Un Ensayo Sobre La Virtud de Foucault Judith Butler

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  • 8/8/2019 Un Ensayo Sobre La Virtud de Foucault Judith Butler

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    Traduccin de Marcelo Expsito, revisada por Joaqun Barriendos

    05 2001

    Qu es la critica? Un ensayo sobre la virtud de Foucault

    Judith Butler

    Qu es hacer una crtica? Apostara a que se trata de algo que la mayora entendemos en un sentido

    ordinario. El asunto, no obstante, se complica si intentamos distinguir entre una crtica de tal o cualposicin y la crtica como una prctica ms general que pudiera ser descrita sin referencia a sus objetos

    concretos. Podemos adems interrogarnos sobre su carcter general sin insinuar una esencia de la

    crtica? Y si para establecer esta imagen general lo hiciramos expresando algo que se aproximase a una

    filosofa de la crtica, perderamos entonces la distincin entre filosofa y crtica que forma parte de la

    definicin misma de la crtica? La crtica es siempre crtica de alguna prctica, discurso, episteme o

    institucin instituidos, y pierde su carcter en el momento en que se abstrae de esta forma de operar y se

    la asla como una prctica puramente generalizable. Pero, aun siendo esto cierto, no significa que sea

    imposible algn tipo de generalizacin o que tengamos que enfangarnos en particularismos. Todo lo

    contrario, aqu transitamos en un rea de obligada generalizacin que aborda lo filosfico pero que debe,

    si queremos que sea siempre crtica, guardar distancia frente a sus propios resultados.

    En este ensayo abordar la obra de Foucault, pero permtaseme comenzar sugiriendo un interesante

    paralelismo entre lo que Raymond Williams y Theodor Adorno perseguan cada uno a su manera bajo el

    nombre de crtica [criticism] y lo que Foucault buscaba comprender como crtica [critique]. Estoy

    segura de que parte de la propia contribucin de Foucault a la filosofa poltica progresiva, y de sus

    alianzas con ella, se vern de forma clara en el curso de esta comparacin.

    Raymond Williams se preocup por el hecho de que la crtica se haba reducido excesivamente a la

    nocin de descubrir errores,[1] y propuso que encontrsemos un vocabulario para los tipos de

    respuestas que tenemos, en concreto para las obras culturales, que no asuman el hbito (o el derecho

    o el deber) del juicio. Lo que reclamaba era un tipo de respuesta ms especfica que no se apresurase ageneralizar: Lo que siempre es preciso entender es la especificidad de la respuesta, que no es un

    juicio sino una prctica.[2] Creo que esta ltima frase marca tambin la trayectoria del pensamiento de

    Foucault sobre este asunto, ya que su crtica no es una prctica que se reduzca a dejar en suspenso

    el juicio, sino la propuesta de una prctica nueva a partir de valores que se basan precisamente en esa

    suspensin.

    De manera que, para Williams, la prctica de la crtica no es reductible a alcanzar juicios (y expresarlos).

    De forma significativa, Adorno reclamaba algo semejante, cuando escriba sobre el peligro [...]

    representado por una accin mecnica, puramente lgico-formal y administrativa, que decide acerca de

    las formaciones culturales y las articula en aquellas constelaciones de fuerza que el espritu tendra ms

    bien que analizar, segn su verdadera competencia.[3] As que la tarea de desvelar estas

    constelaciones de poder se ve impedida por la precipitacin de un juicio mecnico como forma ejemplar

    de la crtica. Para Adorno, esta manera de operar sirve para imponer una escisin entre la crtica y el

    mundo social a nuestro alcance, en un movimiento que revoca los resultados de su propia labor ya que

    constituye una renuncia a la prctica material.[4] Adorno escribe que [la] propia soberana [del crtico

    o de la crtica], la pretensin de poseer un saber profundo del objeto y ante el ob jeto, la separacin entre

    concepto y cosa por la independencia del juicio, lleva en s el peligro de sucumbir a la configuracin-valor

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    de la cosa; pues la crtica cultural apela a una coleccin de ideas establecidas y convierte en fetiches a

    categoras aisladas.[5] Para que la crtica opere como parte de una prctica material, segn Adorno,

    tiene que captar los modos en que las propias categoras se instituyen, la manera en que se ordena el

    campo de conocimiento, y cmo lo que este campo suprime retorna, por as decir, como su propia

    oclusin constitutiva. El juicio, para ambos pensadores, es una manera de subsumir lo particular en una

    categora general ya constituida, mientras que la crtica interroga sobre la constitucin oclusiva del campo

    de conocimiento al que pertenecen esas mismas categoras. Pensar el problema de la libertad, y el de latica en general, ms all del juicio, es especialmente importante para Foucault: el pensamiento crtico

    consistira justamente en ese empeo.

    En 1978, Foucault pronunci una conferencia titulada Qu es la crtica?,[6] un trabajo que prepar el

    camino para su ensayo, ms conocido, Qu es la Ilustracin?(1984). En l, Foucault no solamente se

    cuestiona lo que la crtica es, sino que tambin busca comprender qu tipo de cuestionamiento instituye

    la crtica, ofreciendo de forma tentativa algunas maneras de circunscribir su actividad. Lo que contina

    siendo quizs lo ms importante, tanto de la conferencia como del ensayo desarrollado posteriormente,

    es la forma interrogativa en que se formula el asunto. Porque la propia pregunta qu es la crtica? forma

    parte de la empresa crtica en cuestin, as que la pregunta no slo se plantea el problema cul es

    esta crtica que se supone que hacemos o a la que debemos aspirar?, sino que representa tambin un

    cierto modo de interrogar, central en la actividad misma de la crtica.

    Ms an, sugerira que lo que Foucault busca con esta pregunta es algo bastante diferente de lo que

    quizs hemos llegado a esperar de la crtica. Habermas volvi muy problemtico el trabajo de la crtica al

    sugerir que, si lo que buscbamos era poder recurrir a normas al elaborar juicios evaluativos sobre las

    condiciones y los fines sociales, era necesario ir ms all de la teora crtica. La perspectiva de la crtica,

    desde su punto de vista, puede poner en cuestin los fundacionalismos, desnaturalizar las jerarquas

    sociales y polticas e incluso establecer perspectivas mediante las cuales se puede marcar una cierta

    distancia frente al mundo naturalizado. Pero ninguna de estas actividades puede decirnos en qu

    direccin deberamos movernos, ni si las actividades en las que nos comprometemos logran alcanzarciertos tipos de fines justificados normativamente. Desde su punto de vista, por lo tanto, la teora crtica

    tendra que dar paso a una teora normativa ms robusta, como lo es la accin comunicativa, con el fin de

    dotarnos de un fundamento para la teora crtica con el que se puedan elaborar juicios normativos

    fuertes;[7] no slo para que la poltica pueda disponer de un propsito claro y de una aspiracin

    normativa, sino tambin para que seamos capaces de evaluar las prcticas actuales en trminos de su

    capacidad para alcanzar tales fines. Haciendo este tipo de crtica de la crtica, Habermas se vuelve

    curiosamente acrtico respecto al propio sentido de normatividad que expone. Porque la cuestin qu

    tenemos que hacer? presupone que el nosotros ya se ha formado y se conoce, que su accin es

    posible y que el campo en el que puede actuar est delimitado. Pero si esas mismas formaciones y

    delimitaciones tienen consecuencias normativas, entonces ser necesario preguntarse por los valores queconforman el escenario de la accin, y ello se convertir en una dimensin importante para cualquier

    investigacin crtica sobre asuntos normativos.

