24
Una Amistad Dividida

Una Amistad Dividida - Mauro Martin

Embed Size (px)

Citation preview

  • Una Amistad Dividida

  • 2014 Mauro Martn Chicmul Chan

    La presente obra est cedida bajo licencia de Creative Commons 4.0 CC-BY-NC-ND International License. El poseedor de esta obra es libre de copiar, distribuir y comunicar pblicamente la misma, siempre y cuando reconozca la autora de sta, en

    los trminos especificados por el propio autor o licenciante. No puede utilizar esta obra para fines comerciales, as como tampoco le est permitido generar o

    transformar una obra derivada a partir de sta.

  • Acto 1 Aparece en el acto, en un escenario naturalmente playero, en las meras cercanas de la playa, dos nios que jugaban sin cesar. Todos los das lo hacan en el mismo lugar, a la misma hora despus de la escuela.

    Fue en el ao 1970, en una de las playas del pueblo de Tiburn, all por la antaa Costa Rica. Era ya de tarde, casi por anochecer; y aquellos nios se encontraban jugando a las carreras, a ver quin llegaba de primero desde la cabaa en la que viva uno de ellos hasta donde se encontraba una gran piedra, misma cuya punta todo el tiempo rompa las olas ms grandes que salan de aquel inmenso mar abierto.

    Sus nombres eran Heriberto y Segoviano. En aquel da, Heriberto retaba a Segoviano a una carrera, una ltima por cierto, de unas cuatro que ya llevaban. Segoviano luca ya algo cansado, pero an dispuesto a introducir otra carrera ms a su expediente de metros recorridos. Y nuevamente, en cuanto decan tres, dos, uno, y arranca... Los dos chiquillos se lanzaban corriendo cuan avestruces que corran por mantener su supervivencia. La distancia entre la gran piedra y la cabaa de Heriberto era algo larga, por lo que resultaba fcil cansarse por correr dicho trazado. Y justamente cuando recin acabaran de echarse esta ltima carrera, desde la cabaa de Heriberto, se alcanzan a or unos ruidos. Eran griteros de nios. Otros nios, claro est. Y la curiosidad los asalt por entero.

    Se fueron acercando hacia aquel lugar donde se estaba dando la algaraba. Y con sorpresa vieron lo que estaba pasando: un grupo de nios se encontraban haciendo burlas a una pobre nia. Tres nios para ser exactos; y todos ellos se burlaban sin piedad ni misericordia de una indefensa nia al que por cierto no tena nada que ver con aquellos nios. Aquellos chamacos ejercan dicha accin slo por el placer de hacerlo. Y Heriberto y Segoviano sintieron harto coraje al ver aquella escena. Acto seguido, fueron en el auxilio de aquella criatura que se encontraba indefensa, tirada en el suelo y con algunos jalones en su cabello. No conformes con eso, uno de aquellos endiablados nios se hallaba con la clara intencin de hacer ms dao a aquella nia

  • quitndole una paleta de caramelo que ella resguardaba con cierto celo entre sus diminutas manos.

    Heriberto tom del hombro a uno de aquellos nios y le encest un certero derechazo que lo tumb en el suelo. Los dems nios vieron aquella escena inesperada y rpidamente fueron contra aquellos chamacos defensores. Y de inmediato comenz la redada. Una pequea pero prontamente significativa batalla entre nios, y todo por una nia. Heriberto le fue propinando otro derechazo a otro nio, pero ste lo esquiva y responde con otro golpe, no obstante Heriberto supo esquivarlo y acto seguido toma al chamaco por la camisa y lo jalonea hasta hacerlo caer en el suelo, para despus patearlo con todas sus fuerzas, una y otra vez. Pobre diablillo, por cuanto le dolan aquellas patadas propinadas en cada uno de sus pequeos costados.

    El tercer nio se peleaba contra Segoviano, pero al ver que uno de sus compaeros era pateado por Heriberto quiso hacerle dao a ste ltimo, mas Segoviano lo alcanz y lo jal de la manga de su playera blanca, para despus empujarlo en el suelo y darle su merecido.

    La pelea sigui su curso, hasta que los dos nios salvadores consiguieron que los otros tres nios apretaran el paso y se alejen de una buena vez por todas de all. Una vez que todo se normaliz, Heriberto y Segoviano acudieron hacia donde estaba la nia, la misma a la que terminaron salvando, no slo de un tremendo maltrato psicolgico sino tambin de una buena golpiza.

    Ests bien?, le pregunt Segoviano. La pequea criatura no contest enseguida, puesto que se encontraba llorando ante la horrible experiencia por la que acabara de pasar.

    No tengas miedo, no te haremos ningn dao, expres Heriberto, sentndose a su lado, e intentando tranquilizarla. Nosotros vivimos cerca del mar, mi casa no est lejos de aqu. l es mi amigo, se llama Segoviano. Yo soy Heriberto.

    Vimos que te maltrataban. Se pasan de lanza., agreg Segoviano.

    Por dnde vives?, pregunt Heriberto.

  • Como respuesta, la nia seal con su ndice izquierdo el otro lado de la calle que yaca all algo lejos del mar. Y los nios dedujeron que aquella chiquilla viva cerca de un parque que haba unas cuantas calles tierra adentro.

    Tranquila, no pasa nada. No nos quieres acompaar a jugar un rato?, sugiri Segoviano.

