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UN SERMÓN AL SANTO CRISTO DE «CABRILLA», DE 1668 Por Juan Cózar Castañar RESUMEN Un hecho de especial relevancia dentro del resurgir religioso que se produjo en la diócesis de Jaén durante el episcopado del cardenal Moscoso y Sandoval fue la venida a «CABRILLA» (Cabra del Santo Cristo) de una copia en lienzo del Santo Cristo de Burgos. Aquel pequeño lugar se convirtió en foco irradiador de esta devoción por toda Andalucía. Se conocía ya suficientemente este fenómeno y su repercusión en el ámbito popular; pero con este SERMON se nos descubre que llegó hasta los altos organismos del Estado como era la Real Chancillería de Granada. Fuera ya del hecho religioso, el SERMON, analizado retórica y literariamente, es una pieza oratoria de altos vuelos que nos muestra las magníficas dotes oratorias y literarias de su autor el capellán real don Sancho de Guzmán Portocarrero. RESUME Unfait de renommée speciale á l’intérieur du renouveau religieux qui se produisit dans la diocése de Jaén pendant l’ éveché du Cardinal Moscoso y Sandoval fut l’arrivée á «Cabrilla» (Cabra del Santo Cristo) d’une copie sur toile du Saint Christ de Burgos. Ce petit lieu devint un site qui irradia cette dévótion dans toute VAndalousie. On connaissait déjá suffisament ce B.I.E.G. n.° 145, Jaén, 1992 - págs. 23-43.

UN SERMÓN AL SANTO CRISTO DE «CABRILLA», DE 1668 · ciudad de Burgos al que llama: «encendido escollo de almenas, bello pabon de las nubes... glorioso esplendor de su cabega,

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UN SERMÓN AL SANTO CRISTO DE «CABRILLA»,DE 1668

Por Juan Cózar Castañar

RESUMEN

Un hecho de especial relevancia dentro del resurgir religioso que se produjo en la diócesis de Jaén durante el episcopado del cardenal Moscoso y Sandoval fue la venida a «CABRILLA» (Cabra del Santo Cristo) de una copia en lienzo del Santo Cristo de Burgos. Aquel pequeño lugar se convirtió en foco irradiador de esta devoción por toda Andalucía. Se conocía ya suficientemente este fenómeno y su repercusión en el ámbito popular; pero con este SERMON se nos descubre que llegó hasta los altos organismos del Estado como era la Real Chancillería de Granada.

Fuera ya del hecho religioso, el SERMON, analizado retórica y literariamente, es una pieza oratoria de altos vuelos que nos muestra las magníficas dotes oratorias y literarias de su autor el capellán real don Sancho de Guzmán Portocarrero.

RESUME

Unfait de renommée speciale á l’intérieur du renouveau religieux qui se produisit dans la diocése de Jaén pendant l’ éveché du Cardinal Moscoso y Sandoval fut l’arrivée á «Cabrilla» (Cabra del Santo Cristo) d’une copie sur toile du Saint Christ de Burgos. Ce petit lieu devint un site qui irradia cette dévótion dans toute VAndalousie. On connaissait déjá suffisament ce

B.I.E.G. n.° 145, Jaén, 1992 - págs. 23-43.

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phenomene et su i epei cussion dans le niiheu populaire; mais avec ce SER­MON il nous découvre étre arrivé á de hauts organismes de l’Etat comme l’était la Chancelerie Royale de Grenade.

Hoi s du fait religieux, le SERMÓN, analysé d’une jayón réthorique et littéraire, est une piéce oratoire de haute portée qui nous montre les dons magnifiques du point de vue oratoire et litteraire de son auteur le chapelain royal D. Sancho de Guzmán Portocarrero.

* * *

HAY en la Biblioteca Nacional un volumen, considerado entre los Raros, que responde a la Signatura 2/51807. Lo componen varios sermones de

autores y temas diferentes e igualmente impresos en distintos lugares. El compilador de estos opúsculos los fue enumerando, página a página, desde el primero al último de su puño y letra sobre la paginación in folio de cada uno. El Sermón, cuyo estudio hacemos aquí, ocupa desde la página 25 a la 72: un total de cuarenta y ocho páginas contando la portada, la aprobación y licencia eclesiásticas y lo que llamaríamos el cuerpo del Sermón.No ha sido mérito mío el hallazgo de esta preciosa joya de la Oratoria sagrada del Barroco español, sino fruto del olfato investigador de mi buen amigo el canónigo y académico don Manuel Caballero Venzalá. Él me ofreció el dato por mi origen de Cabra del Santo Cristo (la antigua Cabrilla) y, por mi parte, conseguí el microfilm de la entidad nacional donde se conserva (1). Sabía don Manuel Caballero que había de despertar en mí el compromiso serio de estudiarlo y darlo a conocer, pues se trata del lienzo del Santo Cristo de Burgos que desde 1637 se venera en mi pueblo natal. (Vaya por delante mi agradecimiento al amigo y compañero.)

ESTUDIO DEL OPÚSCULO

I. Portada

«SERMÓN/predicado en/la fiesta del Santo Christo de/Cabrilla a el Real Acuerdo de esta Chancilleria de/Granada, en el Convento de N. Señora de la Vito/ria este año de 1668 tercero dia de Pasqua/de Espíritu Santo.

(1) Se encuentra otro ejemplar en la Biblioteca General de la Universidad de Granada, cuyos datos me ha facilitado el bibliotecario de dicha entidad e íntimo amigo, don Juan Flores Contreras, a quien testimonio desde aquí también mi gratitud.

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A instancia del Señor D. Iulian de/Cañas Ramírez y Silva, Oydor en esta Real Chan/cilleria, de el Consejo de su Ma/gestad.

Y/a luzidas expensas de Estevan/Garcia Berber, Procurador de ella, Familiar del/Santo Oficio.

Por/el Doctor D. Sancho de Guzmán Portocarrero...

Dedicale/al Señor D. Gerónimo de Sanvitores, Cava/llero del Ordé de Santiago, del Consejo de su Magestad, en el/Real de Hazieda y señor de la villa de Cabrilla.

Con licencia en Granada, en la Imprenta Real de Francisco/Sánchez. Año de 1668.»

Los datos que nos suministra la portada son ya de por sí suficientemente sugestivos para que desde el principio atrajeran mi atención y pusiera vivo empeño en estudiarlo.

