumorosos de la primavera, asceta enamorado de la frente dulce de Venezuela,por las veinte llagas hermosas de tu pueblo,por los territorios de luz sobre tus ojos,por el valle tranquilo de tu alma bajo la nieve,por la cruz de naranjas ardientes de tu espada,defiende la libertad de las palomas sumergidas,cura la boca de los caños crucificados por los peces,sana las heridas verdes de los campesinos lejanos,moja con tu savia la garganta de los árboles sedientos,deja caminar las sandalias frescas de arroyo sobre el cauce marchito de las calles abandonadas.

Oh, santo terrestre como la lluvia y la esperanza,incienso de los volcanes, pastor de aguas azules,

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desciende de nuevo con tus manos limpias como el díahasta el cáliz profundo, inmenso de tu tierra,y entrégales la corola palpitante del océanoa los labriegos que siembran sobre mi antiguo fémur,a los venados que cuidan la grama de mis cabellos,a las cigarras que cantan sobre la piel del verano,a las abejas que dictan su curso de mansedumbre en la colmena limpia, transparente del campo.

Oh, santo terrestre como la miel y la ternura,artesano que viajas con tu lebrel de jazmines,recorre los caminos llenos de fábricas desbocadasque azotan las vísceras alegres de las obrerasy búscales un empleo apacible, levemente sereno,como las águilas que labran las maderas del cielo,o las plantas que tejen el aroma del mundo.

Oh, santo terrestre como la leche y los salmos,capitán de la ballena cristalina de Jonás,desembarca en la playa luminosa del alba,y escribe sobre la corteza musical de las ciruelastu palabra olvidada por esta densa langostaque cae sobre la rubia catedral de los trigales.

Oh, santo terrestre como el sueño y las estrellas,columna de metales puros, claridad de los torrentes,derriba estas estatuas nacidas de las llamas,destruye este templo construido por los nuevos fariseos

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que hunden el pórtico morado de los mesesy te niegan bajo los arcos estremecidos del otoño.

Oh, santo terrestre como la cópula y mis besos,padre universal del maíz, sollozo de los ventisqueros,fecunda el cuerpo de las ciudades dispersasdevuelve la mirada a los girasoles unidos,y deja que sobre tu carne transiten las mariposasy las mujeres enamoradas de la torre vespertinade los helechos que mecen su libertad en el viento.

Oh, santo terrestre como la noche y mi tristeza,enredadera de tulipanes sobre el escudo del tiempo,asciende, ahora, sobre el silencio de la tarde,madura tu voz en el ramaje de los frutos jóvenespuebla de gritos encendidos las plazas del ponientey derrota de nuevo, bajo las sienes del crepúsculo,las sombras que caen sobre mi heredad destruida.

Juan Manuel González

(Caracas, Venezuela, 1924)

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Carta de Cádiz

¡El mismo fastidio! ¡Siempre el mismo fastidio!Estoy cansado de las ciudades de Europa.Me vuelvo a América. ¿Qué haré yo allí?… lo ignoro... Yo nunca hago proyectos.Tal vez construya una choza en Venezuela...¡Ah Fanny du Villars que ha llorado conmigo!...Recordáis la tristeza cuando me fui a Viena:Rodríguez me hablaba de la ciencia, la libertad de los pueblos, espantado del Imperio que tuvo en mí mi primer amor. ¡Existían otras cosas además del amor!Le dije: “¡Ah Rodríguez prefiero morir!”“¡Sos rico Bolívar, tenés cuatro millones!”¡Tenés cuatro millones Simón Bolívar!Gasté 150,000 francos en Londres en tres meses. En Madrid, donde viví como un príncipe... Después me dirigí a Lisboa...Aquel pobre chico Bolívar de Bilbao estudioso, metódico, económico,¡y el Bolívar parrandero de la calle de Vivienne!¿Y quién soy yo? Yosólo sirvo para dar un cocktail-party

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a algún hombre de genio. Un brillante de la empuñadura de la espada de Bonaparte!El pasado que acabo de evocar me abruma.Dejo la pluma... Estoy bañado en sudor. Salgo al balcón a respirar el aire de la noche de Cádiz.Yo soy un hombre distinto a los otros hombres, Teresa.3 semanas en París y ya estaba aburrido.¡Y París no era el lugar para esa vaga inquietud! … hubiera sido mi culto la gloria... Este es mi pasado. El presente un vacío.Sin un solo deseo que deje una huella en la memoria. ¿El futuro?Sólo los locos calculan las quimeras.Vuelvo a ver otros hombres y otra tierra....Un encanto de los recuerdos de mi infancia que se desvanecerá sin duda a mis primeras miradas... Pero el gran emperador acaba de invadir la España y quiero estar ahora en América y ser testigo de la repercusión que tendrá esta noticia.

