Un Naturalista en El Plata

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    WILLIAM HENRY HUDSON

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    1. Captulo I, La Pampa desierta

    2. Captulo II, El Puma o Len americano

    3. Captulo III, Una oleada de vida

    4. Captulo IV, Armas curiosas de algunos animales

    5. Captulo V, El temor en los pjaros

    6. Captulo VI, Instintos heredados y precoces

    7.

    Captulo VII, El Meftico zorrino

    8. Captulo VIII, El mimetismo y los colores de prevencin de laslangostas

    9. Captulo IX, Tormentas de liblulas

    10.Captulo X, Mosquitos y problemas de los parsitos

    11.Captulo XI, Abejorros y otros temas

    12.Captulo XII, Una noble avispa

    13.Captulo XIII, Las luces nocturnas de la naturaleza

    14.

    Captulo XIV, Hechos y reflexiones sobre las araas15.

    Captulo XV, El instinto de simulacin de la muerte

    16.Captulo XVI, Los Picaflores

    17.Captulo XVII, El Chaj

    18.Captulo XVIII, La familia de los carpinteros

    19.Captulo XIX, La msica y la danza en la naturaleza

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    CAPITULO I

    La Pampa Desierta

    Durante los ltimos aos, hemos odo mucho acerca de los profundos cambiosque se estn produciendo en la flora y fauna de las regiones templadas del globo que hansido colonizadas por europeos. Si estos cambios se toman meramente como una evidenciadel progreso material, deben ser motivo de regocijo para aquellos que estn satisfechos yms que satisfechos con nuestro sistema de civilizacin o mtodo de superar la naturaleza

    por la remocin de todos los obstculos ante el incontrolado aumento de nuestra propia

    especie. A aquel que encuentra placer en las cosas tal como existen en regiones vrgenes delos dominios de la naturaleza y quien, no demasiado ansioso por llegar al final de su viaje,est contento de realizarlo a caballo o en carretn arrastrado por bueyes, le es permitidolamentarse por el aspecto alterado de la superficie terrestre junto a la desaparicin deinnumeras estructuras bellas y nobles, tanto del reino animal como del vegetal. No puedelograr que su corazn ame las cosas por las que han sido reemplazadas; stas estncultivadas y domesticadas y slo se han tornado tiles al hombre al precio de aquellagracia y energa que la libertad y la barbarie le haban dado. En cantidad, hay muchos -veinticinco millones de ovejas en este distrito, cincuenta en aqul, cien millones en untercero-, pero, cun pocas son las especies en reemplazo de las destruidas! Y cuando eldueo de muchas ovejas y mucho trigo desea la variedad - pues posee ese deseo instintivo,

    aunque en conflicto con y llevado por el otro, pervertido, de destruccin-, qu es lo que leha quedado, ms all de lo que es suyo, excepto las hierbas que crecen en sus campos, bajotodos los cielos, circundndolo con las formas montonas y arcaicas tan pertinaces en suno deseada comunin con l, como las ratas y las cucarachas que habitan su casa?

    Con ms frecuencia tenemos noticias de Norteamrica, Nueva Zelandia y Australiaen conexin con esto, pero en ninguna parte del globo la civilizacin ha escrito susextraas deformaciones"ms marcadamente que en esa enorme planicie, llamada por losescritores ingleses the pampas (las pampas), pero por los espaoles con ms propiedad la

    pampa -de la voz quichua que significa regin o espacio abierto- ya que constituye en sumayor parte una llanura continua, extendida en su lmite este desde las costas del Paran, a

    los 32 grados de latitud, hasta la formacin patagnica a la altura del Ro Colorado, ycomprende alrededor de setecientos mil kilmetros cuadrados de una regin hmeda yherbosa.

    Esta zona ha sido colonizada por los europeos desde mediados del siglo XVI, perohasta hace pocos aos la inmigracin estaba demasiado limitada como para que pudiese

    producir algn cambio significativo; y refirindome nicamente a la regin pampeana, elterritorio conquistado era una larga y angosta franja, meramente pastoril, y los indios consu forma primitiva de guerrear, supieron detener a los invasores fuera de sus ampliasextensiones de caza. Hace apenas veinte aos, el cabalgar a unos cuatrocientos kilmetrosde Buenos Aires, la ciudad capital, era suficiente para colocarlo a uno ms all del lmite S.

    O. ms alejado de la frontera. En 1879 el gobierno argentino se propuso liberar al pas delos aborgenes o, al menos, quebrar de una vez por todas sus hostiles invasiones y su

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    espritu depredador. Con ello, toda el rea de la pampa hmeda y gran parte de la ridaPatagonia, han sido de fcil acceso para el inmigrante. Ya no hay nada que desanime lahambruna del Viejo Mundo y que no le permita aduearse de esa nueva tierra de promisinque ofrece, como Australia, leche y grasa, si no miel. Cualquier inmigrante vicioso de unconventillo genovs o napolitano, est ahora en condiciones de luchar contra el desierto"

    con su arma de caza de solo ocho chelines y sus implementos de labranza. Los indios ya noexisten para aterrorizarlo con sus gritos de guerra; ellos se han trasladado a otra regin msremota y umbra llamada en su lenguaAlhuemap, desconocida por los gegrafos. Es quelos resultados tan largamente esperados se alcanzaron rpidamente tras la expedicinmilitar del General Roca. Los cambios observados durante la ltima dcada sobre la pampaexcedieron, por su magnitud, a aquellos que previamente haban sido experimentadosdurante tres siglos de ocupacin.

    Frente a esta oleada de cambios que con tanta celeridad estn ahora arrasando elviejo sistema, con todas las bellezas y dones que posea, quiz fuera oportuno, en estemomento, realizar una rpida revista desde el punto de vista del naturalista, de esa gran

    planicie tal como fuera antes de que las agencias colonizadoras europeas hicieran sutrabajo, y tal como existe todava en sus lugares ms apartados.

    La pampa hmeda y herbosa se extiende, en grandes lneas, desde el Atlntico y losros de La Plata y Paran, al Ande, y pasa gradualmente a "formaciones de montes" o

    pampa estril; una sabana arenosa ms o menos desrtica que produce una vegetacin seca,spera y leosa, sobre todo arbustos espinosos y rboles bajos, entre los cuales el chaar(Gurliaca decorticans) es el ms comn; de ah el nombre "chaar de las estepas",usado

    por algunos escritores. Esta formacin se extiende hacia el Sur y se adentra en laPatagonia. Los cientficos no se han podido explicar an por qu la pampa, con un climahmedo y un suelo excesivamente rico, no ha producido ms que pastos, mientras que las

    zonas secas y estriles, en su lmite norte, oeste y sur, tienen una vegetacin arbrea. Se haprobado ahora que la conjetura de Darwin de que la extrema violencia del pampero1 oviento del sudoeste, no permita el crecimiento de los rboles, era infundada debido a laintroduccin de los Eucaliptus globulus, ya que estos nobles rboles adquieren unaextraordinaria altura en las pampas y tienen un follaje lujuriante, nunca alcanzado enAustralia.

    Yo quisiera conducir al lector, por medio de su fantasa, desde esta rea llana -miparroquia de Selbourne"o, en todo caso, a una buena parte de ella- con el mar de unlado, y del otro la extensin infinita de un herboso desierto, a otro mar, no "sometido agrandes vaivenes"sino a una comparativa calma, un lugar fcilmente imaginable debido a

    la ausencia de sierras y montes, lagos y ros. Hay en verdad poco para ser imaginado, nisiquiera la sensacin de vastedad. Darwin, refirindose a este punto en Journal of aNaturalist dice con justeza:

    En el mar el ojo humano, colocado a unos dos metros por encima de la superficie

    del agua, halla su horizonte a unos seis o siete kilmetros de distancia. Del mismo modo,

    cuanto ms llana sea la planicie, ms se nos acerca el horizonte y se nos achica la

    distancia y esto, segn mi opinin, destruye totalmente la grandeza que uno habra

    imaginado que podra contener una vasta llanura". Recuerdo mi primera experiencia enuna colina, despus de haber estado siempre encerrado entre estos estrechos lmites".Fueen una de las cadenas de las sierras cerca de Cabo Corrientes y a no ms de ochocientos

    metros de altura; en cuanto hube ganado la cima, me maravill de la vastedad de la tierra,1En castellano en el original (N. del T.)

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    tal como la apreciaba desde tan modesta elevacin. Personas nacidas y criadas en lapampa, cuando por primera vez visitan una zona montaosa, frecuentemente experimentanla sensacin de tener "una pelota en la garganta", la cual parece impedirles la librerespiracin.

    En la mayor parte de los lugares la tierra rica y seca est cubierta por gruesos pastosde noventa centmetros a un metro veinte de altura, creciendo en grandes matas de verdeintenso durante todo el ao; unas pocas hierbas finas y trboles con largos tallosenroscados y unidos tienen una breve existencia entre los matorrales; pero es que las

    plantas duras impiden su expansin a las otras, y raramente se muestra una flor entre superdurable verdura. Hay, empero, manchones, a veces grandes reas, donde no crecen, yque estn alfombradas por pequeas hierbas que la recubren, de un verde ms vivo, y en

    primavera se alegran con las flores, preferentemente del orden de las clases compuestas opapilonceas, y verbenas rojas, prpuras, rosadas y blancas. En tierras hmedas ypantanosas hay adems varios lirios amarillos, blancos y rojos y dos o tres clases degladiolos y varias otras florecillas; pero en su totalidad la flora de la pampa es la ms pobre

    en especies de las zonas frtiles del globo. Sobre la tierra hmeda y arcillosa crece elmajestuoso pasto de la pampa, Gynerium argenteum2, cuyos blancos pices a menudoalcanzan una altura de unos tres metros. He cabalgado a travs de estos pastizales

    plumosos, tan altos que llegaban hasta mi cabeza y an ms, por leguas. Me resultaraimposible brindar una idea exacta de la exquisita belleza, en ciertos momentos yestaciones, de esta reina de los pastos y mxima gloria de la pampa solitaria. En aquellugar, todos estn familiarizados con ella; pero en un jardn esa planta tiene siempre unaspecto triste, decadente y, segn mi recuerdo, es positivamente fea con sus macizosdensos de hojas bastas, agachadas hacia el suelo y en montones achicharrados, y manojosde espigas siempre del mismo color blanco, mortecino o cremoso sucio. En verdad, elcolor de varios y etreos tintes que le dan ese tono de pureza, es una de las bellezas

    capitales de esos pastos en su propio suelo; los viajeros que han galopado a travs de lapampa en pocas en que las espigas estn muertas y cadas como blancos papeles oparches, realmente han perdido su mayor encanto. La planta es sociable, y en algunaspartes donde raramente existen otras, cubre grandes reas con un mar de ondulantesespigas blancas; al final del verano y en el otoo se observan sus tintes variando del msdelicado rosado tierno e ilusionante como el rubor sobre el blanco plumaje de algunasgaviotas, al prpura y violceo. A ninguna hora luce tan perfecta como al anochecer, antesy despus del crepsculo cuando la luz tenue enva una leve bruma sobre su abigarrado

    plumaje, y el viajante no puede dejar de pensar que sus tintes, que en ese momento seenriquecen, son robados a los rasantes rayos solares o reflejan los coloreados vapores trasel ocaso.