Es un hecho probado históricamente que la devoción al Santo Cristo de Burgos, denominado también «de Cabrilla», como se nos dice en esta porta­da, había calado hondamente en el alma de los escasos vecinos de este lugar de la diócesis de Jaén, cuando el 19 de enero de 1637 un arriero descubría entre los enseres que transportaba una copia en lienzo del Santo Cristo de Burgos. Ante los prodigios que aquella pintura obró entre los habitantes de la localidad, éstos se negaron a dejarlo pasar hacia su destino, la ciudad de Guadix, y estuvieron pleiteando por el lienzo sagrado hasta que obtuvieron de su dueño, el procer castellano don Jerónimo Sanvitores de la Portilla, la cesión a perpetuidad (2). En pocos años aquella devoción se extendió por toda Andalucía. Así, nos sorprende que al año siguiente de este hecho — 1638— unos devotos del pueblo almeriense de Serón dejaran como testimonio una columna de mármol blanco rematada por un capitel corintio y una cruz sobre él, que todavía se alza en el centro de la villa.

Ahora, con este Sermón nuestra sorpresa va en aumento, porque ya no es la devoción popular sino la de un alto organismo de la nación, como era la Real Chancillería, la que encarga este Sermón en honor del «Santo Christo de Cabrilla».

II. Aprobación

La aprobación o censura del impreso la hace el reverendo padre Bartolomé

(2) Cfr. G ila M edina, Lázaro: Cabra del Santo Cristo. Su Arte e Historia Granada 1978.

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de Arjona, de la Compañía de Jesús, catedrático de Teología en el colegio de San Pablo de Granada, por comisión del provisor, vicario general y goberna­dor eclesiástico del arzobispo, don Jacinto Allue, que lo era del arzobispo don Diego Escolano.

En veinte líneas el censor hace un elogio lacónico pero expresivo del autor: «por él (el Sermón) conocí tiene razón la fama de su Autor experimen­tado en otras ocasiones». El jesuita, como buen humanista, cita a Enodio: «Expertis honor debetur ingeniis.» Para terminar con lo que era un mero formulismo en este tipo de escritos: «La doctrina que explica y exorna es conforme a la enseñaba Christiana, sin desdezir de la pureza de nuestra Fe, ni ofender en una palabra, antes promouiendo mucho, la reforma de costum­bres, a que viuamente exorta.»

La fecha es del 17 de junio de 1668.

III. Licencia

La da el doctor Jacinto de Allue, con fecha del 18 de junio del mismo año y viene refrendada por el notario eclesiástico: Juan Bernardo.

IV. Dedicatoria

Vuelve a repetir las mismas palabras que reproduce la portada:«Al señor don Gerónimo de Sanvi/tores, Cauallero del Orden de

Santiago, de el Consejo de Hazien/da, y señor de la villa de/Cabrilla.»

Abarca tres páginas; en ellas el autor se deshace en alabanzas a la persona de don Jerónimo quien ya debía estar en los últimos años de su vida, pues el autor alude, en el estilo literario digno de aquel siglo dorado, al cargo de consejero de Hacienda ganado, dice: «por sus muchos méritos adornados del timbre de la verdad, y vestidos de la clarísima casa de V.S. luz sin sombra, que no ha desmayado con los baybenes de la edad». Y más adelante en los requiebros halagadores que tributa a la ciudad de Burgos «primer Oriente deV. S. pues en la ancianidad de los días (3) brilla su ilustre familia». Un claro ejemplo de los elogios a don Jerónimo es el que hace con este juego de palabras: «lleuandose en aplausos la fama del apellido de V.S. el VITOR al timbre glorioso de Sanvitores, que en láminas de bronce aclama Burgos».

El burgalés es para nuestro autor uno de «aquellos valientes campeones

(3) El subrayado es mío.

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que Burgos, joyel de España, cabe?a de Castilla» ha dado a la nación. Y en un párrafo de una elegancia literaria admirable dentro del barroquismo, llega a comparar al procer castellano con las grandes figuras de la historia milenaria de Castilla: «un Diego Porcelo, primer Conde de Castilla, Layn Calvo y Ñuño Rasura, jueces della, un Cid Ruy Díaz de Vivar, un Fernán González». Luego lo exalta comparándolo a la magestuosidad del castillo que dominaba la ciudad de Burgos al que llama: «encendido escollo de almenas, bello pabon de las nubes... glorioso esplendor de su cabega, atalaya mayor de sus luzes, bronco dosel de aquellas esclarecidas Parroquias, Santa María la Blanca y Santa Gadea, que hecho Aguila de piedra, como otro cauallo Troyano, esta siempre altiuo de marciales trofeos».

De los elogios a don Jerónimo Sanvítores pasa a engrandecer el lugar donde se veneraba en Burgos el Santo Cristo: el convento de San Agustín, que es para él: «Relicario diuino, prodigio de admiración, Blandón sagrado de los cielos, que barajada su luz entre los horrores del martirio (clara alusión al Cristo crucificado) el Aguila de Agustino, el Grade, le da en su casa nido, sirviendo la concha a la mejor perla, que es el Santo Cristo de Burgos... a quien V.S. ha traydo siempre en su coraron pues en los ardores de jubentud le bevio con el afecto los dolores de su Sacratissima Passion.»

Bellas palabras las del párrafo anterior que nos confirman los altos vuelos literarios de don Sancho de Guzmán.

A continuación es cuando el autor inserta los datos que ya conocemos acerca de la historia local de Cabra del Santo Cristo: «Y para no apartarse del (el lienzo del Santo Cristo) ausentándose (don Jerónimo) de su dulce patria lleuo un traslado de tan Divino Original, y ocupando el puesto de Corregidor de Guadix, deuido a sus méritos, llegando a una Aldea que se llama Cabrilla, la Soberana Copia, afuerpa de milagros, se quedó en ella, y para que la deuocion de V.S. velase, compro el lugar, quedándose en él por Patrón también de tan precioso joya.»

Finalmente la dedicatoria nos descubre los arrebatos líricos de don San­cho cuando canta a la ciudad de Burgos: «patria suya (dice a don Jeróni­mo) que siendo la primera de España en armas, y letras no se hallará segunda, pues desde que se fundó, que ha 3V566 años no ha podido la carcoma del tiempo apagar su grandeza, desgreñar su actividad, ni el rio Arlanpa dexar de esparcir sus cristales a su deleitosa vega de un plateado luciente, o un cielo de brillante jaspe, que parece un axedrezado tapete del Gran Cayro a la variedad de los ojos».