    Aunque es posible que los habermasianos y habermasianas tengan una respuesta para este problema,

    mi intencin en este texto no es ponerme a ensayar estos debates ni buscarles una respuesta, sino

    marcar distancias entre una nocin de crtica que se caracteriza por estar en algn sentido debilitada por

    la normatividad, y otra, que espero ofrecer aqu, que no solamente es ms compleja de lo que la crtica

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    habitual asume, sino que tiene, me gustara argumentar, compromisos normativos fuertes que aparecen

    en formas que sera difcil, si no imposible, leer con las actuales gramticas de normatividad. En este

    ensayo, en efecto, espero mostrar que Foucault no solamente realiza una contribucin importante a la

    teora normativa, sino que tanto su esttica como sus consideraciones sobre el sujeto estn ntimamente

    relacionadas con su tica y su poltica. Mientras otros lo han desestimado por esteta o, ms an, por

    nihilista, mi sugerencia es que la incursin que realiza en el tema de la construccin de s y de la poiesis

    es central en la poltica de desujecin que propone. Paradjicamente, la construccin de s y ladesujecin suceden simultneamente cuando se aventura un modo de existencia que no se sostiene en

    lo que l llama rgimen de verdad.

    Foucault comienza su discusin afirmando que hay varias gramticas para el trmino crtica,

    distinguiendo entre una alta empresa kantiana que se llama crtica y las pequeas actividades

    polmicas que se llaman crtica. De esta manera, nos advierte desde el inicio de que la crtica no ser

    una sola cosa, y de que no seremos capaces de definirla separadamente de sus diversos objetos, los

    cuales a su vez la definen: Parece conducida por naturaleza, por funcin, dira que por profesin, a la

    dispersin, a la dependencia, a la pura heteronoma []. [N]o existe ms que en relacin con otra cosa

    distinta a ella misma.[8 ]

    Foucault busca de esta manera definir la crtica, pero encuentra que solamente son posibles una serie de

    aproximaciones. La crtica ser dependiente de sus objetos, pero sus objetos a cambio definirn el propio

    significado de la crtica. Ms an, la ta rea primordial de la crtica no ser evaluar si sus objetos

    condiciones sociales, prcticas, formas de saber, poder y discurso son buenos o malos, ensalzables o

    desestimables, sino poner en relieve el propio marco de evaluacin. Cul es la relacin del saber con el

    poder que hace que nuestras certezas epistemolgicas sostengan un modo de estructurar el mundo que

    forcluye posibilidades de ordenamiento alternativas? Por supuesto, podemos pensar que necesitamos

    certeza ideolgica para afirmar con seguridad que el mundo est y debiera estar ordenado de una

    determinada manera. Hasta qu punto, sin embargo, tal certeza est orquestada por determinadas

    formas de conocimiento precisamente para forcluir la posibilidad de pensar de otra manera? En estepunto sera inteligente preguntar: qu tiene de bueno pensar de otra manera si no sabemos de

    antemano que pensar de otra manera produce un mundo mejor, si no tenemos un marco moral en el cual

    decidir con conocimiento que ciertas posibilidades o modos nuevos de pensar de otra manera impulsarn

    ese mundo cuya mejor condicin podemos juzgar con estndares seguros y previamente establecidos?

    sta se ha convertido en algo as como una contrarrplica habitual a Foucault y a quienes se ocupan de

    l. El relativo silencio con el que se recibe este hbito de descubrir errores en Foucault es un signo de

    que su teora no sirve para dar respuestas consoladoras? Pienso que s, hay que aceptar que las

    respuestas que Foucault ha proferido no tienen como finalidad primordial consolar. Pero esto, por

    supuesto, no quiere decir que si algo renuncia a consolar no se pueda considerar, por definicin, como

    una respuesta. En realidad, la nica contrarreplica posible, me parece, es volver a un significado msfundamental de crtica con el fin de ver qu problema hay con la manera en que la cuestin se formula,

    para formular la cuestin de nuevo, de forma que se pueda trazar una aproximacin ms productiva hacia

    el lugar que ocupa la tica en el seno de la poltica. Se podra preguntar, efectivamente, si lo que yo

    quiero decir con productivo se calibrar mediante estndares y medidas que est dispuesta a revelar o

    que conciba plenamente ya desde el momento en que realizo tal afirmacin. Pero en este punto pedira

    paciencia, pues resulta que la crtica es una prctica que requiere una cierta cantidad de paciencia, al

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    s mismo un ejemplo de tal prctica de explorar lo que, en su propio pensamiento, puede ser cambiado

    mediante el ejercicio [...] de un saber que le es extrao.[12] La experiencia moral tiene que ver con la

    transformacin de s provocada por una forma de conocimiento que es ajena al de uno mismo. Y esta

    forma de experiencia moral ser diferente de la sumisin a un mandato. En efecto, en la medida en que

    Foucault interroga a la experiencia moral, entiende que l mismo est realizando una investigacin sobre

    las experiencias morales que no estn en primer lugar o en lo fundamental estructuradas por prohibicin o

    interdiccin.

    En el primer volumen de Historia de la sexualidad[13]buscaba mostrar que las prohibiciones primordiales

    asumidas por el psicoanlisis y las consideraciones estructuralistas sobre las prohibiciones culturales no

    se pueden aceptar como constantes histricas. Ms an, la experiencia moral no se puede entender

    historiogrficamente recurriendo a una serie predominante de interdicciones en un tiempo histrico dado.

    Aunque hay cdigos a estudiar, deben serlo siempre en relacin con los modos de subjetivacin a los

    que corresponden. Foucault afirma que la juridificacin de la ley alcanza una cierta hegemona en el siglo

    XIII, pero si nos remontamos a las culturas clsicas griega y romana encontramos prcticas, o artes de la

    existencia,[14] que tienen que ver con una relacin cultivada del yo consigo mismo.