    Quiero irme a casa, con mi mam, respondi la adolorida criatura. Entonces los valientes nios ayudaron a la pobre criatura a levantarse y la acompaaron hasta su casa. La chica sostena su paleta, toda jaloneada de la envoltura y la fue trayendo sobre su pecho durante todo el trayecto, protegindola de cualquiera que pudiera arrebatrsela.

    Ms adelante Heriberto y Segoviano averiguaron el nombre de la nia a la que acabaron de salvar. Su nombre era Chantal. Ximena Chantal eran sus nombres de pila, pero casi siempre todos la llamaban Chantal.

    Y desde aquel entonces, los nios comenzaron a frecuentar con aquel pedazo de ternura que tenan enfrente. Fueron conviviendo, jugando, trazando aventuras imaginarias de todo tipo y vivirlas como si fueran reales. El caso est en que Chantal, Heriberto y Segoviano se fueron convirtiendo en un tro dinmico de amigos, cuya amistad pareca que nadie ms destrozara. De aquel tro dinmico se forj una hermandad tan fuerte, que no pasaba desapercibido para los habitantes de aquel pequeo pueblo, en aquellos aos setenteros.

    A partir de aqu, se comienza a escribir una hermosa y a la vez triste historia de tres personas que convivieron juntos alguna vez; y hasta cuando comenzaron a tener ms conciencia y empezaron a disfrutar de la vida, se daran cuenta de que algo entre ellos comenzara a cambiar. Y dichos cambios se tornaran permanentes.

  • Acto 2 El tiempo pasaba inexorable. Los aos atravesaban los corazones de la gente, cuan navajas pequeas de doble filo, afectando y matando poco a poco las condiciones generales de las mismas personas, animales y cosas, que yacan andantes dentro de este enorme y misterioso lugar llamado espacio-tiempo.

    El tro dinmico conformado por Chantal, Heriberto y Segoviano fueron cultivando una amistad sin precedentes. Ms que slo amigos eran como hermanos. No era para menos. Aquella nia que salvaguardaron de aquellos nios que atentaban contra ella result ser hija nica de unos padres dedicados a la pesca, por lo que ambos nios decidieron cuidarla y tratarla como la hermana que nunca tuvieron.

    El tiempo pasaba de forma inalterable. Y aquellos chamacos juguetones y traviesos se fueron convirtiendo poco a poco en un tro de personas grandes y decididas a emprender algo en sus vidas, pero eso s, siempre juntos. Era una gran relacin amistosa que pareca que jams se iba a romper.

    Justo en ese momento los tres yacan dentro de un parque, que se hallaba muy enfrente de la casa de Chantal. Conversaban sentados en una de las bancas del parque. Lo solan hacer casi todos los das por las tardes y se quedaban un largo rato hasta el anochecer. En un principio eran los juegos de nios, ahora eran las plticas y de todo tipo. Sin embargo, con el tiempo, otra cosa comenz a tener lugar, algo que nadie ms esperaba; y es que Heriberto comenzaba a sentir algo por Chantal. En un principio no acept esta verdad, hasta que un da sinti que no pudo ms y acab por asumirse a s mismo una verdad tan contundente como esa. Segoviano, por su parte disfrutaba de la pltica con aquellos dos muchachos ms que nada en el mundo, ms que con sus propios compaeros de colegio, aunque eso s era algo reservado con su vida. Sin embargo era muy capaz de extender un tema justo en medio de una conversacin. Y por lo que se refera a Chantal, sta pas a ser de una simple nia mimosa y temerosa a ser una mujer increblemente bella y con aspectos propios de una chica de pueblo. Y al igual que Segoviano,

  • ella disfrutaba conversar, y muy a menudo era ella la que siempre iniciaba una charla. Y tan pronto como que se haba convertido en toda una seorita, comenz a tener uno que otro pretendiente a sus pies. Incluso los nios que la haban maltratado de nia ahora buscaban la manera de estar junto a ella, hecho que casi siempre era disua dido por Heriberto y Segoviano, puesto que la cuidaban como si fuera una hermana, especialmente de aquellos muchachos.

    Un da, despus de un fatdico da, los tres se reunan para conversar acerca de la vida y sus frutos. En esta conversacin Heriberto casi no aport nada a la pltica, de hecho permaneci la mayor parre del tiempo mirando fijamente a Chantal. Ella de algn modo corresponda a esas miradas, aunque de un modo muy discreto, pero era un hecho que no las esquivaba ni tampoco rechazaba. Y poco a poco, el amor hacia la hermana adoptiva se fue asentando cada vez ms en el corazn de Heriberto, el muchacho aprenda a amar, y esto resultaba bueno al final de cuentas, pues es parte de la vida enamorarse por lo menos una vez en algn periodo de la misma.

    Puesto que hasta ahora nada haba pasado an; en una de esas tardes, cuando Segoviano se haba alejado de all para comprar unas botanas, fue que el muchacho se lo dijo all mismo, precisamente en ese rato que quedaron a solas. La muchacha no supo que decir, jams pens que Heriberto le fuera a decir algo como eso. Estaba a punto de articular palabra, pero ya no alcanz a decir nada, puesto que Segoviano hizo acto de aparicin con las botanas en la mano, y justo en ese momento la muchacha decidi irse. Segoviano no entenda lo que acabara de pasar y acus con la mirada a Heriberto.

