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Un cuento del DUENDE MELODIC Al pie de unas grandes ra- íces, en lo más profundo del bosque, vivía el Duende Melo- día. Su casa era una hermosa callampa, con puertas, ven- tanas y chimenea.Cerca de su callampa, había un Hormiguero, donde vivía su amiga , la Hormiguita Cantora.Se llamaba así, porque en vez de hablar, cantaba.Duran- te todo el año, podía oirse su alegre voce- cilla, mientras iba y venía entre las hier- bas del bosque. A fines del verano, el trabajo aumentaba en tal forma, que la Hormiguita, para darse ánimos, cantaba mejor que numera.Su canción era más o menos así : -ÎVamos, apurarse, que viene el invierno, con sus llirvAgs largas, y su helad Cuando el le dieron vientoi Duende ojo este canto, ganas de trabajar también, o en la puerta de su ca- llampa un letrero que decía: Se eprre glan za- patos. Y se sentó a es- perar que llegaran clien- tes.Mientras esperaba, iba pensando :

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  • Un cuento del DUENDE MELODIC

    Al pie de unas grandes ra-ces, en lo ms profundo del bosque, viva el Duende Melo-da. Su casa era una hermosa callampa, con puertas, ven-tanas y chimenea.Cerca de su callampa, haba un Hormiguero, donde viva su amiga , la Hormiguita Cantora.Se llamaba as, porque en vez de hablar, cantaba.Duran-te todo el ao, poda oirse su alegre voce-cilla, mientras iba y vena entre las hier-bas del bosque. A fines del verano, el trabajo aumentaba

    en tal forma, que la Hormiguita, para darse nimos, cantaba mejor que numera.Su cancin era ms o menos as : -Vamos, apurarse, que viene el invierno, con sus llirvAgs l a r g a s , y su helad

    Cuando el le dieron

    vientoi Duende ojo este canto, ganas de trabajar tambin, o en la puerta de su ca-llampa un letrero que deca: Se eprre glan za-patos. Y se sent a es-perar que llegaran clien-tes.Mientras esperaba, iba pensando :

  • t

    - bueno, bueno, por un par de zapatos, cobrar una nuez.As, ir llenando mi despen-sa y en el invierno lo pasar muy bien.

    Estos pensamientos lo pusieron muy conten-to y sacando su flauta de caa del bolsillo, se puso a tocar una msica que tena tres notas :

    Estaba en lo mejor, cuando el Duende oy un gran ruido que se vena acercando, acer-cando, como si un ejrcito avanzara.Y se detu-vo, justo, frente a la callampa.No tard el Duende Meloda en oir tres golpes en su puer-ta.

    - Quines son?', pregunt el duende^ pensando que talvez seran varios clientes. Y corri a abrir. Para gran sorpresa suya, se encontr con un largusimo seor, pareci-do a un gusano, pero con muchos pies, calza-dos con pesados zapatos.

    -Yo soy, seor Duende, yo soy el 8iempis, dijo el extrao visitante, con voz ronca.

    -Podra decirme quse le ofrece? pre-gunt el Duende, amablemente.

    - Quiero que me arjsgle los zapateos. - Y...Cuntos pares quiere que le aroagle?

    sigui preguntando el Duende, mientras miraba los numerosos pies del Ciempis.

    -"Quiero que me arable todos los zapatos,

  • Mm

    cincuenta pares, ni ms, ni menos. Y diciendo; esto, el Ciempis comenz a sacarse los zapatos y a amontonarlos frente a la puerta de la callampa. -Cincuenta pares de

    zapatos? grit el Duende jQu horrori

    -De qu se asusta, seor Duende Meloda? lo es ud. un buen za-patero? pregunt el Ciempis mientras no cesaba de sacarse ms zapatos. - Yo, yo soy muy buen zapatero, contest

    el Duende, pero nunca he arreglado tantos zapatos de una sola vez. -Qu culpa tengo yo de tener tantos pies?

    Se acerca el invierno, y tengo que estar bien preparado, para no resfriarme, dijo el Ciempis, terminando de sacarse el ltimo zapato.

    Al ver aquel cerro de zapatos, frente a su puex^ ta, el Duende trat de protestar, muy afligido:

    -Pero, es que tendre que trabajar da y noche ...

    - Cuando se es trabajador, eso no importa Eso s, que me los tiene que tener listos en tres- das ms, porque puede llover de re-

  • pente*Y qu hara yo, andando a pata pelada? -Tenrselos listos en tres das jales? gri-

    t con desesperacin el Duende Meloda,\eso es imposible! Pero entonces el Ciempis se puso serio,

    j dijo con voz gruona: - Si ud. no me tiene listos los cincuenta

    pares en tres das ms, sabr de qu manera el.Ciempis apura a la gente. Y dando media vuelca, se alej, sin meter tanta bulla como cuando vino, porque iba a pata pelada.