Bien merecía —como acabamos de ver— detenernos en esta dedicato-

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ría, ejemplo fiel de aquella literatura del siglo xv ii que aún no había degenerado en las excentricidades y retoricismos en que cayó después de la muerte de don Pedro Calderón de la Barca, el último grande de nuestra literatura áurea.

V. El sermón

Lo constituyen seis partes bien diferenciadas que el autor denomina «discursos». El primero es el exordio o introducción al frente del cual aparece el texto bíblico sobre el que se apoya todo él. Los cuatro siguientes componen la confirmación. El «discurso último» es la peroración. Así lo establecían las normas de la Oratoria Sagrada (5):

A) Exordio

Viene encabezado por el texto del evangelio de San Juan (10,1): «Qui non intrat per ostium in ouile ouium, sed ascendit abunde, ille fur est, et latro, qui autem intrat per ostium, pastor est ouium.»

Como el Sermón tiene lugar fuera del tiempo apropiado litúrgicamente para una fiesta de la Cruz, el predicador manifiesta esta dificultad, que salva con su pericia; de ahí que no se arredre y eche mano de su elocuencia con estas antítesis hiperbólicas:

«A breue cauce se ciñe la copia del mar, a una arena la grandeza de un monte, las distancias del Cielo a una línea, a un rayo todas las luces del Sol.»

De donde deduce que, al agradarle el tema, esa ardua tarea inicial se le va a hacer fácil, y exclama:

«O cómo lo dulce de las materias haze las empresas fáciles!»

porque

«No se emprendieran tantos impossibles si faltara el gusto o la vanidad que los allana.»

Y confesará a su auditorio:«Ya no me admiro, que oy en tan ilustre assumpto me empeñe.»

Una vez comenzado el Sermón y despejada la dificultad inicial, sus primeros elogios los dedica al lugar donde se celebra la fiesta: el convento

(5) Granada, padre Luis de: Seis Libros de Rhetorica Eclesiástica, publicados en latín en 1576.

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S E R M O N 25

PREDICADO ENL A FIESTA D EL SANTO CHRISTO D E Cabrilla a el RcalAcucrdo dccfta Chancilleria de

Granada*,en el Convento de N,Señora de laVito- riaeueañodei<5(58.tercerodiadePaígua

de Efpiricu Sane o qA

PASCTíAIdeG./: LUJO O S.I__ _____ ________ I

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ci)ta;ded ConícjodcíuMagcílad.

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SantoO ficío.F O IL

ELDOGTORD.SANCHODEG^z M'ANPORTOCAJRBRO

CiuaU (rodil Abitad' SJ»an,y C a llan de Honor de fu tn]u Rml GipilU dt Granada.

D E D IC A L EAL SEáORD. GERONIMO DE SANVITORES, CAV A

lleIodelOrdéd=SSt,a!;o,delC5í=¡pde uM 5fReal dpHaaiéda ,v Tenor de la»'Ua de Cabulla-___ _

Con licencia en Granaba , en la Imprenta Kcal de F.ancícoSánchez. Anodei66S

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de la Victoria, de los padres mínimos; aquel lugar es para el orador sagrado:

«Real Alcafar de el Patriarca San Francisco de Paula.»

A este santo, cuyo lema fue «Charitas Christi urget nos», dedica los párrafos más enardecidos en ese estilo en el que se expresa en la dedicatoria; él lo ve como

«Piloto Real del Cielo que haciendo faluca sutil el buriel (6) de su manto nauegaua a remo y vela por las campañas del mar.»

Antes ya lo había llamado «el Fénix caro de los milagros y prodigios».A la vez que el santo fundador están también en su mente los frailes

mínimos, moradores de aquella casa; ellos «por llamarse Mínimos, se pos­tran, a su respeto, los Mayores». Estos frailes

«están en aquel joyel de su Sacro Padre, que le adom a el pecho, encendidas mariposas, abrasándose salamandrias en aquel Mongibelo de ardiente caridad».

Plantear las dificultades que tiene un tema para a renglón seguido ir solucionándolas con habilidad es lo que nuestro predicador hace de ahora en adelante (7) y lo expresa globalmente con este quiasmo: «Pues valor busca mi ánimo, ánimo abrasa mi valor» y en la antítesis siguiente:

«mis deseos por grandes podrán facilitar lo difícil que si por lastimero (se refiere al tema de la Cruz) el asunto descuella, por amoroso se facilita».

Las palabras que el doctor Guzmán Portocarrero añade a continuación nos emocionan personalmente por ser la confirmación de lo que por la historia de nuestro pueblo ya conocemos sobre el papel desempeñado por el Cristo de Burgos sobre aquella Cabrilla a la que enalteció y dio su apellido:

«Oy pretendo vozear los prodigios del Sato Christo, cuyo apellido aclama la fama de Cabrilla, volando de triunfo en triunfo, de grandeza a grandeza, de prodigio a prodigio» (8).

(6) «Buriel» es «tela basta» (Covarrubias).(7) Se llama en Retórica «subjeción» (subiectio) a la técnica oratoria en la que se van

alternando preguntas y respuestas, dificultades y soluciones; por ejemplo, la hipófora y la antipófora; muy utilizada ya antes por Cicerón.

(8) Don Sancho de Guzmán está haciéndose eco en su Sermón de la «gran devoción al Cristo de Burgos, cuyo cuadro instalado en la iglesia parroquial de Cabra del Santo Cristo gozó de destacada fama por sus virtudes milagrosas»; así se expresan los autores del estudio preliminar que incorporan a la edición facsímil del Catálogo de los obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales Eclesiásticos de este Obispado, de M. Ximena Jurado. Granada, 1991, cuando hablan de la fecundidad de escritos religiosos que surgieron en el obispado de don Baltasar Moscoso y Sandoval.

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Seguidamente echa a volar su imaginación contemplando al Santo Cristo de Burgos

«que subía embiando desde su A lcafar de Burgos, cuyas glorias sus­tenta, pouisiones reales de salud y gracia a esta soberana copia de Cabrilla, volando en alas de admiraciones a su contacto los prodigios» (9).