    Y ahora qu le pas?, preguntaba Segoviano a su amigo.

    Nada importante. Fue a ver si ya lleg el mdico, para que revisen a su mam, respondi Heriberto, inventando una excusa para justificar la ausencia de Chantal y despistar un poco a su amigo.

    Sigue enferma?, pregunta curioso Segoviano.

    No, ella ya est mejor, pero creo que es por rutina. Su doctor teme que vuelva a recaer, respondi Heriberto, con una certera seguridad.

  • Dios quiera que no. Esperemos que su mam no recaiga de su malestar, dijo Segoviano. Pero supongo que volver.

    No creo amigo, adems mencion que ya tena sueo. Mientras a echarnos las botanas, no?

    Y el buen Segoviano no hizo ms preguntas, aunque s se qued mirando por un largo rato la casa de Chantal, tan bien ubicado enfrente del parque. Estaba tan bien ubicado que la entrada del parque coincida perfectamente con la entrada a la puerta de la casa de la muchacha, por lo que resultaba cien por ciento posible salir de la casa e ir hacia el parque justo en lnea recta.

    Segoviano nunca sospech de la situacin actual que yaca sostenindose entre Chantal y su amigo Heriberto. Nunca pens que entre ellos comenzara a existir una pasin muy amenazadora, un trrido romance cuyas consecuencias podran ser desastrosas e incluso amenazaran con romper aquella amistad forjada de aos. Con el tiempo, Chantal y Heriberto correspondieron al amor y supieron ocultar muy bien su romance, jams se atrevieron a anunciarlo a su mejor amigo. Por qu no quisieron decirle nada a Segoviano? Sirve de algo ocultar un romance como ste enfrente de alguien que tambin es compaero de toda la vida? De qu tenan miedo? Una posible reprobacin o algo similar? O es que esperaban que por lo menos uno rompa el hielo y tome la iniciativa de anunciar formalmente el noviazgo?

    Los das pasaron, y un da Heriberto recibe una beca para estudiar en el extranjero. Y en un momento a solas que tuvo con Chantal, lo platica con ella, vindose obviamente la chica afectada por la noticia. Su hasta entonces primer amor, al que comenzaba a amar con todas las fuerzas de su pequeo y juvenil corazn, estaba por marcharse y no poda evitarlo.

    Es que tienes de irte? Por qu no te puedes quedar?, preguntaba casi suplicante la chica, como si su corazn no aceptara este hecho y quiera intentar retener al amante.

  • Es necesario. Por fin estudiar la carrera que me gusta, y te aseguro que saldr all con honores y podr ofrecerte algo mucho mejor que todo esto que tienes ahora, le responde Heriberto con una acertada seguridad en s mismo. Adems ser por corto tiempo, unos tres aos. En tres aos volver a por ti y nos iremos de aqu, y viviremos en un lugar mucho mejor, Chantal. Me esperars? Jrame que hasta que regrese me esperars.

    S. Te esperar, amor mo, todos los das, hasta el fin de los tiempos, le confirma la chica su juramento. Y acto seguido los dos se besan, para despus abrazarse y poco a poco comenzar a seducirse el uno al otro.

    La noche era calmada, silenciosa y con una superluna estampada en el cielo, como haciendo acto de presencia en primera fila para contemplar ante sus propios ojos y con temida tristeza, la fuerza de un amor que comenzaba a arrasar contra todo, incluso contra aquella amistad forjada de aos.

    Tmida y callada era la noche, con sus estrellas y cielos despejados. El nico ruido exterior que se tornaba presente era el de las olas, que iban golpeando una y otra vez aquel suelo arenoso, en la que, en a os de antao, dos nios traviesos y juguetones daban rienda suelta a las carreras.

    La pasin se desbordaba, los cuerpos se unan en uno solo y una sola esencia predominaba. Y desde los interiores de aquella cabaa donde viva Heriberto cuan nio, se sell un pacto de amor entre l y Chantal.

    Despus, a aquella pareja les esperaba una larga y tortuosa separacin. Y esto no sera el final, sino el inicio de algo que an no comenzaba y que marcar la vida de estos personajes para siempre.

  • Acto 3 Tras aquella desbordante noche de pasin entre dos aquellos jvenes pueblerinos, siguieron otras ms. Chantal y Heriberto buscaron estar juntos el mayor tiempo que les sea posible, pero siempre a escondidas de todos e incluso de su mejor amigo Segoviano, quien poco a poco fue sospechando de aquel noviazgo suscitado entre su mejor amigo y aquella mujer.

    Para Segoviano era muy raro que Heriberto y Chantal se anduviesen dando expresiones faciales o se tratasen con ms afecto de lo acostumbrado, lo que lo llev a la suspicacia; y un da consigui hablar con Heriberto a solas.

    Tienes algo que ver con Chantal, Heriberto?, pregunt Segoviano, buscando respuesta a su pregunta.

    De acuerdo amigo, ya que por el hecho de ser mi mejor amigo y de aos, te dir la verdad. Comenz a tomar aire, y armndose de valor agreg: Estoy enamorado de Chantal y ella de m, tenemos dos meses de noviazgo, y nos sentimos completamente felices por ello.

    As que te enamoraste de Chantal, nuestra hermana? expres Segoviano, perplejo ante las palabras de Heriberto.

    Te corrijo que Chantal no es en s nuestra hermano. Ni siquiera t y yo somos hermanos, sino amigos.