    Muy afligido, el Duende ^eloda guard su flauta, y sac martillo, clavos y el pie de cabra.Y luego de despejar su puerta, se puso a trabajar.Su pequeo martillo haca tin, tin, tin sin descano. Pas por all la Hormiguita Cantora, y al

    oir aquel ruido, se asom a la callampa.Al ver que el Duende trabajaba, no pudo menos que cantar : - Oh, qu gran sorpresa,

    ests trabajando4 eso s que debes hacerlo cantando." . ' - Hacerlo cantando.1 remed el Duende,mira, Hormiguita, no me molestes con tus consejos hora. La Hormiguita se asombr del mal genio

    del Duende, y con su dulce voz, lo aconsej de nuevo;

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    - Con rabias y enojos nunca aprenders, que est en el "trabajo la felicidad.

    T .La felicidad!, suspiro el Duende,Eso dices t, porque no para el seor Ciempi A pesar de su poco

    xito, la Hormiguita se despidi amableme te del ..Duende ^ elod

    "-Adis, Duehdeci Si me necesitas ya sabes que. tienes" tu amiga Iiormiguita., -Adis, iormiguita, lo tendre muy presente. Y as diciendo, el Duende volvi dar gol-

    pes con su martillo en ios zapatos del Ciempi Trabaj todo el da, y cuando lleg la

    noche, tena terminado slo diez pares de za-patos. Cogindose la cabeza a dos manos, el pobre Duende gimi :

    -"No"' digo yo?Tengo diez pares listos, perc me faltan ciarenta i Tendr que trabajar de no-che ,pero. .. con qu me voy a alumbrar, si no naj luna?

    Este era un problema grave.Nuestro Duende no sena ojos de .gato para ver en la oscurmdac y el pedacito de madera que usaba para guiarse en la noche, apenas si daba un resplandor

  • -6-blanco,que no serva para trabajar.Pensando y pensando, el Duende Meloda tuvo por fin, una idea.

    s Aii! ya s!Le pedir a la seora Lucir-naga que me preste su farolito.En pago, le dar una nuez.Ser un buen negocio.Salgo in-mediatamente para el bosque.

    Y as diciendo, se puso su abriguito,abri la puerta de hm callampa, y entr por un ca-mino en el inmenso bosque que suspiraba y cruja con el viento.Guando el viento, se de-tena, el silencio era tan grande, que se oa crecer las hierbas.Despus de caminar unas dos horas,divis por fin un tronco viejo, por donde andaban muchas lucirnagas con sus fa-rolitos a cuestas.Trep el Duende por all, y se acerc a una Lucirnaga algo anciana, saludndola amablemente :

    - Buenas noches, seora Lucirnaga} 'La Lucirnaga, en cambio, interrumpida en

    su trabajo, no fu muy amable 'en su contesta-cin:

    "-Buenas noches.Estoy muy ocupada-, as es que dgame luego lo que quiere.

    -'Bueno, yo vena a proponerle un negcio.. M-gn negocio? Qu ser?"pregunt la Lu-

    cirnaga acercando su farlito a la cara del Duende.

    -"Se trata de que ud. me preste su faroli-to por tres noches, y en cambio de este ser-vicio, le dar una nuez

  • L a Lucirnaga dio un paso atrs y con-test co4 desprecio: "-orno? Prestarle mi farolito a un desco-

    nocido?! ImposiblelAdems, ando buscando casa para pasar el invierno, y tengo que verla muy bien para que despus no vaya a bener go-teras.

    SI Duende, apenado por esta respuesta, dijo, con voz suplicante. .,

    -Ss que yo lo necesito tanto... y en cambio le dare una nuez. "-Ni a cambio de diez nuecesl Y diciendo esto, la seora Lucirnaga se

    meti en un hueco del rbol vie jo,y examin prolijamente sus paredes, alzando el codicia-do farolito.El Duende la qued mirando, mien-tras pensaba con desesperacin cmo podra trabajar en medio de la oscuridad.Pronto la seora Lucirnaga termin su examen, y sali muy sonriente;

    -Este hueco es exactamente lo que necesito. Dejar aqu mi farolito, como seal de que ya est ocupado, mientras voy a buscar mis cosas.

    Y como lo dijo, lo hizo.Pero no bien la Lu-cirnaga le volvi la espalda, el Duende Melo-da tuvo un malsimo pensamiexifco, y en un se-gundo, se apoder del farolito y parti co-rriendo.No par hasta llegar a su callampa.Una vez dentro, p2x>lg el farolito del techo y sin mayores remordimientos, se puso a trabajar. Mientras trabajaba*, canfeoa con voz desafina-

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    da - Aja, aj, trabajo yo. Con un clavito

    y un martillito. Aj, aj, trabajo yo.