    La ltima vez que vi los pastos de la pampa en todo su esplendor fue en un da defines de marzo que concluy con uno de esos perfectos atardeceres que slo se ven en lasoledad, en donde ninguna lnea de casas ni ningn cerco quiebran el encantador desordende la naturaleza y armonizan los tintes del cielo y de la tierra. Haba estado viajando todoel da con un compaero, y por dos horas habamos cabalgado por el pastizalininterrumpido, que se extenda por kilmetros a cada lado, mezclndose a la distanciaminadas de blancas espigas, salpicadas con tintes de variados colores, semejando una nube.Al escuchar un rumor de hojas a nuestras espaldas, nos dimos vuelta rpidamente y vimosa no ms de cuarenta metros, una partida de cinco indios montados y dirigindose raudoshacia nosotros; pero al momento en que los vimos, sus cabalgaduras se detuvieron

    2Cortadera (N. del T.)

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    bruscamente y al mismo tiempo los cinco jinetes saltaron sobre los lomos de sus monturasy se mantuvieron erectos sobre ellas. Satisfechos al ver que no tenan intencin deatacarnos y que slo buscaban caballos perdidos, continuamos observndolos por algntiempo, as como ellos permanecan oteando el horizonte en distintas direcciones,inmviles y silenciosos, como hombres de bronce sobre extraos pedestales de equinos de

    piedra oscura; muy oscuros con su tez bronceada y largos cabellos recortndose contra elcielo lejano y etreo, con tintes de luz ambarina; y a sus pies y todo en derredor esa nubede plumas blancas y ligeros matices. Esa escena de despedida qued grabada vvidamenteen mi memoria, pero no puede ser mostrada a otro ni podra serlo aun si yo poseyera la

    pluma de un Ruskin o el lpiz de un Turner; ya que el vuelo de la gaviota de mar no es msimposible para nosotros que el poder de revelar la imagen de la Naturaleza en nuestrasalmas, cuando ella se nos muestra en uno de esos momentos especialesque tienen unagracia especial", en situaciones donde su belleza virgen no ha sido deteriorada por elhombre.

    En otras horas y estaciones el aspecto general de la planicie es montono y a pesar de

    la visin ininterrumpida, su verde permanente y su sol, algo melanclico, aunque nuncalbrego; y es indudable que el sentimiento de melancola depresiva que la pampa inspira aaquellos que no estn familiarizados con ella, se debe, en gran medida, a la escasez de viday su profundo silencio. Como es fcil de imaginar, el viento en esas extensas llanuras raravez esta calmo; all, como en el bosque, es un bardo de alientos varios,y las cuerdassobre las que sopla van emitiendo variedad infinita de tristes sonidos, desde el agudo ycaprichoso silbido de los pastos hirsutos y secos en los lugares ms inhspitos, hasta loslargos y misteriosos quejidos que se alargan y desvanecen entre los altos y lustrosos

    juncales. Tambin es curioso que, con pocas excepciones, los pjaros vernculos soncomparativamente silenciosos aun aquellos pertenecientes a grupos que suelen seraltamente locuaces. Es fcil hallar la causa. En montes y matorrales donde hay abundancia

    de pjaros, continuamente se pierden de vista, y el nico modo de no dispersarse es pormedio del llamado frecuente; mientras que el efecto sonoro envolvente entre el follaje, alcual debe sumarse un espritu de emulacin donde se oyen muchas voces, incita a lamayora de las especies, sobre todo a aquellas que son sociables, a esforzar sus voces hastasu mximo grado de elevacin al cantar, llamar o gritar. En la pampa abierta, los pjarosque no estn obligados a vivir ocultos en la superficie pueden verse unos a otros a grandesdistancias, y el perpetuo llamado no es necesario: adems, en esa quieta atmsfera elsonido se expande a gran distancia. Normalmente sus voces son extraamente apagadas;los ha contagiado el silencio de la naturaleza, y por el hbito se han tornado silenciosos.Este no es el caso de las especies acuticas, las cuales emigran -casi todas- desde regionesms ruidosas, y se agrupan en lagunas y juncales, lugares donde son muy locuaces entreellas. Es tambin digno de sealarse el hecho de que esas voces suaves de los pjaros,algunas de las cuales son excesivamente dulces y expresivas, y las notas de algunosinsectos y batracios tienen una gran semejanza y parecen estar de acuerdo con los tonoselicos del viento entre los pastos y caaverales: un extranjero en la pampa, aun cuandofuera un naturalista acostumbrado a distintas faunas, con frecuencia hallara difcildistinguir entre las voces de un pjaro, un sapo o un insecto.

    Los mamferos son pobres en cuanto a especies, y con la nica excepcin de la bienconocida vizcacha (Lagostomus trichodactylus) no hay ninguna que pueda realmente serreconocida como producto de la pampa, o, en otras palabras, que sus instintos estn ms deacuerdo con las condiciones de la pampa que con las de otras zonas. En efecto, este roedor

    grande habita una vasta extensin del pas al norte, oeste y sur de la pampa propiamentedicha, pero en ninguna parte est tan consustanciado con su matorral oriundo como en la

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    gran planicie herbosa. Ah, acaso como el castor, cre sus propias condiciones de vida.Vive en una pequea comunidad de veinte o treinta miembros, en un villorrio o vizcacherade profundas cuevas, todas con sus bocas de entrada, construidas una cerca de la otra:como la vizcachera es de tiempo indefinido o permanente, la tierra, al ser continuamenteextrada, forma montculos de ms de un metro de dimetro, y esto protege su vivienda de

    las inundaciones en terrenos bajos y llanos. No es veloz, y todos los animales rapaces sonsus enemigos; siente predileccin por alimentarse de hierbas, pastos tiernos y suculentos;su bsqueda la obliga a andar por el campo entre pastos gigantes donde estn sus sagacesenemigos aguardando para atraparla. Se salva de este peligro haciendo un claro alrededorde su vivienda y ah forma un suave csped, en donde los animales se alimentan y realizansus pasatiempos nocturnos con relativa seguridad, pues si el enemigo se aproxima, esfcilmente detectado; se da la nota de alarma y toda la compaa se dispersa y disparahacia sus refugios. En regiones de suelo y vegetacin distintas -como en la Patagonia- susinstintos propios y nicos no se han alterado, lo que hace parecer probable que hayannacido en la pampa.

    Es maravilloso que las dos especies de mamferos -el castor y la vizcacha- que msse aproximan al actuar inteligente de los hombres en cuanto a sus instintos de organizacinsocial y sus habitaciones, las que han sido hechas para perdurar, pertenezcan a un orden taninferior como el de los roedores. Y en el caso de la ltima, sorprende an ms cuandosabemos por Waterhouse que es la ltima de la escala debido a sus afinidades marsupiales.

    La vizcacha es el ms comn de los roedores en la pampa, y ese orden de roedoresest representado por el mayor nmero de especies. La ms fina es la llamada liebre

    patagnica -Dolichotis patagonica-, un bello animal que duplica el tamao de la liebre, conorejas ms cortas y redondeadas y sus patas relativamente mucho ms largas. Su piel esgris castao. Por sus hbitos es un animal diurno, vive en cuevas y generalmente se la

    encuentra por parejas o en pequeas manadas. Est ms adaptada para vivir en una reginrida como la Patagonia que en la herbosa planicie hmeda; sin embargo, se la ha halladoen toda la extensin de la pampa; pero en un pas donde la sabidura de un Sir WilliamHarcourt3 no fue nunca necesaria, el rey de los roedores est ahora casi extinguido.

    El coipo -Myopotamus coyp- es un roedor comn, de color amarillo con incisivosrojo brillante; un ratn por su forma, del tamao de una nutria. Es acutico, vive enorificios en las orillas altas, y donde no las hay construye un nido en plataforma entre el

    juncal. Al anochecer salen todos a nadar y a jugar con el agua, conversndose con extraossonidos que suenan como quejidos de seres humanos sufrientes; entre ellos se destaca elcoipo madre con toda su prole, en nmero de ocho o nueve, con tantos sobre su lomo como

    puede acomodar, y mientras los otros nadan tras ella llorando para lograr un paseo.Con respecto a este animal, el cual, como hemos advertido, es prolfico, una vez

    ocurri algo extrao en Buenos Aires. El coipo era mucho ms abundante hace cincuentaaos que ahora, y su piel que tiene un fino pelaje debajo de los pelos gruesos, eraexportada en gran cantidad a Europa. Fue por este tiempo que el dictador Rosas public undecreto prohibiendo la caza del coipo. Como resultado de ese decreto, los animalesaumentaron y se multiplicaron excesivamente y, abandonando sus hbitos acuticos, setornaron terrestres y migratorios e invadieron los campos en busca de alimento.Repentinamente, una misteriosa plaga los atac y perecieron en tan alto nmero que casi seextinguieron.

    3Harcourt: el autor del Ground Game Act" en 1880 (Ley de proteccin para los animales de caza) en Inglaterra (N. delT.)

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    Qu bendicin sera para la pobre Australia, acosada por los conejos, que una plagaas visitase el pas y atacase exactamente a los animales que debiese! Pero, por otro lado,qu calamidad si la infeccin se propagase incurable y ligera como el viento y atacase asus numerosas ovejas! Y quin puede saber qu retribuciones desconocidas estarmeditando secretamente esa vengadora deidad que es Natura, por la prdida de tantas de

    sus salvajes criaturas cuadrpedas, asesinadas por los moradores y por haber arruinado suorden antiguo y hermoso!

    Un pequeo roedor de la pampa que vale la pena conocer es el Cavia australis,llamado cuis en su voz verncula; un ser tmido, sociable, pequeo, del color del ratn, conun lenguaje gorgojeante, como de agua corriente y rumorosa; sus costumbres semejan a lasde su moteado pariente domstico, el conejillo de Indias. Goza correteando por los terrenoslimpios y realiza sobre la pampa sus caminatas, cuya huella alerta al zorro y a otrossemejantes; es as como los hbitos de los pequeos cuises y de todos los Cavia no seajustan tan bien a las regiones de pastos y hierbas sino a las de otras zonas de tierras ridasdonde pueden correr y jugar y encuentran matorrales donde esconderse.