    Bueno eso es verdad, pero a lo que quiero llegar es que, en todos estos aos hemos sido como hermanos, manifest Segoviano. Y hasta ahora me entero que desde hace un rato comenzaste a cortejar a Chantal. Por qu nunca se atrevieron a decrmelo?

    En un principio por cobarda, porque a pesar de mostrarnos valientes en confesarnos nuestro amor, fuimos cobardes a la idea de hablarlo contigo, contest Heriberto, con valenta, a la pregunta de su amigo. Pero ahora veo que esta actitud nuestra no tiene sentido ni

  • fundamento. Y qu bueno que ya lo sepas. Ahora que eres conocedor de esta pasin que siento por Chantal, quiero decirte que s i piensas que estoy traicionando a nuestra amistad de aos, te aseguro que te equivocas. Nuestra amistad no tiene nada que ver con todo esto. Puedes estar tranquilo.

    Lo s, Heriberto, pero por lo menos me lo hubieras dicho t desde el principio. Yo lo hubiera entendido, dijo Segoviano en un tono casi de enfado. De todos modos todo esto no me est dando buena espina.

    A qu te refieres, Segoviano?, comenz a inquirir Heriberto, curioso por lo que acabara de decir su amigo.

    Puedes decir que es una tontera, pero siento un fuerte presentimiento, expres Segoviano. Una corazonada tan profunda que podra amenazar esta amistad que hemos tenido por aos.

    Tranquilo, amigo, no pasa nada, tan slo mi noviazgo con nuestra querida amiga es lo que est pasando, expresaba Heriberto, tratando de calmar la inquietud de su compaero. Te aseguro que no habr nada que amenace nuestra amistad. A no ser que t tambin sientas algo ms por ella.

    En absoluto. Por Chantal no puedo sentir ms que aprecio y cario, t sabes que la quiero como la hermana que nunca tuve, replic Segoviano. De todas maneras, temo porque todo esto que comenzamos cuando ramos nios pudiera acabar de la peor manera.

    Ya te dije que no pasa nada, Segoviano, dijo Heriberto, tratando de mostrarse paciente ante el temor de su amigo. Adems, recuerda que dentro de poco me voy al extranjero a estudiar la carrera que tanto desee tener. Por lo que confo plenamente en ti al dejar a mi Chantal en tus manos. Le escribir a ella y a ti tambin. Lo que yo te escriba quiero que tambin t se lo hagas saber a ella. Promteme que la cuidars mucho hasta que yo regrese. Lo hars?

    Slo porque eres mi mejor amigo del alma y porque sabes que quiero a tu novia como si fuera mi hermana biolgica, acepto cuidar de ella hasta que t regreses, convertido en todo un profesionista hecho y derecho, asegur Segoviano a Heriberto. Y los corazones de ambos se

  • vieron tremendamente calmados. Heriberto sinti una plena seguridad en s mismo, ya que confiaba en que su amante estara en buenas manos. Cierto que tres aos pasan volando, pero dentro de esos tres aos podran suscitarse muchas cosas, los cuales con seguridad algunas pasarn y algunas otras no ocurrirn.

    Finalmente tras aquella discusin, los dos amigos confirmaron el pacto. Segoviano cuidara de Chantal hasta el regreso de Heriberto. Pero quin dira que aquella decisin sera la gotita que derramara el vaso tiempo despus.

    Y finalmente lleg el da de la despedida. Ese da en que dos enamorados tenan que despedirse a marchas forzadas debido a las fatalidades de la vida. Dios, por qu carambas no podran irse los dos y disfrutar de lo que haya que mostrarse en el camino? Por qu no vivir ambos la experiencia de un progreso individual y una vida llena de obstculos que saltar? Por qu las despedidas de novios siempre tienen que resultar tristes y poco agradables?

    Aquel da resultaba triste para aquella pareja. Era como si el mismo destino se hubiese tomado la molestia de dedicarse de lleno a desgarrar la vida de esas personas, cuan animal salvaje que desgarra la carne de un pobre humano indefenso.

    El momento de decirse adis era inminente y definitivo. El tren parta para la gran capital de San Jos, en el pleno corazn de Costa Rica. Una ruta muy larga, pero segura y por dems necesaria, adems de ser la nica ruta disponible para llegar a San Jos lo ms rpido posible. Una vez llegado all, Heriberto tomara el avin que lo llevara directo hacia Estados Unidos, y desde la zona gringa, comenzara a prepararse muy bien para ser todo un profesionista, hecho y derecho.

    En el momento en que comenzaba a sonar el silbato, Heriberto y Chantal todava estaban fuertemente abrazados, y aquel infernal silbido del tren anunci el momento de separarse. Ese sera el ltimo abrazo. Heriberto tena que abordar el tren.

    Acto seguido, el muchacho alcanz llegar a uno de los barandales que se hallaban al final de uno de los vagones del tren. Y desde all fue

  • despidindose de Chantal. En el momento en que el tren comenz a moverse lentamente, la chica fue corriendo, pretendiendo alcanzar una vez a su joven amado. Pero todo fue intil. Chantal no pudo impedir que el tren se lleve a su Heriberto, ya que el vehculo result ser ms rpido que ella.