    Con la introduccin de la nocin de artes de la existencia Foucault reintroduce tambin y vuelve aenfatizar las acciones sensatas y voluntarias, en concreto esas prcticas [...] por las que los hombres

    no slo se fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a s mismos, modificarse en su ser

    singular y hacer de su vida una obra que presenta ciertos valores estticos y responde a ciertos criterios

    de estilo. No es que tales vidas sencillamente se ajusten a preceptos morales o normas de tal manera

    que los yoes que consideramos formados o preparados de antemano encajen en un molde que el

    precepto expone. Por el contrario, el yo se crea a s mismo en los trminos que marca la norma, habita e

    incorpora la norma, pero la norma, en este sentido, no es externa al principio de acuerdo con el cual el yo

    se forma. Lo que est en juego para Foucault no son los comportamientos, las ideas, las sociedades o

    sus ideologas, sino las problematizaciones a cuyo travs el ser se da como poderse y deberse ser

    pensado y las prcticas a partir de las cuales se forman aqullas.[15]

    Aunque esta ltima afirmacin es apenas transparente, lo que sugiere es que ciertos tipos de prcticas

    pensadas para manejar ciertos tipos de problemas tienen como consecuencia que, con e l paso del

    tiempo, se establezca un dominio ontolgico que constrie a su vez lo que entendemos por posible. Slo

    haciendo referencia a este horizonte ontolgico que prevalece, l mismo instituido mediante una serie de

    prcticas, seremos capaces de comprender las diversas formas de relacin con los preceptos morales que

    han sido formadas, as como con las que estn por formarse. Por ejemplo, Foucault toma detenidamente

    en consideracin varias prcticas de austeridad y las emparenta con la produccin de un cierto tipo de

    sujeto masculino. Las prcticas de austeridad no dan fe de una sola y permanente prohibicin, sino que

    trabajan al servicio de modelar un cierto tipo de yo. Dicho de forma ms precisa, el yo, incorporando las

    reglas de conducta que representan la virtud de la austeridad, se crea a s mismo como un tipo de sujeto

    especfico. La produccin de s es la elaboracin y estilizacin de una actividad en el ejercicio de su

    poder y la prctica de su libertad.[16] No es una prctica que se oponga al placer puro y simple, sino un

    cierto tipo de prctica de placer en s misma, una prctica del placer en el contexto de la experiencia

    moral.

    De esta forma, Foucault deja claro en la tercera seccin de esa misma introduccin que no ser suficiente

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    con ofrecer una crnica histrica de los cdigos morales, ya que tal historia no nos puede decir cmo se

    vivieron estos cdigos y, ms especficamente, qu tipo de formaciones del sujeto requirieron y facilitaron.

    Foucault comienza a sonar aqu como un fenomenlogo. Pero adems de recurrir a los medios

    experienciales para captar las categoras morales, tambin realiza un movimiento hacia la crtica, en tanto

    que la relacin subjetiva con esas normas no ser ni predecible ni mecnica. La relacin con tales

    categoras ser crtica en el sentido de que no consiste en acatarlas, sino en constituir una relacin

    con ellas que interrogue el propio campo de categorizacin, refirindose, al menos implcitamente, a loslmites del horizonte epistemolgico dentro del cual estas prcticas se forman. No se trata de referir la

    prctica a un contexto epistemolgico dado de antemano, sino de establecer la crtica como la prctica

    que cabalmente expone los lmites de ese mismo horizonte epistemolgico, haciendo que los contornos

    del horizonte, por as decir, aparezcan puestos en relacin con su propio lmite por vez primera. Resulta

    adems que la prctica crtica en cuestin produce la transformacin de s en relacin con una regla de

    conducta. Entonces, cmo lleva la transformacin de s a la exposicin de este lmite?, cmo se

    entiende la transformacin de s como prctica de libertad y cmo se entiende esta prctica como parte

    del lxico de la virtud en Foucault?

    Comencemos por entender la nocin de transformacin de s que aqu est en juego, para despus

    considerar cmo se relaciona con el problema llamado crtica, el cual constituye el foco de nuestras

    deliberaciones. Una cosa es, por supuesto, conducirse en relacin con un cdigo de conducta, y otra

    formarse como sujeto tico en relacin con un cdigo de conducta (y aun otra cosa es formarse como

    aqul que pone en riesgo el orden del cdigo mismo). Las reglas de castidad proporcionan a Foucault un

    ejemplo importante. Hay diferencia, por ejemplo, entre no actuar movido por deseos que puedan violar un

    precepto al que uno est moralmente atado, y desarrollar una prctica de deseo, por as decir,

    alimentada por cierto proyecto o tarea tica. El modelo de acuerdo con el cual se requiere la sumisin a

    una regla obligara a uno a no actuar de determinadas maneras, instalando una prohibicin efectiva

    contra el acting outde ciertos deseos. Pero el modelo que Foucault intenta comprender y, en e fecto,

    incorporar y ejemplificar, considera que la prescripcin moral participa en la formacin de un tipo de

    accin. El argumento de Foucault parece ser que la renuncia y la proscripcin no imponennecesariamente un modo tico pasivo o no-activo, sino que forman un modo tico de conducta y una

    manera de estilizar tanto la accin como el placer.

    Creo que este contraste mostrado por Foucault entre una tica basada en el mando y la prctica tica

    comprometida de forma central en la formacin del yo arroja una luz de manera importante sobre la

    distincin entre obediencia y virtud que ofrece en su ensayo Qu es la crtica?Contrasta Foucault esta

    comprensin de virtud, an por definir, con la obediencia, mostrando cmo la posibilidad de esta forma

    de virtud se establece mediante su diferencia frente a una obediencia acrtica respecto a la autoridad.

    La resistencia a la autoridad, por supuesto, constituye para Foucault el sello de la Ilustracin. Y nos

    ofrece una lectura de la Ilustracin en la que no slo asevera su propia continuidad con los fines de sta,

    sino que incluso ofrece una lectura de sus propios dilemas remontndose a la misma historia de la

    Ilustracin. Sus consideraciones son tales que ningn pensador ilustrado las aceptara, pero esta

    resistencia no invalidara la caracterizacin de la Ilustracin que Foucault nos ofrece, toda vez que lo que

    se busca con ella es precisamente lo impensado dentro de los propios trminos de la Ilustracin: por lo

    tanto, la suya es una historia crtica. Desde su punto de vista, la crtica comienza cuestionando la

    exigencia de obediencia absoluta y sometiendo a evaluacin racional y reflexiva toda obligacin

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    gubernamental impuesta sobre los sujetos. Aunque Foucault no seguir este giro a la razn, preguntar

    no obstante qu criterios delimitan los tipos de razones que tienen que ver con la puesta en cuestin de

    la obediencia. Se interesar particularmente en el problema de cmo ese campo delimitado forma al

    sujeto y cmo, a su vez, un sujeto viene a formar y reformar esas razones. Esta capacidad de formar

    razones estar ligada de forma importante a la relacin transformadora de s antes mencionada. Ser

    crtico con una autoridad que se hace pasar por absoluta requiere una prctica crtica que tiene en su

    centro la transformacin de s.

    Pero cmo pasamos de entender las razones que puedan existir para aceptar una exigencia a formar

    esas razones nosotras mismas y nosotros mismos, y de ah a transformarnos en el curso de producir esas

    razones (y, finalmente, a poner en riesgo el propio campo de razn)? Se trata de diferentes tipos de

    problemas o es que uno nos conduce invariablemente hacia el otro? Es la autonoma que se logra

    formando razones y que sirve de base para aceptar o rechazar una ley dada de antemano lo mismo que

    la transformacin de s que tiene lugar cuando una regla se incorpora en la propia accin del sujeto?