No podía faltar en este exordio la cita del libro sagrado de los Números (21,8ss) que se lee en la fiesta litúrgica de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre): Moisés durante la travesía del desierto de Sinaí hizo levantar un estandarte con una serpiente de bronce ante cuya mirada quedaban sanos todos los mordidos por estos ofidios. Esta acción de «elevar» la traslada el autor metafóricamente a las alturas geográficas del pueblo de Cabrilla:

«Y si leuantó Moyses una sierpe de metal, para que a su vista cessase la epidemia que cógojaua a su Pueblo, oy en las montañas de Cabrilla se solemniza un traslado de la verdad, a quien figuraua essa sierpe, para que mirándola nuestras desdichas de cuerpo y alma se acaben; sea refugio a tanta tempestad de males, amparo a tanto golfo de penas, puerto a tanto piélago de calamidades.»

Observemos en el párrafo anterior la larga enumeración de miembros del discurso que se van escalonando progresivamente, estilo éste que se da en todo el Sermón.

A continuación se centra el predicador en la festividad litúrgica del día: tercer día de Pascua de Pentecostés, para adaptarse a ese tiempo litúrgico. Y lo hace recordando tres momentos de la venida del Espíritu de Dios sobre la tierra:

«El primer día (el domingo de Pentecostés) baxó sobre las cabe9 as de los apóstoles en lenguas de fuego... Ayer (el lunes) vino en lluvia, pues baxó Christo a ella a encamar. Oy (el martes) baxa como nube obscura, quando se haze fiesta a el Santo Christo de Cabrilla, rebo?ado su Deidad en la Cruz» (10).

Sigue exprimiendo su lema condensado en el versillo de San Juan, «Ego sum ostium», aplicando a la Cruz este significado de «Puerta de salvación» y explicando por qué hoy el Espíritu baja como nube negra, porque «en ella

(9) Vemos en estas palabras la confirmación de lo expresado en la nota anterior.(10) El primer día es la fiesta de Pentecostés. El segundo es una clara alusión a Isaías

(45,8): «Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al justo», es decir, la Encamación. El tercero, simbolizado en la «nube obscura», debe ser sin duda una clara alusión al evangelio de San Lucas (23,44): «Era ya como la hora de sexta, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona.»

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—dice— está Christo como Capitán General haziendo gente para la Gloria», y porque «desde la Cruz haze blanco de fineza para matar la culpa, quedando en sombra su hermosura por los delitos del mundo»; para terminar con esta preciosa anáfora metafórica:

«allí fue pan repartiéndose a trozos; allí hizo papel de Adan nuevo; alli fue el Yris matizdo de cárdenos rubies, quitando la tempestad de los delitos del genero humano».

Cita luego el versículo de San Pablo a los Gálatas (6,14) «Mihi absit gloriari nisi in cruce Domini nostri Jesuccristi», y comenta:

«Yo q he de ser Coronista espiritual de los prodigios del Santo Christo de Cabrilla pretendo la gracia, corriendo por la baila de su soberana Cruz.»

Finalmente la invocación a la Virgen María, como era preceptivo en todo sermón. Esta invocación es una hermosa apelación a Nuestra Señora:

«Conozco que estays afligida Reyna de los Angeles, pero Estrella soys, y Norte que me guía para no errar, Puerta soys resplandeciente siempre "Porta lucis fulgida” , para ver a vuestro precioso Hijo en la noche de la Cruz. Y siendo oy dia del Espíritu Santo vuestro Esposo, Celestial nube que reparte Gracia, vos la comunicasteys al mundo, dándonos a vuestro Hijo, para hallarle, y assegurarle, os hablamos por boca del Embaxador Divino Gabriel: AVE MARIA.»

B) Confirmación

Abarca los cuatro «discursos» siguientes; es el centro o cuerpo del Sermón. En ellos hemos de resaltar la abundancia de citas teológicas y escriturísticas así como las de los santos padres y otros autores eclesiásti­cos.

Con los textos escriturísticos va probando la doctrina teológica que expone en cada «discurso».

No podía faltar, tratándose de la redención hecha por Cristo en la Cruz, el problema de la predestinación tan metido en el ambiente de aquella sociedad postridentina; tema que, por otra parte, ya había invadido el teatro popular en la comedia calderoniana.

Comienza este discurso con dos exclamaciones que aluden a los dos principios operativos del compuesto humano: alma y cuerpo

«Qué contrapuestas criasteys (ó Señor y Sacra Real Magestad de Cielos y tierra) las condiciones del alma, y cuerpo! Qué auanderizados rumbos eligen para grangerías de sus bienes!»

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eligiendo después el concepto ascético del «mundo» como elemento lleno de maldad y sede del demonio; para lo cual cita ad sensum «Mundus in maligno positus est», ya que no es cita textual de San Juan sino un resumen de su primera carta católica (lJn. 1,12-17).

A partir de este momento su palabra toma un tono moralizante conden- sado en un párrafo enumerativo en el que repite un sustantivo más un cumplemento preposicional (que nos está recordando el estilo de Femando de Rojas, sólo que en un contexto diametralmente opuesto al del autor de «La Celestina»):

«Si es el mundo una multitud de hombres camales, un pozo de odios, lago de embidias, fuente de maldades, sirena de engaños, laberinto enga­ñoso, verdad vestida de mentira. Si este es el mundo, Fieles, aura alguno de vosotros que tenga cédula de predestinado en el vaneo de las virtudes?»

Luego elige el tremendismo apocalíptico para expresar la idea de que si antes del pecado de Adán todos los hombres eran «hijos predestinados de Dios para la gloria», después del pecado «serán también abortos para el infiemo, precitos ha de auer y quien entre por las puertas de las llamas».

Pero es curioso ver cómo explica el problema teológico de la predesti­nación: Recurre al libro de Génesis (30,37-43); allí, el autor sagrado narra la estratagema de Jacob con su suegro Labán para hacerse con el mayor número de ganados, las ovejas que venían a beber en los abrevaderos y veían dentro del agua las varas de almendro y estoraque, se apareaban y parían corderos manchados; así en una noche Jacob logró multiplicar su hacienda sobre la de su suegro.

Para nuestro predicador, el ganado de Cristo es el de Jacob, el de muchos colores, y el ganado de Labán es el ganado del demonio, el de un solo color.