    Y por los aires, los besos y adioses pululaban. Y aunque hubo una mayora que se limitaban a despedirse de mano, Chantal hizo algo excepcional al despedirse de una forma muy especial de su bien amado Heriberto. Corra, corra y corra, y lleg un momento en que finalmente ya no pudo ms y se detuvo, limitndose slo a ver cmo aquel dichoso vehculo se estaba llevando a su amado caballero y amigo de aos. Acto seguido, una ltima seal de adis interpretado con la mano, y un ltimo beso lanzado por los aires se haca presente en este escenario clido pero triste.

    Era un da muy soleado pero los vientos lanzaban aires fros y fuertes, como si de forma muy sarcstica quisiera apagar aquellas llamas pasionales para que estas no se expandan ms de la cuenta y acaben provocando un gran incendio. Poco a poco el tren se fue alejando. Heriberto y Chantal terminaron vindose las caras por ltima vez, y sus rostros se fueron alejando ms y ms. Unos minutos despus, el tren ya estaba muy lejos de la estacin.

    Era nada menos que el 2 de diciembre de 1980 cuando Heriberto y Chantal se despidieron amargamente, y a partir de all no se volveran a ver en mucho tiempo. No obstante, haba algo que ni siquiera el viento podra soplar con sus vientos fros y fuertes: El amor entre ellos dos y las cartas de amor que comenzaron a llegar posteriormente.

    Pero es a partir de aqu que empezara a minarse la gran amistad obtenida entre aquellas tres personas. Quin dira que el destino de estos seres vivientes estaba ya prcticamente sellado, sellado con tinta y algo de sangre, en una hoja de papel en blanco, que an no haba comenzado a escribirse hasta el da de hoy, 2 de diciembre de 1980, dentro del tranquilo y pequeo pueblo de Tiburn.

  • Acto 4 El tiempo pasaba inexorable, indiferente ante los acontecimientos diarios de la vida cotidiana. El escenario segua siendo el pueblo de Tiburn, pero esta vez con algo diferente. El progreso ya se haca cada vez ms notorio en aqul lugar. Las calles pavimentadas, ms alumbrado pblico, y un nuevo parque ubicado del otro lado del pueblo, as como tambin nuevas casas erigidas, y claro por qu no decirlo, un poco ms de habitantes de lo esperado. El pueblo se haca cada vez ms grande y haba una gran posibilidad convertirla en una ciudad pequea; sin embargo, tras una consulta pblica convocada por el alcalde, la mayora vot porque el pueblo siguiera siendo eso, slo un pueblo. Nadie deseaba que Tiburn se convirtiera en una ciudad, junto con todo lo que aquello implicaba: expansin sin precedentes, ms habitantes que slo originaran ms basura de la necesaria, empresas grandes y extraas que sentaran sedes o sucursales en Tiburn slo para dejar ocupar espacios y presumir que son capaces de todo menos para tolerar a las pequeas competencias, problemas delictivos ms graves de los que se acostumbra ver en aquel pueblo... No, definitivamente para los nativos, Tiburn se vea mejor as como se ve ahora, slo como un pueblo tranquilo, prspero, limpio y lleno de gente trabajadora y gentil.

    En todo este tiempo muchas cosas han pasado. El progreso era inminente; y resultara obvio pensar que nuestros protagonistas se hallaran disfrutando de todo lo que el mismo ofreca.

    Chantal y Segoviano no se haban despegado del pueblo en los ltimos tres aos, mas sin embargo, internamente entre ellos las cosas empezaron a cambiar. Si bien al principio, Chantal esperaba con ansias a su bien amado Heriberto, ahora lo hara con ms ansias, aunque su mente se hallaba ahora en una revuelta. Y no era para menos. En el ltimo ao, uno de ellos empez a comportarse muy mal. Y es que Segoviano comenz a ver a Chantal como algo ms que slo una hermana. Cometi el error ms grande de su vida al verla como mujer, le empez a gustar mucho, y poco a poco se fue enamorando de ella. En un principio l no aceptaba este hecho, pero al final sucumbi al deseo,

  • a sabiendas de que el corazn de ella le perteneca a otro hombre. Y en una noche de lluvia, l se lo confes. La chica no supo qu decir ni cmo reaccionar ante la situacin. Y con el paso del tiempo, tambin sucumbi al amor del otro hombre. Al diablo la amistad, lo que importaba ahora era la felicidad de ambos.

    No caba duda de que Chantal era una mujer voluptuosamente bella. Todo un arsenal de seduccin dentro de un inocente cuerpo de chica. Una mujer con una etiqueta de peligro. Y all estaba, tal vez para poner a prueba la amistad de los dos amigos o quizs era slo una chica que buscaba ser querida, amada y nunca abandonada. Era una mujer que constantemente requera del amor y seguridad de un hombre, y para hombres haba muchos en todo el pueblo capaces de darle de todo menos justamente ambas cualidades. Y es que tanto tiempo sin el novio presente en cuerpo y alma, Chantal empez a dejarse llevar por una trrida pasin contrada, y nada menos que con el mejor amigo de Heriberto. En un principio pretendi huir de la situacin, pero Segoviano busc la manera de convencerla para corresponder a su amor. Despus de todo, un poco de consuelo y algo de sexo no podran hacer mucho dao. Y todo eso, en lo que el afortunado regresa de Estados Unidos.