    Un animal ms interesante es el Ctenomys magellanica, un poco ms pequeo que larata, con una cola ms corta, piel de un gris ms plido e incisivos rojos. Se le llama tuco-tuco

    4, debido a su voz y ocultopor sus costumbres; es un habitante del subsuelo y necesita

    un piso suelto y arenoso en el cual, como el topo, puede nadar bajo la superficie. Por lotanto la pampa, con su pesado y hmedo humus, no es el sitio ms apropiado para el tuco-tuco; empero, donde quiera que haya una faja arenosa o una cadena de dunas, all se loencuentra habitando; no se le ve pero si se lo oye. Su voz resuena todo el da y toda lanoche, estentrea y fuerte, como una sucesin de golpes de martillo; tal como si uncontingente de gnomos estuviesen trabajando muy fuerte en las entraas de la tierra,golpeando en sus yunques, primero con golpes fuertes y medidos, y luego con otros, ms

    leves y rpidos, con una cadena y ritmo tal como si los hombrecitos estuviesen golpeandoal comps de algn canto primitivo que no se advirtiese en la superficie Cmo llegaronestas colonias aisladas, de una especie tan subterrnea en sus hbitos y que requiere unsuelo arenoso, tan lejos de su propio territorio esa zona estril de la cual estn separados

    por anchas reas impropias? Ellos no pueden realizar largos tramos a travs del campocomo las ratas. Quiz las dunas se desplazaron, llevando sus animales consigo.

    El jaguar y el puma son los dos gatos monarcas en Sudamrica, y los carnicerosmayores. Sea cual fuere la relacin entre ambos en toda la pampa, el puma es el ms

    poderoso, siendo el que ms abunda y ms capaz de robar que su moteado rival. Verstil ensus hbitos de caza, su presencia en la pampa no sorprende; mas es probable que slo una

    extrema abundancia de grandes mamferos para cazar, cosa que no ha existido en losltimos tiempos, podra haber tentado a un animal del ro y los montes y acostumbrado aese medio, a colonizar esta regin fra, sin rboles y comparativamente desrtica por lafalta de agua. Hay otros dos felinos importantes. El gato de los pajonales, similar el Feliscatus, robusto y de color oscuro, pero ms grande, ms fuerte e indeciblemente salvaje. Elsegundo, Felis geoffroyi, es un animal ms grande y hermoso, coloreado como el leopardo;se le llama gato monts, y su mismo nombre parecera indicar que es un intruso de laszonas boscosas de la pampa septentrional.

    Hay dos cnidos: uno es el hermoso zorro gris de Azara semejante a un perro, unzorro puro y real por sus costumbres y muy vulgar y comn en todas partes. El otro es

    mucho ms interesante y extremadamente raro; es el llamado aguar, siendo su congnere4En castellano en el original (N. del T.)

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    ms prximo el aguar guaz, el Canis jubatus o lobo con melena de los naturalistas, quese encuentra al norte de la zona pampeana. El aguar es ms pequeo y no tiene melena, escomo el dingopor su tamao pero ms delgado, con un hocico ms agudo y de un colorrojizo ms brillante. De noche, al acampar, he escuchado sus lgubres gritos, pero el sujetofue buscado en vano; mientras que de los gauchos de las fronteras slo pude aprender que

    era un animal inofensivo, tmido, solitario, que huye hacia otros lugares ms inhspitosescapando de su destructor: el hombre. Me ofrecieron un cuero: qu ms podra querer?Almas simples!, para m no significaba ms que el de un perro muerto, con pelos largos deun rojizo brillante. Para aquellos que aman a los animales muertos, los pueden obtener enalto nmero con slo zapar con una pala en el vasto sepulcro de la pampa, donde

    perecieron los dueos de la antigedad. Yo amo a los seres vivientes que pueblan lasuperficie de la tierra, y cun pequeo es el remanente que hay en Sudamrica, y ahora,ao tras ao, tornndose ms preciosos a medida que se van extinguiendo!

    El pestilente zorrino es universal; y hay dos elegantes comadrejas de un negrointenso, con lomo gris y la cabeza chata. Una, la Galictis barbara, es un animal audaz que

    caza en compaa; cuando estas criaturas de largos cuerpos se sientan erectas, observandocon ojos vidriosos, sonriendo y charlando con el que pasa, parecen frailes pequeos connegros mantos y capuchas grises; pero la expresin de sus rostros redondos es maligna ysangrienta ms all de todo lo que hay en la naturaleza, y quiz fuera ms decentecompararlos con demonios que con seres humanos.

    Hay en la pampa, estrictamente hablando, slo un rumiante, el Cervus Campestris5,que es comn. Lo ms curioso de este animal es que el macho emite un olor ftido yalmizclado tan fuerte que cuando sopla el viento desde el lado donde se encuentran, eseefluvio penetra por nuestras fosas nasales desde una distancia que excede los treskilmetros. Es realmente sorprendente que pueda hallarse nicamente un rumiante en esa

    inmensa superficie herbosa que tan admirablemente sentara a los cuadrpedos herbvoros,una porcin de la cual est provista actualmente de una pastura suficiente para ochentamillones de ovejas, vacunos y caballos. En el Plata, el autor de The Mammoth and theFlood hallar pocos que discutan su doctrina.

    De los desdentados hay cuatro. El armadillo gigante no se extiende muy lejos y eldelicado y pequeo armadillo rosado, el truncado Chalamydophorus, es un habitante de lasarenosas dunas de Mendoza y no ha formado nunca colonias en la pampa hmeda; laTatusia hybrida

    6, llamada mulita por el largo de sus orejas y el Dasypus tricinctus7 que

    cuando es molestado se transforma en una bola con su cabeza en forma de cua igual quesu cola calzando admirablemente en los profundos cortes laterales de su caparazn. y el

    quirquincho8

    (Dasypus minutus), todos habitan la pampa, son diurnos y se alimentanexclusivamente de insectos, sobre todo de hormigas. All donde los campos se pueblan,estos tres ltimos desaparecen debido a lo torpe de sus sentidos, especialmente el de lavista, y a sus hbitos diurnos, lo que fuera antes para ellos una ventaja que les permitasobrevivir cuando los rapaces, que son en su mayor parte nocturnos, eran sus nicosenemigos. El cuarto y ms importante es el peludo, cuyos hbitos contrastan extraamentecon los de aquellos congneres en extincin y que parecen burlar muchas reglas a cal ycanto con respecto a la vida animal. Es omnvoro y se lanzar sobre cualquier objeto graso

    5Seala Justo P. Senz (h.) en sus anotaciones a la traduccin publicada por la Ed. Emec de Buenos Aires que es elvetado, cuya hembra se llama gama. Hoy denominada -agrega- ozoto cervus bezoarticus (N. del T.)6El tat - carreta" (N. del T.)7El mataco (N. del T.)8La comadreja colorada (N. del T.)

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    o de carne muerta, y en estado de descomposicin o capturado por su propia estrategia.Adems sus hbitos varan de acuerdo con el medio: as, donde los carnvoros nocturnosson sus enemigos es diurno; pero all donde aparece el hombre como su principal

    perseguidor, se torna nocturno.

    Se lo busca mucho por su carne, y se les ensea a los perros a cazarlo; sin embargo,con el aumento de la poblacin, se han tornado ms abundantes, y si la versatilidad de sushbitos o su adaptabilidad pueden ser tomados como signo de inteligencia, este pobrearmadillo, un sobreviviente del pasado, tan antiguo sobre la tierra como para haber existidocontemporneamente con el gliptodonte gigante, es mentalmente superior a los gatos ycaninos de cerebro ms grande.

    Para terminar con los mamferos, hay dos interesantes comadrejas, ambas del gnerode losDidelphys,pero tan distintos en cuanto a sus hbitos como el gato y la nutria. Unode estos marsupiales se siente tan afincado en la llanura, que a veces me arrepiento dehaber dicho que slo la vizcacha nos da la impresin, por sus costumbres, de ser un

    producto de la pampa. Este animal, Didelphys crassicaudata tiene una cabeza larga,delgada, triangular, y un cuerpo admirablemente adaptado para abrirse paso entre elpastizal y los juncales espesos, pues es tanto terrestre como acutico, y por lo tantoapropiado para vivir en las extensiones bajas anegadizas. Sus costumbres son similares alas de la comadreja; en las lagunas se zambulle y nada con gran destreza y construye unnido esfrico suspendido de los juncales. Su pelo es suave de un franco color amarillorojizo en la parte superior y a los costados y en su parte inferior, variando en algunas partesal anaranjado y en otras, exhibiendo bellos tintes cobrizos y terracota. Estas hermosasgradaciones y el brillo metlico de sus pieles pronto desaparecen; si no fuese as, el animalsera muy buscado, en inters de aquellos que gustan adornarse con los restos de hermososanimales muertos -bestias y aves. La otra comadreja es la [)idelphys azarae, blanca y

    negra, y es realmente inslito hallarla en la pampa, aun cuando su presencia all es menosmisteriosa que la del tuco-tuco. Se mueve lenta y desmaadamente por el suelo pero es, sinembargo, una gran caminadora. Tschudi lo encontr escalando los Andes, a gran altura, yfiel a su naturaleza, no sujeta a reglas, me enfrent en la Patagonia, donde, segn los libros,no vive ningn marsupial. De todos modos, est sujeta a una existencia arbrea aun cuandoaparece en cualquier lugar de la llanura, totalmente alejada de las condiciones que unoentendera debieran ser las necesarias para su existencia. Por cuntos miles de aos hasido este marsupial un habitante de la planicie, con sus mejores facultades sin ejercitarse,sus patas hermosas y hbiles apretadas contra el suelo, y su cola prensil arrastrada comouna cuerda intil tras de s! Empero, si es llevado hasta un rbol, se ha de trepar con la

    prontitud con que el pato va al agua o un armadillo se sumerge bajo tierra, escalando el

    tronco y llegando, con la agilidad del mono, a sus ramas ms altas. Cun renuente esNatura para deshacer sus propias realizaciones! Por cunto tiempo mantiene lo especficode cada rgano en conexin con el instinto, permaneciendo aqul inactivo, con la rapidez y

    premura de las pocas pasadas, tiempos de disputas, antes de que la paz llegase aenseorearse de la tierra!