Nos parece extraña y desusada esta interpretación, pues sabemos que en la ascética tradicional cristiana siempre se identificó el color blanco de la oveja con la virtud de la castidad. Más notemos que don Sancho de Guzmán no habla del significado de los colores sino de su variedad. De ahí que quiera probar su interpretación con otros textos de la Sagrada Escritura: Así alude al salmo 44 en donde se canta el ornato con que se presenta la joven novia ante el príncipe con quien va a desposarse; viene adornada con sus mejores galas y atavíos coloristas. El predicador situándose en la persona del joven príncipe extasiado ante la belleza de su amada, lanza esta exclamación:

«O cómo me llevas los ojos, esposa mía, no en la brillantez del oro sino en la variedad y vizarra pompa de colores que te adornan.»

Para concluir el párrafo con una aplicación moral:

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«Porque la variedad de colores de las virtudes le lleva el afecto a Dios. Y assi oy la que está vestida de preseas y adornos de varios colores entra por la puerta de su Palacio que es la Cruz... y a los del vando de Labán, que son los precitos, los arroja, y aparta de sí por vandidos de su Iglesia»,

conformándose al sentido literal de las palabras del versillo de San Juan, que le sirven de lema: «Ego sum pastor ouium.»

a) Discurso segundo

Es el más extenso, y como todo el Sermón, de carácter parenético. Aquí es donde el ingenio del predicador se nos descubre en toda su agudeza a través de los textos tomados del Antiguo Testamento y los razonamientos y argu­mentos que deduce de ellos para probar la doctrina que expone.

La primera cita es del libro de los Números (7,16) en el pasaje en el que se especifica el tipo de animales que deberían ser sacrificados a Yahvé; entre ellos «hircum pro peccato»; a lo que apostilla el predicador «animal indigno de nombrarse» (la Vulgata trae «hircus» = macho cabrío), y se pregunta:

«No se halla a mano un cordero humilde? O un buey tardo pero trabajador y limpio? Por qué se ha de escoger una víctima, que aun con su sangre, o sus cenizas esparce desabridos humos al olfatos?»

Nuestro orador sagrado pone en su boca las palabras de Nicolás de Lira tomadas del comentario a la Sagrada Biblia: «Hircus est animal fetidum et ideo offerabatur pro peccato?» (11).

Inmediatamente, el predicador asume la personalidad de Cristo, y dice:«Quando la fealdad del delito provoca mi justicia para el castigo,

multiplicando beneficios, quiero concederles la remission y perdonarles la ofensa.»

Por eso no le extraña que, si en Pentecostés el Espíritu se viste de fuego, Cristo en la Cruz se revista del fuego del amor, como de una librea, para salvamos; y añade:

«Y essa es fineza? Sí, y la más galante de un amor empeñado.»

El segundo argumento lo extrae del libro de Job (38,1):«No nos extrañe que Dios hable a Job en medio de sus miserias desde

un obscuro torbellino.»

(11) Nicolás de Lira o Lyra, fraile franciscano (1270-1340), florentino, estudió en La Sorbona donde se graduó de doctor; escribió numerosos tratados; su obra clásica de la que está tomado este texto es Postillae perpetuae sive brevia commentaria in universa Biblia. (Bibliotheca universa Franciscana... Concinata a Fr. Joanne a S. Antonio... Matriti, 1732.)

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Partiendo de la situación en la que se encuentra el santo patriarca, maldecido por su propia mujer y apostrofado por sus tres mejores amigos, nuestro predicador se vuelve a Dios en un apostrofe suplicante:

«aora que le hablays os vestis de la obscuridad de un torbellino? Ea, Señor, que esso es aumentar la pena... a tanto tempestad de males añadís penas co lo triste de essa obscura nube? Entre orrores de la noche le visitays?».

Su reflexión la confirma yendo al Libro II de Las Morales de San Gregorio Magno: «Si sano atque incolumi loqueretur, ex tranquillitate domi­nica loqutio facta diceretur; sed quia falgellato loquitur, de turbine loqutus fuisse describitur»; cuya idea resume en estas palabras:

«Dios le habla a Jacob desde el torbellino y no en la claridad, para más parecerse al que sufre.»

En este momento el predicador recuerda la fiesta que se celebra y el día litúrgico en que tiene lugar:

«Oy Christo en la Cruz al golpe de injurias del hombre queda acredi­tado por su más fino amante.»

Por tanto, el Espíritu tiene que vestirse de nube oscura para ocultar el espectáculo horrendo del Calvario.

Después une esas dos realidades: la de la ofrenda del macho cabrío y la tenebrosidad del Calvario en esta filigrana de equilibrio conceptual (que, por otra parte a nosotros nos llena de halago):

«Luego con particular providencia se quedó el Santo Christo en Cabri­lla, cuyo nombre suena o alude con el animal inmundo que representa las ofrendas.»

Seguidamente exclama con la frase que creemos constituye el «leit­motiv» de todo este discurso segundo y que va repitiendo a lo largo de él: «QUEDESSE EN CABRILLA» o «QUEDESSE AÍ»:

«Quedesse ai, no passe adelante, haga Palacio suyo tan breve pobla­ción.»

Nuestro orador, como dolido de haber podido herir la susceptibilidad de los habitantes de Cabrilla, por esta comparación con el nombre del animal inmundo, quiere sacarse esa espina y recurre otra vez al libro de Job (3,13- 15): «Requiesceremt cum Regibus et consulibus, qui aedificant sibi solitudines», cuyo sentido amplía así:

«Raro modo de explicarse, no fácil de entenderse. Reyes que edifican desiertos? Si dixera: Reyes que labran suntuosos palacios, todos lo enten­dieran; pero Reyes que edifican desiertos, esso ignoro.»

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Con este texto de Job como argumento echa al viento su imaginación jugando con el equívoco de la palabra «edificación»:

«Oyd un reparo misterioso. Dos modos ay de edificar, y no edificar por labrar Palacios, essa es común. Otra edificar por edificación, y essa es Divina, porque edificando de esta suerte se hazen los Palacios desiertos por santidad, y edificar por edificio material buelbe los desiertos Palacios por la confusión.»