    La luna, la playa y las blanqusimas arenas del pueblo se tornaban mudos testigos de aquella trrida pasin, bastante bien guardada ante los dems. Nadie en el pueblo saba de aquella relacin, hasta que un da se les vio andar demasiado juntos, y los rumores comenzaron a correr. A ellos no les import lo que los dems digan en absoluto. No faltaba la chismonera pueblerina, con suficiente poder para expandirse y hacer dao, en un lugar tan grandemente pequeo. Los chismes que salvan realmente no existen, todos provocan daos y a menudo irreversibles.

    Y esa misma noche, en la casa de Chantal, que haba heredado tras la paulatina muerte de sus padres, una vez ms se recreaba la pasin contenida durante todo el da. Entre sbanas, desnudos sin la ms mnima de las vergenzas, yacan all, conversando, algo inquietos por la llegada del amigo y prometido.

  • Qu hars ahora que regrese Heriberto?, preguntaba Segoviano, a la vez que miraba el rostro inquietante de Chantal.

    Lo que resulta obvio en estos casos, deca ella con una desertada seguridad. Separarnos.

    Quieres decir que...?

    S, Segoviano. Debemos separarnos y olvidarnos de esta relacin, manifest rotundamente la chica. Por el bien de todos.

    Y si no deseo aceptarlo? Y si yo me decidiera llevarte conmigo lejos de aqu? deca l, sin pensarlo dos veces.

    Seras un completo luntico, replica Chantal. Adems yo todava sigo amando a Heriberto, y desde un principio sabas que lo nuestro no puede ser. Te mostraste como un gran amigo y hermano, y despus te atreves a seducirme y decirme que me amas. Qu clase de hombre eres, Segoviano?

    Slo soy alguien que tiene derecho a amar una vez. La vida slo se vive una vez y se debe aprovechar lo mejor posible, expres Segoviano. Adems t tambin tienes gran parte de culpa, pudiste haberme rechazado, Chantal. Pero no lo hiciste, por qu?

    Quieres saberlo en verdad?, dijo ella.

    Si, respondi Segoviano, ahora ansiado por conocer la respuesta.

    Te lo voy a decir. Porque pese a las circunstancias, comenzaste a gustarme. Y estoy consciente de que esto no est bien. Por eso mismo es que cuando regrese Heriberto de su viaje, t y to debemos separarnos, hacer como que esto jams pas y no seguir nunca ms con este peligroso juego.

    Entonces slo fui eso para ti, no?, espet Segoviano, algo molesto por la respuesta de Chantal, con respecto a la situacin. Un simple juego? Te recuerdo adems que l fue quien te olvid por completo.

    Y cmo puedes saber t eso? Acaso l te lo confes en alguna carta?, replic ella.

  • No, pero si no fuera as te seguira escribiendo, y como te habrs dado cuenta, l ya no te ha vuelto a enviar cartas. Ni siquiera a m tampoco me ha mandado nada. La vida de un hombre cambia rotundamente cuando se halla lejos de casa. Y a pesar de ello, veo que todava lo sigues prefiriendo a l, en vez de a m. En fin, haz lo que quieras, al fin y al cabo, el tiempo te dir que siempre tuve razn en decirte que te amo.

    La chica no volvi a articular palabra, no saba qu decir ante la aseveracin del amante. Y es que en Segoviano comenz a haber una tremenda oleada de celos recorriendo por todo su cuerpo. Y no era para menos, pues pese a que el mismo muchacho la consenta y todo, la chica todava segua enamorada de Heriberto, y esto fue la causa principal de sus celos. Segoviano no slo disfruta de la compana de una amante ajena, sino que adems ya se halla profundamente enamorado de ella. Menudo error. Y lo peor ahora est en que l ya no acepta la idea de que su amigo de aos se case con alguien tan infinitamente bella y seductora como Chantal. Senta que ella era mujer de un solo hombre, y ese hombre tena que ser l mismo. En su mente se anidaba ahora una cosa: Chantal era slo de l, no de Heriberto. Y para muestra bast un botn. Desde haca un ao, l comenz a interceptar las cartas de Heriberto dirigidas a su amada, lo cual explicara por qu Chantal no haba recibido ni una sola carta de amor a ltimas instancias. Y la chica en su momento comenz a suponer que Heriberto la haba olvidado; este motivo quizs habra orillado a la chica a corresponder al cario del otro, sin conocer que Segoviano era el culpable de su desdicha. No obstante, y a pesar de que el otro intentaba convencerla de una verdad lejos de ser una realidad, muy dentro de la propia mujer, todava surga una esperanza: el da de la llegada se acercaba cada vez ms, por lo que pronto conocera la verdad acerca de su futuro prometido. Si el tren de la maana traera de vuelta a Heriberto, sera seal de que l no la habra olvidado. En caso contrario, matara el sentimiento y se entregara en cuerpo y alma a la pasin del otro.

    Los das pasaron, y en el ltimo da de enero, el gallo cantaba con muchas ganas. Tanto as que su quiquiriqueo se oa a todo lo largo y ancho del pueblo.

  • El tren que traa la humanidad de Heriberto estaba por llegar a la estacin en menos de media hora. Chantal caminaba presurosa a recibirlo, mientras que Segoviano iba tras de ella disimuladamente, casi corriendo, como queriendo detenerla, sin poder conseguirlo.