    Como veremos, tanto la transformacin de s en relacin con preceptos ticos como la prctica de la

    crtica se consideran formas de arte, estilizaciones y repeticiones, lo que sugiere que no hay posibilidad

    de aceptar o rechazar una regla sin un yo que se estiliza en respuesta a la exigencia tica que a l se

    impone.

    En el contexto en el que se requiere obediencia, Foucault localiza el deseo que alimenta la pregunta

    cmo no ser gobernado?. Este deseo, y el asombro que de l se deriva, conforman el mpetu central

    de la crtica. Por supuesto, lo que no est claro es cmo el deseo de no ser gobernado se vincula a la

    virtud. Lo que Foucault s deja claro, sin embargo, es que no plantea la posibilidad de una radical

    anarqua, y que la cuestin no es cmo volverse radicalmente ingobernable. Se trata de una pregunta

    especfica que surge en relacin con una forma especfica de gobierno: Cmo no ser gobernado de esa

    forma, por se, en nombre de esos principios, en vista de tales objetivos y por medio de tales

    procedimientos, no de esa forma, no para eso, no por ellos.[17]

    Esto se convierte en el signo distintivo de la actitud crtica[18] y de su particular virtud. Para Foucault, la

    cuestin en s inaugura una actitud tanto moral como poltica, el arte de no ser gobernado o incluso el

    arte de no ser gobernado de esa forma y a ese precio.[19] Cualquiera que sea la virtud que Foucault

    circunscribe aqu, tendr que ver con objetar esa imposicin del poder, su precio, el modo en que se

    administra, a quienes la administran. Una est tentada a pensar que Foucault est simplemente

    describiendo la resistencia, pero parece que aqu la virtud ha tomado el lugar de ese trmino, o

    deviene el medio por el que la resistencia se describe de otra manera. Tendremos que preguntarnos el

    porqu. Ms an, esta virtud es descrita tambin como un arte, el arte de no ser gobernado de tal

    modo; luego cul es la relacin que aqu opera entre esttica y tica?

    Foucault encuentra los orgenes de la crtica en la relacin de resistencia a la autoridad eclesistica. Enrelacin a la doctrina de la Iglesia, no querer ser gobernado era una cierta manera de rechazar, recusar,

    limitar (dganlo como quieran) el magisterio eclesistico, era el retorno a la Escritura [] era la cuestin de

    cul es el tipo de verdad que dice la Escritura.[20] Y esta objecin se esgrima claramente en nombre de

    una alternativa o, como mnimo, de una razn emergente de verdad y justicia. Esto lleva a Foucault a

    formular una segunda definicin de crtica: No querer ser gobernado [] no querer tampoco aceptar

    esas leyes porque son injustas, porque [] esconden una ilegitimidad esencial.[21]

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    La crtica es lo que expone esta ilegitimidad, pero no porque recurra a un orden poltico o moral ms

    esencial. Foucault escribe que el proyecto crtico se enfrenta al gobierno y a la obediencia que exige, y

    que lo que la crtica significa en este contexto es oponer unos derechos universales e imprescriptibles a

    los cuales todo gobierno, sea cual sea, se trate del monarca, del magistrado, del educador, del padre de

    familia, deber someterse.[22] La prctica de la crtica, sin embargo, no descubre estos derechos

    universales, como afirman los tericos de la Ilustracin, sino que los opone. No obstante, no los opone

    como derechos positivos. El oponerlos es un acto que limita el poder de la ley, un acto que contrarrestay rivaliza con las operaciones del poder, el poder en el momento de su renovacin. Es en s la limitacin,

    una limitacin que adopta la forma de una pregunta y que declara, por el propio hecho de declararse, un

    derecho a cuestionar. Desde el siglo XVI en adelante, la pregunta cmo no ser gobernado se torna

    ms especfica hacia cules son los lmites del derecho a gobernar?. No querer ser gobernado es

    ciertamente no aceptar como verdadero [] lo que una autoridad os dice que es verdad o, por lo menos,

    es no aceptarlo por el hecho de que un autoridad diga que lo es, es no aceptarlo ms que si uno mismo

    considera como buenas las razones para aceptarlo.[23] Hay por supuesto una buena cantidad de

    ambigedad en esta situacin, porque qu constituir una razn de validez para aceptar la autoridad?

    La validez deriva del consentimiento a aceptar la autoridad? Si es as, el consentimiento valida las

    razones que se esgrimen, sean las que sean? O se trata ms bien de que uno da su consentimientoslo sobre la base de una validez previa y comprobable? Adems, estas razones previas, en su validez,

    hacen que el consentimiento sea vlido? Si la primera alternativa fuese correcta, entonces el

    consentimiento es el criterio a travs del cual se juzga la validez, lo cual hara parecer que la posicin de

    Foucault se reduce a una forma de voluntarismo. Pero lo que quizs nos ofrece por medio de la crtica

    es un acto, incluso una prctica de libertad, que no se puede reducir al voluntarismo de manera sencilla,

    debido a que la prctica por la que se establecen los lmites a la autoridad absoluta depende

    fundamentalmente del horizonte de efectos de saber dentro del cual opera. La prctica crtica no emana

    de la libertad innata del alma, sino que se forma en el crisol de un intercambio particular entre una serie

    de normas o preceptos (que ya estn ah) y una estilizacin de actos (que extiende y reformula esa serie

    previa de reglas y preceptos). Esta estilizacin de s en relacin con las reglas es lo que viene a ser una

    prctica.

    Desde el punto de vista de Foucault, siguiendo tenuemente a Kant, el acto de consentir es un

    movimiento reflexivo por el cual la validez se atribuye o se retira a la autoridad. Pero esta reflexividad no

    tiene lugar internamente en un sujeto. Para Foucault, se trata de un acto que plantea algn riesgo,

    porque no se tratar solamente de objetar sta o aquella exigencia gubernamental, sino de interrogar

    sobre el orden en el que tal exigencia se hace legible y posible. Y si a lo que uno objeta es a los rdenes

    epistemolgicos que han establecido las reglas de validez gubernamental, entonces decir no a la

    exigencia requerir abandonar sus razones de validez establecidas, marcando el lmite de esa validez, lo

    cual es algo diferente y mucho ms arriesgado que encontrar invlida una determinada exigencia. En

    esta diferencia, podramos decir, una comienza a entrar en relacin crtica con tales ordenamientos y conlos preceptos ticos que stos hacen surgir. El problema con estas razones que Foucault llama

    ilegtimas no es que sean parciales, autocontradictorias o que conduzcan a posturas morales

    hipcritas. El problema es precisamente que buscan forcluir la relacin crtica, esto es, extender su propio

    poder para ordenar la totalidad del campo del juicio moral y poltico. Orquestan y agotan el propio campo

    de certeza. Cmo pone una en cuestin el dominio exhaustivo que tales reglas de ordenamiento ejercen

    sobre la certeza sin arriesgarse a caer en la incertidumbre, sin habitar ese lugar de vacilacin que deja a

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    una expuesta a acusaciones de inmoralidad, maldad, esteticismo? Si la actitud crtica es moral, no lo es

    de acuerdo con las reglas cuyos lmites esa misma relacin crtica busca cuestionar. Entonces de qu

    otra manera puede la crtica hacer su trabajo sin arriesgarse a ser denunciada por quienes naturalizan y

    contribuyen a la hegemona de los trminos morales que la crtica pone en cuestin?