    Hacia el amanecer, tena listos ocho pares ms, de zapatos.Entonces escondi el farolito de la Lucirnaga en su despensa j despus de comerse dos races dulces de pasto tierno, se fu a dormir.

    Despert bastante entrada la maana, con el canto de la Hormiguita Cantora, que vena a visitarlo.

    - Duende Meloda, abre ya tu puerta, que con dulces cantos, la tierra despierta.

    El Duende salt de la ca j ech agua en su lavatorio, mientras gritabas

    -"Ya voy, Hormiguita, me estoy lavando la cara.

    Cuando estuvo listo, lavado y peinado, se asom por su ventanita:

    M' f , M

    -Buenos das, Hormiguita,que dices? Entonces la Hormiguita, con gran misterio,

    le cont que todo el bosque tena mucha pena, porque alguien le haba robado el farolito a una vieja Lucirnaga.Al oir esto, el Duende

  • Q y I

    pregunt con gran susto: ~"Y... la Lucirnaga sabe quin s lo lleve Con alivio, oy que la Hormiguita contestaba: -^Bice que no sabe, que talvez fu un Duende que andaba en el bosque muy fino y sonriente.

    "-Ah, suspir el Duende, qu raroJTalvez haya sido el Duende Cosquillas, que vive al otro lado del bosque* Y luego de decir esta tremenda mentira, el

    Duende se despidi de la Hormiguita, porque tena mu^ho que trabajar.

    Apenas qued solo, los remordimientos no lo dejaban tranquilo. Se puso a trabajar, pero pensaba todo el tiempo en la seora Lucirnaga y su farolito.Para tranquilizarse, se deca: - En cuanto termine los zapatos, correr

    a dejarle el farolito a la Lucirnaga.Y le dar t?es nueces, si, tres en vez de una, por ifcada noche que a pasado a oscuras. segua martillando tin, tin tin , para

    interrumpirse otro rato y pensar: - Al fin y al cabo, ella sola tiene la cul-

    pa de lo que le pasa.Por qu no quiso pres-tarme su luz, cuando yo la necesitaba tanto?

    Y con estas egostas reflexiones, el Duende

  • 10 se olvid de la Lucirnaga, y trabaj a ms y mejor.

    A media tarde, un gran Palote pas fren-te a la callampa, disfrazado de hierka.Vena buscando al ladrn del farolito.Cuando el Duende lo vio, dio un respingo en su sillita de paja y cant ms fuerte que nunca.

    -Aji, ajo, trabajo yo. El Palote se asom a mirarlo por la puert

    disimulando en lo posible sus intenciones de espa.Con voz muy suavern le dijo:

    - Da gusto verlo trabajar, seor Duende Meloda.

    El Duende dio otro respingo y pregunt: -'Qu anda habiendo por aqu, seor Pa-

    lote, disfrazado de hierba? El Palote movi su cabeza para lado y

    lado, y, como si hablara en secreto, murmu-r :

    S

    - Ando buscando al ladrn que le rob su farolito a la Lucirnaga, para llevrmelo preso.

    El Duende empez a temblar... "-Y..,.y... ud.... cree que... est por

    f o"

    aqu? - Yo creo cualquier cosa,seor Duende

    Meloda.Se sospecha de los Duendes en general dijo el Palote, acercando su cabeza a la del Duende.Sste dio otro respingo ms, pero

  • 11 no pudo menos que gritar con simulada furia:

    -"Pe los Duendes?Vaya, qu insolencia venir a decemelo en mi propia casaSalga de aqu al ins Gante!

    El Palote, que era muy diplomaL contest con suavidad:

    -"Ya me voy, pero ten-ga mucho cuidado, seor Duende, mucho cuidado.

    Y se alej moviendo sentenciosamente la / cabeza

    En cuanto que-d solo, se puso a temblar tan fuerte, de susto, que se ca-y de da sillita de paja. Muy afligido, deca:

    -"Si me pilln, me llevan preso.Esta no-che cerrar bien "mis ventanas y mi puerta, para que no vean desde afuera la luz del farol.Para qu, Dios mo, me habr metido en esto?

    Sin embargo, a pesar de los sobresaltos y el miedo, el Duende, al finaliaar el segn do dia,tena terminados ms de la mitad de los zapatos.Cuando lleg la ltima noche de trabajo,el Duende dio un largo suspiro de alivio, pensando que ya pronto podra devol-ver su farolito a la Lucirnaga.Y as, deca

    -. Apenas ponga el ultimo clavo en el l-

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    timo zapato, saldr despacito y dejar el farol colgado de una hierba.AS nadie sabr que fui yo el que le quit la luz a la Lu-cirnaga.