    Una vez llegado all, ya slo faltaba que el tren haga su paulatina parada de siempre. Y una vez que el mismo ya estaba completamente detenido, una cantidad considerable de gente empez a salir de aquel tren. Y acto seguido, Heriberto sala de all, todo elegante y hecho un seor de profesin. Y enseguida, bajo una mirada muy fra y calculadora empez a encontrar, de entre la multitud a su amada querida.

    Finalmente la encontr, ella yaca all, vestida con un sencillo vestido de flores, y arreglada minuciosamente para la ocasin. Para l era la cosa ms encantadora que haya visto por todo el pueblo. Y se fue hacia ella y la abraz de un modo muy fuerte, pasional, para despus besarla efusivamente. Y para ella no haba nada de dudas, Heriberto nunca se olvid de ella, y por lo que respecta al cario del otro, comenzara a matarlo desde ese mismo instante, muy convencida de que ya no lo necesitaba la muy desvergonzada.

    Posteriormente salud a Segoviano y lo abraz amistosamente. Platic con l de todo, que si cmo van las cosas en el pueblo, que cmo estaba Chantal mientras l no estaba ausente, y que si ella haba recibido las cartas que l haba mandado. En sta ltima, l minti y dijo que su novia las haba recibido todas. Chantal tambin contribuy al decir que las haba recibido todas, a la vez que se fue enterando que el otro le haba hecho una gran jugarreta al esconderle dichas cartas, pero supo mantener la compostura. Y aparentemente todos se fueron tranquilos y contentos hacia la casa de la misma Chantal.

    Ms das pasaron y aquellos momentos de felicidad para los tres amigos no duraran mucho tiempo. A las vsperas de una pronta boda, los rumores nuevamente empezaron a correr por todo el pueblo; y en una ocasin, Heriberto alcanz a or tales chismes, especialmente los relacionados con Chantal y el amigo de ste. Los comentarios fueron tan contundentes y soeces, que no slo llegaron en forma de ondas invisibles a los odos de Heriberto, sino que tambin comenzaron a

  • afectarle su corazn, mente y espritu. Prontamente una oleada de inseguridad y celos empezaron a dominarlo.

  • Acto 5 Una noche se dio cita con Chantal a solas, en la vieja cabaa donde viva, hasta entonces abandonada. Y fue all donde la cuestion casi de manera rotunda, hasta llegado el grado en que finalmente descubri toda la verdad. Esa gran verdad pasional que discretamente haba estado rondando entre los muros y aires de aquel prspero pueblo, y que en este mismo instante atravesaban como cinco mil puales por todo el cuerpo de Heriberto. El muchacho comprendi todo. No poda ausentarse tres aos y ya su querida y prometida noviecita haba comenzado a portarse muy mal, y adems con su mejor cuate. No se lo poda creer.

    Para su defensa propia, Chantal se escud en el hecho que haba sido Segoviano quien quiso pretenderla, y que todo haba sido culpa de l, que ella al principio no quera, hasta que al final, no pudo resistirse. Le reclam lo de las cartas que supuestamente llegaron, pero le asegur tremendamente que si haba enviado tales. Y ambos entendieron que Segoviano fue el autor de todo: l haba escondido las cartas ms recientes tan slo para convencer a Chantal de que Heriberto ya la haba olvidado, y as salirse con la suya; y el saber todo esto le caus un gran coraje al muchacho.

    Rpidamente despus de escuchar todo aquello, se fue directo para la casa de Segoviano. Esta noche habra sangre, y la luna, muda testigo de todo este suceso, se coloreaba hasta ponerse roja como un gran tomate.

    Con una expresin de los mil demonios, Heriberto toc la puerta de la cabaa de Segoviano, pero pareca que no haba nadie, pues la puerta segua cerrada. Y Heriberto clamaba a gritos el nombre de su amigo, hasta que finalmente una voz decidida y fuerte lo tom por sorpresa.

    Aqu estoy, Heriberto. deca esa voz tan decidida y firme de Segoviano. Definitivamente ya no era el mismo caballero bueno y desinteresado de siempre; ahora se luca como un hombre obsesionado, dispuesto a todo, incluso a matar por un amor ajeno.

  • Heriberto volte y contempl por un momento a Segoviano, y por su mente revoloteaba una sola pregunta: Por qu? Por qu carajos se meti con su prometida? Por qu los enga a ambos? Qu ganaba con todo esto? Y la justificacin del otro estaba escudado en una sola palabra: amor. Los dos amigos ahora peleaban por el amor de una misma mujer.

    El escenario del duelo era la misma playa, justamente en el mismo punto donde Chantal haba sido rescatada aos atrs. Comenzaran con un claro juego de palabras, todas ellas girando en torno a Chantal y al engao, como si no hubiera otra cosa de qu hablar. Y el momento decisivo comenz, cada quien lanzaba argumentos, justificaciones por las cuales hicieron lo que hicieron y una gran pasin por ganarle al otro. Ninguno de ellos poda soportar el peso del argumento del otro, lo que finalmente dio comienzo a los golpes entre ellos. Primero fueron los golpes, luego las armas.