    La distincin que Foucault hace entre gob ierno y gubernamentalizacin busca mostrar que el aparato que

    denota el primero penetra en las prcticas de quienes estn siendo gobernados, en sus mismas formas

    de conocimiento y en sus mismos modos de ser. Ser gobernado no es slo que a uno se le imponga una

    forma sobre su existencia, sino que le sean dados los trminos en los cuales la existencia ser y no ser

    posible. Un sujeto surgir en relacin con un orden de verdad establecido, pero tambin puede adoptar

    un punto de vista sobre ese orden establecido que suspenda retrospectivamente su propia base

    ontolgica.

    [S]i la gubernamentalizacin es [...] este movimiento por el cual se trataba, en la realidad

    misma de una prctica social, de sujetar a los individuos a travs de unos mecanismos de

    poder que invocan una verdad, pues bien, yo dira que la crtica es el movimiento por el cual

    el sujeto se atribuye el derecho [le sujet se donne le droit] de interrogar a la verdad acerca

    de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad.[24]

    Ntese que aqu se dice del sujeto que se atribuye ese derecho, un modo de asignarse a s mismo y

    autorizarse que parece poner en primer plano la reflexividad de la reivindicacin. Es, entonces, un

    movimiento autogenerado que afianza al sujeto por encima y contra una autoridad que ejerce una fuerza

    contraria? Y qu importancia tiene, si tiene alguna, que esta asignacin y designacin de s surjan como

    un arte? La crtica escribe Foucault ser el arte de la inservidumbre voluntaria, de la indocilidad

    reflexiva [l'indocilit rflchie]. Si es un arte en el sentido que l le da, entonces la crtica no puede

    consistir en un acto singular, ni pertenecer exclusivamente al dominio subjetivo, porque se tratar de la

    relacin estilizada con la exigencia que al sujeto se le impone. Y el estilo ser importante en la medida en

    que, como estilo, no est totalmente determinado de antemano, ya que incorpora la contingencia que en

    el curso del tiempo marca los lmites de la capacidad de ordenamiento que tiene el campo en cuestin.

    As que la estilizacin de esta voluntad producir un sujeto que no est ah listo para ser conocido bajo

    la rbrica de verdad establecida. De manera an ms radical Foucault declara: La crtica tendra

    esencialmente como funcin la desujecin [dsassujetiisement] en el juego de lo que se podra

    denominar, con una palabra, la poltica de la verdad.[25]

    La poltica de la verdad se refiere a aquellas relaciones de poder que circunscriben de antemano lo que

    contar y no contar como verdad, que ordenan el mundo en ciertos modos regulares y regulables y que

    llegamos a aceptar como el campo de conocimiento dado. Podemos entender la relevancia de este punto

    cuando empezamos a preguntarnos: qu cuenta como persona?, qu cuenta como gnero

    coherente?, qu cualifica como ciudadano?, el mundo de quin est legitimado como real?Subjetivamente, preguntamos: quin puedo llegar a ser en un mundo donde los significados y lmites del

    sujeto me han sido establecidos de antemano?, mediante qu normas se me coacciona cuando

    comienzo a preguntar quin podra yo llegar a ser?; y qu sucede cuando empiezo a llegar a ser eso

    para lo que no hay lugar dentro del rgimen del verdad dado?, no es eso precisamente lo que se quiere

    decir con la desujecin del sujeto en el juego de la poltica de la verdad?

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    Lo que est en juego aqu es la relacin entre los lmites de la ontologa y la epistemologa, el vnculo

    entre los lmites de lo que yo podra llegar a ser y los lmites de lo podra poner en riesgo al saber.

    Derivando de Kant su sentido de crtica, Foucault plantea una cuestin que es la cuestin de la propia

    crtica: sabes hasta dnde puedes saber?. Nuestra libertad est en juego. De esta forma, la

    libertad surge en los lmites de lo que uno puede saber, en el preciso momento en que la desujecin del

    sujeto tiene lugar dentro de las polticas de la verdad, en el momento en que cierta prctica

    cuestionadora comienza adoptando la siguiente forma: Qu soy yo, entonces, que pertenezco a estahumanidad, quizs a este margen, a este momento, a este instante de humanidad que est sujeto al

    poder de la verdad en general y de las verdades en particular?.[26] Dicho de otra manera: qu, dado

    el orden contemporneo de ser, puedo ser? Si al plantear esta cuestin la libertad se pone en juego,

    podra ser que poner en juego la libertad tenga algo que ver con lo que Foucault llama virtud, con un

    cierto riesgo que se pone en juego mediante el pensamiento y, en efecto, mediante el lenguaje, y que

    hace que el orden contemporneo de ser sea empujado hasta su lmite.

    Pero cmo entender este orden contemporneo de ser en el que me pongo en juego a m misma?

    Foucault, en este punto, decide caracterizar este orden de ser histricamente condicionado vinculndolo

    a la teora crtica de la Escuela de Francfort, identificando la racionalizacin como un efecto

    gubernamentalizador sobre la ontologa. Alindose con una tradicin crtica postkantiana de izquierda,

    Foucault escribe:

    De la izquierda hegeliana a la Escuela de Francfort, ha habido toda una crtica del

    positivismo, del objetivismo, de la racionalizacin, de la techn y de la tecnificacin, toda una

    crtica de las relaciones entre el proyecto fundamental de la ciencia y de la tcnica, que tiene

    el objetivo de hacer aparecer los lazos entre una presuncin ingenua de la ciencia, por una

    parte, y las formas de dominacin propias de la forma de sociedad contempornea, por

    otra.[27]

    Desde su punto de vista, la racionalizacin adopta una nueva forma cuando se pone al servicio del

    biopoder. Y lo que sigue siendo difcil para la mayora de los actores sociales y crticos en esta situacin

    es discernir la relacin entre racionalizacin y poder.[28] Lo que parece ser un orden meramente

    epistmico, un modo de ordenar el mundo, no permite reconocer de forma inmediata las coacciones por

    las cuales ese ordenamiento tiene lugar. Tampoco muestra con facilidad la manera en que la

    intensificacin y la totalizacin de los efectos racionalizadores conducen a una intensificacin del poder.

    Foucault se pregunta: Cmo puede ser que la racionalizacin conduzca al furor del poder?.

    Claramente, la capacidad que la racionalizacin tiene de penetrar en las corrientes de la vida no slo

    caracteriza los modos de la prctica cientfica, sino tambin las relaciones sociales, las organizaciones

    estatales, las prcticas econmicas y quizs hasta el comportamiento de los individuos.[29] Alcanza su

    furor y sus lmites cuando aferra e impregna al sujeto que subjetiva. El poder establece los lmites de lo

    que un sujeto puede ser, ms all de los cuales ya no es o habita en un mbito de ontologa

    suspendida. Pero el poder busca coaccionar al sujeto mediante una fuerza de coercin, y la resistencia a

    la coercin consiste en la estilizacin de s en los lmites del ser establecido.