Ernesto Cardenal

(Granada, Nicaragua, 1925)

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A Simón Bolívar (Canción)

Simón Bolívar, Simón,caraqueño americano,el suelo venezolanole dio la fuerza a tu voz.

Simón Bolívar, Simón,nació de tu Venezuelay por todo el tiempo vuelacomo candela tu voz.

Como candela que vaseñalando un rumbo ciertoen este suelo cubiertode muertos con dignidad.

Simón Bolívar, Simón,revivido en las memoriaste abre otro tiempo la historia,te espera el tiempo Simón.

Simón Bolívar, razón,razón del pueblo profunda,antes que todo se hundavamos de nuevo Simón.

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Simón Bolívar, Simón,en el sur la voz amiga,es la voz de José Artigasque también tenía razón.

Letra: Rubén Lena (Uruguay, 1925-1995)

Música: Isidro Contreras (Venezolano)

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Coral Bolívar (Canción)

Supremo soñador, nivel del cóndor,horizonte del hombre a cielo y tierra,señor Simón, comando del futuro,caviloso tumulto de mi América.

Vengo de haber caído, estoy volviendode las cenizas donde fue la muerte,entre miseria, postración y llanto,la medida del sátrapa en tu ausencia.

La noche que caíste hacia el rocío ¿quién podía contener tu transparencia?Salieron de la sombra los traidoresy en el minué de las oligarquías fue mártir y martirio tu bandera.

La geografía de tu sueño grande,el mapa de tu América morena,fue partido, violado y repartidoentre tiranos de cuartel y hacienda.

Nosotros perduramos en tu sueñoy seguimos soñando a tu manera,raíz en la raíz, pueblo con pueblo,somos tu duro ejército de greda.

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Compadre resplandor, Tatai de cobre,lúcido general de la insurgencia,cima Simón Bolívar, permanenteestratega de urgentes primaveras.

Soy el que te ha nacido, el venidero,de la resurrección de tu fogata,porque en Cuba Martí ya está escribiendola rosa donde vive la mañana.

Sandino ha vuelto ayer, sombrero libre,para que el sol se quede en Nicaragua,girasol, giraluz, giracolores,de los volcanes de su furia ardiendoy sus poetas de guitarra armada.

Estaba el Che, austral como es su modo,y Allende, puro mar y cordillera,y por Brasil bajaba el Amazonas,uniendo su coral a Venezuela.

Ahora Tatacita, ya despiertos,de una punta a la otra de su América,venimos a sacarlo de su sueñopara que nos dirija, como entonces,hacia su campamento en las estrellas.

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Buenos días Simón, cumpa del viento,venimos a buscarlo pa’ que mande,porque usted no murió ni del otoño,ni del invierno, ni la primavera. Usted es ese niño que nos miradesde el silencio de Latinoamérica.

Buenos días, Simón, cumpa del viento,venimos a buscarlo pa’ que mande,para que nos dirija como entoncesdesde la cima de Latinoamérica.

Letra: Armando Tejada Gómez (Argentina, 1929-1992).

Música: César Isella (Argentina, 1938).

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Don Simón

Es, exactamentela antítesis de la nochela dimensión vuelta sentidola música que penetra por todas las ventanasel esplendor de una sinfonía inacabadael sí,la magia de algo que vino y que se hizo el resplandor de un crepúsculo de ciento ochenta grados.

La visión panorámica sobre una alta montañaen medio de la soledad y de la luz–como en el Chimborazo–el esfuerzo unido a la grandezala creación hecha realidadla pasión de un amor intensola categoría frente a las vicisitudesla magia de la palabra y del espírituel aletear de un gran presagioel destino de todo un hombre.La fuerza de la realidadla razón, el espacio y la trascendencia de una vida el agua y el fuego de nuestras entrañasel sol de todo un firmamento.El que cantó su verso con la espaday trazara en simbólico ritmola medida de su elevación

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con el fondo de un himno emocionadopara fructificar repúblicasy darnos lo que somos.Es, exactamente,la antítesis de la noche...

