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seguían retumbando contra las paredes y las casas. criaturo naciera. La partera insistía cada vez más exacerbada. -¡Puje, Puje! Vida verraca esta El júbilo reinó en la casa, los padres se abrazaban, los guerrillos descuidaban la guardia y los Cuando rompió fuente la guerrilla llevaba 2 días y piquito dándose bala con los paras. En medio de la cotidianidad la partera mandó traer sabanas limpias y agua caliente, el resto del trabajo lo para que el muchachito saliera. Por Marilyn
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Un día normal en Colombia
Por Marilyn
Cuando rompió fuente la guerrilla llevaba 2 días y piquito dándose bala con los paras. En medio
de la cotidianidad la partera mandó traer sabanas limpias y agua caliente, el resto del trabajo lo
hacía la madre. – ¡Puje, no me joda! ¡Puje!- La otra mujer con las piernas abiertas hacía fuerza
para que el muchachito saliera.
El padre sudaba y pujaba a la par de su esposa. Hablándole al oído le daba ánimo pa quel
criaturo naciera. La partera insistía cada vez más exacerbada. -¡Puje, Puje! Vida verraca esta
vieja no puja- La mujer gritaba con todas sus fuerzas -¡Jueputa estoy pujando estoy pujando!- A
pesar del esfuerzo de la madre el bebé aún no se asomaba. Mientras tanto afuera las balas
seguían retumbando contra las paredes y las casas.
En mitad del parto cinco guerrillos se metieron en la casa buscando refugio del ataque de los
paracos. -Les tocó escondernos un ratico señores- La partera interrumpió su actividad para
encarar al líder del pequeño grupo. –Usted ponga el culo donde quiera pero déjeme trabajar que
esta vieja lleva medio día tratando de parir- Volvió a lo suyo, pero para su sorpresa junto a ella se
acuclilló uno de los hombres. Le ofreció sus conocimientos en medicina.
Mientras que el hombre le decía a la madre que pujara examinaba la dilatación de la vagina. –Ese
chino no va a salir por ahí. Palomino, páseme el cuchillo que a esta vieja toca rajarla- Ahora más
que nunca el esposo tenía que darle apoyo y sujetarle las manos. El cuchillo cortó el vientre unos
veinte centímetros. Con cuidado empezó a abrirse espacio con sus manos hasta que logró llegar
al bebé. Con los tiros de fondo el guerrillero sacó al bebé y lo entregó a la partera para que lo
limpiara. –Que verraquito, casi que no se deja sacar, señora felicitaciones, usted es mamá.
El júbilo reinó en la casa, los padres se abrazaban, los guerrillos descuidaban la guardia y los
paras aprovecharon para entrar en la casa. –Que lindo cuadro familiar- encañonaron a todos y
uno a uno los mataron. La madre fue la última, su muchacho dio la vida por ella. Fue un buen hijo.