    Una de las primeras tareas de la crtica es discernir entre mecanismos de coercin y contenidos de

    conocimiento.[30] Aqu de nuevo parece que nos enfrentamos a los lmites de lo que se puede saber,

    lmites que ejercen una cierta fuerza sin estar basados en ninguna necesidad, lmites que solamente se

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    pueden transitar o interrogar arriesgando una cierta seguridad dentro de una ontologa dada:

    Nada puede figurar como un elemento de saber si, por una parte, no es conforme a un

    conjunto de reglas y de coacciones caractersticas, por ejemplo, un tipo de discurso cientfico

    en una poca dada, y si, por otra parte, no est dotado de efectos de coercin o

    simplemente de incitacin propios de lo que es vlido como cientfico o simplemente racional,

    o simplemente recibido de manera comn, etc.[31]

    Foucault contina entonces mostrando que el saber y el poder finalmente no son separables, sino que

    operan juntos para establecer una serie de criterios sutiles y explcitos para pensar el mundo: No se

    trata, entonces, de describir lo que es saber y lo que es poder, y cmo el uno reprimira al otro, o cmo el

    otro abusara del primero, sino que se trata ms bien de describir un nexo de saber-poder que permita

    aprehender lo que constituye la aceptabilidad de un sistema.[32]

    El crtico o crtica tiene por lo tanto una doble tarea, mostrar cmo el saber y el poder operan para

    constituir un modo ms o menos sistemtico de ordenar el mundo con sus propias condiciones de

    aceptabilidad de un sistema, pero tambin para seguir los puntos de ruptura que indican su aparicin.

    As que no slo es necesario aislar e identificar el nexo peculiar entre el saber y el poder que permite quesurja el campo de cosas inteligibles, sino tambin seguirle la pista a la manera en que ese campo

    encuentra su punto de ruptura, sus momentos de discontinuidad, los lugares en los que no logra

    constituir la inteligibilidad que representa. Lo que esto significa es que una debe buscar tanto las

    condiciones mediante la cuales el campo es constituido como tambin los lmites de esas condiciones, los

    momentos en los que esos lmites sealan su contingencia y su transformabilidad. En trminos de

    Foucault: Entonces, esquemticamente, movilidad constante, esencial fragilidad o, ms bien, intrincacin

    entre lo que reconduce el proceso mismo y lo que lo transforma.[33]

    Efectivamente, otra manera de hablar sobre esta dinmica de la crtica es afirmar que la racionalizacin

    encuentra sus lmites en la desujecin. Si la desujecin del sujeto surje en el momento en que la

    episteme constituida mediante la racionalizacin muestra su lmite, entonces la desujecin marcaprecisamente la fragilidad y la transformabilidad epistmica del poder.

    La crtica comienza presumiendo la gubernamentalizacin y contina cuando sta no logra totalizar al

    sujeto al que busca conocer y subyugar. Pero los medios por los cuales esta relacin se articula son

    descritos, de manera desconcertante, como ficcin. Por qu sera ficcin? En qu sentido es ficcin?

    Foucault se refiere a una prctica histrico filosfica [en la que] se trata de hacerse su propia historia, de

    fabricar como una ficcin [de faire comme par fiction] la historia que estara atravesada por la cuestin de

    las relaciones entre estructuras de racionalidad que articulan el discurso verdadero y los mecanismos de

    sujecin que estn ligados a l.[34] Hay de esta forma una dimensin de la propia metodologa que se

    alimenta de la ficcin, que traza lneas ficcionales entre la racionalizacin y la desujecin, entre el nexosaber-poder y su fragilidad y lmite. No se nos dice qu tipo de ficcin ser sta, pero parece claro que

    Foucault se basa en Nietzsche y, en particular, en el tipo de ficcin que se dice que es la genealoga.

    Quiz recuerden que aunque parece que para Nietzsche la genealoga de la moral es el intento de

    localizar los orgenes de los valores, lo que en realidad busca es encontrar cmo la propia nocin de

    origen ha sido instituida. Y el medio por el que busca explicar el origen es ficcional. Cuenta una fbula

    sobre los nobles, otra sobre un contrato social, otra sobre una revuelta de esclavos, y aun otra sobre las

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    relaciones entre acreedor y deudor. Ninguna de estas fbulas se puede localizar ni en el espacio ni en el

    tiempo, y cualquier esfuerzo por intentar encontrar el complemento histrico a las genealogas de

    Nietzsche fracasar necesariamente. En realidad, en lugar de un relato que encuentra el origen de los

    valores o el origen de los orgenes, leemos historias ficcionales sobre el modo en que los valores se

    originan. Un noble dice que algo es, y entonces llegar a ser: el acto de habla inaugura el valor y se

    convierte en algo as como una ocasin atpica y atemporal para el origen de los valores. En efecto, la

    manera en que Nietzsche produce la ficcin se espeja en los propios actos de inauguracin que atribuyea quienes hacen los valores. As que no slo describe ese proceso, sino que la propia descripcin

    deviene instancia de produccin de valor, escenificando el mismo proceso que narra.

    Cmo puede este uso particular de la ficcin ponerse en relacin con la nocin de crtica de Foucault?

    Se debe tener en cuenta que lo que Foucault est intentando es entender la posibilidad de desujecin

    dentro de la racionalizacin sin asumir que haya una fuente para la resistencia que est alojada en el

    sujeto o conservada de una manera fundacional. De dnde proviene entonces la resistencia? Se

    puede decir que es el incremento de alguna libertad humana constreida por los poderes de la

    racionalizacin? Si habla, como lo hace, de una voluntad de no ser gobernado, entonces cul tenemos

    que entender que es el estatuto de esa voluntad?

    En respuesta a una pregunta en esta lnea,[35] subraya:

    No pienso, en efecto, que la voluntad de no ser gobernado sea en absoluto algo que

    podamos considerar como una aspiracin originaria [je ne pense pas en effect que la volont

    de n'tre pas gouvern du tout soit quelque chose que l'on puisse considrer comme une

    aspiration originaire]. Pienso que, de hecho, la voluntad de no ser gobernado es siempre la

    voluntad de no ser gobernado as, de esta manera, por stos, a este precio.[36]

    Contina advirtiendo contra la absolutizacin de esta voluntad que la filosofa siempre est tentada a

    ejecutar. Busca evitar lo que llama el paroxismo filosfico y terico de lo que sera esta voluntad de no

    ser relativamente gobernado.[37] Deja claro que al tomar en consideracin esta voluntad se ve implicadoen el problema de su origen, y se aproxima a avanzar en ese terreno, pero prevalece cierta renuencia

    nietzscheana. Foucault escribe:

    No me refera a una especie de anarquismo fundamental, que sera como la libertad

    originaria [qui serait comme la libert originaire] rebelde absolutamente, y en su fondo