Ramón Urdaneta

(Trujillo, Venezuela, 1932)

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Poema a Bolívar

Era un grito. Una llama.Un destino de fuerza desatada para la lumbre de la libertad.Era de pensamiento, era de fibra atormentada. Un abismo elocuente en su hermética mirada sublimada en libertad.Era lo que era. Bolívar.Como un rasgado ángel de heroísmo.Libertador del espacio vital en que existimos. Era la intensidad del idealvenciendo la potencia derramada por el clamor maldito del dominio.Era un conjuro, era una vehemencia para agrietar el muro del silencio y entregarle a la antorcha su sentido. Es nuestra gloria primera proyectada. La piedra sepulcral que tapó el llanto.

Mario López Bello

(Venezuela, 1934)

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Canción bolivariana

Bolívar bolivarianono es un pensamiento muertoni mucho menos un santopara prenderle una vela

Un niño de Venezuelatuvo un encuentro con élpuede ser imaginariopero pudo suceder

Y esto lo conversaronBolívar y el carajitodebajo de un arbolitoque se salvó de la quemadebajo de un arbolitoque se salvó de la quema

Niño:

“¿No es verdad Simón Bolívar que al hacer tu juramento histórico en Monte Sacro no pensaste que tu brazo hoy se sintiera cansado de tantos que se han colgado para escudarse en tu nombre?”.

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Bolívar:

“Hay razón en lo que dices yo frente a Simón Rodríguez juré liberar a mi patria y tal vez por inocencia no la soñé gobernada por indignos de mi herencia”.

Niño:

“Al pueblo tratan de quitarle la memoria por eso al gringo Henry Clay quien te insultó en tu vida y en tu muerte le levantaron una estatua en nuestra Patria y la doctrina latinoamericana que acrisolaste en tu carta de Jamaica le han disminuido su esencia patriota y libertaria, ¡ah! si vieras el destino de los pueblos que liberó tu espada su mayor libertad es la de morirse de hambre pisoteados por la bota norteña sobre la que nos alertaste”.

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Bolívar:

“Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

Niño:

“Hoy acudimos a tu idea visionaria al antiimperialista pensamiento de tu frente, disculpa que te trate de tú pero para ser mi Libertador tuviste primero que ser mi amigo grandioso capitán navegando hacia Angostura con la cara mojada por el Padre Río jamás en la historia de la Patria hubo tantos borrones sobre un papel escrito y el amor por el pueblo llevado a tanta altura”.

Y Bolívar sonreídoy lleno de comprensiónle saltaba el corazónpor lo que estaba escuchando.

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Y mirando fijo al niñode edad escolar sin escueladijo: Toma mis espuelasque hay que jinetear de nuevotú te vas de pueblo en puebloa despertar a la genteque alcen más y más la frentepara merecer la gloriay hacer de nuevo la historialiberando al oprimidoque si el pueblo está dormidonunca ganará la gloria.

Niño:

“Bolívar, en Birongo allá por Barlovento hay una placita con tu nombre y prohíben visitarla sin camisa para que veas que nuestras leyes las dictan los de frac y de levita en contra de los descamisados.

Bolívar:

“... y se olvidan que yo usé camisa prestada cuando estuve en Santa Marta...”.

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Niño:

Y lo peor es que a mi pueblo ya lo están dejando sin Bolívar.

Bolívar:

“¿Lo están dejando sin dinero, carajito?”.

Niño:

“Sin conciencia Libertador, sin conciencia. El pueblo en su engaño cree que la alta burguesía, va a llevarte flores al Panteón Nacional cada Aniversario de tu muerte”.

Bolívar:

“Y entonces ¿a qué van pequeño compatriota?”.

Niño:

“A asegurarse de que estés bien muerto Libertador, Bien muerto”.

Y Bolívar sonreídoy lleno de comprensión

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le saltaba el corazónpor lo que estaba escuchando.

El resultado es clarola burguesía es hija de la colonia y viceversala opresión está reunida en masabajo un solo estandartey si la lucha por la libertad se dispersano habrá victoria en el combate,¡que si la lucha se dispersa,no habrá victoria popular en el combate!

Bolívar bolivarianono es un pensamiento muertoni mucho menos un santopara prenderle una vela

Un niño de Venezuelatuvo un encuentro con éloigan sonar sus espuelasva cabalgando otra vez,oigan sonar sus espuelasva cabalgando otra vez.