La «edificación espiritual», concepto muy propio de la ascética de la época, le sirve para llevarlo en seguida a su tema

«Para este fin suspende su viaje nuestro Peregrino retrato (el lienzo del Santo Cristo de Burgos), no passe a populosas ciudades (iba destinado a Guadix) porque quiere llenar de virtudes los desiertos, edificando con prodigios la fábrica Real de las Almas, Bueltas en palacios dignos de su morada, siendo portento de toda esta comarca Andaluza y hasta los apartados de la perfección edifica espiritualmente su Santuario (la iglesia parroquial de Cabrilla se convierte en el santuario del Santo Cristo de Burgos) derramándose en vozes atractivas de los cora5 ones, desde que hizo Alca9 ar suyo en la Soledad. Quedesse en ora buena en Cabrilla, para remedio de los Pueblos... Alli deuia hazer su mansión.»

Las palabras del párrafo anterior además de emocionarnos personal­mente nos confirman por extenso lo que ya conocíamos sobre este hecho de nuestra historia local, y lo que otros autores de la época de nues­tro predicador nos han dejado escrito como don Martín Ximena Ju­rado (12).

La preparación escriturística y de conocimiento de los autores eclesiás­ticos de nuestro predicador es inagotable. Recurre ahora al libro del Éxodo (36,14): Dios enumera a Moisés los utensilios y adornos que debían estar en el Tabernáculo, todo de oro, pedrería y ricas telas; pero también le manda hacer un dosel de pieles de cabra. Este detalle de escoger un elemento burdo entre las riquezas enumeradas le hace exclamar al predicador:

«Qué extraño maridaje de riquezas por una parte y de toscas telas por otra!»

La interpretación la halla en Esteban Cantauriense (13) quien en su

(12) Catálogo de los obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén..., edic. facsímil. Granada, 1991; pág. 547.

(El subrayado del texto es mío.)(13) Esteban Langton, maestro de Teología en París hasta 1206, luego elegido por

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comentario a este pasaje bíblico ve en las pieles y vellones de cabra figurada la penitencia; y lo cita: «Post omnia Tabernaculi ornamenta pili caprarum ponantur, quia post omnia bona opera est poenitentia.»

Otra vez el predicador nos hace ver su atrevimiento al recurrir a ese pasaje de la Escritura, pero ahora ya justificándolo por el texto del Cantauriense:

«Passe por alusión la consonancia de nombres, pero la verdad es que sobre toda la riqueza de la virtud, sobre todos los adornos del Alma haze vistosa ostentación la penitencia.»

Con lo cual queda justificada la cita del libro sagrado:«Y no puede auer hospedaje más digno de este Señor que donde se le

ofrece esta virtud; Alli toma de buena gana su mansión, allí recibe con gusto el agasajo.»

Diríamos que este último pasaje de su Sermón es una flor lanzada en desagravio por si la alusión al animal inmundo hubiera molestado. Por eso, en seguida, repite la frase «leit-motiv»:

«Luego en Cabrilla auia de quedarse Christo, para que con sus mila­gros mueva los afectos, obre edificación en los que le festejan y penitencia en los que le refiben.»

Y añade:

«Alli atraerá a sí los corazones de todos puesto en la Cruz. Aqui forma su dosel Magestuoso para socorrer con presteza.»

El cuarto texto escriturístico es del Cantar de los Cantares (2,9), dice nuestro orador:

«ya le comparó la Esposa en lo veloz de la cabra: ‘’similis est hinnullo cervarum ” . No me admiro que como el Arca se quedó en casa de Obededón, que significa siervo obediente, quede su Sagrada Imagen en Cabrilla con alusión al que con la penitencia edifica».

Después, volviendo a usar la técnica oratoria de la subjectio (sujeción), que antes ya ha empleado en otros pasajes anteriores, se pregunta:

«Pero, Señor, aora os pregunto yo; por qué rehusays passar a mayores ciudades y escogeys para vuestra habitación los retiros de una aldea corta?»

La apófora la constituyen cuatro textos; dos del Antiguo y otros dos del Nuevo Testamento:

Inocencio III cardenal y arzobispo de Cantorbery, es uno de los representantes de la escuela bíblico-moral del ala conservadora de Pedro Lombardo.

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— «Fugite de medio Babylonis et salvet unusquisque animam suam»; que comenta así: «Huyd de las ciudades para salvaros, porque en su turbación y bullicio está vuestra condenación.»

— La esposa del Cantar busca al Amado en la ciudad y no lo encuen­tra, se lamenta: «Quaesivi illum et non inveni per vicos et plateas ciuitatis» (3,1-2).

— En la parábola de los invitados a la boda (Lc.4 y Mt.22) todos se excusan de asistir, el dueño manda a sus criados a buscar a las gentes a los caminos y encrucijadas!

— En el camino hacia el Calvario no encontraron a nadie que ayudara a Cristo a llevar la Cruz y echaron mano de uno que iba de camino: «Angariaverunt Symonem Cyreneum venientem de villa» (Le.23,26).

Apoyándose en los textos anteriores el predicador concluye:

«Con mucha razón escoge Christo para su morada el camino.»

¿Tendría noticia don Sancho de Guzmán Portocarrero de que a distancia como de una legua de Cabrilla se levantaba ya un nicho-ermita conmemora­tivo, donde todo caminante se detenía para orar ante el cuadrito del Santo Cristo de Burgos que allí se veneraba? (14). Eso parecen indicarnos sus últimas palabras.

El quinto texto es del prólogo del evangelio de San Juan (1,1): «Habitavit in nobis». Una vez más recurre al comentario del padre Maldonado que dice: «Solent enim, qui in patria sua versantur in domibus, qui autem peregrinantur in Tabernaculis habitare», para llevarlo a su tema así:

«Tienda de campo escoge como Peregrino en Cabrilla.»

A continuación hace un recorrido por el Antiguo y Nuevo Testamento llegando a citarnos hasta trece textos alusivos a las acciones realizadas por Dios en el camino; para concluir:

«Luego bien executoriado dexa por tantos prodigios su gusto de morar en los caminos y en las soledades de los montes, retirado de las ciudades.»

Y añadir la frase-eje del discurso:«quedesse en Cabrilla, sin passar a poblaciones más numerosas, a

mayores ciudades, quedesse en el camino».

(14) Este nicho se encuentra en ruinas, porque a finales del siglo pasado se levantó una ermita espaciosa junto a la carretera que una Cabra del Santo Cristo con la comarcal325.