    [absolutement et en son fond], a toda gubernamentalizacin. No lo he dicho, pero eso no

    quiere decir que yo la excluya absolutamente [Je ne l'ai dit, mais cela ne vout pas dire que je

    l'exclus absolutement]. Creo que, en efecto, mi exposicin se para ah: porque haba durado

    ya demasiado tiempo; pero tambin porque me pregunto [mais aussi parce que je me

    demande] [] si se quiere hacer la exploracin de esta dimensin de la crtica que meparece tan importante, a la vez porque forma parte de la filosofa y porque no forma parte de

    ella, si se explora esta dimensin de la crtica, no sera uno reenviado, como base de la

    actitud crtica, a lo que sera [qui serait ou] la prctica histrica de la revuelta, de la

    no-aceptacin de un gobierno real, por una parte, o, por la otra, a la experiencia individual

    del rechazo de la gubernamentalidad?[38]

    Cualquier cosa que sea aquello en lo que uno se basa cuando resiste a la gubernamentalizacin, ser

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    como una libertad originaria y algo que sera [como] la prctica histrica de la revuelta (el nfasis es

    mo). Como ellas, en efecto, pero parece que no exactamente lo mismo. En cuanto a la mencin que

    Foucault hace de la libertad originaria, la ofrece y la retira a la vez. No lo he dicho, subraya tras

    haberse aproximado mucho a decirlo, tras mostrarnos cmo casi lo dijo, tras ejercitar esa mismsima

    proximidad abiertamente para nosotras en lo que se puede entender como una especie de burla. Qu

    discurso es el que casi le seduce aqu, sujetndole a sus trminos? Cmo se separa de los propios

    trminos que rechaza? Qu forma de arte es sta en la que una distancia crtica casi abatible se ejecutafrente a nosotras? Es sta la misma distancia que caracteriza la prctica de asombrarse, de cuestionar?

    Qu lmites del saber osa abordar mientras se cuestiona en voz alta para nosotras? La escena inaugural

    de la crtica implica el arte de la inservidumbre voluntaria, y se da aqu la voluntaria o, en efecto,

    originaria libertad, pero en la forma de una conjetura, en una forma de arte que suspende la ontologa

    y nos deja suspendidas en la descreencia.

    Foucault encuentra un modo de decir libertad originaria, y supongo que le produce mucho placer

    pronunciar estas palabras, placer y miedo. Las dice, pero slo poniendo en escena las palabras,

    evitndose un compromiso ontolgico, aunque liberndolas para que puedan tener algn uso. Se

    refiere aqu a la libertad originaria? Busca recurrir a ella? Ha encontrado la fuente de la libertad

    originaria y bebido en ella? O acaso la indica, significativamente, la menciona, la dice sin realmente

    decirla? Est invocndola para que podamos revivir sus resonancias y saber su poder? Poner el trmino

    en escena no es declararlo, pero podramos decir que la declaracin se pone en escena, se presenta

    artsticamente, sujeta a una suspensin ontolgica, precisamente para que pueda ser dicha. Y tambin

    podramos decir que este acto de habla, que es el que por un momento pone de relieve la frase libertad

    originaria destacndola de las polticas epistmicas en las que vive, es el que tambin ejecuta una cierta

    desujecin del sujeto dentro de la poltica de la verdad. Ya que cuando uno habla de esa manera, se ve

    al mismo tiempo asido y liberado por las palabras que a pesar de todo dice. Por supuesto, la poltica no

    es una simple cuestin de habla, y no es mi intencin rehabilitar a Aristteles bajo la forma de Foucault (a

    pesar de que, lo confieso, ese movimiento me intriga, y lo menciono ahora para ofrecer esa posibilidad al

    mismo tiempo sin comprometerme a ella). En este gesto verbal hacia el final de su conferencia seejemplifica una cierta libertad, no porque haga referencia al trmino sin ningn tipo de anclaje que lo

    fundamente, sino porque ejecuta artsticamente la liberacin del trmino de sus habituales coacciones

    discursivas, de la presuncin de que una slo lo puede pronunciar sabiendo de antemano cul debe ser

    su anclaje.

    El gesto de Foucault es extraamente valiente, sugerira yo, porque sabe que no puede encontrar una

    razn para su reivindicacin de libertad original. Este no saber permite el uso particular que tiene en su

    discurso. De todos modos lo afronta con valenta, y as su mencin, su insistencia, deviene alegora de

    una determinada asuncin del riesgo que tiene lugar en el lmite del campo epistemolgico. Y ello

    deviene prctica de la virtud, quizs, y no, como profesan sus crticos, signo de desesperacin moral,precisamente en la medida en que la prctica de esta forma de hablar propone un valor que no sabe

    cmo asegurar ni para el cual ofrecer una razn, pero igualmente lo propone, y de este modo expone

    que cierta inteligibilidad excede los lmites de la inteligibilidad que el saber-poder ha ya establecido. sta

    es la virtud en sentido mnimo precisamente porque brinda la perspectiva mediante la cual el sujeto gana

    distancia crtica frente a la autoridad establecida. Pero se trata tambin de un acto de coraje, actuando

    sin garantas, poniendo al sujeto en riesgo en los lmites de su ordenamiento. Quin sera Foucault si

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    llegase a pronunciar estas palabras? Qu desujecin ejecutara para nosotras con este

    pronunciamiento?

    Ganar distancia crtica frente a la autoridad establecida significa para Foucault no slo reconocer las

    maneras en que los efectos coercitivos del saber estn en funcionamiento en la misma formacin del

    sujeto, sino tambin poner en riesgo la propia formacin de uno como sujeto. As, en El sujeto y el poder

    se refiere a esta forma de poder que se aplica a la inmediata vida cotidiana que categoriza al individuo,

    le asigna su propia individualidad, lo ata en su propia identidad, le impone una ley de verdad sobre s que

    est obligado a reconocer y que otros deben reconocer en l.[39] Y cuando esa ley vacila o se rompe,

    la posibilidad misma de reconocimiento se pone en peligro. As que cuando preguntamos cmo

    podramos decir libertad originaria, y cuando lo decimos con asombro, tambin ponemos en cuestin al

    sujeto que se dice que est enraizado en ese trmino liberndolo, paradjicamente, para una aventura

    que podra realmente dar al trmino una nueva sustancia y posibilidad.

    Para ir concluyendo, sencillamente voy a regresar a la introduccin de El uso de los placeres, en la que

    Foucault define las prcticas que le preocupan, las artes de la existencia, como aquello que tiene que

    ver con una relacin cultivada del yo consigo mismo. Esta formulacin nos acerca al extrao tipo de virtud

    que el antifundacionalismo de Foucault viene a representar. En efecto, como antes escrib, cuandointroduce la nocin de artes de la existencia tambin se refiere a tales artes de la existencia como las

    que producen sujetos que buscan transformarse a s mismos, modificarse en su ser singular y hacer de

    su vida una obra que presenta ciertos valores estticos y responde a ciertos criterios de estilo.[40]

    Podramos pensar que esto apoya la acusacin de que Foucault ha estetizado por completo la existencia

    a costa de la tica, pero yo sugerira solamente que lo que nos ha mostrado es que no puede haber

    tica, ni poltica, sin recurrir a este singular sentido de lapoiesis. El sujeto que se forma de acuerdo con

    los principios que facilita el discurso de la verdad no es todava el sujeto que procura formase a s mismo.

