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Un Estado en bancarrota En Honduras las cifras detallan la crítica situación que atraviesa el país: 7 de cada 10 ciudadanos viven en condiciones de pobreza, 4 de cada 10 se encuentran desempleados. 350 mil hondureños y hondureñas padecen algún grado de desnutrición y en la última década han surgido un millón 187 mil nuevos pobres. Honduras, un país con ocho millones de habitantes tiene el 70 por ciento de la población viviendo en condiciones de precariedad, gente rebuscándose para conseguir los tres golpes diarios, contrario a un 5 por ciento de familias potentadas que concentra la riqueza de la nación. Encaramos este 2011 con una serie de retos en materia económica, sobre todo con la necesidad de cambiar la vida de esta mayoría que es aplastada por el actual sistema que con reformas o sin reformas constitucionales lo único que hace es garantizar las ganancias y los privilegios de una minoría. Con un año de administración aun Lobo Sosa no da pasos firmes en la creación de políticas que den respiro a la crisis económica que atraviesa el país. En estos primeros doce meses, el mayor logro del gobierno es el famoso “Bono diez mil”. Un programa asistencialista, paternalista, un paliativo que jamás erradicara la pobreza, porque no le apuesta a eliminarla, sino a mantener pobres, para seguir pidiendo ayuda en su nombre. Pese a la magnitud del desempleo en Honduras, el Estado es incapaz de dar solución a esta problemática, dejando así en manos de la gran empresa privada esta necesidad de la población. Los empresarios con su título de los mayores de generadores empleo, vulneran los derechos de la clase trabajadora, que vive entre salarios de hambre y pésimas condiciones. Ante este panorama, las energías del movimiento popular y de toda la sociedad hondureña deben recaer en el diseño de una propuesta de modelo económico que rompa con las exclusiones y los privilegios. Un modelo económico donde los capitales no controlen lo humano, esa es nuestra tarea urgente. Nuestra Palabra | 17 enero 2011

Un Estado en bancarrota

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Un Estado en bancarrota

En Honduras las cifras detallan la crítica situación que atraviesa el país: 7 de cada 10 ciudadanos viven en condiciones de pobreza, 4 de cada 10 se encuentran desempleados. 350 mil hondureños y hondureñas padecen algún grado de desnutrición y en la última década han surgido un millón 187 mil nuevos pobres. Honduras, un país con ocho millones de habitantes tiene el 70 por ciento de la población viviendo en condiciones de precariedad, gente rebuscándose para conseguir los tres golpes diarios, contrario a un 5 por ciento de familias potentadas que concentra la riqueza de la nación. Encaramos este 2011 con una serie de retos en materia económica, sobre todo con la necesidad de cambiar la vida de esta mayoría que es aplastada por el actual sistema que con reformas o sin reformas constitucionales lo único que hace es garantizar las ganancias y los privilegios de una minoría. Con un año de administración aun Lobo Sosa no da pasos firmes en la creación de políticas que den respiro a la crisis económica que atraviesa el país. En estos primeros doce meses, el mayor logro del gobierno es el famoso “Bono diez mil”. Un programa asistencialista, paternalista, un paliativo que jamás erradicara la pobreza, porque no le apuesta a eliminarla, sino a mantener pobres, para seguir pidiendo ayuda en su nombre. Pese a la magnitud del desempleo en Honduras, el Estado es incapaz de dar solución a esta problemática, dejando así en manos de la gran empresa privada esta necesidad de la población. Los empresarios con su título de los mayores de generadores empleo, vulneran los derechos de la clase trabajadora, que vive entre salarios de hambre y pésimas condiciones. Ante este panorama, las energías del movimiento popular y de toda la sociedad hondureña deben recaer en el diseño de una propuesta de modelo económico que rompa con las exclusiones y los privilegios. Un modelo económico donde los capitales no controlen lo humano, esa es nuestra tarea urgente.

Nuestra Palabra | 17 enero 2011