    Segoviano sac de entre su pie amarrado con una soga, una navaja, que siempre cargaba para cualquier cosa que tuviese que cortar. Y con ella enfrent a Heriberto. No sera la primera vez que ambos pelearan de esta forma. Si bien en un principio haban peleado por causas justas ahora lo hacan por algo que justamente resultaba muy tonto. Cmo pudo suceder que dos buenos y maravillosos amigos de la infancia ahora peleen no como nios sino ms bien como animales, y todo por una chiquilla a la ellos mismos rescataron cuando eran nios? En aos de antao, qu hubiera pasado si en vez de conocer a Chantal de la forma en que la conocieron por primera vez, hubieran pasado de largo para seguir jugando a las carreras junto a aquel duro e imponente roca rompeolas? Qu hubiera sido de la suerte de Chantal si a ella el auxilio no hubiera llegado por ninguna parte? Las circunstancias seran otras, y cada quien sentara su camino por su propio lado. Otra historia sera contada y nada de esto hubiera pasado. As de simple. Y ahora, yacan los tres all, en medio de una penosa escena, en la que ahora el objetivo final es sobrevivir o morir en el intento, y todo por una chica. Nada ms aterrador.

    Heriberto esquivaba todos los ataques de navaja del otro; pero en un momento de distraccinmomento en que alcanz a mirar a alguien que vena de lejos, comenz a sentir algo puntiagudo que dola, dola y

  • dola justo por su espalda. Fue tan repentinamente doloroso y profundo que ya no aguant y rpidamente al suelo cay. Un grito eufrico y desgarrador se alcanz a escuchar en ese instante.

    Tras luego de haber realizado ese ataque por debajo de la espalda de quien fuera su mejor amigo, Segoviano, contempl las consecuencias de su hazaa. Vea como su amigo sangraba fatalmente hasta por la boca; y algo en l comenz a invadirlo. Una frialdad que slo emanaba de l. Ese amigo de toda la vida ahora se tornaba en una especie de demonio que sonrea de manera maliciosa, como si se alegrara de haber llegado a ese hermoso y plcido lugar llamado infierno.

    No haba nadie ms que percibiera aquella dantesca escena, slo Chantal, quien se hallaba horrorizada por lo que acabase de ver.

    Mrame, ahora Chantal, expres Segoviano cuando vio a la mujer acercarse, sin temor ni culpa. Acab con la vida de mi mejor amigo. Ahora por fin no habr nada que se interponga entre nosotros.

    Eres un maldito, Segoviano! exclam ella, a la vez que se fue acercando hacia el cadver de su amado. Cmo te atreviste a matar a tu mejor amigo y por m? No te das cuenta de que ya no quiero nada contigo?

    No puedes decirme eso, Chantal. No ahora, manifest l, sintindose herido por las palabras de la chica. Y en respuesta, la tom del brazo y agreg: Mat por ti, Chantal. No puedes dejarme. Tienes que permanecer conmigo, ahora y para siempre.

    Sultame, maldito asesino, hijo de puta!, maldeca ella, tratando de zafarse de Segoviano, pero el otro segua agarrndola del brazo.

    No, no te voy a dejar ir. T tambin me quieres, aunque lo niegues, y te voy a demostrar cuanto amor tengo por ti, replic l. Y acto seguido la empuj hacia la arena, dispuesto a violarla salvajemente. Realmente el tipo estaba completamente loco. No obstante, no muy lejos de su alcance, yaca una gran piedra. Y entre forcejeo y forcejeo, Chantal pudo obtener dicha piedra y se la encest en la mera cabeza a Segoviano. Inmediatamente, el tipo ya no reaccion, permaneci inmvil encima de la chica, y de su crneo sala sangre, que a su vez comenz a manchar el

  • vestido azul de la muchacha. Asustada, Chantal trat de quitarse a tal escoria de encima, para acercarse hacia el cadver de Heriberto, y decirle que su prematura muerte ya se hallaba vengada. Pensando en la idea de que l an la segua escuchando, pidi perdn por su infidelidad y confirm una vez ms que lo amara para toda la vida y que prefera estar muerta, a estar en brazos de otro hombre. Y fue as que, para demostrarle su total fidelidad, busc la navaja de Segoviano y con ella se fue cortando las venas de sus muecas. Despus de eso, se refugi junto a Heriberto, y desde all esper a la muerte, para que sta tambin venga a por ella.

    * FIN *

  • Este libro fue distribuido por cortesa de:

    Para obtener tu propio acceso a lecturas y libros electrnicos ilimitados GRATIS hoy mismo, visita:

    http://espanol.Free-eBooks.net

    Comparte este libro con todos y cada uno de tus amigos de forma automtica, mediante la seleccin de cualquiera de las opciones de abajo:

    Para mostrar tu agradecimiento al autor y ayudar a otros para tener agradables experiencias de lectura y encontrar informacin valiosa,

    estaremos muy agradecidos si"publicas un comentario para este libro aqu".

    INFORMACIN DE LOS DERECHOS DEL AUTORFree-eBooks.net respeta la propiedad intelectual de otros. Cuando los propietarios de los derechos de un libro envan su trabajo a Free-eBooks.net, nos estn dando permiso para distribuir dicho

    material. A menos que se indique lo contrario en este libro, este permiso no se transmite a los dems. Por lo tanto, la redistribucin de este libro sn el permiso del propietario de los derechos, puede constituir una infraccin a las leyes de propiedad intelectual. Si usted cree que su trabajo se ha utilizado de una manera que constituya una violacin a los derechos de autor, por favor, siga nuestras

    Recomendaciones y Procedimiento de Reclamos de Violacin a Derechos de Autor como se ve en nuestras Condiciones de Servicio aqu:

    http://espanol.free-ebooks.net/tos.html