Letra y música de Alí Primera

(Coro, 1941-Caracas, 1985)

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Reto bolivariano (Fragmento)

(…)

Creo en tus brazos y en tus puños creo desde la eternidad encabritados. En el samán que te albergara creo, en tus noches, tus selvas, tus caminos. Creo en el tamarindo de Angostura donde amarraras tu esperanza al río. En el entrecejo de tus iras y en el crispado acento de tu verbo. Creo en tu hamaca, compañera fiel en cada escaramuza libertaria. En la orfandad de tus monturas viejas, añorándote a ti, ¡Oh Padre Nuestro!

Creo en las plateadas herraduras, hechizos del galope redentor. En tu espada que atizó la gloria, sembrando sobre sombras libertad. Creo en Palomo y su inmortal relincho cuando, gozoso, te sabía campal. También en los secretos que confiabasa tu mula orejona y obediente. Creo en el tremedal de Casacoima:regazo en el delirio de tus sueños.

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Creo en Pichincha y creo en Boyacá y en Junín, Carabobo y Ayacucho.

Creo en la cruenta imagen que tenías de aquella América rapaz del Norte. En el recio camarada Rooke quien a la noche le ofrendó su brazo. En la Gran Colombia que fundaste y en el sueño de América, la Patria. Creo en tu pensamiento, fulminante hoguera de visiones sempiternas. Creo en Jamaica y creo en Angostura donde fijaste el rumbo a nuestra América.

En la América tuya tan dolida, ágora ayer: la comunión del mundo.En Tinjacá y en tu Nevado perro, en tu pobreza y tu camisa rota para la desnudez de Santa Marta. En el fulgurar de tu relámpago perdido en la hondonada del vacío. En el alarido de la noche con la última proclama de la unión. Creo en la redención de nuestro suelo por tus huestes apenas comenzada.

(…)

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Creo en la Guerra de Tupac Amaru, la Guerra a Muerte que empuñara el Ande. En Martí cuando corrió a buscarte en la noche sangrienta de tu América y en la montaña que soñó tribuna, entre relámpago y furente rayo, y un manojo de pueblos en tu puño, rendidos los tiranos a tus pies. Creo en el Che, en Camilo y en Sandino para tu valentía encarnaduras. Creo en todos los hijos de la Tierra capaces de fraguar la nueva aurora.

En la hospitalidad de estas neblinas creo, remanso de tu luengo insomnio. Definitivamente creo en ti, ¡Omnipotente Padre de la Patria! Y aunque tú ya una Patria nos dejaste, creo en la Patria que nos falta hacer. Creo en ti, ¡Adalid de Libertad! Desde estos ventisqueros de los Andes, donde una América de pie te espera para salir a libertar más patrias así tengamos que retar a Dios con tal de no seguir arando el mar.

Pablo Mora

(Táchira, Venezuela, 1942)

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Canto anónimo

Arriba zambos del llanolos del brazo arremangaoque el Libertador nos llamaa pelear como es mandao.

Arriba zambos del llano,que el Libertador nos llevacon el triunfo aseguraomontado en su caballitode color acanelao.

Codicia del Negro Infantecoco de Julián Mellao.Caballo no bebas aguaque el agua es para el pescao

bebe los vientos llaneroshasta morir aventao.Ya tocan a la botasillaya está el escuadrón montaoarriba los zambos del llano,¡a pelear como es mandao!que el Libertador nos llevacon el triunfo asegurao.

(Recogido en Nueva Granada,

por el historiador colombiano Enrique Otero D’Costa).

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Te mostraron

Te mostraron como te soñamos y te ves grande.Antes le temían a tu nombre, de hoy en adelante temen a tu

imagen... te pareces al pueblo.Ellos lo sabían desde siempre y se mostraron temblorosos...

con miedo a que te viéramos como eres, a que los liberados te reco-nocieran como pueblo. Ahora que estás en nosotros como en vida, te desconocen... te esconden de todo.

Quieren prohibir que te riegues por la patria... como fuiste, como eres y como siempre serás. Bienvenido padre, con tu imagen, a la patria que soñaste, con la verdad que proclamaste.

Estás aquí hoy junto a nosotros... en esta patria que estamos construyendo… todos se parecerán a ti... cabalgarán con tus sueños de libertad. De hoy en adelante nadie podrá esconderte... porque eres igual a todos los desposeídos... es decir, al pueblo.