    La fauna de aves es relativamente ms rica que la de los mamferos, debido al altonmero de especies acuticas, la mayora de las cuales son migratorias con su lugar de"nidificacin" o "reas de subsistencia" en la pampa. En ms de un sentido ellasconstituyen la "poblacin flotante",y sus hbitos no se modificaron en absoluto por lascondiciones de la regin. El orden, incluyendo cigeas, ibises, garzas, pjaros esptula,

    flamencos, cuenta con alrededor de dieciocho especies, y las aves ms llamativas son dosgrandes ibis, casi del tamao de un pavo, con voces poderosas y resonantes. El orden de

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    los patos es muy rico, contando por lo menos con veinte especies incluyendo gansos de lastierras altas, visitantes invernales de las tierras magallnicas y dos cisnes, el hermoso decuello negro y el de lbea blancura con pico rosado. De los rlidos hay diez o doce que vandesde un ser pequeo no mayor que un tordo hasta algunas aves majestuosas. Uno es elcarao llamado "viuda loca" debido a su plumaje enlutado y a sus gritos largos y

    melanclicos, el cual, en anocheceres serenos, puede ser odo a una legua. Otra es la grcily matizadaypecah, que gusta de las reuniones sociales en donde los pjaros ejecutan unadanza y hacen resonar los solitarios juncales con sus enloquecidas voces casi humanas.Una clase ms pequea, Porphyryops melanops, tiene un grito nocturno como el estallidode una carcajada histrica, el cual le ha hecho valer el nombre de "bruja",mientras queotra, Rallus rhytirhynchus, es llamado "burrito" por sus gritos semejantes a rebuznos.Todos estos pjaros tienen voces extraas y fantsticas. De las especies acuticassubsistentes, la ms importante es el chaj; un ave noble tan grande como un cisne, y sinembargo su mejor pasatiempo es el de elevarse hasta perderse en el azul del cielo desdedonde esparce a la tierra sus estentreas notas corales, claras y con el rtmico modularse alson de las campanas echadas a vuelo. Tambin cantan de noche "contando las horas",al

    decir de los gauchos, y donde se han congregado por decenas de miles, el poderoso clamorde sus voces que se combinan, produce un efecto profundo y sorprendente.

    El mayor orden acutico es el de los Limicolae -becasa del mar, chorlito y otrossemejantes-, los cuales tienen unas veinticinco especies. El vocinglero tero, el hermoso"stilt"(especie de chorlo de patas largas), blanco y negro; una agachona real y un chorlomanchado, son, rigurosamente considerados, los nicos residentes; adems es asombrosohallar que de las veinticinco especies, por lo menos trece son visitantes de Norteamrica,teniendo su lugar de nidificacin varios de ellos en las lejanas regiones rticas. Es ste unode esos hechos referentes a la migracin anual de los pjaros que casi parecen increbles,

    pues hay entre ellos especies con hbitos totalmente distintos, de las tierras altas, juncales y

    zonas martimas, y en su gran viaje bianual, cruzan climas varios y visitan pases queparecen ajustarse a las condiciones que ellos requieren. Empero, en septiembre, y aun tantemprano como en agosto, comienzan a llegar a la pampa el chorlo dorado, luciendo an sunegro traje nupcial; solos y en parejas en pequeas bandadas y en oleadas van llegando elchorlo, la becasa de mar, el chorlito, el chorlo mayor, el chorlo polar con sus notassilvestres que fueron odas por groerdandeses en junio, ahora por los gauchos asentados enla pampa verde, luego por los indios en sus villas remotas y pronto ms al sur, por elsolitario cazador de guanacos en la griscea soledad patagnica.

    Aqu hay un enigma para los ornitlogos. En verano, sobre la pampa, tenemos labecasa de mar,Limosa hudsonica; en marzo se marcha hacia el norte para procrear; luego,

    al avanzar la estacin, llegan desde el sur para invernar en la pampa, y junto a esta lunosa,hay varias otras especies norteamericanas, las cuales tienen colonias en el hemisferio surcon una migracin y nidificacin reversibles. Por qu estos pjaros del sur pasan elinvierno en la zona austral? Realmente procrean en la Patagonia? Si es as, su migracines extremadamente limitada si se la compara con aquella que llega del septentrin de msde mil trescientos kilmetros, en apariencia, en uno de los casos, contra casi otros tantosmiles de kilmetros, en el otro. Si se tiene en cuenta que algunas especies que emigran tanhacia el extremo sur como lo es la Patagonia, procrean en la zona rtica tan al norte comolos 2 grados de latitud, quiz ms. seria ms extrao an que alguno de los pjaros queinvernan en la Patagonia y la Pampa, fuesen visitantes estivales del gran continente austral,el cual tiene un rea estimada en el doble que la del continente europeo y un clima ms

    benigno que el del rtico. Las migraciones tendran que cubrir alrededor de mil kilmetrospara cruzar el mar desde Tierra del Fuego, pero sabemos que el chorlo dorado y otras

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    especies que algunas veces tocan las Bermudas en sus viajes, vuelan mucho ms que esosin descansar. Lo cierto es que la vulgar cachila o cachila argentina, un no-migrador y serde escaso poder de vuelo, ha sido hallado en las islas Shetland del Surcerca del continenteantrtico; ello demuestra fue el viaje puede fcilmente ser realizado por pjaros de altaautonoma de vuelo; y que adems el clima invernal de esas tierras ignotas no es tan severo

    si permite que sobreviva un ocasional colonizador como lo es este pjaro delicado. Labecasa de mar, ya mencionada, ha sido observada en bandadas en las islas Malvinas enmayo, esto es, tres meses despus de que estas especies haban realizado su partida otoalde la vecina zona continental. Es posible creer que estos tardos visitantes de las islasMalvinas, hubiesen nidificado en la Patagonia y emigrado hacia el este para invernar enuna zona tan inhspita? Es mucho ms probable que viniesen desde el sur. Los oficiales delas tripulaciones de barcos que dan la vuelta por el Cabo de Hornospodran aclarar esteinterrogante definitivamente si observasen, y durante la noche escuchasen, el paso de las

    bandadas de pjaros viajando hacia el norte desde la primera semana de enero hasta finesde febrero; y en septiembre y octubre, viajando hacia el sur. Probablemente no menos deuna docena de especies del orden de los chorlitos nidifican en el gran continente austral.

    Adems, otros pjaros acuticos -patos y gansos- y muchos paserinos, sobre todo de lafamilia de los tirnidos.

    Si la largamente proyectada excursin australiana a las regiones del Polo Sur serealizara alguna vez, probablemente se lograran importantes conclusiones ornitolgicas,

    pese a la asombrosa teora que ha hallado recientemente un defensor en Canon Tristram,quien sostiene que toda la vida se habra generado en el Polo Norte, desde donde seesparciera por el globo, pero que nunca lograra trasponer los profundos mares del sur querodean el continente antrtico, el cual ha permanecido hasta ahora desolado, un gigantemortal de ceniza y hielo". No es improbable tampoco que animales de una clase superior alas aves existiesen all y que el descubrimiento de nuevos mamferos, que difiriesen del

    tipo de esos que conocemos, ciertamente habra de brindar gratas nuevas a la mayora delos estudiosos de la naturaleza.

    Las aves terrestres en la pampa son pocas en cantidad y especie. Esto puede debersea la ausencia de rboles u otras elevaciones en donde los pjaros prefieren guarecerse yanidar, adems de la escasez de alimento. Los insectos son pocos en pocas de sequa, ylos enormes pastos perennes que cubren casi todo el suelo rinden una pobre cosecha anualde unas pocas semillas diminutas; de modo que esa zona es pobre tanto para las aves de

    pico blando como duro. Hay halcones de varios gneros, en moderado nmero, perogeneralmente se mantienen en los pantanos. Las guilas y los buitres estn pobrementerepresentados por los halcones de la carrona -Polyborinae-: el carancho seorial, casi del

    tamao del guila, negro, con cresta y un pico grande en forma de gancho de un color azulplido -su arma de trabajo- y su humilde seguidor y chacal, el devastador chimangomarrn. Estos anidan en el suelo, son verstiles en sus hbitos, se alimentan de la carroa

    pero son asesinos por su cuenta y, como los perros cimarrones, a veces cazan en bandadas,lo que les da una ventaja. Ellos son los auxiliares infalibles de todos los cazadores decarne, humana o felina; adems, siguen y acosan con furia a todas las guilas y buitres quese aventuran sobre ese mar de pastos verdes, para vagar luego, por siempre perdidos ymolestados los Agares e Ismaeles de su especie".

    Las lechuzas son pocas, pero de una amplia gama de especies. La ms comn es lalechucita de las vizcacheras que se encuentra en las dos Amricas. No es un animal que se

    retrae, sino que a lo largo del da y de la noche, con fro o calor, se expone, en la boca desu cueva o en la vizcachera, contemplando al viandante con una grave expresin de

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    sorpresa y reprensin en sus ojos redondos y amarillos; el macho y la hembra siemprejuntos, tiesos y erectos, casi tocndose, es entre todos los pjaros de por vida, lo msparecido a Darcy y Joan.

    De los restantes pjaros terrestres, los que se aproximan a unas cuarenta especies,

    unos pocos los ms atrayentes debido a su belleza, hbitos particulares o gran tamao,pueden mencionarse aqu. Hacia el sur de la pampa se encuentra el pecho coloradomediano Sturnella9, el nico residente pampeano con un toque de color, y se parece aleuropeo, con el agregado de un pecho escarlata. Tiene un canto agradable y sencillo que esemitido en vuelo, y en invierno se agrupa en grandes bandadas para viajar lentamente,hacia el norte, sobre las planicies. Cuando viajan, observan cierto orden, y la bandada sealimenta en los campos ubicados en un largo frente -representacin de la fina lnea rojaen la vida de los pjaros- y avanzan al ser superados por la retaguardia, que volando sobreellos se les adelanta.

    Entre los tirnidos, hay varias especies hermosas de alas listadas, con blancura nvea

    y negro en las alas y la cola: son extremadamente grciles, voladores resistentes, y en sitiosdesrticos donde el hombre raramente incursiona, se agrupan para seguir al viajero,llamndose uno a otro por silbidos de notas bajas, y semejan, a la distancia, blancas florescuando se posan en lo alto de los tallos de los crecidos pastos que se mecen.

    El ave pampeana ms caracterstica es el tinam10-llamada en lengua verncula,perdiz-, el rufuos11, grande como una gallina, y la moteada, que tiene ms o menos eltamao de la perdiz inglesa. Los hbitos de ambas son idnticos: ambas ponen huevos deun bello color de borra de vino y en ambas especies sus cras adquieren el plumaje y el

    poder de vuelo desde muy temprano, y pequeos, vuelan mejor que los adultos. Tienencabeza menuda, picos finos y curvos, patas sin plumas y no tienen cola; su plumaje esamarillento salpicado con negro y marrn en el lomo. Viven ocultas escondindose comolos rallus entre los pastos altos, no vuelan mucho, pero cuando se levantan, su vuelo esexcesivamente ruidoso y violento, lo que las deja pronto exhaustas. Son solitarias auncuando vivan prximas unas a otras, llamndose con frecuencia con un reclamo suave y

    pattico. La perdiz grande emite al anochecer unas notas de llamada semejantes a las de laflauta, singularmente dulces y expresivas.