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b) Discurso tercero

Tanto el discurso anterior, que acabamos de analizar, como este tercero, que intentamos estudiar, constituyen la parte central de la confirmación.

Si el discurso segundo se centró en la veneración del Santo Cristo de Burgos en Cabrilla, de donde partió toda la devoción que había en Andalucía, en este tercero el predicador pone como punto central de él la ciudad de Granada.

En efecto, la fiesta religiosa y el Sermón los ofrece un organismo estatal del rango de la Real Chancillería: «A el Real Acuerdo de esta Chancilleria de Granada». El predicador, por tanto, se dirige a aquellos señores oidores y procuradores que le están escuchando con palabras de elogio y parabién espiritual:

«es cierto que quien rendido a vuestro amor os sacrifica su voluntad, os consagra veneraciones, y con ellas el Alma, se llevará los triunfos de vuestra mano. Que el agradezimiento aun con lo insensible es generosidad calificada de superior animo, es vizarria de galantes pechos».

Por esta razón la Real Chancillería reconociendo los inmensos favores

«de este Señor Soberano, le consagra luzidas fiestas, y gasta animoso, seguro de sus expensas».

Ahora es la ciudad de Granada el centro de atención del orador sagrado:

«no nos estorua la distancia (entre Cabrilla y Granada, más de cien kilómetros) para los frutos de la devoción; pues si en Granada fuesse esta mayor, también diré ”q serán mayores los prodigios en favor nuestro».

Todavía está en la parte central del Sermón, la confirmación, y ha de elegir de nuevo otros textos de la Sagrada Escritura para demostrar cómo la distancia no es obstáculo para que Dios realice sus prodigios por medio del Santo Cristo de Burgos. Creemos que existió una copia del Santo Cristo en el convento de la Victoria donde se debería venerar y que fue la que presidió estas fiestas; y nos atrevemos a suponer que esta copia después de la exclaustración desamortizadora sería la que pasó al palacio arzobispal donde la hemos contemplado muchas veces en la escalinata principal antes del incendio de 1982 y que ahora desconocemos su paradero.

Los textos que maneja son éstos:

Primero, Mateo 8,3-13, en donde Cristo «de lejos» cura al criado del centurión.

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— Segundo, comenta la curación de la hemorroísa, también en Mateo 9,20-22 con estas palabras:

«llegó por las espaldas a Christo, oprimido por las turbas, ella a que apartada de los ojos de este Señor con valentía de Fe no pidió la salud?».

De estos dos hechos evangélicos en los que aparece cómo la fe puede más que la presencia física, concluye:

«Luego si la veneración fuera mayor en Granada; si la devoció más fervorosa; si la obediécia más puntual, aunque lexos de la imagen que veneramos, tenemos más seguros los favores.»

— El tercer pasaje evangélico es el de la aparición de Cristo resucitado a María Magdalena: «Noli me tangere» (Jn.20,17), aunque más le atrae la atención el comentario que hace a este texto San Agustín, que el predicador parafrasea así:

«aunque más te acerques con la vista y con las manos, la poca fe de mi ser, el corto conocimiento de mi divinidad te tiene lexos y te aparta de mi presencia... luego más carca estará Madalena de Christo quando se suba este Señor a los cielos, que quando a su vista le tiene en la tierra?».

porque pertenece al arcano de lo espiritual esta antítesis«la Fe es la que obra en la mayor distancia la mayor cercanía».

El final del discurso es una exhortación moral para que sus oyentes pongan todo el esfuerzo en salvar el alma mirando a la Cruz de Cristo.

c) Discurso cuarto

Todo él lo componen consideraciones piadosas, que le salen al paso, con la cita de los textos de la Sagrada Escritura. Así, del Antiguo Testamento elige:

— La lucha de Jacob con Dios (Gén.32,26-32). La aplicación que hace a su propósito parenético nos sorprende por lo novedosa, ya que supone un ingenio agudo y una enorme agilidad de pensamiento; dice:

«quando tendidos uno y otro los bracos más fuertemente se enlazaban formando Cruz hermosa, se da por vencido Dios».

Pero del combate Jacob sale herido en el talón; y nuestro orador sagrado comenta:

«para ^ se aparte de su memoria essa lucha y essa Vitoria, dize el Angel de las Escuelas. Sentimientos y veneración en el animo, inclina­ción y reverencia del cuerpo a memoria de una Cruz en q se vio con el Verbo enlazado... Para que vaya Jacob vencedor y contento darle a sentir

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la eficazia de la Cruz, y a experimentar los sentimientos de un Dios Humanado, que en ella ha de padecer Christo venturoso».

El convite del rey Baltasar (Daniel 5,5). Aquí pone la fuerza en la oposición entre la magnificencia del convite centrada en la variedad de bebidas «Qué de liquores no jütó más la desenfrenada liviandad que la sed?»; y el final calamitoso «Y en qué podía parar la destemplanza sino en atraer las yras del Cielo?»: Aparecieron unos dedos que escribían en la pared las palabras enigmáticas y fatídicas.

La conclusión que deduce sigue en esa misma línea moral del comienzo:«Pues, Señor, quando enojada vuestra Clemencia de puro ofendida se

muestra rigurosa, en los dedos se encierra toda essa severidad. El presagio de esa ruina aun no es una mano entera que castiga, sino unos dedos como mano, y no mano vuestra, sino mano de hombre?»

¿Por qué ha elegido este texto? Porque las cosas cuando no se hacen «por derecho», cuando no se tienen los sentimientos de dolor ante la Cruz de Cristo, no se está cumpliendo con el deber cristiano; de ahí que cerrará el párrafo así:

«De estos sentimientos de la Cruz de Christo te has de vestir, Christiano, siquieres lograr su misericordia y no experimentar su justicia.»

El texto del evangelio de San Juan (19,34) es el más adecuado para el tema del Sermón; lo afirma el mismo predicador:

«En el dia de Christo en Cruz no fuera acierto salirme del Calvario.»

A continuación la hipófora brota a borbollones:«Para que sobre quatro heridas (otras tantas fuentes de Gracia) que en

vuestras manos y pies abrieron los clavos, dexays abrir también el pecho? Y no aueys dado la vida por los hombres? Ya no aueys borrado la escritura de nuestra deuda con essa sangre? Ya no esta concluyda la Redención? Pues a qué fin nuevas heridas rasgan vuestro pecho?»