    Y as fu que cuando la.primera luz del alba se asom por" un rendijita de la puerta de la callampa, el Duende clav el ltimo clavo.TIN!1 hizo el martillo y el Duende dio un grito de alegra: -fYa est!Por fin termin! Se meti el farolito debajo del brazo,

    abri muy despacio la puerta de su callampa, y mir hacia todos lados para ver que no hubiera nadie.Luego sali camiando en punti-llas, escondindose entre las hierbas.

    Ya el Duende se'crea salvado, cuando de repente, al doblar por de tas de uaa flor, se -^ encontr de manos a boca con su amiga la Hormiguita CantoraoEl Duende se par, espantado, sin siquiera esconder el farolito. Y la Hormiguita, al verti que llevaba su amigo debajo del brazo, cant con horror:

    - Qu veo, que veo I Es mi Duendecito que lleva escondido el farolito i

    El duende no saba que decir, de pura ver-genza, y trataba de explicarse lo mejor que poda :

    -"i Oh, oh, Hormiguita! Yo,yo... voy a devolver el farolito a su duea.

  • I'i 13

    Pero la Hormiguita, moviendo con disgus-to su cabez, cantaba:

    -rj'jQu feo, qu feo, que mi Duendecito se haya robado ese farolito]

    Al oir esto, el Duende se defendi por-que en realidad, l , ba pensado robarle < rolito a la Lucirna-ga:

    -| No, no, eso s que no IYo mo me rob el farolito, solamen-te lo tom por tres noches, porque la Lucirnaga no me lo quiso prestar Pero la Hormigui-

    ta era muy correcta, y ella pensaba.que nmncam ni en ninguna forma, se debe tomar lo que a uno no le pertenece, sin permiso del dueoY as, moviendo sus antenas, cant:

    -Mal hecho, mal hecho, mereces castigo, palos y puetes, aunque eres mi amigo] El Duende sigui defendindose, (Diciendo que si lo haba hecho as, era porque l necesitaba una luz para trabajar.Pero

  • 14 la Hormiguita tena toda la razn, as es que volvi a cantar con voz clara:

    - Hay muchas maneras correctas y honradas para conseguirse una luz prestada. Yo misma, yo misma, te ofreca mi ayuda. Si no, la pediste ,

    M

    es por culpa tuya. Despus de todas estas razones, el Duen-

    de reconoci su culpa, y bajando la cabez^ con profunda vergevnza, dijo:

    "-Hormiguita, soy un burro.Nunca ms vol-ver a tomar nada sin perirlo. Te lo pro-met o. Pero, por favor, no me acuses al Palote, ni a la Lucirnaga, porque me llevarn pre-so.

    La Hormiguita, sonriemdo, le contest: - Duende Meloda, no soy acusete, y no dir nada si t me prometes que nunca en tu vida vas a ser hurguete. -"Te lo prometo,.Hormiguita, te lo prometo* Y despus de esta solemne promesa, el Duen-

    de y la 'Hormiguita buscaron una hierba alta, desde donde fuera fcil ver el farolito, para que lo encontrara su duea.Luego de haberlo colgado de una hoja que les pareci lo sufi- ,

  • 15

    cientemente alta, el Duende y la Hormiguita se alejaron de all, pensando que nadie los haba visto.

    La Lucirnaga no tard en recuperar su luz, con gran alegra de todos.

    Entre tanto, el Duende entreg al seor Ciempis los cincuenta pares de zapatos que tantas penurias le haban costado.! el seor Ciemps le tap la puerta de la callampa, con cincuenta robustas nueces, que consolaron al Duende de todo lo que haba sufrido. Pero como l era una persona agradecida, al ver su despensa tan llena, pens que lo menos que poda hacer, era regalarle la mitad de las nueces a su amiga Hormiguita, porque si ella no hubiera sido tan buena y tan generosa, l ya estara preso y deshonrado.

    Lo que el Duende no saba, es que haba otra persona tan bondadosa como la Hormi- / guita Cantora; era.el seor Palote, porque l y no otra cosa, era la alta hierba en que la Hormiguita y el Duen-deh habian/iefS? ol.Pero el Palote no se lo haba llevado preso, ni a nadie le haba contado quin era el ladrn,;

    porque el Duende estaba arre' pentido.

  • 16 - '

    Esto nos ensea que no siempre las pesso-v.

    n-as de a'specto desagradable son malas como parecen

    Ignorante, pue-s de las virtudes del Palote, el Duende hizo rodar por el caminito del hormi-guero las veinticinco nueces que fueron la admiracin de la mayordoma y de bodas las hormigas" en general.La Hormiguita, como pri-' mera Hormiga Cantora del hormiguero, enton las gracias en nombre de su Reina, de ella misma, y de odas las hormigas

    El Duende Melodist volvi muy contento a su callampa*Y mientras contemplaba en su despen-sa su rica provisin de nueces, pens que l podra ayudar a ms de un animalito Hambriento en el largo invierno que se acercaba