    El ltimo espcimen que se ha de introducir en este bosquejo -el cual no es uncatlogo- es la rhea12. El gliptodonte, el toxodonte, el milodonte, el megaterio, handesaparecido sin dejar descendientes, y slo han quedado algunos representantes pigmeos,en todo caso. Mas, entre los habitantes emplumados de la pampa, el arcaico gran avestruzamericano sobrevive desde la poca en la cual haba tambin aves gigantes. Vanos comoson en general tales esfuerzos, uno no puede dejar de imaginar algo de la pasadamajestuosidad de esta ave antes de que el hombre llegase a encabezar la larga cacera queest por acabar tan penosamente con l. Su velocidad y alta resistencia, su hbil estrategiacundo es perseguida, permiten pensar que, aparte de los felinos, habra sido acosada, entresus antiguos enemigos, por animales de aliento largo para la carrera y vidos de su carne.Quiz perteneciesen a un tipo an representado por el lobo o aguar (perro lobo) y elaguar guaz13. Se puede suponer que cuando casi todas las especies grandes, tanto demamferos como de aves, desaparecieron por la destruccin, y cuando la rhea existente

    9Ahora, segn Mangonnet-Gollan, Pezitis defilippi (N. del T.)10En Aves del Plata, Hudson aclara que es un nombre ornitolgico desconocido en Sudamrica. (N. del T.)11Martineta colorada (N. del T.)12El and (N. del T.)13As en el original (N. dcl T.)

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    estaba al borde de su extincin estos raudos cnidos de patas largas cambiaron sus hbitosy perdieron su espritu audaz, degenerando hasta llegar a subsistir como cazadores de

    pequeos pajarillos y mamferos de los cuales, se dice, se alimentan.

    La rheaposee un hbito nico, que constituye un enigma para nosotros aun cuando

    es posible que alguna vez haya tenido alguna causa: se trata del de correr, cuando se laquiere cazar, con un ala levantada verticalmente, como una enorme vela -un real velero deldesierto-. De todos modos se adapta a condiciones de vida en la pampa en un grado mayorque otras aves pampeanas, exceptuando las perdices batarazas y coloradas. Su notableestatura le permite abarcar un amplio horizonte, y su opaco y leve color gris azulado seconfunde con la bruma del horizonte y la hace invisible, aun a no gran distancia. Suenorme silueta se desvanece misteriosamente y el cazador se esfuerza por ubicara en vanoen la extensin azul. Su figura y su andar tienen una gracia rara y original, en cierta formamajestuosa, no avcola en su carcter y peculiaridad. Hay pocos espectculos msfascinantes en la naturaleza que el de un viejo macho, de cogote negro, erecto, con las alaslevantadas en un alto cortaderal, llamando a sus hembras dispersas con profundos rugidos

    y suspiros prolongados y misteriosos, tal como si el viento de las alturas hubiese halladouna voz. La caza de avestruces con boleadoras, desde un caballo que posea tanta velocidadcomo resistencia, y adems entrenado para seguir al ave en todas sus rpidas gambetas, es,sin duda, uno de los deportes ms fascinantes inventado por el hombre. Esta lid le ofrecems de una probabilidad de escapar de ser muerto; sin esa posibilidad, todo deportedegenera en una carnicera no vlida para seres racionales. Adems, por este mtodo nicode cazar avestruces, la captura depende de la capacidad que se tenga para poder adelantarsea las gambetas y cambios sbitos de la carrera del animal perseguido, que debe apoyarse enel instinto o la intuicin, y finalmente en la destreza para arrojar las boleadoras en elmomento preciso, con cierta innata habilidad que no da la prctica a quienes no hayannacido con ella.

    Esta "salvaje alegra del desierto" que el gaucho ha conocido en los tres ltimossiglos, se est perdiendo, pues ya no le vale al avestruz su velocidad. El puede burlarse delcaballo y del jinete cada vez que emerge de entre los pastos, pero los medios cobardementeasesinos de la ciencia y la sistemtica guerra de exterminio, no le han dejado ningunaoportunidad. Y con el avestruz se va el antiguo y esplndido flamenco; los cisnes con su

    plumaje nupcial; la perdiz colorada -dulce y triste cantora del atardecer- y el noble chaj, elviga nocturno que haca or su voz en el desierto. Estos, y otros grandes representantes delas aves, junto con los mamferos ms finos, en poco habrn desaparecido de la pampa talcomo la avutarda en Inglaterra y como el pavo salvaje y el bfalo estn desapareciendo de

    Norteamrica.

    Qu lamentos habra en el mundo si hubiese una destruccin repentina entre lostesoros artsticos acumulados en la Galera Nacional o entre los mrmoles del MuseoBritnico y los bienes de la Biblioteca Real y stos son slo los trabajos de la mente y lamano humanas -impresiones del genio individual realizados en material perecedero,inmortales slo en el sentido en que tambin lo es el capullo del muerto gusano de seda,

    puesto que continan su existencia cuando el cerebro y la mano del artista son polvo. Peroel hombre tiene toda su vida por delante para realizar nuevamente cosas como stas, ymejores si hay alguna verdad en la evolucin. Pero el modo de vida de las dos clasesvertebradas superiores son la obra ms perfecta de la naturaleza, e incluso la vida de unasola especie es de un valor incalculablemente mayor para el ser humano, por cuanto le

    ensea y le continuar enseando mucho ms que todos los mrmoles cincelados y las telaspintadas que hay en el mundo, aun cuando sin duda muchas personas que son devotas del

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    arte, pero ciegas hacia otras cosas ms valiosas que l, me calificarn de filisteo porafirmar esto. Por sobre todo, deberamos proteger y mantener como sagradas esas obrasmaestras de la naturaleza, que son las primeras sealadas para la destruccin por sutamao, esplendor y rareza, y rechazar esa gloria falsa y detestable que se acuerda a susdestructores ms exitosos. En la antigedad, el espritu de la vida brillaba ms fuerte en

    stos; y cuando otros que compartan la tierra con ellos eran muertos, ellos quedaban,siendo ms dignos de perpetuarse. Como flores inmortales, han llegado hasta nosotrossobre el ocano del tiempo, y su rareza o hermosura traen a nuestra imaginacin el ensueoy el cuadro de un mundo desconocido, inconmensurablemente remoto, donde el hombre noexista: y cuando ellos perecen, algo de la alegra se pierde y el sol pierde algo de su brillo.Su desaparicin no nos afecta nicamente a nosotros y a nuestro tiempo A las especies quese estn exterminando no slo en Sudamrica sino en toda la superficie del globo, lesocurre esto, hasta donde sabemos, sin haber sido afectadas por la decadencia. Hayeslabones en una cadena, y ramas en el rbol de la vida, con sus races en un pasadoinconcebiblemente remoto, y a no ser por nuestro actuar, continuaran floreciendo,alcanzando hacia afuera un destino futuro igual, floreciendo en ms altas y bellas formas y

    alegrando a innumeras generaciones de nuestros descendientes. Pero no pensamos en nadade esto, debemos dar alcance total a nuestra pasin por tomar la vida, aun cuando alhacerlo, "arruinemos la gran obra del tiempo"; no en el sentido en que el poeta us estas

    palabras, sino en uno ms real, amplio e infinitamente ms triste. Slo cuando se hayaagotado esta furia de exterminio, cuando no haya ms animales de las especies mayoresexistentes, la prdida que estamos ocasionando a nuestros descendientes, en los cualestenemos tan slo el inters de nuestra vida, ser debidamente apreciado.

    No es fcil suponer o esperar que la posteridad se sienta feliz con nuestrasmonografas acerca de las especies extinguidas y con los pocos deshechos seos o

    plumajes desteidos que pueden sobrevivir media docena de siglos en algn museo bien

    equipado. Por el contrario, esos tristes despojos les recordarn lo perdido; y si por algo nosrecordaren, ser tan slo para odiar nuestra memoria y nuestra era luminosa, cientfica yhumanitaria que debiera tener como lema: "Matemos todas las cosas bellas y nobles, puesmaana moriremos."

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    CAPITULO II

    El Puma o Len Americano

    Elpuma ha casado singularmente desafortunado con sus bigrafos. Antiguamenteera frecuente que los escritores fuesen proclives a exagerar episodios aislados paraatribuirle a sus animales favoritos cualidades sobresalientes; el len del Viejo Mundo llega ser considerado como el ms bravo y magnnimo de los animales de su reino: el Bayardode la clase de los cuadrpedos, reputacin que estos tiempos prosaicos y profanos le hansuprimido. Precisamente lo contrario le ha ocurrido, desde el punto de vista literario, al

    puma, pues aun quienes estn personalmente familiarizados con los hbitos de este lenms pequeo del Nuevo Mundo, saben que posee una audacia y coraje maravillosos y serefieren a l en los libros de Historia Natural como el ms pusilnime de los carnicerosmayores. No ataca al hombre, y es perfectamente correcto lo que Azara afirma cuando dice

    que no daa ni amenaza con daar al hombre ni al nio, aun cuando los encuentredormidos. Este no es, empero, un detalle total de los hechos ya que el puma tampoco sedefiende contra el hombre. Cunto ms real -pero apenas filosfico- sera entonces afirmarque es demasiado tmido para atacar o defenderse de un ser humano; pues aun loscarnvoros ms cobardes que conocemos -perros y hienas por ejemplo- estn siempre listos

    para atacar al hombre indefenso o dormido si estn urgidos por el hambre; adems cuandoimpelido por la desesperacin ningn animal es demasiado pequeo o dbil para ensayaruna resistencia. En tales casos "aun el armadillo14 defiende", como lo atestigua el

    proverbio gaucho15. Adems, la conclusin se contradice con muchos otros hechos bienconocidos. Si dejamos de lado la pasividad del puma ante la presencia del hombre, es uncazador audaz que prefiere las presas grandes a las pequeas; en los sitios desiertos mata

    pecares, tapires, andes, ciervos, guanacos, etc., todos ellos animales fuertes, bienarmados o rpidos. Las osamentas de los guanacos que se encuentran en la Patagoniatienen, invariablemente, el cuello dislocado, cosa que atestigua que el puma ha sido elautor. Slo quienes hayan cazado guanacos en las estriles planicies o en las montaas quehabita, saben cun precavido, qu agudo es su olfato y la rapidez con que escapa. En ciertaoportunidad, pas varias semanas con un grupo de agrimensores en una regin en dondeabundaban los pumas, y cada da vea no menos de media docena de ciervos, recinmuertos en la mayora de los casos, y todos con los cuellos dislocados. Donde la caza esescasa y de difcil captura, el puma, tras satisfacer su hambre, invariablemente oculta elanimal que ha matado, tapndolo cuidadosamente con pasto y ramas; sin embargo, estos

    14En castellano en el original (N. del T.)15Idemn.14

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    ciervos haban sido dejados a la intemperie para ser pasto de caranchos y zorros, despusde que parte de la carne de sus pechos haba sido devorada, pero, en muchos casos, estabanintactos, habindose satisfecho con chuparles la sangre. Me sorprendi fuerte-mente que el

    puma de las pampas fuera entre los mamferos como el halcn viajero de la misma zonaentre los pjaros, pues all este cazador de largo alcance tan slo ataca pjaros grandes, y

    tras hacerse su festn con la carne de la cabeza y el cuello, abandona el cuerpo intacto alpolyborus

    16y otros halcones de la clase inferior.