Para la antipófora busca la autoridad de San Agustín y la de San Bernardo:

«Augustino dize que essa llaga es la puerta de la vida: ‘ ’Ut vitae ostium panderetur” . Bernardo exclama, que es la llaga de la misericordia y del amor: ‘’Vulnus amoris et m isericordiae” .»

La elocuencia enfervorizada del predicador se alza en una hermosa imprecación:

«Quédesse siempre abierto esse pecho, y de par en par el corazón animando a quantos quisieren entrar por essa puerta a valerse del sagrado de la misericordia.»

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C) Discurso último

Constituye la última parte de las tres esenciales en las que se dividía toda oración sagrada; es la conclusión o peroración.

Su contenido se puede resumir en esta corta exhortación:«Christiano, si quieres gozar del fruto de la Redención y lograr tanta

misericordia, coge esta Cruz copia de sentimientos, abundancia de lágri­mas, que te guiarán a ver a Dios.»

Pero lo atrayente de este final del Sermón hay que ponerlo en la diver­sidad de pasajes de la divina Escritura que selecciona el autor junto con los testimonios y citas de comentaristas y teólogos.

— En Isaías 6,2, el profeta ve en su visión dos serafines que ocultaban el rostro de Dios con sus alas. La hipófora de la subjetio es de un elevado sentido lírico:

«Qué hazeyz Soberanos Espíritus? No soys los que siempre registrays essa hermosura? No soys los linces de la Gloria de Dios? No os entrays por los piélagos inmensos de su ser a contemplar los rayos de su luz? No os levantays como Aguilas remontadas bolando de hito en hito a esse Sol de Iusticia? Pues cómo Isaias tan distante le mira y vosotros tan cercanos no le veys?»

San Bernardo le presta la respuesta cuando el doctor Melifluo escribe: «está Christo en esse trono. En la Cruz, o crucificado en representación», pues «las alas tendidas de los Serafines esso forman». Para la segunda respuesta acude a Ricardo de San Víctor quien comentando este mismo pasaje dice que el que la Casa de Dios estuviera llena de humo significa ese humo lágrimas de sentimiento y los serafines, como no pueden llorar y tienen envidia del hombre, es Isaías el que llora, ellos por esto cubren el rostro.

— A continuación interpreta de forma muy personal el texto de Los Hechos 1,9, en que se consigna el momento en que Cristo sube a los cielos y una nube se lo arrebata de su vista con estas palabras: Para que los apóstoles tristes no vieran a Jesús que lloraba les envía una nube que se los quita de su vista.

— El último texto lo toma de la parábola del rico y el pobre Lázaro (Le. 16,19-31); y siguiendo el comentario del padre Maldonado dice don Sancho de Guzmán:

«Al Rico le importaba que Lázaro llevasse sus dedos y a él que le acompañasse su lengua, para tener con que pedir y que tuviera que esperar en respuesta.»

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Pero temiendo el predicador que este comentario fuera demasiado sutil, recurre a San Agustín quien «nos enlaza lágrimas y fiesta toda de este dia», y añade:

«Essos dedos y essas aguas indican las más pequeñas obras con que por inspiración e influxo del Espíritu Santo socorren los hombres unos a otros. Y siendo el Santo Espíritu oy comparado a la nube, quál es su fruto sino agua que ablanda los co ra ^n e s y los derrite en lágrimas amorosas?»

En el epílogo o cierre del Sermón el tono exhortativo se mezcla con la imprecación más fervorosa, en clara alusión a los oidores y procuradores de la Real Chancillería, que le escuchaban:

«Vos, Señor, que en la Cruz 4 os mostrays y en la sangre 4 vertis, abris la puerta eterna de la vida y de la misericordia, fundays los mayorazgos de la Gracia, recibís por obsequio las lágrimas 4 os ofrece, recibid también gustoso la ofrenda de este festejo, causado a la devoción, costeado por la piedad, asistido por lo Ilustre deste Real Acuerdo, acreditado por los más luzidos hijos de esta nobilisima ciudad.»

La petición final es la propia de la Oratoria sagrada: Que todos sus oyentes sean «Dignos moradores de la Gloria».

Fuera ya del texto nos encontramos con lo que era también preceptivo en todo impreso de carácter doctrinal religioso: el sometimiento a la autori­dad de la Iglesia:

«Sub correctione Sátae Matris Ecclesiae.»

NOTAS SOBRE EL AUTOR

Son más bien escasos los datos que hemos podido recabar sobre la personalidad de don S ancho de G uzmán P ortocarrero : Todos sus escritos los firma con el título de doctor; no aparece su nombre en el Catálogo de los Alumnos de Alcalá, que hemos consultado; podría ser doctor por Salamanca, aunque me inclino más por Osuna, pues los Guzmanes eran oriundos de esa zona de Andalucía occidental. También se titula Caballero del Hábito de San Juan y Limosnero del infante don Juan de Austria. Sabemos que tomó posesión, por poderes otorgados al presidente del cabildo de la Capilla Real de Granada, de la canongía para la que fue designado por Su Majestad Felipe IV, el 6 de diciembre de 1653. A partir de esa fecha aparece como asistente en todos los cabildos en último lugar, por ser el último en entrar; en las demás reuniones capitulares contenidas en el Libro VII, ya aparece en el penúltimo

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y más adelante en el antepenúltimo lugar. En el cabildo del 28 de enero de 1666 se le asigna un sermón de Tabla, el del tercer domingo de Cuaresma.

Lo que se encuentra publicado de él en las Bibliotecas Nacional de Madrid y General de la Universidad de Granada, excepto este Sermón que hemos comentado, todo son composiciones poéticas sobre diversos motivos religiosos y profanos; pero, dada la brillantez poética de la época en que escribió, no le corresponde por sus poemas un puesto destacado en la linca

jaén, 20 de enero de 1992, CCCLV Aniversario de la llegada del cuadro del Santo Cristo de Burgos a «Cabrilla».

(15).

BIBLIOGRAFIA

Covarrubias y Horozco, Sebastián: Tesoro de la lengua castellana. 1611.Gila M edina, Lázaro: Cabra del Santo Cristo. Su Arte e Historia. Granada, 1978.Granada, fray Luis de: Seys Libros de Rethorica Eclesiástica (edic. en latín), 1576.

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(15) HeReyes, vicarcabildos consultados.