No te montarán en altares de mentiras… para hacerte anodino.Ahora saben que galopas por las calles con nosotros hecho

pueblo... con camisa prestada... como tu última puesta y el alma limpia, con que siempre cabalgaste. Te siento, padre mío, en mi verdad combativa... traída desde tu tiempo; soy tu hijo Bolívar. Eres parte de esta vida que se extiende... creces en este cuerpo... y sueño construyendo juegos de amor, para crecer como vamos, emanando de tu raíz, saliendo de tu vida… con ímpetu hacia los nietos. Eres grande, Simón.

Eres grande, Padre.

Antonio Machuca

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Entre discursos, proclamas y versos

El Bolívar de América, el prócer de la Independencia, el amoroso Quijote de los sueños todos, el que hizo del pasado el futuro necesario, fue también un poeta.

De lejos parecía que la pluma dibujaba garabatos. Vistos de cerca los trazos eran letras y éstas formaban palabras, oraciones, párrafos, textos enteros. La visión de América emergía de esas manos que trastocaban el tintero en sangre, en pulso y pensa-miento, en amorosa razón liberadora. Allí estaba él, apenas alum-brado por una vela, que todo a su alrededor convertía en fantasmas y en sombras. En cambio su palabra iluminaba el futuro. Manuela era una presencia que lo acompañaba de lejos y le soplaba al oído las caricias que a distancia lo hacían levantar por un instante los ojos del papel y tal vez, tal vez un suspiro se colaba entre sus labios.

Daniela Saidman

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Carta de Simón Bolívar a su prima Fanny

Querida prima:

¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última hora: tengo al frente el mar Caribe, azul

y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta, como nuestros ensueños de 1.805.

Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.

Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulgura-ciones de la conciencia.

¡Adiós, Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó la tuya en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.

Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y el mensaje del Congreso de Angostura…

No la reconoces, ¿verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.

Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dando frente al enemigo, te daría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado, en los campos de un sol de primavera.

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Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de un inmenso dolor; presa de infi-nitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis ojos.

¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los con-

sejos de gobierno; tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final. En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por los calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mos-trada por níveas castidades.

A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas, apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras, y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas, y en tu voz escucho las dianas de Junín.

Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión sera-fina señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderme en el vacío 3.

3 Fanny fue su novia cuando Bolívar tenía 20 años. Esta carta la escribió el Libertador en su lecho de enfermo, en Santa Marta, Colombia, el 6 de diciembre de 1830. Algunos historiadores consideran este texto apócrifo.

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Iconografía selecta de Simón Bolívar

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Bolívar, autor desconocido. Sin fecha. Impresión a color sobre papel.

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Unión, o la anarquía os devorará, Bolívar al expirar. Quesnet y Frey, Sin fecha. Litografía.

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Simón Bolívar en Haití, anónimo, 1816. Carboncillo y pastel.

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Simón Bolívar, John Neagle (atribuido), 1818-1819. Óleo sobre tela.

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Simón Bolívar, Weber, Grabado, 1820. (El llamado Bolívar negro).

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Grabado Bolívar, William Thomas Fry, 1822.

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Bolívar, José Gil de Castro, 1825.

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Simón Bolívar, José María Espinosa, 1828. Guachesobre hoja de marfil.

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Simón Bolívar, José María Espinosa, 1828. Grafito sobre papel.

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Simón Bolívar, José María Espinosa, 1830. Tinta sobre papel.

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Simón Bolívar, J. A. O’ Neill, 1843.

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Simón Bolívar, Anónimo (¿Tito Salas?), sin fecha.Carboncillo sobre papel.

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Reconstrucción digital y científica del rostro de Simón Bolívar, Philippe Froesch, 2012.

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Reconstrucción digital y científica del rostro de Simón Bolívar, Philippe Froesch, 2012.

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Bibliografía

Bolívar y los poetas (Antología). Selección y Prólogo José Manuel Castañón. Edición encomendada por la Embajada de España en Venezuela. Casuz Editores S.R.L. Caracas, 1976.

Bolívar en la poesía hispanoamericana (Antología). Universidad Simón Bolívar. Instituto de Altos Estudios de América Latina. Caracas, 1984.

Cantos a Bolívar. Poesía venezolana. Homenaje en los 173 años de su nacimiento. Ofelia Cubillán (Comp.). Impreso en Tipografía Garrido. Caracas, 1956.