    En las zonas de pastoreo el puma es muy daino, pues caza animales domsticosmayores y tiene gran aficin por la carne de caballo. Esto fue advertido primeramente porMolina, cuya Historia Natural de Chile fuera escrita hace un siglo y medio. O por todas

    partes en la Patagonia, que era muy difcil criar caballos, puesto que los potrillos eranmuertos en su mayor parte por los pumas. Un lugareo me cont que en una oportunidad,mientras cabalgaba a travs de una espesura conduciendo su tropilla, un puma, emergiendodesde un matorral, se abalanz sobre un potrillo que trotaba detrs, matndolo ante sus ojosa no ms de cinco metros de la cabeza de su caballo. En este caso, continu mi informante,

    el puma se arroj directamente sobre el lomo del potrillo, asiendo su pecho con una patadelantera, mientras que con la otra le tomaba la cabeza, y dndole un violento tirn ledislocaba el cuello. El potrillo cay al suelo como si hubiese recibido un tiro, y measeguraba que estaba muerto antes de caer al suelo.

    Los naturalistas pensaban que era extrao que el caballo, que cierta vez fuera comnen toda Amrica, se hubiera extinguido a lo largo de un continente, aparentemente tan apto

    para l y en el cual ahora se multiplica mucho. Es un hecho el que en todas partes dondeabundan los pumas el caballo salvaje del presente, introducido desde Europa, difcilmente

    puede subsistir. Antes, en muchos lugares los caballos se volvan salvajes y semultiplicaban de manera asombrosa, pero esto ocurra, pienso, en las regiones en las cuales

    el puma era escaso o ya haba sido alejado por el hombre. Segn mi propia experiencia, enla pampa despoblada los caballos salvajes son muy escasos y, de acuerdo con misreferencias, en la Patagonia ocurre lo mismo.

    Despus de la carne del caballo prefiere la de la oveja, y ah donde puede acercarse auna majada no se toma el trabajo de atacar a animales con cornamenta. Hall laconfirmacin de esto en la Patagonia: viv un tiempo en una estancia17,cerca de la ciudadde El Carmen, sobre el Ro Negro, la cual fue asediada durante mi permanencia por un

    puma audaz y astuto. Para proteger las ovejas de sus ataques, se levant un cerco de postesde sauce de casi cinco metros de altura, mientras que el portn por el cual debera entrarestaba cerca de las casas y tena casi dos metros de altura. Pese a las dificultades que se le

    opusieron y a la presencia de varios perros grandes, adems de la vigilancia que hacamoscon la esperanza de matarlo a tiros, cada noche nublada se llegaba, y tras de matar una oms ovejas, se iba tranquilamente. Una noche oscura mat cuatro ovejas; lo detect en elacto, y dirigindome hacia el portn procuraba descubrir su forma invisible en la penumbramientras l daba vueltas revolcando las ovejas, cuando de repente salt limpiamente sobremi cabeza y escap; los tiros que le dirig no dieron en el blanco. Sin embargo, en el lugardoce o catorce terneros que pertenecan a las vacas lecheras, eran encerrados todas lasnoches en un pequeo corral cercado por ramas y a distancia de la casa, donde le hubiesesido fcil al enemigo acabar con todas. Cuando manifest mi sorpresa por este resultado eldueo me inform que el puma no es muy afecto a la carne del ternero y que slo venia por

    16Hoy, Polyborus tharus; comnmente, carancho, segn G. E. Hudson en Aves del Plata, anotaciones de H. Mangonnetde Golian y Jos Santos Gollan.17 Idem 1

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    las ovejas. Con frecuencia, tras sus visitas nocturnas, hallbamos, al seguir sus huellas porla arena suelta, que haba utilizado como refugio el corral de los terneros mientrasaguardaba el momento de atacar a las ovejas.

    A menudo el puma mata vacas y caballos adultos, pero demuestra mayor osada an

    cuando ataca al jaguar, el mayor de los carnvoros americanos aunque, comparado con surpido, gil enemigo, tan pesado como el rinoceronte. Azara afanna que es creenciageneralizada en el Plata y Paraguay que el puma ataca y vence al jaguar; sin embargo l nocrea lo que haba odo, lo que no nos debe llamar la atencin, dado que l ya haba dichoque el puma era un animal cobarde porque no intentaba daar al hombre ni al nio.Empero, es bien sabido que donde existan ambas especies en una misma regin, hay entreellos enemistad, y el puma es el tenaz perseguidor del jaguar, siguindolo y molestndolo -tal como el tirnido molesta al guila y al halcn-, movindose a su alrededor con tantarapidez que logra confundirlo, y cuando se le presenta la oportunidad, se lanza sobre sulomo causndole terribles heridas con dientes y garras. Los jaguares con los lomoslastimados son frecuentemente muertos, y otros, escapados no por mucho tiempo de sus

    torturadores, han sido hallados tan lacerados que fueron vencidos fcilmente por loscazadores.

    En la Standard Natural History American de Kingsley se afirma que el puma deCalifornia del norte tiene la misma enemistad con el oso pardo que su congnere del surcon el jaguar. Se dice que en sus encuentros con el oso siempre resulta triunfante y esto secomprueba por los hallazgos de cuerpos de los muertos, los cuales, evidentemente, han

    perecido en la lucha.

    Cun extrao resulta que este felino, el ms astuto, audaz y sanguinario, elperseguidor del jaguar y flagelo de los rumiantes de su zona, capaz de liquidar a su presacon la rapidez de un tiro de escopeta, jams ataque a un ser humano! Aun el perro, que escobarde devorador de carroa, ataca al hombre impunemente cuando puede; mas donde el

    puma es el nico animal grande de presa, es bien sabido que hay total seguridad, aun parael nio, de salir y dormir a la intemperie. Al mismo tiempo, l no huye del hombre (aunquese diga lo contrario en los libros de historia natural), salvo en los lugares donde esimplacablemente perseguido. Y esto no es todo: no habr siquiera de defenderse contra elhombre, salvo en escasas oportunidades conocidas.

    El misterioso instinto dcil de esta indmita especie indcil, el cual ha provocadoque el gaucho de las pampas18 lo haya denominado amigo del hombre (arnago delcristiano19) ha sido ignorado sistemticamente por viajeros y naturalistas que se hanreferido a l. Lo han transformado, as, en un ser incongruente, lo suficientemente fuerte

    para matar un caballo pero, por otra parte, tan cobarde que invariablemente huye del serhumano, aun del nio dormido! Posiblemente conocieran su verdadera reputacin algunosde los que se han referido a l; si ello fuese as, habrn atribuido lo que oyeron a lainclinacin natural de las mentes de quienes no son cientficos hacia la fantasa y loromntico; o bien decidieron no introducir en sus escritos asuntos que tanto se parecen a lafbula y que podran tener el efecto de daar sus nombres como autores serios yresponsables.

    Sin embargo es posible que este instinto tan particular del puma del sur, el cual esnico entre los animales en su estado natural, no exista en todas sus especies, que se

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    extienden sobre ms de 100 grados de latitud desde Amrica del Norte hasta Tierra delFuego. Las muy distintas condiciones de vida en las diversas regiones que habita debenhaber causado necesariamente algunas diferencias. Con referencia a sus costumbres en laespesa selva amaznica, en donde debe haber desarrollado sus instintos en concordanciacon una vida semi-arbrea, hay muy pocos testimonios. A pesar de ello, todos estn

    familiarizados con el temido puma, pantera o leopardo -a veces llamado painter- de laliteratura norteamericana, descripciones espeluznantes de encuentros con este monstruoimaginario, devorador de hombres, que se divulgaron libremente a travs de relatos de laespesura y de la frontera, muchos firmados por autores de slida reputacin como fielesdescriptores de la naturaleza. Puede ser cierto que el puma de un clima fro atacaseocasionalmente al hombre, o que, como con frecuencia se asegura, lo siguiera por el

    bosque con la intencin de saltarle encima inopinadamente; pero acerca de esto, nadadefinitivo se sabr jams, ya que los cazadores y pioneros del pasado slo estaban ansiosos

    por abatir al puma y no por estudiar sus instintos o su ndole. Han pasado ya muchos aosdesde que Audubon y Bachman escribieran: "Este animal que ha despertado tanto terroren la mente del ignorante y el tmido, ha sido casi exterminado en los Estados del

    Atlntico y no hemos podido recoger una sola instancia que compruebe que haya atacadoa un ser humano durante una cacera". Podra agregarse -creo- que no hay una solainstancia comprobatoria de que un puma haya atacado a un ser humano, sin ser provocado.Tambin en Sudamrica, el viajero en el desierto es a veces seguido por un puma; pero sesentira muy sorprendido si le dijesen que aqul lo persigue con la intencin de arrojarsesobre l inopinadamente, para devorar su carne.

    Me he referido a la relativa facilidad con que el puma vence a animales aun mayores,comparndolo en ese sentido con el halcn viajero; pero todas las especies rapaces estnexpuestas a fracasos a veces fatales, y aun el veloz matador que es el puma astuto noescapa a esta excepcin. Sus ataques son exitosamente resistidos por el asno, el cual no

    pierde sus controles -como le ocurre al caballo- sino que, cuando es atacado, esconde sucabeza bien metida entre sus patas delanteras, y pateando violentamente logra derribar oahuyentarlo. De la misma manera los cerdos, cuando estn reunidos en grandes piaras,vencen con xito, amontonndose para la defensa a su muy conocida manera, presentandoal agresor un frente apretado de colmillos. Durante mi permanencia en la Patagonia, un

    puma hall la muerte de un modo tan particular que el hecho caus profunda sensacinentre aquellos pobladores junto al Ro Negro. Un hombre llamado Linares, jefe de indiosmansos asentados en las cercanas de El Carmen, mientras cabalgaba cerca del ro fuecuriosamente sorprendido por la presencia y raro comportamiento de una vaca, plantadasola en medio del pastizal, su cabeza muy levantada, luciendo sus largos y bien afiladoscuernos y observando cmo se acercaba de una manera que denunciaba un peligrosoestado de excitacin. Haca poco que haba parido un ternero y el hombre enseguidasupuso que haba sido atacado y quiz muerto por algn animal feroz. Para confirmarlo,comenz a buscarlo, y mientras haca esto, la vaca lo atac furiosamente varias veces.Finalmente hall al ternerito que yaca entre el pasto alto, y junto a l un puma grande,tambin muerto, con una enorme herida a su costado, tras la paleta. El ternero haba sidomuerto por el puma, pues su cuello mostraba las heridas producidas por sus largos dientes,y al puma lo haba matado la vaca. Nos aseguraba el hombre que no poda dar crdito a loque vea, pues nunca se haba odo decir que un puma hubiera sido herido por otro animal.Segn su opinin, habra bajado hambriento de las sierras y, al hallar un ternero, seabalanz; el gusto de la sangre le hizo olvidar su propia seguridad y fue en ese momentoque la vaca, enfurecida, carg e introdujo su agudo cuerno que habra interesado algnrgano vital del animal, matndole al instante.