    Comprometido en las artes de la existencia, este sujeto es modelado y modela, y la lnea que separa el

    cmo es formado de cmo se convierte en una suerte de formador, no est claramente trazada, si es que

    existe. Porque no se trata de que un sujeto es formado y despus comienza repentinamente a formarse as mismo. Por el contrario, la formacin del sujeto es la institucin de la propia reflexividad que de forma

    indistinguible asume la carga de la formacin. La indistinguibilidad es precisamente la coyuntura en la

    que las normas sociales intersecan con las exigencias ticas, y donde ambas son producidas en el

    contexto de una realizacin de s que nunca es totalmente autoinvestida.

    Aunque Foucault se refiere de manera bastante directa a la intencin y a la deliberacin, tambin nos

    hace saber cun difcil ser entender esta estilizacin de s en trminos de cualquier sentido recibido de

    intencin y deliberacin. Para hacernos entender el tipo de revisin de trminos que su uso requiere,

    Foucault introduce los trminos modos de subjetivacin o subjetivacin. No se refieren sencillamente

    a la manera en que el sujeto se forma, sino a cmo deviene formador de s. Este devenir de un sujeto

    tico no es mera cuestin de conocimiento o conciencia de s; denota una constitucin de s como

    sujeto moral, en la que el individuo circunscribe la parte de s mismo que constituye el objeto de esta

    prctica moral. El yo se delimita y decide la materia de su hacerse, pero la delimitacin que el yo ejecuta

    tiene lugar a travs de normas que, indiscutiblemente, ya estn en funcionamiento. As, podemos pensar

    que este modo esttico de hacerse est contextualizado en una prctica tica, pero Foucault nos

    recuerda que esta tarea tica slo puede tener lugar en un contexto poltico ms amplio, la poltica de las

    normas. Deja claro que no hay formacin de s fuera de un modo de subjetivacin, lo que quiere decir

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    que no hay formacin de s fuera de las normas que orquestan la posible formacin del sujeto.[41]

    Nos hemos desplazado silenciosamente de la nocin discursiva de sujeto a una nocin de s mismo

    con resonancias ms psicolgicas, y pudiera ser que para Foucault este ltimo trmino fuese ms

    portador de agencia que el primero. El yo se forma a s mismo, pero se forma a s mismo dentro de una

    serie de prcticas formativas que Foucault caracteriza como modos de subjetivacin. Que la paleta de sus

    formas posibles est delimitada de antemano por dichos modos de subjetivacin no significa que el yo no

    consiga formarse a s mismo, que el yo est totalmente formado. Al contrario, se le obliga a formarse, pero

    formarse a s mismo en formas que ya estn ms o menos operando y en proceso. O, podra decirse, se

    le obliga a formarse dentro de prcticas que ya estn ms o menos funcionando. Pero si esa formacin

    de s se hace en desobediencia a los principios de acuerdo con los cuales una se forma, entonces la

    virtud se convierte en la prctica por la cual el yo se forma a s mismo en desujecin, lo que quiere decir

    que arriesga su deformacin como sujeto, ocupando esa posicin ontolgicamente insegura que plantea

    otra vez la cuestin: quin ser un sujeto aqu y qu contar como vida; un momento de cuestionamiento

    tico que requiere que rompamos los hbitos de juicio en favor de una prctica ms arriesgada que busca

    actuar con artisticidad en la coaccin.

    Este ensayo se pronunci, en forma ms breve, como Raymond Williams Lecture en Cambridge University

    en mayo de 2000. Se public despus en su forma ampliada en David Ingram (ed.), The Political:

    Readings in Continental Philosophy, Basil Blackwell, Londres, 2002. Estoy agradecida a William Connolly

    y Wendy Brown por sus tiles comentarios a partir de borradores previos.

    [1] Raymond Williams, Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, trad. por Horacio Pons,

    Buenos Aires, Nueva Visin, 2000, pp. 85-87.

    [2] Ibidem, p. 87.

    [3] Theodor W. Adorno, La crtica de la cultura y la sociedad, trad. por Manuel Sacristn, en Prismas.

    La crtica de la cultura y de la sociedad, Barcelona, Ariel, 1962, p. 23.

    [4] Ibidem, p. 15.

    [5] Ibidem, p. 14.

    [6]Michel Foucault, Qu es la crtica? (Crtica y Aufklrung), trad. por Javier de la Higuera, en Sobre la

    Ilustracin, Madrid, Tecnos, 2006, pp. 3-52. Este ensayo consisti originalmente en una conferencia

    pronunciada en la Socit Franaise de Philosophie el 27 de mayo de 1978, posteriormente publicada enel Bulletin de la Socit franaise de Ph ilosophie, ao 84, nm. 2, abril-junio de 1990, pp. 35-63

    [7] Para una recensin interesante de esta transicin de la teora crtica a la accin comunicativa

    consltese el libro de Seyla Benhabib, Crtica, norma y utopa, Buenos Aires, Amorrortu, 2005.

    [8] Michel Foucault, Qu es la crtica?, op. cit., pp. 4 y 5.

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    [9] Theodor W. Adorno, La crtica de la cultura y la sociedad, op. cit., p. 23.

    [10] Michel Foucault, Qu es la crtica?, op. cit., p. 5.

    [11] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres, trad. por Mart Soler, Buenos

    Aires, Siglo XXI, 2003.

    [12] Ibidem, p. 12.

    [13] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 2005.

    [14] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres, op. cit., p. 13.

    [15] Ibidem, pp. 13-14.

    [16] Ibidem, p. 25.

    [17] Michel Foucault, Qu es la crtica?, op. cit., pp. 7-8.

    [18] Ibidem, p. 8.

    [19] Ibidem, p. 8.

    [20] Ibidem, p. 9.

    [21] Ibidem, p. 9.

    [22] Ibidem, p. 9.

    [23] Ibidem, p. 10.

    [24] Ibidem, pp. 10-11. El nfasis es mo.

    [25] Ibidem, p. 11.

    [26] Ibidem, p. 22.

    [27] Ibidem, p. 16.

    [28] Ibidem, p. 17.

    [29] Ibidem, p. 20.

    [30] Ibidem, p. 25.

    [31] Ibidem, pp. 27-28.

    [32] Ibidem, p. 28.

    [33] Ibidem, pp. 32-33.

    [34] Ibidem, p. 21.

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    [35] Se refiere a una pregunta por parte del pblico asistente, que se le formula en el debate posterior a

    la conferencia que origina el texto Qu es la crtica?; vase supra, nota 6. [N. del T.]

    [36] Ibidem, pp. 44-45.

    [37] Ibidem, p. 45.

    [38] Ibidem, p. 45.

    [39] Michel Foucault, El sujeto y el poder, trad. por Rogelio G. Paredes, en Hubert L. Dreyfus y Paul

    Rabinow (eds.), Michel Foucault: ms all del estructuralismo y la hermenutica, Nueva Visin, Buenos

    Aires, 2001, p. 245.

    [40] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 2. El uso de los placeres, op. cit., pp. 14-15.

    [41] Ibidem, p. 29.

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