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Índice

Nota explicativa 7

La visión continental de Bolívar, J. A. Calzadilla Arreaza 9

Textos sobre Simón Bolívar 13

Rafael María Baralt:A Simón Bolívar, Libertador de Colombia y del Perúy creador de Bolivia 15

Juan Vicente González:A Bolívar 16

María Josefa Mujia:Bolívar 17

Ricardo José Bustamante:Ante el sepulcro de Bolívar 18

Teodoro Valenzuela:Bolívar en el retrato del señor Urdaneta 19

Miguel Antonio Caro:A la estatua del Libertador en la Plaza Mayor de Bogotá 21

Page 198: Un canto a Bolívar

Manuel González Prada:Bolívar 23

José Martí:Gran héroe 24

José Ignacio Potentini:Bolívar 27

Leopoldo Díaz:Bolívar 28

Rubén Darío:Himno al Libertador Simón Bolívar 29

Oda al Libertador Bolívar 30

Udón Pérez:Al soñador de la Gran Colombia 41

José Enrique Rodó:Bolívar 42

Juan de Jesús Reyes:Voz de los pueblos libres de América 44

Canto a Bolívar 45

Rufino Blanco Fombona:Juramento de Bolívar en el Monte Sacro (1805) 56

Page 199: Un canto a Bolívar

Luis Llorens Torres:Bolívar 59

Eduardo Carreño:Simón Bolívar 60

José Tadeo Arreaza Calatrava:Bolívar 61

Juan Aizpuru Aizpuru:Himno a Bolívar 62

Antonio Lucena:Canto a Bolívar 63

Enriqueta Arvelo Larriva:Bolívar, toma mi canto 65

Gabriela Mistral:Bolívar cuarentañero 67

Jorge Schmidke:Los tres majaderos 68

Fernando Paz Castillo:Después de Carabobo 69

Vicente Huidobro:Alegoría de Bolívar 75

Page 200: Un canto a Bolívar

José Agustín Fernández:El Cóndor 80

Juana de Ibarbourou:Himno a Bolívar 82

Andrés Eloy Blanco:Reláfica de la negra Hipólita, nodriza de Bolívar 85

Danza del fuego 88

Rafael Yepes Trujillo:Allá va Simón Bolívar 93

Miguel Ángel Asturias:Credo 97

Bolívar 98

Carlos Luis Sáenz:Bolívar 102

Antonio Spinetti Dini:La epopeya del genio 103

Jacinto Fombona Pachano:El arco 106

Antonio ArráizCuando los veteranos 107

Page 201: Un canto a Bolívar

Manuel Felipe Rugeles:Este niño don Simón 108

En Santa Marta 109

Jorge Carrera Andrade:Cuatro estrofas a Bolívar 111

Pablo Neruda:Un canto para Bolívar 112

Alberto Arvelo Torrealba:Por aquí pasó 115

Miguel Otero Silva:El Libertador 118

Julio Zerpa:Canto a Bolívar 120

Vicente Gerbasi:Rememorando la Batalla de Carabobo 123

Juan Liscano:Bolívar 127

Julia de Burgos:Ibero-América resurge ante Bolívar 133

A Simón Bolívar 137

Page 202: Un canto a Bolívar

Pálmenes Yarza:A Bolívar 139

Ernesto Luis Rodríguez:Bolívar 140

Mahfud Massis:Oración a Simón Bolívar en la noche negra de América 142

Mario Briceño Perozo:El Libertador 144

Aquiles Nazoa:Bolívar en un libro de lectura 145

Enrique Castellanos:Elogio del nombre de Simón Bolívar 148

Lucas Castillo Lara:Libertador y padre nuestro 150

Alarico Gómez:Bolívar 151

Juan Manuel González:Invocación terrestre a Bolívar 152

Page 203: Un canto a Bolívar

Ernesto Cardenal:Carta de Cádiz 155

Letra de Rubén Lena y música de Isidro Contreras: A Simón Bolívar 157

Letra de Armando Tejada y música de César Isella:Coral Bolívar 159

Ramón Urdaneta:Don Simón 162

Mario López Bello:Poema a Bolívar 164

Letra y música de Alí Primera:Canción bolivariana 165

Pablo Mora:Reto bolivariano 171

Canto anónimo 174

Antonio Machuca:Te mostraron 175

Daniela Saidman:Entre discursos, proclamas y versos 176

Page 204: Un canto a Bolívar

Carta de Simón Bolívar a su prima Fanny 177

Iconografía selecta de Simón Bolívar 179

Bibliografía 195

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Edición digital

enero de 2016

Caracas-Venezuela

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