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    El puma es, con excepcin de los monos, el animal ms juguetn. La cra de estosfelinos pasa largo tiempo jugando y haciendo sus caractersticos movimientos; los adultos,en cambio, adquieren un comportamiento grave y digno; slo las hembras juegan a vecescon sus cras; mas lo hacen siempre con cierta formalidad, como si esa demostracin fueraconsentida pero no espontnea, realizada como algo necesario para su educacin. Hubo

    escritores que han descrito la presunta alegra del len como ms torva que su expresinseria. En el fondo, el puma es siempre un gatito y siente profundo deleite con sus retozos ycuando, como ocurre a menudo, uno vive solo en el desierto, se entretiene a lo largo del daen simular luchas o en jugar con sus compaeros imaginarios a la escondida oagazapndose y poniendo en prctica su sorprendente estrategia para cazar una mariposaque pasa. Azara tuvo por cuatro meses un cachorro que pasaba todo su tiempo jugando conlos esclavos. El animal, dice, no rehusaba ningn alimento que se le ofreciese, pero si notena hambre, lo enterraba en la arena y cuando lo deseaba, lo desenterraba y, llevndolo al

    bebedero, lo lavaba perfectamente. Yo slo he conocido un puma criado como animaldomstico y que en siete u ocho aos, nunca demostr seas de mal humor. Cuandoalguien se acercaba, se acostaba y ronroneaba fuertemente y se enroscaba entre las piernas

    de la persona, pidiendo ser acariciado. Si se le agitaba una cuerda o un pauelo, eso lomantena alegre y excitado por una hora, y cuando la persona se cansaba, estaba listo paraseguir con el que lo reemplazase.

    Alguien que haba pasado la mayor parte de su vida en la pampa me dijo que en unaocasin, viajando cerca de Cabo Corrientes, su caballo muri y se vi obligado a continuarsu camino a pie con la pesada carga de su recado criollo. Por la noche decidi acomodarse

    para dormir bajo una roca en la pedregosa ladera de una sierra; haba luna llena, y cerca delas nueve aparecieron cuatro pumas, dos adultos y dos ya a medio crecer. Como tal

    presencia no lo alarm, permaneci quieto; tras un rato, empezaron a gambetear cercasuyo, escondindose uno de otro entre las rocas y con frecuencia, al perseguirse, saltaban

    sobre l. Los estuvo observando hasta casi media noche y se durmi. Cuando despert yase haban ido. Este hombre era un ingls de nacimiento pero, habindose ido a Sudamricamuy joven, se haba hecho a la vida semi-salvaje de los gauchos, y haba asimilado todassus nociones peculiares; una de ellas era la de que la vida humana no era gran cosa. "Quimporta?"dicen a menudo y se encogen de hombros, cuando se les dice que un compaeroha fallecido; "Mueren tantos hermosos caballos!"Le pregunt si alguna vez haba matadoun puma y me contest que slo haba matado uno, y que tras haberlo hecho, haba juradono matar otro jams. Me dijo que un da, mientras estaba con otro gaucho en el campo

    buscando ganado, hall un puma. El animal estaba sentado con el lomo apoyado contra unaroca y no se movi ni cuando su compaero lo enlaz por el cuello. Entonces miinformante desmont y desenvainando su facn se acerc para matarlo; ni siquieraentonces hizo el puma el menor esfuerzo para liberarse del lazo, pero -me dijo- parecasaber qu iba a acontecer, pues comenz a temblar y a verter copiosas lgrimas mientrasgema lastimosamente. Lo mat mientras permaneca ah sentado, sin resistrsele, perocuando hubo cumplido su tarea se sinti como si hubiese cometido un crimen. Fue -agreg- lo nico que haba hecho en su vida que lo llenaba de remordimiento cada vez quelo recordaba. Yo pens que era sta una declaracin asombrosa, pues se dijo que contabacon varias muertes de semejantes suyos en duelos sostenidos a facn, como seacostumbraba.

    Todo aqul que ha matado o presenciado la muerte de un puma -y he interrogado aveintenas de cazadores sobre el tema- convienen en que se entrega sin resistencia, en una

    manera pattica de morir a manos del hombre. Claudio Gay, en su Historia Natural deChile dice: "Cuando es atacado por el hombre, esa energa y audacia lo abandonan y se

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    torna un animal dbil, inofensivo, tembloroso, que lanza dolorosos gemidos y vierte

    abundantes lagrimas; parece implorar compasin de su enemigo generoso".El enemigono es siempre generoso, pero muchos gauchos me han asegurado -al referirse al tema- queaun cuando matan al puma por propia decisin, para proteger sus animales domsticos,consideran una maldad el hacerlo a campo abierto, donde es el nico amigo del hombre

    entre los animales salvajes.Cuando el cazador est acompaado por perros, en vez de decaer y verter lgrimas,

    se levanta con furia sublime: sus pelos se erizan; sus ojos se inflaman como bolas verdes;escupe y grue como un gato monts. En esos casos la presencia del cazador es totalmenteignorada, estando toda su atencin dirigida hacia los perros y su furia desatadadirectamente contra ellos. En la Patagonia, un criador de ovejas escocs, con quien pasalgunos das, me mostr los crneos de cinco pumas que l haba matado a tiros en unlugar prximo a su estancia. Uno perteneca a un ser excepcionalmente grande, y aqu pasoa relatar lo que me cont acerca de su encuentro con este animal, puesto que nos demuestraexactamente cmo se comporta el puma de manera invariable cuando es atacado por el

    hombre y por perros. El estaba afuera con su majada cuando los perros descubrieron elanimal entre un matorral. Haba dejado su rifle en las casas y, no teniendo arma yadvirtiendo que los perros no se animaban a atacarlo donde aqul se haba sentado enactitud desafiante, con su espalda contra un arbusto espinoso, busc a su alrededor yencontr un largo palo seco, y acercndosele audazmente procur asestarle un violentogolpe a la cabeza. Pero, aun cuando el animal en ningn momento lo mir, fijando sus ojoscuidadosamente todo el tiempo en los perros, l no pudo golpearlo, pues ste, con unrpido movimiento lateral, evitaba el golpe. El poco caso que el puma le prestaba y laaparente facilidad con que evitaba sus mejores golpes, slo serva para retemplar suespritu, y finalmente, al querer golpearlo con mayor fuerza, dio con el palo contra el sueloy el mismo se hizo pedazos Por unos momentos permaneci a slo unos dos metros de

    distancia del animal, totalmente indefenso y sin saber qu hacer. Repentinamente el animaldio un salto y, abalanzndose, pas a su lado rozndole el brazo con su flanco, y dandovueltas entre los arbustos, comenz a perseguir a los perros. Finalmente apareci en escenael compaero de mi informante empuando un rifle, y as el puma fue ultimado.

    El hecho ms curioso reside en que en encuentros as el puma se niega tozudamente areconocer en el hombre a un enemigo, aun cuando lo encuentre actuando de acuerdo con suodiado adversario canino, acerca del cual no tiene la menor duda sobre sus intencioneshostiles.

    Hace ya algunos aos, le algunos prrafos aparecidos en diarios ingleses en donde se

    relataba un incidente caracterstico del puma, pero ocurrido durante una funcin con fierasdel pas. El animal fue retirado de su jaula por el domador, quien lo conduca para dar unavuelta por el lugar, observado por un alto nmero de espectadores. De repente se quedcomo paralizado al ver algo entre la multitud lo contemplaba fijamente con un brillo deintensa excitacin en su mirada; luego, arrojndose violentamente hacia adelante, arrancla cadena de manos del domador y se lanz entre la gente que inmediatamente huy entodas direcciones, profiriendo gritos despavoridos. Empero, sus temores eran infundados,ya que el objeto que haba despertado la furia del puma era un perro que l habadescubierto entre la multitud.

    Se ha dicho que cuando son capturados en su edad adulta, invariablemente

    languidecen y mueren, mas cuando son criados en cautiverio son, indefectiblemente,animales domsticos afectuosos, juguetones y amables con los seres humanos, pero rara

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    vez llegan a vencer sus instintos de animosidad hacia los perros.

    Uno de los pocos casos autnticos que yo he encontrado acerca de un animaldefendindose contra un ser humano, me fue relatado en un lugar de la pampa llamadoSaladillo. Cuando llegu all de visita abundaban pumas y jaguares, y ello resultaba

    tremendamente daoso para el ganado vacuno y caballar. An no se haba tenido en cuentala introduccin de ovejas, pero inmensas piaras eran criadas en las estancias, siendo estosanimales capaces de protegerse por s. Un gaucho lugareo, quien se haba distinguidorepetidamente por su audacia y destreza para matar jaguares, hizo que fuera considerado -

    por consenso general- el jefe de todas las caceras de tigres. Un da, el comandante deldistrito reuni entre doce a catorce paisanos, entre los cuales se encontraba el famosocazador y matador, y salieron en busca de un jaguar que haba sido visto en lasinmediaciones de una estancia. El animal fue casualmente hallado y rodeado, y como sedeslizaba entre los altos pastos de la pampa, donde el procurar enlazarlo era no slo muydifcil sino peligroso, todos se volvieron hacia el famoso cazador, quien de inmediato tomsu lazo y procedi sosegadamente a preparar el armado del mismo. Mientras estaba as

    ocupado, cometi el error de permitir a su caballo el cual estaba inquieto, ponerse deflanco al animal acosado. Al instante el jaguar supo tomar ventaja de este descuido y,surgiendo de su escondite, se arroj primero sobre el anca del caballo; luego, asiendo alcazador por el poncho, lo tir al suelo, y lo habra despachado con rapidez, si un lazoarrojado por uno de los otros hombres no se hubiese cerrado sobre su cuello en el momentoms crtico. Fue rpidamente sacado del lugar y finalmente muerto. Pero el cazadordesubicado no se qued para asistir a ese final. Se levant ileso pero blasfemando violentay apasionadamente; saba bien que su reputacin, que l preciaba por sobre todas las cosas,haba sufrido un duro golpe y que habra de ser despiadadamente ridiculizado. Montando,se alej del lugar de su desventura. De cuanto ocurri en su galope de regreso, no haytestigos, pero su relato, en contra de s mismo y de su proeza, admite que se acepte como

    veraz: Antes de haber galopado una legua, y cuando no se haba apagado en su pecho elfuror, desde la vera del camino irrumpi un puma de entre los altos pastos en su camino

    pero no hizo ningn intento de escapar; se limit a incorporarse, dijo, y mirarlo de modoprovocativo y audaz. Su primer pensamiento fue matar el animal con el facn y vengar deese modo la afrenta que acababa de recibir. Se ape, mane su caballo y entoncesempuando su facn, se abalanz sobre el puma. Este no se movi. Levantando su arma leasest un golpe con tal fuerza que debera de haberle partido la cabeza si ste hubiese cadoen el lugar exacto, pero con un rpido movimiento el puma lo eludi y levantndose almismo tiempo, con la rapidez del rayo, le di al agresor un golpe en la cara con su garraabierta, arrancndole literalmente la piel de la mejilla, dejando el hueso al desnudo.Despus de infligirle tan severo castigo y de contemplar a su enemigo cado por unossegundos, se alej a un tranquilo trotecillo. El herido logr montar y seguir su caminohasta su casa. La carne desgarrada fue restaurada, los jirones de piel cosidos, y finalmentese cur, mas qued totalmente desfigurado; su carcter tambin cambi totalmente; setorn arisco y morbosamente sensible a la burla de sus vecinos, y no volvi a participar

    jams en sus expediciones de caza.

    Le pregunt al comandante y a otros si tenan conocimiento de algn caso en la zonaen el cual el puma hubiese demostrado algo ms que una actitud pasiva y amistosa hacia elhombre; como respuesta me hicieron conocer el siguiente episodio ocurrido en el Salillo

    pocos aos antes de mi visita: Los hombres partieron un da ms all de la frontera paraformar lo que se llama un cerco20para cazar avestruces y otras presas. Los cazadores,

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    alrededor de treinta, se abrieron en un amplio anillo y, avanzando hacia el centro, con laexcitacin de la cacera y atentos a fin de evitar y prevenir que avestruces, ciervos, etc.,

    pudiesen volverse y escapar, no notaron que uno de ellos haba desaparecido; sin embargo,su caballo regres al atardecer sin su monta. A la mariana siguiente se organiz otraexpedicin en busca del desaparecido. Fue encontrado tirado en el suelo con una pierna

    rota; haba cado al comienzo de la cacera. Cont que una hora despus de haberoscurecido haba aparecido un puma y se haba sentado cerca suyo, aun cuando noaparentaba haberse dado cuenta de su proximidad. Despus de un rato comenz ainquietarse y a alejarse y regresar.

    Finalmente tard tanto en volver que pens que, para su bien, se haba retirado.Cerca de medianoche oy el rugido del jaguar y se di por perdido. Al incorporarse sobreun brazo pudo ver la silueta del animal que se arrastraba cerca de l, pero con su cabezavuelta hacia otro lado, y pareca estar observando un objeto sobre el cual estaba porarrojarse; luego se alej de su vista, y oy regaos y gruidos y el grito agudo del puma.Supo as que las dos bestias peleaban. Antes del amanecer vio al jaguar varias veces, pero

    el puma renovaba su contienda una y otra vez hasta que con la llegada del da, ya ni vio nioy nada.

    Aun cuando la historia tuviese aspectos extraordinarios, no los presentaba para m,pues yo haba sabido de otras ancdotas de naturaleza similar en distintos sitios, algunosmucho ms interesantes que el que he relatado, pero stos no los obtuve de primera fuente,y por lo tanto no estoy capacitado para atestiguar su veracidad; en cambio, en este casotengo la certeza de que nada me poda hacer dudar. Todo cuanto he odo anteriormente meobliga a creer que en realidad el puma posee un instinto nico de amistad hacia el hombrecuyo origen, tal como otros bien conocidos instintos animales, permanecen en el misterio.El hecho de que el puma no efecte nunca un ataque a un ser humano sin provocacin ni

    coma su carne, y de que rehus defenderse excepto en raros casos, no parece realmentemenos sorprendente en un animal de su audacia y temperamento sanguinario que el deseguir al viajero solitario o de acercarse cuando decide descansar o est incapacitado, y aunocasionalmente defenderlo de su enemigo el jaguar. Sabemos que ciertos sonidos, coloresy olores producen sobre ciertos animales un efecto extraordinario y no sera aventuradocreer -pienso-, que la forma o el aspecto humanos o su olor ejerzan sobre el puma algunainhibicin sobre sus instintos depredatorios y le inspiren esa bondad hacia el hombre, queslo estamos acostumbrados a ver en los carniceros domesticados o, en los salvajes, haciaaquellos de su misma especie. Los lobos, cuando estn acuciados por el hambre, a vecesdevoran a un congnere; mas, como regla, el animal rapaz habr de morirse de hambreantes que atacar a uno de su especie; tampoco es comn que ataquen a otras especies con

    instintos similares a los suyos. Hemos visto que el puma ataca violentamente a otroscarniceros grandes, no para alimentarse sino para satisfacer su animosidad, y, mientrasrespetan al hombre, son en la zona tropical grandes cazadores y devoradores de monos, loscuales, de todos los animales, son los que ms se asemejan al hombre. Podemos, pues, alfinalizar, decir con Humboldt que existe algo de misterio en los odios y afectos de losanimales. Creo que con lo que aqu se ha expuesto sobre el carcter del puma surge unnuevo inters hacia algunas cosas .que conciernen a las especies y que han sidomencionadas en trabajos histricos y de otros tipos, sobre los cuales propongo aqudiscurrir brevemente.

    Hay un pasaje que se destaca en Narrative of the loss of the "Wager" de Byron el

    cual fue citado por el Almirante Fitz Roy en su Voyage of the "Reagle"para probar que elpuma habita Tierra del Fuego y las islas adyacentes, no conocindose otro animal de caza

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    gato juega con el ratn. Finalmente el suspenso se tom para l insostenible, y con un

    grito fuerte lo golpe desesperadamente con su hacha. El animal se hizo a un lado, se

    agazap gruendo y mostrando los dientes. Justo cuando se dispona a saltar, su

    compaero, que haba odo su grito, apareci a la distancia, y entonces con un gruido la

    bestia se perdi en el matorral."

    Entonces, aun admitiendo la exageracin, si no existe fundamento para esta clase decuentos, es realmente una sorprendente coincidencia el hecho de que se encuentren en

    pases tan distantes entre s como la Patagonia y Amrica Central. Es indudable que lospumas son escasos en Guatemala y tal como en otros lugares donde han sufrido lapersecucin del hombre, recelan de l. Pero si esta aventura hubiese ocurrido en la pampa,donde son mejor conocidos, la persona a que se hace referencia no habra dicho que el

    puma jugaba corno el gato con el ratn, sino ms bien como el gato domesticado juega conel nio, y es probable que tampoco se hubiese aterrorizado imaginando que el animal, trassus caricias, aun cuando mal retribuidas, hubiese estado por arrojrsele encima.

    En la obra de Clavijero Historia de la Baja California, se cuenta que se habadescubierto un estado de cosas extraordinario en los lugares en donde se asentaron lasprimeras misiones a fines del siglo XVII. y que ello se relacionaba con los pumas. El autordice que no haba ni osos, ni tigres, ni jaguares; stos probablemente habran sidoexpulsados por sus viejos enemigos; en cambio los pumas se haban reproducido demanera prodigiosa, de manera que toda la pennsula estaba sobrepoblada, y ello se deba auna supersticin que era sostenida por los nativos, quienes no slo no los mataban sino quetampoco se animaban a molestarlos. En ese momento los indios dependan en cierta forma

    para subsistir, de los xitos de la caza del puma; ellos vigilaban el movimiento de losbuitres a los efectos de descubrir dnde se encontraban los restos del animal que haba sidocapturado y abandonado por el puma. Cada vez que las aves eran vistas revoloteando en

    crculo sobre un lugar, se apuraban para apoderarse de los restos as descubiertos. Losanimales domsticos, importados por los misioneros, fueron rpidamente liquidados porlos amos de la comarca, y era en vano que los jesuitas predicasen una cruzada contra esosenemigos, pues, aun cuando los indios abrazaban fcilmente el cristianismo y fueran

    bautizados, no era posible obligarlos a desdear sus creencias en el sagrado chimbic, queera como llamaban al puma. En consecuencia, languidecieron las misiones que llegaban aestar en estado de semi-desnutricin y slo se mantenan con las provisiones que a largosintervalos les llegaban desde el alejado Mxico. As fue como por largos aos fracasaronsus intentos de sacar a los indgenas de su condicin tan miserable. Finalmente, en 1701, sehizo cargo de la misin de Loreto un padre llamado Ugarte, descrito por Clavijero comouna persona de indomable energa, fuerza fsica y coraje; un cristiano musculoso, quien

    ocasionalmente vari el mtodo de instruccin al administrar castigos corporales a losoyentes que osaren rer de sus doctrinas o a causa de los errores que cometa al predicar ensu lengua. Tal como sus antecesores, Ugarte no pudo lograr que el indio cazara el puma,

    pero era l un hombre de accin con una total seguridad en la eficacia del ejemplo, y porfin le lleg su oportunidad. Un da, mientras cabalgaba por un monte, vio a lo lejos un

    puma y deliberadamente se encamin hacia l. Baj de su mua, tomo una pesada piedra yse dirigi hacia el animal, y cuando estuvo suficientemente cerca le arroj la carga, contanta precisin y fuerza que el animal cay inconsciente. Tras matarlo, descubri que lefaltaba la parte ms pesada de su tarea, pues para el xito de su proyecto le era necesarioarrastrar la bestia, an tibia y sangrante, hasta la aldea indgena. Su mala se neg aacercarse. El padre Ugarte no se dio por vencido y finalmente, un poco con su ingenio y

    otro poco con su fuerza, logr subir el puma sobre el lomo de su mua. As regrestriunfalmente. Los indios creyeron primero que era una triquiuela de su sacerdote, quien

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    estaba ansioso por envolverlos en un conflicto con los pumas, y mantenindose a distanciase burlaban de l dicindole que haba encontrado al animal muerto. Pero cuando se lesindujo a acercarse y comprobaron que an estaba caliente y sangrando, se sintieron

    profundamente asombrados y comenzaron a observar detenidamente al sacerdote, puescrean que de un momento a otro caera muerto por su accin, Como eso no ocurri, el

    sacerdote gan gran influencia sobre ellos y finalmente se persuadieron y volvieron susarmas contra el chimbic.

    Clavijero nada dice del origen de esta supersticin californiana, pero con algnconocimiento del carcter del puma no es difcil imaginar lo que pudo ocurrir. No cabeduda de que estos salvajes estaban bien enterados desde antiguo de los instintos amistososdel animal hacia el hombre y de su extremo odio hacia otros carnvoros que cazan a laespecie humana; al descubrirlo, se alinearon junto a l y hasta lo consideraron su amigo, ytal sentimiento en el hombre primitivo podra, con el correr del tiempo, degenerar en unasupersticin como la californiana.

    He de relatar como final, la historia de la Maldonada, que no es muy conocida, auncuando en Buenos Aires es tan familiar como la historia de Lady Godiva -quien cabalg atravs de las calles de Coventry-, para la gente de ese lugar.

    El caso de la Maldonada es narrado